CLIJ. Cuadernos de literatura infantil y juvenil

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Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
R.L. Stevenson
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! TEMAS
VERDES
Pensando er jH
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el futuro
CONTi L-IiL±.,y- JJ-y
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COLECCIÓN TEMAS VERDES
ó títulos
COLECCIÓN MANOS MÁGICAS
4 títulos
COLECCIÓN ACTIVIDADES
DE ANIMALES 8 títulos
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RESUNTAS
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LA HISTORIA DE LOS GRANDES INVENTOS
C3TS3
•'->"/"'•'
Así son las Publicaciones
EDELVIVES,
en línea con sus gustos,
g^gW^ ._,
,tf
• Libros para todas las edades.
• Temas variados, excelentes
fotografías e ilustraciones,
• Diseño muy cuidado y actual,
Ür.
&-~_J
COLECCIÓN PREGUNTAS Y
RESPUESTAS 5 títulos
COLECCIÓN MUNDOS SECRETOS
8 títulos
= 5X=^T¡tá^
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EXPLOREMOS
los polos
COLECCIÓN LA FAMILIA PELUCHE
6 títulos
COLECCIÓN EXPLOREMOS
10 títulos
COLECCIÓN ALA DELTA
Premio Ala Delta 1991
Más d e 140 títulos
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
5
EDITORIAL
¿Leen más los niños o las niñas?
7
33
SUMARIO
8
18
Stevenson en el cine.
Juan Antonio Pérez Millán.
Cronología de
Robert Louis Stevenson.
28
Stevenson: espectros en
su camino.
Juan Tébar.
46
52
58
62
82
Stevenson, moralista.
Fernando Savater.
Stevenson: el viaje
como forma de vida.
Xavier Laborda.
20
40
Ilustrar la «Isla».
Montserrat Castillo.
MONOGRÁFICO
ROBERT LOUIS STEVENSON
Presentación.
El héroe juvenil
en Stevenson.
Emilio Pascual.
34
De vuelta del mar y otros poemas.
Javier Marías.
Robert Louis Stevenson en España.
Selección bibliográfica.
NUESTRA PORTADA
Última fotografía hecha
a R.L. Stevenson.
(«The Robert Louis
Stevenson Companion»,
Paul Harris Publishing,
Edinburgh, 1980.)
LIBROS
EL ENANO SALTARÍN
Libros para atravesar el umbral.
%
CLIJ
T
L/a Tierra es maravillosa.
Dios la hizo así. A veces nos
olvidamos de esto y la estropeamos.
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
Directora
Victoria Fernández
Coordinador
Fabricio Caivano
Redactor
Carlos G. Barcena
Secretaria
M. Ángels Rodríguez
Correctora lingüística
M a Vinyet Carmona Modolell
Diseño gráfico
Antoni Martos
Ilustración portada
Robert Louis Stevenson
(The Robert Louis Stevenson Companion,
Paul Harris Publishing, Edinburgh, 1980.)
Han colaborado en este número:
Montserrat Castillo, Luis Miguel Cencerrado, Centro de Documentación de la Biblioteca Infantil Santa Creu (Barcelona), Concha Chaos, Amparo Gómez, Xavier
Laborda, Mercé Millán, Xosé-Victorio Nogueira, Emilio Pascual, Juan Antonio Pérez Millán, Fernando Savater, Juan Tébar.
Edita
La mejor manera de comprender
cómo conseguimos este
maravilloso lugar,
es volver al
principio de
todos los
tiempos...
í
LIBRO DE
t
•
LIBRO DE
PASTELERÍA
Mi primer Libro de Pastelería contiene
deliciosas recetas t|¡t;' podrís re.ih/./ii' fácilmente en casa
O d a página .1 iodo color presenta una idea
sugestiva, desde un surtido de dulces
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hasta un fabuloso pastel til forma de dinosaurio.
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LIBRO DE
ECOLOGÍA
Mi Primer Libro de Ecología c, un libro práctico con un mensaje
.imh;<.-inc .1 tra\us de mus j i m i,i ub • iinc ,)b ircan tic-idí- h
cfL'.scüvi de un i.irdin -ib (-sia. hisr- , mi pies pruebas para conocer
la contaminación del .ure > la acide/ de la lluvia.
EDITORIAL MOLINO
Calabria, 166 - Apartado 25 - 08015 Barcelona
Editorial Fontalba, S.A.
Valencia 359, 6 o I a . Tel. (93) 207 07 50
08009 Barcelona (España)
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Marco Ibérica, S.A.
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Fotocomposición
Montserrat Altimira
Marta Casóliva
Montse Martín
Impresión
Litografía Roses, S.A.
Cobalto 7. Barcelona. España
Depósito legal. B-38943-1988
ISSN: 0214-4123
© Editorial Fontalba, S.A. 1989
CLIJ no hace necesariamente suyas las opiniones y criterios expresados por sus colaboradores.
CLIJ no devolverá los originales que no solicite previamente, ni mantendrá correspondencia sobre los mismos.
El precio para Canarias es el mismo de portada incluida sobretasa aérea.
EDITORIAL
i
*
Dejando a un lado
la validez de los procedimientos o métodos
de las encuestas, o la
representatividad de
las muestras utilizadas, nos parece conveniente señalar su uso
como pantalla. Efectivamente, el debate real
sobre las raíces culturales, políticas, presupuestarias o sociológicas de la
lectura, se desplaza hacia cuestiones —como la del hipotético desequilibrio entre sexos—
de una relevancia menor. No se
trata, por supuesto, de afirmar
que tales datos no tengan interés, sino de señalar que si se toman como centro del debate
sobre la lectura como conducta cultural, se está favoreciendo el escamoteo de las
responsabilidades políticas y
pesonales que están en la base
de los índices de lectura de un
país cualquiera.
¿Leen más los niños o las niñas? Cuestión ciertamente de
interés. Pero no hagamos de
ella el núcleo de un debate que
en España todavía está por definir en sus grandes líneas teóricas y por resolver en sus
enormes carencias prácticas.
¿Leen mas
los niños
o las niñas?
estadísticas
conceden un
valor de indiscutibilidad a cualquier
argumento. Probablemente por ello sus datos suelen recibir
adhesiones acríticas o
rechazos frontales.
Recientemente se han
publicado algunos resultados de investigaciones sociológicas sobre comportamientos culturales, uso del
tiempo libre y hábitos de lectura. Los datos de tales estudios
ciertamente pueden aportarnos
elementos de utilidad, si sabemos utilizarlos debidamente.
Pero a menudo se parte de ellos
para apuntalar prejuicios o con
la finalidad de maquillar los
problemas, haciendo aparecer
en primer plano aspectos interesantes pero también secundarios.
Tal nos parece el caso del debate, de moda en algunos
edios de comunicación europeos, acerca de la correlación
entre lectura y sexo. Profundas
investigaciones y complejos
análisis estadísticos relacionan
los hábitos lectores con la variable niño/niña o chico/chica.
Lo divertido es que con idénticos datos unos concluyen que
las niñas son lectoras más asiduas y otros que lo son los muchachos.
Victoria Fernández
5
CLIJ33
EDICIONES
GAVIOTA
LIBROS PARA CRECER
UNA CUIDADA COLECCIÓN DE TREINTA TÍTULOS, ESPECIALMENTE ADAPTADOS PARA LOS
PRIMEROS NIVELES DE ENSEÑANZA. LIBROS PARA ACERCAR, DE UNA FORMA LUDICA, A LOS
MÁS PEQUEÑOS A UN CONOCIMIENTO DEL ENTORNO FÍSICO Y SOCIAL
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«El perrito Chicho»
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«Los libropuzzles de Chicho»
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«Fantasías del día y de la noche»
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JARDÍN
" • - / ' • • . '
EL ANO DEL ÁRBOL
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NOMBRE Y APELLIDOS / CENTRO ESCOLAR
COORDINADOR/A
DIRECCIÓN
LOCALIDAD
PROVINCIA
CÓDIGO POSTAL
Firma
Fecha
_/
/.
R.L. STEVENSON
Monográfico
Robert Louis Stevenson
O
curre,
por
lo general, que los homenajes postumos
que se tributan a
los hombres de letras, suelen coincidir con algún aniversario de su
nacimiento
o
muerte, o el de la
publicación de su
obra más afamada.
Sin embargo,
existe un reducido
número de autores,
que dada su consolidada condición de
clásicos, jamás pasan de moda. Este
es el caso de Robert
Louis Stevenson, el
escritor que este
mes ocupa las páginas de CLIJ. Podríamos decir, sin
temor a excedernos, que para
volver una y otra vez a él, no
hacen falta pretextos ni efemérides: siempre es tiempo de Stevenson.
De ahí que le hayamos dedicado el número monográfico
dos ellos estudiosos
y lectores apasionados del genial escritor escocés.
Suele ser imposible esbozar un retrato fidedigno de
un artista, ya que,
si lo es, abordar las
múltiples facetas de
su personalidad, de
su pensamiento y
de su obra constituye una tarea inagotable. A pesar de
todo CLIJ les invita a adentrarse en
la lectura de este
número con la ilusión de que encuentren en él, si
no el fabuloso tesoro que Jim descubrió en la «Isla»,
sí esos pequeños
tesoros que son un
MERVYN PEAKE, L ILLA DEL TRESOR, BARCANOVA, BARCELONA, 1991
dato desconocido,
una
reflexión
inteligente, una
que el lector tiene en sus manos.
Hemos contado, para ello, con opinión autorizada, una tralas aportaciones de Xavier La- ducción inspirada... sobre el
borda, Emilo Pascual, Juan Té- autor que nos descubrió, a tanbar, Javier Marías, Montserrat tos de nosotros, el placer de
Castillo, Fernando Savater y la aventura a través de sus
Juan Antonio Pérez Millán, to- libros.
CLIJ33
R.L. STEVENSON
Stevenson: el viaje como
forma de vida
por Xavier ¡.aborda*
Rohert Louis
Stevenson
(1850-1894),
autor, entre
otros libros
famosísimos, de
La isla del
tesoro, quizás, la
primera novela
de aventuras del
mundo de habla
inglesa,
constituye
una de las
personalidades
más sugestivas
de la literatura
universal
Hombre de
salud precaria,
tras vivir en
diferentes lugares
europeos, partió
hacia las islas de R.L.
Samoa, en
Oceanía,
buscando un
clima más
benigno que le
fuese favorable.
En una de
dichas islas,
cuyos habitantes
i le bautizaron
¡ Tusitala, «el
1 narrador de
¡ cuentos», se
í establecería
Í hasta su muerte.
i El siguiente
I artículo recorre
1 los hitos más
i sobresalientes,
I tanto literarios
1 como vitales, de
| la abigarrada
l biografía del
escritor escocés.
X
LU
Stevenson a la edad de 4 años.
La familia Stevenson, Robert Louis es el segundo por la derecha.
c
^ ^ tevenson, el escocés nacido
^
1 en Edimburgo (1850) que
^^^r
pasó sus últimos años en
Samoa, donde halló la muerte (1894),
es un escritor que ha pasado a pertenecer a la leyenda. Es la consecuencia de una vida en la que el observador reconoce los trazos de la pasión,
la desmesura, la originalidad, el ensueño adolescente y romántico, la voluntad firme y madura y, sin duda, la
presencia constante de la literatura.
Vivió como un personaje de ficción,
pero su vida fue tan real y la asechanza de la muerte tan inesquivable, que
de ella extrajo buena parte del material literario. Además de demostrar su
genio literario en diversas obras, fue
abogado, poeta y un viajero que recorrió tres continentes. Sintió el anhelo de compartir sus viajes: dejó a
los lectores muchas páginas con la
descripción fresca y sensible de sus
apreciaciones y el relato de las peripecias.
Su obra merece críticas muy diversas. Quienes han discutido su valía y
sinceridad reconocen la laboriosidad
grande del autor. Su vida no tuvo descanso, lo que parece paradójico dado
CLIJ33
que nunca realizó otro trabajo remunerado que el de escribir, que pasó
buena parte de su tiempo convaleciente en el lecho, que frecuentó ociosos
balnearios y que disfrutó de un crucero por los mares del Sur durante dos
años. Paradójica, pero toda una vida
de actividad, con dos notas, una limitadora y otra expansiva. La primera
se refiere a la frágil salud y a los graves momentos en que estuvo a punto
de morir. La otra se compone de las
facetas de la pasión, la imaginación
y la aventura, en las cuales aflora el
deseo, la creatividad personal y lite-
R.L STEVENSON
sos paisajes, su agitada pasión, su incontinente egocentrismo, reflejan una
rápida sucesión de imágenes. Si pretendemos detenernos en una, parece
movida, desenfocada.
El ojo apreciativo y su aventura
Vailima, la casa de R.L. Stevenson en Apia (Samoa).
raria, y la acción, respectivamente.
Su infancia en el seno de una familia burguesa se resintió del desequilibrio entre su débil constitución y la
desasosegante vitalidad imaginativa.
La juventud supuso la rebeldía contra la autoridad paterna y la asfixiante
sociedad victoriana de Edimburgo. El
secreto viaje a un lejano país, los Estados Unidos, donde hizo frente a
unos trances graves y se casó con una
extranjera desconocida, añade elementos a una trama mítica. Su vuelta y reconciliación con sus padres, así
como la conquista de la popularidad
con La isla del tesoro, son hechos que
perfilan el pasaje típico de «la vuelta
y aclamación del héroe». Y aún un
epílogo: la segunda partida hacia una
tierra remota y misteriosa, en el Pacífico Sur, y su entierro en la cima de
un volcán de Samoa. Tal es la leyenda cierta de su vida y muerte, la que
segrega el territorio del héroe, el aventurero o el romántico, según sea el ojo
apreciativo del observador.
Sin embargo, y a nuestro pesar, surge una dificultad. Tal abundancia de
escritura, tanta información autobiográfica, tanta actividad en tan diver-
10
CLIJ33
Sartre comienza su estudio biográfico de Flaubert con esta pregunta:
«¿Qué se puede saber de un hombre,
hoy en día?». Contestarla le ocupa
una escritura de dos mil quinientas
páginas (El idiota de la familia). El sobresaliente trabajo de Sartre es un
ejemplo de la dificultad de la empresa. Aun tratándose de una mujer o un
hombre fallecidos —por lo que no
cabe que el interfecto cuestione el conocimiento que se tiene de él—, están
los aspectos de las fuentes de información y de las interpretaciones. Precisamente, una fuente básica es la historiográfica, la que nos brindan
biógrafos y comentaristas, que sin
duda ejercen un papel de forjadores
de opinión y, también, de deformadores de la imagen del personaje.
El caso de Robert Louis Stevenson
no hace banal la pregunta que pone
en duda el sentido de los datos biográficos, la que duda de la facilidad
de sus semblanzas. Ello no obsta para
reconocer su utilidad, a modo de recordatorio, y aun las hay que alcanzan una sobria concisión de enciclopedia, como sucede en esta contenida
reseña:
Stevenson, Robert Louis (1850-1894).
Seud. de Robert Lewis Balfour. Escritor brit. Existencia marcada por una
enfermedad pulmonar que, a partir de
1873, le llevó a la búsqueda de climas
que pudieran aliviarle (Costa Azul,
EUA, Samoa desde 1889). Su Ia obra
de éxito fue La isla del tesoro (1883),
novela de aventuras de perfecta construcción y hálito romántico y misterioso; el personaje del cocinero Silver
preludia uno de sus temas recurrentes: la ambigüedad moral; El extraño
caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde
(1886), influida por Poe; El señor de
J^^^l-
. /,.«Mi u ¿ÍriÚa&.. * L ¿ W »
i?.L. Stevenson con su familia en Sidney.
Ballantrae (1889). La m. le impidió
acabar la magnífica Weir of Hemiston (7S96;.1
El artículo se extiende cuatro líneas
más en una nota sobre el estilo. Como
vemos, trata dos vertientes, la vida y
la obra. Sobre la vida, tienta el juego
de imaginar qué habría destacado el
anónimo redactor de haber resultado
Stevenson convencional, saludable y
sedentario. Por otro lado, la referencia a la obra nos sitúa frente a un hecho incontestable, incluso con el aparato de la estética y la crítica: la obra
literaria de todo autor es un misterio.
Precisamente, una de las funciones
que se atribuye a la biografía (hechos,
hábitos, objetos, modos de trabajar...)
es la de iluminar, no ya el sentido, sino
el misterio de la obra.
Los curiosos se acercan a la vida del
autor para conocer su obra. Con Stevenson ocurre fundamentalmente lo
contrario, pues se atribuye a la obra,
junto con sus hechos, el papel de espejo de la peripecia vital. Esto habla
de una característica de nuestro autor
que ha jugado en su contra: él, incluso en vida, ya era una leyenda que
competía con su propia obra. Este fe-
11
CLIJ33
nómeno no es casual, lo propició, y
sus allegados lo incrementaron mientras pudieron, devotos de un culto y
una «marca registrada». Una de las
claves de la personalidad de Stevenson es su egoísmo, la desmesurada
conciencia de sí mismo.
El ojo pendular
Las notas que podemos consultar
sobre la historia nos hablan de la multiplicidad del ojo con que se aprecia
el valor de Stevenson. Y no se trata
tan sólo de modas literarias —que es
R.L. STEVENSON
un criterio que excede este artículo—.
Constatamos diversos momentos de
valoración de la figura del escritor que
—y ésta es la tesis— en buena parte
responden a una influencia de la vida,
por encima de la obra. De la devoción
hagiográfica —fundamentada en la
biografía hecha por el primo Graham
Balfour, y promovida por sus tres mujeres supervivientes: la madre, la esposa y la hijastra—, pasa a ser objeto
de críticas acervas —F. Swinnerton,
1924—, con el resultado de una inversión de criterios de valoración.
Citamos estas dos contrapuestas y
sucesivas posturas, no ya para recapitular este aspecto secundario de la his-
toria, sino para dar a entender que
también la aproximación de nuestros
contemporáneos —y este mismo papel— es igualmente hija de unas referencias e intereses que deberíamos
tener presentes. Se diría que a los momentos pendulares de la crítica —admiración/rechazo— ha seguido la presente etapa, central y menos arrebatada. Esta sensación de equilibrio
tiene una razón objetiva; no estamos
implicados personalmente en el asunto, a diferencia de lo que sucedió con
los devotos y los detractores.
Lo que creemos saber, en la actualidad, de Stevenson no es lo mismo
que se daba por cierto hace medio si-
Casa de Braemar en la que R.L. Stevenson escribió La isla del tesoro.
12
CLIJ33
glo (en respuesta al interrogante de
Sartre). No le consideramos un autor
para el mero consumo juvenil. ¿Y respecto a su persona? Si nos fijamos en
la —escasa— crítica española, distinguimos matices. A modo de ejemplo,
Fernando Savater transmite una contagiosa admiración por la figura romántica de Stevenson.2 Javier Marías, por su parte, propone una
aproximación desenfadada, con la intención de no abundar en la mitificación.3 Quizá sean semblanzas que
negocian (en el sentido de «armonizar») con un material (una vida cerrada) y el talante del observador que
dice lo que incorpora a su vida.
Un escrito más amplio y —por necesidad— más documentado que los
anteriores es la biografía de James
Pope Hennessy.4 Su trabajo es fruto
de la minuciosa consulta de abundante material —correspondencia fundamentalmente— y la aplicación de un
criterio propio de la etapa atemperada de interpretación de la figura de
Stevenson. Ésta es la fuente de la que
he extraído la información primaria.
Los años de Edimburgo
Nació Stevenson un 13 de noviembre de 1850, en el seno de dos medios
de fuerte tradición: una familia ligada a la mar, de ingenieros y constructores de faros; y la ciudad de Edimburgo, antigua y recia, entre volcanes
extintos y que domina el paisaje amplio del estuario del Forth y el mar.
Si la tierra es sorprendente, la tradición no es menor: ciudad real desde
el siglo xil y capital de Escocia desde el XV, con un castillo medieval legendario (sólo una vez tomado al
asalto), una zona vieja sabrosísima y
un «ensanche» del xix que le vale a
la ciudad el apelativo de «Atenas del
norte». Al paisaje natural y a los específicos registros arquitectónicos hay
que añadir lo más importante, la vida:
burguesa, rigorista y victoriana de la
ciudad nueva, a la que pertenecía la
familia del escritor (con casa en el 17
de Herriot Row); y la popular, menestral y también canalla, lecho de necesidades y bajos fondos (con un insólito barraquismo vertical, en miserables y peligrosas torres a modo de
rascacielos).
Edimburgo tiene hoy el encanto y
—en menor medida— los trazos fuertes que permiten imaginar el entorno
de los años de formación de Stevenson. Su infancia es la casa familiar,
soleada y con jardín, y el ambiente de
la ciudad burguesa. La casa es central
ya que su escasa salud le retuvo allí
la mayor parte del tiempo, raramente
asistió a clase, así que la instrucción
fue tutorial, mientras el verdadero
mundo exterior le llegaba a través de
los relatos populares, sobrecogedores,
que le desgranaba Cummie, la niñera. Son años que luego recordó como
solitarios y penosos, con noches en
vela por accesos de tos y por las sombras de una febril imaginación.
La juventud supone un cambio
grande. Conoce la escuela y la universidad, donde ejerce de holgazán y rebelde. Su aspecto delata el rechazo
que siente por el asfixiante mundo puritano. Cabello largo que se mueve al
viento, ropa oscura, inclasificable y
aparentemente sucia. Un nuevo mundo es la ciudad vieja, donde conoce
a deshollinadores, marinos, truhanes
R.L. Stevenson.
y prostitutas. Frecuenta estos medios
y se crea una fama de terrible y lascivo. (Estos hechos se sacan a relucir en
los años treinta y cuarenta, para rebatir la absurda imagen de santo de
yeso que había divulgado postumamente su familia.)
Si para la sociedad honorable el
comportamiento y los ideales de Stevenson resultaban un enigma, una de
sus primeras publicaciones es considerada igualmente impertinente, Notas pintorescas sobre Edimburgo
(1879). Su ironía muerde, hable de
costumbres o bien del clima —que sirve al mismo propósito—, como cuando escribe esto: «Los delicados tienen
R.L. STEVENSON
R.L. Stevenson y su grupo musical en la goleta «Casco».
una muerte temprana y yo, como superviviente entre crudos vientos y pertinaces lluvias, he tenido en ocasiones
la tentación de envidiar su destino».
Además de su función ambiental,
el clima no es una anécdota. La sensación de frío, con lluvias y nieblas
marinas que traspasan los huesos, está
determinada por la humedad y los
vientos desatados, que llegan a Edimburgo directamente del mar del Norte y de Escandinavia. (Aún hoy las casas no destacan por una buena
calefacción y el aislamiento.) A pesar
de estar delicado de salud, Stevenson
no murió pero sí soñó con tierras cálidas, en el Mediterráneo y más lejos.
Cuando tenía doce años pasó cinco
meses con sus padres en la Costa
Azul, en Mentón, y de vuelta visitó las
más importantes ciudades italianas.
No parece que el viaje dejara en él
mucha huella; en todo caso volvería
a la Ribiera y a otros lugares de Francia, como joven excursionista o convaleciente, y habría de encontrar a la
mujer de su vida.
El viaje como vida
Completa los estudios de derecho
para dar gusto a su familia. A continuación vienen los disgustos: no tie-
14
CLIJ33
ne la más mínima intención de ejercer, pues manifiesta su deseo de dedicarse a algo tan ambiguo y excéntrico como la literatura; además, se
declara agnóstico. La aflicción de los
padres es comprensible, pero este hijo
único es su motivo de amor y comprensión.
Su salud empeora. El diagnóstico
es tuberculosis latente y el tratamiento, viajar a tierras de clima más benigno que el escocés. La amenazadora enfermedad tiene la virtud de
liberarle de la agobiante Edimburgo.
Conoce la dicha de instalarse en Londres o viajar a Francia repetidamente, de cuyas experiencias saldrán varios libros atractivos. Un viaje al
continente (1878) es un viaje en canoa
entre Antwerp y Pontoise. Narra la
anécdota de su arresto. «Había siempre algo en el aspecto de Stevenson
—escribe Hennessy— que inmediatamente despertaba la hostilidad de
aduaneros, agentes de banca, hoteleros y la policía.» Le tomaban por alguien fuera de la ley, y estas confusiones le persiguieron por todo el mundo.
Un cochero de Londres comentó que
parecía un ahogado que habían sacado del Támesis. Pero, al tiempo, podía tener un porte aristocrático y una
expresividad y encanto grandes cuando conversaba y se hallaba entre
amigos.
En una de sus estancias en Francia
conoce a Fanny Osbourne, que está siguiendo un curso de pintura. Es norteamericana, diez años mayor que él
y vive con sus hijos separada del marido. El encuentro es feliz y determinante. Estamos en 1877, en cuyo verano visitan juntos Londres. En el
verano siguiente Fanny debe volver a
América. Stevenson pone fin a un distanciamiento que le mortifica y, al verano siguiente (1879), viaja a Nueva
York en un barco de emigrantes, para
seguir en ferrocarril hasta Monterrey
(California). De esta experiencia, penosísima para su salud, da cuenta en
numerosas cartas a sus amigos y en
los libros El emigrante aficionado y
R.L. Stevenson dictando a Be/le.
