Cumandá por Juan León Mera CAPÍTULO I: Las selvas del oriente El majestuoso Tungurahua levanta su cumbre sobre las estribaciones de los Andes, se encuentra cerca de una pequeña ciudad denominada Baños de Agua Santa de dónde se encuentran algunos ríos para empezar el Pastaza, el mismo que se abre camino formando grandes peñascos y abismos que los pobladores cruzan por improvisados puentes de caña guadua, que poco tiempo después desaparecen entre las aguas del río. Hay que tener cierta habilidad para poder cruzarlos. Continuando con el trayecto del Pastaza empieza la Amazonía, se parecía una interminable desierto verde, del cual sólo se aprecia el horizonte al cruzarse con el azul del cielo. El Pastaza entrega su tributo al río Napo, que junto a otros ríos incrementan su caudal, haciendo del río Napo apto para la navegación. Río por el cual D. Pedro Vicente Maldonado y Sotomayor había navegado tiempo atrás. El Río empezaba a tener aguas mansas donde se empezaban a formar pequeñas islas en sus estribaciones. La naturaleza envidiable que era inspiradora para cualquier poeta. CAPÍTULO 2.- Las tribus jívaras y záparas En la región amazónica existen muchas tribus de nativos que viven en la zona, algunas de ellas no son muy amigables, en los tiempo de la colonia la corona española enviaba a párrocos para evangelizarlos y civilizarlos, pero no resultaba más que sangrientas muertes de los que iban a esos lugares. Finalmente los reyes desistieron en enviar emisarios a esas regiones. Luego empezaron a ir los jesuitas con el mismo objetivo pero igual que sus predecesores fracasaron en el intento. Las tribus de las amazonas entre ellos los jívaros y záparos son pueblos que al sentirse amenazados actúan instintivamente, llevando muchas veces a la destrucción de sus aldeas a la muerte de su gente. Una población nómada del sur muy poderosas no quería involucrarse en ese conflicto y su curaca Yahuarmaqui decidió migrar de esa región y buscar otra, quemaron sus viviendas y tomaron rumbo del río Palora, los pueblos aborígenes siempre se llamaban igual a la región donde habitaban, por tanto ellos se llamaron los Palora, todos los pueblos aledaños se enteraron de su llegada, y por su poderío, los pueblos enviaron emisarios y ofrendas para ofrecerles amistad y alianza. Un emisario de los záparos, el hijo del feje Tongana le ofreció amistad, ambas tribus hicieron el pacto. CAPÍTULO 3: La familia Tongana La tribu zápara estaba ubicado en el ángulo que forman la unión del río Palora y el Pastaza, la pequeña tribu, más bien una familia, la familia Tongana esta formada por el jefe Tongana, su esposa Pona, sus dos hijos con esposas y dos niños pequeños que eran la alegría de la casa. Finalmente estaba su hija menor Cumandá, que era una joven muy hermosa, y a pesar de ello continuaba soltera, ella era algo diferente a sus hermanos. La tribu era muy celosa de su privacidad, odiaban a los extranjeros de tez blanca. En eso se había escuchado de la llegada de un nuevo misionera a la localidad. La familia Tongana estuvo muy alerta. Cumandá desde muy niña empezó a criarse con las costumbres de los Tongaba y hacía muchas cosas en la tribu, un día ella cruzó nadando el Palora con una gran habilidad, por esto sus padres la llamaron Cumandá. Ella hacía las mismas cosas que sus hermanos, competía con ellos y en muchas ocasiones les ganaba las competencias. Cumandá tenía la costumbre de internarse en la selva para caminar por largas horas durante el día, ella demarraba alegría y felicidad, por todos los lados dónde iba, pero un día su actitud empezó a cambiar, empezó a sentirse taciturna, nadie sabía lo que le estaba pasando, o lo disimulaba muy bien, pero ella estaba enamorada. CAPÍTULO 4: Junto a las palmeras Entre el río Palora y el Upiayacu, en las cercanías de este lugar se levantaban dos palmeras que se encontraban muy cerca, también había dos lianas que tenían flores de diferentes colores, en una de las palmeras había unos símbolos. Cumandá con el alba salió apresurada hacia ese