Original_La Qabila_15-1 - Federación de Asociaciones de Matronas

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Matronas Prof. 2014; 15(1): 2-8
profesión
Original. Investigación histórica
La «qabila»: historia de la matrona olvidada
de al-Andalus (siglos VIII-XV)
The “qabila”: history of the forgotten Andalusian midwife (VIII-XV Centuries)
M.ª Fuensanta Jiménez-Roldán1, Mercedes Álvarez-Calero2, Rosario Eugenia Monroy-Pérez2,
Ana M.ª Sánchez-Calama, Alfonsa Torralbo-Higuera3, M.ª Belén Angulo-Concepción4
1
Matrona. Unidad de Gestión Clínica de la Mujer. Hospital Universitario Reina Sofía. Córdoba. Profesora Asociada
de la Facultad de Enfermería. Universidad de Córdoba. 2Matrona. Unidad de Gestión Clínica de la Mujer. Hospital
Universitario Reina Sofía. Córdoba. Tutora EIR de la Unidad Docente de Matronas Córdoba. 3Matrona y Consejera
Internacional de Lactancia Materna. Unidad de Gestión Clínica de la Mujer. Hospital Comarcal Valle de los Pedroches.
4
Matrona: Área de Salud de Badajoz
RESUMEN
ABSTRACT
La qabila fue la matrona hispano-árabe andalusí (s. VIII-XV). El objetivo
de esta revisión histórica es dar a conocer parte del saber obstétrico
ilustrado de la época en el que la matrona fundamentó su quehacer
profesional.
Por su condición de mujer no escribió libros, transmitiendo sus conocimientos oralmente. Asistió partos eutócicos y distócicos. Durante la dilatación aconsejaba la deambulación, no practicaba amniorrexis ni episiotomías y atendía el expulsivo en posición vertical. En el alumbramiento
utilizaba maniobras suaves, y en las retenciones placentarias realizaba
extracciones manuales. Hizo uso de la alimentación, las plantas medicinales y los fármacos. En los cuidados del recién nacido no incluía el contacto precoz ni la toma de calostro. Parte de su legado ha sobrevivido
hasta nuestros días.
The qabila was the Hispano-Arabic midwife in Andalusia from the 8th
through to the 15th century. The aim of this review is to detail the enlightened obstetric knowledge existing in that era, upon which the duties
and procedures undertaken by the midwife were based.
Women then could not write books, so the midwife would pass on her knowledge in the spoken tradition. She took part in both eutocic and dystocic births.
At the cervical dilation stage, the midwife would encourage walking, she did
not practice amniorrhexis or episiotomy, and labour was undergone in the
standing position. During delivery, gentle manoeuvres were recommended
and placenta retention was extracted manually. Specialized diet, medicinal
plants and pharmaceutical compounds all played their part in preparing the
mother, while post-natally, the midwife allowed neither early contact nor
the consumption of colostrum. Much of her legacy has survived to this day.
©2014 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados.
©2014 Ediciones Mayo, S.A. All rights reserved.
Palabras clave: Matrona, árabe, historia, ginecología, medieval.
Keywords: Midwife, arab, history, gynaecology, medieval.
INTRODUCCIÓN
rece la figura de Agnodike, la principal matrona helena;
del Imperio romano perduraron varios nombres de matronas, aunque ninguno en la península ibérica4. Otras
veces las referencias aparecen fugazmente, como es el
caso de un texto biográfico del siglo ix d.C. dedicado al
dueño de una esclava, Ana «la Griega», hija de una co-
Para conocer el presente de nuestra profesión es necesario comprender el pasado y enriquecernos con las enseñanzas que nos precedieron1. Desde siempre, las mujeres fueron asistidas por otras mujeres cuando las
necesitaban, muchas veces de manera anónima, pero
con una labor de vital importancia para la continuidad
de la vida2. La figura de la matrona ya se recoge en los
textos bíblicos3, y en el Talmud se referencia el parto
gemelar de Tamar (1700 a.C.). En el año 300 a.C. apaFecha de recepción: 1/07/11. Fecha de aceptación: 30/04/13.
Correspondencia:
M.ª F. Jiménez Roldán.
