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Tendencias de un sindicalismo fracturado

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Actuel Marx/ Intervenciones N° 13
Segundo semestre 2012
Tendencias de un sindicalismo
fracturado. Sindicalismo autoritario
v/s sindicalismo movimientista
Dasten Julián Véjar1
Resumen
En este artículo hacemos una síntesis de distintos aspectos y fenómenos
que rodean la actual configuración del movimiento sindical chileno, con
el fin de comenzar a ser observados, cuestionados y reconstruidos, como
parte de una praxis destructora y propositiva que se sustenta en los desafíos
actuales del sindicalismo en el país. Planteamos un análisis general de esta
articulación y sus potencialidades, y un análisis particular a través del caso
de la trayectoria, continuidad, desgaste y cambios en la Central Unitaria
de Trabajadores (CUT).
Palabras clave: sindicalismo, trabajo, democracia sindical
Abstract
This paper presents an overview of different aspects and phenomena
surrounding the current configuration of Chilean union movement, in order
to begin to be observed, questioned and rebuilt as part of a destructive and
purposeful practice that is based on the current challenges for the unionism
1
Sociólogo, Doctorando en Sociología del Trabajo, Industria y Sociología Económica, Lehrstuhl
für Arbeits, Industrie und Wirtschaftssoziologie am Institut für Soziologie, Friedrich-SchillerUniversität Jena, Alemania. E-Mail: [email protected]
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Actuel Marx/ Intervenciones Nº 13
in Chile. We propose a general analysis of this articulation and its potential,
and a particular analysis through the case of the history, continuity, wear
and changes in the Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Keywords: unionism, labor, union democracy
Introducción
La actualidad del movimiento sindical chileno está atravesada por
distintas tendencias que marcan su actual complejidad. A los procesos
de precarización y flexibilización del trabajo, la profundización de la
transnacionalización de la economía, la crisis capitalista del 2010 y sus
consecuencias en curso, una coalición de gobierno de derecha y una
nueva situación política, etc., se suma un complejo escenario de tensión
interna en su propio metabolismo, con una heterogénea composición
de sus bases, un lento proceso de reconfiguración ideológica, un
cuestionamiento de sus direcciones y la descomposición de su proyecto
unitario.
La emergencia de “nuevos” fenómenos, “nuevas” identidades,
“nuevos” espacios de trabajo, “nuevas” relaciones inter-trabajadores/
as, y actores/movimientos sociales, etc., ha montado un escenario cada
vez más complejo en su articulación, el que finalmente da origen a un
proceso de resquebrajamiento de las cristalizadas relaciones de poder
que articulaban la práctica del sindicalismo en el país.
Un conjunto de representaciones desde el mundo sindical y laboral
han emergido desde su vinculación a espacios específicos de subjetivación,
de formas extendidas de sujeción, dinámicas de explotación y desorganización, fragmentación, segregación, etc., fenómenos que se internalizan
de forma combinada y generan nuevas expresiones en la configuración
de una nueva subjetividad en los espacios laborales. Creemos firmemente
que este hecho, constatado por una serie de estudios e investigaciones,
experiencias de diálogo sindical, escuelas de formación, conversaciones
cotidianas y participación en huelgas y negociaciones colectivas, constituye la clave esencial para entender las implicancias de las transformaciones
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del trabajo y el empleo, y la reconfiguración de un movimiento sindical
que, en sus contradicciones, grafica estos cambios en función de una
nueva estrategia de reorganización política, social y cultural.
En este artículo abrimos un espacio de interrogación y de crítica
a la idea dominante de lo entendido hoy, reduccionistamente creemos,
como movimiento sindical y su acotación conceptual a procesos
institucionalizados legal y jurídicamente, de carácter “objetivo”, ya
que creemos que este campo obstaculiza la visibilización de tendencias
contradictorias en su seno y en “su entorno”, recurriendo a una lógica
estática y a un discurso tradicional-estructuralista y ahistórico de observar,
definir y entender el movimiento de trabajadores/as en Chile.
Es así como presentamos en la primera parte una revisión de los
movimientos contradictorios de descomposición-recomposición que
marcaron al sindicalismo durante la dictadura militar, con la lógica de
prohibición, persecución y protestas sociales, y su continuidad en los
gobiernos de la Concertación (1990-2010) a través de las políticas neoliberales y la continuidad del sistema de relaciones laborales; en la segunda
parte nos centramos en la emergencia de los discursos neocorporativos y
de diálogo tripartito al interior del sindicalismo y su contra-tendencia con
la irrupción de nuevas identidades y liderazgos sindicales, con la fractura
de las organizaciones sindicales tradicionales. En la tercera parte, a modo
de conclusión, presentamos algunas propuestas para evitar un proceso
de descomposición de la CUT y algunas perspectivas que apunten a la
democracia sindical desde sus actuales fracturas.
