Página | 1 El narcisismo: Conceptualizaciones sobre el desarrollo normal y el devenir patológico Trabajo final de grado Estudiante: Erení González 5.394.098-4 Tutora: Mag. Elika Capnikas Montevideo 2 de mayo de 2017 Página | 2 RESUMEN El narcisismo es un tema cuyo debate comenzó hace más de cien años, no obstante las diferentes conceptualizaciones siguen abiertas hasta la actualidad. En el presente trabajo se propone realizar un breve recorrido por el concepto de narcisismo desde su desarrollo en la obra de Freud, observando los nudos problemáticos que quedaron planteados, y sus posibles respuestas en los postulados post-freudianos. Se comienza narrando brevemente el mito de Narciso en sus tres versiones, donde algunos autores encontraron paradojas al momento de tomarse el mismo para describir el concepto de narcisismo psicoanalítico. Se observó también las muchas posibilidades que se le dio al concepto de narcisismo en la obra de Freud, a pesar de que este en principio estaba destinado a describir una patología. Puede verse que este aparece como elección de objeto, como un estado de fijación de la libido, como fase del desarrollo libidinal y también explica el comportamiento de ciertos grupos, entre otros. Se recorren algunos planteos post-freudianos, como los de Winnicot y Lacan, y se realizan algunas puntualizaciones sobre las formaciones del ideal. Por último, se plantea el papel que tiene el narcisismo en algunas patologías, y se trae a colación la discusión sobre la posibilidad de análisis de las patologías narcisistas. Palabras clave: narcisismo – libido - psicoanálisis Página | 3 ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN……………………………………………………PÁG. 2 2. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL NARCISISMO…PÁG. 3 3. NARCISISMO: SURGIMIENTO EN LA OBRA DE FREUD………PÁG. 6 4. NARCISISMO PRIMARIO Y NARCISISMO SECUNDARIO…….PÁG. 9 5. LAS CONCEPTUALIZACIONES DE LACAN…………………….PÁG. 14 6. EL IDEAL DEL YO Y EL YO IDEAL………………………………PÁG. 22 7. EL NARCISISMO COMO PATOLOGÍA…………………………...PÁG. 27 8. NARCISISMO EN LA CLINICA Y DISCUSION SOBRE SU POSIBILIDAD DE ANÁLISIS……………………………………....PÁG. 30 9. REFLEXIONES FINALES………......................................................PÁG. 34 10. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Página | 4 INTRODUCCIÓN El presente trabajo tendrá como objetivo presentar el concepto de narcisismo desde el psicoanálisis, en diferentes momentos históricos. Este concepto, que tuvo sus orígenes en la psiquiatría, basado en un mito griego, es luego tomado desde el psicoanálisis por Freud. El narcisismo, de acuerdo a la teoría de Freud, es aquel comportamiento hacia el propio cuerpo, que se asemeja al que se le da al objeto sexual. Posteriormente será clasificado en primario y secundario, por Freud, y en otras clasificaciones en desarrollos post-freudianos. (Freud, 1914) La discusión comienza en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Freud toma este concepto que provenía de una patología, y se sirve de el para explicar también comportamientos normales en el ser humano, desde la primera infancia hasta la edad adulta inclusive. Si bien Freud veía principalmente adultos en la clínica, pudo también teorizar respecto al narcisismo primario, que es el que se presenta en la primera infancia El narcisismo tiene su lado normal y patológico. Todo individuo tiene una dosis de narcisismo, pero existen grandes diferencias entre un sujeto “sano” y uno que no lo es. La teoría del narcisismo necesita de varios conceptos para su despliegue, tales como el de libido, ideal del yo y relación de objeto, entre otros. El concepto de narcisismo resulta particularmente interesante ya que abarca gran parte de los desarrollos psicoanalíticos, y permite comprender determinados comportamientos, ya sea a nivel individual como en determinados grupos. El mismo no ha perdido vigencia, ya que desde su surgimiento ha sido tema de debate entre los psicoanalistas. No es una teoría que haya sido postulada y cerrada, sino que es constantemente abierta a nuevas interrogantes. Freud no ha desarrollado su teoría de modo lineal, sino que se ha enfrentado con determinadas ambigüedades que ha intentado resolver luego, o que han quedado planteadas y han sido discutidas posteriormente. En su recorrido, se ha ganado adhesiones y también críticas. Página | 5 Es importante no considerar al narcisismo solo como el estadio que antecede a aquel de elección de objeto, sino como un componente de la vida de las personas. También puede observarse que con el paso de los años, su teoría le permitía explicar nuevos aspectos, desde la elección de objeto hasta el comportamiento de determinadas culturas. Página | 6 CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL NARCISISMO “El narcisismo es el estado de plenitud arcaica en que el yo hace las veces de su propio ideal” (Chasseguet- Smirgel, J., 1975, p.11) Según Korovsky y otros autores, en las Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el narcisismo es mencionado por primera vez en el protocolo nº52 del 27 de mayo de 1909. Quien lo nombra es Stekel, citando un trabajo de Sadger. En el protocolo nº 85 aparece una conferencia de Sadger respecto a “un caso de perversión multiforme”, en el cual el autor utiliza el término “narzissmus”. En el nº 86, Adler, Eitington, Friedjung, Feredor y finalmente Freud se hacen partícipes en la discusión de Sadger (utilizando el término narzissmus). Esto es llamativo, ya que el término correcto en alemán sería “Narzissismus”. H. Ellis, por otra parte, introdujo el término “Narcissus like” (como narciso) (1989), y P. Nacke lo llamó “Narcismus” (1899). (E. Korovsky y otros, 1999). Basado en el mito de Narciso, el narcisismo, de acuerdo a la teoría psicoanalítica, es la falta de interés en el mundo exterior, dada por una posición libidinal que lleva a sustraer la libido de objeto y situarla en el interior del yo. Freud llama narcisismo primario a aquel que constituye una de las etapas del desarrollo libidinal, posterior al autoerotismo y previo al amor de objeto, y secundario al que, posterior a este, acaece como una retirada de las investiduras de objeto. El narcisismo secundario es una involución en la fase del desarrollo libidinal, que abandona el amor de objeto para volver al autoerotismo (Freud, 1914) Haciendo referencia brevemente al mito de Narciso, existen tres versiones que han sido recopiladas por Grimal. La primera versión, y también la más conocida, es la de Ovidio. De acuerdo a esta, Narciso era un joven hermoso, hijo del dios Cefiso y de la ninfa Liríope. El adivino Tiresias les había advertido a sus padres que el niño viviría hasta viejo en tanto no se contemplase a sí mismo. Al crecer, numerosísimas doncellas se enamoraban de él, no obstante, el permanecía insensible a su amor. Entre ellas, estaba la ninfa Eco, quien, al ser rechazada, se retiró a un lugar solitario y dejó de comer. Así adelgazó tanto que de ella solo quedó su voz. Las doncellas Página | 7 rechazadas decidieron vengarse y para ello pidieron ayuda a la diosa Némesis. Esta les concedió su petición: cierto día muy caluroso en que Narciso volvía de la cacería, hizo que este se inclinase a beber de una fuente. Al ver su rostro reflejado, se enamoró inmediatamente de sí mismo, abandonado su interés por el mundo y dejándose morir. (Grimal, 1993) La segunda versión presentada por Grimal es la versión beocia, de acuerdo a la cual Narciso vivía en la ciudad de Tespias. Era hermoso, pero despreciaba los placeres del amor. Un joven llamado Aminias se enamoró de él, pero este lo rechazo, llegando incluso a regalarle una espada. Aminias se suicida con esa espada, no sin antes pedir venganza a los dioses. Un día, Narciso se ve en una fuente, y se enamora de sí mismo, suicidándose de pasión. En el lugar de la hierba que queda impregnada con su sangre, nace una flor: el Narciso. (1993) Pausanias sostiene una versión diferente. Narciso tenía una hermana gemela, a quien amaba. Al morir ella, Narciso sufre un gran dolor, y se contempla en la fuente, creyendo ver a su hermana. Si bien sabe que no es ella, se acostumbra a mirarse para mitigar su pesar. Este mito lleva consigo un intento de explicación racionalista. (1993) Puede observarse que la primera versión del mito es la que se asocia más al término narcisismo en psicoanálisis, dado que se abandona el interés por el mundo exterior. Es muy interesante la observación realizada por Achugar y otros autores, respecto a esta toma del mito de narciso para explicar la teoría del narcisismo. Los mismos afirman que narciso creyó que se amaba a sí mismo cuando en realidad amaba a otro. Al realizar una lectura del mito, desde el psicoanálisis, se ha caído en la misma trampa (Achugar y otros, 1995). Paradojalmente, Narciso no era narcisista. Este malentendido se genera porque el concepto de narcisismo fue construido a partir de su teoría pulsional. El narcisismo primario es un acto psíquico que produce unificación en el yo. (Achugar y otros, 1995) Feinsilber encuentra otra paradoja en la teoría del narcisismo en la obra de Freud: el narcisista necesita ser amado, más que amar (Espinosa y otros, 2014) “Introducción al narcisismo” es el texto más emblemático del narcisismo en la obra de Freud. El autor toma el concepto de P. Nacke (1899): “para designar Página | 8 aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena” (Freud, 1914, p.71). Manfredi dice que mencionar a Nacke le permite a Freud diferenciarse de este, ya que utiliza el mismo término pero abarca un campo mucho más vasto. En el mismo, el narcisismo ya no se entendería como una perversión sino como un componente necesario de autoconservación (Manfredi, 2014). En 1913, Freud ya sugería situar el narcisismo como un estadio entre el autoerotismo y el amor de objeto, ya que en este momento las pulsiones sexuales se han unificado y han hallado un objeto, pero este objeto es el sí mismo. Agregaba además, que la organización narcisista no se supera en modo absoluto. (Freud, 1913) Huot trae a colación el hecho de que antes de 1910 en el postulado de Freud el concepto de narcisismo se presentaba como un desfallecimiento del deseo del otro. Entre 1910 y 1911, pasa a considerarlo “un estadio genérico que condiciona la posibilidad del amor objetal” (Huot, 1987, p.162) Al decir de Bleichmar en el narcisismo “todo está en el orden de la significación, de lo que algo es para la mirada del que puede otorgar reconocimiento con su admiración” (Bleichmar, 1995, p.39) Korovsky y otros escriben que en 1909, cuando Freud hace referencia por primera vez al término narcisismo, ya aparecía (…) la idea del narcisismo como una etapa normal del desarrollo, entre el autoerotismo y el amor objetal. Menciona la posibilidad de una fijación libidinal a la propia persona, y el desplazamiento desde esta al