CC-130_art_42

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Actividad / Ámbito / Ceguera
Carla Beatriz Garcia
Universidad Nacional de La Plata (Argentina)
Abstract
Este trabajo propone poner en relación, los lenguajes con los que se da cuenta, de los tres conceptos
fundamentales que concurren, a mi parecer, en los cambios producidos, o sea, en la historia de la educación
de los ciegos y de las instituciones de educación, como estructuras y espacios que albergaron dichos
procesos de transformación. Estos tres conceptos son los de actividad, ámbito y ceguera. La actividad como
expresión de la forma del uso de una sociedad, como práctica social, como comportamiento, como acción.
El ámbito como la conformación espacial que alberga la actividad a escala regional y urbana. El espacio
como necesidad. La ceguera como particularidad, como una característica individual, que interactúa con la
actividad y con el ámbito. Desde el punto de vista histórico se puede explorar la transformación en el lugar
atribuido al ciego en la sociedad. Tomo, a título de ejemplo, el análisis de las representaciones gráficas del
ciego, en la Antigüedad (ánforas griegas), en el Paleocristiano, en la Edad Media, en el Renacimiento y
Barroco (pinturas y grabados), y en la multitud de sentidos que se desarrollan en el mundo moderno. Así
como, a través del análisis de la concepción espacial de cada época histórica, desde la antigüedad hasta
nuestros días, podemos reflexionar acerca del lugar en el territorio y en la ciudad que ha ocupado el ciego.
En cuanto a los lenguajes con los que se construyen las representaciones sobre la ceguera a través de los
conceptos mencionados, haremos el seguimiento histórico de cada uno en cada momento, en un proceso
que verifica la unidad inescindible en la relación de la trilogía HOMBRE / ACTIVIDAD / ÁMBITO.
Proceedings of the 10th World Congress of the International Association for Semiotic Studies (IASS/AIS)
Universidade da Coruña (España / Spain), 2012. ISBN: 978-84-9749-522-6
Pp. 429-440
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Carla Beatriz Garcia
RELACIÓN ACTIVIDAD / ÁMBITO
Como expresión cultural de la arquitectura-ciudad
Este trabajo busca poner en relación los lenguajes, con los que se da cuenta, de los tres conceptos fundamentales que concurren en los cambios producidos, en la historia de las conductas
de habitar de los ciegos y de los espacios que los albergaron.
Estos tres conceptos son los de actividad, ámbito y ceguera.
La actividad como categoría inespecífica del concepto de arquitectura-ciudad, como
expresión de la forma del uso de una sociedad, como práctica social, como comportamiento,
como acción.
El ámbito como categoría específica del concepto de arquitectura, como la conformación
espacial que alberga la actividad a escala regional, urbana y arquitectónica. El espacio como
necesidad.
La relación biunívoca entre actividad albergada y ámbito albergante constituye una noción
sintética y sincrética del concepto de arquitectura-ciudad como expresión cultural.
La ceguera como particularidad, como una característica individual, que interactúa con
la actividad y con el ámbito.
En homenaje a la brevedad, voy a focalizar sobre dos culturas de concepciones espaciales
distintas, telón de fondo de las conductas cotidianas de los ciegos y con los ciegos. Comunidades
diferentes, una de tradición musulmana y otra de tradición greco-latina, de la que la ciudad de
La Plata, mi ciudad natal, es un claro exponente.
La ciudad es la más comprensiva de las obras del hombre, lo reúne todo y nada que se
refiere al hombre le es ajeno, nos dice Walt Whitman.
«La historia de la ciudad es la historia de la civilización». (Rossi 1966: 99) Podemos
afirmar que no hay mejor texto de la historia de una sociedad que el estudio de la ciudad. Ya
que el lenguaje de la historia se construye en la ciudad y el lenguaje de la ciudad se construye
en la historia.
Según Spengler «Frente a cada hecho sociocultural o político, la ciudad se arruga».
Analizar las arrugas de las ciudades nos enseñan sobre la cultura de la sociedad que le dio
origen y sentido, a cada huella o transformación que acumuló en su historia. Este concepto
de «arruga» se podría extender a educación y a otras disciplinas. Nos preguntamos ¿cuál es
la arruga que expresa nuestro tiempo? ¿Cuál es la ubicación de los ciegos en la historia y en
nuestro tiempo?
