Jaula de Pasiones Catherine George Jaula de pasiones (1987) Título Original: Gilded cage (1980) Editorial: Harlequin Ibérica Sello / Colección: Julia 228 Género: Contemporáneo Protagonistas: Luc Fonseca y Emily Harper Argumento: De su apasionada entrega había quedado algo muy valioso… Luc era el caballero en su brillante armadura que había venido a postrarse a sus pies. ¿Cómo podría imaginarse haciendo el amor con él? Los labios de Luc tocaron los suyos en el breve espacio de un latido de corazón. Entonces, para sorpresa mutua, una llama ardió en ambos mientras que sus bocas se fundían. Se aferraron el uno al otro, separándose solamente cuando Emily jadeó maravillada. Ella dudó más adelante de su apasionado encuentro y Luc adquirió la apariencia de un sueño… https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 1 Emily permaneció en la ventana de la habitación de Lady Henrietta, observando abstraída al último de los visitantes de Compton Lacey. Un hombre se detuvo a fotografiar la antigua mansión a la tenue luz del ocaso y la joven sonrió, conocedora del panorama que se presentaba ante el lente. Circundada por las verdes aguas del foso, la construcción se mantenía incólume a través de sus seis siglos de existencia, daba la impresión de haber servido de marco a un romance medieval. Absorta en la contemplación de los cisnes, no se percató de que alguien la observaba, para el hombre que permanecía en el umbral de la puerta, la joven era un habitante imaginario de esa casa, vestida de gris y con larga cabellera rubia. Aunque contuvo la respiración para no perturbarla, algo en la quietud del cuarto la hizo volverse y encender las lámparas. —¡Disculpe! —sonrió Emily al elegante y bronceado caballero de nariz aguileña y oscuros ojos—. Haga favor de pasar; creí que ya se habían marchado todos. —Espero no haberla asustado —se disculpó con una sonrisa devastadora; además tenía un acento que a Emily le resultó difícil ubicar. —¿Le gustaría conocer la historia de lo que esta habitación atesora? —Si no es mucha molestia. Sin embargo, el visitante parecía más interesado en estudiar el rostro de ella que en escuchar la explicación, y por primera vez en su vida, Emily no pudo concentrarse en los detalles que sabía de memoria y de forma deliberada, le habló acerca del ajedrez de Carlos I, del escritorio de la Reina Ana y del espejo de Jorge IV. El hombre escuchaba con aparente atención. —La dama del cuadro —preguntó en una pausa de Emily—, ¿es a quien se debe el nombre de esta habitación? —Así es —la chica se acercó a la chimenea para admirar el rostro sonriente de la dama—. Ella es Lady Henrietta Compton, quien contrajo matrimonio con Sir Giles Lacey durante el reinado de Jorge IV y cuya dote les permitió restaurar algunas secciones de la casa. —Si el artista que realizó la obra, se apegó a la realidad, Sir Giles fue un hombre afortunado —comentó él—. Rara vez la belleza va acompañada de la fortuna. —Tiene razón —la joven admiró el bello rostro enmarcado por largos rizos—; sin embargo, no siempre se es justo. ¿No lo cree así? —se volvió hacia él con presteza—. ¿Desea que le muestre el piso superior? Ya casi es hora de cerrar. —¿Tiene que hacerlo? —No, el Coronel Hammond, encargado de este lugar, cierra después de la última inspección. Sígame, por favor. Con voz impersonal Emily le enumeraba las características de la capilla y la sacristía, así como del techo en forma de bóveda del salón principal. En su recorrido, Nº Páginas 2-112 https://www.facebook.com/novelasgratis la joven no pudo evitar una sonrisa al notar la expresión de asombro del visitante, cuando le mostró las mejoras modernistas que databan de la época de la Reina Isabel I. El silencio del hombre, que escuchaba atento, la desconcertaba, pues era una experiencia diferente a estar rodeada de varias personas. —Esta es la última habitación —concluyó—. Además de su maravillosa colección de libros, podrá observar una mancha junto a la chimenea, la cual se cree fue dejada por un sacerdote a quien el dueño de la casa asesinó, al encontrarlo cortejando a su esposa —se volvió hacia el hombre y le sonrió—. Supongo que en la actualidad podría considerarse exagerado. —Opino que es una reacción justificable —asintió con la cabeza—. Creo que yo actuaría de la misma forma si alguien galanteara con mi mujer. —¿En serio? —inquirió Emily mientras lo guiaba por la estrecha escalera de piedra y atravesaban la puerta de roble que daba al jardín principal—. Estos son los límites; es un lugar muy pequeño, comparado con otros monumentos nacionales. —Pequeño, pero perfecto —reconoció él—. Una joya en una hermosa montadura —agregó, el tono de su voz la hizo sonrojar, pero se controló al despedirlo y se abstuvo de mirar la alta figura que se alejaba. —Es tarde, querida Emily —le recordó la señora Hammond—. Siento mucho que ese atractivo caballero te haya retrasado, pero llegó en el momento de cerrar y no tuve corazón para negarle la entrada. —No hay cuidado, señora Hammond —tomó su chaqueta—; no tenía nada mejor que hacer. —Pues deberías… —la miró comprensiva—. Es un crimen, que una joven atractiva como tú, no tenga compromisos el sábado por la noche. —Usted mejor que nadie sabe que no me gusta salir —se despidió apresurada para evitar que la señora continuara con el tema. Las sombras cubrían el puente que cruzaba el foso y una leve brisa movía las ramas de los árboles. Emily prefería soñar con los valerosos caballeros montados en briosos corceles y no como algunas jóvenes de su edad que esperaban que el hombre de sus sueños apareciera en un Ferrari. En ese momento, recordó al inesperado visitante; no pudo examinar con detalle sus facciones, pero le dejó la impresión de que tenía una fuerte personalidad. Pensó en el tipo de auto que conduciría: "quizá uno grande y veloz en el que cupiera una familia", reflexionó al recordar lo que le dijo respecto a su esposa. Contuvo un suspiro y se sobresaltó al ver surgir de entre las sombras, una alta figura. —Por segunda ocasión, la asusté —se detuvo frente a ella—. Le pido disculpas, pero al ver que no trae coche, pensé que podría llevarla a su casa. —Es muy amable —repuso ella con fría amabilidad—, por lo regular me transporto en bicicleta, pero esta mañana, se descompuso. —¿Queda lejos su casa? Nº Páginas 3-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —A un kilómetro más o menos —su notorio balbuceo la irritó—. Vivo en la villa Compton Lacey; lleva el mismo nombre que esta mansión. Le agradezco su gentileza pero prefiero caminar. —No es bueno que una chiquilla como usted vaya sola por las calles oscuras — insistió. —Tengo casi diecinueve años, no soy una chiquilla. —Tiene razón —dijo él con burla—, pero eso es aún más peligroso. —¿Sugiere que es más seguro aceptar que un desconocido me lleve? —Me agrada que sea tan precavida —buscó en sus bolsillos—. Si se acerca al coche, podré mostrarle mi pasaporte —añadió persuasivo—. Así nos presentaremos y quizá entonces, me permita acompañarla. Emily accedió, después de todo, eso cambiaría la rutina diaria, y no debía desaprovechar la oportunidad. Lo siguió hasta un auto como el que imaginó: grande y veloz. —No es un Ferrari —se arrepintió al instante de haber exteriorizado sus pensamientos. —¿Acepta que la lleven sólo quienes conducen ese tipo de automóvil? —el extraño la contemplo después de asegurar la puerta del coche. —Jamás me he visto en esa situación —negó Emily mientras revisaba el pasaporte con la fotografía del desconocido. Su nombre era Lucas Antonio Jaime Guimaraes Fonseca, de nacionalidad brasileña; edad: veintinueve años y ninguna seña particular. —Mucho gusto, señor… Fonseca —titubeó al pronunciar su nombre—. Me llamo Emily Harper. —Encantado, señorita Harper —le tendió la mano con formalidad—. Ahora, ¿me permite acompañarla? —Gracias —se sintió torpe y con cierta timidez se acomodó en el asiento mientras él le mostraba cómo abrochar el cinturón de seguridad. Luego, se volvió hacia el camino para disfrutar del paseo. —¿En dónde vive, señorita Harper? —En la casita que está junto a la iglesia. —¿Acaso con sus padres? —No, ellos murieron. —¡Huérfana! —exclamó con expresión triste—. ¿Vive sola? ¿Tiene parientes? —No muchos —Emily se encontró de pronto hablando sobre temas personales—. Tengo dos tías en Escocia y soy parienta lejana del Mayor Lacey, propietario de la casa grande; él vive en la Casa Dower y es dueño también del lugar donde habito. Nº Páginas 4-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Lucas Fonseca detuvo el automóvil donde Emily le indicó. La tasa había sido construida detrás de un pequeño jardín. —¿Hay alguien adentro? —preguntó Fonseca al ver la luz encendida. —Cuando murió mi madre, renté una parte a la señora Crawford, una viuda con un hijo. Lydia es enfermera y muy conocida en la localidad —le explicó—. Bien, creo que debemos despedirnos, señor Fonseca. Gracias por traerme. —Espere un momento, señorita Harper —la detuvo cuando abría la puerta del coche—. Ahora que ya nos presentamos, ¿por qué no se compadece de un solitario turista y acepta cenar conmigo? —la miró con intensidad. —Gracias pero si mal no recuerdo, usted es casado. —¿Por qué piensa que lo soy? —arqueó una ceja, asombrado—. Le aseguro que se equivoca. —No olvide el comentario que hizo respecto al marido que mató al sacerdote — le dijo confundida. —Pero hablaba de manera hipotética —echó la cabeza hacia atrás riendo—. Hasta la fecha no he encontrado quién me haga abandonar la soltería. —¿Le ha propuesto matrimonio a muchas mujeres? —preguntó curiosa. —A ninguna —confesó—. Nadie me ha atraído lo suficiente aún. ¿A usted sí? —Tampoco —balbuceó—; en Compton Lacey no hay muchos candidatos. —Bien, pero no ha contestado a mi pregunta. ¿Aceptaría cenar conmigo? —Le dije sólo una de las razones por la que no puedo aceptar; la otra es que soy la niñera del niño de Lydia. —Quizá la verdad es que no le simpatizo —Lucas frunció el ceño. —No piense eso —se excusó de inmediato—. Estoy segura de que disfrutaría bastante en su compañía, las invitaciones son escasas y no se deben desaprovechar — salió apresuradamente del coche, pero antes de llegar a la reja, Lucas Fonseca ya estaba junto a ella. —Até logo, señorita Harper. —¿Qué significa? —Lo mismo que au revoir en francés —se despidió con una sonrisa antes de subir al Jaguar. Emily miró como el vehículo se alejaba, después corrió por la vereda del jardín hacia la puerta de la señora Crawford. Llamó y cuando entró, encontró a Lydia poniendo la mesa. —Hola querida, hoy llegaste un poco tarde —le sonrió con amabilidad la otra mujer, estaba maquillada y tenía puesto un vestido de seda color verde. —¿No estás retrasada por mi culpa, Lydia? —inquirió Emily ansiosa—. Esta mañana se descompuso la bicicleta y… Nº Páginas 5-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¿Y tuviste que regresar caminando? Cuánto lo siento, pero no te preocupes. Aún tengo tiempo de tomar contigo una taza de té. ¿Te gusta mi peinado? —cambió el tema. Vencida por la fuerte personalidad de Lydia, Emily se olvidó de las explicaciones y con gusto aceptó sus sugerencias. té? —¿Acaso no se supone que irás a una cena? Entonces, ¿por qué estas tomando —Es una manera de preparar mi estómago para recibir alguna bebida alcohólica —Lydia se pasó una mano por la generosa curva de sus caderas—. Emily, ¿no crees que la seda de este vestido no disimula mi excesivo peso? —Tonterías —respondió la chica—, eres lo suficiente alta y no se advierten los kilos de más. En cambio yo… soy tan delgada. —No te menosprecies, Emily. Tu figura es del tipo que… —… no quita el aliento a nadie —la interrumpió—. Hoy conocí a alguien diferente. —Tim esta viendo la televisión —le dijo con interés—, así que puede esperar un poco antes de cenar —se sentó junto a la chimenea—. ¿A quién conociste? —Después de que se habían ido todos los visitantes, llegó una persona y le mostré el piso superior —se detuvo. —Continúa —Lydia estaba expectante. —Cuando salí, lo encontré esperándome en el estacionamiento. Yo no quería… —¿Por qué no? —la miró con asombro. —Después de todo, no lo conocía. Bien podía haber sido Jack el destripador. —Pero no lo fue, así que continúa. —Me mostró su pasaporte; se llama Lucas Fonseca, de nacionalidad brasileña, tiene veintinueve años y es atractivo; desde luego, su tipo es latino. —¡Dios mío! —exclamó impresionada—. ¿Qué clase de auto tiene? —Un Jaguar XJS blanco, y por cierto, es más cómodo que mi bicicleta —rió al ver la expresión de Lydia. —Pero con seguridad eso no fue todo, Emily. —Casi, después me invitó a cenar. —¿Y qué demonios estás haciendo aquí? Ve y prepárate. —Pero… no acepté —confesó Emily con timidez—. Después de todo no podía dejarte plantada con Tim en una noche de sábado. —Habría buscado quien te supliera —le dijo—; incluso habría llevado a Tim conmigo. ¡Eres incorregible, Emily Harper! —le reprochó—. Demasiado cumplida con los demás. Pero no importa, al menos supo donde vives. ¿En qué hotel se hospeda? Nº Páginas 6-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —No le pregunté. —¡Emily! Cuando Lydia se marchó, la chica jugó un rato a las damas con Tim, después se puso cómoda, preparó café y se dispuso a leer un libro junto a la chimenea. Los personajes de la novela se confundían con el hombre que conoció esa tarde, sin embargo, Emily intentó concentrarse en la lectura. Luego su mirada quedó fija en las llamas, preguntándose si el señor Fonseca estaría cenando solo o habría encontrado compañía. Reconoció que tenía una fuerte personalidad y confianza en sí mismo; con seguridad era de los que acostumbraban obtener siempre lo que se proponían. No entendía por qué pensaba en él, después de todo, no se hacía demasiadas ilusiones respecto a sus atractivos. Sabía que si alguien se interesaba en ella, debía tener paciencia y verla dos veces; pues a primera vista, Emily no parecía una belleza sensual. Tenía el cabello lacio y largo de un tono rubio cenizo y la piel muy blanca. Sus rasgos parecían haber sido delineados por manos expertas y sus perfectos labios armonizaban con el fino mentón. Era de corta estatura, pero sus ojos, intensamente azules, la hacían muy atractiva. Emily anheló ser una mujer hermosa y sensual, que en ese momento estuviera bebiendo champaña con Lucas Fonseca en un exclusivo restaurante. "Vamos Emily Harper", se dijo, "olvídalo, es imposible que lo vuelvas a ver; así que deséchalo de tu mente". Y sintiéndose furiosa, se levantó para vigilar a Tim quien dormía. Los padres de Emily se sorprendieron cuando después de años de no poder tener familia, llegó ella; el profesor Harper tenía cincuenta y cinco años y su esposa Laura, cuarenta. Poco tiempo después, siendo Emily muy pequeña, su padre murió dejando un legado que les permitió vivir en la casita del Mayor Lacey y pagar sus estudios. Su madre falleció de cáncer cuando Emily aún asistía a la escuela. Durante un tiempo fue posible controlar la enfermedad, pero después fue inevitable su avance y sólo los tiernos cuidados de Emily hicieron más llevadera su existencia. En principio, la joven sintió temor al verse sola en el mundo, pero el apoyo de Lydia Crawford quien asistiera a su madre durante sus últimos días, le fue de gran ayuda. Esto, aunado a la inesperada visita de Marcus Lacey quien le informara que podía seguir viviendo en ese lugar sin tener que pagar renta, la confortó. Fue él quien le aconsejó rentar la mitad de la casa para ayudarse económicamente. Emily seguía absorta, mirando el fuego, cuando regresó Lydia, cerca de la una de la mañana y después de un apresurado relato sobre la fiesta, Emily se retiró a su habitación pensando en el apuesto brasileño. Nº Páginas 7-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 2 Los domingos por la tarde, Emily trabajaba sin descanso en Compton Lacey, pues ese día, muchos turistas acudían a visitar el lugar. La joven disfrutaba explicando los antiguos tapices Aubusson y las famosas pinturas que adornaban las paredes; sobre todo respondía a las preguntas de aquellos que viajaban desde muy lejos, los cuales quedaban impresionados por el ancestral edificio. Emily se consideraba afortunada de tener ese trabajo tan interesante; en especial, después de haber truncado su carrera por la enfermedad de su madre. Sin tiempo ni para tomar una taza de té, olvidó el incidente del extraño visitante de la noche anterior. Cuando el último de los turistas salió, Emily decidió llevar a arreglar su bicicleta para no tener que caminar de noche y resuelta se internó en la oscuridad con las manos en los bolsillos. De pronto, su corazón dio un vuelco al reconocer la alta figura que esperaba en el estacionamiento, inconfundible para ella. —Buenas noches, señorita Harper —saludó él con diferente acento. —¿Cómo está, señor Fonseca? —repuso Emily aparentando serenidad—. ¿Qué lo trae de nuevo por Compton Lacey? —El deseo de volver a verla —sostuvo entre su mano la de ella. La chica no protestó y segundos más tarde, se encontraba dentro del Jaguar blanco, mirando atenta al conductor—. Su nombre no aparece en el directorio telefónico —agregó él. —Lydia tiene un teléfono para su uso personal —explicó Emily—, pero yo no puedo darme ese lujo. Además, no lo necesito. —Como no la localicé por ese medio, decidí buscarla personalmente. —¿Fue a mi casa? —lo miró sorprendida. —Más o menos como a las cuatro de la tarde —confesó—. Su amiga, la señora Crawford me invitó a tomar una taza de té. Pasamos un buen rato. —De eso estoy segura —comentó Emily con burla—. Anoche me reprendió porque no acepté la invitación que usted me hizo. —Por lo cual deduzco que como no desea volver a disgustarla, esta vez accederá a cenar conmigo. Estaba demasiado oscuro para apreciar la expresión de él, sin embargo, Emily notó la urgencia de su petición y lo sintió tenso. —¿Y bien? —Acepto encantada. —Gracias —se relajó—. Ahora cuénteme cómo pasó el día de hoy. Emily le narró con lujo de detalles como transcurrió la jornada en la mansión y cómo se comportaban los visitantes. Nº Páginas 8-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Son las seis y quince, señorita Harper —Lucas Fonseca vio su reloj al llegar a la casa de Emily—. ¿Puedo regresar a las siete y media? —Sí —asintió ella con un leve movimiento de su cabeza—. ¿Iremos a un lugar muy elegante? Me temo que no tendré ropa apropiada para la ocasión. —Me hospedo en el White Hart del camino a Birmingam —la miró comprensivo—. Estoy seguro que cualquier ropa que escoja será la indicada. —Hasta más tarde, entonces —descendió del auto y corrió por la vereda hacia la casa, sin lugar a dudas Lydia la estaría esperando. —¿Qué sucedió? —preguntó su amiga con ansiedad. —Te lo contaré mientras me arreglo —cerró la puerta y subió corriendo por la escalera—. Me enteré que tuviste visita esta tarde. Lydia llegó a la habitación de Emily, jadeante, se sentó en la cama y esperó a que terminara de bañarse. —¿Podrías imaginar mi reacción cuando ese hombre tan apuesto llamó a la puerta preguntando por ti? —se escuchó un leve ruido en el cuarto de baño—. ¿Sabes Em? Bastó una mirada para que me sintiera de nuevo una adolescente. ¡Qué sonrisa y qué bronceado!… ¿Te diste cuenta de la calidad de su chaqueta? —No me di cuenta —contestó la chica desde la ducha. —¡No tienes remedio! —exclamó la otra mujer—. Supongo que esta vez si aceptaste su invitación. ¿Adónde te llevará? —Al White Hart, que es donde se hospeda. —Es un lugar muy agradable —le aseguró—. ¿Qué ropa te pondrás? —Es una buena pregunta, señora Crawford —salió envuelta en una toalla—. Bien sabe que mi guardarropa es limitado. —No te preocupes —intentó tranquilizarla—. Los domingos por la noche no asiste mucha gente a esos lugares —se levantó para ayudar a Emily a seleccionar un vestido—. ¿Que te parece esta? —sacó una falda recta de lana color negro. —La compré cuando murió mamá y no la he vuelto a usar, pero tengo un suéter negro que puede combinar a la perfección. —Necesitas algo menos serio —le aconsejó Lydia—. Veamos, ¿qué es esto? — sacó un gancho donde colgaba una blusa de seda en tono crema con mangas amplias que le daba vida a la falda. —Me siento culpable al recordar cómo la obtuve —confesó Emily—. La conservé para mí, cuando debió ser vendida en un bazar de la iglesia. Por supuesto que la pagué —concluyó. —Pues ya es tiempo de que la uses —señaló Lydia. Antes de la hora señalada, Emily terminó de arreglarse, puso esmero en el maquillaje y se recogió el cabello con un moño. Nº Páginas 9-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Con nerviosismo se apoyó en una silla, deseando que Lydia se hubiera quedado a hacerle compañía, pero esta prefirió dejarla sola. Sobresaltada, escuchó cómo se cerraba la puerta de un coche y minutos después, sonaba el timbre. —¡Que beleza! —Lucas Fonseca le tomó una mano con suavidad. —Buenas noches —saludó ella—. ¿Qué fue lo que dijo? —Que está maravillosa. ¿Nos vamos? Emily asintió, tomando el chal negro que le había prestado Lydia y su bolso de mano. —¿Está nerviosa, señorita Harper? —le preguntó al poner el coche en marcha. —Sí —confesó apretando el bolso. —Le prometo que no me la comeré —la broma la hizo relajarse y le lanzó una tímida mirada—. Señorita Harper, le agradezco que haya aceptado salir con este solitario turista. Estoy dispuesto a comportarme como un caballero y regresarla a su casa cuando usted lo desee. ¿Le tranquilizan mis palabras? —Lo siento —se disculpó—. Lo que pasa es que siempre he sido tímida. Al principio eso dificultó mi trabajo, pero con el tiempo ha mejorado bastante. —No tiene por qué disculparse —le aseguró—. En lo personal me gusta que sea así, sobre todo en un país donde las mujeres tienen fama de liberadas. —Yo creo que ese término se aplica al deseo de una persona de lograr sus metas —reflexionó con voz alta—. ¿En su país es diferente? —Muchas mujeres estudian una carrera —respondió él—, pero en el fondo, prevalecen las viejas costumbres —le comentó—. Algunas familias conservan el hábito de que una joven no puede salir sola con su novio. La debe acompañar una hermana o algún pariente cercano antes de casarse. ¿No parece anticuado? —Me temo que si —reconoció ella—. Y aunque a veces me considero fuera de época, estoy aquí, cenando con un extraño… —titubeó—; mejor dicho, con un ave de paso. Espero… —su última frase se quedó incompleta porque en ese instante llegaban al White Hart. —¿Qué es lo que espera, Emily? —Lucas la ayudo a bajar del coche—. ¿No haber cometido un error? —buscó su mirada. —Sí —confesó con honestidad—; aunque suene un poco fuerte. —Le prometo —le murmuró al oído mientras caminaban hacia la entrada—, que no será ningún error. Sentados en un rincón del salón, Emily empezó a tranquilizarse y a la luz rosada de la lámpara que había en la mesa, recorrió con la mirada los rasgos de su compañero. —¿Por qué me mira de esa manera? —inquirió Lucas con curiosidad. Nº Páginas 10-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Porque no había tenido oportunidad de contemplarlo con detenimiento — reconoció Emily—. No me atreví a hacerlo la primera vez que nos encontramos, además, estaba demasiado oscuro. —Y después del concienzudo estudio —le preguntó divertido—: ¿le gusta lo que ve? —Sí —reconoció—. Es usted muy atractivo, pero eso ya debe saberlo. —¿Por qué lo dice? —frunció el ceño. —No quise decir que sea un engreído —continuó examinándolo—; pero tiene una especie de aura —entrecerró los ojos—. Da la impresión de ser una persona que conoce el terreno que pisa; seguro de sí mismo. Y por la forma en que viste y se comporta, intuyo que es un hombre de mundo. Él iba a decir algo, pero la llegada del camarero los interrumpió. Los dos saboreaban el salmón ahumado y bebían vino blanco, cuando él habló: —No pienso que sea mi presencia la que produce esa aura a la que usted se refiere —le sonrió—. ¿Me permite tutearla? —al verla asentir prosiguió: —Mi familia y amigos me dicen Luc, ¿podrías llamarme así también? —dio por hecho que aceptaría y volvió al tema—. No creo estar de acuerdo contigo; la confianza en mi mismo la he obtenido con el paso de los años y no por mi atractivo. Mi familia posee una mina de oro en el interior de Brasil, en Minas Gerais y aunque trabajé duro en ella, también crecí confiando tanto en la riqueza de los míos como en mí. Quizá te parezca presuntuoso, pero intento ser sincero contigo. Emily fijó su atención en el platillo principal que acababan de llevarles, acompañado con un vino tinto portugués. —Estás muy pensativa, Emily —le sirvió vino. —Reflexionaba sobre lo diferente que es nuestro medio ambiente; provenimos de dos mundos distintos —rechazó la copa que le ofrecía—. Disculpa que no acepte, pero no estoy acostumbrada a beber. —No bebas entonces —concedió—. No me gustaría que te sintieras incómoda. Pero no veo por qué ser de diferente nacionalidad, nos impida disfrutar de nuestra mutua compañía. —Por supuesto que no —se dispuso a saborear el asado—. Cuando hablas de tu "familia", ¿te refieres a hermanos y hermanas? —Por desgracia soy hijo único. Mi madre murió cuando yo nací y mi padre jamás volvió a casarse; por lo cual, crecí bajo los cuidados de mi abuela, una dama inglesa de Cambome en Cornwall. —¡Por eso hablas tan buen inglés! —exclamó Emily. —Y porque estudié en Inglaterra. —¿En Oxford o en Cambridge? Nº Páginas 11-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Ni una ni otra, son un poco snobs —sonrió al verla sonrojarse—. Asistí un año a la Facultad de Minería de Cambome y después al Instituto Tecnológico de Massachusetts en los Estados Unidos. —Entonces tu acento es norteamericano —hizo a un lado el plato, sin terminar el guiso. —Mi abuela nunca lo permitiría —miró el plato, censurando a la chica—. Estoy seguro que puedes comer un poco más. —Lo siento —ella miró con rechazo la carne sobrante—, pero estoy acostumbrada a cenar queso y pan tostado. —Eres una chiquilla —Emily arqueó las cejas preocupada—; si te alimentaras mejor, adquirirías una silueta más femenina. —Es difícil que a estas alturas lo logre —sintió ruborizarse—. Cuéntame más acerca de tu lugar de origen. ¿En qué parte de Brasil se localiza? Lucas Fonseca entendió que Emily quería cambiar de tema y habló de Campo d'Ouro ubicado en la parte montañosa del estado de Minas Gerais, donde su familia había extraído el metal durante un siglo. Le describió el hermoso jardín de plantas y flores exóticas donde se erigía una casa sombreada por palmeras. La llamaban Casa d'Ouro y en ella vivían Lucas, su padre y su abuela. Él había viajado a Gran Bretaña con el propósito de comprar una perforadora neumática fabricada en Cornwall. —Me aconsejaron que cuando viniera aquí visitara Cotswolds —concluyó—. Así que decidí tomarme unos días antes de regresar a Brasil. Después de rechazar el postre, los dos se enfrascaron en amena charla. Mientras bebían el café, Emily le contó más detalles acerca de su vida. Le habló sobre la pena de verse sola y cómo su nuevo estilo de vida empezaba a tornarse rutinario. —Si no hubiera sido por Marcus Lacey —afirmó—, habría tenido graves problemas. Él insistió en que no le pagara renta cuando murió mi madre y gracias a él obtuve mi empleo. Así que no conozco otro lugar más que Compton Lacey. —¿Nunca has deseado explorar el mundo y descubrir las cosas que tanto atraen a las jóvenes de tu edad? —¡Por supuesto! —le aseguró—. Aunque no lo parezca, soy una persona normal. Pero me gusta la tranquilidad de mi país y para ser sincera, el mundo exterior no me parece atractivo. —¿Qué concepto tienes de una persona como yo? —Pues eres cosmopolita, conocedor y sofisticado —expresó la chica—. Pero esta opinión es muy somera; apenas si te conozco. Lucas tomó la delgada mano de Emily entre las suyas. —Me gustaría que me conocieras mejor —sugirió sonriente—; como yo deseo hacerlo contigo. —Eso es imposible —objetó ella y retiró la mano—. Tú te irás pronto de aquí, mientras que yo permaneceré en mi provinciana rutina, la cual disfruto. Nº Páginas 12-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Luc se levantó con brusquedad y retiró la silla de ella, para salir a la fría noche. Emily tembló no sólo por sentir la brisa traspasar la delgada tela de su blusa sino también al contacto del brazo masculino que la ayudaba a ponerse el chal. El regreso a Compton Lacey transcurrió en silencio y Emily sintiéndose tensa e incómoda, apenas le dirigió una furtiva mirada a Luc. Y no fue sino hasta que abandonaron la carretera principal, cuando ella se tranquilizó, pero antes de llegar a su destino, él detuvo el auto y se volvió hacia ella. —Por favor, Emily —le suplicó tomando sus manos—. No temas, sólo deseo charlar un poco más contigo, pues de antemano intuyo que no me invitarás a pasar a tu casa puesto que vives sola. Te lo ruego, no tiembles. —No puedo evitarlo —contestó irritada—. No estoy acostumbrada a este tipo de situaciones. —Nunca lo pensé, carinha. El tono de Luc era amable, pero no la calmó, lo único que deseaba era estar a salvo, en su casa. —¿Qué terribles pensamientos oscurecen tan bellos ojos azules? —preguntó él mientras desabrochaba el cinturón de seguridad de la joven—. Ahora, ya estás libre. —¿Me has traído hasta aquí, para… seducirme? —No haré nada contra tu voluntad, carinha —le acarició una mano—. Si en este momento me ordenas que te lleve a tu casa; te juro que lo haré. Emily no dijo nada y poco después, Luc le pasó el brazo por la espalda y la obligó con dulzura a apoyar la cabeza en su hombro. —Deseaba tanto que no me lo pidieras, Emily —continuó—, porque quiero estar junto a ti, verte mañana y cada día, hasta que me vaya. —Pero si lo permito —titubeó Emily—, y nos vemos a diario como pretendes, quizá cambie tanto mi existencia, que cuando te marches, no volverá a ser lo mismo. —Nos escribiremos y para Navidad, volveré a visitarte —Luc se mostró confiado—. No creo que la distancia sea un obstáculo. Emily se volvió hacia él para perderse en su oscura mirada y percibió su aliento. Le agradaba estar junto a ese hombre atlético y varonil, así como su aroma de colonia, mezclada con tabaco. —Estás muy callada, Emily —le dijo Luc con voz baja—; pero al menos ya no te siento temblar entre mis brazos. ¿Te agrada mi compañía? La sensual boca de él casi rozaba la de Emily y al asentir ella Luc la besó con delicadeza. Sin embargo los dos sintieron una incontrolable necesidad de fundir de nuevo sus bocas con pasión. Por un instante, Emily se apartó de él buscando recobrar la cordura, pero Luc la volvió a estrechar y ella sintió una emoción desconocida hasta entonces. —¿Alguien te besó así antes? —preguntó Luc con un más marcado acento. Nº Páginas 13-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Emily lo negó y lo miró atónita. Luc la abrazó hasta que al fin recobraron la calma y ella volvió a su lugar. Él se inclinó y besó la mano de Emily. —El moño que con tanto cuidado peiné, se deshizo —observó ella preocupada. —Me gustas más así —comentó adulador—. Pero imagino que piensas en cosas distintas a las de tu arreglo. —Sí —asintió cohibida—. Más no sé cómo expresarlas. Luc, ¿siempre experimentas esta sensación al besar a alguien? —No carinha, ¿y tú? —Sólo me han besado un par de veces, en las fiestas de Navidad —reveló ella— . Pero te aseguro que no se compara con lo que sentí al besarte. —Emily, te besé porque no pude reprimir el deseo de hacerlo —le acarició el mentón con tal ternura, que la desarmó—. Pero no pensé que resultara una experiencia tan cálida. Créeme que esto no sucede a menudo; los besos pueden ser tiernos sin ser apasionados, como éste. Luc se acercó a ella para demostrárselo, pero fracasó, pues en cuanto unieron sus labios una cálida ansiedad los envolvió. Y cuando al fin se separaron él exclamó: —¡Deus! —apartó el rostro para mirarla—. Debería excusarme, pero no puedo. Me asusta el poder que ejerces sobre mí. —Lo mismo me sucede en este momento —Emily se separó de él—. Por favor, llévame a casa Luc, ahora que todavía puedo pensar con cordura. —Temo que no querrás verme mañana —Luc se alisó el cabello, nervioso. —Aunque quisiera, no podría negarme —reconoció ella con un suspiro—. Me… gustaría verte de nuevo. Ante tal respuesta, Luc oprimió la mano de Emily y no la soltó hasta que llegaron a la casa. —¿A qué hora sales de trabajar mañana, carinha? —le ayudó a ponerse el chal. —Es mi día libre —respondió ella, sonriente—. No salgas del auto —le pidió Emily. —Pasemos entonces el día juntos —suplicó él. Ella se volvió a mirarlo y accedió. Luc le sonrió y antes que pudiera darle un beso de despedida, la joven salió presurosa del coche. —No, no lo hagas —musitó, temerosa de que Lydia la pudiera escuchar. —¡Cobarde! —exclamó él—. Até amanha, Emily. —¿Qué quiere decir? —Hasta mañana, carinha. Que descanses. *** Nº Páginas 14-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Emily permaneció largo rato sin poder conciliar el sueño, mirando las estrellas, se preguntaba si Luc estaría haciendo lo mismo. ¡Como si fuera posible!, rió de su romanticismo. No cabía duda de que para él era una forma muy agradable de pasar unos días en la Gran Bretaña, pero una tarde no bastaba para fincar una relación. El problema era la poca experiencia que ella tenía con el sexo opuesto. ¿Sería normal el estado de excitación en que se encontraba? Era