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Camineria romana en la provincia de Toledo

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CAMINERÍA ROMANA EN LA PROVINCIA
DE TOLEDO
El yacimiento de Pozos de Finisterre
(Consuegra, Toledo)
CAMINERÍA ROMANA EN LA PROVINCIA
DE TOLEDO
El yacimiento de Pozos de Finisterre
(Consuegra, Toledo)
María Hernández Martínez & Jorge Morín de Pablos
(Coords.)
Mercedes Sánchez García-Arista
Fernando Sánchez Hidalgo
Marta Escolà Martínez
José Yravedra Sainz de los Terreros
MArq Audema
Serie Época Romana/Antigüedad Tardía 1
Este volumen de Memorias Arqueológicas AUDEMA ha sido publicado por:
Con la colaboración de :
MArq SRO1
© de la edición:
Área Científica y de Divulgación.
Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales
AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A.
© de los textos: los autores
© de las fotografías y de los dibujos:
Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales
AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A.
ISBN: 978-84-611-4124-1
Depósito Legal: M-33565-2008
Dirección de la Serie: Jorge Morín de Pablos
Diseño y Maquetación: Rui Roberto de Almeida
Diseño Gráfico de la Portada: Esperanza de Coig-O’Donnell
Imprime: LAVEL IND. GRAFICA, S. A.
Impreso en España - Printed in Spain
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por
cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de
almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores
A Gonzalo Arias Bonet
FICHA TÉCNICA
TIPO DE OBRA
Autovía de los Viñedos.
Tramo: Toledo-Consuegra
LOCALIZACIÓN
TT.MM. de Toledo, Burguillos de Toledo, Nambroca, Almonacid de Toledo,
Mascaraque, Mora, Manzaneque, Turleque y Consuegra.
EMPRESA PROMOTORA
Dirección General de Carreteras y Transportes de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha
CONSTRUCTORA ADJUDICATARIA
CONSULTORÍA ARQUEOLÓGICA
Avda. Alfonso XIII, 72 - 28016 MADRID
Tfno: 91 510 25 55 Fax: 91 415 09 08
INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA
Excavación arqueológica manual extensiva
DIRECCIÓN ARQUEOLÓGICA
Jorge Morín de Pablos
EQUIPO DE INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA
Mercedes Sánchez García-Arista,
Marta Escolà Martínez,
Mario López Recio,
Fernando Sánchez Hidalgo,
Luis González Carrasco
Enrique Navarro Hernández.
ESTUDIOS GEOLÓGICOS Y GEOMORFOLÓGICOS
Daniel Regidor Ipiña
Serafín Escalante García
8
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................................................11
II. CONTEXTO GEOLÓGICO Y GEOGRÁFICO...............................................................................19
II.1.- Estudio geológico................................................................................................................................19
II.1.1.- Caracterización geomorfológica..................................................................................................19
II.2.- Estudio geográfico................................................................................................................................21
II.3.- Evolución histórica del Medio Natural...............................................................................................23
II.3.1.- Morfología del paisaje.................................................................................................................24
II.3.2.- La vegetación en el paisaje..........................................................................................................25
II.3.3.- La fauna manchega......................................................................................................................29
III. CONTEXTO HISTÓRICO................................................................................................................33
III.1.- Contextualización macroespacial: evolución de la ocupación humana del territorio.......................33
III.2.- Contextualización microespacial: ocupación prerromana y romano-republicana.............................38
III.2.1.- Estudio Histórico-Arqueológico .................................................................................................38
III.2.2.-Estudio Toponímico.......................................................................................................................41
III.2.3.- Estudio de Caminería Romana....................................................................................................45
IV. ACTUACIONES PREVIAS................................................................................................................51
IV.1.- Prospección.........................................................................................................................................51
IV.2.- Sondeos mecánicos.............................................................................................................................56
V. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA..............................................................................................57
V.1.- Desarrollo estratigráfico: ámbitos de actuación...................................................................................57
V.2.- El proceso de excavación.....................................................................................................................58
V.3.- Secuencia y ámbitos identificados.......................................................................................................61
V.4.- Conclusiones del registro estratigráfico..............................................................................................72
VI. ESTUDIO DE MATERIALES...........................................................................................................75
VI.1.- Cerámica............................................................................................................................................75
VI.2.- Metal..................................................................................................................................................79
VII. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO.................................................................................................91
VIII. CONCLUSIONES..........................................................................................................................................97
9
Introducción
I. INTRODUCCIÓN
El yacimiento de Pozos de Finisterre fue
detectado durante la intervención arqueológica
llevada a cabo en el año 2004, asociada a la
fase de ejecución del tramo Toledo-Consuegra
de la obra de la Autovía de los Viñedos. La
afección que este enclave iba a sufrir como
consecuencia de la realización de un paso
elevado sobre el río Algodor desencadenó una
posterior excavación en extensión.
La metodología de la intervención se diseñó
de forma que pudiera constatarse el estado de
conservación de los restos y las características
de los mismos y, por otro lado, el significado
que, a priori, se le había atribuido al enclave
dentro del marco del poblamiento del entorno
territorial más próximo.
La superficie inicialmente acotada comenzó a excavarse en el extremo Este, a ambos
lados de la zanja oriental, en cuyos perfiles se
habían documentado restos arqueológicos de
escasa entidad. Posteriormente, se realizaron
sucesivas ampliaciones al Este y al Norte. Los
restos arquitectónicos ponían de manifiesto el
arrasamiento casi total que habían sufrido, del
que sólo se habían salvado algunos tramos de
zócalo, con dirección Este-Oeste, y una pequeña estructura levantada desde el suelo con
adobes, que aún conservaba en su interior dos
vasijas enteras.
En el P.K. 34+000 – 34+100 de la traza de
la mencionada Autovía se había detectado la
existencia de restos durante el seguimiento
arqueológico derivado del programa de vigilancia asociado a la obra. En la primera fase
de la intervención se realizaron una serie de
zanjas que dieron como resultado una primera
aproximación a los restos arqueológicos y a la
evaluación del impacto que los mismos habían
sufrido a causa de la construcción de las distintas carreteras y que además sirvieron de base
para acotar la zona a excavar.
11
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 1.- Topografía del proyecto constructivo y área de intervención
12
Introducción
Figura 2.- Plano topográfico de detalle del área de la intervención arqueológica
13
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 3.- Localización del yacimiento Pozos de Finisterre en el topográfico 1:25000
Figura 4.- Cauce del río en 2004
14
Introducción
Figura 5.- Vista aérea. Vuelo en globo aerostático
15
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
También se documentaron otros elementos
arquitectónicos: parte de un hogar, algunos
indicios de pavimentos de lajas de pizarra, un
pedestal cuadrado de granito cimentado y, además, los restos de un camino empedrado que
finalizaba en una pila de obra y en un pequeño
monolito de granito, probablemente correspondientes ambos a la zona de acceso al puente que
permitía el paso del río, lo que nos proporciona
la clave interpretativa del emplazamiento.
En el sector más alejado del río se concentraban evidencias edilicias que sugerían la presencia de una zona de hábitat: algunos tramos
de base de un muro de mampostería careada,
un hogar, un pequeño almacén, etc. En cambio,
las otras unidades constructivas situadas en la
zona más cercana al cauce y que, como ya se
ha señalado, podían estar en relación con el
paso del río, podrían relacionarse con el papel
que pudo jugar el asentamiento en uno de los
pasos de Consuegra a Toledo, en un espacio
de tiempo que, de acuerdo con los materiales
cerámicos recuperados, podría adscribirse a
la etapa republicana y altoimperial romana,
aunque también se recogió algún fragmento
de época tardo-romana, concretamente TSHT
y cerámicas de filiación medieval islámica.
Estos hallazgos constatan una pervivencia del
tránsito humano a lo largo de este recorrido en
dichos períodos. De hecho este recorrido ha
sido un paso obligado incluso en la actualidad
y tras la construcción del Embalse de Finisterre
que alteró enormemente la configuración de la
cuenca hidrográfica del Algodor.
La arquitectura construida en la zona de
hábitat, presentaba características constructivas que debieron ser bastante homogéneas,
aunque esta apreciación resulte acaso arriesgada, teniendo en cuenta que proviene de la
documentación, casi exclusiva en este sector,
de zócalos de piedra marcando de forma entrecortada una de las direcciones (Este-Oeste) de
las líneas de la trama urbana, la misma dirección que tiene el camino empedrado próximo
al río. El alzado de estos zócalos debió de ser
de tapial o de adobe; así lo indicarían algunas
unidades estratigráficas que deben de corresponder a los derrumbes de estos alzados.
De las techumbres hablarían los abundantes
fragmentos de tejas documentados, aunque su
gran dispersión y fragmentación impide cualquier otra valoración.
Figura 6.- Zona de actuación arqueológica. En primer plano el cauce del río Algodor
16
Introducción
La fragmentación de los restos no permitió
la delimitación perimetral de los diferentes
ámbitos de habitación, por lo que no es posible
definir en absoluto su funcionalidad. Tampoco
conocemos con exactitud el número de espacios y la posible relación existente entre ellos,
puesto que sólo tenemos líneas transversales a
los zócalos mencionados en el caso del ámbito
número 1 y en el del número 7.
de pizarra, un elemento que, como ya hemos
mencionado, también debió de utilizarse para
pavimentar determinados espacios; quedaban
también restos de lo que fueron los límites del
hogar que debió de ser un zocalillo de adobe,
que ponía límite a un depósito de ceniza.
Por otra parte, es obvio que la urbanización
del enclave necesariamente se vió determinada
o matizada por las características topográficas
del mismo, adaptándose al espacio llano, creado por el río, y que se dispone entre las elevaciones montañosas que jalonan el paso, siendo
además muy probable que este espacio se viese
alterado con la realización del Embalse de
Finisterre.
El ámbito número 1 es un pequeño espacio
con paredes de adobe, que tal vez sirviese de
almacén o despensa, como parece desprenderse de sus pequeñas dimensiones y las vasijas
recuperadas en el interior.
El ámbito 7 está situado en la cota más elevada del enclave y su perímetro está definido en
dos flancos por una doble alineación jalonando
un espacio que pudo albergar una canalización
o desagüe.
Finalmente hay que señalar que el yacimiento fue cubierto y sobre él se realizó el talud de
acceso al puente previsto de la Autovía de los
Viñedos.
Otra de las estructuras descubiertas en el entorno
del ámbito 1 fue el hogar del ámbito 5, construido
mediante la superposición, en una leve fosa, de
niveles diferenciados de arcilla rojiza y mosaico
de fragmentos cerámicos amortizados, entre los
que también se encuentra algún fragmento
En definitiva, se ha documentado un espacio
compartimentado cuyas particularidades han
sufrido enormemente con el paso del tiempo
y no se han conservado hasta nuestros días,
pudiendose hablar de ámbitos diferenciados de
acuerdo a una arquitectura con zócalos de pie-
Figura 7.- Aspecto del empedrado
17
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
dra local y alzados de adobe que es común en
prácticamente toda la Península Ibérica desde al
menos el siglo V a.C.
La particularidad de las cubiertas a base de
tejas (ímbrices) es un elemento ya de tiempos
romanos, desde mediados del siglo II a.C. La
falta de estructuras conservadas no debe sin
embargo engañarnos, pues quedan algunos elementos como el pedestal cuadrado de granito
o el monolito de la misma piedra que hacía
las veces de jamba de una puerta, que ponen
de manifiesto una cierta capacidad de medios
constructivos.
A pesar de todo es difícil pronunciarse sobre
la entidad del hábitat excavado, siendo la opción
más cautelosa la de identificarlo de alguna
manera con una especie de casa de posta, mansio, apeadero o lugar relacionado con la existencia del camino y el paso del río.
18
Contexto geológico y geográfico
II. CONTEXTO GEOLÓGICO
Y GEOGRÁFICO
II.1. Estudio geológico
Cámbrico
La serie más representativa presenta en la
base alternancia de calizas, mármoles y cuarcitas, en la zona intermedia pizarras silíceas
masivas verde oscuro y hacia el techo pizarras
silíceas pardas con intercalaciones de areniscas
y cuarcitas (ortocuarcitas).
El marco geológico del Tramo 1 de la autovía de los Viñedos, que discurre entre Toledo
y Consuegra, se sitúa dentro de la Zona Centro
Ibérica, en las estribaciones orientales de los
Montes de Toledo. El paisaje está dominado
por pequeñas sierras formadas por cuarcitas
ordovícicas, lo que les confiere un carácter
alineado según la dirección de las cuarcitas.
En conjunto las cuarcitas forman pliegues de
dirección E-W y SW-NE.
Ordovícico
El Ordovícico inferior se halla representado
por tres series que de base a techo están constituidas por una sucesión de pizarras, areniscas
y cuarcitas, sobre las que se dispone la Cuarcita
Armoricana. Estas cuarcitas se encuentran muy
fracturadas por familias de fallas de dirección
N-S y E-W.
II.1.1. Caracterización geomorfológica
Zócalo o basamiento
El basamento está formado por gneis, que
se extiende por toda la zona septentrional del
tramo, apareciendo núcleos de anfibolitas y
de mármoles dentro de los gneises. Además
afloran en la zona también los granitos. Estos
materiales serían los más antiguos de la zona
según Fuster (1970).
La Cuarcita Armoricana es el nivel guía más
destacable, formando una sucesión de crestones que destacan en el paisaje, y, como se ha
anotado anteriormente, condicionan la morfología del paisaje.
19
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Terciario
Los materiales terciarios presentes en la zona
están comprendidos entre el Mioceno medio y
el Mioceno superior. Son depósitos en general
formados por arenas arcillosas con niveles
conglomeráticos parcialmente cementados, en
la zona sur aparecen niveles margo-arcillosos rojizos a grises. En conjunto representan
pequeñas cuencas entre las cuerdas cuarcíticas,
formando ambientes de tipo lacustre somero.
Plio - Cuaternario
Son depósitos tipo piedemonte o raña que
constituyen plataformas al pie de los relieves
montañosos. Están formados por gravas más
o menos angulosas de cuarcitas englobadas en
una matriz de arcilla rojizo - anaranjada.
Figura 8.- Vista de las cuarcitas armoricanas en la
sierra de los Yébenes. Se observa una falla con dirección N-S.
Como es frecuente en este tipo de depósitos
cuanto mayor es la distancia del área fuente los
cantos presentan facies más redondeadas.
Cuaternario
Se pueden distinguir varios tipos de depósitos cuaternarios, diferenciados fundamentalmente en base a su génesis:
- Depósitos aluviales: formados por arenas y
arcillas con niveles de gravas.
- Depósitos coluviales: formados por cantos
angulosos de cuarcita principalmente, englobados
en una matriz arcillosa marrón-rojiza. En algunos
casos es frecuente la ausencia de matriz arcillosa
por lavado de este horizonte.
Figura 9.- Aspecto de los depósitos de pie de monte
compuesto principalmente por gravas y arcillas en las
cercanías del río Algodor.
- Depósitos de fondo de valle: son depósitos
de origen mixto aluvio-coluvial, que rellenan
zonas deprimidas por las que pueden circular
cursos de agua de carácter efímero. Están
constituidos por arcillas y arenas arcillosas, en
muchos casos con plasticidad elevada y con
niveles freáticos someros.
- Depósitos endorreicos: formados por limos
y arcillas. Son zonas deprimidas muy locales
que frecuentemente se inundan o encharcan en
período de lluvias.
20
Figura 10.- Detalle de los depósitos tipo raña, tomada
al norte de la localidad de Almonacid de Toledo. Estos
depósitos se apoyan de forma discordante sobre el
Paleozoico.
Contexto geológico y geográfico
II.2. Estudio geográfico
Tengamos en cuenta que el Algodor es un
río que actualmente tiene un escaso caudal.
Sin embargo su cauce, en ciertos tramos muy
ancho, indica que tiene un régimen torrencial
de alimentación pluvial.
El área de estudio comprende dos comarcas
naturales de la provincia de Toledo conocidas como La Sisla (Burguillos de Toledo,
Nambroca, Almonacid de Toledo, Mascaraque,
Mora y Manzaneque) y La Mancha (Turleque
y Consuegra), además del sector meridional
del Término Municipal de Toledo.
En los años 60 se realizaron algunos estudios en torno al río Algodor, con motivo de la
necesidad del abastecimiento de agua potable
a ciertas localidades de la zona. La falta de
calidad de las aguas que aprovisionan los pueblos de la Mancomunidad del Algodor hacía
necesaria la puesta en marcha de un proyecto
basado en el mejor aprovechamiento del río.
En concreto, vamos a delimitar aún más el
territorio a la hora de estudiar los restos viarios
encontrados en nuestro yacimiento y pertenecientes actualmente al término municipal de
Consuegra. Veremos más adelante algunos
datos históricos de cúales pudieron ser los
límites aproximados del antiguo municipio de
Consabura y el papel jugado en ellos por el
enclave de Finisterre.
El análisis del agua disponible en muchas
de estas poblaciones, fundamentalmente las
situadas al este del actual embalse de Finisterre
(próximo a Villacañas), tiene una dureza muy
superior al límite establecido para el consumo
humano. Este hecho hace pensar que la elección de los pobladores prerromanos de una
ubicación en llanura, junto al río Algodor, a
pesar de las crecidas estacionales a las que
pudieron verse sometidos, debió reportarles
grandes ventajas en comparación con el resto
del territorio hacia el este.
Se trata de una zona de particular interés al
estar diseñada por pequeñas sierras y por un
río, el Algodor, que en este tramo reduce su
cauce, fluyendo transversalmente al recorrido
viario que vamos a tratar a continuación.
La zona de actuación, en la margen izquierda
del río Algodor, se caracteriza por la estrechez
del cauce del río al discurrir entre las estribaciones de dos pequeñas serrezuelas: Sierra Larga
y Sierra de Manzaneque al Oeste y Sierra de la
Rabera al este, cabecera del actual pantano de
Finisterre. Este lugar es zona de paso obligado
para quien proceda del Sureste, atravesando
Consuegra, hacia Mora y Toledo.
Durante la posterior ocupación romana la
infraestructura hídrica para el abastecimiento
de toda la zona está centralizada en la presa de
Consabro. De ahí que, si bien continuaron habitando este territorio junto al río, lo hicieran de
manera reducida y con objeto sólo del control
del paso del río. En este momento se produce
un acercamiento administrativo y de ocupación
hacia el nuevo centro neurálgico del territorio,
Consabro, y hacia la zona de ubicación de la
posible mansio romana en mayor proximidad
al actual topónimo “Venta Vieja”.
El río ha sido el indiscutible protagonista de
la interpretación de las estructuras más representativas del yacimiento. El río se conforma
en su paso por este punto en un estrechamiento
de su lecho, curvándose bruscamente en el
extremo final de la cadena orográfica junto
a la cual discurre desde su nacimiento, más
arriba del punto topográfico ocupado por el
yacimiento.
Gracias al tajo excavado por el propio río en
sus grandes crecidas, a su paso por esta región
en el extremo occidental de la Mesa de Ocaña
(desde Finisterre hasta su desembocadura
en el Tajo), éste no llegó a crear un lago en torno
a la población de Villanueva de Bogas. Tengamos
en cuenta que, precisamente por las crecidas del
río y observando las características orográficas
del entorno del yacimiento, es muy probable
que en ciertos períodos del año, este punto estratégico junto al río (hoy a unos 200 m del
curso del río) se viera inundado. Veremos en
el análisis estratigráfico del yacimiento que
No es casual que uno de los pasos del río
Algodor en la región se encuentre precisamente
en este punto donde una pequeña infraestructura podía facilitar el cruce del río, mientras que
a pocos metros de aquí, en el lugar donde hoy
se encuentra la presa de Finisterre y donde el
río se abre a la llanura, su curso se ensancharía
considerablemente.
21
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 11.- Mapa de relieve con la ubicación de Pozos de Finisterre en referencia a la ciudad de Toledo
y al río Algodor que pasa junto al yacimiento.
22
Contexto geológico y geográfico
el nivel definitivo de abandono del mismo
se produce ya en época antigua y podríamos
pensar que la ubicación del topónimo “Venta
Vieja” a cierta distancia del antiguo yacimiento coincida con un nuevo punto poblacional alejado del peligro que supone vivir
junto a la rivera del río. Ante la ausencia de trabajos arqueológicos realizados en la “Venta”
esta afirmación no es de momento más que una
conjetura.
transporte de materiales preexistentes. En estas
situaciones por un lado son apreciables muchas
incisiones en el territorio consecuencia directa
de la acción erosiva; y por otro lado, la red
de escorrentía natural a favor de fracturas que
escapa hacia el Tajo modela los gneises de la
plataforma de Toledo.
II.3. Evolución histórica
del Medio Natural
Más al sur, al alcanzar la localidad de
Nambroca son apreciables algunas elevaciones serranas sobresalientes en el paisaje, en la
panorámica hacia el sur. La primera de estas
manifestaciones es la Sierra de Nambroca, con
una cota de 950 m aproximadamente; es el
primer indicio escarpado de las cuarcitas armoricanas tan propias del relieve de esta porción
oriental de los Montes de Toledo, la serranía
de los Yébenes, y que de forma continuada
destacan sobre el perfil llano de la comarca
manchega toledana.
En este dominio de cigarrales y suaves relieves de la rampa descendente de La Mancha
hacia el valle se sitúa el yacimiento bajomedieval de Granados.
A escala general toda la traza de la infraestructura se encuentra en la comarca natural de
La Mancha, si bien los cigarrales y lomas del
inicio son más representativos de la vecina
comarca de la Sagra, por donde los materiales
terciarios dominantes en la margen opuesta del
río Tajo se pierden bajo el asomo del zócalo
cristalino que se extiende por todo el centro y
oeste al sur de Toledo capital, ya en la margen
izquierda del valle.
Ocasionalmente aparece algún curso drenante de la campiña de cierta entidad. Por lo
general todos los regueros son estrechos, seguro estacionales, y destacan muy poco del conjunto paisajístico de la llanura manchega, entre
otros motivos por la inexistencia de vegetación
natural a ellos asociados, y la perfilada sección
de todos ellos debida a la acción humana que
artificializa sus márgenes para facilitar la evacuación del agua de los campos regados, de
vides, olivos, almendros.
Desde los cigarrales y barrancos del sureste
del término municipal de Toledo, que se asoman a la fosa del Tajo antes de que el corredor
fluvial se deslice sinuosamente alrededor del
Torno de Toledo, parte la traza de la Autovía
en dirección sur - sureste.
Atraviesa la llanura manchega, inicialmente
remontando las vertientes que desde el sur
caen a la fosa del Tajo, ganando lentamente
altura. A su paso por la localidad de Nambroca
alcanza aproximadamente la cota de 670 m, y
aún sigue ascendiendo un poco más, hasta unos
710 m de altitud, para entonces ya discurrir de
manera continuada por la planicie manchega,
hasta alcanzar el final de la vía.
Uno de estos cursos más notorios se cruza
antes de dejar la localidad de Almonacid de
Toledo. Como todos drena hacia el norte, hacia
el valle del Tajo; es el arroyo de Guazalete
que en esta zona y hacia el norte se complica,
favoreciendo la existencia de barranqueras,
taludes terrosos, cárcavas, asomos rocosos,
que se intercalan en los cigarrales cubiertos de
retamas, y que aún mantienen el testimonio de
las otrora extendidas encinas.
La vasta extensión de marcado perfil horizontal aparece desde su inicio salpicada de
relieves más complicados, normalmente en un
plano distal al observador.
Al ascender los cigarrales del inicio de la
traza por el contacto silíceo - carbonatado que
suponen los gneises del oeste, y los materiales
terciarios del este, buena parte de la plataforma cristalina está cubierta por formaciones
detríticas asociadas a procesos de erosión y
Se suceden los núcleos rurales hacia el sur;
pasado Almonacid la llanura discurre hacia
Mascaraque, y luego a Mora, siempre dejándolos al norte - noreste de la traza. La llanura se
mantiene continua, monótona con la sucesión
23
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
de cultivos herbáceos, viñedos y olivares.
Pero el horizonte se interrumpe de forma permanente, a veces asociado a resaltes rocosos
cuarcíticos en torno a los que crecieron estas
localidades toledanas, y en otros casos retirados de la franja viaria. Así se observan las
elevaciones de la Sierra de la Oliva, la Sierra
del Aljibe, La Carbonera. Al sur de Mora se
cruza la depresión del río Algodor, que es el
curso más notable de toda la traza viaria. En
ningún caso resulta ser un accidente relevante
en el terreno debido a su escasa incisión y la
pobre representación florística que mantiene,
únicamente hoy decorada por plantaciones de
ribera con frondosas, aburridas en lo que hace
referencia a su diversidad.
