En un contexto en el que nada es sólido ni duradero, los seres humanos buscamos símbolos que nos permitan anclarnos a una identidad colectiva o, al menos, a una imagen de ella. Así, construimos identidades que se expresan en artefactos, en conductas sociales y en lenguajes que necesitan de una comunidad para ser validadas. Pero estas identidades están sujetas a un permanente cambio y muchas veces carecen de lazos fuertes. En este escenario, el rol del diseño se disgrega, lo que obliga a modificar las herramientas con una frecuencia cada vez mayor. Álvaro Magaña Diseñador de la Universidad Tecnológica Metropolitana e investigador de la Universidad de Barcelona. He is a designer at the Universidad Tecnologica Metropolitana and a researcher at the Universidad of Barcelona. Cada diseño, una pista de sus circunstancias ARTEFACTS, COMMUNITIES AND DESIGN: BETWEEN IMAGE AND IDENTITY El diseño ha evolucionado junto con la sociedad y podemos decir, interpretando la conocida frase de McLuhan: «las sociedades siempre han sido moldeadas más por la índole de los medios con que se comunican los hombres, que por el contenido mismo de la comunicación» (McLuhan & Fiore, 1969), que la naturaleza del mundo material que nos rodea le ha permitido al diseño un papel en la vida de las personas y la historia de la humanidad, que va más allá de las tres misiones que Ibáñez Gimeno (2000) relaciona con la gestión de diseño: funcionalidad, imagen y comunicación. No es porque haya una trascendencia implícita en lo que hace el diseño, ni porque esta profesión tenga un rol social específico único por el cual debamos apostar. Más bien, los hechos confirman que la capacidad de los inventos humanos de modelar a los grupos sociales es sorprendente (tanto por su eficiencia como por su ineptitud), pues así como una buena idea bien diseñada e implementada es capaz de seducir y agrupar (como ocurre con HarleyDavidson, la propuesta de servicio del Aeropuerto Changi de Singapur o el staff de los hoteles RitzCarlton), otras producen rechazo o no logran pasar de una moda o de un interesante experimento (tales como el Transantiago y Second Life, respectivamente). Un diseño (un producto, experiencia o servicio) que emerge en sintonía con su contexto y es aceptado, valorado y querido, se convierte en paradigma a seguir y replicar, ya sea un Ford T, un Mac, el teclado qwerty o la gráfica de las olimpiadas de Múnich, In a moment in which nothing is really solid nor everlasting, human beings look for symbols that allow us to anchor in a collective identity or, at least, in an image of such. In this way, we build up identities that are expressed in devices, social behaviours and languages that need a community to be validated. However, such identities are subject to constant change and in many occasions they lack strong bonds. Within this stage, the role of design is disintegrated, which forces us to modify the tools in a higher frequency. Identidad _ modernidad líquida _ consumo _imagen _ marcas _ consumidores _ comunidades. Identity _ late modernity _ consumption _ image – brands _ consumers _ communities. y de paso muchas veces genera aficiones y aversiones. Estas aficiones, en ocasiones acaban manifestándose en comunidades de consumidores y admiradores que expresan su adhesión conformando grupos de fans o como seguidores de toda clase de cosas: personajes de dibujos animados, programas televisivos, cantantes, políticos, medios de comunicación, aerolíneas, supermercados, tiendas de ropa, etc. Por ello, hoy los personajes mediáticos y muchas marcas y organizaciones buscan convertirse en los favoritos de sus seguidores, quienes mediante un solo clic (en las redes sociales) expresan su adhesión y curiosidad, en parte gracias a que dicho mecanismo es banal y no implica un compromiso esencial, como también porque dichos personajes, marcas y organizaciones proyectan “algo” con lo que los adherentes se sienten “identificados”. Muchas veces se trata de la reacción espontánea a una relación, creencia o emoción provocada por experiencias o recomendaciones preliminares, que eventualmente producirán ventas, votos, simpatías y nuevas recomendaciones, es decir, socialización con un acento que implica un