Para el hombre de tradición greco-latina, lo esencial de la ciudad es su carácter de vida
pública. Son la calle y la plaza sus condensadores sociales.
«La urbe, es ante todo, esto: plazuela, ágora, lugar para la conversación, la disputa, la
elocuencia, la política». (Ortega y Gasset 2004: 408). Es la ciudad pública.
Una formalización diferente, es la ciudad musulmana con predominio de la vida privada
y del sentido religioso. Es una ciudad de creyentes.
Los versículos 4 y 5 del capítulo XLIX del Corán, afirman «El interior de tu casa —dice
Mahoma— es un santuario; los que lo violen llamándote cuando estás en él, faltan al respeto
que deben al intérprete del cielo. Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige». (El
Corán 2003: 409)
Actividad / Ámbito / Ceguera
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«Vagando por las callejuelas árabes llenas de recodos y pasadizos, nunca sabremos si
bordeamos los muros de un gran palacio o la casa miserable donde se hacinan los desheredados».
(Chueca Goitia 1974: 12) Tal concepción intimista, debía llevar a organizar la vida doméstica
en torno del patio, dando lugar a una ciudad sin fachadas, opuesta a la ciudad clásica, donde
el escenario público y la fachada eran lo principal.
La relación pública que se materializa en la plaza de la ciudad occidental, la cumple el
patio de la mezquita en la ciudad islámica, reflejando una vida social diferente.
La ciudad clásica, medieval o moderna se organiza de afuera hacia adentro desde la calle
como espacio colectivo, hacia el interior de la casa, espacio doméstico, pero siempre es la calle
lo predominante desde el punto de vista morfogenético.
En cambio en la ciudad islámica todo se constituye de dentro hacia fuera, perdiendo
todo valor estructural el espacio colectivo calle. Existe una enorme cantidad de callejones sin
salida, que sirven al conjunto de casas para darles entrada.
A los lujosos alcázares, los musulmanes los escondieron tras opacas e inexpresivas
murallas preservando su intimidad.
La calle, de tradición greco-latina, es un condensador social, con sus cualidades de interferencia y de conflictividad de usos, es un espacio donde todo ocurre, todo se relaciona
sin posibilidad de clasificarlo. La ciudad occidental es fundamentalmente un mecanismo
de información y accesibilidad, un conglomerado de artificios de comunicación. (Bohigas
1986: 47)
El contexto espacial donde habito, es la ciudad de La Plata, fundada en 1882 a nuevo,
como capital de la Provincia de Buenos Aires, a partir de convertir a la ciudad de Buenos
Aires en Capital Federal de la República Argentina. Se diseñó siguiendo la tradición grecolatina de ciudad amanzanada, enriquecida por calles arboladas, avenidas, bulevares, diagonales, parques y plazas características de los principios urbanísticos de la segunda mitad del
siglo XIX.
La propuesta urbana se sintetiza en un cuadrado básico, con dos diagonales mayores que
unen los vértices del cuadrado, y cuatro diagonales menores que vinculan, el bosque de La
Plata, y los tres parques urbanos. Se estructura con avenidas cada seis cuadras y en el cruce
de dos avenidas una plaza o parque. Esta presencia del espacio público, como expresión de
la comunidad, posibilita un intenso uso ciudadano. (García, Viera, García 2002: 75)
RELACIÓN CEGUERA / ACTIVIDAD / ÁMBITO
Como construcción de alteridad
Desde el punto de vista histórico se puede explorar la transformación del lugar atribuido a los
ciegos en las distintas sociedades y épocas. Entendiendo por ciegos, al conjunto de individuos
que carecen del sentido corporal de la vista. La idea de ceguera describe una condición ajena
a la visión y desarrolla una construcción del ciego como un individuo distinto del vidente.
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El estado de ceguera ha tenido registro en el mundo del arte y la literatura desde la
antigüedad hasta nuestros días. Los ciegos aparecen como parte del contenido de las obras o
en condición de autores.
Los títulos-contrapunto que siguen son parte de un índice temático que estamos desarrollando en la investigación. Cada contrapunto expresa distintos momentos de la lectura de
la ceguera a nivel del inconciente individual, que se expresa en los dichos de los sujetos,
momentos de la pragmática experiencial colectiva de más de diez años de trabajo en Extensión
Universitaria.
