lo mejor es que nos olvidemos - Universidad Nacional de Colombia

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lo mejor es que nos olvidemos
la penúltima venganza
Nathaly Rubio Castaño
Lo mejor es que nos olvidemos
La penúltima venganza
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
Facultad de Arte y Arquitectura
Maestría Interdisciplinar de Teatro y Artes Vivas
Bogotá D.C.
Julio de 2013
Nathaly Rubio Castaño
Lo mejor es que nos olvidemos
La penúltima venganza
Trabajo de grado presentado por Nathaly Rubio
Castaño, bajo la dirección de Adriana María
Urrea Restrepo como requisito parcial para optar
al título de Magister en Teatro y Artes Vivas
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
Facultad de Arte y Arquitectura
Maestría Interdisciplinar de Teatro y Artes Vivas
Bogotá D.C.
Julio de 2013
Índice
Glosario
9
Símbolos musicales 10
Todos los sonidos, uno solo: El enmudecimeinto 12
Silenzio
Réplicas
Vibrato Ritornello Glissando Ritornello Bravura 18
19
24
26
45
Citas
Ridicolosamente 20
Vibrato
35
Allargando 38
Affrettando 43
Bravura 45
Marcas
Capriccioso 22
A bene placito
41
Agitato 47
Intentos de recontrucción
Gemendo 28
Ridicolosamente 29
Encore 48
Dedicatoria 51
Agradecimientos 52
Bibliografía 53
Glosario
Terminología musical usada en este texto
Indicaciones al intérprete
A bene placito: a voluntad del ejecutante.
Adagio: despacio.
Affrettando: apresurándose, más rápido.
Agitato: agitado.
Allargando: alargando, cada vez un poco más lento.
Bravura: como con bravura, con valentía.
Capriccioso: caprichosamente, impredecible, volátil.
Con anima: con sentimiento.
Encore: otra vez; es decir, se interpreta el pasaje otra vez.
Gemendo: gimiendo.
Glissando: deslizamiento continuo.
Ridicolosamente: humorística, errada, vagamente.
Ritornello: un pasaje recurrente.
Silenzio: silencio; es decir, sin resonancias.
Velocissimo: tan rápido como sea posible.
9
Símbolos musicales
10
!Que salgan las bestias, uhh!
Ahí vienen Cocolí y Manuelito
tú que decías,
que ya no servía,
oye tú que decías,
que ya no salía,
ahora mismito mi amigo
yo te vengo a saludar,
escucha, escucha,
oye sonar las trompetas,
oye los cueros sonar…
Sonido bestial
Richie Rey y Bobby Cruz
11
Todos los sonidos, uno solo: el enmudecimiento
Silenzio
Requerimiento: escribir un recuerdo sonoro impactante.
El cuerpo recordó primero,en estremecimiento,luego la imagen.
Este texto nudo que se reescribió sobre sí mismo
12
Este fue el texto más fiel a la sensación: un texto
Odradek1. Leído en otras voces con dificultad… sílabas,
vocales, consonantes, aires, gritos, onomatopeyas.
1 Odradek es esa criatura de figura inclasificable presentada en el cuento titulado “Las preocupaciones de un
padre de familia” que a continuación se cita:
“Algunos dicen que la palabra «odradek» precede del esloveno, y sobre esta base tratan de establecer su etimología.
Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna influencia del esloveno. Pero la incertidumbre de
ambos supuestos despierta la sospecha de que ninguno de los dos sea correcto, sobre todo porque no ayudan
a determinar el sentido de esa palabra.
Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si no fuera porque existe realmente un ser
llamado Odradek. A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. Parece
cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o
apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño palito, al
que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este último, por un lado, y con una especie de prolongación
que tiene uno de los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.
Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo atrás, una figura más razonable y que ahora está
rota. Pero este no parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún indicio de ello; en ninguna parte se ven
huellas de añadidos o de puntas de rotura que pudieran darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es
absurdo, parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek es muy movedizo y no se
deja atrapar.
Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver
durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve a la nuestra. A veces, cuando
uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No
se le hacen preguntas difíciles, desde luego, porque, como es tan pequeño, uno lo trata como si fuera un niño.
-¿Cómo te llamas? -le pregunto.
-Odradek -me contesta.
-¿Y dónde vives?
-Domicilio indeterminado -dice y se ríe.
Es una risa como la que se podría producir si no se tuvieran pulmones. Suena como el crujido de hojas secas,
y con ella suele concluir la conversación. A veces ni siquiera contesta y permanece tan callado como la madera
de la que parece hecho.
En vano me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que muere debe haber tenido alguna razón
be ser, alguna clase de actividad que lo ha desgastado. Y éste no es el caso de Odradek. ¿Acaso rodará algún día
por la escalera, arrastrando unos hilos ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No parece que haga
mal a nadie; pero casi me resulta dolorosa la idea de que me pueda sobrevivir.”.
13
Tal vez por ser impronunciables se hilaban unos sonidos
con otros, como si fueran una frase completa, como si el
cerebro obligara a pensar en varias frases yuxtapuestas
e intentara hilar una con otra, no una encima de otra.
Pero no. El sonido era mucho más seco, con ecos,
zigzagueos, más concreto. Yo misma no podría
pronunciarlo. Era un sonido irrepetible.
Desistieron de leerlo. Optaron entonces por recrearlo.
Ahí se hizo más evidente la dificultad, la imposibilidad,
era irrepetible.
Movían sillas, imitaban perros, hacían crujidos, me
gritaban cerca, golpes en el piso… Nada lograba
impactar, nada lograba que desapareciera la sensación
del sonido nudo.
Era un sonido en el límite, que hacía eco en el
timpanooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Definición de tímpano en wikipedia:
El tímpano es una membrana elástica, semitransparente y un poco cónica que comunica el canal
auditivo externo con el oído medio.
El tímpano o la membrana timpánica es muy fina, mide aproximadamente de 9 a 10 mm de
diámetro, cubierta por piel delgada en su cara externa y por mucosa del oído medio en su cara
interna. Posee una depresión (concavidad hacia el canal auditivo externo) dada por el proceso
lateral del hueso martillo que se inserta en la membrana timpánica.
14
Esta se mueve como consecuencia de las vibraciones del aire que llega a través del canal auditivo
externo. Los movimientos de la membrana timpánica se transmiten al oído medio por medio del
movimiento de los huesos del oído medio. (Wikipedia, Mayo 2012).
Pero la sensación del sonido que yo recordaba era
timbal : golpe.
La palabra Timbal deriva de un cruce entre raíces latinas y árabes:
Por un lado,”Tímpano” que proviene del latín “tympanum”, basado en la raíz griega τύπω
(“tumpo”, golpear ) que produce τύμπανον (túmpanum).
Del lado árabe, la raíz “ at-tabol” (redoblar, tocar el tambor), llevó a “atabal”, (tambor, en
castellano “atambor”), que por cruce con timpano y pérdida de la primera vocal culmina en timbal
. (Wikipedia, Mayo 2012).
