Transferencia y evolución de motivos caballerescos en El vasauro

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Transferencia y evolución de motivos
caballerescos
en El vasauro de Pedro de Oña:
La entrega de un vaso de oro
Axayácatl Campos García Rojas
Universidad Nacional Autónoma de México
E
l estudio de los motivos caballerescos constituye una poderosa herramienta para el análisis de la literatura caballeresca hispánica. La recurrencia de estas estructuras narrativas ha permitido establecer lo que podemos
identificar como una “poética caballeresca”; así, las recientes aportaciones
al respecto han abierto líneas de investigación sobre los géneros caballerescos en su contexto literario, histórico y cultural.1 Al respecto Cacho Blecua
señala que:
La existencia de una poética de los libros de caballerías basada en la reiteración de los motivos a distintos niveles: en el plano creativo, en la difusión
de las obras y en su recepción […]; en cada una de estas fases el empleo de
contenido narrativos codificados puede facilitar el proceso comunicativo
y mnemotécnico; al mismo tiempo permite a los autores alcanzar los más
diferentes logros artísticos: por un lado, pueden hacer de ellos un uso común,
estereotipado, por el habitual carácter convencional de tales materiales, pero
por otro, los motivos son susceptibles de ser tratados de forma singular por
su elocutio, su desarrollo narrativo, su combinatoria, sus contextos, etcétera
(2012, 21-22).
Así, es posible identificar la presencia de estos motivos en los diversos
géneros de la literatura caballeresca, ya no sólo en la narrativa caballeresca
breve, ni únicamente en los libros de caballerías, que podemos considerar
como emblemáticos y tal vez caracterizadores de la materia, sino en las
comedias, los romances y poemas caballerescos. Los motivos, con frecuencia
1
Cacho Blecua señala que los motivos constituyen un método revelador para el desarrollo de la
crítica relativa al estudio de la narrativa caballeresca (2002, 27-53), lo que ha permitido establecer
importantes análisis monográficos al atender a uno o varios motivos presentes en ellas. Asimismo,
es posible llevar a cabo estudios transversales y comparativos que comprenden diversas obras,
lo que posibilita establecer una visión panorámica del género. Son imprescindibles los trabajos
realizados por Bueno Serrano (2007 y 2012), Cacho Blecua (2007, 2012), González Pérez (2003,
2009) y Luna Mariscal (2007, 2008, 2012, 2013).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
heredados del folclore y la tradición medieval, perviven, por su uso, con
similares formas y funciones, aunque son también susceptibles de variación
en aras de las necesidades y circunstancias narrativas. Están presentes tras una
transferencia y evolución que frecuentemente constituye una refuncionalización de los mismos. En este trabajo estableceré una lectura caballeresca de El
vasauro de Pedro de Oña (Cuzco 1635), donde el estudio de los motivos que
caracterizan la literatura caballeresca hispánica será el eje rector del análisis.
En un primer acercamiento a El vasauro, lo que llama la atención es el
poder evocador de su título: como pieza central del poema, emerge la imagen de un vaso de oro. Me centraré en atender este motivo que da nombre
al poema: la entrega de un vaso de oro; analizaré los orígenes literarios que
permiten vincularlo con recipientes emblemáticos donde flota el recuerdo
del Grial y, además, aquellos referentes folclóricos y clásicos que permiten
asociarlo con trofeos, premios y obsequios maravillosos.
El estudio de los motivos caballerescos y cómo éstos fueron transferidos
al poema de Oña pone de manifiesto la función y evolución de los mismos,
así como su vigencia en la literatura colonial hispánica del siglo XVII. Busco
concluir que El vasauro forma parte de lo que llamamos poesía caballeresca
histórica y, asimismo, que esta obra sirve para ilustrar cómo la literatura
caballeresca influyó de manera definitiva en la tradición literaria más allá
del siglo XVI y de la misma novela cervantina, que supuestamente le dio
fin y remate.
Es revelador que El vasauro haya quedado prácticamente olvidado por
la crítica; son pocas sus menciones en la Historia de la Literatura e, incluso,
el acceso mismo al texto resulta difícil, dado que la única edición moderna
del poema fue elaborada por Rodolfo Oroz en 1941. Cuando Oroz estudia
la estructura del poema, opina que: “Carece […] de plan y unidad épica,
por lo que no se le puede conceder el título de epopeya, sino tan sólo de
poema histórico”, y agrega: “Al seguir el curso de los acontecimientos históricos, no siempre es fácil mantener el interés del lector, […] hay partes en
su narración en que nos cansan con largas descripciones de sitios, hechos
de armas y acciones heroicas […]” (1941, xxii-xxiii). Lo que describe se
corresponde claramente con las características de la literatura contemporánea de Pedro de Oña. Él mismo señala como comprensible que Oña haya
introducido “algunos incidentes extraños al asunto principal de su poema, a
fin de despertar nuestra curiosidad” (1941, xxiii). Esos que llama “incidentes
extraños” son precisamente aquellos episodios de tono caballeresco insertos
en la narración histórica de los hechos de la Reconquista.
Por lo tanto, considero que es necesario leer El vasauro con una perspectiva distinta a la que habitualmente se ha empleado para el estudio de los
poemas heroicos americanos de la época colonial. Propongo hacerlo como
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lo haría el público de los siglos XVI y XVII, conocedor y lector de libros
de caballerías; para ellos, la lectura de El vasauro resultaría acorde con
los gustos y valores de su tiempo, a las estructuras de la literatura a la que
estaban acostumbrados. Cuando Marín Pina estudia los motivos y tópicos
caballerescos en el Quijote advierte que:
El público de principios del siglo XVII, más habituado que nosotros a leer
libros de caballerías, sin duda alguna los reconocería con facilidad en el
Quijote y advertiría claramente los guiños y juegos de su autor. Los lectores
actuales de la obra cervantina, menos avezados en tales menesteres, pueden
seguir el camino inverso y a través del Quijote y de la mano cervantina pueden
acercarse hoy implícitamente a lo que es un libro de caballerías (1999, 857).
