El niño en la Sagrada Escritura - Congreso Internacional Educación

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PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
NIÑOS EN LA BIBLIA
Profetas de la educación
Rafael Belda Serra1
Universidad Católica de Valencia
“San Vicente Mártir”
INTRODUCCIÓN
En el I Congreso Internacional de Educación Católica para el siglo XXI, celebrado
en Valencia del 28 al 30 de 2008, tuve una
comunicación titulada: Educadores cristianos, algunos rasgos bíblicos, publicada en
la edición de las Actas correspondientes.
Entonces me ocupé sucintamente de
abordar un primer acercamiento a lo que
podríamos llamar la pedagogía de Dios en
la Biblia, por medio de algunos niños del
Antiguo Testamento y contemplando el
modo como Dios se relaciona con ellos y
ellos con el Misterio de Dios. Algo muy sintético al respecto señalaremos en la presente Ponencia, pero en esta ocasión nos
centraremos en algunos niños del Nuevo
Testamento, que si bien no están todos los
que son, sí son todos los que están.
La exposición tendrá tres partes:
1 Sacerdote en las Escuelas Pías, Rafael Belda es
maestro de educación primaria y secundaria; ha ejercido
el ministerio educativo entre niños y adolescentes en
colegios de Valencia. Formador de jóvenes religiosos
en la Orden escolapia,
ha coordinado en distintos
colegios la fecunda experiencia espiritual y pedagógica
del Oratorio de Niños Pequeños (ONP), extendida
por todo el mundo. Licenciado en Teología Espiritual
desarrolla en la actualidad su actividad docente como
profesor en la Facultad de Teología “San Dámaso” de
Madrid. Es director del Departamento de Formación y
Publicaciones del Secretariado de la Comisión Episcopal
para la Vida Consagrada (CEE) y Jefe de Redacción de
la Revista “TABOR”. Ha publicado diversos artículos de
Teología Espiritual, así como un estudio académico y
pastoral sobre Niños en la Biblia, titulado “Al paso de
los niños” (Valencia, EDICEP – 2008), que ha conocido
ya varias ediciones.
1. “El niño en el antiguo Israel”, como
un intento de contextualizar el texto de las
Sagradas Escrituras
2. “Niños en la revelación veterotestamentaria”, un comentario muy superficial y breve, pues el tema lo podemos
encontrar tratado con mayor profusión
en las Actas del I Congreso, y a ellas nos
remitimos
3. “Jesús de Nazaret y su relación con
los niños”; nos acercaremos a algunos
pasajes del Nuevo Testamento buscando
niños y procurando iluminar nuestra misión
educativa y evangelizadora, pues la Palabra es la lámpara de nuestros pasos y luz
para nuestro camino (Sal 118).
También señalamos en esta Introducción que todo cuanto exponemos en la
presente ponencia se puede encontrar
ampliamente desarrollado y profusamente documentado en: RAFAEL BELDA
SERRA, “Al paso de los niños”. Niños
en la Biblia. Una aproximación desde la
Teología Espiritual, EDICEP, Valencia 2008
(1ª ed.), 2009 (2ª ed.). De manera que en
el presente texto evitaremos al máximo las
notas a pie de página, para dar así mayor
agilidad al discurso y favorecer la facilidad
de su lectura.
1. EL NIÑO EN EL ANTIGUO
ISRAEL
Al acercarnos a la comprensión judía
respecto de los niños, constatamos
concepciones no del todo unánimes. Por
una parte Israel reconoce en los niños un
don de Dios, pero en muchas ocasiones
no los trata como benditos propiamente
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
01
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
sino que los menosprecia debido a las
influencias culturales del entorno. Tanto en
los escritos bíblicos como en la literatura
extrabíblica contemporánea a las mismas
Escrituras, encontramos textos en uno o
en otro sentido.
Es cierto que Israel veía en la fecundidad
un signo inequívoco de la bendición divina
(cf. Sal 128, 3; Prov 17, 6), un premio de
Dios (cf. Ex 1, 21) y una recompensa del
Cielo (cf. Sal 127, 3-4), pero también lo es
que el niño era considerado como un ser
inacabado, en crecimiento, imperfecto,
necesitado de una sólida formación, sin
autoridad, sin credibilidad, y susceptible
de ser, si no del todo despreciado, sí bastante menospreciado.
El libro de los Proverbios afirma que la
locura está arraigada en el corazón de los
niños (cf. 22, 15); y san Pablo, desde su
mentalidad judía, dice que los niños son
fácilmente manipulables (cf. Ef 4, 14) por
lo que insta a sus catecúmenos a salir
cuanto antes de la infancia, entendida ésta
como etapa inmadura.
En una cierta tradición rabínica sabemos
que los niños –como ocurría en los pueblos paganos– no eran suficientemente
valorados, más bien eran considerados
como demasiado insignificantes. Algunos
autores aseguran que para muchos rabinos el niño era considerado poca cosa; en
un texto “extremo” del Talmud leemos: La
uña de los padres es más importante que
el estómago de los hijos (Ber.r. 45,9).
era una práctica condenada explícitamente por la Torah y los Profetas, no acababan
de despojarse de las costumbres paganas
de los pueblos vecinos que sacrificaban
a sus hijos ante el dios Molok. También
una práctica frecuente consistía en arrojar
niños casi recién nacidos –el propio hijo,
normalmente– en las fosas que servían
de cimientos para la construcción de una
nueva casa (cf. 1 Re 16, 34), con un sentido claramente supersticioso…2
No es muy conocido, pero en el 2º libro
de los Reyes encontramos un pasaje
realmente sorprendente: el profeta Eliseo,
entristecido por la “desaparición” de su
padre y maestro el profeta Elías, recibe
las burlas provocativas de unos niños que
saliendo de la ciudad se mofaban de su
calvicie y de su estado de abatimiento;
entonces –dice el texto bíblico– Eliseo se
dio la vuelta, se les quedó mirando y los
maldijo en el nombre de Yahvé. Una maldición que costó la vida a esos chiquillos
porque –continúa diciendo el pasaje– dos
osos salieron entonces del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de aquellos
niños… (cf. 2 Re 2, 23). El relato es duro y
la escena, si la imaginamos, es dramática
y trágica… pero pone muy en evidencia
que ni el profeta de Dios, –por lo menos
en estos primeros momentos de su ministerio– pudo escapar a la infravaloración
respecto a la vida de los niños que se vivía
en el contexto de las culturas que circundaban a Israel.3 Más adelante el mismo Eli2 “País impregnado de lo divino y lo sagrado, desde
la más alta antigüedad, Palestina lleva todavía los
El niño, en cuanto hijo, debía una escrupulosa y religiosa obediencia a sus
progenitores, especialmente al padre,
como si del mismo Dios se tratara (cf. Dt
21, 18-21 / Eclo 30, 1.12) y sin posibilidad
de diálogo... En los pueblos circundantes
y a veces en el primitivo Israel siempre por
influencia de estos mismos pueblos, si la
obediencia paterna era violada o quebrada podía pagarse con una especie de
“repudio” por el que el padre “apostataba”
de su paternidad respecto al niño indócil,
quedando éste abandonado a su suerte…
En los libros del Levítico (18, 21), 2º de
Reyes (16,3; 21,6; 23,10), 2º de Crónicas (28,3; 33,6), e incluso en el libro del
profeta Jeremías (7, 31ss; 19,2ss; 32,35),
encontramos reminiscencias de holocaustos de niños ofrecidos por habitantes de
Jerusalén, quienes conociendo que ésta
estigmas de las adoraciones desvanecidas, de los
sacrificios abolidos (...). Existen jarras, en gran número,
conteniendo esqueletos de recién nacidos, en su mayor
parte mayores de ocho días. Introducidos vivos en
estos recipientes cubiertos rápidamente de tierra fina,
sus osamentas, todavía tiernas,...”. Cf. R. ARON, Los
años oscuros de Jesús, Taurus, Madrid, 1963, 41-42.
3 Sabemos que el profeta Elías, en cambio, hizo todo
seo resucitará al niño de la sunamita… (cf.
II Re 4, 8-37), pero eso será más adelante,
cuando haya conocido más a Dios.
En el primer Israel –especialmente–, los
niños no tenían ningún derecho, sólo deberes. Igual que las mujeres, no formaban
parte de las categorías de personas para
las que se impartía la bendición, y en las
listas de habitantes siempre se presentaban junto a los esclavos y a los tontos. La
Misnah prescribe que (cita literal): “Todos
están obligados a presentarse ante Dios a
excepción de: el sordo, el idiota, el hombre
que tiene los órganos escondidos, el andrógino, la mujer, el niño, los esclavos, los
cojos, los ciegos, los enfermos…”
Y en otra lista se niega a los niños incluso
la igualdad con los esclavos y los bastardos: “Todos –dice la Misnah– están
obligados a leer la Meguillah: sacerdotes,
levitas, israelitas, esclavos liberados, prosélitos, bastardos, eunucos. Las mujeres
y los niños, así como las esclavas no son
dignos de esta obligación…”.
También en el mundo greco-romano se
rechazaba a los niños demasiado débiles,
enfermos o deficientes (todavía quedan
hoy en Roma restos de la famosa roca
Tarpeya, desde donde se arrojaba a los
niños tarados o no queridos).
Conviene recalcar que para los judíos (en
sus primeras décadas de configuración
como pueblo elegido), para los griegos
y los romanos, la infancia era considerada
únicamente como el peldaño previo hacia
la edad adulta, y nadie tenía en cuenta
el valor propio de su peculiar y diferente
conciencia infantil, de forma que la niñez
estaba conceptuada como un simple
“todavía no”4. De hecho hay quienes afirman que el pensamiento del tiempo de Jesús valoraba sólo al niño por el adulto que
un día llegaría a ser, de manera que lo que
realmente se valoraba era la ancianidad.
lo contrario: en el episodio de la viuda de Sarepta (cf.
I Re 17, 17-24), el profeta suplicó a Dios lo imposible:
resucitar al hijo único de esta mujer –que no pertenecía
al pueblo elegido–, un niño que había enfermado hasta
la muerte. Elías oró insistentemente al Señor, se acostó
sobre el niño tres veces y logró sacarlo de la muerte. La
reacción, pues, de Eliseo que se siente ofendido por la
burla de aquellos niños llegando a desearles la muerte,
contrasta con la actitud de Elías que saca de la muerte
al hijo de una extranjera… Ciertamente Eliseo acaba de
empezar su ministerio y tendrá que aprender todavía
mucho de su maestro… Y aprenderá al tiempo que
a hacer lo mismo que su predecesor, pues encontramos
en el capítulo 4º del II libro de los Reyes que el profeta
Eliseo sacó de la muerte a otro pequeño, el hijo de la
sunamita (cf. II Re 4, 8-37). Con estos pasajes podemos
adelantar algo: Israel aprende a valorar a los niños en la
medida que va conociendo progresivamente a Dios. A
más experiencia de Dios, más valoración de los niños
y de la vida.
4 Cf. H. U. v. BALTHASAR, Si no os hacéis como este
niño, Herder, Barcelona, 1989, 13-14.
vaya creciendo en él la experiencia de Dios, hasta llegar
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
02
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
Visto así, da la sensación que el niño en
Israel no tenía valor en sí mismo y como
tal, sino que se le apreciaba en tanto
y cuanto era beneficioso y útil para sus
padres, bien para sacarles del oprobio de
la esterilidad, bien para realizarles como
personas adultas por la fecundidad, bien
para emplearlos como siervos en los
trabajos del campo y como servidores en
la ancianidad...
No obstante, y pese a todo lo señalado,
encontramos también en algunos textos rabínicos, una curiosa valoración de la infancia, que nos hace entender cómo el Espíritu
de Dios aleteaba sobre este caos y esta
oscuridad respecto a los pequeños… A
medida que Israel va conociendo a Dios
en verdad, va valorando a los niños de
un modo sorprendente… y es aquí cuando Israel va apareciendo como un pueblo
distinto a todas las naciones… (según dice
el libro de los Números 23, 9), y el pueblo
que caminaba entre tinieblas (las tinieblas
son los pueblos paganos) comienza a ver
una gran luz, (la gran luz es la revelación)
dice el profeta Isaías (cf. Is 9, 1).
Así podemos afirmar que una cosa es
lo que Israel (en su forja como pueblo
elegido) arrastra como lastre por las costumbres de los pueblos paganos, y otra
muy distinta es la revelación que comienza
a recibir de su adhesión al Dios vivo y
verdadero. Hay una sensible progresión in
crescendo en su relación positiva respecto
a los niños y a la infancia como tal.
El Israel iluminado por Dios tiene textos
rabínicos con frases como la siguiente: el
mundo se mantiene por el aliento de los
niños, o también los garantes de la Alianza
son nuestros pequeños… Frases que
muchos interpretaban con un significado
claramente salvífico, es decir, Dios tiene
misericordia del pueblo gracias a los niños y, de alguna manera también por los
niños, Dios permanece fiel a su Alianza.5
En el libro del Éxodo observamos al
pueblo de Dios configurándose como tal
a partir del entramado familiar; leemos en
el capítulo primero: estos son los nombres
de los israelitas que llegaron con Jacob a
Egipto, cada uno con su familia (Ex 1, 1).
Observemos que no se habla de individuos, sino de familias, y familias en las
que los niños son, no sólo el fruto de las
entrañas y signo de la bendición del Altísimo, sino que además ellos significan la
esperanza del porvenir de pueblo entero.
El faraón egipcio, en cambio, no lo ve así.
Encerrado en su “poder absoluto” en la
necedad de creerse dios del universo, los
niños hebreos se le presentan como una
amenaza, y lanza sobre ellos una de las
primeras maldiciones sobre la infancia que
encontramos en las Escrituras: manda
matar a los hijos varones a penas nacen
lanzándolos al Nilo… Es la maldición del
prepotente que ve en grave peligro su
poder y decreta leyes asesinas cebándose
en los más vulnerables (cf. Ex 1).
Israel sabe que los niños que hoy están en
Egipto son los adultos que mañana entrarán en la Tierra Prometida. Por ello, cuando Moisés pide al Faraón les deje salir a
dar culto al Señor, incluye a los niños entre
los adoradores: saldremos con nuestros
niños, dice Moisés (Ex 10, 9). El faraón no
lo permite sino al final, presionado por los
devastadores efectos de las plagas. Él
mismo se pregunta: ...cómo voy a dejaros
salir a vosotros con vuestros pequeños...
No será así (Ex 2, 10-11). Faraón es consciente de la importancia crucial de estos
niños, y movido por el miedo a perder el
poder, actúa persiguiendo y asesinando
(cf. Ex 1, 22)6. Ya lo dirá el libro del Deuteronomio cuando describa la crueldad de
las naciones que no han conocido a Dios;
leemos en su capítulo 28: ... nación de
rostro fiero, que no respetará al anciano
ni tendrá compasión del niño (Dt 28, 50).
(¿Tiene vigencia esta frase en nuestra sociedad actual?). Para Israel, pues, un niño
es posibilidad de vida en libertad, mientras
que para Egipto constituye una amenaza
para la seguridad del estado.7
Israel, cuanto más conoce a Dios más va
considerando a sus hijos como el gran
tesoro que el Cielo regala, tal y como
testifica el salmo 27 (cf. Sal 127, 3-5); y
va aprendiendo que los hijos son lo más
valioso para unos padres; por ello, cuando
el pueblo quiere expresar todo el odio que
siente en su corazón por el destierro de
Babilonia, hacia quienes se mofan de su
desgracia, llega a proclamar feliz y dichoso
a quien pudiera agarrar y estrellar a los
niños pequeños del pueblo opresor contra
las rocas, reza el salmo 137 (cf. Sal 137,
9). Israel sabe que el sufrimiento de un hijo
es sufrimiento doblado para los padres.
