Sabrosos conjuros culinarios María Clara Escobar Gaitán* Ilustraciones de la autora. Descubrí al Hada Madrina de la Cocina, primero aprendiendo sortilegios para preparar los postres que me trasnochan. Luego, tal vez para encantar a algún príncipe probé lo salado, lo amargo y lo agridulce; y busqué recetas, leí, me documenté, pues es ésta ya una pauta en mi formación. Un día pude darme el lujo de jugar en el rol de participante de un taller lúdico orientado por Montsé Roda, una española que visitó la Universidad del Norte hace aproximadamente 13 años. Y entre otras actividades, escribimos al alimón “Langostinos a la diabla”; de allí en adelante, le tomé el gusto al juego y me senté seriamente a re-crear algunas recetas que movilizaron algo de mis vivencias. Langostinos a la diabla1 Ingredientes: 2 1 3 2 1 2 libras de langostinos frescos copa de vino blanco espumoso rayos de jugo de limón bronceado picaduras de mosquito pizca de sal caricias de aceite de coco * Licenciada en Literatura y Lengua Española de la Universidad del Cauca; con diplomado en Pedagogía Universitaria de la Universidad del Norte. Hizo estudios de maestría en Filosofía de la Ciencia, convenio Universidad del Valle - Universidad del Norte. Actualmente es referencista en la Biblioteca Karl C. Parrish de la Universidad del Norte, donde ha estado vinculada también como profesora. mescobar@ uninorte.edu.co 1 Esta receta fue preparada en colaboración con Montsé Roda. Preparación: En lo posible doblo mis pensamientos acomodándolos entre el alma y el corazón: pensamientos limpios, pensamientos blandos, pensamientos empolvados, pensamientos de pobre diabla. Entretanto, las dos libras de langostinos saltan entre las olas del vino espumoso y se mecen sobre los rayos del jugo de limón bronceado. Aparte, en una hondonada no muy profunda me mezclo con los ingredientes y ya no sé si soy yo misma o soy algo de sal. En todo caso, las dos caricias de aceite de coco son imprescindibles. Finalmente, incorporo las picaduras de mosquito que me recuerdan que desde una cocina gris también puedo zambullirme en un mar de langostinos. Huellas 83 y 84. Uninorte. Barranquilla pp. 63-72. 08/MMIX - 12/MMIX. ISSN 0120-2537 65 Ensalada existencial de rábanos Entre dientes: 12rábanos de mis temores 3 cucharadas de ganas de mandar todo al cebollino picado 2 tazas de quisiera estar fresca como una lechuga 1 cucharadita de mostaza de enjugar la nariz 2 cucharadas de sentimientos en vinagre 1 crema de leche a la lata 2 cucharadas de aceite de oliva para que todo me resbale ½ cucharadita de pasta de ¡carajo! Sal y pimienta al disgusto Preparación: Cortar los temores en rebanadas hasta llegar a que me importen un rábano. Aparte, mezclar la crema de leche desde el momento en que todo empezó a dar lata, con las ganas de mandar todo al cebollino picado, la mostaza de enjugar la nariz, los sentimientos que avinagran la existencia, el aceite de oliva para que todo lo desagradable me resbale, la sal y pimienta al disgusto que pretendo olvidar, y gritar ¡carajo! Agregar los rábanos de mis temores y revolver bien hasta que se incorporen correcta y dócilmente los ingredientes, para poder aparentar ser una dama equilibrada. En el momento de servir a los demás, como siempre corresponde a una mujer, colocar en una ensaladera la frescura como una lechuga y encima la ensalada existencial. Plátanos pícaros Intervinientes: 1 plátano maduro, sensato y reflexivo ¼ de panela hecha de azúcar mascabado por las experiencias Canela en astillas por el ardid Clavos de olor a multitud Preparación: Después de partir, el plátano maduro, sensato y reflexivo asume una posición contraria a su ca- 66 rácter y actúa como recipiente de panela hecha de azúcar mascabado por las experiencias, un tipo que es canela en astillas por el ardid, todo ello al fuego, junto con clavos de olor a multitud con que se le remacha al plátano su picardía, hasta que se ablanda y queda melcochudo por el pundonor. Camarones a la crema Condiciones preliminares: 1½ libra de camarón que se duerme... 