MEJORES ñUTDRES LA AULULARIA, LOS

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MITIHUOS Y MOOCRnOS
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LA
AULULARIA,
LOS CAUTIVOS
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Dante. — T »&B0 — PsJ o v e lia a o s ............. 41<80>8i
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F ra y L o o « de V e ^ a . •.
25 Ventura R. A (p :il« r a ..
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Z o r r illa .......................
26 Marco P o lo ...................
Q u e v e d o ........... 27-36-91-94 C ristóbal C o t ó a . .. . .
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La perfecta casada.. . .
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87 Lope d e V e n - — Nave*
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Lope.— N letod e U o U iiB
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C a s tille jo ......................
89 D em óstenesy Esquines
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BIBLIOTECA UNIVERSAL
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TOMO CXVI
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LA AIjLÜLARIA
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LOS CAUTIVOS
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Campuaoio, im praor. P l u » del Biwnbo, 4
PLAUTO Y SU TEATRO
^ A C IA
el año 527 de la fuadación do
Roma, según la opinión más común, ó sea
el 226 antes de nuestra era, nació en Sarsinia, hoy F o r li, oindad de la Um bría, el
popalarísimo poeta, padre de la
oomodia
romana, T . M a c c io P l a u t o (1 ), gloria del
teatro latino y uno de esos genios de pri*
mera magnitud que, para bien de la huma*
nidad,aparocende tiempo en tiempo,dejando
siempre tras sí, á manera de estela inextin­
guible, testimonio eterno de su paso por el
ciclo del arte. Nada se sabe acerca de la
familia y de la niñez del poeta. L a s prime­
ras noticias que de él tenemos coinciden
con su aparición en la escena literaria. Muy
(1) Ritschl y Hertz, siguiendo el palimpsesto
de Milán, sostienen que el nombre de nuestro
poeta es maccius y no M. Áccitta, como se le ba
Üañaado generalmente.
joven aiÌD debió de llegar á Roma, pues
ooojetúra^e que aloaDZÓ sos primeros laure­
les escénicos á l&odad de diecisiete años.
Consagrado á ettoribir comedias, que ven­
día á buen precio á los ediles encargados de
las fiestas públicas, y píendo él á menudo
representante de sus propias obras, llegó á
ser muy luego empresario de aquollaa re­
presentaciones, tan en boga á la sazóo. Va­
lióle esto desde un principio considerables
ganancias, que fueren base de una gran fo r­
tuna, si desgraciadas especulaciones mer>
cantiles, según unos, ó su mucha prodigali*
dad en los aparatos pomposos y magníficos
con que adornaba
bus
representaciones t-ea-
trales, según otros, no le hubieran traído al
apurado trance de presentarse en quiebra,
como diríamos h o y , viéndose reducido á
poco, por virtud de la ley romana, á la du>
risiiaa condición del esclavo. Las D o ce T i ­
bias, de severidad draconiana, disponían que
el que DO pagase eoo dinero á su acreedor,
lo pagara oon su persona; y el gran poeta
ae vió de pronto sumido en repugnante ser-
vidumbrc, acibarada doblemente {>or la esto­
lidez de su antiguo acreedor y ahora des­
piadado amo, que lo obligó á trabajar eo laa
rudas faeoas de un molÍQO ( 1).
L a servidumbre no apagó la llama de su
gen io, y es fama que en tan precaria situa­
ción compuso algunas de sus obras, con
cuyo producto logró comprar su libertad,
estregándose desde entonces nuevamente y
por entero al te a tro , robustecida ahora su
poderosa inteligencia con el profundo cono­
cimiento de las íoñmas clases sociales que,
merced i su espíritu observador, proporcion irale, durante ei periodo de su servidum­
bre, el roce é íntimo trato que hubo de
tener coa ellas.
Cuando P l a u t o nació á la vida del arte
encontró la escena romana todavía en un
estado de atraso grande, si bien en oondi*
uiones muy
favurables de progreso y de
(1) L o que Au lo (j^eliotrae sobre este pun­
to difiere en algo de lo que en el texto consig­
namos, sigoienao el parecer de respetables crí­
ticos molemos.
perfección, merced á la semilla qtie veinte
afios atxás arrojara en aquel aüelo livin
Andrónico, aportando á la entonces bárbara
Italia el artístico drama griego, el cual,
dando al traste con los antigaos juegos Jescenninos y con las farsas atellanas, logró
atraer bácia sí toda la atención de los roma­
nos, y operó profunda transformadón en las
ideas, en los gustos y en las costumbres;
siendo este momento, puede decirse, el en
qne se despierta en Roma el gnsto por las
artes y por ias letras, y comienza el periodo
de las civilizadoras importaciones de la cien­
cia y el arte belénicos.
Pero de todas estas importaciones, nin*
gnna fné tan popular ni alcanzó tan gene*
ral éxito como la comedia; y oo la comedia
a n ü ^ a ática, la comedia política, librey llena
deardimiento, al modo, corte é intención de
las de Aristófanes, que,ensayada por Nevio,
costara al valiente poeta la cárcel y el des­
tierro; sino la media y la nueva comedia,
la de los poetas de la Grecia esclava, la co­
media de Menandro, de Demófilo, de Epi-
charmo y de FilemÓD, que era por entonoos
]a úoioa posible ea la esoeca romana. N o se
verá en ésta al patricio activo y orgnllosoy
ni ¿ la noble y grave m atrona; qne ni la
(liviaión de castas ni la majestad del duda*
(laDO romano, podían conseotir tales a tre v imienios. Tipos y personajes de otra estofa y
laya, y aun éstos, vestidos siempre oon ro>
paje extranjero,eran los üaicos de que podía
disponer e l pueta dramático. Pues en tan
ostrcohos límites, y oon tan escasos elemen*
tos, P l a u t o , el fecundo P l a u t o (1 ), supo
(1) £n tiempo de Yarrón se atribuían á
P la u t o haüta 130 comediM, número que su es*
quisita diligencia redujo í 21, considerando
a^crífas traas las áemás. Los títulos de di­
chas 21 comedias, llamadas varronianas por
Au^o Gelio, son:
L a AvlulÁña y Loa Cautivos, cuya traduc­
ción castellana comprende el presente tomo; el
A i^ r ib n , la Asinarta. Curculixtí, Casino, Cisfe'.laria y Epidicua. }Cstas ocho, conocidas de an­
tiguo. Lh^ 18 restantes fueron descubiertas á
mediados del ^iglo xv, y sus títulos, que se con­
forman con los que ya conocíam e por Varrón,
rion los sieuicnte.s;
B\a:h%M8, MeniMchmi, MosteUaria, M iUi/glo-
’•ioaus ícl soldado fanfarrón), Mercator^ Paeuliolug. HanuUu,Persa, R uden9,íitichu».,Tñnum '
mus, TruciAentus y Vidularia, JDc esta última,
moverse con desembarazo, crear, á pesar de
lo poco complicado de la fábnla escénica de
cntónoes, situaciones interesantísimas, im*
primir á la acción gran movimiento y vida,
y animar á sus personajes con todos loa
atractivos de la realidad. Y todo e^to, lleva­
do á cabo con tanto conocimiento del cora*
zón humano, con tal ingenio, con tanta sal,
con tal amenidad, gracia y soltura en el diá­
logo, y oon tan esquisita vis có m ica , qno el
pueblo se encantaba con aquellas escenas,
deleitábase en aquellas delicadezas de Icn*
guaje y pureza de estilo, y aplaudía entu­
siasmado y fuera de si los chistes de todo
género, gracias y donaires quo matizan las
obras del aaladísimo poeta; á cuyas riquí­
simas preseas y á cuyas geniales virtudes
hay que atribuir forzosam ente, no solo el
que el nombre de P l a u t o haya pasado á la
que existía aiin en algunos muniiscritos del si glo X V , sólo quedan hoy unos pocos varsos.
Au<o Geliu cita los títulos de uiiiuu comedÍH»
inátí, iiue considt ra como auténtica» de P l a u t o .
Pero ue ninguiia de ellas bxisto eino a’gún qutotro fragmento-
])Osterida(l rodeado de eteroa gloria, » íq o
también el fenúmeuo, nada común por cier­
to, de qae sos obras hayan servido y sirvan
de modelo á los más grandes poetas oómi*
eos de todas las naciones. £ se es el verda­
dero genio, y esas son sus conquistas. K 1
oscuro poeta de Sarsinia, el esclavo de ayer,
sin mecenas (q u e entonces no abundaban,
ni en el teatro fueron nunca eficaces), sin
más auxilio que e l de su propio valer, ayu­
dado sólo de su inspiración fecunda y bri­
llante, logra obtener, como poquísimos poe­
tas, los aplausos frenéticos de un pueblo
que le adora y á quien tienen sojuzgado su
arte maravilloso y su soberana fantasía, y
hacerse admirar
á
través de millares de
aüM, y en el seno de sociedades como ias
de ahora, tan distintas y separadas de aque­
lla, aún más que por los siglos, por las ios*
títuciones, por las costumbres y por las
creencias.
Aunque
Pz^aüto siguió las huellas de
Menandro y demás poetas griegos de la
nueva com edia, no fué nunca traductor ser-
T Î l do las obras de tquellos ingcotos de la
escena helénica. Tomaba, si, de sns modelos
los personajes y aún los argumentos, pero
los acomodaba con notable originalidad á
los nsos y cestumbres del pueblo romano;
por lo qne puede decirse con toda verdad
que en el teatro de P l a ü t o lato el espirita
de Roma. T no podía menos de ser así, por*
que esta fné la constante intención del poeta
al pensar sus obras, siendo palpable e l es­
tudio que pone en que, tras e l ropaje griego
de sus oomediaa, se vea siempre y adivine,
hasta por los más miopes de entendimiento,
la sociedad romana. P o r esta razón la lec­
tura de P l a ü t o , como la de los grandes
dramáticos de todos los tiempos, es, no solo
útil bajo e l punto de vista del a rte , sino
también como fuente de conocimiento para
el estudio de la historia.
Hánse lanzado contra el poeta de Sarsinía graves censuras por la excesiva licen­
cia de sus diálogos, que de consano conde­
nan la moral y el decoro. Las censuras, á la
verdad, son justas, y no es p 4» i b l e disonl-
parie; defenderle sí, y su defensa más cum­
plida queda hecha oon sólo presentarle á
nuestra oonsidcraoión por el lado bueno ;
simpático. Como su contemporáneo el severo
Catón, PL.\irro duélese constantemente do
la pérdida de las soncüias antiguas oostum*
brea, esmalta sus obras con las sentencias
más puras de la moral antigua, lanza atre­
vidas sátiras oontra los dioses del paganis­
mo, proclama e l dogma de la Frovidenoia,
haoe que humildes siervos den públicas lec­
ciones de ju s tid a á los Senadores y i loa
optimates, delata las intrigas que abren el
camino del poder, combate la disipación y
el liyo, censura con vehemencia las inhu­
manidades que se cometen oon los míse­
ros esclavos; en suma, procura inculcar en
la juventud romana toda suerte de nobles
sentimientos y un puro y santo amor á la
libertad y á la patria, proclamando elocuen­
temente que no perece nunca en la memoria
de lo 8 hombres elqu em u ereporla virtud ( 1 ).
(1) <<iuipervirtutem peritai,n(m interit,i--C a w t t i, act. n i, e«c. v, v. 683.
Afládftfic, que sn alma honrada muéstraee llena de regocijo onando, como auccde en el interesante prólogo de tino de
sus dramas más bellos y morales, se le pre­
senta ocasión de decir á los espectadores:
t A q u i no vais á c i r versos cin>cos;m i contédia es un cuadro de huenas c o s tu n ^ e s . >
Murió el padre de la comedia romana el
año 154 antes de J. C., y en edad bien
avanzada, si no hay error en esa fech a qoe
Cicerón nos ha trasmitido. Com o N ev io y
como E d o ío , y como más tarde T ib u lo y
otros poetas, P l a ü x o dejó escrito sb propio
epitafio, que nos ha conservado el autor de
las Noches áÜcus, apoyado en la autoridad
de Yarrón , y en el cualse dioe que D e s ^ a
de la m u erie de P la u to , ¡a Com edia Hora,
la £scena queda de ie rta , y la B is a , los
Juegoa, las O ra d a s , la Poesía y Ja P ro sa ,
derram an á la p a r copiosas lá grim a s ( 1 ).
(1)
Postquam morte captvìst Flautus. Conuh
[ dia luget
Stma est deserta; dein lìisus, Ludu\ Jocusgue
E f numeri Innumeri simul omneseouacrumarunt
(A u lo C^elio, i^cap. x x iv .)
A pesar de los grandes merecimientos de
P 1.AUT0 , Horacio calificaba á sut« antepasa­
dos do «excesivam ente indulgentes, por no
decir estúpidos,» al tributar sus aplausos y
al hacer objeto do su admiración al aroáioo
po«ta de la Umbría. L a po.steridad, des­
oyendo en este pnnfco al legislador del P a r ­
naso, ha vengado de tan injusto desdén al
gran fundador del teatro romano, yéndose
al partido de Cioerón, entusiasta admirador
de ia vigorosa fraee plautina, y cuya delicia
la constituyeron las inmortales comedias del
poeta; de Á u iio G eiio, que le apellida orna­
mento de la lengua del Lacio, y do Yarrón,
que afirmaba, al decir de Quintiliano, qno
las musas quisieran hab'ar la lengi-a
lalin^. e'egirian la exp¡esiva Ic'gua de
Plauto.
si
N o fueron solamente los contemporáneos
del egregio poeta los que tributaron aplau­
sos y elogios mcreoidísimos á sus soberanas
dotes y á su genio oolosal. Si en su tiem ­
po alcanzaron sus obras éxitos prodigiosos,
estos éxitos se agigantan con la gloría in-
signe que ha cabido á P l a u t o de aegair
ejerciendo en el arte dramático poderosa
influencia ¿ través do los siglos; de ta l suer­
te, que después de babor sido representadas
sus comedias en tiempo de Dioeleciano ( 1)»
sobrevivido á la ruina del Im perio y trinnfado de] periodo caótico de la E dad Media;
después de haber sido puestas en escena,
según cuentan las crónicas, basta mediados
del siglo XV; por una singularidad notabilí­
sima en la historia de las letras, el que supo
ganar laureles inmarcesibles en la antigua
escena romana, hálos conquistado tambiéo
en nuestros días, al ser representadas sus
comedias, en su mismo original la tin o, en
las márgenes del Sprée, del Sena y del Man*
sanares, ni más ni menos que como lo fue­
ran dos m il años há bajo los muros del Ca(1) RomancMi, en 8U Fia/«á Pomixya, habla
de una tésatra ó contraseña de entrada,—halla­
da entre las ruinas del teatro de la ciudad sepul­
tada por la iava del Vesubio,—que dice así:
«Oav. II, cun. m , grad. vu i. C asin a Pi*Aun.>
—(A . Vannucci, Studi suUa ItUeraiwra ¡afina).
p ito lio (l). K i es menos elocuente y expresivo
el aplauso que á ooro ha tributado y tributa
al grau poeta la cultura moderna por boca de
(1) E l 5 de Mayo de 1844, para solemnizar
una gran fiesta literaria, fué representada en
Berlin, por los estudiantes de la Universidad,
y en la propia lengua de Plauto, su famosa co­
media Loa Cautivos, á cuya magnifica cuanto
rara representación, que obtuvo gran aplauso,
asistieron el Bey y los Príncipes y un numeroso
auditorio compuesto de hombres de Estado, de
literatos y de artistas. Las decoraciones repro­
ducían una calle y una plaza de Pompeya; los
tr^es, de la más exacta verdad, fueron r e b la ­
dos por el monarca, y en los intermedios,
¡oh crueldad alemanisca! cantáronse Odas de
Horacio, puesta en música por el gran Meyer*
beer.
En España tuvo, no hace muchos años, ilus­
trados imitadores la culta Alemania. Entre los
diferentes espectáculos realizados en .Madrid,
en socorro de los inundados de Murcia, fué uno
de los más notables la representación, por los
estudiantes de la Universidad, de la misma co­
media latinaXo-T Cautivos, puesta en escena bajo
la sabia dirección de nuestro respetable y queri­
do maestro ©¡Doctor D. Alfredo Adolfo Camús.
Finalmente, en 1880 remescntáronse en el
teatro de Las Naciones, doTarí¿, dos comedias
en latín, de Plauto la una y la otra de Tcrcncio;
siendo lo mús singular de esto curioso é intere­
sante espectáculo, el haber procedido á dichas
representaciones una conferencia sobre ol tea­
tro latino, que con suma erudición dió, para
18
BIBLIOTECA UOTVERSAL
los más emineotcs orítioos y, sobre todo, ^
el inmenso número de sus traductores é imi*
tadores. N aestro insigne Villalobos en el
siglo de oro do las letras hispanas, y Boo*
cacio, Piareta, Ludovico Dolce,
M oliëre,
Dryden y otros, c®n sus excalontes trabajos
sobre el A m p h ifru o ; Nicolás M aqaiavclo
Casina el asunto para tu
Clizia; Regnard copiando cl Cw ctUius, im i­
tando loa Menœchmi, calcando en la MostelIcria sa Vuelta imprevista^ é inspirándose
en la Castnti al escribir au comedia Locuras
amorosas; Beaumarchais, sacando de la
misma la suya titulada Casamienio de Figaro; Addison y Destouches, con sua im iu ciones de la Mostellaria-, Larrivey, tomando
esta misma comedia para modelo do Los
tomando de la
honra suya, de su nación y de au sexo, una dis­
tinguida señorita, Aille. María Dcraismes. £ntre nosotros ya no se e&tilan Isk Luisas tíigeas,
C^talinaá de Trillo, .ai> ficatrices Cialindos,
n\ tantas otraa como en pasadas centurias cul­
tivaban en nuestro suelo la majestuosa lengua
dvl Lacio.—iüspccUiuulo» semejantes á o«tos
debieran tener lugar como ai«''lio grato de es­
tudiar el arte antiguo eu todos t ’is detalles, ex­
presión y colorido.
Espíriius; Sbakspeare,
eligiendo para una
de sus grandes producciones el argamentpO
de los
Menoechmi; Donato Giannottí, semiMercator en sa Vecchio amo­
traduciendo ol
roso; Biccoboni y Doloe, con sos imitaciones
de el Rudens; Cecobi, modelando eo el Tri’
nunmus la primorosa comedia qae él iatitulara L a dote; R otrou , con su magnífica
imitación de Los Cautivos, tan elogiada por
V o lta ire ; el eminento Schlegel, exaltando
Áulularia^ ó Marmita, sobre el Avaro de
y el de G oldoni, sobre la Sparla
de Florentino G elli, el Honrado aventurero
de OttaTÍo, e l Thf Miser do F íeldin g y el
Goldingham de Shadvell, imitaciones tudas
la
M oiiére
ellas de aquella incomparable y magnífica
cicación del a rt« latin o; el insigne boma*
ni sta Samuel W erenfels, crítico de P l a u t o
en e l siglo x v i i ; el lombardo Pedro Luis
Domini, con sa excelente traducción de las
comedias de nuestro poeta; el torinense A n ­
gelo de Gubernatis, con sos trabajos sobre
las mismas, y con sas versiones, en latín
plautino, de algunas comedias de los citados
Meqniavüio y Oecohi; los solertes biógrafo«,
esposi tores ó comeotaderca F elipe Parena,
L essin g, R oqu efort, Naudet, F raoíoia y
tantos otros; y finalmente, viniendo á la Es­
paña de nuestros díaa, por no prolongar por
modo indefinido esta enumeración, e l sabio
y eruditísimo Camüs, el diligentíaimo Cos­
tanzo, el diaorto Canalejas y
el laborioso
y ameno González G-arbin, honra este últi­
mo de la Universidad granadina; todos afamadíaimos críticos ypreolarísimoa ingenios,
quo han tejido con inmarcesibles laureles la
eterna corona qne oiüe Iss sienes de P l a u t o ,
ungiéndolo así y consagrándole rey inmor­
tal de la comedia antigua.
T a l es el esolarecido autor dramático,
cuyo T e a tro selecto no tardará en darnos á
conocer en lengua esp&fíola e l ilustre cate­
drático de la Universidad de Granada; quien,
en prosa fácil, aaelta y casttsa, nos presenta
hoy, como feliz ensayo, la Á ú lu ia ria y L o s
Cautivos^ las dos más afamadas comedias
del Príncipe de la escena romana. Leyendo
esas primorosas veisiones, ciertamente no
se necesita aeadir al texto latino para sabo­
rear con deleite toda» las gracias y bellezas
qne derrama en los originales el inmortal
poeta de Sarsinia.
J u a n Q ü ir ó s
d e lo s
Madrid 28 de Marzo de 1887.
R ío s .
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LA AULULARIA
ó
LA M A R M I T A
PERSO NAJES DEL D R A M A
E l dios L A R .
E l v ie jo E U O L IÓ N (el avaro).
F K D R A , su hija.
L a vieja E S T A F I L A , criada de E uclióa.
E Ü N O M IA , hermana de
E l rico anciano M E G A D O R O .
E S T R Ó B IL O , su esclavo.
ANTHRAX.
C O N G R IÓ N .
P Y T H Ó D IC O , siervo tam bién de Megadoro.
E S T R Ó F IL O (1), esclavo de
L Y C Ó N ID E S , amante de la b ija de Ea>
clión.
Criados, cocineros, tocadoras de flauta,
personajes mudos.
L a escena en A th ena 8 . ' ~ A
tem plo de la Buena Fé.
un lado el
'1 ) £ n todoo I'jf mauuscrito» se llama á et^te i>erso*
iitOe Strob.lnx, del mismo modo que »1 i>iervo de Mcfradoru. lo ciiul p&rccc ser un descuido del autor
quien, (iu preocuparse de la confusión <iue i>odr(a re!<ult«r, dió ádoe i'crsonajes el mbmo nombre- Para
evitarla, ilamsmoe! SMolruí £«tróíilo ul esclavo do
Lycóuide^, »isruiendo la práctica de mucbotf com eatidores.
ooooooooooooo
LA MARMITA
PRÓLOGO
E L LAR DOMÉSTICO
^ A R A que ningu no de vosotros se p re­
gunte atónico ¿quién será este? v o y yo m is­
m o i declarároslo en pocas palabras.—
Pues sabed que y o soy el dios L a r de esta
casa {señalándola), de donde m e habéis v is ­
to salir. Ilá y a m uchos años que en e lla
habito, y la ven go p rotegien do de padres
á hijos hasta e l dueño que hoy la posee. E l
abuelo de éste m e confió un tesoro, que
escondió en m ed io d el hogar, suplicándo­
m e encarecidam ente que se lo custodiase.
A I m orir, no quiso re v e la r e l secreto ni
aún á su propio h ijo (¡ta l era el hom bre de
avaro!) y p re firió d e ja rle sumido en la in­
digen cia, pues no heredó el in fe liz sino un
])equeño pedazo de tie rra , con lo que el j>olire v iv ía á fu erzaU e trabajos y d e m iseria.
Después de m o r ir e l avarien to v ie jo , co­
m encé ¿ ob servar si el h ijo m e consagraba
m ayor devoción que la que m e habla te ­
nido e l padre; p ero lejos de ello, d e d ia en
d ía se d ism in u ían en la casa los honores
que m e eran debidos. Y o le pagu é d e igual
modo, y m u rió á su vez. E l im p ío d ejó un
hijO) el actual dueño d e la casa, que es el
idéntico retra to d e su p ad re y de su abue­
lo; pero tie n e el tal una h ija , que ni un
solo d ía d e ja d e con sagrarm e incienso, v i ­
no, coronas ü otra cu alqu iera ofren d a y
p ara prem iar[su d evoción, he hecho que el
v ie jo Euclión, su pad re, descubra la riqu e­
za á fin d e que, si gu sta, pueda casarla
ventajosam ente. Un jo v e n de d istinción la
ha seducido, e l cual sabe quién es la m u­
chacha; m as e lla no conoce á su seductor.
E l padre ign ora lo sucedido. Y o h a ré de
m anera que un señor v ie jo p id a la mano
de la jo v e n para asegurar al am ante la
ocasión de casarse con e lla , porque el an­
ciano v e cin o d e ésta, que la pe d irá en m a­
trim onio, es tío d el m á n c e la que atentó
contra el honor de la m oza, en la flesta
nocturna de C éres... Mas oid; el v ie jo Enclión està ya dando gritos en su casa, se­
gún acostumbrar ¿sabéis lo que es? que
quiere echar fu era à la v ie ja que le s irve
para que nu se e n tere de nada. Sin duda
se propone dar un vistazo á la M a r m i t a
d el dinero, tem eroso d e que se la hayan
atrapado.
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í i x 'r 'é T g m '''' "
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ACTO
PRIM ERO
£ js c e n a pr*iinox*a
EUCLIÓN, E S T Á F IL A
EUCLIÓN
Que salgas de aqu i te he dicho. Vam os,
lárga te... iPor v id a d e Hércules! que es m e ­
n ester que te salgas fuera, espia m a ld ita,
con esos ojos que te se saltan d el casco...
(La, mpv^a hacia f%era.)
ESTÁFILA
P ero ¿por qué m e m altratáis, m ísera
de mi?
EUCUÓN
Para que seas desdichada d e veras. Una
tunanta, como tú, debe lle v a r la m ala v id a
que se m erece.
e s tAf il a
¿Pero queréis d ecirm e áqué vien e ahora
e l ocharm e fu era de la casa?
KUCLIÓN
¿ Y tengo yo que d arte á tí p or ventura
cuenta de m is actos, picaronaza, C(m!potvm’
hrado de et¡Án<u?... A v e r si te a le ja s d e esa
puerta!... íP o r aquü {P or aquí te d igo!...
M iren, m íre n , qué prisa se d a la ... Varaos,
ésta no sabe cóm o puede con clu ir p a ra ella
el asunto. Pues y o te ju ro que si llego
á coger con m i m ano un palo ó un látigo,
te he de h a cer que alargues ese pasito de
tortuga.
ESTÁFILA
iOh diosest Cuánto m ás m e v a lie r a que
m e hubierais destinado para e l patíbu lo, y
no para s e rv ir á este p recio á un am o se­
m eja n te’
F.UCLIÓN
¿Qué es lo que irá esa m alvad a m u rm u ­
rando e n tre dientes?... Y o te arra n caré los
ojos para im p e d irte que observes m is ope­
raciones. (A lio ). ¡A lé ja te m ás... m ás toda­
vía.... m ás.... qu ie ta ahi! Y ¡por H ércules!
que sí te separas un dedo de ese sitio, si te
apartas d e é l tan to com o el gru eso de una
uña, si te a tre v es á v o lv e r ta cabeza ánte.«»
de que yo lo p erm íta ... te m ando al punto
á la horca para que te sírva d e lección.
(A parte). No he conocido en todos los días
<ie m i v id a una v ie ja más in fe rn a l que
ésta. Y m e estoy tem iendo que la pérfida.
»acándom e algu na p alab ra inHÍdioüaiuen-'
t » , se aperciba d e l escondrijo donde tengo
oculto m i tesoro: esa m aldita que ademas
tien e ojos en e l cogote. Ahora vam os á
echar un ojo ¿ esa dichosa m arm ita, que
tantos tonuentos m e causa, á v e r si está
como yo la dejé. (V 's e . )
E so en a II
ESTAFILA
Por Cástor! N o puedo com prender que es­
pecie d e cosa m ala, qué clase d e locura es
esta ,q u e sehaap oderad o de m i a m o .L e ha
dado por arrojarm e de la casa: á ve ce s ¡p o ­
b re de m i! m e ech a fu era d iez ve ce s al
d ia. N o sé, no sé que agitaciones son las
que se han apoderado de este hom bre: él
no p ega en toda la noche un ojo; y e l d ia
se lo pasa como si fu era un sastre cojo, sin
levantarse jam ás d e l asiento. P o rotro lado
e l percance de la m uchacha no h a y m ed io
de podérselo segu ir ocultando, puesto que
e l negocio toca y a á su térm in o... ¡A y !...
Bien m irado, lo m ejo r para m i seria alar­
garm e como una I, echándom e un cordel
al cuello...
Ksct^na III
EUCLIÓN
(S a U de
Vam os, ahora salgo d e mi
ca»a con e sp íritu m ás tranquilo, pues m e
he cerciorado que dentro está tc^ o asegu­
rado: (dirigiéndote á ¿a 9Úf/aJ y tü , y a pue­
des vo lv e rte dentro, y ... ¡m ucho cuidado
con la casa!
ESTÁFILA
¿De verdad?... Y ¿qué cosas son las que
m e m andáis gu ard a r en la casa? Es por
ventura no sea Que se v ay an á lle v a r la
casa m ism a? ¡B an!... á fe m ía, que no hay
en e lla otra cosa de que puedan ap rove­
charse los ladrones; pues no se encontra­
rían dentro m ás que los agujeros y las te ­
larañas.
EUCLIÓN
(C o n iron ía .) Lástim a, in fam e b ru ja,qu e,
por d arte á t i gusto no m e hu biese hecho
Júpiter un r e y F ilip o ó Darío. Pues m ira,
yo qu iero que esas telarañas se m e gu ar­
den... (1) Soy pobre, lo confieso; p ero lo
lle v o con paciencia: con lo que los dioses
m e dan v iv o satisfecho. C onque m étete
dentro, y c ie rra bien la puerta; esta ré aquí
en un segundo. Cuidado con que m e in tro­
duzcas en la casa á ningunapersona extra ­
ña. Y si a lg u ien vien e á p e a ir te lum bre...
apágala, y asi no habrá m otivo p a ra que
vengan á p ed írtela . Y si cuando y o vu e va
m e encuentro qu e el fogón se h a lla ard ien­
do. á tí si que te extínga yo entonces sin
m isericordia. Si vienen p idien do agua,
contesta que se h a escapado. S i te piden
e l cuchillo, el hacha, la m ano del alm irez,
e l m ortero, cu alqu iera de losu ten siliosqu e
suelen e x ig ir los vecinos, respondes que
han venido unos ladrones y se los han lle ­
vado. No qu iero que nadie, absolutam ente
nadie, entre en m í casa durante m i ausen­
cia ¿estamos? Aunque v in ie ra ¿ vis ita rm e
la Buena F ortuna... no le des entrada en
la casa.
ESTÁFILA
iPor Pólux! se g u arda e lla m u y mucho
de visitaros: pues n i una sola v e z se nos
h a aproxim ado, á p esa rd e te n e rla tan v e ­
cina. (A liiiio n a l in m d ia ío tm p lo de la
diota).
EUCLIÓR
C állate y v e te dentro.
e s t Af il a
Me callo, pues: y m e retiro.
