Subido por deliana07

El fin de la venganza - Javier Lydecker

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CAPÍTULO 1: EL ES CONDITE
Hay momentos que te paras a pensar cómo has llegado hasta ciertos lugares o situaciones. Eso me está pasando a mí, estoy en un momento que no sé si podré
mostrar al mundo lo que ha pasado dentro de este psiquiátrico, así que por si acaso, dejo constancia de los hechos acaecidos en este psiquiátrico, desde hace más de dos
meses…
DOS MES ES ANTES …
He sido citado, junto a otros doce periodistas, para adentrarnos en las entrañas del antiguo psiquiátrico de la ciudad. Un psiquiátrico que está situado en la montaña,
que lleva más de ochenta años cerrado y que dentro de él, quedan almas encerradas, debido a las múltiples muertes que se cometieron dentro de él.
En mi periódico, me eligieron a mí, para llevar a cabo la investigación de este misterioso lugar, donde se rumorea que se halla, la piedra de Cástor, una antigua piedra
de una antigua civilización que vivía hace miles de años en el mismo lugar donde actualmente se encuentra el psiquiátrico. Dicen que en la piedra, hay grabadas las
coordenadas de un gran tesoro, algo que era muy valioso para las tribus indígenas que habitaban en el lugar, y que ahora por este tesoro, pagarían miles de millones de
euros. Voy a saber de una vez por todas, si es cierto o no, y de paso, conseguir un gran y premiado reportaje.
Un señor de unos veinte y pocos años, nos esperaba en la puerta, y nos daba una breve explicación de lo que era y lo que es el psiquiátrico, aunque su aspecto, ya
me hacía sospechar que nada bueno nos esperaba dentro, y no iba mal encaminado. M ientras, miraba el aspecto exterior del lugar, el guía seguía hablando, pero yo no
conseguía prestarle ningún tipo de atención, ya que el lugar sobrecogía nada más estar en la puerta.
-Como podéis ver, el psiquiátrico se encuentra ya en un avanzado estado ya de destrucción. Se construyó en 1910. Aquí traían a los soldados que enloquecían o que
aparentaban estarlo. Años más tarde, un enfermo del psiquiátrico, mató a ocho de sus compañeros, entonces, cundió el caos entre los enfermos de la época, y poco a
poco se fue abandonando el lugar, hasta el día de hoy.
Ya era la hora, ya estamos entrando al lugar. Por un momento antes de entrar, giré la cabeza y vi como el chófer, cerraba las verjas que nos separaban del exterior,
volví a voltear la cabeza, suspiré y entré.
YA EN LA CAS A…
Definitivamente, tenía razón, el lugar era sobrecogedor. Nada más entrar, presencias una atmosfera fría y como si hubiera más personas en el lugar de las que
esperábamos. Es mugriento e inhóspito, así definían el lugar, los presentes. Nosotros, ya empezábamos a sacar las cámaras, para filmar todo lo posible.
Yo le dije a mi cámara, que nos separemos del grupo principal y que fuéramos por nuestra cuenta, y así lo hicimos.
Empezamos por el despacho del antiguo director. No quedaba nada en el lugar, sólo papeles de la época esparcidos por el sucio suelo y ventanas medio abiertas. En
un descuido, abrí la ventana para ver el exterior, pero lo que vi, era escalofriante.
El chófer que nos recibía hace escasos minutos, enterraba un cadáver, depositado dentro de una funda para trajes, en el jardín. Yo le dije a mi cámara que grabará
todo. El chófer nos vio, pero él seguía con su trabajo como si con él no iba la cosa. El hombre ni se inmutaba. Nosotros no sabíamos que hacer, pero lo primero que
teníamos que hacer era comunicar esto al grupo, para que estén prevenidos, de cualquier extrañez. A punto de salir del despacho, un humo inundaba el largo pasillo, un
humo que nos hizo desvanecernos en el suelo en cosa de segundos.
HORAS MÁS TARDE…
Nos despertamos con dolor de cabeza. Lo primero que hicimos, fue salir de ahí, pero para nuestra suerte todo estaba cerrado, nos habían dejado encerrados.
Intentamos llamar y comunicarnos con alguien del exterior, pero todo iba en vano. No había cobertura, debido a mi experiencia y sobre todos a las películas que he visto,
pensé en que había un inhibidor de señal en algún lado de la casa, así que teníamos que buscarlo, pero nos olvidamos muy pronto de esto.
Cada grupo, se iba a una parte diferente del psiquiátrico, esperando que alguien, piense en ellos y vengan a buscarlos. Yo, mientras, cogí la cámara con la que hemos
grabado: los primeros minutos en la casa. Conecté el cable a un monitor que traíamos nosotros, y revivimos lo que habíamos grabado, en busca de señales o alguna pista
para averiguar, él porque de habernos dormido.
