El romanticismo y el siglo XIX

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CULTURAL AND LITERARY STUDIES OF SPAIN: 1700-THE PRESENT
Dr. Folkart
Mujica, Barbara. Texto y vida: Introducción a la literature española. New York: Harcourt Brace,
1990.
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El siglo XIX
Los conflictos violentos y la confusión política caracterizan una gran parte del siglo XIX. Como ya se
ha visto, en 1808 el ejército francés cruzó los Pirineos con la autorización del gobierno español, encabezado
por Manuel Godoy, ministro y consejero de Carlos IV. La ocupación francesa de varias zonas estratégicas
del norte provocó una reacción inmediata. La sublevación contra los franceses comenzó en Madrid el 2 de
mayo de 1808 y pronto se extendió a todas partes del país. La Guerra de Independencia duró desde 1808 a
1813 y unió temporalmente al pueblo español. Fernando VII (1784-1833), hijo mayor de Carlos IV, había
sido arrestado por conspirar contra Godoy. Puesto pronto en libertad, Fernando fue a Bayona, donde
Napoleón lo obligó a abdicar. Entonces el emperador francés instaló a su hermano, José Bonaparte, en el
trono de España. La reacción del pueblo español a esta ofensa fue violenta. El pintor Francisco de Goya
(1746-1828) dejó unos apasionados testimonios de la crueldad de aquellos trastornos en Los desastres de
la guerra, grabados ejecutados entre 1810 y 1814, y en su cuadro Los fusilamientos del 3 de mayo.
Los españoles combatieron heroicamente, derrotando a las fuerzas francesas en Bailén el 19 de julio
de 1808 y defendiendo muchas de sus ciudades en diversas partes del país. Los franceses fueron
finalmente expulsados de la península con la ayuda de las tropas del general inglés Arthur Wellesley,
Duque de Wellington. Fernando VII entró en España en 1814 y ocupó el trono.
Un año antes del final de la guerra, las Cortes reunidas en Cádiz habían…
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…escrito la Constitución de 1812, de tendencia liberal. Sin embargo, el nuevo monarca declaró nula la
nueva constitución y restableció el sistema absolutista. Mientras tanto, las colonias americanas se iban
liberando del dominio español y el rey no fue capaz de atenuar las consecuencias del movimiento
independentista.
Crecía el descontento con la monarquía. En 1820 una sublevación liberal volvió a poner en vigor la
Constitución de 1812. Sin embargo, este período constitucional duró poco. En 1823 un ejército francés
enviado por Luis XVIII restauró el poder real en España.
La Ley Sálica, vigente desde hacía más de cien años, prohibía que la corona pasara a una mujer.
Fernando, casado con María Cristina de Borbón, promulgó la Pragmática Sanción que restablecía el
derecho de las mujeres a la sucesión, lo cual provocó la protesta de su hermano Carlos, que consideraba
que el nuevo dictamen lo lesionaba en sus derechos a la corona. Al morir Fernando VII en 1833, dejó al
país dividido entre los que apoyaban la causa de su hermano Carlos y los que defendían las pretensiones al
trono de su hija Isabel. Pronto el país se sumergió en una violenta guerra civil, la primera de las guerras
carlistas.
Los partidarios de don Carlos eran tradicionalistas; creían en la validez de la Ley Sálica. Los liberales
apoyaban la causa de Isabel, quien sucedió a su padre en 1833 bajo la regencia de su madre María Cristina.
La primera guerra carlista procedió con una crueldad terrible. Mientras tanto, los ministros se sucedieron
uno tras otro. Una de las leyes más importantes que se promulgó en este período fue la que dictó la
desamortización de los bienes eclesiásticos, la cual liberó muchas propiedades que habían sido de la Iglesia
y las hizo disponibles para la venta. Un número considerable de estas propiedades pasó a manos de
burgueses, indicio de la naturaleza cambiante de la sociedad. La guerra terminó por fin en 1839. María
Cristina renunció a la regencia y la reemplazó el general liberal Baldomero Espartero. A éste le sucedió
Joaquín María López, quien adelantó la mayoría de edad de Isabel 11 en 1843.
Durante los años que siguieron hubo una serie de luchas entre progresistas y moderados. En 1845
estos últimos promulgaron una nueva constitución. En 1854 el general Leopoldo O'Donnell encabezó una
sublevación. Se formó un gobierno de coalición y se sucedieron varios gabinetes. Una segunda guerra
carlista estalló pero tuvo pocas acciones importantes y acabó en 1860. Durante esta época España intervino
o intentó intervenir en algunos conflictos extranjeros-en Marruecos, en México, en la Guerra del Pacífico
entre Chile y Perú. Por fin, en 1868, fueron derrotadas las tropas reales. Isabel 11 se refugió en Francia
donde vivió hasta su muerte en 1904.
Un gobierno provisional convocó las Cortes, las cuales promulgaron la Constitución de 1869.
Después de buscar laboriosamente un nuevo monarca, se escogió a don Amadeo de Saboya, cuyo breve
reinado (1871-1873) desembocó en la Primera República. La elección de Amadeo 1 y la proclamación de
la república fueron el origen de una tercera guerra carlista, la cual duró desde 1872 hasta 1876.