Correos electrónicos: [email protected] / [email protected]
Un resumen de este trabajo fue presentado mediante comunicación oral en
el V Encuentro Nacional de la Asociación Andaluza de Matronas, celebrado
en Córdoba los días 8 y 9 de abril de 2011, con el título «La matrona (qabila)
en la Córdoba de al-Andalus durante el periodo del Califato, siglo X». Dicho
trabajo obtuvo el primer premio a la mejor comunicación oral del Encuentro.
Jiménez-Roldán M.ªF, Álvarez-Calero M, Monroy-Pérez RE, Sánchez-Calama
AM.ª, Torralbo-Higuera A, Angulo-Concepción M.ªB. La «qabila»: historia de
la matrona olvidada de al-Andalus (siglos VIII-XIII). Matronas Prof. 2014; 15(1):
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madrona de Sicilia5. La creación de la Escuela de Salerno (s. xi-xii) nos hizo llegar los nombres de algunas
matronas célebres, con su máximo exponente en Trotula Ruggiero. Mientras tanto, en España, las primeras referencias escritas sobre matronas aparecen en
1221, en el libro Las Siete Partidas de Alfonso X El Sabio, donde se cita a mujeres hebreas que actuaban como parteras4.
Durante el periodo de al-Andalus ocuparon la historia los famosos médicos Averroes, Albucasis o Avenzoar,
desconociéndose la figura de las matronas como asistentes obstétricas de la época.
Nuestro objetivo es dar a conocer parte del saber obstétrico ilustrado de la época en el cual fundamentó su
quehacer profesional la qabila, la matrona hispano-árabe andalusí de los siglos viii-xv.
METODOLOGÍA
Se trata de una investigación de la bibliografía histórica.
Se consultaron las bases de datos Cuidatge, CUIDEN,
ENFISPO, ISOC, Compludoc, CINAHL y Medline,
así como otros recursos electrónicos, y se evidenció la
escasez de estudios al respecto, todo ello hasta marzo de
2012. Se realizaron revisiones de la bibliografía científica e histórica, fundamentalmente de historia del arte y
de la medicina, monografías y publicaciones seriadas,
así como fuentes literarias secundarias (traducciones de
manuscritos árabes originales), a través del registro automatizado de la Red de Centros y Bibliotecas Especializadas de Andalucía (Red IDEA).
RESULTADOS
Al-Andalus alcanzó su máximo esplendor en la Córdoba del Califato, con los reinados de Abderramán III
(929-961 d.C.) y su hijo Alhakén II (961-976 d.C.).
Estos califas supieron favorecer la integración étnicocultural entre bereberes, árabes, hispanos y judíos. Ambos apaciguaron a la población, pactaron con los cristianos, construyeron numerosos edificios –algunos tan
notables como la Mezquita de Córdoba– y se rodearon
de la inteligencia de su época. Córdoba se convirtió en
el centro cultural del mundo y ejemplo de tolerancia.
Se sabe que su biblioteca contenía más de 400.000 volúmenes6, muchos de ellos de obstetricia, de los que sólo algunos han llegado hasta la actualidad.
En esta época destacó el médico cordobés Arib ibn
Sa’id (980 d.C.), autor del primer tratado de obstetricia
y pediatría escrito en España del que se tiene noticia, titulado Kitab Jalq al-yanln wa-tadblr al-habala wa-lmawlUdln («Libro de la generación del feto y del trata-
miento de las mujeres embarazadas y de los recién
nacidos»)7, y también el mayor cirujano árabe de todos
los tiempos, Abu al-Qasim al-Zahrawi (Albucasis)
(1013 d.C.), cuyo Kitab al-Tasrif («Libro de la práctica
médica») fue el tratado de cirugía más importante de
todo el Medioevo. Destacaron asimismo Abu Marwan
Abd al-Malik Ibn Zuhr (Avenzoar) (1077 d.C.) con su
Kitab al-Agdiya («Tratado de los alimentos») y Abu-lWalid Muhammad ibn Ahmad ibn Rusd (Averroes)
(1126 d.C.) con su obra médica Kitab al-Kulliyat filtibb, conocida como «Colliget» (en latín) o «Libro de
las generalidades de la medicina»8. Todos ellos estuvieron influenciados por clásicos como Hipócrates y Galeno.
