Autor: MilanVego - Academia de Guerra Naval

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ACADEMIA DE GUERRA NAVAL
ACADEMIA DE GUERRA NAVAL
N° 05 25 JUNIO 2013
Temas
Seleccionados
GUERRA DE LITORAL:
SERIO DESAFÍO PARA EL DESARROLLO DE FUERZAS (EEUU).
Autor: MilanVego
WWW.ACANAV.MIL.CL
25 JUNIO 2013 - TEMAS SELECCIONADOS N°05
Autor: MilanVego.
profesor de operaciones en el Departamento de Operaciones
Militares Conjuntas de la Academia de Guerra Naval de EE.UU.
Guerra de Litoral:
SERIO DESAFÍO PARA EL DESARROLLO DE
FUERZAS (EEUU).
La Armada evalúa la continuidad de la planificación de desarrollo para la construcción
de hasta 52 buques para el combate de litoral (LCS)1 que de acuerdo a todos los conceptos
públicamente discutidos – tendrían que operar en forma independiente, o bien, integrados a
grupos de ataque de buques mayores, grupos de ataque de portaaviones, grupos de ataque
expedicionarios o grupos de acción de superficie. Sin embargo, los ambientes operacionales de
litoral son tan diversos y difíciles que ningún tipo único de buque, no importa cuán optimizado
sea, puede remediar la necesidad. Por otra parte, la doctrina naval hasta la fecha no ha puesto
énfasis en las verdaderas operaciones de armas conjuntas y combinadas necesarias para la guerra
moderna en los litorales.
Si la Armada está dispuesta a proyectar poder con éxito en las aguas someras del mundo,
necesitará más variedad de buques pequeños, lanchas y submarinos, como también, plataformas
aéreas, y más cooperación con las armas de combate de otros servicios.
Las aguas del litoral varían enormemente en sus características físicas, y estas diferencias
afectan el diseño óptimo, de armamento, sensores y operación de las unidades navales. Las
aguas que bordean el océano abierto son normalmente profundas, permitiendo el libre acceso
a una fuerza naval. Más restricciones se aplican a los mares marginales (o periféricos) de un
océano abierto como el Mar Meridional de la China y el Mar Arábigo. Y la situación difiere
mucho más en un mar simi o completamente cerrado, como el Golfo Pérsico.
En un mar normalmente estrecho, las distancias cortas permiten a los buques cambiar
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LCS - Litoral Combat Ships
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sus áreas de despliegue respectivos en horas, aunque el espacio de maniobra para los buques de
superficie y los submarinos esté, a menudo, considerablemente limitado por las aguas someras,
los arrecifes y otros peligros para la navegación. Las fuerzas navales por lo general se concentran,
más que dispersarse, con efectos mezclados en sus vulnerabilidades. Las unidades de combate
de superficie pueden operar dentro de distancias que permiten el mutuo apoyo, pero son más
fáciles de detectar, rastrear y atacar.
Los mares estrechos amplían el potencial de las operaciones aéreas. Los alcances más
cortos implican que más variedad de aviones de ala rotatoria y fija pueden participar, realizando
más despegues de combate, sobre todo en climas adversos y durante la noche, además de poder
recuperar más aviones dañados. La capacidad para completar toda una misión de ataque aéreo
a baja altitud puede, también, intensificar la sorpresa táctica. En realidad, el poder aéreo en un
teatro encerrado o semi-encerrado tendrá una influencia decisiva en el curso o, incluso, en el
resultado de la guerra en la mar. Solo una cobertura aérea confiable y continua puede hacer que
la amenaza aérea, peligrosa especialmente para las unidades de superficie, no paralice a una
fuerza naval.
El tráfico marítimo en un mar estrecho generalmente corre paralelo a la costa o navega
entre puertos de costas adversarias, generando concentraciones en las cercanías de algunos
puertos mayores. Nuevamente, el efecto en la vulnerabilidad está mezclado. El tráfico más
denso que se genera por los convoyes en tiempos de guerra, requieren más escoltas. Las islas
costa afuera pueden restringir las rutas marítimas al punto de asemejarse a un mapa rutero,
haciendo que las rutas evasivas de los buques navales y el transporte mercante sean más difíciles.
Al mismo tiempo, el tráfico marítimo a lo largo de la costa y dentro de los archipiélagos está
relativamente más protegido de los ataques submarinos.