compromiso personal, insumo esencial del Net Promoter Score (Reichheld, 2003), medida de la promoción que buscan ansiosamente muchas compañías. Podríamos decir que, así como la vida emerge sólo si se dan ciertas condiciones favorables que la determinan y que, al evolucionar, ésta empieza a modificar el entorno del cual emerge, de la misma manera el diseño surge condicionado por la comunidad humana y, en su existir, modifica a su vez a dicha comunidad. En un contexto en el que nada es sólido ni duradero, los seres humanos buscamos símbolos que nos permitan anclarnos a una identidad colectiva o, al menos, a una imagen de ella. Ilustraciones Milena Hachim. 146 DISEÑA ENFOQUES 147 Diseño para identificarse, identificar o no La característica más llamativa de todo lo anterior es que lo que ayer requería tiempo, medios y recursos de difícil acceso y que demandaba afiliación explícita a partidos, asociaciones, consejos, juntas y clubes (representatividad, en suma), hoy es facilitado increíblemente por servicios digitales como Google, Facebook o Twitter1 (por citar los más populares), o bien por plataformas desconocidas hasta hace muy poco, como Wordpress, que no requieren más recursos que un hardware básico con acceso a la red de redes, voluntad de dar los pasos necesarios, poseer una disciplina y constancia para proponer y sostener la atención de los “followers” y, evidentemente, alguna muy buena idea con la que seducir a aquellos que interesa atraer. Así es como de manera explosiva han emergido grupos y afiliaciones que desconocen fronteras, pero que manifiestan intereses y gustos comunes. Estos grupos prescinden de los medios tradicionales y de sus códigos y herramientas habituales para concertar actividades. Asimismo, carecen de problemas para autodefinirse como “sidestream” e incluso “outstream”; de hecho, es “bacán” o “cool” hallar un nicho, “vivir en horario valle”2 —y si por desgracia eres tachado de hipster 3 buscar rápidamente otro “océano azul”4 (Kim, 2005) en el cual nadar—, pues la posibilidad de conexión con el resto del mundo (y la libertad de acceso) hace innecesario tener que comulgar con algún sistema social y económico dominante, pues el “mainstream” normalmente es considerado irrelevante, o directamente se lo percibe discriminador, economicista, transaccional, enfermo o sencillamente poco creíble. Al mismo tiempo que, como ya hemos dicho, hay miles de ofertantes con identidades particulares en el mundo material (desde Coca-Cola a dibujos animados, pasando por filósofos, escritores y modelos de pasarela) que buscan enganchar, ser reconocidos y valorados por quienes habitan las redes, sin distingo de quiénes son esos “quienes” y qué los lleva a identificarse con aquello que se sigue, lo que podríamos denominar “haciendo comunidad sin tener mucho en común”. En este escenario que se mueve tan rápido y que puede cambiar de manera brusca y sin aviso (dada la ausencia de ligazones y visiones comunes duraderas), el rol de los diseñadores se disgrega, se desmaterializa y los saberes canónicos, que son el material del trabajo académico, se estrellan constantemente con las creencias, necesidades y conocimientos de nuevos grupos que emergen casi espontáneamente gracias a la magia de las nuevas tecnologías. De la misma forma, el tipo de trabajo que ha mantenido ocupado a los departamentos de marketing de las empresas, definiendo lo que segmentos y nichos de mercado necesitan y esperan de acuerdo a los estudios ad-hoc contratados por las compañías, se ha visto enfrentado a una demanda cambiante que de a poco también se “disuelve en el aire” (como decía Marx hace varios decenios5), lo que les obliga a ir cambiando de herramientas con cada vez más frecuencia: del viejo y ninguneado focus group, al trend hunter6, pasando por workshops colaborativos y por la etnografía o la antropología de corte comercial. buscamos certezas y pertenencia, No es gratuito que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman haya licuado a la modernidad (y junto con ella a la posmodernidad), pues hoy la solidez de nuestras creencias y convicciones convive con poderosos y periódicos desmentidos, muchas veces contradictorios y peligrosamente contraintuitivos (¿de