REVISTA HISTORIA NAVAL Año XII Núm. 45 INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año XII 1994 Núm. 45 REVISTA DE HISTORIA NAVAL CONSEJO RECFOR: Presidente: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, José Ignacio González-Aher Hierro, contralmirante. Vicepresidente y Director: José Cervera Pery, coronel auditor. Periodista. Juan Antonio Viscasillas Rodríguez-Toubes. Secretario General del Instituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martínez Cerro, Jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval; Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, de la Comisión Espa ñola de Historia Marítima. Vocales: Redacción, Difusión y Isabel Hernández Sanz, Paloma Moreno de Alborán, Ana Beren Distribución: guer Berenguer. Administración: Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada, María del Carmen Mérida Guerrero. DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: Instituto de Historia y Cultura Naval Juan de Mena, 1, i.a plta. 28071 Madrid (España). EDICIÓN DEL MINISTERIO DE DEFENSA IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación trimestral: segundo trimestre 1994. Precio del ejemplar suelto: 650 ptas. Suscripción anual: España y Portugal: 2.600 ptas. Resto del mundo: 30 $ USA. Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-0212-467X. NIPO: 076-94-043-X. Printed in Spain. CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval. SUMARIO Págs. NOTA EDITORIAL 5 . La contribución de los marinos ilustrados del siglo xviii alprogreso de las ciencias sociales, por Gregorio Valdelvira González .... Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español, por Leopoldo Stampa21 Cambios substanciales en el concepto de la guerra durante el si glo xvi, por Féderico Fernando de Bordejé Morencos41 El bastón del Marqués de la Victoria. Un símbolo histórico que se perpetúa, por Hugo O’Donnell y Duque de Estrada67 La historia vivida, por Alicia Dauvin del Solar79 Documento81 La Historia Marítima en el mundo83 Noticias Generales85 Recensiones93 7 NOTA EDITORIAL Alcanza hoy la REVISTA DE HISTORIA NAVAL su cuarenta y cinco singladu ra, y ya este mismo hecho supone un poderoso estímulo para seguir avante. No ignoramos que queda mucho camino por recorrer y que los afanes de superación no deben hacernos ignorar con visión realista las dificultades que surgen de un número a otro. Abre el presente un importante estudio del profesor Gregorio Valdevira sobre la contribución de los marinos ilustrados del siglo XVIII al progreso de las ciencias sociales, para continuar con un sugestivo trabajo que el entonces embajador de España en Indonesia, Leopoldo Stampa, realizó con motivo de la última visita del Juan Sebastián de Elcano a las lejanas Molucas. El con tralmirante Bordejé, bien conocido de los lectores de la REVISTA, ofrece su ensayo de los cambios sustanciales en el concepto de la guerra durante el siglo XVI, y Hugo O’Donnell cierra esta primera parte con el recuerdo del bas tón del Marqués de la Victoria, un símbolo histórico que se perpetúa. La historia vivida es un nuevo espacio que nos acompañará en sucesivas andaduras y junto a él se ofrecen los habituales espacios de Documento, Noti cias Generales y la Historia Marítima del Mundo, reflejos de la panorámica actual del acontecer histórico, cerrando el número las Recensiones y reseñas de los libros de la temática naval en su aspecto historiográfico. La REVISTA DE HISTORIA NAVAL está nuevamente con todos. Con nuevos ánimos, y los propósitos de continuar con la tarea emprendida. Como siem pre sus lectores constituyen para ello nuestro mejor soporte. Año 1994 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIII AL PROGRESO DE LAS CIENCIAS SOCIALES Gregorio VALDELVIRA GONZÁLEZ Catedrático de Instituto Doctor en Historia La situación de la Marina de Guerra española, a finales del siglo xvii, no podía ser más descorazonadora. Los contingentes humanos y materiales se habían reducido al mínimo. Las escuadras se alquilaban a Inglaterra y Holan da, a pesar de la necesidad de defender los convoyes entre España y América (1). Los mandos no tenían la formación que los nuevos tiempos exigían. Durante el remado de Carlos II se abordaron una serie de reformas que sentaron las bases del relanzamiento económico del siglo XVIII. También res pecto a la Marina y el Ejército se tomó conciencia de la necesidad de refor mas. Pero fue ya bajo los Borbones cuando se realizaron las transformaciones que modernizaron la Armada española. Con el impulso a la construcción naval y las reformas emprendidas por Patiño y el Marqués de la Ensenada, España volvió a contar con una Armada fuerte. Los cambios habidos en la ciencia y en la técnica determinaron cambios tácticos importantes. La preparación científica de los militares se convirtió en imprescindible, especialmente en la Marina. La guerra en el mar se convertía cada vez más en una ciencia precisa, objeto de estudio (2). Los marinos se transformaron en constructores de barcos, cartógrafos, matemáticos, astrónomos. Al mismo tiempo efectuaban estudios sociológi cos, antropológicos, de minería, etc., sobre todo, en tierras americanas. Esta multiplicidad de funciones conllevaba la necesidad de crear centros, escuelas y academias para la formación de oficiales, bien organizadas, con medios adecuados y profesores escogidos. La primera academia con una enseñanza reglamentada, creada con el fin de erigirse en la única vía de acceso al Cuerpo de oficiales, fue la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, fundada en 1717. En 1777 se fundarían las de los otros dos Departa mentos marítimos, El Ferrol y Cartagena (3). (1) Gonzalo Anes, E/Antiguo Régimen: Los Borbones. 2.aedición, vol. IV de Historia de España Alfaguara, dirigida por Miguel Artola, Madrid, Alianza, 1976, pp. 337-340. (2) Véase Pedro Franco Salazar, Restauración política, económica y militar, Madrid, Imprenta de Sancha, 1812, pp. 290, 298, 332 y 334-5. (3) Serafín M. de Sotto (conde de Clonard), Memoria histórica de las Escuelas Militares de España, Madrid, Imp. Gómez Colón y Cía., 1847. pp. 161-168. Año 1994 G. VALDELVIRA GONZÁLEZ Los mejores técnicos y científicos del siglo XVIII no se formaron en las Uni versidades, reacias a la recepción de nuevas ideas, sino en las instituciones militares, entre las que descuella el Colegio de Guardias Marinas de Cádiz. Los marinos desempeñaron un papel de primer orden en la recuperación científica y cultural de España. Aun destacando sólo lo más sobresaliente, es necesario significar que Jorge Juan introdujo definitivamente el heliocentrismo y la física newtonia na; fue el primer español en utilizar el cálculo infinitesimal; fundó el Observa torio Astronómico de Cádiz; participó junto con Antonio de Ulloa, cuando aún eran cadetes, en la expedición para medir la longitud de un grado de meridiano en el ecuador. Antonio de Ulloa divulgó en España los primeros conocimientos de electricidad adquiridos en Londres, descubrió y describió científicamente el platino, hizo visible con el microscopio la circulación de la sangre en la cola de los peces, fundó el primer museo de Ciencias Naturales y el primer laboratorio metalúrgico. Godin explicaba en Cádiz el cálculo dife rencial, antes de que se introdujera en centros civiles (4). Ciscar dirigió la comisión española que asistió a las reuniones en París para estudiar e instaurar el sistema métrico decimal. Las tablas de navegación de Mendoza y Ríos, Luyando y Ciscar estable cían métodos exactos originales y sencillos; su consulta y uso se extendió por toda Europa. Gaztañeta, Jorge Juan y Churruca perfeccionaron las técnicas de construcción de barcos. La obra de Jorge Juan, Examen marítimo, sobre construcción naval, fue extraordinariamente elogiada en el extranjero; fue traducida a los principales idiomas europeos, en los que se hicieron numero sas ediciones. Se comisionó a marinos para que estudiasen, aprendiesen y «espiasen» nuevas técnicas en países europeos y las aplicasen en España. Oficiales de la Armada dirigieron y participaron en expediciones científicas y propagaron los adelantos del siglo. El profesor Capel no duda en afirmar que «la Armada se convirtió en el más importante vivero científico de este siglo» (5). Sorprende el número tan alto de marinos ilustrados, la variedad y canti dad de materias que tratan y la profundidad con que las abordan. Este trabajo no analiza su contribución a las ciencias exactas, a la ciencia militar, a las actividades políticas o bélicas. Se limita a estudiar la aportación a las ciencias sociales. La Armada proporciona un número significativo de estudiosos de las ciencias humanas. Buen número de marinos pertenecía a las Academias más prestigiosas de España y de Europa y fueron miembros acti (4) Véanse, Juan Vernet, Historia de la ciencia española, Madrid, Instituto de España, 1975, pp. 134 y ss.; Antonio Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España, Madrid, Imp. de Matute y Compagni, 1856, pp. 482 y ss. (5) Horacio Capel. Geografía y matemáticas en la España del siglo xviii, Barcelona, Oikos-tau, 1982, p. 112. 8 45 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARiNOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIII AL... vos de las instituciones más representativas de las luces del siglo XVIII, las Sociedades Económicas de Amigos del País. Algunas de las disciplinas humanísticas en las que destacan los marinos se encuentran ciertamente alejadas de la formación que recibían y de su queha cer diario. Ello se debe a que aún no estaba completamente reglada la espe-. cialización académica. Durante la Ilustración aún perdura la formación y el saber polifacético renacentista; en muchos casos, la formación es autodidac ta. Por ello, además de matemáticos, astrónomos, etc., consecuencia de estu dios directamente relacionados con su rofesión, encontramos en la Armada historiadores, geógrafos y economistas. Los marinos ilustradosy la investigaciónhistórica La historia móderna es en gran parte una creación de la Ilustración. Hasta entonces, la historia tenía mucho de mito y se basaba casi exclusivamente en textos literarios, sin someterlos al tamiz de la crítica. A partir de este siglo la historia se basará en documentos y estos serán sometidos a una severa crítica. Los historiadores rastrearán archivos, acumu larán documentos, los descifrarán con espíritu crítico y erudito. Las fuentes serán variadas: textos escritos, monedas, piedras. Para esta labor será necesa ria una gran erudición y el trabajo de varias generaciones (6). Martín Fernández de Navarrete es autor de una obra histórica monumen tal. Sus escritos constituyen una de las piedras angulares de la historia de la navegación y de los grandes navegantes españoles desde los albores de la Edad Media hasta finales del siglo xviii. Nació en Avalos (La Rioja) en 1765. Estudió en el Real Seminario de Ver gara, fundado por la Sociedad Vascongada de Amigos del País. En 1780 ingresó como guardia marina en la Academia de El Ferrol. Participó en el sitio de Gibraltar de 1782. En 1789 se le encomendó la dirección de una comisión para examinar los documentos y manuscritos de los archivos y bibliotecas españolas con el fin de crear un archivo marítimo. Descubrió documentos muy valiosos, como las relaciones del primer y del tercer viaje de Colón. Abandonó esta labor para integrarse al servicio activo con motivo de la guerra contra Francia entre 1793 y 1796. Renunció a todos sus cargos para no tener que prestar juramento a José Bonaparte. Perteneció a la Real Academia Española y a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue presidente de la Academia de la Historia. La citada comisión, creada por la Real Orden de 15 de octubre de 1789, reconoció los archivos y bibliotecas del reino, generales y particulares, y reu nió copias exactas de los documentos, con la idea de formar un museo y una biblioteca pública de Marina en el Departamento Marítimo de Cádiz, donde (6) Véase Paul Hazard, La crisis de la conciencia europea (1680-17/5), 3. edic., Madrid, edic. Pegaso, 1975, pp. 34 y 43. Año 1994 G. VALDELVIRA GONZÁLEZ se reunirían también máquinas e instrumentos de navegación y todos los manuscritos históricos y científicos de esta profesión. Fruto de éste y otros trabajos, característicos del afán ilustrado de exami nar archivos y documentar críticamente la historia, con fuentes fidedignas, son las obras Documentos inéditos para la historia de España y Biblioteca marítima española. La primera consta de ciento doce volúmenes de documentos, muchos de los cuales dormían sepultados por capas de polvo en los archivos; para esta inmensa obra contó con la colaboración de Miguel Salvá y Pedro Sáinz de Baranda. El objetivo era reunir una colección de documentos indispensables para escribir la Historia de España. El coleccionismo de documentos había comenzado durante los reinados de Carlos 1 y Felipe II, que organizaron comisiones y destinaron importantes fondos para reunir manuscritos. Uno de los fines de la Academia de la Histo ria, fundada por Felipe V, era ocuparse en la «incesante adquisición de mate riales históricos, especialmente originales, y obras inéditas» (7). Fernando VI también creó una comisión bajo la dirección del erudito y sabio P. Burriel, que logró reunir una importante colección que fue depositada en la Biblioteca Nacional. En los dos reinados posteriores, eruditos como Abella, Traggia, Velázquez, Muñoz, Sanz, Vargas, Vargas Ponce, Villanueva y otros, formaron colecciones de documentos que enriquecieron diversos archivos y bibliotecas. El proyecto de publicación de esos documentos fue una idea que no pudie ron llevar a cabo Campomanes, Jovellanos y otros académicos, a pesar de que seleccionaron muchos escritos e hicieron extractos de otros. Todos estos materiales históricos y otros originales constituyen la base de los documentos, hasta entonces inéditos, seleccionados por los tres académi cos para alumbrar esta magna obra, fuente indispensable paralos historiado res. Biblioteca marítima española es una compilación erudita que consta de dos volúmenes. Se trata del análisis de la bibliografía correspondiente a las ciencias marítimas, fruto de «su instrucción reconocida, la rectitud de su jui cio y la elegancia de supluma» (8). La obra fue concebida mientras realizaba los trabajos de la comisión reco piladora de documentos. Durante los mismos, Navarrete fue formando un extenso catálogo de obras y escritos de marina. El libro da a conocer los escri tores marítimos de España y analiza sus obras. Pone de relieve «lbs nombres de los aplicados geógrafos y astrónomos, que con atinadas observaciones y juiciosa doctrina facilitaron el paso a nuestros antiguos marinos para sus extensos viajes y descubrimientos» (9). Da testimonio de los cimientos de las (7) Martín Fernández de Navarrete, Miguel Salvá y Pedro Sáinz de Baranda, Documentos inéditos para la Historia de España, Madrid, Imp. de la viuda de Calero, 1842-95. 112 volúme nes, Prólogo sin paginar. (8) M. Fernández de Navarrete, Biblioteca marítima española, Madrid. viuda de Calero, 1851.2vols.,vol. I,p. X. (9) Ibídem, p. XII. io 45 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ¡LUSTRADOS DEL SIGLO XVII!AL... ciencias náuticas y de cómo (<hancontribuido al estado actual de la civilización europea» (10). Sobre historia de la navegación, Navarrete escribió numerosas y variadas obras. El «Discurso histórico sobre los progresos que ha tenido en España el arte de navegar», leído en la Real Academia de la Historia el 10 de octubre de 1800, es una historia de la Marina española basada en fuentes «recogidas por mi diligencia de muchos archivos y bibliotecas» (11). Presta atención a la historia de la navegación desde principios del siglo ix, en que los catalanes organizaron una armada para defenderse de los musul manes; estudia igualmente el nacimiento de la marina castellana, las interven ciones de las armadas de los distintos reinos españoles en la Recoriquista y el desarrollo de la artillería naval. Otro hilo conductor le lleva al análisis de las leyes marítimas y mercantiles. También pone de relieve los adelantos cientí ficos y astronómicos (brújula, tablas alfonsíes) y la aplicación de las matemá ticas a la navegación. El cuarto aspecto que es considerado por Navarrete se refiere a los viajes y descubrimientos de los españoles desde el siglo xv y sus aportaciones a la geografía, astronomía, ciencias naturales y especialmente a la navegación. Finalmente estudia los autores y las obras relativas al arte y la ciencia de la navegación: Francisco Falero, Martín Fernández de Enciso y su Suma de Geografía, Pedro Medina y su Arte de navegar. En ellas se exponen e investi gan los principios de cosmografía, tablas de navegación, métodos para hallar la longitud y la latitud de un punto, uso de instrumentos náuticos como el cua drante y el astrolabio, descripción de costas y rutas, etc. Todas ellas, obras que se encontraban a la cabeza de los conocimientos y de la investigación náu tica, como el tratado de Martín Cortés Breve compendio de la esfera y de la arte de navegar, traducida y consultada por los navegantes de toda Europa, sobre todo por los ingleses, que señalaba los errores más importantes de las proyecciones del globo sobre un mapa plano, las variaciones de la aguja por la existencia del poio magnético, etc. En la Introducción a la colección de los viajes y descubrimientos que hicie ron por mar los españoles desde fines del sigb xv reseña los viajes, avances y empresas de la Marina española desde Colón, del que esboza una biografía, hasta finales del siglo xviii. Sostiene que la prosperidad pública es (<resultado infalible de la industria y del comercio» y el desarrollo de éstos depende del «fomento de la marina mercantil y militar» (12). En la Colección de opúsculos (13) recopila biografías de marinos descubri dores españoles o al servicio de España, anotando sus escritos, obras científi (10) ‘Ibídem, p. XIII. (11) M. Fernández de Navarrete, Discurso histórico sobre los progresos que ha tenido en España el arte de navegar, Madrid, Imp. Real. 1802, p. 10. (12) M.Fernández de Navarrete, Introducción a la colección de/os viajes y descubri,nien tos que hicieron por mar los españoles desde fines de/siglo xv, Madrid, 1. Real, 1826, Prólogo sin paginar. (13) M. Fernández de Navarrete. Colección de Opúsculos, Madrid. 1.de la viuda de Cale ro, 1848,2 vols. Año1994 G. VALDELVIRA GONZÁLEZ cas, descubrimientos geográficos, innovaciones y progresos en el arte de navegar. Muchos hechos de estos ilustres marinos habrían quedado en el olvido si Fernández de Navarrete no hubiese encontrado los documentos que dan testimonio de sus obras. En el libro Españoles en las Cruzadas acomete otra singladura de la histo ria de la Marina: la participación de los españoles en las Cruzadas y su influen cia en la expansión del comercio marítimo y en los progresos de la navegación entre los siglos xi y xv. Refuta la tesis de que los españoles, ocupados en la Reconquista, no intervinieron en las Cruzadas y documenta las expediciones que se organizaron en los diversos reinos españoles. Demuestra la influencia de los cruzados en la legislación marítima mercantil, especialmente en Cata luña, legislación que «España dictó y se siguió en otros países» (14). En muchos de sus estudios, algunos por encargo del gobierno, Fernández de Navarrete perseguía un fin práctico inmediato. Por su carácter de obra de indagación histórica y de reflexión socio-política, podemos significar Expe diente sobre el régimen y administración de los Montes de Segura de la Sierra y de su Provincia (15). Estos montes habían surtido de madera a los astilleros y maestranzas de artillería. Subraya su utilidad y aprovechamiento para la construcción naval y, por tanto, la importancia de su conservación y la necesi dad urgente de contener su decadencia y evitar su ruina para lo que era prio ritario ordenar las talas y repoblarlos. La solución que encuentra va más allá de los postulados de la Ilustración, entroncando con los propiamente libera les: desamortización, desvinculación de señoríos, reforma que lleve al reparto de los montes en lotes o pequeñas propiedades particulares. Para lle gar a esta conclusión hace un análisis demográfico, geográfico e histórico de los montes, desde que «cayeron en el abismo de la amortización» bajo el con trol de la Orden de Santiago y del arzobispo de Toledo hasta su entrega a Francisco de los Cobos por Carlos!. Según Navarrete, este régimen de tenen cia y explotación había provocado la miseria y la despoblación y la subsi guiente ruina de los montes, que sólo podía subsanarse con el reparto y la pri vatización. La obra enciclopédica de Jorge Juan y Antonio de Ulloa no podía por menos que abarcar también estudios de historia. Estos se deben sobre todo a Ulloa, pues es conocido que, aunque ambos firmaban conjuntamente las obras de uno u otro, Jorge Juan se encargaba de la parte matemática y astro nómica y Ulloa de la parte histórica, naturalista, geográfica, social y antropo lógica. Ya se ha significado en la introducción que Jorge Juan y Ulloa fueron designados por el gobierno español para acompañar a la expedición francesa dirigida por La Condamine para medir un arco de meridiano en el ecuador. (14) M. Fernández de Navarrete, Españoles en las Cruzadas, Madrid. Ed. Polifemo, 1986, p. 151. (15) M. Fernández de Navarrete, Expediente sobre el régimen y administración de los Montes de Segura de/a Sierra y de su Provincia, 1. de M. de Burgos, 1825. 12 45 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIIIAL... Tenían orden de colaborar con los franceses y, al mismo tiempo, ejecutar, por su cuenta, sus propias mediciones. También recibieron instrucciones reserva das para realizar observaciones que permitieran perfeccionar los conocimien tos cartográficos, geográficos y de navegación. Fruto de estos trabajos fueron las Observaciones astronómicas y físicas de Jorge Juan y la Relación histórica del viaje a la América Meridional de Ulloa (16). La Relación histórica consta de cuatro volúmenes en los que se registra.la historia, geografía, historia natural, etnografía y arqueología de los territo rios visitados. Contiene un resumen histórico de los emperadores del Perú desde el primer inca, Manco Capac, fundador del imperio, hasta Fernan do VI con los acontecimientos más notables de cada reinado (catorce incas y ocho españoles). A su vez, se ofrecen noticias del descubrimiento, conquista, historia política y arqueología precolombina de cada uno de los territorios transitados. En el viaje acumularon conocimientos con los que escribieron Disertación histórica y geográfica, que pretendía solucionar el problema de determinar con exactitud el meridiano de demarcación de los territorios españoles y por tugueses,.estipulado por Alejandro VI y, posteriormente, por el Tratado de Tordesillas. Los autores exponen las cuestiones históricas en tomo a la deter minación del meridiano con un análisis del descubrimiento y conquista de la costa oriental de América del Sur y del Amazonas (17). Siendo gobernador de Luisiana, Antonio de Ulloa recogió datos para escribir Noticias Americanas: Entretenimientos físico-historicos sobre la Amé rica Meridional y la Septentrional Oriental (18) que contiene abundantes refe rencias históricas de estos territorios. Resultado de su estancia en Méjico entre los años l7’76yl’7’78es el libro Descripción geográfico-física de una parte de Nueva España, inédito hasta su publicación por F. de Solano en 1979 (19); aunque la obra trata con preferencia temas geográficos, también presta aten ción a la historia de los lugares que describe (Ciudad de México, Veracruz, Xalapa, etc.), basándose en las respuestas de las autoridades a un cuestiona rio de Ulloa. Náutica y geografía durante el siglo xviii La nueva geografía científica fue posible en España, desde mediados del siglo xviii, gracias a los trabajos de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. El presti (16) Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Observaciones astronómicas yphísicas, 1748; Rela ción histórica del viaje ala América Meridional. Madrid, 1. de Antonio Marín, 1748, 4 vols. (17) J. Juan y A. de Ulloa, Disertación histórica y geográficasobre el meridiano de demar cación (1759), Madrid, Instituto Histórico de la Marina, 1972. Véase también Julio F. Guillén, Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral y la medi ción del Meridiano, Madrid, Publicaciones de la Caja de Ahorros de Novelda, 1973, pp. 178181. (18) Ibídem, pp. 236 y ss. (19) Francisco de. Solano, Antonio de Ulloa y la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1979. Año 1994 G. VALDELVIRA GONZÁLEZ gio de estos dos científicos contribuyó decisivamente a la aceptación en España de las teorías de Copérnico y Newton, referentes a los sistemas del mundo y a la forma y magnitud de la tierra. En las Observaciones astronómi casyfísicas (1748) expusieron las consecuencias geográficas que se derivaban de estos descubrimientos (20). En la primera edición de las Observaciones, Jorge Juan se vio obligado a exponer la teoría heliocéntrica de forma velada para no tener contratiempos con la Inquisición, que había obligado a retractarse a Galileo años antes. Sin embargo, en la segunda edición, fechada en 1773, en un ambiente intelectual y social que ya había cambiado, hace una defensa clara e incluso vehemente de la teoría copernicana. Añade como prólogo un tratado que titula Estado de la Astronomía en Europa, y Juicio de los fundamentos sobre que se erigie ron los Sistemas del Mundo, para que sirva de guía al método en que debe reci birles la Nación sin riesgo de su opinión y de su religiosidad. Jorge Juan aclara que aunque el sistema de Copérnico había sido declarado herético por la Igle sia, se debía a que no se tenían entonces los conocimientos astronómicos que después se acumularon «y ciertamente que a tenerlos no hubiera habido quizá ni una sola sospecha que se temió» y afirma que «hasta los que se opusieron a Galileo ya se arrepentían de ello» y que hasta los religiosos lo enseñaban en Roma (21). Respecto a la forma y magnitud de la tierra, las expediciones científicas a Laponia y al virreinato del Perú midieron los arcos de meridiano de un grado y demostraron que la tierra no era uniformemente esférica, estaba achatada por los polos y era más ancha en el ecuador (22). Los resultados de tipo geodésico y náutico (oblicuidad de la eclíptica, determinación de la latitud y longitud de numerosos lugares, medición del grado de meridiano mediante el método de triangulación geodésica, conclu siones respecto a la forma de la tierra y su aplicación a los mapas, etc.) fueron desarrollados en las Observaciones. Los resultados geográficos apárecieron en los cuatro volúmenes de la Relación histórica. Indaga fenómenos de geo grafía física (mares navegados, mareas, corrientes, islas, costas, vientos, cli mas, ríos, montañas, páramos), geografía urbana (puertos, ciudades, situa ción y plano de los lugares), geografía económica (población, fuentes de riqueza, cultivos, ganadería, recursos mineros, comercio y todo tipo de pro ducciones) y geografía política (división política, provincias, audencias, obis pados, gobiernos y corregimientos). El primer tomo lo dedica al viaje desde Cádiz a Quito, donde se mediría el grado de meridiano; describe Cartagena de Indias y su bahía, el reino de (20) H. Capel. «Manuel de Aguirre y la nueva geografía española del siglo xviii» en M. de Aguirre, Indagación y reflexiones sobre la geografía con algunas noticias previas indispensables (1782), Universidad de Barcelona, 1981, p. 11. (21) J. Juan, «Estado de la astronomía en Europa», introducción sin paginar en la edición de 1773 de las Observaciones..., Madrid. Imp. Real de la Gazeta. (22) J. Juan y A. de Ulloa, Observaciones..., Prólogo sin paginar. Véase también J. F. Guillén, ob. cit., p. 4. 