Con esta perspectiva, podemos hacer ese “camino inverso” y rastrear los
mismos tópicos caballerescos en otras obras áureas; así será posible advertir la proyección, transferencia y evolución de los motivos caballerescos
en la literatura hispánica del Siglo de Oro. Para los libros de caballerías,
Marín Pina puntualiza que “dentro de su uniformidad, presentan […] rasgos
distintivos propios, desviaciones de los modelos fijados como paradigmas
genéricos, de manera que a través de ellos se puede rastrear la evolución de
la narrativa caballeresca española a lo largo del Siglo de Oro” (1999, 858).
Si se adopta esta propuesta, es posible extenderla a la literatura caballeresca
en su conjunto; así, el estudio de los motivos caballerescos en El vasauro
permite definirlo como parte de la misma materia y, a través de estos elementos narrativos, el poema de Oña cobra un nuevo significado y adquiere
otro contexto literario.2
1. La obra
El vasauro fue escrito por Pedro de Oña (1570- c.1643), de quien se sabe
era natural de Chile; lleva la obra una dedicatoria al IV Conde de Chinchón,
don Luis Gerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, quien entonces era
virrey del Perú, de Tierra Firme y Chile; el poema está fechado en la ciudad
de Cuzco el 13 de abril de 1635.
El asunto de El vasauro se remonta a “cantar las hazañas realizadas
por los Reyes Católicos y glorificar las proezas de los Cabrera, condes de
Chinchón” (Oroz, 1941, xvii). En el poema se narran los acontecimientos
ocurridos durante el reinado de Enrique IV: la invasión del ejército portugués
a Castilla, los ataques a Toro y Zamora, y la defensa del Alcázar de Segovia,
2
En otros espacios dediqué sendos artículos al análisis de otros motivos en El vasauro: la doncella
guerrera (Campos García Rojas, 2012) y la Cueva de las maravillas (Campos García Rojas, 2013).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
donde destaca la valiente participación de los esposos Cabrera y Bobadilla.
Asimismo, se relata cómo tras la muerte del rey ocurre el ascenso de su
hermana Isabel al trono de Castilla. Posteriormente se narran los momentos
históricos de la Reconquista, en concreto los preparativos de la campaña para
la toma de Alhama que, tras las acciones bélicas correspondientes, el asedio,
las dificultades y la llegada de refuerzos, cae bajo el poder y mandato de
los Reyes Católicos; finalmente ocurre la definitiva toma de Granada. Los
protagonistas de El vasauro son históricos: don Andrés Cabrera (n. Cuenca,
1430) y su esposa doña Beatriz de Bobadilla (1440-1511); ambos fieles al
partido que apoyó a Isabel la Católica en su camino para ser proclamada
reina de Castilla y siempre leales también al rey Fernando.
En cuanto al género del El vasauro, su propio autor lo llamó “poema
heroico”. Sin embargo, Oroz prefiere considerarlo como “poema histórico”
(1941, xxii); consideraciones que permiten ubicarlo como parte de la literatura caballeresca áurea. El poema de Oña está fuertemente emparentado
con los poemas caballerescos y los subgéneros que se derivan de ellos. Así,
y debido a su temática histórica, El vasauro puede incorporarse a la lista
de poemas de historia nacional, donde destacan el Carlo famoso de Luis
Zapata (1566), La Austriada de Juan Rufo (1584), La Araucana de Alonso
de Ercilla (1533) y El Arauco domado del mismo Pedro de Oña (1596). El
vasauro forma parte del repertorio de lo que Pantoja Rivero llama épica
culta renacentista; queda excluido del grupo conformado por los poemas
de tema americano. Tampoco es un poema caballeresco, pues no constituye
una ficción creada ex professo con intenciones específicamente literarias,
como lo son Pironiso, Celidón de Iberia, Florando de Castilla, La toledana
discreta o el Monstruo español (Pantoja Rivero, 2004, 13-60).
Sin embargo, sí podemos ubicar El vasauro como poema heroico de tema
nacional y parte de una literatura caballeresca, que respondía a los intereses
de un grupo social todavía añorante de un mundo donde los valores de la
caballería serían definitorios de su distinción. La nobleza y los intelectuales
de la colonia encontrarían en estas obras los sueños y anhelos propios de
su estamento, el recuerdo de las hazañas que los llevaron a la conquista de
América y que, para el siglo XVII, bien funcionaban como una justificación
criolla de privilegios y encomiendas (Rodilla León, 2011). Estos ideales
alimentaron, sin lugar a dudas, “la pervivencia de la materia caballeresca
entre un grupo de lectores universitarios y aristócratas” (Lucía Megías y
Sales Dasí, 2008, 30).
En El vasauro, Pedro de Oña inserta episodios de corte caballeresco y
ficticios entre los hechos históricos de la España de los Reyes Católicos,
El autor emplea la narración de aquellos sucesos verídicos como una base
argumental sobre la que recrea las anécdotas de ficción. Para ello hace uso
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de los motivos propios de la literatura caballeresca, quizá buscando conferir
a su obra nuevas posibilidades artísticas y de difusión.