qué sirve el sentido común si ya no tenemos nada en común?). Entonces nos encontramos con diseñadores que se reinventan y descreen de las teorías fundacionales del diseño (o las desconocen por voluntad propia) y se adaptan a un escenario humano inestable, inesperado y saturado de nuevas referencias y exigencias, que a su vez descree de las bondades autopromocionadas por ciertas marcas, productos, partidos políticos, instituciones gubernamentales e incluso por otras asociaciones informales (es gracioso que en el mismo soporte digital coexistan el fan club de Arjona y el grupo de los que piden que “Dios se lleve a Arjona y deje profesionales y academias. a Cerati”). En este contexto líquido, en que nada de lo que parece es sólido, los seres humanos sociales y en lenguajes que ne- unirnos a algo (religiones, movimientos, milicias, a cualquier entelequia que de una u otra forma nos “marque” y separe del resto) a fin de sobrellevar el peso siempre amenazante del sinsentido. Pasa entonces que saberes, identidades, imágenes y filiaciones se disgregan y las prácticas se superponen desmitificando e invalidando lo que nos enseñaron y cómo se nos definió en los viejos colegios Esta ausencia de patrones únicos que se mantengan en el tiempo ha facilitado la búsqueda de hitos comunes que permitan hacer “comunidad”. Es así como las actividades masivas para diseñadores como Súdala7 o Trimarchi8 deben parte de su éxito a su capacidad de ritualizar el anhelo de jóvenes diseñadores, académicos y algunos profesionales de anclarse a una identidad colectiva o a su imagen, a través de un evento validador en el cual es tan importante el compartir como el exhibir y vivir una experiencia comunitaria que reafirme la siempre ardua decisión de ser diseñador. Nada diferente de lo que institucionalmente se hace con bienales, seminarios y congresos, o el mismo Premio Chile Diseño (excepto por su carácter promocional más político, gremial y su acceso menos masivo). Ocurre entonces que construimos identidades que se expresan en artefactos, en conductas cesitan de una comunidad para ser validadas. Comunidades que Construimos identidades que se expresan en artefactos, en conductas sociales y en lenguajes que necesitan de una comunidad para ser validadas. 1 Tumblr, Scribd, Quora, Google+, Linkedin, Xing, MySpace, etc. y siguen en aumento (así como otras redes mueren). 2 Nota del editor: el concepto “hora valle” alude a aquellos momentos en que se presenta una menor actividad y, en ese sentido, es antónimo de “hora punta”. 3 Nota del editor: el término “hipster” designaba originalmente a los seguidores del bebop (un estilo del jazz), quienes adoptaron las costumbres de los músicos que lo cultivaban: actitud relajada y licenciosa, 148 DISEÑA ENFOQUES humor sarcástico y uso de cannabis, entre otras. 4 Nota del editor: la idea de “océanos azules” hace referencia a una estrategia económica que ignora la competencia descarnada entre empresas y la sustituye con una actitud innovadora. Representa las ideas de negocio por descubrir. 5 «Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas» (Karl Marx). Al menos así lo parafrasea Marshall Berman, a partir del Manifiesto Comunista, en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire: la experiencia de la modernidad (Madrid: Siglo XXI Editores, 1988). 6 Nota del editor: el trend hunter (o cazador de tendencias) es un investigador social que detecta precozmente las tendencias de consumo, en especial en el mundo de la moda. 7 Nota del editor: Súdala es una plataforma creada en 2009 que busca crear conciencia del valor del diseño. Realiza conferencias, seminarios, clases, exposiciones y workshops centrados en el diseño gráfico. Más información en www.sudala.cl 8 Nota del editor: Trimarchi (oficialmente TMDG) es un evento internacional de diseño gráfico y cultura de vanguardia que se realiza anualmente en Mar del Plata, Argentina, desde hace once años. Para más información, ver el artículo “Una década de TRImarchi”, de Pablo González Díaz y Sebastián Valdivia (Revista Diseña n.° 3, págs. 172-174). 