padre, haciendo derivar de esta situación la homosexualidad. Pero es preciso destacar que ya tempranamente, Freud señala los dos grandes objetos de investidura libidinal: la madre y la propia persona, y la necesidad de no quedar fijado a ninguno de los dos. (Korovsky y otros, 1999, p.12) El concepto de narcisismo tiene muchas posibilidades de uso en la obra de Freud. Achugar y otros nombran, a grandes rasgos, los sentidos en que el término Página | 9 narcisismo ha sido mencionado por el autor: “(…) destino de la libido, fase del desarrollo, tipo de elección de objeto (y de relación con el objeto), identificación, estructura psíquica (yo-ideal, ideal del yo), monto de autoestima (desvalorización, omnipotencia, herida narcisista), patología (neurosis narcisistas, perversiones)”. (Achugar y otros, 1995, p.79) Donzis por su parte expresa que la elaboración del concepto de narcisismo forja un límite entre el sujeto y el otro y hunde sus raíces en lo pulsional. También ha sido el pilar de conceptualizaciones posteriores como las de Winnicot y Lacan (Donzis, 2014) Para Freud, la teoría del narcisismo explicaría que algunos pacientes mostraran inaccesibilidad al psicoanálisis (Green, 1983). NARCISISMO: SURGIMIENTO EN LA OBRA DE FREUD LA INVENCION FREUDIANA NO RECORRE UN CAMINO LINEAL. Son avances e impases que marcan la construcción de los conceptos freudianos a lo largo de toda la producción de Freud y dan cuenta tanto de los desafíos que le plantea la dirección de la práctica como los debates y discusiones mantenidas con ajenos y colegas, de quienes, habiendo sido originariamente su maestro, supo ganarse adhesiones y rechazos. (Manfredi, 2014, p.273) P á g i n a | 10 Esta cita, escrita 100 años más tarde de “Introducción del narcisismo”, nos permite situarnos en el contexto en que fue desarrollado el concepto. Los conceptos freudianos no fueron creados en una línea en la que cada uno pudiera coexistir con el otro, sino que aparecían contradicciones, que más adelante se resolverían, o quedarían planteados para las siguientes generaciones de psicoanalistas. André Green sostiene que el narcisismo fue un paréntesis en la obra de Freud ya que en su teoría la constante solía ser la sexualidad (1983). También señala como un dato relevante que Freud desplegase este postulado cuando ya llevaba 20 años en el área del psicoanálisis.En oposición a Green, Achugar y otros afirman que “Introducción del narcisismo” no implica un recorte en el concepto de sexualidad, sino que es una extensión del mismo. Por otra parte, sostienen que en el texto quedan planteados diversos nudos problemáticos y áreas a desarrollar, tales como la articulación entre el narcisismo y las distintas fases del desarrollo libidinal, el vínculo entre libido narcisista y de objeto en las fase de desarrollo, y el complejo de Edipo y la castración. (Achugar y otros, 1995) Continuando en el contexto de su obra, Lacan, comenta el hecho de que la misma fue escrita en épocas de guerra. Además, sugiere que no es un detalle menor el hecho de que fue posterior al trabajo de Jung, “Metamorfosis y símbolos de la libido” (Lacan, 1953) Siguiendo a Freud, el narcisismo es un tipo de conducta de la cual aparecen rasgos aislados en personas “sanas”. Esto sucede porque todos los seres vivos se hallan dotados de la pulsión de autoconservación, en la que se ve implicada una dosis de egoísmo: el narcisismo es un complemento de este. En el tratamiento, esto aparece como un obstáculo al momento en que los pacientes deberían mejorar (Freud, 1914). Orozco manifiesta que existe en la obra de Freud un empeño despatologizador, el cual se ve reflejado al momento que separa el narcisismo normal de la perversión. (Orozco, 2014) Una de las primeras veces que Freud menciona el narcisismo es en 1910, y lo hace para nombrar el tipo de elección de objeto en que el varón se identifica con la madre. (Freud, 1910) P á g i n a | 11 En 1913, sugiere que es adecuado situar el narcisismo como un estadio entre el autoerotismo y el amor de objeto, ya que en este momento las pulsiones sexuales se han unificado y han hallado un objeto, pero este objeto es el sí mismo. Agrega además que la organización narcisista no se supera en modo absoluto, y el resto de narcisismo explica la omnipotencia de pensamiento entre los pueblos primitivos. (Freud, 1913) En 1914, supone la existencia de una investidura libidinal del yo, que cede su libido al objeto, pero no completamente. Para ilustrar este punto, propone la imagen de una ameba a los seudópodos que emite (1914) La libido yoica y la libido de objeto emergen en oposición entre sí en la obra de Freud, aumentando la cantidad de una, al momento que se empobrece la otra (Freud, 1914) En el estado de enamoramiento, la libido yoica es puesta en el objeto, pasando a llamarse “libido de objeto”. El objeto es investido por la libido, y en ese acto, la personalidad propia es resignada. El narcisismo es el momento en que la libido es solo una. La separación en “libido yoica” y “libido de objeto” se hace presente cuando el objeto es investido por el yo, Freud postula que solo en esta situación pueden ser estudiadas, y llama a la libido de objeto, energía sexual. (1914) De acuerdo a este postulado, se entendería que en el narcisismo, solo el yo sería investido de modo libidinal. Heinz Kohut manifiesta, en cambio: Una de las dificultades que se encuentran al encarar los problemas teóricos del narcisismo (…) es la frecuente suposición de que la existencia de relaciones objetales excluye el narcisismo. Por el contrario, (…) algunas de las experiencias narcisistas más intensas se relacionan con objetos; objetos que, o bien están al servicio del self y de la preservación de su investidura instintiva, o bien son vividos como parte del self. (Kohut, 1971, p.14) En otras palabras, Orozco también aclara que el narcisismo no es excluyente de las relaciones objetales –o del otro, en palabras del autor- P á g i n a | 12 El narcisismo no implica a fortiori permanecer en condición de inercia libidinal. No solo es posición de despliegue o repliegue de la libido (narcisismo primario y secundario). Es también despliegue, movimiento de exteriorización y extensión de la libido. Se conduce como demanda, como apertura al otro, aunque no sea sino para afanarse en re-encontrar la forma ideal de perfección que reviste, ha revestido o revestirá al yo (…). (Orozco, 1995, p.158-159) Volviendo a Freud, esta diferenciación entre libido de objeto y libido yoica, parte de otra más amplia que es la de pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. Freud la asocia a la oposición coloquial entre hambre y amor. La fundamentación dada para la segunda es la siguiente: el individuo lleva una existencia doble, tiene sus propósitos, y también es eslabón de una cadena. (Freud, 1914) Él tiene a la sexualidad por uno de sus propósitos, mientras que otra consideración lo muestra como mero apéndice de su plasma germinal, a cuya disposición pone sus fuerzas a cambio de un premio de placer; es el portador mortal de una sustancia -quizás- inmortal, como un mayorazgo no es sino el derechohabiente temporario de una institución que lo sobrevive . (Freud, 1914, p.76.) Siguiendo la línea del pensamiento freudiano, Espinosa y otros (2014) plantean que el sujeto es escindido por su existencia doble. Se habla de un desdoblamiento del sujeto en su soporte biológico y también en su soporte simbólico, ya que existe una estructura que lo determina (Espinosa y otros, 2014) En 1931, la diferenciación entre pulsiones sexuales y pulsiones yoicas, así como entre libido yoica y libido de objeto, serán abandonadas por Freud. Para esta decisión, argumenta que si libido yoica y libido de objeto se transmudan una en la otra con tanta facilidad, no tiene sentido diferenciarlas (Freud, 1931) Otro argumento para la contraposición referida anteriormente es la base orgánica sobre la que nuestros actos psíquicos se producen: “Es probable, pues, que sean materias y procesos químicos particulares los que ejerzan los efectos de la sexualidad y hagan de intermediarios en la prosecución de la vida individual en la vida de la especie” (Freud, 1914, p 76.) P á g i n a | 13 En su campo teórico, recurre a la idea de los sustratos orgánicos como base de los fenómenos psíquicos. En esta faceta del mismo, se puede apreciar la influencia de su anterior formación en el área de la medicina. Freud aclarará que no está a favor de mezclar la psicología con otros campos de conocimiento, no obstante, sostiene que una mínima base biológica es indispensable para el esclarecimiento de esta teoría (1914) El narcisismo, de acuerdo a Freud, está ligado a su fase anterior, el autoerotismo. Esta relación se da en cuanto a la formación del yo. En el comienzo del desarrollo libidinal, el mismo no se encuentra constituido, esto tiene lugar recién en la etapa del narcisismo. No obstante, el autoerotismo, como fase que lo precede, puede considerarse un comienzo de la formación del yo. (1914) Mas tarde agrega que la fijación de la libido a la persona propia tiene como práctica sexual el autoerotismo, cuya función es retrasar la sexualidad en el proceso de educarse con el principio de realidad. (Freud, 1917) NARCISISMO PRIMARIO Y NARCISISMO SECUNDARIO El narcisismo primario es el estado en el que el yo se contenta a sí mismo, dado en la primera infancia. (Freud, 1914). Laplanche y Pontalis exponen, siguiendo a Freud, que este es el narcisismo que se da en la infancia y es anterior a la elección de objeto. Esto se asocia a la creencia infantil de la omnipotencia de pensamiento. En la obra de Freud han aparecido variaciones en el concepto. Entre 1905 y 1910, el narcisismo es conceptualizado como la fase entre el autoerotismo y la elección de objeto, donde también se constituye el Yo. Posteriormente, al elaborar la segunda tópica, el narcisismo es entendido como anterior a la conformación del Yo, “cuyo arquetipo seria la vida intrauterina” (Laplanche y Pontalis, 1995) La distinción entre autoerotismo y narcisismo deja de aplicarse. Este último concepto es el que prevalece en nuestros días en el psicoanálisis. P á g i n a | 14 Laplanche y Pontalis realizan algunas críticas al término. Los autores consideran inadecuado el termino narcisismo para describir un estado que se supone “anobjetal”, ya que el mismo no posee un significado que haga referencia a la imagen de sí mismo. Otra objeción que se realiza es considerar al narcisismo una fase, ya que, autores como Melanie Klein, sostienen la existencia de relaciones de objeto desde el comienzo de la vida del sujeto (1995). Green señala que el narcisismo primario prevalece por encima de los otros aspectos del narcisismo. Además, en cierto momento, Freud le agrega la denominación “absoluto”. Pero este concepto (el de narcisismo primario