Parentesco/Parentalidad homosexual y adopción: Apuntes para una

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Parentesco/Parentalidad homosexual y
adopción: Apuntes para una reflexion
Alicia Monserrat Femenía y Mª Teresa Muñoz
I.INTRODUCCIÓN
La posibilidad de adoptar menores por
parejas constituidas por personas del
mismo sexo es ya una realidad jurídica, lo
que más allá del compromiso legal que nos
ate a ello, supone para nosotros –
profesionales de la adopción- un nuevo
elemento de reflexión sobre esta nueva
forma de constituirse en familia. Asistimos
en la actualidad a la proliferación de
nuevos modelos de constelaciones
familiares que no encajan con el modelo –
llamémosle clásico o tradicional- de la
familia constituida por padre, madre e hijos
nacidos del encuentro sexual de aquellos.
Hablamos de las familias mixtas, la
constituida tras una separación o divorcio
con posterior emparejamiento e
incorporación de hijos de cada uno de los
miembros de la nueva pareja, que
proceden de la anterior e incluso
anteriores. Es una familia “reconstituida”
sobre el modelo de la primera.
La familia adoptiva, bien conocida por
todos los presentes, en donde –podríamos
decir- que se establece un “vínculo de
derecho” que legitima socialmente la
relación afectiva establecida con un menor
que pasa a ser un hijo de pleno derecho
aún cuando no haya relación cosanguínea, dado que no ha sido
engendrado por quien, impulsado por su
deseo de parentalidad, se ha constituido
en padre o madre de ese niño o niña.
También están las familias de acogida en
donde unos padres con o sin hijos propios,
acogen en su hogar y ejercen funciones
parentales con unos niños en situación de
desamparo respecto a sus propios padres,
pero en donde éstos últimos –salvo casos
de abandono total- no van a perder nunca
ni su condición de padres legítimos, ni sus
“derechos” sobre los hijos que han
engendrado, aunque no hayan sido ellos
los responsables de su cuidado y
educación.
En principio, una pareja homosexual podría
configurar una familia enmarcada en
cualquiera de estos modelos, y también,
según una nueva y peculiar forma a la que
nos ha llevado el imparable avance de la
tecnología, que sería la de engendrar hijos
propios –biológicamente hablandofecundándose por un varón (en caso de
lesbiana) o mediante un útero prestado o
de alquiler (en caso de varones
homosexuales).
La familia homosexual, específicamente,
podría configurarse también mediante el
sistema de co-parentalidad, en el que gays
y lesbianas que viven solos o en pareja se
ponen de acuerdo para tener un hijo que
se criará entre las dos unidades familiares,
la primera exclusivamente femenina y la
otra, exclusivamente masculina, y en la
que la pareja parental y conyugal no
coinciden nunca.
La experiencia francesa en lo que ha sido
publicado respecto a este tipo de
configuración familiar, ha resultado ser
complicada y compleja y es el tipo de
familia que ha supuesto más problemas a
la hora de llevarla a la práctica.
Todos estos modelos de familias en
función de la diferenciación de parejas ya
figuran en los libros de texto escolares, lo
Parentesco/Parentalidad homosexual y adopción: Apuntes para una reflexion
que significa que socialmente se considera
normalizada esta multiplicidad familiar.
Vemos pues, que palabras y conceptos
claves, como pueden ser: padre, madre,
función (paterna..materna..) no siempre
están asignadas a las mismas
representaciones de lugares familiares.
¿Las palabras padre-madre y masculinofemenino, fundamentan irrevocablemente
la construcción del grupo familiar?, parece
que las nuevas realidades sociales dicen
que no, pero esta sería una pregunta
básica a la que un psicoanalista tendría
que acercarse y tratar de encontrar una
respuesta, desde el supuesto de que la
sexualidad humana, que no la instintiva es
una construcción psíquica que se hace y
se construye, no se nace con ella.
