Subido por Neiva Dutra

Objección Contramayoritaria

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OBJECIÓN
CONTRAMAYORITARIA
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CRISTINA VEGA MAYOLÍN
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GRUPO B
TEORÍA DEL DERECHO
La objeción contramayoritaria consta de dos vertientes bastante importantes. Por un
lado se encuentra la objeción a la rigidez constitucional, la cual podemos denominar
como: la tiranía del pasado. Esta tiranía del pasado consiste en la determinación de leyes
que regirán la vida de generaciones futuras, privándoles del derecho a la libertad, ya que
dichas generaciones tendrán que asumir constituciones del pasado, por lo tanto tendrán
que ceñirse a leyes antiguas. Por otro lado se halla la objeción a la garantía
jurisdiccional de la constitución, también denominada como elitismo jurisdiccional. En
este caso, el principal obstáculo que se encuentra es la vulnerabilidad que siente el
pueblo, debido a que los que ejercen el control de la constitución son los miembros de la
Corte Suprema, quienes declaran, a su antojo, la inconstitucionalidad de las leyes y no
en representación de la mayoría sino más bien en su contra. Por lo tanto, se entiende
como contramayoritario el poder que ejerce un juez para invalidar leyes, no siendo los
órganos responsables de tales actos, ya que se imponen a la interpretación del legislador.
Existen una serie de circunstancias que modulan la objeción contramayoritaria, entre los
cuales encontramos: la antigüedad del texto constitucional, el tipo de constitución, el
control de constitucionalidad, los estatutos de los jueces constitucionales y la nulidad de
la ley inconstitucional. Jeremy Waldron, es uno de los más importantes críticos de la
objeción contramayoritaria, alega que el fundamento de la democracia es el mismo que
el de los derechos, y además cree que si los constitucionalistas y los teóricos de los
derechos citan a los ciudadanos como seres egoístas y peligrosos están saltándose los
principios éticos de la extensión de los derechos. Otra de las críticas que hace Waldron
es la de los límites basados en derechos, además también critica que no es lícito poner
como excusa que se traten de asuntos demasiado serios para que decida la población, ya
que si es así con más razón deberían ser decididos por la población puesto que es a ellos
a quién afecta, la solución de tomar las decisiones de los asuntos importantes denota
elitismo y una profunda desconfianza por la autonomía de los ciudadanos. Por otro lado
existe la posibilidad de error, según Dworkin el órgano que tome las decisiones debe de
ser aquel que menos se equivoque, por lo que deducimos que Dworkin lo que quiere
decir es que la decisión es democrática si es correcta. Por otro lado, Waldron cree que si
un grupo de individuos no elegidos toman resoluciones vinculantes sobre la democracia,
siempre se correrá el riesgo de perder algo.
En definitiva, Waldron plantea dos alternativas a la cuestión ético-política: o decide un
grupo limitado y no elegido o deciden los ciudadanos. La opción del grupo limitado no
elegido se trata de una solución antidemocrática y la segunda opción, deciden los
ciudadanos, consiste en una solución arriesgada pero al menos no es antidemocrática.
Existen cinco argumentos en contra de la objeción contramayoritaria, por una parte se
encuentra la constitución de detalle de Kelsen, por otra parte encontramos la
constitución de principios, luego encontramos el elitismo, en cuarto lugar están las
estrategias del precompromiso y por último el procedimentalismo.
En referencia a la constitución de detalle, podemos decir que se caracteriza por redactar
las cláusulas constitucionales de un modo preciso, tan claro que sea completamente
innecesaria la interpretación. Este argumento aboga por la precisión e intenta evitar
términos abstractos o ambiguos y si los tuviera serían declarados como
inconstitucionales. Este tipo de constitución presenta una serie de problemas, como por
ejemplo, si la mayoría que respalda una ley inconstitucional es mayor a la que respaldó
a la constitución, también está el problema de si la mayoría que aprobó la constitución
ya se ha extinguido, este problema hace referencia a lo que antes denominamos “la
tiranía del pasado” la mayoría que con anterioridad aprobó la constitución ata el futuro
de las siguientes generaciones con leyes muy precisas, además mientras más precisa sea
la constitución mayor es el grado de tiranía.
