0 EL FENÓMENO RELIGIOSO POPULAR DE LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN DE LA TIRANA COMO NUEVA RESPUESTA A LA ACTUAL CRISIS ECLESIAL CHILENA GABRIEL ANTONIO ALBURQUENQUE MEDINA 2018 1 A mis amados padres Luis e Isabel. Han sido el motor de mi vida. Dedicatoria extendida también a mis hermanos Joaquín y Camilo. También a mis tías: Rosa y Graciela. Gracias a todos por su amor incondicional. 2 AGRADECIMIENTOS En primer lugar, quiero agradecer a Dios, por todo lo que me ha enseñado a lo largo de la vida. Por lo bueno, por lo malo, por mis sufrimientos y alegrías. Señor Dios, gracias por acompañarme en todo momento y por hacerme saber siempre que estás presente. A la Virgen del Carmen de La Tirana por llevarme de la mano desde la más tierna infancia en los caminos del Señor. Virgencita, te bailaré hasta que ya no pueda. A mi familia, por el apoyo incondicional que me ha dado en cada una de las empresas que he llevado a cabo. Especialmente por enseñarme desde pequeño a amar el rostro materno de Dios enclavado en la Pampa del Tamarugal. Con ello verifico a cada instante que, ciertamente, la familia es la primera Iglesia. Al Pbro. Armando Vergara, gracias por sus indicaciones, por su paciencia y ayuda desinteresada. El Señor le retribuya el ciento por uno. También al Pbro. Elisbán, gracias por sus correcciones. A Lenina, gracias por los libros que tanto necesitaba. ¡Dios te lo pague! Finalmente agradezco a todos quienes han sido parte de la historia de mi vida, a monseñor Guillermo Vera, gracias por confiar en mí; a mis hermanos Diablos Sueltos y Figurines de La Tirana, gracias por mostrarme el lado humano, sencillo y popular de la Fiesta de La Tirana. ¡Dios les bendiga! 3 INDICE AGRADECIMIENTOS 2 INDICE 3 INTRODUCCIÓN 7 I.- LA RELIGIOSIDAD POPULAR 10 1. QUÉ ES LA RELIGIOSIDAD POPULAR 14 1.1. La religión como interrogante filosófica 14 1.1.1. Breve Historia de la Pregunta por la Religión 17 1.1.2. Objetividad y Subjetividad de la Experiencia Religiosa 24 1.1.3. Cuatro Vías para Comprender la Concienciación de la Divinidad 25 1.1.4. El Misterio del Hombre: lenguaje y mito 29 1.2. Lo popular como manifestación de adhesión creyente 42 1.3. La religiosidad popular como síntesis de la religión oficial y la ulterior praxis de fe 2. 46 REFERENTES HISTÓRICOS, SOCIOCULTURALES, TEOLOGICO-PASTORALES DE LA FESTIVIDAD TIRANEÑA 2.1. La leyenda de la princesa inca Ñusta Huillac y la relectura desde la dimensión de fe 2.2. 48 48 La religiosidad popular como fenómeno religioso desde la base social militante en la fe 61 4 2.3. La religiosidad popular desde el Magisterio y su ulterior incorporación a la estructura eclesial oficial 3. 63 ANÁLISIS FILOSOFICO DEL FENOMENO RELIGIOSO POPULAR 70 3.1. Lo sagrado y lo profano 70 3.2. El espacio sagrado 77 3.3. La danza como expresión de la trascendencia 80 II.- LA CRISIS ECLESIAL CHILENA 86 1. GÉNESIS HISTORICA 87 1.1. Iglesia preconciliar 87 1.1.1. Resumen histórico de la Iglesia en Chile hasta la década de 1920 88 1.1.2. Separación de la Iglesia y el Estado 91 1.1.3. La Iglesia de la acción social 96 1.2. Expectativas y frustraciones 101 1.3. Inadecuados modelos de liderazgos 108 2. POSIBLES CAUSAS DEL MAL 112 2.1. Abandono de Jesucristo, el Evangelio y los Pobres 114 2.2. Abuso de poder como causa de la corruptibilidad eclesial 126 2.3. Ausencia moral intraeclesial 135 5 3. BUSQUEDAS Y PROPUESTAS ACTUALES DE SUPERACION 147 3.1. Activo rol del laicado 148 3.2. Horizontalidad organizacional 159 3.3. Síntesis de fe y razón 167 III.- CONSECUENCIAS DEL INFLUJO RELIGIOSO POPULAR DEL NORTE DE CHILE COMO SUPERACION A LA CRISIS ECLESIAL 175 1. LA FIESTA DE LA TIRANA, UN LUCERO DE FE EN EL DESIERTO 177 1.1. El baile religioso como expresión de fe 179 2.2. Adhesión creyente activa en una sociedad secular 187 3.3. Participación multitudinaria en el fenómeno religioso 194 2. 3. EL DESIERTO DANZA Y CANTA A MARÍA 199 2.1. Relectura bíblica y fenomenológica del canto y la danza 200 2.2. El canto como creación y expresión colectiva 211 3.3. Actual “estructuración” social y eclesial de los bailes religiosos 215 EL BAILARÍN DEL DESIERTO COMO SUJETO DE TRANSFORMACIÓN SECULAR Y RELIGIOSA 3.1. 221 Los bailes religiosos, como sujetos activos, creyentes, en medio de un proceso secular de la sociedad 222 6 3.2. 3.3. Presencia intergeneracional de danzantes versus estancamiento generacional intraeclesial 229 El baile religioso como un oasis en la vida eclesial 237 IV.- CONCLUSIONES 242 V.- BIBLIOGRAFÍA Y WEBLIOGRAFÍA 250 7 INTRODUCCIÓN ¿Por qué escribir un trabajo filosófico en torno a la crisis de la Iglesia en Chile, proponiendo al fenómeno religioso popular de la fiesta de La Tirana como nuevo modelo de superación? En primer lugar, se constata que en la vida cotidiana secular es común encontrarse con personas que no siempre han entendido el valor de la religiosidad popular, las han tachado de paganismo, superchería supersticiosa, manifestaciones imperfectas de fe, exageraciones mundanas, folclorismo, etc., todas opiniones de agentes pastorales, católicos comprometidos e inclusive sacerdotes y obispos. En las tertulias y coloquios, típicos de la vida académica, la cosa tampoco cambia mucho. Los teólogos y filósofos, doctores y académicos, si bien tienen un discurso de aceptación, típico del postmodernismo, al parecer tienen asuntos más importantes que atender como el origen del mal, la ideología de género, las controversias que nacen de la posibilidad del ministerio diaconal a mujeres, la eutanasia, el aborto y un largo etc. Existe cierto prejuicio o preconcepción peyorativa desde los agentes pastorales de la “Iglesia oficial” hacia todo lo que significa o que tiene relación con las “devociones populares”, o también llamada “Religiosidad Popular”. Es causa de burla en muchos círculos de la Iglesia de los “entendidos” las expresiones de devoción a san Pedro de El Colorado, las peregrinaciones a Las Peñas, el baile religioso en la fiesta de San Lorenzo de Tarapacá y/o las mandas en la festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana. En muchas ocasiones se observa que existe un menosprecio a la fe de los humildes, un desprecio que revela la gran ignorancia o desconocimiento de los valores que en ella existen y que son el fundamento de la adhesión eclesiológica de miles, además de las semillas del Verbo que han estado presentes en los ritos de la cultura atávica popular desde sus orígenes precolombinos. Muchos hoy en día han encontrado sentido de vida y adhesión al Misterio Absoluto a través de la danza religiosa, quien suscribe también. Es necesario entonces dar elementos de razón para validar la religiosidad popular ante las críticas de la elite. El fenómeno religioso popular es un elemento fáctico y constatable que merece posicionarse como un verdadero espacio de reflexión filosófica. En segundo lugar, tenemos la existencia de la actual crisis eclesial chilena que viene minando la fe de miles de católicos por la falta de honestidad e hipocresía eclesial. La tarea de la Iglesia es, y siempre ha 8 sido, el cuidado de los pequeños del Reino, estos se encuentran especialmente entre los pobres y desamparados, los niños y las viudas, los enfermos y los moribundos, los presos y hambrientos. Una tarea que la Iglesia chilena no ha podido ejercer a cabalidad debido al pecado eclesial del que adolece. El pecado de algunos es el pecado de todos. Esta triste realidad hace pensar a muchos detractores que la Iglesia ya tiene los días contados. Aquella institución, otrora despreciativa de la fe de los humildes, ahora se encuentra en la disyuntiva acerca de qué hacer, cómo solucionar la crisis, hacia dónde se debe navegar, cuál es la carta o ruta a seguir. Las respuestas a estas interrogantes serán resueltas en un sincero diálogo reflexivo y autocrítico de cara al fenómeno religioso popular. En efecto, la religiosidad popular es el único lugar teológico en Chile que no se ha visto afectado por la actual crisis, especialmente en la fiesta de La Tirana. Los datos son claros: miles de peregrinos de las celebraciones religioso-populares y algunos cientos en las parroquias. Este gran contraste debe ser digno de análisis. En vista de lo anterior, me dispongo a escribir esta reflexión teniendo como objetivo principal recopilar diversas fuentes bibliográficas, documentarias, históricas e informativas, todas necesarias para hacer una recapitulación general e histórica de las causas de la crisis eclesial chilena para así precisar su situación actual, sus causas y los posibles orígenes del mal eclesial. Cabe destacar que antes de esta empresa se hará una exposición de los elementos filosóficos indispensables que deben suscitarse a la hora de analizar la realidad de la religiosidad popular de la fiesta de La Tirana desde la fenomenología de la religión. Teniendo en cuenta a la religión como una interrogante filosófica, se pretende examinar cómo el desarrollo de la fiesta de la Virgen del Carmen de La Tirana y sus elementos esenciales centrados en la peregrinación, la organización colectiva de bailes religiosos en asociaciones, el canto y la danza propiamente tal, como acto sagrado, han forjado y siguen forjando sentido de pertenencia e identidad a distintas generaciones de peregrinos del pasado, presente y futuro. Con este doble análisis se busca generar una síntesis sucinta que haga al lector encontrar elementos filosóficos transversales que permitan dar ideas (a modo de claves hermenéuticas) acerca del devenir de una Iglesia chilena abierta a la religiosidad popular, a pesar de su realidad mancillada por el pecado. Todo 9 tipo de solución al respecto se verá enmarcada en una necesaria visión antropológico-trascendental, su relación entre lo sagrado y profano, los elementos organizativos históricos fenomenológicos y sociológicos que componen la fiesta, sus propias relecturas a la luz de la fe y la participación del laico comprometido, para relacionarlos y proyectarlos hacia el futuro, dando algunas ideas de cómo podrían concebirse las mentadas vías de superación. A su vez, se analizarán varios tópicos necesarios para entender las conductas inadecuadas dentro de la Iglesia y lo que subyace detrás de ellas. Una simple contrastación con la realidad dará luces que mostrarán el camino a seguir. El método utilizado para este trabajo investigativo es el de análisis de datos y síntesis. Se ha optado por la búsqueda de bibliografía tanto de libros, revistas científicas y algunas tesis de licenciatura, maestría y doctorado de diferentes áreas del conocimiento, ad hoc para esta investigación. En lo que a webliografía respecta, se ha seleccionado cuidadosamente una serie de páginas web de carácter filosófico y científico. Por otro lado, se han seleccionado como lugares válidos para la producción del conocimiento algunos Blogs y sistemas de construcción y deconstrucción colectiva de conocimiento como wikis y foros de opinión ciudadana. En lo que a historiografía respecta, se ha optado por páginas webs que contienen noticiarios, textos magisteriales, memorias históricas y reportajes a fondo en el marco de revistas o pasquines de época. El análisis consistió en la revisión exhaustiva de los datos, lo cual permitió lograr una deconstrucción de los ejes temáticos, examinar punto por punto y dar opiniones a modo de conclusiones preliminares en cada capítulo. Luego, cada tópico y apartado principal fue contrastado con la realidad, surgiendo así diversos elementos sintéticos que fueron luego sistematizados en lo que serán finalmente las propuestas conclusivas, orientadas a dar alguna solución satisfactoria al problema principal. A continuación, se presenta la estructura general de este trabajo: 10 I.- LA RELIGIOSIDAD POPULAR 1. QUÉ ES LA RELIGIOSIDAD POPULAR 1.1. La religión como interrogante filosófica 1.1.1. Breve Historia de la Pregunta por la Religión. 1.1.2. Objetividad y Subjetividad de la Experiencia Religiosa. 1.1.3. Cuatro Vías para Comprender la Concienciación de la Divinidad. 1.1.4. El Misterio del Hombre: lenguaje y mito. 2. 1.2. Lo popular como manifestación de adhesión creyente. 1.3. La religiosidad popular como síntesis de la religión oficial y la ulterior praxis de fe. REFERENTES HISTÓRICOS, SOCIOCULTURALES, TEOLOGICO-PASTORALES DE LA FESTIVIDAD TIRANEÑA 2.1. La leyenda de la princesa inca Ñusta Huillac y la relectura desde la dimensión de fe. 2.2. La religiosidad popular como fenómeno religioso desde la base social militante en la fe. 2.3. La religiosidad popular desde el Magisterio y su ulterior incorporación a la estructura eclesial oficial. 3. ANALISIS FILOSOFICO DEL FENOMENO RELIGIOSO POPULAR 3.1. Lo sagrado y lo profano. 3.2. El espacio sagrado. 3.3. La danza como expresión de la trascendencia. 11 II.- LA CRISIS ECLESIAL CHILENA 1. GENESIS HISTORICA 1.1. Iglesia preconciliar. 1.1.1. Resumen histórico de la Iglesia en Chile hasta la década de 1920. 1.1.2. Separación de la Iglesia y el Estado. 1.1.3. La Iglesia de la acción social. 2. 3. 1.2. Expectativas y frustraciones. 1.3. Inadecuados modelos de liderazgos. POSIBLES CAUSAS DEL MAL 2.1. Abandono de Jesucristo, el evangelio y los pobres. 2.2. Abuso de poder como causa de la corruptibilidad eclesial. 2.3. Ausencia moral intraeclesial. BUSQUEDAS Y PROPUESTAS ACTUALES DE SUPERACION 3.1. Activo rol del laicado. 3.2. Horizontalidad organizacional. 3.3. Síntesis de fe y razón. III.- CONSECUENCIAS DEL INFLUJO RELIGIOSO POPULAR DEL NORTE DE CHILE COMO SUPERACION A LA CRISIS ECLESIAL 1. LA FIESTA DE LA TIRANA, UN LUCERO DE FE EN EL DESIERTO 1.1. El baile religioso como expresión de fe. 12 2. 3. 2.2. Adhesión creyente activa en una sociedad secular. 3.3. Participación multitudinaria en el fenómeno religioso. EL DESIERTO DANZA Y CANTA A MARÍA 2.1. Relectura bíblica y fenomenológica del canto y la danza. 2.2. El canto como creación y expresión colectiva. 3.3. Actual “estructuración” social y eclesial de los bailes religiosos. EL BAILARÍN DEL DESIERTO COMO SUJETO DE TRANSFORMACIÓN SECULAR Y RELIGIOSA 3.1. Los bailes religiosos, como sujetos activos, creyentes, en medio de un proceso secular de la sociedad. 3.2. Presencia intergeneracional de danzantes versus estancamiento generacional intraeclesial. 3.3. El baile religioso como un oasis en la vida eclesial. Por último, cabe destacar que el presente trabajo no tiene mayores pretensiones que las de provocar en el lector un movimiento a la reflexión crítica acerca de la realidad eclesial chilena. Una sana reflexión autocrítica e intraeclesial, que ayude a oxigenar, remover y desempolvar las más firmes convicciones eclesiásticas, para volver así la mirada al centro de toda esperanza. Eso es lo que se necesita en estos momentos para poder dar finalmente soluciones válidas, pertinentes y eficientes para la actual condición. También es importantísimo tener la capacidad de mirar más allá de esta situación, hablo de mirar el futuro con esperanza, ya que la Iglesia ha superado peores crisis a nivel universal. Pero tampoco esto podría en modo alguno ser pretexto para sustentar un discurso que naturalice o que intente poner paños 13 fríos a la actual situación. Es que el escándalo es demasiado. La hipocresía y el aburguesamiento se han apoderado de gran parte de la jerarquía eclesial chilena. Los signos de los tiempos irán dando pautas a la Iglesia para que vaya tomando caminos de renovación evangélica en donde los cientos de miles de creyentes que adhieren a las muestras de religiosidad popular vayan adhiriendo también al Misterio de Cristo. 14 I.- LA RELIGIOSIDAD POPULAR 1. QUÉ ES LA RELIGIOSIDAD POPULAR 1.1. La Religión Como Interrogante Filosófica La religión es un elemento que ha estado siempre presente en el largo peregrinar del hombre sobre la faz de la tierra. Hoy en día, gracias a la globalización y democratización del conocimiento encarnadas en la Internet, son conocidos los hallazgos arqueológicos encontrados en todos los sectores del planeta y de todas las épocas, en los que se han encontrado vestigios de antiguas civilizaciones, las cuales testimonian la existencia de religiones primitivas en las que los hombres adoraban, rendían culto u homenaje a quien les daba el sentido de la vida, es decir, a sus divinidades. Generalmente las divinidades se encontraban en el cosmos. Justamente es ahí, en el cosmos, en donde el hombre comparte su destino con los demás, se reúne y comunica sus visiones, ideas y esperanzas. Sus concepciones de lo divino nacen y se estructuran de estas interacciones del hombre con el hombre y así desde esa relación de alteridad, los hombres se relacionan con el cosmos y con lo que está más allá, se religan. Es por eso que Juan Carlos Scannone, citando a Hervée – Léger, afirmará que el hombre (y sus estructuras) “da una reorganización permanente de lo religioso en una sociedad estructuralmente impotente para responder a las esperanzas necesarias a fin de seguir existiendo.”1 Habla, en otras palabras, de una dependencia del hombre hacia lo sagrado, hacia lo divino. Bastaría un sencillo vistazo alrededor para encontrarnos con un sinfín de ejemplos de la vida cotidiana en donde la religión es algo vital e innato, sobre todo en los sectores populares en donde la subsistencia del diario vivir es fatigosa y, quizás por eso, está en estricta relación con la religión: estampitas, agua bendita, ruda, algún santo, peticiones, consultas al horóscopo del periódico, etc. Tenemos pues que los problemas más agudos siempre tienen la misma dimensión trascendental, con nociones algo difusas, de eso que está fuera de las propias capacidades. Así logramos evidenciar perfectamente que “la religión 1 Scannone, Juan Carlos S.J; (2004) “Situación Religiosa Actual en América Latina”; Consejo Episcopal Latinoamericano. (p.5) 15 opera como una suerte de superación simbólica de sus problemas”.2 Hablamos entonces de una religión que por definición es dadora de sentido,3 solucionadora de los problemas y triunfo sobre las ataduras del hombre en el mundo. Esta suerte de conquista es provocada e inscrita en la existencia por el sentido religioso, elemento intrínseco en el ser humano, y que de algún modo conecta o intenta conectar a lo sagrado. Teniendo como telón de fondo la fiesta de La Tirana como uno de los ejes de este trabajo, es importante reconocer que el fenómeno religioso popular se enmarca justamente en este vaivén de relaciones entre lo sagrado y lo profano, en este diálogo entre lo que se cree y lo que se espera, entre la religión institucionalizada y las creencias del pueblo fiel, entre la doctrina dogmática y la libertad profética de aquel que ha tenido una experiencia trascendental. Siempre debemos notar que la religiosidad latinoamericana tiene raíz mestiza4, es un catolicismo mestizo, diferente del europeo, mas no menos importante. Siguiendo el documento conclusivo de Aparecida, hablamos entonces de una “espiritualidad popular”5. En efecto, en la piedad popular los creyentes demuestran su fe a través de lo corpóreo lo sensible, lo simbólico6, se encarna profundamente en la vida de sus antepasados agregándole los ricos descubrimientos de la cultura actual: las tecnologías de las nuevas comunicaciones, la filosofía, la teología, los avances científicos tecnológicos en todos los campos del ser humano. En la religiosidad popular aparece una intensa trascendencia de lo divino, manifestada en los ritos de la sencillez, de la pobreza, con la que el hombre religioso se presenta ante la divinidad. La espiritualidad popular encarna la cultura de los pueblos sencillos que, con libertad y fe, muestran a su creador la expresión de agradecimiento, de súplica, de 2 Guerrero Jiménez, Bernardo (1993); “Religiosidad Popular y Estrategia de Subsistencia: El Caso del Norte Grande de Chile”; Revista de Ciencias Sociales – UNAP; Iquique – Chile. (p.4) 3 Cfr. Guerrero Jiménez, Bernardo (1996); “Religiones Populares e Identidad Cultural en el Norte Grande de Chile”; Revista de Ciencias Sociales – UNAP Nº 9; Iquique – Chile (p.3) 4 Cfr. Museo de la vivencia religiosa del Norte Grande (2016); “Experiencia de fe de un pueblo peregrino en La Tirana y en el continente Latinoamericano”; Humanitas N°82; Santiago, Chile; pp 238 - 253 5 V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007); “Documento de Aparecida”; Aparecida, Brasil. 263 6 Cfr. Ibid. 16 tristeza, de alegría, de gozo y de felicidad por el don de la vida, de la tierra, del trabajo, de la salud de las familias. Cuando se habla de religiosidad popular, siguiendo a Guerrero, nos estamos refiriendo a “aquellas prácticas religiosas no oficiales, es decir, a aquellas que han logrado su desarrollo en una apreciable y conflictiva relación con las religiones institucionalizadas, como en el caso de la Iglesia Católica”7. Son únicas, son espontáneas, son sincréticas, son antrópicas. Sin embargo, debemos también reconocer que no es sencillo definir la religión o la religiosidad popular, mucho menos con tantos intentos de aproximación desde diversos puntos de vista y paradigmas, al menos este intento de definición se ajusta a los parámetros de lo que se vive en el norte de Chile. En los puntos sucesivos se tratará de dar con una definición que ayude aún más a abordar la temática de este trabajo. La religión fáctica8 es una respuesta concreta y válida a profundas interrogantes del ser humano, un elemento filosófico que no se puede obviar a la hora de introducirnos hacia la realidad de la religiosidad popular. Solo entendiendo el concepto de religión como una interrogante absolutamente filosófica, estaremos en condiciones de continuar con el análisis de la religiosidad popular y todo lo que tiene que decir en cuanto a experiencia concreta de vinculación con lo sagrado, sin necesidad de ir en desmedro de la religión institucional. La religión es una realidad inherente al ser humano, es tan natural en él que en todas las civilizaciones, estructuras sociales y culturas de todas las épocas ha tenido sus propias creencias religiosas. La pregunta y la idea de Dios han coexistido desde siempre en el conocimiento humano. Hoy por hoy los autores pueden discutir toda una vida acerca de la existencia de Dios, sus interpretaciones y de las más variopintas e inauditas categorías, mas no acerca de la religión. Es cierto que Dios carece de un factum9empírico-positivo o material que le permita ser analizado, cuantificado o cualificado por la ciencia moderna, sin embargo, la religión no. La religión está ahí, se puede observarla y estudiarla. Es un fenómeno 7 Supra 2, Guerrero; Religiosidad. P.4 Fáctica en el sentido de lo que está ahí, el fenómeno que podemos ver, estudiar y analizar. No es la intención adentrarse en una comparación de las religiones institucionalizadas versus las religiones primitivas. Para el presente trabajo, al menos en este capítulo, se presenta la religión de modo bastante general, indistinto de monoteísmos, politeísmos, panteísmos o cosmoteísmos. 9 Cfr. Cabada Castro, Manuel (1999); “El Dios que da qué pensar”; BAC; Madrid, España; p. 6 8 17 del todo fascinante que existe desde que el hombre comenzó a serlo. Esta investigación no se interesa en el tema de la existencia de Dios, no porque no sea importante, sino porque no es necesario responder este cuestionamiento para hacernos la pregunta acerca de la religión, aunque se reconoce que la teodicea aparecerá eventualmente en diversos puntos de este trabajo. Para abordar la religión como interrogante filosófica es necesario que echemos mano de una disciplina filosófica ad hoc para este punto: la filosofía de la religión. La filosofía de la religión es una rama de la filosofía que “tiene por objeto de estudio a la religión, como una manifestación humana consciente y reflexiva sobre el sentido trascendente de la existencia y el mundo, lo que incluye sus argumentos sobre la naturaleza, la existencia de Dios y sus implicancias en la vida moral del mundo”10. Por medio de ella nos adentraremos en un recorrido a los orígenes de la misma filosofía. Junto a los filósofos más representativos de la filosofía de la religión nos haremos la pregunta ¿qué es religión?; por otro lado, haremos un sucinto análisis acerca de la religión, sus elementos objetivos y subjetivos, a su vez las implicancias de una religión trascendente e inmanente. Finalmente, veremos cómo el ser humano a través de preguntas últimas se cuestionará acerca de sí mismo y del sentido de su existencia (antropología filosófica), los mitos (historia de las religiones) y el lenguaje (hermenéutica), e intentará dar respuestas satisfactorias a las más profundas aspiraciones que subyacen en su interior. 1.1.1. Breve Historia de la Pregunta por la Religión. 11 a. Reflexión filosófica sobre la religión hasta la Ilustración. La reflexión filosófica sobre la religión en la antigüedad clásica apareció en Grecia en el siglo IV a.C. como una teología natural filosófica, que convivía con la religión mítica de la cultura griega, a veces para criticarla con intención desmitologizadora, ya en los primeros filósofos de la naturaleza. El objetivo 10 Rosental y Iudin (1959); “Diccionario Filosófico Abreviado”; Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo. Voz: Filosofía de la religión. 11 Todo este esquema-resumen está tomado de los apuntes de la asignatura Filosofía de la Religión, dictada por el Lic. José María Gómez (2018), teniendo como texto base el manual de Joaquín Ferrer: Filosofía de la Religión. 18 inmediato de los filósofos presocráticos era descubrir la naturaleza del cosmos y su principio, el arjé primordial, fuente de todo, lo que es una “realidad última”. En la concepción filosófica lo divino no podía ser, en efecto, algo finito y limitado, mientras que los dioses griegos eran, después de todo, limitados en su capacidad de decidir e influir en el destino del mundo y de la humanidad. Se empieza a imponer así entre los filósofos una nueva concepción de la religión, una “religión filosófica” de carácter crítico y filosófico. Jenófanes (Siglo VI-V a.C.), por ejemplo, atacó a los poetas de su época por promulgar una imagen falsa de la divinidad. Sobre todo, luchó contra el antropomorfismo de la religión popular helena. Protágoras de Abdera (Siglo V a.C.), adoptó un agnosticismo acerca de la existencia de los dioses. Sin embargo, destacó que la adoración de los dioses es un elemento esencial de la cultura, pues deriva de una inclinación innata de la naturaleza humana y, debe ser tenido en cuanto tal, como algo normal y necesario. Pitágoras (Siglo IV a.C.) y la escuela pitagórica se caracterizan por una interpenetración entre el pensamiento filosófico y religioso, que combinaba el misticismo órfico religioso con una imagen racional del mundo que justifica las verdades conocidas por la religión (es una racionalización del mito). Ferrer nos recuerda un testimonio antiguo: “Todo lo que los pitagóricos definen acerca del haber o el no haber tiene como meta la comunión con la divinidad; éste es el principio, y toda su vida se halla coordinada hacia este fin de dejarse guiar por la divinidad”. Platón (428 - 347 a.C.) reconoce el importante papel psicológico que tiene la religión mitológica en la vida humana, además de una irremplazable función sociopolítica. o Cree que en muchas ideas mitológicas (especialmente la religión órfica) se contenían intuiciones valiosas que debían ser purificadas y profundizadas intelectualmente para extraer las principales implicaciones de tales intuiciones. 19 o Atribuyó al mundo de las ideas un orden divino y consideró la idea suprema del Bien y la Belleza, como la quintaesencia de la divinidad. o Platón dice que la idea de Bien es el Bien subsistente. Según él, son sólo los filósofos quienes resultan capaces de alcanzar una verdadera sabiduría, moralidad y actividad política y, por lo mismo, sólo ellos son capaces de alcanzar una auténtica religión y gobernar a la masa ordinaria de ciudadanos comunes. Con Aristóteles (384-322 a.C.) se da una completa identificación del principio filosófico supremo con el concepto religioso de Dios. La reflexión de Aristóteles sobre la divinidad se encuentra en la disciplina filosófica más básica, la filosofía primera, a la que también denominó “teología natural”. En Aristóteles la filosofía de la religión se halla totalmente identificada con la teología natural. o Aristóteles reconoce la permanencia e importancia de la religión mítica, pero expurgándola de todo lo que esté en conformidad con lo que establece la teología filosófica. A partir de la tradición religiosa, elabora una demostración de la necesidad de la existencia de una “sustancia eterna e inmutable”, acto puro, “un principio que es sustancia en acto”, que es inmaterial, la condición universal del movimiento, y fin que apetecen los demás seres, produciendo movimiento, por atracción, como un bien que es amado. La esencia de Dios es autocontemplación. Los estoicos (300 - 50 a.C.) reconocieron la existencia de una deidad, pero no la consideraron trascendente en relación con el mundo; identificaron la deidad con el alma del mundo (panteísmo) y derivaron de ello el postulado de vivir de acuerdo con la propia naturaleza, que es divina. Los epicúreos afirmaron la existencia de dioses, pero dijeron que los dioses no se implican en los asuntos humanos, ya que esto destruiría su perfecta tranquilidad (ataraxia). Los escépticos, aunque negaron la existencia de las divinidades, pensaron que no había pruebas para su existencia ni para su no existencia. Estas escuelas no produjeron nada esencialmente nuevo distinto de las reflexiones previamente existentes. 20 La expresión no cristiana más perfecta de las tendencias religiosas filosóficas de este período helenista aparece en Plotino (203-270) y los representantes de la escuela neoplatónica. La filosofía de Plotino tiene a la vez un carácter teorético y práctico. Se trata de una teoría que explica la relación del mundo con el ser divino (el Uno) así como una teoría sobre el modo de unión con Dios. Se trata de una filosofía orientada religiosamente, en la que los problemas de los primeros siglos fueron recogidos en un esquema metafísico, que a su vez tenía un carácter propedéutico respecto a la experiencia mística. Con el advenimiento de Cristo, culmina la revelación salvífica de Dios a los hombres preparada por Israel. Ya desde el siglo II se intenta aclarar la relación entre el cristianismo y las otras religiones, y determinar los “motivos de credibilidad” del contenido revelado. San Justino (100-165) dirá que se da una participación de todos los hombres en el Verbo (por las semillas del Verbo), que explica las analogías con el cristianismo en los elementos de verdad de otras tradiciones religiosas. En contraste con la filosofía griega de orientación cósmica, san Agustín (354-430) desplaza el punto de partida de la reflexión filosófica a la experiencia interior. El alma y lo que permanece en su interior, La Verdad, son la fuente originaria del conocimiento de Dios que es correlativo al conocimiento de sí mismo. En el pensamiento medieval encontramos diferentes inflexiones en el tratamiento de este tema. Existe una corriente, conectada con la tradición neoplátónica (Pseudo Dionisio el Aeropagita, Juan Escoto), que se centra principalmente en el lenguaje y en la teología (problema de la negación y la metáfora). o Otra posición sigue a la tradición agustiniana (san Anselmo, Hugo de San Víctor, san Buenaventura), la cual sostiene la cognoscibilidad de Dios y la filosofía en conexión íntima con la fe. 21 o Los partidarios de la visión tomista, se centran en los modos de conocimiento de Dios a partir del conocimiento de las criaturas (la perspectiva analógica). o Por último, la posición voluntarista de Juan Duns Scoto (1266-1308) y crítica de Guillermo de Ockham (1285 - 1349), acaba separando el problema del conocimiento de Dios de la filosofía. Aquí tendremos especialmente en cuenta el pensamiento de Tomás de Aquino (1225-1274), en el que se pueden encontrar los elementos básicos para realizar una reflexión filosófica sobre la religión. o La concepción tomista de la religión, además de estar presente en muchos textos explícitamente, es sugerida también por la estructura de la obra más importante de Tomás de Aquino, la Suma Teológica. El esquema de la Suma Teológica corresponde al esquema de la relación religiosa en general. La primera parte se ocupa principalmente de la relación de origen con Dios del mundo y del hombre con Dios. Las dos siguientes partes presentan la realización del diálogo con Dios, que es entendido como un retorno del hombre a su Principio originario. b. La pregunta por la religión como disciplina autónoma de la teología: la filosofía de la religión. En el siglo XIV se realiza una ruptura con la mentalidad anterior. El ocaso de la escolástica es parte responsable de ello, junto con un nominalismo antropocéntrico con su nuevo ideal de vida naturalista, basado en valores puramente humanos, que irá consolidándose cada vez más en el Renacimiento que se inicia en Italia, de tan brillante fulgor artístico como indigencia filosófica. 22 Para Marcilio Ficino (1433-1499), la religión es una característica común a todos los hombres. Insiste en que la religión es verídica: la idea de Dios está puesta por Dios mismo en nosotros y, por tanto, no nos conduce al error. Nicolás de Cusa (1433-1499) observa que, así como el Absoluto es intangible en sí y sólo puede ser comprendido por aserciones aproximativas (conjeturas), así también la única religión no es identificable con ninguna forma específica, finita, ya que todas son inadecuadas y cada una expresa, en su variedad de ritos, el culto al Absoluto. Modernidad. Nace y se difunde la idea de “religión natural”. o Por otro lado, la concepción de la razón dominante en esta época deja poco lugar a las religiones históricas. Es una razón que se atiene exclusivamente a la evidencia (Descartes) y se somete a los hechos (Newton), rechazando todo dogma (P. Bayle) y la presencia del misterio (John Toland). Ante esta razón, que tiende a absorberlo todo, la religión positiva se presenta como algo sospechoso. Para Descartes (1433-1499) era posible establecer racionalmente la tesis de la religión. Esta actitud fue el inicio del desarrollo de la noción “religión natural”. Como consecuencia de esta actitud se multiplicaron los esfuerzos por comprender la religión de una manera puramente racional. En esta línea destaca el filósofo panteísta Baruch Spinoza (16321677), quien parte de la idea de que existe una religión simple, universal. El culto a Dios y la 23 obediencia a sus mandatos consisten únicamente en la justicia y en la caridad, es decir, en el amor al prójimo. John Locke (1632-1704), como Spinoza, sostiene la necesidad de un estado laico y de tolerancia religiosa con el fin de impedir que las divergencias religiosas comprometan la vivencia civil pacífica. En su Ensayo sobre la razonabilidad del cristianismo (1695) intenta demostrar la conformidad del cristianismo con la razón, despojándolo de sus elementos irracionales. El cristianismo se manifiesta, ciertamente como el acontecimiento central de la historia de la humanidad, pero la razón filosófica se afirma como criterio universal de interpretación de los enunciados de la fe. Blas Pascal (1623-1662) contra el “Dios de los filósofos”, un Dios que ha sido reducido a un principio filosófico concebido y demostrado racionalmente. Pascal sostuvo que la razón era incapaz de conocer a Dios y las verdades religiosas. Tal conocimiento es accesible al corazón que tiene sus propias razones. En coherencia con su irracionalismo, Pascal rechazó la posibilidad de establecer que Dios existe. La creencia en Dios supone un riesgo (una apuesta), por lo tanto, debemos vivir como si Dios existiera. La filosofía de la religión, como disciplina autónoma centrada en el estudio de la subjetividad humana, tiene su origen como consecuencia de un giro en el pensamiento, que se puede describir como un desplazamiento del mundo al hombre, de la sustancia al sujeto; de una visión del mundo más o menos cosmocéntrica a otra antropocéntrica, que culmina en la Ilustración. Immanuel Kant (1724-1804) pone de manifiesto este giro en el “Manual de Lógica” al señalar que todas las cuestiones filosóficas se compendian en la pregunta “¿qué es el hombre?”. Como consecuencia del cambio de orientación, el campo religioso el interés se aparta ahora de Dios y se centra en la influencia de la idea divina en el comportamiento humano del hombre. o Kant puso bajo sospecha las pruebas de la existencia de Dios. En estas circunstancias se comprende que la filosofía tendiese a concentrarse en lo que tenía seguro y a mano: la 24 religión como hecho. El mismo Kant creó en lugar de la teología natural su propia teoría filosófica de la religión. El enorme impacto del descubrimiento de nuevos mundos, la exaltación del conocimiento científico, y el conocimiento de nuevas religiones obligaron a buscar de modo consciente un nuevo concepto de religión; el cristianismo empezaba a ser visto no ya como LA religión, sino como una más entre las religiones, aunque fuese todavía para muchos la verdadera y la principal. Con el surgimiento del movimiento fenomenológico a principios del siglo XX, Max Scheler fue el primero en aplicar este método al hecho religioso. Usando la noción de intencionalidad, liberó al hecho religioso de cualquier hipoteca subjetivista. Scheler constituyó el punto de partida de la filosofía católica alemana de la religión. En los siguientes puntos veremos cómo ya se va vislumbrando una posibilidad de reflexión filosófica integral acerca del hombre y de la religión. Por lo pronto considero necesario detenernos, a modo de paréntesis, en algunas ideas imprescindibles para entender el hecho religioso concreto que subyace en la persona humana o en el colectivo de creyentes, para entender más adelante lo que se ahonda dentro de la religiosidad popular y sus importantes aportes a la experiencia de fe del norte de Chile. 1.1.2.Objetividad y Subjetividad de la Experiencia Religiosa. Ahora corresponde analizar la objetividad y subjetividad de la experiencia religiosa. La religión en primera instancia pertenece a un plano metafísico sobrenatural pues contiene elementos que dicen relación con la divinidad, es decir algo que está más allá de las propias concepciones categoriales y de toda realidad material. Todo cuanto es religioso obedece también a creencias o ideas que subyacen en un grupo de personas, en donde lo preponderante es la fe. Sin embargo, esas mismas creencias, ritos o sistemas religiosos se enmarcan en un acto propiamente humano, social y cultural y que necesitan ser caracterizados o de algún modo simbolizados. Hablamos entonces de una religión de carácter objetiva y subjetiva. 25 Objetiva en el sentido de expresión y objetivación institucional de la experiencia de lo sagrado, aquello que ha sido revelado, propia del grupo religioso en el que cada hombre, naturalmente social, tiende a vivir su religiosidad personal en un cuerpo de doctrinas religiosas teóricas y prácticas. Por otro lado, la Subjetiva, en donde reluce la religiosidad personal como actitud habitual; rectificada hacia los actos que le son debidos a Dios por la virtud de la religión, de acuerdo a la revelación experimentada, expresión en el orden operativo de quien vive según la verdad de su ser constitutivamente religado. En efecto, etimológicamente la palabra religión procede de religio, voz relacionada con religatio, que es sustantivación de religare ("religar", "vincular", "atar")12.Religión y revelación no pueden confundirse, pues cada una tiene sus propias características, compartiendo su realidad objetiva y subjetiva. Bien dirá Morales, citando a Tillich que “La Revelación siempre es un acontecimiento subjetivo y un acontecimiento objetivo en estricta interdependencia. Alguien se siente embargado por la manifestación del misterio. Éste es el lado subjetivo del acontecimiento. Algo ocurre a través de lo cual el misterio de la Revelación embarga a alguien. Éste es el lado objetivo del acontecimiento. Es imposible separar estos dos aspectos. El suceso objetivo y la recepción subjetiva pertenecen al acontecimiento total de la Revelación”.13 Tenemos así que lo propio de la religión es la subordinación, y vinculación a la divinidad; ser religioso es estar religado a Dios, mediado todo por una revelación. Se acentúa la dependencia del hombre con respecto a la divinidad, aun cuando el concepto de religación puede entenderse de varios modos: como vinculación del hombre a Dios o como unión de varios individuos para el cumplimiento de ritos religiosos. 1.1.3.Cuatro Vías para Comprender la Concienciación de la Divinidad. En primer lugar, es necesario decir que el acto de hacer religión puede manifestarse en la práctica a través de tres modos, incompatibles al parecer: 12 13 Supra 10, Rosental y Iudin; Voz: Religión. Morales, José (2007); “Filosofía de la Religión”; EUNSA; Pamplona, España. P.194 26 1. Por un lado, puede entenderse la religación o vinculación como algo que tiene su órgano propio en un sentimiento de dependencia, de temor y de fascinación. 2. Por otro lado, puede entenderse como una intuición de ciertos valores supremos, universales, los valores de la santidad, a los cuales el hombre se siente vinculado. 3. También se puede entender como un reconocimiento racional de la fundamental relación de la persona con la divinidad. Estas tres formas de vinculación no son siempre incompatibles entre sí, si bien el predominio de una de ellas supone la mitigación de las demás, de tal suerte alguien pudiera manifestar su adhesión y dependencia a la religión fundamentándola en un sentimiento, la consecuencia directa sería rechazar desde varios aspectos alguna sustentación racional de la misma, o viceversa; es más, podría reducir la vida religiosa a la intuición de los valores de santidad, es decir, se volvería solo un discurso moral o ético, una moralina conservadora sin relación directa con la divinidad que convoca. En segundo lugar, ya adentrándonos a la realidad misma de la religación en torno a la divinidad (o el absoluto) y siguiendo el esquema de Ferrer14, se puede notar que existen 4 vías que permiten metodologizar la toma de conciencia y la subsecuente práctica de la religión. Esta toma de conciencia acerca de la divinidad está sustentada en la vivencia del Absoluto (como religación a la deidad) que funda la experiencia religiosa y que se pueden organizar de la siguiente manera: 1. Dispersión: dice relación a la religiosidad de tipo simbólico-mítica, sustentada por mitos, tótems, magia, ritualismos y simbolismos. Es la religión primitiva, aquella que no posee nociones de un Dios personal trascendente, sino que es la base del politeísmo. Dios está relacionado por medio del mundo con las divinidades que controlan el cosmos. El ejemplo más claro es el de la asociación de los truenos y relámpagos (con el temor que ello provoca en los hombres) con Zeus. Esta religión tiene el nombre de dispersa o difusa no porque no contenga nociones de la divinidad o de verdad, 14 Cfr. Ferrer Arellano, Joaquín (2001); “Filosofía de la Religión”; EUNSA; Pamplona, España; p. 97 27 sino que está construida íntegramente por el lenguaje humano a través de los mitos, es una religiosidad intuitiva que carece de todo tipo de revelación, es un constructo humano que explica el funcionamiento del mundo. 2. Inmanencia: esta religiosidad es de tipo metafísica monista, si bien también ve la divinidad en el cosmos, ya no entiende a la naturaleza como subordinada a los dioses. Ahora la misma naturaleza adquiere el carácter de infinitud absoluta y es deificada. Hablamos del panteísmo, en donde todo es dios y los seres humanos estamos sumergidos a los arbitrios de esta realidad, sometidos a los caprichos del devenir. 3. Trascendencia: aquí hablamos de una religiosidad de tipo causal, en donde por medio de la filosofía el hombre se pregunta por las causas de todo cuanto hay en el mundo. La respuesta a estos cuestionamientos hará que la humanidad se pueda encontrar (a tientas) con el Dios creador de todo, no solo eso: por el solo ejercicio de la razón se puede concluir que crea de la nada. Es el paso al monoteísmo. Cabe destacar que históricamente el monoteísmo nace como autorrevelación y no como como algo evidente, aunque es conocido el trabajo de Plotino por acercarse al monoteísmo por medio del Uno. 4. Trágica: esta religiosidad tiene un carácter eminentemente dialéctico y lleva a una confrontación con la realidad, en especial con los problemas filosóficos que la religión al parecer no aborda a cabalidad, en especial el problema del mal. Estos inconvenientes son lo que denominamos dualismo. El dualismo se presenta así, como la expresión de un desfallecimiento de la inteligencia en su esfuerzo por hacerse una representación de las relaciones existentes entre Dios y el cosmos, que es lo mismo que sucede con el panteísmo, pero con atisbos de tragedia y finitud. Con lo anteriormente expuesto se puede decir también que la religión se identifica por el objeto (u objetos) al cual el hombre se siente vinculado o, mejor dicho, por la situación de este objeto. Sea cual sea su estado o situación es innegable la connotación de absolutez e infinitud que la divinidad adquiere en el marco del ejercicio de la religación. La religión objetiva se sustenta en los sujetos que la componen y que 28 sistematizan la creencia común en un sistema propio, con leyes, ritos, celebraciones, ritmos y ciclos anuales, etc. Sin embargo, lo que a primera vista parece una religación sustentada en la alteridad, debemos reconocer que esto no siempre es una obviedad, debido a que la religión, como ya se ha visto, no existe solo de forma trascendente, sino que también puede ser inmanente. En efecto, estas dos formas de religiosidad condicionan a su vez, de modo considerable, la expresión del hecho de la vinculación en el hombre, más que otras, pues coexisten en los individuos que poseen la creencia, de manera que este hecho es sentido, intuido o pensado de acuerdo con la atribución de inmanencia o trascendencia, según que el objeto o, si se quiere, el sujeto que religa y vincula a la existencia humana, sea intuido como algo que está en el mundo o como algo que se halla fuera de él: En el caso de la religión inmanente hay una intuición interior de la divinidad, de lo que fundamenta toda existencia religiosa, mediante la visión inherente y, en última instancia, mediante la contemplación de aquello que de Dios se manifiesta en la Naturaleza, es lo que llamamos creencia individual. En el caso de la religión trascendente hay una revelación que se efectúa por medio de la gracia, una autorrevelación de la divinidad, sin la cual se concibe como imposible toda relación del hombre con Dios. Si Dios no sale al encuentro de los hombres no habría religión trascendente, ésta a su vez se comunica por medio de categorías como el lenguaje, convirtiéndose así en una creencia colectiva. Esta última forma alcanza su culminación en el cristianismo, donde, en vez de hallarse cada uno de los hombres a solas con la divinidad, alcanza a ésta, a través de una comunidad, la organización que transmite la revelación o las revelaciones de Dios a los hombres. La primera, en cambio, es típica de las religiones llamadas filosóficas, que desembocan generalmente en el panteísmo y que son intentos de 29 sustituir las viejas creencias por una metafísica accesible a todos, vulgarizada y simplificada15. Este es, por ejemplo, el caso del estoicismo, del neoplatonismo, de muchas manifestaciones del naturalismo materialista, donde, frente a las religiones que pueden denominarse religiones de la vida, aparece la religión de la razón. 1.1.4.El Misterio del Hombre: lenguaje y mito. 1.1.4.1. ¿Qué es el Hombre?16 No es posible hablar de religión sin hablar del hombre. En efecto, la reflexión humana se ha interrogado desde sus orígenes acerca del ser y de la naturaleza del ser humano, es un elemento connatural a su propia constitución. Esta reflexión ha mantenido un patente carácter histórico y progresivo y, sin embargo, no poseemos una visión unitaria del hombre. El hombre es un núcleo radical de la realidad cuyo examen obliga a tomar posición acerca de Dios y el mundo, el tiempo y la eternidad. La carencia de una visión unitaria significa que el misterio del hombre se altera o se fragmenta al ser analizado en una suma de cuestiones diversas, que tienen que ver con: a) su origen, b) su constitución biológica, c) su naturaleza o esencia, d) su relación con los demás seres, e) su destino. Es indudable, ya sea cuantitativamente o cualitativamente, la imposibilidad de abarcar al hombre del todo por la reflexión que él lleva a cabo sobre sí mismo, a pesar de su propia infinitud espiritual. La 15 Cfr. Ferrater Mora, José; “Diccionario de Filosofía”; Voz: Religión. Todo este apartado y el siguiente(Lenguaje y Mito) están tomados de los apuntes de las asignaturas: “Antropología Filosófica” dictada por el profesor Pbro. Ricardo Moreno (2016) y “Filosofía de la Religión” dictada por el profesor Lic. José María Gómez (2018). 16 30 riqueza y complejidad del ser humano, su capacidad increíble de elevación y abajamiento, se muestran en el hecho de que el hombre contiene y resume todos los grados y niveles esenciales de la existencia, y especialmente de la vida. En él alcanza la naturaleza entera la más concentrada unidad de su ser. Por eso, siguiendo a Morales, y recordando las nociones de Herder, es importante recalcar que “el ser humano es por excelencia un ser en peligro y lleno de carencias. Ante su vulnerabilidad cabe, sin duda, preguntarse: ¿Cómo ha sido posible que este ser, ya casi condenado a muerte, este animal enfermo, retrasado, doliente, cuya actitud fundamental es la de encubrir y proteger medrosamente sus órganos mal adaptados, super vulnerables, se haya salvado en el “principio de la humanidad”, y con éste en la civilización y en la cultura?”17 También es cierto que el Hombre tampoco puede ser entendido a cabalidad por la filosofía ya que el hombre es en sí mismo, como ya se dijo, una realidad que no puede ser comprendida de manera absoluta. Ciertamente se han hecho intentos filosóficos ya desde los inicios de la historia antigua, es allí en donde nace la antropología, que sin duda es un acercamiento a este fin, pero aun así carece de una unidad sistemática que aborde en su totalidad al ser humano. Los intentos de entender al hombre desde diferentes enfoques antropológicos desembocan siempre en una fragmentación de la realidad del ser humano: se puede conocer todo acerca del hombre, su composición, sus diferentes razas, su conducta, la psiquis y sus alteraciones, sus constructos sociales, etc., pero no es posible llegar conocer qué es el Hombre, al menos no en un todo coherente. El hombre es un misterio. Muchos han sido los intentos de antropología en la historia de la filosofía, aquí solo nombraremos a los más representativos y veremos cómo la filosofía irá avanzando hacia una antropología filosófica, por medio de cambios paradigmáticos acerca de cuál es el sustento de la realidad. Por lo tanto, cada autor tendrá su propia antropología, basada en su propia concepción de realidad: el postulado antropológico de cada uno de estos autores es muy importante pues de la pregunta acerca de qué entienden por hombre será la base epistemológica que utilizará para sus propias doctrinas filosóficas. 17 Supra 13, Morales; Filosofía; p. 82 31 a) La antropología en la antigüedad. Como ya es sabido, en la antigüedad el sustento de la realidad es el cosmos, la naturaleza. El universo se entiende como una unidad totalizante y el cosmos como un todo organizado. El hombre posee un alma racional que le permite distinguirse del cosmos. Para Heráclito (540 - 475 a.C.) el ser humano es aquel que tiene capacidad de captar el sentido de las cosas. Parménides (515 - 440 a.C.) dirá que el hombre tiene el poder de penetrar las apariencias hasta llegar al meollo del asunto. Para Protágoras (Siglo V a.C.), sofista, el hombre es la medida de todas las cosas, solo en referencia al hombre las cosas tienen sentido. Tiene dos cosas importantes: intuición, que es la capacidad de inventar las artes para sobrevivir, es decir, es capaz de crear; también tiene sentido de justicia: lo lleva a formar comunidad para así vencer la opresión. Sócrates (470 - 399 a.C.) se preguntará ¿cuál es la realidad del ser humano? En su continua búsqueda de sí mismo por medio de la razón. Esto lo vincula con la verdad eterna: “Conócete a ti mismo”. Para entenderse a sí mismo es necesario llegar a la verdad de las cosas. Para Platón (428 - 347 a.C.) el ser humano está compuesto por dos principios fundamentales: el material y el espiritual (cuerpo y alma). Sin embargo, el hombre se entiende como ser dicotómico. El cuerpo es una cárcel y el alma es la facultad intelectual, creada por el demiurgo con los patrones de la verdad y la belleza. Aristóteles (384-322 a.C.) utiliza la misma terminología platónica, pero la entiende de diferente manera. Así supera el dualismo platónico. Entenderá al hombre como una unidad de alma-cuerpo: una sola sustancia y una sola esencia. La Materia, es decir el cuerpo, es la forma del alma. 32 b) La antropología medieval. En la época medieval el pensamiento filosófico está influenciado por el cristianismo. Es así como se nota una nueva perspectiva, una síntesis de la filosofía griega y las creencias judeocristianas. El pensamiento así se va manifestando en un ambiente de libertad e historicidad y tanto el hombre como el universo son considerados como creación de Dios: El Dios único es el creador de todo y único sustento de la realidad. San Agustín de Hipona (354-430) proponía el autoconocimiento por medio de la subjetividad. Si un hombre (que es criatura de Dios, es decir, un sujeto) no se puede conocer, no podría entonces presentarse. Hablamos de una conciencia del yo que se realiza por medio de la intimidad con Dios con la subsecuente iluminación divina. También mantenía la dicotomía de cuerpo y alma platonista, pero íntimamente unidos por medio del Espíritu. Tomas de Aquino (1225-1274) hace una relectura de Aristóteles, cristianizándolo. Su postulado dirá que el ser humano es una única substancia, una perfecta unidad sustancial. Es una creatura dependiente de Dios y su inteligencia racional se entiende por ser imagen de Dios, base de la trascendencia humana. Esta inteligencia es fuente de su libertad. El ser humano no es un ente, sino una persona, un grado supremo en el orden de la distancia. Está llamado a conocer y a amar. c) Antropología en la Época moderna En esta época se da un proceso de asimilación artístico, es la época del renacimien, es decir un renacer a lo clásico, de lo antiguo. El humanismo que se gesta en esta época provocará una escisión entre Dios y lo humano. Ahora el sustento de la realidad será el Hombre, único centro de todo. Aunque debemos reconocer también que es un proceso largo y de ningún modo absoluto, pues habrá giros hacia el panteísmo, el agnosticismo y el ateísmo. René Descartes (1596-1650 a.C.) dirá que el hombre puede ser observado directamente, ya no necesita echar mano a la teología. Existe una dimensión corpórea enmarcada en las ciencias 33 naturales y una dimensión espiritual que se inscribe en la razón. Persiste un dualismo que entiende al hombre como una máquina accionada por un agente espiritual un cuerpo meramente operativo. El alma será el elemento sustantivo del ser humano. El cuerpo queda así reducido a un instrumento, una estructura material que permite las actividades del yo. El alma por otro lado es la que permite el pensar, es la razón. En palabras simples: el hombre es un ser pensante. Para Pascal (1623-1662) el ser humano, si bien tiene la capacidad de pensar, sin embargo, no es esa solo su función. El ser humano también está influenciado por los sentimientos del corazón, pues es la sede de un elemento central del ser humano: es la expresión pragmática de la realidad humana. El ser humano es una caña pensante en cuanto que tiene fragilidad, es un ser expuesto a la muerte, a la enfermedad, a la ruptura. Lo esencial en el hombre según pascal es la conciencia de pequeñez. Una pequeñez que será exaltada por Dios por medio de la autosuperación del mismo hombre. Según Spinoza (1632-1677) el ser humano es un ser racional y su espíritu es conocedor y amante de Dios, es el mismo amor con que Dios se ama y el mismo conocimiento con el que se conoce a sí mismo. El ser humano comparte con Dios la extensión y el pensamiento, los cuales son atributos infinitos de su sustancia infinita. Kant (1724-1804) dirá que el hombre es un ser que sabe, que actúa y que espera, estas son nociones fundamentales que nacen de sus tres preguntas acerca del poder, el deber y el esperar; por lo tanto, el hombre es racionalidad infinita, ámbito y forma de todo conocimiento. Es una participación infinita del ser y el saber infinito, es decir que el ser finito refleja el saber infinito. Herder (1744-1803) concibe al ser humano en dos dimensiones importantes: retardación y autoperfeccionamiento. El hombre debe ser entendido como un ser carencial a nivel orgánico, lo que provocará en él lo que se conoce como la “retardación”. Este estado carencial será originado, en definitiva, por estos males: la debilidad, la temerosidad, la desvalidez. El autoperfeccionamiento, que no es otra cosa que el desarrollo personal, se consigue por medio del 34 ejercicio de la razón y la libertad. El hombre cada día da un paso hacia el ser hombre si se autoperfecciona por medio de su fin último, Dios, y por medio del ejercicio de la solidaridad y la alteridad. Esto lo diferencia de los animales. Según Hegel (1770-1831) el hombre solo es parte de un todo. Está inscrito entre lo absoluto, en el ser infinito, pero a la vez está ubicado principalmente en el no ser finito. Por lo tanto, para Hegel el hombre sería una historización del absoluto, espíritu o acción de éste, capaz de reflexionar y de tener autoconciencia. Es también un ser en el devenir, en constante cambio que se va sintetizando a través de la dialéctica. Finalmente es un ser social porque vive en comunidad en colectividad y jamás en individualidad, esto será el culmen del sentido de su existencia y sustento de la realidad. Para Marx (1818-1883) el hombre es un ser trabajador, capaz de dominar la naturaleza, inscrito en la sociedad. El hombre es persona por ser Dios-Persona. Quien no trabaje en aquello en lo que se ha especializado, según Marx, crea en ella una dicotomía, un quiebre en su ser. La esencia humana no es un universal abstracto sino el conjunto de las relaciones sociales, éste será el sustento de toda la realidad. El hombre es finalmente acción, es decir, el constructor de la historia. Hasta ahora hemos visto cómo el proceso de la filosofía occidental ha hecho intentos de acercarse al concepto del hombre, pero todas las antropologías han quedado estancadas y fracturadas al no abarcar un todo coherente. Es por eso que es necesario echar mano de una disciplina que intente dar unidad cohesionada a esta realidad, sin omitir ninguna de sus dimensiones. Es necesaria una antropología filosófica. Max Scheler (1874-1928) será el padre de esta antropología (sustentada en la fenomenología) y será quien sistematizará su postulado antropológico basándose en las interrogantes fundamentales de Kant: a) ¿qué puedo hacer?: se hace cargo de la realidad metafísica del hombre. b) ¿qué debo hacer?: se hace cargo de la realidad ética del hombre. c) ¿qué debo esperar?: se hace cargo de la realidad religiosa del hombre. 35 Así, pues, Scheler propondrá una unidad en la antropología que será a su vez una base epistemológica más o menos sólida, personalista y axiológica, que irá progresando en el tiempo: el hombre se realizará por medio de los valores y en la alteridad. Para Scheler, el hombre tiene capacidad de saber, pero para saber debe salir de sí. Aparte de la razón, el hombre tiene impulsos y emocionalidades, es decir, la intencionalidad del sentimiento. Los hechos de conciencia serán los contenidos del saber. El hombre tiene sus sentidos, lo que le permite entrar en contacto con la realidad y eso permitirá la creación de los hechos de conciencia. El hombre entonces sale de sí mismo y sale al encuentro del objeto, es decir, el mundo, y va a poseerlo. El amor, entendido como impulso emocional, lo va a mover como realidad vital: SUJETO -> AMOR -> OBJETO Para Martin Buber (1878-1965) la carta de dirección para entender al ser humano es la alteridad: “yo soy yo solo en relación con el tú”. La relación con el otro nos hace seres humanos. Tanto el individualismo como el colectivismo fracasan a la hora de explicar al ser humano. Según Kierkegaard (1813-1855) el hombre, para realizarse, debe tomar la decisión de ir más allá, debe relacionarse con Dios. Él entiende al hombre como un ser envuelto en la culpa, posee una angustia innata por el hecho de existir y por la realidad del pecado. Propone 3 estadios para entender el progreso del ser humano: o ESTÉTICO -> una vida desordenada, inmersa en los vicios del mundo. o ÉTICO - > la vida ordenada por el deber ser. o RELIGIOSO -> por el acto de fe el hombre encuentra el sentido de la vida. Con el existencialismo entramos a otra etapa del pensamiento acerca del hombre. Martin Heidegger (1889-1976) en su intento de recuperar la metafísica del Ser, logra identificar a éste con el Hombre. Este giro será una verdadera ontología antropológica. El hombre será entendido como dasein, es decir, el hombre ahí. Heidegger concibe al hombre como “Pastor del Ser”, el hombre 36 prestará un servicio al Ser, cuidando de él y su verdad. Sin embargo, la realidad de la muerte le provoca una conflictualidad: el hombre es un ser para la muerte. El Ser será la nada (no ser) en la medida en que el hombre deje de ser pastor del Ser. Jean Paul Sartre (1905-1980) dirá que el hombre es un ser individual, un ser concreto, en donde la existencia precederá a la esencia, es decir, no habrá Dios que haya pensado crear al hombre bajo este postulado: “yo existo, luego yo me hago”. Existirá entonces una insatisfacción del ser, entendido como pasión inútil, por lo tanto, nuestros actos libres deciden nuestra esencia. El hombre entonces es un ser no predeterminado, pues no hay Dios que lo planee. El sentido de la vida será el yo, solo yo. Los otros son para ellos. Ya llegando a la etapa del estructuralismo, nos encontramos con Levi-Strauss (1908-2009) quien propone una antropología social, promoviendo la cientificidad y el análisis de datos duros. El hombre es un ser de pensamientos simbólicos, lo cual será la clave de la antropología. Propone una primacía del orden sociocultural sobre la naturaleza: el hombre solo no es nada, éste solo cobra sentido en el engranaje sociocultural, sometiéndose a sus leyes, costumbres o categorías. Para Foucault (1926-1984), el hombre será entendido como una construcción humana reciente, no pude entenderse un sujeto humano, promulga la muerte del hombre. Existirán así dos órdenes: la sociocultural de carácter espontáneo y la natural biológica, de tipo normativa. Hemos hecho un recorrido histórico acerca de las diferentes concepciones del hombre desde la filosofía, encontrando en la antropología filosófica los elementos necesarios para entender al ser humano con mayor cohesión epistemológica, debido a su naturaleza holística, en especial por su noción relacional y fenomenológica. Estos serán los elementos fundamentales para entender la religión en su concepción popular, ciertamente dadora de sentido y promotora de creencias. No obstante, la sola creencia y la relacionalidad fenomenológica no es garantía de una religiosidad, es necesario que en estas categorías exista una transmisión del fenómeno religioso y sus experiencias. El siguiente punto tratará acerca del lenguaje y el mito, como ejes transmisores de las diferentes experiencias, ideas y afirmaciones religiosas. 37 1.1.4.2. Lenguaje y Mito. Como punto de partida debemos afirmar un axioma: El hombre es un ser de lenguaje. El lenguaje es mucho más que una propiedad del hombre, forma parte de su constitución humana. No es que el lenguaje tenga para el hombre una importancia capital, la realidad es que sin lenguaje no hay hombre completo: Es imposible que el ser humano no se comunique, sea cual sea su lenguaje. Ciertamente el lenguaje no puede reducirse solo a pronunciar palabras con la lengua. Existen muchos tipos de expresiones lingüísticas de diferentes formas, épocas, lugares geográficos, contextos socioculturales y por su naturaleza humana, en constante evolución. En esta misma línea, sin embargo, se puede afirmar que el lenguaje desempeña al menos tres funciones capitales: 1. descriptiva o representativa. 2. expresiva. 3. intersubjetiva o comunicativa. Estas funciones serán las que articularán y harán del lenguaje una herramienta eficaz de transmisión de conocimientos y tradiciones, especialmente cuando, por tales motivos, se ve forzado a ampliar su propio vocabulario. Un gran número de palabras indica además un alto grado de conciencia en la distinción entre cosas y entre acontecimientos diversos. Cada palabra es el signo distintivo de un tipo de experiencia, y el fundamento de la clasificación consiste en que discrimina unas cosas de otras. La necesidad de desempeñar diferentes papeles en la comunidad también distingue a unos individuos de otros y para evitar confusiones requiere que los individuos se identifiquen con sus deberes. Muchos nombres, por ejemplo, herrero, panadero, sastre, carpintero y calderero, indicaban en principio roles desempeñados en sociedad. La palabra latina persona (prosopon) procede del término que confería valor simbólico a las máscaras que llevaban los actores en el teatro grecorromano, y a su vez cada una de las máscaras identificaban los papeles que interpretaban los actores. Las personas desarrollaron una conciencia de su 38 unicidad y separación de los demás, basada en parte en la aceptación de roles particulares en la sociedad. Este ejemplo ayuda a entender de algún modo que el ser humano o la persona humana está habilitada para interpretar, reinterpretar la realidad y esta función está siempre acompañada de un acto de categorización. Por tal motivo es sensato afirmar que vivimos en una era hermenéutica que se interroga sin cesar sobre el sentido de las palabras y de los textos. La historia del lenguaje ha sido en alguna medida historia del pensamiento antiguo, medieval o moderno, pero la afinidad entre pensamiento contemporáneo y lenguaje alcanza imponentes proporciones. Importa mucho, a la hora de preguntarse acerca de la religión, mantener una concepción unitaria del lenguaje, y no considerar el lenguaje religioso como un lenguaje aparte y radicalmente diferente del lenguaje ordinario. En efecto, la religión se transmite, no es un elemento aislado individual y en su transmisión se comunica una realidad que está más allá de lo que evidencian los sentidos. Esa realidad que se afirma tiene connotaciones de verdad, por lo que es importante verificar la sustentabilidad de lo que se transmite. Es por eso que la pregunta que se hace Morales acerca de la verdad de las afirmaciones religiosas no puede tomarse a la ligera, es necesario encontrar una respuesta concreta pues el ser humano está hecho constituido para conocer la verdad, anhela la verdad, jamás la mentira: ¿Puede haber afirmaciones sobre Dios y los misterios y creencias religiosos que posean alcance veritativo, y que añadan, por tanto, algo cierto a nuestros conocimientos de la realidad? 18 La respuesta hacia esta interrogante se convierte hoy por hoy en una verdadera avalancha de rechazo y negatividad, debido a la concepción cientificista imperante. No se puede meter en un laboratorio la afirmación de que “Dios es amor”. Es más, esta es una afirmación que no es creída por todos, tal es el caso de un detractor medianamente conocido por su libro titulado “La Puta de Babilonia”, en donde dirá “"Dios es amor" dicen los protestantes. No. Dios es odio. Odio contra el hombre, odio contra los animales.”19. El lenguaje sobre Dios y los misterios de la fe puede ser, en primer lugar, metafórico. Este lenguaje, usado e interpretado propiamente, encierra un valor de verdad, de modo que gran parte de sus 18 19 Ibid. p. 93. Vallejo, Fernando (2007); “La Puta de Babilonia”; Editorial Planeta Mexicana, SA de CV.; México, D.F., México; p 85. 39 enunciados, aplicados a Dios, quieren decir lo que dicen, e informan adecuadamente acerca de los rasgos del Ser divino y sus modos de actuar y sentir. El modo de transmisión de las realidades religiosas y divinas se han categorizado históricamente mediante el mito. El mito se puede entender básicamente como una narración que describe y retrata, en lenguaje simbólico y metafórico, el origen de los elementos y supuestos básicos de una civilización, se trata de la explicación de la cosmovisión; estas narraciones se diferencian de la leyenda, la fábula, la narración épica, los cuentos de hadas y de los cuentos tradicionales por el tiempo narrativo que enuncian, ya que se desarrollan en un tiempo anterior al nacimiento del mundo convencional. Intentan explicar el funcionamiento de la naturaleza y el porqué de las cosas. Por otro lado, los mitos hablan de dioses y procesos sobrenaturales por lo tanto son asociados inmediatamente con la religión, y dado que su naturaleza es la de explicar la cosmología, son elementos fundamentales para comprender la vida individual y cultural de un pueblo. Bien lo dirá Schmitz: “Mediante un ropaje literario y conceptual no discursivo, que no es meramente prosaico, el mito sirve de vehículo a una enseñanza religiosa, ética, cosmológica, estética, ritual, etc.; por lo tanto, el mito actúa como criterio y modelo de la acción sagrada”20. Los estudiosos y la misma Iglesia utilizaron el recurso a la alegoría como herramienta hermenéutica para desentrañar el mito hasta la Ilustración del siglo XVIII. Esta crisis dada en la esfera intelectual se debía al cambio de paradigma de interpretación y sustentación de la realidad: los hombres, ahora ilustrados, fuertemente adheridos al culto de la razón y de la racionalidad, proclamaron al mito como expresión de una edad ingenua de la humanidad, incapaz aún de usar adecuadamente su inteligencia. A pesar de lo ya dicho (el avance progresivo de la antropología filosófica, la fenomenología y el existencialismo), se abrirán caminos a nuevas interpretaciones del fenómeno religioso, como la numinosa, en donde según Morales, confrontando a Otto, Kerényi y Eliade, dice que “pueden condensarse tres afirmaciones”21: 20 21 Schmitz, Josef (1984); “Filosofía de la Religión”; Editorial Herder; Barcelona, España. P. 52 Supra 13, Morales; Filosofía; p. 97. 40 1. El mito descansa en la experiencia de una presencia divina, que se produce mediante una hierofanía de dioses y héroes. 2. El mito muestra un sistema cerrado de pensamiento y experiencia, que engloba la totalidad de la existencia humana. 3. Este sistema es comprensible solamente fundamentado en sus condicionamientos históricos. Sin duda las cosmogonías y teogonías son tan variadas como religiones hay en el mundo, pero todas tienen como base una expresión sobrenatural de la idea de Dios, esa noción de que hay una realidad más allá que explica y responde a las más profundas interrogantes del corazón humano. En las religiones politeístas encontramos una divinidad para todo: el de la lluvia, del amor, de la guerra, de la justicia… ¡hasta para dioses desconocidos!22Dirá Eliade que “los modelos transmitidos desde el pasado más remoto no desaparecen; no pierden su poder de reactualización. Siguen siendo válidos para la conciencia «moderna».”23Por eso es necesario correr el velo de ciertas realidades míticas e ingenuas para encontrar el sustrato veritativo metafísico que en ellas subsiste, pues debemos reconocer que muchas afirmaciones sobre Dios no son metafóricas, sino literales. Los modos de lenguaje real acerca de Dios y sus posibilidades de ser verdaderos y originar conocimiento tienen que ver sin duda con la analogía del ser. Todos los intentos de explicación mítica contienen profundas verdades existenciales: el mito adámico, por ejemplo, contiene una verdad incuestionable: el ser humano tiene una tendencia al mal, mas no es intrínsecamente malo pues tiene vida: es un ser creado por Dios. Todo lo que hemos visto hasta ahora no es más que un pincelazo, una mirada general, acerca de la religión como interrogante filosófica. Sin duda el lector estará de acuerdo en afirmar que la pretensión de este trabajo no es de modo alguno un tratado exhaustivo. La intención ulterior no busca sino determinar algunas ideas que son indispensables a la hora de reflexionar acerca del fenómeno religioso-popular y que desarrollaremos en los puntos sucesivos. 