CAMINERÍA ROMANA EN LA PROVINCIA DE TOLEDO El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra, Toledo) CAMINERÍA ROMANA EN LA PROVINCIA DE TOLEDO El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra, Toledo) María Hernández Martínez & Jorge Morín de Pablos (Coords.) Mercedes Sánchez García-Arista Fernando Sánchez Hidalgo Marta Escolà Martínez José Yravedra Sainz de los Terreros MArq Audema Serie Época Romana/Antigüedad Tardía 1 Este volumen de Memorias Arqueológicas AUDEMA ha sido publicado por: Con la colaboración de : MArq SRO1 © de la edición: Área Científica y de Divulgación. Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A. © de los textos: los autores © de las fotografías y de los dibujos: Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE, S.A. ISBN: 978-84-611-4124-1 Depósito Legal: M-33565-2008 Dirección de la Serie: Jorge Morín de Pablos Diseño y Maquetación: Rui Roberto de Almeida Diseño Gráfico de la Portada: Esperanza de Coig-O’Donnell Imprime: LAVEL IND. GRAFICA, S. A. Impreso en España - Printed in Spain Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores A Gonzalo Arias Bonet FICHA TÉCNICA TIPO DE OBRA Autovía de los Viñedos. Tramo: Toledo-Consuegra LOCALIZACIÓN TT.MM. de Toledo, Burguillos de Toledo, Nambroca, Almonacid de Toledo, Mascaraque, Mora, Manzaneque, Turleque y Consuegra. EMPRESA PROMOTORA Dirección General de Carreteras y Transportes de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha CONSTRUCTORA ADJUDICATARIA CONSULTORÍA ARQUEOLÓGICA Avda. Alfonso XIII, 72 - 28016 MADRID Tfno: 91 510 25 55 Fax: 91 415 09 08 INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA Excavación arqueológica manual extensiva DIRECCIÓN ARQUEOLÓGICA Jorge Morín de Pablos EQUIPO DE INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA Mercedes Sánchez García-Arista, Marta Escolà Martínez, Mario López Recio, Fernando Sánchez Hidalgo, Luis González Carrasco Enrique Navarro Hernández. ESTUDIOS GEOLÓGICOS Y GEOMORFOLÓGICOS Daniel Regidor Ipiña Serafín Escalante García 8 ÍNDICE I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................................................11 II. CONTEXTO GEOLÓGICO Y GEOGRÁFICO...............................................................................19 II.1.- Estudio geológico................................................................................................................................19 II.1.1.- Caracterización geomorfológica..................................................................................................19 II.2.- Estudio geográfico................................................................................................................................21 II.3.- Evolución histórica del Medio Natural...............................................................................................23 II.3.1.- Morfología del paisaje.................................................................................................................24 II.3.2.- La vegetación en el paisaje..........................................................................................................25 II.3.3.- La fauna manchega......................................................................................................................29 III. CONTEXTO HISTÓRICO................................................................................................................33 III.1.- Contextualización macroespacial: evolución de la ocupación humana del territorio.......................33 III.2.- Contextualización microespacial: ocupación prerromana y romano-republicana.............................38 III.2.1.- Estudio Histórico-Arqueológico .................................................................................................38 III.2.2.-Estudio Toponímico.......................................................................................................................41 III.2.3.- Estudio de Caminería Romana....................................................................................................45 IV. ACTUACIONES PREVIAS................................................................................................................51 IV.1.- Prospección.........................................................................................................................................51 IV.2.- Sondeos mecánicos.............................................................................................................................56 V. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA..............................................................................................57 V.1.- Desarrollo estratigráfico: ámbitos de actuación...................................................................................57 V.2.- El proceso de excavación.....................................................................................................................58 V.3.- Secuencia y ámbitos identificados.......................................................................................................61 V.4.- Conclusiones del registro estratigráfico..............................................................................................72 VI. ESTUDIO DE MATERIALES...........................................................................................................75 VI.1.- Cerámica............................................................................................................................................75 VI.2.- Metal..................................................................................................................................................79 VII. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO.................................................................................................91 VIII. CONCLUSIONES..........................................................................................................................................97 9 Introducción I. INTRODUCCIÓN El yacimiento de Pozos de Finisterre fue detectado durante la intervención arqueológica llevada a cabo en el año 2004, asociada a la fase de ejecución del tramo Toledo-Consuegra de la obra de la Autovía de los Viñedos. La afección que este enclave iba a sufrir como consecuencia de la realización de un paso elevado sobre el río Algodor desencadenó una posterior excavación en extensión. La metodología de la intervención se diseñó de forma que pudiera constatarse el estado de conservación de los restos y las características de los mismos y, por otro lado, el significado que, a priori, se le había atribuido al enclave dentro del marco del poblamiento del entorno territorial más próximo. La superficie inicialmente acotada comenzó a excavarse en el extremo Este, a ambos lados de la zanja oriental, en cuyos perfiles se habían documentado restos arqueológicos de escasa entidad. Posteriormente, se realizaron sucesivas ampliaciones al Este y al Norte. Los restos arquitectónicos ponían de manifiesto el arrasamiento casi total que habían sufrido, del que sólo se habían salvado algunos tramos de zócalo, con dirección Este-Oeste, y una pequeña estructura levantada desde el suelo con adobes, que aún conservaba en su interior dos vasijas enteras. En el P.K. 34+000 – 34+100 de la traza de la mencionada Autovía se había detectado la existencia de restos durante el seguimiento arqueológico derivado del programa de vigilancia asociado a la obra. En la primera fase de la intervención se realizaron una serie de zanjas que dieron como resultado una primera aproximación a los restos arqueológicos y a la evaluación del impacto que los mismos habían sufrido a causa de la construcción de las distintas carreteras y que además sirvieron de base para acotar la zona a excavar. 11 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 1.- Topografía del proyecto constructivo y área de intervención 12 Introducción Figura 2.- Plano topográfico de detalle del área de la intervención arqueológica 13 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 3.- Localización del yacimiento Pozos de Finisterre en el topográfico 1:25000 Figura 4.- Cauce del río en 2004 14 Introducción Figura 5.- Vista aérea. Vuelo en globo aerostático 15 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) También se documentaron otros elementos arquitectónicos: parte de un hogar, algunos indicios de pavimentos de lajas de pizarra, un pedestal cuadrado de granito cimentado y, además, los restos de un camino empedrado que finalizaba en una pila de obra y en un pequeño monolito de granito, probablemente correspondientes ambos a la zona de acceso al puente que permitía el paso del río, lo que nos proporciona la clave interpretativa del emplazamiento. En el sector más alejado del río se concentraban evidencias edilicias que sugerían la presencia de una zona de hábitat: algunos tramos de base de un muro de mampostería careada, un hogar, un pequeño almacén, etc. En cambio, las otras unidades constructivas situadas en la zona más cercana al cauce y que, como ya se ha señalado, podían estar en relación con el paso del río, podrían relacionarse con el papel que pudo jugar el asentamiento en uno de los pasos de Consuegra a Toledo, en un espacio de tiempo que, de acuerdo con los materiales cerámicos recuperados, podría adscribirse a la etapa republicana y altoimperial romana, aunque también se recogió algún fragmento de época tardo-romana, concretamente TSHT y cerámicas de filiación medieval islámica. Estos hallazgos constatan una pervivencia del tránsito humano a lo largo de este recorrido en dichos períodos. De hecho este recorrido ha sido un paso obligado incluso en la actualidad y tras la construcción del Embalse de Finisterre que alteró enormemente la configuración de la cuenca hidrográfica del Algodor. La arquitectura construida en la zona de hábitat, presentaba características constructivas que debieron ser bastante homogéneas, aunque esta apreciación resulte acaso arriesgada, teniendo en cuenta que proviene de la documentación, casi exclusiva en este sector, de zócalos de piedra marcando de forma entrecortada una de las direcciones (Este-Oeste) de las líneas de la trama urbana, la misma dirección que tiene el camino empedrado próximo al río. El alzado de estos zócalos debió de ser de tapial o de adobe; así lo indicarían algunas unidades estratigráficas que deben de corresponder a los derrumbes de estos alzados. De las techumbres hablarían los abundantes fragmentos de tejas documentados, aunque su gran dispersión y fragmentación impide cualquier otra valoración. Figura 6.- Zona de actuación arqueológica. En primer plano el cauce del río Algodor 16 Introducción La fragmentación de los restos no permitió la delimitación perimetral de los diferentes ámbitos de habitación, por lo que no es posible definir en absoluto su funcionalidad. Tampoco conocemos con exactitud el número de espacios y la posible relación existente entre ellos, puesto que sólo tenemos líneas transversales a los zócalos mencionados en el caso del ámbito número 1 y en el del número 7. de pizarra, un elemento que, como ya hemos mencionado, también debió de utilizarse para pavimentar determinados espacios; quedaban también restos de lo que fueron los límites del hogar que debió de ser un zocalillo de adobe, que ponía límite a un depósito de ceniza. Por otra parte, es obvio que la urbanización del enclave necesariamente se vió determinada o matizada por las características topográficas del mismo, adaptándose al espacio llano, creado por el río, y que se dispone entre las elevaciones montañosas que jalonan el paso, siendo además muy probable que este espacio se viese alterado con la realización del Embalse de Finisterre. El ámbito número 1 es un pequeño espacio con paredes de adobe, que tal vez sirviese de almacén o despensa, como parece desprenderse de sus pequeñas dimensiones y las vasijas recuperadas en el interior. El ámbito 7 está situado en la cota más elevada del enclave y su perímetro está definido en dos flancos por una doble alineación jalonando un espacio que pudo albergar una canalización o desagüe. Finalmente hay que señalar que el yacimiento fue cubierto y sobre él se realizó el talud de acceso al puente previsto de la Autovía de los Viñedos. Otra de las estructuras descubiertas en el entorno del ámbito 1 fue el hogar del ámbito 5, construido mediante la superposición, en una leve fosa, de niveles diferenciados de arcilla rojiza y mosaico de fragmentos cerámicos amortizados, entre los que también se encuentra algún fragmento En definitiva, se ha documentado un espacio compartimentado cuyas particularidades han sufrido enormemente con el paso del tiempo y no se han conservado hasta nuestros días, pudiendose hablar de ámbitos diferenciados de acuerdo a una arquitectura con zócalos de pie- Figura 7.- Aspecto del empedrado 17 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) dra local y alzados de adobe que es común en prácticamente toda la Península Ibérica desde al menos el siglo V a.C. La particularidad de las cubiertas a base de tejas (ímbrices) es un elemento ya de tiempos romanos, desde mediados del siglo II a.C. La falta de estructuras conservadas no debe sin embargo engañarnos, pues quedan algunos elementos como el pedestal cuadrado de granito o el monolito de la misma piedra que hacía las veces de jamba de una puerta, que ponen de manifiesto una cierta capacidad de medios constructivos. A pesar de todo es difícil pronunciarse sobre la entidad del hábitat excavado, siendo la opción más cautelosa la de identificarlo de alguna manera con una especie de casa de posta, mansio, apeadero o lugar relacionado con la existencia del camino y el paso del río. 18 Contexto geológico y geográfico II. CONTEXTO GEOLÓGICO Y GEOGRÁFICO II.1. Estudio geológico Cámbrico La serie más representativa presenta en la base alternancia de calizas, mármoles y cuarcitas, en la zona intermedia pizarras silíceas masivas verde oscuro y hacia el techo pizarras silíceas pardas con intercalaciones de areniscas y cuarcitas (ortocuarcitas). El marco geológico del Tramo 1 de la autovía de los Viñedos, que discurre entre Toledo y Consuegra, se sitúa dentro de la Zona Centro Ibérica, en las estribaciones orientales de los Montes de Toledo. El paisaje está dominado por pequeñas sierras formadas por cuarcitas ordovícicas, lo que les confiere un carácter alineado según la dirección de las cuarcitas. En conjunto las cuarcitas forman pliegues de dirección E-W y SW-NE. Ordovícico El Ordovícico inferior se halla representado por tres series que de base a techo están constituidas por una sucesión de pizarras, areniscas y cuarcitas, sobre las que se dispone la Cuarcita Armoricana. Estas cuarcitas se encuentran muy fracturadas por familias de fallas de dirección N-S y E-W. II.1.1. Caracterización geomorfológica Zócalo o basamiento El basamento está formado por gneis, que se extiende por toda la zona septentrional del tramo, apareciendo núcleos de anfibolitas y de mármoles dentro de los gneises. Además afloran en la zona también los granitos. Estos materiales serían los más antiguos de la zona según Fuster (1970). La Cuarcita Armoricana es el nivel guía más destacable, formando una sucesión de crestones que destacan en el paisaje, y, como se ha anotado anteriormente, condicionan la morfología del paisaje. 19 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Terciario Los materiales terciarios presentes en la zona están comprendidos entre el Mioceno medio y el Mioceno superior. Son depósitos en general formados por arenas arcillosas con niveles conglomeráticos parcialmente cementados, en la zona sur aparecen niveles margo-arcillosos rojizos a grises. En conjunto representan pequeñas cuencas entre las cuerdas cuarcíticas, formando ambientes de tipo lacustre somero. Plio - Cuaternario Son depósitos tipo piedemonte o raña que constituyen plataformas al pie de los relieves montañosos. Están formados por gravas más o menos angulosas de cuarcitas englobadas en una matriz de arcilla rojizo - anaranjada. Figura 8.- Vista de las cuarcitas armoricanas en la sierra de los Yébenes. Se observa una falla con dirección N-S. Como es frecuente en este tipo de depósitos cuanto mayor es la distancia del área fuente los cantos presentan facies más redondeadas. Cuaternario Se pueden distinguir varios tipos de depósitos cuaternarios, diferenciados fundamentalmente en base a su génesis: - Depósitos aluviales: formados por arenas y arcillas con niveles de gravas. - Depósitos coluviales: formados por cantos angulosos de cuarcita principalmente, englobados en una matriz arcillosa marrón-rojiza. En algunos casos es frecuente la ausencia de matriz arcillosa por lavado de este horizonte. Figura 9.- Aspecto de los depósitos de pie de monte compuesto principalmente por gravas y arcillas en las cercanías del río Algodor. - Depósitos de fondo de valle: son depósitos de origen mixto aluvio-coluvial, que rellenan zonas deprimidas por las que pueden circular cursos de agua de carácter efímero. Están constituidos por arcillas y arenas arcillosas, en muchos casos con plasticidad elevada y con niveles freáticos someros. - Depósitos endorreicos: formados por limos y arcillas. Son zonas deprimidas muy locales que frecuentemente se inundan o encharcan en período de lluvias. 20 Figura 10.- Detalle de los depósitos tipo raña, tomada al norte de la localidad de Almonacid de Toledo. Estos depósitos se apoyan de forma discordante sobre el Paleozoico. Contexto geológico y geográfico II.2. Estudio geográfico Tengamos en cuenta que el Algodor es un río que actualmente tiene un escaso caudal. Sin embargo su cauce, en ciertos tramos muy ancho, indica que tiene un régimen torrencial de alimentación pluvial. El área de estudio comprende dos comarcas naturales de la provincia de Toledo conocidas como La Sisla (Burguillos de Toledo, Nambroca, Almonacid de Toledo, Mascaraque, Mora y Manzaneque) y La Mancha (Turleque y Consuegra), además del sector meridional del Término Municipal de Toledo. En los años 60 se realizaron algunos estudios en torno al río Algodor, con motivo de la necesidad del abastecimiento de agua potable a ciertas localidades de la zona. La falta de calidad de las aguas que aprovisionan los pueblos de la Mancomunidad del Algodor hacía necesaria la puesta en marcha de un proyecto basado en el mejor aprovechamiento del río. En concreto, vamos a delimitar aún más el territorio a la hora de estudiar los restos viarios encontrados en nuestro yacimiento y pertenecientes actualmente al término municipal de Consuegra. Veremos más adelante algunos datos históricos de cúales pudieron ser los límites aproximados del antiguo municipio de Consabura y el papel jugado en ellos por el enclave de Finisterre. El análisis del agua disponible en muchas de estas poblaciones, fundamentalmente las situadas al este del actual embalse de Finisterre (próximo a Villacañas), tiene una dureza muy superior al límite establecido para el consumo humano. Este hecho hace pensar que la elección de los pobladores prerromanos de una ubicación en llanura, junto al río Algodor, a pesar de las crecidas estacionales a las que pudieron verse sometidos, debió reportarles grandes ventajas en comparación con el resto del territorio hacia el este. Se trata de una zona de particular interés al estar diseñada por pequeñas sierras y por un río, el Algodor, que en este tramo reduce su cauce, fluyendo transversalmente al recorrido viario que vamos a tratar a continuación. La zona de actuación, en la margen izquierda del río Algodor, se caracteriza por la estrechez del cauce del río al discurrir entre las estribaciones de dos pequeñas serrezuelas: Sierra Larga y Sierra de Manzaneque al Oeste y Sierra de la Rabera al este, cabecera del actual pantano de Finisterre. Este lugar es zona de paso obligado para quien proceda del Sureste, atravesando Consuegra, hacia Mora y Toledo. Durante la posterior ocupación romana la infraestructura hídrica para el abastecimiento de toda la zona está centralizada en la presa de Consabro. De ahí que, si bien continuaron habitando este territorio junto al río, lo hicieran de manera reducida y con objeto sólo del control del paso del río. En este momento se produce un acercamiento administrativo y de ocupación hacia el nuevo centro neurálgico del territorio, Consabro, y hacia la zona de ubicación de la posible mansio romana en mayor proximidad al actual topónimo “Venta Vieja”. El río ha sido el indiscutible protagonista de la interpretación de las estructuras más representativas del yacimiento. El río se conforma en su paso por este punto en un estrechamiento de su lecho, curvándose bruscamente en el extremo final de la cadena orográfica junto a la cual discurre desde su nacimiento, más arriba del punto topográfico ocupado por el yacimiento. Gracias al tajo excavado por el propio río en sus grandes crecidas, a su paso por esta región en el extremo occidental de la Mesa de Ocaña (desde Finisterre hasta su desembocadura en el Tajo), éste no llegó a crear un lago en torno a la población de Villanueva de Bogas. Tengamos en cuenta que, precisamente por las crecidas del río y observando las características orográficas del entorno del yacimiento, es muy probable que en ciertos períodos del año, este punto estratégico junto al río (hoy a unos 200 m del curso del río) se viera inundado. Veremos en el análisis estratigráfico del yacimiento que No es casual que uno de los pasos del río Algodor en la región se encuentre precisamente en este punto donde una pequeña infraestructura podía facilitar el cruce del río, mientras que a pocos metros de aquí, en el lugar donde hoy se encuentra la presa de Finisterre y donde el río se abre a la llanura, su curso se ensancharía considerablemente. 21 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 11.- Mapa de relieve con la ubicación de Pozos de Finisterre en referencia a la ciudad de Toledo y al río Algodor que pasa junto al yacimiento. 