149 cada vez duran menos, expuestas a nuevos productos, ideas e imágenes que pasan rápidamente de moda, o que pierden su validez dando lugar a nuevas interpretaciones o resignificaciones. Hoy, el uso de ciertas aplicaciones habla por nosotros (por ejemplo Instagram, FourSquare o Vimeo en lugar de YouTube). Cada una de estas aristas de la imagen personal ¿no dice algo sobre nuestra identidad y lo que consideramos válido para la clase de persona que creemos ser? Lo más irónico es que al cabo de un tiempo dichas decisiones serán sinónimo de lo que ya no deseamos ni validamos, como Borges narró sobre su difunta amada en “El Zahir”9. Es increíble (pero más real que todo ideal) que las necesidades y expectativas de un sinnúmero de personas estén hoy fuertemente ligadas a la capacidad de la industria de seducirlas y sorprenderlas. Muchos de nosotros construimos nuestras identidades en torno a la oferta del mercado, no importa cuál sea éste: el mainstream de los medios masivos, la moda japonesa que cunde en niños y adolescentes de clase media o los estilos de vida ligados a cierto tipo de actividades (rockeros, motoqueros, publicistas, políticos de derecha, traceurs10, etc.). Pareciera que los retazos con que se construye la imagen que queremos erigir de cara al resto exigiera salir a comprarlos a una feria de opciones que cambian al ritmo con que las empresas (del tipo que sean) los lanzan al mercado y según la comunidad circundante les asigne significados y atributos. El caricaturista Robert Crumb, a fines del siglo XX, se escandalizaba del hábito norteamericano de llevar camisetas impresas con marcas y declaraciones de marca, como si las personas hubieran optado por esconder su inanidad tras ellas. En el contexto que hemos narrado, el diseño es transversal a todos los aspectos simbólicos y materiales que constituyen la imagen con la que creemos proyectar una identidad. Por eso es que encuentra en él uno de sus más importantes espacios de desempeño para crear productos y comunicaciones con imágenes de alto impacto y la suficiente identidad como para distinguirse de su competencia al mismo tiempo que logra que consumidores y usuarios se identifiquen con el aura proyectada por dichos productos y comunicaciones. Y no se trata de que la identidad se construya exclusivamente en torno a la imagen que proyectan los productos, sino que la capacidad de identificación se convierte, a la larga, en el factor de adhesión más tangible a una marca o un producto, aun por sobre la funcionalidad y la eficiencia, pues se espera que éstas, ya en un determinado nivel, cumplan de un modo satisfactorio con su cometido. Por ejemplo, un aficionado al hip hop no sólo espera que su “urban clothing”11 sea cómoda y duradera, sino además que sea una mensajera efectiva y explícita del estilo de vida y las creencias que hay detrás de su vestimenta, para de esa forma ser reconocido y validado por sus pares. El diseñador, su identidad y la identidad de los otros Dado que la objetividad es una mala palabra de la que debemos desconfiar si deseamos ser medianamente “objetivos”12 (perdónesenos la paradoja), ocurre que el proceso creativo de todo profesional jamás está exento del influjo de sus gustos y filiaciones, pezando a configurar un marco dentro de una comunidad)? No fabricante a una paulatina y do- referencial para nuevas creacio- podemos olvidar la debacle que lorosa retirada de la nueva pre- nes o rearticulaciones. vivieron grandes marcas interna- sentación (se estima que las pér- cionales al suponer (ignorando o didas alcanzaron por lo bajo los malinterpretando) cuál sería el cincuenta millones de dólares). El punto que llama la atención es la mutua influencia del diseño individual sobre el sentido comunitario de lo que es considerado un buen o mal diseño, y el modo en que dicha validación se configura en lenguajes, ya sean ten- y es así cómo los diseñadores, de una forma muy sutil y completamente invisible para la mayoría de los observadores, hacen un traspaso de su universo referencial hacia el universo referencial de sus proyectos (que no necesariamente se traslapan, excepto durante el proceso creativo que involucra al diseñador; el mobiliario de un centro médico no necesariamente se traslapa con las rearticulaciones creativas, como las que hace Yuri Trechswjakow en la alcancía “Chancho 0”). La dencias, modas