15
Imágenessonidosyuxtapuestos los tímpanostimbales a
reventar, zumbando, sonando, vibrando en un movimiento
continuo de la membrana del tímpano que el cuerpo
recuerda… Un cuerpo que se recuerda tímpano y se
entrega al timbal…
Pero las palabras del texto nudo fueron:
Nudo superior:
Un prefacio de 13 segundos, prefacio de catástrofe,
prefacio de realidad.
Nudo inferior: la realidad
Era el 25 de enero de 1999 en Armenia, Quidío, pasado el medio día. Ella hacía
una ensalada mientras miraba televisión en el primer piso de la casa –que era de
dos plantas– Él, la otra y yo, veíamos televisión en la planta alta, discutíamos por el
turno de la ducha cuando el mundo decidió darnos un golpe.
16
Las bestias tocaron sus timbales desde dentro de la tierra, desde el centro, y sus
redobles resonaron en toda la membrana superficial de la tierra que habitábamos
en ese momento.
El timbal mismo de la tierra nos hacía vibrar sin goce su sonido era bestial. Pero,
torpes, intentábamos correr. Imposible danzar el son de la tierra.
Solo nuestra humanidad, ahí expuesta, con nuestros más profundos deseos
desplazados por la necesidad de sobrevivir, la animalidad… La vida nuda1. Era el
prefacio a nuestro encuentro con la humanidad desprovista de cualquier intención
diferente a la de sobrevivir.
Las réplicas del movimiento bestial de la tierra, del terremoto, se sucedían: Temblores
de diversas intensidades, a diferentes horas y días. Cuerpos en llanto, gritos y crujidos,
rugidos, alaridos, aullidos, clamores, gemidos, gemidos, gemidos …
1 Este concepto –que hoy se presenta con las características de una noción científica– es, en realidad, un
concepto político secularizado. (Desde un punto de vista estrictamente científico, el concepto de vida no tiene
sentido alguno: “las discusiones sobre el significado real de las palabras vida y muerte –escribe Medawar– son
índices, en biología, de una conversación de nivel bajo. Tales palabras no tienen ningún significado intrínseco,
por lo que éste no puede ser clarificado por un estudio mas atento y profundo”.)
De ahí la función decisiva, aunque con frecuencia inadvertida, de la ideología medico-científica en el sistema de
poder y el uso creciente de pseudoconceptos científicos con finalidades de control político: la propia separación
de la nuda vida, que el soberano podía llevar a efecto en ciertas circunstancias a partir de las formas de vida, se
realiza ahora de forma cotidiana y masiva por medio de las representaciones pseudocientíficas del cuerpo, de la
enfermedad y de la salud, y de la “medicalización” de esferas cada vez mas amplias de la vida y de la imaginación
individual. La vida biológica, forma secularizada de la nuda vida, que tiene en común con esta la indecibilidad
y la impenetrabilidad, constituye así literalmente las formas de vida reales en formas de supervivencia en cuyo
seno se aloja inadvertidamente como oscura amenaza que puede actualizarse repentinamente en la violencia,
el extrañamiento, la enfermedad o el accidente. Es el soberano invisible que nos contempla tras las estúpidas
máscaras de los poderosos que, consciente o inconscientemente, nos gobiernan en su nombre. (Agamben,
2010, 17).
17
Desde entonces todo en mi vida ha sido réplica de ese sonido bestial y, secuela
del enmudecimiento que ese sonido estremecedor inscribió en multitud de
cuerpos sobrevivientes.
Sin embargo, ahora entiendo que ese sonido bestial y mudo nos era familiar:
era el vínculo familiar que unía a mi familia. Y yo, era el tímpano, membrana
temblorosa, cuerda en vibración. Cuerpo tímpano que sostiene golpes timbales,
que danza y vibra. Mi cuerpo se convirtió en campo de batalla o terreno baldío,
el de las réplicas…
Vibrato
réplica
Con el cumpleaños 18 llega el requerimiento de tramitar la cédula de ciudadanía,
tramite que exige una prueba del RH.
La enfermera me tomó una muestra de sangre del dedo corazón, con los resultados
en la mano dijo que debía repetir la prueba para corroborar, que parecía que mi
sangre era de tipo negativa y como esa es sangre escasa debía cerciorarse. Cuando
tenía los segundos resultados pegó un alarido: ¡Tienes sangre de reina! Ella dijo que
debía llenar unos documentos, que el gobierno tenía un banco de posibles donantes
para las negativas sangres escasas. Ella diligenciaba un formato, yo proporcionaba
información, preguntó cuál de mis padres era de sangre negativa, respondí que los
dos eran muy positivos. Ella sonrió y me dijo que no era posible, la sangre negativa es
muy difícil de tener y se hereda directamente de los padres, así que si ellos dos eran
tan positivos como yo afirmaba, debía buscar a mis padres, mi procedencia negativa.
18
Surgió mi secreto ficción.
Ritornello
réplica
réplica
Me sacudo y renuncio. Me voy de esa tierra movida, movediza. Me fui de Armenia,
“la ciudad milagro” como la llaman sus habitantes. Dejé a mi familia allí, suspendida
en una nube. Los recuerdo diciendo: “adiós, regresa pronto”... Llegué a la “ciudad
de la eterna primavera” o al “valle de lágrimas”, como le dice una amiga al valle
de Aburrá, extenso territorio, rodeado de montañas que contienen a Medellín,
epicentro de esta, de la próxima réplica… Rumba de timbales.
Todas las vías, todos los procedimientos de
conocer son válidos: racionamiento, intuición,
repugnancia, entusiasmo, gemido. Una visión
del mundo articulada en conceptos no es más
legítima que otra surgida de las lágrimas:
argumentos y suspiros son modalidades
igualmente concluyentes e igualmente nulas.
E. M. Cioran, Breviario de podredumbre
19
Ridicolosamente
cita
Siete años habían transcurrido en Medellín cuando el teléfono replicó. Mi
cuerpotímpano se estremeció cuando mi compañera dijo: es para vos. Atendí y
escuché la agudísima voz de una molesta mujer que pronunciaba mi nombre y mi
apellido. Supe que no era ningún amigo, me parecía más bien que iba a venderme
un seguro de esos funerales que incluyen familiares como beneficiarios o a
ofrecerme una tarjeta de crédito o a cobrar algo… Tuve el impulso de responderle
inmediatamente y tratar de deshacerme rápidamente de la conversación, como se
hace con los testigos de jehová que tocan a la puerta los domingos a primerísima
hora y tratar de deshacerme rápidamente de la conversación. Lo siguiente que
dijo fue: la llamamos de su EPS, tenemos los resultados de sus exámenes, por
favor “venga acompañada”. Sentí arrepentimiento por no haber escapado ágilmente
a esa llamada.
Al día siguiente fui a recoger los exámenes. No me entregaron nada, Creo que la
misma voz aguda de la llamada me dijo: El laboratorio atiende solo hasta las 9:30
de la mañana, venga después, y aunque ella estaba sentada detrás de un mostrador y
yo parada en frente, pude sentir, y casi escuchar que cerraba una puerta, seca, solo
con su mirada.
A la semana siguiente, volví, ¿Que podían decirme? Claramente ignoraba el poder
paralizante de las palabras.
20
Hablaban voces, pero nadie me miraba a la cara.
– ¿Nombre completo?