Movimientos de descomposición y recomposición
La dictadura militar fue, sin duda, un episodio traumático para
el movimiento sindical chileno2, ya que desfiguró completamente el
anterior rol protagónico que había alcanzado en la política chilena,
2
Drake, P., “El movimiento obrero en Chile: De la Unidad Popular a la Concertación”, en: Revista
de Ciencia Política, Vol. XXIII (2003), Nº2, pp. 148-158.
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particularmente entre 1970-19733. A la vez, desconfiguró su posición
en las relaciones laborales, sumergiéndolo en un espacio de resistencia
y de socavamiento de sus principales pilares históricos, en el marco
de la producción (con sus sectores estratégicos) como en materia
de condiciones de trabajo, de coerción (desmovilizando el proyecto
político que había sustentado la CUT históricamente) y de las bases
del anterior régimen salarial. Este fue un proceso sumergido entre
tendencias contradictorias de descomposición (por la persecución,
ilegalización, fragmentación, atomización y desafiliación sindical, etc.)
y de recomposición (las protestas populares, las formas de organización
alcanzadas en los años 81-884.
Con el regreso a un régimen democrático (1990), el movimiento
sindical se colmó de grandes expectativas con respecto al proyecto político
de la Concertación, un proyecto que se esperaba tuviese efecto en la
formulación de un cambio en las condiciones de trabajo que habían
primado durante la dictadura, así como una reforma al régimen salarial
y la ampliación de las libertades sindicales. Aun así, las principales
expectativas giraban en torno a que los salarios y la distribución de
ingresos pudieran alcanzar niveles de mayor equidad (como proyecto
distributivo de las ganancias empresariales), entendiendo que el Programa
de Gobierno de la Concertación en la contienda presidencial de 1989
hacía un explícito reconocimiento sobre la enorme contribución y
sacrificios realizados por los/as trabajadores/as, no solo en la recuperación
de la democracia, sino que a lo largo de las décadas del 70 y 80 y, por
tanto, que “los logros” del modelo económico debían ser acompañados
de mejores condiciones en los empleos5.
Pese a estas expectativas, los años 90 significaron la consolidación
de las políticas neoliberales como hegemónicas, ya que se consagró
una enorme libertad de la burguesía y los agentes transnacionales para
3
Gaudichaud, F., “La Central Única de Trabajadores, las luchas obreras y los Cordones Industriales
en el período de la Unidad Popular en Chile (1970-1973). Análisis crítico y perspectiva”, en: Revista
Rebelión, Santiago, 2003.
4
Frías, P., El movimiento sindical chileno en la lucha por la democracia, Programa de Economía del
Trabajo, Santiago, 1989.
5
Salinero, J., “La afiliación sindical y negociación colectiva en Chile: Problemas y Desafíos”, en:
Cuaderno de Investigación, Nº29, Dirección del Trabajo, Santiago, 2006.
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sindicalismo movimientista/ Dasten Julián Véjar
sobreexplotar los recursos naturales; el Estado fomentó la privatización
del sector servicios (educación, salud, transporte, etc.), se consagró la
flexibilización, la precariedad laboral y la “desregulación del mercado de
trabajo”; se promovió una política hacia la inversión extranjera centrada
en la apertura de mercados (a través de la firma constante de TLC),
la consolidación, de parte del Estado, de una política “castradora” y
disciplinante de la acción potencial de los actores sociales en general, y de
la acción sindical, en particular6. Todo esto fue teñido de una estrategia
política de “consenso social”, como parte de la matriz ideológica del
gobierno, lo que asestó un golpe a las subjetividades de la sociedad chilena
a partir del cierre del conflicto social como proceso político y posibilidad
histórica. En definitiva, el logro de los gobiernos de la Concertación fue
“que los sectores populares hicieran suyas las prioridades de la ‘nueva
democracia’ y autolimitaran su capacidad constestaria para pasar de una
lógica de enfrentamiento a una lógica de consenso”7, lo cual permitió
consolidar un reordenamiento social que garantizara las condiciones
de un proceso de acumulación confiable para el capital doméstico y
transnacional.
En el caso de la acción sindical, se sostuvo el sistema de relaciones
laborales de la dictadura militar, que dejaba el desarrollo y fortalecimiento
de los actores a sus propias fuerzas. Esta política solidificó la asimétrica
relación entre los actores del mundo del trabajo y las relaciones que estos
establecían en su regulación, reproduciendo las bases de una desigual
distribución salarial, las prácticas antisindicales, la deuda previsional, las
infracciones relativas a jornadas laborales, junto con una forma-carácter
disciplinar y persecutoria al proceso de formación de sindicatos y de
afiliación sindical8.
