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22 / El Viejo Topo 296 /septiembre 2012
rescate
Lord Russell
El abuelo que saltó por una ventana
y se largó a hacer la revolución
por Pepe Gútierrez
A
unque no se pueda decir que Bertrand Russell haya sido tan maltratado como Sartre, no por ello
deja de estar en las “listas negras” del pensamiento único. La imagen suya que “se vende” en los
medios anula su parte airada. Se omite la parte final de su vida, la historia de aquel anciano que a sus
noventa años se convirtió en uno de los portavoces más respetados de la izquierda en general, y de la
contestataria en particular.
La foto de Russell que actualmente llega “al mercado” tiene
como mínimo una grosera deformación, y una amputación. En
el primer caso por hacerse de él un anticomunista vulgar, rasgo
que se incluye hasta en los bocetos biográficos más breves. Por
el contrario, su actuación cuando en 1967 presidió el Tribunal
Russell contra los crímenes de guerra perpetrados por el imperialismo norteamericano contra los pueblos de Vietnam, Laos
y Camboya, desaparece por lo general hasta en los bocetos más
desarrollados…
En estos tiempos revueltos, Lord Russell pasó a ser uno de
los activos más resonantes de la generación de los sesenta,
sobre cuyas causas se pronunció con admiración y rotundidad.
Y así fue reconocido por los jóvenes. De ahí que el momento de
su fallecimiento, el día 2 de febrero de 1970, fuese un tiempo de
luto para todos los que habían hecho suya la cultura de la
protesta, sobre todo para los vietnamitas, que nuca olvidarían
lo que Russell hizo por su causa. Aquel día y los siguientes se
improvisaron numerosos actos de homenaje espontáneos aquí
y allá. Personalmente, la memoria me lleva a uno lleno a re bosar en la Sorbonne, en París, y según me contaron por en tonces, en Barcelona y en plena clandestinidad se escenificó
otro especialmente masivo en la Escuela Profesional del Clot.
Por entonces, buena parte de sus libros, sobre todo los más
inconformistas, eran asequibles en las ediciones de bolsillo1, y
quien más y quien menos sabía que se trataba de un cierto
arquetipo próximo al de Einstein. Alguien cuyas aportaciones
obligan a una división amplia en la que habría que incluir,
primeramente, su producción como filósofo y matemático,
con lo que ya ocuparía un lugar en la historia de la cultura. Otro
aspecto abarcaría sus aportes y posicionamiento como crítico
social e intelectual libre y comprometido, en tanto que un tercero nos llevaría a su vertiente volteriana… A esto habría que
añadir su faceta de escritor, autor de obras de diversos géneros:
fue un muy discutido Nobel de Literatura en 1950, un terreno
en el que sus aportaciones no son tan reconocidas.
En los bocetos sencillos, se cuenta con mayor o menor detalle que Lord Russell era nieto del primer conde de Russell, sucedió a su hermano en el título en 1931. Se educó privadamente y en Trinity College, Cambridge, donde estudió matemáticas y ciencias morales, y fue nombrado “Fellow” en 1895.
Realizó considerables aportaciones a las matemáticas. Alcanzó
la celebridad por la forma con que intentó aplicar la claridad y
la definición que admiraba en los razonamientos matemáticos
a la solución de problemas en otros campos, en especial la
ética y la política. A una vida intelectual atareadísima, Russell
añadió el fervor y el celo activo de un reformador social, siem-
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pre imbuido de humanismo y materialismo filosófico y, por
Russell no dudó en enfrentarse a la opinión pública y a los
principio, opuesto a todo dogmatismo (político, social o relipoderes establecidos por sus ideas. Así, por citar un ejemplo,
gioso). Los movimientos en los que sus actividades causaron
denunció la situación de la educación en los Estados Unidos,
mayor efecto fueron la educación y el pacifismo. Dirigió una
que puede ser medida por el hecho de que en 1940 un hombre
escuela avanzada (“anarquista”, se dijo en la prensa conservade su talla fue declarado incapacitado para enseñar en el City
dora) en Sussex de 1927 a 1932. Su propósito era impulsar el
College de Nueva York a causa de su “actitud inmoral y lúbrica
desarrollo de las facultades creadoras del hombre, y exigía la
en relación con el sexo”. Un magistrado de la Corte Suprema
total libertad de pensamiento y de palabra, con los que el
del estado de Nueva York anulará su nominación, calificándola
ámbito de su reforma educativa comprendía aspectos sociales,
de intento de instalación de una “cátedra de indecencia”. El
éticos y sexuales. También fue
poco respeto que Russell manmiembro airado –“subversivo”
tenía hacia las autoridades essegún la prensa “torie”– de la
tablecidas fue una constante
Durante la guerra fue encarcelado durante
Cámara de los Lores, razones
en su trayectoria.
