Subido por Guillermo Jesús Haro Lázaro

LOS FUNDAMENTOS DE INCRIMINACIÓN EN EL ASESINATO POR PLACER. AUTOR GUILLERMO HARO

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§ 31. Los fundamentos de incriminación en el asesinato por placer
Matar por placer o puro gusto, supone un modelo criminal que no se ajusta a ningún
proyecto o elaboración creado en el autor por el cual tenga que matar, lo cierto es, que el
autor no ha premeditado la muerte de una determinada persona a quien no ha identificado
ni conoce, pero sí, puede premeditar la forma de ocasionar la muerte de cualquier persona,
para que esta muerte le produzca un placer morboso sin que sea necesario el empleo de
mayor violencia28. Pues, la Ley no precisa nada al respecto, solo se sabe, que este sujeto,
asesina sin razón, ya que, su interés imperioso de matar por placer, se sitúa fundamental
para coincidir solo en la sensación y complacencia que revela en el momento exacto de la
muerte. Su gozo experimental, al ejercer poder de cara a la muerte de otro, produce en su
ser, excesivo regocijo y satisfacción, aún más cuando observa el manar sangriento y el
desfallecer del ultimado. Sobre este acertado análisis, se conoce que todo proceder
consciente y voluntario, radica siempre de un trayecto motivacional con antelación al hecho
criminal, lo que no sucede en este caso, pues, esta acción de sentir placer por la muerte, no
es más que el móvil como base primordial del elemento subjetivo de su crimen, que incita
el ánimo de querer la muerte sin calcular preparación alguna, solo, desear intensamente
placer morboso en su sentir, además, sabe que matando encontraría sumo regocijo, por
eso, asesina sin motivo especifico o determinante.
El asesinato que se lleva a cabo por un estímulo diferente al del placer, contradice lo
comprendido en la agravante, aunque el sujeto haya percibido momentáneamente una
sensación al consumarla. El asesino que mata bajo el estímulo de placer, lo hace solo para
asegurar que le produzca una emoción agradable y regocijante en el preciso instante de
causar la acción fatal de su víctima, fijando así, su motivación en el acto homicida. En tal
sentido, la presencia de otros elementos derivados del contenido de la agravante, se
comete sin modificar la figura delictiva, pudiendo propiciar un grado mayor de intensidad
en el autor, para incitarse con nuevas sensaciones de agrado, que le permitan relacionarlas
con el placer al momento de asesinar. Estos nuevos elementos o sensaciones anormales de
placer que desencadena el autor, se desarrollan al desahogar su instinto criminal sin
ninguna razón, pudiendo determinarse por motivos insustanciales como el asesinar por
gusto, usando una pistola que compro recién, con el pretexto de probarla en su víctima.
Además, es un autor que manifiesta un deseo desequilibrado al exacerbar el sufrimiento de
la víctima, incrementa deliberadamente sus sensaciones sexuales, cuando ésta se
encuentra en estado agónico próximo a su muerte.
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28. Haro, op. cit., p. 162.
De cualquier manera, creemos que la calificante de tipicidad en el asesinato por placer,
podría vincularse también con las ansias del deseo sexual, al incriminar las actitudes de
anomalía sexual originados por este autor. Pues la razón dominante conllevaría el accionar
del autor, a ese comportamiento patológico como patrón conductivo, antes del asesinato
de su víctima, siendo pasible de ajustarse al voyeurismo, por considerar que este busca
alcanzar satisfacción en el placer sexual, bajo el oteo perturbado a otras personas en
situaciones eróticas. Aquello pretende afirmar, que el accionar del sujeto voyerista, se inicia
con el disfrute o deleite en el placer de mirar ocultamente a otras personas encontrándose
en pleno acto sexual, u observando las zonas pudendas de la víctima, toda vez que, puede
provocarle lesiones graves a la víctima durante el acto sexual, hasta ocasionarle la muerte.
