Lengua y Literatura - LA ENEIDA

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Literatura
Resumen de la Obra
La ENEIDA
La Eneida cuenta los combates del Héroe troyano Eneas quien expulsado de su patria por el
Destino, se dirigió desde Troya a Italia. A los siete años de haber salido de su patria, parte
Eneas con sus naves y sus hombres de Sicilia, pero el dios Eolo, a instancias de la diosa Juno,
levanta una gran tempestad y arroja a los troyanos a las costas de África.
2º Los troyanos, fatigados por la tempestad, dirigen sus proas hacia las costas de Libia y se
refugian en una isla con las siete naves que les quedaban. Desde lo alto de un peñasco,
descubre Eneas, tres ciervos errantes seguidos de otros varios. Con sus flechas mata a los
tres primeros y a siete más de los otros, uno por cada nave, y los reparte entre sus
compañeros.
3º Venus, madre de Eneas, se queja a Júpiter de las desgracias del héroe y éste la consuela,
descubriéndole los secretos del destino de su hijo. Estaba Eneas explotando el bosque
acompañado de Acates cuando se le apareció Venus, quien, ocultándose bajo el aspecto de
una virgen espartana, les revela que están en el reino de Fenicia, ciudad levantada por los
Tirios y gobernada por la reina Dido de quien les cuenta su historia.
4º Después de estas revelaciones, Venus les aconseja que se presenten en el palacio de la
reina Dido. Al entrar en Cartago, Eneas ha quedado envuelto en una nube que le hace
invisible, pues de este modo ha querido Venus facilitar su llegada a la presencia de Dido.
Cuando esta reina ha anunciado que está dispuesta a recibir amistosamente a los troyanos, se
disipa la nube y aparece Eneas entre ella.
5º Eneas, movido por su amor paternal, manda llamar a su hijo Ascanio para que venga a
Cartago con regalos para la reina. Entretanto Venus, para que Dido se enamore de Eneas y así
defenderle de Juno, envía a Cupido que toma la forma de Ascanio. Dido obsequia a los
troyanos con un suntuoso convite y de sobremesa pide a Eneas que cuente sus aventuras y la
caída de Troya.
6º “ Los jefes griegos, inspirados por la diosa Minerva, construyeron un caballo enorme, alto
como una montaña y dejaron cundir el rumor de que era una ofrenda para aquella diosa a fin
de alcanzar el feliz regreso a su patria; pero en las montañas del coloso quedaron alojados
muchos guerreros escondidos y una tropa de soldados. Después se retiraron los griegos y
Troya se sintió por fin libre y se abrieron sus puertas y se poblaron sus campos.
7º ” Todos admirábamos el presente hecho a Minerva y Timete decía que convenía hacerlo
entrar en la ciudad y colocarlo en la ciudadela. En esto se presentaron unos pastores que
conducían a un muchacho, llamado Sinón, fingiéndose fugitivo del campo griego y enemigo de
Ulises, hizo creer a los jefes troyanos que el caballo era sagrado y que ningún troyano podía
tocarlo sin exponerse a atraer las mayores desgracias sobre la ciudad.
8º
” Laoconte, sacerdote de Neptuno, aseguraba que el caballo era una guarida de
guerreros griegos y con todas sus fuerzas lanzó una enorme jabalina que se clavó en los
costados del monstruo mientras resonaba un largo gemido en su interior. Si no hubiera sido
por la ceguera de nuestro espíritu esto hubiera bastado para destruir aquella guarida de
griegos y Troya estaría aún en pie.
9º
” Sin hacer caso a la advertencia de Laoconte, abrimos una profunda brecha en las
murallas y colocando ruedas bajo las patas del caballo, atamos cables a su cuello y así
hicimos penetrar el monstruo fatal en la ciudad. Por la noche, y cuando los troyanos
estábamos durmiendo, Sinón pone en libertad a los griegos encerrados en el caballo que
invaden la ciudad, asesinan a los guardias, abren las puertas y dan entrada al ejército
enemigo.
