EL DIA 19.07.1974 (CONT. EN HOJA 38) EXILIO-DERECHOS HUMANOS-TERRORISMO DE ESTADO-DISCURSOINTEGRACION REGIONAL-HOMENAJES Necesitamos Crear Eficaces Sistemas de Cooperación que Fortalezcan Nuestra Capacidad Negociadora: LE Palabras Pronunciadas por el Mandatario Mexicano en la Sesión Extraordinaria del Congreso en Pleno de Argentina, el día 18 En este día de ruptura cordial de protocolos, señores senadores, señores diputados, en que he tenido el honor, el privilegio de ocupar este sitial distinguido de las instituciones democráticas argentinas —que tanto me emociona, que tanto agradezco—, permítanme, antes de transmitir a ustedes el mensaje previamente redactado, rompiendo también los protocolos tradicionales para contribuir a crear el nuevo protocolo de la veracidad y de la comunicación directa, hacerles un breve relato del origen de mi visita a este gran país, y de las consideraciones que lo han inspirado. , Efectivamente, en abril de 1973 tuve la oportunidad tan satisfactoria de conversar con el señor teniente general Perón y con su señora esposa, en París. Fui invitado entonces por ellos a visitar Buenos Aires. Cuando se realizaban los preparativos de esta visita, enfermó el presidente de la República Argentina. Era natural, entonces pensar en posponer la visita a esta nación. Y cuando falleció —lo que tan profundamente sentimos en México— y algunos proponían que el viaje se pospusiera y aludían a la posibilidad de intranquilidad en la vida pública, de una detención en la marcha de las instituciones, con una gran confianza, con una gran fe en la vida cívica argentina les manifesté que, por el contrario, con tanto interés, que como lo pensábamos hace un mes y medio, pero dándole ahora un especial significado, vendríamos a Buenos Aires y estaríamos en contacto con todos sus sectores para poder ratificar ante Latinoamérica y ante el mundo, que aquí hay madurez cívica; que hay una voluntad de vivir en la libertad; que la existencia de los partidos polí-ticos se perfecciona día a día y que viejo s ideales democráticos se cumplen con el esfuerzo del pueblo argentino. No somos democracias perfectas. Estamos creando formas distintas de las clásicas en nuestra vida pública. Estamos creando nuestra vida política todos los días; pero tenemos una vocación por la libertad; creemos que efectivamente el pueblo es el protagonista de la historia. Y hemos venido, señores senadores, señores diputados, con una todavía más profunda convicción de que Argentina ratifica su mensaje de libertad en todo el continente, de que aquí hay una trinchera ciudadana; de que si bien, como en México, como en todos los continentes, en estos días de incer-tidumbre universales, de convulsiones generales, de inflación planetaria; si bien hay fenómenos de terrorismo y de violencia, como en todas partes, sabemos que recurren a estos procedimientos condenables quienes no teniendo la aptitud para lanzarse al esfuerzo, a la preparación, que significa la lucha política dentro de las instituciones, son como suicidas que se niegan a ellos mismos, dentro de la cobardía, de la clandestinidad, y que hacen pensar que en este mundo dividido, en donde grandes intereses buscan la supremacía, no se vacila, aquí como en muchos países, en utilizarlos para tratar —aspiración inútil, naturalmente— de socavar las instituciones que con tanto sacrificio se han creado; que vencen los obstáculos y los episodios transitorios que aparentemente las socavarían; y que el gran espíritu de libertad con que nacimos a la independencia, se afirma y se perfecciona. Con este estado de ánimo hemos venido a Buenos Aires; pero hemos venido, además, con una convicción cívica, que en México también se perfecciona. delitos del orden común. Conocido el contenido del mensaje, los señores senadores de la República ocurrieron a la casa presidencial. Ellos han mantenido durante muchos años una relación muy estrecha con el senador, todavía secuestrado en México; son miembros del mismo partido, son cor-diales correligionarios a través de muchos años. En el Senado de la República, como en el de Argentina, hay muy distinguidos ciudadanos, muchos de ellos que han participado en nuestro movimiento social en los últimos 8 o 9 lustros. Hay también senadores jóvenes, senadoras, que significan, con su acción, una tendencia renovadora muy importante. Los señores miembros del Senado de la República, con gran serenidad, me fueron a manifestar que habían reflexionado profundamente en la situación, y que en una balanza de precisión colocaban la suerte de su compañero, en un platillo, y los consecuencias que traería para la nación y para la marcha de sus instituciones, al