2. La entrega de un vaso de oro: recompensa y símbolo
Los acontecimientos narrados en El vasauro conforman un sólido sustrato
histórico para la composición poética de Pedro de Oña; el marco general
de la narración está definido por los hechos de la Reconquista, que le dan
sentido y contexto (Oroz, 1941, xxiv-xxx). En todo el poema se entretejen
sucesos reales con episodios literarios a través del estilo poético de Oña, que
bien sigue las tradiciones literarias de su tiempo, las tendencias marcadas
por los poetas áureos y los recursos narrativos de las obras caballerescas
(Oroz, 1941, xxxv-xciii).
Así, en determinado momento de la narración histórica se inserta la ficción, y los hechos históricos abren paso a los acontecimientos maravillosos
y extraordinarios. La inclusión ficcional ocurre de modo suave y verosímil,
no desencaja con el poema ni con los sucesos históricos; pueden entonces
ser aceptados naturalmente por el lector. Oña emplea este procedimiento
narrativo frecuentemente en su obra y otros momentos históricos también
reciben el adorno de estas invenciones; justifica y expone la naturaleza
guerrera de Beatriz de Bobadilla al recontar de los detalles ficticios de su
nacimiento y la exposición heroica que la caracteriza como una doncella
guerrera de libro de caballerías. Más adelante, para presentar el destino y
linaje de los Cabrera y Bobadilla, Oña incorpora el episodio de la Cueva del
Tiempo, definitivamente inserto en la tradición ultraterrena.
El episodio del vaso de oro se suma a una cadena de motivos tradicionales y caballerescos que confieren al poema un valor singular desde una
perspectiva poética, pero también en un sentido ejemplar e ideológico. Tras
la batalla y rendición de Alhama (28 de febrero de 1480), los Reyes Católicos
ofrecen señaladas fiestas el día de Santa Lucía (13 de diciembre), al comienzo
de la temporada de Adviento. En ese contexto festivo, los monarcas deciden
dar un obsequio especial a don Andrés Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla,
sus leales servidores.
El episodio sucede en tres momentos: la entrega del vaso, la recepción y
la descripción de éste; a través de ellos Oña despliega todo el sentido literario
y simbólico de El vasauro. La entrega está precedida por el reconocimiento
que los Reyes Católicos hacen de los servicios de los Cabrera y Bobadilla;
luego sienten el deseo de hacer un pago por ello y piden que les sea traído
un vaso de oro del que beben agua pura. Más tarde el vaso es enviado a los
marqueses, quienes lo agradecen y admiran. Enseguida describen la superficie historiada del vaso, que muestra en grabados las proezas llevadas a
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
cabo por ellos mismos y, del otro lado, observan el nuevo escudo de armas
que los Reyes les otorgan como futuros Condes de Chinchón, realizado en
esmaltes y piedras preciosas:
Con esto al Vaso van, i a la saluilla
de precio extraordinario, i obra rara;
donde Beatriz con dulce marauilla
en las historias dél, assi repara.
[…] (107: 170-171)
Por dentro de la salua está un escudo
[…] hermoso en gran manera.
Mis armas con las vuestras miro; […]
ni el Rey fauor mas alto hazer nos pudo,
que a las de Bouadilla, i Cabrera
dar orla de castillos, i leones;
los nuestros leuantando a sus blasones.
(110: 171) 3
El motivo de la entrega de un vaso de oro puede ser identificado con
antiguas prácticas rituales cargadas de simbolismo. Desde la Antigüedad,
trofeos u objetos suntuosos y emblemáticos han sido empleados como representación material y simbólica de algún suceso o condición significativos;
por ejemplo, para dejar testimonio y recordatorio de una victoria, alguna
hazaña singular o la resolución de una aventura. En el ámbito de los motivos
folclóricos, un vaso o recipiente de oro suele estar asociado con el deseo de
dar reconocimiento y valiosa recompensa o premio a alguien por determinadas acciones sobresalientes (Luna, 2013, Q: Rewards and Punishments:
Q20.1: Reward for service of god, Q22: Reward for faith); por lo general se
premia la ayuda en una batalla o el mismo objeto puede ser inspirador de
la victoria (Luna, 2013, Q80. 2(L): Sacred relics as reward (gift) for aid in
battle); premio por el éxito en un torneo o por acciones caballerescas; en
otras ocasiones, se trata de recompensas por acciones y virtudes más bien
de índole moral y religiosa: lealtad a un rey, fe, modestia, los servicios de
un héroe a Dios (Luna, 2013, D855.4: Magic [miraculous] object as reward
for faith, L200-L299: Modesty brings reward, Q: Loyalty rewarded). Los
motivos caballerescos pueden identificarse con lo que sucede en el poema
de Oña, pues los Reyes Católicos están entregando un vaso suntuoso como
reconocimiento y a modo de agradecimiento por una continuada trayectoria
de servicios destacados y valiosos.
3
Todas las citas de El vasauro proceden de la edición de Oroz (1941); entre paréntesis indico
primero el número de estrofa y, seguido de dos puntos, las páginas correspondientes.