A través de las llanuras, donde refleja también con sensibilidad la humanidad de los emigrantes, pobres gentes a las que considera sus iguales (en
lo que la buena sociedad verá escandalosos elementos anarquistas).
La aventura americana no es un
juego. Con pocos recursos —sus padres la desconocen—, avanza hacia la
extenuación y un destino azaroso,
Fanny no está divorciada y su situación es comprometida, por no hablar
de la decisión que ha de tomar. Stevenson no puede ser acogido por su
amiga, así que parte a caballo a un
bosque de los alrededores con la intención de acampar. Cae enfermo y
yace dos días exánime e insomne bajo
un pino. Un ranchero lo descubre y le
asiste en su propiedad durante dos se
manas de postración. «Fue una extraña y penosa parte de mi vida —declara Stevenson—, y según todas las
reglas podría haber significado mi
muerte.»
La fortuna no le abandona, si por
ello entendemos la hospitalidad y ayuda de nuevos amigos en Monterrey.
Pero ésta es una etapa de verdadera
prueba: larga soledad en San Francisco, precariedad económica y un ataque de pleuresía, hasta que en mayo
de 1880 se casa con Fanny, en quien
halla además una devota enfermera y
una persona práctica y protectora.
Ello tendrá sus inconvenientes (aislamiento y posesión), pero es algo que
necesitaba.
Su insólita luna de miel en una
mina abandonada, —como la gran
parte de sus experiencias— da lugar
a otro relato, Los colonos del Silverctdo. Reposo, baños de sol y friegas
tle aceite son parte del tratamiento de
su mujer. La vuelta a Escocia en el verano de 1880, tras la aprobación de los
padres, significa el regreso de un hombre de mejor salud y mayor capacidad
literaria.
Los siete años siguientes en Europa arrojan una larga lista de domicilios en busca de un clima saludable:
Alpes suizos, veraneos en Escocia,
Costa Azul y finalmente la casa de
Bournemouth, en el sur de Inglaterra.
En lo que respecta a la literatura, es
un período de excelentes páginas. La
primera es La isla del tesoro, que le
da la popularidad y sobre cuya anécdota de escritura en la primavera de
1981, junto a su hijastro y el resto de
su familia, se ha hecho famosa: el entretenimiento de dibujar una isla imaginaria desencadena una historia con
un gran sentido dramático, magnífi
ca estructura y unos protagonistas de
inquietante ambigüedad moral.
Nuevas noches árabes y El dinamitero no pueden despertar entusiasmo.
Más interesante es la serie de novelas
de tema escocés, La flecha negra, Secuestrado y Catriona.
La fuerte amistad que traba en 1885
con el novelista norteamericano, a raíz
de una polémica sobre si la literatura
ha de competir con la vida (James) o
si ni la literatura puede competir con
la vida (Stevenson), le aporta también
un interlocutor magnífico. Se frecuentan a diario durante varios meses en
Bournemouth, mientras uno prepara
Los bostonianos y el otro El extraño
caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Esta
obra, que fue escrita en tres días y revisada en seis semanas, ha llegado al
lenguaje popular, y en su momento
conmocionó a toda la sociedad.
R.L. STEVENSON
Los mares del sur
Los siete últimos años de vida los
pasa en un viaje por el Pacífico Sur
y su asentamiento en Samoa. Nada de
ello estaba previsto. Su padre acaba de
morir y su salud se deteriora, así que
en 1887 parte con su familia y su madre para un sanatorio en Colorado
(EE.UU.), cuya estancia le restablece
(y lo cierto es que no ha de morir de
tuberculosis). Dispone de dinero y de
una ilusión casi infantil por conocer
las islas del Pacífico. Antes de volver
a Inglaterra decide fletar la goleta
«Casco» para satisfacer su sueño. Le
acompaña con gusto su familia, y durante seis meses recorren las Marquesas, el atolón de coral Fakarava, Tahití y Honolulú. Escucha leyendas que
luego recoge en La isla de las voces
y trabaja en El señor de Ballantrae,
obra que resulta lograda sólo en parte. Su encanto personal le granjea la
amistad de reyes de las islas que visita. En Stevenson tenemos al prototipo del viajero, algo difícil de imaginar desde nuestra época de simple
turismo. El mundo polinesio es una
revelación para el escocés; a la brillantez de la luz, la fuerza de los colores,
el perfume del aire y los inmensos horizontes marinos, se suma el descubrimiento de la alegría sincera de los pobladores y la sensación de que el
tiempo no existe.
Estas impresiones le animan a prolongar su viaje. Se embarca en el
«Equator», un barco que comercia
con copra, con la intención de progresar hacia el sur. A los diez días de travesía decide pasar el resto de su vida
en los mares del sur. La narración de
este viaje queda plasmada en Los mares del sur.
Atraca en el archipiélago de Samoa
(diciembre de 1889) y escoge como residencia Apia, capital de la isla Upolu. Hace construir una casa en las
afueras, a la que bautiza como «Vailima» (cinco arroyos, en lengua
nativa).
Este período es el más documenta-
Fanny Osbourne, la esposa
de R.L. Stevenson.
do y el más polémico. Salvo Henry James, los lejanos —y alejados— amigos tienen la idea que su literatura se
deteriora y que su vida se cierra sobre sí mismo. Alguna razón tienen, ya
que el egocentrismo de Stevenson se
acentúa, según Hennesy, «con la influencia de la megalomanía de
Fanny»: detalla en su abultada correspondencia todo cuanto le acontece o
siente; se imagina a un paso de la genialidad al escribir la novela inacabada Weir of Herminston, y, en suma,
parece que atribuye una desmesurada
dimensión a su persona. Si ello es posible, también ocurre que tiene un sincero y abnegado interés por su nuevo
mundo. En numerosos artículos y en
Pie de página para la historia ofrece
un elaborado retrato de la situación
46
CÜJ33
política en Samoa, del abuso occidental, y hace una fraternal defensa de los
nativos. Son cuestiones que, como
poco, despiertan incomprensión en el
Norte. Su intervención no queda en
textos, sino que llega a ejercer de mediador entre jefes nativos y a evitar
hostilidades. En estos años ya es muy
popular en Estados Unidos, lo que no
deja de ser un motivo de envidia entre los viejos amigos, además de su
pérdida de influencia en él.
En junio del año 1894, el escritor
interrumpe su trabajo tras la esperada llegada de los muebles de la casa
paterna de Edimburgo. Al desembalar las voluminosas 37 cajas, se produce la maravilla de recobrar en los
trópicos los recuerdos tangibles de su
infancia. Esto coincide con un óptimo momento personal del autor, que
da señales de estar en su punto de madurez creadora y a quien la salud le
asiste razonablemente.
El tres de diciembre de 1894 dicta
unos pasajes de Weir of Hemiston a
su hijastra Belle. Por la tarde intenta
dar una clase de francés al hijo de Belle, entre risas y bromas. Tras recoger
una botella de vino en la bodega, ayuda a Fanny a preparar una mayonesa. Vierte con mano firme las gotas
del aceite cuando de repente hace un
gesto de dolor y pregunta: «¿Tengo un
aspecto raro?», mientras cae de rodillas en el porche. La hemorragia cerebral le hace perder el conocimiento y
muere poco después, a la edad de cuarenta y cuatro años. Al día siguiente
es enterrado en la cima del monte Vea,
de origen volcánico, según su deseo. •
* Xavier Labórela es profesor de Lingüística de
la Universidad de Barcelona.
Notas
1. Diccionario enciclopédico, Grijalbo, Barcelona, 1986.
2. Fernando Savater: «La Escocia mágica de
Stevenson», El País semanal, 6-2-1983.
3. Javier Marías: «Robert Louis Stevenson entre
criminales», Claves, febrero de 1991.
4. James Pope Hennessy: Robert Louis Stevenson, Cassell Publishers (275 pp.), Londres, 1974.
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R.L STEVENSON
Cronología de
Robert Louis Stevenson
1850 Nace en la «oíd town» de
Edimburgo Robert Lewis Balfour Stevenson, hijo del ingeniero Thomas Stevenson y de
Margaret Balfour Stevenson,
una respetable y distinguida familia escocesa. Años después,
su padre otorgará ortografía
francesa al segundo nombre.
1857 La familia se traslada a una espléndida mansión en el n° 17
de Heriot Row, en Edimburgo.
1873 En una visita a su prima Churchill Babington, conoce a la
R.L. Stevenson a la edad de dos años, con su madre.
que sería su primer amor,
Fanny Sitwell. Para ella escribió algunos de sus poemas,
Fanny contraería más tarde
matrimonio con el profesor
Sidney Colvin, a la postre editor de R.L.S.
El número 17 de Heriot Row, en Edimburgo.
18
CLM33
1876
1878
1879
1880
1881
1883
Aquejado de una enfermedad
pulmonar, viaja a Francia en
busca de un clima más benigno. De ese viaje nacería Travels
with a Donkey in the Cévennes
(Viajes con una burra a las Cévennes).
Nuevo traslado, esta vez a la
ciudad francesa de Grez. Allí
conoce a la que más tarde sería su esposa, Fanny Ousborne, dama norteamericana diez
años mayor que él.
R.L.S. publica su primer libro
titulado An Inland Voyage (Un
viaje al continente).
Zarpa en el «Devonia», un
barco de emigrantes, rumbo a
Estados Unidos, donde Fanny
Ousborne tramita su divorcio
a fin de poder casarse con
R.L.S. De esta travesía nacerá
The Story ofa Lie (La historia
de una mentira). Se instalan
juntos en Monterrey.
Diciembre: Fanny obtiene su
divorcio. Empeora el estado de
salud de R.L.S.
19 de mayo: R.L.S. y Fanny
Ousborne contraen matrimonio. Tras una breve estancia en
California, retornan a Edimburgo.
R.L.S. recae enfermo nuevamente. Se instalan primero en
Davos y más tarde en Braemer,
ambas en Suiza.
Fruto de sus conversaciones
con el pequeño Lloyd, hijo del
primer matrimonio de Fanny,
nacerá Treasure Islancl (La isla
del tesoro), que primero se publicaría como serial en el
Young Folks Magazine, desde
el 1 de octubre de 1881 al 28 de
enero de 1882. R.L.S. firmaría
dicho serial con el seudónimo
de Capitán George North.
Se instalan en Hyéres, en la Riviera, donde al poco tiempo
sufrirá una hemoptisis.
Aparece La isla del tesoro
como libro.
La última fotografía de R.L. Stevenson.
1884
1886
1887
1888
1890
Se trasladan a Bournemouth,
en la costa sur de Inglaterra,
donde los padres de R.L.S. le
han comprado una casa, a la
que él bautiza «Skerryvore».
Traba amistad con Henry
James.
Publica con enorme éxito The
Strange Case ofDr. Jekyll and
Mr. Hyde (El extraño caso del
Dr. Jekyll y Mr. Hyde).
En agosto, R.L.S. y familia
embarcan rumbo a Nueva
York.
Allí conoce a Mark Twain.
Inicia The Master of Bailan
trae: a winter's tale (El señor
de Ballantrae).
26 de julio: zarpan en la goleta «Casco» rumbo a los añorados mares del sur. Recorre
Hiva-ao, Fakarava, Tahití, Papeete, Taravao, Tautira y Honolulú, lugar éste erí el que vive
Belle, hermana mayor de
Fanny.
Escribe Islands Nigths E/itertainments (Pasatiempos para
las noches en la isla).
7 de diciembre: llegan a Apia,
en la isla de Samoa, donde
19
CLIJ33
1891
1892
1893
1894
compran un terreno y construyen una casa a la que bautizan
«Vailima» (El lugar de los cinco ríos). Los nativos le llaman
Tusitala (El narrador de
cuentos).
Regresa a Escocia con el fin de
vender «Skerryvore». Convence a su madre para que se instale definitivamente en Samoa
con ellos.
Apoya la causa del jefe polinesio Mataafa e inicia una campaña en su defensa en la prensa inglesa, donde además
revela la situación samoana.
Publica algunos poemas y termina Weir of líermiston: an
unfinished romance (Weir de
Hermiston).
En septiembre de 1893 Mataafa accede al poder y manda
construir una carretera hasta
«Vailima», a la que denominaron «el camino de la gratitud».
3 de diciembre: a las 20 horas
de esa tarde R.L.S. muere víctima de una hemorragia cerebral.
Fue enterrado en el monte Vaea,
mirando al mar, en el lugar que
él mismo había elegido.
R.L. STEVENSON
héroe juvenil
mi preven son
.•^^«M^tew
':"1
por Emilio Pascual'
Entre los distintos héroes que pueblan las
novelas de Stevenson brillan con luz propia
niños y adolescentes. En todas ellas, si
exceptuamos El extraño caso del Di; Jekyll y
Mr* Hyde, el papel de protagonista recae
siempre en un niño, adolescente o joven.
El articulista analiza los rasgos
característicos de dichos héroes juveniles,
entre los que sobresale el hecho de que
todos ellos sean huérfanos.
WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CQ, LONDRES, 1989.
a fama del nombre de Flint no
se ha acrecentado por pertene• cer a un superagente paródico, ni siquiera por ser el de un policía, posiblemente de la promoción del
inspector Clousseau, tan desorientado como tenaz perseguidor de Henry
Wilt. Su celebridad ya estaba fraguada desde que un loro parlanchín chillaba: Pieces of eight! Pieces of
eight!1 El loro llevaba el nombre de
Capitán Flint, en memoria del capitán de bucaneros que había enterrado un fabuloso tesoro en una isla de
pocos conocida.
La vida de Stevenson fue tan enfermiza como pintoresca. Parecía un
hombre destinado a habitar en los estrechos límites del lecho, pero no dejó
de viajar. Recorrió las Cévennes en
burra y no desdeñó cruzar las ásperas llanuras californianas: unos cuantos libros de viajes lo atestiguan.2 Y
así, mientras Verne hacía viajar a sus
lectores por lugares que sólo conocía
en el mapa o perdidos entre los surcos de la letra impresa, Stevenson hacía realidad aquel curioso poema infantil («My Bed is a Boat») de El
jardín de los versos de un niño, que
podría resumirse en el primer verso:
«Mi cama es como un barquito».
«Hablando en general, pues —concluye Chesterton—, su biografía estaría formada de viajes hacia aquí y hacia allí, con un burro en las Cévennes,
con un baronet en los canales franceses; sobre un trineo en Suiza, o en un
sillón de ruedas en Bournemouth.
Pero todos estaban, de un modo u
otro, relacionados con el problema de
su salud, tanto como con la excitación
de su curiosidad». 3 Viajar. Viajó e
hizo viajar a sus héroes. Sus héroes
más memorables fueron a la vez ni-
ños y viajeros, como si viaje y desvalimiento fueran condiciones inseparables para llegar, ¿adonde? ¿A la madurez? ¿A una isla lejana? ¿O tal vez
a la muerte?
Niños y adolescentes,
protagonistas
Entre los héroes de Stevenson figuran niños o adolescentes, piratas, bribones, asesinos, agonistas —o, si se
prefiere, protagonistas secundarios—
tan excelentes como los de John Ford,
y alguna mujer. Salvo, tal vez, El ex-
traño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde,
las grandes novelas de Stevenson han
tenido un niño/adolescente o un jovencito por protagonista. Además de
La Isla del tesoro, referencia inevitable, hay que recordar Secuestrado (Las
aventuras de David Balfour) y su continuación, Catriona. No veo por qué
habría que dejar de mencionar La flecha negra, una novela considerada
mediocre por los críticos, seguramente
con objetividad, es decir, con esa dudosa objetividad con que puede opinarse en materia literaria. De mí sé decir que hace treinta años esta novela
20.
2^
CLIJ33
CLIJ33
me sometió a todos los tortuosos placeres de la lectura, y que cualquier relectura que me la hiciere naufragar la
consideraré lastrada de algún tardío
prejuicio, o quizá peor, de una desgracia irreversible: la de quien ha perdido la niñez. Tampoco hay que olvidar
las correrías del príncipe Florián de
Bohemia, un joven arriscado y justiciero que puede figurar con todos los
honores en este catálogo de urgencia.
Encontrará el lector sus huellas en los
primeros cuentos de Las nuevas mil
y una noches.
En La Isla del tesoro, protagonista
R.L STEVENSON
y narrador son la misma persona.
Bien es verdad que Jim Hawkins,
cuando narra, ya ha dejado de ser un
niño y, olvidadas las redondeces e inocencia de la niñez, puede mirar las cosas con cierto distanciamiento, si no
escepticismo. Pero Jim Hawkins es
respetuoso hasta cuando narra, y
ese respeto por el lector le impide olvidar las reglas del juego. De ese
modo, intenta contar desde la perspectiva del desconocimiento, aunque
no se niegue a adornar un poco el relato con la elegancia que da la sabiduría de la edad. Pero Jim Hawkins
intenta reflejar el punto de vista y el
estado de ánimo del momento histórico en que se desarrolla la peripecia,
y no escatima incertidumbres, miedos,
sobresaltos, que, a la vez que hacen
creíble la historia, la envuelven en la
saludable levitación del suspense.
Jim Hawkins era huérfano. David
Balfour también. Huérfano era el Richard Shelton de La flecha negra, y
huérfana, Joanna Sedley, que al principio sólo parecía un muchacho desvalido llamado Jack y luego fue el
amor de Dick.
Catriona no era huérfana, pero tenía a su padre en la cárcel, que es otra
forma de orfandad. Harry Hartley
queda «huérfano y casi en la miseria»
ya en las primeras líneas de «El diamante del Raja» {Las nuevas mil y
una noches), y cabe albergar agrias
sospechas sobre el estado del príncipe Florián, a juzgar por esa estancia
disonante en Londres y esos accesos
de humor negro que le impulsaban a
someterse al azar aventurero de las expediciones nocturnas. Huérfana «desde su más tierna infancia y desgraciada toda su vida» era la Blanca
de Malétroit de «La puerta del Señor de Malétroit» {ibídem), y huérfano su inesperado marido Denis de
Beaulieu, que se atreve a decir con
acento bíblico: «La vida no es más
que un vapor que se desvanece no
bien se ha formado». Huérfanos. 7odos huérfanos se titulaba una de las
piezas que representaba el dispar ma-
WAL PAGET, THEASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES,
trimonio Berthelini de «La guitarra
providencial» {ibídem).
Sé que la orfandad es un concepto
negativo, y que sólo hay huérfanos
porque los otros tienen padre. (Quizá
la í/esgracia no sea también más que
22
CLIJ33
una perturbación, un quebranto del
estado de gracia, aunque sería razonable discutir si el estado natural es
el de gracia, o el de desgracia.) La orfandad en Stevenson es un ámbito,
una atmósfera en la que el personaje
se ve envuelto de un modo tan condicionador, que es casi la causa de una
vida aventurera, en la que a veces las
aventuras no son más que la descripción sinuosa de una lucha por la vida,
una defensa, entre inocente y desesperada, por sobrevivir en un medio
adverso.
Jim Hawkins contempla la apoplejía fulminante de Billy Jones cuando
aún está fresca la muerte de su padre.
Ese doble silencio, más un equívoco
ataque y un mapa misterioso, ponen
a Jim al borde de un camino de regreso incierto, pero de consecuencias
previsibles: las del crecimiento. La orfandad de David Balfour provoca los
recelos de un tío usurpador de herencias, los primeros peligros de muerte
todavía confusamente advertidos, y
luego el rapto ladinamente preparado:
es el principio de las aventuras que
curiosamente le devolverán hecho
un hombre y en cierto modo un
vengador.
El ciclo se cerrará cuando, restaurado en su herencia como un monarca en su trono, acabe el proceso de
madurez (o de acomodación) casándose con Catriona, el personaje femenino de la continuación de Secuestrado. Dick Shelton comienza su vida de
proscrito y rebelde y aventurero cuando, de un modo entre fortuito y preparado, toma conciencia de una orfandad dispuesta menos por la
voluntad de Dios que por las estratagemas de los hombres, y cuando,
como un caballero andante, toma a su
cargo la defensa de la orfandad de su
dama. La Guerra de las Dos Rosas
conducirá la narración por variables
vericuetos, hasta que llega el momento de hacer justicia «por la muerte de
mi padre y los manejos sobre mi tutoría». La boda con Joanna es una
vez más el símbolo del «paso»: siquiera de momento, estarán al abrigo «del
polvo y de la sangre de aquella época
turbulenta». Sospecho que desde este
nuevo status sería menos probable
embarcarse en nuevas aventuras. Y es
que un huérfano es como un célibe:
WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1987.
siempre está desatado, listo para la
aventura. Un huérfano, si encima es
un adolescente, casi un niño, es el personaje ideal para una novela de formación.
23
CLIJ33
Héroes juveniles huérfanos
El héroe juvenil de Stevenson es,
pues, un ser esencialmente huérfano,
esto es, un ser disponible, vacío, pres-
R.L STEVENSON
to a ser llenado de cualquier cosa. Esa
orfandad, suma de abandono y desamparo, le hace un ser frágil y pasivo... al principio. De pronto, vemos
que el huérfano desvalido toma, primero por azar y luego por voluntad,
las riendas del destino. Y así, de improviso, Jim Hawkins ya adelanta en
el capítulo 12 que «por una extraña
concatenación de circunstancias, sería yo precisamente quien tendría en
las manos la salvación de todos». Y,
WAL PAGET. TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989,
24
CLIJ33
en efecto, Jim encuentra a Ben Gunn,
y dispara contra Israel Hande, y suelta un discurso impensable en las barbas de John Silver y toda su camarilla. David Balfour, que al comprender
su verdadera situación ha lanzado «un
grito desgarrador» de socorro, se encontrará inesperadamente con «una
brazada de pistolas» inmerso en desigual refriega. Al final de la batalla
será otro, tan otro, que en un momento determinado no dudará en desafiar
al propio Alan Breck. En cuanto a
Dick Shelton, su desvalimiento es sobre todo mental: hasta que no tome
conciencia, como Hamlet, de que su
orfandad procede no de la muerte,
sino de un asesinato, su valor no dejará de estar difuminado en la bruma
de la obediencia debida a su tutor y
señor. Cuando se le abran los ojos, se
acabarán los respetos y sabrá estar
siempre en primera fila. Héroes-niños.
¡Estos son enfants terribles y no los
de Cocteau! Para ponderar la ternura y ferocidad de Stas, otro héroe-niño
—esta vez de Sienkiewicz—, Fernando Savater dice que «tiene algo de
esos implacables y dulces adolescentes-demonios de Stevenson, como Jim
Hawkins, David Balfour o el joven héroe de La flecha negra»,
Pero los héroes stevensonianos, precisamente por su orfandad, tienen
siempre a su lado otro héroe, a veces
favorable, en ocasiones antagonista.
Quizá por una cuestión de simetría,
ocupan el puesto del padre que el
huérfano no tuvo. Son ciertamente caracteres no poco enrevesados y no
siempre fáciles de encajar. En Secuestrado es relativamente sencillo clasificarlos: el tío Ebenezer, avaro, insidioso y mezquino, desaparece enseguida para dejar paso al noble y
abnegado Alan Breck. La colocación
de ambos entre las ovejas o los cabritos no admite vacilación. Pero en La
isla del tesoro el asunto no es tan evidente. John Silver es a la vez héroe y
criminal; le falta una pierna, pero ante
Jim aparece como un esforzado gigante; capaz de la risa más franca y
del más retorcido disimulo, puede ser
tan cruel como generoso y traicionar
lo mismo que salvar. Su ambigua situación en la novela es tal, que al final hasta Stevenson contraviene las leyes del género y, en vez de hacerlo
morir, lo deja escapar, y ni siquiera
con las manos vacías, sino con unos
cuantos sacos de oro. Esta oscilación
entre la admiración espontánea y el rechazo obligado se refleja en el relato:
con una precaución digna de un
WAL PAGET, TREASÜRE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989.
consumado maestro, el Jim adulto
—que es quien escribe— deja caer
medias palabras que permitan vislumbra)' la doble personalidad del bucanero. «Era muy alto dice en el capítulo 8— y daba impresión de gran
fortaleza... y, a pesar de su palidez y
cierta fealdad, desprendía un extraño
aire agradable... Pero tenía demasiadas pieles y era harto astuto y taimado para mí: yo hubiera salido fiador
de la inocencia de John Silver ' 'el Largo".» Menos complicada es la posición del proscrito Ellis Duckworth en
La flecha negra. Aunque es también
un «fuera de la ley», cumple su papel, no tanto como punto de referencia o modelo de identificación, cuanto como ángel guardián de Dick: de
hecho, cuando la última flecha negra
ha derribado a su perenne enemigo,
discretamente desaparece con una
concisa frase: «Id donde la suerte os
llame y no volváis a acordaros de
Ellis» (Y, 7). Y es que Dick, más domesticado que David Balfour, también estaba a punto de dejar escapar
a sir Daniel; sólo que sir Daniel no es
John Silver, y Stevenson no se lo permitió. Tampoco habría que olvidar
otros héroes tenebrosos., como el juez
de la horca de Weir de Hermiston, o
el propio señor de Ballantrae, espejos
oscuros donde uno se mira titubeando entre la admiración y la repulsa,
Hay todavía otro personaje —el
Francis Scrymgeour del capítulo III
de «El diamante del Raja»— que,
huérfano de madre desde muy niño,
sale en busca de un padre cuando descubre que el suyo no es el verdadero.
