Lo profético de Francisco de Asís Lo que Francisco hacía, en cierta medida tiene que ver con la Iglesia en general y se puede ver en la vivencia de San Damián. Desde la cruz se le dice: Francisco, ve, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo (2 C 10). Francisco al principio lo tomó textualmente, y reconstruyó tres diferentes capillas. En realidad, el significado era la renovación de la Iglesia con base en el fundamento que nos legó Jesús y esto lo comprendió Francisco después. El sabía muy bien que su primera tarea consistía en recordarle a la Iglesia el Evangelio y vivir aquellas prioridades que están descritas en él. Su comunidad de hermanos era entonces también una “ecclesiola”, una pequeña iglesia, que se fundó con base en el Nuevo Testamento. Se trataba de un retorno radical al Evangelio. El criticaba los errores e incluso la insignificancia de la Iglesia de ese entonces para la humanidad. El clero y la jerarquía no escuchaban juicios de condena de su boca, pero Francisco y sus hermanos eran testimonios vivientes y hablantes de la esencia más intima de la Iglesia. Esto hace sentir aun más que las palabras, la acusación profética de traición al Evangelio. Esto se hace aun más claro cuando se recuerda que los profetas del Antiguo Testamento eran en su mayoría profetas nómadas y que Jesús y sus apóstoles vivían esa misma existencia nómada. Los distintivos esenciales, tanto de los profetas bíblicos como también los de Francisco eran: vida de pobreza, peregrinar por el mundo, solidaridad con los pobres y los desvalidos y la predicación de la penitencia, como un llamado al arrepentimiento. Francisco no toma como ejemplo la Iglesia primitiva, sino que va más atrás, remontándose al estilo de vida de Jesús y sus apóstoles, o por decirlo de otra manera, al estilo de vida descrito en el Evangelio (cf. Mt 10; Lc 9s.). Por tanto Francisco solamente cumple el deseo del propio Jesús. CCFMC, Lección 5, C 7.1