UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN. FACULTAD DE QUÍMICA. TOXICOLOGÍA. ALUMNO: Alejandro Castillo Kauil. PROFESOR: Dr. Rolffy Rubén Ortíz Andrade SEMESTRE: 8 º SALÓN: 4 TRABAJO: Riesgos Toxicológicos de las Anfetaminas FECHA DE ENTREGA: 30 de Marzo de 2009 RIESGOS TOXICOLÓGICOS DE LAS ANFETAMINAS. La anfetamina es un derivado químico de la efedrina, sintetizado por primera vez en 1887 por el químico alemán L. Edeleano, quien llamó al compuesto fenilisopropilamina. Las anfetaminas son sustancias que se mantienen en una dualidad constante: son fármacos y drogas, legales e ilegales, antiguas y actuales; quizás sean las sustancias de síntesis que han sobrevivido más tiempo en el mercado (son más antiguas que la Aspirina) a pesar de los continuos vaivenes de éste. Dentro de la denominación anfetaminas se incluyen todas aquellas sustancias derivadas de la estructura de fenilisopropilamina, con las múltiples variaciones a las que ha sido sometida. La anfetamina ha sido utilizada como agente para mejorar el rendimiento, tanto físico (inaugurando el dóping deportivo), como intelectual (dóping cognitivo). La dispensación indiscriminada del producto, unida al desconocimiento público respecto de sus peligros potenciales y a la ausencia de un sistema idóneo de fármacovigilancia, desencadenó fenómenos de abuso y adicción. En 1971, la anfetamina fue sometida a control internacional en el marco de la Convención Internacional de Psicotrópicos. VÍAS Y FORMAS DE INTOXICACIÓN. Desde el punto de vista toxicológico no se encuentran diferencias entre las anfetaminas anorexígenas y las recreacionales ya que su abuso, tanto crónico como agudo, siempre da lugar a la aparición de efectos estimulantes del SNC. Las principales causas de la aparición de efectos tóxicos son el desarrollo de dependencia y las sobredosis, inducidas frecuentemente por la aparición de tolerancia aguda y/o crónica a los efectos positivos. Los consumidores neófitos tienen mayores posibilidades de presentar una intoxicación que se manifiesta por enrojecimiento facial, temblores, pérdida de la coordinación, confusión, irritabilidad, agresividad, alucinaciones, dolor torácico, hipotensión y arritmias cardiacas. En casos graves pueden sobrevenir convulsiones, coma y falla respiratoria. La ingesta se produce normalmente por vía oral (Centramina®, “éxtasis”), aunque en ocasiones pueda emplearse la vía intravenosa (“speed”) o inhalándolo por vía intranasal (“ice”), incluso en ocasiones las anfetaminas pueden ser fumadas, por lo tanto estas mismas vías de administración son las principales por las que ocurre la intoxicación. Vía oral. La anfetamina se administra por vía oral y tiene una buena absorción, de modo que el inicio de la acción terapéutica se manifiesta al cabo de unos 30 a 60 minutos. La semivida de eliminación es de unas 10 horas. Los efectos clínicos se prolongan por 6 a 8 horas. Estos valores hacen referencia a la administración por vía oral, que es la más indicada ya que raramente se asocia con patrones de abuso. Vía intravenosa. Otra forma de abuso de las anfetaminas es la administración intravenosa de altas dosis de metanfetamina. A diferencia del abuso crónico por vía oral, el consumo por inyección de speed generalmente es cíclico. Cada episodio o corrida puede durar de varias horas a algunos días y casi siempre motivados por los efectos de una extrema euforia. Si las anfetaminas se toman por vía intravenosa producen una sensación repentina característica (rush) de bienestar y confianza. Si la intoxicación es grave, puede haber confusión, locuacidad o lenguaje incoherente, ansiedad y aprehensión. Puede haber cefaleas y palpitaciones. La intoxicación a dosis altas puede ir acompañada de ideas delirantes referenciales, ideación paranoide, sensación subjetiva de pensamientos profundos, incremento de interés sexual, zumbidos de oídos, sensación de que alguien llama al sujeto por su nombre y sensación de ver o sentir insectos sobre la piel. La dosis tóxica varía ampliamente dependiendo del tipo de anfetamina, forma de administración, dosis ingerida y tolerancia del paciente. Las intoxicaciones mortales son infrecuentes, aunque no