Algunos fueron grandes clínicos, otros, cirujanos, pero todos fueron pensadores. Como hombres, escribieron sobre obstetricia, aunque habitualmente no la practicaron. Al firmar los libros sus nombres perduraron en
el tiempo, dedicando parte de su obra, algunos de manera exigua, a las matronas.
La qabila era la matrona hispano-árabe de al-Andalus. Vivió en una sociedad compleja donde coexistían
varias culturas: la dominante minoría árabe, los cristianos o mozárabes, los judíos y los esclavos9. Por tradición, era la depositaria y transmisora de un conjunto de
valores y conocimientos vinculados a la vida humana
en todas sus facetas. Por este motivo, la qabila se encargó, entre otros aspectos, de asistir a la madre y al hijo en
el nacimiento10.
Se mantuvo en el anonimato, lo que representa una
de las causas por las que hay poca evidencia escrita de la
época. Por su condición de mujer tenía prohibido escribir los tratados o kitab. Además, el propio sistema onomástico árabe hizo que el nombre de una mujer sólo se
transmitiera de generación en generación si era «hija
de», «madre de» e incluso «esclava de» un hombre importante, y esta circunstancia no se dio en ninguna matrona andalusí, por lo que sus nombres se perdieron en
el tiempo11. Por otra parte, han sido muy pocos los manuscritos que han llegado hasta nuestros días, distribuidos en diferentes bibliotecas del mundo y con una
enorme dificultad para traducirlos del árabe médico
antiguo al castellano. La traducción de muchos manuscritos se realizó durante el siglo xii en la Escuela
de Traductores de Toledo12; sin embargo, otros libros
fundamentales para la historia de las matronas permanecieron inéditos hasta finales del siglo xx13.
Las características de la «qabila»
En al-Andalus se registraron más de una decena de profesiones desempeñadas por mujeres, entre ellas las de la
matrona. El médico cordobés Arib ibn Sa’id reflejó en
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Figura 1. Mujer morisca. Das
Trachtenbuch, de Christoph
Weiditz (1592)
su tratado una serie de características que la matrona debía cumplir, entre las
que se encontraban «ser cuidadosa y de modos suaves,
tener instrumentos y conocimientos amplios, gran
experiencia y práctica en
mujeres, y poseer las uñas
cortas para recibir al recién
nacido»7.
Por tanto, desempeñaba
una profesión de gran repercusión pública11, poseía
un nivel de conocimientos
y habilidades y debía tener
unas actitudes determinadas (figura 1).
La formación de la «qabila»
Hasta que se fundó en 1349 la Madraza de Granada,
una especie de universidad para los hombres, los médicos se formaban en las mezquitas, en las casas de los
maestros y en sus consultas. En Córdoba, se inscribieron en un registro y se agruparon en un colegio profesional14. Con respecto a las matronas, no quedó documentado si existían estas instituciones.
Fuentes historiográficas nos indican que en ellas la
enseñanza se transmitía de mujer a mujer, de madre a
hija o de profesional a profesional. Dicha enseñanza residía en un sistema de tutelaje de la maestra basado en
la observación, la escucha y la adquisición de destrezas
de manera progresiva por parte de la alumna. Este modelo se mantuvo en nuestro país hasta el siglo xvi15.
Los conocimientos
medicosanitarios en época de la «qabila»
Los conocimientos sanitarios de la época no sólo estaban circunscritos a la obstetricia. Así, cualquier tratamiento o práctica que se aplicase en la medicina árabe
debía seguir un orden cronológico obligatorio. Siempre
había que comenzar con la alimentación, y únicamente
cuando ésta fallaba se usaban las plantas medicinales. El
siguiente escalón terapéutico eran los fármacos y sólo
en última instancia se recurría a la cirugía, incluyendo
otros aspectos como la astrología, la magia, la higiene y
las emociones16.
En la medicina andalusí se entendía que usar los alimentos de forma adecuada prevenía la enfermedad. Los
más utilizados en el parto eran el vino diluido en agua,
el caldo de gallina o gallo preparado de forma sencilla,
la tafaya y el pan fresco, para evitar desmayos17.
Respecto al uso de las
plantas medicinales, no
quedó documentado si las
matronas elaboraban sus
propios preparados o si se
los facilitaban los boticarios de la época.