seis meses por sus opiniones pacifistas.
por la cual era habitualmente
Con su versátil y arrolladora
tachado por la prensa reacpersonalidad, siempre actuó
cionaria de “chalado” o “extracomo un personaje llamado
vagante”. Ni que decir tiene
Lord Russell, pero se permitió
que sufrió numerosos problemas con la gente de orden por sus
ser un Lord con un toque ácrata. Alguien que declaraba que no
ideas, algunos de veces en los Estados Unidos, donde declaró
estaba dispuesto a morir por una idea porque que idea podía
que quien mandaba no era el parlamento sino los poderes
estar equivocada. Sus opciones, pues, eran más propias de un
ocultos, y citó la Banca Morgan.
idealista escéptico que de alguien que combatía como parte de
En 1894 contrajo su primer matrimonio, al que le seguirían
un movimiento.
tres más, el último a los ochenta años. En 1920 dirigirá una escuela experimental que causó un gran escándalo en la opinión
Una revolución desconcertante
pública conservadora. De todos y todas es reconocido que
Afirmar que el testimonio de Bertrand Russell sobre la revoRussell fue desde siempre un defensor de los derechos de las
lución rusa y el régimen soviético es un dictamen descalificamujeres, un activista solidario con las “sufragistas”, y un defentorio se ha convertido en un lugar común que se repite en los
sor de todas las libertades, lo que se dice un librepensador.
medios hasta la saciedad2.
Sin embargo, una lectura detallada demuestra que se trata de
Cuando no había cumplido todavía los treinta años, Russell deuna apreciación interesada, en primer lugar porque el suyo es
jó toda su fortuna familiar a la causa que apoyaba.
un testimonio muy circunstancial, el propio de un viaje preciAntes de la I Guerra Mundial, había completado su obra
pitado, en base al cual Russell escribió su testimonio “como
principal, Principia Mathematica, escrita con la colaboración
todo el mundo”, un testimonio que se situó en una cierta equide Alfred N. Whitehead. Durante la guerra fue expulsado de su
distancia entre los socialdemócratas que descalificaron el propuesto en el Trinity College de Cambridge por haber escrito
ceso –como fue el caso de la señora del diputado Philip Snow folletos contra la conscripción y fue encarcelado durante seis
den, enfadada por las incomodidades del periplo–, y quienes lo
meses por sus opiniones pacifistas. Así pasó a ser portavoz del
justificaron arguyendo que la crítica podía ser utilizada por los
movimiento internacional contra la guerra, viajando por
“tories”, lo cual, todo hay que decirlo, no era un argumento
donde le dejaban y denunciando las atrocidades infligidas en
menor, sobre todo considerando que Gran Bretaña fue la prinnombre de la Patria. Russell mantendrá integras sus posiciones
cipal instigadora de la recomposición del ejército blanco –en
hasta la víspera de la II Guerra Mundial, justificando entonces
realidad, casi unas “brigadas internacionales” contrarrevolula lucha armada contra el nazi-fascismo.
cionarias–, y no cesó en su empeño de derrocar el nuevo régiSu oposición radical a la Primera Guerra Mundial llevó a
men hasta 1929. Segundo, porque dicho testimonio no resume
Russell a evolucionar desde el liberalismo radical al anticapita–ni mucho menos– toda la evolución de Lord Russell sobre lo
lismo. Desde entonces, no dudó que había sido este sistema el
que podíamos llamar “la cuestión comunista”. Que tuvo diverprincipal responsable de aquella atroz matanza, así declaró sin
sas fases.
tapujos que “el actual sistema capitalista está condenado a
La primera estuvo motivada por el entusiasmo; así escribió
muerte”. Russell pensaba que algunos de los poderes del Estado
en 1918: “El mundo es condenable. Los únicos puntos luminodebían ser reforzados, pero lo consideraba un mal necesario.
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sos son Lenin y Trotsky“; y más adelante: “Cada vez crece más
la esperanza en el mundo. Los bolcheviques me encantan, y
perdono fácilmente que entrasen a saco en la Asamblea Constituyente, si esta se semejaba a nuestra Cámara de los Comunes... ¡Qué éxito el suyo!... Han suscitado la revuelta en Austria
y Alemania, incluso han hecho pensar a algunos ingleses...,
pero jamás harán pensar a Estados Unidos.”