Con los exámenes en la mano, la mujer me miró, no me había mirado desde que entré.
– ¿Viene sola?
Respondí, sí.
Espéreme un momento. Volvió al cabo de pocos minutos y me dijo:
– Sus exámenes se los entregan en acompañamiento psicológico.
En ese momento volví a sentir la extrañeza de la llamada. En el segundo piso había
una puerta pequeñita, baja, angosta, blanca, con un letrero impreso en letras verdes,
pegado contra la puerta con contac transparente, parecía que se había mojado el
papel y la tinta estaba corrida, pero se leía, “Acompañamiento psicológico”. Toqué
a la puerta y una voz dijo, siga.
Adentro todo era distinto, parecía otro lugar que no concordaba con el letrero, ni
con el recorrido para llegar hasta ahí. La psicóloga era muy cálida, amable. Me senté,
presentía que no me pararía con la misma comodidad; tranquilamente ella empezó a
hablarme. Yo sentía que no era a mí. Me explicaba términos, tratamientos, opciones.
La escuché tranquilamente, me entregó varios folletos, me preguntó por mi familia.
Le hablé un poco de mis padres, de mis hermanas, de la ciudad donde viven… Me
interrumpió para decirme que quería conocer los antecedentes de mi salud. En ese
momento sentí que me cogía de los hombros para sacudirme. Un: ¡reaccioné! No
21
nos estamos tomando un café. Se seca mi garganta, tartamudeo, trato de responder.
Siento la voz quebrada, los ojos calientes, la mirada nublada.
La atmósfera pesaba... De nuevo el piso se movía. De nuevo la imposibilidad de
correr o de gritar. Solo el silencio que llega tras el sonido bestial. El tiempo dilataba
hasta la eternidad.
Finalmente dimos término a nuestra conversación, me preguntó si me iba sola. Solo salí.
Capriccioso
marca
La atmosfera del día cambió y yo, de repente, ya no tenía afán, ya no tenía ningún
pendiente. El resto del día transcurrió casi normal, lo único que notaba era que no
quería conversar con nadie. Al día siguiente estaba de mal humor, era incómodo el
transcurso del tiempo en ese estado. Cuando caía la tarde hice una llamada e hice
una cita. Mi amiga, con la que hablaba, puso varias condiciones, entre esas que yo
debía comprar todo lo necesario: agujas, tintas, papel ónix, crema antipañalitis y
plástico transparente del que usan para envolver comidas.
Ya en su casa le mostré una pluma de pavo real muy colorida que quería que ella
tatuara sobre mi pie izquierdo. Empezó a calcar la imagen, luego la transfirió a mi pie,
piel, y yo sentía tan ajena aquella imagen, tan distinta a lo que quería en ese momento,
tan alejada de mi sensación, todo había empezado a parecerme tan insignificante,
tan pequeño, tan pobre. Y, por el contrario, yo quería que algo cambiara, hacer una
ruptura, un quiebre. Un sentimiento de desconsuelo, de desilusión y algo de rabia
22
surgió ante el boceto de lo que sería el tatuaje que llevaría por el resto de mi vida. Ya
no quiero nada, le dije, y alisté todo para irme. Mi amiga me ofreció una aromática.
Mientras me la tomaba, me decía que no es una decisión fácil de tomar, que muchos
se arrepienten, que es una marca que estará el resto de la vida, como una cicatriz,
pero que uno mismo decide tener.
Sus palabras hicieron una imagen en mi cabeza. Imaginé una marca grande, una
cicatriz mía, una que yo quería y podía decidir, eso le daba sentido a mi visita.
Cuando le describí la construcción de mi imaginación, ella me miraba incrédula,
parecía no entenderme. Hice un boceto rápido, eran solo unas líneas con espacios,
pequeños espacios, como una posibilidad. Ella me decía que necesitaría más de una
sesión, que era grande, quería convencerme de no hacerlo. Me insistía para que le
diéramos más tiempo a un boceto previo. Yo saqué un marcador de punta delgada
de mi maleta, se lo pasé y le dije que hiciera el boceto en mi espalda. Le indiqué las
dimensiones. Yo sentía su mano temblorosa. Terminó de dibujar y no tenía nada
que cambiarle. Me gustó ver la marca nueva, parecía un mapa, una raíz, un árbol una
rama, pero en realidad no era nada, como un Odradek: sólo líneas. La animé para
que iniciara, ella también se entusiasmó, tenía cierto gusto por la rareza.
Fui concsiente de cada sector de mi espalda, cuando la aguja tocaba mi piel, sin que
yo pudiera suponer siquiera el lugar en donde iba a ponerse, un pequeño brinco
me estremecía cada vez que se ponía la aguja, un alivio cuando se retiraba, una
sensación caliente, a veces cuando repasaba una línea creía que me iba a romper
la piel, cuando pasaba sobre mis vértebras vibraban todos mis huesos, hasta podía
escucharlos, había sectores en los que ya no sentía dolor. Cada vez ese umbral se fue
23
ampliando, ya no hablábamos solo estaba el sonido de la máquina, como el de una
aterradora fresa de odontología y una mujer “ensañada” en mi espalda. Yo quedo
otra vez anestesiada, ennudecida, enmudecida.
Glissando
réplica
réplica
réplica
Mesura quiere decir sostener en el cuerpo la
proximidad del grito. Volverse pertenencia
del dolor, albergue o casa que cuida la llama
mayor. Mesura es sacrificio. El mesurado
opaca todo movimiento, se incorpora a un
centro vaciado y sin embargo, es cuerda en
vibración.
Hany Ossott
El cuerpo tatuado –lleno de marcas por la ciudad, por el arte que había encarnado
y la gente que había encarado– pasaba su segunda réplica, se sentía contenido,
afanado, con ansias, terreno moviente, necesidad y necedad juntas, en estado de
urgencia, de emergencia, y todo a su alrededor tan estable. No concordaban el
espacio y el cuerpo. Necesité hacer vibrar los timbales adentro, dentro de mí…
Entonces, un nuevo cambio de ciudad, como en huida. Renuncié al trabajo, a la
casa... Solo me llevé a los amigos en el vertiginoso afán de empezar a urgar con las
uñas, de hacer un hueco y meterme en él, en la tierra húmeda que aliviara el calor de
mi cuerpo, que alivianara su peso. Regresé a esta ciudad del eterno retorno, Bogotá,
24
ciudad bucle. Aquí había nacido, o por lo menos eso me dicen, por lo menos eso
aparece en mi registro de nacimiento, por consecuencia en mi cédula…
Desconfío de las evidencias de mi procedencia, de los años que tengo, de los días
que he visto y de las personas familiares…
Tal vez no es la ciudad, tal vez yo soy el bucle.
Aquí, en Bogotá nací y “viví” los primeros años de vida, que sin embargo, en mí
fueron años de muerte y a la vez de tensión vital, por eso digo, bucle.
Tengo una extensa historia médica de cuando viví pequeña en esta ciudad. Me
trataban para la epilepsia administrandome Fenobarbital, un barbitúrico que actúa
“como sedante del sistema nervioso central y produce un amplio esquema de
efectos, desde sedación suave hasta anestesia total”, también posee propiedades
hipnóticas… Sólo ahora entiendo y reconozco las consecuencias de estos efectos
sobre mí...
