De lo mudo a lo audiovisual Escrito por Camilo Zambrano No hay duda de que el cine es una de las artes más prestigiosas del mundo. Con un carácter internacional, su realización reúne muchas de las manifestaciones artísticas más importantes: la óptica, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la dramaturgia, la escenografía, entre otras, son los pilares de este tipo de expresión humana y teniendo cada una de ellas un gran contenido vital, hacen del cine, en esencia, una experiencia emocional que a todos puede producir momentos de entretenimiento y sensibilidad. El respaldo tecnológico con que cuenta el cine, la evolución de sus numerosas herramientas de filmación y efectos visuales, entre otras, y la diversidad de profesionales especializados en los tema más ínfimos de su realización, hacen difícil pensar que se trata de un arte que tiene tras de sí, escasamente, algo más de un siglo de evolución. Los hermanos Lumière en 1985, fueron quienes realizaron la primera proyección pública, y aunque carente de actores, montaje y sonido, esta innovación de la época tuvo mucho éxito y abrió las puertas a la creación de diversos films, que en primera instancia mostraban sucesos de la vida real; pero con el pasar del tiempo y la aparición de cineastas como Georges Méliès y guionistas como Ernst Lubitsch, Alfred Hitchcock, Fritz Lang y Charles Chaplin, el cine se transforma en una forma de lenguaje que combina ideas, emociones y sensaciones para contar historias y transportar a la gente a nuevos mundos. Fue solo hasta 1927 que el cine dejó de ser una representación muda y se convirtió en una idea audiovisual, con el lanzamiento de “The Jazz Singer”, una película producida por Warner Bros, tomada de la obra musical para teatro del autor Estadounidense Samson Raphaelson. La introducción del sonido en las películas fue sin duda una de las adaptaciones más importantes en este arte; ya se hacía necesario implementar la sensación auditiva que recreara el movimiento y reemplazara los mensajes en pantalla, que simulaban el sonido o explicaban algunas de las cosas que sucedían en la película. A pesar de que la tecnología en ese entonces no era la más avanzada en este aspecto, la invención de ciertos dispositivos cómo el micrófono de condensador, inventado en 1916 dentro de los laboratorios Bell y el sistema sonoro Vitaphone, entre otros, hicieron posible la creación de técnicas como el doblaje. Esta técnica buscó grabar y sustituir las voces de un film después de su realización, con el fin de mejorar la calidad del audio en las líneas de diálogo y adicionar ambientación musical, lo cual abrió las puertas a la producción sonora, que hasta el día de hoy, representa una sub-industria importante del mundo cinematográfico. No podemos hablar de sonido en el cine si hablar del Foley Art, una técnica que lleva su nombre gracias a Jack Foley, el neoyorkino que vivió la transición del cine mudo al cine sonoro, y dentro de su recorrido adaptó efectos de sonido a múltiples films mediante técnicas de grabación que evolucionaron con el paso del tiempo. No sería lo mismo una película sin el sonido real de las cosas; una puerta que se abre, un vaso que se rompe, el sonido de un beso o del viento, en sí, todos esos detalles que no pueden pasar desapercibidos y representan una fortaleza dentro del realismo de una producción cinematográfica, se ambientan con esta técnica que hoy en día vincula a ingenieros de producción, diseñadores de sonido, editores de audio, entre muchos otros, haciendo que el público se sienta acogido por el realismo de la historia. Sin duda, las películas modernas llevan dentro de sí, algo que las caracteriza, un complemento importante que le da vida a cada una de las escenas, diálogos o momentos de tensión haciendo creíble la narración cinematográfica a los oídos del público. Es la banda sonora, entonces, la que organiza cuidadosamente con una intención estética los sonidos dentro del ritmo y la armonía. Este magnífico concepto integrador es el que permite a cada película expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas que estimulan la percepción auditiva del individuo que asiste a las salas y que si cerrara los ojos se daría cuenta que no se perdería, para nada, de las emociones que ofrece la experiencia de ir a cine. Fotografías de la película The Artist que, en esencia, es la historia del cine mudo que se vuelve sonoro.