Vimos una imagen tras otra, y vimos el vídeo del chófer enterrando el cadáver. Nosotros queríamos salir para desenterrarlo y saber quién es, pero no pudimos, ya
que estábamos encerrados. Bajamos a las profundidades del psiquiátrico, dónde un enorme trampilla conducía a las alcantarillas.
Empezamos a navegar por el conducto, mientras nuestros pies se mojaban debido a nuestro avance. Llegamos al fin del conducto, había unas rejas, y detrás de ellas,
se hallaba la bolsa del cadáver. Nosotros, seguíamos grabando, a pesar de que no sabíamos si lo podríamos mostrar al exterior.
Una vez hallado el cadáver, pensábamos en cómo ha podido llegar hasta aquí, la razón más lógica era que: El chófer enterró el cadáver tan fondo que debido a su
peso, el cuerpo acabó cayéndose a las alcantarillas y el agua lo arrastró hasta los conductos de la casa.
Nosotros queríamos saber de quién se trataba, pero debido a las rejas, no podíamos descubrir su identidad.
M iramos más a fondo y vimos una luz, una luz que correspondía a la trampilla de una habitación del psiquiátrico. Así que teníamos que averiguar de qué habitación
se trataba. Así que volvimos arriba.
Intentamos buscar a los otros presentes en el lugar, pero no dábamos con ninguno, es como si se los ha tragado la tierra. Rastreamos todo el lugar, de arriba hacia
abajo, pero no dimos con nada ni con nadie. Lo único que encontramos fue un rastro de sangre, que no dudamos en seguir, para ver hasta dónde nos iba a llevar.
Estuvimos casi un cuarto de hora siguiendo el rastro de sangre, hasta que se acabo o eso parecía, ya que el rastro finalizaba en una puerta. Sospechamos que detrás
de esa puerta pueda hallarse la persona a la que correspondía la sangre. Aunque notamos algo extraño… A pesar de ser un psiquiátrico abandonado hace cosa de más de
ochenta años y que tiene que carecer de cualquier aparato o sistema tecnológico moderno, lo pensábamos ya que delante nuestro teníamos una puerta que necesitaba una
contraseña, exactamente una combinación numérica de 4 dígitos, para abrirse.
Yo sí que había investigado con anterioridad el psiquiátrico, pero no constaba ningún tipo de avance tecnológico actual. Intentamos introducir varios tipos de
combinaciones, desde el año de la inauguración, desde el año del cierre, desde la suma de todos los internos, sumando fechas, pero no funcionaba… Y lo peor es que
restaba una combinación, si fallábamos, la puerta emitía una señal de alarma y se quedaba bloqueada, y la persona responsable de eso, acudiría al lugar donde nos
encontráramos.
Así que se nos ocurrió una cosa… Conectamos el sistema de la puerta con el del ordenador, y con la potencia del ordenador, contrarrestamos la energía de la puerta,
y lo conseguimos, la puerta se acabó abriendo.
Una vez dentro, estaba todo oscuro, no sabemos lo que nos podíamos encontrar allí dentro. Iba palpando toda la pared, hasta que encontré un interruptor, que no
dude en encender. La sala empezó a encenderse, unos grandes monitores había en ella, allí había de todo: Grabaciones de nosotros en la casa, cámaras vigilando día y
noche, papeles, megáfonos y una silla con una persona en ella. Nosotros llamábamos a esa persona:
-Oiga, oiga... ¿Está usted bien? Oiga...
La persona no respondía a nuestras preguntas, así que giramos la silla, y vimos como estaba el chófer ensangrentado. Alguien lo ha matado, y podría matarnos a
nosotros, si descube que hemos descubierto su escondite.
Cerramos la puerta, echamos el cadáver en un lado, y empezamos a visionar todo el material, y veíamos todo el psiquiátrico desde esos monitores, y nuestra cámara
seguía grabando todo lo que veían nuestros ojos.
De repente, vimos a alguien, paseando por los pasillos, se movía con mucha rapidez, así que era imposible sacar una foto de ella. Nosotros no sabíamos que hacer, si
salir a buscarle o esperar a que él venga, pero no sabemos cómo puede reaccionar si descubre que hemos tocado sus juguetes, además que no tenemos la certeza de que él
sea la persona responsable, de las dos muertes producidas hasta ahora en el psiquiátrico.
Así que decidimos dejarlo todo como estaba e irnos, y hacer como si no hemos hubiéramos visto nada. Ahora nosotros jugamos con ventaja, porque la persona
responsable de esto, no sabe que nosotros sabemos su escondite, y eso era una gran ventaja para nosotros.
Aún seguíamos en nuestra lucha por encontrar a alguien de los otros compañeros que venían con nosotros. Así que mientras avanzábamos por el lugar, encontramos
un USB, parecía dejado a propósito para que lo encontráramos.