RELACIÓN CIEGO / TARADO
Según el diccionario:
Tara: Defecto físico o psíquico grave y por extensión cualquier defecto o carencia.
Tarado: Que tiene alguna tara. También tonto, corto de entendederas. Sinónimo de
estúpido, torpe, necio.
Ceguera: Estado de ciego. Tiflosis. Estado del que tiene la razón oscurecida o el discernimiento o raciocinio perturbado. Apego extremo, exagerado a alguien o a alguna cosa. Falta
de lucidez o inteligencia.
El ciego es mirado por un musulmán como testimonio de lo que él podría haber sido o
pudiera ser, por lo cual debe dar gracias a Alá que le concedió la vista, y practicar el bien para
que no lo castiguen con la ceguera. Por estos motivos los mahometanos suelen ser hospitalarios
y compasivos con los tarados.
Los ciegos fueron también considerados tarados durante gran parte de la historia occidental, discapacitados en general. Parecería que su discapacidad visual se masificaba e inhabilitaba
para cualquier desempeño. No eran consideradas personas de derecho.
La definición del diccionario, expresa que aún hoy perviven las viejas concepciones.
¿En qué momento de la historia se construyó la posibilidad de desatar esta ligazón de
los términos ciego y tarado?
Para nosotros, hoy hay muchos indicios que denotan los cambios de una sociedad en su
posibilidad de tomar conciencia de que ser una persona ciega no es más que una característica
que no le imposibilita participar en la vida intelectual, sociocultural de la comunidad en la que
vive. Sólo tendrá que construir su presente y su futuro ni más ni menos que como cualquier
otro ciudadano. Lo que mejor le viene a la persona ciega es ser uno más entre otros.
Como parte del anecdotario en el desarrollo de nuestra experiencia:
Un padre que le dice a su hija: «vamos, que se conecten las neuronas para que digas
algo, estoy esperando que hables». Se trata de un padre que se dirige a su hija ciega como
si la ceguera implicara que sea tonta o tarada.
Actividad / Ámbito / Ceguera
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RELACIÓN CEGUERA / CASTIGO / CULPA / CIENCIA
La razón de la ceguera en la mentalidad antigua era el castigo para expiar una culpa. Pero ¿de
quién era esa culpa? ¿Se trataba de una culpa cometida antes de nacer? ¿Es ciega una persona
por la culpa de sus padres, de otros parientes o de sus antepasados?
Posteriormente surge la idea de una justicia reparadora. Por la ceguera, habían de expiarse
culpas pasadas, sin determinación de personas que las hubieran cometido. En tales delitos
residía la causa de los males que marcaban a los tarados, a los que nacían con algún tipo de
«discapacidad».
Estas creencias configuran la idea ancestral de la culpa. El niño que nacía ciego o el
adulto que perdía la vista eran símbolos: sobre ellos caía el castigo de los dioses.
Los ciegos musulmanes, creyentes que su defecto físico obedecía la ley de la predestinación, repetían en honor de Mahoma: «escrito está», y aceptaban su destino.
Existe una sura coránica que dice: «Ningún mutilado entrará en el jardín de las delicias».
Si tenemos en cuenta que los musulmanes cegaban a quienes se atrevían a rebelarse contra la
autoridad, tal castigo condenaba a sus víctimas al dolor en la vida presente, negándoles los
deleites y consuelos del más allá.
Los musulmanes imponían esta condena para librarse de posibles enemigos, pero también
se cegaba a muchas personas para que los médicos estudiasen la anatomía del ojo, sus
músculos y enfermedades. Por esta razón fueron los cirujanos y médicos mahometanos los
más expertos en enfermedades y cirugía ocular, habiendo dejado escritos tratados sobre
esta materia, cuyo interés científico se ha mantenido en occidente, hasta mediados de la
Edad Moderna. (Montoro Martínez 1991: 450)
A Tiresias, el adivino ciego, lo encontramos en Edipo y en el Ciclo de Tebas. Su ceguera
se explica con un mito que finaliza con la ofensa de Hera, porque Tiresias había revelado los
secretos de su sexo, y como castigo lo cegó. Zeus en compensación le otorgó el don de la
adivinación y la longevidad.