Pasando a la constitución de principios, podemos destacar que a diferencia de la
constitución de detalla, este tipo de constitución soporta mejor el paso del tiempo.
También se caracteriza por no atar a ninguna de las generaciones futuras puesto que se
trata de principios y valores muy universales y abstractos. El problema que presenta éste
tipo de constitución, es la poca precisión que presentan las cláusulas de dicha
constitución.
A continuación, nos encontramos con el elitismo, el cual aboga por que las decisiones
políticas sean objeto de reflexión de un grupo reducido de personas que además sean
especialmente competentes. Dentro del elitismo encontramos dos versiones moderadas,
las cuales no menosprecian la decisión popular o legislativa, pero creen que el control
de constitucionalidad de leyes debe ser ejercido por los órganos jurisdiccionales. Por un
lado, encontramos la opinión de John Rawls quien cree que la razón pública interpreta
de forma básica y no partidista, y por otro lado, encontramos la opinión de R. Dworkin
quien sostiene que los jueces deben ser los encargados de tomar las decisiones, puesto
que poseen una visión privilegiada. Éste tipo de constitución ostenta una serie de
problemas, como por ejemplo, el hecho de que los jueces están obligados a resolver
todas las cuestiones que se les plantea sin ni siquiera poder elegir, éstos tampoco pueden
elegir a quienes escuchar. Además, los jueces deben ofrecer una explicación después de
haber tomado una decisión, una explicación argumentada y coherente.
Más adelante, llegamos a las estrategias del precompromiso, estas estrategias se centran
en la racionalidad imperfecta, por ejemplo, si un sujeto cree que tomará decisiones
erróneas decide finalmente limitarse, para posteriormente no equivocarse. Éste tipo de
estrategias sirven para justificar ciertas autolimitaciones y ciertas cuestiones que no
podrán revisarse en el futuro por mayoría, por ello cabe incluso la posibilidad de
prohibir decisiones al respecto. Según Waldron los constitucionalistas deberían teorizar
menos sobre derechos en abstracto y además no poner más y más límites
constitucionales, sino escuchar más a los poderes públicos representativos. Por otra
parte, Waldron cree que sí deberían garantizar una mayor transparencia de los procesos
políticos para que participen en mayor medida la ciudadanía, ya que les incumben todos
estos temas. Aunque Waldron parece coincidir con bastantes de los argumentos que
aportan las estrategias del precompromiso, éstas no quedan libres de sus críticas. En
primer lugar, Waldron hace crítica al sujeto del precompromiso, éste cree que el
argumento del precompromiso no está considerado para abarcar las decisiones
colectivas. Un ejemplo claro de que este argumento es bastante individualista, es que a
la hora de autolimitarte, no sólo te autolimitas a ti mismo, sino que afectas a todas las
generaciones futuras ya que quedan vinculadas a tu decisión. Por otro lado, también
hace crítica al objeto del precompromiso, en referencia a este asunto Waldron cree que
aunque Ulises tenga claro lo que quiere hacer y lo que quiere evitar, lo establecido en
una constitución es mucho más complejo. Además, Waldron también hace crítica a
aquellos que piensan que la mayoría que aprobó la constitución es más lúcida que las
generaciones venideras, debido a que son las generaciones futuras las más indicadas
para decidir que derechos prefieren tener, ya que conocen sus circunstancias sociales.
En último lugar, encontramos la constitución procedimental, que se trata de una
alternativa al modelo de constitución fuerte y a la constitución sustancialista. Ésta
constitución prescribe procesos legítimos y además es una forma de gobernarse no se
trata de una ideología. La constitución procedimental no debe contener derechos ni
proclamar valores de corte sustancial. Sólo la rigidez constitucional garantiza el futuro
de una democracia, evitando su total eliminación, además la constitución procedimental
vela por la participación representativa, y aboga por que los jueces mantengan abierto el
proceso político, aparte de asegurarse de no afectar a las minorías. Por último, sólo se
justifica la intervención de un juez en el caso de las leyes que restringen la participación
política o en el caso de que las mayorías afecten claramente minorías discretas.