obvio que Luc también estaba sorprendido por la pasión que había surgido entre ellos. Emily decidió no pensar más en el asunto o de otra forma no dormiría en toda la noche. Nº Páginas 15-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 3 Las dudas de Emily se desvanecieron a la mañana siguiente; a las diez en punto, Luc llegó en su Jaguar. Emily abrió la puerta y sonrió al atlético y varonil Luc, quien avanzaba por la vereda del jardín. Vestía pantalones de pana beige y una camisa de seda que hacía juego en tono más oscuro, con su chaqueta de gamuza. —Buenos días —saludó ella tendiéndole la mano—. Como no sé qué planes tengas, no creo estar vestida con propiedad. —Estás perfecta, Emily —le besó la mano y la hizo sentir confiada—, también esta habitación lo es; tus padres tenían muy buen gusto. —Eran fanáticos de las antigüedades —añadió Emily—, les gustaba adquirir objetos valiosos, como aquella mesita y los dos sillones de terciopelo de la época de la Regencia —le explicó—. No soy muy conocedora, pero me encanta este salón porque es mi hogar. ¿Te estoy aburriendo? —preguntó a Luc. —En absoluto pequeña, pero estás intentando desviar mi atención de lo que pasó entre nosotros, ¿o me equivoco? —le pasó un brazo por la cintura—. Hoy visitaremos los lugares que tú consideres de interés; eso servirá para conocernos mejor, luego buscaremos un lugar donde almorzar y así olvidar lo sucedido anoche —se detuvo al ver su expresión—. ¿Ocurre algo? —Es que… pensé que quizá tú… —¿Qué yo suponía que estabas habituada a ello? Claro que no —le aseguró—. Fue obvio que no. —¿Por qué? —preguntó incrédula. —Porque, mi niña inocente, aunado a tu cálida respuesta, hubo un sentimiento de asombro. Y no sólo tú lo percibiste ¿cómo explicarte que no estabas más sorprendida que yo? —¿Acaso te desconcerté? —inquirió ella. —No Emily, yo mismo me sentí confundido —la blancura de los dientes de Luc resaltó en su bronceado rostro—; sin embargo, presiento que no me explico bien, pero debes ser paciente con mi inglés. —Bien sabes que lo hablas a la perfección —Emily se puso la chaqueta—, para mí, tu acento es fascinante. auto. —¿Te afecta mi acento, Emily? —murmuró a su oído mientras se dirigían al —¡Mucho! —aceptó sin vergüenza—, pero estoy acostumbrándome a él. ¡Oh Luc! ¿No es un día maravilloso? —Es perfecto —convino él, ayudándola—, y así permanecerá para nosotros — encendió el motor—. Me aseguraré de que así sea. Nº Páginas 16-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Lucas era tan bueno conduciendo como charlando y con habilidad la guió a través de los estrechos caminos que llevaban a Cotswolds. Almorzaron en Moretonin-Marsh y finalmente cenaron en Stratford donde compraron billetes para asistir al Royal Shakespeare que presentaba la obra Mucho ruido y pocas nueces. café. —No conocía este teatro, ¿y tú? —inquirió Luc mientras tomaban una taza de —Cuando iba a la escuela, solían organizar una visita al año —comentó—, especialmente si se llevaba el curso de inglés. —¿Estudiaste inglés, Emily? ¿Qué pensabas ser? —Mis materias favoritas eran inglés e historia y me habría gustado ser maestra de esta materia —con tristeza bajó la mirada, pero enseguida se recuperó—, como sabes el destino se interpuso; sin embargo, lo que hago en Compton Lacey es parecido a lo que una vez anhelé. —¡Coitadinha! Mi pobre pequeña —le estrechó la mano—. Quedaste sola demasiado joven —frunció el ceño, consternado—. En caso de necesidad, ¿cuentas con alguien que pueda ayudarte? —Lydia es quien siempre me tiende la mano —le confió—. Además, Marcus es un constante apoyo. Debes conocerlo, es una persona encantadora, a pesar de su precaria salud. —¿Es joven? —Tiene cerca de cuarenta años, ¿por qué? —Me pregunto si aparte del interés fraternal, existe otro —Luc frunció el ceño. Emily retiró la mano y se levantó, a Luc no le quedó otra alternativa y la imitó. Salieron del restaurante, dirigiéndose al teatro en silencio. —¿Te ofendí Emily? —Luc volvió a asir su mano aun cuando ella intentaba zafarse. —Me molesta la simple insinuación de que entre un hombre y una mujer, no pueda haber más que una relación amistosa —optó por no forcejear—, Marcus me aprecia como a un familiar lejano, que en situaciones adversas, requiere ayuda. Luc se detuvo atrayéndola hacia sí. La angosta acera se encontraba desierta. Emily lo miró confundida al sentir que empezaba a temblar como la noche anterior. —Sólo pensar que pudiera haber otro hombre en tu vida, me hace sentir celos —Luc le acarició los brazos mientras ella lo contemplaba, sorprendida. —¡Pero eso es ridículo! —exclamó—. Apenas nos conocemos, además, no me considero una mujer capaz de encender pasiones a la primera mirada, soy tan común y… —No sigas —acalló sus protestas besándola en la boca, después se separaron al escuchar voces que se acercaban. En silencio, volvieron a caminar, pero esta vez él la llevó abrazada hasta que llegaron al estacionamiento. Nº Páginas 17-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Aún confundida, Emily se introdujo en el auto y Luc hizo lo mismo, se abrochó el cinturón de seguridad y le besó en la nariz sin decir nada. La tierna caricia hizo feliz a Emily, quien reclinándose en el respaldo, apreció el panorama de la carretera. Cuando llegaron, era temprano y Emily sin pensarlo demasiado preguntó: —¿Deseas tomar una taza de café, Luc? —¿Puedo Emily? —la miró sorprendido—. Aparte de temer a mis intenciones, ¿no te preocupa lo que piensen tus vecinos? —Apenas son las nueve y media —señaló—. Mi reputación no correrá peligro si pasas una hora. Y si mal no recuerdo, prometiste no tocarme si yo no te lo permitía. —Entonces, acepto encantado, antes que te arrepientas. Una vez adentro, Emily encendió la pequeña chimenea y se retiró a preparar el café, mientras Luc observaba satisfecho sus gráciles movimientos. —Es café instantáneo, —Emily se disculpó al colocar la bandeja—. No puedo darme el lujo de comprar café de grano. —En mi país es algo que tenemos en abundancia —Luc rió—. Debes visitarlo y conocer mi casa, saborear nuestro café y sentir la tibieza del sol. —Por ahora es casi imposible —reconoció Emily. A menos que gane los pronósticos deportivos. —¿De qué hablas? —Luc pareció no entender. Entonces, se sentaron y Emily le explicó las complicaciones de llenar un cupón de fútbol y la recompensa que se obtenía al acertar. El café de sus tazas se enfrió mientras ella charlaba animada, hasta que se percató de que Luc la observaba en silencio. —Te estoy aburriendo —se detuvo con brusquedad. —Te equivocas Emily, me fascina escucharte y ver como cambias de expresión —de pronto se puso serio y aunque permaneció en su lugar, parecía tenso—. ¿No me consideras digno de admiración, pequeña? A pesar de lo difícil que es, no he roto mi promesa. —Ya me di cuenta —no pretendió ignorarlo—, y como no quiero que la rompas —dijo ella, volviéndose—; será mejor que nos despidamos. —Te espero mañana a las cinco y media para llevarte al teatro, Emily —le tomó la mano—, si lo deseas, vendremos primero a tu casa, para que te cambies. —No será necesario, Luc —le aseguró Emily—. Me pondré desde en la mañana ropa apropiada, aunque te prevengo que nada de lo que acostumbro usar, concuerda con tu estilo de vida. —Desconoces por completo cómo es un día en mi vida, —le sonrió indulgente—. La mayor parte del tiempo, lo paso en pantalones de mezclilla y botas, los cuales no son nada elegantes. Nº Páginas 18-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Es posible senhor Fonseca, que usted se vea elegante con cualquier tipo de ropa —lo observó con detenimiento. —Eso no es jugar limpio, carinha —se acercó a ella de forma instintiva, pero se controló—. Si yo tengo que guardar las reglas, tú también. —¡Aguafiestas! —gritó Emily, agitando una mano en señal de despedida, cuando vio que Luc se había ido, cerró la puerta y tomó uno de los cojines del sofá, para bailar una polka. Durante los siguientes días, Luc la esperaba a la salida del trabajo. La llevó al teatro, al cine y a un restaurante francés en Kenilworth. Emily se sentía como la Cenicienta antes de media noche, deseaba disfrutar de cada instante que pasaban juntos, sin pensar en la separación y la vuelta a la rutina. ¿Podría soportarlo? No quiso pensar en ello y cerrando su mente a tan dolorosa pregunta, decidió adquirir con sus ahorros alguna ropa que vio rebajada en un lujoso almacén de Warwick. Lydia la llevó al centro, donde se suponía, iba a comprar la despensa; sin embargo, primero se dirigió a un elegante escaparate, donde las creaciones le hacían guiños. Al empujar la puerta, una elegante dama le pregunto su talla, se dio cuenta de que la rebaja se debía a que era una prenda pequeña, pero al probársela, pareció como si la hubieran diseñado para ella. Era un modelo Mari Farrin, tejido en tono morado que hizo resaltar el rubor de sus mejillas; la falda tenía delicados pliegues que se ceñían a su cuerpo y la blusa de manga corta dejaba entrever sus senos. Emily miraba el escote, titubeante, pero la dueña le aseguró que se veía muy bien y entonces lo pagó sin demora. Deprisa compró los alimentos y luego tomó el autobús de regreso para llegar a tiempo de preparar la cena. Esa noche deseaba invitar a Luc a cenar en su casa, en pago de todas sus atenciones. Armándose de valor, llamó por teléfono a su hotel esperando que no hubiera salido. —¿Emily? ¿Qué sucede? —se escuchó su voz nerviosa—. ¿Acaso estás enferma? —No Luc —lo tranquilizó—, sólo quería hacerte una proposición. —Te escucho, carinha. No me irás a decir que no nos veremos esta noche. —No… mejor dicho, sí. —Emily por favor, explícate —la voz de Luc se oía ansiosa. —Toda esta semana me has invitado a diferentes lugares; así que esta noche yo prepararé la cena. —¿Piensas que es correcto? —preguntó Luc. —Probablemente no —confeso ella—. Mi experiencia culinaria se limita a tres platillos, eso, quizá sea un riesgo para ti. Te espero a las ocho, —Emily colgó antes que él pudiera responderle. Nº Páginas 19-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Decidió preparar el platillo que mejor cocinaba. Y antes de dirigirse a su trabajo, echó un rápido vistazo al recipiente cuyo exquisito aroma la satisfizo tanto como la fragancia de las flores. Era casi media tarde y Emily estaba ansiosa por regresar a su casa a lavarse el cabello. De pronto, recordó que no había tenido en cuenta las bebidas. Abrió el aparador sin esperanza de encontrar una botella de jerez o cognac; lo único que había era una media botella que su madre guardaba para algunos imprevistos. Suspirando llegó a la conclusión de que no podría ofrecerle nada de beber a Luc y dedicó su atención a los últimos detalles de la cena. Más tarde, cuando estuvo lista, quedó satisfecha de su apariencia; el nuevo vestido le daba un aspecto sofisticado y se dejó el cabello suelto como le gustaba a Luc, pero detenido por un lado con una peineta de carey. Aunque hubiera deseado tener un par de zapatos más a la moda, se contentó con los únicos finos que tenía. Después de hacer una mueca ante el espejo, Emily bajó por la escalera, se colocó un delantal y supervisó que no fuera a faltar algún detalle. Como no contaba con una mesa para comer, pues al dividir la casa con Lydia, el comedor había quedado del otro lado, tendrían que cenar con una bandeja sobre sus rodillas y sentados frente al fuego. Emily se consoló, pensando que para Luc sería una experiencia distinta y cuando se preguntaba cómo sería la comida brasileña, escuchó que llamaban a la puerta. Luc llegó cinco minutos antes. Emily abrió para dar paso a un Luc cargado de botellas. Sus ojos expresaban admiración. —¡Qué elegante estás, Emily! —exclamó—, o debo decir, ¿señorita Harper? — preguntó bromeando—. ¿Puedo bajar las botellas? Porque si no hago algo pronto, voy a dejar caer alguna. —Pero si no es una fiesta —lo reprendió Emily con dulzura—; sin embargo te lo agradezco. Estuve tan entretenida con la cena, que olvidé la bebida. Mientras Luc se dirigía a la estancia, Emily lo contemplaba con interés. Vestía informal, con unos jeans negros, camisa de lana en tono beige y chaqueta negra de gamuza. —Tú también estás muy elegante, Luc —le sonrió feliz. —Pero no lo suficiente para ir de acuerdo con vestido tan original —tomó la mano de ella y se la llevó a los labios—. Pensé que algo sencillo sería apropiado para una cena íntima; pero me equivoqué. Pareces una princesa. —Es nuevo —repuso con candidez—. Lo vi esta mañana y no resistí la tentación de comprarlo. Estoy aburrida de usar siempre la misma ropa. —Para mí, eres encantadora con lo que te pongas, eso ya lo sabes —se volvió hacia las botellas—. Como no tenía idea de lo que cocinarías, traje vino rojo, rosado y blanco; una botella de jerez y otra de champaña. —Tendremos que cenar en bandejas, Luc. El comedor está en el otro extremo de la casa y la cocina no me parece el lugar indicado. Nº Páginas 20-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —A mi sólo me importa estar contigo, Emily. Se hizo un silencio que sólo rompió el crujir de los leños en la chimenea. —Cenaremos filete en salsa de rábanos —desvió la mirada. —Entonces abriremos el vino rojo. —¿Sirven éstas? —Emily sacó dos copas. —Perfecto y si tienes dos vasos, beberemos un poco de jerez como aperitivo — Luc se mostraba impersonal—. A mí me gusta seco, pero quizá a ti no. —No tengo paladar para establecer la diferencia —observó jovial—. Tomaré de una botella que guardo en el aparador, mientras termino de preparar las verduras. Luc se quedó en la puerta de la cocina admirando a Emily, quien le daba el toque final a la cena. —No habrá plato de entrada —le advirtió Emily—; tendré que servir todo junto y si algo no te gusta, sólo apártalo. —Por el aroma deduzco que será delicioso —le aseguró él—. Además, me estoy muriendo de hambre, no almorcé. —Yo tampoco —contestó ella. Sin agregar más, Emily sirvió porciones generosas y sentados en el cómodo sillón, frente a la chimenea, cenaron con avidez. En cuestión de minutos, Luc terminó su ración. —¿Aprendiste a cocinar en la escuela, Emily?' —Sí, pero no alta cocina. Este era el platillo favorito de mi padre y disfruto preparándolo, pero guisar diario es distinto. Sé preparar algunas recetas y ensaladas —reconoció ella—, aunque no soy muy buena para los postres. He notado que casi no te gustan. —Me sorprende que te hayas dado cuenta —sonrió él con ternura—. Los dulces de sobremesa no me agradan, pero tu sí pequeña cozinheira. —¿Qué significan tus palabras? —ella se ruborizó; le quitó a Luc el plato vacío y se dirigió a la cocina—. Quédate donde estás mientras preparo el café y sirvo lo que falta. Luc se recostó en el sofá y observó a Emily que se acercaba con una bandeja de queso y manzanas rebanadas. —Cozinheira es una persona que sabe cocinar, niña mal pensada —le aclaró y tomó el plato que Emily le ofrecía—. Probaré esas apetitosas manzanas y ese queso, que se antoja exquisito gracias. Emily bebía la tercera copa de vino y cuando se levantó para ir por el café, se alarmó al sentirse ligera sobre el piso. —Me parece que he bebido demasiado —sirvió las dos tazas—. Es una osadía prepararle café a un brasileño, pero si no te gusta, ten paciencia. —¿Por qué lo dices? Nº Páginas 21-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —No tiene importancia —palmeó el brazo de él—. Olvidé que eres un extraño. —¿Extraño dices? —frunció el ceño—. Discúlpate por lo que has dicho. —Lo siento Luc —se apresuró a decir. —¿Te sientes abochornada, Emily? —Mucho, Luc. —Demuéstramelo —le ordenó. —Pero, ¿cómo? —Tú sabes como terminar con mi tortura, carinha —la atrajo hacia sí con los ojos cerrados. La boca de Emily se unió a la de él y se hizo un silencio en la pequeña habitación, la caricia fue a la vez alivio y dulce tormento. Luc la apoyó contra su pecho sin despegar los labios y se dejó caer sobre los cojines del sillón. La sensación de placer que surgió entre ellos, se volvió de pronto más exigente. Él jugueteaba con su cabello con una mano y con la otra le acariciaba rítmicamente los hombros y la espalda. Cuando Luc separó por un momento sus labios, ella suspiró; enseguida le soltó el cabello para acariciar sus senos, y Emily se estremeció de placer. Con la respiración entrecortada, buscó de nuevo la boca de Luc y encontró una ansiosa respuesta de parte suya. —Querida, perdóname —murmuraba él con incoherencia—. Sé que fue un error venir. Deus, Emily… Luc la miró en silencio al notar que ella se sonrojaba y descubrió en sus ojos un brillo diferente que hablaba de deseo, lo cual provocó que su respiración se acelerara. El control que hasta ese momento ejerciera Luc, se derrumbó y con movimientos nerviosos, arrojó los cojines al suelo y recostó a Emily sobre ellos sin que ella se resistiera. Tomó el rostro de la chica entre sus manos; al principio la besó con ternura en los labios, para luego recorrer su garganta, hasta que Emily, de forma instintiva y experimentando un doloroso placer se pegó a su cuerpo. Una sensación abrasadora se apoderaba de ella y deseó sentir el cuerpo de Luc; introdujo las manos por debajo de su camisa, mientras Luc, impulsivo, la desvestía. Después él también se desnudó hasta quedar piel con piel. La tenue luz proveniente de la chimenea marcaba la diferencia de tonos: el de Luc, cobrizo y el de ella, blanco como la nieve. Por un momento, Emily perdió la noción de lo que decía Luc, quien olvidando el inglés, murmuraba en su oído un torrente de palabras en portugués, a la vez que la iniciaba con delicadeza por el doloroso placer de la primera vez. Una débil queja se perdió ante la fuerza masculina y después de un prolongado silencio, con los rostros muy juntos, Luc la sintió estremecerse entre sus brazos… —¿Estás disgustada, Emily? —preguntó Luc al verla esquivar su mirada—. Te sentí temblar. ¿Acaso me desprecias? Nº Páginas 22-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Lo que pasa es que… —titubeó con una sonrisa—, tengo frío —le confesó cohibida—. Reconozco que no es muy romántico de mi parte pero no estoy acostumbrada a estar desnuda —se incorporó. —Perdóname, pequeña —la tomó de las manos—. ¿Te ayudo a vestir o pongo más leños en la chimenea? —Creo que… —empezó a reír—, si te vuelves un momento, lo haré sola. —¿No estás disgustada, entonces? —preguntó él. —No —Emily desvió la mirada—. ¿Cómo podría estarlo? Soy tan responsable como tú o quizá más, porque me rendí sin siquiera luchar. Consternado, Luc se volvió hacia la chimenea, mientras Emily buscaba sus prendas. —Tardas demasiado —Luc procuró mantener la vista fija en la chimenea, pero al escuchar una risa nerviosa se volvió para mirar a Emily aún desnuda—. Por Dios nena, cúbrete. —Eso intento hacer —se excusó ella—, pero dispusiste con tanta energía de mi ropa, que no la encuentro. —Me comporté como un salvaje —sorprendido encontró una prenda íntima envuelta en su camisa—. Tendrás toda la razón si me echas de tu casa. —No hasta que me ayudes a arreglar esto —luchaba en vano de arreglar el gancho de su sostén. —Temo que será algo más en mi contra —dijo—. Creo que lo rompí en mi… —¿Entusiasmo? —concluyó Emily y se volvió hacia él con modestia, una encantadora sonrisa iluminaba su rostro. —Te amo, Emily —fue la respuesta de Luc. Sin dudarlo, Emily se perdió entre sus brazos, mientras él le rodeaba la cintura para preguntarle al oído: —¿Te lastimé, carinha? Emily tembló ante su proximidad, pero asintió con la cabeza. —La próxima vez será distinto. —¿Es ésta la próxima vez? —se estremeció ante su contacto y escondió el rostro en el pecho desnudo de Luc. —Sólo si tú lo deseas, querida —respondió con un suspiro. —Lo deseo, Luc —reconoció Emily olvidando su timidez. Ahora, ella respondía con la misma pasión a las caricias de Luc; le devolvía beso por beso. Su timidez quedó olvidada y pronto asimiló la dulce sensación de recorrer el cuerpo varonil con las manos. Más tarde, cuando su respiración volvió a ser normal, Luc preguntó: —¿Me amas, Emily? Nº Páginas 23-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Supongo que sí —contestó ella con firmeza—, no habría hecho esto si no te amara. —¡Emily! —la abrazó con gesto protector—. No siempre se aman las personas cuando hacen el amor. —Quizá tú no, pero yo sí. —No quise decir eso —la amonestó—. Sé que a veces mi inglés no es muy claro, pero debes creerme que te quiero. Desde el primer día que te vi… —Eso fue hace sólo cinco días —le recordó Emily. —Días, minutos, años, ¿qué puede importar? —de pronto el rostro de Luc se tornó serio—. ¿Te casarías conmigo e irías a vivir a Campo d'Ouro? —preguntó con ansiedad—. ¿Abandonarías todo esto para acompañarme a Brasil? —Sí Luc, pero ahora debemos vestirnos. Porque así me siento muy vulnerable —antes de permitirle incorporarse, Luc la besó de nuevo. —Me gustas más así —murmuró emocionado—, pero no quisiera que te resfriaras. De pronto, el rostro de Emily palideció. —¿Qué sucede? —preguntó Luc, alarmado. —Que mi comportamiento… —titubeó—, no corresponde a los principios de moral con los que fui educada. —¿De qué hablas? —Pues… de estar aquí así y… haber hecho lo que hicimos —respondió ante la mirada divertida de Luc—. Además… nunca había visto a un hombre completamente desnudo. Luc soltó una carcajada que terminó con la turbación de Emily. Le dio una palmada en el trasero y terminaron de vestirse. Momentos después se sentaban frente a la chimenea a tomar café y a hacer planes. —Regresaré a Brasil el domingo —dijo él y la estrechó con fuerza—, les informaré a mi padre y a mi abuela de nuestro compromiso. Haré los preparativos necesarios para regresar dentro de un mes por ti. ¿Será suficiente para ese lapso carinha? —Apenas lo puedo creer —respondió ella, mirando arder los leños—. ¿No pensará tu familia que es un poco precipitado? —Lo único que me preocuparía es que tu lo consideraras así —repuso Luc, convencido—. Si viviera en este país, dejaría pasar más tiempo para que te acostumbraras a la idea, pero no puedo darme ese lujo ni arriesgarme a perderte. —Eso no ocurrirá —Emily lo abrazó por el cuello—, esperaré impaciente tu regreso, además aún tenemos dos días. Nº Páginas 24-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Pero Emily se equivocaba, a la mañana siguiente, un insistente llamado a la puerta la despertó. Aún en camisón y con el cabello revuelto abrió, para encontrarse con Luc, pálido y vestido con traje oscuro y corbata. —¡Querido! ¿Qué sucede? —Emily lo condujo a la sala abrazándolo. —Se trata de mi padre —exclamo con tristeza—. Recibí un telegrama hace una hora en el que me dicen que sufrió un ataque cardíaco. Debo partir de inmediato; por fortuna hubo una cancelación y pude obtener un asiento. —Déjame prepararte una taza de café —ella no sabía como mostrarle su comprensión. —No carinha —la interrumpió—. Tendré que conducir a Londres para regresar el auto y antes de tomar el avión, debo arreglar unos asuntos —se apartó de ella y sacó su libreta de direcciones—. ¿Puedo llamarte a casa de la señora Crawford? —Por supuesto —respondió ella y luchando contra el nudo que sentía en la garganta, le dio el número y la dirección. —Te llamaré en cuanto vea a mi padre, Emily —le prometió él mirándola a los ojos—; tan pronto se recupere, vendré por ti. Hasta entonces, no olvides que te amo, pequeña. Lágrimas de desconsuelo bañaron el rostro de la joven y Luc con ternura, le musitó palabras en portugués e inglés. La noticia de la partida de Luc la dejó anonadada por varios minutos, hasta que recobró la serenidad, se separó de él y sonrió ante la seriedad de su rostro. —Espero que no me vayas a recordar vestida así —se esforzaba por aparentar calma—. El camisón es una reliquia de mis tiempos de escuela. —Deseo verte así muchas veces, con el cabello suelto y el calor de tu cuerpo al levantarte —miró su reloj—. Deus Emily, debo irme. Até logo, carinha. —Buen viaje, Luc —se resistía a separarse de él—. Ojalá encuentres bien a tu padre y por favor, conduce con precaución. Por unos segundos, permanecieron tomados de las manos, se miraron angustiados mientras Emily luchaba por contener las lágrimas. En eso, Luc se inclinó a besarla y como si temiera no tener valor de marcharse, se alejó deprisa y cuando estuvo en el auto, se volvió para despedirse con la mano. Desde el umbral de la puerta, Emily le respondió con una sonrisa. Los siguientes días fueron para Emily una eternidad y sólo su trabajo en la casa solariega le aligeraba la jornada. Sin embargo, al cuarto día y sin esperanza de que Luc la llamara, empezó a perder peso por la falta de apetito y a mostrar grandes ojeras por el insomnio. Lo único que aliviaba un poco su tensión eran los momentos que pasaba arreglando el jardín e incluso evitaba visitar a Lydia donde con frecuencia sonaba el teléfono, pero nunca era para ella. Nº Páginas 25-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Temerosa de que algo le hubiera ocurrido a Luc, llamó a la línea aérea para investigar si el avión había aterrizado sin novedad en Brasil y al enterarse de que no hubo contratiempos, una nueva sensación de angustia la acometió. Cada mañana se dirigía presurosa al buzón en busca de una carta que nunca llegaba y para colmo de su desesperación, recordó no haberle pedido a Luc su dirección. Además, si le quedaba algo de orgullo, jamás le escribiría para preguntarle la causa de su silencio. Algunas veces se consideraba injusta con Luc, quizá su padre se había agravado y él no estaría en condiciones de pensar en otras cosas. Por supuesto, después de dos semanas de tormentoso silencio, Emily consideró la probabilidad de que a final de cuentas, Luc fuera un consumado actor y lo único que pretendía era divertirse con ella para contar con una placentera estancia en Inglaterra. Al parecer, el cuento de que regresaría para casarse con ella, habían sido sólo palabras melosas para justificar su falta y no descubrir sus verdaderas intenciones. Lo más seguro era que Luc sólo hubiera querido pasar un buen rato con ella. —Mira Emily —le aconsejó Lydia una mañana que la encontró en el jardín—, creo que es tiempo de que empieces a alimentarte adecuadamente. —Gracias Lydia, pero me siento bien. —Pues no lo aparentas —la ayudó a levantarse—. Ahora y sin excusas, me acompañarás a almorzar; hoy es tu día libre y puedes descansar. Emily se dejó llevar al interior de la casa y al poco rato se encontraba comiendo un suculento guiso de carnero con papas. Luego se sentó frente a la chimenea con una taza de té, se sentía somnolienta por la comida y el ambiente cálido; no obstante, para Lydia no pasó inadvertida la palidez de su rostro, así como la sombra oscura de sus ojos. —¿No estás durmiendo bien, Em? —Para serte sincera, no —suspiró Emily—. No es que esté enferma he estado preocupada por un corazón engañado. —Entiendo, pequeña —se mostró comprensiva—. Debiste escoger a alguien diferente para enamorarte por primera vez. —No lo elegí Lydia, sólo sucedió —frunció el ceño—. Y después de no saber de él durante tanto tiempo, supongo que debo perder las esperanzas. —Pero si sólo han transcurrido quince días. —Quizá para ti, pero para mí ha sido una eternidad —Emily se levantó—. Me siento mejor Lydia, gracias. Ve a trabajar tranquila. —De nada querida —la miró preocupada—. Pasará pronto, Emily; el tiempo es la mejor cura —le aseguró Lydia—. Al principio creí imposible salir adelante cuando murió Tom, pero lo logré. Se que has pasado momentos difíciles desde la muerte de tu madre; no obstante, tengo confianza en que te sobrepondrás. —No te preocupes Lydia —contestó Emily, resignada—. Estoy pasando ahora por la etapa de ira en lugar de ese sentimiento de desolación que me embargaba. Nº Páginas 26-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¡Esa es mi, amiga! —la animó la otra mujer—. Trata de no pensar en él. —Será difícil —suspiró—, mas no imposible. No voy a permitir que unos cuantos días estropeen el resto de mi vida. Con una cosa ya me resigné. —¿Con qué, querida? —Esta mañana, llegué a la conclusión de que no vigilaré más al cartero y haré las paces con tu teléfono. Cuando Lydia se marchó Emily contuvo un suspiro. Todo lo que le dijo a su amiga, fue sólo para tranquilizarla, pero ahora tendría que ponerlo en práctica: borrar a Luc de su memoria y olvidar los maravillosos días que cambiaron su monótona existencia. Si tenía suerte, quizá el coronel Hammond le permitiría no visitar en el futuro la alcoba de Lady Henrietta donde como un fantasma se le aparecía Luc, alto y varonil, con esa atrayente sonrisa que siempre recordaba. Nº Páginas 27-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 4 En un frío y airoso día del mes de marzo, dieciocho meses más tarde, Emily cerraba la puerta de la Casa Dower cuando salía la última persona que había ido a expresar su pésame; durante un momento, se apoyó en los tableros de cedro y cerrando con fuerza los ojos, abandonó su pose teatral. Su rostro se iluminó de pronto cuando al avanzar por el pasillo, escuchó un sonido proveniente del cuarto de baño. Subió por la escalera, en el momento en que el timbre de la puerta sonó. Eran las seis de la tarde de un día que le pareció interminable, ningún ser humano sería capaz de soportar tanto. Lanzó un suspiro y retrocedió, se alisó el cabello para luego adoptar una expresión de impersonal cortesía. Encendió la luz del pórtico y abrió. La antigua lámpara iluminó la figura del hombre, quien permanecía en silencio esperando que ella hablara. De súbito, la amable sonrisa de Emily se desvaneció y su rostro palideció cuando reconoció incrédula, al visitante que estaba frente a ella y la miraba hostil. Emily intentó tomar aire, pero no pudo y se desmayó en los brazos del hombre, quien con premura la sostuvo. Luc Fonseca empujó la puerta con el hombro a la vez que admiraba el níveo rostro de Emily que contrastaba con el tono oscuro de su traje. Hizo una mueca al apreciar el ligero peso de la joven que sostenía en sus brazos. —¡Señor Fonseca! —se escuchó ansiosa la voz de Lydia que bajaba corriendo por la escalera—. ¿Qué sucedió? Pobre niña, ya imagino la impresión que sufrió al verlo. Colóquela aquí. La condujo a través del elegante salón y la depositó en uno de los sofás de brocado, frente a la chimenea de mármol. —¿Por qué tarda tanto en volver en sí? —preguntó Luc ansioso—. ¿Por qué está tan delgada y parece tan agotada? —inquirió. —Trate de incorporarla —le pidió Lydia al acercarse con una copa de cognac—. ¿Puedo dejarlo con ella? Hay algo que debo ver en la planta alta. —Por supuesto. Luc apartó a un lado la copa y se quitó el abrigo sin dejar de mirar la exánime figura que yacía inconsciente aún. Con infinito cuidado le pasó un brazo por los hombros y con la otra, le golpeó levemente una mejilla. —Despierta, carinha. Sé que no te complace volver a verme, pero necesito explicarte que… —para su alivio Emily dio señales de volver en sí y Luc aprovechó para darle a beber el cognac. Por fin abrió los ojos, pasó con dificultad el líquido y cuando recuperó el conocimiento, se volvió, rechazándolo. Nº Páginas 28-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —No, Emily —Luc se negó a soltarla—, debes beber un poco más; te hará sentir mejor. —Puedes retirar tu brazo —murmuró ella con frialdad después de obedecer y tomar un sorbo. En silencio, Luc se levantó para contemplar el ojeroso rostro de Emily, iluminado por el fuego de la chimenea. —Desconozco el motivo de tu visita —continuó Emily con firmeza—, o cómo te enteraste de que vivo en la Casa Dower; no obstante, no me interesa —repuso con frialdad—. En ningún momento, eres bienvenido, pero el día de hoy tu presencia es aún más inoportuna. Por favor vete —reclinó la cabeza en el sofá, como si sus palabras le hubieran quitado las pocas fuerzas que le restaban. Luc Fonseca miró a su alrededor por primera vez: había bandejas con canapés y bocadillos, restos de un enorme pastel de frutas y algunos vasos que aún mostraban las huellas del jerez. —¿Hubo una reunión? —frunció el ceño sin comprender—. No tenía idea, es decir, hace muy poco de la muerte de tu… —Esposo —Emily concluyó la frase y sólo entonces, lo miró de frente con sus fríos ojos azules y se levantó—. No conozco las costumbres de tu país, pero aquí, se considera de educación ofrecer alguna bebida y bocadillos a quienes asisten a dar el pésame. Esta tarde enterramos a mi marido, en la capilla de la familia. —Pero yo supe de su muerte, hace una semana —la observó incrédulo—. Supuse que todo había concluido. En Brasil los funerales demoran veinticuatro horas. —¿Cómo te enteraste de la muerte de Marcus? —Lo leí en los periódicos. —Me pareció entender que alguien te había avisado. —Confundiste el sentido de mis palabras. —Aún así, ¿cómo supiste que era mi esposo? Mi nombre no se mencionaba — Luc notó su respiración acelerada y con gentileza, la condujo hacia un sillón, donde ella no pudo resistir apoyarse en los cojines. —Desde hace tiempo sé de tu matrimonio. Siempre lo he sabido —se arrodilló frente a ella y le tomó una mano—. Pero este no es momento para explicaciones. Créeme Emily, de haber imaginado que mi presencia sería inoportuna, habría pospuesto mi visita. Me marcho, pero sólo con la promesa de que podré volver mañana. Emily negó furiosa con la cabeza, más su protesta se vio acallada por la llegada de