Su visita se produjo en el verano de 1920, cuando fue invitado como miembro no oficial de una importante delegación
laborista. Permanecieron en Rusia desde el 19 de mayo hasta el
16 de junio, y llegaron en tal estado de entusiasmo, que cuando alcanzaron la frontera los delegados rompieron espontáneamente a cantar La Internacional y Bandera Roja. Viajaron
de un lado a otro en trenes especiales, adornados con banderitas rojas, verdes ramas de árboles y profusión de divisas sobre
la revolución mundial. Al no tener las obligaciones de la delegación oficial, pudo perderse por las calles, y tratar a la gente
directamente. “La impresión general –dijo– es la de una actividad virtuosa y bien ordenada.” Desde su punto de vista, los
bolcheviques se parecían bastante a los puritanos. La comparación acaso fuese un poco injusta para los últimos, pero
debe recordarse que Russell abrigaba contra los puritanos todo
el odio que solamente puede abrigar quien también sea puritano. “La
forma soviética de Gobierno –dijo–
es casi exactamente la misma, hasta
el menor detalle, que la forma de
Gobierno establecida en Inglaterra
por Cromwell en el siglo XVII. Ambas pertenecían a una fase un tanto
similar del desarrollo económico,
con un sistema feudal en decadencia, una clase media gradualmente
emergente y una población analfabeta en su mayoría. Y el Ejército Rojo era el equivalente del Ejército de
Santos de Cromwell, mandado por
hombres elegidos por la fuerza de su
convicción en un credo”.
Russell pudo entrevistarse con
Trotsky (“Impresión muy napoleónica. Ojos brillantes, porte militar,
inteligencia relampagueante, per sonalidad magnética. Excelente estampa, que me sorprendió. Debía
de ser irresistible con las mujeres, y
agradable amante mientras le durase la pasión. Percibí una veta de
buen humor en tanto no se le contrariase de algún modo.
Implacable, pero no cruel. Admirable cabello ondulado.
Vanidad aún más grande que la apetencia de poder; la vanidad
de un artista o un actor“) y con Lenin, quien desechó como
una “sugerencia fantástica” que los laboristas pudieran llegar al
socialismo por mayoría parlamentaria. Russell vio a Lenin en
agudo contraste con Trotsky: “Nada en sus maneras o su porte
sugiere al hombre que tiene el poder en sus manos. Mira escrutadoramente a su visitante, y tuerce un ojo.” En su largo relato,
percibe que se trata de alguien “demasiado dogmático y estrechamente ortodoxo. Su fuerza procede, imagino, de su honradez, de su valor y de su resuelta fe –fe religiosa– en el evangelio
marxista, que ocupa el lugar de la esperanza puesta en el paraíso por los mártires cristianos, excepto que es menos egoísta”.
También aprecia en él “tan poco amor a la libertad como los
cristianos que padecieron bajo Diocleciano y se vengaron
cuando adquirieron el poder. Quizás el amor a la libertad sea
incompatible con la absoluta creencia en una panacea para
todos los males humanos…”
Después del viaje, lord Russell procedió a escribir un análisis
crítico con Practice and Theory of Bolshevism, una obra no
especialmente considerada por los estudiosos, que pudo reim-
En una marcha pacifista
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decir de Isaac Deutscher– en ese tiempo los bolcheviques tuprimir virtualmente sin ninguna alteración en 19493. Su lectuvieron que quemar lo que antes adoraban, y adorar lo que
ra deja claro que Russell no era tan antibolchevique; Russell
antes quemaban. Russell carece de la perspectiva de Deutscher
comienza diciendo: “La Revolución Rusa es uno de los grandes
o de la de E.H. Carr, un conservador que trata de comprender.
acontecimientos heroicos de la historia universal. Resulta
Russell entendía sin más que “la oposición es aplastada sin pienatural compararla con la Revolución Francesa, pero es en readad, y sin retroceder ante los métodos de la policía zarista,
lidad algo de importancia aún mayor. Ha hecho más por cammuchos de cuyos miembros son todavía empleados para realibiar la vida cotidiana y la estructura de la sociedad; y ha hecho
zar su antiguo trabajo”. Después de lo que viera en la guerra,
también más por cambiar las creencias de los hombres. La
dejó de creer en la posibilidad –como admitiera en sus confediferencia entre ambas revoluciones puede ser ejemplificada
rencias sobre Alemania en 1896– de que pudiera haber ventajas
con la diferencia entre Marx y Rousseau; este último, senticompensatorias en el fervor que acompaña a una situación promental y blando, apelaba a la emoción y difuminaba los conpia de una ciudad sitiada. Su conclusión sería que: “Todo el que
tornos demasiado agudos; el primero, sistemático como Hegel,
crea, como yo, que el intelecto libre es el motor principal del
lleno de recio contenido intelectual, apelaba a la necesidad
progreso humano, no puede por menos de oponerse fundahistórica y al desarrollo técnico de la industria, y sugería una
mentalmente al bolchevismo tanto como a la Iglesia de Roma...
concepción de los seres humanos como muñecos en las garras
Las esperanzas que inspira el comunismo son, en lo fundamende fuerzas materiales omnipotentes. El bolchevismo combina
tal, tan admirables como las instiladas por el Sermón de la
las características de la Revolución Francesa con las de la apaMontaña; pero se sustentan en el mismo fanatismo y son tan
rición del Islam; y el resultado es algo radicalmente nuevo, que
susceptibles como ellas de producir el mismo mal.”
