Subido por Juan Francisco Ayala

El comienzo de la gran comision

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Instituto de Evangelismo Laico de la Florida (FIEL) 2016 - Año III
Seminario Adventista Laico * Andrews University
Métodos de Evangelismo de la Iglesia Cristiana Primitiva
Clase 1 (Primer Trimestre)
El Comienzo de la Gran Comisión
Por el Pastor Oscar Tavera
1. Antecedentes.
Antes que el mundo existiera, cuando se planificaba la creación de la raza humana,
una persona de la divinidad (Jesús) fue comisionada para el rescate de la humanidad
si esta caía en desgracia.
“Destinado desde antes de la fundación del mundo...” (1Pedro 1:20).
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1Juan 4:9).
Hombres como Noé a quien la Biblia llama pregonero de justicia (2Pedro 2:5),
Moisés escogido para la difícil tarea de la liberación de todo un pueblo (Éxodo 3:10)
y Jonás enviado como evangelista a la perversa ciudad de Nínive (Jonás 1:1,2) Son
solo una muestra de personas comisionadas por Dios para la salvación de los
hombres.
2. Jesús y la gran comisión.
a. Jesús escoge a su equipo
Desde el inicio de su ministerio Jesús se rodeo de un grupo de hombres a quienes
constituyó su círculo más íntimo. El escogió a doce de sus seguidores para que los
acompañaran en su ministerio y para dejarles la tarea de continuar su misión. Los
hombres que llamó eran gente común: pescadores, recolectores de impuestos, y
otras personas con características comunes.
La Biblia dice que antes de Jesús escoger a aquellos que lo acompañarían en su
misión, pasó la noche orando. Lucas nos dice:
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día,
llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Lucas
6:1, 13).
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Él no salió apresuradamente y agarró a los primeros que encontró. Para él esta era
una elección trascendental, que tendría consecuencias a muy largo alcance. El
evangelista Marcos nos dice que de manera intencional llamó a los que él quiso, y
desde que los llamó fue con la intención de enviarlos.
“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce,
para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13, 14).
b. Jesús entrena y capacita a su equipo
La mayor parte del tiempo durante su ministerio, Jesús la dedicó a instruir y a
capacitar a los doce.
Marcos además nos dice (Marcos 3:14) que Jesús escogió a estos hombres para que
estuvieran con él. Esta sería La manera principal como Jesús los entrenaría, a través
del principio de asociación.
El Antiguo Testamento registra varios ejemplos de hombres de Dios que fueron
entrenados por medio de este método. Josué asociado con Moisés y Eliseo asociado
con Elías son los casos más destacados. Posteriormente, a medida que el
cristianismo se desarrollo los discípulos continuaron con el principio de asociación
para la preparación de nuevos líderes. Pedro y los que lo acompañaron a la casa de
Cornelio, Juan Marcos asociado con Bernabé y Timoteo y Silas asociados con el
apóstol Pablo.
Jesús también los equipó por medio del principio de la instrucción. Tomaba con
sus discípulos momentos especiales para entrenarlos. Solía reunirse solo con ellos
para instruirlos, contestarles preguntas y aclararles lo que no habían entendido
cuando él enseñaba en público (Marcos 4:11; 13:36; 16:13-20).
La enseñanza más eficaz era recibida en la práctica, mientras trabajaban, ya sea
viendo el ejemplo de Cristo o cuando eran enviados a alguna tarea ellos solos
(Mateo 10). El apóstol Juan más tarde escribió:
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida… lo que hemos visto
y oído, eso os anunciamos…” (1Juan 1: 1, 3).
Jesús estaba disponible para sus discípulos. Ellos estaban con él. Fueron escogidos
para estar con él. Pero siempre para el gran propósito de prepararlos para el
ministerio.
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A este grupo de hombres, débiles e imperfectos, con características semejantes a las
de aquellos que tratarían de salvar, Jesús les encargó La Gran Comisión. Pero antes
les hiso una promesa, les dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16,17).
“Bajo la obra del Espíritu Santo, aun los más débiles, ejerciendo fe en Dios, aprendían a
desarrollar las facultades que les habían sido confiadas y llegaron a ser santificados,
refinados y ennoblecidos. Mientras se sometían con humildad a la influencia
modeladora del Espíritu Santo, recibían la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la
semejanza divina” (HA 41).
3. La Gran Comisión.
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo
28:18-20).
“Es imposible decir algo más grandioso en solo cuarenta palabras” (Adolf V. Harnack
194)/
“Hoy los eruditos están de acuerdo en considerar que todo el evangelio apunta hacia
estos versículos finales: todos los hilos de Mateo, desde el capitulo 1 en adelante,
convergen allí (David J. Bosch. Misión en transformación” pág. 82).
“La comisión evangélica es la magna carta misionera del reino de Cristo” (HA Pág. 23).
a. Cuál es la misión.
En la gran comisión aparecen cuatro verbos que guían el curso de acción de los enviados:
“Id, haced discípulos”…. “Bautizándolos”… y “enseñándoles”… que “guarden”.
La iglesia debe entender que no debe ser estática, que debe mantenerse en constante
movimiento. Jesús les ordena a sus discípulos que vayan, que se muevan de donde están en
busca de personas para discipular.
El verbo hacer discípulo (Matheteuein) aparece solo cuatro veces en el Nuevo Testamento, y
tres de ellas es en Mateo (13:52; 27:57; 28:19; Hechos 14:21). En la gran comisión es el
único lugar en que aparece en forma imperativa: haced discípulos (Matheteusate), hagan
discípulos. Este es el verbo principal de la gran comisión y el propósito del acto de
comisionar.
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Los dos verbos en participio: bautizando y enseñando Están claramente subordinados a
hagan discípulos; solo describen cómo hacer discípulos.
b. La misión es global.