6 Un midrash, narra la queja de los israelitas al faraón
sobre el trato injusto respecto del trabajo con los
ladrillos (cf. Ex 5, 15-23), y sirve al pueblo hebreo para
dejar constancia de cómo para Egipto, la vida de un
niño no era valiosa. Moisés y Aarón se entrevistan
con el faraón; piden libertad para su pueblo, pero la
respuesta es una carga mayor de trabajo; ahora no
sólo tendrán que hacer la misma cantidad de ladrillos
sino que deberán ellos mismos proporcionarse la paja
necesaria (cf. Ex 5, 1-14): “La esclavitud de Egipto era
dura y cruel como todas las esclavitudes de la historia
de los hombres. Si por la tarde faltaba un ladrillo, los
vigilantes egipcios arrebataban un niño a una madre de
Israel. Los padres de Israel, que construían los muros
de las nuevas ciudades, debían untar de cal al niño que
gritaba y tapiarlo vivo en la pared, en el lugar de los
padre como cabeza de la familia. En una sociedad
ladrillos que faltaban. Se le llenó a Moisés el corazón
eminentemente patriarcal como Israel la autoridad
de horror y dijo al Señor: ¿Por qué maltratas así a este
del padre era casi absoluta y ésta crecía en su linaje
pueblo? Mira, desde que he vuelto y he hablado al
o tribu en relación proporcional al número de hijos
faraón, ha hecho a este pueblo un mal terrible y ahora
(cf. Sal 128, 4s); pero era durante la adolescencia de
estamos peor que antes. El Señor tuvo paciencia con
5 El niño, en Israel, dependía muy estrechamente de
éstos cuando más disfrutaba el padre, especialmente
Moisés, porque se rebelaba por amor a su pueblo. Dijo
su familia y los mayores debían proporcionarle una
si eran varones, porque a ellos les iba transmitiendo su
a Moisés: ¡Ahora verás lo que voy a hacer al faraón, con
educación firme (cf. Eclo 22, 3; 30, 1-3; Prov 13, 24) y
bendición y por ellos se sentía especialmente realizado.
mano poderosa! ¡Ahora vete! Te mando al faraón para
lo más rica posible respecto a su religión y su moral (cf.
La familia judía tenía dos sentimientos opuestos ante
abrirle tu corazón. El no os escuchará y endurecerá su
Prov 1, 8; 6, 20; 22, 6). El valor del niño se encontraba
los hijos. Por un lado, consideraba al niño como uno
corazón. Pero tú respétalo, porque es el rey. No saldréis
en cuanto hijo, pues eran los hijos quienes aseguraban
de los principales signos de la bendición divina; por
hasta que él mismo no os deje salir”. (M. COSTA,
la prolongación del clan familiar y el linaje de la tribu (cf.
otro, lo utilizaba para sus propios intereses, buscando
Cuando tu hijo te pregunte, Desclée de Brouwer,
1 Sam 4, 20; 2 Sam 18, 18; Rut 4, 13-15; Sal 127,
un beneficio frecuentemente egoísta. Cuanto más
Bilbao, 1991, 69-70).
3), por eso fundamentalmente eran deseados; además
y más profundizamos en la fuente bíblica, también
7 Cf. JUAN PABLO II, Carta del Papa a los niños en el
podían hacer crecer la consideración y la autoestima
encontramos textos que nos muestran una significativa
año de la Familia, en L’Osservatore romano, 16-dic-
de la mujer (cf. 1 Sam 1, 1-7) y la valoración del
consideración por los niños.
1994, nº 50, 5.
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
03
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
En el libro de los Números encontramos una considerable valoración de los
pequeños. Cuando los israelitas tienen
que marchar al combate por el asedio del
enemigo, construyen ciudades-refugio
donde poner a salvo a sus niños (cf. Nm
32, 16-26); no podrán guerrear pero sí
podrán orar; los niños estarán incluidos en
el culto a Yahvé, dice el libro del Éxodo (cf.
Ex 10,24); y lo estarán hasta el punto de
participar incluso en las súplicas penitenciales como eficaces intercesores para
mover el corazón de Dios a la compasión
y obtener el perdón para todo el pueblo
(así lo afirma el libro del profeta Joel - cf.
Jl 2, 16). El libro de Judith atestigua que
a Dios no le pasa desapercibido ni el grito
de los niños ni su angustia vital (cf. Jdt 4,
9-13); antes al contrario: es precisamente
la debilidad de los pequeños lo que mueve
el corazón de Dios para favorecerlos, dice
el libro de los Salmos.
hijos se convierten en los primeros receptores de la fe de los adultos y los padres9.
La pequeñez y la infancia, realidades
humanas que en otros podrían provocar el
menosprecio (cf. 1Sam 16, 4-12) y hasta
el desprecio (cf. 1 Sam 17, 32-33), en el
Señor en cambio lo que provoca es una
predilección privilegiada. Así, Él gusta de
ser el protector del huérfano y defensor
de sus derechos, dice el libro del Éxodo
(cf. Ex 22, 21ss; Sal 68, 6); sabe manifestar su ternura paterno-materna con Israel,
precisamente durante su infancia como
pueblo, durante la salida de Egipto y su
6-8). Moisés, aquél día, no se contentó con la respuesta
del pueblo. Ya había dudado de Dios demasiadas
veces y, puestos a prueba, habían fallado. Por eso
preguntó de nuevo: ¿Quién será garante de vuestra
promesa frente al Señor? ¡Nuestros ancianos serán los
garantes, respondieron. Los ancianos morirán, ¿cómo
permanecerá su garantía?, replicó Moisés. ¡Sean los
A medida que Israel va conociendo a Dios,
va descubriendo que los niños son los
depositarios del mayor tesoro que tiene
un hebreo: la fe. Los niños constituyen el
objeto de la transmisión de la fe, y esta
es la primera e ineludible misión para todo
judío con descendencia.
profetas que surjan en el futuro!, gritó alguno. ¡Vuestros
profetas no han nacido todavía!, ¿cómo podrán
garantizar por vosotros?, respondió Moisés. Entonces
se adelantaron las mujeres de Israel. En brazos llevaban
a los lactantes, agarrados a sus faldas los niños que
ya caminaban. Dijeron a Moisés: ¡Nuestros hijos serán
nuestros garantes! El Señor te dé a ti la Torá, tú la
enseñarás a los padres y éstos a los hijos y a los hijos
¿Cómo transmitían la fe?: confesándola.
¡Cuéntalo a tus hijos, Israel! (cf. Dt 4, 9), es
el primera mandato de ineludible cumplimiento que tiene todo padre de familia respecto a sus niños. Los hebreos narraban
a los hijos la fidelidad de Dios para con el
pueblo (cf. Dt 6, 4-9); los hijos rodeaban a
la familia como retoños de olivo alrededor
de la mesa, dice el orante del salmo 128
(cf. Sal 128, 3). Retoños que crecían con
la bendita Palabra de Yahvé, fecunda y
vivificante. Hay una fuerte conexión de los
niños con el pueblo, la alianza, la Torah y
Dios en Israel.8 En Israel, los niños y los
travesía por el desierto, dice el profeta
Oseas (cf. Os 11, 1-4). El estado infantil
es lo que conlleva en los niños la inocencia que agrada a Dios, hasta el punto de
suscitar en ellos una alabanza tal que se
considera más potente que las asechanzas de los enemigos, leemos en el salmo
8 (cf. Sal 8, 2). El profeta Isaías anuncia
que en la nueva Jerusalén, Dios tratará a
sus hijos con todo el amor de una madre,
que da de mamar a sus pequeños, consolándolos junto a su pecho, llevándolos en
sus brazos y acariciándolos sobre sus rodillas (cf. Is 66, 10-13). Y en el salmo 130
leemos que la relación de amor y confianza para con Dios se expresa a través de la
figura de un niño que descansa totalmente
en los brazos de su madre. Israel es este
niño satisfecho y colmado de cariño (cf.
Sal 130).
de sus hijos, de generación en generación. ¡Así la Torá
será siempre nueva! Agradó a Moisés la propuesta
de las Madres de Israel y se dirigió a los niños: ¿Seréis
Cuando Israel va conociendo a Dios descubre que sus niños son hijos del Altísimo,
que son los niños de la promesa y los
niños de la alianza, decide alimentarlos
con la Torah. Generaciones de judíos han
mirado a sus hijos con fe, con gozo y con
esperanza, porque a ellos podían entregarle sus Escrituras Sagradas. Los niños son
así considerados como flechas en manos
de un guerrero, dice un salmo, porque al
estar con ellos la Palabra del Altísimo, ellos
mismos constituyen la garantía del Amor
de Dios.
vosotros los garantes de vuestros padres frente al
Altísimo?, ¡Sí, lo seremos!, respondieron los hijos. Así,
con la garantía de los hijos - niños el Señor vino para dar
la Torá a Israel.” (M. COSTA, Hazme oír tu voz, Desclée
de Brouwer, Bilbao, 1991, 73 ss). Podemos encontrar
otra versión más amplia del mismo midrash, en: M.
MCKENNA, Sin contar mujeres y niños, PPC, Madrid,
1997, 85-89.
9 “Ahora estas dos cosas, la Torah y nuestros hijos,
están relacionadas entre sí para
siempre. Juntas
son la garantía de nuestro pacto con Dios y nuestras
posesiones más queridas. Y así es como, hasta hoy, a
Resumiendo, pues, afirmamos que en
Israel, como pueblo, hay una “evolución”,
una conversión progresiva que va desde
el desprecio a los niños –por influencia de
las culturas paganas–, hasta el aprecio de
los pequeños porque en ellos Dios mismo
se revela. Por un lado el judío era deudor
de una cultura idólatra y pagana que no
había conocido al Dios verdadero, y por
otro, el corazón de un hebreo va siendo
modelado progresivamente por la verdad
de la Revelación. Podemos, afirmar por lo
tanto, que hay una relación directamente
proporcional entre la experiencia de Dios
y el aprecio de la infancia, la experiencia
de la fe y el valor que se da a los niños. A
más experiencia de Dios, más valoración
de los niños y de la vida10.
8 Un nuevo midrash nos sirve para mostrar cómo Israel
los niños de Israel se les enseña desde muy pequeños
ve en los niños a los mejores garantes de su alianza
a escuchar la palabra del Señor, la Torah. Siempre
con Dios: “Cuando atardeció y llegaba ya el tercer día,
que oyen la palabra, son alimentados con algo dulce,
Moisés pasó por el campamento de Israel y reunió la
porque la palabra de Dios es dulce al paladar y dulce en
asamblea. Dijo: Vuestros ojos han visto lo que el Señor
la vida de todo judío. Todas las generaciones ofrecen
ha hecho por nosotros. Ahora está para llegar, para
a Dios la seguridad de su aceptación y custodia del
darnos su Torá. ¡Pero estad atentos! Esta Torá es como
regalo, ofreciendo sus hijos a Dios como garantía de
un collar precioso que da gloria a quien lo lleva con
que guardarán la Torah y de que vivirán de acuerdo con
fidelidad, pero se convierte en una cadena al cuello para
ella, en recuerdo de la primera aceptación por parte de
10 De hecho sabemos que entre los hebreos los hijos
quien lo olvida. La Torá es una bendición para quien la
sus antepasados del regalo de Dios, incluso cuando ni
eran mucho más queridos que entre los pueblos y
lleva en el corazón, pero una maldición para quien la
siquiera sabían qué es lo que Dios quería regalarles. Y
culturas próximas. “Israel multiplicaba las atenciones
abandona. ¿Queréis, pues aceptar la Torá del Señor?
así es y seguirá siendo, siempre que la Torah viva y el
con cada
¡Queremos, gritó el pueblo, todos los mandamientos
pueblo de Dios viva.” (Midrash Rabbá, Cantar de los
con sal y se le fajaba al nacer (Ez 16,4; Lc 2,27); era
que el Señor nos da los seguiremos! (cf. Sal 128; Dt 6,
Cantares 1, 4).
circuncidado al octavo día, si era varón (Gn 17, 12; Lc 1,
niño desde su nacimiento: se le frotaba
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
04
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
Hoy, dos mil años después, nos encontramos inmersos en una situación idéntica,
diría yo: la sociedad que conoce a Dios
y que acoge su Revelación y su amistad
valora la vida de los pequeños y la defiende, ama a los niños y los bendice. Por el
contrario, las sociedades que rechazan a
Dios, viven de espaldas a su revelación y
su amistad, construyen su propia torre de
Babel y desprecian la vida de los niños,
incluso impidiendo que nazcan o matándolos antes de nacer.
2. EL NIÑO EN LA REVELACIÓN
VETEROTESTAMENTARIA
NIÑOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO11
Señalamos algunos niños en el A.T. cuya
relación de Dios con ellos arroja luz a
nuestro ministerio educativo.
Encontramos en el libro del Génesis dos
niños muy significativos: Isaac e Ismael
(cf. Gn 16.21.22). Isaac es un niño con
capacidad para el sacrificio en la ofrenda
personal, formado en la fe de su padre
Abrahám y curtido en la docilidad y la
confianza. Por otra parte Ismael es el
primer niño de la Biblia cuyo grito desesperado escucha Dios. De uno y de otro
aprendemos como educadores la gran
trascendencia de educar en la fe llenando de confianza el corazón de los niños,
dándoles la certeza de que Dios nunca
nos abandona.
59s);“rescatado” del servicio del templo el día trigésimo,
si era primogénito (cf. Ex 13, 1-5); amamantado por
la madre hasta los tres años (2 Mac 7, 27), lo que
explica la expresión frecuente “niño de pecho” (cf. Jr
44, 7,etc); de tres a doce años “caminaba por su pie”,
expresión que se aplica también a la mujer y da lugar
a la fórmula “las mujeres y los niños” (cf. Jos 8, 35);
hacia los cuatro años se le ponía el hábito de franjas
adornado con borlas (cf. Nm 15, 39); un año después
se le confiaba a su padre para que le enseñara a leer en
los Libros Sagrados (Abot 5, 21); luego, a los maestros
adecuados, en grupos de veinticinco; a los doce-trece
años era
“presentado”, es decir, introducido en la
En los primeros capítulos del libro del
Éxodo encontramos la sorprendente
historia de un niño que es rescatado de la
muerte para ser un día él mismo rescatador de otros. Se trata de Moisés, cuya
vida es amenazada desde su concepción
y defendida por cinco mujeres en obediencia a la ley natural que Dios ha escrito
en sus corazones. Su historia es Palabra
de luz, pues todos estamos llamados a
ser defensores de la vida y de todo lo que
consideremos vital y vivificante para nuestros alumnos en el colegio y en su casa,
aunque tengamos a veces amenazas de
muerte a nuestro alrededor. Necesitamos
valentía, coraje, atrevimiento (parresía se
dice en el griego bíblico) y una determinada determinación para defender la vida allí
donde ésta se vea amenazada. Educadores dispuestos al riesgo, que obedezcan a
Dios antes que a los hombres… especialmente cuando los hombres dictan leyes
de muerte…
En el libro de los Jueces encontramos la
historia de Sansón, un niño consagrado
desde el seno materno, y cuya madre se
implica en esta consagración viviendo una
comunión completa con el hijo de sus
entrañas. Así los educadores estamos
llamados a la solidaridad implicativa con
nuestros alumnos, pues ellos necesitan
ver en nosotros una coherencia de vida tal
que sea un referente capaz de liderar su
crecimiento.
