LIDERAZGO CARISMÁTICO Y SOCIEDADES DE CONVIVENCIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO HÉCTOR MIGUEL SALINAS HERNÁNDEZ PUBLICADO EN: VARGAS S. (2009). LIDERAZGO, POLÍTICAS PÚBLICAS Y CAMBIO ORGANIZACIONAL. LECCIONES DESDE IBERO AMÉRICA, MÉXICO, PORRÚA PP. 225-264. LIDERAZGO CARISMÁTICO Y SOCIEDADES DE CONVIVENCIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO Héctor Miguel Salinas Hernández* “Es verdad que son tan sólo una minoría; pero su triunfo es el triunfo de todos. También aunque aún lo ignoren, es el triunfo de quienes se oponen a esta ley, porque es el triunfo de la libertad. Su victoria nos hace mejores a todos, hace mejor a nuestra sociedad.” (Fragmento del discurso del presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, en el pleno del Congreso de los diputados, para defender la modificación del código civil que reconoce el derecho a contraer matrimonio a personas del mismo sexo, Madrid, 30 de junio de 2005). PROEMIO En el presente trabajo analizaré la relación de un líder político carismático (Andrés Manuel López Obrador) con un movimiento social de nuevo tipo basado en la identidad (el Movimiento de Disidencia Sexual) a través del proceso de aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia como instrumento que permite entre otras, la unión legal de dos personas del mismo sexo con la finalidad de establecer un hogar común dentro del territorio del Distrito Federal. Para analizar esta relación estableceré, por un lado, un marco teórico donde plantearé algunos tipos de liderazgo, con énfasis en el carismático; posteriormente, presentaré una breve historia de lo que comúnmente se denomina Movimiento LGBTTTI (Movimiento Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travestí e Intersexual) y que yo denomino Movimiento de Disidencia Sexual (MDS), en el Distrito Federal, explicando qué son las Sociedades de Convivencia y el proceso que siguió su aprobación en el Distrito Federal, sus alcances y limitaciones. Utilizo aquí el término Disidencia Sexual pues me parece más operable además de más adecuado para un movimiento socio-político de reivindicación. * Profesor-Investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Luego de plantear algunos aspectos de la biografía de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), trataré de establecer una relación entre la teoría del populismo carismático y su estilo de gobierno y discurso, para tratar de explicar a continuación los liderazgos en el seno de los grupos que impulsaron la aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia, para plantear la relación establecida entre AMLO y el MDS. El propósito principal de este trabajo es establecer la forma en la que respondió el populismo basado en el liderazgo carismático, en el caso concreto de México, a las demandas de un movimiento social basado en la identidad, rescatando las características de dicha respuesta y tratando de explicarla. Para lo anterior, parto de la hipótesis de que AMLO negó su apoyo a las demandas del MDS sobre sociedades de convivencia por una evaluación política de costo-beneficio, donde el costo político por apoyar una medida tan controversial no hubiera sido compensado con un apoyo electoral significativo, debido, entre otros factores, a la poca fuerza de los grupos y actores del MDS y al escaso nivel de organización del mismo. Con lo anterior, AMLO demostró, por un lado, su peso específico dentro de su partido, obligando a los diputados del mismo a retrazar su apoyo a la iniciativa hasta que ésta fuera políticamente viable, y por otro, el pragmatismo que caracteriza a líderes carismáticos de tipo populista, apegados a las masas en el discurso, pero transclasistas en los hechos. LIDERAZGO Y CARISMA I. A partir de la década de los años ochenta, el mundo ha vivido procesos de transformación política que para nadie han podido pasar desapercibidos. Como consecuencia de la desaparición del campo socialista y el surgimiento de un mundo unipolar encabezado por los Estados Unidos, así como por el fenómeno de la globalización, entendida como “los procesos de intensificación de los intercambios comerciales entre países, la rápida circulación de datos e información en el orbe y al libre tránsito de capital financiero entre diferentes regiones del mundo” (Agüera,2004:135), la democracia se ha establecido desde el poder como la única utopía digna de ser imaginada, como el elemento procedimental e ideológico que sustenta los principios del libre mercado y de economías globales. No obstante, en América Latina algunos países como Venezuela, Argentina, Brasil y Bolivia han establecido en diferente medida un distanciamiento importante en relación con el paradigma del libre mercado y del neoliberalismo, y en otros países líderes provenientes de la izquierda o de movimientos denominados alter-mundistas han disputado con posibilidades reales el poder político de sus naciones. El denominador común de estas experiencias ha sido la presencia de líderes poseedores de un gran carisma (Hugo Chávez es quizá el ejemplo más claro después del mítico Fidel Castro) quienes han sabido conectarse con amplias capas de votantes. El surgimiento y consolidación de estos movimientos político-sociales, que algunos han llamado “la tentación populista”, ha sido explicada a partir de una teoría de escasez y de la elaboración discursiva del líder como ideología. La teoría de escasez indica que las nuevas manifestaciones populistas se desprenden de lo que América Latina no tiene, a saber, economías con mejores niveles de ingresos, instituciones políticas más consolidadas o una cultura de participación más difundida, y señala que si nuestros países tuvieran cubiertas esas capacidades no serían blanco fácil del populismo. Para reforzar esa teoría, la capacidad de persuasión de los políticos populista suele explicarse como medio de penetración en las masas de seguidores a través del discurso como productor de ideología, es decir, se presenta al líder populista como constructor de un discurso emotivo que penetra fácilmente en las masas pobres y poco educadas cívicamente. En México, por sus dimensiones políticas y electorales, el más importante movimiento de este tipo ha sido el encabezado por Andrés Manuel López Obrador, jefe de gobierno del Distrito Federal entre 2000 y 2006 y candidato a la presidencia de la república en ese último año por una coalición electoral encabezada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), al que pertenece. II. Por otro lado, a partir de la década de los años ochenta, en el ámbito internacional se ha consolidado la recuperación de la idea de sociedad civil a partir de dos fuentes de inspiración que, en el ámbito europeo y de acuerdo con Olvera, fueron casi simultáneas: una, de tipo teórico, iniciada como crítica al socialismo autoritario, reprochaba la estatización global de la vida cotidiana en los países de Europa del este; otra, de naturaleza práctica, la constituyeron las formas de auto identidad que adoptaron diversos movimientos sociales contemporáneos de naturaleza anti-autoritaria (Olvera, 1999:28). Para superar la estatización social los neo marxistas buscaron un modelo tripartita de tipo gramsciano, que diferenciara al Estado, la sociedad civil y el mercado, y buscaron apoyo en las teorías del liberalismo democrático a través del rescate de algunas dimensiones clásicas basadas en tres principios normativos: la autoorganización de la sociedad (movimientos sociales); la reconstrucción de lazos sociales fuera del Estado autoritario (recuperación de la idea de comunidad); y la construcción de una esfera pública independiente (Olvera, 1999:30). En relación con la emergencia de nuevos movimientos sociales, éstos surgieron como luchas por profundizar la democracia en sociedades que ya se consideraban democráticas, (coincidiendo temporalmente con las redefiniciones teóricas aludidas). Estos movimientos, contrario a la crítica neoconservadora, plantearon que “el Estado de bienestar ha olvidado dimensiones completas de la vida social”, como las relaciones de género, la destrucción de la naturaleza o el riesgo de guerra por el fomento de la industria armamentista. Surgen así, entre otros, los movimientos feminista, ecologista y pacifista. En América Latina, la recuperación de la idea de sociedad civil ha servido, además de como un símbolo de identidad anti-autoritaria, como “eje de una reorientación estratégica de la izquierda, que progresivamente ha abandonado el maximalismo revolucionario... (y) como defensa de la sociedad frente a la desintegración del tejido social provocada por una modernización brutal” (Olvera, 1999:37). En el caso particular de México, el concepto de sociedad civil se expresó de manera clara a partir de la década de los años ochenta con una serie de acontecimientos que culminan con las elecciones presidenciales de 1988 y la posterior creación y valoración de nuevas formas de organización por parte de actores políticos y sociales. Así, la sociedad civil tiene dos componentes básicos: instituciones (elemento institucional) definido por la estructura de los derechos ya reconocidos por el Estado de bienestar; y, movimientos sociales (elemento activo) que transforma mediante nuevas demandas y el ejercicio de los derechos ya reconocidos, lo que se conoce como el “espacio público” III. Desde la segunda mitad del siglo XX existe un profundo interés por definir y estudiar los liderazgos en el seno de procesos sociales e institucionales. Este interés ha generado un concepto multívoco que rara vez encuentra una definición aplicable a distintas realidades o contextos. Así, es posible encontrar definiciones de liderazgo que aluden a procesos productivos, al marketing, a la teoría organizacional, a los procesos sociales o al ámbito gubernamental. Para efectos de este trabajo me interesa destacar sobre todo lo concerniente a los liderazgos relacionados con los procesos sociales, a través de los cuales los seres humanos “organizan su cooperación y se transforman en un ser político y social reprimiendo en el arcaísmo simbólico, su fondo salvaje y rapaz” (Dorna, 2003:16). A lo largo de la historia de occidente han existido tres símbolos de autoridad y de orden con su propia historia de violencia: la espada (lo militar), la cruz (lo religioso) y el cetro (el poder político). En el orden militar la obediencia se garantiza a través de la fuerza física, en el caso de la religión, ésta garantiza la obediencia con base en la idea de la existencia de fuerzas sobrenaturales, lo que facilita la mediación indispensable cuando se trata de poblaciones numerosas. (Dorna, 2003:17-18) La obediencia desde el poder político se logra a través de otros mecanismos definidos a lo largo de varios estudios de la sociología clásica Así por ejemplo, para Durkheim, en su texto “La División del Trabajo”, los jefes son las primeras personas que surgen de la masa por situaciones excepcionales que los colocan en un plano especial y les crean una individualidad; aunque apoyados por el grupo de origen, los jefes sobresalen por cierto tipo de características propias. Para Simmel, la autoridad y el poder solo pueden darse