22 23 Cfr. Hechos 17, 23. Eliade Mircea (1974); “Tratado de Historia de las Religiones, Tomo II”; Ediciones Cristiandad; Madrid, España; p. 220 41 1.2. Lo Popular como Manifestación de Adhesión Creyente Lo religioso se manifiesta en el mundo en donde sea que exista el ser humano, brota de él y de su experiencia vital en medio de la sociedad o comunidad a la que pertenece. A su vez la sociedad es un constructo orgánico en donde se establece, entre los individuos y grupos, cierto tipo de colectividad, estructurada en campos definidos de actuación en los que se uniforman los procesos de creencia, pertenencia, adaptación, participación, comportamiento, autoridad, burocracia, conflicto, entre otros. La sociedad que conocemos hoy en día no ha sido siempre así. En un largo proceso de transformaciones, revoluciones, crisis y de la incorporación de nuevos paradigmas, la sociedad ha ido progresando en muchos aspectos: estado de derecho, economía, derechos sociales, salud, vivienda, etc.; la llamada sociedad de bienestar. Sin embargo, los beneficios de la sociedad de bienestar no alcanzan a todos los seres humanos. La desigualdad social ha provocado fisuras entre la economía, el estado y el orden público demostrando la existencia de las clases sociales, no solo eso, sino que se ha difundido por medio de los diferentes autores de la modernidad de corte materialista una lucha entre las clases sociales. ¿Se puede asociar lo popular con una clase social? En primera instancia debemos afirmar que, tanto en Chile como en el resto del mundo, la clase social está configurada por el mercado, constituido por personas que realizan un determinado trabajo o poseen un capital. Las clases sociales adquirieron gran importancia a comienzos de la industrialización. Se considera a Karl Marx como el creador del concepto de clase social, aunque a Max Weber se le reconoce una importante labor de clarificación del término24. Sin ahondar demasiado en el tema de la lucha de clases, que más bien es una tensión de clases (no se evidencia una lucha unificada), el tema de fondo es que las clases sociales tienen un acceso distinto, y normalmente desigual, a privilegios, ventajas y oportunidades. En la sociedad actual, por ejemplo, encontramos directores de grandes empresas con salarios muy elevados, mientras que los jubilados reciben pensiones escasas. Los hijos de los grupos con mayor poder adquisitivo van a escuelas distintas, obtienen calificaciones escolares superiores, disponen de diferentes oportunidades de trabajo o gozan de mejores condiciones de vivienda. 24 Kolakowski, Leszek (1980); “Las principales corrientes del marxismo”; Alianza Editorial; Madrid, España. p. 86 42 Hablar de 'lo popular' no es sencillo, existe un abanico inmenso de posturas y acercamientos a este tema. La bibliografía al respecto es abundante, sin embargo, casi siempre está dirigida a lo popular entendido desde las ciencias de las estadísticas y comunicaciones, teniendo un tinte de “aquello que está de moda”, en otras palabras, lo popular entendido como aquello que la sociedad de consumo está pidiendo y que por tanto hay que explotar en el mercado para sacar la mayor ganancia posible. Desde una mirada sociológica o antropológica son pocos los autores que abordan el tema, aun así, todos tienen como referencia el trabajo de Néstor García Canclini, quien tiene dos trabajos bastante interesantes en donde aborda el tema de lo popular, pero en discusión justamente con los reduccionismos comunicacionales, folklóricos, antropológicos25. La discusión sigue abierta, sin embargo, este trabajo se situará en lo popular, bajo el prisma reflexivo del continente latinoamericano, entendiéndolo como aquello que es perteneciente o relativo al pueblo. Esta noción de lo popular es aquella que se inscribe justamente dentro la tensión de las clases sociales en donde resalta patentemente la clase que vive a diario la exclusión y las pocas oportunidades de acceder a un bienestar personal o familiar, lo cual induce y resalta en la sociedad un ambiente poco dinámico, en donde lo normal es la injusticia y la resignación el consuelo. Hablamos en otras palabras de una relación dialéctica entre lo popular-sufriente y los estratos de poder adquisitivo, que se traduce generalmente en una relación conflictiva mantenida con la cultura dominante, teniendo como telón de fondo el dominio de los medios de comunicación social, imponiendo modelos de éxito y de gloria26. La realidad que subyace en el concepto de lo popular latinoamericano, puede entenderse como un complejo y continuo proceso de intercambio en el que las relaciones de control y subordinación fluctúan asiduamente y ciertas formas culturales obtienen poder mientras otras lo pierden27. De hecho, esta especie de dialéctica llevada por lo popular adopta numerosas formas: incorporación, reinterpretación, tergiversación, resistencia, negociación, recuperación, etc. Aquellas formas culturales que logren subsistir a esta lógica podrán articularse para formar parte de una tradición o un canon, elemento vital de la cultura, lo cual también implicará transformaciones o reformulaciones. Como resultado tendremos que las 25 Cfr. García Canclini, Néstor (1985); "Ni Folklórico ni masivo: ¿qué es lo popular?"; Editorial; México, D.F.; p.2 Ibid. p.3 27 Cfr. Supra 25, García; Ni Folklórico; p. 2 26 43 tradiciones no serán fijas como algo absoluto, dado que se irán componiendo en el cruce de muchos intereses opuestos, ciertamente permeables a nuevos modos de comprender la realidad. No obstante, para este tema y para una correcta demarcación de lo que deseamos analizar, es necesaria una conciliación de carácter religiosa entre lo que dice Alvarado, al afirmar que no se puede circunscribir a lo popular solo en una clase social determinada28, y a su vez parece adecuada la apreciación que García da a la definición de Gramsci, quien entiende a lo popular como una la lucha por la hegemonía cultural que se da entre bloques de poder, no entre una clase y otra29. En este sentido, lo popular remitirá no al “pueblo pobre” sino a la “cultura de los oprimidos”, las clases excluidas, una alianza de diversas fuerzas en lucha constante contra la cultura del bloque de poder, que no es necesariamente sinónimo de pobreza o precariedad pues también encontramos raíces profundas en el sincretismo latinoamericano de la realidad mestiza latinoamericana30 en donde tanto ricos y pobres, mercaderes y esclavos, burgueses y proletarios han compartido un singular espacio común en la religiosidad popular, en donde todos, ante la divinidad convocante, se sienten desplazados, esclavos, oprimidos, descartados o víctimas de la injusticia, por tanto, necesitados de la gracia divina, un consuelo dado por las categorías religiosas que restituyen y confortan. Si bien la religión oficial o institucionalizada debe cumplir esa misión, estas alternativas de carácter popular son unas vías del todo capaces, y la evidencia de su existencia y persistencia hoy en día es una prueba clara de lo que estamos afirmando. Con todo lo anterior es también necesario dejar en claro que, si bien el pueblo y las estructuras de poder tienen igualdad en el acto de fe, lo cual es muy cierto, es cierto también que el sector desposeído popular tiene un espacio privilegiado en la vivencia de la fe, pues son los que más han necesitado de consuelo y esperanza, además, reflejan “una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”31. La V conferencia del Episcopado Latinoamericano, Aparecida, dará muchas más luces en torno 28 Cfr. Alvarado Borgoño, Miguel (2002); “Nuevas construcciones del sujeto popular: aportes sobre las reformulaciones del concepto de cultura popular latinoamericana”; Revista Colombiana de Sociología; ISSN 0120159X, Vol. VII No. 2; pp. 193-218; p 199. 29 García Canclini, Néstor (1983); "¿De qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular?"; Simposio: Culturas Populares e Indígenas; Diálogos en la acción, primera etapa, 2004 DGCPI; México, D.F.; p. 158 30 Cfr. Supra 25, García; Ni Folklórico; p.2 31 Pablo VI (1975); "Evangelii Nuntiandi"48. 44 a la religiosidad popular. El camino de reflexión de lo religioso popular desde el magisterio lo veremos más adelante, sin embargo, es importante notar que ya desde los años 70 la Iglesia, en la sana racionalidad que la caracteriza, ya va vislumbrando, gracias a la apertura dada por el Concilio Vaticano II, la realidad de la fe de los pobres y la importancia capital de la inculturación del Evangelio.32 En el contexto chileno los movimientos sociales33 en torno a la experiencia de fe son una clara muestra de lo que afirmamos es innegable. Si bien es cierto que los movimientos sociales, urbanos o rurales, organizados o no, son una manifestación cultural de la América mestiza latinoamericana, no deben ser entendidos por los estudiosos solo como instituciones de corte sociológico o políticas, debemos poner de manifiesto que tales expresiones culturales y sociales también tienen un marcado sentido religioso, no solo marcado, sino que lo religioso es su estructura más básica y constitutiva, con objetivos trascendentales y no solamente reivindicatorios que, sin embargo, reemplazan a obsoletas estructuras organizacionales como las jerarquías, directivas, sindicatos, creencias políticas, etc. Los nuevos movimientos religiosopopulares se inscriben en el mapa social como entidades transitorias que recepcionan y cristalizan variadas demandas colectivas, pero en un contexto en donde lo religioso se vuelve determinante y donde se recrea lo público, la realidad y la vida misma. En lo popular el hombre religioso se une a los demás y se religa, es capaz de acercarse a Dios en igualdad de condiciones, sin más mediadores que su propia experiencia de vida y las nociones que de Dios hay en él. Es en la vivencia colectiva de la religiosidad popular en donde se puede suscitar mediante mecanismos eclesiológicos mínimos, el encuentro con Cristo, uniéndose a él, que ha experimentado en carne propia la flaqueza y pequeñez del siervo pobre y sufriente. En el apartado siguiente trataremos el tema de la religiosidad popular entendida como una verdadera síntesis de la religión oficial y cómo esta se lleva a cabo en la praxis de la fe, dentro y fuera de la 32 Cfr. Bergoglio, Jorge Mario, S.J. (2008); “Religiosidad Popular como Inculturación en el Espíritu de Aparecida”; tomado el 06/05/2018 de la página web: http://www.arzbaires.org.ar/inicio/homilias/homilias2008.htm#cultura_y_Religiosidad_popular__ p. 9 33 Se entiende movimiento social como un grupo de personas, pertenecientes a una sociedad, y que son capaces de producir movimiento entre posiciones en ella, promueven tendencias y recapitulan los deseos y anhelos del pueblo, estas líneas de acción se verán manifestadas tanto en dirección horizontal como vertical, y con tendencia a mantenerse, recrearse o transformarse a lo largo del tiempo. Apuntes personales. 45 institucionalidad de la Iglesia, siempre en tensión con ésta, pero con una riqueza religiosa y cultural inagotable. 1.3. La Religiosidad Popular como Síntesis de la Religión Oficial y la Ulterior Praxis de Fe Es necesario que para acercarnos a la realidad religioso-popular del pueblo latinoamericano hagamos un proceso interno de deconstrucción de concepciones y teorías filosófico-eclesiológicas, que se muestran válidas en otros contextos culturales y que sin embargo no ayudan más que a comprender parcialmente esta nueva realidad con la que uno se encuentra. Un acercamiento meramente intelectualista, estructuralista y dogmatista, puede llevarnos a una irremediable incapacidad para comprender el mundo religioso y cultural en el que se mueve gran parte del pueblo latinoamericano. Hablamos de un intento fenomenológico de deshacernos de preconcepciones o prejuicios negativos: tenemos que observar el objeto tal y cual es. Desde una mirada católica, evangelizar implica, por encima del conocimiento científico, y sin olvidarse de él, tener una profunda actitud de amor hacia el pueblo al que se quiere anunciar el mensaje salvador34, pues desde la perspectiva que da el afecto y la sensibilidad35 es como se puede comenzar a comprender las motivaciones que llevan al hombre concreto a realizar unos determinados actos y no otros. Aparecida da muchas luces en esa dirección, diciendo que es necesario “cuidar el tesoro de la religiosidad popular de nuestros pueblos, para que resplandezca cada vez más en ella “la perla preciosa” que es Jesucristo, y sea siempre nuevamente evangelizada en la fe de la Iglesia y por su vida sacramental”36. El católico latinoamericano ha cuidado esta perla preciosa durante más de 500 años por medio de ritos y tradiciones que no surgen de improviso, sino que tienen una historia propia, compleja, pero al mismo tiempo apasionante, que ha marcado un presente rico en resultados y ambiguo en motivaciones. La síntesis que quiere proponerse en este estudio es una relectura que se ha hecho desde la llegada de la cultura europea con el cristianismo y los misioneros españoles, como un elemento novedoso y sus 34 Cfr. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1979); Documento de Puebla; Puebla, México; 397. Cfr. Juan Pablo II (2001), “Mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino “; 4. 36 Supra 5, Aparecida 549. 35 46 propias experiencias y vivencias, ha dado lugar a algo propio y característico, tiñendo toda su cultura de valores, ritos y formas que, partiendo de un radical sustrato católico, se expresan en formas autóctonas que conservan aún su vitalidad. Esta síntesis se ha producido mediante un complejo proceso de selección y reinterpretación de las formas religiosas peculiares ancestrales y de las propias categorías de los primeros pobladores evangelizados que profesaron la fe en Jesucristo en la Iglesia Católica37. Esta reinterpretación ha dado lugar a la piedad popular, con la que gran parte del pueblo americano ha expresado su sentimiento de amor religioso. Esta piedad popular, expresión pura de vida cristiana de las mayorías latinoamericanas, se encuentra a medio camino entre un cristianismo cultivado y erudito versus otro aún en formación, lo que ha llevado a algunos sectores inclusive a los mismos documentos finales de las diferentes conferencias del episcopado latinoamericano del siglo pasado a considerarla como una religiosidad necesitada de purificación38. Lo que sí se puede dejar de manifiesto es que la religiosidad popular se presenta hoy por hoy como una forma cultural que la religión católica de los hombres comunes, ha adoptado entre el pueblo de América Latina y que se ha convertido en modelo de esperanza para la fe. Según decía el difunto rector del santuario de La Tirana, don José Javier García Arrla fe de los hombres y mujeres del norte de Chile valora lo sacro, lo emocional, lo mítico, lo sensitivo, lo simbólico, por encima de la reflexión filosófica o teológica, y su religiosidad no es un conjunto de verdades que se creen, sino de actos que se realizan, cargados de contenido básico y que asumen una función totalizadora para la persona que los realiza. Un ejemplo claro es el del baile religioso y el sentido de pertenencia y adherencia militante que provoca entre los promesantes, un elemento del todo fascinante que más adelante analizaremos. Esta vivencia peculiar de la fe católica en el norte de Chile es una religiosidad popular que se presenta como un hecho fundamentalmente cristiano, y que tiene que ver tanto con la fe como con la realidad latinoamericana. Va más allá de las "semillas del Verbo" de las religiones no cristianas e implica 37 Cfr. Marzal, Manuel (1975), "Interpretación de la religiosidad popular"; Simposio: Religiosidad y fe en América Latina; Editorial Mundo; Santiago, Chile; pp 79-81. 38 Cfr. Supra 34, Puebla 456. 47 necesariamente una espiritualidad39. Subyace en ella una cristología y una eclesiología, aunque diferente a la institucional, que supone sobre todo una determinada adhesión a Cristo y a su Iglesia. Siguiendo la visión de García, históricamente, y bajo una mirada de tensión de clases sociales, teniendo como telón de fondo la supremacía de la clase dominante ilustrada, a la religiosidad popular se le reconocen muchas carencias, asociándolas a su desarrollo en un pueblo empobrecido y sometido, asimismo se le ha menospreciado caracterizándola como espiritualidad pagana. Espiritualidad que, sin embargo, da sentido a la vida de millares de personas en todo el continente y que se va convirtiendo, cada vez más, en fuerza de esperanza y liberación como dijo ya Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi: “La piedad popular refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción.”40 Estos son valores que la Iglesia Católica, la religión oficial o institucionalizada, ha promovido desde sus inicios y que también hoy se puede percibir de modo natural, con toda su potencialidad, fuerza evangelizadora y transformadora de la sociedad, en la vivencia de la religiosidad popular del Norte de Chile. No obstante, es necesario reconocer que la Iglesia oficial no puede permanecer en una actitud acrítica, sino que, consciente de las deficiencias que la religiosidad del pueblo presenta, debe ser capaz de descubrir en sus valores la capacidad que este pueblo tiene de ser reevangelizado, de transformarse y alcanzar una auténtica dimensión cristológica y eclesial. Cuando hablamos de la fe del norte de Chile tenemos que referirnos obligatoriamente a la fiesta de La Tirana, el modelo más conocido y exitoso de festividad popular de la región de Tarapacá, al que acuden cerca de 250.000 peregrinos, una fiesta que dura aproximadamente 10 días y que ha marcado a 39 40 Cfr. Supra 5, Aparecida 263 Supra 31, Evangelii 48 48 muchas personas, entre ellas al cardenal Errázuriz, quien en el prólogo del libro de Herrera y Alarcón, describió la festividad de esta manera: “No conozco otra fiesta que despliegue con tanta plenitud su riqueza humana y sobrenatural como la celebración de la Virgen del Carmen de La Tirana, Reina del Tamarugal, En ella confluyen simultáneamente con incontenible alegría, interioridad y esperanza, el amor a Dios y el cariño entrañable a la Virgen María, la fe de un pueblo esforzado con su admirable cultura, la tradición milenaria de hermosas costumbres con un presente colmado de amor a Cristo y de responsabilidad por el mañana, la oración interior, con la danza de los cófrades peregrinos, llena de colorido y de expresivos gestos rituales, el gozo interior de los danzantes y de los músicos, con su sacrificio y su ofrenda, que brotan del anhelado asombro por la cercanía de Dios.” 41 Justamente este será el telón de fondo para lo que resta del presente trabajo, ya que se pretende analizar algunos de los componentes más importantes acerca de la religiosidad vivida en la fiesta de La Tirana, como lugar privilegiado para vivir la experiencia trascendental del encuentro con Cristo, este análisis dará los insumos necesarios para luego adentrarnos y hacernos cargo de la preocupante crisis de la Iglesia Católica en Chile, una crisis que tiene profundas raíces en la historia de la Iglesia chilena, que debemos analizar, solo después podremos confrontar ambas realidades y proponer algunas ideas que podrían ayudar a superar la actual coyuntura. 2. REFERENTES HISTÓRICOS, SOCIOCULTURALES, TEOLOGICO-PASTORALES DE LA FESTIVIDAD TIRANEÑA 2.1. La leyenda de la Princesa Inca Ñusta Huillac y la relectura desde la dimensión de fe Cuando hablamos de la fiesta de La Tirana, es necesario hacer una explicación sucinta del proceso de inculturación que ha sufrido la religión católica en el norte de Chile. Lo que hoy es territorio chileno antes fue peruano, por las vicisitudes de la Guerra del Pacífico, el territorio correspondiente a Arica e 41 4 Herrera, Luis – Alarcón, Tito (2008); “La Tirana, Fe que Florece en el Desierto”; Novum Editorial; Santiago, Chile; p. 49 Iquique fue anexionado a la república de Chile. En el proceso de nacionalización (chilenización) del territorio, los nuevos habitantes se encontraron con una realidad cultural muy distinta a la que estaban acostumbrados. En efecto, subsistían en el territorio cosmovisiones y costumbres de carácter andino, muy diferentes a las del sur, que, si bien tenían sus propias categorías populares de carácter campesinas, agrestes y criollas, distaban mucho de los sistemas del hombre autóctono de los andes, de un marcado sentido religioso indígena o precolombino: ritos, mitos, leyendas, cosmogonías, religiosidades, creencias, baile, trajes rituales, plumas, lanzas, etc., que ya promulgaban la fe oficial de la Iglesia debido a la evangelización colonial, pero, por una suerte de resistencia indígena, persistían elementos de las antiguas tradiciones en donde el mito, el sincretismo y la creencia marcaban la pauta.42 Es así como el chileno se encontró de cara a conceptos extraños como la Pacha Mama y su síntesis de carácter mariana, o a la veneración a la santa cruz que evocaba tanto al sacrificio de Cristo como también al orden cósmico de los andes, incluso al Tata Inti, identificado en Dios Padre, pues el Padre fecunda la Tierra (Pacha Mama) y de ella nace la vida en el mundo (Cristo), etc. Es en esta coyuntura en donde el chileno se adentra a la realidad del hombre andino, no sin resistencia, por una marcada enemistad, fruto de la guerra. Las ligas patrióticas chilenas tenían como misión extirpar todo aquello que tenía cierto matiz peruano o boliviano (lo indígena andino), para imponer a la fuerza las costumbres y tradiciones chilenas, no sin cometer terribles crímenes xenofóbicos e injusticias de corte racial. Es así como se va gestando lentamente un nuevo modelo de religiosidad que será una suerte de sincretismo chileno-andino, que a su vez se convertirá en una síntesis de la experiencia religiosa del norte chileno, una ulterior inculturación del Evangelio. Las antiguas costumbres autóctonas como la danza, los ritos, los trajes rituales, las devociones, subsistirán, pero ahora marcadas por la chilenidad. Los descendientes de los lugareños, ahora entremezclados con las costumbres chilenas, al verse incapacitados de realizar sus ritos ancestrales, buscaran nuevos modelos para continuar con las tradiciones: ahí estaban las lanzas, las plumas, los trajes, solo necesitaban, como todo movimiento social, redireccionar las categorías y darles un nuevo sentido, renovándose y adaptándose a una nueva 42 Cfr. Bravo Guerreira, María Concepción (2007); "La religiosidad popular en las sociedades virreinales de las Indias Españolas"; Memoria y Civilización, 10, 7-37; Madrid, España; p. 16 50 realidad. Se cree que el acto que culminará este proceso de chilenización será la entronización de la Virgen del Carmen, patrona de Chile y Generala de las Fuerzas Armadas y de Orden, como la advocación a la cual venerar, todo con una evidente intención nacionalizadora y catequética. También existe la creencia de que antes estaba entronizada la Virgen de la Merced, patrona del Perú, aunque no existen mayores datos, solo testimonios aislados, sin embargo, sí existen datos de los Pozos del Carmen y su respectiva capilla de carácter andina mucho antes de la guerra del Pacífico). Con todo, no ha sido posible para el estado chileno diezmar del todo las ideas y prácticas religiosas más profundas de la identidad autóctona del norte grande de Chile. Para Juan Van Kessel, uno de los antropólogos más connotados en la investigación de las tradiciones del norte de Chile, una de las ideas socio-religiosas andinas que han subsistido exitosamente hasta el día de hoy, a pesar del proceso de nacionalización, es la de la tierra. El hombre andino siempre ha estado añorando la tierra, se hace uno con ella, pero sobre todo con su pasado. La tierra y su evocación al pasado provoca un sentimiento de nostalgia, totalmente intrínseco en todos sus hijos. Es en esta realidad en donde el hombre se hace uno con sus memorias y en sus tradiciones, en el ritmo del año y sus experiencias cotidianas, enmarcadas en el ciclo anual, el hombre es capaz de recoger la riqueza ancestral de quienes le precedieron. En su sistema de valores básico, el hombre andino se identifica con las normas del pasado pues son el criterio de sus decisiones para el hoy y para el mañana. Su pasado histórico se diluye primero en la tradición y luego en el pasado mitológico que le da garantía de valor.43 Como ya habíamos expresado anteriormente, el mito no es otra cosa que la interpretación de la cosmovisión, hecha ya en el pasado y comentada de generación en generación. Afirman la trascendencia de los valores éticos encarnados de sus personajes, estos valores definen la identidad cultural del pueblo, y, con la cosmovisión, funcionan como legitimación de pretensiones y derechos a nivel social.44 El mito muestra también una defensa de su identidad étnico-cultural y de su religiosidad sincrética,45 ése es el caso 43 Cfr. Van Kessel, Juan (1992); “La Prensa y los Mitos frente a los santuarios marianos”; Revista de Ciencias Sociales – UNAP Nº 1; Iquique – Chile; p.11 44 Ibid. p 5. 45 Ibid. p 7. 51 de la festividad de la Virgen del Carmen del pueblo de La Tirana, en donde encontramos como carta fundacional el mito o leyenda de “La Tirana”. El mito de la festividad de La Tirana es un bello relato de amor y fe, en donde una cruel princesa y sacerdotisa inca, llamada Ñusta Huillac, a quien la apodaron como “la tirana”, se redime abrazando la fe de los europeos, la fe católica, pero debe pagar un alto precio: compromete con su vida la traición a sus ancestros. A su vez, la Ñusta Huillac, la princesa y sacerdotisa conversa, gana para Dios a todos los hijos del “Tata Inti” y la “Pacha mama”, quienes, dispersos en esas remotas tierras, con el paso del tiempo aceptarán también esa fe que traía el conquistador, la fe en Jesucristo Señor y Creador de sus divinidades. Los que le sucedieron, con el tiempo aceptarán esta nueva creencia, pues esta creencia era la de los que al final fueron quienes salieron victoriosos, todo parecía indicar que el Dios cristiano era más poderoso. A continuación, transcribiré la leyenda de La Tirana del Tamarugal, tomada de la interesantísima investigación que hizo Juan Uribe Echevarría en los años 7046, y que recopiló y popularizó a su vez el historiador peruano Rómulo Cuneo Vidal47: "Cuando a mediados de 1535 el adelantado don Diego de Almagro salió del Cuzco a la Conquista de Chile, al frente de quinientos cincuenta españoles y diez mil indios peruanos, acompañáronle dos hombres que para los fines de aquella empresa valían cuanto un ejército entero de auxiliares. Fueron ellos Paullo Tupac, príncipe de linaje de los Incas y Huillac Huma, último sumo sacerdote del extinguido culto del Sol…" "Tratados ostensiblemente por los castellanos con los miramientos debidos a su elevada jerarquía, no pasaron aquellos de la condición de prisioneros de estado mantenidos en rehenes por el vencedor y destinados a pagar con la vida el menor conato de rebelión de los indios que formaban parte de la expedición. 46 Uribe Echevarría, Juan (1976); “Fiesta de La Tirana de Tarapacá”; Ediciones Universitarias de Valparaíso; Valparaíso – Chile; pp. 4-7. 47 Cúneo Vidal, Rómulo (1977); Obras completas volumen X tomo 5. Leyendas de Arica, Tarapacá y Atacama. Editor Ignacio Prado Pastor, Gráfica Morsom S.A; Lima, Perú; pp. 344-352. 52 Es fama que vinieron secretamente con Paullo cierto número de wilkas, o capitanes experimentados de los antiguos ejércitos imperiales, y a un grupo de sacerdotes cuyos corazones latían a impulso del odio y de la venganza, debajo de su aparente humildad y sumisión. Acompañó a Huillac Huma su hija, nacida en el Cuzco veintitrés años atrás, por cuyas venas corría la sangre de los soberanos de Tahuantisuyu con una intensidad y heroica determinación que ya debieran haber vibrado años atrás en las fibras del débil y confiado Atahualpa. Sabido es de los entendidos en achaques de historia del antiguo Perú como Huillac Huma, desprendiéndose sigilosamente de la hueste castellana a la altura de Atacama la grande (Calama), al regreso de Chile, huyó a la provincia de Charcas con el objeto de fomentar la rebelión que promoviera en el Cuzco el generoso Inca Manco." "AI alcanzar la hueste sucesivamente a Pica, huyó a su vez Huillac Huma, con idéntico fin, con rumbo a la frontera de Liper, a tiempo que la Ñusta Huillac su hija, seguida de un centenar de wiIkas y adictos servidores huyó al bosque de tamarugos, y acacias silvestres que por entonces cubrían en su mayor extensión lo que hoy llamamos Pampa del Tamarugal, del que quedan, en nuestros días, restos no desprovistos de salvaje belleza en las inmediaciones del pueblo de Tarapacá y alrededor de los caseríos de Canchones y La Tirana. No estaría de más agregar que el nombre indígena Tarapacá lleva en si la idea de escondite o bien de boscaje impenetrable. Tarapacá procede indudablemente de tara: árbol y pacani: esconderse, ocultarse. Durante cuatro años Huillac Ñusta, rodeada de sus fieles vasallos, dominó en el bosque. Este fue su feudo y su baluarte. La fama de sus prestigios y de sus hazañas provocadas por su ardiente dedicación a la causa de su nación, pasó muy pronto los límites de la comarca. Las tribus vecinas-y remotas vieron en la animosa princesa una fórmula viviente y gallarda de la nacionalidad; vieron la protesta airada contra la dominación extranjera. Vieron lo que en continentes y épocas y circunstancias distintas contemplaron los judíos en los hermanos Macabeos y Francia en la Doncella de Orleans. 53 El alma peruana tenia, a la verdad, sed devoradora de lucha y de venganza. Y de los ámbitos inmediatos y lejanos del territorio de Tahuantisuyo acudieron, a los enmarañados senderos del bosque de los tamarugos, nutridas huestes de hombres de bien puesto corazón dispuestos a luchar y sucumbir al lado de la animosa ñusta por el suelo natal y por la fe. La selva primitiva y bravía fue durante cuatro años el extremo reducto de una raza y de un culto proscritos…”. “Rodeado de peligros y asechanzas, aquel puñado de peruanos valerosos e indómitos vióse obligado por el rigor de las circunstancias a hacer frente a sus enemigos y recibir de los mismos una guerra sin cuartel. Fue regla invariable entre ellos poner a muerte a todo español o indio bautizado que cayese en su poder. Huillac Ñusta fue temida de sus enemigos y conocida en treinta leguas a la redonda con el nombre de la bella Tirana del Tamarugal. Un día fue traído a su presencia un extranjero apresado en las inmediaciones de las selvas. Interrogado, dijo llamarse don Vasco de Almeyda, pertenecer a un grupo de mineros portugueses establecidos en Huantajaya y haberse internado en la comarca en busca de la Mina del Sol, cuya existencia le revelara un cacique amigo. Reunidos los wilkas y los ancianos de la tribu, se acordó se le aplicase la pena ordinaria de muerte. El corazón de Huillac no había conocido vacilación hasta ese instante, embargado como estaba por las pasiones del odio y la venganza. No obstante, se estremeció de horror al escuchar la cruel e inevitable sentencia. Un sentimiento de inmensa y desconocida compasión brotó de lo más recóndito de su corazón en donde tuvo, por el pasado, sus raíces, el árbol de sus rencores. Una sola mirada del noble prisionero bastó para producir en su ser tan completa metamorfosis. Fueron una sola mirada: un todo y una nada incomprensibles y fatales…”. 54 “La juventud, el porte distinguido, el estoico desdén de la muerte que revelara en sus menores ademanes el noble prisionero fueron otras tantas causas que la indujeron a amar desesperadamente al hombre cuya vida estaba colocada en sus manos de sacerdotisa y de guerrera. Su naciente cariño le sugirió un ardid para prolongar la vida del hombre amado. En su carácter de sacerdotisa consultó los astros del cielo e interrogó a los ídolos tutelares de la tribu y aquellos, con raro y perfecto acuerdo, le significaron que la ejecución del prisionero se retardase hasta el término del cuarto plenilunio. Los cuatro meses que subsiguieron al horóscopo fueron de descanso para los guerreros del Tamarugal. Huillac no repitió durante aquel plazo las correrías asoladoras que fueron en el pasado el espanto de los colonos de Pica y Huantajaya.... Quedábanle por entonces al prisionero dos lunas de vida. Los diálogos bajo los tamarugos se prolongaban de sol a sol. Mirando a los ojos al portugués, la “Ñusta” preguntó: - “Y de ser cristiana y morir como tal ¿renaceré en la vida del más allá y mi alma vivirá unida a la tuya por siempre jamás? ...” - “Así es, amada mía”- contestó el portugués. - “Estás seguro de ello chunco (adorado), ¿verdaderamente seguro?, inquirió la “Ñusta”. - “Me mandan creerlo mi religión y mi Dios, que es la fuente de toda verdad”. En un rapto impetuoso la “Ñusta” pronunció las palabras que serían su perdición. - “Entonces bautízame, castellano, quiero ser cristiana; quiero ser tuya en ésta y en la otra vida” La “Ñusta” comenzó a vivir sólo para su pasión. Entregada al deleite del amor, la sacerdotisa descuidó las prácticas del rito incaico al Dios Sol. Su embeleso de mujer amada impedíanle ver el ceño adusto de sus “Wilkas”, ni el hosco ademán de los sacerdotes, ni la reserva glacial de sus súbditos, cuando la veían en sus devaneos amorosos con el extranjero. 55 Altiva y serena, actuando bajo los impulsos de una firma resolución, se dirigió un día a la fuente que había en una de los claros del bosque. Vinieron los besos, los juramentos y el “nunca nadie nos separe”. En el paroxismo de su pasión, la “Ñusta” le dijo: - “Llévame a tu Dios que nos permitirá estar eternamente unidos”. Diego de Almeida le contestó: - “tienes que bautizarte. La “Ñusta” hincó la rodilla en el césped –cruzó sus brazos sobre el seno en actitud de humilde e inefable espera y pidió ser bautizada -. Almeida cogió agua vertiéndola sobre la cabeza de la amada neófita pronunció las palabras sacramentales: - “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espí ...” No pudo terminar la frase, porque los “Wilkas” que los vigilaban y que no aceptaban esa pasión, no pudieron resistir esa traición de sus principios y en airada reacción dispararon una nube de flechas sobre ellos. Ambos cayeron abatidos como tronchados por el huracán. “Ñusta Huillac”, herida de muerte, sobreponiéndose a sus intolerables dolores, llamó a su alrededor a los Wilkas, a los sacerdotes y al pueblo y con voz entrecortada les dijo: - “Muero contenta, muero feliz, segura como estoy, como creyente en Jesucristo, de que mi alma inmortal ascenderá a la Gloria y llegaré al trono de Dios, junto al cual estará mi amado, con quien estaré toda una eternidad. Sólo les pido que después de mi muerte, coloquen una cruz en mi sepultura, que estará al lado de la de mi amado”. Corrían los años de 1540 a 1550 cuando fray Antonio Rondón, de la real orden mercedaria, evangelizador de Tarapacá y Pica, llegó al Tamarugal para levantar en todas partes el estandarte de Cristo. Un día vio un arco iris y siguió su comienzo hasta un bosque de tamarugos. Ahí, con infinita sorpresa, encontró una cruz cristiana en uno de los claros de este bosque. 56 El santo varón vio en ello una especie de indicio del cielo, una llamada de recuerdo a la Princesa Tirana del Tamarugal. Por eso edificó una Ermita, que con el correr del tiempo, se convirtió en Iglesia que colocó bajo advocación de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, pensando en el escapulario Carmelita que llevaba Vasco de Almeida. Dicha iglesia se convirtió desde los primeros años de su consagración en asidua romería de los naturales de los pueblos y sierras inmediatas, en cuyas venas corre sangre coya. Fue la que fluía por las venas de la bella, sensible y desdichada “ÑUSTA HUILLAC”, que le legó su nombre.” Si alguien pregunta en el pueblo de La Tirana acerca del origen de éste, todos sabrán responder que se debe a la leyenda de la Ñusta. Es un relato bastante popular y que sin duda alguna pretende ser una carta fundacional de la fiesta de La Tirana, o al menos, de la devoción a la Virgen del Carmen, o, en última instancia, como el origen del nombre del poblado. Muchas personas han creído por décadas que esta historia es real y que es un documento de carácter historiográfico. Sin embargo, es necesario someter a juicio algunos elementos que ciertamente carecen de credibilidad o sustentación histórica. Lautaro Núñez Atencio, un renombrado antropólogo, reconocido investigador de la fiesta de La Tirana, tendrá varias críticas al respecto en su larga trayectoria, especialmente en su investigación tiraneña. ¿Es posible que este relato, que a todas luces y en su estructura más fundamental, es una morisma, sea una historiografía de una princesa conversa?48Resulta que sí, puede ser posible, como tradición oral que se transmitía, según Núñez, entre las camareras de la virgen a inicios del siglo XX, pero no tenemos más datos al respecto49, lo cual convierte a este relato al menos digno de sospecha. Esta historia se fundamenta en sí misma, además, porque hasta la publicación de Rómulo Cuneo, no hay dato alguno a la leyenda. El trabajo recopilatorio de Cúneo fue publicado recién en 1977 por Ignacio Prado Pastor.50 Antes de esto no hay ningún registro que hable de la leyenda. Otra contrariedad es la inexistencia de datos que hablen de la presencia de un minero 48 Cfr. Núñez Atencio, Lautaro (2004); “La Tirana del Tamarugal”; Ediciones Universitarias; Santiago, Chile; pp. 50-51 Cfr. Ibid. p. 51 50 Cfr. Cúneo Vidal, Rómulo (1977); Prólogo Biográfico de Cúneo “Una princesa indiana”. Transcripción de Obras completas volumen X tomo 5. Leyendas de Arica, Tarapacá y Atacama. Tomada el 07/07/2018 de la página web: http://www.museovivenciareligiosa.cl 49 57 llamado Vasco de Almeida en las minas de Huantajaya, aunque sí hay datos que hablan de la existencia de una familia Almeida, pero en Arica: don Francisco Rodríguez Almeida (quien se casó con Catalina Almeida), pero murió en esa ciudad hacia el año 1565, varias décadas después del tiempo de la leyenda.51 Por otro lado, se dice tradicionalmente que el templo antiguo de La Tirana fue construido sobre la cruz de la Ñusta y de Almeida, sin embargo, Núñez afirma que “la iglesia del Carmen se habría construido después del año 1765 y, por supuesto, estaba en pleno uso por el año 1780. Hacia el año 1810, aún estaba en funciones cuando existía un camino a La Tirana por el predio de Quisucala. Además, está el registro de bautizos y matrimonios de “Pozos de La Tirana”, un lote de hojas sueltas, una de las cuales tiene el año incompleto; solo se puede leer 182… Esto nos dice que a lo menos por el año 1820 seguía desempeñando sus quehaceres.”52Otros datos que al parecer serían reales, se caen por carecer de mayor veracidad lógica, por ejemplo, ¿cómo es posible que un misionero mercedario coloque una imagen de la Virgen del Carmen en vez de una Virgen de la Merced en la ermita en honor a la Ñusta? ¿cómo se enteró el misionero de la existencia de un escapulario carmelita en los restos de Vasco de Almeida, que ya estaba enterrado? No obstante, existen datos de la existencia de un misionero mercedario llamado Antonio Rendón (no Rondón)53, pero no hay registro alguno que afirme que fue evangelizador de Tarapacá (Perú), no solo eso: su travesía hacia Chile en realidad va desde Cuzco, pasando por Tucumán, cruzando la cordillera de los Andes por Mendoza, no por el Tamarugal. Antonio Rendón fue evangelizador del centro-sur de Chile, es decir, Arauco y La Imperial, de hecho, se le considera “el Apóstol de Arauco y La Imperial”.54 Aún con todo lo anterior, la leyenda tiene ciertamente alguna fundamentación en hechos históricos de fondo, como lo describen Antonio de Herrera, Alonso Ovalle y Diego de Rosales, quienes registran la presencia del príncipe Paullo Tupac (o Paullo Topo) y del sacerdote Huillac Huma (o Villac-Umuen) la 51 Cfr. Supra 48, Núñez; La Tirana; pp. 53-55 Ibid. 68 53 Cfr. Vásquez Fernández, Luis (1991); “Presencia de La Merced en América” Tomo I - Actas del I Congreso Internacional – Madrid; Revista Estudios; Madrid, España; p. 1242 54 Cfr. Vásquez Fernández, Luis (1991); “Presencia de La Merced en América” Tomo II - Actas del I Congreso Internacional – Madrid; Revista Estudios; Madrid, España; p. 406 52 58 comitiva que acompañaba al adelantado don Diego de Almagro. A continuación, se presenta la trascripción literal de los tres historiadores. Herrera hace especial mención de las actividades subversivas del príncipe: “...Y don Diego de Almagro daba priesa en la jornada y pidió al Inga, que de su mano, le diese dos señores para que fuesen con él y se encaminasen adelante, allanando la tierra y apercibiéndola para que el ejército hallase buen recaudo; el Inga le dio a su hermano Paulo Topa y al gran sacerdote Vilehoma, cuya presencia fue muy importante, para que la tierra estuviese con quietud, y entendióse que el Inga quiso apartar de si al hermano, porque no quería tener quien le diese sospechas en el imperio y a Vilehoma, porque le tenía por poderoso por medio de la religión y por inquieto”55. En otro tomo de Herrera encontramos la continuación del relato anterior: “Pocos días después de llegado a Topisa se huyó el gran sacerdote Vilehoma una noche, con algunas mujeres y hombres, y por caminos incógnitos a los castellanos se volvió al Collao siendo por todas partes acogido, servido y encubierto por la reverencia de su dignidad… Otro día en echándole de menos, enviaron tras el algunos castellanos y yanaconas, que de buena gana le buscaban; pero era cosa imposible el descubrirle, aunque se entendió que cuando caminaba la vuelta del Cuzco, iba persuadiendo a los pueblos que tomasen las armas y cobrasen su libertad.”56 Ovalle tiene otra versión del relato en donde volvemos a ver cómo Paullo Tupac y Huillac Huma son considerados acompañantes de Almagro: “Había sucedido a los dos hermanos Guáscar y Atagualpa el Inga Mango, que lo era de entrambos, y todos tres con otros que aun vivían eran hijos del grande Guaynacaba. Este Inga 55 De Herrera, Antonio; “Descripción de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano que llaman Indias Occidentales”; Colección de Historiadores de Chile publicada por José Toribio Medina. Tomo XXVII. Década IV, Libro I, Capítulo IX; p. 464 56 De Herrera, Antonio; Década V. Libro X. p. 472 59 Mango había cobrado gran voluntad y amor al mariscal Almagro, y así le dio por compañeros para esta empresa a un hermano suyo Inga Paullo Topo, y al sumo sacerdote Villacumu, (los españoles dicen Villaoma o Vilchoma) para que con su autoridad no se desmandase ninguno de sus vasallos contra él, sino que todos le acariciasen y regalasen con sus presentes, como a su misma persona”.57 Finalmente, Rosales tiene un relato similar al de Ovalle: “Avia succedido al Rey Atagualpa el Inga hermano menor llamado Mango, el qual cobró grande amor y afición al Mariscal Almagro y entre los dos havía muy estrecha emistad, y sabiendo del sus intentos, le animó a la empresa, y le dio por compañeros a un hermano suyo llamado Paolo Topo y a un sumo sacerdote llamado Villacumu, que los españoles llamaban Villaoma para que le acompañasen y con su autoridad le recibiessen con mucho agrado y agasajo en todas partes y como a su propia persona, sin que ninguno se osasse a desmandarse contra él ni contra ningún español y ordenó que en todas partes le regalasen y sirviesen con sus presentes”.58 El dato claro es que hubo un Paullo Tupac y un Huillac Huma, este último de estirpe sacerdotal, acompañando la avanzada de Almagro, por motivos claramente estratégicos, pues así pretendía ser bien recibido mientras se dirigían hacia el sur. Luego hubo una rebelión en donde no queda claro si Huillac Huma se asentó en el bosque del Tamarugal. La pregunta que queda es saber si en realidad hubo una hija de Huillac Huma, que se levantó en armas al igual que su padre asesinando a todo cristiano en razón del odio hacia los conquistadores. Lo cierto es que La Tirana lleva su nombre desde mucho antes que Cúneo publicara su versión de la leyenda. ¿Es posible que haya una conexión histórica debido al nombre del poblado, con alguna historia tradicional que haga referencia a una mujer que se haya ganado el apodo de tirana debido a lo mal que trataba a sus enemigos? La respuesta podría ser afirmativa dado que el nombre del poblado es un hecho 57 Ovalle, Alonso (1888); "Histórica Relación del Reino de Chile. Tomo I"; Imprenta Ercilla. Santiago, 1888; p. 246 De Rosales, Diego (1877); "Historia General de el Reyno de Chile Flandes Indiano". Imprenta de El Mercurio. Valparaíso, Chile; Capítulo VI; p. 355. 58 60 tangible, asimismo su antigüedad, pero, sin embargo, al no poseer más datos historiográficos, y teniendo en cuenta que no hay registros de la existencia del poblado hasta el siglo XVIII, la empresa termina en donde comenzó. No obstante, también hay indicios de que el origen del nombre Tirana tiene su raíz en una deformación lingüística de la palabra quechua Tiguana o Tihuana59, que significa literalmente “tenazas para agarrar”60, que tiene mucha razón de ser ya que, según Salazar, “este era el nombre que le daban al caserío tras ser fundado por trabajadores de la minería, especialmente los emigrados desde el altiplano, muchos de ellos del Alto Perú, actual Bolivia.”61Este dato es el que hasta ahora tiene mayor aceptación entre los investigadores al ser la más creíble, pues carece de todo argumento legendario o mítico. Es un dato que posee mayor facticidad. Ahora bien, sea historia, leyenda o deformación lingüística, lo cierto es que en La Tirana se aglomeran miles de peregrinos durante la fiesta, más de 250 bailes religiosos hacen cita para rendir culto a la Virgen del Carmen, la chinita62, todas las personas que llegan se adentran en el fascinante relato de amor y fe de la Ñusta, quien finalmente abraza el Evangelio y termina dando su vida por un acto de fe. Estos elementos tienen, como ya se dijo anteriormente, una clara característica de morisma. Las morismas eran relatos que luego se convertirán en auto sacramental, historias que proceden, sin duda, de las farsas de combates entre moros y cristianos, que son comunes en la península ibérica y cuyo origen arranca de las Cruzadas y de la Reconquista española. Gracias a estos relatos se promovía la fe y se mostraba a un cristianismo triunfante, a pesar de los embates y los padecimientos perpetrados por los moros (o el rey de las tinieblas), gracias a la fe en la resurrección de los muertos. Tales elementos moro-indígena, como enemigos de la fe, han ayudado a que la creencia católica sea realzada, en detrimento de los actos perversos de los enemigos de la fe y de las creencias o religiosidades autóctonas. La Ñusta precisamente a pesar de morir a manos de sus propios súbditos, se 59 Cfr. Salazar, Criss; “Los Días Tiranos de la Ñusta Huillac en la Pampa del Tamarugal”; tomado el 05/07/2018 de la página web: https://urbatorium.blogspot.com/2012/10/los-dias-tiranos-de-la-nusta-huillac-en.html 60 Fisk Godoy, Clarence (2007); Crónicas de Viaje de Clarence Fisk; Tomado el 05/07/2018 de la página web: http://chuquicamata.net/Clarence/AlgunasIglesiasdelDesierto.htm 61 Ibid. 62 China, del quechua: Servidora. 61 verá ensalzada como una mártir de la fe, ejemplo de entrega y de conversión. Por su bautizo de sangre le espera el premio de la resurrección de entre los muertos en el final de los tiempos, en donde se encontrará con su amado para vivir su idilio amoroso por toda la eternidad, en el seno de la Santísima Virgen y en la presencia de Dios todopoderoso. Esto sin duda da mayor sentido a la fe de las masas que cualquier otra explicación de tipo social, historiográfica o científica. 2.2. La Religiosidad Popular como Fenómeno Religioso desde la Base Social Militante en la Fe La religiosidad popular en el norte de Chile, especialmente en La Tirana, es una realidad fenoménica que ha calado en lo más hondo del imaginario colectivo de la sociedad chilena. Su fama no se limita solamente al territorio chileno, las postales tiraneñas son de fama mundial por su pintoresco despliegue multicolor, texturas, experiencias y testimonios. Esta es una de las características más importantes desde un punto de vista secular. Generalmente van a la fiesta de La Tirana algunos curiosos, personas que tal vez no profesan la religión católica, y que, no obstante, adhieren a las verdades de la fe mediante la religiosidad popular, las hacen suyas y las promueven. Hasta ahora hemos visto algunos -no todos- de los aspectos más importantes y fundamentales del sentido religioso y de la religiosidad popular. Vimos que éstos se nutren de características más o menos comunes en todo tipo de experiencia religiosa. En efecto, como ya se ha mencionado, apoyándonos en ciencias como la fenomenología, la filosofía y la antropología, se puede notar de manera elocuente que el cristianismo posee también dichas características. Aquellos elementos comunes como los son lo sagrado, las hierofanías, el culto, los símbolos, los ritos, los ciclos, el templo, las cosmogonías, el sacerdote, el santuario, la peregrinación, lo profano y muchos otros elementos se encuentran en la gran mayoría de las creencias religiosas de todas la épocas y latitudes.63 En el caso de la base social militante en la fe, los bautizados en la fe católica, éstos se identifican plenamente con el peregrino, ellos mismos se sienten peregrinos, por lo que colaboran a alimentar su 63 Guerra López, Rodrigo (2004); “Pobreza y Cristianismo. Hipótesis sobre la comprensión e incomprensión de una experiencia social y religiosa”; Documento del Consejo Episcopal Latinoamericano. 62 sentido religioso y fomentan la diversificación de estas manifestaciones espontáneas. En otras palabras, el hombre andino-pampino y peregrino, construye una imagen de su divinidad, y ésta se nutre de los elementos propios de su realidad cultural. Esta base social y cultural religioso-popular está en constante creación y transformación por mediación de los católicos que trabajan en las sociedades de bailes religiosos: caporales, directivos, promesantes y un sinfín de actores que, de cierto modo dan una estructuración cultural que se hace de la Virgen del Carmen, que como ya hemos mencionado, corresponde a una lectura en la que se cruzan la Pacha Mama con el símbolo católico.64Esto, como en toda ciencia fenomenológica, puede variar cuando hay en el hombre un profundo deseo de buscar más respuestas, que lo llevará en última instancia a preguntarse por la Verdad, que no es más que ese Dios llamado Jesucristo. Así que, claro, el sincretismo los une, pero también es cierto que las creencias están muy bien delimitadas, sobre todo por el lado dogmático católico y su carácter catequético. Tratar de ver a las religiosidades populares como deformación de la doctrina católica, es un error. Si bien es cierto que en la festividad de La Tirana existen diversos tipos se ritos atávicos, estos no podrían jamás reemplazar a la liturgia, ya que ésta última tiene su propio carácter sacramental y de por sí su naturaleza sobrenatural le sobrepasa en densidad a todo símbolo, categoría o constructo humano.65 Se puede decir sin error a equivocarse que el hombre religioso de la pampa del tamarugal reconoce que en el cristianismo se haya una verdadera manifestación de Dios y en la práctica tradicional de la religiosidad del pueblo, en su realidade alteridad-festiva, es capaz de concebirse a sí misma como una experiencia de encuentro: María será el vínculo para la mediación y encuentro entre Cristo y los hijos de la Iglesia. Acertadamente dirá Guerra que “el objeto primario de la fe no es una lista de proposiciones, de ritos y ceremonias, o de enseñanzas morales, sino la certeza que brota a partir del encuentro”.66 Hoy por hoy los bailes religiosos de La Tirana, gracias a la reflexión teológica de las diferentes conferencias episcopales del CELAM, han sido considerados un aporte importante a la vida de la Iglesia, por lo que ahora la pastoral los cuida y los promueve, éstos a su vez, siguen manifestando una devoción 64 Ibid. p. 5 Cfr. Concilio Vaticano II (1963); “Sacrosanctum Concilium”; 13. 66 Supra 61, Guerra; Pobreza; p. 8 65 63 popular, libre y con todos sus valores antropológicos, es una devoción ya evangelizada casi en su totalidad y bajo el cuidado de la iglesia. Desde antiguo, la relación entre la jerarquía y los bailes no ha sido la mejor. Antes del Concilio Vaticano II, los bailes religiosos eran autónomos y no tenían ninguna relación con la jerarquía de la iglesia, más bien la relación era bastante tormentosa, por decir lo menos. Eran considerados como muestra de paganidad y entendidos como actos o rituales de indios incivilizados.67Producto del Vaticano II, desde los años 60 es que nacen las primeras conferencias latinoamericanas: Medellín, Puebla y Santo Domingo; la Iglesia Oficial en América comenzará un acercamiento al pueblo fiel y tratará de valorar más estas muestras de religiosidad y fe. También es menester mencionar que los laicos de aquella época histórica, fomentarán una Iglesia entendida como instrumento de liberación, en plena ebullición de la Teología de la Liberación. Todo el accionar religioso de la diócesis de Iquique giraba en torno a las CEB (Comunidades Eclesiales de Base) y el método teológico del Ver Juzgar y Actuar. La rutilante vivencia pastoral orgánica en la década del 70, bajo el alero de una fe liberadora y latinoamericana, se verá interrumpida debido al golpe de estado de 1973. A partir de este acontecimiento, según recuerda Guerrero, “la jerarquía logrará controlar la totalidad de las cofradías”68, so pena de ser proscritas, encarceladas o desaparecidas. Todo intento de reunión masiva tenía que ser vigilado por el estado (la misma festividad religiosa o las reuniones de sociedades de bailes), las posturas identificadas con la teología de la liberación serán censuradas y a su vez las CEB dejarán de existir, pues la dictadura militar de Augusto Pinochet veía en esas células, una peligrosa posibilidad de promoción del marxismo. El rol de la Iglesia en esos años es digno de análisis y estudio, teniendo momentos de luces y sombras: sacerdotes y obispos, ejemplares promotores del amor al prójimo y celosos custodios de la justicia social, otros no tanto.69 Lo cierto es que, siguiendo la versión de Guerrero, la Iglesia Oficial se acercará a las sociedades de baile, las protegerá y las catequizará y comenzará así, pues, un rígido proceso de “’catolización’ de la masa creyente popular”70al amparo de las nuevas autoridades de facto y el estado de sitio. 67 Cfr. Supra 42, Bravo; La religiosidad; p. 14 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 5. 69 En el capítulo II analizaremos un poco más esta temática en el contexto de la crisis actual de la Iglesia. 70 Ibid. p. 12. 68 64 Aun en aquel clima de crisis social y con la recuperación de la democracia a inicios de los 90, la festividad en honor a la Virgen del Carmen ha continuado hasta el día de hoy. Enriquecida por la reflexión teológica de los pueblos latinoamericanos, el sentido religioso festivo y trascendental no ha sucumbido. Scannone reconoce “la unión de elementos eclesiales modernos (post-vaticano II), tales como: una mayor responsabilidad, participación y apostolado del laico católico comprometido; mediaciones eficaces de parte del clero; la reestructuración de las organizaciones religiosas del pueblo; mayor periodicidad y entrega de sacramentos; nuevos estilos más participativos del ejercicio de la autoridad en la iglesia, etc.”71 La Tirana es uno de esos casos en donde la diócesis se vuelca por completo al servicio y al funcionamiento de un complejo pero eficiente engranaje eclesiástico y laical, que tiene como objetivo dar al peregrino elementos que le faciliten y ayuden a tener un mejor encuentro con Dios durante toda la fiesta, de tal modo que se pueden encontrar equipos de coordinación y logística, servicio y ornamentación, liturgia, acogida, misión, cruz roja, atención a los peregrinos, estrecha colaboración de la municipalidad de Pozo Almonte, carabineros, bomberos, entre otros. Así pues, ante cada nueva manifestación de religiosidad popular, el Consejo Episcopal Latinoamericano propone como directrices que la iglesia debe “estar muy atenta a reconocer las “semillas del Verbo” en estas manifestaciones, en sus ritos, costumbres, tradiciones y expresiones de fe.”72 De todos modos, el Catecismo de la Iglesia Católica, citando a la Sacrosanctum Concilium, recomienda que estas expresiones religiosas “se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pueblo fiel hacia ella.”73 71 Supra 1, Scanonne; Situación; p. 4 CELAM (2001); La Emergencia Indígena: desafío para la Pastoral de la Iglesia” Documento del Consejo Episcopal Latinoamericano. p.49 73 Catecismo de la Iglesia Católica (1992) 1175. 72 65 2.3. La Religiosidad Popular desde el Magisterio y su Ulterior Incorporación a la Estructura Eclesial Oficial Ya hemos enunciado algunas apreciaciones del aporte del Magisterio de la Iglesia en el contexto latinoamericano. Hablar de la religiosidad popular del continente americano desde el magisterio es un trabajo que llevará hasta el mismo Concilio Vaticano II, que será desde donde se comienza a vislumbrar luces de cambio en lo que respecta a la valoración de las muestras de religiosidad desde el pueblo. Sin embargo, esto no será suficiente, como también se ha mencionado, estas prácticas espontaneas han sido proscritas y perseguidas durante mucho tiempo, desde la colonización, finalizando en cierto modo en las épocas posteriores al Concilio, pues éstas eran entendidas como prácticas paganas, sospechosas y de un carácter más bien mágico y supersticioso. Gracias al aporte de la Evangelii Nuntiandi y la inspiración dada desde Medellín y Puebla, es cuando entendemos que la actual postura de la Iglesia ante la religiosidad popular es un proceso de aceptación o evolución histórico-progresivo, que, con luces y sombras, tendrá su culmen en el documento conclusivo de Aparecida. A continuación, se presentará un esquema resumen del proceso que ha tenido el tema de la religiosidad popular en la realidad latinoamericana, no sin antes, a modo de síntesis, se presentan las 4 diferentes posturas que la Iglesia ha tenido frente a este proceso de desarrollo histórico: a) Rechazo: por considerarla alienante y obstáculo para llegar a una verdadera fe y compromiso cristiano. Una contraposición radical entre fe y religiosidad popular llevó a posturas de este tipo. b) Tolerancia: es una realidad que existe y no se puede prescindir de ella, pero no se hace nada por evangelizarla y orientarla. A veces hasta se llega a utilizarla, aprovechando sus organizaciones, su capacidad convocatoria y también su aporte económico. c) Aceptación: se descubren en ella valores cristianos y evangélicos insertos en una cultura determinada, que hay que asumir, purificar y dinamizar, buscando su integración en una pastoral global. 66 d) Tesoro de la Iglesia: ahora será un verdadero lugar teológico en donde, por medio de la evangelización de la cultura y el compromiso misionero de la Iglesia, se viven los valores cristianos. Es necesario un compromiso pastoral para protegerla y promoverla. Estas cuatro posturas eclesiales ante la religiosidad popular, que son en el fondo un esquema de la evolución histórica de la Iglesia de cara a estas manifestaciones de fe, no se dan de manera espontánea, más bien son el subproducto de un proceso y desarrollo histórico de la reflexión teológica de la pastoral latinoamericana de los últimos decenios, en otras palabras, hablamos de un cambio de actitud: 1945 -1960 - Junto con un redescubrimiento de lo que significa el espíritu misionero, tratando de impulsar una "pastoral intensiva" (formación de cuadros cristianos fuertes, de minorías muy fuertes para transformar el ambiente), se formula una crítica muy fuerte a la religión popular y a todo lo que es pastoral multitudinaria. Eso no calzaba con la idea de la comunidad, de lo intensivo de la élite cristiana. 1960 – 1965 - "Período Conciliar": El Concilio fue altamente influido por las nuevas corrientes y reflexiones filosóficas, y sin embargo las transformó, les dio un uso pastoral y las devolvió purificadas. Temas como la Iglesia, pueblo de Dios, la misión y evangelización como servicio y diálogo, la reforma litúrgica, que se basa en la síntesis entre la palabra y el rito, marcan una apreciación distinta del fenómeno de la religiosidad popular. Sin embargo, no fue así en la aplicación del Concilio, orientada muchas veces por teólogos y pastoralistas que, marcando muy fuertemente la distinción entre fe y religión, desprecian las manifestaciones de religiosidad popular. 1968 - II Conferencia del CELAM en Medellín: la conferencia de Medellín, sensibilizada en los elementos fundamentales del Concilio, y teniendo presente lo masivo del fenómeno religioso, reivindica lo popular, y sin ser muy fuerte en esta materia, reivindica las formas religiosas del pueblo, las formas de pastoral, las formas multitudinarias. El documento dice que “la Iglesia acepta con gozo y respeto, purifica e incorpora al orden de la fe, los diversos elementos religiosos y humanos que se encuentran ocultos en esa religiosidad como “semillas del Verbo” y que constituyen o pueden constituir una “preparación 67 evangélica"74. De este modo Medellín previene, adelantándose, a los problemas que iban a suscitarse, en contra de un pastoralismo dogmático. Pero estas reflexiones de Medellín tuvieron escasa repercusión práctica. El descubrimiento y la madurez reflexiva sobre la religiosidad popular necesitaban una base de sustentación. Para ello era insuficiente el planteamiento sociológico que ofrecía Medellín. 1975 Evangelii Nuntiandi y 1979 – III Conferencia del CELAM en Puebla: La postura de Puebla sobre religiosidad popular se sustenta en una afirmación sobre la identidad histórica de América Latina. Como pasos previos a Puebla está la "Evangelii Nuntiandi", especialmente el numeral 48 que dice que es “expresión particular de búsqueda de Dios y de la fe” y que “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”. En el ser humano y en los pueblos existe un hondo sentido de lo sagrado, que se expresa de diversas maneras, por lo que es un importante elemento de la evangelización de la cultura. Puebla, sin embargo, tiene matices en su reflexión, como bien lo destaca Ordenes diciendo que “se parte afirmando los valores positivos que la Piedad Popular contiene, destacando la conciencia del Dios Trinitario, el amor a María y los santos, la conciencia de la dignidad personal y la fraternidad, la conciencia del pecado y su expiación, como la capacidad de expresar la fe en un lenguaje total, etc. En los aspectos negativos cita aquellos elementos ancestrales presentes como superstición, magia, fatalismo, idolatría; y otros como ignorancia, deformación de la catequesis, la reducción de la fe a una mera expresión contractual, constituyendo verdaderos obstáculos para la evangelización”75. 1992 - IV Conferencia del CELAM en Santo Domingo: Siguiendo las directrices emanadas de la conferencia anterior, Santo Domingo propone la necesidad de evangelizar la cultura, mostrando la insuficiencia que existe en este ámbito y que es importante profundizar en el proceso de inculturación del Evangelio en la realidad de la Piedad Popular. En este sentido se hace una lectura positiva, en donde es considerada una “expresión privilegiada de la inculturación de la fe” formando una verdadera matriz 74 II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1968); Documento de Medellín; Medellín, Colombia; 5 Ordenes Fernández, Marco (2009); “Piedad Popular a la Luz de Aparecida. Un desafío para el ver, juzgar y actuar pastoral.”; Encuentro Sobre Misión Continental Y Conversión Pastoral Departamento Misión Y Espiritualidad - Celam, Región Cono Sur; Buenos Aires, 26 al 30 de octubre 2009. Argentina. P. 4 75 68 cultural76. Ordenes dirá que “las manifestaciones de la Piedad Popular son en sí mismas el testimonio de este proceso de encuentro y acogida del Evangelio en el continente amerindio”, aunque también, contrastándolo con Santo Domingo, existe una necesidad en la conferencia de “purificación de muchas de sus expresiones”.77 Por otro lado, complementando lo anterior, Bergoglio asegura que en esta ocasión “ya estaban dadas las condiciones para una visión menos estrecha de la realidad de las culturas latinoamericanas. Se discutió la “Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afroamericanas y mestizas” y se dieron pasos en esa dirección al reconocer nuestro “continente multiétnico y pluricultural”, con una “cosmovisión de cada pueblo”, “que buscan, sin embargo, una unidad a partir de la identidad católica” (SD 244). Se acepta, por tanto, la pluralidad cultural y social siempre que ésta no implique una pluralidad religiosa.”78 2007 – V Conferencia del CELAM en Aparecida: aquí la matriz de la reflexión se centra en el modelo de Iglesia, entendida como discípula y misionera. La apertura hacia la religiosidad popular se da en conceptos que van tomando forma armónica como la idea de Iglesia como productora de sentido y no solo eso, sino como productora de cultura. También vemos cómo los padres de Aparecida van a preguntarse cómo la Iglesia interactúa con el fenómeno social actual para dar respuestas satisfactorias al misterio del hombre. Tomarán relevancia capital para la reflexión teológica conceptos como la inculturación. Nace entonces la necesidad de evangelizar la cultura por medio de la inculturación de la fe y de entender la religiosidad popular como un auténtico tesoro, expresión del mismo papa Benedicto XVI en el discurso inaugural, quien, además, invitó a promoverla y a protegerla.79Se tratará entonces ahora de un catolicismo popular. El documento conclusivo, parafraseando a Puebla y la Evangelii Nuntiandi, dirá que esta realidad pastoral “está presente de diversas formas en todos los sectores sociales, en una multitud que merece nuestro respeto y cariño, porque su piedad “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). La “religión del pueblo latinoamericano es expresión de la fe católica. Es un 76 IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1992); Documento de Santo Domingo; Santo Domingo, República Dominicana; 36 77 Ibid. 53. 78 Supra 32, Bergoglio; Religiosidad; p.6. 79 Cfr. Supra 5, Aparecida 258. 69 catolicismo popular” (DP 444), profundamente inculturado, que contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana.”80 Como el lector puede notar por medio de este sencillo esquema-resumen, se puede concluir que se ha avanzado notablemente en la reflexión teológico-pastoral sobre la religiosidad popular. No obstante, debemos también reconocer que esto no ha coincidido siempre con las líneas pastorales concretas en las diferentes parroquias o entre los ministros consagrados. Ha sido un proceso lento a nivel de los agentes evangelizadores, influenciados fuertemente por una teología centroeuropea de marcado cuño elitista. Los pastores, en su gran mayoría, la aceptan, pero pocos descubren en ella sus elementos evangelizadores. El impulso pastoral en este nivel ha surgido más bien de algunos agentes evangelizadores, especialmente de los santuarios -como en el caso de La Tirana- muchas veces urgidos por necesidades puntuales o concretas. El tema de la evangelización de la cultura y el estudio de las raíces históricas de la evangelización en América Latina, como también su proyección hacia el futuro, las diferentes aplicaciones de Aparecida, el sentido religioso de los santuarios católicos, entre otros, ha sido tema de investigación copiosa durante los últimos años. Es de esperar que haya más intentos de explicación sociológica de los sistemas organizativos de las festividades católicas, sus implicancias políticas y su presencia dentro de las manifestaciones de religiosidad popular. Es importante esto porque es necesario que haya una aplicación de las directrices vistas, pues los procesos de transformación que la Iglesia requiere llevan tiempo y sin duda que esta época de crisis en la Iglesia será iluminada gracias a Aparecida, convirtiéndola en una excelente carta de navegación. En el siguiente apartado revisaremos el fenómeno religioso popular tomando en cuenta algunas de las características que adentrarán a la realidad festiva, la realidad sagrada y profana, el espacio sagrado y su manifestación en la danza religiosa como expresión sublime de la trascendencia y de alteridad con la realidad que está más allá de lo que los sentidos pueden captar. 80 Supra 5, Aparecida 258. 70 3. ANÁLISIS FILOSÓFICO DEL FENÓMENO RELIGIOSO POPULAR Cuando los investigadores de campo -generalmente afuerinos- se ven enfrentados a la realidad fáctica de la religiosidad popular en la fiesta de La Tirana, especialmente de los bailes religiosos, suelen quedar maravillados por lo bello de las coreografías, las texturas, la policromía, las emociones que reflejan los danzantes bajo un sol ardiente o una noche fría y un sinfín de detalles que cada quién considerará importante o curioso. Es común también ver que a los bailes religiosos se les llame cofradía, conjunto de baile, ballet o hasta grupo folklórico. Apresuradamente responden a la pregunta del “porqué del baile” ciñéndose a explicaciones de tipo carnavalesco, de ostentación, alarde o pompa, sin embargo, todas son explicaciones autorreferenciales. Estas apreciaciones, si bien son respetables por poseer puntos de vista personales o distintos, están muy lejos de ser ciertos, al menos esa es la opinión de quienes pertenecen a los bailes religiosos. El bailarín de La Tirana posee una identidad cultural arraigada en la más honda realidad que le constituye: se siente hijo del santuario, poseedor de una tradición, por lo que su danza es principalmente un acto de amor a María y, en definitiva, a Dios mismo. Por eso ahora analizaremos algunos conceptos clave, que son necesarios para entender con mayor profundidad esta realidad fenoménico-religiosa y cultural, solo así estaremos en condiciones de contrastar el sentido religioso que subyace entre la religión institucional en crisis y la religión popular. Solo entonces podremos pensar en una síntesis a modo de propuesta de superación. 