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En cuanto al vaso y su naturaleza, es posible identificar variantes de éste
como recompensa; si es un recipiente suntuario encontraríamos: copas, platos y vasijas; para joyas: un anillo (Luna, 2013, D1171.6: Magic cup/Grail,
D1472.1.14: Magic cup/Grail/ supplies drink, D1472.1.14.1: Magic cup/
Grail, food-providing Q111.4: Gold ring as reward), una piedra preciosa,
una guirnalda, un collar o una corona (Luna, 2013, H1561.1.6 (L): Garland
as prize in tournament, H1561.1.7 (L): Necklace as price in tournament,
H1561.1.8 (L): Hat as prize in tournament, H156. 5 (L): Crown as prize
in tournament); la retribución especial también puede ser un arma: escudo,
espada y, por extensión, un escudo de armas, honores y títulos nobiliarios
(Luna, 2013, H80.2 (L): Jewels won in tournament by incognito hero carried
off by princess, H1561.1.4 (G): <Magic> shield as prize in tournament,
H1561.1.5 (L): Jewels as prize in tournament (joust), Q112.0.1: Kingdom
as reward, Q112.3. Reward: Seat next to king, Q113.0.1: High honours as
reward, Q113.6.1 (B): Duchy (and duchess) as reward); que inmediatamente
podemos identificar en el episodio del vaso de oro pues, con él, los Reyes
otorgan un título nobiliario representado por el nuevo escudo de armas.
En los libros de caballerías, con frecuencia un caballero envía o lleva
objetos y prendas preciosos a su rey como trofeos que dan testimonio de
las hazañas realizadas; la conclusión de éstas, salir airoso de ellas o del
espacio maravilloso donde ocurre la aventura, implica la consumación de
una prueba, que hay que demostrar y de la que hay que conservar pruebas
(Neri, 2007a, 113):
En el camino de vuelta desde el centro recién conquistado de la arquitectura
maravillosa hacia el exterior el caballero encuentra las señales que legitimizarán su gloria delante del mundo cortés. Y para posibilitar la “decodificación
cortés de la fama conquistada en el mundo mágico el caballero tendrá que
llevar consigo sus trofeos o, más bien, transformar el edificio mágico en
su personal mausoleo de la fama, de libre acceso y mayor eficacia (Neri,
2007b, 55).
Por otra parte, es habitual en la literatura caballeresca que un caballero
salga de la corte en busca de aventuras y desde el sitio del triunfo envíe
testimonio de su hazaña. Los trofeos varían por su naturaleza y van desde el
mismo cuerpo de un dragón vencido, alguna arqueta con joyas o las armas
conseguidas tras la aventura; en ocasiones, cuando la aventura implica la
destrucción de alguna mala costumbre y la liberación de cautivos, el caballero vencedor manda decir al rey, con quienes liberó, la relación de aquellos
hechos singulares. El caballero obtiene por sus aventuras algún premio, fama
o reconocimiento, algún castillo o territorio (Lucía Megías y Sales Dasí,
2008, 226; Neri, 2007b, 195-196).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Estas acciones suelen ocurrir en un mismo sentido: el héroe realiza la
hazaña, obtiene algo valioso y envía obsequios y testimonios a su rey (caballero > aventura > victoria > objeto > rey). Sin embargo, en El vasauro,
la estructura de este esquema ocurre en un sentido inverso: los Cabrera y
Bobadilla realizan primero las proezas, cuyos beneficiarios directos son los
Reyes Católicos, pero son los monarcas quienes reconocen el valor de su
trayectoria y por lo tanto hacen el obsequio. El esquema adquiere, entonces,
el siguiente orden: caballero > proeza > (rey) > obsequio > caballero.
La secuencia de hazañas y victorias constituye una acción prolongada
y aparentemente a largo plazo en servicio de los Reyes Católicos; nace de
la lealtad vasallática de don Andrés Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla.
Ellos no esperan, en principio, ninguna retribución; se trata de acciones
amorosas hechas por y para los Reyes. Emerge entonces la voluntad regia
que reconoce, desde su alto estado, la bondad de aquellas hazañas y las premia (Luna, 2013, Q: Loyalty rewarded, Q 112.3, Q 113.0.1, D 1171.6). Los
elementos que definen la entrega de un vaso de oro en El vasauro son los
siguientes: dador-receptor, la corte, el tiempo, el obsequio y su naturaleza.
Están presentes en la conformación del motivo y en ellos se manifiestan
las variantes que ponen de manifiesto la originalidad, su transferencia y
evolución al ser empleados por Pedro de Oña en su poema.
Sin embargo, los aspectos del esquema original del motivo se conservan,
lo que permite reconocerlos como variantes del motivo caballeresco. La
entrega del premio está presente, aunque sea en el sentido inverso al sentido
de dador > receptor o premiador > premiado; también el carácter suntuario
del objeto es reconocible como una característica que le confiere dignidad
y valor; que bien se puede asociar a los objetos que un caballero consigue
tras una aventura maravillosa. El vaso de oro es definitivamente un trofeo
para una hazaña; los Reyes han tomado conciencia de ello y hacen el magnífico obsequio (Neri, 2007b, 55; Chevalier & Gheerbrant, 2003, 338-340
y 1048-1049).
La corte
El lugar donde los Reyes hacen aquel reconocimiento es un tópico, pues
ocurre justamente en la corte. Por lo general, una corte de carácter emblemático constituye un centro neurálgico al que acuden caballeros y cortesanos
para obtener prestigio y reconocimiento (Bognolo, 1997, 154; Cacho Blecua,
1979, 142-143; Sales Dasí, 2004, 123). Como émulo de Cámelot o Gaula,
la presencia y proximidad a los reyes es definitoria: “Desde allí [la Corte]
parte el caballero tras su investidura, en busca de empresas que superar y allí
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retorna para que sus hazañas sean aplaudidas por un grupo que suele compartir su misma extracción social” (Lucía Megías y Sales Dasí, 2008, 221).