ceder ante las arbitrarias, injustas, desproporcionadas solicitudes de los secuestradores: que ellos entendían que el Presidente de la República estaba pesando en un lado eso y, de otro, la necesidad de preservar la vida democrática del país, la capacidad renovadora que hay en la convivencia de los poderes constitucionales. Y me pidieron que también, con serenidad, pero con apego a las mas trascendentales normas de justicia y de defensa de los intereses del país, resolviera el. problema creado; que, ante todo, les importaba la marcha institucional del país. Querían relevarme del compromiso moral ante el Senado de la República, porque la solicitud de los secuestradores había sido dirigida al presidente de la nación. En esta solicitud de los señores senadores se le exprcsaba — cuando ellos habían conocido, a través de los medios de información— la petición que se había dirigido el día anterior. Yo los felicité, con pleno reconocimiento, por su sentido de responsabilidad; porque ellos habían medido la trascendencia de lo que iban a manifestarme y porque, junto con ellos, obviamente, pensaba en la marcha institucional. Les manifesté, sin embargo, que el día anterior —al conocer de la solicitud— había ordenado al procurador general de la República manifestara públicamente que el pueblo y el gobierno no pactaban con criminales; que era muy doloroso lo que estaba ocurriendo, pero que, ante todo, debíamos de preservar con sentido de responsabilidad cívica la marcha institucional de México. Esta fue la actitud, señores diputados y se-ñores senadores, hace unas cuantas, semanas, del Senado de la República y es el síntoma de que en México, como en la Argentina, afron-tamos obstáculos, encaramos duros proble-mas, pero que en el fondo sabemos que por sobre los individuos están los principios y que si vivimos una época llena de complicaciones, debemos disponernos todos —en estos momentos en que en todos los continentes son agredidas las instituciones constitucionales— a afirmar nuestros principios. Por ello, ustedes entienden por qué hemos venido a expresarles nuestra fe en Argentina, nuestra gran simpatía por su espíritu demo-(...) de que viniera a visitarlo. Perón ha muerto y esas multitudes que impulsaron su ascenso tumultuoso, que lo acompañaron en sus jornadas cenitales y en sus ocasos transitorios, ahora se congregan dolientes, para despedirlo. Asisto a la cita concertada. He venido a honrar a la nación argentina en 1a mcmoria del presidente Perón, quien desde el poder y desde el exilio supo cumplir su destino excepcional y murió en la plenitud de un lidcrazgo ejercido a lo largo de tres decenios. He venido a expresar mis condolencias a los representantes legítimos del pueblo argentino a la excelentísima prcsidcnta de la república, señara María Estela Martínez viuda de Perón, y a este Honorable Congreso, que hoy me recibe. He venido, por último, a manifestar la solidaridad del pueblo mexicano con las instituciones argentinas y con el.proceso político que se desenvuelve al amparo de su Constitución. Este recinto en que sesiona la representación nacional es apropiado para ratificar la confianza de mi país en las instituciones democráticas y en la voluntad popular como única fuente legitima del poder. Con simplismo o mala fe, algunos desconfían del régimen democrático. Desde perspec-tivas contrapuestas le atribuyen defectos y li-mitaciones, sea por la precaria seguridad que supuestamente ofrece a los intereses particulares, por su natural renuncia a imponer, coercitivamente, los cambios que la sociedad re-quiere. El problema es, sin embargo, más complejo. Se relaciona, en el fondo, con los objetivos mismos de l pacto social y con la escala de valores que nuestra civilización acepta. También lo es en el plano de la eficacia, puesto que la dictadura, la autocracia o el autoritarismo no garantizan mejores formas de convivencia. de movimientos secuelas. ldad Así, mecanismos otorgar Rechazamos supervivencia exigencias El es intercambios La los cooperarión Estado. insalvable proceso sus interdependencia aventura pueblos efectiva el objetivos estado a Esta En lade en propiedad de que nuestro de las yinternacionales sociales un democrático liberación idea misma vía muchas la oportunidades; representación en tesis fortalez-(...) progreso libertad de modifica cada no tiempo, desarrollo que del desde un son ha etapa no sistema sentido afirman humana compartido. creado, de casi puede el irrevocablemente supone produce nuestros de siglo formal, para simbólicas. para so-cial democrático lala llevarse es por historia. ello, XVIII, incompatibilidad ante defender interminable una supuesto, no días yno