absoluto), dice Green, está aquí como parte de un concepto. El caso del “narcisismo primario absoluto” es el estado de dormir. Desde este punto, se puede entender el narcisismo primario absoluto como un estado de inexcitabilidad total. (Green, 1970) Green sostiene que Freud no refiere a lo mismo cuando habla del narcisismo del sueño y del narcisismo del dormir. El primero hace referencia al narcisismo del soñante, que en el sueño será necesariamente el personaje principal. El narcisismo del dormir, refiere a que el propio soñador se desvanece en el mismo. La idea de la inexcitabilidad total aparece frecuentemente en la obra de Freud. Sin embargo, la misma irá cambiando (1970). Green escribe: “Sin duda su primera impresión fue creer que se trataba de la tendencia de un aparato psíquico que de ese modo se aseguraba su control sobre los estímulos. Concentrado luego en los avatares del deseo, asimiló el cese de la tensión sexual, la interrupción de la presión del deseo por su satisfacción, con la distensión” (Green, 1970, p.15) Green concluye que el narcisismo primario debe entenderse como una estructura y no simplemente como un estado. Critica la postura de algunos autores, que lo entienden como un estado y olvidan que además de un narcisismo de vida, existe un narcisismo de muerte, dado por la abolición de las tensiones. (Green, 1970) De acuerdo a Freud, la hipótesis del narcisismo en el niño, no surge de su observación directa, sino que es un hecho que puede apreciarse de la observación de los adultos. Freud analiza: P á g i n a | 15 La sobreestimación, marca inequívoca que apreciamos como estigma narcisista, ya en el caso de la elección de objeto, gobierna, como todos saben, este vínculo afectivo. Así prevalece una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones (…) y a encubrir y olvidar todos sus defectos. (Freud, 1914, p.87-88). El niño no debe sufrir las necesidades, ni soportar los padecimientos que sufrieron los padres, y además debe cumplir los sueños de los mismos. (1914) “His Majesty the Baby, como una vez nos creímos” (Freud, 1914, p.88). En las notas realizadas por James Strachey, se sostiene como posibilidad que el autor refiriera a un determinado cuadro de la Royal Academy, en el que se aprecian dos policías londinenses deteniendo el tránsito para que la niñera cruzara con el cochecito del bebé. Esta imagen es ilustrativa del narcisismo primario. (1914) En este sentido, Achugar y otros sostienen que no hay yo sin otro. Los autores consideran que “el ser deseado por la madre rescata al bebé de su imagen, lo separa de ella, ubicándolo como sujeto del deseo. “ (Achugar y otros, 1995, p. 84) Flechner (2013) escribe que el primer contacto entre el bebé y su madre es el que los une y al mismo tiempo los separa. Para describirlo, habla de una fusión o simbiosis. Siguiendo la línea de Freud, hace referencia a un narcisismo parental que sería “reviviscencia del narcisismo infantil y fuente de un amor intenso, esperanzador, que permitirá que las capacidades maternas se ubiquen en su lugar adaptándose a las necesidades y deseos del recién nacido” (p.22) Por su parte, Winnicot también ha realizado importantes contribuciones en cuanto a la relación madre bebé en los primeros meses. Dice: “la madre ofrece al bebé la oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él” (Winnicot, 1982, p. 30). El niño también cree ser omnipotente. Posteriormente, la madre se encargará de desilusionarlo, pero para ello deberá anteriormente haberlo ilusionado lo suficiente. “Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda preparado el escenario para las frustraciones, que reunimos bajo la denominación de destete (…)” (Winnicot, 1982, p. 30) En relación con esto, Acevedo de Mendilaharsu sostiene que la función materna es fundamental para la evolución del niño, ya que consistirá en libidinizarlo primero y a su vez mantener un límite, que P á g i n a | 16 más adelante llevará a la resolución del complejo de Edipo (Acevedo de Mendilaharsu, 2014) Winnicot da por supuesto que la tarea de aceptación de la realidad que inicia con el destete, nunca queda terminada, sino que ser humano alguno se encuentra libre de la tensión vincular que se da en la realidad interna con la exterior (Winnicot, 1982, p.30) Partiendo del “Estadio del espejo” de Lacan, Winnicot hablará del papel del espejo de la madre. Refiriéndose únicamente a los niños que poseen vista, expresa que: (…) en las primeras etapas del desarrollo emocional del niño desempeña un papel vital el ambiente, que en verdad aún no ha sido separado del niño por este. Poco a poco se produce la separación del no-yo y el yo, y el ritmo varía según el ritmo y el ambiente. Los principales cambios se producen en la separación de la madre como rasgo ambiental percibido de manera objetiva. (Winnicot, 1982, p.147) En un determinado momento, el niño mirará a su alrededor y ya no mirará el pecho, escribe Winnicot, sino el rostro de la madre. Sugiere el autor que al mirarla se ve a sí mismo. (Winnicot, 1982) Pero este proceso de narcisización no se desarrolla siempre de un modo “normal” o sano. Bleichmar nos habla de las fallas en la narcisización, partiendo de la base de que una narcisización “sana” es el resultado de un encuentro entre una mirada que se brinda y busca admiración, y otro que la acepta y lo admira. Si en lugar de la narcisización, el niño recibe una descalificación primaria, es decir, una mirada crítica y de rechazo, en sus huellas mnémicas quedará la presencia de ese rechazo que es lo opuesto a la catexis. La falta de narcisización, en el caso de que un padre desatienda cierto rasgo que el hijo pretende mostrar produce un déficit primario, que produce algo similar a la falta de un receptor sensorial. Cuando la narcisización es demasiada, lo que se produce en el niño es un exhibicionismo primario. Otra falla descripta por el autor es déficit secundario, o desnarcisización que se produce posterior a la narcisización por la falla de la misma (Bleichmar, 1995). P á g i n a | 17 Freud concluye que el amor parental es el narcisismo primario, mudado en amor de objeto, siendo el objeto el niño. (1914) El narcisismo primordial se ve disminuido fuertemente en la adultez. En el adulto normal, ya no existe marcadamente el delirio de grandeza. Podríamos inducir que toda su libido yoica se convirtió en libido de objeto, pero no es esto lo que acontece. Aquí es donde entra en juego el mecanismo de represión. “Tenemos sabido que mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de represión patógena cuando entran en conflicto con las representaciones culturales y éticas del individuo” (Freud, p.90, 1914). En cuanto al narcisismo secundario, Laplanche y Pontalis traen a colación que el mismo fue descripto en Introducción del narcisismo (1914) para designar los estados esquizofrénicos y afines. No obstante, no define solamente este tipo de estados regresivos, sino que también puede ser “una estructura permanente del sujeto” (Laplanche y Pontalis, 1995, p.231) Los autores realizan algunas puntualizaciones sobre el concepto, por un lado en el plano económico y por otro en el plano tópico. En el primer sentido, las catexis de objeto y las del yo coexisten, se mantienen en equilibrio sin que una llegue a suprimir a la otra. En el segundo sentido, existe una formación narcisista que jamás es abandonada: el ideal del yo. Korovsky y otros autores, quienes realizan un análisis del narcisismo en la obra de Freud, nos dicen a partir del texto “Introducción del narcisismo” (1914), que el narcisismo secundario Freud lo deduce del estudio de las parafrenias. Este proceso estaría constituido por el movimiento de la libido del mundo exterior hacia el yo, intentando restablecer el sentimiento de omnipotencia dado en el narcisismo primario, “donde el yo se contentaba a sí mismo” (Korovsky y otros, 1999, p. 44). El narcisismo secundario es descripto a partir del narcisismo primario y está íntimamente relacionado con la descripción del devenir libidinal (1999).Los autores también agregan que “El narcisismo secundario resultaría en un incremento del narcisismo persistente durante toda la vida” (Korovsky y otros, 1999, p.44) Green también postula sobre el narcisismo secundario en su obra: “El narcicismo del yo será, como dice Freud, narcisismo secundario sustraído a los objetos; implica P á g i n a | 18 el desdoblamiento del sujeto, en una perspectiva en la que reemplaza al autoerotismo como situación de autosuficiencia” (Green, 1970, p. 80) En 1916 Freud afirma que el delirio de grandeza es una expansión del yo por el monto de libido sustraído de los objetos. Lo que se da aquí es un narcisismo secundario, vuelta al narcisismo originario de la primera infancia. (1916) En 1923, introduce una modificación en el concepto de narcisismo: la libido en principio estaría situada en el Ello, le enviaría investiduras eróticas al objeto y posteriormente el yo intentaría interponerse entre el ello y el objeto, apoderándose de las investiduras. Por lo tanto, el narcisismo del yo es un narcisismo secundario, porque ha sustraído de los objetos sus investiduras (Freud, 1923). En 1931 sostiene, a pesar de la modificación que había introducido en 1923, la idea de que el yo siempre es el principal reservorio de la libido. El mismo envía investiduras libidinosas a los objetos, y luego estas vuelven, pero la mayor parte de la libido permanece de manera continua en él. (Freud, 1931) Aspectos clínicos del narcisismo Tomando ciertos aspectos clínicos del narcisismo, Green propone clasificar dicho concepto en tres áreas, a saber: 1) Narcisismo corporal: está asociado a la representación del cuerpo como objeto de la mirada del Otro. Dicha mirada, es extrínseca al sujeto. 2) Narcisismo intelectual: consiste en la ilusión de un dominio intelectual, que a menudo los hechos no confirman. 