Origen del Movimiento La expresión “Filosofía Analítica” se aplica, en sentido amplio, a una amalgama de autores, corrientes y teorías que, estrictamente hablando, tienen poco más en común que la pertenencia a una cierta tradición. En lo que sigue nos centraremos en el núcleo histórico de esta tradición y se entenderá por “Filosofía Analítica” el movimiento conocido como “Atomismo Lógico” junto con la filosofía del llamado “Círculo de Viena”. El Atomismo Lógico está representado por las conferencias de Russell de 1918, recogidas como “La filosofía del atomismo lógico” (1918) en Lógica y Conocimiento (1956) y por el Tractatus Lógico-philosophicus de L. Wittgenstein (1921). Por su parte, el Círculo de Viena se constituyó en torno a la figura de Moritz Schlick, catedrático de filosofía de la Universidad de Viena, y tuvo su momento de máxima influencia en el segundo cuarto del siglo XX. Con este movimiento se relacionan, además del fundador, filósofos como Rudolf Carnap, Otto Neurath, Friedrich Waismann, Herbert Feigl, y otros. Cercanos en actitud al Círculo de Viena estuvieron Frank Ramsey, Karl Popper, y el propio Wittgenstein, aunque sin pertenecer nunca a él. A la filosofía del Círculo de Viena se la conoce a veces como Neopositivismo o Positivismo Lógico. Es neopositivismo porque los miembros del Círculo se consideraban herederos de los positivistas del siglo XIX, entre los que destacan Comte y Mill, y se apellida “lógico” porque este positivismo se ve renovado y fortalecido por la utilización de la nueva lógica de Frege, Peano y Russell como instrumento de análisis filosófico. El origen del movimiento analítico se sitúa en los escritos de Russell y Moore de principios del siglo XX. Russell reconoce en varias ocasiones que fue Moore uno de los responsables de su abandono de la filosofía idealista y de su conversión a la metodología del análisis. No obstante, la responsabilidad es compartida. El contacto con la lógica matemática de Peano y con los escritos de Frege tuvieron igualmente una influencia destacada en los planteamientos russellianos que iniciaron la corriente que nos ocupa. Para que la metodología analítica pueda surgir es imprescindible renunciar a una de las tesis básicas de la posición idealista: el holismo; y de hecho el análisis es la respuesta a la idea hegeliana de que toda verdad parcial es una falsedad y que de lo único que se puede predicar la verdad es del sistema total del conocimiento. Gracias a Moore y a la lógica de Peano y Frege, Russell abrazó la doctrina de las relaciones externas que reconocía la realidad de las relaciones y la posibilidad de evaluar oraciones aisladas desde el punto de vista de su valor veritativo. Frápolli Sanz, María José. 2019. "Filosofía Analítica". Ugr.Es. Accessed February 23. https://www.ugr.es/~frapolli/Filosof%92a%20Anal%92tica.htm. Uno de los rasgos que más llaman la atención en la filosofía analítica de las dos últimas décadas es el creciente interés en la comprensión histórica del movimiento analítico. Willard V. Quine caracterizó —no totalmente en broma— como dos actividades distintas la filosofía y la historia de la filosofía, y de hecho la filosofía analítica constituyó durante décadas un área de saber casi totalmente ahistórica (Bell y Cooper 1990, p. vi). Este desinterés por la historia tiene su origen en la autocomprensión que la filosofía analítica tuvo de sí misma como una ampliación de la ciencia o como una explicación del conocimiento científico. Como la filosofía venía a ser una continuación de la actividad científica, la tradición analítica puso siempre un gran empeño en no parecer una disciplina humanística mediante el rechazo de la aproximación histórica típica de las humanidades y mediante la ocultación de sus diferencias respecto de las ciencias. Por el contrario, hoy en día, desde dentro de la tradición analítica se sostiene a menudo —en particular gracias a los trabajos de Hilary Putnam y Charles Taylor— que solo una comprensión histórica del movimiento analítico está cabalmente legitimada para dar cuenta de su efectivo progreso.