a través de relaciones entre individuos que actúan en contextos determinados y que generan dependencia entre ellos, la cual puede explicarse a través de tres modelos: la dependencia a un individuo, la dependencia a un grupo, y la dependencia a un principio. La dependencia a un grupo tiene, de acuerdo con el mismo autor, dos reglas precisas: la externa señala que mientras más bajo se encuentra el grupo en la escala social, más sus miembros se acostumbran a la subordinación y menos el grupo acepta que uno de sus miembros lo dirija, por lo que la autoridad viene del exterior; la regla interna indica que mientras más un grupo se eleva en la escala social, más oportunidades existen para que conceda someterse a uno de sus miembros, por lo que la autoridad viene del interior. Es decir, a mayor nivel social del grupo, mayor auto aceptación de la autoridad propia. Por su parte, la dependencia a un principio señala que las personas al supeditarse a objetos, incluso simbólicos, caen también en la categoría de simples objetos (Dorna,2003:20). Es sin duda Max Weber quien aporta un conocimiento ya clásico respecto a la legitimidad -- teoría que redunda en la explicación de los liderazgos --, con base en el estudio de las religiones, el cual le permite plantear un concepto sociológico de carisma a través del cual coloca al jefe carismático en los orígenes de la organización social. Su análisis parte de una crítica a los pensadores marxistas, pues asegura que la dominación no solo se da por el estatus público o privado de los medios de producción, sino que es necesario considerar los procesos culturales. El concepto de carisma Weber lo retoma de Rudolph Sohm quien siendo historiador de la Iglesia Católica lo había tomado a su vez de San Pablo. En su tipología de legitimidad, Weber establece una concepción psico-sociológica de la autoridad carismática (sociología comprensiva) que alude tanto a los aspectos de la personalidad del líder, como a las relaciones que guarda con sus seguidores. Así, la legitimidad es una autoridad que fundamenta el poder en el ámbito social. Weber plantea distintos tipos ideales de ella, a saber, la legitimidad tradicional, la de la gracia personal y la legal, cada una de las cuales deviene en tipos de autoridad (entendida como el poder que depende del reconocimiento de que una persona tiene derecho a tomar decisiones por los demás); de tal suerte, los tipos de autoridad weberianos son: la tradicional, la carismática y la racional-legal (Weber, 2006) Así, la legitimidad tradicional alude al respeto hacia un hábito y un individuo por costumbre, lo que le otorga a ese individuo la autoridad por herencia. Por su parte, la legitimidad legal está basada en preceptos y normas establecidas como principios legales positivos, lo que determina una serie de límites de tipo racional a la autoridad que de ella se desprende y que se deposita en un cargo, cuyo detentador tiene una autoridad delimitada y definida. La legitimidad que proviene de la gracia personal era considerada por San Pablo como la manifestación de los dones y la gracia concedida por Dios. En tal sentido, pero alejado de la idea divina, Weber considera al carisma como “una cierta cualidad de un individuo en virtud de la cual es distinguido por sobre otros hombres y tratado como si estuviera dotado de cualidades sobrenaturales o sobrehumanas o, por lo menos, de poderes o cualidades específicamente excepcionales” (Weber, citado por Gardner,1991:53) La autoridad que se desprende de este tipo de liderazgo está fundamentada en esas cualidades. La diferencia fundamental, como es de notarse, entre las formas de legitimidad, es que la legal-racional se basa en principios establecidos que acotan la autoridad del líder, mientras las otras formas dependen más de su propia libertad. Por ello, la forma legalracional es la característica común de las organizaciones burocráticas, es decir, la forma que predomina en las actuales formas de Estado y en las organizaciones actuales. Cabe destacar que las formas de legitimidad aquí señaladas son tipologías ideales, pocas veces encontradas en forma pura en la realidad y que debido a ello dan pie a muchas formas o subtipos de dominación. Weber hizo hincapié en las cualidades revolucionarias de muchos líderes carismáticos, considerando que emergen en momentos de crisis económicas, religiosas o políticas. Sin embargo, esta es una característica central de todos los liderazgos, pues suelen surgir en tiempos difíciles, o sea, cuando la gente necesita un líder. No obstante, la legitimidad carismática debe buscar posteriormente a la crisis que le da origen una forma de “normalización”, es decir, para permanecer, el líder carismático debe buscar una cierta burocratización (institucionalización), en un permanente juego de rompimiento- establecimiento-rompimiento. De tal suerte, el carisma es un mecanismo social que explica el cambio social a través de un doble proceso: ruptura y continuidad. Por ello, el carisma es a la vez una fuerza creativa que revoluciona lo existente, y una fuerza conformista que se adapta a las situaciones. Al fomentar un cambio, el carisma asienta las bases de una nueva realidad que necesita institucionalizar (burocratizar) para darle continuidad a la “normalidad”. Esta normalización no significa, desde luego, regresión a situaciones pasadas, sino el establecimiento de nuevas realidades. Para Weber, así, lo más importante de un líder es conocer su legitimidad (aceptación y obediencia de seguidores) y su autoridad (capacidad de tomar decisiones en nombre de esos seguidores). Las características de personalidad del líder carismático están relacionadas con su capacidad de encantar, acumula capacidades emocionales y cognitivas, pero privilegia las primeras para esconder las segundas; es táctico y estratega, y utiliza lo que en términos contemporáneos podemos llamar una “inteligencia emocional”, pues no es necesariamente el individuo más inteligente, sino aquel que razona la afectividad, aquel que provoca emociones fuertes pero controlándolas. Contra lo que pudiera pensarse, éste no es un rasgo de carácter, sino un aprendizaje. El líder carismático es un antidepresor, pues funciona introduciendo esperanza en sus seguidores, compartiendo con ellos un proyecto, más que una realidad. El líder se encuentra rodeado de cierta “aura” que alimenta la admiración, sumisión y confianza de sus seguidores, pues lucha a la vez contra el statu quo y por un orden establecido. Por ello, los movimientos carismáticos son periodos de transición entre un régimen que muere y otro que surge, por lo que su duración histórica es muy breve (Dorna,2003:23-28). Ahora bien, lo que hace a un líder carismático no son solo sus rasgos o características de personalidad, sino cómo convergen éstas en una situación social determinada. Por ello, el líder carismático surge en ciertos periodos de crisis sociales (situación social) que le permiten mostrar sus habilidades y potencialidades, ciertas y esperadas por sus seguidores, estableciendo tres dimensiones: la orientación racional hacia un objetivo, la orientación emocional hacia sus seguidores y el activismo para llevar a los segundos al cumplimiento del primero. La capacidad del líder carismático para conducir a sus seguidores al cumplimiento de objetivos ampliamente valorados lo logra, de acuerdo con Bass (1990) a través de cuatro fuerzas: la inspiración para que se impongan ante las adversidades, la consideración de actuar como un mentor para el desarrollo del grupo, el estímulo para prever el cambio de creencias y valores y la identificación con un proyecto colectivo y la adhesión de la mayoría. Ahora bien, el carisma tiene varios rostros, mismos que, basado en Dorna, propongo a continuación, aclarando junto con el autor que estas categorías hipotéticas se conforman como una tentativa esquemática con carácter descriptivo y que está basada en diversos estudios politológicos e históricos (Dorna, 2003:42-64) 1. El carisma mesiánico. Se relaciona con la idea de los profetas y los enviados por Dios (cualquiera que se a la concepción de él). Se caracteriza por una de dos tipos de actitud: la mística o la ascética. Ambas son de tipo contemplativo, pero la primera rechaza la acción (el hombre no es instrumento sino receptáculo de Dios) mientras la segunda la utiliza para lograr la salvación. 2. El cesarismo carismático. Designa a la vez un sistema y a un poder autoritario, comúnmente se le conoce como “pueblo en armas”. Se basa en la idea de la dictadura temporal por excepción establecida en la antigua Roma. Julio César (con sus características psicológicas de orgullo, manipulación, inteligencia, elegancia, majestad, reflexión, etcétera) es el prototipo de este “carisma de Estado”. 3. El carisma totalitario. Su naturaleza es abominable y genocida. Los ejemplos típicos de esta tipo de carisma son el nazismo y el stalinismo (aunque pueden mencionarse los regímenes comunistas de la Europa del este de la segunda mitad del siglo XX). Su caldo de cultivo son masas desesperadas que aceptan líderes paranoicos, autoritarios y perversos. Se caracteriza por confiscar las instituciones y la vida social a través de una fuerza que no admite contrapoderes. El líder con carisma totalitario se “funde” con las masas a través de una fascinación que encuentra su punto álgido en el culto a la personalidad. 4. El carisma populista. Este es un fenómeno moderno del cual nadie sabe con precisión qué representa ni qué significa, por lo que sirve para diversos propósitos. A pesar de ser un término polifónico lleno de contenidos opuestos, todos los líderes populistas son carismáticos. Mientras en Europa se le asocia como un fascismo ligero o una seudo democracia demagógica, en América Latina se le distingue más como una condición predemocrática que antidemocrática. Por lo anterior, y en términos generales, el populismo es: - un movimiento social y político contra el stablishment, - una reacción popular en forma de rebelión y conflicto ante una crisis democrática, - un acto brusco y rápido para cambiar el régimen político, pero sin ideología clara o estructurada (el líder carismático se distingue por su plasticidad pragmática, su adaptabilidad para sacar provecho de las crisis, de allí la frecuente comparación con las estrellas del espectáculo), - una orientación pragmática, cristalizado en un movimiento de masas transclasista dominado por el líder - una lógica discursiva y retórica cuyo centro es la idea del “pueblo” (un elemento del discurso retórico del líder populista es la utilización de la tercera persona para referirse a él mismo, lo cual le da un efecto de desdoblamiento que lo coloca en un status especial. Es curioso notar que, entre otros, Hugo Chávez, presidente Venezolano, utiliza frecuentemente estas formas discursivas). En este punto, y para concluir este apartado, se hace importante establecer una aclaración. En sus estudios respecto a la legitimidad, Weber se pregunta cuál es la razón de la obediencia, cómo se acata y en qué medios se apoya el dominio de un líder, pero en la actualidad el término carisma ha dejado de ser utilizado de manera original. Su apropiada