1 RED DE MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE EN GESTIÓN DE ORGANIZACIONES PROGRAMA EN GESTIÓN DE ORGANIZACIONES CON ENFOQUE DE GÉNERO MÓDULO I: LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LAS ORGANIZACIONES EDICIÓN 2005 2 SITUACIÓN DE LA MUJER EN AMÉRICA LATINA: ALGUNAS EVIDENCIAS. Este documento se ha realizado en base a los datos, cifras estadísticas y reflexiones aportados por las participantes en las dos ediciones del módulo “La perspectiva de Género en las organizaciones” que el Programa Virtual PROGEO ha desarrollado durante el año 2005. Agradecemos los aportes de ambos grupos de estudio. Es importante aclarar que la información consignada al 2005, no es exhaustiva ni abarca los mismos aspectos ni todos los países de la Región, sino que recoge las participaciones realizadas en uno de los foros dedicado a este tema. Aportes realizados por: Muriel Zúñiga (Chile); Silvia Inés Monserrat, Alejandra Vitale, Alcira Hortensia Cortopasso, Aielet Stolier, Daysi Zoraida María Prieto, María Alejandra Asensio, Maria Cristina Celesia, Olga Susana Filippini (Argentina); Yasmina Mata (España), Yolanda Guirola (El Salvador); Aída Margarita Hernández Rúa, Adriana María Alonso Rozo, Fabiola Amariles, Ana Milena Yoshioka, Caroline Walter, Érika Eliana Mosquera Echeverry (Colombia); Corina Yau (Panamá); Diana Aristizabal (comunidad latina en E.E.U.U); Virginia Vargas Acosta (Costa Rica); Frida Caballero Rico- Anahi Russo Garrido (México); Raquel Magdalena Aveiro Vargas (Paraguay) Documento preparado por Claudia Veronelli en base a la información suministrada por alumnas de PROGEO I 3 SER MUJER EN EL MUNDO PÚBLICO: GÉNERO Y MERCADO LABORAL Es interesante comparar y analizar las diferentes realidades con las que se enfrentan las mujeres en sus respectivos ámbitos laborales y lo que ocurre a nivel nacional y regional Existen diferencias específicas de cada país, propias de sus condiciones políticas, económicas, culturales y sociales; pero se observan situaciones que se reiteran independientemente del lugar geográfico y laboral de donde provienen las mujeres. Los datos aportados avalan esta apreciación y permiten constatar que a pesar del aumento creciente de las mujeres en el sector educativo y laboral existen limitantes directos e indirectos para su acceso a posiciones de liderazgo en diversos sectores: académicos, empresariales, políticos. Realidades y Mitos de la situación laboral de las mujeres en América Latina Existe un aspecto “extensible” a todos los países respecto al funcionamiento del mercado laboral y su relación con las mujeres: la división social del trabajo “por género”, la cual establece barreras en el acceso de las mujeres al trabajo remunerado. Estos obstáculos tienen su base en características de la oferta de trabajo (las trabajadoras) vinculadas principalmente al trabajo doméstico que las mujeres deben realizar al interior de sus hogares. Por otro lado, desde el punto de vista de la demanda de trabajo (la empresa), se definen otra serie de obstáculos basados en estereotipos sobre el papel que la mujer debe cumplir en la sociedad, que influye en la actitud reticente mostrada por los empresarios respecto a la contratación de mujeres, pues suponen que ésta elevaría los costos de producción. En este sentido se suele argumentar que a las empresas no les conviene contratar mujeres debido a que en el período de licencia maternal deben buscar reemplazantes. Sin embargo, diversos estudios han podido demostrar la falta de realismo de tales opiniones, por ejemplo, el estudio realizado por el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM, 2003) En América Latina, las mujeres representan cerca del 35 % de la fuerza laboral. Asimismo la participación de las mujeres en los cargos 4 políticos de las legislaturas ha crecido un 75 %, sin embargo hay que destacar que hay pocos países con estudios específicos sobre el rol de las mujeres en el gerenciamiento de las organizaciones y no hay ningún estudio que analice la tendencia regional. Si se analizan estadísticas de las grandes corporaciones de América Latina sólo un 10% son presidentas o Vicepresidentas de las corporaciones del negocio farmacéutico por ejemplo, aunque el 60% de mujeres trabaja en este sector. Los datos estadísticos sobre el tema son escasos y aunque se ha comenzado a ver el rol de la mujer en el trabajo y en las más altas posiciones de jerarquía, existen aún diversidad de sectores dónde este crecimiento no se ha producido como los de energía, telecomunicaciones y producción fabril y en funciones como las financieras, ingenieriles o de operaciones. ¿Qué sucede en algunos países de América Latina con respecto a diferentes variables vinculadas con la posición y las posibilidades laborales de las mujeres? LAS MUJERES EN CHILE Tipo de ocupaciones Una de las medidas adoptadas para favorecer la situación de la mujer en el ámbito laboral es de orden económico y comprende bonos y aguinaldos, convenios con empresas para adquirir bienes a precios de descuento, fondos de retiro o préstamos y apoyo al ahorro para la vivienda. Otra de las medidas altamente valoradas por las mujeres trabajadoras son las que “reconocen” a la familia como parte de su realidad, a través de distintos medios tales como el establecimiento de salas cuna, permisos para amamantar o permisos especiales por motivos familiares. El SERNAM concluye que en Chile no existen modelos ni políticas de conciliación de vida laboral y familiar en las empresas, sino una suma de medidas y prácticas que tiene su origen en diversas fuentes por lo que no puede afirmarse que existe un cambio significativo en los roles de género al interior del hogar ni en la estructura del mundo laboral. Los datos e información cuantitativa contenida en dicho trabajo corresponden principalmente a la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y El Caribe) obtenidas del documento “Mujeres en el Mercado Laboral de ALC: “Los espectaculares años 90” para establecer períodos de comparación, es decir, la década de los 90’. No cabe duda de que la aceptación de las mujeres en el mercado del trabajo se da sin mayor dificultad en 5 ocupaciones y oficios que pueden ser considerados como una extensión de su rol doméstico y suelen considerarse como “femeninas”. A modo de ejemplo, en 1995, las mujeres en Chile constituían el 72% de los profesores de educación primaria y el 73% de los docentes del nivel secundario. Esta información permite constatar que en el sistema educacional chileno, la división sexual del trabajo está fuertemente reflejada, mientras que los hombres predominan en los puestos de dirección y gestión de estos establecimientos. Por otro lado, para el año 1998 la mayor proporción de mujeres en cargos directivos era en el Colegio de Sicólogos (56%) y la menor presencia de ellas era en el Colegio de Médicos e Ingenieros (8,8% y 9,5% respectivamente). Participación y Condiciones en el Mercado Laboral El mayor crecimiento y apertura de oportunidades de empleo se encuentra en el sector de servicios y muestra su carácter contradictorio, ya que ofrece oportunidades en los dos extremos de la escala social y educativa de las mujeres. Por una parte, se ofrecen puestos mejor remunerados y que demandan niveles de instrucción muy elevados (sector de servicios financieros) para un grupo reducido de trabajadoras altamente calificadas. Por otra parte, se ofrecen oportunidades en el otro extremo de la escala de prestigio, trabajos precarizados como las pequeñas empresas y actividades en sectores informales de la economía. La tasa de participación total de las mujeres chilenas en la actividad económica nacional para el período 1990 – 1996 creció de un 31% a un 36%, mientras que la de los hombres aumentó sólo un 1%. Este aumento de la incorporación de las mujeres al mercado del trabajo fue generalizado en todos los estratos de ingresos y zonas de residencia. Si bien las tasas de participación femenina han crecido, ello ha ocurrido por la creciente incorporación de las más educadas, manteniéndose y ampliándose la brecha entre éstas y las mujeres con menor educación, lo que perpetúa la mayor desigualdad social y económica al interior de la población femenina. ¿En qué trabajan las mujeres chilenas y en qué condiciones? Para responder esta pregunta, la CEPAL utiliza un Índice de Segregación por Género que muestra el grado en que la distribución de los ocupados para cada género se acerca o aleja de la distribución equitativa. Cuando su valor tiende a 1 significa que la segregación tiende a desaparecer y que hombres y mujeres se van distribuyendo de manera similar. 