22 Contexto geológico y geográfico el nivel definitivo de abandono del mismo se produce ya en época antigua y podríamos pensar que la ubicación del topónimo “Venta Vieja” a cierta distancia del antiguo yacimiento coincida con un nuevo punto poblacional alejado del peligro que supone vivir junto a la rivera del río. Ante la ausencia de trabajos arqueológicos realizados en la “Venta” esta afirmación no es de momento más que una conjetura. transporte de materiales preexistentes. En estas situaciones por un lado son apreciables muchas incisiones en el territorio consecuencia directa de la acción erosiva; y por otro lado, la red de escorrentía natural a favor de fracturas que escapa hacia el Tajo modela los gneises de la plataforma de Toledo. II.3. Evolución histórica del Medio Natural Más al sur, al alcanzar la localidad de Nambroca son apreciables algunas elevaciones serranas sobresalientes en el paisaje, en la panorámica hacia el sur. La primera de estas manifestaciones es la Sierra de Nambroca, con una cota de 950 m aproximadamente; es el primer indicio escarpado de las cuarcitas armoricanas tan propias del relieve de esta porción oriental de los Montes de Toledo, la serranía de los Yébenes, y que de forma continuada destacan sobre el perfil llano de la comarca manchega toledana. En este dominio de cigarrales y suaves relieves de la rampa descendente de La Mancha hacia el valle se sitúa el yacimiento bajomedieval de Granados. A escala general toda la traza de la infraestructura se encuentra en la comarca natural de La Mancha, si bien los cigarrales y lomas del inicio son más representativos de la vecina comarca de la Sagra, por donde los materiales terciarios dominantes en la margen opuesta del río Tajo se pierden bajo el asomo del zócalo cristalino que se extiende por todo el centro y oeste al sur de Toledo capital, ya en la margen izquierda del valle. Ocasionalmente aparece algún curso drenante de la campiña de cierta entidad. Por lo general todos los regueros son estrechos, seguro estacionales, y destacan muy poco del conjunto paisajístico de la llanura manchega, entre otros motivos por la inexistencia de vegetación natural a ellos asociados, y la perfilada sección de todos ellos debida a la acción humana que artificializa sus márgenes para facilitar la evacuación del agua de los campos regados, de vides, olivos, almendros. Desde los cigarrales y barrancos del sureste del término municipal de Toledo, que se asoman a la fosa del Tajo antes de que el corredor fluvial se deslice sinuosamente alrededor del Torno de Toledo, parte la traza de la Autovía en dirección sur - sureste. Atraviesa la llanura manchega, inicialmente remontando las vertientes que desde el sur caen a la fosa del Tajo, ganando lentamente altura. A su paso por la localidad de Nambroca alcanza aproximadamente la cota de 670 m, y aún sigue ascendiendo un poco más, hasta unos 710 m de altitud, para entonces ya discurrir de manera continuada por la planicie manchega, hasta alcanzar el final de la vía. Uno de estos cursos más notorios se cruza antes de dejar la localidad de Almonacid de Toledo. Como todos drena hacia el norte, hacia el valle del Tajo; es el arroyo de Guazalete que en esta zona y hacia el norte se complica, favoreciendo la existencia de barranqueras, taludes terrosos, cárcavas, asomos rocosos, que se intercalan en los cigarrales cubiertos de retamas, y que aún mantienen el testimonio de las otrora extendidas encinas. La vasta extensión de marcado perfil horizontal aparece desde su inicio salpicada de relieves más complicados, normalmente en un plano distal al observador. Al ascender los cigarrales del inicio de la traza por el contacto silíceo - carbonatado que suponen los gneises del oeste, y los materiales terciarios del este, buena parte de la plataforma cristalina está cubierta por formaciones detríticas asociadas a procesos de erosión y Se suceden los núcleos rurales hacia el sur; pasado Almonacid la llanura discurre hacia Mascaraque, y luego a Mora, siempre dejándolos al norte - noreste de la traza. La llanura se mantiene continua, monótona con la sucesión 23 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) de cultivos herbáceos, viñedos y olivares. Pero el horizonte se interrumpe de forma permanente, a veces asociado a resaltes rocosos cuarcíticos en torno a los que crecieron estas localidades toledanas, y en otros casos retirados de la franja viaria. Así se observan las elevaciones de la Sierra de la Oliva, la Sierra del Aljibe, La Carbonera. Al sur de Mora se cruza la depresión del río Algodor, que es el curso más notable de toda la traza viaria. En ningún caso resulta ser un accidente relevante en el terreno debido a su escasa incisión y la pobre representación florística que mantiene, únicamente hoy decorada por plantaciones de ribera con frondosas, aburridas en lo que hace referencia a su diversidad. Asociados al fondo de valle del río Algodor se extienden campos arcillosos con niveles freáticos someros que permiten el mantenimiento de praderas juncales y otros tipos de vegetación freatófila; excepcionalmente aún se aprecian también pequeñas extensiones deprimidas, de carácter endorréico, que se encharcan con facilidad en el período de lluvias, facilitadas por la acumulación de limos y arcillas. En el aún hoy cruce del río Algodor se ubica el yacimiento romano republicano de Pozos de Finisterre. Al alcanzar el final de la Autovía no se llega al final del continuo paisaje plano recortado por sierras más o menos alejadas en el que se desarrolla todo el ámbito sujeto a interpretación. La campiña domina la panorámica más cercana, más próxima al observador, y se mantienen en un plano distante los majestuosos portes de las crestas serranas, cuyo último ejemplo ligado a la vía se encuentra al oeste de la localidad de Consuegra, la alineación norte - sur de Sierra Bermeja (Catena 1). II.3.1. Morfología del paisaje Existe un evidente contraste entre las cuatro grandes unidades que caracterizan el ámbito de estudio: la vega del Tajo, la campiña manchega, el zócalo cristalino, y las sierras cuarcíticas. El aspecto morfológico de cada una de ellas es el resultado de los efectos de un modelado basado en la excavación de la cuenca sedimentaria del Tajo, por un lado, y el desgaste de las antiguas sierras cámbricas y ordovícicas, por otro. El modelado de la vega es el resultado de procesos de erosión y deposición de materiales Figura 12.- Panorámica del fondo de valle del río Algodor. 24 Contexto geológico y geográfico arrastrados por el cauce fluvial. La campiña adquiere formas de relieve resultado de procesos erosivos sobre sedimentos más o menos blandos. El zócalo, al igual que ocurre en las serretas, el modelado se encuentra con el condicionante que supone la dureza de las rocas y la existencia de un relieve fósil. las comunidades vegetales, al igual que diferencias en el uso y aprovechamiento del territorio. Condicionantes éstos del aspecto desigual que presenta en la actualidad el paisaje vegetal primitivo. Todo el territorio se incluye dentro de la región Mediterránea. La vegetación de su territorio responde a los parámetros climáticos característicos de muchas zonas del ámbito peninsular, lo que supone básicamente la presencia (potencial o climácica) de un tipo de vegetación de hoja dura, esclerófila, en la que el árbol dominante es la encina. La vega se corresponde con un relieve fluvial de curso medio, meandriforme, de muy poca pendiente y bien diferenciados en el cauce fluvial el lecho menor o actual, el lecho mayor o de avenida, y un conjunto de niveles de terrazas cuaternarias bien caracterizado y de fuerte impronta en la organización del relieve fluvial. Dentro de la región Mediterránea, la zona de estudio se enmarca en su práctica totalidad en una provincia, la Castellano-MaestrazgoManchega, representada por un sector, el Manchego; ocupa principalmente los fondos de las depresiones incluidas en la traza, la llanura cubierta de materiales terciarios carbonatados, los cigarrales del norte. Sin embargo, los ámbitos occidentales a la traza, con afloramientos de gneises y granitos, además de las sierras cuarcíticas que se asoman en el relieve llano y sus piedemontes, manifiestan notoriamente características de otra provincia diferente, la Luso-Extremadurense, representada por uno de sus sectores, el Toledano-Tagano. La campiña de aspecto llano, ligeramente alomado, con pendientes medias y suaves, acoge la acumulación de materiales blandos, carbonatados, a duros, silíceos, que posibilitan modelados diversos, como los forjados por el poder erosivo de pequeños cauces, incluso tendentes a la creación de cárcavas y barrancos sobre las arcillas. El zócalo presenta un drenaje a modo de vertientes complejas, con vallejos transversales y pendientes medias. Hacia fuera del valle, y por la campiña, se manifiesta a modo de superficie alomada con planicies o llanuras que ganan continuadamente cota hacia el sur. Se trata de una rampa degradada por la erosión y la incisión de la red de escorrentía, una rampa muy antigua que acoge también depósitos de sedimentos tipo raña. Por último, las serretas cuarcíticas forman un modelado en el horizonte de la penillanura manchega característico de las comarcas que se extienden por la base de los Montes de Toledo, formando una sucesión a veces, otras un salpicado en la llanura, de crestones sobresalientes, condicionando notablemente la morfología del paisaje general. Figura 13.- Valores del piso bioclimático mesomediterráneo La zona de estudio no presenta gran variabilidad climatológica; se incluye dentro del piso mesomediterráneo, con inviernos fríos a continentales, y un ombroclima claramente seco (entre 350 y 600 mm./precipitación al año, según zonas). II.3.2. La vegetación en el paisaje La vegetación original del territorio era muy distinta a la que hoy se aprecia al recorrer la traza. La zona de estudio presentaría una distribución de la vegetación climatófila originaria muy condicionada por el sustrato de las distin- La región natural de La Mancha, en este ámbito de la franja viaria de la Autovía de los Viñedos, representa una zona de tránsito entre diversos territorios biogeográficos. Esto implica variaciones en la composición florística de 25 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) tas localizaciones, tan diferente en unas partes y otras del territorio ocupado por la traza. II.3.2.1. Los carrascales manchegos La práctica totalidad del territorio estaría ocupada por encinares mesomediterráneos (con la lógica excepción de los enclaves excepcionales que suponen las vegas, las riberas, etc.). Estas formaciones se corresponderían con un bosque maduro de encinas, excepcionalmente acompañado de otras quercíneas, como el quejigo en los enclaves más protegidos (vertientes norte de sierras cuarcíticas, por ejemplo). El sotobosque arbustivo, aunque diverso, no sería muy denso. El carrascal manchego se desarrollaba en terrenos ricos en carbonato cálcico, u otros silíceos carbonatados, gneises principalmente. El encinar maduro lleva un cortejo arbustivo esclerófilo no muy denso, con coscoja, espino negro, aladierno,... Tras la desaparición total o parcial de las encinas, el matorral aumenta en biomasa, constituyendo densas formaciones impenetrables. La degradación posterior degenera en retamares y atochares. La etapa madura se desarrollaba sobre sustratos diversos, tanto silíceos como carbonatados, originando diferentes series y/o faciaciones del encinar. Los matorrales acompañantes y seriales de estos carrascales serían maquias formadas generalmente por fanerófitos perennifolios, arbustos que tenderían a desaparecer al incrementarse el rigor invernal (de oeste a este, y de la periferia al centro, en la zona de actuación). Cuando las condiciones de suelo fueran favorables, con horizontes orgánicos sin erosionar, las formaciones de altas gramíneas vivaces podían ocupar grandes extensiones en todo el territorio. En cualquier caso, estas altas y densas formaciones graminoides han sido siempre susceptibles de ser utilizadas para el aprovechamiento pascícola (ganadería extensiva), así como para diferentes industrias artesanales (obtención de fibras,...). Se trata en general de unidades vegetales muy importantes para las zonas en las que se asientan, puesto que son elementos que conservan y generan nuevos suelos, tanto las formaciones características de los terrenos ricos en bases, ocupados por espartales, Stipa tenacissima, como las propias de los suelos silíceos, con berceo, Stipa gigantea. En los sucesivos procesos de degradación sufridos por la vegetación queda reflejada la tendencia que tienen ambas series dominantes de carrrascales hacia la aparición de retamares, especie que es activa fijadora en el suelo del nitrógeno atmosférico, y que favorece la existencia de suelos bien conservados. De aquí la acción humana llevada a cabo, favoreciendo la aparición de estos retamares, de buena crianza ganadera. 26 La vocación de estos territorios ha sido tradicionalmente agrícola (cereal, olivar, viñedo,...), y antaño ganadera extensiva. II.3.2.2. Los carrascales luso-extremadurenses El encinar con piruétanos es la muestra climácica de los ámbitos silíceos de la franja viaria y su entorno. En las etapas preforestales, o seriales, en las orlas de este encinar son comunes elementos arbustivos como la coscoja que constituyen las altifruticetas (monte alto) propias de la serie. Una destrucción continuada de los suelos, provoca, además de una pérdida irreparable de la fertilidad, la extensión de matorrales en los que las jaras tienen magnífica representación, aunque en algunos suelos algo menos degradados aparecen los retamares. II.3.2.3. La vegetación de ribera El medio ribereño constituye una singularidad ambiental y paisajística dentro del marco biogeográico general del territorio en el que se asienta. Dicha singularidad es consecuencia de las modificaciones sufridas por algunos parámetros ambientales determinantes para la vida vegetal. En efecto, la existencia de un cauce provoca una serie de cambios importantes en las condiciones ecológicas de los terrenos adyacentes. Evidentemente, la más destacable es la mayor disponibilidad hídrica respecto de las áreas no ribereñas, como consecuencia de la mayor proximidad a la superficie del nivel freático. La humedad ambiental también se incrementa: hay más agua disponible y la evapotranspira- Contexto geológico y geográfico Figura 14.- Comparativa de catenarias de la evolución en la vegetación del territorio 27 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) ción es mayor. También se modifica el régimen térmico, y las temperaturas máximas se atenúan por efecto de la evapotranspiración. Por todo esto, las condiciones del medio ripario facilitan la presencia de un tipo de vegetación que se desarrolla de manera lineal, y que presenta características y composición muy diferente a las zonas aledañas no ribereñas. Este hecho es especialmente significativo en toda la región mediterránea, que se caracteriza por la presencia de períodos largos de sequía, y en la que muchos taxones vegetales. La vegetación potencial de las riberas y vegas de los ríos y arroyos del ámbito mediterráneo estaría constituida por densos bosques de galería, perfectamente estructurados en estratos de vegetación, en las franjas de terreno aledañas al cauce en las que la influencia de la humedad freática se dejara notar. Las especies dominantes en estos medios estarían dispuestas a lo largo de estas franjas en bandas de vegetación más o menos homogéneas, según los distintos requerimientos hídricos de las especies. Por tanto, a mayor requerimiento de agua por parte de una especie, más próxima su banda de crecimiento al cauce fluvial. Así, en los cursos con suelos aluviales, cuaternarios, y con ámbitos aledaños terciarios, en los que dominan las arcillas y las gravas, a menudo carbonatadas, de manea idealizada, y con conocimiento de lo dicho con anterioridad, se puede sintetizar la zonación de la siguiente manera: En las zonas de circulación lenta del agua, remansos en recodos de las orillas, aparecería un tipo de vegetación helofítica, grandes hierbas enraizadas bajo el agua pero con las “cañas” y “juncos” emergidas. También aparecerían en enclaves de la llanura con mal drenaje, o con cierta incidencia hídrica del subsuelo, formando praderas juncales. A continuación se instalaría un bana de vegetación fundamentalmente arbustiva, en los taludes de las orillas, formada por arbustos y algunos árboles resistentes a la inundación del terreno, así como capaz de soportar las condiciones de inestabilidad física reinantes. Las especies dominantes pertenecerían todas al grupo de los sauces, aunque también con cabida de tarajes. La siguiente banda de vege- 28 tación estaría constituida por árboles de diferentes especies, que se verían menos afectadas por las crecidas del río, pero que aún tienen altas exigencias hídricas, por lo que se asientan en lugares donde el nivel freático es elevado. Más cercanos a las aguas estarían los sauces arbóreos y algunos tarajes arbóreos, y algo más retirados crecerían chopos y álamos, también fresnos. Finalmente aparecería la banda de árboles que, aún con cierta exigencia de humedad procedente del nivel freático, son capaces de encontrarse más retirados del eje de influencia que es el cauce: es el dominio de la olmeda. Tras esta última banda de vegetación riparia, la vegetación climatófila se asentaría en zonas en las que ya no existe una apreciable influencia de la humedad freática procedente del cauce. II.3.2.4. La vegetación actual La vegetación de buena parte del área de estudio se encuentra en la actualidad muy transformada, y son las diversas explotaciones agrícolas las que ocupan el territorio, antaño cubierto básicamente por encinas. Las extensiones de viñedo y olivar se suceden, estas últimas encaramándose además a las laderas de las sierras, en las que se refugian las pocas muestras del encinar y matorral esclerófilo, en estos caso silíceo. Las muestras de encinar manchego son relictas, exiguas en extensión, a lo sumo adehesadas. En los linderos y ribazos existentes entre las grandes explotaciones cerealísticas, vitícolas y oleícolas se refugian otras pocas muestras de vegetación natural manchega, en cualquier caso a modo de vegetación arbustiva y residual. Las riberas han sufrido un deterioro absoluto, y ha dado paso a la proliferación de comunidades más o menos nitrófilas. Muchas praderas juncales han desaparecido, así como las hierbas que en ellas crecían. También han desaparecido arbustos y lianas, pasando a ser dominado el espacio por las zarzas y diversos megaforbios. El estrato arbóreo suele estar ocupado por especies implantadas por el hombre. Contexto geológico y geográfico II.3.3. La fauna manchega los encajamientos y barrancos de la capital manchega. La compleja trama que alimenta el funcionamiento del ecosistema mediterráneo está fundamentada en dos pilares esenciales: por un lado, la abundancia de presas animales, como pequeños mamíferos, variados reptiles y, como pieza básica, el conejo, los eslabones que mantienen la unión de la mayoría de las redes tróficas. Al sur de la fosa del Tajo se abre la campiña manchega; la generalidad de los biotopos que aquí se encuentran están francamente manipulados por la gestión humana. Frente a ésta, las estribaciones serranas cuarcíticas que salpican la llanura preservan aún hoy una fauna mediterránea de gran valor e interés. La orografía y la naturaleza de los suelos, así como un modelo de gestión diferente, la han preservado, y mantiene un aceptable estado natural de conservación. Por otro lado, la gran riqueza de frutos otoñales-invernales otorga un recurso esencial para la supervivencia de muchas especies, y no sólo de aquellas de espectro trófico herbívoro o frugívoro, sino de otras que cambian su dieta o la complementan con la gran riqueza de estos hongos, bayas, tubérculos,... Básicamente, la diversidad de biotopos presentes actualmente en el ámbito de estudio es la siguiente; en cualquier caso conviene recordar la pérdida de diversidad acaecida a lo largo de los siglos, ya en la época de los romanos o posteriormente en la Edad Media, y notablemente sufrida en la segunda mitad del siglo XX: Estas características del medio mediterráneo permiten acoger a numerosas especies animales que crían en su seno; y además, en el caso de las aves, a un ingente número de individuos que, procedentes del Paleártico occidental, se detienen en estas latitudes, bien para reposar durante sus largas rutas de migración en busca de los cuarteles de invernada, bien para establecerse y pasar el invierno. - El medio acuático: aguas de ríos, arroyos, regatos estacionales, charcas temporales, graveras inundadas,... - Las riberas, que incluyen los bosques galería, los cinturones de vegetación palustre, las franjas de helófitos que siguen los cursos menores de la zona,... No es difícil interpretar una fauna histórica en el ámbito de estudio, marcadamente mediterránea, y considerarla como rica entonces, tanto cualitativa como cuantitativamente, y en el caso de las aves, de gran variación estacional. Buena parte de esta riqueza zoológica hay que achacarla a la diversidad de biotopos que acogería el área sometida a estudio, medios diversos que con la actividad del hombre realizada en el territorio desde tiempos pretéritos se han empobrecido en la actualidad. - La campiña agrícola. Medio muy diverso que comprende tanto cultivos de regadío de las zonas de valle, como otros de secano, almendrales, olivares, cereales y plantas forrajeras, etc. - Parches de matorral y pastizal, de características florísticas muy diversas, retamares, atochares, espinares, etc., que se reparten por los cerros y cigarrales de los alrededores. Más o menos abiertos, incluyen diversos pastizales, en algunos casos aptos para la explotación ganadera. II.3.3.1.Caracterización de biotopos - Masas arbóreas naturales, como los encinares de las elevaciones serranas. - Asomos rocosos, culminando las crestas y serretas que jalonan la Autovía. La traza en estudio incluye aún hoy y ciertamente una considerable diversidad de hábitats, en los que tienen cabida numerosas especies de animales. El agua, magníficamente representada por el río Tajo al norte de la actuación viaria, se recrea en su tramo medio formando amplios meandros de aguas remansadas, a la vez que se introduce entre bloques pétreos en - El medio urbano rural, con numerosas posibilidades para algunas especies, que encuentran refugio y alimento abundante. 29 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) rras de labor, tanto de secano como de regadío, los olivares, los almendrales, los viñedos,... II.3.3.2. Fauna El medio acuático y las riberas están representados en el área de estudio por las aguas de ríos, arroyos, regatos estacionales, charcas temporales, graveras inundadas, etc.; como riberas quedan enmarcadas todas las orillas y márgenes que flanquean a las aguas corrientes, así como las manchas de vegetación palustre que aparecen en las charcas, y las bandas de plantas freatófilas que siguen a los regatos temporales. La vegetación riparia constituye en muchas ocasiones un medio excepcional para la fauna. Su disposición lineal, en la que una estrecha franja se extiende a lo largo de muchos kilómetros, permite el uso de este medio como un corredor natural por el que se desplaza la fauna, tanto terrestre como aérea. La densidad y cobertura que pueden alcanzar algunas masas vegetales de las orillas otorgan refugio a muchas especies. En muchos casos, son los lugares predilectos, en los que se establecen los vivares de mamíferos o anidan las aves. Además de todo esto, las riberas y los cinturones de vegetación palustre constituyen en algunas ocasiones las únicas masas de vegetación natural en las que pueden sobrevivir determinadas especies, con requerimientos ecológicos más exigentes. En este sentido, constituyen auténticas “islas” ecológicas, en las que se refugian muchos organismos de interés general. Estos medios antrópicos, aunque muy diferentes en su aspecto, tienen en común la tradicional gestión que el hombre hace de ellos, hoy en día intensificada y llevada hasta extremos poco respetuosos con el medio. Entrando en consideraciones zoológicas, su composición está básicamente constituida por especies de requerimientos generalistas, que suelen presentar capacidad para amoldarse a los cambios introducidos por el hombre, o que se han visto beneficiadas por la actividad que en ellos acontece. Algunas aves de las riberas son los ruiseñores común y bastardo, el mirlo común, el chochín, el escribano soteño, el mosquitero común, la lavandera blanca, el papamoscas cerrojillo, el abejaruco, el autillo, el alcotán,... En los herbazales de las orillas, y entre la vegetación freatofítica, viven diversas especies de reptiles y anfibios. Sin embargo, entre las extensas manchas uniformes de cultivos herbáceos, principalmente cereales, y las explotaciones de leñosas, tipo olivar, viñedo,..., existen diferencias en cuanto a la oferta de recursos ofrecidos para la fauna: alimento, refugio y guarida, etc. En cualquiera de los casos, las aves son el grupo faunístico más numeroso. Entre los habitantes más típicos de los espacios abiertos están diversos aláudidos: la cogujada común, la calandria, la cogujada montesina, la totovía, la alondra común; además de la perdiz roja, la codorniz, la collalba gris, la collalba rubia, el jilguero, el verdecillo, el verderón, el pardillo común, el triguero, el alcaudón real, el alcaudón común, el cernícalo común, el aguilucho cenizo, el aguilucho pálido, el mochuelo común, y los más enrarecidos sisón, alcaraván, avutarda, antaño mucho más numerosos, etc. Además, muchas rapaces que habitan en los cortados serranos se aproximan hasta la campiña para campear, encontrando aquí su alimento. Finalmente, diferentes especies de mamíferos se desarrollan en óptimas condiciones en los variados espacios ocupados por la campiña toledana: el erizo común, la musaraña común, la liebre, el conejo. La campiña agrícola constituye una parte importante del conjunto de los biotopos que pueden encontrarse en la zona de estudio. En esta unidad se contemplan todas aquellas formaciones vegetales implantadas por el hombre, con fines productivos esencialmente, con excepción de las masas forestales de repoblación, que se tratan más adelante. Por tanto, quedan aquí recogidos los cultivos herbáceos y tie- Las forestas, antaño muy extendidas y hoy sólo ligadas a las elevaciones serranas, serían magníficos enclaves en los que tendrían cabida buena parte de la fauna mediterránea más típica y diversa. En la actualidad, el encinar autóctono ha menguado muchísimo en superficie, prácticamente todo aquel desarrollado sobre los materiales detríticos terciarios manchegos, y la mayoría de los encinares silíceos. 