No obstante estas características comunes, para el motivo de la entrega de
un vaso de oro ocurre una también inversión, pues en El vasauro son los reyes
quienes desde su corte llevan a cabo el reconocimiento y envían el obsequio
a sus vasallos premiados. Ante los exitosos hechos de la Reconquista, los
Reyes Católicos recuerdan el apoyo de don Andrés Cabrera y doña Beatriz
de Bobadilla, reconocen su lealtad y el afecto recíproco que se tienen:
Haze siete años oy, que el buen Cabrera,
(dize Isabel) sobrando en fe, i decóro,
nos dio, lo que ninguno entonces diera,
las llaues de Segouia, i su tesoro.
tal dia leuanto por Vos, bandera,
tal dia tal corona, i cetro de oro
en vuestra frente, i mano sacras puso:
quando, a faltar Andres, triumfára Luso.
(78: 164)
Isabel invita al rey Fernando a que “pague” los servicios prestados: “Oy
pues, algún sublime premio lleue,/ que a su posteridad eterno sea:/ i vaya
el Rey pagando lo que deue; […]” (79: 164). En el momento del amanecer,
la Reina se siente inspirada y pronuncia palabras de elogio con relación a
don Andrés, con lo que justifica más aún la recompensa que desea entregar:
“i aun este sol, que oy sale asi luzido,/por solo Andrés parece auer salido”
(79: 164). El sol naciente parece un anuncio del brillante vaso de oro; justo
antes de la llegada del vaso a la escena, Isabel cierra sus elogios señalando
que, con premiar aquellos leales servicios, el rey dará ejemplo a su corte
y a sus súbditos. La Reconquista no está terminada, pero con este aliento
ejemplar, la Reina pretende reforzar los ánimos de los soldados y sus súbditos
para continuar la empresa: si han dejado el campo por las armas, habrán de
tener algún aliento que los impulse: “i nunca mano e visto Yo en labrança,/
ni sobre almena pie, sin esperança” (80: 164). La entrega del vaso de oro
es un reconocimiento individual a las personas concretas de los marqueses,
pero tiene también una función colectiva que imprime aliento y poder para
llevar a buen término la Guerra:
[…] Beatriz en tanto; viendo al sol de fiesta,
que por labrado valle, i sierra inculta
va mil doradas hebras esparciendo;
se vuelve a su marqués, assi diziendo.
(82: 165)
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Llega os a ver (Señor) por esta reja,
como en el tiempo alegre del verano
no tan azul el cielo se despeja,
ni assi relumbra el sol en monte, i llano:
ni quando allá por julio su bermeja
espiga ocupa la segante mano;
e visto que despunte por Leuante
assi fulgente lumbre, assi flamante.
Mirad como el oriente se arrebola,
como belleza en él ninguna falta;
que de oro biuo, i púrpura se esmalta
riendo se me está la inmensa bola,
que desde aquí descubro: i aun me salta
de gozo el coraçón. Ay dueño mío,
oíd me, i no temas que desuario.
(83-84: 165)
El tiempo
La entrega del vaso de oro está poderosamente caracterizada por el espacio y escenario en que ocurre; sin embrago, el tiempo también define el
motivo. La mención del momento específico en que sucede la entrega tiene
implicaciones altamente significativas en el poema.
La mención de la fecha, temporada o festividad, sobre todo religiosa, en
que está presente el motivo y en que ocurre la aventura tiene raíces reconocibles en la literatura artúrica. En estas novelas, la aventura suele comenzar
cuando el rey Arturo, sus caballeros y su corte están reunidos en Camelot y
es justamente un día especial, marcado por una celebración emblemática:
el día de Navidad, la Pascua o Pentecostés. La aventura llega a la corte, no
son los caballeros quienes salen a buscarla.4
En El vasauro la corte de los Reyes Católicos está reunida en fiestas
cuando comienza la temporada de Adviento y el regalo del vaso de oro se hace
justamente el día de Santa Lucía; la Santa está presente en las intenciones de
los monarcas y es inspiración ejemplar que consagra la entrega del vaso, las
acciones de don Andrés Cabrera y la voluntad religiosa del reconocimiento.
4
Para el motivo de la festividad en la corte que antecede a la aventura es posible advertir algunos
ejemplos: “[…] en una fiesta de la Ascención había reunido el rey Arturo su corte” (Troyes, 2000,
47); “Arturo […] al llegar la fiesta que llamamos Pentecostés, la celebró […] reuniendo a su corte
[…]” (Troyes, 1984, 23); “El día de Pascua, en primavera, el rey Artús había reunido la corte […]”
(Troyes, 1987, 3); “Pasaba este rey en Camelot los días de Navidad, en compañía de […] buenos
señores, vasallos muy nobles y miembros de la Tabla Redonda […]” (Troyes, 1987, 20).
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Además de la fecha en que se celebra a la santa, se menciona las palmas que
ganó con su martirio, la luz de su fe y cómo todo esto está representado por
los ojos que le fueron extraídos, con la consiguiente ceguera. Luz y ceguera
simbolizan la fe católica del Marqués de Moya, quien, además de su virtuoso
catolicismo, profesa una fe y una entrega ciegas a los Reyes Católicos:
[…] Mas de un dia
a sido esse cuidado, mi desuelo:
mas oy; que celebramos de Lucía
dos palmas que ganó, bolando al cielo;
haré (si desde allá su luz me guía)
que digno alcance Andres, alçando el vuelo,
una merced luzida: i que a sus alas
aya en almenas pies, como en escalas.
(81: 164)
Durante la fiesta, el rey Fernando solicita al copero que le sirva agua en
el vasauro, de donde él y la reina beben. Distingue Oña la pureza del agua
frente al vino, que de inmediato es asociada una vez más con virtudes como
Lealtad y Fe (Luna, 2013, D 1472.1.14 Magic cup/ Grail/ supplies drink,
Q Loyalty rewarded):
Fernando, de una seña preuenido,
habla en silencio grave a tres criados:
offrecen le de inojos limfa pura
que siempre de veneno esta segura.