Lydia. —¿Está… todo bien, Lydia? —sus ojos le comunicaron un mensaje y su amiga comprendió. —Todo en orden —le aseguró, pero con su experiencia añadió: —Sin embargo, no podría decir lo mismo de ti, jovencita. Nº Páginas 29-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Temo que el culpable soy yo —confesó Luc, apesadumbrado. —¿Se quedará mucho tiempo por aquí, señor Fonseca? —preguntó Lydia en tono cortés. —Mis planes aún son inciertos, pero pretendo permanecer hospedado en el White Hart poco tiempo —se volvió con formalidad hacia Emily—. Permíteme ofrecerte mis condolencias —insistió en su propuesta—. ¿Puedes concederme mañana unos minutos? No me gusta insistir en tales circunstancias, pero ¡es tan limitado mi tiempo! —¡No! —al instante se arrepintió de su violencia—; es decir, si lo consideras imprescindible, puedes venir mañana por la tarde. —Gracias —Luc tomó su abrigo. —Entonces, a las siete y media —puntualizó Emily con sequedad. Se hizo un silencio y los dos se miraron como enemigos; ella, pálida y esbelta en su fino vestido negro y él, atractivo y bronceado en su traje formal. —Se lo agradezco, señora Lacey —convino él con seriedad—. Até amanha, señora Crawford. —Lo acompaño a la salida —Lydia avanzó hacia él mientras Emily, incapaz de mantenerse de pie por más tiempo, se dejó caer en el sillón. Ocultando la cabeza entre las manos, intentaba asimilar ese nuevo golpe. Durante dieciocho meses, no había sabido nada de Luc; era como si hubiera muerto. Se había acostumbrado a la idea de que nunca había existido y de pronto, verlo allí frente a ella, había requerido de toda su entereza. Muerto, podría soportarlo, pero vivo era una afrenta que se negaba a sufrir. '"He rehecho mi vida con la ayuda de Marcus", reflexionó. "No permitiré que por segunda ocasión, Luc Fonseca arruine mi vida". —Debo ver a Jamie —se levantó al ver aparecer a Lydia. —No es necesario —aseguró ella—. Descansa un rato. Le preparé temprano su cena y enseguida se quedó dormido. Es un buen chico. El rostro de Emily se suavizó y durante un rato las dos contemplaron el fuego de la chimenea, en silencio. —No es bueno Em, que trates de restar importancia al hecho de que Luc apareció. —Tienes razón —Emily hizo una mueca—. ¡Qué ridícula debí parecer desmayándome! Como si fuera una heroína de la antigüedad caí en sus brazos —se burló de la situación—. Pero verlo frente a mí como una aparición, fue impactante. —Es muy comprensible, querida —la consoló Lydia—. Casi no has probado alimento desde que murió Marcus. Después de todo, ¡eres muy joven para haber sufrido tantos contratiempos! Nº Páginas 30-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Me siento vieja y cansada —confesó Emily con pesadumbre—; como si mi juventud se hubiera esfumado. ¿Sabes algo, Lydia? Creo que la presencia de Luc, no representó el mismo impacto para ti como para mí. —Es lógico —observó la otra mujer—. Después de todo, a ti te unió con él algo más que una simple amistad. —Mmm —no le satisfizo la respuesta—. No obstante, intuyo que tú sabías de su llegada. —Lo imaginaba, pero no que fuera precisamente hoy. Luc debió esperar un poco más. De pronto, un pensamiento terrible acometió a Emily y sintió como si el piso se hundiera a sus pies. —¡Lydia! —miró a su amiga con sus enormes ojos azules—. Durante todo este tiempo, tú sabías de Luc, ¿no es así? —como su amiga dudaba en responder, insistió—: No… lo niegues —la urgió—. ¡Dios mío! ¿por qué no me dijiste nada? Tu conocías mi agonía —las lágrimas brotaron de sus ojos. —Por favor Em, no te atormentes ahora —se acercó a ella—. Te aseguro que también para mí fue una agonía, pero él me hizo jurar que no te diría nada. Mira pequeña, te lo contaré todo —la consoló—, pero primero comamos algo. —¿Cómo puedes pensar en comida en estos momentos? —Emily se levantó. —Voy a lavar todo esto mientras se calienta la sopa —con eficiencia recogió la loza—. Prepararé un poco de té y tendremos una ligera cena aquí mismo —se alejaba a la cocina—. Mientras tanto, sube a cambiarte y a ver a tu hijo; hasta entonces, no diré una sola palabra. Emily conocía la firmeza de Lydia y no le quedó más remedio que ayudar con las bandejas de bocadillos, después subió a la habitación destinada al niño, la cual a diferencia del resto de la casa, estaba decorada estilo moderno: los muebles eran blancos y las paredes tapizadas con motivos infantiles. Mirar al bebé en su cuna, llenó de amor su corazón; lo cubrió con ternura y luego lo besó. El niño abrió los ojos somnoliento, mirando a la joven. —¿Ma? —balbuceó antes de volverse a dormir. Emily salió del cuarto de puntillas y entró en el contiguo que era el suyo, evitando mirar hacia la puerta de enfrente donde estaba la habitación de Marcus. Ahora se había ido para siempre y de sólo pensarlo, comenzó a llorar, pero se recuperó para cambiarse el vestido negro y se cepilló el cabello. Cuando regresó a la cocina en camisón y con una bata afelpada, Lydia sazonaba la sopa y la contempló con mirada de aprobación. —Así está mejor; el negro no te sentaba. —Te prometo no volver a usarlo, a menos que sea necesario —añadió con vehemencia—: Déjame ayudarte. —Lleva la bandeja con el té y el queso, yo llevaré la sopa y los cubiertos. Nº Páginas 31-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Creo que se me ha despertado el apetito —reconoció Emily al percibir el aroma de la sopa de cebolla. —Tuve noticias de Luc cuando ya te habías casado con Marcus —empezó a decir Lydia sin preámbulos. Emily la miró incrédula, quiso interrumpir, pero Lydia la contuvo con un gesto. —Creo que antes que digas nada, es conveniente que te cuente la historia completa. Emily escuchó en silencio y después de terminar la sopa, cortó dos rebanadas de pastel de frutas para acompañar el té. Parecía calmada, pero en su interior sentía rebelarse por la forma en que el destino manejaba a los mortales. —Unos quince días después de que llegaste con Marcus para informarme que te habías casado —inició Lydia el relato—, sonó el teléfono y era Luc desde Minas Gerais. Su voz se oía agitada y su acento más marcado; no obstante; la comunicación no era nítida y tuvimos dificultades para entendernos —le explicó—. Para abreviar me contó que llego sin novedad a Brasil, pero que el taxi que lo conducía al otro aeropuerto de Río, se accidentó y debido al golpe que sufrió en la cabeza, padeció durante un tiempo de amnesia. Podía recordar algunos hechos aislados; sin embargo, todo lo referente a su viaje a Inglaterra, se borró por completo de su memoria. Emily no podía dar crédito a lo que oía, pero instó a su amiga a que continuara. —Desgraciadamente, el senhor Fonseca murió de un segundo ataque antes que él estuviera en condiciones de viajar a Campo D'Ouro. Los médicos diagnosticaron que la recuperación de Luc tomaría tiempo, pero que volvería a recordar, poco a poco —prosiguió con el relato—. Un día, recibí una ansiosa llamada en la que me pedía noticias tuyas y por supuesto, tuve que contarle que te habías casado. Como comprenderás, le causó un efecto tal que durante algún tiempo no supe de él, hasta que recibí una carta en la que me suplicaba que le escribiera con regularidad y le hiciera saber si necesitabas ayuda de cualquier clase. —¿Quieres decir que durante todo este tiempo le estuviste enviando reportes de mis actividades? —inquirió Emily anonadada—. ¡Dios! —No seas tan dura para juzgarme, querida —le reprochó Lydia—. Date cuenta de que me encontraba entre la espada y la pared. Por un lado, Luc me había hecho prometerle que no te diría nada y por otro, mi conciencia me aconsejaba lo contrario. —¿Hay algo más que deba saber? —preguntó con amargura. —Cuando le escribí respecto al nacimiento de Jamie, tardó tres meses en contestar —continuó—. Y cuando reanudamos la correspondencia, lo puse al tanto de la enfermedad de Marcus y posteriormente, de su muerte —la mujer se mostró apenada—. Sabía que estaba aquí, pero jamás imaginé que precisamente hoy se presentara ante ti. "En Brasil entierran a las personas en veinticuatro horas" —recordó las palabras de Luc. —Entiendo —hubo una breve pausa. Nº Páginas 32-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¿Lo vas a despedir mañana con tanta frialdad como lo hiciste hoy? No olvides que él no es culpable de que las cosas sucedieran de esa manera. —Me doy cuenta de ello —asintió Emily—, al menos mi mitad sensible lo hace, más la otra parte se rebela y experimenta resentimiento. —¿Estás molesta conmigo, Emily? —preguntó Lydia con ansiedad. —Claro que no —la tranquilizó—. Hiciste lo que consideraste mejor para mí. Además, de no haber sido por tu ayuda y sostén, jamás habría podido superarlo — exclamó cansada—: ¡Cielos Lydia, estoy exhausta! Aunque aún es temprano, me gustaría acostarme. Ha sido un largo día. —Quisiera quedarme esta noche a acompañarte —dijo Lydia mientras recogía las bandejas—. Tim no representa ningún problema. —Has hecho suficiente por mí el día de hoy, al cuidar a Jamie y acostarlo —le sonrió agradecida—. Estoy más tranquila y tú tienes que trabajar mañana, gracias. Cuando escuchó el auto de Lydia alejarse, Emily cerró la puerta con llave, subió a asegurarse de que su hijo estuviera bien y se dejó caer en el amplio lecho. A pesar de su agotamiento, pasó mucho tiempo antes de poder conciliar el sueño, pues su mente repasaba una y otra vez los sucesos y la aparición de Luc. Se preguntaba cómo habría recibido la noticia de su boda con Marcus, entonces, el recuerdo del rostro amable de su esposo la llenó de amargura y con rabia escondió la cabeza en la almohada ante las injusticias de la vida. Nº Páginas 33-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 5 Jamie era un buen chico, jamás despertaba a media noche y cuando lo hacía por la mañana, siempre se mostraba contento. Emily se alegró de haberse acostado temprano cuando a las seis y media escuchó el usual balbuceo de "¿Ma?" —¿Quién necesita un reloj despertador, contigo cerca? —le sonrió cariñosa cuando su hijo le extendía los bracitos y le enseñaba su único diente—. Muy bien, ¡afuera! Gracias a Dios que ése sería un día tranquilo y pacífico, reflexionaba Emily mientras cambiaba a Jamie. Lo condujo a la cocina donde se mantenía un calor agradable por el calefactor y lo sentó en su silla alta en tanto le preparaba el desayuno. Haría avena y huevos pasados por agua, sería en largos meses, el primer desayuno completo que comiera. La señora Giles, la mujer que la ayudaba, llegaría a las nueve y ella tendría tiempo entonces, de leer el periódico mientras el niño jugaba en su corral. Lo único poco, usual de ese día, sería la visita de Luc por la tarde. Emily suspiró, ¿qué le iba a decir? Su corta relación había muerto casi al momento de florecer. La Emily que se había sentido arrobada por el atractivo brasileño, no existía más y por si fuera poco, se había convertido en la dueña y señora de la Casa Dower, en Compton Lacey. Lo cual la colocaba en una posición muy distinta a la de la joven inexperta que sucumbiera a sus encantos. "Pobre hombre", pensó sin apasionamiento. Él también había pasado por momentos difíciles. De todas las posibilidades que ella había considerado para explicar su desaparición, ninguna se acercó a la verdad. Después de que llegó la señora Giles y las dos trabajaron para dejar arreglada la casa, Emily abrigó bien a Jamie y lo sacó en su carriola a dar un paseo. El día estaba triste y sombrío y aunque ella se sentía nerviosa, el niño disfrutaba. "Aunque tenga el tiempo limitado, debí haber pospuesto uno o dos días nuestro encuentro", se decía. Ahora hasta le parecía que las siete y media era una hora inapropiada, pues tendría que invitarlo a cenar y por lo regular, ella lo hacía con Jamie antes de acostarlo; además, lo que comían no era digno de ofrecer a Lucas Fonseca, ya que consistía en una sopa y un par de huevos. Pero, le consolaba pensar que si su visita era breve, al menos tenía un bien surtido bar para invitarle una copa. Preocupada aún regresó a la casa a preparar a Jamie para comer. De pronto, Emily se sintió deprimida; ¡no hacía tanto tiempo que la idea de ver a Luc la transportaba al paraíso! —¡Vamos Jamie! —exclamó con entusiasmo, tratando de olvidar su abatimiento—. ¡Comamos! El resto del día, lo pasó escribiendo notas de agradecimiento en respuesta a las de condolencias; más tarde jugó un rato con el niño con el fin de tranquilizar sus nervios y le preparó la cena. Mientras se la daba reflexionó inquieta acerca de lo que Nº Páginas 34-112 https://www.facebook.com/novelasgratis podría ofrecerle a Luc. Dejó al niño en el corral y revisó el congelador; sacó unos filetes y preparó una ensalada. Finalmente horneó unas papas y verificó si la señora Giles había preparado sopa como era su costumbre cuando iba a ayudarla; al ver que era de verduras, consideró completo el menú. Cuando Emily terminó, Jamie dio señales de estar cansado, ella lo tomó en sus brazos para llevarlo a su cuna, lo arropó y el niño se quedó dormido. Emily salió de puntillas, dando gracias como todas las noches, por tener un hijo que para ella era como un sol. Se dio un rápido duchazo y decidió no vestirse de negro; a Marcus no le gustaba ese color y si lo había usado, era porque lo consideraba como muestra de respeto en los funerales. Durante el tiempo que durara su matrimonio, Marcus le compró varios vestidos, teniendo en cuenta los tonos que más la favorecían, escogió uno de ante rosa, plegado a la altura del busto y la falda tableada que se balanceaba con armonía cuando caminaba. Se cepilló el cabello que dejó suelto y se puso unos pendientes de perlas. El espejo le devolvió una imagen distinta a la de la lánguida joven de la noche anterior. El labio inferior mostraba su nerviosismo, pero levantó con orgullo la barbilla y bajó al piso inferior a encender las luces y la chimenea. Acababa de colocar una bandeja con vasos y jerez sobre la mesita cuando se escuchó el timbre de la puerta; su cuerpo se tensó, pero respiró profundo y cruzó el pasillo hacia la entrada. —Buenas noches, Emily —saludó Luc entregándole un ramo de rosas—. Confío en que te sientas mejor hoy. —Gracias Luc, son muy hermosas —respondió con amabilidad—. Y sí, me siento perfectamente —intercambiaron miradas sin decir nada—. Pasa por favor, mientras pongo las flores en agua; si gustas, sírvete una copa de jerez. —Bien —asintió Luc con la cabeza a la vez que Emily se dirigía a la cocina, con el pulso acelerado; y dadas las circunstancias, lo atribuía a lo atractivo que Luc estaba con sus pantalones grises, camisa blanca y chaqueta de terciopelo negro. Cuando regresó a la sala lo encontró frente a la chimenea, con una copa en la mano. —¿Puedo ofrecerte una? —dudó él—. Al saludarte olvidé dirigirme a ti como la señora Lacey. Debes disculparme. —Está bien si me llamas por mi nombre, lo prefiero —aceptó la copa de jerez y probarlo le devolvió un poco la tranquilidad. —El fuego de la chimenea, proporciona una sensación solaz —se apoyó en la repisa—. En Campo d'Ouro es algo de lo que no disfrutamos, excepto en noches muy frías. —En cambio aquí, es una necesidad —Emily se sentó en uno de los sillones—. Tenemos calefacción, y como las habitaciones son tan grandes y los techos tan altos, en invierno se precisa de su calor. Nº Páginas 35-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Se produjo un prolongado silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper. —Es una situación muy incómoda, Emily —al fin habló Luc—. Vine a justificar las razones que tuve para ausentarme tanto tiempo y no me resulta fácil —confesó—. Cuando partí eras una tímida adolescente y ahora eres la viuda de un lord importante —la miró buscando su comprensión—. Aunque reconozco que ya no percibo en ti la hostilidad de anoche. —En eso tienes razón —reconoció ella—. Pero como pudiste apreciar, me encontraba un poco perturbada y, por otro lado, obligué a Lydia a contarme algunos hechos que me eran indispensable conocer. Disculpa si me mostré incomprensiva — dijo Emily con voz temblorosa—. Y te equivocas respecto a Marcus; él sólo fue el propietario de esta casa y una fina persona. —¿Seguirás viviendo aquí? —No, esta propiedad pasará a manos de la nación. —¿Y qué sucederá contigo y tu… hijo? —inquirió él. —Nos iremos a vivir a un lugar pequeño, lejos de aquí —ella tendió su copa para que Luc la llenara de nuevo. —¿No es el niño el heredero de esta casa? —preguntó Luc perplejo. —Los arreglos con el gobierno se habían hecho mucho antes que naciera Jamie y de cualquier manera —repuso convencida—, no le habría permitido a Marcus alterarlos —se levantó y cambió de tema—. ¿Te quedarás a cenar Luc? Preparé algo muy sencillo, pero eres bienvenido en esta casa y me gustaría demostrártelo. —Pensaba regresar temprano al hotel —Luc se detuvo a contemplarla—; pero prefiero cenar contigo. Siempre y cuando no te cause molestias. Aún recuerdo la última vez que lo hicimos juntos. —Me temo no poder decir lo mismo —mintió Emily con fingida amabilidad—. Esta noche compartiremos una "cena informal". —Sigo teniendo dificultades para comprender algunos términos del inglés — hizo una leve reverencia—; sin embargo, te aseguro que me resulta muy grato departir contigo. Con la impresión de que Luc estaba empleando todo su encanto latino, Emily lo guió al comedor desde donde se podía tener una perfecta visión de toda la zona durante el día, y por la noche, se apreciaba su elegante estilo Georgiano a la luz de los candelabros. Emily le indicó a Luc que se sentara en una silla frente a ella mientras llevaba la sopera. —¿No tienes criados? —indagó al empezar a comer. —Viene una persona a ayudarme varios días de la semana —contestó Emily—. El resto me las arreglo sola —le ofreció una rebanada de pan francés. —¿Y no necesitas ayuda con el niño? Nº Páginas 36-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Por el momento no —se apresuró a responder—. En este país las madres cuidan personalmente a sus hijos, a menos que tengan una profesión y la mía es educarlo. —¿Eso te satisface? —Por supuesto, es un niño tan dulce y tierno que no deseo nada más. Luc notó la turbación de Emily, pero no hizo comentarios. —El segundo platillo es algo común —indicó ella. No obstante, cuando Emily sirvió la carne, acompañada con ensalada y papas horneadas, Luc reconoció que en el hotel no guisaban tan exquisito como lo hacía ella. Charlaron de temas triviales, como si quisieran evitar puntos en común y poco a poco, Emily se condujo con mayor naturalidad y hasta se dejó llevar por el encanto de Luc, quien pareció no incomodarse cuando ella llevó una botella de cognac y comentó que había sido el licor favorito de Marcus. —Aparentas una gran fortaleza —observó Luc, tocando temas personales. —No lo considero así —Emily tardó en responder—; y por favor, no pienses que supongo limitado tu conocimiento del idioma —impulsiva lo tomó del brazo y al sentir que se ponía tenso, lo soltó—. En realidad, ya me había hecho a la idea de que Marcus moriría. Se levantó un momento para volver a llenar las copas, esta vez con cognac. —Yo sabía que padecía leucemia y que tarde o temprano, ocurriría el desenlace. Durante la enfermedad tuvo algunos progresos, sin embargo, volvía a decaer y quizá haber sufrido, tanto antes de su muerte, haga mi conducta más explícita para ti. Luc la escuchaba con atención, mas su aparente tranquilidad al permanecer sentado con una pierna cruzada, y la barbilla descansando sobre la palma de la mano, no revelaba su verdadera inquietud. —Al menos fue afortunado al tener tu compañía hasta el final —agregó él—. Imagino que para ti debe haber representado un gran esfuerzo atender a un enfermo y a un recién nacido a la vez —recorrió a Emily con la mirada—. Estás muy delgada; al parecer la maternidad no cambió tu figura. —Jamie también fue de gran ayuda para Marcus —se ruborizó sin quererlo—; aunque últimamente no podían estar mucho tiempo juntos. ¿Deseas más cognac? Luc rechazó la copa. —He viajado miles de kilómetros para hablar contigo y aunque mi intención no fue la de presentarme el día del funeral, te agradecería que me permitieras dar una explicación. —Por supuesto —se dispuso a escucharlo—; ese fue el motivo por el que accedí a tu visita, pues supuse que tendrías el tiempo limitado —Emily se sorprendió de la formalidad de la charla, nadie que los escuchara, habría sospechado que en un tiempo su relación fue muy estrecha. Nº Páginas 37-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Cuando nos despedimos aquella mañana… —titubeó nervioso—, me sentía afectado respecto a la salud de mi padre y demasiado aturdido por tener que abandonarte cuando apenas… —Iniciábamos nuestra aventura como amantes —concluyó ella con calma. —Como gustes llamarlo —repuso Luc—. El vuelo de regreso fue una de las experiencias más desagradables de mi vida —reflexionó con voz alta—. Mi mente era como un torbellino de emociones: por un lado mi padre a quien amaba tanto y por el otro tú que dejaste una profunda huella en mi corazón y a quien aun sentía estremecerse en mis brazos cuando… —¿Podrías olvidarte de los detalles íntimos? —interrumpió Emily inquieta. —Disculpa, no fue mi intención ofenderte —Luc continuó——: Al llegar a Río, tomé un taxi que me llevaría del aeropuerto de Gelao, al de Santos Dumont, en ese tramo sufrí un accidente. Con el impacto, recibí un golpe en la cabeza, cuando recobré el conocimiento en el hospital, había olvidado todo lo referente a mi viaje a Inglaterra y también la gravedad de mi padre —su voz tembló por la emoción—. Al enterarme que había muerto, comprendí que ese sentimiento de angustia y ansiedad que me agobiaba se debía a no haber podido estar a su lado. Interrumpió su relato para beber un trago de cognac. —Sin embargo —prosiguió—, cuando regresé a Campo d'Ouro y me dediqué a consolar a mi abuela, el sentimiento aún persistía. A pesar de que los médicos habían dicho que recuperaría la memoria poco a poco, mi abuela preocupada por mi desasosiego intentaba descubrir lo sucedido durante mi estancia en este país. Un día, recordó el nombre del hotel donde ella me llamaba —Luc se pasó un pañuelo por la frente—. La sola mención del White Hart me hizo recordar todo. —Si tanto te afecta hablar del asunto —lo calmó Emily—, será mejor que no continúes. Ya Lydia me contó de forma somera los detalles. —¿Te doy la impresión de ser un latino que no se sabe controlar? —se pasó la mano por el crespo cabello. —No te critico Luc, pero todo sucedió hace tanto tiempo que parece una eternidad. Si en algún momento me afectó, ahora ya no. —Tu actitud de anoche al desmayarte, no concuerda con tus palabras —observó Luc, frunciendo el ceño. —Porque hasta anoche supe que aún vivías —replicó ella molesta—. Por mí podías estar viajando alrededor de la luna; por eso obligué a Lydia a referirme el arreglo celebrado entre los dos. —Al recuperar la memoria —Luc prosiguió sin tomar en cuenta la mordaz observación de ella—, llegué a la conclusión de que debía ponerte en antecedentes y de inmediato llamé a la señora Crawford, a pesar de la diferencia de horario —se notaba más controlado—. Apenas podía creerle cuando me dijo que te habías casado con Marcus; no aceptaba que tan poco tiempo después de haber… —¿… tenido relaciones sexuales? —Emily terminó la frase con brusquedad. Nº Páginas 38-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Luc palideció y levantándose, depositó la copa sobre la bandeja mientras apretaba los labios con furia. —No me parece… —empezaba a reprocharle cuando el estridente llanto del niño lo interrumpió. Emily se disculpó y abandonó la sala para subir apresurada a la habitación de Jamie. El nene, sentado en la cuna con los brazos extendidos, suplicaba atención; la causa de su incomodidad era notoria. El pañal no fue suficiente para contener su malestar estomacal y tomando una toalla que solía usar cuando lo cambiaba, Emily lo envolvió en ella y lo estrechó con ternura para apaciguarlo. —Me esperarás un momento mientras hago tu cama, cariño —le decía con ternura cuando una voz a sus espaldas la sobresaltó. —Quizá yo lo pueda alzar mientras terminas —Luc miraba la carita del niño. —¡No! —exclamó Emily y lo estrechó en actitud protectora—; podría ensuciarte —contuvo el aliento, turbada, ocultando su temor. —¡Emily! —Luc extendió los brazos y a la joven no le quedó otra alternativa que acceder. En completo silencio Emily hizo la cama y cuando quedó lista, se volvió hacia Luc que sostenía en brazos a Jamie dormido. Lo acostó y lo tapó y durante unos segundos, ambos lo contemplaron sin hacer ruido. —Ma… —abrió el niño los ojitos sonriente y chupándose el pulgar se quedó dormido de nuevo. Poco después, bajaron por la escalera en silencio y antes de llegar al salón de estar, Luc señaló una fotografía con marco de plata, que descansaba en un mueble junto a las dos altas ventanas. —Marcus Lacey, supongo —dijo con ecuanimidad. Emily asintió contemplando al delgado caballero con chaqueta de lana y pantalones de montar que aparecía en el retrato, junto a un perro labrador que miraba a su amo. Sus ojos azules tenían la misma intensidad que los de la joven que con cierta aprensión observaba a Luc quien no apartaba la vista de la fotografía. Nº Páginas 39-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 6 Esa noche, Emily no pudo conciliar el sueño, una extraña inquietud la obligaba a incorporarse de la cama varias veces para vigilar a Jamie. "Si tan sólo Luc hubiera dicho algo", se repetía Emily incansable al acostarse por tercera vez; pero sólo había contemplado a Marcus sin mover un sólo músculo, como si el aristocrático rostro lo hubiera hipnotizado. Sin embargo, ella notó que lo consumía la rabia, pero era difícil saber si la causante era ella. Emily permaneció de pie junto a él esperando un torrente de acusaciones, no obstante, Luc se despidió deseando buenas noches; agradeció la cena y fingió ignorar el incidente del niño. Se despidieron como extraños. Emily se quedó en la puerta en espera de que la alta y elegante figura de Luc se alejara. Pero cuando menos lo esperaba, se volvió con una fría sonrisa. —Regresaré mañana temprano, Emily. Quiero conocer bien a nuestro… hijo. Aun cuando el auto de Luc se alejaba, Emily permaneció estática en el umbral, hasta que el temblor de su cuerpo provocado tanto por el frío de la noche como por su estado emocional, la hizo reaccionar. Con desesperación recogió los platos preguntándose por qué tenía que enfrentarse con esa situación que nunca hubiera imaginado. El tipo elocuente que era Luc, se había convertido en un bloque de granito cuando vio al niño, pero ¿qué esperaba Emily? Una dramática escena en la que gritara: "¡Mi hijo!" o quizá, "¿por qué me lo ocultaste?" Se había comportado como una novata al no contratar una niñera que cuidara a Jamie fuera de casa, pero ¿el mismo día del funeral? ¡Qué dirían los vecinos! "Si tan sólo no se hubiera enfermado", reflexionaba Emily. ¡Pobre Jamie! Eso habría ayudado a que Luc terminara sus compromisos de negocios y se marchara sin conocerlo. Hasta dudaba que Luc hubiera viajado sólo por verla. Y ahora, ¿qué sucedería? ¿Qué motivo lo impulsaba a regresar a la mañana siguiente? ¿Acaso pretendía reclamar la paternidad de su hijo? Eso sería imposible, pues ante todo el mundo, Jamie era hijo de Marcus Lacey y si alguna vez alguien se preguntó cómo era posible que de una pareja rubia y de ojos azules, naciera un niño de tez apiñonada y ojos oscuros, nunca lo expresó frente a ella. Sus reflexiones no la tranquilizaban y por la mañana, con el rostro pálido y ojerosa, abandonó el lecho para atender al nene. Aunque se distrajo en arreglarlo y prepararle el desayuno, cada vez estaba más tensa y poco ocupada. Por fortuna, ese día no iba la señora Giles y como si quisiera desafiar a Luc, colocó el corral del niño a media sala para que fuera lo primero con que se encontrara. Entretanto, ajeno al desasosiego de su madre, Jamie jugaba con un dado y sonreía feliz. Sólo Dios sabía a que hora iba a llegar Luc; "ojalá y hubiera sido más específico", deseó Emily. Nº Páginas 40-112 https://www.facebook.com/novelasgratis A las nueve de la mañana se escuchó el timbre de la puerta. Con nerviosismo, Emily se miró al espejo, se alisó el cabello y fue a abrir, encontrando a Luc sonriente en el umbral. Vestía suéter blanco y pantalón negro. La comprensiva mirada que Luc le dirigió, no contribuyó a mejorar su estado de ánimo. —¿No me esperabas tan temprano? —inquirió él. —Dijiste por la "mañana", no al amanecer —repuso Emily irritada—. Bien, aquí está la persona a quien querías conocer, mi hijo James, de cariño lo llamo Jamie. Luc lo miró sonriente con las manos en la cadera, Jamie, que no era tímido, le ofreció su conejo de peluche y le mostró con una sonrisa, su único diente. Él aceptó el juguete y le acarició la mata de rizos oscuros. —Es muy hermoso, Emily —afirmó Luc sin volver la cabeza. —Mmm —el disgusto de ella se esfumó—. Es tan encantador y gracioso, que debo dar gracias por tenerlo a mi lado. Sólo llora cuando se llega la hora del almuerzo o cuando se enferma, como anoche. Por cierto, es la primera vez que ocurre. Luc dejó de acariciar al niño y levantándose, se volvió hacia Emily con expresión dura. —Entonces debemos considerar el malestar de Jamie como un acto de Dios — afirmó con rudeza—; pues sospecho que de otra forma, no habría conocido al niño o ¿me equivoco? Emily negó con la cabeza y se ruborizó, ante la inminente acusación, bajó la mirada. —Deus Emily, dime por qué. —Hasta hace dos días desconocía tu existencia —le reprochó Emily—. Y aunque Lydia tenía noticias tuyas, la obligaste a guardar silencio. Sin embargo, tú conocías cada uno de mis pasos. ¿Por qué me negaste la tranquilidad de por lo menos saber que estabas vivo? —Porque te habías casado con otro hombre —la interrumpió disgustado—. Además, de haberlo sabido, ¿cuál habría sido la diferencia? —Cómo puedes ser tan obstinado —le recriminó ella y se alejó hacia uno de los ventanales que daban al jardín. —Cuando Lydia me informó de tu boda con Marcus Lacey, yo supuse que sólo llevabas a buen término el trato que habías hecho con él antes de conocerme — confesó—. Siempre creí que al permitirte vivir en una de sus propiedades sin pagar renta, demostraba su verdadero interés por ti. Emily se volvió hacia él para mirarlo con frialdad, luego, lanzó un profundo suspiro y comenzó su relato: —Después de pasar por la agonía de no saber de ti, creí experimentar la desilusión más grande, pero me equivoqué. Agobiada por el dolor, pasaba por alto Nº Páginas 41-112 https://www.facebook.com/novelasgratis algunos indicios que mi organismo intentaba trasmitirme hasta que una tarde, todo se esclareció —sintió un nudo en la garganta—. Como el coronel Hammond se encontraba de viaje por América, Marcus ocupó su sitio y debido a esa circunstancia fortuita, él fue quien me encontró en el solar, desesperada por alcanzar la escalera del jardín, antes de desmayarme. Por fortuna, llegó a tiempo de sostenerme cuando me desvanecí —sintió que le brotaban las lágrimas, pero se controló—. Siéntate Luc, trataré de terminar mi relato con calma —le indicó un sillón, pero él se sentó a su lado, acariciándole las manos. —Continúa Emily —la alentó él. —El incidente ocurrió dos meses después de tu partida y como necesitaba la comprensión de alguien, le conté a Marcus lo nuestro —Emily rememoró esos instantes—. Después de escucharme con atención, me dijo que podría estar embarazada —sonrió a Luc con amargura—. ¡Qué estupidez, me dije! ¡Cómo se atrevía a aseverar tal cosa! Pero hice algunos cálculos, me di cuenta de que tenía razón y sentí que el mundo se me venía encima, sólo el apoyo de Marcus que me brindó entereza, me ayudó a salir adelante. —¡Deus! —exclamó Luc angustiado—. Si por lo menos lo hubiera sabido. —Marcus vino a verme al día siguiente y me presentó dos alternativas: la primera, intentar localizarte —se detuvo un segundo—; pero yo no recordaba el nombre del lugar donde vivías y además… —¿Y además? —Luc le oprimió la mano. —Ponte en mi lugar —sugirió Emily—. No sabía si estabas vivo o muerto. Tal vez tu padre había fallecido y de haber sido posible ponerme en contacto con tu abuela —agregó—, ¿cómo llegar a ella con la historia de una joven desconocida que clamaba ayuda para su nieto? —Pero yo estaba vivo. —No obstante, tu silencio me acobardó al punto de no querer afligirte con mi problema e imaginar que aun vivías, implicaría tu olvido. —Y de cualquier forma lo hice, Emily —aseveró él—. No recordaba nada, de otra manera, habría regresado —añadió ansioso. —Es posible —Emily se apartó de él—. Pero en ese tiempo mi desesperación era tan grande, que no podía pensar con cordura —volvió al tema principal—. La segunda alternativa de Marcus fue ofrecerme matrimonio. Me confesó lo de su enfermedad y el temor que le provocaba la soledad por lo tanto, los dos nos estábamos haciendo un favor. Cabe añadir que después de conocer su sufrimiento, el mío pareció carecer de importancia. Luc se incorporó y levantó al niño que acababa de caerse de espaldas. —Me habría sentido muy honrado de conocerlo —dijo con sinceridad—. Me disculpo por mi actitud anterior. —A la mañana siguiente, viajamos a Londres —prosiguió—, y regresamos quince días después de efectuada la boda. Por