Años después, los médicos dijeron que el diagnóstico había sido errado y yo no
ceso de sentir una gran extrañeza cuando sé que por esa medicación, administrada
durante años, parte de mi memoria fue borrada, he quedado así: casi anestesiada,
casi hipnotizada, casi convencida de esta versión de la vida.
Comprendo la necesidad de llegar anestesiada a la vida. Solo en el camino del limbo he
trasegado esta ciudad. A ella regresé anestesiada, marcada, tatuada. El cuerpo aquí, en la
ciudad natal.
25
No saber llegar a los lugares, no reconocer rostros, andar a la deriva, moverme
torpemente y tercamente sin entender el contexto. Todo no deja de ser apabullador.
Camino por las calles y el escenario de una coreografía que se me impone,
tambaleándome y dudando, con el terror impresionante de la extrañeza -y por
desafortunados aconteceres- de la paranoia. Ningún lugar parece seguro.
Darle la bienvenida a la inflexión a la torpeza, que habiten mi cuerpo, permitirle que
se enferme, que brame, que camine sin cautela, que se arroje al salto.
Renunciar a la imagen que tenía de mí misma. Sabiendo que habito una extrañeza,
que es mi materia y mi material.
Paradójicamente se impone la búsqueda extraña de una avenencia imposible, de la
tensión de un cuerpo interceptado por diversas necesidades, con múltiples imperativos,
y con los más contradictorios. Una sed utópica indefinible, un deseo de desear.
réplica
réplica
réplica
réplica
Permanecer aquí pero yendo y viniendo.
Beckett
Esta renuncia en ciernes, ¿se impone conmigo o con la ciudad? Llegué a Bogotá el
2 de agosto del 2011. Trashumancia sin fin.
Viajo toda la noche con la incertidumbre y la sensación de poder renunciar a todo.
Sin expectativas.
26
Llego a Bogotá con un morral a la espalda.
El trasteo estaba en la casa, todo en cajas.
Desayuno acompañada, conversamos sobre la renuncia.
Eran más o menos las 6 p.m. nuevamente replica un timbre.
Las llamadas se han convertido en el mediador, la anunciación, tienen un timbre de
réplica...
-Aló….
- La policía está en el apartamento, tienes que venir a poner el denuncio, ¡se
robaron todo!
-¿Y mi computador?
No dejaba de recordar la conversación del desayuno. La renuncia a todo.
27
Pasada la zozobra de la réplica, perderlo todo es quedarse sin piso, llegó el silencio:
me sentía tranquila, liviana. El trabajo urgente que estaba terminando no se había
salvado. Los ladrones, ¿eco de los timbales?, me habían liberado de mis amarres
materiales y del trabajo que debía terminar. Y, sin embargo, sí pensaba: ¡Hijueputas!
No tengo trabajo, no conozco la ciudad… Y ahora, ¿qué hago?
Me dejo ir… Silencio. Permanecer en silencio, había llegado sin intención. Era una herencia.
Gemendo
intento de reconstrucción
Luz de una nueva mañana
Noviembre del 2011
Una terraza, el espacio abierto, despejado, un cielo muy azul, con pocas nubes. Me
acerco, tranquila, lentamente con una bandeja de acero brillante en las manos, me
arrodillo, ubico la bandeja en frente mío, vierto vino tinto en la bandeja, observo
en silencio. Mis manos están fijas, reposadas a los lados de mis pies, mis pies con el
empeine contra el piso, yo sentada, apoyada sobre mis pies. La bandeja en frente, refleja
el azul cielo, ambos funden en una sola imágen, resultando un cielo rojo traslucido,
como un espejo que me refleja, Me inclino hacia el espejo, reconozco en él mi rostro,
ojos, nariz, mi boca succiona, como una ventosa chupa su propia imágen, queriendo
beberme el cielo. Me lleno la boca con el espejo rojo vino, cielo rojo. Vuelvo a la
posición sentada, con manos fijas. Miro al cielo, lo recuerdo en mi boca, lo saboreo y
hago gárgaras con él, se chorrea, se desliza, chispea sobre mi cara, mi cuello, mi pecho,
28
mi blusa blanca, mi cuerpo. Pasa en líneas rojas sobre mi piel, dibujando indeleble las
líneas del silencio del extenso cielo que se tragó mi boca y que escupió mi cuerpo…
Regreso a mi imagen narcisa sobre el espejo de cielo, recojo con mi boca el cielo rojo,
miro arriba el azul del cielo, hago gárgaras y escupitajos. Un fragmento de cielo se
chorrea sobre mi cuerpo, impregnándome la piel. Mi narcisa imagen insiste y vuelve
cada vez por un sorbo del embriagador cielo rojo, que refleja mi insípida imagen y me
vuelvo una fuente, un escupitajo, sobre mí misma.
El agotado cielo rojo ya no me refleja. Solo queda la bandeja y las líneas rojas sobre
mi cuerpo inútil que no logra reflejar el azul cielo, la luz de la mañana.
El silencio permanecía dibujado aún en mi garganta. Solo eran escupitajos, cortas
réplicas. Esta sensación de extrañeza. Aterroriza. Una sensación de extrañeza, que
enajena. Surge la sospecha, territorio difícil de habitar.
Ridicolosamente
Intento de RReconstrucción
econstrucción
Sin rumbo, un desfiladero al pasado
Noviembre del 2011
Taller de cuerpo. Me proponen buscar la manera de contar un secreto, una ficción,
lo que quisiera.
Se abre la tierra. De ella sale el recuerdo de la primera réplica, el tramite de la cédula de
ciudadanía que puso en duda mi genealogía.
29
Ficción: asumo el rol de investigadora ultra secreta
Me fui al Líbano, un pueblo en el Tolima, ciudad natal de mi mamá. Me fui a desentrañar
ficciones, lo haría, con ganzúa si fuese necesario.
Hablé con algunos de mis familiares… En lugar de usar ganzúa decidí grabar en video.
Quizás el material podría servirme para algo …
Como los ladrones, bien me habían liberado de todos mis pesos materiales, me
tocaba acudir a los dispositivos más cercanos. La memoria como primer registro y la
càmara de mi celular. Ahora lo sé. El azar jugó a mi favor. Una cámara convencional
habría aullentado la confianza de cualquiera, hasta la mía, habría roto la cadena
del rumor, la habladuría. Al fin y al cabo, cualquiera tiene un celular, cualquiera
puede grabar, y, además, un celular siempre está a mano y prendido, siempre puede
entrar una llamada, y para ponerlo a grabar solo hay que fingir que tiene un nuevo
mensaje, hacer el teatro de revisarlo. Este dispositivo hizo posible la revelación y se
confabuló conmigo para acabar con el silencio heredado.
Yo, como una inconsciente, anestesiada e hipnotizada, premeditadamente no me
iría del Líbano sin por lo menos un indicio de mi origen.
Me convertí en una espía amable. Con ojos de cordero degollado me acerqué a todos,
enredándolos en mi dulzura. Como una bruja con un brebaje los hice probar de
lasopa de los secretos y poco a poco empezaban a salir las palabras que esperaba y
también, las que no esperaba… Nunca imaginé que obtendría tanto, que tanto sabría...