Pero estamos en Las nuevas mil y una
noches, y el tono es más distendido,
de comedia policíaca. Primero cree
hallar a su padre en «un peligroso y
violento aventurero» —un curioso ex
dictador del Paraguay—, y añora al
«viejo y cariñoso» señor Scrymgeour;
la realidad es más prosaica aún: es
hijo bastardo del hermano del dictador y de una vendedora de pescado,
lo que no le impedirá hacer una boda
saludable.
R.L STEVENSON
Galería de personajes secundarios
No quisiera terminar sin hacer una
breve alusión a esa galería de personajes secundarios que, más o menos
oscuramente, acompañan y orquestan
la peregrinación aventurera. A bordo
de la Hispaniola apenas si alguno tiene desperdicio. (Chesterton conjetura que el dictador del Paraguay podría
haber llegado allí en la Hispaniola.)
Como en Conrad, hay una gran variedad de capitanes de barco, fieles o
traidores, transparentes o mendaces;
y algunos, como los de Los traficantes de naufragios, deberían estar aquí.
Los narradores pueden ser brillantes
y concienzudos, cuando coinciden
con el héroe {Secuestrado, La isla del
tesoro), pero también mediocres y
desolados como el Mackellar de El señor de Ballantrae. En torno al príncipe Florián de Bohemia —una presencia que, según Chesterton, está
«hecha de la materia de que están hechos los sueños» (como el halcón maltes)—, bulle un buen número de figurantes, y él mismo es un homenaje a
la novela detectivesca de Gaboriau
(véase «El diamante del Raja», II).
Personajes humorísticos, algunos
inolvidables por argucias específicas,
como los impagables latines del abogado Rankeillor de Secuestrado, latines que hereda no con tanta exuberancia el lord Advócate de Catriona. Y,
en fin, por decirlo con palabras de Tadié, «de esta pequeña comedia de la
aventura humana emergen, pues, en
un cara a cara turbio y cómplice, los
monstruos y los niños, con lo que resta de bondad en el hombre más malvado, y de crueldad en el más inocente» (ibídem, p. 126). En esta pequeña
comedia aventurera el huérfano viaja, y regresa menos huérfano de lo
que fue; más experimentado también,
aunque menos inocente. Si todo volver es morir un poco —como partir,
que todo es uno—, tampoco el héroe
de Stevenson se verá libre de pagar semejante tributo.
Héroe juvenil. Viajar. ¿Viajar adonde? Hay un bellísimo soneto de Borges dedicado curiosamente a Pew, el
bucanero ciego que muere atropellado por un caballo en el capítulo 5 de
La isla del tesoro. El ciego Pew.
«sabía que en remotas playas de oro
era suyo un recóndito tesoro,
y esto aliviaba su contraria suerte».
Pero (y ahora Borges dirige el último terceto ¿al lector?, ¿al héroe?, ¿al
WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989.
26
CLU33
viajero?, ¿al hombre, tan desvalido
como un niño, que viaja en esa machadiana nave que nunca ha de
tornar?):
«A ti también, en otras playas de oro,
te aguarda incorruptible tu tesoro:
la vasta y vaga y necesaria muerte.»
Es privilegio de la novela de aventuras terminar bien. También Stevenson suele otorgar ese privilegio a las
suyas. Lo que no le impidió estampar
en El Señor de Ballantrae, como en
una lápida: «Sólo la muerte gana».B
* Emilio Pascual es licenciado en Filología y
editor.
Notas
1. No deja de ser curioso que la «pieza de ocho»
fuera una moneda de plata española de ocho
reales. Al fin y al cabo, el Capitán Flint aprendió a garrir «su abrumador estribillo» (cap. 27)
«en Portobello, cuando el rescate de los famosos galeones de plata» (cap. 10).
2. Recuérdese su Viaje al continente, Viajes con
una burra a las Cévennes, A través de las llanuras, y otras obras que, sin ser estrictamente
libros de viajes, combinan hábilmente viaje y
peripecia, como Historia de una mentira, o Los
colonos de Silverado: bocetos de las montañas
de California.
3. G.K. Chesterton: Robert Louis Stevenson,
cap. I.
4. Podría hacerse aún una observación maliciosa —aunque no del todo exacta— desde el punto de vista de la economía novelística: la ausencia de mujeres. Tadié no ha tenido empacho en
afirmar: «¿No hay, más allá de esta coincidencia con el público juvenil, otros motivos para
la utilización de un protagonista-niño? Un niño
evita la presencia, y por tanto la invención, de
muchachas; tampoco trabaja: de este modo tiene la doble irresponsabilidad del aventurero, respecto a las mujeres y al resto del mundo, que
sólo se transforma por el amor y el trabajo. Jim
y David viven como «capitanes de 15 años» esos
«dos años de vacaciones», que conocen también los aventureros adolescentes de Jules Verne. Pero, en este último, los adultos representan los valores de la invención, de la industria:
bajo la aventura, se descubre al ingeniero»
(Jean-Yves Tadié: Le román d'aventures, París:
1982, p. 121). El propio Tadié cita poco después
a Henry James: «La mayoría de sus libros no
tienen mujeres, y no son precisamente las mujeres a quienes más les gustan. Pero podríamos
decir que Stevenson no necesita faldas para inflamarse» (p. 125). Lo cierto es que Stevenson,
al menos refiriéndose a La isla del tesoro, afirmó taxativamente en una de sus cartas: «Nada
de mujeres en la historia».
Sapo y Sepo...
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habitual y divertida. Personajes concebidos por los mejores
autores de la literatura infantil internacional.
Y lodos ellos en el Plan Lector Alfaguara. Una selección de los
mejores libros para aficionarse a leer y una propuesta de
animación lectora.
0- Santillana
ALE
R.L. STEVENSON
Stevenson: espectros
en su camino
por Juan Tébar*
No todas las historias narradas por Stevenson fueron
crónicas de aventuras. En el conjunto de su producción
literaria, también merecen un lugar de privilegio sus libros
de terror e intriga. Juan Tébar analiza en este trabajo esa
otra cara literaria de Stevenson, y señala algunos de los
rasgos que la singularizan como la reivindicación del sueño,
el fantasma del doble y la oposición entre el bien y el mal.
El Doble
«... mi propia imagen, cubierta de sangre
y pálido el rostro, vino a mi encuentro tambaleándose.»
Edgar Alian Poe (William Wilson)
S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981.
1
uando uno se enfrenta a
V^
su doble, el final de la
^ ^ • ^ ^ contienda sólo puede ser
la autodestrucción.
Sobre este relato de Poe, su traductor, Cortázar, anota algunas referencias a otros «dobles» célebres de la literatura: no olvida el doppelganger de
Hoffmann. Subraya que el tema fue
tratado por Calderón, el cual inspiró
a Shelley y a Byron. Posteriormente
circularon dobles ilustres, en las páginas de Osear Wilde (Su Dorian
Gray podría ser heredero del Wilson
de Poe), y desde luego el Jekyll de Stevenson, que había sido escrito después
28
CLIJ33
del relato de Poe, y cinco años antes
que la novela de Wilde. Pudo, desde
luego, influir también Jekyll en Dorian Gray. Lo que resulta curioso es
que no recibiera Stevenson influencia
de William Wilson —anterior a Jekyll
nada menos que cuarenta y cinco
años— y si la recibió, que no citase
S.G. HULME, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL V MR. HYDE, ANAYA, MADRID,
dicho relato en su artículo «Las obras
de Edgar Alian Poe». Un hombre que
había escrito, o escribiría luego, El extraño caso..., y cuya preocupación por
el conflicto dual del ser humano aparece en más lugares de su obra, debiera haberse interesado por William
Wüson. Aunque fuese para discutirlo. Como hace, frecuentemente, con
otros relatos de Poe, a quien reprocha
«trampas, añagazas, asechanzas y peligros» para el lector.
El fantasma del doble perseguiría
a la descendencia de Stevenson. En las
últimas páginas del segundo volumen
de su autobiografía, nos cuenta Graham Green (cuya madre era prima del
autor de Jekyll):
«Cuando compré los Collected
Poems de Edward Thomas, un poema titulado El otro me obsesionó,
aunque no sé por qué. No era uno de
los mejores poemas de Thomas. Hablaba de un viajero que a lo largo del
camino, en tal o cual posada, tropezaba sin cesar con las huellas de alguien exactamente igual a él que le había precedido en su misma ruta... Casi
un cuarto de siglo después de leer ese
poema, yo mismo me vi tras las huellas del otro. Y desde entonces, pocos
años han pasado sin señales de su
paso: cartas de desconocidos que me
recuerdan asistiendo a unas bodas en
las que nunca estuve... titulares de periódicos que me sentencia a reclusio-
nes que nunca supe... noticias de
chantajes que nunca he sufrido... fotografías del "famoso novelista Graham Greene y señora..." en diferentes lugares y ocasiones, con diferentes
aspectos y esposas que nunca tuve...»
Todo lo dicho nos recuerda inevitablemente a Jorge Luis Borges, quien
en varios cuentos y en distintos poemas ha relatado parecida experiencia.
Los espejos —de los que habremos,
también inevitablemente, de hablar—
y su adoración personal por R.L. Stevenson le hacen doblemente merecedor de ser citado. Además Borges termina así uno de sus poemas, después
de habernos hablado mucho de espejos, de otros, de sombras y de sueños:
«... Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.»
El argentino cree, pues, cercana la
solución. La del conflicto de su identidad. Porque en los casos de Green
y de Borges, la duplicidad, la confusión, es la del propio autor. El problema se refiere concretísimamente a
ellos mismos. No es el caso de Stevenson, o al menos no lo expresó tan impúdicamente. Él prefirió adjudicárselo a ciertos personajes. Y no sólo al
doctor Jekyll.
Markheim, el protagonista de un
breve relato de Stevenson, se encuen-
29
CLIJ33
tra con el Mal —quizás el diablo, o
todo lo contrario, quizá la conciencia
(«la torva conciencia, un espectro en
mi camino», según Chamberlayne)—
y lo describe como «la proyección de
él mismo».
Es quizás en El señor de Bailan trae
donde más intensamente se muestra
esta preocupación de Stevenson por la
fusión de los contrarios o los dos aspectos de uno mismo. Y quizás es doblemente interesante verlo en esta novela, donde, tres años después de
Jekyll y Hyde, nuestro autor vuelve
a la misma obsesión con un tratamiento no menos misterioso, quizá
más ambiguo, dentro de un relato en
apariencia nada enigmático, en la línea de sus otras producciones aventureras.
Si El extraño caso del doctor
Jekyll... pudo nacer de un sueño, El
señor de Ballantrae se comenzó a escribir una noche helada de invierno...
bajo la impresión de una fúnebre historia que le había narrado un pariente. Vivía entonces Stevenson en Norteamérica, y sin duda le rondaban
fantasmas morriñosos de húmedos recuerdos escoceses. La novela se publicaría dos años después, quizá con ello
el autor pensaba que había exorcizado sus espectros.
En los dos hermanos de esta historia se esconde la doble cara del destino, los dos lados de esa moneda con
R.L STEVENSON
que James Durrisdeer se juega siempre todo... Pero
¿quién de ambos es
la «cara», quién es
la «cruz»? (Eso
siempre que continuemos creyendo
lo que Jekyll nos
contaba: que hay
un lado bueno y un
lado malo.) Esta
novela es más rica
y ambigua que el
otro famoso relato,
porque nunca sabremos qué Ballantrae era Jekyll y
cuál era Hyde. O preferimos no saberlo. Aquí el maniqueísmo desaparece
en la perplejidad, y las eternas preguntas seguirán golpeando nuestra
asustadora conciencia.
Reivindicación del sueño
«Los sueños siempre tienen gran importancia para mí cuando escribo...
... A veces es tal la identificación con un
personaje que el autor sueña los sueños de
él, y no los propios ... Supongo que todos
los autores habrán recibido la misma ayuda desde el inconsciente.»
Graham Greene.
No sé si todos los autores, como
dice Greene, pero parece que al menos su antepasado Lewis Balfour (verdadero nombre de R.L. Stevenson) sí
recibió esa ayuda. Se ha contado, en
algunas glosas al célebre Doctor
Jekyll que R.L.S. tuvo un sueño aterrador del que hubo de sacarle Fanny
Osbourne, su esposa, alarmada por
los gritos de Stevenson. El sueño se
cortó en el momento en que Hyde
aparece por primera vez en el espejo
ante la vista del doctor, tan espantado como su creador que le soñaba.
Dictado febrilmente por el inconsciente, el escritor dedicó mucho menos
tiempo a este relato del que habitualmente empleaba para la minuciosa redacción de sus obras.
Walpole fue también impulsado
quietud de cierto
edificio siniestro,
en cuyo interior
hay horrores inconfesables que callan
los espejos.
Cierto edificio
siniestro
Descubrió Henry Jekyll en sus investigaciones que el
hombre no es uno,
sino dos. Quizá lo
S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981
había descubierto
por una pesadilla para escribir El cas- antes el escritor que soñó a Jekyll. El
tillo de Otranto, una de las novelas autor, en la «otra vida» de sus instinclaves de la narración «gótica» que tos. El personaje, en la «otra vida» liinauguraría la tradición anglosajona berada dentro del siniestro edificio
que usaba como laboratorio secreto.
de la novela terrorífica.
Chesterton y más tarde Lovecraft
El sueño es:
nos han acostumbrado a desconfiar
de la apariencia, de la cara de algu«... la inevitable sumersión que noche tras
noche cumple osadamente el hombre desnos edificios. El que «proyectaba el
nudo, solo y desarmado, en un océano doncaballete de su tejado sobre la calle...
de todo cambia, los colores y las densidados puertas más allá de la esquina...
des, hasta el ritmo del aliento, y donde nos
con dos pisos, sin que se vieran en él
encontramos con los muertos.»
ventanas ni otra cosa que una puerLo dice el emperador Adriano, y ta... en todos los detalles se notaba la
Marguerite Yourcenar nos ha transmi- señal de un largo y sórdido abandotido esa reflexión en una novela ex- no...», el edificio de doble cara frente
a cuya fachada posterior pasaron una
celente.
Sumerjámonos pronto en el sueño noche mister Utterson y mister Ende Stevenson, que nos lleva ante la in- field... es sin duda un perfecto ejemplo, paradigma, del «cuarto de Barba Azul». ¿Qué misterio terrible se
esconderá tras esa puerta? Hyde es la
respuesta.
Si damos la vuelta, cuando descubramos que aquello es la espalda de
otra casa, la respetable mansión de un
célebre médico, veremos que también
hay una ventana. Tras las puertas se
oculta el misterio. Quizá se teme. Puede casi adivinarse si aplicamos el oído
y oímos un llanto (porque los monstruos lloran). En la ventana se ve el
terror. Asomado a ella, el hombre generalmente tranquilo, de pronto trueca su sonrisa en una expresión de miedo abyecto y desesperación. Pero no
entendemos por qué. No lo comprenS.G, HULME 3EAMAN,
30
CLIJ33
deremos sin entrar.
Es preciso que la
puerta se derribe, a
hachazos, y dentro
del edificio siniestro descubramos el
misterio. Hyde, el
otro.
Pero mientras
paseamos por la
calle, mientras sólo
vemos la piel del
escalofrío, podemos dormir apaS.G
rentemente tranquilos, aunque a
veces el pavor o el mal sean vomitados desde el corazón del edificio. Mejor, mucho mejor para la conciencia
no conocer lo que hay dentro, no saber por qué lo hay. Sentiremos inquietudes, quizás a veces tengamos pesadillas.
«... el cuento de Mr. Enfield pasaba ante
sus ojos como una sucesión de cuadros iluminados: veía el vasto panorama de luces
de una ciudad en la noche, la figura de un
hombre que marchaba de prisa, la de una
niña que salía corriendo... y las dos se encontraban, y aquel Juggernaut en figura de
hombre pisoteaba a la niña caída y proseguía su marcha...» Hyde es el monstruo.
Aquel rodillo humano, carro mitológico que pasa por encima de lo que
encuentra, es un hombre que camina
de un modo tan peculiar que varios
creadores cinematográficos han intentado reproducir su danza infernal (Renoir quizá lo consiguió mejor que nadie). Alguien difícil de describir, pero
cuya mera visión produce malestar:
Mr. Hyde, cuyo secreto sigue indescifrado en las pesadillas del bienpensante Utterson, y que se pierde en la noche iluminada por las farolas de gas.
Una escena que se ha convertido en
clásica para los anales del Terror.
—Respecto a los faroles de gas, permítaseme un inciso: Stevenson escribió una encantadora Defensa de las
lámparas de gas, como Dickens, cuando se firmaba «Boz», escribió un Elogio de las aldabas. Tan difícil sería
los pecados, de las
locuras
realizadas... ¡algo así
como una conciencia de bolsillo, vamos!». No es, por
ello, un espejo el
regalo más indicado para una dama.
También en Mark
heim se dice que
los espejos son
ejércitos de espías,
que vigilan al perHULME BEAMAN. EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR HYDE, ANAYA. MADRID, 1981
verso con sus propios ojos. La miraimaginar el relato del Doctor Jekyll da y el objeto que se mira son el missin las farolas iluminando los satáni- mo. Buena reflexión sobre toda la
cos paseos de Hyde, como el Cuento historia del doctor Jekyll.
de Navidad sin el llamador de la casa
Una última observación sobre este
de Scrooge.
relato concreto, cuestión que consideY aprovechando el inciso, podría- ro inevitable en mi pensamiento permos referirnos a otros objetos, tan sonal sobre su «mensaje» —y preciaparentemente inanimados como los samente a causa de él, pues sería
faroles o las aldabas: los espejos. Ellos deshonesto ignorar que lo tiene, un
lo saben todo, y en el relato de la do- mensaje obviamente puritano, de moble personalidad del «honesto» doc- ral maniquea, para lectores tan bien
tor Jekyll, es sin duda el espejo de su pensantes como Utterson, o el doctor
salón oculto el mejor y más sabio tes- Lanyon—, es la siguiente:
tigo del drama.
Cada vez que he leído El extraño
Ya en Markheim —otro relato si- caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde me
niestro de Robert Louis Stevenson, he afianzado en la sensación de que
que hemos citado y volveremos a ci- la historia es mejor que el texto, que
tar— se dice del espejo que es un su verdadero atractivo está al otro
«maldito recordatorio de la edad, de lado de su moral, en el más allá del
espejo, porque el drama lo cuentan
Utterson, Enfield, Lanyon, y un
Jekyll arrepentido, y al cuento antecede una dedicatoria en la que se
aconseja «no desatar las vendas que
Dios pretende atadas»... Algo así ocurre en la novela de Mary Shelley sobre otro doctor ilustre: Victor Frankestein. Es perfil común a todas las
historias sobre lo que una sociedad represiva llama El Bien y el Mal. El
autor previene sobre su propia historia, o la finge.
Pero Mr. Hyde se ríe desde el lugar
donde las farolas dan una luz invertida. Un Stevenson más osado le hubiese dejado vivo a este lado del espejo.
Aunque quizá ya lo hizo en el interior
S.G HULME BEAMAN
31
CLIJ33
R.L. STEVENSON
de su propio yo, donde habitan, igual
de sobrevivientes, el hipócrita Jekyll
y el desenfrenado Hyde... El cine, y
tantas otras inmersiones artísticas en
este asunto, se encargarían de confundir cada vez más a los dos hermanos.
Y de enriquecer el drama.
Del tesoro ai terror
No todas las historias de Robert
Louis Stevenson fueron luminosas
crónicas de acción. Y El extraño caso
del doctor Jekyll... no fue la única en
que su pluma viajó del tesoro al terror. Seleccionando de sus colecciones
de relatos breves, una Antología editada en España con nombre terrorífico,1 incluía —además del inevitable
Doctor Jekyll— «El club de los suicidas» (extraído de Las nuevas noches
árabes), «Markheim», «Los hombres
alegres», «Olalla», «Juana la cuellituerta» y «Guillermín el del molino»,
pertenecientes a la serie The Merry
Men and other tales and fables, que
se editó originalmente en 1887, un año
después que Jekyll y Hyde.
En la citada publicación faltaban
cuentos misteriosos, asustantes, terroríficos, tan célebres como «El diablo
de la botella», de 1892, «El ladrón de
cadáveres», de 1895, y «La mujer solitaria», publicado después de la
muerte del autor sobre el que Stevenson manifestó poco antes de su muerte el deseo de que se incluyera en las
ediciones de The strange case of Dr.
Jekyll, deseo que ha sido respetado
pocas veces.
«La historia de Tod Lapraik» es
una narración escocesa folklórica que
se incluye en Catriona, capítulo XV
de esta segunda novela de las aventuras de David Balfour. Lo cuenta Andie Dale, el líder de los secuestradores del protagonista. La moneda de
plata final es una variante de las balas de plata que acaban con los licántropos.
Acerca de Markheim debemos subrayar puntos que enlazan con temas
principales del Doctor Jekyll: El Mal,
S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR HYDE, ANAYA, MADRID, 1981
que en este relato quizá no es tan malo
—«su rostro se iluminó y dulcificó
como en una expresión de triunfo...
pero Markheim no se detuvo a contemplar o comprender aquella transformación»— y a quien le interesa
más el pecador que el pecado («El
Mal no reside en la acción, sino en el
carácter»).
Markheim es —como Stevenson y
Jekyll sabían de todos los hombres—
un compuesto de Mal y Bien. Pero, al
revés que en la historia del doctor, este
personaje se esfuerza por abandonar
el lado malo y empezar desde cero
(aunque deje atrás un cadáver reciente) en el camino del Bien. Como si
mister Hyde hubiese descubierto una
fórmula para volverse Jekyll.
Olalla es un relato muy hermoso,
una incursión ejemplar de Stevenson
en el género romántico-misterioso
(fundamentalmente se trata, y esto no
es muy frecuente en él, de una historia de amor), y algunos matices de su
«filosofía» nos hacen reflexionar sobre la moral de Stevenson, asunto decisivo en el conflicto Jekyll-Hyde.
Comparando las maldades de mis-
32
CLIJ33
ter Hyde con los ramalazos perversos
más significativos de la degenerada familia española a que pertenece Olalla, observamos que Stevenson elige
las acciones sádicas: el hermano de la
bella castellana maltrata a la ardilla
como mister Hyde se complace en pisotear a la niña. ¿Hay tras esa violencia exterior mayores profundidades
que Freud descubriría sexuales? Que
el Mal por antonomasia se concrete
en la tortura es, desde luego, más
comprensible y acertado que las supuestas orgías que Wilde sugiere en
Donan Gray. Sin embargo, tanto en
un extremo como en otro, advertimos
una vez más el puritanismo quizás
inevitable de una época. Concretar el
Mal, de cualquier forma, no es fácil.
Y ahí esta, sin duda, nuestro disgusto ante la simplicidad: el Mal ha de
ser complejo y ha de parecerlo en
cualquiera de sus representaciones.
No basta el crimen ni es suficiente la
bacanal. Para mejor riqueza expresiva, el lector ha de poner el resto, qué
vamos a hacerle.
Olalla, relato menos rico que Jekyll
es —sin embargo— de más fácil co-
CZJ
S.H. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981
municación. Stevenson pretendió contarnos el segundo con la distancia de
un documento (el sistema de las cartas, que utilizaría excelentemente
Bram Stoker en Drácula once años
después). Olalla está narrado al estilo apasionado de los locos amores que
inspiraron parecidas historias a Du-
mas, a Poe, a Gautier. Y si continuamos con las comparaciones histórico-literarias, determinados lectores, al
oír los anónimos gritos femeninos en
la noche del castillo, recordarán los
que cuarenta años antes aterraron a
Jane Eyre en la casa de Rochester.
De moral hablábamos si la comparación era con Jekyll: En Olalla se
dice que «llegó el placer entre vergüenza y sangre». ¿Es que siempre al
gozo sensual ha de acompañar la sensación de culpa? En otra parte del
centro se habla sobre el alma y el cuerpo. El enamorado asegura que ambas
cosas son lo mismo, le conviene así
para sublimar su deseo. Y llega a
decir:
«... donde el cuerpo se acerca, el alma se
junta; y juntos los cuerpos, las almas se juntan al mandato de Dios, y ' 'lo más bajo de
nosotros" (el subrayado no es de Stevenson) (si es que tenemos derecho a juzgar)
no es más que él fundamento y raíz de lo
más alto.»