La nueva república duró sólo once meses, durante los cuales hubo cuatro presidentes. En 1874 se
restauró la monarquía borbónica cuando Alfonso XII, hijo de Isabel II, subió al trono. El político
conservador Antonio Cánovas del…
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…Castillo fue el alma de la restauración y la fuerza inspiradora de la Constitución de 1876. En 1881 subió
al poder Práxedes Mateo Sagasta, jefe del Partido Liberal, quien pactó con Cánovas la rotación de los
partidos dinásticos.
En 1885 Alfonso XII murió y al año siguiente nació su hijo, Alfonso XIII. Su madre, María Cristina
de Habsburgo, se encargó de la regencia. Fue uno de los períodos más dolorosos de la historia del país, ya
que España perdió la Guerra con los Estados Unidos y, como consecuencia de esto, sus últimas colonias:
Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El romanticismo español
Caracteriza al siglo XVIII el *neoclasicismo, un movimiento artístico e intelectual que predica la
moderación y el buen gusto. Los neoclásicos insisten en el poder de la razón. Estiman el espíritu científico
y crítico; tienen en menos el sentimentalismo. En el arte, buscan evitar los excesos y exageraciones del
barroco.
La austeridad emocional del neoclasicismo provoca una reacción fuerte. A fines del siglo XVIII y a
principios del XIX el *romanticismo- un movimiento que repudia toda regla clásica y adopta como ideal la
libertad artística-se extiende por todas partes de Europa. El objetivo del romanticismo es despertar la
sensibilidad y las emociones. El romántico no busca la verdad en la objetividad, sino en el sentimiento. Ve
la emoción como lo más auténtico del ser humano. Los artistas románticos rechazan el realismo y cultivan
lo fantástico. Combinan lo bello y lo feo, dándole un valor estético a lo grotesco. El poeta romántico está en
un constante delirio causado por la indignación, el alcohol o la orgía. Glorifica el amor y se desespera
cuando el amor fracasa, entregándose a los excesos de la carne. Se rebela contra la autoridad, contra el
orden. Duda de todo, pero sus incertidumbres no lo conducen a la investigación, sino al pesimismo. Sufre
de un hastío inexplicable.
En cuanto a la temática, el romántico se aparta del neoclasicismo. Exalta el amor, el patriotismo, la
libertad. Busca su inspiración en lugares y tiempos remotos-en el Oriente o en la Edad Media, por ejemplo.
Idealiza al rebelde, a la persona solitaria o marginada: el pirata, el delincuente, el artista, el miserable, la
prostituta. La independencia de espíritu es uno de los valores más apreciados de los románticos. A menudo
se da a excesos de religiosidad o a un ateísmo desafiante. Cultiva «el magnífico gesto>> --el sacrificio, el
reto, el suicidio.
Mientras que el neoclásico prefiere un estilo directo y mesurado, el romántico cultiva el tono
altisonante. Le gusta lo ostentoso, lo grandioso, lo magnífico.
En España, las tendencias románticas empiezan a hacerse sentir alrededor de 1808, año de la invasión
de las tropas de Napoleón. Había caracterizado los últimos años del siglo anterior una especie de letargo
general, pero con la invasión francesa, el pueblo español se galvaniza. Uno por uno, los diversos elementos
de la sociedad se unen a la lucha contra los invasores. Se inicia un período de apasionada violencia. Tanto
en la política como en el arte, se destacan dos tendencias: el tradicionalismo y el liberalismo radical.
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El tradicionalismo invoca el espíritu de la Reconquista. Hace hincapié en los antiguos valores
españoles: la lealtad, el coraje, el honor, el respeto a la jerarquía social, la fe católica. El liberalismo predica
la transformación de) país. Apoya el progreso científico y social, buscando inspiración en el ejemplo de
naciones europeas social y tecnológicamente más adelantadas. Estas dos fuerzas opuestas se unen ante la
amenaza francesa. Ambas apelan al patriotismo, los tradicionalistas evocando la gloria pasada de una
España conquistadora, los liberales incitando al pueblo al triunfo sobre la tiranía. Pero una vez terminada la
guerra, la alianza se disuelve. El tradicionalismo se convierte en una fuerza reaccionaría mientras que el
liberalismo produce un fervor revolucionario. Paradójicamente, estas dos tendencias opuestas dominan el
arte romántico español.
Por una parte, los románticos vuelven a su propio pasado, explorando tradiciones y leyendas
nacionales. Lo que le interesa al escritor romántico no es la exactitud histórica, sino lo misterioso, fantástico
o exótico del ambiente medieval. Encuentra inspiración también en el teatro barroco, con sus caballeros
aventureros y donjuanescos. Al mismo tiempo, al elemento progresista y reformador le atrae la imagen del
hombre solitario que lucha contra fuerzas hostiles. El Cid, don Juan, los hombres de honor de Calderón,
son personajes que entusiasman tanto a tradicionalistas como a liberales.
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