30
Al regreso, edité el video que había registrado con mi celular. Veía ante mí, palmario,
mi ficción secreta. Cuando lo hice público me di cuenta de la conmoción que me
causaba. La anestesia había sido combatida por la aiesthesis que había traído la
reconstrucción de los hechos. Me había colocado en otro lugar, el del espectador.
No podía aún asumir lo que veía, lo que escuchaba. Me acosté en el piso, reí y al
final me di cuenta de que lloraba.
Llegó Passolini:
31
32
33
(Passolini, 2010, 57)
34
Nada podía eliminar la sombra que proyecta sobre mi vida una anormalidad desconocida.
Esta carta acentuaba mi condición de desconcierto, dolorosamente descubria que sí
me importaban los hallazgos… Que la anestesia había cesado en sus efectos.
Decido aguardar en silencio, sigilosa… acobijo la intriga.
Vibrato
cita
cita
Hace unos días decidí ir a un centro de ortodoncia cerca a mi casa para continuar
el tratamiento que había iniciado en Medellín hace casi dos años. Llegué a la cita de
valoración y llevé la historia impresa de mi tratamiento. El ortodoncista al revisarla
me dijo de manera jocosa: ¿Eres apellido Castaño? Afirmó: Podríamos ser primos,
yo también soy Castaño. Nos miramos y sonreímos, entonces preguntó: ¿Pero eres
Castaño de Medellín, tú eres de allá? Le respondo: ¡No! Yo viví un tiempo allá,
pero mi familia y el apellido vienen del Tolima. Incrédulo, me pregunta con una
sorpresa muy expresiva: ¿En serio, de qué parte? Le digo: del Líbano, un pueblo
en el Tolima. Ya no cabía el asombro en su cara, y yo empezaba a sentir vértigo.
Me dice: No puede ser, mi familia también es Castaño, del Líbano… Pero…. Yo
respondo rápidamente, mi familia vive en frente de “Status”. En el pueblo hay sólo
una piscina y está ahí. Su cara y la mía estaban conectadas y aparentemente no era
solo por la emoción.
Me pregunta por mis familiares, mi mamá, mis tíos, el abuelo, y concluye que
él es hijo de un hermano de mi abuelo. Se pregunta: ¿Qué vendremos siendo?
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Le digo en un acto de valentía: soy artista, y me quedo pensando si lo soy. Luego
le digo: no viene al caso. Pero justamente estoy trabajando sobre nuestra familia
Castaño, y esto no me resulta una casualidad, él responde: es como el dicho: “Entre
cielo y tierra no hay nada oculto”. Mi mamá paradójicamente repite lo mismo. Le
digo: Guillermo, te voy a invitar a que veas de lo que te hablo. Él dice: Por favor,
estoy lleno de curiosidad.
Retomamos nuestro asunto, me revisa los dientes, me programa una nueva cita, y a
la salida me abraza.
Mi mamá, cuando le cuento de mi hallazgo me dice cada cosa
que debo preguntarle a Guillermo y empieza a recordar
cosas de su familia, del abuelo… Yo también.
Tengo un recuerdo vivaz de mi abuelo, el padre de mi madre,
Arnulfo, un hombre muy liberal. Cuando me contaba sus
historias yo no sabía bien si eran cuentos que él se inventaba.
Ahora que reviso el pasado histórico del Líbano y que me
encuentro a Guillermo sé que los relatos eran hechos
ciertos que dejaron cicatrices en el cuerpo del abuelo, que
hicieron historias.
Lo recuerdo siempre viejo y fuerte, nunca lo vi joven,
recuerdo que yo le preguntaba a mi mamá por qué el abuelo
siempre estaba viejito, por qué siempre estaba vestido con
una camisa roja, y si por casualidad no era roja, nunca, jamás
podía ser azul.
Recuerdo a mi mamá alistándonos la ropa para viajar al
Líbano a ver al abuelo y siempre nos decía: cuidadito van
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y se ponen algo azul que al abuelo no le gusta. Siempre usó
sombrero de pana, cargaba una ruana doblada en el hombro
y nunca quiso usar zapatos, anduvo toda su vida descalzo por
las calles del Líbano hasta el año 2000, en el que murió. Él
siempre nos contaba historias muy largas, creo que siempre
eran las mismas pero al abuelo nunca se le entendía bien.
No tenía dientes, nunca lo conocí con dientes. Siempre que
contaba historias nos mostraba un machetazo que le habían
pegado en el brazo. Era una cicatriz gigante. Contaba que
cuando se la hicieron el brazo le quedó en dos pedazos de
carne, también se señalaba la cabeza y otras partes en dónde
lo habían herido por ser liberal. Cuando salíamos a caminar
por el pueblo él se pasaba de calle si la casa era azul, y para
mí era un juego brincarme las casas, como las rayas.
El abuelo hacía mollejas o monederas de cuero, bajaba al
patio de la casa en el Líbano, en donde tenía su tallercito
de mollejas y hacía unas cuantas par regalarnos a mis
hermanas y a mí. Le daba mucha rabia si alguien barría la
casa cuando él estaba allí porque la basura se metía por las
hendijas del piso de madera y le caía encima. Siempre que
lo visitábamos nos regalaba una molleja con veinte pesos
adentro. Nos alcanzaba para comprar una lengua que son
como unas galletas alargadas con granos de azúcar un poco
derretidos en la superficie, lo que les daba el aspecto de
lengua, y un liberal, que son esos panecitos redondos hechos
de dos partes, unidos por mantequilla y con azúcar tinturada
de rojo por encima, que venden por muchas partes y que
en el Líbano son muy populares. El abuelo nos llevaba a
comprarlos, siguiendo el ritual de saltarnos las casas azules.
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Allargando
cita
cita
cita
Llamé al consultorio y me contestó Guillermo. Yo sabía que era él, pero no le dije
muy bien quién era yo, le pedí que me atendiera ese mismo día en la tarde. Se mostró
renuente a mi petición, hasta que logré convencerlo. Llegué al consultorio y me dijo:
Nathaly, me hubieras dicho tus dos apellidos, yo me habría acordado de inmediato,
pero si eres como de mi familia. Nos reímos.
Esperé un rato mientras atendía a otra paciente.
Cuando llegó mi turno, mientras revisaba mis dientes hablaba: nuestro apellido
Castaño que tanto se regó por el país, ¿has visto esa telenovela Los caínes? Es
impresionante. Una historia tan devastadora, llena de tragedias que no deberían
ser motivo para hacer una novela, o por lo menos no ahora que hay tantas víctimas
vivas. Yo me siento en conflicto por saber que llevo el apellido Castaño. Me da por
preguntarme si también con ellos tendremos algún vínculo, algún hilo de sangre.
Guillermo habla de la telenovela que le están haciendo a los hermanos Castaño,
fundadores de las AUC Autodefensas Unidas de Colombia.
Solo hasta ese momento yo empiezo a hacer conexiones, Guillermo empieza a
hablar de las épocas, las influencias políticas y geográficas y yo empiezo a sentirme
inmersa en un gran tejido de hilos de sangre que han hecho la historia de nuestra
familia y la de este país. En ese momento que existiera algún vínculo real de los que
buscaba Guillermo dejó de ser relevante ante las conexiones que empezaba a sentir.