o estilos, que co- pertenencia a una o más comunidades nos permea y nos define, ajusta nuestros gustos y predilecciones haciéndonos parciales hacia cierto tipo de expresiones en contraposición a otras. No es sorprendente que modas estéticas, como fueron el estilo impuesto por la lomografía13, el lenguaje audiovisual de Dogma, la estética catalana de Mariscal, la propuesta “deconstructiva” de Carson, en su minuto el Menphis, Ron Arad o el homenaje a Dieter Rams implícito en el estilo de Jonathan Ive para Apple, comiencen a constituirse en lenguajes apropiados, en su doble acepción: como lenguaje del cual la comunidad se adueña y como algo que es considerado conveniente, em- Si esta situación la llevamos al mienzan a filtrarse hacia grupos juicio de los consumidores, esa comunidad de fieles que se definen mediante las marcas que consumen, a unas aparentemente necesarias innovaciones14 que terminaron por ser declaradas indeseables: New Coke y Tropicana. Sin ahondar en los posibles errores empresariales detrás de estos costosos traspiés, lo esencial es que la imagen de los productos y las marcas de alguna forma llegan a hacerse parte de la identidad de las personas no más amplios hasta permear la El fracaso de introducir la New sólo como un elemento misce- sociedad entera y en consecuencia Coke en el conservador mercado láneo de la individualidad, sino lo que las empresas comienzan a norteamericano a mediados de además como una representación percibir como “buen diseño”, ver- los ochenta sigue siendo un fe- de lo que a la larga se constituye sus lo que los diseñadores con- nómeno digno de observar. Los como santo y seña de una perte- sideran de la misma forma. Un reclamos y la fuerza de los con- nencia a determinada cultura y diseñador, en este contexto, es un sumidores en su postura de boi- estilo de vida (como el Starbucks nodo que se conecta con diversas cotear al nuevo producto se han y la manzanita Apple, el cuero redes recibiendo y nutriéndolas de convertido en caso de estudio y la Harley-Davidson, como ser información, como una suerte de tanto por la fuerza de la resisten- hipster y deambular por el barrio trama neuronal cambiante y en cia de los fieles a la nueva fórmu- Lastarria). Los bienes son conteni- permanente estado de flujo. la como por la osadía corporativa do, el diseño y el estilo son men- de Coca-Cola, que pudo llegar a sajes que permiten reconocerse comprometer su valor de marca y reafirmarse. Los materiales (el (¡nada menos que Coca-Cola!) y platino y el bling-bling), la forma (last but not least) por la magnífi- (la simpleza nórdica y el raciona- ca oportunidad que esto significó lismo minimalista) y la imagen de a la larga para diversificar la car- marca dejan de ser recursos ino- tera de productos entre clientes centes que carecen de intencio- más innovadores (que adoptaron nalidad, ya que al ser diseñados y la nueva fórmula) y clientes más diseñables son puestos al servicio tradicionales (que siguieron com- tanto de las creencias del propio prando su bebida habitual). diseñador, como de las de su gru- ámbito de las marcas de organizaciones, productos y servicios, podemos reconocer cómo dicha conexión ocurre en diferentes grados de profundidad y de fidelidad a alguna fuente original de información. Sin duda los resultados van desde la copia fiel hasta la inspiración que apenas logra reconocer el autor, consideraciones a las que debemos añadir otro nivel de análisis muy importante a la hora de calificar la autenticidad o la creatividad de un diseño: su imagen (lo percibido y valorado por las personas) en términos perceptuales, ¿guarda relación con su identidad (aquello que dice ser, el relato que ha construido a través de su historia A principios de 2009, Pepsico decidió “modernizar” el packaging de su jugo Tropicana, modificando la marca y el look del envase, provocando la indig- po de referencia y a la larga se significan y vuelven a significarse mediante el uso que de ellos hace la sociedad, o los diversos grupos dentro de ella. nación de diseñadores y la frus- El significado, la cultura y el po- tración de muchos consumidores, der de representación de los arte- quienes dejaron de consumir el factos al servicio de las