EUCLIÓN
Que m e c ierres la puerta con los dos ce ­
rrojos. Y o estoy aqui á seguida. (Yase Estájila ) Sufro un g ra n torm ento en el alm a,
tenien do que ausentarm e de la casa. ¡Por
Hércules! bien á pesar m ió m e vo y ; pero
y o bien sé lo q u e m e hago; el Je/e de nues­
tra curia h a anunciado una distribución de
din ero entre los p ad re de fa m ilia ; si abantom o
cxvi
2
dono m i p arte j no la reclam o, al pnnto
sospecharán todos, creo yo, que d ebo ten er
din ero en casa; pues no es v e ro s im i! que
un pobre d esp recie una lib e ra lid a d , por
insign ifican te que sea, mucho m énos que
d e je d e acudir á re c la m a r una piezafíitNMo^
de plata.
Con todo, yo no sé qué es lo que ahora
m e ocurre: cuanto m ás m e afano por ocul­
tar á, todo el m undo m i secreto, m ás ente­
rados m e p arecen todos de é l: m e saludan
todas las personas m ás afectuosam ente que
antes; se m e acercan; m e paran; m e ap rie­
tan la m ano; m e preguntan cóm o io paso,
y qué es lo que hago; cóm o andan m is ne­
gocios, en fin... vam os á lo que vam os sin
p e rd e r tiem po, y asi podrem os reg resa r
m ás pronto á nu estra casa.
ACTO
SEGUNDO
E lso e x ia px'lxn.ex'a
EÜNOMIA, MEGADORO
EU yOlíIA
Quiero ante todo, herm ano m io, qae ha­
gas ju sticia à m i 8 intenciones, y que esti­
m es lo que v o y á d e cirte como dictado por
e l afecto y en in terés tuyo: com o debe na­
c e rlo una buena herm ana. Y o no ign oro
que á las pobres m u jeres se nos tie n e siem ­
p re p or im portunas; que con razón somos
consideradas com o m u y habladoras, y que
p or esto se d ice lo de
todas los siglos
hasta hoynosekaencontradoMna mv^er mida.T*
P ero, aun asi y todo, piensa, herm ano m io,
que yo no ten go en e l m ando m ás p ró xim o
p arien te que tú, n i tú tienes tam poco m ás
que á m í; y por lo tanto, que es m u y na­
tu ra l que m irem os el uno p o r e l otro; que
nos aconsejemos recip rocam en te lo que
cada caal ju zg u e p a ra e l otro conveniente;
que nada oculto naya en tre nosotros; que
no nos callem os nada por tim id ez, d ejan ­
do yo de h a certe p articip e de m is pensa­
m ientos y tú á m i d e los tuyos. P or esto te
he sacado aqui fu era ; para que hablem os
en secreto, d e asuntos que te tocan p er­
sonalm ente.
megauoro
E cha esa m ano, íoh, la más p e rfe c ta de
las m ujeres!
EUNOUIA
(M irando en tonto suyo.) ¿En dónde está
esa m u jer perfecta? ¿Q uiénes ella?
HEGADORO
T ú m ism a.
EUNOMIA
T ú m m a , ¿has dicho?...
HEGADORO
Si te em peñas en que no, yo m e retracto.
EÜNOMU
L o m ejor, herm ano m ió, es que d iga s la
verdad; y la v erd a d es que ninguna m u jer
puede ser considerada como p erfecta , pues
cada una de nosotras es peor que la otra.
MEGADORO
A lg o de eso creo y o tam bién; y d e cid id a ­
m en te pienso no con trariarte, herm ana,
en este p a rtic a la r.
EUSOMIA
Escúchame ahora, si gustas.
HEGADORO
E s to y á tu d is p o 8ic ió n ,d i cuanto quieras.
EUNOMIA
Pues bien, v o y k aconsejarte una cosa
que la considero m u y necesaria para tu
bien.
MEGADORO
iQ uerida h erm ana! tú siem p re la m is­
m a...
EUNOUIA
Es que quiero qu e la cosa sea un hecho.
HEGADORO
Pero, ¿qué es ello? ¿de qué se trata, h er­
mana?
EUNOMIA
D e lo que puede la b ra r tu d ich a para
siem pre, con la ayuda de los dioses; de que
seas padre d e una num erosa fa m ilia : quie<
To que te cases.
MEGADORO
¡Me has m uerto, Eunomía)
EUNOHIA
Pero ;q a é es eso?
HEOADORO
Que tns palabras roe han aplastado el
cerebro, herroana m ía ; has arrojado peño­
nes y no palabras.
EUNOMIA
¡Oh M egadorot h a z lo que tu h erm an a
te aconseja.
MEGADORO
L o haré... p ero si m e agrada, herm ana.
EUKOMIA
M ira que es en in terés tuyo.
HEGADORO
Antes la m u e rte que e l m atrim on io;
búscame una m u je r á quien yo v e a en trar
m añana v s a lir pasado m añana p a ra e l
otro mundo, y , con tales condiciones, ad­
m ito que m e p rep ares la boda.
EUNOMIA
L o que puedo h a cer, herm ano, es p ro)orcionarte una esposa rica m en te dotada;
a futura es algo ja m o n a , una m u je r y a de
edad regu lar. S i tú m e autorizas p a ra que
p id a su m ano, la pediré.
MEGADORO
Y
tù ¿me autorizas para que te d ir ija
an a pregunta?
EÜNOMIA
P regu n ta lo q a e quieras.
MEGADORO
Cuando un h om b re d e edad alg o avanza­
d a se en laza con an a m u jer d e edad m adu­
ra, si ésta se lle g a por casualidad & que­
d a r en cinta, ¿podrá dudarse que e l nom bre
d el niño está y a indicado? D eberá lla m a r­
se Pòstumo, (2) vam os! quiero ah orrarte,
herm ana m ía. ese trabajo, esas inquietu­
des. G racias a los dioses y á nuestros an­
tepasados, soy suficien tem en te rico: no m e
SM uce ni e l esplen dor n i los honores, n i la
ric a dote, ni e l g ra n tren, n i e l pod erío, ni
los carruajes d e m a rfil, n i los m antos de
púrpura, ni nin gu n a de esas suntuosida­
des que con vierten á los m aridos en es­
clavos.
EUNOUIA
¿Con qué m u je r pretendes u n irte en­
tonces?
MEGADORO
V o y á d ecírtelo. ¿Conoces al pobre v ie jo
E uclión, nuestro vecino?
40
BIBLIOTECA UmVBRSAL
EUNOltlA
L e conozco. Un h om bre que no p arece
m alo, á fé m ia.
MEGADORO
Pues bien: con la h ija de E uclión deseo
casarm e. No pronun ciéis una palabra, her­
m ana; sé lo que vas á d ecirm e; que es po­
bre. Pues esa jo v e n pobre es la qu e m e
place.
EUNOMIA
iQue los dioses ven g a n en tu ayuda!
ICKGAüORO
Asi lo espero, h erm a n a m ia.
EUNOMIA
¿Me quieres d e c ir algo m&s?
MEGADORO
Que lo pases bien.
EUNO'.IIA
Y tú tam b ién, h erm ano m ió. ( Vásf.J
MKGAUORO
V o y á v e r si encuentro á Euclión en su
casa. P ero h é le aqu í. ¿De dónde p od rá v e ­
n ir ahora?
E J so e n a l l
EUCLIÓN
(S in ver á Megadoro.) Me daba e l cora­
zón qne m i salid a de casa iba á ser infruc­
tuosa; por esto m e ausenté de tan m ala
gana. No se h a presentado ningnno de m is
com pañeros d e cu ria, n i el je f e d e ©lia que
d ebía hacernos la ta l distribución d e d i­
nero. Ahora m e v u e lv o á toda p ris a á m i
casa: porque, aunque m i cuerpo se h a lla
aqui, m i alm a la ten go aUi. (Señalando tu
cata.)
HEGADORO
T e deseo salud 7 dicha, am igo E uclión.
EUCLIÓN
Que los dioses te p rotejan, M egadoro.
HEGADORO
¿Qué tal?... ¿Cóm o v a esa salud, am igo
mío?
EUCLIÓN
(A parte.) Cuando un rico saluda afectuo­
sam ente a un pobre es con algú n m otivo...
E ste sabe y a sin duda que y o ten go dinero,
y p or eso m e saluda tan cariñosam ente.
HEGADORO
Conque ;qaé dices... lo pasas bien?
EUCLIÓN
¡Por P ólu x l no m u y b ien por lo qu e hace
¿ los cuartos.
MEGADORO
No obstante, si tien es tra n q u ilid a d de
alm a, tienes cuanto se necesita p a ra p a­
sarlo bien.
EUCLIÓN
(A parte.) ¡P o r v id a de Hércules! la v ie ja
le ha dado algú n in d icio acerca d e m i te ­
soro: esto es claro c o m o la iu z d e l d ía: ¡m a l­
d ita v ie ja ! y a le c o rta ré yo la len gu a y le
arrancaré los ojos.
MEGADORO
Pero ¿qué est¿s ah í hablando á solas?
EUCLIÓN
Me lam ento d e m i pobreza, am igo m ió.
T e n g o una h ija y a m oza, p ero que no tie ­
ne dote; y p or lo tanto, no es fá c il coloca r­
la bien: y p or otro lado, tam poco he de en­
tr e g a r la al p rim e ro que se presente...
MEGADORO
C állate, E u clión ; ten buen án im o. Y a te
la dotará-, y o te ayudaré. Habla, d i lo que
necesitas, m ándam e cuanto quieras.
EUCUÓN
(Ap$,rU.) C uando éste ofrece, es que
quiere algo en este m ism o instante: es d e­
c ir, que ie veo con la boca ab ierta para
devorar m i tesoro. L le v a la p ie d ra en una
mano, y m e enseña e l pan coa la otra. No
m e fio del rico que se m aestra tan zalam e­
ro con ua pobre: algún p erju icio v a à im ­
ponerm e cuando tan ^ n ig n a m e n te m e
la rg a la m ano. ¡A h í Conozco bien á estos
pólipos: cuando lle ga n ¿ a g a rra r no suel­
tan la presa.MEGADORO
S irvete p resta rm e atención un lig e r o
m om ento, am igo Euclión. T e n g o que ha^
blarte unas palabras sobre un asunto de
interés com ún p a ra ambos.
EUCUÓN
(A purte.) ¡A h ! ¡desgraciado d e m il... Me
ban rubado m i tesoro, y ahora qu errá éste,
de seguro, e n tra r conm igo en arreglos. Co­
rro, pues, á r e v is a r m i casa. (M árchate
apreturadametUe.)
MEGADORO
P ero ¿adónde vas tan de prisa?
EUCUÓN
V u elvo, v u e lv o á seguida. T e n g o una
cosa qae v e r ah í dentro. (E n tra te en su
cata.)
MEGADORO
(S olo.) C reo, á fe m ía, que tan luego
com o le hable de su h ija para que m e la dé
en m atrim onio, se v a á c re e r que m e bur­
lo de él; y en verd ad que en tre toda la po­
b re te ría no se encu entra un h om bre más
m ezquino qu e éste.
EUCLIÓN
(Aparte saliendo de la casa.) G racias á los
dioses, todo se h a salvado... todo, si no se
ha peixlido algo. Buen susto he lle v a d o an­
tes de en trar; iba m ás m uerto que vivo.
(A lio .) H ém e y a aquí d e vu elta, M egadoro,
y dispuesto á escucharte.
MEGADORO
G racias, E uclión. T e ruego, pues, que
d és in m ed iata contestación a lo que v o y á
preguntarte.
EUCLIÓN
Con ta l qu e no m e preguntes cosa á la
que no m e sea dado responder.
HEGADORO
D im e: ¿qué concepto tienes de la genie
de que yo desciendo?
EUCLIÓN
Bueno.
MEGADORO
¿Y de m i probidad?
EUCLIÓN
Bueno.
HEGADORO
¿Y de m is acciones?
EUCLIÓN
N i bueno ni m alo.
MEGADORO
¿Sabes tú m i edad?
EUCLIÓN
Sé que eres rico en años com o en d i­
nero.
mh: g a d o r o
Pues yo, por m i parte, te he considerado
siem pre, y te considero en la actualidad,
com o un nom bre de bien.
EUCUÓN
(A p a rte.) ¡N ada! que ha olido m i dinero.
(A lto .) Y ¿qué m e quieres ahora?
MEGADORO
Puesto que tú sabes quién y cóm o yo soy,
y yo tam bién quién tú e re s ,te p id o p a ra m í,
en calidad d e esposa, á tu h ija : cosa que
Creo puede redun dar en bien tu yo y m ío, y
en e l de la m uchacha. Dam e, pues, tu pa­
labra.
EUCLIÓN
¡Ah M egadoro! acabas de eje cu ta r una
acción ÍDdigna d e ti: te estás burlando de
un pobre hom bre, que ningún daño h a cau­
sado n i á t i n i á los tuyos: n i p or m is pala­
bras ni por m is obras m erezcoqu e hagas lo
que haces con m igo.
MEGADORO
N i yo, por m i v id a , he ven id o á m ofarm e
de ti, n i m e burlo, n i te ju zg o ac ree d o r á
ello.
EUCLIÓN
¿Para qué entonces m e pides la m ano de
m i hija?
MEGADORO
P a ra ha cer tu fe lic id a d á la par qu e tú
y los tuyos lab réis ia m ia.
EUCLIÓN
Pues se m e ocu rre, Megadoro, lo sigu ien «
te. T ú eres u n h om b rep o d erosoyop u len to;
y o e l m ás pobre de los pobres. S i añ ora co­
loco m i h ija con tigo, m e im a gin o qu e tú
vas á h acer e l p ap el del b uey y y o e l del
asno. Luego que e l buey se en cu entre un ci­
do con e l ju m en to , com o éste no h a d e po­
d e r soportar ia c a rg a d el propio m odo que
aqu el, sucederá entonces que yo, e l hu m il­
d e p ollin o, m e quedaré tendido en e l lodo.
tú, e l señor b uey, no te d ign arás v o lv e r
m i: n i más ni m enos que si
jam ás hubiese y o existido. Es d e c ir, que tú
m e tratarás sin piedad, y los de m i clase
se burlarán d e m i; que n i en e l uno n i en
e l otro lado encon traré establo seguro,
com o tengam os que separarnos; pues los
asnos m e despedazarán á m ordiscos y los
bueyes m e despedirán á cornadas, Es,
)ues, d e gra n p ^ i g r o para m i pasarm e de
os jum entos á los bueyes.
í.03 ojos hacia
HEGADORO
Lo p rin cipal p a ra ti es ap roxim arte por
m ed io del parentesco á gen tes honradas.
A cepta m i proposición, no te h ^ a s sordo á
m is ruegos, y p rom étem e tu h ija .
EUCUÓN
P ero cuidado qu e y o no ten go dote que
d arla.
MKGADORO
C orriente, no le des nada. V e n g a e lla con
buenas costum bres, y está b ien dotada
con esto.
EUCliÓM
L o digo porque no va^as á figu ra rte que
yo m e he encontrado ningunos tesoros.
HEGADORO
Lo sé bien: no es m en ester que m e lo
adviertas. P ero v e n g a la palabra...
EUCLIÓN
Bógase, (ó y e m e unos golpes de azadón.)
C ielosl E stoy p erdido!
MEGADORO
Qué te ocurre?
EUCUÓN
¿Qué golp es con instrum ento d e h ierro
acabo d e oír? (Y is e . )
HEGADORO
Es que h e ordenado ca v a r e l ja r d ín de
aqui de m i casa. (Volmendose.) P ero ¿dónde
se ha ido m i hom bre? Se ha m arch ado sin
darm e una contestación d e fin itiv a . Me
desdeña porque v e que solicito su am is­
tad: los hom bres son asi. Se d ir ig e e i rico
á p e d ir un fa v o r al pobre, y e l p ob re tem e
com prom eterse: la inquietud m is m a im ­
p id e á los pobres v e r su bien; p e ro luego
cuando la ocasión se h a perdido, la desean;
es d ecir, cuando y a es tarde.
EUCLIÓN
(D e vuelta, áEsiáfila que queda en la casa.)
S i no te h a go c o rta r la lengua d e raiz,
consiento qu e m e hagan á m i eunuco.
MEGADORO
Veo, ¡por H ércules! E uclión, qu e tú m e
has considerado á p esa r d e mis canas como
un hom bre con qu ien puedes hacer juegos.
EUCLIÓN
No los hago, ip or Póiux! M egadoro, ni
aunque deseara hacerlos, ten go recursos
para e llo (3.)
MEOAUORO
En fin, ¿me p rom etes tu hija?
EUCLIÓN
Con las condiciones y la dote que tengo
dicho.
MEGADORO
¿Me la prom etes, pues?
EUCLIÓN
T e la prom eto.
HE í ADORO
¡Que los dioses te sean propicios!
EUCLIÓN
¡O jalá) p ero qu e hagas p or ten er bien
presente lo que queda convenido; que m i
n ija no te ha d e ap ortar ninguna dote.
MEGADORO
No lo he olvid ad o.
EUCLIÓN
Es que y o sé lo que suele enredar la
50
BIBLIOTECA mnVERSAI.
g en te de t o ld a s e : lo pactado no es pacta­
do, y lo no con ven ido es con ven ido, según
se os antoja.
HEGADORO
No habrá, nó, cuestión e n tre nosotros.
P ero ¿existe porven tu ra'algu n a causa para
que no celeb rem os hoy m ism o las bodas?
EUCLIÓN
Antes al con trario, te ju ro que h a y una
buena razón p a ra celeb rarla.
MEGADORO
Pues m e m arch o á p rep a ra rlo todo.
¿Tien es a lg o m ás que decirm e?
EUCLIÓN
Nada: qu e estam os conform es.
MEGADORO
Muy bien. Adiós. {Á s% enclavo.) iHola!
E stróbilo, sígu em e in m ed iatam en te al
m ercado. (V o s e.)
EUCLIÓN
Y a se ha m archado. ¡Oh dioses in m orta­
les, cuán gran d e es e l poder d e i oro! E stoy
plenam ente convencido que h a oíd o va
nablar de la riq u e za que tengo escondida,
y qu iere d e vo rá rm e la ... hé ah í e l m otivo
ae obstinarse tan to en esta alian za.
lijsoezia III
EUCLIÓN
¿Dónde estás tú , charlatana, la q a e has
d ivu lga do e a tr e los vecinos que yo v o y á
d a r dote á m i hija?... ¡E stáfila!... ¡Estáüial
¿No oyes que te llam o? (Yiene É siá fila .)
Apresúrate á la v a r y á p u rificar los vasitos consagrados. Acabo en este m om ento
de p rom eter la m ano d e m i h ija . Hoy.m ism o ia v o y á d a r en m atrim on io á nuestro
ve cin o Megadoro.
ESTÁFILA
iQue los dioses bendigan ese deseo!...
Pero, ^ o r Castor! no puede ser.. Es dem a­
siado pronto.
EUCUÓN
C á lla te tú y v e te . Y que cuando y o v u e l­
v a de la plaza se encuentre toüo listo^
c ie rra bien la pu erta: estaré aqui á se gu i­
da. ( V i t e . )
ESTÁFILA
¿Y qué v a m o r á hacer? Una trem en d a
desdicha nos am enaza à la h ija de m i am o
y á m i: la g ra n v e rg ü e n za se nos vien e
en cim a, y todo se v a h acer público. No
puede, por lo tanto, segu ir en secreto lo
qu e hasta hoy ha podido ocultarse. E n fin.
vam os á h a cer qu e se hallen cu m p lim en ­
tadas las órdenes del señor p a ra cuando
v u e lv a á casa. ¡A y ! m e tem o en verdad
una tris te d esgracia: que lo v o y i ten er
que beber meiCMdo (4).
E iS c e n a
I V
ESTRÓBILO
Mi am o h a hecho provisiones y ajustado
unos cocineros, y a estas tocadoras de
flauta en e l m ercado, y m e h a encargado
que haga aqui de todo esto dos partes
iguales.
ANTHRAX
P or lo que to ca á m í, yo te respondo que
no m e has de d iv id ir en dos. S i quieres
que v a y a ^dero á cu alqu ier p a rte, m e
prestaré á e llo d e buen grad o; pero...
ESTRÓBILO
L o que yo d ecía . A n thrax, e ra en otro
sentido, que en e l que tú aparentas haber­
lo tom ado. Mi am o se nos casa hoy.
ANTHRAX
¿Con quién?
ESTRÓBI' o
Con la h ija d e l v ie jo E uclión, nuestro
vecin o. Por lo cual ha querido que se le
den al buen hom bre la m itad d e las vian ­
das, y además un cocinero y una flautista
d e éstas.
CONGRIÓN
Conque la m itad p a ra aqui (señalando la
casa de E u cU m ) y la otra m itad para a lli.
ESTRÓBILO
Precisam ente.
COVGRIÓN
¿Pues qué, no p od ía e l v ie jo éste hacer
el gasto que le corresponde en las bodas
de su hija?
ESTPÓBILO
iBah!... jbah!...
CONGRIÓN
¿Pues qué negocio es éste?
ESTRÓBILO
¿Qué negocio es éste? Una p ie d ra póm ez
es menos seca que e l corazón d el tal v iejo.
CONGRIÓN
¿Pero es verdad lo que dices?
ESTRÓBILO
Escucha, y ju z g a p or t i m ism o. Es un
liom b re tai que lla m a en su au xilio á I ok
dioses y ¿ los hom bres y ju r a que está per­
dido, com p letam en te arru inado, sí v e ar­
d er la m ás pequeña 4 in sign ifican te asti­
lla en su h ogar; y , cuando se v a á acostar,
se tapa la boca con una bolsa.
CONGRIÓM
¿Para qué?
ESTRÓBILO
¿Para qué h a d e ser? para que no se p ie r­
da e l alien to m ien tras duerm e. (Congrión
hace un geito de incredulidad.) Pues debes
creerm e lo que te estoy contando; ¿no creo
y o las cosas que tú m e dices?
CONGRIÓN
Si te creo, hom bre; si te creo...
ESTRÓBILO
Pues h a y m ás. Cuando se está lavando,
gim o tea p o r e i agua que se derram a.
CONGRIÓN
¿No te p a rec e que bien pod ríam os obte­
n er de ese v ie jo usurero un buen Uiknto
(&) para com p ra r nuestra lib ertad?
ESTRÓBILO
¿De éi? Si le pid ieras prestada e l ham bre
no te la d aría; pues si días atras le cortó
su barbero las uñas, y se lle v ó las recor­
taduras, despues de haberlas recogid o
con e l m a yo r cuidado...
CONGiUÓN
{P o r el dios P ó lu z! q u e m é §st&is pintan*
do la m ezquindad en persona. P ero en
verd ad , ¿es posible qu e ese v ie jo v iv a , tan
ru in y m iseram ente?
ESTRÓBILO
Un d ia le p illó un m ilan o su com ida. E l
hom bre se presentò inm ed iatam en te ante
e l p reto r, dem an dándole con lágrim as y
gem id os que le p e rm itie s en que su m ila ­
no fuese citado a ju ic io . En fin, si estu vie­
r a despacio, p od ría referiro s m ás d e seis*
cientos lances d e ese género. P ero ea, d e­
cid m e: ¿cuál e s e l m ás v iv o de vosotros dos?
CONGRIÓN
Y o , sin com paración.
ESTRÓBILO
L o aue yo necesito es un cocinero, no
un laarón.
CONGRIÓN
Pues y o soy lo qu e se lla m a un cocinero.
ESTRÓBILO
( X Anthrax) Y tú ¿qué dices?
ANTHRAX
Y o soy... como tú v e «.
CONGRIÓN
Un cocinero d e dia de f e r ia ... d e cada
nueve días anda ano en la cocina.
ASTHRAX
Y
tú hom bre de seis letras, ( 6 ) ¿te atreves
á d espreciarm e?
CONGRIÓN
¿A m i lla m a rm e ladrául.. T ú s i qu e eres
lad rón 7 m il ve ce s ladrón.
ESTRÓBILO
A v e r si os calía is y a. V am os, ¿coál de
estos dos cabritos es m ejor?
ANTHRAX
Es p osible que...
ESTRÓBILO
T ú , C ongrión, ca rga á segu id a oon él, y
llé v a lo ahi dentro: vosotros segu id le... y
los deméis á la casa.
ANTHRAX
iP or Hércules! N o has hecho la partición
con equidad... éstos se quedan con e l ca­
brito m ás gordo.
ESTRÓBILO
E n cam bio á t i te se dará ah ora la más
obesa d e las tocadoras d e flau ta . V aya,
P h ry g ia , vete con é l. Y
tra te en esa casa.
tü, E leusia, én­
CONGRIÓN
¡Oh, pérfido Estróbilol tü m e en vías con
e l vie jo avaro, del que nada he de conse­
g u ir, si algo necesito, asi se lo esté p i­
diendo hasta qu ed arm e sin pulm ones.
ESTRÓBILO
Eres un estúpido y sin g racia. ¡H acerte
favores á ti!... Cuanto se haga ¿ hombres
com o tú, es siem p re perdido.
CONGRIÓN
Pues ¿cómo es eso?
ESTRÓBILO
V a lie n te pregu n ta. M ira; en la casa del
v ie jo , p or lo m ism o que no hay ningún
trop el de criados, si quieres h a cer uso de
a lgo que haya en ella , puedes desde luego
tom arlo sin que tengas necesidad de p e d ir­
lo. P ero en la nuestra estamos a llí m edio
m undo; y además d e que la servid u m bre
es m ucha, la casa está lujosam ente am ue­
blada, hay en e lla muchas alhajas, p re ­
ciosos tapices, m ucho oro y ric a v a jilla
de plata. Si se p ie rd e algo (y yo sé que tú
solo te puedes con tener cuando no tienes
nada p or d elan te) al instante se dirá: los
cocineros han sido... cogedlos, am arradlos
azotadlos, arrojad los al pozo. N ada de esto
puede ocu rrìrte ah i; porque no h a y nada
que puedas ro b a r tampoco. S íg u e m e por
aqui.
CONGRIÓN
T e sigo.
E js o e n a v
ESTRÓBILO
¡Hola! E stáfíla, acude & ab rir la puerta.
ESTÁni-A
¿Quién está ahí?
ESTRÓBILO
Estróbilo.
ESTÁFILA
¿Qué quieres?
ESTRÓBILO
V én 7 e n tré g a te en estos cocineros, esta
tocadora de flau ta y estas p rovision es para
la boda. M egadoro m e h a ordenado r e g a ­
la r todo esto i E uclión , en su nom bre.
ESTÁFILA
¿Iréis á c e le b ra r sin duda las nupcias de
Qéret?
ESTRÓBILO
¿Por qué d ices eso?
e s t Aì u a
Porque no veo que m e tra ig a is cosa de
vino.
ESTRÓBILO
Se traerá cuando m i am o haya regresado d el m ercado.
e s t Af il a
M irad qne en nu estra casa no hay lefta.
CONGRIÓN
P ero , ¿no h a y m aderos en ella?
e s t Af i l a
S i los hay.
CON’ GRIÓN
Pues entonces le ñ a tenem os; no h a y ne>
cesidad d e buscarla fuera.
e s t Af il a
¿Qué dices, infam e? aunque tú seas de­
voto d e Vulcano, ¿es preciso para que ga ­
nes tu com ida y tu salario, que le pegues
fu ego á nuestra casa?
CONGRIÓN
N o quiero nada d e eso.
ESTRÓBILO
(i
L lé v a te dentro á esta g en te
60
BIBLIOTECA UNIVERSAL
ESTÁFILA
V enid.
£3soexia VI
PYTH O D ICO , ialiendo dt casa de S/egadoro.
iMucho caid ad o! m irad que
m ism o
v o y ¿ e x a m in a r lo que los cocm eros ha­
gan. Y á fé m ía , qu e para observarlos en
un d ia como h oy, se necesitan c ie n ojos;
á m enos que no les hiciéram os ad ereza r
las viandas en e l fondo delpoeo, y que se
hubieran d e ir sirvien d o, trayén d olas de
abajo á arrib a; y , aún asi, si e llo s en la
p arte d e abajo se iban com iendo los p la­
tos que se iban aderezando, entóneos los
inferiores se qu edarían rep letos; p ero los
superiores... en ayunas. Y á todo e s to m e
estoy aquí charlan do, como si n ada tu v ie ­
ra que nacer, cuando tanto p illa s tr e hay
hoy en esta casa. (Vase.)
Ssoen a V II
E T C L I O N , C O N G R IO N
EUCLIÓN
(S ó lo .) Quise h o y h a cer un esfu erzo de
ánim o y r e g a la rm e en las bodas d e m i
hija. ¿Y qu é hago? m e v o y á la p la za ; pre­
gunto por el pescado, y m e pid en un ojo
d e la cara... p regu n to por la carne d e ca­
brito, y ... cara; la d e vaca... cara; la de
tern era ... carisim a, y tanto más caro todo,
cuanto que yo no ten g o dinero. Me fu l de
a llí encolerizado, p orque nada había que
p u d iera yo com prar; y eso que se la i i dt
p u ñ o t aquella can a lla... Mas después he
reflexionado p or e l cam ino, y m e h e d i­
cho: e l que lo p ro d ig a todo en e l d ía de
fiesta, es posible que no tenga que com er
en e l d ía de trab ajo. Y después de haber
hecho esta pru den te reñ exión á m i estó­
m ago y á m is deseos, he tom ado la reso­
lución de celeb rar las bodas de m i h ija
con e l m enor’gasto posible. He com prado un
poquito de incienso y unas coronas d e flo­
res para adornar con ellas á nuestro dios
L a r, que se h a lla en e l hogar, á fin d e que
h a ga afortun adoel m atrim on io de m i hija.
P ero... ¿qué es esto que v e o ? ¡m i casa
ab ierta!!!... ¡C ielos! ¡qué estrépito h a y en
e lla !... ¡Ahora si que h e sido saqueado, in ­
fe liz , in fe liz de m i!...
CONiiRlÓN
(E n el in terior de la casa.)— Id y pedid,
sí se puede, una oUa m ás gran d e en casa
de un vecino; ésta es pequeña, no tien e ca­
pacidad bastante.
EUCLIÓN
¡A h ! ¡Estoy p erd id o! m e han robado m i
din ero 7 están hablando d e la oüa. Me
m uero, si no corro a llá al instante. Apolo,
7 0 te conjuro, auxíl iam e, p ro téjem e, lan za
tus flechas á los ladrones de m i tesoro. Tú
m e fa voreciste ántes d e ahora en otro
tran ce sem ejan te... Pero, ¿qué hago? estoy
p erdiendo aqui e l tiem po, en v e z d e i r allá
ántes que m i ru in a sea com pleta. (E n tra te
en Ja cata.)