Asociados al fondo de valle del río Algodor se
extienden campos arcillosos con niveles freáticos someros que permiten el mantenimiento de
praderas juncales y otros tipos de vegetación
freatófila; excepcionalmente aún se aprecian
también pequeñas extensiones deprimidas, de
carácter endorréico, que se encharcan con facilidad en el período de lluvias, facilitadas por la
acumulación de limos y arcillas.
En el aún hoy cruce del río Algodor se ubica
el yacimiento romano republicano de Pozos de
Finisterre.
Al alcanzar el final de la Autovía no se llega
al final del continuo paisaje plano recortado por
sierras más o menos alejadas en el que se desarrolla todo el ámbito sujeto a interpretación. La
campiña domina la panorámica más cercana,
más próxima al observador, y se mantienen en
un plano distante los majestuosos portes de las
crestas serranas, cuyo último ejemplo ligado a
la vía se encuentra al oeste de la localidad de
Consuegra, la alineación norte - sur de Sierra
Bermeja (Catena 1).
II.3.1. Morfología del paisaje
Existe un evidente contraste entre las cuatro
grandes unidades que caracterizan el ámbito de estudio: la vega del Tajo, la campiña
manchega, el zócalo cristalino, y las sierras
cuarcíticas.
El aspecto morfológico de cada una de ellas
es el resultado de los efectos de un modelado
basado en la excavación de la cuenca sedimentaria del Tajo, por un lado, y el desgaste de las
antiguas sierras cámbricas y ordovícicas, por
otro.
El modelado de la vega es el resultado de
procesos de erosión y deposición de materiales
Figura 12.- Panorámica del fondo de valle del río Algodor.
24
Contexto geológico y geográfico
arrastrados por el cauce fluvial. La campiña
adquiere formas de relieve resultado de procesos erosivos sobre sedimentos más o menos
blandos. El zócalo, al igual que ocurre en las
serretas, el modelado se encuentra con el condicionante que supone la dureza de las rocas y
la existencia de un relieve fósil.
las comunidades vegetales, al igual que diferencias en el uso y aprovechamiento del territorio. Condicionantes éstos del aspecto desigual
que presenta en la actualidad el paisaje vegetal
primitivo.
Todo el territorio se incluye dentro de la
región Mediterránea. La vegetación de su
territorio responde a los parámetros climáticos
característicos de muchas zonas del ámbito
peninsular, lo que supone básicamente la presencia (potencial o climácica) de un tipo de
vegetación de hoja dura, esclerófila, en la que
el árbol dominante es la encina.
La vega se corresponde con un relieve fluvial de curso medio, meandriforme, de muy
poca pendiente y bien diferenciados en el
cauce fluvial el lecho menor o actual, el lecho
mayor o de avenida, y un conjunto de niveles
de terrazas cuaternarias bien caracterizado y de
fuerte impronta en la organización del relieve
fluvial.
Dentro de la región Mediterránea, la zona
de estudio se enmarca en su práctica totalidad
en una provincia, la Castellano-MaestrazgoManchega, representada por un sector, el
Manchego; ocupa principalmente los fondos de
las depresiones incluidas en la traza, la llanura
cubierta de materiales terciarios carbonatados,
los cigarrales del norte. Sin embargo, los ámbitos occidentales a la traza, con afloramientos
de gneises y granitos, además de las sierras
cuarcíticas que se asoman en el relieve llano
y sus piedemontes, manifiestan notoriamente
características de otra provincia diferente, la
Luso-Extremadurense, representada por uno de
sus sectores, el Toledano-Tagano.
La campiña de aspecto llano, ligeramente
alomado, con pendientes medias y suaves,
acoge la acumulación de materiales blandos,
carbonatados, a duros, silíceos, que posibilitan
modelados diversos, como los forjados por
el poder erosivo de pequeños cauces, incluso
tendentes a la creación de cárcavas y barrancos
sobre las arcillas.
El zócalo presenta un drenaje a modo de vertientes complejas, con vallejos transversales y
pendientes medias. Hacia fuera del valle, y por
la campiña, se manifiesta a modo de superficie
alomada con planicies o llanuras que ganan
continuadamente cota hacia el sur. Se trata
de una rampa degradada por la erosión y la
incisión de la red de escorrentía, una rampa
muy antigua que acoge también depósitos de
sedimentos tipo raña.
Por último, las serretas cuarcíticas forman
un modelado en el horizonte de la penillanura
manchega característico de las comarcas que se
extienden por la base de los Montes de Toledo,
formando una sucesión a veces, otras un salpicado en la llanura, de crestones sobresalientes,
condicionando notablemente la morfología del
paisaje general.
Figura 13.- Valores del piso bioclimático
mesomediterráneo
La zona de estudio no presenta gran variabilidad climatológica; se incluye dentro del piso mesomediterráneo, con inviernos fríos a continentales, y un ombroclima claramente seco (entre 350
y 600 mm./precipitación al año, según zonas).
II.3.2. La vegetación en el paisaje
La vegetación original del territorio era muy
distinta a la que hoy se aprecia al recorrer la
traza. La zona de estudio presentaría una distribución de la vegetación climatófila originaria
muy condicionada por el sustrato de las distin-
La región natural de La Mancha, en este
ámbito de la franja viaria de la Autovía de los
Viñedos, representa una zona de tránsito entre
diversos territorios biogeográficos. Esto implica variaciones en la composición florística de
25
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
tas localizaciones, tan diferente en unas partes
y otras del territorio ocupado por la traza.
II.3.2.1. Los carrascales manchegos
La práctica totalidad del territorio estaría
ocupada por encinares mesomediterráneos (con
la lógica excepción de los enclaves excepcionales que suponen las vegas, las riberas, etc.).
Estas formaciones se corresponderían con un
bosque maduro de encinas, excepcionalmente
acompañado de otras quercíneas, como el quejigo en los enclaves más protegidos (vertientes
norte de sierras cuarcíticas, por ejemplo). El
sotobosque arbustivo, aunque diverso, no sería
muy denso.
El carrascal manchego se desarrollaba en
terrenos ricos en carbonato cálcico, u otros
silíceos carbonatados, gneises principalmente.
El encinar maduro lleva un cortejo arbustivo
esclerófilo no muy denso, con coscoja, espino
negro, aladierno,... Tras la desaparición total o
parcial de las encinas, el matorral aumenta en
biomasa, constituyendo densas formaciones
impenetrables. La degradación posterior degenera en retamares y atochares.
La etapa madura se desarrollaba sobre sustratos diversos, tanto silíceos como carbonatados,
originando diferentes series y/o faciaciones del
encinar.
Los matorrales acompañantes y seriales de
estos carrascales serían maquias formadas
generalmente por fanerófitos perennifolios,
arbustos que tenderían a desaparecer al incrementarse el rigor invernal (de oeste a este, y de
la periferia al centro, en la zona de actuación).
Cuando las condiciones de suelo fueran favorables, con horizontes orgánicos sin erosionar,
las formaciones de altas gramíneas vivaces
podían ocupar grandes extensiones en todo el
territorio. En cualquier caso, estas altas y densas formaciones graminoides han sido siempre
susceptibles de ser utilizadas para el aprovechamiento pascícola (ganadería extensiva), así
como para diferentes industrias artesanales
(obtención de fibras,...). Se trata en general de
unidades vegetales muy importantes para las
zonas en las que se asientan, puesto que son
elementos que conservan y generan nuevos
suelos, tanto las formaciones características de
los terrenos ricos en bases, ocupados por espartales, Stipa tenacissima, como las propias de
los suelos silíceos, con berceo, Stipa gigantea.
En los sucesivos procesos de degradación
sufridos por la vegetación queda reflejada la
tendencia que tienen ambas series dominantes
de carrrascales hacia la aparición de retamares,
especie que es activa fijadora en el suelo del nitrógeno atmosférico, y que favorece la existencia
de suelos bien conservados. De aquí la acción
humana llevada a cabo, favoreciendo la aparición de estos retamares, de buena crianza
ganadera.
26
La vocación de estos territorios ha sido tradicionalmente agrícola (cereal, olivar, viñedo,...),
y antaño ganadera extensiva.
II.3.2.2. Los carrascales luso-extremadurenses
El encinar con piruétanos es la muestra
climácica de los ámbitos silíceos de la franja
viaria y su entorno. En las etapas preforestales, o seriales, en las orlas de este encinar son
comunes elementos arbustivos como la coscoja
que constituyen las altifruticetas (monte alto)
propias de la serie. Una destrucción continuada
de los suelos, provoca, además de una pérdida
irreparable de la fertilidad, la extensión de
matorrales en los que las jaras tienen magnífica
representación, aunque en algunos suelos algo
menos degradados aparecen los retamares.
II.3.2.3. La vegetación de ribera
El medio ribereño constituye una singularidad ambiental y paisajística dentro del marco
biogeográico general del territorio en el que se
asienta. Dicha singularidad es consecuencia de
las modificaciones sufridas por algunos parámetros ambientales determinantes para la vida
vegetal. En efecto, la existencia de un cauce
provoca una serie de cambios importantes
en las condiciones ecológicas de los terrenos
adyacentes.
Evidentemente, la más destacable es la mayor
disponibilidad hídrica respecto de las áreas no
ribereñas, como consecuencia de la mayor
proximidad a la superficie del nivel freático.
La humedad ambiental también se incrementa:
hay más agua disponible y la evapotranspira-
Contexto geológico y geográfico
Figura 14.- Comparativa de catenarias de la evolución en la vegetación del territorio
27
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
ción es mayor. También se modifica el régimen térmico, y las temperaturas máximas se
atenúan por efecto de la evapotranspiración.
Por todo esto, las condiciones del medio ripario facilitan la presencia de un tipo de vegetación que se desarrolla de manera lineal, y que
presenta características y composición muy
diferente a las zonas aledañas no ribereñas.
Este hecho es especialmente significativo en
toda la región mediterránea, que se caracteriza
por la presencia de períodos largos de sequía, y
en la que muchos taxones vegetales.
La vegetación potencial de las riberas y vegas
de los ríos y arroyos del ámbito mediterráneo
estaría constituida por densos bosques de galería, perfectamente estructurados en estratos de
vegetación, en las franjas de terreno aledañas
al cauce en las que la influencia de la humedad
freática se dejara notar. Las especies dominantes en estos medios estarían dispuestas a lo
largo de estas franjas en bandas de vegetación
más o menos homogéneas, según los distintos
requerimientos hídricos de las especies. Por
tanto, a mayor requerimiento de agua por parte
de una especie, más próxima su banda de crecimiento al cauce fluvial.
Así, en los cursos con suelos aluviales, cuaternarios, y con ámbitos aledaños terciarios,
en los que dominan las arcillas y las gravas, a
menudo carbonatadas, de manea idealizada, y
con conocimiento de lo dicho con anterioridad,
se puede sintetizar la zonación de la siguiente
manera:
En las zonas de circulación lenta del agua,
remansos en recodos de las orillas, aparecería un tipo de vegetación helofítica, grandes
hierbas enraizadas bajo el agua pero con las
“cañas” y “juncos” emergidas. También aparecerían en enclaves de la llanura con mal
drenaje, o con cierta incidencia hídrica del
subsuelo, formando praderas juncales. A continuación se instalaría un bana de vegetación
fundamentalmente arbustiva, en los taludes
de las orillas, formada por arbustos y algunos
árboles resistentes a la inundación del terreno,
así como capaz de soportar las condiciones de
inestabilidad física reinantes.
Las especies dominantes pertenecerían todas
al grupo de los sauces, aunque también con
cabida de tarajes. La siguiente banda de vege-
28
tación estaría constituida por árboles de diferentes especies, que se verían menos afectadas
por las crecidas del río, pero que aún tienen
altas exigencias hídricas, por lo que se asientan
en lugares donde el nivel freático es elevado.
Más cercanos a las aguas estarían los sauces
arbóreos y algunos tarajes arbóreos, y algo
más retirados crecerían chopos y álamos, también fresnos. Finalmente aparecería la banda
de árboles que, aún con cierta exigencia de
humedad procedente del nivel freático, son
capaces de encontrarse más retirados del eje
de influencia que es el cauce: es el dominio de
la olmeda.
Tras esta última banda de vegetación riparia, la vegetación climatófila se asentaría en
zonas en las que ya no existe una apreciable
influencia de la humedad freática procedente
del cauce.
II.3.2.4. La vegetación actual
La vegetación de buena parte del área de
estudio se encuentra en la actualidad muy
transformada, y son las diversas explotaciones
agrícolas las que ocupan el territorio, antaño
cubierto básicamente por encinas.
Las extensiones de viñedo y olivar se suceden, estas últimas encaramándose además a las
laderas de las sierras, en las que se refugian
las pocas muestras del encinar y matorral
esclerófilo, en estos caso silíceo. Las muestras
de encinar manchego son relictas, exiguas en
extensión, a lo sumo adehesadas.
En los linderos y ribazos existentes entre las
grandes explotaciones cerealísticas, vitícolas y
oleícolas se refugian otras pocas muestras de
vegetación natural manchega, en cualquier caso
a modo de vegetación arbustiva y residual.
Las riberas han sufrido un deterioro absoluto,
y ha dado paso a la proliferación de comunidades más o menos nitrófilas. Muchas praderas
juncales han desaparecido, así como las hierbas
que en ellas crecían. También han desaparecido arbustos y lianas, pasando a ser dominado el
espacio por las zarzas y diversos megaforbios.
El estrato arbóreo suele estar ocupado por
especies implantadas por el hombre.
Contexto geológico y geográfico
II.3.3. La fauna manchega
los encajamientos y barrancos de la capital
manchega.
La compleja trama que alimenta el funcionamiento del ecosistema mediterráneo está
fundamentada en dos pilares esenciales: por
un lado, la abundancia de presas animales,
como pequeños mamíferos, variados reptiles
y, como pieza básica, el conejo, los eslabones
que mantienen la unión de la mayoría de las
redes tróficas.
Al sur de la fosa del Tajo se abre la campiña
manchega; la generalidad de los biotopos que
aquí se encuentran están francamente manipulados por la gestión humana.
Frente a ésta, las estribaciones serranas cuarcíticas que salpican la llanura preservan aún
hoy una fauna mediterránea de gran valor e
interés. La orografía y la naturaleza de los suelos, así como un modelo de gestión diferente,
la han preservado, y mantiene un aceptable
estado natural de conservación.
Por otro lado, la gran riqueza de frutos otoñales-invernales otorga un recurso esencial
para la supervivencia de muchas especies, y no
sólo de aquellas de espectro trófico herbívoro
o frugívoro, sino de otras que cambian su dieta
o la complementan con la gran riqueza de estos
hongos, bayas, tubérculos,...
Básicamente, la diversidad de biotopos presentes actualmente en el ámbito de estudio es la
siguiente; en cualquier caso conviene recordar
la pérdida de diversidad acaecida a lo largo de
los siglos, ya en la época de los romanos o posteriormente en la Edad Media, y notablemente
sufrida en la segunda mitad del siglo XX:
Estas características del medio mediterráneo
permiten acoger a numerosas especies animales que crían en su seno; y además, en el caso
de las aves, a un ingente número de individuos
que, procedentes del Paleártico occidental, se
detienen en estas latitudes, bien para reposar
durante sus largas rutas de migración en busca
de los cuarteles de invernada, bien para establecerse y pasar el invierno.
- El medio acuático: aguas de ríos, arroyos,
regatos estacionales, charcas temporales, graveras inundadas,...
- Las riberas, que incluyen los bosques
galería, los cinturones de vegetación palustre,
las franjas de helófitos que siguen los cursos
menores de la zona,...
No es difícil interpretar una fauna histórica en
el ámbito de estudio, marcadamente mediterránea, y considerarla como rica entonces,
tanto cualitativa como cuantitativamente, y
en el caso de las aves, de gran variación
estacional. Buena parte de esta riqueza
zoológica hay que achacarla a la diversidad
de biotopos que acogería el área sometida
a estudio, medios diversos que con la actividad
del hombre realizada en el territorio desde
tiempos pretéritos se han empobrecido en la
actualidad.
- La campiña agrícola. Medio muy diverso
que comprende tanto cultivos de regadío de las
zonas de valle, como otros de secano, almendrales, olivares, cereales y plantas forrajeras,
etc.
- Parches de matorral y pastizal, de características florísticas muy diversas, retamares,
atochares, espinares, etc., que se reparten por
los cerros y cigarrales de los alrededores. Más
o menos abiertos, incluyen diversos pastizales,
en algunos casos aptos para la explotación
ganadera.
II.3.3.1.Caracterización de biotopos
- Masas arbóreas naturales, como los
encinares de las elevaciones serranas.
- Asomos rocosos, culminando las crestas y
serretas que jalonan la Autovía.
La traza en estudio incluye aún hoy y ciertamente una considerable diversidad de hábitats,
en los que tienen cabida numerosas especies
de animales. El agua, magníficamente representada por el río Tajo al norte de la actuación
viaria, se recrea en su tramo medio formando
amplios meandros de aguas remansadas, a la
vez que se introduce entre bloques pétreos en
- El medio urbano rural, con numerosas posibilidades para algunas especies, que encuentran refugio y alimento abundante.
29
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
rras de labor, tanto de secano como de regadío,
los olivares, los almendrales, los viñedos,...
II.3.3.2. Fauna
El medio acuático y las riberas están representados en el área de estudio por las aguas
de ríos, arroyos, regatos estacionales, charcas
temporales, graveras inundadas, etc.; como
riberas quedan enmarcadas todas las orillas y
márgenes que flanquean a las aguas corrientes,
así como las manchas de vegetación palustre
que aparecen en las charcas, y las bandas de
plantas freatófilas que siguen a los regatos
temporales.
La vegetación riparia constituye en muchas
ocasiones un medio excepcional para la fauna.
Su disposición lineal, en la que una estrecha
franja se extiende a lo largo de muchos kilómetros, permite el uso de este medio como
un corredor natural por el que se desplaza la
fauna, tanto terrestre como aérea. La densidad
y cobertura que pueden alcanzar algunas masas
vegetales de las orillas otorgan refugio a muchas
especies. En muchos casos, son los lugares predilectos, en los que se establecen los vivares de
mamíferos o anidan las aves. Además de todo
esto, las riberas y los cinturones de vegetación
palustre constituyen en algunas ocasiones las
únicas masas de vegetación natural en las que
pueden sobrevivir determinadas especies, con
requerimientos ecológicos más exigentes. En
este sentido, constituyen auténticas “islas”
ecológicas, en las que se refugian muchos
organismos de interés general.
Estos medios antrópicos, aunque muy diferentes en su aspecto, tienen en común la tradicional gestión que el hombre hace de ellos, hoy
en día intensificada y llevada hasta extremos
poco respetuosos con el medio. Entrando en
consideraciones zoológicas, su composición
está básicamente constituida por especies de
requerimientos generalistas, que suelen presentar capacidad para amoldarse a los cambios
introducidos por el hombre, o que se han visto
beneficiadas por la actividad que en ellos
acontece.
Algunas aves de las riberas son los ruiseñores
común y bastardo, el mirlo común, el chochín,
el escribano soteño, el mosquitero común, la
lavandera blanca, el papamoscas cerrojillo,
el abejaruco, el autillo, el alcotán,... En los
herbazales de las orillas, y entre la vegetación
freatofítica, viven diversas especies de reptiles
y anfibios.
Sin embargo, entre las extensas manchas uniformes de cultivos herbáceos, principalmente
cereales, y las explotaciones de leñosas, tipo
olivar, viñedo,..., existen diferencias en cuanto
a la oferta de recursos ofrecidos para la fauna:
alimento, refugio y guarida, etc. En cualquiera
de los casos, las aves son el grupo faunístico
más numeroso. Entre los habitantes más típicos de los espacios abiertos están diversos
aláudidos: la cogujada común, la calandria,
la cogujada montesina, la totovía, la alondra
común; además de la perdiz roja, la codorniz,
la collalba gris, la collalba rubia, el jilguero, el
verdecillo, el verderón, el pardillo común, el
triguero, el alcaudón real, el alcaudón común,
el cernícalo común, el aguilucho cenizo, el
aguilucho pálido, el mochuelo común, y los
más enrarecidos sisón, alcaraván, avutarda,
antaño mucho más numerosos, etc. Además,
muchas rapaces que habitan en los cortados serranos se aproximan hasta la campiña
para campear, encontrando aquí su alimento.
Finalmente, diferentes especies de mamíferos
se desarrollan en óptimas condiciones en los
variados espacios ocupados por la campiña
toledana: el erizo común, la musaraña común,
la liebre, el conejo.
La campiña agrícola constituye una parte
importante del conjunto de los biotopos que
pueden encontrarse en la zona de estudio. En
esta unidad se contemplan todas aquellas formaciones vegetales implantadas por el hombre, con fines productivos esencialmente, con
excepción de las masas forestales de repoblación, que se tratan más adelante. Por tanto, quedan aquí recogidos los cultivos herbáceos y tie-
Las forestas, antaño muy extendidas y hoy
sólo ligadas a las elevaciones serranas, serían
magníficos enclaves en los que tendrían cabida
buena parte de la fauna mediterránea más típica y diversa. En la actualidad, el encinar autóctono ha menguado muchísimo en superficie,
prácticamente todo aquel desarrollado sobre
los materiales detríticos terciarios manchegos,
y la mayoría de los encinares silíceos.
30
Contexto geológico y geográfico
Las masas existentes aún mantienen
aves tales como el milano negro, el ratonero común, el águila calzada, el cárabo, el águila culebrera, el milano real,
el azor, el búho chico, el búho real, el pito
real, el pico picapinos, el carbonero común,
el herrerillo común, el arrendajo, el escribano
montesino, el zorzal común, la paloma torcaz, el zarcero común, la abubilla, la golondrina dáurica y la tórtola común. Además la
cobertura vegetal da protección a algunos
mamíferos más retraídos que integran
la fauna toledana: el tejón, la garduña, el gato
montés, el lirón careto, la gineta, la comadreja,
el turón.
nos ya adehesados en las proximidades de los
asentamientos.
Las masas de encinar de la llanura sufrirían
una presión mayor, produciéndose la aparición
de hectáreas de campos abiertos salpicando las
forestas, así como teselas de vegetación en las
que aparecerían los matorrales propios de la
degradación del encinar, retamares, tomillares y espartales. La ribera del río aparecería
cubierta de una masa forestal alineada, de porte
no elevado y densa cubrición superficial, y la
extensión de las praderas juncales y los enclaves encharcados sería probablemente mayor.
Nuevos cultivos son generalizados en el interior peninsular con el asentamiento romano,
como son la vid y el olivo.
El yacimiento de Pozos de Finisterre se
localiza en el fondo de valle del río Algodor,
una superficie deprimida de marcado carácter
estacional rellenada con materiales aluviales
y coluviales, principalmente arcillas y arenas
arcillosas, con numerosos emplazamientos de
niveles freáticos someros.
La fauna del momento sería sin lugar a dudas
muy abundante y diversa, y probablemente
estarían presentes todas las especies características del monte y la campiña mediterráneos; la
diversidad de ambientes y la escasa presencia
humana en el conjunto del territorio posibilitarían el mantenimiento de poblaciones faunísticas muy notables. Sobre todos estos colectivos
de animales, sobre todo aves, peces y mamíferos, existiría una notable presión humana
(Catena 2).
La depresión aparece delimitada por la presencia de elevaciones serranas, crestones cuarcíticos que reflejan la actividad hercínica, y
que son el punto de partida para la génesis de
los depósitos pliocenos de los piedemontes y
faldas.
Ya antes de la presencia romana en la zona,
la actividad agroganadera sobre el paisaje manchego, y en particular sobre el emplazamiento
de Pozos de Finisterre debió ser notable. Las
labores de despeje de la masa forestal para la
ganancia de pastizales ganaderos y la obtención de tierras agrícolas, mediante la aplicación de rozas sobre todo, crearían espacios
abiertos que, aunque no continuos, si facilitaran la extensión de los medios esteparios en el
seno de las masas forestales, diversificando el
paisaje prerromano de una forma, aunque no
intensa, si notoria.