3.1. Lo Sagrado y Lo Profano Desde las más remotas ideas del hombre subyace la interrogante trascendente del más allá. Toda la historia de la humanidad está acompañada de las más variopintas religiones que intentan reflejar en sus propias tradiciones, categorías, ritos y manifestaciones culturales la búsqueda de la divinidad y el sentido de la existencia. Así se ve patentado en los distintos restos arqueológicos por medio de entierros o tumbas, pinturas rupestres, tótems, instrumentos rituales, templos y un sinfín de elementos que existen hasta el día de hoy. Ante esta realidad el ser humano debe ser capaz de reflexionar acerca del pensamiento que 71 subyacía o que subyace en medio de estos instrumentos de carácter sobrenatural, que tienen como función la comunicación con la divinidad y el culto. En efecto, como ya decíamos anteriormente, las religiones comparten ciertos patrones que las constituyen, esto es una idea clave ya que el hombre, al ser religioso por naturaleza, tratará de alcanzar las más altas cumbres de su propia espiritualidad por medio de estos mecanismos y categorías de tipo mítico-sensitivas. La primera noción del más allá y de su constitución religiosa la encontramos en los ritos funerarios de los hombres prehistóricos. En efecto, el hecho de que las antiguas costumbres funerarias llevaran un gran cuidado, enterrando con el difunto sus enseres personales o herramientas, da seguridad lógica de la idea de trascendencia arcaica, es decir, la creencia en el más allá, entendiendo que la existencia no termina con el último aliento, más bien subyace una idea: la existencia no termina con el último aliento.81 Esta suele ser presentada como una prueba concluyente que desde la prehistoria ya existía una idea de que los difuntos seguían con los vivos, ya sea como espíritus tutelares o uniéndose a las fuerzas de la naturaleza. Hoy en día, dirán algunos, no se puede probar el sentido religioso de las costumbres funerarias, pues eran creencias que ya no tienen efecto en el pensamiento del hombre contemporáneo, sin embargo, el hecho de que una persona no creyente haga el acto de honrar a los muertos (por cuestiones políticas, por ejemplo), demuestra la existencia de esa idea básica, aunque con matices no claros, de la creencia de la existencia de ultratumba.82 Lo cierto es que la muerte es una constante en la vida del hombre y ante este misterio, el hombre rinde culto a los difuntos, no los deja meramente enterrados por motivos de sanidad, es una costumbre que manifiesta una sacralidad innata en la persona humana. Hablamos de una de las primeras expresiones de lo sagrado. Lo sagrado designa todo aquello que, por manifestar una trascendencia ontológica, es venerado por los hombres, es objeto de culto y patentiza la conciencia de la radical finitud de lo humano.83 Remite a 81 Cfr. Cid, Carlos – Riu, Manuel (1965); “Historia de las Religiones”; Editorial Ramón Sopena S.A.; Barcelona, España; p. 11 82 Ibid. 83 Cfr. Alessi, Adriano (1998); "Los caminos de lo sagrado: introducción a la filosofía de la religión"; Ediciones Cristiandad; Madrid, España; p. 216 72 algo último y desconocido del ser humano, y es de índole divina o sobrenatural. Es, en definitiva, el objeto religioso.84 El término sagrado procede del latín sacer, que comporta una noción de separación o de trascendencia (el sacerdote es el oficiante del culto a lo sagrado). Esta separación o trascendencia de lo sagrado es lo que lo opone a lo profano, termino absolutamente excluyente. Así pues, el lugar sagrado o santuario es el templo (fanum), mientras que lo que está más allá del templo, es lo profanum.85 Cabe destacar que tanto lo sagrado, como lo profano, no son términos unívocos. Existen varios tipos de acercamiento a esta temática y los puntos de vista al respecto son tan variados como autores y pensadores han existido. En este trabajo no se pretende analizar la postura de cada autor, más bien se busca presentar algunos pensadores que arrojan elementos que, si bien pueden no coincidir, al menos ayudan a construir una mirada general. Por ejemplo, según Rudolf Otto, el sentimiento y, en especial, el sentimiento religioso basado en la noción de lo sagrado y santo es un a priori, ya que no puede remitirse a la experiencia ni puede ser comprendido desde otro ámbito86. Así, lo sagrado se caracteriza por una experiencia terrorífica e irracional, en la que se descubre el sentimiento de espanto ante el mysterium tremendum que emana de un poder superior, a su vez provoca el temor religioso ante el mysterium fascinans que despliega la plenitud del ser.87 Al conjunto de todas estas experiencias ante lo sagrado, Otto las designa como numinosas88, por lo que lo divino se entenderá como algo absolutamente otro, sin parecido con nada humano o cósmico. En la experiencia de lo numinoso se muestra, pues, el carácter trascendente y separado de lo sagrado. Lo numinoso es entonces entendido como la categoría de lo sagrado, prescindiendo de cualquier otra determinación, y aparece como un sentimiento específico que remite a la condición de sentirse un ser creado. 84 Cfr. Ibid. p. 54 Cfr. Grygiel, Stanislaw; "Fanum e profanum: il sacro” – Fanum y profanum. Lo sagrado”; traducción de María Eugenia Flores Luna; Antropología 4; tomado el 06/05/2018 de la página web: http://kaire.wikidot.com/antropologia-4-fanum-y-profanum-lo-sagrado 86 Cfr. Ahumada Cristi, Miguel (2017); “Comentarios sobre la obra Lo Santo, de Rudolf Otto." UNILA, Brasil; tomado el 06/05/2018 de la página web: https://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/losanto1617.htm 87 Cfr. Lleó Quinzá, Xavier (2012); "Mysterium tremendum et fascinans"; tomado el 06/05/2018 de la página web: http://www.revista-critica.com/la-revista/monografico/analisis/443-mysterium-tremendum-et-fascinans 88 Supra 86, Ahumada; Comentarios. 85 73 En cambio, Fava cita a George Bataille, quien toma una dirección diferente en su reflexión sobre lo sagrado, pues dirá que el mundo humano de la trascendencia se abre ante el mundo de la inmediatez y de la inmanencia del animal89, señala este carácter terrorífico de la separación que se manifiesta en lo sagrado. Así la trascendencia de lo sagrado será entendida como una forma de mística contemporánea, no religiosa, representada por «la experiencia interior», donde lo que se experimenta no es la presencia sino la ausencia de Dios.90En este sentido, también Heidegger y Hölderlin, señalarán que lo sagrado no lo es por ser divino, sino que lo divino lo es por el hecho de ser sagrado, es decir, separado.91 Por otro lado, Mircea Eliade introduce el término hierofanía92 para designar la manifestación general de lo sagrado, que constituye la experiencia fundamental del homo religiosus93. Lo sagrado se manifiesta también en objetos o formas94, especialmente en el espacio y el tiempo. Así, surgen un espacio sagrado y un tiempo sagrado95 que manifiestan una trascendencia ontológica y poseen propiedades cualitativamente distintas del espacio y el tiempo profanos, y se caracterizan o señalan con signos y símbolos espaciales. Eliade establece algunos principios rectores a la hora de entender la complejidad del fenómeno religioso, a saber: “1) lo sagrado es cualitativamente distinto de lo profano, pero puede manifestarse en cualquier forma y en cualquier sitio dentro del mundo profano mediante la hierofanía (el objeto deja de ser lo que es, en cuanto objeto cósmico, sin haber sufrido aparentemente ningún cambio); 2) esta dialéctica de lo sagrado es válida para todas las religiones y no solo para las presuntas formas primitivas, y se ve comprobada tanto en el culto a las piedras o árboles como en la concepción erudita de los avatares indios o en el misterio capital de la encarnación; 3) en ninguna parte se encuentran únicamente hierofanías elementales, sino que siempre hay huellas de formas religiosas que, en la perspectiva de las 89 Cfr. Fava, Julián; "El místico y el pornógrafo: acerca de lo sagrado y el sacrifico en Georges Bataille"; tomado el 06/05/2018 de la página web: http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num19/autores-fava-bataille.php 90 Piña, Cristina (2013); "Héctor Viel Temperley: de Márgenes, Exclusiones y Extraterritorialidades."; Gramma, XXIV, 50; Buenos Aires, Argentina; p. 141 91 Cfr. Duque, Félix (2006); "Sagrada inutilidad (lo sagrado en Heidegger y Hölderlin)"; Eikasia. Revista de Filosofía, 2; Madrid, España; pp. 14-15 92 Eliade, Mircea (1973); "Lo sagrado y lo profano", Editorial Guadarrama; Madrid, España; p.18. 93 Ibid. p. 20 94 Cfr. Eliade, Mircea (1949); “Tratado de Historia de las Religiones, Morfología y dinámica de lo Sagrado”; Ediciones Cristiandad; Madrid, España; p 53 95 Cfr. Supra 92, Eliade; Lo Sagrado; p. 25 74 concepciones evolucionistas, se consideran como superiores; 4) pero aun prescindiendo de esas huellas de formas religiosas superiores, hallamos siempre un sistema en el que se integran las hierofanías elementales.”96 Mientras el espacio profano es de carácter homogéneo, el espacio sagrado, que se constituye a partir de un centro, posee propiedades distintas. Así mismo ocurre con el tiempo sagrado, generalmente concebido de manera cíclica, intercalado por las fiestas y los ritos que marcan los distintos tiempos. Quesada nos recuerda que también Cassirer, en su estudio de los mitos y de los símbolos, efectuado en su filosofía de las formas simbólicas, señala el papel diferencial del espacio sagrado, cualitativo, respecto del espacio mítico que, en contraste con el espacio geométrico-científico y con el perceptivo, está dirigido por la tonicidad, por el acento y las diferencias entre el tiempo sagrado y el profano.97 La interpretación y comprensión de lo sagrado ha nutrido diversas polémicas y teorizaciones en la hermenéutica contemporánea, y ocupa un lugar importante en las concepciones de Paul Ricoeur quien considera que la hermenéutica de la sospecha, nacida de Marx, Nietzsche y Freud, conduce a una arqueología del sujeto98 que busca la identificación de las ilusiones de la conciencia más allá de los intereses o motivaciones escondidas. Pero debe complementarse con la fenomenología de lo sagrado o con la fenomenología del espíritu, porque una filosofía reflexiva -dice Ricoeur- debe buscar la complementariedad de interpretaciones antitéticas, e incluir los resultados de los distintos métodos que intentan descifrar e interpretar los signos y los símbolos.99 Cuando el hombre se pregunta por la divinidad lo hace partiendo de un presupuesto que no se puede obviar: el hombre constantemente se ve de cara ante el misterio. El misterio es todo lo que el ser humano no conoce y, sin embargo, está habilitado para conocerlo. Cuando el hombre tiene una experiencia que carece de explicación, cuando le brota un sentimiento de admiración y temor, es cuando el misterio se 96 Supra 94, Eliade; Tratado; pp. 52-53 Cfr. Quezada, Oscar (2005); "Recorrido semiótico por la forma simbólica del mito. Un somero informe"; Revista Contratexto Nº 13; pp. 235-236 98 Cfr. Beuchot, M. (1992); "El porvenir político-cultural y escatológico del hombre según Paul Ricoeur"; tomado el 06/05/2018 de la página web: http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/download/342/343 99 Ibid. 97 75 hace presente. Vale la pena utilizar analogías para aproximarnos a esto, ya que no poseemos la capacidad de entender a cabalidad aquello que se presenta bajo la manifestación de lo divino. La cumbre que la razón puede conquistar es la percepción de que algo desconocido e inalcanzable existe, y que, hacia ello se dirigen todos los movimientos humanos, porque el propio hombre depende de ello. Esta es la idea de fondo cuando hablamos de misterio.100 Así pues, con todo lo que hemos visto hasta ahora, situándonos de vuelta en la realidad sacra del santuario de La Tirana y observando todos los elementos que entrega la reflexión de las manifestaciones de lo sagrado o hierofanías, se puede decir que el hombre nortino, ante el misterio sacro que se le presenta, lo representará en el cosmos, a eso lo llamaremos “Símbolo”; en efecto, esto permite que lo sagrado sea atingente y actual y que dé significado a los hombres religiosos. El símbolo es un concepto fundamental para entender la función de la hierofanía, entendida como manifestación numinosa. Cuando el hombre convierte en símbolo la experiencia trascendental, de algún modo puede percibir la presencia de lo sagrado, la sensibiliza. Por tal motivo el símbolo ocupará un lugar central en el culto, y en todo ritual, y constituye la base del lenguaje religioso. Existen muchos tipos de símbolos que, en general, pueden agruparse en: cosmológicos, soteriológicos y antropológicos. Los símbolos como constitutivos del rito, según Eliade, establecen aperturas hacia un mundo transhistórico101, por lo tanto, las “imágenes, símbolos y mitos no son creaciones irresponsables de la psique, sino que responden a una necesidad: dejar al desnudo las modalidades más secretas del ser. [...] Si el espíritu se vale de las imágenes para aprehender la realidad última de las cosas es, precisamente, porque esta realidad se manifiesta de un modo contradictorio y, por consiguiente, no puede expresarse en conceptos”.102El símbolo es el lenguaje por excelencia de la hierofanía porque a través de él se puede entrar en contacto con lo sagrado. En cada momento de su historia, la humanidad ha intentado entender la relación que existe entre su propia realidad y el sentido de la vida a la que se adjudica una dimensión sagrada. 100 Giussani, Luigi (2005); “El sentido Religioso, CAP. XI La razón enfrentada al misterio”; Ediciones Encuentro; Madrid – España (p.2) 101 Cfr. Supra 92, Eliade; Lo Sagrado; p. 31 102 Ibid. 76 En el cristianismo el símbolo ha estado siempre presente. Sin embargo, el cristianismo es la única religión que afirma que lo divino, el sentido último de la razón y de la historia, ha ingresado dentro del tiempo y la historia; y ha dado cumplimiento máximo a la exigencia de revelación que se presenta en toda hierofanía. Dicho de otra manera: “el cristianismo es una religión en la que lo divino pretende haberse introducido al interior de la contingencia y finitud asumiendo la realidad en todas sus condiciones y elementos.”103 El símbolo en las religiosidades populares no pretende ni ser universal ni objetivo. Sin embargo, “pretende ser concreto e inmediato, es decir sin intermediario entre sujeto y objeto. El símbolo es a la vez objetivo-subjetivo; es constitutivamente relación. Por eso, el símbolo simboliza lo simbolizado”.104 Ahora bien, todo lo que se opone a lo sagrado, a la divinidad, a lo numinoso, se puede considerar como lo profano. No se trata de una oposición de carácter negativa hacia la divinidad, como una suerte de ateísmo, satanismo o una despreocupación o falta de respeto hacia lo sagrado, se habla más bien de un estado de tipo no sacro, de la vida cotidiana, fuera del espacio sagrado y del tiempo sagrado. Es, en otras palabras, el estado de las cosas de cara al mundo, todo lo que no es religioso ni se enmarca en las categorías de rito o culto y que sin embargo no dejan de ser elementos que gritan por la complementariedad sacra. En palabras del mismo Eliade: “ciñámonos a comparar las dos experiencias en cuestión: la del espacio sagrado y la del espacio profano. Recuérdense las implicaciones de la primera: la revelación de un espacio sagrado permite obtener «un punto fijo», orientarse en la homogeneidad caótica, «fundar el Mundo» y vivir realmente. Por el contrario, la experiencia profana mantiene la homogeneidad y, por consiguiente, la relatividad del espacio. Toda orientación verdadera desaparece, pues el «punto fijo» no goza ya de un estatuto ontológico único: aparece y desaparece según las necesidades cotidianas. A decir verdad, ya no hay «Mundo», sino tan sólo fragmentos de un universo roto, la masa amorfa de una infinidad de «lugares» 103 Supra 61, Guerra; Pobreza; p. 6 Irarrázaval, D. (2002) “¿Adónde va la teología latinoamericana?”; Revista Pasos Nº 102, Segunda Época Julio – Agosto; San José de Costa Rica; Departamento Ecuménico de Investigaciones CELAM. P. 7 104 77 más o menos neutros en los que se mueve el hombre bajo el imperio de las obligaciones de toda existencia integrada en una sociedad industrial.”105 3.2. El Espacio Sagrado Hemos tratado hasta ahora de acercarnos a eso que está fuera de todas las capacidades sensitivas y de realidad. Hablábamos de lo sagrado. Eso que se manifiesta en las hierofanías y teofanías, experiencias trascendentales que hacen saber que ese ser está, más no lo conocemos o lo conocemos a tientas. Esta experiencia se articula en el Misterio, por medio de él y por la categoría de símbolo, pasa a ser algo sagrado. En el caso del hombre de La Tirana -y en todas las religiones-, él automáticamente categorizó el misterio en el cosmos, su religiosidad está pues manifestada en el amor a la creación. Es en el cosmos, en el espacio, en donde se puede encontrar el espacio sagrado. Según el CELAM, esta religiosidad es “macrocósmica en cuanto tiene que ver con todo lo que le rodea y microcósmica, pues dice relación con todo lo que le concierne en su vida personal”106, llámesele familia, hogar, trabajo, culto. Podríamos decir que el hombre andino-pampino experimenta “una religiosidad telúrica pues todo lo que le rodea le habla de la presencia de la divinidad. “Donde todo es altar”. La presencia ancestral del amor a la Pacha Mama es marcadamente lo primordial, “sin ella no tenemos nada, con ella lo tenemos todo”.”107 En efecto, Eliade señala que para el hombre religioso “el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones: hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de las otras: «No te acerques aquí -dice el Señor a Moisés-, quítate el calzado de tus pies; pues el lugar donde te encuentras es una tierra santa» (Éxodo, III, 5). Hay, pues, un espacio sagrado y, por consiguiente, «fuerte», significativo, y hay otros espacios no consagrados y, por consiguiente, sin estructura ni consistencia; en una palabra: amorfos. Más aún: para el hombre religioso esta ausencia de homogeneidad espacial se traduce en la experiencia de una 105 Supra 92, Eliade; Lo Sagrado. P. 27 CELAM (2002); “La Emergencia Indígena: Desafío para la Pastoral de la Iglesia”; Boletín CELAM Nº 297 p.48. 107 Ibid. 106 78 oposición entre el espacio sagrado, el único que es real, que existe realmente, y todo el resto, la extensión informe que le rodea.”108 Cuando el hombre se dirige hacia el espacio sagrado, cuando entra en él, se transfigura la realidad. Es por eso que existen los santuarios, en donde la realidad trascendental está simbolizada fácticamente y al alcance de quien desee salir del estado profano. Cuando el ser humano peregrina, lo que busca es emprender un viaje para dialogar con lo sagrado. Los peregrinos buscan en el santuario paz, salud, bienestar, trabajo, etc.109Se trata más bien de cuestiones concretas que en la vida cotidiana es casi imposible de sobrellevar, sin embargo, al llegar al santuario, el peregrino se descarga, se transfigura, deja de lado lo profano y en ese instante vive solo para contemplar a aquello que lo sustenta. En otras palabras, para los peregrinos, el espacio sagrado es un escenario en el que la vida transcurre por voluntad divina. La vida cotidiana, en cambio, entendida como espacio profano, se percibe como un lapso de tiempo finito, en la que hay que desarrollar actividades económicas, el mantenimiento de la familia, necesidad de albergue, seguridad, etc. El trabajo, la actividad más emblemática del espacio profano, implica en muchos de los casos una especie de obligatoriedad o de "mal necesario" que hay que desarrollar. Esta actividad, como en la relación entre el espacio sagrado y el espacio profano, se entiende como una contraposición entre el sistema festivo y bullanguero que anima a la religiosidad popular y las responsabilidades de la vida secular.110 Como hemos visto anteriormente, en La Tirana existe un relato fundante, una leyenda o mito que intenta simbolizar y significar la presencia de María en las tierras del norte de Chile. Esta inserción del cristianismo en la pampa del tamarugal es un claro ejemplo de cómo el espacio sagrado se configura en un espacio dador de sentido. Sin hacer uso de complicados sistemas teológico-pastorales, el sentido religioso del hombre del norte de Chile rebosará de un espíritu católico mestizo que enriquece la vida y la existencia de las personas. Precisamente, con el relato de la Ñusta nace también el santuario, que es hacia donde se peregrina. En efecto, como dirá con sus propias palabras Juan Van Kessel: “El pueblo creyente se identifica 108 Supra 92, Eliade; Lo Sagrado. p. 25 Supra 2, Guerrero; Religiosidad; p. 5 110 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 8 109 79 con el santuario, saca del mito de origen su “partida de nacimiento”. Así legitima su culto y sus pretensiones sociales frente a grupos antagónicos o competidores. El mito les ofrece también una “bandera sagrada” en la lucha por la defensa de sus derechos y la conquista de sus pretensiones. Al contar la “historia sagrada” se legitima ritualmente el culto del santuario.”111 Los cristianos católicos de la pampa del tamarugal esperan todo un ciclo anual para acudir al santuario a venerar a la Madre. Es el verdadero año nuevo. Dejan todo lo profano que hay en la ciudad y peregrinan con todas sus familias para entrar al espacio sagrado. Más que el templo, es el pueblo el sagrado. A como dé lugar las cofradías y los peregrinos llegan al destino tan anhelado, reflexionando, meditando y preparando sus corazones para la maratónica jornada festiva. En el poblado, como ya hemos dicho, todo se transfigura… de un pueblo que no tiene más de 1000 habitantes, ¡en diez días se repuebla con más de 250 mil peregrinos! de todas las localidades del norte grande y sur de chile, el sur del Perú y Bolivia y de otras localidades. Es por eso que es tan importante destacar el inacabable manantial de sentido religioso-existencial que hay en La Tirana. Por medio de la alteridad con la realidad sacra por medio de la danza, los cantos y la participación activa en los sacramentos y sacramentales, se activarán en el hombre todas las potencialidades espirituales que en él hay. El sentido de trascendencia permite sentir la real cercanía de lo numinoso, es en otras palabras el dedo de la divinidad que toca la tierra, que atrae permanentemente a todas las almas y de todas las regiones cercanas. La situación cósmica permite que el hombre se revista con nuevas fuerzas, tiene todo a la mano para hacer del rito algo particular, único, comparado a todo lo que hay en el diario vivir. Ropas sagradas, ornamentos, tradiciones y ritos que acompañan al creyente al encuentro con eso tan importante como lo es la divinidad, no solo eso, como también ya se dijo, hacia el encuentro de los hermanos, hijos todos de una misma realidad sobrenatural. Con todo lo expuesto hasta ahora, se puede ver con mayor claridad en qué medida la manifestación, es decir, el descubrimiento del espacio sagrado, tiene un valor absolutamente existencial 111 Supra 42, Van Kessel; La Prensa; p. 12 80 para el hombre religioso: ninguna tarea se puede comenzar sin una orientación previa, y toda orientación implica la conquista de un punto fijo. Por esta razón Eliade dirá que “el hombre religioso se ha esforzado por establecerse en el «Centro del Mundo». Para vivir en el Mundo hay que fundarlo, y ningún mundo puede nacer en el «caos» de la homogeneidad y de la relatividad del espacio profano. El descubrimiento o la proyección de un punto fijo -el «Centro»- equivale a la Creación del Mundo”.112 En lo que queda del presente capítulo habrá que referirse ahora a la realidad de la danza religiosa como una auténtica expresión de la trascendencia, en virtud de la manifestación del espacio sagrado y del tiempo sagrado. Las categorías como el símbolo, serán importantes a la hora de entender lo que subyace en la danza en La Tirana, no solo como elemento estético, sino que sobre todo existencial. 3.3. La Danza como Expresión de la Trascendencia Decíamos que al santuario, entendido como espacio sagrado, se peregrina. Esta es una constante antropológica. En diversas épocas vemos cómo los hombres se dirigen a los lugares de culto como norma obligatoria, o bien como necesidad de entrar en contacto con lo sagrado, que de algún modo se hace presente en lo más profundo de su ser. Tales son los casos de la Meca para los musulmanes, Jerusalén para los judíos, Compostela para los católicos españoles, Guadalupe para los mexicanos, La Tirana para el norte grande de Chile y en especial para el hombre religioso del Tamarugal. Él es peregrino por naturaleza. Una vez en el recinto sacro, todo gira en torno al culto. La vida cotidiana adquiere un nuevo status y desde el anonimato de lo profano surge un nuevo actor sagrado: el bailarín promesante. “Su danza nace de la necesidad de religarse, de reunirse con esa meta-realidad que le sobrepasa”.113 Pero, ¿cuál es esa metarealidad? ¿qué o quién convoca al bailarín?, ¿por qué se baila?, ¿qué identifica al hombre del Tamarugal con el santuario y cómo se relaciona con lo sacro? Según la mirada de Guerrero, existirían dos modos de encarar el tema de la identidad cultural de los peregrinos. El primero dice relación con el modo en que el hombre se concibe frente a la divinidad,114 112 Supra 92, Eliade; Lo Sagrado; p. 27 Cfr. Supra 41, Herrera – Alarcón; La Tirana; p.7 114 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 6 113 81 esto se puede ver reflejado fehacientemente en la realidad del bailarín promesante y no necesariamente en lo estético de su participación en la festividad tiraneña, sino más bien cuando analizamos los cantos religiosos que ellos expresan en el santuario, ya sea en el templo o en la procesión de la Virgen. En ellos, se lee lo importante que es el entrar al templo, se puede percibir de modo profundo cómo lo sagrado lo envuelve en su totalidad y absolutez, además, se siente partícipe de su dignidad de hijo, un elemento no menor que el mundo profano en su diario vivir le ha coartado.115 A continuación, transcribiré uno de los cantos tradicionales de los bailes religiosos que peregrinan al santuario de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana. Se trata del canto de entrada116 del baile “Chunchos de Victoria”, tomado del interesantísimo trabajo recopilatorio de Uribe Echevarría117: “CANTO DE ENTRADA (Chunchos de Victoria)118 Al entrar al templo se me parte el corazón, al ver aquella lindura Madre de mi salvación. A este templo tan sagrado entremos con reverencia, a adorar a nuestra Madre a su vista y su presencia. 115 Ibid. En la festividad de La Tirana cada sociedad de baile, antes de empezar a danzar, primero debe hacer su entrada a la fiesta. Se trata de una ceremonia sencilla pero muy emotiva que consiste en 3 pasos: primero se saluda con un canto al Cristo de la Cruz del Calvario; segundo, se avanza cantando por las calles hacia el templo; tercero, saludo a la Virgen. Solo recién se puede comenzar el baile en honor a la virgen en la plaza. La despedida tendrá la misma estructura, pero a la inversa. La ruta desde el templo hacia la Cruz del Calvario será marcada por el ritmo de la cacharpaya, la despedida del pueblo. 117 Supra 46, Uribe; Fiesta; p. 37 118 “Los Chunchos de Victoria” es una de las tantas sociedades de bailes religiosos de Iquique. Tiene su fundación en la oficina salitrera Victoria. Hoy extinta. 116 82 Aquí estamos, Virgen pura, nuestra Madre del Carmelo, porque venimos a verla, ábranos la puerta, cielo. Te nombraron milagrosa por tus milagros potentes, Virgen pura del Carmelo, bendice los que están presentes. En tu presencia divina nos postramos a tus glorias, presta atención, Madre mía, a tus chunchos de Victoria. A su templo, Madre mía, entramos, todos unidos a celebrarle la fiesta mientras nos hallemos vivos. Andando de noche y día al fin te venimos a hallar, con tu estrella coronada en tu santísimo altar. 83 Aquí nos tenís, Señora. de rodillas a tus pies, recíbenos como Madre y no nos abandonéis. Siguiendo con el esquema de Guerrero, veremos que la otra manera de encarar este tema de la identidad cultural de los peregrinos es el de reconocer sus normas éticas sociales que éstos manifiestan en su vida cotidiana y que se puede construir a través de observaciones del entorno119, o de su contacto con lo sagrado. Debido a estructuras como las asociaciones de bailes religiosos o al otro tipo de estructura organizacional más bien normativa y cumplidora de reglamentos de conducta, es que las instituciones religiosas populares “han permanecido vigentes durante muchos años. Son una comunidad en la que se apoyan, sustentan, conviven, significan, dan sentido, formando así tradiciones”120 aunque éstas son un poco tardías. En todo caso, estas sociedades han sabido resistir o soportar los embates de la secularización e incluso en algunos casos se asimilarán costumbres nuevas forjando así lo que Scannone definirá como un “mestizaje cultural”.121 Este mestizaje cultural es un concepto equivalente al “sincretismo religioso", el cual está muy mal catalogado por algunos sectores conservadores, ya que se tiende a confundirla con un tipo de dilución o alteración de la ortodoxia. Acertadamente Scannone otorgará al sincretismo religioso del Tamarugal dos grandes características: primero, es categoría; segundo, es interpretación.122Sin embargo estas características permiten reconocer en el sincretismo propiamente dicho una la mezcla de cristianismo y paganismo, cristianismo y superstición, y, aún más, cristianismo y magia. Por un lado, la categoría tendrá estrecha relación con las manifestaciones de lo sagrado, sus ritos y cultos; las interpretaciones, serán las 119 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 6 Ibid. 121 Supra 1, Scanonne; Situación; p. 4 122 Ibid. p. 6 120 84 elaboraciones o esquemas mentales que los hombres darán a esas experiencias con lo sagrado, lo ejemplificarán en el cosmos, que es lo que está a su alcance, así se formará el mito, la tradición oral, la historia sagrada, la danza, etc. Todo en el marco de una dialéctica llevada por siglos, de una tensión entre tradiciones y ortodoxia. Finalmente se puede asumir estas categorías desde las semillas del Verbo, que Aparecida y la reflexión teológica acerca de la religiosidad quiere rescatar, proteger y promover. Guerrero destacará la importancia de la realidad propia de cada bailarín, siendo éste una persona común y corriente, que, como se ha dicho ya, vive en un anonimato profano. Así pues, observando al peregrino bailarín, se puede notar que “éste participa activamente de la vida cotidiana. Puede ser miembro de algún club deportivo, ser bombero voluntario, dirigente de sindicato, junta de vecinos y al mismo tiempo pertenecer al baile religioso. Lo que debe procurar es no mezclar las cosas del baile y de la Virgen con la política. Este último es un tema sensible, pero no tabú.”123 Al ser bailarín se obtiene una existencia superior, debido a que participa activamente en la fiesta, pero sus quehaceres están bien delimitados con respecto a las otras organizaciones seculares. Se puede decir aquí que “la identidad del peregrino es múltiple, según lo que éste valora: ser bombero, dirigente, deportista, peregrino. Gracias a esto su inserción en el mundo es más integral”.124 Dicho esto, se pude aseverar que el baile religioso es una categoría simbólica que integra lo más sustancial de la cultura y la identidad de un pueblo, que ha sido transmitido de generación en generación. También es comunicadora de la trascendencia que suscita el encuentro con lo sagrado -en un mismo espacio sagrado-, de este modo, dirá Ordenes en el prólogo del trabajo de Herrera, que en la danza encontraremos una peculiar vinculación con el propio ritmo del organismo, con el latir del corazón, manifestando así la hondura del espíritu humano, permitiendo que la persona que desarrolla la danza, “pueda expresar lo que es, hacer memoria de dónde viene y hacia dónde va, pues de ese modo se une al sentido de lo absoluto y trascendente en la belleza de lo sagrado y lo santo.”125 123 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 9 Ibid. 125 Supra 41, Herrera – Alarcón; La Tirana; p.7 124 85 Sin embargo, no todo es perfecto. Es sabido que la cultura actual tiene sus implicancias e influencias en las nuevas generaciones de bailarines promesantes. Si bien antes los bailes religiosos de La Tirana se caracterizaban por ser familiares, de estratos humildes y de tradición pampina, hoy en día, la tendencia en algunas sociedades de baile está marcada por un evidente individualismo inmanentista, una alta tendencia a la superficialidad y a la vanagloria. Es posible encontrar algunos bailes religiosos que buscan una ostentación y opulencia en sus trajes que bien pudiera tener una connotación religiosa en el sentido de darle a la divinidad lo mejor posible, pero que, sin embargo, terminan en competencias y rencillas acerca de quién viste o baila mejor. Aun así, estos casos son aislados, pero siempre persiste el peligro de una progresiva carnavalización de la fiesta, con el riesgo de perder la razón y el sentido de la danza religiosa. En el capítulo siguiente trataremos un tema central para la articulación de este trabajo, que, si bien pareciera que es un tema aparte, es del todo importante y capital, pues las manifestaciones de la religiosidad popular nacen desde la Iglesia oficial o institucional. Es por eso que revisaremos el estado actual de la crisis de la Iglesia chilena, de modo que se buscará entender el proceso histórico que la condujo a su actual predicamento. A su vez trataremos de determinar el origen de la crisis y algunas propuestas de solución. 86 II. LA CRISIS ECLESIAL CHILENA Sin una revisión a los antecedentes históricos de la Iglesia en Chile, no se puede comprender el factor que generará la actual crisis de la Iglesia. La estructura general de la historia de la Iglesia chilena, como en todos los trabajos historiográficos, está delimitada por hitos específicos que marcan cambios profundos y al mismo tiempo abren nuevas etapas en la dinámica de la reflexión histórica. Esta dinámica está constituida en la Historia de Chile secular, que es al mismo tiempo Historia de la Iglesia en Chile, como complemento circunscrito en sus más hondas raíces, por lo que no se puede prescindir de una ni de otra, pues ambas han forjado de manera estrecha el carácter y el alma de Chile en una suerte de dialéctica socioreligiosa. Aunque es preciso decir que esta forja no le pertenece ni a la Iglesia ni al Estado, sino a la ciudadanía, al pueblo fiel que busca sentido a la existencia, y así lo ha hecho (o al menos intentado), confesando la fe católica durante casi 500 años. Con todo esto, la Iglesia ha sido un apoyo fundamental en la construcción de la trama social y política del país, con más luces que sombras, se ha ganado un destacado puesto en la Historia de Chile. Cuando una institución de tanto prestigio histórico, reconocida como baluarte moral y maestra de humanidad como la Iglesia, cae en graves acusaciones de índole moral, abuso sexual, abuso de poder y de manipulación de conciencias, eso al menos es digno de escándalo. También cuando estos casos son reiterativos revelándose toda una estructura de encubrimiento, no cabe más que pensar en la existencia de una crisis. Sin duda habrá intentos, desde algunas trincheras conservadoras, de aplicar paños fríos al asunto diciendo que, si bien no es posible negar las acusaciones ni los fallos judiciales adversos, tampoco es posible todavía hablar de una crisis de la Iglesia, mostrando la cara más cruda de un clericalismo desenfrenado e indolente. No obstante, un duro remesón para toda la feligresía nacional fue el hecho de que todos los obispos presentaran la renuncia al papa Francisco, sumándole la desgarradora carta que el papa le entregó al episcopado chileno en Roma como documento de trabajo para aquel encuentro. No hay que engañarse, como Iglesia estamos atravesando una grave crisis general: de credibilidad, moral, estructural, institucional, etc. 87 Así, pues, en este capítulo trataremos de abarcar los orígenes históricos de esta crisis, las consecuencias de la separación de la Iglesia y el Estado, veremos cómo se vivía eclesialmente antes del concilio vaticano II, cuáles eran las expectativas y en qué desembocó todo este proceso renovador, mediante acontecimientos que sin duda marcarán el devenir histórico de Chile, como es el caso del golpe de estado y la dictadura militar. Acto seguido veremos cuáles pueden ser las posibles causas del mal que se ha impregnado en la institución de Cristo, la relación con éste, el paradigma desechado de la pobreza, el abuso de poder y, lo que se puede llamar a grandes rasgos, el porqué de la ausencia de moral intraeclesial. Finalmente veremos algunas propuestas actuales para la superación de la crisis, enmarcadas dentro de la reflexión teológica de la misma Iglesia, con modelos que de algún modo sintetizan las líneas del Vaticano II, como el rol activo del laicado en detrimento del clericalismo colonial, el modelo de la horizontalidad en la Iglesia y finalmente un intento de síntesis entre fe y razón, dando algunas líneas generales de cómo la vivencia de una fe razonada, no ambigua, produce sentido a quien la profesa por medio de la praxis de la caridad cristiana. 1. GÉNESIS HISTORICA 1.1. Iglesia preconciliar Para hablar de la Crisis de la Iglesia Chilena, es necesario primero hacer un repaso del todo sucinto a la historia de la Iglesia en Chile, la relación entre el poder temporal y el espiritual y el proceso que terminará con la separación de la Iglesia y el Estado. Con este acontecimiento la Iglesia comenzará un desarrollo independiente del Estado, veremos las consecuencias de este suceso, llegando a la etapa de un Chile preconciliar, para llegar luego a las consecuencias directas del Concilio Vaticano II. Por medio de este sano ejercicio crítico podremos reconocer las características sociales, políticas y estructurales que han caracterizado el actuar y el proceder de la Iglesia frente a la sociedad civil, la moral y su postura frente a la secularización que avanza a pasos agigantados en la sociedad y que constantemente la interpela. Solo mirando hacia el pasado con mirada crítica podremos descubrir los orígenes o la génesis histórica del actual 88 predicamento que vive la Iglesia y, al mismo tiempo, podremos proyectarla hacia el futuro con una mirada esperanzadora. 1.1.1.Resumen histórico de la Iglesia en Chile hasta la década de 1920. Chile se ha caracterizado por ser un país católico, sus más hondas raíces están inscritas en la conquista española por medio de Pedro de Valdivia y su avanzada colonizadora en la que venían también sacerdotes misioneros: el bachiller Rodrigo González Marmolejo y los presbíteros Juan Lobo y Diego Pérez.126 Así, cuando el 13 de diciembre de 1540 la expedición llegó al valle del Mapocho, con la subsecuente fundación de la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura el año 1542, se constituyó la primera presencia formal del catolicismo en tierras chilenas. Tenemos pues que con los españoles llegó la fe a estas tierras, la pretensión de los misioneros no era otra que elevar estandarte de Cristo con la intención de propiciar la bendición de Dios a la naciente colonia española y la salvación de los autóctonos, siguiendo así las directrices que Cristo dio a la Iglesia.127 Cabe destacar que esta visión de salvación de las almas está en la más pura concordancia con los más hondos deseos de una Iglesia ya en crisis por la incipiente reforma protestante y con un marcado celo apostólico, comunicador de la verdad y de abolición de todo tipo de idolatría. Estos códigos, desde una mirada hermenéutica histórica, eran los adecuados y bien visto por la sociedad para la época. En efecto, para la cosmovisión de aquellos años, una iglesia que no anuncia y no convierte al mundo al catolicismo, la religión verdadera, no es digna de Cristo. Por tal motivo era imperioso que la Iglesia sea levantada como un faro que ilumina el quehacer político y social. Con esta idea de fondo se entiende entonces una característica fundamental que acompañará el camino 126 Aliaga Rojas, Fernando (1989); “Iglesia en Chile: Contexto Histórico”; Ediciones Paulinas; Santiago, Chile; p. 8 Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.» Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. Mc 16, 15-20 127 89 de la Iglesia en Chile: una inquietante ostensión por el poder temporal128, sustentado en el poder espiritual, propio de la Iglesia. Así, pues, con la creación de la diócesis de Santiago el año 1561, la misión se hará cada vez más intensa, al tener independencia de la diócesis de Lima. A lo largo del territorio de la Gobernación de Chile, los misioneros que se adentraban en la geografía local tenían diversos tipos de desafíos por cumplir antes de poder convertir en cristianos a los miles de aborígenes que habitaban la parte sur de las tierras conquistadas. A lo largo del territorio se observa que los diversos grupos étnicos que ya habitan la gobernación reciben de formas distintas el anuncio del Evangelio por parte de los misioneros, corriendo dispar suerte en el encuentro entre dos mundos distintos. En efecto, no era lo mismo evangelizar a un diaguita que a un alacalufe, mucho menos a un mapuche-araucano. Aun así, a grandes rasgos, la empresa evangelizadora fue un éxito, se entiende así por la proliferación de nuevas ciudades en toda la gobernación. La conversión de las comunidades indígenas fue bastante rápida gracias al trabajo sistemático y no sin sacrificios de mercedarios, jesuitas, franciscanos, agustinos y dominicos. La única piedra de tropiezo fue, como también lo fue para el poder temporal, el conflicto con los fieros mapuches, un pueblo eminentemente guerrero. Así pues, simplificando la visión histórica, se va conformando las bases de un período colonial, que sentará las bases de lo que se llamará más adelante el criollismo. La vida de la Iglesia tendrá gran prestigio y serán quienes formarán a los nacidos en tierras americanas en las letras, la política y las artes. Se fundan escuelas, hospitales y como es de suponer, adoctrinarán en la fe católica a todos los bautizados. Al terminar el siglo XVIII la Iglesia sufre un gran golpe con la expulsión de los jesuitas. Esta medida significó la pérdida para el país del núcleo más numeroso y escogido del clero y el cierre de gran parte de los colegios de Chile. A este golpe se añadió la caída de la monarquía en 1808, su eventual crisis y el advenimiento de la revolución de la Independencia en 1810. Ambos acontecimientos dividirán al clero y desorganizarán por varios años la vida de la Iglesia en el país, volviéndola acéfala. La actividad económica y el progreso de la clase burguesa, a la par de la influencia europea de emancipación nacidas de la Ilustración y de la 128 Entendido como una capacidad de intervenir con potestad en asuntos propios del Estado. 90 Revolución Francesa, serán los gatillantes de uno de los más grandes conflictos de la sociedad chilena. La Iglesia y sus feligreses se verán polarizados durante este período, ya que varios grupos religiosos al interior de los conventos y monasterios se veían a favor de uno u otro bando, es decir, realistas o independentistas, según fuera la ascendencia. Esta suerte de polarización acompañará a la historia de Chile hasta la actualidad, aunque con posturas más bien mutadas, pero bastante delimitadas, es decir, conservadores y liberales-progresistas. Además, como lo hace notar Silva, “el rompimiento de los vínculos con España afectó tanto a la vida civil como a la vida religiosa. De aquí se originó una profunda crisis y un consiguiente estancamiento en la vida de la Iglesia. Por espacio de 40 años se produjo un vacío en el nombramiento de Obispos. Algunos debieron regresar a España y la ayuda de sacerdotes extranjeros prácticamente se cortó. A esto hay que agregar la activa penetración de ideas liberales y laicistas que encontró un clero débil y con escasa formación. Se dictaron algunas leyes contra las órdenes religiosas, pero en Chile no hubo grandes confiscaciones de bienes de la Iglesia ni cierre de Seminarios.”129 Sin embargo, lograda la independencia, don Bernardo O’Higgins entronizará a la Virgen del Carmen como Patrona de Chile, un aliciente beneficioso que se enraizará en todo el imaginario religioso del país, que, por cierto, traerá luz a una sociedad convulsionada. Después de la independencia y la reorganización de la sociedad chilena como República conservadora (1823-1861) le seguirá un tiempo de inestabilidad política, sucedida luego por un gobierno liberal, las dos guerras del Pacífico, la primera contra España (1864-1866) y la segunda contra Bolivia y Perú (1879-1883), continuada por una guerra civil, destructivos terremotos y maremotos. En todos estos acontecimientos la Iglesia estuvo presente impartiendo socorro y ayuda solidaria, siempre con una presencia prominente y con autoridad. La lucha con el liberalismo laicista llega a su cúspide a fines del siglo XIX en que se implanta el matrimonio civil y se secularizan los cementerios. Son los conflictos entre la Iglesia y el Estado. Más tarde, a comienzos del siglo, las estructuras religiosas comienzan a mejorar. Hay una continua multiplicación de 129 Silva Cotapos, Carlos (1925); “Historia Eclesiástica de Chile”; Imprenta San José; Santiago, Chile; p. 87. 91 diócesis y parroquias. El anticlericalismo decrece y se advierte una seria preocupación por la evangelización del pueblo y la ayuda de clero del exterior vuelve nuevamente a fluir. Sin embargo, un nuevo orden social comienza a forjarse ya en las primeras décadas del siglo XX. Un factor meramente cuantitativo, la explosión demográfica, hace que la proporción de católicos por sacerdotes crezca notablemente. Y este aumento cuantitativo de la población vino acompañado de profundos cambios cualitativos. Las masas aspiran a participar en el progreso de la vida moderna provocando profundas transformaciones en todas las estructuras sociales. La Iglesia, acostumbrada a los engranajes propios de la cristiandad y refugiada en su propia doctrina de cara a las distintas interpelaciones desde el protestantismo y el secularismo, enfrentó este cambio social con fuerzas poco favorables. Siendo el clero absolutamente insuficiente para cubrir las necesidades del aumento de población, las grandes masas obreras comenzaron a desarrollarse al margen de toda influencia sacerdotal. A esto hay que añadir la falta de preparación de algunos sectores del clero y de los católicos dirigentes para adaptarse a los nuevos problemas creados por el despertar de las masas y las recientes ideologías laicistas y marxistas. Hasta ahora hemos hecho un resumen en el que se puede apreciar, a grandes rasgos, el proceso de establecimiento de la fe católica en tierras chilenas. También hemos visto algunos de los hitos coyunturales más críticos, que han llevado a la Iglesia chilena, no sin momentos de tensión, hasta el siglo XX. A continuación, entraremos derechamente en uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Iglesia chilena, es decir, su separación definitiva del Estado. Un acontecimiento, que como ya se ha mencionado, traerá importantes consecuencias en toda la sociedad chilena y por cierto en la Iglesia misma. 1.1.2.Separación de la Iglesia y el Estado. En términos formales, la separación legal entre Estado e Iglesia en Chile sobrevino ante la necesidad de reformas al Estado por la crisis que este atravesaba. En 1924, un grupo de personalidades militares dieron un golpe de Estado con el objeto de imponer reformas liberales, lo que obligó al congreso a despachar rápidamente un paquete de leyes sociales entrampadas en el parlamento. Esto concluyó con el 92 presidente Arturo Alessandri abandonando el país tras renunciar a su cargo, asumiendo en su reemplazo una junta militar. Sin embargo, la seguidilla de conflictos internos y la presión política hizo caer a esta junta en 1925 y depositó el cargo en manos de Emilio Bello Codesio, el cual llamó a Alessandri para que retomara su puesto. Este, demostrando sus hábiles dotes de político, puso condiciones para su regreso; entre ellas estaba la redacción de una nueva constitución que reemplazara la de 1833, en la cual se debía incluir la separación legal entre la Iglesia y el Estado. Por supuesto que la idea alertó inmediatamente a la jerarquía chilena, sobre todo al arzobispo de Santiago, Crescente Errázuriz, quien comunicaría a los fieles su visión del asunto: "Cualesquiera que sean las condiciones en que se proponga la separación entre la Iglesia y el Estado-entendedlo bien, amados hijos -sean cuales fueran las ideas y los propósitos que inspiren el proyecto, éste lleva en sí la negación de Dios y debe ser combatido y rechazado por el católico."130 El párrafo pone en evidencia la férrea oposición que la jerarquía católica impondría al Estado para llevar a cabo su idea de separar las dos instituciones, sobresaliendo el llamado al mundo católico para combatir el proyecto. En la práctica, lo que se hace es poner en alerta a los sectores que representan al espacio sagrado para contrarrestar el ataque de aquellos que niegan a Dios. Pese a la pasión de las palabras del arzobispo, el cauce tomado por los acontecimientos fue haciendo inevitable el proceso, sobre todo, cuando en una carta que dirigió Errázuriz a Alessandri comunicaba que la única forma en que aceptaría la separación sería por expresa instrucción del Vaticano,131 lo que tenía por objetivo enfrascar al gobierno en un conflicto diplomático con la Santa Sede. Ante esta advertencia de la jerarquía, Alessandri logró una audiencia con el Papa Pío XI, quien a su vez misionó al secretario del Estado Vaticano, Monseñor Pedro Gasparri, para tratar el asunto.132 130 Araneda, Fidel (1956); “El arzobispo Errázuriz y la evolución política y social de Chile"; Editorial Jurídica de Chile; Santiago, Chile; p. 222 131 Cfr. Ibid. 132 Cfr. Ibid. 223 93 En la reunión sostenida entre Alessandri y Monseñor Gasparri se llegó a un acuerdo en los términos en que se debía llevar la separación, donde se pactó que los artículos serian redactados mediante fórmulas conjuntas. Además, antes de la publicación de la nueva constitución todos los actores involucrados debían estar plenamente de acuerdo con la redacción y los términos de la separación, como efectivamente se hizo.133 En la evaluación de este proceso, la historiografía católica actual ha dicho que la separación fue positiva por que permitió una mayor independencia de la Iglesia, pues la desligó de las preocupaciones de orden político que la habían afectado durante el siglo XIX, lo que posibilitó el crecimiento del espíritu social de los católicos chilenos. Así lo expone Fernando Aliaga: "A partir de la década del 20, la jerarquía eclesiástica depone la actitud polémica que la encerraba en la defensa de sus privilegios, propios de una época de cristiandad que la hacía ser adicta absoluta de la aristocracia terrateniente. En cambio, va adquiriendo una mayor identidad y una apertura progresiva a los grandes problemas sociales”.134 En la misma línea de análisis está la apreciación de María Antonieta Huerta y Luis Pacheco; "... a partir de ese momento, claramente la iglesia deja de ser defensora del statu quo y comienza a promover el cambio social, considerando que el origen del problema está en las desequilibradas estructuras nacionales.”135 Una visión más crítica del rol de la iglesia, pero acertada, la entregan Gabriel Salazar y Julio Pinto, quienes aseguran que la separación entre Iglesia y Estado obligó a la primera a reformular su acción sobre la sociedad chilena, planteándose la misión de lo social, que tarde o temprano, haría que se encontrase nuevamente de lleno en temas de la contingencia política; 133 Cfr. Ibid. 224 Aliaga, Fernando (1979); "El servicio de la palabra en la iglesia católica chilena (1958 – 1978)".; Teología y Vida, V, XX, - Pontificia Universidad Católica de Chile; Santiago, Chile; p. 166 135 Huerta, María Antonieta y Pacheco, Luis (1988); "La Iglesia chilena y los cambios socio políticos"; Revista Pehuén; Santiago, Chile; p. 162 134 94 "Teóricamente, la iglesia quedó abocada a la tarea de tejer una nueva y santa alianza, ya no con el César de turno, sino con su feligresía y la sociedad civil. Más aún -según indicaba el pensamiento papal-: con la baja sociedad civil. Lo que no implicaba enclaustrar la "acción católica" en la intimidad del altar y la familia sino en la comunidad exterior de todos los hombres y mujeres; sobre todo de los pobres y desamparados."136 Cualquiera sea la visión que se tenga, los historiadores coinciden en que después de 1925 la Iglesia católica tuvo que reorientar su acción social, pues era una forma efectiva de mantener su influencia y legitimidad frente a la sociedad, una legitimidad que antes poseía por el peso de la tradición, y que ahora, debía ganarse en su preocupación por los sectores más pobres de la sociedad.137Un indicador del cambio que iniciaría la Iglesia fue el plan de reforma que se llevó a cabo entre 1925 y 1929, y que dio origen a nueve diócesis: Valparaíso, Temuco, San Felipe, Rancagua, Linares, Talca, Chillán, Antofagasta e Iquique. Todas tenían la función de ampliar y profundizar el trabajo hacia los fieles. No se puede perder de vista en todos los casos, que esta reorientación no es exclusiva de la Iglesia chilena, pues responde a un proceso de modernización de la Iglesia en general con la Doctrina Social y que se iría desarrollando a lo largo del siglo, proceso que con el paso de los años tendría como protagonista al catolicismo latinoamericano, que dado el contexto de pobreza en que se encontraban los países de la región, abogarían por un acercamiento más activo y comprometido con las masas populares. Así, pues, como la Iglesia, también el Estado tendrá su propio proceso de transformación: de uno confesional a uno laico. En todo caso vale la pena recordar que la laicización del Estado es uno de los temas fundantes de la historiografía tradicional chilena moderna y el que separa la escuela conservadora de la liberal en el siglo XX. Así lo afirma Serrano, muy acertadamente, cuando dice que, si bien “ambas se identifican con la formación del Estado nacional y con la Independencia republicana, no obstante, ambos, también interpretan desde ángulos opuestos el sentido de la historia del siglo XIX”. Podríamos exponer esta 136 Salazar, Gabriel y Pinto, Julio (1999); Historia Contemporánea de Chile, Tomo I" LOM; Santiago, Chile; p. 230 Cfr. Marcial Sánchez Gaete (2014); "Historia De La Iglesia En Chile. Una Sociedad En Cambio. Tomo IV"; Editorial Universitaria; Santiago, Chile; P. 137 95 idea de la siguiente manera: Si para la facción liberal la separación Iglesia-Estado es una historia política que relata el progresivo ensanche de la libertad y de la tolerancia, de la autonomía de la razón de la sujeción religiosa, para la historiografía conservadora es la historia de la pérdida de poder del Estado central autoritario, que se disuelve en el partidismo liberal primero y democrático después. A la pregunta de por qué Chile fue el primer Estado nacional del continente en consolidarse como tal después de la Independencia, la respuesta es clara: porque la República Conservadora (1830-1861) habría sido la continuación del Estado español católico centralizado y autoritario, aunque su fundamento no fuera religioso sino jurídico. La decadencia de Chile no viene de la República, sino de la secularización, de la separación de las esferas religiosa y civil que es la que permite una sociedad plural. Es ese pluralismo liberal, descrito como partidismo, el que mina las bases del poder del Estado, quiebra la unidad nacional e inicia la decadencia.”138 Esto que dice Serrano es una de las principales consecuencias de este acontecimiento, pues como ya se ha mencionado, la polarización de la población chilena ha durado hasta el día de hoy, no sin épocas de violencia y de un odio visceral hacia el bando político contrario. Esto permitirá que el laicado católico ahora se vea inmerso en un lento, pero consecutivo proceso de secularización, pero con una marcada influencia de la doctrina social de la Iglesia, especialmente con la Rerum Novarum que favoreció la creación de grupos, asociaciones y sindicatos católicos y se convirtió en un punto de referencia constante para los sucesivos pronunciamientos eclesiásticos.139 Sin embargo, Correa da una panorámica un poco diferente, pues afirma que, en realidad, en la Iglesia, la secularización “ha sido sólo parcial cuando no aparente y la nostalgia de la cristiandad es arraigada. Así es como la Iglesia se sigue pensando a sí misma como el "alma de la nación", la garantía de su unidad y el fundamento ético y espiritual del Estado.”140Esto es interesante pues es indiscutible que tanto tiempo ostentado el poder en las conciencias hace que tal o cual institución tenga más de alguna resistencia 138 Serrano, Sol (2003); "Espacio público y espacio religioso en Chile republicano"; Teología y Vida, Vol. XLIV; Pontificia Universidad Católica de Chile; Santiago, Chile; p. 346-355 139 Cfr. Giraudier, Élodie (2015); Los Católicos Y La Política En Chile En La Segunda Mitad Del Siglo XX; Revista CESLA, Nº 18; Santiago, Chile; pp. 213-237 140 Correa, Enrique (1986); “Cristianismo de izquierda e Iglesia popular. Continuidad y ruptura del 60 al 80"; Nueva Sociedad Nº 82, marzo-Abril; pp. 102-109; Santiago, Chile; P. 105 96 a los cambios o a una transformación radical. Sin embargo, continúa Correa, “Aunque en la mayoría de los casos Iglesia y Estado están formalmente separados, la Iglesia ha sido aliada de los conservadores, de los liberales y de los reformistas, en distintos casos, siempre guiada por la obsesión de no alejarse del Estado y de cumplir un '''rol tutelar" en relación con él.”141 La mencionada orientación hacia los temas sociales fue otorgando a la Iglesia chilena una experiencia que le sería sumamente útil en el futuro, sobre todo por el rol que fue tomando en ella la juventud católica; los espacios en que esta se fue haciendo presente harán de ella un elemento esencial en la nueva estrategia del catolicismo para acercarse a las masas, mientras que a su vez articularían el discurso del “cristianismo social” como propuesta política y la participación de los laicos como referente de la "nueva evangelización". 1.1.3.La Iglesia de la acción social En los años sucesivos, la Iglesia católica chilena en su facción más conservadora, aceptaba de mala gana las ideas sociales-cristianas, pues las veían como una infiltración de tipo materialista en la Iglesia.142 El Episcopado nacional promoverá paulatinamente una pastoral que considerará la necesidad de profundas reformas sociales en el país143, a pesar de la tenaz oposición de algunos sectores. Es en esta época en donde aparece una luz para la Iglesia chilena, quien con su vida y su ejemplo de caridad cristiana remecerá las conciencias de toda una sociedad: la figura de san Alberto Hurtado Cruchaga S.J. Es importante destacar que él cuestionó la catolicidad de los chilenos, pues en aquella época casi todos los chilenos se decían católicos, pero a muy pocos les preocupaba su prójimo, mucho menos si eran de extrema pobreza. 144 Cuestionó entonces el catolicismo social por su deficiencia material y su deficiencia espiritual. Fundó en 1944 el Hogar de Cristo para formar una conciencia social en el país mediante el uso de los medios de comunicación y el llamado a las donaciones, especialmente a las empresas. Creó la ASICH (Acción Sindical 141 Ibid. Cfr. Supra, Giraudier; Los Católicos; p. 136 143 Supra 133, Huerta – Pacheco; La Iglesia; p. 164 144 En la conocida obra de Alberto Hurtado: ¿Es Chile un país católico? 142 97 Chilena) para capacitar a los obreros proletarios en la Doctrina Social de la Iglesia e impulsar los cambios laborales y sociales impregnándose de los valores evangélicos.145 Los conservadores no comprendieron sus acciones en favor de los más desposeídos, llegándolo a llamar incluso “el cura rojo”146. Otra de las grandes controversias de la sociedad chilena de la época tuvo que ver con la licitud de la militancia política que la Iglesia permitía para los fieles católicos, pues sólo se les permitía pertenecer al Partido Conservador, tal como se puede apreciar en este fragmento de una de las cartas del obispo de Concepción Gilberto Fuenzalida: “La Iglesia a su vez está por encima de todos los partidos, no está sometida a ninguno de ellos, su misión es mucho más amplia; a ella le corresponde el derecho –y lo conserva cuidadosamente– de enseñar cuanto se refiere a la religión y a la moral, lo mismo a los individuos que a las colectividades, sean estos partidos o naciones. Pero ella reconoce en el Partido Conservador a sus mejores hijos, a los que se sacrifican por la defensa de sus derechos; a los que confiesan en público la fe cristiana sin avergonzarse de ella; a los que ponen su pecho ante el ataque de sus adversarios; a los que defienden palmo a palmo la causa de Dios en el gobierno de los pueblos. Para este partido tiene la Iglesia sus afectos de gratitud y sus mejores bendiciones.”147 En su Tesis para optar al grado de magister Mauricio Cuadra presenta un sencillo, pero eficaz esbozo acerca de la creación de la Conferencia Episcopal chilena: La situación política y social del país exigiría de un organismo que representara a los Obispos frente a la opinión pública frente a las contingencias del día a día. Esta necesidad sería reforzada por la experiencia de obispos en diferentes países europeos, que, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, habían formado cuerpos colegiados para emitir sus opiniones y acuerdos. Así, pues, se funda la "Conferencia Episcopal Chilena" el 5 de noviembre de 1952, su 145 Entrevista al padre Renato Poblete Barth S.J.; Santiago, Chile (02/01/2007). Tomado el 09/07/2018 de http://www.iglesia.cl/entrevista_sac/23062014_902am_53a8255rpb24.pdf 146 Es decir, “el cura comunista”. 147 Fuenzalida, Gilberto (1918-1935); “Cartas pastorales del Excmo. S. Obispo de Concepción Don Gilberto Fuenzalida.”; Imprenta San Francisco; Concepción, Chile; pp. 234-235. 98 primer presidente fue José María Caro (arzobispo de Santiago) y como Secretario General figuraba Jorge Larraín (Obispo de Chillán). Es así como la naciente realidad sociopolítica hará surgir una nueva organización de la jerarquía chilena que tendrá gran relevancia en los años posteriores, sobre todo en el periodo en que se concentra esta parte del trabajo. 148 La persistencia en la oposición a estas directrices sociales continuará durante las décadas sucesivas, sin embargo, se verá opacada con la acertada promoción por parte de la conferencia episcopal del trabajo de movimientos apostólicos que proyectarán con fuerza la formación y el trabajo de los laicos en el pensamiento y la acción social católica. Con la integración de los laicos en la aplicación práctica de la doctrina social de la Iglesia se buscarán soluciones dentro de un espíritu que promueva obras de tipo mutual y cooperativo, la sindicalización, la capacitación del mundo del trabajo, la educación, etc. A su vez los obispos de Chile impulsarán toda una corriente social en el país tendiente a promover grupos y obras sociales-cristianas. Al abordar las problemáticas sociales que afectaban al país, el episcopado reiterará insistentemente en la urgente necesidad de encontrar soluciones a los problemas que vulneran directamente a los sectores populares. Declaraciones, y acciones que le conducirán por una parte a “romper los lazos que le unían a la oligarquía terrateniente, y, por otro lado, a afirmar un compromiso más pleno por el desarrollo integral del hombre, la promoción de la clase obrera, la lucha contra el hambre, la miseria, etc.”.149 Esta será la carta político-social de gran parte del clero chileno y de los laicos, comprometidos con quienes más sufren las injusticias, desigualdades y abusos de los sistemas capitalistas e ideas marxistas. La denuncia de todo cuanto provocase un detrimento de la dignidad humana era motivo para que la iglesia y sus ministros tomasen la palabra y orientasen las tendencias haciendo uso de la moral cristiana. Esto, a pesar de ser algo bastante bueno, no deja de ser preocupante, pues recuerda la crítica de Correa en cuanto a que “La Iglesia se ha visto, allí, en la obligación de amparar, inspirar e incluso impulsar a las organizaciones 148 Cfr. Cuadra Muñoz, Mauricio (2007); “la iglesia católica chilena y su influencia en las conductas del estado; avances y retrocesos del progresismo político religioso durante el gobierno de la unidad popular”; Tesis Magister en Historia, mención Historia de Chile, Universidad de Chile; Santiago, Chile; p.32 149 Conferencia Episcopal Chilena (1961); “Carta pastoral con motivo de la Encíclica Mater et Magistra”; Editorial CECH; Santiago, Chile; p. 5 99 sociales independientes del Estado. Con todo, este papel es visto, en muchos casos, como algo circunstancial y lo principal sigue siendo el Estado y la refundación de un orden que le devuelva estabilidad y legitimidad.”150Aun así, esta visión de la Iglesia, anhelando el poder de antaño y luchando por permanecer en el acontecer nacional, podría bien tener un carácter circunstancial, dado que la Iglesia tiene el derecho y deber de defender la dignidad de las personas y denunciar cualquier atropello a esta dignidad. Por otro lado, si la Iglesia no lo hiciese, sería criticada por no pronunciarse al respecto. La acción social de la Iglesia no será un trabajo homogéneo, pues como ya se dijo, las elites conservadoras, bastante minoritarias, pero poderosas en recursos, seguirán de cerca, no sin recelo, esta relación social de la Iglesia con el pueblo. Esto durará hasta la actualidad, teniendo ciertos matices y apertura del conservadurismo, pero todo siempre en el marco de la evangelización y no ya como trabajos eminentemente sociales. Como fuere, el paradigma de la doctrina social de la Iglesia, el testimonio de san Alberto Hurtado y los líderes que se estaban gestando en la formación para enfrentar desde el cristianismo la cuestión social, permitió que en la Iglesia chilena se viviera una verdadera “primavera de la ortopraxis de la fe”, o, si se quiere, “primavera de la caridad social-cristiana”. Para el filósofo e historiador Enrique Dussel, esas iniciativas “denotan un compromiso “preconciliar” que considera a la doctrina social cristiana como parte integral de la concepción cristiana de la vida”.151 Un compromiso que no solamente se concretizará en la publicación de documentos de orden social, los que en la evaluación de los mismos obispos “han permanecido silenciados o han sido citados en forma parcial o mutilada”152, sino que tratarán de situar la acción pastoral de la Iglesia dentro de un contexto histórico mucho más amplio. Consecuentes con esta línea pastoral, la Iglesia promoverá la realización de acciones concretas como lo será la puesta en marcha de la Reforma Agraria.153De esta etapa saldrán grandes obispos, líderes en la acción social y con una sensibilidad evangélica y pastoral, que, en las crisis venideras, su accionar y sus memorias, serán el 150 Supra 137, Correa; Cristianismo; p. 105 Dussel, Enrique (1983); “Historia de la Iglesia en América Latina: Coloniaje y liberación (1492-1983)”; Editorial Mundo Negro; Madrid, España; p. 355. 152 Conferencia Episcopal Chilena (1962); “La Iglesia y el problema del campesinado chileno.”; Editorial CECH; Santiago, Chile; p. 135. 153 Cfr. Conferencia Episcopal Chilena (1970); “Obispos chilenos y reforma agraria”; Revista Mensaje 190; Santiago, Chile; p. 308 151 100 sostén de la Iglesia. Un ejemplo claro es el del Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien en sus inicios como sacerdote ejerció como profesor de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, fundó la Federación de Institutos de Educación (FIDE) y la revista Rumbos (1948). Organizó el Instituto Católico de Migraciones (INCAMI) en 1954, y dos años después se hizo cargo de la filial en Chile de Cáritas Internacional. Fue consagrado obispo de Valparaíso en 1959, en 1961 fue nombrado arzobispo de Santiago y un año después fue nombrado cardenal por el papa Juan XXIII por lo que participará activamente en el Concilio Vaticano II, consciente de todos los problemas que existían en la sociedad chilena y en el mundo en general. Las tensiones ahora en la etapa preconciliar serán entre la Iglesia, representada en el imaginario político de la época en la figura del cardenal, y las manifestaciones extremas tanto del partido conservador, como del partido comunista. Según Fernández, el alcance de la participación de los católicos en la política “produjo la resurrección de un fenómeno que se había dado por extinto: el clericalismo, entendido como la visibilización crítica de la injerencia activa y proselitista de sujetos vinculados a la Iglesia Católica en el debate y la actividad política contingentes. Como es de imaginar, la acusación o defensa de este nuevo clericalismo dependió de la posición política que asumieran los agentes políticos intervinientes y de la ubicación en el espectro partidista desde el cual emanara la vindicación o el anatema.”154A este acontecimiento debe sumarse el conflicto interno en la jerarquía eclesiástica, como sus repercusiones en el pueblo fiel. Cada uno tomará bandos e intentará interpretar el Evangelio desde sus propias creencias políticas. De esto se manifestará una corriente de opiniones en cuanto a la orientación política que podrían tener ciertas autoridades eclesiásticas. En esta misma línea, Fernández dirá que “lo que resalta es que su sola existencia dejaba en evidencia que, en la configuración del campo político chileno de la década de 1960, la opinión de inspiración católica poseía un lugar reconocible por los agentes que formaban parte de él y era parte fundamental de las relaciones de poder que a su interior se confrontaban. ”155 154 Fernández Labbé, Marcos (2017); “La tierra no es el cielo, pero el cielo comienza aquí en la tierra. La cuestión del clericalismo en el campo político y el pensamiento católico chileno, 1960-1964"; Revista Historia Nº 50, vol. I, enerojunio; Santiago, Chile; pp. 11-47; p. 14 155 Ibid. 101 El evidente desgaste de la Iglesia en el mundo político, social, intelectual, la lucha contra el protestantismo, el sin fin de ataques que recibió desde las ideas de la Ilustración y de la Revolución Francesa, el avance de la filosofía secular, sumándole los pasos agigantados del progreso de las ciencias experimentales, económicas y sociales, las dos temibles guerras mundiales y la guerra fría, condicionaron una posición defensiva que el catolicismo mantuvo hasta la década del 60. La necesidad de una renovación era justa y necesaria. Tal fue el clamor de muchos obispos del mundo desde hacía tiempo, por lo que el papa Juan XXIII convocará al Concilio Vaticano II el 25 de enero de 1959, con el propósito de poner al día y propiciar la renovación de la Iglesia. El concilio sobrevino sobre el mundo católico como una oportunidad magnífica de dialogar sinceramente con la realidad moderna, de este ejercicio, de algún modo, se validaría la acción social de la Iglesia en el mundo secular, como fruto directo del acto de fe. Sin embargo, todavía quedaba camino por recorrer. El mundo católico chileno se irá configurando entre un vaivén de relaciones tensas entre política y religión, hablamos de toda una dialéctica de tipo simbólica, ideológica e institucional que reflejará al mismo tiempo las contradicciones del espacio católico tanto en la concepción política, social y colectiva de los feligreses y del clero en todo lo que restaba del siglo XX. Así, el concilio y su recepción en América Latina, la aparición de la Teología de la Liberación, los procesos de conflictividad social de la segunda parte del siglo, la vía democrática chilena hacia el socialismo y el ascenso de la dictadura militar en el mismo periodo, serán los elementos que marcarán el devenir de la Iglesia chilena hasta la actualidad. Las posturas que cada católico tomará según su ideología política tendrán consecuencias irreversibles. 