Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil R.L. Stevenson 480002"035132 ! TEMAS VERDES Pensando er jH ^h ! el futuro CONTi L-IiL±.,y- JJ-y wr i COLECCIÓN TEMAS VERDES ó títulos COLECCIÓN MANOS MÁGICAS 4 títulos COLECCIÓN ACTIVIDADES DE ANIMALES 8 títulos _ RESUNTAS Hfc« LA HISTORIA DE LOS GRANDES INVENTOS C3TS3 •'->"/"'•' Así son las Publicaciones EDELVIVES, en línea con sus gustos, g^gW^ ._, ,tf • Libros para todas las edades. • Temas variados, excelentes fotografías e ilustraciones, • Diseño muy cuidado y actual, Ür. &-~_J COLECCIÓN PREGUNTAS Y RESPUESTAS 5 títulos COLECCIÓN MUNDOS SECRETOS 8 títulos = 5X=^T¡tá^ £) EXPLOREMOS los polos COLECCIÓN LA FAMILIA PELUCHE 6 títulos COLECCIÓN EXPLOREMOS 10 títulos COLECCIÓN ALA DELTA Premio Ala Delta 1991 Más d e 140 títulos Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 5 EDITORIAL ¿Leen más los niños o las niñas? 7 33 SUMARIO 8 18 Stevenson en el cine. Juan Antonio Pérez Millán. Cronología de Robert Louis Stevenson. 28 Stevenson: espectros en su camino. Juan Tébar. 46 52 58 62 82 Stevenson, moralista. Fernando Savater. Stevenson: el viaje como forma de vida. Xavier Laborda. 20 40 Ilustrar la «Isla». Montserrat Castillo. MONOGRÁFICO ROBERT LOUIS STEVENSON Presentación. El héroe juvenil en Stevenson. Emilio Pascual. 34 De vuelta del mar y otros poemas. Javier Marías. Robert Louis Stevenson en España. Selección bibliográfica. NUESTRA PORTADA Última fotografía hecha a R.L. Stevenson. («The Robert Louis Stevenson Companion», Paul Harris Publishing, Edinburgh, 1980.) LIBROS EL ENANO SALTARÍN Libros para atravesar el umbral. % CLIJ T L/a Tierra es maravillosa. Dios la hizo así. A veces nos olvidamos de esto y la estropeamos. Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Directora Victoria Fernández Coordinador Fabricio Caivano Redactor Carlos G. Barcena Secretaria M. Ángels Rodríguez Correctora lingüística M a Vinyet Carmona Modolell Diseño gráfico Antoni Martos Ilustración portada Robert Louis Stevenson (The Robert Louis Stevenson Companion, Paul Harris Publishing, Edinburgh, 1980.) Han colaborado en este número: Montserrat Castillo, Luis Miguel Cencerrado, Centro de Documentación de la Biblioteca Infantil Santa Creu (Barcelona), Concha Chaos, Amparo Gómez, Xavier Laborda, Mercé Millán, Xosé-Victorio Nogueira, Emilio Pascual, Juan Antonio Pérez Millán, Fernando Savater, Juan Tébar. Edita La mejor manera de comprender cómo conseguimos este maravilloso lugar, es volver al principio de todos los tiempos... í LIBRO DE t • LIBRO DE PASTELERÍA Mi primer Libro de Pastelería contiene deliciosas recetas t|¡t;' podrís re.ih/./ii' fácilmente en casa O d a página .1 iodo color presenta una idea sugestiva, desde un surtido de dulces y pasias para olvieijinar .1 sus amigos, hasta un fabuloso pastel til forma de dinosaurio. a a tamaño real • seguir cada past ^FWMfy, LIBRO DE ECOLOGÍA Mi Primer Libro de Ecología c, un libro práctico con un mensaje .imh;<.-inc .1 tra\us de mus j i m i,i ub • iinc ,)b ircan tic-idí- h cfL'.scüvi de un i.irdin -ib (-sia. hisr- , mi pies pruebas para conocer la contaminación del .ure > la acide/ de la lluvia. EDITORIAL MOLINO Calabria, 166 - Apartado 25 - 08015 Barcelona Editorial Fontalba, S.A. Valencia 359, 6 o I a . Tel. (93) 207 07 50 08009 Barcelona (España) Télex 97835 FON E Fax (93) 258 66 02 Director General José Gili Casáis Suscripciones Valencia 359, 6 o I a 08009 Barcelona. Tel. (93) 258 55 08 Horario: de 9 a 14 h. (de lunes a viernes) Publicidad Directora de Publicidad y zona Centro Charo de la Torre Láinez Avda. de Bruselas 74, I o dcha. Tel. (91) 255 96 13. Fax (91) 361 03 62. 28028 Madrid Jefe de Publicidad en Cataluña Sofía Seiferheld Valencia 359, 6 o I a . Tel. (93) 207 07 50 Fax (93) 258 66 02 08009 Barcelona Distribución Marco Ibérica, S.A. Tel. (91) 652 42 00 Madrid Fotocomposición Montserrat Altimira Marta Casóliva Montse Martín Impresión Litografía Roses, S.A. Cobalto 7. Barcelona. España Depósito legal. B-38943-1988 ISSN: 0214-4123 © Editorial Fontalba, S.A. 1989 CLIJ no hace necesariamente suyas las opiniones y criterios expresados por sus colaboradores. CLIJ no devolverá los originales que no solicite previamente, ni mantendrá correspondencia sobre los mismos. El precio para Canarias es el mismo de portada incluida sobretasa aérea. EDITORIAL i * Dejando a un lado la validez de los procedimientos o métodos de las encuestas, o la representatividad de las muestras utilizadas, nos parece conveniente señalar su uso como pantalla. Efectivamente, el debate real sobre las raíces culturales, políticas, presupuestarias o sociológicas de la lectura, se desplaza hacia cuestiones —como la del hipotético desequilibrio entre sexos— de una relevancia menor. No se trata, por supuesto, de afirmar que tales datos no tengan interés, sino de señalar que si se toman como centro del debate sobre la lectura como conducta cultural, se está favoreciendo el escamoteo de las responsabilidades políticas y pesonales que están en la base de los índices de lectura de un país cualquiera. ¿Leen más los niños o las niñas? Cuestión ciertamente de interés. Pero no hagamos de ella el núcleo de un debate que en España todavía está por definir en sus grandes líneas teóricas y por resolver en sus enormes carencias prácticas. ¿Leen mas los niños o las niñas? estadísticas conceden un valor de indiscutibilidad a cualquier argumento. Probablemente por ello sus datos suelen recibir adhesiones acríticas o rechazos frontales. Recientemente se han publicado algunos resultados de investigaciones sociológicas sobre comportamientos culturales, uso del tiempo libre y hábitos de lectura. Los datos de tales estudios ciertamente pueden aportarnos elementos de utilidad, si sabemos utilizarlos debidamente. Pero a menudo se parte de ellos para apuntalar prejuicios o con la finalidad de maquillar los problemas, haciendo aparecer en primer plano aspectos interesantes pero también secundarios. Tal nos parece el caso del debate, de moda en algunos edios de comunicación europeos, acerca de la correlación entre lectura y sexo. Profundas investigaciones y complejos análisis estadísticos relacionan los hábitos lectores con la variable niño/niña o chico/chica. Lo divertido es que con idénticos datos unos concluyen que las niñas son lectoras más asiduas y otros que lo son los muchachos. Victoria Fernández 5 CLIJ33 EDICIONES GAVIOTA LIBROS PARA CRECER UNA CUIDADA COLECCIÓN DE TREINTA TÍTULOS, ESPECIALMENTE ADAPTADOS PARA LOS PRIMEROS NIVELES DE ENSEÑANZA. LIBROS PARA ACERCAR, DE UNA FORMA LUDICA, A LOS MÁS PEQUEÑOS A UN CONOCIMIENTO DEL ENTORNO FÍSICO Y SOCIAL m 1 4H % Serie: «El mundo de Chicho» (Tres títulos) Serie: «El mundo de Jimena» (Tres títulos) IV1M 1 , 1 . Serie: «En marcha con Chicho» (Tres títulos) Serie: «El perrito Chicho» (Tres títulos) Serie: «Los libropuzzles de Chicho» (Tres títulos) Serie: «Fantasías del día y de la noche» (Tres títulos) ,»• JARDÍN " • - / ' • • . ' EL ANO DEL ÁRBOL Í5S &$ e Serie: «Mis amigos los animales» (Cuatro títulos) Serie: «Explora el mundo con Chicho» (Cuatro títulos) CUPÓN DE PEDIDO. £ Mario Combofi Serie: «Los cuentos de Mario» (Cuatro títulos) Recortar y enviar a: Editorial Everest, S.A. Aptdo 339-24080 - LEÓN ••>§• D Deseo me remitan contrarreembolso Colección completa de «Libros para crecer» al precio de 21 225 PTA. D Deseo recibir más imformación sobre la colección. NOMBRE Y APELLIDOS / CENTRO ESCOLAR COORDINADOR/A DIRECCIÓN LOCALIDAD PROVINCIA CÓDIGO POSTAL Firma Fecha _/ /. R.L. STEVENSON Monográfico Robert Louis Stevenson O curre, por lo general, que los homenajes postumos que se tributan a los hombres de letras, suelen coincidir con algún aniversario de su nacimiento o muerte, o el de la publicación de su obra más afamada. Sin embargo, existe un reducido número de autores, que dada su consolidada condición de clásicos, jamás pasan de moda. Este es el caso de Robert Louis Stevenson, el escritor que este mes ocupa las páginas de CLIJ. Podríamos decir, sin temor a excedernos, que para volver una y otra vez a él, no hacen falta pretextos ni efemérides: siempre es tiempo de Stevenson. De ahí que le hayamos dedicado el número monográfico dos ellos estudiosos y lectores apasionados del genial escritor escocés. Suele ser imposible esbozar un retrato fidedigno de un artista, ya que, si lo es, abordar las múltiples facetas de su personalidad, de su pensamiento y de su obra constituye una tarea inagotable. A pesar de todo CLIJ les invita a adentrarse en la lectura de este número con la ilusión de que encuentren en él, si no el fabuloso tesoro que Jim descubrió en la «Isla», sí esos pequeños tesoros que son un MERVYN PEAKE, L ILLA DEL TRESOR, BARCANOVA, BARCELONA, 1991 dato desconocido, una reflexión inteligente, una que el lector tiene en sus manos. Hemos contado, para ello, con opinión autorizada, una tralas aportaciones de Xavier La- ducción inspirada... sobre el borda, Emilo Pascual, Juan Té- autor que nos descubrió, a tanbar, Javier Marías, Montserrat tos de nosotros, el placer de Castillo, Fernando Savater y la aventura a través de sus Juan Antonio Pérez Millán, to- libros. CLIJ33 R.L. STEVENSON Stevenson: el viaje como forma de vida por Xavier ¡.aborda* Rohert Louis Stevenson (1850-1894), autor, entre otros libros famosísimos, de La isla del tesoro, quizás, la primera novela de aventuras del mundo de habla inglesa, constituye una de las personalidades más sugestivas de la literatura universal Hombre de salud precaria, tras vivir en diferentes lugares europeos, partió hacia las islas de R.L. Samoa, en Oceanía, buscando un clima más benigno que le fuese favorable. En una de dichas islas, cuyos habitantes i le bautizaron ¡ Tusitala, «el 1 narrador de ¡ cuentos», se í establecería Í hasta su muerte. i El siguiente I artículo recorre 1 los hitos más i sobresalientes, I tanto literarios 1 como vitales, de | la abigarrada l biografía del escritor escocés. X LU Stevenson a la edad de 4 años. La familia Stevenson, Robert Louis es el segundo por la derecha. c ^ ^ tevenson, el escocés nacido ^ 1 en Edimburgo (1850) que ^^^r pasó sus últimos años en Samoa, donde halló la muerte (1894), es un escritor que ha pasado a pertenecer a la leyenda. Es la consecuencia de una vida en la que el observador reconoce los trazos de la pasión, la desmesura, la originalidad, el ensueño adolescente y romántico, la voluntad firme y madura y, sin duda, la presencia constante de la literatura. Vivió como un personaje de ficción, pero su vida fue tan real y la asechanza de la muerte tan inesquivable, que de ella extrajo buena parte del material literario. Además de demostrar su genio literario en diversas obras, fue abogado, poeta y un viajero que recorrió tres continentes. Sintió el anhelo de compartir sus viajes: dejó a los lectores muchas páginas con la descripción fresca y sensible de sus apreciaciones y el relato de las peripecias. Su obra merece críticas muy diversas. Quienes han discutido su valía y sinceridad reconocen la laboriosidad grande del autor. Su vida no tuvo descanso, lo que parece paradójico dado CLIJ33 que nunca realizó otro trabajo remunerado que el de escribir, que pasó buena parte de su tiempo convaleciente en el lecho, que frecuentó ociosos balnearios y que disfrutó de un crucero por los mares del Sur durante dos años. Paradójica, pero toda una vida de actividad, con dos notas, una limitadora y otra expansiva. La primera se refiere a la frágil salud y a los graves momentos en que estuvo a punto de morir. La otra se compone de las facetas de la pasión, la imaginación y la aventura, en las cuales aflora el deseo, la creatividad personal y lite- R.L STEVENSON sos paisajes, su agitada pasión, su incontinente egocentrismo, reflejan una rápida sucesión de imágenes. Si pretendemos detenernos en una, parece movida, desenfocada. El ojo apreciativo y su aventura Vailima, la casa de R.L. Stevenson en Apia (Samoa). raria, y la acción, respectivamente. Su infancia en el seno de una familia burguesa se resintió del desequilibrio entre su débil constitución y la desasosegante vitalidad imaginativa. La juventud supuso la rebeldía contra la autoridad paterna y la asfixiante sociedad victoriana de Edimburgo. El secreto viaje a un lejano país, los Estados Unidos, donde hizo frente a unos trances graves y se casó con una extranjera desconocida, añade elementos a una trama mítica. Su vuelta y reconciliación con sus padres, así como la conquista de la popularidad con La isla del tesoro, son hechos que perfilan el pasaje típico de «la vuelta y aclamación del héroe». Y aún un epílogo: la segunda partida hacia una tierra remota y misteriosa, en el Pacífico Sur, y su entierro en la cima de un volcán de Samoa. Tal es la leyenda cierta de su vida y muerte, la que segrega el territorio del héroe, el aventurero o el romántico, según sea el ojo apreciativo del observador. Sin embargo, y a nuestro pesar, surge una dificultad. Tal abundancia de escritura, tanta información autobiográfica, tanta actividad en tan diver- 10 CLIJ33 Sartre comienza su estudio biográfico de Flaubert con esta pregunta: «¿Qué se puede saber de un hombre, hoy en día?». Contestarla le ocupa una escritura de dos mil quinientas páginas (El idiota de la familia). El sobresaliente trabajo de Sartre es un ejemplo de la dificultad de la empresa. Aun tratándose de una mujer o un hombre fallecidos —por lo que no cabe que el interfecto cuestione el conocimiento que se tiene de él—, están los aspectos de las fuentes de información y de las interpretaciones. Precisamente, una fuente básica es la historiográfica, la que nos brindan biógrafos y comentaristas, que sin duda ejercen un papel de forjadores de opinión y, también, de deformadores de la imagen del personaje. El caso de Robert Louis Stevenson no hace banal la pregunta que pone en duda el sentido de los datos biográficos, la que duda de la facilidad de sus semblanzas. Ello no obsta para reconocer su utilidad, a modo de recordatorio, y aun las hay que alcanzan una sobria concisión de enciclopedia, como sucede en esta contenida reseña: Stevenson, Robert Louis (1850-1894). Seud. de Robert Lewis Balfour. Escritor brit. Existencia marcada por una enfermedad pulmonar que, a partir de 1873, le llevó a la búsqueda de climas que pudieran aliviarle (Costa Azul, EUA, Samoa desde 1889). Su Ia obra de éxito fue La isla del tesoro (1883), novela de aventuras de perfecta construcción y hálito romántico y misterioso; el personaje del cocinero Silver preludia uno de sus temas recurrentes: la ambigüedad moral; El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde (1886), influida por Poe; El señor de J^^^l- . /,.