2 cucharaditas de agua de limones, vamos a jugar... 1 taza de crema de leche antes de acostarse 1 cucharadita de onírica mostaza ½ cucharadita de pasta de ajorobar a otro Sal y pimienta al gusto de unos y disgusto de algunos Hojas de lechuga fresca y mullida Rutina preparatoria: Limpiar y cocinar el camarón que se duerme si se le lleva la corriente, en agua de limones vamos a jugar y el que quede solo... se dormirá durante tres minutos. Aparte, preparar la salsa-arrullo antes de irse a la cama: Mezclar la crema de leche antes de acostarse con la onírica mostaza de toda rutina para dormir, la pasta de ajorobar a otro, la sal y pimienta al gusto de unos y disgusto de algunos a quienes no les agrada ver niños trasnochados retozando. Bate largamente los huevos vagarosos y las yemas pausadas de huevo con el resto de tu azúcar moreno. Incorpórate agitando pausadamente la leche de la mujer amada y la vainilla que aromatiza y libera el deseo. Pon todo en el molde cubierto de tu azúcar moreno. Sitúa el molde en otra cacerola que colme apenas hasta la mitad con agua cálida, sin llegar al éxtasis. Hornea durante 45 minutos, a 325 grados de placer sostenido. Deja enfriar y luego refrigera para que todo quede consistente. Para servir este manjar lento, trastoca el universo de la pasión en una fuente con borde ancho y no ajeno. Arrullar el camarón que se duerme en piyama, con sus respectivas colchas de lechuga fresca y mullida, y tararear la salsa-arrullo antes de irse a la cama. Arropar con rebanadas de promesas de limones, vamos a jugar mañana. Leche asada (República Dominicana) Detalles: 3¾ tazas de leche de la mujer amada 1¾ taza de tu azúcar moreno 5 huevos vagarosos 4 yemas pausadas de huevo 1 cucharadita de vainilla para aromatizar y liberar el deseo Ritual: Para el preludio erótico, cuece en ardor la leche de la mujer amada y luego déjala enfriar lentamente por 20 minutos. En una cacerola, ralentiza y derrite sólo ¾ de taza de tu azúcar moreno y cuécela hasta que alcance un color castaño oscuro por el ansia, acariciándola ininterrumpidamente. Ten cuidado de no quemarla, pero mantén el fuego de la pasión lento y constante, torturadoramente dulce. Acomódala en un molde caliente, cubriendo el fondo y los lados. Muchacho2 relleno Integrantes: 1 muchacho mediano, tierno y fresco, desiderable ½ taza de cebolla cabezona rallada por el deseo 1 cucharada de pasta de ajo Sal picarona al gusto Pimienta misteriosa 2 zanahorias rozagantes y perversas, grandes peladas y cortadas en trozos por el placer 6 habichuelas (judías), peladas no practicantes ni teóricas sino ecuánimes 1 pimentón rojo sin corazón pero sensible, fragmentado en tiras por el frenesí 2 huevos cocidos, duros y pelados Preludio seductivo: Para iniciar los ritos de la insinuación, aderezo desde la víspera el muchacho mediano, tierno y fresco, desiderable, con la cebolla cabezona rallada por el deseo, la pasta de ajo sin aliento hostil, la sal picarona al gusto y la pimienta misteriosa, todo aplicado en inmoderadas dosis sobre las zonas sensibles. Al momento de la preparación de las piruetas fascinatorias, me desdoblo y relleno el muchacho tierno y fresco, desiderable: como zanahorias rozagantes y perversas, grandes peladas y cortadas en trozos por el placer; como habichuelas (judías), peladas no practicantes ni teóricas, sino ecuánimes; como pimentón sin corazón pero sen- 2 En la Costa Atlántica a esta parte de la res se le denomina bollo, que también connota buenmozo. 