En Grecia y en Roma se creía, que «la ceguera sobrevenía a las personas como un desastre y
al mismo tiempo como una condición, inquietante envuelta en el misterio». (Barasch 2003: 19)
En el desarrollo de nuestra experiencia educativa platense con niños, padres y maestros
registramos las siguientes anécdotas:
Un niño con problemática de visión tiene una pesadilla donde le faltaban los ojos,
dice: «si me quedo ciego, me mato».
En el marco de un taller, una mujer afirma: «desde que me estoy quedando ciega,
espero que los días pasen.»
El padre de una niña ciega dice: «no me puedo perdonar lo que tardaron en darme el
diagnóstico de lo que padece mi hija, en cambio fui al hospital público y el médico me
dio el diagnóstico el primer día que la vio».
Una niña le pregunta a su madre ciega: «¿mamá, por qué no vas al médico para que
te cure de los ojos?». La mamá le responde que sus ojos son así, que es ciega y que no se
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cura ni se arregla. La mamá le comenta que ella está bien así, «siempre fui ciega».
Un padre dice de su hijo con problemática de visión, «no se va a quedar ciego, se
hace los controles porque padece de glaucoma. Nadie, en la actualidad, se queda ciego
si se hace los controles.
RELACIÓN CEGUERA / ÁMBITO DOMÉSTICO
En los primeros tiempos del islamismo no se permitía a los mendigos pedir limosna de casa en
casa para evitar que pudiesen contemplar el rostro de las mujeres, porque sólo el esposo puede
mirar la cara de la mujer musulmana. Esta prohibición no se extendía a los ciegos, aunque
debían anunciar su llegada, tocando un silbato o gritando que eran ciegos. Las amas de casa les
obsequiaban con un plato de comida y había en las viviendas un lugar para que el necesitado
se protegiera, en caso de mal tiempo.
En algunas ceremonias domésticas se requerían los servicios de las mujeres ciegas, en los
velatorios para que orasen por el difunto y cuidasen que los recipientes exhalaran sus perfumes;
en las mudanzas para que untaran de aceite todos los rincones de la casa, poniendo harina en
cada uno de ellos, suplicando a Alá para que nunca faltara el sustento a sus moradores.
Desde la perspectiva de un hombre occidental, el siguiente relato:
«Mi mujer es ciega porque prefiero no ser visto», el no ser visto para este hombre es
una condición necesaria que hace a la elección de la pareja sexual.
RELACIÓN CEGUERA / ÁMBITO PÚBLICO
Según el historiador Jesús Montoro Martínez, el Diccionario biográfico de ciegos ilustres de
Oriente, de Safadi Ibn Khallikan, escrito en el siglo XIV, es un texto donde figuran los nombres de diez mil ciegos célebres en el cultivo de las letras, las ciencias y las artes. Se relatan
allí biografías de ciegos médicos, ingenieros, filósofos, músicos, poetas, químicos. Incluso se
citan ciegos que ejercieron profesiones excepcionales para su condición, tales como las de
arquitecto y orfebre.
Los ciegos se dedicaban al comercio de artículos que vendían en los zocos, o en forma
ambulante. Aunque eran auxiliados por algún familiar, debían tener atadas sus mercancías para
evitar ser robados.
También se veían mendigos ciegos en los zocos.
Los bardos ciegos musulmanes iban de ciudad en ciudad, recitando por calles y zocos,
poemas de héroes, mártires, lances amorosos, hazañas guerreras y triunfos de la Media Luna.
Acompañaban sus relatos con instrumentos musicales.
El filósofo Abdallh, comparaba la ceguera al desierto de la vida, en el cual cada uno debe
empuñar con firmeza las riendas de su camello, si no quiere extraviarse y sucumbir. Consideraba
la falta de vista como un misterio para quienes la contemplan y asimismo para el que la padece,
aunque debe aceptarse con resignación por ser voluntad de Alá.
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Como parte del anecdotario en el desarrollo de nuestra experiencia platense:
Una maestra comenta que un niño ciego le toca las piernas y no puede decirle que no lo
haga, aclara cuando a los otros niños les puedo decir perfectamente, qué no deben hacer.