Lo conectamos al ordenador, y nos salía un mensaje codificado, que tendríamos que descodificar, para saber quién se está comunicando con nosotros y lo más
importante, desde donde lo hace.
Sólo había números, el 0 y el 1, era un mensaje en código binario. Así que no nos resulto muy difícil descifrarlo:
‘NO TODO ES LO QUE PARECE. 09 23 78 12 82 32. ESTAM OS ESCONDIDOS EN LA TRAM PILLA QUE HAY DEBAJO DE LA ALFOM BRA DE LA
HABITACIÓN 203’
La persona que se quería comunicar con nosotros era del grupo, lo que significa que los diez compañeros restantes están bien.
Buscamos durante más de hora y media la habitación 203, pero aunque parezca increíble, la habitación 203 no existe, hay una salto de la 202 a la 204. Era como un
juego de esos a los que juegan los jóvenes de hoy en día. Era imposible, no había ninguna explicación. Aunque rememorando el mensaje que nos habían enviado... NO
TODO ES LO QUE PARECE... Pensamos y pensamos, pero curiosamente entre ambas habitaciones hay un gran cuadro, donde salían fotografiados el personal y
enfermos del psiquiátrico, y el cuadro data fecha de 1934. Así que hicimos lo mismo que en las películas, desmontamos el cuadro y aunque parezca increíble, allí dentro
se hallaba la habitación 203.
La habitación estaba llena de números escritos en las cuatro paredes que la encierran. Así que tocamos los números que nos habían enviado por el USB, y de repente
se abrió la trampilla. Bajamos por ella, y allí estaban las diez personas que buscábamos.
Les relatamos todo lo que habíamos visto, pero les guardamos el secreto de la sala de los monitores, era nuestra as en la manga, y no podíamos descubrir esa carta,
por ahora.
El grupo nos relato desde sus perspectivas lo que habían vivido ellos, hay algo que nos llamó mucho la atención, que ellos nos se han encontrado con nadie más
dentro del lugar, cosa que nosotros sí.
De repente, una voz empezó a sonar en todo el psiquiátrico, y parecía que nos quería transmitir algún tipo de mensaje:
-Bienvenidos a todos… Les agradezco a todos su asistencia. Todos se preguntaran porque están aquí, cuál es el motivo por el cual no les dejo salir. Es muy claro:
Ustedes poseen algo que a mí me interesa y que todos estáis relacionados con algo que ocurrió en un pasado. La primera persona que me ofrezca lo que yo quiero saber,
tendrá un premio muy valioso y que hay más valioso, que la propia vida…
-Las normas el juego son claras, no intentéis comunicaros con nadie del exterior, tengo ojos y oídos por toda el psiquiátrico, así que sabré en todo momento, lo que
estáis intentando hacer. Así que por vuestro bien, que empiece el juego.
El mensaje dejó a todo el mundo con un mal sabor de boca, todos temían de esta persona a la que desconocíamos su identidad. Yo le dije a mi cámara que podríamos
saber quién es esa persona, ya que sabemos su escondite, y podríamos pillarlo. Pero, también podría pasar que no nos lo encontráramos y que descubra que sabemos su
escondite, perderíamos el as en la manga que teníamos hasta ahora.
El grupo estuvo horas, pensando en la situación en la que nos encontrábamos. Todos pensábamos de qué nos conocemos en un pasado, pero en lo que coincidíamos
sólo era en la profesión. Así que nos unimos todos en uno, lo que teníamos claro es que: La unión hace la fuerza.
Guillermo, un hombre de unos 34 años, con una gafas que ocupaban la mayor parte de su cara y ocultaban sus pecas, insistía en que teníamos que encontrar al Señor
X, el nombre que le hemos puesto a esta persona, ya que desconocíamos su identidad. Decidimos dividirnos en grupos y llevar con nosotros una cámara para grabar
todo lo que veíamos, pero Nuria, una chica de unos 28 años, con unos ojos verdes que endulzaban la estancia en el lugar, decidió llevar una cámara de infrarrojos, para
captar lo que la vista y el oído humano no puede hacerlo. Concluimos nuestro plan con la frase de Guillermo:
-Si el Señor X, no quiere aparecer, nosotros haremos que aparezca.
LA TORMENTA S E APROXIMA...
M ientras, revisábamos la casa de arriba y abajo, empezó a llover con bastante fuerza, estábamos atrapados por la tormenta, eso aumentaba nuestro miedo al Señor
X. Cada paso que dábamos, se podía oír crujir todo el suelo y las paredes grietarse. Incluso, llegaba a notar que el Señor X, estaba cerca de nosotros. Podía notar su
presencia en el lugar.