30 Contexto geológico y geográfico Las masas existentes aún mantienen aves tales como el milano negro, el ratonero común, el águila calzada, el cárabo, el águila culebrera, el milano real, el azor, el búho chico, el búho real, el pito real, el pico picapinos, el carbonero común, el herrerillo común, el arrendajo, el escribano montesino, el zorzal común, la paloma torcaz, el zarcero común, la abubilla, la golondrina dáurica y la tórtola común. Además la cobertura vegetal da protección a algunos mamíferos más retraídos que integran la fauna toledana: el tejón, la garduña, el gato montés, el lirón careto, la gineta, la comadreja, el turón. nos ya adehesados en las proximidades de los asentamientos. Las masas de encinar de la llanura sufrirían una presión mayor, produciéndose la aparición de hectáreas de campos abiertos salpicando las forestas, así como teselas de vegetación en las que aparecerían los matorrales propios de la degradación del encinar, retamares, tomillares y espartales. La ribera del río aparecería cubierta de una masa forestal alineada, de porte no elevado y densa cubrición superficial, y la extensión de las praderas juncales y los enclaves encharcados sería probablemente mayor. Nuevos cultivos son generalizados en el interior peninsular con el asentamiento romano, como son la vid y el olivo. El yacimiento de Pozos de Finisterre se localiza en el fondo de valle del río Algodor, una superficie deprimida de marcado carácter estacional rellenada con materiales aluviales y coluviales, principalmente arcillas y arenas arcillosas, con numerosos emplazamientos de niveles freáticos someros. La fauna del momento sería sin lugar a dudas muy abundante y diversa, y probablemente estarían presentes todas las especies características del monte y la campiña mediterráneos; la diversidad de ambientes y la escasa presencia humana en el conjunto del territorio posibilitarían el mantenimiento de poblaciones faunísticas muy notables. Sobre todos estos colectivos de animales, sobre todo aves, peces y mamíferos, existiría una notable presión humana (Catena 2). La depresión aparece delimitada por la presencia de elevaciones serranas, crestones cuarcíticos que reflejan la actividad hercínica, y que son el punto de partida para la génesis de los depósitos pliocenos de los piedemontes y faldas. Ya antes de la presencia romana en la zona, la actividad agroganadera sobre el paisaje manchego, y en particular sobre el emplazamiento de Pozos de Finisterre debió ser notable. Las labores de despeje de la masa forestal para la ganancia de pastizales ganaderos y la obtención de tierras agrícolas, mediante la aplicación de rozas sobre todo, crearían espacios abiertos que, aunque no continuos, si facilitaran la extensión de los medios esteparios en el seno de las masas forestales, diversificando el paisaje prerromano de una forma, aunque no intensa, si notoria. Estas labores de domesticación del territorio se intensificaron sin duda alguna con la llegada del mundo romano. El paisaje de entonces en el entorno del yacimiento se interpreta como una depresión poco notoria en el seno de una planicie coronada por alineaciones de serretas cuarcíticas densamente pobladas de vegetación esclerófila en sus laderas y piedemontes, algu- 31 Contexto histórico III. CONTEXTO HISTÓRICO III.1. Contextualización macroespacial: evolución de la ocupación humana del territorio Durante el Pleistoceno Medio comienzan a asentarse en esta zona los primeros grupos de homínidos, atestiguándose evidencias de su presencia en las terrazas cuaternarias del río Tajo por el hallazgo de piezas líticas achelenses como bifaces, triedros y núcleos anteriores a 128.000 años. En este sentido, destacan los yacimientos de Paleolítico Inferior de El Espinar (Almonacid de Toledo), Cañete Grande y Cañete Chico (Toledo) situados en niveles de terraza media del Tajo (+20-30 metros), al igual que el yacimiento achelense de Pinedo (Toledo) (Santonja, 1981). En este último se documentó un amplio conjunto lítico elaborado fundamentalmente en cuarcita, destacando el macroutillaje (bifaces y triedros), además de cantos trabajados, núcleos y lascas (Querol y Santonja, 1979). Asociados a esta industria se recogieron restos faunísticos (cervus elaphus, elephas antiquus, bos primigenius, oryctolagus cuniculus y lepus cf. europaeus) (Soto, 1979). A su vez, en las inmediaciones Desde épocas remotas este espacio ha sido utilizado como zona de paso y vía de comunicación entre las cuencas del Tajo y del Guadiana, materializado en la calzada de época romana (Vía 30 del Itinerario de Antonino) y en el Medievo y época moderna en el Camino Real de Toledo a Sevilla. La zona, pese a que se caracteriza por la ausencia de grandes núcleos en épocas históricas, salvo los más representativos situados en sus extremos (Toledo y Consuegra), comprende un territorio con un rico patrimonio arqueológico que apenas se ha visto afectado por el Tramo 1 del Proyecto de la Autovía de los Viñedos, gracias a las medidas de protección sobre el mismo. A continuación se recoge una síntesis del poblamiento humano de dicha zona, desde sus inicios hasta tiempos modernos. 33 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) de Toledo se han localizado restos faunísticos e industria lítica achelense en las terrazas de Buenavista, Valdelobos, Valdecubas, Campo de Tiro, Observatorio y El Pocito (Alférez, 1977; De la Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001). Por otro lado, contamos con otros hallazgos aislados paleolíticos como los de El Ajunjeral y Cantohincado (Ajofrín), o La Raya (Mazarambroz) correspondientes a estaciones al aire libre donde se conservan escasos conjuntos líticos realizados en cuarcita local procedente del material de aporte fluvial de las terrazas pleistocenas (Santonja, 1981; De la Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001). En el área meridional de la zona de estudio se han detectado hallazgos aislados sobre coluviones de sierras cuarcíticas y piedemonte con pendiente hacia el río Algodor, similares a otras evidencias de poblamiento paleolítico del valle del río Amarguillo, que aprovechan las gravas y clastos transportados por dicho río, procedentes del desmantelamiento de los afloramientos de las sierras cuarcíticas del entorno, como en los cercanos términos de Villafranca de los Caballeros, Madridejos (Paleolítico Inferior) o situados en las laderas de cerros, como en Camuñas (Paleolítico Medio) (De la Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001; López Recio et alii, 2001). La existencia de diferentes yacimientos calcolíticos y de la Edad del Bronce refleja la importancia de la ocupación humana durante estos períodos en este sector de la provincia de Toledo (Carrobles et alii, 1994; Álvaro, 1987; Rojas, 1988; Muñoz y García, 2000). Un ejemplo de asentamiento calcolítico es el del cerro de El Guijo en el cercano término de Mazarambroz, cuya ubicación se ha relacionado con la explotación de minerales del cobre (Montero et alii, 1990). Las cerámicas existentes presentan formas lisas (cuencos, vasos globulares, platos, etc.), materiales tanto pre-campaniformes (con decoración incisa, acanalada, incisiones en zig-zag, incisiones horizontales paralelas, oblicuas, cerámicas pintadas y a la “almagra”), como campaniformes (fundamentalmente con decoración incisa e impresa), pesas de barro y fusayolas, así como industria lítica (núcleos y restos de talla, puntas de flecha, perforadores y elementos de hoz elaborados en sílex) y material pulimentado (un 34 ídolo-violín, fragmentos de brazal de arquero y algunas hachas y azuelas) (Vallespí et alii, 1987; Rojas, 1988; Rojas y Rodríguez, 1990). A su vez, existen otros hallazgos de este período como el conjunto lítico en sílex hallado en La Zarzuela en dicho término municipal (Vallespí et alii, 1987) o el ídolo-violín encontrado en el cerro de La Encantada (Layos) (Barrio y Olmos, 1990). Concretamente el Cerro del castillo de Mora, el Castillo de Consuegra y El Guijo, mencionado anteriormente, presentan un mismo modelo de asentamiento calcolítico caracterizado por su ubicación en un cerro elevado, con fuerte pendiente y difícil acceso, alejado de cursos fluviales y relacionado con actividades de pastoreo, agricultura, caza, recolección y un creciente interés por el mineral de cobre (Rojas, 1988; Carrobles et alii, 1994). En este momento (III milenio a. C.) existen manifestaciones de megalitismo en el entorno, como los menhires de La Tochá en Arisgotas (Orgaz), contemporáneos a las pinturas rupestres esquemáticas localizadas en La Zorrera (Mora) y La Chorrera (Los Yébenes). Dichos menhires consisten en dos ortostatos labrados en granito con motivos decorativos (acanaladuras y cazoletas), dispuestos en posición vertical sobre el terreno abrupto del cerro granítico de La Tochá (Rojas, 1987). Por su parte, las estaciones de arte esquemático mencionadas, situadas en las estribaciones orientales de los Montes de Toledo, se caracterizan por una profusión de barras y puntos acompañados de antropomorfos, además de un motivo serpentiforme y una escena simbólica compuesta por antropomorfos esquematizados y un esteliforme triangular en el caso de La Zorrera (Caballero Klink, 1980; Piñón et alii, 1984; Balbín y Bueno, 1994). En cuanto al área que el presente estudio ocupa, durante la Edad del Bronce se produce una ocupación intensa de las estribaciones nororientales de los Montes de Toledo, documentándose diferentes poblados, enclavados a una altura que oscila entre los 850 metros y los 1.000 metros de altitud, sobre los crestones cuarcíticos a modo de plataformas ligeramente amesetadas o alomadas, desde las cuales se dominan visualmente los valles fluviales del Algodor y el Amarguillo (Ruiz Taboada, 1998). De este modo, se documentan los yacimientos Contexto histórico del cerro del Estanquero, La Bóveda, castillo de Mora y el Aljibe de la Cabra en Mora, Los Majuelos en Manzaneque Cuartos Largos, Sierrezuelas, cerro de la Loba, Candelaria Sur, El Aljibe (Fig.5 y Fig.6), Mataperros, El Alcor y cerro del Castillo, enclaves situados en Consuegra, así como el cerro Conde en Madridejos o La Chorrera, Montón de Trigo, Frontón Oeste, Frontón Este, Las Pedreras, Cabezuela, Pizarro en Camuñas, cerro de Angora en Los Yébenes (López Fernández, 1990), o La Olivilla y Calderón en Orgaz (Ruiz Taboada, 1998). A su vez, en el término municipal de Nambroca se advierte la existencia de algunos yacimientos de la Edad del Bronce, tales como Las Nieves II, Los Picosos, Nazules II, La Cocinilla II, Oliva, Orría I, Valdihuelo y Fuentevieja1. La ocupación del territorio analizado en la Segunda Edad del Hierro se ha adscrito tradicionalmente al área carpetana de los textos clásicos (Valiente y Balmaseda, 1983; González Conde, 1987). La ciudad más importante es Toledo (Fernández del Cerro y Barrio, e.p.), descrita por los autores latinos como ciudad pequeña, parva urbs, pero bien defendida, sed loco munito (Livio, XXXV ,22). Consuegra también fue un importante núcleo amurallado ubicado en el Cerro Calderico (Giles Pacheco, 1971). Los yacimientos amurallados situados en cerros y espolones de fácil defensa son comunes en la región desde mediados del siglo IV a.C. A los ya citados Toledo y Consuegra se pueden añadir los cerros de El Castro en Villamuelas y Cerro del Gato en Villanueva de Bogas, ambos en la cuenca del río Algodor. Por tanto, el patrón de asentamiento en altura de las estribaciones nororientales de los Montes de Toledo durante la Edad del Bronce se caracteriza por la localización y distribución específica de los poblados, la accesibilidad, el control estratégico del territorio, la explotación de los recursos de la zona y la adaptación a la topografía del terreno. Dicha ocupación del territorio se debe principalmente al aprovechamiento de fuentes y cursos de agua, así como a la explotación de recursos minerales del cobre. Este modelo de ocupación se complementa en el curso alto del río Algodor con el patrón de asentamiento en llano, atestiguado en el término de Consuegra y Los Yébenes, además de aprovechar las pequeñas elevaciones naturales del terreno, junto a cursos de agua, con zonas propensas para el cultivo (Ruiz Taboada, 1998). El mundo funerario en este área se conoce bien gracias a la excavación de algunas necrópolis de incineración como la del Cerro del Gato (Villanueva de Bogas) (Llopis, 1950) o la de Palomar de Pintado (Villafranca de los Caballeros) relacionada con un poblado cercano. En esta última existen diferentes fases de ocupación, desde el s. VI a.C. al s. III a.C. Durante la Fase I (s. X-IX a.C.) y la Fase II (s. V. a.C.) se construyen tumbas de hoyo simple y quemaderos, mientras que en las Fases III (s. IV a. C.) y IV (s. III a.C.) destaca el empleo de tumbas de influencia ibérica con túmulo de planta cuadrangular e hileras de adobes al exterior, siendo el espacio interior funerario de planta circular o rectangular con enfoscado yesífero, situado a una cota inferior al túmulo, donde se encuentra la urna cineraria y los ajuares funerarios. En este yacimiento también se han documentado, los ustrina o estructuras de combustión de los cadáveres propios del ritual de incineración, de planta rectangular y ligeramente excavadas en el terreno (Carrobles y Ruiz Zapatero, 1990; Pereira et alii, 2001; Pereira et alii, 2001)2. Del Bronce Final, entre los escasos yacimientos documentados en la zona de estudio, destacan los hallazgos del cerro del castillo de Mora y el Peñón Toledano (Carrobles et alii, 1994), mientras que pertenecientes a la primera Edad del Hierro son reseñables la fase más reciente del yacimiento toledano del Cerro del Bú (Fernández del Cerro, 2001) (Fig.13) y las más antiguas de la necrópolis de Palomar de Pintado (Ruiz Taboada et alii, 2004). La ciudad de Toledo en época tardo-romana (s. IV d.C.) vuelve a conocer un período de renacimiento, debido a la pérdida de poder administrativo de otros núcleos poblacionales como Consaburum, convirtiéndose en un gran 1 2 Datos procedentes del Inventario de Carta Arqueológica de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha. Para el período romano inmediatamente posterior véase capítulo siguiente. 35 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) centro administrativo que controlaba un amplio territorio y asentando las bases para convertirse en capital del reino visigodo de Toledo. Aparecieron nuevas construcciones vinculadas con el cristianismo, como templos y complejos episcopales, siendo sede episcopal en época visigoda (García Moreno, 1990; Aranda et alii, 1997). Muchas de las piezas arquitectónicas y escultóricas se fechan en el s. VII, reflejo del esplendor de Toledo como centro administrativo y político (Jiménez Morán, 2001). Por su parte, el sector sureste de la provincia de Toledo conoce durante la Antigüedad Tardía y en época visigoda una continuidad poblacional, dentro del contexto del reino visigodo de Toledo. Al oeste de la zona de actuación destaca la presencia de la iglesia de San Pedro de la Mata (Caballero Zoreda, 1980) (Fig.11 y Fig.12) y Arisgotas, localidad perteneciente a Orgaz, que cuenta con gran cantidad de relieves decorativos visigodos, destacando la iglesia y posible centro monástico de Los Hitos. Otros hallazgos son los restos aislados de decoraciones arquitectónicas de Consuegra o la necrópolis de la Loma del Carpintero en Los Yébenes (Criado Anaya y Villa González, 1988). La ocupación musulmana de la comarca de La Mancha se produce en un territorio que se encuentra poco poblado ya en los momentos finales de la monarquía visigoda. No obstante, los núcleos fortificados de época islámica se encontraban en las torres de Azuqueca (Consuegra), Tirez y Alcázar de San Juan (Molero, 1994). Especial papel tuvo la fortaleza de Consuegra, en la que se han identificado restos islámicos pertenecientes al recinto central primitivo así como a un posible albacar (Fernández del Cerro y De Juan, e. p.) Después de la ocupación cristiana de esta zona, en torno al 1085, y especialmente de los enclaves de Mora y Consuegra, por Alfonso VI se produce la repoblación de estas tierras con un contingente poblacional formado principalmente por mozárabes toledanos. En esta empresa, a partir de los reinados de Alfonso VII y Alfonso VIII, cobran un importante papel las Órdenes Militares, especialmente la de San Juan (en Consuegra y Manzaneque), la de Santiago (en Turleque y Mora) y la de Calatrava (en Nambroca) (Herrera Casado, 1989; Jiménez de Gregorio, 2000). 36 Por su parte, el territorio situado en el alfoz toledano va a estar muy relacionado con la capital. Ya desde finales del siglo XII y principios del XIII aparecen citadas varias alquerías y otros lugares poblados situados en la comarca de La Sisla, entre Toledo y Burguillos. Éstos son Daralfornana, Daralbelio, Daralcotán, Chenán Daud, Anduca y Borch Abenyunus (González Palencia, 1930). Del mismo modo, existe un despoblado al noreste de la población de Almonacid de Toledo denominado Romayla, en una encrucijada de caminos cercana al arroyo Guazalete (Jiménez de Gregorio, 1962). Durante los siglos XIII y XIV van a destacar tres fortalezas situadas en torno al área de estudio, los castillos de Almonacid, Consuegra y Mora. El Cerro del Calderico situado junto a la población de Consuegra, es un punto dominante desde el cual se controla el camino de Toledo a Córdoba, vía heredera de la antigua calzada romana (Vía 30 del Itinerario de Antonino) que unía Toletum con Alhambra (Roldán Hervás, 1973; Fernández Ochoa et alii, 1990; Palomero Plaza, 2001). Es en este punto elevado donde en época islámica se erige el castillo de Consuegra, originalmente una pequeña fortaleza o hisn que, tras la conquista de Toledo por parte del monarca Alfonso VI (1085), pasa a manos cristianas. Tras la Batalla de Uclés, el castillo cayó de nuevo en poder de tropas almorávides y, finalmente, Alfonso VII al reconquistar Calatrava y su comarca, retoma este fortín en torno al año 1147. El castillo será custodiado por la Orden Militar de San Juan, una vez donado a ésta por parte de Alfonso VIII en 1162, convirtiéndose en cabeza del Gran Priorato. Esta Orden se encargará de la defensa de la comarca de los ataques almohades y desde Consuegra se organizará la repoblación de las tierras de este sector de La Mancha (Fernández Layos, 1984). Son varias las fuentes escritas en las que se describen los restos del castillo de Consuegra, aunque entre ellas destaca la que realiza Domingo Aguirre en 1769 acompañada de algunos grabados (Aguirre, 1973): -1769: “Descríbese la capital va de Consuegra: Esta situada a las faldas de una sierra en su cumbre un castillo de fábrica moruna y los Contexto histórico Figura 15.- Castillo medieval de Consuegra en proceso de restauración vestigios del que hicieron los Romanos. [...] está situado en las cumbres de unas Sierras contiguas a la Villa, es fábrica y construcción moruna mui en estado con las recomposiciones que se an echo. Tiene cuatro torreones, grandes, uno de ellos más capaz donde está la Sala que llaman Capitular, por haber juntado en ella la Orden Capítulo y seis cubetes falfabragas, diferentes retiradas y defensas de mucha consideración para la guerra de aquel tiempo, todo él de buenas habitaciones, calabozos, una cisterna muy grande que no se ha conocido jamás sin agua ni corrompida y otra pequeña en la que suele hechar a perder y muchas vezes se seca. [...]”. -1868: “Hay un castillo que domina el pueblo, desmantelado, y por la parte del Sur ruinoso, distante de la población unos 400 metros, su fundamento es de romanos, en lo antiguo perteneció al Gran Prior de la Orden de San Juan y ahora es de D. Manuel Balderas, no estando destinado a ningún uso. Existen también algunos trozos de las murallas antiguas que defendieron esta población en la dominación romana” (Archivo Museo de Santa Cruz. Interrogatorio de Monumentos, Respuesta 12). Los restos constructivos conservados datan en su mayoría del siglo XIII, cuando el Castillo fue la base de operaciones de la Orden de San Juan de Jerusalén. Su planta es irregular y Fernández Layos (1984) distingue en ella tres recintos. El exterior está compuesto por una muralla rematada por merlones, hoy restaurados, pero que ya aparecen reflejados en un grabado de Domingo Aguirre; un segundo recinto compuesto por la barbacana, el espolón, la torre Sur o albarrana y el paso de ronda; y un tercer recinto compuesto por el núcleo central de la fortificación. Este último cuenta con una planta rectangular de aproximadamente 43 x 27 metros y a él se accede a través de uno de los tres torreones semicirculares adosados. Sobre la primera puerta del cubo grande están las armas del Serenísimo D. Juan de Austria y de los Toledos, sobre la segunda hay una cruz de las que usa la religión en las Banderas y sobevestas que modernamente la han pintado de color rojo de madera que el que teniendo noticia de la verdadera forma de la cruz que usaron los Caballeros del Templo mirase ésta, la podrá graduar por suya sin escrúpulo alguno [...]”(Aguirre, D., 1973: El Gran Priorato de San Juan de Jerusalén en Consuegra en 1769. IPIET). 37 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) El “Camino de Consuegra a Toledo” aparece documentado ya en 1237 (Concordia entre las Órdenes de Santiago y San Juan) y en el Mapa de Villuga de 1546 se constata su paso por “Filibusterre”. Si bien el conocido Camino Real de Toledo a Sevilla no pasa por este punto, debemos mencionar que su recorrido corre paralelo y muy próximo al segmento viario que une Toledo con Pozos de Finisterre. Probablemente se trata de un trazado superpuesto al consolidado en época romana (Vía 30 del Itinerario de Antonino) y utilizado en época hispanomusulmana, siendo una vía de comunicación controlada desde los diferentes castillos existentes en la zona de estudio anteriormente descritos (Ruiz Carmona, 2002). Por otro lado, como elementos etnográficos de entidad, además de las muestras de arquitectura popular en las inmediaciones del trazado proyectado, destaca el conjunto de molinos de viento del Cerro Calderico (Consuegra), cuya construcción se remonta en torno a 1836 (Lara, 2000). Este conjunto, declarado Bien de Interés Cultural (B.I.C.), fue restaurado en la segunda mitad del siglo XX. Además, existen otros molinos de viento en la zona como el Eulogio Matas situado al suroeste del Término Municipal de Mora, así como el Molino de los Moraledas, situado al noroeste de Turleque (Jiménez Ballesta, 2001). III.2. Contextualización microespacial: ocupación prerromana y romano-republicana III.2.1. Estudio histórico-arqueológico La conquista de la Carpetania por los romanos se produce en apenas 30 años, en la primera mitad del siglo II a.C. Más tarde, con motivo de las guerras numantinas (135 a.C.) se ubicaron aquí los cuarteles de invierno de los ejércitos de Roma (Apiano, Ibéricas, 83). Los enclaves de Toledo y Consuegra (Toletum y Consabura) se convertirán en grandes urbes romanas, situadas al pie de los cerros con ocupación indígena, existiendo en ambas restos constructivos de edificios públicos y de espectáculos (teatro, anfiteatro y circo). Destacada presencia de obras hidráulicas de gran magnitud, como el puente-acueducto que traía agua desde el Embalse de Guajaraz a Toledo, el acueducto y canal para el abastecimiento de agua a la ciudad de Consuegra desde la presa de la Alcantarilla, Figura 16.- Detalle de la zona en estudio. Reportorio de todos los caminos de España 1546 (P. J. Villuga). 38 Contexto histórico o la cloaca dentro del casco histórico de Toledo de retirada de aguas residuales (Blázquez, 1990; Aranda et alii, 1997; Sánchez-Palencia et alii, 1990). Fernández-Layos de Mier (1983) sostiene que el asentamiento del Hierro II sobre el Cerro del Calderico, perteneciente al territorio municipal de Consuegra, no tiene continuidad en época romana y a su vez el municipio de Consaburum (Consabura) se constituye ex novo en época imperial reciente (el primitivo asentamiento es conquistado por Roma en el siglo II a. C.). Sánchez-Sánchez (2001) ha demostrado la importancia estratégica de la ciudad de Consuegra al menos desde época romana y ha elaborado un mapa de distribución viaria de los tres recorridos antiguos que unían el municipio de Consaburum (Consabura) con Segobriga. Domitius M. fil. Serg. Dentonianus (CIL II, 4211). En este contexto de ocupación hispanorromana del territorio se hallarían las numerosas explotaciones agropecuarias o villae existentes en las vegas del río Amarguillo, como las Casillas de San Andrés (Consuegra)5. En todo este territorio al sur de Toledo destaca la presencia del municipium de época Flavia de Consaburum (Consuegra), de carácter eminentemente rural (Mangas y Alvar, 1990; Fernández-Layos de Mier, 1990), y cuyo abastecimiento de agua se realizaba desde la presa situada en el río Amarguillo a cinco kilómetros de la localidad y que cuenta con 4,80 metros de altura en una pantalla plana reforzada por quince contrafuertes de 1,30 metros de espesor realizados en mampostería (Blázquez, 1990). Por otro lado, la presencia romana en el área de estudio se atestigua por la presencia de restos arquitectónicos y muebles, como un ara con inscripciones latinas encontrada en Nambroca (Alföldy, 1987) o los yacimientos de Pista de Tenis, Vertedero, Camino de las Cruces, Jabonero y Dehesa de Mochares I, hallados en dicha localidad6. En el caso del yacimiento de Pozos de Finisterre constatamos una clara continuidad entre ambos períodos3. A la valoración inicial del enclave, se suma la consulta de la Carta Arqueológica de Castilla-La Mancha, con la que comprobamos la existencia de otros puntos próximos a la zona de actuación, significativos porque inciden en la presencia romana en el territorio. La importancia del recorrido viario que estudiaremos a continuación tiene su constatación en la principal población ubicada en proximidad al punto del hallazgo del tramo viario, Consuegra. Consaburum / Consabura dispuso de una presa cuya longitud (800 m) la sitúa a la cabeza de todo el mundo romano. La presa se ubicaba a 4 km al SO de la población, en dirección a Urda. De igual modo al O de la población se conservan restos de un acueducto7. La urbs de Toletum toma entidad verdaderamente urbana como municipium a comienzos del siglo II a. C. (Mangas y Alvar, 1990). Al menos desde época altoimperial, la ciudad queda comunicada con los municipios de Consabura (Consuegra) y Laminium (¿Alambra?) a través de la Vía 30 del Itinerario de Antonino4 (Roldán Hervás, 1975; Fernández Ochoa et alii, 1990; Palomero Plaza, 2001). Plinio el Viejo cita entre las ciudades estipendiarias del conventus Carthaginensis la de los consaburenses (Hist. Nat. III, 25). Sin embargo, la ciudad no alcanzará la condición de municipio hasta la época de los Flavios (fin siglo I d.C.) como expresa la mención al duumviro del municipio de Consabura: L. Entre la información histórica y arqueológica que se reunió antes de realizar la excavación del yacimiento, incluida en el del Inventario Arqueológico de Castilla-La Mancha, se mencionan algunos enclaves bastante próximos a Pozos de Finisterre, siendo significativo el 3 v. Morín de Pablos (2005). Frontino (IV, 5, 19) menciona una Consabrae: Hispani Consabrae obsessi eadem omnia passi sunt nec oppidum Hirtuleio tradiderunt, con motivo de las operaciones militares realizadas durante las guerras sertorianas en el año 79 a.C. No todos los autores la identifican con la Consuegra toledana, situándola por el contrario al Norte del Sistema Central (González-Conde, 1992). 