Bajo mi punto de vista, con respecto a los cinco argumentos que aporta por Jeremy
Waldron, me decanto por el último argumento la constitución procedimental, puesto que
creo que se trata de una buena forma de gobierno, ya que se asegura de contener
procedimientos y derechos que aseguren las decisiones sobre valores adoptados
democráticamente. Además, también estoy de acuerdo en que se vele por la
participación representativa, es decir, por la participación de la población, ya que, como
hemos dicho innumerables veces, es a quien principalmente afectan todas las decisiones
tomadas por los órganos políticos, los cuales generalmente no han sido elegidos por los
ciudadanos, por lo tanto no son su representación. También me encuentro en
consonancia en el caso de los jueces constitucionales, los cuales como dijimos
anteriormente, debe corregir las discriminaciones de las minorías, puesto que en
numerosas ocasiones estas minorías son victimas de los prejuicios de las mayorías.
Para acabar mi interpretación de las críticas realizadas por Jeremy Waldron, me gustaría
objetar que estoy en total desacuerdo con el argumento del elitismo, pues considero que
vetan totalmente la participación de la población y creo que la toma de decisiones tan
importantes y además que afectan tanto a la ciudadanía no debería estar en manos de un
grupo de individuos tan reducido, aunque éstos sean especialmente competentes.
Tampoco comparte la idea del aislamiento político, puesto que considero que puede dar
la imagen de ocultamiento a la población, a pesar de que John Rawls y R. Dworkin
expongan versiones moderadas. En definitiva, creo que se trata de un argumento
excesivamente individualista y además sin contar con las grandes mayorías, que
deberían ser las promotoras de las grandes decisiones de un país.
En el libro de Jeremy Waldron “Derecho y Desacuerdo”, Waldron intenta mostrarnos
como detrás de la actitud liberal y progresista que implica el reconocimiento de
derechos, hay una importante dosis de falta de respeto a la autonomía de los ciudadanos.
Según Waldron cualquier procedimiento es eso, simplemente un procedimiento y nada
más. La máquina más perfecta que nos podamos imaginar, sólo nos dará una respuesta,
esa respuesta puede satisfacer a muchos y a la vez deje disconforme a otros tantos. Este
es uno de los puntos más interesantes de Waldron, puesto que aunque el debate sea
robusto y preciso, siempre existe la posibilidad de un desacuerdo. Esto es así porque el
desacuerdo es una de las circunstancias de la política. La posibilidad de desacuerdo está
siempre presente en el proceso de tomar decisiones del ámbito político, aunque existan
las mejores intenciones y argumentos siempre existe la posibilidad de estar en
desacuerdo. Otro de los capítulos del libro de Waldron, trata sobre la irrelevancia de la
objetividad moral, esto hace referencia a que aunque exista una única respuesta, hasta el
momento no hay un sistema que garantice una respuesta mejor. Por lo tanto la
objetividad moral en caso de existir, es totalmente irrelevante en el debate político. El
desacuerdo en el debate político es totalmente libre tanto en la objetividad moral, como
de la moral en sí misma. Retomando el tema anterior, llegamos a la conclusión de que el
desacuerdo es como una constante en la discusión política, esta premisa es para
Waldron completamente antidemocrática, además de irrespetuoso con las intenciones de
los ciudadanos, ya que la decisión final no es tomada por aquellos que hemos elegido
para que nos representen. En conclusión, como dijimos anteriormente, según Waldron
el descuerdo es una constante en el debate político, que no sólo se da en el Congreso, en
la Administración, etc. sino que también se reproduce en el seno del Poder Judicial.