lugar, cuando llegó se detuvo junto a las palmeras, acariciaba entrañable las citas allí escritas, Se quedó mucho tiempo, parecía estar esperando a alguien, cuando de pronto se escucha una voz que se aproxima cantando, viene por el río en una pequeña canoa. Cumandá al verlo empieza a sonreír y su corazón se llena de júbilo y ansiedad. Le recrimina que llega tarde, pero él comenta que es porque el río ha crecido y tubo que remar más que de costumbre, él es Carlos de Orozco, un extranjero que vino a conocer las tribus y se enamoró de la bella india Cumandá, ella también estaba enamorado de él. Ella le comentó que próximamente se celebraría la fiesta de las canoas en un lago llamado Chimano, que ella sería la encarga de llevar las flores y decir unas palabras en la ceremonia. Esta fiesta se conmemora para en honor a la alianza de los Záparos con los Palora. Luego de la ceremonia Carlos y Cumandá pensaban casarse pero tenían miedo del padre de Cumandá, ya que el odiaba a los europeos. CAPÍTULO 5: Andoas Es una pequeña tribu ubicado en la desembocadura del río Bobonaza, la tribu está formada por unas cincuenta familias záparas, las cabañas estaban ubicadas a unos cien metros de la orilla del río, los que se dedicaban a la pesca se encontraban más cerca a la orilla, esta tribu era diferente a otras, ya que ellos habían aceptado a un misionero, el mismo que los evangelizó y les enseñó muchas cosas de la agricultura. Las viviendas eran individuales para cada familia, estaban separados por parcelas de terreno que ellos cultivaban, eran pequeñas con la excepción de la vivienda del Misionero que tenía dos pisos, otra edificación muy grande era la iglesia, la misma que era capaz de albergar a todo el pueblo. La tribu estaba en lugar protegido al norte por un acantilado profundo, que era de difícil acceso. La iglesia tenía una rudimentaria campana que siempre les acompañaba en todo momento, los despertada antes del alba día tras días, les anunciaba el atardecer, así mismo sus cantos líricos acompañaba las almas de los fallecidos en busca de la eternidad, era una tribu que vivía feliz en sus asentamientos. CAPÍTULO 6: Años antes Fray Domingo de Orozco estaba en su casa, se sentía un poco melancólico como de costumbre, recordaba el tiempo en que él era feliz junto a su familia. El estaba casado con Carmen, ellos vivían en una hacienda cerca de Riobamba, tenían cinco hijos, el primero de ellos Carlos, la última era una hermosa niña a la que llamaron Julia. El niño ya había ingresado a la escuela, estaba en un internado en la ciudad de Riobamba, su padre D. Domingo decidió un día ir a visitarlo. La familia se quedó en su casa de la hacienda y en eso se produce un levantamiento indígena, ellos sufrieron maltratos por parte de los hacendados por muchos años, y en sus mentes no cabía nada más que la venganza, incendiaron todas las casas con sus familias dentro. Cuándo D. Domingo se enteró regresó a la hacienda lo más pronto posible, al llegar miró su casa envuelta en llamas, con ayuda de sus sirvientes que sobrevivieron apagaron el fuego y sacaron los cadáveres de la familia. Luego de esto D. Domingo decidió convertirse en Fraile. Carlos terminó sus estudios y el Padre Domingo fue designado a la población de Andoas para ser evangelizados, el Padre Domingo fue con gusto y en poco tiempo se ganó el afecto de aquella gente. CAPÍTULO 7:Un poeta Carlos había cumplido ya sus veinticinco años, parecía haber vivido toda una vida, él como fue enviado a la selva a evangelizar a los nativos. Él fue gustoso vivía junto al P. Domingo en la tribu de los záparos. Desde niño demostró habilidades de poeta, parecía tener los rasgos sentimentales de grandes escritores, al mismo tiempo parecía sombrío y nostálgico, gustaba de la soledad. Cuando ya se encontraba viviendo en la selva amazónica, Carlos con frecuencia se internaba en la selva con el propósito de explorar, además le gustaba la solemnidad que estas tenían junto a la soledad, surcaba diestramente las orillas del Pastaza, el