4 5 Dato procedente del Inventario de Carta Arqueológica de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha. 6 idem. Para más detalles acerca de la documentación antigua relativa al municipio consaburense v. Carraco Serrano (1995). 7 39 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 17.- Presa romana de Consuegra. caso del yacimiento de La Peñuela, al que se asigna una cronología altoimperial y musulmana. Ambos yacimientos ponen fecha y relevancia en época romana a este paso situado en la zona oriental de los Montes de Toledo. trashumancia de las tierras frías de Soria a las cálidas de Extremadura) y a la mitad de distancia entre Camuñas y Madridejos, puede verse el antiguo y pasajero Camino Real, que va del centro de la Meseta Inferior a Cádiz. Acerca de la presencia romana en este territorio son también testigos restos arquitectónicos y muebles, como un ara con inscripciones latinas encontrada en Nambroca (Alföldy, 1987) o los yacimientos de Pista de Tenis, Vertedero, Camino de las Cruces, Jabonero y Dehesa de Mochares I, localizados en dicha localidad (Carta Arqueológica de Castilla-La Mancha). Camuñas, al igual que Consuegra, formó parte de la Carpetania, ya en su límite con la Celtiberia. Con el dominio romano será integrada en la Hispania Citerior, dentro del convento jurídico de Cartagena, al igual que Laminium, Consabura y Toletum8. El territorio de Camuñas, al SE de Consuegra, no entra dentro del recorrido de la A 30; sin embargo queremos señalarlo como punto de hallazgo que puede explicar el panorama de comunicaciones viarias de época romana en el territorio de La Sisla. Estuvo poblado desde los más remotos tiempos, si tenemos en cuenta su situación sobre un promontorio rocoso (674 m.), con alturas próximas como San Cristobal y la Cabeza Gorda. Como ya hemos mencionado anteriormente se conservan muchos topónimos relativos a la ganadería; por el actual casco urbano pasa la Cañada del Soriano (camino de 40 8 Evidentemente debemos tener en cuenta que en época romana la Carpetania no responde a una realidad administrativa sino a un realidad geográfica que se constituye como reducto de la organización territorial y étnica prerromana. Polo López (1995/1996) hace referencia a la historiografía relativa a los límites de la Carpetania. Considera que los límites de esta región pudieron variar en época romana con la subdivisión de las provincias Citerior y Ulterior en conventus, de tal forma que Consabura y Toletum pertenecieran al Carthaginensis y Complutum al Caesaraugustani. Plinio (NH, III, 6) sitúa el nacimiento del río Anas en el ager Laminitanus, perteneciente a la Hispania Citerior. También especifica este autor que los laminitanos son estipendiarios del conventus carthaginensis (NH, III, 25). Laminio conseguirá el status municipal con los Flavios. Contexto histórico Del mismo modo, en Puerto Lápice, dentro de la línea directriz de la vía 30, se documenta un tipo indeterminado de ocupación romana. Elementos constructivos y cerámica sigillata, entre otros, demuestran el paso del recorrido de la vía 30 al sur de esta localidad y en dirección al pequeño puente situado en la salida de la misma hacia el Camino Viejo a Consuegra9. Otros tramos de empedrado conservados de esta calzada romana se hallan al sur de Consuegra, por tanto alejados de la zona de actuación, y también en el término de Camuñas, a cuatro kilómetros de Puerto Lápice, destacando por otro lado el Puente de Villarta de San Juan, por el cual se cruzaba el río Cigüela (Fernández Ochoa et alii, 1990). Antes de llegar a Toledo, al NE de la localidad de Checa, a 20 km de la capital, se encuentra el Pozo de San Cristóbal y la antigua Venta de Diezma, que aparece en el repertorio de caminos del s. XVI de Villuga, en el Camino de Córdoba, que también se llama de Sevilla, o Camino de Andalucía. Figura 18.- Distribución de pueblos prerromanos en torno a Toledo (a partir de Solana Sáinz 2001). carretera de Tembleque a Mora relativos al mundo ganadero y que en muchos casos reproducen la continuidad de una realidad más antigua, la de un paso trashumante: el Monte del “Buey”, “Casa Vaquero”, “Majada”, “Casa de los Bueyes” y, en proximidad a Mora, la Virgen “de la Antigua”. Este camino es la expresión medieval de la pérdida de importancia del antiguo camino de Consuegra, que desde tiempos de los musulmanes se desplaza al Oeste pasando por Orgaz y Puerto de los Yébenes (Arenas, 2004). En este sentido, conocemos otro paso del río Algodor que pudo igualmente corresponder a un recorrido de época romana y que se sitúa precisamente en Villanueva, en el otro extremo del actual embalse de Finisterre. En este caso el paso del río no responde tanto a una elección del enclave técnicamente propicia para el paso como a la necesidad de hacer pasar por aquí un recorrido que uniría las poblaciones de Toletum y Segobriga10. A decir de algunos autores, este recorrido se uniría al de la vía 30 (IT) Laminium-Toletum hacia el noroeste, precisamente a la altura de otro puente, el de Villaminaya11. Debemos señalar, en apoyo a la existencia en la Antigüedad de este recorrido a través del puente de Villanueva, que son muchos los topónimos próximos a la actual III.2.2. Estudio toponímico El análisis del término “Pozos” es sencillo y de fácil interpretación; se identifica toponímicamente con “tierras junto al río donde éste tiene mayor profundidad o se forman pozos”12. También aparece como sinónimo de “cavidades del terreno o huecos donde se acumula el agua”13. Ya en época romana encontramos este topónimo asociado a la caminería; concretamente, en Hispania, se localiza una statio llamada Ad Putea cuya reminiscencia se reconoce aún hoy en el topónimo Pozo Amargo14. 12 R. Calvo Pérez/ J. José Calvo Pérez, 1996, “Toponimia de Quintana del Pidio”, en Cuadernos del Salegar, revista de investigación histórica y cultura tradicional, Año II, nº 4 (Web). 13 “Toponimia del Valle Medio del Ésera (Huesca), estudio lingüístico, cavidades del terreno” en www.tdx.cesca. es/Tesis_UdL. 14 Blázquez (1921, 9). 9 Benítez de Lugo Enrich (2002) y Muñoz López-Astilleros (2001). 10 v. al respecto las consideraciones de Cezón y Arias (ME, 63, p. 28 ss). 11 Id. 41 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 19.- Ubicación del yacimiento y de los topónimos en torno a éste (topográfico nacional 1: 25 000). El topónimo Finisterre, aparece localizado en los mapas modernos en la margen derecha del Algodor, concretamente en el inicio del pantano del mismo nombre. Aparece en los repertorios de caminos medievales y modernos como Filibusterre o Finibusterre y deriva del latín finibus terrae, que significa literalmente en los confines de la tierra o del mundo15. Otro significado diferente pero que también responde al punto geográfico de ubicación de Pozos de Finisterre se encuentra en el vocabulario de Germanías. En este caso corresponde a la acepción de horca, tanto en el sentido de instrumento de tortura como en el geográfico de horcajo, o valle encajado entre dos montes. Precisamente en los montes de la margen derecha, al Este, se localiza el Cerro de la Virgen, que hace referencia a la Virgen de Finisterre o Nuestra Señora de Finisterre, patrona de Los Yébenes, a la que se daba culto en el siglo XIII en el castillo de las Guadalerzas. En aquellos tiempos, esta zona de los Montes de Toledo fue la frontera entre cristianos y musulmanes y más tarde el propio pueblo de Los Yébenes lo era entre la Orden de San Juan de Jerusalén y la 15 El topónimo Filimusterra aparece recogido en el repertorio de Villuga (1546) bajo el símbolo de “pueblo pequeño”. 42 ciudad de Toledo; por ello es factible que este término romano se pudiera aplicar en principio al límite entre los territorios de dos ciudades (Consuegra y Toledo). Tradicionalmente los terrenos asignados a Consuegra iban desde los Montes de Toledo y actual divisoria de las provincias de Toledo y Ciudad Real hasta estas sierras al Norte de Manzaneque y Mora. Parece por tanto posible asimilar el topónimo “finis terrae” al antiguo confín o divisoria de los territorios de las urbes romanas de Toledo y Consuegra16. La sacralización cristiana del lugar es un elemento más a favor de esta interpretación, pues la sacralización de lugares y topónimos romanos por los cristianos es un fenómeno extremadamente común en la geografía española, así también se localiza este nombre en Nuestra Señora de Finibus Terra, en Cabezarados, Ciudad Real y la ermita de Finibus Terra, en Almendral, Badajoz, de origen visigodo. La propia existencia de una imagen o Virgen de 16 En apoyo de esto: García Moreno supone que el término Yébenes deriva de la villa Deibensis, donde San Ildefonso fundo un monasterio, quizá para marcar los límites del obispado de Toledo en este punto. L. A. García Moreno, “San Ildefonso y sus relaciones con el poder político”, en Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo de Toledo (2007, 244) Contexto histórico - Para expresar la extremidad de una región Plinio utiliza habitualmente la palabra finis, -is, que es la que usa en el caso de Clunia y la que debería haber utilizado si realmente quisiera hablar del extremo de los territorios de Celtiberia y Carpetania. De ahí que podamos considerar que en este caso quiera remarcar la importancia del accidente geográfico (el río) no como límite entre regiones sino como nexo de unión entre dos centros nucleares de dos de los territorios mencionados. Es verdad que la mención que hace Plinio a Segobriga como punto nuclear de la Celtiberia20 y a continuación de Toledo junto al río Tajo, induce a pensar que el río tiene un papel decisivo en la definición de ambos territorios; sin embargo no se especifica que éste fuera el límite entre ambos21. Finibus Terrae podría indicar la existencia de una imagen romana. Sin olvidarnos del sentido de finisterra como horcajo o paso encajado, que haría referencia al punto geográfico correspondiente al cruce del río Algodor, vamos a proponer una interpretación toponímica más amplia que toma en consideración tanto ésta como otras acepciones del término. El topónimo latino Fines (Ad Fines) ha sido utilizado frecuentemente en época romana para indicar la situación de una statio en un punto fronterizo entre territorios administrativos de ciudades importantes o de regiones geográficas pertenecientes a pueblos diferentes (carpetanos, celtíberos…etc). Aparece generalmente sólo en los itinerarios. En la provincia de Hispania aparece en las vías 2 y 21 del Itinerario de Antonino (It. 398, 5 y 427, 1). Sin embargo, en ninguno de los casos consultados el término Fines aparece asociado a Terrae. A partir de otra reciente publicación que ha vuelto a poner en primer plano la cuestión de las diferentes etnias celtíberas22 y de la expansión de estos pueblos a lo largo de la península en diferentes momentos de su historia y convivencia con Roma, nos hemos planteado si la línea geográfica oriental y posiblemente administrativa entre los territorios de dos poblaciones vecinas, pertenecientes o no a una misma etnia (carpetana o celtíbera), estuviese de algún modo representada por la cadena orográfica de los Montes de Toledo y en su lado más oriental, en el extremo de ésta, por Finisterre. En relación a esta cuestión vamos a continuación a analizar un pasaje de Plinio el Viejo (NH, III, 3, 25) que en el siglo I d. C. afirma: “...caputque Celtiberiae Segobrigenses, Carpetaniae Toletani Tago flumini inpositi”. Muy recientemente se ha debatido la interpretación del texto en lo referente al significado de la palabra “caput”17. No vamos a entrar aquí en ardua polémica sino que vamos a tratar de aclarar la idea general expresada por el autor en este pasaje, destacando dos aspectos: Por otro lado, la vía de comunicación que desde Toledo, pasando por Finisterre, llegaba hasta Laminio pudo haber sido también un límite geográfico entre los pueblos prerromanos que tenían su frontera con la Carpetania por la parte de Finisterre, como los oretanos y los olcades23 (Fig. 15). - Toletum es una ciudad de cierta importancia dentro de la Carpetania pero probablemente no su capital18. En realidad se cuenta dentro del reducido grupo de oppida importantes de la Carpetania, al igual que Consaburum (Consabura) que obtiene la municipalidad en un momento temprano19. Toletum, Consabura y Complutum. También Plutarco (Sertorio, XVII) y Pseudo Frontino (IV, 15, 19). No debemos sin embargo olvidar que las narraciones de Livio y Polibio sobre la Segunda Guerra Púnica incluyen referencias a las etnias prerromanas que evidentemente ya no se organizan como tales sino como civitates (v. GonzálezConde, 1989, 300). 20 A este respecto véase Capalvo (1996) y Rodríguez Morales (2005, Celtiberia web). 21 No obstante, autores como González-Conde (op. cit., 303) abogan por la idea de que el Tajo fuese una frontera natural entre ambos pueblos. 22 Gómez Fraile (2000, 132-144). 23 En relación al pueblo olcade debemos mencionar que 17 “Caput y Fines en Plinio el Viejo”, Celtiberia (revista electrónica). Ya anteriormente se propuso una interpretación de la palabra “caput” en este pasaje de Plinio como sinónimo de ciudad principal [v. T. E. Page et alii (ed.), 1961, Pliny. Natural History, translation by H. Rackham, The Loeb Classical Library, III, 3, 25). 18 v. Pellón (2001, 132). 19 Para ver la evolución histórica de Toledo en época romana y fundamentalmente en la Tardo- Antigüedad véase Carrobles Santos (1999, 193 s.). Tito Livio (XXXVII, 7, 6) hace referencia a la importancia de algunas pequeñas urbes ya en época republicana en la Meseta, tales como 43 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) El propio Plinio ubica geográficamente algunas de estas etnias, realizando una descripción en sentido inverso, comenzando en la costa y dirigiéndose hacia el interior. Entre ellos menciona sucesivamente a los oretanos y a los carpetanos del Tajo: Debemos sin embargo tener en cuenta que los escritores romanos conocían mal la península y que, como sostiene González-Conde Puente27, sus definiciones de las diferentes etnias y sus límites geográficos no deben ser considerados de total fiabilidad. Primi in ora Bastuli, post eos quo dicentur ordine intus recedentes Mentesani, Oretani et ad Tagum Carpetani, iuxta eos Vaccaei, Vettones et Celtiberi Arevaci 24. Desde el punto de vista topográfico resulta difícil creer que los Montes de Toledo no constituyeran una frontera estable y poderosa entre pueblos limítrofes al igual que lo pudiera haber hecho el río Anas. No tenemos constatación de cual fue la frontera natural y administrativa entre los pueblos prerromanos de esta parte del territorio toledano, sin embargo es posible argüir que Finisterre fuese un límite administrativo entre municipios limítrofes bajo la administración de Roma. Apoyando esta idea, se conserva este topónimo precisamente en el extremo oriental de la cadena montañosa de los Montes de Toledo y en un enclave estratégico en la vía Laminio-Toledo. No queremos tampoco adentrarnos en cuestiones de tipo etnológico, las cuales han sido ya largamente debatidas25. Quisieramos únicamente hacer hincapié en este argumento en cuanto a la posibilidad de explicar el topónimo Finisterre desde el punto de vista de los límites territoriales. No debemos olvidar que esta vía, como recorrido caminero, tiene un origen anterior, plenamente indígena, pues tanto Consuegra como Toledo son poblaciones anteriores a la llegada de los romanos (Barrio y Fernández, e.p.; Giles Pacheco, 1971). Así parece confirmarse también en las distintas técnicas edilicias documentadas y en las cerámicas recuperadas en el enclave de Pozos de Finisterre, muchas de ellas posiblemente adscritas a la tradición carpetana. Se admite generalmente que la frontera entre los carpetanos y los celtíberos, al noreste, y los oretanos, al sureste, se sitúa en el curso del río Guadiana26. Precisamente el río Cigüela confluye en el Guadiana al atravesar la vía en cuestión que va desde Laminio hasta Toledo(Fig 15). Esta idea, comúnmente aceptada, se basa en los pasajes de los escritores romanos que, en algunos casos, ni siquiera conocían el territorio en cuestión. tras la guerra contra Cartago los olcades desaparecen totalmente de las fuentes y el territorio pasa a ser denominado también Celtiberia. 24 Plinio (HN, III, 3, 19). La presente distinción entre los Celtiberi Arevaci y otros celtíberos, así como la distinción entre Oretani Germani y otros oretanos (HN, III, 25), demuestra que, al menos en el siglo I d. C., dentro de una misma etnia se diferencian varias comunidades. 25 Para una visión actualizada de las diferentes etnias y su distribución en la península ibérica en el momento de la llegada del mundo romano v. la reciente publicación de Pellón (2001, 168 ss.). 26 La base de esta creencia es Estrabón (III, 1, 6). 44 No es desdeñable la idea, como veremos más adelante, de que aquí se instalase un núcleo de población dependiente del vecino municipio de Consaburum (Consabura), con función de control de la frontera occidental de su territorio; de hecho éste es un paso obligado por el territorio incluso en la actualidad. Debemos además tener en cuenta que tras la construcción del Embalse de Finisterre se altera enormemente la configuración de la cuenca hidrográfica del Algodor. Presumiblemente el curso fluvial antiguo debió de ser considerablemente mayor y éste, junto con las estribaciones de Finisterre, configuraría una frontera natural entre poblaciones distintas. De hecho en época moderna, el límite territorial N del municipio de Consuegra lo constituye precisamente el curso del río Algodor a su paso por Finisterre. No es casual por otro lado que el límite NE coincida con el recorrido de la actual carretera Consuegra-Toledo y por ende con el recorrido antiguo que discurría aproximadamente en la misma dirección. Ya en el siglo XVIII el límite N de Consuegra se configura tal y como lo conocemos hoy: “el territorio que ocupa el término de esta villa según su juicio y regulación prudente es el de tres leguas y media de levante a poniente, y cuatro leguas y media de 27 González-Conde Puente (1989, 299). Contexto histórico norte a sur, …, el cual término linda y confronta a el norte con el de la villa de Mora, la de Manzanaque y Turleque”28. Tenemos en el territorio otro topónimo que ha podido conservarse como reminiscencia de la mansio ubicada en el entorno de Pozos de Finisterre; el topónimo “Venta Vieja” (Fig. 19). También aparece un topónimo similar en torno al mismo punto en el mapa provincial de Toledo (1: 200 000); se trata de la “Cañada de la Venta” (en este caso el término “cañada” tiene que ver con torrenteras fluviales y no con vías pecuarias). Corroborando la identificación de este punto topográfico con una “venta”, o lo que es lo mismo, un posible punto de descanso caminero, López Pascual29, en base al Repertorio de todos los Caminos de España de Villuga, sitúa la “Venta el Vellaco” en Aldea Vieja y “La Venta” bajo las aguas del actual pantano de Finisterre. En el Repertorio de Villuga, “V. de Vellaco” aparece señalada con el símbolo correspondiente a una venta o posada. Si bien no tenemos una identificación segura de la población correspondiente a este punto de la vía señalado por Villuga entre Villafranca de los Caballeros y Toledo, sí podemos decir que la descripción de la misma nos hace ubicarla con toda probabilidad en torno al topónimo “Venta Vieja”. El itinerario de Villuga no corresponde exactamente al itinerario romano marcado en la Tabula; no pasa por Consaburum, discurre dejando a la izquierda el río Amarguillo y Consuegra en dirección a la Cañada de la Venta y al cruce del río Algodor, junto al actual Pantano de Finisterre. El topónimo se conserva en un punto ubicado a unos 3,5 km del yacimiento y del cruce del río Algodor. Figura 20.- Tramo viario in situ en torno al Cerro del Bú, Toledo (Porres Martín Cleto 1990). de considerable valor con respecto a la interpretación de este recorrido30. En el Itninerario no aparece mencionada ninguna estación intermedia entre Consaburum y Toletum. Sin embargo, las consabidas diferencias de detalle entre ambos itineraria se dan en multiplicidad de casos. Estas diferencias tienen que ver tanto con la ausencia/presencia de ciertas localidades o mansiones que pudieron actuar como stationes a lo largo del recorrido como con la nomenclatura utilizada en cada caso. Así, la ruta descrita por el Itinerario de Antonino, Item a Liminio Toletum (It. Ant., 446, 4-7) no reconoce ninguna statio intermedia entre las ciudades de Toledo y Consuegra, denominando III.2.3. Estudio de caminería romana. Documentación viaria Tanto el Itinerario de Antonino como la Tabula Peutingeriana aportan una información 28 Id., (1751) «Interrogatorio y Respuestas generales a él dado por los… » Catastro del Marqués de la Ensenada, Archivo Histórico Provincial de Toledo (H-201, Consuegra). 29 Mª. A. López Pascual (2004), Comentarios al Repertorio de todos los Caminos de España (Web). 30 Recordemos que la más reciente interpretación de la compilación del Itinerario de Antonino ha sido datada a finales del siglo III d. C. [véase Arias (1988, 17 ss.; 2002, Anexos de El Miliario Extravagante, 4); apoyando esta misma datación (Levi, 1967, 29)]. En cuanto a la Tabula Peutingeriana v. Levi (1967, 26-30). 45 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) a las principales stationes del recorrido en el sector que nos ocupa: Toletum, Consaburum y Murum. Por su parte, la Tabula recoge dos inflexiones del recorrido entre Toledo y Consuegra, correspondientes a dos posibles stationes y nombra a las principales localidades de manera levemente distinta: Toleton, Consabron y Moroin. En relación al cambio de nomenclatura entre un documento y otro puede ser explicado por el hecho de que la Tabula Peutingeriana utiliza como base un itinerarium posterior al Itinerario de Antonino31. Debido a la fecha en que se constituye el Itinerario del “Ravennate” (plausible base de la posterior Tabula Peutingeriana) no sólo se documentan diferencias de redacción sino también cambios topográficos sustanciales. Sabemos que Toledo se constituye como capital del territorio fundamentalmente en época visigoda, de ahí que aparezca representada en la Tabula con las dos torres características de los centros poblacionales de cierta importancia (si bien en la península éste es el símbolo de mayor importancia ya que no hay simbología de grado mayor para ninguna ciudad peninsular). La representación del río Tagus en su paso a una cierta distancia de Toleton, induce a pensar que la época en que se elabora la primitiva cartografía corresponde a un momento en que la ciudad se extiende ya más allá de la colina ocupada por la población prerromana, en dirección a la vega del río en la llanura. Ya en época romana, Toledo se extiende por la llanura aluvionar del Tajo, a través de sus numerosas villas rurales. Este fenómeno de expansión desde la ciudad situada en altura tiene lugar a partir del siglo III d. C. Este hecho tiene una continuidad lógica en el siglo V d. C. aunque la ciudad se cristianice y cambie sustancialmente el significado de muchos de sus edificios principales (pero eso será en la ciudad situada en altura y no en el ámbito rural de las villas que permanece prácticamente inalterado)32. 31 Señalemos grosso modo que la Tabula Peutingeriana debió tener su base en el itinerario compilado por el llamado “Cosmógrafo de Rávena” en torno al 670 d. C. Esta obra utilizó a su vez otros itinerarios de época romana que de igual modo debieron ser utilizados por el Itinerario de Antonino. V. más detalles en Levi (1967, nota 30). 32 v. Carrobles Santos (op. cit.). 