3) Narcisismo moral: este es el que ocupa más al autor, quien lo relacionará también con el masoquismo moral. El narcisista moral tratará de ser puro y buscar la soledad, renunciando al placer y al displacer. Busca el despojamiento, el cual es una condición que acerca a Dios ya que no siente sed, hambre, ni depende de los hombres. El masoquista buscará ser reducido a la pasividad (pero una pasividad que exige la presencia del otro) siendo humillado, maltratado y mancillado. El narcisista moral también buscará reducir la tensión a cero. P á g i n a | 19 LAS CONCEPTUALIZACIONES DE LACAN Más tarde, Lacan retomará el tema, a partir de “Introducción al narcisismo”, y le dará su propio enfoque. Opone el trabajo de Freud al de Jung ya que el primero P á g i n a | 20 parte de la observación clínica de las neurosis, mientras que el segundo lo hace desde las esquizofrenias. (Lacan, 1953) Esto sin duda, llevará a resultados distintos. “Sin embargo, resulta aún harto difícil establecer la diferencia teórica, y Freud enfrenta dificultades que pueden percibirse a lo largo de todo este artículo” (Lacan, 1953) Freud (a diferencia de Jung) intenta sostener un significado muy específico, u operativo, según Lacan, para la noción de libido, concepto base de su descubrimiento (Lacan, 1953). Su teoría se fundamenta en los síntomas de los neuróticos, los cuales, según la misma, presentan una forma desviada de satisfacción sexual. Su teoría no es totalizadora, sino que abarca ciertos aspectos muy delimitados (Lacan, 1953). Dado que Freud parte de la neurosis, se cuestiona como se relaciona la teoría de la libido en el marco de las psicosis. Ante el mismo dilema, Jung propone: (…) la profunda transformación de la realidad que se manifiesta en las psicosis es el resultado de una metamorfosis de la libido, análoga a la que Freud vislumbró en la neurosis. Solo que, en el psicótico –dice Jung- la libido está introvertida en el mundo interior del sujeto, noción que permanece en la mayor vaguedad ontológica. A causa de esta introversión la realidad se hunde para el en un crepúsculo. El mecanismo de las psicosis está pues en perfecta continuidad con el de las neurosis. (Lacan, 1953, p.184) Freud no acepta esta solución. Su teoría busca estar basada estrictamente en lo empírico. En palabras de Lacan “la teoría analítica se transforma, en Jung, en un vasto panteísmo psíquico” (Lacan, 1953, p.184). Espinosa y otros, dicen, en resumidas palabras, las diferencias entre estos autores: Los dos puntos esenciales del desencuentro entre Freud y Jung fueron la diferente concepción de la teoría sexual –que Jung, de alguna manera, desexualiza- y la diferencia entre ambos con respecto a lo paranormal (o lo oculto). Jung se adhiere fervientemente a tales fenómenos, mientras que Freud prefiere considerarlos tan solo como fenómenos de transferencia. (Espinosa y otros, 2014, p.41) P á g i n a | 21 Espinosa también nos trae el dato de que Freud, en principio, consideraba necesaria su relación con Jung por fines políticos, ya que, al ser judío y tener a su vez discípulos judíos, temía que se considerara al psicoanálisis como algo propio de su nacionalidad. No obstante, al producirse la ruptura con Jung, Freud dejó de preocuparse por ello. (Espinosa y otros, 2014) Freud busca resolver el problema de las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales. ¿Por qué la importancia en diferenciarlas? Freud dirá que, la observación clínica de la neurosis lo lleva a realizar esta clasificación. La respuesta, o postulado, que le permitirá continuar será el siguiente: las pulsiones yoicas se diferencian de las pulsiones sexuales, no obstante, en el estado de narcisismo, es imposible diferenciarlas. La importancia de la teoría de las pulsiones se justifica en el estudio de las neurosis (1914). Lacan considera que esta doctrina de las pulsiones no está en la base sino en la cúspide. Esto podría interpretarse en el sentido de que no fue elaborada primero para explicar lo demás, sino algo que fue incorporado posteriormente. Freud compara la noción de pulsión con ciertas nociones de la ciencia (fuerza, por ejemplo) “cuya primera forma fue incierta, confusa incluso, antes de que fueran purificadas y luego aplicadas” (Lacan, 1953, p.186) De acuerdo al autor, Freud, más que generar respuestas, crea nuevas interrogantes. Lacan nota cierta incompletud en la obra de Freud, escribe que aquello que se propaga no puede ser solamente el plasma germinal, sino que tiene que haber algo más: (…) lo que se propaga es, efectivamente, un individuo. Solo que este no se reproduce como individuo sino como tipo. No hace más que reproducir el tipo ya realizado por el linaje de sus antepasados. Al respecto, no solo es mortal, sino que ya está muerto, puesto que, estrictamente hablando, no tiene porvenir. Él no es tal o cual caballo, sino el soporte, la encarnación de algo que es el caballo (Lacan, 1953, p.187). En este punto, Lacan se detiene y abre una interrogante: “¿Cuál es en efecto el soporte del instinto esencial en el plano psicológico?” (Lacan, 1953, p.188) A ello responderá que no es la particularidad del individuo, es decir, del compañero sexual. P á g i n a | 22 El soporte es algo que posee una estrecha relación con lo que Lacan llama el tipo: una imagen. De acuerdo a la etología (estudio del comportamiento animal), aquello que pone en marcha los comportamientos de reproducción, es una imagen. Su aparición sirve como señal construida. Concluye que el embrague mecánico del instinto sexual esta cristalizado en base a una relación imaginaria (de imágenes) (1953). Añade: “La pulsión libidinal está centrada en la función de lo imaginario. Esta afirmación no conlleva a decir que el sujeto progresa hacia un estado ideal de genitalidad que sería el resorte último del establecimiento de lo real” (Lacan, 1953, p.188). La libido estará relacionada con lo imaginario y también con lo real. (1953) Aquí interviene O. Mannoni, quien explicará la diferencia entre el narcisismo primario y el secundario: La carga de los objetos por la libido es, en el fondo, una metáfora realista, ya que la libido solo carga la imagen de los objetos. En cambio, la carga del yo puede ser un fenómeno intrapsíquico, donde lo catectizado es la realidad ontológica del yo. Si la libido se ha convertido en libido de objeto solo puede cargar algo simétrico a la imagen del yo. Tendremos así dos narcisismos, uno en que una libido carga intrapsíquicamente el yo ontológico, y otro donde una libido objetal carga algo que quizá sea el ideal del yo, en todo caso, una imagen del yo. Tendremos entonces una distinción, bien fundamentada, entre el narcisismo primario y el narcisismo secundario . (Lacan, 1953, p. 189). Puede verse que la libido, si bien se ha convertido en libido de objeto, solo puede cargar algo simétrico a la imagen del yo. Así es que la distinción entre libido yoica y libido de objeto, solo se dará hasta cierto punto. Claramente el narcisismo primario es el que la libido carga al yo ontológico. El secundario es aquel en el cual lo que es catectizado es el ideal del yo, o una imagen del yo (1953). Delpréstitto y otros autores, hablan de la constitución del yo en la obra de Freud y Lacan. Respecto a la constitución del yo, la obra de Lacan se opone a la de Freud. Este último, en su primera tópica, postulaba que la constitución del yo se producía de “adentro hacia afuera”, es decir, en principio el niño no tiene influencia del mundo exterior, sino que la misma sobrevendrá más tarde. Así pasa del narcisismo primario al hallazgo de objeto. (Delpréstitto y otros, 2008) A diferencia de Freud, P á g i n a | 23 Lacan sostiene que en el momento que se constituye el yo, el proceso está dado “de afuera hacia adentro” (2008) El postulado de Lacan sobre el estadio del espejo le confiere una gran importancia al momento en que el niño reconoce su imagen frente al espejo, la cual está sostenida en general por la madre. En este momento el niño tendrá una nueva representación de sí, que será diferente de las representaciones y sensaciones motrices que poseía anteriormente (2008). Dado que la imagen es constituida a partir de otro, se introduce una tensión en el narcisismo. “El que me ama me excluye, excluyo a quien me ama, se trata de un movimiento pendular sin resolución posible” (Delpréstitto y otros, 2008, p.132). La obra de Lacan se ve atravesada por el registro de lo imaginario y el registro de lo simbólico. En principio postula que lo que sucede es una identificación imaginaria. Luego de 1953, cuando postula el registro de lo simbólico, la teoría del estadio del espejo también se verá afectada. Al postular que el niño asume la imagen del cuerpo, estará otorgándole un lugar importante a la matriz simbólica donde el niño al verse en su semejante se vuelve hacia el adulto que lo mira mirarse. Dicha matriz simbólica indica el lugar del gran Otro. Este lugar del gran Otro (simbólico), diferenciado del otro (imaginario), lugar de los significantes para Lacan, tiene que ver con que el niño adviene a un universo simbólico que determina su lugar desde antes de su nacimiento ” (Delpréstitto y otros, p.133, 2008) Vías de acceso al estudio del narcisismo La representación narcisista primaria (el niño en nosotros) es, como todo representante inconsciente, imborrable; además, al tildarla de inconsciente, en forma totalmente justificada, se indica que no ha ofrecido nunca acceso alguno a una aprehensión consciente ¿Cómo concebir entonces la renuncia a algo que no se tiene ni se ha tenido nunca acceso? (Serge Leclaire “Matan a un niño”, 1990, p. 25) P á g i n a | 24 Freud nos dice que el narcisismo no puede ser estudiado directamente. No obstante describe vías de acceso a su estudio. El acceso más próximo a él está dado por el análisis de las parafrenias, aunque existen otras vías: “la consideración de la enfermedad orgánica, de la hipocondría y de la vida amorosa de los sexos” (Freud, 1914, p. 79). Freud incorpora de Ferenczi la teoría de la influencia que tiene la enfermedad orgánica en los movimientos de la libido. La misma se concentra en el yo, retirando las investiduras de los objetos, como consecuencia del desinterés hacia el mundo exterior que emerge junto al padecimiento. Esta es una de las posibles vías por las que puede observarse el narcisismo (Freud, 1914). Otro acercamiento al retiro narcisista de la libido surge en el estado de dormir. La libido se sitúa sobre la persona propia, más específicamente, sobre su deseo de dormir (Freud, 1914). Freud nos dice que el narcisismo puede observarse en los niños y en pueblos primitivos. En ellos aparecen ciertos aspectos en los que se vislumbra el delirio de grandeza. Freud narra (…) una sobrestimación del poder de sus deseos y de sus actos psíquicos, la «omnipotencia de los pensamientos», una fe en la virtud ensalmadora de las palabras y una técnica dirigida al mundo exterior, la «magia», que aparece como una aplicación consecuente de las premisas de la manía de grandeza. (Freud, 1914. p.73). Análogamente, en los niños tienen lugar conductas parecidas, si bien su estudio presenta mayor complejidad (1914). Más adelante, Freud agrega que en la hipocondría, al igual que en la enfermedad orgánica, la libido se retira del mundo exterior (los objetos pierden interés) y se ubica en el órgano que genera malestar. Lo que lleva a que la hipocondría no sea idéntica a la enfermedad orgánica es que en ella no existen alteraciones orgánicas que fundamenten el padecimiento. Freud pone a disposición el concepto de erogeneidad, entendido este como la posibilidad de una zona del cuerpo de enviar a la vida anímica estímulos de la excitación sexual. Todas las partes del cuerpo serían P á g i n a | 25 capaces de comportarse como zonas erógenas, no solo los genitales. De