supuesto fue la comidilla del lugar. Nº Páginas 42-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Pero cómo… —dudó Luc—, perdóname, pero, ¿cómo ocultaron lo de Jamie? Después de todo, iba a nacer antes de los nueve meses. —Así es —reconoció Emily—, los únicos que sabían eso eran el médico de la familia y Lydia; Jamie nació tan pequeño y delgado que no le fue difícil a Lydia engañar a la señora Giles diciéndole que era prematuro. Los ojos se le llenaron de lágrimas y Luc, conmovido, le ofreció un pañuelo blanco que se sacó de un bolsillo. —Y de no ser por sus ojos negros, nadie habría puesto en duda quien era su padre, pero eso fue algo contra lo que Marcus ni yo podíamos hacer nada —sollozó al recordar a su esposo—. El pobre estaba tan ocupado tratando de prestarme su apoyo, que casi se olvidó de la leucemia —se controló y volvió al tema—. Además, no hubo oportunidad de que la gente hiciera sus propias conjeturas, pues con su enfermedad llegando a la etapa final, apenas tenía yo tiempo de sacar a Jamie a dar cortos paseos y aparte de la señora Giles que no es una experta en genética, pocas personas lo han visto. Luc miró al niño quien parecía absorto tratando de colocar un dado sobre otro, con una expresión de absoluta felicidad. —Qué bueno que nadie me conoce en este lugar —reconoció—. El niño es mi réplica exacta. —Como una copia al carbón —repuso Emily—. Pero el parecido me causa dolor, pues conforme va creciendo, sus rasgos se definen haciendo imposible olvidarte. —Y eso, ¿te molesta? —¿Podrías culparme por ello? —No —confesó Luc apenado—. Porque estoy convencido de que eso no disminuirá tu amor por él. Anoche parecías una tigresa que defendía a su cachorro — la admiró—. Por un momento pensé que no me lo darías. —No lo deseaba —reconoció con sinceridad—. Pero algo en tu mirada me forzó a hacerlo sin protestar —se acercó al corral y tomó al niño en sus brazos. —¿Sucede algo? —preguntó Luc, alarmado—. ¿Está otra vez indispuesto? —¿No sabes nada sobre niños? —lo reprendió Emily—. Jamie tiene un reloj interno que funciona a media mañana, el cual indica que es la hora para cambiar su pañal, darle leche y tomar nosotros café. El rostro de Luc se iluminó cuando Emily habló en plural y se acercó a ellos con la intención de abrazarlos, pero ella puso al niño como escudo y lo detuvo. —No Luc —negó con firmeza—. Nada ha cambiado. —No comprendo —Luc retrocedió, hizo una mueca y se cruzó de brazos. —Te has comportado muy bien respecto a este embrollo —reconoció ella—; aprecio tu ecuanimidad de anoche cuando viste al niño y te impactó. —Sigo sin entender. Nº Páginas 43-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Quiero decir que hasta ahora lo has tomado con mucha filosofía —enfatizó—. Por lo tanto, puedes permanecer aquí abajo mientras subo a cambiarlo. —Te acompaño para observar —se negó a obedecerla. —No es agradable ver cambiar los pañales a un niño. —Para mí sí lo será —se lo quitó de los brazos—. No olvides que he perdido nueve meses de la vida de mi hijo. —¡Cuidado con tu suéter, Luc! —lo previno ella—. Jamie, estate quieto. Pero Luc no escuchó la advertencia y el niño continuó tirando del cabello de su padre, gritando de contento. —O bichincho feio —exclamó Luc en portugués—. Pequeño travieso, me vas a dejar calvo. Colocó al niño donde le indicó Emily y lo cuidó mientras ella buscaba un pañal limpio. —Creo que a medida que pase el tiempo, vas a necesitar quien te ayude a cuidarlo —le aconsejó—. Me doy cuenta que crece con rapidez. —No será necesario —se apresuró a cambiarlo—, pues no siempre usará pañales. Incluso, empiezo a enseñarlo a que me avise —escondió el rostro en el cuellito del nene—. ¡Arriba pilluelo! Mientras preparo el café, puedes… —se contuvo al advertir que Luc la miraba atento, levantó al niño con una mano y con la otra, tomó de la muñeca a Emily a la vez que bajaban por la escalera. —Mientras tu madre prepara el café —Luc le hablaba con solemnidad al niño y éste parecía entender—, tú vendrás con papi y charlaremos. Emily se dirigió a la cocina para conectar la cafetera, contempló su aspecto con desagrado y subió a cambiarse los jeans y el suéter por una blusa de seda color crema, pantalones cafés y botas de gamuza. Peinó de lado su rubia cabellera sosteniéndola con un broche nacarado; puso color a sus labios y usó su perfume preferido, para bajar deprisa a servir el café. Casi sin aliento, colocó las tazas sobre la bandeja y preparó el biberón de Jamie. Cuando entró en la sala, encontró a Luc con el niño en brazos, junto a la ventana. —Mira Jamie, que mamae bonita —susurró al oído del niño quien balbuceó: —Ma, ma. —Lo meteré en su corral para darle el biberón —Emily besó al niño en la mejilla; el comentario de Luc la había ruborizado. Se sentó y le sirvió el café. —¿Y a mí no me besas? —preguntó él con seriedad. —Por favor, Luc —se sonrojó aún más—; trata de que nuestra relación sea impersonal. Será más sencillo así —bebió el café deprisa. —¿Para quién Emily? —inquirió Luc—. Por lo menos no para mí; recuerdo a una joven muy distinta a la que ahora tengo frente a mí, alguien que me permitía ser yo. Nº Páginas 44-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Tu observación no viene al caso —replicó Emily—. Todo quedó en el pasado. —Esto no es el pasado —Luc se inclinó hacia ella desafiante—. Tenemos un testigo viviente. Deus, ¿puedes imaginar cómo me siento con un hijo que es mi viva imagen, pero que lleva el apellido de otro hombre? —cruzó una pierna, con expresión de disgusto. —Pues nada de lo sucedido es culpa mía —ella le reprochó lo injusto de sus palabras. —Lo sé —reconoció él—. No existe un culpable, pero de sólo ver a Jamie, nace en mí un desesperado deseo de tenerlo. Jamás supe lo que significaba la paternidad hasta que lo vi en tus brazos, anoche —se alisó el cabello con impaciencia—. No intentaba quitártelo, lo que pasa es que fue irresistible abrazarlo. ¿Entiendes? —Por supuesto —respondió Emily—. ¿Te quedarás a almorzar? Debo darle de comer a Jamie y después dormirá un rato —le informó—. ¿Regresas al hotel? —¿Puedo quedarme… a pasar el día con ustedes? —preguntó Luc titubeante—. Debo regresar el fin de semana y no me queda mucho tiempo. —¿Cuando visitarás Cornwall? —¿Por qué lo preguntas? —inquirió asombrado—. No iré a Cornwall. —Creí que estabas en viaje de negocios como la última vez —contestó ella. —Y yo pensé que había quedado claro —repuso él—. Vine a Inglaterra solo para verte —su sinceridad la incomodó. —Me resulta difícil creerte —dijo convencida—. ¿Cómo imaginar que te sintieras impresionado por mí, si nuestra relación fue tan breve? —¡Nossa Sen hora! —exclamó Luc con violencia y Emily se atemorizó—. Ya no soy un muchacho, tengo treinta años —le recordó—. Por supuesto, he conocido otras mujeres, hasta llegué a considerar a algunas como perspectivas matrimoniales, pero nunca me convencieron; a pesar de que mi padre y mi abuela esperaban que me casara pronto, siempre abrigaron la esperanza de que me enamorara y lo hice — señaló a través de la ventana—. En aquella vieja casona, un día encontré a la mujer de mis sueños e inmediatamente supe por qué ninguna otra fue capaz de atraerme. Eras lo que siempre anhelé, pero aún no sé que fue lo que más me gustó de ti, pues en realidad no posees una belleza impactante. Emily lo sabía, mas escucharlo de Luc, la lastimó, él continuó, sin darle importancia al comentario. —Sin embargo, cuando contemplé tus hermosos ojos azules, me sentí perdido. ¿Comprendes ahora? —indagó sin obtener respuesta—. Cuando me enteré de tu boda, decidí que debía olvidarte, pero fue imposible —su voz se quebró—. Y cuando la señora Crawford me informó sobre el nacimiento del niño, a fines de agosto… —Fue en julio —rectificó Emily. —Por supuesto —la expresión de Luc se suavizó—, no obstante, yo no sabía que fuera mío y empecé a trabajar turnos de dieciocho horas con la intención de Nº Páginas 45-112 https://www.facebook.com/novelasgratis olvidarte, pero poco a poco me fui convenciendo de que no sería posible y volví a escribirle a tu amiga. Era como padecer una enfermedad incurable. —¡Qué pena! —comentó Emily con frialdad. —No quiero causarte lástima —explicó—; sólo deseo ser claro respecto a mis sentimientos. Quiero que entiendas cómo me sentía antes y cómo me siento ahora — insistió—. Dices que ya todo quedó en el pasado pero yo no estoy de acuerdo. ¿Así lo consideras tú? —No es tan sencillo de definir —recogió el servicio de café y tomó en sus brazos a Jamie. El bebé sonrió y Emily lo besó con ternura. —¿Puedo subirlo, Emily? —preguntó Luc con humildad. —No necesitas pedir permiso —comprendió su deseo de tener cerca al niño. —No me gustaría interferir con la rutina de ambos —se justificó. —No tenemos ninguna —repuso Emily sonriente. Luc jugueteó con el niño, frotaba su nariz contra la de él y lo hacía reír. Emily los observaba, admirada por el parecido que había entre los dos; por breves segundos se sintió culpable de experimentar tranquilidad cuando apenas habían transcurrido unos cuantos días de la muerte de Marcus. Mas no olvidaba tampoco que él siempre deseó su felicidad y eso la calmó. Luc la alcanzó en la cocina y se sorprendió cuando Emily le preguntó qué había desayunado. —Mmm… sólo café —respondió—. ¿Y ustedes? —Lo mismo, ¿te gustaría comer sopa y un par de huevos con tocino? —Eso suena perfecto, senhora. —Bien, ¿me ayudas a darle su almuerzo a Jamie? —Emily tomó el alimento del niño, lo vacío en un plato pequeño y se lo entregó a Luc—. Intentará comer él solo — lo previno—, pero aún no puede hacerlo. Fue difícil determinar quien había disfrutado más la hora del almuerzo, si Luc o el niño. —Jugaría con él todo el día —confesó Luc con ingenuidad. —¿Puedes llevarlo a su cuna mientras preparo nuestro almuerzo, ¿no te molesta cambiarle los pañales? —Si me siento incompetente, gritaré pidiendo ayuda —se decidió después de escuchar las instrucciones de Emily. —No te preocupes, Luc —le aseguró Emily—; si me necesitas, acudiré pronto. —¿Siempre, Emily? —se detuvo antes de salir, poniéndose serio. —No abuses de tu suerte —la chica se volvió hacia el otro lado; después de un rato se oyó un grito en la planta alta y Emily subió para encontrar a Luc sostener feliz a su hijo ya cambiado y con pijama limpia. Nº Páginas 46-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¿Quedó bien? —la mirada ansiosa de Luc esperaba una confirmación. —¡Fantástico! Almorzaron en la cocina y charlaron sin tocar temas personales, Emily se disculpó por la escasa comida. —No imaginé que tendría que salir de compras tan pronto —se excusó—; sin embargo, creo que llamaré a Lydia para hacerle algunos encargos. —No faltaba más —Luc se levantó—. Sólo haz una lista de lo que necesitas y dime dónde lo puedo comprar, si quieres que cocine, también lo haré. —¿En serio? —dudó la joven—. Apenas puedo creer que sepas ir de compras; además no olvides que la comida brasileña y la inglesa, son muy diferentes. —Con una lista será muy sencillo. ¿Cuál es el poblado más próximo? Emily se decidió por Knowle y una vez que le dio indicaciones a Luc, éste subió al auto rentado y la dejó sola en la inmensa residencia. Emily aprovechó que Jamie dormía para bañarse; terminaba de secarse el cabello, cuando escuchó sonar el timbre de la puerta. —Al parecer, en esas bolsas hay más de lo que te encargué —le dijo cuando él depositó los paquetes sobre la mesa, dejó en una silla la chaqueta de piel y esquivando la mirada acusadora de Emily empezó a sacar diversos artículos. —¡Luc! —lo recriminó—. Jamás imaginé que pudieras enloquecer al ir de compras. —Te juro que no hubo mala intención —se volvió hacia ella y sonrió al ver su expresión cuando descubrió el perfume que le había comprado—. Pareces una chiquilla con juguete nuevo. —Más o menos así me siento —le besó en la mejilla—. Gracias Luc —se puso nerviosa al verlo tenso por su contacto. —No te preocupes —la tranquilizó él—. Te prometo no trasponer la barrera que has erigido entre nosotros. —Será lo mejor —repuso ella, amable, pero indiferente—; pondré todo esto en su lugar. —¿Y Jamie? —Aún duerme —consultó su reloj—. ¡Dios mío! Son las tres y media y si no despierta pronto, no podrá dormir por la noche. —Voy a verlo —Luc caminó hacia la puerta. —Espera Luc —lo detuvo del brazo—. Podría ponerse nervioso al ver a un extraño. —Tonterías Emily —se zafó—. Después de todo, soy su padre y tendrá que acostumbrarse a mí —salió dejando pensativa a la joven. Nº Páginas 47-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Algo extraño sucedía. Cualquier otra mujer se sentiría emocionada con la sola presencia de Luc, pero no ella. Reconoció que él no había mencionado su relación. Sin embargo, intuía que esperaba que las cosas mejoraran entre ellos y frunció el ceño, molesta. Sabía que Luc no era una mala persona y que su comportamiento fue producto de las circunstancias, no obstante, ellos ya no eran los mismos. Al quitar el periódico que envolvía las verduras, Emily miró sorprendida la fotografía que aparecía en el diario Clarion. Hizo un gesto de disgusto y lo guardó en un cajón. En un acuerdo tácito, tanto Emily como Luc evitaron tocar temas íntimos, se dedicaron a jugar con el niño y a satisfacer sus pequeñas necesidades. Cuando el frío del atardecer empezó a sentirse, Luc encendió la chimenea para calentar la habitación. Mientras Emily preparaba la cena, Luc bañó al niño. Sin embargo, la joven tuvo que terminar con la algarabía que los dos armaban. —Será difícil que el niño se duerma, con tanto alboroto —le reprochó a Luc—, Vamos jovencito; te pondré tu pijama para darte de cenar. —A pesar de ser tan pequeño, es muy fuerte —comentó Luc—. Te repito que para ti sola debe ser muy difícil lidiar con él. —Me las arreglo para hacerlo —dijo ella—. Después de todo, algunas mujeres tienen más de un hijo y saben como manejarlos. dijo: Más tarde, cuando ya Jamie dormía, Luc le sirvió a Emily una copa de vino y —Creo que es hora de que tú y yo charlemos. —No, hasta que terminemos de cenar —contestó con rapidez—. Me tomó tiempo preparar la cena y no quiero que nada me impida comer con apetito. —No es mi intención molestarte en ningún sentido —frunció el ceño—, pero considero de importancia aclarar nuestra situación. —Más tarde —repitió ella y empezó a hablar de la casa y sus últimos habitantes y aunque él aparentaba oírle con interés, ella se percataba de que sólo la escuchaba a medias. Había llegado el momento de la verdad y Emily se dio cuenta de que no podía posponer por más tiempo ese momento, pero cuando se sentaron en la sala a tomar el café, lo que él dijo fue lo último que Emily esperaba escuchar: —No me agrada tu vestido negro. —En mi situación, no sé por qué te molesta —lo miró a la defensiva. —No necesitas recordarme que eres la viuda de otro hombre —la interrumpió con dureza—. ¿Puedo tomar una copa de cognac? —Sírvete, por favor. La tregua había terminado, ella rechazó la copa que él le ofrecía y sintió la hostilidad del ambiente. Nº Páginas 48-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Quiero a mi hijo, Emily. —Muy comprensible —su pulso se aceleró—, pero ante todo es mío. Tu parte en su existencia es mínima. —Aun así, lo quiero —entrecerró los ojos a través del humo de su cigarrillo—. Deseo que te cases conmigo y regresemos cuanto antes a Campo d'Ouro. Después de todo, nada te retiene aquí y pronto tendrás que abandonar esta casa. —No pretendo quedarme aquí —levantó la barbilla con orgullo—; quiero comprarme una casita más al norte para llevarme a Jamie lejos de esta zona. —¿Qué dices? —Luc se levantó y sus ojos brillaron con furia—. ¿Por que no quieres casarte conmigo? Y si lo que deseas es alejarte de Compton Lacey, ¿qué te impide viajar a Brasil? —¡La única razón es que no quiero! —lo retó con la mirada. —Emily —repuso él, alterado—. Te estoy ofreciendo vivir en una hermosa casa, donde el clima es maravilloso, Jamie tendrá lo que desea y será mi heredero. —Muy tentador —dijo burlona—. ¡Pero no! —Deus me livre. ¿Por qué? —¿Qué papel voy a desempeñar? —preguntó con altivez. —Creí que había sido claro —Luc cerró los ojos intentando controlarse—. Te quiero como esposa y te prometo seguridad, salud y comodidades. Ahora que he vuelto a encontrarte me doy cuenta de que te has convertido en una persona madura y una magnífica madre. ¿Qué más puede desear un hombre? —Me temo que a mí no me interesa satisfacer tus requerimientos —lo miró a los ojos—. No quiero dejar este país. —Pero debes comprender que para mí es más difícil dejar Campo d'Ouro, mi… —No te lo estoy pidiendo —lo interrumpió—. Lo que pasa es que no me parece buena la idea de unir nuestras vidas. —¿Por qué, Emily? —inquirió él incrédulo. —Porque no te amo —contestó ella después de un momento de duda. Nº Páginas 49-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 7 Durante interminables minutos, sólo se escuchó el crepitar del fuego en la chimenea y el tic tac del reloj de péndulo. De pronto, Luc se levantó para servirse otra copa y beberla de un solo trago. Regresó al sofá y sin dejar de mirar a Emily, quien parecía más controlada que él, se volvió a sentar. —¿Estás segura de lo que dices, Emily? —le preguntó. —Sí y lamento que mi confesión te haya herido, pero es mejor hablar desde un principio con la verdad. —Pero, ¿me amaste? —Tú fuiste el valeroso caballero que montado en su caballo vino a rescatarme, entonces, ¿cómo no amarte? —lo miró con candor—, pero todas las demás emociones que experimenté: la desilusión, el dolor y el pánico que sentí al enterarme de mi embarazo, mi gratitud con Marcus y la pena de perderlo así como mi amor por Jamie, forman una larga lista que contribuyeron a que yo haya dejado de quererte. —Lo acepto —él se pasó los dedos por el cabello—; pero, ¿por qué quieres alejar al niño de este lugar? ¿Pretendes evitar que lo frecuente? —¡Oh no! —negó presurosa—. No sería capaz de prohibírtelo —agregó—. Ya te conté que cuando Marcus y yo regresamos de Londres, anunciamos que nos habíamos casado allá; sin embargo, fue mentira ya que aunque él quiso ofrecerme su apellido, no acepté. —¿Significa eso que…? —se incorporó con rapidez. —Sí —repuso con voz baja—. Para los fines que fueran necesarios, Marcus les hizo creer a todos que era su esposa excepto al abogado de la familia. Yo conocía de antemano las complicaciones que se presentarían si de pronto aparecía un heredero; así que todo mundo piensa que el trato con el gobierno respecto a la propiedad es irreversible, por lo que no les extrañaría que empiece a buscar un nuevo hogar. En cualquier parte que me presente, me conocerán como la señora Harper y su hijo y James Marcus Harper, como está asentado en su acta de nacimiento. Luc permanecía sentado y su rostro estaba pálido. —Haré más café Luc, si deseas cognac, puedes servirte. En la cocina, mientras la cafetera hervía, el corazón de Emily recuperó su ritmo normal. ¡Pobre hombre! Acababa de recibir un balde de agua fría, pero ella jamás viajaría a Brasil sólo porque Luc deseaba tener cerca al niño. Mientras volvía a la sala con la bandeja, sopesó las ventajas de vivir en un poblado con una buena escuela, cerca de Inglaterra y no las vastas praderas del Brasil. Miró a Luc y notó, por su actitud, que había recobrado el control. —Si no te casaste con Marcus Lacey, ¿por qué no vienes conmigo? —inquirió—. Con seguridad no deseas que Jamie crezca sabiendo que es hijo ilegítimo. ¡Dios! — Nº Páginas 50-112 https://www.facebook.com/novelasgratis golpeó sus puños con fuerza—. ¡Mi hijo un bastardo! No puedo permitir que tú sola lo eduques. —No seas anticuado, Luc. En la actualidad, hay muchas familias con un solo padre a la cabeza. —Quizá porque nadie les presentó otra alternativa —casi gritó—. Pero yo te ofrezco mi nombre, mi hogar y un porvenir para nuestro hijo. —A eso se reduce todo, Luc. ¡Dime la verdad! —le exigió Emily parándose frente a él—. En realidad, no viniste sólo por verme a mí. Siempre sospechaste que el niño podía ser tuyo y mientras Marcus viviera nada podías hacer; mas una vez muerto él todo cambiaría. —Reconozco que dudaba —confesó—, respecto a lo apresurado del matrimonio y el prematuro nacimiento del bebé —se mordió el labio inferior—. Deseaba y rogaba que fuera cierto y cuando te seguí una noche, no sabes lo que sentí al ver a Jamie. Era idéntico a una fotografía que Thurza tiene de mí, a la misma edad. —¿Thurza? —Mi abuela; así se llama —explicó con impaciencia—. Por favor siéntate. —Creo que tomaré una copa de Gran Marnier. —Poisé. Con gusto —tradujo Luc admirando la grácil y elegante figura de ella, quien se acercó a la chimenea y el calor hizo resaltar el rubor de sus mejillas contra el vestido negro de cuello alto. —Me pregunto —le ofreció la copa—, qué debo decir para hacerte cambiar de parecer. —La verdad —exigió Emily. —¿A qué te refieres? —Luc entrecerró los ojos. —Espera aquí —salió de la sala y regresó con el periódico arrugado que guardara en la cocina. Luc lo tomó y al leerlo su rostro se tornó sombrío. La fotografía no era muy clara, pero el encabezado no dejaba lugar a dudas: "Joven magnate del oro preside en un banquete, a la Sociedad Anglo-Brasileña". Estaba fechado dos días antes de la muerte de Marcus. —Así que viajaste desde tan lejos sólo para verme —le recriminó. —No niego que exageré un poco —bajó la mirada ante la intensidad de los ojos azules de ella—. Pero, ¿ayudaría si te digo que en cuanto llegué me puse en contacto con la señora Crawford? —No mucho —Emily depositó su copa en la bandeja de plata—. Ahora me explico cómo te enteraste tan pronto de los últimos acontecimientos. ¿Entiendes mi poco entusiasmo por viajar a Brasil? Luc asintió con un leve movimiento de la cabeza antes que Emily prosiguiera: Nº Páginas 51-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Odio imaginar que seguían mis pasos sin que lo advirtiera. ¿Te das cuenta, Luc? Si por lo menos hubiera sabido que aún vivías, todo hubiese sido distinto — insistió ella—. Por supuesto, la noticia me habría afectado, pero al mismo tiempo, me hubiera librado de la terrible incertidumbre que me agobió hasta que hiciste acto de presencia —se percibía en su voz cierto resentimiento—. Además, eso me hubiese servido para no sentirme como una aventura de una noche. —¡Deus, Emily! —se alteró y sus ojos brillaron—. ¿Cómo podría pensar siquiera en llamar a la esposa de otro hombre? —De la misma forma que lo estuviste haciendo con Lydia —le reprochó—; ella habría servido de intermediaria, pero ¡qué objeto tiene seguir discutiendo! — escondió el rostro entre las manos y trató en vano de contener las lágrimas. —¡No llores, Emily! —Luc se acercó a ella apenado; le pasó un brazo por los hombros. —¡No estoy llorando! —Emily rechazó la caricia y de pronto escuchó un sonido familiar—. ¡Jamie! Y yo en este estado. ¿Tienes un pañuelo? —Iré a verlo —se ofreció Luc, amable—. Si necesito ayuda, te llamaré. Emily permaneció sentada, se enjugó las lágrimas con furia y esperó el llamado de Luc que nunca llegó, por lo cual decidió recoger la mesa. Aún estremecida por los sollozos y con un leve dolor de cabeza, lavó y guardó la fina vajilla que pronto pasaría a manos de la nación. —¿Cuál era el problema? —preguntó al ver acercarse a Luc. —Le cambié el pañal y le di un jugo de naranja. El muy pillo quería jugar, pero resistí el encanto de su sonrisa y lo acosté de nuevo —le informó—. ¿Te sientes mejor? —Un poco cansada —confesó ella—. Últimamente he dormido poco. —Vayamos a la sala, allí podrás descansar un rato —la persuadió—. Es un poco tarde y debo irme. Emily obedeció sin protestar y aceptó otra copa; estaba tan agotada que no se opuso cuando Luc, con una copa de cognac en una mano y abrazándola con la otra, se sentó a su lado. Los dos permanecieron en silencio, absortos en sus propios pensamientos mientras se consumía el fuego de la chimenea y bajaba de forma considerable el contenido de la botella de licor. —Debo ir a la cama —musitó Emily sorprendida de que su cabeza descansara en el hombro de Luc, quien sin responder se levantó. Emily sintió que Luc la alzaba en vilo, pero no tuvo fuerzas para impedirlo, ni tampoco estaba lo bastante sobria para percatarse de que Luc caminaba con inseguridad, antes de apagar las luces y subir con ella. Luc colocó a Emily sobre el lecho, luego se cercioró de que Jamie dormía con tranquilidad y sin que Emily se diera cuenta, las manos varoniles la desvistieron para meterla entre las sábanas. Al sentir el contacto del frío lecho, la joven suspiró y con dulce abandono se relajó. Nº Páginas 52-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Durante la noche, la proximidad de un cuerpo desnudo la impulsó a protestar, pero los labios de él silenciaron sus reproches y cualquier acto de rebeldía fue sometido por unas hábiles manos que la acariciaron, haciéndole experimentar emociones que creía dormidas y sin poder evitarlo, sus cuerpos se fundieron en uno solo. —¡Emily! ¿Sucede algo? —se escuchó una voz—. ¡Gran Dios! La puerta se cerró detrás de Lydia, despertando a Emily quien asustada por la inusitada intromisión, se levantó consciente de su desnudez y miró la bronceada espalda de Luc, quien dormía con la cabeza bajo la almohada. "¡Jamie!", Emily pensó en el niño mientras, confundida por la situación, se ponía el camisón y la bata, arreglándose el alborotado cabello. Entró en el cuarto del niño y lo encontró aún dormido, por lo que presurosa bajó por la escalera y se dirigió a la cocina, donde Lydia preparaba el té. —¡Lydia! —exclamó Emily. —¿Qué puedo decir? —se volvió la otra mujer hacia su amiga mostrándose abochornada—. Quise ver si no se te ofrecía algo antes de irme a trabajar y cómo la puerta no estaba cerrada por dentro y no encontré a Jamie rondando por aquí, supuse que estabas enferma —se disculpó—. No debí subir a tu habitación sin anunciarme. —¿Por qué habrías de hacerlo? —Emily se dejó caer en una silla con la cabeza entre las manos—. Difícilmente hubieses imaginado encontrar a alguien conmigo. ¡Oh, mi cabeza! —Si hubiera llegado por la entrada principal, habría visto su auto y no me hubiese atrevido a entrar —Lydia seguía turbada. —No tiene importancia, Lydia —le aseguró Emily. —Me alegro que por fin hayan limado asperezas. —Pero no lo hicimos… yo… ¡Cómo explicarte! —No me debes ninguna explicación; después de todo es asunto tuyo —sirvió dos tazas de té y se sentó. —Vamos Lydia —dijo Emily, somnolienta—; tú y Luc se han carteado por tanto tiempo, que apenas puedes mostrarte imparcial. ¡Mmm! Creo que el té me hará sentir mejor. —A riesgo de que me consideres entremetida, ¿qué hiciste ayer para que Jamie esté dormido a las ocho de la mañana? —Jugó tanto, que no se quería dormir. Luc y yo cenamos, con el vino que él compró; más tarde, frente a la chimenea, debí beber más de la cuenta y él también — prosiguió—. Respecto a lo que pasó después, no niego mi responsabilidad —añadió con burla—. No sé como puedo bromear cuando me siento tan mal. Nº Páginas 53-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Por lo que dices, infiero que Luc ya vio al niño. —Y fue amor a primera vista —reconoció Emily—. Empiezo a creer en el llamado de la sangre. ¿Sabes que intentó hacerme creer que viajó desde Brasil sólo para verme? —No puedes culparlo, querida. —Tienes razón, pero tampoco me agrada que se entremeta en mi vida privada —agregó molesta—. No te culpo, Lydia, si bien no puedo permitir que venga a esta casa para manipularnos a su antojo. Además, tú conoces mis planes. —Pero, ¿será lo mejor para Jamie? —buscó en su bolso—. Tómate esta pastilla, te sentirás mejor. ¿Acaso no te ofrece matrimonio? —Por supuesto —respondió a Lydia—. Una sola mirada a su hijo bastó para que se decidiera y sin tomar en cuenta mis sentimientos, quiere adquirir el paquete completo. —Vamos Em. —Me niego a ser utilizada —afirmó Emily—. De todas maneras, averigüe que él estaba en Londres cuando ocurrió el deceso de Marcus. ¿Le llamaste al hotel? —Lo lamento, querida —asintió Lydia sintiéndose culpable—, pero ambos estuvimos de acuerdo con no decírtelo en ese momento; sin embargo, me pregunto, mi… —titubeó—, las relaciones no eran muy cordiales, entonces, ¿cómo fue que… —¿Hicimos el amor? —Emily concluyó la frase por ella. —¡Emily! —Había bebido demasiado y me sentía tan cansada que me apoyé en su hombro y debí quedarme dormida —le explicó—. No recuerdo cómo me llevó a la cama y me desvistió, pero a media noche, desperté y lo encontré a mi lado —de pronto se detuvo horrorizada—. ¡Oh, no! Sólo una vez estuvimos juntos y nació Jamie —exclamó y ocultó el rostro entre las manos con desesperación. —Pondré más agua a calentar. —Buena idea, los dos tenemos hambre —se escuchó una voz varonil a sus espaldas. —¡Lo vestiste! —Emily le sonrió al niño y Lydia se desplomó en una silla estupefacta. —¡Gran Dios! —murmuró la mujer. Si quieres mantener tus asuntos en privado, será mejor que nadie los vea juntos. Se parecen como dos gotas de agua. —Buenos días, señora Crawford —Luc le cedió el niño a Emily. —¿No viene hoy la señora Giles? —preguntó Lydia. —Tienes que irte inmediatamente —ordenó Emily a Luc—, pues no tarda en llegar y si se entera de la verdad, sería como anunciarlo en el periódico. —Y, ¿qué tiene de malo que me… —se detuvo porque lo interrumpió Lydia. Nº Páginas 54-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Si quieres la llamo por teléfono y le digo que durante un par de días no la vas a necesitar. —Te lo agradecería, Lydia —la chica sintió que le dolía la cabeza—. Creo que podré arreglármelas sola —dijo, antes que su amiga saliera—. Bien jovencito, avena con leche y huevo para ti —evitó la mirada de Luc—. ¿Quieres tomar algo? —¿Qué vas a desayunar tú? —Luc se sentó en el extremo de la mesa. —Sólo café. —No es suficiente —se puso de pie haciéndole una caricia a Jamie—. Prepararé omelette para nosotros. —No gracias —Emily se sintió mareada de sólo pensarlo—, prefiero pan tostado. ¿Puedes darle la avena al niño mientras cocino el huevo? —Por supuesto —respondió él y empezó a alimentar al impaciente bebé—; no tan aprisa filinho, una cucharada a la vez. ¿Siempre tiene tan buen apetito? —Casi siempre; lo que pasa es que durmió más de la cuenta. —Todos lo hicimos —Luc se arrepintió de sus palabras al notar el rubor de Emily, quien resistió el impulso de arrojarle algo, untó un pan con mantequilla para acompañar el huevo y se lo dio a él. —Si vas a quedarte con él, yo subiré a peinarme mientras está el café —miró molesta el torso desnudo de Luc—. ¿Te traigo tu suéter? —¿Te ofende verme así? —su disgusto le divirtió. —Ya que lo mencionas, sí —salió deprisa. Cuando regresó a la cocina, encontró a Luc lavando la loza y a Jamie jugando con un cochecito en su silla alta. —¿De dónde sacó ese juguete? —le dio el suéter a Luc. —Sé lo compré ayer —se puso la prenda sonriente—. ¿Qué sucede, carinha? —¡No me llames así! —le gritó—. Disculpa, pero creo que estoy sufriendo la resaca. —Siéntate —Luc se mostró amable—. Yo prepararé el desayuno, mientras, ¿qué hago con el niño? —Por el momento, déjalo en la silla. Emily pretendía mostrarse molesta con Luc, pero como eso requería esfuerzo, esperó a que él tostara el pan y pusiera la mesa. —Ma… —balbuceó el niño cuando el cochecito se cayó. —Deja en paz a mami —lo reprendió Luc con dulzura y Jamie le devolvió una sonrisa que pareció no gustarle a Emily—. Te sentirás mejor si comes —usó el mismo tono con Emily. —Ella lanzó un suspiro y comer le resultó más fácil que discutir, cuando terminó su café, se sintió mejor. Nº Páginas 55-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¿Cómo te sientes? —Bien, gracias. —¿Estás irritada? —¿Por qué habría de estarlo? —Porque al despertar, me encontraste a tu lado. El rubor tiñó sus mejillas y sintió un nudo en la garganta, dejó el pan tostado, subió corriendo por la escalera y se desplomó en la cama. ¿Cómo pudo permitir lo que sucedió? Le disgustaba sobremanera haberse entregado a Luc sin reservas. Era cierto que estaba semidormida; sin embargo, eso no la excusaba por haber sucumbido a sus instintos. Un estremecimiento recorrió su cuerpo y la hizo sollozar inconsolable. —Coitadinha —susurró Luc, que la había seguido, en su oído hasta que logró calmarla. —Y, ¿Jamie? —Lo dejé jugando en el corral —la tomó por la barbilla—. ¿Fue tan desagradable la experiencia de anoche? —No viene al caso preguntar eso —lo apartó de sí—. Mejor dime ¿por qué lo hiciste? —Porque soy un hombre. —No me digas. —Entonces no me juzgues con tanta dureza —pidió—. Después de beber tan excelente, pero efectivo cognac, no estaba en condiciones de conducir y cuando subí a acostarte, no resistí el impulso de descansar unos minutos a tu lado —suspiró—. No supe más de mí, hasta que pasado un rato, tuve la maravillosa sensación de tu cuerpo junto al mío y no pude evitar poseerte. —Debes saber que eso no altera en absoluto mis planes —Emily se incorporó. —Muy bien —convino él, dejándola con un sentimiento de desesperanza—. Adiós, Jamie —lo besó en la mejilla—. Adiós, Emily —besó su mano con formalidad. —Que te vaya bien —esperó hasta ver alejarse el auto y con furia azotó la puerta principal antes de regresar junto al niño. —Ma… —balbuceó Jamie como siempre. —Tendré que enseñarte otra palabra —por primera vez no pudo sonreír. El pequeño se incorporó apoyándose