46 Sabemos que el segmento correspondiente a Hispania falta del mapa original de la Tabula y actualmente conocemos dicho segmento gracias a una reconstrucción hecha por Conrad Miller. Miller utiliza los antiguos itinerarios severianos para su reconstrucción, pero además conoce perfectamente el Anónimo de Rávena y muchos de los aspectos topográficos y territoriales que estamos tratando en estas líneas tienen una relación directa con la interpretación que hace del Itinerario del “Ravennate”. El hecho de que el río no pase junto al símbolo de la ciudad, las dos torres, podría responder a un convencionalismo. Sabemos que hay ciertas convenciones que se repiten constantemente en las representaciones cartográficas de época antigua, como por ejemplo el que todos los ríos del occidente peninsular discurran de este a oeste, incluso los que tienen dirección norte-sur. Sin embargo la explicación tiene probablemente que ver con el hecho de que el recorrido viario pasase bordeando por el exterior toda la extensión de la ciudad en la vega del río, en dirección hacia el oeste. Debemos destacar también la presencia en la Tabula de una statio muy próxima a la ciudad, justo al atravesar el río Tajo, procediendo de Finisterre. Este dato es ilustrativo del hecho de que la vía no atraviesa la ciudad sino que tiene parada en una mansio en proximidad a ésta. Una vez bordeada la ciudad en dirección al oeste, este recorrido intersecta otro procedente de Complutum, yendo ambos en un mismo recorrido hacia Emerita Augusta. Precisamente se conserva un tramo de calzada romana justo antes de atravesar el río Tajo (procediendo de Finisterre) por el puente de Alcántara (puente considerado romano)33, en proximidad al Cerro del Bú, enclave donde se han documentado, al igual que en el Peñón Toledano, hallazgos de la segunda Edad del Hierro34 (Fig. 20). 33 Porres Martín Cleto (1990). Posiblemente fueran dos (v. Rodríguez Almeida, 2001, 25-31). 34 v. Morín De Pablos (2005, 28-29). El Cerro del Bu, un yacimiento de la Edad del Bronce en posición dominante sobre el “torno” de Toledo, donde se documentaron cerámicas campaniformes en un contexto donde predominaban formas del Bronce Pleno, además de industria lítica de láminas, dientes de hoz y material pulimentado (Álvaro y Pereira, 1990). Contexto histórico Figura 21.- Detalle de la vía Toleton-Lamini. Tabula Peutingeriana Figura 22.- Vista aérea del yacimiento con huellas visibles de posibles restos viarios aún no excavados 47 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Otra cuestión a destacar es la distancia entre Consabron y Toleton. En la sección de la Tabula dedicada a Hispania no se recogen las distancias entre las distintas stationes. Se representa la inflexión destinada a dos stationes intermedias entre las dos ciudades sin dotarlas de denominación propia; una ya la hemos comentado, se encuentra en cercanía a la ciudad de Toledo. La otra debemos ubicarla en un punto impreciso entre el Tajo y Consuegra. Sabemos gracias al Itinerario de Antonino que la distancia entre las estaciones de Toletum y Consabro es de XLIIII m. p. En la Tabula aparecen dos estaciones a distancia irregular. No carece de relevancia el hecho de que nuestro recorrido aparezca recogido en este Itinerarium Pictum. Entre todas las vías existentes en época romana en este territorio se ha representado éste y no otro de los recorridos que unen Toledo con los territorios situadas al este, hacia el Mediterráneo. Sabemos que la Tabula constituye una cartografía preciada que contiene una selección de vías de comunicación de todo el imperio romano. Por otro lado, en el Itinerario,desde Consuegra a Toledo se indican 43 millas, recorrido que habría de hacerse en dos jornadas, por lo que debió existir al menos una mansio (venta o casa de postas) que permitiera pernoctar en el camino entre ambas ciudades. El paso del Algodor por Pozos de Finisterre se encuentra a 20 km de Consuegra, casi a 1/3 de la distancia entre esta ciudad y Toledo. Si comparamos las distancias marcadas en la Tabula con las del Itinerario, comprobamos que la longitud de la línea entre las distintas stationes es en muchos casos inversamente proporcional a la distancia expresada en millas en el Itinerario. Por ejemplo, entre Laminium y Murum la distancia es de 27 millas mientras que entre Murum y Consabro es de 2435; sin embargo en la Tabula se diseña una línea tres veces más larga entre Consabro y Murum que entre ésta y Laminium. 35 Recientemente Murum ha sido identificada con Villarta de S. Juan (Rodríguez Morales, 2000, 21). 48 Item a Liminio Toletum m.p. XCV, sic: Murum m.p. XXVII Consabro m.p. XXIIII Toletum m.p. XLIIII De este modo, la gran distancia reflejada en la Tabula entre Consabron y la siguiente statio, en principio mayor que la que separa Consuegra de Finisterre, no es un criterio válido para desechar la idea de la ubicación de una statio en Finisterre. Otro aspecto sobresaliente es que en la Tabula, Lamini corresponde a una statio de la vía procedente de Corduba y no de la de Toleton. De hecho el punto de unión entre ambas vías se produce poco antes de la inflexión de la estación correspondiente a Laminio, marcada más adelante. Es posible que la A30 confluyese con la vía procedente de Córdoba en la propia ciudad de Laminio pero que hubiera además una estación al otro lado de la ciudad, fuera del municipio. En este sentido, la revisión de Rodríguez Morales (2000) acerca de la ubicación de la ciudad romana de Laminio, es suficientemente explícita. Al igual que éste y otros autores, consideramos que todas las alusiones viarias a Laminio (en todas sus formas: Lamini, Laminium y Liminium) se refieren a un mismo municipio36; sin embargo, no podemos compartir su propuesta de ubicación de Laminio en torno a Daimiel. En la descripción de la A 31 (IT) se menciona la distancia de 7 millas que separa Laminio del caput fluminis Anae. Los Ojos del Guadiana, cuya «incomprensible» naturaleza ha inspirado tanta literatura, eran el lugar topográfico de nacimiento del Guadiana, cuyo nombre proviene de los vocablos árabe y prerromano que significan «río». En realidad en torno a los Ojos del Guadiana nacía un segundo Guadiana, pues el primero se origina aguas arriba en las Lagunas de Ruidera. Dichos afloramientos, situados entre los términos de Villarrubia de los Ojos, Daimiel y Las Labores y que recibían nombres particularizados como Ojo del Pico, del Rincón, del Sordico, de Mari-López, de las Estacas, Ciego, Canal, Cercano, Estanque de la Señora, etc., 36 Se oponen a esta idea autores tales como G. Arias (1990). Contexto histórico han dejado actualmente, de aportar agua al cauce debido al drástico descenso del nivel freático del acuífero provocado por la extracción incontrolada de aguas subterráneas para el regadío. Desconocemos el punto exacto que los romanos tomaron como referencia del nacimiento del río Anas pero sea cual fuere debía encontrarse al suroeste de Puerto Lápice y Villarta de San Juan y al norte de Daimiel. El Itinerario no deja de plantear problemas a la hora de ubicar las stationes del recorrido entre Consaburum y Laminium. No podemos aceptar que Laminio se sitúe en Daimiel (tengamos en cuenta que siguiendo el IT Laminium debía encontrarse a 51 millas de distancia de Consabro) como tampoco podemos situar con seguridad Murum en Villarta de S. Juan, en base igualmente al cálculo de millas del IT. No obstante, en este último caso nos acercamos más a la distancia marcada (24 millas) y teniendo en cuenta un cierto margen de error (antiguo o moderno) podríamos ubicarla en proximidad a esta localidad. 49 Actuaciones previas IV. ACTUACIONES PREVIAS IV.1. Prospección Por último, se realizó una encuesta oral a los vecinos, propietarios y ganaderos de la zona prospectada, buenos conocedores del territorio. La prospección efectuada fue intensiva a lo largo de las zonas afectadas por las infraestructuras proyectadas. Este trabajo contó con la participación de cuatro arqueólogos titulados, y un arqueólogo director, así como un geólogo y un geomorfólogo y se ha caracterizado por una cobertura total del espacio en el área afectada por el proyecto, 100 metros a cada lado del eje de la traza37. Con el apoyo de la cartografía de la zona se ha recorrido el terreno sistemáticamente, observando detenidamente la superficie de los terrenos y todas las secciones ocasionales expuestas en la zona de prospección (zanjas, desmontes de carreteras y caminos, frentes de barrancos, etc.). En cuanto a la visibilidad arqueológica superficial, que es el principal condicionante de la representatividad de los resultados en los trabajos de prospección arqueológica, hacemos constar que el estado del terreno en el momento de efectuarse los trabajos permitía una visibilidad media-alta en la mayoría de los tramos. Así, puede concluirse que, aunque los resultados obtenidos se consideran representativos de la potencialidad arqueológica de la zona (no se han documentado yacimientos arqueológicos en superficie), existía la posibilidad de que durante la fase de los movimientos de tierra se localicen restos arqueológicos ahora ocultos. 37 Las zonas prospectadas estaban despejadas de vegetación y llanas en su mayoría, donde el campo visual se amplia notablemente, por lo que la distancia entre prospectores osciló entre los 15-20 ms. El inventario realizado de los recursos culturales y zonas de cautela identificados dentro 51 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) de la banda de afección objeto de estudio se relacionaron en cuatro apartados: Inventario de yacimientos arqueológicos, bienes muebles de interés histórico-artístico, elementos de interés etnográfico y zonas de cautela. En el caso de los yacimientos arqueológicos: -No se localizaron yacimientos arqueológicos afectados por las obras de la infraestructura proyectada. Para los bienes culturales de interés histórico-artístico: -No existían bienes inmuebles de interés histórico-artístico afectados por las obras de la infraestructura lineal proyectada. En cuanto a los elementos de interés etnográfico: -No existían tampoco elementos de interés etnográfico afectados por las obras de la infraestructura lineal proyectada. Las incidencias del proyecto sobre los recursos culturales y zonas de interés que se encontraron en la banda de estudio, se clasificaron en directa, indirecta o nula, en función de la distancia mínima que había entre un recurso determinado y el límite de las actuaciones previstas: • Incidencia directa: Todos los recursos que se encuentren dentro de la banda de actuación corren riesgo de ser gravemente dañados o destruidos, parcial o totalmente. • Incidencia indirecta: Los recursos que están situados a una distancia superior a 10 ms. e inferior a 50 ms. de los límites de las actuaciones pueden sufrir alteraciones durante la ejecución de las obras. • Incidencia nula: Inicialmente no se contempla que los recursos que se encuentran a una distancia superior a 50 m del límites de las actuaciones puedan verse afectados. Sin embargo, deben tenerse en cuenta por prevención. Y por lo que respecta a las zonas de cautela se marcaron como tales: La identificación de las incidencias se relaciona en la tabla adjunta. La información se recoge de la siguiente manera: Los yacimientos arqueológicos inventariados y los elementos de interés etnológico en las inmediaciones de la traza. • Tipo de recurso: Yacimiento arqueológico, elemento de interés etnográfico, B.I.C., o zona de cautela. Figura 23.- Trabajos de prospección arqueológica en trazado. Coluviones al sur del Algodor 52 Actuaciones previas • Código: Se corresponde con los códigos de La fase de construcción de cualquier tipo de identificación que figuran en cada apartado del infraestructura que conlleve la modificación de la topografía actual puede suponer un impacinventario de recursos culturales. to directo, inmediato, negativo e irreversible • PP.KK.: Indica la altura del trazado a la que sobre eventuales recursos culturales cada vez se encuentra el recurso. que el movimiento de tierras suponga la des• Distancia: Distancia mínima en metros que trucción o alteración de bienes integrantes del hay entre el recurso y el límite de la actuación patrimonio histórico. proyectada. La principal afección del proyecto sobre el • Actuación: Propuestas de actuaciones plan- Patrimonio Cultural de la región deriva de la posibilidad de que durante la fase de consteadas (sondeos, excavación o vigilancia). trucción, las obras incidan sobre algún recurso La conclusión derivada de los trabajos de cultural no detectado o de los que puedan prospección fue la no existencia de yacimien- encontrarse en la zona, con ocasión de: tos arqueológicos afectados pro la traza. En - Desbroces, excavaciones, desmontes y este sentido, señalar además que la visibilidad terraplenes. del suelo era muy buena, las características del poblamiento en la zona y la propia estructu- Extracción de áridos en préstamos y la insra del subsuelo no indicaban la presencia de talación de vertederos. estructuras ocultas (afloramientos de muros, - Reposiciones de caminos y vías pecuarias. zonas con distinta coloración en el terreno, crecimiento diferencial de la vegetación y, por - Desmontes para el paso de maquinaria e último, existencia de micro relieves), por lo que instalaciones auxiliares de las obras. no se consideró necesaria la adopción de mediLa anulación o minimización de los impactos das correctoras que modificasen el proyecto. identificados requiere la ampliación de una En cuanto a estas medidas preventivas y serie de medidas que responden básicamente compensatorias habrá que tener en cuenta los a tres conceptos: prevención, compensación y aspectos que a continuación se describen. corrección. Figura 24.- Prospección arqueológica de los préstamos proyectados 53 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 25.- Tabla de Incidencias a) La prevención supone: Se estima conveniente que estas medidas comiencen a ejecutarse con una antelación • El seguimiento y vigilancia de los movisuficiente, un mes, al inicio de los movimienmientos de tierra. tos de tierras, para disponer de un margen • La realización de sondeos arqueológicos de tiempo que permita, en su caso, corregir, de comprobación, cuyo objetivo fundamental ampliar, o completar las medidas adoptadas: es la caracterización y valoración del espacio - Prospección arqueológica de superficie: se afectado. llevará a cabo un reconocimiento arqueológico • La señalización temporal de los recursos del terreno en todas las zonas que se designen culturales y la exclusión de cualquier movi- para acopio de tierras, extracción, y vertedero miento de obra dentro del perímetro señalado. de materiales, cuando éstas se encuentren fuera de la banda estudiada. b) La compensación supone que una vez - Sondeos valorativos o de comprobación: al asumida la alteración o destrucción de un no localizarse zonas de afección directa no se yacimiento arqueológico por el desarrollo de cualquier obra, se procede a equilibrar la realizarán sondeos de comprobación. situación mediante la investigación, a partir de excavaciones arqueológicas en extensión del 2. Medidas preventivas a ejecutar en fase de sitio afectado. Es decir, se compensa la pérdida obras y paralelamente a las mismas: con el exhaustivo conocimiento de la entidad - Seguimiento arqueológico: los movimienafectada. tos de tierra asociados al desbroce, preparación c) La corrección supone la anulación del del terreno, desmontes, préstamos, etc., debeimpacto mediante soluciones técnicas de inge- rán supervisarse por un equipo de especialistas niería. Como resultado del estudio efectuado, con experiencia en este tema. El objetivo funno se ha considerado necesaria la adopción de damental es la identificación de yacimientos arqueológicos no visibles en superficie y por ninguna medida correctora. lo tanto no detectados durante la prospección A continuación se detallan las estrategias de arqueológica superficial. En este sentido, es de particular conveniencia prestar especial intervención más adecuadas a ejecutar: atención a las obras de desbroce y limpieza del 1. Medidas preventivas a ejecutar en fase de terreno. obra, con anterioridad al inicio de los movimientos de tierra. 54 Actuaciones previas Figura 26.- Señalización y delimitación del área sujeta a estudio arqueológico En el caso de que durante las remociones del terreno se identifique algún yacimiento se procederá a su excavación arqueológica mediante procedimiento de urgencia. 1- Sondeos/Excavaciones arqueológicas en extensión: No se contempla la realización de sondeos/excavaciones en extensión. En esta primera fase de trabajos de prospección arqueológica intensiva, se observó la presencia de restos arqueológicos muebles (cerámicos e industria lítica) en dos zonas diferenciadas. Igualmente, se realizará un seguimiento arqueológico en todas las zonas designadas para acopio, extracción y vertedero de tierras y materiales, y para los parques de maquinaria, se encuentren o no dentro de la banda estudiada. En una de las zonas los restos aparecían bastante dispersos, lo que podría indicar bien la presencia de yacimiento arqueológico, bien que se trate de un arrastre de material procedente de otras zonas, debido fundamentalmente a las labores agrícolas que se han desarrollado en la zona hasta la actualidad. En la segunda zona a destacar, se observa en superficie una alta densidad de concentración de restos muebles, por lo que pensamos en un principio que estaríamos ante un posible yacimiento. - Señalización: Se jalonarán con cinta de obra los bienes culturales localizados en la banda de estudio, quedando excluido el interior del perímetro de cualquier movimiento de tierras. 3. Medidas Compensatorias a ejecutar en fase de obra, con anterioridad al inicio de los movimientos de tierra: Se estima conveniente que estas medidas comiencen a ejecutarse con una antelación suficiente (1 mes) al inicio del movimiento de tierras, para disponer de un margen de tiempo que permita, en su caso, corregir, ampliar, o completar las medidas adoptadas. Ante estos resultados resolvimos concentrar un mayor número de sondeos en estas dos zonas para comprobar la posible existencia de un yacimiento arqueológico y su extensión. 55 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) IV.2. Sondeos mecánicos Durante el seguimiento arqueológico, en el punto en el que se encuentra el puente de la carretera CM-400 sobre el Algodor, se accedió a un estribo de otro puente más antiguo, que data de 1940 y está protegido por Resolución de Cultura. Se observaron diversos deterioros en la citada estructura, causados por el empleo de maquinaria para la colocación de las pilas del nuevo viaducto de la Autopista y para evitar el avance de dichas destrucciones, D. Fernando Sánchez Hidalgo, arqueólogo encargado del seguimiento arqueológico, propuso la creación de un “encofrado”, que tapara parcial o totalmente el estribo, tal como había solicitado verbalmente D. José Ramón Ortiz. Por otra parte, en ese mismo lugar, el P.K. 34+100, se habían observado diversos fragmentos cerámicos al desbrozar la superficie. El hallazgo se reflejó en un informe previo específico, en el cual se adscribían estos materiales a diversos periodos, entre la Segunda Edad del Hierro y la romanización. La inspeccción de la zona arqueológica localizada por parte del arquéologo D. Jose Ramón Ortíz, de la Dirección General de bienes y Actividades Culturales de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, tuvo como consecuencia la propuesta, por parte de dicho técnico, de una serie de medidas a tomar, entre las que destacamos: - Desbroce general del área, controlado por el arqueólogo que suscribe, en las zonas que faltaban por rebajar. - Comprobar con una inspección visual superficial, la extensión del emplazamiento, dentro de la banda de expropiación del presente proyecto constructivo. - Documentar la dispersión de materiales arqueológicos en el entorno de la obra, para ser incluidos los datos en la Carta Arqueológica. - Realizar una serie de calicatas mecánicas, en el lugar acotado, para comprobar las esratigrafías y facilitar el proceso de excavación arqueológica. El área implicada sería la que se extiende desde el P.K. 34+100, al oeste, hasta la Obra de drenaje del P.K. 34+250. 56 A raíz de las prescripciones de Cultura, se realizó, en gabinete, una propuesta específica de Intervención, Excavación Arqueológica en extensión, para el yacimiento denominado Pozos de Finisterre, en una reunión mantenida, en las oficinas de Dragados en Almonacid, con el Ingeniero de Producción y los encargados de tierras; en ella se expusieron las necesidades derivadas de los nuevos hallazgos arqueológicos en el entorno del Algodor y la consecuente excavación, determinándose preparar el balizamiento de una zona de inicio cuya delimitación se facilitaría mediante la realización de una serie de calicatas y zanjas mecánicas. En abril de 2004 se llevó a cabo esta fase en su totalidad. El emplazamiento de los sondeos persiguió obviamente acotar con mayor certeza la extensión del yacimiento y valorar la potencia y las características de los restos que integraban el mismo desde los datos reflejados en los perfiles de los mismos. De la valoración de los perfiles de los sondeos se desprendía: - La confirmación de la necesidad de efectuar la tercera fase de la intervención (Excavación en extensión). - El emplazamiento y la extensión de un área inicial. Balizamiento. La excavación arqueológica V. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA V.1. Desarrollo estratigráfico: Ámbitos de actuación grantes de las paredes –mampuestos- de edificios destruidos del yacimiento. Además, la presencia de algún fragmento de molino de mano de granito, así como de un elevado número de fragmentos de huesos de animales diversos, apuntaban la posibilidad de que estuviésemos ante un asentamiento estable, cuyo emplazamiento cercano al cauce del Algodor dentro del territorio accidentado de la Serrezuela de Manzaneque, por una parte, lo definía como “asentamiento en llano en relación con el paso del río y de la cadena montañosa” y por otra, presagiaba también su destrucción. Se balizó en ese P.K. una zona dentro de la traza de la Autovía intentando acotar el lugar de mayor concentración de restos superficiales: fragmentos de cerámica pintada (bandas, círculos, etc.) y romana de referencia inequívoca (terra sigillata) además de tejas curvas. Las características de estos materiales cerámicos indicaban una cronología para el enclave que incluía el periodo denominado Hierro II y la etapa romana. Con la limpieza mecánica y manual del espacio delimitado para excavar, salieron a la luz algunos elementos y niveles arqueológicos que confirmaban la existencia en el lugar de un yacimiento arqueológico efectivamente muy arrasado. Por otra parte, destacaban también en superficie, entre los cantos pequeños y angulosos del nivel natural de coluvión, otras piedras –cuarcitas- de un tamaño mayor cuya morfología -prismas de secciones rectangulares con aristas de entre veinte y treinta centímetros- hacía pensar que podía tratarse de elementos inte- 57 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) A los factores que suelen mencionarse como causantes de la destrucción de yacimientos arqueológicos, como la remoción continuada de tierra en superficies extensas efectuada por la maquinaria empleada en el mantenimiento de los terrenos de cultivo, o los impactos puntuales más recientes relacionados con la ejecución de obras de carácter civil, de mayor o menor envergadura – canalizaciones, carreteras, etc.- había que sumar, en este caso, otros derivados de la construcción del Embalse de Finisterre en el río Algodor; entre ellos cabía pensar en: desplazamientos del cauce principal y aparición de ramificaciones del mismo, así como en la posibilidad de que hubiesen tenido lugar alteraciones en el nivel de agua que hubiesen anegado terrenos anteriormente a salvo de estas eventualidades. V.2. El proceso de excavación Establecidos por parte del equipo técnico los límites del área en la que se iniciarían los trabajos correspondientes a esta fase del proceso de intervención, la excavación del yacimiento de Pozos de Finisterre comenzó con un desbroce mecánico, seguido de la limpieza, excavación y documentación gráfica (planta a escala 1:20; fichas de Unidades Estratigráficas, Estructuras & Ámbitos) y fotográfica de cada una de las Unidades (digital y color). Los materiales arqueológicos (cerámica, huesos y material lítico) fueron separados para su estudio en bolsas asignadas a su correspondiente contexto. Los niveles arqueológicos se insertaron en una secuencia estratigráfica (Matrix de Harris), se describieron, dibujaron y fotografiaron. En busca de una documentación lo más completa posible del yacimiento arqueológico o la parte de éste que iba a ser cubierta por las obras de esta autovía nos marcamos una serie de objetivos; en primer lugar, constatar la potencia real del registro que de acuerdo con los perfiles visibles parecía a priori escasa y en segundo lugar, documentar las estructuras existentes. Los resultados arrojaron un saldo muy positivo, aunque algunos de los testimonios de la existencia de edificios, como ya 58 hemos dicho, aparecían claramente en posición derivada. Con los primeros movimientos de tierra realizados a ambos lados de la zanja oriental se excavaron de forma manual los distintos niveles detectados en los perfiles para valorarlos desde el punto de vista cronológico, cultural y funcional, dejándose en planta los restos estructurales que estaban dentro del área de actuación. Pretendíamos, además, valorar la existencia o no de niveles prerromanos y romanos en secuencia correlativa de acuerdo con lo que sugerían los materiales arqueológicos recuperados y una lectura coherente del registro siempre que este último fuese posible. En última instancia, el objetivo fundamental era proponer un significado para este enclave a nivel de territorio, en un marco histórico amplio que indicado por materiales en su conjunto. Los trabajos arqueológicos se llevaron a cabo con la ayuda de una máquina excavadora mixta con la que se procedió a la apertura de un área rectangular (sector oriental) a lo largo de la traza, que integraba únicamente el espacio comprendido entre las zanjas más orientales efectuadas durante la peritación. Sucesivas ampliaciones, hacia el Noreste, el Oeste y el Suroeste, efectuadas a medida que fueron detectándose nuevos restos, abrieron un espacio poligonal de más de tres mil metros cuadrados, ocupando la traza con el fin de precisar la extensión del yacimiento en el interior de la misma. El trabajo efectuado por la máquina se complementó con la correspondiente limpieza utilizando medios manuales, los que proporcionaron nueve operarios y algunos arqueólogos para poder delimitar con precisión el perímetro y extensión de los tramos de zócalo que conformaban las distintas estructuras y/o ámbitos, así como de los niveles, asociados o no a éstos. En algún caso pudo determinarse la existencia de esa relación, aunque, en general, sólo se apreció la destrucción en profundidad que había sufrido el yacimiento como consecuencia, por una parte, de actividades humanas más o menos recientes, como la del arado, cuya huella pudo detectarse en algunas de las cuadrículas junto con las zanjas para la acometida de diversas canalizaciones y, por otra parte, de la más que probable desarticulación La excavación arqueológica Figura 27.