£ ]6 o e iia 'V I I I
A N T H R A X , saliendo de la casa de
Megadoro
Drom ón, qu ita la escam a á los pescados;
tú , M aquerión, le v a n ta e l p e lle jo á ese
con grio y á esa m urena, lo m ás pronto po­
sible. V o y á p e d ir d e aqui al laao á Con­
g rió n una vitcochera que hem os d e necesi­
tar. T ú , p éla m e ese g a llo y d é ja m e lo com o
un lid io afeitado. P ero ¿qué sign ifica n esos
g rito s en casa d e! vecino? ¡P or H ércules!
los cocineros sin duda están h a cien do de
las suyas. Pues m e m eto á seguida den­
tro, no sea que se v a y a á a rm a r aqu i la
m ism a batahola.
ACTO TE R C E R O
E ^ s o e n a p x 'lm .e x 'a
C O N G R IÓ N
Mis queridos conciudadanos, com p atrio­
tas, gen tes de ia ciu d ad y de ios arrabales,
y vosotros, extran jeros, hacedm e lado, d e­
ja d m e escapar, d e ja d m e las calles lib res.
£ n m i v id a m e he hallad o en una zahúrda
sem ejan te á la de esa cocina. ¡Qué bacan a ll ¡cóm o llovia n los palos sobre m is es­
paldas y las d e m is pobres galopines! T e n ­
g o e l cuerpo m olid o, estoy m ed io m uerto;
de ta i m anera ese m a ld ito v ie jo se ha e je r­
citado sobre m i á m an era de atleta. ¡Oh!
en ninguna p arte d e l mundo he v is to r e ­
p artirse palos con m ás lib eralid ad : ¡buena
ración hemos lle v a d o todos ántes d e ser
expulsados de la casal... Pero... ¡por H ér­
c u les!... ¡estoy p erd id o!., je l v ie jo e n e rg ú m eno abre de nuevo la puerta!... y a está
aqu i... v a á com en zar otra v e z la tem pes­
tad... Mas yá se lo que tengo que hacer...
él m e lo ha enseñado. (V a te huyendo.)
E J so e n a I I
EUCLIÓN
(G ritando.) ¡V en acá! ¿Dónde vas hu yen­
do? ¡A lto ahí) ¡estáte quieto ah il...
CONGRIÓN
P ero ¿á qué v ie n e n esos gritos, v ie jo im ­
bécil?
EUCLIÓN
V o y á d en u n ciarte an te los triu n viros.
CONGRIÓN
Y á raí ¿por qué?
EUCLIÓN
P or ese cu ch illo que llevas.
CONGRIÓN
Es la h erra m ien ta p ropia d e un coci­
nero.
EUCLIÓN
Y d im e, bribón, ¿por qué m e has am e­
nazado?
CONGRIÓN
Eso es lo que cre o q u e'h e hecho m ala­
m ente; no haberos rajad o el costado.
EUCLIÓN
. El p rim e r in fam e que lia y sobre la t ie ­
r ra si que eres tú: bien saben los dioses
que te aplastarla enn todo el ¿justo de m i
alm a.
CONGRIÓN
No necesitáis d e cirlo : los hechos bien lo
han dem ostrado: vu estro g a rro te m e ha
puesto más lig e ro que un danzarín. ¿Y con
qué derecho m e habéis sacudido, v ie jo p or­
diosero?.. ¿Qué es lo que tenéis conm igo?
EUCUÓN
¿Y te atreves á p regu ntárm elo? Vam os,
oso es porque h ice m enos de lo que debía.
P e rm ítem e, p e rm íte m e ...
CONGRIÓN
¡P or H ércules! os habéis de arrep en tir...
si es aue esta cabeza no h a perd id o la sen­
sib ilidad.
EUCUÓN
No sé lo que sucederá más tard e; pero
por e l m om ento la tien es bien sensible.—
Y m e podrás d e c ir ahora, ¿qué tenías tú
que h a cer en m í casa, no estando y o en
e lla , y sin perm iso m ió? T e n d ría gusto eu
saberlo.
CONGRIÓN
iC a lle !... si nosotros habíam os ven id o á
aderezaros la com id a de la boda.
TOMO cxvi
3
EUCLlÓíí
Y á t í ¿qoc te im porta, in fam e, ^ue yo.
m e lo com a crudo ó cocido? ¿Eres tú acaso
m i tutor?
CONGRIÓN
¡Ea! pues y o tam b ién deseo qu e m e d i­
g áis de una v e z si qu ereis 6 no qu e os p re ­
parem os esa cena.
EUCUÓíí
Y y o deseo saber si han de qu ed ar á sal­
vo las cosas d e m i casa.
CONGRIÓN
¡O jalá sacase y o á salvo los utensilios
m íos, que h e aportado á e lla !
EUCLIÓN
Estoy bastante contento con lo m ío, so
necio, para v e n irm e ahora á c o d ic ia r las
cosas tuyas.
CONGRIÓM
Lo sé; no necesito que m e lo- ad virtais.
Pero ¿por qué m otivo no nos p e rm ite s que
preparem os osa com ida? ¿Qué hem os he­
cho, q^tté hem os dicho nosotros, qu e os
pueda naber chocado?
EUCLIÓN
¡Y m e lo p re g u n ta s tú , p icaron azo;tú que
atidabas h u ronean dop or todos los rincones
de m í casa, y que has dado en trad a en m i
aposento á. toda esa canalla que traes con>
tigo? S í hubieras estado al lado d e l fogón ,
com o era tu d eb er, te hubieras ahorrado
v e rte ahora con la cabeza aporreada. T e se
h a hecho lo que te m ereces... Y escucha,
para que sepas b ien m i propósito: com o
vu elvas á poner e l p ié en e l d in te l d e m i
puerta, sin lic e n c ia m ia, te pondré de m a ­
nera que seas e l m ás desaichado de los
m ortales. ¿Sabes y a m iresolu ción ?... ¿Dón­
de vas tú?... V u é lv e te , v u é lv e te aqui.
(V a te .)
GONGRIÓN
(S o lo .) i Por L a v e rn a , m i p rotectora! que sí
no hace que m e en tregu en todos m is uten­
silios, buena g r ite r ía le d oy en su m ism a
puerta. Y despues d e todo, ¿qué v o y á ha­
ce rm e yo ahora? [P or e l dios Polu x! sin
duda he sido conducido aquí por una m ala
estrella: m e han ajustado en un numo y
ten d ré necesidad d e p agar m ucho m ás al
m édico.
EjSoena III
E U C L IÓ N
C O N G R IÓ N
EUCUÓN
{Salündo de su casa con la marmita en
brazos y sin reparar en Congrión.) jO llita de
m i v id a ! Tü irás siem p re conm igo, yo te
lle v a ré con m igo donde qu iera que fu e re , y
no v o lv e ré j am ás á com eter la im p revisió n
de d ejarte sola en tam año p e lig ro . (A lio .)
Y a podéis en tra r ahora, m a rm iton es y to­
cadores d e flau ta; (á CÓngrión) y tú , in tro­
duce y a , si qu ieres, toda esa r a za ven al.
Cocinad, trastead ahora, y a podéis daros
toda la p risa que queráis.
CONGRIÓN
A buena hora, despues de habernos m o­
lid o á todos los huesos.
EUCUÓN
Entrad, os d igo . Aqu i .se os h a traído
para tra b a ja r y no para ch arlar.
CONGRIÓN
¡Hola, e l v ie jo ! pues entónces tam bién
debem os p ed iros u n sobresueldo p o r los
palos que nos h abéis dado: porque aquí se
nos había traíd o para gu isar y no p a ra ser
apaleados.
EUCLIÓN
C orrien te, d em án dam e a n te'lo s trib u ­
nales; p ero no m e seas m ás im portuno.
E n tra á p re p a ra r esa cena... ó v e te d e aqui
y haz que te crucifiquen.’
CONGRIÓN
Id vos, si qu ereis. (BìUranse los cocineros
eti la casa.)
Ejsoexxa IV
ECC LIÓ N
¡Gracias al c ie lo que se han id o! ¡Dioses
inm ortales, qué audaz tem erid ad es la d el
pobre que se a tre v e á ten er rela cion es con
un rico! ¡El ta l M egadoro!... fin g e e n v ia rm e
esos cocineros p a ra obsequiarm e, y , en
verd ad , su inten to es despojarm e y redu­
cirm e á. la m ise ria ... Pero, en m i casa,
hasta el g a llo p a rec ía que estaba en in te­
lig e n c ia con la diosa v ie ja para arru in ar­
m e: pues com enzó e l m ald ito á escarb ar
con las patas p recisam en te donde y o ten ia
enterrado m i tesoro. ¿Qué había d e hacer?
E l corazón se m e in flam ó de cólera, y co­
gien d o un g a rrote, d e jé e n e i sitio al infa­
m e ga llo ... lad rón m anifiesto. Juraría que
esos pillastres d e galop in es le h a b ria n p ro­
m etido algu na recom pensa, sí les descu­
b ría m í riqueza. Mas y a les he arrancado
el manffo de la mano. Y á todo esto... ¿para
qué tanta conversación? L a m u erte del
ave ha term in ado el asunto.— P ero h e aqui
m i futuro y ern o M egadoro, que sin duda
regresa del M ercado. N o m e a trevo á d e­
ja r le pasar sin p ararle, y h ablar con é l
algunas palabras.
E scen a v
MEGADORO, EUCLIÓN
MEGADORO
(S in ver á E u clió n .) H e p a rtic ip a d o á
m is am igos m i p ro yecto de estab lecerm e,
y todos hacen e lo g io s d e la h ija de Euclión,
y m e aseguran que obro con d iscreción y
que he tom ado u n a d eterm in ación e x c e ­
len te. Y à m i ju ic io , si los dem ás h iciesen
lo propio, si los hom bres de posición e li­
giesen para esposas á la s h ija s d e los pobres
indotadas, en la sociedad h a b ría m ás ar­
m onía, y nosotros seriam os m enos e n v i­
diados d e lo que somos. Las m u je re s te ­
m ería n d a r un m a l paso m ás d e lo que
ahora lo tem en , y nosotros no ten d ríam os
que soportarlas tan to boato. E sta costum ­
b re seria la m ás provechosa p a ra todos,
no en con traría oposición, sino en un in s ig ­
nifican te n ù m ero d e personas á v id a s , in­
saciables, cuyas codicias no reconocen ni
le y , ni tutor, n i fren o. P ero se d irá : si se
estab leciera sem ejan te p r iv ile g io en fa v o r
d e las jó v e n e s sin fortun a, ¿con qu ien es se
h abrían de e n la za r las h ija s d e ios ricos
que tienen dote?— Cásense con q u ien es les
agrade; p ero con ta l que no las acom pañe
la dote. ¡Ah! S i asi s e ^ ic ie r a , y a p rocu ra­
ría n ellas ap ortar com o dote, m ejo res eos-
tam b res que las que lle v a n hoy. Y o , como
p or m i parte, h a ría que los m ulos, que se
tien en en m ás e s tim a hoy que i los caba­
llos, viniesen á»te n e r precio m ás bajo que
ios capones d e la G alia...
EUCLIÓN
(A parte.) ¡Que los dioses m e ayuden se­
gún con e l gusto con que le estoy escu­
chando! Ha hablado ad m irab lem en te con
respecto á la econom ia.
MEGADORO
No d iría entonces ninguna m u je r á su
m arido: la dote qu e yo te he traíd o es su­
p e rio r á tu fortun a: por lo tanto, y a pue­
des costearm e m ulos, cocheros, esclavos,
saludadores, ca rru a jes para pasearm e...
EUCLIÓíí
(A p a rte) ¡Cóm o conoce las pretensiones
de nuestras m atronasl Me a le g ra ría que le
nom brasen in sp ector d e las costum bres de
las m ujeres.
MEGADORO
H oy día, donde q u iera que v á uno, ve
m ás carruajes en las casas d e la ciudad
que en las casas d ei campo. Y todo esto es
nada en com paración de otro m illó n de
gastos: pues lu ego vien en el batanero, e l
TO rdador4e oro, e l p latero, e l lanero, y...
un tropel de m ercad eres; los gu arn icion e­
ros, los cam iseros, los tin toreros en color
d e fuego, los que tiñ en d e color d e violeta ,
los que tiñ en de color de cera, los re v e n ­
dedores d e alh ajas, los t^ e d o r e s d e lien ­
zos, los zapateros á ia g rie g a , los zapateros
¿ la rom ana, los fab rican tes de pantuflas,
los de sandalias, los m oloqu inarios, los
quitam anchas, los sastres, los que os pid en
el im p o rte de los ceñidores y cinturones;
y cuando y a creeis á todo e l m undo satis­
fecho, os asedian en e l atrio á m an era de
gu ardianes d e esclavos, los tejed ores, los
pasam aneros, los cofreros, ó a lgu n a otra
d e las m il calam id ad es que s iem p re hay
dispuestas á an iquilaros e l bolsillo.
EUCLIÓN
(A p a r U ) L e d ir ig ir la la palab ra, si no
tem iese in terru p ir su tan precioso razona­
m ien to sobre las costum bres de las h em ­
bras. D ejém osle continuar.
Mb:GADORO
¿Y qué sucede luego? Que cuando os d e­
ja n en paz los expendedores d e su perflui­
dades, se os acerca el in fe liz soldado, re­
clam ándoos e l im puesto, y entonces tenuis
que llega ro s á ajustar cuentas con vuestro
banquero, quedándose en e l e n tretan to el
pobre soldado esperando, con e l v ie n tre
vacio, la con tribu ción que se le d ebe. Mas
hecha la liqu id ación , resu lta que salís vos­
otros d ebien do á vuestro banquero, y hay
que aplazar al m isero soldado para m ejo r
ocasión... Estos y otros m uchos in conve­
nientes y d esp ilfarros in tolerables traen
consigo las ponderadas ricas dotes. L a
m u je r que nada tien e, depende d e su m a­
rido; las m u jeres dotadas nos sacrifican y
nos arru inan .— P e ro hé ahi á m i futuro
suegro en la p u e rta de su casa. ¿Qué dices
d e bueno, m i qu erido Euclión?
EUCLIÓN
Que tu discurso m e ha proporcionado un
gran p lacer.
MEGADORO
¿Pues qué, m e has estado escuchando?
EUCLIÓS
Desde el p rin c ip io hasta e l fín.
MEGADORO
A propósito, m e parece que ob rarias m e ­
jo r , si te presentaras algo m ás d ecen te­
m ente en la s bodas d e tu h ija .
EUCLIÓN
Cada uno debe h a ce r que su esplendor
v en g a bien con su fortuna, y su m a g n ifi­
cen cia con sus riquezas. Los gra n d es seño­
res son los que d eben ten er en cuenta su
rango; pero yo, am igo Megadoro, y o y cual­
qu iera otro pobre com o yo, no poseemos en
nuestra casa m ás que aquello que todo el
m undo sabe.
MEGADORO
iQue los dioses qu ieran co n servártelo, y
au m en tarte m ás y m ás lo gve tienes hoy!
EUCLIÓN
(A p a rte.) E sa fra se no m e h a gustado...
«¿b que tienes h oy »... Nada, nada, sabe lo
m ism o que y o cuanto tengo; la ab orrecib le
v ie ja lo h a b rá descubierto todo...
MEGADORO
¿Se puede saber p or qu é m otivo te apar­
tas para h a b la r á solas?
EUCLIÓN
¡Por PóIu x! Estaba pensando d ir ig ir te
g ra v e s inculpaciones.
MEGADORO
Pues ¿qué hay?
EUCUON
¡Y m e p regu ntas lo que hay, tú , qu e m e
has llenado d e ladrones los rincon es todos
d e m i p obre casa; tú, qu e m e has m etido
en e lla quinientos cocineros, con seis m a ­
nos cada uno, verd ad eros h ijos d e G erión,
á los que Argos, e l d e los cien ojos, aquel
que puso Juno al lad o d e lo para v ig ila r la ,
e l m ism o A rgos no seria bastante p a ra v i ­
g ila rlo s á e llos; y lu ego una tocadora de
flauta, que e lla sola seria capaz d e beber*
se la fuente P ir e a e d e C orinto, si m anara
d e e lla vino? Y en cuanto á viandas... «por
Pólu x! devoran m ás que una le gió n .
MEGADORO
Y bien, tam b ién te he enviado un cordero.
EUCLIÓN
P or cierto que en m i v id a he visto ani­
m a l m ás curió^ (7).
MEGADORO
Deseo que m e exp liq u e s eso d e cwrióA.
EUCLIÓN
Pues nada, que e l pobre an im al es todo
hueso y p e llejo , un verd ad ero esqueleto;
que se le pueden v e r las entrañas al sol a
tra v é s d e su cuerpo; que es trasp aren te
com o una lin te rn a púnica...
HEGADORO
Es que yo lo he com prado p a ra m atarlo.
EUCLIÓN
(Apa/rte.) M ejor s e ria que pagases por en­
te rra rlo , porque p or m u erto y a le tengo.
•
HEGADORO
E uclión, m e p rom eto que apurem os hoy
jun tos una buena copa.
EUCLIÓN
N o pienso b e b e r en e l d ia de hoy.
MEGADGRO
¿Y si yo te en v ia re un tonel d e exqu isito
vino?...
EUCUÓK
Muchas g racias, pero he ju ra d o no beber
m ¿s que agua.
MEGADORO
S i los dioses m e dan salud, te h e d e po­
n e r h oy b ien rem ojado, pero d e v in o g en e ­
roso, ¿ pesar de tu ju ra m en to de no beber
m ás que agua.
EUCLIÓK
(A p a rte.) ¡Ah! bien sé lo que q u e rría ha­
c er: se propone sep u ltarm e en v in o , para
luego d esen terrar m i m a rm ita y h a cerla
m udar de d o m ic ilio . ¡Oh! y a to m a ré yo
m is precauciones. V o y á ocu ltarla en este
m ism o instante en c ie rto lu g a r, fu e ra de
la casa, de m a n e ra que p ie rd a e l v in o y el
trabajo.
MEGAI>ORO
Si no tienes nada que m an d arm e, v o y á
d a rm e un baño, antes d e que hagam os el
sacrificio. (V o s e .)
E so e n a VI
EU C LIÓ N
jOh, m a rm ita m ía ! Cuántos enem igos
conjurados con tra t i y con tra e l oro que
gu ardas! Lo que p or ahora puedo h a cer es
d epositarte en e l tem plo de la Buena Fé;
d e ja rte en é l bien escondida.
iOh, Buena Fé lY o te conozco y tü m e co­
noces tam bién. N o va y a s á d esm en tir tu
nom bre en lo tocante á m i, y a que á t i p le ­
nam en te rae confío. A t í m e d irijo , loh,
buena diosal llen o d e e n tera confianza.
ACTO
C U ARTO
K so e n a p rim e ra
E STR Ó FILO
E l d eb er d e un buen escla vo es h a ce r lo
que y o hago: eje cu ta r las órdenes d e l amo
con buena volu n tad y sin tardanza. E l es­
c la vo que desea s e r v ir cu m p lid a m en te á
su dueño, h a de eje cu ta r las cosas d e su
señor con m a y o r d ilig e n c ia qu e las suyas
propias: h asta cuando du erm e d eb e dor­
m ir acordándose d e su condición d e escla­
vo. A si, pues, e l qu e s irv e á un am o ena­
m orado, com o lo está ahora e l m ió , si ve
que e l am or le dom ina, debe, á m i enten­
d er, con ten erle, en b ien suyo, y no em jju ja r le h ácia donde su pasión le inclin a.
C om o á los niños qu e apren den á n a d a r se
le s ponen balsas d e entrelazados juncos
p ara que se fa tig u e n m énos, y p a r a que
naden y m u eva n sus m anos m as lib re ­
m en te, ta l ju z g o qu e ha de h a cer e l buen
sie rv o con e l am o enam orado, á fin d e po­
d e r sostenerle é im p e d ir que se v a y a á
fondo. Es indispensable que e l esclavo, á
la m anera d e los augures, a d iv in e à un
g o lp e d e vista la volu n tad de su amo, por
e l sólo aire de su fre n te y que corra á re a ­
liza rla con la v e lo c id a d de la ráp ida cua­
d rig a . Con esta conducta, n i ten d rá el
siervo que te m e r las reprim en das á la ti­
gazos, n i dará lu stre á sus hierros á fu er­
za de llevarlos. A h ora bien, m i señor está
p erdidam en te enam orado d e la h ija <le
fcuclión, de ese p obre hom bre. Acaba de
saber que está p ro m etid a en m atrim on io
á M egadoro, y m e e n v ía p a ra que observe
y le en tere d e lo qu e aquí pasa, V o y , pues,
para no d espertar en n adie sospecha, á
sentarm e ju n to á ese altar, y desde a llí
v e ré lo que acon tece en una y otra p arte.
E so on a II
E U C LIÓ N , E STR Ó FILO
EUCLIÓN
(Saliendo del templo y j i « reparar en E stróf i l o ) ¡Oh, Buena F é! gu ardate de r e v e la r
á nadie que se encu entra ahi m i p reciad o
tesoro. Por m i p a rte no tem o que n adie lo
descubra, pues Díen escondido queda. ¡P or
e l dios Pólux! buen botín lo g ra ría e l que
se encontrarse m i o lla rep leta do oro... jOh
d iosa!... te suplico que no lo p erm ita s.
Ahora varaos á lavarnos p a ra h a c e r el
sacrificio. Adem ás, es m en ester no h acer
aguardar á m i yern o, y que pu ed a lle v a r ­
se la m uchacha tan luego com o v e n g a por
ella.
V e la , v ig ila , ¡oh, Buena F é! haz que yo
me. encuentre, t-uando vu elva , m i cara
m a rm ita sana y salva. T e h e confiado m i
fortuna, ex celsa diosa: en tu bosque sagra­
do, en tu te m p le acabo de depositarla.
(Sale del Tem plo.)
ESTRÓFILO
¡Dioses in m orta les! ¿qué es lo qu e acabo
d e escuchar? Ese hom bre ha escondido en
e l tem plo una oü a lle n a de m onedas de
oro. ¡On, buena F é! no seas con é l m ás fiel
que con m igo.— Y . s i no m e engaño, es el
p a d re de la m uchacha por quien suspira
m i amo. E n trem os en e l tem plo, y lo e s cu ­
d riñ arem os todo, á v e r si en a lg ú n sitio
encontram os ese m a gn ifico tesoro, m ien ­
tras e l v ie jo anda ocupado en otra parte.
— Si d oy con é l, ¡oh, diosa! te o frezco una
cántara, de cab id a d e un càngio, d e vin o
d ulce como la m ie l. Eso lo que h a ré en tu
obsequio... que p or m i p arte m e em p in a ré
tam b ién un buen trago. {Entróse m el
Templo.)
EUCLIÓV
{Volviéndose.) N o sin m otivo acababa de
grazn ar e l cu ervo h acía m i izqu ierd a; y
escarbaba á la p ar la tie rra , g rita n d o de
una m anera extrañ a. E l corazon m e b rin ­
ca y parece que se m e qu iere s a lir del
pecho... Mas y o no m e estoy dando m ucha
\ prisa.
BstrAfilo, cuando erUra en e l Tem\ p ío .) ¡Fuera, fu era de aquí, gusano v il, que
\ sales rastreando d c l fondo de la tie rra ; tú,
\que hasta ahora m ism o no has sido visto
W p arte alguna, ah ora que te a treves á
presentarte, vas á p ere c e r!... ¡Por Póiux!
yo te rec ib iré á m i m anera, m ald ito en­
cantador.
ESTRÓFILO
0 ¿ P e r o qué m alas fu rias os agitan? ¿Qué
relación hay, dem on io de v iejo, e n tre vos
y yo? ¿Por qué m e em pujáis? ¿Por qué m e
m altratais? ¿Por qué m e sacudís?
BÜCLIÓN
Y
tú m e io p regu ntas, ra c im o d e horca,
ladrón y m il ve ce s lad rón .
ESTRÓFILO
¿Pues yo qué os h e robado?
EUCUÓN
Suéltalo, su éltalo pronto.
ESTRÓKU.O
¿Y qué es lo que suelto?
82
BIBLIOTECA UNIVERSAL
EUCLIÓN
¿ Y m e lo p regu ntas todavía?
ESTRÓFILO
Pero... es que y o no h e robado nada.
EUCLIÓN
Vam os, dam e lo que te llevas. ¿Lo harás?
ESTRÓFILO
iO tra! ¿pero qué qu ereis que haga?
EUCLIÓN
S i eso no puedes lle v á rtelo .
ESTRÓFILO
¿Mas qué es lo qu e reclam aís?
EUCLIÓN
Que te sirvas d e ja r eso. Basta y a d e m a­
ja d e ría s, que no estoy d e hu m or d e bro­
mas.
ESTRÓFILO
¿Pero qué es lo qu e quereis que d e je , cie ­
los? ¿No podéis lla m a r las cosas p o r sus
nombres? P o r m i fé , si y o nada he tom ado,
ni he tocado á nada, s e ñ o r ..
EUCLIÓN
E nséñam e las manos.
ESTRÓFUO
A h íla s teneis.
EUCLIÓN
Enséñam elas.
ESTRÓFÍLO
¡Pues ahí estáni...
EUCLIÓN
Y á las veo; p ero enséñam e ia otra.
ESTRÓFILO
Los fantasm as y la b ilis han trastorna­
do e l cereb ro d e ese hom bre... ¿No es esto
in fe rirm e una in ju ria?
EUCUÓN
Una gra n in ju ria , si, porque hace tiem >
po Que deberías e s ta r ahorcado. Mas no
tara a rá la cosa si te obstinas en no con­
fesar.
ESTRÓFILO
D ale! ¿y qué q u ereis que confiese?
EUCLIÓN
¿Qué te has lle v a d o d e aqui?
ESTRÓFILO
Que los dioses m e exterm in en , si yo he
puesto la m ano en nada qne osp erten ezca...
EUCUÓN
Eso q u e rría yo: que no hubieses tocado.
V a y a , pues sacude la capa.
ESTRÓFILO
Como queráis.
EUCUÓN
M ira no ten gas algo en tre las túnicas...
ESTRÓFILO
R egistra d m e dónde y com o gustéis.
KUCLIÓ!í
«M iren, e l bribón... con qué d u lzu ra ha­
bla! Para qu e nos tragu em os que no ha
hecho e l robo. Conozco tus trapacerías.
Vam os, enséñam e bien d e n u evo la m ano
derecha.
ESTRÓFILO
H é la a h i.
EUCLIÓN
L a izqu ierd a ahora...
ESTRÓFILO
A h i ten eis las dos.
EUCUÓN
Renun cio á s egu ir reg istrá n d ote... Mas,
¡ea! suelta eso.
ESTRÓFILO
¿Otra vez? P ero qué suelto.
EUCLIÓN
Lo dices en chanza: si lo tienes...
ESTRÓFILO
¿Que lo tengo?... P ero qué tengo?
EUCUÓN
¿No lo digo? S i necesitará que se lo e x ­
p liqu e... E n tré g a m e lo que q u iera que
tengas m ió.
ESTRÓFILO
Vam os, este v ie jo está loco, m e acaba
de reg is tra r á su a rb itrio , y nada suyo ha
encontrado en m i poder, y todavia...
BÜCLIÓN
Aguarda, aguarda. ¿Quién e ra e l otro que
se h allaba aqui contigo?... iP o r m iv id a !
m e he perdido: ese otro andará r e v o lv ie n ­
do p or ahi d entro... (A parte.) Y el caso es
que abandonaré al uno, y ta l v e z se m e
escape e l otro. P e ro , en fin, á este lo he
registrad o b ien y nada tien e... (A Ü o .)ÿ e ie ,
pues, donde quieras: y que Jú p iter y los
dioses te confundan...
ESTRÓFILO
¡V a y a una m an era de dar gracias!...
EUCLIÓN
A hora m e v o y á ir h acia den tro, y te
aseguro que h e d e estran gu lar á tu cam a*
rad a... ¡H uye d e m i p resencia!.. ¿Teacab arás de ir, s i ó no?
ESTRÓFILO
Y a m e vo y .
EUCLIÓN
Y
{Vase.)
gu árdate d e que y o te v u e lv a á ver.
Escena III
ESTR Ó FILO .
P erm ita n los dioses que y o m u era de
m a la m u erte, s i no ju e g o , en e l m ism o d ia
d e hoy, una m a la pasada á ese v ie jo . De
seguro no se a tre v e y a á d e ja r su teso­
ro escondido aqu í: pero m e pienso qu e m u­
dará de escon d rijo, y lo lle v a rá á otra par­
te ...¡A h ! oig o e l ruido de la p u erta ... el
v ie jo que s ^ e y a sin duda con su d inero...
A lejém onos un poco d e la entrada.
£jSoona IV
EUCLIÓN, ESTRÓFILO.
EUCLIÓN
(Saliendo del templo y sin reparar en E strófilo ) Y o que m e im agin a b a que sin tem or
p odía uno fiarse d e ía Buena F é, y en un
p elo ha estado que no m e tizne e l rostro...
S i no sobreviene lo d e l cuervo m e quedo
en teram en te a r r r u in a d o .A fé m ía que
q u e rría v e r v e n ir h a cia m í al cu ervo que
m e ha dado e l aviso: le d iria a lg o d e bue­
no, y aún le d a ría algu na cosita d e co­
m e r... no obstante qu e dar es perder. P ero
en fin, ahora estam os sólo en el caso de
buscar un sitio aislado, donde pueda es­
con der esto. E l bosque d e S ilvan o se h a lla
fu e ra d e las m urallas, es un lu g a r bien
d esierto, y cu bierto d e espesos sáúces: alU
e le g ir é un sitio á propósito... D ecidido: lo
con fiaré m ejor á S ilv a n o que 4 la Buena
F é. ( Váse.)
ESTKÓFILO
¡Bien! ¡M agnifico! Soy e l niño m im ad o de
los dioses. Ahora le to m a ré la delan tera,
tre p a ré á la copa d e un árbol y desde a lli
ob servaré donde esconde las m onedas e l
v ie jo ... Mi am o en v e rd a d m e ordenó que
le esperase aqu i... ¡bah! res u e lto ... arries­
garé un vap u leo en cam bio d e u n a rica
fortuna, [iíá.rchase.')
E:soexi.a V
LY C O N ID E S , EUNOMIA, FE D R A
LYCÓNmES
Os lo he dich o, m ad re m ia: sabéis y a lo
m ism o que yo cnanto hay sobre ia h ija de
Euclión. Os ru e g o y suplico d e n u evo lo
que os he suplicado antes d e ahora: que
h a b léis con m i tio , m ad re m ia.