solamente puede ser comprendido mediante un esfuerzo de
Tales concepciones estaban en línea con las que ya había
imaginación paciente y apasionado”.
expresado sobre el marxismo,
Cierto es que su conclusión
al que percibió como una for es la propia de alguien que
ma de religión, y una religión
defiende apasionadamente
Su oposición radical a la Primera Guerra
que, como el cristianismo, pounos criterios que le alejan de
Mundial llevó a Russell a evolucionar desde
día utilizarse para justificar la
lo que aprecia en aquella Rusia
el
liberalismo
radical
al
anticapitalismo.
persecución. A su parecer, el
a la que la guerra civil dejaría al
marxismo hacía demasiado
borde del abismo. Piensa que
hincapié en las motivaciones
la “la dictadura del proletariaeconómi
cas,
y
no
lo
suficiente
en
la fuerza del nacionalismo, la
do” no era una nueva forma de gobierno representativo. Inreligión,
el
orgullo
y
la
apetencia
de
poder. Y reiteró que la clase
sistía en que “dictadura” significaba “dictadura”, mientras que
de
so
cialismo
adecuado
para
Gran
Bretaña
no era el comunisla palabra “proletariado” se utilizaba “en un sentido pickwicmo,
sino
el
socialismo
gre
mial
o
autonomía
en la industria.
kiano”, y significaba partido comunista”. Russell solamente vio
Sus
aireaciones
de
1920
tienen
un
tono
digamos
“constructitendencias negativas por más que Lenin y los demás líderes, en
vo” (“Rusia no está presta para ninguna forma de democracia,
su opinión, tuvieran las mejores intenciones. Pensaba que la
y necesita un Gobierno fuerte... En Rusia los métodos de los
dirección que tomaba el joven estado soviético era la equivobolcheviques son probablemente más o menos inevitables”.
cada. Obviamente, en esos momentos el estalinismo no existía,
Este punto de vista se endurecerá en los años treinta y cuarensi bien se podía intuir su desarrollo. Empeñados en una lucha
ta, pero cambiará con Jruschev. Son conocidos sus escritos en
a vida o muerte, los bolcheviques no perciben lo que se está
los que establece una equidistancia entre fascismo y comuniscociendo en un país atrasado, destrozado por dos guerras
mo como el Escila y Caribdis de la época, o las notas redactasucesivas, atado a unas tradiciones que persistían bajo nuevas
das a raíz de un nuevo viaje a la URSS, en 1943, en plena gueformas (como la del comunista capaz de morir por sus ideas
rra mundial, si bien se suelen amalgamar siguiendo la pauta de
pero que maltrata a su compañera), con una sociedad desartiel todo vale. Estos puntos de vista se vieron reforzado por lo
culada ante la cual está creciendo un partido que se está conque
más tarde significaría el estalinismo. Russell padeció lo
virtiendo en Estado.
que
algunos
definen como “estalinofobia”, y que explica que en
En realidad, su testimonio no se diferencia del de otros viajeun
discurso
de
1948 en el salón de actos de Westminster Scholl,
ros, sobre todo los de inclinación anarquista. El problema raditodavía
dañado
por los bombardeos nazis, sugirió amenazar a
ca en interpretar una situación que no tenía nada que ver con
Stalin
con
la
bomba
atómica.4
la que antecedió a la guerra civil (internacional), cuando –al
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contemplé sus gestos comedidos,
la manera de levantar la cabeza,
con lo que su barba se dirigía
directamente al público. Un hombre respetado y querido y totalmente en contacto y con pleno
dominio de aquella gran masa de
gente”, un acto en el que Lenin “se
pasea entre la gente con toda confianza, como uno más, sin policías
ni escolta”.
Una imagen que no tiene nada
que ver con la del “hombre de
acero” de Stalin, que desde el orden establecido hay tanto empeño en imponer.