- Planimetría general de la excavación (Pozos de Finisterre, 2004) 59 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 28.- Inicio de los trabajos de excavación a partir de la zanja oriental Figura 29.- Derrumbe de adobes 60 La excavación arqueológica de unas estructuras emplazadas tan cerca del río, tanto por las eventuales oscilaciones naturales en el cauce como por las añadidas artificialmente con la realización más recientemente del Pantano de Finisterre. En el mismo sentido habría que mencionar también como responsables de la destrucción a la plasticidad y movilidad de los materiales geológicos sobre los que se encuentra el asentamiento. adobe de colores y aún conservaba en su interior dos vasijas enteras lo que desde el principio nos hizo valorar la posibilidad de que se tratara de una tumba. Además de estos elementos arquitectónicos, se documentaron restos de lo que parecía un hogar o enterramiento, leves referencias a pavimentos de lajas de pizarra, un pedestal cimentado, tal vez soporte de miliario o estatuaria y, finalmente, restos de un empedrado que se extendía también en dirección Este-Oeste. Se pensó que éste último podía corresponder a un camino con dirección al río, existiendo además la posibilidad de que otros restos que este “camino” englobaba en un punto más próximo al cauce (una pila de obra y dos prismas yuxtapuestos de granito y cuarcita) hubiesen formado parte tal vez de la entrada a un puente. Cada una de las estructuras o elemento de las mismas fue delimitada, limpiándola en profundidad, con el fin de precisar tanto como fuera posible su morfología así como el registro estratigráfico asociado. Para documentar se siguió como sistema el método estratigráfico, numerándose cada estructura y depósito y recogiéndose esta información y otras relativas en fichas. Por otra parte, para realizar una representación gráfica suficientemente precisa de la planta del yacimiento y para complementar los trabajos de topografía necesarios, se estableció una parrilla en el interior del área a partir de la cual se dibujó la planta del yacimiento. En cuanto al procedimiento seguido en la intervención, el nivel de revuelto de materiales arqueológicos se recogió en las unidades 2, zona Este y central, y 34, zonas Oeste y Norte, existiendo en estas unidades algunas acumulaciones de piedras que tal vez fuesen resultado de destrucciones recientes de zócalos u otras estructuras -unidades 4 y 5- similares a los que se han encontrado en posición original, una vez realizada la limpieza de la planta de la fase de destrucción más reciente del asentamiento. Se llevó a cabo también un trabajo fotográfico en el que además de realizarse fotografía aérea se hicieron tomas generales del yacimiento y específicas de cada estructura y nivel -su nivel de detección- y final en papel –color y blanco y negro- y digital. V.3. Secuencias y Ámbitos identificados La superficie inicialmente acotada comenzó a excavarse, como ya hemos dicho, en su extremo Este, a ambos lados de la zanja oriental, en cuyos perfiles se habían documentado en la fase de sondeos una serie de niveles conformando una secuencia conjunta de escasa potencia; luego se realizaron ampliaciones, al Oeste y al Norte, como también se ha mencionado ya. V.3.1. Ámbito 1 Se identifica con una estructura que conservaba, entre otros elementos, parte de la delimitación perimetral de un pequeño espacio: paredes de adobe y piedra. La UE 17, situada al Norte de la estructura, podría ser un tramo de zócalo de mampostería careada cuya posición con respecto al cercano UE 11 marcaría una línea con dirección EsteOeste aproximadamente, la misma que la señalada por otros tramos documentados en el resto del área abierta. Sólo en ese sentido puede relacionarse con esta unidad, puesto que en el espacio que mediaba entre ambos elementos únicamente se excavaron pequeños depósitos procedentes de la destrucción de la estructura de adobe en la que parece estar integrada esta Los restos de construcciones que fueron descubriéndose ponían de manifiesto la existencia de estructuras pertenecientes a un asentamiento casi totalmente arrasado con la excepción de algunos tramos de zócalo de muro de mampostería, que conservaban una o dos hiladas de alzado marcando líneas casi exclusivamente en dirección Este-Oeste. Sólo un pequeño espacio adosado a uno de estos tramos se levantaba desde el suelo con 61 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) unidad 17, quizás como base de un elemento de apoyo de la misma. Su fábrica de mampuestos líticos angulosos presentaba al menos dos superficies careadas entre las que se había depositado material lítico de tamaño diverso y barro. El alzado apenas conservaba una hilada y al flanco Sur se unían la pared Oeste de adobe -UE 26- y un bloque exterior de planta hemicilíndrica también de greda, en este caso amarilla -las UU.EE. 56 y 57. Las otras paredes de este pequeño espacio, sus lados Este y Sur, las unidades 23 y 24, eran también de adobe, amarillo en el primer caso y naranja en el segundo. En el interior se identificaron varias unidades. El suelo -UE 53- de tierra endurecida, probablemente apisonada, estaba formado aparentemente por tierra arcillosa con cal. Sobre él se encontraron posibles referencias al uso de este espacio en la presencia de dos vasijas a torno, de tamaño medio, una de cocción reductora, de cocina y otra oxidante, sin decoración; se recuperaron casi completas –UE 20 y UE 21-. Todos los elementos que se han descrito hasta aquí hacen pensar que se trataba de una tumba de túmulo aunque el nivel interpretado como de abandono –UE 50- y destrucción permite alguna consideración que dejarían la puerta abierta a otra lectura del registro distinta a la que hasta aquí hemos hecho. Matricialmente idénticos, el nivel de relleno del interior de la estructura –UE 50- y el del interior de las vasijas, no aportaron nada decisivo –tampoco el material mueble- a la interpretación funcional de la estructura. Se trataba de un nivel de tierra arcillosa con bajo porcentaje de arenas y material arqueológico –algún fragmento cerámico. Apoyando en el suelo se encontraban, además de las vasijas mencionadas, diversos fragmentos de adobes -UUEE 51 y 52- interpretados como residuos de la destrucción de las paredes de la estructura, ilustrando una fase –destrucción- previa a la del depósito del nivel de tierra UE 50 –abandono. Sin cenizas, ni dentro ni fuera de urna, nada en este interior impediría pensar en otra función para esta pequeña edificación, por ejemplo la de almacén o despensa, que en todo caso había sufrido otra fase de destrucción, más recientemente, durante la cual desapare- 62 Figura 30.- Entorno oriental más próximo al Ámbito 1. UE 11 cieron el sector nororiental del perímetro y el suelo de la estructura, dando lugar en esta zona a otros depósitos –UUEE 73 y 28- cuya matriz incluía restos de los elementos destruidos entre los que probablemente se encontraba una parte de la UE 50. Sin embargo, los elementos arquitectónicos que se encontraban adosados al exterior del recinto en su lado Oeste –UUEE 56 y 57- no encajarían en esta lectura (almacén despensa), pero sí podrían haber servido, sin embargo, para señalar “monumentalizándolo” el enterramiento o el lugar, puesto que también es posible que se trate de un espacio que desempeñase alguna otra función en el cementerio, o en el asentamiento romano. Dentro del sector oriental del área excavada, en el entorno más próximo de la estructura 1, otras unidades podrían indicar que ésta fue una dependencia de otro edificio de mayores dimensiones dentro del cual aparecería relacionada con otros elementos arquitectónicos cuya interpretación funcional tendría entonces que ser complementaria. Así el “hogar” del ámbito/estructura 5 estaría incluido en el mismo edificio a través de la interpretación de las unidades 11, 9 y 10. La primera de ellas un tramo de zócalo de piedras de apenas una hilada de La excavación arqueológica alzado también con aparejo de mampostería careada y alineado con el zócalo -UE 17- del ámbito/estructura 1. cenizas, o bien la existencia de la misma bajo el suelo –UE 53. Al Sur y Oeste de este ámbito 1, la unidad 73, así como al Norte la 28, presentaban características similares a las documentadas en otras zonas del asentamiento; es el caso de las unidades 6 y 33, un horizonte bastante desmantelado de cantos angulosos de similar tamaño, permiten contemplar la posibilidad, adecuada a la lógica, de que existiese un pavimento de cantos que permitiera la circulación de personas y animales en exteriores; lo cual podría estar también en contra de la interpretación de almacén propuesta para el ámbito 1. La UE 9 es un nivel de ceniza y greda rojiza que no se excavó, fue sólo documentado en planta después de su detección en el perfil Oeste de la zanja oriental sobre la UE 3 de formación geológica -arcilla de color chocolate; no había, por tanto, evidencias de su relación con la fase de destrucción de las “arquitecturas” más próximas, aunque por cota relativa –menor que la del cercano zócalo UE 11podría también constituir otro elemento más en apoyo de la hipótesis de la fase de explanación que parece haber sufrido el enclave con la llegada romana (hipótesis de la existencia de dos periodos: prerromano de necrópolis y romano de asentamiento en relación con el paso del río Algodor). También en el sector oriental del área abierta, a cierta distancia de la estructura 1, otra estructura que no aportó información en cuanto a su relación con los ámbitos propuestos en el sector oriental, es la fosa de paredes y base plana, cuya forma se deduce de la observación del perfil Oeste de la zanja oriental y la planta de la estructura en el área abierta en torno a la zanja (Fotos 73-75). Tiene el aspecto de una arqueta aplanada –simple fosa- (UE 19) y su conteniendo (UE 22), aparentemente de matriz arcillosa cenicienta, con pequeños fragmentos de adobe de colores claros y algún fragmento de hueso. No se excavó. La UE 10 es posiblemente un depósito de enlucido de revestimiento mural, con reducida extensión, redondeado en planta, mostraría un elevado grado de arrasamiento del derrumbe de las paredes del/los ámbito/s 1 y/ó 5. En resumen: si desecháramos la lectura de sus elementos como correspondientes a los restos de un enterramiento, quizás podríamos interpretar el pequeño espacio de la estructura 1 como almacén o despensa, acaso relacionado con un edificio de mayores dimensiones en el que también podría estar incluido el hogar – ámbito 5- y el tramo de zócalo 11; sin embargo, son numerosas las dudas existentes al respecto, sobre todo por su tamaño, sus paredes de adobe desde el suelo y la presencia de las unidades de greda que se le adosan al exterior formando un bloque hemicilíndrico. V.3.2. Ámbito 2 Otras unidades situadas al Norte del espacio 1 podrían definir la existencia de nivel horizontal de cantos de río de tamaño mediano y pequeño, tal vez parte de un pavimento, unidad 12, desde luego muy desmantelado. Destacaban en su perímetro, en la zona Sur, algunos mampuestos de cuarcita que se individualizaron como unidad 13, pensando que quizás correspondiesen a un tramo de zócalo base de muro. No parece que se trate de parte de una estructura tubular puesto que bajo la unidad 12 se individualizaron otras, 47, 48 y 49, siendo la primera de ellas el nivel matricial que contiene la segunda y la tercera -fragmentos de objetos metálicos. Es posible que estos niveles -ámbito 2- sean parte de un espacio pavimentado, interior o exterior. En el nivel 47 se recuperaron además un pequeño fragmento de lucerna y algún liso de forma indeterminada de T.S.H. Parecen ser referencias a un enterramiento con túmulo de adobe, incluso con la certeza de que no había cenizas en el interior de las vasijas 20 y 21 -excavadas en el laboratorio, pudimos extraer únicamente una matriz arcillosa similar en contenidos de materia orgánica y arenosa a la unidad 50 que colmataba bajo UE 2 el interior de este espacio 1. En la hipótesis del enterramiento habría que suponer bien el robo de la única evidencia segura para otorgar definitivamente a este ámbito la función de tumba, la urna de las 63 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 31.- Proceso de excavación del Ámbito 2 V.3.3. Ámbito 5 Al Este de la estructura/ámbito 1 y de las unidades 9, 10 y 11, se documentaron los restos de otra estructura, la 5, cuya morfología podría definir un hogar o un enterramiento. Ya al realizarse la zanja oriental, en la fase de sondeos, se detectaron algunas de las unidades que la integraban y su excavación posterior permitió registrar un conjunto mayor de estratos que referían tanto la construcción de la estructura como el uso de la misma. En la parte más antigua del registro se consideró la existencia de una superficie o elemento interfacial, UE 86: fosa o leve rehundimiento, sobre el que se disponían diferentes depósitos y elementos conformando una estructura. En contacto con la superficie 86 se encontraba la unidad 88: un nivel de greda naranja que a su vez soportaba dos tramos de mosaico cerámico UUEE 83 y 87 y restos de un zócalo de adobe del que sólo quedaba en su lugar la unidad 85. Efectivamente, al desmontar la estructura pudimos apreciar sobre la greda naranja, UE 88, dos tramos de mosaico de fragmentos 64 cerámicos, a torno, oxidantes, lisos y pintados, UUEE 83 y 87, el segundo de ellos a una cota algo más baja -1 a 2 cm.- que el primero. Como hemos dicho, dentro de la secuencia se consideró como elemento estructural también la UE 85; situada al Sur del conjunto. Este zócalo de greda/adobe tenía el interés de que se podía interpretar como resto de la delimitación perimetral de un espacio junto con las unidades UUEE 8 y 89, que ponían en evidencia por su parte la destrucción del zócalo. Por otro lado, la UE 76, una mancha de quemado del mosaico cerámico UE 83 y del zócalo 85, ponía de manifiesto la existencia de una interfase entre la construcción de esta estructura 5 y la fase de uso de la misma representada por las cenizas que estaban ocupando del espacio delimitado. Diferencias de color en las cenizas permitieron considerar la existencia de tres depósitos distintos: la UE 7, ceniza gris, la UE 81, nivel de ceniza gris clara que apoyaba en las unidades 88, 76 y 83 y finalmente la UE 82, también restos de combustión, en este caso ceniza oscura, situada al Este del zócalo 85, supuestamente excediendo el perímetro que esta unidad seña- La excavación arqueológica laba. El conjunto de depósitos de ceniza, en principio, podría sugerir una función de hogar para la estructura; sin embargo, cabe también la posibilidad de que las cenizas se hayan traído incandescentes a la misma, dando lugar en ese momento a la unidad 76, en cuyo caso estaríamos ante un proceso que formaría parte de un ritual de enterramiento. cierta medida la sequedad o el calor quizás necesarios para ciertas vasijas o alimentos cocinados o no. Por otra parte, cabe sin embargo, como en el caso de la estructura 1, leer el registro en clave de enterramiento integrando esta circunstancia; esta unidad, también estructural, serviría simplemente de elemento sustentante o de preparación de una simple tumba en la que mediante un zócalo de adobe se crease el espacio necesario para la contención de las cenizas. Es posible que sobre estos depósitos se levantase alguna señalización del lugar y si bien esto no pudo documentarse claramente, si se constató la presencia de las UUEE 4 y 5, dos acumulaciones de mampuestos individualizados dentro de la UE 2 sobre la estructura 5. Niveles de fragmentos cerámicos formando mosaico se han documentado frecuentemente como elemento constructivo en hogares de otros yacimientos y podrían estar cumpliendo una doble función: ofrecer una superficie sólida de apoyo, por una parte, y aportar regulación térmica por otra. En algunos detalles de la deposición de la UE 88 cabría también esta doble lectura en clave de hogar y clave de enterramiento. En concreto el hecho de que se encontrase excediendo los límites de la UE 86, permite plantear, por una parte, la existencia de una zona del hogar marginal, ligeramente retirada de la de combustión, cuya utilidad fundamental consistiese entre otras posibilidades en la creación de un espacio en torno al hogar que conservase en Las características de otros depósitos daban cuenta, como ya se ha señalado, de la destrucción de la estructura; es el caso de UE 8: arcilla/greda roja y algún fragmento cerámico calcinado (parte de UE 85)- y de UE 89: greda amarillenta muy quemada, localizada en el perímetro del “hogar”, que procedería también de la destrucción del zócalo 85. Figura 32.- Aspecto parcial del Ámbito 5 65 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 33.- Detalle del Ámbito 5 V.3.4. Ámbito 6 También en torno a la zanja oriental, al Sur de las estructuras que hemos descrito anteriormente, un número reducido de unidades formaban una secuencia de fases e interfases que permitían suponer la existencia de una estructura/ámbito, la 6. La unidad estratigráfica 14, situada al Este de la zanja mencionada en cuyos perfiles no aparecía, era un nivel horizontal de matriz arcillosa con elevado porcentaje de pequeños carbones, ceniza y bajo porcentaje de arenas; su horizontalidad y escasa potencia, 1 a 2 cm., así como su relativa extensión y la irregularidad de sus límites sugería la posibilidad de que existiese una interfase de explanación –UE 90. La presencia de pequeños fragmentos –de 8 a 15 cm.- de lajas de pizarra en posición horizontal, UE 15, sobre este nivel 14 y de la placa de greda UE 18 hace que consideremos estos elementos como restos de una posible estructura –la 6- correspondiendo la greda posiblemente al derrumbe de la pared de espacio o ámbito que no se excavó y cuya función se desco- 66 noce. Parecida secuencia se documentó como veremos en la estructura y ámbito 3: nivel explanado –fase e interfase- y lajas de pizarra de posible pavimento –fase. Como en los casos de las estructuras descritas con anterioridad ninguna unidad en su entorno permitió establecer su relación con los espacios cercanos documentados. V.3.5. Ámbitos 3 y 7 En el sector Oeste del área abierta se localizaron dos bloques de unidades, algunas de las cuales definían estructuras/ámbitos, la 3 en el primer bloque y la 7 en el segundo, que se excavaron y delimitaron perimetralmente sólo en parte. En el primer bloque se repite la secuencia documentada en la estructura 6: bajo algunos elementos estructurales que definen una fase –posiblemente romana- se detectó un nivel con restos explanados –fase e interfase; la matriz del nivel en el caso de esta estructura 3 incluye materiales de construcción blandos: fragmen- La excavación arqueológica Figura 34.- Ámbito 6. Unidad 18: placa de greda con huellas de arado tos pequeños y medianos de adobe/greda. Se planteaba así, aquí como en 6, la posibilidad de la existencia de dos fases; una primera en la que se encuentran depósitos de pequeños carbones y cenizas y en la que los materiales constructivos empleados son adobes o greda, como de la estructura 1 y los de la 5 y otra fase más reciente –posiblemente romana- en la que las construcciones se levantan sobre zócalos de piedra y algunos espacios se pavimentan con pizarra. La explanación del nivel inferior de greda indicaría una interfase de acondicionamiento del enclave. patente en los niveles de derrumbe UUEE 61, 62 y 66. Bajo estos restos se encontraba un nivel, aparentemente explanado (UE 67), que se excavó parcialmente en la zona Sureste de la estructura 3 y que estaba integrado por otra clase de materiales de construcción: adobe/ greda disgregado en fragmentos pequeños y medianos. Con una disposición y cota similar, los depósitos de greda-adobe 68 y 69, situados al Este y Sur del conjunto, podrían corresponder también al nivel explanado 67 así como la UE 70, un depósito de adobe quemado situado en el extremo Oeste de los restos de la estructura 3. Las dos estructuras que definen el ámbito 4 –pedestal y restos de un posible camino empedrado, UE 75- son las que sugieren una cronología romana para esta segunda fase, como veremos más adelante. A excepción de la posibilidad de que la alineación 32 marque como parece la dirección de un tramo de zócalo, no se documentaron, salvo el elemento 31, otros tramos que definiesen el perímetro de la estructura 3. Así dispuestos los restos estructurales formarían un espacio triangular, en el que podrían quedar restos del pavimento de lajas de pizarra, en dos tramos, UE 63. En dos puntos del interior de este espacio 3, la presencia de otros elementos Efectivamente, un tramo de zócalo de mampostería careada –UE 31- y restos posiblemente de otro –alineación 32- junto con la UE 63 que quizás indique la existencia de un pavimento de lajas de pizarra, definían una fase constructiva y parte de un espacio cuya destrucción queda 67 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 35.- Ámbito 3 Figura 36.