En el primer libro de Samuel (1 Sam 1-3)
encontramos a un niño que es llamado a ser profeta del Señor y que a una
tempranísima edad se ve inmerso en un
proceso de discernimiento vocacional
que requiere la mediación sabia, humilde
y acertada. Nuestros alumnos necesitan
educadores que orienten en la verdad y el
bien, orientadores de la vida y la vocación,
hombres y mujeres que sean expertos
exploradores de la interioridad… familiarizados con el lenguaje misterioso de Dios,
capaces de ayudar a los niños y jóvenes a
descifrarlo12. Es necesaria en la educación
comunidad religiosa (Lc 2, 42) y, revestido de filacterias,
era llamado el sábado siguiente para hacer la lectura
de la ley ante la asamblea.” (P. BONNARD, Evangelio
según san Mateo, Cristiandad, Madrid, 1983, 426).
12 “El cuidado de las vocaciones, exige por tanto una
constante «educación» para escuchar la voz de Dios,
como hizo Elí que ayudó a Samuel a captar lo que Dios
una actitud de mistagogía comprendida
como pedagogía espiritual. Cada día se
vislumbra más y más importante la figura
del sacerdote en la escuela13.
El Papa Benedicto XVI lo dijo espléndidamente en EE.UU.: Deseo que mis hermanos Obispos, los sacerdotes y diáconos,
los religiosos y religiosas, los padres,
maestros y catequistas... orienten a los
jóvenes en medio de una cultura cada vez
más secularizada y materialista, y transmitan el tesoro de nuestra fe católica. Los
jóvenes necesitan orientadores y guías,
necesitan ser ayudados para discernir el
camino que conduce a la verdadera libertad: el camino que es Cristo...14
En el mismo libro de Samuel encontramos
la historia de David, el muchacho ungido
por Dios (cf. 1Sam 16-17), en quien nadie
ha pensado: ni su padre, ni sus hermanos, ni el mismo profeta… Pero Dios sí ha
pensado en él y lo ha elegido… porque
Dios ve el corazón y no las apariencias. De
esta Palabra aprendemos a ir adquiriendo
la misma mirada de Dios para ungir con
nuestra tarea educativa a los que él ama.
En el libro de Daniel (cf. Dn 13) se nos
cuenta la historia de un niño a quien Dios
revela la verdad y lo hace vocero de la
inocencia. Si Dios revela sus secretos a los
pequeños (como atestigua la Escritura),
somos urgidos como educadores a tener
siempre una actitud de escucha permanente, sin despreciar nunca a ningún
pequeño por insignificante que parezca;
ellos tienen su particular percepción de la
realidad… pero en ocasiones es más pura
y veraz que la de los adultos. Con el niño
Daniel aprendemos a vivir la caridad en la
verdad…
En el libro del profeta Jeremías (cf. Jr 1)
encontramos la historia de un joven seducido por el Eterno. Un joven que se queda
muchas veces atrapado en sus propios
miedos y en la constatación de sus límites
personales. Pero Dios no lo deja abandonado a su suerte, sino que actúa en él
como un magnífico pedagogo, dándole
la certeza de su amor y de su compañía,
librándolo del egocentrismo asfixiante para
llevarlo al campo abierto de la confianza
11 Como hemos señalado al comienzo, en este
le pedía y a realizarlo con prontitud (cf 1 Sam 3, 9). La
segundo apartado, me remito a la comunicación que
escucha dócil y fiel sólo puede darse en un clima de
aporté en el primer Congreso, titulada: Educadores
íntima comunión con Dios. Que se realiza ante todo en
cristianos: algunos rasgos bíblicos. Niños en el A.T.
la oración.” BENEDICTO XVI, Mensaje del Santo Padre
formación sacerdotal, Optatam totius, nº 3.
Ahora sólo haremos una apretadísima síntesis que nos
para la XLIV Jornada de oración por las vocaciones,
14 Homilía pronuncia en el Nationals Stadium de
sirva de enlace para el Nuevo Testamento.
Vaticano, 10 de febrero 2007.
Washington, D.C. Jueves 17 de abril de 2008
13 Cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre la
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
05
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
y la misión. Asumir responsabilidades hace
crecer y madurar inmensamente a las
personas. Nadie puede quedar atrapado
en la cárcel de sus miedos. La fe da la
verdadera libertad, evita la frustración
y nos posibilita vivir en plenitud.
Y así podríamos continuar, con el libro
segundo de las Crónicas, hablando de
Josías, un niño elegido rey de Israel con
tan sólo 8 años, y que reinó durante tres
décadas con la base firme de la fe de sus
padres.
Y también hablaríamos de la infancia de
Israel como pueblo, a partir del libro del
profeta Oseas (cf. Os 11), y descubriríamos la particular pedagogía de Dios en
un amor que supone siempre también
la corrección, junto con la fidelidad, la
paciencia y humildad, que son –según
san José de Calasanz, santo pedagogo
del s. XVII– las virtudes más necesarias
en nuestro ministerio educativo.
Finalmente en el libro del Profeta Isaías
(caps. 7-11) podemos encontrar hasta
cinco niños altamente significativos,
cuyas historias encierran una luminosa
revelación respecto a la experiencia de fe
y de esperanza creyente que debe anidar
en el corazón de todo educador cristiano.
También en el libro de los Salmos y en
los libros Sapienciales encontramos
palabras muy significativas sobre el valor
de la infancia y el aprecio a los niños.
Pero hemos de pasar ya al tercer y último
punto de nuestra exposición, que será el
apartado más extenso.
3. JESÚS DE NAZARET
Y SU RELACIÓN CON LOS NIÑOS
NIÑOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
El NT es la plenitud de la Revelación.
Buscamos en él algunos niños que hayan
tenido un encuentro con Jesucristo, para
descubrir algunas actitudes educativas
y pedagógicas de cara a la misión de
evangelizar educando. Nuestro comentario es desde la Teología Espiritual,
sirviéndonos de la ciencia exegética y en
sintonía con la Tradición, buscamos una
re-lectura de los pasajes evangélicos para
iluminar la labor educativa en comunión
con el Magisterio.
1. Los niños inocentes - PROTEGER - Mt
2, 13-18
Si bien es verdad que el primer niño que
sale en el N.T. es Juan Bautista15, del que
se puede decir perfectamente lo que reza
el salmista, desde el vientre de mi madre
ya Dios era mi Dios (cf. Sal 22, 11), los
niños betlehemitas que Herodes mandó
matar son los que llaman poderosamente
nuestra atención. La escena es verdaderamente dramática. La conocemos todos.
Nace Jesús en Belén y Herodes, que
simboliza el poder social y político, teme
por su trono y hace cualquier cosa por
no perder su poder. Es patético. Un Niño,
un niño indefenso, pobre, recién nacido,
hijo de la mansedumbre y la ternura, es
visto como una amenaza capaz de hacer
tambalear el trono real. Herodes es una
especie de tirano paranoico obsesionado
por mantener el poder a cualquier precio.
Y el precio será caro, carísimo: la sangre
de los más inocentes de la tierra. Herodes
simboliza a todos los que habiendo dejado
la infancia se vuelven complicados, retorcidos, mentirosos. El riesgo de perder el poder, el prestigio, el gobierno y su corrompido cetro, le hace convertirse en el más vil
de los aduladores y dice querer también ir
él a adorar, cuando en realidad sólo quiere
asesinar. Puede que estemos ante una
de las páginas más difíciles del Evangelio;
cruel en su narración y espeluznante en su
ejecución. La vida del Salvador comienza
con un reguero de sangre inocente; los
pequeños betlehemitas pierden la vida por
Aquél que ha venido a darla para que el
hombre no perezca...
¿Qué mensaje teológico encierra este
terrible episodio?: que el Hijo de Dios se
encarnó en un mundo de violencia y no
en una fantasía. Un mundo violento que
descarga su violencia sobre los seres más
inocentes, más indefensos, los seres más
pequeños y vulnerables de la tierra.
lo que sea. Además muchos de los niños
y jóvenes son víctimas de los problemas
de los mayores que recaen sobre ellos:
rupturas familiares, separaciones matrimoniales, decisiones del Ministerio de
educación, decisiones “arbitrarias” de la
Administración pública, determinaciones
injustas de los políticos tanto en el terreno
ético, moral, social...
Tanto María como José salvan a Jesús
Niño arriesgando sus vidas, llevándoselo,
protegiéndolo... Nosotros, como educadores, somos llamados por el Evangelio a
jugarnos la vida por los pequeños, defenderlos, protegerlos y hacer todo lo posible
para que el mal de los mayores no recaiga
sobre los más débiles e indefensos. Nuestra misión en esta generación es urgente:
salvar a los niños y jóvenes del mal que
les amenaza, sea éste de cualquier tipo.
La escuela católica, unida siempre a la
Parroquia y a la Familia, ha de salvar a los
pequeños.¡No se puede sacrificar la vida
de los niños en aras de nada! Son los más
débiles, indefensos y vulnerables... ¡Son el
tesoro más preciado de la Iglesia y de la
humanidad!, ha afirmado SS. Benedicto
XVI16. Y Dios los ha puesto en nuestras
manos para cuidarlos como hijos Suyos.
2 Jesús-Niño: misterio
de un crecimiento entre Nazaret
y Jerusalén Lc 2, 39-52
EDUCAR
Nuestra atención se centra ahora en Jesús
Niño, de quien los evangelios de la infancia
dicen que crecía en estatura, gracia
y sabiduría ante Dios y ante los hombres;
es decir: la humanidad de Jesús crecía en
todas las dimensiones de su ser. Subrayo
tres aspectos que considero de gran relevancia para todos nosotros educadores:
Todos nuestros niños y jóvenes están
inmersos en una sociedad herodiana,
es decir una sociedad de competitividad
y rivalidad que busca el poder a costa de
1. Por una parte aprendemos del Evangelio a relacionarnos con cada niño y cada
joven como lo que es, un ser unificado,
que integra en sí mismo estas dimensiones (cuerpo, inteligencia, sentimientos,
espíritu...). Cuando el evangelista dice
que el Niño Jesús crecía en estatura,
gracia y sabiduría, no está hablando de
tres realidades separadas sino de una
15 ¡Un gestante!, que se llena del Espíritu Santo desde
16 “Nuestro Señor Jesucristo ama entrañablemente a
el vientre de su madre, según atestigua el evangelista
los niños (cf. Mc 10, 14), y ellos son nuestro tesoro más
san Lucas, 2, 40-41, en el pasaje de la Visitación:
grande” (Homilía de SS. Benedicto XVI, Nationals Stadium
saluda María, escucha Isabel y salta Juan.
de Washington, D.C. Jueves, 17 de abril de 2008).
El educador cristiano a la luz
de la Palabra
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
06
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
misma realidad (el ser), con sus potencialidades intrínsecamente conexionadas.
La antropología bíblica nos transmite
una comprensión del hombre como ser
unificado, como un todo unitario, y no con
departamentos estancos. La educación
en el pueblo hebreo acontecía así. La
educación es verdadera cuando se orienta
a un crecimiento integral e integrador,
donde todas las dimensiones susceptibles
de ser desarrolladas se trabajan cohesionadamente (estatura - cuerpo físico,
sabiduría-inteligencia racional y conocimiento experiencial, gracia - espíritu, alma,
Piedad), evitando cualquier separación
fragmentaria. Cada vez que trabajamos
un aspecto en los niños (físico, intelectual,
espiritual, moral, experiencial, psíquico…),
todos los demás quedan implicados, y
es necesario que lo sepamos y obremos
en consecuencia. No podemos trabajar
la inteligencia descuidando el espíritu, ni
lo físico sin tener presente lo espiritual.
Cada niño es un hijo de Dios hecho a su
imagen y semejanza. Dios es Uno en Tres
Personas Divinas. Cada niño tiene una
unidad indisoluble, y su educación debe
ser siempre integral e integradora. Una
educación que se precie de serlo, jamás
podrá obviar la dimensión espiritual de
la persona, pues de ésta depende la cohesión y solidez de la misma personalidad,
en consecuencia, una pedagogía espiritual
y una espiritualidad pedagógica deberán
confluir, de modo irrenunciable, en todo
proyecto educativo auténtico.
2. Por otra parte, debemos estar muy
atentos para que cada uno desde su responsabilidad y competencia docente sepa
ser instrumento (nunca obstáculo) para
este desarrollo armónico,conscientes de
que todo crecimiento es procesual, nunca
puntual (en el sentido de aislado) aunque
en ciertos momentos puedan darse ciertas
eclosiones madurativas que pudiendo
parecer repentinas en realidad no son sino
el fruto de un itinerario. Por lo tanto es
muy necesario que todos los instrumentos
del proceso estén coordinados, trabajen
juntos, en comunión, para colaborar, nunca obstaculizar el correcto desarrollo del
mismo. De ahí la gran necesidad de educadores en comunión que juntos busquen
que cada muchacho alcance la madurez
máxima en cada etapa de su vida. María
y José, los primeros educadores de Jesús
Niño, vivían una perfecta comunión, con
funciones y papeles bien distintos. San Lucas, además, dice que el niño se
fortalecía... Si se trabaja en todas las
dimensiones, el crecimiento es fortaleza.
No trabajar a toda la persona y no trabajar
en comunión, fragiliza el crecimiento, no
da seguridad a quien lo necesita y deja
endeble y pusilánime al niño en cualquiera
de sus potencialidades y etapas.
Si observamos el pasaje evangélico, Jesús
Niño se nos presenta como modelo perfecto de este crecimiento, y sabemos que
para ello necesitó mediaciones, instrumentos humanos (sus padres, que hicieron
de educadores). El hogar de Nazaret,
junto con la Sinagoga (que era al mismo
tiempo templo y escuela) fueron los tres
ámbitos que perfectamente armonizados
contribuyeron al crecimiento humano del
Hijo de Dios. Hoy, cuanto más conexión y
comunión haya entre el hogar, la escuela
y la parroquia, más fortaleza se estará
dando al desarrollo educativo de los niños.
Y un dato importantísimo: somos todos
instrumentos, no protagonistas egocéntricos de la educación; somos Cooperadores de la Verdad, no la Verdad misma. El
protagonista es cada niño y Dios con él. El
protagonista es Dios con cada niño.
3. En tercer lugar observamos en el pasaje
evangélico la importancia decisiva de
la sujeción de Jesús Niño a sus educadores, en este caso a sus padres. Las
actitudes que el niño forma durante los
primeros años de su niñez son las que
predominan en toda su vida, porque en
la primera edad acontece la formación
de una pre-disposición anímica que lo
capacitará para opciones concretas en
la vida, como persona y como creyente.
Asegura santo Tomás de Aquino que lo
que se adquiere desde la infancia como
costumbre se asienta en el hombre como
hábito permanente en su modo de vivir y
de actuar.17 Estamos hablando de la obediencia, como actitud educativa ineludible
en todo crecimiento seguro y maduro. La
obediencia ­–como sujeción pedagógica–
es “madre” y “puerta” de toda experiencia
17 Ya san Juan Crisóstomo habla del niño como de
una cera blanda en la que queda impresa toda marca
recibida. Y san José de Calasanz –pedagogo santo y
santo pedagogo– asegura en el siglo XVII lo que hoy
afirma con claridad la misma psicología evolutiva: que la
primera siembra es de vital importancia, y puede marcar
en profundidad y orientar con nitidez el modo de vivir, de
ser y de actuar. Sí, ciertamente, la infancia es profecía
de la vida.
educativa auténtica. Vivía sujeto a sus
padres, obedeciéndoles en todo... dice el
evangelista. Obedecer supone fiarse. Los
niños y jóvenes necesitan guías que les indiquen, les orienten, les conduzcan... Los
niños necesitan obedecer, porque les da
seguridad. Los niños son felices al tener
por delante alguien de quien fiarse. Mientras están creciendo nada les fortalece
tanto como “tener límites” y vivir “sujeto”.
