La acumulación a través de la desposesión como un imperativo para la supervivencia del capitalismo En las primeras décadas del siglo XXI, con los sucesos del 11 de septiembre de 2001, la crisis económica global de 2008, y los problemas derivados del cambio climático entre otros, se ha acentuado una crisis humanitaria de migraciones que carga todo el peso del siglo XIX y del siglo XX. La frágil cuerda que separaba los refugiados producto de los conflictos bélicos y políticos con los migraciones forzadas voluntarias se ha roto. El capitalismo, la globalización y la política internacional han derivado un papel protagónico en las causas y en los efectos de los desplazamientos forzados; categorías como refugio, migraciones, cambio climático, multinacionales, se han agrupado en un laboratorio geográfico de desigualdades sociales, pobreza extrema, desequilibrios económicos, donde la fuerza del capitalismo representado en productividad, rentabilidad, inversión, y consumo han provocado la acumulación por desposesión (Harvey 2007) y como consecuencia directa las migraciones trasnacionales. En este escenario global los desplazamientos forzados de personas son un valor agregado al sistema capitalista, sumado a la comercialización de las caravanas de migrantes, la explotación de cuerpos y fuerza laboral, la trata de personas, en una especie de “economía criminal e ilegal” como condicionantes necesarios del modelo económico neoliberal. La vida, el bien común, y el “buen vivir” (Sumak Kawsay), de muchos habitantes latinoamericanos ha sido profundamente alterado por la practicas intangibles o lo que se ha denominado “el gobierno invisible” de la economía de mercado que ha generado la fractura del sistema social. Los lugares de trabajo, el proceso de producción y consumo, están monitoreados dentro de la circulación y acumulación del capital. Casi todo lo que rodea el entorno de las familias esta permeado por el capitalismo. El rol contemporáneo de los Estados Nacionales en profundizar la “acumulación por desposesión” y provocar así migraciones transnacionales, se ve reflejado en dos tipos de Estado: los receptores y los expulsores, los países de destino y de origen, y los países del centro y de la periferia. Estos Estados Nacionales, se caracterizan por lo siguiente: las empresas transnacionales (países del centro) necesitan apoderarse de los recursos naturales de países del “tercer mundo” y de la periferia, en lo que (Harvey 2007) denomina la desposesión o la acumulación por desposesión, de esta lógica en clave se producen las “expulsiones” (Sassen 2008) de la población para generar beneficios, rendimientos y acumulación de capital, destruyendo ambientes locales, economías regionales y provocando con ello migraciones internas y externas. las Por lo anterior la población de los países de la periferia, comienza a huir lo que equivale a ser expulsados y a emigrar. La gente se mueve, y se desplaza porque la lógica del proceso exige desplazamientos y expulsiones. Las personas se trasladan de manera forzada y no voluntaria, los efectos del capitalismo se ven reflejados también en el deterioro del medio ambiente y de calidad de vida, la gente no puede sobrevivir y por esto no tiene otra alternativa que salir de su “territorio nacional o local” Así las cosas, el papel que asumen los Estados con el fenómeno de la migración es ambiguo, los Estados que acumulan riqueza adquirida a través del despojo provocado en los otros Estados, al observar y analizar el fenómeno de las migraciones generadas por sus prácticas empresariales comienzan a apelar a categorías de nacionalidad, soberanía, identidad y sobre todo de “seguridad nacional” con el fin de prohibir el ingreso de los despojados, excluidos, expulsados, a sus fronteras. Los Estados de la periferia donde se produce la estrategia capitalista son a su vez dominados por fuerzas externas que determinan la política económica por consiguiente estos países producen otros efectos colaterales que engendra la existencia de individuos forzados a vivir fuera del territorio nacional y con la imposibilidad de enfrentar el desarrollo geográfico desigual. En conclusión el rol contemporáneo de los Estados Nacionales (desarrollados y pobres) en profundizar la “acumulación por desposesión” y provocar así migraciones transnacionales, los Estados desarrollados están invocando una política de la inmigración que se lee como una neutralización de la migración. En medio del proceso se encuentra una población “seres humanos” que transita por territorios desconocidos desprovista de toda clase de derechos y expuesta a todo tipo de violaciones, convirtiéndose en individuos genéricos, estigmatizados, invisibilizados que huyen de la pobreza, de la violencia, del modelo económico o político, del enemigo invisible y sin ninguna opción de supervivencia en este tránsito por la frontera del miedo.