1- Rama de Actividad Económica: En 1990, el 62% de las mujeres se concentraban en tres ramas de servicios: el comercio minorista, servicios sociales y comunales y servicios personales de hogares. En 6 la productividad industrial, sólo representaban el 9%. Para el período 1990-1996 el índice de segregación se redujo de 2.10 a 1.93, es decir, se produjo un mejoramiento distributivo. 2) Ocupaciones: Este índice también mostró un mejoramiento ya que se redujo de 2.11 en 1990 a 1,94 en 1996 y recoge aspectos vinculados con la jerarquía de los empleos, distinguiendo entre cargos directivos, profesionales, técnicos, administrativos y obreros con diferentes grados de calificación. 3) Categoría ocupacional: La estructura del empleo en Chile muestra que tanto en 1990 como en 1996, los empleados “dependientes” son la categoría dominante, beneficiándose principalmente las mujeres, quienes pasaron del 59% en 1990 a un 65% en 1996. Esta situación puede verse como positiva para las mujeres pues esta categoría posee las formas de organización productivas más modernas y puede significar mayor estabilidad laboral. La categoría de “empleadores” también tuvo un incremento importante, especialmente significativo en el caso de las mujeres quienes casi duplicaron su participación en esta categoría, aunque sigue siendo baja en comparación con la de los hombres. El grado de desarrollo económico logrado en Chile en los seis años considerados trajo consigo una apreciable disminución de los ocupados en actividades de baja productividad, especialmente para los hombres, quienes redujeron su participación de un 33% en 1990 a un 20% en 1996. En el caso de las mujeres, su alta participación en ocupaciones de baja productividad (41% en 1996) está determinada por el empleo doméstico. Horas Trabajadas y Educación Por otro lado, existe la creencia que las mujeres dedican menos tiempo al trabajo remunerado que los hombres, lo que se ha utilizado para justificar algunas discriminaciones que las afectan, en especial, la salarial. Sin embargo, tanto en 1990 como en 1996, las mujeres trabajaban en promedio un tiempo muy similar al de los hombres. Por cada 100 horas promedio trabajadas por un hombre, las mujeres trabajaban 95,5 horas. Sí se destaca un fuerte aumento de las horas promedio trabajadas por las mujeres empresarias, que llegaban a superar el promedio de los hombres. En cuanto al nivel de educación, si bien el analfabetismo ha dejado de ser en Chile un problema grave, así como las oportunidades de acceso a la educación por género, han aparecido nuevos problemas, tanto de cobertura en los niveles más avanzados de escolaridad, como en la calidad de la educación. Diferentes estudios realizados en el país muestran que los contenidos de la educación formal en los distintos niveles reproducen las pautas tradicionales sobre la relación 7 entre los géneros, de manera que las niñas terminan su educación impregnadas de esas pautas que las llevan a elegir con mayor frecuencia oficios y profesiones consideradas “femeninas”. La asistencia a establecimientos educacionales correspondientes a estudios profesionales y técnicos de la población en edades entre 20 y 24 años es bastante baja. Las oportunidades de los jóvenes para acceder a este tipo de estudios están claramente marcadas por los ingresos familiares, que en el caso de los más pobres, se dedican a trabajar para ayudar económicamente a sus hogares. Estos trabajos siguen una tendencia dominada por el género: los hombres trabajan remuneradamente y las mujeres realizan trabajo doméstico como actividad principal. En 1990 el 57% de los jóvenes hombres no asistían a estudiar para trabajar en el mercado, mientras que el 34% de las mujeres jóvenes realizaba trabajo doméstico y el 26% trabajaba para el mercado. Las tendencias hacia 1996 mantenían la situación, pero aumentó la proporción de mujeres y hombres en el mercado del trabajo. Entre 1990 y 1996 creció significativamente la proporción de jóvenes entre 20 y 24 años que estudian, pasando del 16% al 26%, situación que benefició especialmente a las mujeres. En 1990 el promedio de años de estudio era de 8,7 años para el total de la población. Hacia 1996 el promedio de años de estudio se elevó a 9,2 años con pequeñas brechas por razón de género. Sin embargo, los logros educacionales no se han traducido en una mejor inserción en el mercado laboral ni en una mayor equidad en la toma de decisiones. Cargos Directivos Con respecto a la participación de las mujeres en cargos directivos de organizaciones empresariales, en el año 1998 no existía la presencia de mujeres en Agricultura, Asociación de Bancos, Cámara de la Construcción ni en Minería. Sin embargo, para mediados del 2005 se presentan dos candidatas a la presidencia de la República y una Ministra en el Ministerio de Planificación. En Chile, las mujeres directoras hoy en día se encuentran mayormente en RR.HH, marketing y Control de Calidad y no están bien representadas en trabajos relacionados con finanzas y operaciones. Para el período 1990-1998 la presencia de mujeres en el poder ejecutivo aumentó tanto en Ministerios, en Subsecretarías de Estado y en Gobernaciones Provinciales. La participación de mujeres en el Poder Legislativo también aumentó, pero sólo en la Cámara de Diputados (de un 6% a un 11%), sin embargo, en la Cámara de Senadores la participación cayó de un 6% a un 4%. En el poder judicial para el período analizado no existían mujeres, los hombres representaban el 100%. Sector con más mujeres: Nivel de Ingresos 8 En el curso de la última década, los servicios financieros en Chile han experimentado importantes transformaciones relacionadas con la innovación tecnológica, informática y de comunicación, generación de nuevos productos y servicios, la organización del trabajo y la gestión empresarial. Como consecuencia de estos cambios, ha aumentado la demanda de mano de obra más calificada y se han abierto nuevas oportunidades de trabajo para las mujeres. Según datos de Censos de Población, en un lapso de 10 años (1990 – 2000), la ocupación en la actividad financiera creció alrededor del 28%, con un aumento aún mayor de la participación de las mujeres, que en este sector se multiplicó con creces: pasó de un 32% a un 51%, sector en el que se ubica el 9% del total de mujeres empleadas en la economía. Pese a este incremento, aún encuentran dificultades para acceder a ciertos cargos de responsabilidad (sólo el 1% de las mujeres ocupa cargos gerenciales) y para hacer carrera en una entidad, lo que retraduce en menores remuneraciones, equivalentes al 63% de las percibidas por los hombres en el mismo sector. El indicador más común de calidad del empleo para muchos economistas es precisamente el nivel de ingresos. También existe una brecha de género importante en este aspecto para todos los niveles de educación, que se agudiza para las mujeres con más años de educación. En 1990, los ingresos de las mujeres eran en promedio un 35% menor que el correspondiente a los hombres, alcanzando su máxima desigualdad en los niveles de mayor educación (13 años y más), al recibir un 52% menos que los hombres. Entre 1990 y 1996 la disparidad de género se redujo en 6 puntos porcentuales promedio para todas las mujeres, situación que favoreció a las menos educadas pues su brecha se redujo en 21 puntos porcentuales. Relación Capacitación e Ingresos Para la categoría de “empleados”, que concentra una alta y creciente proporción de trabajadores, la desigualdad por género en salarios es significativamente menor que para otras categorías, reduciéndose la brecha desde un 15% en 1990 a un 13% en 1996, es decir, las mujeres “empleadas” ganan sólo un 13% menos que los hombres. Desde el punto de vista del análisis de género, interesa también evaluar las tendencias del ingreso per cápita de las mujeres con respecto a los hombres, es decir, conocer la proporción del ingreso que le correspondería a cada uno en condiciones de distribución igualitaria. Para el período 1990-1996, se observa una disminución de esta desigualdad, es decir, un mejoramiento de la situación económica de las mujeres. En 1990 el ingreso per cápita de las mujeres era de un 33% del correspondiente a los hombres y en 1996 era de un 38%. 