ahí se infiere el mecanismo de la hipocondría: una parte cualquiera del cuerpo enviaría estímulos de la vida anímica, generando así una cierta tensión y concentrando la libido en sí. El autor menciona que los órganos que conocemos, que producen dolor sin estar enfermos, son los genitales (1914). Teniendo en cuenta que estos son las zonas erógenas por excelencia, cualquier otra parte del cuerpo que se manifieste como tal, producirá iguales sensaciones displacenteras, sin que por ello estén enfermos. La erogeneidad podría equipararse a la colocación de libido por parte del yo Este tipo de patologías en las que emerge el narcisismo, dependen de la libido yoica. A continuación Freud postula dos interrogantes. A la primera de ellas ¿por qué una estasis de la libido en el interior del yo, generaría displacer? Para responder, pone de manifiesto que el displacer no sería más que un aumento de tensión psíquica, que es lo que sucede cuando la libido se concentra en el yo. La segunda pregunta ¿Cuál sería es la razón para que el yo abandone esta posición narcisista? A ella responde que una estasis de libido llevaría a enfermar, por lo tanto el yo se ve movido a investir a los objetos (1914). En su obra, Green también tratará este aspecto. Entiende que el narcisismo es un estado en el que se abandona el deseo del Otro en favor del deseo del Uno. Lo que emerge aquí se asemeja a la muerte, es una liberación de todo deseo. El autor hablará de una inercia del aparato psíquico. (Green, 1983). Esto se entiende como la falta de movilidad de la libido que deja de investir objetos. Para arrojar luz sobre el movimiento de la libido en la parafrenia, Freud la equipara a la neurosis de transferencia y explica su diferencia. En la neurosis de transferencia (…) la libido liberada por frustración no queda adscrita a los objetos en la fantasía, sino que se retira sobre el yo; el delirio de grandeza procura entonces el dominio psíquico de este volumen de libido, vale decir, es la operación psíquica equivalente a la introversión sobre las formaciones de la fantasía en las neurosis de trasferencia; de su frustración nace la hipocondría de la parafrenia, homóloga a la angustia de las neurosis de trasferencia. (Freud, 1914). P á g i n a | 26 En las parafrenias, surgen manifestaciones patológicas a tener en consideración. Freud describe tres de ellas: 1) Las que dejan ver residuos de normalidad conservada 2) Las típicas del proceso patológico, a saber, el retiro de investiduras de los objetos, el delirio de grandeza, la hipocondría, y las regresiones. 3) La vuelta a la colocación de libido en los objetos, aunque de un modo diferente a la investidura primaria que se dio antes de la patología (1914). Otra vía de acceso al conocimiento del narcisismo es la vida amorosa del ser humano. Freud agrega que existe diferencia en la misma entre el hombre y la mujer. El niño y el adolescente eligen sus objetos basados en la experiencia de satisfacción que han tenido anteriormente, la cual emerge de funciones vitales de autoconservación. Aquí hace referencia al autoerotismo. (1914) En principio las pulsiones sexuales y las pulsiones yoicas se encuentran unidas. Más tarde se separan, pero no completamente, ya que los primeros objetos de deseo son las personas asociadas al cuidado y la alimentación, es decir, la madre o cualquier persona que cumpla sus funciones. A este tipo de elección de objeto se le llama anaclítica. (1914) En algunas personas cuyo desarrollo libidinal ha sido perturbado, se manifiesta otro tipo de elección de objeto. En el mismo, no eligen a la madre o a un sustituto como objeto sexual, sino a la persona propia. Se seleccionan a sí mismos como objeto de amor. (1914) Ahora bien, estos dos tipos de elección de objeto coexisten en todos los seres humanos, prefiriendo uno u otro. Freud llama objetos sexuales primarios a los primeros que el individuo escogió, y afirma que cada ser humano tiene dos: el de la persona de sí mismo, y el de quien lo crió. El primero es el narcisismo primario. (1914) Volviendo a la diferencia de elección de objeto entre los sexos que postulaba Freud, el mismo escribe: “El pleno amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es en verdad característico del hombre” (Freud, 1914, p. 85). Aquí explica que esta sobreestimación sexual en principio está dada sobre el sí mismo y luego vuelve P á g i n a | 27 sobre un objeto, se produce una trasferencia del narcisismo al amor de objeto (1914). Chasseget-Smirgel realiza una objeción: Si la unión sexual con la madre constituye la posibilidad de recuperar el estado narcisista primario, la diferencia establecida por Freud, en el texto de 1914, entre la elección de objeto narcisista y anaclítica (o <<por apuntalamiento>> tiende a atenuarse porque, en el punto, una y otra procuran recuperar la completud narcisista anterior a la perdida de fusión con el objeto primario . (Chasseget-Smirgel, 1975, p.49) Freud dice que en la mujer, es más frecuente que suceda algo diverso. Posteriormente a la etapa del desarrollo puberal, sobreviene un “acrecentamiento del narcisismo originario” (Freud, 1914, p.85) que, tomando como pilar la teoría de la libido, genera un empobrecimiento del amor de objeto. No las complace amar, sino ser amadas. Es interesante señalar que el narcisismo de una persona se presenta como atractivo para aquellas que han resignado su propio narcisismo. De acuerdo a la obra de Freud, en la cual vemos frecuentemente dicotomías, las personas o bien son narcisistas, o bien han renunciado a ello en favor del amor de objeto. Estas últimas, podría decirse que buscan el narcisismo en el objeto. El amor de objeto no es más que el narcisismo desplazado a un objeto. En palabras de Freud: “Es como si les envidiásemos por conservar un estado anímico beatifico, una posición libidinal inexpugnable que nosotros resignamos ya hace tiempo” (Freud, 1914, p.88). Más adelante agrega que este tipo de elección de objeto no tiene que darse siempre, ya que ciertas mujeres aman de acuerdo al tipo masculino de elección de objeto. Con el nacimiento de un hijo, las mujeres narcisistas también desplazan la libido de su yo para investir al niño. En el mismo texto, Freud facilita una clasificación respecto a los posibles caminos de elección de objeto. 1. “Según el tipo narcisista: a. d. A lo que uno mismo es (a si mismo) b. A lo que uno mismo fue c. A lo que uno quería ser A la persona que fue parte del sí mismo propio. P á g i n a | 28 2. Según el tipo de apuntalamiento: a. A la mujer nutricia b. Al hombre protector” (Freud, 1914, p.87). Delpréstitto y otros sostienen aquí que en la obra de Freud el narcisismo no refiere al yo, sino al objeto. En el tipo de elección narcisista de objeto describe cómo es posible encontrar en el otro algo que es de uno mismo (Delpréstitto y otros, 2008). De la misma manera que una mujer puede elegir al objeto según el tipo de apuntalamiento, en el caso de los homosexuales (que no necesariamente tiene que ser el único), los hombres presentan una elección narcisistas de objeto. No obstante, Freud no profundiza en ello en este texto. (Freud, 1914). Si bien fue en un texto de 1914 que Freud desarrolla las vías de acceso al estudio del narcisismo, en obras posteriores pueden notarse otras vías. En 1919, el narcisismo explica el vínculo con el doble, el cual puede ser la imagen vista en el espejo, la doctrina del alma, o (en la cultura egipcia), la imagen del muerto en material imperecedero. Aquí sostiene que en estos vínculos lo que aparece es la ilusión de inmortalidad, la cual es propia del narcisismo. (Freud, 1919) En 1921 postula que en la aversión que puede sentirse hacia un extraño con el que se trata, también es el propio narcisismo el que se siente atacado, ya que considera a toda divergencia como una crítica hacia el yo. (Freud, 1921) En 1924 escribe que el sentimiento oceánico del pensamiento religioso, ese “ser Uno con el Todo”, que es un intento de consuelo para desconocer al peligro que el yo percibe del mundo exterior, también busca restablecer el narcisismo. (Freud, 1924) P á g i n a | 29 IDEAL DEL YO Y YO IDEAL ¿En qué momento se constituye el ideal del yo? Achugar y otros traen a colación el tema del narcisismo y la castración en la obra de Freud. Tomando las palabras de Freud, adhieren a la idea de que la libido dirigida al objeto incestuoso se impone P á g i n a | 30 al narcisismo fálico. Señalan el enfrentamiento entre libido narcisista y libido de objeto en la obra de Freud y sostienen que el ideal del yo se constituye, justamente, en el momento de la resolución del complejo de Edipo (Achugar, 1995) La identificación secundaria produce una transformación al momento del sepultamiento del complejo de Edipo. Se pasa de la identificación al falo (ser el falo) a la aspiración de recibir un falo simbólicamente (tener el falo) (Achugar y otros, 1995) Podríamos hablar de un pase de la identificación primaria a la identificación secundaria. (1995) Chasseget-Smirgel toma a Grunberger, el cual sostiene (en palabras de Chasseget-Smirgel): “Una determinada investidura narcisista de las pulsiones es inherente a la integración pulsional, es decir, a su aceptación por el yo, a su <<egotización>>” (Chasseget-Smirgel, 1975, p. 39).Si no sucede así, la pulsión permanece extraña al yo y sufre la represión o la sublimación. (1975) La diferencia de esta investidura narcisista con la sublimación es que la meta sexual permanece intacta. En la idealización de una pulsión o de un objeto, se le adjudica un brillo y un alcance que no posee. (Freud, 1914) El ideal del yo se encuentra a cargo de la conciencia moral, y parte, en comienzo, de la influencia crítica de los padres. Más adelante, se sumaran otras influencias, como puede ser la de educadores o la opinión pública (Freud, 1914). Como condición para ser erigido el ideal narcisista se necesitaron grandes montos de libido esencialmente homosexual. En la enfermedad, el individuo busca desasirse de las anteriores influencias que contribuyen a la formación de la instancia censuradora, luego la conciencia figura unas voces producto de las influencias como una intromisión externa (1914). Freud nos pone a disposición la siguiente premisa: ser amado rebaja el sentimiento de si, empero esta pérdida puede ser compensada cuando se es amado por el objeto. (1914) Además de esto, la incapacidad de amar por perturbaciones anímicas, rebaja también el sentimiento de sí. Una perturbación anímica de este tipo puede surgir por el “desgaste” que genera al yo una gran sustracción de investiduras libidinosas que no son restituidas (1914) P á g i n a | 31 En relación con esto, Orozco escribe: El ideal del yo, de raigambre narcisista, condiciona tanto la satisfacción amorosa como la elección amorosa. Exige que el otro reúna tal o cual rasgo en función de