14 45 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADÓS DEL S1GLQXVJ1JAL... Tierra Firme, la ciudad de Portobelo y las provincias de Panamá y Guayaquil. El tomo segundo describe la provincia de Quito, sus gobiernos y corregimien tos, la cordillera de los Andes y los ríos amazónicos. El tercer tomo trata de Lima y del reino de Chile. El cuarto tomo presta atención al puerto, ciudad y entorno de El Callao y al viaje desde este puerto a Europa por el cabo de Hornos. A la par, siguiendo las instrucciones del Marqués de la Ensenada, escribie ron de forma reservada para el rey y el gobierno Noticias secretasde América, publicadas en Londres por R. Taylor en 1826.Desde el punto de vista geográ fico, el que aquí nos ocupa, se describe el virreinato del Perú y, más exacta mente, la presidencia de Quito desde el río Guayaquil hasta Barbacoas, con una relación exacta de la costa desde Panamá hasta Chiloé: bahías, puertos, ciudades, rutas comerciales, productos comercializados, fertilidad de la tierra y cultivos, industrias, etc. La descripción es tan fiel y minuciosa (por lo que se mantuvo en secreto y no se publicó) que, según Taylor, «silos enemigos de España hubiesen sabido el estado de las plazas y arsenales, podrían haberse apoderado de la costa .del Pacífico en el siglo xviii» (23); Anson hubiese podido tomar Guayaquil «sin perder un hombre» y se habría adueñado sin dificultad del mar del Sur; de la misma manera, Vernon, tras ocupar Portobelo, habría podido marchar con tra Panamá e Inglaterra se habría apoderado del istmo (24). En Descripción geográfico-física de una parte de Nueva España Antonio de Ulloa estudia la situación geográfica, topografía,.plano urbano, clima y fuentes de riqueza de las más importantes ciudades y numerosos lugares del virreinato. Muchos marinos en sus tratados de navegación, elaboración de tablas astronómicas y trabajos cartográficos aportan interesantes estudios geográfi cos. Señalemos como ejemplo la obra de José de Mendoza y Ríos. Su Tratado de navegación (1787) contiene principios de historia natural de la tierra o evo lución de la superficie terrestre y elementos de geografía física y política nece sarios para el navegante, puesto que para la denominada navegación práctica o de cabotaje es necesario conocer los cabos, montes, puertos, poblaciones, ríos y línea de la costa; yen la denominada navegación teórica o astronómica, en la que la tierra no está a la vista, es necesario conocer longitudes y latitu des, vientos, corrientes, mareas; y, en todos los casos, dominar la lectura e interpretación de mapas (25). Puesto que la cartografía constituye un complemento casi imprescindible de la geografía y la labor cartográfica de los marinos del setencientos es de pri mer orden, presentamos una breve reseña de sus trabajos. Hasta tal punto destacan, que a finales del siglo xviii eran, junto a los ingenieros militares, (23) J. Juan yA. de Ulloa, Noticias secretas de América, Londres, Imp. de R. Taylor, 1826. Prólogo del editor, p. VIII. (24) Ibídem. (25) José de Mendoza y Ríos, Tratado de navegación, Madrid, 1. Real, 1787, 2 vols. Año 1994 G. VALDELVIRA GONZÁLEZ «los únicos con posibilidades de realizar una verdadera cartografía científica» (26). Las aportaciones de Jorge Juan y A. de Ulloa a la cartografía fueron extraordinarias. No es necesario insistir en las consecuencias que para la car tografía tuvo la determinación de la figura y tamaño de la tierra. Del viaje para medir el grado de meridiano trajeron cartas, portulanos, planos; corri gieron los que existían en España y en el extranjero; trabajaron en un mapa general de América del Sur y del golfo de Méjico. Muchos se perdieron; Ulloa destruyó la cartografía cuando fue detenido por los ingleses en el viaje de vuelta (27), pero existen numerosos datos que nos permiten asegurar que sir vieron a los cartógrafos españoles que les siguieron (28). En la Relación histó rica abundan los portulanos y planos de bahías y ciudades de América del Sur. Jorge Juan impulsó la elaboración de un mapa general de España, para lo que escribió un trabajo sobre el método a seguir (29). En la expedición de la fragata Santa María de la Cabeza al estrecho de Magallanes (1785-86), José de Vargas, Dionisio Alcalá Galiano y otros mari nos cartografiaron la costa americana del Pacífico hasta Alaska. En la vuelta al mundo que dirigió Malaspina (1789-94), se trazaron mapas de América y de numerosas islas de Asia y Oceanía (30). Dionisio Alcalá Galiano destacó en los estudios astronómicos y cartográ ficos (31). Colaboró con Tofiño en la confección de las cartas marítimas de la costa española y de las Azores. Dirigió la elaboración de la carta geográfica del Mediterráneo oriental. Realizó importantes estudios cartográficos de las costas de la América española, algunos de los cuales ya han sido menciona dos. El gobierno le encargó hacer mapas de España, semejantes a las cartas marinas de Tofiño; la caída en desgracia a raíz del asunto Malaspina, en el que quisieron implicarle, impidió que se llevase a cabo (32). Cosme Damián Churruca participó en varias expediciones científicas en las que se le encomendaron importantes tareas cartográficas, geográficas y astronómicas, como en la dirigida por Antonio de Córdova en 1788para reco nocer el estrecho de Magallanes. En 1792 Churruca mandóla escuadra que durante más de dos años cartografió las Antillas. Las cartas fueron editadas entre 1802 y 1804 y fueron adoptadas por la Marina francesa (33). José de Mazarredo realizó numerosas expediciones en las que cartografió y determinó las coordenadas geográficas de numerosos lugares. Situó correc (26) H. Capel, Geografía..., p. 294. (27) Ibídem,p.131. (28) J. F. Guillén, ob. cii., p.182. (29) H. Cape!, ob. cii., pp.148-52. (30) Ibídem,pp.257 y SS. (31) Antonio Alcalá Galiano. Memorias, Madrid. Imp. de Enrique Rubiños, 1886,2 vols., p. 10. (32) Ibídem, pp. 10, 19 y 28-9. Véase también M. Fernández de Navarrete, Colección de Opúsculos, yo!. 1, pp. 277-90. (33) Antonio Navas, Churruca. Un almirante de España. Madrid, Editorial Naval. 1962, pp. 115-18. 16 45 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIII AL... tamente la isla de Trinidad del Sur y confirmó la existencia de la isla de Ascen Sión al oeste de aquélla. A bordo del San Juan Bautista, determinó a partir de 1778 la longitud y latitud de numerosos puntos de la costa española y del norte de Africa. Igualmente fijó las coordenadas de numerosísimos puntos del inte rior de España (34). Vicente Tofiño fue marino, matemático y astrónomo. Pero en lo que ver daderamente destacó fue en la elaboración de cartas marinas, hasta conver tirse en el padre de la moderna cartografía española y autor de una de las obras más importantes de Europa (35). En el Atlas marítimo de España (1785-88) trabajaron, bajo la dirección de Tofiño «casi todos los oficiales de saber y buen concepto de aquellos días»: los tenientes de navío D. Alcalá Galiano, J. Espinosa y A. Belmonte; los de fragata J. Vargas, J. Lanz y J. Canelas y otros eminentes marinos (36). Para el trazado del Atlas, que ordenó confeccionar el ministerio de Marina, se utilizó el instrumental más perfecto, vanado y complejo y se combinaron operaciones terrestres y maríti mas. El trabajo fue realizado con escrupulosidad y perfección. En quince car tas se representan con exactitud las costas de la península, norte de Africá, Baleares, Canarias y Azores. José Varela trazó la carta de Africa desde cabo Espartel hasta cabo Verde e islas de Cabo Verde. Para una mejor comprensión del Atlas, Tofiño escribió Derrotero de las costas de España (1787-89). En él se señalan las líneas y rumbos para navegar por las costas de España, del norte de Africa y de las Azores (37). La navega ción se volvía bastante más segura, si consideramos que los naufragios en las costas «rara vez se originan de otras causas que las de la errada situación en las cartas de los accidentes geográficos» (38). Aportaciones al estudio de la economía y sus implicaciones socio-políticas La economía fue objeto de estudio preferente durante el siglo xviii, sin duda por el afán utilitario propio de la Ilustración. José Luyando, marino que publicó unas famosas tablas de navegación, escribió una obra cuyas tesis económicas son ya plenamente liberales, titulada Examen de las ventajas que producirá el desestanco del tabaco y ensayo de única contribución (39). Su defensa del individuo y del trabajo individual como fuente de la riqueza de la nación es una transcripción casi exacta de Adam Smith: «La riqueza de una nación es igual a la suma de las riquezas de cada uno de los individuos que (34) M. Fernández de Navarrete, Marinos y descubridores, Madrid, Atlas, 1944, pp. 173 yss. (35) Véase A. Alcalá Galiano, ob. cit., p. 10. (36) Ibídem. Vicente Tofiño de San Miguel, Atlas marítimo de España, Madrid, 1789. (37) y. Tofiño, Derrotero de las costas de España, Madrid, Imp. viuda de Ibarra, 1787, 2 vois. (38) Ibídem, p. IV. (39) José Luyando, Examen de las,ventajasque producirá e/desestanco del tabaco y ensayo de única contribución, Cádiz, Imprenta Patriótica, 1813. Áño 1994 G VALDELVIRA GONZÁLEZ la componen» (Axioma 1.°). Y más adelante afirma: «El hombre no puede llegar a conseguir riqueza alguna sino por medio del trabajo» (Axioma 3.°). Lo que incita al hombre al trabajo es el interés particular (Axioma 5.°). Se adscribe a la doctrina del «laissez faire, laissez passer»: el Estado ape nas debe intervenir en las actividades económicas yen los asuntos sociales. Su principal función consiste en conservar la seguridad y la propiedad de los bie nes de las personas (Axioma 2.°) y dejar plena libertad a los agentes económi cos, de modo que las leyes naturales de la economía regulen su funcionamien to: «El hombre podrá trabajar más o menos, según sea mayor o menor la libertad que tenga para trabajar». Cuantos más obstáculos se eliminen mayor será el crecimiento económico. Los monopolios de cualquier tipo han de ser eliminados: lo exige la economía de mercado, el libre desarrollo de la oferta y la demanda y la competencia perfecta. El monopolio o estanco del tabaco ha de abolirse corno el resto de situaciones de privilegio; reportará mayor pro ducción y mayores ingresos para el erario público (Axioma 4.°). En sus reflexiones sobre la población, no conoce o no comparte las teorías de Maithus. La observación de la realidad demográfica española, tan distinta de la británica durante esos años, difícilmente podía llevar a Luyando a enun ciar doctrinas catastrofistas de crecimiento ilimitado. Más bien parece formu lar el principio de autorregulación social de la demografía con rçlación a la riqueza: cuanta más riqueza genere una sociedad, mayor será el número de matrimonios y, como consecuencia, el crecimiento de la población («si el hombre no puede mantener una familia, no se casa»); cuantos más habitantes haya, más riqueza se creará, pero si, por cualquier circunstancia, hay recesión económica, descenderá el número de matrimonios y de habitantes (Axiomas 6.° y 7°.). Respecto al debate abierto desde hacía tiempo sobre política fiscal, Luyando se muestra partidario de los impuestos directos, o contribución úni ca, por diversas razones: son más justos, su recaudación exige menos gastos y, consecuentemente, pueden ser menores. Según el principio que reduce a mínimos la intervención del Estado, el gobierno debe exigir los tributos imprescindibles para gobernar y garantizar la seguridad y el disfrute de la pro piedad (40). Martín Fernández de Navarrete leyó en 1791, en la Real Sociedad Matri tense, el ensayo titulado «Discurso sobre los progresos que puede adquirir la economía política con la aplicación de las ciencias exactas y naturales», en el que aboga por la aplicación de fórmulas matemáticas a la economía. Cada vez más, escribe, la investigación depende de las matemáticas; no entiende cómo puede progresar el estudio de las rentas, de la demografía y de todas las ramas de la economía sin que se sometan al mismo rigor matemático que las otras ciencias (41). Precisamente el paso del pensamiento económico a la doctrina (4Ó) Ibídem, pp. lOyss.,29yss. (41) M. Fernández de Navarrete. Discurso sobre los progresos que puede adquirir la eco nomía política con/a aplicación de las ciencias exactasy naturales, Madrid, Imprenta de Sancha. 1791, pp. 16 y 19. 18 45 LA CONTRIBUCiÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XV1IIAL... o ciencia económica tiene lugar en el siglo xviii, honor que unas escuelas atri buyen a los fisiócratas y otras a Adam Smith. Navarrete divide la sociedad en tres clases: 1a «los quç producen» (canti dades positivas), compuesta por los agricultores, marineros, comerciantes, artesanos y obreros; 2a «los poseedores», o propietarios que consumen y no trabajan (iguales a cero); 3a «los que viven a expensas de los demás» (canti dades negativas): funcionarios, mendicantes, etc. La riqueza de la nación está con relación directa a los primeros e inversa a los últimos, por lo que es pre ciso fomentar aquéllos y reducir éstos (42). Esta distinción está inspirada en A. Smith y se aleja de la establecida por los fisiócratas. Según éstos, también existen tres clases: agricultores, propie tarios y «clase estéril». Sólo los agricultores incrementan la riqueza; los demás trabajadores (artesanos, transportistas, comerciantes, que producen mercan cías elaboradas) forman la «clase estéril», ya que únicamente transforman la riqueza ya producida por los agricultores. «Los poseedores», la nobleza y sus privilegios, constituyen una carga inso portable para la sociedad, por la cantidad de bienes vinculados, exentos de impuestos, y por la altanería y la ociosidad en la que viven. Obligados por su posición social a dar ejemplo e influir en la cultura y progreso económico y social, sólo contribuyen a adormecer al pueblo y obstaculizar su desarrollo y prosperidad. El ilustre marino postula la abolición de los mayorazgos, la des vinculación de patrimonios y la iguadad fiscal (43). Sin duda, Fernández de Navarrete no ignoraba las implicaciones políticas y sociales de sus tesis económicas. (42) (43) Ibídem, pp. 18-19. Ibídem, pp. 26-27. Año 1994 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNATE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL Leopoldo STAMPA Embajador de España En su octava vuelta al mundo realizada en 1993 el Juan Sebastián de Elcano hizo escala en las míticas islas Molucas que un día albergaran la presencia del navegante de Guetaria. El embajador de España en Indonesia don Leopoldo Stampa, que estuvo presente en la visita, nos brinda este excelente trabajo que rememora un pasado histórico español. Tidore La isla de Tidore forma parte, junto con su casi gemela Ternate, del archi piélago norte de la provincia de Molucas, compuesto por las siguientes islas: Halmahera, Morotai, Ternate, Tidore, y los archipiélagos menores de Bacan y de Sula. La capital de la totalidad de la provincia es Ambón, situada en la isla de Seram (Molucas centrales). Las islas, conocidas a través de la Historia como las Islas de las Especias, presentan una geografía accidentada donde abundan los volcanes —dos de ellos en Tidore y Ternate— y las lagunas. Más de 150 dialectos son los que se hablan en estos grupos de islas cuyas tradiciones se ven, incluso hoy día, fuertemente impregnadas del rastro de culturas occidentales y, sobre todo, portuguesa y española, algo qúe se mani fiesta en su folklore, en algunos apellidos, en los vestigios monumentales y nombres de ciudades, a pesar de que el paso de los años va desdibujando su carácter. Por esta razón la presencia de algo tan emblemático como el buqueescuela de la Armada Juan Sebastián de Elcano en las aguas que hace casi 450 años fueron españolas, y el homenaje que se rendirá a la memoria de los marinos que convirtieron estas islas en hitos de la Historia de la navegación de España y del mundo entero, es una forma más de revitalizar el recuerdo de nuestra presencia y difundir el testimonio de nuestro pasado. Éste será el objetivo de nuestra presencia en la isla de Tidore y de ello trataremos a lo largo de estas páginas. La isla de Tidore es algo mayor que la vecina Ternate. Al igual que ésta, un volcán, el Kiematubu (1.757 m) domina su superficie. Ambas islas forman dos conos casi perfectos, uno en frente de otro, sepa radas su costas 3.500 metros (distancia entre el embarcadero de Kayumerah en Ternate y el de Rum en Tidore) por un brazo de mar estrecho y profundo, en el que se asienta la isla más pequeña de Maitara. Año 1994 050’ MODERN TERNATE 045’ CAS1tE GAMMALAMMA, PORT NUESTRASEN!LORA DEL ROSARIOOK GAMI.AMO Native toWfl Poituguese Fottress and town called by tite natives MARIEKU 1. -FORT TORRE 2. - FORT TSJORBE 3. -MARIEICU 4. - CASTLE(‘IAMMALAMMA, FORT NUESTRA SEN! lORA 1)!!!. ROSARIOORGAMIAMO 5. -P0141SAN PEDROY SANPABLO 6. -P0111.SANTA I.UCI& 7. -POR! TOLOKO 8. -FOR1 ORANJE 22 1’ 04 TIDORE 1SE!.! Núm. 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL Tidore tiene un perímetro de 45 Km, que los recorre una carretera que cir cunvala prácticamente la isla. Su población, unos 35.000 habitantes, se con centra en la capital Soa Siu. Historia La historia de Tidore está dominada por la rivalidad con Ternate. Primero entre los dos sultanes de una y otra isla; después por el apoyo dado por los españoles a los tidoreños frente al Sultán de Tern ate y sus aliados, portugue ses; y, más tarde, cuando éstos fueron expulsados de la vecina Ternate, los portugueses y los españoles juntos —ya en Tidore— chocaron con los holan deses asentados en la isla rival. Éste sería el resumen de una azarosa historia que dominó los siglos xvi y xvii. A partir de 1648(Paz de Westfalia) España cede el control de las Molucas para concentrarse en Filipinas y la Compañía holandesa V. O. C. ocupa la isla como hizo con el resto del archipiélago moluqueño, estableciendo el mono polio del clavo y de las demás especias. Tidore en la actualidad Tidore es una isla pobre dedicada básicamente a la agricultura (clavo, mango, coco) y a la pesca. Su infraestructura es precaria y elemental. Una sola carretera asfaltada rodea el perímetro de la isla que dispone de un único hotel, el «Penginapan Jangi», de 12 habitaciones y de modestísima presencia. No hay restaurantes y el núcleo urbano se reduce a Soa Siu, la capital. Desde el punto de vista histórico y monumental, que es el que nos intere sa, Tidore ofrece cuatro emplazamientos de tradición histórica. La presencia española Elfuerte Tsjobbe De él no quedan más que los restos. Se trata de una atalaya de reducidas dimensiones, situada al Norte del embarcadero de Rum. Tenemos suficientes indicios como para afirmar que pudo ser el primer asentamiento construido por los hombres de Espinosa, que mandaba la Trini dad y que permanecieron en Tidore cuando la expedición de Magallanes, desde entonces mandada por Elcano, prosiguió viaje con la Victoria. Al contrario de ésta, la Trinidad se vio en la necesidad de permanecer en la isla para reparar, ya que los fondos y la quilla de la nave habían sido afecta dos por la broma. Año 1994 LEOPOLDO STAMPA Elcano siguió viaje con la Victoria logrando la primera circunnavegación del globo. Pero veamos más despacio la historia del fuerte Tsjobbe. Elcano y Espinosa llegaron a las islas el 6 de noviembre de 1521. Inicialmente fondearon en Ternate, ocupada por varios comerciantes portugueses y algún destacamento de hombres de armas. La acogida del Sultán de Ternate y de sus súbditos debió ser bastante fría, por lo que Elcano decidió abandonar la isla para dirigirse a la vecina Tidore. En efecto, el día 8 de noviembre, «tres horas antes de la puesta de sol» —como señala Pigafetta— la Victoria y la Trinidad fondeaban en Tidore, «cerca de la costa, y a veinte brazas». Allí dispararon salvas de saludo y espe raron la visita de los tidoreños. Al día siguiente el sultán Al-Mansur fue reci bido a bordo. El Sultán, que vio en la llegada de Elcano un apoyo decidido frente a los ternateños, no dudó en proclamarse vasallo de Carlos V y en bautizar a Tidore con el nuevo nombre de «Castilla», en honor al emperador Carlos, su nuevo soberano. Los hombres de la Victoria y la Trinidad fueron agasajados por el Sultán y gratificados con numerosas fiestas, en una de las cuales quedaron impresio nados por «una procesión de cincuenta mujeres, todas adornadas de seda desde la cintura hasta los pies —escribe el cronista Pigafetta— que portaban 24 Núm. 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL cincuenta bandejas de manjares sobre sus cabezas y eran escoltadas por hom bres que llevaban grandes jarras de vino y que más tarde ejecutaron la danza del “cakalele” o danza guerrera. Cuando el banquete finalizó, las mujeres capturaron jugando a algunos de los españoles y fue necesario entregar algu nos regalos para que éstos volvieran a recobrar su libertad». Imagino que con harto sentimiento por parte de los españoles afectados. Cúando Elcano zarpó los hombres de Espinosa que quedaron en la isla reparando la Trinidad, cerca de 50, construyeron una pequeña factoría para el acopio de las especias y la protegieron artillando el reducto con las piezas de la Trinidad. Es posible que ese reducto sea el fuerte Tsjobbe, cuyos restos dominan aún la rada de Rum, descendiendo hasta la playa, que es donde está previsto —en principio— llevar a cabo la ceremonia en memoria de Elcano y de su expedición. Son muchos los indicios que permiten suponer que el fuerte Tsjobbe res ponde al asentamiento inicial de los hombres de la expedición de Elcano. Es evidente que una factoría para la recolección de las especias debería estar en un lugar próximo a la costa, al embarcadero, para facilitar la carga; es asi mismo lógico pensar que, para evitar sorpresas de los hostiles vecinos de Ter nate y de los portugueses, la atalaya que protegía el almacén tendría que dominar con sus vistas los puntos de la isla rival desde donde podrían llevar a cabo expediciones de castigo contra Tidore y contra la factoría concretamen te. En aquella época la ciudad y el núcleo poblado de Ternate no se encon traba en su actual emplazamiento, sino al Suroeste de la isla en un lugar llamado Gammalamma, que hoy lo ocupa el fuerte de Nuestra Señora del Rosario, próximo a otro reducto en el poblado que hoy se llama Kastela (de rivación de «castillo») de indudable origen etimológico hispano-portugués. Basta mirar el plano de ambas islas para comprobar que cualquier acción diri gida desde la vieja ciudad de Ternate hacia Rum sería divisada con tiempo suficiente de preaviso desde el fuerte Tsjobbe. Por último, en la historia de Tidore no se menciona una construcción pos terior a esta fecha del reducto de Tsjobbe. Por todo ello me inclino a pensar que la atalaya de Tsjobbe debió ser el lugar que defendía el almacén. Es posi ble, asimismo, que la actual estructura de la atalaya fuese entonces más ele mental que la que hoy podemos contemplar, aunque sólo queden restos, pero todos los indicios parecen apuntar en la misma dirección, es decir, que el asentamiento inicial se realiza en Rum. Volviendo a la historia de los hombres de la Trinidad señalaremos que, pasados los días y reparado el buque, zarparon los hombres de Espinosa tra tando de llegar a América por el Pacífico. Al no conseguirlo regresaron nue vamente a Tidore. En las proximidades de Ternate encalló la Trinidad y se hundió. Los supervivientes fueron hechos prisioneros poco después por los portugueses, que terminaron adueñándose de la factoría de Tidore y de la atalaya. Es más que probable que las obras de acondicionamiento y refuerzo del reducto se emprendieran a partir de entonces, dando al fuerte Tsjobbe su fisonomía definitiva. Año 1994 LEOPOLDO STAMPA “RLt4US 1 1 LA EMBAJADADE£SPAA CLL.CUb £DSTI ttE ELBUQUEESCUELADELA AADA ESAOLA JUAN SEBASTLAN DEELCANO T1DOE 30 DE !tARZO DE1983 UNTU( MEMELNCAT1JUAN SEBASTIÁNDEELCANOBESEtTÁ AWA’. PAL-APAL TUNIDÁD DAN ViCTO?IA YANCt4LA?AT DI ULAU TIDOaE INI FACA TANCOAL8 NO?EBEF L521DAN ELANjUTAN ?SLAYAANNYA í SPAN?OLFACATANCCAL18 DESE1BEPISí. DALAtt ?ELAYAANNYA MENCEUL1NCIDUNIAYANC PEF.TAA ECUTAAN BESAF.SFANYOL KAFAL JTI ANCATÁMLAUT5?ÁMYOt J0AN SEBAZT1N DEELCA1C’ TIC CaE 30 4A?.T 1593 :;1] O MCV ¿E5 I5IANC CCE48EP 1$TT OF TE GLOSE THE CSA ?/ E Gv ..•—‘-‘ ‘-—“ : . .;0] 26 Núm. 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL Las ruinas de la ciudad real de Marieku de Las fortificaciones españolas que existían en torno a la ciudad córrespon deñ a un período posterior a la llegada de Elcano y fueron construidas por los hombres de la expdición de don García Jofre de Loaysa, quien zarpó de La Coruña el 24 de agosto de 1525 con 450 hombres y una escuadra compuesta por seis naos: Santa María de la Victoria, como nave capitana, Sancti Spiritus, Anunciada, San Gabriel, Santa María del Parral y San Lesmes, y un patache, el Santiago. A bordo de la escuadra viajaban dos marinos de excepción: Eléano, en su segundo viaje, y Urdaneta La arriesgada empresa y los hechos que la rodearon son de sobra conoci dos. A lo largo de la travesía los vientos y las tormentas fueron diezmando la flota, y las enfermedades a los hombres. El 30 de julio de. 1526muere Loaysa, qúe es sustituido por Elcano. El 7 de agosto fallece el propio Juan Sebastián Elcano cuando aúnlas faltaban semanas para llegar las islas Marianas. Al fin alcanzaron Molucas, en octubre, 150 ahombres de los 450 que ‘habían zarpado. Las islas están ocupadas por los pórtugueses, y en Ternate García Henríquez se considera gobernador del archipiélago y exige que se le rindan honores. Los españoles se asientan nuevameñte en Tidore, donde el sultán Al-Mansur vuelve a acogerlos. Mientras portugueses y espáñoles dis cuten por los derechos de asentamiento, el clima de tensión va creciendo. A mediados de enero de 1527, la Santa María de la Victoria es dañada en uno de los combates y Zarquizano, que está al mando de la expedición, dio la triste orden de incendiar la nave, que ya no era posible aparejar para que pudiese navegar de nuevo. Mientras tanto, don Hernando de la Torre activa las defensas de la ciudad real de Marieku en previsión de un ataque portugués. Este no se hizo esperar en cuanto llegó a Ternate el general portugués don Jorge Meneses, quien puso fin a la tregua con los españoles, y al frente de 100 portugueses y 1.000 ternateños asoló la ciudad de Marieku, Durante las opeiaciones fueron cerca das las fortificaciones españolas adyacentes a Marieku, hasta que se pactaron los términosde un compromiso entre Meneses y La Torre, que había suce didoaZarquizano a la muerte de éste. De Marieku no quedan más que unas piedras, apenas visibles entre la maleza, sobre la falda de una colina escarpada. El interés que presentan los restos, hoy. día, es escaso.y la dificultad de acceso haceque rio sea aconsejable su visita. . El fuerte Torre o fuerte Tohula . Se llama de las dos maneras, aunque predornina el nombre moluqueño de Tohula. Su calificativo como fuerte Torre, que aparece en algunos mapas de la época, puede responder a dos razones: la primera—y la más plausible—, por Año 1994 LEOPOLDO STAMPA referencia a su construcción, en la que destacaba una torre, aún en pie, aun que desmochada. La segunda .—de origen más dudoso, pero que apunto como hipótesis— derivaría del nombre del comandante de la fortaleza don Hernando de la Torre, quien estuvo al frente de la facción española de los res tos de la expedición de Loaysa, entre 1527 y 1529. Ello nos adentra en la historia de la expedición de socorro enviada por Hernán Cortés, con la intención de reforzar a la flota de Loaysa o lo que que dase de ella. Hernán Cortés había recibido una carta del emperador Carlos Y, fechada en Granada el 20 de junio de 1526, en la que le informaba de las sucesivas expediciones enviadas a «las nuestras islas de Maluco». Señalaba cómo la nao Trinidad (la de Espinosa) «quedó allá, porque hizo agua, con hasta cincuenta y siete hombres» y cómo había enviado una nueva armada (la de Loaysa) «con seis naos», en las cuales fue por capitán general «el comendador y caba llero de la Orden de San Juan Fr. García de Loaisa», a quien había ordenado «quedar en las dichas islas, asentándose su trato en ellas y gobernándolas». Pór último le ponía en conocimiento de la armada al mando de Sebastián Caboto, que había partido ese año con tres naos y una carabela para «también ir a las dichas islas de Maluco». Cortés recibió noticias de la armada de Loaysa. Uno de los buques, el patache Santiago, después de una azarosa travesía en la que se separó de la armada, terminó remontando por el Pacífico hasta aparecer en Nueva Espa ña. Cortés, informado de las desgracias de la armada de Loaysa e informado por la carta del Emperador, en la que le ordenaba socorrer a la expedición, decidió enviar socorro a los españoles «del Moluco». Don Alvaro de Saave dra Cerón salió con dos navíos y un bergantín. El 15 de diciembre de 1527una tormenta hundió las naos Santiago y Espíritu Santo. Solamente la Florida pudo llegar a las Molucas, fondeando en Tidore el 27 de marzo de 1528. Mientras la armada de Saavedra se dirigía a Tidore, los españoles habían continuado sus escaramuzas con los portugueses y ternateños. Antes de que Saavedra desembarcase, La Torre había pactado el fin de las hostilidades con los lusitanos y se había asentado en la isla. El fuerte Torre, asoladas las defen sas de Marieku, debió de ser el lugar del nuevo asentamiento, posteriormente mejorado en su construcción al tiempo que la nueva ciudad de Soa Siu, sede del sultanato tidoreño, se extendía en sus proximidades. Saavedra, una vez comprobada la presencia de los españoles en Ternate, intentó el tornaviaje. Navegó rumbo al Nordeste, después cambió al Este para recorrer 250 leguas, hasta llegar a las islas de Papúa, donde permaneció algún tiempo. Pero perdi dos y sin saber qué derrota tomar, fueron retrocediendo hasta regresar a Tidore. ¿Construyó don Hernando de la Torre el fuerte Tohula o fuerte Torre? Nada sabeñios a ciencia cierta. Según las informaciones locales el fuerte es portugués, pero ello nada indica, pues durante la unión peninsular Portugal y Castilla eran un misma cosa y es frecuente que se confundan sus hechos y su historia. 