10º ” El viejo rey Príamo cuando vio la ciudad de Troya en manos de los griegos, se armó con
sus viejas armas decidido a morir luchando. En un atrio del palacio encuentra a su esposa e
hijas sentadas alrededor del altar reprochándole aquel inútil gesto de valor. De pronto, ven
acercarse a otro de sus hijos, Politres, quien viene malherido y perseguido por Pirro. Éste
vuelve a alcanzarle y nuevamente le hiere expirando Politres a los pies de sus padres. Príamo
reprocha a Pirro su crueldad y éste arrastrando al anciano por los cabellos, hace resbalar su
cuerpo por la sangre de su hijo y le hunde el costado con su lanza.
11º ” Yo me despierto y veo fuego y confusión por todas partes. Procuro reunir algunos
soldados y acudo en busca de mi padre para salvarle, pero mi padre dice que no quiere
sobrevivir a su patria ni abandonar su casa. De pronto un aviso de Júpiter hace que decida
acompañarme y, cargándole sobre mis espaldas y con mi hijo Ascanio llevando el fuego
sagrado a mi lado y mi esposa siguiéndonos, abandonamos la ciudad.
12º ” Ya me acercaba a la puerta de la ciudad y creía haber escapado de todos los peligros,
cuando oí pasos detrás de mí, y mi padre me dijo: ‘Huye, huye. He visto relucir escudos y
brillar armas’. Apresuré pues mis pasos y abandoné el camino ordinario. Fue entonces cuando
perdí a mi esposa. Desde entonces nunca más la vi. Dejando a los míos vuelvo de nuevo a
Troya y encuentro mi casa destruida y llamo desesperadamente a mi esposa, pero todo en
vano.
13º ” Cuando la soberbia Troya ofrecía tan solo los restos humeantes de sus edificios
devorados por las llamas, nosotros por diferentes presagios, fuimos obligados a marchar a
diferentes puntos en busca de regiones desiertas donde pudiéramos establecernos. Reunimos
las fuerzas posibles, equipamos una escuadra cerca de la ciudad de Antandro y nos
embarcamos apenas empezaba la primavera.
14º ” Después de unos días de navegación, llegamos a las playas de las Estrófadas donde
desembarcamos. Allí habitan la cruel Celeno y las otras Arpías, después de haber sido
arrojadas de la mesa y palacio de Fineo, cuya comida le arrebataban diariamente. No
tardamos en verlas sobre nosotros y Celeno nos profetizó que: “no cercaríamos de murallas la
tierra prometida sin que el hambre nos obligara a devorar nuestras propias mesas.” Un
repentino temor nos hiela la sangre y decidimos salir de aquellos lugares.
15º ” Continuamos nuestro viaje costeando la isla de Epiro y entramos en el puerto de
Caonia dirigiéndonos a la ciudad de Butroto. Al llegar nos enteramos de que Heleno, hijo de
Príamo, reinaba en Grecia y ocupaba el sitio de Pirro, y que se había casado con la viuda
Andrómaca enlazada así por segunda vez con un troyano. Casualmente Andrómaca ofrecía
dones fúnebres en celebración de las exequias de su primer esposo Héctor en un bosque
sagrado y, al verme llegar cayó desmayada pensando si tenía ante ella a un fantasma. Al
volver en sí me relató todas sus desgracias, desde la caída de Troya.
16º
” Navegando con rumbo incierto llegamos a la isla de los Cíclopes donde
desembarcamos. A la mañana siguiente, vimos avanzar, en medio de sus rebaños, al enorme
pastor ciego Polifemo y huyendo despavoridos volvimos a embarcarnos procurando no hacer
ruido al cortar las amarras. Pero Polifemo, habiéndonos oído, trata de apoderarse de nosotros
y lanza un gran rugido que hace temblar el mar. Al oírlo toda la raza de los cíclopes acude a la
playa tratando en vano de alcanzarnos. Un viento favorable nos ayuda a escapar de aquellas
terribles islas”.
17º Dido confiesa a su hermana Ana su amor por Eneas y lo mucho que le cuesta ser fiel a la
memoria de su difunto esposo Siqueo. Su hermana le disipa estos escrúpulos diciéndole que
no debe consumir su juventud en la soledad y que sería una gran gloria para Cartago el unirse
con las armas troyanas.