Estas labores de domesticación del territorio
se intensificaron sin duda alguna con la llegada
del mundo romano. El paisaje de entonces en
el entorno del yacimiento se interpreta como
una depresión poco notoria en el seno de una
planicie coronada por alineaciones de serretas
cuarcíticas densamente pobladas de vegetación
esclerófila en sus laderas y piedemontes, algu-
31
Contexto histórico
III. CONTEXTO HISTÓRICO
III.1. Contextualización macroespacial:
evolución de la ocupación humana
del territorio
Durante el Pleistoceno Medio comienzan a
asentarse en esta zona los primeros grupos de
homínidos, atestiguándose evidencias de su
presencia en las terrazas cuaternarias del río
Tajo por el hallazgo de piezas líticas achelenses como bifaces, triedros y núcleos anteriores
a 128.000 años. En este sentido, destacan
los yacimientos de Paleolítico Inferior de El
Espinar (Almonacid de Toledo), Cañete Grande
y Cañete Chico (Toledo) situados en niveles de
terraza media del Tajo (+20-30 metros), al
igual que el yacimiento achelense de Pinedo
(Toledo) (Santonja, 1981). En este último se
documentó un amplio conjunto lítico elaborado
fundamentalmente en cuarcita, destacando el
macroutillaje (bifaces y triedros), además de
cantos trabajados, núcleos y lascas (Querol
y Santonja, 1979). Asociados a esta industria se recogieron restos faunísticos (cervus
elaphus, elephas antiquus, bos primigenius,
oryctolagus cuniculus y lepus cf. europaeus)
(Soto, 1979). A su vez, en las inmediaciones
Desde épocas remotas este espacio ha sido
utilizado como zona de paso y vía de comunicación entre las cuencas del Tajo y del
Guadiana, materializado en la calzada de época
romana (Vía 30 del Itinerario de Antonino) y
en el Medievo y época moderna en el Camino
Real de Toledo a Sevilla. La zona, pese a que
se caracteriza por la ausencia de grandes núcleos en épocas históricas, salvo los más representativos situados en sus extremos (Toledo y
Consuegra), comprende un territorio con un
rico patrimonio arqueológico que apenas se ha
visto afectado por el Tramo 1 del Proyecto de
la Autovía de los Viñedos, gracias a las medidas de protección sobre el mismo. A continuación se recoge una síntesis del poblamiento
humano de dicha zona, desde sus inicios hasta
tiempos modernos.
33
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
de Toledo se han localizado restos faunísticos
e industria lítica achelense en las terrazas de
Buenavista, Valdelobos, Valdecubas, Campo
de Tiro, Observatorio y El Pocito (Alférez,
1977; De la Torre y Domínguez-Rodrigo,
2001). Por otro lado, contamos con otros
hallazgos aislados paleolíticos como los de
El Ajunjeral y Cantohincado (Ajofrín), o La
Raya (Mazarambroz) correspondientes a estaciones al aire libre donde se conservan escasos
conjuntos líticos realizados en cuarcita local
procedente del material de aporte fluvial de las
terrazas pleistocenas (Santonja, 1981; De la
Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001).
En el área meridional de la zona de estudio se
han detectado hallazgos aislados sobre coluviones de sierras cuarcíticas y piedemonte con
pendiente hacia el río Algodor, similares a otras
evidencias de poblamiento paleolítico del valle
del río Amarguillo, que aprovechan las gravas
y clastos transportados por dicho río, procedentes del desmantelamiento de los afloramientos
de las sierras cuarcíticas del entorno, como en
los cercanos términos de Villafranca de los
Caballeros, Madridejos (Paleolítico Inferior)
o situados en las laderas de cerros, como en
Camuñas (Paleolítico Medio) (De la Torre y
Domínguez-Rodrigo, 2001; López Recio et
alii, 2001).
La existencia de diferentes yacimientos calcolíticos y de la Edad del Bronce refleja la
importancia de la ocupación humana durante
estos períodos en este sector de la provincia
de Toledo (Carrobles et alii, 1994; Álvaro,
1987; Rojas, 1988; Muñoz y García, 2000).
Un ejemplo de asentamiento calcolítico es el
del cerro de El Guijo en el cercano término
de Mazarambroz, cuya ubicación se ha relacionado con la explotación de minerales del
cobre (Montero et alii, 1990). Las cerámicas
existentes presentan formas lisas (cuencos,
vasos globulares, platos, etc.), materiales tanto
pre-campaniformes (con decoración incisa,
acanalada, incisiones en zig-zag, incisiones
horizontales paralelas, oblicuas, cerámicas pintadas y a la “almagra”), como campaniformes
(fundamentalmente con decoración incisa e
impresa), pesas de barro y fusayolas, así como
industria lítica (núcleos y restos de talla, puntas
de flecha, perforadores y elementos de hoz elaborados en sílex) y material pulimentado (un
34
ídolo-violín, fragmentos de brazal de arquero
y algunas hachas y azuelas) (Vallespí et alii,
1987; Rojas, 1988; Rojas y Rodríguez, 1990).
A su vez, existen otros hallazgos de este período
como el conjunto lítico en sílex hallado en La
Zarzuela en dicho término municipal (Vallespí
et alii, 1987) o el ídolo-violín encontrado en
el cerro de La Encantada (Layos) (Barrio y
Olmos, 1990). Concretamente el Cerro del
castillo de Mora, el Castillo de Consuegra y El
Guijo, mencionado anteriormente, presentan
un mismo modelo de asentamiento calcolítico
caracterizado por su ubicación en un cerro
elevado, con fuerte pendiente y difícil acceso,
alejado de cursos fluviales y relacionado con
actividades de pastoreo, agricultura, caza, recolección y un creciente interés por el mineral de
cobre (Rojas, 1988; Carrobles et alii, 1994).
En este momento (III milenio a. C.) existen
manifestaciones de megalitismo en el entorno,
como los menhires de La Tochá en Arisgotas
(Orgaz), contemporáneos a las pinturas rupestres esquemáticas localizadas en La Zorrera
(Mora) y La Chorrera (Los Yébenes). Dichos
menhires consisten en dos ortostatos labrados
en granito con motivos decorativos (acanaladuras y cazoletas), dispuestos en posición vertical
sobre el terreno abrupto del cerro granítico
de La Tochá (Rojas, 1987). Por su parte, las
estaciones de arte esquemático mencionadas,
situadas en las estribaciones orientales de los
Montes de Toledo, se caracterizan por una
profusión de barras y puntos acompañados
de antropomorfos, además de un motivo serpentiforme y una escena simbólica compuesta
por antropomorfos esquematizados y un esteliforme triangular en el caso de La Zorrera
(Caballero Klink, 1980; Piñón et alii, 1984;
Balbín y Bueno, 1994).
En cuanto al área que el presente estudio
ocupa, durante la Edad del Bronce se produce
una ocupación intensa de las estribaciones
nororientales de los Montes de Toledo, documentándose diferentes poblados, enclavados
a una altura que oscila entre los 850 metros y
los 1.000 metros de altitud, sobre los crestones
cuarcíticos a modo de plataformas ligeramente
amesetadas o alomadas, desde las cuales se
dominan visualmente los valles fluviales del
Algodor y el Amarguillo (Ruiz Taboada, 1998).
De este modo, se documentan los yacimientos
Contexto histórico
del cerro del Estanquero, La Bóveda, castillo
de Mora y el Aljibe de la Cabra en Mora, Los
Majuelos en Manzaneque Cuartos Largos,
Sierrezuelas, cerro de la Loba, Candelaria
Sur, El Aljibe (Fig.5 y Fig.6), Mataperros, El
Alcor y cerro del Castillo, enclaves situados
en Consuegra, así como el cerro Conde en
Madridejos o La Chorrera, Montón de Trigo,
Frontón Oeste, Frontón Este, Las Pedreras,
Cabezuela, Pizarro en Camuñas, cerro de
Angora en Los Yébenes (López Fernández,
1990), o La Olivilla y Calderón en Orgaz (Ruiz
Taboada, 1998). A su vez, en el término municipal de Nambroca se advierte la existencia de
algunos yacimientos de la Edad del Bronce,
tales como Las Nieves II, Los Picosos, Nazules
II, La Cocinilla II, Oliva, Orría I, Valdihuelo y
Fuentevieja1.
La ocupación del territorio analizado en la
Segunda Edad del Hierro se ha adscrito tradicionalmente al área carpetana de los textos clásicos (Valiente y Balmaseda, 1983; González
Conde, 1987). La ciudad más importante es
Toledo (Fernández del Cerro y Barrio, e.p.),
descrita por los autores latinos como ciudad
pequeña, parva urbs, pero bien defendida, sed
loco munito (Livio, XXXV ,22). Consuegra
también fue un importante núcleo amurallado
ubicado en el Cerro Calderico (Giles Pacheco,
1971). Los yacimientos amurallados situados
en cerros y espolones de fácil defensa son
comunes en la región desde mediados del siglo
IV a.C. A los ya citados Toledo y Consuegra
se pueden añadir los cerros de El Castro en
Villamuelas y Cerro del Gato en Villanueva de
Bogas, ambos en la cuenca del río Algodor.
Por tanto, el patrón de asentamiento en
altura de las estribaciones nororientales de los
Montes de Toledo durante la Edad del Bronce
se caracteriza por la localización y distribución
específica de los poblados, la accesibilidad, el
control estratégico del territorio, la explotación
de los recursos de la zona y la adaptación a la
topografía del terreno. Dicha ocupación del
territorio se debe principalmente al aprovechamiento de fuentes y cursos de agua, así como a
la explotación de recursos minerales del cobre.
Este modelo de ocupación se complementa
en el curso alto del río Algodor con el patrón
de asentamiento en llano, atestiguado en el
término de Consuegra y Los Yébenes, además
de aprovechar las pequeñas elevaciones naturales del terreno, junto a cursos de agua, con
zonas propensas para el cultivo (Ruiz Taboada,
1998).
El mundo funerario en este área se conoce
bien gracias a la excavación de algunas necrópolis de incineración como la del Cerro del
Gato (Villanueva de Bogas) (Llopis, 1950) o
la de Palomar de Pintado (Villafranca de los
Caballeros) relacionada con un poblado cercano. En esta última existen diferentes fases
de ocupación, desde el s. VI a.C. al s. III a.C.
Durante la Fase I (s. X-IX a.C.) y la Fase II (s.
V. a.C.) se construyen tumbas de hoyo simple
y quemaderos, mientras que en las Fases III (s.
IV a. C.) y IV (s. III a.C.) destaca el empleo
de tumbas de influencia ibérica con túmulo
de planta cuadrangular e hileras de adobes al
exterior, siendo el espacio interior funerario
de planta circular o rectangular con enfoscado
yesífero, situado a una cota inferior al túmulo, donde se encuentra la urna cineraria y los
ajuares funerarios. En este yacimiento también
se han documentado, los ustrina o estructuras
de combustión de los cadáveres propios del
ritual de incineración, de planta rectangular y
ligeramente excavadas en el terreno (Carrobles
y Ruiz Zapatero, 1990; Pereira et alii, 2001;
Pereira et alii, 2001)2.
Del Bronce Final, entre los escasos yacimientos documentados en la zona de estudio,
destacan los hallazgos del cerro del castillo de
Mora y el Peñón Toledano (Carrobles et alii,
1994), mientras que pertenecientes a la primera Edad del Hierro son reseñables la fase más
reciente del yacimiento toledano del Cerro del
Bú (Fernández del Cerro, 2001) (Fig.13) y las
más antiguas de la necrópolis de Palomar de
Pintado (Ruiz Taboada et alii, 2004).
La ciudad de Toledo en época tardo-romana
(s. IV d.C.) vuelve a conocer un período de
renacimiento, debido a la pérdida de poder
administrativo de otros núcleos poblacionales
como Consaburum, convirtiéndose en un gran
1
2
Datos procedentes del Inventario de Carta Arqueológica
de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha.
Para el período romano inmediatamente posterior véase
capítulo siguiente.
35
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
centro administrativo que controlaba un amplio
territorio y asentando las bases para convertirse en capital del reino visigodo de Toledo.
Aparecieron nuevas construcciones vinculadas
con el cristianismo, como templos y complejos
episcopales, siendo sede episcopal en época
visigoda (García Moreno, 1990; Aranda et alii,
1997). Muchas de las piezas arquitectónicas y
escultóricas se fechan en el s. VII, reflejo del
esplendor de Toledo como centro administrativo y político (Jiménez Morán, 2001). Por
su parte, el sector sureste de la provincia de
Toledo conoce durante la Antigüedad Tardía
y en época visigoda una continuidad poblacional, dentro del contexto del reino visigodo
de Toledo. Al oeste de la zona de actuación
destaca la presencia de la iglesia de San Pedro
de la Mata (Caballero Zoreda, 1980) (Fig.11 y
Fig.12) y Arisgotas, localidad perteneciente a
Orgaz, que cuenta con gran cantidad de relieves decorativos visigodos, destacando la iglesia
y posible centro monástico de Los Hitos. Otros
hallazgos son los restos aislados de decoraciones arquitectónicas de Consuegra o la necrópolis de la Loma del Carpintero en Los Yébenes
(Criado Anaya y Villa González, 1988).
La ocupación musulmana de la comarca de
La Mancha se produce en un territorio que se
encuentra poco poblado ya en los momentos
finales de la monarquía visigoda. No obstante, los núcleos fortificados de época islámica
se encontraban en las torres de Azuqueca
(Consuegra), Tirez y Alcázar de San Juan
(Molero, 1994). Especial papel tuvo la fortaleza de Consuegra, en la que se han identificado
restos islámicos pertenecientes al recinto central primitivo así como a un posible albacar
(Fernández del Cerro y De Juan, e. p.)
Después de la ocupación cristiana de esta
zona, en torno al 1085, y especialmente de los
enclaves de Mora y Consuegra, por Alfonso
VI se produce la repoblación de estas tierras
con un contingente poblacional formado principalmente por mozárabes toledanos. En esta
empresa, a partir de los reinados de Alfonso
VII y Alfonso VIII, cobran un importante
papel las Órdenes Militares, especialmente la
de San Juan (en Consuegra y Manzaneque),
la de Santiago (en Turleque y Mora) y la de
Calatrava (en Nambroca) (Herrera Casado,
1989; Jiménez de Gregorio, 2000).
36
Por su parte, el territorio situado en el alfoz
toledano va a estar muy relacionado con la
capital. Ya desde finales del siglo XII y principios del XIII aparecen citadas varias alquerías
y otros lugares poblados situados en la comarca de La Sisla, entre Toledo y Burguillos. Éstos
son Daralfornana, Daralbelio, Daralcotán,
Chenán Daud, Anduca y Borch Abenyunus
(González Palencia, 1930). Del mismo modo,
existe un despoblado al noreste de la población
de Almonacid de Toledo denominado Romayla,
en una encrucijada de caminos cercana al arroyo Guazalete (Jiménez de Gregorio, 1962).
Durante los siglos XIII y XIV van a destacar tres fortalezas situadas en torno al área de
estudio, los castillos de Almonacid, Consuegra
y Mora.
El Cerro del Calderico situado junto a la
población de Consuegra, es un punto dominante desde el cual se controla el camino de
Toledo a Córdoba, vía heredera de la antigua
calzada romana (Vía 30 del Itinerario de
Antonino) que unía Toletum con Alhambra
(Roldán Hervás, 1973; Fernández Ochoa et
alii, 1990; Palomero Plaza, 2001). Es en este
punto elevado donde en época islámica se erige
el castillo de Consuegra, originalmente una
pequeña fortaleza o hisn que, tras la conquista
de Toledo por parte del monarca Alfonso VI
(1085), pasa a manos cristianas. Tras la Batalla
de Uclés, el castillo cayó de nuevo en poder de
tropas almorávides y, finalmente, Alfonso VII
al reconquistar Calatrava y su comarca, retoma
este fortín en torno al año 1147.
El castillo será custodiado por la Orden
Militar de San Juan, una vez donado a ésta
por parte de Alfonso VIII en 1162, convirtiéndose en cabeza del Gran Priorato. Esta Orden
se encargará de la defensa de la comarca de
los ataques almohades y desde Consuegra
se organizará la repoblación de las tierras de
este sector de La Mancha (Fernández Layos,
1984). Son varias las fuentes escritas en las
que se describen los restos del castillo de
Consuegra, aunque entre ellas destaca la que
realiza Domingo Aguirre en 1769 acompañada
de algunos grabados (Aguirre, 1973):
-1769: “Descríbese la capital va de Consuegra:
Esta situada a las faldas de una sierra en su
cumbre un castillo de fábrica moruna y los
Contexto histórico
Figura 15.- Castillo medieval de Consuegra en proceso de restauración
vestigios del que hicieron los Romanos. [...]
está situado en las cumbres de unas Sierras
contiguas a la Villa, es fábrica y construcción
moruna mui en estado con las recomposiciones
que se an echo. Tiene cuatro torreones, grandes, uno de ellos más capaz donde está la Sala
que llaman Capitular, por haber juntado en
ella la Orden Capítulo y seis cubetes falfabragas, diferentes retiradas y defensas de mucha
consideración para la guerra de aquel tiempo,
todo él de buenas habitaciones, calabozos, una
cisterna muy grande que no se ha conocido
jamás sin agua ni corrompida y otra pequeña
en la que suele hechar a perder y muchas vezes
se seca. [...]”.
-1868: “Hay un castillo que domina el pueblo, desmantelado, y por la parte del Sur ruinoso, distante de la población unos 400 metros,
su fundamento es de romanos, en lo antiguo
perteneció al Gran Prior de la Orden de San
Juan y ahora es de D. Manuel Balderas, no
estando destinado a ningún uso. Existen también algunos trozos de las murallas antiguas
que defendieron esta población en la dominación romana” (Archivo Museo de Santa Cruz.
Interrogatorio de Monumentos, Respuesta 12).
Los restos constructivos conservados datan
en su mayoría del siglo XIII, cuando el Castillo
fue la base de operaciones de la Orden de San
Juan de Jerusalén. Su planta es irregular y
Fernández Layos (1984) distingue en ella tres
recintos. El exterior está compuesto por una
muralla rematada por merlones, hoy restaurados, pero que ya aparecen reflejados en un grabado de Domingo Aguirre; un segundo recinto
compuesto por la barbacana, el espolón, la
torre Sur o albarrana y el paso de ronda; y un
tercer recinto compuesto por el núcleo central
de la fortificación. Este último cuenta con una
planta rectangular de aproximadamente 43 x
27 metros y a él se accede a través de uno de
los tres torreones semicirculares adosados.
Sobre la primera puerta del cubo grande están
las armas del Serenísimo D. Juan de Austria y
de los Toledos, sobre la segunda hay una cruz
de las que usa la religión en las Banderas y
sobevestas que modernamente la han pintado
de color rojo de madera que el que teniendo
noticia de la verdadera forma de la cruz que
usaron los Caballeros del Templo mirase ésta,
la podrá graduar por suya sin escrúpulo alguno
[...]”(Aguirre, D., 1973: El Gran Priorato de
San Juan de Jerusalén en Consuegra en 1769.
IPIET).
37
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
El “Camino de Consuegra a Toledo” aparece documentado ya en 1237 (Concordia
entre las Órdenes de Santiago y San Juan) y
en el Mapa de Villuga de 1546 se constata su
paso por “Filibusterre”. Si bien el conocido
Camino Real de Toledo a Sevilla no pasa por
este punto, debemos mencionar que su recorrido corre paralelo y muy próximo al segmento
viario que une Toledo con Pozos de Finisterre.
Probablemente se trata de un trazado superpuesto al consolidado en época romana (Vía 30
del Itinerario de Antonino) y utilizado en época
hispanomusulmana, siendo una vía de comunicación controlada desde los diferentes castillos
existentes en la zona de estudio anteriormente
descritos (Ruiz Carmona, 2002).
Por otro lado, como elementos etnográficos
de entidad, además de las muestras de arquitectura popular en las inmediaciones del trazado
proyectado, destaca el conjunto de molinos
de viento del Cerro Calderico (Consuegra),
cuya construcción se remonta en torno a 1836
(Lara, 2000). Este conjunto, declarado Bien de
Interés Cultural (B.I.C.), fue restaurado en la
segunda mitad del siglo XX. Además, existen
otros molinos de viento en la zona como el
Eulogio Matas situado al suroeste del Término
Municipal de Mora, así como el Molino de los
Moraledas, situado al noroeste de Turleque
(Jiménez Ballesta, 2001).
III.2. Contextualización microespacial: ocupación prerromana y romano-republicana
III.2.1. Estudio histórico-arqueológico
La conquista de la Carpetania por los romanos se produce en apenas 30 años, en la primera
mitad del siglo II a.C. Más tarde, con motivo de
las guerras numantinas (135 a.C.) se ubicaron
aquí los cuarteles de invierno de los ejércitos
de Roma (Apiano, Ibéricas, 83). Los enclaves
de Toledo y Consuegra (Toletum y Consabura)
se convertirán en grandes urbes romanas, situadas al pie de los cerros con ocupación indígena,
existiendo en ambas restos constructivos de
edificios públicos y de espectáculos (teatro,
anfiteatro y circo). Destacada presencia de
obras hidráulicas de gran magnitud, como
el puente-acueducto que traía agua desde el
Embalse de Guajaraz a Toledo, el acueducto y
canal para el abastecimiento de agua a la ciudad
de Consuegra desde la presa de la Alcantarilla,
Figura 16.- Detalle de la zona en estudio. Reportorio de todos los caminos de España 1546 (P. J. Villuga).
38
Contexto histórico
o la cloaca dentro del casco histórico de Toledo
de retirada de aguas residuales (Blázquez,
1990; Aranda et alii, 1997; Sánchez-Palencia
et alii, 1990). Fernández-Layos de Mier (1983)
sostiene que el asentamiento del Hierro II sobre
el Cerro del Calderico, perteneciente al territorio municipal de Consuegra, no tiene continuidad en época romana y a su vez el municipio
de Consaburum (Consabura) se constituye ex
novo en época imperial reciente (el primitivo
asentamiento es conquistado por Roma en el
siglo II a. C.). Sánchez-Sánchez (2001) ha
demostrado la importancia estratégica de la
ciudad de Consuegra al menos desde época
romana y ha elaborado un mapa de distribución
viaria de los tres recorridos antiguos que unían
el municipio de Consaburum (Consabura) con
Segobriga.
Domitius M. fil. Serg. Dentonianus (CIL II,
4211).
En este contexto de ocupación hispanorromana del territorio se hallarían las numerosas
explotaciones agropecuarias o villae existentes en las vegas del río Amarguillo, como
las Casillas de San Andrés (Consuegra)5. En
todo este territorio al sur de Toledo destaca
la presencia del municipium de época Flavia
de Consaburum (Consuegra), de carácter
eminentemente rural (Mangas y Alvar, 1990;
Fernández-Layos de Mier, 1990), y cuyo abastecimiento de agua se realizaba desde la presa
situada en el río Amarguillo a cinco kilómetros
de la localidad y que cuenta con 4,80 metros
de altura en una pantalla plana reforzada por
quince contrafuertes de 1,30 metros de espesor
realizados en mampostería (Blázquez, 1990).
Por otro lado, la presencia romana en el área de
estudio se atestigua por la presencia de restos
arquitectónicos y muebles, como un ara con
inscripciones latinas encontrada en Nambroca
(Alföldy, 1987) o los yacimientos de Pista
de Tenis, Vertedero, Camino de las Cruces,
Jabonero y Dehesa de Mochares I, hallados en
dicha localidad6.
En el caso del yacimiento de Pozos de
Finisterre constatamos una clara continuidad
entre ambos períodos3. A la valoración inicial
del enclave, se suma la consulta de la Carta
Arqueológica de Castilla-La Mancha, con la
que comprobamos la existencia de otros puntos
próximos a la zona de actuación, significativos
porque inciden en la presencia romana en el
territorio.
La importancia del recorrido viario que estudiaremos a continuación tiene su constatación en la principal población ubicada en
proximidad al punto del hallazgo del tramo
viario, Consuegra. Consaburum / Consabura
dispuso de una presa cuya longitud (800 m) la
sitúa a la cabeza de todo el mundo romano. La
presa se ubicaba a 4 km al SO de la población,
en dirección a Urda. De igual modo al O de la
población se conservan restos de un acueducto7.
La urbs de Toletum toma entidad verdaderamente urbana como municipium a comienzos
del siglo II a. C. (Mangas y Alvar, 1990).
Al menos desde época altoimperial, la ciudad queda comunicada con los municipios
de Consabura (Consuegra) y Laminium
(¿Alambra?) a través de la Vía 30 del Itinerario
de Antonino4 (Roldán Hervás, 1975; Fernández
Ochoa et alii, 1990; Palomero Plaza, 2001).
Plinio el Viejo cita entre las ciudades estipendiarias del conventus Carthaginensis la
de los consaburenses (Hist. Nat. III, 25). Sin
embargo, la ciudad no alcanzará la condición
de municipio hasta la época de los Flavios
(fin siglo I d.C.) como expresa la mención
al duumviro del municipio de Consabura: L.
Entre la información histórica y arqueológica
que se reunió antes de realizar la excavación
del yacimiento, incluida en el del Inventario
Arqueológico de Castilla-La Mancha, se mencionan algunos enclaves bastante próximos
a Pozos de Finisterre, siendo significativo el
3
v. Morín de Pablos (2005).
Frontino (IV, 5, 19) menciona una Consabrae: Hispani
Consabrae obsessi eadem omnia passi sunt nec oppidum
Hirtuleio tradiderunt, con motivo de las operaciones militares realizadas durante las guerras sertorianas en el año
79 a.C. No todos los autores la identifican con la Consuegra toledana, situándola por el contrario al Norte del
Sistema Central (González-Conde, 1992).