aplicación plantea muchas dudas pues de acuerdo con Gardner no hay un consenso entre los estudiosos del tema respecto al valor científico o la aplicación precisa del término. De hecho, de acuerdo con Gardner, (1991:54). “el sentido común sugiere que ignoremos el peso histórico y teórico que viene con la palabra y aceptemos el hecho de que ahora es parte del vocabulario popular, refiriéndonos de una manera más o menos simple al magnetismo, persuasividad o atracción no racional de ciertas personas. En el uso popular la palabra no está limitada a los líderes. Oradores que mantienen fascinados a sus oyentes, celebridades de la farándula que dejan desfallecientes a sus fans, y casi cualquier variedad de fanfarrón magnilocuente pueden ser considerados carismáticos” La palabra carisma en la actualidad debe circunscribirse a la relación entre líder y electores, donde el líder cuenta con una gran capacidad para la comunicación no racional y la respuesta de los electores se caracteriza por el temor, la reverencia o la dependencia emocional. En este sentido, no solo existen fallas en los liderazgos sino también en los seguidores, relacionados a dos campos: la apatía y pasividad y en general los hábitos que permiten que el líder abuse de ellos, por un lado; por otro, la colaboración que brindan con la elaboración de su propia decepción, a través de permitir que los líderes les digan las mentiras que quieren y necesitan escuchar (Gardner,1991:55). A manera de resumen puede entenderse la dominación carismática de tipo populista, de acuerdo con Weber, como las circunstancias culturales de un grupo social que, al atravesar una crisis, sucumbe ante la personalidad de un líder, el cual establece un liderazgo de tipo pragmático y transclasista, aunque con el “pueblo” en el centro de su discurso, mismo que aunque no contiene una ideología clara lucha contra el stablishment. DISIDENCIA SEXUAL EN EL DISTRITO FEDERAL El Distrito Federal, siendo la capital de la república mexicana, ha sido testigo de las más importantes manifestaciones organizativas y sociales de la historia reciente del país. No es extraño entonces que haya sido también escenario de la conformación del Movimiento de Disidencia Sexual (MDS) iniciado en los años setenta. Por Movimiento de Disidencia Sexual me refiero al movimiento que aglutina a diversos actores y organizaciones que trabajan por los derechos civiles, sociales y políticos de las distintas opciones de ejercicio de la sexualidad distintas a la heterosexual. Se trata en realidad de varios movimientos, pero de acuerdo con las teorías de Melucci (1986) analíticamente lo trataré en este trabajo como uno solo, pues su planteamiento de fondo alude a la inclusión social de la diversidad sexual, el reconocimiento de sus derechos legales y la aceptación de la diferencia como aspecto de igualación jurídica. A. Breve historia del Movimiento de Disidencia Sexual En forma apretada y por demás esquemática, diré que el Movimiento socio-político de la Disidencia Sexual puede dividirse en cuatro etapas, cada una de las cuales cuenta con características propias, y cuyo devenir explica las actuales condiciones de incorporación social con que cuentan las identidades sexo-genéricas disidentes de la norma heterosexual. En este caso me refiero a la incorporación de muchos actores de la disidencia sexual a la vida “normal”, es decir “normada” de la sociedad en el ámbito geográfico de la ciudad de México, donde a través de distintas asimilaciones e intercambios culturales entre los grupos dominantes y la subcultura sexo-genérica disidente, así como por efectos del mercado, se vencen obstáculos para la relación e incorporación social de dichos actores. Las cuatro etapas a las que aludo son las siguientes. Primera etapa. 1971 a 1981, cuenta con dos momentos: el surgimiento y la consolidación. El surgimiento de la organización de lo que entones se denominó “Movimiento de Liberación Homosexual” se dio a través de la conformación de algunas organizaciones inspiradas fundamentalmente en los movimientos feminista, del poder negro y chicano, todos ellos basados en identidades relacionadas con la construcción colectiva del cuerpo, que en esa década cobraban fuerza en los Estados Unidos de Norteamérica. Las tres organizaciones pioneras fueron el “Grupo Lambda”, el “Frente Homosexual de Acción Revolucionaria” y “Oikabeth”, las cuales crearon grupos de discusión, órganos de difusión, reuniones e intercambios con otras organizaciones de Europa y del mencionado país del norte. Desde luego, dadas las condiciones del contexto, caracterizado por un sistema político para el cual toda expresión fuera de los cauces institucionales era sometida o cooptada, todas las actividades de las organizaciones del movimiento tenían un profundo sentido de clandestinidad y de riesgo. No es sino hasta 1978, año en el que se conmemoraba el décimo aniversario de la represión gubernamental que dio fin al movimiento estudiantil y popular de 1968, que las organizaciones mencionadas deciden manifestarse públicamente en la marcha organizada para tal efecto por partidos y organizaciones de izquierda. A partir de entonces y hasta 1981 se da la consolidación del movimiento reivindicativo, cuyas demandas se centraban en exigir la igualdad en el ejercicio de derechos consagrados de manera oficial en la Constitución General de la República. Segunda etapa. 1982 a 1991. Esta etapa está caracterizada por la aparición de la pandemia del SIDA. Siendo el sector de población con prácticas homoeróticas el más afectado por la enfermedad y al mismo tiempo el que conformaba al Movimiento de Liberación Homosexual, la merma en la membresía de las organizaciones del movimiento se debió fundamentalmente a la enfermedad o la muerte de muchos activistas, sus parejas o amigos, o simplemente a la clandestinidad a la que obligó la asociación perversa, moneda común en esa época, entre homosexualidad y SIDA. Con la aparición de la pandemia, la libertad y respeto sociales conseguidos en la etapa de 1978 a 1981 se diluyeron. Además, la actividad fundamental de los sobrevivientes se encaminó hacia la respuesta a la enfermedad y las consecuencias en el estigma social, lo que hizo que desaparecieran muchas organizaciones del movimiento y se conformaran otras dedicadas de manera prácticamente exclusiva a actividades asistenciales y de apoyo a las víctimas de la enfermedad. Las demandas pasaron de tipo simbólico (igualdad, inclusión, respeto) a tipo material (campañas preventivas, recursos para la atención médica, investigación de la enfermedad). Tercera etapa. 1992 a 2000. Esta etapa esta caracterizada por ciertas variabilidades en la naturaleza del SIDA y por un cambio determinante en la óptica social con relación a la disidencia sexual. En ella se consolidaron muchas de las organizaciones surgidas de la emergencia social causada por el SIDA y se crearon otras nuevas, más enfocadas a la construcción de identidades sexualmente disidentes, dando paso al Movimiento de Disidencia Sexual. Desde luego, las demandas del movimiento se mezclaron entre las de tipo material (ahora enfocadas al acceso a los medicamentos antiretrovirales, llamados así porque impiden la reproducción dentro del organismo humano del retrovirus que causa el SIDA,) y las de tipo simbólico (superada la emergencia se retomaron las demandas relacionadas con los derechos básicos). En los años noventas se generaron descubrimientos en el campo de la medicina relacionados con la condición clínica causada por el SIDA. A través de lo que se conoce como la terapia de cóctel, consistente en una combinación de medicamentos que inhiben la replicación del VIH dentro del organismo humano, se logró cambiar la condición de las personas que viven con VIH/SIDA haciendo que su tiempo y calidad de vida se amplíe de manera eficaz. De hecho, a partir de la incorporación de este tipo de terapias se habla del SIDA como una condición de tipo incurable y crónica, más ya no necesariamente mortal. Pese a estos avances, muchos datos dan cuenta de los resultados poco satisfactorios que arrojan las acciones implementadas a lo largo de los más de 25 años en los que la sociedad mexicana ha tenido que convivir con la pandemia del SIDA. Debido a que al principio de la misma el gobierno mexicano negó la existencia de la enfermedad en territorio nacional, retrazando la asignación de recursos para su atención, las acciones gubernamentales fueron inconsistentes y se dispersaron los escasos recursos asignados a la prevención; además, se estableció una política sesgada que priorizó la vía de transmisión sanguínea pero descuidó la más importante por su frecuencia: la vía de transmisión sexual (Salinas, 2000). Por lo anterior, de acuerdo con cifras oficiales del Consejo Nacional para la Prevención y Control del SIDA, CONASIDA, responsable del Programa Nacional sobre SIDA en México, al 15 de noviembre de 2006 existían en el país 107 625 casos acumulados de SIDA, de los cuales 5 102 se reportaron en ese año, y un total de 182 000 personas viviendo con el virus causal de la enfermedad (CENSIDA, 2007). A estas fallas gubernamentales deben agregarse como elementos a considerar las limitaciones propias de los empeños sociales, pues el trabajo desde la sociedad civil tiene siempre como mérito que se desarrolla en forma espontánea y a través de redes de solidaridad, además de que se caracteriza por realizarse entre pares, pero tiene como limitante el hecho de contar con pocos recursos y por ende con un alcance limitado tanto temporal como espacial. Los avances en la medicina generaron que los grupos sociales más afectados se percibieron a si mismos como menos vulnerables frente a la pandemia (pasado el momento de miedo, la actividad sexual se relajó y se continuó con prácticas sin protección) y fueron percibidos por el imaginario colectivo como “menos peligrosos” para la salud pública, debido a que el fenómeno de la globalización permitió un intercambio de información y de costumbres de vida con otras regiones y países del mundo, incorporando a la cultura del mexicano de las ciudades y con acceso a ciertos niveles socioeconómicos, una visión más cosmopolita de la disidencia sexual, y a partir de la incorporación de lo gay al mercado. Tan solo para el caso de México, la firma de investigación de mercados De la Riva, calcula que existen alrededor de 11 millones de homosexuales que suman un poder de compra de $4,663 millones de dólares al año, por lo que consideran al sector de la disidencia sexual ya no como un nicho de mercado, sino como un mercado completo (De la Riva, 2007). De tal suerte, una amplia gama de identidades sexuales, cuyas fronteras son poco claras y en algunos casos móviles, ganaron terreno como opciones válidas. Cuarta etapa. 