Bobonaza y el Palora. Un día fue en su canoa por las cercanías del río Palora, no se percató que ya era tarde, y las sombras de la noche lo cubrieron, ató su canoa a la orilla y quedó en hasta el amanecer. Escuchó una dulce voz, el pensó que estaba soñando y miró a una chica de una rara belleza desaparecer por entre los matorrales. Desde entonces Carlos empezó a frecuentar ese lugar, las dos palmeras, la hermosa chica era Cumandá, empezaron a entablar amistad, se miraban fijamente como si el uno estuviera esperando al otro. CAPÍTULO 8: Del Pastaza abajo Carlos le había pedido permiso a padre para ir a la fiesta de las canoas al lago Chimano, el no estaba de acuerdo ya que consideraba que era muy peligroso, pero Carlos fue muy persuasivo y lo convención, P. Domingo también dio permiso a otros indígenas para que vayan con Carlos, esto lo tranquilizaba. Por la mañana del día elegido, Carlos alistaba su canoa junto a los indios para bajar por el Pastaza hasta el lago Chimano. Mientras transcurría el día, las canoas de los indios iban poblando las riveras del Pastaza, eran incontables, todas eran similares, excepto por la de Yamarhuaqui, que era más y grande y tenía un decorado llamativo. Carlos buscaba con la mirada a Cumandá pero no la encontró por ningún lado. La travesía río abajo inició. Transcurrió todo el día y el el sol se ocultaba por el horizonte. Decidieron pernotar a orillas del río cerca de un pueblo llamado los Pinches, ya en la madrugada Cumandá se acercó donde Carlos y le contó que había venido escondida por orden de su padre, y que las palmeras que simbolizaban habían sido quemadas, ella tenía malos presagios para su futuro. CAPÍTULO 9: En el lago Chimano Al siguiente día continua el descenso hacia el lago Chimano, al anochecer llegaron a una desembocadura que conecta el río Pastaza con el lago Chimano, sólo es navegable cuando el río está crecido, pero en la temporada actual es casi imposible hasta para las pequeñas canoas. Los indígenas tuvieron que remolcar las canoas hacia el lago, lo hicieron hasta altas horas de la noche. Al siguiente día se hicieron los preparativos para iniciar la fiesta de las canoas que iniciaría al medio día. Las tribus empezaron a rodear el lago Chimano con sus canoas y en el centro había una balsa con trono majestuoso para el viejo curaca. La celebración empezará al medio día. El curaca se encuentra en su trono, el primeo ritual lo hacen los guerreros más hábiles, ofreciendo regalos y presentes al curaca Yahuarmaqui, luego continúan las vírgenes, la virgen de las frutas, de los vegetales y otras, y finalmente le toca el turno a la virgen de las flores, Cumandá. Ella tarda en aparecer para dar su ofrenda, aparece en su pequeña canoa llena de flores y con gran habilidad surca las olas del lago hasta llegar ´donde se encuentra el viejo curaca, hace su ofrenda de flores, entre tanto Carlos recibe un golpe en la cabeza con un remo y cae al lago, al darse cuenta Cumandá se arroja al lago para salvarlo, el padre de Cumandá lo considera indigno de una virgen y entrega su vida para sacrificarle. El curaca Yamarhuaqui considera que no es momento de derramar sangre, por lo tanto, continúa la celebración. CAPÍTULO 10: La noche de la fiesta La noche hace su aparición, ella es venerada por los nativos, es recibida por el coro y los cánticos de las doncellas entre ellas Cumandá, es una melodía triste que augura un futuro de infelicidad, su razón está deprimido por los acontecimientos ocurridos, pensando en su destino. Las celebraciones continuaban, en las canoas se puso una especie de antorchas, con las cuales hacían malabares sobre el lago. En la mitad del campamento se levantó una torre de madera con la cual hicieron una fogata, en ella se depositaban todas las ofrendas recibidas por el curaca, además se colocaba esencias, que emitían un olor que complacía a los mismos genios buenos de los ríos. El anciano de la cabeza de nieve quería matar al extranjero, envió a su hijo a envenenarlo, él se acerco a Carlos entablando