La dinámica de cambio y adaptación de la economía nacional
a las tendencias internacionales de acumulación de capital lograron
6
Julián, D., “Dispositivos de disciplinamiento en el Trabajo. Relaciones laborales y subjetividad(es)
en Chile”, Ponencia en: XXVIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS),
6 al 10 de septiembre, Recife, 2011.
7
Zapata, F., “De la democracia representativa a la democracia ‘protegida’. Movimiento Obrero y
sistema político en Chile”. En: Revista Enfoques, Nº3, 2004, p. 148.
8
Salinero, Jorge, “La destrucción del sindicato: Intolerancia a un derecho fundamental”, en:
Cuaderno de Investigación, Nº20, Dirección del Trabajo, Santiago, 2004.
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a la vez potenciar el fenómeno de fragmentación, inestabilidad e
inseguridad laboral, lo que dificultó aún más la práctica sindical. En
este fenómeno, la extensión de las condiciones de precariedad laboral,
las tendencias y medidas pro empresariales en cuanto a la flexibilización
laboral, la subcontratación, etc., constituyeron la consolidación de un
modelo que permitía una gestión de la fuerza de trabajo, por parte de
los paradigmas empresariales de organización productiva, basada en la
lógica de la sobrexplotación del trabajo y en la cooperación disciplinar
del trabajador/a9.
En el caso del sindicalismo, la intervención de los partidos políticos
estuvo marcada, por una parte, en la acción de sus cuadros políticos
en la dirigencia del movimiento sindical chileno10, y por otra, en el
desarrollo de una relación orgánica de estos con el sector empresarial, lo
que moldeaba la relación entre capital-trabajo en Chile. Fue un elemento
de cooptación que involucró un cambio en las estrategias y métodos del
movimiento sindical, hacia un giro neocorporativo11, dejando de lado
la tradición y experiencia política que había sido obtenida de las fases
anteriores del proceso de “lucha por la democracia”, olvidando las raíces
de la lucha contra el Plan Laboral, la demanda de democratización, el
fortalecimiento de la negociación colectiva, el paro y la huelga nacional
como métodos de protesta y lucha político-social, etc.
Según las cifras del 201012, existen alrededor de 9.871 sindicatos
activos, con una población total de afiliados/as de 858.571 trabajadores/
as, lo cual representa un 11,7% de la fuerza total ocupada13. La llamada
“crisis del sindicalismo” se extendió por dos décadas, con bajas tasas de
afiliación sindical14, la tendencia a la inactividad de los sindicatos, el
9
Escobar, P., “Modelos de desarrollo: Autoritarismo, Democracia y Desarrollo en Chile”, en: Revista
Actuel Marx/ Intervenciones, Nº5, 2006, pp. 57-77.
10
Frías, P., “Desafíos del sindicalismo en los inicios del Siglo XXI”, Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires, 2008.
11
Guzmán, C., “Sindicalismo, neo-corporativismo y transformismo”, en: Revista Alternativa.
Sociedad, Trabajo y Neoliberalismo. Apuntes de la Escuela Sindical, 2004, pp. 192-219.
12
Véase: Dirección del Trabajo, “Compendio Estadístico 1990-2010”, Dirección del Trabajo,
Santiago, 2011.
13
Excluyendo a los/as trabajadores/as de la administración pública, quienes están impedidos de
organizar sindicatos, la tasa alcanza un 13,9%. Fuente: Dirección del Trabajo.
14
La escasez de un aumento en las tasas de sindicalización constituye uno de los síntomas de la falta
en el imaginario de los/as trabajadores/as de ver al sindicalismo como una herramienta colectiva de
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escaso crecimiento de la tasa de negociación colectiva15, la fragmentación
del mundo del trabajo e individualización de las relaciones laborales, con
la respectiva heterogeneización y complejización de las formas de trabajo
y composición de la clase trabajadora16, un debilitamiento de la base
social real de los sindicatos, una reducción de la conflictividad laboral y
la disminución de su influencia social. Todo esto pareció sentar las bases
del agotamiento del discurso y la práctica sindical, y sus dificultades
para dar respuestas satisfactorias a los retos planteados por el capitalismo
global, con una profunda erosión y acelerada descomposición de los
elementos y relaciones que permitían hablar de un actor colectivo, de
un sujeto social.