9 Interesantes resultados se desprenden de una encuesta internacional sobre habilidades y destrezas de la población adulta (Second Internacional Adult Literacy Survey) que midió la relación entre capacitación e ingresos y el impacto que genera el uso del computador sobre la productividad y el ingreso de los trabajadores y en la que participó Chile en el año 1998. Entre los principales resultados se puede mencionar que el retorno de la capacitación en términos de ingresos es de un 24%, lo que supera el retorno promedio de la educación, que solo alcanzó el 13%. Sin embargo, lo más impactante y significativo es el impacto diferenciado de la capacitación para hombres y mujeres. Para las mujeres que realizaron actividades de capacitación, el retorno es de un 33%, es decir, aumentaron sus salarios en esa proporción, mientras que los hombres capacitados obtuvieron un retorno menor (24%). Al distinguir entre “tipos” de capacitación, la que tiene un mayor retorno para los hombres es la capacitación en negocios, mientras que para las mujeres es la capacitación en salud, seguida de negocios. Respecto a los efectos del uso del computador en el trabajo sobre los ingresos laborales, se concluyó que en Chile existe un premio por el uso del computador (independiente de otras habilidades y características del trabajador) y el retorno corresponde al orden de un 30%, altamente superior al que registran los países desarrollados (20%). También en este caso, el retorno de las mujeres es superior al de los hombres. LAS MUJERES EN LA ARGENTINA Actividad Laboral En Argentina se observa un fuerte proceso de expansión de la fuerza de trabajo femenina, la tasa de actividad de las mujeres, presentaba en el año 2001 valores que confirman este incremento. En 1990 se registró una tasa de 27,4, y para el mes de mayo del 2001, la misma llegó a 33,2 (Fuente: Consejo Nacional de la Mujer) Educación En relación a la educación, la tasa de asistencia escolar de las mujeres es mayor que la de los varones. Por tramo de edad y por sexo, en los principales aglomerados urbanos es para los/as jóvenes de 15 a 17 años de 78,6 para los varones y de 84,6 para las mujeres, en tanto que para el tramo de 18 a 24 años es de 41,5 y 48,6 respectivamente.( Fuente SIEMPRO 1999). 10 Esto significa que hoy por hoy la mujer detenta el mismo grado de formación académica que el hombre, y tiene una mayor y mejor tendencia hacia el futuro. La mujer en los cargos públicos En función del cupo femenino1 las mujeres pasaron de ocupar sólo el 4.3% de las bancas de diputados nacionales en 1983, al 27% en 1995. En las legislaturas provinciales la mujer ocupaba en 1995 porcentajes que varían desde el 2.7% en Tucumán, al 20.8 en Santa Cruz y Jujuy. En la Cámara de Senadores el porcentaje nunca ha sido superior al 8,7%. Desde 1984 a 1994 durante la primera década de democracia, ninguna mujer ocupó un cargo de ministro. La ocupación de la mujer en otros cargos superiores del Poder Ejecutivo Nacional nunca superó un 16% del total en dos décadas de democracia. En 1998 había una sola mujer con rango de ministro en el Ejecutivo Nacional, y su participación en los niveles de secretarías o subsecretarías ministeriales rondaba del 10 al 20%. En el Poder Judicial la situación tiende a mejorar: la mujer ocupa el 53% de los cargos de juez en el fuero laboral (1999). Sin embargo en la Justicia Federal (de mayor ingerencia en decisiones judiciales trascendentes a nivel social o político) la mujer ocupa el 20% de los puestos a nivel de primera instancia, y el 10% al nivel de cámaras de apelaciones. Hasta hace poco más de un año, una sola mujer había ocupado el cargo de ministro de la Corte de Justicia de la Argentina en toda su historia (150 años): la Dra. Margarita Argüas; en la actualidad hay dos mujeres detentando el cargo. En los cargos de jueces provinciales, la situación es muy variable: oscila del 70% en la Provincia de San Luis al 22% en la de Catamarca. Sin embargo en las jurisdicciones de mayor envergadura: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza oscila del 24 al 37% de los cargos al nivel de primera instancia. Dichos porcentajes descienden dramáticamente del 13 al 23% si se analizan los cargos en las Cámaras de Apelaciones, es decir posiciones de mayor jerarquía. 1 Por ley 24.012 las mujeres argentinas deben ocupar el tercio de los cargos electivos políticos. 11 Las mujeres en las empresas privadas En los niveles gerenciales en empresas privadas argentinas, en 1994, se observa que: En el sector industrial, 2 de 83 gerentes generales y 23 de 291 directores de empresas eran mujeres. En el sector bancario se encontró una presidenta sobre un total de 42, una vicepresidenta de 59 y tres directores generales (Fuente: Consejo Nacional de la Mujer, 1994). Sin embargo otros datos aumentan el análisis de la brecha: De 13.200.000 personas que conformaban la población económicamente activa en 1991, 8.423.387 eran hombres, y sólo 4.778.813 mujeres. Ese dato no se condice con la conformación de la población argentina para el mismo año 1991, habida cuenta que de los 32.615.628 eran mujeres 16.677.548, y en consecuencia el índice de masculinidad era del 95 (por cada 100 mujeres había 95 hombres). El índice de masculinidad descendió en Argentina del 115.5 en 1914 al 95.2 en el año 2001. Fuente ( Monserrat –Olivas Luján.- D’Annunzio – Rábago –Lassaga Duffy, Fox, Gregory, Punnett, Santos ,, 2003) Situación en las carreras universitarias Desde hace varios años se sabe que las profesiones "adoptadas" por las mujeres son las peor remuneradas. Ejemplos como la docencia, tanto primaria como secundaria, han llevado los sueldos de las docentes a niveles paupérrimos. Hace muchos años también, se hablaba de cambios en la distribución por géneros de los estudiantes universitarios. En la facultad de medicina actualmente más del 50 % de los estudiantes son mujeres. Pero los cargos de profesores siguen siendo ocupados por el sexo masculino. Si para entrar a la residencia es importante el promedio de la carrera y el puntaje del examen, por lo tanto, las mujeres se encuentran mejor preparadas. Eso no evita que cuando terminen la residencia sean los varones los primeros en conseguir trabajo, o que sean elegidos para ser jefes de residentes. Las mujeres en las ONGs 12 Las mujeres argentinas han asumido un compromiso cada vez mayor en la vida pública asumiendo roles de mayor responsabilidad .En los sectores populares, las mujeres se han organizando cada vez más haciéndole frente a las circunstancias adversas del país en lo económico y social. Como respuesta a eso, han aparecido variados ejemplos de liderazgos femeninos en ONG, que promueven el desarrollo de la mujer desde una mirada integradora propia de su género. Tal es el caso de las "Warmis", mujeres jujeñas, de la comunidad indígena. En estas organizaciones, que son verdaderas transformaciones sociales se juegan muchos aspectos: toma de conciencia de elementos culturales, condiciones y competencias laborales, capacitaciones, modos de organización económica de los emprendimientos, elaboración de proyectos, etc. Referirnos a las mujeres en su situación laboral en la Argentina pone de manifiesto las diferencias discriminatorias en las que aún nos encontramos, no solo con respecto al género sino también frente a las desigualdades culturales en las que se encuentran las minorías aborígenes. La situación en los años ´90 En Argentina, en los años ‘90, aumentó la desocupación a cifras que nunca antes había llegado, en su mayoría los hombres (jefes del hogar) se quedaban sin trabajo y surgió un fenómeno: las mujeres se transformaron en jefas del hogar porque su sueldo era el que sostenía a la familia. Incluso, muchas que no trabajaban, tuvieron que comenzar a hacerlo. Esta problemática generó cambios de roles, crisis y conflictos dentro de las estructuras familiares, pero significativamente, no generó cambios dentro de las organizaciones. Esta hubiese sido una buena oportunidad para que las mujeres se posicionaran de otra manera, pero todavía en la Argentina hay muchos techos de vidrio y paredes de cemento que tirar. En los años 90 la cultura de la globalización respondía al interés del mercado o sea producir más barato para generar más ganancias a ciertos