conversación y solicitando amistad, él le ofreció a Carlos una bebida con el veneno, Carlos pensaba que era una buena oportunidad para entablar amistad con los Tongana, pero todo era falso, en eso llegó Cumandá y lo detuvo, por el alboroto del momento, todos tuvieron que irse a sus chozas. CAPÍTULO 11: Fatal arbitrio El viejo anciano de la cabeza de nieve estalló en cólera, por la decisión de Cumandá de salvar al extranjero, él no comprendía qué ella estuviera enamorado del hombre blanco, lo odiaba tanto que era capaz de matar hasta su propia hija, con el tal de arrebatar la vida a Carlos de Orozco. La celebración continuaba, los indígenas hacían la cena y continuaban bebiendo licor de yuca. Tongana le recriminaba a Cumandá por sus actos, todos en su familia estaban atemorizados. En altas horas de la noche el viejo Tongana ya estuvo ebrio, toma a Cumandá y fue a visitar al jefe de los jefes, el curaca Yahuarmaqui, el también ya estaba ebrio en eso le pide al curaca que haga justicia con la hija y el extranjero. Yahuarmaqui le dice no es necesario sacrificar nadie, que eso molestaría a los buenos genios, entonces el viejo Tongana ofrece a su hija Cumandá, para sea la séptima esposa del viejo curaca, el acepta, luego Yamarhuaqui exilia al extranjero, mientras Cumandá se encuentra inconsolable con la decisión. CAPÍTULO 12: La fuga El curaca mandó a informar a Carlos, que debía abandonar inmediatamente el lago Chimano, mientras tanto Cumandá estaba en su choza, el viejo de la cabeza de nieve no estaba contento con la decisión, así que mando a uno de sus hijos a matarlo, mientras lo estaban planificando Cumandá escuchó todo, cuando su hermano salió a la caza de Carlos, ella abandonó sigilosamente la cabaña y fue a buscarlo, ella lo encuentra primero, Carlos no sabe que decir, engañan al hermano de Cumandá con el sombrero de Carlos y una tela blanca que ella tenía. Ellos deciden fugarse, dejarlo todo atrás. Caminan por la selva con instinto natural para no perder el sendero, caminan toda la noche y llegan a la desembocadura del Pastaza, allí toman una canoa, y desatan las demás para que no tengan forma de seguirlos. Siguiendo el sendero del Pastaza esperaban encontrar una tribu cristiana, para que lo reciban. Carlos estaba preocupado por su padre ya que no podrá verlo en un buen tiempo. CAPÍTULO 13: Combate inesperado Era cerca del amanecer cuando un záparo fue a buscar a Carlos, pero lo encontró, en eso colocó su oído al piso para escuchar si habían escapado, pero escuchó que cientos de pasos se acercan sigilosamente por las estribaciones, el záparo va rápidamente a avisar al gran curara Yahuarmaqui, ellos se preparan para la batalla, con los primeros rayos del sol las flechas empiezan a descender sobre las tribus alrededor del lago, se incendian las rudimentarias chozas hechas de madera, una encarnizaba batalla empieza, los guerreros más hábiles baten sus armas al viento, repeliendo al enemigo. Los invasores resultaron ser los zamoras y logroños liderados por Mayariaga, ellos habían solicitado alianza al viejo curaca, pero éste al no querer participar abandonó el lugar, pero el jefe Mayariaga, quedó ofendido y ahora busca venganza, el joven y corpulento guerrero Mayariaga se enfrenta a su antiguo amigo el viejo guerrero de las manos sangrientas, la batalla es incesante y el joven guerrero hiere al viejo curaca, pero este levanta su ánimo y continúa luchando, para finalmente derrotar a Mayariaga, y obtener su cabeza como trofeo de la gran victoria. CAPÍTULO 14: El Canje Luego de la finalización de la batalla, se puede apreciar un campo desolador, lleno de cuerpos por todos lados, donde un día antes todo era alegría y celebración, ahora sólo es un campo destruido., muchos guerreros han perdido su vida, entre ellos los hermanos de Cumandá, el viejo Tongana ha quedado muy mal herido, ellos piensan que Cumandá ha fallecido en uno de los incendios ya que se hallaron cadáveres de jóvenes mujeres. A poco de eso un mensajero de los zamoras llega para hablar