EUNOM IA
T ü sabes bien, h ijo m ío, que m i volu n­
tad es la tuya. C on fio que ob ten dré d e m i
herm ano io que desras; y la causa es ju s ­
ta, si como rae aseguras, fué en un m o­
m ento d e ceguedad.
I.YC<>NIDES
Había yo d e engañaro.s, m ad re m ia?
FEDRA
{'Rn e lin íe i'io r ñc la casa de B w li6n.)Í^<K0ri'o, nod riza m ia !... ¡Este dolor h o rrib le
m e m ata! jJuno, L u cin a , yo te im ploro!
LYCÓNIDES
Ah í teneis la pru eba, m ad re m ía: esos
g rito s de dolor os anuncian que v a á. na­
c e r un hijo.
EUKOUU
V e n te conm igo, h ijo , á casa de m i h er­
mano, para p e d ir le lo que exijes, y obten­
drem os d e él lo que deseas.
LYCÓNIDES
id p a ra allá, qu erid a, m adre, que os
sigo al m om en to... {Vase E w m n ia .)— yiQ
sorprende no e n con trar aquí á m í sie rv o
E strófílo, cuando le ordené que m e espe­
rase en este sitio... Mas, bien reflexio n a­
do, si e l pobre m e está prestando su ayu­
da en otro lado, no es ju sto que m e irrite
con é l.— V am os den tro. Veam os lo que
asa en ese consejo donde m í suerte se
ecide. ( Váse.)
S
E3soena VI
E STR Ó FILO
Héme aquí y a, m ás rico yo solo que to ­
dos los grifon es d e las montañas d e oro.
En cuanto á esos pobres reyezuelos, esos
m en digos coronatios, no los cuento para
nada. Y o soy ahora e l m ism ísim o fam oso
r e y Fílipo. ¡B uendia para m ü - Gomo p a rtí
de aqui bien á tie m p o de lle g a r e l p rim e ­
ro, m e subí á la copa d e un árbol, mucho
antes que lle g a ra , y desde a lli pude atisbar dónde escondía e l v ie jo las m onedas.
No bien se hubo m archado, bájom e de m i
árbol, y d esen tierro una o lla r e p le ta de
oro. Me r e tiro d e a lli y ve o e n tra r al v ie jo
en su casa. E l no ha podido ap e rc ib irse de
m i, porque tu v e l a precaución d e d e sv ia r­
m e un poco d el sendero.., Aht pues h éle
aqu i!... V u e lo á m i casa á oc u lta r esta
fortuna.
V il.
EUCUÓN
¡Me han p erd id o! ¡m e han m u erto! ¡m e
han asesin ad o!... ¿Adónde iré? ¿adónde no
iré? ... ¡A lto ah í! ¡alto ah í!... ¡A I lad rón ! ¡al
lad rón !... ¿Pero dónde está?... y o no veo
nada... m e he quedado ciego ... no sé, no
s6 dónde vo y , n i sé dónde estoy, n i sé
tam poco qu ien soy... [Dirigiéndose á lpú bli­
co.) Y o os ru ego en carecid am en te, y o os
suplico que ve n g á is en m i a u xilio: decid ­
m e, por los dioses, quién se la h a lle v a d o ...
¡Y se em bozan en sus túnicas blancas,
dándose aires d e gen tes de b ie n !... ¿Pero
?iué, por qu é os reis?... ¡Oh! os conozco p erectam en te á todos; sé que hay aqui m u­
chos que ocu ltan su in iqu id ad bajo esos
blancos tra jes y que se sientan e n tre las
gen tes honradas... ¿Qué d ices tú?... d e ti
E uedo fiarm e, pues tien es e la s p ec to d e una
uena persona... ¿Dónde está e l ladrón?
no m e nagas m o rir... d i quién se la ha
llevad o... ¡T ü lo ign oras!... ah, m isero de
m í, estoy perd id o, absolutam ente a rru i­
nado. D ía fatal qu e m e h a traíd o lá g rim a s
am argas, negros pesares, el h am b re y la
in d igen cia!... S oy ahora en la tie r r a el
m as infortunado d e los ancianos. ¿De qué
m e sirv e la v id a , si h e perd id o e l tesoro
m ío, que con tan to afan v e n ia custodian­
do?... Me he p riv a d o d e lo m ás necesario,
m e he abstenido d e todo goce, y ahora
otros se estarán d iv irtie n d o á costa d e m i
fortu n a... ¡Ah! esta id e a m e m ata: no p u e­
do resistirla...
S soon a V IH
LICÓ N ID E S, EUCLIÓN
LTCÓNIDES
¿Quién es este hom b re que asi se lam en ­
ta y llora en nu estra puerta?... Es E uclión
8i no m e engaño. Estam os perdidos: todo
se h a descubierto. Sabe sin duda lo de la
h ija . ¿Qué partid o debo tom ar en vis ta de
esto? ¿Debo irm e ó quedarm e? ¿Debo pr<’sentarm e á é l ó h u ir de su presencia? No
sé verd ad era m en te lo que hacer.
EUCLIÓN
¿Quién habla ahi?
LYCÓNIDES
Soy y o ... un desdichado.
EUCLIÓN
E l desdichado d el todo soy yo, e l m ise­
ram ente p erd id o, e l hom bre in fe liz á quien
van á con clu ir las d esgracias y los su fri­
m ientos.
LYCÓNIDES
T ened buen ánim o.
EUCLIÓN
¿Y cóm o es posible, d ecid m e, que lo
tenga?
LYCÓNIDES
Porque y o soy, os lo confieso, e l autor de
la d esgracia que os atorm enta.
EUCLIÓN
(Dioses! iq u é o ig o !
LYCÓNIDES
La verdad.
EUCUÓN
¿Y qué m a l te h e hecho yo, jó v e n , uara
que causes la ru in a m ia y la de m is poores
hijos?
LVCÓNlüES
Un dios fu é quien m e .«ledujo y m e atrajo
h ic ia ¡e lla .
EUCLION
{Cóm o!...
LYCÓNIDES
Confieso que soy culpable, conozco que
he faltado, y por e llo ven go á rogaros que
m e perdónela.
EUCLIÓN
¿ Y por qué tu viste e l atrevim ien to de to­
c a r á lo que no te pertenecía?
LY'CÓNIDES
¿Qué quereis? e l m a l está y a hecho, y
no puede im p ed irse. S in duda los dioses
lo han querido asi p orque de otro m odo e l
hecho no hubiera acontecido.
EUCLIÓN
Y o creo que los dioses lo han p e rm itid o
para que yo te h a ga estrangu lar en m i
casa.
LYCÓNIDES
No d igá is eso.
EUCLIÓN
¿Quién te ha dado e l derecho de poner
m ano sin m i volu n tad sobre una cosa que
constituye todo m i bien?
LYCÓNIDES
Lo hice, señor^ em b riagad o y ciego de
am or.
EUCLIÓN
H om bre a trevid ísim o, ¿y aún tien es e l
descaro d e v e n ir te ante m í con ese im pú­
dico len g aaie? D e modo que si ese fu e ra el
derecho, todos le tend ríam os d e arreb ata r
sus alhajas à las m atronas, en p le n a luz
d e l dia; y , cuando se nos arrestase, nos escusariam os con d e c ir que habíam os obra­
do ébrios y ciegos de am or iB ien v ile s pa­
siones serían , p o r m i alm a, e l v in o y el
am or, si autorizáran al en am orad o y a!
éb río á qu e h iciesen cuanto se le s anto­
ja se!
LYCÓNIDES
S in em b argo, h e ven id o y o m ism o à su­
p licaros qu e perdoneis m i falta.
EUCLIÓN
A borrezco á estos que hacen e l m a l y se
v ie n e n lu e g o escusando. T ú sabías bien
que e lla no te p erten ecía, y , p or lo tanto,
d ebiste d e ja rla intacta.
LYCÓNIDES
P ero en fin, puesto que y a tu v e aquel
a tre v im ie n to, no dem ando otra cosa sino
quedarm e con ella.
EUCUÓN
¿Tú te vás á qu ed ar con una cosa m ia en
con tra de m i voluntad?
LYCÓNIDES
Y o no quiero que sea contra vu estra vo­
luntad. Sino diijo que m e p arece con ve­
n ien te que sea p a ra m i.
EUCLIÓN
Si no m e entregas...
LYCÓNIDES
¿Qué quereis que os entregue?
EUCLIÓN
E l tesoro que m e has robado: si nó, al
punto te cito ante e l p reto r y te en vu elvo
en un proceso.
LYCÓNIDES
¿Pues y o os h e robado algo? ¿de dónde, y
qué es ello?
EUCLIÓN
¡Qué Júpiter te sea prop icio com o es
c ie rto que lo ignoras!
LYCÓNIDK
A l m énos es p reciso que m e d e term in eis
b ien qué es lo que reclam aís.
EUCLIÓN
T e pido m i m a rm ita llen a de oro.M la
que tu m ism o acabas d e confesar qu e m e
has robado.
LYCÓNIDES
P or m i v id a , n i y o h e dicho ta l cosa, ai
ménos la h e hecho.
EUCLIÓN
¿Lo niegas?
LYCÓNIDES
Rotundam ente lo niego: n i ten g o noti­
cias de sem ejan te oro, ni sé qué m a rm ita
es esa.
EUCLIÓN
L a que m e has robado en e l bosque de
Silvan o. V am os, d evu élvem ela . P a r tir é la
m ita d con tigo. Aunque tú has sido para
m i un ladrón, no qu iero h a ce rm e al la­
drón d esagrad ab le. V é in m ed iatam en te
p or ella.
LYCÓNIDES
Habéis p e rd id o la cabeza, cuando m e
tratais de la d ró n . Me creia, E u c lió n , que
os habiais en terad o de otro asunto qu e m e
concierne. E l asunto es im portan te y deseo
hablaros d e é l con tran qu ilid ad , y cuando
tengáis tiem po.
EUCLIÓN
D im e d e buena fe : ¿tú no m e has arreba­
tado m i tesoro?
LYCÓNIDES
Os lo aseguro, p o r m i fe.
EUCLIÓN
¿Y no sabes tü qu ié n m e lo ha robado?
LYC6^^DES
No, por m i honor.
•
EUCLIÓN
Y
si lo lle g a ra s á saber, ¿m edenunciarás
quién ha sido?.
LYCÓNIDES
Si lo haré.
EUCLIÓN
¿Y no partirás con él, n i ocultarás al la>
drón?
LYCÓNIDES
No.
EUCLIÓN
¿Y si faltas á tu palabra?...
LYCÓNIDES
Entonces... ¡que el gran Júpiter haga de
m i lo que quiera!
EUCLIÓN
Me basta... H abla ahora: ¿qué quieres?
LYCÓNIDES
P or si Qo sabéis quién es m í fa m ilia , os
d iré que M egadoro vuestro vecin o, es m í
TOMO
cxvi
4
tio ; m i padre se lla m a A n tim a co , 7 0 m e
llam o L ycónides, m i m adre E an om ia.
EUCLIÓ.V
Conozco á tu fa m ilia . Pero ¿quéquieres?
LYCÓNIDES
Quiero saber lo siguiente. Vos teneis
una hija...
EUCLIÓN
C iertam en te, la cual en este m om ento
se h a lla en casa.
LYCÓNIDES
L a teneis p ro m etid a en m a trim o n io á
m i tio, según m e han dicho.
EUCLIÓN
Estás p erfectam en te enterado.
LYCÓNmES
Pues bien, m i tio m e ha en cargado deci­
ros que ren u n cia á su mano.
EUCLIÓN
Que ren u ncia, cuando todo está dispues­
to, cuando se han hecho todos los p rep a­
rativos... ¡Que todos los inm ortales, dioses
7 diosas, le confundan, pues é l h a sido la
causa de que este in fe liz, este infortu nado
haya perd id o h oy todo cuanto poseia!
LYCÓNIDES
V a y a , ánimo, no le m ald igais. T a i v ez
este acon tecim iento sea para vuestro bien
' e l de vuestra h ija . Asi debeis im p etra ro d e los dioses.
f
EÜCLIÓN
iQ uiéralo asi e l Cielo*
LYCÓNIDES
Que él m e sea á m i tam bién propicio.
Ahora escuchad, E uclión . No hay hom bre
tan v i l que no se avergüence, que no
q u ie ra disculparse d e una falta que haya
podido com eter. Os ru ego, pues, que si he
ofendido, sin conocim iento, á vos y á vues­
tra h ija , que m e lo perdoneis, y que m e la
deis por esposa. Confieso que he in fe rid o
un u ltra je a vu estra buena h ija en la v e ­
lad a de Céres, p or efecto del vin o y por
im pulso de la ju ven tu d .
EUCLIÓN
¡Dioses! ¿qué crim en osas confesarm e?
LYCÓNU)ES
¿Y de qué s irv e y á que os lam en tcis de
ese modo? P or esta razón, y en obsequio
m io, re tira m i tío su palabra. E ntrad en
vuestra casa, averig u a d , y v e re is si el
hecho es como y o lo afirm o.
EUCUÓN
H e veo com p letam en te hundido. Todas
las desdichas se acum ulan h oy sobre m i.
E n trem os, é in d a g a r e m '» lo ocurrido.
{Vase.)
LYCÓNIDES
Soy con vos al punto... Este n egocio pa­
rece que se pone y a en puerto d e salva­
ción ... pero no puedo im a g in a r dón de se
h a lla rá m i siervo E strófilo. V o y á esp erarle
aún, un corto m om en to, y lu ego m e ir é en
busca d e ese buen hom bre. M ientras tanto,
podrá é l enterarse p or la anciana nodriza,
y sirvien ta d e la h ija , d e todo cuanto ha
sucedido.
A C T O
Q U I N T O
£ jS o e n a p r i m e r a
E STR Ó FILO , LICÓNÍDES
ESTRÓFILO
Dioses inm ortales, d e <^ué satisfacción
tan cum plida m e hacéis d isfru tar en este
d ia... S oy dueño d e una olla, que pesa
cuatro libras, cargad a de oro: ¿quién es más
rico que yo? ¿Hay en Atenas uno á quien
los dioses hayan favorecid o m ás esplén di­
damente?
LYCÓNmES
Me parece haber oíd o h ablar á álgu ien ...
ESTRÓFILO
¿No ej> m i am o ese que veo?...
LYCÓNIDES
¿No es E strófilo m i esclavo?...
ESTRÓFILO
E l m ism o es.
LYCÓNIDES
Paes no es otro sino él.
ESTRÓFILO
Acerquém onos à hablarle.
LYCÓNmES
Ayancem os. Supongo que. según m is
órdenes, habrás v is to á la anciana nodriza
d e Fedra.
ESTRÓFILO
¿Por qué no he d e decirlo?¿por qu é no he
de con tarle yo la gra n riqueza qu e la for>
tuna m e h a deparado?... Y adem ás, debo
en el acto p e d ir le aue m e ’m am m iia. Me
decido, pues, á h a ola rle. {ÁÜ o.) Me he
hallado...
LYCÓNIDES
¿Qué te has hallado?
ESTRÓFILO
N ada de eso que hace que los ch iqu illos
lancen g rito s d e a le g ria , cuando lo en­
cuentran en una haba.
LYCÓ.1IDES
¿Em piezas y a con bufonerías según tu
costumbre?
ESTRÓFILO
Poco á poco, señor: yo m e e x p lic a ré. Es­
cuchad.
PLAUTO Y SU T B A 1 »0
103
LYCÓNIDES
E a, y a estás explicándote.
ESTRÓFILO
Me he hallado h o y, señor, una riqueza
inmensa.
LYCÓNIDE-S
¿En dónde?
ESTRÓFILO
Una m arm ita lle n a d e oro que pesa cua­
tro libras.
LYCÓ.SIDES
¿Qué oigo?
ESTRÓFILO
Se la he pescado al v ie jo Euclión.
LYCÓOTDES
¿Y dónde tien es ese dinero?
ESTRÓFILO
En un arca en la casa. Ahora os d em an ­
do que m e con cedáis m i libertad.
LYCÓNIDES
¿Que te otorgue la lib erta d , costal re­
pugnante de crim enes?...
ESTRÓFILO
V aya, señor... conociendo vuestras m a-
ñas m e h e com p lacido en probaros: d e se­
g u ro y a e s tib á is dispuesto á arreb atá r­
m elo. L a v erd ad , ¿que hu bierais hecho si
m e la hu biera h a llad o en efecto?
LYCÓNIDES
¿Te vas á v e n ir ahora con socarrone­
rías?.. Y a estás trayen d o aqui esa m a rm i­
ta, en un vuelo.
ESTRÓFILO
¿Que la traiga?...
LYCÓNIDES
Que ta traigas, si, para d e v o lv érs e la á
ese hom bre.
ESTRÓFILO
¿Y de dónde la v o y á sacar?
LIYCÓNIDES
D el arca, donde poco há confesaste que
la tenias.
ESTRÓFILO
P e ro ,
m ías...
i p or H ércu les! si son bromas
LYCÓNIDES
¿Sabes bien lo que te espera?
ESTRÓFILO
M atadm e si qu ereis; pero ni una pa-
PLAUTO Y SU TEATRO
105
lab ra m ás conseguiréis arra n carm e.
SUPLEMENTO DE CODRO URCÉO (8 ).
LYCONIDES
Que quieras que nó, com o yo te h a ga col­
g a r en e l palo atado de piés y manos, bien
ab ierto d e piernas, so tunante .. P ero ¿por
qué m e contengo en ap retar los fauces á
este p illastre? ¿Por qu é no le hago echar el
a lm a por ia boca?... ¿Me la dás?D l si ó n ó .
(CogiéitdoU del cneüo.)
estró ulo
Bien, bien, os ia d aré.
LICÓNIDES
Pero ha de ser inm ediatam ente.
k s t r ó f il o
L a tendreis... ¡m as dejadm e resp irar!...
ia y ! ¡ay! {Despues de soltarle Lycónides.)
i Pero, señor! ¿qué qu ereis que yo os en ­
tregue?
LYCÓNU)ES
¿Pu es acaso lo ig n ora s, bribonazo?...
¿Osarás negar, cuando m e lo has dicho,
hace nn m om en to, que habías robado ana
m arm ita oon cuatro. lib ra s de m onedas de
oro?... {H ola, azotadores!!!..
ESTRÓFILO
¡Dos palabras, señor!
LYCÓNIDES
N o hay p alabras que valgan . ¡A m i, azo­
tadores! Pronto.
AZOTADORES
¿Qué quereis?
LYCÓNIDES
Que p rep a reís unas cadenas.
ESTRÓFILO
Escuchadm e, señor, un m om en to; un
m om ento, y después podréis condenarm e,
sí gustáis.
LYCÓ.N’IDES
T e oigo pues; p ero pronto lo que hayas
d e d ecir.
E^STRÓFILO
Señor, sí ordenáis que m e to rtu ren has­
ta d arm e m u e rte ¿qué vais á conseguir
con esto? P or d e pronto p e rd e re is un es­
clavo, y no lo g ra re is lo que an helais. En
cam bio, sí m e ofre cié re ís m í lib erta d ,
como p rem io, h a ríaís de m í cuanto qui-
------- 8, y .............................................
deseos. L a n a tu raleza «ay! nos b a hecho i
todos lib res, v por natural in stin to a p e te ­
cem os todos la d u lce lib erta d . E l peor, « I
m ás afrentoso de todos los m ales es 1|l s e r­
vid u m b re: por eso Júpiter com ienza por
h a cer esclavo al m o rta l á quien aborrece.
LYCÓNIDES
Y en verdad, que no d iscu rre m al.
ESTRÓFILO
Escuchad ah ora lo que sigu e. E n esta
nuestra edad son los amos p or todo e x tre ­
m o codiciosos, son vei'daderos Harpagone^,
H arpyias y Tántalos. Pobres en m ed io de
su opulencia, com o yo d igo, perecen de
sed en m edio d e l vasto Océano, y no h ^
p a ra ellos nunca riquezas bastante sufi­
cientes; n i los d e Creso, n i los d e Midas,
n i todos ios tesoros d e la P ersia bastarían
á saciar e l ansia infernal de los tales se­
ñores. E llos se com portan inicuam ente
con los m iseros siervos, y los siervos les
corresponden con la m ism a iniquidad;
m ien tras que si las cosas se h icieran de
otra m anera, p or am bas partes, no pod ría
m enos de suceder lo que seria ju sto. P ero
no; la repostería, la despensa, los arm a­
rios, todo lo en cierran bajo cien lla ves es­
tos viejos m iserables; y cosas que en la
v id a dan ellos á gu star n i aún á sus m is­
m os hijos, las escam otean para si ios es­
clavos diestros, astutos j rateros, ab rien­
do las cerrad u ras con doscientas llaves
falsas: que roban, que en g u llen y devoran
y ni con todas las horcas del m undo se con­
seguirá que confiesen sus num erosos la­
trocinios. A si la audaz escla vitu d se ven
g a de su estado con sem ejan tes burlas y
trapacerías. C om o que solo la gen erosidad
p odría h a cer que los esclavos fu eran ser­
vid ores fieles y leales.
LYCÓNIDES
Has hablado b ien , aunque no poco, como
prom etiste. Más veam os; si te otorgo la liD ertad, ¿m e en trega rá s t 6 á m i io que
deseo?
ESTRÓFILO
T e lo en tre ga ré . P ero necesito qn e pac­
tem os an te testigos; y perdon adm e, m i
am o, esta desconfianza.
LYCÓNIDES
Enhorabuena. V en g a n cien testigos, si
quieres. C onsiento en ello.
ESTRÓFILO
¡E unom ía! ¡M egadoro! V en id ,
os n ie g o , si lo ten eis á bien. S a lid y á se­
g u id a os m arch areis, pues pronto quedará
term in ad o nuestro convenio.
HEGADORO
¿Quién nos llam a? Aqu i m e tienes, L y c ó ­
nides.
EUNOMlA
Aqui m e tienes, Estrófilo, ¿qué ocurre?
Hablad.
LYCÓNIDES
Es asunto b reve.
MEGADORO
¿Qué hay?
ESTRÓFILO
Os llam o p a ra s e rv ir de testigos. S i yo
tra ig o á este sitio una m a rm ita re p le ta de
oro, d e peso d e cuatro libras y se la en­
tre g o ¿ L ycón id es, é l m e m a n a m itirá y
quedaré dueño d e m i persona. ¿No m e lo
p rom etes asi?
LYCÓNIDES
T e lo prom eto.
ESTRÓFILO
{Á Megadoro y á Sunom ia.) ¿Habéis oido
b ien lo que h a dicho?
MEGADORO
Lo hem os oido.
ESTRÓFILO
Pues jú r a m e lo ahora por Júpiter.
LYCÓNIDES
{Aparte.) ¡A qué cosas m e está ob ligan­
do m i com p asioa por la d esg ra c ia ajena!
( i l E s tiójtlo .) E res un insolen te.— [A^arte^
Sin em b argo, hagam os lo que e z ije .
ESTRÓFILO
¡A h . señor! la bu en afé no es la que más
abunaa en nuestros tiem pos. S e redactan
escritu ras, com parecen testigos, e l nota­
rio consigna la fech a y e l lu g a r , y con
todo nos encontram os lu ego con un hábil
que nos lo n ie g a todo cou su retórica .
LYCÓNIDES
A v e r si q u ieres que term in em os pronto.
ESTRÓFILO
T om a: ahi tienes ese pedazo d e p edernal.
LYCÓNIDES
«S i yo te fa ltá re , de m&Ia fé , que Júpi­
te r m e arreb ate todos m is bienes, sin que
la ciudad sea turbada p or la g^uerra, como
yo d ejo caer este p e d e rn a l!» Estás y a con­
tento? He hecho cuanto has e x ig id o .
ESTRÓFILO
E stoy satisfecho: y ah ora m ism o v o y
tra e r el dinero.
á
LYCÓNIDKS
V u ela con las alas del Pegaso, y devora
el espacio cuando vengas.
£jSoeua II
LY C Ó N ID E S , E STR Ó FILO , MEGADORO
EUCLIÓ N, EÜNOMIA
LYCÓXID&S
Cosa pesada es p a ra un hom bre decen­
te un sem ejan te siervo razon ad or, que
quiere saber más que su dueño. P ero v a y a
á la horca e l tal lib e rto E strófilo c o n ta l
que m e tra ig a esa m a rm ita re lle n a d e oro
uro. Me propongo en ju gar las lágrim as
e m i suegro E u clión y d e v o lv e rle su ale­
g ría , á fin de lo g ra r la mano de esa h ija
suya, que acaba de d ar á luz un h ijo, de
quien yo soy e l padre. P ero he aqui á Estrófllo que v ie n e cargado Me p arece que
trae la dicriosa m arm ita. L a trae e fe c ti­
vam en te.
S
ESTRÓFII o
Aquí tienes m i hallazgo, según lo con­
venido: ¡una o lla de oro, de cuatro libras!
¿He tardado mucho?
LYCÓNIDES
¡Dioses in m ortales! ¡qué es lo que v e o !
{qué esplén did o tesoro! m ás d e tres ó cua­
tro veces seiscientos fliipos d e oro. L la m e ­
m os, llam em os sin tardanza á E uclión.
¡Euclión! lE uclión !
Ub-GADOKO
¡Euclión! ¡Euclión!
íiUCLlÓN
¿Qué hay?
LYCÓNIDES
Bajad. Los dioses os protegen . Ten em os
en nuestro p od er la m arm ita.
EUCLIÓN
¿La teneis de v e rd a d ... ü os burláis?
LYCÓNIDES
Os afirm am os qu e està en nuestro poder:
acudid, b ajad vo ando.
EUCLIÓN
¡O h ,gran J úpiter! ¡oh, Dios d e m i hogar!
¡oh, Juno! ¡oh, tú , A lcid es, descu bridor de
ios tesoros!: al fín os habéis apiadado de
éste m isero anciano. ¡A y, olla qu eridita.
con cuanto gusto te estrecha tu antiguo
am igo sobre su corazón: con qué d e lic ia
te beso! Nunca m e h a rta ré d e a a rte abra­
zos. lOh, m i esperanza! ¡oh, m i vid a ! al fin
m i duelo se disipa.
LYCÓNIDES
[Aparte.) C reí siem p re que la fa lta de
dinero constituia una g ra n desgracia para
t (^ o e l mundo, niños, hom bres y viejos:
pues la in d igen cia p rostitu ye á, los jó v e ­
nes, obliga á robar a los hombres y redu­
ce á la m en dicidad á los ancianos; pero,
por lo q u e veo, es todavía peor... ten er
m ás dinero que e l necesario. ¡Cuántas
am arguras no ha causado al bueno de
E uclión la p érd id a d e su m arm ita!
EUCLIÓN
¿Y á quién d eb eré y o m ostrar m i g r a t i­
tud m ás m erecidam ente?: ¿á los dioses que
no abandonan á los hombres lionrados,
á m is bravos am igos, ó á las unos y á los
otros jun tam en te? S i, á los unos y á los
otros. Y en p rim e r lu g a r á ti, m i querido
Lycón id es, p rin c ip a l autor de tan gran
ben eficio... Y o te reg a lo , pues, m i tesoro:
acéptalo de buen grad o: y o qu iero que te
perten ezca, d el prop io modo que m i h ija ,
y lo declaro en p resen cia de M egadoro y
de su herm ana la e stim a b le E u nom ia.
LYCÓNJÜES
Contad, E uclión, m i querido suegro,
con m i debido reconocim iento.
EU CLIÓN
Me lo probarás cum plidam ente, si de
buena volu n tad qu ieres re c ib ir m i regalo
al m ism o tiem po que m i persona.
LYCÓNIÜES
R ecibo e l uno y la oirá, y qu iero que sea
m i casa de Euclión.
ESTRÓFILO
Todo no está concluido. Acordaos que
m e debeis m i lib ertad.
LYCÓNIDES
T ien es razón. Sé lib re , E strófilo: te lo
has m erecido. M árchate dentro á seguir
preparando la cena, aún no concluida de
aderezar.
E S TR Ó F ILO
{A lp ú b lico .) Espectadores! e l avaro Eu­
clión ha cam biado d e carácter: súbita­
m en te se ha tornado lib e ra l y generoso...
A h ora, vosotros, m ostrad
vu estra gen erosa gracia,
y , si e l d ra m a os ha gustado,
aplaudid con toda e l alma,
F IN DE L A COM EDIA
L A M ARM ITA.
os CAUTIVOS
PERSONAJES D E L DRAM A
E l p arásito E rgásílo.
E l anciano Hegión.
E l lo ra rio 6 C orrector.
F ilócra tes y l „
C aititw ».
T in d a ro
)
A ristofon te.
Un sie rv o d e H egión.
Filopolem o.
Estalagm o.
L a escena tie n e lu gar fen C a lyd o n de
Etolia.
LOS CAUTIVOS
PRÓLOGO
Bl
jefe db l a c a t e r v a ,
e » tr<0e de p ró lo ­
go.— Tindaro y Filócrates, encadenados, de­
lante ae h casa de Hegión.)
^ s o s dos Canlivos que ve is ahi d e p ie ...
{señalando á Tindaro y á Filócrates) esos dos
cautivos que están ahi de p ie... están de
p ie, 7 no están sentados. Vosotros m e sois
testigos de que y o no m iento.— E l v ie jo
Hegión, que h abita en esa casa {indicándo­
la) es el padre d e este de acá {señalando á
2Yik2aro.)— Pues, ¿cómo se encuentra en
calid ad de cau tivo, d iréis vosotros, en la
casa m ism a d e su propio padre?— Eso es lo
que, p or v ia d e introducción, m e propon­
go e sp licaros, si os d ign áis prestarm e
vu estra atención.
T e n ia H egió n dos hijos. E ra e l uno de
ellos niño de cuatro unos, cuando le fué
robado p o r un siervo suyo, que se huyó
con é l à la E lid a, y lo v e n d ió a l p ad re de
este otro c au tivo {^puntando con e l dedo á
F iló cra te i). ¿Quedáis enterados? P erfecta­
m en te... P e ro uno que está a llá en lo ù l­
tim o de la càvea m e sign ifica qu e no m e ha
oido b ien ... Pues, oye: acércate m ás: y , sí
no encontrares lu g a r donde sen tarte, lo
tendrás donde pasearte... ¡V a y a i por estos
asi los pobres histriones nos v e ría m o s r e ­
ducidos á p e d ir una lim osna. S i te crees
que por d a rte á t i gusto ten g o y o e l d eber
de re v e n ta rm e ... ¡te equ ivocas! — Á vos­
otros, ¡oh, ciudadanos! los que p or razón de
vu estra fortu n a podéis e s ta r inscritos en
tos libros d e los censores, á vosotros debo
e l resto d e la h istoria, y v o y al punto á
p agaros m i deuda.
