Aííora. LUNES 7 HE OCTUBRE DE {«'¡S^" ««^^ í?^ PRECIOS DS LO» AKUHCIOk, ^ECiOSOE LA 1Ü8CRICI0R. ««tJrid por nn^e» 4». ^ovmeias, por Ire» meiei. IS '"fangero y ultramar,porid. J.i ?üíiTCSDE 8DSCRICI0M. tala RBDACCION, calle de la Cabeza, 5*'«- SS.yenlaa librería» deMonier, *»»s¿jii, Gaspar, Matute, y en laGa"^MJe S. Felipe, núm. 5. "o KQ admite correipondeneiaqae •• fsaif» (hinca de porte. NUMERO Si 2. EL OBSERTADOR DIABIO INDEPEHOIERTE €tdk línea para los sujcritcrcí 2 3t»fi V Cada línea para los que no!o «can 4 ' ! Los comunisados ss ii'^teilíiráii é : ' precios convenciünalei. PUNTOS DONDE 8S ADMIÍTífi. En la REDACCIÓN calle da l'.Ca'jeja, „., núm. 36. y enlailibreriag d Jííonier Cuesta, GaK)ar y Galería du 8 felipe, flúm. b.— Ko 10 admite eonespoo' dencia ^ne no veng;» frAnuí de paítate **WTSH« Besde hace mucho tiempo estamos escu^ a n d o diariamente voces contradictorias y *i Uncios los mas diversos, con respecto á lo ÍOe acontece en Málaga, desde que el señor *Jiciso tomó posesión de aquel gobierno. Na''le esplica, porque no sabe 6 porque no se atreve á hacerlo, la verdadera causa de aque» *'os estraños acontecimientos; pe"o en lo que *odo« convienen, porque no admite género ®'gtmo ds duda, es en que se persigue, se *ticarcela y se incomunica á un gran número ^e piersónas, so protesto de tenebrosos y maquiavélicos planes políticos. L«s periódicos déla oposición se han ocuP«do diferentes veces del asunto, con la pru<lente reserva que los tiempos exigen; mas los 'l'arios ministeriales, que son los que deben «star bien informados del caso, no han tenido por conveniente revelarlo eii toda su esten*>or>, y de aqui el qué se ignoran los porme"•ores de unos hechos que la prensa «stá 11a^iña siempre á esclarecer. Nosotros participamos como la gran mayoHa del público, de esa ignorancia forzosa á que •luestra falta de relaciones autorizadasnos condena, y solo sabemos lo que las cartas de aquella *áudad manifiestan en las correspondencias de *odos los periódicos. Parece que unos hom"fes que se apellidaban demócratas, trabajaban publicamente como se trabaja en los tiempos constitucionales, para organizar «onva*^entemente su partido, y dar un rumbo aeSdro y estable á sus doctrinas. La autoridad política no ha creído oporluÍH» que asi se haga, y aun igQoramoí si habrá tenido algunas otras noticias de mas grara^ d para proceder del modo que lo hace. Pe' o sea de esto lo que quiera, ello es al caso ÍUe las pirisiones continüín, y qua personas muy.«notables é influyentes de Málaga, se «n«Ueatran perseguidas y encausadas. Solo tendremos que replicar á esto, lo que ya han espresado órganos mas autorizados que nosotros; y es que ahora que felizmente disfrutamos de una tranquilidad admirable; •hora que no tenemos enemigos poderosos que nos amenazen; ahora que el gobierno se Vé rodeado por todas partes, como cada dia 'epiten sus periódicos, del amor, de la gratitud y del apoyo de los pueblos, que en estos •üomentos de calma y de reposo en fin, no se •íea ejemplos de una represión exagerada, propia de otras épocas mas tristes y calamitosas que lá {iresenté.: ,, ilfe- ¿ Si'tó ptisj[)ira, vigije; si se dejinqué,'castígués^j, ppró en, ambos ca?os,. aparecca esa ; mano tolerante y conciliadora que se dice alzada para proteger al débil contra el fuerte y desengañar al iluso coa los ejemplos y la autoridad del hombre de razón. La época de las persecuciones duras, ha pasado ya en España según confesión de los actuales gobernantes: hoy antps de proceder se amonesta, y antes de castigar se predica y emplea la conciliación. ' Si, pues, esto ha de ser una verdad, abandónese el mal camino que se sigue en Málaga, y no se dé el mal ejemplo de una represión violenta, contra unos enemigos que aunque sean tales, nunca pueden llamarse poderosos en una época en que por todos los ámbitos de la península, se disñuta de la mas perfecta tranquilidad. En, el imperio de Marruecos acaban de ocurrir serios desórdenes con motivo del cumplimiento de una nueva y estraña contribución que ha impuesto el emperador. Hé aqui lo que sobre el particular escriben de Ceuta en comunicación del 29 de setiembre, «Sabemos que en el vecino imperio de Marruecos se han alborotados los moros lanío en las ciudades como en los campos, á causa de