1.2. Expectativas y frustraciones La primera reacción al Concilio fue en su mayor parte favorable. El desarrollo del Concilio Vaticano II en el país fue seguido con mucha atención por la sociedad chilena, especialmente por los miembros del clero y laicos comprometidos. A través de los medios de comunicación, especialmente de la Iglesia, se informaba sobre los debates de las distintas sesiones que tuvo el Concilio y las intervenciones del Cardenal Silva Henríquez y obispos chilenos. Es así como, una vez concluido el Concilio, se organizaron debates y 102 seminarios para dar a conocer el alcance de las reformas. Sin embargo, puesto que ciertas corrientes de cambio radicales continuaron extendiéndose por la Iglesia, los grupos católicos más conservadores empezaron a temer que las reformas hubieran sido demasiado extremas. Surgieron grupos disidentes, y algunos críticos desafiaron la autoridad, tanto del Concilio, como de los papas que habían llevado a cabo lo decretado por aquél. La oposición a los cambios en la liturgia de la Iglesia se convirtió en un punto conflictivo para los que no estaban de acuerdo con que los cambios fueran más profundos. Sin embargo, el influjo más importante se produjo tras la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín en 1968. Este encuentro tuvo como fin reflexionar sobre la manera en que se recogerían e implementarían en América Latina y el Caribe las reformas del Concilio Vaticano II. En sus documentos finales la conferencia dejó en claro que la Iglesia Católica se adaptaba a los nuevos tiempos históricos que vivía el continente, al señalar ya en la introducción de su documento final que, "La Iglesia Latinoamericana, reunida en la Segunda Conferencia General de su Episcopado, centró su atención en el hombre de este continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico. De este modo ella no se ha 'desviado' sino que se ha 'vuelto' hacia el hombre, consciente de que para conocer a Dios es necesario conocer al hombre".156 Es de especial atención la sentida adhesión a la opción fundamental por los pobres, promovida por el concilio y las sucesivas conferencias latinoamericanas, que algunos sacerdotes harán en respuesta a la apertura magisterial que supuso el concilio, a su vez, como respuesta a la descristianización que ya se veía en otras latitudes. Este concepto, según dice Yávar, “será acuñado a partir de la experiencia francesa en las que les cupo un rol importante a los curas obreros y que fue aplicado, en el caso de Chile, a partir de la invitación que hizo el obispo Emilio Tagle a dos pastoralistas franceses, Jean François Moyte y el canónigo Fernand Boulard. Ambos, a partir de asumir que en Francia se enfrentaba un fenómeno de “descristianización”, iniciaron un proceso de reorganización de algunas diócesis francesas como respuesta a este fenómeno. Aplicando esta experiencia, Moytle y Boulard llegaron a la conclusión de que en Chile también se vivía un fenómeno similar de descristianización y, para enfrentarlo, proponían una activa 156 Supra 74, Medellín, 1 103 difusión de la doctrina social de la Iglesia que permitiera alcanzar un real y efectivo contacto con las grandes masas urbanas.”157Los “curas obreros” serán la gran inspiración para muchas personas, creyentes y no creyentes, ya que tenían como misión adentrarse en lo más hondo de la cultura y de la sociedad chilena, compartiendo el hambre y la miseria con los desamparados y desde ese lugar levantar la esperanza cristiana, siempre en una actitud profunda de servicio. En Chile, esta mirada de una Iglesia en actitud de servicio generará una efervescencia que dinamizará y movilizará a las fuerzas vivas de la comunidad, convirtiendo la existencia misionera de sus miembros en anuncio transformador de las situaciones y los ambientes del mundo: el trabajo, la familia, la política, etc. Sin embargo, no todo fue tan efervescente, pues todavía faltaba mucho por hacer y mucho en lo que trabajar para la aplicación del concilio, según cuenta Salinas: “En el año 1968, entre los cristianos de los sectores populares, trabajadores y estudiantes cundía una inquietud frente a la Iglesia. Las reformas que ha planteado el Concilio Vaticano II van muy lentas. La Iglesia “institución” y grupos conservadores se resisten a las transformaciones que los laicos mayoritariamente exigen con prontitud. El pueblo se moviliza por cambios estructurales profundos a nivel social y político de la sociedad chilena, y la Iglesia no se pone a la altura de las circunstancias.”158 Se puede notar que existe una inquietante preocupación de los jóvenes católicos de la época. Los cambios que promovía el concilio no estaban siendo acogidos por la Iglesia. Esto tiene sentido en cuanto los cambios deben ser siempre progresivos, sin embargo, ya en 1968, la impaciencia de algunos sectores progresistas quería ver los frutos del concilio rápidamente. Por otro lado, las facciones de la élite conservadora no desean ver cambios, o intentan minimizarlos, a través de sacerdotes y obispos afines. 157 Aldo Yávar Meza (2013); "Doctrina Social De La Iglesia Chilena. Tradición Y Modernidad En La Etapa Previa Al Concilio Vaticano II"; Revista Contextos Nº 30, Santiago, Chile; 83-92; p.87 158 Salinas, Luis (2018); “La toma de la Catedral y el giro de la iglesia católica chilena”; Diario U de Chile; Santiago, Chile; tomado el 09/07/2018 de la página web: https://radio.uchile.cl/2018/08/13/la-toma-de-la-catedral-y-el-girode-la-iglesia-catolica-chilena/ 104 Así se irá gestando un grupo no minoritario de sacerdotes, profesionales laicos, religiosas, seminaristas, todos con la intención de ayudar a que la Iglesia cambie de rumbo y se acerque magisterialmente a los pobres del Evangelio. Inspirados en el trabajo arduo de los “curas obreros” y de los “sacerdotes por el III Mundo”, quienes luchaban en contra de una institución paralizada, retrógrada y defensora de un estilo del pasado preconciliar, se levanta un movimiento que impulsará tenazmente esta propuesta renovadora: “La Iglesia Joven”.159 En ese momento el disgusto de los movimientos sociales-cristianos irá in crescendo al constatar que los cambios todavía se hacían cada vez más lejanos. Era entonces necesario para ellos manifestar su descontento de un modo que remeciera a toda la sociedad. Así la idea surgió: la toma de la catedral de Santiago. Un hecho inaudito hasta esas fechas. Continúa el relato de Salinas: “La Iglesia Joven” realiza diversas manifestaciones y pronunciamientos para expresar sus postulados, pero se busca efectuar algún signo más potente para dar a conocer sus propuestas, allí surge la idea de efectuar una acción que remeza a todos los cristianos y a la jerarquía: la “Toma de la Catedral”. El movimiento se organiza y a las 4.00 de la mañana del día 11 de agosto un grupo de unos 50 integrantes ingresan a la Catedral por la puerta de calle Bandera, ayudados por unas personas que habían permanecido en su interior desde la última misa del día anterior. El grupo llega en una micro que parte del local de la Parroquia Universitaria en calle Villavicencio, arrendada para un supuesto paseo a la playa. Las puertas se cierran por dentro, se colocan candados a sus rejas y en lo alto de sus torres se instala un gran cartel que señala: “POR UNA IGLESIA JUNTO AL PUEBLO Y SU LUCHA”. Al amanecer ingresan otros pobladores y sus familias, llegando el grupo de la toma a cerca de 200 personas. Los niños corren felices por los pasillos de la catedral. Las primeras bancas se 159 Cfr. Ibid. 105 colocan formando un círculo, en una mesa se improvisa un altar y los sacerdotes concelebran allí una eucaristía junto a todos los participantes. Los organizadores, aclaran que la toma no es nada personal contra el Cardenal, ni contra su Santidad el Papa, que su lucha es contra las estructuras caducas de la Iglesia y que lo que desean es que ésta se atenga al Evangelio. A media tarde, los manifestantes ponen fin a la toma y en forma pacífica entregan la Catedral a las autoridades eclesiásticas. La Toma de la Catedral, conmociona a los cristianos y se provoca un gran escándalo a nivel comunicacional, en especial en los sectores conservadores y reaccionarios de la Iglesia. La derecha rasga vestiduras, pide castigo a los instigadores y su vocero El Mercurio resalta la coincidencia del día 11 de agosto, fecha en que el año anterior esos mismos “extremistas marxistas” se habían tomado la Universidad Católica.”160 El acto de protesta tiene sus efectos inmediatos, no sin antes conocer la reacción del Cardenal Silva Henríquez, quien condenará tal acción violenta, pero al mismo tiempo reivindica el compromiso de la Iglesia con los pobres desde el Evangelio. En días posteriores, los Obispos latinoamericanos reunidos en Colombia, redactarán los acuerdos de Medellín, con una clara denuncia a la situación de injusticia que viven los pueblos latinoamericanos y un llamado urgente a los cristianos a preocuparse por los rostros sufrientes de Cristo entre los pobres. A partir de estudios teológicos que parten en Perú y luego recorren toda Latinoamérica, nace la “Teología de la Liberación”, que impactará con sus postulados a toda la Iglesia universal. Producto del aporte de esta teología es que, en Chile, como en el resto de Latinoamérica, surgen las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) a nivel de parroquias y capillas de sectores populares, los laicos cristianos se comprometen en los cambios sociales y políticos que ocurren en el país, se constituye el movimiento de “cristianos por el socialismo”. En ese mismo sentido, Costadoat dirá, observando el fenómeno de las CEB que “los sujetos teológicos pueden ser personas que ni siquiera saben leer y escribir y 160 Ibid. 106 que, por esto mismo, suelen tener una profunda captación de textos que, en el caso de los Evangelios, parecen haber sido escritos exactamente para ellos. La imagen dominante de esta revolución hermenéutica es la de la Biblia en las manos del pueblo. Que efectivamente los pobres entiendan mejor que otros el sentido de la revelación constituye para estas teologías una convicción fuera de discusión, una especie de privilegio epistemológico tomado por asalto de las mismas fuentes sagradas, las que asegurarían que la Buena Nueva es “nueva” y “buena” para los oprimidos antes que para todos y por igual.”161 Como vemos, el ímpetu dado por el concilio y su posterior reflexión y aplicación dio muchos frutos en la evangelización. La Justicia y la Caridad serán los caballos de batalla de la Iglesia para hacer frente a la cuestión social que, de algún modo se vería contrarrestada por la constante denuncia por parte del episcopado chileno, lo cual, impulsado por el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva, llevaría a cabo importantes avances en temas sociales: escuelas, hospitales, reformas importantes como la nacionalización del cobre, todo indicaba que se caminaba por un camino que auguraba progreso. Sin embargo, este proceso de evangelización y trabajo social se verá entorpecido durante los años 70 por la tensión entre la Iglesia, Estado y los movimientos extremistas, que vieron en la revolución cubana la única vía posible para el socialismo, con la intención de derribar el sistema de opresión capitalista. No obstante, en 1971 ocurre un hecho sin precedentes en la Historia Universal: sale electo democráticamente un presidente socialista, Salvador Allende. Este hito se denominará “la vía democrática hacia el socialismo”. No es de extrañar el escándalo y terror que esto provocó en las facciones de la elite conservadora de la sociedad, que, como ya se dijo, aunque minoritarias, poseían un gran capital, que por cierto no querían perder. La oposición al programa político de Allende fue muy vigorosa desde el principio y hacia 1972 se había producido una grave crisis económica y una fuerte polarización de la ciudadanía. La situación empeoró aún más en 1973, cuando el brutal incremento de los precios, la escasez de alimentos (provocada por el recorte de los créditos externos), las huelgas y la violencia llevaron al país a una gran inestabilidad 161 Costadoat, Jorge, S.J. (2005); “La hermenéutica en las teologías contextuales de la liberación"; Teología y Vida, Vol. XLVI, Pontificia Universidad Católica de Chile; 56-74; P. 107 política. Esta crisis se agravó por la injerencia de Estados Unidos, que colaboró activamente por desgastar al régimen de Allende. Así, el 11 de septiembre de 1973 los militares, animados por la derecha, liderados por el general Augusto Pinochet, tomaron el poder mediante un golpe de Estado, pereciendo Allende en la defensa del palacio presidencial. La junta militar disolverá el congreso y se dictará ley marcial. Los sucesos posteriores serán un triste momento para la Historia de Chile: se perseguirá, torturará y exterminará sistemáticamente a cualquier ciudadano(a) que comulgue con todo aquello que tenga cierto tinte socialista o marxista, produciéndose graves atentados a los derechos humanos. El golpe civil y militar de la derecha conservadora se encuentra ahora ante una Iglesia que por un lado tiene una importante participación de los laicos en la sociedad, con una amplia presencia y cercanía a los dolores del pueblo y un compromiso de los Pastores por la suerte de los que sufren. En esas condiciones, la Iglesia se transformará rápidamente en la voz de los que no tienen voz y la defensora de los derechos humanos transgredidos. Al mismo tiempo surgirán sectores de la Iglesia minoritarios que validarán y justificarán los actos atroces de la dictadura militar, liderados por el obispo Jorge Medina y del mediático sacerdote Raúl Hasbún. El análisis de Guillermo Marín es correcto al determinar en cierto modo en qué consistía la polarización política tanto de la Iglesia como de los laicos: “En algunos casos, líderes eclesiales se relacionaron con grupos de izquierda y se configuró una nueva corriente política nutrida por las ideas de la teología de la liberación, que se declaraba de izquierda y cristiana. Esta postura intentaba hacer frente a la crítica de la izquierda marxista acerca del cristianismo, y proponían que no exista contradicción entre las reflexiones de Marx en torno a los trabajadores y lo que proponía la doctrina católica. En otros casos, sectores de la Iglesia, movidos por el miedo de que las ideas de la URSS y de los países comunistas llegaran a gobernar, se unieron a sectores de derecha nacionalistas, lo que promulgaban el catolicismo como respuesta al ateísmo marxista. Era casi una cruzada por impedir que el marxismo y sus ideas anticlericales crecieran y se apoderaran de los Estados nacionales latinoamericanos.”162 Como fuere, la reconciliación nacional será una meta que la Iglesia se propondrá, pero hasta el día de hoy no ha sido posible concretar. 162 Marín Vargas, Guillermo (2014); “Iglesia y Política: el vínculo entre la institución y las dictaduras en Chile y Argentina”; Revista Búsquedas Políticas · Volumen 3, Nº1, Universidad Alberto Hurtado; pp.143-153; Santiago, Chile; p. 151 108 1.3. Inadecuados modelos de liderazgo. Este momento coyuntural es del todo interesante, porque marca el principio del fin de la etapa de grandes líderes religiosos, reconocibles desde todas las capas sociales justamente por su interés de dar respuestas evangélicas a la cuestión social. Sin embargo, paradójicamente, es el momento más claro del poder de la Iglesia en toda su historia en Chile. No se trata de un poder temporal, sino de un marcado poder profético en donde la Iglesia denunció con ahínco y sed de justicia todos los abusos cometidos por la dictadura militar, el mismo Cardenal Silva Henríquez y gran parte del episcopado se convirtieron en un referente indiscutido y líderes de opinión. Fue el mismo Cardenal quien, gracias al acercamiento logrado con la dictadura, a través del diálogo, en el año 1976 crea la Vicaría de la Solidaridad, una cooperativa eclesiástica en donde las personas podían ir a denunciar todas las violaciones a los derechos humanos, se les daba asesoramiento y se les prestaba servicio judicial. No obstante, lentamente, en menos de dos décadas, el episcopado chileno cae en una, al parecer, inexplicable etapa de decadencia. La voz profética de la Iglesia se va apagando.163Esta decadencia claramente tiene explicación y debemos encontrarla, primero, en una lenta, pero estudiada operación de desmantelamiento de los pastores que conducían a la Iglesia en esos tiempos.164 A los sectores pinochetistas les incomodaba la presencia de obispos como el Cardenal Raúl Silva Henríquez, Manuel Larraín, Enrique Alvear, Fernando Ariztía, Jorge Hourtón, Bernardino Piñera, Carlos González, entre otros. Todos Obispos nombrados en el contexto conciliar, de gran capacidad intelectual, prestigio y presencia a nivel nacional e indiscutida conducción pastoral en sus diócesis. Sin embargo, ya tenían una avanzada edad. Los sectores más conservadores del Vaticano, con la ayuda de su representante en la Nunciatura de Chile, monseñor Angelo Sodano, fueron lentamente desvaneciendo el carácter del episcopado chileno, mediante los nuevos nombramientos de los Obispos. Se vetará los nombres que propongan los Obispos 163 Aunque no de todos: el Cardenal Silva Henríquez será, como siempre, la voz de la Iglesia defensora de los oprimidos hasta el día de su muerte. 164 Cfr. Claret, Juan Carlos (2018); "Crónica De Una Iglesia Que Se Pervirtió. La crisis de la Iglesia chilena (II)" Tomado el 09/07/2018 de la página web: http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/12/08/religion-chile-claret-la-crisis-de-la-iglesia-chilena-iipapa-francisco-visita-chile-barros.shtmll 109 chilenos y sólo pasarán aquellos que tengan la aprobación de los sectores interesados en darle ese nuevo rostro al episcopado desde la curia vaticana copada por sectores que veían en la acción social de la Iglesia una peligrosa infiltración marxista y la atenta mirada del Obispo Jorge Medina que en lo sucesivo será nombrado Cardenal. Este dato es clave para entender la génesis de la actual crisis, pues el lugar en donde el nuncio escogía los nuevos nombres era la parroquia de El Bosque, propuestos por el mismo padre Fernando Karadima desde su “semillero”.165 En efecto, el interesante artículo de Claret, en donde hace un concienzudo análisis a la actual crisis de la Iglesia, dirá que: “fue Angelo Sodano, quien acompañó a la dictadura hasta el retorno de la democracia. Desde ese cargo logró transformar completamente al episcopado chileno. Lo hizo reemplazando a obispos empapados del espíritu del Concilio y comprometidos con su pueblo, por obispos subordinados, carentes de liderazgo, reticentes del Concilio y leales a Pinochet. En esa tarea, Sodano estableció un vínculo estratégico con Fernando Karadima y con el asesor religioso de Pinochet, el capitán de navío, Sergio Rillón. Esa trilogía se reunía semanalmente en la Parroquia El Bosque de Karadima, donde iban configurando el nuevo episcopado. Así se instala en Chile la Iglesia-Poder; esa que derivaría varios años después en múltiples y graves escándalos de abuso.”166 Una visión histórica similar la ofrece Costadoat afirmando que: “Lo que explica en gran medida las proporciones del problema de la Iglesia chilena actual, es que este fortalecimiento del catolicismo conservador se concentró en la agrupación sacerdotal muy poderosa creada por un párroco, el sacerdote Fernando Karadima, un hombre intelectualmente limitado, pero encantador de la elite. Este generó en torno a su persona una verdadera secta de jóvenes frágiles psicológicamente de los que abusó sexual y espiritualmente. No sin el consentimiento de Sodano, quien tenía un 165 166 Cfr. Ibid. Ibid. 110 despacho privado en la parroquia de Karadima, de este grupo fueron nombrados obispos Juan Barros, quien llegó a constituirse en la “manzana de la discordia”, Andrés Arteaga, Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela. El caso estalló en 2010. El nuevo arzobispo de Santiago el cardenal Francisco Javier Errázuriz, apartó al párroco de sus funciones. Pero lo hizo después que las víctimas de Karadima, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y Andrés Murillo, le rogaran justicia desde 2003. El año 2011, el nuevo arzobispo, Ricardo Ezzati, tras investigar la situación, sancionó al párroco, impidiéndole ejercer públicamente el sacerdocio y la dirección espiritual. Paralelamente el caso fue presentado ante los tribunales de justicia los cuales, luego de haber juzgado culpable a Karadima, lo absolvieron por prescripción de los delitos.”167 De esta manera, al cabo de unas décadas, el episcopado chileno no llegó a ser ni la sombra de lo que fue. La Iglesia se fue alejando de la gente y los sectores populares, su voz se fue apagando y los obispos, marcadamente elitistas, aparecerán ahora más apegados al poder, un episcopado sumido ante modelos de liderazgo clericalistas, es decir, según Linz, un régimen Imperfectamente Totalitario168, siguiendo el modelo dictatorial imperante169, buscando ser el centro y siempre a la sombra protectora de la institución, como dirá el mismo papa Francisco en la carta entregada a los obispos de Chile durante la reunión celebrada en Roma: “Duele constatar que, en este último periodo de la historia de la Iglesia chilena, esta inspiración profética perdió fuerza para dar lugar a lo que podríamos denominar una transformación en su centro. No sé qué fue primero, si la pérdida de fuerza profética dio lugar al 167 Costadoat, Jorge S.J. (2018); "La iglesia chilena espera tiempos mejores"; Tomado el 09/07/2018 de la web: http://www.reflexionyliberacion.cl/ryl/2018/05/22/la-iglesia-chilena-espera-tiempos-mejores 168 Con el concepto de regímenes imperfectamente totalitarios se pueden designar los sistemas en los cuales las tendencias de desarrollo hacia el totalitarismo han sido detenidas, pero sus representantes se han convertido en un significativo factor de poder dentro del sistema. Cfr. Infra 169 169 Linz, Juan José; "El régimen autoritario"; en: Sánchez de la Barquera y Arroyo, Herminio; “Antologías para el estudio y la enseñanza de la ciencia política. Volumen II: Régimen político, sociedad civil y política internacional”; Capítulo 6; p. 88 111 cambio de centro o el cambio de centro llevó a la pérdida de la profecía que era tan característica en Ustedes. Lo que sí podemos observar es que la Iglesia que era llamada a señalar a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14,6) se volvió ella misma el centro de atención. Dejó de mirar y señalar al Señor para mirarse y ocuparse de sí misma. Concentró en sí la atención y perdió la memoria de su origen y misión. Se ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este “cambio de centro eclesial”. Lejos de disminuir ella para que apareciesen los signos del Resucitado el pecado eclesial ocupó todo el escenario concentrando en sí la atención y las miradas. Los laicos pierden presencia. Su pastoral se cierra en sí misma, toma caminos alejados de los problemas y el sentir de los cristianos, acercándose a posiciones cada vez más reaccionarias y comulgando con los sectores de derecha de la sociedad.”170 Luego de conducir a la sociedad en su conjunto hacia un acuerdo nacional para la vuelta de la democracia, la Iglesia chilena quedó reducida a una institución que encarna la defensa de la moral cristiana, las buenas costumbres y la ortodoxia, lo cual es bueno, pero junto a ello se desvinculó de su papel fundamental en la promoción de los derechos humanos y de la opción preferencial por los pobres, considerando esto último como “comunismo”. Además, producto de esta nueva configuración del episcopado dada por las directrices del Cardenal Medina, se forjará y robustecerá un clericalismo a ultranza, en donde la participación del laicado será de un segundo y hasta tercer orden. Por otro lado, la liturgia será una realidad desconocida para muchos católicos, quienes no le encontrarán sentido, por lo que su participación se enmarcará solamente en las muestras de religiosidad popular, un lugar propicio que 170 Papa Francisco (2018); "Carta a los Obispos de Chile"; en "El problema de Chile, mucho más que Barros y Karadima"; https://infovaticana.com/2018/05/18/la-carta-del-papa-los-obispos-chilenos/ 112 suscitará en los creyentes del pueblo el sentido de trascendencia que la liturgia posee a raudales, pero que sin embargo permanece aún lejana, dado el alejamiento y censura de las comunidades eclesiales de base. Hoy en día, en plena democracia, la Iglesia chilena debe enfrentar el peor momento vivido en su historia, siendo impactada por las acusaciones de pedofilia, abuso sexual, abuso de poder, manipulación de conciencias y corrupción de menores. El desprestigio, la falta de credibilidad de la jerarquía y de la institucionalidad de la Iglesia no tiene precedentes. Todo se agrava cuando en forma inédita el papa Francisco cita a todos los obispos para tratar el tema y eventualmente todos presentan la renuncia. En un momento de tanta incertidumbre y falta de luces para salir de la grave situación que hoy aqueja a la Iglesia, no se puede dejar de pensar en aquel espíritu y la fuerza que movió hace 50 años a la iglesia joven, los curas obreros y los obispos comprometidos con el sufrimiento del pueblo, un clero que no se circunscribía ni con el marxismo ni con el capitalismo, una Iglesia que era capaz de ver en los pobres el rostro sufriente de Cristo, no como idea, sino como realidad concreta. Sin duda este momento es una oportunidad propicia para que la Iglesia pueda recobrar su centro que es Cristo, solo así podrá ser capaz de darle sentido a una sociedad que se hunde en un secularismo voraz, e ideologías que buscan destruir todo lo que implica lo sagrado y santo, pero este tema lo trataremos más adelante. Solo resta recordar la vieja anécdota entre el Cardenal Consalvi y Napoleón quien le dijera: “Voy a destruir su Iglesia”. A lo que el purpurado le contestó: “No, no podrá. Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo”, refiriéndose, claro está, a los mismos católicos: “no hay mal que por bien no venga”. 2. POSIBLES CAUSAS DEL MAL Hemos visto hasta ahora cómo, en su largo peregrinar en la Historia de Chile, la Iglesia ha estado en constante tensión con el mundo secular, defendiendo intereses temporales y costumbres morales, pero también ha sido capaz escuchar la voz de los que sufren e ir en su ayuda en momentos críticos de la historia. La iglesia con sus luces y sombras ha sido capaz de hacerse un espacio en el acontecer nacional, ser reconocida y aplaudida, logrando así un prestigio que pocas veces ha logrado en la Historia Universal, con dos santos y grandes líderes sociales desde el episcopado. También se le reconoce, citando a Lorenz, “una 113 incesante lucha contra el sufrimiento humano, el modernismo, la descolonización del tercer mundo, las injusticias, el hambre, la guerrilla y la lucha por los derechos humanos, las ideologías (Marxismo, Seguridad interior del Estado, Liberalismo económico), la secularización, etc.”171 Por eso es totalmente lícito preguntarse ¿Cómo es posible que una institución con tan altos valores y loas a su favor pueda caer en escándalos sexuales, sobre todo si se trata de menores de edad, quienes son los favoritos del Señor? Este cuestionamiento podría ser doloroso para quien suscriba a la fe católica, especialmente para quienes han encontrado un sentido a la existencia en la Iglesia, conociendo el amor misericordioso de Jesucristo. Por eso sin duda debe doler reconocer que el mal se ha adentrado en lo más hondo de la institucionalidad eclesiástica, tanto así que el mismo papa ha reconocido una verdadera estructura de encubrimiento ante los abusos.172 Este capítulo tratará de buscar respuestas a esta interrogante, buscando determinar en qué momento la Iglesia se alejó, primero, de Jesucristo para ensimismarse; segundo, del Evangelio para proclamar la buena noticia únicamente a una Iglesia enceguecida por el clericalismo; y, tercero, de los pobres para cerrar los ojos al dolor de los que sufren. Esta tríada (que en el fondo es un solo momento: el abandono de la persona de Cristo) es el núcleo que debemos analizar para encontrar alguna respuesta satisfactoria para entender el abandono de la acción profética de la Iglesia chilena. Sin duda habrá muchas otras aristas importantes para analizar, pero estas engloban el problema y lo circunscriben a la actual coyuntura. Solo siendo capaces de reconocer los errores como Iglesia es que se podrá establecer esbozos del camino que se ha de recorrer. No basta reconocer, también hay que rectificar. Por lo tanto se vislumbra así un camino pedregoso, sin duda, pero necesario para que este momento sea de verdadera purificación, reconociendo, además, que la institucionalidad eclesiástica necesita avocarse de lleno a la evangelización de la cultura de la que el documento de Aparecida exhorta, sin caer en meros discursos morales (que finalmente se convierten solamente en la defensa de un estilo de vida conservador) y sin olvidar la riqueza de la religiosidad popular que, increíblemente, no se ve diezmada de modo alguno por la actual crisis, al 171 Lorenz Daiber, Dietrich (2017); “La Iglesia como Sacramento de Vida”; Ediciones Universitarias, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Valparaíso, Chile; pp. 86-87 172 Cfr. Supra 170; Papa; Carta. 114 contrario, cada día goza de mayor notoriedad y fuerza. Este será un elemento clave que analizaremos más adelante. 2.1. Abandono de Jesucristo, el Evangelio y los Pobres Después de que el Papa Francisco observara el resultado de la misión del arzobispo Charles Scicluna,173 de oír a víctimas de abusos y consultar fuentes, ha denunciado ante los obispos chilenos la existencia de una cultura de abuso de conciencia, poder y sexual. Todo en el marco de una Iglesia ensimismada, separada de su misión, inclinada hacia una psicología de elite que ha generado divisiones, confrontación, círculos cerrados caracterizados por espiritualidades narcisistas y autoritarias. En la misma carta el papa ha dado algunas luces en lo que respecta a la reflexión del “por qué” de esta situación tan compleja que sufre la Iglesia que es necesario revisar, recordando lo que lúcidamente ha llamado una Iglesia que “dejó de mirar y señalar al Señor para mirarse y ocuparse de sí misma”.174 El papa comienza diciendo que es necesario que la Iglesia chilena debe volver a ser una Iglesia profética, haciendo clara referencia a la época en que fue ardiente luchadora por los más pobres y activa defensora de los derechos humanos. A continuación, transcribiré lo que dice el papa a los obispos de Chile en 6 puntos: “Una Iglesia profética que sabe poner a Jesús en el centro es capaz de promover una acción evangelizadora que mira al Maestro con la ternura de Teresa de Los Andes y afirmar: “¿Temes acercarte a él? Míralo en medio de su rebaño fiel, cargando sobre sus hombros a la oveja infiel. Míralo sobre la tumba de Lázaro. Y oye lo que dice Magdalena: mucho se le ha perdonado, porque ha amado mucho. ¿Qué descubres en estos rasgos del Evangelio sino un corazón dulce, tierno, compasivo, un corazón en fin de un Dios?”. Una Iglesia profética que sabe poner Jesús en el centro es capaz de hacer fiesta por la alegría que el Evangelio provoca. Como señalé en Iquique, pero que bien podemos extender 173 174 Cfr. Ibid. Ibid. 115 a tantos lugares del norte al sur de Chile, la piedad popular es una de las riquezas más grandes que el pueblo de Dios ha sabido cultivar. Con sus fiestas patronales, con sus bailes religiosos –que se prolongan hasta por semanas- con su música y vestidos logran convertir a tantas zonas en santuarios de piedad popular. Porque no son fiestas que quedan encerradas dentro del templo, sino que logran vestir a todo el pueblo de fiesta. Y así se queda un entretejido capaz de celebrar alegre y esperanzadamente la presencia de Dios en medio de su pueblo. En los santuarios aprendemos a hacer una Iglesia de cercanías, de escucha, que sabe sentir y compartir una vida tal cual se presenta. Una Iglesia que aprendió que la fe sólo se transmite en dialecto y así celebra cantando y danzando “la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios”. Una Iglesia profética que sabe poner a Jesús en el centro es capaz de engendrar en la santidad a un hombre175 que supo proclamar con su vida: “Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes, en la persona de tantos niños que no tienen a quien llamar „padre‟, que carecen hace muchos años del beso de la madre sobre su frente… ¡Cristo no tiene hogar! ¿No queremos dárselo nosotros?… „Lo que hagan al más pequeño de mis hermanos, me lo hacen a Mí‟, ha dicho Jesús”; ya que “si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que Él mismo ha querido identificarse”. Una Iglesia profética que sabe poner a Jesús en el centro es capaz de convocar para generar espacios que acompañen y defiendan la vida de los diferentes pueblos que conforman su vasto territorio, reconociendo una riqueza multicultural y étnica sin igual por la que es necesario velar. A modo de ejemplo señalo las iniciativas promovidas especialmente por los obispos del sur de Chile durante la década del 60-70 impulsando los mecanismos necesarios para que el Pueblo Mapuche pudiera vivir en plenitud el arte del 175 San Alberto Hurtado Cruchaga 116 buen vivir –del que tanto tenemos que aprender-. Acciones fuertes que generaron estructuras en favor de la defensa de la vida invitando al protagonismo responsable de una fe encarnada, transformadora; esa fe que sabe hacer vida la llamada del Concilio que nos recuerda que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. Una Iglesia profética que sabe poner a Jesús en el centro con sinceridad es capaz –como supo mostrarnos uno de Vuestros pastores-176 de “confesar que, en nuestra historia personal, y en la historia de nuestro Chile, ha habido injusticia, mentira, odio, culpa, indiferencia. [Y los invitaba a ser] sinceros, humildes y decir al Señor: ¡hemos pecado contra ti! Pecar contra nuestro hermano, el hombre y la mujer, es pecar contra Cristo, que murió y resucitó por todos los hombres. ¡Seamos sinceros, humildes!: ¡Pequé Señor contra ti! ¡No obedecí a tu evangelio!”. La conciencia consciente de sus límites y pecados la hace vivir alerta ante la tentación de suplantar a su Señor. Y así podríamos seguir enumerando muchos fermentos vivos de Iglesia profética que sabe poner a Jesús en el centro. […] El Santo pueblo fiel de Dios, desde su silencio cotidiano, de muchas formas y maneras sigue haciendo visible y testimonia con “testaruda” esperanza que el Señor no abandona, que sostiene la entrega constante y, en tantas situaciones sufriente de sus hijos. El Santo y Paciente Pueblo fiel de Dios sostenido y vivificado por el Espíritu Santo es el mejor rostro de la Iglesia profética que sabe poner al centro a su Señor en la entrega cotidiana. Nuestra actitud como pastores es aprender a confiar en esta realidad eclesial y a reverenciar y reconocer que en un pueblo sencillo, que confiesa su fe en Jesucristo, ama a la Virgen, se gana la vida con el trabajo, (tantas veces mal pagado), bautiza a sus hijos y entierra a sus muertos; en ese pueblo fiel que se sabe pecador pero no 176 Cardenal Raúl Silva Henríquez 117 se cansa de pedir perdón porque cree en la misericordia del Padre, en ese pueblo fiel y silencioso reside el sistema inmunitario de la Iglesia.”177 Este punto de partida es especialmente importante ya que no es un comentario de algún teólogo o la homilía de algún cardenal importante, es el mismo Vicario de Cristo quien con claridad evangélica denuncia el alejamiento de la persona de Jesús de Nazaret por parte de la Iglesia. La pérdida del profetismo es un claro signo de los tiempos en donde Dios hace notar que el centro ha dejado de ser la persona de Cristo. Ahora bien, ¿cómo es posible que una institución que diariamente proclama a Cristo en sus celebraciones litúrgicas al mismo tiempo se haya alejado de él?178 La clave para responder esta cuestión está en los mencionados puntos que el papa Francisco ha enunciado. A continuación, se expondrá un pequeño comentario crítico de acuerdo a cada punto planteado por el papa, teniendo siempre en mente la realidad de la Iglesia chilena. Cabe recordar, antes de continuar, que estos comentarios son una respuesta al llamado que hace el papa Francisco al pueblo de Dios que peregrina en Chile a “no confundir una actitud crítica y cuestionadora con traición”179: Evangelización de cara al Maestro: En efecto, una Iglesia que se ha alejado de Cristo no es capaz de evangelizar adecuadamente. Es posible constatar el alarmante decrecimiento porcentual de la población católica de Chile, reflejada en el censo del año 2012 y estudios recientes.180 Por otro lado, se verifica un aumento de población perteneciente a otras 177 Supra 170; Papa; Carta. En todo caso cabe recordar que, según el Catecismo de la Iglesia Católica, los sacramentos son eficaces por el hecho mismo de que la acción sacramental la realiza Cristo mismo. Es él quien actúa en ellos y quien da la gracia que significan, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe. Supra 73, Catecismo; 1127-1128 179 Papa Francisco (2018); “Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”; p. 5 180 En el censo del año 2012 se verificó que el porcentaje de la población católica cayó desde el 69,96% al 67,37% al comparar los censos del 2002 y de 2012. Esto significó una baja de 2,59 puntos de los católicos en Chile. Esta disminución se contrapone al aumento que anotó la religión evangélica que fue del 15,14% al 16,62%. Quienes también registraron un alza fueron los encuestados que declararon no seguir ninguna de estas religiones: del 8,30% al 11,58%. Este fue el último censo en donde se consultó acerca de la profesión religiosa de las familias chilenas, pues en el del 2017 no hubo consulta confesional. En todo caso este censo fue impugnado por no cumplir los mínimos estándares de calidad al tener fallas en la metodología pues el margen de omisión se elevó hasta el 9,6%. Fuente: http://www.ine.cl/censo2012/resultados/religion Sin embargo, en el contexto de la preparación de la visita del papa a Chile, en 2017, la prestigiosa agencia “Latinobarometro” hizo una investigación que abarcó el período entre 1995 y 2017 y encuestó a personas mayores 178 118 denominaciones cristianas. A su vez también ha incrementado la población de personas que no adhieren a ninguna denominación religiosa. Sumado a esto hay que reconocer que muchos católicos no conocen a sus obispos, tampoco saben a qué parroquia pertenecen. También se puede constatar que muchos católicos no conocen los gestos litúrgicos básicos, por lo que su participación en la Iglesia se reduce a los bautismos, matrimonios, misas de exequias y las misas de las fiestas de la religiosidad popular. La responsabilidad de esta realidad no cae solamente en el clero, aunque ellos son los pastores del pueblo de Dios, sino que es también responsabilidad de los laicos. Como fuere, la Iglesia ensimismada y con un carácter clericalista, no ha estado a la altura de la misión encomendada por Cristo: ha preferido la comodidad y las regalías del poder espiritual. Es común escuchar que esto se debe a un genuino acto de fe y de confianza en el Señor que dijo: “…las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.181 Esta suerte de apología fideísta a la inacción es grave, pero al mismo tiempo da luces acerca de qué es lo que subyace en lo más profundo del discurso: Los sacerdotes, despreocupados del anuncio del Evangelio, pero al mismo tiempo creyendo ciegamente en él, han preferido, parafraseando a Poli, quedarse con una oveja del rebaño, olvidándose de ir a buscar 99 perdidas.182 Esto es lo que se denomina comúnmente como aburguesamiento.183 El aburguesamiento del clero tiene su origen en el alejamiento de la teología de la cruz que desarrolló san Pablo, quien consideraba los sufrimientos, sacrificios y las tribulaciones una de edad en 18 países de América Latina: Honduras, Uruguay, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Chile, República Dominicana, Brasil. Panamá, Costa Rica, Argentina, Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, México, Paraguay. De acuerdo a la información del reporte, Chile es el país que menos confianza tiene en la iglesia católica en toda la zona. Un 36% de los habitantes del país dijo confiar "mucho" o "algo" en la Iglesia Católica, cifra bastante menor al promedio de 65% entre todos los países evaluados. La segunda mayoría relativa tras el catolicismo son las personas cercanas a la iglesia evangélica (el 11%), y le sigue un 38% de personas que declaran no pertenecer a ninguna religión, ser ateos o agnósticos. El margen de error del informe es de entre 2,8% y 3%. Fuente: http://www.latinobarometro.org/LATDocs/DC_EVE_135_16-LAS_RELIGIONES_EN_TIEMPOS_DEL_PAPA_FRANCISCO.pdf 181 MT 16, 18 Poli, Daniel (1997); “Renueva la Faz de la Tierra” (canción). 183 Cortez Lara, Marco Antonio (2016); “Meditación dirigida”, apuntes personales. 182 119 verdadera manifestación del poder de Dios.184 Para san Pablo las pruebas, las contrariedades de la vida, sus fatigas y la debilidad en la misión son una gran oportunidad para que Dios pueda hacer su obra con poder, por medio de la gracia, pues “donde abundó el pecado sobreabunda la gracia”.185 Así pues, el alejamiento de Cristo trajo consigo una apatía al sacrificio, al servicio, la misión, al trabajo propio del ministerio como comunicadores de la gracia y de la salvación a los pobres en las poblaciones, los hospitales, asilos de ancianos, etc. Aun en este contexto de pecado eclesial, no se ha sabido dejar que Dios actúe en medio de la debilidad, tal vez debido a la cerrazón provocada por la acción del pecado. Evidentemente no se puede generalizar, pues ha habido sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos con la evangelización. No se busca poner en el paredón al clero, pero es necesario reconocer que como Iglesia hemos pecado de soberbia y cobardía, callando la voz profética que el Espíritu ha estado comunicando a través de los signos de los tiempos, por miedo a las estructuras de poder que ha habido en la Iglesia, tratando obstinadamente de entender, justificar y hacer vista ciega y oídos sordos ante la inacción. Ciertamente la inacción del clero tendrá repercusión inmediata en el pueblo fiel, lo que finalmente se convertirá en un círculo vicioso, muy difícil de desarticular. La Iglesia que hace fiesta: Evidentemente esta Iglesia profética deberá sustentarse en el encuentro constante con Cristo, producto de ello vive la alegría en la caridad cristiana. La liturgia se convierte en un lugar propicio para celebrar la misericordia de Dios y vivir la alegría de experimentar la salvación de Cristo. Sin embargo, las personas no asisten a misa, no les llama la atención. Claramente para esas personas hay cosas más importantes que 184 “Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.” 2 Co 12, 9-10 185 Rom 5, 20 120 hacer, como ir de compras, al cine, pasear en familia, etc. ¿Acaso puede haber lago más importante para el católico que celebrar el nombre del Señor, su Dios y creador? La respuesta parece evidente. Cuando la Iglesia pierde su centro las consecuencias son patentes. No obstante, hay gente que sí va a misa. Quienes van son aquellas personas adultas o adultas mayores que han sabido vivir de la escuela de la fe en la transmisión familiar, han tenido una experiencia trascendental con el Señor, lo han experimentado en la vida, como herencia de la Iglesia preconciliar, rica en significado y enteramente dadora de sentido. Hoy la realidad es otra. Las personas se aburren, no entienden los ritos y signos litúrgicos. Los jóvenes que asisten a la Iglesia expresan su reticencia a la participación activa en la liturgia, no obstante, les fascina asistir a retiros espirituales, jornadas bíblicas, caminatas o peregrinaciones, etc. Aquí la responsabilidad de los sacerdotes, pastores y guías del pueblo de Dios, es ineludible. Si los feligreses se aburren o no entienden la liturgia es porque nadie se lo ha enseñado, es por eso que la Misión Parroquial se vuelve una tarea urgente, pero que nadie ejecuta. El llamado a ser discípulos y misioneros de Aparecida encuentra en esta realidad una respuesta vacía. El mismo lector, si es que es católico, se podría preguntar cuándo fue la última vez que salió a misionar con los agentes pastorales en su sector parroquial. Por otro lado, la religiosidad popular y sus manifestaciones rituales atrae a más personas que la propuesta institucional católica, debido a la sencillez, al baile, el canto, la música y los sentimientos a flor de piel que provoca el espacio sagrado. Jesús Castellano en su artículo acerca de los desafíos a la pastoral reconoce la fuerza de la transmisión histórica de piedad popular diciendo que “la valoración del tiempo cósmico, asumido en los tiempos de la celebración, las tradiciones culturales que se trasmiten de generación en generación, la participación total en la fiesta popular (gestos y cantos, imágenes y lugares, actos que se hacen en el templo, en la familia, en el ámbito social), la fuerza plasmadora de la memoria colectiva, la capacidad de impregnar la experiencia y de renovarla cada año con una serie de celebraciones que constituyen el entramado de una 121 historia en la que los fieles son no sólo partícipes, sino como acaece con mucha frecuencia protagonistas, ministros.”186 La participación y el protagonismo de los laicos, entonces, es de una importancia capital. Esta idea podría aplicarse en el ámbito litúrgico. Ha habido intentos en algunas diócesis de expresar una liturgia más cercana, con signos marcados de alegría, cantos, alabanzas, dinámicas, pero se ven vetados por posturas tradicionalistas, un ejemplo claro podría ser las celebraciones carismáticas, en donde el sacerdote y el pueblo fiel bailan, levantan los brazos y promueven variopintos gestos litúrgicos. Estos intentos de acercar la liturgia a los fieles por medio de lo festivo han sido criticados bajo el argumento de reducir la liturgia a un circo, que la rúbrica dice que no se puede aplaudir en misa, que parecen protestantes, etc. Ciertamente, la liturgia tiene una dignidad que se debe cuidar, pero ese cuidado debe ser observado en lo medular, es decir en lo esencial y estructural, cuidando siempre la materia y la forma, todo lo demás podría adaptarse para que a las personas les dé significado. No se puede seguir promoviendo una Iglesia liturgista para las elites en desmedro de otra Iglesia de un pueblo ignorante de los misterios de los que son partícipes por derecho. Tal vez el Magisterio podría renovar los modos de celebrar la Sagrada Liturgia, simplificando gestos y enalteciendo otros. Sin duda que el elemento festivo existe en la Iglesia, y es rica en ello, pero las multitudes no lo perciben así. Esto debe ser digno de un urgente análisis y estudio. La vida en la verdadera caridad: En este punto la Iglesia tiene muchas cosas buenas. Son reconocidas las diferentes instituciones que se dedican a la promoción de la acción social: Caritas, el Hogar de Cristo, casas de acogida para enfermos de sida, escuelas, asilos de ancianos, hospitales, etc. Sin embargo, la ayuda a los más necesitados se reduce solo a estas instituciones. No es común ver en Chile a sacerdotes u obispos que salgan a una 186 Castellano Cervera, Jesús O.C.D. (2004); “Un Desafío a la Pastoral y a la Espiritualidad. El directorio sobre liturgia y piedad popular”; Dar razón de la esperanza. Homenaje al Prof. Dr. José Luis Illanes. Biblioteca de Teología, 29. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, pp. 827-841; p. 834 122 patrulla nocturna a compartir el pan con las personas en situación de calle. Hay que reconocer que estas instituciones generalmente han sido creadas por la preocupación de los mismos pastores, sin embargo, éstos solo dan el puntapié inicial, aduciendo que el laico no puede promover el clericalismo y que tienen el deber de ayudar a los pobres, ciertamente esto no es un absoluto, pues, como se ha mencionado ya, existen sacerdotes y religiosas dedicados a la opción preferencial por los pobres. Por otro lado, a todos les ha sucedido eso de pasar de largo ante una persona pidiendo limosna. Esto refleja que, como Iglesia, todavía cuesta conmoverse radicalmente con el dolor ajeno. En Chile, las instancias de ayuda a los desposeídos recaen generalmente en la iniciativa de algún feligrés o catequista bien intencionado, pero no hay mayor trascendencia ni responsabilidad social, convirtiéndose solo en una ayuda asistencialista. El compromiso y la opción preferencial por los pobres -que no es otra cosa que vivir la caridad al prójimo en radicalidad- que plantea el Concilio Vaticano II y que confirman todas las conferencias del episcopado latinoamericano no ha hecho eco en la sociedad, tampoco en la Iglesia misma. En los seminarios no se habla ni se forma al respecto. Las líneas pastorales promueven la vida sacramental, el encuentro con Cristo, la oración, las catequesis, pero no la opción preferencial por los pobres. ¿Cómo podría la Iglesia lograr un giro radical en favor de los Cristos que sufren en la sociedad? San Alberto Hurtado era capaz de ver en los pobres, los borrachos en situación de calle, niños abandonados y menesterosos como el rostro verdadero de Cristo, les llamaba con cariño: los patroncitos. También él consideraba a los desposeídos como el octavo sacramento, otra presencia real de Cristo, dignos de la mayor preocupación, diligencia y cuidado, una verdadera transfiguración. Por eso cabe hacerse la pregunta: ¿Consideran los católicos a los pobres como sus patrones, es decir, sacramentos vivos de Cristo? ¿o los consideran pueblo fiel de tercera categoría? La radicalidad del llamado evangélico por el amor sin medida por los desplazados interpela y seguirá interpelando si es que no se opta en la misma radicalidad poniendo a Cristo en el centro. 123 Capacidad de convocatoria: Sin Cristo la iglesia no puede convocar, pues no se hace partícipe del sufrimiento humano de los pueblos originarios ni de los problemas que provocan las injusticias sociales. Las reconocerá y hablará de ellas, pero solo como discursos en orden a lo que dice la doctrina social de la Iglesia, pero no tendrá eco en ella misma, ni en la sociedad. Una iglesia sin Cristo no podrá adentrarse jamás en las más profundas tinieblas de la sociedad para iluminarla, tampoco será capaz de ensuciarse las manos para rescatar a los que están perdidos en la inmundicia del odio y la prepotencia, al contrario, esa oscuridad y suciedad se hará parte de ella. Una iglesia que no se enraíza en medio de las poblaciones y no conoce la realidad de los que allí viven no podrá reconocer los signos de los tiempos, provocando ceguera y desinterés ante el sufrimiento humano. A cuántos homosexuales se les ha desplazado por su condición, llegando incluso a invitarles a que busquen ayuda psiquiátrica, a cuántos cristianos se les ha llamado comunistas solo por tener conciencia de las profundas desigualdades que existen en Chile, a cuántos se les tacha de disidentes solo por pensar distinto, a cuántos compatriotas se les ha llamado resentidos sociales solo por pedir legítima justicia por sus familiares desaparecidos. Sin duda como Iglesia tenemos una gran deuda con la sociedad en su conjunto que no se verá saldada si no volvemos la mirada a Cristo. No hay otra manera, no al menos para quien quiera profesar la fe católica. Una Iglesia sincera: Es menester reconocer que en la Iglesia, si bien existe el pecado, hay más luces que sombras, pero también se debe asumir el pecado y la culpa de quienes pertenecen a la jerarquía y de la estructura institucional en general en lo que respecta a sus falencias. Falencias de diferente índole: posturas políticas, incitación al odio ideológico, justificación de la violación a los derechos humanos en dictadura, el abandono de la moral sexual, la pasividad ante los signos de los tiempos, la demonización de los movimientos 124 sociales, la incomprensión ante la fe de los sencillos, confundir la ortodoxia con lo que es un mero estilo de vida conservador. Tenemos también a una estructura que no es capaz de soportar las críticas, existe un temor patológico a la interpelación: se les considera traidores o herejes. La realidad interpela, especialmente en los escándalos de abuso sexual y de conciencia, por eso el papa habla de una apertura a la sinceridad. No puede ser posible que como Iglesia se haya intentado ocultar los abusos cometidos contra los inocentes del pueblo de Dios, relativizando las denuncias o lisa y llanamente descartándolas. No supimos escuchar a las víctimas, mucho menos acompañarlas. Todo esto es fruto del clericalismo, todavía incrustado en la médula de la fe católica chilena, blindando a los pastores para que nada los tocase. El papa denunció oficialmente toda una estructura de encubrimiento, que existe, y que no se puede obviar. La sinceridad a la que aduce el papa dice relación a abandonar una postura apologética en lo que respecta a las denuncias por abuso y a la posibilidad de generar cambios importantes en el statu quo. No se puede justificar ni defender lo indefendible. Tenemos que ser capaces de romper este círculo vicioso que tanto mal ha hecho en la Iglesia, pero para que eso ocurra es preciso comenzar ahora un proceso de reflexión, continuado de la generación de mecanismos para la prevención de los abusos y una estructura que ayude a proteger y escuchar a las víctimas. Otro proceso que debemos seguir es el de promover una Iglesia cristocéntrica, que se desviva y se desgaste en pos de los más necesitados ya que la práctica de la caridad cristiana es y ha sido la mejor carta de presentación de la Iglesia que no se puede abandonar. Pastores que compartan con el pueblo fiel, que los acompañen, que oren y lloren con ellos y que no tengan miedo a ensuciarse la sotana en los trabajos voluntarios o en misiones. En una sola palabra: testimonio. El pueblo de Dios, rostro de la Iglesia: este punto es del todo acertado ya que quita la centralidad en el ministerio sacerdotal, centrándolo en el Maestro y por tanto en el pueblo 125 fiel, rostro de la Iglesia: “donde dos o más se reúnan en mi nombre, yo estará allí en medio de ellos”187. De hecho, en su carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile el papa es claro al decir que cuando como Iglesia “intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al pueblo de Dios en su totalidad y diferencias, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teológicas, espiritualidades estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vida.”188 Cuando la Iglesia se avoca al servicio a los más necesitados, el pueblo de Dios, es cuando comienza a florecer y a manifestar el Reinado de Dios en la Tierra. Eso es lo que como Iglesia debemos potenciar, saliendo a las calles a hacer misiones territoriales, vivir en verdad lo que significa ser una iglesia en salida189, una Iglesia viva, que las personas sientan la compañía y preocupación de los pastores y laicos del pueblo de Dios. Esto generará grandes cambios en la recepción del mensaje de salvación en los distintos sectores de la sociedad, mensaje del que la Iglesia tiene una maravillosa experiencia y camino recorrido por siglos. En el pueblo fiel se encuentra esa hambre de Dios predispuesta por el sentido religioso. Todos los cristianos de otras denominaciones, como los ateos y agnósticos, lo son porque hubo una falta de testimonio en el mensaje cristiano católico. Es claro que no se puede pedir que todo el mundo católico se convierta totalmente, dada la naturaleza humana y su inclinación al pecado, pero también es cierto que como Iglesia-Institución, como signo visible de Cristo, se puede hacer mucho en la sociedad con signos pequeños. Un buen ejemplo es el mismo papa Francisco, quien pudiendo vivir en uno de los tantos amplios y suntuosos departamentos del Vaticano, opta por vivir en el pensionado para sacerdotes. Recordemos a Francisco de Asís, con su opción radical de vida provocó una primavera cristiana, también se puede traer a la memoria a san Alberto Hurtado y su exasperante inquietud por los más desposeídos y todo lo que provocó en la posteridad. Cabe destacar que esos son ejemplos 187 Mt. 18,20 Supra 179; Carta Al Pueblo; p.2 189 Cfr. Papa Francisco (2013); Evangelii Gaudium 20-24 188 126 de santos y no es la normalidad, cuando la radicalidad del Evangelio exhorta a lo contrario. Sin duda la clave de todo esto está en la articulación entre Iglesia, Cristo, Evangelio y la pobreza. La Iglesia chilena, pastores y pueblo fiel, tienen en sus manos la oportunidad de volver la mirada a Cristo y al Evangelio, esta crisis es una oportunidad para que nosotros disminuyamos y que Cristo crezca190 en la sociedad, así seremos luz para los que no tienen luz y pan para los que padecen de hambre e injusticia. Es el mismo Jesús quien indica que en el Juicio Final entrarán al Reino los que “dieron de comer al hambriento y de beber al sediento, los que recibieron al forastero, vistieron a los sin ropa, visitaron a los enfermos y a los encarcelados”191. 2.2. Abuso de Poder como Causa de la Corruptibilidad Eclesial Como se ha constatado hasta ahora, es posible hablar de una corruptibilidad eclesial. Es que la carta del papa francisco a los obispos fue lapidante. En efecto, en la nota al pie Nº 25, el papa dirá acerca del informe de monseñor Scicluna y Bertomeu que: “…me gustaría detenerme en tres situaciones que se desprenden del informe de la “Misión especial”: 1. La investigación demuestra que existen graves defectos en el modo de gestionar los casos de delicta graviora que corroboran algunos datos preocupantes que comenzaron a saberse en algunos Dicasterios romanos. Especialmente en el modo de recibir las denuncias o notitiae crimini, pues en no pocos casos han sido calificados muy superficialmente como inverosímiles, lo que eran graves indicios de un efectivo delito. Durante la Visita se ha constado también la existencia de presuntos delitos investigados solo a destiempo o incluso nunca investidos, con el consiguiente escandalo para los denunciantes y para todos aquellos que conocían las presuntas víctimas, familias, amigos, comunidades parroquiales. En otros 190 191 Jn. 3,30 Mt. 25,35-36 127 casos, se ha constado la existencia de gravísimas negligencias en la protección de los niños/as y de los niños/as vulnerables por parte de los Obispos y Superiores religiosos, los cuales tienen una especial responsabilidad en la tarea de proteger al pueblo de Dios. 2. Otra circunstancia análoga que me ha causado perplejidad y vergüenza ha sido la lectura de las declaraciones que certifican presiones ejercidas sobre aquellos que debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos, evidenciando así una absoluta falta de respeto por el procedimiento canónico y, más aún, unas prácticas reprobables que deberán ser evitadas en el futuro. 3. En la misma línea y para poder corroborar que el problema no pertenece a solo un grupo de personas, en el caso de muchos abusadores se detectaron ya graves problemas en ellos en su etapa de formación en el seminario o noviciado. De hecho, constan en las actas de la “Misión especial” graves acusaciones contra algunos Obispos o Superiores que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa.”192 Otro punto especialmente lapidante que hace reconocer la corruptibilidad eclesial es la denuncia que hace el papa al referirse a los pastores que se han convertido en el centro de la Iglesia. En efecto, dirá que “Mesianismo, elitismos, clericalismos, son todos sinónimos de perversión en el ser eclesial; y también sinónimo de perversión es la pérdida de la sana conciencia de sabernos pertenecientes al santo Pueblo fiel de Dios que nos precede y que –gracias a Dios- nos sucederá. No perdamos jamás la conciencia de ese don tan excelso que es nuestro bautismo.”193 Es que el abuso está instalado desde todos los frentes, pues implica los sistemas de relaciones interpersonales que se desvirtúan haciéndose verticalistas: el abuso se 192 193 Supra 170; Papa; Carta. Ibid. 128 puede entender entonces desde que un ministro hace llorar a una persona, haciéndole sentir mal, hasta el abuso sexual, aunque también es cierto que podría haber desenlaces peores. Como se puede ver, la corruptibilidad existe, está ahí, latente, es por eso que es necesario encontrar las causas de esta condición. Como sugiere el título de este apartado, la principal causa está en el abuso de poder. En efecto, a mayor poder acumulado, mayor riesgo de desequilibrio existe en el proceso de las relaciones interpersonales. Si “tener poder” provoca el riesgo de ser abusadores potenciales, no tenerlo pone en riesgo de ser abusados por quienes lo ostentan. Por otro lado, el abuso de poder se da o puede darse en cualquier ámbito, sin distinguir clase social, raza, ideología política, creencia religiosa, poder económico, mediático, etc. Aunque estas características de abuso pueden presentarse de forma independiente, también las encontramos combinadas con efecto repotenciado, como sucede cuando se integran el poder político y el económico, el poder económico y el mediático o el poder religioso y las conciencias, solo por dar algunos ejemplos. Se dice vulgarmente que ‘el poder corrompe’, esto está lejos de ser una falacia, así lo demuestran varios experimentos realizados por la psicología social y que la historia misma puede corroborar. De hecho, González presenta un interesante recopilatorio de experimentos y circunstancias que demuestran muy bien lo que estamos tratando: “Son precisamente estas emociones y cogniciones las que afloraron en el experimento de la cárcel de Standford (Philip Zimbardo, 1971) donde se seleccionó a 24 sujetos (estables psicológicamente) que fueron divididos en dos grupos: presos y guardias de prisión. Estos últimos fueron capaces de humillar y vejar a sus compañeros de experimento aun sabiendo que ese status era “ficticio”; los participantes internalizaron un rol autoritario (papel que atribuían a los guardias de prisiones) legitimado por el apoyo de sus superiores (encargados del experimento); según sus propias palabras: ellos sólo cumplían con su deber… En el juicio de Núremberg (1945-1946), cientos de ex miembros del partido nacionalsocialista y sus jerarcas nazis, aludieron precisamente al respeto por la jerarquía y 129 al acatamiento obligatorio de las órdenes para justificar los crímenes contra la humanidad (concepto que surge y se populariza a raíz de este pleito) que cometieron. ¿A qué otro experimento de la psicología social nos recuerda esta explicación? Efectivamente, al experimento de Milgram; en él, una serie de sujetos (voluntarios) debían aplicar descargas eléctricas a otros participantes (cómplices) (no los veían, pero sí podían escucharlos) cada vez que fallasen en su tarea. Pese a que la mayoría de las personas se sentían incómodas, delegaron la responsabilidad en “los hombres de la bata” (los científicos a los que debían obediencia) llegando a aplicar descargas que, de haber sido reales, hubiesen provocado la muerte de sus “compañeros”. Uno de los participantes declararía a posteriori lo difícil que le resultó pensar que estaba actuando en contra de sus valores cuando estaba siendo sometido a la autoridad de un tercero al que atribuía un alto grado de: prestigio, status y conocimiento.”194 Por otro lado, está la neurosis narcisista, introducida por Freud como grupo de patologías en las cuales la libido se retira de los objetos del mundo exterior y se dirige por completo al Yo; esto se integra como agente catalizador de una conciencia de abuso, por ejemplo, en el clericalismo, elitismo o mesianismo, así lo asevera el psicólogo clínico Flipe Torrens cuando dice que “los sujetos abusivos se comportan de forma maquiavélica para conseguir algo concreto que impacte a los demás y de esta forma obtener un sentimiento de seguridad en sí mismos.”195 Sin duda, en este caso, la causa del abuso está asociada a complejos de superioridad, sobre quien tiene complejos de inferioridad, siguiendo el modelo de Adler.196 Es por eso que, continúa Torrens, “todo el abuso descontrolado y prácticamente instintivo es para mantener el sentido de continuidad de su identidad a través de la aceptación y amor de los demás, 194 González, Carlos (2017); "La responsabilidad, la obediencia y el abuso de poder"; tomado el 09/07/2018 de la página web: https://www.emagister.com/blog/la-responsabilidad-la-obediencia-abuso-poder/ 195 Torrens, Felipe (2015); "Detrás del abuso de poder: los narcisos"; tomado el 07/07/2018 de la página web: https://revistahumana.com/2015/12/13/detras-del-abuso-de-poder-los-narcisos/ 196 Cfr. Schultz, Duane - Schultz, Sydney Ellen (2010); "Teorías de la personalidad" IX Edición; Cengage Learning Editores; México, D.F.; pp. 133-135 130 específicamente de las personas que ellos más aman (como la familia y amigos). Si se le quita bruscamente el poder a una persona abusiva, se corre el riesgo de que se descompense emocionalmente, lo que lo llevará a abusar aún más del poder que le queda perdiendo todo sentido común consensuado por la sociedad en que vive.”197En este mismo sentido, pero más virulenta, será la opinión del sociólogo Miguel Wiñazki en una columna de opinión para el diario El Clarín de Argentina acerca de la actual crisis chilena, al aseverar que en la Iglesia “Se instituye una pedagogía del sometimiento. Para perdurar y para avanzar en el escalafón jerárquico hay que obedecer. La pasividad del sometido va revirtiéndose con el tiempo: el sometido se convierte en sometedor cuando asciende. Los integrantes de los rangos inferiores se dejan mandar, y los jerárquicos que han sabido tolerar esa violación que implica obedecerlo todo, pasan a comandar luego la tropa en base a la potencia acumulada tras el aguante de la subordinación. Se accede al poder después de haberlo sufrido como opresión. Ese verticalismo arraiga en una falta de libertad esencial. Obedecer primero para mandar luego, esa es la cuestión.”198 Con las investigaciones de Karen Horney se puede encontrar otra explicación a través de las necesidades neuróticas de los sujetos abusivos que, en realidad, serían defensas irracionales contra la ansiedad, que finalmente se convierten en parte permanente de la personalidad y que afectan el comportamiento.199 Según Horney éstas representan soluciones irracionales para los problemas. Así, pues, confeccionará una lista de 10 de estas necesidades y estas son: 200 1. Afecto y aprobación 2. Una pareja dominante 3. Poder 4. Explotación 5. Prestigio 6. Admiración 197 Supra 195, Torrens; Detrás del abuso. Wiñazki, Miguel (2018); "La psicología del abuso de poder, más allá de la iglesia y el ejército"; tomado el 09/07/2018 de la página web: https://www.clarin.com/opinion/psicologia-abuso-poder-alla-iglesia-ejercito_0_SkenH2gHf.html 199 Cfr. Supra 196 Schultz; Teorías; p.165 200 Ibid. 198 131 7. Logro o ambición 8. Autosuficiencia 9. Perfección 10. Límites estrechos para la vida Las necesidades neuróticas de Horney abarcan las cuatro formas que los seres humanos utilizamos para protegernos de la ansiedad: La de ganarse cariño se expresa en la necesidad neurótica de afecto y aprobación. La de ser sumiso incluye la necesidad neurótica de una pareja dominante. La de obtener poder se relaciona con las necesidades de poder, explotación, prestigio, admiración y logro o ambición. La de alejamiento comprende las necesidades de autosuficiencia, perfección y límites estrechos para la vida. Como hemos visto, el abuso de poder es un elemento que no se puede obviar a la hora de reflexionar acerca de la corruptibilidad en las estructuras de la Iglesia. Si queremos encontrar los modos de enfrentar la actual crisis es necesario que seamos capaces de reconocer esta condición o, al menos, reconocer que hay un problema potencial en lo que respecta al uso y eventual abuso del poder dado en la potestad de quienes son pastores de la Iglesia. Cuando los líderes ostentan el poder deben procurar tener un sano equilibrio en su psiquis, tal equilibrio se puede lograr reconociendo que los pastores de la Iglesia son servidores del pueblo de Dios y no amos de un feudo. También es necesario que se reconozca un urgente sentido de empatía: los actos perversos o desviaciones morales hacen daño a los demás, no se trata de entender la realidad del pecado como un acto que afecta solo a quien lo comete. El círculo del abuso puede ser detenido mediante la sinceridad, la capacidad de autogobernarse por medio de la voluntad y, si es que en verdad profesan una fe en un Dios del Amor, vivir lo que éste quiere de sus ministros. Ahora es menester abordar los modos en que se generan las estructuras de abuso para aportar en cierto modo a la prevención, detección y solución, no solo en la Iglesia, sino que a nivel general. Hay muchos 132 estudios al respecto desde distintos enfoques de la psicología. Por un lado, tenemos la propuesta de Kerby Anderson201, quien dice que “El abuso puede ser manifiesto, flagrante y descarado. Pero puede ser también sutil y artero. Puede hacer explosión o introducirse gradualmente en una relación. Si bien las mujeres son las principales víctimas del abuso, los hombres también pueden serlo. Uno de los primeros pasos para tratar con el abuso es identificarlo. Esto suele ser difícil porque puede manifestarse de distintas formas.” Si bien el abuso puede asumir diversas formas, suele haber elementos comunes. Por ejemplo, a menudo existe la tendencia de culpar a la víctima del abuso. A una mujer, por ejemplo, tal vez un sacerdote o un miembro de la iglesia le diga que "se someta", que "ore más por su matrimonio" o que “lo ofrezca al Señor”. Y, a menudo, las mujeres vuelven a involucrarse en relaciones abusivas, para sorpresa de muchos. Así, Anderson dirá que el abuso puede clasificarse en 6 tipos, a saber: Abuso Emocional: Implica uso de juegos psicológicos para controlar o dañar emocionalmente: humillación, intimidación, asecho, temor, etc. Suele incluir el abuso verbal. El objetivo será ofender y dañar. Abuso físico: Implica el uso de partes del cuerpo o armas para amenazar, castigar, dominar, contener, controlar o lesionar a otra persona. Abuso sexual: Implica el uso de acciones sexuales forzosas que pueden dominar, manipular, amenazar, lesionar, corromper o controlar a otra persona. Abuso social: Implica e involucra formas de dominio y control de las relaciones sociales de otra persona. Abuso financiero: Implica uso de dinero y otros métodos financieros para dominar, amenazar o controlar la economía de otros. Abuso espiritual: Implica control de los intereses o prácticas religiosas de otra persona, obligándola a hacer lo que el líder espiritual diga. 201 Anderson, Kerby (2001); “El abuso y la violencia doméstica”; Ministerios Probe; Texas, Estados Unidos; p.2 133 También está el aporte del aclamado portal estadounidense “Womens Against Abuse”202 quienes tienen toda una organización en contra el abuso, prestando asesoría psicológica y legal en EEUU. Esta ONG también cuenta entre su tipología del abuso el físico, emocional, sexual, financiero. Esta clasificación omite el abuso social y el espiritual, sin embargo, agrega otros dos: Abuso por medio de la tecnología: este abuso incluye el uso de tecnología como los celulares, computadores o redes sociales para controlar y acechar a una pareja. Abuso por medio de estado de inmigración: Hay tácticas específicas de abuso que algunos abusadores usan en contra de los inmigrantes. Estas tácticas incluyen: el guardar o destruir los documentos de inmigración, el impedir que la pareja aprenda idioma del país en que se encuentra, el amenazar herir a la familia de la pareja que se encuentra en su país de origen, el amenazar llamar a las autoridades de inmigración, etc. A su vez la psicóloga Barbara Diggs203 agregará a los abusos ya mencionados: Abuso por negligencia: La negligencia consiste en acciones u omisiones que se traduce en falta de proporción el apoyo financiero, emocional o físico a una persona que tiene el deber de cuidar. Este tipo de abuso afecta especialmente a los niños y los ancianos. Como hemos visto, los abusos pueden ser tipificados de una manera bastante homogénea, teniendo un panorama más o menos claro de cuáles pueden ser. También se puede observar que el abuso puede manifestarse por exceso o por defecto, por atención excesiva o por omisión irresponsable, en cualquier estrato social y cultura, no discrimina ascendencia ni nacionalidad y, especialmente, su común denominador: denota una clara falta de empatía por la persona abusada. Aquí es cuando las tendencias neuróticas narcisistas del abusivo se manifiestan con bastante claridad y da pistas para llegar a la formación de mecanismos de detección oportunos. Son tres los tipos de maltrato o de abuso que más laceran la dignidad de la persona: el abuso sexual, el abuso por negligencia y el abuso espiritual. Estos tres tipos de 202 Womens Against Abuse; “Tipos de Abuso”; tomado el 11/07/2018 de la página web: http://www.womenagainstabuse.org/en-espanol/tipos-de-abuso/ 203 Diggs, Barbara (2017); ¿Cuáles son los diferentes tipos de abuso?; tomado el 11/07/2018 de la página web: http://www.ehowenespanol.com/cuales-son-diferentes-tipos-abuso-sobre_444040/ 134 abuso son los que se enmarcan mejor en el tema que estamos tratando, pues de alguna manera de ellos desprenden todos los demás. El abuso sexual es grave, pero cuando es hacia un menor de edad la gravedad se maximiza. En los últimos veinte años se ha venido haciendo hincapié en los efectos que tienen los abusos sexuales perpetrados contra los niños. Estos efectos pueden ser de diversa índole y afectar a su funcionamiento psicológico. Habitualmente las víctimas de abusos sexuales requieren un largo periodo de psicoterapia para ser capaces de superar el daño psicológico que les ha causado la conducta del violador. Es por eso que la urgencia de encontrar medios y estructuras eficaces para la prevención de los abusos en la Iglesia es del todo primordial. En la misma línea, tenemos el interesante protocolo que tiene la Compañía de Jesús en Chile para la detección de los abusos sexuales a menores que da bastante luces y líneas concretas de acción.204 Dicha normativa define a la pedofilia como “un trastorno psiquiátrico caracterizado por un interés sexual persistente hacia niños prepúberes, que se ve reflejado en fantasías sexuales, deseos, pensamientos y/o conductas”.205 También se suele decir que muchos pedófilos han sido ellos mismos víctimas de abusos durante su infancia aunque esto no siempre es así. Sin embargo, el protocolo dirá que “se estima que 1 de cada 8 niños es abusado sexualmente antes de llegar a los 16 años, y que aproximadamente entre un 17% y un 25% de niñas y entre un 12% a un 15% de niños serán abusados en algún momento de su vida. En el 90% de los casos, el abusador es un hombre y un 80% de los abusos son cometidos por personas cercanas a la víctima.”206 Finalmente el documento señala enfáticamente que “la pedofilia implica una relación abusiva de poder”, lo cual se enmarca muy bien en todo el análisis que hemos hecho.207 En todo caso la pedofilia no puede entenderse dentro de la Iglesia como una pandemia, tampoco es una realidad mayoritaria en el clero, de hecho existen instituciones que tienen mayores tasas estadísticas de abuso 204 Cfr. Provincia Chilena de la Compañía de Jesús; “Normas y Procedimientos de la Compañía de Jesús en Chile para el cuidado de un ambiente formativo y sano para el trabajo con niños, niñas y adolescentes en obras y movimientos de la Compañía de Jesús” 205 Ibid. p. 5 206 Ibid. 207 Ibid. p.6 135 sexual contra menores y en general. Sin embargo, hay que seguir trabajando para crear y repensar nuevas estructuras de prevención y acompañamiento de víctimas. Para finalizar este apartado es necesario hacernos la pregunta: ¿Es en realidad la neurosis la causa de los abusos? Para responder a esta pregunta podríamos volver a dos tendencias claras que nacen de la neurosis: la necesidad neurótica (Horney) y la neurosis narcisista (Freud). Schultz y Duane dirán que el creador del psicoanálisis estaba totalmente convencido de que “los conflictos sexuales eran la causa primaria de todas las neurosis. Sostenía que la mayor parte de sus pacientes del sexo femenino hablaba de haber tenido experiencias sexuales traumáticas desde la niñez. Eran muy parecidas a una seducción y el seductor casi siempre era un pariente mayor, normalmente el padre. Hoy lo llamamos abuso sexual de menores y suele ir acompañado de violación o incesto. Freud creía que esos primeros traumas sexuales eran la causa de la conducta neurótica en la edad adulta.”208 Todo parece indicar que el Ego y su necesidad patológica de suplir necesidades está enraizado o conectado al cualquier tipo de abuso. No permite ver el sufrimiento ajeno, impide ser empático y persiste una concepción egoísta y autorreferencial de la personalidad. Con todos estos indicadores se puede entender por qué muchas veces los deseos del Yo superan a la voluntad en cuanto al respeto hacia el Tú. La falta de amor por los demás provoca serias heridas y de algún modo sumerge a la vorágine de la malevolencia, el pecado y la inmoralidad. 