No el generoso vino, que trasiega […]
templado Rey, pues freno pone al gusto;
i si templado, en visperas de justo.
(92-94: 167)
El vaso de oro es también emblema y símbolo de los servicios prestados
por los Marqueses, pero el arte maravilloso con que está decorado y el oro
mismo son testimonio de trascendencia, del deseo de fama y gloria perdurables a través del tiempo para el linaje de los Cabrera y Bobadilla. Así y
por extensión, en El vasauro está plasmada la postura y el elogio político de
Pedro de Oña al linaje del virrey descendiente de los Marqueses:
Direis que áureo Vaso, en áurea gloria
de su porsteridád ilustre, queda;
porque (jamas cansada) esta memoria
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
irá de Nos pasando al que suceda:
como sujeto, digno de alta historia,
que el tiempo gastador borrar no pueda,
i que este casi féudo le pagamos
lo que por él pacificos reynamos.
(98: 168)
Los Reyes han bebido del mismo vaso de oro, han compartido en él agua
pura y así lo entregan a don Andrés Cabrera; el vaso es muestra magnánima
de la generosidad regia, pero también señal visible (gesto) y prenda tangible
de que los Reyes comparten algo cercano e íntimo con ellos. El vaso del
que han bebido Isabel y Fernando constituye una suerte de reliquia o trofeo:
Direis le como aquí los dos bebimos
(por dar le aun mas honor) cristal corriente;
i que con esto en símbolo dezimos
su clara fe, su pecho transparente;
su manantial amor; no de racimos
pisados en lagár; sino de fuente,
que dio a la tierra vida con su riego,
frescuras a la siesta, i muerte al fuego
(99: 169)
El escudo
Por su parte, al momento en que los Marqueses de la Moya reciben el
vaso, se encuentran comiendo frugalmente pues es tiempo de Adviento; el
comer ligero de los homenajeados pone de manifiesto su modestia, sencillez
y religiosidad ejemplares: “Andrés; que igual con ínclito decoro / recibe la
embaxada, i Vaso de oro” (103: 170). Tras la recepción, don Andrés manda
decir un cortés agradecimiento a los Reyes y doña Beatriz se ruboriza:
“bañando en purpura la nieue del rostro; ufana está, pero serena: […]” (105:
170). La dama es digna, pues sabe recibir la recompensa y se siente satisfecha. Elogia a su marido y agradece también, en su día, a Santa Lucía. La
lealtad del Marqués a los Reyes es tanta, que constituye en sí una fe ciega;
como la Santa, al perder los ojos y con ellos la vista, adquiere la luz de la fe.
Con ello, la trascendencia del obsequio y de la fama vuela y permanece para
ellos y su linaje: “[…] que sobra en ti la luz, pues das los ojos” (106: 170).
La entrega del vaso de oro tiene otra variante; más valioso que el mismo
vaso, los Reyes obsequian a don Andrés y doña Beatriz las nuevas armas
de lo que será más adelante el Condado de Chinchón. El vasauro es la mera
representación y testimonio de aquel reconocimiento, de aquel premio y
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35
pago por sus servicios; constituye un documento de legitimación. En uno
de sus lados, el vaso esta historiado y presenta en grabados un programa
iconográfico donde es posible leer las proezas de don Andrés Cabrera y doña
Beatriz de Bobadilla, lo que justifica y da validez al título recientemente
otorgado. En el otro lado del vaso, se observa el nuevo escudo de armas
sustentado por Castilla y León.
El vasauro es un motivo caballeresco que reúne los elementos caracterizadores de trofeo y tesoro como premios, pero también sintetiza la práctica
regia de premiar con títulos nobiliarios. No son infrecuentes en los libros de
caballerías los episodios donde el rey otorga títulos y concierta matrimonios,
por ejemplo en Las sergas de Esplandián y Tristán de Leonís; práctica habitual que, ya en tiempos de Oña, constituyó un clientelismo influyente bajo
el que se definía la política de las cortes europeas modernas.
Don Andrés y doña Beatriz admiran el vaso de oro, su arte, el cuidado y
la belleza con que fue labrado. Se trata de un ejercicio de écfrasis descriptiva con interpretación (Pimentel, 2001). Las miradas de los Marqueses van
narrando todos los detalles del obsequio y, así, con las miradas van surgiendo
los textos que lo adornan. En una primera etapa descriptiva, los Marqueses
leen en el vaso los hechos singulares en que ellos participaron (114: 172);
se maravillan y alegran de verse ahí representados:
Con esto al Vaso van, i a la saluilla
de precio extraordinario, i obra rara;
donde Beatriz con dulce marauilla
en las historias dél, assi repara.
Marqués, Marqués mirad me aquí a la orilla
del Duero en mi xamúga, i con mi bara,
i mi disfraz de incúlta labradora
lleuár el gran despácho a mi Señora.
(107: 170-171)
Beatriz de Bobadilla reconoce su actuación como doncella guerrera
cuando defendió a la Reina ante el atentado de un moro fanático; asimismo,
el momento en que don Andrés entregó las llaves de Segovia al rey Fernando y también la victoria sobre el ejército de Portugal (108: 171). La
lectura y descripción de las hazañas bélicas es breve, acaso mencionada
por los personajes, pues han sido narradas en otros momentos del poema.
A continuación, los marqueses reparan en el escudo que también decora la
salvilla del vasauro:
Por dentro de la salua está un escudo
(añade Andres) hermoso en gran manera.
