La Evaluación Conductual José de Jesús Vargas Flores1 y E.Joselina Ibáñez Reyes2 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO CAMPUS IZTACALA RESUMEN La evaluación es el inicio de toda intervención conductual, su función es cuantificar y analizar la conducta. A través de ésta, se determina el diagnóstico, que es, a final de cuentas, lo que va a dirigir el diseño y realización del tratamiento dentro de la psicología clínica. Una de las bases de la evaluación conductual, es que se eliminan las etiquetas y se dirige más bien hacia la determinación de los excesos y déficits conductuales, así como de los estímulos ambientales. Se hace una descripción de los métodos directos e indirectos. Palabras Clave. Evaluación Conductual, Psicología Clínica, Diagnóstico. _____________________________________ 1 Profesor Titular Área de Psicología Clínica, Tiempo Completo. E-mail [email protected] 2 Profesor Asociado Área de Psicología Experimental, Tiempo Completo. E-mail [email protected] El objetivo del presente trabajo es desarrollar el tema de la evaluación conductual. La intención es desarrollar el tema en términos generales sin referirnos a las particularidades del mismo. La evaluación es una de las partes más importantes que se llevan a cabo en la terapia de la conducta. Tiene por objeto el conocer y cuantificar en términos accesibles la conducta del paciente. La evaluación es tan importante que si no se realizara en forma adecuada, el terapeuta jamás conocería en realidad si su terapia dio o no resultado. Es gracias al proceso evaluativo que determinamos qué variables son las que están manteniendo la conducta inadecuada. De esta forma, la evaluación dirige a la terapia durante los primeros estadios. Cuando la evaluación está mal realizada, es posible que la terapia lleve senderos distintos a los correctos y no resuelva el problema del paciente; incluso podemos exacerbarlo por el que se nos consulta. El terapeuta dentro del consultorio clínico cuenta con una serie de instrumentos de evaluación que le permitirán cuantificar y determinar las variables de la conducta inadecuada o adecuada del paciente. Este cuerpo de instrumentos tiene características que le aseguran la confiabilidad y validez de los mismos. Estas características son básicas en el proceso evaluativo porque en la medida en que sean confiables y válidas, en esa medida serán útiles. Por principio tocaremos el punto de la diferenciación existente entre la evaluación conductual y la tradicional. Posteriormente trataremos la entrevista conductual como primer instrumento de evaluación, ya que es ésta el primer contacto que se tiene con el paciente. Inmediatamente después, a nivel descriptivo se verán los métodos directos de evaluación. Por último, veremos los métodos indirectos. Diferencias Entre la Evaluación Conductual y la Tradicional Existen diferencias entre la evaluación realizada con un punto de vista conductual y la realizada con un punto de vista tradicional. Es importante hacer notar estas diferencias ya que dependiendo de nuestra orientación teórica vamos a realizar nuestra evaluación. Esta debe de ser coherente con la teoría subyacente que postulamos como cierta. Así un psicólogo clínico orientado psicodinámicamente realizará una evaluación basada en pruebas proyectivas, test de la personalidad, etcétera. Igualmente un clínico orientado conductualmente realizará inventarios, registros directos, etcétera. Una evaluación psicodinámica podrá orientar al psicólogo para establecer una terapia basada en el psicoanálisis. De la misma forma un inventario determinará un déficit o exceso conductual al cual se le aplicará un tratamiento también conductual al cual se le aplicará un tratamiento también conductual. Por esto es importante determinar con anterioridad que tipo de evaluación vamos a realizar. Convencionalmente se hace siguiendo un marco preestablecido como lo acabamos de describir. Cabe preguntarnos cuales son las diferencias que existen entre estas dos formas de evaluación. La dilucidación de estas diferencias podrá hacernos más sensibles sobre las ventajas y desventajas de una y otra corriente. Existen básicamente tres diferencias: (1) el marco teórico; (2) el objetivo de la evaluación (3) relación entre la evaluación y el tratamiento. Golfried (1977) y Ciminero (1977), opinan que la principal diferencia que existe entre los dos tipos de evaluación es el marco teórico. La corriente dinámica considera que le personalidad está compuesta por una serie de rasgos. Estos son constructos