Los buques de alto costo y potencial como los modernos cruceros y destructores, y los
grandes submarinos nucleares de ataque, pueden emplearse con un riesgo relativamente bajo en
aguas adyacentes al océano abierto o en aguas periféricas, como el Mar Meridional de la China.
Pero en mares estrechos o en las cercanías de los estrechos o angosturas donde el enemigo
tiene fuertes capacidades anti-acceso, los riesgos son tan grandes que dichos buques se tornan
ineficaces. Además, varias de las virtudes de dichos buques y submarinos – velocidades máximas
y autonomía - son de menos utilidad en mares estrechos, donde lo reducido de las áreas del mar,
las distancias cortas, las aguas someras, la presencia de gran cantidad de islas/islotes, arrecifes y
otros peligros para la navegación limitarían enormemente la navegación a velocidades mayores
de 30 nudos.
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La respuesta de la Armada a esto ha sido el buque de combate de litoral de 3.000 toneladas,
que considera dos versiones: LCS 1 Freedom y el LCS 2 Independence. Pero incluso estos
buques, solo algo más pequeños que las fragatas con misiles guiados clase Perry, son demasiado
grandes para el empleo eficaz en mares estrechos tales como el Golfo Pérsico. Aunque su calado
reducido (12.8 y 14.1 pies) les permite operar en aguas someras, ellos están en gran desventaja
cuando se enfrentan a ataques tipo enjambre por medio de lanchas hostiles mucho más pequeñas,
rápidas y altamente maniobrables, y armadas con misiles dentro de un estrecho o angostura, o
una costa con muchas islas en alta mar. Menos ágiles que dichos adversarios, el LCS también
carece de tecnología de ocultamiento radárico “stealth”. Y en aguas verdaderamente confinadas,
incluso su característica de firma, velocidades máximas de 45 nudos o superior, es de poca
utilidad.
LO NECESARIO: BUQUES PEQUEÑOS
Si realmente los teatros de futuros conflictos navales son costeros, de aguas interiores
y/o someras de Litoral, la Armada necesita buques y lanchas que sean, incluso, más pequeños
que el LCS. Una mezcla propuesta podría incluir un número relativamente grande de fragatas
livianas de 1.500 a 2.000 toneladas, corbetas multipropósito de 1.000 a 1.250 toneladas,
lanchas de combate rápidas de 400 a 500 toneladas y submarinos convencionales avanzados
con propulsión independiente del aire. Dichas lanchas son mucho más adecuadas para operar
en mares confinados y aguas someras que sus contrapartes más grandes.
Las fragatas livianas, generalmente clasificadas dentro de los 30 nudos y construidas ya
sea para guerra antiaérea o antisubmarina, pueden llevar uno o dos helicópteros, junto con misiles
crucero antibuque de largo y corto alcance, misiles superficie-aire, torpedos antisubmarinos
y cañones multipropósito de mediano y pequeño calibre. Las corbetas que pueden diseñarse
principalmente para guerra antisuperficie, antisubmarina o antiaérea, pueden armarse con varios
lanzadores para misiles antibuque y antiaéreos, torpedos antisubmarinos y varios cañones doble
propósito de mediano y pequeño calibre. Con una velocidad máxima de 25 a 30 nudos, pueden
operar en un ambiente de amenaza mediana. Las lanchas de ataque rápido, construidas para
navegar a más de 35 nudos, pueden transportar lanzadores de misiles anti-buque, un cañón
automático de doble propósito de mediano calibre, uno o dos cañones de pequeño calibre y,
quizás, un torpedo. Pueden atacar unidades de superficie mayores y buques mercantes, escoltar
unidades de superficie mayores y buques mercantes, sembrar minas y transportar equipos de
operaciones especiales.
Los submarinos convencionales avanzados o los SSK, más silenciosos y más ágiles en
aguas someras que las lanchas de ataque rápido de la Armada, pueden armarse con misiles
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antibuque, torpedos y minas. Sus misiones pueden incluir guerra antisuperficie, minado,
vigilancia-reconocimiento, transporte de equipos SOF y protección de convoyes.
Estas unidades de combate de superficie más pequeñas no son para reemplazar, sino para
complementar las unidades mayores de combate de superficie. Una mezcla apropiada de estas
unidades incrementaría todo el tamaño de la flota de la Armada. Algo más importante, relevaría
a las unidades de combate de superficie altamente capaces y de alto costo, de misiones tales
como vigilancia, protección de buques mercantes, patrullaje antipiratería y lucha contra lanchas
más pequeñas.
