1 Traducción de Searle`s Neo-Cartesian Theory of Consciousness

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CUADRANTEPHI No. 20
Enero – junio de 2010, Bogotá, Colombia
Traducción de Searle’s Neo-Cartesian Theory of Consciousness de D. M. Armstrong1
Yesid Henao Pérez
Licenciado en filosofía y letras
Universidad de Caldas
Manizales
[email protected]
La Teoría Neo-cartesiana de la conciencia en Searle2
El tema real del artículo de Searle es el inconsciente, donde esa palabra es tomada en un
sentido muy amplio, así que tanto una creencia reprimida de un deseo, como una creencia o
deseo perfectamente ordinario, - la creencia de que la torre Eiffel está en Paris o el deseo de
ver Paris otra vez- cuentan como inconscientes siempre y cuando la creencia o el deseo no
sean un contenido corriente de conciencia. Searle nos habla poco acerca de la conciencia
misma. Enfatiza su carácter subjetivo e intencional, no obstante al mismo tiempo asevera
que ésta no es más que un rasgo neurofisiológico “de orden alto” Pero para el propósito de
su artículo trata la conciencia más o menos como un primitivo. Sin embargo, la palabra
puede ser tomada en un sentido más amplio o más estrecho. Puede ser tomada para
involucrar no más que funciones mentales, la clase de cosa de la que una persona o animal
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El artículo que aquí se traduce fue consultado en www.jstor.org/stable/1522924 el 17 de abril de 2008 a las
12:20. Este artículo está presente en Philosophical Issues, Vol. 1, Consciousness, (1991), pp. 67-71 publicado
por Ridgeview Publishing Company.
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En esta traducción respeto el modo de referenciar utilizado por Armstrong.
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totalmente inconsciente carece.
Ésta también puede ser tomada, como Brian O´
Shaugnessy la toma en su excelente artículo en este volumen, para involucrar una persona o
un animal estando despierto. O, finalmente, ésta podría ser tomada para involucrar no sólo
un estado de vigilia, sino algún grado introspectivamente consciente de un único y actual
proceso mental. Searle no ahonda en estos asuntos en su artículo.
Su teoría de los estados mentales inconscientes puede ser llamada Neo- Cartesiana. No me
estoy refiriendo al dualismo cartesiano, desaprobado por Searle, sino al punto de vista
cartesiano de que la esencia de lo mental es la conciencia. Como es bien sabido, esto
introdujo a Descartes en muchos problemas sobre la continuidad temporal de las mentes,
se encontró diciéndose a sí mismo que nosotros siempre estábamos conscientes. Y por eso
fue ridiculizado por Locke. “Así, a mi entender, cada adormecimiento sacude su doctrina,
que enseña que el alma está siempre pensando” Hume fue discípulo de Descartes al
identificar lo mental con la conciencia, pero, tomando la explicación crítica de Locke,
sostuvo que la mente tiene sólo una existencia intermitente3. Searle aparece para superar a
Descartes y a Hume aquí.
Permite que los estados mentales inconscientes (eventos,
procesos) existan. Como resultado puede decir que la mente continua existiendo mientras
no hay procesos conscientes en ésta. Y al mismo tiempo, preserva la primacía de la
conciencia manteniendo que la capacidad mental de un estado inconsciente está constituida
por el hecho de que cada estado tiene el poder, en las circunstancias adecuadas, para
producir un cierto estado consciente, a la vez, quizás con el poder de producir una conducta
apropiada para ese estado consciente4. El estado inconsciente, entonces, lleva su mentalidad
y su intencionalidad desde la mentalidad y la intencionalidad del estado consciente que es
apto para producir. Teniendo en cuenta esta tesis, deberíamos saber precisamente qué
quiere decir Searle por ´conciencia´. Pero debemos reconocer que él no nos ayuda mucho
en éste punto. Todo lo que puede ser dicho hasta el presente es que entre más ampliamente
tome Searle el término su tesis se vuelve más plausible, no obstante, se torna
3
Su posición es quizás menos satisfactoria que la de Descartes.