2.3. Ausencia Moral Intraeclesial La moral cristiana se convierte en este momento de crisis en el epicentro de la discusión en la sociedad secular, y con toda razón, pues la Iglesia ha sido portavoz oficial e indiscutida de estas normas de comportamiento. El camino de perfección que enseñó con su propia vida Jesús de Nazaret hace ya 2000 años es el único modo en que los creyentes pueden plenificar sus propias existencias y alcanzar así, por participación, el gozo y la felicidad de ser perfectos, que infunde el don de la fe en Cristo por medio de la gracia. Esta pretensión de absolutez de la moral cristiana ha sido cuestionada desde los inicios de la baja 208 Cfr. Supra 196, Schultz; Teorías; p.50 136 edad media, pasando por la modernidad, hasta estos días. Se ha intentado por medio de algunos postulados como los imperativos categóricos (Kant), el contrato social (Hobbes), la bondad natural del ser humano (Rousseau), entre otros209, de criticar esta postura absoluta de la moral cristiana. Sin ir más lejos, debemos tener en cuenta que todas las religiones han desarrollado, de un modo u otro, un código de comportamiento respecto a sus fieles. Esto ha logrado que se reconozca ampliamente que existe una autonomía de la moral y que, por lo tanto, no requieran una sanción especial por un precepto de naturaleza religiosa. Sin embargo, la propia conciencia de libertad que tiene el ser humano determina que sus actos sean o no susceptibles de recibir una calificación moral, es decir, que puedan ser juzgados como buenos o malos mediante elementos que afectan la esencia de la razón: a nadie le parece correcto que le mientan, que le roben, que le maten, etc., es así como la ley moral natural se manifiesta en toda su potencialidad. De acuerdo con la práctica tradicional en la teología son tres las fuentes de la moralidad: el objeto elegido, el fin perseguido y las circunstancias.210 Aunque éstas no puedan cambiar por sí mismas la calidad moral de un acto, sí pueden aumentar o disminuir la bondad o malicia del mismo. Como decíamos antes, la Iglesia se ha destacado por ser la portadora de esta doctrina moral, que puede ser entendida desde diferentes puntos de vista, pero es indiscutible que estas normas contienen las respuestas a los más profundos deseos del corazón humano: verdad, justicia, subsistencia, etc. Esto que se ha reflexionado lleva a la inevitable pregunta: ¿Es posible que haya una ausencia de moral en la misma Iglesia? Los hechos acontecidos y una somera confrontación con la realidad nos dicen que sí, es posible. Ahora bien, ¿cómo se puede entender o asumir esta realidad, siendo la Iglesia eminentemente Madre y Maestra de Humanidad? La respuesta radica en una palabra que Cristo pronunció, denunciando el actuar de los líderes religiosos de su tiempo, y que hoy todavía causa escozor: La Hipocresía. Tenemos que reconocer esta frágil realidad del ser humano. Toda persona en algún momento de la vida ha sido hipócrita: Esto es casi un axioma. Esta palabra viene del griego ὑποκρισία211, que significa fingir, actuar o hablar con máscaras. Si alguien es capaz de decir que jamás ha sido hipócrita, miente. Según Sánchez- 209 Apuntes de la asignatura: “Filosofía de la Historia”, dictada por el Pbro. Ricardo Moreno. Cfr. Supra 73, Catecismo; 1750 211 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, voz: Hipocresía. 210 137 Migallón, la hipocresía, desde un punto de vista farisaico, puede entenderse como “aquel fingimiento del ser bueno tratase del fingimiento de la posesión del valor superior y más profundo pensable, de lo que da sentido y dignidad a toda vida humana. De manera que su uso como medio, provocando una apariencia de él para alimentar nuestra reputación social o fomentar nuestros intereses, supone un rebajamiento de su altura verdaderamente mayúsculo; y, además, en la medida en que se trata de la persona misma como valiosa, constituye una objetivación y cosificación que pervierte del todo el ser de la persona.”212. En esa dirección es considerada, además, como uno de los males centrales de la sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de autoengaño.213 En efecto, esta realidad moral ha acompañado a la humanidad y a las religiones por siglos, evidentemente también a la religión judía antes y cristiana después. El espíritu profético se ha dedicado a denunciar estas prácticas (o inacciones) en todas las épocas. En el caso de Jesús y la facción de los fariseos, es interesante reconocer que estos últimos emergieron como algo bueno, pues fueron una respuesta a la inclinación de algunos judíos que se dejaban llevar por la influencia griega o helenista, sin embargo, estos altos estándares fueron decreciendo con el pasar de los años. Según Samuel Vila: “Los primeros fariseos expuestos a la persecución se distinguían por su integridad y valor, eran la élite de la nación. El nivel moral y espiritual de sus sucesores descendió. Los puntos débiles de su sistema se hicieron hegemónicos y les atrajeron duras críticas. Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los saduceos «raza de víboras». Jesús denunció su orgullo, hipocresía y su negligencia de los elementos esenciales de la ley, en tanto que daban la mayor importancia a puntos subordinados.”214 Es interesante notar cómo se forma una especie de paralelismo entre la religión oficial judía y la cristiana. El cristianismo también ha mantenido altos estándares morales y religiosos, nacidos por la persecución y la proscripción, pero eso no ha impedido que sus líderes cayeran en profundas crisis de tipo moral. Podríamos recordar, solo por dar un ejemplo, el papado de Alejandro IV, ampliamente reconocido por una vida licenciosa y mundana; o bien un ejemplo más cercano: Fernando Karadima, que 212 Sánchez-Migallón, Sergio (2006); "El fariseísmo en Max Scheler: una aclaración de su tesis"; Acta Philosophica 1, 15, PP. 95-108; p. 103 213 Ibid. 214 Vila Ventura, Samuel (2013); “Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado”; Ediciones Clie; voz: Fariseo. 138 lo llamaban con cariño “el santito”, pero en realidad llevaba una doble vida. Por otro lado, vemos cómo una institución que tiene su génesis en algo bueno y loable puede corromperse hasta convertir esa corrupción en una tendencia hegemónica. ¿Es acaso la actual crisis de la Iglesia un síntoma de la hegemonía de puntos no dogmáticos de la doctrina cristiana católica (exaltación del ministro por sobre el pueblo fiel, no dar la comunión a quienes viven en pecado, prohibición y ridiculización215 de propuestas de ministerio laical a mujeres como el ginacolitado216, el rechazo a la posibilidad del sacerdocio a hombres casados, etc.), descuidando la esencia liberadora y existencial de la Revelación? Históricamente se le ha prohibido la comunión a quienes viven relaciones prematrimoniales, pero un sacerdote en pecado sí puede comulgar; el mismo Karadima formaba a sus discípulos, pecaba con ellos y, sin embargo, les impartía los sacramentos; Jesucristo vino al mundo a buscar a los pecadores, se acercaba a ellos -ante el horror de los fariseos- los tocaba, los abrazaba, reía y lloraba con ellos, pero un pecador hoy no puede tocar con su lengua el Cuerpo de Cristo. “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” Era una de las grandes frases que predicaba san Alberto Hurtado. Hoy la Iglesia podría hacerse la misma pregunta: ¿Cristo rechazaría entregarse en cuerpo y alma a un pecador que lo necesita o lo obligaría a buscar a un sacerdote para que se confesara antes? Estas son 215 Un claro ejemplo lo encontramos en la página web Infocatólica.com en el artículo: “Diaconisas = Ginacólitas. Lo que se viene.” En donde el sacerdote que escribe el artículo ironiza y ridiculiza la propuesta que se encuentra en el documento de preparación al V Congreso Americano Misionero realizado en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia del 10 al 14 de Julio de 2018 (Infra 206). No solo la ridiculiza, sino que peyorativamente le otorga el nombre de “diaconisas”, cosa que no es verdad, pues el documento no propone nada así, habla más bien de un ministerio laico para mujeres, notándose con ello una clara intención tendenciosa o misógina, acerca de un tema que no queda claro si entiende o no. Fuente: http://www.infocatolica.com/blog/notelacuenten.php/1804201129-diaconisas-ginacolitas-lo-que Por otro lado, en lo que respecta a la reflexión tomada en torno a esta propuesta, el documento conclusivo en el numeral 15 dice: “Potenciar el desarrollo de una “Iglesia en salida” que vaya rompiendo los moldes de una Iglesia demasiado Clerical y abra caminos firmes y decididos hacia una Iglesia más Ministerial y con participación laical que pone su mirada en Cristo y en los hermanos necesitados, desorientados y en los no creyentes. Potenciar una Iglesia en la que los laicos asuman su gran responsabilidad testimonial y misionera orientada desde la alegría del Evangelio al servicio a los otros, a los que sufren y a los pobres. En esta línea se apoya la propuesta también emblemática de la creación de un ministerio reconocido, laical y femenino, mediante el cual se reconoce a la mujer su extraordinario servicio a la evangelización como una realidad viva y se institucionaliza una participación estructurada en la misionariedad de la Iglesia de nuestro tiempo. Se había propuesto el nombre del “ginacolitado” puesto que el acolitado es un término eclesial vigente para un ministerio laical, pero eso queda como tema abierto a su estudio, análisis y profundización.” Cuando se confronta el documento preparatorio y se leen las conclusiones, no se puede encontrar elemento alguno que atente contra la sana doctrina, mucho menos una afrenta al sacramento del orden. Aun así, queda clara la postura propositiva del documento. Fuente: http://www.vcambolivia.com/2018/07/15/conclusionesdel-v-congreso-americano-misionero/ 216 Cfr. Instrumentum Laboris (2017); V Congreso Americano Misionero 271-273 139 algunas de las aristas que han provocado graves fisuras en la comunión eclesial, que nacen por una contrastación de la realidad. Un sector dirá que, efectivamente, Cristo vino a buscar a los pecadores, pero estos tenían que comenzar un proceso de conversión. En esa misma línea se dirá que no se puede dejar que la pureza de Cristo Eucaristía se vea manchada por la contaminación del pecado del hombre. Otros dirán que Cristo no solo los buscaba, sino que se relacionaba con ellos, se encarnaba en la realidad de los pecadores, se dejaba tocar y desde ese contacto comenzaba el proceso de conversión, por lo tanto, el Cuerpo de Cristo sería un remedio para el corazón en pecado, quien, solo después del encuentro, tendría la capacidad de acercarse al sacramento de la confesión. Así pues, como hemos constatado, aquí se da una especie de tensión entre una concepción hierática de la vida sacramental en contraposición de una concepción de tipo existencial-relacional. Ahora bien, ¿cómo abordar esta ausencia moral que vive actualmente la Iglesia? Primero debemos reconocer que la Iglesia en sí misma no posee una falta de moral, al contrario, ha sido siempre promotora de los modos de vida según Cristo y rica en ejemplos de caridad y santidad a lo largo de la Historia. Es necesario entonces precisar que cuando hablamos de ausencia de moral en la Iglesia, nos estamos refiriendo esencialmente a la jerarquía, quienes de alguna manera son los que han ejercido el poder sobre otros y además son el rostro visible de la institución en cuestión. Evidentemente esto es un reduccionismo, pues son muchos los sacerdotes que actúan con una moral intachable y una santidad de vida dignas de reconocimiento, pero esta reducción es necesaria para el presente análisis, entendiéndolo más que nada como instrumento metodológico, pues ayuda a circunscribir el problema no solo al clero, sino que a las estructuras de encubrimiento y al pueblo fiel que ha perdido la voz profética. Vale recordar que el pecado de algunos es también el pecado de todos nosotros, por lo tanto, en virtud de la corresponsabilidad ante los escándalos de abuso, se puede hablar sinceramente y sin tapujos de una Iglesia que ha faltado a la moral cristiana. A continuación, se presentarán algunos de los casos que más han lacerado a la Iglesia chilena en el último tiempo, se omitirá el caso Karadima por ser el más conocido. En estos casos se puede notar la falta 140 a la verdad, un despliegue inaudito de secretismo y modalidades que más que ayudar a la comunión y la búsqueda de la justicia, han agravado más la situación: El sacerdote José Andrés Aguirre Ovalle, conocido como “el cura Tato”, fue el primer integrante de la Iglesia chilena en ser procesado por delitos sexuales en la justicia ordinaria. En junio de 2006 fue condenado a 12 años de presidio y a pagar una indemnización de 50 millones de pesos como autor de delitos reiterados de abusos deshonestos contra 10 menores de edad y estupro reiterado contra una de ellas, hechos cometidos en Quilicura entre 1998 y el 2002. El fallo obligó al Arzobispado de Santiago a pagar la mitad de la indemnización.217 En 2010, la diócesis de Melipilla fue estremecida por la formalización del párroco Ricardo Muñoz Quintero, acusado de abusar de siete menores de edad, que eran provistas por la pareja del sacerdote, Pamela Ampuero, con quien tuvo dos hijas. Además del delito de producción de material pornográfico, el cura embarazó a una de las menores. En 2011, la justicia chilena lo condenó a él y a su pareja a 10 años de cárcel por explotación sexual y a 541 días por almacenamiento de pornografía infantil.218 El obispo Francisco Javier Stegmeier, quien se ha destacado como el más conservador del episcopado chileno, rompió la tradición pastoral en el ex vicariato de la Araucanía, territorio reservado a los capuchinos, en reconocimiento a su histórico servicio apostólico entre el pueblo mapuche. Entre sus mayores desatinos está el término de la Pastoral Indígena, en la zona mapuche. Luego se opuso a la Fundación para el Desarrollo de la Araucanía y al Instituto Indígena. Con ello, el obispo cortó los canales episcopales y pastorales con el pueblo mapuche.219 217 Cfr. Valenzuela, Carolina (2015); "Jueza condena a 12 años de presidio a "cura Tato"; Diario El Mercurio Online; tomado el día 11/07/2018 de la página web: https://www.emol.com/noticias/nacional/2003/06/24/115607/jueza-condena-a-12-anos-de-presidio-a-curatato.html 218 Cfr. López, Sergio (2011); “Condenan a diez años de cárcel a ex párroco de Melipilla por explotación sexual”; Diario El Mercurio online; tomado el 11/07/2018 de la página web: http://www.emol.com/noticias/nacional/2011/05/13/481447/condenan-a-diez-anos-de-carcel-a-ex-parroco-demelipilla-por-explotacion-sexual.html 219 Cfr. Vergara, Rodrigo (2016); "Las cruces en llamas"; Revista Qué pasa online; tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.quepasa.cl/articulo/actualidad/2016/04/las-cruces-en-llamas.shtml/ 141 En 2006, a los 42 años de edad, fue nombrado en la diócesis de Iquique el obispo Marco Ordenes. Se le acusó de abusar a un joven monaguillo. La justicia chilena sobreseyó el caso, no así la justicia eclesiástica que lo dimitió del estado clerical.220 La misma condena fue dada a Francisco José Cox, de los padres de Schöenstatt, arzobispo de La Serena. Sin embargo, en 2002 el cardenal Errázuriz anunció que el arzobispo Cox se retiraba a una vida de oración y penitencia en un convento suizo, en razón de "conductas impropias".221 También fue conocida en los medios de comunicación la filtración de los correos privados de los cardenales, Errázuriz y Ezzati, donde se referían vulgarmente a una de las víctimas de Karadima y se ponían de acuerdo para bloquear a Felipe Berríos SJ (la cara visible y voz en los medios de comunicación como crítico de las estructuras de encubrimiento) como eventual capellán del palacio de La Moneda.222 También, recientemente, el cardenal Ezzati e Ivo Scapolo acusaron en Roma a José Aldunate SJ, al padre Mariano Puga, el cura obrero, y al mismo Felipe Berríos SJ, de hacer magisterio paralelo. A esto se suma el escándalo donde el cardenal Ezzati retiraba el permiso de enseñanza al teólogo Jorge Costadoat SJ en la Pontificia Universidad Católica de Chile por criticar el actuar de la Iglesia.223 En la Arquidiócesis de Santiago, sigue pendiente la demanda hecha por la hermana Francisca, religiosa Clarisa Capuchina que fue violada por un trabajador al interior del monasterio, quien fue condenado por la justicia chilena; mientras la hermana era obligada a renunciar a la congregación. La 220 Cfr. Aton Chile (2018); "Corte de Iquique sobreseyó a ex obispo Órdenes tras ser investigado por estupro"; Diario Publimetro online; tomado el 12/07/2018 de la página web: https://www.publimetro.cl/cl/noticias/2018/01/27/corte-iquique-sobreseyo-ex-obispo-ordenes-tras-investigadoestupro.html 221 Cfr. González, Gustavo (2002); "Chile: Obispo sospechoso de pederastia se recluye en monasterio"; Inter Press Service, Agencia de Noticias; Tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.ipsnoticias.net/2002/11/chileobispo-sospechoso-de-pederastia-se-recluye-en-monasterio/ 222 Cfr. Emol.com (2015); "Felipe Berríos por correos entre Ezzati y Errázuriz: 'Encuentro tan triste una conversa así entre cardenales'"; Diario El Mercurio Online; tomado el día 12/07/2018 de la página web: http://www.emol.com/noticias/Nacional/2015/09/09/749030/Felipe-Berrios-por-correos-entre-Ezzati-y-ErrazurizEncuentro-tan-triste-una-conversa-asi-entre-cardenales.html 223 Cfr. Reflexión y Liberación (2018); “Los chilenos han perdido la confianza en la Iglesia”; Periodista Digital; tomado el día 12/07/2018 de la página web: http://www.periodistadigital.com/religion/america/2015/04/08/los-chilenos-han-perdido-la-confianza-en-la-iglesiareligion-iglesia-chile-obispos.shtml 142 religiosa se rehusó a firmar y escapó del convento para dar en adopción a la criatura concebida bajo violación.224 La lista de escándalos es larga, se podría seguir con cada uno de los casos, bastante documentados, pero estos ayudan a ver más o menos el panorama moral de la Iglesia chilena. No se trata de resaltar una maldad eclesial, sino de visibilizar una realidad dolorosa, que normalmente ha sido naturalizada y ocultada. Ser consciente de las propias miserias eclesiales obliga a experimentar el dolor y la vergüenza, que deben abrir paso a la humildad y a vivir en una verdadera y permanente actitud de contrición pastoral. Así pues, para continuar con este trabajo, es entonces preciso volver al mentado adjetivo pronunciado por Jesús hacia los fariseos, encontrando en este gesto un claro llamado de atención a quienes faltan a la verdad, diciendo algo y pensando o realizando todo lo contrario. Cuando comenzamos a abordar la hipocresía desde lo psicológico, el mentado adjetivo abre otros varios campos hermenéuticos, dando nuevas luces para entender el actuar de la Iglesia ante los abusos. Todo lo que se dirá en adelante debe ser tomado con altura de miras, centrándonos en un sincero y equilibrado análisis crítico, cuidándonos de no caer en excesos tanto criticistas como apologéticos. Dicho esto, se puede decir que “hipocresía” es una palabra bastante categórica, es provocativa e interpela una y otra vez. Cuando vamos a un diccionario de psicología se dice que la hipocresía es “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. El hipócrita es aquel que siempre se presenta frente a los demás con buenas formas y sentimientos, pero esa no es su verdadera imagen. El objeto de esa hipocresía es habitualmente el dominio o la seducción. No siempre podemos considerar como enfermo al hipócrita, aunque la hipocresía es característica de muchas neurosis. Un rasgo de carácter de los hipócritas es la debilidad.”225 Para el psicólogo clínico Samuel Merlano, la hipocresía es “un término que se usa desde un marco sociológico, pero en la realidad este fenómeno sucede en el inconsciente (elementos guardados o reprimidos) del individuo cuando en su proceso de crecimiento (infancia) trata de defender su yo (identidad) 224 Cfr. BBC Mundo (2017); "La monja de claustro que fue violada, quedó embarazada y ahora demanda a la Iglesia católica en Chile"; BBC News; tomado el 12/07/2018 de la página web: https://www.bbc.com/mundo/noticiasamerica-latina-39512699 225 Glosario de Psicología tomado el 11/07/2018 de la página web: https://glosarios.servidoralicante.com/psicologia/hipocresia 143 en formación, evitando a toda costa los reproches, la descalificación, la desaprobación y lo más profundo, el afecto.”226Es interesante ver cómo desde una mirada general la psicología dice que esta tendencia es característica de muchas neurosis y conflictos del Yo como lo explicaba el modelo de abuso de Horney y los conceptos freudianos narcisistas.227 Con todo esto, el abusador, gatillado por la neurosis, crea una autoimagen idealizada de sí mismo. En su esfuerzo por realizar dicho ideal, el neurótico sucumbe a lo que Horney llamó “tiranía de los debería”228. La persona que padece este tipo de trastornos vive convencida de que debería ser la mejor en lo que hace, o ser un perfecto profesional, cónyuge, padre de familia, sacerdote, empleado, amigo o niño. Ahora bien, como su autoimagen en realidad es muy negativa, cree que su conducta debería corresponder a la autoimagen ilusoria donde se ve bajo una luz sumamente positiva229; por ejemplo, como un ser virtuoso, santo, generoso, piadoso y valiente. Al hacerlo, niega a su Yo real y trata de convertirse en lo que debería o tendría que ser para corresponder a la autoimagen idealizada. Sin embargo, sus esfuerzos están condenados al fracaso; nunca podrá hacerlos realidad. Al menos no por sus propios medios. Por otro lado, Freud Incluyó en la neurosis narcisista la paranoia, la esquizofrenia, los estados maníacos y la melancolía. Cabe recordar que Freud definió la neurosis narcisista como “el estancamiento de toda la energía de la libido en el Yo “230, clasificándolo en narcisismo primario y secundario. El narcisismo primario o primitivo es aquel que corresponde al estado de omnipotencia infantil, cuando el niño todavía no diferencia claramente su ser de los objetos del mundo exterior y es él su propio objeto de amor. Niños narcisistas serían aquellos que se rebelan ante la elección de objetos externos y sacan provecho de esta situación compadeciéndose a sí mismos y reclamando más atención. El narcisismo secundario es un estado patológico posterior y permanente que suele darse en adolescentes, artistas y personas que se repliegan sobre sí mismas.231 226 Merlano, Samuel (2012); “La comunicación interna en las organizaciones.”; Eumed.net; Tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.eumed.net/ce/2012/smm.html 227 Cfr. Supra 196, Schultz; Teorías; p.165 228 Ibid. p.169 229 Ibid. 230 Freud, Sigmund (1914); “Introducción al Narcisismo”; Alianza Editorial; Madrid, España; p. 22 231 Ibid. p. 73 144 La hipocresía que vive la Iglesia chilena entonces puede entenderse como un estado de inacción ante la moral cristiana, la que exhorta a amar al prójimo como a uno mismo. Cuando una persona se vuelve el centro de atención, cuando quiere ser la referencia de una vida moral intachable, promoviendo el clericalismo, la idealización de la autoimagen de tipo mesiánica, la inefabilidad del clero, pero que sin embargo actúa con prepotencia, abusivamente y con poca o nada de caridad cristiana, cometiendo violencia psicológica o encubriendo delitos sexuales o faltando a la justicia, está todo dado entonces para que se manifieste la hipocresía en todo su “esplendor”. Sin embargo, nada de esto impide reconocer todo el bien que hace la Iglesia, y que en vista de todo el sufrimiento provocado, hay que destacar también los esfuerzos y aciertos por la creación de instancias de prevención como el Departamento de Prevención de Abusos232, el Consejo Nacional de Prevención del Abuso y Acompañamiento a Víctimas233, las respectivas comisiones diocesanas, la existencia de las Líneas Guías234, los protocolos de acción, cursos de capacitación en las diócesis, la exigencia de institucionalidad mínima tanto en la Conferencia Episcopal como en la Conferre, que se orientan a prevenir y enfrentar los abusos del clero en la Iglesia. En el año 2013 se celebró en Santiago el VIII Congreso Nacional sobre Violencia y Delincuencia, organizado por el ICEV (Fundación Instituto Chileno para el Estudio de la Violencia). En él se presentó el resultado sistematizado de diferentes pericias psicológicas realizadas a religiosos que posteriormente fueron condenados por ‘delito sexual contra menores de edad’; los religiosos fueron evaluados basados en la producción psicodiagnóstica del test de Rorschach en las áreas: intelectual, emocional, relacional y adaptativa social en el Instituto de Criminología de Policía de Investigaciones de Chile, entre los años 2004 y 2010 por los expertos psicólogos Francisco Maffioletti Celedón, Adriana Guila Sosman Contreras y 232 Es un organismo de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal de Chile, creado en 2018, cuya función es ejecutar las orientaciones y criterios de la Conferencia Episcopal y de su Consejo Nacional de Prevención de abusos y Acompañamiento de Víctimas. 233 El Consejo es un organismo asesor de la Conferencia Episcopal creado en 2011, para orientar y dirigir políticas de prevención sobre abusos sexuales a menores de edad y ayuda a las víctimas. 234 El documento “Cuidado y Esperanza. Líneas guía de la Conferencia Episcopal de Chile para tratar los casos de abusos sexuales a menores de edad”, fue promulgado a nivel particular por cada obispo en las diócesis de Chile, mediante decretos respectivos, y entró a regir el día 16 de julio de 2015, en la solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, madre de Chile. Todos los documentos y protocolos se encuentran en la página web: http://www.conferre.cl/protocoloscongregaciones-2018-normas-y-procedimientos-de-conferre/ 145 Nathalie Coliñir Pavez. Dicho resultado arrojó muchas luces acerca del perfil psicológico del abusador, especialmente en el ámbito religioso como a continuación se desglosa235: Área Intelectual: Flexibilidad ideo-asociativa adecuada tendiente a la disminución. Juicio de realidad conservado. Sentido de realidad comprometido. Estilo perceptivo, general y teórico, con tendencia a la minuciosidad, detallismo en detrimento de la atención a lo convencional. Adecuación a nivel cognitivo-intelectual no es un área que sobresalga en capacidad de abstracción, de reflexión analítica o de creatividad. Área Emocional Inmadurez emocional. Predominio de impulsos básicos y necesidades de gratificación inmediata, escasamente moduladas. Mundo interno escasamente desarrollado, presentan confusiones y contradicciones. Sobrevaloran lo intelectual y racional, menosprecio de las emociones y la experiencia corporal, la sexualidad. Área Relacional 235 Déficit en la capacidad de empatía y en las habilidades sociales. Vínculos simbióticos y agresivos. Esperan que sean satisfechas sus necesidades afectivas, de contención o de apoyo. Maffioletti Celedón, Francisco - Sosman Contreras, Adriana - Coliñir Pavéz, Nathalie (2013); "Caracterización Psicocriminológica de Religiosos Condenados por Delito Sexual Infantil: la realidad chilena."; VIII Congreso Nacional sobre Violencia y Delincuencia, Santiago, Chile. Tomado el 12/07/2018 de la página web: https://studylib.es/doc/6051801/caracterización-psicocriminológica-de-religiososcondenad?fbclid=IwAR1x6BLJriqCLfOiYK7r6YoxatZJoO2pmtNNNWVscfpOj11zmIuv-hyiABc 146 De verse frustradas estas necesidades, puede que manifiesten hostilidad o rechazo. Área de Adaptación Social Menor atención a los aspectos convencionales y prácticos de la realidad. Dificultades en el reconocimiento de los patrones conductuales correctos. Afectada la capacidad de actuar de una manera socialmente esperada. En otros casos se observa un reconocimiento y apego excesivo, concreto y estricto a las normativas sociales, sin que hayan sido comprendidas a cabalidad. Adaptación social poco flexible y no exitosa. El estudio indica además que la identidad del abusador es poco integrada y frágil, existen en él ansiedades paranoides, fantasías de omnipotencia, defensas narcisistas en algunos casos y obsesivas en otros, que impiden que el sujeto se contacte con sus conflictos y tendencias internas contradictorias. Se evidencia también una notoria desconexión con las emociones y con la sexualidad. La presentación reconoce, sin embargo, que se presentan concordancias y divergencias entre las características de los agresores sexuales religiosos y los agresores sexuales en general. Resulta fundamental en toda la construcción del perfil abusivo religioso, el rol social que poseen los agresores sexuales, plasmado especialmente en el uso de poder que les confiere el estatus de guía espiritual. Entrando ya de lleno en los resultados de dichas pericias, se desprende que los religiosos evaluados poseen una identidad difusa e inestable, caracterizada por inmadurez emocional y desconexión con sus afectos y sexualidad, mostrando contradicciones y tensiones internas escasamente elaboradas. Lo anterior implica que las ‘fantasías y deseos’ se llevan a la conducta en vez de reprimirlos, buscando así satisfacer sus necesidades y carencias. Aunque este estudio arroja resultados que deben seguir siendo contrastados y sistematizados con casos más recientes, podríamos decir que nos presenta algunas líneas para generar estrategias eficientes de prevención de estos delitos y de rehabilitación para los condenados, así como también una facilitación 147 a la hora de identificación de factores de riesgo, factores protectores y estrategias de autocuidado para tratar con eficacia estos dolorosos casos. Ya finalizando este apartado podríamos decir que el caminar moral de la Iglesia puede entenderse, desde una retrospectiva histórica, como una suerte de juego de escaladas y pendientes, a modo de gráfico, que sitúa este peregrinaje entre la vida moral e inmoral, siendo la vida moral claramente mayor que la inmoral. Pero eso no oculta la realidad: ha habido momentos en que la Iglesia ha caído en una seria laxitud de la vida según el Evangelio. Estos sucesos tristes se deben al abandono de la persona de Cristo y tiene su génesis en la exaltación del Yo en desmedro de los demás. Cuando esto sucede, se ejercen automáticamente mecanismos de abuso a toda escala y en todas las realidades. Los seguidores de estos malos referentes de autoridad promueven las estructuras de encubrimiento, perpetuándose así los abusos. Las neurosis que provocan estos padecimientos impiden a las personas vivir la caridad cristiana, a obrar de acuerdo a las exigencias del Evangelio, despreciando a los pobres, maltratándolos, haciendo mal uso de la autoridad investida. A pesar de todo esto, históricamente, luego de estas etapas de crisis axiológicas, la Iglesia vuelve a levantarse con nuevos bríos, volviendo a poner su centro en Cristo, llevando su mensaje y las obras de caridad a todos los confines del orbe. Por eso muchos comentaristas de la actual crisis no dejan de hablar de un proceso de purificación, del que la Iglesia ha de volver a surgir más resplandeciente en su discurso y en su obrar. 3. BUSQUEDAS Y PROPUESTAS ACTUALES DE SUPERACION Todo cuanto se ha visto hasta ahora lleva a la búsqueda de propuestas de superación de la actual crisis. Cuando se habla de superación de la crisis no hablamos de dar una vuelta de página, haciendo como si nada hubiera pasado, tampoco se trata de indicar con el dedo a los culpables y destituirlos. Eso no soluciona nada, al contrario, hemos evidenciado que tales actos no hacen más que profundizar las heridas en la Iglesia. Todo cuanto se ha de hacer desde ahora es asumir la miseria, morir con ella, para luego comenzar un largo camino de reparación, a modo de resurrección. Este camino ya ha sido trazado por el papa Francisco en su carta al episcopado chileno, es por eso que será la carta de navegación para lo que 148 queda de este apartado. Sin embargo, antes analizaremos algunas otras propuestas que son imprescindibles para armonizar con los planteamientos del papa y que esta semilla caiga en tierra fértil. Es por eso que este apartado se dividirá en tres grandes propuestas… 3.1. Activo Rol del Laicado Durante siglos predominó en la Iglesia la idea de que la vida sacerdotal o religiosa era el estado más perfecto, puesto que se centraba en lo importante y trascendente, la unión con Dios; mientras que los laicos236 se dedicaban a lo secundario y transitorio: las cosas de este mundo. Sin embargo, la reflexión de la Iglesia sobre el mensaje de Jesucristo ha ido madurando con aportes de diferentes momentos y hechos históricos, como por ejemplo la reforma protestante y la apertura del Vaticano II, llegando a concluir que el Reino de Dios no es tanto del más allá, si no que comienza con Jesús en el más acá, con el misterio de la encarnación. A la construcción del Reino estamos llamados sus seguidores, todos, no sólo unos cuantos. Los seres humanos seremos juzgados según cuánto hayamos contribuido a la construcción de una civilización basada en la fraternidad y el amor, tarea principal de los laicos. El laico cumple un papel fundamental en la vida de la Iglesia, sin laicos no hay asamblea de los fieles, es más, de entre el pueblo fiel Dios llama a hombres y mujeres a un servicio especial: la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. El laico puede entenderse a grandes rasgos, primero, como un bautizado, y, segundo, como una persona que no pertenece ni a la jerarquía ni a un estado de vida religiosa. No obstante, para la Iglesia el laico no es de modo alguno alguien que tiene menor categoría, al menos no en el discurso. En la celebración del Concilio Vaticano II, uno de los temas obligatorios y centrales fue restituir al laico su lugar imprescindible en la actividad de la Iglesia, para que los laicos no sólo fueran objeto de la evangelización sino protagonistas y responsables de esta tarea. A los laicos se les encomienda la especial 236 La palabra Laico, es un derivado del término latino “laos” que significa “pueblo”. La Iglesia tempranamente comenzó a utilizar este término para referirse al Pueblo de Dios. 149 misión de gestionar los asuntos temporales y ordenarlos según el designio de Dios237, a través del ejercicio de su profesión o trabajo en la sociedad. Todos los cristianos, cada uno dentro de su estado, son llamados a la santidad, es decir, convocados a llevar una vida según la voluntad divina. Este reparto de tareas dentro de la Iglesia, le proporciona una mayor capacidad para estar presente, a través de sus miembros, en las distintas estructuras sociales. En efecto, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia definirá al laico, citando a la Lumen Gentium, como “todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde.”238 También en el Catecismo encontramos que el laico tiene un marcado carácter apostólico que emana de la vocación cristiana y sin duda que se mantiene fecunda por medio de la unión vital con Cristo.239 Todo laico por medio del bautismo se convierte en hijo de Dios, participan de las funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey.240Puede presidir ciertas bendiciones241y puede “intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. […] La acción social puede implicar una pluralidad de vías concretas. Deberá atender siempre al bien común y ajustarse al mensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia. Pertenece a los fieles laicos ‘animar con su compromiso cristiano, las realidades y, en ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia’.”242 Hemos visto rápidamente lo que significa ser laico desde el Magisterio de la Iglesia. Pues bien, ¿en qué situación se encuentra hoy el laicado chileno? Ante la actual crisis se puede observar a todas luces que el pueblo de Dios ha permanecido como un mero espectador. Todos tienen algo que decir al respecto, ya sea en la familia, en el autobús, en la universidad o con los amigos del barrio, y de hecho lo hacen, pero casi siempre en un contexto de crítica privada o de decepción, en algunas ocasiones será por motivos de 237 Cfr. Supra 73, Catecismo; 898 ss. Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz (2004); Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 541 239 Cfr. Supra 73, Catecismo; 864, 897 240 Cfr. Ibid. 871 241 Cfr. Ibid. 1669 242 Ibid. 2442 238 150 análisis, buscando el consuelo del Señor, pero esto se circunscribe solo a los agentes pastorales o a los laicos comprometidos. Es que las personas de alguna manera han llegado a ver a la Iglesia como una institución ajena a sus propias vidas. Para ellos la Iglesia se ha convertido en sinónimo de templo y de celebraciones litúrgicas. Los laicos, en su mayoría, no saben nada acerca de los tiempos litúrgicos, no se sienten llamados al apostolado, no conocen los dogmas de la Iglesia, mucho menos se sienten sacerdotes, ni profetas, ni reyes. No existe en la masa católica chilena la idea de Iglesia-asamblea, casa de todos los bautizados. Todo esto no carece de sentido, pues los laicos, hoy en día, han sido reducido a simples receptores de sacramentos. Esto contrasta mucho con la realidad de la Iglesia post separación del Estado o preconciliar que vimos en capítulos anteriores. El sacerdocio común de los fieles del Concilio Vaticano II requiere hoy en día teologías que la desarrollen con mayor profundidad para así descubrir con mayor claridad el rol de los fieles laicos y el alcance que pueden llegar a tener en la vida de la Iglesia. Esta triste realidad tiene su origen sin duda en el golpe de estado de 1973, pues desde que comienza la dictadura militar, la Iglesia emprenderá un lento proceso de desarticulación de las CEB243, lugar en donde las agrupaciones de laicos estaban bastante empoderados, tenían participación activa en la liturgia, tenían voz y voto en decisiones importantes, siempre comprometidos a combatir la cuestión social a través de la práctica del Evangelio, potenciados sin duda por las reflexiones de la teología de la liberación, aunque en algunos casos se caían en excesos de carácter político-revolucionarios.244 Sin embargo, eran casos aislados. 243 Las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) son un modelo eclesial que surge en el contexto renovador del Concilio Vaticano II. Su trayectoria es reconocida como focos de evangelización y motores de liberación en América Latina (Medellín 15, 10; Puebla 96). Surgen como respuesta a la necesidad de vivir con mayor coherencia el seguimiento de Jesucristo, formando pequeñas comunidades de personas que se reúnen a meditar la Palabra de Dios, comparten y celebran su fe, juntos buscan caminos para transformar la realidad social desde la perspectiva del Reino. El fin último de las CEB es el Reino de Dios entre los hombres y las mujeres, es decir, promover e implantar relaciones fraternas de ayuda mutua, amistad, apoyo, cooperación, armonía que reflejen la presencia del Dios de la Vida en todos y todas. Las CEB tienen un método teológico constituido en cinco pasos que son: ver, pensar, actuar, evaluar, celebrar. Fuente: Casa de la Sabiduría, Biblioteca digital CEB, http://casadelasabiduria.info/index.php/portada/2015-04-12-22-18-21 244 Pablo VI, en EN 58, advierte que, en algunas regiones, las comunidades de base se reúnen con un espíritu de crítica amarga hacia la Iglesia, que estigmatizan como “institucional” y a la que se oponen como comunidades carismáticas, libres de estructuras, inspiradas únicamente en el Evangelio. Tienen pues como característica una evidente actitud de censura y de rechazo hacia las manifestaciones de la Iglesia: su jerarquía, sus signos. En esta línea, su inspiración principal se convierte rápidamente en ideológica y no es raro que sean muy pronto presa de una opción política, de una corriente, y más tarde de un sistema, o de un partido, con el riesgo de ser instrumentalizadas. Fuente: El Portal de los Misioneros, http://www.portalmisionero.com/cebs.htm 151 En esa época se estaba gestando una verdadera primavera de la caridad cristiana, en donde el pueblo de Dios, en su mayoría, a pesar de la inestabilidad política y económica que se vivía, encontraba en la Iglesia un lugar al el que podían llamar hogar, donde todos los desplazados se sentían parte de algo mucho más grande, en donde se podía compartir los anhelos y sufrimientos, un lugar en donde se podía vivir la caridad y la fraternidad. Se vivía una fe que daba sentido a la existencia, todo fruto de la animosa recepción de las directrices del Concilio Vaticano II y las posteriores reflexiones de las conferencias latinoamericanas, de hecho, después de la Conferencia de Medellín (1968), los Obispos de Chile, ponen a las Comunidades Eclesiales de Base como prioridad pastoral y vemos que tuvo su efecto casi inmediato. Pero, como ya hemos visto en puntos anteriores, en menos de un par de décadas todo se transformó. El miedo que se vivía en el régimen de Pinochet (1981-1989) por el terrorismo de estado, la desaparición y sistemático exterminio de muchos compatriotas, fue minando las esperanzas de un pueblo que de a poco se fue adaptando a las nuevas reglas, todo dirigido coordinadamente por los nuevos líderes de la jerarquía. Sin embargo, todavía quedaban algunos obispos y sacerdotes que luchaban en contra de las violaciones a los derechos humanos, verdaderos bastiones de esperanza. Aun así, el proceso de desarticulación seguía trabajando lentamente. Comenzaron a nombrarse obispos adeptos a Pinochet, quienes veían con buenos ojos el rumbo conservador-capitalista que el país estaba llevando. Las consecuencias fueron funestas: poca participación de los laicos en las parroquias, cese de las ollas comunes, merma de grupos de oración, además, el toque de queda de esos años hacía que las articulaciones parroquiales se desvincularan de los anhelos de construir el Reinado de Dios en la sociedad. Como ya se había mencionado también, el trabajo social que desempeñaba la Iglesia por medio de las comunidades eclesiales de base era mal visto a los ojos de las autoridades civiles y eclesiásticas, pues veían un germen de marxismo. Ayudado por el temor de ser arrestado, torturado o asesinado por los militares, sumado a la propaganda del Estado por los medios de comunicación, los fieles de las masas dejaron de frecuentar la Iglesia y fueron viviendo la fe de manera íntima, con grandes excepciones como lo es la religiosidad popular: en las peregrinaciones a santuarios y en las fiestas patronales era en donde se podía de algún modo vivir la 152 fe en comunidad, lo que otrora era habitual; por otro lado, los católicos que apoyaban la dictadura y seguidores de las nuevas líneas pastorales, fueron forjando una exaltación a la figura jerárquica de los sacerdotes y obispos, sentándose así toda la dirección de la Iglesia en manos de los pastores. Una característica clara de estas dos posturas era que los que vivían la fe en las CEB eran de la clase obrera, en cambio los que vivían la fe en torno a la jerarquía eran en su gran mayoría de clases acomodadas. Así pues, en esta nueva época, el papel del laico comprometido se reducía solo a impartir catequesis, leer los textos en la liturgia y alguna participación administrativa como el secretariado parroquial, el aseo del templo o la ornamentación del mismo en semana santa. Evidentemente que un papel fundamental del laicado de la elite fue posicionarse en la política, participando en lo que se denominaría en reflexiones posteriores como un verdadero duopolio del poder político. Cuando en 1988 el país vuelve a la democracia (pero vigilada), la realidad es totalmente distinta, los grandes referentes del catolicismo popular ya habían fallecido o eran seniles. Quienes vivieron la experiencia comunitaria de las CEB siendo adultos ya estaban casi extintos. Hinzpeter y Lehmann en su investigación acerca de la observancia religiosa245, comprueban en que en Chile la religión católica, aunque mayoritaria, ha venido descendiendo en los últimos 70 años, además, se verifica una declinación de la observancia religiosa, pero un fuerte arraigo de la idea de Dios en las personas. Así, pues, se va levantando progresivamente una incipiente generación post dictadura, “nuevos laicos que fueron criados como católicos, pero a su manera”.246 Ellos seguían creyendo en Dios y en la virgen, viviendo la fe en las manifestaciones de religiosidad popular, más la vida sacramental no les llamaba la atención. También se comienza a evidenciar que no existe un recambio confesional generacional.247 Sumado a esto, el proceso 245 Hinzpeter, Ximena y Lehmann, Carla (1999); “Mapa de la Religiosidad: ¿Cuán Religiosos Somos los Chilenos?”; Encuesta CEP; Santiago, Chile; Puntos de Referencia, 207: 1-11. Nota: del total de encuestados que se declararon católicos (72%), sólo el 10% admite asistir periódicamente a las celebraciones, mientras que un mayoritario 62% fue considerado “no observante”. Además, la observancia es mayor entre las mujeres de 55 años o más, y en dos tramos por nivel educacional: de 4 a 8 años y 13 o más años de estudio. 246 Ibid. 247 Sobre los hábitos de los católicos existen otras investigaciones. El año 2001, el Instituto de Sociología de la Universidad Católica realizó la “Encuesta Nacional de Iglesia”, en la que sólo el 22,9% de quienes se declararon católicos (74% de una muestra de 2019 personas mayores de 18 años de todo Chile) afirmaron que asistían a misa semanalmente, un 52,5% lo hacía ocasionalmente y un 24% no lo hacía. Otra de las conclusiones de este estudio es que se ha ido perdiendo la capacidad de recambio generacional de fieles observantes. El 18,4% de los encuestados entre 18 y 24 años afirma que asiste semanalmente a misa. La misma respuesta la dieron el 13,6% de los encuestados 153 de secularización iniciado décadas atrás ahora irrumpía con más fuerza que nunca: las políticas liberalistas de la dictadura, refrendadas ahora por los gobiernos democráticos de la “Concertación de Partidos por la Democracia” no hicieron más que profundizar la gran brecha de la desigualdad social.248 Esta nueva generación fue viendo con recelo el papel de la Iglesia en la sociedad pues se le asociaba a la dictadura. La imagen de la Iglesia luchadora y defensora de los débiles había desaparecido por el ascenso de referentes eclesiásticos como el padre Raúl Hasbún, o el Cardenal Medina, quienes eran abiertamente defensores de la dictadura. En efecto, la Iglesia era ahora un bastión de valores y buenas costumbres, defensora del statu quo y solo pronunciándose en temas relacionados con la moral cristiana, en lugar de denunciar las injusticias de la dictadura. Esta imagen calará hondo en una sociedad dañada y dividida hasta la médula. Cabe destacar que la dolorosa huella dejada por la dictadura militar en lo que respecta a las violaciones a los derechos humanos será imborrable. Hasta el día de hoy, nietos y bisnietos de los detenidos desaparecidos claman por justicia o al menos saber dónde se encuentran los restos de sus deudos. Si la imagen de la iglesia asociada a la dictadura fue mal vista, todo empeora cuando a inicios del nuevo milenio se conocen los primeros casos de abuso sexual contra menores. Esto es particularmente desastroso, no tanto por lo detestable del acto inmoral cometido, sino por el discurso moralista que había llevado la Iglesia por décadas. Es así como las nuevas generaciones de laicos, ahora secularizados por el sistema neoliberal, hijos de católicos formados a su manera, formados en catequesis paupérrimas, de cara a una Iglesia autoritaria y sumergida en escándalos sexuales, van forjando un malestar colectivo. El anticlericalismo actual tiene su fuente en esta realidad, acompañado de movimientos sociales que luchan por la reivindicación de políticas estatales en función del pueblo de Chile y no de las grandes transnacionales o de los intereses de la elite: Asamblea constituyente, educación gratuita, de entre 25 y 34 años; el 16% de los consultados entre 35 y 44 años; el 27% de los encuestados entre 45 y 60 años; y el 33% de las personas de más 60 años. La encuesta también afirma que el 91,1% de los católicos tiene alguna imagen religiosa en la casa, el 61,9% reza diariamente y que sólo el 15,3% lee la Biblia en casa. Además, los datos apuntan a que todas estas costumbres son más comunes en personas de mayor edad. 248 Durante los últimos años de la dictadura militar se comenzaron a vender las empresas estatales a algunos políticos y empresarios simpatizantes, a un precio bajísimo. Gracias a esta estrategia el 1% de la población fue amasando sus grandes fortunas. 154 renacionalización del cobre, fin de las AFP, entre otras. La tenaz oposición de la Iglesia a estas exigencias de la población no hará más que agravar la situación. Es así como el laico chileno hoy se encuentra ante una encrucijada. En efecto, el progreso de las ideas liberalistas y secularistas en la sociedad ha minado todo tipo de referente de la moral cristiana bajo el velo del anacronismo. Es común ver entre los fieles católicos e incluso laicos comprometidos, la defensa de la legalización del aborto, tampoco se cuestiona en modo alguno el uso de anticonceptivos, los católicos de la masa defienden el matrimonio entre personas del mismo sexo, naturalizan los linchamientos ciudadanos y una lista enorme de cuestiones contrarias al Magisterio de la Iglesia y a la defensa de los derechos humanos. Chile hoy se encuentra bajo una verdadera dictadura del relativismo.249 Es imposible en este momento no recordar el concepto de “señorito satisfecho” que acuñó José Ortega y Gasset, casi como una predicción histórica, cuando afirma que en el hombre-masa se encuentra “una impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas; por lo tanto, cada individuo medio encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que le invita a afirmarse a sí mismo tal cual es, dar por bueno y completo su haber moral e intelectual. Este contentamiento consigo le lleva a cerrarse para toda instancia exterior, a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y a no contar con los demás. Su sensación intima de dominio le incita constantemente a ejercer predominio. Actuará, pues, como si solo él y sus congéneres existieran en el mundo; por tanto, intervendrá en todo imponiendo su vulgar opinión sin miramientos, contemplaciones, trámites ni reservas, es decir, según un régimen de ‘acción directa’.”250 ¿Cómo la Iglesia puede luchar contra una poderosa bestia sustentada en una estructura social de pecado, sobre todo ahora, que se ve a sí misma en tela de juicio por sus propios pecados y por los crímenes de abuso? ¿es que acaso Jesús le pide a la Iglesia algo que no es capaz de hacer, es decir, iluminar a una sociedad que se hunde en las tinieblas? Las respuestas a estas cuestiones no se se pueden encontrar en ningún lado salvo en la persona de Cristo. Es Dios quien tiene la capacidad de transformar a la sociedad, la 249 Cfr. Card. Joseph Ratzinger (2005); “Homilía en la Misa Pro eligendo Pontifice, 18 de abril de 2005”; en Denzinger, Heinrich - Bergoglio Jorge M. (2015); "El Magisterio De La Iglesia Nuevo Compendio de símbolos, definiciones y declaraciones de fe y moral"; p. 1547-1548, 1732-1733 250 Ortega y Gasset, José (1956); “La Rebelión de las Masas”; Editorial ESPASA-CALPE, Colección Austral; Madrid, España; p. 109 155 Iglesia es el instrumento, pero para que eso ocurra debe haber conversión, es decir, debemos volver la mirada hacia aquel que todo lo puede. San pablo dirá: “Todo lo puedo en aquel que me conforta”251. La respuesta en Cristo, lejos de ser un cliché, es la verdadera razón del porqué como Iglesia estamos viviendo este momento de tribulación. Ahora bien, ¿cómo hacer que este discurso se haga efectivo en la sociedad? Si tan solo se pudiese releer los documentos magisteriales y las conclusiones de las conferencias latinoamericanas y llevarlos a la práctica. Todo está allí. La mejor modalidad es la de dar a los laicos un rol activo. Esto se puede lograr dando prioridad pastoral a la reorganización de las comunidades eclesiales de base como lo proponía Medellín: “La vivencia de la comunión, a la que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su comunidad de base, es decir, una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros. Por consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar orientado a la transformación de esas comunidades en familia de Dios, comenzando por hacerse presente en ellas como fermento mediante un núcleo, aunque sea pequeño, que constituya una comunidad de fe, de esperanza y de caridad. La comunidad cristiana de base es así el primero y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo.”252 Pero no basta solo con darle prioridad a las CEB, dado lo proclives que son a confundirse con las ideologías de turno, es necesario que sigamos las directrices que da la misma conferencia, cuando dice: “…las comunidades que por su espíritu de contestación se separan de la Iglesia, cuya unidad perjudican, pueden llamarse ‘comunidades de base’, pero ésta es una denominación estrictamente sociológica. No pueden, sin abusar del lenguaje, llamarse comunidades eclesiales de base, aunque tengan la pretensión de perseverar en la unidad de la Iglesia, manteniéndose hostiles a la jerarquía. 251 252 Flp. 4,13 Supra 5, Medellín 156 Este nombre pertenece a las otras, a las que se forman en Iglesia para unirse a la Iglesia y para hacer crecer a la Iglesia. Estas últimas comunidades serán un lugar de evangelización, en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán una esperanza para la Iglesia universal, como Nos mismo dijimos al final del Sínodo, en la medida en que: buscan su alimento en la palabra de Dios y no se dejan aprisionar por la polarización política o por las ideologías de moda, prontas a explotar su inmenso potencial humano; evitan la tentación siempre amenazadora de la contestación sistemática y del espíritu hipercrítico, bajo pretexto de autenticidad y de espíritu de colaboración; permanecen firmemente unidas a la Iglesia local en la que ellas se insieren, y a la Iglesia universal, evitando así el peligro -muy real- de aislarse en sí mismas, de creerse, después, la única auténtica Iglesia de Cristo y, finalmente, de anatemizar a las otras comunidades eclesiales; guardan una sincera comunión con los Pastores que el Señor ha dado a su Iglesia y al Magisterio que el Espíritu de Cristo les ha confiado; no se creen jamás el único destinatario o el único agente de evangelización, esto es, el único depositario del Evangelio, sino que, conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y diversificada, aceptan que la Iglesia se encarna en formas que no son las de ellas; crecen cada día en responsabilidad, celo, compromiso e irradiación misioneros; se muestran universalistas y no sectarias.” Entonces cabe la pregunta: ¿poseen las CEB una espiritualidad, o en realidad es una pantalla religiosa para dar vida a un materialismo latente? Esto es del todo importante porque sin encuentro con Jesús no habrá caridad. En este mismo sentido Aparecida dice que “hay otras válidas formas de pequeñas comunidades, e incluso redes de comunidades, de movimientos, grupos de vida, de oración y de reflexión 157 de la Palabra de Dios. Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de Cristo.”253 En efecto, si se ha de crear estructuras de participación activa del laicado, es necesario que éstos estén convencidos que la relación con Dios es primordial. No puede haber comunidad eclesial de base (ni ningún tipo de comunidad eclesial) sin una experiencia trascendental y liberadora que solo puede dar Cristo. Cuando un laico conoce a Cristo, toda su realidad se configura, él mismo se transfigura, siendo capaz de renunciar a sí mismo para dar paso al Resucitado que actúa en él. Dice Karl Rahner que “…el cristiano del futuro o será un ‘místico’, es decir, una persona que ha ‘experimentado’ algo o no será cristiano.”254. La experiencia mística de la pobreza y de la transfiguración en la sociedad serán los motores que permitirán a los agentes pastorales de las CEB adentrarse a las capas más oscuras de la sociedad, no por motivos meramente sociológicos o filantrópicos, sino por caridad, por ver en esa realidad a Cristo mismo, sufriente, y una sed de Dios, un pueblo que pulula sin sentido por el mundo porque se encuentra sin pastor. La misión se convierte entonces en un eje fundamental en lo que a evangelización respecta, dada la importancia del anuncio de la Buena Noticia. Cuando el laico se ha dado cuenta que en la espiritualidad existe una verdadera corriente de gracia, es que se propone, siguiendo las inspiraciones del Espíritu Santo, ir hacia los desplazados de la sociedad, anhela compartir la experiencia liberadora que implica el reconocer a Jesucristo como Señor y Dios, alimentarse de su Palabra de vida y trabajando mancomunadamente con los pastores de cara a los más necesitados. Es por eso que los padres de Aparecida, dirán que “Las comunidades eclesiales de base, en el seguimiento misionero de Jesús, tienen la Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad y la orientación de sus Pastores como guía que asegura la comunión eclesial. Despliegan su compromiso evangelizador y misionero entre los más sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres. Son fuente y semilla de variados servicios y ministerios a favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia.”255 253 Supra 5, Aparecida 180 Rahner, Karl (1969); “Espiritualidad antigua y actual”, en: Escritos de Teología, vol. VII, Madrid, España; p. 25. 255 Supra 5, Aparecida 179 254 158 Siguiendo esta misma línea de reflexión, es urgente vivir la opción preferencial por los pobres en la Iglesia. Es apremiante. No con discursos, no con intenciones, sino comprometiendo la vida. Es necesario que la Iglesia vuelva a optar por los pobres para provocar así nuevamente aquella primavera de la caridad social cristiana. En efecto, en esta opción preferencial se evidencia lo más hondo de la vocación cristiana primitiva y por tanto es eminentemente cristológica, pues Cristo mismo dijo: “’Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.’ Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, ¿y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, ¿y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.”256 Juan Pablo II destacó que este texto bíblico “ilumina el misterio de Cristo”257. Porque “en Cristo el grande se hizo pequeño, el fuerte se hizo frágil, el rico se hizo pobre”.258 El documento de Aparecida reafirmará a Jesucristo como “rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre”259. Además, continúa, “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza. Esta opción nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano. Ella, sin embargo, no es ni exclusiva, ni excluyente.”260 Aunque sí, es exigente y requiere de toda una capacidad volitiva. La última conferencia del episcopado latinoamericano se comprometerá a “trabajar para que nuestra Iglesia Latinoamericana y Caribeña siga siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso hasta el martirio. Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores. Que sea preferencial implica que 256 Mt 25, 34-40 Juan Pablo II (2001); “Novo Millennio Ineunte”; 49 258 Supra 5, Aparecida 393 259 Ibid. 392 260 Ibid. 257 159 debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. La Iglesia latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos”.261 La reconstrucción de la Iglesia del futuro no puede hacerse solamente con hermosas palabras o compromisos vanos. Hemos visto que los padres de Aparecida se comprometen hasta el martirio por los más pobres, también han dicho que debe ser una opción transversal a todas las estructuras, además de tener prioridad pastoral. Si se quiere trabajar para levantar a la Iglesia es necesario admitir que no se puede lograr esta tarea con los pastores que han sido cuestionados, pues estos no han sabido dar acogida a las directrices e inspiraciones de las conferencias latinoamericanas, ni han dado la talla a la hora de reconocer a Cristo en el rostro sufriente de los desamparados. Mas bien, todo lo contrario, se han servido del pueblo de Dios, se han aprovechado de las conciencias y han cometido hasta abusos sexuales, demostrando que Cristo no ha sido el centro de su quehacer pastoral. Es necesario también que se promuevan las comunidades eclesiales de base y la opción preferencial por los pobres para hacer realidad los importantes lineamientos del Concilio Vaticano II. La cuestión aquí es clara: O el concilio y las conferencias latinoamericanas se han equivocado en el método de análisis de la realidad y por ende sus conclusiones no son las correctas, o realmente la Iglesia se rehúsa a vivir la fe según dichos lineamientos, demostrando el ensimismamiento y alejamiento de Cristo que aduce el papa. Considero urgente y primordial que haya una renovación en todas las autoridades actuales, fortaleciendo con ello las fuerzas y extraordinarias energías que existen al interior de las pequeñas comunidades de base, que todavía subsisten, donde los laicos, los sacerdotes y las religiosas han permanecido honestos al mandato de Jesús de Nazaret. Estas comunidades renovadas deben avanzar y coordinarse a nivel diocesano, jugando un papel protagónico en, al menos, proponer a la Santa Sede las nuevas autoridades que podrían conducir los caminos de la Iglesia, que finalmente es la casa de todos. Sumado a esto es un deber primordial volver el rostro al verdadero centro de la fe cristiana. 3.2. Horizontalidad Organizacional 261 Ibid. 396 160 ¿Cómo se debe entender el rol activo que el laicado debe asumir en la Iglesia como intento de superación de la actual crisis? Esta es una cuestión que al parecer es sencilla de responder, pero no es así. Sin embargo, se puede ejemplificar de manera simple: históricamente la Iglesia ha sido una institución jerárquica, en donde los roles están claramente demarcados. En ese sentido no cabrá duda en entender el trabajo del laico en la Iglesia como un subordinado ante las directrices que emana la figura dominante de la parroquia o diócesis: el pastor. Esta es una visión verticalista. Por otro lado, tenemos un modelo de tipo horizontalista que se puede entender como una participación en la vida de la Iglesia en oposición a todo tipo de modelo jerárquico, en donde los laicos deben tener preponderancia o equivalencia en el poder de decisiones, buscando mecanismos menos “anacrónicos” para la dirección de la Iglesia: democratización, colectivismo, etc. El lector tendrá a bien disculpar este reduccionismo, pero es que el problema del carácter horizontal y/o vertical de la vida cristiana no es sencillo de resolver. Estos modelos expuestos, así reducidos, es lo que cotidianamente se oye decir entre el pueblo fiel. Este problema ha desencadenado una gran polémica, en el contexto moderno del cristianismo occidental, pues, tras el concilio, numerosos movimientos apostólicos se han volcado de cara a la realidad, comprometidos en devolver una consistencia histórica a la presencia cristiana en la sociedad, con elementos distintivos de la misma: cristianismo de derecha, de izquierda, revolucionarios de Cristo, cristianismo liberal, etc. Cada una con sus propias espiritualidades y lugres teológicos. A su vez, los métodos teológicos tradicionales levantan la voz, acusando a los primeros de ser seducidos por el mundo y abrirse a la secularización. Por ejemplo, en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia no se hace ninguna referencia al concepto de horizontalidad, tampoco hay referencia alguna al concepto de horizontalismo, sin embargo, se puede encontrar que se le menciona de manera negativa, frente a la opción de amor en la Iglesia y sus variantes: “El ‘amor social’ se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo: sin absolutizar la vida social, como sucede en las visiones horizontalistas que se quedan en una lectura exclusivamente sociológica, no se puede olvidar que el desarrollo integral de la persona y el crecimiento social se condicionan mutuamente.”262 262 Supra 238, Compendio; 581 161 También Juan Pablo II se referirá al horizontalismo de manera negativa en su oración en el acto de ofrecimiento a Nuestra Señora De Coromoto, en el contexto de su viaje apostólico a Venezuela el año 1985: “A Ti, Madre Santísima, que has sido la protectora de la fe del pueblo venezolano, te confío hoy la fe de este pueblo. Defiéndela contra los peligros del laicismo, de los ataques que la amenazan, del consumismo, de la visión horizontalista de la vida que atenta contra su vigor.”263 En las conclusiones de su curso de eclesiología, la teóloga Elena Andreoni dirá que: “Nos duele la Iglesia de la que como decíamos al comienzo, tantos cristianos se alejan: la iglesia institución autoritaria piramidal y centralista. Ante un mundo que busca la participación democrática, la Iglesia profesa una autoridad jerárquica verticalista, una espiritualidad muy desencarnada, aparece como patriarcal en un mundo donde irrumpe el feminismo, es una iglesia temerosa, asustada, defensiva que cierra las ventanas que Juan XXIII había abierto.”264 Por otro lado, con un discurso mucho más pesimista, en su artículo acerca del futuro de la Iglesia chilena, Jorge Costadoat dirá: “Creo que la iglesia católica del futuro tendrá que escribirse con minúscula: iglesia y no Iglesia. En ella el eje horizontal debiera ser infinitamente más importante que el vertical. La iglesia horizontal existe. Es maravillosa. El problema es su invisibilidad. Hablo del cristiano común y corriente atento a su alrededor, pronto a ayudar a cualquiera. Me refiero a iniciativas privadas de beneficencia. Muchas fundaciones llevan un nombre cristiano. En ellas prima una mística de amor a la humanidad sin apellido. Tengo en mente comunidades de base en parroquias populares. Mi 263 Viaje apostólico a Venezuela, Ecuador, Perú, Trinidad y Tobago, Oración del santo padre Juan Pablo II en el acto de ofrecimiento a nuestra señora de Coromoto; Caracas, domingo 27 de enero de 1985. p.1 264 Andreoni, Elena (2012); "Resucitar a La Iglesia, Signo De Esperanza en la Noche de la Institución Eclesial… Una Invitación a Construir"; Módulo II, Eclesiología; Montevideo, Uruguay; p. 37 162 propia comunidad Enrique Alvear de Peñalolén. Pero también pienso en comunidades en sectores acomodados que se reúnen para entender sus pobres vidas a la luz de la palabra de Dios. ¿No pudieran generarse redes de reconocimiento y de contacto entre las organizaciones cristianas? ¿No tienen experiencias que compartir, bienes que poner en común y necesidad de hermandad en tiempos de feroz orfandad?”265 Así, pues, se ha caído en posturas irreconciliables, en donde los conceptos básicos del tema en cuestión han sido cargados de significados emotivos, ideológicos, vehementes y a menudo volubles, por lo que resulta indispensable poner de relieve el contexto histórico en que se han usado, lo cual determina, de alguna u otra manera, su significado. La horizontalidad en la Iglesia no significa horizontalismo, a su vez, verticalismo no es sinónimo de verticalidad. Es por eso que en este apartado revisaremos precisamente esta dualidad, ya que muchos laicos en Chile se han dedicado más a la crítica destructiva que a ayudar a superar la actual crisis. La forma en que se plantea una crítica dice mucho de las intenciones de quién la hace. Es por eso que analizando la verdadera relación entre lo vertical y lo horizontal, podremos entender en mayor magnitud lo que en realidad significa superar la crisis en la horizontalidad organizacional o comunitaria. Luego de esto, daremos paso al punto culminante de este capítulo, en donde finalmente trataremos la síntesis de fe y razón que tanta falta hace para entender las consecuencias de la crisis y ver hasta qué punto estas propuestas pueden ser eficaces a la hora de superar el dilema actual. Para empezar este análisis tenemos que precisar la génesis del problema, por lo que debemos encontrarla en tres momentos históricos, amplios, pero que pueden abarcar la “historia” de la horizontalidad y la verticalidad ya que, de algún modo, desde estos momentos, se suscitan corrientes de pensamiento y sus eventuales estructuras rígidas de percepción de la realidad: 1) La cristiandad: desde un punto de vista hermenéutico, esta etapa de la historia entiende lo vertical como algo bueno, sano y necesario puesto que implicaba una fidelidad a la tradición 265 Costadoat, Jorge SJ (2018); "Futuro de la Iglesia chilena"; Tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.reflexionyliberacion.cl/ryl/2018/01/23/futuro-de-la-iglesia-chilena/ 163 cristiana, un orden de las cosas. Una clara referencia al método teológico imperante en esos períodos, es decir una teología descendente y posteriormente ascendente. Lo horizontal, en cambio, se circunscribe a un deseo de reforma, de apertura al mundo y una crítica a la progresiva ritualización de la religión, o de la preponderancia del clero. La reacción ante esta cuestión será el asumir la supremacía de la fe ante todo intento de protocolizar el encuentro con Dios (reforma protestante) y el deseo católico de superar la escolástica ante las nuevas filosofías antropocentristas e iglesias reformadas (proceso lento, pero que culminará en la apertura del concilio vaticano II). 