Aun así, la generación y diversificación de los espacios/formas de
explotación en el trabajo han sentado las bases de la articulación de nuevas
identidades laborales. Identidades precarias y sujetas constantemente a
las oscilaciones flexibles de los intereses empresariales, las cuales han
dinamizado procesos de subjetivación y prácticas de acción sindical,
atravesadas por las mediaciones propias de un nuevo contexto social,
político y cultural, y en donde se han manifestado distintos fenómenos
de identificación y acción colectiva. Estos fenómenos han abierto un
espacio a la ampliación del sujeto laboral17, con la manifestación de
formas cada vez más precarias y flexibles de trabajo, pero también de
organización y representación de sus intereses. En 2010, tan solo un 11,7% de la fuerza ocupada se
encontraba sindicalizada, y un 13,9%, si se considera tan solo a los asalariados del sector privado,
población de servicios y trabajadores/as por cuenta propia (con potencial de sindicalización), que
se encuentran en sindicatos activos. Compendio estadístico 1990-2010. Dirección del Trabajo.
15
La negociación colectiva en Chile involucra, a través de la vigencia de instrumentos colectivos
(convenios y contratos de trabajo), a tan solo 267.073 trabajadores/as. De este total, 234.029
están sindicalizados, lo que significa que tan solo cubre al 27,3% de los/as trabajadores/as en
sindicatos activos.
16
Aquí podemos señalar algunos fenómenos como a) la aprobación de la ley de subcontratación
(Nº20.123) el año 2007, como práctica institucionalizada del proceso de precarización de las
condiciones de trabajo; b) las políticas-planes pro-empleo del gobierno y la instalación de la
hegemonía de la forma-empleo precaria y flexible en estos programas; c) las lógicas de intensificación
del trabajo por medio de un sistema de remuneraciones basado en la productividad del trabajador/a;
d) la feminización de la fuerza de trabajo y la desigualdad(es) de género presentes en la actualidad;
entre otros.
17
De la Garza, E., “Del concepto ampliado de trabajo al de sujeto laboral ampliado”, en: De la
Garza, E., (comp.), Sindicatos y nuevos movimientos sociales en América Latina, Colección Grupos
de Trabajo CLACSO, Buenos Aires, 2005, pp. 9-17.
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resistencias de solidaridad e identidad que transgreden y desbordan el
espacio del trabajo.
La emergencia de estas nuevas identidades precarias constituye
la principal base de la interpelación de los procesos de acumulación de
capital y explotación y degradación del trabajo, como también de las
dirigencias sindicales tradicionales. Esta interpelación ha desbordado los
límites de la empresa: está dirigida a la esfera pública, al espacio de “lo
social”, al conjunto de agentes que operan en la promoción del modelo
de acumulación, a la fantasía neoliberal18 y a las premisas que sostienen
su proyecto utópico en Chile.
Seguramente, esta interpelación tuvo su mayor expresión en los
procesos de negociación colectiva en distintos sectores productivos
del modelo exportador chileno, el cual atravesaba una coyuntura de
alza de los precios de los commodities a nivel internacional: las huelgas
del cobre (2007-2009), la huelga de Arauco (2007) y las huelgas en la
industria del salmón (2007-2008). Con ello fue posible identificar un
nuevo sindicalismo y nuevos liderazgos sindicales19 que interpelaban las
desigualdades entre las ganancias capitalistas/transnacionales y la realidad
de las condiciones de trabajo-salariales, y daban paso a la configuración
de nuevos centros estratégicos de la acción sindical20 y a tácticas que
estaban en el origen de las luchas obreras tradicionales.
Si bien los efectos de la crisis capitalista del año 2008 y su “rebote”
en los sectores exportadores de los países periféricos debilitaron la
posición objetiva que estos sectores iban obteniendo en la esfera pública,
lo cierto es que el sindicalismo de fines de la última década ha dado a
luz a un nuevo referente político-generacional, no propio de la esfera
18
Agacino, R., “Chile: ilusiones y fisuras de una contrarrevolución neoliberal madura”, Labouragain
Publications Vol. 1994. Consultado en: <http://www.iisg.nl/labouragain/documents/agacino.pdf>.
19
Núñez, D., “Apuntes para el renacer de la huelga obrera en Chile”, en: Revista Alternativa, Nº25
(2007), pp. 23-40; Calderón, R.: “Nuevas expresiones de acción sindical desde la precarización del
empleo: El caso de los trabajadores contratistas de la gran minería del cobre”, en: Soto, Á. (ed.),
Flexibilidad Laboral y subjetividades. Hacia una comprensión psicosocial del empleo contemporáneo,
LOM Ediciones, Santiago, 2009, pp. 111-133; Baltera, P./ Dussert, J.P., Liderazgos sindicales
emergentes. El caso de los trabajadores subcontratados de la salmonicultura, minería del cobre y forestales,
Dirección del Trabajo, Santiago, 2010.