No dimos con ningún rastro de él, era como si se lo hubiera tragado la tierra o que fuera invisible, una opción muy poco probable.
De nuevo, nos reunimos todos. Expusimos lo que nos parecía la situación, pero la tensión se notaba en la fría atmosfera del lugar. Lo que estaba claro es que no
estábamos solos en el psiquiátrico. El enfado casi el punto de enloquecer de Guillermo, se podía notar en el ambiente:
-¡Tiene que tener una forma para moverse por el psiquiátrico! ¡No puede evitarnos a todos!-Decía Guillermo asustado.
Lógicamente, tenía mucha razón, es muy extraño que una persona se mueva libremente por todo el lugar y eludir a todos los presentes, que éramos más de doce, y lo
más extraño es que no se le oye, ni deja nada, detrás de su rastro, eso es lo que pensaban los demás, pero mi cámara y yo sabemos que ha dejado dos cadáveres a sus
espaldas. Pensamos en volver a la sala de los monitores, y ver como se mueve por el psiquiátrico el Señor X, y ante la duda…
La lluvia no cesaba. Abrimos la puerta gracias al código falso, un tipo de sistema que permite abrir la puerta de dos maneras: La primera con el código del Señor X y
la segunda, con el código que hemos creado nosotros, y todo esto gracias a nuestro ordenador, que lo ha hecho posible.
Cuando entramos, vimos si el Señor X, había dejado algún tipo de señal, que indique que haya estado aquí recientemente. Efectivamente, teníamos razón, el cadáver
ya no estaba y su máscara estaba encima de la mesa, el psiquiátrico seguía siendo video vigilado.
En el exterior, se producían truenos, cuya luz se reflejaba dentro de la habitación, pero gracias a la luz, pudimos ver como había un teléfono lanzado en el suelo, ya
que la parte en la que estaba se encontraba fuera del alcance del foco de luz que daba la habitación por sí sola. De repente, el teléfono empezó a sonar. En pantalla,
aparecía: Número oculto. En una situación de desesperación, lo descolgué:
-¿Dónde estás? ¡Baja ahora mismo a los pasadizos!- Decía la persona que estaba al otro lado de la línea.
Colgué de inmediato. Nos preguntábamos de qué pasadizos se trataban, pero todo encajaba, ya sabemos cómo se mueve el Señor X por el psiquiátrico sin que nos
lo encontremos. Tampoco no teníamos tiempo para buscar la entrada a ellos, ya que si tardábamos demasiado, podríamos levantar sospechas en el grupo.
Nos unimos al grupo, en nuestra primera noche juntos, acampamos como pudimos en el comedor del psiquiátrico, hicimos una pequeña hoguera para poder
calentarnos. Comimos lo que teníamos en las mochilas, que tampoco no era tanta cosa, eran unas barritas de cereales con fibra y agua. No sabemos cómo sobreviviremos
durante los próximos días, hasta que alguien nos eche en falta y venga a buscarnos. Lo que tenemos claro es que si para sobrevivir, tenemos que cazar algún tipo de
animal y comerlo, no se nos caerían los anillos.
AL DÍA S IGUIENTE…
M e levanté sin hacer demasiado ruido, para no despertar al grupo. Levante conmigo a mi cámara, que es la persona con la que puedo confiar de momento.
La tormenta ya había pasado, hacía un día resplandeciente. Caminamos por todo el psiquiátrico. Nos paramos justo delante de un ascensor. Parecía que no iba a
funcionar, pero una vez que nos montamos, el ascensor se cerró. Había tres plantas, cada uno en un botón diferente. Casualmente, en la placa, había un tornillo medio
suelto, así que puede haber más plantas, solo que están ocultas. Conseguimos quitar la placa, y vimos que había dos botones nuevos, uno correspondiente a la planta -1
y la otra, a la planta -2.
Bajamos a la última planta. Efectivamente, se trataba de los pasadizos. Había bastante humedad y arena por el suelo. No pudimos estar mucho tiempo, ya que de
repente, escuchamos un grito, que venía de arriba. Subimos corriendo...
Estaba todo el grupo despierto, y estaban viendo en un monitor las imágenes captadas por la cámara infrarrojos de Nuria. Se veía a alguien trasladando un cadáver.
Seguramente era el Señor X, con el cadáver del chófer. De repente, volvió a oírse su voz por todo el psiquiátrico, esta vez, parecía que estaba enfadado:
-Esas no eran las reglas del juego. Ya os dije que tengo ojos y oídos por todo el psiquiátrico.
De repente, el cadáver del chófer cae del conducto de ventilación al suelo, a merced de nuestras atentas miradas.
-Esto es lo que les pasa a las personas, que no cumplen las reglas del juego.