La familia homosexual puede constituirse
con:
•
•
•
•
Pareja homosexual de hombres con
hijo varón
Pareja homosexual de hombres con
hija
Pareja homosexual de mujeres con hijo
varón
Pareja homosexual de mujeres con hija
Y también cualquiera de esas
combinaciones con varios hermanos, es
decir familias de niños y niñas. ¿Son
equivalentes estos grupos familiares? ¿es
decir, es lo mismo para una niña que para
un niño, tener “dos madres”? ¿y “dos
padres”?
Consideraremos el parentesco como lo
que remite a una posición en la estructura
familiar: la del padre, la de la madre, etc.;
la parentalidad, es, por su parte, lo que
corresponde al ejercicio de la función
intrínseca a la posición de parentesco: la
función de criar, educar.... y de estas
funciones pueden encargarse tanto los
padres como otras personas.
La adopción supone establecer una
filiación social que da sentimientos de
hijo/a a quien no los tenía y,
recíprocamente, también sentimiento de
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padres a unos adultos que no han
engendrado hiijos. Hablamos de filiación
pero no de engendramiento, aunque la
pareja adoptante heterosexual duplica el
esquema de la pareja procreadora y casi
siempre ha intentado ser también una
pareja engendradora de hijos.
La pareja adoptante homosexual,
necesariamente se constituye
exclusivamente sobre la filiación, y nos
preguntamos qué tipo de fantasías podría
darse en una pareja homosexual en
relación con el engendramiento ¿es lo
mismo que en la parejas heterosexuales, o
tendría otros matices? Parece un aspecto
importante a considerar de cara a una
idoneidad (documento legal imprescindible
para adoptar). En la mayoría de las
historias de adopción se entrecruzan la
historia de unos padres que desean
fervientemente tener un hijo y no han
podido engendrarlo. ¿Qué pasa y cómo
significamos este deseo en las parejas
homosexuales? La nueva legislación
equipara e iguala cualquiera que sea la
constitución de la pareja para poder
acceder a la paternidad, en este caso,
adoptiva.
En el cuestionamiento de cada
sujeto, imprescindible para la
estructuración de su psiquismo, el
interrogante ¿qué quiere mi madre
de mí? en el niño adoptado se
transforma en ¿qué es lo que no
quiso de mí? De esta manera
queda marcado anticipadamente el
no deseo como constitutivo, lo que
en muchos niños se muestra como
un dolor destructivo sobre sí
mismos ante ese progenitor que no
puede representarse. (Quinodoz,
1987; R. Grinberg y M. Valcarce,
2004).
Nos preguntamos si será lo mismo el
proceso de la adopción como lo venimos
haciendo o lo tendremos que pensar de
otra manera en función de esta variable de
la orientación sexual.
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Alicia Monserrat Femenía y Mª Teresa Muñoz Guillén
Del lado de los padres, todo nacimiento
moviliza a ambos, ya que todo niño
queda remitido a la mujer como madre
Para el padre, el interrogante sería:
¿qué es ser un padre? y ¿en qué lugar
del deseo, el padre sitúa a la madre
como mujer? En cuanto a lo que
pertenece estrictamente al terreno del
deseo de hijo, cabe diferenciar a la
pareja que venga con mandatos y
presiones familiares o sociales, de
aquella que desea el esclarecimiento de
su realidad, de su especificidad.
Entramos así en el ámbito de la
singularidad, de lo que cada uno desea
sin imposiciones familiares, sociales o
culturales.
La incógnita sobre lo que el niño trae
como carga hereditaria puede
transformarse en una incertidumbre que
enfrenta a los padres adoptivos con un
crudo develamiento del fantasma del
origen del niño: es desde ahí desde
donde verán, descifrarán y entenderán.
Por el lado de la madre, se plantea la
posibilidad de caer en la trampa de no
dejar que el niño se separe de ella. Por
el lado del padre, al confundir
fecundidad con virilidad, existe la
posibilidad de que falle en su función de
enunciación de la Ley, garantía para
que el niño pueda separarse y no
sucumbir al avasallamiento materno.