Pues, com o decíam os, e l p ic a ro d el es­
clavo, que se escapó, lleván d ose al niño
pequeñuelo d e su amo, lo v e n d ió al p ad re
d e este otro {señalando otra vez & F iló c ra tes)\ y el hom bre, apénas lo hubo com p ra­
do, se lo re g a ló en pecu lio á su h ijo : com o
que ambos eran d e la m ism a edad p ró x i­
m am ente... y ah ora v e d le aqui [mostrando
á Tindaro) de sie rv o en la casa d e su p a­
dre, iy el p ad re sin saberlo! iM iseros m o r­
tales! los dioses nos hacen rod ar como
una bola.
Y a sabéis d e qué m an era e l v ie jo p erd ió
á uno de sus hijos. Pues e l otro halláb ase,
no há mucho, en e l e jército de E to lia , com ­
batiendo con tra los eléos, cuando p or uno
d e aquellos acciden tes tan com unes en la
g u erra , ha sido hecho p risio n ero y v e n d i­
do en E lid a al m éd ico Menarco; Hegión
com pra desde entonces cuantos p risione­
ros puede d e aqu el país, con la esperan za
d e lib ra rlo p or m ed io d e un can je;— ¡y sin
saber que es un h ijo suyo este que ahora
tien e en la casa!
A y e r m ism o se enteró que en tre los p ri­
sioneros eléos v e n ia un caballero de fa m i­
lia ric a y d istin gu id a; y , sin rep a ra r en
p recio,— com o que su único anhelo es re-
d im ír à su h ijo , v o lv e r le à v e r e n tra r en
su h o ga r,— com pró al cuestor esos
dos
cautífoos, qu e form aban p arte d e l botin.
Á su v e z los dos cautivos han id ead o una
estra tagem a, p or m ed io de la cu al, e l es>
cla vo prop orcion ará la evasión á su amo,
(.•amblándose recíp rocam en te los nom bres
y los trajes. E l d e acá {teñalando á Tíndaro ) se lla m a rá F ilócra tes; y aqu el otro
{indicando á F ilócrates) tom ará e l nom bre
d e T in d a ro; cada uno de ellos v a á pasar
por el otro en el d ía d e h oy. E l jo v e n es­
clavo conducirá con exqu isita liab ilid ad
el a rtifìc io hasta con seguir la lib e rta d de
su dueño; y sucederá m ás:— que su ardid
salvará tam b ién al herm ano suyo p risio­
nero d e los eléos, e l cual será restituido
á su anciano p ad re y á su p a tria , y todo...
ipor una casualidad!: es d e cir, que en esta,
com o en otra m u ltitu d de ocasiones, antes
se d eb erá el bien á la casualidad qu e á la
pru den cia d e los hom bres.— Asi tienen
fragu ada su estra tagem a estos cautivos,
sin pensar en m ás consecuencias, sino en
que se quede aquí e l jo v e n esclavo; y se
quedará... ¡siendo siervo d e su prop io pa>
dre! ¡ignorando q a e se h a lla reducido á
la escla ritu d en su m ism a casa p atern a!...
Desdichada hum anidad! y qué poca cosa
somos, si b ien en e llo se reflexiona!
Y a sabéis lo que nosotros vam os á rep re ­
sentar, como si fu era un hecho rea l; pero
que para vosotros no será m ás que una fá ­
bula. Y á propósito, necesito añ ad ir dos
palabras, con e l objeto de haceros una
ad verten cia. Sabed que esta com ed ia no
será indigna de vu estra atención; esta
p ieza es de un g én e ro en teram en te nuevo:
en e lla no oiré is frases im pú dicas, de esas
quo no pueden rep etirse; n i h a y en esta
fábula p erju ro m ercad er d e esclavos, ni
m aliciosa cortesana, ni m ilita r fanfarrón.
— Tam poco v a y a is á alarm aros, por lo que
os he indicado d e la gu erra d e los etólios
con los eléos: ellos com batirán léjos d e la
escena, m u y léjos d e aqui. S e ria una im ­
b ecilidad que nosotros, cuyos pap eles son
d e actores cóm icos, quisiéram os á la vez
hacer pasos de traged ia. Con todo, si al­
guno d e los presentes se encuentra deseoso
d e peleas, que p rom u eva riñ a con cu al­
qu iera; y si dá con un ad versario, por
poco que sea, a lg o m ás v a lie n te qu e é l...
y o con tra é l m e pondré d e su p a rte ; y se
trabará una tan trem en d a que á buen se­
gu ro h a d e p e rd e r para siem p re la afición
á tales espectáculos.
Y , con esto, m e retiro ... (Jueces eq u ita ­
tivos en la paz, valerosos soldados en la
p elea... yo os saludo!
ACTO
PRl M ERO
E iS o e n a p r i m e r a .
ER G ÁSILO , E L PAR ÁSITO .
Los joven es se d iv ie rte n dándom e el
nom bre de ramera {scortwai), porque en los
banquetes soy s iem p re com ensal i n v o c a Tu s [no-inviíado). Estos burlones d e oñcío
se creen sin d uda ellos m ism os que m e
dicen una sim p leza, y yo afirm o que no
lo és. Y si nó, ju z g a d vosotros m ism os: ¿no
es c ie rto que todo am ante cuando tien e
que echar en la m esa los dados á la
suerte, IN V O C A an te todo á su QUERIDA?
L u ego las ram eras (S C O R T A ) son im o co r
dae. (IN V O C A T A .) ¿Si ó uo? E vid en tisim a m en te.— ¿Y los parásitos? iP or Hércules!
los parásitos con m ucha m ás razón se p u e­
d en lla m a r I W O C A T l (nó-invitados); á
los parásitos n a d ie nos in v ita ni d e ja de
invitarn os; y , sin em bargo, nos colRn ’ s
com o los ratones, p a ra e n g u llir en todas
)artes de la com id a ajena. Mas ¡a y l tam )ie n cuando lle g a n las vacaciones y te m ­
poradas de cam po, v ie n e la suspensión de
e je rc ic io p a ra nuestras m andibulas; y,
asi com o los caracoles d u rante los calores
lan gu id ecen en su concha, alim entándose
d e su prop io ju g o , porque no les cae en­
tonces e l rocío, ta l los pobres parásitos en
e l tiem p o d e vacacion es v iv e n encerrados
en sus conchas, nutriéndose d e sus pro*
pias carnes m ien tras que se rec re a n en
sus g ran jas los ricos en cuyas casas engu­
lle n p or costum bre. jAh! D urante esta
m u e n a tem porada, e l parásito se queda
consum ido, escuálido como le b re l d e caza;
p ero v u e lv e la época de los negocios, y
tórnase d e n u evo m astín de ra za v ig o ro ­
sa... la d ra n d o p o rd e v o ra r.... P o rlo d e m á s ,
e l oficio tien e en v erd a d sus su frim ie n ­
tos, e l p arásito debe estar dispu esto siem ­
p re á r e c ib ir bofetadas, siem p re dispuesto
a dejarse e s tre lla r cacharros y copas so­
bre su cabeza Sin ésto .. p or ¡Hércules!
que se eche e l saco d e m en d igo á la es­
pald a, y se v a y a á la P u erta T rig é m in a .
¡Y cóm o m e te m o que sea ésta la suerte
que m e esté reserva d a !... Mi R E Y , (1) m í
an fitrión h a caido en m anos d e los ene­
m igos.— (P orqu e sabed que se h a lla n en
g u e rra los etolios con los de la E lid a: la
E to lia es ésta).— Pues bien, los eléos han
Ijech o p risio n ero á F ilop ólem o, h ijo del
anciano que h abita en esa m orad a [ieñaláitdola), m orada que para m i es un objeto
d e d olor, casa que no pueden m ir a r m is
ojos sin d e rra m a r copiosas lá g rim a s .— El
m isero v iejo, p or causa de la p érd id a del
hijO) se ha en trega do ¿i una ocupación poco
decorosa y que repugna á su carácter: se
h a dedicado al com ercio de cautivos, á v e r
si le es dado h a llarse con uno con quien
pueda can jear á su h ijo qu erid o.— V o y
ahora á vis ita r le .... Mas v e o que se abre la
puerta por la que yo tantas y tantas veces
ne salido saturado d e ricos m anjares.
E s o e i x a 11
HEGIÓN, E L SIE R V O CORRECTOR,
ERG ÁSILO .
Los dot CaiUi'OOS en el fon d o de la, escena.
Esclavos cerca de la casa.
HEGIÓN
{ A l corred or).
¡Hola! escucha. A estos dos p rision e­
ros que com p ré a y e r á los cuestores, en
la ven ta d e l botín, pónles cadenas por
separado, y qu ítales esos pesados h ierros
conque los tien es sujetos: p e rm íte le s que
se paseen en e l in terio r de la casa ó en
sus alrededores, si lo desean; p ero sin
que se les p ie rd a un m om ento d e vísta:
nom bre líb re cau tivo es com o a v e salvaÍ'e ...c o n una ocasión que se le presente de
luir, la aprovech a, y , cuando e l p ájaro
ha volado, es 7 a d e todo p an to im posible
e l atraparlo.
E L CORRECTOR
N i un solo h om bre habrá, á fe m ia , que
no p re fie ra la lib e rta d á la servid u m bre.
h e g i <5n
¡H ola!... paes h asta ahora no m e habias
m ostrado que ten ias ta l opinión.
E L CORRECTOR
¡Como hasta h oy no he tenido con qué
com praros m i lib e rta d !... ¡Si qu isierais
que os pagara con los talones... y a v e ­
ría is !...
HRGIÓN
Pues te a d v ie rto que si algu na v e z en­
sayas pagarme d e esa su erte... y o sé tam ­
bién la ganancia que debo proporcionarte.
EL
CORRECTOR
Im ita ría al a v e d e que hablabais hace
poco.
HEGIÓN
G uárdate no sea que yo, p a ra que la
im ite s m ejor, te h a ga e n c e rra r en una
ja u la .. ¡V aya, v a y a ! basta de conversación,
y cuídate de c u m p lir lo que h e ordenado.
¡M árchate de aquí!
EROÁsiLO— (ilparfe).
¡Con cuántas veras le pido á los dio­
ses que logre lo qne desea, porque si
ha perdido irrem isib lem en te à su hijo...
¡ah ! entonces y o , pobre parásito, soy ta m ­
bién hom bre p erd id o! D e esta ju ventu d
nada puede uno esperar: son unos com p le­
tos egoista». Sólo p odía exceptuarse al e x ­
celen te h ijo de H egión: é l e ra e l único que
conservaba las costum bres de la edad de
oro: ni una sola v e z le desarrugué la fre n ­
te, sin serin m ed iatam en te recom pensado.
Y e l p ad re es, en verdad, una buena p e r­
sona, un padre d ign o de ta l hijo.
EGfés.— (A p a ríf.)
V o y á lle g a rm e á la casa de m i h e rm a ­
no, á v e r si m is otros cautivos han estado
en orden, du rante la noche, y m e vu elvo
en seguida á la casa.
B R r .Á 8 iL o .-»-(A j»a ríí.)
D uélem e que este buen anciano, por
am or á su h ijo , se v e a precisado á desem ­
peñar e l ofício de carcelero; pero... si no
la y otro m ed io d e que consiga su noble
g ropósito, que e je rza aunque sea e l oficio
e verdugo...
HEGIÓN
¿Quién habla ahí?
e r c A s i l o . — (C/oft
aire coi^ngido.)
Soy yo, que m e consumo d e tristeza; yo
que m e siento enflaqu ecer, lan gu id ecer,
d e b ilita rm e , p e re c e r m iserab lem en te: m e
he quedado en e l hueso y e l p e lle jo de
puro escuálido. N ada d e to q a e cóm o en
m i casa m e satisface; y cu alqu ier pequei^a
cosa que m e dan en la a je n a .. ¡m e sienta
tan bien !...
HEGK^N
Que los dioses te guarden, E rgásilo.
ERGÁSILO
E llos te protejan , Egión .. {L lo riq w M d o .)
¡h i! ¡h i!...
HEGIÓN
No llores, hom bre.
ERGÁSILO
iQue no le llo r e ! ¡Que no llo r e yo ¿ aquel
jo v e n incom parable!
HEGIÓN
.Siempre te h e tenido p or un verd ad ero
am igo d e m i h ijo , y sé cuanto é l te esti­
m aba tam bién.
ERGÁSILO
N o conocem os el p recio d e un bien, sino
cuando lo hem os perdido. Y o h oy lo e x-
perim ento. Hasta que tu h ijo h a sid o cauti­
vado por los en em igo s no he apreciado lo
mucho que v a lía
HBGIÓN
Pues si un^ estraño se q u e re lla de tal
m anera de su desgracia, considérese cuan­
ta será la aflicción d e un padre de quien
e ra e l único h ijo .
e r g A s il o
¿Yo extraño á él? extrañ a e l á m i? N o m e
lo digas, H egión, y sobre todo, guárdate
de creerlo. T ú le amabas com o h ijo único;
¡oh! pues para m í era más que único, más
que todo cuanto h a y único en el mundo.
HEGIÓN
Alabo que sientas com o d esgracia propia
la desgracia d e tu am igo. Pero, vam os,
ten ánimo.
E RG Á S ILO
¿ Y cóm o he de ten erlo, vien d o en la inac­
ción m i b izarro ^ é rcito masticador?...
HBGtÓS
P ero qué ¿no has encontrado aun quien
quiera tom ar á su cargo el m ando de ese
tu áesocwpado ejército?
ERGÁSILO
E l m ando, que á tu querido Fitopólem u
TOMO c x v i
*>
le había tocado en suerte,— desde que él
se h a lla cau tivo , ¿podrás creerlo? no ha
habido iií una que qu iera aceptarlo.
HEGIÓN
¡P or P ólu x l y ¿cómo hem os d e m aravi,
llarjios d e que todos rehúsen ese mandosí tú has m en ester en tu e jé rc ito un sin
nùm ero d e tropas d e todas las regiones?
T ú has d e lle v a r en é l an te todo á los
pistoriensesy qu e se d iv id e n en bandas nu­
m erosas: lu ego necesitas á los paidcéos y
vlacerUinos; lu e g o á los turdetmos y Jlceduum es; y por ú ltim o á un sin fin d e tropas
marttimas, sin las cuales te es im posible
pasar de m a n e ra alguna ( 1 ).
b r g A s il o
¡V ed com o los grandes gen ios lan gu id e­
cen en la oscuridad: un g e n e ra l com o yo,
y p riv a d o sin em b argo d e em p leo!...
HEGIÓN
C onsuélate, hom bre, m e h a la g a la espe­
ranza d e v o lv e r á v e r á m í h ijo dentro de
pocos días. ¿Ves ahí á ese prision ero? pues
es un jo v e n de E lè a , d e fa m ilia noble y pu( e)
En este pasaje los nombres geográficos / ‘<m í
céos, p'acenlinos, turdilanot, etc. tienen un doblesentido; pues recuerdan ciertos puebXot v á la ves
ciertos manjares ó cosas de comer:
el f no, píaenta la torta, tvrdusi\ tordo, etc.
diente, y m e p rom eto que hem os de e s ti­
pu lar un cam bio.
ERGÁSILO
¡Los dioses y las diosas lo p erm itan !
HEGIÓN
V ay a ¿dónde estás hoy in vita d o á com er?
ERGÁSILO
En ninguna p a rte, que yo sepa.¿ P o r qué
m e lo preguntas?
HEGIÓN
Porque h oy es e l d ía d e m i n a ta licio y
deseaba con vid arte.
e r g As il o
¡Con qué g ra c ia lo has dicho!...
HEGIÓN
¡Pero, am igo , te has d e con ten tar con
poco!...
ERGÁSILO
Con ta l que no sea
poco... pues con
v^sa comida» m e re g a lo yo en m i caaa todos
los días.
HEGIÓN
V am os, d e c id e te . ¿Quedamos con ve­
nidos?
ERGÁSILO
<iQ^da hecho e l trato; pero con reserm ie
fo d e r acopiar o iro t o/^reeimüntos t i m me h i­
cieran iatet q w á m ju icio y a l de m it amiyot
f u e r a » p r^ 'e rib le t.'» Me d o y á t i m ed ian te
condiciones, com o si consum áram os la
ven ta d e m u fu n d o.
HEGIÓN
iUn f m d o ! . . . «una sim a sin fon d o es lo
que tu acabas d e a d ju d icarm e.— D e todas
m aneras, si has de v e n ir, que ven gas á ia
hora oportuna.
ERGÁSILO
P or m i p a rte ahora m ism o estoy dis­
puesto.
HBGIÓN
V é á v e r ántes si puedes p o r ah í cazar
una lie b re ; p orque aquí no te espera m ás
que un erizo; ya^sabes m i ré g im e n ; habitu alm en te sigu e una senda escabrosa.
ERGÁSILO
N o has d e lo g r a r a r r e d r a r m e por eso,
Q u e r id o H egión : es trab ajo p e r d i d o . V en ­
a ré entonces con los dientes cakadot.
HEGIÓN
M ira qu e m i com ida es áspera y m ala...
ERG Á S ILO
P or v id a m ia ; ¿tienes acaso p o r costum­
bre co m e r abrojos?
HEGIÓN
Es que en m í m esa hace e l g a s to la
tierra...
b r g As il o
L a tie r ra produce ja b a líe s ...
HBGIÓN
Y tam bién m ach as legu m bres...
ERGÁSILO
Paes te las guardas para cuando haya
enferm os en tu casa.— ¿Tienes algo que or>
denarme?
HEGIÓN
Que no v en g a s m u y tarde.
ERGÁSILO
{Bahl eso se lla m a adverUr al hom bre
advertido. [Vase)
HEGIÓN
Me v u e lv o h a cia dentro i tir a r un p e­
queño cálculo d e l dinero, (y no será y a
m ucho), que aun m e debe qu ed ar en la
casa de m i banquero; y , á segu id a, como
d ije hace poco, m e m arch aré casa d e m i
hermano.
A C T O S E G U N DO
E s o e n a px*im ex*a
E L C O RR E C TO R Y LOS C A U T IV O S ,
F IL Ó C R A T E S Y TÍN D AR O .
Otros esdavos de Región.
E L CORRECTOR
Puesto que los in m ortales dioses han
querido haceros p robar esta m ise ria , es
p reciso s u frirla resign ad am en te: no hay
otro m odo d e m itig a rla . Vosotros erais de
con dición lib r e en vu estro ¡)a is según en­
tiendo; pues, sí ahora os ve is reducidos á
la servid u m b re, no h a y m ás sino confor­
m aros con vu estro estado, y o b lig a r al
señor, con vu e s tra conducta hu m ild e, á
que os tra te con dulzura. C u a lq u ie r cosa,
que h a ga e l señor, està s iem p re bien h e­
cha... ¿entendeis? aunque sea una in d ig n i­
dad.— (Z fo ro íi los dos cautivos).— V am os á
v e r; y d e ¿qué os v a á s e rv ir ese llanto? un
m a l de ojos que añ adiréis ¿ los demás. En
la adversidad e l recurso m ás efica z es te­
n er buen ánim o.
FILÓCRATES
¡Vernos cargados con estas cadenas!...
¡qué ve rg ü e n za p a ra nosotros!...
E L CORRECTOR
Y , ¡qué disgusto p a ra e l am o si os
h ic e ra soltar esas ligaduras, y os p e rm i­
tie ra estar á vu estra lib ertad. ..despues de
haberos com prado p or tan buenas m o­
nedas!
FILÓ CRATE S
¿Pues qué podriatem er?N osotros sabría­
mos bien cu ál era nuestro deber, si él se
fiára de nosotros.
E L CORRECTOR
Y a lo creo: hu ir. Conozco p erfecta m en ­
te vuestro deseo.
FILÓCRATES
¿Huir nosotros? ¿y adónde?
E L CORRECTOR
¡T om a! á vuestro país.
FILÓCRATES
¡Qué in d ign id ad ! ¿Personas com o noso­
tros iríam os á im ita r á unos esclavos
fugitivos?
B L CORRECTOR
¿Y pop qué no? S i !a ocasión se p resenta­
ra, yo os •aconsejo que la aproyecn eis.
FILÓCRATES
Q uisiéram os, am igos, que nos concediérais un solo fa vor.
E L CORRECTOR
¿Qué es lo qu e quereis?
FILdC R ATE S
Que nos p erm itá is h ablar un m om ento
solos, sin la p resen cia d e éstos (indicMuio
á lo t esclaxios que ettán en e l fon d o del teatro),
y sin la d e vosotros {teñah a l C orrector y á
tu t compañerot).
K L CORRECTOR
Concedido. {Á lo t ca u titot,) A le ja ro s de
aquí. {Á lo t e tc la to t.) Y nosotros retirém o­
nos un poco — {Á F ilé c r a íe t) P ero os ad­
v ie rto que la con versaciónh a d e ser breve.
FILÓ C RA TE S
Es asunto d e un m om en to. Tinduro,
acércate p o r aqui.
E L CORRECTOR.— (i4
lo t demát.)
Apartaos d e l lado d e ellos.
TINDARO. — {Á lo t m im o t ,)
Os estarem os etern am en te agradecidos
á este fa v o r que colm a nuestro deseo.
FILÓCRATES.— ( i í Tindaro),
V en te p o r este lado, te h e dicho.— E s
indispensable que esta g en te no nos escu­
che n i una sola palabra, que no puedan
apercibirse en lo más m in im o d e nuestro
pían. L a astucia no es astucia sí no se em p k a con toda p erfección ; y se c o n vie rte
en una d esg ra cia trem end a, si lle g a à
descubrirse. S í nosotros con ven im os en
pasar y o p or tu esclavo y tu p or m i señor,
es preciso que obremos con constante
atención y con prudencia; que la cosa se
haga con e n te ra habilidad, con serenidad
com pleta, com o hom bres de en ten d im ien ­
to y d e corazon. L a em p resa es d ifíc il y
es m en ester no d orm irse ni un solo m o­
mento.
TINDARO
E spero que quedareis satisfecho d e m i'
FILÓCRATES
Asi m e lo prom eto.
lÍNDARO
Lo v e is que por salvar vu estra p erson a,
que m e es tan qu erid a, arriesgo y o m i ca­
beza que no m e es m enos ap recióle.
FILÓCRATES
Y sé m u y bien
TINDARO
Sì Io sabéis, señor, acordaros de ello,
cuando hayais conseguido v u estro intento.
L a m a yo ría d e los hom bres m ien tras an­
dan en pretensiones de una cosa son todos
sujetos excelen tes; pero despues d el deseo
cu m plido, la bondad se tru e c a en desleal­
tad é in d ig n a p erfid ia. N o lo d ig o por vos;
hasta ahora no tengo el m en o r m otivo de
rec e lo respecto d e vuestros sentim ientos;
lo que os acabo de m a n ifestar à m i m ism o
paure se lo h u biera ad vertid o tam bién.
FILÓ CRATE S
¡Por P óiu x ! Á t i si que m e a tr e v e r la yo
à lla m a rte m i padre, porque rea lm en te
estás siendo un segundo p a d re para m i,
qu erido T in d a ro.
TÍNDARO
V am os, y a escuclio tus órdenes.
KILÓCRATES
No sé cuantas veces ten go que rep etír­
telo para que lo grabes en tu m em oria:
f 'o íw soy tu am o; soy tu esclavo. Puesto que
os dioses han querido que, despues de
haber sido tu señor, sea h oy tu com pañe­
ro d e cau tiv e rio, en lu g a r d e m andarte,
com o antes lo h acia por m i derecho, aho­
ra te suplico con toda m i alm a, p or e l in­
fortunio á que m e v es red u cid o, por las
bondades d e m i padre para con tigo, por
la común servid u m bre a que nos h a suje­
tado e l b razo d el e n em igo , que no m e
guardes en estos m om entos n in gú n g én e ­
ro de respetos ni de consideraciones; ni
más ni m enos que com o y o no te los d is­
pensaba cuando te hallabas á m i servicioi
— Acuérdate bien de e llo: no te olvid es ni
un solo m om ento de lo que eras antes y
d e lo que e res en la actualidad.
TÍSD ARO
De que y o soy vu estra persona y vos
sois la m ia ¿no es esto?
FILÓ CRATE S
Exactam ente- S i puedes fija rlo bien en
tu m em oria , debem os p rom eternos un
éxito fe liz en nuestra empresa.
ü ^soen a II.
HEGIÓN, FILÓ C R A T E S , TÍNDARO.
iiEGióii.— {Saliendo de su casa y hablmdo á
los gve se hallan dentro.)
Me v o lv e ré á entrar tan lu ego como
a v e rig ü e d e ellos lo que deseo saber.
{Á los esclavos.) ¿Donde están esos á quienes
d ije que se les to lera ra pasear p or los al­
rededores d e nuestra casa?
riLÓCRATBS.— ( P w w t ó í f t á i ? «
á Eegión^)
¡P or Pólu x l ve o que p a r a q u e n o os cues­
te trab ajo e l buscarnos, habéis tomado
vuestras precauciones, con estas cadenas,
y los cen tin elas estos que nos rodean.
HBGIÓN
P a ra e l qu e cree que puede ser burlado
]aht toda v ig ila n c ia es poca: y aún asi, el
que cre e que está m ás en g u a rd ia corre
el ries g o d e ser engañado. ¿No os parece
razón su ficien te para que y o os custodie
con e l m a y o r cuidado e l que m e hayais
costado ta n cre c id a suma y e l qu e yo haya
dado m i d in ero en m oneda contante?
FILÓCRATES
Seguram en te. Nosotros no debem os que>
jarnos, en ve rd a d , porque nos h agais v i­
g ila r de este m odo; p ero tam poco, por
vu estra p a rte, deberías lle v a r á m al el
Que nosotros, si se nos o fre cie ra la ocasión
ae hu ir, tam b ién la aprovecháram os.
HBGIÓ:«
]A y ! Y o ten g o un h ijo p risio n ero en
vuestro pais, com o vosotros o estáis en el
nuestro.
FILÓCRATES
¿Prisionero?
Si.
HBGIÓN
PLAUTO Y SU TEATRO
141
TÍNDARO
N o somos, pues, los únicos que se han
v isto obligados & ren d irse...
HBGIÓN.— (Á F ilócra U s, que cree ser esclavo
de Tindaro.)
V en tú h a cia acá: deseo d ir ig ir te á so­
las algunas preguntas... «Y cuidado con
engañarm e!
FILÓCRATES
T e p rom eto le alm en te d e cirte cuanto
sepa: en cuanto á lo que ig n o re no podré
hacer m ás que confesarte m í ignorancia.
TÍNDARO.— [Aparte.)
¡E a! Y a ten em os á nuestro v ie jo en la
barbería... ¡M i am o le va á haeer la barba...
d e lo lin d o!... ¡N i siqu iera m e lo cubre con
un pein ad or p a ra no en su ciarle e l tra je !...
¿Y qué es lo que le irá á h a c e r ? .. ¿lo irá á
afeitar ó le v a á cortar e l pelo solam ente?...
Y o no lo sé; p ero por m ucha m oderación
que gaste, espero que lo desoUará p rim o­
rosam ente.
HBGIÓN.— ( i í Filócra U s.)
C ontéstam e con franqueza: ¿qué es p re­
fe rib le p a ra ti, ser esclavo ó ser hom bre
libre?
FILÓCRATES
L a situación en qne m enos se su fre, se­
ñor, es s iem p re p re fe rib le ; es v e rd a d que
hasta ahora no ha sido du ra n i enojosa m i
servid u m bre; pues en m i p a tr ia gozaba de
los m ira m ien to s que se tie n e n al h ijo de
fa m ilia .
T IN D A R O .— {Aparte.)
¡P reciosa contestación! Y a n o d a r ia yo
un ta le n to n i aun p or e l m is m o famoso
T a les; pues toda la pon derada sabiduría
del filósofo d e M ileto es nada en com para­
ción con la d e m i am o; ¡con qué discreción
acom oda su le n g u a je á la tr is te condición
de esclavo!...
HEGIÓN.— ( ií Filócrates.)
D im e: ¿de qu é fa m ilia es ese Filócrates?
FILÓCRATES
D e la fa m ilia Polyplu siam , qu e es de las
m ás poderosas é ilustres de nuestro pais.
HEGIÓN
Y á é l ¿en qu é consideración se le tiene?
FILÓCRATES
¿Á él? á él le dispensan las m ayo res aten­
ciones los person ajes p rim ero s a e la E lid a.
HEGIÓN
¿Y su fortun a es tan gran d e com o la con­
sideración y e l p restig io d e que, según tú
afirm as, g o za en tre los suyos?
PLAXJTO T SU T E A T R O
143
FILÓCRATES
El v ie jo tie n e e l riñón bien cubierto.
HEGIÓN
¿Qué has dicho? ¿ V ive su padre?
FILÓCRATES
V iv o lo dejam os cuando d e a lli salim os.
Si está v iv o 6 m u erto en este m om ento,
Plutón es e i único que puede saberlo.
TÍNDARO.—
¡Nuestro asunto está salvado!... ¿Quétal?
¡Cóm o tam b ién e l hombre/¿foíq;fiz.' Y a ve is
que no es un em bustero m iga r.
HEGIÓN.
{Á Filócraíes.)
¿Cómo se lla m a su padre?
FILÓCRATES
Thesauro-C hrysónico-C hriysides.
HEGIÓN
Sin duda le llam arán asi p or sus inm en­
sas riquezas, ¿eh?
FILÓ CRATE S
Á causa d e su a va ricia y d e su insolencia.
Su verd ad ero nom bre es Theodorom édo.
HEGIÓN
¿Qué dices? ¿Con que su padre es apre­
tado?
FILÓCRATES
iP or P ólu x í Apretado y reapretado. Pa­
ra que sepáis qué clase d e h om bre es el
ta l v ie jo , figuraos que cuando hace una
ofrenda á su dios G enio, no se s irve j a ­
m ás sino d e vasos de b a rro sam io, te*
m ien d o que su G enio ae los rob e. Juzgad,
pues, la confianza que le Insp iraráu los
demás.
HEGIÓN
S íg u e m e . {Aparte). Q u iero h a ce r m ás
preguntas á este otro. {Se acercan ambos á
T ín d iro , que e l viejo cree ser F ilócra les.) F ilócrates, tu esclavo es un buen muchacho.
Me h a d ejad o satisfecho. Y a sé p or é l cual
es tu fa m ilia , pues todo m e lo ha confesa­
do. Si m e q u ieres tü ser ah ora igu alm en ­
te sincero, logrará s un buen resultado. No
te olv id e s d e lo que ya^tengo averigu ad o
por él.