S-G. HULME BEAMAN.
¿Ha de referirse necesariamente a
«lo más bajo de nosotros» el deseo
carnal? Evidentemente mister Hyde,
como antes citábamos, no es sólo el
terror, sino el sexo. Menos mal que
Stevenson, no queriendo identificarse por completo con el puritano —o
insincero, la misma cosa en fin— personaje, pone entre paréntesis una respetuosa duda: «Si es que tenemos derecho a juzgar».
Stevenson, por suerte, no se adjudicó el papel de juez, y sí el de poeta.
Con un tema fundamental, no siempre tan conflictivo como vemos en estos relatos pavorosos: la vida. Y tras
ella, en las ocasiones aquí comentadas, los espectros. Jirones fantasmales de otra vida, que prestan exquisito escalofrío al arte y a la
existencia. •
* Juan Tobar es escritor y crítico literario.
Notas
1. R.L. Stevenson: Novelas de pavor y misterio. En la desaparecida colección Crisol de Editorial Aguilar. Traducción de Amando Lázaro
Ros.
R.LSTEVENSON
De vuelta del mar
y otros poemas*
por Javier Marías*
un total de seis libros.
A continuación les
ofrecemos una
introducción a la
poesía de Stevenson y
una breve selección de
sus poemas. Ambas
proceden del libro De
vuelta del mar
(Hiperión, Madrid,
1980), prologado y
traducido por el
escritor Javier
Marías, profundo
conocedor de la obra
stevensoniana.
La faceta poética de
Robert Louis
Stevenson ha quedado
un tanto eclipsada por
el éxito de sus novelas
de aventuras. En
cualquier caso,
tampoco alcanza ésta
la ejemplaridad y la
trascendencia literaria
de aquéllas.
A lo largo de su vida,
Stevenson escribió
poesía con una
enorme facilidad,
llegando a publicar
JESSY WILLCOX SMITH, A CHILD'S GARDEN OF VERSES,
SCRIBNER, NUEVA YORK, 1905.
¿i
CLIJ33
obert Louis Stevenson sólo
publicó cuatro libros de
poesía en vida, y uno de
ellos {Moral Emblems, 1880) en forma de panfleto y con una tirada de
noventa ejemplares, que su hijastro
Lloyd Osbourne, de doce años a la sazón, se divertía vendiendo a las amistades por seis peniques. Luego aparecieron las famosas rimas infantiles A
Child's Garden of Verses (1885), Underwoods (1887), dividido en dos
libros —con poemas en inglés y en escocés, respectivamente—, y las Ballads (1890). Sin embargo, Stevenson había escrito poesía con enorme
facilidad a lo largo de toda su vida,
y así, no sólo se publicó un año después de su muerte Songs of Travel and
Other Verses (1895), que él había dejado ya preparado —deseaba, de hecho, que se añadiera como libro tercero a Underwoods—, sino que en
1918 vio la luz el volumen titulado
New Poems and Variant Readings,
que contenía nada menos que 147
poesías. Y aún se han seguido descu-
briendo y exhumando nuevos títulos
con posterioridad, como es el caso de
76 My Wife, incluido en la presente
selección.
Para llevarla a cabo, en consecuencia, ha habido que hurgar entre aproximadamente 350 poemas. En toda
selección no hay más critero que el
personal, que es no sólo difícil, sino
también inútil explicar. No obstante,
hay algunas razones que servirán para
dar cuenta al lector de lo que se le
ofrece y de lo que se le priva.
Los 66 poemas que conforman este
volumen pertenecen a sólo tres de los
libros mencionados más arriba, a mi
modo de ver los de mayor calidad y
asimismo (cosa no menos importante) los que con más garantías admiten la traducción. Pues los graciosos
poemitas infantiles de Moral Emblems y A Child's Garden of Verses
dependen en tan abrumadora medida
del metro y la rima, y sobre todo de
la propia lengua que los posibilita
—más flexible y ahorrativa, menos
ñoña y discursiva que la nuestra en
ocasiones—, que en verdad su versión
castellana resultaría enormemente
empalagosa, por no decir que abiertamente estomagante. En cuanto a las
Ballads, son éstos largos poemas narrativos sobre leyendas de Escocia y
los mares del Sur que, amén de ser
torpones y farragosos, sólo nos recuerdan su condición poética mediante las últimas palabras rimadas de sus
larguísimos versos. En español resultarían prosa pura, y no de la mejor de
Stevenson precisamente.
Así, la selección se ha realizado a
partir de Underwoods, New Poems
(donde se encuentran algunas de las
joyas del tesoro de más modesto aspecto y empero más valiosas) y Songs
of Travel (como conjunto, sin duda la
más acabada y tensa obra poética de
Stevenson). Mas tras esta purga hay
todavía dos víctimas con nombre propio: los poemas en escocés de Underwoods y las numerosas piezas «zumbonas» o escritas en tono de guasa
que se hallan dispersas por los tres libros. En lo referente a los primeros,
ese áspero dialecto del inglés, que en
literatura tiene sus más altas cotas en
autores tan mediocres como Burns,
Scott y Hogg, es idioma tan rudo, sonoro y conmovedor (lo cual no quiere decir que no pueda resultar agradable o pintoresco) que en cualquiera
de sus manifestaciones parece estar pidiendo a gritos un arreglo musical de
Beethoven o Haydn; o, a falta de dichos compositores, que ya hicieron
bastante por las canciones del pueblo
escocés, un grupo de voces (cuanto
más nutrido y borracho, mejor) que
le preste a la vez sentimentalismo y virilidad, cosas ambas que tan magníficamente le sientan. Tras lo expuesto se comprenderá sin dificultad que
tan sólo haya traducido uno de los
poemas escoceses de Stevenson (The
Auldest Friend's) y que no haya tenido más remedio que rimarlo para
transmitir, siquiera levemente, su rotundidad: mucho me temo que el español sea, después del italiano, la lengua menos indicada para reproducir
las virtudes y excelencias, palmadas en
los hombros y gaitas, efusiones y tambores, lágrimas, despedidas y ritmos
marciales de ese encantador dialecto.
Por si todo esto no bastara para justificar mi decisión, diré que los poemas dejan en sí bastante que desear.
En cuanto a los segundos, los poemas «en broma», en verdad abundantes, se puede afirmar que les sucede
lo mismo que a los komische Lándler
de Schubert: tanto el espíritu de éste
como el de Stevenson estaban tan próximos a la muerte, de hecho tan familiarizados con ella, que cuando pretendían resultar «cómicos» a lo más
que alcanzaban era a una gracia desmañada y rígida que, a mitad de camino entre lo entrañable y lo patético, quedaba reducida tan sólo a un
deformado reflejo de sus respectivos
genios obtenido en un día aciago.
Sólo Ne sit ancillae Ubi amor pudor
se ha salvado, pues, de esta quema.
Nada puedo decir del resto. Creo
sinceramente que lo escogido en este
libro es lo mejor de la producción
poética de Robert Louis Stevenson.
Pero eso el lector podrá juzgarlo por
sí mismo. No deseo convertir esta
nota en una de las cosas que juzgo
más inútiles de cuantas se han inventado, a saber, un prólogo: el lector estulto o malintencionado nunca tiene
remedio, por mucho que se le prevenga y se le brinden perspectivas ajenas;
el lector inteligente o bien dispuesto
siempre sabe apreciar lo que de apreciable haya en una obra, sin necesidad
de que antes se le avise o el vanidoso
de turno se lo señale.
Unas palabras, sin embargo, sobre
ciertos aspectos de la traducción: en
los poemas de más altos vuelos he
sido, si no literal, sí muy fiel, y he confiado más en mi posible capacidad
para reproducir en castellano un ritmo equivalente al del original (es decir, para reconocer cada poema en su
versión española como «empero el
mismo») que en ninguna otra cosa.
Por el contrario, en los poemas más
ligeros y musicales, en aquellos que
J. W1LCOX SMITH, A CHILD'S GARDEN OF VERSES, SCRIBNER, NUEVA YORK, 1905
tienen como elemento fundamental el
verso medido y rimado, en los que se
pueden cantar, me he permitido leves
licencias para mantener el metro elegido en cada caso. A veces se verá,
quizá, alguna medida heterodoxa o
poco frecuente en castellano, pero eso
tiene una explicación sencilla: prefiero traicionar unas reglas, que traicionar un espíritu, y en ocasiones se me
ha planteado tal dilema.
Las ediciones empleadas para esta
selección han sido las siguientes:
Poems (Charles Scribner's Sons, Nueva York, 1895, de la primera edición
de obras completas en 26 vols.),
Poems Including Undenvoods, Ballads, Songs of Travel (Chatto and
Windus, Londres, 1917), New Poems
and Variant Readings (Chatto and
Windus, Londres, 1918) y Home from
Sea, Poems for Young Readers, selec-
ción e introducción de Ivor Brown
(The Bodley Head, Londres, 1970),
antología con la que coincidimos en
la elección del título.
Por último, deseo hacer constar que
la versión del famoso poema Réquiem, con el que se abre este volumen, no es más que la mezcla y pulimento de otras dos ya existentes con
anterioridad, una impresa y otra oral:
la que publicó doña Josefina Ossorio
en la Argentina en 1947 y la que, más
recientemente, le oí recitar a don Alvaro Pombo durante un paseo nocturno mientras conversábamos sobre
epitafios. •
* Javier Marías es escritor.
** Este artículo está extraído del volumen De
vuelta del mar (Hiperión, Madrid, 1980) que
recoge una selección de poemas de R. L. Stevenson preparada y traducida por Javier
Marías.
Poemas
«Réquiem», «No abandones aún, alma mía» y «Los más viejos amigos» pertenecen al libro Monte abajo
l'Underwoods, 1987). «Mi corazón, «Yo no temo», «Dedicatoria», «Adiós», «A mi mujer» y «Cavad bien
hondo y dejadme yacer», pertenecen al libro Nuevos Poemas |T\lew Poems, 1918). «El vagabudo»
pertenece al libro Canciones de viaje /Songs of Travel, 1895).
Réquiem
Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.
Réquiem: Reza la totalidad de este poema, en letras
de bronce, sobre la tumba de Stevenson en la cima del
Monte Vaca, en Samoa, donde yace enterrado a una
altura de 4.000 metros.
Dedicatoria
Mi regalo primero y último,
te dedico este haz de canciones...
Otra riqueza no tengo:
tal como son, para ti.
Digo la verdad serenamente, y digo
que antes haría brillar tus ojos claros,
y te oiría a ti elogiar
estas canciones que llenan mi pecho,
antes que el entero mundo, unánime,
en un coro de incesante aplauso
vertiera sobre mí y lo mío
homenaje maduro de alabanza.
Pongo aquí punto final contra mi amor,
esto es su tumba y también su epitafio.
Aquí el camino se bifurca, y yo
voy por mi lado, bien lejos del tuyo.
No abandones aún, alma mía
No abandones aún, alma mía, estos campos amigos,
donde con la hierba, y los ríos, y la brisa,
y la tersa faz del día, tuviste tus devaneos;
donde por vez primera oíste cantar a las extasiadas aves;
donde tú y el amor hicisteis aquel duradero trato.
Navega el barco ya esquifado, y desde la costa eterna
oyes voces etéreas; mas aún no te vayas,
alma mía, no tan pronto, aún no te vayas.
La libertad está lejos, también el reposo. Estás con la vida
demasiado entretejida, nervio a nervio entrelazada;
el servicio anhelando aún servicio, el amor amor,
el amor amor querido, todavía suplicante en llanto.
¡Ay, aún no ha terminado tu tarea humana!
Se forja un vínculo al nacer; e inmortal permanece
una deuda con la mortalidad. Y crece...
crece por reverberación extensa, incesante crecimiento;
dádiva sobre dádiva, limosna sobre limosna, acumuladas,
del hombre, de Dios, de la naturaleza, hasta que el alma
se queda asombrada de tan inmensa indulgencia.
No dejes, alma mía, sin luchar el campo, ni dejes
sin saldar tus deudas, ni tu puesto desierto
sin haber prestado el debido servicio. Por tu vida,
arriba, espíritu, y defiende ese fuerte de arcilla,
tu cuerpo, ahora asediado; aunque vaya a caer
después o antes; tanto si tus amigos hoy mismo
te lloran muerto, cuanto si es dentro de años, como a hombre
con honra llegado a viejo y de la paz amigo.
Combate, alma mía, por las horas y los instantes;
cada uno está preñado de servicio; cada uno rescatado
es como un reino conquistado donde merece reinarse.
Como cuando un capitán reagrupa para la contienda
a sus legiones dispersas, y hace a la derrota retroceder,
y acampa al raso, satisfecho el ánimo.
Y sin embargo la fortuna lo alcanzará sin duda,
lo abatirá en su momento y hará jirones de sus enseñas;
y aquella querida tierra, a salvo hoy, caerá mañana.
Mas él, sin pensar en ello, hoy se deleita tan sólo
en el bien presente, y todos los campamentos están de fiesta.
R.L STEVENSON
Cavad bien hondo
y dejadme yacer
Ahora que la cuenta de mis años
ya se ha cumplido, y yo
la vida sedentaria
dejo para morir,
cavad bien hondo y dejadme yacer
bajo el inmenso y estrellado cielo.
Alegre en vida, fui alegre al morir,
cavad bien hondo y dejadme yacer.
Clara fue mi alma, libres mis actos,
Honor era mi nombre,
no huí nunca ante el miedo
ni perseguí la fama.
Cavad bien hondo y dejadme yacer
bajo el inmenso y estrellado cielo.
Alegre en vida, fui alegre al morir,
cavad bien hondo y dejadme yacer.
Cavad bien hondo en algún valle verde
donde la brisa suave
sople fresca en el río
y en los árboles cante...
Cavad bien hondo y dejadme yacer
bajo el inmenso y estrellado cielo.
Alegre en vida, fui alegre al morir,
cavad bien hondo y dejadme yacer.
Cavad bien hondo y dejadme yacer. Este poema es sin
duda alguna una variante del titulado Réquiem.
Los más viejos amigos
Para viejos y jóvenes es un hecho sabido,
y además no admite mentís ni vuelta,
que son los más queridos los más viejos amigos
y están los jóvenes tan sólo a prueba.
De viejos y de jóvenes existe un rival fiero,
y es justamente quien se me ha llevado;
pues son los más seguros los amigos más viejos,
y casi todos me han ya abandonado.
Hay aún corazones buenos, para que amigos
los llenen, o los rompan mentecatos;
pero son los más íntimos los más viejos amigos,
y es en la tumba donde hay que buscarlos.
J WILLCOX SMITH
Mi corazón
Mi corazón se embebe cuando por vez primera
canta el mirlo: se embebe con su canto.
Un placer fresco inunda y atraviesa mi pecho
y hace que se distienda cada nervio.
Se arremolina el pecho, lenta, calladamente,
mi corazón despierta y está fresco,
como cuando una zarza que han movido los vientos
hace rodar un piedra hasta un charco.
Pero cuando contigo me encuentro, al contemplarte,
mis latidos se hacen rápidos, densos,
como cuando vesánico el lago se ennegrece
y rizan fuertes ráfagas sus aguas.
A mi mujer
Vi lluvia caer y dibujado el arcoiris
sobre Lammermuir. Presté atención y volví a oír
cómo el repique de campanas de mi ciudad escarpada
ahogaba el viento cortante del mar. Y aquí, muy lejos,
inmerso en mi raza y en mi tierra natal, escribía yo.
Toma tú el escribir: tuyo es. Pues ¿quién
bruñó la espada y avivó el soñoliento carbón,
puso el blando aún más alto, pródiga en censuras
y en elogios parca?... ¿Quién sino tú?
Así que ahora, al final, si de bueno hay algo en esto,
si algún logro hay conseguido, si algún fuego
arde en la imperfecta página, para ti sea el honor.
A mi mujer. Este poema es sin duda uno de los últimos de Stevenson. Fue
hallado en el manuscrito de su novela inacabada Weir of Hermiston, que
estaba escribiendo cuando le llegó la muerte en 1894. Dicha novela es de
tema escocés. Es sabido que la mujer de Louis, Fanny Van de Grift Osbourne, después Stevenson (1840-1914), era una crítica tan severa de sus escritos
que le impulsó a quemar el primer manuscrito de El extraño caso del Di:
Jekyll y Mr. Hyde.
Verso 2. Lammermuir es una famosa cordillera del sudeste de Escocia.
Yo no temo
Yo no temo admitir mi parentesco
con las alegres tierras donde nacen las flores;
o con mis hermanos, los grandes árboles,
que se hablan en la brisa con agradables voces
y conversan con los vientos que pasan;
o con mi hermana, la profunda hierba.
El vagabundo
(para una melodía de Schubert)
Dadme la vida que amo,
que el resto pase a mi lado,
dadme el cielo jovial en lo alto
y a mi vera el camino apartado.
Lecho en el arbusto bajo las estrellas,
pan para mojar en las aguas del río...
es la vida que quiero llevar,
he ahí para siempre la vida.
Caígame el rayo después o antes,
que lo que haya de alcanzarme alcance;
dadme el rostro de la tierra en torno
y ante mí la carretera.
Ni riqueza ni esperanza busco,
o amor o amigo que me conozca;
tan sólo el cielo en lo alto busco
y bajo mis pies la senda.
Sobre mí decaiga el año
donde me haya demorado,
cuando acalla a las aves del árbol,
muerde mis dedos amoratados.
Blanco como harina el escarchado campo;
cálido el refugio junto a luz de lumbre...
No me rendiré al otoño, no,
¡tampoco me rendiré al invierno!
Cáigame el rayo después o antes,
que lo que haya de alcanzarme alcance;
dadme el rostro de la tierra en torno
y ante mí la carretera.
Ni riqueza ni esperanza pido,
o amor o amigo que me conozca;
tan sólo el cielo en lo alto pido
y bajo mis pies la senda.
El vagabundo: Por el tema de este poema, no cabe duda
de que la melodía de Schubert en que pensara Stevenson
a! escribirlo tenía por fuerza que pertenecer al famoso ciclo de canciones Winterreise (Viaje de invierno).
De tal materia soy, de tal mi cuerpo,
que vibra por llegar a sus labios, besarlos.
Que da y recibe y siente con viento y sol y lluvia
placer tan fuerte que al dolor se acerca.
De tal materia asimismo son ellos,
la hermandad de los enérgicos árboles,
la humilde dinastía de las flores,
que convierten en luz cenadores umbríos
o estrellan los bordes de la pendiente;
suave color reciben, y dan, y dulce aroma;
y gozan desplegándose por extensiones grandes;
y el árbol, la flor, el suelo y la hierba
se estremecen y saltan, viven, cantan
en la estación vernal con silenciosas voces.
Por eso no temo rendir mi aliento,
ya que nada cambia al llegar la muerte;
pues estaré tal vez en algún grato valle,
tierra junto a tierra, o árbol con árbol,
de aquí hasta eternidades con la que amo este instante;
y sentiré alegría al compartir
con ella el sol y la lluvia y el aire,
al gozar de su vecindad tranquila
como tan sólo pueden, de entre todas las cosas,
la tierra, el árbol, la flor estrellada,
las cosas mudas del campo y el bosque.
Adiós
Adiós, y cuando yo hacia adelante
por las Puertas Doradas hacia islas Doradas
sin sonreír avance, por el mar de sonrisas,
isla tras isla, en los mares del Sur,
isla tras isla, mar tras mar,
¿por qué navegar, por qué la brisa?
He sido joven, y he tenido amigos.
Despliego una vela sin esperanza, demasiado tarde
¿Por qué navegar de isla en isla,
marino sin esperanza?
Adiós: Por la referencia a las Puertas Doradas, es de suponer que Stevenson escribió este borrador de poema al poco de abandonar San Francisco (Golden Gate
es el nombre del estrecho que enlaza la ciudad con el Pacífico) en 1888, en un
crucero rumbo a los mares del Sur del que ya jamás regresaría.
39
CL8J33
R.L. STEVENSON
Ilustrar la «Isla»
por Montserrat Castillo"
584
R .
L.
STEVENSON
completamente de lado, de suerte que ofrecíamos un blanco
magnífico.
No sólo veíamos a los foragidos, s¡no que incluso oíamos
claramente que Hands hacía rodar sobre cubierta una gruesa
granada y la empujaba hacia el cañón.
— ¿Quién de nosotros tira m e j o r ? — p r e g u n t ó el capitán.
— El hidalgo, indiscutiblemente — contesté al punto.
--^=2*3*
J. JUNCEDA, LA ISLA DEL TESORO, SEIX & BARRAL, BARCELONA, 1924.
Desde su publicación
por primera vez en
1883, La isla del
tesoro ha sido objeto
de los más diversos
tratamientos pictóricos
por parte de
dibujantes
e ilustradores.
La articulista pasa
revista, a continuación,
a algunas de dichas
versiones más
sobresalientes, entre
las que merece
especial atención la
realizada por el
dibujante catalán Joan
Junceda en 1924.
L
a primera ilustración de La
Isla del Tesoro nació en el mismo momento que la historia,
cuando todavía no se sabía que sería
una novela. Se trata de un mapa, un
mapa que dibuja el mismo Robert
Louis Stevenson, en agosto de 1881,
en Braemar, cuando trata de entretener a su hijastro Lloyd Osbourne, de
trece años.
Para distraer al chiquillo durante
las horas tranquilas de verano, Steven-
ca, creada por la imaginación del
autor y su ansia de conocer los mares
del Sur, siete años antes de su primer
viaje a aquellos parajes. Era una isla
soñada desde el corazón de Escocia,
lejos de la costa, lejos del mundo cálido que rememoraba.
La redacción del texto se hizo a
gran velocidad, de una manera trepidante, con la supervisión de Lloyd y
la familia Stevenson.
La primera edición fue por entregas, desde octubre de 1881 hasta enero de 1882. Al año siguiente Cassell
& Company de Londres, la editó en
forma de libro. Tenía
ilustrada solamente la
cubierta y un
frontispicio.
x
velas de Jules Verne. El trabajo de
Roux es sugerente, con un buen tratamiento de la luz y el claroscuro, contando con la riqueza añadida que proporciona la textura del grabado.
Un ilustrador importante de la
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son le cuenta cuentos e historias, unas
conocidas y otros inventados (contar
cuentos fue su carisma que más tarde
le dio nombre entre los nativos de Samoa —Tusitala—) y también dibuja.
Los dibujos representan aquello que
pueda excitar la fantasía: marineros
estrambóticos, paisajes lejanos y el
mapa de una isla.
Aquella isla primeriza tomaría forma y poco a poco se iría poblando de
ríos y montañas, de bahías y costa
abrupta. Llenarían la isla dorados crepúsculos, noches estrelladas y rumor
de olas en una playa desierta.
Realizado el dibujo de la isla, se
planteo crear una historia, que la tuviese como escenario. Era soleada y
magnífica, adecuada a piratas y que
contendría un tesoro, era —y esto es
muy importante— una isla fantásti-
•
Posteriormente aparecieron ediciones más ilustradas, y todas ellas
—hasta hoy— respetaron la ilustración primigenia, la isla que tomó
forma los atardeceres de verano de la
mano de dos grandes soñadores: un
prestigioso escritor y un niño.
Grandes dibujantes
Después del éxito de la primera versión inglesa (36 ediciones en pocos
años), Cassell se planteó una edición
más ilustrada, que aparecería en 1899,
con dibujos de Wal Paget. Paget dio
una versión de calidad pero tradicional dentro de la ilustración de las novelas de aventuras, y muy semejante
a las que había hecho tres años antes
para el Robinson Crusoe de Defoe.
La novela se tradujo muy pronto a
otras lenguas. Una de las ediciones
más interesantes es la versión francesa de Hetzel, editada en 1885, Lile au
Tresor, ilustrada por Georges Roux.
Éste obtuvo su popularidad y prestigio gracias a sus dibujos para las no-
41
CLIJ33
J JUNCEDA, LA ISLA DEL TESORO,
SEIX & BARRAL, BARCELONA, 1924,
«Isla», porque rompe con la ilustración propia del xix, muy rígida y con
personajes estáticos, es el norteamericano N.C. Wyeth.
Wyeth fue discípulo del gran Howard Pyle, en su innovadora escuela
de Wilmington, con la cual pretendía
renovar, mejorar y dignificar la ilustración en Norteamérica y darle la categoría de arte. Wyeth fue quizás el
alumno predilecto de Pyle, aunque sus
estilos fueron completamente diferentes. Wyeth dio una versión original y
propia a la novela. Su misma técnica
se diferencia claramente de la de los
R.L. STEVENSON
Lar
(..
.vi-
JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ, LA GRAN AVENTURA DEL CINE, MUSEO ESPAÑOL DE ARTE CONTEMPORÁNEO, MADRID, 1982,
ilustradores de principios de siglo,
tanto en Norteamérica como en Europa. Sus originales no eran dibujos;
realizaba grandes telas pictóricas para
ilustraciones que debían ir impresas
en libros. La opción de trabajar grandes superficies se debía a la libre elección de una técnica expresiva y a su
propia energía —era un hombre alto
y fuerte y con una gran potencia física, que necesitaba derrochar en el
constante movimiento que realizaba
para pintarlas—.