la imagen de sí mismo sobrevalorada ahora, en el pasado, o bajo una perspectiva de anhelo lanzada hacia el futuro (Orozco, 2014, p.63) “El narcisismo es el estado de plenitud arcaica en que el yo hace las veces de su propio ideal” de acuerdo a la formulación de Chasseguet- Smirgel (ChasseguetSmirgel, 1975, p.11) En esta definición aparece la diferencia para el niño entre yo y no-yo. El ideal del yo no es simplemente la interiorización de las imágenes de los padres y autoridades sino que emerge con las experiencias más tempranas y constituye el deseo humano de retornar al seno materno. (Chasseget-Smirgel, 1975) El ser humano no posee periodicidad sexual, a ello se sobreimpone un anhelo narcisista de unión primordial. Dicho anhelo es más intenso que el instinto de conservación, mas no por ello debe asociárselo al instinto de muerte. El narcisismo se da a conocer en un estadio de vida anímica en el que no existe distinción entre el yo y el mundo exterior, y por ende, no concibe la muerte. (Chasseget-Smirgel, 1975) Esta teoría, contradice en parte la idea de una existencia doble, afirmando que el principio de placer sería más fuerte que el instinto de conservación. El principio de Nirvana, denominado así por Freud, busca un alivio absoluto de tensión. En este sentido, incluso el principio de placer es considerado una perturbación. Freud, partiendo de su teoría de las pulsiones, entiende el principio de Nirvana como equiparable al instinto de muerte, ya que se encuentran ambas “más allá del principio de placer” (1914). Grunberger y Chasseguet – Smirgel, toman un camino distinto: abogan a favor de “una dialéctica continua entre yo pulsional y el simismo narcisista”. (Chasseguet Smirgel, 1975, p.14) Freud entendía la frustración como un motor hacia el desarrollo psicológico. Chasseguet-Smirgel retoma esta teoría y agrega que existen dos caminos en la añoranza de recuperar el sentimiento de omnipotencia primordial. Uno es indicado por el Principio de Nirvana: la vía directa, regresiva. Inferimos que refiere a buscar el P á g i n a | 32 alivio de tensión, sin atravesar obstáculos ni perturbaciones. El otro camino, consiste en la maduración y el desarrollo. (Chasseguet Smirgel, 1975) Tomando una sugerencia de Freud que posteriormente abandona (en la que el ideal del yo y superyó eran términos diferentes) Chasseguet Smirgel considera el ideal del yo el heredero del narcisismo primario. (Chasseget-Smirgel, 1975) El narcisismo primario, de acuerdo a la proposición de Chasseguet Smirgel, consiste en la ilusión de completud presentada en la infancia. En el narcisismo primario, no existía distancia entre el yo y el ideal del yo. No obstante, la separación de la madre perturbará este estado de perfección narcisista. En este momento, el yo intentará todo el tiempo alcanzar el ideal del yo. La experiencia original de un contento basado en la ilusión de una autosuficiencia absoluta y, al mismo tiempo, de una unión beatífica con el mundo, deja paso a un penosos sentimiento de inferioridad. Pero el recuerdo del contento y la grandiosidad primordiales persiste en la forma de una concepción ideal de la persona, el ideal del yo, con arreglo al cual procura modelarse el yo en desarrollo. (Chasseguet Smirgel, p.12, 1975). Muchos psicoanalistas consideran al ideal del yo como un modelo al cual el sujeto desea llegar. Chasseguet Smirgel dirá que, si consideramos al ideal del yo en la misma línea que Freud, esta afirmación sería un simple reduccionismo. De acuerdo al mismo, ideal del yo es el que ocupa el lugar del narcisismo que se pierde en la infancia (1975). La educación, en el niño, será impulsora de su propia autonomía: buscará librarse de la dependencia primaria del objeto. El complejo de Edipo tendrá también su influencia en este aspecto, lo llevará a crear identificaciones con diversos rostros. Estos ideales, al tener una forma, delimitarán el narcisismo perdido en la infancia. De este recorrido, obtenemos por un lado la existencia de ideales temporarios, frente a un ideal del yo trascendente. (1975) El narcisismo pasará luego a investir objetos. Para ello recorrerá un largo trayecto. En el varón, en el Complejo de Edipo, el padre será su proyecto de identificación. La consideración de los obstáculos presentados en el camino a la formación del ideal del yo, son relevantes para el estudio del desarrollo general del P á g i n a | 33 individuo. En los perversos, esto cobra un valor significativo, ya que en su análisis es frecuente una actitud de seducción y complicidad recibida de parte de la madre. Chasseguet – Smirgel trae el aporte de Bak, y agrega que su experiencia personal en la clínica lo confirma. Dicho autor escribe sobre “la seducción del futuro perverso por la madre, sobre la relación incestuosa que ella establece, y sobre el padre a quien ella convierte en un <<extraño outsider>>, una cantidad desdeñable” (Chasseguet- Smirgel, 1975, p.32) Concluye entonces que en los perversos, lo sucedido se presenta como si la madre hubiera inculcado en su hijo la creencia de que él, no tenía nada que envidiar al padre, sino que era el compañero perfecto incluso con su sexualidad infantil. Esto actúa como un freno en su evolución. (1975). Aquí el complejo de Edipo no se da como es esperable, ya que no surge la característica rivalidad entre padre e hijo por ocupar un lugar junto a la madre. “Su ideal del yo, en lugar de pasar a investir al padre genital y su pene, quedará en lo sucesivo adherido a un modelo pregenital” (Chasseguet-Smirgel, 1975, p. 33) En los perversos, la idealización de pulsiones y objetos parciales proporciona una completud narcisista porque finaliza en la idealización del propio yo. Se remonta a la época en su infancia en que él era su propio ideal. “Se mira con las pulsiones exaltadas, en sus objetos, como antaño miraba en los ojos de su madre para beber en ellos la confirmación de su adorable perfección” (Chasseget-Smirgel, 1975, p.43). La autora dirá que el hecho de elegir soportes para ese narcisismo, que se presentan como modelos, es solamente una consecuencia –no por ello menos importante- del deseo de disminuir la distancia entre el yo en el presente, y el yo tal como quisiera que fuese (1975). En este sentido, también agregará algo fundamental: (…) La proyección de este ideal sobre un soporte es, por esta razón, siempre un tanto irrisoria, y el logro de este fin (la semejanza con el modelo admirado y, en consecuencia, su supresión) nunca es real y definitivamente satisfactorio (…), porque, de hecho, no se trata sino de representaciones efímeras, parciales y sustitutivas de un proyecto mucho más grandioso (…). (Chasseguet-Smirgel, 1975, p.27-28). P á g i n a | 34 En una línea similar, Bleichmar (siguiendo a Lacan) afirma que el ideal del yo “Se referirá siempre a un aspecto parcial, una unidad de medida con la que se comparará un rasgo que está dentro de su misma categoría” (Bleichmar, 1995, p. 84). El yo ideal, de acuerdo a Freud, se crea en la fase del narcisismo, y este le impone ciertas exigencias al yo. La formación del ideal es la condición para la represión. Y sobre este yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas. Aquí, como siempre ocurre en el ámbito de la libido, el hombre se ha mostrado incapaz de renunciar a la satisfacción que gozó una vez. (Freud, 1914, p.91). Esta formación del ideal está sostenida en relación con la sublimación. Dicho proceso es propio de la libido de objeto y consiste en el cambio de una meta sexual por una por una que no tiene como destino la misma. La sublimación es algo diferente de la idealización ya que la primera es algo que acontece con la pulsión, y la segunda con el objeto. La idealización es la sobreestimación sexual de un objeto. En ocasiones ambos procesos pueden confundirse, esto acontece porque existe un enlace entre los mismos, si bien conceptualmente deben ser diferenciados. (1914) Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas (Freud, 1914, p. 91). La selección de esta cita es relevante para entender dicho enlace. Si el individuo abandona su narcisismo (del cual sabemos que es una posición libidinal) y en ese entonces alcanza un elevado ideal del yo, no significa que el primer acto psíquico lo llevo necesariamente al segundo. Este ideal puede llevarlo a dejar de lado su narcisismo, pero funciona en diferente ámbito. (1914) En la neurosis emergen diferencias de tensión respecto a la constitución del ideal del yo y el destino de la libido. La formación del ideal vuelve más elevadas las exigencias del yo, y favorece la represión. La sublimación forma parte de una alternativa que cumple esa exigencia sin llevar a la represión (1914). P á g i n a | 35 Existe una instancia psíquica que se encarga de medir el yo actual con el yo ideal, y asegurar así su satisfacción narcisista. A la misma, Freud la denomina “conciencia moral”. Esta conceptualización es útil para explicar el delirio de ser notado que surge en las enfermedades paranoides y puede notarse en las neurosis de transferencia. (1914) Basado en la distinción entre libido yoica y libido narcisista, Freud conceptualiza respecto al “sentimiento de sí” el cual es interpretado como el “grandor del yo”. El mismo se alimenta del “primitivo sentimiento de omnipotencia” (Freud, 1914, p.94) que es adquirido con determinadas experiencias. El sentimiento de sí es alimentado por la libido narcisista. A esta aseveración, Freud argumenta: “en las parafrenias aquel aumenta, mientras que en las neurosis de transferencia se rebaja; y en la vida amorosa, el no-ser amado deprime el sentimiento de sí, mientras que el ser amado lo realza” Freud establece que el ser amado constituye la meta y la satisfacción en la elección narcisista de objeto. (1914) Más adelante, Freud escribe que en el enamoramiento se produce un desborde de libido yoica sobre el objeto. Este objeto es elevado a ideal sexual. Cuando se ama según el tipo de apuntalamiento, se ama a lo que cumple las “condiciones infantiles de amor”. Este objeto es idealizado. (1914) El ideal sexual puede relacionarse con el ideal del yo. Lo mismo sucedería de este modo: el ideal del yo es aquello que el yo busca alcanzar para sí. El ideal sexual, en tanto objeto idealizado, puede poseer aquello que el yo anhela para sí, es decir, acercarse al ideal del yo: “Entonces se ama, siguiendo el tipo de la elección narcisista de objeto, lo que uno fue y ha perdido, o lo que posee los méritos que uno no tiene.” (Freud, 1914, p.97) P á g i n a | 36 EL NARCISISMO COMO PATOLOGÍA Fácil sería enderezar a los conceptos psicoanalíticos el mismo reproche que se hace a la nosografía, y negar que existen estructuras narcisistas y aun un narcisismo como entidad autónoma. (…) ¿Qué quedará entonces de la exigencia analítica de separar, distinguir, deshacer la complejidad confusa a fin de