67 sible, fragmentado en tiras por el frenesí; y como huevos cocidos, duros y pelados. Cuezo el muchacho tierno y fresco, desiderable, en la olla de presión de la seducción, en suficiente agua chorreando sobre su atlético cuerpo de bronce, sin llegar a soflamarlo, hasta que se ablande y se desencadenen y materialicen las fantasías eróticas. Pasado el crescendo, retiro el muchacho relleno del juego cautivador y lo corto lentamente en rebanadas de éxtasis. Este muchacho relleno puedo servirlo caliente como plato principal, en bajo como tentempié, o frío para la merienda. Bollos de angelito Invitados: 1 libra de maíz blanco pila’o por la sorpresa ½ taza de agua cantarina 1 coco rallado por la invocación Anís bajo un cielo estrellado Azúcar albo de pureza y candor al gusto ¼ de mantequilla adorada 1 pizca de espíritu de sal de la tierra Proceso de descenso: Se va agregando el agua cantarina para bañar seres alados, al maíz blanco pila’o por la sorpresa y se va amasando hasta lograr una masa suave y tierna dispuesta a prodigar amor. Se “liga” con el coco rallado por la invocación y el anís bajo un cielo estrellado. A los preparativos se incorpora la mantequilla adorada, sobre la cual se desliza el azúcar albo de pureza y candor al gusto; y para dar un toque terrenal al querube, en el último instante se añade una pizca de espíritu de sal de la tierra. Se moldean los bollos para que llegue el angelito de puntillas y se forran con cáscara de maíz, morada de arcángeles, serafines y querubines. Como un modo de evitar la dispersión angelical, se atan con rubia cabuya y se disponen a cocer en baño de maría y su corte celestial: los bollos de angelito se acercan a mí en puntillas. 68 Caballitos de ángel (También llamados “Cabellitos de ángel”) Ingredientes: 1 papaya verde esperanzadora Y para el mela’o: Canela picante en astillas al gusto Azúcar o panela3 Preparativos del viaje y del equipaje: Se deslecha la papaya verde esperanzadora, dejándole escurrir la leche por los costados para soñar el viaje. Luego, se la deja al desnudo y se pellizca en tiritas, previo repaso de las expectativas de itinerario, de desplazamiento, las ansias de aventuras y las infinitas posibilidades de explorar. Se cocinan a fuego lento los trocitos de verde esperanza, para un viaje inesperado pasado por agua. Se hace una profunda invocación al ángel guardián de la juventud, de los viajeros y exploradores, en medio de un envolvente y transportador aroma de jazmín y el del dulce mela’o con canela, en el que se bañará divertida la verde esperanza en medio del trance. Se tienen preparadas las monturas de los caballitos de ángel, elaboradas con recortes circulaSi se quiere emprender un viaje sobre un caballito de ángel moreno, se requerirá la fogosidad de la panela para el trance del mela’o; y si se desea un caballito de ángel rubio, hará falta la sutileza del azúcar blanco. 3 Rollitos hojaldrados Apretando los dientes: 1 libra de carne molida por la angustia 300gramos de masa de hojaldre crujiente por la desesperanza ¼ taza de agua fría que hiele el alma 1 huevo batido como para tortilla mental Sal y pimienta para la desazón Preparación: Salpimentar la carne molida por la angustia hasta la desazón y mezclarla con el agua fría que hiele el alma. Formar rollitos pequeños con el corazón encogido por la tristeza. res y aerodinámicos de papel parafernaliado, sobre cada uno de los cuales se ensilla un caballito; se deja reposar y se alista para emprender un viaje angelical por los reinos de la dulce aventura, en donde se conjugan la inspiración y guía para sostener encuentros con personas adorables y poder hacer un despliegue maravilloso de amor a sí misma y a los demás. Alegorías con coco y anís Instrumentos: Aparte, extenderme en la masa de hojaldre sobre una lata enharinada y con la tortura del rodillo de la rutina, amasarme hasta quedar con el espíritu de ½ cm de espesor; desdoblarme en tiras delgadas. Envolver cada rollito de mi corazón encogido por la tristeza, en tiras de hojaldre, y esparcir por encima el huevo batido como para tortilla mental. Colocarlos en una lata de horneo engrasada y llevarlos al infierno precalentado de esta vida desgastada, durante la crisis que parece una eternidad. Sacarlos cuando ojalá estén crujientes por la desesperanza. 