Su personal uso del color dio a sus
versiones originalidad y fuerza, creando un mundo mítico, más allá del
tiempo y de la historia.
Sus temáticas predilectas fueron las
historias del Oeste americano con in-
dios y cowboys. Pero no se limitó a éstas, sino que también ilustró aventuras de todas las épocas.
Treasure Island fue su primera
oportunidad como ilustrador de libros. Charles Scribner le encargó el
primer título de la Scribner's Illustrated Classic Series, que aparecería en
1911. Posteriormente, y para la misma colección, ilustraría otras obras
del mismo R.L. Stevenson; en 1913,
Kidnapped; en 1916, Black Arrow; en
1924, David Balfour.
Otra versión interesante de aquellos
años fue la del inglés naturalizado
norteamericano Louis Rhead, con
formación académica parisina. Su estilo de ilustración tiene una fuerte referencia prerrafaelista y del art Nou-
42
CLIJ33
N.C. WYETH, TREASURE ISLAND, SCRIBNER, NUEVA YORK, 1911
R.L STEVENSON
veau. Su «Isla» fue editada por Harper en 1915.
Dentro de esta misma sensibilidad,
pero posterior, encontramos las ilustraciones de Warwick Goble, otro ilustrador inglés que dibujó la edición de
Macmillan en 1923.
Otro importante dibujante de la
«Isla» fue Edmund Dulac. Se trata de
una obra muy tardía en su producción
(1927). Dulac había nacido en Toulouse, pero realizó toda su obra en Londres, siendo uno de los más prestigiosos dibujantes británicos de libros
para niños. Destaca en su obra su interés por la mejora constante de su
técnica, adecuándola a los sistemas de
impresión del momento.
Su libro más prestigioso es Amblan
Nights Entertainments, editado por
Hodder & Piazza en 1907. Su afición
y profundo interés por las culturas
exóticas le permitió una insólita comprensión del maravilloso mundo
árabe.
Su versión de Treasure Island fue
editada por Doran en 1927, un período en que ilustra Tempest de Shakespeare y otros cuentos, haciendo ilustraciones sombrías, dominadas por un
sentimiento a la vez romántico y trágico, que las hace muy adecuadas,
pero les resta la luz que había caracterizado su obra. Treasure Island es la
excepción de su producción en los
años veinte, en los cuales sólo ilustra
libros para adultos y es, al mismo
tiempo, su libro preferido.
Henry Matthew Brock, dibujante y
pintor inglés, ilustró otra de las históricas versiones de la «Isla», editada en 1928 por Macmillan.
Ediciones españolas
La edición más antigua que conocemos es la realizada en 1899, en
Madrid.
La quizá más importante hasta hoy
día, es la edición de 1924 de Seix &
Barral, según traducción de Gaziel
(Agustí Calve t).
Ese libro de la popular colección de
HUGO PRATT
los ¡libres blaus (libros azules) lleva las
insuperables ilustraciones de Joan
Junceda, autor que dio una versión
casi inmejorable de los personajes y
de las situaciones. La Isla del Tesoro
corresponde al mejor período del dibujante y es uno de sus libros predilectos.
En la ilustración de la «Isla» utiliza una diversidad de técnicas que no
le es frecuente: siluetas —un recurso
que sin ser original suyo, Rackham
impuso en toda Europa—, acuarelas
y sus tradicionales plumas, técnica
que convirtió en medio expresivo con
el que consiguió crear los ambientes
más oscuros y amedrentadores de
muerte e intriga y los más claros y diáfanos de la isla dorada por el viento.
Junceda, que dio a la Isla del tesoro paisajes de la costa de su Blanes entrañable y lo hizo sin que en ningún
momento el lector se enfrentara a descontextualizaciones, dio, también, a
los piratas rostros de los marineros y
pescadores de la costa catalana, tal
vez un poco más abollados por la
maldad. Junceda no hacía otra cosa
que retratar aquellos lobos de mar,
aquellos botes y aquellas velas que
cada verano, año tras año, llenaban
44
CLIJ33
N.C. WYETH.
sus pupilas maravilladas. La comprensión que mostró de los tipos de la novela hizo de esta ilustración una versión modélica e imitada. Modélica
porque escapó plenamente a las rigideces de las versiones anteriores (incluidas las mejores y exceptuando el
dinámico Wyeth y el refinado Dulac),
haciendo canto y glosa de los valores
fundamentales de la novela: la acción,
el peligro y el misterio.
Por supuesto, Junceda tampoco había visitado los mares del Sur cuando ilustró la «Isla», y nunca lo haría,
pero supo soñar, como el propio Stevenson, tomando como base aquellos
marinos, aquellos puertos, aquellas tabernas y el olor de mar y de brea, entremezclados con las narraciones que
todo marino viejo, retirado de la mar,
RALPH STEADMAN.
estaba dispuesto a contar a quien quisiera escucharle.
No encontramos en las ediciones
anteriores referencias de la versión de
Junceda, lo que nos permite afirmar
que realizó sus ilustraciones sin modelos gráficos, como era su costumbre, buscando inspiración en la realidad conocida tanto por la experiencia cotidiana, como por la experiencia
ejercitada de su fantasía de lector, que
a partir de las playas y costas de Blanes podía soñar todas las costas y playas del mundo.
También hemos dicho que las ilustraciones de Junceda fueron fuente y
punto de referencia y lo fueron muy
pronto.
Ya las ilustraciones de Yorik para la
versión en catalán, editada en 1926
por Juventud, tienen su origen en
Junceda. Aunque la mayoría no están
basadas en los dibujos de éste —son
más tradicionales y «antiguas», de carácter realista y poco activas, con una
importancia excesiva del sombreado—, hay tres que son resueltas de
una manera prácticamente idéntica a
Junceda. Ésas son cuando Jim y su
madre encuentran el cadáver del capitán Billy Bones (en la cual no tan
sólo se ha copiado la composición
—con ligeras variaciones que la empeoran— sino también el sistema de
sombreado, a base de una fina trama,
característica fundamental del dibujo de Junceda). La pelea en la cabina
tiene muchas similitudes, y mucho
más clara es la influencia en la solución de Jim disparando desde los palos del navio contra Hans.
Un caso todavía más claro de imitación o reelaboración devota de las
ilustraciones de Junceda es la de su
discípulo y fiel seguidor, Antoni Batllori Jofré.
Tanto de la versión de Yorik como
de la de Junceda se hicieron varias reediciones, también en la posguerra. Las
siguientes son más pobres. Destacamos las ilustraciones de J.P, Bocquet
para editorial Molino; las de Lozano
Olivares para editorial Artigas, en una
edición muy reducida en troquelado
para los más pequeños; las de Balter
para Toray, de 1979; las de Margarita
Menéndez para SM, una versión dulcificada de los personajes, quitándole hierro a las situaciones; o las de Josep María Miralles para Ediciones del
Drac, de 1986.
Ediciones recientes han optado por
la reproducción de ilustraciones anteriores o realizadas por otras editoriales, como la de Barcanova, reproduciendo los dibujos de Mervyn Peake
para Methuen Children's Books Ltd.,
de Londres, de 1976 —una versión actualizada del misterio y del peligro, sin
estropear estas cualidades esenciales
en una novela de aventuras mediante
concesiones piadosas—, o la de Vicens Vives, que incluye las ilustrado-
45
CLIJ33
MERVIN PEAKE
nes de Wal Paget. Es mejor reeditar
la «Isla» con ilustraciones históricas
logradas —¿para cuándo la reedición
de Junceda?—, que repetir modelos
digeridos o infantilizar tontamente.
Mejor todavía sería que un gran ilustrador —tiene que serlo, dado el enorme peso de la rica tradición que tiene
detrás— se atreviera a soñar de nuevo, que se atreviera con el pavor, la excitación y el entusiasmo que el misterio provoca, que se atreviera a
representar de nuevo su propia fantasía del deseo de aventura.»
* Montserrat Castillo es crítica e historiadora
de Arte.
R.L. STEVENSON
Stevenson, moralista
por Fernando Savater*
17
WÉ R IOT
Ro\
E D I NJJ U R C W
12?."i. « ^ t4-el u^J^ ( 0t4^t .
tfX\.
Carta cíe i?.L. Stevenson a W.E. Henley.
En las narraciones de
Stevenson, la ética no
es un tema de
discusión sino una
cualidad inseparable
de la acción. Esto es
lo que Fernando
Savater, un apasionado
de la obra del escritor
escocés, afirma en el
presente artículo.
En él, aborda el
intento no acabado de
teoría moral que
Stevenson esbozó en
vida, aunque reconoce
que es en sus relatos,
y no en otros textos,
en los que realmente
se ha de buscar el
debate ético.
recuentemente, cuando comparto una mesa redonda o in!I
tervengo en un seminario con
colegas de mi gremio —es decir, estudiosos de ética y moral—, doy un
respingo al oír mencionar tal o cual
dictamen apoyado en las teorías de
Stevenson. ¿Será posible que el autor
de La flecha negra haya expresado
una opinión tan abstrusa o filistea?
Por supuesto, enseguida despierto y
caigo en la cuenta de que se refieren
al profesor Charles Stevenson, padre
de la doctrina emotivista que cubrió
en su día el flanco ético de los positivistas lógicos, y no a Robert Louis, el
narrador impecable de corajes y angustias. Sin embargo, tampoco al Stevenson propiamente dicho (el profesor se llama Stevenson, pero R.L. es
Stevenson) le fueron ni mucho menos
ajenas las reflexiones éticas. Casi todos sus relatos giran en torno a problemas morales, estricta y enérgicamente morales.
La ética, un ingrediente más
Se me dirá que es imposible contar
nada referido a seres humanos que no
presente de modo más o menos explícito alguna perplejidad ética. Pero en
muchos casos lo que aparecen son
conflictos psicológicos de trasfondo
moral, costumbres socialmente recomendadas o prohibidas frente a las
que se debaten los protagonistas, incluso diversas ideas de valor contrapuestas. Los personajes le dan la vuelta al asunto moral, lo discuten, lo
convierten en tema de acatamiento,
rebelión o burla. La ética es un ingrediente más, aunque sin duda relevante, del perfil social o mental en el que
se inscriben las piezas dispuestas por
el novelista: tiene mucho que ver con
órdenes, deseos y emociones, tal como
supuso el profesor Stevenson. Pero en
las narraciones de Stevenson la ética
no es un tema de discusión sino una
cualidad inseparable de la acción.
Para otros novelistas los seres humanos quieren o no respetar la moral y
R.L. Stevenson tras la muerte de su padre.
de acuerdo con ello actúan; pero los
personajes de Stevenson quieren actuar y por eso se encuentran, quieran
o no, lo sepan o no, siendo morales.
Hay una especie de ingenuo objetivismo moral en Stevenson: el mal y el
47
CLIJ33
bien son rasgos definitorios y eternos
del mundo que la acción descubre, lo
mismo que el viajero encuentra paisajes espléndidos o peligrosos que
siempre estuvieron ahí pero que él ignoraba antes de ponerse en marcha.
R.L. STEVENSON
Saranac Lake.
Ni la convención social ni el escrúpulo psicológico constituyen la última
vatio de los valores éticos: más bien
se diría que los enmascaran o alteran,
obstaculizando que se les considere
con radical franqueza.
Desde luego, sería injusto decir que
esta vigorosa ingenuidad básica de la
narrativa de Stevenson supone una
concepción moral simplista o fácil.
Por el contrario, sus personajes padecen a fondo las ambigüedades de la
opción ética y, en muchas ocasiones,
las «lecciones» que pueden sacarse de
sus peripecias desafían abiertamente
el grosero y somnífero buen sentido
de lo socialmente edificante: véase al
respecto Master of Ballantrae, Catriona, la propia Isla del Tesoro y como
es obvio Jekyll y Hyde. De modo que
Stevenson resulta ser un moralista sin
moralejas... demasiado problemático
para que sus fábulas puedan ilustrar
sermones complacientes. Cierto, opina que el bien y el mal son categorías
potentes del universo a las que despiertan los pasos, aun los más furtivos, de la acción humana. Pero ello
48
CLIJ33
no equivale a decir que en las sombras
veloces de la práctica sea fácil distinguirlas en todas sus implicaciones inmediatas, ni tampoco prevenir sus paradójicas connivencias.
Si algún prejuicio puede serle reprochado a Stevenson es uno de carácter
negativo: su animosidad contra el pesimismo, en la advocación de enervante y cursi parálisis que era habitual en
su época por reacción al musculoso
entusiasmo imperial y al filisteísmo
cientifista. Como era un poeta de la
acción, a Stevenson le repelía el fata-
lismo exquisito; pero como poseía una
mente sutil y nada obvia, tampoco estaba dispuesto a caer en el fácil tónico de la ilusión. Le hubiese gustado
mostrar que se puede ser desengañado en el optimismo, aún mejor que en
la complacencia pesimista que imperaba en la literatura «seria» de su
tiempo. Y ello le llevó en ocasiones a
coquetear con una cierta y ominosa
fatalidad de lo óptimo, tan peligrosa
a fin de cuentas como el culto a lo
peor. Probablemente ha sido otro
gran optimista paradójico, Gilbert K.
Chesterton, en su estudio sobre RLS,
quien mejor ha planteado la cuestión: «Lo opuesto a la herejía del pesimismo es la gemela herejía del optimismo. Stevenson no estaba atraído
por un plácido y pacífico optimismo.
Pero comenzó a verse demasiado atraído por una especie de insolente y opresivo optimismo. La reacción contra la
idea de que lo bueno siempre fracasa
es la idea de que lo bueno siempre sale
victorioso. Y desde ahí es fácil resbalar hasta el peor espejismo: el de que
lo victorioso es siempre bueno».
Pero el interés de RLS por la ética,
señalado como rasgo característico
del escritor por lectores tan distinguidos como Jorge Luis Borges, no se
percibe solamente a través de la trama de sus narraciones. De hecho, comenzó a escribir un tratado de ética
en toda regla, del que se conserva un
extenso fragmento, incluido en sus
obras completas y que —si no me
equivoco— nunca ha sido editado separadamente. El libro debía titularse
Lay Moráis y lo que conocemos de él
son los cuatro primeros capítulos, cincuenta y siete páginas del volumen
XXII de las obras completas en la edición de 1898 (Charles Scribner's Sons,
Nueva York). Al parecer, fueron redactados en Edimburgo, durante la
primavera de 1879, y RLS no los corrigió posteriormente, por lo que sería abusivo considerarlos como la opinión definitiva del autor sobre estas
cuestiones. Sin embargo, tanto por su
rareza bibliográfica como por lo sig-
Reunion House.
nificativo de las reflexiones allí expuestas (en la característica manera
ensayística de RLS, a la par transparente y sofisticada) ese fragmento teórico merece cierto examen.
Una moral laica
El propio título indica que se trata
del proyecto de una moral «laica» o
de lego, lo cual no obsta para que se
encuentre asentada en enseñanzas religiosas que RLS, piadoso sin beatería (recordemos sus hermosas Oracio-
49
CLIJ33
nes de Vailima), da por supuestas y
aceptadas. En este sentido, la obra
emana de una típica actitud protestante y subraya el primado de la conciencia individual por encima de cualquier sumisión acrítica a ningún
magisterio eclesial. Pero dentro de ese
marco general se dan una serie de rasgos que subrayan el «laicismo» original de la concepción planteada. Para
empezar, afirma que entiende la educación moral no como la enumeración
de un código formado por reglas sino
más bien como la propuesta de un es-
R.L. STEVENSON
píritu regulador: «Lo que debe enseñarse es una actitud mental». Nada
tiene que ver la moralidad con el respeto a leyes socialmente vigentes, contra las cuales bien pudiera deber irse
en ocasiones por razones superiores:
«Hay mucho de incómodo pero nada
de vergonzoso en ser condenado por
la ley». Los mismísimos diez manda-
mientos tienen que ser constantemente redefinidos por cada cual, si no se
los quiere acatar de forma superficial
y traicionera: «¿No matarás? La verdadera intención y el propósito de esta
prohibición a veces sólo puede cumplirse matando».
Y es que los asuntos morales no
pueden sacarse de la esfera personal
sin desvirtuarse, ni soportan la codificación en secos lemas que anulen
toda perplejidad con sus tajantes preceptos. «Porque la moral es un asunto personal; en la guerra de lo correcto (righteousness) cada hombre lucha
con su propia mano; los seiscientos
preceptos de la Mishna no pueden sacudir mi juicio privado; mi magistratura de mí mismo es una carga indeclinable, y mis decisiones resultan
absolutas para cada momento y situación. El moralista no es un juez de
apelación sino un abogado que argumenta ante mi tribunal.» El motivo es
precisamente lo cambiante de las situaciones, ajustadas al cuerpo de cada
cual, pero que rebasan por todas las
costuras la generalidad de la máxima:
«Ningún precepto definido puede ser
más que una ilustración, aunque su
verdad sea tan resplandeciente como
el sol y aunque lo anuncie desde el cielo la mismísima voz de Dios. Y la vida
es tan intrincada y cambiante que quizá ni siquiera veinte veces, ni tan sólo
dos en todos los tiempos encuentra el
dócil concurso de circunstancias en el
que puede aplicarse». ¿Se comprende ahora por qué la objetividad de la
cualidad moral del universo activo no
disminuye en los relatos de Stevenson
la complejidad de las opciones y la
ambigüedad de la lección que de ellos
se desprende?
Listos y despiertos
La actitud moral, dice Stevenson,
consiste en estar listos (readiness): una
disposición amplia y sin ulteriores
cualificaciones limitativas. «¿Listos
para qué? Para pasar sobre y mirar
más allá de los objetos de deseo y de
miedo, en busca de algo más.» Listos
y despiertos, vivos en la propia conciencia: así nos quiere la verdadera
moral y tal es el estimulante propósito de toda educación ética digna de
ese nombre. La cual, por cierto, no
nos viene primordialmente de los doctores y sus palabras «sino de la afilada férula de la calamidad, bajo la cual
Una fiesta en Vaiiima.
somos todos alumnos de Dios hasta
que morimos». Así coinciden finalmente el narrador y el moralista, en
la maravillosa intrincación de cada
caso humano y en el vertiginoso y sugestivo caracolear de la acción en la
que debe definirse: «La práctica es un
asunto más intrincado y desesperado
que la más sólida de las teorizaciones,
la vida es un asunto de caballería andante, en la que sólo el rápido juicio
y la pronta acción son posibles y
debidas».
Aún podríamos señalar otros aspectos tratados más o menos al desgaire en el fragmento moral de RLS:
su proclama de que todo trabajo mal
hecho es un robo a la humanidad, su
defensa del ser frente al tener o una
curiosamente actual crítica del consumismo que, al dar placeres y lujos a
quien de veras no los quiere, estropea
la posibilidad de que se produzcan y
repartan convenientemente los, en realidad, deseados («Quien objeta contra los lujos es un estúpido; pero también es un estúpido el que no protesta
contra el desperdicio de lujos en quien
no los desea ni puede disfrutarlos»).
Pero no trato de convertir al Stevenson narrador en el Stevenson profesor.
Por muy sugestivo que sea este esbozo inacabado de teoría moral, el verdadero debate ético de RLS hay que
51
CLU33
buscarlo en sus relatos. Quizás ése sea
el modo más adecuado de reflexionar
sobre cuestiones morales o, yendo más
lejos, el verdadero modo humano de
reflexionar. Gregory Bateson cuenta
la anécdota en su libro postumo: cierto día un tipo pregunta a su aterradoramente eficiente computadora: «¿Serás alguna vez capaz de pensar como
un verdadero ser humano?»; después
de oírse muchos crujidos y rechinamientos, salió de la computadora una
tira de papel que decía: «Esto me recuerda una historia...». •
* Fernando Savater es escritor y profesor de Ética en la Universidad del País Vasco.
R.L. STEVENSON
Stevenson en el cine
por Juan Antonio Pérez Millán*
desigual fortuna de las
versiones realizadas,
Pérez Millán plantea,
al hilo de la
filmografia
stevensoniana, la
inevitable cuestión que
siempre provoca la
relación cine-literatura:
¿ha hecho justicia el
cine a la obra
literaria?
El cine ha bebido
abundantemente
en las fuentes
literarias de
Stevenson, La isla del
tesoro y El extraño
caso del Dr. Jekyll
y Mr. Hyde han sido,
de entre sus obras,
las más frecuentadas
por los cineastas. Sin
embargo, y dada la
«El arte de la literatura se diferencia de sus
hermanas en que el material que utiliza el
artista literario es el dialecto de la vida...
De ahí una singular limitación: las artes hermanas tienen la ventaja de servirse de un
material plástico y dúctil, como la arcilla
de modelar; sólo la literatura está condenada a trabajar en mosaico con palabras limitadas y completamente rígidas.»
MERVY PEAK.
K|~
I
^ W l bert L. Stevenson,
I
^ | cuando incluyó esta
reflexión en su breve ensayo Sobre algunos elementos técnicos del estilo li-
terario,1 que una de esas «artes hermanas» —todavía no nacidas por
aquel entonces: el cine— iba a beber
tan abundantemente en las fuentes de
su propia literatura, extrayendo de
5£
CLIJ33
ellas ideas, situaciones, y hasta «imágenes» —en sentido amplio— para
una interminable lista de adaptaciones de sus títulos más conocidos.
Y si la validez de su afirmación sobre las desventajas de la literatura
frente a otras formas de expresión
creativa resulta hoy por lo menos discutible, no lo sería menos la hipotética comparación entre el interés de sus
narraciones originales y los resultados
de las múltiples versiones cinematográficas a que han sido sometidas, a
lo largo de casi un siglo de existencia
del nuevo medio. Una vez más, por
ejemplo, resulta imposible establecer
con precisión si ha sido mayor la ayu-
Milland y Francés Farmer en los papeles principales, a partir del relato
homónimo escrito por Stevenson con
Lloyd Osbourne en 1894 y que ya había sido llevado al cine en 1915 y 1922
y volvería serlo en 1947 con el título,
a todas luces oportunista, de The Adventure Maná. O The Battle Imp, inspirada en un cuento de 1892 y dirigida por IVIarshall Neilan ya en Í917. O
The White Circle, llevada a la pantalla tres años después por Maurice
Tourneur. O The Body Snatchers (no
confundir con La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel,
1956), adaptada por Robert Wise en
1945, con Boris Karloff y Bela Lugosi, nada menos, a la cabeza de un reparto situado en los tétricos ambientes suburbiales del Edimburgo de
1831. O The Strange Door, título cinematográfico de The Sire de Maledroit's Door (1882), dirigida en 1951
por Joseph Pevney, con Charles
Laugthon, Paul Cavanagh y de nuevo Boris Karloff. O incluso versiones
tan poco afortunadas como la de Walter Reuben sobre The Suicide Club
(1882) titulada Troublefor Two (1936)
y protagonizada por Robert Montgomery y Rosalind Russell, y la de Ted
Teztlaff en 1952, sobre The Treasure
of Franchard (1887), llamada en cine
Treasure of Lost Canyon.
Charlton Heston, en el papel de John Silvet; en el film La isla del tesoro, dirigida en
Pero han sido sin duda las dos
1990 por Fraser C. Heston.
obras «mayores» ya citadas las que
da de Stevenson al cine, aportándole dentro del cine de aventuras —el lla- más intensa y asiduamente han atraíargumentos para algunos de los géne- mado «cine de piratas»—, y el relato do la atención de la industria del cine.
ros más populares, o la del cine a la más breve El extraño caso del Dr.
literatura stevensoniana, acercando a Jekyll y Mr. Hyde, publicado tres En busca de! tesoro
públicos masivos y de toda edad y años después y que daría pie a más de
condición las peripecias de los perso- treinta adaptaciones cinematográfiDe La isla del tesoro se conocen
najes más representativos de aquélla. cas, en sentido más o menos estricto, versiones cortas de los años 1908, 1911
amén de un sinfín de películas inspi- y 1915, antes de llegar a la más destaradas de un modo u otro en el suge- cada de la época muda, firmada por
Una fuente inagotable
rente tema de la «doble personalidad» Maurice Tourneur en 1920, con Lon
Chaney encarnando dos papeles y, cuEn cualquier caso, han sido básica- que le sirve de base argumental.
No han sido las únicas, desde lue- riosamente, una actriz —Shirley Mamente dos las obras del escritor que
con más frecuencia y mayor difusión go, y basta hojear someramente las són— en el del joven protagonista Jim
posterior se han visto trasladadas a las enciclopedias del cine para descubrir Hawkins.