II
Como sabemos, la homosexualidad ya fue
retirada como patología por la Asociación
de Psiquiatría Americana en 1973 y la
Organización Mundial de la Salud ratificó
esta decisión en 1974. No nos planteamos
–ni mucho menos- seguir sosteniendo
postulados desechados, pero es complejo
el tema que abordamos porque no cabe
hablar de homosexualidad sin matices.
Sabemos que hay estudios empíricos –
ampliamente difundidos- que dicen
demostrar que es indiferente cómo sea la
constitución familiar, homo o heterosexual,
para que los niños alcancen un desarrollo
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sano y ajustado. El más difundido en el
entorno de la Psicología es el llevado a
cabo por la profesora González et al. y
respaldado por el Colegio de Psicólogos de
Madrid. Este estudio es tajante en sus
conclusiones sobre que “los hijos o hijas de
progenitores homosexuales tienen las
mismas condiciones de salud, ajuste y
desarrollo que quienes viven con
progenitores heterosexuales; han abogado
por el matrimonio ente gays y lesbianas, a
quienes consideran tan capaces como los
heterosexuales de construir contextos
sanos y promotores del desarrollo, al
tiempo que se han pronunciado a favor de
la parentalidad compartida de los niños y
niñas que viven con estas parejas,
remarcando la seguridad en todos los
planos de la vida que les aporta el
reconocimiento legal de su relación con
ambos progenitores. En España, el Colegio
Oficial de Psicólogos de Madrid se ha
pronunciado para hacer constar, en la
misma línea, que los niños y niñas que
crecen con progenitores homosexuales no
presentan más problemas que quienes
conviven con heterosexuales” (Infocop, nº
24, pág. 17)
Este estudio al que nos referimos, como
vemos, habla en todo momento de
progenitores y se trata de niños habidos de
uniones heterosexuales anteriores, es
decir, son hijos biológicos de ese padre o
esa madre homosexual; no son niños
adoptados.
No todos los trabajos publicados sobre el
tema son coincidentes. En “Algunas
reflexiones críticas en torno a la
homoparentalidad” publicado en “Infancia
y Apredizaje” nº 27/3 2004, nosotras
mismas planteamos algunas críticas sobre
las características metodológicas
empleadas para el estudio que
consideramos cuestionables, por ej. el uso
de escalas y encuestas para valorar
aspectos complejos del desarrollo
psicológico, o las características de los
participantes en el estudio, así como
algunas reflexiones conceptuales. Entre
estas últimas, se cuestionan de manera
especial algunos de los conceptos que se
manejan en el trabajo experimental
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Parentesco/Parentalidad homosexual y adopción: Apuntes para una reflexion
referidos a aspectos básicos de la
personalidad, tales como el no referirse al
proceso de adquisición de la identidad, un
asunto, a nuestro entender, crucial
cuando hablamos de la constitución
psíquica del sujeto.
La revista INFOCOP, editada y distribuida
por el Consejo General de Colegios
Oficiales de Psicólogos, en su nº 24 de
julio-septiembre de 2005 dedicado
monográficamente al tema “Adopción
Homoparental” da cuenta de la declaración
de principios, de que los psicólogos de
toda España respaldan la adopción de
niños por parte de parejas homosexuales.
Ese es también el titular de un reportaje de
un diario de Granada -ciudad que acogió la
celebración del último Congreso Europeo
de Psicología- a propósito del tema que
nos ocupa. Pero también dice el titular,
reproducido en la revista mencionada en
su página 44, que “las consecuencias de
esta realidad se podrán analizar dentro de,
al menos, quince años”. Si los propios
profesionales consideramos necesario ese
margen de tiempo para valorar las posibles
consecuencias, ¿podemos informar
favorablemente sobre un acontecimiento
del que nosotros mismos decimos carecer
de elementos fiables antes de que pase un
tiempo tan prolongado?
Mercedes Valcarce dice que “para su
desarrollo el niño necesita un sentimiento
de identidad muy firme, y eso lo da un
figura masculina y femenina sólidas", y que
“el homosexual tiene una identidad lábil.