«Mi u ¿ÍriÚa&.. * L ¿ W » i?.L. Stevenson con su familia en Sidney. Ballantrae (1889). La m. le impidió acabar la magnífica Weir of Hemiston (7S96;.1 El artículo se extiende cuatro líneas más en una nota sobre el estilo. Como vemos, trata dos vertientes, la vida y la obra. Sobre la vida, tienta el juego de imaginar qué habría destacado el anónimo redactor de haber resultado Stevenson convencional, saludable y sedentario. Por otro lado, la referencia a la obra nos sitúa frente a un hecho incontestable, incluso con el aparato de la estética y la crítica: la obra literaria de todo autor es un misterio. Precisamente, una de las funciones que se atribuye a la biografía (hechos, hábitos, objetos, modos de trabajar...) es la de iluminar, no ya el sentido, sino el misterio de la obra. Los curiosos se acercan a la vida del autor para conocer su obra. Con Stevenson ocurre fundamentalmente lo contrario, pues se atribuye a la obra, junto con sus hechos, el papel de espejo de la peripecia vital. Esto habla de una característica de nuestro autor que ha jugado en su contra: él, incluso en vida, ya era una leyenda que competía con su propia obra. Este fe- 11 CLIJ33 nómeno no es casual, lo propició, y sus allegados lo incrementaron mientras pudieron, devotos de un culto y una «marca registrada». Una de las claves de la personalidad de Stevenson es su egoísmo, la desmesurada conciencia de sí mismo. El ojo pendular Las notas que podemos consultar sobre la historia nos hablan de la multiplicidad del ojo con que se aprecia el valor de Stevenson. Y no se trata tan sólo de modas literarias —que es R.L. STEVENSON un criterio que excede este artículo—. Constatamos diversos momentos de valoración de la figura del escritor que —y ésta es la tesis— en buena parte responden a una influencia de la vida, por encima de la obra. De la devoción hagiográfica —fundamentada en la biografía hecha por el primo Graham Balfour, y promovida por sus tres mujeres supervivientes: la madre, la esposa y la hijastra—, pasa a ser objeto de críticas acervas —F. Swinnerton, 1924—, con el resultado de una inversión de criterios de valoración. Citamos estas dos contrapuestas y sucesivas posturas, no ya para recapitular este aspecto secundario de la his- toria, sino para dar a entender que también la aproximación de nuestros contemporáneos —y este mismo papel— es igualmente hija de unas referencias e intereses que deberíamos tener presentes. Se diría que a los momentos pendulares de la crítica —admiración/rechazo— ha seguido la presente etapa, central y menos arrebatada. Esta sensación de equilibrio tiene una razón objetiva; no estamos implicados personalmente en el asunto, a diferencia de lo que sucedió con los devotos y los detractores. Lo que creemos saber, en la actualidad, de Stevenson no es lo mismo que se daba por cierto hace medio si- Casa de Braemar en la que R.L. Stevenson escribió La isla del tesoro. 12 CLIJ33 glo (en respuesta al interrogante de Sartre). No le consideramos un autor para el mero consumo juvenil. ¿Y respecto a su persona? Si nos fijamos en la —escasa— crítica española, distinguimos matices. A modo de ejemplo, Fernando Savater transmite una contagiosa admiración por la figura romántica de Stevenson.2 Javier Marías, por su parte, propone una aproximación desenfadada, con la intención de no abundar en la mitificación.3 Quizá sean semblanzas que negocian (en el sentido de «armonizar») con un material (una vida cerrada) y el talante del observador que dice lo que incorpora a su vida. Un escrito más amplio y —por necesidad— más documentado que los anteriores es la biografía de James Pope Hennessy.4 Su trabajo es fruto de la minuciosa consulta de abundante material —correspondencia fundamentalmente— y la aplicación de un criterio propio de la etapa atemperada de interpretación de la figura de Stevenson. Ésta es la fuente de la que he extraído la información primaria. Los años de Edimburgo Nació Stevenson un 13 de noviembre de 1850, en el seno de dos medios de fuerte tradición: una familia ligada a la mar, de ingenieros y constructores de faros; y la ciudad de Edimburgo, antigua y recia, entre volcanes extintos y que domina el paisaje amplio del estuario del Forth y el mar. Si la tierra es sorprendente, la tradición no es menor: ciudad real desde el siglo xil y capital de Escocia desde el XV, con un castillo medieval legendario (sólo una vez tomado al asalto), una zona vieja sabrosísima y un «ensanche» del xix que le vale a la ciudad el apelativo de «Atenas del norte». Al paisaje natural y a los específicos registros arquitectónicos hay que añadir lo más importante, la vida: burguesa, rigorista y victoriana de la ciudad nueva, a la que pertenecía la familia del escritor (con casa en el 17 de Herriot Row); y la popular, menestral y también canalla, lecho de necesidades y bajos fondos (con un insólito barraquismo vertical, en miserables y peligrosas torres a modo de rascacielos). Edimburgo tiene hoy el encanto y —en menor medida— los trazos fuertes que permiten imaginar el entorno de los años de formación de Stevenson. Su infancia es la casa familiar, soleada y con jardín, y el ambiente de la ciudad burguesa. La casa es central ya que su escasa salud le retuvo allí la mayor parte del tiempo, raramente asistió a clase, así que la instrucción fue tutorial, mientras el verdadero mundo exterior le llegaba a través de los relatos populares, sobrecogedores, que le desgranaba Cummie, la niñera. Son años que luego recordó como solitarios y penosos, con noches en vela por accesos de tos y por las sombras de una febril imaginación. La juventud supone un cambio grande. Conoce la escuela y la universidad, donde ejerce de holgazán y rebelde. Su aspecto delata el rechazo que siente por el asfixiante mundo puritano. Cabello largo que se mueve al viento, ropa oscura, inclasificable y aparentemente sucia. Un nuevo mundo es la ciudad vieja, donde conoce a deshollinadores, marinos, truhanes R.L. Stevenson. y prostitutas. Frecuenta estos medios y se crea una fama de terrible y lascivo. (Estos hechos se sacan a relucir en los años treinta y cuarenta, para rebatir la absurda imagen de santo de yeso que había divulgado postumamente su familia.) Si para la sociedad honorable el comportamiento y los ideales de Stevenson resultaban un enigma, una de sus primeras publicaciones es considerada igualmente impertinente, Notas pintorescas sobre Edimburgo (1879). Su ironía muerde, hable de costumbres o bien del clima —que sirve al mismo propósito—, como cuando escribe esto: «Los delicados tienen R.L. STEVENSON R.L. Stevenson y su grupo musical en la goleta «Casco». una muerte temprana y yo, como superviviente entre crudos vientos y pertinaces lluvias, he tenido en ocasiones la tentación de envidiar su destino». Además de su función ambiental, el clima no es una anécdota. La sensación de frío, con lluvias y nieblas marinas que traspasan los huesos, está determinada por la humedad y los vientos desatados, que llegan a Edimburgo directamente del mar del Norte y de Escandinavia. (Aún hoy las casas no destacan por una buena calefacción y el aislamiento.) A pesar de estar delicado de salud, Stevenson no murió pero sí soñó con tierras cálidas, en el Mediterráneo y más lejos. Cuando tenía doce años pasó cinco meses con sus padres en la Costa Azul, en Mentón, y de vuelta visitó las más importantes ciudades italianas. No parece que el viaje dejara en él mucha huella; en todo caso volvería a la Ribiera y a otros lugares de Francia, como joven excursionista o convaleciente, y habría de encontrar a la mujer de su vida. El viaje como vida Completa los estudios de derecho para dar gusto a su familia. A continuación vienen los disgustos: no tie- 14 CLIJ33 ne la más mínima intención de ejercer, pues manifiesta su deseo de dedicarse a algo tan ambiguo y excéntrico como la literatura; además, se declara agnóstico. La aflicción de los padres es comprensible, pero este hijo único es su motivo de amor y comprensión. Su salud empeora. El diagnóstico es tuberculosis latente y el tratamiento, viajar a tierras de clima más benigno que el escocés. La amenazadora enfermedad tiene la virtud de liberarle de la agobiante Edimburgo. Conoce la dicha de instalarse en Londres o viajar a Francia repetidamente, de cuyas experiencias saldrán varios libros atractivos. Un viaje al continente (1878) es un viaje en canoa entre Antwerp y Pontoise. Narra la anécdota de su arresto. «Había siempre algo en el aspecto de Stevenson —escribe Hennessy— que inmediatamente despertaba la hostilidad de aduaneros, agentes de banca, hoteleros y la policía.» Le tomaban por alguien fuera de la ley, y estas confusiones le persiguieron por todo el mundo. Un cochero de Londres comentó que parecía un ahogado que habían sacado del Támesis. Pero, al tiempo, podía tener un porte aristocrático y una expresividad y encanto grandes cuando conversaba y se hallaba entre amigos. En una de sus estancias en Francia conoce a Fanny Osbourne, que está siguiendo un curso de pintura. Es norteamericana, diez años mayor que él y vive con sus hijos separada del marido. El encuentro es feliz y determinante. Estamos en 1877, en cuyo verano visitan juntos Londres. En el verano siguiente Fanny debe volver a América. Stevenson pone fin a un distanciamiento que le mortifica y, al verano siguiente (1879), viaja a Nueva York en un barco de emigrantes, para seguir en ferrocarril hasta Monterrey (California). De esta experiencia, penosísima para su salud, da cuenta en numerosas cartas a sus amigos y en los libros El emigrante aficionado y R.L. Stevenson dictando a Be/le. A través de las llanuras, donde refleja también con sensibilidad la humanidad de los emigrantes, pobres gentes a las que considera sus iguales (en lo que la buena sociedad verá escandalosos elementos anarquistas). La aventura americana no es un juego. Con pocos recursos —sus padres la desconocen—, avanza hacia la extenuación y un destino azaroso, Fanny no está divorciada y su situación es comprometida, por no hablar de la decisión que ha de tomar. Stevenson no puede ser acogido por su amiga, así que parte a caballo a un bosque de los alrededores con la intención de acampar. Cae enfermo y yace dos días exánime e insomne bajo un pino. Un ranchero lo descubre y le asiste en su propiedad durante dos se manas de postración. «Fue una extraña y penosa parte de mi vida —declara Stevenson—, y según todas las reglas podría haber significado mi muerte.» La fortuna no le abandona, si por ello entendemos la hospitalidad y ayuda de nuevos amigos en Monterrey. Pero ésta es una etapa de verdadera prueba: larga soledad en San Francisco, precariedad económica y un ataque de pleuresía, hasta que en mayo de 1880 se casa con Fanny, en quien halla además una devota enfermera y una persona práctica y protectora. Ello tendrá sus inconvenientes (aislamiento y posesión), pero es algo que necesitaba. Su insólita luna de miel en una mina abandonada, —como la gran parte de sus experiencias— da lugar a otro relato, Los colonos del Silverctdo. Reposo, baños de sol y friegas tle aceite son parte del tratamiento de su mujer. La vuelta a Escocia en el verano de 1880, tras la aprobación de los padres, significa el regreso de un hombre de mejor salud y mayor capacidad literaria. Los siete años siguientes en Europa arrojan una larga lista de domicilios en busca de un clima saludable: Alpes suizos, veraneos en Escocia, Costa Azul y finalmente la casa de Bournemouth, en el sur de Inglaterra. En lo que respecta a la literatura, es un período de excelentes páginas. La primera es La isla del tesoro, que le da la popularidad y sobre cuya anécdota de escritura en la primavera de 1981, junto a su hijastro y el resto de su familia, se ha hecho famosa: el entretenimiento de dibujar una isla imaginaria desencadena una historia con un gran sentido dramático, magnífi ca estructura y unos protagonistas de inquietante ambigüedad moral. Nuevas noches árabes y El dinamitero no pueden despertar entusiasmo. Más interesante es la serie de novelas de tema escocés, La flecha negra, Secuestrado y Catriona. La fuerte amistad que traba en 1885 con el novelista norteamericano, a raíz de una polémica sobre si la literatura ha de competir con la vida (James) o si ni la literatura puede competir con la vida (Stevenson), le aporta también un interlocutor magnífico. Se frecuentan a diario durante varios meses en Bournemouth, mientras uno prepara Los bostonianos y el otro El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Esta obra, que fue escrita en tres días y revisada en seis semanas, ha llegado al lenguaje popular, y en su momento conmocionó a toda la sociedad. R.L. STEVENSON Los mares del sur Los siete últimos años de vida los pasa en un viaje por el Pacífico Sur y su asentamiento en Samoa. Nada de ello estaba previsto. Su padre acaba de morir y su salud se deteriora, así que en 1887 parte con su familia y su madre para un sanatorio en Colorado (EE.UU.), cuya estancia le restablece (y lo cierto es que no ha de morir de tuberculosis). Dispone de dinero y de una ilusión casi infantil por conocer las islas del Pacífico. Antes de volver a Inglaterra decide fletar la goleta «Casco» para satisfacer su sueño. Le acompaña con gusto su familia, y durante seis meses recorren las Marquesas, el atolón de coral Fakarava, Tahití y Honolulú. Escucha leyendas que luego recoge en La isla de las voces y trabaja en El señor de Ballantrae, obra que resulta lograda sólo en parte. Su encanto personal le granjea la amistad de reyes de las islas que visita. En Stevenson tenemos al prototipo del viajero, algo difícil de imaginar desde nuestra época de simple turismo. El mundo polinesio es una revelación para el