sectores. Como los salarios de las mujeres son más bajos que los de los hombres se prefiere tomar a una mujer donde antes trabajaba un hombre, de este modo se especula con el hecho de que la mujer había pasado a ser único sostén del hogar y por lo tanto deben soportar dificultades sin hacer reclamo alguno ya que de hacerlo perderían el magro ingreso que tienen. Una de las razones por la que no hubo un cambio en el posicionamiento de las mujeres fue porque el mercado originó el sistema y por lo tanto las mujeres no tuvieron no solo opinión sino tampoco opción. Cuando la dificultad de coyuntura nos obliga a insertarnos (como sucedió en Argentina en la última década), no se ofrece la posibilidad 13 de proponer ningún derecho, sólo de cumplir con las expectativas de los empleadores sin generar ningún inconveniente. Las mayores desigualdades se dan en el interior del país y en los niveles más desprotegidos. Por otro lado, a pesar del incremento de las mujeres en las organizaciones éstas cada vez se hacen menos cargo del soporte familiar. Cada vez es menor el número de guarderías en las empresas o políticas de subsidio a las mismas. Consecuencias de la crisis Las mujeres han salido luego de la crisis del 2001 a trabajar fuera de sus casas o han comenzado pequeños emprendimientos para hacer frente a las necesidades de la familia ante la desocupación del varón, Así aparecieron ferias "artesanales" donde venden sus producto, ya sean comidas, manualidades o souvenir. Por otro lado, las que llegan a cargos importantes en instituciones o se convirtieron en empresarias, debieron dejar en el camino aspiraciones personales como formar o mantener una estructura familiar. Al hombre argentino le cuesta mucho reconocer la igualdad de género y no tolera no ser el que más aporta a la economía familiar. LAS MUJERES EN ESPAÑA La mujer aún gana menos que sus colegas hombres en el mismo puesto, hay más mujeres desocupadas que hombres. Los perfiles de mujeres exitosas, en lo empresarial que se ven en las revistas, aparte de ser casi inexistente, no son madres o no se menciona eso. El perfil de empresario exitoso siempre es un hombre y es el que se usa para vender, las mujeres en la publicidad sencillamente se preocupan por su belleza y por mostrarse atractivas. Una de las barreras para no contratar mujeres es que los empleadores usan la excusa de que la mujer puede quedar embarazada y tienen que pagar la baja. En las entrevistas de trabajo a las mujeres les preguntan sobre su situación sentimental y los planes de tener familia. Para favorecer el empleo femenino gobiernos anteriores dieron grandes desgravaciones en impuestos por contratar mujeres, siendo un importante ahorro para las empresas, pero el desconocimiento de estas medidas hace que se mantengan los patrones de comportamiento antiguos. El hecho de que el trabajo temporal sea lo más común permite prescindir de las mujeres en cuanto quedan embarazadas o en cuanto quieran sustituirlas; están 14 más desprotegidas que los hombres en la misma situación de contrato temporal. En política se ven más mujeres aunque siempre hay menos que hombres (el gobierno actual puso el mismo número de ministros que de ministras, por cierto ellas tienen ministerios más "bajos" excepto la vicepresidenta, pero no cumple esta paridad en los demás órganos de gobierno) LAS MUJERES EN COLOMBIA Según una investigación realizada por Amal Kalid, Prensa de ICONTEC, para el programa Women In Management – Suecia) aproximadamente el 48% de las microempresas le pertenecen a mujeres, lo cual representa una gran esperanza en un país como Colombia, en el que hay tantas mujeres víctimas de la violencia: algunas desplazadas, otras que esperan a sus esposos secuestrados, otras que han perdido a sus parejas en combates, otras que fueron abandonadas. Otro dato a destacar es que entre 1992 y 2001, la tasa global de participación (TGP) de las mujeres aumentó del 40% al 50%. Asimismo, de ser el 37% de la población económicamente activa, las mujeres pasaron a constituir un 42% de la misma. En las cabeceras municipales la TGP femenina alcanzó un 53% en 2001, debido principalmente al desplazamiento rural. En contraste al crecimiento de la participación de la mujer en el ámbito económico, se observa que el desempleo ha crecido, de un 12% en 1992, a un 19% en 2001 y a 19.7% en el 2003. Lo cual puede considerarse como un síntoma de las desigualdades de género en el campo laboral. Esta situación plantea la necesidad de trabajar con más intensidad este tema dentro de las organizaciones así como apuntar a la creación de nuevas áreas laborales que le otorguen a la mujer mayor independencia. Debido a la situación de las mujeres que están al frente del hogar y se encuentran muy limitadas por las normas organizacionales, la mayoría de las iniciativas de apoyo a la mujer, tanto a nivel gubernamental como a nivel privado, están apostando al fortalecimiento del rol de la mujer como microempresaria, teniendo en cuenta que de esta manera no sólo adquieren independencia económica, sino que además tienen más libertad para manejar sus tiempos y articular el trabajo con la crianza de sus hijos (pues por lo menos el 43% de las microempresarias actuales no tienen 15 compañero). Aproximadamente el 48% colombianas, pertenecen hoy a mujeres. Empleo y Colombia desarrollo empresarial de de las microempresas las mujeres en Fuente: Mujeres. Construcción de Paz y Desarrollo. Consejería presidencial para la equidad para la mujer. Presidencia de la Republica. 2003 Tasa global de participación femenina Entre 1992 y 2001, la tasa global de participación (TGP) de las mujeres aumentó del 40% al 50%. De ser el 37% de la población económicamente activa (PEA), las mujeres pasaron a constituir un 42% de la misma. En las cabeceras municipales la TGP femenina alcanzó un 53% en 2001, debido principalmente al desplazamiento rural (2). Si bien todas las mujeres en edad de trabajar han aumentado su participación en el mercado laboral, se presentan diferencias relacionadas con la edad, el nivel educativo y el estado civil. Las mujeres entre los 24 y los 45 años tuvieron la mayor participación, a la vez que el grupo de mujeres entre los 46 y los 55 años presentó el mayor nivel de incremento en la participación. En términos educativos, las mujeres profesionales con estudios universitarios completos presentaron las tasas más altas de participación: 90%, en 2001; por su parte, las mujeres con estudios universitarios incompletos o secundarios completos presentaron una tasa de participación del 63%, mientras las tasas más bajas correspondieron a las mujeres con estudios de primaria o secundaria incompletos (3). Vale la pena anotar que las cifras muestran que las mujeres ocupadas tienen un nivel educativo superior al de los hombres ocupados, lo cual significa que a las mujeres se les exige, comparativamente, un nivel más alto para acceder al empleo (4). Con relación al estado civil, las mujeres separadas presentaron las más altas tasas de participación en el mercado laboral, seguidas por las casadas o en unión libre y las solteras. En las cabeceras municipales, las mujeres en unión libre presentaron las mayores tasas de participación, lo que probablemente indica una situación de mayor pobreza (5). 