36
HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Mis armas con las vuestras miro; i dudo
si mas contento en mi, caber pudiera:
ni el Rey fauor mas alto hazer nos pudo,
que a las de Bouadilla, i Cabrera
dar orla de castillos, i leones;
los nuestros leuantando a sus blasones.
(110: 171)
Andrés y Beatriz advierten que el escudo de armas que decora el vaso es
nuevo: Es la suma del de Cabrera con el de Bobadilla en uno solo; con una
orla de castillos y leones. Nace, así, el escudo del Condado de Chinchón, que
levanta y sustenta en fiel servicio al de Castilla y León. Beatriz de Bobadilla
se apresura a señalar que, con ello, los Reyes no hacen desigual obsequio,
pues con algo grande pagan los también grandes favores y servicios que
ellos les han dado:
No es buelo desigual; si a pocos dado;
(dize Beatriz) ni vuestras alas temo
al fuego deste Sol, que os a çercado,
i os vio sublime; aunque él está supremo.
El Rey os paga (viéndose obligado)
una extremada fe con otro estremo:
i un alto priuilegio es bien deuido
a quien con ley tan alta le á seruido.
(111: 171)
Alude a Ícaro, pero invirtiendo el mito: doña Beatriz no teme que este
ascenso de don Andrés con alas hacia el sol, que es el Rey, corra peligro, sino
que comprende y justifica que es bien merecida la recompensa obsequiada.
La Beatriz de Bobadilla histórica efectivamente pudo haber tenido aquellos
alcances ante su ufana gloria; sin embargo, es más la Beatriz recreada en
la ficción quien celebra y refuerza su linaje con el reconocimiento de los
Reyes. Una dama que desde el pasado histórico de su propio descendiente,
el virrey don Luis Gerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, elogia su
propia fama. Es Pedro de Oña celebrando a su mecenas y las añejas proezas
de su linaje. Beatriz insiste en que el Rey vive en paz gracias a don Andrés
Cabrera y subraya que lo hace manifiesto con el obsequio de armas y con
el vaso mismo del que bebió el monarca: “[…] oy viue, oy beue en paz por
vos, no a caso/ sus armas oy os da, i su mismo vaso” (112: 172).
La participación femenina en El vasauro es significativa. Si bien por un
lado Beatriz parece permanecer al margen de las glorias de su esposo, sí
apoya la recepción del vaso, la justifica y hace comprender al Marqués que
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37
son merecedores de aquel valioso objeto y de la recompensa regia. Por otra
parte, también la reina Isabel es quien parece orquestar aquel reconocimiento
a los Marqueses:
Boluamos a loar estos primores
del Vaso; si ay quien digno los alabe:
pues quanto aquí esta en cifra, i no confuso;
por traça de la Reyna se dispuso.
(113: 172)
Enseguida doña Beatriz describe la parte del nuevo escudo que corresponde a las armas de la familia Cabrera señalando cada uno de los elementos
heráldicos que lo componen (ver ilustración): cortado: el primero partido
de gules (rojo) con un castillo de oro aclarado de azur (azul obscuro) y de
plata con un león de púrpura (Castilla-León); el segundo en campo de oro
una cabra de sable (negro) y bordura crenelada del mismo color:5
Que bien sacado escudo, que vistoso
(Beatriz prorrumpe) aquí se representa;
ayre gentil por cierto, i gárbo ayroso
con una Magestad hermosa, ostenta.
Quan bien cortado un pal, i quan lustroso;
mediantes el que dora, i la que argenta:
i el góles con el bláo. Colores bellos
según su aplicación, que es alma bellos.
(116: 173)
Este quartél de arriba; que partido es
en fránge, su lugar occupa diestro
con la corona de oro en el teñido
campo azul; ya se que es propio vuestro.
El oro aquí a lo menos no es fingido
por la delgada mano del maestro:
aunque a faltar la veta de oro fina;
pudiera de ser primor hallár la mina.
(117: 173)
5
DRAE: Pal: (Del fr. pal, y este del lat. palus). 1. m. Heráld. Palo o partición y mueble del escudo.
Gules: (Del fr. gueules). m. pl. Heráld. Color rojo heráldico, que en pintura se expresa por el rojo vivo
y en el grabado por líneas verticales muy espesas. Azur: adj. Heráld. Dicho de un color heráldico:
Que en pintura se representa con el azul oscuro, y en el grabado, por medio de líneas horizontales
muy espesas. Blao: (Del a. al. ant. blāo). adj. Heráld. azur. Sable: (Del fr. sable, y este del eslavo sable,
marta negra o cebellina; en b. lat. sabellum). m. Heráld. Color heráldico que en pintura se expresa
con el negro, y en el grabado por medio de líneas verticales y horizontales que se entrecruzan.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
En el quartel de abaxo la pequeña
cabra trepando va sobre un agudo
picacho; i por temer que se despeña,
doy súbita las manos al escudo.
de sáble piel se viste, aunque desdeña
el pauimento de oro; i con pie rudo
lo pisa, sin mirar que tenga en torno
siete batallas negras por adorno.
(118: 173)
Don Andrés continúa la descripción del lado izquierdo del escudo, que
corresponde a las armas de la familia Bobadilla (ver ilustración 1): cuartelado: el uno y el cuarto, en campo de gules (rojo) un águila de plata; el
segundo y el tercero, en campo de plata una torre de piedra por cuyas puertas,
ventanas y almenas salen llamas de fuego; la bordura del escudo jaquelado
de Castilla y León:
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Buele (prosigue Andrés) a quendo aguardarás?
i aqui el siniestro lado attenta mira
las dos de tu abolório torres pardas;
i el rubio fuego, que una, i otra espira.