en los barrotes del corral. —¡Oh, mi amor! —dijo Emily—. ¡Qué inteligente eres! —Pa… —pronunció con dificultad a la vez que perdía el equilibrio y miraba hacia la puerta. —Adorable travieso —la cómica expresión del niño desvaneció su tristeza—, aprendes muy rápido. Pa, era la palabra que pensaba enseñarte. Nº Páginas 56-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 8 El resto del día lo pasó Emily sumida en un letargo, ni siquiera la sonrisa de Jamie logró animarla. Para distraerse, sacó a pasear al niño en su cochecito, pero la bruma del día aumentó su abatimiento. De nuevo en la casa se sintió más tranquila y aprovechó que Jamie dormía, para planchar y planear su siguiente actividad. La actitud de Luc la desilusionó y ahora pensaba que se había arrepentido de su propuesta después de seducirla. Mas eso no le importaba, se dijo disgustada; después de todo, no deseaba casarse con él y menos viajar al Brasil. La idea de cambiar de residencia la desesperaba. "Oh, Marcus", suplicó en silencio, "¿qué debo hacer?" —¿Todo está bien, Emily? —la chica contestó el teléfono con sobresalto—. Llamo para saber si no se ofrece algo —oyó la voz de Lydia. —Le dije a Luc que perdía el tiempo tratando de convencerme —forzó una sonrisa. —¡Oh Emily! Y yo que pensaba que tu relación iba viento en popa —dijo confundida—. Mira querida, si gustas paso a verte un rato por la tarde. No me agrada pensar que estás sola. —Eres muy amable Lydia, pero prefiero acostarme temprano —rechazó su ofrecimiento. Quizá mañana podamos vernos. La tarde le pareció interminable y como Jamie se mostró poco interesado en sus juguetes, cuando llegó la hora del baño, Emily se encontraba de franco mal humor. Sin embargo, logró que el niño se durmiera, después, se puso una bata de dormir y con la cena sobre una bandeja, se encaminó a la sala para leer un libro frente a la chimenea. Apenas se concentraba en la lectura, cuando escuchó el timbre de la puerta consultó su reloj y pensó que ya era tarde para que Lydia la visitara. —Soy yo, Emily —oyó la voz varonil de Luc. De mala gana, abrió y lo dejó pasar, a la vez que él se quitaba la gabardina. —¿No te parece una hora inconveniente? —le reprochó Emily—. Debiste llamar antes. —Pensé hacerlo pero te habrías negado a verme. Emily se mordió el labio inferior desconcertada; desde que se fue había añorado su regreso, entonces, ¿qué sucedía con ella? —Mejor acércate al fuego para que te caliente —Emily apretó el cinturón de la bata de satén—. No estoy vestida para recibir visitas. —Estás encantadora —Luc se sentó frente a ella—; el color azul resalta el tono de tus ojos —observó el libro abierto y la bandeja—. ¿Eso fue todo lo que cenaste? —Lo único que me apetecía. Nº Páginas 57-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Me parece que no te alimentas bien. —Y a mí, que no viniste a discutir mis hábitos alimenticios. —Tienes razón —buscó en sus bolsillos un cigarrillo—. ¿Te molesta si fumo? — preguntó cortés—. Y Jamie, ¿cómo está? —Un poco nervioso; al parecer extrañó la atención que le dimos ayer. —Pido disculpas por haber perturbado sus horarios —sonrió. —No te preocupes, mañana se comportará menos exigente. —Emily, me ausenté todo el día con el propósito de que reconsideraras tu decisión. —¿Y que esperabas? —se le notó tensa—. Aún estoy confundida, pero no he cambiado mis planes iniciales. —Me habría gustado encontrar menos rechazo a mi propuesta —suspiró desilusionado. —Lo siento —Emily se mostró imperturbable—. Te repito que no deseo casarme contigo y menos viajar a Brasil. Lo único que anhelo es vivir en paz con Jamie. —Estás confundiendo el término "paz" con aislamiento y soledad. —No me importará correr el riesgo —repuso obstinada—; no quiero quedarme en este lugar, lleno de recuerdos dolorosos. —Cásate conmigo —le pidió Luc. —¡No quiero casarme! —exclamó ella—. Ni contigo ni con nadie. Lo único que pretendo es vivir en paz con mi hijo. —Nuestro hijo, Emily —él la miró inexorable—. Y estoy dispuesto a llevar el caso ante un tribunal, si fuera necesario. —No te atreverías —sintió que el corazón cesaba de latirle. —¿Lo crees así? —Luc se sentó cruzando las piernas. —Ningún tribunal te otorgaría la custodia del niño —quería creer sus palabras—. Ante los ojos del mundo, soy la viuda de Marcus Lacey y Jamie, su hijo —se sintió enferma. —Pero no lo es, tú misma me dijiste que en el acta aparece como Jamie Harper —su expresión era dura—. Se podría llamar a que testifique el abogado, sin riesgo de perjurio. Y por si fuera poco, existe el gran parecido entre los dos. —Nunca ganarías —Emily sentía perder terreno—. Soy su madre. —Y yo su padre —la observó él impasible—. Es probable que no gane el caso, pero, ¿te imaginas la publicidad que recibirías? ¿Cuántas fotografías aparecerían del niño y yo juntos? Tu deseo de encontrar un lugar utópico se derrumbaría. —¡Bastardo! —le gritó enfurecida. —Por eso insisto en legalizar su situación; para que nadie lo llame así. Nº Páginas 58-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Herida por las palabras de Luc e incapaz de permanecer cerca de él, Emily se encerró en la cocina dando un portazo y con mano temblorosa, conectó la cafetera. Así que por eso había salido esa mañana tan sumiso, después de su confesión del día anterior; hacer el amor y quizá hasta haber quedado embarazada, ¿qué defensa podía alegar a su favor? Cuando se calmo, regresó a la sala con el café y Luc la ayudó a servirlo sin apartar la vista de su rostro. —Muy bien —reconoció ella—, ganaste. Nunca podría enfrentarme con la notoriedad de un caso así y tampoco sería capaz de someter a una criatura tan pequeña, a semejante experiencia. La victoria es suya, senhor Fonseca. —¿Lo dices en serio, Emily? —No es un asunto que pueda tomarse a la ligera —repuso con desdén. —¿Te casarás conmigo? —Sí. —¿Y viajarás a Brasil? —ahora que había aceptado, Luc se mostraba preocupado por ella. —No me dejas alternativa —aceptó sin entusiasmo—. Me disgusta la idea de vivir en un país extraño con un marido que no deseo y una abuela que con seguridad se mostrará reacia a aceptar como tu esposa a una mujer con un hijo de nueve meses de edad —se levantó con dignidad—. Puedes regresar mañana para que iniciemos los arreglos que sean necesarios. —Por supuesto —Luc contempló con admiración el pálido rostro de ella—. Debes estar cansada. —Te suplico que no vengas muy temprano —le advirtió—. Además, quisiera añadir varios puntos de importancia. —¿Cuáles son? —Luc se puso a la defensiva. —Nos casaremos como deseas y viviremos en Brasil para que se cumpla tu anhelo de tener a Jamie cerca; sin embargo —pronunció con lentitud sus últimas palabras—, acepto sólo en función de ser la madre del niño y actuar como tal. Espero que comprendas lo que quiero decir. —Entiendo —dijo Luc y frunció el ceño—. Eres la madre de Jamie pero no mi mujer. —No quise decir eso —rectificó Emily. —¿Entonces? —Puedo fungir como ama de casa, anfitriona y si lo deseas, como cocinera, pero no voy a dormir contigo. —En ese caso —dijo él con frialdad—, tu presencia me parece innecesaria. Durante años, mi abuela ha llevado la casa; tenemos varios sirvientes y una excelente cocinera, pero como no puedo tener a Jamie sin tenerte a ti trataré de complacerte. Buenas noches, Emily. Nº Páginas 59-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 9 En un lapso más corto de lo que esperaba, llegó el temido día de la partida y Emily se encontró sentada en la sala de espera de la línea aérea, antes de partir a Río de Janeiro. Por el momento se había quedado sola con una taza de café a su lado, unas revistas sin abrir sobre el regazo y mirando sin ver sus sandalias que armonizaban con el traje de color beige. Luc había ido a entretener al niño mientras llegaba la hora de abordar el avión. Quizá si cerraba los ojos, todo volvería a la normalidad y como por arte de magia, aparecería en la Casa Dower y sería de nuevo la Emily de siempre. No obstante, sabía que nada podía cambiar la realidad; gracias a una licencia especial, se había convertido en Emily Fonseca. Los últimos días habían sido un verdadero caos. Con gran pesar se despidió de Lydia, desocupó la casa y se desplazó a Londres en compañía del niño y de Luc, ya que éste insistió en que comprara ropa adecuada para el clima de Brasil. Mientras Luc entretenía al niño, Emily lo observaba, sin dejar de reconocer lo atractivo y varonil que era. Llevaba un traje color café oscuro a rayas y una camisa de seda beige. De pronto desvió la mirada hacia la argolla de oro que sentía como grillete en el dedo anular. Jamie también estaba muy guapo con su traje de algodón amarillo y esa graciosa sonrisa que llamaba la atención. "Ojalá y se comporte como todo un caballerito en el avión", reflexionó Emily. "Oh Dios, el avión; no sé por qué habiendo tanta gente que les teme, debo considerarme anormal". Sin embargo, sentía los apresurados latidos de su corazón y un incontrolable frío le hacía temblar. —¿Seguro que no duermes, Emily? —abrió atemorizada los ojos al oír la voz de su esposo. —No, sólo me relajaba. —Pues das la impresión de estar muy tensa —bromeó un poco, pero al verla tan pálida, se preocupó—. ¿Sucede algo, Emily? —Jamie debe sentirse confundido con tanto alboroto —esbozo una mueca que pretendía ser una sonrisa. —El niño está bien. La que me preocupa eres tú. ¿Te sientes mal? —¡Luc! Estoy aterrada —dejo escapar un suspiro. —¿De qué? —se inquietó. —Nunca en mi vida he volado —repuso desesperada. —Ya veo —él tomó la fría mano de Emily y trató de calmarla—. Te prometo que nada ocurrirá, tranquilízate. Piensa que irás tan cómoda como en una mecedora y con menos peligro que en una avenida; mira a Jamie, no está asustado. Nº Páginas 60-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Bendita ignorancia —comentó angustiada; en ese momento anunciaron tanto en portugués como en inglés, la salida del vuelo hacia Río. El inesperado anuncio terminó con su desazón, se levantó y tomó a Jamie en brazos mientras Luc la seguía con el maletín de mano. Una vez en el avión, su temor pasó a segundo plano pues la comodidad y el lujo de la sección de primera clase la sorprendieron gratamente. Cuando el avión empezó a elevarse, Emily se sintió relajada y aunque Luc insistía en llevar al niño, que se había dormido, ella se negó, pues la calidez de su cuerpecito, le proporcionaba seguridad. Aterrizaron en Lisboa para abastecerse de combustible y al volver a despegar, Emily se sintió menos asustada. Al llegar a Río, todo pasó ante sus ojos en confusa sucesión: la vista del Corcovado, la impresionante figura del Cristo y el Pan de Azúcar, la montaña cónica cuyo acceso sólo era posible mediante un funicular que llegaba a la cima. Con suerte y gracias a la simpatía de Jamie, pasaron la aduana en breve tiempo. —En otra ocasión visitaremos Río —le prometió Luc dentro del taxi que los conduciría a la ciudad al verla contemplar el panorama. —No necesitas tratarme como si fuera una turista —replicó ella con frialdad—. No deseo causarte molestias. Antes de volar a Boa Vista, Luc tuvo que visitar su oficina de Río y Emily entretuvo a Jamie en el piso décimo noveno de un gran edificio, mientras su esposo charlaba con su agente. Más tarde, abordaron otro taxi para dirigirse al aeropuerto local, Santos Dumont desde donde saldría la avioneta rumbo a su destino final. Emily se sintió aterrorizada, cuando ya en pleno vuelo, atravesaron por una tormenta eléctrica y casi se desmaya al llegar, pues Luc le informó que aún faltaban sesenta kilómetros por carretera. Un sonriente chofer de color los esperaba en un cómodo Mercedes que los llevó a través de un camino montañoso. La tensión y el cansancio de tantas horas, vencieron a Emily, quien se quedó dormida, apoyada en el hombro de Luc. Ajena a la belleza de la construcción rodeada de palmeras, ubicada al final de una curva, Emily entró en la Casa d'Ouro en brazos de su marido; de la forma tradicional en que los recién casados llegan por primera vez a su hogar. Detrás de ellos, una mujer de edad madura los seguía llevando al pequeño, quien también dormía. Emily sintió la blandura del lecho, pero los párpados le pesaban y volvió a dormirse. Mucho tiempo después, abrió los ojos y permaneció acostada admirando la enorme habitación de techos altos, cuyas blancas cortinas se movían por entre las hojas semiabiertas de las ventanas, rodeadas de mosquiteros. La cama era tan amplia como las matrimoniales inglesas, pero ésa tenía su gemela, separada por una mesita en la que descansaba una llamativa lámpara labrada en madera. Los muebles de la habitación estaban hechos del mismo material, Nº Páginas 61-112 https://www.facebook.com/novelasgratis así como el elegante tocador que tenía un espejo giratorio. El piso de duelas diagonales y bien pulidas, combinaban a la perfección con los muros y el techo. Muy a su pesar, Emily se sintió maravillada, quería odiar todo lo de esa casa; sin embargo, no dejaba de reconocer que jamás había visto una habitación tan perfecta. Quería ir en busca de Jamie pero no se atrevía a abandonar la comodidad del lecho, además de que no veía su equipaje, el temor a lo desconocido la acometía. Tendría que levantarse e intentar resolver poco a poco las diversas situaciones que se le presentaran; no obstante, su corazón empezó a latir sin control cuando la puerta se abrió para dar paso a la figura varonil de Luc que parecía distinto con sus estrechos pantalones blancos y una camisa de algodón, sin cuello. —¿En dónde está Jamie? —fue lo primero que preguntó Emily, al verlo aproximarse. —Te aseguro que en muy buenas manos. ¿Descansaste? —Sí, gracias. ¿Qué hora es? —¿En dónde está mi ropa? ¿Ya desayunaste? ¿Podría…? —Calma, calma —contestó Luc en portugués—. Es mediodía y tus maletas están afuera. Si lo deseas, las doncellas te ayudarán a desempacar mientras te das un duchazo y almorzamos —le informó—. Mi abuela está esperando para conocerte. —Si me dejas sola, podré darme prisa —bajó los ojos ante la mirada divertida de su esposo. —¿Acaso temes que al verte en camisón se exalte mi pasión a plena luz del día? —su tono sarcástico la ruborizó—. Después de todo, ¿quién supones que te desvistió anoche? —¿No podía haberlo hecho otra persona? —preguntó con disgusto. —¿Y a quién sugieres? —deambuló por la habitación—. No olvides que soy tu esposo; aunque te confieso que siento especial predilección por desvestir a una mujer que está consciente de lo que estoy haciendo. —Si fueras tan amable de mandar por mi ropa —sintió que era más de lo que podía soportar—, procuraré no hacerte esperar demasiado. Estoy ansiosa por ver a mi hijo —concluyó con orgullo. —Nuestro hijo —los ojos de Luc brillaron—, ¡María, Dirce, vem ca, faz favor —las llamó. Dos jovencitas de piel bronceada, con vestidos estampados y blancos delantales, entraron con las maletas; sonrieron con timidez cuando Luc las presentó, y les pidió sacar la ropa de su esposa. Emily se puso una bata color avellana, estilo japonés. —¿Me podrías mostrar el baño? —le pidió a su esposo. Luc la guió por un largo corredor lleno de luz que penetraba por unos enormes ventanales que conducían a una terraza y le indicó la puerta más cercana a su habitación. Nº Páginas 62-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —La casa fue construida antes que se acostumbraran los baños integrados —le informó—. Así que éste lo tendrás que compartir conmigo y con el niño. Thurza duerme en la otra ala de la casa y tiene el suyo —prosiguió—. ¿Te parece bien que regrese en veinte minutos? Emily se duchó con rapidez y apresuradamente regresó al cuarto donde la esperaba una de las muchachas. —¿María? —Nao, senhora —negó Dirce abriendo la puerta del guardarropa en espera de que Emily le mostrara lo que iba a escoger. Ella deseaba darle a la abuela de Luc una buena impresión, así que se decidió por un vestido blanco, informal y sin mangas, cuyo único adorno era una franja azul marino, a la altura de la cadera. Aún no acababa de cepillarse el cabello y maquillarse, cuando entró Luc con Jamie. La chica se olvidó de su arreglo y estrechó a su hijo, mientras el niño balbuceaba las únicas palabras conocidas: Ma y Pa. —Así que te has convertido en un pequeño diplomático —besó el cuello del niño, ante la arrobada mirada de Dirce quien murmuró unas palabras en portugués y Luc las tradujo como muestras de simpatía. —Este caballerito ha alborotado la casa entera —comentó Luc mientras el niño jugaba con su reloj. —¿Ha hecho alguna travesura? —preguntó Emily, mortificada. —En absoluto —negó Luc—; pero todo mundo desea jugar con él en lugar de dedicarse a sus actividades. Vamos a almorzar. Luc la llevó por el pasillo, hacia la terraza que rodeaba un patio lleno de plantas y flores; según observó Emily, servía de marco por un lado a las habitaciones y por otro al jardín. Una gran cantidad de palmeras protegía del sol, la construcción. La sección media de la terraza era utilizada como una extensión del salón de estar, con muebles de bambú y cojines en tonos verde y blanco. —¿Deseas tomar algo, Emily? —preguntó Luc y le indicó que se sentara—. Debiste tomar café primero, pero estabas tan ansiosa por vestirte, que no me diste tiempo para pedirlo. —En este momento no apetezco nada, gracias —respondió ella cortés—, pero no te abstengas por mí —le pidió. Luc se sirvió un gin tonic con hielo y limón y se sentó, colocó el vaso lejos de Jamie. —No puedes bichinho —le prohibió con dulzura—. Por cierto, él ya comió. —¿Cómo supiste qué debías darle? —preguntó intrigada. —Lo mismo que todos los niños de este país. —Por supuesto —reconoció abochornada—. Sólo quería saber el menú. Nº Páginas 63-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Le dimos canja o sopa de pollo con arroz, carne con verduras y ensalada de frutas —la estudió con la mirada—. Creo que es una comida bien balanceada. —Parece apetecible —se percató ahora de su estómago vacío—. No pensé que la casa fuera tan grande, Luc. ¡Es maravillosa! —Mostraste tan poco interés en tu futuro hogar cuando salimos de Inglaterra — miró su bebida—; que preferí no describírtela. Pensé que sería mejor que lo apreciaras por ti misma —se la detalló—. Las tres alas de la casa, tuvieron en un tiempo funciones distintas; donde dormiste, eran las habitaciones; el ala principal, detrás de nosotros, fue el salón y a la derecha; el comedor, la cocina y los cuartos de servicio. Ahora, mi abuela ocupa el área principal y nosotros estamos solos en nuestra sección a excepción de Jamie. Las últimas palabras de Luc la hicieron estremecer, más no pudo hacer ninguna observación, porque en ese instante se aproximó la elegante figura de la abuela, quien caminaba con tanto garbo que desmentía sus setenta años. Emily se levantó y deseó estar en cualquier otro lugar, menos allí. Thurza Treharne Fonseca, originaria de Cornualles, Inglaterra, llegó a Brasil a la edad de diecisiete años, acompañando al abuelo de Luc y desde entonces ocupaba una elevada posición en ese exótico país. Era una genuina autócrata y durante más de cincuenta años, los sirvientes la habían obedecido como si su palabra fuera ley, sólo su nieto la trataba con naturalidad, ya que ocupaba un lugar preponderante en su afecto. Emily se sorprendió al notar que Thurza Fonseca era tan delgada como ella; se peinaba el cabello gris con un moño y las únicas joyas que ostentaba eran un collar de perlas y un anillo de brillantes junto al de matrimonio. —Thurza, te presento a mi esposa Emily —recalcó la palabra "esposa", su abuela lo miró divertida y luego acarició la pálida mejilla de Emily. —¿Cómo estás querida? —la saludó afectuosa—. Siéntense por favor —los imitó—. Ven con Vo-Vo pequeñín. Jamie aceptó gustoso, atraído por el collar de la abuela, que al instante tomó entre sus manecitas. —Mucho gusto, señora Fonseca —respondió Emily a la presentación—. Espero que el niño no haya causado molestias; es incontrolable cuando algo le llama la atención. —Así somos los hombres —repuso Luc y se acercó al carrito de los vasos. —¿Qué dices Luc? —le reprochó Thurza con la mirada, pero Luc, con una inocente sonrisa, le preguntó si apetecía algo de beber. —Jerez seco, como siempre —respondió—. Espero que a Emily también le guste. Emily acepto la bebida, le dio un pequeño sorbo y se percató de que Luc la miraba divertido. Nº Páginas 64-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Confío en que hayas descansado —Thurza cambió de posición a Jamie—. Te confieso qué empecé a preocuparme cuando dieron las once y no despertabas; pero Luc no permitió que nadie te importunara. —Me apena haberlos incomodado —se disculpó Emily. —Por supuesto que no lo hiciste, querida —la interrumpió cariñosa la abuela—, lo que sucede es que estamos habituados a levantarnos temprano; no obstante, eso me dio la oportunidad de hacer migas con este pilluelo. No bribón, no las perlas de Vo-Vo. —Emily ha pasado por situaciones difíciles en poco tiempo —explicó él—. Así que cuanto más descansara, más pronto se recuperaría. —Luc ya me contó —la abuela se mostró reservada—. Pienso que enviudar y casarte en tan corto lapso debe haber minado tus fuerzas. —Es muy amable al mostrarse tan comprensiva —Emily terminó su copa y se levantó—. Si me disculpa un momento señora Fonseca, llevaré a acostar a Jamie, es hora de su siesta. —Ve con mamae, pequeño y dorme bem —le hizo una caricia—. Te esperaremos para comer juntos. —No me has preguntado dónde está la habitación del niño —susurró Luc detrás de ella. —Dijiste que esta ala era para los tres. Luc le indicó su propio cuarto que daba a uno más pequeño, pero amueblado con lo indispensable para un niño de su edad. —¡Todo es nuevo! —Emily se sorprendió. —En cuanto aceptaste… venir conmigo, llamé por teléfono a Thurza. —¡Fue muy gentil de su parte! —reconoció ella y le dio al niño—. Sostenlo mientras busco su ropa. En los cajones encontró lo necesario, pero lo que más le agradó fue ver que el conejito de Jamie estaba en su cuna. —Listo —repuso con firmeza—. Puedes regresar con la abuela, en un momento te alcanzo. —¿Sabrás el camino? —buscó su mirada—. No te preocupes —le aseguró—. Una vez que te acostumbres a nosotros, todo será más sencillo. —O que ustedes se acostumbren a mí —repuso ella. —¿Se quedó Jamie tranquilo? —inquirió Thurza cuando Emily se reunió con ellos—. Parece estar feliz en su cuarto. —Y cómo no iba a estarlo —la chica se sentía confundida—. Gracias por preparar su habitación, señora Fonseca. ¡Es encantadora! —Fue un verdadero placer acondicionarla —se levantó con agilidad—. Luc guardaba allí algunas cosas de su padre, pero decidí que era hora de redecorarlo. Lo Nº Páginas 65-112 https://www.facebook.com/novelasgratis único que conservamos es una mecedora labrada a mano, pues desecharla sería una pena. —Es la primera vez que Emily saborea el café brasileño —Luc la contempló entre el humo de su cigarrillo. —¡Qué bien, Luc! ¿Acaso no le llevaste una taza a su habitación —Thurza frunció el ceño. —Tenía mucha prisa por vestirse —le sonrió a Emily—. ¿Qué opinas del café, carinha? —Es diferente a lo que imaginé —reconoció—, pero delicioso. Sí, gracias — aceptó otra taza. —¿Y qué opinas del Brasil? —Pues aparte del camino que recorrimos hasta acá, de lo único que podría opinar es de este lugar y es bellísimo; sin embargo, de lo que si estoy consciente es del aroma. —¿A qué te refieres, querida? —le preguntó Thurza con cordialidad, después de intercambiar una mirada con Luc. —Debe ser la tierra lo que huele diferente aquí —respondió Emily—; quizá la vegetación o el cigarrillo de Luc —explicó—. Tal vez hasta el café contribuye, le da al ambiente una esencia que para mí es nueva, pero muy agradable. —Creo comprenderte —Thurza hizo sonar una pequeña campana de plata—. Lo que sucede es que nosotros ya no lo percibimos. —¿A qué hora despertará Jamie? —preguntó Luc sentándose junto a Emily—. Me gustaría llevarlos a dar un paseo por el centro. —Es probable que ya esté jugando —contestó ella e intentó ir a cerciorarse. —Déjalo, yo voy —Luc la detuvo poniéndole una mano sobre la rodilla. —Y bien, querida —Thurza inquirió sin preámbulos—: ¿cómo piensas arreglártelas para hacer feliz a mi nieto? Emily no contestó enseguida, pues ignoraba si Luc la había puesto al tanto de su situación o si Thurza creía que lo suyo era un romance interrumpido por imprevistas circunstancias. —Le confieso que no lo había considerado como si fuera "mi deber" —habló al fin—. Para mí, el matrimonio es un equipo en el que los dos participantes trabajan unidos por el bienestar de su hijo. —Mmm —la abuela miró a Emily con ironía—. ¿Y no piensan tener más hijos? Yo sólo tuve uno, Antonio —se sinceró—. Y él incaicamente a Luc; pues cuando murió Helenita, no quiso volver a casarse —insistió—. Me harían muy feliz si su familia creciera pronto, aunque no pareces ser una mujer fuerte. —Emily ha sufrido mucho últimamente —intervino Luc quien regresaba en ese momento—. Y eso vuelve frágil a cualquier persona, Thurza. Habrá tiempo suficiente para cumplir tus deseos —añadió—. Después de todo, apenas conocemos a Jamie. Nº Páginas 66-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Lo cual no es culpa nuestra… —repuso la abuela con frialdad. —Ni de Emily —Luc dio por terminada la discusión—. Jamie está dando muestras de querer despertar, carinha; así que prepáralo para que te enseñe lo que te perdiste ayer de Campo d'Ouro. ¿Nos acompañas Thurza? —Muéstrale los alrededores mientras descanso un rato —la señora se negó a ir—. Después tráiganme al niño para que juegue con él —miró a Emily con dulzura y añadió—: ¡Es un niño encantador, Emily! Lo has criado muy bien. Nº Páginas 67-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 10 Con Jamie sentado en su sillita, acondicionada al asiento del Mercedes y regalo también de Thurza, iniciaron el recorrido por el poblado de Campo d'Ouro; había dos iglesias, un cine, varios almacenes e innumerables edificaciones construidas para los empleados de la mina. Cerca de ésta, Luc le mostró los acueductos característicos del lugar y el hospital que se hallaba en una tranquila colina. El conjunto de construcciones en blanco y rojo entre la abundante vegetación, creaban un agradable y pintoresco panorama. Emily observaba todo con interés y hacía comparaciones con la quietud de Warwickshire, el lugar donde nació. Al regresar a la casa, Luc le pidió que cerrara los ojos un momento mientras el automóvil trasponía los enormes portones que estaban siempre abiertos en señal de bienvenida. —Ya puedes abrirlos. Al principio la casa quedó oculta entre las frondosas palmeras y las flores que conformaban la belleza tropical del lugar. Sólo se apreciaba desde ese ángulo, el área que servía de recepción y que contaba con una terraza externa, similar a la que ella conocía. —Siento mucho que ayer hayas tenido que llevarme en brazos adentro —se disculpó Emily cuando Luc detuvo el auto al pie de la escalinata—. Debiste despertarme. —Lo hice con gusto —confesó Luc—. Además, si no me permites disfrutar de los placeres normales de un esposo, por lo menos deja que te llene de comodidades hasta donde sea posible. Emily salió del auto refunfuñando y dejó que Luc sacara al impaciente Jamie, mientras ella se dirigía hacia la terraza, donde Thurza, apartando el libro que leía, les sonrió cariñosa. Juntó a ella, una refrescante agua de limón los esperaba y con una seña, la abuela le pidió a Emily servir en los vasos. —Haz los honores, querida. Supongo que vienes muy acalorada, a pesar de tu vestido ligero. —Con mucho gusto —sonrió Emily, llenó dos vasos y miró interrogante a Luc. —Para mí no querida, gracias —le dio un beso en la mejilla al pasar junto a ella y eso la desconcertó—. Iré por una cerveza. —Espero que Jamie no la canse demasiado, señora Fonseca —la chica observaba nerviosa la forma en que el niño brincaba sobre el regazo de la abuela. —Es muy inquieto —lo disculpó Thurza—, pero su vitalidad no puede dañarme. —Querido —Emily se volvió hacia Luc quien llegaba en ese momento, sorprendido por la forma en que ella lo llamó—; ¿no crees que sería buena idea traer el corral del niño y dejar descansar a tu abuela? Nº Páginas 68-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Como gustes, carinha —le sonrió en respuesta, aparentando una perfecta relación conyugal. —Los Fonseca tienen el don de reproducirse con admirable exactitud —dijo Thurza al verlo alejarse, con una mirada tan llena de amor y orgullo que Emily se sintió como una intrusa—. Luc es la viva imagen de su padre y abuelo, a veces me pregunto a quien se parecerían mis otros hijos, de haber sobrevivido. —¿Tuvo más familia? —Dos mayores que Antonio y una mujercita menor —acarició la mejilla de Jamie—. Por desgracia, no sobrevivieron. Me habría gustado ofrecerle a mi bisnieto una familia más numerosa, pero es imposible —miró a Emily con delicadeza—. ¿Tuviste problemas cuando nació? —En realidad las molestias se presentaron durante el embarazo —respondió con sencillez—, pero el parto fue rápido. Claro que ayudo el hecho de que era muy pequeño. —Nunca me contaste acerca de esos detalles —le dijo a Luc quien llegaba con el corral y cargado de juguetes. —Los hombres no muestran gran interés en ello —Emily levantó a Jamie—. Vamos travieso, deja en paz a tu pobre… —se dirigió a Thurza—, ¿cómo se dice? —Vo-Vo —le explicó que significaba abuela en portugués—, ¿cómo me vas a llamar tú, Emily? —la sorprendió la pregunta. —No sabría como… —Pues, Thurza como yo —sugirió Luc, quien se sentó junto a la abuela y le acarició una mano—. No pretenderás que te llame Dona Teresa, como la servidumbre. —Claro que no —contestó Thurza, serena—. Aunque en Inglaterra no se acostumbra llamar a las abuelas por su primer nombre; eso no va con nosotros. Por cierto. Emily, no sería difícil que las muchachas del servicio te llamaran Dona Emilia. —Me gusta —reconoció ella con una sonrisa—. ¿Cómo te llaman a ti, Luc? —Al morir mi padre, heredé su título —frunció el ceño, burlón—. Me dicen "O Patrio". —Supongo que significa amo o señor —dijo Emily. —Exacto —se tocó los labios y la miró de tal forma que Emily se ruborizó. —Disfruté mucho el paseo por Campo d'Ouro —Emily se percató de que Thurza observaba los movimientos de Luc. —Hace tiempo que yo no lo hago —comentó Thurza—, ya que el estilista viene una vez a la semana a arreglarme el cabello y sólo visito Boa Vista cuando deseo hacer alguna compra, de manera que paso la mayor parte del tiempo dentro de los límites de la casa, en el jardín. El que, por cierto, no le has enseñado, Luc —sugirió que dieran un paseo por él—. Déjenme a Jamie, yo lo cuidaré mientras regresan. —¿No podríamos…? —intentó en vano convencer a Luc. Nº Páginas 69-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Pronto sabrás por qué no podemos llevarlo. Con recelo, Emily aceptó dejar al niño y siguió a Luc rumbo al patio, donde había helechos y árboles de caucho, desconocidos para ella, los guacamayos gritaban cuando pasaron por el aviario. Emily sonrió sorprendida por la diversidad de rosas y buganvillas de colores. —En casa, una de esas flores cuesta una fortuna —externó Emily con añoranza—. En Compton Lacey tienen un macetón lleno de ellas; yo solía ir a buscarlas al invernadero. —Ahora, ésta es nuestra casa, Emily —Luc le estrechó una mano y la obligó a mirarlo. —¿Pretendes hacerme olvidar que viví en la casa de otro hombre y que durante dieciocho meses desconocí tu paradero? —Así es —le estrujó la mano hasta hacerle daño—. No olvides que eres Emily Guimaraes Fonseca, Dona da Casa d'Ouro, madre de mi hijo y mi esposa. —Difícilmente podría lograrlo, pero me niego a olvidar mi pasado y en especial a Marcus —se enfrentó a él—. Yo también tengo una herencia, Luc Fonseca; así que no me amedrentas. —Empiezo a darme cuenta —su sonrisa la desarmó—, que "amedrentarte" no es tan sencillo como creía. ¡Posees la gracia de una gacela pero el corazón de una tigresa! Continuaron avanzando en silencio como si los dos esperaran que se desvaneciera el mal momento que habían pasado. —No obstante, Luc —insistió ella—, ¿cómo explicarás la presencia de una esposa que tiene un hijo de nueve meses y que es tu viva imagen? Llegaron a una parte del jardín donde Luc invitó a Emily a sentarse, le pasó un brazo por los hombros y comentó: —Piensa en el cuadro de felicidad que le estamos presentando a Thurza — murmuró a su oído haciéndola estremecer—. Desde donde se encuentra puede vernos. —¿Consideras importante hacerla creer que el nuestro, es un matrimonio por amor? —a Emily le disgustaba representar un papel falso. —¡Por supuesto Emily! Si ella sospechara que no eres la esposa amante que imagina, te haría la vida imposible —puntualizó convencido—; se convertiría en una tirana. —¡Ya lo había intuido! —exclamó ella con aspereza—. Pero no has contestado a mi pregunta: ¿cómo te vas a enfrentar con tu súbita paternidad? —Todo mundo se enteró de mi amnesia —le recordó—; ya que el hecho de no haber asistido a los funerales de mi padre, fue muy comentado. Lo que nadie sabe, excepto Thurza, es cómo recuperé la memoria; así que diremos que después de un Nº Páginas 70-112 https://www.facebook.com/novelasgratis breve romance, nos casamos, pero que tuvimos que separarnos por la enfermedad de mi padre. —¿Y qué se supone que hice