con el viejo curaca, éste solicita llevarse el cuerpo de su jefe fallecido para darle sepultura de acuerdo a sus tradiciones, el curaca por su antigua amistad acepta, pero no le entregará la cabeza, ya que hará de ella un trofeo de la victoria, entonces, el joven mensajero ofrece un cambio por la cabeza del guerrero caído en batalla. Dos prisioneros, el curaca supuso que debían ser Cumandá y el extranjero, y efectivamente eran ellos, el curaca acepta el trato entrega el cuerpo y la cabeza de Mayariaga a cambio de los dos fugitivos. Un záparo que había participado en la batalla solicitó al curaca que quería quedarse con el extranjero como premio por su participación en la batalla, el curaca aceptó. CAPÍTULO 15: A orillas del Palora Luego de los acontecimientos de la batalla, el curaca ordeno sepultar a los fallecidos, según la tradición de cada tribu, luego retornaron a su tierra de origen, unos por el río Pastaza, otros por tierra. Mientras las canoas desfilaban por Andoas, Carlos estaba perplejo miranda el pasar de cada canoa con el afán de mirar a su amada Cumandá, pasó varias horas pero no pudo verla. el curaca al llegar a su tribu inició de inmediato los preparativos para el matrimonio con la joven virgen de las flores. que para ese momento prefería más la muerte que la vida. El día de la celebración llegó el viejo curaca con mucha dificultad ciñe con el cinturón de culebra verde a Cumandá, ella no puso ninguna oposición, se sentía tan abatida por estar lejos de Carlos. Luego de las celebraciones Cumandá y Yahuarmaqui van al lecho, el viejo curaca parece cansado y agobiado, Cumandá no sabe qué hacer, el curaca se acuesta en el lecho, parece que no se encuentra bien de salud, la herida recibida en batalla para estar cobrando su tributo, el viejo curaca ha fallecido. Cumandá escapa por la parte de atrás de choza para no ser vista y va en busca del extranjero. CAPÍTULO 16: Sola y fugitiva en la selva Cumandá emprendió en largo camino hacia Andoas, su madre Pona le recomendó que a ratos siguiera por el sendero del río, otro rato que se alejara, a veces que los cruzará, el alba hacía su presencia, Cumandá se sentía cansada por la caminata, pero solo necesita pensar que pronto estaría con el extranjero para recuperar la fuerza. Cerca del medio día hacía un sol abrazador, busca agua, ya que tenía mucha sed por la caminata, el agua del río es amarga, y no se puede beber, encuentra un pequeño charco de agua, Cumandá bebe hasta saciarse, come unas pequeñas uvas que cayeron de un árbol. descansa unos minutos y continúa su jornada, incluso continúa caminando por la noche aunque no puede avanzar mucho En se segundo día de escape, el cielo se torna grisáceo, se presenta una tormenta fortísima, se escuchan los truenos, el río ha crecido. Cumandá continúala travesía, se encuentra con un pequeño río, ella iba allí cuando vivía con sus padres, está cerca de esas cabañas que días antes todo era felicidad. Luego de caminar por varias horas llega al lugar de las palmeras, dónde antes era el sitió de encuentro con su amante. Mira una canoa y sin pensarlo la desata y desciende por el río, pero no puede controlarla porque el río ha crecido, queda inconsciente y a la deriva en el río. CAPÍTULO 17: Angustias y heroísmos. En una mañana, un záparo se apresuraba allegar a Andoas, los pobladoras inquietos pensaban que podría ser Carlos que había regresado de su viaje, pero el záparo dijo que había visto a una chica en una cano cerca a la gran peña don el agua se arremolina, os záparos fueron a rescatar a la muchacha, cuando la trajeron ellos pensaban que estaba muerta. el P. Domingo la revisó, constató que e aún estaba con vida, la limpia la cara y quedó admirado por su belleza, y al mismo tiempo recuerdos de su pasado regresaron a su mente, después de unos minutos despierta y le preguntan por la canoa, ya que era la canoa de Carlos, ella por su apresurado escape, robó la canoa de Carlos y lo dejó en la selva. De pronto un mensajero de los jíbaros se presenta, solicita se