identidades producto a causa de esta “inno- existentes dentro de la sociedad vación” no querida, obligando al reciben su capacidad de proyectar sentido en la vida de las personas a partir de sus mismas creencias aprendidas, amasadas paciente y poderosamente junto con las incontrolables pulsiones y respuestas instintivas que hemos ido adquiriendo en el desarrollo evolutivo de la especie. Hoy la neurociencia, en su curioso matrimonio por conveniencia con el comercio llamado neuromarketing, busca apoderarse de todas las claves ocultas que lograrían explicar y, dentro de lo posible, predecir nuestras respuestas ante los estímulos del mercado, conocimiento que quizás logre hacer cada vez más efectivos los recursos disponibles para diseñar, seducir y persuadir; sin embargo, cabe recordar el inacabable problema ético siempre presente en cualquier campaña, cualquier promesa de orden político o comercial y en la imagen que proyecta cualquier grupo humano con el fin de atraer a otros: la coherencia y real correspondencia entre la imagen y la identidad15. Por eso conviene no olvidar el brillante trabajo de imagen realizado por Leni Riefenstahl para el régimen nazi, sus impresionantes documentales sobre el vigor de la renovada Alemania bajo el mando de Hitler y la ambiciosa propaganda de Goebbels. Tanta elocuencia y talento al servicio de una idea (compartida por millones de alemanes en su momento) encubrieron y sirvieron de imagen a la ideología que impulsó los más espantosos crímenes contra la humanidad cometidos en el siglo XX. Un diseñador, en este contexto, es un nodo que se conecta con diversas redes recibiendo y nutriéndolas de información, como una suerte de red neuronal cambiante y en permanente estado de flujo. En el mundo de la imagen, no todo lo que brilla es oro y, en el de la identidad, no todo lo que es oro brilla. DNA La pertenencia a una o más comunidades nos permea y nos define, ajusta nuestros gustos y predilecciones haciéndonos parciales hacia cierto tipo de expresiones en contraposición a otras. 9 «Teodelina Villar se mostraba en lugares ortodoxos, a la hora ortodoxa, con atributos ortodoxos, con desgano ortodoxo, pero el desgano, los atributos, la hora y los lugares caducaban casi inmediatamente y servirían (en boca de Teodelina Villar) para definición de lo cursi». Jorge Luis Borges, El Aleph (1949). 10 Nota del editor: se denomina “traceur” a quien practica el parkour (disciplina que consiste en desplazarse en forma rápida y eficiente, 150 DISEÑA ENFOQUES usando las habilidades corporales y los medios que ofrece el entorno para superar obstáculos como vallas y muros). 11Nota del editor: se denomina “urban clothing” o “urban fashion” a la vestimenta distintiva de los seguidores del hip hop. 12Recordemos la sugerencia de Humberto Maturana de distinguir objetividad trascendental (que desconoce el papel del observador y la define como objetividad sin paréntesis) de objetividad constitutiva (en que la realidad es construida por el observador y por eso va con paréntesis), en su libro La objetividad, un argumento para obligar (1997). 13Nota del editor: la lomografía es un estilo fotográfico particular que se logra usando de la cámara Lomo LC-A, de fabricación Rusa. El lente de dicha cámara intensifica los colores al centro de la composición y oscurece los bordes. 14Imposible no recordar a Boris Groys en su disquisición sobre “lo nuevo” (On the new, 2002) y esa suerte de imprescindibilidad de lo nuevo como sinónimo de vitalidad en el arte y que parece trasladarse al comercio, yendo de la creación artística a la órbita del consumo (y viceversa). 15El diseñador chileno Gonzalo Castillo recuerda permanentemente la siguiente sentencia de George Berkeley, el filósofo idealista: «ser es ser percibido», de lo que se sigue que toda identidad busca “parecer lo que se es” (y viceversa). Referencias Gimeno Ibáñez, José María (2000). La Gestión del Diseño en la Empresa. Madrid: McGraw-Hill. Kim, Chan (2005). Blue Ocean Strategy. Boston: Harvard Business School Press. McLuhan, Marshall & Fiore, Quentin (1969). El Medio es el masaje. Buenos Aires: Paidos. Reichheld, Frederick (2003). The One Number You Need to Grow. Harvard Business Review (diciembre). 151