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La transición y la Constitución de 1978

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LA TRANSICIÓN Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978 (1975 a 1979)
El mayor éxito del régimen franquista, el desarrollismo económico de la década de los 60,
supuso también la principal causa de su caída al perder el apoyo de sus principales bases
sociales. Las nuevas clases medias, deseosas de libertad; y las altas, deseosas de ingresar en
la CEE, optarán por la democracia. Aunque Juan Carlos I sube al trono a la muerte de Franco
y se suponía que debía garantizar la perpetuación del régimen, el camino a la democracia
se asume por casi todos los partidos políticos, que deberán hacer frente a la conflictividad
social, al terrorismo, a la crisis económica y a las heridas no cerradas. El régimen
democrático sentará sus bases en la Constitución de 1978 y se consolidará definitivamente
tras el ascenso al poder del PSOE de Felipe González.
Características generales de la Transición española
Se enmarca dentro del avance democrático de la Europa mediterránea, al haber caído las
dictaduras portuguesa y griega en 1974 y 1975.
Será un periodo que se caracterizará por una menor conflictividad política consecuencia de
la larga extensión de la dictadura, la decidida voluntad del rey Juan Carlos y las ansias de
libertad de una sociedad española que había experimentado un desarrollo espectacular
desde 1960. Se llevarán a cabo reformas desde arriba y desde la legalidad, es decir, no
supuso una ruptura sino una reforma basada en el consenso de la inmensa mayoría de las
fuerzas políticas.
El gobierno de Carlos Arias Navarro (1975 a 1976)
Tras la muerte de Franco, dos días después Juan Carlos I es proclamado rey de España. Se
presentan entonces tres opciones políticas diferentes: continuismo-inmovilismo (mantener
el régimen, sin Franco), reformismo-aperturismo (reformar el régimen desde sus propias
instituciones, liberalizándolo para responder a la nueva situación social y llegando, o no, al
establecimiento de la democracia) y rupturismo (romper totalmente con el pasado
dictatorial y construir un nuevo sistema democrático).
Debido a la fuerza de los sectores inmovilistas, el rey nombra presidente del gobierno a
Carlos Arias Navarro, quien opta por una política reformista muy tibia. Esta política se verá
compensada por el reformismo profundo defendido por Torcuato Fernández, presidente de
las Cortes y que acabará convirtiéndose en la mano derecha del rey.
Carlos Arias Navarro forma un gobierno en el que se produce un equilibrio entre la
ortodoxia franquista y los reformistas. Su programa (Espíritu del 12 de febrero) se limitaba
a recoger algunas libertades (por ejemplo, la limitada ley reguladora de reunión), pero sin
llegar a reconocer el pluralismo político, lo que marca su mentalidad continuista. Ante la
ausencia de reformas, la oposición se une en Coordinación Democrática (Platajunta),
producto de la unificación de la Junta Democrática organizada por el PCE y de la Plataforma
de Convergencia Democrática organizada por el PSOE. Aumenta la conflictividad social y
política por manifestaciones y huelgas a favor de las libertades democráticas y la amnistía
para los presos políticos; por los sucesos de Montejurra y por los atentados de ETA.
Falto de apoyos y forzado por Juan Carlos I, Carlos Arias Navarro dimite el 1 de julio de 1976.
El primer gobierno de Adolfo Suárez (1976 a 1979)
El rey eligió para suceder a Carlos al joven político Adolfo Suárez, antiguo secretario general
del Movimiento Nacional, quien opta desde el primer momento por las reformas. Su
objetivo, apoyado por el monarca, era conseguir una reforma progresiva del sistema
político a partir de las leyes e instituciones franquistas. Para esto debía anular la resistencia
de los inmovilistas y atraer a los rupturistas hacia el reformismo.
Tras aprobar una amplia amnistía que silenciaba y dejaba impune la represión de la
dictadura franquista, en noviembre de 1976 consigue que las antiguas Cortes franquistas
aprueben la Ley para la Reforma Política (establecía Cortes bicamerales elegidas por
sufragio universal, legalización de partidos políticos y sindicatos obreros y derechos
personales). Esta sería ratificada por referéndum.
Así, en 1977 se legaliza el PCE y en junio se llevan a cabo las primeras elecciones generales
democráticas, que se saldan con la victoria por mayoría simple de UCD (Unión de Centro
Democrático, partido de Adolfo Suárez), seguido de cerca por el PSOE, y quedando la
derecha (Alianza Popular) y la extrema izquierda (PCE) muy por detrás. Se había optado por
la moderación. El nuevo gobierno se enfrentó a cuatro problemas principales:
- La crisis económica de 1973. Se acordaron los Pactos de la Moncloa con una reforma fiscal,
moderación salarial y medidas contra el paro.
- La aprobación de la Constitución de 1978 (que sería aprobada por el referéndum el 6 de
diciembre de 1978).
- La situación del problema regional, que se solucionaría con la progresiva construcción del
Estado Autonómico gracias a los Estatutos de Autonomía catalanes y vascos (1979).
- Las amenazas involucionistas de la extrema derecha (atentados terroristas y el intento de
golpe de Estado en 1978 “Operación Galaxia”) y el terrorismo de los grupos de extrema
izquierda (ETA, GRAPO, FRAP)
La Constitución de 1978.
La Constitución de 1978 se basa en el consenso, al haber sido elaborada por miembros de
los principales partidos políticos excepto el PNV. Tiene un carácter progresista en cuanto a
sus principios, y su éxito vendrá de la mano de su imprecisión y ambigüedad al poder ser
asumida por la mayor parte de ciudadanos y partidos políticos.
Se define a España como un Estado social y democrático de Derecho que propugna valores
como la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, en el que la soberanía
nacional reside en el pueblo español; y cuya forma política es la Monarquía parlamentaria.
- Reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la
integran y la solidaridad entre ellas.
Una vía más rápida que permitía alcanzar mayor autogobierno, según el artículo 151, para
las nacionalidades históricas, como Cataluña, el País Vasco, Galicia y, al final, incluyéndose
también Andalucía. Otra vía más lenta, según el artículo 143, que estaba diseñada para el
resto de las regiones y su nivel de competencias era menor.
- Se reconoce los derechos de asociación y reunión dentro de la legalidad, así como la
igualdad de todos los individuos ante la ley, sin que prevalezca discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, religión, opinión o cualquier otra condición.
- Se abole la pena de muerte y la tortura. Se concede el derecho a la educación y el de
huelga.
- Se garantiza la libertad ideológica, religiosa, y principios jurídicos como el habeas corpus.
- Se reconoce la propiedad privada, pero se permite la expropiación bajo causa justificada y
mediante la correspondiente indemnización.
- En lo político, se reconoce la separación de poderes. El poder legislativo recae sobre las
Cortes (Congreso y Senado, elegidos mediante sufragio universal), el poder ejecutivo sobre
el gobierno y el poder judicial sobre jueces y tribunales. Se crea el tribunal Constitucional,
intérprete supremo de la Constitución Española. el rey es el Jefe del Estado y mando
supremo de las Fuerzas Armadas. Tiene un carácter arbitral, moderador y representativo
Conclusión.
Pese a todas las dificultades), durante la Transición política se establece en España un
régimen democrático que se fue consolidando gracias a la nueva estructura social del país
(predominio de la clase media) y al consenso alcanzado por las principales fuerzas políticas,
reflejado en la Constitución de 1978.
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