Grabando para la BBC
Aunque no se la suele citar, creo que no está de más recordar a Dora Russell, que realizó el mismo viaje, y que escribió
una notable Autobiografía, subtitulada “Mi búsqueda de la
libertad y del amor”5, que ofrece una visión más detallada y
menos pretenciosa que la de Bertrand. Situada en la sombra
del marido, Dora Russell, era por entonces una de las animadoras de la Liga Mundial para la Reforma Sexual y una de las
portavoces del movimiento feminista inglés, de manera que su
interés se centró especialmente en estos temas, por lo que tuvo
diversos encuentros con Alexandra Kollontaï. Dora da cuenta
de sus calurosos encuentros con John Reed, así como con
Emma Goldman (con la que discrepó abiertamente sobre el
destino de la revolución) y Alexander Berkman, a los que volvió
a encontrar en Londres cuando estos hacían campaña contra
los bolcheviques, punto en el que Dora manifiesta sus desacuerdos. Evoca en unas breves líneas un acto en el que “resonaban aplausos y gritos de `Lenin, tovarich Lenin´, se enlazaban los brazos a su alrededor y se le hacía avanzar con seguridad y con afecto hasta llegar al teatro. Allí, en cada pupitre
había lo que acabaría siendo una característica de los congresos internacionales de este tipo: una gran carpeta imitación de
piel (en aquel caso con una bandera roja grabada en la cubierta) llena de documentos e informes, un cuaderno y un lápiz…
Luego habló Lenin. No sé qué dijo porque, en aquella ocasión,
no podía esperar que alguien me susurrara la traducción; pero
Un Tribunal Moral contra los crímenes de guerra.
Después del holocausto de Hiroshima, Russell se preocupó por
el problema de la bomba atómica,
aunque un momento –efímero–
de irracionalidad anticomunista
–obviamente alimentada por la suma de barbaridades estalinianas– le llevará a tomar parte en el Congreso por la Libertad
de la Cultura celebrado en Berlín en 1950; sin embargo tomó
partido a favor del matrimonio Rosenberg y acusó públicamente al FBI de haberlos torturado, para desesperación del
Estado Mayor del Servicio de Inteligencia. No fue el único que
después de una primera colaboración, acabó denunciando la
guerra de Corea, el macarthismo y todo lo demás, que no era
poco
De nuevo volverá a animar el movimiento pacifista en todos
los terrenos, comprendidas las manifestaciones callejeras, las
sentadas y las cárceles, evolucionando gradualmente hacia un
izquierdismo que se cuestiona que exista democracia en Estados Unidos. En 1952 se casó con su cuarta mujer, Edith
Finch. Este nuevo matrimonio coincide con una etapa animada por una rotunda nitidez política, sobre todo en la segunda
mitad de los años sesenta. Tariq Ali, que entonces lo conoció
muy de cerca, lo retrata así: “Su cuerpo parecía frágil, porque
para entonces ya tenía noventa y tres años; pero hablaba con
lucidez y la claridad de sus pensamientos era la más firme refutación de los oprobios lanzados contra su cabeza por los escribas mercenarios que lo calumniaban sin piedad. Su posición
en la sociedad británica era prácticamente única. Al contrario
que en Francia, el país natal de Russell se había esforzado por
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evitar el nacimiento de una clase intelectual que no dependiera, de un modo u otro, del Estado. Escritores y filósofos han
recibido por lo general un trato menos respetuoso en estas islas
que en Europa. Russell destacaba entre todos los demás, tanto
Bertrand Russell jugando en casa al ajedrez con su hijo John Conrad
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por la fuerza de su intelecto como, desde luego, por el hecho de
haber sobrevivido a la mayoría de sus iguales. Sus escritos le
habían dado un público internacional y era respetado en todos
los continentes (aunque no por todos) como una persona profundamente humana y racional. Yo me
había acercado a sus ensayos después
de leer el libro sobre los peligros del
conflicto nuclear y su intercambio de
cartas con Kennedy, Jruschev y Nehru
durante la crisis de los misiles de
Cuba. Está claro que en muchas partes
del Tercer Mundo donde se tachaba a
Wilson de adulador de la Casa Blanca,
los tonos inflexibles de Russell le permitían a uno explicar que en Reino
Unido había otras voces…”6
En 1962, Russell intervino en la crisis de Cuba intercediendo entre
rusos y norteamericanos para que
llegaran a un acuerdo. También se
manifestó como defensor de la revolución cubana contra el intervencionismo yankee. Luego fue uno de los
principales animadores de la lucha
contra la agresión norteamericana a Vietnam,
lanzando en 1967 la propuesta de un Tribunal
Internacional contra los
crímenes de guerra presidido por él mismo, y
que cuenta con el apoyo
de la crema intelectual
de la época de la mano,
entre otros y otras, de
Jean Paul Sartre, Simone
de Beauvoir el biógrafo
de Trotsky Isaac Deutscher, el luxemburguista
italiano Lelio Basso, el
dramaturgo judío sueco-húngaro Peter Weiss,
el expresidente mexicano Lázaro Cárde nas
que tanto había ayudado a la República y un
largo etcétera que llega
hasta colaboradores más
rescate
de base como los muovimientos juveniles e izquierdistas.
of Peoples (Liga internacional por los derechos y libertades de
Este Tribunal se encargó de investigar y evaluar la política
los pueblos) y el Tribunal Permanente de los Pueblos.