No caigamos en la trampa “mortal” de
dejarles a expensas de una “libertad” que
no tienen; la irán adquiriendo en la medida
que los educadores les vayan enseñando
a “elegir el bien y rechazar el mal”. Elegir
sólo lo que “gusta” no es elegir en libertad.
La libertad no consiste en estar dominado
por el apetito, sino en elegir y hacer lo
bueno, lo verdadero, lo recto.
Aprender a elegir lo que conviene no es
connatural… es un aprendizaje educativo.
Quien se ejercita en él aprende la verdadera sabiduría. Pero esto no se consigue
sin la obediencia, que supone siempre la
escucha, el discernimiento, la confianza.
Y todo ello requiere de una cierta ascesis,
en el sentido literal del término griego: el
verbo “askeîn” y el sustantivo “askesis”
significan ejercicio, ejercitación. La sabiduría se adquiere ejercitándose en ella.
Hay un sufrimiento inherente a la obediencia educativa y pedagógica que demanda
por parte del educador madurez afectiva
para dar a los chicos lo que les conviene,
no lo que les va a reportar más afecto. El
educador debe estar dispuesto a jugarse
el afecto de sus alumnos, en la corrección,
en la educación, en la formación.
Jesús aprendió la obediencia conforme al
desarrollo normal de cualquier hombre, y
el sufrimiento fue la escuela en la que, aun
siendo Hijo la aprendió. Siendo hijo, aprendió sufriendo a obedecer, dice la carta a
los Hebreos.
El educador cristiano a la luz
de la Palabra
Es muy importante hablarles hoy a los
niños de esta obediencia a Dios en
sus mediaciones (padres, educadores,
catequistas...) y, sobre todo, obediencia
a su Palabra, aunque muchas veces esta
obediencia comporte y conlleve un sufrimiento... No es un sufrimiento inútil sino
madurativo, fecundo, fructífero. ¡Cuántos
bienes nos pueden venir si vivimos una
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
07
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
obediencia confiada! Quien no obedece no crece, y para crecer es necesario
obedecer, fiarse, confiar en quienes nos
forman. Porque la obediencia nos saca de
nosotros mismos, nos libra de nuestras
inercias y tendencias torcidas (egoísmo,
pereza, avaricia, ambición...). Obviamente
en Jesús Niño no existían estos pecados
porque él no conoció pecado, pero sí en
los niños. Etimológicamente, la palabra
latina “obedientia” (obedio), así como el
verbo “obedire”, son términos compuestos que proceden de ob y audio = oír.
Literalmente significa dar oídos a alguno,
escucharle, seguir sus consejos; así, el
significado más auténtico de la palabra
“obediencia” no es el de un sometimiento
servil sino el de una guía liberadora que da
seguridad; es escuchar a otro y adecuar
la voluntad y los actos a lo escuchado,
como un acto de libertad de uno mismo,
de las propias inercias y tendencia, para
adecuarse al bien que otro propone, actuando en consecuencia. Por ello hay que
matizar inmediatamente que la obediencia
de Jesús Niño a sus padres se dio porque
María y José obedecieron siempre a Dios.
María es la esclava del Señor, que hizo de
su vida un fiat permanente (un hágase a
la voluntad del Padre), y José es llamado
el justo porque siempre se ajustaba a la
voluntad de Dios.
Jesús aprendió la obediencia desde pequeño (cf. Lc 2, 51) y de sus padres María
y José. Aprendió a estar siempre ocupado
en las cosas y en la casa del Padre, como
lo estaban también María y José. Jesús
aprende esta obediencia desde pequeño
porque se siente amado por sus padres. El motor más fuerte para obedecer
siempre es el amor. De mayor obedeció a
la Voluntad de su Padre porque siempre
se supo profundamente amado por Él,
aunque esta obediencia pasar muchas
veces por el sufrimiento. Haz esto y vivirás
(Lc 10, 28), habla de una obediencia que
vivifica.
Puede que la obediencia tenga que se
aprendida con sufrimiento, pero eso mismo es lo que posibilita el crecimiento madurativo en el niño. No se crece sin crisis.
Las crisis se definen en Teología Espiritual
como rupturas de niveles de existencia;
si se resquebraja un nivel no es para que
se hunda la persona, sino para dar un
alto cualitativo en su maduración. Para
pasar a un estadio superior es necesario
que entre en crisis el estadio anterior, y
esto comporta un sufrimiento pedagógico
(educativo-madurativo) que no deberíamos evitar entre los niños y los jóvenes…
Evitárselo sería al precio de no crecer...
Podría entonces ocurrir que por el miedo
a la muerte -a sufrir- se vive sometido a la
esclavitud de las propias inmadureces (cf.
Hb 2, 15).
3. Los niños defendidos -DEFENDERMc 10, 13-16
El episodio también es conocido. Estamos
justo a mitad del Evangelio de san Marcos.
Jesús se dirige a Jerusalén, marchando
hacia la Cruz para redimir al mundo. Se
encuentra entonces “por el camino” a
las personas más infravaloradas de la
sociedad: los niños. No van solos. Son
acercados por los mayores pidiendo ser
tocados. Es muy importante ser tocado
por Jesús. Es una misión de grandísima
trascendencia que nosotros llevemos los
niños hasta las Presencias eclesiales de
Jesús (la oración, los sacramentos, la
comunidad, la Palabra, los pobres, los
sacerdotes…), para que Él los toque con
su gracia. Un niño “tocado por Jesús” es
un futuro santo. Pero los apóstoles (según
el texto) intentan disuadir tanto a los niños
como a quienes se los presentan. Actúan
como judíos normales de la época, pues
una de las escuelas rabínicas de mayor
relevancia enseñaba que hablar con niños
es como tirar las palabras, es decir, perder
el tiempo. El evangelista nos indica que
al ver esto Jesús se enfadó; y consciente
de lo mucho que estaba riesgo –como en
otras ocasiones– dice una Palabra contundente que confirma con un gesto llamativo
y hasta escandaloso, provocando así
que quedara impreso para siempre en la
memoria y el recuerdo. La Palabra, todos
la conocemos: Dejad que los niños se
acerquen a Mí, y no se lo impidáis. No es
un consejo; es un mandato con verbos en
imperativo. El gesto que rubrica su Palabra
es triple y nada común en plena calle para
un Rabino con prestigio: los abraza, los
bendice, y les impone las manos. Jesús
se jugó su imagen... porque estos gestos
no se hacían públicamente con los niños.
Son gestos que los encontramos como
diseminados a lo largo de la Escritura
referidos a distintas personas. Se abraza a
los familiares y a los amigos; se bendice a
los hijos y a los discípulos; se impone las
manos a quienes se les confiere un poder.
Estos gestos repartidos en la Biblia sobre
personas bien distintas, aquí los encon-
tramos concentrados en los niños. Para
Jesús los niños son de su familia, son sus
amigos, son sus hijos, son sus discípulos… y él mismo les confiere el poder
invencible de su Amor delante de todos.
Jesús hace en el ámbito profano de la calle lo que era propio de los sacerdotes en
el ámbito sacral de las liturgias del Templo.
Para el amor no hay lugares excluidos.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
¿Qué podemos subrayar de este Evangelio referido a nuestra misión educativa?
Ciertamente muchas cosas, pero me fijo
principalmente en tres:
1. Nuestra misión educativa implica llevar a
los niños hasta Jesús, y dejar que se acerquen a Él en sus Presencias eclesiales. La
escuela, que podría entenderse en nuestra
sociedad como ámbito profano, también
es lugar donde encontrarse con Jesús.
En el pasaje evangélico los Apóstoles
intentaban disuadir a los niños y a quienes
los acercaban, para que se alejaran del
Señor, pero Jesús defendió a los pequeños. Somos cooperadores de la Verdad,
por lo tanto es necesario que imitemos a
Cristo defendiendo a los niños siempre,
defendiendo su crecimiento, defendiendo
las experiencias educativas más valiosas,
sus personas, su fe, velando y custodiando el rebaño que se nos ha confiado…
dando la vida por ellos. Y hemos de
hacerlo con libertad, no condicionados por
los parámetros escépticos y paganos de
la sociedad en la que estamos inmersos.
Nuestros Obispos nos preceden: defienden sin parar, a tiempo y a destiempo a
los niños y a los jóvenes, y lo hacen con
palabras contundentes y con gestos entrañables. El Santo Padre, Benedicto XVI,
al igual que su predecesor nuestro amado
Juan Pablo II, son la imagen viva de Jesús,
Buen Pastor, que ama con preferencia a
los pequeños.18
18 Nuestro mismo Arzobispo, ya en su anterior diócesis
de Oviedo, mantenía una relación epistolar con los
niños, y desde que ha llegado a Valencia ha mostrado
constantemente su solicitud por los pequeños; todos
conocemos su celo por acompañar semanalmente a
los jóvenes de las distintas vicarías, en las vigilias de
oración, acercándolos a Jesús en su Palabra y en el
Sacramento de la Eucaristía. El mismo D. Carlos, en
su carta de Semana Santa, nos ha invitado a todos a
dejarnos abrazar por Jesucristo…
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
08
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
2. Jesús enseña actuando y actúa enseñando. Defender a los niños se hace con
palabras y con gestos concretos aunque
puedan resultar molestos para familiares,
para el mismo colegio o para la sociedad pagana en la que vivimos. Enseñar
actuando es mostrar la coherencia entre el
decir y el hacer que confiere la verdadera
autoridad moral y espiritual. Enseñar con
autoridad supone vivir según lo que se
predica y actuar en consecuencia.
3. Aprendemos del Evangelio a relacionarnos con los niños y con los jóvenes
prodigando entre ellos el triple gesto de
predilección: abrazando, que significa ayudar, darse, entregarse, proteger,
compartir lo que son y sus más nobles
aspiraciones –tanto en los niños como
en los jóvenes–, hacer que nunca un niño
o un joven se sienta solo, que sepa que
puede contar contigo... que no eres un
mero asalariado... sino que sabes llevarle
en brazos cuando lo necesite; bendiciendo, que significa diciendo siempre bien de
ellos, subrayando más sus dones que sus
faltas19; e imponiéndoles las manos,
que significa darles autoridad, protagonismo, amistad, afecto, confianza, delegar en
ellos responsabilidades...20
4. El niño llamado - VALORAR - Mt 18, 1-5
El episodio de Mateo es prolongación del
anterior. Ante la pregunta de los discípulos
acerca de la preeminencia, de quién es
el mayor en el Reino que trae Jesús, el
Maestro, una vez más, responde con una
Palabra y con un gesto inolvidable por lo
extraño e inesperado. Jesús llama a un
niño (que en ese contexto es un siervo),
el niño obedece de inmediato y secunda la
llamada; en la versión de Marcos (que es
más original) se nos da un dato muy interesante: Jesús entonces se sentó (9, 35).
Los rabinos, ofrecían sus mejores lecciones sentados, como sentando cátedra…
Cuando Jesús se sienta, quienes le observan agudizan su atención: lo que va a
decir el Maestro es de suma importancia;
no es cuestionable; es una “revelación”.
19 La pedagogía de la bendición es la más evangélica,
la más sanadora y la más eficaz. (Cfr. JOSÉ IGNACIO
PRATS, Pedagogía y Realidad. Un bello paisaje.
Valencia 2009, EDICEP 83-101).
Habiendo, pues, llamado a un niño (que
en ese contexto es también siervo), y
habiéndose sentado como un rabino,
hace algo todavía más asombroso si cabe:
lo pone en medio. “Poner en medio” a alguien, en una reunión de adultos, es darle
toda la importancia, es conferirle estatuto
de autoridad, es mostrarle un amor absolutamente preferencial21. ¿Está el niño,
el pequeño, el más necesitado en medio
de nuestros colegios? ¿Es realmente el
más importante y cuanto se decide en las
reuniones está en función de ellos? ¿Está
el niño en medio de nuestras parroquias?
Cuando Jesús ya tiene a este pequeño en
medio de la reunión de adultos, lo estrecha
entre sus brazos (según confiesa el evangelista Marcos: 9, 36) y hace una llamada
a la conversión: Si no cambiáis y os hacéis
como los niños no podéis entrar en mi
Reino (cf. Mt 18, 3), y añade: el que recibe
a un niño como éste en mi nombre, me
recibe a Mí y a quien me ha enviado (cf. Mc
9, 37 / Lc 9, 48), es decir, recibe a Dios.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
¿Qué aprendemos nosotros del Evangelio? Ya lo hemos dicho: Jesús enseña
actuando y actúa enseñando. Somos
convocados a hacer lo mismo que hizo él:
defender a los niños siempre, acogiéndoles siempre, amándolos tal y como son.
Quiere Jesús que realmente pongamos a
los niños en el centro de la preocupación
escolar. Que nuestro trabajo, nuestra ocupación y preocupación sea por ellos. Quiere Jesús que demos protagonismo a cada
muchacho: llamarle, recibirle, acogerle…
¡Qué importancia tiene en la adolescencia
la acción tutorial! (un adolescente no se
acerca a hablar contigo
–aunque lo
necesite– si tú no le llamas…). El Evangelio
21 ¿Dónde estaba Jesús cuando sus padres lo
encontraron en el Templo después de tres días de
intensa búsqueda?: sentado en medio de los maestros
(cf. Lc 2, 46) ¿Dónde colocan los amigos del paralítico
al paralítico cuando destechan la casa de Pedro?: en
medio de todos, delante de Jesús (cf. Lc 5, 19). ¿Dónde
pide Jesús mismo que se coloque el hombre de la
mano paralizada según el evangelio de san Marcos?:
ahí, en medio de todos (cf. Mc 5, 3). ¿Dónde ha de
colocarse la mujer hemorroisa para quedar libre de
20 Todo esto lo hemos visto hacer constantemente
todos sus miedos?: en medio del gentío (cf. Mc 5, 33).
y abiertamente en su prolífico pontificado a nuestro
¿Dónde asegura Jesús que Él mismo se hará presente
amado Juan Pablo II, en cada audiencia, en cada viaje,
si dos o tres se reúnen en su nombre: en medio de ellos
en cada Jornada Mundial de la Juventud.
(cf. Mt 18, 20).
nos enseña a decir a cada niño y a cada
joven: Tú eres muy importante... todo lo
que te ocurre me interesa... nada de ti me
es ajeno.
Con la acogida de los niños puede Dios
entrar en nuestras aulas… Además todos
los educadores somos llamados a la conversión: Si no cambiáis y os hacéis como
los niños no podéis entrar en mi Reino.
No es un consejo sin importancia. Es
una advertencia muy seria. Convertirse y
vivir la infancia espiritual será una conditio
sine qua non, una condición ineludible e
innegociable para entrar en el Reino de los
Cielos.
Jesucristo quiere que sus discípulos
-nosotros- nos hagamos servidores de
los niños, y para ello necesitamos una
conversión, un cambio de mentalidad.