T IN D A R O . —
{CreidólFilócrates.)
H egión, m i esclavo ha c u m p lid o con su
deber, descubriéndote la v e rd a d .,. Confie­
so que y o deseaba ocu ltar m i ran go, m i
n acim iento, m i fortuna;... p e ro habiéndo­
lo y o p erd id o y a todo, p a tria y lib ertad,
considero ju sto q u e jé l se m u e s tre sumiso
contigo m ás b ien que con m igo: el^hierro
d el en e m igo h a hecho m i con dición igual
á la suya. £ n otro tiem po se h u b iera mi>
rado más en las palabras; h o y n i aün en
sus obras tie n e que gu ard a rm e con tem ­
placiones. ¿Qué quereis, Hegión? la fortu ­
na dispone d e los hombres y los op rim e y
avasalla á su antojo: yo era lib re y hém e
ahora esclavo; he caido desde la posición
m ás e le va d a á la más in fam e bajeza; yo
estaba acostum brado á m and ar y ahora
tengo que obedecer. Y s i e l am o que he
encontrado es para m i ta l com o y o lo fui
p a ra m i servid u m bre, no ten d ré al m enos
qne obedecer órdenes injustas n i v io le n ­
tas.. Y a sabéis, pues, de lo que q u e ria ha­
blaros, contando con vu estro b enep lá­
cito.
HEGIÓN
Habla, h abla sin tem or, prosigue.
TINDARO
Pues bien: y-) e ra lib re com o lo era ta m ­
bién vuestro h ijo ; la m ano d el en em igo
m e ha arreb atado lo m ism o qu e á é l la l i ­
bertad; é l se h a lla reducido á la e s c la v i­
tud en m i p a tr ia como y o lo estoy en la
vuestra .. pues acordaros que lu v j un Dios
testigo de todas nuestras palabras y de todas
nuestras acciones, y que según com o vos me
tratéis á m i en v u e s tra casa, asi ese Dios
v e la rá por é l en la E lid a. E l bienhechor
obtiene su recom pensa, p ero tam b ién el
que obra m a l d eb e esperar e l m a l d e l pro­
p io modo. C om o vos lloráis á vu estro h ijo ,
asi m i p a d re se estará d oliend o d e la pér­
d id a del suyo.
HEGIÓN
Todo eso lo sé m u y bien. ¿Pero tú me
confirm as todo cuanto este m e h a r e v e ­
lado?
TINDARO
Si, H egión. Mi padre posee cuantiosas
riquezas, y soy de noble o rig en . P ero yo
os ruego en carecid am en te que m i fortuna
lio e x c ite vu estra codicia. Mi p ad re, a.unque soy su h ijo único, antes q u e rría d e ­
ja r m e s irv ie n d o en vu estra casa, vestido
y alim en tad o á vuestras expensas, que
v e rm e en nuestro país vergon zosam en te
rüilucido á la m en dicidad.
HEGIÓN
G racias á la bondad d e los dioses y á la
virtu d de m is padres, yo soy dueño í e una
i)uena fortun a. N o soy tam poco d e aque­
llos que consideran honrada toda clase de
fíanancía. líe visto á m uchas gen tes hacer­
se ricas con enorm es lucros; p ero y o creo
que en algunas ocasiones v a le m ás p er­
d e r que ganar. {Cuántas veces h e m a ld e­
cid o e l oro, reflexion an d o los horrendos
crím en es que h a producido!
Prést am e una poca aten ción y sabrás
cuáles son m is intenciones. Mi h ijo se ha­
lla prision ero y esclavo en E lid a ; pues de­
volvéd m elo y y o en cam bio n i un d racm a
e x ig iré p or tu em ancipación n i por la de
tu esclavo. A este solo p recio os otorgo la
estim ada lib erta d .
TÍNDARO
Me parece vu estra proposición ju s tis isim a, y sois una persona excelen te. Pero
decidm e: ¿vuestro h ijo se encuentra em ­
pleado en e l s e rv ic io público, ó es siervo
de algún particular?
HBGIÓN
Es esclavo d e l m édico Menarco.
FILÓCRATES
¿De Menarco? ¡P or Póiu x! pues si es un
clie n te d e ese [señalando á Tindaro.) L a
term in ación d e vuestro asunto es cosa tan
fácil... com o el que h a ya goteras cuando
llu eve.
HEGIÓN
Haz cuanto puedas p or la red en ción de
m i hijo.
TÍNDARO
T en ed segu rid ad d e e llo. P ero quisiera
p ediros una g ra c ia , Hegión.
HBGIÓN
T od o cuanto tú quieras con ta l que no
sea en contra de m is intereses.
TÍNDARO
Escuchad: v a is á saberlo. N o pretendo
y o que m e d e je is p a r tir antes a e que os
sea d evu elto v u estro hijo; p ero qu iero que
m e d e jeis d isponer de T m d a r o , fijando
antes p o r é l e l p recio que gu stéis, y lo en­
viarem os á. m i p a d re para que a rre g le con
é l e l rescate d e vuestro hijo.
HEGIÓN
.\ ó. nó; cuando se h a ya acordado una
tregu a, e n v ia re m o s m ejo r á otro cual­
q u iera p a ra qu e desem peñe todas las co­
m isiones qu e queráis.
TÍNDARO
S i en viá is ¿ cu alqu iera otro es com o si
nada h ic ié ra is . Mi siervo T ín d a ro es e l que
con vien e qu e va y a , y yo os asegu ro que,
apenas h a y a llega d o , qu ed ará e l negocio
con clu ido. N o podéis e n v ia r á m i padre
otro m en sajero m ás fie l, n i qu e le inspire
m ayo r confianza. Es su esclavo p red ilecto,
y no h a y n a d ie á quien pueda é l en trega r
vu estro h ijo m ás gustosam ente.. N o ab ri­
gu éis el m en or recelo: y o respondo de su
fid elid ad con m i cabeza. C uento con toda
seguridad con su lealtad , p orqu e T ín d aro
sabe e l g ra n cariñ o que le profeso.
HEGIÓN
Bueno: pues fijarem os su p recio, y le
en viarem o s b ajo tu caución.
TÍSD A R O
L a acepto. P ero procedam os
pronto posible á la ejecución.
lo m ás
HEGIÓM
¿Quedamos convenidos en que, si no
v u e lv e, tú tendrás que d a r por é i la can ­
tid ad de v e in te m inas? (cerca d e 600 p e ­
setas).
T ÍND A RO
Queda resu elto y convenido.
HEGIÓN.—
{A los Zorarios.)
Quitad los h ie rro s á ese esclavo. {In d i­
cándoles á Filócrates.) Desatádselos á los
dos...
TINDARO
¡Que los dioses os colm en de beneficios,
en rem u n eración d e l bien que nos dispen­
sais, rom piendo gen erosam ente nuestras
cadenas! En v e rd a d que no m e disgusta
ten er m i cu ello lib re d e esa m a ld ita arg ol la.
HEGIÓN
.Cuando se hace e l bien á los buenos, e i
beneficio es fecu ndo para el bienhechor.
Y a puedes e n v ia r tu esclavo á E lid a y
d a rle instrucciones de todo cuanto debe
d e c ir á tu padre. ¿Quieres que le llam e?
150
B IB U O TE C A U N IV ERS AL
TÍNDARO
L lám alo.
E ^scen a l i l
HEGIÓN, F IL Ó C R A T E S Y TÍN D AR O
HEGIÓN
¡O jalá que la cosa salga b ien para m i,
para m i liijo y para vosotros!... En calidad
de am o n u evo tuyo te ordeno que ejecutes
lo que te m an d e tu antiguo señor, con toda
exactitu d . Acabo d e con certar e l d ejarte á
su disposición , p rè v ia una estim a ción de
ve in te m inas.
FILÓCRATES
P or m i p a rte m e en cu entro favorab le­
m en te dispuesto, tanto p or vo s com o por
él. Am bos podéis m an ejarm e com o un aro:
h acedm e ro d a r p or aqui, por a lli, por don­
de qu eráis. E stoy á vuestras órdenes.
HEGIÓN
Con ese b e llo caracter, con esa disposi­
ción á s e r v ir con solicitu d, dem uestras
que en tien d es tu verd ad ero interés. V a ­
m os, s íg u em e . {Á Tindaro tenido p o r F iló crates.) A h í tienes al hom bre.
TÍNDARO
Os a g ra d ezco infinito, H egión , vuestra
le altad concediéndom e en v ia r á m i padre
ese m ensajero qu e podrá d arle cu enta do
m i situación, y e x p lic a rle lo que debe S e ­
cutar en obsequio m ió. {Á FiM crates.) 7V?tdaro, acabo d e acqrd ar con H egión e l en ­
v ia r te á É iid a á la casa de m is padres; y
que si no v u e lv e s , le in d em n izaré con la
suma de v e in te m inas, en cu ya cantidad
quedas valorado.
FILÓCRATES
N o creo que h abéis concertado ninguna
insensatez, pues vu estro padre m e r e c ib i­
rá p erfectam en te á m í, ó á cu alqu iera
otra persona qu e v a y a en vuestro nom bre.
TINDARO
Pues quiero qu e fijes bien tu atención
en lo que has d e h a cerle saber, in m ed ia ­
tam ente que lle g u es á nuestra p atria.
FILÓCRATES
Filócrates, em p lea ré en la g estió n de
este negocio e l m ism o celo que sabéis he
desplegado s iem p re en todo o que os in te ­
resa; estad segu ro que os s e rv iré con todo
m i corazón, con m i alm a toda y con todas
m is fuerzas.
TISD A R O
Eso es h a cer lo que se debe. Pues óy e m e
bien. En p rim e r lu g a r saluda de m i p arte
a m i padre y á m i m adre, á m is parientes
y á cu alqu ier am igo m ío q a e te encontra­
res: d íle s que lo paso bien, y qu e he'caido
en las m anos d el m ás bondadoso d e los
hom bres, e l cual m e ha tra ta d o y m e trata
cada d ia con la m ás extj^emada benevo­
lencia.
*
FILÓCRATES
Recom endación supèrflua, pues fá c il­
m en te m e hu biera acordado por m i m ism o
d e hacerlo.
TÍNDARO
Y
que s i no fu era porque te n g o á m í lado
quien m e v ig ila , m e c re e r ía en p len a l i ­
bertad. Com unica p or ú ltim o á m i padre
el pacto q a e H egión y y o tenem os hecho
con rela ció n á lo d e sa hijo.
FILÓ C KA TE S
.Me estáis d icien d o todo cuanto sé p e r­
fectam en te: vuestras exp licacion es no s ir ­
ven m ás que para reta rd a rm e.
TÍNDARO
Que raí p a d re le d é lib e rta d y lo e n v íe
aquí á cam bio d e nosotros dos.
FILÓCRATES
Está bien, no se m e olvid a rá .
HEGIÓN
Sobre todo, T ín d aro, que sea con ia
m a jo r p rontitu d ... pues á unos y à otros
nos in teresa gran d em en te.
FILÓ C RA TE S
C reed, H egióif, q u e s i gran d e es e l deseo
vuestro de v e r à vuestro h ijo, no m enos
im pacien te estará é l d e abrazar al suyo....
FILÓ C R A TE S.—
(A Tíitdaro.)
¿No teneis nin gu n a otra cosa que com u­
n icarm e para vu estro padre?
TÍN D A RO
A segú rale que quedo en buena salud.
Puedes ¡oh, T in d a ro! añ ad irle que en tre
los dos no h a habid o jam ás la m en or d is­
cordia: que no m e has faltad o en lo más
pequeño; que no m e has dado n i el más
le v e m otivo d e qu ejarm e; que á pesar de
m i d esgracia, no has dejado de serm e leal
y obediente; que tu fé y tu celo no se han
visto desm entidos en m is p e ligro s é in fo r­
tunios. Y estoy seguro que, cuando m i pa­
d re conoza tu conducta, no ha d e ser tan
avaro que rehúse e l otogarte la lib e rta d en
agradecim ien to; y si y o vu elvo, sabré h a­
c e rle que te la conceda con en tera com ­
placencia; pues á tus cuidados, á tu hon­
radez, á tu v irtu d y á tu pru den cia debe­
ré e l v o lv e rm e á encontrar en e l seno de
m i fam ilia . T ú m e has proporcionado d i­
cha tan in apreciable, descubriéndole á
Hegión m i n a cim ien to y m i fortunad Con
tu in gen io has roto las cadenas de tu seAor. Ésa es tu obra.
FILÓCRATES
He hecho con vos, señp*, todo cuanto estais recordando, y os a gra d ezco con todo
m i corazón que no lo h a yais olvid ad o. P e­
ro, en verd ad , vos m erecíais que m e com ­
portase de ta l m anera; m as s i y o h ic ie ra
d e l m ism o m odo m en ción d e l m ucho bien
que os debo, e l d ía con clu irla antes que m i
relato: pues aunque la suerte os h u biera
hecho m i s iervo, no hu biérais podido t r i­
butarm e d eferen cia s m ás extrem a d a s
HEGIÓN
¡Qué corazones tan nobles, dioses in ­
m ortales!... ¡m e hacen d e rra m a r lágrim as
d e e n tern ecim ien to!... V e d ah i una e n tra­
ñable m ù tu a am istad .. ¡Con qu é alaban­
zas tan delicadas h a correspondido el es­
c la vo á su señor!
FILÓ CRATE S
¡P or Pólu x! los elogios que m e p ro d iga
no son n i la cen tésim a p arte d e los que é l
m erece.
HEGIÓN
Despues d e h a b erle servido tan cu m pli­
d am en te, se te o frece la ocasión de coro­
nar ¡oh, T ín d a ro! tu b ella obra, desem pe­
ñando la m isión que te ha confiado, con
toda fidelidad.
TÍN D A RO ‘
N o m e es posible, H egión, m an ifestar
m i buena volu n tad sino con m is obras, y
procurando con ardorosa solicitu d e l éxito
deseado. Y p a ra convenceros de ello, pon­
g o por testigo al poderoso Júpiter, d e que
nunca d ejaré d e ser fie l ¿ F ilócrates.
HEGIÓN
E res un h om bre d e bien.
FILÓCRATES
Y
que jam ás d e ja ré de eje cu ta r en in­
te rés suyo lo m ism o y d el propio m odo
que en e i mio.
TÍNDARO
{Q u iera el c ie lo que tus acciones y sus
efectos correspondan á tus palabras! Y ya
que no he dicho cuanto h u biera sido m i
aeseo... escucha sin incom odarte m is ú l­
tim as adverten cias: piensa bien, p o r los
dioses te lo suplico, que bajo m i palabra,
y m ed ian te caución, se te e n v ia á m i casa
p aterna, y que m i v id a se queda en p re n ­
d a d e la tuya. N o vayas á olv id a rlo , despues que te alejes, dejándom e aquí solo
en la servid u m bre, considerándote tú l í ­
bre, no vayas á condenar al abandono á
tu fiador, ni m e descanses, ípor los cielos!
hasta que tra ig a s al hijo d e e s te anciano
p a ra perm utarnos. No o lvid es que son c in ­
cuenta m in as q a e te n d r ia q u e p agar si tú
no p arecieras; con que sé fie l, p a ra e l que
te ha sido fie l, y que tu le a lta d probada
no se d esvan ezca nunca. Mi p ad re, estoy
seguro, segu rísim o, no fa lta ra al cu m pli­
m ien to de su deber. C onserva m i am istad
que será etern a, y acep ta la d e este ancia­
no que se te ofrece. Por esta tu m ano que
y o op rim o con la m ia, con toda e l alm a te
ru ego qu e m e pagues con la fid elid a d que
yo he ten id o para con tigo. Reñexiona,
T in d aro, que tu eres en estos m om entos
m i dueño, m i p ro tector y m i padre. En
tus m anos pongo m i suerte y m is espe­
ranzas.
16
F I . CRATBS
Basta, señor... ¿Quedareis contento con
que se cu m plan satisfactoriam en te todos
vuestros encargos?
TÍNDARO
C om pleta m en te.
FILÓ CRATE S
Pues y o os p rom eto que v o lv e ré y que
se colm arán vuestros deseos. ¿No teneis
más qu e ordenarm e?
TÍNDARO
Que vu elvas cuanto antes, y a lo sabes.
PLAU TO
Y SU TE A TR O
157
FILÓCRATES
Eso no es m en ester a d vertirlo.
HKGiÓN — ( i
Filócrate*.)
Síguem e, y h a ré que m i banquero te
en tregu e d in ero para el v ia je , y al m ism o
tiem po ir é á re c o g e r un p ap el casa d el
pretor.
TÍNDARO
¿Qué papel?
HEGIÓN
Un docum ento que debe p re s e n ta r á la
g en te d el e jé rc ito p a ra que le p erm ita n el
paso para la E lid a .— T íi {Á tín d a ro ) én­
tra te en la casa.
TÍND ARO .— ( i
Filóerateg.)
¡Que lle v e s un v ia je fe liz!
FILÓ C RA TE S
iQue e l c ie lo os con serve en
salud!
c om p leta
H E G IÓ N .- (A p a r fe .)
¡P or el dios P ó lu x que he asegurado m i
fortun a, com prando estos C(iútif)OS á los
cuestores, en l a ven ta d el b otín l Me p a re ­
ce, «loados sean los dioses! q^ue te n g o r e d i­
m id o ¿ m i h ijo d e la servid u m bre; y , sin
em bargo, p or cn&nto tiem po estuve v a c i­
lante sobre si lo s com p rarla ó no los com ­
p r a r ía !.. {Á los
S iervos! gu ar­
dadm e á este cautivo d en tro d e la casa,
y que no m e pon ga un p ié fu e ra de e lla ,
sin que v a y a acom pañado d e uno que le
v ig ile . Y o e stoy aquí de v u e lta en un se­
gundo.— {Aparte). Vam os á v is ita r m is
otros cautivos en la casa du m i herm ano
y al m ism o tie m p o nos in form arem os si
en tre e llo s h a y alguno que conozca á este
jó v e n .— {Á F i l ó c r ^ s . ) Y tú, v e n te conm if o, y ante todo te d ejaré á t i despachado,
ste es ah ora m í asunto má.s ap rem ian te.
ACTO
TERCERO
Escena primera
ERG ASILO
¡Infortunado m o rta l el que, buscándose
la vid a, solo á duras penas encuentra qué
com er; y m ás in fe liz aún e l qu e penosa­
m ente lo busca y no lo halla!... ¡p ero el
desdichado sobre todos los desdichados es
el que siente e l agu ijón d el h am b re y no
tie n e que lle v a r á la'boca!...
¡D ía m a ld ito ! ¡G oncuántogusto te arran ­
carla los ojos, si pudiera, por la fa ta l in­
fluencia que m e estás e je rc ie n d o sobre
todo e l m undo!.. N o he conocido ja m á s un
fam élico m ás harto de ayunos que este
desgraciado, n i d e menos suerte en todas
sus ten tativas d e procurarse pábulo para
el estóm ago... Mi v ie n tre y m is m an­
díbulas c e leb ra n h oy la g ra n fiesta del
Ham bre!... ¡Mal h a ya m il veces e l oficio
de parásito! E sta ju ven tu d endurecida
está dejando p e re c e r á Ins pobres bufones
en la in d ig en cia. N o se hace y a caso de
estos BtpaTüatas de la Ínfim a clase, de
estos m iseros Sufrelapos., de estos desven­
turados parásicos, poseedores d e frases
agradables; p ero sin viandas qu e com er,
ni d in ero con qu e com prarlas. H oy no se
b rin da con un banquete sino al qu e pue­
d e d e v o lv e r el con vite,.. Pero, ¿qué más?
si hasta van ellos m ism os al m ercad o, al
m ercad o qu e en otro tiem p o e r a dom inio
e xclu sivo de los parásitos!... y lu e g o desde
e l foro se encam inan casa d e los vile s
m ercad eres d e m ere trice s , con la cabeza
ergu id a, com o si fu eran á la a s a m b le a d el
)ueblo á ju z g a r á los crim in a les !... Tanto
es im p orta un bufón como un bledo: no
tien en am or á nadie, á n adie m ás que á
si propios. H ace poco, cuando m e sa li de
aqui, m e en ca m in é h acia e l foro, y apro­
xim án dom e á un grupo de jó v e n e s : «.yo os
saludo,» Ies d ije , dónde se com e hoy?—
N i una p a la b ra .— ¿Quién h a sido el que ha
contestado: en m i casa?» Mudos com o es­
tatuas: n i aun siqu iera se m ofab an d e m i.
— ¿Dónde cenarem os, por lo m enos? Me
hacen señas d e que no. A p e lo á uno de
m is chistes favoritos, á uno d e aquellos
graciosos cuentos, que en otra época m e
aseguraban la bucólica de un m es entero.
N adie absolutam ente se rie . N o h a y duda
es una con fabu lación infam e. N i uno solo
se d ign ab a im ita r siqu iera al p e rro enfu­
recido; y a que no fu era d e risa , que al
m enos m e hu bieran enseñado los dientes.
V ien d o qu e aqu ellos m ancebos se d iv er-
tia n conm igo, los abandoné. Despues m e
fu i en busca de otros; luego de otros; lu e­
g o d e otros m ás... en todas partes la m is­
m a acogida. Se han dado la consigna como
los m ercaderes d e aceite en el V e la b ro ( 2 ).
Me m arché, p o r ù ltim o de a lli, corrid o de
ve rm e tan in d ig n am en te burlado Y como
yo, toda ia tu rb a d e parásitos se consumía,
dando vueltas in ú tilm en te.— E stoyresu elto á d em an dar ju s tic ia , con a rre g lo á la
U y bárbara, con tra esta ju ven tu d coaliga­
da para p rivarn o s de los v ív e re s y d e la
vid a. Y o e n v o lv e ré en un lin d o proceso á
los culpables, y p e d iré en gordo contra
ellos: haré que se les condene á que den
d iez com idas, á m i discreción, aten dida la
carestía d e las subsistencias. Es del todo
necesario h a ce rlo a s i.— Ahora d ir ijo m i
rum bo hacia e l puerto: a lli está la ún ica
esperanza que m e resta de pescar una
cena; si tam b ién se m e fru stra ., no habrá
otro rem ed io sino v o lv e rm e en casa del
v ie jo , y acep tar su insípido banquete.
E Ssoena
11
HEGIÓN, AR ISTO FO N TE
HSG lÓ n
i Qué cosa m ás g ra ta que conse^uiruno
SQ provecho unido al del bien publico!...
Eso m e ha sucedido á m i a y e r con ia com ­
p ra de esos prisioneros... Todos cuantos
TOMO c x v i
6
m e ven se apresuran ¿ d arm e el parabién.
P or c ie rto que con tan ta deten cu 'n y con
tanta ch arla m e encontraba y a rendido,
y m e c re ia que nunca iba à lle g a r la hora
de v e rm e lib re de aquel d ilu v io d e fe lic i­
taciones. P o r fin pude lle g a r á la casa del
p reto r; y , despues que to m é un poco de
alien to, e x ig í e l pase, m e lo despacha­
ron, se lo en tregu é á Tin d a ro, y se m archó
e l h om bre h a cia su país A seguida m e
vin e h a cía la casa, pasándom e antes por
la d e m i herm ano, donde te n g o m is otros
cautivos ¿Hay en tre vosotros, les p regu nté,
alguno que conozca á F iló c ra te s de Elèa?
Y este que v ie n e aquí (señalando á Á risiofo n U ) m e contestó: ¿A F ilócrates? es am i­
go m ío.— Bueno, pues en m i casa se en­
cuentra. Entonces m e rogó qu e le dispen­
sara e l fa v o r d e v e r á su cam arada, y se
io h e concedido, ordenando qu e le solta­
ran las cad en as-(4 ilm to/ o*to).— Síguem e.
V o y á satisfacer tu deseo, conduciéndote
al lado d e tu am igo.
jB s o e n a i l i
T ÍN D A R O
E n este m om ento en v e z d e v iv ir , p re­
fe r ir ía no h aber existido nunca. Toda es­
peranza, todo recurso, todo a u x ilio se ha
perdido. E ste es e l d ía en aue no h a y para
m i pobre v id a esperanza algu n a d e salva-
ci 6 n. No encuentro por donde s a lir en este
caso tan te rrib le ; no vislu m b ro n i un rayo
de esperanza en esta espantosa ten eb rosi­
dad. ¿De qué m an era voy á ocu ltar m is as­
tucias j engaños? ¿Con qué v e lo v o y à cu­
b rir m is in trig a s y trapacerías? N o hay
conm iseración posible para m is im postu­
ras, n i h a y escape que v a lg a p a ra m is
iniquidades. L a audacia no encuentra r e ­
fu gio, ni h a y asilo para el engaño. Todo
e l m isterio se ha descubierto; se ha pues­
to en e vid en cia la im postura, y toda esta
farsa es y a c la ra como la luz d e i dia. No
encuentro m ed io d e e v ita rm e la h orrib le
m u erte que rae espera, en pago d e nues­
tro engaño. Me ha perdido ese Aristofon te
que acaba d e en trar: ese hom bre m e co­
noce y es a m igo y p arien te d e F ilócrates.
L a m ism a Diosa d e la Salud, aunque qu i­
siera, no p od ría salv a rm e ... A m enos que
no sacara 3^0 d e esta cabeza algu na nueva
m aquinación... ¿Pero cuál, diantres?... ¿qué
es lo que y a puedo inventar?... N o m e v ie ­
nen á l a im a g ín a c ió u .. m a s q u e estúpidas
im becilidades.,. E stoy en teram en te atra­
pado.
E ^soena W
HEGIÓN, T ÍN D A R O Y AR ISTO FO N TE
HEGIÓN
¿Cómo es que ese hom bre se h a salido
fuera de la casa?
TÍNDARO
¡Ah! estoy muerto.., E l e n e m ig o se acer­
ca, pobre Tindaro. ¿Qué d iré? ¿qué alega­
ré? ¿qué es lo que puedo confesar? ¿qué es
lo que debo negur? No sé ¡cielos! qué reso>
lución to m a r... {¡E lm e d io d e s a lir d e esta
situaciónlt.. ¡M aldito A ristofon te! ¿ ^ r q u é
ios dioses no te lle v a ro n ¿ los inflem os,
antes que hubieses sido arreb ata d o d e tu
patria? T ú has ven id o oon tu fa tid ic a p re ­
sencia à d erru m b a r todos nuestros planes.
Todo este asunto está p erd id o, si no im a ­
gin o algu na audaz e s tra ta g em a .
HEGIÓN
(A A riito fo n te .) P or aqui... A h ílo tienes.
A cércate y háblale.
TÍNDARO
(Yolméitdoteieespaldasá AristofowU^^9.y
algún m ortal m ás desgraciad o que y o ? ,
ARISTO FO N TE
¿Qué es eso, Tíndaro? ¿por qué huyes de
roí vista? ¿por qué ese aire d e desprecio,
como sí yo fu e ra para t í un desconocido?
E sclavo soy cierta m en te, com o tú lo eres
tam b ién . P ero yo en m í país e ra d e condi­
ción lib re , y tú, desde niño, has v iv id o en
la servid u m bre.
HEGIÓN
jP o r e l dios P ó lu z ! pues y o no m e m a ra -
v illo qae se a le je j que e r ít e ta s m iradas,
y n i aun m e estrañaria que te m ostrase
aversión, cuando estás llam án d ole Tinda>
ro en v e z de F ilócrates.
TÍSDARO
¡H egiónl ese hom bre e n É lid a es teni>
do por loco furioso. Xo p resteis oídos á
nada de cuanto os hable. Se le h a v is to en
su casa p e rs e gu ir con una p ica á su padre
y á su m adre. Además, de v ez en cuando le
dá ese p ic a ro m al para e l que es bueno
echar s a liv a sobre e l paciente (3). ¡Señor!
¡os aconsejo que huyáis de su lado!...
HBGION
íQué se lo lle v e n léjos d e m i!
ARISTO FO N TE
(A T in d aro.) iCóm o, bribón! ¿tú dices
que yo estoy dem ente? ¿que y o he perse­
guido con una p ica á m i padre y á m i ma­
dre? ¿que yo padezco una en ferm ed ad cuyo
p reservativo es escupirm e?
HBGIÓK
No tienes p o r qué ru borizarte d e ello*
Muchos se v e n afligidos de ese m a l y han
encontrado en la s aliva un rem e d io m uy
saludable,
ARISTO FO NTE
De m odo que vos creeis lo que d ic e ese
infam e?
HEGION
¿Pero qué es lo que y o creo?
ARISTO FO N TE
«iQue yo estoy locoll
TÍNDARO
(A H egión.) (H irad, m irad que ojos tan
furiosos os echa! Lo m ejo r es que os retíreis. id e g ió n ! lo que yo os h e anunciado
ántes: e l acceso se apodera de él. T ened
cuidado con vos, señor.
HBGIÓN
Desde que le v i d a rte el nom bre de T in ­
daro, m e ap ercib í que no estaba en e l uso
de su razón.
TÍNDARO
Com o que á veces se le o lv id a hasta su
propio n om bre, y no sabe d e c ir quién es él
m ism o.
HEGION
Pues é l se d e c ía am igo tuyo...
TÍNDARO
¡A m ig o m ío !... En la v id a lo h e tratado...
A lcm éon, O restes y L y cu rg o son m is am i­
gos d el m ism o modo que él.
ARISTOFONTE
Cóm o, ra c im o d e horca, te a treves á se-
gu írm e inju rian do? ¿Dices que y o no te co­
nozco?
HEGIÓN
Pues es claro: com o que le llam as T in daro en v e z d e F ilócrates... A l que ves no
le conoces; y e s tis nom brando al que no
ves.
ARISTO FO NTE
{A H e g im .) k\ contrario; él ren iega de
lo que es, y d ic e ser lo que no es.
TÍNDARO
En efecto, si tú vas á g a n a r á Filócrates
en d e cir la verdad.
ARISTOFONTE
C ielos! v e o que este in fam e v a á produ­
c ir la con vicción de la v e rd a d con sus
m entiras. ¡P o r Hércules! m íra m e , m íram e
á la cara.
TÍNDARO
{M irándole.) ¿Y bien qué?
ARISTO FO N TE
¿Y te a treves aím á n eg a r que tú eres
Tindaro? ¿Osarás todavía sostener que tú
eres Filócrates?
TÍNDARO
Lo d igo y lo repito.
A R ISTO FO NTB
H egión, ¿y vos le daréis crédito?
HBGIÓN
Más qne á t i y m ás que á m i m ism o;
porque e l T in d a ro que tu p reten des v e r se
na v u e lto h o y á la É lid a y v a á casa del
p a d re de ese que tienes delante.