1 libra de millo Mela’o de panela 1 coco rallado en plena tormenta, con rayos y truenos 1 copa de anís en el cielo estrellado Servir enseguida, para poder afrontar ahora una racha de buen ánimo, esperanza y serenidad. Preludio y fuga: Integrantes: Tuesto mi-Yo (y sobre todo, mi-Ello) para formar ramos de florecitas. Luego, a estas rosetas añado el mela’o a mi espíritu burlón y exalto la mezcla desde la alegría, pasando por el gozo hasta llegar al alborozo. 7 libras de carne magra de ternura ingenua 3 cucharadas de cebolla cabezona rallada de la risa 7 cucharadas de mantequilla resbalosa y risueña Sal y pimienta al gusto, a la imaginación En medio del alboroto y la algarabía, incorporo al coco tormentoso y disfruto del anís en el cielo estrellado. Para sentir la salsa: Amaso, río a carcajadas y moldeo mi alegría en bola que ruede y arrastre cualquier asomo de tristeza o de ira. Ternura a la crema 7 cucharadas de vino cantarín 2 tazas de pasta alegre de tomate 2 tazas de crema de leche suave y rendida con agua a tus pies Sal y pimienta al gusto, a la fantasía 69 Preparación: Adobo con anticipación la carne y el espíritu con la cebolla rallada de la risa, y salpimiento gustosamente a nivel de piel, fantaseando para preparar la invasión de la ternura. Ato la carne para evitar que se abra la brecha existencial y entren agresiones o disgustos. Coloco la carne magra de ternura ingenua en una lata de horneo con la mantequilla risueña durante varias horas, aproximadamente, hasta que esté tierna, jocosa y rebosante de cariño. Cuando se logra no sólo la terneza a nivel de los sentidos, sino la ternura del centro del sentimiento, se taja en rebanadas para servir en una fuente y manar hacia el entorno. En una cazuela al fuego lento y afectuoso, vierto el vino cantarín, la pasta alegre de tomate, la crema de leche suave y rendida con agua a tus pies, la sal y la pimienta al gusto y disfrute del sentimiento. Retiro del fuego del exceso y rocío la carne y el espíritu con salsa. Ofrezco alrededor cálidamente. Ensalada verde infinita4 Ingredientes: 1 lechuga de cualquier variedad, por aquello del placer Para la vinagreta: 3 cucharadas de aceite de oliva prensada al frío de la nostalgia 1 cucharada de mis recuerdos avinagrados 1 cucharada de cilantro picado por el olvido pero no tanto 1 diente de ajo de su cínica sonrisa Sal del sudor compartido 1 pizca de pimienta recién molida por nuestros roces 4 Infinita, porque se puede preparar con diversos ingredientes, como tomate la vida con calma, papas cocidas y remendadas, añoranzas frescas, pepino cohombro a hombro, olvidos, huevos duros y tercos, cebollas lacrimosas, etc. 70 Preparación para nuevas experiencias: Al ojo, deshojo la lechuga con cuidado para no mezclar los recuerdos tristes con los alegres, y los enjuago con unas cuantas lágrimas. Los escurro suavemente para no fragmentarlos. Luego, en una ensaladera incorporo el resto de los ingredientes, meditando en el tiempo muerto que ha transcurrido entre los dos, vaciando de intimidad la relación. Mantengo la ensalada en el refrigerador, para evitar que algún recuerdo se marchite; pero cuidando que no caigan en el letargo. Lasaña con pollo Material sin prima: 1 libra de pasta de la hazaña de sobrevivir 4 pechugas de pollo sin tomar todo a pecho 4 onzas de tocineta en tiritas del presupuesto 2½ libras de tomate el tiempo para planificar ½ taza de aceite que me haga impermeable a las preocupaciones ¼ libra de mantequilla escurridiza 1 cebolla cabezona lacrimógena 2 dientes de “a joder” a otro ½ vaso de vino espiritoso 4 onzas de queso parmesano rallado de tanto oír la misma cantilena 1 ramito de perejil para el buen augurio 1 hojita de albahaca para sacar el maleficio Sal y pimienta de la vida cotidiana Mano de obra: Antes de fin de mes, cuando esté pelada, me digo tomate el tiempo para planificar y corto mis necesidades en trocitos. En esa olla en que me encuentro, me propongo bañarme en aceite que me haga impermeable a las preocupaciones, con la mantequilla escurridiza y la cebolla cabezona lacrimógena con los dientes de “a joder” a otro. Cuando