Gracias a la llegada a
Córdoba del De Materia
Medica de Dioscórides, el
primer gran tratado de botánica de la historia, sabemos que se usaban, entre
Figura 2. Traducción al árabe
otras, el cornezuelo de cendel De Materia Médica de
teno y el aceite de alhelí
Dioscórides, año 1200
para estimular y facilitar el
parto, alhova como lubricante para el expulsivo, cebada
o lino para bañar al recién nacido y, para las retenciones
placentarias, la saponaria18 (figura 2).
En los casos complejos en los que había que recurrir
al uso de fármacos, Averroes decía que se podía prescribir la triaca o tiryaq, pero sólo en tres supuestos: el dolor del parto, el feto muerto anteparto y la «pérdida de
fuerza expulsara» (en posible referencia a los pujos maternos). Sin embargo su uso era peligroso, pues podía
provocar la muerte materna13, ya que entre sus más de
70 componentes se encontraban la carne de víbora y el
opio19.
Eran favorables los cantos suaves e incluso la música
en tonos apagados para tratar de mover el ánimo de
las pacientes20. Se sumaban a todo ello las creencias
populares de la época sobre la influencia de los astros.
En la al-Andalus del siglo x se pensaba que cada mes
de embarazo estaba regido por un planeta diferente,
de ahí que cada mes de nacimiento fuese más o menos
propicio para el feto7,21.
Otra práctica frecuente era el uso de amuletos, talismanes, hierbas aromáticas o piedras especiales colocados sobre la mujer, así como la creencia de que el uso de
ciertas partes de animales facilitarían el parto, entre
ellas cuernos de cabra, partes de vaca o gato o perlas de
ostra22.
A pesar de todas estas prácticas y conocimientos, no
debía olvidarse que sólo Dios podía hacer que todo finalizase favorablemente. De ahí que los textos hicieran
referencias frecuentes a «si Dios quiere» o «con el permiso de Dios el Altísimo»23.
La generación del feto o «yanim»
La anatomía era la ciencia menos desarrollada, ya que
por condicionamientos religiosos estaba prohibida la
disección de cadáveres14 (figura 3).
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Figura 3. Esquema anatómico
en un texto árabe medieval del
s. XV
Pensaban que el feto se
generaba a partir del semen,
cálido y húmedo, creciendo
como lo hace la fruta en un
árbol, y con la placenta de
manera similar a las raíces
de una planta (se trataba de
la teoría de la transformación y la modelación)7.
Averroes proponía un símil
con las semillas depositadas
en la tierra para explicar esta teoría, según la cual, una
vez sembrada la simiente,
se originarían membranas,
epitelios, vísceras, vasos y
venas13.
La «qabila» y el sistema sanitario
En al-Andalus no existieron hospitales hasta el siglo
xiv. El primero que se construyó fue el Maristán de
Granada. Gracias al historiador cordobés Ibn Yuyul sabemos que en la Córdoba califal a los pobres y enfermos se les atendía en las dependencias del palacio de
Medina Azahara, donde se les facilitaba consulta y medicamentos gratis24.
Por otro lado, los partos eran siempre considerados
un acontecimiento íntimo, femenino y familiar, asistido por las matronas en los domicilios de las gestantes.
Esta división de responsabilidades se daba tanto en el
mundo islámico como en el judío y el cristiano. Así
pues, eran las mujeres las que asistían a las parturientas,
ya que el pudor ante la exposición del cuerpo femenino
desnudo llevaba a rechazar la presencia de doctores
hombres25.
Trabajaban por cuenta propia y su salario era variable,
aunque no sabemos si el precio era fijado de antemano
o incluso si se establecía un sistema de regateo según la
duración del parto o las complicaciones que pudieran
surgir en el transcurso de éste26.
Las qabilas atendían tanto a las mujeres árabes como
a las judías y cristianas, al menos hasta el año 1258, en
que se elaboró una ordenanza de las Cortes de Valladolid para prevenir las mezclas de razas, en la que se prohibió que las mujeres cristianas fueran atendidas por
matronas árabes y judías27.
La «qabila» en el proceso del parto
En la obstetricia árabe medieval se pensaba que el embarazo se mantenía gracias a la «fuerza retentiva», que
provocaba que el útero o raham se encogiera una vez
que entraba el semen7.
Figura 4. Escena de
un parto. Maqamat
de al-Hariri, 1237.