excepcionales. Además, el consumo de anfetaminas se asocia a un mayor número de accidentes de tráfico y conductas violentas, constituyendo bien directa o indirectamente, una causa importante de mortalidad en adultos jóvenes. Las manifestaciones clínicas de la intoxicación por anfetaminas, son las propias de la acción simpaticomimética y estimulante del SNC: confusión, verborrea, rubor facial, irritabilidad, intranquilidad, midriasis, temblores, hipertensión arterial, diaforesis, arritmias, taquicardia, taquipnea. En los procesos graves, puede aparecer delirio, agresividad, convulsiones y fibrilación ventricular. El tratamiento es sintomático. RIESGOS TOXICOLÓGICOS. Las anfetaminas pueden causar un aumento de las pulsaciones, respiración más acelerada, aumento de la presión sanguínea y de la temperatura del cuerpo, sudor, dar una sensación de confianza y alerta, dar mayor energía, reducir el apetito, dificultar el sueño y hacer que la persona hable más. También puede producir ansiedad, irritabilidad y ataques de pánico. El uso frecuente puede producir una fuerte dependencia psicológica. Las dosis grandes pueden ser letales. El consumo de anfetaminas se ha relacionado con varios riesgos toxicológicos de origen psicológico y orgánico, por lo que se han clasificado del siguiente modo: Riesgos psicológicos. Los efectos psicológicos adversos incluyen inquietud, disforia, logorrea, insomnios, irritabilidad, hostilidad, tensión, confusión, ansiedad, pánico y, más comúnmente de lo que se cree, psicosis. Originalmente se supuso que sólo los esquizofrénicos latentes o los prepsicóticos hablan de desarrollar psicosis después de dosis masivas y prolongadas de anfetaminas, pero esto no es así. Los experimentos clínicos realizados son voluntarios; han mostrado que puede inducirse una psicosis en personas esencialmente normales tras la administración, incluso a corto plazo, de dextroanfetamina. • Cuadros psicóticos similares a la esquizofrenia, con delirios persecutorios y alucinaciones. Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad aguda y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide en sujetos no psicóticos. La psicosis anfetamínica desarrollada por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica. • Depresión reactiva. El síntoma más característico es la depresión, a veces suicida, que alcanza su punto máximo entre las 48 horas y 72 horas después de la última dosis anfetamínica, pero dura varias semanas. • Delirios paranoides. Una dosis alta de anfetaminas por vía intravenosa conduce a cierto grado de paranoia; un consumo prolongado e intenso da lugar a una pérdida de racionalidad y, conforme pasa el tiempo, la hipersensibilidad, las ilusiones táctiles y visuales y el estado de fatiga pueden causar paranoia. La hiperactividad intensa, la fatiga, la paranoia, junto con la situación social, son responsables de la violencia asociada al uso de altas dosis de anfetaminas. • Intensa dependencia psicológica. Los abusadores crónicos de anfetaminas suelen constatar que la droga empieza a dominar su vida mediante un deseo lo suficientemente grave como para ser considerado una compulsión. Su irritabilidad y paranoia pueden provocar peleas y violencias no provocadas o distanciarles de sus amigos; su preocupación por la droga tiene un efecto desastroso sobre sus relaciones familiares y su trabajo. Se desarrolla un alto grado de tolerancia; eventualmente un abusador puede necesitar hasta 20 veces la dosis inicial para recuperar el efecto eufórico original. Riesgos orgánicos o físicos. El envenenamiento y el consumo crónico de anfetaminas producen numerosos efectos físicos adversos. Los signos y síntomas incluyen enrojecimiento, palidez, cianosis, fiebre, taquicardia, problemas cardiacos graves, acusada elevación de la presión arterial, hemorragia u otros accidentes vasculares, náuseas, vómitos, problemas respiratorios, temblor, ataxia, pérdida de las facultades sensoriales, calambres, tetania, convulsiones, pérdida de conciencia y coma. La muerte por sobredosis suele ir asociada a hiperplexia, convulsiones y choque cardiovascular. El abuso intravenoso produce otras reacciones fisiológicas graves, incluida una hepatitis sérica