le entregue a Cumandá o sacrificarán a Carlos y declararan la guerra contra Andoas. El P. domingo entró en oración ya que tenía hasta media noche para decidir la suerte de Cumandá y de su hijo Carlos. Entre tanto un záparo llevó a Cumandá con los jívaros Paloras, ya que ella insistía en que se nadie más debía ser lastimado, ella pensaba que era lo correcto. CAPÍTULO 18: Última entrevista n la tierra Cumandá fue con el mensajero, ella estaba dispuesta a sacrificarse por su amado Carlos, el mismo que era prisionero de los jívaros, los dos en una pequeña canoa se dirigieron al campamento cercano que habían levantado, Cumandá por ser la esposa más querida del curaca Yahuarmaqui debía cumplir con la tradición de los jívaros de ser sepultada junto con su esposo fallecido, para cumplir con esto ella tiene derecho a un deseo que debe ser cumplido, el curaca sucesor Sinchirigra ofrece cumplir el deseo de Cumandá, como ordena la tradición de la esposa sacrificada. El deseo de Cumandá era ver por última vez al extranjero, el curaca sucesor estaba molesto por tal petición, pero al haber dado su palabra la cumplió, fueron donde Carlos, él se encontraba atado de espaldas a un árbol, conversaron por última vez, ella le entregó el presente que su madre Pona le había entregado, lo puso en cuello. Luego miró a su alrededor, su padre Tongana y su madre Pona, también fueron atados a unos árboles. Cumandá y los jívaros emprendieron el regreso a la tribu para terminar la ceremonia fúnebre del gran curaca fallecido. CAPÍTULO 19: La bolsita de piel de ardilla Era como media noche cuando el P. Domingo fue a buscar a Cumandá para ir a hablar con los jívaros, pero se entera de que había partido para ser sacrificada, en ese momento el misionero no puso que hacer, dijo a los záparos que prepararan una canoa para ir en su búsqueda, pero ellos no eran hábiles en la navegación nocturna y tenían miedo, pero tampoco querían desobedecer las ordenes del padre Domingo, ellos iniciaron la preparación de la canoa, pero se tardaban demasiado, el padre domingo pensaba en la suerte de su hijo y de la pobre muchacha, entre tanto el alba se hacía presente los záparos iniciaron la travesía, cuando llegaron al lugar dónde se encontraba Carlos, lo miraron, él seguía con vida, lo desataron, así como al viejo Tongana y Pona. Carlos quiere ir a buscar a Cumandá pero el P. Domingo no lo consiente. Pona se da cuenta que Carlos tiene la bolsita que le había dado a Cumandá, entonces Carlos la abre y mira un relicario con una foro, era la esposa de P. Domingo, entonces Pona les cuenta la verdad, Cumandá, era la hija de P. Domingo, Julia. Pona la había salvado del incendio y la crio como su hija. Tongana que se encontraba mal herido ha fallecido. Ellos deciden ir a salvar a Cumandá con la ayuda de los záparos. CAPÍTULO 20: Diligencias inútiles Los záparos empiezan a seguir las huellas de los jívaros, ellos llevaban gran ventaja respecto a Carlos y al P. Domingo. Pero se apresuraron a encontrar el rastro para seguirlos, ellos tomaron dos caminos unos tomaron la ruta del río Palora, mientras que los demás siguieron por tierra. Carlos y los demás siguieron al grupo de tierra, un záparo tuvo la idea de cortar camino para alcanzarlos, pero debido al mal tiempo el río estaba crecido y la caminata por tierra era dificultosa, el pero el ánimo de encontrarse con su hija le daba fuerzas al padre Domingo y a Carlos. Pero sufrieron un contratiempo terrible, el camino que habían tomado no fue el más adecuado, ya que perdieron muchos días para cruzarlo, luego de esto llegan a la tribu de los jivaros, pero es demasiado tarde, la celebración se ha terminado, encuentra el cuerpo sin vida de la bella joven. Toman el cadaver y retornan a Andoas para sepultarla, tardan cerca de un día en regresar. Carlos estaba entristecido por la muerte de Cumandá. Pocos meses después Carlos segue a Cumandá en el sendero eterno de la muerte. Pona siguió el mismo camino. El padre domingo retornó a Quito para continuar con su penitencia.