Biblioteca Nacional
de París
Se conocían los signos de inicio del parto o widala,
que incluían: dolor o talq; útero blando, abierto y húmedo; membranas del vientre contrayéndose; aumento
de la orina; salida de sangre, y rotura de las membranas7,13. En ningún texto consultado se hace referencia a
la práctica de la amniorrexis artificial por parte de la
matrona, sino que era el feto el que rompía las membranas con sus movimientos y estiramientos.
Las qabilas utilizaban todas las medidas a su alcance
para conseguir que el parto finalizase satisfactoriamente. Por este motivo, permitían que la mujer deambulase
durante la dilatación, alternando paseos con descansos.
Sólo en los casos en que la mujer fuera débil y con riesgo de desmayo, la gestante permanecía en la cama7.
Se pensaba que el parto podía dificultarse por el frío o
por el calor intenso; así, la habitación debía estar ventilada
y procuraban que estuviese orientada hacia el norte, ya que
el aire se consideraba más adecuado en esa dirección7,17.
Como dice Averroes, sabían, mediante tacto vaginal
con el dedo pulgar, cuándo la mujer se encontraba en
expulsivo. Además, se ayudaban de la visión de signos
indirectos como «marcar en sangre» y el aumento en las
secreciones de la vulva13.
Cuando la mujer estaba en dilatación completa, la
sentaban en un sillón de partos y la matrona se colocaba delante para poder maniobrar7,13. Grabados persas
del siglo xiii nos muestran a la qabila acompañada de
otras tres mujeres. Éstas tenían una labor de ayudantes
o cheddada, como también aparece en textos obstétricos
cordobeses del siglo x; dos de ellas se situaban a los lados de la mujer y la tercera servía de apoyo en la espalda
de la gestante durante los pujos4,7,13 (figura 4).
Creían que durante las contracciones Dios hacía bajar
un flujo de aire desde lo más alto, que se agolpaba y hacía descender al feto, produciendo en la mujer un dolor
insufrible7,13.
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En el alumbramiento de placenta y membranas, el alsiqy, se aconsejaban maniobras suaves para la extracción, evitando tirar con brusquedad. En las retenciones
placentarias empleaban plantas medicinales como la saponaria, la mirra, la pastinaca o el aceite de lirio y sustancias como la bilis de buey. En casos más graves realizaban extracciones manuales, usando una tela fina a
modo de guante, e incluso cosían plomadas con hilos o
cuerdas al cordón, para hacer caer la placenta poco a
poco7. Averroes aconsejó, como medida, la cantidad de
un altramuz de triaca en agua de jarabe y díctamo para
la evacuación placentaria13.
Tras el alumbramiento, la matrona juntaba lo que se
había separado en los órganos de la mujer y lavaba los
genitales con agua hervida con alhova como antiinflamatorio.
Para finalizar, masajeaban con aceite el cuello y la cabeza de la mujer para dejarla después descansar7.
La «qabila» y la atención al recién nacido
La bibliografía no refleja con claridad en qué momento
se seccionaba el cordón umbilical. Sin embargo, Arib ibn
Sa’id, parafraseando a Galeno, refería que en los partos
muy complicados, si el feto salía vivo, se seccionaba el
cordón cuando el recién nacido orinaba, estornudaba o
lloraba. Usaba, para cortar el cordón, utensilios de madera, tela o vidrio, pero nunca hierro, porque traería mal
augurio para el recién nacido7. Como puede verse, las
creencias supersticiosas eran abundantes en esta época16.
Se entendía que el recién nacido era blando, como el
queso fresco, y que podía enfermar si perdía parte de la
humedad con la que nacía. Por todo ello, la matrona lo
bañaba con agua salada mezclada con diferentes plantas. Así endurecía su piel a la vez que lo hidrataba con
cocimientos de plantas emolientes como la alhova o el
centeno. Otros autores como Avenzoar aconsejaban
usar pomada de bellota para endurecer igualmente la
piel, pero reduciendo el picor17.
Tras el baño, la qabila vendaba al recién nacido con
una tela limpia, larga y ancha; de esta manera se conseguían varios propósitos: evitar traumatismos, igualar las
formas e impedir pérdidas de humedad que podían hacer enfermar al bebé. En esta práctica no existía ninguna connotación de tipo fúnebre, y se mantuvo durante
siglos tanto por matronas cristianas como hebreas28.