En realidad, esta
variedad patológica del autor, busca incitar de manera exorbitante su estado de ánimo,
descubriendo posibles elementos de placer en su víctima, que abarque ampliamente esta
conducta criminógena, en la forma de atisbar la postura, la anatomía de su cuerpo, el
movimiento corporal, los gemidos de placer, o, goce que experimenta una pareja, llevando
todo ello, a un solo resultado criminal. Dicho de otro modo, sobre la forma desequilibrada
que mantiene el autor y de su comportamiento humano para adaptarse al medio, nos
llevaría a colegir, que no solo se trata de sujetos especiales con alguna enfermedad mental
o anomalía psíquica, sino, que para estos necrofílicos o psicópatas, es bastante fácil llevar a
cabo su propósito criminal, sin ejercer violencia, haciendo de la alteración de su conducta
personal, un medio fácil para perpetrar la totalidad de los actos ejecutivos, orientados
ulteriormente al asesinato de su víctima. Sin embargo, desde nuestra perspectiva jurídica,
el legislador debería contemplar a los autores con este tipo de antecedentes, que más
parecen estar seguros de sí mismo, por tener claro que la Ley no alcanza a los psicópatas;
aun, si se trata de sujetos desquiciados que realizan variedad de experimentos complejos,
solamente para sentir placer desenfrenado en la plenitud de su obra homicida. Debiendo
ejecutar castigo, no por el hecho de sentir agrado en la muerte que se perpetra, sino,
porque innovan introduciendo nuevas guisas de sentir placer, que por su misma naturaleza
anómala psíquica o insana, se logre importar adecuada regulación penal.
Bajo esta síntesis, el jurista Carlos Fontán Balestra afirma que, no sólo se debe dar el
homicidio por impulso, sino que quien mata por placer, lo puede hacer actuando lenta y
premeditadamente. En otra posición, Balestra, considera que la calificante de agravación se
refiere a la circunstancia en la que el sujeto que mata experimenta una sensación agradable
o contenta de ánimo; encontrando con ello un grato placer.29
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29. Fontán Balestra, Carlos, Tratado de Derecho Penal. Tomo IV, pág. 115, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires-Argentina, 1969.
En otro extracto, el profesor Ricardo Núñez, nos refiere que: “El matar por gusto constituye
un impulso de perversidad brutal. La agravante concurre tanto si el placer surge del solo
hecho de matar, como si, según sucede en el ejemplo clásico del homicidio consumado para
probar la pólvora, otro objetivo placentero para el criminal involucra la muerte de una
persona. Pero la experimentación de un placer por el homicida a raíz del acto, no determina
el agravamiento de la muerte consumada por otra causa terminante. El placer inhumano
debe constituir el hilo conductor de la obra nefaria”.30
El acertado aporte de Núñez, sugiere también que ese impulso de perversidad brutal, sería
el género y el placer una especie, entendiendo que, alude una dicotomía de elementos
relacionados a su categoría y características en común, toda vez, que el proceder criminal
del autor debe exacerbar muerte con efecto extremo producido so sensación agradable.
Además, Núñez, considera el placer inhumano como un fundamento de la condición
agravante del homicidio por placer, refiriéndose a la poderosa esencia de peligro revelada
por el necrofílico y de la grave circunstancia como significación básica, que se muestra ante
la Ley penal. Pues la producción causal de sensación figurada externamente agradable,
atañe no solo siempre al placer, sino, también, al brote homicida de la víctima,
exteriorizando un comportamiento cruel y brutal, lo cual, como criterio jurídico
entendemos que se trata del placer extremadamente anormal, demostrado por este
necrofílico homicida cuando provoca la muerte de la víctima.
El profesor Sebastián Soler, sostiene que: “el término homicidio por placer, proviene de la
doctrina Carrariana, en donde los hechos derivados del impulso de perversidad brutal,
Carrara, lo fundamentó en la expresión libídine de sangre, que significa deseo, apetito
desordenado, sensualidad (la expresión libídine de sangre, proviene del latín libare, que
significa libar, gustar). Del mismo modo, afirma que el homicidio por placer podría
considerarse como el hecho que exterioriza el placer de la sangre (libídine de sangre) y el
propósito de satisfacer impulsos sexuales.31 Este aserto sustancial, pone de manifiesto la
fórmula más extensa de nuestra legislación, para expresar o resolver nuevas formas
criminales de placer, principalmente en las previsiones sociales y peligro inminente que en
ella pudiera producir. No obstante, el fondo de este asunto en algunas doctrinas, se
manifiesta auténtica en sus estimaciones discernidas, siendo vital, admitir y demostrar
como un diseño académico sustancial, que de seguro contribuiría en la construcción de un
Derecho Penal contemporáneo más sólido en el uso de sus herramientas, ello, en respuesta
del clamor humano y la civilidad durante estos últimos siglos. Por eso, es destacable conocer
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30. Núñez, Ricardo C., Derecho Penal argentino, Tomo III, pág. 64. Ed. Lerner Ediciones, Córdova-Argentina, 2008.