20
Se podrían agregar aquí el sector agroindustrial, el sector del retail, el sector de comunicaciones
(call center) y el sector bancario.
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del trabajo, sino que también en educación, medioambiente, salud,
género, etc., pero que en este caso ha acelerado, de una u otra forma,
un proceso de descomposición del sindicalismo tradicional-autoritario
y su dirigencia, y ha abierto perspectivas a una recomposición de
un proyecto sindical unitario y clasista, es decir, movimientista21,
visibilizando las contradicciones del modelo de acumulación neoliberal y
neoextractivista en Chile y tejiendo redes con otros movimientos y actores
sociales. Esto, finalmente, ha significado tendencias a la continuidad y
la irrupción al interior del movimiento sindical, las cuales operan de
forma contradictoria en el presente, muestran el resquebrajamiento de
una tradición neocorporativa y de diálogo tripartito como en el pasado,
y auspician un “relevo ideológico” importante en términos de la acción
sindical.
Entre la continuidad y la irrupción: el “relevo
ideológico” en las estructuras sindicales
El movimiento sindical, en la actualidad, encuentra una heterogeneidad de formas, ha diversificado de cierta manera su capacidad de
representación y direcciones políticas, desbordando las posibilidades
institucionales-legales de acción y organización. Es un fenómeno contradictorio en donde se ha fragmentado, por una parte, en una serie
de centrales sindicales, federaciones y confederaciones, mientras que
por otra, ha organizado y nucleado a “nuevos/as” trabajadores/as, con
distintas expectativas sociales, que dan paso a una reconfiguración del
mapa sindical en Chile22.
21
Waterman, P., “Social-Movement Unionism: A New Union Model for a New World Order?”,
en: Review Literature And Arts Of The Americas, Vol. XVI, 1993, Nº3, pp. 245-278.
22
Diego López, haciendo mención a este proceso, señalaba el 2009 que “es probable que en vez
del predominio de la acción política –centrada en los intentos de influir en las decisiones gubernamentales y legislativas–, estemos presenciando un nuevo protagonismo de la acción directa sobre
las empresas en la agenda sindical, sobre todo protagonizada por colectivos que hasta ahora no
habían logrado un reconocimiento cabal de sus propios intereses en las habituales instancias de
representación sindical”. López, Diego, “El movimiento sindical en el gobierno de Michelle Bachelet:
nuevas acciones y liderazgos”, en: “Análisis y Propuestas”, Fundación Friedrich Ebert, Santiago, 2009.
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En este fenómeno es posible distinguir dinámicas de continuidad
y dinámicas de irrupción. Las nuevas formas que ha asumido la organización de los/as trabajadores/as en cuanto a buscar figuras de colectivos,
coordinadoras, etc., que escapan a las figuras legales de sindicatos, federaciones y confederaciones, muestra nuevas expresiones de parte del
mundo del trabajo y de sus actores, tratando de desafiar los niveles de,
por una parte, la vigilancia y castigo de parte de los/as empleadores/as
(con respecto a la constitución del sindicato), y por otra, como parte del
fenómeno de desafiliación e inactividad sindical, entendida como una
limitante normativa-legal-burocrática para los/as trabajadores/as más
precarizados/as y explotados/as del modelo de acumulación de capital
chileno23, así como de los/as desempleados/as y desafiliados/as. Esto a
la vez constituye la irrupción de una nueva subjetividad al interior de
la multiforme fuerza que es llamada hoy movimiento sindical, y que en
ello hace los nexos a la constitución de un movimiento obrero que se
desentiende de la legalidad24.
Esta irrupción representa un desafío para las organizaciones sindicales, en cuanto a la necesidad de reforzar, recomponer y extender una
identidad común de la clase trabajadora25, y por otra parte desarrollar
expresiones de acción colectiva que involucren organizaciones no sindicales, lo cual tiene su correlato en la actualidad, en la génesis de un
sindicalismo con bastantes rasgos movimientistas, como: a) la presencia
de procesos internos democráticos entendidos en un sentido amplio,
a través de los cuales se establece una fuerte identificación entre los
dirigentes y las bases; b) fuertes compromisos solidarios en torno a la
transformación del orden económico, c) la ampliación de la justicia, a
pesar de la heterogeneidad de las bases26.
23
Salinero, J., “La afiliación sindical y negociación colectiva en Chile: Problemas y Desafíos” en:
Cuaderno de Investigación, Nº29, Dirección del Trabajo, Noviembre, 2006. El caso de los sindicatos
interempresas es icónico en esta materia, ya que su posibilidad de negociar queda restringida a la
voluntad del empleador. Esto, claramente desincentiva la afiliación sindical.