durante tu ausencia? —inquirió Emily. —Pues que pensaste que yo había muerto en el accidente y que como eres muy orgullosa, decidiste no pedir ayuda económica a mi familia. Lo cual no dista mucho de la verdad. —¿Pretendes que la gente crea esa historia? —Emily se mostró escéptica. —¡Me importa muy poco lo que crea! —exclamó indiferente—. Ante quienes tengo que ser veraz es ante Dios y ante mi familia, los demás me tienen sin cuidado. No te preocupes, si alguien lo duda; tendrá que enfrentarse conmigo. —El sol se está poniendo —la velada amenaza de Luc la hizo estremecer—. Muéstrame el resto del jardín para regresar a bañar a Jamie. ¡Qué maravillosas flores, Luc! ¿Qué hay detrás de la valla? —Hibiscos —le aclaró—. Por ese sendero llegaremos a la piscina —la guió por la brecha con aire conspirador y sonrió ante su expresión maravillada al ver los azulejos turquesa y las sillas para tomar el sol, colocadas sobre el césped. —¡Oh Luc, es fantástico! No he nadado desde que iba a la escuela, pero… —su mirada se ensombreció. —Comprendo —Luc adivinó sus temores—; pronto caminará Jamie y para evitar que caiga por accidente, mandaré construir una puerta alta. —¿Y cómo lo evitaron cuando tú eras pequeño? —Hace sólo siete años que la construyeron —le explicó—. ¿Ahora entiendes por qué no quería que Jamie viniera con nosotros? Le enseñaré cuanto antes a nadar. —¡Pero si todavía no camina! —No importa Emily; puede aprender las dos cosas al mismo tiempo —le aseguró al verla preocupada—. Vamos carinha, el niño ha de estar impaciente. —¿Soy carinha frente a tu abuela y en privado? —preguntó Emily, apreciando su atractivo perfil. —Sólo si no te disgusta, Emily. La tranquila respuesta de Luc la exasperó pues ya era un hábito en él, responderle así. La hora del baño fue tan bulliciosa como siempre, pero algo cansada, pues Emily tuvo como espectadora a Thurza quien sonreía feliz ante la animosidad del niño. Mientras Luc jugaba con Jamie, Emily acompañó a la abuela a la cocina para preparar la cena del bebé. Por una de las ventanas penetraba bastante luz y el piso de mármol daba frescura; tanto el refrigerador como el congelador eran modernos, pero lo demás, concordaba con el resto de la casa. —Quizá encuentres la cocina un poco anticuada. Nº Páginas 71-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —No tanto —sonrió Emily—. La cocina del Dower House tiene trescientos años de antigüedad, excepto por los implementos modernos que se emplean —su rostro se entristeció—. Luc me pidió que olvide el pasado y viva el presente. —Trata de comprenderlo, Emily —Thurza le presionó el brazo comprensiva—. A pesar de su educación cosmopolita, es ante todo brasileño y no puede soportar que su mujer y su hijo a quienes tanto ama, pertenezcan a alguien más. Te confieso que tenía ciertas reservas respecto a ti, pero ahora que te conozco, tengo la certeza de que llegaremos a vivir en armonía, si las dos nos empeñamos. Aunque Emily dudaba, asintió sonriente y cambiaron de tema. —Es sorprendente la facilidad con que Jamie de adapta a cualquier situación — les comentó Emily mientras probaban una comida fría que Dica, el cocinero, les había preparado desde temprano. —Yo no describiría a Luc como el hombre más ecuánime del mundo —aseveró la abuela—; Jamie debe haber heredado tu carácter, Emily. —No cometas el error de considerarla dócil y tranquila, Thurza —Luc le dirigió una sonrisa—. Sabe sacar las uñas en el momento preciso. —Entonces no me provoques —lo previno con serenidad—. Jamie aprendió pronto a que llorando no conseguía que yo lo atendiera, pues me era imposible hacerlo. Y como durante el embarazo, yo… —se detuvo turbada. —¿Qué ibas a decir? —la apremió Luc. —Temía que mi estado de ánimo, que no era muy favorable, lo afectara. Pero por suerte me equivoqué. —Un alivio para ti, querida —observó Thurza—, Ahora, hagamos los planes para la recepción que pienso dar el próximo sábado. —¿Recepción? —preguntó Luc. —Por supuesto, querido —le sonrió cariñosa—. Debemos presentar a Emily a nuestras amistades y a los altos jefes de la mina. Vayamos al salón de estar. Emily miró suplicante a su esposo, mientras llegaban a un increíble salón con muebles de calicó, un tapete chino y algunas acuarelas adornando las paredes, así como una chimenea y equipo estereofónico. —Siéntate Emily; prepararé unas bebidas —le dijo Luc—. ¿Deseas un cognac? —Algo más suave, gracias —Emily no olvidaba su última experiencia. —He pensado en treinta personas —anunció Thurza sin preámbulos—. Se servirán las bebidas en el patio, pues la gente adora a los guacamayos, la cena tipo buffet, será en la terraza. Luc suspiró, le sirvió a su abuela una copa y a Emily un refrescante jugo de naranja. Se sentó en el suelo, junto a su esposa y apoyó el brazo en la rodilla de ella, mientras tomaba un sorbo de whisky. —¿En realidad lo juzgas necesario? Nº Páginas 72-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Bien sabes que sí —enfatizó Thurza—. Una boda de los Fonseca no ocurre con frecuencia y como no hubo recepción, por lo menos la presentaremos en sociedad como es debido. Además… —dijo convencida—, es la mejor forma de acabar con los chismes. —Si llego a escuchar algún comentario malintencionado, soy capaz de… — Emily lo noto tenso. —Los ignorarás —la arrogancia de Thurza se desvaneció ante el pálido rostro de Emily—. ¿Qué sucede, querida? ¿Te asusta la idea de una reunión? —Claro que no —intentó sobreponerse—. Es curioso que a pesar de no haber hecho nada, me sienta somnolienta. Prometo estar mañana más animada. —Termina tu jugo —Luc levantó el rostro hacia ella—. De todas formas, debo regresar a mi rutina diaria. —¿Tienes que empezar ya a trabajar? —Emily se sobresaltó. —Esta mañana fue a la oficina mientras dormías —le informó Thurza—. Ten presente que pasó mucho tiempo en Inglaterra y dejó trabajo pendiente. —Será mejor que tú también te retires, Thurza —Luc se incorporó con agilidad—. Mañana deberás presentarle a Emily al resto de los sirvientes y familiarizarla con la casa —se detuvo intencionalmente—. No dudo que la harás sentir cómoda y como no podré venir a almorzar, quiero encargártela, así como a mi hijo. Thurza captó el mensaje ya Emily le sorprendió verla sonrojar. —Descansa Emily —la abuela se despidió con dignidad—. Buenas noches, Luc —le acercó la mejilla como mera formalidad y luego salió. —¡Oh Luc! —exclamó Emily preocupada—. Creo que se molestó; y ahora que ya empezaba a ablandarse conmigo. —No estés tan segura; la conozco y sé de lo que es capaz cuando no hay alguien que le marque el alto. Le gusta ayudar a gente pobre, con tal de que la consideren un ser generoso —golpeó furioso un extremo de la chimenea—. Ella sabe que conmigo no funciona ni tampoco con mi padre, pero me han contado que mi madre no fue muy feliz a su lado. —¿Acaso no estuvo de acuerdo con la boda? —Ni pensarlo. Helenita de Carvalho era una magnífica candidata para mi padre y de alguna manera, Thurza arregló el compromiso —le contó la historia—. Ella pertenecía a una familia portuguesa de abolengo, era hermosa y dulce como pocas; sin embargo, creció en un ambiente donde la sobre protegían. Mi padre jamás la vio a solas antes del día de la boda —se interrumpió ante la sorprendida mirada de Emily. —Pero, ¡eso es un crimen! —se extrañó—, quiero decir que no es humano esperar a que las personas puedan… —¿Dormir juntos cuando se habían tocado las manos? Nº Páginas 73-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Bueno… quise decir que lleva tiempo acostumbrarse —se arrepintió demasiado tarde de sus palabras. —Quizá lo que pretendiste decir, es que por lo menos debieron esperar unos cinco días —dijo con dureza—; si mal no recuerdo, fue lo que tú necesitaste. Emily permaneció un rato silenciosa, culpándose por su falta de tacto, pero cansada por los acontecimientos del día se levantó y extendió a Luc el vaso para luego dirigirse a la puerta. —¿Deseas más jugo de naranja, Emily? —su tono era un tanto avergonzado. —No gracias. No sé si aquí las naranjas son distintas, pero tenía un sabor extraño —replicó cortés. —Lo que sucede es que le puse un poco de vodka —confesó Luc—; si mal no recuerdo, el alcohol te… relaja. Emily llegó al límite de su paciencia y sorprendiendo a Luc le estampó una bofetada en la mejilla, causándole una enorme satisfacción poder canalizar sus emociones. —Buenas noches —se alejó sin prisa. Luc la alcanzó en cuanto salió de su estupor y la asió con fuerza por el codo, así llegaron a la habitación del niño donde le soltó para que cubriera a Jamie, quien dormía tranquilo, ajeno a los problemas de sus padres. —¡No puedes dormir aquí! —le gritó Emily una vez que entraron en su habitación. —Claro que puedo, minha esposa, esta es mi habitación y tú la estás compartiendo conmigo. —Entonces indícame dónde puedo dormir yo —la chica se atemorizó al ver sus oscuros ojos fijos en ella. —Anoche no te resististe —le recordó. —Fue diferente; el cansancio impidió que me diera cuenta de lo que pasaba. —No obstante, este es nuestro cuarto y aquí vamos a dormir. No daremos de qué hablar a la servidumbre. —Así que te preocupa el qué dirán. —En absoluto. Pero mi familia es muy importante en Campo d'Ouro y no les daré motivo para poner en entredicho mis asuntos personales. —En Inglaterra te aclaré que actuaría como tu esposa en público y lo recalqué, más no dije que iba a dormir contigo —retrocedió al notar que Luc se movía. Sin embargo, sólo se sentó en el extremo de la cama, con parsimonia se quitó los botines y se desvistió, después se levantó para sacar del guardarropa una bata blanca afelpada. Mientras Emily lo observaba paralizada, contuvo la respiración y lo vio alejarse hacia la puerta. Nº Páginas 74-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Deberías esperar a que yo tomara la iniciativa —observó él con frialdad a la vez que cerraba la puerta con lentitud. Nº Páginas 75-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 11 Decir que Emily había pasado una mala noche, describía con exactitud su estado de ánimo. La furia y la frustración que las palabras de Luc le produjeron, la hicieron apretar los puños hasta volver blancos los nudillos. Con premura, se desvistió antes que regresara su esposo. "Si es que regresa", pensó malhumorada tratando de contener las lágrimas. "Pero lo hará, pues la reputación de o patrao debe mantenerse a toda costa, con mayor razón si su virilidad puede quedar en entredicho". No dudaba que muchas doncellas brasileñas estarían dispuestas a ocupar su lugar; sin embargo, les llevaba ventaja ya que ella tenía un hijo, cuyo origen no podía ocultar. Mientras Emily pensaba en Luc, éste regresó con el cabello mojado y con la mayor naturalidad, se quitó la bata para meterse en la cama. —Boa noite —dijo antes de acostarse y le dio la espalda. El mal humor de Emily resurgió, pero hizo un esfuerzo, por controlarse y se dirigió también al baño. Una vez en el lecho, emociones encontradas le impidieron conciliar el sueño, así como la respiración acompasada de su esposo, lo cual le indicaba que él sí podía dormir a pierna suelta. Eran casi las siete de la mañana cuando Emily abrió los ojos, se percató de que la otra cama estaba vacía y aún somnolienta fue a ver a Jamie que aún dormía. Un rápido duchazo la animó, se puso una falda de dril con una blusa sin mangas y se cepilló el cabello que dejó suelto sobre los hombros. —Ma… —la llamó el pequeño Jamie de expresión tierna, tan similar a la de Luc. —¿Qué pasa contigo, pequeñín? —lo alzó en sus brazos y se percató de que necesitaba un baño. —Bom dia —saludó una tímida voz a sus espaldas. —¿Dirce? —temió equivocarse, pero al verla asentir la saludó—: Buenos días. Con señas y sonrisas, Dirce le dio a entender que deseaba ayudarla y Emily descubrió que bañar al niño era menos pesado si tenía a alguien que la asistiera. Jamie disfrutaba la compañía de Dirce, quien aplaudió al verlo vestido con su trajecito de algodón azul claro y el niño la imitó. Emily se alejó con Jamie, asombrada con lo bien que se habían entendido con Dirce sin necesidad de palabras. Era una cálida mañana llena de aromas que Emily aspiró como si quisiera llenarse los pulmones de aire puro mientras se dirigía a la cocina, donde un coro le dio los Bom dias. La recibieron: María, el ama de llaves, Dica el cocinero de color y José el jardinero. Dica tomó al niño en brazos y lo llenó de mimos mientras lo colocaba en la silla alta donde desayunaría; de pronto todos callaron ante la presencia de Thurza Nº Páginas 76-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Fonseca quien peinada de forma inmaculada y vestida de lino verde claro entró en la cocina. —Buenos días, Emily —Thurza besó a Emily en la mejilla de manera impersonal, eso la desconcertó y después de saludar al personal de servicio, le dirigió una amplia sonrisa al bisnieto que le hizo temer a Emily que echaría a perder a su hijo con tantos mimos. Después de todo, a Luc lo había educado igual, enseñándole a conseguir todo lo que deseaba. Thurza sugirió a Emily dejar al niño para que las muchachas le dieran de desayunar mientras ellas hacían lo mismo en la terraza. —No me parece correcto dejarlo aquí solo —dijo Emily. —Ayer comió muy bien —le aseguró Thurza—. Te sorprendería ver que bien come con María. Sin protestar, Emily siguió a Thurza no sin antes mirar al niño, inquieta, en cambio él parecía encantado con las atenciones que le prodigaban. La chica se sentó frente a la abuela sintiéndose frívola y desdichada cuando le dio la taza china para que le sirviera el té. —No te sientas culpable por dejar al niño con las muchachas, Emily —Thurza pareció adivinarle el pensamiento—. La maternidad no debe convertirse en una ocupación absorbente; y te aclaro que no soy partidaria de dejar a los niños en manos de la servidumbre, pero así dispondrás de tiempo libre —la miró con fijeza—. Te noto ojerosa y muy delgada. Lo mejor será que te alimentes bien y descanses más, pero no más sermones. ¿Te gustaría probar este mamao? —sugirió—. Lo has de conocer como papaya. ¿Por qué no me cuentas acerca de la histórica casa donde conociste a Luc? —Luc quiere que olvide mi pasado —respondió Emily. Enseguida probó la fruta y la encontró de su agrado. —Los hombres no siempre son razonables —la tranquilizó Thurza—. Sería un error de tu parte, olvidar tu herencia; yo nunca olvidé que pertenecí una vez a la familia Treharne. En cierto modo, tuvieron tanto abolengo como los Fonseca y nunca permití que Jaime lo olvidara. Por cierto, es extraño que le hayas puesto así a mi bisnieto. —Así se llamaba mi padre —explicó Emily—, al parecer, fue una feliz coincidencia. —¿Tiene otro nombre? —indagó Thurza. —Marcus —reveló la chica mirándola a los ojos. —Me imagino que así se llamaba tu primer esposo —Emily asintió y cambió de tema. —No sentí cuando Luc se levantó. ¿Despierta muy temprano? —A las seis y media —contestó orgullosa la abuela—. Siempre le ha gustado llegar a la mina antes que los empleados; igual que su padre —continuó—. Por lo general viene a almorzar a las doce y regresa entre cinco y ocho de la noche. Nº Páginas 77-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Es un horario muy largo —repuso Emily sorprendida. —Luc es una persona muy trabajadora, pero como ya tiene esposa e hijo, eso lo traerá a casa más temprano. "Quizá para ver a su hijo", pensó Emily, "pero no a su esposa". Después del desayuno, las dos mujeres llevaron a pasear a Jamie en su cochecito y Thurza aprovechó la ocasión para enseñarle a Emily la diversidad de flores que crecían en el jardín. —Espero que hayas notado anoche el perfume que despide esta flor —le enseñó unas florecitas blancas—. Se llama dama de noite. Conoció también árboles que dan una fruta semejante al ciruelo y con la que se prepara una sabrosa mermelada que Emily ya había probado. Era tan novedoso todo lo que veía, que se habría quedado allí todo el día de no ser por el sol que las obligó a buscar la sombra y tomar café mientras el niño jugueteaba en su corralito de madera. —Ma… —empezó a balbucear Jamie, inconforme con el lugar que le asignaron. —Creo que a su majestad ya se le subió a la cabeza toda la atención que le han prodigado —comentó Emily a la vez que le daba la espalda al niño hasta que éste tomó sus juguetes. —Bien hecho, querida —sonrió la abuela aprobando su actitud—; debe aprender que no siempre lo complacerás. —Es comprensible —observó Emily—; aún no se adapta por completo. —Los dos resintieron el cambio —se mostró comprensiva—, pero pronto se sentirán como en su propia casa. Hablemos ahora de los planes que tengo para la recepción. Emily la escuchó disgustada, pues lo iniciado como pequeña recepción, prometía ser una reunión formal. —La gente tiene tan pocas ocasiones para vestir sus mejores galas, que aprovecha cualquier oportunidad para hacerlo —la miró interrogante—. ¿Tienes un vestido apropiado? —Fui de compras en Londres, antes de viajar a Brasil —habría preferido negarlo—; sólo espero que lo que adquirí vaya de acuerdo con las costumbres de este país. —Si lo consideras apropiado, no dudo que lo sea. —Creo que usted se rige por la misma norma —Emily rió. —Me ha servido mucho —dijo Thurza—. No quiero confundirte con demasiados nombres, pero es importante que conozcas por lo menos a dos de los dirigentes de las minas y algunas viejas amistades. Emily tenía interés en saber más acerca de sus conocidos; sin embargo, tuvo que llevar a Jamie en brazos para seguir a Thurza a través de una sucesión de enormes habitaciones con altos techos, amuebladas con exquisito gusto. Nº Páginas 78-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Algunos cuartos permanecían cerrados por el reducido tamaño de la familia, mas Thurza insinuó que podrían volver a abrirse si Emily decidía aumentarla. En una de las habitaciones, había tantos cuadros colgados en las paredes, que más bien parecía un museo. Emily permaneció un buen rato contemplando el retrato de una dama: Thurza Treharne Fonseca le devolvía la mirada, con una orgullosa sonrisa. —¡Qué hermosa! —la admiró. —Gracias, querida. Esa fotografía me fue tomada en mil novecientos treinta, poco después de mi matrimonio. —Y, ¿ése es su esposo? —Mmm —asintió Thurza—; pero bien podría pasar por Luc o Antonio; como ves, lo único que cambia es el traje —se ufanó—. Los genes de los Fonseca deben ser muy poderosos, pues opacan cualquier rasgo del otro cónyuge; aunque pienso que la sangre Treharne contribuyó con la estatura de Luc. Mis hermanos eran muy altos. Emily avanzó hacia el otro cuadro donde un rostro perfecto de piel blanca y ojos oscuros, mostraba tal inocencia que si hubiera llevado hábito, se habría confundido con una monja. —Es Helenita, la madre de Luc —suspiró Thurza—. Antonio la adoraba, pero por desgracia, era de constitución muy débil y los embarazos fueron demasiado para ella; al igual que yo perdió varios niños antes que naciera Luc a expensas de su propia vida —tomó en sus brazos a Jamie—. Deja un rato a mamae, y acompáñame a almorzar. Después de una comida ligera, Thurza la obligó a descansar. Durmió dos horas seguidas. Al despertar se dio cuenta de que eran casi las cuatro de la tarde. "Soy una holgazana", se dijo mientras se vestía. El cuarto de Jamie estaba vacío así que se dirigió a la terraza donde encontró a Dirce con María paseando por turnos al niño y a Thurza tomando té. ¡Cuánto había cambiado la vida de Jamie en tan poco tiempo! —Te veo mucho mejor —Thurza examinó el rostro de Emily con ojo crítico—. Es obvio que necesitas descanso. Tomemos un poco de té y los deliciosos panecillos que Dica horneó. Después del té, se dedicaron a preparar las invitaciones, para enviarlas al día siguiente. —¿No es demasiado pronto el sábado? —preguntó Emily. —No para una invitación proveniente de la Casa d'Ouro. Emily trató de pasar el tiempo que faltaba para que llegara Luc, ocupada; así que ella misma bañó y dio de cenar a Jamie, con el fin de olvidar el mal sabor de boca que le dejara la discusión de la noche anterior. Cuando María le indicó que tenía una llamada telefónica, se sorprendió, pues ni siquiera recordaba haber visto el aparato. —¡Hola! —contesto en el salón de estar. Nº Páginas 79-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¡Hola carinha! —oyó la inconfundible voz de su esposo—. Acabo de llegar de Congonhas y quiero pedirte que mantengas despierto a Jamie. Calculo estar en casa en media hora. —No te preocupes; te aseguro que a él le va a encantar la idea —repuso con indiferencia. —¿Cómo has pasado el día… querida? —Pues… bien ¿y tú? —miró turbada el aparato. —Un poco agitado. Estoy ansioso por llegar a casa y pasar al lado de mi esposa unos momentos de solaz —en el fondo se escucharon algunas voces e intrigada, Emily frunció el ceño. —¿Guardando las apariencias… querido? —Por supuesto, mi amor. Até logo. El teléfono parecía demasiado costoso para golpearlo como era su intención, pero a pesar de su evidente disgusto, lo colocó con cuidado en su lugar. "Hipócrita", murmuro entre dientes, pero enseguida compuso la expresión al ver entrar a Thurza quien le avisó que el niño se había quedado en el corral mientras María lo cuidaba. Emily se rebelaba, al darse cuenta de que todo giraba alrededor de los deseos del patrao, sin considerar si Jamie estaba cansado o no; sin embargo, lo que más le molestaba era constatar que el niño se mostraba dispuesto a cooperar. No obstante, reconocía que en cuanto a su aspecto físico, hacía mucho tiempo que no se veía tan lozana. Se aplicó sombra azul en los párpados y con el vestido de algodón aguamarina y la chaqueta del mismo tono que usó, sus ojos resaltaban. Ya arreglada fue en busca de Jamie, pero a mitad de la terraza, se encontró con Luc, quien cariñoso la atrajo hacia sí para besarla con pasión. Emily quiso protestar, mas la sonrisa complaciente de Thurza la hizo cambiar de idea. —Estás encantadora —la recorrió con la mirada—. Buenas noches, Thurza — besó a su abuela en la mejilla—. ¿Aún está despierto Jamie? —Como lo pediste —contestó Emily. —¡Qué complaciente eres! —le dirigió una furtiva mirada—. Permíteme verlo antes que se duerma. —Está en la cocina jugando —Thurza lo siguió. La escena en la cocina fue tan tierna que hasta el mal humor de Emily se esfumó: las muchachas rodeaban el corral y Jamie se levantó solo y extendió los brazos hacia su padre. —Pa… —la corta sílaba fue suficiente para que Luc, olvidando el polvo de su camisa caqui, estrechara a su hijo. Emily desvió la mirada de las emocionadas lágrimas de Thurza, pues no quería dejarse llevar por sentimentalismos. Nº Páginas 80-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Ven a sentarte con tu padre a la terraza, mientras tomo algo fresco —Luc invitó al niño como si fuera un adulto—; tal vez mamá y Vo-Vo quieran acompañarnos. Las dos se sentaron y las velas colocadas en los candelabros de cobre iluminaron sus rostros, bajo el cielo estrellado. Como Luc seguía entretenido con Jamie y Thurza era la persona de más respeto, Emily se sintió obligada a preparar las bebidas. A la abuela le sirvió su acostumbrado jerez seco, para Luc, mezcló una generosa cantidad de ginebra con agua tónica y hielos, después recorrió con la mirada las demás botellas, sin saber qué escoger para ella. —Prueba una Cuba Libre, Emily. Te gustará —le sugirió Luc—; sirve una pequeña cantidad de ron, mucho hielo, limón y refresco de cola. Después de seguir sus instrucciones, Emily la probó y quedó gratamente sorprendida por su sabor. —Me agrada tu vestido —dijo Luc—. Te sienta muy bien. —No te afanes —repuso Emily de forma impersonal y al dirigirse a la puerta, sintió en la espalda la fiera mirada de Luc. La cena transcurrió en un ambiente cordial, pues la presencia de Thurza lo aseguraba. Emily disfrutó la comida de Dica, que consistía en filete minuta, ensalada de papas, y de postre, compota de higos frescos y helado de coco. —Es la especialidad de Dica, ¿te gustó, Emily? —Mmm, grandioso —chupó la cuchara en una actitud infantil, pero la mirada divertida de Luc, la incomodó. —Con esos gestos eres idéntica a Jamie —le dijo burlón. —No lo creo —replicó ella—, ¿no dices que es igual a ti? —Gracias —Emily se ruborizó y para disimular su turbación le hizo cosquillas a Jamie. —Ma… —respondió Jamie de inmediato y le extendió los brazos, pero Luc sonriente le mostró su reloj para atraerlo de nuevo. —Le enseñé los retratos familiares a Emily —comentó Thurza. —Un poco repetitivo por la línea masculina, ¿no crees? —preguntó Luc. —Aún no estás tú —Emily paladeó su bebida. —Porque quiero sentar un precedente —dijo Luc—. Deseo que tú y yo nos tomemos juntos una fotografía. Cuando te encuentres restablecida por completo y tus mejillas vuelvan a adquirir su tono rosado, lo haremos. —No soy nada fotogénica —Emily se negó de una forma velada. —¿Tienes una foto reciente? —Pues… no, la última que me tomaron fue en la escuela. —Lo suponía, pero ésta será distinta. Nº Páginas 81-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Emily disentía con la actitud de su esposo, no permitiría que su rostro tan común y corriente, apareciera junto a las beldades que había en la galería. —Tal vez desees cambiarte antes de cenar —sugirió la abuela a Luc—. Además, creo que por fin este caballerito se quedó dormido. Luc contempló con ternura a su hijo y se levantó con cuidado, lo llevó a su habitación, seguido de Emily, lo acostó y salió del cuarto. —Procuraré no tardar demasiado —dijo Luc con voz baja. —Lo cual me llena de orgullo, carinha. —Esperemos que cuando tengan una niña, se parezca a Emily —bromeó Thurza—. No se vería bien con tu tipo de nariz Luc. Se hizo un pesado silencio que rompió la abuela al pedirle a María que llevara la bandeja del café a la terraza, donde gozarían de la frescura de la noche. Emily agradeció que la tenue luz de las velas ocultara su malestar, cuando Luc se sentó junto a ella y le tomó una mano. —Necesitarás las dos manos para pasarle a Emily su taza, Luc —Thurza los miró complacida—. Disculpa querida, sé lo mucho que lo debes haber extrañado —se volvió antes de recibir la respuesta—. Quería decirte Luc que tu esposa cree que no te interesan los detalles de su vida en Warwickshire —como siempre hablaba con franqueza—. No esperarás que olvide todo lo vivido, de la noche a la mañana. Además, en lo personal me gustaría saber de su vida en Compton Lacey y del fascinante ambiente histórico que la rodeaba. —Emily vivió en la Casa Dower, precisamente ésa es la parte de su vida que deseo olvidar —Luc volvió a tomar la mano de Emily, aún contra su rechazo—. Pero ella puede contarte sobre la historia de Compton Lacey. —Ese lapso comprende los primeros nueve meses de la vida de nuestro hijo, querido —observó Emily en tono meloso—. ¿Debo considerar entonces como si Jamie hubiera nacido de casi un año de edad? —Prefiero que el niño ignore lo que sucedió en ese período —se mostró exigente. —¿Aun cuando sin la ayuda de Marcus, nos hubiésemos encontrado en una situación desesperada? —la chica trató de ocultar la amargura de su voz, Thurza intervino a su favor. —Emily tiene razón, Luc, no debe negársele el crédito a ese caballero que para protegerla, se casó con ella —lo reprendió—. Después de todo, intuyo que su estirpe es de mayor abolengo que la de los Fonseca. —Una observación muy tuya, Thurza —Luc apretó los labios para no perder el control—, pero totalmente irrelevante. Mi esposa posee una fuerte personalidad y aunque estaba enterada de que el pobre diablo tenía los días contados, se negó a casarse con él. ¿Sabías que ella prefirió que Jamie creciera como hijo ilegítimo, a ser la causante de problemas por la herencia? Nº Páginas 82-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Emily lo miró aturdida, incapaz de defenderse y cuando Thurza habló, ella permaneció callada. —Lo que escuché me sorprendió realmente —confesó—; sin embargo, no apruebo ni critico tu decisión, pienso que se requiere mucho valor para no tomar el camino más fácil —miró a Emily intrigada—. ¿No tienes familiares? —Tengo dos tías en Holanda —respondió con voz baja—; más no me pareció justo mortificarlas con mi problema, después de todo la falta fue mía y de nadie más —hablo con sinceridad—. Yo ignoraba el accidente de Luc; si hubiera muerto, no me quedaba alternativa y si vivía, además de desconocer su dirección, no me pareció correcto buscarlo, pues todo indicaba que me había olvidado. En ese momento — continuó—, ¡todo parecía efímero e imaginario! —Como si fuera tan sencillo echarlo todo por la borda —replicó Luc con amargura—. Debió haber sido un inconveniente tener un hijo idéntico a mí. —Lo fue —reconoció Emily. —Así que han estado representando una comedia ante mí —Thurza miró a uno y a otro con fijeza—. Debe haberles constado un gran esfuerzo. —Sólo a Emily; para mí fue más fácil —su tono era más amable—. No olvides a los sirvientes Thurza; no importa nuestro comportamiento en privado, pero frente a ellos será de perfecta armonía —Emily trató de zafarse pero la firme mano de Luc lo impidió—. Me siento cansado, será mejor que nos retiremos a dormir, si deseas leer, puedes hacerlo, la luz no me molesta. Luc se levantó para despedirse con un beso de su pensativa abuela y Emily lo imitó. —Buenas noches, señora Fonseca. —Durante el día has evitado a propósito, llamarme por mi nombre, querida — la reprendió cariñosa—. No olvides que acordamos que me llamarías "Thurza". Ven a darme un beso. —Hasta mañana, Thurza —a Emily le sorprendió la petición. —Que descanses, pequeña. En el cajón de tu mesita de noche dejé algunos libros de bolsillo. Luc esperó impaciente a que terminaran de hablar y cuando Emily se acercó, la tomó por el codo para conducirla a su habitación. Cualquier temor al comportamiento de Luc, fue desechado por Emily, pues él hizo lo mismo que la noche anterior. Emily siguió con la vista cada uno de los movimientos de Luc, cuando éste se acostó dándole la espalda, ella se preparó para dormir. Echó un vistazo a Jamie y abrió con cuidado el cajón que le indicara Thurza, decidió volver a leer A Town like Al ice. Nº Páginas 83-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 12 De alguna manera, que Thurza conociera la verdadera relación que unía a su nieto con Emily, aminoró la tensión que ésta experimentaba cada vez que tenía que fingir, pues la hipocresía era lo más detestable, para ella. Sin embargo, Thurza aprovechaba cualquier ocasión para tratar de influir en su ánimo. —No importa lo que afirmes, querida —comentó la abuela—, lo cierto es que Luc casi se vuelve loco cuando recuperó la memoria y te recordó, sin importarle el cambio de horario llamó a tu amiga, la señora Crawford. Se encontraban paseando a Jamie por el jardín cuando oyeron a los ruidosos guacamayos. —Como guardianes son mejores que los perros; aunque a veces molestan los oídos —comentó Thurza—. Sentémonos un rato mientras Jamie juega. ¿Hablaste con Luc en la mañana? —Desperté a la misma hora que él —Emily colocó una manta sobre el césped para sentar al niño—, pero soy muy cobarde y fingí seguir dormida. —No lo creo —respondió Thurza—; si no fueras valiente, no te habrías encargado de cuidar a un moribundo estando embarazada. —Marcus no se apega a esa descripción —aclaró Emily—, por lo menos no hasta que Jamie nació —continuó—. En realidad fue él quien me cuidó pues yo siempre estaba cansada y enferma; como compañía para una persona condenada a muerte, fui un fracaso. —Parece que tu problema logró distraerlo del suyo —concluyó Thurza—, ahora él está muerto, pero tú y Luc no. ¿Piensan continuar con esta farsa? Para ser sincera, me gustaría conocer uno o dos hermanitos de Jamie antes de morir. —Es usted muy franca, Thurza —sonrió Emily—. Y parece conocerme mejor que yo misma. —Entonces Emily, dime: ¿por qué te empeñas en ver a Luc como un enemigo, cuando sabes que te sigue queriendo? —la voz de Thurza cambió su habitual tono de autoridad con el deseo de esclarecer la situación. —Me sentí tan angustiada por no saber nada de Luc —se miró nerviosa las manos—. Él fue el primer hombre que yo… —Comprendo Emily, continúa. —Para mí, Luc fue como el príncipe azul; quizá el tiempo transcurrido en esa casa antigua me hicieron soñar con cosas irreales y una de mis fantasías se cumplió con su llegada —confesó Emily cohibida—. Durante los cinco días que salimos juntos, mi vida cambió por completo. Lo que sucedió entre los dos fue tan inesperado como natural —le temblaba la voz—, por eso cuando me informó de esa súbita partida, sentí como si la mitad de mi ser se fuera con él. Nº Páginas 84-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Se detuvo un momento, pues los tormentosos recuerdos ponían un nudo en su garganta que le impedía proseguir. —Entonces llegó la insoportable agonía de su silencio y las angustiosas horas en espera de una carta que nunca llegó —intentó controlarse—. Después, me di cuenta de que estaba embarazada; no tengo palabras para describir lo asustada y sola que me sentí —se volvió de pronto hacia la abuela—. El resto ya lo conoce. Si por lo menos hubiera sabido algo de Luc —se lamentó—, la espera habría sido más llevadera. Creo que la incertidumbre fue lo que más daño me hizo y de cierta manera, nunca me recuperé. Luc debió permitirle a Lydia que me contara lo sucedido. —Mi nieto recibió