16 Índices de desempleo A nivel nacional, la tasa de desempleo femenino aumentó de 12% en 1992 a 19% en 2001. En el mismo lapso, en las cabeceras municipales el aumento fue de 12% a 20% (6). Para el 2003, la tasa nacional total de desempleo descendió a 15.2%, 11.9% para los hombres y 19.7% para las mujeres (cabecera 20.6 y resto 16.1) (7). Las mujeres solteras y en unión libre presentaron las mayores tasas de desempleo. Según un informe del Ministerio de Agricultura, elaborado en 1999, el 68% de desempleadas/os rurales correspondía a las mujeres (8). La tasa de mujeres rurales desempleadas era de 19.3% mientras que la de los hombres era de 7.3% (9). El aumento notorio del desempleo femenino puede considerarse como un síntoma de las desigualdades de género en el campo laboral. Por su parte, la creciente participación laboral de las mujeres en los sectores más deprimidos obedece a la necesidad de responder a las demandas económicas de hogares empobrecidos. En otros sectores, el desempleo es atribuible a la búsqueda de autonomía, realización profesional y de promoción económica de las mujeres (10). Nivel de ingresos y feminización de la pobreza Una de las principales fuentes de desigualdad de género en el país está relacionada con los ingresos. En efecto, entre 1992 y 2001, en las cabeceras municipales el porcentaje de hombres ocupados con ingresos inferiores a un salario mínimo legal aumentó de 40% a 54%, en tanto que el de mujeres ocupadas con ingresos por debajo de un salario mínimo permaneció en 61%. En el resto del país, para el mismo período, la variación fue de 80% a 85% para los hombres y de 92% a 90% para las mujeres. “Puede decirse que la distancia entre los sexos se redujo ‘hacia abajo’ al deteriorarse la situación de los hombres y estancarse relativamente la de las mujeres (...) la brecha de género sigue siendo muy alta dentro de una creciente desigualdad social” (11). Como lo señala el Informe de Desarrollo Humano 2003, en Colombia “las mujeres empiezan el nuevo siglo con unos ingresos 20% menores a los de los hombres, porcentaje igual al de 1995.” En el periodo comprendido entre 1992 y 2001, la jefatura de hogar femenina aumentó de 23% a 31% del total de jefes de hogar en las cabeceras municipales y de 13% a 18% en el resto del país. Las tasas de desempleo de las jefas de hogar también crecieron en este lapso, de 5% a 12% en las cabeceras municipales y de 3% a 8% en el resto del país. Las mujeres jefas de hogar de bajos recursos aumentaron de 44% en 1992 a 51% en 2001, en tanto que el porcentaje de hombres jefes de hogar de bajos recursos pasó de 52% a 54% en el mismo período, lo cual indica un mayor empobrecimiento 17 de las mujeres jefas de hogar. Así mismo, se incrementó el porcentaje de mujeres jefas de hogar en el sector informal, pasando de 56% en 1992 a 60% en 2001, en tanto que las cifras para los hombres jefes de hogar fueron de 50% y 57%, respectivamente. Estas cifras indican que el mayor aumento en la jefatura de hogar femenina está asociado con la informalidad y la pobreza (12). Para abordar esta problemática, se promulgó la Ley 82 de 1993, por la cual se expidieron normas para favorecer a la mujer cabeza de familia. El aumento de la feminización de la pobreza está relacionado con la ausencia de oportunidades, con la escasa participación de las mujeres en la toma de decisiones, con los patrones de segmentación ocupacional en el mercado de trabajo y con la falta de acceso a los recursos económicos y a la propiedad de la tierra. Hasta el momento no se ha reconocido plenamente al sector de las mujeres como un sector productivo, ni se ha incluido dentro de las cuentas nacionales el trabajo doméstico que redunda en un mejoramiento de la calidad de vida de muchas familias. Con respecto a la creación de empresas, puede afirmarse que, aunque el número de mujeres empresarias ha ido en aumento, su participación en este campo es aún restringida y enfrenta diversos obstáculos. En el caso de las pequeñas unidades productivas gestionadas por mujeres, su situación es similar a la demostrada para países de América Latina según estudios realizados por Valenzuela y Venegas (2001), “sus negocios son de menor tamaño (en términos de número de trabajadoras/es y volúmenes de ventas), cuentan con menos activos, las ganancias por hora son más bajas y el radio de acción territorial de sus actividades es mas limitado.” (13) (2) Universidad Nacional de Colombia, CID, UNICEF, ¿Equidad de género? ¿Equidad social?: Una mirada desde la educación y el trabajo, en Observatorio de Coyuntura Socioeconómica, Bogotá, núm. 14, diciembre de 2002. (3) Ibidem. (4) Ibidem. (5) Ibidem. (6) Ibidem (7) DANE. Dirección de Metodología y Producción Estadística, Documentos Técnicos sobre Mercado Laboral, Bogotá, 2003. (8) Ministerio de Agricultura, 1999. (9) DNP/sisd: 2000. (10) Universidad Nacional de Colombia, CID, UNICEF, op. cit., págs. 6-8. (11) Ibidem, págs.12-13. (12) Ibidem, págs. 18-19. (13) Abramo L. Notas sobre la incorporación de la dimensión de género a las políticas de empleo y erradicación de la pobreza en América Latina, OIT, 2003. 18 Participación política A partir de la Constitución Política de 1991, las mujeres han incrementado de manera gradual su presencia en los espacios de elección popular; no obstante, ésta continúa siendo muy baja, como lo demuestran las siguientes cifras: Corporación Nivel nacional Período 1998- 2002 Período 2002-2006 Senado 12.75% 11.76% Cámara 11.32% 11.98% Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 2002. Nivel regional/ local Período 1998-2000 Período 2001-2003 Gobernaciones 3.20% 6.25%* Asambleas 5.26% 13.84% Alcaldías 5.2% 7.3% Concejos 10.32% 12.89% * La Gobernadora de San Andrés fue elegida posteriormente por destitución del Gobernador anterior. Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 2003. En materia de cargos directivos en el sector público, las cifras revelan un sesgo discriminatorio: si bien el 42% del total de empleados/as públicos/as son mujeres, esta significativa participación no se traslada a los cargos de dirección, en los cuales la presencia de las mujeres no pasa del 15%. El seguimiento realizado al cumplimiento de la Ley de Cuotas (Ley 581 del 2000) muestra que, en muchos casos, ésta no se aplica por desconocimiento de los funcionarios/as y/o por no reconocer su importancia como instrumento de equidad. Esta situación revela la necesidad de divulgar y promocionar esta ley y de realizar un seguimiento a su aplicación. 19 Por otra parte, en el ejercicio de los derechos políticos, a pesar de la alta participación de las mujeres como electoras o en las bases de los partidos políticos, su postulación y elección para cargos públicos y su presencia en la dirección de los partidos es mínima. Es necesario entonces promover, por una parte, el acceso de la mujer a dichos cargos para ampliar su participación en la toma de decisiones del Estado; y, por otra, impulsar una reforma de los estatutos de los partidos y movimientos políticos, que garantice más espacios de participación a las mujeres. Si bien es cierto que la participación de las mujeres ha sido débil en los espacios formales de la política, también lo es que ha sido creciente en los espacios no convencionales. El importante papel que ha desempeñado el Movimiento Social de Mujeres, desde sus diversas expresiones, incluidos los movimientos feministas, ha contribuido a ampliar el horizonte de la política. Este aporte se expresa en diversas apuestas, como “lo personal es político”, la construcción de corriente de pensamiento sobre “la democracia empieza por casa”, y el replanteamiento del ejercicio mismo de la política y del poder para “recalificar la democracia”, entre otras. Todos lo anterior ha permitido reflexionar sobre el acceso de las mujeres a los espacios de decisión política, así como construir avances en el ejercicio del poder por parte de las mismas. Participación de la mujer en las distintas áreas de la sociedad y el conocimiento Fuente: Revista Dinero, marzo 2005 Algunos datos 1. Gremios como la Asociación Nacional de Industriales -Andireconocen que en los últimos 30 años se incrementó la participación de la mujer en el mercado laboral y en el desarrollo productivo del país. Según su Presidente, la aceptación y el reconocimiento a la mujer en el trabajo calificado es debido al impacto y los resultados de su participación en el mercado laboral. 2. La mayor participación de la mujer empresaria en Colombia se da en la microempresa (el 50%), Algunas han desarrollado industrias y empresas y son líderes en sus respectivos sectores y dando la talla entre multinacionales (Laboratorios Vogue y Multinacional Lafrancol). 3. El Presidente Alvaro Uribe, es el que mayor participación ha dado en sus ministerios a las mujeres: la mitad de su gabinete ministerial estuvo a cargo de mujeres e incluso, por primera vez, una mujer 20 ocupó el cargo de Ministra de Defensa. Según la ley de cuotas, la participación femenina en cargos directivos del sector público alcanzó el 35% en entidades nacionales y el 40% en entes territoriales. 4. Según un estudio del Centro para el Género en las Organizaciones del Simons College de Boston, las mujeres han fundado el 40% de las empresas, mientras que hace 10 años fundaban el 30%. 5. En Colombia las mujeres representan el 52% en pregrado y el 53,2% de los posgrados, según el Ministerio de Educación. En los resultados individuales de las pruebas de estado para universitarios de 2003, 4 de los 5 mejores puestos en derecho y medicina los ocuparon mujeres. 