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PEC_1 Uned HISTORIA DE LA BAJA EDAD MODERNA 2017

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Grado Geografía e Historia
Curso Uned 2016-2017
PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA (PEC)
HISTORIA DE LA BAJA EDAD MODERNA
1.- Pregunta Desarrollo (espacio máximo: 1 folio por ambas caras):
‐El absolutismo. Definición y límites.
Introducción:
De entre las doctrinas del pensamiento político del s. XVII, las cuales giraban en torno al
llamado Derecho Natural, cuyos desarrollos virarán según el pensamiento del autor bien
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hacia el absolutismo (Hobbes) bien hacia el contrato social e individualismo (entendido
como político-jurídico) podemos destacar una serie de bases de teóricas que aflorarán a lo
largo de los siglos XVII y XVIII si bien tenían su germen mucho antes.
Dichas bases teóricas servirán para justificar o atacar la doctrina dominante, esta es el
absolutismo. Más concretamente y de este modo se pueden distinguir tres grandes
planteamientos políticos, el Iusnaturalismo, que surgirá a partir de una visión del Derecho
Natural y que criticará, como veremos, al absolutismo; el propio absolutismo que
desarrollaremos más adelante y que también surgirá del Derecho Natural y, por último,
las teorías basadas en el individualismo político-jurídico que forjarán las bases del
constitucionalismo que acabará desmoronando las teorías absolutistas, un ejemplo de ello
será la caída de Carlos I de Inglaterra en su lucha de poderes contra el Parlamento
El absolutismo es una práctica política, refrendada como hemos visto en el párrafo
anterior por varias corrientes ideológica, en la que el monarca es situado por encima de la
ley positiva, entendiendo esto último como la serie de leyes emanadas del poder civil y
basadas en la ley natural (entiéndase supeditada a los preceptos cristianos [Ley Divina]).
La base del absolutismo parte del precepto romano bajoimperial (Dominado) Princeps
legibus solutus est, del que deriva el término, y se va desarrollando durante un espacio
considerable de tiempo apoyado por el fuertemente jerarquizado sistema estamental
desarrollado desde la Edad Media y consecuencia de una desigualdad legal entre
individuos y grupos (similar a los sistemas de castas) hasta cristalizar completamente
durante los siglos XVII y XVIII. Para entender lo anterior es necesario aclarar que en el
Antiguo Régimen, los sistemas legales se basaban en un orden jerárquico tripartito
encabezado por la ley divina, que emanaba de las Sagradas Escrituras y por tanto, de La
Providencia , por debajo de ella situaríamos la ley natural, sometida a la primera y
consecuencia de la misma (Dios como creador de la naturaleza) y en la base de este
sistema encontraremos las leyes civiles como una suerte de desarrollo de las dos
anteriores, sin, por supuesto, contradecirlas. Sujeto únicamente a la ley divina
encontraríamos al rey absolutista.
Límites del absolutismo:
Aunque del párrafo anterior se puede extraer una cierta ilimitada arbitrariedad del
monarca frente a las leyes debido a su enorme poder y que de ahí pudiera actuar de
manera poco responsable, lo cierto es que sí existían obligaciones que el rey debía cumplir
para con sus súbditos, p.e: la administración de justicia o la protección militar, de manera
que el rey absoluto no podía ser comparado al despotismo de, por ejemplo, las antiguas
monarquías orientales prehelenísticas. Además, los tratadistas políticos trataron de
establecer límites al poder absoluto como fue el Derecho privado y la propiedad; que
obligaba, en teoría, al rey a consensuar nuevas cargas impositivas, los parlamentos y, más
importante, las leyes fundamentales del reino que establecía prerrogativas en torno a la
religión o a la sucesión al trono, su incumplimiento autorizaría teóricamente a la población
a ofrecer resistencia al soberano, como se pudo ver, salvando las distancias, con la
promulgación del Acta de abjuración en los Países Bajos a finales del s. XVI
En resumen, una sociedad tan fuertemente estratificada necesitaba de un poder en su
cúspide, desligado del Derecho y con cierta potestad sobre él, el cual recaería sobre el
monarca.