RELACIÓN CEGUERA / ABSTRACCIÓN
Según la tradición greco-latina: «En 1749, el interés que numerosos filósofos manifestaban por
la psicología de los ciegos no reflejaba ninguna preocupación humanitaria. Se trataba de un
problema abstracto, ciertamente central en toda teoría del conocimiento, el pasaje de la sensación al juicio, que se procuraba resolver estudiando las reacciones de un ciego que recupera
la vista». (Vernière 2005: 25)
El mundo de los ciegos se describe como una experiencia vital sin imágenes que, precisamente, se trata de imaginar. … Los ciegos ilustrados, …, cuyas existencias cotidianas analiza Diderot, son enteramente consecuentes con las experiencias que han vivido.
(Mattoni 2005: 9)
Contra la perspectiva habitual, casi prejuiciosa, que define a los ciegos por aquello que les
falta, y que se prolonga en nuestro eufemismo de llamarlos no videntes, Diderot procura
pensar la interioridad mental de un ser que nunca ha gozado de la vista, la riqueza de sus
percepciones, lo que escucha, lo que toca y lo que huele. (Mattoni 2005: 15-16)
Diderot, reflexionaba que «… los ciegos, con su conducta que no se deja guiar por el
aspecto, los indicios de clase, la ropa y la belleza, apuntan hacia una utopía igualitaria, tanto
en lo social como en el ámbito del pensamiento». (Mattoni 2005: 18)
Y así, el problema humano del ciego de nacimiento da paso al problema gnoseológico del
ciego que recupera la vista. (Vernière 2005: 27)
RELACIÓN CEGUERA / APEGO A LA IMAGEN
La escritora ciega Georgina Kleege afirma que «Aun cuando sigo sin saber qué aspecto tiene
la belleza, por lo menos sé lo que dice la gente… los ojos son cruciales, son el punto central
de la apariencia ideal. Cada cultura, en cada época, admira ciertas características y menosprecia otras». «Los consejos que recibimos sobre nuestro aspecto sólo refuerzan la idea de
que la ceguera debe esconderse, que mejor sería guardarla fuera de la vista en casa o en una
institución».
Relato de nuestra experiencia educativa:
Una persona le dice a otra persona ciega: «para que vas a ir al cine. Si no ves nada,
¿para qué vas?»
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RELACIÓN CEGUERA / ARTE
Como ha expuesto M. Luz Arqué en su trabajo titulado Arte-Ceguera, la enfermedad ocular
no sólo ha sido representada muy a menudo en la obra de arte, sino que también podríamos
plantear a modo de hipótesis que ha sido la causa de la representación por parte del artista de
una imagen alterada de forma involuntaria.
¿Hasta qué punto la obra de autores cuyas características patológicas de su condición
visual, se ha visto modificada por su percepción distorsionada del mundo exterior?
Claude Monet y Mary Cassatt, padecieron de cataratas, Pissarro de obstrucción lagrimal,
Edgar Degas de deterioro de la visión central, Edward Munch de hemorragia intraocular.
Tomo como ejemplo a Degas quien sufrió una enfermedad de evolución lenta y progresiva, con grave deterioro de la visión central y de los colores. Hacia 1880 empezó a trabajar
con dos nuevos medios que no requerían gran agudeza visual: la escultura y el pastel.
RELACIÓN CEGUERA / MIEDO A LO DIFERENTE
La persona ciega se va a cruzar con otros semejantes que no van a incluir su aporte o participación sin dejar de tener prejuicios que se podrían sintetizar en el miedo a lo diferente.
Ya en otro nivel, el quedar ciego puede ocurrirle a cualquiera, así es que quienes tienen
la necesidad de segregar a la ceguera, no hacen otra cosa que tomar distancia de aquello que
no quieren para sí mismos: quedar ciegos.
Relatos tomados de la experiencia:
Una mujer le dice a otra mujer ciega: «Y si sos ciega, tu marido te puede meter los
cuernos tranquilo, porque no te vas a dar cuenta».
Una madre dice de su hijo ciego, cuando el médico me informó que era ciego, lo
primero que pensé: «se va a quedar conmigo siempre. Hoy, está casado y viajando por
el mundo».
RELACIÓN CEGUERA / INTEGRAR O SEPARAR
En tiempos pasados, tanto los ciegos como otras personas «enfermas» eran asiladas y aisladas
en instituciones, como aquello que debía no ser visto. Eran separadas de las demás que participaban en la vida ciudadana. Hoy podríamos decir que las escuelas integradoras suman, no
restan al incluir personas ciegas en los ámbitos educativos, desprejuician, van naturalizando
en la convivencia de la vida cotidiana las diferencias.