24
Abarzúa, E., “Acción sindical de trabajadores contratistas”, en: Soto, Á. (ed.), Flexibilidad Laboral y Subjetividades. Hacia una comprensión psicosocial del empleo contemporáneo, LOM ediciones,
Santiago, 2009, pp. 79-88.
25
Moody, K., Workers in a lean World. Unions in the international Economy, Verso, London, 2001.
26
Bersusán, G., “La democracia en los sindicatos. Enfoques y problemas”, en: De la Garza, E.
(coord.), Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, Fondo de Cultura Económica, México
D.F., 2003, pp. 392-421.
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Mientras que la mayor tendencia a la continuidad en la coyuntura
actual del movimiento sindical está marcada por la acción de la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT), que hoy constituye, desde sus direcciones, la descomposición de un proyecto Unitario27, y la crisis de un
modelo democrático de organización en su dinámica interna, lo que
constituye parte importante para entender el proceso contradictorio que
ha culminado con la apertura y diversificación del número de centrales
sindicales y sus respectivas orientaciones políticas en el país.
Es significativa en esta dirección la fundación en el año 1995 de
la Coordinadora Autónoma de Trabajadores (CAT), de orientación
social-cristiana, que se institucionaliza como Central Autónoma
de Trabajadores el año 2003; la desafiliación de la CUT, en el año
2004, de la Confederación Nacional de Federaciones, Sindicatos de
Trabajadores de la Industria Alimenticia, el Turismo, la Gastro-Hotelería,
Similares y Derivados (COTIACH) con la respectiva constitución de
la Confederación General de Trabajadores (CGT), como parte de la
consolidación del Movimiento Sindical por los Cambios (MOSICAM);
la conformación del Colectivo de Trabajadores, con una política ubicable
a la izquierda de la CUT28; y la Unión General de Trabajadores, fundada
en 2004 a partir de una ruptura en el seno de la dirigencia de la CUT,
con un discurso abiertamente neocorporativo, de autonomía respecto a
los partidos políticos y una dirigencia demócrata cristiana.
27
Arrieta señala que “La actual CUT es producto de una decisión política tomada en ese año (1990)
entre las diferentes fuerzas políticas con presencia en el mundo sindical, las cuales no necesariamente respondían a criterios estructurados como partidos políticos pasados o presentes. Fue una
decisión que implicó, entre otras cosas, abandonar las tesis de crear centrales ideológicas y pasar
a una convivencia interna bajo una sola estructura sindical unitaria”. Arrieta, Adolfo, Mercado de
trabajo, organización y representación gremial y sindical, Oficina Internacional del Trabajo (OIT),
Santiago, 2003: Véase también: Taller Análisis de Coyuntura, “Apuntes para entender la CUT”,
en: Revista Alternativa, Nº22, 2004, Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), Santiago.
28
Según una declaración pública del Colectivo de Trabajadores de la Región Metropolitna del año
2008, este se encontraría en cese de sus actividades políticas públicas, debido a que no habrían
logrado realizar su “propósito de llegar a construir una fuerza de opinión y de acción capaz de
gravitar en el mundo de la izquierda y del movimiento de trabajadores. En ese sentido, constatamos
un estancamiento de nuestro desarrollo”. Ver el Correo de los trabajadores. <http://www.cctt.cl/
cctt/index.htm>.
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La actualidad de la CUT, como la central más importante en cuanto
a historia, afiliación y “reconocimiento” político de parte del Estado29,
está marcada por una elemental pérdida de credibilidad, legitimidad y
representación. La CUT, que reúne al 22% de los sindicatos en Chile,
entra en un punto del diagnóstico médico en que puede ser caracterizada como: a) una organización anquilosada: en el sentido de la relación
contradictoria aún entre un sindicalismo autoritario-tradicional v/s un
sindicalismo movimientista; b) burocrática: en cuanto a los mecanismos
en la toma de decisiones y las formas de trabajo; una falta de transparencia administrativa en las finanzas; el carácter de la participación de sus
afiliados/as y la elección de sus direcciones30; y c) autoritaria: en cuanto
no se ha abierto a un diálogo paralelo con las centrales sindicales ideológicas que se han conformado en la última década, ni con las fracciones
y voces críticas que se encuentran en su interior para inciar un proceso
de democratización interno.
La situación política muestra un escenario de protesta social y
reactivación de distintos movimientos e identidades sociales, exhibe
nuevos síntomas que desintegran los actuales liderazgos sindicales tradicionales, como es el caso de Arturo Martínez (PS), lo cual es observable
a partir de: a) el acuerdo de la dirigencia de la CUT con el gobierno
en el año 2010, en materia de flexibilidad laboral para los jóvenes y las
mujeres; b) la figura legal arbitraria en que Arturo Martínez permanece
como presidente de la organización, luego de su fallida candidatura a
diputado; c) el anuncio de Arturo Martínez de no repostularse como
presidente en las próximas elecciones de la CUT; d) los cuestionamientos
a la utilización de dineros y el manejo financiero de la dirección de la
CUT; y e) el acuerdo de marzo de 2011 entre la CUT y la Cámara de
la Producción y el Comercio (CPC).