28 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL El fuerte —aunque en ruinas— se mantiene discretamente en pie. Pró ximo a Sóa Siu, no es fácilmente visible desde lacarretera. Hay que ascender a través de una senda empinada y rodeada de vegetación. La entrada es difi cultosa entre la hojarasca y las piedras sueltas. Su visita en grupo no es acon sejable debido a las condiciones del terreno. Palacio del Sultán de Tidore Mientras otras expediciones españolas siguieron a la de Saavedra (la del almirante Villalobos a Jailolo en 1542, la de don Francisco de Dueñas a Ter nate en 1580 y la de don Juan de Marones en 1883) en Soa Siu fueron suce diéndose asimismo los sultanes. Del palacio de éstos sólo quedan restos, entre ellos las escaleras de acceso y algunos lienzos de mampostería. No hay constancia histórica documentada, ni indicios de otra naturaleza que permitan trazar una vinculación entre la presencia de los españoles y el palacio de Soa Siu, que debe ser de época posterior (posiblemente finales del xvi), cuando los españoles concentraban su presencia en Ternate. De cualquier manera los combates que durante la primera mitad del XVII enfrentaron a españoles y holandeses tuvieron también a Tidore por escena rio. Un grabado holandés representa el ataque de lá escuadra del almirante Hoen a Tidore, en 1609, en lo que bien pudiera ser Soa Siu, donde figura un palacio en llamas. El recintó conserva también algunas tumbas de sultanes posteriores al período español, como las de Nuku y Jainal Abidin Syah. Tidore completa su lista de reductos históricos con un modesto museo local, el Sonyine Malige, que contiene recuerdos y parafernalia de los últimos sultanes: ropajes, armas, instrumentos musicales y un bello ejemplar del Korán. En síntesis, salvo los restos del fuerte Tsjobbe, próximos al lugar donde está previsto que se desarrolle la ceremonia en memoria de Elcano y sus hom bres, y ante la premura de tiempo, no parece adecuado girar una visita turís tica a Tidore que, por otro lado —y lamentablemente— no ha conservado bien los restos de nuestra presencia, reducidos prácticamente a vestigios, como puede deducirse —más que verse— en las reproducciones de las fotoco pias de esta «guía». A ello se une la incomodidad del acceso a su emplaza miento, que podría pasarse por alto si a ello obliga la necesidad de la investi gación histórica, pero que no sería perdonado en el contexto de una visita turística. El folklore de las Molucas, y no únicamente en Tidore y lernate, recoge ecos de la presencia militar española en el archipiélago. La danza del «cakale le», una de las coreografías guerreras de los antiguos moluqueños, aporta incluso hoy día datos significativos. El «guerrero» cubre su cabeza con una reproducción del «capacete», el casco con el que los hombres de armas españoles hicieron sus campañas Año 1994 LEOPOLDO 30 STAMPA Núm. 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL durante buena parte del siglo xv y el xvi. Si hay suerte én Ternate, después de la cena del día 30 de marzo, podremos ver los «capacetes»’actuales en la danza del «cakalele». Ternate El volcán Gamalama (1.721 m) aún en actividad y de similar altura al Kie matubu de Tidore, domina la isla. Esta es de extensión menor que su vecina (10 km de diámetro) y notablemente.superior en desarrollo. Los árboles de clavo y canela dominan el panorama ternateño mezclándose a menudo con un paisaje de lava solidificada que recuerda, como un testimonio permanente, los períodos de actividad del Gamalama —al menos 70 ‘durante los’últimos 500 años— habiendo sido la erupción más cercana en 1990. , Historia ‘ ‘ ‘ Al referirnos a Tidore ya hemos desvelado en gran parte la historia de Ter-. nate. Se trata justamente del reverso de la moneda. Duránte buena parte del siglo xvi Ternate fue üna posesión portuguesa opuesta al Tidore eÑpañol. Cuando Elcano llega a sus costas es recibido con frialdad y tarda sólo veiiiticuatro horas’ en poner proa a Tidore y olvidarse de lós ternateños y portu gueses. Más adelante, durante la unión peninsular, es’decir, a partir de 1580,caste-. llanos y portugueses, porque españoles eran todos, harán causa común frenté a la nueva amenaza holandesa. Y la isla de Ternate será escenario de no pocas intrigas, combates y asedios a sus plazas fortificadas. La firma del Tratado de Zaragoza en 1529, por el que’ Carlos V cedía á Portugal sus derechos en las Molucas, abiió un cierto paréntesis en nuestrá presencia moluqueña. De las armadas dé Loaysa y Saavedra, quedaban en Tidore tan sólo diecisiete hombres que abandonaron el archipiélago el mes de, febrero de 1534. Algunos españoles continuaron en Tidore con el ánimo dé minar la,pre sencia portuguesa en Ternate. Allí permaneció por algún tiempó un núcleo de irreductibles, entre los que llegó a encóntrarse el propio Urdáneta. Los historiadores portugueses reseñan, por ejemplo, la ayuda recibida por el sultán Bohejat de Tidore, quien en 1536 gozaba aún del asesoramiento español en la reconstrucción de atalayas, levantamiento de sólidos bastiones y muros de piedra (ya hemos visto la historia de los fuertes Tsjobbe y Torre) para evitar los ataques portugueses. Muchos españoles más terminaban infil trándose en Tidore, proporcionando a Bohejat mosquetes, pólvora y muni ciones, con el propósito de que el creciente ejército de Tidore fuese debili tando la presencia portuguesa en Ternate. A pesar de la ayuda española el ‘gobernador Galvao invadió Tidore, derrotando al sultán Bohejat y poniendo fin, al menos provisionalmente, ala , Año 1994 ‘‘ ‘ LEOPOLDO 32 STAMPA Núm. 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE ENEL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL presencia española, aunque ésta estuviera basa.daen aquel momento en «ase sores» y voluntarios. Todavía habría enfrentamientos con los portugueses, y algunos de cierta envergadura, como el ocurrido con la armada de Ruy López de Villalobos, enviada desde el virreinato de Nueva España en 1542a descubrir nuevas islas, y que los temporales obligaron a buscar refugio en Tidore. El gobernador portugués de Ternate, don Gregorio de Castro, arremetió contra los hombres de Villalobos que terminaron siendo hechos prisioneros y enviados a Ambón en cautiverio. La mayoría fallecieron de ben-ben, incluyendo al propio almi rante Villalobos que recibió la extremaución en la isla de Ambón de manos de San Francisco Javier. Durante este período «portugués» viajará Francisco Javier a Ternate. Según dicen las crónicas su misión era convertir al sultán Hairun con quien mantuvo numerosas audiencias estableciéndose entre ellos una relación de mutuo respeto. El santo debió de llegar a Ternaté sobre 1549, acompañado por Friy Juan de Beira, quien fecha algunas cartas en Ternate en ese período. Tras la expulsión de los portugueses de Ternate por el sultán Baad (1575) se entra en una época de vacío europeo en las islas, con la excepción de alguna visita ocasional como la de Francis Drake. El Sultán aceptó convertir a Ter nate en protectorado inglés, aunque todo ello tuvo mucho de símbolo y poco de realidad. Pero los españoles volverían nuevamente a Ternate como tendremos oca Sión de ver. Ternate en la actualidad La capital —Ternate— fue fundada en 1607 por los holandeses. Se trata de la segunda capital, la moderna, pues la capital histórica, sede del sultanato, llevaba el nombre de Gammalamma y surgió en los alrededores del fuerte de ese mismo nombre, bautizado posteriormente como Nuestra Señora del Rosario por los hispano-portugueses. Ternate es la segunda ciudad de la región norteña de las Molucas después de Ambón. Aún así no debemos imaginar una urbe de importancia. Su pobla ción —en torno a los 50.000 habitantes de los 80.000 totales de la isla—se con centra en ese núcleo que está lejos, por otra parte, de asemejarse a una ciudad de corte urbano tradicional. Una estrecha carretera de denso tráfico de microbuses y motocicletas, conecta Ternate con las poblaciones de la isla, Tafura, Sango, Loto, Monge, Kastela, Bastiong..., muchas de ellas de origen etimológico claramente ibé rico y militar, como las dos últimas —«castillo» y «bastión»— donde efectiva mente existen restos de un castillo y un bastión en sus alrededores. Los atractivos turísticos son aún escasos. Al margen de los fuertes, de los que hablaremos más adelante, Ternate no presenta al visitante más que un panorama vegetal de árboles de clavo y canela, el humeante Gamalama y unas playas de arena negra, volcánica, entre las que destaca la de Sulama Año 1994 LEOPOLDO STAMPA daha. Para los surfistas y los amantes de la inmersión y la pesca submarina, Sulamadaha ofrece enormes atractivos y los corales que rodean a la isla tienen fama en las Molucas. La flora es otro de los fenómenos de los que se enorgullecen los ternate ños. Un área de recreo, exageradamente llamado el Jardín de Eva (Taman Eva) es uno de los «resorts» que inevitablemente acoge algunas instalaciones recreativas, una cafetería y la infraestructura al uso. La Laguna (que aún con serva su nombre español) y lago Toleri, cuentan con especies raras, cocodri los y variedades de pájaros. En la gastronomía ternateña destaca el cangrejo Ketam Kenari, especie que pesa más de medio kilo por unidad y que se alimenta de cocos. Hoy día se crían en una plantación de cocoteros en la vecina Halmahera y se envían a Ternate enuna de las numerosas barcas que pululan por los estrechos y que hace el recorrido en una media hora. Se trata sin lugar a dudas de la especia lidad de Ternate, que es servida en los restaurantes de la localidad. La ciudad cuenta con seis restaurantes discretos, en los que además del Ketam Kenari, sirven platos indonesios y chinos. De entre ellos destacan el Pondok Gede y el Siola. En este último está previsto servir la cena del día 30. Ternate dispone además de una aceptable red de hoteles, alrededor de una quincena, de mínima capacidad —en torno a las 10 ó 12 habitaciones— sin lujos pero limpios y hoy por hoy suficientes para la acogida de un turismo muy minoritario. Un pequeño aeropuerto comunica la isla con Ambón y Manado. El tráfico lo realiza un C-212, tres veces por semana. El tráfico naval es de mayor inten sidad obviamente, y el transporte de pasajeros está cubierto por la línea Pan Marine 2, con un servicio entre Manado, Sulawesi (Célebes), Ternate, archi piélago de Sual y Ambón, además de otros barcos de pasajeros y cargueros que llevan pasaje a bordo. La comunicación con Tidore la efectúa un «ferry» que realiza la travesía entre Kayumerah y Rum en unos 15 ó 20 minutos. Es constante el movimiento de pequeños botes entre Ternate, Tidore y las islas vecinas de Mare, Moti y Makian. La ciudad, en fin, dispone de un par de bancos para operaciones comercia les, una oficina de turismo, un club de submarinismo y poco más. La presencia española De los diversos fuertes que existen en Ternate, al menos tres de ellos están fuertemente vinculados a la presencia española en la misma; el fuerte Gam malamma o fuerte de Nuestra Señora del Rosario, el fuerte de San Pedro y San Pablo y el antiguo fuerte Malayo o fuerte Oranje, que fue uno de los mayores puntos de choque entre españoles y holandeses. Existen otros dos de construcción y control portugués, como son el Tolluco, al que fuentes indone sias atribuyen su origen hacia 1512, durante la presencia del gobernador gene ral don Pedro Serrao —y, por tanto, la edificación sería coetánea de la visita 34 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDOHISTÓRICO ESPAÑOL de Elcano—, ye! fuerte Santa Lucía o Kayu Merah, levantado en 1518, según las mismas fuentes, y que se encuentra frente a la isla de Tidore. A la vista de las fechas, ambos serían contemporáneos de la visita de Elcano. Sin embargo, Pigafetta, que iba a bordo de la Victoria y que fue el cronista de la expedición, nada dice sobre los fuertes de Ternate, que, sin duda, no hubieran pasado desapercibidos en la detallada descripción sobre las islas que ha llegado hasta nuestros días. Por otro lado, la obra monumental de ambos fuertes no es fácil imaginarla en los pocos años que separan el asentamiento inicial de los portu gueses en Ternate y la llegada de Elcano con Pigafetta como atento testigo. Por esas razones deben aceptarse con reservas las fechas señaladas. El fuerte Gammalarnma o fuerte de Nuestra Senhora del Rosario Gammalamrna esel origen de Ternate. Allí radicaba el palacio del sultán, la ciudad y el harén. Las primeras noticias de su existencia aparecen ya con uno de los primeros expedicionarios portugueses en 1522,el capitán de Brito. De Brito fue autorizado a construir un castillo —en la amplia acepción del tér mino de entonces, es decir, almacén, cuadra, factoría, dormitorio y forta leza—en las proximidades ala ciudad de Gammalamma, donde residía el su! tán Bolief. El castillo de piedra portugués poco a poco fue levantándose. No a lo largo de los meses, sino a lo largo de las décadas, La fortaleza fue sucesivamente gobernada por los portugueses hasta su expulsión y objeto de luchas e intrigas que no vamos a reseñar. En 1575 los lusitanos son expulsados de Ternate. Se establecen en Tidore en 1578, y dos años después se produce la unión peninsular bajo Felipe II. A partir de ese mismo año se envían expediciones desde Filipinas para reiniciar el asentamiento en Tidore y conquistar Ternate. En esa época se inicia la penetración holandesa en Ternate y se fragua la alianza entre los emisarios de la compañía holandesa V.O.C. (Vereenigde Oostindische Compagnie) y el sultán de Tidore. En 1593 la armada de Desmariñas es traicionada por los remeros chinos, que apuñalan a la tripulación durante la noche, y la conquista de Ternate fracasa. En 1606, ya bajo el reinado de Felipe III, don Pedro de Acuña, goberna dor general de Filipinas, arma una flota de «cinco navíos, cüatro galeras, tres galeotes, cuatro sampanes, tres funeas, dos gabarras inglesas, dos berganti nes, trece fragatas y una barcaza para el transporte de la artillería», con un total de 1.300 españoles, 400 soldados filipinos y 649 remeros de esta naciona lidad. El 26 de marzo se concentran en la bahía de Talangame, frente a Terna te. Desembarcan en Tidore, donde reciben ayuda del sultán, quien propor cina una flota de kora-kora, y al amanecer del 1 de abril se disponen a realizar el desembarco. Don Pedro divide sus fuerzas en dos columnas para converger sobre el recientemente construido fuerte de San Pedro y San Pablo. Los ternateños, Año 1994 LEOPOLDO STAMPA a pesar de estar bien dotadosde cañones, se deciden por el cuerpo a cuerpo. Lós españoles les superan y a mediodía el reducto se rinde. Tras ello, don Pedro se dirige al fuerte Gammalamma, cuartel general y residencia del sul tán Said, nieto de Hairún, que es quien había expulsado a los portugueses de Temate. Said huye antes de que las tropas de Aéuña lleguen al Gamma lamma. Cuando éstos llegan arremeten contra las posiciones fortificadas tomando las piezas, y capturan la factoría holandesa, en la que encuentran dos mil ducados, grandes depósitos de clavo y numerosas mercaderías. El sultán Said aceptó regresar a Ternate cuando supo que los españolés le respetarían la vida si se rendía y reconocía la soberanía española sobre el sul tanto. En efecto, el 10 de abril de 1606, en el gran salón del fuerte de Gam malamma, los españoles y ternateños sancionaron formalmente la paz con la firma de un tratado. El Sultán y su familia juraron lealtad al rey Felipe III. De esta manera, Ternate y Tidore quedaban bajo soberanía española. Don Pedro de Acuña, cumplida su misión, regresó a Manila en el mes de mayo. Durante los meses sucesivos se levantaron puestos fortificados y guarni ciones en las pequeñas islas vecinas de Moti, Batjan y Makian; en Tidore reconstruyeron el castillo (e1 fuerte Tsjobbe o el fuerte Torre?), que albergó una guarnición de 100 hombres; el fuerte de San Pedro y San Pablo albergó a otros 200 soldados, y el Gammalamma fue ampliado, acogiendo a cerca de 100 familias de portugueses, mestizos portugueses y españoles. Las últimas reformas de los fuertes de San Pedro y San Pablo, Gamma lamma, en Ternate, ylos que aún perduran en Tidore, pertenecen, por tanto, a este período de control español de las dos islas y del norte de las Molucas. Era el año del dominio total, 1606. Pero los holandeses no estaban inactivos. Alianzas con los ternateños y el sultán de Jailolo fueron negociadas por el capitán L’Hermite quien con una fuerza aúxiliar de 100 kora-kora y soldados holandeses inició razzias contra las guarniciones españolas de la isla de Matian, intentando luego un desem barco en Ternate del que salió escarmentado. Lo intentó nuevamente consi guiendo una base en el antiguo fuerte Malayo, abandonado por los portugue ses. Los holandeses reconstruyeron el fuerte y lo pusieron en estado de defen sa. Dejamos aquí la historia del fuerte Gammalamma, que puede visitarse sin mayores dificultades. Se encuentra en la carretera, próximo al poblado de Kastela o Kastiel. En su interior —en ruinas— aún se aprecian los muros y parte de la torre central que conserva la fisonomía definitiva después de ser reparado por los españoles y portugueses. Fuerte Malayo o fuerte Oranje Se trata del que reconstruyó el capitán L’Hermite. Está situado en el cen tro de la moderna Ternate. Hoy día lo ocupa la policía local y es el único que presenta ciertas condiciones de habitabilidad. El fuerte fue sitiado en 1606por las fuerzas españolas que se acuartelaban • 36 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL 1 Año 1994 37 LEOPOLDO STAMPA en el Gammalamma. La batalla del fuerte Malayo, ocurrida durante el mes de junio de 1606 tuvo lugar entre los 250 sitiadores y cerca de 140 holandeses y ternateños al mando de L’Hermite. La fortaleza no pudo ser tomada y ello animó a las fuerzas holandesas a extender su acción sobre Ternate y Tidore. Las expediciones de los almirantes Caerden (1608), Wittert (1609) y la de Hoen (1609) contra Tidore, son pruebas de ello. Fuerte de San Pedro y San Pablo Algunas fuentes consideran que este baluarte fue el que comenzó a cons truir el gobernador general portugués don Antonio de Brito en 1522. Otros por el contrario creen que el que Brito levantó estaría más cerca de Gamma lamma y que incluso el almacén original de Brito fue el origen del fuerte Gam malamma. De acuerdo con las tesis mejor fundadas el fuerte ya estaba en pie durante el reinado del sultán Hairun, quien fue asesinado en ese mismo casti llo por el portugués Antonio Pimentel en 1570. Ello dio lugar a una guerra de cinco años, que terminó con la derrota portuguesa y su expulsión de Ternate en 1575. Ya hemos visto también como el castillo fue asaltado y ocupado posterior mente por las fuerzas españolas de don Pedro de Acuña en 1606. El castillo está situado entre los poblados Taman Riu y Fitu, en la carre tera de Ternate a Gammalamma. Su posición, vigilando Tidore, habla por sí sola. Se conservan los muros exteriores, pero no se puede acceder al interior, que no se divisa desde la carretera. La entrada tampoco es visible desde los otros muros y la vegetación, los desniveles y los reptiles, aconsejan observa ción prudente desde la carretera. Fuerte Tolluco o Toloco Se trata de un fuerte portugués. En éste no existen indicios de presencia española. Atribuida su construcción a Francisco Serrao (1512), ya he indi cado mis dudas al respecto. La buena conservación del mismo no hace más que confirmar su construcción posterior a esa fecha. Está situado a la salida de Ternate en dirección al aeropuerto, la opuesta a Gammalamma. Fuerte Santa Lucía Por último, el fuerte Santa Lucía, o «el bastión», recuerda la presencia portuguesa en Ternate. El fuerte no llegó a terminarse y hoy las aguas de la bahía de Talangame penetran entre sus muros. Puede accederse a su interior desde el que se divisa la vecina Tidore. 38 45 LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL En torno a este punto podría situarse e’ primer fondeo de Elcano, el 6 de noviembre, antes de dirigirse a Tidore, aunque Pigafetta no lo describe sufi cientemente como para asegurarlo. En Tidore también puede contemplarse el Palacio del Sultán (construido en 1610) y su museo. Una desafortunada restauración en 1974ha quitado toda la gracia al edificio, más parecido ahora a una residencia de montaña que al palacio de un sultán. El Museo despliega varios objetos de arte, entre ellos porcelana china, plata, objetos portugueses del siglo XVI, lámparas ornamen tales, trajes de ceremonial de los sultanes y armas. Todavía el Sultán acude a algunas ceremonias acompañado de sus guar dias (suseba) y de sus soldados, que curiosamente —,otra reminiscencia his pano-portuguesa?—- se denominan bala. En cuanto al folklore (ya hemos hablado de la danza del «cakalele»), la danza cortesana llamada Legu recuerda pasadas épocas, acompañadas por canciones que rememoran al Sultán las obligaciones que tiene con su pueblo. Otra de ellas, la Dadansa (de n evo etimologías familiares para nosotros), se ejecuta en presencia del Sultán cuando éste recibe a invitados oficiales. Anti guamente era una danza de bienvenida a los guerreros tras el combate. En los trajes de los danzantes pueden observarse reminiscencias portuguesas. Estas, junto con vocablos españoles, abundan en el idioma malayo, pero los dialec tos locales recogen muchas otras que se van haciendo más frecuentes a medida que uno se aproxima a tierras donde la presencia portuguesa y espa ñola se mantuvo durante siglos. Algunas tienen su origen en instrumentos desconocidos antes de la llegada de españoles y portugueses, y se adoptaron inmediatamente y aún perduran: dadu (dado), garpo (del portugués garfu = tenedor), Kantin (cantina), kase rol, lentera (linterna), tinta, martil (martillo). Yen Flores, Manado o Ambón y en el resto de las Molucas, son significativas las de origen militar: kapiten, Kapseti (capacete), banda, kabal (caballo), aldjanti (ayudante), fila, guarda, kapa, semor (sargento mayor), punta (apuntar), fogo, bendera (bandera), armada, ronda, serdadu (soldado), kastil (castillo), kereta (carreta)... y otras. En síntesis, Tidore y Ternate, islas donde la presencia de España puede aún palparse en los vestigios de las fortificaciones, en las tradiciones del fol klore yen las etimologías de muchos términos de su vocabulario, constituyen, sin duda, lugares de enorme interés no sólo para el historiádor sino para todos los españoles que discurran por estas latitudes. El turismo, poco desarrollado aún en estas islas, no ha permitido hasta el momento la difusión de nuestra lejana presencia. Estoy convencido de que la visita del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano, cuyo nombre está tan íntimamente vinculado a estas islas, servirá tanto de recuerdo renovado del pasado de nuestra Armada en ellas, como de portavoz del testimonio de nuestro pasado en España. Año 1994 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE EL SIGLO XVI Federico Fernando DE BORDEJÉ MORENCOS Contralmirante Un factor que hace su aparición en la Edad Moderna se relaciona con la complejidad política de Europa y la íntima interdependencia de las relaciones entre sus estados, puesto que las guerras del siglo xv habían sido en cierto modo conflictos aislados. Mientras los Reyes Católicos daban su fin a la Reconquista y franceses e ingleses dirimían sus diferencias sin sufrir interfe rencias externas, por su parte, Alemania y Hungría lanzaban una cruzada contra los husitas, en tanto que los turcos encontraban la oportunidad de colocarse en la retaguardia de Europa con la conquista de Constantinopla, totalmente olvidada por Occidente. Pero tan pronto como Maquiavelo escribe su obra El Príncipe, sus teorías se convierten en realidades. Francia invade Italia en 1494 e involucra en su acción, no sólo a las ciudades-estados de aquella península, sino a España, al Papado y al Imperio, propagándose la querella en pocos años hasta los confi nes del Viejo Continente, pues muy pronto Inglaterra ylos sultanes contrae rán alianzas con alguno de los príncipes beligerantes entrando en el juego político europeo. Con la llegada al trono de España de Carlos 1, la guerra va a intentar libe rarse de todas sus ataduras convencionales que hasta allí la habían condicio nado, reforzando su papel de instrumento de la política, una política que tra tará de abarcar y controlar al mundo entero y que inicialmente iba a girar en torno al conflicto franco-español, que se abre en 1495 con la conquista de Nápoles por Carlos VIII de Francia. Dentro del escenario internacional, en 1512la guerra encontrará en Selím 1 un soberano con pretensiones universales que no dudará en mover sus ejérci tos, a la vez, en Oriente y contra Occidente, puesto que después de haber doblegado a sus enemigos en el Este, con la conquista de Siria, Arabia y Egip to, volverá, sus miradas hacia Europa, constituyendo la línea fronteriza turca, que se extendía desde Bosnia a Bengasi pasando por el Bósforo, una seria amenaza para la cristiandad, tanto por tierra como por mar. Por su lado, Venecia, que en el siglo anterior se había aprovechado de sus pactos con los sultanes para extender su área de influencia hacia el Este, más allá de los límites naturales de Occidente, se verá obligada a replegarse sobre sí misma, iniciando su declive como potencia marítima, lo mismo que Géno va, en tanto que el emperador Maximiliano, en los umbrales de su muerte, asistirá a esa acelerada evolución, no escapándosele los peligros que van a pesar sobre su Casa y Europa, estimando que heredando la corona imperial su nieto Carlos, éste podría asumir la defensa de Alemania y de Occidente. Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS Más al sur, Francia, a pesar de verse sometida en cierto modo a un cerco, podrá todavía disfrutar de su excelente posición central y enfrentarse a Carlos 1 bien sola o como alidada del turco, razones y circunstancias que abrirán una guerra en dos frentes y que se convertirá en el elemento dominante de la polí tica imperial, habiendo perdido ya la idea de cruzada todo sentido. Finalmen te, Inglaterra practicará durante un cierto número de años una política de espléndido aislamiento y los ducados de Polonia y Moscú proseguirán la mayor parte del siglo sumidos aún en las tinieblas y olvido. Pero Carlos 1 no hubiera podido conducir sus líneas de acción política de no haber accedido al trono de España, país de reciente unidad que acababa de salir de una situación de retraimiento que favorecía su seudoinsularidad y que iba a permitir al emperador explotar todas las ventajas que confería a la Península la geografía, como bastión avanzado sobre el Atlántico, de control del Mediterráneo Occidental y de flanqueo y retaguardia con respecto a Europa. La ocasión se le presentaba propicia, pues establecida la unidad, con responsabilidades en Italia, en marcha la colonización del Nuevo Mundo y con el prestigio que le confería la corona imperial, había ascendido España a la categoría de priméra potencia del mundo de la época, que no debería man tenerse por la fuerza de las armas si Carlos ¡ lograba crear un «Imperium Mundi» católico, en el que Alemania debía desempeñar un papel fundamen tal al servicio de Su Majestad hispánica, puesto que por su excéntrica posición le era difícil a España afirmarse por sí sola en el continente con las mismas ventajas que disfrutaba una potencia central. Dos años después de haber sido proclamado emperador y dentro de su designio político, Carlos 1 se sintió lo suficientemente fuerte y libre de com promisos como para reiniciar la lucha en Italia, que entre 1496y 1516 habían mantenido sus abuelos maternos en el mismo escenario y contra el mismo adversario, conflicto en el que buscará doblegar a Francia y luego extender su dominio e influencia por todo el ámbito mediterráneo, antes de que los oto manos sean capaces de perforar la línea exterior que protegía a la Cristian dad. Ese largo conflicto entre dos países vecinos transformará el mosaico polí tico italiano, convirtiéndolo en un enorme tablero de ajedrez en el que se for jarán y liquidarán alianzas y coaliciones, convirtiéndose las guerras de Italia en un crisol del arte militar, todavía empírico y multiforme, afrontándose, fusionándose, surgiendo y conjugándose tácticas diferentes y alejadas de las practicadas hasta esos momentos. Será una lucha sin cuartel conducida en el interior de los territorios que para Carlos 1 debían constituir el nuevo sistema de estados europeos y que, en teoría, debería finalizar cuando una de las dos naciones, Francia o España, hubiera logrado adquirir una ventaja decisiva sobre la otra o establecerse un equilibrio que garantizase, tanto a esos países como al resto, unas relaciones de buena vecindad que permitiera al conjunto vivir un futuro en paz. Para Carlos 1 la guerra será el factor predominante de su reinado y a ella recurrirá cuantas veces lo exija su finalidad política aunque, eso sí, desenca 42 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... denándola cuando le parezca más propicia y si bien no fue un monarca con una especial inclinación por los enfrentamientos armados, si sabrá apreciarlos en su justa medida y valor como instrumento para alcanzar sus objetivos, por lo que se servirá de ellos con frecuencia. Cuando en 1521, rodeado del presti gio que le confería su casa, su origen y su situación marcha a Italia, no será con la intención de afianzar la posesión del Milanesado, conquistado por Fran cisco 1 en 1515, tras la victoria de Marignano, sino, más bien, la de asegurar y restaurar un Occidente, tal como lo concebía y hecho a su medida. Las guerrasde Italia con Carlos 1 No trataremos de describir las guerras que Carlos 1 debió mantener durante cerca de veinticinco años, soberano de un mundo de dimensiones en cierto modo desconcertantes para la época, puesto que se confunden o inte gran íntimamente con su política. En 1521, la llegada a Milán del príncipe italiano Próspero Colonna al servicio de España motivó,una vez más, la alianza de Francia y Venecia, sur giendo en un segundo plano un Pontífice que continuamente moverá los hilos de una situación muy compleja pero que, como soberano de un estado tempo ral, le conviene que exista. Uno de los contendientes, como Señor de España y de las Dos Sicilias, de Luxemburgo, Borgoña y el Franco Condado, heredero de los Países Bajos y emperador de Alemania, Austria, Tirol y Estiria, reunía en sus manos una serie de fuerzas heterogéneas y dispersas en el espacio, como jamás había logrado el propio Carlomagno. Por su parte, Francisco 1, después de haber finalizado su conflicto con los cantones helvéticos por decisión unilateral de estos y no sin antes haber puesto a su disposición sus mercenarios, estimaba ser otro príncipe extremadamente poderoso y, por ello, capaz de asumir el conflicto con grandes probabilidades de éxito, monarca con una clara voca ción para solventar los problemas a través de la guerra y, en esos momentos, deseoso de alcanzar una victoria sobre su secular enemigo, España, creyendo que ahora se le presentaba la ocasión. La campaña que se inicia en.1521 se anunciaba difícil y, desde luego, des cansaba en la habilidad maniobrera de los capitanes del emperador, que habían superado la táctica imperante a finales del siglo xv y comienzos del xvi, pues de aplicar ahora aquellas normas, demasiado estáticas, sus acciones se hubieran mostrado insuficientes si se pretendía con ellas alcanzar una deci sión. Por sus marchas y continuos cambios de posición, Próspero Colonna acabó por arrebatar tanto terreno a la coalición franco-veneciana que les fue imposible a éstos lograr la concentración de sus fuerzas, dando la guerra por perdida, y mientras Milán caía sin combate en manos del emperador, Fran cisco 1, no resignándose a verse derrotado, levantaba otro ejército a las órde nes de Lautrec con la orden de reconquistar Milán. Lautrec maniobró sin contratiempos pero sin conseguir que, esta vez, Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS Colonna abandonase una estrategia defensiva, por lo cual aquel se vio forza do, contra lo que le dictaban sus conocimientos militares, a atacar el 23 de agosto de 1522 no lejos de Milán, en Bicoque, acción que respondía más a un deseo de sus mercenarios suizos, quienes le reclamaban a toda costa entrar en combate, que a un correcto estudio de la situación. Por tanto, fue una batalla provocada por los propios mercenarios pero sin responder a la evolución nor mal del conflicto ni a un plan de operaciones viable y preconcebido. A propósito de los mercenarios, factor negativo y muy abundante en ambos bandos, debe señalarse que éstos imponían sus propósitos puesto que sus contratos eran limitados en el tiempo y basados en el botín tomado, por lo que de no escucharles, pensaban que no tenía entonces ningún sentido ser vir en un ejército que no les ofrecía beneficios cuando, por el contrario, fre cuentemente pagaban su servicio con su propia vida. De ahí que deba decirse que los franceses sufrieron una crisis de mando y de autoridad, al ceder Lautrec a aquellos requerimientos o imposiciones, ordenando atacar las líneas españolas mientras Colonna decidía no variar su actitud defensiva, inspirándose en el principio de la guerra que prescribe que «esperar un ataque es la mejor forma de economizar fuerzas», persuadido de que la defensiva era el método de combate más idóneo en ese momento si no pretendía, como así era, alcanzar un objetivo físico predeterminado. Sin duda, esa táctica española implicaba una cierta renunciación pero,como se demostraría en el encuentro, Colonna sufrió ligeras pérdidas en tanto que su adversario veía aumentar las suyas, renunciación que en determinadas cir cunstancias se olvidaba si, como en este caso, se alcanzaba una resonante vic toria, consecuencia del repliegue de los suizos a sus posiciones iniciales y deci dir Lautrec no proseguir la batalla e iniciar la retirada. De ahí que pueda decirse que fue en Bicoque cuando los suizos se encontraron en inferioridad de condiciones ante una infantería dotada de su mismo armamento. A pesar de ese revés, Francisco 1 no consideró perdida la guerra y en el mismo momento en que los turcos se aproximaban a tierras de los Habsburgo, el rey francés estimó que era el momento de volver a intentar conquistar la Lombardía. Por su parte, Carlos 1, desde la primavera de 1521tenía necesidad de obte ner una victoria en el frente oriental del continente si deseaba reforzar aún más su autoridad, dado que en ese año Solimán II, sucesor de Selím 1, se había apoderado de Belgrado, posición clave para dominar los Balkanes y de partida para ejercer una fuerte presión sobre Hungría y Estiria, encontrán dose Austria asimismo amenazada, sultán que al año siguiente se asentaría en Rodas, expulsando a los Caballeros Hospitalarios de San Juan, para pasar a control turco el tráfico comercial veneciano y genovés con el Próximo Oriente. Puesto que los húngaros eran incapaces por sí solos de resistir dicha pre sión musulmana, Carlos 1 confió la protección de esa tierra y del resto de los estados de los Habsburgo a su hermano Fernando, casándolo en 1522 con Ana de Hungría. Sin duda alguna, ante los derechos que podría hacer valer 44 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... el esposo de Ana de Hungría sobre este reino y sobre la corona de Bohemia, y si recordamos que ya presidía el Consejo de Regencia en Alemania y el emperador le había asignado los dominios hereditarios de los Habsburgo, naciendo así la rama austríaca de esa Casa, dichas medidas de carácter dinás tico tenían gran valor para Carlos 1, que sentía que Alemania podía verse amenazada simultáneamente por Francia en el Oeste y por Solimán en el Este. Cuando nuevamente Francisco 1 reanudó las operaciones, el Emperador renunció a librar una batalla decisiva que, paradójicamente, tampoco busca ría el monarca francés, porque ambos rivales reconocían que las campañas lejos de las bases metropolitanas terminaban por costar más de lo que con ellas se lograba, razón de que durante dos años de enfrentamiento Carlos 1 sólo intentase explotar políticamente a la coalición, maniobrando para atraer a su órbita a Génova, mientras que el francés dirigía sus miradas a los otoma nos. De ahí que aunque Lombardía y el Piamonte se convirtieron en teatros de operaciones, fueron muy raros los encuentros armados de cierta entidad, destacando únicamente la entrada del Condestable de Borbón, al servicio del emperador, en la Provenza, con el fin de llevar las operaciones al propio suelo francés. La decisión llegó cuando erróneamente Francisco 1 determinó en noviembre de 1524 sitiar Pavía, defendida por Antonio de Leyva, aprestán dose el Marqués de Pescara, sucesor de Colonna, a levantar el asedio, hacién dose ahora inevitable la batalla decisiva puesto que el mando español, ante las dificultades que sufría para poder pagar a sus mercenarios y, por ello, teme roso de ver disgregarse su ejército, empujado a ceder la plaza y retirarse, no vio otro camino que presentar combate. Como se advertirá, no fue el mando el que provocó, la crisis y la batalla, sino una circunstancia muy particular, volviéndose a repetir lo sucedido a Lautrec en Bicoque pero, con la gran suerte, de conseguir la victoria y así sos layar lo que fue una nueva crisis de autoridad. Es bien conocido que el rey francés fue hecho prisionero en ese encuentro, que perdió la Lombardía y la Provenza y pudo de nuevo Borgoña recuperar su independencia. Además, el citado monarca, encerrado en la Torre de los Lujanes de Madrid, firmó una serie de concesiones que como pronto se demostraría no pasarían de ser papel mojado, algo lógico, si pretendía el emperador excluir a Francia del sistema de estados europeos, volviendo dos años más tarde a ignorar lo firmado y aprestarse para iniciar otra contienda. Si el primer período de hostilidades comprendió de 1521 a 1525,los próxi mos enfrentamientos entre ambos adversarios se desarrollarían entre 1527 y 1529, seguidos de otro conflicto entre 1536 y 1538y un cuarto que se extende ría de 1542 a 1544, sin que en ninguno de dichos períodos se vuelva a dar uña batalla de carácter decisivo, como fue la de Pavía. Una constante común a los cuatro enfrentamientos se relaciona con el escaso protagonismo que en ellos tuvo la mar y, por tanto, la ausencia de verdaderos combates navales, que ciertos historiadores de ambos países, incluso en nuestros propios días, han pretendido inflar, justificar y ensalzar como si se hubiera tratado de grandes Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ YMORENCOS batallas navales. Ese fue el caso del de Rapallo en 1494;el de Génova en 1512; el de Cabo D’Orso y Prevesa en 1528 o el del bloqueo de Marsella en 1536, llevado a cabo por un Andrea Doria ya español, que fueron las operaciones navales más importantes que se desarrollaron en la primera mitad del si glo xvi. Realmente no pasaron de ser acciones de escasa entidad y sin tener un gran impacto en las operaciones terrestres. Ello se debía a que las fuerzas navales de los contendientes eran excesivamente reducidas y contaban poco en los planteamientos estratégicos, en los que la decisión se daba y obtenía en la tierra, pues aunque en ciertos momentos, como en las expediciones a Túnez y Argel, se nos citan los cientos de naves que intervinieron y su estruc tura orgánica y operativa, su papel se limitó a ser meros transportes de fuerzas embarcadas. Bicoque y Pavía demostraron que la táctica y hasta los mandos no eran dueños de sus propias decisiones si un ejército dependía de los contratos de sus mercenarios. Esa es la razón de que ambos contendientes se vieran empu jados a tener en cuenta una serie de factores, incluso, no militares, como eran las diferencias religiosas dentro de un mismo ejército, su procedencia étnica y hasta su humor, en otras palabras, debían tener presente al iniciar una cam paña, tanto la situación estratégica como la moral de las fuerzas, lo que se tra ducía en largas y penosas guerras de movimiento para encontrar en pueblos y villas visitados el ansiado botín, por lo que puede afirmarse que era la solda desca la que mediatizaba la conducción de las operaciones. Esa constante se dio en la guerra de 1527-1529, que se caracterizó por la existencia de un dinamismo degenerado, siendo Frundsberg su primera víc tima cuando se sublevaron sus lansquenetes y sabotearon la campaña de 1527. Otra víctima fue el Condestable de Borbón cuando entró en Roma al frente de una banda de fanáticos deseosos únicamente de consagrarse al pillaje y robo, ilustrando el llamado «saco de Roma» ese desorden en el campo mili tar, saqueo en el que murió el propio Condestable, según se dice, por un disparo efectuado por el famoso Benvenuto Cellini, conquista que tendía a castigar al papa Clemente VII por haber constituido contra España la Liga Clementina, en la que figuraba Francia. Dentro de ese conflicto en su segunda fase, cuando Lautrec entró de nuevo en Italia para «liberar a la Iglesia», obligó al sucesor del Condestable, el Príncipe de Orange, a refugiarse en Nápoles, ciudad que quedó cercada por tierra y mar, asistiéndose a la formación y liquidación de alianzas, lo que pare cía demostrar que era imposible establecer una coalición sólida y permanen te. Si se tiene en cuenta su favorable posición, no se comprende como Saluzo, sucedor de Lautrec, abandonó Nápoles cuando, además, un encuentro naval en sus aguas dio su control a la flota franco-veneciana. Sin duda, así lo decidió para apoyar a su compañero el Conde de Saint Pol quien, por otra parte, se veía sitiado por el general Landriano, resultados que indujeron a Francisco 1 a abandonar la partida después de haber agotado, por segunda vez, todos sus medios disponibles, aviniéndose a rubricar la paz de las Damas o de Cambrai, en virtud de la cual los franceses dejaban Italia, cedían al Emperador Flandes 46 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... y Artois y reconocían sus derechos sobre Borgoña, aunque, como siempre, era una renunciación que Francisco 1 no consideraba eterna, siendo digno de mencionar el paso al servicio del emperador de Andrea Doria, almirante que se negaba a seguir las órdenes de Francia. No obstante, ese conflicto se vio influenciado por factores externos pues, aunque Inglaterra no había decidido todavía implicarse abiertamente en el confuso panorama continental, sí esperaba obtener ciertos beneficios como aliada de Carlos 1, mientras que Solimán se encontraba ya a las puertas de Viena, al haber derrotado el 29 de agosto de 1526 a Luis de Hungría en la batalla de Mohacs. De repente, el peligro otomano sobre Europa se convertía en una ame naza real, riesgo que se manifestaba mediante un perfecto dominio del arte militar, lo que sorprendió a los estados occidentales. Una vez más la ventaja debía pertenecer a quienes hiciesen prueba de una mayor movilidad, ataca sen con mayor ímpetu y ardor y dispusiesen de un mando firme y tenaz, lle gándose a la conclusión, en Occidente, que mientras el imperio erigido a ori llas del Bósforo se considerase a sí mismo como un estado militar que vivía de sus conquistas, no era posible rivalizar con él. Quizá hubiera sido factible si Austria, que debía asumir la defensa de la frontera oriental de la Cristiandad, hubiera inventado o practicado una táctica especialmente concebida a hacer frente a ese adversario y hubiera enviado la totalidad de sus fuerzas hacia aquella frontera. Al no ser así, Europa volvía a enfrentarse con idéntico peli gro al que había sentido con la llegada de Atila y Gengis Khan. Sin duda alguna, los turcos eran los herederos militares de la técnica orien tal y habían sabido aprovechar las experiencias de otros, principalmente de los bizantinos. Sus ejércitos se habían familiarizado con el manejo de todas las armas y habían creado entre ellas una ligazón en la que la maniobra táctica y hasta estratégica brillaba con máximo esplendor. Occidente parecía desconocer que los otomanos disponían de una infan tería que, tanto en el ataque como en la guerra de posiciones, tanto con armas de fuego como con armas blancas, era capaz de alcanzar una perfección simi lar a la de los jenízaros, o que su artillería había sobrepasado la fase de los tiros de eficacia, que una vez iniciada la batalla perdían todo su valór, para hacer fuego ahora disparando desde reductos naturales o preparados o desde espacios abiertos cada vez que el objetivo valía la pena y sin importar al mando el que sus propios hombres sufrieran sus efectos. Pero el elemento esencial de la táctica turca residía en el asalto masivo, desencadenado con tal impetuosidad, que solamente una defensa decidida, disciplinada y muy cerrada parecía capaz de hacerle frente y, dependiendo de la suerte o de deci siones erróneas del enemigo, ser capaz de mantener sus líneas defensivas. Ante Viena los efectivos otomanos ascendían a unos 300.000 hombres mientras los imperiales, que por una vez y por poco tiempo olvidaron sus que rellas, incluso, religiosas, puesto que Martín Lutero exhorto a los protestan tes alemanes a prestar sincera ayuda, ascendían a 65.000 infantes y 11.000 caballos. Al frente de las tropas figuraba el propio Carlos 1, quien marchó al Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS Danubio con sus mejores veteranos españoles e italianos, conjunto que se aprestaría a defender Viena y con ella a Europa, según disponía una táctica húngara que durante treinta años aplicaran los ejércitos imperiales. Ella se basaba en plantear un dispositivo defensivo que debía primar sobre la movilidad, integrándose la caballería en grupos autónomos, lo mismo que la infantería dotada de picasy la artillería, táctica sobre la que pos teriormente se fundamentaría la formación de los famosos Tercios que, gra cias a un adiestramiento excepcional serían capaces de llevar a cabo movi mientos defensivos y ofensivos de gran envergadura, para terminar siendo los grandes señores de los campos de batalla desde la mitad del siglo XVI a la guerra de los Treinta Años. Sería una especie de credo legionario que impreg naba a los Tercios lo que lograría imponer una disciplina a sus hombres aun que, eso sí, siempre que religiosamente fuesen pagados. No obstante debe rían transcurrir algunas décadas antes de que dotados de más movilidad se enfrentasen con éxito a formaciones compactas, iniciando una maniobra de aproximación al adversario agrupados sobre sus banderas y marchando sobre el centro del dispositivo enemigo para luego envolverlo por las alas y dislo cario con sus contraataques. En Viena, Solimán no se arriesgó a un encuentro y a cambio de una tre menda pérdida de prestigio se mantuvo a distancia de la capital, limitándose a arrasar la campiña y capturar villas fronterizas. Esta opción señaló el comienzo de una fase de operaciones, en la que los asedios menores alterna ban con incursiones y guerra de posiciones, maniobra otomana que prevale cería hasta la muerte del sultán, treinta y dos años más tarde, durante otra campaña en Hungría. La auténtica victoria estratégica que alcanzó el empe rador se había logrado sin batalla, gracias al sistema táctico español que pre sentó a los turcos un bastión defensivo demasiado formidable hasta para el más grande de los sultanes turcos. Luego, y contrariamente a la regla históri ca, la guerra contra el Islam por tierra adquirió un papel pasivo mientras que el encuentro decisivo tendría lugar en la mar, unas décadas después. Aunque se salvó Viena y Carlos 1 se reafirmó corno primer príncipe de la Cristiandad, cuando tres años más tarde éste pasó a Africa para asegurarse en una típica campaña colonial, que no tenía nada de cruzada, la posesión de las costas tunecinas frente a Sicilia, el dominio turco en el Mediterráneo se había afirmado y el sultán podía considerarse dueño del Mare Nostrum. Sú fuerza se basaba en que todavía nadie era capaz de romper la sólida barrera que mantenía a Occidente alejado del Extremo Oriente pues, dueños de la mar, los otomanos controlaban los productos de la exótica Asia que sólo llegaban a Europa si lo permitía Constantinopla. Si Occidente hubiera podido combatir al Islam conjugando sus esfuerzos con los de los soberanos de aquellos lejanos confines, le habría sido difícil a los sultanes mantener dicha barrera, pues se hubieran visto amenazados por dos frentes, pero era una perspectiva inimaginable e imposible de materializar en el siglo xvi, por lo que Europa se veía forzada a enlazar con aquellas tierras navegando por las derrotas recientemente abiertas por los portugueses. 48 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... AdemÁs, Occidente era incapaz de unirse en un solo bloque para opo nerse a los turcos, pues había desaparecido el ideal religioso de la época de las cruzadas para privar ahora los intereses dinásticos. Cuando Francia estable ció una alianza con los dueños de Constantinopla, para combatir a Carlos 1, se facilitaba a éste su penetración en el juego político europeo y en aquel tiempo mundial, en un momento en que, paradójicamente, los ducados mos covitas y escandinavos no habían accedido todavía y permanecían aislados y ajenos al nuevo orden internacional que pretendía establecer el emperador. Cuando Carlos 1 desembarca en Túnez percibe una amenaza a sus espal das que no tardará en manifestarse, en el momento en que Francisco 1 renueve por tierra y mar y de acuerdo con Solimán la lucha contra el imperio español, volviendo a ser Italia el objetivo. El encontrarse cualquier soberano siempre dispuesto a combatir será uno de los rasgos dominantes en ese siglo que, por otro lado, repudiará los trata dos por inservibles. De ahí que cuanto acontezca o se emprenda revista el carácter de conflicto armado, sin que ningún problema, litigio o tensión parezca escapar a la espada, luchas por el poder y por el ideal religioso, éste en ciertos casos como tapadera de los verdaderos objetivos, que surgen por doquier, ofreciéndose como única solución para lograr los fines políticos, la guerra. El nuevo conflicto, más encarnizado y devastador y que no se verá cons treñido por ningún escrúpulo, no revelará ningún nuevo principio táctico o estratégico, mostrándose ambos contendientes hábiles en sacar el mayor pro vecho posible de los métodos de combate hasta allí practicados. En constraste con los conflictos anteriores, este tercer enfrentamiento franco-español, desarrollado entre 1536 y 1538, además de poner en movi miento a toda Europa verá ampliar los teatros de operaciones, guerra que, como en las anteriores, asolará el norte de Italia y en la que Francisco 1, aun que volverá a tomar la iniciativa, consquistará Saboya y penetrará en el Pia monte, yerá, por enésima vez, cómo fracasa su acción ofensiva al irrumpir Carlos 1 en la Provenza gala, combinando el movimiento con la táctica de tie rra quemada. No obstante, esa maniobra de diversión desgastará al empera dor, obligándole a retirarse sin haberse producido ninguna batalla decisiva, como fue la de Pavía. Pero la novedad radicó en que Enrique de Nassau, al servicio de España, invadió el norte de Francia procedente de los Países Bajos, encontrándose el monarca francés atacado por su retaguardia y flanco más desprotegido, lo que le impedirá alcanzar su ansiado objetivo, el Milanesado, que abandonará dejando en su retirada cuantiosas bajas. Aunque podrá rechazar la citada invasión y hasta asediar ciertas ciudades en el Piamonte, no logrará sus metas, siendo difícil predecir de qué lado se inclinará la victoria. Es el momento en que Solimán invade de nuevo Hungría, en el que sus jenízaros asolan Estiria y una flota otomana penetra en el mar Tirreno para mostrar su pabellón en aguas bajo la soberanía española, cuando decide Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS Carlos 1, a la vista de la situación, establecer un armisticio en 1538, conocido como la Tregua de Niza. En realidad, las hostilidades se interrumpen cuando alcanzan su punto culminante y, esta vez, será el emperador quien abandone, tregua que pre veíaun período de paz de diez años pero que, como en las anteriores negocia ciones, volverá a ser vulnerada, si bien permitirá a Carlos 1 conducir una desastrosa expedición a Argel, refugio de piratas berberiscos que perturba ban la navegación occidental, acción que tiene lugar en 1541. Francisco ¡ aprovechará esa tregua para reafirmar su alianza con los turcos y para atraer a su órbita a Suecia y Dinamarca, lanzándose de nuevo a la lucha en 1542, dando comienzo la cuarta guerra franco-española. Esta vez París ha meditado su estrategia y aunque piensa mantenerse en Italia decide atacar también la potencia española en los Países Bajos y en Cataluña, en este último caso no pasará de ser un intento infructuoso de apo derarse de Perpiñán, plan que introducía un nuevo elemento en un conflicto que se arrastraba desde hacía más de veinte años, el de atacar la base de par tida y reducto de su oponente, la propia Península Ibérica. Carlos 1 reaccionó alertando y poniendo en movimiento a Enrique VIII de Inglaterra, mientras que el Duque de Guisa atacaba desde Luxemburgo y Guasto defendía el Piamonte, al mismo tiempo que una armada franco-turca aparecía ante Niza sin encontrar oposición alguna, revelándose la alianza entre el monarca galo y Constantinopla tan peligrosa, que por un instante se pensó que podía decidir el porvenir de Occidente. Pero es en ese momento cuando surge con toda su fuerza y valor el carácter excéntrico de la Península Ibérica, que va a suministrar al emperador las fuerzas que requiere. Pero lo que es importante señalar, es que en esa cuarta guerra el arte de la guerra proseguirá encorsetado haciéndose visible la necesidad de variar y modificarse, pues los principios hasta allí dominantes, la defensa a ultranza que prescribía la citada ordenanza húngara, unido a la táctica tradicional de ganar las guerras mediante asedios, amagos y fintas, conducían a una total paralización de las operaciones y de la maniobra y, ello, porque la guerra de movimiento que se aplicaba en ciertas ocasiones seguía siendo vista con recelo por los beligerantes. De ahí que el propio Marqués de Pescara la consi derase como la negación de la acción táctica, en su opinión, porque expresaba la sujeción a reglas muy estrictas, estimando que la conquista de ciudades mediante su asedio y asalto aseguraba más el dominio del terreno que una batalla al descubierto, que costaba demasiada sangre sin posibilidad de reem plazar las pérdidas. Pero como por otra parte raramente se obtenían éxitos si las plazas se veían bien fortificadas, los resultados no conducían a resolver la situación, pudiendo afirmarse que no se perdían batallas pero tampoco se ganaban las guerras y así éstas nunca finalizabán. Con una sensación de impotencia y después de dos años de lucha, en 1544 la contienda se había convertido en algo desesperante, pues se trataba de una guerra de desgaste pero mal interpretada, dado que ningún conflicto en sí ni por principio tiene por finalidad el agotamiento de los beligerantes. Aunque 50 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... en nuestros días hay alguna teoría estratégica que propugna ese tipo de gue rra, el desgaste siempre ha sido y proseguirá siendo la expresión de la incapa cidad para golpear y romper el espíritu de resistencia del adversario y, por lo mismo, su voluntad de lucha. Es por esto por lo que todas las guerras deben tener por finalidad el aniquilamiento, algo que no se daba en los conflictos del siglo xvi. Por todo ello, a comienzos de 1544 estuvieron de acuerdo ambos conten dientes en terminar ese permanente conflicto, de una forma o de otra. Por pri mera vez Carlos 1 rompe con los moldes tradicionales y se plantea marchar desde la Península Ibérica directamente sobre París, sin establecer ningún tipo de asedio como forma de alcanzar las fuentes vitales del enemigo y su centro de decisión política y militar, plan que refrendó Enrique VIII pero que por una mala aplicación de la maniobra los resultados no respondieron a sus intenciones. De acuerdo con el plan previsto, los ingleses atacaron Boulogne sur Mer y los españoles Luxemburgo, ignorando, unos y otros, que los franceses tam bién habían cambiado de estrategia. Ahora preconizaban una táctica más ofensiva, encamando esa mutuación el Duque de Enghien, quien conseguiría algo que los franceses desconocían desde hacía décadas, alcanzar una victoria en campo abierto, la de Cerisoles, batalla resultante de un asedio y de una maniobra basada en el movimiento. Lo que conviene retener de este encuen tro es que el ataque de la infantería se transformó en un combate cuerpo a cuerpo y que en terreno descubierto la caballería, incluso, la pesada, se reveló todavía superior a los tiradores dotados de armas de fuego. Aunque esa victoria inclinó la campaña de Italia en favor de las armas