La convivencia de las diferentes miradas de alumnos ciegos integrados en escuelas desde
pequeños hace a la verdadera transformación: quienes desde niños viven las diferencias con
naturalidad serán adultos que podrán incluir lo que cada uno tenga para aportar en una sociedad
que valore su mirada singular.
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Relato vivencial:
Nos acercamos al aula para dar el taller y un alumno se aproxima a nosotras para
aclararnos que el niño ciego integrado en el grado estaba ausente. Seguidamente, nos
preguntó si íbamos a dar el taller. A lo que contestamos que por supuesto, el taller está
dirigido a los alumnos de quinto grado.
RELACIÓN CEGUERA / CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA MIRADA
Es a partir de los sentidos, que los seres vivos nos vinculamos con el mundo exterior. De los
sentidos que disponemos, la visión, es el único que podríamos caracterizar como sintético
porque, en un abrir y cerrar de ojos, es el que recoge mayor cantidad de información y a
mayor velocidad. Con el resto de los sentidos, que podríamos considerar como analíticos, la
recolección de datos se hace lenta y laboriosamente.
Por eso para los ciegos en particular y para todos en general es importante utilizar y
potenciar todas las fuentes de ingreso de información de que disponemos, que no son excluyentes sino complementarias y, en caso de necesidad, sustitutorias.
El día que me encontré con Paulina por primera vez, ingresé en un mundo conceptual
y perceptivo, que me permitió frente a una persona ciega, humanizar el concepto de ceguera.
Empecé a diferenciar entre decir «los ciegos», «las personas ciegas» y hablar de la ceguera.
Como todo acontecimiento vital, implicó una serie de cambios. Una escritura de la experiencia
que sintetiza un recorrido de diez años, en el marco de un proyecto de extensión universitaria
desarrollado en Argentina.
Tenemos la convicción de que educar en derechos humanos es también una forma de
aportar al cambio de actitudes y a la inclusión de lo diverso. Por eso continuamos enfocando
nuestro trabajo hacia los ámbitos de integración.
Lo interdisciplinario es la trama que sustenta nuestra práctica. La arquitectura, el psicoanálisis, la eutonía, las ramas del arte y la comunicación, nutren nuestro trabajo que no toma
a la integración como tema, sino que la integra en sí mismo. Al contar con una persona ciega
dentro del equipo, nos nutrimos de saberes específicos que constituyen un aporte importante
en esta práctica.
El proceso de aprendizaje en las personas ciegas requiere que se desarrolle la capacidad
para movilizarse, la orientación en el espacio, el reconocimiento de los objetos y el vínculo
con las otras personas. Los niños ciegos en su conocimiento cotidiano del espacio que habitan,
perciben el piso por donde transitan y las paredes que limitan los espacios. La experiencia
consistió en incorporar en el aula, una escalera. El niño subió acompañado de un miembro del
equipo y vivenció una experiencia nueva. Tomo a título de ejemplo, este momento en el cual la
emoción se transformó en un grito de euforia del niño ciego, que percibió la tercera dimensión
del espacio cuando tocó el techo por primera vez con sus manos.
La posterior experiencia táctil a través de una maqueta del lugar a escala, les permite a
los niños ciegos completar una imagen mental tridimensional y global del lugar que habitan
cotidianamente. La búsqueda es contraponer al pensamiento fragmentado dominante, un pensamiento integrador.
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A Paulina la conocía de lejos, nunca habíamos hablado ni siquiera cruzado un saludo,
y aquella noche en el espacio del taller de sensopercepción, la vi bailar con otras compañeras y hacer un trencito casi a la carrera recorriendo el espacio. Algo en sus movimientos
me llamaba la atención, después de un rato, descubrí que era ciega, luego alguien me lo
confirmó.
La volví a ver en el mismo ámbito al año siguiente, pero esta vez la que bailaba era
yo, y ella estaba sentada entre el público, presenciando el espectáculo.
Pasarían varios años hasta que mi interés en el tema de la ceguera, me hiciera
recordarla como ciega, como profesora de eutonía y quisiera conocerla para invitarla a
integrarse a un equipo interdisciplinario que estaba conformando. La idea era estudiar
acerca de la problemática a nivel espacial y la representación mental que enfrentan los
ciegos para poder desarrollar su vida con dignidad.