Ya en el sonoro, Victor Fleming,
pantallas: La isla del tesoro (1883), o recordar títulos como The Ebb Tide
convertida en prototipo de todo un (Bajamar), dirigida en 1937 por Ja- antes de adentrarse en la enloquecida
subgénero con personalidad propia mes Hogan, con Osear Homolka, Ray aventura del rodaje de Lo que el vien-
53
CLIJ33
R.L. STEVENSON
to se llevó, planteo una nueva adaptación que haría fortuna, entre otras
cosas, porque la fisonomía prestada
por el actor Wallace Beery al personaje del pirata Long John Silver iba
a quedar identificada en la imaginación de los espectadores, además de
ser, a juicio de muchos, la más fiel a
la descripción del pirata cojo realizada por Stevenson en su novela y, en
general, al conjunto del texto original,
por lo menos desde un punto de vista
formal. Junto a Beery aparecían Jackie Cooper como Jim Hawkins y Lionel Barrymore como el «capitán»
Billy Jones.
Sin embargo, y tras una nueva
adaptación, en este caso soviética, dirigida por V. Vaynstock en 1937, la
versión más conocida hoy por todos
los públicos iba a ser la realizada en
1950 por Byron Haskins, con Robert
Newton en el papel de John Silver y
Bobby Driscoll en el de Jim. El roda-
je se llevó a cabo íntegramente en Inglaterra, aunque para la productora
norteamericana de Walt Disney, que
con este título abandonaba su dedicación exclusiva a los dibujos animados, significaba el inicio en el campo
de la figuración «real». Tan grande
fue el éxito de esta adaptación y tan
fuerte la identificación del público
con el actor Robert Newton en el papel del pirata, que pocos años más
tarde, y en Australia, el mismo director volvió a llamarle para interpretarlo
de nuevo en otra versión, esta vez titulada ya directamente Long John Silver (1954)... Al mismo tiempo, en Estados Unidos, E.A. Dupont ensayaba,
para la productora United Artists, una
desalentadora «actualización» de la
historia de Stevenson, Return to Treasure Island, en la que Dawn Adams
interpretaba a Jamosina Hawkins,
una descendiente de Jim que volvía a
buscar el tesoro del capitán Flint dos -
cientos años más tarde, enfrentándose a dos bandas de buscadores profesionales y enamorándose de un estudiante de arqueología.
Todavía habría nuevas y poco significativas versiones en los años 1968,
1970, 1971 y 1972. Esta última, una
extraña coproducción entre Gran Bretaña, Francia, España y Alemania,
firmada por un Andrew White tan obsesionado con la fidelidad a la letra
del texto de Stevenson, que sólo consiguió un producto aburrido y nada
cinematográfico, salvo por la curiosidad que supuso ver al legendario Orson Welles en su interpretación del no
menos legendario Long John Silver.
Un año más tarde, sería Kirk Douglas
el encargado de dar vida al mismo
personaje, acompañado por el rubicundo IVlark Lester como Jim Hawkins, en una descafeinada «readaptación» titulada Scalawag y ambientada
en México hacia 1940. Y todavía en
1987 le correspondería el papel estelar a Anthony Quinn en Space Island,
producción italiana que pretende situar la acción en el año 2300 y donde
la isla de Stevenson es sustituida, en
concordancia con el título, por un planeta perdido en la inmensidad del
espacio.
Todo ello, sin contar la infinita diversidad de series, tanto de imagen
real como de dibujos animados, que
las televisiones de todo el mundo
—incluida naturalmente la japonesa,
con su legión de inexpresivos muñecos diseñados por ordenador— han
extraído insaciablemente del texto original hasta hacerlo prácticamente irreconocible.
Jano, el dios bifronte
Jackie Cooper como Jim Hawkins y Wallace Beery como Silver, en
La isla del tesoro (1934), del director Victor Fleming.
Pero si la «historia» cinematográfica de La isla del tesoro es compleja
y difícil de resumir, la de El extraño
caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde resulta prácticamente inabordable, tanto
por el número de adaptaciones que ha
recibido como por la variedad de tratamientos con que ha sido planteada,
muchas veces desde perspectivas
abiertamente contrapuestas.
Así, hay constancia documental de
al menos diez versiones realizadas entre 1908 y 1920, antes de que John S.
Robertson dirigiera a John Barrymo re en el doble papel de Dr. Jekyll and
Mr. Hyde. Entre ellas, la de 1913, de
autor desconocido, figura como la
primera coloreada, mientras que la
producida por la Vitagraph en 1917,
Miss Jekyll and Mrs. Hyde, cambiaba por vez primera el sexo del protagonista, abriendo un filón que sería
explotado con cierta frecuencia más
adelante. También en 1920, el alemán
F.W. Murnau adaptaba el relato de
Stevenson bajo el expresivo título de
Der Januskopf, con Conrad Veidt a
la cabeza del reparto. Cinco años después, Stan Laurel, todavía no unido
a Oliver Hardy en inmortal pareja cómica, parodiaba la historia original en
Dr. Pyckle and Mr. Pride, a las órdenes de Monte Brice.
Ya en la época sonora, Rouben Mamoulian abría el abanico de las mejores adaptaciones, encomendando a
Fredrich March la ardua tarea de
transmutarse en la pantalla, desde la
inquietante sutileza de Jekyll a la brutal perversidad de Hyde, junto a una
Miriam Hopkins particularmente brillante. Con la inestimable ayuda de los
técnicos del estudio, el esfuerzo de
March se vería recompensado con el
Osear de la Academia al mejor actor
de aquel año, y la película permanecería en el recuerdo como la más cuidada y para muchos la mejor de las
versiones del relato de Stevenson.
En 1914, Victor Fleming, maltratado por los avatares de Lo que el viento se llevó, vuelve por sus fueros stevensonianos y se refugia en un nuevo
Dr. Jekyll and Mr. Hyde excesivamente académico, pero donde Spencer
Tracy sobresale de modo llamativo,
mucho más —contra su costumbre—
en el papel del malvado que en el del
doctor, flanqueado alternativamente
por Ingrid Bergman y Lana Turner. A
partir de ese momento, proliferan las
secuelas, a base sobre todo de extraños «parientes» del personaje central:
Seymour Friedman realiza Son ofDr.
Jekyll (1915) con Louis Hayward; Boris Karloff interviene en la irrisoria
CLIJ33
Abbot and Costeño meet Dr. Jekyll
and Mr. Hyde (1953), de Charles Lamont; y Gloria Talbot da vida a The
Daughter of Dr. Jekyll (1957), de Edgar Ulmer, antes de que otro gran actor vinculado al teatro, Jean-Louis
Barrault, aborde en serio el torturado papel en la personalísima versión
de Jean Renoir. Le testament du docteur Cordelier (1959).
Una de las más insólitas «adaptaciones» del texto de Stevenson —y no
por ello menos afortunada— sería,
curiosamente, la del cómico americano Jerry Lewis, que se dirigió a sí mismo en The nutty Professor (Elprofesor chiflado, 1963), encarnando a un
apocado científico con voz de pito y
a un gomoso «dandy», en el que más
de uno ha visto, al mismo tiempo, una
descarada sátira de su viejo compañero de repartos, Dean Martin...
Cristopher Lee, otro de los clásicos
del cine de terror y similares, que ya
había intervenido en The Two Faces
of Dr. Jekyll (1960), bajo la dirección de Terence Fisher, volvería sobre
el asunto diez años después con
I, Monster, de Stephens Weeks; y la
productora inglesa Hammer, especializada en la fabricación de pequeñas joyas inquietantes de bajo presupuesto, reincidiría igualmente con
Dr. Jekyll and Sister Hyde (El doctor
Jekyll y su hermana Hyde, 1971), de
Roy Ward Baker, donde el erotismo
latente en el texto original, y presente
de un modo u otro en la mayoría de
sus adaptaciones, estallaba de forma
inusitada, bajo la apariencia física de
Ralph Bates y Martine Beswick, en un
grado que no podría ser superado ni
siquiera por la explicitud habitual del
polaco Walerian Borowczyk, que en
1981 se acercó igualmente al tema de
Stevenson en Le docteur Jekyll et les
femmes, con Udo Kier en el papel
protagonista.
De la palabra a las imágenes
Pero esta nutrida, aunque parcial,
relación de nombres y títulos no pue-
R.L STEVENSON
Jerry Lewis en El profesor chiflado
(1963).
Jerry Lewis en El terror de las chicas (1961).
de suplir al planteamiento del interrogante que se abre siempre que se trata de revisar adaptaciones cinematográficas de textos literarios: ¿han
hecho justicia las imágenes en movimiento al contenido de las palabras
originales? En nuestro caso concreto,
¿qué queda de Robert L. Stevenson
tras ese auténtico río de celuloide que
ha brotado de sus obras, unas veces
por comodidad a la hora de buscar un
argumento de impacto, otras por puro
sentido comercial al explotar títulos
conocidos, y otras, quizá las menos,
por afán de apoyarse en sus textos
para explorar nuevos campos y encontrar otras posibilidades expresivas?
Los estudiosos suelen destacar la
existencia de tres adaptaciones «fieles» a El extraño caso del Dr. Jekyll
56
CLIJ33
y Mr. Hyde: las de John S. Robertson,
Rouben Mamoulian y Víctor Fleming;
dos «re-creaciones» ambiciosas, emprendidas por otros tantos autores de
indiscutible personalidad que, partiendo del texto, trataban de ahondar
en sus propios universos creativos:
Murnau y Renoir; y una parodia brillante y de inusitada inteligencia; la de
Jerry Lewis. La selección puede valer
al menos como primera aproximación, aunque otros críticos, más maliciosos, insistan en que, salvo muy
contadas excepciones, el cine sólo ha
visto en los argumentos de Stevenson
pretextos privilegiados para destacar
el valor de los escenarios —naturales
o decorados—, en un esquema de
aventuras propicio para el lucimiento
de los actores (en el caso de La isla del
tesoro) o para poner en juego la maestría de los técnicos de maquillaje y
efectos especiales, al servicio también
de unos protagonistas proclives al his-
Spencer Tracy protagonizó
El extraño caso del doctor Jekyll (1941), de Víctor
trionismo y a las convulsiones de tipo
circense (en el del doctor Jekyll)...
No cabe duda, sin embargo, de que,
junto al hecho de acuñar visualmente unos personajes-tipo de alcance
prácticamente universal (el adolescente de mirada sorprendida que descubre el mundo al compás de una peripecia apasionante, el pirata de aspecto
terrorífico que oculta unos sentimientos insospechados, el científico atormentado por el problema del mal, que
acaba generando en sí mismo un
monstruo que escapa a su control,
etc.), el cine ha tendido con frecuencia a la simplificación, reduciendo un
Fleming.
fascinante «viaje iniciático» a mero
didactismo ejemplarizante, o un planteamiento de exquisita e inquietante
ambigüedad moral a puro maniqueísmo esquemático y falsamente tranquilizador.
Pero en las escasísimas ocasiones en
que, más allá del oportunismo comercial más descarnado, se ha entendido
que «adaptar» un texto literario no
significa «ilustrarlo» con estampitas
pretendidamente fieles a su literalidad, sino profundizar en su sentido
para «re-crearlo» después con un lenguaje sustancialmente diferente, el de
las imágenes en movimiento, algunas
57
CLIJ33
películas —o mejor, algunos momentos privilegiados de ciertas películas—
han conseguido trasladar con éxito el
espíritu de Stevenson a la pantalla.
Y ese hecho resulta especialmente
interesante, tratándose de un autor
que siempre fue sensible de modo particular al valor expresivo de las imágenes. Un autor que, cuando quería
explicar los rasgos más intensos de un
personaje, no dudaba en recurrir a
frases como ésta: «El rostro de Silver
era como una ilustración; sus ojos se
salían de las órbitas»... Un autor que
dedicó ensayos enteros a analizar el
valor de los grabados que acompañaban a determinada edición literaria,
incluyendo párrafos como el siguiente:
«Esta serie de grabados evidencia
un raro poder: el poder de unir una
acción o un humor a otro; el poder
de rastrear hasta el final los estados
de ánimo, incluso los de los tétricos
demonios subhumanos engendrados
por la fantasía del artista; el poder de
ejecución sostenido y continuado que,
paso a paso, siguiendo a la naturaleza, narra una historia con sus entradas y salidas, sus pausas y sorpresas,
de forma tan completa y figurativa
como el arte de las palabras. Una de
estas secuencias...»2
En otros términos: ¿qué habría podido hacer Robert L. Stevenson si, en
vez de morir prematuramente en 1894,
hubiese llegado a conocer el nuevo
medio de expresión que, sólo unos
meses más tarde, en diciembre de
1895, daban a conocer los hermanos
Lumiére con su primera proyección cinematográfica de carácter público?*
* Juan Antonio Pérez Millán es crítico de cine
y coordinador de la Filmoteca de Castilla y
León.
Notas
1. En R.L. Stevenson, Ensayos literarios, Hiperión, Madrid, 1983, p. 44.
2. En «El progreso del peregrino» de Bagster,
Ibíd., p. 133. Los subrayados son nuestros.
R.L. STEVENSON
R.L. Stevenson
en España
TREASURE ISLAND
THE MUTINY OF THE HISPANIOLA.
BT CAPTAIN GEOEGE NOETH.
PROLOGUE.—THE
ADMIRAL
BENBOW.
CHAPTER I.
THE OLD SEA DOG AT THE ADMIRAL BENBOW.
Selección bibliográfica
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La isla del tesoro, Aguilar, Madrid,
1967.
La isla del tesoro, Aura, Barcelona,
1972.
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El muerto vivo, Barral, Barcelona,
1974. Trad. de José Antonio Lara.
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Colección juvenil: Robert Louis Stevenson, Carroggio, Barcelona,
1976. Trad. de Jorge Beltrán.
Virginibuspuerisquey otros escritos,
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Mary Sol de Mora.
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Stevenson: Ensayos literarios, Hiperión, Madrid, 1983. Trad. de B.
Cañáis y B. de la Iglesia.
58
CLIJ33
¡\¿UIRE T R E L A W NE Y, Dr. Liveaey, and
the rest of these gentíomcn having asked me
lo write iiü\vu the whole
particular» about Treasure Islaud, from the
beginning to the end,
keeping nothing back
but the bearings of the
island, and that only
because there ia still
treasure not yet lifted,
I take up ray pen in
the year of grace 17—,
and go back to the time
when my father kcpt
the Admiral Benbow
Inn, and the brown oíd
seaman, with the sabré
cut, first took up his
lodging undcr onr roof.
t it were yesterday, as he carne
"oor, hia sea-chest following
behind hiin in a hand-harrow; a tall, strong, heavy,
nut-browo man; his tarry pig-tail falling over the
Bhoulilers of his soilrd bine coat ; his hands ragged
and scarred, with blaek, broken nai]s ; and the sabré
cut ncross one cbork, a dirty, livid white. I remerabcr hini looking round the cove and whistling to him¡•elf as he dic! so, and then breakir.g out in that oíd
sea-song that he sang so often afterwarda :
1
Fifteen men on the dead man'f chest—•
Yü-ho-bo, and a bottle of rom,
Pagino de la revista Young Folks, en ia que
apareció La isla del tesoro, en 1881.
La isla del tesoro, Auriga, Madrid,
1984. Trad. de Ramón Conde
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59
CLIJ33
Jóvria
tfr.Jwt,. .tUjaio^y,.^ ip+ lite-
Mapa de La isla del tesoro.
Oraciones de Vailima. Sermón de Navidad, Hiperión, Madrid, 1986.
Trad. de Santiago Rodríguez Santerbás.
El señor de Ballantrae, Orbis, Barcelona, 1986. Trad. de P. Azcoyen y
M. Ochoa.
El señor de Balantry, Sape, Madrid,
1987. Trad. de Ángeles Sanguino.
Las nuevas noches árabes, Hyspamérica, Madrid, 1987. Trad. de J.L.
Duran y R. López.
Noches en la isla, Anaya, Madrid,
1987. Trad. de Eugenia Santidrián.
Secuestrado, Gaviota, Madrid, 1987.
Trad. de Emiliana Lapuente.
Secuestrado, Everest, León, 1987.
Trad. de Susana Rodríguez León.
La isla del tesoro, Alonso, Madrid,
1987.
R.L. STEVENSON
La isla del tesoro, Crisalva, San Sebastián, 1987. Trad. de Annie López
Comorera.
La isla del tesoro, Altea, Madrid,
1987.
La flecha negra, Hiares, Madrid,
1987.
En los mares del sur, Gaviota, Madrid, 1987. Trad. de M a Luisa Giménez Gracia.
David Balfour, Sape, Madrid, 1987.
El dinamitero, Alianza Editorial, Madrid, 1987. Trad. de Luis Loayza.
La isla de las voces, Granica, Barcelona, 1987. Trad. de Carlos Izquierdo y J.C. Pereira.
La isla de las voces, Siruela, Madrid,
1987. Trad. de José Luis López
Muñoz.
Aprendiz de emigrante, Laia, Barcelona, 1987. Trad. de Eduardo
Jordá.
La flecha negra, Sape, Madrid, 1987.
Les aventures de David Balfour, La
Magrana, Barcelona, 1987. (Edición en catalán.)
El diable de l'ampolla, Atzar, Barcelona, 1987. Trad. de Marta Milián
Gubern. (Edición en catalán.)
La isla del tesoro, Toray, Barcelona,
1987. Trad. de Mariano Orta
Manzano.
La isla del tesoro, Alborada, Madrid,
1987. Trad. de Fernando Santos
Fontenla.
La isla del tesoro, Sape, Madrid, 1987.
Trad. de Federico Zaragoza.
La isla del tesoro, Hiares, Barcelona,
1987.
La isla del tesoro, Planeta, Barcelona,
1987.
Eestrany cas del Di: Jekyll i Mr.
Hyde, Glauco, Barcelona, 1988.
Trad. de Andrew Langdon-Davies.
(Edición en catalán.)
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr.
Hyde, Grafalco, Madrid, 1988.
La isla del tesoro, L. Vives, Zaragoza, 1987.
La isla del tesoro, Espasa-Calpe, Madrid, 1988.
La isla del tesoro, Plaza Joven, Barcelona, 1988. Trad. de A. Fuentes.
S)
tenor que sentía [legó a tal punto, que mien-
tra, iba corriendo ¡o, pelo, re me erizaban como una melena.
Frontispicio de Viaje con un burro,
por Walter Crane.
Página de La isla del tesoro ilustrada
por J. Junceda.
La isla del tesoro, Everest, León, 1988.
Trad. de José María Pérez Miguel.
La isla del tesoro, Rialp, Madrid,
1988.
La isla del tesoro, Planeta, Barcelona,
1988. Trad. de Agustí Calvet.
La flecha negra, Planeta, Barcelona,
1988. Trad. de Francisco Cuso.
La flecha negra, Gaviota, Madrid,
1988.
El diablo de la botella, AngloDidáctica, Madrid, 1988. Trad. de
Ana Merino Olmos.
El diablo de la botella, PlanetaAgostini, Barcelona, 1988. Trad.
de José Luis Izquierdo.
El club de los suicidas y otros relatos
de amor y misterio, Aguilar, Madrid, 1988.
Dr. Jekyll and Mr. Hyde, Alhambra,
Madrid, 1988. Trad. de Donald
Mac Farlan. (Edición bilingüe
inglés-español.)
El diablo de la botella y otros cuentos, Alianza Editorial, Madrid,
1989. Trad. de José Luis López
Muñoz.
Altxoraren uhartean, Kriselu, San Sebastián, 1989. (Edición en vasco.)
El cas misterios del Dr. Jekyll i Mr.
Hyde, La Magrana, Barcelona,
1989. Trad. de J..I. Margarit. (Edición en catalán.)
El club de los suicidas. El diamante
del rajó, Alianza Editorial, Madrid, 1989. Trad. de Luis Loayza.
La flecha negra, Instituto Enciclopédico Español, Barcelona, 1989.
El diable de la botella, Brornera, Alzira (Valencia), 1989. Trad. Joan E.
Pellicer Borras. (Edición en catalán.)
El diablo de la botella, Espasa-Calpe,
Madrid, 1989.
Doctor Jekyll y Mr. Hyde, Alhambra,
Madrid, 1989.
Doctor Jekyll y Mr. Hyde, Sape, Madrid, 1989. Trad. Ignacio Guzmán
Sanguinetti.
Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Granica, Barcelona, 1989. Trad. de Rosa Regás.
Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Alianza Editorial, Madrid, 1989. Trad. de Carmen Criado.
Gezi beltza, Kriselu, San Sebastián,
1989. Trad. de Joseba Andoni Berriotxoa. (Edición en vasco.)
IM isla del tesoro, Instituto Enciclopédico Español, Barcelona, 1989.
La isla del tesoro, Gaviota, Madrid,
1989.
La isla'l tesoru, Llibros del peixe, Oviedo, 1989. (Edición en asturiano.)
La isla del tesoro, Alianza Editorial,
Madrid, 1990. Trad. de Fernando
Santos Fontenla.
La fletxa negra, La Magrana, Barcelona, 1990. Trad. de Caries Liorach. (Edición en catalán.)
60
CLIJ33
r P R E M io
JÓVENES INVESTIGADORES
El Premio versará sobre cuatro áreas temáticas: • Ciencias de la salud: Biología, Medicina, Farmacología • Ciencias químicas, físicas y matemáticas • Ciencias de la Tierra y del Espacio: Geología, Oceanografía, Medio Ambiente, Astronomía • Informática y Tecnología.
PLAZO DE INSCRIPCIÓN Y SOLICITUD DE LAS BASES
Hasta el treinta de setiembre de 1991, Las bases del Premio podrán solicitarse por escrito a
Editorial Fontalba, MUNDO CIENTÍFICO, Premio
«Jóvenes investigadores», c/Valencia, 359,6° 1 a ,
08009 Barcelona o por fax al (93) 258 66 02.
RECEPCIÓN DE LOS TRABAJOS
En EDITORIAL FONTALBA, El plazo de presentación de los mismos finalizará el día 15 de noviembre de 1991.
Podrán participar todos aquellos jóvenes de naícionalidad española o iberoamericana y ciudadanos comunitarios legalmente establecidos
en España, entre los diecisiete y veinticuatro
años, a título individual o formando equipos de
trabajo integrados por un máximo de tres
jóvenes.
PREMIOS
El Primer Premio estará dotado con 100 000
pesetas. Además del premio, también se otorgarán tres accésit de 25 000 pesetas cada uno.
B A S ES
l - P o d r á n concurrir al mismo todos los
autores españoles, iberoamericanos y
residentes comunitarios legalmente
establecidos en España, entre los
diecisiete y los veinticuatro años que
lo deseen y que acepten, d e
antemano, las bases establecidas,
2. Los trabajos presentados serán
originales e inéditos, d e auténtico
interés y c a l i d a d científica, escritos en
castellano, d e una extensión d e entre
15 y 25 páginas DINA
mecanografiadas con claridad, a
d o b l e espacio por una sola cara.
3. Se presentará un original en el cual
figurará el nombre completo y la
dirección del autor o d e los autores.
Los trabajos versarán sobre las
siguientes áreas d e investigación:
* Ciencias d e la Salud: Biología,
Medicina, Farmacología
* Ciencias químicas, físicas y
matemáticas
• Ciencias d e la Tierra y del
Espacio: Geología,
Oceanografía, Medio Ambiente,
Astronomía
• Informática y Tecnología
4. Los trabajos p o d r á n presentarse a
título individual o formando equipos
d e trabajo integrados por un máximo
d e tres jóvenes.
5. En todos los casos, el trabajo estará
tutorado por un investigador, director
d e centro o profesor, el cual dirigirá al
equipo y hará constar en un informe
separado las circunstancias en las
que se ha desarrollado éste.
6. El fallo del jurado será inapelable y
los premios podrán ser declarados
desiertos. El fallo del Premio se
anunciará en el número d e enero d e
1992 d e MUNDO CIENTÍFICO:
7'. Los originales no premiados podrán
ser devueltos, a petición d e los
autores, durante los dos meses
siguientes a la fecha d e difusión del
fallo de! concurso, Terminado dicho
plazo serán áestruidos. La Editorial no
se responsabiliza d e algún posible
extravío d e originales o d e material
enviado.
8. El Jurado estará formado por
especialistas d e reconocido prestigio,
en. las diferentes áreas del Premio, y
una representación d e la Editorial
patrocinadora.
LIBROS
DE 0 A 5 AÑOS
El pirata Higini
M a Ángels Bogunyá.
Ilustraciones de Francesc Rovira.
Colección La Sirena, 45.
Editorial La Galera.
Barcelona, 1991.
VAJU/XXX,
'OUA. -^VTXXXAKX -oyiYW- w / j j a j l u x .
350 ptas.
Edición en catalán.
Existe versión en castellano.
Higini desea ser un pirata hecho
y derecho, así que comienza por
comprarse un barco y adecuar su
imagen a la nueva situación, pero a
pesar de todo ello, Higini no acaba
de causar respeto a nadie, por lo que
trata de buscar una solución.
Historia divertida y sin complicaciones, especialmente dirigida a los
pequeños que comienzan a disfrutar solos de la lectura —el texto se
presenta caligrafiado—, y bien arro-
La bruixa que anava
amb bicicleta
Elisabet Abeyá.
Ilustraciones de Roser Capdevila.
Colección La sirena, 46.