Quiere un relación en espejo, busca una
continuidad de sí mismo. Y eso no
contribuye a un desarrollo ajustado del
niño, para que pueda crecer como persona
armónica e independiente, los hijos de este
tipo de parejas van a sufrir un complejo
proceso en la constitución de su
identidad sexual”. "Todo niño adoptable
ya tiene tiene problemas porque ha sido
rechazado por los padres biológicos, es un
mal punto de partida. Por eso, necesita
padres en unas condiciones excelentes",
concluye Valcarce.
El psiquiatra infantil José Luis Pedreira, en
su calidad de Presidente de la Sección de
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Psiquiatría Infantil de la Asociación
Española de Pediatría, por el contrario,
mantiene que los estudios realizados en
distintos países, aportan resultados
favorables de cara a este tipo de adopción.
Una de estas coincidencias señala que "El
desarrollo psico-social de los niños
adoptados y criados en familias
homoparentales adquiere niveles
cognitivos, de habilidades y competencias
sociales, de relación con otros chicos y
personas adultas y de identidad sexual,
que son totalmente equiparables con los
de los niños que se educan y desarrollan
en familias de corte heterosexual
convencional, ésta es la evidencia
científica basada en pruebas. Lo demás
son creencias, y por lo tanto, con escaso
poder de datos contrastables, donde prima
el juicio a priori y está ausente el análisis
científico. Si no lo creen que no lo crean,
pero que no lo impongan al conjunto de la
sociedad. ¿Qué es más bonito, que
permitir que se pueda hacer de una forma
normalizada y no marginal? Es mejor, ya
que las situaciones marginales son
peligrosas y la visibilidad permite aclarar
las cosas". No dudamos de esta última
afirmación, no obstante esta exposición la
entendemos como un dato sociológico
pero que no aclara nada a nivel de
organización psíquica profunda.
III
Planteamos si se puede pensar que no se
den los mismos problemas y conflictos en
las parejas de hombres homosexuales que
los que se dan en las de mujeres
homosexuales. Cada una de estas
situaciones nos remite al marco que lo
engloba: la sexualidad del hombre y la
sexualidad de la mujer. La homosexualidad
femenina, por ejemplo, plantea problemas
más complejos que la masculina si
atendemos a la primera relación madre-hija
–que ha venido en llamarse
homosexualidad primaria,
independientemente de que la niña
evolucione hacia una sexualidad homo o
heterosexual- y esa primera relación
madre-hija deja una carga muy profunda
en la niña.
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Es amplia la literatura en la línea de
interpretar la homosexualidad femenina
como la derivación en la edad adulta de un
conflicto, resultado de una relación fusional
con la madre no resuelto. Así, la mujer
homosexual, lo que podría estar haciendo
es llevar al acto la relación madre-hija en
su posterior relación de pareja adulta.
Tampoco pensamos que haya el mismo
soporte psíquico en todos los procesos de
elección de Objeto, y hacemos nuestra la
definición de Objeto que aportan R.
Grinberg y M. Valcarce de que Objeto es
aquello hacia lo que se dirige la acción o el
deseo; lo que necesita el sujeto para
conseguir una satisfacción instintiva;
aquello con lo que el sujeto establece una
relación interna significativa. En el tema de
reflexión que nos ocupa, el Objeto es
especular, no diferenciado del sujeto. En la
homosexualidad la identidad del yo y otras
funciones yoicas pueden ser difusas.
En el momento social que vivimos, la
homosexualidad se presenta como una
opción sexual derivada del azar por el que
la naturaleza constituyó a esa niña o ese
niño que evolucionó a un adulto
homosexual. La idea de que la
homosexualidad pudiera tener origen en
las vicisitudes de las relaciones primarias
en la infancia, es rechazada por el
colectivo homosexual por lo que tiene de
subjetivo y de implicación en un conflicto
con las figuras paternas, lo que obligaría a
reconocer un fundamento subjetivo en la
constitución de la homosexualidad. Según
A. Green, “la única explicación que
satisface (a los homosexuales) es la de
una variación natural que los hizo de esta
manera como pudo haberlos hecho de
otra. Azar objetivo. Si lo quiso la
naturaleza, sólo hay que dejarlos en paz.