francesas, no modificó, por el contrario, el curso de la guerra, puesto que su evolución no dependía de las operaciones llevadas a cabo en aquel teatro, sino del desarrollo de la ofensiva estratégica conducida por Carlos 1 contra París, que iba a obligar a Francisco 1 a abandonar Italia para concentrarse en la defensa de su capital. Finalmente, tampoco se dio la batalla decisiva al ser elmonarcagalo consciente de que después de veinticinco años de conflictos, éstos habían decidido la relación de fuerzas y empujaban a Francia a mante nersç en una situación de subordinación con respecto a España. Ese reconoci miento lo rubricaría a la paz de Crespy, firmada en aquel mismo año de 1544, en virtud de la cual, Carlos 1 devolvía Borgoña y el rey francés prometía ayu dar al emperador en su próxima lucha contra los protestantes germanos, al tiempo que renunciaba a Flandes, Artois y Nápoles, en tanto que Paulo III convocaba el Concilio de Trento a instancias del emperador. No obstante, la alianza de París con el turco se demostró que había sido beneficiosa para Francia, pues sólo así pudo resistir el cerco y presión que desde todos los azimuts le impuso su adversario, quien realmente no venció militarmente, sino que su victoria final se debió al peso y potencia de un impe rio que todavía no había encontrado y fijado sus fronteras. Esos cuatro conflictos pusieron de manifiesto que no eran rentables las - Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ YMORENCOS campañas de ruinosas derrotas y costosos triunfos; que en Pavía las fuerzas españolas sometieron a su adversario a una potencia de fuego de una magni tud desconocida hasta entonces en la era de la pólvora y que aunque por ello se ganó, la reacción que produjo iba a conducir a reemplazar el concepto de conquista coyuntural por el de consolidación de lo que se dominaba; que no sólo se confió en un arma, la infantería, para sostener un gran imperio, sino que esa arma adquiriría consistencia a costa de la movilidad, al ser sustituidos los ágiles grupos que se batieron en Pavía por Tercios agrupados; que el fuego a discreción dejaba paso a las descargas cerradas a la orden del mando, lento proceso que precisaría continuos relevos de tiradores para ocupar la primera fila y, finalmente, que las fuerzas españolas actuaron en esas guerras y conti nuarían actuando como fuerzas disuasivas, que salvaguardarían a Europa de una nueva conquista musulmana. Por otro lado, se puede afirmar que en lo sucesivo la guerra no se conce birá ya como algo ajeno a la vida de los pueblos, que en el futuro, se enfrenta rán en calidad de grandes potencias, situación que estudiará Clausewitz siglos más tarde, para reconocer que sería erróneo extraer consecuencias única mente sobre la guerra en sí misma, puesto que sus deducciones eran asimismo aplicables a la política, de la cual la guerra era su instrumento. Con su máxima «hay casos en que la mayor audacia es expresión de la mayor sabiduría», Clausewitz se refería al Emperador y a su política al haberse arriesgado durante años, poniendo fin a su lucha con Francisco 1 en el momento en que Solimán se encontraba en el vértice de su poder y amenazaba al conjunto del mar Mediterráneo, forzando a Fernando de Austria a pagarle un tributo anual de 30.000 ducados. En la vertiente naval, entre 1508 y 1510, en el período de la llamada Regencia, se conquistó el Peñón de la Gomera, Orán, Bugia y Trípoli, expe diciones en las que los buques se limitaron, como ya mencionamos, a servir de meros transportes de fuerzas terrestres. Con Carlos 1, el paso de Andrea Doria a su servicio fue fundamental, disponiendo su marina en 1531 de esca sas unidades: once galeras de España al mando de Bazán, cinco de Sicilia, cuatro de Nápoles, más quince del propio Doria y algunas otras de Génova, Mónaco y de la Religión de Malta. Pero la acción naval más importante de su reinado fue la expedición a Túnez, puerto del que en 1534 se había apoderado Barbarroja, campaña diri gida por el propio emperador e iniciada en 1534 en la que intervinieron 400 embarcaciones muy heterogéneas, galeras, galeotas, naos, carracas, fustas, carabelas, zabras, galeones, etc., embarcando 25.000 hombres y 2,000 caba llos, finalizada con éxito al permitir la conquista de Túnez, Bona, Bizerta y el fuerte de la Goleta. De signo totalmente diferente fue la empresa de Argel, llevada a cabo en 1541 con el fin de apoderarse de aquella base logística y de operaciones de la flota turca y nido de corsarios, al terminar destrozada la flota de desembarco por los malos tiempos. 52 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DELA GUERRA DURANTE... Las campañasde Carlos ¡ en Alemania En sus luchas contra Francia, Carlos 1 demostró que sabía dosificar con sumo cuidado su tiempo y sus fuerzas, siendo la mejor prueba de ello su consagración a poner en orden Alemania tan pronto como se cerró su con tencioso con Francisco 1. Hasta entonces fue consciente de que le había sido preciso evitar todo conflicto con el protestantismo y los distintos príncipes alemanes, entre otras razones porque tenía necesidad de su concurso y de las fuerzas militares de estos para combatir a Francia y Constantinopla; pero la paz de Crepy le había dejado las manos libres para actuar y enderezar iina situación que se había deteriorado y actuaba en su contra, libertad de acción que se había reforzado al establecer con el sultán en 1545, en Adrianópolis, un armisticio. Precisamente desde 1545 todo hacía presagiar el estallido de un conflicto armado en Alemania, al haber sido inútiles los esfuerzos del emperador para llegar a un acuerdo con los protestantes agrupados en la Liga de Smakalda y decidir éstos en la Dieta de de Worms, en aquel mismo año, no asistir al Con cilio de Trento, conflicto armado que se adivinaba como el único medio para resolver el problema religioso por la fuerza y confirmar Carlos 1 su sueño de dominio universal. Pero es que, además, el Emperador estimaba que ese dominio se converti ría en una simple influencia española en Europa si Alemania no se sometía a la autoridad imperial y rechazaba reconocer ese imperio de carácter dinástico y militar, pensamientos que reforzaban su idea de que la lucha era inevitable, aunque fuera consciente de los riesgos que iba a asumir, y de que si no alcan zaba su objetivo perdería Alemania ese preciado bastión de su imperio. Abierto el conflicto en 1546, Carlos 1 aprovechó la desconfianza y desa cuerdo que reinaba entre los miembros de la Liga para maniobrar a placer entre Augsburgo e Ingolstadt, manteniéndolos en una perpetua indecisión con su táctica de escaramuzas y tierra quemada, viéndose además favorecido al negarse sistemáticamente los coaligados de Smakalda a aceptar la batalla y haberse hecho con los servicios de Mauricio de Sajonia, experto maniobrero. Conquistada Bohemia, punto de apoyo para la campaña de Alemania, y cuando el rey Fernando y Mauricio de Sajonia amenazaron las tierras del príncipe elector Federico de Sajonia, el ejército protestante concentrado en Ulm se disgregó, retirándose los príncipes de Hesse y Sajonia a defender sus posesiones y abandonadas e indefensas las ciudades de Alemania del sur, que solicitaron la paz. No obstante, Federico de Sajonia aún creyó poder asegurarse el triunfo, olvidando que Carlos 1 tenía por costumbre esperar sin renunciar a su hora. No atacándole en Eger y retirándose a Sajonia, el elector le hizo el juego que aquel deseaba, permitiendo que el 4 de abril de 1547el Duque de Alba se pre sentase y combatiese, siendo herido el elector cuando intentaba eludir el con tacto que iba a desembocar en la gran batalla de Muhlberg, ganada por el Emperador y que condujo a su otro adversario, Príncipe de Hesse, a detener sus operaciones considerándose liquidado el conflicto. Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS Una vez más la campaña se distinguió por la alternancia de maniobras y negociaciones, de desplazamientos de fuerzas y acciones de persecución pero sin darse choques violentos, excepto en la mencionada batalla, por lo que no tuvo carácter de verdadera guerra, habiéndose convertido en los protagonis tas del escenario la infanteríá y caballería del Duque de Alba. Asimismo, con sagró definitivamente las armas de fuego portátiles que permitían a los mos queteros combatir sin otra ayuda, mientras que la caballería, dotada de armas cortas, aplicó una táctica denominada de la «caracola» que se consideró como una forma elegante de luchar. Por su parte, la artillería conseguía ya despla zarse con cierta facilidad, pudiendo hacer fuego en mejores condiciones aun que con un ritmo todavía muy lento y una gran dispersión. Otro dato a señalar se relaciona con el fusil, pues su desarrollo iba a subordinarse a la invención del mecanismo de disparo; cuya mejora preocupó a lo largo de todo el siglo XVI y que jugará un papel decisivo en la guerra de los Treinta Años, cuando el sistema tradicional de mecha, que había aparecido en el siglo xv, deje paso a la chispa producida por una piedra de pedernal o sílex en el siglo xvii, salto cualitativo que permitirá, a partir de entonces, la descarga de salvas en cortos intervalos y durante largo tiempo, saliendo así el combate de los estrechos condicionamientos en que hasta allí se había mantenido. Si la guerra de Smakalda no ofreció nuevas tácticas ni grandes encuentros, sí contribuyó a que se generalizase la maniobra basada en la movilidad de pequeños grupos operativos, que en muchos casos actuaron como simples bandas incontroladas y alejadas de los verdaderos ejércitos que se enfrenta ron en las dos últimas guerras franco-españolas en los campos de Flandes y Lombardía. Pero la conclusión más importente fue que los conflictos conti nuaban ajustándose a moldes del pasado, quizá porque la guerra era aún un arte difícil de dominar para poder explotarla a fondo. Años después de Muhlberg, Carlos 1 inició la lucha contra una Liga reconstituida, en la que ahora figuraba Mauricio de Sajonia, quien solicitó y obtuvo el apoyo de Enrique II de Francia, al que prometió los obispados de Metz, Toul y Verdún y quien derrotaría al Emperador en Innsbruck. El con flicto finalizaría cuando, cansado el emperador y al no fraguar un intento de acuerdo con los príncipes alemanes en la Dieta de Passau, en 1552, aceptó la proclamación de la libertad religiosa en la paz de Augsburgo, en 1555, un año antes de entregar la corona española a Felipe II y la de Alemania a su her mano Fernando, quien además retenía los territorios austriacos. En realidad, ese segundo conflicto religioso lo heredará el nuevo monarca español, quien lo proseguirá pero en su vertiente francesa. Felipe II, señor de España, de los dominios italianos, estados de la casa dé Borgoña y territorios de Ultramar, encarnará el ideal de rey absoluto que vinculará el Estado a su persona, girando su ideología política alrededor del eje de la unidad católica y de la hegemonía hispánica. Decimos que heredaría el conflicto con Francia, pues aunque Carlos 1 firmó en 1556la paz de Vaucelles con ese país, Enrique II no respetaría lo firmado, lanzándose en aquel mismo año a una nueva cam paña contra España. 54 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... Evolución del arte militar con Felipe II En el nuevo enfrentamiento franco-español solamente se dieron dos bata llas importantes, la de San Quintín en 1557, que abrió a las fuerzas españolas el camino hacia París, lo que se hubiera logrado si núcleos importantes de aquellas tropas no se hubieran opuesto a alcanzar la capital francesa descon tentas por la falta de pagas y la victoria que se obtuvo en Gravelinas al año siguiente, campaña larga que-tuvo escasa repercusión en Italia y que se cerra ría en 1559 con la paz de Cateau-Cambresj. De nuevo Francia renunciaba al Franco Condado, y Nápoles, pero conservaba sus conquistas en Flandes, excepto Chavelas, paz que permitiría al monarca español intervenir en la política francesa por su matrimonio con Isabel de Valois, hija de Enrique II, para quien Flandes era ahora más importante para Francia que la Saboya y Piamonte. Asimismo Enrique II recuperaba Calais, abandonado por los ingleses, lo que compensaba al país vecino de las derrotas sufridas durante la guerra de los Cien Años. Para Felipe II, el dominio del Franco Condado, Italia y los Países Bajos le permitía proseguir cercando a Francia mediante una tenaza, presión que se intensificaría años más tarde, cuando en 1584 el rey español apoye a la Liga Católica de los Guisa en su lucha interna contra el heredero hugonote Enri que de Borbón y Navarra, futuro Enrique III, abriéndose un sexto conflicto en el siglo, en el que las armas españolas conquistarán Amiens y Calais, si bien la alianza franco-anglo-holandesa le inducirá en 1598 a firmar la paz de Vervins con su vecino. Pero un acontecimiento capital que surge en 1566, aunque sus anteceden tes se remonten a años antes, se relaciona con el levantamiento de los Países Bajos contra el dominio español, que va a desplazar brutalmente el centro de gravedad de la estrategia militar y política hacia el Norte. En sus comienzos ese conflicto nos anuncia ya el paso a una táctica que presenta ciertos signos reales de madurez y modernidad, al mismo tiempo que aparece más próximo lo que muchos años después se denominaría «gran estrategia»,• que la materializará la marcha del Duque de Alba desde Italia a Flandes con el fin de apagar la rebelión y afirmar la soberanía de Felipe II en aquellas brumosas tierras. Esa rebelión la había motivado la negativa real a las peticiones de los nobles Egmont, Horn y Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange, y no resolver la situación el Compromiso de Breda, causas a las que también se añadía la instauración del llamado Tribunal de la Sangre. Esa marcha, desde el punto de vista militar, de la situación internacional y considerada en el cuadro de la época, iba a tener para Europa consecuencias muy profundas. Desde una perspectiva militar será la primera guerra que se imponga a un pueblo que tratará de luchar por su libertad y en la que las ope raciones las dirigirá un prestigioso y eficaz general que decidirá aplicar a raja tablalas directrices que emanan de su rey; conflicto que comenzará en 1567 y que, inmersos en él, se prolongará en el siglo xvii, al finalizar en 1648. Cuando en 1567 se produce esa marcha del Duque de Alba, las guerras de Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS la época de Carlos 1 han llegado a su fin. Las cuatro grandes figuras que con sus características diferenciales habían llenado e ilustrado gran parte del siglo xvi ya no existían. Enrique VIII de Inglaterra y Francisco 1 de Francia se habían reunido con sus antepasados en 1547, mientras que en 1558, en el monasterio de Yuste, Carlos 1 abandonaba este mundo que prácticamente había dominado, en tanto que Solimán el Magnífico fallecía en 1566 en su tienda de campaña, ante Sziget. Con la muerte del Sultán los turcos se alejarán del teatro de operaciones europeo, pudiendo decirse que si Solimán conquistó Bagdad, Tabriz, Buda y Rodas, en Viena había sido detenido y obligado a replegarse, hecho que debe tomarse como decisivo para la futura construcción europea. A partir de 1556 en que Felipe II accede al trono, el sistema europeo, sobre el que ya no va a pesar ningún poder imperial, se encuentra en un pro ceso de fermentación que inconscientemente prepara su porvenir, así como los contornos de las naciones que lo van a componer. Por otro lado, la estrategia continuará precediendo a la política, y a sus condicionantes se deberá la delimitación del Viejo Continente, en el que la guerra se adaptará a los dictados de su geopolítica. Asimismo, los movimien tos religiosos se mezclarán con conflictos de autoridad que tratarán de refor zar los poderes territoriales, lo que dividirá y enfrentará profundamente a Europa, conflictos de autoridad que llevarán a una consolidación de las casas reinantes, viéndose absorbidos los restos del feudalismo por el absolutismo de los reyes. Una evolución paralela se producirá en el Este, pues los ducados que aún subsisten entre el Volga y mar de Aral, con una mentalidad heredada de Gengis Khan, se integrarán en la Rusia moscovita. Iván IV, el llamado el «Terri ble», pondrá en movimiento y en todas las direcciones a unos pueblos surgi dos de las invasiones tártaras, alcanzando sus conflictos a Crimea, Urales, Kazán y hasta las costas del Báltico para constituir, frente a las hordas de la estepa, un gran imperio, aunque con demasiados caracteres y antecedentes asiáticos, poder que comenzará muy pronto a ejercer una presión sobre el conjunto de los estados europeos al solicitar Moscú el puesto que le corres ponde en el juego político europeo. Además, Iván pondrá las bases para establecer un poder militar moderno formando una infantería, en la que los boyardos serán su espina dorsal, ejér cito que abandonará su tradicional dependencia patriarcal, transformándose así los zares en el factor dirigente de la potencia militar rusa que se caracteri zará por continuar siendo fiel a los modelos asiáticos, lo que entrañaba el derroche y dispersión de las fuerzas combatientes, clara herencia militar tár tara, no adoptando la táctica europea hasta que sea implantada, más tarde, por Boris Godounov. En Asia, el arte militar proseguirá sometido a métodos arcaicos. En el siglo xvi China será todavía incapaz de encontrar mandos idóneos que adies tren a sus hombres en el manejo de la artillería y, si cuenta con masas mongo las a su servicio, no poseerá capitanes de cierta talla, mientras que en el 56 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... ámbito naval esa incapacidad será aún mayor, lo que le impedirá expandirse por el Pacífico, algo que la potencialidad de la dinastía Ming debía haberle permitido. En cuanto al Japón, continuará sumido en luchas intestinas y ence rrado sobre sí mismo y, únicamente, un descendiente lejano de Gengis Khan y de Tomur añadirá en la India un capítulo glorioso de conquistas. Este perso naje fue Baber, quien en 1525, el mismo año que Carlos 1 triunfaba en Pavía y Solimán aplastaba a los húngaros en Mohacs, partía de Samarcanda para apoderarse de Afghanistán y después de franquear el Indo establecía un imperio en Delhi, convirtiéndose en el primer Gran Mogol, imperio que se mantendría durante más de tres siglos. Regresando a Europa, el Duque de Alba inició su marcha en 1567 fran queando Monte Cenis a la cabeza de 10.000hombres, para remontar seguida mente el Ródano y Saone y atravesando el Franco Condado y Luxemburgo llegar a Bruselas. Pero lo que interesa destacar, es que el conflicto de los Paí ses Bajos, comúnmente llamado de Flandes, terminará por dejar obsoleta la táctica aplicada hasta ese momento, al encontrar nuevos moldes que sancio narán y justificarán una guerra de independencia nacional, la primera de ese tipo que se produce en la Edad Moderna. Alba confió el mando de sus fuerzas a capitanes experimentados que tra taron de reemplazar el valor individual por una rígida disciplina y subordina ción, teniendo los efectivos y cuadros plena conciencia de la importancia de las nuevas armas de fuego, especialmente de los arcabuces de un modelo per feccionado y del que se había dotado a los tiradores, que suponían la quinta parte de las tropas del duque. Asimismo, contaba con un buen material de artillería y de ingenieros, viéndose apoyadas las fuerzas españolas por una logística bien organizada y sin que temiera emprender una campaña mientras Madrid hiciese llegar regularmente las pagas de los soldados. Ante la situación que reinaba en los Países Bajos, de desorden y franca desobediencia civil, intensificada con la ejecución de Egmont y Horn, el Duque de Alba no se precipitó, limitándose a instalar fuertes guarniciones en Bruselas, Amberes y Gante, centros políticos y económicos del país. Su adversario, Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange, refuguiado en Alema nia, iba a tomar una errónea decisión, la de reclutar fuerzas y enviarlas al encuentro de los españoles sin lograr en ningún caso establécer contacto, lo que indujo a Alba a dirigir sus esfuerzos a un punto débil de su enemigo, Coqueville, quien procedente de Normandía había invadido el Artois siendo batido por los españoles. Esta victoria se vería empañada cuando, casi simul táneamente, el Duque de Ahremberg fuera incapaz de derrotar a Luis de Nas sau que procedía de Frisia, siendo vencido por éste en los campos de Gronin ga, aprendiendo entonces los españoles que una sola derrota en un país alzado en armas podía costar más caro que toda una serie de reveses en un conflicto con otro estado. La insurrección, que había terminado por contagiar a todas las provincias flamencas, amenazaba las comunicaciones del Duque de Alba, por lo que éste decidió lanzar una ofensiva contra Luis de Nassau, al que venció en Jengum, Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS y proseguir su acción contra Guillermo de Orange, quien había cruzado el río Mosa y ponía sus esperanzas en una batalla que reanimase la fe y confianza del país en su causa. Maniobrando con inteligencia, Alba eludió el encuentro consagrándose a aniquilar grupos rebeldes y, por medio de maniobras, forzó a Orange a marchas y contramarchas que acabaron por agotarle, replegán dose hacia la frontera francesa y dispersándose su ejército en completo desor den camino del Rhin y del Mosela. Así daba fin la primera guerra de movimiento de la Edad Moderna, en la cual el vencedor no había renunciado jamás a la victoria pero a la que había rehusado ante la facilidad del adversario para romper todo posible contacto, si la ocasión no le era propicia, y refugiarse en Francia o Alemania. Pero lejos de someter al país, las duras medidas tomadas por Alba pro vocaron un nuevo levantamiento más importante que el precedente, al bene ficiarse los rebeldes del abierto apoyo de Inglaterra, Francia y príncipes ale manes, insurrección que esta vez debía conducir a una verdadera guerra de independencia nacional, afirmándose un principio muy general en la Histo ria, el de que lo que un general gana en un conflicto puede perderse cuando éste se convierte en político. Esa insurrección iba a comenzar al año siguiente de haber conseguido Felipe II una resonante victoria en un alejado teatro de operaciones, en el Mediterráneo. Tras haber fracasado los turcos en 1565ante Malta, cinco años después invadieron Chipre, apelando Venecia a toda la Cristiandad en ayuda a aquella posesión insular, recibiendo eco su llamamiento y constituyéndose en el verano de 1571 una fuerza naval a las órdenes de Don Juan de Austria, flota coaligada en la que figuraban unidades de los tres poderes que habían constituido la Liga Santa, esto es, Venecia, España y el Pontificado. Antes de que la formidable armada cristiana se hiciese a la vela, Chipre había caído en poder de los otomanos, repartiendo sus fuerzas Don Juan, de tal manera que ninguna escuadra podía afirmar que pertenecía por entero a una sola potencia, formando una línea de batalla con tres escuadras en cabeza y una cuarta de reserva. Mandaba el ala izquierda el veneciano Barbarigo, la derecha Doria y el centro el propio Don Juan, embarcado en la galera Real, teniendo en su proximidad las galeras de Colonna, almirante del Papa, y las del veneciano Veniero, en tanto que el Marqués de Santa Cruz dirigía la escuadra de resrva. No vamos a relatar la batalla, bien conocida y explicada. Solamente seña laremos que la maniobra tuvo poco que ver con los resultados, pues Lepanto fue virtualmente un combate terrestre sostenido por dos ejércitos en las cubiertas propias o en las del adversario, íntima mezcolanza de dos flotas, puesto que se vio cómo las galeras atravesaban las líneas y atacaban por la retaguardia. Asimismo, el cañoneo y abordaje fueron empleados por ambos bandos durante tres horas de desesperada pugna en la que los cristianos obtu vieron la preponderancia, especialmente debida a la veterana infantería espa ñola que, en combate cuerpo a cuerpo, logró que se desmoronase el centro turco conduciendo a un colapso general de éstos. 58 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... Como Salamina, representó una batalla de infantería librada sobre plata formas flotantes, diciéndose de esa victoria que fue el encuentro más decisivo desde la batalla de Actium el año 31 antes de J. C. Tras esa derrota, el poder naval otomano declinó tan rápidamentecomo había surgido, de forma que en lo sucesivo Europa sólo tendría que contender con intermitentes incursiones piráticas. En otro aspecto, como única contribución táctica los turcos introdujeron la galeota de 18 a 24 remos, buque que debía considerarse como una galera de tonelaje medio y muy idónea para incursiones, dada su velocidad y manio brabilidad. En el otro extremo los venecianos presentaron la galeaza, termino aplicado a una galera de gran tamaño, aunque las, que intervinieron en Lepanto eran otra cosa, al tratarse de unidades que buscaban combinar el tipo galeón con el de la galera, es decir, con la masa fuerza y armamento del galeón y la propulsión a remos de la galera, pero, como la mayoría de los buques mix tos, ese modelo tendría una corta existencia, siendo por otra parte digno de advertir que en Lepanto no intervendría ningún galeón, y eso a pesar del buen resultado que dio en la anterior batalla de Preveza. La nueva fase de la rebeldía de los Países Bajos se abrió en 1572 cuando los llamados «mendigos del mar» tomaron por sorpresa BrilI, Flesinga, Diest y la isla de Voorne, al tiempo que se obligaba a las guarniciones españolas del litoral a replegarse hacia el interior, por lo quede ese modo la costa se abríá atodo tipo de acciones e incursiones. Casi simultáneamente Luis de Nassau reaparecía en el Brabante y se apo deraba de la fortaleza de Mons, mientras el Príncipe de Orange atravesaba el Mosa y tomaba Roermond, Malinas y Tirlemont, estableciendo su cuartel general en Lovaina, permaneciendo a la expectativa en Bruselas el Duque de Alba, evaluando la amenaza y la relación de fuerzas. Finalmente, tomó la decisión de encerrar en Mons a Luis de Nassau, lo que impulsó a Orange a acudir en su ayuda pero, siendo incapaz de enfrentarse a los españoles atrin cherados alrededor de aquella plaza que asediaban, se vio impulsado a ini ciar, una vez más, la retirada y repasar el Rhin, terminando Nassau por rendir la fortaleza. Por su acción concéntrica, Alba, además de apoderarse de Haarlem, expulsaba a los rebeldes del territorio sin haber corrido ningún riesgo, aun que, de nuevo, en su papel político, como gobernador general, iba a fracasar con sus medidas de dureza. Cuando en diciembre de 1574 el Duque de Alba, tras el desastre de una pequeña flota española en Enckhuyssen, fue relevado por Luis de Reque sens, abandonó una misión que parecía ya no tener salida, debiendo recono cerse que en esta segunda fase del conflicto había hecho una correcta aplica ción de los principios tácticos, cuyo valor se confirmaría años después, en 1580, durante la invasión de Portugal, en una acción combinada con las fuer zas navales del Marqués de Santa Cruz. De igual modo habían intervenido decisivamente en el éxito la disciplina y el adiestramiento de un ejército que desde hacía largó tiempo había perdido la fe en su cometido, por haberse des Afio 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS gastado al tomar parte en vanas operaciones contra un enemigo invisible y de represión. La crisis a la que estaban expuestas las fuerzas españolas no se hizo espe rar, como consecuencia del endurecimiento de la violencia por ambos bandos y pretender los españoles, en muchos casos, vivir a costa de las poblaciones tomadas al adversario. Sin duda, con Requesens se obtuvieron nuevas victo rias en campo abierto y se conquistaron fortalezas y provincias, pero eso no impidió que, ahora, la disciplina se resquebrajase, en gran parte debido a los mercenarios, cuyos malos espíritus no tardaron en surgir al degenerar el con flicto en actos de pillaje y de amotinamientos de una soldadesca que, al no ser pagada, acababa por no obedecer a sus mandos y actuar, generalmente, como bandas incontroladas que recorrían el país. Como resultado de esa situación, cuando en octubre de 1576 entraron los españoles en Amberes, los vencedores se consagraron durante tres días a saquearla, con tal furor, que de allí procede la frase «la furia española». Dicho panorama fue el que impulsó a Felipe II a restablecer el orden y la dis ciplina en los Tercios, pero también para congraciarse con los holandeses al aceptar por el Edicto Perpetuo los compromisos que establecía la llamada Pacificación de Gante, suscrita por los católicos del sur y los calvanistas