hipotéticos que se determinan a través de las pruebas psicométricas. Por ejemplo, en el momento en que determinamos, por medio de alguna prueba, que el sujeto es "agresivo", estamos suponiendo que este rasgo es algo así como un fantasma o fuerza interna que determinará la acción del individuo en casi todas las situaciones. Este rasgo actuará e impulsará al individuo en su trabajo, en su hogar, o en la calle. La personalidad de este individuo puede ser clasificada como potencialmente "agresiva", con lo cual podemos estar haciendo una sobregeneralización de una conducta sobre todo el universo conductual y en todas las circunstancias. A diferencia de este punto de vista, la corriente conductual podrá, por medio de algún inventario o registro directo, observar que el mismo sujeto se comporta en forma agresiva hacia ciertos estímulos ambientales. Esto es debido a que el aprendizaje ante otros estímulos seguramente fue diferente y determinado por las consecuencias específicas. La corriente conductual no habla de rasgos sino de probabilidad de respuesta ante estímulos específicos. Los dinámicos opinan que la conducta solo es un síntoma de la enfermedad. Esta enfermedad se encuentra en la interacción de fuerza psíquicas que son inconscientes. Por lo tanto no les interesa mucho que conductas presenta el individuo sino cuales son sus conflictos internos a nivel inconsciente. La conducta abierta les interesa en la medida que refleja dichos procesos. Por el contrario, a la corriente conductual le interesa la conducta. La cual esta determinada por el ambiente, el aparato genético y el aprendizaje. No supone estados internos inobservables. Por lo tanto le interesa medir no solo la conducta sino también ante que estímulos ocurre. Por lo tanto ambos tipos de evaluación buscan cosas distintas y son esencialmente diferentes. El objetivo de la evaluación. Ya vimos que mientras la corriente dinámica busca rasgos, la conductual busca conductas definidas situacionalmente. Las clasificaciones psiquiátricas se basan en el modelo médico de la enfermedad mental. Se supone que si un individuo es categorizado bajo cierto síndrome es porque reúne características que determinan este síndrome. La clasificación de las enfermedades en síndromes es muy útil en la medicina, sin embargo, no le es tanto en los problemas conductuales. Esto es porque la conducta no está determinada por un constructo hipotético que influye el individuo y porque la clasificación no ayuda a determinar qué tipo de tratamiento debemos de darle al sujeto. La orientación conductual no busca agrupar las conductas bajo etiquetas. Más bien su intención es determinar que déficits o excesos conductuales presenta el sujeto con respecto a las normas sociales importantes en el momento. La clasificación se vuelve así más sencilla y fácil de manejar para llevar a cabo el tratamiento adecuado. De esta forma los objetivos de evaluación de ambas corriente son totalmente diferentes. Relación Entre la Evaluación y el Tratamiento. La evaluación dinámica generalmente dirige hacia un solo tratamiento: el psicoanálisis para los neuróticos. No importa qué tipo de problemática presente el paciente el tratamiento será siempre el mismo. Por lo tanto la utilidad de la evaluación es pobre ya que no determina el tratamiento específico para el problema. Generalmente no encontramos relación entre la evaluación realizada por pruebas estandarizadas y los tratamientos llevados a cabo. Esto no sucede en la corriente conductual que es precisamente la evaluación lo que dirige el tratamiento. La relación entre la evaluación y el tratamiento es directa. Cuando logramos determinar en función de qué variables ocurre una conducta. La modificación de esta variable es la solución al problema. Por supuesto que el problema no es tan sencillo, ya que en ocasiones no es posible modificar o determinar una variable. A veces la variable no es externa sino más bien interna o una interacción de ambas. Sin embargo, una buena evaluación determinará la consecución de los objetivos de la terapia. Tomando en cuenta las diferencias existentes entre las dos orientaciones y su respectiva evaluación podemos concluir que la utilidad de la conductual es determinante para el éxito de la terapia. Además, las suposiciones de la orientación dinámica no convencen para ser utilizadas por lo que desde este punto de vista observamos superioridad de la orientación conductual. Entrevista Conductual Dentro del ámbito clínico, la entrevista es una importante fuente de información. De hecho, debido