grave, absceso pulmonar, endocarditis y angitis necrotizante. Hay pruebas de que las anfetaminas consumidas para tratar los trastornos por déficit de atención en los niños pueden precipitar, en algunos casos, los tics motores y fónicos del síndrome de De la Tourette. Tras un consumo prolongado, además de un intenso agotamiento puede dar lugar a las siguientes alteraciones: • Hipertensión. Asimismo, hay personas que al exceder el consumo de anfetaminas presentan intoxicación, la cual se manifiesta mediante hipertensión severa (presión arterial alta) que puede dar lugar a infarto al miocardio o cerebral (falta de circulación sanguínea en el cerebro). • Arritmia. • Colapso circulatorio. El mecanismo de aminas simpaticomiméticas desarrollado por todos los derivados de estructura fenilisopropilamina, y que se caracteriza por una estimulación tanto directa (estimulación de receptores adrenérgicos) como indirecta (incremento de la liberación) del sistema nervioso vegetativo simpático, puede explicar los diferentes procesos fisiológicos que llevan al colapso circulatorio, como la taquicardia. • Daño hepático. El daño hepático directo también ha sido mencionad como un efecto tóxico de las anfetaminas. Las inyecciones de la piel y la endocarditis; si no hay atención adecuada, también pueden causar la muerte en casos extremos. • Trastornos digestivos. Debido a la acción de las anfetaminas sobre el hipotálamo, se observa una anorexia extrema. En experiencias largas es bastante común una gran pérdida de peso. A menudo se observan síntomas de desnutrición como abscesos, úlceras y uñas quebradizas en los consumidores. Después de varios días se presentan con frecuencia fuertes dolores en músculos y articulaciones, acompañados por estremecimientos musculares. Las sobredosis severas son poco comunes, pero pueden dar como resultado inconsciencia, dolor de pecho, palpitaciones y sensación de parálisis. • Ocultación de los signos de cansancio. Otro peligro del uso de las anfetaminas es la ocultación de los síntomas de fatiga, esto puede hacer al sujeto esforzarse más de lo recomendable; el resultado de esto puede ser un colapso respiratorio. Aunque se ha demostrado que las anfetaminas calman la sensación de fatiga y ayudan a combatir el sueño, no han comprobado ser capaces de aumentar el desempeño mental de un sujeto descansado y sin fatiga. • Síndrome de abstinencia. Los síntomas físicos y psicológicos de la abstinencia incluyen letargia, fatiga, pesadillas, cefalea, sudoración profusa, calambres musculares, calambres de estómago y hambre insaciable. La pérdida de autocontrol puede dar lugar a un acting-out violento de los impulsores agresivos. El síntoma más característico es la depresión, a veces suicida, que alcanza su punto máximo entre las 48 horas y 72 horas después de la última dosis anfetamínica, pero dura varias semanas. Riesgo de adicción. El riesgo de dependencia y adicción es tan alto como el de la cocaína, ya que sus niveles de tolerancia son altos, requiriendo cada vez una mayor dosis para conseguir el mismo efecto. Habiendo iniciado con dosis terapéuticas de 10 a 30 mg, después de tres o cuatro semanas los usuarios regulares pueden necesitar hasta 500 mg para experimentar los mismos efectos; cantidad que afecta gravemente a personas sin hábito. Aunque no causa dependencia física en sentido estricto, el potencial de dependencia psicológica es bastante alto. El síndrome de abstinencia puede durar algunas semanas. Se manifiesta por ansiedad, fatiga, alteraciones de sueño, irritabilidad, hambre intensa y depresión severa, síntomas que pueden durar hasta un mes. Bibliografía 1. Flórez, J. Farmacología humana. 3ª ed. Masson, S.A., Madrid. 1997 2. Ed. Hardman, J.G.; Limbird, L.E.; Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica. 8ª edición. McGraw-Hill interamericana. México. 1996 3. Utrilla, P. Aspectos farmacológicos de las anfetaminas. Ars Pharmaceutica. 2000 4. Lorenzo, F. P; Lizasoain, H. I.; Características farmacológicas de las drogas recreativas. Adicciones. Vol. 15. Suplemento 2. 2003 5. Borrego, T. A.; Anfetaminas. Liberaddictus. 6. Duseck y Giordano. Drogas: un estudio basado en hechos. México, Sitesa. 1990.