rehacerla sobre la base de sus componentes no manifiestos? (Green, 1970, p.18). En 1911, Freud ya mencionaba el narcisismo como patología, explicando el riesgo de las personas que permanecen en el estadio del narcisismo, el cual es que su libido someta sus pulsiones sociales a la sexualización y deshaga las sublimaciones que había logrado en el desarrollo. (Freud, 1911) En 1914, cuando Freud desarrolla ampliamente el concepto, el término narcisismo es clasificado en dos tipos: primario y normal. La razón para esta clasificación surge a partir de considerar la ubicación de la libido en la dementia praecox (Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler). A estos sujetos, Freud los designa como “parafrénicos” (Freud, 1914) .No obstante, la idea del narcisismo en tanto estadio de fijación de las parafrenias ya había sido presentada por el autor en 1913, justificando esta afirmación por el extrañamiento del mundo de los objetos y la manía de grandeza que se presenta en las mismas. (Freud, 1913) El primero de estos rasgos, tiene como consecuencia el hecho de que no producen ningún movimiento en el psicoanálisis. Si bien este segundo rasgo es el que los vuelve inmunes al psicoanálisis, los parafrénicos no son los únicos que lo presentan. Los histéricos y los neuróticos obsesivos tampoco presentan un vínculo con la realidad, no obstante, mantienen el vínculo erótico con personas y cosas. La diferencia radica en que han sustituido los objetos reales por objetos imaginarios, o por una mezcla P á g i n a | 37 de ambos, algo que no sucede con en los parafrénicos. A esto Jung lo llama introversión de la libido. (Freud, 1914) En 1916, Freud afirma que es un progreso el hecho de que un individuo pase del narcisismo al amor de objeto. Si bien libido del yo no pasará nunca completamente al objeto, lo fundamental para la salud del individuo que la libido no pierda su movilidad (Freud, 1916). Siguiendo a Green, el narcisismo ocupa un lugar central también en la neurosis de carácter y casos fronterizos. Los narcisistas son sujetos que han sido carenciados en cuanto al narcisismo. La decepción puede incluir a uno o a los dos padres (Green, 1983) Considero relevante agregar aquí que también se incluye a quienes desempeñaron las funciones materna y paterna. El autor recientemente mencionado también hablará de la angustia narcisista. Para explicar su funcionamiento, pone una explicación metapsicológica. El sujeto narcisista no coloca investiduras en los objetos para no estar a merced del abandono de sí, entendido esto como una plena situación de confianza en el objeto. Si el objeto se retrae, o lo reemplaza por otro objeto, sobrevendrá en el sujeto la frustración o también la “ira narcisista” de acuerdo al término que Green toma de Kohut (Green, 1983). Garbarino también aborda el área narcisismo en las psicosis. Dicho autor afirma que en las psicosis el narcisismo es el paradigma. El yo no se encuentra bien diferenciado de los objetos, y en el desarrollo libidinal no se ha logrado un buen acceso a la organización fálica y al Edipo. Tampoco existe diferencia conscienteinconsciente (Garbarino, 1986). El yo carece de cohesión suficiente. No puede llegar a alcanzar el mecanismo de represión, entonces hace uso de otros más arcaicos como la negación de la realidad psíquica, la negación de la realidad exterior y la escisión o la identificación proyectiva. Ante esta fragmentación, el psicótico busca imágenes que puedan sostenerlo (Garbarino, 1986). Garbarino postula que en la psicosis se produce una situación de estasis de la libido. La misma no dispone de movilidad (…) ni para vincularse a objetos sexuales ni para ser sublimada, ni para dar cohesión y sentido a la actividad yoica (narcisismo P á g i n a | 38 trófico). En estas condiciones no puede contrarrestarse la acción de la pulsión de muerte y el paciente está sometido a la compulsión a la repetición (Garbarino, 1986, p.13). Garbarino trae la distinción entre libido sexual y narcisista, propuesta por Kohut. La misma establece que, a partir de un tronco común originario, se diferencian dos libidos: una libido sexual, que es buscadora de objetos, y otra libido narcisista que es buscadora del yo. (Garbarino, 1983) Explica que: “De este modo la libido narcisista introduce dentro del sujeto aspectos vivenciados con los objetos, dando lugar a las identificaciones primarias que originaran el primer núcleo del yo” (Garbarino, 1986, p. 2-3). Y más adelante agrega que: “En el autoerotismo, la libido sexual y la libido narcisista están indiscriminadas” (Garbarino, 1986, p.3) Esto lo podemos equiparar a la conceptualización de Freud, según la cual la libido yoica y la libido de objeto no se distinguen en el estado de narcisismo. Garbarino se sirve del postulado de Bernardi y colaboradores los cuales escriben que entre en el niño y la madre se da una danza rítmica productora de placer narcisista. La misma consiste en miradas, gestos, movimientos y vocalizaciones: “Esta formación de dos cuerpos en uno (…) es el prototipo es el prototipo del vínculo narcisista”, sostiene el autor (Garbarino, 1986, p.3). Si esta danza rítmica se produce con normalidad, a continuación le sucederá la difusión que distinguirá el cuerpo propio del cuerpo del otro. Aquí también se dará la distinción mente-cuerpo. Las fallas en este vínculo narcisista generan identificaciones primarias patógenas, “debidas en parte a defectos en el investimento narcisístico del bebé por parte de la madre” (Garbarino, 1986, p.4). Escribe Garbarino: “En las psicosis, estas fallas darán origen a perturbaciones en la identidad del yo corporal que puede hacer sentir al sujeto que no habita su cuerpo o a desconocer algunos órganos del mismo” (Garbarino, 1986, p.4) El autor describe dos caras del narcisismo. Una de ellas es el narcisismo trófico. Por esta cara la libido narcisista “apunta hacia el yo dándole coherencia y estabilidad y se fusiona a la libido sexual, buscadora de objetos” (Garbarino, 1986, p.5). La otra cara es el narcisismo tanático, y le da a la libido la posibilidad de unirse P á g i n a | 39 a la pulsión de muerte, siendo en la psicosis una amenaza constante del derrumbe del yo (Garbarino, 1986). Garbarino también traerá a colación el narcisismo en la histeria. Escribe “En una persona aproximadamente normal hay un buen interjuego entre la libido narcisista y la sexual, que da lugar a una capacidad de goce y creatividad” (Garbarino, 1986, p.11). Lo que sucede en la histeria es que dicho interjuego está alterado: (…)hay una unión parcial entre libido narcisista y sexual quedando un monto de libido narcisista que carga al Yo invistiéndolo como falo, dado que el narcisismo, en este caso, corre paralelo a un desarrollo libidinal que tiene particular fijación a lo fálico. (Garbarino, 1986, p.12). A continuación, agrega que el acceso al Edipo y su aceptación, no se producen de modo normal. Se acepta pero persiste un intento de desconocerla. El propósito de esto es mantener la fantasía de madre fálica, con la cual se identifica la personalidad histérica (Garbarino, 1986). P á g i n a | 40 NARCISISMO EN LA CLÍNICA Y DISCUSION SOBRE SU POSIBILIDAD DE ANÁLISIS De acuerdo a Kohut, las perturbaciones narcisistas de la personalidad tienen muchos rasgos en común con la psicosis y los estados fronterizos, no obstante, la diferencia radica en que los primeros pueden ser analizables. El autor, describirá algunos rasgos que lo diferencian. (Kohut, 1971) Los rasgos diferenciales decisivos entre las psicosis y los estados fronterizos, por un lado, y los casos analizables de perturbación narcisista de la personalidad, por el otro, son estos: 1) los primeros tienden a un abandono crónico de las configuraciones narcisistas cohesivas y a su reemplazo por delirios (a fin de escapar del intolerable estado de fragmentación y perdida de los objetos narcisistas arcaicos); 2) los últimos solo muestran oscilaciones menores y temporarias , teniendo por lo común hacia la fragmentación parcial, a lo sumo con un fugaz delirio restitutivo” (Kohut, 1971, p.22) Para una mayor comprensión de estas diferencias, pone a disposición otros aspectos que los diferencian. Escribe que en las perturbaciones narcisistas existe una grandiosidad arcaica, relativamente sana, que la psique está en condiciones de mantener, y la elaboración de la imago parental es relativamente sana en las transferencias que establecen con los pacientes. En oposición, en las psicosis y estados fronterizos existe un delirio psicótico de grandeza y una incapacidad de empatía, acompañado de un self todopoderoso y manipulador (Kohut, 1971). Kohut dirá que si bien existe una cierta vaguedad en la sintomatología presentada, en las perturbaciones narcisistas se distinguen ciertos rasgos: El paciente describirá sentimientos de vacío y de depresión muy sutiles pero muy penetrantes, los cuales, a la inversa de lo que ocurre en las psicosis y los estados fronterizos, se alivian tan pronto se establece la transferencia narcisista, y se intensifican si la relación con el analista sufre alguna perturbación. El paciente intentará hacer saber al analista que, al menos a veces (en especial cuando la transferencia narcisista se ha quebrado), tiene a impresión de que no es completamente real, o de que tiene las emociones embotadas (…) (Kohut, 1971, p.30) P á g i n a | 41 A diferencia de en los casos de psicosis y estados fronterizos, en las perturbaciones narcisistas, los síntomas no son rígidos (1971). De acuerdo a Kohut, “Los pacientes cuya psicopatología dominante se halla en el área de los trastornos narcisistas de la personalidad pueden parecer expuestos (…) al temor a la pérdida del objeto, a la perdida de amor de objeto y a la angustia de castración” (Kohut, 1971, p.32) Schkolnik (2003) realiza su aporte a propósito del narcisismo en tanto patología. Dirá que en estos pacientes pueden observarse carencias en los inicios de estructuración del aparato psíquico. Las mismas se vislumbran en sus fallas de simbolización. Schkolnik trae a colación el concepto de desmentida, el cual Freud vinculaba con la angustia de castración y la muerte. El mismo en los últimos trabajos sostiene que la desmentida sería también algo propio de la psicosis, pero establece una distinción clara entre la angustia de castración y la propia del narcisismo arcaico. (2003) La autora nos habla de dos vertientes del mismo: el narcisismo fálico y el arcaico. En el primero, característico de los neuróticos en patologías graves, la desmentida de separación tiene lugar en el marco de la angustia de castración y se relaciona con una búsqueda de ilusión de completud. En el segundo, aparece una desmentida de la alteridad vinculada a una angustia de muerte psíquica. La desmentida responde a carencias en la simbolización, en tanto no está dada la distinción