2) La secularización: en esta etapa de la historia, los conceptos de horizontalidad y verticalidad sufrirán un gran cambio. Los cristianos inmersos ahora en un mundo secular, cada vez más descristianizado, buscarán los medios para reformular la vida cristiana por medio de elementos no cristianos. Los mejores ejemplos de este esfuerzo son los de la teología existencial o la teología de la secularización. El carácter horizontal del cristianismo es aceptado en este contexto como un dato de hecho irreversible, pero también a veces se entiende positivamente como resultado conforme con la revelación cristiana, e incluso como producto suyo. En cambio, el verticalismo, por un lado, es apreciado negativamente como residuo de una concepción sacral y religiosa del cristianismo, mientras que, por otro, es reformulado en términos existenciales o comunitarios. 3) Las revoluciones: los cristianos ahora se ven inmersos en procesos revolucionarios, grandes transformaciones del mundo y de la caída del statu quo, por lo que buscan, desde su propia realidad, ser parte de estos movimientos sociales. Así es como se ven comprometidos en promover cambios radicales de la sociedad, no se preocupan ya de encontrar modos de vivir la fe que dejen a salvo su originalidad; intentan más bien empeñar su fe en la praxis revolucionaria; se preguntan por el significado de la fe en relación con el cambio revolucionario de la sociedad y buscan reapropiarse la fe desde dentro de la experiencia revolucionaria. La discusión sobre el horizontalismo y/o el verticalismo del cristianismo queda superada en este 164 contexto, pues los conceptos quedan ligados indisolublemente a la ideología, por lo que, en consecuencia, queda rechazada desde su misma formulación. Como hemos visto, estos tres momentos muestran a grandes rasgos la dicotomía vertical y horizontal. Cada uno de estos aspectos se pueden evidenciar incluso en la actualidad pues el tema todavía parece no haber sido superado de manera elocuente. Sin embargo, los investigadores omiten un dato importante a la hora de analizar este tema: la realidad de la caridad cristiana y su componente trascendente. En otras palabras: el amor al prójimo en la persona de Jesucristo, un factor que tiene un peso enorme por su potencial de transformación de la realidad. El Dios de Jesucristo no es un Dios empantanado en su misma trascendencia y separado del mundo. Dios no es inmanente, al contrario, la trascendencia de Dios se revela en todo su esplendor en el hecho de su Encarnación en el mundo como donación y salvación. Todo esto se expresa en el anuncio de la llegada inminente del Reino de Dios, que es el mensaje central de Jesucristo: el Reinado de Dios en el mundo significa la intención divina de transformar el mundo. La consecuencia más constructiva de esto es la idea cristiana del amor, que afirma al mundo en el mismo momento de transformarlo. El amor cristiano no es sentimentalismo, sino, más bien, el modo por el cual los hombres se relacionan con Dios, con el mundo y, más concretamente, con sus hermanos, sintetizando así la coronación de su vocación. Hablamos en otras palabras del fin último del hombre: la felicidad. En esa línea, la Gaudium et Spes indica que “mientras toda imaginación fracasa ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la Revelación divina, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz situado más allá de las fronteras de la miseria terrestre”.266 En efecto, el anhelo del corazón humano por la felicidad, en vez de dejarse llevar por entelequias inútiles acerca de lo vertical de Dios y de la jerarquía, o de perderse en el agobio horizontal de las cosas terrenas, tiene abierto ante sí el verdadero afán de Dios y perfecto camino hacia la plenitud de la humanidad: la reconciliación universal. La consecuencia de un mundo abierto a la caridad será la solución a todos los problemas materiales, aunque es preciso admitir que el ser humano, por su propia condición, está propenso al sufrimiento y a la finitud, por lo que no existirá sistema de gobierno o ideológico alguno que 266 Concilio Vaticano II (1965); "Gaudium et Spes"; 18 165 le evite estos padecimientos. Así lo afirma el papa Juan XXIII en la Mater et Magistra, cuando dice que las ideologías solamente consideran algunos aspectos del hombre, pues “no tienen en cuenta las imperfecciones humanas inevitables, como la enfermedad y el sufrimiento: imperfecciones que no pueden evitar los sistemas económicos-sociales más avanzados”.267 Cuando los laicos se esfuerzan en descubrirle el sentido a la vida, es cuando realmente encuentran la posibilidad de manifestar su propia identidad. Para reconocer a Jesús, es necesario identificarse con él en una práctica que lleve a alcanzarlo en donde él está realmente presente. Y Jesús claramente está presente cuando su palabra se deja oír hasta los más recónditos rincones del alma humana, momento en que se comienza un peregrinaje hacia la salvación personal y colectiva, desembocando esta incursión en una de las más perfectas residencias de Dios y lugar teológico por antonomasia: los pobres. Identificándose con Jesús a través de una práctica social que tenga valor de testimonio comunitario en favor de los hombres que menos cuentan en la vida social, los cristianos están en el camino que les puede descubrir a Jesús. Por consiguiente, sumergiéndose en la vida, en las luchas, en los sufrimientos y esperanzas de los más pobres es como se busca realmente a Dios, por encima de toda cómoda esquematización intelectual, organizacional o doctrinaria. En este sentido, el debate sobre el horizontalismo y/o el verticalismo de la vida cristiana resulta no sólo anacrónico y teológicamente superado, sino que puede ser un síntoma de escasa fidelidad a Cristo y a los hombres. En efecto, si bien es cierto que la jerarquía de la Iglesia es signo de autoridad, eso no implica que su presencia sea intrínsecamente mala. Al contrario, es necesario que haya un gobierno en la Iglesia. Ahora bien, el problema se suscita cuando existen los autoritarismos, totalitarismos eclesiales, los abusos de poder o la autorreferencialidad. Hemos determinado en lo que va de este trabajo lo nocivo de estas concepciones. Avalarlas significaría un retroceso. Es por eso que cuando hablamos de horizontalidad nos referimos a una estructura eclesial laical que es capaz de expresar sus opiniones, sus críticas y salvedades en las tomas de decisiones parroquiales o diocesanas, hablamos de un intento de hacer partícipes a los 267 Juan XXIII (1961); “Mater et Magistra” 213 166 laicos en los rumbos por los que la Iglesia quiere avanzar. Es un intento de contrarrestar el clericalismo y mesianismo existente en muchos agentes pastorales y de la jerarquía eclesiástica. Sin duda que la tarea es ardua, requiere altura de miras y, por supuesto, una experiencia personal de Jesús previa y reconocido proceso de conversión. Es por eso que es apremiante dar más espacios al pueblo fiel, que se empodere de la realidad de la comunidad parroquial y que sepan trabajar mancomunadamente con los párrocos y vicarios. Además, como ya se había enunciado anteriormente, es preciso que los laicos puedan tener algún tipo de injerencia a la hora del nombramiento del obispo de la diócesis. Esto sin duda no se logrará mágicamente, las personas ya no quieren ir a la Iglesia, es por eso que es también necesario fomentar la misión parroquial, promover encuentros, jornadas y retiros espirituales para que las personas puedan tener una experiencia de Cristo, a modo de captación: duc in altum, remar mar adentro. Solo así, con una Iglesia en salida, podremos convocar a todos aquellos cristianos católicos alejados, integrarlos por medio de una formación catequética integral y que comiencen un proceso de empoderación con roles activos. Ahora bien, la tarea actual de los laicos tampoco puede consistir en establecerse como doctores de ideologías, prisioneros de un insuperable horizontalismo, versus un verticalismo a ultranza. Ya el papa Juan Pablo II en la Redemptoris Missio advertía de los peligros que conlleva la concepción falsa de entender el Reino de Dios como un aspecto meramente secular: “Hoy se habla mucho del Reino, pero no siempre en sintonía con el sentir de la Iglesia. En efecto, se dan concepciones de salvación y de la misión que podemos llamar ‘antropocéntricas’, en el sentido reductivo del término, al estar centradas en torno a las necesidades terrenas del hombre. En esta perspectiva, el Reino tiende a convertirse en una realidad plenamente humana y secularizada, en la que sólo cuentan los programas y luchas por la liberación socioeconómica, política y también cultural, pero con unos horizontes cerrados a lo trascendente.”268 La verdadera misión actual de los laicos y de la jerarquía consiste en sumergirse en la realidad de la vida personal, comunitaria, social y política para buscar, a la luz del Evangelio, junto con los hermanos en la fe, un significado a su compromiso actual, en donde se viva el amor, la fraternidad y constante espíritu crítico, siempre con una actitud de 268 Juan Pablo II (1990); “Redemptoris Missio” 17 167 atención libre para atender los signos de los tiempos, de paciente perseverancia para realizar los pasos que se requieran dar, de activa vigilancia para denunciar las semillas de división y, animados por la vida comunitaria y sacramental, vivir la esperanza de la llegada gratuita del reino de Dios. 3.3. Síntesis de Fe y Razón Hemos llegado al apartado final del presente capítulo, por lo que es necesario hacer una breve síntesis de la relación entre fe y razón en el contexto de la Iglesia chilena ya que todo cuanto se ha dicho tiene razones sustentadas en la realidad, fácilmente observables y reconocidas por el mismo papa Francisco. Por eso, nadie en su sano juicio podría desmentir la realidad que adolece la Iglesia en Chile. Sin embargo, el sano juicio muchas veces se ve nublado o eclipsado por posturas irracionales, fideístas o apologistas que aducen que en modo alguno en la Iglesia hay crisis. Por lo tanto, en este apartado esquematizaremos, por un lado, lo que subyace en los discursos que aducen la inexistencia de la crisis, por otro lado, veremos cómo las propuestas dadas para la superación de este predicamento están en constante peligro de servir a intereses de corte racionalista, desvinculado del acto y la vida de fe. Finalmente se intentará proponer una vía válida para la ejecución de las propuestas mentadas. Para comenzar, tenemos que volver a lo que ya se había dicho antes: hay católicos que no creen que exista una crisis en la Iglesia. Por ejemplo, es fácil ver en los foros católicos, especialmente en las redes sociales, en donde se afirma abiertamente que lo que sucede hoy es “solo una prueba del Señor”, o que “a la iglesia no le debe preocupar lo que el demonio está obrando, valiéndose del mundo, él ya fue vencido” o que “todo esto es un engaño de Satanás”, entre otras. No se puede determinar a ciencia cierta si es que no son capaces de creer lo que sucede por una negación irracional o por una cerrazón de la mente. Lo primero que se denota es que hay católicos que no pueden aceptar la realidad, para ellos el catolicismo es sinónimo de Verdad absoluta, incapaz de errar y, por tanto, es imposible que exista algo que manche la pureza y blancura de la Iglesia. Desde cierto punto de vista magisterial, esto es cierto: la Iglesia es Maestra de Verdad y depositaria del Esplendor de la Verdad. Pero eso no quiere decir que en ella no hay pecado, ni mucho menos que sus miembros no puedan equivocarse. Solo bastaría recordar las palabras del papa 168 Francisco en su carta al Episcopado Chileno, cuando, citando al Cardenal Silva Henríquez, dice que como Iglesia “¡hemos pecado contra ti! Pecar contra nuestro hermano, el hombre y la mujer, es pecar contra Cristo, que murió y resucitó por todos los hombres. ¡Seamos sinceros, humildes!: ¡Pequé Señor contra ti! ¡No obedecí a tu evangelio!”. La conciencia, consciente de sus límites y pecados, la hace vivir alerta ante la tentación de suplantar a su Señor.”269, estas palabras del papa son coherentes a lo que hace notar el Catecismo cuando dice que “Es propio de la Iglesia ser a la vez humana y divina…”270, con este gesto el papa humaniza a la Iglesia y reconoce el pecado que en ella hay, así hace partícipes a todos en esta realidad, a pesar de lo que puedan decir ciertos sectores de la Iglesia. Como ya se ha enunciado, la causa de esta atrofia de la luz natural de la razón a la hora de entender o analizar la realidad, en un marco eminentemente cristiano, tiene que ver con concepciones fideístas y tradicionalistas radicales.271 En efecto, es Juan Pablo II en la Fides et Ratio, quien hace notar este elemento nocivo que se ha introducido en lo más hondo de las ideas cristianas, tanto como una tenaz oposición a la razón, como a su vez manifestada en lo que se denomina como “biblicismo”, una suerte de fundamentalismo bíblico: “Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el «biblicismo», que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad.”272 De la mano a este fideísmo están las posturas apologéticas, entendidas desde un punto de vista negativo, pues implica una defensa ciega de elementos de la fe cristiana, carentes de sentido común. Cabe destacar que Aparecida se refiere al buen uso de la auténtica apologética diciendo que es necesario también rehabilitarla, también agrega que “La apologética no tiene porqué ser negativa o meramente defensiva per se. Implica, más bien, la capacidad de decir lo que está en nuestras mentes y corazones de forma clara y convincente…”273 269 Supra 170; Papa; Carta Supra 73, Catecismo; 771 271 Cfr. Juan Pablo II; Fides et Ratio 52 272 Ibid. 55 273 Supra 5, Aparecida 229 270 169 Así pues, el fideísmo debe su origen a la desconfianza en la razón humana, y la secuencia lógica de esta actitud es el escepticismo.274 De hecho, en la Enciclopedia Católica de Sauvage, éste afirma que justamente para escapar de este escepticismo es que “algunos filósofos, aceptando como principio la impotencia de la razón, han hecho hincapié en la necesidad de la creencia por parte de la naturaleza humana, ya sea afirmando la primacía de la fe sobre la razón o, de otro modo, afirmando una separación radical entre la razón y la creencia, es decir, entre la ciencia y la filosofía por un lado y la religión por el otro.”275 Un ejemplo de esto lo da el mismo Sauvage, recordando el trabajo de Kant, cuando distingue entre la razón pura y razón práctica: “Tal es la posición adoptada por Kant, cuando distingue entre la razón pura, confinada a la subjetividad, y la razón práctica, que sola es capaz de ponernos por un acto de fe en relación con la realidad objetiva. También es una actitud fideísta que es la ocasión del agnosticismo, positivismo, pragmatismo y otras formas modernas de anti-intelectualismo.”276 Ahora bien, cualquier tipo de reducción, negación, omisión o naturalización de la problemática actual de la Iglesia es un tipo de fideísmo, entendiéndolo como una evasión negativa de la realidad. Es no querer reconocer lo que está sucediendo allí, a vista de todo el mundo. Ciertamente será difícil lograr un cambio en las posturas, pues, en palabras de Ortega y Gasset, “es en la creencia en donde se constituye el fundamento de la vida”277. Kant se refería a la creencia como “impulso subjetivo que ejerce una idea sobre los actos de razón y que mantiene su firmeza”.278 David Hume, contrario a los principios de causalidad e inspirador de posteriores posturas escepticistas, consideraba la creencia como la más enigmática de las operaciones mentales: “la razón nunca podrá mostrarnos la conexión entre un objeto y otro si no es ayudada por la experiencia y por la observación de su relación con situaciones del pasado. Cuando la mente, por tanto, pasa de la idea o la impresión de un objeto, a la idea o creencia en otro, no se guía por la razón, sino por ciertos principios que asocian juntas las ideas de esos objetos y los relaciona en la imaginación”279. 274 Cfr. Supra 271, Fides 81 Sauvage, George (2016); "La Enciclopedia Católica”; voz: Fideísmo. 276 Ibid. 277 Gaos, José (1992); “Obras Completas, IX. “Sobre Ortega y Gasset y otros trabajos de historia de las ideas en España y la América Española”; UNAM; p. 118. 278 Immanuel Kant (1781); “Crítica de la Razón Pura”; Ediciones Sal Terrae; Madrid, España; p. 97 279 Hume, David (1988); “Tratado de la naturaleza humana.”; Editorial Tecnos; Madrid, España; p. 73 275 170 Más tarde, Friedrich Nietzsche afirmará que la creencia “es la primera de todas las formas de actividad intelectual y, por tanto, una especie de afirmación”.280 Ortega y Gasset, a su vez, propone el quiebre en la creencia281, lo que tal vez abriría camino a un entendimiento de la fe más equilibrada. Lo cierto es que nada es más poderoso que la creencia, esto se potencia aún más cuando no hay reflexión, ni uso de la razón, entendiéndola más bien como un elemento antagónico de la fe: un irracionalismo. Sin duda que los problemas que aquejan a la fe de las personas radican entre el irracionalismo y el racionalismo. Es por eso que el diálogo entre fe y razón debe ser tenido en cuenta como un elemento fundamental. Estas figuras, mutadas en un falso antagonismo, dan pie a un sin número de problemas para el sano entendimiento de las cuestiones que suceden en la Iglesia y en la sociedad en su conjunto.282 En la sociedad existen personas que ven con buenos ojos esta crisis, estas posturas se levantan desde las más variopintas capas de la sociedad, teniendo como sus mayores representantes el ateísmo secular.283 En efecto, el anticlericalismo que se ha forjado en la sociedad chilena, de corte anarquistamaterialista, ve en este segmento de la historia el fin de la Iglesia. Es común leer comentarios en las redes sociales, en columnas de opinión e incluso en muchas universidades, sobre todo en facultades humanistas, en que se proclama esta crisis como el principio de la caída definitiva de la Iglesia. En fin, lo que a todas luces parece claro es que los grupos ideológicos de tipo materialistas quieren que esta crisis permanezca y se profundice. Los medios de comunicación de esta línea de pensamiento hacen su parte, haciendo un verdadero festín propagandístico publicando todo cuanto tenga que ver con los errores de la Iglesia, los comentarios de los usuarios son todavía más virulentos. En este sentido habrá también grupos de laicos que ven en esta coyuntura la oportunidad de lograr alguna reivindicación, en detrimento de la Iglesia jerárquica o de las estructuras parroquiales. Generalmente estos grupos organizados ven en la fe un instrumento para lograr la ansiada meta de democratización de la Iglesia, la exigencia de petitorios 280 Nietzsche, Frederich (1981); “La Voluntad de Poder”; Biblioteca Edaf; Madrid, España; p. 62 Ortega y Gasset, José (1915); “Ideas y Creencias”; Editorial Salamanca; Madrid, España; p. 43 282 Cfr. Supra 271, Fides 5 283 Cfr. Ibid. 60 281 171 pastorales, la desaparición de la jerarquía o de la supresión o reducción de la liturgia.284 Estas posturas tienen su génesis en una suerte de lucha de poderes, en donde el racionalismo ha carcomido todo sano elemento fiducial que hubo en algún momento en estos hombres y mujeres. También es común entender tales posturas radicales de algunos laicos debido a malas experiencias relacionales con las estructuras eclesiásticas: abuso de poder, segregación, abuso sexual; en otros casos se puede ver a exseminaristas, que evidencian un profundo rencor ante las autoridades eclesiásticas.285 En fin, cada laico tiene sus razones para tomar tal o cual postura, pero no suele verse a la par una relación con la parroquia, vida sacramental o trabajo con la comunidad. El irracionalismo instaurado en los grupos opositores a la Iglesia llega a ser de tal virulencia que, haciendo uso de las protestas y marchas de reivindicación social en contra de las políticas estatales, atentan contra los templos, quemándolos, saqueándolos e incluso destruyendo imágenes religiosas. Sumado a esto está el movimiento feminista que, sin miramiento alguno, defecan desnudas dentro de los templos católicos. Ciertamente no se puede censurar la legítima lucha por conseguir los ideales que profesan, tampoco se debe condenar a todo un colectivo por el acto irracional de algunos de sus miembros, pero el sentido común dice que los medios que utilizan no son los adecuados. El debate de las ideas en Chile no se da en foros o asambleas, mucho menos en las universidades, sino en las redes sociales, en donde se puede notar la poca reflexión y maduración de los postulados. Es que la ideología tiene ese carácter marcadamente irracional286, en donde se promueven posturas que se asienten sin mayor miramiento o reflexión. El odio hacia la Iglesia se puede entender en este contexto como una suerte de “condena por traición”. En efecto, como dijimos en apartados anteriores, el papel que jugó la Iglesia junto a la dictadura militar es un elemento que se configura aquí como la mayor razón del 284 Kwasniewski, Peter (2017); "La larga sombra que proyecta el reduccionismo neoescolástico"; en Acción Litúrgica Magnificat, Capítulo chileno de Federación Internacional Una Voce; Tomado el 12/07/2018 http://asociacionliturgicamagnificat.blogspot.com/2017/10/sobre-el-reduccionismo-neoescolastico.html 285 Cfr. BBC Mundo (2018); "Los impactantes relatos sobre los abusos y encubrimientos de los que acusan a sacerdotes en Chile"; en Tele trece online, tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.t13.cl/noticia/nacional/bbc/nos-obligaban-a-meternos-desnudos-a-la-piscina-para-tocarnos-losimpactantes-relatos-sobre-la-red-de-abusos-y-encubrimiento-de-la-que-acusan-a-obispos 286 Cfr. Jean François-Revel (1988); "La necesidad de ideología"; en El Conocimiento Inútil, Conoze.com, tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.conoze.com/doc.php?doc=3750 172 porqué es tan odiada por los hijos y nietos de la dictadura, sin embargo, los grupos ideológicos no son capaces de reconocer el papel fundamental que también jugó antes con la defensa de los derechos humanos. Este tema es desechado sin más. Desde el otro flanco, o, mejor dicho, desde dentro de la Iglesia, comienzan a aparecer algunos movimientos anti espirituales, grupos de laicos revolucionarios, que, si bien sustentan sus ideas en elementos cristianos, bien fundados y reflexionados, como las Sagradas Escrituras o la Doctrina Social de la Iglesia y la opción preferencial por los pobres, no obstante, se caracterizan por una progresiva desvinculación de la vida y de la fe cristiana. Se evidencia una denostación a los movimientos de espiritualidad y consideran solo la vía de la teología de la liberación y la praxis solidaria del Evangelio como herramienta para lograr la cristificación del mundo por medio de un Cristianismo Revolucionario.287 Se suelen confundir con el marxismo en un intento de abrir la doctrina de la Iglesia a tales ideologías, pues promueven la lucha de clases y se centrará en una lucha económica, ideológica y de carácter político. Es común ver también que se denominen como cristianos socialistas y por medio de esa vía pretenden alcanzar la igualdad y la horizontalidad en la Iglesia y con ello de la sociedad en su conjunto.288 Tales pretensiones no pueden ni jamás serán viables, al menos no en la Iglesia, pues olvidan un elemento importante a la hora de aterrizar sus teorías de transformación de la sociedad: la realidad unitaria del hombre como ser bondadoso, pero inclinado al pecado, al mal, y todo lo que esto implica, es decir, el hombre como un ser egoísta, proclive a la mentira, a la envidia, al rencor, etc. En efecto, toda la teoría de estos grupos de laicos está sustentada en una tácita generosidad del ser humano, asumiendo que toda la humanidad aceptará tales planteamientos, sin mayores inconvenientes, poniendo por encima de sus propias necesidades, las necesidades del colectivo. Sin embargo, no existe algún elemento unitario que evoque esta idea para llevarla a la práctica (como podrían ser Dios, la Salvación, la Vida eterna, solo por dar algunos ejemplos), a su vez, la bondad del ser humano no es constante, por lo que las buenas intenciones 287 Cfr. Cancino Troncoso, Hugo (2014); "Los Cristianos Revolucionarios en América Latina. En la senda de Camilo Torres: El caso chileno, 1966-1970."; Sociedad y Discurso N° 24, pp. 4-32; Aalborg, Dinamarca; p.19 288 Cfr. Ibid. 8 173 siempre tienen un límite. Por lo tanto, estas revoluciones o tendencias revolucionarias se autoextinguen antes de comenzar a existir. ¿Habrá algún sistema de pensamiento o de gobierno que sea el indicado para sustentar la vida cristiana, en donde la fe y la razón coexistan de manera armónica sin caer en extremos ideológicos? La respuesta es terminante: No. Al menos no como sistema ideal. El ser humano está condicionado por la realidad del pecado y dañado por la tendencia al mal. Es cierto que también es reconocido como un ser intrínsecamente bueno, que de hecho lo es, pero eso no quita la realidad del pecado. Esto plantea un desafío enorme para la teología y la filosofía cristiana: buscar los medios para dar con alguna fórmula o pacto social en donde se garantice el bienestar de todos, sin ir en desmedro de las libertades y derechos de las personas. Sin embargo, hoy por hoy, la mejor manera de gobernabilidad es el sistema democrático. En efecto, ya la etimología de la palabra dice mucho y levanta expectativas: el gobierno del pueblo. Es en la elección soberana de los líderes por parte del pueblo en donde se puede hacer uso del poder de ciudadano, se puede premiar o castigar con el voto a quien lo merezca, se pueden debatir las ideas, se puede convivir por medio de una constitución, etc. Se podría entender desde un punto de vista más pragmático-instrumental que ideal, siguiendo la teoría democrática de Jhon Dewey quien fue un entusiasta promotor del sistema democrático: “lejos de imponer un fin único a la vida, la democracia permite y estimula la discusión sobre toda finalidad; la democracia es debate sin fin; es colaboración; es participación en la formación de los valores que regulan la vida de los hombres asociados. Lo opuesto a la democracia es la sociedad totalitaria, caracterizada por la planificación centralizada, direccionada desde arriba.”289 Pero esto es también un arma de doble filo, pues es en los sistemas democráticos en donde, valiéndose de ideologías capitalistas y liberales, se puede caer en graves abusos e injusticias: la sociedad de consumo, depredación del medio ambiente, hedonismo desmesurado, despilfarro, etc.290 La cuestión social nace justamente desde estos 289 Reale, Giovannni – Antíseri, Dario (2015); “Historia de la Filosofía 6. De Nietzsche a la escuela de Frankfurt”; Editorial San Pablo; Bogotá, Colombia; p. 154 290 Cfr. Moulian, Tomás (1999); “El consumo me consume”; LOM Ediciones, Libros del Ciudadano; Santiago, Chile; pp. 11-67 174 contextos. El ser humano, propenso al mal, descubrirá que en estos sistemas económicos se gesta toda una estructura social de pecado. Es por eso que el sano uso de la razón tiene que llevar, como sociedad, a encontrar los mecanismos para garantizar y proteger a los más indefensos y desfavorecidos, con políticas públicas orientadas a resolver la cuestión social. Dentro de un sistema social-democrático, la propuesta cristiana cobra mayor sentido: la única manera de poder vivir la armonía entre fe y razón, y por tanto garantizar la sana convivencia en la sociedad, será por medio de la caridad cristiana. El amor aquí se vuelve en el eje de toda la historia del hombre y su fin último. Una dialéctica centrada en el amor, aunque parezca poético, es la vía que sin duda dignificará a la persona humana en todos sus aspectos. No solo eso, esta práctica de la caridad será un signo visible para toda la humanidad. La pregunta surge por sí sola: ¿Cómo lograr tal empresa? De partida debemos abordar la problemática desde las bases de la sociedad, en los barrios, poblaciones, una Iglesia que se adentre en la cultura, que sepa respetar los espacios de quienes no creen ni piensan de acuerdo a la doctrina católica. Vivir la tolerancia en un mundo que ya no es el de antes, en donde los católicos practicantes son minoría. La Iglesia debe asumir esta responsabilidad con altura de miras y con proyecciones pastorales a largo plazo. Se trata de un intento de recristianizar el país y la Iglesia tiene mucha experiencia en la evangelización de los pueblos. Debemos ser capaces de comprometernos con la evangelización hasta dar la vida si fuese necesario. Pero esta empresa sería vacía si no se abraza la cruz y se solicita la ayuda de la gracia, pues, “sin la ayuda de la gracia los hombres no sabrían acertar con el sendero a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y a la violencia que, creyendo ilusoriamente combatirlo, lo grava. Es el camino de la caridad, es decir, del amor de Dios y del prójimo. La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo: ‘quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará’.” 291 291 Supra 73, Catecismo; 1889 175 III. CONSECUENCIAS DEL INFLUJO RELIGIOSO POPULAR DEL NORTE DE CHILE COMO SUPERACION A LA CRISIS ECLESIAL La promoción de la caridad cristiana en el contexto de un sistema social-demócrata es una herramienta que ayudará mucho a la solución de la crisis. Los efectos serían: una vivencia centrada en el progreso, pero teniendo en cuenta la ayuda a los más desfavorecidos. Una sana convivencia respetando las diferentes posturas de pensamiento, abriendo espacios de diálogo. Un sincero deseo de gobernar y tomar decisiones de cara al pueblo, evitando acuerdos políticos entre cuatro paredes buscando favorecer a ciertos intereses económicos. Pero, como es evidente, este sistema no carece de obstáculos, esta vez centrados en el pecado del ser humano. La corrupción se levanta desde todos los estratos sociales y en todas sus variantes: la coima, el cohecho, la omisión, la información privilegiada, las injusticias, y un largo etcétera. Entonces, tenemos que, por más que la Iglesia dedique todas sus fuerzas para recristianizar el mundo, siempre estará ese talón de Aquiles: la tendencia al mal. La Iglesia, como institución humana y divina, tampoco está exenta de esta realidad, por más reformas que se hagan, por más obispos que sean sacados de sus cargos, por más laicos que se empoderen en el trabajo evangelizador, la realidad del pecado siempre le acompañará. Muchas personas quieren que la Iglesia sea un bastión de la incorruptibilidad, en esa dirección trabajamos todos, es un ideal que todos deseamos, pero la realidad es otra. Es por eso que la crisis no debe ser superada desde la política, sino desde la vivencia de la fe. Aunque lo que hemos planteado (sistema social democrático con orientaciones de la doctrina social de la Iglesia), sería un gran avance, está lejos de ser concretado, al menos no en un futuro próximo. No existen ni las estructuras ni las voluntades. Entonces, como Iglesia ante la crisis, ¿qué se puede hacer? ¿dónde se pueden encontrar insumos viables para dar solución a la crisis de la Iglesia chilena? Estas preguntas que brotan en medio de esta reflexión pueden ser respondidas de manera elocuente mirando hacia adentro de la misma Iglesia. En efecto, hay que buscar los elementos que no se han visto para nada dañados por la actual crisis. La superación de la crisis no está en hacer liturgias especiales, tampoco está en la democratización de la Iglesia, ni en la promoción de las clases de religión en los colegios. En realidad, todos estos elementos 176 nombrados, ayudarían en algo, pero no bastarían para superar la crisis. Los elementos que ayudarán a levantar a la Iglesia se encuentran en donde algunos sectores eruditos jamás pensaron en buscar: en las manifestaciones de la religiosidad popular. La religiosidad popular se ha mantenido incólume ante los actuales acontecimientos que han embestido a la Iglesia. El “hombre masa”, en su imperfección, se siente atraído hacia estas manifestaciones con una fuerza cada vez más vigorosa. Misas repletas de personas: niños, jóvenes, adultos y ancianos; bailes religiosos danzando con un sol abrasador o con un frío que cala los huesos; elementos de piedad de profunda tradición cristiana: sacramentos, sacrificio, penitencia, mortificaciones, peregrinaciones, procesiones, familias reunidas en torno a la fe. Una verdadera fiesta de la caridad tradicional cristiana. Recordemos que esta reflexión tiene como telón de fondo la festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana, corazón de la fe del norte de Chile y proclamada por los obispos como una verdadera Capital de la Fe cristiana. En efecto, cuando en la actualidad las parroquias permanecen vacías o con algunas personas en misa (generalmente mayores de edad), el santuario de La Tirana y la explanada están abarrotadas de gente. No solo La Tirana, también está la fiesta de san Lorenzo de Tarapacá, san Andrés de Pica, san Isidro de La Huayca, san Miguel Arcángel de Quillagua, san Pedro en Iquique, san Roque en Chiapa, san Santiago en Macaya, santo Tomás en Camiña, la Virgen de las Peñas, las diferentes fiestas de la Epifanía del Señor (La Pascua de los Negros) que se celebra en todos los pueblos del altiplano del norte de Chile, entre otras muchas fiestas patronales; es ahí en donde se replica esta realidad festiva y multitudinaria. Pareciera que la fe del norte de Chile se ha visto protegida de algún modo por la religiosidad popular, como si un manto protector venido de quién sabe dónde, resguardara a los hijos católicos del Tamarugal, así, la religiosidad popular podría entenderse, valga la analogía respiratoria, como los pulmones de la fe en Chile. Tal vez el lector reparará automáticamente acerca de las complicaciones que se asoman ante el tema en cuestión: la imperfección que implica los modos de religiosidad popular, o lo contaminada que está con la superstición, o que necesita de purificación. Si bien es cierto que los documentos magisteriales y las conferencias latinoamericanas han insistido en estos puntos, con Aparecida todo toma un nuevo matiz. En efecto, debemos recordar que los padres de Aparecida no dudaron en nombrar a la religiosidad 177 popular como una verdadera espiritualidad popular292, afirmando, además que no es un catolicismo inferior al occidental romano, sino otro, diferente293, especialmente el de La Tirana, pues posee una particularidad: posee su propia tradición. Por lo tanto, en este capítulo intentaremos explicar en qué consiste esta particularidad, de qué manera suscita la fe en las personas y cómo esta tradición tiende a perpetuarse dando sentido a miles de peregrinos que se acercan ante la imagen de la Virgen del Carmen, confesando la fe en Cristo, en la Iglesia. 1. LA FIESTA DE LA TIRANA, UN LUCERO DE FE EN EL DESIERTO Estella Maris, es un vocablo en latín para referirse a la Virgen María, como estrella del mar. Se da inicio a este capítulo con esta referencia mariana para extrapolarla a la región del norte de Chile. María es un verdadero Lucero en el desierto y es la que convoca a cientos de miles de peregrinos y quien ha suscitado el encuentro con lo sagrado a muchas generaciones. Ya hemos tratado en capítulos anteriores el sentido religioso subyacente en la fiesta de la Tirana, vimos cómo lo sagrado se hace presente por medio de los ritos y símbolos religiosos. Ahora es necesario dedicarnos a contextualizar la festividad en sí, es decir, ¿por qué se venera a la Virgen? ¿por qué no otro santo, o el mismo Jesucristo? ¿por qué la danza y no otro tipo de manifestación de religiosidad? ¿cómo se estructuran socialmente los bailes religiosos? ¿quiénes son los bailarines en la vida secular? Las respuestas a estas y muchas otras interrogantes se encuentran esencialmente en un intrincado y lento proceso de mestizaje cultural que, históricamente, se irá configurando en una verdadera síntesis del culto católico y la devoción mariana, de carácter transversal, y con profundas ramificaciones existenciales. El mestizaje cultural del norte de Chile no se realizó de una manera espontánea. La evangelización de la religión española iba unida a la conquista. Los españoles no podían concebir una conquista sin obligar a los vencidos a hacerse cristianos. Se podría decir que incluso esa era la excusa para la conquista: hacer que todo el mundo se bautizara para alcanzarles la salvación. Los conquistadores llevaban siglos 292 293 Supra 5, Aparecida Ibid. 178 comportándose así en su lucha contra los moros. Y ese era también el motivo por el que el Papa Alejandro IV, también español, otorgó a los reyes ibéricos estas tierras. Pero precisamente por ello, más que una conversión a conciencia, o a un cuestionamiento radical de las propias creencias, el indígena americano soportó una verdadera imposición religiosa. La imposición acaba por dominar y la gran mayoría se bautiza. Ahora los misioneros intentarán asfixiar la religiosidad rural autóctona e implantar una religiosidad popular hispana. Sin embargo, algunos originarios se resistieron a la nueva religión. Núñez da algunos ejemplos de esta resistencia indígena, registrada por los cronistas de la época, en que los indios escondían imágenes o íconos en las andas de las procesiones del Corpus o de los santos.294 Juan Carlos Scannone dirá que en estas tierras se vivió una verdadera guerra iconoclasta, cuando dice que “La furia iconoclasta de los conquistadores logró detener en parte las manifestaciones externas de la religiosidad indígena, pero a final de cuenta, éstas resurgieron de nuevo, ahora mezcladas con la religiosidad ibérica. Era el nacimiento de la religiosidad popular latinoamericana, con un sello especial y único, con sus miserias y grandezas propias.”295 El catolicismo hispano en el período indiano era muy simbólico y devocional, donde sea que se instalaban los españoles se erigía una parroquia.296 El indígena era también muy religioso, aún más simbólico y devocional que el conquistador. De la unión de los dos nació una reinterpretación o síntesis de las prácticas católicas según muchas de sus creencias aborígenes.297 Es un claro efecto de dialéctica hegeliana. El caso más típico es la devoción a la Virgen María como eco de su devoción a la Pacha Mama. Hubo influencias de un lado al otro, pero en muchos ambientes, en el fondo de su alma, predominó lo indígena. Surge entonces la pregunta: ¿Por qué esa importancia a lo femenino?, ¿es acaso el grito del alma del conquistado, que ha visto cómo su madre tierra ha sido ultrajada? Es interesante ver que cuando se 294 Cfr. Supra 48, Núñez; p. 41 Supra 1, Scannone; Situación; p. 4 296 Concha, María Inés (2007); “La sede episcopal de Santiago de Chile a mediados del siglo XIX: Aspectos de la vida cristiana a través de las visitas pastorales”; Ediciones Universitarias de Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso”; Valparaíso, Chile; p. 20 297 Cfr. Mallimaci y Giménez, Béliveau (2007); "Creencias e increencia en el Cono Sur de América, Entre la religiosidad difusa, la pluralización del campo religioso y las relaciones con lo público y lo político"; Revista Argentina de Sociología Año 5 Nº 9, pp. 44-63; Buenos Aires, Argentina; p. 56 295 179 reemplazó a la Pacha Mama por la Virgen María, los conquistados pudieron posesionarse de ese nuevo modo de rito, haciéndolo suyo. Desde entonces la Virgen María ha sido el nexo principal entre la religión católica y las religiosidades autóctonas. Ha sido también, según Guerrero, “signo de protección, ayuda, refugio y consuelo. En ella es posible ver hasta el día de hoy a la Madre de todos: que lava, plancha, perdona y ama a sus hijos… no obstante, con el Padre hay sentimientos encontrados, se le ama, pero también se le reniega. El Padre estará asociado al español que violó. Se le vincula al abandono”298. Esto es interesantísimo debido a que desde ese punto de vista se entendería ese rechazo por parte de algunos bailarines no asociados -los diablos sueltos- hacia la figura de Dios Padre.299 A menudo se argumenta la figura de la orfandad para entender culturalmente y simbólicamente a América Latina, es atractivo para entender la centralidad que tiene la madre en la realidad del norte grande de Chile.300 En el espacio sagrado, los Hijos de María en el Tamarugal se adhieren a los misterios de la fe, escuchándola decir: “Hagan todo lo que él les diga”, por medio de este acto, los chilenos se abren a nuevos modos de plasmar la fe, es cuando hace aparición del baile religioso. 1.1. El baile religioso como expresión de fe El baile es una característica antropológica que ha acompañado a la humanidad desde eones. El difícil decir desde cuándo es que existe el baile o la danza. Sabemos que al menos en este continente tiene antecedentes desde hace más de 3.000 años.301 El baile también puede entenderse como la transformación de funciones normales y expresiones comunes en movimientos fuera de lo habitual para propósitos extraordinarios. Incluso una acción tan normal como el caminar se realiza en la danza de una forma 298 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 9 En la fiesta de La Tirana me ha tocado conversar con un sin número de bailarines, algunos de ellos son los autodenominados “Diablos Sueltos” o “Figurines”. Ellos no forman parte de ninguna asociación de bailes religiosos, bailan sólo por fe a la virgen y pueden hacerlo gracias a la buena voluntad de bailes religiosos que les permiten entrar en sus mudanzas. En una de tantas conversaciones, uno de ellos me contaba que creía solamente en la virgen y que no le importaba Dios. De hecho, para él Jesús es solo un santo más: San Jesús. Me comentaba que la “chinita” era milagrosa y que, para él, Dios era segundo después de ella. Cabe destacar que éste es un caso aislado y que obedece obviamente a un desconocimiento básico de la doctrina cristiana. Sin embargo, me parece que ilustra muy bien la tesis de la orfandad de Guerrero. Ese bailarín contactaba lo sagrado solo a través de la virgen y al no pertenecer a la asociación de bailes no podía ser catequizado o formado. 300 Cfr. Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 13 301 Cfr. Supra 41, Herrera – Alarcón; La Tirana; p. 7 299 180 establecida, en círculos o en un ritmo concreto y dentro de un contexto especial. Se suele decir también que la danza está asociada a un profundo sentido vital, marcado por el ritmo del corazón y de todo el organismo.302 El baile surge en la prehistoria o en la antigüedad, como arcaicas manifestaciones que buscaban representar básicamente acontecimientos de la vida y de la muerte303, por ejemplo, a la fertilidad, la caza, los ritos de iniciación y crecimiento, hasta formas más modernas que han evolucionado en respuesta a las nuevas condiciones y contextos. Así como hay bailes que desaparecen, otros emergen y así sucesivamente. Lo cierto es que siempre ha existido el baile y siempre estará en constante tensión entre la tradición y las innovaciones. Desde un punto de vista ritual-espiritual, el baile religioso puede considerarse como una forma simbólica de comunicación, primero lo intentó con el cosmos, con los poderes naturales cosmológicos.304 Luego buscará respuestas en la concepción de divinidad, así el baile tendrá propiedades eminentemente litúrgicas, teniendo efectos de movimiento inductor al trance que ponía al bailarín en condiciones de acceder directamente al mundo de los espíritus. En determinadas danzas de máscaras ancestrales, el bailarín asume por un tiempo la identidad de un dios o de un poderoso espíritu zoomorfo o ancestral. 305 En muchas sociedades rurales de perfil tradicional andino, las danzas colectivas señalan rituales para pedir por la lluvia, la cosecha, la buena fortuna, etc.306 Se puede entonces ver que esta danza tiene matices eminentemente comunicativas, especialmente con lo religioso, perviviendo en la memoria colectiva de las generaciones venideras y quedando grabadas en el patrimonio cultural precolombino. Sin embargo, siguiendo el comentario de Ordenes, “la llegada del cristianismo le otorga plenitud de sentido”307: ya no es solo el hombre que sale al encuentro con lo divino, sino que es ahora Dios mismo quien sale al encuentro del hombre.308 302 Cfr. Ibid. Cfr. Supra 48, Núñez; p. 27 304 Cfr. Supra 13; Morales; p. 96 305 Cfr. Supra 48, Núñez; pp. 21-25 306 Cfr. Gavilán Vega, Vivian y Carrasco, Ana María (2009); "Festividades andinas y religiosidad en el norte chileno”; Revista Chungará, Volumen 41, Nº 1, 2009. Páginas 101-112; p. 109 307 Cfr. Supra 41, Herrera – Alarcón; La Tirana; p. 7 308 Cfr. Ibid. p.7-8 303 181 En Latinoamérica existen diversos tipos de manifestación de religiosidad popular, con ello también existen diferentes tipos de danzas, con claras connotaciones de tipo religioso, persiste una constante reivindicación indígena o contenidos marcados por la superstición o prácticas mágicas, por lo cual no se pueden comparar a los bailes religiosos de La Tirana, pues estos tienen como característica principal la vivencia de una esperanza cristiana y litúrgica renovadora, la cual se convierte en una vertiente de gracia ante el corazón creyente. Es por eso que las personas en este tipo de manifestación religiosa en la danza, encuentra identidad, sentido y fortaleza para vivir la vida, tanto personal como comunitaria. En efecto, por ejemplo, Lozano cuenta que “una de estas múltiples expresiones es la fiesta de San Antonio en el municipio de Tanguí, Colombia. En ella, el baile es el protagonista central y las efigies de los santos son puestas a bailar en medio de la gente y al son de la chirimía309. Esta práctica hoy acompañada también por el baile de todos los presentes incluyendo al sacerdote católico, es expresión de un triunfo de la resistencia cultural.”310 También encontramos en la Investigación de Cajías una descripción de una danza en honor a la Virgen del Socavón de Oruro, Bolivia: “En Oruro la representación de la diablada también tiene rasgos muy particulares. En un reflejo de la tradición católica, se representa al Arcángel San Miguel venciendo a los pecados capitales, a los demonios y pecadores, arrastrándolos a los pies de la Virgen del Socavón. Son personajes principales: el Ángel, el danzante de mayor jerarquía, los Pecados Capitales, los Luciferes, las tropas de diablos y de chinas diablas que bailan de demonios para ser perdonados por sus pecados, pero que al día siguiente se sacan la máscara, libres ya, pues han sido perdonados por la Virgen del Socavón. Pero la diablada orureña, de ahí una de sus principales particularidades, es también una representación de la cosmovisión andina. Es personaje central también el Suphay, el tío de la mina, que sale del averno aprovechando que en el preludio de la cuaresma todo está permitido…”311 309 Instrumento musical de viento, hecho de madera, a modo de clarinete, de unos siete decímetros de largo, con diez agujeros y boquilla con lengüeta de caña. Fuente: RAE. 310 Lozano, Fabio (2014); "Imaginarios religiosos en el resurgimiento de pueblos y naciones" en “Símbolos, rituales religiosos e identidades nacionales: los símbolos religiosos y los procesos de construcción política de identidades en Latinoamérica” compilado por Aldo Ameigeiras.; Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina; p. 109 311 Cajías, Fernando (2009); "Relaciones sociales e identidad en fiestas urbanomestizas de la región andina de Bolivia" en "Fiestas y rituales, X Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Países Iberoamericanos", pp. 84-96; UNESCO; p. 91 182 Otro ejemplo lo encontramos en la gran fiesta del banko312, investigada por Carlos Hernández quien explica: “banko es una gran fiesta que se celebra con regocijo en honor a un difunto en el séptimo aniversario de su muerte. Es la fiesta ritual de los miembros vivos y difuntos de un mismo “fundo” familiar. En ella participa la comunidad en que está enclavado el fundo. Idealmente se celebra al séptimo aniversario de la muerte de un difunto; pero si la familia de este no tiene los medios económicos necesarios para celebrarlo, lo pospone para el año que pueda. Y es que como el banko es la gran fiesta, se necesitan suficientes recursos para celebrarlo, pues durante éste se ofrece una buena comida colectiva, se debe atender bien a los músicos congueros, incluyendo un pago para éstos, y es necesario proporcionar buenas atenciones a todos los familiares, allegados, amigos y participantes en general. Tanto el difunto como los familiares y demás participantes deben quedar satisfechos con la fiesta. En la gran fiesta del banko, a través de los ritos (toques de las piezas musicales, rezos y acciones simbólicas) se asegura el reposo del alma del difunto introduciéndola en el mundo de los ancestros, mientras los sobrevivientes quedan libres de sus obligaciones de luto y se reintegran a la vida social normal.”313 Un peligro latente que subyace en los bailes de origen religioso-católico no evangelizado es el de la indigenización, que causa un efecto sumamente nocivo en las fiestas patronales como pudo evidenciarlo Carlos Minaña en el Cauca, Colombia, en la fiesta de la Virgen de Caquiona: “Esta fiesta, que aparentemente no presenta ninguna diferencia con una fiesta católica patronal, en estos últimos años ha sido objeto de una reapropiación política y simbólica por parte de los yanaconas. En agosto de 2009 el cabildo indígena, junto con su joven y carismático gobernador, ha tomado total control de la fiesta, introduciendo nuevos elementos. En primer lugar, los símbolos del panindianismo se tomaron la celebración introduciendo la bandera y los colores de la wipala y yanakuichi en los arcos –anteriormente blancos– que acompañan las urnas, y dentro de la iglesia. En la noche de la víspera se realizó en lo alto de la montaña, en el lugar que ocupó una antigua laguna, un ritual de limpieza chamánica de los líderes y de los bastones de mando del cabildo. Una de las procesiones que tiene el 312 Banko es un nombre genérico para designar los ritos funerarios en que participa la Cofradía del Espíritu Santo de Villa Mella tocando, Santo Domingo y cantando sus piezas musicales al son de sus instrumentos. 313 Hernández, Carlos (2009); "El banko, gran fiesta ritual de vivos y difuntos en la Sabana del Espíritu Santo, República Dominicana" en "Fiestas y rituales, X Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Países Iberoamericanos", pp. 142-157; UNESCO; p. 146 183 carácter de desfile carnavalesco, en esta ocasión incluyó varias comparsas que representaron vívidamente los enfrentamientos de las organizaciones indígenas contra el gobierno en meses pasados. Las bendiciones y la despedida de la Virgen en la plaza no sólo contaron con el sermón del sacerdote, sino con emotivos discursos de los líderes indígenas locales y de la organización indígena regional. Las bebidas alcohólicas fueron prohibidas durante todas las fiestas y sólo la última noche se organizó una rumba, un baile controlado por el cabildo en el que se vendieron dichas bebidas. Los músicos de las bandas de flauta estuvieron presentes en todos los actos, incluido el ritual de limpieza chamánica en la madrugada de la víspera, en los desfiles y procesiones, y en la misa junto con las antiguas y modernas canciones religiosas de origen español.”314 Podríamos seguir citando investigaciones al respecto, el resultado es el mismo, aunque con algunas variaciones, que implican un arduo trabajo de las diferentes confec episcopales en función de la evangelización de la religiosidad popular, sin embargo, la tendencia en la danza ritual latinoamericana clara: es de tipo mágico-religiosa. Cuando la danza devota se aleja de su origen dado en los sacramentales, se puede caer en los más graves errores: carnavalización, reducción turística, folklorización, indigenismos, etc. Es por eso que Ordenes afirma que la danza religiosa “se inscribe en los sacramentales más hermosos del rico patrimonio religioso de América Latina. La teología comprende el sacramental como la expresión en que se manifiesta la bendición y la acción de Dios, pero sin constituir sacramento propiamente. Por cierto, que la danza religiosa es un sacramental en cuanto permite esa vinculación con lo sagrado, transformando todo el ritual de la danza, de la cofradía, en un encuentro de Dios con el hombre y del hombre con Dios”.315 Tales características hacen denotar una marcada apropiación del sentido religioso. El sentido de la danza en La Tirana tiene que ver con una profunda concepción andina acerca de la importancia del santuario, que como ya hemos dicho anteriormente, es hacia donde se peregrina, hacia donde confluye todo el devenir de la cosmovisión andina. El santuario es el eje de encuentro de todos los 314 Minaña, Carlos (2009); “Fiesta y música. Transformaciones de una relación en el Cauca andino de Colombia” en "Fiestas y rituales, X Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Países Iberoamericanos", pp. 200-220; UNESCO; p.212-213 315 Supra 41, Herrera – Alarcón; La Tirana; p. 9 184 caminos, el lugar en donde se ofrece toda la vida, una danza que se convierte en esos días de fiesta en una ofrenda sagrada. El sentido de la danza es el encuentro con el Absoluto de Dios, que en la fiesta tendrá marcados momentos de dramatismo, especialmente en la subida de la Virgen a su camerino, o las despedidas de las sociedades de bailes religiosos. La música, los cantos, el desgarro del alma al ver que la fiesta se acaba, que el tiempo sagrado está llegando a su fin. Es en estos momentos clave en donde el bailarín religioso tendrá su más alta intimidad con Dios, de gran profundidad interior y contemplativa. Es por eso que el sentido del baile implica un reconocimiento del paso de Dios por sus vidas, encontrando en ello el sentido de la existencia misma. Es una experiencia que no es sencilla de explicar dada la intimidad que le caracteriza, tan personal como la oración misma, es una clara característica de una experiencia trascendental, un encuentro personal con Cristo, que configura y transfigura a quien lo vive. Existe una gran variedad de bailes religiosos en la fiesta de La Tirana, algunos de tradición precolombina, otros de tradición pampina y otros más modernos. No es la intención nombrarlos a todos, sería un despropósito, no obstante, sería bueno nombrar a los más populares, explicando a groso modo su significado, pero antes, debemos contextualizarnos. En la época posterior a la guerra del Pacífico, las agrupaciones de devotos que organizaban la celebración de la Virgen de la Tirana, estaban formadas por trabajadores y pobladores de las distintas oficinas salitreras de la región, tanto en la época previa como posterior, los sacerdotes eran prácticamente inexistentes, por lo que la gente católica común fue manteniendo viva la fe por medio de los bailes religiosos y sus particulares ritos y modos organizativos. La población que asistía a la fiesta de La Tirana era de una patente heterogeneidad étnica: de ascendencia peruana, boliviana y chilena, cada cual con sus propias tradiciones de danza religiosa. Hasta esas fechas en La Tirana todavía existían algunos bailes de raíz andina-colonial: chunchos, cuyacas o cullacas, llameros; también estaban los morenos y los diablos sueltos, de raíz marcadamente colonial. Sin embargo, también a finales del siglo XIX, hace su aparición en la festividad un baile en particular, al que se le dio un especial protagonismo: el baile chino. En efecto, el baile chino tiene su origen en las danzas a la Virgen del Rosario en Andacollo desde 1584, lugar en donde se inician los bailes religiosos propiamente chilenos. Como el territorio de Iquique y Arica ahora pertenecían 185 a Chile, en un intento de apropiación de la festividad y de chilenización del territorio, las autoridades civiles y eclesiásticas, aprueban la inserción de un baile propiamente chileno, el cual tendrá posteriormente un gran honor, pues serán quienes sacarán a la virgen en procesión. Bailes antiguos: Las cuyacas o cullacas316: es un baile femenino. Tiene como origen la remembranza de las pastoras del altiplano. Visten túnicas de color verde o café. Cubren su cabeza con un grueso paño rectangular, del mismo color de la túnica, que sujetan al pelo con dos pinches. A este paño lo llaman phanta. La túnica es larga y estrecha. Bailan acompañadas de un grupo de laquitas, tocando la zampoña y bombo, a un ritmo similar al trote. Son características de la fiesta de la epifanía del Señor en todos los pueblos del altiplano. Los chunchos: es un baile tradicional de saltos y gran aparato coreográfico. Es una representación de antiquísimas y violentas tribus selváticas del Amazonas, los antichunchus. Los chunchos antiguos usaban turbante, pollerines, muñequeras y tobilleras de plumas. El chuncho moderno se muestra más desplumado. Usan plumas solamente en las mangas. En el turbante, que es una especie de morrión adornado con espejos y perlas, llevan plumas paradas. Generalmente visten pantalón blanco y camisa de otro color. Muestran, terciada al pecho, una cinta con los colores de la bandera chilena. Blanden un arco de chonta, que a su vez es una deformación del arcaico arco y flecha de los antichunchus, de origen precolombino. Los morenos: han tenido una gran difusión en la pampa del tamarugal desde tiempos coloniales. No posee elementos indígenas, más bien, su imaginario se circunscribe en elementos moros: turbante, pantalón bombacho, matracas, cintas de colores. No usan 316 Cullaca, del Aymará: Hermana mayor. 186 máscaras como en Oruro y su baile es de paso corto y medio salto, acompañado de una banda de bronce. Los diablos sueltos: este es un grupo de personas que se visten de diablo y bailan alrededor de los otros bailes. La misión de los diablos sueltos es la de crear un perímetro, echando a la gente que se asoma a mirar, para que el baile pueda hacer su coreografía sin contratiempos. Es un baile de salto, aunque también se pueden ver brincos o camino a paso lento. Bailes pampinos: El baile chino: como ya se ha dicho, tiene su origen en las fiestas de Andacollo, el simbolismo de su baile, monótono, pero de gran profundidad contemplativa, es emular a los antiguos mineros de las minas de oro y playa del sur de Chile, especialmente de la IV región. La danza de los chinos no se circunscribe solo a Andacollo, es común verla en todo el centro sur de Chile. En La Tirana hacen su aparición poco antes de 1901, algunos dicen que para la inauguración del nuevo templo ya había un baile chino, hablamos del año 1886.317 Usan una culera de cuero, morrión café, instrumento aerófono monocorde, tamboril y banderola. 318 Pieles rojas: este baile se crea después del proceso de chilenización del territorio del tamarugal, en aquella época estaba muy mal visto, so pena de hostigamiento por parte de las ligas patrióticas, el bailar danzas que evocaran las costumbres indígenas peruanas o bolivianas. Es por eso que los antiguos danzarines de tobas, kullaguada, entre otros, buscarán nuevos modos de presentar su baile a la virgen. Es así que, con la llegada del 317 318 Cfr. Supra 48, Núñez; La Tirana; p. 125 Cfr. Ibid. p. 126 187 cinematógrafo a las oficinas salitreras, encontrarían su gran inspiración: las películas de western mostraban la existencia de indios estadounidenses que no provocaban odio en los chilenos. Es así como nacen los bailes pieles rojas y todas las demás variantes: dakotas, siux, cheyenes, apaches, jalaguayos, etc. Los gitanos: es un baile de pareja y de filas. Los varones visten pantalón y calzado, llevan un pañuelo amarrado a la cabeza y otro pañuelo tomado por ambas manos que mueven al bailar. Las mujeres visten anchos y largos vestidos a la usanza gitana, acompañadas de panderos que agitan al bailar. Los acompaña una banda de bronce. La lista de bailes religiosos es enorme, más de 250 bailes repartidos entre chunchos, indios, gitanos, morenos, diabladas, zambos caporales, cuyacas, tobas, tinkus, pujillay, antawaras, kullaguadas, etc., que rinden culto a la Virgen del Carmen de La Tirana. Todas estás sociedades de bailes religiosos se caracterizan por compartir una sola fe, están agrupadas por asociaciones, éstas a su vez se organizan bajo la Federación de Bailes Religiosos la que trabaja mancomunadamente con la Iglesia. Ahora pasaremos a revisar en qué consiste la adhesión creyente en el contexto actual de una sociedad secularizada. 1.2. Adhesión creyente activa en una sociedad secular Partiremos con algo que se ha repetido hasta el hartazgo: vivimos en una sociedad secularizada. El avance de las ideologías materialistas y liberales han socavado de algún modo las raíces católicas de las masas. Vivimos en un mundo en crisis, de compromiso, de donación de sí, de caridad, política y financiera, por lo que la Iglesia también se verá afectada. En este contexto, las ciencias y realidades terrenales adquieren independencia de la religión, por lo que, para explicarlas, ya no es necesario recurrir a interpretaciones religiosas. Para algunos este proceso de progresiva independencia ha sido visto con recelo o con miedo por lo que podía significar de pérdida de influencia de las explicaciones religiosas en sentido 188 estricto. En el discurso inaugural de Aparecida el papa Benedicto XVI afirmaba que “Se percibe, sin embargo, un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones pseudorreligiosas.”319 Es también preocupante que hasta en los mismos consagrados se vive esta triste realidad “En un continente, en el cual se manifiestan serias tendencias de secularización, también en la vida consagrada, los religiosos están llamados a dar testimonio de la absoluta primacía de Dios y de su Reino. La vida consagrada se convierte en testigo del Dios de la vida en una realidad que relativiza su valor (obediencia), es testigo de libertad frente al mercado y a las riquezas que valoran a las personas por el tener (pobreza), y es testigo de una entrega en el amor radical y libre a Dios y a la humanidad frente a la erotización y banalización de las relaciones (castidad).”320 Esta secularización se manifiesta también en una crisis de representatividad e inestabilidad política321, los movimientos ideológicos antagónicos simbolizados en los partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, no hacen más que profundizar esta realidad. Establecida esta colisión política y representativa, le sigue otra crisis que empeora más la situación: la crisis de la institucionalidad. En efecto, esta crisis, asolapada, no es una característica propia de Chile, es un malestar generalizado en el mundo entero y ante cada ejemplo de crisis le sigue una eventual protesta ciudadana. La crisis de Grecia, por ejemplo, casi desata una guerra civil322. O, cómo se paralizó toda la sociedad en Brasil, exigiendo mejoras al sistema.323 La revolución pingüina en Chile y el subsecuente movimiento estudiantil.324 La misma crisis de la Iglesia que hemos tratado en este trabajo. La crisis económica y social de argentina de inicios de 319 Supra 5, Aparecida; Discurso Inaugural de su Santidad Benedicto XVI; p. 11 Ibid. 219 321 Mira, Andrea (2011); "Crisis de representatividad y estallido social"; Revista Polis, N°30; Publicado el 04 abril 2012; Tomado el 06/07/2018 de la página web: http://journals.openedition.org/polis/2232 322 Antigone Lyberaki y Platon Tinios (2015); "La Crisis Griega 2010-18: Una Visión desde dentro"; Revista de Economía Crítica, N°20; Londres, Inglaterra; pp. 159-171 323 Cfr. Aranda, Germán (2015); "Brasil se hunde en la recesión"; en El Mundo online, tomado el 12/08/2018 de la página web: http://www.elmundo.es/economia/2015/12/01/565dcc87ca4741866f8b461c.html 324 Cfr. Ramírez, Felipe (2016); "2006-2016: Las transformaciones en la escena educacional chilena"; en uchile.cl, tomado el 12/07/2018 de la página web: http://www.uchile.cl/noticias/121706/2006-2016-las-transformaciones-enla-escena-educacional-chilena 320 189 siglo, en donde el peso se desplomó hasta niveles inauditos.325 Crisis en Venezuela, Colombia, Irak, Palestina y una gran lista de eventos que se enmarcan en la crisis de sentido.326 Así, pues, lo que caracteriza a este mundo secularizado y polarizado es la tendencia a desconfiar de las instituciones, un relativismo voraz de toda índole y una incapacidad de sustentar ideas sin recurrir a la violencia. Parece ser que esa es la tendencia. En todo el mundo el relativismo moral ha causado estragos en lo que a derechos ciudadanos respecta, todos anhelan suplir una necesidad casi morbosa de acuerdo a los paradigmas de éxito que imponen la moda, los medios de comunicación y los individualismos. La tendencia hacia el estado de increencia también arremete en todas las capas sociales observando, con asombro, a niños en las escuelas que aseguran ser no creyentes. Vimos cómo el ateísmo en Chile ha subido su porcentaje, siendo que el país tiene una tradición católica arraigada desde sus inicios. Así y todo, las carencias sociales requieren una válvula de escape, una dosis de sentido y de pertenencia a algo mayor. Se trata de una sed de Dios que todavía muchas personas se esfuerzan en satisfacer. Se puede decir que en La Tirana esta necesidad de sentido y de Dios es compensada. A pesar del contexto de increencia generalizada de esta sociedad secular, la adhesión a la Iglesia popular cada día va en aumento. Esto parece una gran contradicción, dada la tendencia del mundo actual a la eliminación de todo cuanto tenga que ver con la religión, especialmente la Iglesia. Es por eso que este fenómeno se convierte en estos momentos en una posibilidad de mejora, no solo como superación de la crisis de la Iglesia, sino como elemento retroalimentativo para toda una sociedad carente de significado e identidad, sin un norte claro hacia dónde se deben dirigir los hilos de la Historia. Es por eso que en La Tirana se viven elementos que no se dan en la Iglesia oficial: el santuario es una casa que se abre de par en par a todos los que llegan, sin discriminaciones, sin colores políticos, sin ideologías ni discusiones de raza, sexo, condición 325 Cfr. Aronskind, Ricardo (2001); "Las causas de la crisis de 2001"; en UNICEN, tomado el 12/07/2018 de la página web: https://www.unicen.edu.ar/content/las-causas-de-la-crisis-de-2001 326 Cfr. Berger, Peter y Luckmann, Thomas (1996); "Modernidad, Pluralismo y Crisis de Sentido, ¿Qué necesidades humanas báscias de orientacion deben ser satisfechas?"; en CEP Chile, tomado el 12/07/2018 de la página web: https://www.cepchile.cl/cep/site/artic/20160303/asocfile/20160303183331/rev63_berger.pdf 190 social. Es una Iglesia de todos y para todos. Todos tienen cabida en la mesa de la Iglesia del norte de Chile, hasta la persona más pecadora y malevolente que se pudiese imaginar.327 Como ya habíamos mencionado antes, es común ver en La Tirana a personas de diferentes modos de pensamiento: curiosos, ateos, agnósticos, inclusive pseudo-protestantes328. Todos van al santuario, a veces sin saber por qué, otras veces solo a mirar o a verificar que en la gente sencilla está esa semilla de fe que quisieran poseer. Lo cierto es que, aunque quieran negarlo, la mano de Dios ha dirigido sus pies hacia la festividad. Cuando los bailes hacen sus despedidas con tanta congoja y dramatismo, acompañado de una letra y melodía que toca hasta los más profundos hilos del alma o cuando suben a la virgen a su camerino, el no católico puede notar que hay algo ahí, algo diferente, algo que nunca se lo había planteado, y tal vez no se lo volverá a cuestionar más y será tema olvidado, pero la verdad es que nadie puede salir igual después de ver en los bailarines y fieles esa fe tan grande y conmovedora. El ateísmo en la religiosidad popular pareciera que carece de sentido. Sin embargo, se dan casos. Por ejemplo, en la Tirana, como ya se dijo, están los “Diablos Sueltos y Figurines”. Esta modalidad de baile religioso posee una característica bastante peculiar por lo que los vuelve un caso único en el santuario y digno de análisis ya que, si bien históricamente le bailan a la virgen, no siempre es por razones religiosas. Alberto Díaz tiene un artículo bastante interesante en donde analiza en profundidad la existencia del diablo suelto de La Tir..aneño. (Infra 330) Pero vamos por parte, los “Diablos Sueltos” son bailarines que desde tiempos coloniales se han dedicado a bailarle a la Virgen del Carmen de La Tirana de manera autónoma y libre, es decir, no pertenecen a ninguna sociedad de baile religioso, por ende, tampoco pertenecen a la Federación Tirana ni a sus rígidas normativas. Se han distinguido desde siempre en la tradición tiraneña por su danza alegre y saltarina, 327 Me ha tocado constatar que en algunas comunidades parroquiales se les cierra las puertas a las comunidades homosexuales, a los drogadictos, a los enfermos de sida, a quienes han cometido aborto, a los que piensan distinto. Inclusive se les prohíbe la confesión o la eucaristía. Es cierto que la Iglesia posee un derecho canónico, pero la ley no da las respuestas o anhelos existenciales de las personas comunes y corrientes. Como me decía un profesor en la Universidad: La ley no es sinónimo de justicia. 328 En una de tantas misiones en el santuario, me encontré con una familia de devotos de la Virgen, cuando conversábamos me comentaba el padre de familia que él era evangélico, pero que tenía un gran cariño por la carmelita. Me comentaba que iba con toda su familia a la procesión y que para él era un momento de gracia en el Espíritu. Ante la pregunta acerca de su comunidad evangélica en Iquique, me respondió que en realidad nadie lo sabe. Es un acto de fe familiar. 191 además de sus máscaras de color rojo, con grandes capas llenas de chacharachas329, o faldones y pecheras abufonadas, al estilo renacentista. Estos bailarines sueltos se componen, además, siguiendo el tono de la tradición, de los llamados “Figurines” que pueden ser Osos negros, los ángeles y el Arcángel Miguel, presentes en La Tirana desde tiempos inmemoriales. De reciente incorporación serán los distintos figurines que se han adherido a la tradición del diablo suelto: Ñusta, Cóndor, Achaches, Tobas, Equeco, Diablos y osos bolivianos, etc. La función que desempeñan los diablos sueltos y figurines en la fiesta de La Tirana está asociada a la colonia, a los primeros intentos de evangelización de los indígenas, utilizando los auto sacramentales de origen español, uno de ellos era la representación de la lucha del Bien y del Mal, simbolizada en el Arcángel Miguel y el Diablo. En las procesiones del Corpus en la colonia, se les encomendaba a los indios y negros vestirse de diablos para abrir paso a la procesión haciendo uso de látigos, huascas o tridentes de mano. El significado era que la presencia real de Cristo en la Eucaristía era capaz de ahuyentar a todo espíritu inmundo, por lo que al paso de la procesión los diablos huían, haciendo camino para que avanzara la comitiva religiosa. El resabio de esas tradiciones se extendió en toda Latinoamérica, encontrando danzas de diablos en Copiapó, Tacna, Paucartambo, Puno, Oruro, San Pedro de Ichu, Trujillo, La Tirana, entre otros. 