Todos nos mirábamos… Todos guardábamos silencio… Nos enfrentábamos a algo, muy serio…
CAPÍTULO 2: S ECRETOS
De repente, la oscuridad se apodera de la sala. Se oyó un pequeño forcejeo, unos segundos después la luz volvió. Uno de nosotros faltaba, el Señor X, se lo había
llevado. Esa persona era Nuria…
De repente, oímos como Nuria pedía auxilio, pero cada vez notábamos que lo estaba pidiendo más lejos, tenía la sensación de que la perdíamos y que no la
volveríamos a ver.
En un intento de desesperación me metí en los conductos de ventilación, para poder rescatarla. Estuve durante más de diez minutos arrastrándome con los codos
por todos los conductos, hasta que llegué a una rejilla con luz.
Vi un tipo de laboratorio con tres personas atadas a tres camillas diferentes. Perecía que estaban infectadas por el virus de la Rabia. No paraban de moverse, estaban
rabiosos. En sus ojos se les marcaba el enfado.
M ientras, unos presuntos médicos, vestidos con bata blanca, experimentaban con ellos. Les hacían experimentos de todos tipos, desde inyectarles diferentes
comprimidos pasando por evaluar su agresividad.
De repente, uno de ellos, saltó de la camilla y entró por los conductos de ventilación. Yo me escondí en una esquina, y él se fue, a una velocidad increíble. En ese
momento deducía que la persona que vimos por el monitor, moviéndose rápido, tenía que ser uno de los infectados. Después de mi deducción, los médicos subieron al
conducto una pequeño dron móvil con una cámara, la cual seguía al paciente.
Supongo que tenía un sensor de movimiento, ya que, en un descuido, hice un pequeño ruido, y el dron se acercó hacía donde estaba. Pero, por suerte, siguió al
paciente infectado por la Rabia.
Yo, iba detrás de él, a un paso ligero, pero lento, para no llamar su atención. M ientras, en mi cabeza insistía la necesidad de traer de vuelta a Nuria.
Por fin llegamos a la desembocadura de los túneles que daban nada más y nada menos que a los pasadizos. Estaba impaciente, por saber que nuevos lugares, iba a
descubrir.
Aunque parezca surrealista, encontré una habitación llena de comida, desde agua, pasando por carne y acabando por fruta.
Encontré una mochila, así que guardé en ella todo lo que pude y más. También cogí una especie de tubo metálico que creía que era una linterna.
De repente, escuché unos pasos que se acercaban cada vez más al lugar que me encontraba. Cada vez se acercaban más, el manillar de la puerta se abría lentamente,
yo me escondí en ese momento detrás de unas cajas de cartón, que se encontraban apiladas en el fondo de la habitación.
No llegaba a ver la cara de la persona. Solo veía como una persona sacaba un ordenador de una caja fuerte. Al parecer mantenía una conversación (a pesar de la
cobertura del lugar) con otra persona, a la que yo desconocía su identidad.
Pude descubrir la identidad de la persona que se encontraba en la sala conmigo, aunque no le pude ver la cara, era el Señor X. Lo sabía porque en el chat se llamaba
‘usuarioX’.
Lo que si llegaba a ver, era la conversación que mantenía con un tal ‘usuario8976’:
Usuario8976: Las cosas aquí arriba, están feas. Hay alguien que se está metiendo en el asunto más de la cuenta.
UsuarioX: Ya sé quién es. Creo que me están vigilando.
Usuario 8976: ¿Quién puede ser? ¿Finalmente, me darás lo que me prometiste?
UsuarioX: Mañana.
UsuarioX ha abandonado la conversación.
En ese momento, daba por seguro que la persona con la que se está comunicando, es alguien del grupo. Eso significaría que contaríamos con un intruso por parte del
Señor X en el grupo.
El Señor X se fue, y dejó el ordenador encima de la mesa. M e dirigí a él, saque el USB que me dio el grupo, e iba copiando toda la información del ordenador. A tan
solo unos segundos de finalizar el proceso, el Señor X volví a la habitación. Solo me dio tiempo a coger el USB con toda la información que había podido almacenar y
me fui por donde me vine, por los conductos de ventilación, esta vez con una copia casi al completo del ordenador del Señor X y con una mochila llena de comida.
DE VUELTA AL GRUPO…
Estaba de nuevo en el grupo. Analice con mi atenta mirada a todos y cada uno de los componentes del grupo, pensando en quién es el intruso. Tenía varias
opciones, pero no podía dar por seguro a nadie, ya que no tenía las suficientes pruebas.
Aún seguía pensando en donde podía estar Nuria, aunque en un momento, llegué a pensar que podía estar encerrada en los pasadizos, pero no podía volver a bajar,
ya que no podía descubrir a nadie este secreto. Hablé con mi cámara que permanecía en el grupo mientras yo estaba en los pasadizos. Le conté todo lo que descubrí y le
pregunté si había alguien conectado. Él me dijo que nadie tenía a su alcance ningún móvil u ordenador. Pero no me di por vencido, yo seguía pensando en que era alguien
del grupo.