Conseguí sus datos, la llamé por teléfono y convinimos un primer encuentro en su departamento. Mi objetivo era contarle y desarrollar la propuesta que tenía para hacerle.
Cuando llegué, toqué timbre, me contestó por el portero eléctrico y esperé que se acercara a la puerta de calle de metal y vidrio, lo cual me permitió verla aproximarse por el
largo pasillo interno del edificio, percibiendo y casi acariciando una de las paredes que
encerraban el pasillo, con la llave en mano, avanzando hasta dos pasos antes de llegar
a la puerta, donde levantó la mano y ralentó el final del recorrido. Con paciencia dirigió
sus manos hacia la cerradura, abrió la puerta y nos saludamos en el umbral con un beso.
Cerró la puerta y al girar180º, cambié mi cartera de hombro pues había quedado entre
ambas y por la proximidad lateral que manteníamos al caminar, acción que yo hacía más
despacio de lo habitual, sin cartera en el medio y sin emitir ninguna de las dos palabra
alguna, ambos brazos se juntaron, no sé cuál buscó o se ofreció a cuál, y recorrimos el
camino hacia su departamento unidas por el contacto corporal de una comunicación sin
necesidad de palabras.
Estábamos disimuladamente inquietas, expectantes. El encuentro había sido preparado
por ambas. En la más tranquila de las habitaciones, nos esperaba el mate y las galletitas
como para una prolongada conversación.
Le conté mis intenciones, las ideas e intereses que me motivaban, el por qué había
pensado en ella para integrarse al equipo. Me habló de sus intereses que en muchos puntos
se cruzaban con los míos.
Fue la primera vez en mi vida que dialogaba y proyectaba con una persona ciega.
Hablábamos mientras yo cebaba mate, lo colocaba frente a ella y se lo indicaba con
palabras, o lo apoyaba con más fuerza, o se lo anunciaba y se lo daba en sus manos.
Miraba como me convenía entregárselo respecto a la posición de la bombilla en relación
a su cara, su mano que con mucha delicadeza la buscaba para llevársela a la boca. Así
transcurrió esta reunión, donde yo tenía unas ideas y el deseo de llevar adelante un proyecto, donde debía seducirla y lograr que aceptara, y así lo hizo, en ese mismo encuentro.
Antes de levantarnos de las sillas para despedirnos me dijo: algo que valoro mucho en
las personas es que me miren a los ojos cuando me están hablando, como lo hiciste vos
durante toda la reunión y muy poca gente lo hace.
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Y yo pensé que «Entregarse significa mantener una actitud hacia el no saber, nutrirse
del misterio de los momentos que son seguramente sorprendentes, siempre nuevos». «Los
bordes de crecimiento».
Cuando nos paramos le dije, por suerte funcionó el plan A. ¿Y cuál era el B? Me
pregunta. Raptarte.
Me fui realmente excitada.
Referencias Bibliográficas
Arque, M. Luz: mhtml:file//C:\Documents and Settings\Carla\Escritorio\onir3.mht
Barasch, Moshe (2003): La ceguera. Historia de una imagen mental. Madrid: Ed. Cátedra.
Bohigas, Oriol (1986): Reconstrucción de Barcelona. España: Ed. Dirección General de Arquitectura y
Edificación (MOPU)
Chueca Goitia, Fernando (1974): Breve historia del urbanismo. Madrid: Ed. Alianza.
Diderot, Denis (2005): Carta sobre ciegos para uso de los que ven. Buenos Aires: Ed. El cuenco de plata.
García, Tomás; Viera, Mabel; García, Carla (2002): La intencionalidad urbanística y arquitectónica de una
ciudad de América Latina: La Plata, Argentina. México: Ed. Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla.
Kleege, Georgina: http://www.unesco.org/courier/2001_7/sp/dos33.htm
Montoro Martínez, Jesús (1991): Los Ciegos en la historia. Tomo I. Madrid: Ed. ONCE.
Ortega y Gasset, José (2004): Obras Completas. Tomo II. Madrid: Ed. Taurus.
Spengler, Oswald (2003): La decadencia de Occidente. Madrid: Ed. Muscaria.
El Corán (2003): Buenos Aires: Ed. Andrómeca.
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