4
5
Dato procedente del Inventario de Carta Arqueológica
de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha.
6
idem.
Para más detalles acerca de la documentación antigua
relativa al municipio consaburense v. Carraco Serrano
(1995).
7
39
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 17.- Presa romana de Consuegra.
caso del yacimiento de La Peñuela, al que se
asigna una cronología altoimperial y musulmana. Ambos yacimientos ponen fecha y relevancia en época romana a este paso situado en la
zona oriental de los Montes de Toledo.
trashumancia de las tierras frías de Soria a las
cálidas de Extremadura) y a la mitad de distancia entre Camuñas y Madridejos, puede verse
el antiguo y pasajero Camino Real, que va del
centro de la Meseta Inferior a Cádiz.
Acerca de la presencia romana en este territorio son también testigos restos arquitectónicos
y muebles, como un ara con inscripciones latinas encontrada en Nambroca (Alföldy, 1987)
o los yacimientos de Pista de Tenis, Vertedero,
Camino de las Cruces, Jabonero y Dehesa de
Mochares I, localizados en dicha localidad
(Carta Arqueológica de Castilla-La Mancha).
Camuñas, al igual que Consuegra, formó
parte de la Carpetania, ya en su límite con
la Celtiberia. Con el dominio romano será
integrada en la Hispania Citerior, dentro del
convento jurídico de Cartagena, al igual que
Laminium, Consabura y Toletum8.
El territorio de Camuñas, al SE de Consuegra,
no entra dentro del recorrido de la A 30; sin
embargo queremos señalarlo como punto de
hallazgo que puede explicar el panorama de
comunicaciones viarias de época romana en
el territorio de La Sisla. Estuvo poblado desde
los más remotos tiempos, si tenemos en cuenta
su situación sobre un promontorio rocoso (674
m.), con alturas próximas como San Cristobal y
la Cabeza Gorda. Como ya hemos mencionado
anteriormente se conservan muchos topónimos
relativos a la ganadería; por el actual casco
urbano pasa la Cañada del Soriano (camino de
40
8
Evidentemente debemos tener en cuenta que en época
romana la Carpetania no responde a una realidad administrativa sino a un realidad geográfica que se constituye
como reducto de la organización territorial y étnica prerromana. Polo López (1995/1996) hace referencia a la
historiografía relativa a los límites de la Carpetania. Considera que los límites de esta región pudieron variar en
época romana con la subdivisión de las provincias Citerior y Ulterior en conventus, de tal forma que Consabura
y Toletum pertenecieran al Carthaginensis y Complutum
al Caesaraugustani. Plinio (NH, III, 6) sitúa el nacimiento del río Anas en el ager Laminitanus, perteneciente a
la Hispania Citerior. También especifica este autor que
los laminitanos son estipendiarios del conventus carthaginensis (NH, III, 25). Laminio conseguirá el status municipal con los Flavios.
Contexto histórico
Del mismo modo, en Puerto Lápice, dentro
de la línea directriz de la vía 30, se documenta
un tipo indeterminado de ocupación romana.
Elementos constructivos y cerámica sigillata,
entre otros, demuestran el paso del recorrido de
la vía 30 al sur de esta localidad y en dirección
al pequeño puente situado en la salida de la
misma hacia el Camino Viejo a Consuegra9.
Otros tramos de empedrado conservados
de esta calzada romana se hallan al sur de
Consuegra, por tanto alejados de la zona de
actuación, y también en el término de Camuñas,
a cuatro kilómetros de Puerto Lápice, destacando por otro lado el Puente de Villarta de
San Juan, por el cual se cruzaba el río Cigüela
(Fernández Ochoa et alii, 1990).
Antes de llegar a Toledo, al NE de la
localidad de Checa, a 20 km de la capital, se
encuentra el Pozo de San Cristóbal y la antigua
Venta de Diezma, que aparece en el repertorio
de caminos del s. XVI de Villuga, en el Camino
de Córdoba, que también se llama de Sevilla, o
Camino de Andalucía.
Figura 18.- Distribución de pueblos prerromanos en
torno a Toledo (a partir de Solana Sáinz 2001).
carretera de Tembleque a Mora relativos
al mundo ganadero y que en muchos casos
reproducen la continuidad de una realidad más
antigua, la de un paso trashumante: el Monte
del “Buey”, “Casa Vaquero”, “Majada”, “Casa
de los Bueyes” y, en proximidad a Mora, la
Virgen “de la Antigua”.
Este camino es la expresión medieval de la
pérdida de importancia del antiguo camino
de Consuegra, que desde tiempos de los
musulmanes se desplaza al Oeste pasando por
Orgaz y Puerto de los Yébenes (Arenas, 2004).
En este sentido, conocemos otro paso del río
Algodor que pudo igualmente corresponder a
un recorrido de época romana y que se sitúa
precisamente en Villanueva, en el otro extremo
del actual embalse de Finisterre. En este caso
el paso del río no responde tanto a una elección
del enclave técnicamente propicia para el
paso como a la necesidad de hacer pasar por
aquí un recorrido que uniría las poblaciones
de Toletum y Segobriga10. A decir de algunos
autores, este recorrido se uniría al de la vía
30 (IT) Laminium-Toletum hacia el noroeste,
precisamente a la altura de otro puente, el de
Villaminaya11. Debemos señalar, en apoyo a la
existencia en la Antigüedad de este recorrido
a través del puente de Villanueva, que son
muchos los topónimos próximos a la actual
III.2.2. Estudio toponímico
El análisis del término “Pozos” es sencillo
y de fácil interpretación; se identifica toponímicamente con “tierras junto al río donde éste
tiene mayor profundidad o se forman pozos”12.
También aparece como sinónimo de “cavidades del terreno o huecos donde se acumula el
agua”13. Ya en época romana encontramos este
topónimo asociado a la caminería; concretamente, en Hispania, se localiza una statio llamada Ad Putea cuya reminiscencia se reconoce
aún hoy en el topónimo Pozo Amargo14.
12
R. Calvo Pérez/ J. José Calvo Pérez, 1996, “Toponimia
de Quintana del Pidio”, en Cuadernos del Salegar, revista
de investigación histórica y cultura tradicional, Año II, nº
4 (Web).
13
“Toponimia del Valle Medio del Ésera (Huesca), estudio lingüístico, cavidades del terreno” en www.tdx.cesca.
es/Tesis_UdL.
14
Blázquez (1921, 9).
9
Benítez de Lugo Enrich (2002) y Muñoz López-Astilleros (2001).
10
v. al respecto las consideraciones de Cezón y Arias
(ME, 63, p. 28 ss).
11
Id.
41
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 19.- Ubicación del yacimiento y de los topónimos en torno a éste (topográfico nacional 1: 25 000).
El topónimo Finisterre, aparece localizado
en los mapas modernos en la margen derecha
del Algodor, concretamente en el inicio del
pantano del mismo nombre. Aparece en los
repertorios de caminos medievales y modernos
como Filibusterre o Finibusterre y deriva del
latín finibus terrae, que significa literalmente
en los confines de la tierra o del mundo15. Otro
significado diferente pero que también responde al punto geográfico de ubicación de Pozos
de Finisterre se encuentra en el vocabulario de
Germanías. En este caso corresponde a la acepción de horca, tanto en el sentido de instrumento de tortura como en el geográfico de horcajo,
o valle encajado entre dos montes.
Precisamente en los montes de la margen derecha, al Este, se localiza el Cerro de la Virgen,
que hace referencia a la Virgen de Finisterre o
Nuestra Señora de Finisterre, patrona de Los
Yébenes, a la que se daba culto en el siglo XIII
en el castillo de las Guadalerzas. En aquellos
tiempos, esta zona de los Montes de Toledo
fue la frontera entre cristianos y musulmanes y
más tarde el propio pueblo de Los Yébenes lo
era entre la Orden de San Juan de Jerusalén y la
15
El topónimo Filimusterra aparece recogido en el repertorio de Villuga (1546) bajo el símbolo de “pueblo pequeño”.
42
ciudad de Toledo; por ello es factible que este
término romano se pudiera aplicar en principio
al límite entre los territorios de dos ciudades
(Consuegra y Toledo). Tradicionalmente los
terrenos asignados a Consuegra iban desde
los Montes de Toledo y actual divisoria de
las provincias de Toledo y Ciudad Real hasta
estas sierras al Norte de Manzaneque y Mora.
Parece por tanto posible asimilar el topónimo
“finis terrae” al antiguo confín o divisoria de
los territorios de las urbes romanas de Toledo
y Consuegra16.
La sacralización cristiana del lugar es un elemento más a favor de esta interpretación, pues
la sacralización de lugares y topónimos romanos por los cristianos es un fenómeno extremadamente común en la geografía española,
así también se localiza este nombre en Nuestra
Señora de Finibus Terra, en Cabezarados,
Ciudad Real y la ermita de Finibus Terra, en
Almendral, Badajoz, de origen visigodo. La
propia existencia de una imagen o Virgen de
16
En apoyo de esto: García Moreno supone que el término
Yébenes deriva de la villa Deibensis, donde San Ildefonso
fundo un monasterio, quizá para marcar los límites del
obispado de Toledo en este punto. L. A. García Moreno,
“San Ildefonso y sus relaciones con el poder político”, en
Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo de
Toledo (2007, 244)
Contexto histórico
- Para expresar la extremidad de una región
Plinio utiliza habitualmente la palabra finis,
-is, que es la que usa en el caso de Clunia y la
que debería haber utilizado si realmente quisiera hablar del extremo de los territorios de
Celtiberia y Carpetania. De ahí que podamos
considerar que en este caso quiera remarcar la
importancia del accidente geográfico (el río) no
como límite entre regiones sino como nexo de
unión entre dos centros nucleares de dos de los
territorios mencionados. Es verdad que la mención que hace Plinio a Segobriga como punto
nuclear de la Celtiberia20 y a continuación de
Toledo junto al río Tajo, induce a pensar que el
río tiene un papel decisivo en la definición de
ambos territorios; sin embargo no se especifica
que éste fuera el límite entre ambos21.
Finibus Terrae podría indicar la existencia de
una imagen romana.
Sin olvidarnos del sentido de finisterra como
horcajo o paso encajado, que haría referencia
al punto geográfico correspondiente al cruce
del río Algodor, vamos a proponer una interpretación toponímica más amplia que toma en
consideración tanto ésta como otras acepciones
del término.
El topónimo latino Fines (Ad Fines) ha sido
utilizado frecuentemente en época romana para
indicar la situación de una statio en un punto
fronterizo entre territorios administrativos de
ciudades importantes o de regiones geográficas
pertenecientes a pueblos diferentes (carpetanos,
celtíberos…etc). Aparece generalmente sólo en
los itinerarios. En la provincia de Hispania
aparece en las vías 2 y 21 del Itinerario de
Antonino (It. 398, 5 y 427, 1). Sin embargo,
en ninguno de los casos consultados el término
Fines aparece asociado a Terrae.
A partir de otra reciente publicación que ha
vuelto a poner en primer plano la cuestión de
las diferentes etnias celtíberas22 y de la expansión de estos pueblos a lo largo de la península
en diferentes momentos de su historia y convivencia con Roma, nos hemos planteado si la
línea geográfica oriental y posiblemente administrativa entre los territorios de dos poblaciones vecinas, pertenecientes o no a una misma
etnia (carpetana o celtíbera), estuviese de algún
modo representada por la cadena orográfica de
los Montes de Toledo y en su lado más oriental,
en el extremo de ésta, por Finisterre.
En relación a esta cuestión vamos a continuación a analizar un pasaje de Plinio el Viejo
(NH, III, 3, 25) que en el siglo I d. C. afirma: “...caputque Celtiberiae Segobrigenses,
Carpetaniae Toletani Tago flumini inpositi”.
Muy recientemente se ha debatido la interpretación del texto en lo referente al significado de la palabra “caput”17. No vamos a entrar
aquí en ardua polémica sino que vamos a tratar
de aclarar la idea general expresada por el
autor en este pasaje, destacando dos aspectos:
Por otro lado, la vía de comunicación que
desde Toledo, pasando por Finisterre, llegaba
hasta Laminio pudo haber sido también un
límite geográfico entre los pueblos prerromanos que tenían su frontera con la Carpetania
por la parte de Finisterre, como los oretanos y
los olcades23 (Fig. 15).
- Toletum es una ciudad de cierta importancia
dentro de la Carpetania pero probablemente
no su capital18. En realidad se cuenta dentro
del reducido grupo de oppida importantes
de la Carpetania, al igual que Consaburum
(Consabura) que obtiene la municipalidad en
un momento temprano19.
Toletum, Consabura y Complutum. También Plutarco
(Sertorio, XVII) y Pseudo Frontino (IV, 15, 19). No debemos sin embargo olvidar que las narraciones de Livio
y Polibio sobre la Segunda Guerra Púnica incluyen referencias a las etnias prerromanas que evidentemente ya no
se organizan como tales sino como civitates (v. GonzálezConde, 1989, 300).
20
A este respecto véase Capalvo (1996) y Rodríguez Morales (2005, Celtiberia web).
21
No obstante, autores como González-Conde (op. cit.,
303) abogan por la idea de que el Tajo fuese una frontera
natural entre ambos pueblos.
22
Gómez Fraile (2000, 132-144).
23
En relación al pueblo olcade debemos mencionar que
17
“Caput y Fines en Plinio el Viejo”, Celtiberia (revista
electrónica). Ya anteriormente se propuso una interpretación de la palabra “caput” en este pasaje de Plinio como
sinónimo de ciudad principal [v. T. E. Page et alii (ed.),
1961, Pliny. Natural History, translation by H. Rackham,
The Loeb Classical Library, III, 3, 25).
18
v. Pellón (2001, 132).
19
Para ver la evolución histórica de Toledo en época romana y fundamentalmente en la Tardo- Antigüedad véase
Carrobles Santos (1999, 193 s.). Tito Livio (XXXVII, 7,
6) hace referencia a la importancia de algunas pequeñas
urbes ya en época republicana en la Meseta, tales como
43
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
El propio Plinio ubica geográficamente algunas de estas etnias, realizando una descripción
en sentido inverso, comenzando en la costa
y dirigiéndose hacia el interior. Entre ellos
menciona sucesivamente a los oretanos y a los
carpetanos del Tajo:
Debemos sin embargo tener en cuenta que los
escritores romanos conocían mal la península y
que, como sostiene González-Conde Puente27,
sus definiciones de las diferentes etnias y sus
límites geográficos no deben ser considerados
de total fiabilidad.
Primi in ora Bastuli, post eos quo dicentur
ordine intus recedentes Mentesani, Oretani
et ad Tagum Carpetani, iuxta eos Vaccaei,
Vettones et Celtiberi Arevaci 24.
Desde el punto de vista topográfico resulta
difícil creer que los Montes de Toledo no constituyeran una frontera estable y poderosa entre
pueblos limítrofes al igual que lo pudiera haber
hecho el río Anas. No tenemos constatación
de cual fue la frontera natural y administrativa
entre los pueblos prerromanos de esta parte
del territorio toledano, sin embargo es posible
argüir que Finisterre fuese un límite administrativo entre municipios limítrofes bajo la
administración de Roma. Apoyando esta idea,
se conserva este topónimo precisamente en el
extremo oriental de la cadena montañosa de los
Montes de Toledo y en un enclave estratégico
en la vía Laminio-Toledo.
No queremos tampoco adentrarnos en cuestiones de tipo etnológico, las cuales han sido
ya largamente debatidas25. Quisieramos únicamente hacer hincapié en este argumento en
cuanto a la posibilidad de explicar el topónimo
Finisterre desde el punto de vista de los límites
territoriales.
No debemos olvidar que esta vía, como recorrido caminero, tiene un origen anterior, plenamente indígena, pues tanto Consuegra como
Toledo son poblaciones anteriores a la llegada
de los romanos (Barrio y Fernández, e.p.;
Giles Pacheco, 1971). Así parece confirmarse también en las distintas técnicas edilicias
documentadas y en las cerámicas recuperadas
en el enclave de Pozos de Finisterre, muchas
de ellas posiblemente adscritas a la tradición
carpetana.
Se admite generalmente que la frontera entre
los carpetanos y los celtíberos, al noreste, y los
oretanos, al sureste, se sitúa en el curso del río
Guadiana26. Precisamente el río Cigüela confluye en el Guadiana al atravesar la vía en cuestión que va desde Laminio hasta Toledo(Fig
15). Esta idea, comúnmente aceptada, se basa
en los pasajes de los escritores romanos que, en
algunos casos, ni siquiera conocían el territorio
en cuestión.
tras la guerra contra Cartago los olcades desaparecen totalmente de las fuentes y el territorio pasa a ser denominado también Celtiberia.
24
Plinio (HN, III, 3, 19). La presente distinción entre los
Celtiberi Arevaci y otros celtíberos, así como la distinción
entre Oretani Germani y otros oretanos (HN, III, 25), demuestra que, al menos en el siglo I d. C., dentro de una
misma etnia se diferencian varias comunidades.
25
Para una visión actualizada de las diferentes etnias y su
distribución en la península ibérica en el momento de la
llegada del mundo romano v. la reciente publicación de
Pellón (2001, 168 ss.).
26
La base de esta creencia es Estrabón (III, 1, 6).
44
No es desdeñable la idea, como veremos más
adelante, de que aquí se instalase un núcleo de
población dependiente del vecino municipio
de Consaburum (Consabura), con función de
control de la frontera occidental de su territorio; de hecho éste es un paso obligado por el
territorio incluso en la actualidad. Debemos
además tener en cuenta que tras la construcción
del Embalse de Finisterre se altera enormemente la configuración de la cuenca hidrográfica del Algodor. Presumiblemente el curso
fluvial antiguo debió de ser considerablemente
mayor y éste, junto con las estribaciones de
Finisterre, configuraría una frontera natural
entre poblaciones distintas. De hecho en época
moderna, el límite territorial N del municipio
de Consuegra lo constituye precisamente el
curso del río Algodor a su paso por Finisterre.
No es casual por otro lado que el límite NE
coincida con el recorrido de la actual carretera
Consuegra-Toledo y por ende con el recorrido
antiguo que discurría aproximadamente en
la misma dirección. Ya en el siglo XVIII el
límite N de Consuegra se configura tal y como
lo conocemos hoy: “el territorio que ocupa el
término de esta villa según su juicio y regulación prudente es el de tres leguas y media de
levante a poniente, y cuatro leguas y media de
27
González-Conde Puente (1989, 299).
Contexto histórico
norte a sur, …, el cual término linda y confronta a el norte con el de la villa de Mora, la de
Manzanaque y Turleque”28.
Tenemos en el territorio otro topónimo que
ha podido conservarse como reminiscencia
de la mansio ubicada en el entorno de Pozos
de Finisterre; el topónimo “Venta Vieja” (Fig.
19). También aparece un topónimo similar en
torno al mismo punto en el mapa provincial de
Toledo (1: 200 000); se trata de la “Cañada
de la Venta” (en este caso el término “cañada”
tiene que ver con torrenteras fluviales y no con
vías pecuarias).
Corroborando la identificación de este punto
topográfico con una “venta”, o lo que es lo
mismo, un posible punto de descanso caminero,
López Pascual29, en base al Repertorio de todos
los Caminos de España de Villuga, sitúa la
“Venta el Vellaco” en Aldea Vieja y “La Venta”
bajo las aguas del actual pantano de Finisterre.
En el Repertorio de Villuga, “V. de Vellaco”
aparece señalada con el símbolo correspondiente a una venta o posada.
Si bien no tenemos una identificación segura
de la población correspondiente a este punto de
la vía señalado por Villuga entre Villafranca de
los Caballeros y Toledo, sí podemos decir que la
descripción de la misma nos hace ubicarla con
toda probabilidad en torno al topónimo “Venta
Vieja”. El itinerario de Villuga no corresponde
exactamente al itinerario romano marcado en
la Tabula; no pasa por Consaburum, discurre
dejando a la izquierda el río Amarguillo y
Consuegra en dirección a la Cañada de la Venta
y al cruce del río Algodor, junto al actual
Pantano de Finisterre. El topónimo se conserva
en un punto ubicado a unos 3,5 km del yacimiento y del cruce del río Algodor.
Figura 20.- Tramo viario in situ en torno al Cerro del
Bú, Toledo (Porres Martín Cleto 1990).
de considerable valor con respecto a la interpretación de este recorrido30. En el Itninerario
no aparece mencionada ninguna estación
intermedia entre Consaburum y Toletum. Sin
embargo, las consabidas diferencias de detalle
entre ambos itineraria se dan en multiplicidad
de casos. Estas diferencias tienen que ver tanto
con la ausencia/presencia de ciertas localidades o mansiones que pudieron actuar como
stationes a lo largo del recorrido como con
la nomenclatura utilizada en cada caso. Así,
la ruta descrita por el Itinerario de Antonino,
Item a Liminio Toletum (It. Ant., 446, 4-7) no
reconoce ninguna statio intermedia entre las
ciudades de Toledo y Consuegra, denominando
III.2.3. Estudio de caminería romana.
Documentación viaria
Tanto el Itinerario de Antonino como la
Tabula Peutingeriana aportan una información
28
Id., (1751) «Interrogatorio y Respuestas generales a él
dado por los… » Catastro del Marqués de la Ensenada,
Archivo Histórico Provincial de Toledo (H-201, Consuegra).
29
Mª. A. López Pascual (2004), Comentarios al Repertorio de todos los Caminos de España (Web).
30
Recordemos que la más reciente interpretación de la
compilación del Itinerario de Antonino ha sido datada a
finales del siglo III d. C. [véase Arias (1988, 17 ss.; 2002,
Anexos de El Miliario Extravagante, 4); apoyando esta
misma datación (Levi, 1967, 29)]. En cuanto a la Tabula
Peutingeriana v. Levi (1967, 26-30).
45
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
a las principales stationes del recorrido en el
sector que nos ocupa: Toletum, Consaburum
y Murum. Por su parte, la Tabula recoge
dos inflexiones del recorrido entre Toledo y
Consuegra, correspondientes a dos posibles
stationes y nombra a las principales localidades de manera levemente distinta: Toleton,
Consabron y Moroin.
En relación al cambio de nomenclatura entre
un documento y otro puede ser explicado por
el hecho de que la Tabula Peutingeriana utiliza
como base un itinerarium posterior al Itinerario
de Antonino31. Debido a la fecha en que se
constituye el Itinerario del “Ravennate” (plausible base de la posterior Tabula Peutingeriana)
no sólo se documentan diferencias de redacción sino también cambios topográficos sustanciales. Sabemos que Toledo se constituye
como capital del territorio fundamentalmente
en época visigoda, de ahí que aparezca representada en la Tabula con las dos torres características de los centros poblacionales de cierta
importancia (si bien en la península éste es el
símbolo de mayor importancia ya que no hay
simbología de grado mayor para ninguna ciudad peninsular).
La representación del río Tagus en su paso a
una cierta distancia de Toleton, induce a pensar
que la época en que se elabora la primitiva
cartografía corresponde a un momento en que
la ciudad se extiende ya más allá de la colina
ocupada por la población prerromana, en dirección a la vega del río en la llanura. Ya en época
romana, Toledo se extiende por la llanura
aluvionar del Tajo, a través de sus numerosas
villas rurales. Este fenómeno de expansión
desde la ciudad situada en altura tiene lugar
a partir del siglo III d. C. Este hecho tiene una
continuidad lógica en el siglo V d. C. aunque la
ciudad se cristianice y cambie sustancialmente
el significado de muchos de sus edificios principales (pero eso será en la ciudad situada en
altura y no en el ámbito rural de las villas que
permanece prácticamente inalterado)32.
31
Señalemos grosso modo que la Tabula Peutingeriana
debió tener su base en el itinerario compilado por el llamado “Cosmógrafo de Rávena” en torno al 670 d. C. Esta
obra utilizó a su vez otros itinerarios de época romana que
de igual modo debieron ser utilizados por el Itinerario de
Antonino. V. más detalles en Levi (1967, nota 30).
32
v. Carrobles Santos (op. cit.).
46
Sabemos que el segmento correspondiente a
Hispania falta del mapa original de la Tabula
y actualmente conocemos dicho segmento
gracias a una reconstrucción hecha por Conrad
Miller. Miller utiliza los antiguos itinerarios
severianos para su reconstrucción, pero además
conoce perfectamente el Anónimo de Rávena y
muchos de los aspectos topográficos y territoriales que estamos tratando en estas líneas tienen una relación directa con la interpretación
que hace del Itinerario del “Ravennate”.