330 En todas las regiones del continente los diablos del Corpus decantaron por diferentes rumbos o transformaciones, por ejemplo, tanto en Puno como en Oruro, el auto sacramental se convirtió en un baile de tipo carnavalesco: las diabladas; las caretas originales, de características antropomórficas, se irán transformando paulatinamente en las actuales y espectaculares máscaras, de ojos grandes y cuernos enormes. En la Tirana no sucedió así, las caretas de mantuvieron en sus características sencillas, sin embargo, en los últimos decenios, se han incorporado máscaras bolivianas; la función que se cumplía en la procesión del Corpus se reelaboró para abrir paso ahora a los bailes religiosos de camino al santuario o de regreso al campamento o casa de origen. Sumado a esto, el diablo suelto cumple una función de vigilante 329 Adornos dorados, plateados o espejados. Cfr. Díaz Araya, Alberto (2011); “En la pampa los diablos andan sueltos. Demonios danzantes de la fiesta del santuario de La Tirana”; Revista Musical Chilena, Año LXV, Julio-diciembre, Nº 216, pp. 58-97; pp. 76-87 330 192 del perímetro del baile religioso al momento de la mudanza331, dedicándose a bailar alrededor, cuidando que las personas curiosas no interfieran en el normal funcionamiento del baile. Desde antiguo se tiene la concepción del diablo suelto como un personaje de rigor en cada baile, no perteneciente a la sociedad religiosa, pero sí como colaborador cercano. También se tiene la idea de que eran personas renegadas de la sociedad, o que habían cometido un grave pecado. Se oye decir entre las diferentes opiniones que antiguamente los caporales332 de los bailes iban a buscar a algún borracho conocido del barrio para que los acompañase a bailar a La Tirana. También se dice que han recibido un favor extraordinario de la Virgen.333 Sea como fuere, si por expiar culpas o para agradecer, tienen esa connotación de personaje excluido de la sociedad (como los negros o indios coloniales) y danzan no solo en un baile en particular, sino en cualquiera que se lo permita. Es importante destacar que estos bailarines han sabido perpetuarse a lo largo de la historia de la religiosidad popular del norte grande de Chile, especialmente en la Fiesta de la Virgen del Carmen de La Tirana, posicionándose y reconociéndose como estamento aparte de todo tipo de asociación, pero sabiendo coexistir en armonía, fieles a su autonomía, con las sociedades de bailes religiosos y con la Federación Tirana, sin duda fruto del don de la fe. Es posible ver entre los diablos sueltos y figurines una gama bastante variopinta de orígenes, profesiones y oficios en la vida secular. Cada uno posee su propia historia de fe, por lo que sus posturas ante la fiesta no son del todo homogéneas. Algunos tienen una fe inquebrantable en Jesucristo, otros no. Como ya se había mencionado antes, hay algunos que no creen en la divinidad de Cristo, sin embargo, sí creen que María es la madre de Dios. Algunos prefieren abstenerse de cualquier actividad litúrgica, otros asisten a todas las misas y procesiones. Hay algunos que poseen un capital cultural amplio, investigadores y académicos, otros que no han alcanzado a terminar la primaria. Otros quieren que se les considere díscolos, criticando todo lo que propone la Iglesia, pero profesando un gran amor a la Virgen. Algunos son 331 Coreografía del baile religioso. Líder del baile religioso, quien dirige toda la mudanza y aplica sanciones a quienes no atiendan a las directrices impartidas. 333 Cfr. Supra 46, Uribe; Fiesta; p. 26 332 193 ateos, bailan por una especie de reivindicación ancestral, o por mero folklore, sin embargo, se les ve rezando el Ave María. Algunos gustan de beber y fumar con el traje puesto, otros no, dada la sacralidad que implica el porte del traje.334 Estas contradicciones tienen su origen en una resistencia a las normas dadas por la Iglesia por medio de la Federación Tirana. Se aduce que, como el diablo suelto no está federado, la reglamentación no lo alcanza. Habrá otros que verán en el porte del traje religioso una adhesión tácita a la normativa, por lo que buscarán respetar el traje. En los últimos años ha habido una verdadera “explosión demográfica” entre los diablos sueltos y figurines, acompañado de una adhesión más fuerte a la Virgen y a los elementos de la fe que esto conlleva. Se ha instaurado, por iniciativa de los mismos bailarines, el llamado “Saludo de los Diablos Sueltos y Figurines”. Esto fue un verdadero hito histórico para la fiesta, ya que es la primera vez que los bailarines sueltos dan una muestra de organización de cara a la fiesta. Este saludo es una variante del rito de entrada al pueblo, en donde los bailarines se reúnen en la “cruz del calvario” (que es la entrada principal del pueblo) y cantan al Señor, le sigue la acogida de algún ministro de la Iglesia, luego cada bailarín sube hacia la imagen, se persignan y van bailando en dirección hacia el templo, por la calle principal, en donde le cantarán a la Virgen; acto seguido, se dirigirán a la explanada del santuario a bailar en un enorme despliegue de policromía, alegría y un cierto desorden, característico de este grupo de promesantes. Se ha denominado este saludo como un gesto de amor hacia la Madre Santísima, es la forma en que los diablos sueltos y figurines quieren elevar una acción de gracias al Padre Dios por regalar a la humanidad a tan gran intercesora en los cielos. Los bailarines del silencio que se han reunido en ese acto saben, en sus corazones, las gracias que han recibido de parte de la Chinita del Carmen. Así pues, cada año, nuevamente se congregarán los diablos sueltos y figurines para rendirle honores, a su manera, a la Chinita del Carmen de La Tirana. Cada uno de ellos llega hacia este espacio sagrado con sus creencias, sueños, aspiraciones, peticiones, penas y alegrías, cada uno de ellos acude a la 334 Esta peculiaridad es del todo hermosa, según la tradición tiraneña, quien usa un traje de baile religioso en realidad se reviste, como sucede en los ornamentos litúrgicos. Por lo tanto, el porte del traje trae consigo algunas prohibiciones, como no ir de la mano con la pareja, no tener muestras de cariño hacia el sexo opuesto como los besos. Tampoco se puede fumar o beber bebidas alcohólicas, mucho menos consumir drogas. Las mujeres tampoco pueden ir demasiado maquilladas, ni ostentar mucha joyería. 194 Madre con su corazón cargado de esperanza para que, por medio del ruego de María, Dios pueda mirar la miseria propia del ser humano y transformarla en bendición. Es la fe la que mueve a estos hombres y mujeres, una fe pura y sincera, aunque necesitada de catequesis y formación de vida cristiana, pero que, con lo que son y con lo que hacen en la fiesta, les basta para que la divinidad les dé sentido a la existencia y plenitud a sus almas; una fe que, a medida que pasan los años, se configura, además, en pertenencia y participación. 1.3. Participación multitudinaria en el fenómeno religioso Como ya se ha dicho, en la fiesta de La Tirana se aprecia una impresionante multitud de peregrinos que desean encontrarse con la Madre. Cabe destacar que hablamos de "multitud" y ya no de "masa". Debemos reconocer que la palabra "masa" evoca peyorativamente a un grupo numeroso, despersonalizado, maniobrado tal vez por un dirigente inescrupuloso para sus propios fines personales y partidistas o por cualquier tipo de ideología, además, el peregrino tiraneño está lejos de ser hombre-masa con todo lo que implica. Deberemos entonces entender por "multitud" a una comunidad muy grande, pero de personas, que son respetadas en su propia personalidad. Los encuentros de multitudes se dan en las grandes festividades, en los santuarios, en las procesiones y congresos eucarísticos, etc. Sin embargo, el hombre-masa puede llegar a convertirse en hombre-multitud u hombre-comunidad: la masa anónima tiene que llegar a ser multitud consciente, es decir, comunidad de personas. La multitud en el santuario es un verdadero fenómeno religioso. Es lo primero que salta a la vista. Ya tratamos anteriormente el fenómeno religioso en su despliegue entre lo sagrado y lo profano, por lo que ahora solo veremos las implicancias que tiene la multitud en su participación en la fiesta de La Tirana. Sin embargo, vale recordar que para entender los fenómenos religiosos en su pluralidad manifestativa y en su unidad esencial, contamos con la ayuda que aportan diversas ciencias como la antropología filosófica y cultural, la fenomenología religiosa, la historia de las religiones, la sociología de la religión, la psicología de la religión y la filosofía de la religión. Sus estudios hacen notar que todas las culturas y todos los pueblos han tenido y tienen una expresión religiosa, a través de la palabra, de la literatura, de la praxis 195 sociohistórica, de la cultura, del arte y de todo instrumento de comunicación que encuentra.335 Más adelante volveremos especialmente con la antropología filosófica que será la antesala de la teología trascendental de Karl Rahner, y con los campos de significación de Bernard Lonergan, en el marco de la experiencia trascendental y el sentido común, respectivamente. Cuando uno se encuentra ante tantas personas que peregrinan hacia el santuario de La Tirana, la primera pregunta que brota es ¿por qué? Esta no es una pregunta gratuita. El pueblo de La Tirana es pequeño, durante el tiempo profano no tiene más de 1000 habitantes, algunos son nacidos y criados en el pueblo, otros son venidos de Iquique o de otras latitudes. El clima de La Tirana es cálido en el día, con un sol sofocante, y en la noche se siente un frío que llega a calar hasta la médula. La mayor parte de las personas que viven durante el año en el pueblo tienen sus casas en las periferias, casas de reciente construcción. Por lo que la gran mayoría de casas que se encuentran dentro del límite urbano permanecen vacías, cual pueblo fantasma. La Tirana durante el año tiene suministros de agua potable, recientemente se ha instaurado un sistema de alcantarillado, luz eléctrica, señal de radio y televisión, servicios de telefonía móvil e incluso sistemas de compraventa por medio de tarjetas bancarias. Hay almacenes de abarrotes, restaurantes, escuela, biblioteca y sistema de buses interurbano, por lo que la vida en el pueblo es buena pues tiene todas las comodidades de la urbe. Sin embargo, durante los días festivos todo colapsa. Es que se viene una verdadera avalancha de peregrinos provenientes de Arica, Iquique, Antofagasta, Calama, Tocopilla, Copiapó, Vallenar, La Serena, Coquimbo, Santiago y otras ciudades de Chile, a esto hay que sumarle los peregrinos de otros países: Tacna, Moquegua, Oruro, Cochabamba, La Paz, Mendoza, Salta, Jujuy; también desde otros continentes: europeos, asiáticos, norteamericanos, etc. Así, progresivamente, el pueblo comienza a manifestar vida y a llenarse de cientos de miles de devotos. Esto trae consigo muchas incomodidades. En efecto, la mayoría del pueblo fiel que llega al santuario para los días de fiesta son de estratos sociales bajos o medios. Muchos no poseen casa, por lo que tienen que acampar en medio de la pampa a las afueras del pueblo. Para acampar hay que poseer los medios: carpas, cobijas, cocinillas, balones de gas, implementos de cocina, comida, trajes de baile (si es que 335 Cfr. Durkheim, Emile (1992); “Las formas elementales de la vida religiosa”; Ediciones Akal; Madrid, España. 196 se trata de un baile religioso). Esto permite ver que para llegar al santuario hay que tener una gran capacidad de tolerancia al sufrimiento y heroísmo para sobrellevar las pruebas y los padecimientos, sumándole el colapso de los servicios básicos, en verdad que la fe de estos peregrinos tiene que ser mucha. El pueblo fiel no escatima el sacrificio cuando se trata de responderle a Dios, darle gracias, hacerle una petición o reparar pecados cometidos. Puede pasar horas bailando en pleno desierto, o caminando muchos kilómetros para llegar al santuario, o soportando las inclemencias del tiempo. En estos casos las multitudes también poseen una clara conciencia de la dignidad personal y fraternidad solidaria. Esto surge como natural consecuencia de valorar lo que significa ser cristiano o hijo de Dios. El pueblo tiene un sentimiento profundo de su propia dignidad, aunque viva pobremente. La solidaridad sella también el comportamiento del pueblo sencillo. Siempre estará dispuesto a recibir y tender una mano, a compartir y ayudar. Ejemplos de esto encontramos en la corriente de solidaridad desarrollada en los últimos años en Chile como la Teletón, Hogar de Cristo, Un Techo para Chile, Trabajo País, etc. Volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué aguantar tantas incomodidades? Muchas personas se hacen esta pregunta viendo la precariedad de los servicios básicos y el colapso que esto provoca. No todos son capaces de cometer tal hazaña, sin embargo, incluso quienes tienen casa, pasan por las mismas privaciones. La respuesta a esta pregunta fundamental la encontramos en la vida profana-secular. En efecto, volviendo al trabajo de Guerrero336, la peregrinación implica un cese de las labores a las que se está obligado: trabajar duro por el pan de cada día, el sometimiento al sistema de gobierno; las angustias de la vida profana como la enfermedad, la soledad, las carencias, humillaciones, el horario, las deudas, etc. También tenemos que recordar la principal característica de la vida profana: el anonimato. Es por eso que surge desde el espacio profano surge esta nueva persona, ahora sacralizada, que se transfigura, asumiendo un rol protagónico, festivo y que de algún modo otorga plenitud durante esos días. Las multitudes entonces, cuando peregrinan, buscan salir de ese espacio profano angustiante. Pero esta angustia no existe solo por vivir en el mundo secular, la angustia también es generada por nosotros 336 Supra 3, Guerrero; Religiones; p. 8 197 mismos pues también está la realidad del pecado. La presencia del mal en la vida cotidiana plasmada en la enfermedad, la finitud, la impotencia, las faltas de caridad, de algún modo predisponen a las personas para buscar la indulgencia o alguna gracia que no se puede conseguir por sí mismas. Es por eso que ante la imagen de la Virgen todos se conmueven, levantando un ruego, encendiendo una vela, ofreciendo sacrificios, proponiendo una manda, etc. Por amor a la Madre se encuentran un sin fin de manifestaciones populares como el baile religioso, los cirios o velas, las peregrinaciones, el agua bendita, las imágenes, etc. Todas supeditadas o encerradas dentro de una categoría llamada “la manda”. Según Guerrero, las mandas “tienen una serie de características. Algunas de ellas es el de solicitar un favor a la divinidad, realizar una acción de gracias por el favor concedido, incluye reconocerse públicamente pecador, supone un sacrificio… mientras más grande es la mortificación o sacrificio, más exaltado es el pago de la manda. No será pues una confesión vocal, sino general, en conciencia y ante la Virgen, pero puede ser materializada excepcionalmente en una confesión sacramental católica.”337 Pues bien, así y todo, la iglesia no se escandaliza por estas muestras de devoción popular, de hecho, está llamada a convocarla, fomentarla y conducirla hacia su plenitud y perfección, es decir, llevarla hasta su real significado en los Sacramentos. Ya dirá el Catecismo que “el sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado en todos los tiempos, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la iglesia: tales como la veneración a las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc.”338 Las mandas suelen ser entendidas como un sistema de trueque con la divinidad: “yo te doy, pero tú debes darme lo que te pido a cambio”, buscando en cierto modo obligar a Dios para que cumpla tal o cual petición. Sin embargo, la manda implica un nivel de relación con Dios muy diferente, la manda debe entenderse como una propuesta mortificante, una renuncia voluntaria al bienestar para unirse a los sufrimientos de Cristo o del inmaculado corazón de María, es decir: “yo te ofrezco este sacrificio, pero porque te amo, si tú quieres, concédeme lo que te pido. Si no se puede, te seguiré amando de todas maneras.” En todo caso, 337 338 Supra , Guerrero; Religiosidad; p.5 Supra 73, Catecismo; 1674 198 fuera por manda o por devoción, las multitudes no buscan otra cosa más que la redención, el perdón de sus culpas. Los medios sacramentales que utilizan es un complemento ya que en el santuario se imparten sacramentos a cada hora del día: bautizos, eucaristías, confesiones, etc. Junto a las multitudes también llega el comercio, grandes ferias se instalan en las afueras del pueblo a la que acuden miles de personas. Los negociantes pueden ser o no católicos y se puede encontrar de todo tipo de artículos: religiosos, andinos, souvenirs, electrónica, gastronómica, vestuario, música, FISA, agropecuaria, etc. Muchas personas se han escandalizado por el comercio que se genera en torno a la fiesta de La Tirana. Pero generalmente estas críticas no son capaces de ver la profunda relación de estas manifestaciones culturales con un marcado sentido antropológico, el sentido de la abundancia, implícito en lo festivo. En efecto, incluso los peregrinos de escasos recursos encuentran en la fiesta una oportunidad para darse ciertos gustos que en la vida profana no son capaces de hacer. Esto redirige a reflexión al sentido del sufrimiento, pues para cumplir estos cometidos se requiere de una gran capacidad de ahorro, lo que les permite viajar y vivir la fiesta con todo lo que esto implica. La abundancia propia de lo festivo, trae consigo comida, bebida, alegría. Por lo tanto, las multitudes viven con normalidad este acontecimiento religioso-festivo, hasta el final, sin caer en escrúpulos que no edifican en nada. Cuando ya se acerca el final de la fiesta comienza a sentirse la pena, la añoranza por los días iniciales. Los días en la fiesta pasan rápido: son 10 días colmados de felicidad junto a la Madre: se bailó, se cantó, se celebró la víspera en la misa solemne, se vivió la procesión de las sagradas imágenes, la Virgen ha vuelto a su camerino. La congoja es inevitable, comienza a resurgir el sentimiento de angustia que, no obstante, es detenido casi al instante cuando comienzan las despedidas. Es en ese momento en donde la fe de las personas se ve absolutamente fortalecida, el encuentro íntimo que se suscita en ese espacio frente a la Virgen es del todo edificante. Se recobran las fuerzas para seguir batallando en la vida secular y profana. La renovación espiritual es uno de los elementos más significativos que se pueden vivir en la despedida, a 199 pesar del dramatismo339, las personas salen con otro semblante, confiados en que la ayuda que da el Señor está garantizada por la intercesión de la Virgen. En el siguiente apartado revisaremos los aspectos más importantes que, de algún modo, estructuran el actuar de los bailes religiosos de La Tirana, buscando aquellos elementos que subyacen en su funcionamiento o, mejor dicho, que permiten su fundamentación y articulación religiosa, no pagana, viendo con ello luces claras de elementos legítimamente cristianos. 2. EL DESIERTO DANZA Y CANTA A MARÍA En la festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana, se pueden encontrar diferentes elementos que constituyen la fe y devoción popular de todo el norte grande de Chile. Dentro del ámbito celebrativo están las danzas y cantos, organizados estrictamente dentro de un baile religioso, bajo el gobierno de directivas, a modo de sociedad de socorros mutuos. Afiliados de manera obligatoria, si es que se desea danzar, y ceñidos a estrictas normativas que emanan desde la Federación de Bailes Religiosos. Esto parece ser un hecho contradictorio en esta sociedad secularizada, en donde la crisis de institucionalidad y de representación cada vez avanza a pasos agigantados, poniendo en entredicho y poniendo bajo sospecha todo lo que emana desde las formas institucionales, tanto en sus normativas como en su accionar. Nuevamente surge otro cuestionamiento: ¿Por qué en la fiesta de La Tirana las personas individuales se organizan en colectividades o comunidades y adhieren a este tipo de estructuras, yendo contracorriente a las tendencias de la vida secular contemporánea, vistas anteriormente, las cuales son claramente opuestas a la institucionalidad y a la reglamentación? Las respuestas a esta cuestión están inscritas en el sentido religioso intrínseco del ser humano que emana desde la figura materna de María, la nueva y perfecta Pacha Mama. Por amor a la Madre el ser humano será capaz de hazañas de las que en el mundo profano no es capaz. Es por eso que emergen desde varios lados un sinfín de explicaciones, tanto sociológicas, como filosóficas. Está la tesis de orfandad, la subsistencia del amor a la Madre Tierra, la resistencia indígena, la 339 Bailarines y familiares caen desmayados constantemente. Para tales efectos la Iglesia y el Municipio de Pozo Almonte tienen personal de la Defensa Civil, prestos a dar atención a los peregrinos que colapsan. 200 alienación, el desenfreno del “ello” en detrimento del “superyo”, etc. Como fuere, la devoción a María es un rasgo típico de las ideas religiosas de todo el continente americano, que hoy cobran nuevamente sentido, pues, como afirman los Padres de Puebla, María es el rostro materno de Dios”.340 En efecto, hablar de Latinoamérica, es también hacerlo de María, bien lo dicen los padres de Aparecida: “En esto reside el valor incomparable del talante mariano de nuestra religiosidad popular, que, bajo distintas advocaciones, ha sido capaz de fundir las historias latinoamericanas diversas en una historia compartida: aquella que conduce hacia Cristo, Señor de la vida, en quien se realiza la más alta dignidad de nuestra vocación humana.”341 También lo reflexionaban ya los padres de Puebla, citando a Juan Pablo II cuando afirmaban que: "Ella y sus misterios pertenecen a la identidad propia de estos pueblos y caracterizan su piedad popular"342. María sella la cultura americana, creando el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor, el respeto por la vida, en una auténtica presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios. Desde sus orígenes, la Iglesia Latinoamericana está marcada por la devoción mariana que ha configurado toda la pastoral, la geografía y la religiosidad del pueblo. María es no sólo la Madre de Cristo, sino también Madre de todo el continente americano. Es por eso que en este apartado revisaremos los fundamentos de la danza y el canto a María, a su vez, veremos cómo estas expresiones son asumidas en absoluta libertad como propias por todo el colectivo multitudinario que peregrina. Luego veremos cómo estos procesos pueden desvirtuarse fácilmente, por lo que se desarrollarán mecanismos estamentales y de regulación que, por vía del sometimiento, darán vida a estructuras organizacionales, con el fin de proteger el rico patrimonio del baile religioso. 2.1. Relectura bíblica y fenomenológica del canto y la danza La realidad del canto y la danza en La Tirana es otro de los elementos fenomenológicos que saltan a la vista. Estos gestos de piedad surgen desde el pueblo fiel que mantuvo la fe del norte de Chile por décadas, pues, como lo mencionamos antes, la presencia del clero en la pampa del tamarugal fue bastante 340 Cfr. Supra 34, Puebla 291 Supra 5, Aparecida 43. 342 Supra 34, Puebla 454. 341 201 precaria.343 Es más, cuando se hacían presente, surgía una crítica negativa a estas manifestaciones, tachándolas de paganismo, superstición, degeneración, una afrenta a la recta doctrina de la fe, poco bíblica, poco eclesial, poco centrada en la persona de Jesucristo, etc.344 A pesar de todo, las personas que vivían en las salitreras, de distintos orígenes, poseían una fe en común y con estructuras tradicionales similares, nos referimos a la danza religiosa y a los cantos religiosos. Esta realidad no nace con la llegada de los españoles, pues, ya desde los tiempos precolombinos los indígenas, como toda sociedad, tenían sus propios ritos de danza y canto, referidos a sus propias divinidades tutelares. Los evangelizadores supieron aprovechar a favor de la fe estas muestras de religiosidad pagana, resignificándolas y dándoles contenido doctrinal.345 Así y todo, la necesidad plástica de expresar la propia realidad, con sus penas y alegrías, se verá de algún modo satisfecha por los cánticos y danzas rituales. Esta es otra constante antropológica, dado que el baile y el canto surgen desde que se levanta en el mundo el Homo Sapiens: son elementos naturales al ser humano, tan propia como el lenguaje y la concepción de sí mismo. No existe civilización o sociedad tribal alguna que no posea, o haya poseído, estos elementos; inclusive en la actualidad se puede ver cómo el despliegue de cantos y bailes tradicionales, religiosos o folklóricos se verifican en todos los rincones del mundo. La tradición cristiana y judía también es parte de esta realidad. En la Biblia se pueden encontrar diversas manifestaciones de cánticos, himnos, salmos y danzas. Por un lado, el canto jugó un papel prominente en la adoración y en la vida nacional de los hebreos. De hecho, el texto sagrado está lleno de ejemplos de cantos, ya que era bastante común para los judíos componer un himno para celebrar alguna victoria especial o celebrar alguna experiencia de salvación. Por ejemplo, en este marco se instala el primer cántico en la Biblia, entonado por Moisés, luego que YHWH hundiera en el mar los carros del faraón: “Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh. Dijeron: «Canto a Yahveh pues se cubrió 343 Cfr. Guerrero, Bernardo (2008); "La Tirana: Flauta, bandera y tambor: El baile Chino"; Ediciones Campvs, UNAP; Iquique, Chile; p.43 344 Cfr. Van Kessel, Juan (2006); "Los Santos íconos de Chile"; Cuadernos de Investigación en Cultura y Tecnología Andina, Nº 24; IECTA; Iquique, Chile; p. 46 345 Cfr. Gutiérrez, Liliana (2010); "Estudio antropológico de los altares populares: el caso de la fiesta de Cuasimodo."; Tesis para optar al título de Antropóloga Social, Universidad de Chile; Santiago, Chile; p. 43 202 de gloria arrojando en el mar caballo y carro. Mi fortaleza y mi canción es Yah. Él es mi salvación. El, mi Dios, yo le glorifico, el Dios de mi padre, a quien exalto.”346 Otros ejemplos eminentes de canto lo encontramos en el Salterio, que ha sido designado por algunos estudiosos como el himnario de Israel347, en él se contienen muchas clases de canciones: de alabanza, de protesta, de lamentos, etc. He aquí un fragmento: “¡Gritad de júbilo, justos, por Yahveh!, de los rectos es propia la alabanza; ¡dad gracias a Yahveh con la cítara, salmodiad para él al arpa de diez cuerdas; cantadle un cantar nuevo, tocad la mejor música en la aclamación!”348 En el Nuevo Testamento también encontramos referencia al canto, pero como realidad cultural, por ejemplo, en el Evangelio de Lucas, Jesús hace referencia al canto: “Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas349, y no habéis llorado.’”350 Por otro lado, Pablo urge a los creyentes a cantar: “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.”351 O, en otro caso: “La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados”.352 El autor del libro de Apocalipsis habla de cánticos celestiales: “Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación...”353 O más 346 Éxodo 15, 1-2 Cfr. Rizo Martínez, José (2006); Diccionario Bíblico; Voz: Salmos 348 Salmo 33 (32), 1-3 349 Endecha: Canción triste o de lamento. Fuente: RAE 350 Lucas 7, 32 351 Efesios 5, 19 352 Colosenses 3, 16 353 Apocalipsis 5, 8-9 347 203 adelante: “Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, fuera de los 144.000 rescatados de la tierra.”354 Finalmente: “Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de las naciones!”355 Como hemos visto, el canto es una realidad común en todas las culturas, especialmente en el ámbito religioso, denota una expresión, un sentimiento a flor de piel, que busca ser comunicado. Así como hay ejemplos de cantos en la Biblia, también se pueden encontrar danzas. El pueblo hebreo desarrolló su propio tipo de danza, asociada principalmente con la adoración, con la acción de gracias, por una necesidad de glorificar a Dios, de ensalzarlo y bendecirlo por alguna proeza realizada en favor del pueblo. El primer ejemplo de este tipo de danza en la Biblia está dirigido por la profetisa María, hermana de Moisés y Aarón: “María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tímpano y todas las mujeres la seguían con tímpanos y danzando en coro. Y María les entonaba el estribillo: «Cantad a Yahveh pues se cubrió de gloria. arrojando en el mar caballo y carro.»”356 También encontramos danzas idolátricas: “Respondió Moisés: «No son gritos de victoria, ni alarido de derrota. Cantos a coro es lo que oigo.» Cuando Moisés llegó cerca del campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira, arrojó de su mano las tablas y las hizo añicos al pie del monte.”357 Otro tipo de danzas son de carácter celebrativo por alguna batalla ganada, en ese sentido encontramos un ejemplo en el Rey David: “A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas la ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría. Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y David sus miríadas.”358 También se puede encontrar danzas relacionadas a viejas costumbres como la procesión: “David y toda la casa de Israel bailaban delante de Yahveh con todas sus fuerzas, cantando con cítaras, arpas, adufes, sistros y cimbalillos” [...] “David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante Yahveh, ceñido de un efod de lino. David y toda la 354 Apocalipsis 14, 3 Apocalipsis 15, 3 356 Éxodo 15, 20-21 357 Éxodo 32, 18-19 358 1 Samuel 18, 6-7 355 204 casa de Israel hacían subir el arca de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos. Cuando el arca de Yahveh entró en la Ciudad de David, Mikal, hija de Saúl, que estaba mirando por la ventana, vio al rey David saltando y girando ante Yahveh y le despreció en su corazón.”359 Otro tipo de baile es de tipo festivo: “Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre gentes festivas” [...] “Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos juntos, y cambiaré su duelo en regocijo, y les consolaré y alegraré de su tristeza.”360 En el Nuevo Testamento también encontramos ejemplos de danza, también como elemento cultural, como por ejemplo en la parábola del hijo pródigo: “Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas.”361 Por otro lado, encontramos ejemplos de danza de tipo profano: “Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»”362 La Escuela de Danza Hebrea perteneciente al movimiento Judío Mesiánico363, expone de manera metodológica y teórica algunos elementos que ayudan a comprender mejor el sentido de la danza para los hombres de la Biblia. Para ellos “La Danza es la máxima expresión de nuestro espíritu a través de nuestro cuerpo. Nuestra expresión exterior tiene que estar acompañada de nuestra condición interior para que nuestra adoración en Danza sea aceptable a Hashem364.”365 También, explican, hay una demarcación clara entre la danza bíblica y el baile en el mundo, la cual se puede entender de la siguiente manera: 359 2 Samuel 6, 5; 14-16 Jeremías 31, 4; 13 361 Lucas 15, 22-25 362 Marcos 6, 22 363 Escuela de Danza Hebrea (2016); “La Danza en La Biblia”; tomado el 07/08/2018 de la página web: https://escueladanzahebrea.wordpress.com/2016/08/15/la-danza-en-la-biblia/ 364 Hashem: del hebreo, Dios. 365 Supra 363, Escuela; La Danza. 360 205 a) “La motivación de la Danza es Glorificar a Hashem inspirados por el Ruaj Hakodesh366. Cuando la Danza es inspirada y dirigida por el Ruaj Hakodesh no va a exaltar la carne y glorificar al danzarín. (Aunque exista mucha destreza). b) El baile en el mundo glorifica a HaSatan367, la carne y el mundo con su expresión de rebelión, sensualidad y confusión emocional y espiritual. Este baile produce todo lo contrario de lo que produce la Danza de Adoración. c) Podemos ver la diferencia de estas dos expresiones en: a. Dios Artista Divino (Génesis 1 y 2) / Satanás falso artista. b. Dios creador del Arte (Éxodo 31, 3) / Satanás imitador del arte.”368 También exponen una definición de la danza bíblica en 7 puntos fundamentales: “Es una interpretación profética de las palabras que cantamos en adoración. Es el idioma del movimiento (en lugar de palabras). Es una expresión de gozo por medio de movimientos rítmicos del cuerpo a un acompañamiento musical (Lucas 15,25). Es el resultado de una emoción, un sentimiento, una actitud, una vida de Adoración. Es la forma de expresar cosas que sentimos, que muchas veces no podemos decirlas. Es la expresión de nuestra adoración a través de movimientos, formas, etc. Es un idioma poderoso, es intercesión, es batalla espiritual.”369 De esta explicación es interesante ver que entienden la danza como expresión lingüística. El movimiento expresa la vida interior. Si la danza implica movimiento, entonces bien podríamos decir que iniciador de la danza, en simbología bíblica, es el Espíritu de Dios: “La tierra era caos y confusión y oscuridad 366 Espíritu de Dios, soplo de Dios. El demonio, Satanás. 368 Supra 363, Escuela; La Danza. 369 Ibid. 367 206 por encima del abismo, y el espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas.”370 Es también interesante el hecho de impedir que por la danza se exalte a la carne, por medio del Espíritu de Dios, dedicando todo el movimiento rítmico solo a Dios. Con esto se tienen un especial cuidado de no glorificar al bailarín, la alabanza por medio de la danza es solamente para Dios. Pues bien, esta realidad también se vive en los bailarines de la fiesta de La Tirana, aunque con otro tipo de categorías y densidad. En efecto, lo que para un judío o protestante es una danza de adoración, para el bailarín religioso del norte de Chile es en realidad algo más que eso, es un acto de connotaciones verdaderamente litúrgicas -cuidando la comparación- pues el propio sentido simbólico que subsiste en los bailes religiosos hace que la danza cumpla una función sacramental, una predisposición a la gracia, el misterio de Dios se hace presente en medio de los ritos del pueblo fiel, una verdadera transfiguración. Podríamos decir que en la danza tiraneña está implícito un sistema de subsistencia elemental entre: 1) Dios, 2) quien baila y 3) los antepasados que se hacen presente en medio de las tradiciones. El canto también tiene esta connotación, pues en él está presente una verbalización de la adhesión creyente y una colecta de tradiciones orales que otra vez cobran vida y sentido para las nuevas generaciones. Los cantos de la tirana poseen una verdadera riqueza patrimonial, en ellos se encuentra toda una carga emocional y existencial de quienes nos antecedieron. Poseen las raíces del por qué danzar, por qué peregrinar, qué había en sus corazones, cómo entendían el tiempo sagrado. En efecto, en la rica poesía que contienen los cantos, se evidencia una manifestación simbólica del más hondo sentido religioso de personas que vivían en la precariedad, soportando largas horas de trabajo bajo el sol de la pampa, sufriendo la dura vida asalariada, un pueblo obrero que encontraba en la festividad tiraneña una posibilidad de encuentro no solo con Dios, sino con los demás. La alteridad y trascendencia en su máxima expresión. Hay que recordar que los salmos nacen por las mismas experiencias existenciales, personas que ríen, lloran, se gozan, anhelan y viven de la esperanza de la intervención definitiva de Dios en sus vidas. Anteriormente ya 370 Genesis 1, 2 207 se citó uno de los tantos cantos de un baile tiraneño. Ahora se expondrán algunos fragmentos que explicitan muy bien esto, citando el trabajo de Uribe Echevarría371: Las entradas manifiestan la alegría que provoca, a lo lejos, la visión del pueblo y del templo. Se hace mención especial de las penalidades del viaje por las serranías y desiertos pampinos: Cansados llegamos buscando a María, por cerros y pampas con toda alegría. La andamos buscando, de esfera en esfera, ya hemos recorrido por toda la tierra. También se puede evidenciar las penalidades y actividades que los bailes religiosos tienen que vivir para llegar al santuario, registrado en el canto de entrada del baile Gitanos de Antofagasta (primera entrada): Pasando frío y calor vamos a su romería, cocinando zarzaraguas por celebrarle su día. La andamos buscando de esfera en esfera, ya hemos recorrido por toda la tierra. Qué contiene el resplandor que un lucero lo ilumina, es el templo de María, la estrella nos encamina. Qué contiene aquella torre es el templo de María hemos venido a adorarla, con alegría, en su día. Ya todos estamos viendo al templo y al campanario, sin duda que estamos cerca de su divino santuario. Vamos, vamos, gitanitos, vamos, vamos ya llegando, caminemos, compañeros, contentos vamos bailando. 371 Supra 46, Uribe; Fiesta; pp. 102-117 208 En las adoraciones el baile da cuenta de las desgracias ocurridas a sus miembros y solicitan la protección de la Virgen: Todos a ti te pedimos porque eres milagrosa, que nos des la protección, oh, gran Madre poderosa. El baile viene de duelo, graciosa Virgen del Carmen, nos llevaste para siempre, lo mejor de nuestro baile. Las tiernas, dolorosas y lloradas despedidas son número obligado para todas las cofradías danzantes del centro y norte del país. Comienzan después de la procesión y no terminan hasta bien entrada la noche: Adiós, adiós, Carmelita, adiós, templo consagrado, adiós, pueblo de La Tirana, a quien tanto hemos amado. Cuando llegue yo a mi casa le contaré a mi mamita, para recordar la fiesta que has pasado, Carmelita. Cuando yo esté trabajando me acordaré de tu hijito, por los días que pasamos en el templo, muy juntitos. Hay labios, cómo no pueden expresar su despedida, hay ojos, cómo no lloran de la partida de hoy día. Adiós, Madre del Carmelo, aroma la más fragante, escogida como linda, estrella la más brillante. San Agustín de Hipona dice con razón: “Cantar es propio del que ama”.372 En efecto, los cantos de los bailes religiosos expresan elocuentemente el profundo amor que sienten a la Virgen del Carmen, que, como ya se ha mencionado, es el rostro materno de Dios. Todo cuanto se expresa en estos cánticos no 372 San Agustín de Hipona, Sermón 336, 1: PL 38, 1472. 209 hacen mas que resaltar el sentido sagrado que implica ser parte de la fiesta de La Tirana y de la gran dicha que significa tener en el desierto a una intercesora tan atenta a satisfacer los anhelos de los postergados. La riqueza espiritual de estos cantos, cuando son entonados, expresa un profundo sentir, las emociones se viven y son transmitidas a los que se encuentran alrededor. Es por eso que es una de las actividades más significativas dentro de la agenda festiva: toda persona que observa los rostros cansados, pero iluminados por una fuerza espiritual, ha de preguntarse si de verdad uno podría llegar a sentir esa experiencia. Cabe notar que estas experiencias místico-existenciales de los peregrinos no tienen la misma resonancia en la liturgia oficial. La experiencia salvífica en La Tirana tiene mayor hondura existencial en la danza y el canto que en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. Esto es muy interesante porque abre nuevos análisis y posibilidades de mejora en la entrega del mensaje salvífico del Evangelio. Rainoldi en su colaboración en el Nuevo Diccionario de Liturgia, dice que en la liturgia católica se aprecia un elemento que va decayendo cada vez más: la participación-encuentro asambleario.373 En efecto, dice, que “Adquieren espacio la especialización teológico-bíblica de los compiladores (¡magníficos!), la gestualidad escenográfica de los ministros, el afinamiento melódico de los adscritos a las scholae, mientras que al pueblo pertenecerán las sustituciones que se le ofrecen” […] “Cultura y música elitistas son las que invaden el espacio litúrgico; la ritualidad busca cada vez más influencias pontificias y regias, alejadas de la experiencia ordinaria. La celebración se configura como espléndido opus al que acudir, y a sus protagonistas se les reconocen poderes misteriosos: el alejamiento cultural comienza a ser así distanciamiento sacral.” […] “La música se prepara para llegar a ser, como el latín, una lengua culta: lengua de otra iglesia, que es la institución y su clero.”374 De todos modos la crítica de Rainoldi se puede aplicar a las misas comunes o las de la ciudad, no para la festividad, ya que el despliegue litúrgico-diocesano en la fiesta de La Tirana está totalmente orientado a promover los ritos otrora “paganos”. En efecto, los bailes religiosos tienen una activa participación en la liturgia, especialmente en la misa de vísperas. Los cantos y danzas tradicionales encuentran un espacio 373 Rainoldi, Felice (1984); “Cuadro de problemas y experiencias litúrgico-musicales en las distintas épocas hasta el Vaticano II”; en: Sartore, Domenico – Triacca, Achille (1987); “Nuevo Diccionario de Liturgia”; Ediciones Paulinas; Voz: Canto y Música / II; p. 279 374 Ibid. pp. 279-280 210 significativo en la liturgia: la aclamación del evangelio corre por parte de un bailarín, entonando un Aleluya propio del pueblo; las cuyacas inciensan el altar en el Gloria; los chunchos bailan y acompañan la preparación de los dones, los bailes morenos e indios acompañan la procesión del Evangelio. Se le deben sumar la oración universal, las lecturas y diversos signos en los ritos de entrada. Es un verdadero fruto del empeñoso trabajo de la pastoral litúrgica y de bailes religiosos. La sacralidad de la danza y el canto de los bailes religiosos no podría negarse de modo alguno. Sin ir más lejos, el catecismo dice al respecto que “La armonía de los signos (canto música, palabras y acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa en la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra. Por eso foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, conforme a las normas de la Iglesia resuenen las voces de los fieles. Pero los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas.”375 Cuando los bailarines se revisten con el traje bendecido es, justo en ese momento, cuando toda la potencialidad sagrada del espíritu humano logra desencadenarse por medio del sacerdocio común de los fieles.376 Ellos mismos se vuelven mediadores de la gracia. En efecto, cuando bailan no siempre lo hacen por una necesidad personal, en la mayoría de los casos es por necesidades ajenas, como un familiar enfermo, un hijo estudiando, un esposo desempleado, entre muchas otras condicionantes. Lo dejan todo en la explanada del santuario realizando sus mudanzas día y noche, con la esperanza de que sus peticiones tendrán una favorable acogida por parte de la divinidad. Es una oración cantada y bailada, en el silencio de sus corazones, en la intimidad con la Chinita y con Dios. Ellos, con su danza, hacen una verdadera oración de intercesión. Al menos así lo entienden ellos, pues, es común que se diga, parafraseando al viejo adagio “qui cantat bis orat”377: “el que canta ora dos veces, pero el que baila, tres”.378 375 Supra 73, Catecismo; 1158 Cfr. Ibid. 436; 783; 873 377 Costa, Eugenio (1984); “Rito – cultura – música”; en: Sartore, Domenico – Triacca, Achille (1987); “Nuevo Diccionario de Liturgia”; Ediciones Paulinas; Voz: Canto y Música / V; p. 295 378 Proverbio popular de uso común en los bailes religiosos de La Tirana. 376 211 2.2. El canto como creación y expresión colectiva Para entender el actual canto tiraneño como creación y expresión colectiva es preciso que contextualicemos el proceso que este tuvo que sufrir por medio del mestizaje cultural acaecido por el triunfo de Chile en la guerra del Pacífico. En Chile existía desde la colonia el canto popular, el que se caracterizaba por ser poseedora de una antigua cultura tradicional, fundamentalmente rural y campesina, sustentada en una visión cristiana del mundo y a la vez profundamente distanciada de la Iglesia. Hablamos de una época que fue antesala de la separación de Iglesia-Estado. En resumidas cuentas, será la tradición del “canto a lo divino” la que sintetiza esta importante dimensión del canto popular chileno. En efecto, citando a Trapero, Contreras dice que “El canto a lo divino es una de las dos ramas en que se divide el canto a lo poeta (o canto a lo pueta), manifestación del arte popular arraigada especialmente en las regiones del centro del país (la otra rama es el canto a lo humano). ‘El canto a lo divino –precisa el filólogo– se refiere a toda expresión poético-musical basada en textos de temática religiosa, naturalmente no siempre ni necesariamente en décimas, pero sí predominantemente en décimas’”379además, señala que “el cultivo de esta clase de composiciones y sus formas de presentación pública provienen seguramente de las prácticas de evangelización expandidas por los misioneros españoles del pasado. Curiosamente, en España no se conserva nada similar, pero sí en Chile y algunos otros países hispanoamericanos.”380 Los bailes religiosos de tradición criolla chilena, es decir, los que se encuentran desde Andacollo hacia el sur, están llenos de muestras de “canto a lo divino”. Por ejemplo, García, en su investigación doctoral acerca de los bailes chinos y sus cantos, afirma que “Se trata de una forma de canto poéticoreligioso (generalmente en cuartetas octosilábicas) que se aparenta a otras formas de poesía cantada tales como el Canto a lo divino de la zona central o las Coplas en el noroeste argentino. Sin embargo, en este caso el canto solista se desarrolla siempre a capella (sin acompañamiento instrumental), los instrumentos son tocados solamente cuando el resto del baile retoma a coro las dos últimas estrofas, o bien para marcar un 379 Contreras Oyarzún, Constantino (2011); "Maximiano Trapero, Religiosidad popular en verso. Últimas manifestaciones o manifestaciones perdidas en España e Hispanoamérica"; México: Frente de Afirmación Hispanista, A. C.; Boletín de Filología, Tomo XLVIII, Nº 1; pp. 239-243; p. 242 380 Ibid. 212 espacio de tiempo entre dos o más solistas que se alternan.”381 Uribe, en esa misma línea indica que en las festividades religiosas de Andacollo, Valparaíso, Aconcagua, entre otros, “el alférez debe poseer dotes de pallador, para sostener los prolongados saludos y despedidas con los colegas que presiden otros conjuntos. No escasean entre ellos los poetas a lo divino, que cantan o recitan décimas, glosadas de cuartetas tradicionales, a la Virgen o al santo que originan la celebración.”382 En La Tirana, en cambio, nadie improvisa. Los integrantes de cada sociedad usan cuadernos escolares o pequeñas libretas de hule, que contienen las cuartetas inmutables de los diversos cantos corales. No hay intervención de solistas. Los versos que se cantan en la fiesta de La Tirana son simples y tradicionales. Todas las compañías saben aproximadamente las mismas cuartetas para celebrar a la Virgen con llegadas, entradas, adoraciones, bendiciones, albas, auroras, buenos días, buenas noches, cantos de procesión, despedidas y retiradas. Hay también composiciones más exclusivas, como Los Diez mandamientos, Las cinco letras y La Pasión del Señor, que cantan ocasionalmente, en la procesión, los conjuntos antiguos. El canto de los bailes religiosos se caracteriza por el canto coral. Hernán Barrionuevo define el coro como "un conjunto de personas que de alguna manera se acercan, se vinculan en un espacio un encuentro. En donde se coordina una actividad artística concreta que es el hecho de hacer música en colectivo. Los coros por lo general cantan diferentes voces, estamos hablando de líneas melódicas, no todo lo mismo, sino que diferentes voces e intervenciones dentro de lo que es la práctica coral. Cada uno lleva su tiempo, en realidad todos al mismo tiempo, pero cada uno tiene su propia entrada. Y el director es el que organiza las entradas."383 Tenemos entonces que el canto tradicional de la tirana posee esta dimensión coral colectiva, una expresión que posee sus propias directrices. Sin embargo, debido al mestizaje cultural sufrido por la nacionalización del territorio, llegará la influencia criolla chilena, la cual tendrá cierto influjo en el desarrollo de los nuevos procesos de adaptación. Uribe, quien hizo su investigación in situ describe una muestra de 381 García, Leonardo (2008); "Los bailes chinos. Religiosidad y mestizaje en Chile"; Revista Musical Chilena, Año LXII, Julio-diciembre, Nº 210, pp. 94-96. 382 Supra 46, Uribe; Fiesta; p. 79 383 Baumann, Astrid (2017); "Lo personal se vuelve colectivo" (Entrevista); Tomado el 08/08/2018 de la página web: https://tcyng2017.wordpress.com/2017/06/14/el-coro-como-expresion-personal/ 213 elementos marcadamente criollos realizado en la fiesta de La tirana de 1947, que, a continuación, cito íntegro: “La nota patriótica de exaltación de la Virgen del Carmen como Patrona del Ejército Chileno, la suelen dar, ocasionalmente, algunos poetas populares sureños que trabajan en las salitreras y acuden a la celebración. Esto sucede en forma un tanto privada, para no herir la susceptibilidad de los peruanos y bolivianos que en buen número asisten, año a año, a La Tirana. En unos parabienes celebrados en la casa particular de un tiraneño, el 18 de julio de 1947, tuvimos la oportunidad de oír a un poeta popular de apellido Guzmán, nacido en Isla de Maipo, y que por aquel entonces se encontraba cesante en su trabajo de desripiador. Guzmán cantó en la guitarra varias décimas de homenaje a la Virgen del Carmen y recitó un gracioso contrapunto entre ella y Santa Rosa de Lima. Esta última composición fue imposible anotarla porque Guzmán la consideraba como verso prohibido.”384 Uribe también hace notar que “el acompañamiento de los cantos es tradicional y de escasas variantes. Las danzas más antiguas obedecen también a estructuras musicales más o menos fijas de evidente raíz peruano-boliviana, pero en los desfiles y en las presentaciones en la plaza se escucha toda clase de aires militares chilenos y extranjeros como la Marcha de San Lorenzo, El Séptimo de Línea, Erika, el Pasodoble de Las Corsarias.”385 Seguidamente, citando al musicólogo Carlos Lavín, dirá que: “Carlos Lavín señala esta confluencia de aires nacionales y foráneos en la fiesta de Tarapacá y la creciente criollización de la primitiva música del altiplano: El proceso de transculturación en el campo sonoro es evidente y lo que hasta ayer y hoy figuraba como de prestado pasará, por fatal evolución, al acervo vernáculo de Chile. Se confirman ahí casos sorprendentes de degradación de música quechua y aymará, en el lapso de los cuatro 384 385 Supra 46, Uribe; Fiesta; p. 79 Ibid. p. 80 214 años corridos entre 1944 y 48; tendencia y corriente que se acentúa cada día más y siempre a favor de un colorido eminentemente regional.’”386 Así, pues, en la actualidad las proyecciones de Lavín se han cumplido, al menos en parte, ya que el canto en La Tirana tendrá variantes que antaño no existían. Tal es el caso de los cantos de bailes recientes, que, si bien mantienen la tradición de las letras de las canciones, por una cuestión de mestizaje cultural, han tenido marcados cambios en la entonación. A veces más rápidos, otras veces más lentos, en ocasiones con pausas, en otras con segundas voces. Sin embargo, los bailes antiguos han mantenido su tonalidad, esto se entiende debido a la rígida estructura que les caracteriza, en donde la tradición prima, ante todo. No obstante, también es cierto que en algunos casos como en las cullacas se denota cierto cambio, no en la entonación, sino, más bien, en el ritmo o en la acentuación. Esto es fácil de reconocer ya que recientemente, en el marco del proyecto Artificios (2014), la Cineteca de la Universidad de Chile ha restaurado una antigua cinta de cinematógrafo, el primer registro audiovisual de la Fiesta de La Tirana del año 1944 perteneciente a Pablo Garrido, Armando Rojas y las cámaras de Carlos Caroca y Luis Bernal.387 En la cinta, que dura 15 minutos aproximadamente, se puede ver de manera admirable cómo vestían y cantaban y danzaban los pampinos en aquellos años. Dentro del reportaje se puede ver uno de los tantos ritos de la festividad, la denominada “trenza de la vara”. Este rito consiste en un baile coordinado, en donde ante una vara levantada de modo vertical, de la cual desprenden cintas de diferentes colores, que son llevadas de la mano por las cullacas. Mientras bailan, en círculo y de modo serpenteado, van trenzando la vara con las cintas. Luego irán destrenzándola, todo acompañado de un canto que hasta el día de hoy se ejecuta el día 16 de Julio, terminada la misa de campaña. Pues bien, cuando se confrontan los dos cantos, el del año 1944 y el actual, se puede notar el cambio notorio del dejo, marcadamente chilenizado, en desmedro del otrora marcadamente altiplánico. Sin embargo, como ya se ha hecho notar, la entonación sigue siendo la misma. 386 Ibid. pp. 80-81 Cineteca Universidad de Chile (2014); La Tirana (1944); Colección Catálogo Virtual; Proyecto Artificios.. Tomado de la página web http://www.cinetecavirtual.cl/fichapelicula.php?cod=173 387 215 A estas alturas se puede decir que el canto colectivo de los bailes religiosos de La Tirana se mantiene como expresión colectiva, posee su propia entonación mestiza poco relacionada con los elementos criollos como el canto a lo divino. En estas letras se puede notar un enorme amor hacia la Virgen, en donde pueden expresar líricamente los más profundos sentimientos del alma humana. Las congojas, enfermedades, pérdidas de seres queridos, ilusiones y anhelos de cara a la chinita siguen permaneciendo con más fuerza, a pesar de todo proceso secularizante y de las limitaciones propias de quienes viven en el diario vivir profano. Es en el espacio profano en donde estas muestras de amor fraternal serán semilla de fe. Estas manifestaciones son tan humanas que cualquier persona que las presencie no puede hacer más que identificarse con ellas, les da sentido de pertenencia a sus propias existencias y les prepara, por medio de la gracia que abunda a raudales en el santuario, para enfrentar la vida común con todas sus implicancias. En el canto tiraneño se puede encontrar una verdadera síntesis de la expresión religiosa española, chilena e indígena, que se proyecta con fuerza y se abre camino en la sociedad, apropiándose de los espacios mundanos para hacerlos sagrados. Tal es la misión también de la Iglesia, que se ha dejado interpelar por un pueblo que ha sabido mantener la fe en el desierto, convirtiéndola en una verdadera luz de esperanza. 2.3. Actual “estructuración” social y eclesial de los bailes religiosos La fiesta de La Tirana desde sus inicios no era más que una manifestación pequeña de devoción danzarina de unos cuantos lugareños que habitaban el pequeño despoblado, un humilde caserío que giraba en torno a la actividad minera. Con la explotación del salitre desde fines del siglo XIX, esta fiesta alcanzó una dimensión más regional. El proletariado salitrero, comerciantes, entre otros, organizados en bailes religiosos, se dotaron de una organización, quizás inspirada en la del movimiento obrero, para organizar el culto y defenderse de los ataques de la llamada “opinión pública”, pues, inclusive desde el mismo clero estas manifestaciones eran vista con recelo dada la realidad preconciliar vigente. Es común revisar en la abundante bibliografía historiográfica que luego del concilio, hacia los años 70, los bailes organizados en asociaciones y después en lo que será la Federación Tirana, lograron una gran autonomía respecto de la 216 jerarquía de la iglesia católica y de otras organizaciones como los partidos políticos. Con el golpe de estado de 1973, la situación cambia y los bailes religiosos son objeto de sospecha por las nuevas autoridades. Se produce aquí un proceso gradual de acercamiento a la Iglesia Católica. En efecto, Guerrero recuerda lo que ya habíamos tratado el segundo capítulo, cuando dice que “Esta, durante la dictadura militar chilena, defenderá los derechos humanos y en tal condición les ofrece protección. Empieza aquí un nuevo proceso388, marcado ahora por la evangelización de los bailes religiosos.”389 Al parecer los estudiosos han hecho caso omiso a la intención primaria de las sociedades de bailes de ser reconocidas por la Iglesia, un proceso que se vería concretado gracias al espíritu conciliar, no tanto por persecución política. En efecto, el año 1965, gracias a la apertura que significó el concilio vaticano II, los bailes religiosos se agrupan y organizan en sociedades, a su vez, crean desde sus bases la Asociación de Bailes Religiosos que llevará el nombre de “Federación de Bailes Religiosos de La Tirana”. Dos años después, en 1967, ya organizados, le escriben una carta al obispo de Iquique, monseñor José del Carmen Valle, solicitando ser reconocida como Persona Jurídica Eclesiástica: “Los Bailes Religiosos que existen, desde antiguo en esta Diócesis, y cuyo fin primordial es honrar a Nuestra Señora del Carmen, especialmente en su Santuario de La Tirana, sin excluir otros fines religiosos, culturales, sociales y benéficos, se han constituido desde hace dos años -la fecha de constitución fue el 2 de Julio de 1965- en una Asociación que lleva el nombre de “Federación de Bailes Religiosos de La Tirana” y que tiene su sede en Iquique. Los bailes religiosos, como instituciones católicas organizadas para fomentar la fe cristiana, y los sentimientos morales, espirituales y el respeto a las ideas religiosas (Título V, art. 1° de los Estatutos); para participar en los cultos de Nuestra Señora del Carmen y en otros actos religiosos; para proporcionar instrucción religiosa y cultural a sus componentes, 388 Cabe recordar que los procesos de la fiesta de La Tirana son: 1) Religiosidad de carácter andina, 2) Chilenización del territorio, 3) Síntesis pampina, 4) Proceso de evangelización en medio de la secularización. 389 Guerrero, Bernardo (2017); “La Reina del Tamarugal”: las dimensiones locales del culto mariano de La Tirana; Revista de Ciencias Sociales UNAP Págs. 8 – 26; p. 18 217 se sienten y están sometidos no sólo a sus propias autoridades, sino muy especialmente a la autoridad Eclesiástica. Por tanto, los abajo firmantes en representación de esta Asociación de Bailes Religiosos que lleva el nombre de “Federación de Bailes Religiosos de La Tirana” con sede en Iquique, cuya personería consta al Ordinario Diocesano, acudimos a Vuestra Excelencia Reverendísima en la siguiente respetuosa solicitud: Que se digne a aprobar benignamente esta Asociación de Bailes Religiosos que lleva el nombre de “Federación de Bailes Religiosos de La Tirana” y tiene su sede en Iquique; b) a las Sociedades que la componen, por ella reconocidas e integradas a la entidad, c) los Estatutos de la Federación y por los cuales se rigen también cada una de las Sociedades que la componen; d) En especial solicitamos, con todo respeto, que se digne a erigir como Persona jurídica Eclesiástica, de acuerdo a los sagrados cánones, esta Asociación de Bailes Religiosos con el nombre de “Federación de Bailes Religiosos de La Tirana” con sede en Iquique.”390 Parece claro que son los bailes los que se acercan a la Iglesia y que las lecturas políticas de este acercamiento no se condicen con la documentación oficial. Sin embargo, debemos reconocer que este acercamiento no nace por generación espontánea, no cabe duda que esto es la culminación de un proceso de negociación previo, viendo en la apertura conciliar un momento propicio para constituir, por fin, el anhelado reconocimiento que por tanto tiempo les fue negado. Cabe destacar, en todo caso, que estas buenas relaciones institucionales son eso, y nada más, ya que todavía existirá un gran número de personas que todavía verían con recelo este acercamiento, esto debido a que desde antiguo los bailes religiosos se han sentido los dueños de la festividad, no sin razón, dada la lejanía histórica que mantuvo la Iglesia con estas manifestaciones. Así pues, el proceso de evangelización de los bailes religiosos se estructurará en principio con la creación de la Pastoral de Bailes Religiosos, fruto de los lineamientos del concilio Vaticano 390 Federación de Bailes Religiosos de La Tirana (2012); “Estatutos Federación de Bailes Religiosos de La Tirana” 218 II y de la conferencia de Medellín. Esto no fue sencillo dada la ya mencionada lejanía y desconfianza que existía ante la jerarquía eclesiástica. Durante casi diez años, entre 1965 a 1972, los bailes religiosos vivieron una época de cierta tensión ante la presencia de la Iglesia, aún así, comienzan a verse los primeros frutos de las catequesis de los bailes religiosos, una participación más grande en el culto oficial y una apertura progresiva a las directrices emanadas desde la jerarquía eclesiástica. Cuando estalló el golpe de Estado en 1973 muchas organizaciones nacidas desde el sector popular fueron vistas con sospecha, los bailes religiosos no fueron la excepción, por lo que la Iglesia, dada su postura defensora de los derechos humanos, se convirtió en un lugar en donde podían tener protección y al mismo tiempo ser evangelizadas. Es así como las estructuras creadas por inspiración conciliar cobran mayor sentido, pues, los que otrora renegaban de la Iglesia, ahora trabajaban mancomunadamente con ella, teniendo diálogo, protección, apertura y un desarrollo evangélico sin precedentes. Este proceso de evangelización se enmarca, a su vez, en un preocupante proceso de secularización de la sociedad. Todo lo que antes en la sociedad tenía cierta connotación sagrada o religiosa, ahora se verá afectada por una silenciosa corrosión que amenaza las más profundas tradiciones religiosas del norte de Chile. Esto, como ya hemos dicho, tiene su origen en la implantación de políticas liberales en la época de la dictadura, aunque hemos de reconocer también que la modernidad y el aparente progreso de las ciencias sociales y positivas, el ateísmo, el liberalismo, entre otros, ya estaba instalada en la sociedad desde hace mucho, especialmente en los grupos pertenecientes a la elite intelectual del país, que finalmente serán quienes apliquen las políticas públicas, pues, la clase política desde siempre ha pertenecido a esos poderosos grupos hegemónicos. Aun así, la secularización de la sociedad no afectó a las sociedades de bailes religiosos, al menos no como instituciones organizadas. Las tendencias postmodernistas tendientes al desestructuralismo391 que 391 El desestructuralismo es una corriente que se puede percibir en la actualidad en las diferentes columnas de opinión o en diversos blogs. Es común que en las reflexiones se distinga, claramente, como un deseo que nace y muere al instante, debido a la aparición de lo absurdo. Tal es el caso de Fabiola Soria quien en su blog expone: “Busco la rebelión de los esquemas y me encuentro deambulando entre los opuestos de lo mediocre o lo extraordinario. Para donde vaya, una estructura va atrapando mis opciones, y así, me muevo en un laberinto predeterminado donde la única novedad en que puedo incurrir es el no saber hacia dónde me dirigirá mi siguiente elección. Tomo las decisiones, correctas o tentativas y siempre estoy dentro de una nueva estructura que me atrapa y de la que me veo urgida por dejar atrás. 219 se han venido gestando dentro de los parámetros del liberalismo, la llamada “cultura pop”392 y corrientes anarquistas393, han tratado de diezmar todo tipo de estructuras tradicionales. Sumado a esto, las tendencias desinstitucionalistas, que surgen como respuesta a la grave crisis de credibilidad en los sistemas de gobierno verticalistas o de índole marcadamente jerárquicos, producen una verdadera coyuntura cultural, la cual no podría ser sorteada de no ser por la existencia de una superestructura cultural. Es por eso que, de no ser por la existencia de las sociedades, asociaciones y la Federación, la fiesta de La Tirana se hubiese convertido hace años en un verdadero carnaval o en un mero festival del folklore. Por eso tenemos que recalcar una vez más que la característica fundamental de las danzas en La Tirana es su identidad religiosa. En efecto, los estatutos creados por ellos mismos buscan en primer lugar, mantener las tradiciones proclives siempre a ser desdibujadas de su contexto original. En segundo lugar, los reglamentos nacen por una necesidad de regular la participación en La Tirana, dando orden, coherencia al relato tradicional y un intento de mantener, so pena de graves sanciones, una vida moral cristiana intachable, de cara a la Virgen del Carmen. Es por eso que, a pesar de todas las tendencias actuales de transformación cultural y organizativa, el bailarín adhiere a la normativa. Entonces pido ayuda a los desestructuralistas, que pretenden dinamitar los moldes, las estructuras. Pero para acabar con algo, primero hay que reconocer que ese algo existe —aunque se lo mire de lejos o se pretenda una destrucción foránea— y esa evidencia solamente destruye sus planes y mis planes. La mediocridad me atrapa con mayor frecuencia que lo extraordinario, pero ambas me secuestran. Piden como rescate la carísima experiencia del absurdo.” Fuente: “El Estéril Desestructuralismo” en El Árbol de Platón: http://elarboldeplaton.blogspot.com/2009/11/el-esteril-desestructuralismo.html Esta es solo una muestra de lo que anhelan muchas tendencias en los jóvenes universitarios de hoy en día: la destrucción de las estructuras. Sin embargo, esto implica la desaparición del propio estilo de vida, por lo que se convierte en una tarea que muere cuando comienza. 392 En cuanto a esto, recuerdo como hecho paradigmático que en los años 90 un baile sambos caporales llevó a La Tirana una banda orureña, enorme, que dentro de su repertorio musical contenía el tema “Haciendo el Amor”, una canción de tipo tropical muy popular en esas fechas, lo cual causó un gran escándalo entre los fieles, los bailes religiosos en general, especialmente de la Federación Tirana y del clero. Aunque el baile en cuestión mantenía su danza típica, la música de carácter profano fue un elemento que no se circunscribía a los parámetros de lo que es una fiesta religiosa. El baile fue sancionado duramente, prohibiéndole bailar en la fiesta durante tres años. Hace unos años sucedió algo similar por la introducción de un reggaetón en un baile diablada. 393 Es interesante ver los debates actuales de los jóvenes en cuanto a política y sociedad. Un ejemplo claro está en las posturas radicales que, viendo en la desestructura, buscan lograr utopías. En efecto, esta es la base de un sin número de debates en los foros de internet en donde se puede apreciar el anhelo de la instauración de sistemas anárquicos que lograrían, según ellos, la felicidad y la paz mundial. Fuente: “Anti-Globalización?” en A las Barricadas, foro anarquista para el contacto directo entre compañer@s. http://alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?f=41&t=46030&start=75&sid=7143aca299c5c70584c7060c6361f3 4e 220 Cabrá hacerse la pregunta: ¿la vida moral intachable del bailarín se debe a su amor a Dios y a la Virgen, para no ofender a la divinidad, o es por cuidar su permanencia en el baile, es decir, por temor a ser sancionado? Tratar de responder a esta pregunta es muy difícil, dado que hablamos de personas y cada persona es un mundo en sí misma. Nadie puede decir que es santo, a su vez, hablamos de entrar al plano personal, lo cual siempre es complejo de entender. Las contradicciones en el ser humano son tan naturales como personas hay en el mundo. Además, no se puede juzgar el fuero interno de los bailarines y sus creencias personales. Lo que sí se puede juzgar son los actos, estos dicen mucho de las personas. Sin embargo, lo que vemos en los bailarines es un profundo cariño a la Virgen, peregrinan con sacrificio, algunos renuncian a sus trabajos, otros piden vacaciones para esas fechas, sacrificando el verano; otros, aunque cansados, dedican horas de baile bajo el sol o en la más fría noche o en altas horas de la madrugada. Estos actos de amor dicen mucho. Lo cierto es que es tan grande el amor a la Virgen que los bailarines no se conciben en la fiesta sin bailar, no pueden dejar de hacerlo. Es por eso que se adhieren ante estas rígidas normativas, sometiéndose, además, ante las directrices eclesiásticas. La importancia que ha tenido en este sentido la Pastoral de Bailes Religiosos es capital y digna de sde imitada. Tienen un asesor, miembro del clero iquiqueño, que los acompaña en todo su quehacer anual, tienen reuniones, asambleas, liturgias, fechas conmemorativas. Un elemento particularmente enriquecedor ha sido la implementación de las catequesis de bailes religiosos, en constante revisión por parte de la Iglesia, intentando dar insumos suficientes para propiciar la vida en los sacramentos entre las filas de los bailarines. En la fiesta es en donde se celebran los diferentes sacramentos: matrimonios, bautizos, primeras comuniones, etc., culminando así el arduo trabajo hecho durante el año. Es así como se ha ido configurando en La Tirana un verdadero paradigma de evangelización de lo popular, que, por cierto, está lejos todavía de llegar a su fin. Sumado al trabajo de la Pastoral de los bailes religiosos, como ya se ha mencionado anteriormente, está la participación activa de los laicos que, si bien no participan durante el año con los bailes religiosos, se dedican en La Tirana a un profundo trabajo de servicio al peregrino. Prácticamente toda la diócesis se vuelca hacia el Santuario para colaborar en el buen funcionamiento de la fiesta. Especial mención se le puede dar a los grupos misioneros, quienes se dedican 221 a visitar a los peregrinos y a los bailes religiosos, especialmente al camping habilitado para ellos. Se comparte la Palabra en comunidad, se comparten los sueños y esperanzas, se celebran liturgias, en fin, es en esos momentos en donde se puede apreciar elocuentemente cuán grande ha sido el proceso de evangelización. 