escocés; a la brillantez de la luz, la fuerza de los colores, el perfume del aire y los inmensos horizontes marinos, se suma el descubrimiento de la alegría sincera de los pobladores y la sensación de que el tiempo no existe. Estas impresiones le animan a prolongar su viaje. Se embarca en el «Equator», un barco que comercia con copra, con la intención de progresar hacia el sur. A los diez días de travesía decide pasar el resto de su vida en los mares del sur. La narración de este viaje queda plasmada en Los mares del sur. Atraca en el archipiélago de Samoa (diciembre de 1889) y escoge como residencia Apia, capital de la isla Upolu. Hace construir una casa en las afueras, a la que bautiza como «Vailima» (cinco arroyos, en lengua nativa). Este período es el más documenta- Fanny Osbourne, la esposa de R.L. Stevenson. do y el más polémico. Salvo Henry James, los lejanos —y alejados— amigos tienen la idea que su literatura se deteriora y que su vida se cierra sobre sí mismo. Alguna razón tienen, ya que el egocentrismo de Stevenson se acentúa, según Hennesy, «con la influencia de la megalomanía de Fanny»: detalla en su abultada correspondencia todo cuanto le acontece o siente; se imagina a un paso de la genialidad al escribir la novela inacabada Weir of Herminston, y, en suma, parece que atribuye una desmesurada dimensión a su persona. Si ello es posible, también ocurre que tiene un sincero y abnegado interés por su nuevo mundo. En numerosos artículos y en Pie de página para la historia ofrece un elaborado retrato de la situación 46 CÜJ33 política en Samoa, del abuso occidental, y hace una fraternal defensa de los nativos. Son cuestiones que, como poco, despiertan incomprensión en el Norte. Su intervención no queda en textos, sino que llega a ejercer de mediador entre jefes nativos y a evitar hostilidades. En estos años ya es muy popular en Estados Unidos, lo que no deja de ser un motivo de envidia entre los viejos amigos, además de su pérdida de influencia en él. En junio del año 1894, el escritor interrumpe su trabajo tras la esperada llegada de los muebles de la casa paterna de Edimburgo. Al desembalar las voluminosas 37 cajas, se produce la maravilla de recobrar en los trópicos los recuerdos tangibles de su infancia. Esto coincide con un óptimo momento personal del autor, que da señales de estar en su punto de madurez creadora y a quien la salud le asiste razonablemente. El tres de diciembre de 1894 dicta unos pasajes de Weir of Hemiston a su hijastra Belle. Por la tarde intenta dar una clase de francés al hijo de Belle, entre risas y bromas. Tras recoger una botella de vino en la bodega, ayuda a Fanny a preparar una mayonesa. Vierte con mano firme las gotas del aceite cuando de repente hace un gesto de dolor y pregunta: «¿Tengo un aspecto raro?», mientras cae de rodillas en el porche. La hemorragia cerebral le hace perder el conocimiento y muere poco después, a la edad de cuarenta y cuatro años. Al día siguiente es enterrado en la cima del monte Vea, de origen volcánico, según su deseo. • * Xavier Labórela es profesor de Lingüística de la Universidad de Barcelona. Notas 1. Diccionario enciclopédico, Grijalbo, Barcelona, 1986. 2. Fernando Savater: «La Escocia mágica de Stevenson», El País semanal, 6-2-1983. 3. Javier Marías: «Robert Louis Stevenson entre criminales», Claves, febrero de 1991. 4. James Pope Hennessy: Robert Louis Stevenson, Cassell Publishers (275 pp.), Londres, 1974. BIBLIOTECAS DE AULA Los Benjamines Una colección integrada por 100 e s p l é n d i d o s libros de narrativa infantil. Una biblioteca p a r a crear u n espacio d o n d e el e n c u e n t r o con el libro sea algo mágico, placentero y divertido. Benjamín Información Treinta y cinco libros organizados en tres grandes bloques temáticos: "El mundo animal", "El mundo actual" y "El hombre y las cosas". Dirigidos a alumnos de 8 a 12 años. Mascota Información Veinte títulos, para alumnos de 12 a 14 años, donde encontrar toda la información sobre la naturaleza y sobre la técnica, la ciencia, los descubrimientos y la cultura. Biblioteca Básica Altea Ocho títulos que conforman la primera biblioteca de libros de referencia y de c o n s u l t a . Concebida para alumnos de 10 a 14 años. Biblioteca Visual Un concepto absolutamente innovador del libro de conocim i e n t o s . La i m a g e n como medio de aprendizaje, como vía para ver, descubrir y conocer todos los secretos de la naturaleza y del hombre. Para alumnos de 12 a 16 años. R.L STEVENSON Cronología de Robert Louis Stevenson 1850 Nace en la «oíd town» de Edimburgo Robert Lewis Balfour Stevenson, hijo del ingeniero Thomas Stevenson y de Margaret Balfour Stevenson, una respetable y distinguida familia escocesa. Años después, su padre otorgará ortografía francesa al segundo nombre. 1857 La familia se traslada a una espléndida mansión en el n° 17 de Heriot Row, en Edimburgo. 1873 En una visita a su prima Churchill Babington, conoce a la R.L. Stevenson a la edad de dos años, con su madre. que sería su primer amor, Fanny Sitwell. Para ella escribió algunos de sus poemas, Fanny contraería más tarde matrimonio con el profesor Sidney Colvin, a la postre editor de R.L.S. El número 17 de Heriot Row, en Edimburgo. 18 CLM33 1876 1878 1879 1880 1881 1883 Aquejado de una enfermedad pulmonar, viaja a Francia en busca de un clima más benigno. De ese viaje nacería Travels with a Donkey in the Cévennes (Viajes con una burra a las Cévennes). Nuevo traslado, esta vez a la ciudad francesa de Grez. Allí conoce a la que más tarde sería su esposa, Fanny Ousborne, dama norteamericana diez años mayor que él. R.L.S. publica su primer libro titulado An Inland Voyage (Un viaje al continente). Zarpa en el «Devonia», un barco de emigrantes, rumbo a Estados Unidos, donde Fanny Ousborne tramita su divorcio a fin de poder casarse con R.L.S. De esta travesía nacerá The Story ofa Lie (La historia de una mentira). Se instalan juntos en Monterrey. Diciembre: Fanny obtiene su divorcio. Empeora el estado de salud de R.L.S. 19 de mayo: R.L.S. y Fanny Ousborne contraen matrimonio. Tras una breve estancia en California, retornan a Edimburgo. R.L.S. recae enfermo nuevamente. Se instalan primero en Davos y más tarde en Braemer, ambas en Suiza. Fruto de sus conversaciones con el pequeño Lloyd, hijo del primer matrimonio de Fanny, nacerá Treasure Islancl (La isla del tesoro), que primero se publicaría como serial en el Young Folks Magazine, desde el 1 de octubre de 1881 al 28 de enero de 1882. R.L.S. firmaría dicho serial con el seudónimo de Capitán George North. Se instalan en Hyéres, en la Riviera, donde al poco tiempo sufrirá una hemoptisis. Aparece La isla del tesoro como libro. La última fotografía de R.L. Stevenson. 1884 1886 1887 1888 1890 Se trasladan a Bournemouth, en la costa sur de Inglaterra, donde los padres de R.L.S. le han comprado una casa, a la que él bautiza «Skerryvore». Traba amistad con Henry James. Publica con enorme éxito The Strange Case ofDr. Jekyll and Mr. Hyde (El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde). En agosto, R.L.S. y familia embarcan rumbo a Nueva York. Allí conoce a Mark Twain. Inicia The Master of Bailan trae: a winter's tale (El señor de Ballantrae). 26 de julio: zarpan en la goleta «Casco» rumbo a los añorados mares del sur. Recorre Hiva-ao, Fakarava, Tahití, Papeete, Taravao, Tautira y Honolulú, lugar éste erí el que vive Belle, hermana mayor de Fanny. Escribe Islands Nigths E/itertainments (Pasatiempos para las noches en la isla). 7 de diciembre: llegan a Apia, en la isla de Samoa, donde 19 CLIJ33 1891 1892 1893 1894 compran un terreno y construyen una casa a la que bautizan «Vailima» (El lugar de los cinco ríos). Los nativos le llaman Tusitala (El narrador de cuentos). Regresa a Escocia con el fin de vender «Skerryvore». Convence a su madre para que se instale definitivamente en Samoa con ellos. Apoya la causa del jefe polinesio Mataafa e inicia una campaña en su defensa en la prensa inglesa, donde además revela la situación samoana. Publica algunos poemas y termina Weir of líermiston: an unfinished romance (Weir de Hermiston). En septiembre de 1893 Mataafa accede al poder y manda construir una carretera hasta «Vailima», a la que denominaron «el camino de la gratitud». 3 de diciembre: a las 20 horas de esa tarde R.L.S. muere víctima de una hemorragia cerebral. Fue enterrado en el monte Vaea, mirando al mar, en el lugar que él mismo había elegido. R.L. STEVENSON héroe juvenil mi preven son .•^^«M^tew ':"1 por Emilio Pascual' Entre los distintos héroes que pueblan las novelas de Stevenson brillan con luz propia niños y adolescentes. En todas ellas, si exceptuamos El extraño caso del Di; Jekyll y Mr* Hyde, el papel de protagonista recae siempre en un niño, adolescente o joven. El articulista analiza los rasgos característicos de dichos héroes juveniles, entre los que sobresale el hecho de que todos ellos sean huérfanos. WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CQ, LONDRES, 1989. a fama del nombre de Flint no se ha acrecentado por pertene• cer a un superagente paródico, ni siquiera por ser el de un policía, posiblemente de la promoción del inspector Clousseau, tan desorientado como tenaz perseguidor de Henry Wilt. Su celebridad ya estaba fraguada desde que un loro parlanchín chillaba: Pieces of eight! Pieces of eight!1 El loro llevaba el nombre de Capitán Flint, en memoria del capitán de bucaneros que había enterrado un fabuloso tesoro en una isla de pocos conocida. La vida de Stevenson fue tan enfermiza como pintoresca. Parecía un hombre destinado a habitar en los estrechos límites del lecho, pero no dejó de viajar. Recorrió las Cévennes en burra y no desdeñó cruzar las ásperas llanuras californianas: unos cuantos libros de viajes lo atestiguan.2 Y así, mientras Verne hacía viajar a sus lectores por lugares que sólo conocía en el mapa o perdidos entre los surcos de la letra impresa, Stevenson hacía realidad aquel curioso poema infantil («My Bed is a Boat») de El jardín de los versos de un niño, que podría resumirse en el primer verso: «Mi cama es como un barquito». «Hablando en general, pues —concluye Chesterton—, su biografía estaría formada de viajes hacia aquí y hacia allí, con un burro en las Cévennes, con un baronet en los canales franceses; sobre un trineo en Suiza, o en un sillón de ruedas en Bournemouth. Pero todos estaban, de un modo u otro, relacionados con el problema de su salud, tanto como con la excitación de su curiosidad». 3 Viajar. Viajó e hizo viajar a sus héroes. Sus héroes más memorables fueron a la vez ni- ños y viajeros, como si viaje y desvalimiento fueran condiciones inseparables para llegar, ¿adonde? ¿A la madurez? ¿A una isla lejana? ¿O tal vez a la muerte? Niños y adolescentes, protagonistas Entre los héroes de Stevenson figuran niños o adolescentes, piratas, bribones, asesinos, agonistas —o, si se prefiere, protagonistas secundarios— tan excelentes como los de John Ford, y alguna mujer. Salvo, tal vez, El ex- traño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, las grandes novelas de Stevenson han tenido un niño/adolescente o un jovencito por protagonista. Además de La Isla del tesoro, referencia inevitable, hay que recordar Secuestrado (Las aventuras de David Balfour) y su continuación, Catriona. No veo por qué habría que dejar de mencionar La flecha negra, una novela considerada mediocre por los críticos, seguramente con objetividad, es decir, con esa dudosa objetividad con que puede opinarse en materia literaria. De mí sé decir que hace treinta años esta novela 20. 2^ CLIJ33 CLIJ33 me sometió a todos los tortuosos placeres de la lectura, y que cualquier relectura que me la hiciere naufragar la consideraré lastrada de algún tardío prejuicio, o quizá peor, de una desgracia irreversible: la de quien ha perdido la niñez. Tampoco hay que olvidar las correrías del príncipe Florián de Bohemia, un joven arriscado y justiciero que puede figurar con todos los honores en este catálogo de urgencia. Encontrará el lector sus huellas en los primeros cuentos de Las nuevas mil y una noches. En La Isla del tesoro, protagonista R.L STEVENSON y narrador son la misma persona. Bien es verdad que Jim Hawkins, cuando narra, ya ha dejado de ser un niño y, olvidadas las redondeces e inocencia de la niñez, puede mirar las cosas con cierto distanciamiento, si no escepticismo. Pero Jim Hawkins es respetuoso hasta cuando narra, y ese respeto por el lector le impide olvidar las reglas del juego. De ese modo, intenta contar desde la perspectiva del desconocimiento, aunque no se niegue a adornar un poco el relato con la elegancia que da la sabiduría de la edad. Pero Jim Hawkins intenta reflejar el punto de vista y el estado de ánimo del momento histórico en que se desarrolla la peripecia, y no escatima incertidumbres, miedos, sobresaltos, que, a la vez que hacen creíble la historia, la envuelven en la saludable levitación del suspense. Jim Hawkins era huérfano. David Balfour también. Huérfano era el Richard Shelton de La flecha negra, y huérfana, Joanna Sedley, que al principio sólo parecía un muchacho desvalido llamado Jack y luego fue el amor de Dick. Catriona no era huérfana, pero tenía a su padre en la cárcel, que es otra forma de orfandad. Harry Hartley queda «huérfano y casi en la miseria» ya en las primeras líneas de «El diamante del Raja» {Las nuevas mil y una noches), y cabe albergar agrias sospechas sobre el estado del príncipe Florián, a juzgar por esa estancia disonante en Londres y esos accesos de humor negro que le impulsaban a someterse al azar aventurero de las expediciones nocturnas. Huérfana «desde su más tierna infancia y desgraciada toda su vida» era la Blanca de Malétroit de «La puerta del Señor de Malétroit» {ibídem), y huérfano su inesperado marido Denis de Beaulieu, que se atreve a decir con acento bíblico: «La vida no es más que un vapor que se desvanece no bien se ha formado». Huérfanos. 