del norte (Zelanda y Holanda), que prescribía la retirada de los Tercios y respe tar las libertades de Flandes, a cambio de conservar el territorio la fe éatólica y reconocimiento de la autoridad del nuevo gobernador, Don Juan de Aus tria, quien sería incapaz de enderezar la situación al entrar el movimiento independentista en su recta final y fallecer al año siguiente en unos momentos muy difíciles para España en aquella región. Ni el gobierno claramente conciliatorio de Don Juan, ni la victoria de su sucesor Alejandro Farnesio en 1578 en Genbloux y la confirmación por éste de las libertades de las provincias del sur agrupadas en la Unión de Arras, como tampoco el asesinato de Guillermo de Orange en 1584 o la reconquista de Amberes en 1585por el mismo Farnesio, años después de haber declarado la Unión de Utrech la independencia de los Países Bajos, iban a lograr que en las provincias en las que se había instalado sólidamente la Reforma volviesen a la soberanía española. Sin duda, en ello también influyó el haber encontrado los rebeldes en Mauricio de Orange un buen sucesor de su padre Guillermo, así como el fra caso de la Gran Armada, tema en el que no entramos al haberse escrito hace unos años una serie de obras sobre dicha efeméride, publicadas en 1988 por el Instituto de Historia y Cultura Naval, acontecimientos que hacían inviable que España pudiera ganar dicha guerra. Por primera vez aparecía netamente que una guerra de independencia no podía acomodarse ni resolverse mediante negociaciones y concesiones, y que el dominio de la mar tenía una importancia decisiva en aquel conflicto conti nental. La pérdida de la Armada privó a España del control de las aguas del Mar del Norte y Canal de la Mancha y, con él, las comunicaciones de Farnesio con su retaguardia peninsular, viéndose forzado a combatir en un territorio 60 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... alejado y aislado en el que sólo podía contar con sus propias fuerzas. Pero es que, además, Farnesio cometió el error de iniciar incursiones en Francia en apoyo de la Liga Católica, puesto que esas operaciones terminarían por ago tar sus recursos militares. A pesar de todo ello, durante cuatro años combatiría a Mauricio de Orange pero sin ganar un metro de terreno y a su muerte, en 1592, Farnesio dejaba en manos de su rival todo el país comprendido entre Ems y la desem bocadura del Escalda y sin que la abdicación de Felipe II de la soberanía de los Países Bajos en su hija Isabel Clara Eugenia sirviera para nada, al ser rechazada su autoridad por las provincias del norte. A la muerte de Felipe II en 1598, las provincias rebeldes estaban ya perdi das para España y dos años después, en 1600, Mauricio derrotaba a los Ter cios en Nieuport, entrándose en el siglo xvii sin que la conquista de Ostende por Spínola en 1604 evitara que Felipe III acordase una tregua por doce años que prácticamente implicaba el tácito reconocimiento de la independencia de los Países Bajos, declinando rápidamente la soberanía de España, a partir de allí, en lo poco que aún dominaba. La lucha que llevaron los neerlandeses, en cierto modo muy análoga a la que condujo a los suizos a su emancipación, provocó una renovación en los métodos de combate practicados hacía muchas décadas por los helvéticos, puesto que los holandeses se vieron obligados a luchar en condiciones dife rentes y, por ello, no pudieron acomodarse a la táctica suiza, que era muy pri mitiva al basarse esencialmente en lanzarse en masa y con gran impetu al asalto formando cuñas que se sostenían unas a otras. Ahora, con la generali zación de las armas de fuego y la acción combinada de las tres armas reina (in fantería, caballería y artillería), todo era muy diferente, aplicándose métodos que diferían totalmente de la táctica española, al haberla despojado Orange de toda su rigidez y refundirla con normas propias de un ejército popular y guerrillero. Por su parte, los españoles recurrieron con gran visión a una táctica dife rente y muy flexible, lejos de los severos principios de la llamada ordenanza húngara de los tiempos del emperador. A las formaciones en cuadro, dema siado masificadas y lentas, se las fraccionó en secciones de 500 hombres arti culados en dieciséis líneas en profundidad, colocándose a los tiradores en los flancos; por su lado, a la caballería, cuya utilización en grandes formaciones cerradas también dificultaba su maniobra, igualmente se la fragmentó en pequeños escuadrones dotados de más movilidad en sus evoluciones, mien tras que la artillería había comenzado a aplicar dos modalidades, la de apoyb a la infantería y el fuego de concentración o castigo. En resumen, Alba y Far nesio adoptaron un dispositivo que olvidaba viejos moldes pero que impli caba un mayor adiestramiento de lás fuerzas, lo que no podía concebirse sin una vuelta a una estricta disciplina y obediencia a los mandos, al tiempo que permitía poner en línea más fuerzas que las que se integraban en las antiguas formaciones cerradas en cuadro. Tampoco olvidemos que Farnesio encarnó la estrategia dilatoria que tra Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS taba de alcanzar la misión impuesta con el menor desgaste posible mediante un cambio de posición, flexibilidad, rapidez en los movimientos y ejecutando continuas maniobras de diversión que le permitiesen alcanzar una total liber tad de acción, incluso para evitar la batalla si ésta no le convenía, pero pesando decisivamente, directa o indirectamente, sobre las operaciones del adversario. Además, de acuerdo con las máximas establecidas por Maquiave lo, al que debió estudiar, hizo un buen uso del factor sorpresa, esto es, «saber conocer la ocasión precisa y no perderla cuando se presenta», así como del principio de la economía de fuerzas, «no oponer fuerza a fuerza, sino fuerza a debilidad», condenando la persecución tal como hasta allí se había practica do. No obstante, al final Farnesio cometió el error ya mencionado, intervenir en las luchas intestinas de Francia perdiendo lo que de otro modo pudiera haber ganado. La ventaja de los rebeldes residió en haber sabido mantener a sus fuerzas bajo mandos estimados, por lo que se preocuparon de inculcar a sus hombres una cierta moral, en la que se mezclaban dosis de fe religiosa y de patriotismo o nacionalismo, además de haberles pagado un sueldo sustancial regularmente. Asimismo las guerras de Flandes y de Religión demostraron que los con flictos motivados o en los que intervenía el factor ideológico o místico son difíciles de frenar y, por tanto, son conflictos inútiles, bastando cón recordar las recientes guerras de la descolonización o Vietnam en nuestro propio siglo, puesto que no se puede destruir las ideas con las armas ni modificarlas cuando se sostienen con firmeza. En el ámbito naval, la eclosión del poder marítimo holandés se basó en la improvisación, si bien el papel del mar no fue excesivamente relevante en las operaciones, que se limitaron a encuentros menores. Quizá lo más llamativo fue la aparición de los «mendigos del mar», a cuyo frente figuraba Boissot, ofreciéndose el choque más interesante ante Middelburg, plaza cercada por los rebeldes que Requesens trató de aprovisionar con setenta y cinco peque ñas unidades, intercalando ambas andanadas a corta distancia antes de ini ciarse el abordaje en el que llevó la peor parte la flotilla española, que perdió quince buques y 1.200 hombres, conduciendo ese resultado a la capitulación de la plaza. Otro triunfo de Boissot se dio en 1574 al destruir catorce embarca ciones españolas en Scheldt, lo que motivó que en adelante las aguas interio res pasasen al control neerlandés, afectando a las operaciones terrestres en sus aspectos de apoyo logístico y comunicaciones. Algunas conc’usiones y comentarios Se puede afirmar que al finalizar el siglo xvi el arte de la guerra se funda mentaba en la potencia de fuego y en la aceleración de los desplazamientos, siendo conscientes de que el proyectil alcanzaba antes su blanco que un hom bre portando pica o espada, y de que podría llegar un día en que fuera posible cargar tan velozmente mosquetes y cañones, que sus salvas pudieran asimi 62 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... larse a un huracán de fuego. Pero el reconocimiento de esa verdad se mezció desde el principio con un elemento perturbador, la tendencia a alcanzar en cortos espacios de tiempo un resultado favorable mediante la eficacia de un fuego absoluto que contuviese a la infantería y desarbolase los barcos, lle gándose infinidad de veces a retener a la caballería para obligarla a usar sus pistolas y arcabuces antes de iniciar la carga. A finales del siglo xvi y durante la guerra de los Treinta Años, esas ideas condujeron a resultados diferentes de los previstos y motivaría la paralización de la caballería, que, liberada de antiguos principios tácticos totalmente ya superados, se había constituido en arma autónoma. Durante la guerra de los Treinta Años se verá aún a los coraceros españoles e imperiales avanzar al paso ante el enemigo con el fin de agotar sus pólvoras, dejando, incluso, pasar la ocasión de lanzarse a la carga. En otro orden de cosas, es evidente que para su época Alba, Farnesio y Orange establecieron unas reformas esenciales, aligerando los frentes de combate y dando más atención a los fuegos cerrados, aunque la «gran guerra» proseguirá durante décadas aferrada y fiel a la antigua táctica de los Tercios. De ahí que en los tiempos de Tilly el orden de batalla se asemejará a una for taleza masiva, tan ancha como profunda, que ondulará por el campo de bata lla tratando de aplastar al enemigo. Hemos citado a Maquiavelo y no se puede conocer ningún problema mili tar o estratégico de comienzos de la Edad Moderna sin recordar su figura y sus escritos. Antes de entrar en el siglo xvi raramente se estudiaba la naturaleza del arte militar ni se le definía correctamente, lo que no significaba que no hubieran existido preocupaciones sobre el desarrollo histórico de los aconte cimientos bélicos, puesto que tanto filósofos, historiadores y literatos como caudillos y capitanes de la Antigüedad y Edad Media relataron o dejaron constancia de los hechos acaecidos en aquellos tiempos de la Historia. Des pués, a comienzos de la Edad Moderna, los escritos de los viejos historiadores de temas militares se redescubrieron, tal como lo demostró Carlos 1, cuando, después de leer con fervor los relatos de Julio César, envió una comisión a Francia con el solo objeto de comprobar la veracidad de los datos que aquel ofrecía sobre sus campañas en la Galia. No obstante fue Maquiavelo el primero en exponer la naturaleza de la guerra, emitiendo ideas que hasta entonces no se habían escuchado. Tras admitir que la caballería debía ceder su puesto privilegiado a la infantería como arma decisiva, concepto que se ratificaría en ese mismo siglo, conside raba que las legiones romanas y el sistema de reclutamiento universal, que se impondrá en el siglo xix, eran modelos a imitar. Sin duda Vegecio, al escribir en el siglo iv su Re Militan tras el desastre de Adrianópolis, no podía imaginar que su glorificación de la Legión romana, ignorada por los descendientes romanos de su tiempo, había de dar frutos mil años más tarde. Pero su concepción se basaba en un error fundamental, al olvidar que el éxito de lás legiones se había debido a una disciplina férrea y absoluta, base Año 1994 FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS de la organización militar romana, algo difícil de conseguir en el siglo xvi con ejércitos plagados de mercenarios apátridas. Pero sería injusto que por ello se minimizase el valor de sus obras puesto que, como acabamos de señalar, recordó la necesidad de resucitar el reclutamiento universal como en tiempos del Imperio Romano. En otras palabras, opinaba que los ejércitos nacionales en los que se integraba el soldado-ciudadano habían dejado anticuado el con cepto de guerra medieval, ideas que se abrirán paso lentamente en el siglo xvi, en el que se pondrán los cimientos de los ejércitos permanentes y que provocarán que el servicio militar o de las armas cese de ser privilegio de una determinada clase social para convertirse en un deber y en una función públi ca. No obstante, como Maquiavelo era más bien un doctrinario que un militar profesional, le faltó la facultad de percibir con suficiente realismo los diversos factores que provocan e intervienen en los conflictos. En el ámbito naval, al finalizar la época medieval las naciones más impor tantes siguieron el ejemplo inglés de construir buques de guerra para no tener que depender en una emergencia de barcos mercantes armados. El origen de ese acontecimiento que haría de Inglaterra durante 350 años la potencia naval más fuerte del Globo, radicó en el interés de Enrique VII por sus nuevos navíos Regent y Sovereign, y, después, en el hecho de que su hijo Enrique VIII reconociera que los remos debían dejar lugar a la vela y la táctica del abordaje a las andanadas de artillería. De ahí que entre 1520y 1530 las fundiciones se convirtieran en establecimientos permanentes capaces de asegurar la artillería, que requerían buques como el Great Harry o Henry Grace a Dieu, rearme que le permitía la situación financiera del reino, que, como se conoce, se nutría de los fondos y patrimonio de una Iglesia persegui da. Esas ideas, relevo del abordaje por el combate a distancia, respondían a una concepión que nos explica el historiador sir Charles Ornan, «la visión de hacer del navío de guerra un instrumento de combate al cañón más que con vertirse en un fuerte dotado de una gran guarnición para abordar al adversa rio y librar un combate próximo, es lo que produjo en Inglaterra una transfor mación capital de la psicología naval», ideas que se afirmarían con Isabel 1 y Jacobo 1 para arrancar a España el dominio de los mares. En cuanto a nosotros, hasta bien avanzado el reinado de Felipe II no debe hablarse de la existencia de un verdadero poder naval organizado, en sus ver tientes de estructura orgánica, mandos, personal y despliegue, aconsejando al interesado en profundizar sobre el tema, la consulta o lectura de la obra del fallecido profesor Olesa Muñido, que lleva por título La organización naval de los Estados mediterráneos, y en especial de España, durante los siglos xvi y XVII. Por nuestra parte, nos limitaremos a señalar que con Felipe II se comenzó a sufrir en la mar una estrategia de desgaste a la que le sometieron sus enemi gos, especialmente a partir de 1588, pues las múltiples guerras agotaban los recursos económicos y humanos y los continuos buques y levas que requerían las armadas para hacer frente a las responsabilidades de una estrategia global, 64 45 CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE... terminarían por paralizar el tráfico marítimo que el corso protestante, la cató lica Francia y los piratas berberiscos atacaban sin cesar, especialmente a los galeones de la Carrera de Indias. Esa dispersión de objetivos, la necesidad de lograr una eficaz distribución de recursos y la dificultad para formar dotacio nes provocaría que al final del siglo XVI nos debilitásemos en la mar, situación que motivaría a partir de 1593 que se alzasen airadas voces en las Cortes nacionales, denunciando el lamentable estado de la Marina Real, a las que se sumaban las de los hombres del mar, como fue la del almirante de la Escuadra de la Mar Océano Diego Brochero, que había mandado dicha agrupación en la época de su mayor esplendor, entre 1603 y 1606, situación que en otro tra bajo analizaremos. Año 1994 EL BASTÓN DEL MARQUÉS DE LAICTORIA. UN SÍMBOL9 HISTORICO QUE SE PERPETUA Hugo O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA Vicepresidente de la Comisión Internacional de Historia Marítima (ICMH) El bastón como símbolo de mando Cetro, bengala y bastón de mando han sido símbolos muy semejantes de autoridad, de poder y más concretamente de mando militar. En su origen, el cetro, atributo real, representa la soberanía, y su propio término, derivado del griego «skeptrona., es decir, báculo usado por la gerontocracia dominante, va asociado a una idea de respeto debido a la sabia ancianidad. Considerado como una prolongación de la mano real, dispensadora de justicia y gracias, en ocasiones tiene manifestación física en algunas piezas medievales que repro ducen en su oro una mano con el dedo índice extendido en actitud de ordenar, y junto a la espada desnuda y el globo terráqueo se identifica con el poder absoluto y universal, que corresponde en primer lugar al Creador y en la tie rra a sus representantes que el emperador encabeza. La bengala, un cilindro alargado y hueco, forrado y decorado en ocasio nes, imita y sucede al «scipio» triunfal romano de la iconografía imperial, cuyo tamaño era equivalente a la longitud del brazo, es decir, dos tercios de la esta tura del hombre, de forma que, empu fiado por uno de los extremos, llegara el otro a la altura del hombro. Su signifi cado se restringe al poder militar, pero su utilización se extiende a todo general con mando independiente y total que lo detenta como alter ego del soberano cuyo brazo y mano alegoriza. A imitación de las efigies de los prín cipes y condotieros italianos renacentis tas, reproducidas por los grandes escul tores y grabadores de medallas, los artistas españoles del siglo xvi al XVIII El bastón del marqués de la Victoria. Un representan a reyes y generales con: símbolo histórico que se perpetúa. bengalas de tamaño algo menor, que reciben ese nombre por ser normalmente de palo de la India (Bengala), hue co, a fin de introducir en ella el real despacho, comisión o nombramiento, ______ - Año 1994 67 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA como si de un relicario se tratara. Los grandes generales del mar españoles como don Juan de Austria, don Alvaro de Bazán o el Duque de Osuna, osten tan sus bengalas en grabados, pinturas, estatuas, tapices y acuñaciones. Aunque no existe documentación escrita, hay abundante pintada y dibu jada de oficiales superiores del siglo XVII que se sirven de bastoncillos, que los distinguen del general con su bengala y de los capitanes con sus cortas lanzas de hierro dorado y borla junto a la punta denominadas jinetas; sin embargo, hasta principios del siglo xviii no se introduce el uso del bastón para el arma de Infantería, distinguiéndose los empleos de coronel a cabo en la riqueza y material del puño, de oro a madera, y permaneciendo la bengala como distin tivo de los oficiales generales. A mediados de siglo la bengala desaparece, y los mandos superiores del Ejército y de la Armada adoptan bastones de puño y piñas de oro de vara de caña de Indias, conservándose esta costumbre entre la normativa vigente, cuya más reciente disposición, la Orden Ministerial número 603, de fecha 26 de junio de 1979, en su apartado 4.1.20 establece el «Bastón de mando de caña de Indias con puño de oro y contera de plata; lle vará un adorno colgante constituido por un cordón de seda negro que remata en dos bolas en forma de piña; éstas de tejido dorado y seda grana paralos ofi ciales generales y de seda negra para los particulares». Barcos y generales para el traslado de un rey El 11 de septiembre de 1759 era proclamado Rey de España el hasta entonces Carlos VII de las Dos Sicilias, hermano de Fernando VI, fallecido sin sucesión directa. Por exigencias de política internacional, el nuevo monarca que la historia conocerá en adelante como Carlos III, habría de renunciar casi de inmediato a la corona napolitana en favor de su hijo, Don Fernando, tras dieciséis años de habilísimo reinado en los que había conquis tado el cariño y admiración de sus súbditos italianos. A fin de transportarlo a su nueva corte, se armó en Cádiz y Cartagena una escuadra de quince navíos de línea, cuatro fragatas y dos tartanas que fondea ron entre Castell d’Uovo y el espigón del faro del muelle de galeras el 29 de septiembre de aquel mismo año. Los cálidos pinceles del pintor de cámara Antonio Joli plásmaron para la posterioridad el despliegue de colorido de los navíos engalanados con banderas y gallardetes sobre andariveles pasados por los topes de los palos y los penoles de las vergas, y empavesados de anchos lienzos en sus bordas, los arcos de sus gavias y su popa, en el incomparable marco de la bahía napolitana atalayado por un humeante Vesubio. La flota que heredaba Don Carlos de su prudente hermano era la que correspondía a la tercera potencia marítima mundial, con un total de unida des operativas que ascendía a 47 navíos de línea y 28 fragatas con gran número de buques menores y fuerzas sutiles. Lo mejor de la Armada estaba reunido para el traslado de la real persona y familia; los navíos eran todos de porte superior a 70 cañones, y entre ellos se encontraban los más modernos, 68 45 EL BASTÓN DEL MARQUÉS DE LA VICTORIA. UN SÍMBOLO... construidos entre 1758 y 1759, algunos recién salidos de gradas, como los ferrolanos Triunfante, Soberano, Glorioso, Monarca y Guerrero. Por designación del propio Carlos III, había sido nombrado general de la escuadra don Juan José Navarro, Marqués de la Victoria por gracia de Felipe V desde su sonado triunfo sobre cuarenta y seis navíos ingleses, disponiendo sólo de doce propios, sobre el cabo Sicié a la altura de las islas Hieres en 1744, y a la sazón gobernador general de la Armada y director general de ella, con el mandci del departamento de Cádiz, que le era anexo. En tal nombramiento habían pesado dos circunstancias: la de ser el marqués el almirante más afa mado y glorioso del momento, y la de conocer a la perfécción todo lo corres pondiente al ramo de Marina, como lo había demostrado y seguiría hacién dolo la larga lista de informes doctísimos sobre los más variados aspectos; su condición de director general, es decir, «Xefe de toda la Armada», le permi tía poner en conocimiento del Rey todos los pormenores y necesidades. La flota contaba con otros cuatro generales; dos procedentes de Cádiz, el teniente general don Andrés Reggio y el jefe de escuadra conde de Vegaflori da, izándose sus distintivos en el Triunfante y el Princesa, respectivamente; el teniente general don Pedro Stuart, embarcado en el Galicia, y el jefe de escuadra don Carlos Reggio en el Terrible, procediendo estos últimos de Car tagena, segunda de las bases de formación del contingente naval. Cada teniente general quedó encargado de una de las divisiones táctiéas corres pondientes. El estandarte real se había de arbolar en el tope mayor del navío de 80 cañones en tres puentes Fénix, del mando de don Gutierre de Hevia, yerno del general, que preceptivamente también embarcaba en él; bajel construido en La Habana diez años antes, cuyo poder y amplios alojamientos se presta ban mejor que ningúñ otro para el fin a que se destinaba, habiéndose prepa rado en Cádiz la cámara principal para la real pareja, dos camarotes dentro de esta misma para las Infantas, y la cámara baja para Don Carlos, Príncipe de Asturias, y el infante don Gabriel. Una vez a bordo, sin embargo, el Rey deja ría a su esposa e hijas el espacio mayor, reservándose otro camarote junto a la bitácora. Las ricas alfombras, las doradas mesas, los mullidos canapés y las artísticas cornucopias de estilo rococó y con velón adosado que se usaron para esta ocasión, quedarían grabadas en la mente artística de don Juan José Navarro, a quien Ceán Bermúdez coloca entre los mejores dibujantes de su tiempo, para aparecer después en una lámina de su archifamoso Album. Un alojamiento parecido del navío Triunfante habrían de compartir los infantes Don Antonio (futuro almirante general en el reinado de su sobrino Fernando VII), y Don Gabriel. Esta separación familiar obligaría durante el viaje a des tacar con cierta frecuencia un jabeque de comunicación de la Capitana Real, a fin de saber nuevas de los jóvenes, acercándose a la voz en otra ocasión el Triunfante, para que los Reyes pudiesen ver a sus hijos desde la barroca gale ría popel del Fénix. Deun honor singularísimo concedido al Marqués de la Victoria serían Año 1994 H. O’DONNELL YDUQUEDEESTRADA mudos testigos estos aposentos reales, al mandarle el Rey tomar asiento en su presencia y mesa, como si de un miembro de su familia se tratara. Pese a los cortinajes de brocado de oro, las adaptaciones de los camarotes y todos los medios ideados para la máxima comodidad de sus usuarios, un barco de guerra no era entonces, como tampoco lo es ahora, un transatlántico de placer. La reina Amalia tendría amarga experiencia de ello, al añadirse a las naturales incomodidades de la escasez de espacio y movimiento de la mar su falta de costumbre y destreza a bordo, que le haría dar un traspiés al bajar por los últimos peldaños de una escala que conducía a la santabárbara, durante una visita llevada a cabo por todo el barco. Situado el rancho de san tabárbara, donde se guardaban municiones y pertrechos, a nivel inferior del de la cámara principal, habría de descender por un empinado tramo, y pese a todas las prevenciones y avisos, se produciría el pequeño accidente con gran turbación de cuantos la acompañaban, ya que, como señala su cronista el teniente de navío don Santiago de Zuloaga, «se dio un golpe que resonó, en la cabeza, contra una caña de timón que iba de respeto...». Los Infantes, que no las Infantas, se acostumbrarían pronto, pululando por los parajes más recónditos acompañados por los guardiamarinas don Domingo Encalada y don Felipe Alesón, poco mayores que ellos, encargados de su instrucción marinera y su recreo. De sus progresos con la aguja de marear, con las forma ciones tácticas sobre planitos y con dibujos de buques, con las maniobras yen la fábrica de pequeños cabrestantes sobre la meseta de la cámara, se harían lenguas los cronistas casuales que nos han servido a nosotros de fuente direc ta. Doscientas sesenta y ocho horas a bordo El seis de octubre, una semana después de la llegada de Navarro a Nápo les, embarcaba la familia real en los navíos a ella destinados. Este tiempo se había empleado en avituallar la flota y subir a bordo unos cañones de nueva fundición de los que se esperaban notables resultados; mientras tanto se habían sucedido los actos oficiales y protocolarios, incluidas las inevitables óperas del San Carlo, dejándose para el último momento la ceremonia de renuncia a la corona napolitana. Los Reyes fueron llevados al Fénix en una falúa especialmente fabricada y engalanada en Cádiz, cuyo gobierno al timón se reservó el propio marqués de la Victoria. La despedida que los napolitanos brindaron a su monarca cesante resultó en extremo emotiva, permaneciendo en el puerto una gran multitud que sólo dejó de vitorear cuando las velas se perdieron en el horizonte. No en vano con Carlos VII se habían fortalecido el país y las instituciones, saneado la hacienda y llevado a cabo una acertada política de obras públicas en todo el reino. A las ocho de la mañana del 7 de octubre, aprovechando viento fresquito por el Norte, se haçía a la vela la escuadra compuesta en esta ocasión por cua 70 45 EL BASTÓN DEL MARQUÉS DE LA VICTORIA. UNSÍMBOLO... renta bajeles, ya que a los procedentes de España se habían unido parte de la flota napolitana con ocho mercantes que transportaban el equipaje, y tres galeras de la Orden de Malta que, tras haber participado en el cortejo, se reti raron hacia sus objetivos corsarios contra las caravanas berberiscas y turcas con la triplicada salva de Ordenanza. No era únicamente el traslado de un jefe de Estado, que hubiese necesi tado mucho menos aparato y protección; se trataba del de todo un nuevo sis tema de gobierno que, habiendo demostrado su eficacia en Italia, traía con sigo a España el flamante Rey. Entre los cortesanos y consejeros, numerosos próceres, artistas y sabios, pretendían con sus proyectos y planes imbuir de una nueva sabia el ya prometedor árból de la Ilustración española. En parte arraigarían estas novedades, y en parte serían rechazadas como extranjeris mos irritantes por el pueblo español. Entre la comitiva se contaba el Marqués de Squilache, nuevo ministro de Hacienda y Comercio, quien entre otros pro gramas tenía intención de introducir en España la lotería napolitana, prome tedora de grandes ingresos para las arcas del Estado. Además del séquito, embarcaron en Nápoles criados de ambos sexos para atender el servicio de la real familia, y guardias de Corps para la seguridad de los aposentos. Cortesanos, damas, azafatas, camaristas, criados y guardias, poco acostumbrados a travesías marítimas, serían de muy poca utilidad debido a su estado de semipermanente mareo durante los diez días que duró el viaje, por lo que sobró mucho de las golosinas, chocolates, vinos y jamones que se habían acopiado