a las limitaciones del psicólogo clínico dentro del consultorio, podemos afirmar que la entrevista representa un papel primordial en la evaluación. Es durante la entrevista que conocemos al paciente, sus datos generales, su problema principal y porqué es causado dicho problema. En ocasiones, es muy difícil trasladarnos a la situación real en donde ocurre la conducta problema para observarla y registrarla. Por ejemplo conducta sexual, interacciones familiares específicas, etcétera (Bryant, Harvey y Dang, 1998). Para el lego, es posible que le parezca igual una entrevista realizada por un psicoanalista que por un psicólogo conductual. Las preguntas pueden parecerle las mismas, sin embargo, el objetivo es diferente. Este punto ha sido expuesto en le sección anterior. Existen diversos formatos de entrevista conductual (Kanfer y Phillips 1976; Kanfer y Saslow 1969; Kanfer y Grim 1977; Lazarus, 1971; Golfried y Davison 1976). Una de las primeras formulaciones de entrevista conductual fue la hecha por Kanfer y Sastow (1969). Ellos formulan una guía de entrevista que debe cubrir los siguientes aspectos 1) Análisis inicial de la situación problema. 2) Aclaración de la situación problema (incluyendo un análisis de antecedentes y consecuentes externos e internos). 3) Análisis motivacional. 4) Análisis de desarrollo. 5) Análisis de autocontrol. 6) Análisis de relaciones sociales. 7) Análisis del ambiente social, cultural y físico. Esta guía de entrevista cubre en general un análisis mas o menos completo por medio del cual es posible hacer una decisión terapéutica. Cubre tanto el ambiente interno como el externo del sujeto. En un trabajo posterior, Kanfer y Grim (1977) actualizan esta guía de entrevista tratando de cubrir una gama más amplia de elementos de los cuales se mostrará un cuadro esquemático: 1. Déficit de Conducta. a) Base inadecuada del conocimiento para la guía de la conducta. b) Fracaso en conductas sociales aceptables debido a un déficit de habilidades. c) Inhabilidad de controlar las influencias del ambiente y su propia conducta por medio de respuestas autodirectivas. d) Deficiencias en autoreforzarse. e) Déficit en el monitoreo de su propia conducta. f) Inhabilidad para alterar respuestas en situaciones de conflicto. g) Repertorio limitado de conducta debido a un rango restringido de reforzadores. h) Déficit en conductas cognitivas y/o motoras necesarias para cumplir las demandas de la vida diaria. II. Excesos de Conducta. a) Ansiedad condicionada inapropiada a objetos o eventos. b) Excesiva actividad de auto-observación. III. Problemas en el Control de Estímulos Ambientales. a) Respuestas afectivas a objetos estímulo o eventos dirigidos a malestar subjetivo o conducta inaceptable. b) Fracaso en ofrecer apoyo u oportunidades de conducta apropiada en ambientes diferentes. c) Fracaso en satisfacer demandas o responsabilidades ambientales surgidas de una deficiente organización del tiempo. IV. Control Inapropiado de Estímulos autogenerados. a) Autodescripción que sirve como señal para conductas dirigidas a resultados negativos. b) Actividad verbal/simbólica que sirve de señal a conducta inapropiada. c) Fracaso en la etiquetación de señales internas. V. Arreglo Inapropiado de Contingencias. a) Fracaso del medio para apoyar conductas apropiadas. b) Mantenimiento ambiental de conducta indeseable. c) Uso excesivo de reforzamiento positivo para conductas deseables. d) Reforzamiento independiente de la respuesta. Como puede observarse este esquema es más amplio y explícito que el anterior. Considera tanto al ambiente como al sujeto. Es decir, tanto los estímulos que pueden provocar una respuesta inadecuada, como las respuestas internas y externas del sujeto. Confiabilidad en la Entrevista. Cabe preguntarnos en el caso de la entrevista si lo que nos está diciendo el paciente realmente es verdad. ¿En qué medida podemos confiar en el reporte del paciente) y ¿Cómo estamos seguros que lo que reporta es exacto? Para poder resolver estas preguntas es necesario plantear dos aspectos: 1) fuentes de confiabilidad de la entrevista y; 2) formas de detección de datos no válidos. Estos dos aspectos serán discutidos en una forma muy breve. Linehan (1977) dice que la confianza en la información obtenida durante la entrevista descansa en dos suposiciones: que el cliente es capaz de observar y reportar con exactitud su propia conducta, ambiente y contingencias ambiente-conducta; y que reporta estos eventos con exactitud durante la entrevista. Partimos del supuesto que el