Guillermo preguntaba y se respondía solo, pues yo estaba con la boca abierta, él
tenía sus manos en mis dientes. Mi lengua tenía un impulso de movimiento junto
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a la base, se retorcía queriendo emitir respuestas o preguntas a traves de la palabra
pero solo me sustentaba un pequeño gemido ligeramente afirmativo.
Guillermo me dice que, en este país, nuestro apellido puede compararse con las
tragedias griegas. Me pregunta si me han contado la historia del tío Félix. Yo no sé
de qué me habla y antes de que un gemido saliera de mi, él empieza a contarme que
en la época de la violencia entre los liberales y los conservadores, específicamente
en el Líbano Tolima, epicentro de muchos de estos conflictos, al tío Félix, hermano
de mi abuelo y del suyo, lo colgaron de los pies, que lo dejaron mucho tiempo así
y la sangre se le fue a la cabeza. Guillermo dice que él no lo conoció pero que le
cuentan que el tío Félix después de esa tortura quedó medio bobo, tartamudo. El
bobo del Líbano.
La tartamuda
Cuando Guillermo me contó la historia del tío Felix me
impresionó el vínculo directo que hice con mi primamá…
El vínculo directo a Gloria que me llevó a pensar –un
poco horrorizada– que la ajusticié en escena, la llevé al
banquillo de acusados ante un público que poco sabe de
la desazón que siento de ajusticiar a mi propia primamá,
ante ustedes, que nada les importa si la cuelgo de los
pies y la dejo tartamuda, boba de toda la sangre que me
ha jalado hasta ella, porque como dice mi primabuelagata
“la sangre jala porque jala”. A Gloria la sangre le jaló a la
cabeza, se la jalé yo, a mi me jala desde el estómago con
ira y con amor al mismo tiempo. Yo, que me he comido
las uñas y las he guardado en el estómago con el miedo
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de perder cualquier evidencia, esperando a que tal vez
me hable, que termine con mi angustia, con mi intriga,
que se compadezca de mi desconocimiento de ombligo,
de cordón que amarre, del nudo desamarrado. Pero
no. Ella aniquila toda la esperanza que he construido
desde que la imagino, rara y distinta, pero tan igual a
mí. Con un sentimiento que confundo con el amor o
la angustia recibo sus palabras temblorosas que me
dicen: “Es mejor que nos olvidemos”… De todo lo que
una madreprima puede decirle a su primahija ¿Me da
una respuesta tan complejaescueta? Me inundó una
sensación como cuando se pronuncia en los labios del
ser amado un no como respuesta y los ojos se nublan de
angustia, impotencia, imposibilidad… Peor aún, amores
transcurren muchos, pero como dice el dicho: Madre
solo hay una y por desgracia a mí me tocaron dos.
No respondí nada, no hay un plazo, no hay hasta luego, no hay esperanza. Pienso: ¿En
serio creyó en las palabras que me dijo? Dijo que me hice boba después de 27 años
jalandome la sangre y las uñas del estómago, que hago de cuenta repentinamente
que no tengo ombligo, que nunca lo he tenido y que puedo olvidar. ¿Qué pasó con
lo racional? ¿No puedo hablar, sería más coherente? No. Nada me sirve, me hizo
sentir la impotencia de la ridiculez con la que levanto los pasos que ella pisó.
¿Cómo le respondo, qué puedo decir, hacer? ¿Me borro el lunar, las manchas, me
corto el pelo, me arranco el ombligo, le devuelvo la herencia, las enfermedades, la
sangre, de paso a la abuela?
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Le tiro dardos, le arranco el pelo, la dejo a oscuras… Me río. La cuelgo de los pies,
le jalo la sangre y la dejo tartamuda…
Todos se ríen
Gggg GGloglo..ggloria… Lo siento, se ríen de las dos!
A bene placito
marca
marca
Etimológicamente ser mártir es ser testigo.
A ella, la abuela, le anestesiaron los ojos. Murió como una mártir, tal vez, testiga de
verdades que no podía reconocer. En la década de los ochenta, ella se fue anestesiada,
como Santa Lucía, y yo llegaba anestesiada también. Ambas necesitábamos estar
sedadas: ella para irse, yo para llegar. ¿Es necesario estar anestesiado para vivir?
No soy mártir, no fui testigo de todo lo que ahora funjo, no me reconozco en mí,
hay una extrañeza, una entrañeza…algo alojado en mis vísceras. Vivo en un cuerpo
habitado, lleno de rastros de mis desconocidos antepasados. No reconozco historia
propia, ni gesto particular que me haga entraña de ninguna familia. Construimos
nuestra propia tribu, pero como dice un poeta uruguayo, a veces esas tribus son de
solo una persona, tribus de a uno. En mi familia somos varias tribus de uno, que
formamos un pueblo, una casa; nos relacionamos por el peso del afecto necesario,
para mantener la imagen de la madre, la hija, la hermana, el padre. Yo no diría que
ser hija de padre y madre suene igual, creo que cuando uno se mencione hijo o hija,
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las terminaciones “o” y “a” no deberían depender del género del afectado
hijo/hija. Estas vocales deberían depender de si se es hijo de la padre o el
madre. Por consecuencia, yo soy hijo.
No soy mártir de el madre que no conocí, ni de la padre que sí tuve, el hermana medio
con el que crecí porque nunca fui testigo fiel y atenta de sus comportamientos, ni
percibí los cambios de su carácter, ni la tesura de su piel, ni las arrugas apareciendo,
ni pelos blancos. Vi con la mirada ancha de cuando se quiere seguir derecho, sin
recordar la esquina precisa por donde se pasó, vi con el afán de no reconocer
diferencias irrefutables, con el afán de no enterarse, o de no enterrarse en una
verdadmentira. Vi, viví y vivo entre nosotros tribus de a uno que nos mentimos para
terminar creyéndonos las mentiras que terminan siendo más verdades que el lunar
que he tenido toda la vida en la espalda pero que nunca he visto; vi como a mi lunar
en un espejo, creyéndole a un reflejo, sabiendo que nunca podré ver directamente
mi lunar, examinar sus poros, ni detallar detenidamente su aspecto. ¡Ah!, pero…
¿Por qué me empeño en escudriñar ese lunar de mi espalda, tan oculto para mis
ojos? ¿Será cierta rareza que me da saber que hay algo tan mío, tan parte de mi
cuerpo que no conozco? ¿Será por eso que me empeciné en que me hicieran líneas
sobre la espalda: para que mi lunar pase casi desapercibido ante mí misma y ante los
ojos de los otros? ¿Será la tristeza de no conocer de frente el lunar más grande de
mi cuerpo, de mi vida? ¿Será que temo que no sea un lunar, que sea una mancha?
¿Será que le temo a alguna marca indeleble de la vida?
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Affrettando
cita
cita
cita
cita
Llamo por teléfono. Me responde una asistente distinta, le explico que el médico
me atendió hace pocos días pero que necesito verlo nuevamente y con premura:
uno de mis dientes frontal inferior se está corriendo indebidamente y choca con
mi diente frontal superior, no me deja cerrar bien la boca y necesito que me corrija
esto urgente.