yo-no yo a nivel del psiquismo. En la neurosis, estará dada también esta vertiente del narcisismo, aunque predominará una sobre la otra. (2003) Respecto a la posibilidad de análisis, Green dirá en primera instancia que el discurso del narcisista no es analizable. No obstante, propondrá como una opción analizar el narcisismo, no sin antes advertir acerca de la dificultad de este emprendimiento. El peligro del análisis de las organizaciones narcisistas es que el deseo de cambio invocado en la demanda del análisis, antes que este comience, se opone una fidelidad a sí mismo, guardiana del P á g i n a | 42 narcisismo, que prefiere el fracaso del análisis al riesgo que supone el cambio consistente en la apertura al objeto (Green, 1983, p.67). Según Green, el discurso del narcisista no es analizable ya que no es un discurso asociativo al cual se llega por una desligazón y levantamiento de censuras. El narcisista apunta a que su discurso no pierda la forma. Entonces el mismo será de tipo narrativo-recitativo y no se aparecerá en el la pérdida de coherencia necesaria (1983). El autor hablará del narcisismo moral en la práctica analítica. La primera posibilidad es trabajar fundamentalmente con la contratransferencia, el deseo del analista. Al cabo de un tiempo, el analista se sentirá prisionero del enfermo. Podríamos decir que se invierte la relación de poder. Para continuar, deberá recuperar su lugar y no asistir al deseo del enfermo (1983). La segunda posibilidad es la interpretación de la transferencia. En este caso, habrá muy poca respuesta, ya que se interpondrá un caparazón narcisista. (1983) De acuerdo a ese aporte, entendemos que su discurso no será de asociación libre y no surgirá la transferencia (1983). La tercera posibilidad es analizar el narcisismo. El autor dirá que no es una empresa fácil, pero luego de establecer una fuerte situación transferencial y transcurrido tiempo suficiente (varios años de análisis) el analista podrá referir a palabras como vergüenza, orgullo, honor, entre otras. En los casos que es posible este tipo de análisis, se podrá desplegar la problemática de idealización-persecución y posteriormente reconducir el discurso al lazo objetal con la madre. (1983) Kohut explica que las perturbaciones de motivación terapéutica que se desarrollan en las psicosis y estados fronterizos se deben, en general, a una ruptura del vínculo entre analista y analizado, cuya reparación puede ser una calidez inusual por parte del analista. En los casos de neurosis de transferencia y perturbaciones narcisistas de la personalidad, esto está dado por la dificultad de “una manifestación de una transferencia objetal instintiva o narcisista que, al haberse convertido en resistencia, necesita ser puesta bajo el control creciente del yo del paciente, a través de interpretaciones que proporcionen insight” (Kohut, 1971, p.41) P á g i n a | 43 Movilizaciones en el análisis de personalidades narcisistas Kohut habla de algunas de las transformaciones que pueden encontrarse en el análisis de las personalidades narcisistas. En su obra, organiza estas transformaciones en dos espacios: el aumento del amor objetal y los avances progresivos dentro del ámbito narcisista. Acerca del primero de ellos, nos habla de varias razones por las que puede producirse. El aumento de la capacidad para el amor objetal es un resultado importante pero no especifico del tratamiento. La removilización de lazos afectivos libidinales de objetos incestuosos es una de las causas para que salga a la luz el amor objetal. (Kohut, 1971) El autor explica que “(…) la mayor asequibilidad de las catexias instintivas de objeto a medida que el análisis avanza no indica, generalmente, que se produjo un cambio desde el narcisismo movilizado hasta el amor objetal; se debe, más bien, a una liberación de libido objetal antes reprimida (…)” (Kohut, 1971, p.266). Sin embargo, existen ciertos aspectos para el aumento del amor objetal que no se caracterizan simplemente por un incremento de las catexias de objeto del paciente. En estos casos, los impulsos objetales ya presentes se vuelven más profundos y refinados, a causa de una mayor disponibilidad de libido idealizadora (Kohut, 1971). La consolidación de la experiencia y mayor cohesión del self, también es causa del aumento de amor objetal. (Kohut, 1971) De acuerdo a Kohut, esto es evidente: “(…) cuanto más segura este una persona con respecto a su propia aceptabilidad, más segura sea su sensación de quien es y más internalizado esté su sistema de valores en forma sana, con más autoconfianza y eficacia ofrecerá su amor (es decir, extenderá sus catexias libidinales de objeto) sin indebido temor al rechazo y la humillación . (Kohut, 1971, p.267). P á g i n a | 44 En cuanto al segundo ámbito, Kohut habla de cambios en el área de la imago parental idealizada: (…) la psique del analizado asume gradual y silenciosamente el control de las funciones neutralizadoras, el control de las pulsiones y la canalización de las mismas, que el paciente en principio es capaz de desempeñar solo en la medida en que se siente fusionado con, y apegado a un analista idealizado. (Kohut, 1971, p.268). A esto le agrega que los aspectos edípicios y preedípicos tardíos de la imago parental idealizada toman su lugar en el superyó. El superyó actúa más que antes como una fuente de liderazgo, lo que beneficia el campo de la integración y homeostasis narcisistas del yo. Esto antes estaba disponible solo cuando el paciente sentía que el analista idealizado le respondía (Kohut, 1971). En cuanto al self grandioso, también se obtienen resultados terapéuticos. La grandiosidad infantil se va integrando a ambiciones maduras de la personalidad, otorgando sentimientos de derecho al éxito. A esto se agrega la retirada de la libido exhibicionista arcaica de los objetivos infantiles que es puesta en actividades significativas para la personalidad adulta. P á g i n a | 45 REFLEXIONES FINALES Tomando como base lo expresado anteriormente, puede decirse que el narcisismo es un concepto aún no acabado. Transcurridos más de 100 años de que el mismo surgió como debate en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, no es un concepto que haya caído en obsolescencia. Como en otros temas de psicoanálisis, no se llegan a alcanzar respuestas determinantes, pero si planteos que permiten avanzar en la comprensión de ciertos comportamientos y patologías. La amplitud y riqueza de este concepto en la obra de Freud se debe en parte a los 30 años de desarrollo que tuvo en sus obras. En cuanto al concepto que Freud usó en principio, tomado de P. Nacke según el cual el narcisismo sería: (…) aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena (Freud, p.71, 1914 ) podría decirse que el mismo no abarca la variedad de conceptos que abarca el narcisismo, si bien fue útil en sus comienzos, ya que está estrechamente asociada a la elección de objeto y a lo corporal, no pudiendo aplicarse por ejemplo al narcisismo de los pueblos primitivos. El objetivo de este trabajo fue contemplar parte de las conceptualizaciones en la bibliografía freudiana teniendo en cuenta también el contexto y su oposición a Jung. Se presentaron el narcisismo primario y secundario, entendido como una distinción fundamental en la obra de Freud por abarcar aspectos muy diferentes. Se describieron las vías de acceso al estudio del narcisismo, tanto en su texto más destacado del tema (Introducción del narcisismo) como en desarrollos posteriores. En cuanto a los desarrollos post-freudianos, se buscó realizar algunos esclarecimientos en torno al ideal del yo, el yo ideal y la sublimación, siendo estos conceptos fundamentales en el desarrollo del narcisismo. P á g i n a | 46 El narcisismo como patología, por su parte, es el punto de partida del narcisismo en la obra de Freud. En su obra, parte de las parafrenias. Freud señala que es importante para la salud del sujeto que pueda conservar la movilidad de su libido. De aquí puede inferirse que una dosis de narcisismo será encontrada en todas las personalidades, lo importante es que no permanezca demasiado tiempo en esa fase, que tenga la posibilidad de pasar al amor de objeto. Como planteaba Garbarino, la psicosis, por ejemplo, es un caso en el que el sujeto no posee dicha movilidad de la libido, por lo que se ve sometido a la compulsión a la repetición. Por otra parte, puede verse que las fallas en la narcisización por parte de la madre, traerán problemas al niño. La diferenciación que Garbarino realiza entre libido narcisista, buscadora del yo, y libido sexual, buscadora de objetos, es muy útil para ver la diferencia entre un sujeto sano y uno con una patología narcisista. En un sujeto sano, tanto la libido sexual como la libido narcisista se encuentran equilibradas, permitiendo la capacidad de goce. En el caso de la histeria, falta este equilibrio (Garbarino, 1986). Por último se presenta brevemente el narcisismo en la clínica y la posibilidad de análisis. En este sentido existen dos posturas opuestas. Kohut planteará que existen casos analizables en la personalidad narcisista. El autor por su parte afirma que en estos casos los síntomas no son rígidos, y destaca el papel de la transferencia en el análisis con personalidades narcisistas (Kohut, 1971). Tenemos, por otra parte, la postura de Green, quien sostiene en principio que no existe posibilidad de análisis, ya que el discurso de los narcisistas no es analizable. No obstante, luego agrega como posibilidad el análisis del narcisismo, si bien alerta que no es una empresa fácil, y que podrá iniciarse solo después de mucho tiempo de análisis. (Green, 1983) En este recorrido puede observarse también, que el narcisismo no está situado en oposición al amor de objeto, ya que en él se incluyen relaciones de objeto. Siguiendo la idea de Green, también puede considerarse desde algunas perspectivas al narcisismo como una relación de objeto con el yo. (1983) P á g i n a | 47 Para concluir, con este trabajo se ha pretendido presentar las consideraciones generales del narcisismo y generar debate entre algunos autores sobre algunas interrogantes. “El narcisismo es un concepto, no una realidad. Esto, en efecto, aun cuando toma el nombre de clínica, es siempre de una complejidad apenas aprehensible” (Green, 1983) P á g i n a | 48 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Referencias bibliográficas Acevedo de Mendilaharsu, S. (2014) La identidad. Algunas de sus viscitudes. Revista Uruguaya de Psicoanálisis. 117; 27-37. Recuperado de http://www.apuruguay.org/apurevista/2010/16887247201411903.pdf Achugar, H, Andacht, F; Casas de Pereda, M; García, J; Gil, D; Viñar, M. (1995) ANTIGUOS CRÍMENES. Edipo-Narciso-Caín. Montevideo: Trilce. Bleichmar, H. (1995) El narcisismo. 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