2000 a 2006. Esta etapa se caracteriza por la recuperación de demandas de inclusión, pero a partir del derecho a la diferencia. Ganada la incorporación al imaginario social fundamentalmente a través del mercado, las demandas de tipo social trascienden la necesidad de la igualdad y avanzan en la reivindicación del derecho a la diferencia. Ante el aparente ejercicio de derechos sexuales por los sectores sociales de la disidencia, se trata de avanzar en la diferenciación de dichos sectores en relación con otros. En esta lógica se inscriben las demandas relacionadas a la no discriminación (consignadas en la Ley Federal Contra la Discriminación y la creación del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, CONAPRED), la educación sexual, y muchas otras entre las que destaca la demanda por el matrimonio entre personas del mismo sexo, que por ahora, en el Distrito Federal ha quedado sancionada en forma legal como “Sociedad de Convivencia”. B. Las Sociedades de Convivencia De acuerdo con el texto de la ley (Gobierno del Distrito Federal, 2006), la sociedad de convivencia “es un acto jurídico bilateral que se constituye cuando dos personas físicas de diferente o del mismo sexo, mayores de edad y con capacidad jurídica plena, establecen un hogar común, con voluntad de permanencia y de ayuda mutua que obliga a las o los convivientes, en razón de esos principios, la cual surte efecto frente a terceros cuando la Sociedad es registrada ante la Dirección General Jurídica y de Gobierno del Órgano Político Administrativo por demarcación territorial (comúnmente denominados Delegaciones Políticas, y que son el equivalente a los Municipios) correspondiente”. Es decir, una sociedad de convivencia es un acuerdo legal entre dos personas, independientemente de su sexo-género, para vivir juntas y apoyarse a través de un acuerdo que debe registrarse ante la autoridad administrativa donde establezcan su domicilio común. Para establecer una sociedad de convivencia, ésta deberá constar por escrito en cuatro tantos: uno para el Archivo General de Notarías; uno para la Dirección General Jurídica y de Gobierno del Órgano correspondiente, quien actuará como autoridad registradora y contará con fe pública para el efecto; uno para cada uno de los convivientes. En el documento deberá asentarse el nombre y domicilio de cada uno de los convivientes, el domicilio del hogar común, la manifestación expresa del deseo de vivir juntos, las formas de regular la Sociedad y las relaciones patrimoniales que se desprendan de ella, así como las firmas de ambos convivientes. Se requiere además, pagar los derechos establecidos para tal efecto en el Código Financiero del Distrito Federal. Durante su vigencia, los convivientes podrán hacer las modificaciones que de común acuerdo decidan, procediendo a registrarlas de la misma manera en que se registró el convenio original. Tanto para el registro primario como para el correspondiente a las modificaciones que en su caso decidieran realizar posteriormente, los convivientes deberán contar con la asesoría jurídica del Órgano correspondiente a su domicilio común, pues en ningún caso éste podrá negar el registro por inconsistencias legales, sino que deberá apoyar a los convivientes para superarlas. Frente a la negación de registro puede recurrirse el acto, es decir, puede solicitarse una revisión del acto administrativo que niega el registro, con base en lo establecido por la Ley de Procedimiento Administrativo del Distrito Federal, y se aplicarán otras disposiciones en materia de responsabilidad de servidores públicos. El contenido de las Sociedades será considerado como información pública y se contendrá en un sistema de control y archivo conformado por la Consejería Jurídica y de Servicios Legales del Distrito Federal, el Archivo General de Notarías y el Órgano Político Administrativo. Las Sociedades generan como derechos el deber recíproco de proporcionar alimentos, la sucesión legítima, la tutela en caso de declaración de interdicción luego de dos años de establecido el convenio o de inmediato si no existe algún familiar responsable, las relaciones patrimoniales mutuas, la pensión alimenticia y la subrogación de derechos por contratos de arrendamiento en caso de defunción. En todos estos casos se aplicaría lo establecido en el Código Civil para el Distrito Federal. Los convenios pueden terminar por voluntad mutua de los convivientes, abandono de hogar, matrimonio de cualquiera de ambos, por que alguno de los convivientes haya actuado de manera dolosa o por la muerte de algún conviviente. Por otro lado, es importante destacar que no son las sociedades de convivencia. La sociedad de convivencia no es ni matrimonio ni concubinato, pues ambas figuras incluyen como requisito el trato sexual, y en la Sociedad de convivencia el trato sexual no es un requisito, basta con la voluntad de permanencia, ayuda mutua y establecerse en un hogar común. Además, esas figuras jurídicas contemplan la posibilidad de reconocer hijos como propios, y la sociedad de convivencia no. Así tenemos que la sociedad de convivencia: - No es un matrimonio, pues el Código Civil del Distrito Federal en su artículo 146 establece claramente la definición de esta institución: Matrimonio es la unión de un hombre y una mujer para realizar la comunidad de vida, en donde ambos se procuran respeto, igualdad y ayuda mutua con la posibilidad de procrear hijos de manera libre, responsable e informada. Debe celebrase ante el Juez del Registro Civil y con las conformidades que la ley establece. - Tampoco es Concubinato, ya que el artículo 129 Bis del mismo ordenamiento dice: La concubina y el concubinario tienen derechos y obligaciones recíprocos, siempre que sin impedimentos legales para contraer matrimonio, han vivido en común en forma constante y permanente por un período mínimo de dos años o en su caso, cuando hayan procreado un hijo en común no es necesario el transcurso de los dos años. - No contempla la adopción. El Código mencionado, en el capítulo V relativo a la adopción, establece los requisitos supuestos para que proceda la adopción, derechos y obligaciones que se generan y quién la determina, entre otros aspectos. La Ley de Sociedad de Convivencia, no legisla sobre adopción ni sobre menores (solamente sobre los derechos de las personas mayores de edad que la establezcan), ni se propone reformar el Código Civil en lo relativo al tema. - No es “la ley gay”, porque no restringe sus posibilidades a personas del mismo sexo, sino que es una ley a la que pueden recurrir todas las personas cuya vivienda se encuentre en territorio del Distrito Federal. Aunque desde luego, de manera específica es un instrumento que reconoce el deber del Estado de otorgar igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos; el deber del Estado de desalentar la discriminación; la diversidad de las formas de convivencia social y las relaciones afectivas no convencionales. Habiendo distinguido que son y qué no son las sociedades de convivencia, es importante señalar su accidentado proceso de aprobación. En 1999 el entonces diputado a la Asamblea Legislativa, David Sánchez Camacho, promovió una reforma al artículo 281 bis del Código Penal del Distrito Federal para penalizar la discriminación en la ciudad de México, reforma que prosperó y que sanciona la discriminación por cualquier motivo, incluyendo la preferencia sexual (aunque existe un debate teórico sobre si es más adecuado hablar de “orientación” que de “preferencia” sexual, el término se utiliza aquí debido a que así se encuentra en el Código mencionado). Asimismo, en 2001, fue reformado por el Congreso de la Unión el artículo primero de la Constitución General de la República para prohibir la discriminación en cualquiera de sus formas dentro del territorio nacional y en 2003 se promulga la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, misma que da origen al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, CONAPRED. Con estos hechos como antecedente y marco, la sociedad de convivencia empezó a gestarse con el objetivo fundamental de generar legislación que incorporara los derechos de la población sexualmente diversa. Específicamente se consideró la necesidad de avanzar en el establecimiento de un mecanismo legal que reconociera las uniones de personas del mismo sexo, toda vez que hasta entonces estas uniones carecían de la posibilidad de protegerse jurídicamente. Frente a la coyuntura, misma que impedía avanzar en la modificación del código civil para el Distrito Federal en materia de matrimonio, se pensó en crear una figura jurídica que estableciera muy claramente la diferencia entre el matrimonio tradicional solo permitido para parejas heterosexuales, y la unión entre personas de distinto o mismo sexo aplicando los principios del concubinato y sin que se afectara el estado civil de los contrayentes. La necesidad de avanzar en esta figura se dio con base en una realidad innegable: un porcentaje considerable de los hogares a nivel nacional no son tradicionales, es decir, no están conformados por mamá, papá e hijos; por el contrario, muchos mexicanos viven en hogares diversos, entre otros, conformados por personas del mismo sexo, con y sin actividad sexual entre ellas. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Dinámica de la Familia, realizada en 2005 por el instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, INEGI, el 6.6% o sea, más de 1.5 millones mexicanos, viven fuera del esquema de familia nuclear (papá, mamá e hijos) o extendida (con la presencia de algún otro familiar cercano). (INEGI, 2005). Asimismo, el Conteo de Población y Vivienda, realizado por el mismo organismo también en 2005, señala que 115 mil hogares restan formados por coresidentes, es decir, personas que sin contar con lazos sanguíneos, han decidido vivir juntos y ser solidarios respecto a manutención del hogar común (INEGI, 2005). La iniciativa de Ley se presentó por primera vez ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal el 26 de abril de 2001, pero es hasta el 20 de marzo de 2002 cuando se dictamina en las comisiones unidas de Derechos Humanos y Estudios Legislativos y Prácticas Parlamentarias por mayoría absoluta, dictamen que es ratificado el 15 de abril del mismo año. No obstante, el 4 de julio, por iniciativa del Partido Acción Nacional, el dictamen no logra llegar al pleno de la Asamblea, cayendo en un impasse. En abril 22 de 2003 un nuevo dictamen se presenta ante el pleno, pero el 30 del mismo mes queda nuevamente congelado debido a la falta de tiempo para su discusión. El 5 de diciembre del mismo año se presenta un tercer dictamen a consideración y el día 28 queda aplazado de manera indefinida por la mayoría legislativa del Partido de la Revolución Democrática, luego de que el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, propusiera una consulta ciudadana al respecto. Luego de tres años, el 26 de octubre de 2006 el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, junto con el Partido del Trabajo y el Partido Convergencia, retoman la iniciativa y el 6 de noviembre se aprueba en comisiones y se turna al pleno, el cual finalmente aprueba el dictamen el 9 de noviembre con 43 votos a favor, 17 en contra y 5 abstenciones (Romero y Llanos, 2006). De los 43 votos a favor 33 fueron del Partido de la Revolución Democrática, 4 del Partido Revolucionario Institucional, 2 del Partido Nueva Alianza y 4 del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Los votos en contra fueron del Partido Acción Nacional y las abstenciones