7odos huérfanos se titulaba una de las piezas que representaba el dispar ma- WAL PAGET, THEASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, trimonio Berthelini de «La guitarra providencial» {ibídem). Sé que la orfandad es un concepto negativo, y que sólo hay huérfanos porque los otros tienen padre. (Quizá la í/esgracia no sea también más que 22 CLIJ33 una perturbación, un quebranto del estado de gracia, aunque sería razonable discutir si el estado natural es el de gracia, o el de desgracia.) La orfandad en Stevenson es un ámbito, una atmósfera en la que el personaje se ve envuelto de un modo tan condicionador, que es casi la causa de una vida aventurera, en la que a veces las aventuras no son más que la descripción sinuosa de una lucha por la vida, una defensa, entre inocente y desesperada, por sobrevivir en un medio adverso. Jim Hawkins contempla la apoplejía fulminante de Billy Jones cuando aún está fresca la muerte de su padre. Ese doble silencio, más un equívoco ataque y un mapa misterioso, ponen a Jim al borde de un camino de regreso incierto, pero de consecuencias previsibles: las del crecimiento. La orfandad de David Balfour provoca los recelos de un tío usurpador de herencias, los primeros peligros de muerte todavía confusamente advertidos, y luego el rapto ladinamente preparado: es el principio de las aventuras que curiosamente le devolverán hecho un hombre y en cierto modo un vengador. El ciclo se cerrará cuando, restaurado en su herencia como un monarca en su trono, acabe el proceso de madurez (o de acomodación) casándose con Catriona, el personaje femenino de la continuación de Secuestrado. Dick Shelton comienza su vida de proscrito y rebelde y aventurero cuando, de un modo entre fortuito y preparado, toma conciencia de una orfandad dispuesta menos por la voluntad de Dios que por las estratagemas de los hombres, y cuando, como un caballero andante, toma a su cargo la defensa de la orfandad de su dama. La Guerra de las Dos Rosas conducirá la narración por variables vericuetos, hasta que llega el momento de hacer justicia «por la muerte de mi padre y los manejos sobre mi tutoría». La boda con Joanna es una vez más el símbolo del «paso»: siquiera de momento, estarán al abrigo «del polvo y de la sangre de aquella época turbulenta». Sospecho que desde este nuevo status sería menos probable embarcarse en nuevas aventuras. Y es que un huérfano es como un célibe: WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1987. siempre está desatado, listo para la aventura. Un huérfano, si encima es un adolescente, casi un niño, es el personaje ideal para una novela de formación. 23 CLIJ33 Héroes juveniles huérfanos El héroe juvenil de Stevenson es, pues, un ser esencialmente huérfano, esto es, un ser disponible, vacío, pres- R.L STEVENSON to a ser llenado de cualquier cosa. Esa orfandad, suma de abandono y desamparo, le hace un ser frágil y pasivo... al principio. De pronto, vemos que el huérfano desvalido toma, primero por azar y luego por voluntad, las riendas del destino. Y así, de improviso, Jim Hawkins ya adelanta en el capítulo 12 que «por una extraña concatenación de circunstancias, sería yo precisamente quien tendría en las manos la salvación de todos». Y, WAL PAGET. TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989, 24 CLIJ33 en efecto, Jim encuentra a Ben Gunn, y dispara contra Israel Hande, y suelta un discurso impensable en las barbas de John Silver y toda su camarilla. David Balfour, que al comprender su verdadera situación ha lanzado «un grito desgarrador» de socorro, se encontrará inesperadamente con «una brazada de pistolas» inmerso en desigual refriega. Al final de la batalla será otro, tan otro, que en un momento determinado no dudará en desafiar al propio Alan Breck. En cuanto a Dick Shelton, su desvalimiento es sobre todo mental: hasta que no tome conciencia, como Hamlet, de que su orfandad procede no de la muerte, sino de un asesinato, su valor no dejará de estar difuminado en la bruma de la obediencia debida a su tutor y señor. Cuando se le abran los ojos, se acabarán los respetos y sabrá estar siempre en primera fila. Héroes-niños. ¡Estos son enfants terribles y no los de Cocteau! Para ponderar la ternura y ferocidad de Stas, otro héroe-niño —esta vez de Sienkiewicz—, Fernando Savater dice que «tiene algo de esos implacables y dulces adolescentes-demonios de Stevenson, como Jim Hawkins, David Balfour o el joven héroe de La flecha negra», Pero los héroes stevensonianos, precisamente por su orfandad, tienen siempre a su lado otro héroe, a veces favorable, en ocasiones antagonista. Quizá por una cuestión de simetría, ocupan el puesto del padre que el huérfano no tuvo. Son ciertamente caracteres no poco enrevesados y no siempre fáciles de encajar. En Secuestrado es relativamente sencillo clasificarlos: el tío Ebenezer, avaro, insidioso y mezquino, desaparece enseguida para dejar paso al noble y abnegado Alan Breck. La colocación de ambos entre las ovejas o los cabritos no admite vacilación. Pero en La isla del tesoro el asunto no es tan evidente. John Silver es a la vez héroe y criminal; le falta una pierna, pero ante Jim aparece como un esforzado gigante; capaz de la risa más franca y del más retorcido disimulo, puede ser tan cruel como generoso y traicionar lo mismo que salvar. Su ambigua situación en la novela es tal, que al final hasta Stevenson contraviene las leyes del género y, en vez de hacerlo morir, lo deja escapar, y ni siquiera con las manos vacías, sino con unos cuantos sacos de oro. Esta oscilación entre la admiración espontánea y el rechazo obligado se refleja en el relato: con una precaución digna de un WAL PAGET, TREASÜRE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989. consumado maestro, el Jim adulto —que es quien escribe— deja caer medias palabras que permitan vislumbra)' la doble personalidad del bucanero. «Era muy alto dice en el capítulo 8— y daba impresión de gran fortaleza... y, a pesar de su palidez y cierta fealdad, desprendía un extraño aire agradable... Pero tenía demasiadas pieles y era harto astuto y taimado para mí: yo hubiera salido fiador de la inocencia de John Silver ' 'el Largo".» Menos complicada es la posición del proscrito Ellis Duckworth en La flecha negra. Aunque es también un «fuera de la ley», cumple su papel, no tanto como punto de referencia o modelo de identificación, cuanto como ángel guardián de Dick: de hecho, cuando la última flecha negra ha derribado a su perenne enemigo, discretamente desaparece con una concisa frase: «Id donde la suerte os llame y no volváis a acordaros de Ellis» (Y, 7). Y es que Dick, más domesticado que David Balfour, también estaba a punto de dejar escapar a sir Daniel; sólo que sir Daniel no es John Silver, y Stevenson no se lo permitió. Tampoco habría que olvidar otros héroes tenebrosos., como el juez de la horca de Weir de Hermiston, o el propio señor de Ballantrae, espejos oscuros donde uno se mira titubeando entre la admiración y la repulsa, Hay todavía otro personaje —el Francis Scrymgeour del capítulo III de «El diamante del Raja»— que, huérfano de madre desde muy niño, sale en busca de un padre cuando descubre que el suyo no es el verdadero. Pero estamos en Las nuevas mil y una noches, y el tono es más distendido, de comedia policíaca. Primero cree hallar a su padre en «un peligroso y violento aventurero» —un curioso ex dictador del Paraguay—, y añora al «viejo y cariñoso» señor Scrymgeour; la realidad es más prosaica aún: es hijo bastardo del hermano del dictador y de una vendedora de pescado, lo que no le impedirá hacer una boda saludable. R.L STEVENSON Galería de personajes secundarios No quisiera terminar sin hacer una breve alusión a esa galería de personajes secundarios que, más o menos oscuramente, acompañan y orquestan la peregrinación aventurera. A bordo de la Hispaniola apenas si alguno tiene desperdicio. (Chesterton conjetura que el dictador del Paraguay podría haber llegado allí en la Hispaniola.) Como en Conrad, hay una gran variedad de capitanes de barco, fieles o traidores, transparentes o mendaces; y algunos, como los de Los traficantes de naufragios, deberían estar aquí. Los narradores pueden ser brillantes y concienzudos, cuando coinciden con el héroe {Secuestrado, La isla del tesoro), pero también mediocres y desolados como el Mackellar de El señor de Ballantrae. En torno al príncipe Florián de Bohemia —una presencia que, según Chesterton, está «hecha de la materia de que están hechos los sueños» (como el halcón maltes)—, bulle un buen número de figurantes, y él mismo es un homenaje a la novela detectivesca de Gaboriau (véase «El diamante del Raja», II). Personajes humorísticos, algunos inolvidables por argucias específicas, como los impagables latines del abogado Rankeillor de Secuestrado, latines que hereda no con tanta exuberancia el lord Advócate de Catriona. Y, en fin, por decirlo con palabras de Tadié, «de esta pequeña comedia de la aventura humana emergen, pues, en un cara a cara turbio y cómplice, los monstruos y los niños, con lo que resta de bondad en el hombre más malvado, y de crueldad en el más inocente» (ibídem, p. 126). En esta pequeña comedia aventurera el huérfano viaja, y regresa menos huérfano de lo que fue; más experimentado también, aunque menos inocente. Si todo volver es morir un poco —como partir, que todo es uno—, tampoco el héroe de Stevenson se verá libre de pagar semejante tributo. Héroe juvenil. Viajar. ¿Viajar adonde? Hay un bellísimo soneto de Borges dedicado curiosamente a Pew, el bucanero ciego que muere atropellado por un caballo en el capítulo 5 de La isla del tesoro. El ciego Pew. «sabía que en remotas playas de oro era suyo un recóndito tesoro, y esto aliviaba su contraria suerte». Pero (y ahora Borges dirige el último terceto ¿al lector?, ¿al héroe?, ¿al WAL PAGET, TREASURE ISLAND, CASSELL AND CO., LONDRES, 1989. 26 CLU33 viajero?, ¿al hombre, tan desvalido como un niño, que viaja en esa machadiana nave que nunca ha de tornar?): «A ti también, en otras playas de oro, te aguarda incorruptible tu tesoro: la vasta y vaga y necesaria muerte.» Es privilegio de la novela de aventuras terminar bien. También Stevenson suele otorgar ese privilegio a las suyas. Lo que no le impidió estampar en El Señor de Ballantrae, como en una lápida: «Sólo la muerte gana».B * Emilio Pascual es licenciado en Filología y editor. Notas 1. No deja de ser curioso que la «pieza de ocho» fuera una moneda de plata española de ocho reales. Al fin y al cabo, el Capitán Flint aprendió a garrir «su abrumador estribillo» (cap. 27) «en Portobello, cuando el rescate de los famosos galeones de plata» (cap. 10). 2. Recuérdese su Viaje al continente, Viajes con una burra a las Cévennes, A través de las llanuras, y otras obras que, sin ser estrictamente libros de viajes, combinan hábilmente viaje y peripecia, como Historia de una mentira, o Los colonos de Silverado: bocetos de las montañas de California. 3. G.K. Chesterton: Robert Louis Stevenson, cap. I. 4. Podría hacerse aún una observación maliciosa —aunque no del todo exacta— desde el punto de vista de la economía novelística: la ausencia de mujeres. Tadié no ha tenido empacho en afirmar: «¿No hay, más allá de esta coincidencia con el público juvenil, otros motivos para la utilización de un protagonista-niño? Un niño evita la presencia, y por tanto la invención, de muchachas; tampoco trabaja: de este modo tiene la doble irresponsabilidad del aventurero, respecto a las mujeres y al resto del mundo, que sólo se transforma por el amor y el trabajo. Jim y David viven como «capitanes de 15 años» esos «dos años de vacaciones», que conocen también los aventureros adolescentes de Jules Verne. Pero, en este último, los adultos representan los valores de la invención, de la industria: bajo la aventura, se descubre al ingeniero» (Jean-Yves Tadié: Le román d'aventures, París: 1982, p. 121). El propio Tadié cita poco después a Henry James: «La mayoría de sus libros no tienen mujeres, y no son precisamente las mujeres a quienes más les gustan. Pero podríamos decir que Stevenson no necesita faldas para inflamarse» (p. 125). Lo cierto es que Stevenson, al menos refiriéndose a La isla del tesoro, afirmó taxativamente en una de sus cartas: «Nada de mujeres en la historia». Sapo y Sepo... el Superzorro... ... el pequeño Vampiro o ... son algunos e cómo crear Matilda... : • Í ¡ )los de lector. Hay otros muchos: Osito. Nicolás, Elvis, Konrad, Cipi. Otto... personajes capaces de convertir la lectura en una actividad habitual y divertida. Personajes concebidos por los mejores autores de la literatura infantil internacional. Y lodos ellos en el Plan Lector Alfaguara. Una selección de los mejores libros para aficionarse a leer y una propuesta de animación lectora. 0- Santillana ALE R.L. STEVENSON Stevenson: espectros en su camino por Juan Tébar* No todas las historias narradas por Stevenson fueron crónicas de aventuras. En el conjunto de su producción literaria, también merecen un lugar de privilegio sus libros de terror e intriga. Juan Tébar analiza en este trabajo esa otra cara literaria de Stevenson, y señala algunos de los rasgos que la singularizan como la reivindicación del sueño, el fantasma del doble y la oposición entre el bien y el mal. El Doble «... mi propia imagen, cubierta de sangre y pálido el rostro, vino a mi encuentro tambaleándose.» Edgar Alian Poe (William Wilson) S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981. 