El hecho de que el río no pase junto al
símbolo de la ciudad, las dos torres, podría
responder a un convencionalismo. Sabemos
que hay ciertas convenciones que se repiten
constantemente en las representaciones cartográficas de época antigua, como por ejemplo
el que todos los ríos del occidente peninsular
discurran de este a oeste, incluso los que tienen
dirección norte-sur. Sin embargo la explicación tiene probablemente que ver con el hecho
de que el recorrido viario pasase bordeando por el exterior toda la extensión de la ciudad
en la vega del río, en dirección hacia el oeste.
Debemos destacar también la presencia en
la Tabula de una statio muy próxima a la
ciudad, justo al atravesar el río Tajo, procediendo de Finisterre. Este dato es ilustrativo del hecho de que la vía no atraviesa la
ciudad sino que tiene parada en una mansio
en proximidad a ésta. Una vez bordeada la
ciudad en dirección al oeste, este recorrido intersecta otro procedente de Complutum,
yendo ambos en un mismo recorrido hacia
Emerita Augusta. Precisamente se conserva un
tramo de calzada romana justo antes de atravesar el río Tajo (procediendo de Finisterre) por
el puente de Alcántara (puente considerado
romano)33, en proximidad al Cerro del Bú, enclave donde se han documentado, al igual que
en el Peñón Toledano, hallazgos de la segunda
Edad del Hierro34 (Fig. 20).
33
Porres Martín Cleto (1990). Posiblemente fueran dos (v.
Rodríguez Almeida, 2001, 25-31).
34
v. Morín De Pablos (2005, 28-29). El Cerro del Bu, un
yacimiento de la Edad del Bronce en posición dominante sobre el “torno” de Toledo, donde se documentaron
cerámicas campaniformes en un contexto donde predominaban formas del Bronce Pleno, además de industria
lítica de láminas, dientes de hoz y material pulimentado
(Álvaro y Pereira, 1990).
Contexto histórico
Figura 21.- Detalle de la vía Toleton-Lamini. Tabula Peutingeriana
Figura 22.- Vista aérea del yacimiento con huellas visibles de posibles restos viarios aún no excavados
47
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Otra cuestión a destacar es la distancia
entre Consabron y Toleton. En la sección de
la Tabula dedicada a Hispania no se recogen
las distancias entre las distintas stationes. Se
representa la inflexión destinada a dos stationes intermedias entre las dos ciudades sin
dotarlas de denominación propia; una ya la
hemos comentado, se encuentra en cercanía
a la ciudad de Toledo. La otra debemos ubicarla en un punto impreciso entre el Tajo y
Consuegra.
Sabemos gracias al Itinerario de Antonino
que la distancia entre las estaciones de Toletum
y Consabro es de XLIIII m. p. En la Tabula
aparecen dos estaciones a distancia irregular.
No carece de relevancia el hecho de que
nuestro recorrido aparezca recogido en este
Itinerarium Pictum. Entre todas las vías existentes en época romana en este territorio se ha
representado éste y no otro de los recorridos
que unen Toledo con los territorios situadas al
este, hacia el Mediterráneo. Sabemos que la
Tabula constituye una cartografía preciada que
contiene una selección de vías de comunicación de todo el imperio romano.
Por otro lado, en el Itinerario,desde Consuegra
a Toledo se indican 43 millas, recorrido que habría
de hacerse en dos jornadas, por lo que debió
existir al menos una mansio (venta o casa de
postas) que permitiera pernoctar en el camino
entre ambas ciudades. El paso del Algodor por
Pozos de Finisterre se encuentra a 20 km de
Consuegra, casi a 1/3 de la distancia entre esta
ciudad y Toledo.
Si comparamos las distancias marcadas en
la Tabula con las del Itinerario, comprobamos
que la longitud de la línea entre las distintas
stationes es en muchos casos inversamente proporcional a la distancia expresada en
millas en el Itinerario. Por ejemplo, entre
Laminium y Murum la distancia es de 27
millas mientras que entre Murum y Consabro
es de 2435; sin embargo en la Tabula se
diseña una línea tres veces más larga entre
Consabro y Murum que entre ésta y Laminium.
35
Recientemente Murum ha sido identificada con Villarta
de S. Juan (Rodríguez Morales, 2000, 21).
48
Item a Liminio
Toletum m.p. XCV, sic:
Murum m.p. XXVII
Consabro m.p. XXIIII
Toletum m.p. XLIIII
De este modo, la gran distancia reflejada
en la Tabula entre Consabron y la siguiente
statio, en principio mayor que la que separa
Consuegra de Finisterre, no es un criterio válido para desechar la idea de la ubicación de una
statio en Finisterre.
Otro aspecto sobresaliente es que en la Tabula,
Lamini corresponde a una statio de la vía procedente de Corduba y no de la de Toleton. De
hecho el punto de unión entre ambas vías se
produce poco antes de la inflexión de la estación correspondiente a Laminio, marcada más
adelante. Es posible que la A30 confluyese
con la vía procedente de Córdoba en la propia
ciudad de Laminio pero que hubiera además
una estación al otro lado de la ciudad, fuera
del municipio. En este sentido, la revisión de
Rodríguez Morales (2000) acerca de la ubicación de la ciudad romana de Laminio, es suficientemente explícita. Al igual que éste y otros
autores, consideramos que todas las alusiones
viarias a Laminio (en todas sus formas: Lamini,
Laminium y Liminium) se refieren a un mismo
municipio36; sin embargo, no podemos compartir su propuesta de ubicación de Laminio en
torno a Daimiel. En la descripción de la A 31
(IT) se menciona la distancia de 7 millas que
separa Laminio del caput fluminis Anae. Los
Ojos del Guadiana, cuya «incomprensible»
naturaleza ha inspirado tanta literatura, eran el
lugar topográfico de nacimiento del Guadiana,
cuyo nombre proviene de los vocablos árabe y
prerromano que significan «río».
En realidad en torno a los Ojos del Guadiana
nacía un segundo Guadiana, pues el primero se
origina aguas arriba en las Lagunas de Ruidera.
Dichos afloramientos, situados entre los términos de Villarrubia de los Ojos, Daimiel y
Las Labores y que recibían nombres particularizados como Ojo del Pico, del Rincón, del
Sordico, de Mari-López, de las Estacas, Ciego,
Canal, Cercano, Estanque de la Señora, etc.,
36
Se oponen a esta idea autores tales como G. Arias
(1990).
Contexto histórico
han dejado actualmente, de aportar agua al
cauce debido al drástico descenso del nivel
freático del acuífero provocado por la extracción incontrolada de aguas subterráneas para
el regadío. Desconocemos el punto exacto
que los romanos tomaron como referencia del
nacimiento del río Anas pero sea cual fuere
debía encontrarse al suroeste de Puerto Lápice
y Villarta de San Juan y al norte de Daimiel.
El Itinerario no deja de plantear problemas
a la hora de ubicar las stationes del recorrido
entre Consaburum y Laminium. No podemos
aceptar que Laminio se sitúe en Daimiel (tengamos en cuenta que siguiendo el IT Laminium
debía encontrarse a 51 millas de distancia de
Consabro) como tampoco podemos situar con
seguridad Murum en Villarta de S. Juan, en
base igualmente al cálculo de millas del IT.
No obstante, en este último caso nos acercamos más a la distancia marcada (24 millas) y
teniendo en cuenta un cierto margen de error
(antiguo o moderno) podríamos ubicarla en
proximidad a esta localidad.
49
Actuaciones previas
IV. ACTUACIONES PREVIAS
IV.1. Prospección
Por último, se realizó una encuesta oral a los
vecinos, propietarios y ganaderos de la zona
prospectada, buenos conocedores del territorio.
La prospección efectuada fue intensiva a lo
largo de las zonas afectadas por las infraestructuras proyectadas. Este trabajo contó con la
participación de cuatro arqueólogos titulados, y
un arqueólogo director, así como un geólogo y
un geomorfólogo y se ha caracterizado por una
cobertura total del espacio en el área afectada
por el proyecto, 100 metros a cada lado del eje
de la traza37. Con el apoyo de la cartografía de
la zona se ha recorrido el terreno sistemáticamente, observando detenidamente la superficie
de los terrenos y todas las secciones ocasionales expuestas en la zona de prospección (zanjas, desmontes de carreteras y caminos, frentes
de barrancos, etc.).
En cuanto a la visibilidad arqueológica
superficial, que es el principal condicionante
de la representatividad de los resultados en los
trabajos de prospección arqueológica, hacemos
constar que el estado del terreno en el momento
de efectuarse los trabajos permitía una visibilidad media-alta en la mayoría de los tramos.
Así, puede concluirse que, aunque los resultados obtenidos se consideran representativos
de la potencialidad arqueológica de la zona (no
se han documentado yacimientos arqueológicos en superficie), existía la posibilidad de que
durante la fase de los movimientos de tierra se
localicen restos arqueológicos ahora ocultos.
37
Las zonas prospectadas estaban despejadas de vegetación y llanas en su mayoría, donde el campo visual se
amplia notablemente, por lo que la distancia entre prospectores osciló entre los 15-20 ms.
El inventario realizado de los recursos culturales y zonas de cautela identificados dentro
51
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
de la banda de afección objeto de estudio se
relacionaron en cuatro apartados: Inventario de
yacimientos arqueológicos, bienes muebles de
interés histórico-artístico, elementos de interés
etnográfico y zonas de cautela.
En el caso de los yacimientos arqueológicos:
-No se localizaron yacimientos arqueológicos afectados por las obras de la infraestructura
proyectada.
Para los bienes culturales de interés histórico-artístico:
-No existían bienes inmuebles de interés
histórico-artístico afectados por las obras de la
infraestructura lineal proyectada.
En cuanto a los elementos de interés etnográfico:
-No existían tampoco elementos de interés
etnográfico afectados por las obras de la infraestructura lineal proyectada.
Las incidencias del proyecto sobre los recursos culturales y zonas de interés que se encontraron en la banda de estudio, se clasificaron
en directa, indirecta o nula, en función de la
distancia mínima que había entre un recurso
determinado y el límite de las actuaciones
previstas:
• Incidencia directa: Todos los recursos que
se encuentren dentro de la banda de actuación
corren riesgo de ser gravemente dañados o
destruidos, parcial o totalmente.
• Incidencia indirecta: Los recursos que están
situados a una distancia superior a 10 ms. e
inferior a 50 ms. de los límites de las actuaciones pueden sufrir alteraciones durante la
ejecución de las obras.
• Incidencia nula: Inicialmente no se contempla que los recursos que se encuentran a una
distancia superior a 50 m del límites de las
actuaciones puedan verse afectados. Sin embargo, deben tenerse en cuenta por prevención.
Y por lo que respecta a las zonas de cautela
se marcaron como tales:
La identificación de las incidencias se relaciona en la tabla adjunta. La información se
recoge de la siguiente manera:
Los yacimientos arqueológicos inventariados
y los elementos de interés etnológico en las
inmediaciones de la traza.
• Tipo de recurso: Yacimiento arqueológico,
elemento de interés etnográfico, B.I.C., o zona
de cautela.
Figura 23.- Trabajos de prospección arqueológica en trazado. Coluviones al sur del Algodor
52
Actuaciones previas
• Código: Se corresponde con los códigos de
La fase de construcción de cualquier tipo de
identificación que figuran en cada apartado del infraestructura que conlleve la modificación de
la topografía actual puede suponer un impacinventario de recursos culturales.
to directo, inmediato, negativo e irreversible
• PP.KK.: Indica la altura del trazado a la que sobre eventuales recursos culturales cada vez
se encuentra el recurso.
que el movimiento de tierras suponga la des• Distancia: Distancia mínima en metros que trucción o alteración de bienes integrantes del
hay entre el recurso y el límite de la actuación patrimonio histórico.
proyectada.
La principal afección del proyecto sobre el
• Actuación: Propuestas de actuaciones plan- Patrimonio Cultural de la región deriva de la
posibilidad de que durante la fase de consteadas (sondeos, excavación o vigilancia).
trucción, las obras incidan sobre algún recurso
La conclusión derivada de los trabajos de cultural no detectado o de los que puedan
prospección fue la no existencia de yacimien- encontrarse en la zona, con ocasión de:
tos arqueológicos afectados pro la traza. En
- Desbroces, excavaciones, desmontes y
este sentido, señalar además que la visibilidad
terraplenes.
del suelo era muy buena, las características del
poblamiento en la zona y la propia estructu- Extracción de áridos en préstamos y la insra del subsuelo no indicaban la presencia de talación de vertederos.
estructuras ocultas (afloramientos de muros,
- Reposiciones de caminos y vías pecuarias.
zonas con distinta coloración en el terreno,
crecimiento diferencial de la vegetación y, por
- Desmontes para el paso de maquinaria e
último, existencia de micro relieves), por lo que instalaciones auxiliares de las obras.
no se consideró necesaria la adopción de mediLa anulación o minimización de los impactos
das correctoras que modificasen el proyecto.
identificados requiere la ampliación de una
En cuanto a estas medidas preventivas y serie de medidas que responden básicamente
compensatorias habrá que tener en cuenta los a tres conceptos: prevención, compensación y
aspectos que a continuación se describen.
corrección.
Figura 24.- Prospección arqueológica de los préstamos proyectados
53
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 25.- Tabla de Incidencias
a) La prevención supone:
Se estima conveniente que estas medidas
comiencen a ejecutarse con una antelación
• El seguimiento y vigilancia de los movisuficiente, un mes, al inicio de los movimienmientos de tierra.
tos de tierras, para disponer de un margen
• La realización de sondeos arqueológicos de tiempo que permita, en su caso, corregir,
de comprobación, cuyo objetivo fundamental ampliar, o completar las medidas adoptadas:
es la caracterización y valoración del espacio
- Prospección arqueológica de superficie: se
afectado.
llevará a cabo un reconocimiento arqueológico
• La señalización temporal de los recursos del terreno en todas las zonas que se designen
culturales y la exclusión de cualquier movi- para acopio de tierras, extracción, y vertedero
miento de obra dentro del perímetro señalado. de materiales, cuando éstas se encuentren fuera
de la banda estudiada.
b) La compensación supone que una vez
- Sondeos valorativos o de comprobación: al
asumida la alteración o destrucción de un
no
localizarse zonas de afección directa no se
yacimiento arqueológico por el desarrollo de
cualquier obra, se procede a equilibrar la realizarán sondeos de comprobación.
situación mediante la investigación, a partir de
excavaciones arqueológicas en extensión del
2. Medidas preventivas a ejecutar en fase de
sitio afectado. Es decir, se compensa la pérdida obras y paralelamente a las mismas:
con el exhaustivo conocimiento de la entidad
- Seguimiento arqueológico: los movimienafectada.
tos de tierra asociados al desbroce, preparación
c) La corrección supone la anulación del del terreno, desmontes, préstamos, etc., debeimpacto mediante soluciones técnicas de inge- rán supervisarse por un equipo de especialistas
niería. Como resultado del estudio efectuado, con experiencia en este tema. El objetivo funno se ha considerado necesaria la adopción de damental es la identificación de yacimientos
arqueológicos no visibles en superficie y por
ninguna medida correctora.
lo tanto no detectados durante la prospección
A continuación se detallan las estrategias de arqueológica superficial. En este sentido, es
de particular conveniencia prestar especial
intervención más adecuadas a ejecutar:
atención a las obras de desbroce y limpieza del
1. Medidas preventivas a ejecutar en fase de terreno.
obra, con anterioridad al inicio de los movimientos de tierra.
54
Actuaciones previas
Figura 26.- Señalización y delimitación del área sujeta a estudio arqueológico
En el caso de que durante las remociones del
terreno se identifique algún yacimiento se procederá a su excavación arqueológica mediante
procedimiento de urgencia.
1- Sondeos/Excavaciones arqueológicas en
extensión: No se contempla la realización de
sondeos/excavaciones en extensión.
En esta primera fase de trabajos de prospección arqueológica intensiva, se observó
la presencia de restos arqueológicos muebles
(cerámicos e industria lítica) en dos zonas
diferenciadas.
Igualmente, se realizará un seguimiento
arqueológico en todas las zonas designadas
para acopio, extracción y vertedero de tierras y
materiales, y para los parques de maquinaria, se
encuentren o no dentro de la banda estudiada.
En una de las zonas los restos aparecían
bastante dispersos, lo que podría indicar bien
la presencia de yacimiento arqueológico, bien
que se trate de un arrastre de material procedente de otras zonas, debido fundamentalmente
a las labores agrícolas que se han desarrollado
en la zona hasta la actualidad. En la segunda
zona a destacar, se observa en superficie una
alta densidad de concentración de restos muebles, por lo que pensamos en un principio que
estaríamos ante un posible yacimiento.
- Señalización: Se jalonarán con cinta de obra
los bienes culturales localizados en la banda de
estudio, quedando excluido el interior del perímetro de cualquier movimiento de tierras.
3. Medidas Compensatorias a ejecutar en
fase de obra, con anterioridad al inicio de los
movimientos de tierra:
Se estima conveniente que estas medidas
comiencen a ejecutarse con una antelación
suficiente (1 mes) al inicio del movimiento de
tierras, para disponer de un margen de tiempo
que permita, en su caso, corregir, ampliar, o
completar las medidas adoptadas.
Ante estos resultados resolvimos concentrar
un mayor número de sondeos en estas dos
zonas para comprobar la posible existencia de
un yacimiento arqueológico y su extensión.
55
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
IV.2. Sondeos mecánicos
Durante el seguimiento arqueológico, en el
punto en el que se encuentra el puente de la
carretera CM-400 sobre el Algodor, se accedió
a un estribo de otro puente más antiguo, que
data de 1940 y está protegido por Resolución
de Cultura. Se observaron diversos deterioros
en la citada estructura, causados por el empleo
de maquinaria para la colocación de las pilas
del nuevo viaducto de la Autopista y para
evitar el avance de dichas destrucciones, D.
Fernando Sánchez Hidalgo, arqueólogo encargado del seguimiento arqueológico, propuso la
creación de un “encofrado”, que tapara parcial
o totalmente el estribo, tal como había solicitado verbalmente D. José Ramón Ortiz.
Por otra parte, en ese mismo lugar, el P.K.
34+100, se habían observado diversos fragmentos cerámicos al desbrozar la superficie. El
hallazgo se reflejó en un informe previo específico, en el cual se adscribían estos materiales
a diversos periodos, entre la Segunda Edad del
Hierro y la romanización.
La inspeccción de la zona arqueológica
localizada por parte del arquéologo D. Jose
Ramón Ortíz, de la Dirección General de
bienes y Actividades Culturales de la Junta
de Comunidades de Castilla la Mancha, tuvo
como consecuencia la propuesta, por parte de
dicho técnico, de una serie de medidas a tomar,
entre las que destacamos:
- Desbroce general del área, controlado por
el arqueólogo que suscribe, en las zonas que
faltaban por rebajar.
- Comprobar con una inspección visual
superficial, la extensión del emplazamiento,
dentro de la banda de expropiación del presente proyecto constructivo.
- Documentar la dispersión de materiales
arqueológicos en el entorno de la obra, para ser
incluidos los datos en la Carta Arqueológica.
- Realizar una serie de calicatas mecánicas,
en el lugar acotado, para comprobar las esratigrafías y facilitar el proceso de excavación
arqueológica. El área implicada sería la que se
extiende desde el P.K. 34+100, al oeste, hasta
la Obra de drenaje del P.K. 34+250.
56
A raíz de las prescripciones de Cultura, se
realizó, en gabinete, una propuesta específica
de Intervención, Excavación Arqueológica en
extensión, para el yacimiento denominado
Pozos de Finisterre, en una reunión mantenida,
en las oficinas de Dragados en Almonacid, con
el Ingeniero de Producción y los encargados de
tierras; en ella se expusieron las necesidades
derivadas de los nuevos hallazgos arqueológicos en el entorno del Algodor y la consecuente
excavación, determinándose preparar el balizamiento de una zona de inicio cuya delimitación
se facilitaría mediante la realización de una
serie de calicatas y zanjas mecánicas.
En abril de 2004 se llevó a cabo esta fase en
su totalidad. El emplazamiento de los sondeos
persiguió obviamente acotar con mayor certeza la extensión del yacimiento y valorar la
potencia y las características de los restos que
integraban el mismo desde los datos reflejados
en los perfiles de los mismos.
De la valoración de los perfiles de los sondeos se desprendía:
- La confirmación de la necesidad de efectuar
la tercera fase de la intervención (Excavación
en extensión).
- El emplazamiento y la extensión de un área
inicial. Balizamiento.
La excavación arqueológica
V. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA
V.1. Desarrollo estratigráfico:
Ámbitos de actuación
grantes de las paredes –mampuestos- de edificios destruidos del yacimiento. Además, la presencia de algún fragmento de molino de mano
de granito, así como de un elevado número de
fragmentos de huesos de animales diversos,
apuntaban la posibilidad de que estuviésemos
ante un asentamiento estable, cuyo emplazamiento cercano al cauce del Algodor dentro
del territorio accidentado de la Serrezuela de
Manzaneque, por una parte, lo definía como
“asentamiento en llano en relación con el paso
del río y de la cadena montañosa” y por otra,
presagiaba también su destrucción.
Se balizó en ese P.K. una zona dentro de la
traza de la Autovía intentando acotar el lugar
de mayor concentración de restos superficiales:
fragmentos de cerámica pintada (bandas, círculos, etc.) y romana de referencia inequívoca
(terra sigillata) además de tejas curvas. Las
características de estos materiales cerámicos
indicaban una cronología para el enclave que
incluía el periodo denominado Hierro II y la
etapa romana.
Con la limpieza mecánica y manual del
espacio delimitado para excavar, salieron a la
luz algunos elementos y niveles arqueológicos
que confirmaban la existencia en el lugar de un
yacimiento arqueológico efectivamente muy
arrasado.
Por otra parte, destacaban también en superficie, entre los cantos pequeños y angulosos del
nivel natural de coluvión, otras piedras –cuarcitas- de un tamaño mayor cuya morfología
-prismas de secciones rectangulares con aristas
de entre veinte y treinta centímetros- hacía
pensar que podía tratarse de elementos inte-
57
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
A los factores que suelen mencionarse como
causantes de la destrucción de yacimientos
arqueológicos, como la remoción continuada
de tierra en superficies extensas efectuada por
la maquinaria empleada en el mantenimiento de los terrenos de cultivo, o los impactos
puntuales más recientes relacionados con la
ejecución de obras de carácter civil, de mayor
o menor envergadura – canalizaciones, carreteras, etc.- había que sumar, en este caso, otros
derivados de la construcción del Embalse de
Finisterre en el río Algodor; entre ellos cabía
pensar en: desplazamientos del cauce principal y aparición de ramificaciones del mismo,
así como en la posibilidad de que hubiesen
tenido lugar alteraciones en el nivel de agua
que hubiesen anegado terrenos anteriormente a
salvo de estas eventualidades.
V.2. El proceso de excavación
Establecidos por parte del equipo técnico
los límites del área en la que se iniciarían los
trabajos correspondientes a esta fase del proceso de intervención, la excavación del yacimiento de Pozos de Finisterre comenzó con
un desbroce mecánico, seguido de la limpieza, excavación y documentación gráfica
(planta a escala 1:20; fichas de Unidades
Estratigráficas, Estructuras & Ámbitos) y
fotográfica de cada una de las Unidades (digital y color).
Los materiales arqueológicos (cerámica,
huesos y material lítico) fueron separados para
su estudio en bolsas asignadas a su correspondiente contexto. Los niveles arqueológicos
se insertaron en una secuencia estratigráfica
(Matrix de Harris), se describieron, dibujaron
y fotografiaron.
En busca de una documentación lo más
completa posible del yacimiento arqueológico
o la parte de éste que iba a ser cubierta por
las obras de esta autovía nos marcamos una
serie de objetivos; en primer lugar, constatar la
potencia real del registro que de acuerdo con
los perfiles visibles parecía a priori escasa y
en segundo lugar, documentar las estructuras
existentes. Los resultados arrojaron un saldo
muy positivo, aunque algunos de los testimonios de la existencia de edificios, como ya
58
hemos dicho, aparecían claramente en posición
derivada. Con los primeros movimientos de
tierra realizados a ambos lados de la zanja
oriental se excavaron de forma manual los
distintos niveles detectados en los perfiles para
valorarlos desde el punto de vista cronológico,
cultural y funcional, dejándose en planta los
restos estructurales que estaban dentro del área
de actuación.
Pretendíamos, además, valorar la existencia
o no de niveles prerromanos y romanos en
secuencia correlativa de acuerdo con lo que
sugerían los materiales arqueológicos recuperados y una lectura coherente del registro
siempre que este último fuese posible. En última instancia, el objetivo fundamental era proponer un significado para este enclave a nivel
de territorio, en un marco histórico amplio que
indicado por materiales en su conjunto.