A RISTO FO N TE
¿Pero que p a d re (4) decis, si ese es an
esclavo?
TÍNDARO
(X Anito/bn/í.) Y tü tam b ién ere s es­
clavo, asi com o antes has sido lib re : como
y o m e p rom eto v o lv e rlo á ser si consigo
que recobre su lib e rta d e l h ijo d e Hegión.
A R IS TO F O N TE
¿Qué dices, m iserable? ¿Tien es el des­
caro de asegu rar que eres libre?
TÍNDARO
Y o no h e d ich o que soy L ib re ; tin o F iló crate* (5).
A RISTO FO N TE
¿Qué sign ifica esto? Este m alva d o está
j ^ a n d o con vos, H egión. É l es y ha sido
siem p re esclavo; y en la v id a h a tenido á
su s e rv ic io m ás esclavo que é i m ism o.
TINDARO
Perqu e tú e res un m isero in d ig e n te en
tu patria, que no tienes que com er, q u isie­
ras que e l m undo entero te igualase. Mas no
h ay de qué sorprenderse: los pobres, de or­
dinario, son enem igos envidiosos de los
ricos.
A R IS TO F O N TE
Guárdate, H egión, d e c re e r le con lije reza, porque, ó y o m e e n g añ o , ó m ed ita
algu na fech oría d ign a de él. Acaba de ase§ urar que está trabajan do p or e l rescate
e vuestro h ijo , y no m e gu sta esto de nin­
gún m odo.
TÍNDARO
Dem asiado sé que no verás con satisfac­
ción que esto se rea lice; p ero y o cu m pliré
m i promesa, iasí los dioses m e ayu d en ! Y o
ie restitu iré su h ijo , y é l en cam b io m e
en trega rá á m is padres; con este objeto
he enviado á T in d a ro á m i casa paterna.
AR IS TO F O N TE
Pero si T in d a ro eres'tú ^'n o h a y más es­
clavo de ese nom bre que tu en nuestro país.
TÍNDARO
¿Cuándo acabarás de ech a rm e en c a ra
esta servid u m bre á que m e h a red u cid o la
muerte de las armas?
ARISTO FO N TE
¡Ira d e l C ielo ! no puedo contenerm e.
TÍN D A R O .— ( i
Begión.)
¡ A y , señor! ¿Lo veis? ¡H uid! M irad que
nos v i i apedrear, si no d ais ord en de qae
le aten.
AR IS TO F O N TE
iE stoy dado á los infiernos!
TÍND A RO
D espide fu ego p or los ojos: icuerdas, He­
g ión ! ¡pronto, cuerdas! ¿No v es com o todo
su cuerpo se tiñ e dejm an chas lívid as? L a
atrab ilis que le atorm enta.
A RISTO FO NTE
A t i sí que, d e ejecu tar este anciano Ío
que debe, h ará que te dé torm en to la pez
negra, y qu e arrojes lla m a s p or esa ca­
beza.
TÍNDARO
Y a no d ice sino extravagan cias; e n te ra ­
m en te y á es p resa de las fu r ia s .
HEGIÓN
¡P or H ércules! ¿y si hago y o que le aten?
TÍNDARO
Eso es lo que aconseja la prudencia.
ARISTOFONTB
E l suplicio estoy pasando d e no tener
una gran p ie d ra con que aplastar e l cere>
bro á ese truhán que m e e s t i llam ando
loco.
TÍNDARO
Que busca una piedra: ¿no lo has oido?
A R IS TO F O N TB
’ H egión! deseo hablaros^ solas.
HEGIÓN
Pues no te acerques, te suplico. Háblam e desde donde estás, que y o te puedo es­
cuchar desde léjos.
TIND A RO
iP or Pólu xl sí os ap roxim áis á é l, os
arrancará las narices d e rai2 .
A R ISTO FO NTB
H egión, no creáis que estoy loco, n i lo he
estado en m i v id a , n i yo adolezco d e nin­
guno deUos m a les que ese hom bre m e a tri­
buye. Sin em bargo, si os causo m iedo, ha­
ced que m e aten, yo consiento en ello ; pero
con ta l Que ord enéis ata r tam b ién ¿ ese
m iserab e.
TÍNDARO
i k m i? á m i no; que lo encadenen & él, si
ese es su gasto.
ARBTO PO STK
C állate, m en tido Filócrates^ y o haré que
seas reconocido por e l verd ad ero Tindaro.
¿Por qué m e est&s haciendo señas?
TÍNDARO
¿Que te estoy haciendo señas?— [Á S e iC ielosI |A qué no se a tr e v e r ía si vos
no estu viérais presente!
HEG IÓ N. —
{Comenzando á desconjíar.)
D im e: ¿qué te p arece à t i que h a ria este
loco, si y o m e ap roxim ara ¿ él?...
TÍNDARO
T on terías: se b u rlaría d e vos. Os em pe­
za ría á con tar m a jad erías sin p iés n i ca­
beza N o le fa lta n m ás que las vestiduras;
p or lo dem ás es el m ism o A y a x e'n perso­
na el que ten eis delante d e vuestros ojos.
HBGIÓN
Pues m ira : no m e im porta, m e v o y à él.
TÍND ARO .—
[Dioses inm ortales, estoy p erdido! ¡Me
encuentro e n tre la espada y la pared, y no
sé qué p artid o tom ar!
HBGIÓN
A ristofon te, estoy dispuesto 4 escachar­
te, si tien es algo que d ecirm e.
A RISTO FO NTE
V ais á o ir d e m is labios la verd a d , que
hasta ahora os h a parecido m en tira. Mas,
ante todo, necesito disuadiros d e la idea
d e que yo soy un maniaco: yo no padezco
locura alguna n i sufro otro m al que e l de
la servid u m bre; pero... ¡que e l R ey d e los
dioses y d e los nombres no m e conceda
v o lv e r a p isar e l suelo de m i p a tria , si ese
in fam e no es tan F ilócrates com o vos y
com o yo!
HEGIÓN
Entonces, d im e, ¿quién es ese hombre?
ARISTOFONTE
E l m ism o que os he dicho, señor, desde
un p rin cipio. S i vos averigu áis lo con tra­
rio , m e som eto sin restricciones y para
siem pre, á v i v i r en vuestra casa privad o
d e m i fa m ilia y de m i libertad.
H E G IÓ N .—
{Á Tíndaro.)
¿Y qaé tien es tú que responder á esto?
TÍNDARO
Que vos sois m i dueño y señor, y y o soy
vuestro esclavo.
HEGIÓN
Esa no es la cuestión. Se te p regu n ta si
eres ó no de condición Ubre.
TÍNDARO
L o he sido, señor.
ARISTO FO NTE
¡Falso! ja m á s lo h a sido. Vam os, se está
m ofando.
TÍNDARO
¿Y tú que sabes? ¿Fuiste tú acaso ia par­
tera de m í m ad re p a ra h a b la r con todo ese
atrevim ien to?
ARISTO FO N TE
¿Pues no te he visto y o i t i n iñ o peque­
ño, siéndolo y o tam bién?
TÍNDARO
¡T om a! tam b ién yo, h om b re hecho, te
estoy v ie n d o à t í ahora m ism o, que no eres
nin gú n n iñ o... ¡Anda! se te v u e lv e la cosa
en con tra... M ira... lo m ás acertado seria
que no te m ezclases en m is asuntos; ¿por
ven tu ra, d i, m e cuido y o d e los tuyos?
HEG IÓ N.— ( i í
Ariito/onte.)
¿El padre de este se lla m a Thesauro—
C h ryson ico— C hrysides?
A R IS TO F O N TE
En la v id a he oido pron u n ciar sem ejan­
te nom bre. E l p ad re a e F iló c ra te s se Uam a
Theodorom édo.
TÍNDARO
¡Ahora si que acabo de r e c ib ir e l golpe
de m uerte!... C a lm a , corazón m ío, sus­
pende tus naturales m ovim ientos. T ú estás
brincando, y en cam bio yo, de m iedo, ape­
nas puedo sostenerm e.
[Encolerizado.)
¿Estás dispuesto á p roporcionarm e al
punto la pru eba d e que este tra id o r ha
sido un esclavo en É lid a y que no es n i se
lla m a F ilócrates?...
ASISTOFONTB
T a n cu m plid a, com o que nada puede
aducirse con tra eiia afirm ación... ¿Más el
verdadero F ilócra tes dónde se eccu entra
en este m om ento?
HEGIÓN
Donde y o no qu erría que se h a llara , y
donde é l estará m u y gran dem ente. jAh!
m e ha partid o, m e fia descoyuntado este
in fam e con su p erfid ia; con sus engaños
m e ha conducido á donde h a querido.
Pero, en fin, ¿qué debo y o creer?
ARISTO FO NTE
Por m i p a rte nada os he dicho que no
podáis a v e rig u a r cum plidam ente.
HEGION
¿Conque es cierto?
A RISTO FO NTE
¡En la v id a oiré is una v e rd a d m ás exa c­
ta !... com o qu e F ilócra tes h a sido am igo
m ió desde la n iñ ez.
HEGIÓN
¿Y cuáles son las señas d e ese tu c a m a ­
rad a Filócrates?
A R IS TO F O N TE
V o y á decíroslas; rostro m acilen to, na­
r iz aguda, cütis blanco, los ojos negros,
e l cab ello algo rubio, crespo y ensortijado.
HEGIÓN
¡Es su retrato!
T ÍN D A R O . —
{A p a rU .)
¡E n qu é atollad ero estoy m e tid o !... {Bn
tono iró n ico .) ¡L astim a de va ra s que se van
hoy á ro m p e r en m is costillas!...
HEGIÓN
Me h an engañado in icu am en te: y á lo veo.
TÍN D A R O .— ( A p f f i r í í ;
con ironía.)
G rillos queridos, ¿por qu é tard ais en
v e n ir á abrazaros á m is piern as, á fin de
que yo os to m e bajo m i custodia?
HEGIÓN'
¡A h ! estos infam es prision eros se han
mofado h oy d e m í com pletam en te. El
uno se ha fin g id o esclavo y e l otro h a si­
m ulado ser hom bre l ib r e . .. Se Jurn comido
la almendra ynte han dejado en p renda la cás­
cara!... Im b é d t' M e he d^ado tiznar e l rostro
con toda clase de coloresf... {M irando á T in ­
daro.) Ah! Pues, por io menos éste, asegu­
ro que no se h a d e burlar m ás d e m i... Cólafo, Cordalion, C órax! ¡Hola! ¡V e n id al
punto con las correas!...
E L CORRECTOR.— ( 4 p a r 6 j ) .
¡V a y a una hora de e n v ia m o s á hacer
leña!
J E soen a V
HEGIÓN, TÍN D AR O , AR ISTO FO N TE .
{Esclavos Correctores,)
HEGIÓÍÍ
¡Ponedle las esposas á ese infam e!...
TÍNDARO
¿Qué s ig n ifica esto? ¿Qué d e lito he co-'
metido?
H EG léN
¿Y te a treves áp regu n tarlo, sem brador,
escardador y ahora gran segad o rd e m ales?
TINDARO
¿ Y p or qué no m e habéis lla m a d o p rim erodesterronador?: pues e l d esterron a rp recede siem p re ¿ la carda en las faenas de
la labranza.
HEGIÓN
¿Pero no v e is con qué descaro m e pro­
voca?
TÍNDARO
E l escla vo inocen te v sin cu lp a debe
hablar siem p re con confianza; y soore todo
á su señor.
HEGIÓN
A ta d le las m anos fu ertem en te, os or­
deno.
TÍNDARO
Sois m i dueño: m andad qu e m e las cor­
ten, si qu ereis. P ero dignaos m an ifestar­
m e e l m otivo d e vu estroen ojo: ¿por qué es
esto, señor?
HEGIÓN
Porque habiendo puesto en t i toda m i
éonfianza, tus m en tiras y tus ard ides han
descon ceiíad o, han de.struido todos m is
proyectos; han echado p or tie r r a todas m is
esperanzas. T íi m e has arrebatado á F iló­
crates con tus im posturas. L e tuve por
esclavo y á t i por hom bre lib re , dando
créd ito à vuestras palabras, y ahora re­
sulta qae habéis perm utado los nom­
bres!...
TÍNDARO
Confieso qne es verd ad cuanto decis; de­
claro que él se os h a escapado con la ayu­
da de m is estratagem as y artificios; pero
¿qué m otivo es este, por Hércules, para
que estalle con tra m i vuestro faror?
HBGIÓN
¡Con te rrib le s torm entos tien es que pa­
garlo !...
TÍNDARO
Con ta l que y o no m e h a ya hecho m ere ­
cedor d e la m u erte, poco m e im porta.
Aunque y o sucum ba aqui, aunque F iló­
crates no reg res e , como lo ha prom etido...
con el sacrificio a e m i vid a , quedará rea*
lizada una at^ción m em orable: ¡com o que
he arrancado á m i señor de la serrid u m b re V de m anos de sus enem igos, restituyén aolo lib r e á sus padres y a su patria,
habiendo p re fe rid o a rrie s g a r m i cabeza
antes que d e ja r de s a lvarlel...
HBGIÓN
Pues v e á go za r de tu g lo ría á orillas
d el Aqueronte.
TÍNDARO
E i que p erece por virtu d no m uere.
HEGIÓN
Cnando en castigo d e tu engaño te haya
hecho s u frir los m ás crueles torm entos, y
cuando ia m u erte les pon ga térm in o....
que d iga n despues si has m u erto ó si has
p erecido; poco m e im porta: con ta l que
perezcas, m e es in d iferen te que pred iqu en
que vives.
TÍNDARO
Por e l dios P óiu x, que si lle g a s á ejecu>
ta r ta l cosa no la realizarás im p u n em en ­
te; pues s i r e g re s a m i am o F ilócrates,
com o de e llo e stoy segurísim o...
A RISTO FO NTE
¡Oh dioses in m ortales! acabo d e p e n e tra r
este m isterio l... ]y a io com prendo todo!...:
m i am igo F iló c ra te s se en cu en tra en li­
b ertad y con sus padres. iCuánto m e ale­
g ro) com o que á ná d ie qu iero m ás entra­
ñ ablem ente qu e á é l. Y (cuánto siento
ahora e l flaco se rv ic io que h e hecho al
pobre T in d a ro ) ]P o r m iin d is c r e c ió n y m is
palabras m e lo cargan de cadenas)...
HEGIÓN.— ( i
TÍ<ñd<iTO.)
¿No te reco m en d é que m e confesaras la
verdad?
TÍNDARO
C ie r ta m e n te , señor, que m e lo e x i­
gisteis.
HEGIÓN
Pues entonces, ¿por qué has osado m en
tir?
TÍNDARO
Porque la v e rd a d hubiera p erd id o al
qne deseaba s e rv ir, y una m en tira le sal­
vaba.
HEGIÓN
Pues cara te h a d e costar.
TÍN D A R O
Sea en buen h ora. He salvado á m i due­
ño y e l haberle salvado m e produce una
satisfacción: ¿pues p a ra qué m e h a bia co<
locado á su lado su padre y señor m io, si­
no para custodiarle? ¿Creeis que en esto
he obrado m alam en te?
HEGIÓN
Pésim am ente.
TÍNDARO
Pues yo afirm o que m e he portado bien:
m i ju ic io en este punto d ifiere d el vues­
tro. ¡Ah! reflexion ad lo bien ¡oh. H egión! sí
uno de vuestros siervos se hubiera produ­
cido de análoga m anera con vuestro hijo
i cuánta g ra titu d no legu ard ariaisl... ¿Aun
esclavo ta l no le otorgaríais gustoso la li­
bertad?... ¿No s e ria para vos vu estro sier-
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BIBLIOTECA UNIVERSAL
v o m ás estim ado?... F ran cam en te, señor..#
HEGIÓN
N o d ig o que no.
TÍNDARO
¿Pues entonces por qu é os irritá is con
tra mí?
HEGIÓN
Porque has sido con é l m ás le a l que con*
m igo.
TÍNDARO
¡Y qué!... ¿Pretendíais qu e un d ia y una
noche fueran suficientes p a ra cam biar e l
corazon d e un cautivo, de un esclavo no­
v ic io rec ie n tem e n te colocado á vuestro
s e rv ic io , hasta el punto d e que p refiriese
vuestro in terés al de aqu el con quien ha­
b ía pasado la v id a desde la niñez?
HEGIÓN
Pues m ira , e z ig e le á é l e l p re m io d e tus
servicios.— (A h s esclavo*). Conducídm elo
donde le carguen d e fu ertes y pesadas ca­
denas.
Tíndaro,) Y desde a lli, derecho
irás á las canteras; y en lu ^ a r d e las ocho
piedras que los otros m e cortan al cabo
d el dia, tú tendrás que h a c e r e l doble de
t r a b ^ o . Y s i no... harem os qu e te se ila>
m e ^xcentóplago (seiscientos azotes).
AfO STO FO N TE
En nom bre d e los dioses y d e la hum a­
nidad, os ru ego que no p
‘ erdáis é, ese in ­
fe liz .
HEGIÓN
¡Oh, no! S e tendrá cuidado con él: p or la
noche m e lo encadenarán y custodiarán
perfectam en te; y , durante e l dia, arran ­
cará piedras en los subterráneos. Q u iero
prolon gar su suplicio y no acabar con él
en un solo dia.
A RISTO FO N TE
¿Pero es c ie rto qu e lo v ais á hacer?...
HEGIÓN
Más cierto que e l que ha de lle g a r un
d ia en que ten g o que m o rir— L le v a d le , sin
p érdida de tiem po, á la fra gu a d e Hipólito
y d ecid le que le aplique unas gruesas es­
posas; y , desde a lli, conducídm elo á las
afueras, á la casa de m i lib e rto C órdalo,
y que lo lle v e n á trab ajar en las can teras...
¡Ah! recom endadle especialm ente, d e m i
p arte, que no m e lo tra te sino tan m al
como al que tr a te peor.
TÍNDARO
¿Por qué he d e anhelar que m e conser­
vé is la vid a, á pesar vuestro?... P eor para
vos si p e lig r a m i vida.,. Despues de m orir,
nada ten g o qu e te m e r d e la m uerte. Aun­
que m i v id a se p rolon gara hasta una e x ­
tre m a ve je z , siem p re seria b re v e e l tie m ­
p o que m e resta ra de p ad ecer... Pasadlo
bien, señor... aungue, en ve rd a d , m ere c e ­
ría is otra despedida.— Y en cuanto á ti, oh
A ristofon te, que los dioses te p agu en el
se rv ic io que m e has hecho. T ú y solo tú
eres el autor d e m is infortunios.
HEGIÓN
L le v a d lo d e una vez.
TÍND A RO
¡Una g ra c ia , señor!..- S i re g res a F ilóló e ra te s , p e rm itid m e siq u iera v e rm e
con él.
HEGIÓN
¡L a v id a os vá, si no m e lo quitáis al
punto d e m i presencia!
TÍ.VDARO
¡Oh! esta es una b ru ta l violen cia , ¡por
H ércules!; arra strarm e, lle v a rm e á em pe­
llon es de esta m anera...
E s c e n a
"V I
HEGION, A R IST O FO N T E
HEGIÓN
Y a lo conducen al calabozo, com o se m e­
rece. A si se rv irá d e lección á ios demás
cautivos, para que n in gú n otro se atreva
á segu ir su ejem plo... ]A h l Sin éste que m e
lo h a descubierto todo, no h a y duda, m e
lle v a n con sus engaños donde se les hu­
b iera antojado, tirán d om e d e la brida. D e
nadie, de n adie {absolutam ente m e he de
fia r en adelante; bueno es haber sido bur­
lado m iserab lem en te un avez. «Qué d esgra­
cia tan enorm e la m ia!: ab rigab a la espe­
ranza de rescatar á m i pobre h ijo y m i es­
peran zase hadesvanecido,... P e rd i á aquel
pobre niño d e cuatro años, q u e m e robo el
esclavo, y no he vu elto á saber nada ni
d el esclavo n i de aquel h iio ...; ahora, el
otro m ayo r cae en p oaer de los enem igos...
iqué suerte tan funesta m e persigu e! h a­
b er tenido hijos para quedarm e sin ellos!
CA A rU to fvn ie .) S igu em e p or aqui: te v o l­
v e ré á conducir al lu g a rd e donae te tra je .
N o quiero te n e r com pasión d e nadie pues­
to que nadie se apiada de m i.
A R IS TO F O N TE
Hoy m e desp erté en tre cadenas. En tien ­
do que m añana m e sucederá lo mismo.
ACTO
CUARTO
E S s o e n a p i^ im o x 'a
ERG ASILO
Oh! soberano Júpiter! tü m e salvas la
vid a, y m e colm as de bienes en este mo­
m en to! Qué d e felicid a d es m e esperan!
gran d es, opíparas cenas, g lo r ía , provecho,
p laceres, ^uegos, risas, a le g ría s , fiestas,
pom pas, aoundancía, ricos vin os, m an ja­
res suculentos, d ich a co m p leta !... De hoy
en adelan te y a no ten d ré qu e su plicar a
nadie. H ém e aquí y a en estado de prote­
g e r á un am igo ó de p e rd e r á un en em i­
go... d e ta l m an era m e h a colm ad o de fe ­
lic id a d este d ía venturoso! Acabo de lograr
una riq u ís im a h eren cia sin los gastos del
sacrificio... Ahora v o y á to d a p ris a i bus­
car al p obre v ie jo H egión; pues le traigo
e l m a yo r b ie n que é l p od ía dem an dar al
C ielo , y m ucho más. C ie rta m e n te m i ne­
g ocio est¿ hecho. Ahora v o y , ¿ la m anera
d e los esclavos d e com edía, á re c o g e r m i
m anto sobre e l cuello para s e r e l p rim ero
de quien oiga tan g ra ta noticia, j cuento
que por ella m e asegu rará la com ida para
el resto de m is dias.
E jS G e n .a
l i
HEGIÓN, ERGÁSILO
HBGIÓN
Cuanto m ás m ed ito en esta aventu ra
tanto m ás se red o b la e l despecho en m i
alm a... H aberm e dejado tiznar e l ro ttro d e
esta m anera, y no haberm e ap ercibido ni
rem otam ente de e llo !... Cuando este hecho
se divu lgu e, vo y á ser la irris ión de la ciu­
dad.. No hay duda: cuan dom ep resen te en
e l foroj de seguro van á g r ita r todos; «a h í
vá , ahí vá e l v ie jo bobalicón que cre e todo
cuanto le d ic e n !»— P ero no es E rg á silo ese
que veo v e n ir y qu e tra e recogido el m a n ­
to! ¿Qué es lo que irá á hacer?
E R G Á S IL O . — {Aparte. )
Basta de tardanzas. E rgásilo, y á des­
em p eñ a r cuanto antes tu m isión. F uera
todo e l mundo y ná d ie se oponga en m i ca­
m ino, si no se encuentra m al con su ezis*
tencia. A l qu e m e im p id a el paso le aplasto
las narices.
HEGIÓN
Este hom bre se p rep ara p a ra el pugilato.
ERGÁSILO
Que lo v o y à h acer com o lo digo. Qae
cada cual p ro siga su cam ino, sin d eten er­
se á h a b la r d e sus negocios en esta plaza,
porque m i puño es una balista, m i codn
una catapu ta y m is hom bros un ariete:
con las rod illa s d errib a ré p o r tie r ra i
aquel qu e se m e oponga y d e ja ré sin d ie n ­
tes á todo m o rta l con quien trop iece.
HBGIÓK
¿Qué am enazas son estas? En verdad
que no salgo d e m i asom bro.
ERG Á S ILO
Cuidado que se h a de acordar para siem~
è re d e este sitio, y de esta hora y de m i!..1 p rim e ro que trop iece con m igo, encuen’
tra la m uerte.
: HEGIÓN
¿Pero qué proyectos tra e rá en tre m anos,
cuando pronuncia tan trem endas am e­
nazas?
ERG ÁSILO
Lo p re v e n g o de antem ano, para que s i
alguno se v e cogido, lo sea p o r su cu lp a.
Manteneros en vuestras casas. E v ita d t o ­
dos, os d igo , m i violen cia.
HEGIÓN
iP o r v id a d e Pólu xl p a ra m ostrarse tan
inflado, d e seguro que le han inflado
tam b ién i él e l estóm ago. Com padezco al
pobre tonto, d e cuya m esa haya salido tan
arrogante.
ERGÁSILO
¡A y de los panaderos que alim en tan i
sus cerdos con salvado, lo cual produce un
olor tan fétid o qu e no se puede pasar por
d elan te de sus tahonas!... com o y o trop iece
con uno d e estos an im ales en ia v ía pú­
b lica, por m i fé , qu e á los cerdos y á sus
amos los h e de sacar e l salvado d e l cuerpo.
HEGIÓN
iSoberbio ed icto! ¡y con qué tono d e re y !
N ada, sin duda está bien rep leto: porque
la m ajestad de éste resid e en el estom ago.
ERGÁSILO
Guay tam b ién de los pescadores que
traen á T ender al pueblo, en ju m en tillo s
eseado podrido, cuya fetid ez hace h u ir
e la plaza á los que se pasean en los Pór­
ticos! Y o les restrega re en e l rostro sus
canastas de pescado, para que aprendan á
no infestar las narices de las gen tes; y en
cuanto á los carniceros que arrancan á las
ovejas sus tiern os recentales, que venden
corderos para los sacrificios, y dan carne
d e carnero por carne de ca strón ... s im e
encuentro en la ca lle con alguno d e estos
endurecidos carneros, aseguro que el amo
S
190
BIBLIOTECA UNIVERSAL
y la res lo h a n d e pasar
m alam en te.
HEGIÓN
Bravo! el hom bre d icta sus ordenanzas
com o un ed ii. ¿Si le habrán nom brado los
etolios a gorá»(m o?
ERGÁSILO
Y o no soy y á parásito; yo soy un re y , el
más règ io de los reyes. Tantos y ta n sober­
bios son los socorros que m e tra e la nave
que acaba de fon dear en e l puerto. Mas
¿por qué tard o en inu ndar de a le g ría el
oorazon d el v ie jo H egión, qu e es en este
instante e l m ás afortunado d e los m or­
tales?
HEGIÓN
¿Qué g ra ta n oticia será la que roe trae
este diab lo tan alborozado?
E RG ÁSILO . —
[Llamando á la puerta.)
iH ola! ¿Dónde dem onios estáis? ¿I^o hay
quien ab ra esta puerta?
HEGIÓN
V amos, este danzante vie n e á ce n a r con­
m igo.
ERG ÁSILO
A b rid m e al punto las hojas d e esta puer>
ta ó las d e r r ÍM á puñetazos.
HEGIÓN
Me han entrado ganas de d ir ig ir le la pa­
labra.— lE rgásilol
ERGÁSILO.— («Si» volverse.)
¿Quién d ice p or ahí Ergásilo?
HEGIÓN
Oye, m íram e.
BRGÁSILO
Me pides una cosa que no te concede
ni te concederá la fortuna. P ero ¿quién
eres tú?
HEGIÓN
Mirarne, hom bre. Soy Hegión.
BRGÁSILO
¡Oh, tú e l m ás venturoso d e cuantos
hom bres h a y en e l mundo, ¡cuán á tiem po
has llegado!
REGIÓN
¿Sin d u d a encon traste a lg u ien con quien
cenar en e l puerto^y por eso despreciaste
m i convite?
ERGÁSILO
Echa esa m ano.
HBGIÓN
¿Mi mano?
b r g As il o
D am e esa m ano & seguida.
HEGIÓN
T óm ala.
b r g As il o
Ahora... reg ocíjate.
HEGIÓN
¿ Y p or qué qu ieres que m e regocíje?
b r g A s il o
Porque y o te lo mando. Vam os, alégrate
te digo.
HBGIÓN
¡P or e l dios Póiu x! m is quebrantos no m e
p erm iten a le g ra rm e.
e r g As il o
Fuera y a e l m a l hum or. A l pu nto v o y á
b orrar d e tu sem blante todas las huellas
d el pesar. T e d igo que te reg o c ije s con
toda confianza.
HEGIÓN
¡V a y a ! pues m e alegro, aunque no sé
por qué.
erq
A s il o
Haces bien. Ahora vas á d a r tu s órdenes.
P L A U T O Y SU T E A TR O
193
HEGIÓN
¿Pero qué órdenes ten go que dar?
erg
As il o
Ordena que enciendan un gra n fuego.
HBÜIÓN
¿Un gran fuego?
erg
As il o
Sí; pero un fu ego enorm e.
HEOIÓS
iQué b u itre eres! ¿Te crees tú que, por
solo darte gusto, v o y á h acer a rd e r m i
casa?
ero
As il o
No hay que incom odarse. ¿Es que no
qu ieres h acer que pongan al fu ego las
calderas? ¿No q u ieres que se lim p ie la v a ­
jilla ? que se p rep aren ardientes norn illas
para ei jam ón y las viandas, y que v a y a
alguno á com p rar pescado?...
HEQIÓN
¡Vam os! este sueña despierto.
krg
As ii / )
Que otro v a y a à com prar puerco, cord e­
ro y pollos?...
TOMO
cxvi
7
HBOlÓN
Sabrías d a rte buena vid a, s í tu vieras
con qué.
ERGÁSILO
¿Y jam on es, m ariscos, salm ones, roda­
ballos, lenguados y blando queso?...
HEGIÓN
Más fá c il te será nom brar todas esas co>
sas que com erlas en m i casa ¡oh E rgásilo!
ERGÁSILO
¿Crees, pues, que yo te lo e x ijo en inte­
rés mío?
HEGIÓN
No h a y <^ue hacerse ilusiones, querido
m ió. En m i casa no saborearás n i h oy ni
en toda tu v id a esos ricos m a n ja re s que
acabas d e n om b rar. T e suplico, pues, que
no m e tra ig a s aqui m ás que tu ap etito or­
dinario.
ERGÁsn.0
¿ Y qué harem os si tú m ism o te em peñas
en h acer ese gasto, aun im p id ién d o telo yo?
HEGIÓN
¿Yo?
ERG ÁSILO
Si, tú.
HEGIÓN
Serás tú m í am o en este m om ento.
ERG ÁSILO
No soy tu am o, sino tu m ejor am igo.
D im e ¿quieres qu e h a ga tu felicidad?
HBGlÓhl
(Quién no q u iere m ejo r la felicid a d que
la desgracia!
b r g á s il o
Pues dam e tu m ano.
HBGtÓN
Ahí la tienes.
ERG ÁSILO
¡Ay. H egión! los dioses todos te protegen .
HBGIÓN
Pues no »ienio en qué...