esté doradita la situación, agrego la tocineta en tiritas del presupuesto y las pechugas en trocitos, pero sin tomar todo a pecho. Salpimiento la vida cotidiana con sus altibajos. Me dejo cocinar con todos los problemas económicos, hasta tomar todo a pecho y que me sienta adorada por la realidad. Incorporo el vino espiritoso y lo dejo evaporar con las dificultades. Añado el tomate el tiempo para planificar sin exageraciones. Tapo los huecos del presupuesto y me cocino a fuego lento hasta fin de mes. De vez en cuando toca revolver el ánimo. Cocer la hazaña de sobrevivir como una simple asalariada en agua salada, como cualquiera que no se gana la lotería sin comprarla, hasta quedar “al dente”. Me ubico en medio de la hazaña de sobrevivir, hoja por hoja del calendario, bañándome con la salsa anteriormente preparada cada mes, salpicándome de perejil para el buen augurio y albahaca fresca para sacar el maleficio. Decoro la situación con el queso parmesano rallado de tanto oír la misma cantilena y sirvo enseguida, antes de que se enfríe el salario. Ensalada de amantes latinos (Brasil) Invitados: 1 pimiento dulce y amarillo, por si miento 2 tazas de tomate la vida con calma, pelado, sin semillas y picado por la curiosidad 3 tazas de arroz de grano largo, cocido en bajo y refrigerado para la dulce agonía 3 cucharadas de cebollines picados por el anhelo 1/ taza de aceite de oliva para ungirnos 3 2 cucharadas de jugo de lima las asperezas conmigo 2 cucharadas de vinagre balsámico para consolar nuestras penas 1 cucharadita de ajo picado por el ardor ½ cucharadita de sal crepitante de mi manantial ½ cucharadita de pimienta negra, fresca y triturada por el deseo ½ cucharadita de albahaca que perfume mis encuentros ½ cucharadita de tomillo que tonifique nuestros cuerpos 4 hojas de lechuga, fresca y lista para lo que viene Preparación: Debo primero sacarle el corazón al pimiento dulce y amarillo por si miento; además, le quito las semillas y lo pico fino. En un tazón mezclo: la pimienta negra, fresca y triturada por el deseo; tomate la vida con calma, pelado, sin semillas y picado por la curiosidad; el arroz de grano largo, cocido en bajo y refrigerado para la dulce agonía; los cebollines picados por el anhelo. Bato el aceite de oliva para ungirnos junto con el jugo de lima las asperezas conmigo, el vinagre balsámico para consolar nuestras penas, el ajo picado por el ardor, la sal crepitante de mi manantial, la albahaca que perfume mis encuentros, y el tomillo que tonifique nuestros cuerpos. Nos mezclamos todos con el arroz de grano largo, cocido en bajo y refrigerado para la dulce agonía. Marinarnos por dos horas en el refrigerador de un lento preludio erótico. Coloco las hojas de lechuga, fresca y lista para lo que viene, en platos fríos. Encima nos posamos en son de ensalada de amantes latinos y servimos a los invitados al ágape. 71 Dulce de hadas Integrantes: 1 “viene el coco” de puntillas 1 lata de gotitas de rocío de leche condesa-hada ½ taza de miel de abejas ociosas 1 cucharada de aceite para hacer girar el sol Polvo de azúcar mágico Reglas del juego: “Viene el coco” de puntillas y debe llegar seco, desnudo (incluso de su ropa interior marrón) y bañado. Se trocea y se lo pone a bailar, rallándose él solo en la licuadora, girando y girando a alta velocidad. Cuando “ya llegó el coco” de puntillas, para jugar una ronda se toma éste de las manos con las gotitas de rocío de leche condesa-hada, y con la miel de las abejas ociosas embadurnándose en el aceite que hará girar el sol. Esta ronda se lleva a juego inmoderado, batiendo las alas hasta que podamos ver el fondo del universo. Retirar del juego y dejar reposar. Moldear las haditas, pasarlas por el polvo de azúcar mágico y subir cada hada en un avioncito de papel; pero también podrían viajar sobre una hojita fresca de limón o de naranja. Espaguetis para ocasiones especiales Componentes: 1 libra de espaguetis emproblemados 3 cucharadas de aceite para girar el