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:19)
El objetivo de la misión es global: convertir a todas las personas en discípulos de
Cristo.
La iglesia es local, es parte integral de una comunidad y está enfocada en alcanzar a
dicha comunidad. Pero al mismo tiempo pertenece al engranaje de la iglesia mundial
que está empeñada en ir a discipular a todas las naciones. Cristo dijo a sus
discípulos: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra” (Hechos 1:8).
Como iglesia remanente sabemos que el triple mensaje angelical debe alcanzar a
todo el mundo.
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a
los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).
Y todos sabemos que el fin no llegará hasta que todo el mundo sea iluminado con el
evangelio de Jesucristo. Jesús dijo:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
Como un verdadero discípulo de Cristo trabaja en tu iglesia local y esfuérzate en
hacer discípulos para su reino; pero al mismo tiempo debes cooperar y apoyar a tu
iglesia mundial porque la misión es global.
c. La misión es integral.
Ya vimos que la misión es hacer discípulos de manera imperativa. Para que esto
pueda lograrse hay que tomar en cuenta varios elementos:
I.
II.
“Por tanto Id”: La misión se realiza yendo. Las gentes no vendrán a nosotros,
somos nosotros que tenemos que ir a las gentes. La misión ya no es
centrípeta, ahora es centrífuga.
“Bautizándolos”: El bautismo es un elemento clave en el proceso de
discipulado. No es el último, pero tampoco es el primero. Debe ocurrir
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después de la conversión y de un serio compromiso con las enseñanzas de
Cristo y su iglesia y debe ser seguido de enseñanza y compañerismo
cristiano. A través del bautismo, el bautizado se hace partícipe de toda la
plenitud de la promesa divina y la realidad del perdón de pecados.
III.
“Enseñándoles que guarden”: Este tipo de enseñanza no se limita a dar
información o transmitir conocimiento, además de eso de mover a la
obediencia.
“Las enseñanzas de Jesús apelan a la voluntad de sus oidores, no tanto a
su intelecto; es un llamado a una decisión concreta: la de seguirlo y
someterse a la voluntad de Dios” (Hubert Frankemolle).
El discipulado está determinado por la relación con Cristo mismo, no por la
conformidad a algún elemento impersonal. Es un sometimiento a la voluntad
de Dios revelada en el ministerio y las enseñanzas de Jesús.
El mandato también dice que les enseñemos a guardar “todas las cosas” que
él ha mandado. No una parte que sea de nuestra preferencia o de fácil
cumplimento para el aprendiz, el mandato es todas las cosas. Sobre este
punto es bueno señalar que el discípulo nunca termina de aprender. La tarea
de discipular a alguien tiene un comienzo, pero no tiene un final.
4. El alcance de la gran comisión.
La gran comisión tiene un alcance pleno y total en varias dimensiones. Frederick
Bruner señala cinco “todo” que conforman la gran comisión.
“toda autoridad en el cielo y en la tierra”. “todas las naciones”. “En el nombre del
todo de Dios” (la trinidad). “todo lo que les he mandado”. “con ustedes todos los
días”.
a. Toda autoridad.
Jesús ha recibido la autoridad universal, es Señor en el cielo y en la tierra. Cuando
Jesús se hiso hombre el se despojó a sí mismo de su forma de Dios (Filipenses 2:7).
Ahora ha recuperado su autoridad divina. Además ha quitado de la mano de Satanás
el señorío de la tierra que este le había usurpado a Adán. En su condición de Señor
de todo el cosmos, Jesús tiene la autoridad de comisionar y de enviar a quien él
quiera.
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b. A todas las naciones.
Aunque el Jesús resucitado recibió toda la autoridad universal, aun las naciones de
la tierra debían ser conquistadas. Es como en el caso de David. Este había sido
ungido como rey, pero aun no gobernaba. El trono debió ser conquistado por él y
sus seguidores. Ahora el Salvador viene a sus discípulos, les presenta sus nuevas
credenciales que le dan el sumo derecho del cielo y la tierra y les ordena; vayan,
conquisten a todas las naciones, háganlas parte de mi reino a través del discipulado.
Todos los guerreros que acompañaron a David en alcanzar el trono de Israel,
gobernaron con él. Así también Jesús ha prometido: “Al que venciere, le daré que se
siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en
su trono” (Apocalipsis 3:20). Unámonos a Jesús en la tarea de conquistar las naciones.
c. En nombre de la plenitud de la Deidad.
Jesús comparte la autoridad del universo con el Padre y con el Espíritu Santo. Es
bueno notar que no envía a sus discípulos con su sola autoridad, sino que lo hace en
nombre de toda la Deidad. No tenemos que temer a las autoridades de esta tierra ni
a las potestades de las tinieblas. La máxima autoridad del universo, en toda su
plenitud nos ha enviado.
d. Todos los días hasta el fin.
Y como ya vimos más arriba que Jesús nos envió a enseñar todas las cosas que él ha
mandado, quiero ahora referirme al último “todo”.
Nuestro Señor nos ha prometido estar siempre con nosotros. No solo nos envía, él
nos acompaña en la misión. Sin embargo, la presencia de Jesús está íntimamente
relacionada con el involucramiento de sus seguidores en la misión. Por lo que
debemos ver la parte final de la gran comisión como una promesa hecha a aquellos
que están dedicados a la tarea de hacer discípulos. No estamos solo, él nos prometió:
“he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Libros consultados
1.
2.
3.
4.
5.
El arte perdido de discipular de LeRoy Eims.
Comentario bíblico Adventista, tomo 5
Hechos de los apóstoles de Elena G. de White.
Misión en transformación de David J. Bosch.
Reavivamiento del Discipulado de Russell Burrill.
6
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