Para despejarme un poco y reflexionar, fui paseando solo por todo el psiquiátrico. Paseando me encontré con una gran puerta. Sin hacer ningún tipo de ruido, entré
en ella. Había decenas de sillas, cuadros grandes en las paredes, ropa… Debía ser el lugar donde reunían a los habitantes del lugar. Estaba todo tapado por sábanas.
Así que fui destapando todas las sabanas. M e encontré con un libro de la época, así que lo ojeé y de él se cayó una foto, data de 1962.
En la foto, estaba presente, el director del psiquiátrico en esa época, un par de enfermeras y una chica muy parecida a Nuria. Estuve revisando la imagen durante
más de quince minutos, no podía creer que la mujer de la imagen se asemejara bastante a Nuria. Doblé la imagen y me la guardé en el bolsillo derecho del pantalón.
Seguí revisando la sala y encontré esta vez, una botella de cristal. Puede parecer insignificante y absurdo, pero se me ocurrió una idea. De pequeño siempre soñé en
lanzar un mensaje en una botella en algún rio o mar, pero nunca lo llegué a hacer. Así que esta vez tenía la oportunidad de cumplir ese sueño y de pedir ayuda al exterior.
Sin que nadie me viera, cogí la botella, me la escondí, volví donde estaba el grupo, y cogí mi mochila, donde tenía algún trozo de papel y un bolígrafo y me fui a la
sala de los monitores, que es el lugar más seguro del psiquiátrico. Cogí el papel y escribí:
A LA ATENCIÓN DE QUIEN SEA: ENCIERRO CON PELIGRO DE M UERTE EN EL ANTIGUO PSIQUIATRICO DE LA M ONTAÑA DE LA
CASCADA, A 80 KM DE LA CIUDAD. ENVIEN AYUDA.
Enrollé el papel y lo introduje en la botella. Baje a los conductos del desagüe del psiquiátrico. Cogí la botella y la lancé al pequeño río de suciedad que había allí.
Reconozco que al lanzarlo, tuve una señal de esperanza. M e quede viendo como la botella cada vez se alejaba más y que finalmente desaparecía.
NURIA…
Era nuestra segunda noche en el lugar, aunque esta vez se notaba la ausencia de Nuria. Todos teníamos miedo por ser el siguiente al que secuestrara el Señor X,
aunque pronto todos se durmieron, todos menos yo. Giraba sobre mi mismo una y otra vez, pero no podía conciliar el sueño. De repente, me empezó a venir el sueño,
pero hubo algo que me mantuvo despierto…
Empecé a escuchar ruidos en una tubería que tenía al lado. La persona que estaba detrás de estos ruidos, se estaba intentando comunicar con alguien, a través del
código M orse, un código que estudie de pequeño en la escuela. La persona que lo hacía repetía en bucle una palabra. Así que cogí un papel y empecé a apuntar:
_._. - .._ - ._ - _.. - ._. - _ _ _
C-U-A-D-R-O
Lo repetía una y otra vez… Aunque no sabía lo que podía significar. Algo muy importante tendría que significar, si lo repite esta palabra continuamente. Aunque
unos minutos después, el ruido cesó y por fin pude conciliar el sueño.
M e desperté por la mañana, pensando en que quién podía ser la persona que se estaba comunicando con nosotros y que significaba la palabra ‘cuadro’. Aunque por
un momento llegué a pensar que era Nuria.
Así que empecé a buscar todos los cuadros del psiquiátrico, pero ninguno significaba nada, ni tampoco tenía nada que pudiera saber las respuestas a mis preguntas.
Llegó un momento, en que lancé un vaso de cristal contra el cuadro que tenía a mi lado, preso de la desesperación.
El cuadro se rompió, y se hoyó como el cristal golpeaba algo metálico. Así que desmonte el cuadro y vi como dentro de él, había una bandeja automática. De
repente, la bandeja empezó a bajar.
M ás tarde, volvió a subir. Esta vez con un plato sucio de comida en él. Cogí el plato y lo limpié con un trozo de ropa que tenía al lado. Aunque parezca imposible,
un mensaje me encontré en él, escrito:
AYUDA. ESTOY DEBAJO DE VOSOTROS. SOY NURIA.
Efectivamente tenía razón. La persona era Nuria. Al descubrirlo se me iluminó la mirada, como la de un niño con los regalos de los Reyes M agos.
DE NOCHE…
Ya de noche, con el grupo dormido, cogí mi mochila y una linterna, y me aventuré a rescatar a Nuria en los pasadizos.