Editorial La Galera,
Barcelona, 1991.
350 ptas.
Edición en catalán.
Existe versión en castellano.
Lo que más le gusta a la bruja Serafina es andar en bicicleta. Un día de
mucho viento sufre un accidente y va
a parar contra un enorme muro de
piedras. Desde entonces decide ataviarse como Dios manda y no querer
presumir por la carretera.
Texto breve, asequible y caligrafiado, e ilustraciones frescas y tremendamente expresivas a cargo de Roser
Capdevila, conforman este cuento escrito por Elisabet Abeyá y dirigido a
los primeros lectores.
pada por las ilustraciones de Francesc Rovira.
El drac que no
estava per princeses
Roser Ros.
Ilustraciones de Rosa Anna Crespo y
Enric Soler.
Colección El Tricicle, 4.
Editorial Tándem.
Valencia, 1991.
475 ptas.
Edición en catalán.
Con el hambre que tenía, aquel dragón no estaba para demasiadas historias. Ni echaba fuego por la boca, ni
asustaba, ni nada de nada. Un día,
aquel dragón hambriento se zampará un transistor, gracias a lo cual pasará a ser el dragón más musical de
la historia.
El cuarto título que aparece en la
colección El Tricicle, de Tándem,
muestra un excelente trabajo a dos
bandas: el texto de Roser Ros, pleno
de humor y desenfado, y las ilustraciones, claras y expresivas, del dúo
formado por Rosa Anna Crespo y Enric Soler.
En definitiva, un buen libro, cuidadosamente editado.
DE ó A 8 AÑOS
Alex y el silencio
Nadine Brun-Cosme - Yan
Nascimbene.
Traducción de Gerard Jacas.
Editorial Milán.
Barcelona, 1991.
ptas.
Al pequeño Alex le aterra el silencio, aunque en realidad tampoco
sabe lo que es. Poco a poco irá descubriendo diferentes sonidos y ruidos cada vez más diminutos, y ello
le servirá para comprender poco a
poco la naturaleza del silencio, o
más bien del «sin ruido», como dice
el propio Alex.
Excelente álbum ilustrado, ameno
e instructivo, narrado con un lenguaje entendible y al tiempo poético, que servirá de base para que los
Las cosas de
tu cuarto
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y el silencio
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niños que se acerquen a él desvelen
los secretos que el silencio encierra
en sí mismo.
¡Perdidos!
David McPhail.
Traducción de Carlos Torres.
Colección Austral Infantil, 58.
Editorial Espasa Calpe.
Madrid, 1991.
550 ptas.
María de la Luz Uribe.
Ilustraciones de Fernando Krahn.
Colección Austral Infantil, 62.
Editorial Espasa Calpe.
Madrid, 1991.
1.350 ptas.
Un niño halla a un oso llorando
dentro de un camión y es que el pobre animal se ha perdido en la gran
ciudad. El niño lo acompaña hasta
el lugar donde vive pero, entonces,
será el pequeño el que no sepa regresar a su casa.
David McPhail recrea, en este bonito libro, la amistad entre un niño
y un oso extraviado. Si bien el contenido redunda en uno de los temas
más recurrentes de la literatura infantil: la relación entre niños y animales, éste está abordado con imaginación y gracia, lo que hace que
sus páginas sean atractivas para los
pequeños lectores.
Los cuartos de los pequeños están
repletos de objetos, muebles y demás
cosas. María de la Luz Uribe los ha
juntado todos en este su último libro
de poesía y, a partir de aquí, nos cuenta la historia de cada una de ellas.
Como en el caso de su entrega anterior, Las cosas del salón, publicado
en esta misma colección (Austral Infantil, 53), la autora utiliza como
fuente de inspiración distintos objetos inanimados y parte de ellos para
crear un encantador y vibrante mundo poético, al que arropan las tiernas
y divertidas ilustraciones de Fernando Krahn.
63
CLIJ33
LIBROS/NOVEDADES
¿Quién tiene miedo
a la tormenta?
Fanny Joly.
Ilustraciones de Jean-Nóel Rochut.
Traducción de Uriel R Eyheramonno.
Colección Fácil de Leer.
Editorial Anaya.
Madrid, 1991.
700 ptas.
Tragonéete, músico
Jacqueiine Heid.
Ilustraciones de Rosy.
Traducción de Jóelle Eyheramonno.
Biblioteca de los Renacuajos.
Editorial Anaya.
Madrid, 1991.
500 ptas.
Existe versión en catalán.
Los niños que comiencen a adquirir cierta fluidez lectora hallarán en el
presente volumen una buena manera
de perfeccionar su lenguaje y, además,
de perder el miedo a las tormentas.
Una niña se ve acosada por el pánico que rayos y truenos le producen
y decide marcharse de casa, a otro lugar, en donde las tormentas no existan. Pero pronto se dará cuenta que
todo es cuestión de minutos y que las
tormentas no son para siempre.
Texto correcto y accesible, bien secundado por las vistosas, dinámicas
y amables ilustraciones de Jean-Nóel
Rochut.
Javi
Hilda Perera.
Ilustraciones de Ana G. Lartitegui.
Editorial Everest.
León, 1991.
750 ptas.
La abuelita Manolita lleva un día al
lobo Tragonéete y a María a un concierto musical. Al salir, Tragonéete,
emocionado, decide hacerse músico,
pero sus cualidades auditivas no son
las mejores para seguir tal carrera. Estudia, a duras penas, piano y violín,
pero ha de abandonar ambos instrumentos, pues Tragonéete es una nulidad total.
Nuevo título de la Biblioteca de los
Renacuajos, en el que se presenta a los
pequeños lectores una historia divertida y de agradable lectura, en la que
el texto, bien estructurado y escrito en
rima, les permitirá al mismo tiempo
familiarizarse con los usos del lenguaje. Como en el resto de títulos de la
colección, la ilustración juega en el
presente volumen un papel destacado,
gracias a su expresividad y brillantez.
Javi es un niño que trae loco a su
madre, aunque él no acaba de entender del todo por qué es así. Harto de
que en casa le digan que es una tragedia, el pequeño se va encarnando en
varios animales hasta encontrar aquel
que más le satisfaga, y como en todos ellos halla inconvenientes, decide
que lo mejor es volver a ser un niño.
El libro, editado en formato álbum,
aborda, sin dramatismo y con algunas pinceladas de buen humor, la relación entre padres e hijos. Tras un
buen planteamiento y un mejor desarrollo, el libro desemboca en un final
feliz que no por esperado deja de satisfacer a todos.
64
CLU33
A galiña azul
Carlos Casares.
Ilustraciones do Xan López Domínguez.
Colección Árbore, 34.
Editorial Galaxia.
Vigo, 1991.
790 ptas.
Edición en gallego.
Ramiro
Beatriz Ferro.
Ilustraciones de Clara Urquijo.
Editorial Lumen.
Barcelona, 1991.
1.500 ptas.
Ramiro es un atribulado ratón que
vive'totalmente obsesionado por la
idea de que algún gato acabe con él.
De ahí que busque un país en el que
no existan los gatos, para instalarse en
él. El azar querrá que Ramiro se enrole involuntariamente en la carabela
de Colón y participe, por ello, en el
descubrimiento de América, un lugar
en el que, gracias a Dios, no existen
los gatos.
Lumen y la Sociedad Estatal Quinto Centenario lanzan este volumen,
cuidadosamente editado, pero cuyo
argumento resulta un tanto forzado.
En cualquier caso, la historia narrada resulta agradable de leer. Lo que
ciertamente merece ser destacado son
las magníficas ilustraciones de Clara
Urquijo.
Reedición de uno de los libros infantiles en gallego más leído de los
últimos veinte años. Aparecido por
primera vez en 1968, el tiempo no ha
erosionado ni un ápice su lirismo y
frescura, máxime cuando en la presente versión remozada, cuenta con
un excelente complemento visual,
corno son los dibujos de Xan López
Domínguez. El libro narra los recuerdos de infancia que el autor
cuenta a una niña amiga llamada
Ana. Lógicamente entre los pasajes
rememorados no falta el de la gallina azul que da título al libro, en el
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que se narra cómo una gallina diferente al resto salva su pellejo, tras ser
amenazada por un tal Manolito Listón que no ve en ella más que un bicho raro.
Un robot pequeño
Paco Martín.
Ilustraciones de Manolo Unía.
Colección Merlín.
Editorial Xerais.
Vigo, 1991.
635 ptas.
Edición en gallego.
Un robot chiquitito, que tan sólo
está programado para comunicarse
con los niños, es el protagonista del
último libro de Paco Martín. En él,
el escritor gallego narra, con la desenvoltura y el tono humorístico
propio de su estilo, las fechorías que
el artefacto hace y los líos en los que
se mete.
Libro de lectura fresca y estimulante, bien arropado por las ilustraciones de Manolo Uhía.
LIBROS/NOVEDADES
Petita Panotxa
ELSPKATESDEL
VAKELLMALEÍT
£ •;. Enigmesi aventures
-U'-C •iscp^b
que tu pots escollir
Káthe Recheis.
Ilustraciones de Violeta Monreal Díaz.
Traducción de Anna Tortajada i Orriols.
Colección El Barco de Vapor, 119.
Editorial Gruilla-SM,
Barcelona, 1991.
575 ptas.
Edición en catalán.
De la mano de Petita Panotxa y de
su hermano Llagosta Verda, la autora nos traslada al sudoeste de América del Norte, al desierto que sirve hoy
de frontera entre México y Arizona.
En dicho lugar habitaban los indios
Papago, antes de que el hombre blanco colonizara dicho territorio.
El libro describe la vida de los Papagos, pueblo amigo de la paz y de
Els pirates del
vaixell maleit
Patrick Burston.
Ilustraciones de A. P. Harchy.
Traducción de Maria Rabassa.
Ediciones B.
Barcelona, 1991.
750 ptas.
Edición en catalán.
El Rubí Real ha sido robado por
unos malvados piratas. La misión del
lector será abordar el Maleit, el barco de aquellos hombres tan fieros, y
recuperar dicha piedra preciosa. Un
zorro será la única compañía para tan
arriesgada operación.
Libro juego editado en formato álbum, en el que aventura y lectura se
dan la mano. El propio lector será
quien con sus decisiones podrá ir desarrollando una historia que cuenta
con las suficientes variaciones como
para garantizar momentos agradables
a los pequeños a los que va dirigido
el volumen.
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* Els cont.es ríeJVmde Guillat
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editorial cruilla ediciones sin
la tierra, hasta su reclusión en las reservas en las que hoy malvive.
Libro ameno y sugestivo, al que podríamos ubicar a caballo entre el documento histórico y la ficción, narrado con soltura y unas buenas dosis de
pasión —no en balde la autora ha visitado los lugares que describe—, que
enriquecen una narración de por sí
atractiva.
El gat amb botes
Charles Perrault.
Adaptación de Thema.
Colección Els contes de l'oncle Guillat,
Editorial Columna.
Barcelona, 1991.
900 ptas.
Edición en catalán.
La colección Els contes de l'oncle
Guillat recoge algunos títulos clásicos
de la literatura infantil de siempre,
aunque pasados antes por el tamiz de
Walt Disney.
En esta ocasión, el cuento es El
gato con botas y los intérpretes son algunos de los personajes inmortalizados por Walt Disney. Así, O'Malley
es el Gato con botas, Donald es el hijo
del molinero; Dingo, el rey; y Daisy,
la princesa.
Editado en formato álbum, el volumen presenta como mayor atractivo visual las ilustraciones en las que
aparecen los personajes de Disney, fácilmente identificables por el niño.
DE 10 A 12 AÑOS
La historia del
buen Simplón
Ma Luise Volter.
«El R p b l o > S
BJHpCíntCTiarto
¡oe B. Stuart y Alexander Stuart
¿Dónde se ha escondido el mar?
¿Dónde se ha
escondido el mar?
Ilustraciones de Gennadij Spirin.
Traducción de Miguel Presa Pereira.
Editorial Everest.
León, 1991.
750 ptas.
A pesar de que George Sand es
nombre de varón, tras él se encierra la personalidad de una dama
parisina, baronesa de Dudevant
(1804-1876), que escandalizó a la sociedad de su época por sus maneras
—acostumbraba a vestirse de hombre y fumar puros— un tanto excéntricas.
Como escritora, George Sand escribió varios títulos en los que reflexionó sobre la condición humana.
Uno de ellos, correspondiente a su
Enrique es el mejor amigo del mar.
Habla con él, lo entiende y sabe dónde se oculta, porque el mar ha desaparecido y tan sólo Enrique sabe dónde hallarlo.
La gente está inquieta y preocupada, sobre todo los amantes de la playa, pero Enrique no está dispuesto a
desvelar su secreto.
Al parecer, este divertido relato, le
fue sugerido a Alexander Stuart por
su hijo de cinco años Joe Buffalo. A
partir de la idea del pequeño, Stuart
tejió la presente historia de corte ecologista, amena, fresca y que se lee de
un tirón, cosa que es de agradecer.
Cuentos con deseo
ZULEMA MORET
Joe B. Stuart-ASexander Stuart.
Ilustraciones de Teri Gower.
Traducción de José Luis Haering.
Colección El Roble Centenario, 40.
Ediciones Rialp.
Madrid, 1991.
625 ptas.
Zulema Moret.
Ilustraciones de José Ma Lavarello.
Colección La hora del cuento.
Editorial Juventud.
Barcelona, 1991.
1.500 ptas.
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EDITORIAl JUVENTUD
67
CL1J33
última época, es el que ahora recupera Everest en una estupenda y cuidada edición que reproduce las excelentes ilustraciones de Gennadij
Spirin.
La historia del buen Simplón narra las aventuras de un dócil adolescente nacido en el seno de una malvada familia. El niño traba amistad
con un extravagante y mágico señor
Abejorro, con él inicia una curiosa
relación. El buen Simplón pretende
que el Abejorro cambie la personalidad de sus padres.
Siete son los cuentos que integran
este bonito libro de Zulema Moret.
Siete cuentos breves, tiernos, amables, optimistas y, antes que nada,
correctamente escritos, cuyos protagonistas son animales humanizados,
flores, títeres y niños.
El estilo de la autora, conciso, directo y sin excesivos alardes retóricos, permite una lectura cómoda y
fresca. Las ilustraciones de José M a
Lavarello, por su parte, han sabido
pulsar el tono general de los relatos,
por lo que enriquecen el volumen y
son algo más que unas pinceladas
decorativas.
LIBROS/NOVEDADES
Othmar Franz Lang
Angelo, un convidat
molt especial
Langostino. La
sombra asombrosa
Rodolfo S. Pastor.
Ilustraciones de Petra Steinmeyer.
Colección Alba y Mayo. Serie Color, 1.
Ediciones de la Torre-RTVE.
Madrid, 1991.
975 ptas.
Angelo, un convidat
molt especial
Othmar Franz Lang.
Ilustraciones de Arnal Ballesíer.
Traducción de Meritxell Sales i Tomás.
Colección El Vaixell de Vapor, 109.
Editorial Cru'ílla-SM.
Barcelona, 1991.
625 ptas.
Edición en catalán.
Angelo aparece por casa de la familia Geiger, pero la verdad es que nadie sabe ni quién es, ni de dónde viene, ni qué desea. Clemens, Ulrike, sus
padres, todos están confundidos. A
Angelo, personaje misterioso donde
los haya, todo parece darle igual, va
a lo suyo y no pierde el tiempo en vanas explicaciones.
Si bien el presente relato del austríaco Othmar Franz Lang se lee sin dificultad alguna, queda al cerrar el libro
un regusto confuso. Confusión dada
por las mismas características con las
que ha sido cincelado Angelo, el protagonista de la narración. Es cierto
que se trata de un ser enigmático, pero
distinto es que a veces suscite equívocos. Ello no quita para que ciertos pasajes del volumen sean divertidos y
hagan gala de un buen sentido del
humor.
Langostino, el personaje televisivo
creado por Rodolfo S. Pastor y Petra
Steinmeyer, aparece ahora en formato libro, gracias a esta bonita edición
conjunta de Radiotelevisión española y Ediciones de la Torre.
El mejor amigo de Langostino era
un árbol, pero un día se lo arrebatan
y éste se pone triste y colérico. Sin embargo, para su sorpresa, advierte que
el árbol le ha dejado su sombra, con
la que vivirá un montón de divertidas
peripecias en diferentes lugares del
país.
Libro de lectura fácil y agradable,
repleto de situaciones novedosas y divertidas, que hacen de él un volumen
recomendable.
Trastadas a
mogollón
CC\
\A
TRASTADAS
A MOGOLLÓN
JOSÉ MANUEL
SOUZA,
y y
PLAZA JOVEN
José Manuel Souza.
Ilustraciones de Raúl Suerio.
Colección Colegas. Cristina, 3.3.
Editorial Plaza Joven.
Barcelona, 1991.
595 ptas.
Aprovechando sus especiales dotes
comerciales, Cristina se lanza a la
puesta en marcha de cuantos negocios
se le pasan por la cabeza. Todo vale
si se trata de divertirse y no caer en
la rutina.
Tercera entrega de la serie dedicada a la joven Cristina. Quizá sea el
presente, el volumen más acabado de
los aparecidos hasta la fecha. El personaje está más cuajado y definido,
lo que permite al lector una fácil y rápida identificación con él, y las distintas situaciones planteadas poseen
más gancho, tal vez, por carecer de
elementos superfluos que desvíen la
atención.
DE 12 A 14 AÑOS
El Peculiar Rally
París-Pekín
El PlX'l
PARÍS
I.IAkR.il.¡A
I'I.KÍX
Francis Meléndez.
Editorial Aura-Comunicación.
Barcelona, 1991.
1.475 ptas.
Tom Sawyer,
detectiu
Mark Twain
Tom Sawyer, detectiu
Mark Twain.
Ilustraciones de Paco Hernández.
Traducción de Doménec Ardit y
Rosa Úbeda.
Colección A la lluna de Valencia, 19.
Ediciones Bramera.
Alzira (Valencia), 1991.
690 ptas.
Edición en catalán.
Huckleberry Finn, inseparable
compañero de correrías de Tom Sawyer, relata la intrigante aventura que
el destino quiso que su amigo y él vivieran. Aventura no exenta de desapariciones, robos y asesinatos misteriosos, que constituye una de las obras
más acabadas del escritor norteamericano Mark Twain (1835-1910).
A través de sus páginas, impregnadas de un fino sentido del humor,
Twain nos ayuda a conocer el carácter y las costumbres americanas, todo
ello unido a dos de los rasgos que caracterizan su prosa: la aventura y la
emoción extraída de la propia vida
real y de la biografía del autor.
En el año siete del presente siglo,
tuvo lugar, efectivamente, un rally
entre las ciudades de París y Pekín.
En aquel episodio deportivo se ha
basado el ilustrador Francis Meléndez para recrear con total libertad
—el propio autor lo advierte en la
primera página del volumen—, «su»
peculiar interpretación de dicho
evento.
Personajes disparatados, entre románticos y decadentes, y aventuras
inverosímiles y disparatadas, pue-
LOS CUENTOS^-*
DETOSIMEJORES
BALLETS
blan las cuidadas páginas de un álbum que marca un paso más en la
evolución artística de uno de los ilustradores más originales del panorama español.
Los cuentos de los
mejores ballets
Autores Varios.
Traducción de Catalina Martínez Muñoz.
Ediciones Susaeta.
Madrid, 1991.
995 ptas.
Coppelia, La bella durmiente, Cascanueces, El lago de los cisnes, El pájaro de fuego, Petrushka y Cenicienta son los siete cuentos recogidos en
esta elegante y atractiva antología de
relatos de los mejores ballets.
El volumen, bien presentado y con
unas ilustraciones muy adecuadas, incluye, a su vez, una introducción de
Pierre-André Touttain sobre el ballet
en la historia. Por otro lado, cada uno
de los cuentos contiene un breve texto previo en el que se describe los pormenores —históricos, técnicos...— del
ballet correspondiente a dicho relato.
LIBROS/NOVEDADES
A teima
d e Xan
A teima de Xan
Antonio García Teijeiro.
Ilustraciones de Pepe Carreiro.
Colección Serie O ordenador, 6.
Editorial Sotelo Blanco.
Santiago de Compostela, 1991.
750 ptas.
Edición en gallego.
El imitador
de pájaros
Mirjam Pressier.
Ilustraciones de Detlef Kersten.
Traducción de María M. Arellano.
Colección Juvenil, 418.
Editorial Alfaguara.
Madrid, 1991.
650 ptas.
El pequeño Nickel posee la habilidad de imitar a los animales: gruñe
como los cerdos, maulla como los gatos y silba como los pájaros. Por ello
es el hazmereír de la escuela. Pero a
su profesora es a la que menos gracia
le hace todo esto. La ilusión de Nickel es tener una bicicleta, es lo que
más desea, pero lo tiene difícil. Suerte de Diango, su hermano mayor, que
le ayuda en todo cuanto puede.
La autora germana Mirjam Pressler posee la capacidad de penetrar,
con enorme sensibilidad, en la mente
de los adolescentes que sitúa en sus libros. Ello le permite conectar a la perfección con dicho público. El presente libro describe a un niño inquieto,
de ánimo movedizo, que se enfrenta
a las realidades propias de su edad: la
amistad entre chicos y chicas, la relación con su hermano mayor, el choque con el mundo adulto. Todo ello
abordado con sencillez y naturalidad.
Tras la muerte de su tío Peixoto,
Xan descubre el diario en el que aquél
fue tejiendo, a lo largo de los años,
recuerdos, vivencias, pensamientos y
anécdotas. Dicho hallazgo casual supondrá, para Xan, adentrarse en las
interioridades de quien más le había
llegado a influir en su desarrollo
como persona.
Entrañable relato en el que de nuevo sale a relucir la importancia que
para los adolescentes juegan ciertos
personajes mayores, que no siempre
Antonio García Teijeiro
Ilustración^ de Pepe Carreiro
se corresponden con los padres. En
este caso, dicho papel lo asume un tío
del protagonista.
Narrado a caballo entre dos registros temporales, el pasado y el presente, y estructurado en breves y amenos
capítulos, el libro destila lirismo, evocación y poesía, cosa no extraña si tenemos en cuenta que su autor es un
notable cultivador del género.
Flor de miel
Aüce Vieira.
Ilustraciones de Federico Delicado.
Traducción de Eduardo Naval.
Colección Las Tres Edades, 9.
Editorial Siruela.
Madrid, 1991.
1.900 ptas.
Melinda, a la que todos, pequeños
y mayores, conocen como Flor de
miel, vive a cargo de Mamá Juana, ya
que su verdadera madre ha sido secuestrada por unos piratas. A pesar
de ello, Melinda no se encuentra sola,
pues tiene estupendos amigos, entre
ellos uno muy especial, Andrés Pequeño. Sin embargo, ella añora a su
madre y espera poder rescatarla algún
día.
Flor de miel es uno de los libros
más mágicos de la conocida escritora
portuguesa Alice Vieira. En él, fantasía y realidad se diluyen y el lector
entra en un mundo irreal en el que
70
CLIJ33
\IX
i
YYTTTTTTTYTTYTT
casi todo es posible y en el que la imaginación manda. La autora de Rosa,
mi hermana Rosa efectúa en este libro un riguroso ejercicio literario no
exento de ternura y múltiples sorpresas.
MÁS DE 14 AÑOS
Una isla entre
las ruinas
Uri Orlev.
Traducción de Pablo Valero
Buenechea.
Colección Juvenil, 407.
Editorial Alfaguara.
Madrid, 1991.
1.000 ptas.
Contes d'África
Joaquim Buxó.
Colección Jove, 20.
Editorial Columna.
Barcelona, 1991.
1.175 ptas.
Edición en catalán.
Joaquim Buxó, autor de esta cuidada selección de cuentos africanos,
se autodefine como un europeo enamorado de África y tan sólo desde
esta condición de atracción afectiva
puede surgir un libro como el presente, en el cual se narran un total de
quince historias basadas en acontecimientos reales, aunque de carácter insólito, que tienen al continente africano como espacio geográfico en el
que se desarrollan, y que nos acercan
a una cultura —o mejor dicho, culturas— harto diferente a la nuestra.
Constituyen estos cuentos, así pues,
una lectura gratificante, por supuesto, pero también una buena forma de
introducirnos en los usos y costumbres de algunos pueblos africanos.
Polonia cae en manos del poderoso ejército alemán y los nazis comienzan su campaña antisemita. El
joven Alex, de origen judío, debe
afrontar en soledad el crudo invierno que se avecina, pues su madre ha
desaparecido en extrañas circunstancias y su padre ha sido deportado a
un lugar desconocido.
Excelente relato, estructurado en
veinte breves capítulos, con un buen
planteamiento inicial y un desarro-
lio interesante y creíble, en el que el
autor echa mano de su propia biografía personal, para construir una
historia descarnada y conmovedora.
El cas de
Charles Dexter Ward
H. P. Lovecraft.
Traducción de Alfred Bosch.
Colección Jove, 21.