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2.- Cuestiones breves (espacio máximo: 1 folio y medio):
‐Querella entre antiguos y modernos:
Se conoce como Querella entre antiguos y modernos a una polémica cultural cuyo centro se
sitúa en la Francia de Luís XIV y que aunque venía de mucho antes y tenía un pequeño
precedente en la Italia post-trentina (Secondo Lancelotti) pero es a partir de 1687 con la
publicación por parte Charles Perrault de un poema glorificando al rey, que de manera
implícita, ensalzaba la política y los avances científicos de los tiempos actuales en
contraposición a la idealización de la Antigüedad Clásica (Grecia y Roma) que tiene su origen
en su redescubrimiento durante el Renacimiento y continúa hasta bien entrado el s. XVI
denominado ahora Clasicismo. Esta corriente y sus seguidores los llamados antiguos (Boileau,
La Fontaine, Racine, etc…) tendían a pretender que el pasado Clásico es estático e insuperable
frente a los llamados modernos (Perrault, Fontenelle, etc..) que postulan que, como indicaba
anteriormente, los logros contemporáneos son superiores a los antiguos. La controversia no
solo se circunscribió a una sola disciplina, sino que abarcaba toda una serie de fuentes,
modelos culturales, artísticos y humanos.
La polémica no se vinculó concretamente a Francia, donde tuvo su origen, sino que llegó a
saltar el canal de la Mancha llegando a Inglaterra donde Jonathan Switf llegó a satirizar sobre
la polémica (The Battle of Books, 1704) en la que se describía una batalla de libros clásicos y
modernos.
En realidad, los modernos representaban el avance técnico, científico y político frente al
inmovilismo de los clásicos, adheridos al esplendor de la antigüedad, del mismo modo en que
pudimos ver durante los siglos XIV y XV a la escolástica totalmente anclada frente a las nuevas
en incipientes corrientes renacentistas.
‐Reacción de los poderosos ante la crisis del siglo XVII:
Tradicionalmente se ha tomado la crisis del S. XVII como una crisis de carácter general, es
decir, que abarcaba todos los ámbitos, económico, demográfico, etc… Lo cierto es que en
realidad y debido a la heterogeneidad del continente europeo no se puede hablar de una
crisis global sino más bien de crisis localizadas y diferenciadas que afectaron con una
intensidad u otra las distintas economías europeas, en este contexto podemos ver que
hubieron obvias repercusiones de tipo social sobre todo en las zonas donde la economía de
base agrícola o ganadera tenía mayor peso donde la nobleza vio mermados sus ingresos
procedentes de sus tierras que ligado a una ineficiente administración de los bienes les llevó
a generar una gran cantidad de deudas, para paliar esta situación los monarcas intervinieron
nombrando administradores que garantizaron los pagos de las deudas de los nobles éstos
reaccionaron, a escala local, de diversas maneras: incrementando la presión sobre los
campesinos, reivindicaron derechos jurisdiccionales o apropiándose de bienes (tierras)
comunales…a todo esto se ha de sumar otro tipo de reacción, no solo frente a la crisis sino
también a la nueva nobleza (de toga), que había aprovechado la decadencia económica de
la primera para medrar dada la necesidad constante de financiación de los monarcas, en
este sentido la alta nobleza compensó la desaparición de su papel militar y la competencia
dentro del gobierno de la nobleza de toga con un intento de elevar su relevancia política
(entendida como facción) que resultó en una aristocratización de la política cortesana
característica de la Baja Edad Moderna
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‐Organicismo, magicismo y mecanicismo:
En el contexto de un mundo cambiante existían tres tipos de interpretaciones clásicas de la
interpretación del mundo y la naturaleza, basadas no solo en el mundo clásico sino también
vertebradas sobre todo las dos primeras, a través de la escolástica, en la moral cristiana que
son: el organicismo; que explicaba el funcionamiento del universo por analogía con el
mundo de los seres vivos de tradición puramente aristotélica; el magicismo, de tradición
