Subido por Valentin Pico

Fragmentación de conflicto

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Aquín enmarca dentro del concepto de “autonomía relativa” la libertad que tiene una
profesión para desarrollarse y transformar su propia tarea. Bajo este análisis, se pueden
observar las relaciones de poder y el grado de independencia de las profesiones.
En el caso de los/as trabajadores/as sociales, al ser ellos/as quienes llevan a la praxis las
políticas públicas delineadas por el Estado, no es un factor determinante para su autonomía la
dependencia del carácter institucional y socioeconómico del mismo. En ese sentido se remarca
la importancia de la autonomía intelectual. Es ésta quien nos brinda el carácter reflexivo y la
capacidad de expresarnos acerca de los tópicos relativos al deber del Estado en relación con
los tópicos tratados por el trabajo social, con nuestras debidas reivindicaciones. Posibilitando
así encabezar procesos transformadores dentro de las condiciones socio-históricas en las que
estamos insertos.
El trabajo social es una actividad que tiene un grado de legitimidad menor si lo comparamos a
otras profesiones con las que se articula con el fin de hacerse cargo de los conflictos que
surgen en el tejido social. Esto se debe al traspaso de la “ayuda social” a instituciones
estatales, entendiendo al trabajo social como mero objeto de instrumentación y operación
técnica –en el imaginario de las sociedades capitalistas modernas- como una actividad similar a
las antiguas actividades benéficas. También el predominio de la mujer dentro de esta
profesión es un factor decisivo en la carencia de legitimidad por parte de estas sociedades. Se
quita así el sentido reflexivo, analítico y transformador (distinto a estrategias inmediatas,
paliativas) del trabajo social.
Un mercado de trabajo poco estructurado, sumado a la flexibilización laboral que actúa como
un proceso de desprofesionalización del trabajo social, generan bajos costos de mano de obra
para garantizar la venta de la fuerza de trabajo de los y las trabajadores y trabajadoras
sociales. Se perjudica así, el reconocimiento público hacia este sector.
Se produce entonces, una fragmentación del conflicto donde las áreas profesionales que
deben intervenir se encuentran en desigualdad de condiciones por la distinta valoración
existente sobre sus actividades, debido al grado de autonomía relativa que cada una de ellas
posea.
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