1 uando uno se enfrenta a V^ su doble, el final de la ^ ^ • ^ ^ contienda sólo puede ser la autodestrucción. Sobre este relato de Poe, su traductor, Cortázar, anota algunas referencias a otros «dobles» célebres de la literatura: no olvida el doppelganger de Hoffmann. Subraya que el tema fue tratado por Calderón, el cual inspiró a Shelley y a Byron. Posteriormente circularon dobles ilustres, en las páginas de Osear Wilde (Su Dorian Gray podría ser heredero del Wilson de Poe), y desde luego el Jekyll de Stevenson, que había sido escrito después 28 CLIJ33 del relato de Poe, y cinco años antes que la novela de Wilde. Pudo, desde luego, influir también Jekyll en Dorian Gray. Lo que resulta curioso es que no recibiera Stevenson influencia de William Wilson —anterior a Jekyll nada menos que cuarenta y cinco años— y si la recibió, que no citase S.G. HULME, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL V MR. HYDE, ANAYA, MADRID, dicho relato en su artículo «Las obras de Edgar Alian Poe». Un hombre que había escrito, o escribiría luego, El extraño caso..., y cuya preocupación por el conflicto dual del ser humano aparece en más lugares de su obra, debiera haberse interesado por William Wüson. Aunque fuese para discutirlo. Como hace, frecuentemente, con otros relatos de Poe, a quien reprocha «trampas, añagazas, asechanzas y peligros» para el lector. El fantasma del doble perseguiría a la descendencia de Stevenson. En las últimas páginas del segundo volumen de su autobiografía, nos cuenta Graham Green (cuya madre era prima del autor de Jekyll): «Cuando compré los Collected Poems de Edward Thomas, un poema titulado El otro me obsesionó, aunque no sé por qué. No era uno de los mejores poemas de Thomas. Hablaba de un viajero que a lo largo del camino, en tal o cual posada, tropezaba sin cesar con las huellas de alguien exactamente igual a él que le había precedido en su misma ruta... Casi un cuarto de siglo después de leer ese poema, yo mismo me vi tras las huellas del otro. Y desde entonces, pocos años han pasado sin señales de su paso: cartas de desconocidos que me recuerdan asistiendo a unas bodas en las que nunca estuve... titulares de periódicos que me sentencia a reclusio- nes que nunca supe... noticias de chantajes que nunca he sufrido... fotografías del "famoso novelista Graham Greene y señora..." en diferentes lugares y ocasiones, con diferentes aspectos y esposas que nunca tuve...» Todo lo dicho nos recuerda inevitablemente a Jorge Luis Borges, quien en varios cuentos y en distintos poemas ha relatado parecida experiencia. Los espejos —de los que habremos, también inevitablemente, de hablar— y su adoración personal por R.L. Stevenson le hacen doblemente merecedor de ser citado. Además Borges termina así uno de sus poemas, después de habernos hablado mucho de espejos, de otros, de sombras y de sueños: «... Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy.» El argentino cree, pues, cercana la solución. La del conflicto de su identidad. Porque en los casos de Green y de Borges, la duplicidad, la confusión, es la del propio autor. El problema se refiere concretísimamente a ellos mismos. No es el caso de Stevenson, o al menos no lo expresó tan impúdicamente. Él prefirió adjudicárselo a ciertos personajes. Y no sólo al doctor Jekyll. Markheim, el protagonista de un breve relato de Stevenson, se encuen- 29 CLIJ33 tra con el Mal —quizás el diablo, o todo lo contrario, quizá la conciencia («la torva conciencia, un espectro en mi camino», según Chamberlayne)— y lo describe como «la proyección de él mismo». Es quizás en El señor de Bailan trae donde más intensamente se muestra esta preocupación de Stevenson por la fusión de los contrarios o los dos aspectos de uno mismo. Y quizás es doblemente interesante verlo en esta novela, donde, tres años después de Jekyll y Hyde, nuestro autor vuelve a la misma obsesión con un tratamiento no menos misterioso, quizá más ambiguo, dentro de un relato en apariencia nada enigmático, en la línea de sus otras producciones aventureras. Si El extraño caso del doctor Jekyll... pudo nacer de un sueño, El señor de Ballantrae se comenzó a escribir una noche helada de invierno... bajo la impresión de una fúnebre historia que le había narrado un pariente. Vivía entonces Stevenson en Norteamérica, y sin duda le rondaban fantasmas morriñosos de húmedos recuerdos escoceses. La novela se publicaría dos años después, quizá con ello el autor pensaba que había exorcizado sus espectros. En los dos hermanos de esta historia se esconde la doble cara del destino, los dos lados de esa moneda con R.L STEVENSON que James Durrisdeer se juega siempre todo... Pero ¿quién de ambos es la «cara», quién es la «cruz»? (Eso siempre que continuemos creyendo lo que Jekyll nos contaba: que hay un lado bueno y un lado malo.) Esta novela es más rica y ambigua que el otro famoso relato, porque nunca sabremos qué Ballantrae era Jekyll y cuál era Hyde. O preferimos no saberlo. Aquí el maniqueísmo desaparece en la perplejidad, y las eternas preguntas seguirán golpeando nuestra asustadora conciencia. Reivindicación del sueño «Los sueños siempre tienen gran importancia para mí cuando escribo... ... A veces es tal la identificación con un personaje que el autor sueña los sueños de él, y no los propios ... Supongo que todos los autores habrán recibido la misma ayuda desde el inconsciente.» Graham Greene. No sé si todos los autores, como dice Greene, pero parece que al menos su antepasado Lewis Balfour (verdadero nombre de R.L. Stevenson) sí recibió esa ayuda. Se ha contado, en algunas glosas al célebre Doctor Jekyll que R.L.S. tuvo un sueño aterrador del que hubo de sacarle Fanny Osbourne, su esposa, alarmada por los gritos de Stevenson. El sueño se cortó en el momento en que Hyde aparece por primera vez en el espejo ante la vista del doctor, tan espantado como su creador que le soñaba. Dictado febrilmente por el inconsciente, el escritor dedicó mucho menos tiempo a este relato del que habitualmente empleaba para la minuciosa redacción de sus obras. Walpole fue también impulsado quietud de cierto edificio siniestro, en cuyo interior hay horrores inconfesables que callan los espejos. Cierto edificio siniestro Descubrió Henry Jekyll en sus investigaciones que el hombre no es uno, sino dos. Quizá lo S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981 había descubierto por una pesadilla para escribir El cas- antes el escritor que soñó a Jekyll. El tillo de Otranto, una de las novelas autor, en la «otra vida» de sus instinclaves de la narración «gótica» que tos. El personaje, en la «otra vida» liinauguraría la tradición anglosajona berada dentro del siniestro edificio que usaba como laboratorio secreto. de la novela terrorífica. Chesterton y más tarde Lovecraft El sueño es: nos han acostumbrado a desconfiar de la apariencia, de la cara de algu«... la inevitable sumersión que noche tras noche cumple osadamente el hombre desnos edificios. El que «proyectaba el nudo, solo y desarmado, en un océano doncaballete de su tejado sobre la calle... de todo cambia, los colores y las densidados puertas más allá de la esquina... des, hasta el ritmo del aliento, y donde nos con dos pisos, sin que se vieran en él encontramos con los muertos.» ventanas ni otra cosa que una puerLo dice el emperador Adriano, y ta... en todos los detalles se notaba la Marguerite Yourcenar nos ha transmi- señal de un largo y sórdido abandotido esa reflexión en una novela ex- no...», el edificio de doble cara frente a cuya fachada posterior pasaron una celente. Sumerjámonos pronto en el sueño noche mister Utterson y mister Ende Stevenson, que nos lleva ante la in- field... es sin duda un perfecto ejemplo, paradigma, del «cuarto de Barba Azul». ¿Qué misterio terrible se esconderá tras esa puerta? Hyde es la respuesta. Si damos la vuelta, cuando descubramos que aquello es la espalda de otra casa, la respetable mansión de un célebre médico, veremos que también hay una ventana. Tras las puertas se oculta el misterio. Quizá se teme. Puede casi adivinarse si aplicamos el oído y oímos un llanto (porque los monstruos lloran). En la ventana se ve el terror. Asomado a ella, el hombre generalmente tranquilo, de pronto trueca su sonrisa en una expresión de miedo abyecto y desesperación. Pero no entendemos por qué. No lo comprenS.G, HULME 3EAMAN, 30 CLIJ33 deremos sin entrar. Es preciso que la puerta se derribe, a hachazos, y dentro del edificio siniestro descubramos el misterio. Hyde, el otro. Pero mientras paseamos por la calle, mientras sólo vemos la piel del escalofrío, podemos dormir apaS.G rentemente tranquilos, aunque a veces el pavor o el mal sean vomitados desde el corazón del edificio. Mejor, mucho mejor para la conciencia no conocer lo que hay dentro, no saber por qué lo hay. Sentiremos inquietudes, quizás a veces tengamos pesadillas. «... el cuento de Mr. Enfield pasaba ante sus ojos como una sucesión de cuadros iluminados: veía el vasto panorama de luces de una ciudad en la noche, la figura de un hombre que marchaba de prisa, la de una niña que salía corriendo... y las dos se encontraban, y aquel Juggernaut en figura de hombre pisoteaba a la niña caída y proseguía su marcha...» Hyde es el monstruo. Aquel rodillo humano, carro mitológico que pasa por encima de lo que encuentra, es un hombre que camina de un modo tan peculiar que varios creadores cinematográficos han intentado reproducir su danza infernal (Renoir quizá lo consiguió mejor que nadie). Alguien difícil de describir, pero cuya mera visión produce malestar: Mr. Hyde, cuyo secreto sigue indescifrado en las pesadillas del bienpensante Utterson, y que se pierde en la noche iluminada por las farolas de gas. Una escena que se ha convertido en clásica para los anales del Terror. —Respecto a los faroles de gas, permítaseme un inciso: Stevenson escribió una encantadora Defensa de las lámparas de gas, como Dickens, cuando se firmaba «Boz», escribió un Elogio de las aldabas. Tan difícil sería los pecados, de las locuras realizadas... ¡algo así como una conciencia de bolsillo, vamos!». No es, por ello, un espejo el regalo más indicado para una dama. También en Mark heim se dice que los espejos son ejércitos de espías, que vigilan al perHULME BEAMAN. EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR HYDE, ANAYA. MADRID, 1981 verso con sus propios ojos. La miraimaginar el relato del Doctor Jekyll da y el objeto que se mira son el missin las farolas iluminando los satáni- mo. Buena reflexión sobre toda la cos paseos de Hyde, como el Cuento historia del doctor Jekyll. de Navidad sin el llamador de la casa Una última observación sobre este de Scrooge. relato concreto, cuestión que consideY aprovechando el inciso, podría- ro inevitable en mi pensamiento permos referirnos a otros objetos, tan sonal sobre su «mensaje» —y preciaparentemente inanimados como los samente a causa de él, pues sería faroles o las aldabas: los espejos. Ellos deshonesto ignorar que lo tiene, un lo saben todo, y en el relato de la do- mensaje obviamente puritano, de moble personalidad del «honesto» doc- ral maniquea, para lectores tan bien tor Jekyll, es sin duda el espejo de su pensantes como Utterson, o el doctor salón oculto el mejor y más sabio tes- Lanyon—, es la siguiente: tigo del drama. Cada vez que he leído El extraño Ya en Markheim —otro relato si- caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde me niestro de Robert Louis Stevenson, he afianzado en la sensación de que que hemos citado y volveremos a ci- la historia es mejor que el texto, que tar— se dice del espejo que es un su verdadero atractivo está al otro «maldito recordatorio de la edad, de lado de su moral, en el más allá del espejo, porque el drama lo cuentan Utterson, Enfield, Lanyon, y un Jekyll arrepentido, y al cuento antecede una dedicatoria en la que se aconseja «no desatar las vendas que Dios pretende atadas»... Algo así ocurre en la novela de Mary Shelley sobre otro doctor ilustre: Victor Frankestein. Es perfil común a todas las historias sobre lo que una sociedad represiva llama El Bien y el Mal. El autor previene sobre su propia historia, o la finge. Pero Mr. Hyde se ríe desde el lugar donde las farolas dan una luz invertida. Un Stevenson más osado le hubiese dejado vivo a este lado del espejo. Aunque quizá ya lo hizo en el interior S.G HULME BEAMAN 31 CLIJ33 R.L. STEVENSON de su propio yo, donde habitan, igual de sobrevivientes, el hipócrita Jekyll y el desenfrenado Hyde... El cine, y tantas otras inmersiones artísticas en este asunto, se encargarían de confundir cada vez más a los dos hermanos. Y de enriquecer el drama. Del tesoro ai terror No todas las historias de Robert Louis Stevenson fueron luminosas crónicas de acción. Y El extraño caso del doctor Jekyll... no fue la única en que su pluma viajó del tesoro al terror. Seleccionando de sus colecciones de relatos breves, una Antología editada en España con nombre terrorífico,1 incluía —además del inevitable Doctor Jekyll— «El club de los suicidas» (extraído de Las nuevas noches árabes), «Markheim», «Los hombres alegres», «Olalla», «Juana la cuellituerta» y «Guillermín el del molino», pertenecientes a la serie The Merry Men and other tales and fables, que se editó originalmente en 1887, un año después que Jekyll y Hyde. En la citada publicación faltaban cuentos misteriosos, asustantes, terroríficos, tan célebres como «El diablo de la botella», de 1892, «El ladrón de cadáveres», de 1895, y «La mujer solitaria», publicado después de la muerte del autor sobre el que Stevenson manifestó poco antes de su muerte el deseo de que se incluyera en las ediciones de The strange case of Dr. Jekyll, deseo que ha sido respetado pocas veces. «La historia de Tod Lapraik» es una narración escocesa folklórica que se incluye en Catriona, capítulo XV de esta segunda novela de las aventuras de David Balfour. Lo cuenta Andie Dale, el líder de los secuestradores del protagonista. La moneda de plata final es una variante de las balas de plata que acaban con los licántropos. Acerca de Markheim debemos subrayar puntos que enlazan con temas principales del Doctor Jekyll: El Mal, S.G. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR HYDE, ANAYA, MADRID, 1981 que en este relato quizá no es tan malo —«su rostro se iluminó y dulcificó como en una expresión de triunfo... pero Markheim no se detuvo a contemplar o comprender aquella transformación»— y a quien le interesa más el pecador que el pecado («El Mal no reside en la acción, sino en el carácter»). Markheim es —como Stevenson y Jekyll sabían de todos los hombres— un compuesto de Mal y Bien. Pero, al revés que en la historia del doctor, este personaje se esfuerza por abandonar el lado malo y empezar desde cero (aunque deje atrás un cadáver reciente) en el camino del Bien. Como si mister Hyde hubiese descubierto una fórmula para volverse Jekyll. Olalla es un relato muy hermoso, una incursión ejemplar de Stevenson en el género romántico-misterioso (fundamentalmente se trata, y esto no es muy frecuente en él, de una historia de amor), y algunos matices de su «filosofía» nos hacen reflexionar sobre la moral de Stevenson, asunto decisivo en el conflicto Jekyll-Hyde. Comparando las maldades de mis- 32 CLIJ33 ter Hyde con los ramalazos perversos más significativos de la degenerada familia española a que pertenece Olalla, observamos que Stevenson elige las acciones sádicas: el hermano de la bella castellana maltrata a la ardilla como mister Hyde se complace en pisotear a la niña. ¿Hay tras esa violencia exterior mayores profundidades que Freud descubriría sexuales? Que el Mal por antonomasia se concrete en la tortura es, desde luego, más comprensible y acertado que las supuestas orgías que Wilde sugiere en Donan Gray. Sin embargo, tanto en un extremo como en otro, advertimos una vez más el puritanismo quizás inevitable de una época. Concretar el Mal, de cualquier forma, no es fácil. Y ahí esta, sin duda, nuestro disgusto ante la simplicidad: el Mal ha de ser complejo y ha de parecerlo en cualquiera de sus representaciones. No basta el crimen ni es suficiente la bacanal. Para mejor riqueza expresiva, el lector ha de poner el resto, qué vamos a hacerle. Olalla, relato menos rico que Jekyll es —sin embargo— de más fácil co- CZJ S.H. HULME BEAMAN, EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, ANAYA, MADRID, 1981 municación. Stevenson pretendió contarnos el segundo con la distancia de un documento (el sistema de las cartas, que utilizaría excelentemente Bram Stoker en Drácula once años después). Olalla está narrado al estilo apasionado de los locos amores que inspiraron parecidas historias a Du- mas, a Poe, a Gautier. Y si continuamos con las comparaciones histórico-literarias, determinados lectores, al oír los anónimos gritos femeninos en la noche del castillo, recordarán los que cuarenta años antes aterraron a Jane Eyre en la casa de Rochester. De moral hablábamos si la comparación era con Jekyll: En Olalla se dice que «llegó el placer entre vergüenza y sangre». ¿Es que siempre al gozo sensual ha de acompañar la sensación de culpa? En otra parte del centro se habla sobre el alma y el cuerpo. El enamorado asegura que ambas cosas son lo mismo, le conviene así para sublimar su deseo. Y llega a decir: «... donde el cuerpo se acerca, el alma se junta; y juntos los cuerpos, las almas se juntan al mandato de Dios, y ' 'lo más bajo de nosotros" (el subrayado no es de Stevenson) (si es que tenemos derecho a juzgar) no es más que él fundamento y raíz de lo más alto.» S-G. HULME BEAMAN. ¿Ha de referirse necesariamente a «lo más bajo de nosotros» el deseo carnal? Evidentemente mister Hyde, como antes citábamos, no es sólo el terror, sino el sexo. Menos mal que Stevenson, no queriendo identificarse por completo con el puritano —o insincero, la misma cosa en fin— personaje, pone entre paréntesis una respetuosa duda: «Si es que tenemos derecho a juzgar». Stevenson, por suerte, no se adjudicó el papel de juez, y sí el de poeta. Con un tema fundamental, no siempre tan conflictivo como vemos en estos relatos pavorosos: la vida. Y tras ella, en las ocasiones aquí comentadas, los espectros. Jirones fantasmales de otra vida, que prestan exquisito escalofrío al arte y a la existencia. • * Juan Tobar es escritor y crítico literario. Notas 1. R.L. Stevenson: Novelas de pavor y misterio. En la desaparecida colección Crisol de Editorial Aguilar. Traducción de Amando Lázaro Ros. R.LSTEVENSON De vuelta del mar y otros poemas* por Javier Marías* un total de seis libros. A continuación les ofrecemos una introducción a la poesía de Stevenson y una breve selección de sus poemas. Ambas proceden del libro De vuelta del mar (Hiperión, Madrid, 1980), prologado y traducido por el escritor Javier Marías, profundo conocedor de la obra stevensoniana. La faceta poética de Robert Louis Stevenson ha quedado un tanto eclipsada por el éxito de sus novelas de aventuras. En cualquier caso, tampoco alcanza ésta la ejemplaridad y la trascendencia literaria de aquéllas. A lo largo de su vida, Stevenson escribió poesía con una enorme facilidad, llegando a publicar JESSY WILLCOX SMITH, A CHILD'S GARDEN OF VERSES, SCRIBNER, NUEVA YORK, 1905. ¿i CLIJ33 obert Louis Stevenson sólo publicó cuatro libros de poesía en vida, y uno de ellos {Moral Emblems, 1880) en forma de panfleto y con una tirada de noventa ejemplares, que su hijastro Lloyd Osbourne, de doce años a la sazón, se divertía vendiendo a las amistades por seis peniques. Luego aparecieron las famosas rimas infantiles A Child's Garden of Verses (1885), Underwoods (1887), dividido en dos libros —con poemas en inglés y en escocés, respectivamente—, y las Ballads (1890). Sin embargo, Stevenson había escrito poesía con enorme facilidad a lo largo de toda su vida, y así, no sólo se publicó un año después de su muerte Songs of Travel and Other Verses (1895), que él había dejado ya preparado —deseaba, de hecho, que se añadiera como libro tercero a Underwoods—, sino que en 1918 vio la luz el volumen titulado New Poems and Variant Readings, que contenía nada menos que 147 poesías. Y aún se han seguido descu- briendo y exhumando nuevos títulos con posterioridad, como es el caso de 76 My Wife, incluido en la presente selección. Para llevarla a cabo, en consecuencia, ha habido que hurgar entre aproximadamente 350 poemas. En toda selección no hay más critero que el personal, que es no sólo difícil, sino también inútil explicar. No obstante, hay algunas razones que servirán para dar cuenta al lector de lo que se le ofrece y de lo que se le priva. Los 66 poemas que conforman este volumen pertenecen a sólo tres de los libros mencionados más arriba, a mi modo de ver los de mayor calidad y asimismo (cosa no menos importante) los que con más garantías admiten la traducción. Pues los graciosos poemitas infantiles de Moral Emblems y A Child's Garden of Verses dependen en tan abrumadora medida del metro y la rima, y sobre todo de la propia lengua que los posibilita —más flexible y ahorrativa, menos ñoña y discursiva que la nuestra en ocasiones—, que en verdad su versión castellana resultaría enormemente empalagosa, por no decir que abiertamente estomagante. En cuanto a las Ballads, son éstos largos poemas narrativos sobre leyendas de Escocia y los mares del Sur que, amén de ser torpones y farragosos, sólo nos recuerdan su condición poética mediante las últimas palabras rimadas de sus larguísimos versos. En español resultarían prosa pura, y no de la mejor de Stevenson precisamente. Así, la selección se ha realizado a partir de Underwoods, New Poems (donde se encuentran algunas de las joyas del tesoro de más modesto aspecto y empero más valiosas) y Songs of Travel (como conjunto, sin duda la más acabada y tensa obra poética de Stevenson). Mas tras esta purga hay todavía dos víctimas con nombre propio: los poemas en escocés de Underwoods y las numerosas piezas «zumbonas» o escritas en tono de guasa que se hallan dispersas por los tres libros. En lo referente a los primeros, ese áspero dialecto del inglés, que en literatura tiene sus más altas cotas en autores tan mediocres como Burns, Scott y Hogg, es idioma tan rudo, sonoro y conmovedor (lo cual no quiere decir que no pueda resultar agradable o pintoresco) que en cualquiera de sus manifestaciones parece estar pidiendo a gritos un arreglo musical de Beethoven o Haydn; o, a falta de dichos compositores, que ya hicieron bastante por las canciones del pueblo escocés, un grupo de voces (cuanto más nutrido y borracho, mejor) que le preste a la vez sentimentalismo y virilidad, cosas ambas que tan magníficamente le sientan. Tras lo expuesto se comprenderá sin dificultad que tan sólo haya traducido uno de los poemas escoceses de Stevenson (The Auldest Friend's) y que no haya tenido más remedio que rimarlo para transmitir, siquiera levemente, su rotundidad: mucho me temo que el español sea, después del italiano, la lengua menos indicada para reproducir las virtudes y excelencias, palmadas en los hombros y gaitas, efusiones y tambores, lágrimas, despedidas y ritmos marciales de ese encantador dialecto. Por si todo esto no bastara para justificar mi decisión, diré que los poemas dejan en sí bastante que desear. En cuanto a los segundos, los poemas «en broma», en verdad abundantes, se puede afirmar que les sucede lo mismo que a los komische Lándler de Schubert: tanto el espíritu de éste como el de Stevenson estaban tan próximos a la muerte, de hecho tan familiarizados con ella, que cuando pretendían resultar «cómicos» a lo más que alcanzaban era a una gracia desmañada y rígida que, a mitad de camino entre lo entrañable y lo patético, quedaba reducida tan sólo a un deformado reflejo de sus respectivos genios obtenido en un día aciago. Sólo Ne sit ancillae Ubi amor pudor se ha salvado, pues, de esta quema. Nada puedo decir del resto. Creo sinceramente que lo escogido en este libro es lo mejor de la producción poética de Robert Louis Stevenson. Pero eso el lector podrá juzgarlo por sí mismo. No deseo convertir esta nota en una de las cosas que juzgo más inútiles de cuantas se han inventado, a saber, un prólogo: el lector estulto o malintencionado nunca tiene remedio, por mucho que se le prevenga y se le brinden perspectivas ajenas; el lector inteligente o bien dispuesto siempre sabe apreciar lo que de apreciable haya en una obra, sin necesidad de que antes se le avise o el vanidoso de turno se lo señale. Unas palabras, sin embargo, sobre ciertos aspectos de la traducción: en los poemas de más altos vuelos he sido, si no literal, sí muy fiel, y he confiado más en mi posible capacidad para reproducir en castellano un ritmo equivalente al del original (es decir, para reconocer cada poema en su versión española como «empero el mismo») que en ninguna otra cosa. Por el contrario, en los poemas más ligeros y musicales, en aquellos que J. W1LCOX SMITH, A CHILD'S GARDEN OF VERSES, SCRIBNER, NUEVA YORK, 1905 tienen como elemento fundamental el verso medido y rimado, en los que se pueden cantar, me he permitido leves licencias para mantener el metro elegido en cada caso. A veces se verá, quizá, alguna medida heterodoxa o poco frecuente en castellano, pero eso tiene una explicación sencilla: prefiero traicionar unas reglas, que traicionar un espíritu, y en ocasiones se me ha planteado tal dilema. Las ediciones empleadas para esta selección han sido las siguientes: Poems (Charles Scribner's Sons, Nueva York, 1895, de la primera edición de obras completas en 26 vols.), Poems Including Undenvoods, Ballads, Songs of Travel (Chatto and Windus, Londres, 1917), New Poems and Variant Readings (Chatto and Windus, Londres, 1918) y Home from Sea, Poems for Young Readers, selec- ción e introducción de Ivor Brown (The Bodley Head, Londres, 1970), antología con la que coincidimos en la elección del título. Por último, deseo hacer constar que la versión del famoso poema Réquiem, con el que se abre este volumen, no es más que la mezcla y pulimento de otras dos ya existentes con anterioridad, una impresa y otra oral: la que publicó doña Josefina Ossorio en la Argentina en 1947 y la que, más recientemente, le oí recitar a don Alvaro Pombo durante un paseo nocturno mientras conversábamos sobre epitafios. • * Javier Marías es escritor. ** Este artículo está extraído del volumen De vuelta del mar (Hiperión, Madrid, 1980) que recoge una selección de poemas de R. L. Stevenson preparada y traducida por Javier Marías. Poemas «Réquiem», «No abandones aún, alma mía» y «Los más viejos amigos» pertenecen al libro Monte abajo l'Underwoods, 1987). «Mi corazón, «Yo no temo», «Dedicatoria», «Adiós», «A mi mujer» y «Cavad bien hondo y dejadme yacer», pertenecen al libro Nuevos Poemas |T\lew Poems, 1918). «El vagabudo» pertenece al libro Canciones de viaje /Songs of Travel, 1895). Réquiem Bajo el inmenso y estrellado cielo, cavad mi fosa y dejadme yacer. Alegre he vivido y alegre muero, pero al caer quiero haceros un ruego. Que pongáis sobre mi tumba este verso: Aquí yace donde quiso yacer; de vuelta del mar está el marinero, de vuelta del monte está el cazador. Réquiem: Reza la totalidad de este poema, en letras de bronce, sobre la tumba de Stevenson en la cima del Monte Vaca, en Samoa, donde yace enterrado a una altura de 4.000 metros. Dedicatoria Mi regalo primero y último, te dedico este haz de canciones... Otra riqueza no tengo: tal como son, para ti. Digo la verdad serenamente, y digo que antes haría brillar tus ojos claros, y te oiría a ti elogiar estas canciones que llenan mi pecho, antes que el entero mundo, unánime, en un coro de incesante aplauso vertiera sobre mí y lo mío homenaje maduro de alabanza. Pongo aquí punto final contra mi amor, esto es su tumba y también su epitafio. Aquí el camino se bifurca, y yo voy por mi lado, bien lejos del tuyo. No abandones aún, alma mía No abandones aún, alma mía, estos campos amigos, donde con la hierba, y los ríos, y la brisa, y la tersa faz del día, tuviste tus devaneos; donde por vez primera oíste cantar a las extasiadas aves; donde tú y el amor hicisteis aquel duradero trato. Navega el barco ya esquifado, y desde la costa eterna oyes voces etéreas; mas aún no te vayas, alma mía, no tan pronto, aún no te vayas. La libertad está lejos, también el reposo. Estás con la vida demasiado entretejida, nervio a nervio entrelazada; el servicio anhelando aún servicio, el amor amor, el amor amor querido, todavía suplicante en llanto. ¡Ay, aún no ha terminado tu tarea humana! Se forja un vínculo al nacer; e inmortal permanece una deuda con la mortalidad. Y crece... crece por reverberación extensa, incesante crecimiento; dádiva sobre dádiva, limosna sobre limosna, acumuladas, del hombre, de Dios, de la naturaleza, hasta que el alma se queda asombrada de tan inmensa indulgencia. No dejes, alma mía, sin luchar el campo, ni dejes sin saldar tus deudas, ni tu puesto desierto sin haber prestado el debido servicio. Por tu vida, arriba, espíritu, y defiende ese fuerte de arcilla, tu cuerpo, ahora asediado; aunque vaya a caer después o antes; tanto si tus amigos hoy mismo te lloran muerto, cuanto si es dentro de años, como a hombre con honra llegado a viejo y de la paz amigo. Combate, alma mía, por las horas y los instantes; cada uno está preñado de servicio; cada uno rescatado es como un reino conquistado