Aunque madre e hijo eran separados al nacer, se procuraba que el ambiente en el que se recibía al bebé fuese
cálido, perfumado y con luz tenue.
El recién nacido era alimentado rechazando el calostro. Durante 2 o 3 días utilizaban miel para limpiarle el
estómago y posteriormente, en ocasiones, era alimentado por una nodriza. La profesión de nodriza estaba per-
fectamente regulada en al-Andalus, y son muchos los
pasajes dedicados a éstas donde se relata su contrato laboral, sus derechos y obligaciones, el tipo de alimentación que seguían y sus características. Al tratarse de un
servicio contratado, lo solían utilizar las mujeres de mayor estrato social7,29. Mientras tanto, la matrona continuaba visitando al recién nacido durante varios días en
el domicilio familiar; allí lo lavaba, masajeaba e hidrataba, cuidaba de la eliminación de orina y colaboraba en
la lactación correcta7.
Marín sostiene que las mujeres que coincidían en el
tiempo desarrollando sus actividades, como ocurrió
con las nodrizas y las qabilas, pudieron apoyarse en el
ámbito femenino y laboral11.
La «qabila» y los partos distócicos
Hasta la irrupción de la figura masculina del médico en
la obstetricia, hacia el siglo xvii, la matrona era la encargada de la asistencia de los partos tanto eutócicos como distócicos30.
A comienzos del siglo xi,
el cirujano cordobés Albucasis, en su Libro de la práctica médica o Kitab al-Tasrif,
explicaba los instrumentos
que utilizaban los médicos
de la época para extraer fetos
muertos: espéculos, cefalotribos, ganchos y bisturís (figura 5). Asimismo, nos avisaba del daño que podía
sufrir la cabeza fetal si la matrona no actuaba de manera
suave en la extracción, provocando retención de líquiFigura 5. Kitab al-Tasrif («Libro
dos
en ella por comprede la práctica médica»), de
31
sión
.
Albucasis (m. c. 1013)
En las malposiciones fetales, mientras el médico intervenía para salvar la vida
de la madre, según Arib ibn Sa’id, la qabila utilizaba todas las maniobras a su alcance para intentar recolocar el
feto y conseguir un parto vaginal. Esto debía hacerlo de
manera suave y hábil, empujando al feto que presentara
posiciones anómalas hasta conseguir recolocarlo7. No
hay ninguna referencia bibliográfica de la realización de
cesáreas en al-Andalus.
La función jurídica de la «qabila»
La sociedad compleja de al-Andalus recurría a la qabila
como persona experta y autorizada por el derecho malikí (corriente de jurisprudencia predominante en alAndalus) para testificar en todos aquellos litigios rela-
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cionados con la sexualidad femenina en los que sólo
una mujer podía hacer juicios, si bien siempre de manera discriminatoria, ya que su testimonio valía la mitad que el de un hombre32.
Tenían una función múltiple, pues no sólo eran llamadas en casos en los que había que discernir si un embarazo se había iniciado fuera o dentro de un matrimonio, ya
fuera de una esposa, una viuda o una «posesión» (como
era el caso de las esclavas); también testificaban para aclarar si un niño había nacido vivo o muerto. Todos estos
aspectos eran fundamentales en el reparto de herencias11.
El juez o cadí requería sus servicios en los casos relacionados con el repudio –en los que los maridos solicitaban la anulación matrimonial–, ya que eran las únicas
capacitadas para explorar a mujeres y testificar si sufrían
alguna malformación que dificultase la concepción o el
acto sexual11.
Otras funciones eran colaborar en la fijación del precio de las esclavas y albergar en su casa a las mujeres que
estaban condenadas a presidio. En este caso se les pagaba con dinero público33.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Con esta investigación sobre la figura de la matrona
hispano-árabe andalusí hemos querido contribuir a la
reconstrucción de una parte de nuestra historia. La dificultad principal que hemos encontrado al realizarla ha
sido la escasez de textos y referencias bibliográficas,
pues son muy pocos los manuscritos que han llegado
hasta nuestros días. Ha supuesto encajar las piezas de
un difícil puzle, ya que existe poca producción historiográfica sobre las matronas.