De ahí también –respuesta a la
culpabilidad que querrían inculcarles los
heterosexuales- la reivindicación del
orgullo de ser homosexual. Hay que
entender este orgullo como afirmación de
una libertad total frente a cualquier secuela
de la infancia y como rechazo de una
explicación de la censura a elecciones de
objeto heterosexual; es decir, en esta caso,
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incestuoso”. (Las cadenas de Eros. A.
Green)
El colectivo homosexual, tan injusta e
hipócritamente perseguido por las
sociedades bienpensantes, ha conquistado
un espacio social que se le había negado,
pero ahora bien puede parecer que haya
una tendencia a recuperar o a adquirir lo
vetado apresuradamente, sin el necesario
proceso de asimilación y elaboración.
La adopción, como sabemos, sufre
dificultades específicas y el niño adoptado
viene lastrado con un “agujero en su
identidad” que los nuevos padres han de
procurar llenar de elementos
organizadores que le permitan adquirir o
recomponer una identidad dañada, quizás
fundamentalmente en lo que se refiere al
vínculo con lo social, esto es, el que le
hace preguntarse por su pertenencia ¿a
qué padres pertenezco? ¿cual es mi
familia, mi grupo?
Los padres biológicos (progenitores)
ocupan un lugar en el imaginario del niño,
forman parte de sus orígenes y pueden
hacerse presentes en sus fantasías
inconscientes infantiles. Obviamente son
una pareja heterosexual con sexos
distintos y diferenciados. Tanto lo
masculino como lo femenino tienen que
estar presente desde el comienzo de la
vida para que el niño y la niña puedan ir
haciendo su camino hacia la adquisición de
un sentimiento profundo de identidad, lo
más sólido posible, sentimiento que se
basa en la capacidad de poder identificarse
con el propio sexo biológico. Es la figura
paterna (biológica o no) la que ofrece una
identificación masculina y es la figura
materna (biológica o no) la que debe
ofrecer una identificación femenina y
ambas, suficientemente sólidas.
La identidad es frágil y lábil en la infancia y
la adolescencia, no se adquiere en un
golpe de madurez sino que es el resultado
de un proceso de adquisiciones y
renuncias. Entre estas últimas está la
renuncia a la bisexualidad infantil, la toma
de conciencia de que poseer un sexo
significa carecer del otro, y por lo tanto
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Parentesco/Parentalidad homosexual y adopción: Apuntes para una reflexion
renunciar a su posesión. Creemos que
elaborar la angustia de castración derivada
de la constatación de la diferencia de
sexos, es necesaria para la adquisición y el
acceso a una identidad sexual adulta.
La pareja homosexual presenta
peculiaridades específicas en la línea de
que hay una elección del mismo sexo
vivido de forma complementaria, y rechazo
del otro sexo como objeto de deseo sexual.
Nos preguntamos cómo puede incidir esta
circunstancia en la transmisión a los hijos
de los elementos que necesitan para la
construcción de su propia identidad, ya sea
ésta masculina o femenina.
El niño adoptado, a diferencia del niño no
adoptado, ha de integrar en su mundo
interno dos parejas de padres ( los
abandonantes y los adoptantes), no
dudamos de que los “verdaderos padres”
son los padres adoptivos; porque es con
ellos con los que el niño va a atravesar el
conflicto edípico en el que se va a
organizar como persona; con ellos tendrá
que hacer la renuncia a la bisexualidad
infantil; con ellos tendrá que vivir los
deseos sexuales prohibidos; y con ellos
tendrá que hacer las identificaciones
masculinas y femeninas que le permitirán
incorporar su rol sexual. ¿Es posible hacer
esto cuando en la pareja parental real no
hay duplicidad sexual diferenciada?