Traductor: este párrafo se refiere a la capacidad que hace de un estado mental inconsciente lo que es, es
decir, éste es mental porque es el tipo de cosa que eventualmente y dadas las circunstancias adecuadas podría
ser traído a la conciencia, ello con probables consecuencias sobre la conducta del individuo que lo posee.
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simultáneamente menos excitante. Pese a todo, pienso que lo mejor es abandonar
enteramente la doctrina cartesiana de la primacía de la conciencia y permitir en cambio que
los estados mentales inconscientes sean, en general al menos, tan mentales como los
estados conscientes. Esa dirección fue tomada por Freud, con su modelo del iceberg. Uno
puede perfectamente estar bien de acuerdo con Freud en aceptar, tal modelo, aun aceptando
muy poco de sus teorías5. Sin embargo, Searle tiene un argumento que piensa que nos
fuerza a aceptar su versión irónica de la posición cartesiana. Nos invita a considerar la
naturaleza de los estados conscientes, tales estados tienen intencionalidad intrínseca, y su
intencionalidad tiene un carácter altamente específico. Si una persona está en un estado
consciente, el estado posee para esa persona, como Searle lo afirma, una forma aspectual.
Verbigracia, un hombre puede desear agua, deseándola simplemente como agua. Si él desea
agua, entonces, él desea H2O. Pero él podría no saber nada de química. La forma
aspectual de su deseo consciente es agua solamente. Pero Searle argumenta más allá, los
estados mentales inconscientes carecen en ellos mismos de alguna intencionalidad de fino
grano. Ellos tienen su intencionalidad compuesta por (1) los estados conscientes que son
aptos para generar;(2) el tipo de conducta para la cual son aptos en su producción. Entonces
argumenta que: (1) es irrelevante si nuestra preocupación está dirigida a la intencionalidad
intrínseca de los estados inconscientes, (2) la conducta no tiene la suficiente fineza de
grano. Debe ser tomada como mera conducta física del cuerpo, pero en cada conducta no
habrá distinción entre e.g. tomar agua y tomar H2O. Así los estados mentales inconscientes
carecen completamente de intencionalidad completa. Pasando a la crítica, primero
mencionaré una dificultad para la posición de Searle la cual, de acuerdo con él no parece
ser seria. Argumentaré que su argumento falla para establecer su doctrina del inconsciente.
La dificultad que no parece ser demasiado seria es ésta. Sobre el criterio que Searle tiene de
los estados mentales inconscientes aparece una esencial relación para los estados
conscientes porque los anteriores son potenciales causas de los últimos. Pero ¿qué pasa con
los estados mentales inconscientes que están profunda y efectivamente reprimidos, o de los
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Essay, Bk. II, Ch. 1, Sec. 13. 2 Tratado, Bk. I, Pt. IV, Sec. VI.
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estados que no pueden tener efectos conscientes a causa de daños cerebrales u otros daños?6
Pero en respuesta a esta dificultad, nos puede parecer lógica seguramente la noción de un
proceso, P, coexistiendo con una obstrucción B, pero que si, contrario a los hechos, B no
existía, esto, P, podría traer un efecto E, o podría ser así con la adición de circunstancias
particulares, C.
Para considerar la dificultad en el argumento de Searle analícese lo
siguiente. Tómese las dos distintas creencias de que (1) la torre Eiffel está en Paris; (2) la
más alta estructura en acero construida antes de 1900 está localizada en la capital francesa.
Supóngase que alguien tiene explícitamente consideradas y afirmadas ambas proposiciones,
y las
creencias relacionadas. Pero supóngase que ninguno de éstos son
corrientes de
contenidos
conciencia del creyente. Para Searle, ambas creencias contarán como
inconscientes y así no serán más que estructuras neurofisiológicas aptas para la producción.
En circunstancias adecuadas, de creencias conscientes. Sólo la última tendrá forma
aspectual
e
intencionalidad
intrínseca.