en Nápoles para su regalo como beneficiarios de la real mesa, circunstancia ésta de la que, como veremos, el general de la escua dra sacaría provecho por concesión graciosa del Rey. El viaje constituyó para Carlos III no sólo un auténtico bautizo de mar, sino una profunda toma de contacto con su Marina por medio de alguien tan caracterizado como el marqués de la Victoria; buena parte de lo que con esta ocasión expuso a Don Carlos se publicaría en 1761 bajo el título «Discursos y diferentes puntos particulares sobre marina que expone á los R.P. de V.M. el marqués de la Victoria, capitán general de vuestra Real Armada». No es aventurado afirmar que si la política de construcción de buques y de perfec cionamiento de infraestructuras en este ámbito no sólo no se frenó durante el reinado, sino que se amplió hasta el grado de convertir a la Nación en un momento determinado en una potencia naval sólo superada por Inglaterra, ello fue en cierta medida debido a que sus marinos, y muy singularmente don Juan José Navarro, supieron conseguir del Rey un decidido apoyo a su poder marítimo como única forma eficaz de mantener unidos sus extensos domi nios. Tal vez un Yiajede esta índole en edad madura por parte de su sucesor Carlos IV, hubiese hecho variar el rumbo de la Historia, despertando en éste el interés por una poderosa flota penosamente sacrificada por el generalísimo Godoy, quien eludía con aversión el mero hecho de embarcarse. Los comentaristas de la jornada hablan de la inclinación del Rey por la Marina, de sus numerosas preguntas a los pilotos y jefes del Estado Mayor sobre rumbos, vientos y maniobras, cabos de labor y táctica naval, llegando Año 1994 H. O’DONNELL YDUQUE DE ESTRADA a ganar una apuesta con su confesor sobre la duración del viaje una vez que pudo calcular los datos de velocidad y distancia, y cuyo premio consistía en la rica cruz pectoral del eclesiástico, aunque como el propio monarca señalaría irónicamente, el verdadero perdedor en cualquier caso no podía ser otro que él mismo, ya que se vería obligado a regalar a su oponente una joya más rica aún. El Rey acabó conociendo el Fénix de roda a codaste y en toda su distribu ción interna, hablando con soldados, marineros y oficiales, mostrando sus propios y notables conocimientos en otras ramas relacionadas ocasional mente y que ponían de manifiesto su preparación. Zuloaga cuenta la anéc dota del carpintero francés que le presentó una preciosa maqueta de madera de una máquina de su invención destinada a hacer varar los navíos, esperando una gracia real a la vista de la manera en que celebraba todo Don Carlos, y de qué manera éste le demostró con sus conocimientos de Física y Mecánica la inviabilidad del invento. De cómo tratar a la tropa tenía el Rey también acu mulada experiencia, demostrándolo en el momento de acercarse a besarle la mano los soldados de Batallones de guarnición en el navío, entre los que se metió también el paje de un oficial de guerra de alta graduación que lucía el blasón de su señor; la tropa quedó ganada por completo al exclamar el Rey dirigiéndose al lacayo «no conozco criados de esta librea» y añadir volvién dose a un soldado mientras agarraba su uniforme azul de vueltas grana: «de ésta sí». La experiencia de Doña Amalia de Sajonia no fue sin embargo nada grata pese a los conciertos de flautas, oboes, trompas y violines a cargo de los doce músicos de Guardias Marinas, los improvisados títeres de la marinería, las acrobacias de los pajecillos de escoba, el arte de un hábil solista de guitarra denominado Neyra, y los numerosos paseos por cubierta y hasta proa del brazo general de la escuadra o del comandante del navío, que ningún otro gozó de tal privilegio. La causa mayor de su infortunio la constituyó el mareo, que en un principio no le afectó, aunque sí y de modo violentísimo a todas sus camareras que quedaron fuera de servicio y tiradas por donde pudieron la mayor parte de la travesía; cuando la Reina empezó a notar sus propios sínto mas se encontró sin nadie de su Casa que la atendiera, mientras la infeliz exclamaba «questo movimento extraordinario de la barca me face un imbro glia di ventre», si hemos de creer a Zuloaga. En la mañana del quince de octubre se avistaba la costa barcelonesa, fon deando el Fénix en la rada a las once de la noche del día siguiente. Desembar cados los Reyes el diecisiete, se arrió su pendón para izarse la bandera de tope. La largueza de un rey Tras la travesía y en muchos casos durante la misma, el nuevo rey prodigó sus favores sin excepción, repartiendo ascensos, dineros, honores y gracias. • 72 45 EL BASTÓN DEL MARQUÉS DE LA VICTORIA. UN SÍMBOLO... Por una relación de don Juan Antonio Enríquez, tesorero de la escuadra que condujo a Carlos III a España, que se conservaba en la Academia de la Histo ria, conocemos, el gran número de mercedes concedidas a don Juan José Navarro; entre ellas se cuentan varias con ocasión de este viaje real. Fernán dez Duro por su parte recoge una «Noticia circunstanciada» anónima, de las dádivas concedidas a bordo de la Capitana. La liberalidad fue correspondién dose con los sucesivos momentos del viaje. Durante la estancia del teniente general Navarro en Nápoles, le había sido concedido el cordón de San Jenaro, la Orden de Caballería del Reino; con ello se hacía justicia al marino que, pese a haber alcanzado la altísima catego ría de teniente general y habérsele otorgado título de Castilla con la denomi nación de Marqués de la Victoria y el previo de Vizconde de Viana, no había obtenido hasta entonces merced de hábito alguna. Prueba de la alta conside ración en que tenía el Rey esta distinción la constituiría el hecho algo poste rior de recriminar al Marqués de la Mina, capitán general de Cataluña, por usar la banda azul del «Saint Sprit» francés sobre la roja napolitana. El detalle de pilotar personalmente la falúa real, fue premiado in situ con la invitación a cubrirse ante Don Carlos, equiparándose así el General a los grandes de España. Esta circunstancia juntamente con la de sentarle a su mesa, no son recogidas por Enríquez, aunque sí por Zuloaga, quien sin embargo no parece valorar suficientemente el hecho. Al avistarse tierras catalanas el quince de octubre de 1759, el teniente general fue promovido al empleo inmediato y máximo: «Capitán general de sus reales Armadas marítimas, con todos los honores, prerrogativas y sueldos que pertenecen a los capitanes generales de mar y tierra». A las dignidades se añadieron gratificaciones económicas muy generosas, incluyéndose en ellas las concedidas a las hijas del marqués y un soberbio retrato de Carlos III guarnecido de brillantes y valorado en tres mil doblones del que el benefi ciado se vanagloriaría toda su vida. En atención a los méritos de su suegro y a los suyos propios, y a instancias del Marqués de la Victoria, el comandante del Fénix, capitán de navío Hevia, fue promovido a jefe de escuadra, recibiendo también mercedes económicas, y al fir!alde la singladura el título dMarquésdel Real Transporte, para sí, sus hijos y sucesores, con la gracia especial de exención perpetua de los impuestos de lanzas y media anata que pudieran gravar el mismo. Como título previo, y como requisito necesario a toda concesión de título de rango superior al de conde, le había sido otorgado temporalmente el de Vizconde del Buen Viaje, denominación, como la del título definitivo, que equivalía a toda una exposi ción de motivos de su concesión. Como gracias accesorias el Marqués de la Victoria obtuvo todos los restos no consumidos de la real despensa y la distribución a su arbitrio entre las igle sias más pobres de Cádiz del rico mobiliario y decoración de losaposentos reales y de la capilla, incluidas las alfombras, los brocados y los damascos. Vargas Ponce añade otra merced más; la de la falúa que como propiedad de Año 1994 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA 1) Ç) 1- y y c E y ‘o y -o y o y o 74 Núm. 45 EL BASTÓN DEL MARQUÉS DE LA VICTORIA. UN SÍMBOLO... don Juan José Navarro se custodió en el arsenal de Cartagena y fue recom prada por el Rey en 1782 para el conde de Artois en mil pesos. Hemos querido dejar para el último lugar el objeto principal de este estu dio: el bastón de mando, cuyas circunstancias particulares pasamos a señalar. Cuestiones que suscita el bastón del Marqués de la Victoria Antonio Enríquez en sus «Gracias que el rey Carlos III concedió al gene ral, Marqués de la Victoria y á su familia» cita, como tercera de treinta, «Un bastón que le regaló al mismo tiempo, cuyo rico puño de oro tiene la particu laridad apreciable de ser obra de las reales manos de S. M., al torno en Nápo les». La «Noticia» que recoge Cesáreo Fernández Duro habla también de «...un bastón, cuyo puño de oro lo trabajó S. M. en Nápoles», sin embargo, la más extensa y pormenorizada «Relación del viaje...» del teniente de navío Zuloaga se refiere al .puño de bastón trabajado también por S. M.», lo que nos deja en la duda sobre si el objeto del regalo fue un bastón o solamente su empuñadura, a la que posteriormente se podría haber dotado de caña de madera horadada, contera y borlas. Por otra parte, la entrega no parece coincidir con el nombramiento de capitán general, que tuvo lugar el día quince de octubre, sino que es anterior, según se desprende de la relación de Enríquez que la simultanea con la dona ción del retrato, hablando simplemente de bastón sin más y sin añadir el motivo o relacionarlo con la nueva categoría con la que iba a investirse a Navarro, habida cuenta de que sobre el uso del bastón de mando no se con serva otra reglamentación más próxima que la Ordenanza de 1716, por la que se conceden bastones de mando con puño de oro a los coroneles o asimilados (capitanes de navío) pero no se cita a los generales, que parecen disponer aún de gruesas bengalas, como la que ostenta don Blas de Lezo (muerto en 1741) en su retrato anónimo del Museo Naval. A todo esto hay que añadir otro fac tor más que parece indicar que, ni se trataba de un bastón de mando, ni fue hecho para ser regalado al general: el de haberse fabricado por el Rey en Nápoles con anterioridad a la llegada de los barcos. Pese a todos estos indicios y a la falta de fuentes legales sobre las que esta blecer el momento en que el bastón sustituye a la bengala como distintivo del empleo de capitán general, somos de la opinión de que los generales de Marina lo usan ya desde mediados de siglo, como lo atestigua la abundante iconografía de que se dispone y muy especialmente un documento absoluta mente contemporáneo debido al Marqués Alfonso Taccoli, gentilhombre de cámara del difunto infante Don Felipe, duque de Parma, quien ofreció a Car los III en 1760su obra de acuarelas de uniformes «Teatro militar de Europa», en la que aparece el de capitán general español, dotado de un bastón de mando del todo similar al presente. El propio gran retrato de cuerpo entero del Marqués de la Victoria, de autor desconocido pero de excelente factura, propiedad del Museo Naval, muestra a éste en uniforme de capitán general «.. Año 1994 H. O’DONNELL YDUQUEDE ESTRADA con un bastón de mando cuyo puño, semioculto por la mano, no permite apre ciar su dibujo, pero que con gran probabilidad se trata de la pieza regalada por Carlos III, pese a que en la pintura no aparece la caña horadada para hacer pasar por ella los cordones de las borlas de oro y no se distingue contera algu na; modificaciones que acaso se hicieran con posterioridad, atendiendo a cambios de moda más que de ordenanza. Es muy significativo asimismo que la decoración del puño de oro incluya numerosos motivos castrenses como armas, banderas y tambores, que exclu yen todo destinatario no militar o consideración ajena al símbolo de mando del propio bastón. Unas anclas repujadas disipan ya toda duda: tiene que tra tarse de un bastón de mando destinado a un general de Marina, hecho por Carlos III con ocasión de su viaje a España en un torno privado del que dispo nía en Nápoles para su recreo. Tras estas aclaraciones no parece quedar duda razonable de que el beneficiario no podía ser otro que el Marqués de la Victo ria, a quien el Rey tenía pensado de antemano nombrar capitán general en cuanto le prestase el primer servicio. ¡Qué gran muestra de tacto, oportuni dad y previsión de este notable hombre que hasta en sus ratos de ocio pensaba en sus deberes de Rey! Características de la pieza Se trata de un bastón de ochenta y ocho centímetros de longitud cuya vara en su parte superior es de un grosor equivalente al pulgar de un adulto, para ir adelgazándose hacia la contera. Sus líneas generales son muy sencillas, aun que no así su decoración, presentando su parte superior un diseño de pera muy común y sin complicaciones. Su trabajo artístico corresponde al tradicio nal repujado o labrado manual de fina lámina de oro con cincel de doble bisel y martillo. Aunque su valor artístico no es extraordinario, pecando su factura de la ingenuidad e inmadurez de un trabajo de mero aficionado con sensibili dad, su valor histórico es grande, constituyendo una de las más valiosas joyas del Museo Naval. El puño es de forma más o menos troncocónica invertida rematada por un casquete esférico, con profusión de bajorrelieves. Su diámetro mayor es de treinta y ocho milímetros y su altura de setenta y tres. La parte superior, des tinada a apoyar sobre ella el hueco de la mano, presenta el motivo principal, un medallón del busto del Rey con manto; en torno a él, cubriendo el períme tro del mango, o bien en cartelas, aparecen otros asuntos claramente milita res, como banderas, palmas, tambores de parada, arcos y flechas, petos, yel mos, trompetas y anclas de Marina. Sobre la superficie lateral, cuatro óvalos rodeados de coronas de laural muestran otros tantos retratos de la Reina. Diversos motivos ornamentales como follajes, rocallas y roleos son claro exponente del gusto barroco del momento. Su caña, «caña de Indias», en tono anaranjado y de cerca de ochenta cen tímetros de longitud y 18 milímetros de diámetro máximo, muestra el corres 76 45 EL BASTÓNDEL MARQUÉS DELA VICTORIA. UN SÍMBOLO... pondiente taladro relleno de un cilindro de oro por el que pasar el cordón que no se conserva. Está rematada en su base por una contera metálica. La elección de los motivos decorativos es muy acertada, ya que revela cla ramente el destinatario de su fábrica, capitán general de mar, así como el aprecio especialísimo de los Reyes, representados, Don Carlos en el lugar de honor, y a modo de compensación y por cuatro veces, Doña María Amalia de Sajonia, cuyos afilados rasgos recogidos por Mengs en su retrato del Museo del Prado son claramente identificables en el bajorrelieve. No es muy aventu rado pensar que esta inteligente princesa polaca quisiera aparecer en el obse quio realizado probablemente en su presencia en horas de asueto, ya que de la compenetración existente entre ambos esposos hay cumplida documenta ción, recibiendo del Rey el cariñoso apelativo de «gran madrera», no sólo por la numerosa prole de que de ella tuvo, siete hijos y seis hijas, sino por su sacri ficada dedicación a la familia. Un homenaje de justicia El Real Decreto 1477/1992,de 4 dé diciembre de 1992 (BOE n.° 292, de 5-12-1992), promovía al empleo de Capitán General de la Armada con carác ter honorífico a S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, Almirante de la Armada. La Armada española, honrada con un nombramiento íntima y lar gamente deseado, quiso sumarse al homenaje con la entrega de un recuerdo significativo que testimoniase su adhesión. Del Museo Naval, cuyo Patronato presidía el propio Conde de Barcelona, partió la idea de reproducir el más sig nificativo de los bastones de mando a sucustodia, encargándose a los presti giosos joyeros diseñadores don Miguel Angel y don Jesús Navarlaz Garrido la reproducción exacta del bastón del capitán general marqués de la Victoria, el más venturoso y polifacético de los marinos modernos, hecha por mano del sexto abuelo del Conde de Barcelona. Meses antes del fallecimiento de Don Juan, una representación de los Cuerpos de la Armada le entregó el bastón, que conserva S. M. el Rey como recuerdo de entrañable significado. El difícil trabajo del orfebre La moderna tecnología permite hoy en día realizar trabajos de gran belleza y perfección, copiándose con exactitud dibujos complicados. No se ha querido, sin embargó, «mejorar» el original, sino guardar la máxima fidelidad al trazado ingenuo aunque digno del real aficionado. Por otra parte, se ha pre ferido llevar a cabo la más complicada tarea que supone su cincelado a mano, con unas técnicas que no han variado en lo fundamental desde el siglo xviii, y siguiendo los mismos pasos del más ilustre de los orfebres en su taller doméstico napolitano de torno y fuelle de pie. Año 1994 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA El oro natural de veinticuatro quilates es un material demasiado blando que si se usase para fabricar el pomo de un bastón se abollaría al primer golpe o caída; una liga que diera un oro de dieciocho quilates sería demasiado dura para poderla trabajar a mano con facilidad; por ello se debe escoger entre una gama que va de dieciocho a veinticuatro quilates, según el criterio apetecido. En el caso presente se ha elegido oro de veinte quilates con aleación de plata, en lugar de cobre, para hacer la pieza más clara, con resultados de una gran similitud. Una vez ligado el oro a veinte quilates, se entalla en plancha de un mínimo de siete decímetros para poder dar formas torneadas y redondeadas a lo que constituirá la futura empuñadura en bruto. Al mango sin desbastar ni pulir se le aplica una anilla concéntrica que cierra la unión con la caña por la parte pos terior, repasándose el conjunto con una fina lija. A continuación se dibujan los motivos hasta el más pequeño detalle en su proporción y dimensiones definitivas, y con un cincel y un martillo se lleva a cabo una obra artística de mérito no inferior al de una escultura o pintura, ajustándose perfectamente la caña al enmangado de oro y taladrániose con sumo cuidado ésta e introduciendo en el orificio un cilindro de oro rematado por dos círculos abiertos a la altura debida, para poder hacer pasar el corres pondiente cordón. El rematado inferior de la caña se realiza con un emboque de plata con base o apoyo de metal que amortigua el roce con el suelo y pro duce el característico sonido que debe acompañar al acompasado juego de movimientos con la vara y pasos, distintivo del caballero del Madrid o del Cádiz dieciochescos. 78 44 LA HISTORIA VIVIDA Alicia DAUVIN DEL SOLAR Escritora Santiago de Chile Recuerdo de una visita Todavía están recientes los ecos de la última visita del buque-escuela espa ñol Juan Sebastián de Elcano al puerto y ciudad de Valparaíso. Toda la serie de actos programados en su honor se desarrollaron en un ambiente de entu siasmo y cordialidad receptiva, y durante una semana los marinos españoles se hermanaron con sus camaradas chilenos en intensa participación afectiva. Cabe destacar dentro del intenso programa oficial la visita al buque del Presidente de la República don Eduardo Frei y en el que permaneció más tiempo que el protocolariamente establecido; la ofrenda floral en el monu mento a los héroes de Iquique; la jura de bandera de jóvenes españoles resi dentes en Chile y la ceremonia de imposición de la Gran Cruz del Mérito Naval española al Comandante en Jefe de la Armada chilena, almirante Jorge Martínez Busch. Otros actos importantes fueron también la visita de oficiales y guardiamarinas españoles a la Escuela Naval Arturo Prat, con las conferen cias dictadas por el vicealmirante Juan Carlos Toledo de la Maza, rector de la Universidad Marítimade Chile, sobre «Chilenidad e hispanidad marinera» y del coronel auditor director de esta Revista, José Cervera Pery, que trató el sugestivo tema de «Guardiamarinas chilenos en la Real Compañía de Cádiz». Como cabía suponer, junto a la Marina chilena, la colectividad española de Santiago y Valparaíso, ofrecieron diversos agasajos a todo el personal del buque-escuela y las fiestas y excursiones contribuyeron a hacer más grata la permanencia del velero español y de sus tripulantes. Sesenta y cuatro años antes de este feliz evento, el Juan Sebastián de Elcano había recalado también en Valparaíso, en su segundo crucero de ins trucción (el primero lo había constituido un viaje de circunnavegación del mundo), al mando también del que ya era su segundo comandante, el capitán de fragata Claudio Lago de Lanzós, un auténtico marino de «La vieja escue la» y un auténtico enamorado de la vela. El acontecimiento marcó un auténtico hito en las relaciones hispano-chi lenas, y de las informaciones y reseñas de prensa de la época, entresacamos los aspectos más sobresalientes de esa historia vivida que supuso aquella pri mera visita. El 3 de marzo de 1930llegó a Valparaíso el buque-escuela de guardiama rinas Juan Sebastián de Elcano. Como en sus dos escalas anteriores en puertos de Chile (Punta Arenas y Talcahuano), su paso dio lugar a manifestaciones de entusiasmo patriótico por parte de las numerosas colonias españolas allí resi dentes y puesto una vez más de relieve las simpatías con que las autoridades y nacionales reciben a estas misiones de la patria hispana. Año 1994 ALICIA DAUVIN DEL SOLAR La llegada a Valparaíso fue verdaderamente emocionante, tomando parte en el recibimiento entusiasta chilenos de todas clases y condición social, y cuya prensa dedicó a la Marina española representada por la dotación del buque-escuela los más calurosos y cordiales artículos de bienvenida. Después de las visitas de protocolo, el día 6 se trasladaron a Santiago de Chile los jefes, oficiales, guardiamarinas y una sección de marinería, donde fueron recibidos por una gran multitud que vitoreó a España y aplaudió a sus marinos despertando gran entusiasmo el desfile de guardiamarinas y marine ría por delante del palacio presidencial, y que fue presenciado por el Presi dente de la República, Ministro de Marina y demás autoridades, en quienes el desfile causó grata impresión como así lo expusieron al embajador de España en Chile y al propio comandante del buque. El Ministro de Marina mostró gran interés por conocer el Juan Sebastián de Elcano y acompañado del subsecretario y personal técnico del Ministerio se trasladó a Valparaíso con el exclusivo propósito de conocer el buque con todo detalle, ya que existía el proyecto de reemplazar el actual buque-escuela chileno Baquedano por otro dotado de más modernos elementos y para lo que el Elcano podría ser una buena fuente de inspiración. Salieron de la visita alta mente complacidos mostrando grandes deseos de encargar un buque-escuela igual a los astilleros españoles. Innumerables fueron los festejos ofrecidos a la dotación del buqueescuela español, no sólo por parte de la colectividad española, sino también, del elemento oficial chileno que terminaron en animada fiesta a bordo, correspondiendo así a las cariñosas atenciones de todos recibidas. A las ocho de la mañana del 10 de marzo se hizo a la mar el Juan Sebastián de Elcano siendo despedido por numeroso público que esperaba también la llegada de la escuadra peruana, y por feliz coincidencia cuando el velero espa ñol pasaba por la boca del puerto se encontró en ella con el buque insignia de la referida escuadra, cambiándose los honores reglamentarios. Este hecho fue también muy favorablemente comentado. .por la prensa chilena, por haber sido España con su buque-escuela el que se adelantara a recibir a aquellos buques peruanos que después de cincuenta años realizaban un viaje de cordialidad por aguas chilenas. En sus comentarios finales, toda la prensa del país chileno consideró como fructífero el resultado de la visita del Elcano a los puertos de Chile, que con tribuyó no sólo a estrechar más y poner en mayor evidencia los vínculos de fraternidad que unen a los dos países, sino que ha servido también para aumentar el prestigio de los constructores navales españoles. Desde aquel lejano 1930 hasta los días actuales, el Juan Sebastián de Elcano ha venido visitando con continuidad y frecuencia los puertos de Chile, que desde hace varias décadas también cuenta con su hermano gemelo, el buque-escuela Esmeralda que en recíproco tratamiento, cuando recala en puertos españoles, recibe todo el afecto y comprensión de la nación española, ayer madre y hoy hermana sobre la genealogía de la Historia. 80 45 DOCUMENTO Don Diego Contador sentó plaza de cadete en el Real Colegio de Artille ría de Segovia el 24 de diciembre de 1771,salió subteniente de Artillería el 25 de diciembre de 1775 y, por su talento, quedó como profesor de mecánica y cálculo diferencial e integral de dicho instituto. El 20 de enero de 1778,a peti ción propia, se pasó a la Real Armada con el empleo de alférez de fragata y el cargo de maestro de mecánica en la Compañía de Guardias Marinas de Ferrol, qué acababa de establecerse, de la cual fue nombrado también habili tado. El 22 de febrero de 1783ascendió a teniente de navío e ingeniero, yen este Cuerpo de Ingenieros de la Armada ascendió a brigadier el 6 de enero de 1784, sin haber estado embarcado ni haber navegado un solo día, cosa inusual para la época. Durante catorce años fue gobernador dela plaza de Ferrol, «con general aceptación», y ascendió a jefe de escuadra el 22 de julio de 1796. En 1808fue destinado a Cartagena y ascendió a teniente general el 14 de octubre de 1814. Tuvo diversos destinos hasta que falleció el 30 de julio de 1833, de muerte natural, cuando contaba con setenta y seis años de edad y más de sesenta y dos de servicios efectivos; eso sí, sin embarque alguno. Tenía ganada reputación de sabio, honrado y recto. Durante su mandato en Ferrol dio las instrucciones para los bailes de más caras, que aportamos como curiosidad del buen gobierno de don Diego Con tador, que así aparece nombrado en Estados Generales y en la Biografía de Pavía. Año 1994 DON DIEGO MARTINEZ DE CORDOB Y CONTADOR GEFE DE ESQUADRL DE LA REAL ARMADÁ: GQBERADOR POLITTCO, Y (LITAR SUUDELECÁDD DE REALES RENTASEN DE ÉSTA PLAZA: ELLA Y SU PARTIDO, &. :saber.. las personasde estado, sexsoy condicban que fueren queEx&-. pm Orden deltodas Excelendsimo Señorqualquieta D. Francisco de Taranco, Capitán Generál de ,este cito y Reyno, se manda, queen el Coliséo de ésta Plaza se executen durante el presente Carnabal algunos Bayles públicóscoñ máscara, á fin de atender con su produao á las ur gencias Mi1itres que S. E. estime conveniente; y’ para que éstas Funcionesse executen con la quie. lsd , buen orden, y Policla que es devido , se matda , y previene lo siguiente: T. IT. Que ninguna persona lleve armas de ningunaclase á dicha Funcion. Que en el Patio del Collado,no entre ninguna persona que no vaya disfrazada, y con Misra-. ra , á no sér los empleados por el Magistrádo , y miembros de Justicia. IT!. Que & los Palcos, 6 Cazuelas debe irae síu disfraces , ni Máscaras ; y en el caso de que algunas de las Périonas disfrazadasen el Patio, quiera subir á los Palcos ó Cazuelas , tendr. la Caréta quitada mientras subsistaen estossitios. 