que su emperador ha establecido el tributo de que de toda cabeza . de panado que se mate, aunque sea para uso particular doméstico, debe dársela la piel, log:rando con esto no solo apropiarse las grandes sumas á que ascenderá fese Impuesto, sino monopolizar después su vanta y estraeeioa Tan percj^naa é interesante idea ha puesto en conioeion á efllo« ismaelitas, resultando que el Bajá de Tes, huyendo'de los alborotadores, tuviera qua rafuf ¡arse en una mezquita, y que en Tetuan al ir á cerrar las puertas el enOiir^ado de ellas, la quitaran los campesinos las llaves de las manos. Apesar de ^tales turbulcn«iaa, parece que el emperador no quiere desistir de su propósito, perseverando en ser el único aomerciante de peletería del país. Entre esta gente las discusiones se hacen á garrotazos, ;y el que queda encima es el que tiene razón; pero no podemos menos de admirarnos de los adelantos en la ciencia económica de los moros, pues ciertamente que el pensamiento de esta contiribucion es original bajo lodos conceptos.» La relaccion avanza audaz y descaradamente en toda Europa. El gran duque de Toscana ha abolido en todos sus dominios el sistema constitucional, siguiendo las inspiraciones del Austria y el ejemplo del rey de Ñapóles. Véase el decreto que publica El niom'íor Toscano, fechado el 21 de setiembre en Florencia, i Dice asi: "iNos Leopoldo 11, etc.: Considerando que la« circunstancias políücas de Europa, -y' especialmente el de Italia y Toscana, no han permitido ni nos per*milen por ahora restablecer el sistema de gobierno representativo que, otorgado por nos en febrero d« 1848, fué después derribado por lo» escesosrevolucionarios de 1849, y que, declaramos, no obstante* ser nuestra intención restablecer, á ñn de que no te renovasen semejantes escenas de desorden: considerando que bajo la poderosa influencia de las precitadas cir(;unstancias, no es posible definir et periodo en que el actual precario estado de cosas pueda cesar; y finalmente, considerando que anta tanto es indispensable proveer pronta y eficazmen-te á la mejor administración del país y á la consolidación del érden y de la pública tranquilidad, re- • teniendo, en cuanto lo permiten los tiempos, loS principios sancionados por el Estatuto, hemos decretado y decretamos lo siguiente: Articulo 1. ° El consejo general de diputados,, cuya legislatura se abrió en 10 de enero de 1849, y fue interrumpida por la subsiguiente revolución da febrero, queda dísuel'o. ^Ar. 2. ° Hasta tanto que sea pos.Ue la convocación de una nueva asamblea, todos los poderes serán ejercidos por nos, previa sonsulta del Coa* se)o de Estado, en los casos que requieran su parecer, y deteniendo cuanto sea posible los princi» píos sancionados por el Estatuto fundamental. Art. 3. ° Nuestro Consejo de ministros queda encargado de la ejecución del presente decreto.-«• Leopoldo.—Refrendado por Baldasaaroni, Laudas* ci y Lami » Por otro decreto de 22 de setiembre 8« modifica la legislación de imprenta. Los pro» pietarios de los periódicos, existentes' en It actualidad , quedan autorizados para conti» nuar publicándolos, á condición de somai|0r^ se á las prescripciones de este decreto. Ei ministro del interior puade suspender iin dia^ rio por si, y el consejo ds minstros tuprimicp lo. La suspensión no podrá pasar da un me^ Ei propietario pueda apelar de la suspansioa al consejo de ministros. Los gobernadores f prefectos pueden recoger é impedir la distribución de cualquier número de periódico que juzguen peligroso. En este caso darán cuenta inmediatamente al ministro del interior de dicha medida. Los artículos penales del decreto imponen multas de cuatrocientos á mil reales, y prisión de cinco dias á dos meses. El editor, impresor y distribuidor de algún periódico durante su suspensión, quedan también sujetos á formación de causa por esa infracción. Según el Contribuyente, periódico de Cádiz, parece que se vá á adoptar en Portugal un proyecto de ley, por el cual los algodones estrangeros tenidos y estampados que se introduzcan en el reino vecino y sean luego esportados, no pagarán ningún derecho de introducción, ni,de esportacion. Sin duda'fjigobierno portugués, por uo perderlos beneficios que reporta del contra-,,,1 balado con España, trata de protejer la coi^