No podremos ser educadores cristianos
si no somos cristianos. Si no estamos en
contacto permanente con la Fuente Viva
que es el Evangelio, ¿cómo podremos
evangelizar? Nadie da lo que no tiene. Los
educadores y evangelizadores necesitamos todos ser también nosotros continuamente evangelizados. ¿Nos dejamos nosotros pastorear, catequizar, formar? ¿Nos
dejamos guiar, conducir, orientar? Los que
estamos inmersos en la misión educativa
o los jóvenes que os preparáis a ella, ¿nos
dejamos evangelizar? ¿O creemos que ya
lo sabemos todo, que sabemos muy bien
educar y formar a la infancia y juventud?
No hay nada más creíble que un educador
humilde, que sabe pedir ayuda, que no
es prepotente, que tiene una sana duda
sobre lo que hace... que necesita contrastar con otros y contar con otros para hacer
bien su labor. Los individualismos no son
nada buenos en la escuela. La autosuficiencia orgullosa es nociva y sólo favorece
que cada uno construya su propia torre de
Babel…
5. Los niños de la revelación - ALEGRARSE - Lc 10,21-22
“En aquel momento, se llenó de gozo Jesús
en el Espíritu Santo y dijo:
Yo te bendigo Padre... porque te has revelado a los pequeños”
El episodio transcurre en un tiempo de
oración; y es en ese momento de profunda intimidad con Dios cuando Jesús se
llena de gozo en el Espíritu Santo por los
pequeños que le acogen. En ocasiones,
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
09
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
los momentos de oración son mucho más
reveladores que los momentos de reflexión
o de estudio de la Palabra. Esta experiencia oracional y esta bendición acontece
cuando Jesús constata que su Padre
revela secretos a los más insignificantes.
Su propia tierra (Cafarnaúm), y la mayoría
de los Sacerdotes del Templo, los Fariseos
y los Escribas (las clases dirigentes de
Israel que se sientan en el Sanedrín) no
acogen a Jesús, en cambio los más pequeños (pobres, niños, mujeres, enfermos,
marginados...) sí lo hacen.
Cuando Jesús constata esta acogida,
lleno del gozo que da el Espíritu Santo,
exclama: “Yo te bendigo Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado a
los sabios y a revelado a los pequeños”.
Dios revela y Dios oculta. ¿Quiénes son los
sabios y entendidos?: los prepotentes, autosuficientes, orgullosos, soberbios... los
que creen no necesitar de nadie. Y ¿quiénes son los pequeños a los que el Padre
revela sus secretos?: todos los aludidos
en las Bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1-12:
los que lloran, los tristes, los mansos, los
pobres, los sufridos, los misericordiosos...
¿Hay niños y jóvenes así en nuestros
centros educativos, en nuestras escuelas,
en nuestras parroquias?: ¡acerquémonos
a ellos con predilección!). Los niños de la
revelación son los que no se bastan a sí
mismos y claramente nos necesitan (porque no tienen, porque no saben, porque
no pueden...).
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
3. Quien vive la misión educativa unido al
Señor Jesús experimenta la alegría de estar con los niños y con los jóvenes. No es
una molestia; es una gracia. Jesús se llena
de gozo por estar entre los pequeños a los
que su Padre le ha enviado. Él mismo se
siente un pequeño; él mismo se sabe Niño
de Dios. Cambia muchísimo cuando hacemos nuestra misión con pesar, con quejas
y con lamentos de cuando la hacemos
con gozo, entusiasmo y alegría. La alegría
verdadera, la que nadie nos puede quitar
(cf. Jn 16, 22.24) es la que da el Espíritu
de Jesús Resucitado y nos constituye en
hombres y mujeres transmisores de la
corriente de proximidad del mismo Dios.
Esto es un don, que debemos pedir... porque cuando se tiene, todo fluye en el gozo
de la Pascua, haciendo fácil cualquier
esfuerzo, renuncia o sacrificio.
6. Los niños del juego - ESTIMULAR Mt 11, 16-19
Cuando Jesús quiere hablar de la terquedad y cerrazón de quienes no están
abiertos al Evangelio del que Juan Bautista
ha sido su precursor y Jesús de Nazaret
su presencia viva, cuenta una parábola
con unos niños como protagonistas. Una
parábola es como un relato inacabado que
pretende abrir en quien lo escucha un camino a recorrer. Jesús inicia una narración e
invita a continuarla implicándose en ella. Su
lenguaje figurado permite llevar al adversario a admitir ciertos puntos que no aceptaría fácilmente expuestos con entera nitidez.
1. El educador cristiano es una persona de
oración, con capacidad para intimar con
Dios y recibir en la oración diaria las luces
necesarias para llenarse de gozo en el
Espíritu y bendecir a sus alumnos.
El contexto más inmediato es el rechazo a
Jesús. Ha venido Juan Bautista que era un
hombre asceta, sobrio, exigente, llamaba
a conversión... ayunaba... y dicen de él
que tenía un demonio y hacía cosas raras... Viene Jesús que come y bebe, entra
en las casas de los pecadores y habla con
las prostitutas… y dicen de él que es un
comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. ¿Qué está ocurriendo?
¡No quieren convertirse!
2. Si el Padre revela secretos de amor a los
pequeños, habrá que mirarles, escucharles,
abajarse a ellos... ¡Nunca despreciar o menospreciar a un pequeño! Todos tenemos
pequeños en nuestras aulas, aunque sean
grandes... jóvenes empequeñecidos por
sus complejos, problemas, sufrimientos...
Todos los educadores necesitamos tener
un contacto real con los más pequeños de
nuestros lugares de misión.
Entonces el Maestro de Nazaret cuenta
esta parábola: hay unos niños en la plaza;
juegan un juego de mímica; se imita una
fiesta de bodas y un entierro. En realidad
hay dos grupos de niños; se supone que
unos actúan y otros observan. Pronto
aparece la queja. Los actores tocan la
flauta, interpretan a los músicos de la
fiesta, pero los otros, no han respondido
a su música, no han bailado. Entonces
Del Evangelio en este pasaje recibimos
tres palabras para nuestro ministerio
educativo:
prueban a cambiar, a jugar a otra cosa;
comienzan a entonar endechas, lamentos
fúnebres propios de un entierro... pero
tampoco reaccionan los espectadores.
Parece que los niños que hacen de “público” están aguando el espectáculo, porque
no responden a ninguna incitación; dan a
entender que no quieren alegría ni tristeza;
unos han querido jugar a entierros, otros a
bodas... pero los que observan neutralizan
la iniciativa de quienes actúan, y el lamentable resultado es que ni lloran ni bailan.
No se mueven. ¿Es mera pasividad? ¿Es
indiferencia? ¿O es obstinación?
Esta parábola evangélica nos invita a preguntarnos: ¿Qué podemos hacer con la
carcoma de la desidia, la tibieza, la indiferencia cuando hacen acto de presencia en
las aulas? ¿Qué podemos hacer cuando la
droga de la mediocridad y el cianuro de la
pasividad, es consumido dosificadamente
por nuestros jóvenes, que ni vibran con
nada, ni se entusiasman por nada? ¿Qué
hacer con una generación que parece
haber perdido la capacidad de ilusionarse con proyectos o entusiasmarse con
ideales? ¿Cómo curar una juventud que
parece tener adormecida y amodorrada
la propia conciencia, de manera que ni se
abaten con lamentos ante las injusticias
sociales, ni vibran ante el anuncio del
Evangelio? Ciertamente no son todos,
porque hemos visto miles de jóvenes movilizarse kilómetros y kilómetros y danzar
de fiesta en las Jornadas Mundiales de
la Juventud convocadas por los Papas…
Pero también es cierto que hay otros muchos jóvenes inmersos en una pasividad
altamente preocupante… Jóvenes desencantados, difíciles de estimular.... Jóvenes
que están quemados sin haber ardido
nunca… Jóvenes que se dejan deslizar
por la pendiente de la mediocridad y de
una vida sin sentido…
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
Si los educadores cristianos no somos
capaces de dar a estos jóvenes razones para vivir, para la esperanza, para la
alegría, para el riesgo, en definitiva razones
para amar... si no sabemos ilusionarles,
estimularles al cambio, a la conversión,
si no les ayudamos a crecer y a salir de
sí mismos... los dejaremos presos de sus
inercias que terminarán por precipitarles
a un vacío existencial que les llevará al
suicidio social (la inhibición de todos los
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
010
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
problemas, la no asunción de responsabilidades), o a buscar sensaciones peligrosas
(drogas, alcohol, sexo desordenado...).
Que yo sepa, sólo la Iglesia de Cristo sabe
entusiasmar a los jóvenes sin engaños,
y ha sabido movilizarlos como nadie
en esta generación. Una sociedad sin
Dios sólo puede ofrecer sucedáneos de
felicidad… provocando a la larga más
frustración que otra cosa. La Iglesia de
Jesucristo, en cambio, ofrece a Cristo
mismo, única y verdadera felicidad para
todo hombre y para todo el hombre.
Nuestros centros educativos deben ser los
nuevos areópagos donde la proclamación
del Evangelio logre encender el fuego del
Amor de Dios en el corazón de esta generación hasta provocar una fiesta sin fin.
7. El niño discípulo - CONOCER - Jn
6, 1-13
Estamos ante el pasaje llamado la primera
multiplicación de los panes. El texto
pertenece a la gran perícopa del llamado
“Discurso del Pan de vida” que encontramos en el cuarto evangelio. Jesús va a
hablar de la segunda Pascua, una Pascua
liberadora que llevará al pueblo a una nueva tierra prometida, y para ello él mismo
abrirá el camino de este nuevo éxodo.
Tras la curación de un paralítico (cf. Jn
5, 1-18) y cruzando el mar, una enorme
cantidad de gente marcha tras el Señor.
Impresionados y admirados por todo
lo que realiza, le han seguido. Jesús ha
hecho crecer sus esperanzas; el ver y oír
cuanto Jesús dice y hace, les ha movido
al seguimiento. Se han sentido atraídos
por él. Entonces, como si de un nuevo Moisés y un nuevo Sinaí se tratara,
sube al monte, contempla el gentío que
le ha seguido, y al constatar lo desértico
que era el lugar, se dirige a Felipe y le
incomoda con una pregunta que pone a
prueba su confianza y la de los discípulos:
¿Dónde vamos a comprar panes para
que coman éstos? No hay comida y el
gentío necesita ser alimentado. Jesús se
compadece de la muchedumbre que le ha
seguido, y actúa pese a la falta de fe y el
reproche de los suyos. La compasión del
Maestro, la pobreza inmensa de un niño,
y la ingenuidad casi infantil de un apóstol
discreto y humilde (Andrés), hacen posible
el milagro.
¿Qué ha ocurrido? Andrés, uno de los
apóstoles, se ha dado cuenta de que hay
un muchacho que ha seguido al Maestro
toda la jornada. Y ha visto que lleva un
poco de comida. Se lo presenta a Jesús,
plenamente consciente de la absoluta
desproporción entre lo que el niño tiene
y lo que realmente se necesita, pero
también sabiendo que para Jesús todo es
posible. Jesús acoge la pobreza ofrecida
de un niño, ora a su Padre bendiciendo
la ofrenda, y acontece el milagro de la
multiplicación. Para distribuir el pan Jesús
cuenta con sus apóstoles y los instituye diáconos-servidores de su Reino. El
milagro de saciar a la multitud hambrienta fue posible gracias a que el apóstol
Andrés descubrió a un niño “portador
de pobreza”, y pese a la mirada escéptica del pragmatismo materialista (¿qué
es esto para tanta gente?) y la evidente
desproporción entre la envergadura de la
necesidad (5000 hombres sin contar mujeres y niños) y la nimia capacidad personal
(cinco panes de cebada y dos peces), se
lanza a llevarlo hasta Jesús. ¿Y qué hace
Jesús?: acoge al niño con lo que tiene y
es (un pobre pequeño con pocos dones),
y le bendice. Y esta bendición sobre sus
pobrezas, lo multiplica todo hasta saciar el
hambre de la multitud.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
El educador cristiano es aquél que bendice a los alumnos en medio de sus pobrezas y limitaciones, ¡sin despreciarlos o
menospreciarlos nunca! Y esta bendición
multiplica los mismos dones. Todo niño,
todo joven es portador de una riqueza
que está por trabajar y por cultivar. Todos
tienen en sí mismos un gran potencial que
hay que descubrir y trabajar... Es necesario “creer en ellos”. No es buen educador
quien tiene la actitud escéptica de Felipe,
quien con mente pragmática y calculadora
sólo se le ocurre despedir a la gente para
que cada uno se las arregle como pueda.
El Evangelio nos enseña a estar siempre
atentos al bagaje de cada muchacho,
conociendo de cerca a cada niño, sus
cualidades, sus capacidades, sus posibilidades... que todos las tienen, en mayor
o menor medida, y aunque parezcan
muy escasas o pobres frente a lo que se
necesitaría para ser provechoso, eficaz y
fructífero en esta vida y en esta sociedad,
¡nunca despreciar a nadie!, porque lo poco
de cada uno, mirado con fe y esperanza y
ofrecido al Señor con generosidad, puede
realmente multiplicarse y dispararse hasta
lo insospechado.
Muchas “pobrezas” de recursos humanos
son por la falta de fe y de experiencia de
Dios. Conocer a Jesús, su amor, su misericordia, su Espíritu, su fuerza... hace que
todas nuestras capacidades se desarrollen
al máximo... Muchos jóvenes no empiezan
a rendir en los estudios hasta que no comienzan a tener una significativa experiencia de fe. Y muchos niños rinden mejor si
se saben y se sienten amados por Dios.
No es buen educador quien tiene la actitud escéptica de Felipe, quien con mente
pragmática y calculadora sólo se le ocurre
despedir a la gente para que cada uno se
las arregle como pueda. Ni tampoco es
buen educador quien se desanima por la
desproporción inmensa entre las propias
capacidades y las ajenas necesidades…
El Apóstol Andrés puede ser hoy un buen
modelo para el educador cristiano: cree
en lo imposible. Nuestra misión consiste
en llevar a cada niño y a cada joven hasta
Jesús, sin despreciar a nadie, por muy
pobre que nos parezca. Y llevarlo con Fe
y Esperanza... Mi pobreza con Jesús da
como resultado una sorprendente sobreabundancia para todos. Sin esta fe y sin
esta esperanza transida de caridad hacia
lo que parece “no valer”, ¿cómo educar?
Las virtudes teologales son absolutamente
trascendentes en la tarea educativa. Si
perdemos la Fe, la Esperanza y la Caridad
estaremos realmente perdidos.
8. El niño enfermo - CURAR - Mc 9,
14-29
El pasaje que nos ocupa habla de un niño
enfermo: el endemoniado epiléptico. Estamos ante un caso de autismo violento,
manifestado como epilepsia autodestructora; la revelación bíblica llama demonios
a una realidad en la que se ve implicada
tanto la enfermedad psíquica como el
pecado del desamor junto al engaño del
maligno y su maldad, cebándose todo ello
en un pequeño y, por él, en toda su familia.