6. Aunque hoy es normal ver mujeres en altas posiciones, todavía hay espacios para crecer. Forbes revela que solo 22 empresas de su lista de las 500 más grandes tienen CEO mujer. Las mujeres en las zonas rurales En este sector es donde realmente no se ha avanzado y todavía las mujeres trabajan muy duro, la mayoría de las veces, por lo menos en Colombia, son cabeza de familia y deben trabajar de sol a sol para poder mantener a los hijos. En Colombia existe el problema de la violencia en la zona rural, y las mujeres en algunos pueblos son las que se han quedado para mantener la familia trabajando en lo que sea, el campo, pequeñas microempresas, etc. Además esta situación prolongada de violencia ha llevado a los desplazamientos familiares del campo a la ciudad y a que muchas mujeres se hayan convertido en cabezas de familia, obligándolas a ingresar al mercado laboral casi sin tener la preparación adecuada, muchas veces teniendo que acudir al empleo informal para llevar el sustento a sus hogares Educación y empleo: recorriendo la historia y analizando el presente El acceso a la educación es tal vez el fenómeno que más ha cambiado la situación de las mujeres en Colombia. Este proceso se ha iniciado desde los años en que la educación era de tipo religioso y centrado en la educación de las labores del hogar. Las mujeres del campo no tenían acceso a la educación. En 1870 las escuelas públicas se abrieron a niñas y se decreto el carácter gratuito de la misma. A pesar de esta medida, en los planes de estudio, las niñas seguían teniendo clases llamadas "útiles para el hogar". Solo en la década de 21 los 20 se creó el primer instituto pedagógico femenino con orientación científica y técnica. En los años 30 se graduaron las primeras bachilleres de colegios privados. El acceso a la universidad fue muy difícil y solo en 1948 la Universidad de los Andes dio acceso a las mujeres a la universidad. Recién en los 80 se abrieron las puertas a las ingenierías o llamadas carreras duras. A pesar de haberse dado un aumento importante en el ingreso de mujeres a las universidades y su posterior incorporación al mercado laboral, todavía se da una inserción desigual de mujeres y hombres al mercado de trabajo, siendo las mujeres perjudicadas por condiciones de empleo desventajosas. Las cifras de aumento de mujeres en altos cargos de las empresas son motivadoras, pero aún falta mucho trecho para que haya igualdad en las condiciones de acceso y promoción de las mujeres en las organizaciones. Las mujeres que han tenido acceso a la educación, enfrentan una gran responsabilidad en el mercado laboral, especialmente cuando han accedido a puestos de Dirección en las organizaciones, a niveles de participación en liderazgo y toma de decisiones en las empresas. Es fundamental que se constituyan en ejemplo y gestoras de transformación al interior de las mismas para el acceso de otras mujeres y para propiciar en las organizaciones ambientes de trabajo que no discriminen contra la mujer. También es responsabilidad de quienes están vinculadas a los medios de comunicación; este trabajo de pedagogía y proyección que generan los medios masivos de comunicación, con enfoque de género es importante: en la medida en que se generalice el discurso de género, se promueve la ruptura de estructuras mentales y estereotipos, no como una lucha de género sino como la promoción del respeto y el valor a la diferencia en todas las áreas. LAS MUJERES EN EL SALVADOR Mujeres microemprendedoras Las microempresas lideradas por mujeres suelen ser de menor tamaño y productividad que las de los hombres: las mujeres representan el 65 % del total de microempresarias/os, el 27% de los de tamaño pequeño y mediano y únicamente el 10% de los/as de tamaño grande. Los sectores más precarios están dominados por la presencia de mujeres, se calcula que la mayoría de las empresas consideradas de subsistencia no generan ingresos por más de 115 dólares mensuales (equivalente al salario mínimo). El 71.3% de las mujeres que emprenden una microempresa, deciden hacerlo como un 22 medio de subsistencia. Se debe tomar en cuenta además, que las mujeres microempresarias no cuentan con seguridad social y que esa actividad no significa que descuidan sus quehaceres domésticos, los cuales no tienen remuneración. Las mujeres en la política La participación de mujeres en el Congreso es mínima, ya que de 84 diputados solamente 9 son mujeres, o sea el 10.7%. La Junta Directiva de la Asamblea Legislativa está compuesta por 11 diputados de los cuales solamente 2 mujeres ocupan cargos. En el Órgano Ejecutivo, el Consejo de Ministros lo integran 25 personas, solo 3 mujeres es decir el 12%. Las Municipalidades son 262, compuesta por 17 mujeres, el resto son hombres. Con respecto al Órgano Judicial, es importante destacar que en los Juzgados de Paz, que son los de " menor categoría" tienen más participación mujeres Juezas; sin embargo va disminuyendo en los de Primera Instancia y aún más en las Cámaras. En la Corte Suprema de Justicia es lamentable como se evidencia la diferencia de género ya que de 15 Magistrados solamente 2 son mujeres, esta situación se viene manteniendo desde hace muchos años, es un pequeño reflejo de como las posiciones de poder siguen estando predominantemente en manos masculinas. Educación La deserción escolar por razones de embarazo o por tener que contribuir a sostener el hogar, es alta, limitándoles a las niñas y adolescentes, la posibilidad de elevar su nivel educativo y en consecuencia el acceso a un trabajo remunerado digno. En la educación superior ha aumentado el porcentaje de mujeres en profesiones no tradicionales; sin embargo, los obstáculos para acceder a becas para cursos fuera del país, son parte de una realidad que no puede ocultarse ya que influyen factores como son la crianza de hijas e hijos, el cuidado de una madre o abuela anciana o por ser el sostén del hogar. LAS MUJERES EN PANAMÁ En Panamá, las mujeres representan casi la mitad de la población desde 1990. Con respecto a su participación en el sector laboral, el III Informe Nacional "Clara González" del 2000-2001 indica que la tasa de participación en la actividad económica de 1990 a 2000 registró un incremento de 7 puntos (de 24.6 a 35) mientras que la de los hombres es de 62.2 a 70.0. Las mujeres se concentran en las 23 ocupaciones de menos prestigio y remuneración y reciben menos remuneración por el mismo trabajo que los varones, incluso cuando ellas ostentan mayor nivel educativo. Con relación al nivel de desocupación por sexo, para los varones es de 11.1% mientras que para las mujeres es de 16.7%. El informe señala que históricamente el desempleo femenino es mayor porque se considera que el hombre es el proveedor por excelencia y porque los empleadores ven los embarazos y la atención de la familia como problemas en las mujeres en edad fértil. Al analizar el ingreso promedio por sexo, tenemos que las mujeres con educación primaria devengan unos B/.120.60 que representa el 70.7% del ingreso masculino. Si es con educación universitaria, las mujeres reciben 65.1% del ingreso masculino. La economía panameña ha estado históricamente ligada al comercio internacional y al sector servicios. En el 2003, la participación femenina en el sector terciario es de 88.3% (85.7% en el 2002 y 85.3% en el 2001) mientras que la masculina es de 53.9% (51.9%, 2002 y 51.6% en el 2001). La participación masculina es mayor en los otros dos sectores --primario y secundario con un 23.3% y 22.9%, respectivamente en el 2003 vis a vis 3.2% y 8.5% de la femenina. Con relación al ingreso promedio en el sector terciario en el 2003, para las mujeres es de B/.261.70 y para los hombres de B/.314.30. De acuerdo con cifras estadísticas del 2003 de la Contraloría General (www.contraloria.gob.pa), las mujeres ejercen las siguientes ocupaciones: empleadas de oficina con un 22.8%, profesionales, científicos y otros intelectuales con 14.3%, vendedoras ambulantes, trabajadoras en servicios no clasificados en otros grupos con 25% y trabajadoras de servicios y vendedoras en comercios y mercados con 21.2% --la participación de los hombres es de 5.1%, 6.0%, 16.2% y 14.4%, respectivamente. Veamos algunos casos concretos. La Autoridad del Canal de Panamá que tiene 9000 empleados (colaboradores) en su