Después de esta introducción y de la referencia al libro de Jeremy Waldron, nos
centramos en el trabajo realizado por Víctor Ferreres Comella. Éste se centra en la
rigidez de la constitución, alegando que una constitución es rígida cuando los procesos
para modular la dicha constitución son más complejos que los procedimientos
legislativos ordinarios. Una constitución rígida se asegura la estabilidad de una
determinada estructura de gobierno. La rigidez constitucional puede considerarse
excesiva o insuficiente. Por una parte, puede considerarse como excesiva, ya que si la
mayoría parlamentaria cree que una decisión del pasado es errónea debería tener el
poder para cambiarla, por otro lado también puede considerarse como insuficiente,
puesto que algunos individuos pueden contar con demasiados derechos morales.
En mi opinión, el trabajo realizado por Víctor Ferreres Comella es bastante interesante,
aunque no comparto su opinión de promover una constitución rígida, pues creo que ata
a las siguientes generaciones a unos valores, que aunque son en los que se han criado,
no han sido elegidos por ellos mismos, por lo que generalmente estas decisiones
provocarán un gran descontento en las generaciones futuras.
El grado de rigidez de una constitución depende de una serie de factores. Por una parte,
depende del número de instituciones políticas, quienes deben dar su consentimiento
para poder cambiar la constitución, por ejemplo el federalismo es un componente de
rigidez en el procedimiento para modificar una constitución. Por otra parte, depende del
tamaño de las mayorías requeridas para una reforma. Por último, también se debe
considerar la participación de la población o no, esta participación puede ser tanto
directa como indirecta. En definitiva, el grado de rigidez de una constitución dependerá
de uno de estos tres factores.
A la hora de modificar una constitución, también es importante la historia del país, por
ejemplo, en España la idea de reformar la Constitución es bastante improbable, puesto
que esta Constitución fue elaborada con la memoria de la guerra civil, además también
existe una disposición de los principales partidos para tocar lo menos posible la
Constitución. También puede darse el caso de que las tradiciones políticas de un país
sean muy conservadoras, por lo que la población cree que deberían darse razones de
mucho peso para considerar la modificación de la Constitución. La rigidez de una
Constitución, depende de las exigencias jurídico-formales y de las condiciones políticas,
históricas y sociales.
Creo que la idea de no reformar una constitución por la memoria que tenga el país, es
bastante lógico, pero creo que no debería fundamentarse en algo tan banal, ya que el
hecho de configurar y realizar una Constitución es un trabajo superior a cualquier
memoria histórica, social o política.
Ahora pasaremos a plantear algunos problemas que plantea la rigidez desde un punto de
vista normativo. En una democracia la declaración de los derechos fundamentales debe
plasmar el acuerdo básico de la sociedad. Para que los derechos fundamentales de una
sociedad sean legítimos, la gran mayoría de los ciudadanos deben de estar de acuerdo
con su contenido, no puede haber acuerdo si la mayoría de los ciudadanos están en
contra. Si los ciudadanos no están de acuerdo con esos derechos porque consideran que
alguno de los derechos planteados no es correcto o porque creen que faltan algunos
derechos, se debe plantear la idea de reformar dicha Constitución con el objetivo de
conseguir un consenso.
Desde mi punto de vista, la rigidez de una Constitución puede ser un arma de doble filo.
Por una parte, creo que es correcto el hecho de que una Constitución no deba ser
cambiada a la mínima, pero por otra parte existe el riesgo de dicha Constitución quede
anticuada y no pueda ser adaptada a los nuevos tiempos debido a su fuerte rigidez. Bien
es cierto, que dicha rigidez asegura alguno de los derechos más fundamentales, pero
también esta rigidez priva de añadir algunos derechos que aparecen con el transcurso de
los tiempos. Por otra parte creo que la población debe estar más involucrada en la toma
de decisiones relevantes, puesto que es la población la principal perjudicada por las
decisiones que se toman, generalmente estas decisiones son tomadas por un grupo
limitado no elegido. No obstante, creo que no se trata simplemente de otorgar a la
población con un poder tan grande, sino de concienciar a la ciudadanía y hacerla
competente para que puede ejercer dicho poder con raciocinio.