Es deseable, aunque no imprescindible,
que pudiera darse la presencia conjunta de
ambas identidades en el entorno familiar
del niño. Muchos niños y niñas se crían y
crecen con un solo padre o madre y su
desarrollo puede ser tan sano –si se
cumplen ciertas circunstancias- como el de
cualquier niño, por eso decimos que no es
imprescindible la presencia de dos figuras
(masculina y femenina), si el adulto –ya
sea éste hombre o mujer- tiene bien
elaborada su bisexualidad psíquica.
El narcisismo de un niño adoptado está
muy dañado en razón de la herida que
supone saberse sin el suficiente valor
como para haber sido conservado por sus
progenitores. La reconstrucción de ese
narcisismo, necesario para la preservación
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de la vida, se amalgama con deseo y amor
y eso lo puede dar una pareja homosexual,
pero en la adopción hay que buscar la
integración del niño, en un núcleo familiar
que no añada en sí mismo, elementos de
conflicto a los que ya es portador el niño
por su situación de carencia y abandono.
Hay que recordar e insistir en que estamos
reflexionando sobre niños entregados en
adopción. Este encuentro de profesionales
no está preguntándose por la crianza de
niños en hogares homosexuales con
padres o madres biológicos que los han
querido, por lo que son niños sin el trauma
psíquico inicial del rechazo o la pérdida
traumática de los padres. Estamos
preguntándonos sobre la crianza de niños
adoptados con las especiales
particularidades que esto conlleva.
Elegir la adopción es un salto cualitativo en
la constitución de una familia; en el punto
crucial de la paternidad; depende de cuál
sea el saber hacer que tengan los padres
con ese plus de significado "adopción", el
que éste, sea o no, una carga para el niño
que va a heredarlo, o que sea o no, un
punto de fijación obligado.
La adopción puede hacer emerger la
división entre sexualidad y paternidad con
mayor carga de conflicto, eludiendo la
pregunta acerca de quien es esa mujer que
no es genitora, y eludiendo el interrogante
que enfrenta a todo sujeto con el misterio
de sus orígenes, con el no saber sobre la
sexualidad.
Allí los padres adoptivos tienen que
hacerse cargo de esa escena en la que
ellos no estuvieron. Esto, según cómo lo
elabore la familia, es un elemento clave. Es
el momento en el cual se nombran como
familia adoptante, que es diferente a la
familia biológica. Y si ellos pueden
nombrarse como familia adoptiva, pueden
aceptar la diferencia. El relato permite
marcar en esa familia nuevas
“resignificaciones”.
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A manera de conclusión:
Nuestro aporte será incluir esta
preocupación, abierta a discusión y al
entendimiento entre nosotros, colegas
psicoanalistas. Para nosotros el tema
crucial es el tema de la identidad, que tiene
poco que ver con “los roles de género”. Es
decir, un hombre puede tener una
identificación adecuada con su sexo
masculino y repartirse las tareas
domésticas entre él y su mujer sin que ello
signifique un cuestionamiento de su propia
identidad (rol de género, atribuido durante
siglos a las mujeres). Seguramente, sería
excesivo extendernos aquí en el papel
esencial que juegan las identificaciones
con el propio sexo biológico, en el logro de
un desarrollo evolutivo armonioso.
Tenemos suficiente y variada clínica en la
que hemos llevado a cabo procesos
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terapéuticos profundos y largos -como
para afirmar, que las personalidades
frágiles se asientan en identificaciones
lábiles y que son éstas las que pueden dar
lugar , entre otras cosas, a actitudes
arrogantes y narcisistas, así como a la
violencia, aunque -a veces- ésta pueda
quedar enmascarada en dulzura
exagerada.
Reiteramos que, dada la importancia del
tema, lo que importaría sería seguir
profundizando en ello seriamente, con
puntos de vista teóricos y metodológicos
rigurosos, sin llegar a conclusiones
precipitadas, que pueden tener
consecuencias desastrosas. Todo esto,
más allá de cuales sean las legislaciones
que regulen estos procesos.
Alicia Monserrat Femenía
Mª Teresa Muñoz Guillén
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