Al otro lado de la línea: Entiendo, si quiere pase más tarde, el doctor la atiende sin
problema. Descanso.
Llego.
Nathaly, ¿qué te pasó?, me pregunta Guillermo: Le respondo: mi mamá se quedó
muy impresionada con la historia del tío Felix, la recuerda muy bien y me pidió que
por favor te preguntara quien es tu papá. Él me dice: déjame te reviso el diente, si,
de hecho se corrió, tengo que hacerte un doblez en el alambre, acuéstate. Mete las
manos en mi boca y continúa conversando, pienso y le digo: mi mamá cree que eres
hijo de Aníbal. Me dice: no te preocupes, es normal que estas cosas pasen; déjame
te retiro los alambres.
Empiezo a usar mis poderes telepáticos. Me pregunta si me está doliendo el espacio
que está abriendo en mis dientes. Respondo de inmediato que sí, es muy doloroso el
espacio en la boca. Silencio. Es espacio, solo espacio, ¿Acaso mis poderes telepáticos
no funcionan?, Guillermo tiene otra cita que lo espera y se afana por terminar mi
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arreglo. Le digo que me revise la última muela que creo que se me va a torcer y que
un bracket me hace mal contacto con otro diente y si no me lo arregla se me va a
caer y que la última vez me puso mal los alambres, que me lastimaban las mejillas,
que la línea central entre mis dientes superiores e inferiores no concuerda y que
de esa manera veo muy lejano su propósito de quitarme los brackets pronto. Me
muestro insolente, desesperada, necia y no hablamos la misma lengua, ni hablamos
de la misma lengua. Estoy irritable porque además todo lo que le dije es verdad. Él
se calma. Y una vez ha callado mis palabras y solo mi aliento sale y solo el impulso de
mi lengua regurgita. solo en ese momento dice: Mi mamá es Alicia, Alicia Castaño,
ella es sobrina de tu abuelo Arnulfo. Que extraño, pensé todo el tiempo que él era
Castaño por parte de su papá. Me dice: Mi mamá es hija de Rafael, un hermano de
tu abuelo, pero ellos se distanciaron mucho porque tu abuelo era liberal y el mío
conservador, entonces se dividió mucho la familia, yo no quiero a Rafaél, el no hizo
más que regar hijos, era un pelele que se las daba de Don Juan bohemio, se la pasaba
con una guitarra y hacía poemas, era un patán con las mujeres, las maltrataba, las
embarazaba, las abandonaba, pero les cantaba canciones y les escribía poemas y ellas
idolatraban a este señor, no sé si me da más rabia con él o con ellas, pero cuando
pienso en eso en general, me da es mal de patria, ¿Que tal la música del folclor de
este país? Está hecha por gente como mi abuelo, los índices de violencia contra las
mujeres altísimos, el machismo más fuerte y les cantan –en ese momento Guillermo
entona la canción– “Campesina santandereana, eres mi flor de romero, por tu amor
yo vivo loco…” deja de cantar, se queja: ja! Mi flor de romero, les componen una
canción bonita después de que las golpearon o las engañaron, le llevan serenata y
estuvo: ¡otro chino! Por eso estamos como estamos.
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Claro que mis quejas no son solo al apellido de mi madre, por parte de mi padre soy
apellido Marín. Me puse a investigar y resulta que somos los mismos Marín de la
estirpe de “Tirofijo” El verdadero nombre de él es Pedro Antonio Marín. Su abuelo
combatió por los liberales en la Guerra de los Mil Días: después fueron a dar a un
pueblo de Caldas, de ahí es la familia de mi padre, esos son mis antecedentes, me
indignan tanto que me han llegado hasta el interés de saber más.
Bueno Nathaly, ya corregí tu diente, cierra la boca y dime cómo lo sientes. Dudo,
quiero decirle que quedó muy mal, que lo tiene que volver a revisar. Le digo
contenida: todo está bien, gracias, nos vemos pronto Guillermo.
Bravura
réplica
réplica
réplica
réplica
réplica
réplica
cita
cita
cita
cita
cita
Me tenían que dislocar la mandíbula, porque de tantos silencios ya estaba anclada,
asegurada. Me enfermé de tanto intentar pronunciar este silencio impronunciable.
La garganta engendro bolas, tumores, cartílagos… masas que impedían hablar…
¿Qué hacer ahora si ya me fui, ya me tatué, ya vine? Estoy aquí, cansada…
Cuando el anestesiólogo me preguntó por enfermedades y antecedentes familiares
casi le respondo: ¿De verdad se aguantaría toda la historia? Y solo hice un pequeño
resumen, me tratan para un cáncer que me consume hace 27… abrió los ojos… ¿27
años? Sí, le dije, se hizo evidente hace 2 años y medio, pero estoy casi segura de que
estuvo ahí toda la vida, aguardando, a luz de vela, esperando el momento para salir.
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Me operaron ya dos veces pero ahora está en mi sistema linfático. Hizo una red de
informantes, estan en contra mía, y como había heredado silencio, por ahí se metió
e hizo casas, edificios en mis palabras mudas. El anestesiólogo arruga el entrecejo.
Pregunta: ¿Hay antecedentes de ese cáncer en tu familia? Yo pensaba: ¡Qué osado!
Respondí: Sí claro, es la causa mas común de muerte en mi familia, y mi hermana
también tiene cáncer, claro que mi abuela materna se murió en una cirugía de ojos y
una tia en un pequeña cirugía de garganta muy parecida a la que me quieren hacer,
ambas murieron porque no soportaron la anestesia.
El anestesiólogo me explica que por los antecedentes familiares que presento, y
dada mi levedad de peso, solo me aplicarían anestesia con levedad. No podrían
darme anestesia general, solo anestesia local.
Anestesia local cuando la intervención requería que fuera general.
Cuando salí de la cita me sentía muy desubicada. Empecé a pensar qué cosa extraña
obra en el pensamiento: ¿por qué le dije los antecedentes médicos de la abuela y de
la tía si a la larga esa historia clínica no influiría en mí, pues no hay ningún lazo de
sangre que nos vincule… Aquí la sangre no puede jalar.
Luego pensé que así como la gente termina siendo famiiar a la fuerza, de tanto
verse, de tanto estar juntos, así mismo yo terminé pareciéndome a ellos, heredando
hasta las enfermedades, las mentiras, los síntomas y hasta la sonrisa.
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Agitato
marca
marca
marca
Mi mamá cuenta que a la abuela, Lilia, la obligaron a casarse con el abuelo Arnulfo
cuando ella tenía como 10 años, y que la abuela tenía una cicatriz en el tobillo de una
vez que quiso volarse porque ella no se quería casar con un viejo, -quizás no solo me
parecía a mí que el abuelo nunca estuvo joven, que siempre parecía viejo- El abuelo
la alcanzó, la cogió por el pie y la hirió.