pitagórica, neoplatónica y con tintes provenientes de la tradición cabalística o hermética, la
naturaleza era entendida como una obra de arte tan solo entendible a través de las
matemáticas, por último; el mecanicismo, que consideraba que el universo funcionaba
sujeto a unas leyes matemáticas. El mecanicismo sería la teoría imperante entre los
modernos que vimos en el punto anterior porque, aunque hunde sus raíces en la antigüedad
clásica, es también heredera de la Italia renacentista y de su esplendor intelectual, es decir,
aunque las tres interpretaciones parten del mundo clásico solo la tercera parece poder ser
vinculada con un entorno empírico y más propio del pensamiento pre-ilustración y no
puramente teórico como las dos anteriores
‐Levellers y diggers:
El desarrollo del pensamiento político de los s. XVII-XVIII, desgranado a partir de la premisa
del Derecho Natural, que como hemos visto en el primer punto, puede o bien refrendar o bien
atacar los postulados absolutistas, puede resultar en teorías más o menos radicales pero de
signo contrario, es decir, al refrendo de una monarquía subordinada al poder civil, el punto de
partida, en este caso, es el contrato social a partir del cual Locke postula una teoría que a
grandes rasgos permite a los individuos (ciudadanos) salvaguardar sus libertades en virtud de
su propia legitimidad como individuo (o grupo consensuado) para romper con la comunidad
política sin disolverla, es decir, el grupo tiene suficiente consenso tiene cierto derecho a la
rebelión si el gobernante comete abusos sobre el grupo.
En este contexto. La guerra civil inglesa y el periodo republicano propició la aparición de
teorías como las de los levellers (niveladores) y los diggers (cavadores), los postulados de los
primeros con figuras como Lilburne y Winstley reconocían al Derecho Natural como fuente de
derechos inalienables, de manera que estipulaban que los individuos constituían la base de la
estructura social y el gobernante solo existe para garantizar los derechos de dicha base. Los
diggers, en cambio, mucho más radicales y precursores de lo que hoy conocemos como
comunismo postulaban proféticamente que un tiempo en el que la tierra sería un bien común
y en el que nadie ostentaría ningún dominio sobre los demás, para los diggers, con
precedentes en los movimientos campesinos anabaptistas alemanes, la propiedad privada era
fruto de la avaricia y la ambición.
3.- Comentario de texto (espacio máximo: 1 folio por ambas caras):
“Primer tratado de partición de la Monarchía de España, hecho entre los Reyes de
Francia, y de la Gran Bretaña, y los Estados Generales de las Provincias Unidas”, 11 de
octubre de 1698. (en Abreu y Bertodano, José Antonio de, Colección de los Tratados
de Paz , Alianza, Neutralidad, Garantía…hechos por los pueblos, reyes y príncipes de
España, Madrid, Antonio Marín, Juan de Zúñiga y la Viuda de Peralta, 1752.
Volumen III dedicado al reinado de Carlos II, 594‐599).
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“Como el principal objeto que su dicha Magestad de la Gran Bretaña, su dicha
Magestad Christianísima y los referidos Señores Estados Generales se proponen es
mantener la tranquilidad general de la Europa, no han podido ver sin dolor que de algún
tiempo a esta parte haya llegado la salud del Rey de España a tal estado de debilidad que
hay mucho motivo para temer que este Príncipe no viva mucho tiempo; y aunque no
pueden pensar en este sucesso sin aflicción, por la sincera y verdadera amistad que le
tienen, no obstante han creído que era tanto más necesario preveerle, quanto no
teniendo Hijos S. M. Cathólica, excitarla infaliblemente una nueva Guerra la abertura de
su Successión, si el Rey Christianísimo sostuviesse sus pretensiones, o las de Monseñor
el Delphin sobre toda la sucessión de España; si el Emperador hiciesse también valer sus
pretensiones, las del Rey de Romanos, del Archiduque, su hijo segundo, o de sus demás
Hijos; y el Elector de Baviera las del príncipe Electoral, su hijo primogénito, sobre dicha
sucessión.