provinieron del Partido Verde Ecologista de México. En relación a este proceso de aprobación, puede decirse que difícilmente se podrá encontrar una ley más profunda y extensamente discutida en el ejercicio parlamentario de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal que la Ley de Sociedad de Convivencia. En 7 años pasó por cuatro dictaminaciones en comisiones, y se consultó con múltiples instancias y especialistas en jurisprudencia, incluyendo a una comisión de 12 jueces y magistrados de lo familiar, civil, penal y administrativo adscritos al Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. Con la aprobación de esta Ley, la ciudad de México se convirtió en la tercera ciudad latinoamericana en aprobar legalmente un tipo de unión civil entre personas del mismo sexo, luego de Buenos Aires, Argentina, y Río Grande do Sul, Brasil. A nivel mundial, seis países han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, con idénticos derechos a los matrimonios heterosexuales: Bélgica, República Checa, Países Bajos, Sudáfrica, España y Canadá. Reino Unido reconoce estas relaciones a través de la Ley de Unión Civil, Alemania lo hace a través de la Ley de Vida en Común y Francia a través de un Pacto Civil de solidaridad. En los Estados Unidos de Norteamérica, Massachussets es el único estado que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, Vermont y Conecticut tienen uniones civiles y California y Nueva Jersey tienen Asociaciones Domésticas. En México, el caso del Distrito Federal se pretende emular en otras entidades federativas; por lo pronto en Puebla, Jalisco, Michoacán y Chihuahua cuentan ya con iniciativas de Ley en los Congresos correspondientes y Coahuila aprobó el “Pacto Civil de Solidaridad” el 11 de enero de 2007 (Ramos, 2007), bajo cuyo amparo se celebró, el 31 de enero del mismo año, la primera unión entre personas del mismo sexo en el país. Aunque Coahuila es el segundo estado que aprueba uniones de este tipo (el primero, como ya se dijo, fue el Distrito Federal) es la primera entidad federativa en cuyo territorio entra en vigor. El trámite legal lo llevaron a cabo Karina Almaguer y Karla López, tamaulipecas de 25 y 30 años, ante la oficial tercera del Registro Civil, Luz Alicia Rivera Berrueto, y firmaron como testigos el subsecretario de Asuntos Jurídicos del Gobierno del Estado, Armando Luna Canales y la abogada Tania Castillón, quien trabaja en la secretaría de Gobierno (Fernández, 2007). EL JUEGO DE LOS LIDERAZGOS Hasta aquí he mencionado, en forma apretada, una historia de lo que ha sido el Movimiento de Disidencia Sexual y lo que son las Sociedades de Convivencia. A continuación trataré de avanzar en la relación de los liderazgos, tanto políticos como civiles, en el proceso de aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia, como el aspecto más acabado de políticas de disidencia sexual en México. A. El liderazgo político I. Por liderazgo político me refiero al ejercido por quienes ocupan los cargos públicos relacionados con el proceso de aprobación de la mencionada ley. Específicamente, por su peso político, me referiré a Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno del Distrito Federal en el periodo 2000-2006, periodo en el que se genera la discusión y aprobación del instrumento jurídico en comento y en el que su influencia fue notable en la toma de decisiones en el seno de su partido y en el de las fracciones parlamentarias de éste. Para abordar el tema trazaré algunas líneas respecto a la biografía y el estilo de gobierno del AMLO con el propósito de establecer cómo se conformó como un líder carismático a través de sus acciones y del contexto de crisis en el que gobernó a la ciudad de México. Para ello considero algunos de los rasgos generales del líder carismático mencionados antes en este trabajo, a saber: que el líder carismático posee una personalidad que irrumpe en contextos de crisis, que es un antidepresor que inyecta esperanza a las masas que más sufren esa crisis, y que trabaja con promesas, más que con realidades. Como elementos de contexto, pude decirse que a lo largo de cuatro periodos sexenales de gobierno, desde Miguel de la Madrid hasta Vicente Fox, pasando por Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, en México se ha implementado un modelo de desarrollo de corte neoliberal inspirado en las teorías económicas que condenan toda limitación del mercado por parte del Estado (de bienestar), y que ha sido impulsado en países endeudados y con problemas de desarrollo a través de reformas tendientes a controlar la falta de recursos y la deuda pública, mediante la ampliación de los mercados y la disminución de las facultades del Estado. Este experimento neoliberal se aplicó, por ejemplo, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, con el apoyo de teóricos como Milton Friedman y políticos como Margaret Teacher.; también en Bolivia se aplicó desde 1985 durante los gobiernos de Hugo Banzer y Víctor Paz Estensoro, cuyos periodos presentaban la necesidad imperiosa de detener el fenómeno hiperinflacionario. Sin embargo, el gran viraje continental hacia el neoliberalismo se dio con los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari en México, Carlos Saúl Ménem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú y Carlos Andrés Pérez en Venezuela. De las cuatro experiencias, las tres primeras tuvieron resultados exitosos de corto plazo, la cuarta fracasó. La condición política que garantizó la deflación, la desregulación, el desempleo y la privatización de las economías mexicana, argentina y peruana, fue una concentración formidable de poder en el titular del ejecutivo (En el caso de México esta concentración de poder operaba ya desde hacía un largo periodo de tiempo). La implementación de este modelo neoliberal ha generado consecuencias serias en la economía de los sectores tradicionalmente menos favorecidos, creando una profunda brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco. Como expliqué en la primera parte de este trabajo, el surgimiento de liderazgos carismáticos, sobre todo de tipo populista, encuentra campo fértil en medio de las crisis, económicas o de valores, pues le permiten al personaje carismático erigirse en el líder que las masas desprotegidas necesitan para la búsqueda del proyecto común. Las diferencias de tipo económico han repercutido en las formas de organización y relación social de las sociedades latinoamericanas, creando descomposición pública tanto en la esfera gubernamental como social, y han generado, desde luego, la aparición de modelos y líderes opositores que han aprovechado estas crisis para establecer una gran comunicación con esos sectores poco favorecidos y presentarse como alternativas frente al modelo que les ha arrebatado las posibilidades de desarrollo personal y social. La llegada al poder de Luiz Inacio Lula Da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Néstor Krishner en Argentina y Hugo Chávez en Venezuela, así lo demuestra. Solo después del mítico e histórico Fidel Castro, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, es la expresión más acabada de este populismo carismático que, con sus constantes alusiones al “pueblo”, genera la imagen de ser el destinado para conducirlo hacia una revolución bolivariana de tipo marxista-latinoamericana, inspirada lo mismo en Marx y Engels que en Bolívar, con la que busca regresar a los pobres lo que es de ellos. Chávez llena de contenido simbólico sus actos públicos, viste de verde olivo y alude constantemente a sí mismo en tercera persona, dando la sensación de referirse a un ente superior; en sus discursos da la sensación de sentirse sublimado por las masas a las cuales se entrega siempre en largos mítines o programas de radio y televisión maratónicos; se reúne con sindicatos y grupos sociales afines a quienes dedica mucho de su tiempo, lo mismo que saluda a las personas con la familiaridad de padre simbólico. La referencia constante a los Estados Unidos de Norteamérica como enemigo del pueblo y la necesidad de integrarse a Latinoamérica como asidero protector le han valido un amplio respaldo popular, mismo que le ha permitido acumular para sí facultades extraordinarias para gobernar. En clara relación con la teoría aquí expuesta, Chávez ha logrado consolidar su liderazgo a través de los procesos electorales, pues ha sido ratificado en el cargo de presidente con amplios márgenes de ventaja sobre sus competidores, ventaja sancionada por organismos supranacionales y de observación electoral, algunos incluso norteamericanos, que han dado fe de la legalidad de los procesos. Es digna de mención a este respecto la organización casi militar de los grupos de apoyo, los cuales se despiertan el día de la votación al toque de Diana, para organizar las “brigadas” de electores, conformadas en su mayoría por jóvenes que han sucumbido al encanto del líder, quien representa para ellos la esperanza de un futuro cerrado por el neoliberalismo. En el caso de México, frente a la crisis generada por el modelo económico ya mencionado, la expresión de liderazgo carismático de corte populista lo representa Andrés Manuel López Obrador. También en él son constantes las referencias al pueblo y su auto percepción de ser “un rayo de esperanza” para los más desprotegidos. Bajo el lema “Por el bien de todos, primero los pobres”, su actuación al frente del gobierno de la ciudad de México estuvo plagada de simbolismo referente a la historia nacional y personajes históricos presentes en el ideario colectivo, tales como Juárez, Morelos, Zapata. En este sentido estableció programas de “sencillez republicana”, rendición de cuentas y consultas populares. Andrés Manuel López Obrador nace en Tepetitán, municipio de Macuspana, Tabasco, en 1953. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1976 inicia su carrera política. En 1988 se une a la Corriente Democrática que se conformó en el seno del gobernante Partido Revolucionario Institucional, PRI, como un grupo de prominentes políticos que buscaban la democratización de las estructuras y procesos partidistas, y que con el paso del tiempo se escindiera del partido para incorporarse a un frente opositor denominado Frente Democrático Nacional, FDN. En agosto de ese mismo año asume la candidatura para gobernador del estado de Tabasco por el frente opositor. En 1989 es nombrado presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuya conformación es resultado directo del FDN y que se conforma cuando éste desaparece luego de los resultados electorales de 1988. Encabeza un éxodo a la Ciudad de México por las irregularidades cometidas por el PRI en las elecciones municipales de 1991. En 1994 es nuevamente candidato a la gubernatura del estado de Tabasco. En 1995 encabeza un segundo éxodo por la democracia, antecedido por una “Proclama Nacional” que plantea como ejes la defensa de la soberanía nacional, la democracia, el desarrollo económico con sentido social, impedir la privatización de PEMEX y lanza como frase "Primero comer y luego pagar". Contiende por la Presidencia Nacional del PRD el 17 de abril de 1996, cargo que ocupa del 2 de agosto de 1996 al 10 de abril de 1999. Durante su gestión, el PRD obtiene los mayores logros electorales y la mayor presencia nacional que ese partido político ha tenido desde su fundación en 1989. El 29 de marzo de 2000 AMLO obtiene su registro ante el Instituto Electoral del Distrito Federal como candidato a Jefe de Gobierno de la capital del país y el 2 de julio gana las elecciones con 37.5 por ciento de los votos emitidos; toma posesión el 5 de diciembre de 2000 y con ello se convierte en el primer gobernante electo para un periodo de seis años en la Ciudad de México. Durante su gestión se establecen procedimientos novedosos en el estilo de gobierno, por ejemplo es el primer gobernante en México en ofrecer diariamente, alrededor de las seis de la mañana, una rueda de prensa ante medios nacionales e internacionales. Asimismo, establece estrategias dirigidas a rendir informes de su trabajo cada tres meses, independientemente del informe anual que por ley le corresponde brindar al jefe de gobierno ante la Asamblea Legislativa. Siempre aludiendo al pueblo como censor del gobierno, somete a consideración cada dos años su permanencia en el cargo a través de consultas populares, mecanismo al que somete la toma de decisiones en aspectos diversos, como el uso del horario de verano, la construcción del segundo piso del periférico, el aumento a las tarifas de transporte público, y, en el caso que nos ocupa, su respaldo a la iniciativa de ley de Sociedad de Convivencia. Otro rasgo destacable es la reducción de sueldos de los principales funcionarios del gobierno local hasta convertirlos en los más bajos en cargos similares a nivel nacional. Bajo la consigna de “por el bien de todos, primero los pobres” en su periodo de gobierno se destinan grandes cantidades de recursos en el cumplimiento de programas de asistencia social hacia grupos vulnerables, algunos de estos programas son elevados a rango de ley con la aprobación de la Asamblea Legislativa. Algunos ejemplos de estos programas son la Pensión Universal Alimenticia para Adultos Mayores (apoyos mensuales a 385 mil adultos mayores), la entrega de útiles gratuitos a los alumnos de instrucción básica inscritos en escuelas públicas de la capital (más de un millón 300 mil útiles escolares cada año), el Programa de Apoyo a Personas con Discapacidad (75 mil personas) y el Programa de Atención Médica y Medicamentos Gratuitos (acceso a la salud de 725 familias que no cuentan con seguridad social). Se apoya también a madres solteras (más de 16 mil beneficiarios) y a jóvenes con conductas antisociales (casi 15 mil). Asimismo crea la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el sistema de preparatorias (educación media superior) del Distrito Federal, consistente en 16 escuelas con una inversión de 776 millones de pesos. Como una prueba de pragmatismo transclasista, en lo relativo a la inversión extranjera, según datos de la Secretaría de Economía del gobierno federal, de enero de 2001 a diciembre de 2004 el Distrito Federal atrae 30 mil 795 millones de dólares que representan 57.8 por ciento del total nacional, por lo que se trata del cuatrienio con mayor inversión extranjera en la historia de la ciudad. Con todas estas acciones destinadas a las capas menos desarrolladas de la ciudad, los índices de aprobación de su gestión alcanzan en algunos momentos hasta el 80%, y durante mucho tiempo encabeza las preferencias electorales de la ciudad hasta por 15 puntos más que otros posibles candidatos. Para 2004 de acuerdo con una encuesta de la organización City Mayors (previous winners…) es nombrado el segundo mejor alcalde del año a nivel mundial. Se separa de la jefatura de gobierno el 7 de abril de 2005 para enfrentar cargos judiciales por el supuesto incumplimiento de una resolución judicial que le prohibía realizar ciertas obras públicas. Este caso lo enfrenta a la posibilidad de perder el fuero constitucional propio de su cargo y quedar sujeto de acción legal en su contra, lo que independientemente del resultado del juicio, le impediría contender por la presidencia de la república. Nuevamente apela al pueblo y logra reunir a enormes cantidades de personas en las manifestaciones políticas más grandes que se recuerden la capital del país. Regresa al cargo el 25 de abril del mismo año, ante la tardanza del proceso. Tres días después, el 28 de abril, en mensaje a la Nación el presidente de la república, Vicente Fox, anuncia una salida política al caso de López Obrador, dimite el Procurador General de la República y se decide que la PGR no ejercerá acción penal El 29 de julio de 2005 pide licencia al cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal para iniciar su campaña política como candidato a presidente de México. En el proceso electoral de 2006 se dan las elecciones más reñidas en la historia del país cuyos resultados han permitido el cuestionamiento de un sector importante de mexicanos que no quedaron conformes con el manejo de las cifras y los procedimientos institucionales al respecto. Ante ello, el 16 de septiembre de 2006, en el zócalo capitalino, se constituye la “Convención Nacional Democrática” la que entre otras cosas decide nombrar a López Obrador como “presidente legítimo” del país quien el 3 de noviembre designa a un “gabinete” de 12 personas y cinco consejeros ciudadanos, y toma “posesión del cargo” el día 20 del mismo mes y año. Como ya se ha dicho, sus principales acciones de gobierno estuvieron encaminadas a resguardar a los más desprotegidos, como personas de la tercera edad, mujeres separadas y madres solteras, jóvenes y niños, cuyo estrato social y económico fuera de los más bajos. Ya como candidato a la presidencia de la república, la estrategia de López Obrador estuvo basada en el acercamiento con el pueblo, más alejado de los medios de comunicación pero más cercano al contacto físico con las masas. Su desprecio al excesivo contacto con los medios masivos de comunicación se debió en mucho a su rechazo a las formas con el que se promocionó Vicente Fox, tanto en el tiempo de candidato (marketing político), como en su gestión como presidente de México (marketing público). Para López Obrador era más importante conocer y tratar a la gente que a los medios, perspectiva que le daba el hecho de mantenerse durante mucho tiempo, en diversas encuestas y sondeos, varios puntos por encima de sus competidores. De manera constante, el discurso lopezobradorista machacaba la necesidad de un modelo alternativo que permitiera una mayor igualdad para los mexicanos, y una repartición más justa de la riqueza nacional. Ese discurso caló hondo en sectores amplios de las capas marginales del país, con las cuales se asoció ideológicamente al candidato. No obstante, AMLO y su partido abrieron lazos de comunicación con otros sectores de la sociedad mexicana, tanto como gobernante local como candidato, en lo que se entendió como una estrategia encaminada a garantizar la gobernabilidad en el caso de ganar las elecciones. Esta estrategia colocó a López Obrador en diálogos con los empresarios (el caso de Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo para 2007, de acuerdo con la revista Forbes, es emblemático), la iglesias Católica (Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México) y otros sectores. Este último acercamiento determinó, en mucho, la relación del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal con los grupos de la sociedad civil promotores de la Ley de Sociedad de Convivencia y con el proceso de aprobación de la misma en el órgano legislativo local. II. La disidencia sexual organizada en la ciudad de México realiza distintos eventos relacionados con la afirmación identitaria y cuenta con muchos lugares y espacios de socialización. Algunos de los eventos de reafirmación identitaria son la “Marcha del Orgullo LGBTT”, la “Semana Cultural de la Diversidad Sexual”, y una serie de eventos culturales como Teatro, Cine y festivales culturales realizados a lo largo del año, sobresaliendo el mes de junio por ser considerado el mes de la diversidad sexual en muchas partes del mundo, debido a que fue en el mes de junio de 1969 que tuvo lugar la rebelión del bar Stonwell Inn de Nueva York, la que marcó el inicio de la organización de la disidencia sexual en los Estados Unidos de Norteamérica y que se constituyó como referente histórico de las organizaciones y movimientos con ese carácter en el mundo occidental desde los años setenta. En cuanto a los espacios de socialización son varias decenas los que se encuentran en la ciudad de México, principalmente en forma de discotecas, bares, restaurantes y servicios diversos, creados principalmente para gays, definido así no solo en relación con su orientación homo-erótica, sino también a sus características socio económicas, lo que implica que el gay es el hombre joven, de ciudad, con suficientes recursos económicos para vivir desahogadamente un estilo de vida basado en servicios exclusivos y cierto grado de aceptación social producto de su nivel de consumo. En este caso, gay no es sinónimo de homosexual ni es una palabra sustitutiva, más bien, alude a una identidad específica marcada más por el consumo que por la orientación sexo-afectiva En todos los eventos las garantías de organización y manifestación han sido respetadas, en algunos casos desde hace más de 25 años (como en el caso de la marcha y de la semana cultural) y todos los espacios funcionan de acuerdo con la normatividad en materia de establecimientos comerciales y se rigen por las reglas que tutelan a cualquier local comercial. Durante el periodo de López Obrador al frente del gobierno local solamente fue motivo de noticia el cierre de algunos establecimientos dirigidos a población gay ubicados en la Zona Rosa por no contar con medidas de seguridad e incumplir con la normatividad relativa a giros comerciales. Aunque los dueños de los locales argumentaron homofobia de parte de las autoridades y pretendieron utilizar a sus clientes para presionar políticamente, lo cierto es que muchos locales no contaban con seguridad y servicios adecuados. Puede decirse entonces que no existió, salvo estos acontecimientos menores, problema en la relación de la disidencia sexual con el gobierno de López Obrador; aún más, en el discurso el entonces Jefe de Gobierno manifestó cierta solidaridad con las demandas del MDS, e incluso, siendo candidato a la presidencia recibió las propuestas de agenda (aunque nunca aceptó reunirse con el grupo de activistas de la sociedad civil que las generó) respecto a disidencia sexual. La campaña se conoció como “Vota Rosa y solo una candidata, Patricia Mercado, aceptó de buena gana las propuestas de la agenda, las incorporó a su programa, y se reunió con los grupos de la sociedad civil de la disidencia sexual. La iniciativa de Ley de Sociedad de Convivencia representó desde el inicio para López Obrador un desafío, pues suponía la discusión pública de un tema muy controversial, rechazado por grupos del conservadurismo muy fuertes en términos económicos, y por la jerarquía de la Iglesia Católica, dos grupos clave en la intención de cualquiera de conquistar el poder político, pues si bien durante muchos años