un duro golpe cuando se enteró de tu matrimonio —Thurza observó a Emily arreglar el sombrero del niño—. Después, cuando la señora Crawford le informó del nacimiento de Jamie, se encerró un día completo en su estudio con una botella de whisky. A partir de ese momento, trabajó dieciocho horas diarias en la mina, sin preocuparse de su salud —se le quebró la voz—. Poco a poco volvió a ser el mismo en la casa y conmigo. Llegué a pensar que era el fin de una lamentable situación; sin embargo, la señora Crawford volvió a llamar con la noticia de la muerte de tu esposo y como una ironía del destino, Luc acababa de salir un día antes a Inglaterra a presidir unas conferencias. Las dos mujeres callaron mientras observaban los esfuerzos infructuosos de Jamie por atrapar una mariposa. —No eres exactamente el tipo de esposa que hubiera deseado para Luc — confesó Thurza con sinceridad—. Me habría gustado más una chica brasileña que pudiera manejar Casa d'Ouro. —Lo sé —repuso Emily con tristeza—, yo tampoco quería salir de Inglaterra, pero Luc no me dio otra alternativa y tendré que sacar el mejor provecho de ello. Aunque… —le dirigió una furtiva mirada—, el abuelo de Luc se casó con una inglesa mucho más joven que yo y, sin embargo, salió airosa de tan grave responsabilidad. —¡Bien dicho, querida! —Thurza rió y le estrechó la mano—. Juntas saldremos adelante —el momento de las confidencias terminó porque Jamie se cayó de espaldas y las dos se levantaron apresuradamente para ayudarlo. La vida continuó en aparente calma, con los preparativos de la fiesta; Luc llegaba a casa a almorzar, volvía al trabajo y por la noche procuraba regresar temprano para jugar un rato con el niño; sin embargo, desde un principio se negó a tomar parte en los planes de la reunión. Emily y Luc desempeñaban un papel de no interferencia mutua y Thurza se adjudicó el de pacificadora. Cada noche, la pareja se retiraba a descansar como cualquier matrimonio normal, excepto que detrás de aquella puerta no se pronunciaba más que el consabido "buenas noches". A pesar de lo ficticio de la situación, Emily mejoraba día con día, su apetito aumentó y recobró el color de su piel con las diarias sesiones en el jardín. Después de la cena, la pareja charlaba acerca del trabajo de Luc y éste se interesaba por la salud de ella. Nº Páginas 85-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Por cierto, Thurza —comentó Luc una tarde—, no he visto a Chico desde que llegamos. —¿Quién es Chico? —indagó Emily. —Un tucán —respondió Thurza—; pero para mi representa un dolor de cabeza. —¿Acaso no vive en el aviario? —inquirió. —Por lo general se encuentra en una percha fuera del cuarto de la servidumbre —Thurza miró a Luc—. Y se supone que nunca entra en la casa. —Chico y yo desayunamos juntos antes que se levanten los demás. Le gusta el pan tostado y el té —añadió Luc. —¡Pensé que no tomabas té! —Emily parecía divertida. —No lo hace —intervino Thurza—, él bebe café y prepara té especial para ese pajarraco puedes burlarte si gustas, querida pero cuando Luc sale de viaje, Chico se pierde unos días. —Y, ¿es difícil hacerlo volver? —Cada vez que sucede, ruego a Dios que no vuelva —contestó Thurza malhumorada—, pero lo hace después de picotear todos los mamao y tomates que puede. A Emily el asunto le parecía tan gracioso, que reía a carcajadas, apoyó la cabeza en el hombro de su esposo y Luc, en un gesto inconsciente posó su mano sobre la de ella, quien de inmediato cesó de reír. —Tengo trabajo pendiente en el estudio —Luc hizo una mueca—. No me esperes despierta, Emily. Buenas noches, Thurza. —Por un momento pensé que las cosas volvían a su curso normal —dijo Thurza después de un pesado silencio. —Lo sé —Emily se puso a la defensiva—, pero necesito tiempo. Me doy cuenta de que nuestra relación no puede continuar así —se frotó los ojos como una chiquilla cansada—. Me voy a dormir, me siento agotada. —Te veo mucho mejor en estos días, Emily —le aseguró la abuela—. Descansa todo lo necesario para que el sábado estés en buenas condiciones. —¡Oh sí, el sábado! —la chica no mostró entusiasmo—. ¿Será muy elegante? —A las damas brasileñas les gusta vestir bien —la miró interrogante—. ¿Te preocupa lo que vas a usar? Si te sirve saberlo, mi vestido es de chiflón, color violeta con gris, mangas y cuello alto de acuerdo con mi edad. —¡Su edad! —la admiró—. Me conformaría con tener la mitad de la belleza que usted posee a los setenta años. —¡Eres muy amable, Emily! —¡Es la verdad! —aseveró. Nº Páginas 86-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Gracias Emily, agradezco tu intención de hacerme sentir bien. Ahora, a la cama. Emily se dirigió a su habitación, no sin antes verificar que Jamie dormía y después de leer algunos capítulos de una novela aburrida, se abrió la puerta y entró Luc. —Pensé que descansabas —permaneció al pie de la cama. —He estado durmiendo la siesta —explicó—, y me resulta difícil conciliar el sueño sin leer un rato. —Existen otras formas de atraerlo —Luc se sentó en la orilla del lecho; la miró como si quisiera hipnotizarla y con lentitud, le acarició el cabello. Sin intentar moverse, Emily lo vio acercarse a su rostro, la besó durante largos minutos, pero de pronto se levantó y Emily lo vio quitarse la ropa y acostarse como lo hacía cada noche. —Hasta mañana, Emily —susurró Luc. —Que descanses Luc —respondió ella, y volvió a la lectura, pero sin prestarle atención. A la mañana siguiente, decidió no fingir que aún dormía y sin vergüenza, lo observó ponerse el habitual pantalón y la camisa caqui. —Disculpa si te desperté. —Cuando te levantas, ya estoy despierta —se arregló el cabello y al sentir que le acariciaba la mejilla, se ruborizó. —Vuelve a dormirte —Luc salió, pero al poco rato regresó—. Acompáñame — murmuró pasándole su bata—. Deseo presentarte a alguien. —¿Qué?… Pero si no me he aseado aún —Luc ignoró sus protestas. —A él no le importará. Avanzaron de puntillas para no perturbar al resto de los habitantes de la casa y entraron en la cocina. Allí, posado sobre la silla del niño, se encontraba el tucán negro con sus brillantes ojos azules que la miraron con recelo. real! —Supongo que es el famoso Chico —comentó Emily—. Pero Luc, ¡no parece —Pues lo es, Emily —aseguró sonriente—. Y está dispuesto a invitarte a una taza de té, si la apeteces. —Por supuesto. Mientras bebía el té, Emily miraba fascinada como Chico devoraba una tostada acompañada con una jarra de té y volaba de la silla de Jamie al brazo de Luc. —Ahora que estoy aquí, ¿te gustaría desayunar huevos con tocino? —Gracias Emily, pero sólo tomo café por las mañanas —la miró y en sus ojos había un brillo especial—. Sin embargo… esta mañana apetezco algo más. Nº Páginas 87-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Con suavidad la atrajo hacia sí y sin permitirle protestar, la besó apasionadamente. Durante unos segundos, Emily se resistió, pero luego se rindió a la caricia. Después, se separaron con la respiración agitada y mirándose a los ojos; Luc quiso decir algo, pero se arrepintió y salió sin despedirse. Emily se sentó turbada y volvió a la realidad, tomó un lienzo de Dica para limpiar la silla del niño. Habría que hacer algo con Chico, pues no podía seguir usando la silla de Jamie. No quería pensar en Luc, pero abstraída, permaneció en la cocina hasta que la llegada de las sirvientas la sacó de su ensimismamiento. Jamie tendría que conformarse con la compañía de Dirce, pues Emily debía continuar con los preparativos de la reunión. Por lo general, a Thurza le gustaba ofrecer una combinación de platillos fríos y calientes y en esta ocasión se mostraba ansiosa por agregar algo novedoso, por lo que Emily se atrevió a sugerir un guiso a la cacerola que una vez le preparó Luc. Thurza estaba fascinada y una vez terminado el desayuno, mandó a María a buscar los ingredientes necesarios. Resultó una extraña sesión, pues Emily daba instrucciones en inglés a Thurza y ésta a su vez, las trasmitía a Dica en portugués. Cualquier reproche que Emily pensara hacerle a Luc, lo olvidó al ver la entusiasta bienvenida que Jamie dio a su padre y la noticia del nuevo platillo aprendido por Dica. —Si mal no recuerdo, ya probé esa comida —le sonrió a Emily—. Entre tanto, ¿podrían ofrecerle algo a este hambriento?, lo que desayuné no fue suficiente para saciar mi apetito. Thurza se percató con alegría de que Emily se ruborizaba, pero sin hacer comentarios, apresuró a las muchachas para que le dieran algo de comer a Luc. —¿Podrías hacerte cargo de las bebidas, Luc? —inquirió Thurza. —¿Cuántas personas invitaste? —Unas cuarenta. —¿Tantas? —se asombró—. La pobre Emily no podrá recordar todos los nombres, pero no te preocupes querida, trataré de permanecer a tu lado. Emily sonrió nerviosa cuando Luc preguntó a su abuela si sabía que Chico había regresado. —No lo sabía —negó Thurza molesta. —¿No se lo dijiste, Emily? —preguntó Luc. —Pues… no —le incomodó volver a sonrojarse—, lo olvidé. —Espero que no te enfermes, Emily —Thurza la contempló con frialdad—. Después de todo, la fiesta es en tu honor. —No la creo tan desconsiderada como para enfermarse en una ocasión como ésta —pronunció con tal fuerza sus palabras, que Thurza se sintió avergonzada. —Discúlpame querida, no fue mi intención mortificarte, lo que pasa es que ese pajarraco me exaspera. Nº Páginas 88-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Lo cual es muy normal en personas de tu edad —la reprendió Luc—. ¡Así que no seas dramática! —se volvió hacia su esposa—. ¿Qué vestido usarás Emily? —Si la reunión es formal, tengo un rojo y un azul. —El azul —sugirió de inmediato. —¿Por qué? —Me gusta como te sienta ese tono. —¿Lo compraste en Londres? —inquirió Thurza. —Sí —asintió—, es sencillo pero me encantó —le dirigió una traviesa mirada a su esposo—. Al principio me detuvo el precio. —Si eso te satisfizo, el costo no tiene importancia. Cuando Luc regresó a la mina, Emily decidió cambiar la siesta por un chapuzón en la piscina, pues desde que la había visto, lo deseaba. Una nueva reja cerraba el sendero de los hibiscos, Emily quitó el cerrojo, tendió la toalla café sobre el césped y enfundada en un bikini blanco se sumergió en las refrescantes aguas azules. Nadó con lentitud recordando el estilo de dorso aprendido en la escuela, pero después de la sexta vuelta se sintió tan agotada, que no le quedó otra alternativa que salir para normalizar el ritmo de la respiración. Como aún el sol quemaba la piel, buscó la lejana sombra de los árboles de eucalipto para tenderse un rato. Pronto se sumió en un profundo sueño y no despertó, hasta que sintió sobre su cuerpo unas fuertes manos que la sacudían. —¡Detente! —gritó irritada a su marido—. ¿Se puede saber qué estas haciendo en casa? —¿Y aún lo preguntas? —la tomó en sus brazos envolviéndola en la toalla. —¿Qué haces? —se percató de que había varias personas en el jardín. Thurza, Jamie llorando en brazos de Dirce, Dica y María histérica y José el jardinero, completaba el cuadro. —¿Qué sucede? —se angustió Emily luchando porque Luc la bajara—. ¿Por qué llora Jamie? —Por nada —Luc avanzó con su carga hacia la casa, mientras los demás lo seguían. —Luc… —¡Cállate! —masculló entre dientes y hasta ese momento, Emily apreció el tono cenizo del rostro de su esposo. —¿Acaso estás enfermo? —preguntó Emily cuando llegaron a la habitación. —¡Sólo preocupado por… —la dejó caer en la cama con brusquedad—… ti, niña boba! Para aumentar su turbación, Emily notó que Luc temblaba, pero en eso entró Thurza, también consternada. Nº Páginas 89-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —¿Se encuentra bien, Luc? —Sí pero dile a María que deje de llorar, a Dirce que traiga al niño a ver a su mamá y a José que vuelva a asegurar la reja. Thurza obedeció con sorprendente docilidad y segundos después, Jamie sollozaba en brazos de Emily. —Ma… ma… —balbuceaba el niño. —¿Qué le pasa a tu mamá, pequeñín? —preguntó Emily. —Eso es precisamente lo que necesito que me respondas, ¿qué te sucedió Emily? —Luc la miraba interrogante. —Estábamos muy preocupados, querida —le informó Thurza sentándose en la cama. —Lo siento —se disculpó, aún sin comprenderlo sucedido—, pensé que nadar sería mejor que dormir la siesta, pero cuando tenía unos minutos descansando… —la expresión de los dos la detuvo. Luc extendió el brazo para mostrarle su reloj de pulsera. Eran las cinco de la tarde. —¡No puede ser! —exclamó Emily incrédula. —Yo me fui a trabajar después de la una e imagino que te metiste en la piscina a la una y media. De eso hace más de tres horas —el rostro de Luc seguía tenso—. No vuelvas a nadar sola, ¿entendido? —¿Le temes a los tiburones? —bromeó ella. —El llanto de Jamie atrajo a Dirce y después de asegurarse que no dormías en tu cuarto, le avisó a la abuela quien luego de una infructuosa búsqueda por toda la casa, me avisó de tu desaparición. —Lo lamento Luc —se disculpó Thurza mortificada—, pero no sabía qué hacer. —No te disculpes, querida —Luc le sonrió gentil—; hiciste lo correcto. —Aún no acabo de… —Emily empezaba a sentirse como una criminal. —Recorrí el jardín como último recurso, pero con esa toalla café y en la sombra, eras casi invisible —lanzó un suspiro—. Después me informó José, que en la tarde él había pasado el cerrojo, por lo que reanudé la búsqueda y… ¡allí esta "La Bella Durmiente"! —Pero yo sentí como si hubiera dormido sólo unos minutos —acarició los rizos de Jamie al ver que lo había vencido el sueño. —Dámelo —pidió Thurza—. Lo cuidaré en la terraza mientras tomas un baño caliente; si no, podrías resfriarte. Emily se lo dio indecisa, pero al intentar incorporarse, sintió un mareo. —¡Cielos! —creyó que iba a desmayarse y cuando Luc la volvió a sostener exclamó—: ¡puedo arreglármelas sola! Nº Páginas 90-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Luc la ignoró y le quitó el bikini como si fuera una chiquilla traviesa, le frotó el cuerpo con energía, a pesar de sus protestas. Al final la envolvió en una toalla seca. —¿En dónde guardas tus camisones? —Pero, yo quiero vestirme… —la expresión de Luc la detuvo—. En el primer cajón. Luc avanzó hacia el tocador en busca de la prenda y antes que Emily pudiera evitarlo, ya se lo estaba poniendo. —Gracias, pero eso si puedo hacerlo —se ruborizó. —No es momento de mostrar timidez, linda flor —se burló de ella. —No me obligarás a permanecer en cama, ¿o sí? —preguntó sumisa—. Dormí bastante y me gustaría ir a la terraza con Thurza y Jamie. —¿Me prometes no moverte del sofá? —Lo juro. —Muy bien —Luc aceptó complaciente—. Buscaré algo para taparte por si tienes frío. Ese camisón no es muy abrigador. —Pero si bonito, ¿o no? —sonrió con timidez. La mirada de Luc se dulcificó por primera vez desde que la encontrara y sonriendo sincero, exclamo: —¡Encantador!, pero ahora será mejor que te cepilles el cabello. Emily quiso levantarse, pero volvió a sentir un vértigo. —¿Te sientes mal? —Luc frunció el ceño. —Un poco mareada. Será mejor que me pases el cepillo. —Haré algo más, te cepillaré el cabello yo mismo. —Te cansarás pronto —le advirtió Emily nerviosa por su proximidad. —Temo que podría acostumbrarme —confesó él con seriedad y la llevó donde Thurza arrullaba al niño. —Te veo mucho mejor —la abuela la recibió sonriente—. Luc, trae la manta que está al pie de mi cama por si siente frío; ese camisón no la protege lo suficiente. —Pero es muy agradable a la vista —murmuró Luc al oído de Emily cuando pasó junto a ella. —Lo siento mucho —se excusó la chica—. No sé qué me hizo dormir tanto. ¿No existe en Brasil la enfermedad del sueño? Lo que nadé no va en proporción con lo que dormí. —Le preguntaremos mañana al doctor. Lo llamé para que te examine. —Buena idea —Luc colocó la manta sobre las piernas de su esposa—. Ahora permanece quieta, al menos mientras me doy un duchazo. Nº Páginas 91-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Estoy considerando la posibilidad de cancelar la fiesta —Thurza contempló a Emily, con preocupación. —No lo haga por favor —la interrumpió—. Prometo permanecer quieta y comer bien; después de todo, falta un día —buscó apoyo en su marido—. La gente podría pensar que temo encontrarme con ellos. Además… —sonrió con ingenuidad—, nunca he asistido a una reunión similar. —¿Cómo podríamos resistir tal súplica? —Luc la contempló con seriedad—. Pero un paso en falso o cualquier intento de insubordinación y yo… —Sí —Emily se mostró ansiosa—. Te doy mi palabra. —Si así lo quieres, Emily —aceptó Thurza titubeante—. ¡Ah! Parece que este angelito despierta. Jamie se desperezó entre sus brazos murmurando palabras ininteligibles. —¿Qué dices, cariño? —preguntó la abuela con inmensa ternura. —Vo-Vo —repitió Jamie cuando al fin despertó al escuchar la sonora carcajada de sus padres. —¡Al menos debemos reconocer que es un chico muy oportuno! —exclamó Emily orgullosa. Nº Páginas 92-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 13 Al día siguiente, Emily cumplió su promesa al pie de la letra y permaneció en la terraza con Jamie quien jugaba en su corral. Thurza aparecía a intervalos; sin embargo, la mayor parte del tiempo la pasó supervisando las actividades de la próxima fiesta. La esposa de José tuvo que ir a ayudar en la limpieza de los muebles de los dos salones, mientras él se hacía cargo de que el aviario quedara impecable, a pesar de las protestas de sus ocupantes. Emily se sentía incómoda por su forzada inactividad pero Jamie, complacido con la compañía de su mamá, la hacía reír con sus gracias a la vez que repetía con facilidad y en dos idiomas las palabras que aprendía con rapidez. Pronto se fastidió el niño de su actividad física y se sentó a jugar con su tren favorito. Emily lo contemplaba arrobada y sorprendida del cambio que en tan poco tiempo había sufrido su vida pues de viuda solitaria con futuro incierto, se había convertido en esposa de un magnate en un país extraño y a miles de kilómetros de distancia de su lugar de origen. Inesperadamente se apoderó de ella un sentimiento de frustración e incomprensión, pues con tantos criados para cuidar a Jamie y evitar que ella trabajara, pensó en lo inútil de su presencia en esa casa. Además, no tenía ni libertad de decidir lo que le gustaría hacer, pues enseguida tenía que rendir cuentas de su osadía; hasta se comparó con los hermosos guacamayos en sus enormes jaulas de latón brillante. De hecho, su situación era muy similar y la enorme casa representaba una jaula de oro donde la tenían presa los lazos del amor: por supuesto, del amor de su hijo. Cualquier sentimiento que le inspiraba Luc era indefinido. Por cierto, que después de los minutos de disgusto, Luc se había comportado con ella como todo un caballero y Emily se sentía dispuesta a olvidar al duro e implacable hombre que la amenazara con llevarla ante un tribunal por la custodia del bebé. El rostro de Emily se endureció al recordarlo, pues, ¿qué clase de hombre es el que se atreve a amenazar a una mujer con quitarle a su hijo? Jamás olvidaría los rasgos de su esposo en aquellos días. —¡Qué expresión tan extraña tienes, Emily! —Thurza se aproximó para indicar a Dirce donde colocar la bandeja del café—. De no ser por tu ceño fruncido, habría jurado que dormitabas. —Lo que pasa es que me siento mal por estar aquí sentada sin poder ayudarlas —aclaró con sencillez. —¡Tonterías! —se apresuró a contestar la abuela—. Si quieres saberlo, te diré que ya hay demasiada gente —le sirvió una taza de café con leche—. Te hará bien tomar más leche, Emily. —No deben mimarme tanto; me siento muy bien. —Mmm, ya veremos —dudó Thurza—. En media hora llegará el doctor para examinarte. Hablé temprano con él. Nº Páginas 93-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Pero Thurza, ¿es necesario? —Emily se acobardó—. Ni siquiera le voy a entender. —Claro que sí —explicó la abuela—: la mayor parte de sus estudios los realizó en Norteamérica —se volvió cuando escuchó balbucear a Jamie—. ¿Qué es, cariño? —Creo que ya tiene hambre —respondió Emily. —Vo-vo te pide disculpas, mi amor —le permitió tocar la campanilla para llamar a Dirce, pero le dio tanto gusto al niño agitar el nuevo juguete que fue imposible continuar charlando y no advirtieron la presencia de un elegante hombre. —Espero no ser inoportuno —se aproximó el médico. —Discúlpeme, doctor Ferreira pero este jovencito nos tiene absortas y pendiente del menor de sus deseos —se volvió hacia Emily—. Querida, te presento al doctor Ferreira; doctor, Emily la esposa de Luc y su hijo Jamie. —Muito prazer —murmuró el médico y estrechó la mano de Emily antes de mirar al niño que hacía gestos al jugo de naranja que le daba Dirce—. Es obvio que él no es el paciente —rió—. La señora Fonseca me informó que no se había sentido bien el día de ayer —se sentó a su lado. —Nadé un poco y dormí largo rato… —se ruborizó—, preocupé a todos los de casa, pero en realidad no estoy enferma. Hoy me siento muy bien, doctor Ferreira. El galeno le tomó el pulso durante un minuto, verificó con su reloj y aparentemente satisfecho, le hizo algunas preguntas de rutina sobre su estado de salud en general. —Al parecer no hay nada de qué preocuparse, señora; es posible que últimamente se haya sentido presionada —se dirigió a Thurza—. ¿Podría llevarla el lunes al hospital para hacerle unas pruebas? Quizá la somnolencia se deba a una leve anemia. —¿Cree que estará bien para la reunión del sábado? —preguntó Thurza con alivio. —Siempre y cuando no se exceda —respondió el médico—. No veo por qué no pueda disfrutar como lo haré yo —se despidió—. Hasta entonces —sé acercó al niño—. ¡Otro Fonseca hasta en el más mínimo detalle! —Bien —se tranquilizó Thurza—. ¡Es un alivio saber que nada te aqueja! Ayer estaba muy preocupada por ti —confesó—. No se diga el pobre Luc; estaba histérico. —Me apena haber sido la causante; trataré de no volver a hacerlo. —Olvídalo y concentrémonos en la noche de mañana. María Braga vendrá a las cinco de la tarde para arreglarme el cabello —le informó—. ¿Te gustaría que te peinara? —Había pensado recogerme el cabello en un moño —titubeó. —Entonces dejemos que lo haga por ti. Al día siguiente a las siete y media de la noche, Emily reconoció que el moño había quedado mucho mejor que si ella lo hubiera hecho. Aún en bata, se contempló Nº Páginas 94-112 https://www.facebook.com/novelasgratis en el espejo y se admiró el peinado con algunos rizos que caían como al descuido sobre la frente, las orejas y la nuca, dándole un toque de elegancia. Cuando Luc llegó, no resistió la tentación de preguntarle: —¿Qué te parece mi peinado? —Sencillamente adorable —respondió después de un breve examen—; pero, ¿a qué hora te vestirás para ver el resultado final? —Primero iré a ver a Jamie y después terminaré de arreglarme. —¿Temes quedarte en la misma habitación donde voy a cambiarme? —se burló. —¿Bromeas? —Emily hizo una mueca al pasar junto a él—. Después de todo, no es novedad verte en ropa interior. Entró de puntillas en el cuarto del niño, lo cubrió con la sábana y se demoró todo el tiempo que le fue posible. Cuando regresó, encontró a Luc con una elegante chaqueta blanca y estrechos pantalones negros, que hacían juego con la corbata de moño y la camisa de seda blanca. —Odio que la ropa me apriete —se aflojó la corbata—. ¿Crees que Thurza quede satisfecha si nos cataloga dentro del término "apropiado"? —Imagino que sí —ella ladeó la cabeza para admirarlo—. ¡Muy elegante! —Mmm —murmuró incrédulo—. Creo que necesito una copa. En cuanto estés lista, baja al patio, te prepararé una bebida refrescante. En cuanto Luc salió, Emily empezó a vestirse, aunque le costó trabajo subir el cierre. El vestido era de corte sencillo, descubierto de los hombros y confeccionado con seda azul aguamarina, se amoldaba elegante a sus caderas. La falda tenía una amplia abertura hasta la rodilla, que permitía el libre movimiento, las zapatillas la hacían parecer más alta y eso le daba a Emily, un toque de distinción. Mientras se maquillaba los nervios amenazaban con traicionarla, pero se controló y concluyó su arreglo. Después colocó sobre los hombros una estola de la misma tela y color del vestido, cuyas puntas con plumas de avestruz, realzaban el modelo. Emily descendió la escalera que conducía al patio, donde se percibía una atmósfera festiva, por las luces colocadas entre las palmeras. El alboroto de los guacamayos avisaron a Luc de su presencia y con paso mesurado se acercó a ella admirándola. —Este es mi vestido azul —la aclaración fue innecesaria—. Ojalá y lo apruebes. —¿Y cómo no iba a hacerlo? Si me has dejado sin aliento. ¡Estás tan moderna y… elegante! —Me alegro que te guste —Emily intentó controlar los nervios que la insistente mirada de Luc le provocaban—. Gasté un dineral en él. —Nao faz mal —lo ponderó de nuevo—, pero te falta algo —sacó del bolsillo tres estuches de piel y se los entregó a Emily. Nº Páginas 95-112 https://www.facebook.com/novelasgratis La primera caja guardaba un magnífico prendedor con una aguamarina en forma de óvalo; la segunda, un anillo con la misma piedra, rodeada por pequeños diamantes. —¡Luc! —la chica contuvo el aliento—. Son muy hermosos. —Permíteme —le colocó el anillo en el dedo anular de la mano derecha, hizo a un lado la estola para abrocharle el prendedor y abrió el tercer estuche que guardaba un exquisito anillo de zafiros circundando dos rosas de diamantes, se lo colocó en la mano izquierda, junto a la sortija de matrimonio. Emily quería expresar su asombro, cuando apareció Thurza, elegantemente vestida en tonos grises y violeta, con una estola de la misma tela cubriéndole los hombros. Unos pendientes de brillantes hacían juego con su anillo. —Déjame verte, Emily —la hizo dar una vuelta—. ¡Perfecto! ¡Impactante! —se aproximó a ella para ver el collar—. Así que a pesar de todo llegó tu encargo, Luc. —Hasta hoy, después de numerosas llamadas —hizo una mueca—. Tuve que emplear mi poder de persuasión. —¿Fueron adaptadas las joyas? —a Emily le fascinaban los destellos de luz de los anillos. —Dios conserve tu ingenuidad —deseó Thurza—. Fueron hechos, no adaptados; Luc los mandó hacer especialmente para ti. —No había necesidad… —se desconcertó—. Es decir, no esperaba… —Es lógico que mi esposa lleve joyas que hagan juego con su vestido —le hizo una seña a José, quien se había convertido en camarero. La vivacidad de Emily disminuyó, pero hizo un esfuerzo y aceptó sonriente la bebida, a la vez que admiraba el vestido de Thurza. —Nadie se fijará en mi esta noche, querida —afirmó la abuela complacida—; todos admirarán a la nueva senhora Fonseca y algunos se pondrán verdes de envidia. Antes que Emily analizara el sentido de sus palabras, llegó el primer invitado y tuvo que tomar su lugar entre Luc y la abuela. Una lista impronunciable de nombres le fue murmurada al oído y a pesar de su nerviosismo, sonreía radiante a cada uno de los personajes: el director de bienes raíces, el gerente comercial, el ingeniero en jefe y el director del departamento de químicos, así como una sucesión de personajes de distintas edades, cuyas esposas iban vestidas y peinadas a la última moda. Todas las señoras la miraban con curiosidad disfrazada de cortesía y Emily satisfecha, se percató de que tanto su atuendo como sus joyas no tenían rival. Ver al doctor Ferreiro seguido del alcalde fue como un calmante para ella. —Emily —Luc le pasó el brazo por los hombros—. Quiero presentarte a John Trelaur, principal responsable de la mina y a Tom Enys, encargado de la extracción, los dos, solteros empedernidos. Así se catalogan ellos mismos —aclaró—. Por cierto, son paisanos tuyos. Emily les sonrió cordial y ellos le dieron la bienvenida a Campo d'Ouro. Nº Páginas 96-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Jamás imaginamos que su nieto se aventurara a comprometerse, señora Fonseca —felicitaron a Thurza. —Y menos tener tan buen gusto, al hacerlo con una joven inglesa —afirmó Tom Enys. —Tenía que seguir el ejemplo de mi abuelo —intervino Luc con amabilidad—. ¿Qué otro camino me quedaba? Thurza sonrió satisfecha y se apoyó en el brazo de Luc, quien con el otro seguía abrazando a Emily. Esta, al volverse hacia él, se topó con sus ojos negros en los que brillaba la devoción por ella. La chica se turbó y bajó la mirada, sintió que Luc se tensaba al oír unas voces femeninas que se aproximaban. Los dos ingleses se mezclaron con los demás invitados para ceder su lugar a un trío que esperaba ser presentado: un atractivo brasileño de edad madura flanqueado por dos jóvenes y hermosas mujeres. "Caperucita Roja y Blanca Nieves", se dijo Emily mientras Luc le presentaba a Ildefonso Machado, el abogado de la compañía y a sus dos hijas Analha y Teresinha. Esta vestía de rojo bermellón con un escote tan atrevido que atraía las miradas masculinas y Teresinha, consciente de su atractivo creía ser el centro de la atención. Analha llevaba un vestido blanco de encaje y era tan bella como su hermana, pero dulce y encantadora, a diferencia de la sensualidad provocativa de aquella. —¡Qué coisa! ¡Viajar hasta Inglaterra para casarte, Luc! —exclamó Teresinha en inglés con un marcado acento, mientras con los ojos recorría la figura de Emily, y como si la encontrara demasiado común se volvió hacia otro lado. —¿Y quién podría culparle? —intervino su padre—. Senhora, acepte nuestras más sinceras felicitaciones. —Gracias, es usted muy amable —Emily decidió que había llegado el momento de comportarse con propiedad—. Permítanos ofrecerles una copa. Al hacer la invitación llegaron más personas y pronto se vio agobiada por nuevas presentaciones. —Te felicito, querida —Thurza aprobó su comportamiento cuando vio que todos habían llegado—. Te comportaste a la altura, ¿cómo te sientes? —Un poco aturdida —reconoció la chica—, pero por lo demás bien. ¿Crees que los haya decepcionado? —Todo lo contrario —le aseguró—. Luc, ¿llegaron todos? —Ahora sí —Luc saludó a un joven de increíble estatura y en cuyas gafas se reflejaban las luces de las lámparas. —Señora Fonseca, Luc, disculpen mi tardanza —se detuvo asombrado al ver a la joven inglesa—; usted debe ser Emily, mejor dicho, la señora Fonseca júnior. —Emily sabrá substituirme —le sonrió Thurza al recién llegado con tanto cariño que él le hizo una reverencia. —Emily, te presento a Bob McClure —dijo Luc—. Fuimos juntos a la escuela… Nº Páginas 97-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Motivo por el cual, se compadeció de mí y me ofreció un empleo —se mofó. —Pero sólo porque parecías ser el mejor geólogo de los Estados Unidos —Luc le devolvió la broma. —Y tú el mortal con más suerte sobre la tierra —afirmó con sinceridad mientras miraba el rostro de Emily, quien no pudo ocultar su rubor—. ¡Gran Dios! Y yo que pensé que ninguna mujer era capaz de sonrojarse. —Y si sigues hablando tanta tontería, se pasará la noche haciéndolo —lo reprendió Thurza—. Ahora señor McClure, haga el favor de servirse una copa mientras invito a pasar a los salones a las demás personas. —¿Estás segura de que te sientes bien, Emily? —Luc le tomó la barbilla. —Muy bien, gracias Luc —le sonrió, agradecida por su interés—. Será mejor que ayudemos a Thurza. —Me sentiré muy honrada si me permites ayudar, Luc querido —los interrumpió la voz melosa de Teresinha Machado a la vez que se colgaba del brazo de Luc—. Tal vez ya te haya dicho tu esposo que en estas ocasiones, soy yo quien ayuda a Doña Teresa. —Debe habérsele olvidado —respondió Emily—. Pero aunque agradezco su atención, ha llegado el momento de que usted disfrute de la fiesta como los demás. Yo me haré cargo de todo —se alejó sin notar la admiración que reflejada en el rostro de su marido y casi choca con Thurza en el colmo de la indignación. —¿Discutiste con Teresinha? —indagó Thurza. —Fue más bien una escaramuza. Supongo que cuando hablaste del tono verde de envidia, te referías a ella —aunque habló con voz baja se sentía furiosa. —Debo confesarte que durante algún tiempo la consideré una buena candidata para Luc, hermosa, culta y acostumbrada a dirigir una casa, pues al morir su madre, ella se hizo cargo de todo —enumeró sus cualidades—. Analha es de otro tipo, le gusta pintar y aunque es muy parecida a su hermana es mucho más agradable. Hasta llegué a creer que a Luc no le disgustaba la idea de comprometerse con Teresinha. —¿Y qué lo hizo cambiar de opinión? —Emily fingió revisar los platillos. —Un viaje a Inglaterra, querida. Por desgracia, cuando volvió, su padre había muerto y él se vio agobiado por los deberes del patrao y tratando de olvidar a cierta inglesita —le dirigió una significativa mirada. —La señorita Machado se ofreció a ayudar, Thurza —levantó la barbilla en un gesto que ya le era familiar a la abuela —pero le dije que estando yo aquí, me haría cargo de todo. —Una respuesta muy acertada; tú eres la esposa de Luc, Emily y es tu deber hacer el mejor esfuerzo por cumplir con las obligaciones que conlleva dicha unión — la mirada de Thurza la volvió a la realidad de la fiesta. Durante, el resto de la velada, Emily departió con los invitados, algunas veces Luc se mantenía cerca de ella, pero otras el deber de anfitrión lo alejaba. Por fortuna, Nº Páginas 98-112 https://www.facebook.com/novelasgratis cada vez que estaba en aprietos, aparecía como por arte de magia Bob McClure, y la ayudaba con el