Junta Directiva son 11 hombres, la Junta Asesora con 17 miembros vinculados al sector marítimo internacional y con experiencia en el tema del canal, todos hombres. La alta gerencia con 12 personas -- el Administrador y Subadministrador y los directores de divisiones, solo tiene una mujer en la Dirección de RR.HH. En una de las Juntas Directivas de los dos bancos estatales --Banco Nacional y Caja de Ahorros – hay una mujer. En los dos bancos más importantes de capital panameño-- Banco General y Banco del Istmo, las Juntas Directivas son todas masculinas. El primer nivel gerencial 24 en ambos bancos (CEO, CFO, COO) es territorio masculino. En las áreas de negocios (VP) en el Banco General, de 13 cargos, 4 son ocupados por mujeres en RR.PP, Mercadeo, Finanzas, Offshore y Crédito Corporativo. A nivel de VP Asistentes, de 19 cargos, 10 son ocupados por mujeres en RR.HH. Riesgo, Asesoría Legal, Arq. e Ingeniería, Recuperación de Cartera, Banca Privada y Procesos. Lo que se detalla forma la Alta Gerencia del Banco, de acuerdo a una publicación. Este banco tiene más de 1400 colaboradores. El Banco del Istmo con 3.000 colaboradores tiene la siguiente estructura: CEO, CFO y COO todos hombres. Por línea de negocios, en Centro Corporativo de 9 cargos, solo 1 es ocupado por una mujer. En Banca Internacional los 5 cargos son ocupados por hombres mientras que en Banca de Empresa de 8 cargos, 3 ocupados por mujeres. En Banca de Personas, los 3 cargos son ocupados por varones y en Seguros, de 5 cargos, 2 son mujeres. Según un estudio de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá junto con el PNUD sobre la participación de la mujer en el sector bancario, seis de cada 10 empleados son mujeres. La situación laboral en el Área del Canal de Panamá: algunos datos El porcentaje de participación de las mujeres en posiciones profesionales, gerenciales y ejecutivas en el Canal de Panamá (de mayor a menor) para el 2003: Personal de enfermería: 100% Profesionales del derecho: 77.8% Archiveros, bibliotecarios, documentalistas y afines: 77.5% Especialistas en Ciencias Sociales y Humanas: 71.4% Directores de departamentos de producción y operaciones: 66.7% Especialistas en Organización y Administración de Empresas: 56.5% Escritores, artistas creativos y ejecutantes: 50.0% Físicos, Químicos y afines: 43.8% Médicos y profesionales afines (excepto enfermería): 33.3% Gerentes de empresa 29.5% Profesionales en Ciencias Biológicas y otras disciplinas relacionadas a los seres orgánicos: 21.7% Maestros e instructores de enseñanza especial: 18.8% Otros directores de departamento: 11.1% Profesionales de la informática: 10% Arquitectos, ingenieros y afines: 9.6% 25 Cabe destacar que la Autoridad del Canal tiene sus propios programas de entrenamientos (apprenticeships) donde la cantidad de mujeres participando ha aumentado a través de los años. La primera panameña práctica (piloto) del canal pasó por estas escuelas de entrenamiento, siendo primero capitana de remolcadores. LAS MUJERES LATINAS EN ESTADOS UNIDOS El análisis partió de hacer un ligero mapeo del territorio laboral de las mujeres en USA, sobretodo de las mujeres inmigrantes hispanas desde la perspectiva de ser propietarias o no de firmas/compañías en el mercado laboral para el cual se ha tenido en cuenta básicamente dos componentes: de un lado la demografía como tal y de otro el subregistro de los datos en las encuestas. Con respecto a las fuentes de información se utilizaron los datos disponibles en la página Web de la oficina del censo de los Estados Unidos www.census.gov y los links. Demografía La población de origen hispano representa el 12.5% del total de la población de los Estados Unidos, constituyéndose desde hace unos meses atrás como la minoría mas grande, seguida por la población afroamericana la cual representa el 12.3%. Dentro de la desagregación por raza y origen que hace el censo, de los grupos de las minorías – en la práctica existe un debate respecto a la utilización de este término por su connotación excluyente y discriminatoria tenidos en cuenta en la composición demográfica, el grupo de origen hispano/latino ocupa el primer lugar como grupo en donde más propietarios de firmas/compañías hay, seguido por el asiático y nativos de Hawai y otras islas del Pacífico, luego por el afroamericano y el grupo indio-americano. (Comparison of business ownership by minority groups/1997). Ahora bien, desagregados por sexo, dentro de la comunidad de origen hispano, el porcentaje de firmas/compañías cuyas propietarias son mujeres es del 28% y de los hombres el 55.6%. El porcentaje para las mujeres puede ser aumentado un poco dado que en este porcentaje no están incluidas las mujeres que son propietarias de firmas/compañías en sociedad con hombres, categoría que además se ha tomado aparte de la desagregada por sexo. (1997 Economic Census Surveys of Minority- and Women-Owned Business Enterprises (SMOBE/SWOBE). Esta encuesta se realiza cada 5 años; la última se realizó en el 2002 pero aún no se han publicado los resultados y análisis para la población hispana. El reporte utilizado data de julio del 2001. 26 En comparación con los otros grupos raciales minoritarios, las mujeres hispanas propietarias de negocios representan el segundo grupo, 28.1%, antecedidas por las mujeres afroamericanas 38% y seguidas por los otros dos grupos con el 27.2%. En general, en cuanto a la distribución por sectores de producción, la participación de mujeres propietarias de negocios está mayormente en el área de servicios 55%, seguido por el mercado al detal 17% y finanzas y seguros 9%. Los sectores menos representados por mujeres propietarias de firmas/compañías, son el de la construcción 3%, el sector agrícola, forestal y pesca 2% y mercado al por mayor 2%. www.census.gov/csd/mwb. Como tendencia general se observa que el rango de las mujeres propietarias de firmas/compañías para todos los grupos minoritarios siempre está por lo menos en el 50% por debajo de los hombres, así mismo lo son las ventas generadas en sus compañías y los ingresos antes de impuestos, por lo menos hasta 1997. Es muy posible que los resultados del análisis de la encuesta desarrollada en el 2002, muestre cambios que darán cuenta, por un lado, de las reformas en la política interna y externa que se han dado en el país, en donde se constriñen más las posibilidades de acceso al empleo, se evidencia la disminución del promedio de ingreso por familia, se aumenta la pobreza y se disminuye la cobertura y acceso a los servicios de salud (Income, poverty and health insurance coverage in the United States: 2003, USCENSUSBUREAU) y del otro, de cierto nivel de apoyo local en algunos estados a las mujeres que están en el sector de los negocios y que forman parte de grupos minoritarios. Contraste que queda pendiente por analizar. Subregistro de datos y encuestas De acuerdo a los diferentes estudios realizados, la ligera tendencia al crecimiento de la participación de la mujer como propietarias de negocios en la década 1985-1995, comparada con los datos de la encuesta de 1997, se deja ver en las estadísticas, así como puede verse comparativamente también, las diferencias originadas por el sexo, la raza y la edad, que la afectan negativamente, faltando aún por analizar el componente de educación y estatus legal, que la hacen mantenerse dentro de esa fuerza de trabajo contingente, en condiciones desfavorables para ella y su familia. El subregistro aparece contenido en varios aspectos: a) en lo que oficialmente no incluyen las estadísticas como son las organizaciones gubernamentales, el sector agrícola, las organizaciones religiosas y políticas, así mismo el trabajo doméstico; este último donde las mujeres hispanas se desempeñan habitualmente y donde la discriminación y explotación tiene su nicho; b) el mismo subregistro 27 demográfico de la población inmigrante hispana y c) el subregistro de las mujeres inmigrantes invisibilizadas por no tener documentación que defina legalmente su estatus migratorio unas; otras, aquellas que no son inmigrantes, que están temporalmente en el país y cuyo estatus no les permite la inserción en la sociedad desde la actividad laboral dada su categoría de “acompañantes del esposo”, cuando este se encuentra desarrollando una contratación temporal profesional. En la realidad, muchas de estas mujeres engrosan las filas de trabajo