López Obrador pidió que lo dieran “por muerto” (expresión popular que significa no estar dentro de la competencia o no tener deseos de ser considerado para algo), lo cierto es que tenía la intención de buscar la presidencia desde muy temprana etapa de su gestión al frente del gobierno de la capital federal. Incluso la solicitud de darlo “por muerto” obedecía a esa estrategia, para no adelantar sus intenciones y ser blanco de ataques tempranos contra su candidatura. Para la aprobación de la Ley y como trabajo de “lobby”, muchos de los esfuerzos del equipo de trabajo impulsor del proyecto dentro de la Asamblea Legislativa, consistieron en lograr acuerdos con la fracción parlamentaria del PRD, partido que desde la primera legislatura posee la mayoría absoluta, lo que obliga a que cualquier legislación requiera de su acuerdo. Como resultado, el PRD se había comprometido tanto en su discurso como en sus documentos básicos, a apoyar este tipo de decisiones, y varios de los diputados perredistas manifestaron su adhesión a la iniciativa; sin embargo, a lo largo de su gestión al frente del gobierno del Distrito Federal López Obrador se impuso a su partido para que esta situación no se diera. La imposición del líder sobre el partido obedeció a la estrategia general de no entrar en compromisos específicos con ningún grupo, no desgastar su imagen y manejar a su antojo a los medios de comunicación, aspecto que durante su gestión realizó de manera muy adecuada para sus intereses políticos. En concreto, considero que cuatro factores jugaron en contra de la ley en los seis años de gobierno de López Obrador. Primero, las estrategias electorales y el peso de López Obrador como Jefe de Gobierno y como líder del partido (recuérdese el aumento en su popularidad a partir de su toma de posesión). Segundo, una característica fundamental y fundacional del PRD como una mezcla variada de orígenes, unida en términos pragmáticos encaminados a la toma del poder político. Tercero, desprendido del anterior, la apuesta electoral del partido confluyó con la de su líder para evitar poner en el centro de la discusión pública temas controversiales que pudieran modificar las preferencias electorales en el Distrito Federal y restarle votos. Y es que sin duda el reconocimiento de parejas del mismo sexo es un tema controversial. De acuerdo con la “Encuesta Nacional de Sexo” (Campos, 2004), solo cuatro de cada 10 personas en México aceptaría a un homosexual o lesbiana en su casa sin ser su pariente, lo que equipara el grado de discriminación con el relacionado con una persona con VIH/SIDA. Asimismo, otra encuesta realizada por “Consulta Mitofski” señala que solo 10.6% de los encuestados consideraba “normal” tener relaciones con personas del mismo sexo (Campos y Penna, 2007). Estos datos son muy parecidos a los que arrojan otros ejercicios de sondeo de opinión (Secretaría de Desarrollo Social, 2005). Cuarto, la dispersión de esfuerzos por parte de las organizaciones y actores de la Disidencia sexual para organizar una agenda en común. En esta lógica de no compromiso, el 7 de diciembre de 2003, luego de que se presentara ante el pleno de la Asamblea Legislativa un tercer dictamen de la Ley, el entonces Jefe de Gobierno propuso someter a consulta popular su apoyo a las Sociedades de Convivencia. En conferencia, el ejecutivo local consideró que en esta iniciativa de Ley de Sociedades en Convivencia en especial – la cual ya empezó a crear polémica entre grupos como el de Pro Vida – se debe preguntar directamente a la gente antes de criticarla. López Obrador dijo que no se trata nada más de “consultar por consultar”, porque hay la posibilidad de que haya más información acerca del tema. Al subrayarle que la mayoría en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal son del Partido de la Revolución Democrática, el jefe de gobierno aclaró que ése no es un factor importante para aprobar las iniciativas (Porras, 2003). Como respuesta, algunos grupos se manifestaron en el sentido de que tal iniciativa violentaba derechos ya consagrados en las leyes nacionales. Organizaciones y miembros de la sociedad civil se pronunciaron y firmaron ayer un manifiesto en favor de la Ley de Sociedades de Convivencia y calificaron la propuesta de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para someterla a referéndum, como una aberración legal que viola los derechos humanos. Rodolfo Millán (abogado, uno de los creadores de la iniciativa de Ley de Sociedades de Convivencia y asesor jurídico de la Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio por Homofobia) insistió en la invalidez de la propuesta de referéndum. “Los derechos fundamentales de las personas no están sujetas a referéndum alguno. Viola dos pactos que México tiene suscritos y clasificados: la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Además, pasa por alto la Constitución de la República, que ya tiene inscrito en su artículo primero el principio de no discriminación, y la Ley Federal para Eliminar toda clase de Discriminación (Guarque, 2003). Así, las estrategias electorales del jefe de gobierno confluyeron con el pragmatismo del partido y sus integrantes más prominentes, los cuales, basados en el innegable hecho de que la sociedad mexicana conserva distintos tipos y niveles de fobias relativas a la diversidad sexual y afectiva, decidieron no apoyar abiertamente la aprobación de las sociedades de convivencia, lo cual, junto con la oposición abierta del conservador Partido Acción Nacional y la ambigüedad del ex partido oficial, dieron como resultado los siete años que la iniciativa pasó en el “limbo” legislativo. B. El liderazgo civil El liderazgo social se ha constituido históricamente en el contrapeso que las sociedades ejercen hacia los gobiernos para obtener respuestas. Por eso cobra sentido la tesis gramsciana que coloca a la sociedad como la base ética del Estado, como la articulación del consenso y la dirección moral por la que organismos privados desarrollan una función publica. En ese sentido, por liderazgo civil me refiero al que ejercen algunos actores sociales desde las organizaciones de la sociedad civil, mismas que, por definición, inciden en la vida pública a través de asuntos de su interés privado. Específicamente considero la definición que da Agüera cuando dice que el liderazgo consiste en la dirección de la conducta de los integrantes de un grupo hacia la realización de un conjunto de acciones interrelacionadas e interdependientes para el logro de una finalidad determinada Así, el liderazgo es una acción individual cuyas consecuencias repercuten en todo un sistema social y, por ende, crea vínculos mas o menos permanentes y profundos, a través de la confluencia de cualidades diversas, como la persuasión, el poder, la influencia, el entusiasmo, la motivación (orientada al logro de metas o fines considerados valiosos) y la comunicación, entre otros (Agüera,2004:27) En este sentido, y para poder organizar el trabajo a favor de la Ley tuvieron que gestarse dos procesos complementarios: por un lado, el acceso a los cuerpos legislativos; por otro, la conformación de una red de apoyo civil. El primer aspecto se cumplió con la llegada de la fórmula Enoé Uranga y Arturo Díaz, propietaria y suplente, a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, como candidaturas independientes impulsadas por DiVersa, Asociación Política Nacional (la figura de Asociación Política Nacional se establece en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales de México, como una forma de organización política de carácter nacional, que recibe recursos públicos y que interviene en la vida política del país con pleno reconocimiento, aunque no es considerada como Partido Político). El registro de las candidaturas se consolidó a través del Partido Democracia Social (la ley electoral mexicana no permite candidaturas ciudadanas, por lo que algunas organizaciones civiles y movimientos sociales buscan acuerdos con partidos políticos para arribar a instancias legislativas; este es uno de esos casos). El segundo aspecto buscó solventarse a través de la conformación de la “Red Ciudadana por las Sociedades de Convivencia”, cuyo trabajo no es sino continuación del que se había venido realizando en las distintas etapas del movimiento, ya señaladas en este trabajo. Enoé Uranga, lesbiana militante, participó en el Frente Nacional contra la Represión, fue sindicalista en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, donde tuvo diversas funciones y cargos. Dentro del Sindicato de Trabajadores de la UNAM se especializó en derechos de la mujer, así como en la implementación y organización de asuntos electorales. En los años ochentas fue participante activa en la militancia del movimiento feminista, y a fines de esta década ingresó al activismo LGBTT, mismo que se convirtió cada vez más en un punto nodal de su activismo al dirigir la Coordinadora Nacional de Lesbianas Feministas. Fue secretaria de Equidad y Género de DiVersa y diputada local independiente entre 2000 y 2003 (Enkidu, s.d.). Para dar respaldo social al trabajo legislativo, la Red Ciudadana por las Sociedades de Convivencia, conformada por 640 organizaciones en todo el territorio nacional y encabezada actualmente por el empresario y activista Tito Vasconcelos, organizó diversos eventos enfocados a conseguir y mostrar el respaldo de los sectores de disidencia sexual y en general, el apoyo de la ciudadanía a la iniciativa de Ley. En este sentido se realizó entre 2000 y 2006 una campaña de apoyo cuya manifestación más visible consistió en la organización de un festival “del día del amor”, realizado cada 14 de febrero (Medina, 2003), donde se registraban simbólicamente las parejas que acudieran al evento y manifestaran su deseo de ser reconocidas. El evento contó en los primeros dos años con el apoyo de personalidades del medio artístico y cultural como Gael García Bernal, Eugenia León, Ofelia Medina, Diana Bracho, Carlos Monsiváis, Federico Reyes Heroles, Martha de la Lama, Daniel Cazés, entre otras, algunas de las cuales acudieron al evento y fungieron como “testigos” de las uniones (Notiese, 2002). Es importante mencionar que la participación de los sectores de la disidencia sexual en los eventos de apoyo a la Ley, a lo largo de los seis años que duró su gestación, no fue ni amplia ni comprometida. Los eventos adolecieron de algo común en este tipo de acontecimientos, por lo menos los efectuados en México: terminaron siendo programas de auto consumo, es decir, eventos realizados por activistas para activistas, donde muy pocas personas ajenas a los grupos se incorporan, a pesar de las cada vez más sofisticadas herramientas de publicidad y marketing utilizadas para la convocatoria. Un llamado de la propia Enoé refleja lo anterior: No es con movimientos aislados como se llegará a la construcción de una sociedad más equitativa que reconozca y valore su propia diversidad, ya que es necesario para su propio fortalecimiento la unión de los colectivos de lesbianas, Gays Bisexuales, Transgéneros y Travestis y el demostrar su capacidad de colaboración entre ellos y su cercanía con otros grupos afines (Arteaga, s.d.) La escasa participación de los públicos pertenecientes al sector poblacional de la disidencia sexual obedece a la aparente normalización del hecho homosexual en la capital del país, fenómeno que ya he mencionado, y que aparenta una aceptación amplia de los sectores sexualmente disidentes en la vida cotidiana del país. Al hecho innegable de la discriminación u homofobia de amplios sectores sociales se une la apatía de los sectores a quienes se pretende beneficiar. En este sentido, el liderazgo ejercido por Enoé Uranga fue propiciado por haber sido ella quien llegara a la Asamblea Legislativa debido a cuestiones coyunturales (su militancia en DiVersa y la relación electoral de ésta con el PDS), y al momento en que se encontraba el MDS. Pero al mismo tiempo ese liderazgo se vio acotado por las propias limitaciones tradicionales del movimiento, como las contradicciones internas, la poca capacidad para llegar a acuerdos y generar agendas comunes a las organizaciones y actores sociales, con miras a conseguir objetivos colectivos y valorados, la apatía de los públicos a los que se pretende involucrar, entre otros. De hecho, este ha sido un problema constante a lo largo de los años del MDS. CONCLUSIONES A partir de hace aproximadamente un cuarto de siglo, la esfera pública se ha visto ensanchada debido a un energía cívica que ha desbordado por mucho él ámbito estrictamente gubernamental, y que ha colocado en la palestra de la discusión pública, colectiva, abierta, temas que antes permanecían en el campo de la vida privada o incluso íntima. La sexualidad y todo lo relacionado con sus distintas variantes y posibilidades es uno de esos asuntos que, a partir de la organización de movimientos denominados de “nuevo tipo”, ha puesto en el centro de la discusión el hecho hoy irrefutable de que “lo sexual es político” y por ende público y aún gubernamental. La discusión pública de la sexualidad ha motivado la creación de políticas públicas y programas gubernamentales destinados a atender las específicas demandas de sectores que se reconocen como agentes sociales iguales en derechos y obligaciones jurídicas, pero diferentes en su particularidad establecida a través de identidades individuales y colectivas. La Ley de Sociedad de Convivencia es producto de un largo camino de mas de 30 años de organización del sector sexualmente disidente de México, específicamente en la ciudad de México, el cual ha pasado por distintas etapas en su desarrollo, desde la relativa a la conformación de las primeras organizaciones y acciones públicas, pasando por la etapa de consolidación, la disminución de acciones a causa de la aparición del VIH/SIDA, la reorganización en torno a las demandas de tipo civil y político, hasta nuestros días. La consolidación del modelo neoliberal junto con el fenómeno de la globalización, han generado una supuesta mayor apertura de las sociedades actuales a los temas de la diversidad y disidencia sexuales, sin embargo, resulta interesante analizar las causas de dicha apertura, y comprobar que se trata más de un fenómeno mercadotécnico que cultural, el cual, por las mismas razones, cuenta con un target determinado. En este sentido, los avances producto de la globalización se enfrentan a los mismos limitantes en otras áreas: su alcance, pues el problema de la globalización es el acceso a sus beneficios, limitado para amplias capas sociales. Precisamente las falta de acceso a los beneficios de la globalización junto con la enorme brecha entre los sectores económicamente protegidos y los menos favorecidos por el modelo neoliberal, han generado en México crisis tanto en el plano económico como en el relacionado con la moral pública (en el sentido de la escasa idea de futuro de las actuales generaciones), lo que ha provocado un profundo sentido de desprotección y cancelación de oportunidades para amplias capas de la sociedad. No es de extrañar entonces la capacidad de convocatoria y apoyo logrado por Andrés Manuel López Obrador durante su periodo al frente del gobierno de la capital del país. Sus programas y políticas públicas encaminadas a atender los problemas de los más pobres, su discurso contra “los ricos”, su defensa política y activista de las “economías populares”, su apuesta por que sean “primero los pobres”, le ganó un profundo respaldo en lo que para muchos analistas es considerada la manifestación de liderazgo populista más reciente y acabada en México, al grado de catalogarlo, no sin una gran carga de mentiras propagandísticas de tipo electorero, como un “peligro para México”. A la distancia, parece innegable que el interés por llegar a la presidencia de la república por parte de López Obrador se dio desde sus primeros escarceos contra el poder, luego de haber roto con el entonces partido oficial e incorporarse a la oposición en 1988. Probablemente con un genuino interés por los asuntos nacionales, y convencido de que el suyo es el camino correcto, López Obrador ejerció el cargo de Jefe de Gobierno como una plataforma para llegar a la presidencia. Uno de los rasgos característicos de López Obrador, como el de todos los líderes carismático-populistas, fue su falta de definición en materia de programa o inclinación política. Aunque resulta imposible catalogarlo de derecha, no es del todo sencillo ubicarlo en la izquierda (al menos la tradicional izquierda mexicana y latinoamericana). Puede decirse que López Obrador conformó una alternativa política propia de carácter más pragmático, que le permitió utilizar las reglas de la política, dialogar sin comprometerse y manejar un discurso dirigido a convencer a los mas necesitados pero guardando cierto acercamiento con los sectores más poderosos y conservadores del país. De las demandas concretas y materiales del sector de la disidencia sexual, la más atendida por AMLO es la relacionada con la problemática del VIH/SIDA. Durante su gestión se creó el “Programa de VIH/SIDA de la ciudad de México” que coordina las acciones de prevención y tratamiento relativos a la pandemia en Distrito Federal e incluye, entre otras: creación de la Clínica Especializada Condesa (primera en su tipo en México), reparto gratuito de medicamentos antirretrovirales, pruebas de detección y campañas preventivas e informativas. En lo relativo a las sociedades de convivencia, las acciones de los grupos sociales no contaron con el apoyo de AMLO, si bien tampoco con su reprobación o ataque. Lo que más lamentan las organizaciones de la disidencia sexual es la falta de apoyo del líder y del partido para con sus demandas, siendo que contaban con los mecanismos y la fuerza política para la aprobación de dicha ley. Para tales grupos, un desafío permanente es involucrar a capas más amplias de públicos en los asuntos de su interés, pues hasta la fecha y a pesar de haberse aprobado la ley, el nivel de apoyo social es bastante bajo. Por la incorporación al imaginario colectivo de la disidencia sexual como asunto de mercado, la vanalización de las demandas ha alcanzado tales niveles que se consideran asuntos comunes pero ajenos hasta para los grupos y sectores beneficiados o perjudicados con las decisiones públicas. Aunado a esta falta de cultura participativa, la falla en los liderazgos civiles, involucrados en problemas de vanidad, desunión, protagonismo, falta de cultura organizativa, incapacidad para generar agendas comunes, etcétera, ha generado un avance lento en cuestiones de fondo, aunque muy visibles en términos comerciales y carnavalescos. En un análisis más amplio me atrevería a asegurar que este factor ha sido determinante para la diferencia existente entre sociedades como la mexicana y la española, que a pesar de provenir de un pasado autoritario en lo político (franquismo) e ideológico (catolicismo), cuenta hoy con la figura del matrimonio universal sin distinción de sexo o género de los contrayentes. El papel del liderazgo civil, en este caso realizado por Enoé Uranga, consistió en impulsar el trabajo de lobby y generar las condiciones favorables para la discusión del tema desde la palestra legislativa, apoyada por una serie de organizaciones civiles que para efectos de este asunto, lograron formar un frente común. No obstante, el atavismo a viejas prácticas políticas dentro del MDS junto con la apatía de amplios sectores sociales frente al tema, limitó los alcances y posibilidades de la Ley para reconocer derechos para la población sexualmente disidente. El liderazgo político ejercido por Andrés Manuel López Obrador jugó un papel fundamental en la lentitud y en los alcances limitados que logró la Ley de Sociedad de Convivencia, debido a que el capital político logrado tanto a nivel personal como partidario no fue puesto a disposición de la iniciativa, entre otras razones porque ésta podía poner en riesgo las oportunidades de ganar la presidencia de la república. Desde luego, la escasa participación y compromiso de los sectores sociales potencialmente beneficiados con la iniciativa no permitió a Uranga y a la Red Ciudadana de Apoyo constituirse en factor de presión, con lo que pudieran negociar políticamente con el líder y su partido a través de un intercambio de apoyos, en una especie de intercambio, en este caso legislación por votos. En una sociedad invadida por la crisis económica que ha reducido las expectativas de desarrollo para amplias capas sociales, la aparición de un líder carismático es aceptada y aún promovida por esos grupos sociales como un mecanismo de búsqueda de la redención de sus males sociales y económicos, pero no justifica su apoyo a algo que es mal visto por esas mismas capas sociales. Para decirlo de otra manera, el tema de la disidencia sexual no es un tema que resultara importante para el pragmatismo de un líder que aspiraba llegar primero a conquistar el poder político, y luego buscar las soluciones para los problemas sociales. Con todo, las sociedades de convivencia son una figura importante en el avance democrático del país pues reconocen formas de organización familiar y social que existen en los hechos, con lo cual se avanza en la construcción de una sociedad más tolerante e igualitaria. Como expectativa, es deseable que en un futuro cercano, la creación de políticas, programas y legislación encaminada a la inclusión social de este sector poblacional se propicie de manera más rápida y menos tortuosa, pues como señalara en su momento José Luís Rodríguez Zapatero, jefe de gobierno español, no se trata de gentes (sic) remotas y extrañas, estamos ampliando las oportunidades de felicidad para nuestros vecinos, para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros amigos y para nuestros familiares. REFERENCIAS Agüera, E. (2004). Liderazgo y compromiso social, Universidad Autónoma de Puebla, México. Arteaga, M. (s.d.). Llama Enoé Uranga a los jóvenes a enriquecer el movimiento LGBT, www.enkidumagazine.com/articles/2003/021203/E_013_021203.htm Bass, B. (1990). Handbook of leadership, Free Press, New York. Campos, R. (2004). Primera encuesta nacional de sexo, Encuesta Nacional en Viviendas, Consulta Mitofvsky, México. Campos, R. y Penna, C. (2007). 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