Jesús y algunos de sus apóstoles más
íntimos han descendido de la montaña
de la transfiguración. Allí han tenido todos
una fuerte e intensa experiencia de Dios
y de la oración. Jesús se ha transfigurado
mostrando su divinidad, y tres discípulos
han sido testigos. El resto están abajo
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
011
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
intentando curar a un niño que ha traído
su padre. Jesús en el monte ha escuchado Este es mi Hijo, el amado (Mc 9, 7). En
el monte hay una profunda comunicación
trinitaria que se pone en relación con la
Ley (Moisés) y los Profetas (Elías); en el
monte hay una declaración de amor del
Padre hacia el Hijo, un amor único, de predilección absoluta… Abajo hay en cambio
una ruptura de comunicación familiar; un
hijo enfermo que nunca ha escuchado
una declaración de amor por parte de su
padre; cuanto menos amado se siente el
hijo, más enferma, y cuanto más enfermo
está menos amado es. Se genera así un
círculo infernal donde padre e hijo están
cada vez más sumergidos en la cárcel de
la incomunicación, generando violencia
y abatimiento... El pasaje es estremecedor. Los escribas, fariseos y los mismos
discípulos discuten y discuten sin poder
curarlo. Jesús llega y pregunta, escruta el
corazón angustiado del padre para poder
salvar al niño. Para curar al hijo habrá primero que curar al padre. Y es como si le
dijera: ¿ves a tu hijo? Necesita amor. Está
pidiendo a gritos que lo ames. Tu rechazo
sólo le provoca más y más violencia. Yo
he recibido en el monte la Palabra de mi
Padre que me ha dicho: Tú eres mi Hijo
Amado… ¡Díselo a tu hijo! ¡Dile que le
amas! Si conoces el amor de mi Padre
podrás amar a tu hijo. ¡Dile que es tu hijo
y que le amas!... y se te curará.
Jesús cura al niño y a su padre poniéndoles en comunicación de amor, en
relación de aceptación mutua... Y termina
el pasaje en la intimidad de la comunidad
apostólica, cuando preguntado Jesús
sobre por qué ellos no pudieron curar, el
Maestro responde que esos demonios
–de incomunicación, de autismo familiar...
tan abundantes– sólo se expulsan con la
oración (Mc 9, 29).
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
Como educadores cristianos aprendemos de este pasaje la urgencia de ser
hombres y mujeres creyentes. Sólo con
la experiencia de Jesús (subir con él al
Tabor, es decir ser personas de oración)
nuestra labor educativa será eficaz, será
curativa para tantos niños y jóvenes con
problemas familiares, relacionales y de
comunicación. Hay demonios que no
se pueden expulsar sin una experiencia
de oración, experiencia de Dios. Abajo,
discuten y discuten... trabajan y trabajan
pero no pueden ayudar al hijo y a su
padre.
Para ayudar a algunos niños y jóvenes
a resolver sus conflictos y problemas,
primero debemos ayudar a sus padres,
porque muchos de estos problemas
tienen origen en la familia, en la falta de
aceptación mutua, de relación sincera,
de comunicación fluida... en la falta de
experiencia creyente. Los educadores en
la escuela católica estamos llamados a
ser instrumentos de Dios para recuperar
el diálogo familiar desde el encuentro con
Jesús.
En nuestra sociedad actual muchos
niños sobreviven y se forman en medio
de realidades familiares deterioradas; son
muchos los que no conocen a Jesús, y
muchos los que desde pequeños sufren
las consecuencias de esta ignorancia.
La permanente y subliminal catequesis de un mundo pagano, donde reina
la confusión de Babel y la idolatría de
Babilonia, sólo ha generado en muchos
niños un desenfrenado ritmo de vida,
lleno de ruido y estridencia, donde no
se conoce ni la belleza ni la armonía,
donde se ha erigido como valor lo que
destruye y como belleza lo que hiere a la
vista y al oído. Son hijos de una sociedad
materialista y de consumo, donde se han
relegado los valores espirituales en pro
de una productividad desenfrenada y un
relativismo atroz sin normativa moral…
Sometidos a la catequesis del mundo,
se encuentran a veces como poseídos
por el mal, la violencia, la agresividad,
la “depresión infantil”, incluso la angustia
vital, hasta llegar a derivar en suicidio, y
no solamente físico, también espiritual y
moral.
Como en el episodio evangélico los
padres constatan con angustia el
descontrol de algunos hijos ya desde
pequeños; hay hijos que se muestran
tiránicos con sus progenitores, irascibles
en todo momento, coléricos y de alguna
manera, indomables. Son niños que
apenas conocen la paz, la serenidad, la
dulzura y la ternura del afecto; y no lo
conocen porque no lo tuvieron en su
momento. No han conocido una comunicación amorosa en el ámbito familiar. Lo
que no se sembró en la primera infancia
no se puede pretender cosechar después. Muchos de estos niños no se han
encontrado nunca con Jesús, que es
el Amor. No han aprendido a controlar
su cuerpo, ni a dominarlo, ni a encauzar
sus fuerzas para el bien. En muchos, su
naturaleza humana queda rebajada a lo
puramente animal, sin capacidad de decisión libre, sin voluntad propia, esclavos
de sus apetencias instintivas e incapaces
de esperar un bien a largo plazo dado
que el placer inmediato es a lo que se
han acostumbrado. Algunos niños han
crecido como plantas salvajes; muchos
viven una personalidad fragmentada,
sin cohesión interna, con gran debilidad
afectiva y fragilidad psicológica. Muchos
están sumidos en la tristeza de la ruptura
matrimonial de sus padres, y se encuentran heridos en el más profundo centro…
Muchos niños de hoy viven, malviven o
sobreviven sin Evangelio. Nadie les ha
proporcionado una auténtica educación
cristiana hecha de encuentro con Jesús.
Nadie los ha evangelizado.
Todo esto y mucho más hace decir a
algunos padres: No sé qué hacer con mi
hijo... ¡si usted puede ayudarnos en algo!
En situaciones así, los padres constatan
su extrema pobreza. Hay una grandísima
impotencia en el hombre frente al mal (en
el texto de Mc 9, bajo el término enfermedad - posesión); pero Jesús, en este
relato desenmascara una miseria todavía
mucho más grave: la incredulidad, o
mejor, la obstinación y/o incapacidad
para creer. No conocer a Jesucristo –no
conocer todo lo que es Él: la Paz, la
Alegría, el Perdón, el Amor incondicional,
la Misericordia entrañable, la Comprensión, la Generosidad, la Libertad, la Luz,
la Vida– pone en riesgo la felicidad del
hombre (la Vida está en conocerle a Él,
cf. Jn 17,3). ¿Qué esperanza queda?:
sólo un encuentro con Jesús, progresivo
y permanente, podrá suplir aquella carencia humana, y mucho más, podrá salvar
la vida del muchacho que puede estar
abocada al fracaso como hombre, en
su dignidad de Hijo de Dios. Y salvando
al muchacho, es salvada la familia. Para
Jesús, en este evangelio, el drama del
mundo es la increencia, la falta de Fe. Y
puede que los dramas de muchos niños
se inicien en la increencia de sus padres.
Sólo la vía del amor puede curar el corazón humano, que desfallece por tantas
heridas. La fe, la oración, y el amor,
constituyen así una tríada irrenunciable
para enseñar con autoridad… y salvar a
esta generación.
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
012
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
9. El niño moribundo - ATENDER - Jn
4, 46-54
El episodio lo conocemos: un funcionario
real tiene un hijo gravemente enfermo; l
a muerte está a punto de arrebatárselo;
ha oído que Jesús ha llegado a la región,
y parte veloz en su busca para rogarle
marche con él a curar a su pequeño.
Jesús, tras unas duras palabras de
corrección frente a petición tan interesada,
cura al niño sin más dilación, incluso sin
haber sido necesaria su presencia física. El
funcionario cree, y con él toda su familia.
Lo más importante de todo el episodio
es ver cómo el funcionario, urgido por la
enfermedad de su hijo, se pone en camino
buscando a Jesús. Su status social, su
“poder” no puede curar a su hijo; pero
su hijo tampoco puede ser curado si el
padre no se moviliza. Estamos viendo la
importancia de la mediación familiar. Es
complemento del anterior y preparación
del siguiente.
El educador cristiano a la luz
de la Palabra
Como educadores cristianos aprendemos
una vez más que es necesario acoger a
los padres para ayudar a los hijos.
La entrevista familiar es absolutamente
necesaria en la labor educativa escolar.
Sin la mediación familiar es dificilísima la
solución de muchos conflictos. A veces,
incluso, son los mismos problemas de los
hijos los que dinamizan la fe de los padres;
debemos pues estar atentos porque el
colegio debería ofrecer una conveniente
y adecuada escuela de padres.
10. La niña muerta y resucitada
- ACOMPAÑAR - Mc 5, 21-43
El relato acontece en Cafarnaúm; la
protagonista es una niña. Jesús acaba de
regresar de la otra orilla del lago donde
ha curado a un endemoniado, y su fama
se ha extendido considerablemente. En
Cafarnaúm le espera mucha gente (cf.
Mc 5,21), pero más que nadie un padre
angustiado, jefe de una de las sinagogas
de la ciudad: su hijita, de doce años (v.25)
agoniza de muerte.
Por su status social y religioso, no es descabellado suponer que Jairo podía tener
prejuicios y divergencias con Jesús y su
mensaje; fuera como fuere lo cierto es que
el amor por su hija le hace superar sus
posibles diferencias con Él, y frente a la
inminente cercanía de la muerte, relativiza
la distancia y se le aproxima con una fe de
auténtico asombro. Postrado a sus pies
(cf. v.22), a la vista de todos, intercede por
su pequeña (cf. v.23).
Es esta actitud conmovedora de humildad y angustia la que toca las entrañas
compasivas del Maestro. No dialoga con
el padre de la criatura, como en los casos
anteriores. Lo que ha visto -todo un jefe de
sinagoga echado a sus pies- le basta. Sin
dudarlo se pone en camino hacia la casa,
arrastrando tras de sí un gran gentío. Jairo
es un hombre que lo tiene casi todo; tiene
poder religioso, prestigio social, está considerado en su entorno, es rico, tiene familia y una hija en la flor de la vida. El problema es que cuando llega la niña a los doce
años, se le muere. Jairo no puede dar vida
a su hija. La ha educado con cariño hasta
un momento determinado; cuando la hija
se le hace mujer, ya no puede vivir. ¿Por
qué? Podemos hacer ciertas conjeturas
plausibles al contexto del episodio. Esta
niña ha sido feliz desde pequeña; no le ha
faltado nada; ha jugado, se ha divertido,
no tenía responsabilidades que le agobiaran ni prohibiciones que le asfixian. Con la
primera menstruación (tiene 12 años) se le
ha abierto un mundo de límites humanoreligiosos, difícil de superar (no toques,
no mires, no te acerques, eres impura...).
Llegar a los doce años, hacerse mujer en
Israel, implicaba dejar de ser niña-libre
para convertirse en objeto de intercambio
familiar, al servicio del esposo. A la hija
de Jairo pronto la utilizarán en contratos
esponsales y pasará de ser la hija feliz de
un líder religioso a la sierva sumisa de un
marido prácticamente impuesto. El miedo
hace presa en su corazón adolescente.
Seguir viviendo significa someterse; la
vida le aboca a la muerte. Se le termina la
libertad, la alegría... comienza la angustia
al pensar qué harán conmigo, con quién
me casarán; se niega a comer... no puede
soportarlo; enferma gravemente y muere.
El padre, urgido por el amor y la experiencia de frustración en la solidez de sus propias creencias, marcha a buscar a Jesús,
el controvertido y poco ortodoxo Rabino
de Nazaret… Nazaret, un lugar de donde
nada bueno puede salir…(cf. Jn 1, 46).
El padre y la madre han sido instrumentos,
canales de vida para la niña, le han cuidado, la han amado como han sabido... pero
le han engendrado para la muerte porque
en la adolescencia, su hijita ha enfermado
gravemente y no saben qué deben hacer.
Conocen muy poco a Jesús, pero no dudan en marchar a buscarlo para interceder
por ella. Mientras la madre queda a su
lado, el padre busca al Maestro, le habla
de su hija, de la muerte en la que ha entrado, y le sirve de guía para llevarle hasta
su casa, hasta su cadáver. Jesús accede
a toda petición cuyo móvil sea el amor. Jesús atiende la súplica angustiada de quien
intercede por la infancia; y atiende sin demora, con presteza; está dispuesto a ser
despreciado, incluso objeto de burla, no
importa; los niños son sus predilectos y ha
hecho una clara opción preferencial por
los que son como ellos. Jesús sostiene
la fe de Jairo cuando ésta es probada por
el pesimismo de quienes comunicando la
muerte de la hija hacen del sufrimiento un
motivo para alejarse del Señor (ahora ya,
para qué molestar al Maestro... Mc 5, 35).
Llegados al lugar (a la casa), constatan
que han comenzado las ceremonias
fúnebres, estridentes, llenas de ruido y con
bastante dosis de hipocresía. La liturgia de
la muerte se expande a base de alborotos
y gritos. Al llegar, Jesús asegura –para
burla e irrisión de todos– que la niña no
está muerta, sino dormida (v.39); desea
ahora silencio y soledad, necesita intimidad con ella y los suyos (v.40).
La imagen nos muestra a Jesús haciéndose presente, íntimo y cercano a una familia
(el padre, la madre, la niña) marcada por el
sufrimiento más amargo: la muerte. Juntos
en la intimidad de un hogar ennegrecido
por un acontecimiento sin aparente salida.
Contemplamos a una hija muerta (aunque
no abandonada) y unos padres impotentes, pero no desesperados, porque miran
a Jesús, contemplan a Jesús; sus ojos
están fijos en él; ¿qué hará?
Jesús se acerca a la niña y acerca los
padres a ella (v.40); le toma de la mano,
le dirige la Palabra. No se tumba como
Eliseo sobre ella (cf. 1Re 17, 17-24) ni se
prolonga en largas oraciones; le habla en
su lengua; se abaja hasta ella. Jesús se
ha hecho lo más cercano posible a su
realidad necesitada: ha ido hasta su casa,
ha entrado en su cuarto, se acerca a su
lecho, le toma de la mano, le habla en su
lengua, se abaja hasta su oído... le mira, le
toca, le habla. Todo es sumamente sencillo, íntimo y cercano. Hay una experiencia
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
013
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
sensible. De pronto una enérgica palabra:
¡levántate! Y la muerte obedece al que es
la Vida (cf. v.41). La muchacha se levantó
al instante y se puso a andar (v.42). ¡Dadle
de comer! (v.43), manda seguidamente
quien es el Pan de la Vida.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
Los educadores cristianos debemos interceder por los niños y jóvenes ante Jesús.
De Él aprendemos que es necesario siempre escuchar la angustia de los padres y
la impotencia frente a los problemas de
sus hijos. Los educadores debemos darles
motivos de esperanza e implicarnos, de
alguna manera, en esos problemas; no
podemos dejarlos nunca abandonados a
sus “desgracias”; si es necesario debemos
ir a la misma casa... Nuestra labor educativa no queda circunscrita a los límites
colegiales, escolares... ni de espacio ni de
tiempo. Deberían ir más allá.
Hemos de estar muy atentos como educadores a las experiencias de vacío que
viven muchos jóvenes al llegar a ciertas
edades, cuando ya dejan la infancia y
son lanzados a la vida adulta... Necesitan
una gran confianza porque se llenan de
miedos. Hacerse mayor les da miedo (los
psicólogos le llaman a esto el síndrome de
Peter Pan…).22
Atención a todos los miedos que provocan
en algunos jóvenes no desear vivir, incluso
les lleva a tener depresiones infantiles y o
juveniles.
La escuela católica ha de ser escuela con
entrañas entrañables; escuela también
de vida, donde se favorezca la intimidad
y la delicadeza en el trato… Es necesario
que la escuela sepa ofrecer ambientes de
intimidad, propiciando cercanía sensible,
con un lenguaje cercano y entendible…
Los educadores hemos de saber poner a
los jóvenes en relación con sus padres...