- Ámbito 7 68 La excavación arqueológica vendría a contextualizar el derrumbe y la ruina de la estructura. En uno de los puntos se han diferenciado tres niveles de derrumbe (del más superficial al más profundo): piedras de morfología y tamaño similar a los mampuestos que carean los zócalos, UE 61, que indicarían el derrumbe de éstos; teja y fragmentos cerámicos, UE 62, que ilustrarían la caída del techo y el abandono del espacio. En cualquier caso no es seguro que en el proceso de formación de la secuencia no hayan intervenido otros factores. complementarios, interfases UUEE 98, 99 y 104; son unos espacios que siguen el perímetro del edificio y estarían seguramente destinados a albergar una canalización. Desde el registro documentado en los sectores Este y Oeste del área abierta y hasta aquí descrito, hay que señalar como posibilidad la existencia de dos períodos en la ocupación de este enclave; durante el primero de ellos, un momento sin determinar del Hierro II, el lugar se habría utilizado tal vez como necrópolis y durante el segundo, ya en época de romanización y romana, como asentamiento en relación con el paso del río. En el sector Norte, en realidad ampliación del sector Oeste en dirección Norte, se excavaron los restos de dos estructuras que se han integrado en un mismo ámbito, el 4 y que podrían definir una zona exterior y coetánea a este asentamiento del segundo periodo y vienen a confirmar su relación con el paso del río y el sentido del enclave dentro del territorio. En el otro punto, la UE 66 es otra de las acumulaciones de materiales que atestiguarían la ruina del espacio 3. Apoyaría también en 67 y en este caso no pueden diferenciarse niveles de deposición. La unidad queda definida por una matriz arcillo arenosa en la que se observa un nivel medio de materia orgánica, piedras cuarcitas, fragmentos de tejas y de cerámica. Al Sur del zócalo 31, sí queda clara la presencia de un nivel explanado (fase e interfase) UE 67, sobre el que se encontraban los escasos testimonios de pavimento, UE 63. Al Este, Sur y Oeste las UUEE 68, 69 y 70 parecen una continuación del mismo nivel explanado. V.3.6. Ámbito 4 En el denominado ámbito 4, se encontraban una serie de unidades formando un conjunto “exterior a la zona de habitat” que podría interpretarse como zona de uso público y que estaba esencialmente integrada por los restos de un camino –estructura 75- y un soporte cimentado, tal vez de un hito que señalase este punto de cruce en el río Algodor. Presentaba éste último elemento arquitectónico una fosa de cimentación de un pilar de granito con la superficie horizontal superior horadada en el centro, lo cual permitía, en principio, como decimos, interpretarlo como soporte bien de miliario o de estatuaria aunque las características del resto de las unidades del conjunto apuntan en la dirección de la primera de las consideraciones. Cabe señalar que, de los restos de la estructura 3, sólo fueron excavados los derrumbes y del estrato sobre el que se construye, UE 67, un pequeño sector en el extremo Sureste, UE 68. Por otra parte, nada en el interior de la estructura ayuda a valorar la función que pudo tener, ni siquiera considerando otros grupos de unidades cercanos (41/42/60/74). Por sus reducidas dimensiones, es admisible la idea de que podría tratar-se de un espacio dependiente del cercano edificio 7, segundo bloque de unidades del sector Oeste, aunque la escasa definición del perímetro en éste último recinto reducida a sólo una parte de los zócalos de piedra de los lados Norte y Oeste, no permite asegurarlo. El segundo bloque de unidades, corresponde al edificio 7. Así, los elementos 91 y 94, 95 y 96 y 97 y 102 forman parejas de tramos de zócalos que definen parte del sector noroccidental de un edificio que no se excavó. Mediante la realización del sondeo 54 se excavaron algunas unidades que formaban parte del conjunto tal como pudo documentarse. Un pilar (67X56X72 cm.) de granito horadado, UE 65, que se interpretó como soporte de miliario o estatuaria y que se encontraba depositado en una fosa, UE 93, que se había rellenado, UE 64, con piedras cuarcitas de mediano La disposición paralela de esas parejas de tramos de zócalos también de mampostería careada con dirección E-O, crean espacios 69 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) tamaño que cumplían la misión de sujetar el pilar granítico y entre las que pudo recuperarse un fragmento de T.S.H., un fragmento de vidrio y uno de hierro correspondiente a una herramienta probablemente de cantería. Este pilar cimentado, se encontraba a mitad de distancia entre la zona que pudo ocupar el asentamiento y los restos interpretados como camino y posible entrada a un “puente” para el paso del río. Para estas últimas unidades integradas en la estructura 75, que se disponían marcando la misma dirección que los tramos de zócalo descritos anteriormente, E-O, el procedimiento seguido permitió la consideración de las siguientes individualizaciones: En la ampliación hacia el norte del área abierta, al este de la zanja occidental y bajo la unidad 34, se limpió la UE 30, un nivel de tierra y piedras angulosas, de tamaño mediano y mayor, entre 10 y 30 cm., que se extendía sobre otra capa de piedras menores, alargándose ambas en dirección Este-Oeste; su disposición, en todo caso, ponía en evidencia que casi todas se encontraban movidas respecto a la que podría haber sido su posición original quizás calzos de un camino. Se procedió a la retirada de este nivel removido, en G 2 y H 2, dejando al descubierto una interfase de destrucción, la unidad 40, contemplándose la posibilidad de que fuesen los restos de un camino calzado con dirección al río. El nivel de piedras de menor tamaño, UE 39, englobaba las unidades 38, 71 y 72 que se interpretaron como elementos sustentantes quizás relacionados con la entrada a un puente que habría permitido cruzar el río. La limpieza del perfil de la zanja occidental mostró además de la presencia de un pilar de obra con traba de argamasa rojiza, UE 71, otros dos monolíticos adyacentes: uno prismático de granito y el otro, UE 72, de cuarcita colocado en su lado Este, de menores dimensiones. El nivel subyacente de piedras de menor tamaño, UE 39, englobaba a estos tres elementos arquitectónicos, formando un talud. Sus características, emplazamiento, disposición e interrelación podrían indicar que se trata de la entrada aun puente. Hemos considerado el conjunto de elementos que integran el camino y el puente como una unidad estructural, la 75. Ciertamente debe considerarse que en este sector Norte del área, la entidad de los restos excavados no permite mayor elaboración en la propuesta de interpretación de los mismos, Figura 37.- Ámbito 4. UE 65. Soporte cimentado de granito 70 La actuación arqueológica pero ciertamente tampoco admite muchas dudas y aporta, para el segundo período, la clave del emplazamiento de este asentamiento en el territorio: el paso del río Algodor. La confirmación de su existencia es, desde luego, un dato de interés para la reconstrucción viaria romana en la zona oriental de Los Montes de Toledo, sobre todo si se considera que el punto está en “la recta” que une Consabura con Toletum. Es poco lo que podemos decir respecto a otros aspectos, como las características urbanas del asentamiento, cuyo conocimiento sería de igual o incluso mayor interés, sobre todo si se acepta que pudo cumplir el papel de lugar-parada en relación con el paso del río, a media distancia entre Consaburum y Toletum, ofreciendo la posibilidad de dividir en dos el último tramo de la ruta 30 del Itinerario de Antonino. El conjunto de los elementos arquitectónicos documentados no aporta apenas nada al uso y a la disposición de los espacios en el interior de la zona urbana, excepto que parece haber unos ejes Este-Oeste marcados por los muros, zócalos de piedra que se levantaban directamente sobre el suelo, cuyo recrecimiento se realizaba con greda, en adobe tal como se ha documentado en la unidad 42 y en la pieza Figura 38.- Ámbito 4: camino empedrado –UE 75. Figura 39.- Ámbito 4: elementos sustentantes integrados en el camino empedrado. 71 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) individualizada en el nivel 92 del interior del edificio 7, o bien, en tapial, como parece indicar la unidad 18. Queda por otra parte la duda de si los restos integrados en la explanación sobre la que se asienta el yacimiento romano corresponden, como parece, a una ocupación anterior del enclave, y si es así, cuáles fueron las características de la misma. V.4.-Conclusiones del registro estratigráfico El estudio de los resultados obtenidos en la excavación apoyan nuestra teoría acerca del paso de la vía romana Laminium-Toletum por esta zona. Los materiales, fundamentalmente fragmentos de cerámica pintada (bandas, círculos, etc.) y romana de referencia inequívoca (terra sigillata), además de tejas curvas, indican claramente una pervivencia en el uso de este tramo del recorrido viario al menos desde el período del Hierro II y durante la época romana. Del mismo modo, las estructuras apuntan hacia dos fases de ocupación del enclave. Los ámbitos 1, 3 y 5 (entre otros) incluyen materiales de construcción blandos (adobe/greda), correspondientes a una primera fase prerromana y materiales más persistentes, tales como zócalos de piedra y espacios pavimentados con pizarra, correspondientes a una fase más reciente, probablemente romana. Los pocos restos de las estructuras que existieron en el pasado en este punto corroboran también la interpretación del empedrado como vía de comunicación38. Por un lado, la estructura correspondiente al Ámbito 1 podría interpretarse como una tumba de túmulo39. Por otro lado, el Ámbito 4, que es el que mejor define al conjunto de la excavación, fundamentalmente en la interpretación de ésta como enclave estratégico del paso de una vía de comunicación principal. Este ámbito queda definido por dos estructuras, un pedestal y el camino empedrado; ambas sugieren una cronología romana. La UE 65 del ámbito 4 corresponde a un pilar de granito con la superficie horizontal superior horadada en el centro (signo de la técnica del levantamiento de sillares en la edilicia romana). En el relleno junto al sillar (UE 64) se hallaron un fragmento de T.S.H., uno de vidrio y uno de hierro (correspondiente a una herramienta probablemente de cantería), todos ellos signos evidentes de la cronología romana de este nivel estragráfico. Este pilar cimentado, se encuentra a mitad de distancia entre la zona que pudo ocupar el asentamiento y los restos interpretados como camino. La UE 30, un nivel de tierra y piedras angulosas, de tamaño mediano y grande, entre 10 y 30 cm, se extendía sobre otra capa de piedras menores, alargándose ambas en dirección EsteOeste; su disposición, en todo caso, ponía en evidencia que casi todas se encontraban desplazadas respecto a la que podría haber sido su posición original, quizás como calzos de un camino. Se procedió a la retirada de este nivel removido, en G 2 y H 2, dejando al descubierto una interfase de destrucción, la unidad 40, contemplándose la posibilidad de que fuesen los restos de un camino calzado con dirección al río. El nivel de piedras de menor tamaño, UE 39, englobaba las unidades 38, 71 y 72 que se interpretaron como elementos sustentantes, quizás relacionados con la entrada a un puente que habría permitido cruzar el río. La limpieza del perfil de la zanja occidental mostró además de la presencia de un pilar de obra con traba de argamasa rojiza, UE 71, otros dos pilares monolíticos adyacentes: uno prismático de granito y el otro de cuarcita, UE 72, colocado en el lado Este de menores dimensiones. El nivel subyacente de piedras de menor tamaño, UE 39, englobaba a estos tres elementos arquitectónicos, formando un talud. 38 Debemos apuntar sin embargo que, en la mayor parte de los casos y ante la falta sustancial de datos arqueológicos, la interpretación funcional de las estructuras no ha podido realizarse. 39 V. detalles acerca de la problemática interpretativa de este ámbito en la memoria de la campaña de excavación. 72 El segundo bloque de unidades, corresponde al edificio 7. Así los elementos 91 y 94, 95 y 96 y 97 y 102 forman parejas de tramos de zócalos. La actuación arqueológica El nivel superficial de formación y transformación continua Algodor puede ser una explicación lógica de por qué los niveles de piedra cuarcítica de menor tamaño aparecen entremezclados en los ámbitos 4 y 7 con los grandes zócalos de cimentación de la estructura viaria. Los materiales asociados a este nivel corresponden a fragmentos cerámicos realizados a torno, cocción oxidante, ocasionalmente pintadas (bandas y semicírculos concéntricos) asociados a formas de tradición indígena, además de algún fragmento de teja y de cerámica romana (T. S.). De hecho, entre los sesenta fragmentos de sigillata encon trados en la excavación, casi cincuenta proceden de las unidades superficiales y por lo tanto faltan contextos claros para la mayor parte de los fragmentos recogidos. Sin embargo, también en torno a los elementos arquitectónicos han aparecido cerámicas, como es el caso de la sigillata hallada en la cimentación del pilar/soporte del ámbito 4. Para analizar los elementos estructurales hallados en este yacimiento es preciso hacer ciertas aclaraciones en relación a la técnica viaria romana. Para ello vamos a utilizar una fuente bibliográfica reciente que ha planteado por primera vez en la larga historiografía viaria romana las grandes diferencias y peculiaridades en cuanto a la técnica constructiva de cada una de las vías romanas, fundamentalmente hispanas; se trata de la última publicación de Moreno Gallo (2004), donde vamos a encontrar suficientes ejemplos para establecer una hipótesis reconstructiva de la estructura viaria de Pozos de Finisterre. Figura 40.- Reconstrucción de la descripción de Vitrubio de las distintas capas que componen una calzada romana (Hamey, ed. 1990). vías externas se constituía en la mayoría de los casos por el jabre o la zahorra disponible en la zona. En general se trata de canto rodado cubierto y compactado con esta capa de tierra de granulometría muy fina. También recientemente Santiago Palomero (2002) recuerda con acierto que la capa de tierra con elementos de piedra de pequeño tamaño resulta imprescindible en la capa superficial de las vías al exterior de las poblaciones, ya que se constituyen como una capa flexible y permeable que ayuda a la filtración del agua y por lo tanto al mantenimiento del nivel de pavimentum intacto40. Sin embargo a esta apreciación me gustaría añadir otra que parece contradecirla. Se trata de un pasaje de Amiano Marcelino donde afirma que “la tierra está encostrada por el frío, como pulida y, por tanto, resbaladiza, de manera que provoca numerosas caídas”41. Por lo tanto, independientemente de si existía o no una capa de tierra apisonada, mezclada con zahorra, en el nivel superficial de las vías romanas, el hecho es que fuera de la época seca, propicia para realizar largos viajes, los peligros procedentes tanto de las inclemencias del tiempo como de los desbordamientos de los ríos, eran inherentes a las vías. Si bien el esquema clásico de la infraestructura de la vía romana pasa por contar con un nivel de pavimentación de grandes losas con una cara plana, el hecho es que en gran parte de las vías documentadas por Moreno Gallo, el pavimentum dista mucho del concepto clásico del mismo. Es verdad que en proximidad a Roma y a algunas otras grandes ciudades del imperio, las vías extramuros contaron con una capa de rodadura con una base de grandes losas basálticas (mineral muy abundante en la zona); sin embargo en Hispania ésta se daba sólo en los recorridos intramuros, mientras que en las En Pozos de Finisterre carecemos de cualquier indicio arqueológico que apunte hacia la conservación, en algún punto del recorrido, 40 41 73 Santiago Palomero (2002). Amiano Marcelino, Rerum gestarum, XV, 10, 5. El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) del nivel de rodadura de la vía. A pesar de que la presencia de cantos aluvionares queda ampliamente representada, su forma angulosa de mediano tamaño no puede ser considerada parte constitutiva del nivel de pavimento. Por lo tanto, nuestra interpretación se orienta hacia la identificación de los restos como parte de los niveles de preparado de la vía. En efecto, se documentaron un soporte o pedestal cimentado -tal vez de miliario o estatuaria- y también restos de un empedrado que se extendía en dirección al río, en cuyas proximidades englobaba vestigios de una pila de obra y dos prismas yuxtapuestos de granito y cuarcita que pudieron formar parte de la obra de entrada a un puente o vado, de dimensiones reducidas, no sólo por su cercanía y posición respecto al cauce, sino también porque estaban apoyados en la superficie de formación natural más sólida, probablemente la que define el lecho mayor del perfil transversal que, en buena lógica, es la que ha de buscarse como más segura -establepara cualquier cimiento o apoyo que se levante próximo a cauce o lecho meandriforme. En el recorrido de la vía 30 (IT) encontramos cuatro puentes, dos en Consuegra42, uno en Puerto Lápice43 y otro en Villarta de San Juan44. Su antigüedad ha sido ampliamente discutida pero indudablemente representan un documento a tener en cuenta a la hora de marcar el recorrido de la que pudo ser la vía romana Laminium-Toletum. A través de la atenta observación de la carta provincial de Toledo (1: 200 000), comprendemos por qué el paso de la vía Laminio-Toledo se produce precisamente por el enclave de Pozos de Finisterre. Son varios los aspectos topográficos a tener en cuenta: - se trata de la línea más recta entre Consaburum (Consabura) y Toletum. - es el punto de paso más fácil sobre el río Algodor y por lo tanto un punto estratégico en el control del paso del mismo; tengamos en cuenta que Finisterre pudo ser una frontera geográfica entre dos comunidades vecinas. Por otro lado, tampoco descartamos la idea de que los restos de pilares formen parte del nivel de cimentación de la propia vía sin indicar, al menos en lo conservado, la existencia de una estructura de mayor envergadura. Sabemos que en ciertos terrenos es posible encontrar una única capa de preparado para disponer superficialmente el afirmado de la vía, pero en terrenos de mala calidad, es más probable encontrar potentes niveles de rudus y de statumen. Teniendo en cuenta la proximidad del río y las crecidas estacionales del mismo, es lógico pensar que se haya desarrollado una estructura reforzada justamente en el punto de encuentro de la vía con el curso fluvial. De este modo, los pilares encontrados pudieron formar parte del statumen de la vía. 42 v. De la Vega Jimeno (1996). Benítez de Lugo Enrich (2002). 44 Al respecto, C. Fernández Ochoa et alii (1990, 169), mencionan el excepcional interés del llamado “Puente de los 72 ojos”, constatando evidencias de su construcción en época antigua, al menos en lo referido al arranque de las pilas y al sistema de dovelaje de algunos arcos. Por contra, G. Arias (1988: 17) ha expresado sus dudas acerca de la romanidad de este puente (v. Benítez de Lugo Enrich, 2001 y 2002). 43 74 Estudio de materiales VI. ESTUDIO DE MATERIALES El conjunto de materiales muebles que procede del asentamiento está integrado por abundantes fragmentos cerámicos, algunos metálicos y numerosos huesos de animales; de todos ellos se ha hecho descripción y estudio. Además se recogieron algunas muestras de material edilicio y algunos ecofactos que se enviaron al laboratorio para su estudio. trata de ollas de bases planas y bordes vueltos con bocas abiertas, usualmente de mediano tamaño, pastas sin alisar y acabado reductor o negro. Junto a ellas también existen algunos fragmentos de ollas con cuellos moldurados y superficie alisada, de color negro brillante, realizadas a torno. La producción mayoritaria está constituida por las cerámicas a torno de pastas rojizas y pintadas con motivos geométricos, típicas de la Segunda Edad del Hierro en el Centro de la Península. En Pozos de Finisterre se han documentado prácticamente todo el repertorio de este período que está constituido por tinajas y tinajillas con los característicos bordes de “pico de ánade”. Estos recipientes derivan en origen de las ánforas fenicias adaptando las bases y los bordes a recipientes destinados ahora para contener áridos (cereales, harina, legumbres) en lugares fijos de la casa. Para ello se ensancha la base que presenta el caracterís- VI.1. Cerámica Entre los materiales cerámicos procedentes del yacimiento de Pozos de Finisterre contamos con fragmentos de cerámica común en proporción mayoritaria. Estos fragmentos corresponden a recipientes de mediano tamaño sin decorar y cerámicas de cocina fabricadas a mano. Entre estas últimas se documentan los repertorios que comienzan a ser bien conocidos de otros yacimientos de la región: Plaza de Moros, Cerro de la Gavia, etc. Se 75 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 41.- 1-3. Ollas de cocina a mano; 4. Caliciforme a torno; 5. Cuenco a torno con labio abierto 76 Estudio de materiales tico rehundido en el centro a modo de ombligo u omphalos y los bordes se abren y se molduran para recibir los bordes de los cuencos o tapaderas que encajan en ellos perfectamente logrando así un cierre casi hermético. Estas tinajillas poseen en Pozos de Finisterre casi todas las variedades de decoraciones pintadas de la Segunda Edad del Hierro. Los bordes suelen llevar en la moldura superior una banda de color rojo, rojo vinoso o negro, dejando libre el extremo del mismo. Bajo él, los cuellos se suelen marcar con otra banda en los mismo tonos que sirve de borde a los frisos que se desarrollan en el cuerpo del recipiente, formados por bandas entre las que se disponen series círculos concéntricos, de semicírculos, cuartos de círculos o secciones de círculos formando motivos de aspas. Estos frisos de círculos alternan con melenas o líneas verticales. Para dar mayor juego a las decoraciones, las líneas en rojo o negro se alternan con bandas más anchas de tonos más claros como el rojo claro o naranja. En ocasiones todas las series decorativas de las cerámicas se disponen sobre un fondo engobado de color naranja, marrón claro o los típicos “jaspeados” o engobes de tonos más oscuros: rojo, marrón, naranja oscuro, aplicados con brochas bastas que dejan traslucir las cerdas en las pinceladas, aunque su representación no es muy abundante en Pozos de Finisterre. Figura 42.- Extracción de material cerámico mente de la provincia de Ciudad Real, (Urbina y Urquijo, e.p.), de ambientes ya tardíos dentro de la Edad del Hierro, correspondientes a los siglos II y I a.C. Pero la abundancia de estas cerámicas con decoraciones geométricas junto a la ausencia de las producciones pintadas romanas, nos remiten a un horizonte plenamente indígena anterior a la conquista romana. En aquellos lugares en los que se documenta esta fase avanzada de la Segunda Edad del Hierro que en el fondo no es más que la expresión cultural en las tierras del interior de lo que se denominó Baja Época de la Cultura Ibérica, en la que florecen estilos barrocos como los de Elche-Archena y LlíriaOliva, con loas estadios intermedios localizados en Albacete (Broncano y Blánquez, 1985), suele existir una ocupación anterior (como por ejemplo en los Ojos del Guadiana, Urbina y Urquijo, e.p.). En ese caso, el asentamiento de Pozos de Finisterre nacería en Plena Edad del Hierro, adquiriendo mayor importancia a medida que la presencia romana se intensifica y los procesos de concentración de la población hacen que adquieran más importancia las ciudades de Consuegra y Toledo, y los lugares que se encuentran entre ambas. Las posibilidades de combinación de estas series decorativas son múltiples siendo los esquemas más complejos o barrocos los que alternan las anchas bandas naranjas del cuello, enmarcadas por sendas líneas en rojo vinoso, con las series o de círculos concéntricos, semicírculos, semicírculos alternando con melenas o series de cuartos de círculo, cubriendo las 2/3 partes superiores de las piezas 3 o 4 frisos de motivos diferentes. En algunos de los ejemplares de Pozos de Finisterre se encuentran otros motivos como los rombos, las ondas o las líneas verticales paralelas. Además de las tinajillas mencionadas se encuentran en Pozos de Finisterre los característicos caliciformes, decorados con líneas negras sobre engobes naranjas o simplemente con engobes rojos. También existe buena representación de platos y cuencos. Platos con líneas rojas, platos con decoración interior a base de bandas naranja líneas rojas y ⁄ de círculos, y cuencos lisos y con líneas, con bordes rectos y labios salientes y pies con anillo. La barroquización de los motivos decorativos, así como los últimos elementos citados, o formas como las jarras de borde trilobulado, son típicos de momentos avanzados de la Edad del Hierro, y de hecho, se encuentran paralelos directos con cerámicas más sureñas, especial- 77 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 43.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro 78 Estudio de materiales Figura 44.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro 79 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 45.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro 80 Estudio de materiales Figura 46.- Bordes “pico de ánade” pertenecientes a tinajas y tinajillas 81 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 47.- Fragmentos de cerámicas a torno con decoraciones geométricas de la Segunda Edad del Hierro 82 Estudio de materiales Figura 48.- 1-2. Platos; 3. Tinajas, ánforas e imitaciones 83 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Entre los cuencos existe una alta proporción de producciones grises, todas ellas con pies anillados y bordes rectos o engrosados al interior. Estas producciones son también comunes en los yacimientos de la zona desde el siglo IV a.C., sin embargo, llama un poco la atención que los restos de las cerámicas denominadas de barniz rojo púnico (Cuadrada, 1991) sean tan escasos, apenas un par de fragmentos de cuencos de pastas roja y varios otros de una tinajilla de barniz rojo decorada con alternancia de bandas y líneas sobre una superficie de pasta blanca. Este tipo de pastas se ha documentado también en Plaza de Moros, Villatobas, Toledo (Urbina et alii 2004). Como características también constatadas en otros yacimientos, hay que mencionar algunos fragmentos de vasijas quemados o mejor dicho pasados de horno, lo que evidencia quizás la cercanía de un alfar, o en todo caso la comercialización de los productos defectuosos que hasta hace poco se vendían en los alfares tradi- Figura 50.- Fragmento cerámico de barniz rojo cionales de nuestro país como producciones de “segunda” o “tercera” a precios más baratos. También es frecuente la existencia de lañas indicando la reparación de los recipientes. Por lo que respecta a las producciones itálicas se localizaron algunos fragmentos de barnices negros campanienses, especialmente el tipo B. Estas cerámicas aportan una cronología entre el cambio del siglo II al I a.C. Varios Figura 49.