Los decadentes llamados de parte de la CUT a alinearse a proyectos
sociales e históricos, como parte de una estrategia antineoliberal de un
29
Habría que agregar aquí que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce tres
centrales sindicales en Chile: la CUT, la CAT y la UNT.
30
Esto entronca con la carta pública firmada por distintos dirigentes sindicales, donde exigen
convocar a un congreso nacional extraordinario con carácter refundacional y adelantar las elecciones
del CDN de la CUT. Véase: Wader, P., “Rebelión en la CUT”, en: Punto Final, Nº 737 (8 de
julio 2011).
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sindicalismo sociopolítico, jamás se plasmaron en más que estrategias
discursivas y una performance de declaraciones públicas que delataban la
falta de intencionalidad política de movilizar la fuerza y/o de desarrollar
los métodos históricos de lucha de la clase trabajadora31. En definitiva,
todos estos gestos adornaban y maquillaban sutilmente una estrategia
de consenso corporativa que definió a la CUT en estos 21 años, bajo
la dirección (en su composición mayoritaria) de los partidos de la
Concertación y el Partido Comunista, principalmente32.
En esta situación es que al interior del mismo movimiento sindical
han emergido voces que recriminan a la dirección de la CUT, pero no
apuntan a la lógica de los procesos anteriormente señalados de escisión
y quiebre (con la conformación de un mayor número de centrales), sino
que intentan redireccionar el presente de la multigremial desde una
perspectiva que apela a reconstruir la representatividad, la legitimidad
y la transparencia de la organización. Su interpelación ha combinado
una crítica a los métodos de negociación, orientaciones y vinculaciones
políticas que han caracterizado a la CUT en estos años, exigiendo que
estos “liderazgos” queden claros, o sean desplazados, y no conviertan
nuevamente al sindicalismo en un instrumento de los partidos políticos33.
Las limitantes estructurales a los procesos de democratización de la
CUT están marcadas por los actuales mecanismos de elección indirecta
de la dirigencia34. Se encuentra así como desafío para las identidades
emergentes la posibilidad de desmantelar el autoritarismo sindical y
generar, ampliar y/o profundizar la democracia sindical, de forma de
fortalecer mecanismos de identificación que potencien la afiliación
31
Síntoma de este fenómeno son las características de la última convocatoria de la CUT a un Paro
Nacional el día 24 y 25 de Agosto de 2011, lo cual se produjo en medio de un clima social de
movilización y protesta por las demandas del movimiento estudiantil. Aun así, la CUT no logra
organizar un paro significativo de las actividades productivas en Chile, sin ni siquiera completar
una adhesión de los/as trabajadores/as afiliados/as a esta central.
32
Frías, P., Desafíos del sindicalismo en los inicios del Siglo XXI, Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales (CLACSO), Buenos Aires, 2008; Taller Análisis de Coyuntura, op. cit.
33
Un caso paradigmático en esta dirección es el del salario mínimo, discusión que ha sido atrapada
por las políticas partidarias, dando espacio a acuerdos y negociaciones entre direcciones sindicales
y partidos políticos en el Congreso Nacional.
34
Son 32 mil dirigentes electores los que emiten un sufragio ponderado (el cual tiene relación
con el número de sus representados directos) para elegir a los 45 miembros del consejo directivo
nacional. Estos a su vez eligen al poder ejecutivo de 15 personas encabezado por el nuevo presidente.
107
Actuel Marx/ Intervenciones Nº 13
sindical y la identidad trabajadora nucleada en la figura del sindicato y
en la CUT.
La democracia sindical y los procesos de democratización parecen
ser, en este contexto, parte fundamental en la reconstitución de las fracturas y fragmentos ideológicos en que se ha trizado el movimiento sindical,
como ya lo ha sido en países atravesados por procesos de “transición”
desde regímenes autoritarios35. La CUT tiene la posibilidad de rearticular
una narrativa del sindicalismo al dinamizar sus prácticas de diálogo y
reconocimiento de, por una parte, la diversidad sindical, plasmada en
sus fracciones internas, en los sindicatos no-afiliados (confederaciones,
holdings, etc.), en las demás centrales sindicales y en los colectivos de
trabajadores/as; y por otra, de la multiplicidad de identidades que emergen en el campo de la protesta social.