18º Mercurio se presenta ante Eneas y le manda, por orden de Júpiter, que abandone a Dido
para cumplir su gran misión. Dido, presintiendo que Eneas va a partir sin despedirse de ella,
se presenta ante él y le increpa colérica. Eneas, dócil a las órdenes de Júpiter, la escucha con
los ojos bajos y le contesta: “ Nunca olvidaré la generosidad con que me has recibido, pero los
dioses me ordenan que ocupe Italia y tengo que seguir sus signos”.
19º Fingiendo que su propia crueldad la impulsa a destruir las armas que Eneas dejó en
Cartago, Dido ordena que se prepare una hoguera a la que ella se arroja después de atravesar
su cuerpo con una espada. Entre tanto Eneas se aleja con sus naves lejos de Cartago rumbo a
Italia.
20º Cuando la tierra hubo desaparecido de su vista, el piloto Palinuro, se alarmó al ver que
se preparaba una gran tempestad. Eneas le ordena que ya que estaban cerca de Sicilia se
dirigieran rumbo hacia aquella isla para buscar refugio en su puerto. En Sicilia celebraron los
troyanos grandes fiestas como conmemoración del aniversario de Anquises, padre de Eneas.
21º Mientras las fiestas estaban en su apogeo, Juno envía a la ninfa Iris a las naves
troyanas. Iris, tomando la figura de Béroe, se presenta a las mujeres troyanas, que lloran le
pérdida de Anquises, y las convence para que pongan fuego a las naves troyanas evitando que
Eneas y los suyos busquen nuevos territorios. Eneas, al enterarse del desastre, invoca el
socorro de los dioses, quienes le escuchan y envían una beneficiosa lluvia que apaga el fuego
de las naves quedando destruidas sólo cuatro.
22º Eneas, siguiendo los consejos que la sombra de su padre Anquises le había dado, se
dirige hacia el Averno para poder conversar con él. A la entrada del Averno se encuentra el río
Aqueronte que deben atravesar en la barca de Caronte. Éste, traslada a los Muertos
sepultados y no admite a los vivos más que excepcionalmente. La Sibila, que acompaña a
Eneas, convence a Caronte para que transporte a éste en su barca, mostrándole una rama de
oro.
23º Acompañado siempre por la Sibila, Eneas visita todos los lugares del Averno y ella le
conduce a un lugar donde hay dos caminos: el de la derecha conduce al Eliseo y palacio de
Plutón y el de la izquierda al dominio de Tártaro, morada de los malos y teatro de sus
suplicios. Allí se oyen incesantemente gemidos, el zumbido de lo terribles látigos y el
estrépito de las cadenas de hierro que arrastran los culpables.
24º Allí los Titanes, antiguos hijos de la Tierra, que quisieron romper el vasto cielo y derribar
el trono de Júpiter, están sufriendo el castigo después de haber sido precipitados en estos
horribles lugares por los rayos del padre de los dioses. En los dominios de Tártaro, hay
condenados obligados a empujar incesablemente un peñasco, otros se hallan sujetos a los
rayos de una rueda en continuo movimiento, mientras el desdichado Teseo, está sentado y así
debe permanecer eternamente.
25º Continuando su camino, Eneas y la Sibila, llegan por fin a los campos Elíseos y al palacio
de Plutón, morada de los justos difuntos. Pronto llegan al fondo de un verde valle y allí
encuentran a Anquises que acude presuroso a recibirles. Anquises predice a su hijo el
porvenir de Roma y la gloria que a él le espera.
26º Terminada su visita a los Infiernos, Eneas con los suyos reemprenden el viaje y llegan al
Tiber donde amarran sus barcos y desembarcan. Al día siguiente de su llegada Eneas escoge
cien guerreros, entre los mejores de sus hombres, para que se presenten ante el rey Latino
cargados de regalos. Latino recibe muy bien a los troyanos y les dice: “ Que venga Eneas y mi
mano será la prenda de mi alianza. Decidle que tengo una hija, y que sé que es a él a quien
han designado los oráculos como el yerno que designan los dioses. “
27º
Juno se vale de la infernal Alecto para excitar los celos de Turno, desdeñado
pretendiente de Lavinia, quien se prepara para la guerra y convoca a sus aliados. Eneas, por
consejo del dios del Tiber, se alía con Evandro, rey de Palántida.