Estas embarcaciones más pequeñas no deberían considerarse desechables, sino, más bien,
como una capacidad críticamente importante para una armada de aguas oceánicas que opera en
los litorales y, particularmente, en mares estrechos. Las lanchas rápidas de ataque, hasta cierto
punto, las corbetas multipropósito son menos vulnerables ante las minas enemigas de lo que
son las unidades de combate de superficie mayores, pero más vulnerables a los ataques aéreos
decisivos y expertos. Necesitarían un apoyo aéreo continuo y confiable de aviones con base en
tierra y/o desde portaaviones.
CONCEPTOS OPERACIONALES
Los líderes de la Armada necesitan desarrollar una doctrina institucional que incluya varios
conceptos operacionales para luchar en los litorales. Es cierto, ellos dicen que lo están haciendo
justamente ahora, pero están equivocando el término. La mayoría de estos “conceptos de
operaciones” son, en realidad, conceptos tácticos – es decir, ideas sobre el empleo de los LCS,
ya sea en forma independiente o como parte de alguna otra fuerza.
Podemos definir una operación naval o conjunta como una serie de acciones tácticas
relacionadas (ataques, incursiones sorpresivas, enfrentamientos y batallas) destinadas a lograr
un objetivo estratégico operacional y, a veces, parcial. Dicha operación es planificada y realizada
por un solo comandante y de acuerdo a una idea común: un concepto operacional. Dicho concepto
abarca una cantidad de conceptos funcionales (fuerzas amigas, organización de tarea/mando y
control; maniobra, fuegos, secuencia y sincronización de fuerzas de combate; apoyo logístico/
sostenimiento; protección de la fuerza etc) que en forma colectiva garantizan su aplicación
eficaz en el combate. Cada concepto funcional consiste en varias subpartes habilitadoras, que
describen las tácticas, técnicas y procedimientos de cómo se lleva a cabo un concepto funcional
respectivo.
En los litorales, las operaciones mayores son, inherentemente, esfuerzos multiservicio y,
con mucha frecuencia, multinacionales. En un mar estrecho, dicha operación, probablemente,
abarque toda el área operacional: superficie, submarina, aire y costa. Las diversas armas de
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combate de la Armada y de otros servicios serán empleadas en extenso. Las acciones de combate
serán cortas e intensas y, con probabilidad, darán como resultado altas pérdidas. Debido a la
amenaza siempre presente desde el aire, la lucha se dará en gran medida durante la noche o con
mala visibilidad. La mayoría de las acciones en superficie y submarinas se combatirán a corto
alcance, lo que llevará al consumo rápido de combustible y municiones.
En los litorales, puede que la facción más débil no opere de la forma que pensó lo haría,
utilizando respuestas asimétricas para neutralizar o, incluso, anular las ventajas normalmente
disfrutadas por una armada oceánica. El LCS no es una respuesta asimétrica, pero la táctica
de “enjambre” iraní, por ejemplo, sí lo es. Irónicamente, la facción más débil en la mar podría
obtener mayores beneficios, utilizando capacidades en red rudimentarias para enlazar a sus
fuerzas marítimas y con base en tierra, además, de obtener un panorama real o casi real de
la situación, a medida que las hostilidades comienzan. La facción más débil lanzará los
ataques de misiles desde posiciones de emboscada en la costa y en las islas. Ambas facciones,
probablemente, utilizarán técnicas avanzadas de guerra electrónica, degradando la eficacia de
los sensores y las armas guiadas.
La situación táctica y operacional probablemente cambie con frecuencia y en forma
radical. La alta velocidad de los buques modernos y los aviones y su habilidad para combinar
maniobra y fuego pueden permitir a una de las facciones que logre la sorpresa. Las acciones de
combate probablemente sean más decisivas que en el pasado, porque los torpedos, los misiles
antibuques y otras armas son más inteligentes, más precisas y de mayor alcance.
Las unidades de combate pequeñas de superficie y los SSK se emplearían en combinación
con los helicópteros multipropósito transportados en buques o con base en tierra, los UAV, SOF,
las fuerzas terrestres y los misiles costeros y las baterías de cañones. Estas fuerzas deberían
organizarse de acuerdo a lo que puede denominarse grupos de combate de litoral (de su sigla en
inglés LCG2). Cada LCG sería adaptado para su misión particular. Dicha misión puede incluir
obtener o mantener el control marítimo, negar el control del mar, proyectar el poder a tierra,
atacar el comercio marítimo del enemigo, y defender y proteger el comercio marítimo amigo.