Los trabajos arqueológicos se llevaron a cabo
con la ayuda de una máquina excavadora mixta
con la que se procedió a la apertura de un área
rectangular (sector oriental) a lo largo de la traza,
que integraba únicamente el espacio comprendido entre las zanjas más orientales efectuadas durante la peritación. Sucesivas ampliaciones,
hacia el Noreste, el Oeste y el Suroeste, efectuadas a medida que fueron detectándose nuevos restos, abrieron un espacio poligonal de
más de tres mil metros cuadrados, ocupando
la traza con el fin de precisar la extensión del
yacimiento en el interior de la misma.
El trabajo efectuado por la máquina se complementó con la correspondiente limpieza utilizando medios manuales, los que proporcionaron nueve operarios y algunos arqueólogos
para poder delimitar con precisión el perímetro
y extensión de los tramos de zócalo que conformaban las distintas estructuras y/o ámbitos,
así como de los niveles, asociados o no a éstos.
En algún caso pudo determinarse la existencia de esa relación, aunque, en general, sólo
se apreció la destrucción en profundidad que
había sufrido el yacimiento como consecuencia, por una parte, de actividades humanas
más o menos recientes, como la del arado,
cuya huella pudo detectarse en algunas de las
cuadrículas junto con las zanjas para la acometida de diversas canalizaciones y, por otra
parte, de la más que probable desarticulación
La excavación arqueológica
Figura 27.- Planimetría general de la excavación (Pozos de Finisterre, 2004)
59
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 28.- Inicio de los trabajos de excavación a partir de la zanja oriental
Figura 29.- Derrumbe de adobes
60
La excavación arqueológica
de unas estructuras emplazadas tan cerca del río,
tanto por las eventuales oscilaciones naturales en
el cauce como por las añadidas artificialmente con
la realización más recientemente del Pantano
de Finisterre. En el mismo sentido habría que
mencionar también como responsables de la
destrucción a la plasticidad y movilidad de los
materiales geológicos sobre los que se encuentra el asentamiento.
adobe de colores y aún conservaba en su interior dos vasijas enteras lo que desde el principio nos hizo valorar la posibilidad de que se
tratara de una tumba.
Además de estos elementos arquitectónicos,
se documentaron restos de lo que parecía un
hogar o enterramiento, leves referencias a pavimentos de lajas de pizarra, un pedestal cimentado, tal vez soporte de miliario o estatuaria
y, finalmente, restos de un empedrado que se
extendía también en dirección Este-Oeste. Se
pensó que éste último podía corresponder a un
camino con dirección al río, existiendo además la posibilidad de que otros restos que este
“camino” englobaba en un punto más próximo
al cauce (una pila de obra y dos prismas yuxtapuestos de granito y cuarcita) hubiesen formado parte tal vez de la entrada a un puente.
Cada una de las estructuras o elemento de
las mismas fue delimitada, limpiándola en
profundidad, con el fin de precisar tanto como
fuera posible su morfología así como el registro estratigráfico asociado. Para documentar se
siguió como sistema el método estratigráfico,
numerándose cada estructura y depósito y
recogiéndose esta información y otras relativas
en fichas.
Por otra parte, para realizar una representación gráfica suficientemente precisa de la
planta del yacimiento y para complementar los
trabajos de topografía necesarios, se estableció
una parrilla en el interior del área a partir de la
cual se dibujó la planta del yacimiento.
En cuanto al procedimiento seguido en la
intervención, el nivel de revuelto de materiales
arqueológicos se recogió en las unidades 2,
zona Este y central, y 34, zonas Oeste y Norte,
existiendo en estas unidades algunas acumulaciones de piedras que tal vez fuesen resultado
de destrucciones recientes de zócalos u otras
estructuras -unidades 4 y 5- similares a los que
se han encontrado en posición original, una vez
realizada la limpieza de la planta de la fase de
destrucción más reciente del asentamiento.
Se llevó a cabo también un trabajo fotográfico en el que además de realizarse fotografía
aérea se hicieron tomas generales del yacimiento y específicas de cada estructura y nivel
-su nivel de detección- y final en papel –color
y blanco y negro- y digital.
V.3. Secuencias y Ámbitos identificados
La superficie inicialmente acotada comenzó
a excavarse, como ya hemos dicho, en su extremo Este, a ambos lados de la zanja oriental,
en cuyos perfiles se habían documentado en
la fase de sondeos una serie de niveles conformando una secuencia conjunta de escasa
potencia; luego se realizaron ampliaciones, al
Oeste y al Norte, como también se ha mencionado ya.
V.3.1. Ámbito 1
Se identifica con una estructura que conservaba, entre otros elementos, parte de la delimitación perimetral de un pequeño espacio:
paredes de adobe y piedra.
La UE 17, situada al Norte de la estructura,
podría ser un tramo de zócalo de mampostería
careada cuya posición con respecto al cercano
UE 11 marcaría una línea con dirección EsteOeste aproximadamente, la misma que la señalada por otros tramos documentados en el resto
del área abierta. Sólo en ese sentido puede
relacionarse con esta unidad, puesto que en el
espacio que mediaba entre ambos elementos
únicamente se excavaron pequeños depósitos
procedentes de la destrucción de la estructura
de adobe en la que parece estar integrada esta
Los restos de construcciones que fueron descubriéndose ponían de manifiesto la existencia
de estructuras pertenecientes a un asentamiento
casi totalmente arrasado con la excepción de
algunos tramos de zócalo de muro de mampostería, que conservaban una o dos hiladas de
alzado marcando líneas casi exclusivamente en
dirección Este-Oeste.
Sólo un pequeño espacio adosado a uno de
estos tramos se levantaba desde el suelo con
61
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
unidad 17, quizás como base de un elemento
de apoyo de la misma. Su fábrica de mampuestos líticos angulosos presentaba al menos
dos superficies careadas entre las que se había
depositado material lítico de tamaño diverso y
barro. El alzado apenas conservaba una hilada y al flanco Sur se unían la pared Oeste de
adobe -UE 26- y un bloque exterior de planta
hemicilíndrica también de greda, en este caso
amarilla -las UU.EE. 56 y 57.
Las otras paredes de este pequeño espacio,
sus lados Este y Sur, las unidades 23 y 24, eran
también de adobe, amarillo en el primer caso y
naranja en el segundo.
En el interior se identificaron varias unidades. El suelo -UE 53- de tierra endurecida, probablemente apisonada, estaba formado aparentemente por tierra arcillosa con cal. Sobre él se
encontraron posibles referencias al uso de este
espacio en la presencia de dos vasijas a torno,
de tamaño medio, una de cocción reductora,
de cocina y otra oxidante, sin decoración; se
recuperaron casi completas –UE 20 y UE 21-.
Todos los elementos que se han descrito hasta
aquí hacen pensar que se trataba de una tumba
de túmulo aunque el nivel interpretado como
de abandono –UE 50- y destrucción permite
alguna consideración que dejarían la puerta
abierta a otra lectura del registro distinta a la
que hasta aquí hemos hecho.
Matricialmente idénticos, el nivel de relleno del interior de la estructura –UE 50- y el
del interior de las vasijas, no aportaron nada
decisivo –tampoco el material mueble- a la
interpretación funcional de la estructura. Se
trataba de un nivel de tierra arcillosa con bajo
porcentaje de arenas y material arqueológico
–algún fragmento cerámico. Apoyando en el
suelo se encontraban, además de las vasijas
mencionadas, diversos fragmentos de adobes
-UUEE 51 y 52- interpretados como residuos
de la destrucción de las paredes de la estructura, ilustrando una fase –destrucción- previa
a la del depósito del nivel de tierra UE 50
–abandono. Sin cenizas, ni dentro ni fuera de
urna, nada en este interior impediría pensar en
otra función para esta pequeña edificación, por
ejemplo la de almacén o despensa, que en todo
caso había sufrido otra fase de destrucción,
más recientemente, durante la cual desapare-
62
Figura 30.- Entorno oriental más próximo al
Ámbito 1. UE 11
cieron el sector nororiental del perímetro y el
suelo de la estructura, dando lugar en esta zona
a otros depósitos –UUEE 73 y 28- cuya matriz
incluía restos de los elementos destruidos
entre los que probablemente se encontraba una
parte de la UE 50. Sin embargo, los elementos
arquitectónicos que se encontraban adosados
al exterior del recinto en su lado Oeste –UUEE
56 y 57- no encajarían en esta lectura (almacén
despensa), pero sí podrían haber servido, sin
embargo, para señalar “monumentalizándolo”
el enterramiento o el lugar, puesto que también
es posible que se trate de un espacio que desempeñase alguna otra función en el cementerio, o en el asentamiento romano.
Dentro del sector oriental del área excavada,
en el entorno más próximo de la estructura 1,
otras unidades podrían indicar que ésta fue
una dependencia de otro edificio de mayores
dimensiones dentro del cual aparecería relacionada con otros elementos arquitectónicos cuya
interpretación funcional tendría entonces que
ser complementaria. Así el “hogar” del ámbito/estructura 5 estaría incluido en el mismo
edificio a través de la interpretación de las unidades 11, 9 y 10. La primera de ellas un tramo
de zócalo de piedras de apenas una hilada de
La excavación arqueológica
alzado también con aparejo de mampostería
careada y alineado con el zócalo -UE 17- del
ámbito/estructura 1.
cenizas, o bien la existencia de la misma bajo
el suelo –UE 53.
Al Sur y Oeste de este ámbito 1, la unidad 73, así como al Norte la 28, presentaban
características similares a las documentadas en
otras zonas del asentamiento; es el caso de las
unidades 6 y 33, un horizonte bastante desmantelado de cantos angulosos de similar tamaño,
permiten contemplar la posibilidad, adecuada
a la lógica, de que existiese un pavimento de
cantos que permitiera la circulación de personas y animales en exteriores; lo cual podría
estar también en contra de la interpretación de
almacén propuesta para el ámbito 1.
La UE 9 es un nivel de ceniza y greda rojiza
que no se excavó, fue sólo documentado en
planta después de su detección en el perfil
Oeste de la zanja oriental sobre la UE 3 de formación geológica -arcilla de color chocolate;
no había, por tanto, evidencias de su relación
con la fase de destrucción de las “arquitecturas” más próximas, aunque por cota relativa
–menor que la del cercano zócalo UE 11podría también constituir otro elemento más en
apoyo de la hipótesis de la fase de explanación
que parece haber sufrido el enclave con la llegada romana (hipótesis de la existencia de dos
periodos: prerromano de necrópolis y romano
de asentamiento en relación con el paso del río
Algodor).
También en el sector oriental del área abierta, a cierta distancia de la estructura 1, otra
estructura que no aportó información en cuanto
a su relación con los ámbitos propuestos en el
sector oriental, es la fosa de paredes y base
plana, cuya forma se deduce de la observación
del perfil Oeste de la zanja oriental y la planta
de la estructura en el área abierta en torno a la
zanja (Fotos 73-75). Tiene el aspecto de una
arqueta aplanada –simple fosa- (UE 19) y su
conteniendo (UE 22), aparentemente de matriz
arcillosa cenicienta, con pequeños fragmentos
de adobe de colores claros y algún fragmento
de hueso. No se excavó.
La UE 10 es posiblemente un depósito de
enlucido de revestimiento mural, con reducida
extensión, redondeado en planta, mostraría un
elevado grado de arrasamiento del derrumbe de
las paredes del/los ámbito/s 1 y/ó 5.
En resumen: si desecháramos la lectura de
sus elementos como correspondientes a los
restos de un enterramiento, quizás podríamos
interpretar el pequeño espacio de la estructura
1 como almacén o despensa, acaso relacionado
con un edificio de mayores dimensiones en el
que también podría estar incluido el hogar –
ámbito 5- y el tramo de zócalo 11; sin embargo,
son numerosas las dudas existentes al respecto,
sobre todo por su tamaño, sus paredes de adobe
desde el suelo y la presencia de las unidades de
greda que se le adosan al exterior formando un
bloque hemicilíndrico.
V.3.2. Ámbito 2
Otras unidades situadas al Norte del espacio 1
podrían definir la existencia de nivel horizontal
de cantos de río de tamaño mediano y pequeño,
tal vez parte de un pavimento, unidad 12, desde
luego muy desmantelado. Destacaban en su
perímetro, en la zona Sur, algunos mampuestos
de cuarcita que se individualizaron como unidad 13, pensando que quizás correspondiesen
a un tramo de zócalo base de muro. No parece
que se trate de parte de una estructura tubular
puesto que bajo la unidad 12 se individualizaron otras, 47, 48 y 49, siendo la primera de
ellas el nivel matricial que contiene la segunda
y la tercera -fragmentos de objetos metálicos.
Es posible que estos niveles -ámbito 2- sean
parte de un espacio pavimentado, interior o
exterior. En el nivel 47 se recuperaron además
un pequeño fragmento de lucerna y algún liso
de forma indeterminada de T.S.H.
Parecen ser referencias a un enterramiento
con túmulo de adobe, incluso con la certeza
de que no había cenizas en el interior de las
vasijas 20 y 21 -excavadas en el laboratorio,
pudimos extraer únicamente una matriz arcillosa similar en contenidos de materia orgánica y
arenosa a la unidad 50 que colmataba bajo UE
2 el interior de este espacio 1.
En la hipótesis del enterramiento habría que
suponer bien el robo de la única evidencia
segura para otorgar definitivamente a este
ámbito la función de tumba, la urna de las
63
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 31.- Proceso de excavación del Ámbito 2
V.3.3. Ámbito 5
Al Este de la estructura/ámbito 1 y de las
unidades 9, 10 y 11, se documentaron los restos
de otra estructura, la 5, cuya morfología podría
definir un hogar o un enterramiento. Ya al realizarse la zanja oriental, en la fase de sondeos,
se detectaron algunas de las unidades que la
integraban y su excavación posterior permitió
registrar un conjunto mayor de estratos que
referían tanto la construcción de la estructura
como el uso de la misma.
En la parte más antigua del registro se consideró la existencia de una superficie o elemento
interfacial, UE 86: fosa o leve rehundimiento,
sobre el que se disponían diferentes depósitos
y elementos conformando una estructura. En
contacto con la superficie 86 se encontraba la
unidad 88: un nivel de greda naranja que a su
vez soportaba dos tramos de mosaico cerámico
UUEE 83 y 87 y restos de un zócalo de adobe
del que sólo quedaba en su lugar la unidad 85.
Efectivamente, al desmontar la estructura
pudimos apreciar sobre la greda naranja, UE
88, dos tramos de mosaico de fragmentos
64
cerámicos, a torno, oxidantes, lisos y pintados,
UUEE 83 y 87, el segundo de ellos a una cota
algo más baja -1 a 2 cm.- que el primero.
Como hemos dicho, dentro de la secuencia se
consideró como elemento estructural también
la UE 85; situada al Sur del conjunto. Este
zócalo de greda/adobe tenía el interés de que se
podía interpretar como resto de la delimitación
perimetral de un espacio junto con las unidades
UUEE 8 y 89, que ponían en evidencia por su
parte la destrucción del zócalo. Por otro lado,
la UE 76, una mancha de quemado del mosaico cerámico UE 83 y del zócalo 85, ponía de
manifiesto la existencia de una interfase entre
la construcción de esta estructura 5 y la fase de
uso de la misma representada por las cenizas
que estaban ocupando del espacio delimitado.
Diferencias de color en las cenizas permitieron considerar la existencia de tres depósitos
distintos: la UE 7, ceniza gris, la UE 81, nivel
de ceniza gris clara que apoyaba en las unidades 88, 76 y 83 y finalmente la UE 82, también
restos de combustión, en este caso ceniza oscura, situada al Este del zócalo 85, supuestamente
excediendo el perímetro que esta unidad seña-
La excavación arqueológica
laba. El conjunto de depósitos de ceniza, en
principio, podría sugerir una función de hogar
para la estructura; sin embargo, cabe también
la posibilidad de que las cenizas se hayan
traído incandescentes a la misma, dando lugar
en ese momento a la unidad 76, en cuyo caso
estaríamos ante un proceso que formaría parte
de un ritual de enterramiento.
cierta medida la sequedad o el calor quizás
necesarios para ciertas vasijas o alimentos
cocinados o no.
Por otra parte, cabe sin embargo, como en el
caso de la estructura 1, leer el registro en clave
de enterramiento integrando esta circunstancia;
esta unidad, también estructural, serviría simplemente de elemento sustentante o de preparación de una simple tumba en la que mediante
un zócalo de adobe se crease el espacio necesario para la contención de las cenizas. Es posible
que sobre estos depósitos se levantase alguna
señalización del lugar y si bien esto no pudo
documentarse claramente, si se constató la presencia de las UUEE 4 y 5, dos acumulaciones
de mampuestos individualizados dentro de la
UE 2 sobre la estructura 5.
Niveles de fragmentos cerámicos formando
mosaico se han documentado frecuentemente
como elemento constructivo en hogares de
otros yacimientos y podrían estar cumpliendo
una doble función: ofrecer una superficie sólida de apoyo, por una parte, y aportar regulación térmica por otra.
En algunos detalles de la deposición de la UE
88 cabría también esta doble lectura en clave
de hogar y clave de enterramiento. En concreto el hecho de que se encontrase excediendo
los límites de la UE 86, permite plantear, por
una parte, la existencia de una zona del hogar
marginal, ligeramente retirada de la de combustión, cuya utilidad fundamental consistiese
entre otras posibilidades en la creación de un
espacio en torno al hogar que conservase en
Las características de otros depósitos daban
cuenta, como ya se ha señalado, de la destrucción de la estructura; es el caso de UE 8:
arcilla/greda roja y algún fragmento cerámico
calcinado (parte de UE 85)- y de UE 89: greda
amarillenta muy quemada, localizada en el
perímetro del “hogar”, que procedería también
de la destrucción del zócalo 85.
Figura 32.- Aspecto parcial del Ámbito 5
65
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 33.- Detalle del Ámbito 5
V.3.4. Ámbito 6
También en torno a la zanja oriental, al Sur
de las estructuras que hemos descrito anteriormente, un número reducido de unidades
formaban una secuencia de fases e interfases
que permitían suponer la existencia de una
estructura/ámbito, la 6.
La unidad estratigráfica 14, situada al Este
de la zanja mencionada en cuyos perfiles no
aparecía, era un nivel horizontal de matriz
arcillosa con elevado porcentaje de pequeños
carbones, ceniza y bajo porcentaje de arenas;
su horizontalidad y escasa potencia, 1 a 2 cm.,
así como su relativa extensión y la irregularidad de sus límites sugería la posibilidad de que
existiese una interfase de explanación –UE 90.
La presencia de pequeños fragmentos –de 8 a
15 cm.- de lajas de pizarra en posición horizontal, UE 15, sobre este nivel 14 y de la placa de
greda UE 18 hace que consideremos estos elementos como restos de una posible estructura
–la 6- correspondiendo la greda posiblemente
al derrumbe de la pared de espacio o ámbito
que no se excavó y cuya función se desco-
66
noce. Parecida secuencia se documentó como
veremos en la estructura y ámbito 3: nivel
explanado –fase e interfase- y lajas de pizarra
de posible pavimento –fase.
Como en los casos de las estructuras descritas con anterioridad ninguna unidad en su
entorno permitió establecer su relación con los
espacios cercanos documentados.
V.3.5. Ámbitos 3 y 7
En el sector Oeste del área abierta se localizaron dos bloques de unidades, algunas de
las cuales definían estructuras/ámbitos, la 3 en
el primer bloque y la 7 en el segundo, que se
excavaron y delimitaron perimetralmente sólo
en parte.
En el primer bloque se repite la secuencia
documentada en la estructura 6: bajo algunos
elementos estructurales que definen una fase
–posiblemente romana- se detectó un nivel con
restos explanados –fase e interfase; la matriz
del nivel en el caso de esta estructura 3 incluye
materiales de construcción blandos: fragmen-
La excavación arqueológica
Figura 34.- Ámbito 6. Unidad 18: placa de greda con huellas de arado
tos pequeños y medianos de adobe/greda. Se
planteaba así, aquí como en 6, la posibilidad
de la existencia de dos fases; una primera en
la que se encuentran depósitos de pequeños
carbones y cenizas y en la que los materiales
constructivos empleados son adobes o greda,
como de la estructura 1 y los de la 5 y otra fase
más reciente –posiblemente romana- en la que
las construcciones se levantan sobre zócalos de
piedra y algunos espacios se pavimentan con
pizarra. La explanación del nivel inferior de
greda indicaría una interfase de acondicionamiento del enclave.
patente en los niveles de derrumbe UUEE 61,
62 y 66. Bajo estos restos se encontraba un
nivel, aparentemente explanado (UE 67), que
se excavó parcialmente en la zona Sureste de
la estructura 3 y que estaba integrado por otra
clase de materiales de construcción: adobe/
greda disgregado en fragmentos pequeños y
medianos.
Con una disposición y cota similar, los depósitos de greda-adobe 68 y 69, situados al Este
y Sur del conjunto, podrían corresponder también al nivel explanado 67 así como la UE 70,
un depósito de adobe quemado situado en el
extremo Oeste de los restos de la estructura 3.
Las dos estructuras que definen el ámbito 4
–pedestal y restos de un posible camino empedrado, UE 75- son las que sugieren una cronología romana para esta segunda fase, como
veremos más adelante.
A excepción de la posibilidad de que la alineación 32 marque como parece la dirección
de un tramo de zócalo, no se documentaron,
salvo el elemento 31, otros tramos que definiesen el perímetro de la estructura 3. Así
dispuestos los restos estructurales formarían
un espacio triangular, en el que podrían quedar
restos del pavimento de lajas de pizarra, en dos
tramos, UE 63. En dos puntos del interior de
este espacio 3, la presencia de otros elementos
Efectivamente, un tramo de zócalo de mampostería careada –UE 31- y restos posiblemente
de otro –alineación 32- junto con la UE 63 que
quizás indique la existencia de un pavimento de
lajas de pizarra, definían una fase constructiva
y parte de un espacio cuya destrucción queda
67
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 35.- Ámbito 3
Figura 36.- Ámbito 7
68
La excavación arqueológica
vendría a contextualizar el derrumbe y la ruina
de la estructura. En uno de los puntos se han
diferenciado tres niveles de derrumbe (del
más superficial al más profundo): piedras de
morfología y tamaño similar a los mampuestos
que carean los zócalos, UE 61, que indicarían
el derrumbe de éstos; teja y fragmentos cerámicos, UE 62, que ilustrarían la caída del techo y
el abandono del espacio. En cualquier caso no
es seguro que en el proceso de formación de la
secuencia no hayan intervenido otros factores.
complementarios, interfases UUEE 98, 99 y
104; son unos espacios que siguen el perímetro
del edificio y estarían seguramente destinados
a albergar una canalización.
Desde el registro documentado en los sectores Este y Oeste del área abierta y hasta aquí
descrito, hay que señalar como posibilidad la
existencia de dos períodos en la ocupación de
este enclave; durante el primero de ellos, un
momento sin determinar del Hierro II, el lugar
se habría utilizado tal vez como necrópolis y
durante el segundo, ya en época de romanización y romana, como asentamiento en relación
con el paso del río. En el sector Norte, en realidad ampliación del sector Oeste en dirección
Norte, se excavaron los restos de dos estructuras que se han integrado en un mismo ámbito,
el 4 y que podrían definir una zona exterior
y coetánea a este asentamiento del segundo
periodo y vienen a confirmar su relación con
el paso del río y el sentido del enclave dentro
del territorio.
En el otro punto, la UE 66 es otra de las acumulaciones de materiales que atestiguarían la
ruina del espacio 3. Apoyaría también en 67 y
en este caso no pueden diferenciarse niveles de
deposición. La unidad queda definida por una
matriz arcillo arenosa en la que se observa un
nivel medio de materia orgánica, piedras cuarcitas, fragmentos de tejas y de cerámica.
Al Sur del zócalo 31, sí queda clara la presencia de un nivel explanado (fase e interfase)
UE 67, sobre el que se encontraban los escasos
testimonios de pavimento, UE 63. Al Este, Sur
y Oeste las UUEE 68, 69 y 70 parecen una
continuación del mismo nivel explanado.
V.3.6. Ámbito 4
En el denominado ámbito 4, se encontraban
una serie de unidades formando un conjunto
“exterior a la zona de habitat” que podría
interpretarse como zona de uso público y que
estaba esencialmente integrada por los restos
de un camino –estructura 75- y un soporte
cimentado, tal vez de un hito que señalase este
punto de cruce en el río Algodor. Presentaba
éste último elemento arquitectónico una fosa
de cimentación de un pilar de granito con la
superficie horizontal superior horadada en el
centro, lo cual permitía, en principio, como
decimos, interpretarlo como soporte bien de
miliario o de estatuaria aunque las características del resto de las unidades del conjunto
apuntan en la dirección de la primera de las
consideraciones.