exterior estadounidense y la intervención militar que este país
llevó a cabo en Vietnam tras la derrota de las fuerzas francesas
Un cierto anarquismo
en la Batalla de Dien Bien Phu en 1954 y la instauración de
En el curso de su combate contra la I Guerra Mundial,
Vietnam del Norte y del Sur. Bertrand Russell justificó la creaRussell confesó “un temperamento inclinado al anarquismo”.
ción de este organismo, argumentando: “Si ciertos actos de vioMostró su rechazo “el excesivo poder del Estado”, donde creyó
lación de tratados son crímenes, se trata de crímenes, sin
ver “una de las principales causas de dolor en el mundo moimportar que los cometan Estados Unidos o Alemania. No
derno”. Predijo igualmente que la nacionalización, o sustituestamos preparados para estipular una norma de conducta crición del empresario privado por el Estado, dejaría al trabajador
minal contra otros que no estemos dispuestos a invocar contra
individual con “casi tan poco control sobre su trabajo como
nosotros. No hay que decir
tiene en el presente”. El poder
que, al carecer de un poder
del funcionario, diría, “es un
coercitivo real, el Tribunal
peligro grande y creciente en el
Viajaron de un lado a otro en trenes especiales,
Russell fue objeto de chanzas,
Estado moderno... La apetenadornados con banderitas rojas, verdes ramas
y servidor recuerda haber oído
cia de poder... es una motivade árboles y profusión de divisas sobre la
unas cuantas, por ejemplo en
ción extremadamente peligroTVE. Pero moralmente se consa, porque la única prueba
revolución mundial.
virtió en un referente de prisegura de poder consiste en
mera magnitud para millares
impedir a los demás que hagan
que jóvenes que en todas partes, pero sobre todo en los
lo que desean hacer”.
Estados Unidos y Gran Bretaña, desafiaban a las autoridades
En uno de sus libros más conocidos, Los caminos de la libercon toda clase manifestaciones.
tad. Anarquismo y sindicalismo (www.antorcha.net/biblioteUna ayuda notable llegó gracias a la publicación del informe
ca_virtual/politica/caminos/prefacio.html), terminado por
Crímenes de guerra en Vietnam en 19667, cuando el Tribunal se
Russell en abril de 1918, unos días antes de ser encarcelado, se
constituyó en noviembre de 1966 en dos sesiones; una en
dice en el capítulo V: “Llegamos ahora a tratar del poder ecoEstocolmo (Suecia) y otra en Copenhague (Dinamarca), con
nómico del Estado y de la influencia que éste puede ejercer por
una repercusión internacional muy fuerte. A pesar de que en
medio de la burocracia. Los socialistas de Estado discuten
los Estados Unidos fue ignorado y tachado de juicio previsible,
como si no hubiese peligro alguno para la libertad dentro de un
de inútil y sesgado, por parte de los medios adictos, de hecho,
Estado que no estuviese basado en el capitalismo. Eso me paresu edición fue el inicio de una escalada de publicaciones de
ce un perfecto error. Dado que habrá una clase social de funtodo tipo. Se puede decir que, solamente con la verdad y con la
cionarios, sea cual sea el sistema de escogerlos, es inevitable
conciencia, el Tribunal Russell marcó una inflexión en la histoque haya un grupo de hombres cuyos instintos les impulsen
ria de la dignidad humana. Dignidad que Russell encontró
hacia la tiranía”. Más tarde, en el prefacio a la tercera edición
depositada principalmente en la resistencia del pueblo vietnainglesa (junio de 1948), añadía: “…Pero existen otros aspectos
mita, y así lo expresó el propio Lord Russell en las palabras
en que no estoy ya de acuerdo con la visión que tenía hace
finales de su prólogo: “No esconderé cuánta admiración, cuántreinta años. …Los sistemas totalitarios de Alemania y de
ta pasión me inspira el pueblo del Vietnam. Tenemos como
Rusia, con sus enormes y deliberadas crueldades, me han llemisión descubrirlo todo, revelarlo todo. Tengo el convencivado a adoptar un punto de vista más oscuro que el que tenía
miento de que no existe mayor homenaje a este pueblo que
cuando era más joven, acerca de este problema: ¿donde irían a
decir la verdad, fruto de una investigación profunda y rigurosa.
parar los hombres si no existiese un fuerte control sobre sus
Mientras pueda, este Tribunal ha de impedir que se cumpla el
impulsos tiránicos?”
crimen del silencio”.