sol Sal marina para navegar por la mar de problemas existenciales 2 cucharadas de mantequilla derretida por la angustia Para bailar la salsa: 1 taza de crema de leche y fresca que todo tiene solución 2 cucharadas de cebolla cabezona rallada de darle tantas vueltas al asunto 72 1 cabeza de ajo meditabundo 2 cucharadas de mantequilla derretida por las preocupaciones 1 copa de vino de cocina, domesticado y servicial Sal marina para navegar por la mar de problemas domésticos Queso parmesano para espolvorear y decorar al servir Preparación: En la olla estoy con los problemas variopintos que me aquejan, llena de agua hirviendo de la desesperación; agrego el aceite para girar el sol en un día luminoso, con la sal marina precisa para navegar por la mar de problemas existenciales. Incorporo los espaguetis emproblemados, cociéndolos hasta que estén “al dente” o esté yo hasta la coronilla; pero vigilándolos para que los enredos en que ando, no me deshagan, no me desintegren. Me retiro a reflexionar y a meditar entre las 2 cucharadas de mantequilla derretida por la angustia, y mantengo los problemas a fuego lento hasta el momento de servir y presentarse a los demás, removiéndolos de vez en cuando con una cuchara de “tocar madera” (a veces, auque uno se precie de ser racional, lo asaltan agüeros atávicos o creencias como ésta). Aparte, en una sartén al fuego, presionada por el tiempo, por la sociedad y por mi conciencia, derrito el resto de la mantequilla al calor de las preocupaciones y las sofrío junto con la cebolla cabezona, rallada de darle tantas vueltas al asunto y la cabeza de ajo meditabundo. Agregar la sal marina para navegar por la mar de problemas domésticos, hasta espiritarme. Luego, incorporo la crema de leche y fresca que todo tiene solución, y que el vino de cocina me ayude a transformarme en domesticada y servicial. Mezclarme bien y bajar el fuego al mínimo. Dejarme cocer en el vapor de la cocina durante 5 minutos. Servir los espaguetis de problemas aún enmarañados, bañándonos con la salsa anteriormente preparada. Enmascarar con el queso parmesano para presentarlo a la mesa. Aguamat (Receta libanesa) Integrantes: 4 tazas de harina de tu trigo moreno 3 tazas de agua fresca del manantial de nuestros besos furtivos 3 cucharaditas de levadura para elevar nuestro amor al infinito 2 cucharadas de agua templada al afinar nuestros sentidos 1 pizca de sal de nuestra pasión 5 tazas de aceite de girasol cosechado al amanecer Para rebozar y retozar: 1½ taza de agua fresca del manantial de nuestros besos clandestinos 3 cucharaditas de agua de rosas de nuestro jardín secreto 3 gotas de limón jugoso en sazón 5 tazas de azúcar de tus labios Preparación y degustación: Primero, nos incorporamos por la acción de la levadura con el agua templada al afinar nuestros sentidos, para suavemente esponjar y elevar nuestro amor al infinito. Nos dejamos reposar durante 10 minutos en un espacio oculto, para darle tiempo de surtir el afecto a la levadura. Aparte, cierno la harina de tu trigo moreno, junto con la pizca de sal de nuestra pasión; nos mezclamos en el agua fresca del manantial de nuestros besos furtivos y la levadura disuelta en el infinito de nuestro amor, hasta alcanzar una masa suave por el afecto y las caricias. Cubrimos este idilio con un velo de clandestinidad y nos quedamos en reposo durante un tiempo prudencial. En una sartén, vertemos el aceite de girasol cosechado al amanecer, y graduamos el fuego intermedio entre la ternura y la pasión. Cuando estemos irradiando energía, formamos los aguamat: situamos en el aceite radiante un trocito de nuestro amor previamente amasado en forma circular, para que gire alrededor del universo hasta tomar el matiz dorado de la perfección. Para rebozar y retozar en los aguamat, alcanzamos el punto de ebullición y me sumerjo en la insondable miel de tu mirada. Nos bañamos en el agua fresca del manantial de nuestros besos clandestinos, perfumándonos con el agua de rosas de nuestro