Ayudarles a que ¡no tengan miedo a vivir!
Y del mismo modo que Jesús manda
dadle de comer, así también en nuestras
22 Algo así pudo ocurrir con esta hija de Jairo que al
cumplir los doce años dejaba de ser la niña feliz de su
padre para adentrarse en el complejo mundo de ser
una mujer judía a quien pronto le buscarán marido y
tendrá que regirse por una serie de leyes de pureza
religiosa que tenían a las mujeres sometidas…
escuelas es necesario ofrecer siempre
el verdadero Pan que es Jesucristo (su
Palabra y los Sacramentos, en especial
la Eucaristía); y con Jesucristo el alimento
humano, la amistad, la cercanía, el afecto,
la confianza... Alimento sólido. Alimento de
salvación.
11. Los niños que alaban al Señor
- LIDERAR - Mt 21,15-16
El pasaje es de una gran importancia para
los que nos dedicamos a la evangelización
de los niños. El acontecimiento precedente: la entrada mesiánica en la Ciudad
Santa. Tras la unción en Betania Jesús se
dispone a entrar en Jerusalén. La muchedumbre lo vitorea y aclama; decenas de
hombres y mujeres extienden sus mantos,
cortan ramas de árboles para agitarlas
como saludo y le reconocen como el
profeta de Galilea. Todos gritan ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene de nuestro
padre David! ¡Hosanna en las alturas! La
multitud aclama entusiasmada a Jesús,
viendo en él un líder a la vez político y
religioso.
Los fariseos saben que el grito que oyen
son proclamaciones mesiánicas, y que el
título davídico al que aluden tiene connotaciones de filiación divina; están escandalizados. Le preguntan: ¿Oyes lo que dicen
éstos?; es como si dijeran: ¿entiendes el
significado de la aclamación y estás de
acuerdo? Si aceptas, incurres en herejía: !Maestro, reprende a tus discípulos!
Y frente a su pregunta, la respuesta de
Jesús es tajante: Sí. Es como si les dijera:
Sí, les oigo y les entiendo; pero parece
que vosotros oís y no queréis entender, o
porque entendéis precisamente, por eso
no queréis oír...
He aquí el contraste: los niños (los pequeños), sin entender, alaban, aclaman,
vitorean y confiesan a Dios en el hombre
Jesús; los “sabios y entendidos” (los
grandes), en cambio, no confiesan, no
cantan, no aclaman, sino que acusan,
protestan y manifiestan su indignación; no
quieren oír, es más, piden que se callen.
Sólo los niños, los pequeños, le escuchan,
le acogen, le aclaman sin ningún prejuicio,
con limpieza de corazón, con sinceridad.
Es más, Jesús acepta ser reconocido
por éstos como el Mesías esperado de
Israel, aunque ello suponga prácticamente
firmar su propia sentencia de muerte. Sólo
los niños, que han llegado al colmo con
la ovación dentro del mismo templo de
Jerusalén, son quienes por su ingenuidad
natural y por gracia, llegan a la audacia
de creer que aquel hombre es el Hijo de
Dios. Es Dios mismo quien arranca de sus
labios la alabanza. Y Jesús, no sólo no los
interrumpe sino que interpreta sus vítores
como la más pura bendición. ¿Será
que la alabanza mesiánica, propia de los
sacerdotes de Israel, Dios mismo la ha pasado a los niños? ¿Estará aquí el secreto
revelado a los pequeños y ocultado a los
sabios? (cf. Mt 11, 25-27)23.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
¿Qué podemos aprender los educadores
cristianos de este pasaje? Nunca debemos ahogar la fiesta, el entusiasmo, el
canto, la alabanza que llevan los niños,
especialmente cuando ésta va ligada a la
experiencia de la fe, experiencia del amor
de Dios, (se ha dado el caso de profesores
que menosprecian o incluso desprecian
la fe de los pequeños, sus cantos, su alabanza... su adhesión a Jesús... ¡es terrible
hacer esto!). Un educador nunca puede
acallar o sofocar la pequeña llama de fe
que hay en cada uno, tanto en los niños
como en los jóvenes. ¡Jamás se debe
ridiculizar sus experiencias creyentes!
Haríamos un daño enorme. No seamos
fariseos, sino más bien hagámonos niños
con los niños.
Por otra parte aprendemos de este episodio que los niños y jóvenes necesitan
encontrar en sus educadores a verdaderos líderes humanos, cristianos auténticos,
discípulos del Maestro de Nazaret que
les enfervoricen, que les entusiasmen...
que les “disparen” interiormente, que les
hagan crecer, que sean estímulo, ejemplo... Éstos debemos ser nosotros, sus
educadores; personas que por su vida,
su palabra, su testimonio y coherencia
entre lo que enseñan, lo que dicen y lo
que hacen, les ilusionen, les muevan a la
imitación, les sigan... les dinamicen y les
dinamiten, les “incendien” en definitiva…
porque Cristo ha venido a arrojar un fuego
23 “Los niños rinden homenaje a Jesús como Hijo de
Dios y exclaman “¡Hosanna!”… Así, en los niños que
con ese corazón libre y abierto lo reconocen a él, la
Iglesia ha visto la imagen de los creyentes de todos
los tiempos, su propia imagen” (cf. BENEDICTO XVI,
Homilía Domingo de Ramos, 16 marzo 2008).
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
014
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
a la tierra y desea que esté ardiendo (cf.
Lc 12, 49). Pero hemos de hacerlo como
Jesús, montados en una burrita... es decir
con humildad, nunca con soberbia, ni con
violencia, ni generando dependencias que
esclavicen o imposiciones que aplasten.
Los jóvenes hoy en día están más necesitados que nunca de líderes, personas
maduras a todo nivel que les provoquen,
les evoquen, les convoquen a vivir con
la máxima plenitud humana y cristiana.
¿Acaso no hemos tenido un testimonio
incuestionable en la persona del Venerable
Juan Pablo II, el Grande, capaz de arrastrar en su misma ancianidad y “decrepitud” a millones de jóvenes en las Jornadas Mundiales de la Juventud? Nuestro
amado Karol –como me decía hace poco
un joven sacerdote– ha sido un auténtico
líder mundial, un altísimo referente moral
y espiritual, a quien Dios concedió una
capacidad de convocatoria inigualable; su
coherencia de vida le otorgó una credibilidad accesible incluso a los paganos...
Juan Pablo II siempre creyó en los jóvenes
y abrazó a los niños, amándolos como al
mejor tesoro de la Iglesia, entregándose a
ellos y buscándolos hasta en el lecho de
muerte. Ahora, Su Santidad Benedicto XVI
ha cogido el relevo.
12. El niño que ora - ORAR - Mt 7, 7-11
Jesús, al hablar de la confianza en la
oración, de la fe en Dios, no pone como
ejemplo a los adultos, a los inteligentes, a
los rabinos, a los maestros de la ley; no.
Pone como modelo de confianza absoluta
a un niño, que por ser hijo confía en su
Padre. La relación entre niñez y filiación es
tan estrecha que pueden llegar a identificarse en el camino espiritual. Ser hijo es
ser niño, y ser niño es ser hijo. Por ello se
puede afirmar que, volver a ser como niños consistirá principalmente en recuperar
la filiación divina que se pierde con y por el
pecado.
Este texto nos recuerda que es necesario
cambiar y hacerse como los niños, para
orar con confianza y experimentar así la
gratuidad y la eficacia de la oración. La
oración no sería pues cosa de adultos,
sino de niños precisamente, y de aquellos
adultos que hayan sabido hacerse niños.
La oración que propone Jesús poniendo
como modelo a un niño-hijo que pide y
recibe, es la de aquel que con sencillez
expone al Padre sus necesidades, aunque
el Padre las conozca de antemano; le
habla, confía y espera, seguro de haber
sido escuchado, y seguro además de que
la respuesta de Dios no está condicionada a la bondad o maldad –la calidad
moral– de quien ora, pide y suplica,
porque si pues vosotros, siendo malos,
sabéis dar... mi Padre que es bueno dará
el Espíritu Santo a quien se lo pida”. Dios
ya conoce al hombre, sabe de su maldad,
y pese a ello, le ama, le escucha, le asiste;
lo importante es la confianza filial, la
audacia y sinceridad para pedir aquello
que se cree necesitar... lo cual no legitima
en ningún momento que el hombre siga
en su maldad; pretender impetrar de Dios
lo Bueno permaneciendo en el mal sería,
sencillamente, cinismo espiritual, perversa
manipulación del amor incondicional de
Dios. Antes al contrario: contemplar el
amor incondicional de Dios transforma
nuestro duro corazón y lo convierte al
amor más noble y más auténtico.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
El educador cristiano debe llevar siempre
a los niños y jóvenes a la Oración, a la experiencia de oración, porque es la actitud
ineludible del creyente, absolutamente
necesaria para vivir la filiación divina, que
es la principal misión de nuestro ministerio
educativo: que cada niño y cada joven
descubra que Dios es su Padre, y aprenda
así a vivir como hijo.
San José de Calasanz –santo pedagogo y
pedagogo santo– consideraba la Oración
como columna vertebral de toda la obra
educativa y de la fecundidad de la misma,
piedra angular de la escuela y de la misión.
Todo lo confiaba a la oración de los niños.
13. Los niños profetas
- ESCUCHAR - Hch 2, 17-21
Tras la Ascensión del Señor y el acontecimiento transformador de Pentecostés,
nace la Iglesia. El Espíritu Santo viene
como don del Padre para fortalecer a
los discípulos y hacer testigos de Jesús
en todo el mundo (cf. Hch 1,5-8). Este
Espíritu que se derrama sobre toda carne
no es una recompensa a los hombres
por méritos acumulados; no es un premio
obtenido, es un don concedido; no se
adquiere por esfuerzos, ni se puede comprar con sacrificios (cf. Hch 8,925); es,
antes que nada, una gracia del Padre, un
don gratuito de su Amor inefable. Por ello,
los mejores receptores son los que más
conciencia tienen de su pequeñez
e incapacidad para adquirir y merecer.
Cuando el espíritu es derramado y
acogido, engendra la profecía. Y surgen
en la Iglesia los niños profetas, niños que
verbalizan verdades sobre Dios (aunque
no sean muy conscientes de la densidad
del contenido de lo que expresan,
o mejor, siendo conscientes al nivel propio
de su edad) y le sirven como instrumentos
dóciles de revelación para los adultos;
niños que prestan sus labios a Dios para la
perfecta alabanza, para el testimonio, para
el canto, para la invocación del Nombre
(cf. Hch 2,17-21; Joel 3,1-5).
El libro de los Hechos, aunque no nos dé
testimonio explícito, sí menciona las casas
en que predicaban los Apóstoles (cf. Hch
5,42), las casas o familias enteras que
buscaban al Señor (cf. Hch,10); sobre ellas
se derrama el Espíritu sobre toda carne,
concediendo el don de profecía a los hijos
e hijas (niños-jóvenes), recibiendo de parte
del Señor, dones especiales (cf. Hch 2,17).
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
El educador cristiano debe ESCUCHAR
siempre a cada niño. Muchas veces, Dios
nos habla por su medio… y la infancia
puede ser también profecía educativa.
14. El niño de las Escrituras
- EVANGELIZAR - 2 Tim 3, 14-16
Terminamos este amplio recorrido por las
páginas de la Biblia buscando niños, con
un niño que encierra en sí mismo el misterio de la radical influencia que tiene para
la fe el entramado familiar en la infancia.
Timoteo es un niño que parece haber sido
especialmente bendecido por el Señor;
poco o nada sabemos de su infancia, pero
lo que Pablo nos recuerda en la IIª carta
dirigida a su nombre, nos puede servir.
Timoteo significa literalmente Temeroso de
Dios; nació en Listra, hijo de padre gentil y
de una mujer judía creyente (Eunice), que
se convirtió pronto al cristianismo. Parece
ser que el buen testimonio de los cristianos de Listra fue el motivo por el que Pablo lo tomara por compañero y confidente
en sus viajes apostólicos. Y es el mismo
apóstol de los gentiles quien nos ofrece un
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
015
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
dato importante sobre la niñez de Timoteo, de quien dice que desde pequeño se
familiarizó con las Sagradas Escrituras (cf.
2 Tim 3,14-17)24.
La Palabra de Dios es Palabra de amor;
y el amor no es necesario comprenderlo,
lo necesario es vivirlo, conocerlo experiencialmente. Si además de escuchar la
Palabra divina, el niño la ve cumpliéndose
en su entorno familiar, especialmente
en sus padres, su fe crece segura, y los
vendavales del mundo difícilmente podrán
derrumbarla. Por eso, la figura de Timoteo
sirve para constatar que lo sembrado en la
niñez, en la infancia, un día crece y produce frutos. Y en este sentido, ciertamente,
todo lo sembrado a teneris annis –desde
los primeros años– es de crucial trascendencia para el desarrollo de la personalidad. Si la Piedad –junto con el saber
humano– se siembra desde la primerísima
infancia es de prever un feliz transcurso
de la vida, afirmó ya san José de Calasanz
en el s. XVII.
Hay muchos niños que, como Timoteo,
reciben la Palabra desde pequeños y van
creciendo con ella. Y este crecer con la
Palabra de Dios, hace que Timoteo sea,
de mayor, un fiel discípulo de Pablo (cf.
Hch 16,1 y 2ª Cor 2,13), un discípulo
querido, hijo en la fe (cf.1ª Tim 1,2), hijo
de Dios (cf.1ª Tim 6,11), militante de la
Palabra recibida y defensor de la fe (cf.1ª
Tim 1, 18; 6,12), combatiendo al enemigo
con el propio testimonio de su experiencia
(cf.2ª Tim 1,8). Un combate y un testimonio para el que se ha preparado, que ha
requerido una formación desde niño, en
la sana doctrina, por medio de la escucha
y la lectura (cf.1ª Tim 4,13), lo que le ha
convertido de discípulo a maestro, porque
ahora es él el que proclama a toda hora
(cf.2ª Tim 4,2) para que todos los hombres se salven (cf. 1ª Tim 2,4). Timoteo
será el distribuidor de la Palabra (cf.2ª
Tim 2,1, el evangelizador (cf. 2ª Tim 4,5),
el buen ministro (cf.1ª Tim 4,6) que nadie
despreciará a pesar de su juventud (cf.
1ª Tim 4,12), porque el mensaje que lleva
es el mensaje que aprendió y que viene
de Dios (cf. 2ª tim 3,14-16). Nada de esto
sería posible, ninguno de estos frutos se
podrían cosechar sin una siembra previa...
y ésta, cuanto más temprana sea, mejor
porque las raíces serán más fuertes25.
Hay un versículo que anima e impulsa a
todos los niños a una activa tarea de evangelización en la Iglesia y para el mundo:
“que nadie menosprecie tus años” (1 Tim
4,12), el mensaje de que eres portador no
es tuyo -no es una niñería-, sino de Dios,
inspirado por Él (2 Tim 3,16). Dios ha
elegido a los niños -y a los que son como
ellos- para anunciar al mundo Su Misericordia. Los niños han conocido el Amor
de Dios manifestado en Jesús; y este es el
Evangelio que están llamados a anunciar.
Los niños pueden ser misioneros en la
Iglesia, portadores de la Buena Noticia.
Ojalá sean siempre acogidos, porque con
ellos viene el Reino.