1V. Que en el Patio no se entrará con uniformes( á no sér los Oficiales empleados para la Policia del Teatro ) y que tampoco han de usarsede uniformesde Militares para disfraces , nl menos de los de Edesiasticos , Religiosos ti otros Sagrados6 de Dignidades. V Que las Personas, que asistan & esta Funcios han de sér de las dIcentes y ¡nodéstas , Isa que no ad presetitaráa con disfráces ridiculos y extravagantes , 6 indecetátés, ni fumarán is rl Teatro, Palcos, ni Cazuelas. VI. Que para que se mantenga la quietúd, tranquilidad y buen orden , no se use de las cias de la Caréta , para decir, ni hacer cosas indecorósas,ni de que puedan resultar quex.as , y disturbios , ni perjuicio, 6 agraviode tercero. VII. Queen las quatro Calles que rodean el Teatro, no se paren, ni agromeren gentes , passd. con quietud , y silencio, las que vayan á las ‘unciones , y no deteniendoseningunas otras, 17111. Que así los que vayan de Máscara,como los que no la lleven, han de ir acompañadosde lucc por las Calles. IX. Queestando prohividos los disfráces y Másçaraspor Reales Pragmsticaa , y pernaitienlosa solo ahora estós Bayles enmascaradosen el Teatro, para los fines que los Superiores estiman cosa venierites, nadie llevará pór las Calles puesta la Caréta. X. Quepor igual razon se prohive á los Vecinos, estantes y laabitantesen este Pueblo , recivan Máscaras en su Casa , y el que tengan Bayles. donde éllas asistan. Xl. Quepor la puerta de la izquierda del Teatro há de ser la entrada , y donde deben entregarse, así los Voletines, como las Capas ti Capotes, y élfin de que no ae equivoquenéstos, llevaráca da uno cosido su Nombre en un Lienzo debajo del cuello. XII. Quela puertade la derecha del mismoTeatro, será la de la salida , y al que saliese para bolvcr á entrar, se le dará en la puerta una contra—seda, que entregará en la propia puerta, que atrá tambien de entrada para los que hayan salidocon contra—seña. XIII. Que por la puerta de la espalda del Teatro, no entrarán ni saldrán sino los sirvicu’:c del Teatro, y empleadosen él. XIV. Que por céda persona se cobrará de etitrada diez reales de vellon, por cada noche cleljien:io pagar tambienla misma entrada las personasque vayan á los Palcos, además de pagar crda Palco de primera fila treinta reales de veilon , veinte por los de segunda y quatro reales de sellen por cada Asiento de la tercera fila. XV. No se fumará en el Collado,y iold pdr fumirse en el quarto inmediatod la entrsda, donde solo podrán estar hombres ,y no muger alguna. XVI. Enel foro se podrá bever, 6 comer, pagando por Arancel, que tendrá fiado á la vista de todos el que despacha. XVII. Habrá dos Bastonéros nombrados por el Magistrádo, los qualesdispondrán lo que han de tocar las Orquestas, y el tiempo que há de durar cada espaciede toque, sin que nadie pueda entrolllelerso en ello, quedandole la libertad de baylar 6 ñál? que se roque. Baxo cuyas circunstancias, y Reglas se dará rincipio él éstas Funciones, quando se avise pcr Carteles particulares, que ad fixáran enias Puertas4el Coliséo, donde tambiense pondrán las dcrnas reglas de Polici, y buenórden, que hán deobsérvarse en estas Funciones: esperando de los lo dividuos, que cnmposieneité’Psíblico,eontribufráhtodospor su parte á que se executela divesdon coriel mejor sostego;tiaáiqUilidad,yiarmonía yen casode que algunosfalten a semejantesdeha-. res, 6 desluzcan , contra lo que ae previene , y manda,serán castigadoscon el rigór que el caso, y las circunstanciasexijan. Y para que ningunoalegueignorancia,espido el presente, firmado cm, y refrendado del-infrascrito Escribano del Número,y Ayuntamiento:En la Plaza del Ferról, ú dias del mes de.Febrero, año de a8oS. Por mandado de su Seíiora’a. DIEGO C’ONTADÓR. Antonio JuanÜardcmll. LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO. El Instituto de Estudios Histórico-Marítimosdel Perú Sus antecedentes se remontan a septiembre de 1963, cuando a iniciativa de la Comisión de Cultura del Centro Naval del Perú y del Museo Naval y bajo los auspicios del Ministerio de Marina, se creó la comisión encargada de redactar la historia marítima del Perú, proyecto ilusionadamente ambicioso y necesario, que luego se plasmaría en vigente realidad. La labor constante y bien planificada de los historiadores y expertos encargados de preparar la primera parte de la Historia Marítima —verdadera enciclopedia del dilatado quehacer marítimo peruano— dieron como fruto la plasmación de una obra sustancial, fundamentalmente histórico-científica, en doce volúmenes que abarcan las áreas científica e histórica, esta última en sus épocas Preshispánica, Conquista, Colonia, Emancipación y comienzos de la República. La crítica mundial especializada emitió su veredicto favorable al considerar a la Historia Marítima del Perú no sólo como el más importante esfuerzo en la materia realizado por un país de habla hispana, sino también como la versión más completa y autorizada acerca de aquella compleja e intensa actividad marítima. Vistos los excelentes resultados obtenidos en la investigación, el 17 de octubre de 1973se crea como continuación de la comisión historiadora el Ins tituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, que prosigue la obra emprendida encomendando a renombrados historiadores —bajo la coordina ción de distinguidos almirantes— la difícil, aunque sugestiva, tarea de histo riar la vida marítima nacional desde mediados del siglo xix hasta comienzos del siglo xx, y de esta manera enlazar cronológicamente la primera parte con la segunda, a la que seguirán una tercera y cuarta parte comprensivas de los períodos 1919-1947y 1947-1968 respectivamente. Orgánicamente el Instituto es una entidad de derecho privado cuyo fin es realizar y foméntar el estudio sobre el mar peruano, la Historia Marítima del Perú y los acontecimientos relacionados con el poder marítimo. Está regido por una asamblea general que es el órgano supremo de la Asociación y cuenta con un consejo directivo integrado por miembros de número elegidos en la Asamblea General. Sus académicos son de número o correspondientes, elegi dos entre destacadas personalidades peruanas y de los países iberoamerica nos, y se rigen por sus correspondientes estatutos. Edita periódicamente una revista que es el órgano oficial del Instituto y cuya donación por canje contri buye a enriquecer su biblioteca. También edita diversas publicaciones sobre temas históricos, marítimos y estratégicos. El Institúto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú tiene suscritos con venios con diversas instituciones, tales como la Universidad de Lima, para Año 1994 83 fosÉ ANTONIO OCAMPO desarrollar proyectos conjuntos de orientación científica, tecnológica y cultu ral, relativos al ámbito marítimo, fluvial y lacustre; o como el Centro de Altos Estudios Militares, para el desarrollo de intercambio de programas culturales y de información sobre la realidad nacional, incluyendo orientación científi ca, tecnológica y cultural, relativos al ámbito marítimo, fluvial y lacustre. Y por último con la Dirección de Intereses Marítimos, con el fin de contar con la asesoría calificada, permanente y duradera, para el mejor funcionamiento del Archivo Histórico de la Marina, con el fin de preservar, incrementar, cla sificar y difundir sus fondos documentales en forma técnica y adecuada. El Instituto presta también apoyo a distintas entidades de la Marina de Guerra, en especial a la Escuela de Guerra Naval, a la Dirección de Intereses Marítimos, al Museo Naval, y proporciona elementos de juicio a la Coman dancia General de la Marina y al Estado Mayor General de la misma. La Comisión de Estudios Estratégico-Marítimos fue creada por el Insti tuto en octubre de 1984, y está formada por oficiales de Marina de reconocida solvencia intelectual así como por otras personas idóneas en diferentes disci plinas, destinada a cultivar y promover los estudios de carácter estratégicomarítimo y contribuir al desarrollo, consolidación y divulgación de una estra tegia marítima nacional, para lo cual cuenta con tres organismos: Junta Directiva, Departamento de Coordinación y Comités de Trabajo. Dentro del Instituto radica también la Secretaría Permanente del Simpo sio de Historia Marítima y Naval Iberoamericana cuya última reunión se cele bró en Viña del Mar (Chile) en el pasado noviembre de 1993. Anteriormente se había celebrado otra en Lima, y están previstas sendas celebraciones bia nuales en Argentina, Brasil y posiblemente España. La dirección del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú es: Avenida de Salaverry 2.487, Lima 27, Perú. Teléfonos 229950 y 407273. José Antonio OCAMPO 84 45 NOTICIAS GENERALES Visita de los Reyes al Museo Naval El pasado 20 de abril, Sus Majestades los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, visitaron el Museo Naval tras las obras de remodelación y acondicionamiento llevadas a cabo en dicho centro. Los monarcas, a quie nes acompañaba el jefe de su Cuarto Militar, almirante Poole Pérez-Pardo,’ fueron recibidos por el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, almi rante Juan José Romero Caramelo; el jefe de la Jurisdicción Central, viceal mirante Antón Pérez-Pardo, y el director del Instituto de Historia y Cultura Naval, contralmirante José Ignacio González-Aller Hierro. También fueron cumplimentados por el pleno del Patronato del Museo, encabezado por su presidente 5. A. R. el Duque de Calabria. Don Juan Carlos y Doña Sofía giraron una detenida visita a las nuevas ins talaciones, recibiendo las detalladas explicaciones de su director, y pudieron admirar los incunables y manuscritos, cuadros famosos de combates navales y personajes de relieve, instrumentos náuticos de precisión y cartografía de los antiguos dominios españoles en América y el Pacífico. Igualmente, se ‘detuvieron en la contemplación de los numerosos tipos de navíos de los si glos xvi a xviii. Los trabajos de remodelación del Museo Naval, que han supuesto la inversión de ciento cuarenta millones de pesetas, financiadas por el Ministe rio de Defensa con la colaboración del Ministerio de Cultura y diversas ayu das de particulares, constituyen la primera fase de un ambicioso proyecto que Año 1994 85 NOTICIAS GENERALES se continuará en los próximos años con la rehabilitación de las cinco salas que aún quedan pendientes y con la reorganización, restauración y clasificación de todo el material de los siglos XIX y xx. Como señaló el almirante Romero Caramelo en las palabras de saludo a Sus Majestades, estas modernas instalaciones guardan una de las colecciones más notables del mundo, no sólo por la importancia de su patrimonió, sino también por el elevado valor artístico de algunas de las piezas señeras que ate sora, para rogar a los Soberanos que vieran en los objetos expuestos en las diferentes salas, «lo que muchas generaciones de marinos han sido capaces de conseguir con su trabajo, su entrega, su vocación y sacrificio, en la victoria o la derrota con la mente puesta al servicio de España y la Corona». Conferencias en Valparaíso Con motivo de la visita del buque-escuela español Juan Sebastián de Elcano a la ciudad chilena de Valparaíso, tuvieron lugar en la Escuela Naval r Conferencia del coronel auditor Cervera Pery en la Escuela Naval de Chile. 86 Núm. 45 NOTICIAS GENERA LES «Arturo Prat», de la Marina chilena, dos conferencias para guardiamarinas chilenos y españoles dentro de un acto de confraternización de ambas Arma das. La primera de ellas —el 12 de abril pasado— fue dictada por el rector de la Universidad Marítima de Chile, vicealmirante Juan Carlos Toledo de la Maza, que disertó sobre «Chilenidad e Hispanidad marítima», y la segunda, pronunciada por el coronel auditor José Cervera Pery, director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL, cuyo tema fue el de «Guardiamarinas chilenos en la Real Compañía de Cádiz». Los conferenciantes fueron presentados por el director de la Escuela Naval chilena, capitán de navío Fernando Gaete Winkelmann Gaete, figu rando entre los asistentes, además de los alumnos mencionados, el coman dante y oficiales del Juan Sebastián de Elcano y autoridades navales de la Marina chilena. Posteriormente, el día 16, el coronel Cervera Pery repitió su conferencia en el mismo centro de la Escuela Naval «Arturo Prat», esta vez para la totali Año 1994 87 NOTICIAS GENERA LES dad de cadetes navales y aprendices de la Marina chilena, a solicitud del mando de la citada Escuela. Inauguración de la Cátedra extraordinaria«AlmiranteMartín-Granizo» El 25 de abril se celebró en la Universidad de Salamanca el acto inaugural de la Cátedra extraordinaria «Almirante Martín-Granizo», en el aula Salinas del edificio histórico. En el curso de la ceremonia de inauguración, el primer director de la cátedra, vicealmirante Albert Ferrero, desarrolló el tema «La Armada como instrumento de la política exterior». A dicha conferencia asistieron el director del CESEDEN, general de divi sión Sosa Hurtado, así como el jefe de la Jurisdicción Central de la Armada, vicealmirante Antón Pérez-Pardo, y una nutrida representación universitaria y militar, hallándose también presente la viuda del almirante Rodríguez Martín-Granizo> doña Eva Núñez. La nueva cátedra es fruto de la revisión del Convenio de Cooperación, que data de 1985, entre el Centro de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) y la Universidad de Salamanca, firmado en la fecha arriba indi cada. Décimas Jornadas de Historia Marítima Durante los días 9 a 11 de mayo últimos, y organizadas por el Instituto de Historia y Cultura Naval, con la colaboración de la Asamblea Española de la Soberana Orden de Malta y el Instituto de Estudios Históricos y Hospitalarios de la Orden de Malta de la Universidad Complutense de Madrid, han tenido lugar en el marco de la sala de exposiciones del Museo Naval las Décimas Jor nadas de Historia Marítima, con un ciclo de conferencias bajo el título gené rico de la Orden de Malta, la Mar y la Armada. Intervinieron en las mismas el coronel auditor José Cervera Pery, que disertó sobre «La Orden de Malta y la Armada: una vinculación histórica»; el profesor Dr. Paolo Caucci Von Sauken, presidente del Centro Italiano de Estudios Compostelanos, que habló de la Orden y el Camino de Santiago, y el canciller de la Asamblea Española de la Orden de Malta, don Juan Echeva rría Gangoiti, que habló de la Orden en nuestros días. Las mesas redondas estuvieron moderadas por el director del Instituto de Estudios Históricos y Hospitalarios de la Universidad Complutense de Madrid, don Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, que tuvo a su cargo el tema de «La Orden de Malta en las colecciones documentales del Museo Naval», y en las que participaron igualmente don Valentín Céspedes Arécha ga, investigador y miembro del Archivo Histórico de la Asamblea Española de la Orden de Malta (Aportaciones inéditas a una historia común); el capitán de fragata e investigador naval don Antonio de la Vega Blasco (Los marinos 88 45 NOTICIAS GENERALES del Museo Naval), el teniente coronel médico don Manuel Gracia Rivas, director del Centro de Estudios Borj anos de la Institución «Fernando el Cató lico» (Los «grafitti» del palacio de Ambel), doña María del Carmen Aréchaga Rodríguez-Pascual, directora del Archivo de la Asamblea Española de la Orden de Malta (El caballero del reloj de Ticiano, ¿un personaje desconoci do?), y los investigadores y miembros del Archivo Histórico de la Orden don Carlos Sangro Gómez-Acebo (Estudio de la identidad de la talla de un caba llero orante) y don Juan Alejandro Magaz Van Nes y don Diego Gamazo de Roux (La iglesia de la Veracruz en Segovia). El acto de apertura del ciclo estuvo a cargo del contralmiranté González Aher Hierro, director del Instituto de Historia y Culturá Naval, siendo clau suradas las conferencias, en nombre del almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, por el jefe de la Jurisdicción Central, vicealmirante Antón PérezPardo. Conferencia debate en el Centro de Estudios Malaspinianode Mulazzo El pasado 28 de mayo en el auditorio «Mario Mengoli» del Centro de Estudios Malaspiniano de Mulazzo (Italia), el profesor Oldrich Kaspar, de la Universidad Kariovy de Praga, pronunció una conferencia bajo el título de «El nuevo siglo visto por un europeo del setecientos: la contribución de Tadeo Hanke a la expedición Malaspina(1789-1794)». En el mismo acto el profesor Roberto Malaspina, síndico de Mulazzo, entregó al orador la «metopa Malaspina 1994» en reconocimiento de su dedi cación al fomento de los estudios malaspiniános en el área eslavo-alemana. La presentación del conferenciante estuvo a cargo del profesor Darío Manfredi, director del Centro de Estudios «Alejandro Malaspina» de la comuna de Mulazzo. Agenda de actos culturales Cumpliendo el encargo recibido en la reunión que tuvo lugar en la base argentina «Esperanza», en la península Antártica, en el mes de noviembre de 1992, el Instituto de Estudios Marítimos del Perú y la Universidad de Lima, han convocado la II Reunión de Historia Antártica Iberoamericana, que ten drá lugar en Lima del 20 al 22 de julio próximo, adelantándose asimismo que la III Reunión será organizada por el Instituto Antártico Chileno en 1996, probablemente en la Base Antártica «Presidente Frei». Como merecido homenaje al capitán de navío de la Armada española Juan Francisco de la Bodega y Cuadra, nacido en Lima hace 250 años y muerto en México hace 200, el Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, los Museos y Archivos de Vancouver del Norte y la Pontificia Universi dad Católica del Perú, han organizado un coloquio internacional en que par Año 1994 NOTICIAS GENERA LES ticiparán diversos especialistas en el personaje y en la época que le tocó vivir. Las fechas previstas son del 17 al 19 de agosto próximo. La Asociación Internacional de Historia Marítima Económica tendrá una sesión dentro de la XI Conferencia Internacional de Historia Económica dedicada al tema de «Administración, finanzas y relaciones industriales en las industrias marítimas». La sesión tendrá lugar entre agosto y septiembre del año en curso, siendo la Universidad de Leicester la encargada de su orga nización. El Congreso Internacional de Historia Marítima sobre puertos, ciudades y comunidades marítimas tendrá lugar en Monreal (Canadá) entre los días 27 de agosto y 3 de septiembre de 1995, estando su organización a cargo de la Comisión Internacional de Historia Marítima, en el marco del Congreso de la Comisión Internacional de Ciencias Históricas. El XX Coloquio Internacional de Historia Militar tendrá lugar en Varso via (Polonia), entre los días 5 a 10 de septiembre del presente año, bajo el tema genérico «Las insurrecciones nacionales después de 1794». La participación española se realizará a través de la Comisión Española de Historia Militar, radicada en el Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional (CESEDEN). Ámbito nacional Dentro de los cursos de verano de la Universidad de Oviedo, que todos los años viene organizando el Museo Marítimo de Asturias con el título genérico de Historia Marítima de Asturias, se desarrollará en el presente año el tema monográfico «Marinos ilustres asturianos». Las conferencias tendrán lugar en la biblioteca del Museo de Luanco entre los días 18 a 23 de julio actual. En la Zona Marítima del Cantábrico, y en base a un acuerdo con la Uni versidad de La Coruña, se desarrollará un curso de apoyo al curso de verano de la Universidad Internacional «Menéndez Pelayo» sobre el tema «Guerra, exploraciones y navegación: Del mundo antiguo a la Edad Moderna». El curso se impartirá en un total de nueve conferencias y dos mesas redon das en las instalaciones de la Cátedra «Jorge Juan» y dos visitas a instalaciones navales. En esta convocatoria se han reservado cinco becas a disposición de la Armada. Los trámites de petición pueden hacerse a través de la Sección de Organización del Estado Mayor de dicha zona marítima. Aulas del Mar en Cartagena. Organizadas por la Universidad de Murcia, a través de su Vicerrectorado de Investigación, tendrán lugar en Cartagena, entre los días 12 al 16 de septiembre próximo, las conferencias correspondien tés a las distintas Aulas del Mar, que alcanzan este año su décima edición. La correspondiente a «La influencia naval en la Historia», que está di rigida por el coronel auditor José Cervera Pery, director de la REVISTA DE 90 45 NOTICIAS GENERALES y el profesor Juan Andreo García, del Departamento de Historia Moderna Contemporánea y de América de la Universidad de Murcia, se desarrollará el presente año bajo el título genérico de «Hombres, barcos, puertos y dinero en la Carrera de Indias», y contará con la participa ción dedestacados especialistas en la materia. HISTORIA NAVAL, José Antonio OCAMPO Año 1994 RECENSIONES BONNICHON, Philippe: Los navegantes franceses y el descubrimiento de Amé rica.—Editorial Mapfre. Colección Mar y América. 1992. 392 páginas. El autor de este extenso e interesante trabajo es doctor en Historia por la Universidad París-Sorbonne, de excelente trayectoria en el estudio de temas marítimos; entre ellos destacan su tesis doctoral del año 1973, titulada «Sou venirs de Pierre-Bruno Jean de la Monneraye pour la periode 1760-1790»; «The american revolution and the sea» (1974); «Historia naval brasileira» (1975); «Missions de la marine militaire en temps de Louis XVI» (1976); «L’importance de l’exploration maritime» (1982) y «Horizons marins, itine raires spirituels» (1987). La tesis que mantiene el autor está resumida admirablemente en este párrafo que pertenece a la introducción del libro: «Los franceses no descu brieron América, ni tampoco, evidentemente, los ingleses, ni los holandeses. Pero intervinieron en muchos puntos del Nuevo Mundo antes que estos últi mos, y si no precedieron a los ibéricos, sí intervinieron, al menos, en el cono cimiento y difusión de América. Sin duda, su contribución en esta expansión universal y multisecular es apreciable». Se trata de una investigación precisa, prolija y, sin embargo, de fácil lectu ra, fruto de largas horas de trabajo y dedicación. También se observa el cariño del autor por los temas marítimos, su admiración por los trabajos de la profe sión, el vencer las grandes dificultades que eran entonces, y aún hoy, los ele mentos de la naturaleza desatados. Interesa también la evolución científica y, sobre todo, la importancia política de lo si no descubierto, sí por lo menos explorado y aprovechado, con asentamientos en lugares estratégicos. La lectura del índice es suficiente para conocer la magnitud de la investi gación de Philippe Bonnichon y las claves de sus inquietudes e interrogantes históricos. Interesan, y mucho, los viajes científicos ya modernos de Bougain ville y Lapérouse. El índice es el siguiente: Primera parte: Navegantes franceses en las américas en la etapa del huma nismo.(siglo xvi). Capítulo 1: Los franceses en Brasil o los logros del comercio entre1503 y 1505; Capítulo II: Marinos franceses en las rutas del Atlántico Norte hasta 1543; Capítulo III: Los círculos y los medios del descubrimiento; Capítulo IV: Primeras experiencias de colonización (1555-1565). Fracasos e intentos posteriores hasta 1603; Capítulo V: Las repercusiones del descubri miento. Segunda parte: Exploración de las costas y del interior de América. Misio nes, marina y colonias en la etapa de la hegemonía francesa en Europa (16101715). Capítulo 1: De la Francia equinoccial a la Guayana y las Antillas; una presencia residual de los franceses en América Central; Capítulo II: Los Año 1994 RECENSIONES navegantes franceses en Canadá durante el siglo XVII; Capítulo III: Explora ciones francesas en el Norte de América bajo Luis XIV; Capítulo IV: Conoci miento de América en la Francia del clasicismo: las repercusiones del descu brimiento en la etapa de la crisis de la conciencia europea (finales del siglo xvii); Capítulo V: Estrategia marítima en tiempos de Luis XIV: el lugar del Nuevo Mundo. Tercera parte: La etapa de los beneficios, de la ciencia y del sueño: losfran ceses y el descubrimiento de América en el siglo de las luces (1715-1742).Capí tulo 1: Sueño y conocimiento de América en Francia durante el siglo xviii; Capítulo II: América, ilustración y progreso. La importancia de la técnica: la organización estatal y la transformación de la Marina durante el siglo xviii en Francia; Capítulo III: En torno a Bouganville. Navegantes franceses en Amé rica del Sur (1765-1769); Capítulo IV: Ciencia y descubrimiento de América, durante el reinado de Luis XVI: en torno a Lapérouse. Completan el trabajo una Conclusión y, como es habitual en esta colec ción, la Bibliografía y los Indices Onomástico y Toponímico. Antonio de la Vega José M.a:Diccionario de Órdenes de Caballería y Cor poraciones Nobiliarias. Editado por la Academia de Genealogía, Nobleza y Armas. Madrid. Marzo de 1994, 176 páginas. MONTELLS Y GALÁN, José M. Montelis es licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Complutense, es también diplomado en Heráldica, Genealogía y Nobiliaria por el Instituto Salazar y Castro, del Consejo Supe rior de Invetigaciones Científicas. Ha publicado varios libros de poesía y una novela, pero son importantes aquéllos dedicados al tema que nos ocupa: «Es cudos y banderas de la casa de Borbón» (1991). «El hospital yla milicia de San Lázaro de Jerusalén» (1992) y «Heráldica en la obra de don Ramón del ValleInclán» (1992). Auténtico especialista en la materia y con prestigio internacional por su óbra y por su excepcional don de gentes, José M. Montells nos ofrece en este libro el fruto de largos años de investigación en los temas que tanto ama. Aunque quizá pase desapercibido, estamos en un auténtico renacer del asociacionismo exaltador de los antiguos ideales de la caballería, quizá debido al deseo de algunos de regenerar una sociedad que les parece dema siado materialista. Nos dice el autor: «Hay en este Diccionario órdenes históricas irreprocha bles, órdenes dudosas en cuanto a su legitimidad de origen y órdenes absolu tamente falsas» y nos propone que en el mundo de hoy «Es en esta recupera ción de lo auténticamente caballeresco donde podemos apreciar la falsedad o no de una institución», lo cual es una norma de excelente y fácil aplicación para efectuar las inevitables diferenciaciones. 94 45 RECENSIONES Las virtudes de esta obra están, en primer lugar, en ser única y actualizada y, en segundo, en la precisión de sus datos históricos demostradores de una profunda y minuciosa investigación. El índice es el siguiente: Órdenes de Caballería (se consignan tan solo las dinásticas y aquellas otras que han tenido relación con España durante el siglo xx). Corporaciones nobiliarias. Distinciones honoríficas (se recogen tan solo aquéllas relacionadas con el mundo caballeresco, huyendo de la infini dad de distinciones de todo tipo que han proliferado en España en estos últi mos años). Apéndice A: Relación de Grandes Maestres reconocidos por la Comisión Internacional para el Estado de las Órdenes el 21 de septiembre de 1970. Apéndice B: Relación de Grandes Maestres o Jefes Soberanos. Apén dice C: Relación de Corporaciones Nobiliarias Españolas tuteladas por la Corona. Apéndice D: Relación de Órdenes de Caballería de las que no consta su relación con España ni el ingreso de caballeros españoles. Completa el trabajo una extensa Bibliografía y un Album Gráfico. Es deseable que en la indudablemente próxima segunda edición semejore el índice, de tal forma que una orden, que no olvidemos puede tener un largo nombre, pueda ser encontrada en varios lugares a la vez. - Antonio de la Vega LUZZANACARACI,llana: Navegantes italianos. Editorial Mapfre. Colección Mar y América. 1992. 320 páginas. llana Luzzana Caraci es catedrática de la Universidad La Sapienza de Roma. Es autora de las obras «Colombo e Américo Vespucio» (1987), «Co lombo vero e falso» (1989), «Scopritori e viagiatori del Cinquecento e del Sei cento». ‘Este libro constituye una nueva aportación del gran proyecto editorial de la Fundación Mapfre, creada en 1988, y que con motivo del Quinto Centena rio del descubrimiento, ha proporcionado ya más de doscientos títulos. Es preciso recordar que esta colección (<Mary América», dirigida con pericia por el almirante Bordejé y Morencos. Está constituida por 19 libros, de los que sólo faltan dos por salir al mercado. Era inevitable que los hombres de la península italiana tuviesen gran pro tagonismo en los sucesivos descubrimientos americanos, la historia marítima de sus hombres, desde la antigüedad, en la historia marítima y mercantil del mundo, sobre todo en aquellos años en que el mundo se reducía al Mare Nos trum. Y es que la llamada bota de Italia ocupa una posición central en este mar, lo cual era importante en aquellos tiempos del remo y la vela. Esta posi ción central favoreció el desarrollo de las célebres repúblicas marineras de Amalfi, Venecia, Pisa y Génova. Desde Italia el tráfico mercantil hacia Oriente pudo llegar a Rusia, Persia Año 1994 RECENSIONES y China; hacia Occidente se viajó por todas las ciudades musulmanas del Norte de Africa. La profesora Caráci, en los dos primeros capítulos del libro, nos da las cla ves del por qué los navegantes italianos serían importantes en el descubri miento; estos capítulos constituyen el antecedente necesario, ya que se estu dian las técnicas náuticas y su evolución, las situaciones políticas existentes que propiciaron la navegación mercantil y, sobre todo, la notable influencia del Humanismo y del Renacimiento. Estos antecedentes producirán célebres marinos, ya en la gran historia: los más conocidos, Colón ylos Caboto y los menos como Verazzano o Cuneo. Es necesario reseñar que el último gran navegante italiano fue Alejandro Malaspina, lo cual no deja de ser relativa mente una cierta apropiación. Los capítulos son los siguientes: 1. Los presupuestos; II. Las premisas; III. Cristóbal Colón: de la intuición al descubrimiento; IV. Los otros viajes de Colón; V. Juan Caboto y la ruta septentrional a las Indias; VI. Américo Ves pucio: un hombre parael Nuevo Mundo; VII. Sebastián Caboto: La esfinge de la historia americana; VIII. Juan de Verazzano y la tierra Francisca; IX. La conclusión de los aventureros. Completan el libro la Bibliografía y los habi tuales y tan útiles Indices Onomástico y Toponímico. Antonio de la Vega 96 45