LA PERCEPCIÓN DE LA FORMA Portada UCA Desarrollo Apofática: Vía negativa de conocimiento de DIOS en la que tomamos conocimiento de todo aquello que no es DIOS. Kenosis: Vaciamiento y donación gratuita de DIOS. El lenguaje y autoexpresión originaria de DIOS no es la palabra de DIOS, ni la Sagrada Escritura, estas son la promesa del acontecimiento, del nacimiento prometido. El lenguaje y la autoexpresión de DIOS es JESUCRISTO, él es el Señor de la Historia, el rey del Universo, a quien hay que interpretar en conexión con la historia entera de la humanidad y con la totalidad cósmica de la creación. JESUCRISTO es la Palabra, la Imagen, la Manifestación y la Exegesis de DIOS. (La interpretación total de DIOS). El Testimonio vivo de DIOS y del Amor de DIOS. JESUCRISTO es aquello que expresa, es decir DIOS, pero no es aquel a quien expresa, es decir El Padre. Esta paradoja es la fuente originaria de toda estética. La palabra Teología y la palabra Poética coinciden entonces en ser testigos elocuentes de la condición in aferrable de este origen. La fuente de todo decir y de toda estética es la paradoja de que JESUCRISTO, como figura de DIOS, procede del silencio de la No-figura que es el PADRE. Desarrollo De hecho la encarnación de DIOS lleva a su plenitud toda la ontología y la estética del ser creado. La palabra para ser fecunda debe gestarse en el interior de la “no palabra” en la desnudez del silencio. El drama de la Kenosis divina aparece como figura originaria de toda Kénosis humana. Es en la evidencia de la figura donde se origina la pregunta dramática ¿Quién soy yo? Tras cuya respuesta camina sediento el hombre luchando con los límites que lo acorralan: la muerte, la libertad, el mal. Es en la intimidad del corazón donde la pregunta dramática y humana ¿Quién soy yo? Se transforma en la pregunta Teológica ¿Quién me envía? “transición del papel en términos dramáticos a la misión en términos Teológicos”. Patético escenario, que tiene su centro en el corazón como lugar donde cielo y tierra se cruzan, donde se juega el hombre su misión y su destino. Es este escenario el que queda trasformado por la irrupción de la acción de DIOS. El drama original de la Trinidad Inmanente consiste en el vaciamiento del corazón del PADRE en la generación de HIJO. Desarrollo Con éste vaciamiento ha quedado ya definitivamente inscrito y asumido todo posible drama entre DIOS y un mundo cualquiera que este sea. ¿Por qué? Porque cualquier mundo pensable no puede tener su lugar más que dentro de la distinción del Padre y el Hijo en la diferenciación unifican-te del Espíritu Santo. Jamás existió el Padre sin el Hijo, ni el Padre y el Hijo sin el Espíritu Santo. Todo lo que es temporal se desarrolla en el marco del acontecimiento eterno como su posible consecuencia. Por tanto es improcedente, innecesario y sin sentido, el poner dentro de la eternidad un instante en el que DIOS TRINO decida crear un mundo. El giro de la PASCUA es tan abrupto como orgánico: la suprema distancia entre el Padre y el Hijo “Padre porque me has abandonado” revivida profunda y dolorosamente a causa del pecado, se invierte hasta convertirse en la más estrecha intimidad originaria, la gloria que el Hijo reconquista pasando por en medio de las tinieblas, es idéntica a la que poseía al lado del Padre antes de la creación del mundo. La paradoja habrá de ser el lenguaje dialógico que se corresponda con una estética y una dramática de la Kénosis. Desarrollo De igual manera la palabra llamada a expresar nuestra identidad habrá de ser una palabra paradójica. El camino de la obediencia del HIJO ETERNO que lleva consuelo al lugar de desconsuelo, fuego al lugar del frio, misericordia al lugar de injusticia, sólo puede ser expresado en el lenguaje místico de la paradoja. La FUERZA que lanza a JESÚS al envío es más poderosa que la nada, es la FUERZA misma del AMOR que por ende puede abrazar los caminos de desamor de una humanidad caída en desamor. Este es el modo de ser eucarístico: “ser no para sí, sino siempre para los otros” así la realidad eucarística libera los nuevos espacios y tiempos del mundo trasfigurado, los que entran en este no pueden participar de esa existencia derramada sino de modo análogo: Cada uno es él mismo haciéndose al mismo tiempo habitable para los otros. Habitabilidad comunional donde los unos se hacen comida para los otros, puesto que ella es la respuesta sobria y natural a la auto-donación de DIOS a mí a través de cuanto hay en el mundo. Desde aquí podemos aspirar a la construcción de una figura que nos represente (¿Cristo Jesús?). Sobre la huella de esta figura partida y entregada hemos de andar para encontrar nuestro rostro como pueblo. Desarrollo Cuando nos hayamos descubierto ENVIADOS con una MISIÓN histórica que procede del “manantial de envíos” que “brota incesantemente desde la fuente central”, que es CRISTO, entonces podremos responder a las preguntas dramático-teológicas al PAPEL y al ENVIÓ respectivamente asignado: Desarrollo ¿Quién soy? Dramáticamente: Una criatura caída. Teológicamente: Un enviado, he sido enviado para servir. Místicamente: Un Santo (un guerrero) ¿De dónde vengo? Dramáticamente: Del pecado. Teológicamente: Del seno Paterno de DIOS y por su HIJO he sido enviado por la FUERZA misma del AMOR expresado en la Cruz por Cristo Jesús. Místicamente: De la purificación. ¿A dónde voy? Trágicamente: A la condenación eterna. Teológicamente: Al seno del amor, de regreso a casa del Padre. Místicamente: A ser glorificado. Desarrollo El lenguaje de la Belleza manifestada es la Metáfora. El Lenguaje de la Gloria revelada es la Paradoja. Metáfora y Paradoja son lenguajes dinámicos que nos trasportan a la fuente del ser y de la vida proporcionándonos la posibilidad de traducir el misterio inagotable del origen en palabras, figuras, personajes, acciones, y relatos abiertos, inconclusos, que buscan ser consumados en el devenir de cada nueva recepción. La paradoja consiste en que la sabiduría para manifestarse haya elegido la apariencia inerme del loco, del niño, del enfermo, del idiota. La figura paradójica deviene comprensible en el horizonte de la locura de la Cruz. El espectador entrará en el juego si deja que su cordura se quiebre ante la evidencia de la sabiduría que se revela en la locura de quien, como el niño, se gloria en la simplicidad de aquel a quien para ser él mismo le basta con ser recibido y ser amado. Aquí el eros concebido como deseo de posesión se trasforma en un ágape que es donación y entrega; la manifestación de la Belleza y la Gloria Divina se da aquí Sub contrario: ausencia-presencia, renuncia-posesión, descensoascenso.