donde merece reinarse. Como cuando un capitán reagrupa para la contienda a sus legiones dispersas, y hace a la derrota retroceder, y acampa al raso, satisfecho el ánimo. Y sin embargo la fortuna lo alcanzará sin duda, lo abatirá en su momento y hará jirones de sus enseñas; y aquella querida tierra, a salvo hoy, caerá mañana. Mas él, sin pensar en ello, hoy se deleita tan sólo en el bien presente, y todos los campamentos están de fiesta. R.L STEVENSON Cavad bien hondo y dejadme yacer Ahora que la cuenta de mis años ya se ha cumplido, y yo la vida sedentaria dejo para morir, cavad bien hondo y dejadme yacer bajo el inmenso y estrellado cielo. Alegre en vida, fui alegre al morir, cavad bien hondo y dejadme yacer. Clara fue mi alma, libres mis actos, Honor era mi nombre, no huí nunca ante el miedo ni perseguí la fama. Cavad bien hondo y dejadme yacer bajo el inmenso y estrellado cielo. Alegre en vida, fui alegre al morir, cavad bien hondo y dejadme yacer. Cavad bien hondo en algún valle verde donde la brisa suave sople fresca en el río y en los árboles cante... Cavad bien hondo y dejadme yacer bajo el inmenso y estrellado cielo. Alegre en vida, fui alegre al morir, cavad bien hondo y dejadme yacer. Cavad bien hondo y dejadme yacer. Este poema es sin duda alguna una variante del titulado Réquiem. Los más viejos amigos Para viejos y jóvenes es un hecho sabido, y además no admite mentís ni vuelta, que son los más queridos los más viejos amigos y están los jóvenes tan sólo a prueba. De viejos y de jóvenes existe un rival fiero, y es justamente quien se me ha llevado; pues son los más seguros los amigos más viejos, y casi todos me han ya abandonado. Hay aún corazones buenos, para que amigos los llenen, o los rompan mentecatos; pero son los más íntimos los más viejos amigos, y es en la tumba donde hay que buscarlos. J WILLCOX SMITH Mi corazón Mi corazón se embebe cuando por vez primera canta el mirlo: se embebe con su canto. Un placer fresco inunda y atraviesa mi pecho y hace que se distienda cada nervio. Se arremolina el pecho, lenta, calladamente, mi corazón despierta y está fresco, como cuando una zarza que han movido los vientos hace rodar un piedra hasta un charco. Pero cuando contigo me encuentro, al contemplarte, mis latidos se hacen rápidos, densos, como cuando vesánico el lago se ennegrece y rizan fuertes ráfagas sus aguas. A mi mujer Vi lluvia caer y dibujado el arcoiris sobre Lammermuir. Presté atención y volví a oír cómo el repique de campanas de mi ciudad escarpada ahogaba el viento cortante del mar. Y aquí, muy lejos, inmerso en mi raza y en mi tierra natal, escribía yo. Toma tú el escribir: tuyo es. Pues ¿quién bruñó la espada y avivó el soñoliento carbón, puso el blando aún más alto, pródiga en censuras y en elogios parca?... ¿Quién sino tú? Así que ahora, al final, si de bueno hay algo en esto, si algún logro hay conseguido, si algún fuego arde en la imperfecta página, para ti sea el honor. A mi mujer. Este poema es sin duda uno de los últimos de Stevenson. Fue hallado en el manuscrito de su novela inacabada Weir of Hermiston, que estaba escribiendo cuando le llegó la muerte en 1894. Dicha novela es de tema escocés. Es sabido que la mujer de Louis, Fanny Van de Grift Osbourne, después Stevenson (1840-1914), era una crítica tan severa de sus escritos que le impulsó a quemar el primer manuscrito de El extraño caso del Di: Jekyll y Mr. Hyde. Verso 2. Lammermuir es una famosa cordillera del sudeste de Escocia. Yo no temo Yo no temo admitir mi parentesco con las alegres tierras donde nacen las flores; o con mis hermanos, los grandes árboles, que se hablan en la brisa con agradables voces y conversan con los vientos que pasan; o con mi hermana, la profunda hierba. El vagabundo (para una melodía de Schubert) Dadme la vida que amo, que el resto pase a mi lado, dadme el cielo jovial en lo alto y a mi vera el camino apartado. Lecho en el arbusto bajo las estrellas, pan para mojar en las aguas del río... es la vida que quiero llevar, he ahí para siempre la vida. Caígame el rayo después o antes, que lo que haya de alcanzarme alcance; dadme el rostro de la tierra en torno y ante mí la carretera. Ni riqueza ni esperanza busco, o amor o amigo que me conozca; tan sólo el cielo en lo alto busco y bajo mis pies la senda. Sobre mí decaiga el año donde me haya demorado, cuando acalla a las aves del árbol, muerde mis dedos amoratados. Blanco como harina el escarchado campo; cálido el refugio junto a luz de lumbre... No me rendiré al otoño, no, ¡tampoco me rendiré al invierno! Cáigame el rayo después o antes, que lo que haya de alcanzarme alcance; dadme el rostro de la tierra en torno y ante mí la carretera. Ni riqueza ni esperanza pido, o amor o amigo que me conozca; tan sólo el cielo en lo alto pido y bajo mis pies la senda. El vagabundo: Por el tema de este poema, no cabe duda de que la melodía de Schubert en que pensara Stevenson a! escribirlo tenía por fuerza que pertenecer al famoso ciclo de canciones Winterreise (Viaje de invierno). De tal materia soy, de tal mi cuerpo, que vibra por llegar a sus labios, besarlos. Que da y recibe y siente con viento y sol y lluvia placer tan fuerte que al dolor se acerca. De tal materia asimismo son ellos, la hermandad de los enérgicos árboles, la humilde dinastía de las flores, que convierten en luz cenadores umbríos o estrellan los bordes de la pendiente; suave color reciben, y dan, y dulce aroma; y gozan desplegándose por extensiones grandes; y el árbol, la flor, el suelo y la hierba se estremecen y saltan, viven, cantan en la estación vernal con silenciosas voces. Por eso no temo rendir mi aliento, ya que nada cambia al llegar la muerte; pues estaré tal vez en algún grato valle, tierra junto a tierra, o árbol con árbol, de aquí hasta eternidades con la que amo este instante; y sentiré alegría al compartir con ella el sol y la lluvia y el aire, al gozar de su vecindad tranquila como tan sólo pueden, de entre todas las cosas, la tierra, el árbol, la flor estrellada, las cosas mudas del campo y el bosque. Adiós Adiós, y cuando yo hacia adelante por las Puertas Doradas hacia islas Doradas sin sonreír avance, por el mar de sonrisas, isla tras isla, en los mares del Sur, isla tras isla, mar tras mar, ¿por qué navegar, por qué la brisa? He sido joven, y he tenido amigos. Despliego una vela sin esperanza, demasiado tarde ¿Por qué navegar de isla en isla, marino sin esperanza? Adiós: Por la referencia a las Puertas Doradas, es de suponer que Stevenson escribió este borrador de poema al poco de abandonar San Francisco (Golden Gate es el nombre del estrecho que enlaza la ciudad con el Pacífico) en 1888, en un crucero rumbo a los mares del Sur del que ya jamás regresaría. 39 CL8J33 R.L. STEVENSON Ilustrar la «Isla» por Montserrat Castillo" 584 R . L. STEVENSON completamente de lado, de suerte que ofrecíamos un blanco magnífico. No sólo veíamos a los foragidos, s¡no que incluso oíamos claramente que Hands hacía rodar sobre cubierta una gruesa granada y la empujaba hacia el cañón. — ¿Quién de nosotros tira m e j o r ? — p r e g u n t ó el capitán. — El hidalgo, indiscutiblemente — contesté al punto. --^=2*3* J. JUNCEDA, LA ISLA DEL TESORO, SEIX & BARRAL, BARCELONA, 1924. Desde su publicación por primera vez en 1883, La isla del tesoro ha sido objeto de los más diversos tratamientos pictóricos por parte de dibujantes e ilustradores. La articulista pasa revista, a continuación, a algunas de dichas versiones más sobresalientes, entre las que merece especial atención la realizada por el dibujante catalán Joan Junceda en 1924. L a primera ilustración de La Isla del Tesoro nació en el mismo momento que la historia, cuando todavía no se sabía que sería una novela. Se trata de un mapa, un mapa que dibuja el mismo Robert Louis Stevenson, en agosto de 1881, en Braemar, cuando trata de entretener a su hijastro Lloyd Osbourne, de trece años. Para distraer al chiquillo durante las horas tranquilas de verano, Steven- ca, creada por la imaginación del autor y su ansia de conocer los mares del Sur, siete años antes de su primer viaje a aquellos parajes. Era una isla soñada desde el corazón de Escocia, lejos de la costa, lejos del mundo cálido que rememoraba. La redacción del texto se hizo a gran velocidad, de una manera trepidante, con la supervisión de Lloyd y la familia Stevenson. La primera edición fue por entregas, desde octubre de 1881 hasta enero de 1882. Al año siguiente Cassell & Company de Londres, la editó en forma de libro. Tenía ilustrada solamente la cubierta y un frontispicio. x velas de Jules Verne. El trabajo de Roux es sugerente, con un buen tratamiento de la luz y el claroscuro, contando con la riqueza añadida que proporciona la textura del grabado. Un ilustrador importante de la •-»»—-» 0 , : # ^%CMÉ > - son le cuenta cuentos e historias, unas conocidas y otros inventados (contar cuentos fue su carisma que más tarde le dio nombre entre los nativos de Samoa —Tusitala—) y también dibuja. Los dibujos representan aquello que pueda excitar la fantasía: marineros estrambóticos, paisajes lejanos y el mapa de una isla. Aquella isla primeriza tomaría forma y poco a poco se iría poblando de ríos y montañas, de bahías y costa abrupta. Llenarían la isla dorados crepúsculos, noches estrelladas y rumor de olas en una playa desierta. Realizado el dibujo de la isla, se planteo crear una historia, que la tuviese como escenario. Era soleada y magnífica, adecuada a piratas y que contendría un tesoro, era —y esto es muy importante— una isla fantásti- • Posteriormente aparecieron ediciones más ilustradas, y todas ellas —hasta hoy— respetaron la ilustración primigenia, la isla que tomó forma los atardeceres de verano de la mano de dos grandes soñadores: un prestigioso escritor y un niño. Grandes dibujantes Después del éxito de la primera versión inglesa (36 ediciones en pocos años), Cassell se planteó una edición más ilustrada, que aparecería en 1899, con dibujos de Wal Paget. Paget dio una versión de calidad pero tradicional dentro de la ilustración de las novelas de aventuras, y muy semejante a las que había hecho tres años antes para el Robinson Crusoe de Defoe. La novela se tradujo muy pronto a otras lenguas. Una de las ediciones más interesantes es la versión francesa de Hetzel, editada en 1885, Lile au Tresor, ilustrada por Georges Roux. Éste obtuvo su popularidad y prestigio gracias a sus dibujos para las no- 41 CLIJ33 J JUNCEDA, LA ISLA DEL TESORO, SEIX & BARRAL, BARCELONA, 1924, «Isla», porque rompe con la ilustración propia del xix, muy rígida y con personajes estáticos, es el norteamericano N.C. Wyeth. Wyeth fue discípulo del gran Howard Pyle, en su innovadora escuela de Wilmington, con la cual pretendía renovar, mejorar y dignificar la ilustración en Norteamérica y darle la categoría de arte. Wyeth fue quizás el alumno predilecto de Pyle, aunque sus estilos fueron completamente diferentes. Wyeth dio una versión original y propia a la novela. Su misma técnica se diferencia claramente de la de los R.L. STEVENSON Lar (.. .vi- JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ, LA GRAN AVENTURA DEL CINE, MUSEO ESPAÑOL DE ARTE CONTEMPORÁNEO, MADRID, 1982, ilustradores de principios de siglo, tanto en Norteamérica como en Europa. Sus originales no eran dibujos; realizaba grandes telas pictóricas para ilustraciones que debían ir impresas en libros. La opción de trabajar grandes superficies se debía a la libre elección de una técnica expresiva y a su propia energía —era un hombre alto y fuerte y con una gran potencia física, que necesitaba derrochar en el constante movimiento que realizaba para pintarlas—. Su personal uso del color dio a sus versiones originalidad y fuerza, creando un mundo mítico, más allá del tiempo y de la historia. Sus temáticas predilectas fueron las historias del Oeste americano con in- dios y cowboys. Pero no se limitó a éstas, sino que también ilustró aventuras de todas las épocas. Treasure Island fue su primera oportunidad como ilustrador de libros. Charles Scribner le encargó el primer título de la Scribner's Illustrated Classic Series, que aparecería en 1911. Posteriormente, y para la misma colección, ilustraría otras obras del mismo R.L. Stevenson; en 1913, Kidnapped; en 1916, Black Arrow; en 1924, David Balfour. Otra versión interesante de aquellos años fue la del inglés naturalizado norteamericano Louis Rhead, con formación académica parisina. Su estilo de ilustración tiene una fuerte referencia prerrafaelista y del art Nou- 42 CLIJ33 N.C. WYETH, TREASURE ISLAND, SCRIBNER, NUEVA YORK, 1911 R.L STEVENSON veau. Su «Isla» fue editada por Harper en 1915. Dentro de esta misma sensibilidad, pero posterior, encontramos las ilustraciones de Warwick Goble, otro ilustrador inglés que dibujó la edición de Macmillan en 1923. Otro importante dibujante de la «Isla» fue Edmund Dulac. Se trata de una obra muy tardía en su producción (1927). Dulac había nacido en Toulouse, pero realizó toda su obra en Londres, siendo uno de los más prestigiosos dibujantes británicos de libros para niños. Destaca en su obra su interés por la mejora constante de su técnica, adecuándola a los sistemas de impresión del momento. Su libro más prestigioso es Amblan Nights Entertainments, editado por Hodder & Piazza en 1907. Su afición y profundo interés por las culturas exóticas le permitió una insólita comprensión del maravilloso mundo árabe. Su versión de Treasure Island fue editada por Doran en 1927, un período en que ilustra Tempest de Shakespeare y otros cuentos, haciendo ilustraciones sombrías, dominadas por un sentimiento a la vez romántico y trágico, que las hace muy adecuadas, pero les resta la luz que había caracterizado su obra. Treasure Island es la excepción de su producción en los años veinte, en los cuales sólo ilustra libros para adultos y es, al mismo tiempo, su libro preferido. Henry Matthew Brock, dibujante y pintor inglés, ilustró otra de las históricas versiones de la «Isla», editada en 1928 por Macmillan. Ediciones españolas La edición más antigua que conocemos es la realizada en 1899, en Madrid. La quizá más importante hasta hoy día, es la edición de 1924 de Seix & Barral, según