La familia de la abuela era conservadora “cachiporros y godos” (liberales y
conservadores) se enfrentaron en el Líbano. La familia de la abuela se quedó con
casi todas las propiedades del abuelo. Él provenía de una familia adinerada, dueños
de varias fincas y terrenos en el Líbano y de casi una manzana de casas, pero en
la lucha familiar y política lo perdió casi todo y vivió sus últimos días enfrentado,
quiero decir, vivió en frente del señor Ávila, que fue quien le produjo a mi abuelo la
cicatriz del machetazo en el brazo.
La abuela Lilia, mamá de mi mamá murió 10 meses antes de que yo naciera. Se
murió anestesiada en la cirugía de ojos, mi mamá recuerda de que fue un martes
porque ella cocinaba lentejas para el almuerzo, y que por esa razón en la casa nunca
más se comerían lentejas los martes. Después de eso, mi mamá acostumbró hacer
lentejas los lunes y fríjoles los viernes, hoy en día y hace pocos años el ritual cambió
y los fríjoles se desplazaron al sábado. Cada vez que mi mamá recuerda las lentejas
de los martes llora y luego se calma sola relatando las razones por las cuales cocina
un día una cosa u la otra.
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Encore
reconstrucción
intento de reconstrucción
reconstrucción
La penúltima venganza
Guillermo me dice que nuestro apellido Castaño en este país puede compararse con
las tragedias griegas.
Uno de los temas más misteriosos del teatro griego
clásico es que los hijos estén predestinados a pagar las
culpas de los padres.
No importa que los hijos sean buenos, inocentes y
piadosos: si sus padres han pecado deben ser castigados.
(Passolini, 2010, 11).
¿Acaso es un castigo enfermarse, heredar hasta los silencios, vivir en hipnosis o
anestesia; nacer con cola de cerdo para ser identificado fácilmente como un hijo
que nace “de más”?
¿Cuáles son los que nacen “de más”? Evidentemente,
no es posible decirlo. Pero algo es cierto: un niño intuye
enseguida –al cabo de solo unos días de vida– si su
venida al mundo ha sido deseada o no. Si intuye que no
ha sido verdaderamente deseado, o, lo que es peor, si
intuye que es indeseado, enferma. (Passolini, 2010, 57)
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El viaje a El Líbano me hacía pensar todo el tiempo en Cien años de soledad: pensaba
que estos Castaños estan predestinados al silencio, pensaba en los abuelos y en la
atmósfera de Líbano, un pueblo lánguido en el que el tiempo parece estirado, lento.
No sé cuántos años de silencio ha aguantado esta estirpe mía, no sé cuántas
generaciones han pasado, ni cuál sea el mito existente que ha mantenido la
dramaturgia de esta familia, atravesada por guerras y mentiras. Solo puedo contar
con la evidencia de los tal vez 27 años que tengo, y de las marcas que evidencian en
mi cuerpo la anormalidad, la extrañeza.
Cien años pero de silencio. Este nudo me ha enrredado los deseos, evito los hijos
por el temor inmenso a que me salgan con cola de cerdo o bolas estancadas en el
cuello o que también estén predestinados al silencio… Hurgo en el pasado y en las
evidencias biológicas del hombre que esté a mi lado, para corroborar que nunca un
hijo nuestro tendría cola de cerdo, ni resultaría siendo mi sobrino.
Mis intentos los encamino a acabar con el silencio, ser el hijo deforme y enfermo que
es carcomido por las hormigas, pero esta vez no para desterrarnos de la memoria,
sino para poder tener una propia.
He arrancado un trozo de mi piel, el trozo que albergaba mi lunarmancha
desconocido, he escudriñado cada poro, lo he puesto al sol con una lupa, he
chamuscado ese pedacito de piel… Ahora me encuentro en el mismo sinsentido
de ver un pedazo de piel ajeno a mi cuerpo, ajeno a mí, ya no huele a mi sangre, ni
lleva mi sangre, es un pedazo extraño, extranjero de mi cuerpo. Mi pobre espalda,
no supera el hueco que le armé, arde, la piel no se regenera, hace una costra que
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pica, la picazón me hace revolcar, hurgar con mis uñas, sacarme los cueros, la sangre
y volver a abrir el parche extraño que llevo en mi espalda.
Para qué, si sé que la pielespalda es mi lunarmancha como mi madremadre es mi
desconocidaprima y mi conocidamadre es mi tiamadre, mi madreabuela.
En este vertiginoso afán por renombrarme, nos he puesto al sol con una lupa, a
chamuscarnos a la luz, tocando al tiempo redoblesréplicas en los timbales bestiales,
nos he hecho tímpanos a todos nosotros para que vibremos hasta que parezca que
la piel se nos va a reventar.
En mí las marcas han calado, mis intentos de migrar la vida al arte desencadenan
la aisthesis. En este estado hiperestésico y cenestésico cambiarme el apellido a
Buendía, por ejemplo, no equiparaba mi sensación de extrañeza, he recurrido por
ahora, y hasta que algo más cobre sentido, vaciarme… Soy Nathaly , el
rubio y el castaño, que no hacían alusión a las características de mi cabello, ya no me
describen. Nathaly , mi nombre no termina en “o” ni “a”, por lo que no
acude a ser hijo ni hija, aunque pienso que si me toca decidir soy hijo, dependiendo
esto de si hablo de ser hijo de la padre en vez de hija del madre. “Y” soy Nathal”y”
por que la terminación “Y” es una posibilidad que me permite conjugarme, soy hijo
“Y” … prima, tía, nieta, hermana, amiga, amante, conocida… desconocida.
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A Adriana Urrea
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Agradecimientos
A mis personas cercanas por todo su apoyo en este proceso:
Adriana Urrea, Santiago Sepúlveda, Diana Sánchez Gómez, Rúben Yepes,
Elizabeth Giraldo Giraldo, María Eugenía Vélez, Juan Manuel Mosquera.
A mi familia.
A mis compañeros, en especial a:
Ximena Vargas, Luis Mondragón, Violeta Ospina y Verónica Ochoa.
A los profesores de esta cohorte:
Heidi Abderhalden
José Alejandro Restrepo
Victor Viviescas
52
Bibliografía
Agamben, G. (2010). Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pre-Textos.
Beckett, S. (1971). Textos para nada. Barcelona: Tusquets.
Ciorán, E. M. (1972). Breviario de podredumbre. Madrid: Tauros.
García Márquez, G. (2013) Cien años de soledad. En: http://aristobulo.psuv.org.ve/
wp-content/uploads/2008/10/garcia-marquez-gabriel-cien-anos-de-soledad1.pdf
Kafka, F. (2013). Las preocupaciones de un padre de familia. En: http://www.ciudadseva.
com/textos/cuentos/euro/kafka/las_preocupaciones_de_un_padre_de_familia.
htm
Ossott, H. (2006) Memoria en ausencia de imagen. Memoria del cuerpo. Medellín:
Universidad de Antioquia.
Passolini, P. P. (2010) Cartas luteranas. Madrid: Trotta.
Ray R. & Cruz B. (1971) (Vaya records productores). Sonido bestial. En El sonido
bestial.
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“Lo mejor es que nos olvidemos
La penúltima venganza”
fue diseñado e impreso entre julio y agosto de 2013,
en la ciudad de Bogotá.
La diagramacón fue diseñada por CorteFinal7
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