Aquí se podrán levantar muchas cuestiones e interrogaciones: ¿Estará la cultura política-organizacional de los/as trabajadores/as preparada
para cambios organizativos de estas magnitudes? ¿Es posible transformar
o refundar la CUT? ¿No es acaso esta una táctica y un debate ya inserto
en las nuevas subjetividades de los/as trabajadores/as y expresado en sus
nuevas formas orgánicas? ¿No es la idea de seguir construyendo centrales un fenómeno que debe darse naturalmente y normalmente en un
contexto de mayor democratización, etc.?¿No están acaso arraigadas las
formas de disciplinamiento en la subjetividad de los/as trabajadores/as,
de una forma intensa e interiorizada que ha calado en la “conciencia”
(o mentalidad) del trabajador/a, la cual sería imposible deconstruir o
desplazar en la actualidad, y por lo tanto pensar en un cambio social en
que estos/as jueguen un rol activo?
Todas estas interrogantes no son fácilmente abordables. Cada una de
ellas requiere un tratamiento en extenso, con debates, diálogos, etc., todas
prácticas necesarias para la reconstrucción del tejido sindical que articule
explicaciones, posibilidades de enunciación y posiciones de sujeto, lo
cual parece dibujar, en un escenario “abstracto”, la configuración de
una totalidad social diferenciada que permite aún hablar de un sujeto
35
Bersusán, G., “La democracia en los sindicatos. Enfoques y problemas”, en: De la Garza, E.
(coord.), Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, op. cit, pp. 392-421.
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Tendencias de un sindicalismo fracturado. Sindicalismo autoritario v/s
sindicalismo movimientista/ Dasten Julián Véjar
desarticulado y fragmentado, en distintas dimensiones, pero existente,
en su materialidad y acción, como lo es la clase trabajadora.
Conclusiones
Las características del cambio político, cultural, económico y
social por el que atraviesa la sociedad chilena, impulsan nuevas formas
de democratización en las estructuras posdictatoriales y su herencia en
los espacios de sociabilización, identificación y acción colectiva. Las
demandas de democratización al interior de la CUT representan uno
de los grandes desafíos y escollos que aún encuentra el sujeto-trabajador
para relacionarse con las demás organizaciones/movimientos sociales.
Esto tanto por las características de las estrategias políticas ligadas a la
“transición” como por la forma de su organización vertical y autoritaria.
En este contexto, la reconfiguración de los métodos democráticos,
las dinámicas internas y organizacionales de la clase trabajadora, representan claramente una de las formas de potenciar la afiliación sindical, la
participación, lazos de identificación y solidaridad más estrechos, como
herramientas de fortalecimiento del poder del sindicalismo en general36.
De acuerdo a la realidad altamente compleja del capitalismo tardío, la
emergencia de actores sociales desde distintas esferas sociales, los nuevos
liderazgos sindicales y la relevancia de la lucha de clases como forma
de interpretación-acción para los sectores explotados/marginados de la
sociedad capitalista, la democracia sindical se convierte en uno de los debates imperativos del presente/futuro del movimiento sindical en Chile.
Es necesaria una nueva forma de entender la actualidad de la
realidad político-social en este país. Las experiencias de crítica y resistencia a los poderes anidados en la “nueva” estructura sindical requieren
problematizar los dispositivos de sujeción instalados en el plano de las
relaciones laborales por medio de los aparatos de Estado, de modo de
36
“El control de las bases sobre la dirigencia y su participación activa (no solo su posibilidad) en
el proceso de toma de decisiones no solo son elementos consustanciales a la democracia en los
sindicatos sino de la mayor importancia si se los visualiza como instrumentos de poder”, Bersusán,
G., ibid., p. 395.
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Actuel Marx/ Intervenciones Nº 13
desprenderse del ejercicio de estas formas de poder, pero también desnudar las formas de adaptación y cristalización en el seno del movimiento
sindical de relaciones de poder autoritarias.
Se vuelve un desafío el fijar nuevas perspectivas y definiciones
sobre lo que se entiende por movimiento sindical y desbordarlo hacia
movimientos de trabajadores/as, y traspasar la categoría “clásica” de
trabajo y trabajador/a; avanzar hacia los espacios del desempleo, de la
informalidad, de la terciarización, hacia la subocupación, al empleo
precario profesional, y hacia un espacio de coordinación que aglutine
a estos/as agentes; potenciar un proyecto democrático y participativo
en su seno con una visión de género que no sea tan solo fetichista y
discursiva, y una visión internacional en referencia a los procesos de
transnacionalización y mundialización de la economía; todos suma de
elementos que potencien hoy los espacios de formación, encuentro,
recreo y ocio de la clase trabajadora desde una visión integral de la cultura
y sus manifestaciones.
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