Herbert Spencer

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Herbert Spencer
Herbert Spencer (Derby, 27 de abril de 1820 - Brighton, 8 de diciembre de 1903) fue un
naturalista, filósofo, psicólogo y sociólogo británico. Fue fundador del Darwinismo social en
Gran Bretaña y uno de los más ilustres positivistas de su país. Ingeniero civil y de formación
autodidacta, se interesó tanto por la ciencia como por las letras.
Desde el punto de vista sociológico cabe considerarle como el primer autor que utilizó de forma
sistemática los conceptos de estructura y función. Por otra parte, concibió la sociología como un
instrumento dinámico al servicio de la reforma social. Dedicó su vida a elaborar su sistema de
filosofía evolucionista, en la que considera la evolución natural como clave de toda la realidad,
a partir de cuya ley mecánico-materialista cabe explicar cualquier nivel progresivo: la materia,
lo biológico, lo psíquico, lo social, etc.
En sus lecturas conoció la teoría de la evolución expuesta a finales del siglo XVIII por el
naturalista Charles Darwin. Su teoría fundacional para la biología moderna sostenía que los
organismos biológicos evolucionan adquiriendo nuevos rasgos por adaptación al medio
ambiente que se hacen hereditarios. Las teorías de Lamarck sobre la evolución influyeron
profundamente en la obra de Spencer.
Para Spencer nada, incluidas las tendencias humanitarias, debe interferir con las "leyes
naturales", que implican que el "más apto" es quien sobrevive y los demás perecen. Sin
embargo, y a pesar del nombre de sus ideas, Spencer no aceptaba la teoría de Darwin,
proponiendo una versión del lamarquismo, de acuerdo a la cual los «órganos» se desarrollan por
su uso (o degeneran dado la falta de uso) y esos cambios se transmiten de una generación a otra.
Para Spencer, la sociedad es también un organismo, envolviendo hacia formas más complejas
de acuerdo a la «ley de la vida», es decir, de acuerdo al principio de la sobrevivencia del más
fuerte, tanto a nivel individual como de sociedades. Consecuentemente, Spencer se oponía —
radicalmente— a todas las manifestaciones de «socialismo», tales como la educación publica
generalizada u obligatoria, bibliotecas publicas, leyes de seguridad industrial, y, en general, a
toda legislación o proyecto social.
Aplicó la teoría de la evolución a las manifestaciones del espíritu y a los problemas sociales,
entre ellos el de la educación, con su obra Educación: intelectual, moral, física. Su doctrina
quedó principalmente expuesta en su Sistema de filosofía sintética (11 volúmenes). De su
extensa bibliografía, cabe mencionar: La estática social (1850), Principios de psicología
(1855), Primeros principios (1862), Principios de biología (1864), La clasificación de las
ciencias (1864), La sociología descriptiva (1873), Principios de sociología (1877-1896) y El
individuo contra el Estado (1884). Políticamente, desde la década de 1880 ingresó en la Liberty
and Property Defence League, la cual en buena parte estaba influenciada por sus ideas.
Varios criticaron el a veces extremado realismo de Spencer (por sus semejanzas con el
mecanicismo); entre ellos destacó el filósofo y psicólogo escocés Alexander Bain. A pesar de
que Spencer no logró crear escuela, su ambicioso intento de sistematizar todo el conocimiento
dentro del marco de la ciencia moderna y especialmente en términos de la evolución, le ha
hecho merecedor de figurar entre los principales pensadores de finales del siglo XIX.
Muchas de las concepciones educativas modernas se ven rebasadas por el flujo de
acontecimientos que se suceden en el mundo. La visión de la realidad que
presentan a los educandos se torna escasa e insuficiente para explicar la dinámica
variable en la que los distintos avatares de la historia natural y la humana van
teniendo lugar, en las corrientes del tiempo. La perspectiva evolucionista del
pensador Herbert Spencer puede ser, en este sentido, una base muy provechosa
para dar cuenta de las fuerzas soterradas que movilizan todos los acontecimientos.
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El pulso del ser
Para el inglés Herbert Spencer en el universo en general, y también en cada ínfima
porción del mismo, se presenta una distribución continua, una vitalidad ininterrumpida
que manifiesta el pulso del ser, a través del reacomodo de la materia y el movimiento.
Se trata de una redistribución permanente que puede leerse como un proceso evolutivo,
en donde se percibe una integración de lo material y una disipación del movimiento.
Pero también existe un proceso en sentido opuesto, que se experimenta en una
disolución, cuando el movimiento se absorbe y la materia se desintegra. La realidad
para Spencer es una red de fuerzas tensionadas sin reposo, que evolucionan o se diluyen
alternativamente dando lugar a todas las cosas.
La cresta de la ola
Para Spencer también considera que todos estos fenómenos, desde los cósmicos, hasta
los apenas perceptibles, son las consecuencias necesarias de la continuidad de cierta
fuerza metafísica que se expone a través de las formas de la materia y el movimiento. El
cosmos es un conglomerado equitativo de los elementos que lo propician, pero como en
el mar acontece, existe una dinámica infinita, un oleaje eterno, que ordena y desordena,
que forma y disgrega, fenómenos que solo son las crestas de olas inmensas, símbolos de
pulsiones ocultas que generan el todo.