informal y remunerado “debajo de la mesa”, independiente de sus habilidades y formación profesional, por lo menos mientras dura su estadía en el país o mientras logran ingresar al sistema en condiciones que laboralmente les favorezcan. Comentarios finales Es de destacar el alcance y la complejidad de la situación laboral de las mujeres, confrontada aún más por las estadísticas que se muestran. Y lo complejo de los ingredientes que hay que construir/desarrollar/fortalecer para el mejoramiento de la calidad laboral y de vida de las mujeres en Latinoamérica y además, de las inmigrantes hispanas en este país, no desde la desesperanza sino desde los retos que esto convoca para encontrar las vías del empoderamiento personal, comunitario y organizacional, en donde confluyan y se integren de una manera sinérgica el ejercicio de los derechos civiles, los derechos de nosotras las mujeres, la humanización de la vida y del trabajo, la ética en la gestión de lo transcultural y lo transcomunicacional y la responsabilidad social que tenemos como ciudadanas y ciudadanos de este planeta, como estrategia para lidiar con la situación de discriminación y despoder que pretende mantener el orden económico mundial. LAS MUJERES EN COSTA RICA Se presenta una situación similar que en el resto de Latinoamérica. Hay incremento en la participación: en 1970 de cada 10 mujeres, 2 trabajaban, en el 2003 sube a 4 de cada 10. Con respecto a las fuentes estadísticas no se cuenta con suficiente segregación de datos por sexo para hacer un análisis que refleje más claramente la desigualdad de géneros. El movimiento de mujeres costarricense tiene interés de demandar la modificación de las encuestas nacionales en este sentido. La tasa general de desempleo es de 7.6%, la más alta en los últimos 20 años; si se desagrega, la de las mujeres es de 8,2%, indicando 28 que en momentos de crisis son las mujeres las que llevan la peor parte, aunado a la debilidad de estar colocadas mayormente en el sector servicios; no así los hombres que se colocan en sectores más fuertes, como transporte, telecomunicación y construcción. Es de destacar el caso de la industria manufacturera: hace 13 años los empleados ganaban un 7% más que las empleadas, para el 2003, ellos ganan un 38% más, esto dentro del marco de la globalización (maquila, reconversión tecnológica, ISOS); de esto se infiere que las mujeres han aumentado su participación pero en circunstancias de marginalidad, explotación, deterioro de la calidad, pues sus salarios han disminuido. Mujeres con educación formal En el informe del PNUD Objetivos del Milenio 2003 para Costa Rica se indica que los ingresos salariales de las mujeres con preparación son 20% menos que los de los hombres. Otra fuente nacional, Informe del Estado de la Nación señala que las mujeres con educación formal y que trabajan, tienen en promedio 4 años más de estudio que los hombres en los mismos puestos. Estas dos informaciones esclarecen acerca de la existencia de inequidad en el marco laboral costarricense. Se destaca un factor de empoderamiento reflejado en el Índice de desarrollo relativo al género (PNUD, 2000), el cual es de 0.824, y éste representa el puesto 41 en la escala mundial. Parte de este avance se muestra en el sector público donde se ha logrado, por decreto, que el 40% de puestos en el congreso deben ser ocupados por mujeres. No obstante, es preocupante para el movimiento feminista que este avance sea relativo pues algunas mujeres que ocupan estos puestos no tienen la menor conciencia, conocimiento y sensibilidad sobre las cuestiones relativas a las desigualdades entre los géneros. LAS MUJERES EN MEXICO México . Estado de Tamaulipas Se observan ciertas ventajas por ser un estado fronterizo a EEUU. Las mujeres se desempeñan en el sector educativo y de servicios. En el caso de aquellas que no han accedido a la educación, se desempeñan en un alto porcentaje como maquiladoras. El desarrollo, expectativas y retos de las mujeres trabajadoras presenta diferentes escenarios: las que logran un trabajo importante - calidad del trabajo- y las que realizan un trabajo rutinario. Estas ultimas aceptan "su destino" las primeras tienen una visión y meta clara de lo que quieren lograr. Se cuestiona en torno a esto si las que quieren lograr un desarrollo profesional lo hacen desde una postura individualista ya que lo que se 29 observa es que aquellas mujeres que logran espacios de decisión, comienzan a apartarse de la problemática de las demás mujeres. México DC El análisis se enfoca más al área urbanizada: las cifras revelan que del 36% al 40% de las personas trabajando en áreas urbanas son mujeres. Se dice que entre 40 y 50% de los empleos están en el mercado informal. Más de la mitad de estos empleos están ocupados por mujeres. Los sectores donde ellas estás más representadas son: servicios domésticos 86.7%; 64.3% en la educación; 53,9% en el sector administrativo; 45.9%, comerciantes. Otro dato a destacar es que el 35.9% de profesionales son mujeres. En relación al tiempo dedicado se puede señalar que: en el año 2000, las mujeres hacían 63 horas por semana de trabajo doméstico y extra doméstico comparativamente a 48 horas para los hombres. Con respecto al tema salarial: Las mujeres tienen salarios de entre 15 y 30% menos que los hombres aunque los niveles educativos para ambos géneros ya son casi los mismos. En el caso de las mujeres con más de 13 años de instrucción ganan el 47% del sueldo de un hombre con igual nivel de instrucción. Fuente informativa: Instituto Mexicano de Estadísticas, de “Las condiciones de trabajo en los años 90 en México” por Mercedes Pedrero Nieto. Revista Mexicana de Sociología, Año 65, no. 4, oct-dic. 2003. y de CIMAC noticias LAS MUJERES EN PARAGUAY En Paraguay, existe una gran brecha de género en todos los ámbitos y niveles. Al igual que lo que se observa en las cifras a nivel América Latina, en Paraguay el desempleo afecta con más fuerza a las mujeres: 9.0%, frente a los hombre con un 6.8%. Si se realiza un examen preliminar de la situación, con el análisis de datos cruzados se puede apreciar que esta variable se ve afectada directamente por el grado de instrucción; la tasa de analfabetismo en las mujeres es del 9,8% con respecto a los hombres con el 6,9%, y en donde el porcentaje de deserción escolar es más alto en las mujeres con un 12,4%, frente a los hombres con un 3,7%. Las mujeres se constituyen en las más pobres entre las pobres, las mujeres con igualdad en el grado de instrucción con respecto a los hombres, no participan en cargos de decisión generenciales o directivos, sí en los cargos subordinados o de menor jerarquía, por supuesto con menor sueldo que los hombres. Con respecto a las discriminaciones de género en los ingresos encontramos: a nivel país las mujeres ganan el 73,1% del ingreso mensual de los hombres. Podemos observar entonces la siguiente ecuación: Igualdad de condición en el nivel de 30 instrucción y capacidad = menor sueldo + cargos con menos poder de decisión. Esta discriminación ocurre en cualquier tipo de empleo. También, se puede hacer mención, a la gran proporción de mujeres calificadas en las estadísticas, mujeres jefas de hogar, cuyo número se triplicó en los últimos 20 años. Esta variable se refiere a las mujeres que se encuentran a cargo de proporcionar sustento a sus familias. La gran mayoría de estas mujeres trabajan en el ámbito no formal de la economía, sin un sueldo fijo, seguro médico (para ellas y sus hijos/as) y sufren las más grandes violaciones a sus Derechos. Generalmente, estas mujeres se caracterizan por el inicio temprano de la maternidad. La alta fecundidad en la juventud, se vincula con una temprana iniciación sexual, y la falta de información y conciencia. Aquí se puede notar que en las jóvenes con mayor grado de instrucción es menor la tasa de fecundidad. En el 2003, la tasa de mortalidad materna fue de 183,5 por 100.000 nacidos vivos. La mortalidad materna es la primera causa de mortalidad en mujeres de 25 a 29 años. Ocurre entonces que las mujeres que tienen mayor grado de instrucción son las que tienen menor tasa de fecundidad y las que acceden en mayor proporción al mundo del trabajo a nivel formal, siempre teniendo en cuenta las condiciones de discriminación ya mencionadas anteriormente. (DGEEC - Objetivos de Desarrollo del Milenio, Informe de Paraguay - MSPBS.)