Bajé por el ascensor. Al abrirse la puerta, me encontré a una persona vestida con un traje NRBQ, así que sin dudarlo le golpeé y le deje inconsciente en el suelo.
Seguí mi camino.
Empecé a alumbrar el camino, pero andaba un poco perdido, ya que había muchos túneles.
Abrí la primera puerta que me encontré, y hallé un tipo de laboratorio experimental, de ahí venía el hombre con el que me encontré al salir del ascensor.
Sin darle ningún tipo de importancia, seguí mi camino. M e encontré con una sala restringida, pero me pedía una tarjeta magnética, para acceder a ella. Pero,
finalmente lo dejé para más tarde, ya que en unas horas, el grupo notaría mi ausencia.
Seguí caminando, pero al llegar a un nuevo túnel, me paré y miré a escondidas una puerta, que estaba bajo la custodia de un hombre. Así que tenía que deshacerme de
esa persona, ya que yo pensaba que Nuria estaba detrás de esa puerta.
Tuve que rodear los pasadizos para llegar a la otra parte del túnel, pero no se me ocurrió ninguna forma para distraer su atención.
Pero como por arte de magia, el hombre se fue y dejó la puerta sin ningún tipo de custodia.
M e iba acercando a la puerta poco a poco. Al abrir la puerta, me encontré con una chica amordazada en una silla, aunque estaba de espaldas y no pude ver su cara,
yo creía que era Nuria.
Le vi la cara, pero no era Nuria. Era una chica de nombre Patricia. La chica insistía en que le quitara la venda de la boca, y así lo hice, pero no había tiempo para
hablar, ya que el hombre podía volver en cualquier momento.
M edio abrí la puerta y miré que no había nadie, efectivamente no había nadie. Así que salimos corriendo, nosotros pensábamos que no nos había visto nadie, pero al
contrario, la cámara del Señor X, lo estaba grabando todo…
NUEVA EN EL GRUPO…
Volví al grupo, aunque esta vez con Patricia. Tenía que dar explicaciones al resto, de quien era esta chica y de donde venía. Así que ya era hora de descubrir al grupo,
los pasadizos.
Todos quedaron intrigados por saber que se esconde en los pasadizos. Pero había dejado al descubierto una carta delante del intruso. Así que decidí tender una
trampa a esa persona.
Dije delante del grupo, que tengo unos documentos que culpan al Señor X. Pero les dije que me los había dejado en la primera sala que hay delante del ascensor.
Así que esa misma tarde, bajé y me esperé a que el intruso bajara a por esos documentos.
Pasaron las horas, pero nadie bajaba. Pensé que a lo mejor me han visto bajar y sabe que es una trampa para cogerlo. Hasta que vi la sombra de alguien acercándose.
Cuándo iba a por esa persona, escuché un pequeño jaleo. M ás tarde, esa persona me disparó en el pie, y quedé herido en el suelo de los pasadizos.
CAPÍTULO 3: S AL DE TU ES CONDITE
Poco a poco me iba despertando. Notaba un leve dolor en la pierna, aunque tenía bastante fiebre. M e iba arrastrando por el suelo para esconderme de cualquier
persona que me pudiera ver. M e escondí dentro de una habitación que tenía a unos tres pasos.
Cada vez me encontraba peor. No sabía qué hacer, hasta que de repente se abrió la puerta. De ella cayó una chica. Esa chica era Nuria.
Nuria estaba atada de pies y manos. Ella me preguntaba que qué me había pasado, yo con mucho esfuerzo, le explique todo lo que me había pasado desde que ella
desapareció. Aunque yo le pregunté, que donde se había metido durante estos días, ella me dijo que no me lo podía decir. Que si no estaríamos todo el grupo en peligro.
Así que no insistí demasiado. Pero podía presuponer que la habitación donde estábamos estaba controlada.
Ahora nuestra única salida era atraer la atención del grupo hacía aquí, para que nos vengan a rescatar. Pero no encontrábamos ninguna forma de hacerlo. La sala
estaba cerrada a cal y canto, y solo había cuatro paredes que eran las que rodeaban la habitación.
Estábamos atrapados y no podíamos salir. Era nuestro fin. Nuria me dio unas hierbas que ella había escondido. Esas hierbas simulan que estás muerto durante un
corto período de tiempo. Nos las tomamos, y en un instante los dos nos desvanecimos en el suelo, como Romeo y Julieta…
Con los ojos medio abierto, y viendo todo borroso, vi como la puerta se abría, y dos personas nos cogían y nos arrastraban. Poco a poco nos iban llevando hasta la
puerta principal del psiquiátrico, a Nuria la metieron dentro de una furgoneta, la furgoneta arrancó, se abrieron las verjas y se fue, por lo menos Nuria se ha salvado.