No obstante, sí Russell conoció alguna forma de militancia,
Durante la sesión de clausura del Tribunal Russell II se anunfue en el partido laborista, eso sí, siempre situado en el sector
ció la creación de tres nuevas instituciones: International
más de izquierda. Trató con todos los dirigentes de este partido
Foun dation for the Rights and Liberations of Peoples
desde los tiempos de su fundador, el combativo Keir Hardie,
(Fundación internacional por los derechos y libertades de los
con el que se sintió muy identificado. Pero a mitad de los años
pueblos), International League for the Rights and Liberations
sesenta, en un gesto simbólico que dio la vuelta al mundo,
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cuando el 12 de enero de 1991 presentó su dimisión como vicepresidente del Gobierno. Se presume que
algo tan indigerible en estos pagos
como una dimisión era en el fondo
una imposición del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que
al año siguiente le eximió de responsabilidad penal en un famoso caso
de corrupción del que quedaría para
la posteridad unas palabras de su
hermano inculpado que son todo un
manifiesto: “Estos –la derecha– se
piensan que solamente ellos tienen
derecho a enriquecerse”. Pues bien,
en semejante tesitura, y después de
Russell con su cuarta mujer, Edith Finch
haber comulgado con todas las piedras de molino de la Transición, a
rompió su viejo carné del partido en protesta por su complicidon Alfonso no se le ocurrió otra cosa que despedirse de su
dad con la guerra de Vietnam. Había habido otras muchas
ministerio con una carta en la que se reproducía íntegramente
complicidades por parte del laborismo, sobre todo en la gesel prólogo de la Autobiografía de Russell, obra en tres volúmetión del totalitarismo imperialista (conceptos que no se utilines que concluyó poco antes de morir:
zan por más que Hannah Arendt considera el imperialismo
“Para lo que he vivido. Tres pasiones simples pero abrumacomo la madre de todos los to doramente intensas han gotalitarismos), pero consideró
bernado mi vida: el ansia de
que lo de la guerra del Vietnam
amor, la búsqueda del conociEl Tribunal Russell marcó una inflexión en la
(con la que la socialdemocracia
miento y una insoportable
historia de la dignidad humana.
gobernante fue cómplice), era
piedad por el sufrimiento de
la gota que desbordaba el vaso.
la humanidad. Estas tres paEn aquel momento Russell conocía una radicalidad que sesiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para
guramente le había faltado antes.
allá por una ruta cambiante sobre un profundo océano de
Tariq Ali evoca que preguntó a Russell sobre si el “leader”
angustias hasta el borde mismo de la desesperación. He buscalaborista Harold Wilson era el peor que había conocido, y su
do el amor, primero éxtasis, porque comporta un éxtasis tan
respuesta fue: “Wilson es un hombre pequeño e insignificante,
grande que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi exispero no el peor. Supongo que
tencia por unas horas de este
si tuviera que escoger, diría
gozo. Lo he buscado, en segunque Ramsay MacDonald fue
do lugar, porque alivia la soleTomó partido a favor del matrimonio
espantoso, todavía oigo su
dad, esa terrible soledad en que
Rosenberg y acusó públicamente al FBI de
horrible voz diciéndonos que
una conciencia trémula se aso haberlos torturado.
el socialismo se construiría
ma al borde del mundo para
«ladrillo a ladrillo». Un homotear el frío e insondable abisbre espantoso. Hay quien di mo sin vida. Lo he buscado, fice que un partido tiene el líder que se merece, no pienso que el
nalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniaPartido Laborista mereciera a MacDonald ni a Wilson”. Parece
tura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado
evidente que de de haber llegado a conocer a Tony Blair, habría
santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera
comprobado que todo resulta empeorable.
parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo
Esta actitud de Russell nos permite abordar una anécdota de
que –al fin– he hallado. Con igual pasión he buscado el conociestos últimos tiempos protagonizada por Alfonso Guerra,
miento. He deseado entender el corazón de los hombres. He
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rescate
deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he
tratado de aprehender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de
esto he logrado, aunque no mucho. El amor y el
conocimiento, en la medida en que ambos eran
posibles, me transportaban hacia el suelo. Pero
siempre la piedad me hacía volver a la tierra.
Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor.
Niños hambrientos, víctimas torturada por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus
hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y
dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia
humana. Deseo ardientemente aliviar el mal,
pero no puedo, yo también sufro. Ésta ha sido mi
vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto
volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad“.