28º Venus, alarmada por los nuevos peligros por los que va a correr su hijo, se dirige a
Vulcano ordenándole que forje una armadura indestructible para el héroe troyano. La misma
Venus entrega a Eneas aquellas armas prodigiosas que éste recibe sobrecogido de
admiración, pues, conociendo los acontecimientos del futuro, el dios del fuego ha grabado en
el escudo los futuros triunfos de los romanos.
29º
Aprovechando la ausencia de Eneas, Juno envía a Turno a la mensajera Iris
aconsejándole que ataque a los troyanos. Cuando los troyanos ven acercase a los guerreros
latinos su primer impulso es salir a hacerles frente; pero, cumpliendo órdenes de Eneas, se
abstienen de hacerlo. Dos jóvenes muchachos, Nilso y Euríalo, salen por la noche y,
encontrando algunos jefes rútulos dormidos logran darles muerte huyendo después.
Trescientos jinetes se acercaban entonces al campamento rútulo y al pasar por el lugar donde
estaban escondidos los dos troyanos, un rayo de luna arrancó un reflejo del casco de Euríalo
descubriéndole. Nilso, que los había visto, logra huir pero, al oír el grito de su amigo caído
prisionero, vuelve a rescatarlo muriendo los dos.
30º Turno ataca a los troyanos y éstos, furiosos, abren las puertas de la ciudad, sembrando
aquél la muerte entre las filas de los sitiados hasta que, acorralado por éstos, se lanza
armado al Tíber, cuyas aguas lo devuelven al lado de sus compañeros.
31º Con sus armas y sus antorchas encendidas continuaban los rútulos sembrando la muerte
a su paso y amenazando todas las puertas a la vez sin que a los troyanos les quedase ningún
medio de apelar a la fuga, pero ya las naves de Eneas hendían las olas durante la noche. Al
anunciarse el regreso de Eneas renace de tal modo el ardor de los troyanos que Turno y los
jefes del ejército latino se sobresaltan. Eneas se lanza contra el ejército de Turno formado en
orden de batalla.
32º Por orden de Júpiter, Mecencio reemplaza en el campo de batalla a Turno y dirige un
nuevo ataque contra los troyanos ahora triunfantes. Mecencio con una enorme jabalina en la
mano recorre orgullosamente el campo de batalla esperando a Eneas. Inmediatamente lanza
un dardo que rebota contra el impenetrable escudo del héroe troyano. Eneas le contesta
lanzando su jabalina, que después de atravesar el escudo de Mecencio le causa a éste una
terrible herida de la que mana la sangre. Mecencio, herido, monta sobre su caballo y, con sus
últimas fuerzas, lanza tres veces la jabalina contra Eneas pero siempre es detenida por aquél.
Por fin Eneas lanza la suya contra el caballo que al caer aplasta a su amo, y en esta posición
recibe Mecencio en el cuello el hierro de Eneas.
33º Eneas pone en movimiento sus tropas, desciende por las llanuras del Tíber y entabla
batalla obligando a retirarse a sus enemigos. Turno decide pelear cuerpo a cuerpo con Eneas,
pero la ninfa Yuturna, hermana de Turno, no deja que se celebre el desafío. Levántase
entonces un tumulto en el que es herido Eneas por una flecha misteriosa que nadie sabe de
qué mano partió.
34º Eneas, curado milagrosamente por Venus, vuelve de nuevo al combate. Los soldados de
Troya llenos de valor realizan nuevos prodigios, pero su jefe busca a su adversario Turno, que
huye locamente en un carro conducido por su propia hermana Yuturna que ha tomado el
aspecto del auriga Metisco.
35º Venus inspira entonces a su hijo la idea de dirigir sus ataques contra la ciudad misma
desconcertando a los latinos con su súbito asalto. Se enfrentan por fin los dos héroes y Turno
cae herido bajo la jabalina de Eneas quien le clava después su acero en el pecho causándole la
muerte.
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