cliente acude al consultorio porque tiene un problema de tipo psicológico y conductual. Para poder resolver este problema acude con un psicólogo al cual le va a pagar por sus servicios. Es difícil que una persona le pague al psicólogo solo para que este escuche mentiras sobre su problema. Luego entonces el paciente está motivado a decirlo al psicólogo su problema para que éste se lo resuelva. El psicólogo debe tener habilidad suficiente para hacer preguntas que no confundan al paciente o que propicien ambigüedad. Las preguntas deben de ser directas y claras. Cuando el psicólogo se sienta confundido en un punto, debe plantearlo al paciente para resolverlo. Si el paciente no logra aclarar el punto, el psicólogo tratará de hacer que el paciente describa en términos operacionales su conducta. Existen varias razones por las cuales, a pesar de que el paciente está motivado a contar su problema, no lo hace en forma veraz. Una de las razones es la desconfianza hacia el psicólogo. Es posible que, además, tenga pena del evento y no se sienta capaz de reportarlo. Para esto, el psicólogo debe tener la habilidad de provocar confianza en el paciente. Es posible firmar un contrato de confidencialidad para mayor tranquilidad de su cliente. Otra posible razón puede ser el hecho de que el sujeto piense que ciertos detalles no son importantes o relevantes con respecto a su problema. Aún cuando haya observado con exactitud sus detalles, es factible que los olvide en el momento porque le parecieron fútiles. Para esto el psicólogo debe explorar con detenimiento estos posibles detalles no descritos por el paciente. Una forma de realizar esto, es ejecutando un juego de papeles de la situación y registrar los pensamientos de paciente durante la dinámica o inmediatamente después. Otra forma es hacer que el cliente imagine la situación y que reporte los pensamientos concurrentes. Existen diversas formas de confiabilizar los datos obtenidos durante la entrevista. Una forma sencilla de hacer esto es consultar con sus familiares o amigos acerca del informe del paciente. Sin embargo, esto no siempre es posible. Otra forma de confiabilización es hacer preguntas sobre un mismo tema y posteriormente volver a realizarlas utilizando otras palabras. También podemos relacionar todos los datos obtenidos y poder encontrar algunas incoherencias o detalles que no concuerden entre sí. Debemos aclarar estas incoherencias hasta lograr estar satisfechos sobre la veracidad de los datos. Un método que casi todo psicólogo utiliza intencionalmente o no, es observar los cambios en los tonos de voz y de expresión facial del paciente. Aquí suponemos que cuando algún tema trae una carga emocional, ésta afecta principalmente el tono de voz. Por ejemplo cuando estamos haciendo preguntas de rutina, es posible que el paciente hable fluidamente, pero al hacerle cierta pregunta se acabe su fluidez, aunque posteriormente intente recuperarla. Aquí podemos sospechar dos cosas, o que dijo una mentira o que le emocionó hablar sobre el tema. Por cualquiera de las dos razones debemos explorar ese punto. Métodos Directos. Durante el auge de la terapia de la conducta ocurrida a finales de la década de los 60’s y principios de los 70’s, se generaron una gran cantidad de métodos de evaluación directos. Estos métodos de evaluación generalmente se realizan con la observación directa de la conducta del sujeto, ya sea en su ambiente natural o en una situación simulada. Usualmente se realizan utilizando papel y lápiz anotando la ocurrencia o no ocurrencia de la conducta. Tenemos, por ejemplo, dentro de los registros observacionales: el registro continuo, de duración, por intervalos, muestreo de tiempo y de actividades planeadas. Estos registros no se describirán ya que son muy conocidos y resultaría tedioso, es mejor referirse a las fuentes bibliográficas (por ejemplo, Vance Hall, 1973). Los registros directos tienen implicaciones metodológicas muy importantes que es necesario tomarse en cuenta. Tenemos principalmente dos aspectos: la confiabilidad y la validez. La confiabilidad se refiere a que dos observaciones reporten que determinada conducta ocurre, así como el número de veces, por separado. Es decir, que si un registrador dice que observó que una determinada conducta ocurrió 15 veces en un intervalo de tiempo de 1 minuto; también otro registrador, haciendo su observación independientemente reporte los mismos datos o casi los mismos datos. La confiabilidad es el punto clave de los registros directos, ya que un registro con