Las constituciones rígidas recurren a lo que es llamado abstracción, es decir, utilizar
términos abstractos para exponer los derechos. La abstracción puede producirse de dos
maneras, de un modo expansivo o de un modo restrictivo. El resultado a la hora de
ampliar un derecho, es que éste entre en coalición con otro derecho, no quedando muy
claro la función de cada uno o incluso restringiendo lo que en el pasado se había
estimado como aceptable. Por otro lado si los derechos en vez de ser abstractos fueran
detallados, se correría el riesgo de que dichos derechos no fuesen aceptados por las
generaciones futuras, ya que éstas pueden no estar de acuerdo, al ser los derechos
detallados. Así pues, una Constitución rígida basada en la abstracción podrá mantener
su legitimidad democrática por largo tiempo. Si no utilizáramos la abstracción el
problema con las generaciones futuras no quedaría atajado y subsistiría. No obstante,
estas generaciones no parten de cero, puesto que fueron educadas bajo unos valores que
fueron impuestos por las pasadas generaciones, por lo tanto aunque las generaciones
venideras se hayan formado bajo unos valores, éstas pueden estar en desacuerdo en
cuanto al modo de interpretarlas y aplicarlas.
En mi opinión, el hecho de que una Constitución esté basada en derechos abstractos me
parece poco viable y poco exacto. Debido a esas abstracciones se pueden crear vacíos
legales e incluso confusiones entre la ciudadanía. Por otro lado, una Constitución
basada en derechos detallados no crea confusiones y es cien por cien clara con respecto
a las pautas a seguir. No obstante, el hecho de que las generaciones futuras se
encuentren en desacuerdo con esos derechos es totalmente respetable, puesto que
aunque hayan sido criados bajo esos valores tienen el deber de evolucionar y por lo
tanto de cambiar esos derechos con los cuales no se sienten identificados. Creo que el
hecho de que una Constitución esté basada en derechos abstractos, es simplemente por
comodidad, puesto que con una Constitución basada en derechos detallados, tendría
como resultado el cambio continuo de dichos derechos, para hacer que las generaciones
futuras se encuentren identificadas con los valores que rigen sus vidas.
La rigidez de la Constitución puede verse como un medio para garantizar y preservar la
practica de dar y pedir razones ante el juez constitucional. Si la Constitución fuera
flexible el juez no tendría buenas razones para defender la ley que se ha aprobado,
además al tratarse de una Constitución flexible resultaría tremendamente fácil cambiar
la Constitución antes de tener lugar el proceso judicial, por lo que el juez no podría
impugnar la ley, ya que no habría ninguna duda sobre su validez. Por otro lado, también
se podría reformar la Constitución después del proceso judicial, por lo que la población
no se esforzaría en darle razones de peso al juez, puesto que la ley sería posteriormente
cambiada. Si por el contrario se trata de una Constitución fuerte, la población se tomaría
más en serio el hecho de darle al juez buenas y argumentadas razones para justificarse.
Personalmente, creo que en este ámbito el hecho de que una Constitución sea fuerte, es
decir rígida, asegura que los ciudadanos se tomen en serio el hecho de no transgredir la
ley puesto que luego deberá dar razones de peso ante un juez. Por otro lado, el hecho de
que una Constitución sea débil, es decir flexible, corre el riesgo de que los ciudadanos
no se preocupen a la hora de cumplir la ley, puesto que la ley podría ser cambiada. En
definitiva, en este ámbito si me encuentro de acuerdo con el hecho de que la
Constitución sea rígida, puesto que los ciudadanos se tomaran más en serio la ley.
El hecho de que una Constitución sea rígida implica reformabilidad. En primer lugar, la
primera razón que podemos dar en contra es que el juez es engañoso, también cabe
destacar que no siempre el juez acertará en la interpretación de los derechos. Los
órganos políticos deben poder responder al juez a través de una reforma constitucional.