Cuando iban a meterme a mí dentro de otra furgoneta, alguien dijo:
-Este no. Haré otra cosa con él. –Dijo alguien, supongo que el Señor X.
Estaba contento ya que por lo menos, Nuria se había salvado, y podía salir del psiquiátrico.
De nuevo me volví a dormir.
HORAS MÁS TARDE…
M e desperté en un laboratorio. Estaba atado de pies y manos. Un médico se me empezó a acercar. Vi que tenía una jeringuilla, y que venía con la intención de
inyectármela en el brazo.
Yo iba forcejeando e intentando deshacerme de las cuerdas que me ataban a la camilla que había en medio de la sala.
Apenas podía moverme, para poder impedir que me hagan cualquier cosa. Antes de que me pudieran inyectar cualquier cosa, Guillermo, irrumpió en el lugar y me
rescató de las manos de esos médicos. M e iba arrastrando por los pasillos y me llevó arriba con el grupo.
Allí me curaron la herida, pero era hora de dar las explicaciones necesarias a todo el grupo. Así que era hora ya de destaparles todas las piezas del puzle, para que
pudieran comprender todo lo que estaba sucediendo en el grupo.
Pero de nuevo, irrumpió la oscuridad en el lugar. Esta vez, Daniel, un joven informático de unos 28 años, desaparece misteriosamente sin dejar ningún rastro. Estaba
claro que el Señor X había vuelto a actuar, y fue seguramente porque conté todo lo que había vivido al grupo.
Cuándo ya me podía mover un poco, me fui a la sala de los monitores para revisar la grabación del momento de la desaparición de Daniel.
Revisé todas las cintas pero ni rastro, como si se lo hubiera tragado la tierra. Cuándo ya me disponía a marcharme, algo me detuvo.
Encima de la mesa, había un dosier que llevaba de título: Experimento Confidencial. Así que mi curiosidad me obligó a ojearlo. Allí había los documentos y los
planes de una máquina, a la que yo desconozco para que pudiera servir. El caso es que la máquina estaba casi lista, sólo le quedaba un material: El uranio.
Había una imagen de la cápsula del uranio, el caso es que la imagen se corresponde al tubo que cogí en los pasadizos, pensando que era una linterna.
Por lo cual, todo encajaba, era eso por lo que nos estaban reteniendo, porque nosotros poseemos los parámetros para activar la máquina, pero en el último momento
les faltó el uranio.
Así que reuní con el grupo y les pregunté sobre las fechas de nacimiento de sus abuelos materno y paternos, ya que eran los que coincidan con las fechas del
psiquiátrico. Todos escribieron en un papel las cuatro fechas y el resultado era increíble, todos coincidían:
17. 03 / 05.02 – 29. 12 / 23.01
Las fechas coincidían con el día y el mes de nacimiento de los cuatro abuelos que tenían cada uno. Así que era eso lo que nos unía. Y esos tenían que ser los
parámetros de activación de la máquina.
Lo que me faltaba por descubrir era dónde estaba la máquina ya que tenía los parámetros de activación y el uranio.
Pero en ese momento, se me vino a la mente la sala restringida que hay en los pasadizos. Pero el problema era que necesitaba una tarjeta magnética para acceder a
ella.
Volvía bajar a los pasadizos y me dirigí a la sala restringida. De repente sale de ella, una nueva persona vestida con un traje NRBQ. Con el uranio que tenía, le golpeé
con él y le deje inconsciente en el suelo. Yo cogí su tarjeta y entré con ella.
Había una gran sala iluminada con neón, por todas partes. En el centro había una gran máquina con una parte en el medio para sentarse. Había dos tubos que estaban
conectados en las paredes de la habitación y con la máquina. Parecía una maquina de las películas de ciencia-ficción. Porque en los tubos se iba transmitiendo números
digitales de color azul a la máquina.
Introduje el uranio en la parte correspondiente. M e dirigí rápidamente a un monitor que había en una parte de la sala. Se encendió la pantalla. Pedía mi mano para
analizarla.
Puse mi mano sobre el monitor, pero antes pensé en algo... ¿Cómo sabía Sergio que estaba en los pasadizos herido?
Sin darle mucha importancia en ese momento, introduje en ese momento la mano. Lo raro es que me la analizó y me puso: Bienvenido al proyecto Cástor.
Introduje rápidamente los parámetros. En pantalla me indicaba una cuenta regresiva. Rápidamente me senté en la máquina. Poco a poco iba mirando a mí alrededor.
Los tubos con los números digitales ya desaparecían. Al parecer eran hologramas. La máquina empezó a moverse, cerré los ojos y noté una fuerte sensación…
Cuándo los abrí me encontré en una nueva dimensión. Un nuevo mundo en el que yo era el único habitante…
Un mundo en el que se escondían muchos secretos, un mundo lleno de peligros…
CONTINUARÁ…
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