una baja confiabilidad resulta de poca utilidad. La validez se refiere a que lo que nosotros queremos medir sea realmente lo que queremos medir. Es decir, que el registro sea "válido". Puede suceder que nuestro registro sea confiable pero no válido. Es por eso que debemos prestar atención a estos dos aspectos metodológicos de los registros. Medidas de Automonitoreo. El autoregistro o automonitoreo consiste en que el paciente, por medio de un instrumento evaluativo, registra su propia conducta. Este tipo de registro surge como una interesante alternativa a la tecnología de evaluación. Sabemos que hay conductas que son muy difíciles de registrar en situaciones análogas dentro del consultorio. El automonitoreo da una buena alternativa a este problema. Nelson (1977), dice que un instrumento de autoevaluación, el terapeuta y el cliente intentan conjuntamente identificar las conductas meta que sean modificadas; y la segunda es cuando, una vez que se han identificado estas conductas, el automonitoreo puede servir proporcionando datos que funjan como una medida dependiente en casos clínicos o proyectos de investigación evaluando la eficacia de un programa de intervención. Uno de los factores que debe de tomarse en cuenta en el caso del automonitoreo es la reactividad. En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad. En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad; sin embargo, la forma de evaluación que más reactividad produce es el automonitoreo. Esta alta reactividad resulta lógica, ya que es el individuo el registrador de su propia conducta. Al ser su propio registrador, se da cuenta de si ocurre o no su conducta y con qué frecuencia. Es decir, existe una retroalimentación inmediata que puede inhibir o desinhibir la conducta. Nelson (1977), hace una recopilación y análisis de las variables que afectan la reactividad del automonitoreo. Serán mencionadas y dadas con una breve explicación de cada una. Motivación. Qué tan motivado se encuentre un sujeto al cambio conductual, afecta la reactividad. Por ejemplo, cuando una persona automonitorea el fumar, si realmente tiene deseos de eliminar esta conducta, seguramente disminuirá su frecuencia al automonitorearse. Valencia. La valencia de la conducta también afecta la reactividad. Es decir, si la conducta a registrar es considerada como positiva o negativa. Por ejemplo, podemos registrar el número de cigarrillos consumidos en un día (valencia negativa); o el número de veces que logró controlar la conducta de fumar (valencia positiva). Las conductas evaluadas positivamente tienden a incrementarse en su frecuencia durante el automonitoreo, mientras que las conductas evaluadas negativamente tienden a decrementarse. Instrucciones del Experimentador. Las demandas del experimentador pueden afectar la dirección del cambio conductual durante el automonitoreo. Por ejemplo cuando el experimentador le dice al sujeto que espera un cambio positivo, negativo o neutro. Naturaleza de la Conducta. Aquí se refiere a si la conducta es verbal o no verbal, motora, etcétera. Metas, Reforzamiento y Retroalimentación. Dependiendo de estas tres variables se produce el cambio de conducta durante el automonitoreo. Tiempo. La conducta autoregistrada tiene la propiedad de poder observarse antes, durante y después de la ocurrencia. El momento en que se registre, determina gran parte de la reactividad. Cuando existe mayor reactividad, es cuando el registro se hace antes de que ocurra la conducta; y la menos reactividad es cuando el registro se hace después de dicha ocurrencia. Depende de nuestros objetivos de autoregistro para dar la instrucción del momento de observación y registro. Por ejemplo, podemos, con fines terapéuticos dirigidos, ordenar que el fumar se registre antes. Naturaleza del Instrumento. Aquí, el instrumento de evaluación puede ser inoportuno para la ejecución de la conducta a registrar. Es decir, cuando el autoregistro estorba que se dé la conducta. Por ejemplo, un contador de pulsera, registro a lápiz, etcétera. Cada instrumento, dependiendo de la conducta que se va a registrar puede obstaculizar. Se ha observado que los aparatos que producen más obstáculos a la conducta producen más reactividad. Programación del Automonitoreo. La conducta puede ser registrada cada vez que ocurre o cada dos veces o cada tres. Esta programación agrupa la ocurrencia de la conducta antes de ser registrada por lo que también afecta la reactividad. Como puede ser visto, en esta breve revisión, son muchas las fuentes de reactividad