No se trata de eliminar el derecho abstracto sino de expresar una interpretación concreta
de este derecho. La institución del control judicial de la ley pierde legitimidad
democrática si los órganos representativos no pueden controlar las interpretaciones del
juez. El hecho de que los derechos estén en forma escrita recogidos en un texto abre la
posibilidad de responder al juez. Las llamadas cláusulas de intangibilidad son barreras
para la destrucción de los derechos abstractos, pero no impiden que dichos derechos
puedan modificar la interpretación judicial.
Según Ferreres, la reformabilidad de la Constitución sirve para canalizar la respuesta de
la comunidad política a las interpretaciones judiciales. No obstante, por una parte los
órganos representativos tratarán de neutralizar las interpretaciones del juez. Aunque
existe una segunda respuesta denominada “respuesta legislativa”, a través de esta
respuesta el legislador aprueba una ley de contenido similar, con todo esto lo que quiere
es provocar un segundo debate con el juez, con la esperanza de hacerle ver que tiene
que cambiar su anterior línea jurisprudencial. Cuanto más rígida es la Constitución más
necesaria es la respuesta legislativa. Ésta respuesta puede ser condicionada pero no
negada de manera absoluta. El sistema jurídico debe tener la posibilidad de evolucionar
jurisprudencialmente, esta evolución puede tener doble sentido para el legislador, puede
ser o desfavorable o favorable, aunque cabe destacar que en determinados sistemas
políticos no es frecuente que la jurisprudencia evolucione en favor al legislador. En esos
países no existe la posibilidad de evolucionar porque no son países federales.
En los sistemas federales, para realizar un cambio no es necesario que el mismo
Parlamento estatal apruebe la ley invalidada, pues es probable que en otro Estado exista
una ley parecida, en cambio en un sistema donde el poder legislativo está centralizado
esa posibilidad no existe. En los sistemas donde el control no sea abstracto sino
concreto, el juez no elimina la ley que se considere inconstitucional, sino que inaplica la
ley en un caso concreto, aunque en un futuro el juez puede revocar dicha decisión lo que
conlleva a que la ley recupere su aplicabilidad. Un sistema con el poder legislativo
centrado en un único Parlamento y donde el control de constitucionalidad es abstracto,
se trata de un sistema en el que es bastante difícil realizar un cambio a favor del
legislador, a no ser que el Parlamento apruebe una nueva ley. Por ejemplo, si en los
Estados Unidos la Corte Suprema considera que una ley es contraria a la Constitución,
ésta queda rápidamente bloqueada, y no sólo se extiende a esa ley sino que también
afecta a cualquier otra ley similar. A diferencia de los Estados Unidos, en los países
europeos cuando el Tribunal invalida una ley sólo invalida la ley en concreto, esto
significa que si existe una ley similar a la ley eliminada, ésta no queda invalidada. Otro
aspecto diferente al de los Estados Unidos es que aunque respeta sus precedentes no lo
hace tan fuertemente como los Estados Unidos.
En definitiva, podemos declarar que es necesaria la “respuesta legislativa”, para hacer
posible la evolución en favor del legislador, allí donde sólo existe un Parlamento y un
Tribunal Constitucional que juzga exclusivamente la validez de una ley. La “respuesta
legislativa” hace que el Tribunal Constitucional reconsidere su anterior jurisprudencia,
ya que existe la ausencia de una doctrina fuerte.
Desde mi punto de vista, la “respuesta legislativa” es algo totalmente innecesario,
aunque bien es verdad que sirve para la evolución en favor del legislador, no creo que lo
importante sea favorecer al legislador, sino más bien creo que sería más necesario
favorecer a la representación popular o a la ciudadanía.
Para concluir, cabe destacar que la justificación de la rigidez reside en la necesidad de
preservar la práctica argumentativa que se expande en el foro judicial. La rigidez hace
que la mayoría se tome generalmente en serio el hecho de dar razones en defensa dela
ley en ese foro. No obstante, la rigidez no es absoluta, las interpretaciones judiciales no
tienen ciertos privilegios frente a los órganos representativos, ya que estos pueden
responder por medio de una reforma constitucional o a través de una “respuesta
legislativa”
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