Bolar se ven tus Aguilas gallardas;
i a penas de su buelo se retira
aquella nube, aquel tan alto cielo;
después que diste plumas a su buelo.
En campo estan de sangre, i son de plata:
porque el caudál valor de tus Passados
sangriendo corre, i claro se dilata
del Duero al Po con hechos argentados.
Por ver en tus mexillas la escarlata
quiero alabarte. O siglos esperados
florezca ya un heróico estilo, i terso;
que pueda con Beatriz honrár su verso.
(119-120: 173-174)
La descripción del vaso se cierra con las palabras de doña Beatriz, quien
reflexiona y dice a don Andrés que aquel obsequio, preciada joya, será un
recordatorio que celebre la fama y proezas de los Cabrera y Bobadilla. Evoca
hacia el futuro los versos que algún poeta llegue a componer celebrando esta
gloria y fama. Alude, así, al mismo Pedro de Oña, quien se anuncia como el
poeta que llamará al vaso y a su poema El vasauro:
Amigo, (ella responde) ya llegasse
un cisne, (si tan alto alguno buela)
que, próximo a su fin, de vos contasse
a sombra de Fernando, i de Isabela:
O, si este vaso de oro celebrasse
con pluma, si no iguál, de antigua escuela;
i de verdad ceñido, en vez de lauro;
diesse a lo escrito, nombre de Vasavro.
(116-121: 173-174)
Aunque Oña pone en boca de doña Beatriz el anuncio de su futura
creación poética, inserta una captatio benevolentiae cuando en paréntesis
advierte: “[…] ya llegasse / un cisne, (si tan alto alguno buela)” (121: 174),
para referirse a sí mismo como poeta que canta los hechos y proezas del
Virrey y sus ancestros.
40
HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
En conclusión, el estudio de los motivos caballerescos en El vasauro
ofrece una significativa posibilidad de análisis e interpretación. Atender estos
recursos narrativos permite ubicar la obra no sólo en su contexto áureo y
virreinal, sino también establecer y reconocer los vasos comunicantes entre
los poemas caballerescos, específicamente los históricos de tema americano,
y el resto de la literatura caballeresca. El vasauro y las obras de su género
fueron precisamente el crisol donde los motivos caballerescos continuaron
su desarrollo y evolución; permitieron, además, establecer nuevas lecturas
y posibilidades de recepción.
A través de ello, El vasauro cobra un sentido ejemplar al dar señal e
indicaciones de una conducta ideal para la forja y fortalecimiento de un
linaje noble, apegado a los referentes, méritos históricos y al bien hacer de
las obligaciones caballerescas y corteses, siempre con devoción cristiana
y lealtad absoluta a la Corona. El motivo de la entrega de un vaso de oro
conserva elementos significativos procedentes del folclore, pero también de
la tradición caballeresca, que bien pueden rastrearse en la materia artúrica y,
en concreto, en los libros de caballerías hispánicos. El motivo que alude al
reconocimiento y premio por las hazañas realizadas cobra en El vasauro un
sentido caballeresco, pero también ejemplar y legitimador de un linaje. Pedro
de Oña, a través de elementos maravillosos y de este episodio de tintes casi
maravillosos, canta las proezas del Virrey a quien dedica su poema. No sólo
lo hace como se haría en costumbre a un mecenas, sino en y con la misma
obra celebra las glorias y fama de los antepasados de su señor.
Pedro de Oña toma los motivos presentes en la literatura caballeresca y
los reelabora, los ajusta y emplea para los fines de su obra. El estudio de los
motivos caballerescos en El vasauro arroja otros motivos aún pendientes de
análisis: la fuga mundi y la vida pastoril, la guerra y los ejércitos, el requerimiento amoroso, la doncella enamorada y el amanecer mitológico. A través
de estas observaciones es posible identificar cómo la tradición caballeresca
hispánica configuró, más allá de los límites cervantinos, la literatura colonial
del siglo XVII, cuando las hazañas de caballeros andantes y las insospechadas
aventuras maravillosas tenían todavía vigencia y aún eran alimento para las
damas y los caballeros lectores de las cortes virreinales en la América hispana.
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Resumen:
Este artículo propone una lectura caballeresca de El Vasauro, donde el estudio de los motivos
caballerescos es el eje rector del análisis. Tras una revisión del uso y adaptación de estos motivos,
el artículo se centra en atender el motivo que da nombre al poema: el obsequio de un vaso de
oro. Se pone de manifiesto la función y evolución de estos recursos narrativos, heredados de
los libros de caballerías, y su vigencia para la literatura colonial hispánica del siglo XVII. Se
concluye que esta obra ilustra cómo la literatura caballeresca influyó en la tradición literaria
más allá del siglo XVI y de la misma novela cervantina que supuestamente le dio fin y remate.
Palabras clave:
Vaso de oro, épica renacentista, Reyes Católicos.
Abstract:
This article analyses El vasauro by Pedro de Oña paying particular attention to the motives that
characterize the Hispanic chivalric literature. After reviewing the use and adaptation of these
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motives, the article also focuses on the one that names the poem: The gift of a golden vase,
and its literary and traditional origins. The study of the chivalric motives, and how they were
transferred to El vasauro, illustrates the function and evolution of these narrative resources
inherited from romances, and how they are still valid in the Spanish colonial literature of the
XVIIth century. The article concludes that El vasauro illustrates how chivalric literature definitely influenced the literary tradition beyond the XVIth century, and even Cervantes’ novel.
Keywords:
Golden base, epic, Catholic Monarchs.
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