Y como los dos Señores Reyes y los Señores Estados Generales deseas sobre todas
cosas la conservación de la tranquilidad pública, y evitar una nueva Guerra en Europa,
componiendo las disputas, y diferencias que podrían resultar con motivo de la dicha
successión, o por el recelo de ver muchos Estados unidos en un mismo Príncipe, han
juzgado conveniente tomar de antemano las medidas necesarias para precaver las
desgracias que el triste sucesso de la muerte del Rey Cathólico sin Hijos podría producir.
Por tanto, se ha acordado, y convenido que si sucediere el dicho caso, el Rey
Christianísimo, así en su propio nombre, como en el de Monseñor el Delphin, sus Hijos
varones o hembras, Herederos y Sucessores, nacidos y por nacer, como también mi
dicho Señor el Delphin […] se darán por satisfechos, como se dan por la presente, de que
a mi señor el Delphín se le dén en toda propiedad, plena posesión y compensación de
todas sus pretensiones sobre al successión de España, para gozarlos por sí sus herederos
y successores, nacidos y por nacer, perpetuamente […] los Reynos de Nápoles y Sicilia,
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las Plazas al presente dependientes de la Monarchía de España situadas en la costa de
Toscana, o Islas adjacentes, […] la ciudad y Marquesado de Final, también de la misma
manera que los Españoles los posseen; la Provincia de Guipuzcoa, particularmente las
ciudades de Fuenterrabía y San Sebastián, situadas en esta Provincia, y especialmente el
Puerto del Passage comprehendido en ella, con solo la restricción de que si huviere
algunos Lugares dependientes de la dicha Provincia que estén situados de la parte de
allá de los Pyrineos, u otros Montes de Navarra, Alaba o Vizcaya, por la parte de la
Provincia de Guipúzcoa, quedarán a la Francia y los passos de dichos Montes, que están
entre la dicha Provincia de Guipúzcoa, Navarra, Alaba y Vizcaya, pertenezcan a quien
pertenecieran, se repartirán entre la Francia y la España: de manera que quedara tanto
de dichos Montes y passos a la Francia por su parte como quedare a la España por la
suya, todo con las Frotificaciones, Municiones de Guerra, Pólvora, Cañones, Galeras y
Chusma que se hallare pertenecer al Rey”.
Clasificación del documento: se trata de un fragmento del ‘Tratado de la Haya” o “Primer
Tratado de Partición”(de los territorios de la Monarquía española) firmado el 11 de octubre de
1698 por las potencias de Inglaterra y Francia y Los representantes de los Estados Generales de
las Provincias Unidas.
El fragmento del texto pertenece a (subrayado en negrita en el propio texto)
Se trata, en primera instancia, de un texto de carácter jurídico por su alusión a que en sí mismo
es un tratado, sin embargo, al carecer de carácter oficial y jurídico propiamente dicho quizá
debiéramos encuadrarlo en un contexto más político dado su condición de tratado secreto.
Palabras clave: tratado, partición, Monarchía, España, Francia, Gran Bretaña, Provincias
Unidas, Europa, sucesión, pretensiones, [evitar] Guerra, debilidad [de Carlos II], convenido.
Ideas Principales:
- “Como el principal objeto […] se proponen es mantener la tranquilidad general de la Europa”
- “[…] la salud del Rey de España […]temer que este Príncipe no viva mucho tiempo”
- “[…]infaliblemente una nueva Guerra la abertura de su Successión, si el Rey Christianísimo
sostuviesse sus pretensiones […] sobre toda la sucessión de España; si el Emperador hiciesse
también valer sus pretensiones, las del Rey de Romanos, del Archiduque, su hijo segundo, o de
sus demás Hijos;[…] sobre dicha sucessión.”