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
El educador cristiano evangeliza educando. Y lo hace con una evangelización
explícita. Además, desde la primera infancia, de modo que los niños nunca puedan
recordar desde cuándo empezaron a
creer… porque creen desde siempre,
desde que tienen uso de razón…
15. La niña que danza para
la muerte - TEMER - Mc 6, 17-29
Se trata del espeluznante episodio de la
muerte de Juan Bautista. Es un pasaje en
el que sale una niña como “protagonista” e
instrumento de un brutal homicidio. La tradición, la literatura y el arte nos han transmitido una Salomé joven y frívola… pero la
realidad que arroja la luz de la exégesis es
que la muchacha que danzó aquella tarde
una danza de muerte era una niña, ¡una
niña pequeña! La hemos dejado para el
final, porque no aparece Jesús en ningún
momento. Pero precisamente por eso, no
podemos terminar nuestra exposición sin
mostrar un poco qué ocurre cuando no
se acoge a Jesús o se le intenta silenciar
rechazando a sus profetas…
Rehacemos el episodio. Juan Bautista
andaba por buen camino, pero se atrevió
25 Cf. BENEDICTO XVI, Timoteo y Tito, los más íntimos
colaboradores de san Pablo, en
CONFERENCIA
24 Un buen exponente también de cómo la Palabra
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Sobre el fundamento de los
de Dios sembrada en la infancia afloran después y son
Apóstoles, Catequesis del papa Benedicto XVI sobre la
profecía de la vida, lo encontramos en la reina Esther.
experiencia y misión de los Apóstoles, Madrid, EDICE
(Cfr. JOSÉ IGNACIO PRATS, op.cit., 35-43.
2007, 185-188.
a decir como profeta cosas que en este
mundo no son políticamente correctas.
Le dijo al rey que por muy rey que fuera
no podía robarle la mujer a su hermano.
El rey le metió en la cárcel, pues Herodías
se sentía diariamente ultrajada por las valientes denuncias del profeta judío que no
dejaba de gritar la verdad de un adulterio
repugnante ante los ojos de Dios. Y no
sólo adulterio; según atestigua la historia,
Herodías era sobrina del tetrarca Herodes,
por lo tanto, en la mentalidad judía, lo de
Antipas y Herodías era un incesto en toda
regla. Semejante cúmulo de inmoralidad
(adulterio más incesto) no pudo escapar a
los reproches constantes de un predicador
de fuego que denunciaba ante su pueblo
el vergonzoso matrimonio de la pareja
gobernante.
El rey era casi amigo de Juan; sabemos
que le gustaba hablar con él, que le
tenía respeto y hasta veneración, pues lo
consideraba un hombre santo. Juan era
un hombre coherente, libre, veraz, justo,
profeta de Dios y precursor del Mesías...
Herodes Antipas le tenía casi por consejero y le escuchaba con gusto… Pero la
mujer que había robado a su hermano
Filipo no era ninguna santa; se dejó robar
y prefirió ser la mujer de un reyezuelo
mediocre antes que la de su hermano sin
títulos ni cargos honoríficos… Herodías se
muestra como una mujer sin ningún tipo
de escrúpulos. No le importa lo más mínimo ir contra la Ley de Dios (cf. Lv 20, 21).
Y ya tenemos presentado en el Evangelio
el mal y la dureza absoluta de este mundo,
donde la rivalidad y la ambición pervierten
el corazón humano hasta sumar sin cuenta pecado tras pecado.
El rey hace, el día de su cumpleaños, un
banquete, al que invita a los gobernadores, a los importantes de la ciudad y a
los militares ricos, magnates y tribunos…
gente principal, fuerzas vivas del pueblo
que serán cómplices hipócritas de una
muerte injusta.
Están en el banquete. La mujer aprovecha
la ocasión para matar el profeta, porque
mientras el profeta esté allá, en la cárcel,
es una acusación y un recordatorio constante de cosas que no se pueden hacer.
El día de la fiesta, la mujer va a meter a
bailar en medio del banquete a su hija.
Que una princesa dance y se exhiba como
espectáculo público es un hecho abso-
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
016
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
lutamente inaudito en una corte oriental;
pero además éste es profundamente
escandaloso porque quien realmente se
pone en el centro de la sala para danzar
una danza de muerte es ¡una niña!
¡El evangelio de Marcos, en su original
griego, dice que es una niña! (korásion
-Mc 6, 22). Por eso seduce... porque es ¡lo
nunca visto! Y aquí radica toda la fuerza de
este escándalo. No es un baile oriental de
señoritas de cuerpo guapísimo de 18 años
que bailan el baile del vientre… De eso están cansados el rey y todos sus magnates
aduladores. El problema realmente es que,
de pronto, una niña es expuesta como
público espectáculo. Asistimos así al paradigma de un mundo loco, con los valores
totalmente invertidos, un mundo totalmente al revés: un profeta justo en la cárcel, un
rey que le roba la mujer a su hermano, un
tío que se casa con su sobrina, una mujer
que expone a su pequeña ante los ojos
libidinosos de unos poderosos corrompidos por sus bajas pasiones…. ¿Qué
hace una niña bailando en medio de esa
comida de riqueza del mundo, banquete
de injusticia y de pecado?
El hecho de que sea una niña no hace
que el “pecado” sea más pequeño, sino
mucho más grande… Porque es introducir la manipulación de la infancia para
conseguir intereses llenos de maldad; es
el escándalo de los pequeños que son
arrastrados por la locura de los mayores…
pecado monstruoso ante el que hubiera
sido preferible no haber nacido jamás (cf.
Mt 18, 6-7.10). ¿Acaso no hacen esto
mismo algunos de los medios de comunicación social, especialmente la prensa y la
televisión? ¿No manipulan la infancia?
Cuando la niña ha terminado de bailar, Herodes está satisfecho porque ha ofrecido a
sus invitados un espectáculo impensable,
absolutamente inesperado... digno de la
gran Roma (mejor, digno de la depravación
romana). Todos aquellos hombres duros
están admirados: ¡qué niña, qué niña…
qué bonito esto de la niña! El reyezuelo de
provincia se crece con los aplausos de sus
comensales. Y en el estúpido colmo de
su satisfacción, dice a la pequeña: ¿Qué
quieres? Te doy lo que quieras…aunque sea la mitad de mi reino. Así son los
necios: engreídos y fanfarrones, se creen
amos y señores de todo.
La niña, por ser niña precisamente, está
desconcertada frente a semejante oferta.
¿Qué pide?, ¿un juguete?; no sabe qué
pedir porque es una niña y depende de
su mamá. La busca y le dice: -Mamá,
¿qué pido? Una Salomé mayor no se
habría mostrado tan vacilante e indecisa...
antes al contrario, hubiera sacado un
buen partido del generoso ofrecimiento de
Antipas. Y ahora llega lo más escabroso
y espeluznante de la historia: le dice su
madre: -Pídele la cabeza de Juan Bautista.
¡Qué horror! La escena es absolutamente dura. ¿Qué hace una niña pidiendo
públicamente la decapitación injusta de un
justo? Estamos ante el absurdo elevado
al ámbito de lo demoníaco: una niña que
danza para recibir por premio una muerte.
Herodes es una nulidad de persona que
por no desairar a sus comensales cede
ante la macabra petición de una mujer sin
corazón. El día en que debía haber dado
gracias a Dios por el don de la vida (¡era
la fiesta de su cumpleaños!), él la quita y
la ofrece como comida en un banquete
donde los muertos vivientes se alimentan
de terror y siembran la conciencia de obsesiones y fantasmas... pues recordemos
que Herodes, oyendo hablar de Jesús,
llega a creer que se trata de aquél Juan a
quien yo decapité (cf. Mc 6, 14-16).
El educador cristiano a la luz de la
Palabra
El educador cristiano ha de saber que
su misión evangelizadora y su ministerio
educativo se desarrolla en medio de una
sociedad que vive de espaldas a Dios y
que por no escuchar a sus profetas (al
Papa, a los Obispos sucesores de los
Apóstoles, a los presbíteros colaboradores
de los Obispos…) está precipitándose en
caída libre hacia un abismo de inmoralidad. Esta niña no conoció personalmente
a Jesús; pero también en ella hay una
revelación. Por medio de este pasaje descubrimos algo que ha marcado la historia
del ser humano desde sus orígenes: el
mysterium iniquitatis. El misterio del Mal
que acontece también entre los pequeños,
entre los niños, entre los inocentes... Un
mal que puede acampar a sus anchas si
rechazamos a Dios, ignorando su Palabra
e intentando silenciar a quienes hablan en
su nombre.
La historia de la niña Salomé y el cumpleaños del rey Herodes tiene una gran enseñanza que aportarnos: el mal y el pecado,
con todas sus consecuencias, pueden
llegar a precipitarse indiscriminadamente
sobre los pequeños cuando el mundo de
los adultos que los rodea está cerrado a la
voz de Dios.
Con tantos otros pasajes bíblicos hemos
sido confirmados en la importancia de
“llevar los niños al encuentro con Dios,
en la Persona de Jesús” constatando lo
salvífica que resulta esta experiencia. Aquí,
por contraste, somos confirmados en la
misma urgencia a partir de las devastadoras consecuencias que puede producir, en
cambio, la falta de este mismo encuentro.
Sin Dios, sin Jesús, sin la fe, la próxima
generación está abocada a un abismo de
vaciedad y absurdo, un patético sin-sentido del que sólo cabe esperar destrucción
y una cruel manipulación de los inocentes26.
Iniciábamos nuestro comentario aludiendo al contexto literario precedente,
la ubicación del texto en el conjunto del
evangelio de Marcos. Ahora nos preguntamos por el contexto consecuente; ¿qué
episodio sigue a la narración de la muerte
del Bautista?: la primera multiplicación de
los panes (cf. Mc 6, 30-42). La intención
no puede ser más clara: mientras que una
comida, llena de las riquezas de este mundo pero sin Jesús y sin el amigo del novio,
sólo produce muerte, otra comida, hecha
de pobreza y hambre de Dios, con Jesús
y sus amigos (cf. Jn 15, 14-15), produce la
eclosión de la vida, la sobreabundancia de
dones y un alimento que sacia hermanando a todos en el servicio del amor. Según
la versión del IV evangelio, fue un niño
quien ofreció al Señor sus cinco panes
y dos peces para alimentar a la multitud
hambrienta en una tarde de pobres (cf. Jn
6, 1-15); era un niño con Jesús. En Mc 6,
17-29, en cambio, una niña sin Jesús, en
el banquete de riquezas de este mundo,
sólo puede aportar locura y muerte.
26 “Niños comprados, vendidos, alquilados, secuestrados por sectas, sobreutilizados en el cine o la publicidad,
envueltos en las guerras de la posguerra (...) Niñosbomba, niños-correo, niños-esclavos, niños-camellos,
niños-soldados (...) En los burdeles, en la guerrilla urbana y el terrorismo, en las plantaciones de los modernos
esclavos, en las minas y en los campos de refugiados,
estos “ángeles perdidos” son el acta de acusación contra
un mundo cada vez más feroz.”(M. LEGUINECHE, Los
Ángeles Perdidos, Espasa, Madrid, 1996).
NIÑOS EN LA BIBLIA PROFETAS DE LA EDUCACIÓN
017
PONENTES
III Congreso Internacional Educación Católica para el siglo XXI.
La infancia, profecía de la vida.
Una niña que danza para la muerte..., eso
puede ser una infancia sin Jesús.
CONCLUSIÓN
Lo importante es descubrir que en la revelación bíblica Dios nos muestra constantemente su amor preferencial por los niños,
al tiempo que nos enseña a ser cooperadores de la Verdad. Una escuela católica
no podrá prescindir jamás de la luz que
emana de la Palabra de Dios, y deberá
tener ésta como la principal fuente de su
ideario propio y de su proyecto educativo.
En Cristo está el Camino de la Salvación,
la Verdad que nos hace libres y la Vida
verdadera. A Él la gloria por siempre.
A modo de EPÍLOGO
La infancia, profecía de la vida, ha sido
el sugerente y acertadísimo título de este
III Congreso Internacional de Educación
Católica para el siglo XXI, ofrecido por la
Universidad Católica de Valencia “San
Vicente Mártir” y celebrado en la misma
ciudad durante los días del 26 al 28 de
abril de 2010.
Así como el Profeta en la Biblia es aquel
que habla no por cuenta propia sino
enviado por Dios, y no habla una palabra
suya sino Palabra de Dios, afirmar que la
infancia es profecía de la vida, es algo más
que ver en ella un anuncio o preanuncio
de lo que está por venir; significa que cada
niño es una palabra de Dios para la Iglesia
y para el mundo, para toda la sociedad,
para cada familia y cada escuela… una
palabra de Dios para todos. Con los niños,
en los niños y por los niños, Dios mismo
nos dirige su Palabra.
En la Iglesia actual del III milenio, hay una
experiencia concreta y fecunda acerca de
la Infancia como Profecía y de la Profecía
hecha niño. Me estoy refiriendo al Oratorio
de Niños Pequeños (ONP) de las Escuelas
Pías; una realidad donde los niños crecen
en edad, gracia y sabiduría al ritmo de la
Palabra de Dios y experimentando paulatina y progresivamente una identificación
tal con ella que ésta llega a formar parte de
sus pensamientos, sus deseos y sus actitudes. La iniciación a la vida espiritual en los
niños por la Palabra y los Sacramentos, es
el núcleo de esta experiencia realizada con
la pedagogía de la bendición, conducida
por el camino del amor y orientada desde la
espiritualidad de Cristo Buen Pastor.
El ONP lo fundó el Espíritu Santo allá por
el s. XVII; y lo hizo sirviéndose de un sacerdote español que amaba a los niños más
que a su vida: san José de Calasanz. Allí,
en la Roma postridentina y como fruto del
Concilio de su tiempo, para renovar la Iglesia y la sociedad, Dios suscitó las Escuelas
Pías y, con ellas, el Oratorio de los Niños
por medio de lo que entonces se llamó la
Oración Continua. Cuatro siglos después,
otro escolapio (P. Gonzalo María Carbó
Bolta), fiel hijo del santo Calasanz, dócil a
la voz del Espíritu y en obediencia filial a
la Iglesia renovada del Concilio Vaticano
II, que pidió a todos los religiosos la vuelta
al don fundacional, se ha entregado y se
entrega a diario en cuerpo y alma a esta
misión, junto con otros escolapios en comunión. La misión: reproducir en esta generación la belleza pastoral de Jesús-Buen
Pastor, sirviendo –con solicitud paternal y
ternura maternal– de instrumento para que
los niños se encuentren con Jesús y Jesús
con los niños.
Esta experiencia del Oratorio de Niños
Pequeños está arraigada ya en nuestra
muy querida archidiócesis de Valencia
gracias a la confirmación de sus Pastores,
sucesores de los Apóstoles: S.E. el Card.
García Gasco, primero, y actualmente
Mons. D. Carlos Osoro Sierra, Arzobispo
de Valencia, que tanto ama a los niños, así
como sus Obispos auxiliares, siempre han
valorado y han apoyado con su presencia
y cercanía esta labor evangelizadora entre
los más pequeños.
En este Año Sacerdotal damos gracias a
Dios que ha suscitado una Orden como
las Escuelas Pías dedicada de lleno a los
niños y jóvenes. La Virgen María, Madre
de la Iglesia y Madre de las Escuelas Pías,
nos dé Sacerdotes según el corazón de
Dios… ¡Sacerdotes para los niños!
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