idioma. Algunos, como Mario de Carvalho, primo de Luc, hablaba inglés con más fluidez. Mario era un hombre delgado, de cabello oscuro que poseía un aire de romanticismo y lo sabía explotar al máximo. —Luc es un hombre muy afortunado —observó Mario cuando Emily regresó de echar un vistazo a Jamie y la invitó a la terraza. —Es usted muy amable, senhor de Carvalho —Emily deseaba que apareciera Luc y la liberara de tan molesta compañía. —Tan rubia y etérea —la tomó de la mano—. Parece un ser celestial. ¿Acaso esconde el fuego bajo esa aparente calma? —Y por supuesto, ¿te gustaría ser el que lo lograra encender? —los interrumpió Teresinha Machado—. No debes aprovecharte de tu relación familiar, caro. —Mucho gusto en haberlo conocido, senhor de Carvalho… —Mario, por favor —suplicó fervoroso. —¡Ah! Aquí viene Luc —exclamó Emily sintiéndose aliviada al ver a su esposo. —¿Como vai, Luc? —preguntó el joven con fingida cortesía. —Bem, brigado —el semblante de Luc le indicó a Mario despedirse con prontitud. —¿Qué hacías con Mario en este rincón tan alejado de la terraza? —para indignación de Emily, Luc la miraba acusador. —Nada en especial. Él sólo trataba de impresionarme con su encanto romántico —contestó ella. —No debiste permitírselo —Luc la tomó con brusquedad por la muñeca y la obligó a seguirlo hasta donde se encontraba el resto de los invitados. Emily estaba furiosa. —¿Qué te sucede, Luc? ¿Acaso te abandonó tu pareja? Él se detuvo con el rostro lívido y la miró amenazadora: por lo general, su ceño fruncido siempre indicaba problemas. —¿Qué insinúas? —la retuvo por la fuerza. —Me refiero a Teresinha —se mojó los labios resecos, ante la fría mirada de Luc—, la del vestido rojo tan vulgar. Al parecer te sientes muy contento a su lado. La terraza se encontraba desierta y Luc la tomó por la barbilla con brusquedad y la atrajo hacia sí para besarla con tal fuerza que la lastimó. —Existe en portugués una frase descortés que te convendría aprender, querida —separó un poco el rostro—, te la diré para que sepas su significado por si me veo obligado a pronunciarla otra vez: "cala boca" o en inglés "cállate". Ahora vamos, que algunos invitados empiezan a despedirse. Nº Páginas 99-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Boa noite, senhora Fonseca —sonrió con timidez Analha Machado—, deseo que sea muy feliz aquí en Campo d'Ouro. ¿Me permite visitarla otro día para conocer a su hijo? —Por supuesto —respondió Emily—. Venga cuando quiera. —¿Eu tambem? —se escuchó la melosa voz de Teresinha que permanecía junto a Luc en actitud posesiva. —Tendré mucho gusto en recibirla también —mintió Emily. —A todos nos ha surgido un gran interés por conocer al niño —observó Teresinha—. ¡Su aparición fue tan sorprendente y romántica! ¡La novia olvidada! Emily fingió cortesía cuando Ildefonso Machado le besó la mano y se llevó a sus hijas. Sólo quedaba Bob McClure y al despedirse, Emily entendió que comprendía sus sentimientos. —Fue un enorme placer conocerte, Emily. Tal vez tu esposo se compadezca de mi soledad y te lleve una de estas noches a cenar a mi casa. —Estaré encantada —se sintió feliz de no tener que seguir fingiendo. El norteamericano se despidió respetuoso de Thurza, palmeó el hombro de Luc y se fue. —Bien, creo que todo salió a las mil maravillas —se alegró Thurza mirando orgullosa a Emily y a Luc—. Tu esposa causó una grata impresión en todos. —En unos más que en otros —Luc levantó una ceja. —Fue una fiesta maravillosa, Thurza —Emily besó a la abuela e ignoró el comentario de su esposo. —¿Te apetece tomar algo antes de retirarte, Emily? —preguntó amable Thurza—. Me di cuenta de que bebiste y comiste muy poco. —Lo que pasa es que estuve muy preocupada tratando de recordar los nombres —suspiró agotada—. Lo que más deseo en este momento, es una taza de té. —Ve a la cama y yo llevaré la bandeja a nuestro cuarto —Luc la condujo hacia la habitación—. Si gustas Thurza, también a ti puedo llevarte lo mismo. —No querido, yo prefiero un vaso de leche caliente. Acompáñame a la cocina para mandar a acostar a las muchachas, cuando hayan recogido todo. —¡A la cama! —ordenó Luc a su esposa—. No tardo. Emily entró con cuidado en el cuarto de Jamie quien dormía apacible y después de cubrirlo con la cobija, se dirigió a su habitación. Se sentía fatigada y lo único que anhelaba era dormir. Se quitó la estola y la arrojó sobre el tocador y luego con pereza, se contempló en el espejo mientras sus manos buscaban el broche del cierre. Sus ojos brillaban en su rostro arrebolado, rivalizando con los destellos de la aguamarina que pendía sobre su pecho. ¿La consideraría Luc una inglesa insípida, en comparación con la exuberante belleza de Teresinha Machado? Era probable, pues bajo el vestido azul, su cuerpo llamaba menos la atención que el de la bien formada brasileña. Nº Páginas 100-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Resultaba gracioso que nadie le hubiera mencionado la existencia de la dama, quien por cierto, tenía una malévola inteligencia al haberla forzado a invitarla de nuevo a la casa. Hizo una mueca al notar que se enfadaba y volvió su atención al broche, al tiempo que Luc entraba con la bandeja del té. —Creí que ya estabas en la cama —frunció el ceño. —No puedo desabrocharme el vestido. Luc colocó la bandeja sobre una mesita y con la mano fría sobre la piel de ella, examinó el problema. —Parece que mordió la tela. Luc dio un fuerte tirón y sin que Emily pudiera evitarlo, el vestido cayó a sus pies. De forma instintiva se inclinó para recogerlo, pero Luc fue más rápido y se lo impidió. La atrajo hacia sí con inesperada violencia para besarla. Sorprendida, Emily fue acometida por un torrente de pasión, el hombre amable y considerado, se tornó de pronto en un extraño inmisericorde que ignoraba sus débiles protestas. Luc vencía cualquier obstáculo que ella interponía y mientras con una mano la sujetaba, con la otra se desvistió antes de acostarla sobre el lecho. La anhelante respiración de Luc se confundió con la de ella, cuando levantó el rostro para mirarla, y con un dedo le cubrió los labios y le indicó que callara. —No digas nada —el murmullo la hizo estremecer—. He esperado demasiado tiempo. Una ola de indignación surgió en Emily e hizo un último esfuerzo por liberarse, pero Luc sólo sonrió ante su impotencia. Los ardientes besos y caricias de él, le demostraron en ese momento, quien era el dueño de la situación. Después de unos minutos, Emily, demasiado cansada para intentar escapar, permaneció cautiva entre los brazos de Luc, odiándolo por ser superior a ella y odiándose a sí misma por la inconcebible debilidad que tuvo, al permitir que las cosas llegaran a tal grado. Pero lo que más detestaba era su cuerpo tan mundano, que luchó al principio, pero después disfrutó el proceso de la derrota y lágrimas de frustración resbalaron por sus mejillas. Al moverse, Luc abrió los ojos y la vio llorar, de forma impulsiva la besó para secarle el llanto. Todo sucedió de nuevo, pero esta vez hubo menos oposición por parte de Emily y en lo más profundo de su pensamiento, llegó a la convicción de que ahora si había existido una respuesta por lo que a ella concernía, que resultaba inútil negar. Nº Páginas 101-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 14 Emily despertó a la mañana siguiente debido a la luz del sol que se filtraba por las delgadas cortinas. Intentó moverse, pero un pesado brazo sobre su cintura y una pierna cruzada sobre la suya se lo impidieron. No valía la pena reconsiderar los sucesos de la noche anterior, ni lamentarse por lo irremediable, así que con cuidado se zafó del abrazo, pensando en Jamie y se incorporó. El rostro de Luc parecía mucho más joven y relajado que durante el día cuando se sentía mortificado por la responsabilidad del trabajo. El vestido azul aún estaba sobre el suelo, mezclado con la ropa de su esposo, así que se inclinó para recogerlo, pero se enderezó enseguida al ver que Luc, aún adormilado la contemplaba. Emily se sentía turbada e indignada a la vez. —Debo ir a ver a Jamie —evitó mirarlo. —Son más de las diez, carinha —se burló ante su expresión de incredulidad—. Ya debe estar en el jardín con Dirce, así que será mejor que permanezcas donde estás. —Thurza debe estar inquieta por mi ausencia —buscó la bata—; debo… —Mi amada esposa —apoyó la cabeza sobre las manos—, a nadie le parecerá extraño que yo desee que mi esposa se quede conmigo un rato más en la cama, para disfrutar de su compañía el único día de la semana que puedo hacerlo. —Mira, Luc Fonseca —se dirigió a él con vehemencia—, anoche… me sorprendiste y como supondrás, fue una experiencia que no me gustaría se repitiera. Con esto te recuerdo lo que dije acerca de no dormir con… —¡Ah!, pero lo hiciste. —Lo sé, pero sólo porque… —Porque te sentiste exhausta después que hicimos el amor y no te quedó más remedio —sus ojos brillaron con malicia—. Y ahora me dices que es una práctica molesta y deseas que no vuelva a suceder. ¡Que vergonha! Emily se quedó callada, consciente de la verdad que Luc leía en sus ojos, quizá lo que más le incomodaba, era la certeza de saber que él no desconocía sus más íntimos pensamientos Reconocía que lejos de desagradarle la cercanía de Luc y después de los primeros momentos de resistencia, no podía ocultar el deseo que naciera en lo más profundo de su ser por pertenecerá. —No fue más que atracción física —afirmó ella. —Proceso muy natural por cierto, pero no quieres volver a experimentarlo. —¡Correcto! —Emily avanzó hacia la puerta—. Sin amor, es instinto animal. —Y tú no me amas, Emily —constató Luc con amargura. —No… —reprimió sus verdaderos sentimientos. *** Nº Páginas 102-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Durante los siguientes días, la vida transcurrió en calma en Casa d'Ouro. La visita de Emily al doctor tuvo que posponerse porque el médico recibió una llamada de emergencia, mientras tanto, la chica pasaba la mayor parte del tiempo, en compañía de Thurza y Jamie. Luc regresaba a casa cada vez más tarde y con el pretexto de que tenía trabajo rezagado, se encerraba en el estudio hasta altas horas de la noche y se acostaba después que su esposa. Entretanto Jamie hacía grandes adelantos y una mañana la casa se conmocionó cuando dio los primeros pasos; tanto la abuela como las muchachas del servicio se comportaron como si fuera el único niño del mundo, capaz de realizar tal proeza. —Debes admitir que diez meses es una edad muy temprana —la abuela se sentía orgullosa—. Si mal no recuerdo, Luc también fue un chico precoz. Emily sonrió con orgullo ante un logro más del pequeño, a pesar de que su estado de ánimo decayó desde el día de la fiesta. —Me siento mal de lo poco que hago aquí —confesó fatigada—. Soy más inútil que los guacamayos y aunque ambos vivimos en jaulas doradas, al menos ellos sirven como guardianes —se desesperó—. En la Casa Dower tenía ocupado el día y Jamie jugaba en el corral, pero ahora que empieza a caminar, no sé qué será de mi vida. —No lo intentes —la consoló Thurza—. Concéntrate sólo en recuperarte; quizá fue precipitado ofrecer la fiesta. —¡Tonterías! —exclamó convencida—. La disfruté mucho, además de entender la verdadera razón por la que se efectuó. —Ahora todo mundo sabe que cuentas con mi apoyo incondicional —le sonrió complacida—. Tenían que convencerse de que eres un miembro más de la familia Fonseca y no una pequeña intrusa que nos vimos obligados a aceptar por ganar a Jamie. —Lo sé y no sabe cuánto lo aprecio, pues me di cuenta de las íntimas reservas que usted tenía respecto a que Luc se casara con una perfecta desconocida que había engendrado un hijo ilegítimo y que podía usar a ese niño como pretexto para la boda. —Cierto —reconoció Thurza—, pero una mirada bastó para cerciorarse de que era un verdadero Fonseca —levantó una mano para acallar las protestas de Emily—. Además, es obvio que viniste a Brasil por la fuerza, pues a pesar de mi edad, noto que tu matrimonio te está causando una gran confusión. A veces imagino que han logrado superar las diferencias y otras, los veo lejanos y formales, pero nunca indiferentes. —Es usted muy observadora, ¿verdad? —puntualizó Emily—. Sin embargo, los dos nos esforzamos por el bienestar de Jamie. —Pero Emily, ¿cuándo vas a…? La interrumpió la llegada de María, que anunciaba la visita de las hermanas Machado. Nº Páginas 103-112 https://www.facebook.com/novelasgratis Emily colocó al niño en el corral, examinó su aspecto y se alegró por llevar su vestido predilecto de lino en color café combinado con margaritas blancas. Thurza recibió a las dos jóvenes como buena anfitriona, besándolas en ambas mejillas y ordenó café para acompañar la charla. Analha quien llevaba un rectado vestido amarillo de algodón sonrió cordial a Emily y le estrechó efusiva, la mano, mientras que Teresinha, enfundada en unos ajustados pantalones rosa y una descotada blusa de seda le dio un breve e impersonal saludo. Quien llamó de inmediato su atención fue Jamie que les sonreía con la misma expresión de Luc. —Es muy parecido a mi nieto, ¿no creen? —inquirió Thurza cuando Analha se arrodilló para acariciar al niño y hablarle con el mismo lenguaje. —Nossa senhora —balbuceó incrédula Teresinha—. Es la viva imagen de… Luc, senhora Fonseca. Sin saber a cual de las dos señoras Fonseca se refería, Emily se quedó callada. —La felicito —al fin Teresinha se dirigió a Emily y se sentó junto a ella—. Tiene un niño encantador; es una suerte que haya heredado los rasgos de su padre. —Es algo que llena de orgullo a Luc —repuso Emily con calma. —¿Puedo abrazarlo un momento, Emily? —rogó Analha—. ¿No te molesta si te tuteo? —Claro que no y si quieres sacarle del corral, hazlo —le complacía la sencillez de Analha—. Quizá quiera presumirte sus adelantos. Con la ayuda de Thurza y el ánimo que le infundía Emily, Jamie logró dar tres pasitos solo y cuando cayó, la carita se le iluminó al ver la alta figura de Luc, que se aproximaba. —¡Papá! —exclamó alegre mientras Luc lo tomaba en brazos, saludó a las visitas y extendió una mano a su esposa. Emily se acercó con inusitada rapidez y levantando el rostro hacia Luc, recibió un beso más prolongado de lo que la ocasión ameritaba. Él la mantuvo a su lado mientras charlaban un rato y Jamie volvía a hacer sus pinitos caminando, lo que le hizo ganar las expresiones de júbilo de los presentes. Tal felicidad conyugal fue más que una prueba para Teresinha, quien rechazó la invitación a almorzar y se llevó a Analha. La visita dejó mejor dispuesta a Emily hacia su esposo y alivió la tensión que prevalecía entre ellos desde el día de la fiesta. Una noche cenaron con Bob McClure como lo habían prometido y a pesar de ser la única mujer, cuando llegaron John Trelaur y Tom Enys, ella no se sintió cohibida. Por el contrario, le benefició el ambiente de convivencia y contribuyó a amenizar la charla, pues les contó la historia de Compton Lacey y todos la escucharon con interés. Cuando regresaron a Casa d'Ouro, Emily compartió unos momentos más de solaz con su esposo, mientras tomaban una copa y por primera vez en mucho Nº Páginas 104-112 https://www.facebook.com/novelasgratis tiempo, se acostó sin ese sentimiento de frustración que experimentaba cuando ella y Luc se daban las buenas noches. La visita al doctor Ferreira fue menos embarazosa de lo que imaginaba ya que Thurza la acompañó y esperó en la sala mientras el médico la auscultaba a fondo y le tomaba algunas pruebas de sangre y orina. —Existe la posibilidad de que esté esperando otro bebé, senhora Fonseca —le sonrió el doctor cuando ya vestida Emily se sentó frente a su escritorio. —Traté de convencerme de que todo se debía al cambio de vida —respondió ella—, pero acepto que puede ser factible. Con Jamie me sentí muy mal, mas ahora, lo único que me aqueja es ese irresistible deseo de dormir a todas horas. —Veremos en los análisis si padece anemia —le indicó el galeno—, y a pesar de que tenemos que esperar los resultados de las pruebas, de manera extra oficial puedo decirle que dentro de siete u ocho meses, su hijo tendrá un hermanito. —Gracias doctor —los ojos le brillaron—. Será un magnífico regalo de Navidad. Regresó pensativa con Thurza y decidió que sólo después de que Luc lo supiera, le daría la buena nueva a la abuela. Se lo diría después del almuerzo, pensó Emily mientras Thurza ponderaba las virtudes de su amigo el médico; o tal vez lo haría en la tarde. ¿Cómo reaccionaría, Luc? Pero Luc no llegó a almorzar; las dos mujeres encontraron un recado de él donde les decía que iba a descender a la mina, para investigar la posibilidad de un filón. —Una veta de oro —le explicó Thurza. —Bob McClure dijo algo al respecto, el día que cenamos en su casa —comentó Emily—. Le pediré a Luc que me explique con detalle, de manera que yo entienda lo que sucede en una mina. No puedo evitar sentir temor al pensar en los hombres que trabajaban en las profundidades de la tierra —confesó Emily. —Lo mismo me sucedía al principio —reconoció Thurza—, pero es una experiencia que no podrás compartir con Luc, pues nuestros mineros son muy supersticiosos y consideran tabú a las mujeres y a los sacerdotes —se detuvo al ver a María acompañando a Bob McClure. —Perdonen la interrupción —se disculpó Bob con el rostro desencajado—. Lamento ser el portador de… —¿Qué sucede? —Thurza se incorporó con rapidez. Emily palideció y el corazón comenzó a latirle con fuerza. —Por el momento no hay por qué alarmarse —titubeó Bob. —Vamos hombre, hable —lo increpó Thurza. —Las excavaciones que hice confirmaron un filón a un nivel más profundo y Luc bajó a inspeccionar si se podía llegar a él por uno de los túneles. —¡Por favor, Bob! —suplicó Emily. Nº Páginas 105-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Luc bajó con Zé Villela, el ayudante de John Trelaur, el jefe de turno y media docena de hombres, pero hubo un derrumbe y temo que hayan quedado atrapados entre las rocas. Thurza se desplomó sobre la silla y la terrible noticia marcó las líneas de su rostro; Emily sin dejar de mirar a Bob, acarició las frías manos de la abuela, animándola. —¿Resultó herido alguien? —su voz pareció brotar de la lejanía. —Aún no lo sabemos, pero existe cierta comunicación mediante golpeteos de martillos en los conductos de aire —se arrodilló frente a ellas consternado—. ¡Le suplico que no se angustien; por el momento cuentan con oxígeno y la luz de los cascos, si la usan esporádicamente, les bastará hasta que los rescatemos! —¿Cuánto tiempo les tomará sacarlos? —Emily lo miró desolada—. ¿Horas… días? ¿Qué están haciendo para rescatarlos? —Por desgracia no es tan sencillo, querida —explicó Bob con gentileza y Emily sintió que Thurza le oprimía una mano—. Dependerá de la magnitud del derrumbe, pues los hombres no pueden llegar al punto donde se encuentran, sin considerar primero los riesgos. Deberán despejar la zona y apuntalarla para evitar un nuevo derrumbe. Sé que ni tú ni Luc querrían arriesgar más vidas en un afán por liberarlos, por lo que quizá nos tome uno o dos días. —Gracias por venir a avisarnos —se controló Thurza—, pero con seguridad, requieren allá tu presencia, así que debes volver a la mina cuanto antes. —No te preocupes demasiado, Emily —Bob no encontró las palabras precisas para reconfortarla. —Me pides un imposible, Bob —la chica le agradeció su interés mientras lo acompañaba hasta la puerta. —Precisamente hoy, que lo esperaba con ansiedad para contarle lo que me dijo el médico —le comentó a Thurza de regreso—. Casi está seguro de que estoy embarazada. —¡Oh, querida! —la abuela se levantó resuelta—. En ese caso pediré el almuerzo; ahora más que nunca deberás alimentarte bien —le aconsejó—. Debí sospecharlo por tu comportamiento. Aunque pensar en comida la enfermaba, se sentó obediente a la mesa y probó un poco de sopa, pero se dio por vencida. —No tiene objeto, Thurza —dijo desganada—. No puedo comer; lo único que hago es pensar e imaginar… —Basta, Emily —Thurza hizo a un lado su plato con impaciencia—. Nada ganaremos con atormentarnos. —¡No! —concedió la joven, pero agregó reflejando el temor que la agobiaba: —¿Y si está herido? Nº Páginas 106-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —No hay forma de saberlo —suspiró Thurza desconsolada—, pero recuerda que usan cascos protectores y no son tan inconscientes como para pretender salir, a pesar de los riesgos que de sobra conocen. —Lo lamento —se excusó Emily arrepentida—. Usted debe estar tan preocupada como yo. —Creo que te sientes más unida a Luc de lo que imaginas —la miró cariñosa—. ¿No es tiempo ya de que se lo digas? —Si hay oportunidad —se le hizo un nudo en la garganta—, aclararé mis verdaderos sentimientos. Conforme transcurría el tiempo, las dos mujeres trataron de mantenerse ocupadas para no pensar y Emily más angustiada, se dedicó al niño: lo bañó y le dio de cenar mientras él, ajeno a la tragedia que se cernía sobre la Casa d'Ouro, trataba de comer solo. El teléfono sonó dos veces y Thurza que se había quedado a propósito cerca de una extensión, contestó: el primero que llamó fue John Trelaur para informarles que las operaciones de rescate marchaban sin problema y que seguían en contacto con ellos mediante golpeteos en los conductos del aire. La segunda llamada fue de Bob McClure para reportar los progresos alcanzados, pero Emily sentía que trabajaban con lentitud. —Es la única forma —le explicó Thurza—. Un descuido podría ser fatal. —Luc debe tener hambre —Emily cambió de tema. —Es peor la sed —le aclaró—. Sin embargo, resulta menos complicado hacerles llegar algunas cantimploras con agua antes de finalizar el rescate —Thurza contempló el pálido rostro de la chica—. Tráeme un rato a Jamie y ve a descansar. Emily obedeció como una autómata, el frío que sentía desde la llegada de Bob, aumentaba por momentos, ni la algarabía de Jamie alivió su tensión. Llevó al niño al salón, donde Thurza decidió esperar noticias y la inquietud de Jamie les recordó, que a pesar del dolor la vida tenía que continuar. Cuando llegó la noche, empezó la verdadera agonía. Ni las incontables tazas de café y té servidas por María las pudo abstraer de su pena. Para pasar el tiempo, Thurza le contó a Emily acerca de las recepciones ofrecidas en Casa d'Ouro, las cuales comparadas con la última parecían haber sido grandes banquetes. —En una ocasión —relató Thurza—, teníamos tanto personal inglés en puestos claves, que formamos un equipo de criquet y uno de los eventos sociales, fue una visita semanal al Club de Criquet de Río —sonrió al rememorar aquellos días—. Aparte de los juegos, había comidas y fiestas de gala. ¡Qué tiempos aquellos! Quizá te parezco una persona frívola. —¿Frívola, dice? —a pesar de estar inquieta, Emily rió. —¡Claro! —sus ojos brillaron con malicia—. No creas que siempre fui una anciana autoritaria; en un tiempo fui una joven veleidosa e inconstante y eso, Nº Páginas 107-112 https://www.facebook.com/novelasgratis disgustaba a Jaime. Solía decir que nada me hacía más feliz que el parloteo de las fiestas, un vaso de vino en la mano y revolotear como mariposa de un grupo a otro. —Yo nunca fui una joven veleidosa e inconstante —añoró Emily. Las dos mujeres callaron de pronto; se sentían cansadas de fingir calma, cuando en realidad no soportaban la tortura de la espera. —¿No podríamos ir a la mina? —preguntó Emily alterada. —No —negó Thurza con decisión—. No ayudaríamos en nada y tendrían que asignamos a alguien que nos cuidara. —Tiene razón —reconoció Emily y oró en silencio porque Dios le permitiera volver a ver a su esposo sano y salvo. "Ojalá y aún quiera escucharme", pensó con desesperación. "Necesito decirle que lo amo, pero, ¿estará interesado en oírme? Debe estarlo, si no ¿por qué me hizo el amor con tanta pasión?", se estrujó las manos inquieta. Ahora se daba cuenta de que jamás había dejado de querer a Luc aun cuando se negaba a reconocerlo. Su amor no había muerto, sólo lo había relegado a lo más profundo de su corazón para evitar que la dañara; era como si al fin hubiera logrado recuperar la llave que lo dejaría en libertad para poder vivir. " ¡Vivir!", se acongojó; "Dios mío, que no sufra ningún daño y regrese a mí". —¿Qué sucede, Emily? —Thurza se asustó al notarla desolada. —Nada que se pueda curar con una pastilla —respondió Emily—. Es esta larga espera, ¿cuánto tiempo llevan abajo, Thurza? —Unas doce horas, según John Trelaur —Thurza se levantó—. Ven Emily, vamos a ver a Jamie y a caminar un poco. Si suena el teléfono, volveremos enseguida. Emily la siguió y durante un rato pasearon por la terraza, pero resultó contraproducente para su estado de animo, respirar el aroma perfumado bajo un cielo cubierto de estrellas, cuando a muchos metros bajo tierra estaban Luc y otros hombres, atrapados. Cuando Emily fue a preparar más té, encontró a toda la servidumbre reunida en la cocina. Dirce, deseosa de cooperar preparó una bandeja con emparedados y aunque las dos mujeres no mostraban apetito, hicieron un esfuerzo por comerlos con té. Cuando Emily se servía otra taza, sonó el teléfono y la tetera se le deslizó a Emily de la mano. —Gracias John —respondió Thurza—; te agradecemos mucho que nos lo hayas informado tan rápido —concluyó después de interminables minutos—. Por favor dales las gracias de nuestra parte, a todos los que colaboraron. —¿Qué pasa, Thurza? —imploró Emily—. Dígame por favor. —Casi han finalizado las labores de rescate —el rostro de Thurza estaba pálido—; calculan terminar en una hora más o menos. Luc está perfectamente. Emily cayó de rodillas junto a Thurza y escondió el rostro en su regazo, para dar rienda suelta al llanto. Thurza la dejó desahogarse y después le pidió: Nº Páginas 108-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Vamos Emily —la tomó por la barbilla—. No le agradará a Luc llegar a casa y encontrar a su esposa con los ojos enrojecidos. —Tiene razón, iré a arreglarme un poco —se volvió ansiosa antes de salir—. ¿Dijo el señor Trelaur que Luc no se lastimó? —Sólo aseguro que estaba bien —la apresuró—. Trata de mejorar tu apariencia y por favor dile a Dirce que venga; de pronto me siento demasiado vieja para caminar sola. El portugués de Emily progresaba y con palabras y señas logró que Dirce le entendiera y acompañara a Thurza, mientras ella se dirigía a la habitación a tratar de ocultar las huellas del llanto. Cuando regresó, la abuela servía dos vasos de cognac. —Bebe esto —le ordenó—. Nos servirá para relajar los nervios. A pesar de no agradarle, la bebida le ayudó a relajarse. Las dos mujeres charlaron de forma normal, estaban atentas por si llegaba algún jeep, mientras Dica se afanaba en preparar la cena para el patrao. Eran ya las dos de la mañana cuando se escuchó el sonido de unos neumáticos que se detuvieron en el camino de grava. Las dos mujeres se precipitaron hacia la terraza, para darle la bienvenida a la sombría figura que se aproximaba. El rostro de Luc estaba pálido y tenía marcadas huellas de fatiga, pero sus ojos brillaron con una sonrisa de triunfo. Thurza se acercó a abrazarlo en cambio, Emily, permaneció alejada, de pronto Luc la busco con la mirada, encontró una respuesta inmediata y la estrechó eufórico entre sus brazos. Emily, inmensamente feliz, le acarició el rostro y el cabello mientras abundantes lágrimas corrían por sus mejillas, ansiosa buscó la boca de Luc. Durante largo rato permanecieron juntos, como temerosos de despertar de un sueño. —Te imaginé herido, muerto… y miles de calamidades —se acercó a él en busca de protección. —No ocurrió nada de eso, querida —la reconfortó—, pero ahora necesito un trago, comer y una cama —acercó el rostro a Emily—. Aunque no es necesario que sea en ese orden —le murmuró sobre los labios. —Entre sus peticiones, no escuché mencionar el baño, senhor Fonseca —Emily estaba feliz—, si hubiera sido así, el orden me parecería correcto. —Deus, Emily —la acercó de nuevo a él—. En todo este tiempo, lo único que me sostuvo fue tu sonrisa. —¡Querido! —volvió a llorar—. Vamos con Thurza, de no ser por ella no lo habría soportado. —¿En realidad te preocupaste, Emily? —avanzaron abrazados por la terraza. —¡Casi me vuelvo loca, Luc! —Luc la abrazó con tanta fuerza hasta que una discreta tos los separó. Nº Páginas 109-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Deja un momento a tu esposa, Luc —le ordenó Thurza—, y prueba este bistec. Por alguna razón todos perdimos el apetito. —Espléndida idea, Thurza. Esa cerveza es digna de un sediento —se sentó entre las dos mujeres que se anticipaban a sus deseos. Les contó con breves palabras sobre el accidente, contentó porque, aparte de algunas fracturas y heridas superficiales no hubo pérdidas humanas que lamentar. —No pienses que toda esta atención se prolongará —le previno Emily con una amplia sonrisa—. Es sólo para demostrarte nuestra alegría por tu regreso. —Pensaré que después de todo, el accidente sirvió para un propósito —su mirada la ruborizó. —Estoy segura de que todo fue un truco para atraer nuestra simpatía. ¡Igual que Jamie! —Por cierto, ¿cómo está?, ¿algún adelanto? —mientras hablaba no dejaba de mirar a Emily y ella se sentía confundida. —No —se turbó—. Sólo da tres pasos y cae. Thurza los observó complacida y cuando terminó su taza de café, se retiró, deseándoles buenas noches. —Hasta mañana, Luc —lo besó en la mejilla—. Gracias al cielo, estás a salvo. Después de tanta conmoción, es hora de que todos vayamos a la cama —besó también a Emily y le guiñó un ojo en complicidad. —¿Le sucede algo a Thurza, Emily? —Luc la tomó de la mano. ¿Estás lista para ir a la cama, carinha? ¿A la misma que tu marido? Deseo amanecer contigo en mis brazos y olvidar la pesadilla de la mina. —¡Después del baño! —Emily se estremeció. —Será el duchazo más rápido de la historia —la obligó a caminar deprisa mientras empezaba a desvestirse. Se volvió hacia ella y la levantó en los brazos, sin preocuparle que tenía el torso desnudo, lleno de tierra y polvo. —¿Qué haces Luc? ¿Qué pensarán los criados? —Que soy demasiado impaciente —entraron en la habitación—. ¡Dos minutos! Luc regresó en menos tiempo del calculado con una toalla alrededor de la cintura y el cabello escurriendo agua. —Aún no te secas —lo reprendió ella, cariñosa. —¿Te preocupa? —¡No! —¿Por qué te pusiste el camisón? —Fue un acto inconsciente —respondió con timidez. —¿Siempre actúas por impulso? Nº Páginas 110-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Creo que… sí. —¡Entonces demuéstramelo, querida! Al sentir el contacto de la piel de Luc, Emily descubrió que poseía una naturaleza desconocida y la tensión del día desapareció, para dar paso a la eufórica explosión de ternura y amor que Luc anhelaba. Su entrega fue una revelación y durante largo rato permanecieron abrazados, sin desear separarse. —¿No te dije que te amo, Luc? —preguntó Emily adormilada. —Repítelo, carinha. ¿Estás segura de que no es sólo el calor del momento? —Nunca imaginé poder expresarlo como lo acabo de hacer querido. Lo cual significa que en realidad te amo —aseguró convencida—. Ahora sé que jamás dejé de quererte; de forma inconsciente rechacé mis sentimientos al sentirme abandonada — él puso un dedo sobre los labios de Emily para acallar sus protestas—. Sé que no sucedió así —reconoció—, pero mi corazón herido, no lo sabía. Y hoy, imaginarte muerto me enloqueció, eso fue lo que liberó mis verdaderas emociones —se presionó ansiosa contra él, al recordar los terribles momentos de incertidumbre pasados, lo besó de nuevo y murmuró palabras incoherentes como si el que hablara fuera Jamie. ¡Jamie! —¿Qué sucede? —se alarmó Luc al verla separarse. —No fui a ver al niño antes de… —¿Antes que te arrojara a la cama? —Ni siquiera me acordé de él —se sintió culpable. —Iré a verlo —Luc se deslizó por entre las sábanas—. No te vayas. En breves instantes regresó y su bronceado cuerpo desnudo, resplandeció con los rayos de Luna que penetraban por la ventana antes que volviera a acostarse junto a Emily. —Quise desempeñar tan bien el papel de esposa, que olvidé el de madre —le remordió la conciencia—. ¿Se encuentra bien? —Durmiendo como un angelito —respondió él—. No te juzgues con tanta dureza; para mi eres una madre excelente. —Si tú lo dices —se pegó a él y se quedó callada al recordar la buena nueva que aún no le comunicaba. —Y, ¿esa carita tan pensativa? —Acabo de resolver el problema de qué regalarte en Navidad. —¡Emily! —la contempló arrobado—, apenas estamos en abril. —Pero es cuando nacerá nuestro segundo hijo, si Dios quiere —le sonrió extasiada. —¿En… ocho meses? —un brillo de felicidad apareció en sus ojos y la abrazó hasta hacerle daño. Nº Páginas 111-112 https://www.facebook.com/novelasgratis —Así es mi amor, o tú y yo somos extraordinariamente compatibles —se ruborizó—, o tus genes son muy poderosos. —¿Te burlas, carinha? —Soy incapaz; además, Thurza se sentirá encantada —la recordó con cariño—. Dice que quiere llenar de chiquillos, Casa d'Ouro. ¿No crees que es un buen comienzo? Luc la abrazó con fuerza y la cubrió de besos hasta que Emily, enamorada, protestó: —¡Ey! —se escuchó su respiración jadeante—. Se supone que en mi estado, me debes tratar como a una delicada figura de porcelana. —¡Empezaré desde mañana! —sus negros ojos se perdieron en la profundidad azul de los de Emily. Fin Nº Páginas 112-112