Entre los aspectos destacables, podríamos citar lo siguiente:
• Como afirma Hobsbawm, en algunas sociedades existió
una tendencia natural a dividir los trabajos por el género; así, los cuidados –y con ellos la asistencia al parto–
los realizaban las mujeres34. La qabila, por esta misma
razón, fue excluida de la enseñanza normalizada que recibían los hombres de su época. Su formación se realizó
por transmisión oral, pues por su condición de mujer no
se le permitió escribir libros. Los médicos andalusíes escribían los tratados de obstetricia a pesar de que los partos eran asistidos por las matronas. Nos sumamos a
Barkai cuando sugiere que las matronas también hicieron uso de los textos obstétricos de la época, directamente o a través de los doctores que les facilitaron
los capítulos que necesitaban21. Del mismo modo, presumimos que los médicos escribían los textos tras charlas
informativas con las mujeres que ejercían la profesión,
enriqueciéndose del saber de las matronas. Esta discri-
minación por razón de sexo se mantuvo en nuestra profesión durante siglos, bajo el contexto de sociedades que
dificultaban el acceso reglado a las competencias
que históricamente nos pertenecían. Actualmente, en
nuestro país, contamos con un programa formativo regulado y una normativa que permite, sin restricciones de
género, el acceso y desarrollo de nuestra profesión. Además, poseemos un cuerpo de conocimientos propios documentados, que están en constante evolución.
• Algunas prácticas del pasado han llegado hasta nuestros días; así, las matronas de hace once siglos realizaban, dentro del parto eutócico, algunas praxis avaladas por las evidencias científicas actuales, como son el
esperar a la amniorrexis espontánea, cuidar el entorno
y el acompañamiento, hidratar y alimentar a la mujer
durante el proceso del parto, aconsejar la deambulación y no practicar episiotomías35,36. En los partos
complicados, según cita Arib ibn Sa’id, podemos deducir que se realizaba la sección tardía del cordón, al
esperar que el niño orinara, estornudara o llorara.
Otro legado que persiste es la atención del puerperio como competencia de nuestra profesión, actividad ya realizada por la qabila y documentada desde el siglo x7.
En las sociedades desarrolladas se ha perdido la asistencia de los partos distócicos por parte de la matrona, pero en el siglo x la qabila recolocaba el feto en las
malposiciones, para conseguir un parto vaginal, en
posible alusión a las versiones internas.
Debido a la existencia de grandes lagunas e incógnitas en los conocimientos obstétricos de la época, en
ocasiones las qabilas realizaban prácticas basadas
en supersticiones, apartándose del empirismo científico que hoy caracteriza a nuestra profesión.
Finalmente, las funciones jurídicas desarrolladas en
estos siglos fueron más amplias que las desempeñadas
actualmente.
• Sin duda, la atención al recién nacido es uno de los aspectos que más se ha modificado en los últimos tiempos. El conocimiento de los cambios fisiológicos en la
adaptación a la vida extrauterina, así como los estudios
sobre lactancia materna y apego, han supuesto una verdadera revolución asistencial37. En al-Andalus sólo algunos aspectos ambientales eran similares a los cuidados actuales hacia el neonato. Otras prácticas difieren
de las recomendaciones actuales, pues se separaba al recién nacido de la madre y se evitaba la lactancia precoz
y la toma de calostro por considerarlo un alimento «sucio», costumbres que siguen vigentes actualmente en
diferentes países38. Asimismo, el vendaje del recién nacido perdura en la actualidad en algunas culturas donde las parteras tradicionales mantienen a los niños vendados durante 6 meses para que se críen «rectos»39.
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Aún queda mucho por descubrir de nuestra historia. Será labor conjunta de historiadores y traductores especializados sacar a la luz muchos manuscritos andalusíes que
permanecen aún inéditos y repartidos por todo el mundo.
Sin embargo, corresponde a las matronas rescatar aquellos
fragmentos de la historia que nos pertenecen.
AGRADECIMIENTOS Y DEDICATORIA
A nuestras madres. A todas las matronas anónimas de la
historia.
BIBLIOGRAFÍA
1. García-Martínez MJ, García-Martínez AC. Fechas claves para la historia
de las matronas en España. Hiades, Revista de Historia de la
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