BRGÁSILO
Y a lo creo, no sientes porque no estás
m etido en una íenüna ( l ) . Haz que p rep a­
ren prontam ente los vasos puros p a ra el
sacrificio y que tra íg a n un c a m e ro ceba­
do,•el’ m ejo r que encuentren.
( 1 ) En el original dice: estás en un fs fiita r fin
»^HítcfíoJ. Pero nemos d id o esta traducción para
conservar en castellano un )uego de palabras aná­
logo al del ttxto, y que expresa la misma idea.
HEGIÓN
¿Para qué?
erg
As i l o
P a ra inm olarlo.
H E G IÓ N
¿A qué dios?
erg
A s il o
¡A m i! Y o soy para t i en este m om ento
el soberano Júpiter: soy p a ra t i la salva­
ción, la fortun a, la dicha, la a le g ría . P or
consecuencia p rocu ra con ópim as ofren­
das m e re c e r la protección d e este dios.
HEGIÓN
Parece que tú me tienes ànsia de d e­
vorar.
ERGÁSILO
\Á m í, no á tí/...
HEGIÓN
Com o te p arezca... ese h am b re no m e
hace i. m i s u frir.
£RGÁS1L0
lY a lo creo! ese e s h & b ito tu yo desde la
infan cia.
H£G1ÓN
¡Que Júpiter y ios dioses te confundan!..
P L A U T O Y SU TE A TR O
191
k r g A s tlo
Que te confundan k ti. (P or H érculesl lo
justo seria qu e m e dieras las p a c ía s por
m is noticias: tan g ra n p ro visio n d e fe lic i­
dad te traigo d e l puerto... con que y a m e
estás com placiendo...
HEGIÓN
¿V e te a llá , nécio d el d ia b lo !... has acu-
o tard e; y a no es tiem po.
erg
As i l o
Si h u biera ven id o antes, es cuando po­
drías haberm e dicho eso con m otivo; pero
ahora... recib e. H egión, esta a le g ria que te
traigo: acabo d e v e r, en e l puerto, en un
barco de la rep ú b lica, á tu n ijo F ilo p ó le m o v iv o , sano y salvo, acom pañado del
jo v e n eleo, y d e G stalagm o, aquel esclavo
que se te fugó, llevándose e l niñ o tuyo de
cuatro años...
h e g ió n
lAnda en h oram a la!... ¿te estás burlando
de mí?
b r g A s il o
A si m e ayu de la sagrada diosa d e la
H artura y m e ten ga siem p re p or uno de
los suyos, según es cierto que lo he visto,
H egión!...
HEGIÓN
¿Á m i hijo?
SGASILO
À tu faijo^ á m í G ènio tu telar.
h e g ió n
¿ Y i m i OauUw aqu el d e la É lida?
e r g A s il o
P e r ApolUttem (a).
h e g ió n
¿Y ¿ m i siervo E stalagm o, el que robó
k m i hijo?
e r g A s il o
P e r C o r m (b).
HEQIÓN
¿Mucho tiem p o hà?
k r g A s il o
P e r Pr<m e»te (c).
h e g ió n
¿Es ve rd a d qu e h a llegado?
erwAsild
P e r Signiam (d).
UKGiÓN
D im e: ¿estás seguro d e ello?
(a)
(b )
SI, por A p o lo ,
SI, p o rC o r t.
(b l Sf, por Prenest«.
(d ) P o r Signia.
ERGÁSILO
P e r P h ru m tm em (e ).
HBGIÓN
¿Pero tú lo has yígto bí«n7
ERGÁSILO
P e r Alatriam.
REGIÓN
¿Por qué estás ahi ju rando p or ciudades
bárbaras?
ERGÁSILO
Porque son tan d ifíc ile s de d ig e r ir, co­
mo la com ida qu e tú m e ofreciste.
HEGIÓN'
¡M aldita sea tu vida!
b r g A s il o
O jalá!... ¡y a que no m e crees, cuando te
estoy liablando la pura verd ad .— Y á pro­
pósito; de qué nación era E stalagm o cuan­
do se fué d e aqui?
(e)
L o )uro, por Frusinona.—Son ciudades lati­
nas. En «1 o rig in a l el parásito las cita en gripgo.
Queriendo nosotros conservar el efecto que se pro­
puso Plauto con esas fórm ulas exóticas, las hemos
uesto en latín, siguiendo el ejem plo del docto
ludet.
&
HEGIÓN
Siciliano.
srg
As il o
Ea, pues y a no es siciliano: ah ora es bo­
yo; lle v a en e l cu ello un d ogal d e Boya;
sin duda le han dado esa espota, p a ra que
S ueda p ro crear hijos, y no te n g a necesiad de lle v a rs e los de otros.
HBGIÓN
Vam os, con form a lid a d ... ¿es c ie rto lo
que m e has dicho?
E R 'iÁ S lL O
¿Pues no ha d e ser?
HBGIÓN
¡Dioses in m ortales! M esien to r e v iv ir con
esa n o ticia ... si d ices la verdad.
srü
As il o
¿Cómo lo dudas aún, despues d e m is so­
lem n es juram en tos? En fin, sí tú no tien es
fé en m is palabras, v e te tú m ism o al
puerto.
HBGIÓN
Eso es lo m ás acertado. T ú é n tra te y
p rep ara todo lo n e c e s a rio . T o m a cuanto
quieras, p id e, dispon á tu antojo. T e hago
m i desv^nsero.
ERGÁSILO.—
gol pes en elvien ire.)
¡Por H ércules! si m is vaticin io s no se
cum plen, m e m ueles con un g a rro te .
HBGIÓN
*Ah! yo te prom eto que sí no m e has en­
gañado, te espera una buena m esa para
e l resto de tus dias.
b r g X s il o
jE n dónde?
HBGIÓN
En m í casa y en la de m i hijo.
ERGÁSILO
iMeprometes eso?
HEGIÓN
Te lo prometo.
KRGÁSILO
Pues yo te respondo de que ha llegado
tu hijo.
HBGIÓN
Prepáralo todo lo m ejo r que puedas.
ERGÁSILO
Con bien v a y a y vu elvas pronto. ( Váse
Hégióti.)
E ^ s o e n a 111
ERG ÁSILO
Se m arch a... ¡y m e confia p or com pleto
ia ad m in istración de las p ro visio n es!...
¡Dioses in m ortales! ¡cuánta cabeza v o ^ á
corta r h o y ! . .. iPobres cerdos y ja b a líe s !
iqué calam idad os am enaza! [qué destruc*
ción de p e m ile s y d e jam on es! ¡qué h o rr i­
b le m atanza! ¡b ien les v o y á d a r que ha>
c e r á los ca rn iceros y tocin eros!... P ero en
v erd a d qu e es p e rd e r e l tiem p o si m e en­
treten go en en u m era r todos los m anjares
que pueden re p a ra r este estóm ago... T o ­
m em os posesión de nuestra p refectu ra:
com encem os p or d ic ta r sen ten cia con tra
el tocino; y lu ego irem os á socorrer á esos
desgraciados p e m ile s que están colgados,
sin naber sido ju d ic ia lm e n te condenados.
E js o e u a W
UN E S C L A V O DE HEGIÓN
¡Que Jú p iter y los dioses todos te ester­
m inen, m a ld ito E rgásilo, á t í y tu insacia­
ble v ie n tre , y á todos los p arásitos del
mundo, y á cuantos d e aquí en adelante
os in v ita re n á com er! ¡Qué desolación , qué
c a la m id a d , qué estrago h a c aíd o sobre
nuestra casa! ¡P arecía un lobo h a m b rien ­
to; yo tem blaba creyendo que iba á devo­
rarm e... ¡A y qué horror cuando le v i ense­
ñarm e los d ie n te s !. . D erecho se encam inó
á la despensa é hizo razzi t con todo. C ogió
un gran cu ch illo y d egolló tres cerdos.
Ollas, ja rro s , todo lo ha destrozado; no per­
donando m ás vasijas que aquellas que te ­
nían la capacidad de un m ed io... ¿Pues no
preguntó al cocinero si no seria m e jo r que
se llevasen las tin ajas m ism as á la lum ­
bre?... Despensas, arm arios, todo lo h a
violen tad o.— E sclavos, no lo perd áis de
v ista, por los cielos, m ien tras y o v o y en
busca d e nuestro v iejo. N o h a y m ás sino
que es m en ester que se p ro vea e l pobre
señor n u evam en te d e todo, si es que qu ie­
re tom ar algu n a cosa, pues al paso con que
el ta l E rg á s ilo lo anda todo destrozando,
poco debe qu ed ar ya en este m om ento.
A C TO
Q U I N T O
E ^ s o e n a px*ixnex*a
H EG IÓ N, FILO PÓ LE M O , F ILÓ C R A T E S ,
t:sTALAGU0 encadenado, etclatos que U con­
ducen.
HEGIÓN.— ( Á Filopólem o.)
¡Cuántas g ra c ia s tenem os que d a r á los
dioses, h ijo m io! AI fin te han concedido
v o lv e r al lado d e tu padre, lib rá n d om e del
gran to rm en to que he ven id o sufrien do
m ien tras m e h e v is to p riv a d o d e ti... (/*dicando á Estalagmo.) ¡A l cabo cayó en nues­
tro p od er!... ( a Filócrates.) ¡Y éste cuán
fie l y honradam ente ha cu m plid o con nos­
otros!
FILOPÓLEMO
Basta y a d e lástim as y d e congojas, pa­
d re m ío; suficien tes lágrim as hem os d e­
rram ad o. Y a m e h a b e is r e fe r íd o e n e l pu er­
to esa h isto ria d e tristezas. Ocupémonos
ahora tan solo d e lo presente.
FILOCRATES
Y
bien, H egión: ¿Qué debo yo esperar
ahora de vos, habiéndoos cu m plid o m i pa­
labra y habiéndoos traid o en lib e rta d á vuestro hijo?
HEGIÓN
Es tan gran d e tu servicio, am igo F iló ­
crates, que ja m á s podrem os n i m i h ijo ni
yo dem ostrarte d ign am en te nuestro reco­
nocim iento.
FILOPÓLEMO
Si, podéis, p ad re m ío, y yo p odré tam ­
bién. Los dioses nos concederán e l m ed io
d e recom pensar á nuestro bienhechor por
e l se rv ic io que ie debem os. A h ora m is­
mo teneis en vu estra m ano e l correspond erle.
HEGIÓN
Entonces ¿á qué m ás palabras? {Á P iló crate».) ¿Qué puedes tü e x ig ir d e m í que
yo no nu te conceda al momento?
FILÓCRATES
Pues bien: e l único fa v o r que os pido es
que m e d e vo lv á is al esclavo que os he de­
ja d o en pren da. Fué siem p re m ás celoso
de m i bien que d el suyo m ism o, y deseo
viv a m e n te p re m ia r, en cuanto pueda, sus
inmensos ceneficios.
HEGIÓM
G l que tù m e has dispensado à m i, ¡oh
F ilócrates! te hace acreedor no d ig o yo á.
lo que p ides, sino ¿ todo cuanto quieras
e x ig ir d e m i. P ero no te has de incom o­
d ar, F ilócra tes; cegado d e c ó le ra he tra­
tado con cru eld ad k ese pobre m uchacho.
FILÓCRATES
¡Qué habéis hecho, cielos?
HEGIÓN
E n v ia rle encadenado à las canteras,
otiando supe qu e m e habiais engañado.
ni.ÓCRATES
¡Oh, m ise ro d e m i!... ¡que un ser tan
bueno h a y a sufrido esa trib u la ción por
ORUsa m ia!
HEGIÓN
En com pensación de ese e rr o r , no quie­
ro que m e dés n i lo m ás m in im o p or su
rescate: ¡que ven g a , y que ob ten ga g ratis
su lib erta d!
FILÓCRATES
P or e l dios Pólux: eso es o b ra r noble­
m ente. Mas os ru ego que m a n d éis tra e rle
cuanto ántes.
HEGIÓN
A l m om en to. ¡Hola! ¿Dónde estáis? Uno
cualqu iera que v a y a volando en busca de
T indaro. (A Fil<^ólemo y á Filócrates.) Y
vosotros entraros dentro, m ien tras y o hago
unas preguntas à esta estatua {señalando á
Éstaiagm^..... merecedora de hÚgaMS sin
compasión. V ere m o s si consigo a v e rig u a r
qué na sido d e m i h ijo m enor. Podéis la v a ­
ros entretanto.
FILOPÓLEMO
V e n te por aqu i conm igo, qu erido F iló ­
crates.
FlLÓC.^A’lES
Y a te sigo.
£ j S o e n a 11
HEGIÓN, E STALAG M O
HBGIÓN
Acércate, h om b re d e bien, m i am able
esclavo, hermoso.
ESTALAGMO
¿ Y qué ha de h a c e r uno, cuando un hom ­
b re como vos fa lta tan d escaradam ente &
la verdad? Con que y ó herm oso, y am able,
y hom bre de bien? N i lo fu i, n i lo soy, ni
lo seré en m i v id a , n i lo qu iero ser. No
con tris ja m á s con ello.
HEGION
Mira: j á sabes la suerte que te espera
Pero si tú te d ecid ieras á con fesar la v e r­
dad, las cosas pod rian ir a lg o m e jo r para
ti. H áblam e le a l y sin cera m en te... Pero
¿qué lea l y sinceram ente si éste en todos
los dias d e su v id a h a dicho ni h a hecho
nada que sea bueno?
ESTALAGMO
¿Convenido, y qué? ¿Os e réis que m e
voy á ru b orizar p or eso?
HEGIÓN
Y a te sacaré yo, bribón, los colore.s; como
que te v o y á p on er m orado desde los piés
á la cabeza.
KSTALAGMO
¡Asustarm e ¿ m i, con e l lá tig o , com o si
fu era un novato!... Bah! bah! dejaros de
esas am enazas, y d e cid de una v e z lo que
qu ereis saber p a ra contestaros.
HEGIÓK
Buen p arla n ch ín estásl qu iero qu e nues­
tra con versación sea b reve, ¿lo oyes?
ESTALAGMO
Com o os dé la gana.
HEGib^.—(Aparte.)
Cuando m uchacho era d ó c il; p ero lo que
l es ahora... {Á Esíalaffm o.)Yam o8 al asunto;
\escúcham e con atención, y respóndem e
vpunto por punto á lo que te p regu nte. Si
nices la verd ad , c ree que tu suerte será
Inenos mala,
'
KSTALAGMO
'M ajad erías! ¿C reeis q u e y o no sé p e rfe c ­
tam ente la suerte que m e ten go ganada?
HBGIÓN
P ero puedes m ejo ra rla en p arte, si no
en todo.
ESTAT-AGMO
No podrá ser m ucha la m ejoria... jBuenas cosas m e esp eran !... p ero bien m ere ­
cidas las tengo. En efecto: que m e fugué,
que m e lle v é tu h ijo , y que lo ven d i...
HBr.iÓN
¿.\ quién?
KSTALAüNU
Á Theodorom edo P olyp lu sio, en É lid a
por seis m inas.
HEGIÓN
¡Dioses iu m ortales! al padre d el am igo
F ilócrates!...
ESTALAGHO
Lo conozco m e jo r que á vos, com o que
le he visto in fin ida d d e veces.
(
h e g ió n
Júpiter soberano! iS à lv a m e à m i y á rù ìl
o!— F ilócra tes, por tu G enio protector/
in m ed iatam en te, te suplico.
/
EjSoexia
111
I
F IL Ó C R A T E S , HEGIÓN, ESTALAGM O
l'TLÓCRATES
Aqu í m e ten eis, H egión. E stoy a vaes>
tras órdenes.
HEGióü—(Indicando á Bstalagino.)
Este h om bre d ic e qu e ven d ió m i h ijo á
tu p ad re en É lid a p or seis m inas.
KILÓCRA4T£S
¿Cuánto tie m p o hará d e eso?
ESTALAGMO
Hará unos v e in te años.
FILÓCRATES
{M entira!
ESTALAGMO
¿Pero qu ién m ien te , tú ó yo?.. T u padre,
siendo tú niito, te lo d ió en p ecu lio; tenia
él entonces utws cu atro años.
Kll-OCRATES
¿Su nombre?.. Si dices la v erd ad , debes
saber cómo se llam aba.
ESTALAGMO
Llam ábase P egn ión ; y vosotros le d is­
teis e l nom bre d e Tindaro.
FILÓCRATES
¿Y cóm o es qu e y o no te he reconocido?
ESTALAGMO
(Ohi de ord in ario olvidam os y d esprecia­
mos á aquellos d e quienes nada tenem os
que esperar.
FILÓCRATES
E xp licate, ¿el que tü ven d iste á m i pa­
d re, recuerdas bien si fué e l m ism o que
se m e d ió á m i en peculio?
ESTALAGMO
E l m ism ísim o, e l h ijo d e Hegión.
HEGIÓN
¿ Y te consta á t í sí v iv e aün?
ESTALAGMO
Y o recib í e l dinero: no m e cuidé d e más.
HEGIÓN
¿ Y qué d ices tú ah ora,Filócrates?.,
k i l 6c r a t e s
Que, según estos indicios, H egión . T in *
daro es v u estro hijo: niños d e Ta m ism a
edad nos educam os jun tos honrada y ho­
nestam en te desde la in fan cia, hasta la
adolescencia.
HiCGlÓN
S i ambos decis verd ad , h ém e aqui con­
ten to y pesaroso á la par. Pesaroso, si, por­
que le h e tratad o duram ente, siendo m i
hijo d e m i vid a ... H aberle y o m ism o hecho
menos b ien y m ás m a l d el que d eb ia !...
E l to rm en to suyo es ahora m ism o m i to r­
m ento. ¡Oh! si lo pasado es tu v ie ra en m i
■godevi {Viendo v e n irá Tiiuiaro,) ¡M iradle,
con un a ta vio in d ign o de su virtu d !
G s o e iia
T ÍN D A R O , HEGIÓN, F ILÓ C R A T E S ,
E STALAG M O
t ín d a r o
M il veces he visto pintados los suplicios
del in fiern o; p ero no nay in fiern o com pa­
rab le al de esas m ald itas can teras donde
m e han arrojad o: el cuerpo y los m iem ­
bros todo.s se estenúan a llí y se rin d en de
fatiga. No bien puse el p ie en ellas, eso sí,
m e em pezaron á tra ta r como k los niños
de los patricios: asi com o ¿ estos se les dan
ánades, codornices 6 m ochuelos p a ra que
fie d ivierta n , asi á m i m e pusieron en la
m ano eata.piocha ( 1 ) para que m e en tretu ­
vie ra . {Señalando e lp tc o gve trae de la cante­
ra en la mano.) P ero veo á m i am o d elan te
de la puerta... ¡C ielosI y á m i jo v e n señor
tam b ién que ha reg resa d o de la E lid a.
H£G1ÓM
Los dioses te gu arden , hijo m ió, h ijo m ió
tan deseado,
TÍNDABO
iCóm o Ayo m ió !... Ah! y a sé por qué m e
llam ais h ijo vu estro... sin duda porque en
este m om ento m e socáis á la luz, ¿eh?
FU.ÓCRATES
S a lve , qu erid o T indaro.
TÍNDARO
Con bien v e n g á is vos por quien tanto
estoy padeciendo.
FILÓCRATES
En cam bio ahora te vas á v e r lib re y
(i)
O tro juego de palabras; en latín la voz upupa,
del texto, era el nom bre de un ave y el d e un instru m ea to de canterò, que sin duda tenia estcnom bre por su ligura:—com o entre nosotros las voces
pico, piocha, etc., tien e n doble Sfotido.
colm ado de bienes. Aqu í tíe n e s á tu padre;
y al escla vo que te robó de esta casa, cuan­
do eras un tie rn o niño d e cu atro años. T e
ven d ió p or seis m inas i m i p ad re y este
te pu.so á m i servicio, siendo y o un niño
tam bién. Nosotros nos hem os traíd o de la
E lid a al rap tor y é l m ism o acaba de re v e ­
lárnoslo todo.
TÍNDARO
¿Y qué es d el h ijo d e este? [señaland-j &
Begión).
FILÓCRATES
¿Tu herm ano? ahi d en tro lo tienes.
TÍNDARO
¿Qué decís? De verd ad h abéis traíd o al
h ijo qu e se h allaba prisionero?
FILÓCRATES
¿No te acabo de d e cir que se encuen­
tra aqui d en tro de la casa?
TÍNDARO
¡P or e l d ios Pólux, qu e h abéis realizad o
una b e lla obra!
I'ILÓCRATES
T ie n e s aqu i, rep ito, á tu pad re, {indican­
do á Hegión) y este es e l r a p to r tuyo, el
que te sustrajo en tu n iñ ez d e la casa p a­
tern a {indicando alesclavo).
TÍNDARO
¿Sí? p u esah o raq u e soy hom bre, yo, en­
tre g a ré al v e ja rró n este al verd u go, en
castigo d e su robo.
FILÓCRATES
Y m u y bien que lo m erece.
TÍNDARO
A fe m ia que le h e d e d a r la debida r e ­
compensa.
H egión.) P ero d ecid m e, por
favor; ¿es esto cierto? ¿Es verdad que sois
m i padre?
HEGIÓN
S i, hijo d e m i alm a. Y o soy tu padre.
TÍNDARO
R eflexiono efec tiv a m e n te .., y evocando
m is recuerdos... se m e presenta, com o á
través d e una nube, la m em oria d e haber
oido que m i p a d re se llam ab a H egión.
HEGIÓN
Y o soy, h ijo m ío .
FILÓCRATES
iEat prontam ente á a lig e ra r ¿ v u e s tr o
h iio d é esas cadenas y à caY^g&rselas i este
v il esclavo.
HEGIÓN
Y a lo creo que debemos com enzar por
ahí. E ntrem os d en tro y hadam os v e n ir al
h errero para que quite á. m i h ijo esos h ie­
rros y se los re g a la rm o í á e s te m iserable.
KSTALAUMO.—
¿Un regalo?... no v e n d rá m a l, porque ¡po­
bre de m i! no ten g o peculio.
E L ORADOR DE L A C A T E R V A
¡Oh, espectadores! y a h a b re is observado
que esta com ed ia es un espejo d e buenas
costum bres. N o habéis v is to en e ila ni im>
púdicas c a ricia s, n i am ores lib ertin os, ni
suposición d e m uchacho, n i escam oteo de
d inero, n i m ancebo en trega d o al am or de
liv ia n a m ere triz, á escondidas d e su padre.
R ara v e z los poetas com ponen com edias
asi, en que los W e n o s aprendan á s e r me^
jores.
A h ora ¡oh, público! si á todos
Os h a sido g ra to e l d ram a...
¡A m antes d e la virtu d !
V en g a, en p rem io, una palm ada.
F in d e l a c o m e d ia L O S C A U T I V O S
NOTAS
A LA A U LU LA R IA
(1) L a araRa era insecto de buen agüero.
(2) Póatumo decíase también del que bahía
nacido el último.
(8) Hay en este pasaje un juego de palabras.
Megadoro emplea la e:^resión hacer juegos (2u*
do8 fáeere) en el sentido de zumbarse, chan­
cearse; y Euclión en el de costear juegos pú­
blicos.
(4) L a vieja Estáflra, apasionada por el vino
puro, caracteriza las desm oias que le aguar­
dan por la que ella considera la muyor de totlas: tenerlo que beber mezclado.
(6) Se reHere al talento ático (m il dracmas)
equivalente á algo más de mil duros de nuestra
moneda.
(6) Alude á la palabra ladrón En el original
dice
trea letras,* porque ladrón en latín,/ur,
tiene tres letras solamente.
(7) Sn el texto hay a()uí un juego de paialabras de difícil traducción. Euclión dice que
en su vida ha visto un animal más Jlaeo {mage
curionem). M e j o r o , Jugando del vocablo, te
pregunta empleando )a misma palabra, qué
tiene el cordero de eurión, esto es, de jefe de
curia.
(8) Hasta aquí el texto de Plauto. L o demai
se ha perdido. Antonio Codro XTrceo, profesor
célebre en laa aulas de Bolonia, á fines del siglo
XV, completó esta comediá inspirándose on el
argumento eÁrihuido al gramático Prisciano.
A LOS CAUTIVOS
(1) Uada patricio era, en efecto, un rey cou
su corte de clientes y de parásitos. L a denomi­
nación de rey j de reina dada á loe señores y
matronas romanas se conservó hasta la época
del Imperio.
Í2) £¡1 Yelabro era un barrio de Boma cerca
del Aventino, donde estaban principalmente
las tiendas de comestibles.
(8)
L a saliva se empleaba contra la eptíepma,
el mal de ojo, e l mal caduco, para evitar los
efecto« de las palabras de mai agúero, y hasta
para curar las heridas de la mano... A s í se halla
consignado en un largo capítulo del libro
x x v n i de las Historias de Pítnio, intitulado De
sortUegOt t i saliva hominum.
(4) Los derechos y relaciones de la paterni­
dad no existían sino para los hombre* libres.
(6) A qu í Plauto vuelve á jugar del vocablo.
I M t r {libre) significa también el dice Baco.
Tindaro toma en esta última acepción la pala­
bra empleada por Aristofonte, y por eso con­
testa: < l o no he dicho que soy fo c o (2t¿re), sino
que soy Filócrates.
ÍNDICE
Pdffinat
Plauto y su teatro............... ..........
L a Auliilaria ó la Mannita...............
Loa cautivos.....................................
Notas................................................
5
23
115
‘¿17
•i.
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16008148^
A lfr e d o d e U u s s e t .'L a s
c o c h e a .— P o em a s. 76 y 186
P o e s ía s a s iá tic a s .........
'l'i
S 'i& k esp ea re..........
’78-82-11*2
R l L a s s r iU o de T o rm ea .
79
U e je n d a s t tra d ic io ­
88
n e s ..............................
P o em a s g a é iie o s . . .
84-85-90
I<am artine .....................
86
^ S ja e c a .— T r a g e d i a s . . .
87
89
U ic k e n s ..........................
A o t o l o g i a g r i e g a .........
92
R o u ssea u ........« ..............
93
L a M u sa H e lé n ic a . . . .
9ó
BL D ia b lo C o ju e lo ........
96
C a n ta r e s p o p u la r e s . ..
97
P o e s ía s a s c é tic a s y re*
98
H g io s a s .......................
T e r e a c io .— C o m e d ia s ..
99
(Quintana. — D . A lv a r o
d e L u a a .......................
100
A u g u s to B a r b ie r ...........
101
Ped^ro M .* B a r r e r a . . . .
102
; B I d ía d e fie s ta p o r la
' m a& aaa y p o r l a ta rd a
103
M a ria d e Z a v a s y S oa yo r. — N o v e la s ..
104
a e U o U a a .— E l
B u fia d o r d e S e v illa y
C o a v id a d o de P ie d r a
105
O l la ú t a y . — D ra m a e n
v e r s o q u ech u a ...........
106
D id e r o t.— L a r e lig io s a .
N o e s u a cu e n to . . . .
107
Oi>rdS escogidas d<il P «
dre F e ijo o ................
115
Planto y su tea tro........
116
Miscelánea de Autores
espaSoles...................
117
Poesías sueltas de doo
Manuel Q u in ta n a ...
118
D. M iguel de los San­
tos A lva res-— Ten ta ­
tiva s literarias- 119-120-182
O -B elm on te M u lle r ...
121
K l abate P r é v o s t — Ma­
non Lescaut..............
123
Erckmann C h atrían .—
L a señora T e r e s a .. .
124
Julia d e A s e n s i.— No­
125
v e la s co rta s..............
G a y a ..............................
126
E d gar Q u in et.— Ahas­
v é r u s .................. 127 y 128
G u tlérrei de A lb a . —
Poemas y leyendas. 129-130
C uentosde P e rra u lt...
13^
B iografía de C o ló n . .. «
1¡{2
C ervantes-— E n trem e­
s e s . ........................
184
Cam poam or.— B l Dra­
ma U niversal............
135
Sánchez P é r e z . — A c­
tualidades de antaño.
187
V ia jes d « G u lliver di­
versos países rem otos 189*140
A venturas d e Robtnsón
Crusoé...................... 141-14'!
Duque de R ivas. — B1
8 ó f o e 1e ____F ilotectes
M oro *E xp ósito........ 143-144
( t r a g e d ia ).— Ju ven a l
( s á t i r a s ) .....................
^*^8 T irso de Molina. — E l
V erg on zoso en P a la ­
G o e th e .— F a u s t o ... 1 0 9 y U 0
cio...............................
145
M o d e lo s d e lit e r a t u r a
V oltaire. — Cándido 6
c h in a ..................... ..
m
e l op tim ism o .. . . . . .
146
E d g a rd o P o é ............... ..
Juan de Tim oaed a. —
V irtu d a l uso y m ís tic a
I
E
l
Patra&
uelo........
..
147
i la m o d a .................
114
r
á
M oratm .— P o e s ía s .. . .
A locu eioaes m tlitares.
F r t^ Lu is de G rana­
da.— SercnoD«8........
OancioDOB p a trió ticas..
Discorsos selectos. 152 y
C om peadio d e l «Q u ijo ­
t e » .............................
Curiosidades históri­
cas.....................
155 y
U áxim as j pensam iealo s
Romancero p o p u la r. . .
Ciiriusidades l i t e r a ­
rias............................
.................
148
149
C artas escog id a s........
C oQ oeifflieatosú tiles .
V ocab u lario artístico.
150 R p ig ra m a « c lá s ic o s ...
151 Ctjateaubriand. V ia je s .
154 tria rte y Sam aotego. —
F íb u la s ....................
158 RomaDCillos a a ó n i m os............................
156 B altasar O raciáo. — El
D is c r e to ....................
IS”! ¡ Lope de Ru eda.— Pasos
158 I y com edias...............
{ Lope d e V e g a . — La
159 I
moxa de cántaro. . . .
ItiO
Id l
1K2
164
165
166
161
168
169
BIBLIOTECA CLASICA
Colección de ias obras más selectas de clásicos grie- ^
sos, latinos, españoles, ingleses, alemanes, italianos,^> ‘
n n c e s e s , etc., etc.
Se publica en tom os en 8.® de 400 á 500 páginas;
T odas las traducciones son directas del idfomaVen
que ban sido escritas las obras originales, y están he­
chas por personas competentes.
.
P recio de cada to m o : 3 pesetas en rústica y 4 pese­
tas encuadernado en tela ó pasta.
v
Van publicados 230 tomos, que pueden adqumcsA
por subscripción tomando los volúm enes que se de g f» *
DIRECCIÓN:
PEBLeBD, PREZ Y e.^(SQCESOBES DE
Arenal, t i . — Madrid.
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