El hecho da para todo un ensayo sobre el valor
de las palabras, y sobre todo lo que la gente de
orden está dispuesta a decir aunque sea en sentido totalmente contrario con su hacer. No hay que
decir lo que hubiera pensado Bertrand Russell
sobre la instrumentalización descarada. Quizás le
habría bastado pronunciar una sola palabra: pateras ■
Notas
1. Sus Obras Completas fueron editadas por Aguilar, y la mayor parte de
su obra está editada en castellano, incluso durante la época franquista
durante la cual Russell conoció una casi total permisividad, quizás porque se le consideraba suficientemente elitista. Existen también numerosos ensayos biográficos, tales como: el Russell de A.J. Ayer, que cuenta con un epílogo privilegiado de Manuel Sacristán (Grijalbo,
Barcelona, 1969); Russell: Filósofo y Humanista (Ayuso, Madrid 1972);
Homenaje a Bertrand Russell, compendio de Robert Schoenman que
fue su secretario en los años sesenta (Oikos-Tau, BCN, 1968); Revista de
0ccidente le dedicó un monográfico en agosto-septiembre de 1971;
Russell. El escéptico apasionado, de A. Wood (Aguilar, Madrid 1961);
Conocer Bertrand Russell y su obra, José Francisco Ivars (Dopesa,
Barcelona, 1977). Anotemos también Lo mejor de Bertrand Russell
(Edhasa, selección e introducción de Robert E. Egner, Barcelona, 1889), y
el más reciente es Bertrand Russell. Retrato intelectual, de Alberto Castillo
Vicci, que recibió el Premio Retratos del Viejo Topo del 2009. Editado al
año siguiente. El autor incide especialmente en el ideario de Russell y en
sus componentes socialistas anticapitalistas y democráticos.
2. Este enfoque queda patente, por citar un ejemplo, en la página completa que le dedicó El País (viernes 19-septiembre-2003), con ocasión de
publicación por parte del mismo diario de La conquista de la felicidad
donde se asegura que en el libro sobre Rusia se “subraya la naturaleza
totalitaria del régimen”, y no se cita el Tribunal Russell. No menos representativa resulta la aseveración del estalinista arrepentido François
Furet, quien en su obra “canónica” en el firmamento neoliberal, El pasado de una ilusión (1995), afirma que el libro de Bertrand Russell es “uno
de los mejores libros sobre el bolchevismo”. El elogio forma parte de la
tentativa de Furet por apropiarse todas las denuncias del estalinismo, de
ahí que se atreva a citar a autores como Panait Istrati, Victor Serge,
George Orwell, e incluso a Trotsky, sin considerar en lo fundamental que
su punto de mira era el de una oposición revolucionaria.
3. En la nota preliminar escrita en octubre de 1948, Russell precisa: “Si
escribiera ahora el libro, diría de otra manera algunas cosas, pero, en
todos los aspectos de mayor importancia, conservo del comunismo la
idea que me formé en 1920, y su desarrollo subsiguiente no ha diferido
mucho a lo que yo esperaba”, lo que indica que no le importaba mucho
todo lo que había sucedido desde 1920. En el texto de la contraportada,
se podía leer: “Las críticas de Russell a los bolcheviques, hechas desde
una perspectiva anticapitalista, resultan ahora tan reveladoras como
sorprendentemente actuales, a la luz sobre todo de la invasión de
Checoslovaquia y de otros desarrollos recientes de la política oficial
soviética”. El libro apareció en castellano en la muy combativa colección de Ariel Quincenal (Barcelona, 1969).
4. En La guerra fría cultural (Ed. Debate, Madrid, 2001) Frances Stonor
Sanders escribe que el filósofo británico había conocido a Lenin, y que
éste no le había causado mala impresión, pero luego añade la siguiente cita: “Su carcajada al pensar en los que habían sido masacrados me
heló la sangre…” (2001; 136). En realidad, estas líneas no coinciden con
lo que escribe sobre Lenin en el libro de 1920, y sí lo hace con lo que
escribió sobre otro viaje, realizado en 1943.
5. Editado por Grijalbo Barcelona-Buenos Aires-México, 1979, en traducción y prólogo de Marta Pessarrodona. El fragmento citado corresponde a la página 174.
6. En algunas partes se atribuye a Robert Schoenman este “deriva radical”, y se llega a decir que “se cree” que finalmente, lo despidió. No he
encontrado el menor vestigio de esta presunción en ninguna parte, y
pienso que sí Russell hubiera expulsado a un “izquierdista” infiltrado, la
noticia habría aparecido hasta en las hojas parroquiales. Lo que sí he
encontrado es un vigoroso retrato en las memorias de Tariq Ali, Años de
lucha en calle (Ed. Foca, Madrid, 2007, p. 219), que describe con vigor
sus inagotables actividades en nombre de la Fundación Russell, y se
vocación solidaria, algo que difícilmente pueden asimilar los plumíferos que tratan estas historias a través de los ficheros.
7. La edición de Crímenes de guerra en el Vietnam (1967) fue realizada
aquí por Aguilar. También apareció una versión catalana titulada Judici
a Estocolm. Tribunal Russell (Edició de Materials, Barcelona, 1968, tr.
José Verde Aldea). En la portada se reseñan los siguientes autores: Jean
Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Lázaro Cárdenas, Vladimir Dedijer,
Stockey Carmichael, Peter Weiss, Wolfgang Abendroth, Leonidas
Schwartz, X. Sakata… El juicio también tuvo una extensa cobertura en
revistas como Triunfo y Cuadernos para el diálogo, y en parte de la
prensa diaria “desafecta”.
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