31. Soler, Sebastián, Derecho Penal argentino, Tomo III, Cit. págs. 38-39, § 79, Edit. TEA S.A., Buenos Aires-Argentina, 1992.
los sucesos accidentales diferentes de agravación, alcanzados de por vida en el Código Penal
alemán, § 211, donde distingue el placer de la sangre y el propósito de satisfacer impulsos
sexuales32. Todo aquello, dirigidos a un solo objetivo criminal, que determina sentir agrado
con la muerte de otro.
Sin perjuicio de ello, es indefectible que el móvil comisivo por placer, en esta clasificación
homicida, predomine como causalidad suficiente en la calificación material. En efecto, las
modalidades de asesinato por el móvil comisivo que se emplea en la materialidad homicida,
especialmente las figuras agravadas de ferocidad y de placer, mantienen características
típicas particulares, en razón al incremento exteriorizado en su comportamiento, a
propósito, la existencia de una causa que motiva la acción criminal del autor, como principio
básico subjetivo agregado para complementar al dolo. Por eso, es válido reconocer que la
intensidad de su conducta entre ambas figuras homicidas tiene gran similitud, mientras que
el ensañamiento, además de un hecho físico, es un hecho psíquico, sin cuya concurrencia,
la agravante no existe33, alcanzando para ello gran crueldad, en el asesinato por placer,
también se perpetra bajo un impulso psicopático, pero, a veces sin utilizar la fuerza, sólo
mata para sentir satisfacción agradable con su víctima.
En nuestra postura, es de suponer que la humanidad reconoce la forma nociva que utiliza
el homicida sobre otros, pues el temor no está en el grado sumo de violencia que ejerce,
sino en el sigilo criminal para orientar un asesinato inequívoco.
En otra apreciación, el jurista César Haro considera que: “Podría presentarse la
circunstancia en la que el homicida puede ocasionar la muerte y no gozar del placer
morboso y sin embargo actuará con perversidad y no perpetrará el homicidio por placer”.34
La concepción que pretende instaurar el jurista, alude al hipotético caso, cuando el autor
no haya alcanzado los actos de deleite y regocijo que exige el homicidio por placer, pues,
tendría entonces, una o más opciones para realizar el mismo propósito, pero, rebasado con
diferentes actos de perversión. No obstante, si la adopción de una postura de malignidad
muy grande e intencionada, es revelada por el autor para asesinar a su víctima, tendría
necesariamente que ejecutarse por ese medio, sin regular a propósito, el supuesto por
placer.
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32. Sección Decimosexta, “Hechos punibles contra la vida”, Código Penal alemán, § 211. Asesinato.
33. Soler, op. cit., pág. 30.
Por último, el vínculo que anexa la causalidad, debe perpetrarse mediante la acción directa
del autor, que manifiesta el ánimo de causar la muerte del sujeto pasivo, bajo propósito de
revelar sentimientos de placer o satisfacción con el resultado material muerte de la víctima.
En la esencia de acción y resultado, se debe considerar la existencia de una relación causal,
para entrelazar la conducta típica del asesino y los efectos materiales como germinación de
la misma. El fin, que persigue el autor del hecho, atribuye a demostrar y viabilizar la
imputación material de su acto típico, su categoría acreditada de autor directo, específica
la producción del delito. En suma, el análisis del nexo causal, debe contribuir a determinar
la existencia de una evidente autenticidad en la responsabilidad del autor, constituyendo
como requerimiento esencial en la construcción del delito de asesinato por placer, pues, se
reconoce que la fusión estricta de estos dos elementos básicos subjetivos, servirá para
concretar su cumplimiento jurídico.
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