Cabe señalar que, de los restos de la estructura 3, sólo fueron excavados los derrumbes
y del estrato sobre el que se construye, UE
67, un pequeño sector en el extremo Sureste,
UE 68. Por otra parte, nada en el interior de
la estructura ayuda a valorar la función que
pudo tener, ni siquiera considerando otros
grupos de unidades cercanos (41/42/60/74).
Por sus reducidas dimensiones, es admisible
la idea de que podría tratar-se de un espacio
dependiente del cercano edificio 7, segundo
bloque de unidades del sector Oeste, aunque la escasa definición del perímetro en éste
último recinto reducida a sólo una parte de los
zócalos de piedra de los lados Norte y Oeste,
no permite asegurarlo.
El segundo bloque de unidades, corresponde
al edificio 7. Así, los elementos 91 y 94, 95
y 96 y 97 y 102 forman parejas de tramos de
zócalos que definen parte del sector noroccidental de un edificio que no se excavó.
Mediante la realización del sondeo 54 se
excavaron algunas unidades que formaban
parte del conjunto tal como pudo documentarse. Un pilar (67X56X72 cm.) de granito horadado, UE 65, que se interpretó como soporte de
miliario o estatuaria y que se encontraba depositado en una fosa, UE 93, que se había rellenado, UE 64, con piedras cuarcitas de mediano
La disposición paralela de esas parejas de
tramos de zócalos también de mampostería
careada con dirección E-O, crean espacios
69
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
tamaño que cumplían la misión de sujetar el
pilar granítico y entre las que pudo recuperarse un fragmento de T.S.H., un fragmento de
vidrio y uno de hierro correspondiente a una
herramienta probablemente de cantería.
Este pilar cimentado, se encontraba a mitad
de distancia entre la zona que pudo ocupar el
asentamiento y los restos interpretados como
camino y posible entrada a un “puente” para
el paso del río. Para estas últimas unidades
integradas en la estructura 75, que se disponían
marcando la misma dirección que los tramos
de zócalo descritos anteriormente, E-O, el procedimiento seguido permitió la consideración
de las siguientes individualizaciones:
En la ampliación hacia el norte del área
abierta, al este de la zanja occidental y bajo
la unidad 34, se limpió la UE 30, un nivel de
tierra y piedras angulosas, de tamaño mediano
y mayor, entre 10 y 30 cm., que se extendía
sobre otra capa de piedras menores, alargándose ambas en dirección Este-Oeste; su disposición, en todo caso, ponía en evidencia que casi
todas se encontraban movidas respecto a la que
podría haber sido su posición original quizás
calzos de un camino. Se procedió a la retirada
de este nivel removido, en G 2 y H 2, dejando
al descubierto una interfase de destrucción, la
unidad 40, contemplándose la posibilidad de
que fuesen los restos de un camino calzado con
dirección al río.
El nivel de piedras de menor tamaño, UE
39, englobaba las unidades 38, 71 y 72 que
se interpretaron como elementos sustentantes
quizás relacionados con la entrada a un puente
que habría permitido cruzar el río.
La limpieza del perfil de la zanja occidental
mostró además de la presencia de un pilar de
obra con traba de argamasa rojiza, UE 71, otros
dos monolíticos adyacentes: uno prismático de
granito y el otro, UE 72, de cuarcita colocado
en su lado Este, de menores dimensiones. El
nivel subyacente de piedras de menor tamaño, UE 39, englobaba a estos tres elementos arquitectónicos, formando un talud. Sus
características, emplazamiento, disposición e
interrelación podrían indicar que se trata de la
entrada aun puente.
Hemos considerado el conjunto de elementos
que integran el camino y el puente como una
unidad estructural, la 75.
Ciertamente debe considerarse que en este
sector Norte del área, la entidad de los restos
excavados no permite mayor elaboración en
la propuesta de interpretación de los mismos,
Figura 37.- Ámbito 4. UE 65. Soporte cimentado de granito
70
La actuación arqueológica
pero ciertamente tampoco admite muchas
dudas y aporta, para el segundo período, la
clave del emplazamiento de este asentamiento
en el territorio: el paso del río Algodor. La
confirmación de su existencia es, desde luego,
un dato de interés para la reconstrucción viaria
romana en la zona oriental de Los Montes
de Toledo, sobre todo si se considera que el
punto está en “la recta” que une Consabura
con Toletum.
Es poco lo que podemos decir respecto a otros
aspectos, como las características urbanas del
asentamiento, cuyo conocimiento sería de igual
o incluso mayor interés, sobre todo si se acepta
que pudo cumplir el papel de lugar-parada en
relación con el paso del río, a media distancia
entre Consaburum y Toletum, ofreciendo la
posibilidad de dividir en dos el último tramo de
la ruta 30 del Itinerario de Antonino.
El conjunto de los elementos arquitectónicos
documentados no aporta apenas nada al uso y
a la disposición de los espacios en el interior
de la zona urbana, excepto que parece haber
unos ejes Este-Oeste marcados por los muros,
zócalos de piedra que se levantaban directamente sobre el suelo, cuyo recrecimiento se
realizaba con greda, en adobe tal como se ha
documentado en la unidad 42 y en la pieza
Figura 38.- Ámbito 4: camino empedrado –UE 75.
Figura 39.- Ámbito 4: elementos sustentantes integrados en el camino empedrado.
71
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
individualizada en el nivel 92 del interior del
edificio 7, o bien, en tapial, como parece indicar la unidad 18. Queda por otra parte la duda
de si los restos integrados en la explanación
sobre la que se asienta el yacimiento romano
corresponden, como parece, a una ocupación
anterior del enclave, y si es así, cuáles fueron
las características de la misma.
V.4.-Conclusiones del registro estratigráfico
El estudio de los resultados obtenidos en la excavación apoyan nuestra teoría acerca del paso de
la vía romana Laminium-Toletum por esta
zona.
Los materiales, fundamentalmente fragmentos de cerámica pintada (bandas, círculos, etc.)
y romana de referencia inequívoca (terra sigillata), además de tejas curvas, indican claramente una pervivencia en el uso de este tramo
del recorrido viario al menos desde el período
del Hierro II y durante la época romana. Del
mismo modo, las estructuras apuntan hacia dos
fases de ocupación del enclave. Los ámbitos
1, 3 y 5 (entre otros) incluyen materiales de
construcción blandos (adobe/greda), correspondientes a una primera fase prerromana y
materiales más persistentes, tales como zócalos
de piedra y espacios pavimentados con pizarra,
correspondientes a una fase más reciente, probablemente romana.
Los pocos restos de las estructuras que existieron en el pasado en este punto corroboran
también la interpretación del empedrado como
vía de comunicación38.
Por un lado, la estructura correspondiente al
Ámbito 1 podría interpretarse como una tumba
de túmulo39. Por otro lado, el Ámbito 4, que es
el que mejor define al conjunto de la excavación, fundamentalmente en la interpretación de
ésta como enclave estratégico del paso de una
vía de comunicación principal. Este ámbito
queda definido por dos estructuras, un pedestal
y el camino empedrado; ambas sugieren una
cronología romana.
La UE 65 del ámbito 4 corresponde a un pilar
de granito con la superficie horizontal superior
horadada en el centro (signo de la técnica del
levantamiento de sillares en la edilicia romana).
En el relleno junto al sillar (UE 64) se hallaron un fragmento de T.S.H., uno de vidrio y
uno de hierro (correspondiente a una herramienta probablemente de cantería), todos ellos
signos evidentes de la cronología romana de
este nivel estragráfico.
Este pilar cimentado, se encuentra a mitad
de distancia entre la zona que pudo ocupar el
asentamiento y los restos interpretados como
camino.
La UE 30, un nivel de tierra y piedras angulosas, de tamaño mediano y grande, entre 10 y
30 cm, se extendía sobre otra capa de piedras
menores, alargándose ambas en dirección EsteOeste; su disposición, en todo caso, ponía en
evidencia que casi todas se encontraban desplazadas respecto a la que podría haber sido
su posición original, quizás como calzos de un
camino. Se procedió a la retirada de este nivel
removido, en G 2 y H 2, dejando al descubierto una interfase de destrucción, la unidad 40,
contemplándose la posibilidad de que fuesen
los restos de un camino calzado con dirección
al río.
El nivel de piedras de menor tamaño, UE
39, englobaba las unidades 38, 71 y 72 que
se interpretaron como elementos sustentantes,
quizás relacionados con la entrada a un puente
que habría permitido cruzar el río. La limpieza
del perfil de la zanja occidental mostró además
de la presencia de un pilar de obra con traba
de argamasa rojiza, UE 71, otros dos pilares
monolíticos adyacentes: uno prismático de granito y el otro de cuarcita, UE 72, colocado en
el lado Este de menores dimensiones. El nivel
subyacente de piedras de menor tamaño, UE
39, englobaba a estos tres elementos arquitectónicos, formando un talud.
38
Debemos apuntar sin embargo que, en la mayor parte de
los casos y ante la falta sustancial de datos arqueológicos,
la interpretación funcional de las estructuras no ha podido
realizarse.
39
V. detalles acerca de la problemática interpretativa de
este ámbito en la memoria de la campaña de excavación.
72
El segundo bloque de unidades, corresponde
al edificio 7. Así los elementos 91 y 94, 95 y
96 y 97 y 102 forman parejas de tramos de
zócalos.
La actuación arqueológica
El nivel superficial de formación y transformación continua Algodor puede ser una
explicación lógica de por qué los niveles de
piedra cuarcítica de menor tamaño aparecen
entremezclados en los ámbitos 4 y 7 con los
grandes zócalos de cimentación de la estructura viaria.
Los materiales asociados a este nivel corresponden a fragmentos cerámicos realizados a
torno, cocción oxidante, ocasionalmente pintadas (bandas y semicírculos concéntricos)
asociados a formas de tradición indígena, además de algún fragmento de teja y de cerámica
romana (T. S.). De hecho, entre los sesenta
fragmentos de sigillata encon trados en la
excavación, casi cincuenta proceden de las unidades superficiales y por lo tanto faltan contextos claros para la mayor parte de los fragmentos
recogidos. Sin embargo, también en torno a los
elementos arquitectónicos han aparecido cerámicas, como es el caso de la sigillata hallada en
la cimentación del pilar/soporte del ámbito 4.
Para analizar los elementos estructurales hallados en este yacimiento es preciso hacer ciertas
aclaraciones en relación a la técnica viaria
romana. Para ello vamos a utilizar una fuente
bibliográfica reciente que ha planteado por primera vez en la larga historiografía viaria romana las grandes diferencias y peculiaridades en
cuanto a la técnica constructiva de cada una de
las vías romanas, fundamentalmente hispanas;
se trata de la última publicación de Moreno
Gallo (2004), donde vamos a encontrar suficientes ejemplos para establecer una hipótesis
reconstructiva de la estructura viaria de Pozos
de Finisterre.
Figura 40.- Reconstrucción de la descripción de
Vitrubio de las distintas capas que componen una
calzada romana (Hamey, ed. 1990).
vías externas se constituía en la mayoría de los
casos por el jabre o la zahorra disponible en
la zona. En general se trata de canto rodado
cubierto y compactado con esta capa de tierra
de granulometría muy fina. También recientemente Santiago Palomero (2002) recuerda con
acierto que la capa de tierra con elementos de
piedra de pequeño tamaño resulta imprescindible en la capa superficial de las vías al exterior
de las poblaciones, ya que se constituyen como
una capa flexible y permeable que ayuda a la
filtración del agua y por lo tanto al mantenimiento del nivel de pavimentum intacto40. Sin
embargo a esta apreciación me gustaría añadir
otra que parece contradecirla. Se trata de un
pasaje de Amiano Marcelino donde afirma
que “la tierra está encostrada por el frío, como
pulida y, por tanto, resbaladiza, de manera
que provoca numerosas caídas”41. Por lo tanto,
independientemente de si existía o no una capa
de tierra apisonada, mezclada con zahorra,
en el nivel superficial de las vías romanas, el
hecho es que fuera de la época seca, propicia
para realizar largos viajes, los peligros procedentes tanto de las inclemencias del tiempo
como de los desbordamientos de los ríos, eran
inherentes a las vías.
Si bien el esquema clásico de la infraestructura de la vía romana pasa por contar con un
nivel de pavimentación de grandes losas con
una cara plana, el hecho es que en gran parte
de las vías documentadas por Moreno Gallo, el
pavimentum dista mucho del concepto clásico
del mismo.
Es verdad que en proximidad a Roma y a
algunas otras grandes ciudades del imperio,
las vías extramuros contaron con una capa
de rodadura con una base de grandes losas
basálticas (mineral muy abundante en la zona);
sin embargo en Hispania ésta se daba sólo en
los recorridos intramuros, mientras que en las
En Pozos de Finisterre carecemos de cualquier indicio arqueológico que apunte hacia
la conservación, en algún punto del recorrido,
40
41
73
Santiago Palomero (2002).
Amiano Marcelino, Rerum gestarum, XV, 10, 5.
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
del nivel de rodadura de la vía. A pesar de
que la presencia de cantos aluvionares queda
ampliamente representada, su forma angulosa
de mediano tamaño no puede ser considerada
parte constitutiva del nivel de pavimento.
Por lo tanto, nuestra interpretación se orienta hacia la identificación de los restos como
parte de los niveles de preparado de la vía. En
efecto, se documentaron un soporte o pedestal
cimentado -tal vez de miliario o estatuaria- y
también restos de un empedrado que se extendía en dirección al río, en cuyas proximidades
englobaba vestigios de una pila de obra y dos
prismas yuxtapuestos de granito y cuarcita que
pudieron formar parte de la obra de entrada a
un puente o vado, de dimensiones reducidas,
no sólo por su cercanía y posición respecto al
cauce, sino también porque estaban apoyados
en la superficie de formación natural más sólida, probablemente la que define el lecho mayor
del perfil transversal que, en buena lógica, es la
que ha de buscarse como más segura -establepara cualquier cimiento o apoyo que se levante
próximo a cauce o lecho meandriforme.
En el recorrido de la vía 30 (IT) encontramos
cuatro puentes, dos en Consuegra42, uno en
Puerto Lápice43 y otro en Villarta de San Juan44.
Su antigüedad ha sido ampliamente discutida
pero indudablemente representan un documento a tener en cuenta a la hora de marcar
el recorrido de la que pudo ser la vía romana
Laminium-Toletum.
A través de la atenta observación de la carta
provincial de Toledo (1: 200 000), comprendemos por qué el paso de la vía Laminio-Toledo
se produce precisamente por el enclave de
Pozos de Finisterre. Son varios los aspectos
topográficos a tener en cuenta:
- se trata de la línea más recta entre
Consaburum (Consabura) y Toletum.
- es el punto de paso más fácil sobre el río
Algodor y por lo tanto un punto estratégico
en el control del paso del mismo; tengamos
en cuenta que Finisterre pudo ser una frontera
geográfica entre dos comunidades vecinas.
Por otro lado, tampoco descartamos la idea
de que los restos de pilares formen parte del
nivel de cimentación de la propia vía sin indicar, al menos en lo conservado, la existencia de
una estructura de mayor envergadura.
Sabemos que en ciertos terrenos es posible
encontrar una única capa de preparado para
disponer superficialmente el afirmado de la
vía, pero en terrenos de mala calidad, es más
probable encontrar potentes niveles de rudus
y de statumen. Teniendo en cuenta la proximidad del río y las crecidas estacionales del
mismo, es lógico pensar que se haya desarrollado una estructura reforzada justamente en
el punto de encuentro de la vía con el curso
fluvial. De este modo, los pilares encontrados
pudieron formar parte del statumen de la vía.
42
v. De la Vega Jimeno (1996).
Benítez de Lugo Enrich (2002).
44
Al respecto, C. Fernández Ochoa et alii (1990, 169),
mencionan el excepcional interés del llamado “Puente de
los 72 ojos”, constatando evidencias de su construcción
en época antigua, al menos en lo referido al arranque de
las pilas y al sistema de dovelaje de algunos arcos. Por
contra, G. Arias (1988: 17) ha expresado sus dudas acerca
de la romanidad de este puente (v. Benítez de Lugo Enrich, 2001 y 2002).
43
74
Estudio de materiales
VI. ESTUDIO DE MATERIALES
El conjunto de materiales muebles que procede del asentamiento está integrado por abundantes fragmentos cerámicos, algunos metálicos y numerosos huesos de animales; de
todos ellos se ha hecho descripción y estudio.
Además se recogieron algunas muestras de
material edilicio y algunos ecofactos que se
enviaron al laboratorio para su estudio.
trata de ollas de bases planas y bordes vueltos
con bocas abiertas, usualmente de mediano
tamaño, pastas sin alisar y acabado reductor
o negro. Junto a ellas también existen algunos
fragmentos de ollas con cuellos moldurados
y superficie alisada, de color negro brillante,
realizadas a torno.
La producción mayoritaria está constituida
por las cerámicas a torno de pastas rojizas y
pintadas con motivos geométricos, típicas de
la Segunda Edad del Hierro en el Centro de
la Península. En Pozos de Finisterre se han
documentado prácticamente todo el repertorio
de este período que está constituido por tinajas
y tinajillas con los característicos bordes de
“pico de ánade”. Estos recipientes derivan
en origen de las ánforas fenicias adaptando
las bases y los bordes a recipientes destinados
ahora para contener áridos (cereales, harina,
legumbres) en lugares fijos de la casa. Para ello
se ensancha la base que presenta el caracterís-
VI.1. Cerámica
Entre los materiales cerámicos procedentes
del yacimiento de Pozos de Finisterre contamos con fragmentos de cerámica común
en proporción mayoritaria. Estos fragmentos
corresponden a recipientes de mediano tamaño
sin decorar y cerámicas de cocina fabricadas
a mano. Entre estas últimas se documentan
los repertorios que comienzan a ser bien
conocidos de otros yacimientos de la región:
Plaza de Moros, Cerro de la Gavia, etc. Se
75
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 41.- 1-3. Ollas de cocina a mano; 4. Caliciforme a torno; 5. Cuenco a torno con labio abierto
76
Estudio de materiales
tico rehundido en el centro a modo de ombligo
u omphalos y los bordes se abren y se molduran para recibir los bordes de los cuencos o
tapaderas que encajan en ellos perfectamente
logrando así un cierre casi hermético.
Estas tinajillas poseen en Pozos de Finisterre
casi todas las variedades de decoraciones pintadas de la Segunda Edad del Hierro. Los bordes
suelen llevar en la moldura superior una banda
de color rojo, rojo vinoso o negro, dejando
libre el extremo del mismo. Bajo él, los cuellos
se suelen marcar con otra banda en los mismo
tonos que sirve de borde a los frisos que se
desarrollan en el cuerpo del recipiente, formados por bandas entre las que se disponen series
círculos concéntricos, de semicírculos, cuartos
de círculos o secciones de círculos formando
motivos de aspas. Estos frisos de círculos alternan con melenas o líneas verticales. Para dar
mayor juego a las decoraciones, las líneas en
rojo o negro se alternan con bandas más anchas
de tonos más claros como el rojo claro o naranja. En ocasiones todas las series decorativas
de las cerámicas se disponen sobre un fondo
engobado de color naranja, marrón claro o los
típicos “jaspeados” o engobes de tonos más
oscuros: rojo, marrón, naranja oscuro, aplicados con brochas bastas que dejan traslucir las
cerdas en las pinceladas, aunque su representación no es muy abundante en Pozos de
Finisterre.
Figura 42.- Extracción de material cerámico
mente de la provincia de Ciudad Real, (Urbina
y Urquijo, e.p.), de ambientes ya tardíos dentro
de la Edad del Hierro, correspondientes a los
siglos II y I a.C.
Pero la abundancia de estas cerámicas con
decoraciones geométricas junto a la ausencia de
las producciones pintadas romanas, nos remiten
a un horizonte plenamente indígena anterior a
la conquista romana. En aquellos lugares en
los que se documenta esta fase avanzada de la
Segunda Edad del Hierro que en el fondo no
es más que la expresión cultural en las tierras
del interior de lo que se denominó Baja Época
de la Cultura Ibérica, en la que florecen estilos
barrocos como los de Elche-Archena y LlíriaOliva, con loas estadios intermedios localizados en Albacete (Broncano y Blánquez, 1985),
suele existir una ocupación anterior (como por
ejemplo en los Ojos del Guadiana, Urbina y
Urquijo, e.p.). En ese caso, el asentamiento
de Pozos de Finisterre nacería en Plena Edad
del Hierro, adquiriendo mayor importancia a
medida que la presencia romana se intensifica
y los procesos de concentración de la población hacen que adquieran más importancia las
ciudades de Consuegra y Toledo, y los lugares
que se encuentran entre ambas.
Las posibilidades de combinación de estas
series decorativas son múltiples siendo los
esquemas más complejos o barrocos los que
alternan las anchas bandas naranjas del cuello,
enmarcadas por sendas líneas en rojo vinoso,
con las series o de círculos concéntricos, semicírculos, semicírculos alternando con melenas
o series de cuartos de círculo, cubriendo las
2/3 partes superiores de las piezas 3 o 4 frisos
de motivos diferentes. En algunos de los ejemplares de Pozos de Finisterre se encuentran
otros motivos como los rombos, las ondas o las
líneas verticales paralelas.
Además de las tinajillas mencionadas se
encuentran en Pozos de Finisterre los característicos caliciformes, decorados con líneas
negras sobre engobes naranjas o simplemente con engobes rojos. También existe buena
representación de platos y cuencos. Platos con
líneas rojas, platos con decoración interior a
base de bandas naranja líneas rojas y ⁄ de círculos, y cuencos lisos y con líneas, con bordes
rectos y labios salientes y pies con anillo.
La barroquización de los motivos decorativos, así como los últimos elementos citados,
o formas como las jarras de borde trilobulado,
son típicos de momentos avanzados de la Edad
del Hierro, y de hecho, se encuentran paralelos
directos con cerámicas más sureñas, especial-
77
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 43.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro
78
Estudio de materiales
Figura 44.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro
79
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 45.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro
80
Estudio de materiales
Figura 46.- Bordes “pico de ánade” pertenecientes a tinajas y tinajillas
81
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 47.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro
82
Estudio de materiales
Figura 48.- 1-2. Platos; 3. Tinajas, ánforas e imitaciones
83
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Entre los cuencos existe una alta proporción
de producciones grises, todas ellas con pies
anillados y bordes rectos o engrosados al interior. Estas producciones son también comunes
en los yacimientos de la zona desde el siglo IV
a.C., sin embargo, llama un poco la atención
que los restos de las cerámicas denominadas de
barniz rojo púnico (Cuadrada, 1991) sean tan
escasos, apenas un par de fragmentos de cuencos de pastas roja y varios otros de una tinajilla
de barniz rojo decorada con alternancia de
bandas y líneas sobre una superficie de pasta
blanca. Este tipo de pastas se ha documentado
también en Plaza de Moros, Villatobas, Toledo
(Urbina et alii 2004).
Como características también constatadas en
otros yacimientos, hay que mencionar algunos
fragmentos de vasijas quemados o mejor dicho
pasados de horno, lo que evidencia quizás la
cercanía de un alfar, o en todo caso la comercialización de los productos defectuosos que
hasta hace poco se vendían en los alfares tradi-
Figura 50.- Fragmento cerámico de barniz rojo
cionales de nuestro país como producciones de
“segunda” o “tercera” a precios más baratos.
También es frecuente la existencia de lañas
indicando la reparación de los recipientes.
Por lo que respecta a las producciones itálicas se localizaron algunos fragmentos de
barnices negros campanienses, especialmente
el tipo B. Estas cerámicas aportan una cronología entre el cambio del siglo II al I a.C. Varios
Figura 49.- Cuencos grises con pies anillados
84
Estudio de materiales
decorativos pintados. Esta carencia informativa que acompaña al registro exhumado, en el
que también están ausentes casi por completo
indicadores claros de contextos, tampoco permite confirmar la adjudicación funcional que
se suele presuponer a cada tipo. Es evidente
en todo caso que se ha recuperado un conjunto
cerámico de filiación indígena con decoraciones pintadas que suelen considerarse típicas de
momentos plenos y tardíos.
Otros materiales cerámicos son claramente
romanos, sigillata, e indican fechas más precisasen algunos casos - fragmento de cerámica
marmorata. Aunque faltan contextos claros
para la mayor parte de los fragmentos recogidos, algunos de ellos, de TSH, provienen de
elementos arquitectónicos o niveles integrados
en alguno de los ámbitos propuestos -caso del
procedente de la cimentación del pilar/soporte
del ámbito 4- o bien se recuperaron de niveles
formados con anterioridad a estos elementos arquitectónicos, interfases o simplemente
subyacentes a los mismos, estén o no en su
posición originaria –caso de los recuperados
en la UE 47 del ámbito 2 o los de la limpieza
del derrumbe 44.