jardín secreto y saboreo el limón en sazón del azúcar de tus labios. Esponjado apasionado de curuba Material preparatorio: 5 1 1 5 2 curubas grandes, maduras y velludas tarro de leche de condesa amada relamida tarro de crema de leche tibia y suspirada claras de mi amado tendido en la nieve sobres de gelatina sin sabor, sin olor y sin color Preparación: Mientras se alista la batidora (se recomienda no utilizar licuadora porque destroza), se van ambos a observar el atardecer y a recoger las curubas de la mata. Deberán seleccionarse sólo aquellas que se caigan debido a la vibración del beso. Se parten las curubas suavemente con las manos en el interludio de las caricias, mientras con movimientos acompasados y rítmicos, los mimos de la batidora llevan las claras al clímax. Poco a poco se van agregando de cinco en cinco las lagrimillas de la pulpa de la curuba. Luego, se incorporan en el movimiento (escuchando como música de fondo un blues) las tres leches: la leche de condesa amada relamida y repasada de un cuerpo al otro, así como la crema de leche tibia y suspirada. La gelatina sin sabor, sin olor y sin color se agrega al final para que la pasión cuaje y quede consistente. Por último, se lleva toda la preparación para la pasión al punto máximo de enfriamiento y luego se degusta y disfruta. 73 Nota: No se recomienda preparar esta receta en solitario, ya que el secretito está en el acoplamiento de la pareja. Pan de hierba buena Ingredientes: 1 libra de harina de una trigueña morena y ardiente ½ libra de salvado del desastre ½ libra de ajonjolí, con el ábrete sésamo de la alegría ½ cucharadita de sal de la vida 25gramos de levadura para elevar el espíritu 125gramos de panela rallada para endulzar la existencia 125gramos de aceite de maíz sagrado del ritual mágico 250gramos de agua fresca para nadar Hierba buena: la cantidad de gozo que desee el panadero Preparación: Incorpora la harina de una trigueña morena y ardiente con el ajonjolí, el ábrete sésamo de la alegría salvado del desastre; añade la sal de la vida. Vas moldeando lentamente una montaña y cavas allí un cráter gigante, donde colocas la levadura para elevar el espíritu, la panela rallada para endulzar la existencia y el aceite de maíz sagrado del ritual mágico, así como la hierba buena, en la cantidad de gozo que desee el panadero; los incorporas hasta fundirlos en un abrazo estrecho. Agregas el agua fresca para nadar en ese cráter de sensaciones y comienzas a incorporarte con los ingredientes, hasta crear una masa suave de fantasía que no se pegue a los dedos y que al estirarla no se reviente cual pompa de jabón. Te formas una bola y te envuelves en una tela para que “yudes” (crezcas) durante media hora aproximadamente y así quedas listo para darles forma y vida a los panes. Ya en la lata, te dejas levantar de la tierra 15 a 20 minutos y luego te metes al horno cotidiano durante otros 15 a 20 minutos. 74 Suspiros de chocolate Intervinientes: 1 tableta de chocolate afrodisíaco 3 cucharadas de agua refrescante 3 yemas de huevo batidas a duelo en la intimidad 3 claras a punto de suspiro ½ taza de azúcar de tus poros Preludio sensual a puros suspiros: A punta de caricias, nos fragmentamos en mil y un pedazos con el chocolate afrodisíaco; añadimos el agua refrescante y nos cocemos a fuego voluptuosamente lento hasta fundirnos, moviéndonos a ritmo de jazz, preferiblemente con una cuchara de madera. Nos retiramos del fuego cuando la pasta de nuestros cuerpos ya achocolatados esté lisa al tacto y exhale un aroma espeso e incitante. Agregamos las yemas batidas a duelo en la intimidad, revolviendo el desafío rápidamente, para evitar que se cuezan antes de mezclarse con la pasta afrodisíacamente achocolatada. (El punto de suspiro se logra batiendo sensualmente con caricias a Clara). Unimos el suspiro de Clara con el azúcar de tus poros y mezclamos delicadamente con los cuerpos achocolatados. Servimos en copas y nos dejamos reposar para degustar placenteramente.