- “por el recelo de ver muchos Estados unidos en un mismo Príncipe, […] medidas necesarias
para precaver las desgracias que el triste sucesso de la muerte del Rey”
- “se darán por satisfechos, […] se le dén en toda propiedad, plena posesión y compensación
de todas sus pretensiones sobre al successión de España,
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Comentario:
A finales del s. XVII la decadencia de la Monarquía de España era más que evidente no solo
militarmente (batalla de Rocroi, 1643 y Guerra de Devolución tras la muerte de Felipe IV) sino
también dinásticamente. La falta de sucesión del Carlos II propiciaba un inminente cambio en
el mapa político a escala mundial pues afectaba tanto a las posesiones de la Monarquía en
Europa y en América, de manera que el asunto de la sucesión al trono español se convirtió en
el gran dilema de la política europea. En este contexto, debilidad militar española y poca
efectividad de las maniobras diplomáticas el futuro de la Monarquía dejó de depender de las
decisiones tomadas en la corte española y pasó a formar parte de los intereses de las
principales potencias europeas, pues de las dos líneas dinásticas preponderantes, el Imperio y
Francia, pretendían hacer valer sus derechos legítimos sobre la Corona española en caso del
fallecimiento sin herederos del rey Carlos II por su parentesco con el monarca: Francia, la hija
mayor de Felipe IV, María Teresa, casó con Luis XIV, hijo, además, de la hija mayor de Felipe III,
sin embargo las capitulaciones matrimoniales exigían que las dos infantas renunciaran
explícitamente a sus derechos sobre la sucesión de la Corona española, por otro lado la
vertiente imperial de los Habsburgo mantenía sus pretensiones sobre el trono por los
matrimonios entre las dos ramas de la familia, no hay que olvidar que el Emperador Leopoldo
era hijo de la infanta María, hija de Felipe III y por tanto, primo de Carlos II y, además, existía el
importante hecho conceptual de que los Habsburgo, españoles y alemanes, eran considerados
una misma familia, además y, como vemos en el texto, además de los pretendientes de las
casas Habsburgo y Borbón aparece un tercer pretendiente, nacido en 1692 e hijo del príncipe
elector de Baviera, Maximiliano Manuel y de la archiduquesa María Antonia; hija a su vez de la
infanta Margarita, hija de Felipe IV y, por tanto, hermana de Carlos II, José Fernando
Maximiliano de Baviera.
Para ser más concisos, podríamos resumir los pretendientes a tres: El gran Delfín; hijo de Luis
XIV, el citado José Fernando de Baviera (que murió en 1699) el Carlos (futuroCarlos VI),
segundo hijo del emperador.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, el tratado de reparto del texto firmado en 1698
(realmente existía como precedente uno anterior, firmado en 1668 y en el que Luis XIV y el
emperador acordaban repartirse las posesiones de la Monarquía sin la injerencia de otras
potencias) es un golpe maestro y diplomático de Luis XIV, con el que consigue romper la
alianza internacional formada por el Imperio en 1689 que habría buscado, entre otros, el
apoyo de Inglaterra y las Provincias Unidas para intentar poner freno al expansionismo francés
lo que provocó una serie de enfrentamientos entre Francia y la Gran Alianza durante la guerra
de los nueve años, Luis XIV incluye en el tratado a Inglaterra y a las Provincias Unidas,
quedando la casa de Austria, como vemos en el texto, en clara desventaja, en un claro intento
de evitar una vuelta a hegemonía de la casa Habsburgo en Europa y reclamar para la casa
Borbón derechos sobre las posesiones españolas, en un claro intento de lograr apropiarse de
unos de los ejes comerciales más grandes de Europa.
En resumen, el tratado firmado el 11 de octubre de 1698 en la Haya, adjudicaba las posesiones
de la Monarquía al heredero del príncipe elector de Baviera, José Fernando, excepto los reino
de Nápoles y Sicilia, los plazas de Toscana (e islas adyacentes), el Marquesado de Finale, la
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provincia de Guipúzcoa (en especial Fuenterrabía y San Sebastián), etc… que quedarían en
manos del Delfín, para la casa de Austria solo quedaría el Ducado de Milán.
Tanto la temprana muerte del hijo del príncipe elector de Baviera como el último testamento
de Carlos II, fuertemente condicionado por el cardenal Portocarrero, en favor de Felipe V, nos
hace entrever, como indicaba, la gran visión estadista del Luís XIV y la enorme ambición de
Francia en una europa a punto de entrar en una época convulsa que culminará con la
Revolución Francesa.
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