todo vinculación ejerce asegurar ano fue La niega cabo Lasus la depende puede extensa en afirmación su un estructura realización en sino intereses. su ypoder la mundo su el origen cumplir equitativa entre de al auténtica aislamiento. red decontrario todos sobre nuestra de ymás la Necesitamos una de fines su las democracia los los la los armónico lucha cometido distribución vigencia comunicaciones derechos justicia capacidad del fenómenos postula medios Hoy régimen contra en crear en depende pero ysi la de humanos, día, la el al para función de elproducción so-cialse. justicia. representativo. facilita (...) plano margen absolutismo la ninguna satisfacer yriqueza. de sistemas desocial preeminente que lala los La de renovación frontera acción animó para sus ylas de ylasus igual de los de EL DIA 19.07.1974 (ES CONT. DE HOJA 37) EXILIO-DERECHOS HUMANOS-TERRORISMO DE ESTADO-DISCURSO-HISTORIA INTEGRACION REGIONAL No constituye una indiscreción relatar a uste-des un episodio dramático, hondamente conmovedor, que revela la madurez del Congreso mexicano, y que acaeció hacer unas cuantos semanas en la casa presidencial, en la ciudad de México: En este año, junto con la renovación de varias otras gubernaturas, con apego a la Constitución, en uno de los Estados federativos de México, en el listado de Guerrero, surgió un hombre de gran arraigo popular como candidato a la gu-bernatura, Guerrero, ciertamente, en el sur de nuestro país ha tenido hondos contrastes sociales y económicos. Tiene grandes montañas —que recuerdan un poco a Los Andes— y que a veces parecen más bien separar que unir. Hay, ciertamente, un retroceso que nos duele y contra el cual luchamos: hay una menor proporción de maestros que en el resto del país. Venia proliferando, por el aislamiento, una si-tuación inequitativa en algunos aspectos de la 'vida lugareña y en la intermediación observa- ble frente al esforzado trabajo de modestos agri-cultores. Hay un contraste entre el mundialmen- te famoso puerto de Acapulco —adonde llega el gran turismo y en hoteles palaciegos se desarro-llan escenas de derroche— y un pueblo pobre que atiende los servicios turísticos. Hace unos años, un pequeñísimo grupo sub(versi)vo se internó en la sierra —imitando, extra-lógicamente, lo acaecido en otros países en donde acciones asi han fracasado— e inició una tarea de secuestro. Nunca, al hacer solicitudes a cam-bio de los rehenes, hubo una idea de contenido político, la exposición de un principio. cuando hace unos meses un senador de la Re- pública —y por eso lo relato a ustedes—, quicn como gestor social para la resolución de los pro-blemas de sus paisanos se había distinguido: que había venido luchando apasionadamente por rcsolver problemas de los campesinos y de los obreros; quien, además, al frente de la comisión del Balsas —organismo paraestatal— tuvo la oportunidad ds servir a los guerrerenses, ampliando zonas de cultivo y multiplicando escuelas; cuan-do el senador Rubén Figueroa —que pertenece a una familia incorporada a la Revolución Mexicana desde 1910— surgió candidato, se sintió con el deber cívico de ir a la sierra a persuadir a los jóvenes seudo-guerrilleros de que debían de aban-donar su actitud —esto está inmerso en un con -texto de diálogo democrático instaurado en México—. No hubo entre sus compañeros del Se-nado, entre los miembros de nuestro partido, entre los de su familia, nadie que pudiera convencer al Senador de que debería evitar la entrevista que se había dispuesto a solicitar en el corazón de la sierra. Después de algún interrcambio dificilmente realizado de cartas, se concertó la entrevista y, acompañado con un par' de secretarios, fue a la sierra a celebrar una conversación, en nombre de instituciones democráticas que, en verdad, son el único camino para realizar un esfuerzo que resuelva problemas, económicos y sociales. E! encuentro se realizó hace unas seis semanas, e inmediatamente, negando el compro- miso en el que había creído el senador de la República, consignando en la correspondencia cruzada, se le manifestó que estaba secuestra-do y que se pediría por el un alto rescate. Estas actitudes revelan, por una parte, lo que un representante popular puede hacer cuando está saturado de una mística de trans-formación: correr un grave riesgo en el cum-plimiento de un destino que se ha impuesto: y, por otro, los factores negativos que reinan en la clandestinidad. El rescate su pidió: una enorme cantidad de efectivo, armas parque —cargadores para estas armas— y la liberación de algunas pcr-sonas sujetas a proceso por la comisión de Argentina y de México habrá siempre reduc-tos, que en una u otra forma, a la larga