Dichos grupos deben tener una cobertura aérea confiable y continua desde los grupos de
ataque de portaaviones y de aviones-caza con base en tierra. Debido a las distancias cortas, el
tiempo para adquirir, seleccionar y destruir blancos en un mar estrecho típico se verá enormemente
reducido. Esto, a su vez, requiere una estructura de mando muy simple y moderna, con los menos
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LCG – Litoral Combat Group.
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niveles intermedios de mando posibles. La estructura de mando debería ser altamente flexible.
Los comandantes tácticos subordinados deben tener un alto grado de libertad de acción. De aquí
que, el prerrequisito clave para el éxito es aplicar el mando de misión estilo alemán en donde
el alto comandante al emitir su intención establezca el marco dentro del cual los comandantes
subordinados ejerzan su iniciativa. Por lo tanto, el problema de larga data de la Armada de
mentalidad de cero defectos, no puede sino perjudicar la conducción de la guerra de litoral.
No solo los comandantes superiores interferirían innecesariamente en las responsabilidades de
los comandantes subordinados y, por ende, restringirían su libertad de acción, sino que dichas
acciones harían que los comandantes subordinados estuvieran menos dispuestos a actuar con
iniciativa.
MEJOR CAPACIDAD CONJUNTA
La Armada debe adaptar por completo las operaciones conjuntas y de coalición como el
método principal para emplear sus fuerzas en el nivel operacional de la guerra. El documento
principal de la Armada de EE.UU., el NDP-1 Guerra Naval, analiza el empleo de las fuerzas
navales/Cuerpo de Infantería de Marina en las operaciones conjuntas, pero solo en forma
general; no se describe ningún concepto operacional en él. Las fuerzas conjuntas y de coalición
proporcionan más opciones a los comandantes y al aplicar fuerzas en los tres medios físicos, le presentan al enemigo una amenaza multidimensional difícil. Las unidades de combate de
superficie armadas con misiles pueden atacar blancos en la costa, mientras los aviones con base
en tierra pueden atacar a los buques de guerra y mercantes enemigos en puertos o en la mar.
Las fuerzas terrestres pueden capturar las bases navales, puertos y campos aéreos, facilitando
la tarea de obtener el control del mar y la superioridad aérea. Las operaciones conjuntas y de
coalición requieren más preparación para superar las dificultades inherentes a un mando y control
complejo y centralizado, la interoperabilidad de datos, el apoyo logístico y sostenimiento para
una fuerza más heterogénea, con diferencias culturales y de doctrina institucional, e, incluso, las
relaciones personales entre los altos comandantes.
Los litorales presentan muchos desafíos, pero también oportunidades para el empleo de
las fuerzas navales en caso de una guerra convencional de alta intensidad. La Armada debe
lograr un apropiado equilibrio, de tal forma que pueda operar con éxito en diversas áreas de
operación, desde las aguas profundas de un océano hasta las aguas someras de un típico mar
estrecho. Su fuerza de batalla debería incluir un número relativamente grande de pequeñas
unidades de combate de superficie y los SSK.
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Los planes actuales de la Armada prevén tener en servicio 24 buques de combate de
litoral para fines de esta década y 52 para fines de la década del 2020. Esto debería disminuir
drásticamente, incluso, limitarse a aquellos LCS en servicio y bajo construcción. Quizás, algunos
LCS podrían emplearse como buques insignia para los LCG propuestos y el resto incorporarlos
a los grupos de acciones de superficie o grupos de ataque expedicionarios.
La Armada de EE.UU. necesita revisar su Doctrina Naval (NDP-1) y de esa forma
especificar varios conceptos operacionales para escenarios de litoral. Esto significa que necesita
adoptar completamente las operaciones mayores navales/conjuntas como método principal para
el empleo de sus fuerzas, en el nivel operacional de la guerra. Cualquier concepto táctico para
la guerra de litoral debe elevarse a nivel operacional; de lo contrario, el éxito será esquivo.
Traducción extraída del texto “Go Smaller:
Time for the Navy to get serious about the litoral”,
Armed Forces Journal, Abril, 2013.
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