Pero
ahora
considérese
las
estructuras
neurofisiológicas que constituyen las creencias inconscientes. Cada estructura tendrá que
involucrar factores que son causalmente sensitivos a, y aptos para producir, sencillamente
la forma aspectual precisa y la intencionalidad intrínseca de sus creencia consciente
correspondiente. Por ejemplo, la primera creencia inconsciente debe involucrar factores que
estén dirigidos para producir manifestaciones de los conceptos de la torre Eiffel y Paris,
mientras la otra creencia inconsciente debe estar dirigida para producir manifestaciones de
los conceptos de la estructura más alta en acero construida en Francia antes de 1900 y la
capital de Francia. Cualquier detalle que esté en la forma aspectual de una creencia
consciente debe corresponder necesariamente en la misma creencia cuando ésta es
inconsciente. De otro modo el poder de la creencia inconsciente para producir la creencia
consciente sería mágico. Pero una vez este punto ha sido visto ¿Porqué no deberíamos
atribuir formas aspectuales e intencionalidad intrínseca a las creencias inconscientes así
como a las creencias conscientes? Es, por supuesto, posible para Searle resistir esto e
insistir que las creencias inconscientes carecen de una real forma aspectual y de una real
intencionalidad. Pero ¿cuáles son los principales argumentos que tiene él para poner tal
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Traductor: la pregunta es la base un de contraargumento hecho por Armstrong hacia la postura Searle;
muestra que no todo estado mental inconsciente puede ser traído a la conciencia
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resistencia excepto su original convicción de que la conciencia entra en la esencia de lo
mental? Su argumento que fue propuesto para establecer esta reciente conclusión parece
evaporarse. Contra Searle entonces, pienso que estamos al menos libres para regresar a la
“clásica” imagen del inconsciente como involucrando estados que son plenamente
mentales. Esta es
ciertamente una imagen que me gustaría aceptar, la cual creo es
teóricamente fructífera al pensar e investigar la mente.
No me gustaría cancelar la posibilidad de que algunos estados mentales inconscientes
tengan formas inferiores de intencionalidad, por ejemplo, una que permita de manera
gratuita o parcialmente gratuita la sustitución de descripciones co-referenciales del objeto
intencional. Searle, supongo, podría pensar en esto solamente como intencionalidad comosí. Pero Searle no es comprensivo, como yo, con la idea de que la intencionalidad tenga
grados, desde el más primitivo al más sofisticado. El más primitivo lo tomo como la
posesión de propiedades disposicionales ordinarias. Donde la fragilidad de un fragmento de
cristal “apunta” hacia su rompimiento. Aunque el rompimiento nunca ocurra7.
Entonces uno puede pasar de disposiciones ordinarias a sistemas mecánicos y biológicos
que “se dirigen” ellos mismos sobre un objeto, aunque podrían fallar al dirigirse a él8, y
así subiendo a una
complejidad sobre la cual no logro ver el camino claramente,
alcanzando finalmente la intencionalidad plena de los estados mentales de humanos y
animales superiores. No importaría restringir el término “intencionalidad” a la cima de la
escala, a condición de que éste esté concertado, aunque supongo que Searle no estaría de
acuerdo con que hay grados de acercamiento a la intencionalidad. Para mí esta no es una
situación de todo o nada. Pienso que el ascenso del hombre, tanto en la evolución desde las
moléculas autorreplicantes a la célula hasta animal racional, y en el desarrollo del individuo
desde el óvulo fertilizado hasta la creatura desarrollada, implica un acercamiento prudente
7
La intencionalidad involucrada en las disposiciones aparece primero señalada por el doctor John Burnheim,
de la universidad de Sidney
8
Traductor: Es necesario tener en cuenta que la intencionalidad hace referencia al hecho de que un estado
mental está dirigido hacia algo o alguien, no obstante Armstrong no señala cómo ésta es generada a partir de
un sistema mecánico o biológico; la reconoce pero no hay precisión sobre la aparición de ésta en un estado
mental intencional.
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a la pura intencionalidad. Sugiero, más aún, que de la emergencia de un proceso mental
inconsciente en general precede a la emergencia de un proceso mental consciente. Después
de todo, el último es normalmente más sofisticado. Esperaría consecuentemente que
muchos procesos mentales inconscientes no tengan el más alto nivel de intencionalidad.
No obstante, pienso que podríamos atribuir total intencionalidad a algunos estados mentales
inconscientes, especialmente aquellos que Searle afirma son estados inconscientes
solamente en el sentido de que ellos no son actuales contenidos de conciencia.
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