del automonitoreo. Estos factores deben de tomarse en cuenta al tratar de incorporar o utilizar este sistema de evaluación. Mediciones Análogas. Dentro del consultorio tenemos poca oportunidad de observar y registrar la conducta de los pacientes. Los registros directos en la situación natural son muy útiles y confiables pero poco prácticos, además de que consumen mucho tiempo. Para esto, el clínico cuenta con otro elemento de los registros directos: las mediciones análogas. Éstas se refieren a aquellos registros que realizamos en un ambiente controlado. Se pueden realizar en el consultorio y utilizar uno o varios observadores. También se pueden, si la situación lo permite, grabar un vídeo para su registro y análisis posteriores. Los registros análogos tienen algunas ventajas que cabe mencionar. Por ejemplo, permiten el control experimental produciendo de esta manera la validez interna de un experimento particular. Además, en ocasiones, el problema psicológico es muy complejo para ser estudiado directamente. En este tipo de registros partimos del supuesto que el sujeto emitirá la misma conducta o casi la misma en el consultorio que en la vida real. Es posible que ésta no suceda así; sin embargo, de lo que sí podemos estar seguros es si el sujeto posee o no la habilidad dentro del repertorio conductual. Los métodos análogos utilizados en psicología clínica son amplios. Tenemos la medición de fobias en que se simula la situación u objeto fóbico en forma controlada; por ejemplo, se le presenta una serpiente viva y registramos la conducta del paciente. Uno de los métodos más utilizado dentro de ésta categoría es el juego de papeles. En este caso, se le plantea al paciente una situación actuando el terapeuta en el papel de la persona que le perturba. Se le pide que dé la respuesta que daría en la situación real. El juego de papeles es una herramienta muy útil que tiene a su alcance el clínico. Permite tomar muchas medidas en una diversidad de situaciones simuladas. Su uso más extendido ha sido en la medición y el entrenamiento de respuestas sociales. Éstas respuestas dadas en una situación interpersonal son generadas en una multitud de contextos. Éstos van desde la interacción esposoesposa, madre-hija, empleado-jefe, hasta la interacción conferencista-auditorio. para realizar estas simulaciones se pueden utilizar a confederados del terapeuta para que actúen y den la respuesta ante el paciente. Generalmente se le pide a éste que describa la situación que le provoca angustia. El terapeuta le ayuda a definir e identificar los estímulos relevantes. Tomando en cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los estímulos relevantes. Tomando en cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los estímulos relevantes. El paciente retroalimenta al terapeuta sobre su actuación informándole sobre lo exacto o inexacto de la situación con relación a la realidad. A su vez, el terapeuta puede hacer registros directos de papel y lápiz, o tener a su disposición registradores entrenados que pueden estar ocultos tras una cámara de Gessel para mayor control. Existen, además, cuestionarios preestablecidos en los cuales se utiliza el método análogo de evaluación. Tenemos por ejemplo el elaborado por McFall y Marston (1970). Se utiliza una grabadora que va planteando las situaciones al paciente. Éste debe responder como si estuviera en la situación real. De esta forma, el terapeuta tiene tiempo para hacer observaciones y registros que también ya están predeterminadas tomando diversos componentes de la conducta asertiva. Así, los métodos análogos pueden ser utilizados por le terapeuta en forma improvisada o en forma estructurada. El terapeuta debe decidir el usar una u otra dependiendo de la situación y de las ventajas que proporcione el instrumento de medida en ese momento. Por ejemplo, cuando el paciente se presenta por primera vez a terapia y el psicólogo sospecha algún problema específico, puede utilizar la forma improvisada de la evaluación análoga. Posteriormente, ya identificado el problema, puede usar la forma estructurada para realizar una evaluación más detenida y profunda. Métodos Indirectos. Los métodos indirectos se utilizan en la terapia como una forma de evaluación alternativas cuando no es posible la observación directa. Existen conductas las cuales no presenta el sujeto en una situación análoga. Por ejemplo, no puede fumar todos los cigarrillos que consume durante un día delante del terapeuta; o es muy difícil y embarazoso hacer el acto sexual dentro