- Cuencos grises con pies anillados 84 Estudio de materiales decorativos pintados. Esta carencia informativa que acompaña al registro exhumado, en el que también están ausentes casi por completo indicadores claros de contextos, tampoco permite confirmar la adjudicación funcional que se suele presuponer a cada tipo. Es evidente en todo caso que se ha recuperado un conjunto cerámico de filiación indígena con decoraciones pintadas que suelen considerarse típicas de momentos plenos y tardíos. Otros materiales cerámicos son claramente romanos, sigillata, e indican fechas más precisasen algunos casos - fragmento de cerámica marmorata. Aunque faltan contextos claros para la mayor parte de los fragmentos recogidos, algunos de ellos, de TSH, provienen de elementos arquitectónicos o niveles integrados en alguno de los ámbitos propuestos -caso del procedente de la cimentación del pilar/soporte del ámbito 4- o bien se recuperaron de niveles formados con anterioridad a estos elementos arquitectónicos, interfases o simplemente subyacentes a los mismos, estén o no en su posición originaria –caso de los recuperados en la UE 47 del ámbito 2 o los de la limpieza del derrumbe 44. Figura 51.- Fragmento de sigillata marmorata bordes de ánforas e imitaciones de ánforas del tipo Dressel 1, corresponderían también a este período romano republicano. Con la intención de valorar su estado de conservación señalamos como características del conjunto una notable fragmentación de las piezas que suelen presentar, además, superficies visiblemente deterioradas, resultado seguramente de procesos prolongados de rodamiento. Ambos hechos dificultan, cuando no impiden, la apreciación de aspectos interesantes para la catalogación como son la forma y el acabado -presencia o ausencia de decoración- especialmente en el caso de la cerámica pintada, una de las más abundantes en el yacimiento. Ya de época Imperial, ss. I-II d.C. son las típicas sigillata, de las que se encontró algún fragmento de marmorata y sudgálica y, en número mayor, las producciones hispánicas con decoraciones a molde a base de círculos y marcos de espiguilla, y las brillantes. También hay algún fragmento de terra sigillata hispánica tardía del s IV d.C. VI.1.1. Estado de conservación e inventario tipológico del material cerámico El trabajo de catalogación realizado incluyó más de mil quinientos fragmentos selectos de los cuales algo más de cuatrocientos se encontraban decorados –pintados. Se han incorporado de éstos a una ficha-tipo una serie de rasgos, obtenidos de visu, relativos a las tecnologías de fabricación y las morfologías, para obtener valoraciones numéricas interpretables considerándolos indicadores de diversas adaptaciones funcionales. Para facilitar la tarea y siguiendo el procedimiento habitual se han establecido, con anterioridad, grupos generales: cerámica La mala conservación de los restos arquitectónicos exhumados incide en la elaboración de una secuencia correcta de cronológicas precisas para los tipos cerámicos documentados en el yacimiento; a este dato debemos añadir el hecho de que algunos de los fragmentos pudieron haber perviv*ido largamente en el tiempo. Éste sería el caso de algunas formas que se adaptaron bien a la función que suponemos tuvieron y el de la cerámica de ciertos motivos 85 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 52.- Fragmentos de borde, galbos decorados y fondos de terra sigillata 86 Estudio de materiales Figura 53.- Fragmentos decorados de terra sigillata hispánica 87 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) común, lisa y decorada -de cocina, de mesa, de almacén y transporte y de otros usos- T.S., etc.. Después se ha trabajado, como hemos dicho con el conjunto de fragmentos selectos pintados. Desde este grupo pueden hacerse las siguientes valoraciones (coincidentes con las realizadas en otros estudios similares) en cuanto a la morfología. Cerámica lisa Son numerosos los fragmentos cerámicos del conjunto de Pozos que no presentan decoración; unos pocos responden a las características de las vasijas llamadas de cocina de las cuales se recuperó un ejemplar casi entero en la estructura 1; los otros pueden considerarse “finos” y ya hemos mencionado antes el problema de hacer valoraciones respecto a la presencia o ausencia de pintura porque el conjunto se encuentra muy fragmentado y rodado. en menor número de fragmentos, otros temas como los segmentos y cuartos de círculo así como los semicírculos; además se han documentado las ondas, trazos curvos y gotas. A nivel cromático, el castaño-rojo es el color más frecuente y el menos el blanco. Cerámica gris Asociada en general a la vajilla considerada fina o de mesa, esta especie cerámica se ha documentado tanto en ambientes de habitat como de necrópolis funcionando en este caso tanto de tapadera como de urna. En Pozos no son muy numerosos los fragmentos recuperados; corresponden como es habitual a formas abiertas, platos o cuencos que sólo en el caso de un fragmento de base conserva pintados de color naranja dos círculos concéntricos en su interior. Terra sigillata Cerámica pintada Además de los aspectos relativos a la morfología que se han mencionado más arriba, pueden considerarse otros. El fragmento más representado corresponde lógicamente a piezas de vajilla fina, paredes medias, cocido en ambiente oxidante y con superficies de color naranja, cuidadas y mayoritariamente decoradas con pintura. En cuanto a morfología las piezas de referencia -que conservan el borde: tinajillas, vasijas con perfil en “ese”, así como caliciformes, cuencos, fuentes y otras formas- tienen distintos tipos de labio, tratándose, en general, de exvasados y moldurados en pico de pato o perfil similar. Las cuantificaciones de algunos aspectos como el cromatismo y el/los motivos pictóricos más representados en este conjunto, añaden errores adicionales a los propios de la aplicación estadística porque se trata de fragmentos, en ocasiones muy pequeños. Están presentes la mayoría de los colores y las combinaciones de estos que se han documentado en otros yacimientos con conjuntos cerámicos de similares. El motivo más frecuente son las bandas y después las líneas, estando también representados, 88 También en este caso estamos ante fragmentos encontrados generalmente fuera de contexto, casi cincuenta de los fragmentos proceden de las unidades superficiales, rondando el número total de piezas sesenta. Los más numerosos son los fragmentos de galbo aparentemente correspondientes a formas lisas. Las pastas se encuentran mayoritariamente elaboradas con barros de color rosa o sepia y anaranjadas, presentan gran compacidad y dureza las primeras y tacto talcoso las segundas. Los barnices en el primer caso están bien adheridos, en ocasiones tienen un aspecto muy vitrificado y en algún caso se encuentra cuarteado. Se trata en general de Terra Sigillata Hispánica, algún ejemplar de brillante y uno de marmorata; son formas abiertas, en general boles, con referencias concretas, cuando las hay, a la Drag. 37 lisa o decorada, en ocasiones tardía. Estudio de materiales VI. 2. Metal Se recuperaron algunos fragmentos de bronce y de hierro con los que, en general, no se han podido identificar los objetos a los que pertenecen; una excepción es el caso de la fíbula anular hispánica que se encontraba entre el conjunto de materiales correspondientes a la UE 37 y el fragmento de herramienta de hierro de cantería recogida en la cimentación UE 64 del soporte de granito –UE 65. Figura 54.- Fragmentos de fíbulas y otros artefactos en bronce 89 Estudio arqueozoológico VII. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO Si se analiza el nº mínimo de individuos globalmente, se ve como la preponderancia de los ovicápridos se mantiene y que porcentualmente aumenta respecto al nº de restos. El conjunto óseo de Pozos de Finisterre está representado por una muestra total de 1.368 restos bien conservados que han permitido la observación de diferentes alteraciones y dietas. Entre los animales representados el grupo más abundante es el de los ovicápridos con un 24 % de los restos, seguido de la vaca con un 11 % y después los suídos con un 4 %. Además aparecen otras especies domésticas como el perro, el caballo y la gallina. Las especies silvestres están representadas por las liebres y conejos, el gato montés, la perdiz y el ciervo, que es el cuarto taxón en importancia de todo el yacimiento. Dentro de los ovicápridos están representados de una manera similar tanto las ovejas como las cabras. Entre los suídos ha sido posible diferenciar entre jabalí y cerdo. A pesar de la buena conservación del registro óseo, en el conjunto osteológico es evidente un cierto sesgo anatómico en los patrones de alteración ósea. Si nos fijamos en los patrones de fragmentación vemos que el 19 % de los restos (264 restos) es menor de 3 cm, mientras que el 51 % (700 restos) es mayor de 5 cm, lo que indica que la fragmentación no ha sido muy intensa o que la recogida de los restos no ha sido todo lo exhaustiva que debiera. Otros motivos del sesgo osteológico los tenemos en la acción de los carnívoros que aunque no es muy intensa sí es sintomática. En cuanto a otras alteraciones, la ausencia de weathering indica que la sedimentación fue rápida, y la ausencia de abrasiones, pulidos y huesos rodados sugiere, además, que tampoco ha tenido Entre las edades representadas solo el gallo aparece como un individuo juvenil junto a los ovicápridos que también presentan cierta variedad de edades, aunque predominan los adultos. 91 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) una gran incidencia las alteraciones de tipo hídrico. Entre las demás alteraciones que han podido observarse son las producidas por las vermiculaciones. Por último hay que referirse a la acción antrópica, la cual se refiere a las marcas de corte producidas en las labores de carnicería y las alteraciones térmicas. En cuanto a las alteraciones de tipo térmico, el número de restos quemados es pequeño y el grado de incidencia también es reducido lo que parece sugerir que estos animales debían ser descarnados antes de cocinarse, siendo la acción térmica consecuencia de otros procesos. En cuanto a las labores de carnicería solo presentan marcas de corte la vaca, los ovicápridos y los cérvidos, pero aunque carecen de marcas de carnicería es probable que otros animales como el caballo, los lagomorfos o las aves también fueran consumidos. Entre los animales que presentan marcas de carnicería se han documentado marcas de descarnación sobre los elementos apendiculares y los axiales, también se han documentado marcas de desarticulación sobre algunos elementos como en los astrágalos de Bos taurus o sobre algunos fragmentos metadiafisiarios. En Bos se puede observar como la mayor parte de las marcas se producen sobre elementos apendiculares mediales, axiales y craneales. La mayor parte de estas marcas se ciñen a marcas producidas por utensilios metálicos y a tajos para fracturar el hueso. En el caso los animales de talla grande la mayor parte de las marcas se producen sobre elementos apendiculares y en el caso del ciervo se repite la misma tendencia descrita en Bos. En los ovicápridos presentan marcas de descarnación todos los elementos apendiculares y algún axial y como en el caso de la vaca parecen haberse producido con herramientas metálicas. Entre los restos de animales pequeños y los suídos las marcas que aparecen se ciñen a elementos axiales y apendiculares y en el caso de los suidos hay un astrágalo con trazas de desarticulación. En conclusión el conjunto osteológico de Pozos de Finisterre está caracterizado por la fauna doméstica, entre la que los ovicápridos Figura 55.- Distribución esquelética de los restos identificados 92 Estudio arqueozoológico Figura 56.- Gráficos del Número de Restos y del Número de Indivíduos por espécies 93 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) Figura 57.- Mandíbula de caballo Figura 58.- Hueso con marcas de corte 94 Estudio arqueozoológico y el ganado bovino son los animales mayoritarios. Junto a éstos aparecen otras especies como los suídos, el caballo y el perro, pero en una proporción mucho menor. A partir del análisis tafonómico de los restos y los patrones de edades hemos visto que tanto los suídos como los ovicápridos y la vaca fueron aprovechados cárnicamente, a diferencia del caballo que no presenta trazas indicativas de este procesamiento. Por otro lado la edad adulta de las vacas indica que su aprovechamiento tuvo lugar una vez que ya no tenía utilidad para otros usos. De la misma forma la presencia de adultos seniles entre los ovicápridos indica un aprovechamiento similar, aunque al aparecer infantiles y juveniles entre éstos, también nos encontraríamos ante una producción con fines cárnicos, ya que estas edades denotan su sacrificio cuando aún no son productoras de leche o lana. En el caso de los suidos su patrón de muerte en una edad joven indica una utilización alimenticia. Junto a las especies domésticas la presencia de ciervo, conejo y algunas aves señala que también se cazaron estos animales como complemento cárnico de la dieta. En cuanto a la estacionalidad los escasos datos presentados permiten afirmar que los animales fueron sacrificados durante todo el año, pero con especial incidencia entre el otoño y el invierno, al menos en los ovicápridos, pues el ciervo presenta un patrón más estival. 95 Conclusiones VIII. CONCLUSIONES Los restos constructivos descubiertos en el yacimiento de Pozos de Finisterre corresponden a dos momentos distintos de ocupación del enclave y probablemente también a dos formas de ocupación del mismo, o lo que es lo mismo, a dos maneras de “entender” el lugar. La elección de los pobladores prerromanos de una ubicación en llanura, junto al río Algodor, a pesar de las crecidas estacionales a las que pudieron verse sometidos45, debió reportarles grandes ventajas en comparación con el resto del territorio hacia el Este. Sin embargo, durante la posterior ocupación romana, la infraestructura hídrica para el abastecimiento de toda la zona se centraliza en la presa de Consabro; todo el sistema hídrico de la región consaburense depende en época romana del río que atraviesa la población, el río Amarguillo. De ahí que, si bien continuaron habitando este territorio junto al río, lo hicieran de manera reducida y con objeto sólo del control del paso del río. Al margen de la valoración que se haga de la presencia entre el total de los restos muebles e inmuebles de algunos fragmentos cerámicos realizados a mano, claramente protohistóricos, estaríamos ante la posibilidad de que existiese aquí una necrópolis de las denominadas carpetanas, de la cual podrían quedar aún dos “tipos” de tumbas, dos pequeñas edificaciones levantadas desde el suelo con greda o adobes de colores. Por otra parte cabe suponer que una vez arruinada o en desuso esta necrópolis, el lugar fuese acondicionado como “parada” en el camino (o uno de los caminos) romano -o romanizado-, de Consaburum a Toletum, quedando de este último momento muy escasos testimonios arquitectónicos. 45 Tengamos en cuenta que, precisamente por las crecidas del río y observando las características orográficas del entorno del yacimiento, es muy probable que en ciertos períodos del año, este punto estratégico junto al río (hoy a unos 200 m del curso del río) se viera inundado. 97 El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra-Toledo) En este momento se produce un acercamiento administrativo y de ocupación hacia el nuevo centro neurálgico del territorio, Consabro46. Posiblemente se produzca también un cambio en el trazado del recorrido Consuegra-Toledo o el acondicionamiento de una nueva bifurcación que pasaría en mayor proximidad al actual topónimo “Venta Vieja”47. Hemos visto ya en el análisis estratigráfico del yacimiento que el nivel definitivo de abandono del mismo se produce ya en época antigua y podríamos pensar que la ubicación del topónimo “Venta Vieja”, a cierta distancia del antiguo yacimiento, coincida con un nuevo punto poblacional alejado del peligro que supone vivir junto a la ribera del río. Ante la ausencia de trabajos arqueológicos realizados en la “Venta”, esta afirmación no es de momento más que una conjetura. Se conservan tan sólo algunos tramos de zócalo de muro de mampostería careada con una o dos hiladas de alzado, pudiendo trazarse entre ellos líneas con dirección aproximadamente Este-Oeste. Sobre estos zócalos de piedra debieron de alzarse paredes de adobe, material del que se documentó una acumulación de fragmentos (alguno entero) en el entorno del edificio 7, probablemente resultado del derrumbe de un tramo de pared. Por otra parte, se observan múltiples fragmentos menores en los niveles superficiales. A estos elementos estructurales que podían apreciarse con mayor claridad, hay que añadir otros cuya representación es menos evidente, como las leves referencias a pavimentos de lajas de pizarra o los fragmentos de las tejas que probablemente fueron utilizadas para cubrir algunas de las estructuras. Éstas serían las características constructivas de los edificios levantados en la zona más elevada y retirada del cauce del río, sectores Este y Oeste del área abierta. Sin embargo, en el sector Norte, la interpretación que hemos dado a otras dos estructuras puede 46 Para el conocimiento exhaustivo del desarrollo institucional y social de Consabura véase González-Conde (1987, 89-136). 47 Gracias al tajo excavado por el propio río en sus grandes crecidas a su paso por esta región en el extremo occidental de la Mesa de Ocaña (desde Finisterre hasta su desembocadura en el Tajo), éste no llegó a crear un lago en torno a la población de Villanueva de Bogas. 98 aportar “la clave” para indicar las características del asentamiento durante el período romano. Se trata de un soporte o pedestal cimentado y de los restos de un empedrado que se extiende en dirección Este-Oeste hacia el río. En sus proximidades otros vestigios (una pila de obra y dos prismas yuxtapuestos de granito y cuarcita) permiten contemplar la idea de que correspondan al arranque de un puente, no sólo por su cercanía y posición respecto al cauce, sino también porque estaban apoyados en la superficie de formación natural más sólida, probablemente la que define el lecho mayor del perfil transversal que, en buena lógica, es la que ha de buscarse como más estable para cualquier cimiento o apoyo que se levante próximo a cauce o lecho meandriforme. El aspecto más relevante es la posible ubicación de una statio en el enclave del yacimiento de Pozos de Finisterre. La importancia de esta vía que une Laminio con Toledo radica en contar con dos focos de distribución importantes en los dos extremos del recorrido: - A través de Laminio, como compito viario entre diferentes vías procedentes tanto de la Bética (Córdoba) como de las principales ciudades marítimas del Mediterráneo, a través de la vía Augusta 48. - A través de Toledo, como compito viario de las vías del interior, fundamentalmente la vía Mérida-Zaragoza. Desconocemos la fecha de construcción de la primera calzada sobre el recorrido LaminioToledo; sin embargo, sabemos que las fuentes ya mencionan en época de conquista el recorrido de Hispalis, Corduba, a través de Laminium, hasta la costa y en época augustea el Item ab Emerita Caesaraugusta. Por lo tanto, podemos presumir que el recorrido Laminium-Toletum ha sido utilizado ampliamente en época romana desde los inicios de la conquista. Es posible además afirmar que ciertos tramos de la vía Laminium-Toletum y de la Consabura-Complutum debieron constituir en sí mismas el límite administrativo entre conventus vecinos. 48 En relación a la Vía Augusta y a la documentación antigua que conocemos en relación a su cronología v. Solana Sáinz (2001, 81 ss.). Conclusiones Por un lado, la consideración de que la estructura viaria precisa de una infraestructura particular en este punto topográfico relacionado con el cruce del río resulta indiscutible. Pensar en la existencia de un puente o incluso de un vado no es en absoluto arriesgado teniendo en cuenta el enclave del yacimiento, sin embargo no podemos definir los restos estructurales encontrados como elementos de una infraestructura de este tipo. La existencia en el ámbito 4 de unos zócalos o pilares a modo de sillares en algún caso y de mampostería de grandes piedras en otros, nos lleva a determinar éstos como parte integrante de una estructura de refuerzo en la cimentación viaria, probablemente motivada por la proximidad del cauce del río. Se ha constatado y explicado ampliamente en estas páginas cuáles son los indicios arqueológicos y documentales que nos llevan a poder diseñar un recorrido aproximado para el item a Liminio Toletum. Si bien no hay datos que apoyen la dirección real del tramo recientemente hallado en Pozos de Finisterre49, es posible afirmar que tampoco tenemos indicios contrarios a poder admitir una dirección para este recorrido ya marcada por hitos arqueológicos en otros puntos de la vía. En base a los restos del rudus de la vía, diseminados por el yacimiento, y a los signos de su prolongación hacia el Sureste, evidenciados en la fotografía aérea, podemos marcar la dirección del recorrido Este-Oeste con cierta desviación Noroeste-Sureste. La concentración del empedrado queda limitada a un sector de dimensiones reducidas, situado en el extremo noroeste de la excavación; sin embargo existe un horizonte bastante amplio y desmantelado de cantos angulosos de similar tamaño en diferentes puntos del área de intervención que, en todos los casos, está asociado a restos de grandes zócalos in situ o ligeramente desplazados por el laboreo agrario. Sabemos que el análisis desarrollado en estas líneas no es más que un primer acercamiento al estudio de la edilicia viaria romana en la Península, tan necesarios aún en un marco de investigación que hasta ahora se ha preocupado casi exclusivamente de identificar los itinerarios antiguos y de utilizar para ello fuentes con una cierta lejanía de la Antigüedad. Desde la Arqueología somos conscientes de que la posibilidad de encontrar un tramo viario junto a un asentamiento está siempre presente y que por lo tanto nuestro método de trabajo debe tener siempre en cuenta que para conseguir conocer con precisión la técnica viaria de nuestras calzadas romanas debemos preservar, comenzando por desarrollar una práctica arqueológica no intrusiva sino científica y formativa. Todos los sillares o grandes piedras que constituyen algún tipo de estructura se disponen transversalmente a la dirección NoroesteSureste del empedrado. El hecho de que los restos de estos grandes zócalos en el ámbito 7 aparezcan asociados a piedras de menor tamaño y en algunos casos se sitúen dentro del propio recorrido de la vía, nos lleva a la consideración de que formen también parte del nivel de cimentación de materiales más gruesos y que algunos de ellos, los más regulares, constituyesen los bordes de la estructura viaria, hoy aparecidos fuera de su sitio originario. Estas grandes piedras situadas en el nivel inferior de la vía ejercen una función de drenaje para la infraestructura de capas superiores que se apoyan sobre ésta. En cuanto al ámbito 4, parte nuclear del trabajo interpretativo de la vía, debemos señalar varios aspectos. 49 Sólo se documenta el hallazgo de otro tramo viario a la altura de Consuegra, plausible de constituir parte del mismo recorrido; se trata de un hallazgo publicado por Blázquez y Sánchez Albornoz en 1919 (cit. GonzálezConde, 1987,43). 99 Bibliografia BIBLIOGRAFIA ALFÉREZ, F. 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Martín de la Vega, Madrid): un hábitat de la Prehistoria Reciente en el valle del Jarama. 5/ Nuevos datos para el conocimiento de la Edad del Bronce en la Comunidad de Madrid: los yacimientos de Caserío de Perales 2 y La Peineta. 6/ El yacimiento de Merinas y Velilla (Mocejón, Toledo): un modelo de estudio para la Edad de Bronce en la Provincia de Toledo. Estudios complementarios: los yacimientos de Val de la Viña (Alovera, Guadalajara) y Baños del Emperador (Ciudad Real). SERIE PROTOHISTORIA 1/ La Primera Edad del Hierro en el Sur de Madrid: el yacimiento de Las Camas. 2/ La Segunda Edad del Hierro en la Comunidad de Madrid: el yacimiento del Cerro de La Gavia. SERIE ÉPOCA ROMANA/ ANTIGÜEDAD TARDIA 1/ Caminería romana en la provincia de Toledo: el yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra, Toledo). 2/ Una explotación agropecuaria alto imperial en la Vega del Henares: el yacimiento de Val de la Viña (Alovera, Guadalajara). 3/ La Gravera de l´Eugeni: una cabaña romano-republicana en el valle de La Femosa (Artesa de Lleida). 4/ La almazara altoimperial del Cerro Martos (Herrera, Sevilla). 5/ Excavaciones arqueológicas en Azután (Toledo). Un modelo de evolución del poblamiento entre los períodos visigodo y emiral. SERIE ÉPOCA MEDIEVAL 1/ La alquería bajomedieval de Granados (Toledo): un centro productor vinícola del Alfoz toledano. 2/ Excavación arqueológica en la Marca Media de Al-Andalus: la fortaleza de Walmus (El Viso de S. Juan, Toledo). 3/ Camarma del Caño (Madrid): excavaciones arqueológicas en un despoblado de época medieval. SERIE ÉPOCA MODERNA/CONTEMPORÁNEA 1/ Excavaciones arqueológicas en la Real Fábrica de Paños de S. Fernando de Henares, Madrid (siglos XVIII-XIX). 2/ El Real Canal del Manzanares: obras hidráulicas en el Madrid de la Ilustración. 3/ La arqueología del ayer: el Matadero Municipal de Madrid. 4/ Arqueología de la Guerra Civil Española en la Comunidad de Madrid: excavación de un fortín republicano en la 2ª línea de defensa de Madrid. 5/ La calzada moderna del Camino Real entre Zalla y Balmaseda (Vizcaya): una importante ruta comercial desde la Antigüedad.