BOCHORNOSA ESCLAVITUD INFANTIL Iqbal Masih tenía cuatro

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BOCHORNOSA ESCLAVITUD INFANTIL
Iqbal Masih tenía cuatro años cuando su padre lo vendió a una fábrica de
alfombras de Punjab (Paquistán) porque necesitaba un préstamo para pagar la boda del
hijo mayor. Para saldar la deuda Iqbal trabajaba doce horas al día trenzando alfombras a
razón de una rupia diaria. A los 10 años Iqbal asistió a un mitin sobre derechos humanos
y su vida cambió radicalmente. Consiguió la libertad a través de una campaña del Frente
de Liberación del Trabajo Forzado y se convirtió en un activo luchador contra el trabajo
cautivo. En abril de 1995, cuando tenía 12 años, Iqbal, que era católico, fue asesinado a
tiros cerca de Lahore. La mafia de las alfombras fue acusada del brutal crimen. Es una
triste historia, entre los millones de historias de niños vendidos o secuestrados para
trabajos forzados, para soldados o para la prostitución, que podrían contarse.
Keitetsi fue reclutada a la fuerza por los guerrilleros del Ejército Nacional de
Resistencia de Uganda y tuvo la atroz experiencia de ser una niña soldado. Ella misma
cuenta que «a las niñas que hemos pasado por este trance, además de obligarnos a
matar, abusaban sexualmente de nosotras. Además, tenemos que demostrar que somos
más crueles que los chicos y hemos de aprender a reprimir los sentimientos y no llorar,
para que nuestros superiores nos traten con más respeto».
Kaitetsi es madre de dos hijos y denuncia que le ha costado más de diez años
salir de ese infierno y llegar a ser la mujer que ahora es. Sus convicciones católicas le
han ayudado a perdonar. Una de sus mayores alegrías fue haber tenido una audiencia
con el papa Benedicto XVI, que le dijo: «He oído hablar de ti y he estado rezando por
ti». Con la ayuda de la organización Missio ha creado un centro para antiguos niños y
niñas soldado de Byumba (Ruanda).
Hablo hoy de estos dos hechos, entre los muchos que se podrían contar, porque
quiero que el Día Mundial de la Esclavitud Infantil no pase desapercibido. La esclavitud
infantil es una verdadera vergüenza para nuestro mundo. Hay cuatrocientos millones de
niños esclavos, de entre 4 y 14 años. Guerras, prostitución, explotación laboral, hambre,
malos tratos... es el horizonte en el que transcurre su vida. Y, lamentablemente, la
explotación infantil sigue aumentando como consecuencia del comercio internacional,
del monopolio tecnológico, y de la pasividad y cinismo de los organismos
internacionales.
Ante esta bochornosa realidad no podemos permanecer pasivos. Jesucristo nos
puso en guardia frente al daño que puede hacerse a los niños: «más le valdría que le
colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al fondo del mar», dijo en una de
las advertencias más duras que encontramos en el Evangelio. Tomemos, pues,
conciencia de esta dura realidad y apoyemos a las organizaciones que luchan rescatar y
educar a los niños esclavos.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón
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