3. EL BAILARÍN DEL DESIERTO COMO SUJETO DE TRANSFORMACIÓN SECULAR Y RELIGIOSA El bailarín, en su particularidad de ser persona en la vida profana, vive y se relaciona con los otros en una sociedad determinada. Es un agente más del enorme engranaje social. Esto lo empujará, sin duda, a modos de entender la realidad que no siempre se ajustan al pensamiento religioso. En efecto, la sociedad de consumo con todas sus aristas, se ha vuelto en una nueva religión cuyo dios es el dinero, o mejor, la posesión de bienes de consumo. Esta religión se erige bajo ciertos “mandamientos” que se deben vivir para ser exitoso en la vida, vale decir: fetichizar al dinero por sobre todas las cosas, sin dinero no se es nada; ser promotor del hedonismo, debes seguir la moda y ser hermoso(a); hay que promover el capitalismo y agradecer su existencia, eso es progreso; que no importe el despilfarro pues la vida es una y hay que vivirla; en caso de necesidad hay que acudir a las instituciones facilitadoras del consumo, si se tiene cómo pagar, estarán deseosos de ayudar; cuidado con no especular, la economía se rige por leyes y, por tanto, existen instituciones que vigilarán cómo y cuándo se consume; si la sociedad no se adapta a las reglas de esta religión, no importa, tiene como castigo la desintegración y la desarticulación; la politización está prohibida, es sinónimo de desorden y caos; el trabajo es un deber que se debe cumplir a cabalidad, respondiendo correctamente a los niveles de productividad, no importa si se ha muerto un familiar o si te has enfermado, siempre habrá alguien deseoso de hacer tu trabajo; el consumo lo es todo, debes comprar lo que los medios de comunicación te dicen, solo así serás alguien en la vida; en esta religión mientras más individualista seas, mejor será para ti, todo es para ti, si alguien no tiene es su culpa, todos pueden surgir y algunos simplemente no quieren hacerlo; que no te detenga la falta de dinero, siempre hay maneras de conseguirlo, solo queremos que seas feliz. Esta realidad que se acaba de caricaturizar es una pequeña muestra de en lo que se ha transformado la sociedad. Todos han pasado al menos por alguna de estas 222 situaciones. Es que en verdad Tomás Moulian tiene toda la razón: el consumo nos consume.394 Esta corriente de pensamiento y de praxis han provocado una serie de cuestionamientos de índole valórica que no siempre se cuestiona, o, mejor dicho, solo se cuestionará aquel que posea algún grado o sentido de trascendencia o de alteridad. Es que la sociedad está sustentada en un modelo económico que, de algún modo, idolatra al dinero. Sin ir más lejos, los Mall son hoy unas verdaderas catedrales del consumo y lo que es peor, pareciera que en verdad todo cuanto ahí ocurre es sinónimo de progreso. Es por eso que el bailarín religioso debe entenderse también como un agente de transformación de la cultura, poseedor de una vida que puede ir más allá que el solo consumo individualista, la autorreferencia y la inmanencia implícita de estas posturas. Es por eso que en este apartado revisaremos cómo los bailarines creyentes tienen la enorme responsabilidad de llevar al mundo profano todo cuanto hay de sagrado en ellos, transmitiendo así nuevos modelos de esperanza a una sociedad que tiene puestos sus anhelos en paradigmas de éxito que no hacen más que hundir en la esclavitud a los ciudadanos, una realidad que provocará tarde o temprano una desintegración social y política que se traducirá, finalmente, en un vacío de sentido y la ruina existencial de la sociedad en su conjunto. 3.1. Los bailes religiosos, como sujetos activos, creyentes, en medio de un proceso secular de la sociedad Los bailes religiosos de cara a la sociedad actual son una singular anomalía. Desde posturas postmodernistas se les puede tener cierta estima por una cuestión meramente etnológica, folclórica y pintoresca. En efecto, se puede entender el postmodernismo como un mosaico de representaciones, un modo de entender el mundo, alejado de cualquier tipo de dogmatismo o metarrelatos, un intento por entender el mundo desde cada una de sus partes fragmentadas.395 El sustento primario aquí será las diversas concepciones subjetivistas y relativistas que subyacen en la realidad cotidiana: el endiosamiento del Yo y de la libertad. Desde una característica nacida en la modernidad como lo es la alteridad, pretenderá 394 Cfr. Supra 290; Moulian, El Consumo. Cfr. Alburquenque, Gabriel (2017); “La Filosofía Andina de Josef Estermann”; Trabajo de Investigación para la asignatura “Cosmovisión Andina”. 395 223 acercarse y aceptar los otros pensamientos o expresiones culturales, como en este caso, el de la religiosidad popular. Sin embargo, debemos reconocer también que, por su misma naturaleza pragmática, la filosofía postmoderna no pretende hacer suya otras formas de pensamiento, más bien se interesa por ellas en cuanto a la novedad que representan, pero en sus modelos y categorías, no salen de sí mismas.396 La realidad aquí será captada por medio de imágenes y representaciones, por medio de las tecnologías y realidades virtuales (esto último entendido como consecuencia necrófila del Ver).397 Esta toma de posesión de tipo mosaical, permite que, por ejemplo, una persona de Francia pueda tomar imágenes de La Tirana, contemplarlas, admirarlas, conocerlas, aprenderlas y al mismo tiempo estar escuchando música Country. La postmodernidad lleva un principio de la filosofía occidental a su extremo: “el axioma visual de la ‘teoría’”.398 Se puede conocer el mundo desde una teoría, una idea, inclusive, el conocimiento está actualmente a solo un “clic” de distancia. Es por esta razón que la peculiaridad de los bailes religiosos en un mundo secularizado no siempre es mirada con una profundidad intercultural o con una intención dialogante de entenderla y aceptarla. Es por tales motivos que la realidad de los bailarines religiosos debe abrirse camino como agente válido en la construcción de la sociedad, dando a conocer sus posturas, ideas, pensamientos y propuestas para tales efectos. Al menos en Iquique se han visto progresos en ese sentido, como asimismo ha habido conflictos, aunque estos últimos han sido menores. Los bailarines de La Tirana en la vida común, son personas que trabajan, tienen responsabilidades, se unen al engranaje social y desde ahí viven su fe. Quien suscribe ha sido testigo de eso, aparte de mis propias experiencias personales en torno a la validación o desaprobación de la participación en manifestaciones religiosas. Lo cierto es que todos quienes tienen relación con los bailes religiosos son capaces de dar a conocer su devoción, son capaces de defenderlas y todo cuanto hacen en la vida gira en 396 Durante la festividad tiraneña, las personas del mundo secular gozan sacando fotos de los bailes religiosos, generalmente piden ser fotografiados junto a algún bailarín, otros piden poder tomarse una foto con una máscara puesta, otros intentan bailar en grupos (generalmente son grupos de turistas) a un costado de la banda. Estos sucesos los graban o los fotografían, a modo de postal, que se puede compartir en las redes sociales o por fines académicos. Lo cierto es que no hay mayor relación del que conoce una realidad distinta, no dialoga con ella, solo la disfruta y la conoce. 397 Cfr. Estermann, Josef (2009); "Filosofía Andina, Sabiduría indígena para un mundo nuevo"; ISEAT; La Paz, Bolivia; p.32 398 Ibid. 224 torno a la preparación para la fiesta en julio. Reuniones de las sociedades, por ejemplo, obligan al bailarín a reorganizar su agenda para dar prioridad a la citación, a no ser que exista un caso de fuerza mayor como la enfermedad de un(a) hijo(a), accidentes, etc. Las asambleas adquieren una preponderancia sin igual ya que son los momentos en que se pueden discutir las necesidades del baile, a su vez, son la oportunidad para dar a conocer sus propias ideas. También debemos reconocer que en esas reuniones no todo es perfecto, como en toda institución asambleística, las discusiones pueden suscitar divisiones e incluso separaciones. El caso más típico es el de las diabladas, que se caracterizan por sus tendencias a la escisión, como fruto de no tener presente la realidad sacra que implica ser bailarín de La Tirana, superponiendo intereses personales ante los de la colectividad. Es una realidad lamentable, pero esto se ha contrarrestado con la actualización más o menos reciente de los estatutos de la Federación de Bailes religiosos en donde se norma, bajo estrictas condiciones, la creación de nuevos bailes religiosos, especialmente producto de una relación cismática previa.399 El modo de organización de las sociedades y de las asociaciones es por el sistema de directiva, electas, que tendrán como función primordial cuidar que se cumpla la normativa vigente, como ya se ha dicho, so pena de graves sanciones. Ahora bien, un elemento del mundo secular que se ha adentrado en profundidad en la vida de los bailarines es la cuestión monetaria. Esto es uno de los grandes talones de Aquiles del que adolecen las sociedades de bailes religiosos. En efecto, como hemos dicho, durante el año los bailarines se reúnen en asambleas, dentro de las discusiones está el tema de la recaudación de fondos para pagar las costosas bandas pues la fiesta también tiene el elemento particular de la música. La música en este sentido es un aspecto más que fundamental. Los caporales de bailes religiosos y sus directivas lo saben. También lo saben los músicos. Esto trae una problemática que debe ser atendida por las autoridades de la festividad: Las bandas de bronce cobran millonarias sumas de dinero para tocar en la fiesta de La Tirana. Antiguamente las bandas, como los bailes mismos, eran familiares, personas comprometidas con las sociedades de bailes quienes accedían a entonar los instrumentos ya sea por manda o devoción. Hoy se ha vuelto un nicho de negocio para jóvenes y adultos que no necesariamente acuden a la festividad por compartir la fe católica, 399 Cfr. Supra 385; Federación; Estatutos; Título V, art. 124 225 sino como promoción secular de música folclórica y hasta pagana.400 El sentido religioso en este aspecto se ve trastocado por una indiferencia y un interés monetario que, en cierto modo justificable pues es un trabajo, pero que sobrepasa los límites al obligar a los grupos de bailes a juntar millonarias sumas de dinero sólo para pagar a los músicos. Sumado a eso, nadie quiere que las bandas de bronce desaparezcan de la fiesta, por lo tanto, acceden a los cobros abusivos y desmesurados. La secularización de la fiesta desde el prisma monetario-musical ya es casi completa401, la federación Tirana tiene normativas que de algún modo controlan que las bandas no lleven a la fiesta las canciones de moda o de contenido que falte a la pureza.402 Aun así, no se puede ver una solución a corto ni a mediano plazo. Además, los bailes religiosos deben también juntar dinero para su estadía en los días de fiesta, también la locomoción, pensando también que las familias hacen lo suyo para mantenerse durante la festividad aparte de la sociedad de bailes religiosos, para no darle más gastos de los necesarios. Los bailes religiosos no solo bailan en La Tirana, existe la costumbre también de celebrar lo que se denomina “La Tirana chica”, que es en realidad la octava de la Virgen del Carmen y que se celebra en el lugar de origen de cada baile religioso. En el caso de Iquique, se celebra en tres lugares: la plaza Arica, la capilla Emaús y la capilla de Fátima. Cuando se acerca la hora de la octava, es común ver por la calle a personas caminando con sus trajes puestos en dirección a la celebración, portándolo con orgullo y jamás con vergüenza. Es su identificación con María lo que provoca este estado supremo de identidad religiosa, un estado transfigurativo que da significación y participación del estado sacro implícito en el porte del traje, no importando lo que tal vez puedan decir desde el mundo secular. Es del todo notable que, desde el mundo profano, tampoco hay muestras de enemistad o de intolerancia. El católico bailarín se puede desenvolver sin problemas en sus quehaceres seculares. Sin embargo, hay una excepción a esta realidad, pero no ante el bailarín religioso en sí mismo, sino ante el baile en general. Esta animadversión sucede cuando los bailes religiosos ensayan sus mudanzas, 400 Cfr. Supra 387 Entendiendo esta secularización como músicos que no necesariamente comparten la fe católica, sino que es meramente por un interés monetario. 402 Cfr. Supra 385; Federación; Estatutos; Título V, art. 138 - 139 401 226 preparando su participación en La Tirana. Esta es una tradición muy antigua en Iquique, en donde desde meses de anticipación se pueden oír los bombos en toda la ciudad, eso es un indicio inefable de que se acerca la fiesta. En los iquiqueños antiguos esto es motivo de gozo, de alegría y hasta de ansiedad, pues todos desean que llegue pronto la fiesta. No obstante, Iquique ha tenido en los últimos años una explosión demográfica crítica. Existen muchos nuevos iquiqueños venidos desde otras latitudes del país y del mundo, quienes no conocen estas tradiciones, así mismo no profesarán a fe católica, ni ningún tipo de creencia religiosa, justamente serán ellos los que provocarán los momentos conflictivos, entendiendo la música de los ensayos, especialmente los bombos, como un ruido insoportable. Se ha llegado incluso a levantar denuncias ante carabineros, provocando así situaciones y altercados que antes eran impensados. Tampoco se puede percibir desde el mundo secular una intención de desarticulación de los bailes religiosos, de hecho, se ha promovido en cierto modo la activa participación en la festividad, otorgando al día 16 de julio el estatus de feriado regional por decreto del poder legislativo. Podríamos decir que en el mundo secular los bailarines religiosos tienen una situación bastante holgada, no se les discrimina, ni tienen detractores oficiales. A excepción, claro, de quienes profesan una fe protestante. Ante este sencillo análisis podríamos concluir que los bailarines tienen ante sí un escenario propicio para ser agentes evangelizadores de la cultura, dada su capacidad de inmersión en la misma y en todas sus capas sociales. Ahora bien, ¿por qué entonces la diócesis de Iquique no es una utopía católica? La respuesta es clara: la secularización ha tenido y sigue teniendo una fuerza arrolladora, además, los bailarines religiosos, si bien están evangelizados, esto no significa que han llegado al culmen de la conversión y la santidad. Los bailarines de La Tirana están inmersos en la propia condición humana, existe el pecado en sus vidas.403 Esto, como en todos nosotros, genera anti testimonio, que suele ser muy dañino para las estructuras de la fe en cuanto a su credibilidad, por otro lado, no todos los católicos están bien preparados en sus sacramentos, mucho menos en doctrina. Es por eso que, con lo que somos actualmente, no se podría concretar de modo alguno un mundo ideal católico, al menos no de manera inmediata, ni de manera 403 Cómo no citar una estrofa de la despedida de los bailes religiosos, que expresa bastante bien esta condición de pecadores: "Vamos, compañeros, todos en unión a pedirle a nuestra Madre que nos conceda el perdón”; “Échanos, Señora, vuestra bendición, para que todos alcancemos de vos tu santo perdón”. 227 tradicional (predicando en las esquinas o con homilías). En todo caso, también habría que preguntarse si en verdad es necesario que los bailarines tengan que transformar al mundo en una utopía católica, tratando de devolver al mundo a un estado teocrático. En efecto, la Gaudium et Spes recuerda que "La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina"404 En ese mismo sentido, en su característica defensa de la moral cristiana, Jorge Medina dirá que "la autoridad de la Iglesia en lo temporal no se sitúa en el nivel de asumir tareas de gobierno político, sino en el de anunciar las exigencias de la verdad que tienen también proyecciones en el orden temporal. Esas exigencias cristalizan en lo que se ha llamado el ‘derecho natural’ y, dentro de él, en los derechos del hombre".405 La postura que se debe tener como cristianos frente al secularismo, más que proselitista, es la del diálogo respetuoso ante otros tipos de creencias o ante la increencia misma, estando seguros de profesar una fe que posee un camino axiológico y existencial que van por la vía correcta. Es aquí cuando la inculturación propuesta por Niño de Zepeda, entendida como un proceso de desabsolutización del catolicismo criollo,406 se presenta como una herramienta evangelizadora sumamente eficiente, capaz de abrirnos caminos hacia el centro mismo de la sociedad: las personas. Una fe inculturada será capaz de producir nuevas semillas de fe, pero siempre desde los contextos fácticos en donde se desarrollan las relaciones interpersonales y experiencias de precariedad que requieran una acción salvífica de parte de Dios. Aquí entonces ya no prima ningún tipo de proselitismo, ni de ideas revolucionarias, aquí ha de primar un intento de cristianizar la polis (que es en donde finalmente la sociedad se estructura), es importante buscar el modo de promover un proyecto político sustentado en la práctica de los valores evangélicos tan sencillos como heroicos: justicia, verdad y caridad. Hago referencia a la necesidad de un nuevo proyecto político, contradiciendo abiertamente al Cardenal Medina, pues solo por medio de esto, se podrá dialogar interculturalmente con otros actores del 404 Gaudium et Spes 42 Medina, Jorge (1979); "El poder de la Iglesia"; Teología y Vida, V, XX, - Pontificia Universidad Católica de Chile; Santiago, Chile; p. 332. 406 Cfr. Niño de Zepeda Gumucio, Rafael (2015); "Fe y cultura en las reflexiones teológicas de Comblin, Scannone y Trigo: convergencias y diferencias"; Revista Veritas N°33, pp. 183-201; Santiago, Chile; p. 194 405 228 escenario político y social, se pueden suscitar elementos y condiciones que ayuden a forjar una síntesis cristiana que dé respuestas a las necesidades de las personas y que sea capaz de promover la dignidad de la persona humana y la promoción de toda la creación.407 En otras palabras, si el secularismo, el liberalismo y el consumo denigran a la persona humana, el modelo cristiano debería ensalzarlo, dignificarlo y revalorizarlo. Es por eso que el diálogo del cristianismo ante los modos de pensamiento seculares debe ser de un diálogo con proyecciones, crítico acerca de la importancia de las personas en su dignidad y en sus derechos. Si el cristianismo de hoy no vuelve a tomar la bandera en la lucha por la justicia social, si se repliega a una trinchera de carácter moral, ese será el día en que el cristianismo habrá traicionado a Jesucristo. En efecto, es preocupante ver cómo los cristianos han sabido reducir el Kerigma, núcleo de la fe (Cristo muerto y Resucitado)408, y desplazarlo, reemplazándolo por otro: un modo de vida conservador, o la defensa de la moral cristiana. La moral cristiana es importante (¡cómo no!), pero debemos reconocer también que la teología moral está contenida en el centro de la fe, pero no es el centro. Cuando los católicos, especialmente los bailes religiosos, han cambiado el centro de su fe, es cuando se cae en los más garrafales errores: escrúpulos, proselitismo, ataques a otras creencias o bailes, producir semillas de división, homofobia, xenofobia, sectarismos, fundamentalismos, nacionalismos, etc. Sin duda que la temática acerca de la reevangelización de los pueblos es apasionante409, especialmente ante un mundo secular que cuestiona sin misericordia a la Iglesia por sus errores. Es preciso entender que la vida del bailarín religioso en un mundo secularizado requiere un despliegue de elementos que deben ser potenciados: mayor capacidad de crítica, reflexionar en torno a las Sagradas Escrituras y la vida sacramental, los modelos de sociedad que se desean, buscar los medios para fomentar la formación católica permanente y forjar proyectos mancomunados junto a la jerarquía y así sustentar toda idea social en Cristo. De no ser así, se mantendrá un statu quo en donde el bailarín seguirá con su vida normal, seguirá bailando, trabajando, yendo a asambleas, pero sin intención alguna de dar razón de su esperanza a quien 407 La democracia cristiana nació con esta intención, hoy en día se ha desencajado de los valores evangélicos, convirtiéndose en promotora de políticas liberales y, por consiguiente, causante indirecta de profundas injusticias. Al menos esa es la realidad que se percibe en Chile. 408 Cfr. Congregación para el Clero (1997); Directorio General para la Catequesis 102 409 Cfr. Supra 216, Instrumentum; 244-245 229 se lo pida. Por lo tanto, hay que reforzar la idea de que la evangelización de los bailes religiosos todavía está lejos de ser perfecta: Sumado a la enseñanza de rezos piadosos, se debe enseñar la caridad cristiana; sumado a la enseñanza de las rúbricas litúrgicas, se debe enseñar la justicia social propuesta por la doctrina social de la Iglesia; sumado a la enseñanza de la moral cristiana, se debe enseñar la búsqueda de la Verdad en el sufrimiento de los más postergados. Solo cuando la Iglesia en su conjunto logre estas metas catequéticas estaremos propicios para comenzar un trabajo de cristianización de la sociedad. 3.2. Presencia intergeneracional de danzantes versus estancamiento generacional intraeclesial En la realidad de los bailes religiosos ocurre un fenómeno sumamente interesante del que algo ya se vio anteriormente: la presencia de las cuatro generaciones de la vida humana en los bailes religiosos (niños, jóvenes, adultos y ancianos).410 Esto es interesante porque en el culto oficial es sumamente difícil ver esta realidad. Es sabido ya que debido a la crisis institucional que la sociedad está sufriendo, de algún modo han llegado los coletazos también a la Iglesia, eso se constata en el hecho de que la participación en el culto oficial se ha visto sumamente mermada. Ya hemos visto algunas cifras acerca de la participación activa de los feligreses en la Iglesia, lo cual hace preguntar: ¿es que acaso la Iglesia Católica es incapaz comunicar el fin último de la existencia a las familias cristianas? La respuesta a esta interrogante es difícil de responder, pero hay una frase clave que podría dar luces a lo que subyace en el fondo de toda la cuestión: La búsqueda del sentido y de identidad. Las multitudes católicas no les encuentran sentido a los ritos de su propia confesión religiosa. Hemos visto el gran porcentaje de católicos que no son practicantes y eso tiene su raíz justamente en la pérdida del sentido, o, mejor dicho, la incapacidad de haber encontrado el sentido a los ritos, no se identifican con ellos.411 Cuando un católico ha encontrado el sentido a su existencia en la Iglesia, toda sus 410 Cfr. Pérez de Arce, José (2017); "Bailes Chinos y su identidad invisible"; Chungará, Revista de Antropología Chilena; p. 6 411 Hago esta distinción debido a que la pérdida de sentido implica haberlo encontrado antes. 230 dimensiones y potencialidades se reconfiguran, dando paso al hombre nuevo.412 Esto se traduce en la asistencia a misa; el trabajo y compromiso en la comunidad parroquial; un intenso deseo de comunicar a otros la alegría de la fe; un ímpetu misionero; espíritu de servicio; vida interior; práctica de la caridad; surgimiento de la voz profética, capaz de anunciar, denunciar e incluso renunciar; deseo encomiable de justicia y de verdad, etc. Se trata, en otras palabras, de haber accedido al don de la fe. Esto supone una adhesión voluntaria y una apertura del corazón y de la mente a la realidad sagrada que ha estado llamando al Ser Humano desde el día de su nacimiento. No obstante, los católicos en su mayoría no son capaces de hacer esta conexión con la divinidad, las causas pueden ser muchas: malas catequesis, familias que no adoctrinaron a sus hijos, aceptar la idea de Dios mas no la persona de Dios, ritualismos exacerbados, homilías o enseñanzas demasiado doctas, enseñanzas de tipo memorísticas, trabajos pastorales centrados en los líderes, nociones erróneas de lo que es la evangelización, el mensaje cristiano convertido en una moralina, etc.413 Todo esto desembocará en la poca asistencia a las celebraciones litúrgicas pues las personas no las entienden, las encuentran aburridas o lisa y llanamente no les interesa. A quienes sí les interesa asistir es a los abuelitos o a los laicos comprometidos. Por otro lado, tenemos la realidad de los bailes religiosos en donde la realidad es otra. Comunidades dinámicas que viven y se desviven por cumplir sus metas propuestas para con la divinidad, se reúnen en sus sedes, comparten la Palabra de Dios, en la fiesta se les puede ver participando activamente en misa, participan niños, ancianos, jóvenes y adultos. Todo esto se debe a la fe que les mueve a trabajar constantemente en favor de la Virgen o de algún santo. Toda la estructura existencial de estas familias gira en torno a la fe de la religiosidad popular, les da identidad, sentido y plenitud.414 Pero, ¿dónde está la diferencia? ¿por qué allá sí y aquí no? 412 Cfr. Lorda, Juan Luis (1998); "¿Qué es el Hombre? (Una vez más)"; Scripta Theologica N°30, pp. 165-200; Pamplona, España; p. 17 413 Cfr. De Vicente Carmona, José Luis (2011); "El fenómeno religioso popular: valores y creencias: estudio de experiencias religiosas populares en Huelva a principios del siglo XXI"; Memoria doctoral, Universidad de Huelva, Departamento de Filologías Integradas; Huelva, España; p. 319 414 Ibid. 64 231 Antes de seguir debemos precisar que el acto de fe es ante todo una respuesta a la Revelación de Dios, es un acto libre sustentado por la razón. En categorías Rahnereanas, permítaseme el neologismo, toda persona que ha accedido a una fe viva es porque ha tenido una experiencia trascendental, un encuentro personal con el Misterio Absoluto.415 Por un lado esta experiencia tiene su fundamento, según el mismo Rahner, en la antropología filosófica que será la compañera de viaje (no subordinada) de su método teológico trascendental, el cual ayudará a situar al hombre ante el Misterio como respuesta a la búsqueda de la Verdad: "La teología misma implica una antropología filosófica, la cual descubre este mensaje transmitido en forma de gracia como algo que propiamente debe realizarse de manera filosófica y lo confía a la responsabilidad propia del hombre"416 Desde otro ángulo se puede entender que por medio de la experiencia trascendental se potencian todas las virtudes volitivas y la libertad adquiere nuevos bríos encontrando ahora su fundamento en Dios, en efecto, Vanegas insiste en la necesidad humana del encuentro con la divinidad, dada las limitantes propias del ser humano, y dirá que “En la experiencia humana la dependencia parece cohibir el desarrollo de la libertad de los seres. Sin embargo, por medio de la experiencia trascendental, descubrimos que la dependencia a Dios nos abre la puerta a una experiencia de libertad y responsabilidad plenas. Nuestra libertad y autonomía ante Dios no se anula, al contrario, encuentra su horizonte perfecto de realización. La fe como experiencia trascendental nos abre a una experiencia de plena libertad.”417 Cabe destacar que la experiencia trascendental en modo alguno es sinónimo de conversión, tampoco implica una adhesión irracional a la fe católica o a cualquier otro tipo de doctrina religiosa. Se podría entender como el puntapié inicial y fundamento del acto de fe. Es por eso que, según Vanegas, Rahner divide metodológicamente esta realidad experiencial por niveles, encontrando incluso una categoría denominada “cristianos anónimos”: “Estamos ubicados en el primer nivel de la fe, común a todo ser humano, que brota de su ineludible estructura antropológica, que lo lanza a la comprensión del misterio tremendo y fascinante418. Es en este 415 Cfr. Vanegas, Edwin Raúl (2008); "El Acto de Fe en la Teología Trascendental de Karl Rahner"; p.5 Rahner, Karl (2007), "Curso fundamental sobre la fe"; Editorial Herder; Barcelona, España; pp. 43-44 417 Supra 415; Vanegas; El Acto; pp. 4-5 418 Cfr. Supra 87, Lleó; Mysterium. 416 232 momento, donde se ubican los creyentes anónimos; aún no se ha dado el paso a abrazar la experiencia trascendental dentro de la historia como religión, ni mucho menos, en la confesión del nombre de Cristo. «Es el más primigenio acceso a la fe, es la confrontación originaria del hombre consigo mismo como un todo en libertad y responsabilidad y, por ende, con el fundamento inaprehensible de esta existencia, que se llama Dios»”419 Debemos recordar que la experiencia trascendental es una experiencia tanto objetiva como subjetiva: objetiva porque tiene a Dios como objeto deseado y subjetiva porque, quien experimenta tal experiencia es el ser humano, un sujeto particular. En todo caso, recuerda Vanegas, “la experiencia de Jesús y del creyente no encuentra un punto de partida en la reflexión subjetiva solamente, sino que es fundamental el encuentro interpersonal con una comunidad que es hacia donde se orienta la acción del creyente.”420 Es también notable el aporte que hace Bernard Lonergan en Insight a la hora de dar insumos para entender la adhesión creyente en este caso con el concepto de autoapropiación. En efecto, José Pérez en su introducción a la filosofía de Lonergan dirá que “La autoapropiación es una empresa filosófica que integra al sujeto y a su mundo, suministra un nuevo control de significado, lleva a una conversión filosófica que puede servir de instrumento para la objetivación de todas las conversiones y con eso descubrir la realidad fundacional de una nueva ciencia humana, suministra la clave metodológica para la liberación individual y social y para cooperar con el amor.”421 En ese mismo sentido, para tales efectos, la autoapropiación de la autoconciencia intelectual y racional será el punto de partida que desgrana todo un proceso progresivo e intelectivo que finalizará cuando el hombre haya alcanzado el culmen de la naturaleza humana: el entender que busca la fe. En efecto, “La autoapropiación de la autoconciencia intelectual y racional de uno mismo empieza como teoría del conocimiento, se amplía en una metafísica y una ética, asciende hasta una concepción y una afirmación 419 Supra 415; Vanegas; El Acto; pp. 8 Ibid. p. 12 421 Pérez Valera, José (1992); "Introducción a la filosofía y método de Bernard Lonergan"; Editorial Panamericana; México D.F.; p. 56. 420 233 de Dios, sólo para enfrentarse a un problema del mal que requiere que la inteligencia confiada en sí misma se transforme en un intellectus quaerens fidem.”422 Por lo tanto, un elemento claro a la hora de experimentar la realidad divina como experiencia de salvación o de vitalidad, es la presencia del Espíritu de Dios, que Jesús llamó el Paráclito, es decir, el abogado, el consolador, el que ayudará. En esa línea cobra mucho sentido la idea de plenitud y transformación otorgadas por Lonergan a la ética existencial. Pablo Figueroa dice al respecto que “La plenitud de esta transformación y por tanto de su poder, descansa en la conversión religiosa, cuando el amor de Dios inunda nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que se nos ofrece como Don”423 Es por eso que es necesario, a la hora de anunciar el Evangelio de Cristo, implementar nuevos espacios conceptuales, o metodológicos si se quiere, pero teniendo como deseo y meta irrestricta el permitir a las personas experimentar en sus propias existencias la realidad de Dios. Insisto, no como idea, sino como alteridad relacional. Dios es otro, existe, es alguien con quien se puede dialogar y pedir que se haga presente en la vida de quien lo solicita. Es entonces cuando la Iglesia, cuando prepara misiones, cuando llega el momento de salir a buscar a los alejados, no pude prescindir de aquello que, como ya se dijo, es el núcleo de la fe: el kerigma; pero esta vez debe ser planteado en categorías experienciales. En esa dirección se maneja Bárbara Andrade cuando se pregunta acerca de la posibilidad de un kerigma trinitario: “una teología trinitaria kerygmática ha de arrancar desde el anuncio cristiano, por el que el creyente llega a ser nuevo en la experiencia de fe. Es nuevo y por eso también está capacitado para vivir de manera nueva una comunión participativa, porque ha sido acogido en la comunión entre el Padre y el Hijo que es el Espíritu Santo [...] Partimos de la experiencia de fe reflexionada temáticamente [...]. El planteamiento desde la experiencia y la acentuación del hacer salvífico de Dios, se condicionan mutuamente, porque la experiencia 422 Lonergan, Bernard SJ (1999); "Insight: Estudio sobre la comprensión humana"; Ediciones Sígueme; Salamanca, España; p. 399-400 423 Figueroa, Pablo (2001); "El rol del corazón en la bella tarea de hacernos a nosotros mismos. Una reflexión a partir de la ética existencial de Bernard Lonergan."; MIMEO, Facultades de Filosofía y Teología, USM; San Miguel, Argentina; p. 234 surge del acontecimiento de la comunión con Dios en nuestra comunión participativa. Implica todavía otra cosa: que la experiencia, individual o comunitaria, no puede ser definida en términos abstractos.”424 No es un dios muerto, de libros sin vida o tratados teológicos, mucho menos de catequesis mal preparadas. Hablamos de un Dios que ES y que ama, en el cual se es, se mueve y se existe. Generalmente cuando una persona ha tenido una experiencia de este tipo queda adherida indeleblemente a la realidad sobrenatural, dando un sí permanente a la acción y realidad de Dios, pues en Dios están todas las respuestas a los anhelos del corazón humano. En efecto, Dios es absoluta bondad, es absoluta misericordia, es absoluta justicia, todo cuanto hay de bueno y santo nace de Dios. El amor de Dios cambia a las personas para siempre, es imposible ser el mismo después de una experiencia de esta naturaleza. Pues bien, tenemos un ejemplo claro de esto en las iglesias protestantes, quienes sustentan su fe en la experiencia trascendental suscitada por la efusión del Espíritu Santo.425 Sabemos bien que muchos protestantes antes eran católicos, suelen decir que antes, cuando eran católicos, eran borrachos, mujeriegos, blasfemos, ignorantes de la Ley de Dios, paganos, lujuriosos, irresponsables, ladrones, avaros, etc. Sin duda que estos llamados "ex católicos" en realidad nunca lo fueron, al menos no en la práctica, aunque sí por el bautismo. Cuando un católico que jamás tuvo antes una experiencia personal de Dios y finalmente la experimenta en una Iglesia protestante, es lógico que piense que ahora sí se encuentra en la iglesia correcta, la verdadera Iglesia, y que antes estuvo equivocado, por lo que será capaz de dejarlo todo con tal de alcanzar a Cristo; es así como se entiende todo el cambio diametral en su forma de actuar y vivir la fe, pues la vida ahora cobra sentido: antes de la experiencia de Dios le daba vergüenza hablar de Cristo, ahora es capaz de salir a predicar a las calles; si antes le daba lo mismo si pecaba o no, ahora vive temeroso de no ofender la magnificencia de este; si antes no le preocupaba su núcleo familiar, ahora es capaz de dar la vida por su familia en nombre de Cristo; si antes no iba a misa, ahora es un fervoroso feligrés de la asamblea; si antes 424 Andrade, Bárbara (1999); Dios en medio de nosotros. Esbozo de una teología trinitaria kerigmática"; Editorial Secretariado Trinitario; Salamanca, España; pp. 84-85 425 Estas experiencias suelen ser acompañadas de lo que se denomina la sanación en el Espíritu, que se traduce en llanto angustiante, fruto de la culpa. Acabado el llanto le sobreviene una explosión de alegría y felicidad jamás experimentada, es el paso de Dios por su existencia. 235 no pagaba el 1% a la Iglesia426, ahora es capaz de pagar el diezmo o más. Estamos ante los frutos de una metodología que es capaz de suscitar el encuentro con Cristo, las consecuencias para la propia existencia serán las que se les vaya adoctrinando en las enseñanzas posteriores en un seguimiento comprometido, carismático y bondadoso, un verdadero espíritu de acogida. Ahora bien, en La Tirana el pueblo sencillo de la religiosidad popular también experimenta un encuentro personal con la divinidad, especialmente en la subida de la Virgen, también los bailes religiosos lo experimentan en el rito de despedida del pueblo. Estos sucesos no pueden ser entendidos como una metodología, sino como una experiencia totalmente espontánea, aunque de algún modo propiciada por la música y la pena por tener que dejar la fiesta. Todo evidentemente mediado por los sentidos. Desde pequeños, los bailarines van aprendiendo cómo son las despedidas y qué se siente estar en medio de tantos sentimientos encontrados. Las cuatro generaciones, entonces, comparten de modo significativo la gran alegría de sentirse hijos de María y, por tanto, de Dios. Al igual que los protestantes, esta experiencia es acompañada de un angustiante llanto que llega en algunas ocasiones a provocar desmayos. La culpa por los pecados cometidos y el remordimiento están a flor de piel. Es una escena realmente dramática. Aquí no cabe duda que Dios toca a los bailarines y entra en sus vidas, provocando esa experiencia transformante y dadora de sentido, que, a su vez, será el fundamento indiscutido del fenómeno religioso.427 Una vez afuera, todo es alegría, se canta la cacharpaya428 en una gran ronda que va dirigida hacia la cruz del calvario en donde finalizan los actos festivos, hasta el próximo año. Así, nuevamente comienza el ciclo anual marcado por el ritmo del calendario secular, pero transformado en uno religioso.429 En la Iglesia también se puede suscitar la experiencia trascendental, de hecho, la Iglesia es rica en ese tipo de manifestaciones, especialmente en los movimientos de espiritualidad.430 El problema es que no 426 En Chile existe el programa CALI (Contribución a la Iglesia) que consiste en dar el 1% del ingreso anual a la Iglesia para ser utilizado en la acción social o fines pastorales. 427 Cfr. Supra 413; De Vicente; El Fenómeno; p. 70 428 Cacharpaya: del quecha, despedida de pueblo. 429 Para los bailarines de La Tirana como también para los devotos en general, el verdadero año nuevo en realidad es en la víspera del 16 de julio. 430 Cfr. Jáuregui, Claudia (2001); "Experiencia trascendental y autoafección"; Revista de Filosofía Universidad de Buenos Aires N°25, pp.213-233; Buenos Aires, Argentina. 236 se promueven con eficacia, no alcanzan a todas las multitudes. En todo caso es común que los movimientos de espiritualidad se constituyan orientados a cierto tipo de personas, generalmente de la clase media-alta, que tienen recursos como para pagar los altos costos de un retiro espiritual, jornada o encuentro. Un ejemplo claro es el del movimiento de Schöenstatt, una espiritualidad exquisita, con cantos que llegan al corazón y con una metodología que de verdad provoca un encuentro con Cristo, suscitando grandes conversiones y cantera de misioneros. Pero se cae en el mismo problema: la enorme mayoría que vive este tipo de encuentros es de clase acomodada, no es para nada común ver a personas de las periferias viviendo estas experiencias, aunque, sí sucede. Lo mismo sucede en Chile con el Opus Dei y con los Legionarios, a menos que se trate de algún proyecto social o educativo. Los movimientos que dedican más recursos humanos y logísticos, no sin actividades de recaudación de fondos, hacia las clases inferiores son la Renovación Carismática, el Movimiento Cursillos de Cristiandad, el EJE y sus variantes (EPE, EME), entre otros pequeños grupos de retiros parroquiales. A pesar del esfuerzo, tampoco son capaces de llegar a toda la población católica. Es más, la única manera de enterarse de estos encuentros es a través de la vida parroquial, por lo que los que están alejados no se enteran de nada de lo que sucede. Con todo lo que se ha visto, se puede decir al menos que de las cuatro generaciones de bailarines federados y en lista, todos tienen sus sacramentos al día, sin embargo, no siempre tienen una cercanía con la parroquia a la que pertenecen. Es como si supeditaran el encuentro con Cristo solo en el santuario, por lo que será en La Tirana en donde relacionan lo divino y la existencia. Como esas manifestaciones no tienen categorías de metodología, no se puede hacer un seguimiento para dar formación, que podría ser la clave para dar a las multitudes mayor sentido, pertenencia y significado a la vida sacramental en la Iglesia. Es por tanto urgente que como Iglesia salgamos a las periferias a buscar a todos los católicos alejados, tratando de propiciar el encuentro con Cristo que dará sentido a la fe de las multitudes, complementada, además, por la fe en la Virgen del Carmen de La Tirana. No se trata de una frase cliché, esos católicos alejados son una responsabilidad eclesial. No se puede seguir en un estado contemplativo, viendo cómo las ovejas se van del redil del Señor, así, sin más, presa de ideologías nocivas, proselitismo protestante o de increencias recalcitrantes. Es apremiante dedicar y abrir espacios y recursos para que los católicos alejados puedan 237 acceder al don de la fe. Todo radica en una reformulación de las catequesis. Debe haber una metodología que suscite el encuentro con el Señor, tomando las buenas experiencias de los movimientos de espiritualidad. Solo Cristo puede dar remedio a los problemas del mundo y de la Iglesia, si no logramos que las personas encuentren a Cristo, la tarea habrá fracasado, siendo condenados a seguir bautizando, dando primeras comuniones, confirmando o casando a personas que en realidad no saben lo que hacen. 3.3. El baile religioso como un oasis en la vida eclesial Ya finalizando el presente trabajo es necesario que resaltemos los elementos que existen en la religiosidad popular que podrían dar luces para mirar el futuro con esperanza, pues, los devotos de la religiosidad popular también son católicos y tienen mucho que enseñarnos acerca de la vida comunitaria y de las comunidades que surgen desde la base de la sociedad. En efecto, son personas como nosotros, que, a pesar de ignorar mucho de la teología, son capaces de vivir las exigencias y virtudes teologales y evangélicas de modo heroico, tal vez mucho mejor de lo que podríamos hacerlo nosotros. Pues bien, se han visto varios elementos que dan ideas de qué se puede hacer como Iglesia, inspirados en las manifestaciones de la religiosidad popular. El baile religioso, hemos visto, es una cantera inagotable de fe, sacrificio, entrega y desprendimiento. En esas manifestaciones se encuentra sintetizada la sufrida vida de antiguos hombres y mujeres, católicos, de la Pampa del Tamarugal, teniendo cierta semejanza con las primeras comunidades cristianas quienes tuvieron que luchar por salir adelante, siendo en sus orígenes una secta del judaísmo, despreciadas y perseguidas. Desde esta perspectiva, se puede entender que estas manifestaciones espontáneas de religiosidad se levantan, como un verdadero oasis de esperanza para la Iglesia. Si a las celebraciones eucarísticas cada vez asisten menos personas tenemos que hacernos una autocrítica profunda, un análisis intraeclesial que de razones del por qué las personas no quieren acercarse a Dios en la Iglesia Católica, o al menos entendida como institución. La actual crisis por la que estamos pasando es una oportunidad para que podamos hacer las cosas bien. Es por eso que el contraste demográfico entre la religiosidad popular y los templos católicos de la ciudad tiene que, al menos, cuestionar el actuar de los agentes pastorales y su capacidad de convocatoria. No se puede, entonces, 238 seguir trabajando de la misma manera, al menos no si se quiere lograr un reencantamiento de los fieles con la Iglesia de Cristo. Cualquier tipo de argumento en contra significaría un desprecio hacia los hijos de Dios que se encuentran alejados y desencantados, demostrando que no se está aprendiendo nada de la actual condición eclesial, al contrario, se denotaría una enorme soberbia, agentes ciegos ante una realidad de la que hay que hacerse cargo, no solo porque la moral lo demanda, sino porque es una responsabilidad, es justicia. La vida eclesial debe entenderse como el modo en que Cristo ha querido que los creyentes se relacionen, hablamos de una vida comunitaria en el amor. Así lo entendieron los Apóstoles y así ha sido transmitido por la Iglesia desde sus orígenes. La Iglesia se debe entender como un lugar teológico en donde los creyentes pueden acudir para honrar a Dios y a compartir su fe junto a todos los bautizados. Es que la fe no puede jamás ser un elemento inmanente, su característica fundamental es que debe ser compartida con los demás. La Iglesia antes del Concilio Vaticano II fue entendida como signo visible del Reino de los Cielos aquí y ahora, con un aire de sempiterna perfección supra histórica431, entendida como LA IGLESIA de Cristo. Sin embargo, el concilio aclarará que esta realidad está en tensión escatológica, es decir, en constante construcción. Además, la Lummen Gentium dirá que la única Iglesia de Cristo “subsiste en la Iglesia católica.”432 Este elemento es fundamental a la hora de entender el progreso de pensamiento que ha tenido la Iglesia acerca de sí misma, pues de considerarse la única Iglesia de Cristo, pasará ahora a entender que la única Iglesia de Cristo subsiste en ella, reconociendo así la existencia del pecado de la división. Aun así, la Iglesia tiene la misión de celebrar la liturgia como ofrenda permanente para Dios. La liturgia es una manera de hacer presente a la Jerusalén celestial, con categorías fácticas, simbólicas y teofánicas. Ahí encontramos el humo del incienso, las procesiones solemnes, la reverencia hacia el altar, la imposición de manos, los gestos corporales, el canto, etc. Por medio de la sagrada liturgia la Iglesia intenta hacer presente el futuro que le espera al pueblo de Dios cuando Cristo vuelva en la parusía. 431 432 Cfr. Supra 264, Andreoni; Resucitar; p.7 Concilio Vaticano II (1964); “Lumen Gentium” 8 239 En este sentido, los católicos pertenecientes a los bailes religiosos tienen mucho que aportar a la hora de proporcionar elementos simbólicos que hacen presente la presencia de Dios. En efecto, las propias experiencias simbólicas vividas en estas manifestaciones procuran honrar a la divinidad, haciendo uso de distintos elementos gestuales y espaciales. Si bien la Iglesia es administradora de la liturgia oficial, ésta se puede ver enriquecida por nuevos modos de presentar signos dadores de sentido a la feligresía popular. En todo caso, esto puede ser revisado y discutido en las instancias correspondientes. Este trabajo no pretende proponer una renovación litúrgica, más bien deseo plantear una necesidad de acercamiento de parte de la institución hacia las manifestaciones de religiosidad popular, haciendo suyas dichas manifestaciones, tal como sucede en la liturgia tiraneña. En efecto, la sagrada liturgia se ve embellecida y exaltada por la participación activa de los bailes religiosos. Todo cuanto aportan se dirigen a la centralidad eucarística, no la empañan ni la entorpecen. En otras palabras, la intención ulterior es dar a entender que las experiencias religiosas del pueblo de Dios pueden presentarse hoy en día como un elemento catalizador que ayude a superar la crisis de la Iglesia. En efecto, todo cuanto sucede en la fe popular da sentido a la existencia, elemento que no se percibe en la Iglesia citadina. Debemos ser capaces de entender que dialogando con estas manifestaciones podríamos lograr una síntesis que ayude a propiciar el encuentro con Cristo a toda una multitud de creyentes alejados. Ahora bien, hemos visto que históricamente a los laicos en la Iglesia les falta mucha preparación en lo que a doctrina se refiere, las manifestaciones de religiosidad popular no son la excepción. Se suele decir que necesitan purificación, aduciendo, no sin razón y siguiendo el tratado de De Vicente, que “es preciso admitir y denunciar las deformaciones que pueden provenir del materialismo económico y sus manifestaciones de poder. Son los casos en que intereses no religiosos aparecen mezclados en la misma promoción o difusión de manifestaciones religiosas, que pueden ir desde el afán de protagonismo y exhibición, ya sea por parte de personas concretas, ya de determinadas instituciones o cuerpos sociales, hasta el afán interesado de propaganda y atracción para el turismo y otras formas de sometimiento a los 240 intereses comerciales.”433 Hasta aquí estamos de acuerdo, no obstante, esa palabra induce a hacer pensar que la religiosidad popular necesita cierta desinfección de un paganismo que subyace en dichas categorías o que es un paganismo pseudo católico que recuerda ideas sedevacantistas.434 La palabra adecuada para referirnos a esto es simplemente “evangelización” o al menos “reevangelización” 435, ya que le quita esa carga negativa o peyorativa que contiene el término purificación. En las manifestaciones de religiosidad popular se encuentran elementos profundamente cristianos, al menos en La Tirana, así que no se puede hablar de purificación. En cambio, cuando hablamos de evangelización, hablamos de hacer volver el rostro a Jesucristo, quien dota de plenitud a todas las manifestaciones de religiosidad, las colma de sentido y las redirige hacia la vida en la caridad cristiana. Es un proceso que puede ser actualizado todas las veces que sean necesarias. Cuando un baile religioso es evangelizado, suscitando en él la experiencia personal de Cristo, es entonces capaz de abrirse a la riqueza inagotable de la liturgia y de la vida eclesial, en comunidad y sintiéndose parte de una gran familia universal. Es por eso que la actitud de la jerarquía eclesiástica debe ser también de apertura, para acoger a los pequeños del Reino, darles espacios de participación y de colaboración. Hablábamos de la religiosidad como cantera inagotable de fe, pues bien, debemos ser capaces de trabajar desde esa realidad y así ganar para Cristo a cientos de miles de cristianos que necesitan beber de las fuentes de agua viva que brotan de la misericordia de Dios. Cuando vemos en esta realidad tanta vida y en las comunidades tanto desencanto o decaimiento, es cuando hay que proponer el vivir el espíritu de discípulos y misioneros del que habla el documento de Aparecida en una verdadera apertura universal.436 No solo los parroquianos, sino también los bailes religiosos que vayan siendo evangelizados. Para eso la Iglesia debe tomar cartas en el asunto y poner como prioridad pastoral la evangelización de los bailes religiosos, no tanto, repito, como simple adoctrinamiento, 433 Supra 413; De Vicente; El Fenómeno; p. 317 Cfr. Capiscoconi, Silvio (2013); "Refutación al 'sedevacantismo y sus exageraciones'"; en Alertairreligion, tomado el 13/09/2018 de la página web: https://alertairreligion.wordpress.com/2013/12/04/refutacion-al-sedevacantismoy-sus-exageraciones/ 435 Cfr. Supra 216, Instrumentum; 244-245 436 Cfr. Supra 5, Aparecida 276 434 241 sino de experiencia vital de salvación, haciendo uso de tantos medios de espiritualidad que existen en la Iglesia. Una fe razonada y vivida en comunión con la Iglesia Universal será un logro para Cristo y para todos quienes pertenecemos a esta gran familia. La misión entonces se convierte en la herraFUENeprincipal del que se puede hacer uso, con compromiso radical, en pos de los católicos dispersos en el mundo. En este mismo sentido Roso se preguntará “¿Cómo podemos vivir hoy nuestro pertenecer a Cristo?” teniendo como norte permanente el documento de Aparecida, dirá que “En esta situación difícil y compleja, es necesario redescubrir lo esencial de nuestra vida en el corazón de la fe, donde está la primacía de Dios y de su amor. Pertenecer a Él es el otro nombre de: santidad, medida alta y posible de nuestro ser cristianos. La vida de Dios ya corre por nuestras venas, y en su Espíritu se nos dona la plenitud de una humanidad vivida como Jesús: amando, pensando, obrando, orando, escogiendo como Él.”437 Los pasos que se están dando en La Tirana son excelentes, pero no son suficientes, pues se adolece de ese encuentro con Cristo que provoca adhesión a la Iglesia. Si bien los bailes religiosos tienen su experiencia trascendental en el santuario, hemos visto que no pasa de eso, pues no existen mecanismos de seguimiento o alguna metodología que catalice esa experiencia profunda de intimidad con Dios para ser reorientada hacia un compromiso con la vida eclesial y sacramental. Así y todo, las categorías que subyacen en las manifestaciones de religiosidad popular en el norte de Chile se presentan, en este momento de confusión en la Iglesia, como una luz de esperanza, hace ver que no todo está perdido, que todavía hay un largo camino que recorrer con la cruz, a la espera de la resurrección. En efecto, a pesar del pecado eclesial, las personas siguen teniendo el don de la fe, siguen buscando a Dios, hay multitudes que aguardan una invitación a vivir con esmero el Reino de Dios, construyéndolo en torno a la devoción a María Santísima y en plena comunión con la Iglesia Universal. Los cristianos católicos no pueden permanecer más tiempo inactivos, no pueden darse ese derecho. No les es lícito, el tiempo es ahora. Si no lo hacen los católicos nadie más lo hará. Laicos y clero, ¡a trabajar! 437 Roso, Gianluca (2016); "Enviados como Discípulos y Misioneros del Resucitado"; en STUDYLIB tomado el 12/09/2018 de la página web: http://studylib.es/doc/5911012/enviados-como-discípulos-y-misioneros-delresucitado 242 CONCLUSIONES Antes de partir es preciso decir que, aunque el presente trabajo es de carácter filosófico, se ha integrado también otras diferentes ramas del conocimiento humano, especialmente de las ciencias sociales: Historia, Sociología, Fenomenología. A su vez, se ha hecho uso de categorías tomadas de las ciencias psicológicas y teológicas, entre otras menores: la pastoral, la política, etc. Lo que se ha intentado con esto es un acercamiento de tipo transversal y, de algún modo, integral, tratando de dar luces que develaran la realidad subyacente en el centro de la cuestión, a saber: el origen de la crisis de la Iglesia, constatar el abuso y determinar sus posibles causas, para así buscar, desde la religiosidad popular, intentos de soluciones. Hemos visto durante el correr de toda esta investigación cómo se va gestando en la Iglesia chilena aquellos primeros indicios de corrupción eclesial: el clericalismo, la entronización del Yo y el subsecuente alejamiento progresivo de Cristo, causa primera de la falta de moral intraeclesial. Todo esto desembocará en la larga lista de crímenes de abuso por parte del clero chileno. Si tan solo fuera un par de casos aislados, podríamos entender que las excepciones ocurren, pero cuando la tendencia comienza a ser generalizada, esto por lo menos tiene que remover las conciencias y ayudar a ponernos en estado de alerta para buscar los medios que ayudarán a saber detectar con tiempo el origen de la tendencia abusadora. La psicología da algunos datos interesantes como para poder entender cómo se va gestando en la psiquis humana los elementos que desencadenarán la personalidad del abusivo, es decir, de quien ha cometido abuso dentro de la Iglesia. Como primera conclusión, según los datos constatados y que de algún modo tratan de explicar la personalidad del abusador, se verifica principalmente la existencia de una Neurosis de tipo Narcisista que, como ya se ha visto, ha sido un aporte freudiano, en donde la libido tiene un papel preponderante al entender la escala de valores de la persona, en donde lo que únicamente vale es el YO, todo lo demás estará supeditado a lo que el Yo quiere y desea. En no pocas ocasiones se evidencia una completa atrofiación de la capacidad volitiva, cayendo siempre en pecados de la lujuria, o de la gula, etc. No hay capacidad de manejar la voluntad ni deseo de hacerlo. Es el típico caso de quien se deja llevar por las 243 pasiones e instintos desnaturalizados. Solo cometiendo tales actos detestables logran obtener un sentimiento de seguridad en sí mismos. Como segundo elemento conclusivo podemos notar que existen otros elementos de orden psicológico que sin duda arrojan luces a la hora de explicar la personalidad del abusador, que eventualmente cae en realidades asociadas a los complejos de superioridad, sobre quien tiene complejos de inferioridad, siguiendo el modelo de Adler. Esta propuesta tiene mucho sentido y va de la mano con la propuesta de Horney que ve en la neurosis, una necesidad de crear una autoimagen idealizada de sí mismo. En efecto, la autoimagen es negativa, por lo que por un sistema de compensación se creará una imagen de la que en verdad carece. La hipocresía tiene así su origen. Tercera conclusión, existe en algunos sectores del clero una idea de Iglesia como lugar en donde se vive una pedagogía del sometimiento. Para perdurar y para avanzar en el escalafón jerárquico hay que obedecer. La pasividad, por tanto, es requerida como una herramienta de ascenso en la verticalidad eclesiástica. Hablamos de la conquista de una carrera eclesiástica como fin, que consistirá en alcanzar la cima autoritaria para adquirir poder y no una búsqueda de servicio a la Iglesia ni al pueblo fiel. Mas bien, al contrario. Se habla en otras palabras de una pérdida del objetivo primordial: ya no se busca servir a los pequeños del Reino, sino ser servido o servirse de los demás. Recapitulando estas tres primeras conclusiones, vemos entonces que lo que subyace en el fondo de la problemática de los abusos en la Iglesia es la realidad del Ego y su necesidad patológica de suplir cuantas necesidades se tengan, valiéndose de la Iglesia que es el lugar en donde tiene poderes autoritarios y está profundamente enraizado o conectado en la génesis de cualquier tipo de abuso. Esta realidad es triste pues quien padece de estos trastornos no es capaz de ver el sufrimiento ajeno, impide ser empático y persiste una concepción egoísta, narcisista y autorreferencial de la personalidad. Con todos estos indicadores se puede entender por qué muchas veces los deseos del Yo superan a la voluntad en cuanto al respeto hacia el Tú. La falta de amor por los demás provoca serias heridas y de algún modo sumerge a la vorágine de la malevolencia, el pecado y la inmoralidad. Es, como dijo el papa, alejarse de Cristo como centro, superponiendo otro centro: el YO. Estos elementos tienen que tener eco en las pastorales juveniles, 244 pastoral educacional, pastoral vocacional. Esta última en especial, debe tratar de encontrar los medios para que el proceso de selección cumpla ciertos estándares psicoafectivos y que pueda ser un “colador” eficaz para saber detectar con tiempo ciertos rasgos de la personalidad que podrían proyectar trastornos en torno al abuso. Cuarta conclusión, las estructuras de la actividad formativa y misionera debe tener una importancia radical y primordial. Hemos visto que la crisis por la que atravesamos como Iglesia chilena está lejos de terminar. En efecto, cuando pareciera que ya pasó lo peor, nuevamente aparece en los medios de comunicación o en las redes sociales un nuevo escándalo eclesiástico. Algunos se han apresurado en afirmar que la Iglesia tiene los días contados y da la impresión de que la situación actual pudiera significar el cese de la estructura institucional. Al menos así pareciera dado que se puede constatar que la feligresía se va alejando más de las parroquias, no les mueve un amor a Dios y a los medios que en la Iglesia existen para glorificar a Dios. Esto se debe en parte a las categorías hieráticas que contiene la Sagrada Liturgia, hermosas tradiciones recogidas con amor durante siglos por la Iglesia, pero que no tienen mayor significado a los ojos de los católicos de hoy, quienes se saben y se sienten distanciados. Es posible también constatar que en Chile la liturgia pareciera que más aleja a las personas que reunirlas. Es por eso que es necesario que esta reflexión intraeclesial sea capaz de generar mecanismos y metodologías que se orienten a la reevangelización de los pueblos. Es así como deben revisarse algunos de los métodos que en Chile han dado resultado, fruto de cambios coyunturales de gran magnitud. Se podría situar ahora la reflexión en la reformulación de las Comunidades Eclesiales de Base, que justamente emanan de un deseo conciliar ardiente de servir a la Iglesia, desarrollando además el sacerdocio común de los fieles, identificándose con la opción preferencial por los pobres, así como sucedió luego de un largo proceso de asentamiento y redireccionamiento de la iglesia, cuando se separó del Estado. Esto último es importante pues le dio a la Iglesia cierto influjo y la catapultó, llena de sentido social, elemento que antes no era demasiado notorio. Es necesario saber recuperar todo cuanto hay de bueno en esas estructuras: el compromiso eclesial, la vida sacramental, la celebración y lectura de la Palabra, radicalidad por Cristo, etc. En efecto, los cristianos discípulos y misioneros de la Iglesia del futuro deben ser capaces de adentrarse en 245 la cultura y en la subcultura, en los espacios sociales y urbanos en donde se encuentran un sinfín de nuevas manifestaciones de tribus urbanas que no han sido alcanzadas por la luz liberadora de Cristo. La propuesta es que estas comunidades eclesiales sean especialmente facilitadoras del encuentro con Cristo, es decir, agentes que suscitan la experiencia trascendental en el mundo. No basta solo un grupo de cristianos que hagan una lectura crítica de la realidad, contrastándola con el Reinado de Dios, aunque es una práctica muy buena y que debería ser replicada en todas las capas de la Iglesia, no obstante, necesitamos que esta relectura crítica de la sociedad sea llevada a cabo por laicos que hayan tenido una experiencia profunda de Dios, que sean capaces de testimoniar tal evento y ayudar a que otros lo tengan: hombres y mujeres, probados en la fe, que hagan una opción radical por Cristo. El ver, juzgar y actuar, como método teológico debe ser un medio y no un fin en sí mismo. Si en las comunidades eclesiales de base el centro es la crítica de las estructuras de pecado de la sociedad, quitando del centro a Cristo mismo, esa comunidad ya se ha desvirtuado. Es por eso que debemos ser capaces de armonizar distintos tipos de métodos teológicos que se vean concretados en una síntesis práctica de la fe. Una comunidad de laicos que oran, celebran, ven, reflexionan y actúan. Otro modo de reevangelización de la cultura está, como ya se dijo, en el compromiso radical con la misión. Hay mucha gente en el mundo que tiene hambre y sed por una esperanza y esa esperanza se verá satisfecha, hasta el colmo, en la persona de Cristo. Por lo tanto, considero urgente que las diócesis puedan generar espacios de misiones para jóvenes, adultos y de la tercera edad, siendo estos últimos quienes han sido siempre los grandes desplazados de las actividades pastorales. Quinta conclusión, la opción preferencial por los pobres es un camino profundamente eclesial y evangélico, no comunista, que debe ser retomado. Para profundizar aún más el compromiso en la vida eclesial, es conveniente hacer una mirada crítica a la postura oficial y práctica (de dicho - de hecho) en la Iglesia en cuanto a la opción preferencial por los pobres. Es importante reconocer que la realidad eclesial no es coherente a los lineamientos de las distintas conferencias latinoamericanas. La opción preferencial por los pobres, por ejemplo, nadie habla de esto. Ni en las homilías, ni en las catequesis, las orientaciones 246 pastorales, los proyectos diocesanos, nada. Mucho menos en el seminario. Es lícito entonces preguntar: ¿por qué? La verdad es que Aparecida propone jugárselo todo por los pobres, es más, hasta el martirio. Así lo dice el numeral 396 del documento conclusivo de Aparecida: “Nos comprometemos a trabajar para que nuestra Iglesia Latinoamericana y Caribeña siga siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso hasta el martirio. Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores.” ¿Es capaz el católico actual de abrazar el martirio por los pobres, imitando a Cristo, quien se hizo uno con ellos? ¿Ven los católicos actuales, como san Alberto Hurtado, la presencia real de Cristo en los pobres? Lo cierto es que pareciera que las palabras del magisterio en algunos casos son escuchadas y puestas en práctica con celeridad, hasta llegar incluso a elevarlas a prioridad pastoral. Sin embargo, otras no tanto. Pareciera ser que la opción preferencial por los pobres es una piedra de tropiezo para quien quiere vivir cómodamente, aburguesado, olvidando el sufrimiento del mundo, achacándole la responsabilidad de su situación a los propios individuos y decisiones personales. La solución para ellos es la oración y la mortificación. ¿En verdad los creyentes católicos se consideran en comunión con los documentos conclusivos de las conferencias generales del episcopado latinoamericano? O bien, ¡tal vez Aparecida está equivocada y los padres de la conferencia no han sido capaces de ver la realidad eclesiológica latinoamericana! Aparecida y las demás conferencias ¿están equivocadas al promover la opción preferencial por los pobres? Los discípulos y misioneros del futuro deben ser capaces de estar acordes y en plena comunión con los lineamientos magisteriales. No discriminar de entre ellos. Sexta conclusión, el fenómeno religioso popular es un lugar teológico propicio para vivir la experiencia trascendental. Ahora bien, el lector se preguntará, quizás, ¿de dónde vamos a sacar tantos misioneros o laicos que deseen comprometerse radicalmente con la evangelización de la cultura? La respuesta está en la misma Iglesia, en su dimensión religioso-popular. Esta realidad eclesial es la que contiene en sí misma luces de esperanza para la Iglesia. O, caricaturizando un poco, como un salvavidas que la providencia otorga a la Iglesia chilena. En efecto, es la religiosidad popular la única estructura que 247 no se ha visto mermada por la actual crisis. Mas bien, al contrario, cada vez son más las personas de realidades sociales muy distintas y en etapas generacionales bastante diferentes que se adhieren a la fe del pueblo, que es también la misma fe de la Iglesia. Las muestras de religiosidad popular, que son manifestaciones espontáneas del pueblo fiel católico, entendida también como religión natural y popular, suscitan en la feligresía una oportunidad de saciar la sed de Dios latente en todo corazón humano. El fenómeno religioso popular, con sus avatares entre lo sagrado y lo profano, adquiere cualidades universales que intentan dar respuestas al sentido de la existencia del ser humano, quien en muchas ocasiones busca a ciegas al Misterio Absoluto. Por lo tanto, es preciso reconocer en primer lugar que la Iglesia posee una fuente inagotable de vida y sentido para toda la humanidad, pues ella es custodia del Misterio de Cristo, y segundo, que la fe del pueblo de Dios, en su categoría religioso-popular, se convierte en un complemento relacional y comunitario en donde se aprecia la praxis vital de la caridad cristiana, de la esperanza, el sufrimiento y una larga lista de virtudes. Esta afirmación pareciera que está fuera de lugar al constatar la realidad del pueblo fiel, altamente secularizado, desacralizado y ajeno a la vida eclesial. El fanum que implica el espacio o sentido sagrado es encontrado en elementos que de algún modo intentan suplir esta necesidad humana de recogimiento o trascendencia. Es en ese momento en que surge una vía alterna a la religión oficial, suplementaria, si se quiere, que se encarnará en las muestras de religiosidad popular. Todo esto hace pensar en los porqués de esta distinción tan marcada en lo cuantitativo en cuanto a asistencia de devotos nos referimos. Cientos de miles de peregrinos en las fiestas religioso-populares y en las parroquias o capillas, solo unos cuantos (¿cien? ¿doscientos? ¿mil?). Este contraste hace que la reflexión conclusiva dirija la mirada ahora a lo que provoca tal adhesión, viendo también tal realidad en otros tipos de manifestaciones religiosas, católicas o no católicas, en donde se evidencia un compromiso de vida radical. La experiencia personal con Dios es la clave de todo. Si el cristiano no experimenta esta experiencia en su vida, su fe será líquida, inmanente, supeditada a cualquier tipo de concepción materialista o pragmática, sometida a los trastornos neuróticos y a la exaltación del Yo. En efecto, si un sacerdote jamás tuvo una experiencia trascendental que marcara su vida en un antes y un después, se entiende que no sea 248 capaz de entender la vida y la realidad con mirada sobrenatural, buscando solo satisfacer sus propias necesidades, valiéndose del pueblo de Dios. Asimismo, los laicos, sin una experiencia vital de Dios vivo, no serán capaces jamás de descubrir en la Iglesia esa inagotable fuente de esperanza y radicalidad de vida. Séptima conclusión, la fenomenología del ámbito religioso debe ser un elemento catalizador de metodologías pastorales que ayuden a profundizar y acompañar el encuentro con Cristo. En las manifestaciones de religiosidad popular del norte de Chile se puede vivenciar una experiencia trascendental, especialmente en la Fiesta de La Tirana, pero como no hay mecanismos metodológicos que acompañen estas experiencias de intimidad con Dios, no se ve traducida en un compromiso con la comunidad eclesial universal, vertiéndose o volcándose, más bien, en sus propias sociedades de bailes religiosos, o pequeñas comunidades de vida, sacando adelante pequeños proyectos del colectivo. La potencialidad de una empresa así, volcada ahora al mundo, por medio de la experiencia de Dios es del todo ambiciosa y da muchas luces de esperanza porque es posible, quien suscribe lo ha constatado con su propio testimonio personal. Es por eso que la misión que debe tomar la Iglesia en estos momentos es el de saber distinguir qué movimientos eclesiales de espiritualidad poseen mecanismos que susciten la experiencia trascendental y cuáles son sus metodologías de seguimiento y de formación permanente. Esto, unido a la estructura de las comunidades eclesiales de base, crea una suerte de potente catalizador para una evangelización integral. Desde ese lugar teológico, es decir, las capas populares más profundas, se podrá comenzar un trabajo experiencial de la realidad salvadora y liberadora de Cristo. Mientras más personas conozcan la realidad de la caridad absoluta de Dios, más cristiana será la sociedad. Si es preciso podría revisarse la posibilidad de otorgar algún ministerio laical o algún reconocimiento como persona jurídica eclesiástica o hermandad a estas comunidades apostólicas. Una vez identificados estos tópicos, deben darse orientaciones pastorales concretas y prioridad pastoral a la creación y fomento de comunidades que deseen comprometerse radicalmente con la opción preferencial por los pobres. Una Iglesia que no es capaz de vivir la pobreza de Cristo, quien no tuvo dónde recostar la cabeza, que se hace uno con los pobres y marginados de la sociedad, no es digna de Jesús de 249 Nazaret. Es por eso que los sacerdotes del futuro que se están formando en los seminarios tienen que aprender mecanismos que permitan la creación de estructuras que sean orientadas en la opción preferencial por los pobres y la promoción de la justicia social. Además, las mallas curriculares deberían incluir una asignatura que enseñe la doctrina social de la Iglesia, pero desde la opción preferencial por los pobres. Jamás un sacerdote debería ser juzgado por un pecado de omisión por desconocimiento de esta opción, la vida en comunión con Cristo y los desplazados de la sociedad no debería dejar espacios para estas contradicciones, y esto se puede lograr mediante una formación integral. Cuando se lee el título de este trabajo, tal vez lo primero que se piensa es que se quiere desarticular, desfigurar o reformar a la Iglesia. Esto no es un intento de “religionizar popularmente” (perdóneseme el neologismo) a todas las estructuras de la Iglesia, se habla más bien de saber adaptarse para dar a conocer el Evangelio a todos los estratos sociales. Pues la Iglesia es una casa que se abre de par en par para todos, sin distinción. El discípulo y misionero que se ha nutrido de las reflexiones de Aparecida, sabrá ver en la fiesta de La Tirana una verdadera cantera de vida eclesial. A diferencia de la primera evangelización aquí no hay paganos ni ritos o costumbres que aplacar. La riqueza entonces de la Iglesia será dada por las manifestaciones de religiosidad popular, cuando estas manifestaciones hayan vivenciado la experiencia personal con Jesús y con un respectivo seguimiento espiritual y educativo. Si en la Iglesia no se ora y no se vive la praxis de la caridad cristiana, apelando a una formación permanente en ese sentido, cada vez serán más las situaciones de escándalo. Los miembros de la Iglesia podrían seguir rezando y haciendo mortificaciones de reparación por los muchos pecados de la Iglesia en general, laicos, seminaristas, religiosas, sacerdotes, pero, sin ningún proyecto pastoral que busque la prevención de las desviaciones, abusos y estructuras de pecado, de nada servirá. Dice un viejo dicho chileno: “Ya no basta con rezar”. Y es cierto, jamás ha bastado. Es necesario entrar en acción. Virgen del Carmen de La Tirana, Madre y Reina del norte Grande de Chile, ¡ruega por nosotros! 250 BIBLIOGRAFÍA Y WEBLIOGRAFÍA 1. 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