o a la corta, contribuirán a la preservación de la ibertad y de la democracia en todo nuestro continente. Lo que hacemos no es sólo para nuestros países, siendo esto esencia: es algo que repercutirá. Son instituciones, las nuestras, en que se refugian viejas e inmortales instituciones la vocación por la libertad, inseparable, en realidad, de nuestros países. Esa confian-za debemos defenderla. Permítanme ustedes alargarme unos mi-nutos más, para relatarles lo siguiente: algunos argentinos muy distinguidos en el terreno intelectual, en distintas visitas en meses pa-sados, sabedores de que venían a Buenos Aires me propusieron mantener una conver-sación con un grupo de exponentes de las letras, de la filosofía del arte y de la cultura. Cuando por la muerte del presidente, en esta nueva etapa, en donde afuera hay incer-tidumbre, pero que no significa duda para los argentinos, en estos días que están ustedes vi-viendo, sino reafirmación de sus instituciones; cuando ese grupo pcqucño, de amigos de la inteligencia argentina, nos proponían reunir-nos, y sobrcvinieron estos días, rápidamente el grupo se fue acrecentando y mañana por la noche nos reuniremos con muy distinguidos universitarios, con escritores comprometidos por el progreso, con grandes poetas y con jóvenes escritores, con filósofos y hombres de ciencia, con rectorcs de la cultura y del pensamiento argentino, y esto se ha perfilado de tal manera que el día de ayer vino casi un centenar de escritores, de filósofos, de maestros universitarios, de músicos, de pintores, de Mé -xico, y mañana —asi como ahora ocurre— este encuentro cívico resultará inusitado, n'o sólo en la Argentina, no sólo en el continente, sino en el mundo, entre varios centenares de ex-ponentes de la intelgencia argentina y casi un centenar de individuos destacadísimos de la cultura de México, que hace unos momentos —antes de salir a este recinto— me manifes-taron que propondrían aquí en Buenos Aires, la redacción de un manifiesto por la libertad, para que de aquí saliera a los países todos de América, con la invitación de ser suscrito por los mejores hombres de pensamiento de nuestro continente. Ellos también, en estos días de crisis, de crisis de cambio —que ne-cesitamos que sea creador— romperán proto-colos. Ellos también, señores senadores, seno-res diputados, emitirán desde Buenos Aires, un mensaje por la libertad, un mensaje así, es el que yo les he traído desde México, el cual voy a comunicar a ustedes en este mo-mento: SEÑOR PRESIDENTE DEL CONGRESO, SEÑORES DIPUTADOS: Me complace rendir homenaje a esta asamblea que suma su prestigio al de una rica tra-dición parlamentaria. Agradezco sinceramente su invitación y saludo, en ustedes, a todo el pueblo argentino. Definir normas generales y concluir acuerdos específicos para estrechar nuestras relaciones y fortalecer la unidad latinoamericana, fue-ron los .propósitos originales de mi viaje. Esta tarea se enaltece ahora, con el cumplimiento de un alto compromiso político y moral. Me entrevisté con el general Juan Domingo Pcrón poco antes de su regreso a Buenos Aires. Dialogamos cordial y francamente, sobre la situación internacional y sobre las perspectivas del mundo en desarrollo. Nos detuvimos naturalmente, en el análisis de las relaciones entre Argentina y México. Fue entonces cuando me anticipó el deseo e a n nuestra capacidad negociadora. Es necesario examinar, continua y cuidadosamente, lo que ocurre a nuestro alrededor. Solo así podremos saber cuál es la disposición de las fuerzas que nos amenazan y cuáles los medios para contrarrestarlas. Ningún acuerdo duradero puede ser fincado sobre la política del poder y sobre la injus-ticia económica. Favorecer la distensión no implica ignorar sus riesgos. Para preservar nuestra autonomía, resulta tan peligroso el enten-dimiento entre las grandes potencias como su pasado antagonismo. No seremos cómplices de un equilibrio basado en la ratificación o en el simple ajuste de antiguas zonas de influencia. Luchamos, por, ser verdaderamente libres y no permanecemos indiferentes ante los intentos por organizar un nuevo reparto del mundo o imponer una nue-va división internacional del trabajo. Las naciones de la periferia han comenzado a emerger en el escenario internacional. Sus intereses no siempre son coineidentes en el corto plazo pero en cambio son semejantes, y en ocasiones idénticas, sus expectativas en el plano de historia. Su vinculación resulta, a menu-do, emotiva y superficial. Necesitamos identificar con claridad nuestros propositos, y poruna cooperación que no encubra, formas de dol minio colonial. .. 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