Una educación desde Spencer
Si se pensara en una estrategia educativa integral, planteada desde el evolucionismo de
Spencer, se daría un gran paso hacia una comprensión más amplia del vasto ritmo del
ser. Los educandos podrían leer con novedosos y esclarecedores sentidos, cadenas de
fenómenos y acontecimientos presentados por medio de las distintas disciplinas y
ciencias. No obstante, el sentido más importante, estaría en reconocer que todos estos
flujos de realidad no son más que las manifestaciones de un poder incognoscible, sin
límite alguno en el espacio, y sin principio, ni fin en el tiempo.
Augusto Comte (1798-1857)
Pensador francés, padre del positivismo (Montpellier, 1798 - París, 1857). Rompiendo con la
tradición católica y monárquica de su familia, se orientó durante la época de la Restauración
hacia el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Desde 1817 se vinculó al socialista SaintSimon, para el cual trabajó de secretario hasta su ruptura en 1824.
Descubierto bajo su influencia el problema social, Comte consagraría su esfuerzo a concebir
un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución francesa y sus
consecuencias. Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que estableció un verdadero culto: el
conocimiento objetivo que proporciona la ciencia debía aplicarse a la ordenación de los
asuntos políticos, económicos y sociales, superando las ideologías apoyadas en la
imaginación, los intereses o los sentimientos.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el romanticismo que caracterizara al idealismo
alemán comienza a perder vigencia. El positivismo pretende "atenerse a los hechos" y toma a la
ciencia experimental como modelo de toda racionalidad. Pero paradójicamente, muchso
positivistas en tanto han exaltado a la ciencia y a la humanidad en su capacidad de producir
ciencia, que pueden ser considerados, en el fondo, románticos. Hay quienes incluso, afirman que
el positivismo es una suerte de "romanticismo de la ciencia".
Es posible que sea Augusto Comte quien mejor represente al positivismo, tanto que podría ser
considerado su fundador.
En conjunto, la ciencia positiva, puede describirse por:
1. Proponer un nuevo modelo de racionalidad científica
2. Mantenerse dentro del terreno de los ‘ hechos’ , entendiendo esto último no tanto los datos
inmediatos de los sentidos sino las relaciones entre dichos datos, esto es las ‘ leyes’
científicas. Las leyes dejan de ser ‘ hechos’
para transformarse en ‘ generalizaciones a cerca
de los hechos’ .
3. Agonosticismo, se desprecia la metafísica en tanto que considera incognoscible todo lo que se
encuentra más allá de los hechos.
4. La ciencia es la única guía para la humanidad y tomando los ideales de la ilustración, confía
en el progreso indefinido.
5. El valor de la ciencia se subordina a la función práctica del saber y es relativizado en su
sentido histórico.
6. Representa la ideología burguesa en tanto defiende el utilitarismo.
Puede afirmarse así que los ideales del positivismo coinciden parcialmente con los de Bacon,
quien intentó recoger los primeros resultados de la revolución industrial. Pero el positivismo fue
también un intento para remediar los conflictos sociales del siglo XIX.
Hay, en el positivismo, una relación notable con el empirismo, en tanto valoran la información
que proviene de la experiencia. Pero hay una clara diferencia, para el positivismo es, sin
dudarlo, un realismo: los sentidos toman contacto con la realidad y las leyes de la naturaleza
expresan con conexiones ‘ reales’ y no simplemente hábitos subjetivos.
Orden y progreso
En esta línea, la filosofía de Comte posee una clara intención de reforma social en el contexto de
las consecuencias de la Revolución Francesa. Comte postula que la reforma no puede realizarse
exitosamente sino precede una reforma teórica. Comte opone el ordena la revolución lo cual lo
aproxima a los filósofos de la Restauración, pero se separa de ellos a buscar el orden en el
progreso, no en la vuelta al pasado.
El Estado Positivo
"Consiste esta ley que en cada una de nuestras concepciones principales, cada rama de
nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados teóricos diversos: el estado
teológico o ficticio; el estado metafísico o abtracto; el estado científico o positivo. (...) En el
estado teológico, el espíritu humano, la dirigir esencialmente sus investigaciones hacia la
naturaleza íntima de los seres, las causas primeras y y finales de todos los efectos que percibe,
es una palabra, hacia los conocimientos absolutos, se representa los fenómenos como
producidos por la acción directa y continuada de agentes sobrenaturales, más o menos
numerosos, cuya intervención arbitraria explica todas las aparentes anomalías del universo. En
el estado metafísico, que no es en el fondo sino una simple modificación general del primero, se
substituyen los agentes sobren aturales por fuerzas abstractas... En fin, en el estado positivo, es
espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de obtener nociones absolutas, renuncia a
buscar el origen y el destino del universo y a conocer las causas íntimas de los fenómenos, para
dedicarse únicamente a descubrir, mediante el empleo bien combianado del razonamiento y de
la observación, sus leyes efectivas." Augusto Comte, Curso de filosofía positiva, 1830
En síntesis, Comte es un 'idealista' en el sentido en que para el son las ideas las que habrán de
determinar el orden social, para él, la causa de la crisis política y moral se encuentra en la
anarquía intelectual. El 'desorden' revolucionario solo podría iniciar el camino del 'orden y el
progreso' a través de un nuevo sistema de ideas, este sistema sería la filosofía positiva, el tercer
estado luego del teológico y el metafísico. Pero es también racionalista e ilustrado en tanto
admite un pogreso lineal de la humanidad con una meta que es el triunfo de la racionalidad. El
positivismo se manifiesta en que dicha racionalidad es científica (o 'positiva'). Y finalmente, por
basarse en la idea general de 'orden', la filosofía de Comte es, conservadora.
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