Figura 51.- Fragmento de sigillata marmorata
bordes de ánforas e imitaciones de ánforas del
tipo Dressel 1, corresponderían también a este
período romano republicano.
Con la intención de valorar su estado de conservación señalamos como características del
conjunto una notable fragmentación de las piezas que suelen presentar, además, superficies
visiblemente deterioradas, resultado seguramente de procesos prolongados de rodamiento.
Ambos hechos dificultan, cuando no impiden,
la apreciación de aspectos interesantes para la
catalogación como son la forma y el acabado
-presencia o ausencia de decoración- especialmente en el caso de la cerámica pintada, una de
las más abundantes en el yacimiento.
Ya de época Imperial, ss. I-II d.C. son las
típicas sigillata, de las que se encontró algún
fragmento de marmorata y sudgálica y, en
número mayor, las producciones hispánicas
con decoraciones a molde a base de círculos y
marcos de espiguilla, y las brillantes. También
hay algún fragmento de terra sigillata hispánica tardía del s IV d.C.
VI.1.1. Estado de conservación e inventario
tipológico del material cerámico
El trabajo de catalogación realizado incluyó
más de mil quinientos fragmentos selectos de
los cuales algo más de cuatrocientos se encontraban decorados –pintados. Se han incorporado de éstos a una ficha-tipo una serie de rasgos,
obtenidos de visu, relativos a las tecnologías
de fabricación y las morfologías, para obtener
valoraciones numéricas interpretables considerándolos indicadores de diversas adaptaciones
funcionales. Para facilitar la tarea y siguiendo
el procedimiento habitual se han establecido,
con anterioridad, grupos generales: cerámica
La mala conservación de los restos arquitectónicos exhumados incide en la elaboración de
una secuencia correcta de cronológicas precisas para los tipos cerámicos documentados en
el yacimiento; a este dato debemos añadir el
hecho de que algunos de los fragmentos pudieron haber perviv*ido largamente en el tiempo.
Éste sería el caso de algunas formas que se
adaptaron bien a la función que suponemos
tuvieron y el de la cerámica de ciertos motivos
85
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 52.- Fragmentos de borde, galbos decorados y fondos de terra sigillata
86
Estudio de materiales
Figura 53.- Fragmentos decorados de terra sigillata hispánica
87
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
común, lisa y decorada -de cocina, de mesa,
de almacén y transporte y de otros usos- T.S.,
etc.. Después se ha trabajado, como hemos
dicho con el conjunto de fragmentos selectos
pintados. Desde este grupo pueden hacerse las
siguientes valoraciones (coincidentes con las
realizadas en otros estudios similares) en cuanto a la morfología.
Cerámica lisa
Son numerosos los fragmentos cerámicos
del conjunto de Pozos que no presentan decoración; unos pocos responden a las características de las vasijas llamadas de cocina de las
cuales se recuperó un ejemplar casi entero en
la estructura 1; los otros pueden considerarse
“finos” y ya hemos mencionado antes el problema de hacer valoraciones respecto a la presencia o ausencia de pintura porque el conjunto
se encuentra muy fragmentado y rodado.
en menor número de fragmentos, otros temas
como los segmentos y cuartos de círculo así
como los semicírculos; además se han documentado las ondas, trazos curvos y gotas. A
nivel cromático, el castaño-rojo es el color más
frecuente y el menos el blanco.
Cerámica gris
Asociada en general a la vajilla considerada
fina o de mesa, esta especie cerámica se ha
documentado tanto en ambientes de habitat
como de necrópolis funcionando en este caso
tanto de tapadera como de urna. En Pozos no
son muy numerosos los fragmentos recuperados; corresponden como es habitual a formas
abiertas, platos o cuencos que sólo en el caso
de un fragmento de base conserva pintados de
color naranja dos círculos concéntricos en su
interior.
Terra sigillata
Cerámica pintada
Además de los aspectos relativos a la morfología que se han mencionado más arriba,
pueden considerarse otros.
El fragmento más representado corresponde
lógicamente a piezas de vajilla fina, paredes
medias, cocido en ambiente oxidante y con
superficies de color naranja, cuidadas y mayoritariamente decoradas con pintura. En cuanto
a morfología las piezas de referencia -que conservan el borde: tinajillas, vasijas con perfil en
“ese”, así como caliciformes, cuencos, fuentes
y otras formas- tienen distintos tipos de labio,
tratándose, en general, de exvasados y moldurados en pico de pato o perfil similar.
Las cuantificaciones de algunos aspectos
como el cromatismo y el/los motivos pictóricos
más representados en este conjunto, añaden
errores adicionales a los propios de la aplicación estadística porque se trata de fragmentos,
en ocasiones muy pequeños. Están presentes la
mayoría de los colores y las combinaciones de
estos que se han documentado en otros yacimientos con conjuntos cerámicos de similares.
El motivo más frecuente son las bandas y después las líneas, estando también representados,
88
También en este caso estamos ante fragmentos
encontrados generalmente fuera de contexto,
casi cincuenta de los fragmentos proceden de
las unidades superficiales, rondando el número
total de piezas sesenta. Los más numerosos
son los fragmentos de galbo aparentemente
correspondientes a formas lisas. Las pastas se
encuentran mayoritariamente elaboradas con
barros de color rosa o sepia y anaranjadas, presentan gran compacidad y dureza las primeras
y tacto talcoso las segundas. Los barnices en el
primer caso están bien adheridos, en ocasiones
tienen un aspecto muy vitrificado y en algún
caso se encuentra cuarteado. Se trata en general
de Terra Sigillata Hispánica, algún ejemplar de
brillante y uno de marmorata; son formas abiertas, en general boles, con referencias concretas,
cuando las hay, a la Drag. 37 lisa o decorada, en
ocasiones tardía.
Estudio de materiales
VI. 2. Metal
Se recuperaron algunos fragmentos de bronce y de hierro con los que, en general, no se
han podido identificar los objetos a los que
pertenecen; una excepción es el caso de la
fíbula anular hispánica que se encontraba entre
el conjunto de materiales correspondientes a la
UE 37 y el fragmento de herramienta de hierro
de cantería recogida en la cimentación UE 64
del soporte de granito –UE 65.
Figura 54.- Fragmentos de fíbulas
y otros artefactos en bronce
89
Estudio arqueozoológico
VII. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
Si se analiza el nº mínimo de individuos globalmente, se ve como la preponderancia de los
ovicápridos se mantiene y que porcentualmente aumenta respecto al nº de restos.
El conjunto óseo de Pozos de Finisterre está
representado por una muestra total de 1.368
restos bien conservados que han permitido la
observación de diferentes alteraciones y dietas.
Entre los animales representados el grupo más
abundante es el de los ovicápridos con un 24
% de los restos, seguido de la vaca con un 11
% y después los suídos con un 4 %. Además
aparecen otras especies domésticas como el
perro, el caballo y la gallina. Las especies
silvestres están representadas por las liebres y
conejos, el gato montés, la perdiz y el ciervo,
que es el cuarto taxón en importancia de todo
el yacimiento. Dentro de los ovicápridos están
representados de una manera similar tanto las
ovejas como las cabras. Entre los suídos ha
sido posible diferenciar entre jabalí y cerdo.
A pesar de la buena conservación del registro
óseo, en el conjunto osteológico es evidente
un cierto sesgo anatómico en los patrones de
alteración ósea. Si nos fijamos en los patrones
de fragmentación vemos que el 19 % de los
restos (264 restos) es menor de 3 cm, mientras
que el 51 % (700 restos) es mayor de 5 cm,
lo que indica que la fragmentación no ha sido
muy intensa o que la recogida de los restos no
ha sido todo lo exhaustiva que debiera. Otros
motivos del sesgo osteológico los tenemos en
la acción de los carnívoros que aunque no es
muy intensa sí es sintomática. En cuanto a
otras alteraciones, la ausencia de weathering
indica que la sedimentación fue rápida, y la
ausencia de abrasiones, pulidos y huesos rodados sugiere, además, que tampoco ha tenido
Entre las edades representadas solo el gallo
aparece como un individuo juvenil junto a los
ovicápridos que también presentan cierta variedad de edades, aunque predominan los adultos.
91
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
una gran incidencia las alteraciones de tipo
hídrico. Entre las demás alteraciones que han
podido observarse son las producidas por las
vermiculaciones.
Por último hay que referirse a la acción antrópica, la cual se refiere a las marcas de corte producidas en las labores de carnicería y las alteraciones térmicas. En cuanto a las alteraciones
de tipo térmico, el número de restos quemados
es pequeño y el grado de incidencia también es
reducido lo que parece sugerir que estos animales debían ser descarnados antes de cocinarse,
siendo la acción térmica consecuencia de otros
procesos. En cuanto a las labores de carnicería
solo presentan marcas de corte la vaca, los ovicápridos y los cérvidos, pero aunque carecen
de marcas de carnicería es probable que otros
animales como el caballo, los lagomorfos o las
aves también fueran consumidos.
Entre los animales que presentan marcas
de carnicería se han documentado marcas de
descarnación sobre los elementos apendiculares y los axiales, también se han documentado marcas de desarticulación sobre algunos
elementos como en los astrágalos de Bos
taurus o sobre algunos fragmentos metadiafisiarios. En Bos se puede observar como la
mayor parte de las marcas se producen sobre
elementos apendiculares mediales, axiales y
craneales. La mayor parte de estas marcas
se ciñen a marcas producidas por utensilios
metálicos y a tajos para fracturar el hueso.
En el caso los animales de talla grande la
mayor parte de las marcas se producen sobre
elementos apendiculares y en el caso del ciervo
se repite la misma tendencia descrita en Bos.
En los ovicápridos presentan marcas de descarnación todos los elementos apendiculares y
algún axial y como en el caso de la vaca parecen haberse producido con herramientas metálicas. Entre los restos de animales pequeños y
los suídos las marcas que aparecen se ciñen a
elementos axiales y apendiculares y en el caso
de los suidos hay un astrágalo con trazas de
desarticulación.
En conclusión el conjunto osteológico de
Pozos de Finisterre está caracterizado por la
fauna doméstica, entre la que los ovicápridos
Figura 55.- Distribución esquelética de los restos identificados
92
Estudio arqueozoológico
Figura 56.- Gráficos del Número de Restos y del Número de Indivíduos por espécies
93
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
Figura 57.- Mandíbula de caballo
Figura 58.- Hueso con marcas de corte
94
Estudio arqueozoológico
y el ganado bovino son los animales mayoritarios. Junto a éstos aparecen otras especies
como los suídos, el caballo y el perro, pero
en una proporción mucho menor. A partir del
análisis tafonómico de los restos y los patrones
de edades hemos visto que tanto los suídos
como los ovicápridos y la vaca fueron aprovechados cárnicamente, a diferencia del caballo
que no presenta trazas indicativas de este
procesamiento. Por otro lado la edad adulta de
las vacas indica que su aprovechamiento tuvo
lugar una vez que ya no tenía utilidad para
otros usos. De la misma forma la presencia de
adultos seniles entre los ovicápridos indica un
aprovechamiento similar, aunque al aparecer
infantiles y juveniles entre éstos, también nos
encontraríamos ante una producción con fines
cárnicos, ya que estas edades denotan su sacrificio cuando aún no son productoras de leche
o lana. En el caso de los suidos su patrón de
muerte en una edad joven indica una utilización alimenticia.
Junto a las especies domésticas la presencia
de ciervo, conejo y algunas aves señala que
también se cazaron estos animales como complemento cárnico de la dieta. En cuanto a la
estacionalidad los escasos datos presentados
permiten afirmar que los animales fueron sacrificados durante todo el año, pero con especial
incidencia entre el otoño y el invierno, al menos
en los ovicápridos, pues el ciervo presenta un
patrón más estival.
95
Conclusiones
VIII. CONCLUSIONES
Los restos constructivos descubiertos en el
yacimiento de Pozos de Finisterre corresponden a dos momentos distintos de ocupación del
enclave y probablemente también a dos formas
de ocupación del mismo, o lo que es lo mismo,
a dos maneras de “entender” el lugar.
La elección de los pobladores prerromanos de
una ubicación en llanura, junto al río Algodor,
a pesar de las crecidas estacionales a las que
pudieron verse sometidos45, debió reportarles grandes ventajas en comparación con el
resto del territorio hacia el Este. Sin embargo,
durante la posterior ocupación romana, la
infraestructura hídrica para el abastecimiento
de toda la zona se centraliza en la presa de
Consabro; todo el sistema hídrico de la región
consaburense depende en época romana del río
que atraviesa la población, el río Amarguillo.
De ahí que, si bien continuaron habitando este
territorio junto al río, lo hicieran de manera
reducida y con objeto sólo del control del paso
del río.
Al margen de la valoración que se haga de la
presencia entre el total de los restos muebles
e inmuebles de algunos fragmentos cerámicos
realizados a mano, claramente protohistóricos,
estaríamos ante la posibilidad de que existiese aquí una necrópolis de las denominadas
carpetanas, de la cual podrían quedar aún dos
“tipos” de tumbas, dos pequeñas edificaciones
levantadas desde el suelo con greda o adobes
de colores. Por otra parte cabe suponer que una
vez arruinada o en desuso esta necrópolis, el
lugar fuese acondicionado como “parada” en
el camino (o uno de los caminos) romano -o
romanizado-, de Consaburum a Toletum, quedando de este último momento muy escasos
testimonios arquitectónicos.
45
Tengamos en cuenta que, precisamente por las crecidas
del río y observando las características orográficas del
entorno del yacimiento, es muy probable que en ciertos
períodos del año, este punto estratégico junto al río (hoy a
unos 200 m del curso del río) se viera inundado.
97
El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo)
En este momento se produce un acercamiento
administrativo y de ocupación hacia el nuevo
centro neurálgico del territorio, Consabro46.
Posiblemente se produzca también un cambio
en el trazado del recorrido Consuegra-Toledo
o el acondicionamiento de una nueva bifurcación que pasaría en mayor proximidad al actual
topónimo “Venta Vieja”47.
Hemos visto ya en el análisis estratigráfico del yacimiento que el nivel definitivo de
abandono del mismo se produce ya en época
antigua y podríamos pensar que la ubicación
del topónimo “Venta Vieja”, a cierta distancia
del antiguo yacimiento, coincida con un nuevo
punto poblacional alejado del peligro que
supone vivir junto a la ribera del río. Ante la
ausencia de trabajos arqueológicos realizados
en la “Venta”, esta afirmación no es de momento más que una conjetura.
Se conservan tan sólo algunos tramos de
zócalo de muro de mampostería careada con
una o dos hiladas de alzado, pudiendo trazarse
entre ellos líneas con dirección aproximadamente Este-Oeste. Sobre estos zócalos de
piedra debieron de alzarse paredes de adobe,
material del que se documentó una acumulación de fragmentos (alguno entero) en el
entorno del edificio 7, probablemente resultado del derrumbe de un tramo de pared. Por
otra parte, se observan múltiples fragmentos
menores en los niveles superficiales. A estos
elementos estructurales que podían apreciarse
con mayor claridad, hay que añadir otros cuya
representación es menos evidente, como las
leves referencias a pavimentos de lajas de pizarra o los fragmentos de las tejas que probablemente fueron utilizadas para cubrir algunas de
las estructuras. Éstas serían las características
constructivas de los edificios levantados en
la zona más elevada y retirada del cauce del
río, sectores Este y Oeste del área abierta. Sin
embargo, en el sector Norte, la interpretación
que hemos dado a otras dos estructuras puede
46
Para el conocimiento exhaustivo del desarrollo institucional y social de Consabura véase González-Conde
(1987, 89-136).
47
Gracias al tajo excavado por el propio río en sus grandes
crecidas a su paso por esta región en el extremo occidental
de la Mesa de Ocaña (desde Finisterre hasta su desembocadura en el Tajo), éste no llegó a crear un lago en torno a
la población de Villanueva de Bogas.
98
aportar “la clave” para indicar las características del asentamiento durante el período romano. Se trata de un soporte o pedestal cimentado y de los restos de un empedrado que se
extiende en dirección Este-Oeste hacia el río.
En sus proximidades otros vestigios (una pila
de obra y dos prismas yuxtapuestos de granito
y cuarcita) permiten contemplar la idea de que
correspondan al arranque de un puente, no sólo
por su cercanía y posición respecto al cauce,
sino también porque estaban apoyados en la
superficie de formación natural más sólida,
probablemente la que define el lecho mayor
del perfil transversal que, en buena lógica, es
la que ha de buscarse como más estable para
cualquier cimiento o apoyo que se levante
próximo a cauce o lecho meandriforme.
El aspecto más relevante es la posible ubicación de una statio en el enclave del yacimiento
de Pozos de Finisterre. La importancia de esta
vía que une Laminio con Toledo radica en contar con dos focos de distribución importantes
en los dos extremos del recorrido:
- A través de Laminio, como compito viario
entre diferentes vías procedentes tanto de la
Bética (Córdoba) como de las principales ciudades marítimas del Mediterráneo, a través de
la vía Augusta 48.
- A través de Toledo, como compito viario de
las vías del interior, fundamentalmente la vía
Mérida-Zaragoza.
Desconocemos la fecha de construcción de
la primera calzada sobre el recorrido LaminioToledo; sin embargo, sabemos que las fuentes ya mencionan en época de conquista el
recorrido de Hispalis, Corduba, a través de
Laminium, hasta la costa y en época augustea el Item ab Emerita Caesaraugusta. Por
lo tanto, podemos presumir que el recorrido
Laminium-Toletum ha sido utilizado ampliamente en época romana desde los inicios de
la conquista. Es posible además afirmar que
ciertos tramos de la vía Laminium-Toletum y
de la Consabura-Complutum debieron constituir en sí mismas el límite administrativo entre
conventus vecinos.
48
En relación a la Vía Augusta y a la documentación antigua que conocemos en relación a su cronología v. Solana
Sáinz (2001, 81 ss.).
Conclusiones
Por un lado, la consideración de que la
estructura viaria precisa de una infraestructura
particular en este punto topográfico relacionado con el cruce del río resulta indiscutible.
Pensar en la existencia de un puente o incluso de un vado no es en absoluto arriesgado
teniendo en cuenta el enclave del yacimiento,
sin embargo no podemos definir los restos
estructurales encontrados como elementos de
una infraestructura de este tipo. La existencia
en el ámbito 4 de unos zócalos o pilares a
modo de sillares en algún caso y de mampostería de grandes piedras en otros, nos lleva a
determinar éstos como parte integrante de una
estructura de refuerzo en la cimentación viaria,
probablemente motivada por la proximidad del
cauce del río.
Se ha constatado y explicado ampliamente en
estas páginas cuáles son los indicios arqueológicos y documentales que nos llevan a poder
diseñar un recorrido aproximado para el item a
Liminio Toletum. Si bien no hay datos que apoyen la dirección real del tramo recientemente
hallado en Pozos de Finisterre49, es posible afirmar que tampoco tenemos indicios contrarios a
poder admitir una dirección para este recorrido
ya marcada por hitos arqueológicos en otros
puntos de la vía. En base a los restos del rudus
de la vía, diseminados por el yacimiento, y a
los signos de su prolongación hacia el Sureste,
evidenciados en la fotografía aérea, podemos
marcar la dirección del recorrido Este-Oeste
con cierta desviación Noroeste-Sureste.
La concentración del empedrado queda limitada a un sector de dimensiones reducidas,
situado en el extremo noroeste de la excavación; sin embargo existe un horizonte bastante
amplio y desmantelado de cantos angulosos de
similar tamaño en diferentes puntos del área de
intervención que, en todos los casos, está asociado a restos de grandes zócalos in situ o ligeramente desplazados por el laboreo agrario.
Sabemos que el análisis desarrollado en estas
líneas no es más que un primer acercamiento
al estudio de la edilicia viaria romana en la
Península, tan necesarios aún en un marco de
investigación que hasta ahora se ha preocupado
casi exclusivamente de identificar los itinerarios antiguos y de utilizar para ello fuentes
con una cierta lejanía de la Antigüedad. Desde
la Arqueología somos conscientes de que la
posibilidad de encontrar un tramo viario junto
a un asentamiento está siempre presente y que
por lo tanto nuestro método de trabajo debe
tener siempre en cuenta que para conseguir
conocer con precisión la técnica viaria de
nuestras calzadas romanas debemos preservar, comenzando por desarrollar una práctica arqueológica no intrusiva sino científica y
formativa.
Todos los sillares o grandes piedras que
constituyen algún tipo de estructura se disponen transversalmente a la dirección NoroesteSureste del empedrado. El hecho de que los
restos de estos grandes zócalos en el ámbito
7 aparezcan asociados a piedras de menor
tamaño y en algunos casos se sitúen dentro del
propio recorrido de la vía, nos lleva a la consideración de que formen también parte del nivel
de cimentación de materiales más gruesos y
que algunos de ellos, los más regulares, constituyesen los bordes de la estructura viaria, hoy
aparecidos fuera de su sitio originario. Estas
grandes piedras situadas en el nivel inferior de
la vía ejercen una función de drenaje para la
infraestructura de capas superiores que se apoyan sobre ésta.
En cuanto al ámbito 4, parte nuclear del trabajo interpretativo de la vía, debemos señalar
varios aspectos.
49
Sólo se documenta el hallazgo de otro tramo viario a
la altura de Consuegra, plausible de constituir parte del
mismo recorrido; se trata de un hallazgo publicado por
Blázquez y Sánchez Albornoz en 1919 (cit. GonzálezConde, 1987,43).
99
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106
MEMORIAS ARQUEOLÓGICAS AUDEMA
SERIE PREHISTORIA
1/ El Paleolítico Inferior y Medio en la Comarca de la Mancha Toledana y su contextualización
en la Meseta Sur.
2/ Investigaciones recientes sobre el Pleistoceno del valle inferior del Manzanares: las excavaciones de los yacimientos del 12 Octubre y Villaverde-Bº Butarque (Madrid).
3/ Prospecciones geoarqueológicas en la Península Ibérica: los yacimientos paleolíticos al
aire libre de la comarca de La Alcarria (Guadalajara) y de los valles de la Femosa (Lleida),
Genil (Sevilla), Guadalimar (Jaén) y Jarama (Madrid.)
4/ El yacimiento calcolítico del Barranco del Herrero (S. Martín de la Vega, Madrid): un hábitat de la Prehistoria Reciente en el valle del Jarama.
5/ Nuevos datos para el conocimiento de la Edad del Bronce en la Comunidad de Madrid: los
yacimientos de Caserío de Perales 2 y La Peineta.
6/ El yacimiento de Merinas y Velilla (Mocejón, Toledo): un modelo de estudio para la Edad de
Bronce en la Provincia de Toledo. Estudios complementarios: los yacimientos de Val de la Viña
(Alovera, Guadalajara) y Baños del Emperador (Ciudad Real).
SERIE PROTOHISTORIA
1/ La Primera Edad del Hierro en el Sur de Madrid: el yacimiento de Las Camas.
2/ La Segunda Edad del Hierro en la Comunidad de Madrid: el yacimiento del Cerro de La
Gavia.
SERIE ÉPOCA ROMANA/ ANTIGÜEDAD TARDIA
1/ Caminería romana en la provincia de Toledo: el yacimiento de Pozos de Finisterre
(Consuegra, Toledo).
2/ Una explotación agropecuaria alto imperial en la Vega del Henares: el yacimiento de Val
de la Viña (Alovera, Guadalajara).
3/ La Gravera de l´Eugeni: una cabaña romano-republicana en el valle de La Femosa (Artesa
de Lleida).
4/ La almazara altoimperial del Cerro Martos (Herrera, Sevilla).
5/ Excavaciones arqueológicas en Azután (Toledo). Un modelo de evolución del poblamiento
entre los períodos visigodo y emiral.
SERIE ÉPOCA MEDIEVAL
1/ La alquería bajomedieval de Granados (Toledo): un centro productor vinícola del Alfoz
toledano.
2/ Excavación arqueológica en la Marca Media de Al-Andalus: la fortaleza de Walmus (El Viso
de S. Juan, Toledo).
3/ Camarma del Caño (Madrid): excavaciones arqueológicas en un despoblado de época
medieval.
SERIE ÉPOCA MODERNA/CONTEMPORÁNEA
1/ Excavaciones arqueológicas en la Real Fábrica de Paños de S. Fernando de Henares,
Madrid (siglos XVIII-XIX).
2/ El Real Canal del Manzanares: obras hidráulicas en el Madrid de la Ilustración.
3/ La arqueología del ayer: el Matadero Municipal de Madrid.
4/ Arqueología de la Guerra Civil Española en la Comunidad de Madrid: excavación de un
fortín republicano en la 2ª línea de defensa de Madrid.
5/ La calzada moderna del Camino Real entre Zalla y Balmaseda (Vizcaya): una importante
ruta comercial desde la Antigüedad.
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