Editorial Columna.
Barcelona, 1991.
950 ptas.
Edición en catalán.
El joven Charles Dexter Ward es internado en un sanatorio mental a causa de los desequilibrios fisiológicos y
psíquicos que una oscura manía le
provoca. Un día, el joven Dexter Ward
se fuga del centro en el que se hallaba internado, lo que destapa la extraña naturaleza, inquietante y misteriosa, de este ser humano poseído por las
más terroríficas fuerzas de la locura.
Inquietante y sorpresivo relato del
autor de Los mitos de Cthulhu. H. P.
71
CLIJ33
Lovecraft explora las profundidades
de la mente, donde los límites entre la
normalidad y la locura se diluyen, y
describe con pasión conmovedora la
fragilidad del ser humano que se ve
arrastrado por lo oculto.
LIBROS/NOVEDADES
ANGELSGARDELLA
UNA CASA
ALAVORA ,
DEL'ESTACIO
EMPIKIKS
l.'ODISSKA
Narra'!1'..! per a \<u>-\
Colmillo Blanco
La llamada de la selva
•
'
'
,
Una casa a la
vora de Testado
Angels Gardeila.
Colección L'Odissea, 56.
Editorial Empúries.
Barcelona, 1991.
600 ptas.
Edición en catalán.
En Tieres, una pequeña ciudad del
norte de Cataluña, el anuncio de la
llegada de Estanislau Popov, «el gran
genio de la pintura del siglo xx» e
hijo predilecto de la villa, causa una
auténtica conmoción. Paralelamente,
y sin darle demasiada importancia al
acontecimiento, Honorato Vidal, hijo
de hoteleros, mal estudiante, imaginativo inventor y rendido enamorado de
la hija del alcalde, prepara un proyecto insólito para declararse a su amada.
Una novela acida y divertida, en la
que, contrariamente a lo que pudiera
parecer, el protagonismo de los adolescentes no es más que el sano contrapunto que alivia este despiadado
retrato (imposible no pensar en Figueres y en Dalí), escrito con ironía demoledora, de una sociedad pequeña
y cerrada, provinciana y mezquina, en
la que todo funciona por intereses
más o menos inconfesables. Una historia actual y próxima, jugosa y nada
complaciente, que la excelente narradora que es Angels Gardeila ha tenido el acierto de contar con limpio y
gratificante desenfado.
Jack London.
Ilustraciones de G & LGE.
Colección Jóvenes Gaviota, 8.
Ediciones Gaviota.
León, 1991.
950 ptas.
Colmillo blanco y La llamada de la
selva son dos clásicos de la literatura
juvenil y, junto a Relatos de los mares del Sur, las obras más reputadas
del escritor norteamericano Jack London (1876-1916).
Los dos relatos recogidos en este
volumen, presentados ambos en versión íntegra no adaptada ni abreviada, cosa que es de agradecer, reflejan
los rasgos singulares del mundo literario construido por London a lo largo de su azarosa vida.
Colmillo Blanco narra la historia de
un lobo que se transforma en un dócil perro con el objeto de ayudar a un
hombre distinto a los demás, llamado Scott.
La llamada de la selva ofrece la cara
opuesta de la moneda. El perro, figura metafórica habitual en London, escapa en esta ocasión a la selva recuperando todos sus instintos más
fieros. Es, pues, la llamada de la libertad.
Assassinat a
Le Touquet
J.B. Livingstone.
Traducción de Carme Parra.
Colección Gran Angular, 35.
Editorial Cruílla/SM.
Barcelona, 1991.
725 ptas.
Edición en catalán.
En Le Touquet, un tranquilo pueblo francés de veraneo, aparece el cadáver de una mujer, y con él una nota
que acusa del crimen al famoso —y
ya retirado— inspector Higgins, de
Scotland Yard. Higgins se traslada a
Le Touquet y pone en marcha una
azarosa investigación que pronto se
complica con nuevos crímenes.
Apasionante novela policiaca, en el
mejor estilo de Agatha Christie, llena de personajes sospechosos y pistas
falsas que mantienen en vilo al lector
hasta las últimas páginas. Aderezada
con humor muy inglés, destacan en
ella la convincente caracterización de
72
CL1J33
personajes y la eficacia narrativa del
autor, que utiliza, con gran oficio y
soltura, todos los trucos del género,
para desarrollar una trama engañosa
y compleja, que se lee con creciente
interés.
LIBROS/COMIC
Robín Hood
John F. Hooker.
Ilustraciones de J. Nabau.
Traducción de Vicente García Oliva.
Colección Ciernen Books.
Editorial Nabau.
Barcelona, 1991.
750 pías.
Edición en lengua asturiana.
Barcelona.
U aventura
d'una ciutat
Adaptación para cómic, y en clave
de humor, de las aventuras de Robin
Hood. Con unos dibujos mediocres y
anticuados, y un guión esquemático
y de lenguaje vulgar, es éste un producto de fácil consumo y, a juzgar por
el éxito de ventas de la colección (Alí
Baba y Las aventuras de Tom Sawyer
son los títulos anteriores), atractivo
para los lectores. Lo que cabría preguntarse es hasta qué punto merece la
pena apoyar el aprendizaje de una lengua como el asturiano, por cuyo reconocimiento oficial y dignidad todavía se está luchando, con materiales
tan vulgares y desfasados como los
que propone esta colección.
D A partir de 8 años.
fhimbleTheater ?„.,„„„,,,
Gregori Luri.
Ilustraciones de Jaume Marzal.
Editorial Júnior/Ayuntamiento de
Barcelona.
Barcelona, 1991.
1.950 pías.
Edición en catalán.
Publicación promovida por el
Ayuntamiento de Barcelona para divulgar la historia de la ciudad. Editada en formato álbum, es un cómic con
un buen guión del historiador Gregori
Luri, que ha tenido el acierto de reunir los grandes nombres y acontecimientos con la historia pequeña, la de
los anónimos ciudadanos y sus avatares cotidianos, igualando en importancia el papel de unos y otros en la
construcción de la gran ciudad que es
Barcelona. Un breve y apretado resumen de casi dos mil años, resuelto por
Jaume Marzal, el ilustrador, con
atractivas y certeras imágenes y un
ameno sentido de la composición.
D A partir de 10 años.
Popeye en el oeste
Elzie Crisler Segar.
Traducción de César Morales.
Colección Popeye, 2.
Editorial Eseuve.
Madrid, 1991.
1.300 ptas.
Elzie Crisler Segar (1894-1938) ha
pasado a formar parte de la historia
del cómic, de la mano de su héroe más
73
CLIJ33
famoso, Popeye el marino, aparecido
por primera vez en 1929.
Las tiras diarias, que se incluyen en
este álbum, son las comprendidas entre el 5 de diciembre de 1931 al 12 de
julio de 1932, y en ellas puede observarse el genio creativo que Segar insufla a su personaje, el cual se nos
muestra en su plena madurez como un
ser mal hablado, dato éste que le caracteriza y singulariza respecto a otros
héroes de la época como Tarzán o
Buck Rogéis.
ü A partir de 12 años.
LIBROS/DE AULA
LITERATURA
Francisco
de Q
anciscodeQueve'
para niños
L
* a forre
Francisco de Quevedo
para niños
Llibre deis fets
Jaume I.
Versión de Josep M. Pujol.
Colección Tria de Clássics.
Editorial Teide.
Barcelona, 1991.
1.035 ptas.
Edición en catalán.
Versión moderna del célebre Llibre
deis fets de Jaime I el Conquistador,
uno de los textos inaugurales de la literatura en lengua catalana. Jaime I
narra en él algunos de los episodios,
no todos, sólo los más sobresalientes,
de su agitada vida. Por ello no cabe
considerar al Llibre deis Fets como
una crónica histórica más del periodo medieval, sino como un texto autobiográfico y, por lo tanto, sometido
al criterio del autor y no al de la fidelidad histórica.
La presente edición, en catalán mo-
derno y con interesantes notas acerca
de los hechos narrados, ha corrido a
cargo de Josep M. Pujol.
• A partir de 14 años.
wsmurtfftWKrunMTfiTiftwKmatrtmmmtrvfftTTtí*~™~x™!TWMwmrwTMMmmtfmtfrn
Quinze son quinze
Edición de Manuel Lacarta.
Ilustraciones de Jesús Aroca.
Colección Alba y Mayo Poesía, 20.
Ediciones de la Torre.
Madrid, 1991.
700 ptas.
Emili Teixidor.
Colección Tria Personal, 1.
Editorial Cruílla.
Barcelona, 1991.
850 ptas.
Edición en catalán.
Nueva antología poética, en esta
ocasión dirigida al público infantil, de
Francisco de Quevedo, una de las figuras señeras de la poesía castellana.
La edición, preparada por Manuel Lacarta, incluye, primeramente, una introducción en la que se sitúa al lector
en la época en la que vivió el poeta
y en la que alumbró su obra. En segundo lugar, se recoge una selección
de las diferentes facetas de la poesía
quevediana, desde la poesía amorosa
a la reflexiva, pasando por la popular.
Las ilustraciones que acompañan al
texto corresponden a Jesús Aroca.
D A partir de 12 años.
La colección Tria Personal inicia su
andadura con el presente volumen, en
el que el escritor Emili Teixidor presenta al lector joven una selección de
textos breves de quince destacados
autores de la literatura catalana contemporánea. Folch i Camarasa, Espriu, Pía i Calders, son algunos de los
escritores incluidos en este volumen,
que aparte de constituir un buen material de apoyo en las aulas, puede por
sí mismo, ser interesante para el público en general que desee adentrarse
en la narrativa contemporánea escrita en catalán.
D A partir de 14 años.
Niebla
SOCIALES
Miguel de Unamuno.
Edición de Milagros Rodríguez Cáceres.
Colección Anaquel, 2.
Editorial Bruño.
Madrid, 1991.
530 ptas.
Título de la nueva colección de textos literarios comentados, Anaquel.
Pensada para alumnos de BUP, como
complemento y apoyo de la asignatura de Lengua y Literatura, la colección
ofrece un conjunto de obras clásicas
y cotetmporáneas —Matute, Gala,
García Lorca, Cervantes, Quevedo,
Zorrilla—, de diversos géneros y épocas. Huyendo de la excesiva erudición,
pero intentando aportar algo más que
la simple edición de un texto, cada volumen se abre con una amplia introducción, que sitúa obra y autor, y se
cierra con una serie de actividades y
propuestas de trabajo que contribu-
CONTES EN ÓRBITA
Josep Vallverdú
4 cura ds Josep M. AJoy
(.'ESPARVER LIEGIR
Eací«rt PE I A MAGRÍJW
La Guerra de la
Independencia
Isabel López y Xavier Hernández.
Ilustraciones de Nivio López Vigil.
Colección Pueblos y Gentes, 15.
Editorial Bruño.
Madrid, 1990.
775 ptas.
yen a su aprovechamiento didáctico.
Este volumen, dedicado a la novela Niebla, de Unamuno, ha sido preparada por la catedrática de Lengua
y Literatra españolas Milagros Rodríguez Cáceres.
Contes en órbita
Josep Vallverdú.
Edición a cargo de Josep M. Aloy.
Colección L'Esparver Llegir, 32.
Ediciones de La Magrana.
Barcelona, 1991.
700 ptas.
Edición en catalán.
Josep Vallverdú es uno de los escritores de literatura infantil y juvenil
más prolíficos del momento. El crítico Isidor Cónsul, prologuista del volumen, le define como un escritor
«todo terreno», capaz de abordar géneros y temáticas dispares, pero siempre con unas grandes dotes de fabulador.
El volumen incluye un total de 23
cuentos del escritor catalán, así como
un estudio previo de su obra narrativa, a cargo de Josep M. Aloy.
D A partir de 12 años.
75
CLIJ33
La invasión de España por las tropas napoleónicas y subsiguiente Guerra de la Independencia (1808-1814) figura entre los hechos más trascendentales que han marcado la historia
moderna de nuestro país.
El presente volumen de la colección
Pueblos y Gentes ofrece al lector una
visión panorámica de los hechos históricos que rodearon ambos conflictos, que huye de la frialdad que a menudo imponen los libros de texto.
Además de la parte histórica, el libro contiene un cuento ambientado
en la época tratada, así como un interesante conjunto de actividades
complementarias.
D A partir de 12 años.
LIBROS/DE AULA
VARIOS
SOCIALES
Cristovo Colón e a
descuberta dim novo
mundo
Fiona McDonald y Jan Friel.
Ilustraciones de Mark Bergin,
Traducción de Ma Dolores Cabrera y
Víctor F. Freixanes.
Colección A Máquina do Tempo.
Editorial Xerais.
Vigo, 1990.
725 ptas.
Existen versiones en castellano y vasco (Anaya) y catalán (Barcanova),
Con una buena documentación, sin
excluir las dudas y puntos oscuros que
rodean la figura y la vida de Cristóbal Colón, este libro traslada a los lec-
tores a la época del descubrimiento
del Nuevo Mundo, dándoles una visión global de la organización social,
la importancia del mercado marítimo,
las formas de vida y costumbres del
siglo xv y la repercusión de los descubrimientos de nuevas tierras.
Con un planteamiento visual muy
atractivo, y textos breves y claros —características que se repiten en todos
los títulos de la colección: Cara a
América eos viquingos, As Cruzadas
con Ricardo Corazón de León—, resulta un libro muy ameno y recomendable para abordar el 92 con entretenida y fiable información.
D A partir de 10 años.
Colores
La Renaixenca
Isidro Sánchez.
Ilustraciones de Horacio Helena.
Colección Mis primeros...
Editorial Parramón.
Barcelona, 1991.
595 ptas.
Existe edición en catalán.
Andreu Várela Puig y Joan R.
Várela Puig.
Colección Biblioteca de la Classe, 53.
Editorial Grao.
Barcelona, 1991.
750 ptas.
Edición en catalán.
Se conoce con el término Renaixenca al periodo histórico comprendido
aproximadamente entre los años 30 y
80 del siglo pasado, en el que tiene lugar un auge del sentimiento nacionalista catalán. Los autores del presente volumen utilizan el perfil biográfico de Valentí Almirall, uno de los
inspiradores del movimiento, para
describir los rasgos que caracterizaron
a esta importante etapa de la historia
de la Cataluña moderna.
El volumen incluye, como el resto
de la colección, un dossier con propuestas de ejercicios y actividades
para realizar en las aulas.
• A partir de 12 años.
76
CLIJ33
Título de esta nueva serie de Parramón, pensada para enseñar, a los niños pequeños, conceptos básicos
como los números, las formas y los
colores. Con un planteamiento activo y lúdico, en cada volumen se proponen diversos juegos, ejercicios y actividades que, a través de la
participación, permiten fijar conocimientos de manera agradable y
amena.
La idea es sencilla, pero eficaz, y las
ilustraciones, claras y limpias, muy
atractivas.
D A partir de 4 años.
Diez niños se
cambian de casa
Mitsumasa Anno.
Traducción de Chinatsu Sato.
Editorial Juventud.
Barcelona, 1991.
1.680 ptas.
Con unas indicaciones preliminares
para los niños que van a utilizar el libro, y con una advertencia final para
adultos sobre la importancia no sólo
de saber los números, sino de entenderlos, Anno plantea, en un espléndido (como todos los suyos) libro de
imágenes, un apasionante y divertido
juego matemático. Dos casas: una,
llena de niños, que se va vaciando, y
otra, vacía, que se va llenando de niños; y en ambas unas ventanas estratégicamente troqueladas, son los elementos de un juego de sumas y restas,
de observación y lógica, que permite
a los niños pequeños un primer y lúdico acercamiento al universo de los
números.
Un libro inteligente y hermosamen-
\ 3.4
iy -
DIEZ NIÑOS
SE CAMBIAN DE CASA
Mitsumasa Anno
i®} i R n i m si el s¡ § t i : : M :::[-'•£'
BünIHiBffim
íííOíOtslMOít
' Xt C*i«iM "&£? « M
m¿m^
te resuelto, que auna entretenimiento
e intriga, con grandes posibilidades de
explotación didáctica.
• A partir de 4 años.
Construye el oso
que no es perezoso
Carmen Kiffer.
Ilustraciones de Benedetta Bini.
Editorial Gaviota.
Madrid, 1990.
900 ptas.
Siguiendo las instrucciones que facilita este cuadernillo, el niño tendrá
la posibilidad de recortar y dar vida
a un simpático oso, con el que podrá
crear e inventar cuantas historias
desee.
Lectura y diversión se dan la mano
en esta iniciativa de Gaviota.
• A partir de 5 años.
¿De qué me
disfrazo?
Colección Líbropuzzle Disney.
Editorial Gaviota.
Madrid, 1991.
475 ptas.
Título de una nueva colección de
libros-juego, protagonizados por los
personajes de la factoría Disney, y que
pretenden desarrollar la lógica y la capacidad de observación, a través de un
juego de asociación de imágenes
como el que plantean las barajas de
familias. Cada volumen (además del
que encabeza esta reseña: ¿Qué hago
en casa?, ¿Cuál es mi trabajo?, ¿Qué
deporte prefiero?, ¿Sabes dónde vivo?
y ¿Quién está en la granja?) consta de
ocho láminas, cortadas en tres fragmentos y encuadernadas, en desorden, con un espiral que permite manipular los distintos fragmentos
independientemente. Los lectores-jugadores, relacionando detalles y similitudes, han de conseguir recomponer
las láminas completas. Un juego entretenido.
D A partir de 3 años.
v
L?BROPUZZU^>>ísA>E^
LIBROS/ENSAYO
CARMINE DE LUCA
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
Gianni
Rodari
La guia setenta della fantasía
\i: i
Gianni Rodari.
La gaia scienza
della fantasia
A LA VENTA
LAS TAPAS
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• las TAPAS
800 pts.s
Efectuaré el pago mediante:
D contrarrembolso más 100 pts.
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Cada ejemplar puede extraerse del
volumen cuando le convenga, sin
sufrir deterioro.
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08009 Barcelona (España).
Nombre
Profesión
Tel. .
Domicilio
Población
C.P.
Provincia
Firma
* Precio válido sólo para España.
Carmine De Luca.
Colección Saggi, 5.
Editorial Abramo.
Catanzaro, 1991.
20.000 liras.
Edición en italiano.
Cumplidos doce años de su desaparición, el autor de la Gramática de
la fantasía continúa siendo un punto
de encuentro obligado para todos
aquellos investigadores preocupados
por la literatura y el m u n d o infantil.
U n a prueba de ello es el presente volumen de la profesora, periodista y
miembro del comité científico del
Centro Studi Gianni Rodari de Orvieto, Carmine De Luca.
El libro está dividido en dos grandes partes. La primera bucea en la
obra de Gianni Rodari, en tanto que
periodista y narrador. La segunda entra de lleno en aspectos pormenorizados de la Fantástica.
Finalmente, se incluye un apéndice
y u n a bibliografía sobre el autor.
ISBN : LIBROS ESPAÑOLES EN VENTA
SOPORTE CD-ROM
*"*
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MINISTERIO DE CULTURA
MICRONET
Centro del Libro y de la Lectura
LIBROS/RECIBIDOS
ATRIL
Madrid, 1991
Viviendo con Cáncer
Dr. Simón Smail
II. Ian Moores
M a Leonor González
II. M a de los Ángeles
Maldonado
Grecia i les Olimpiades
Miguel Ángel Elvira
y Carmen Blázquez
II. Alicia Cañas
Mare Lluna
Susamme Kilian
II. Valentina Cruz
Un fantasma anomenat...
Maria Lluisa Sola i Llopis
II. Jordi Saladrigas
DESTINO
COLUMNA
BRUNO
Barcelona, 1991
Barcelona, 1991
Barcelona, 1991
El cisne negro
Fernando Almena
11. Alicia Cañas Cortázar
El árbol de oro y otros relatos
Ana María Matute
Jocs de lectura basáis
en el ¡libre Superfaníasmas
en un Supermercat
Ramón Farrés
II. Enrique Nieto & Asociados
Juegos y deportes
Els contes de l'oncle Guillat
(Hansel i Gretel)
Walt Disney
El flautista de Hamelin
Walt Disney
JESS1E WILLCOX SMITH.
Loranga, Manzarino
y D'Artagnan
Barbro Lindgren
Hablemos de que Marcos
ya tiene casa
Maria Martínez i Vendrell
II. Roser Capdevila
CRUiLLA
Margaret J. Anderson
II. Petra A. Steinmeyer
Els Reis de la Muntanya
Clare Cooper
II. Marta Cano
El cacador
Douglas Hill
D'oflci, perdiguer
Montserrat Beltran
En el Cercle del Tenips
Barcelona, 1991
Escrit a l'ordinador
Francesc Sales
EMPURIES
Barcelona, 1991
La punta del diamant
Josep Lorman
ESEUVE
LOS MÁS LEÍDOS
Madrid, 1991
Al igual que sucediera en la lista del mes pasado, se repite en ésta la pobre
presencia de autores españoles. Por otro lado, se mantienen algunas tendencias ya apuntadas con anterioridad, como la presencia de Asterix y de autores como London o Conan Doyle, tenidos por clásicos de la narrativa juvenil.
Esta lista se confecciona con los datos facilitados por las bibliotecas municipales de San Sebastián, Jerez de la Frontera (Cádiz), Salamanca, Biblioteca Club-33 de Santiago de Compostela (La Coruña) y Biblioteca Pública Infantil Folch i Torres de Barcelona.
Título
Autor
Editorial
Colmillo Blanco
Jack London
Anaya
Com es fa un llibre
B. Aliki
Juventud
El hijo de Asterix
R. Goscinny
Grijalbo
El misterio de los asaltos
terroríficos
M.V. Cadey
Molino
Estudio en escarlata
A. Conan Doyle
Anaya
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Tu i jo de qué ens coneixem?
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La Galera
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GALAXIA
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Aventuras de Sol
Alberto Avendaño
II. M a Fe Quesada
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Barcelona, 1991
44 exercicis per a un curs
d'expressió escrita
Daniel Cassany/Marta Luna/
Gloria Sanz
MENSAJERO
Bilbao, 1991
Juegos Literarios Reunidos
Nemesio Martín Santamaría
MOLINO
Barcelona, 1991
Mis primeras palabras en inglés
Mireille Connen
fisuscz/Bere ?
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EL ENANO SALTARÍN
u
II
Libros para
atravesar el umbral
I! ay días en los que este
I bosque se convierte en
I
I un circo. Con el sol llegan bandadas de niños de excursión,
alegres, ruidosos y fugaces; al atardecer se van dejando un rastro de latas,
papeles y un súbito silencio de cristal.
En alguna ocasión charlo con ellos
para tratar de saber cómo son. Lo que
más me sorprende es esa mezcla de
desdén impenetrable que aparentan
por los mayores, junto a un ansia por
saber y descifrar los secretos del vivir
adulto. Aunque no lo expresan, buscan modelos de vida, relatos reales
que les ejemplifiquen cómo se puede
llegar a ser un adulto. Creo que intuyen que la infancia se les acaba y que
se va con ella un tiempo compacto y
autorreferente: deben cruzar un umbral misterioso, y ese paso les da miedo puesto que no saben qué les espera. Por eso indagan en los adultos en
busca de un ejemplo que imitar o los
observan aparentando esa indiferencia coriácea.
Quizá sea éste un desasosiego común a todas las generaciones, un impulso contradictorio que empuja a entrar en el mundo adulto y, a la vez,
a aferrarse a la niñez. Para muchos ha
sido la literatura, o los libros en general, una inagotable fuente en la que
se ha buscado esa afirmación de identidad a través de narraciones que excitan la imaginación de otras muchas
identidades posibles, el presentimiento de lo que la vida puede llegar a ser.
En los libros se sabía que podíamos
hallar una mano para sentirnos acompañados en ese tránsito quebradizo
hacia otra edad. Pues la verdad es
que, por lo que estos niños y niñas me
cuentan, más parece que prefieren
buscar esos modelos a través de otros
medios menos fatigosos, como la televisión. A muchos leer les supone un
esfuerzo excesivo, al que no sigue la
imprescindible recompensa inmediata; creen algunos que leer es perder el
i
tiempo cuando éste es libre, de ellos,
no organizado por los adultos. ¿Cómo hacerles descubrir delicada y
oportunamente que en algunos libros
también hay modelos de vida; respuestas a esas preguntas que no se
atreven a hacer y para las que no
se encuentran interlocutores disponibles; auténticos relatos iniciáticos para
su mutación inevitable en adultos?
¿Cómo lograr que su experiencia lectora, personal y social, no sea banal,
pragmática y frustrante? No conozco
las respuestas, pero tengo para mí que
probablemente sea necesario saber
algo acerca de la literatura infantil.
Pero también supongo que mucho
más imprescindible es el llegar a saber lo más posible acerca de ese niño
concreto, singular e irrepetible, que
está cambiando la piel y que pronto
dejará de serlo.
El Enano Saltarín.
OLGA PÉREZ, LA TIENDA MÁGICA, SM, MADRID. 1991.
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