del consultorio. De los métodos indirectos tenemos principalmente los cuestionarios y los inventarios (Ostrander, Weinfurt, Yarnold y August, 1998) Para efectos del presente trabajo, tomaremos la definición del uso de métodos indirectos cuando el terapeuta no es quien realiza el registro. En vez de eso, deja que otros (principalmente el paciente) lo hagan por él por razones prácticas. Cuestionarios e Inventarios. Podríamos diferenciar un cuestionario de un inventario por la especificidad de ambos. Es decir, el cuestionario es más general y aunque puede tocar puntos específicos, la idea es conocer en forma amplia el o los problemas del paciente. En cambio el inventario es más específico. Ya definido el problema, se intenta dilucidarlo y explorarlo con más detalle. Sin embargo, no existe un concepto de ambos instrumentos de medición que sean aceptados en su totalidad en la literatura conductual, por lo que no parecería raro encontrar a alguien que difiriera con estos conceptos. El cuestionario y el inventario tienen la ventaja de que se le pueden dar al paciente para que éste los resuelva en cada. De esta forma, se puede obtener información valiosa con una mínima pérdida de tiempo por parte del terapeuta. También tiene la ventaja de que, como ya están elaborados, la información es sistemática por lo que resulta más fácil analizarlo. La principal ventaja de los inventarios radica precisamente en su especificidad. De esta forma el terapeuta puede hacer un análisis rápido más o menos detallado del problema. Entre las desventajas que encontramos tenemos que en ocasiones el paciente no entiende con exactitud la pregunta y su respuesta puede ser confusa sobre todo en preguntas abiertas. Esto puede deberse a dos cosas; es posible que la pregunta esté mal redactada y esto provoque la confusión; o el paciente tiene una escolaridad muy baja para comprender la pregunta. En cualquier forma, el terapeuta tiene analizar los datos y corroborar las respuestas que le hayan parecido confusas. Esto no sucede con los inventarios ya que en general contienen una escala para contestar y las preguntas son cerradas, lo que no se presta a ambigüedades. Existen críticas hacia los cuestionarios e inventarios por parte de los psicómetras ya que no se utilizan métodos estadísticos para validar los instrumentos. Hay una reacción negativa de los psicólogos conductuales en contra del uso de estadística en las pruebas. Esta reacción ha llegado a tal grado que el rechazo ha sido total. Es posible que esta reacción sea más temperamental que racional. El mal uso y el abuso de la estadística llevaron a esta reacción. Seguramente en el futuro, se utilizará más estadística para reforzar la confiabilidad y validez de inventarios y cuestionarios. Existe una variedad casi infinita de cuestionarios e inventarios (Cautela y Upper, 1976; Walls, Werner, Bacon y Zane, 1977). Esto hace posible escoger cómodamente el cuestionario e inventario que más se adapte a nuestras necesidades del momento. Una desventaja que siempre ocurre cuando las fuentes originales están inglés, es la adaptación de éstas a las características e idiosincrasia de nuestro país. Esto nos hace pensar que es necesario generar tecnología e investigación conductual para no tener que importarlas. Conclusión. La medición conductual ha sido desarrollada a partir de los principios teóricos que la sustentan. Uno de los primero rechazos hechos por la evaluación conductual hacia la tradicional es el número de inferencias hechas por esta última aproximación. Los primeros tipos de evaluación conductual realizadas fueron las mediciones hechas directamente en el ambiente natural. Esto generó toda una tecnología de la medición directa. Solo hasta el surgimiento de la orientación cognitivo-conductual ha tenido más aceptación el automonitoreo. Es importante hacer notar que la evaluación conductual también hace inferencias. Solo que éstas son de un tipo distinto a las hechas por la evaluación tradicional. Este tipo de inferencias están determinadas por el sistema teórico de la evaluación. Con la aproximación cognitiva se realizan ciertas inferencias tales como repuestas que median la relación estímulorespuesta. Podemos considerar a la evaluación de la conducta en pañales. Esto se debe a que aún falta superar problemas técnicos y metodológicos. En el futuro continuarán superándose poco a poco estos problemas. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta a éstos al realizar la evaluación de los pacientes para cometer el menor número de errores.