traducción de Gaziel (Agustí Calve t). Ese libro de la popular colección de HUGO PRATT los ¡libres blaus (libros azules) lleva las insuperables ilustraciones de Joan Junceda, autor que dio una versión casi inmejorable de los personajes y de las situaciones. La Isla del Tesoro corresponde al mejor período del dibujante y es uno de sus libros predilectos. En la ilustración de la «Isla» utiliza una diversidad de técnicas que no le es frecuente: siluetas —un recurso que sin ser original suyo, Rackham impuso en toda Europa—, acuarelas y sus tradicionales plumas, técnica que convirtió en medio expresivo con el que consiguió crear los ambientes más oscuros y amedrentadores de muerte e intriga y los más claros y diáfanos de la isla dorada por el viento. Junceda, que dio a la Isla del tesoro paisajes de la costa de su Blanes entrañable y lo hizo sin que en ningún momento el lector se enfrentara a descontextualizaciones, dio, también, a los piratas rostros de los marineros y pescadores de la costa catalana, tal vez un poco más abollados por la maldad. Junceda no hacía otra cosa que retratar aquellos lobos de mar, aquellos botes y aquellas velas que cada verano, año tras año, llenaban 44 CLIJ33 N.C. WYETH. sus pupilas maravilladas. La comprensión que mostró de los tipos de la novela hizo de esta ilustración una versión modélica e imitada. Modélica porque escapó plenamente a las rigideces de las versiones anteriores (incluidas las mejores y exceptuando el dinámico Wyeth y el refinado Dulac), haciendo canto y glosa de los valores fundamentales de la novela: la acción, el peligro y el misterio. Por supuesto, Junceda tampoco había visitado los mares del Sur cuando ilustró la «Isla», y nunca lo haría, pero supo soñar, como el propio Stevenson, tomando como base aquellos marinos, aquellos puertos, aquellas tabernas y el olor de mar y de brea, entremezclados con las narraciones que todo marino viejo, retirado de la mar, RALPH STEADMAN. estaba dispuesto a contar a quien quisiera escucharle. No encontramos en las ediciones anteriores referencias de la versión de Junceda, lo que nos permite afirmar que realizó sus ilustraciones sin modelos gráficos, como era su costumbre, buscando inspiración en la realidad conocida tanto por la experiencia cotidiana, como por la experiencia ejercitada de su fantasía de lector, que a partir de las playas y costas de Blanes podía soñar todas las costas y playas del mundo. También hemos dicho que las ilustraciones de Junceda fueron fuente y punto de referencia y lo fueron muy pronto. Ya las ilustraciones de Yorik para la versión en catalán, editada en 1926 por Juventud, tienen su origen en Junceda. Aunque la mayoría no están basadas en los dibujos de éste —son más tradicionales y «antiguas», de carácter realista y poco activas, con una importancia excesiva del sombreado—, hay tres que son resueltas de una manera prácticamente idéntica a Junceda. Ésas son cuando Jim y su madre encuentran el cadáver del capitán Billy Bones (en la cual no tan sólo se ha copiado la composición —con ligeras variaciones que la empeoran— sino también el sistema de sombreado, a base de una fina trama, característica fundamental del dibujo de Junceda). La pelea en la cabina tiene muchas similitudes, y mucho más clara es la influencia en la solución de Jim disparando desde los palos del navio contra Hans. Un caso todavía más claro de imitación o reelaboración devota de las ilustraciones de Junceda es la de su discípulo y fiel seguidor, Antoni Batllori Jofré. Tanto de la versión de Yorik como de la de Junceda se hicieron varias reediciones, también en la posguerra. Las siguientes son más pobres. Destacamos las ilustraciones de J.P, Bocquet para editorial Molino; las de Lozano Olivares para editorial Artigas, en una edición muy reducida en troquelado para los más pequeños; las de Balter para Toray, de 1979; las de Margarita Menéndez para SM, una versión dulcificada de los personajes, quitándole hierro a las situaciones; o las de Josep María Miralles para Ediciones del Drac, de 1986. Ediciones recientes han optado por la reproducción de ilustraciones anteriores o realizadas por otras editoriales, como la de Barcanova, reproduciendo los dibujos de Mervyn Peake para Methuen Children's Books Ltd., de Londres, de 1976 —una versión actualizada del misterio y del peligro, sin estropear estas cualidades esenciales en una novela de aventuras mediante concesiones piadosas—, o la de Vicens Vives, que incluye las ilustrado- 45 CLIJ33 MERVIN PEAKE nes de Wal Paget. Es mejor reeditar la «Isla» con ilustraciones históricas logradas —¿para cuándo la reedición de Junceda?—, que repetir modelos digeridos o infantilizar tontamente. Mejor todavía sería que un gran ilustrador —tiene que serlo, dado el enorme peso de la rica tradición que tiene detrás— se atreviera a soñar de nuevo, que se atreviera con el pavor, la excitación y el entusiasmo que el misterio provoca, que se atreviera a representar de nuevo su propia fantasía del deseo de aventura.» * Montserrat Castillo es crítica e historiadora de Arte. R.L. STEVENSON Stevenson, moralista por Fernando Savater* 17 WÉ R IOT Ro\ E D I NJJ U R C W 12?."i. « ^ t4-el u^J^ ( 0t4^t . tfX\. Carta cíe i?.L. Stevenson a W.E. Henley. En las narraciones de Stevenson, la ética no es un tema de discusión sino una cualidad inseparable de la acción. Esto es lo que Fernando Savater, un apasionado de la obra del escritor escocés, afirma en el presente artículo. En él, aborda el intento no acabado de teoría moral que Stevenson esbozó en vida, aunque reconoce que es en sus relatos, y no en otros textos, en los que realmente se ha de buscar el debate ético. recuentemente, cuando comparto una mesa redonda o in!I tervengo en un seminario con colegas de mi gremio —es decir, estudiosos de ética y moral—, doy un respingo al oír mencionar tal o cual dictamen apoyado en las teorías de Stevenson. ¿Será posible que el autor de La flecha negra haya expresado una opinión tan abstrusa o filistea? Por supuesto, enseguida despierto y caigo en la cuenta de que se refieren al profesor Charles Stevenson, padre de la doctrina emotivista que cubrió en su día el flanco ético de los positivistas lógicos, y no a Robert Louis, el narrador impecable de corajes y angustias. Sin embargo, tampoco al Stevenson propiamente dicho (el profesor se llama Stevenson, pero R.L. es Stevenson) le fueron ni mucho menos ajenas las reflexiones éticas. Casi todos sus relatos giran en torno a problemas morales, estricta y enérgicamente morales. La ética, un ingrediente más Se me dirá que es imposible contar nada referido a seres humanos que no presente de modo más o menos explícito alguna perplejidad ética. Pero en muchos casos lo que aparecen son conflictos psicológicos de trasfondo moral, costumbres socialmente recomendadas o prohibidas frente a las que se debaten los protagonistas, incluso diversas ideas de valor contrapuestas. Los personajes le dan la vuelta al asunto moral, lo discuten, lo convierten en tema de acatamiento, rebelión o burla. La ética es un ingrediente más, aunque sin duda relevante, del perfil social o mental en el que se inscriben las piezas dispuestas por el novelista: tiene mucho que ver con órdenes, deseos y emociones, tal como supuso el profesor Stevenson. Pero en las narraciones de Stevenson la ética no es un tema de discusión sino una cualidad inseparable de la acción. Para otros novelistas los seres humanos quieren o no respetar la moral y R.L. Stevenson tras la muerte de su padre. de acuerdo con ello actúan; pero los personajes de Stevenson quieren actuar y por eso se encuentran, quieran o no, lo sepan o no, siendo morales. Hay una especie de ingenuo objetivismo moral en Stevenson: el mal y el 47 CLIJ33 bien son rasgos definitorios y eternos del mundo que la acción descubre, lo mismo que el viajero encuentra paisajes espléndidos o peligrosos que siempre estuvieron ahí pero que él ignoraba antes de ponerse en marcha. R.L. STEVENSON Saranac Lake. Ni la convención social ni el escrúpulo psicológico constituyen la última vatio de los valores éticos: más bien se diría que los enmascaran o alteran, obstaculizando que se les considere con radical franqueza. Desde luego, sería injusto decir que esta vigorosa ingenuidad básica de la narrativa de Stevenson supone una concepción moral simplista o fácil. Por el contrario, sus personajes padecen a fondo las ambigüedades de la opción ética y, en muchas ocasiones, las «lecciones» que pueden sacarse de sus peripecias desafían abiertamente el grosero y somnífero buen sentido de lo socialmente edificante: véase al respecto Master of Ballantrae, Catriona, la propia Isla del Tesoro y como es obvio Jekyll y Hyde. De modo que Stevenson resulta ser un moralista sin moralejas... demasiado problemático para que sus fábulas puedan ilustrar sermones complacientes. Cierto, opina que el bien y el mal son categorías potentes del universo a las que despiertan los pasos, aun los más furtivos, de la acción humana. Pero ello 48 CLIJ33 no equivale a decir que en las sombras veloces de la práctica sea fácil distinguirlas en todas sus implicaciones inmediatas, ni tampoco prevenir sus paradójicas connivencias. Si algún prejuicio puede serle reprochado a Stevenson es uno de carácter negativo: su animosidad contra el pesimismo, en la advocación de enervante y cursi parálisis que era habitual en su época por reacción al musculoso entusiasmo imperial y al filisteísmo cientifista. Como era un poeta de la acción, a Stevenson le repelía el fata- lismo exquisito; pero como poseía una mente sutil y nada obvia, tampoco estaba dispuesto a caer en el fácil tónico de la ilusión. Le hubiese gustado mostrar que se puede ser desengañado en el optimismo, aún mejor que en la complacencia pesimista que imperaba en la literatura «seria» de su tiempo. Y ello le llevó en ocasiones a coquetear con una cierta y ominosa fatalidad de lo óptimo, tan peligrosa a fin de cuentas como el culto a lo peor. Probablemente ha sido otro gran optimista paradójico, Gilbert K. Chesterton, en su estudio sobre RLS, quien mejor ha planteado la cuestión: «Lo opuesto a la herejía del pesimismo es la gemela herejía del optimismo. Stevenson no estaba atraído por un plácido y pacífico optimismo. Pero comenzó a verse demasiado atraído por una especie de insolente y opresivo optimismo. La reacción contra la idea de que lo bueno siempre fracasa es la idea de que lo bueno siempre sale victorioso. Y desde ahí es fácil resbalar hasta el peor espejismo: el de que lo victorioso es siempre bueno». Pero el interés de RLS por la ética, señalado como rasgo característico del escritor por lectores tan distinguidos como Jorge Luis Borges, no se percibe solamente a través de la trama de sus narraciones. De hecho, comenzó a escribir un tratado de ética en toda regla, del que se conserva un extenso fragmento, incluido en sus obras completas y que —si no me equivoco— nunca ha sido editado separadamente. El libro debía titularse Lay Moráis y lo que conocemos de él son los cuatro primeros capítulos, cincuenta y siete páginas del volumen XXII de las obras completas en la edición de 1898 (Charles Scribner's Sons, Nueva York). Al parecer, fueron redactados en Edimburgo, durante la primavera de 1879, y RLS no los corrigió posteriormente, por lo que sería abusivo considerarlos como la opinión definitiva del autor sobre estas cuestiones. Sin embargo, tanto por su rareza bibliográfica como por lo sig- Reunion House. nificativo de las reflexiones allí expuestas (en la característica manera ensayística de RLS, a la par transparente y sofisticada) ese fragmento teórico merece cierto examen. Una moral laica El propio título indica que se trata del proyecto de una moral «laica» o de lego, lo cual no obsta para que se encuentre asentada en enseñanzas religiosas que RLS, piadoso sin beatería (recordemos sus hermosas Oracio- 49 CLIJ33 nes de Vailima), da por supuestas y aceptadas. En este sentido, la obra emana de una típica actitud protestante y subraya el primado de la conciencia individual por encima de cualquier sumisión acrítica a ningún magisterio eclesial. Pero dentro de ese marco general se dan una serie de rasgos que subrayan el «laicismo» original de la concepción planteada. Para empezar, afirma que entiende la educación moral no como la enumeración de un código formado por reglas sino más bien como la propuesta de un es- R.L. STEVENSON píritu regulador: «Lo que debe enseñarse es una actitud mental». Nada tiene que ver la moralidad con el respeto a leyes socialmente vigentes, contra las cuales bien pudiera deber irse en ocasiones por razones superiores: «Hay mucho de incómodo pero nada de vergonzoso en ser condenado por la ley». Los mismísimos diez manda- mientos tienen que ser constantemente redefinidos por cada cual, si no se los quiere acatar de forma superficial y traicionera: «¿No matarás? La verdadera intención y el propósito de esta prohibición a veces sólo puede cumplirse matando». Y es que los asuntos morales no pueden sacarse de la esfera personal sin desvirtuarse, ni soportan la codificación en secos lemas que anulen toda perplejidad con sus tajantes preceptos. «Porque la moral es un asunto personal; en la guerra de lo correcto (righteousness) cada hombre lucha con su propia mano; los seiscientos preceptos de la Mishna no pueden sacudir mi juicio privado; mi magistratura de mí mismo es una carga indeclinable, y mis decisiones resultan absolutas para cada momento y situación. El moralista no es un juez de apelación sino un abogado que argumenta ante mi tribunal.» El motivo es precisamente lo cambiante de las situaciones, ajustadas al cuerpo de cada cual, pero que rebasan por todas las costuras la generalidad de la máxima: «Ningún precepto definido puede ser más que una ilustración, aunque su verdad sea tan resplandeciente como el sol y aunque lo anuncie desde el cielo la mismísima voz de Dios. Y la vida es tan intrincada y cambiante que quizá ni siquiera veinte veces, ni tan sólo dos en todos los tiempos encuentra el dócil concurso de circunstancias en el que puede aplicarse». ¿Se comprende ahora por qué la objetividad de la cualidad moral del universo activo no disminuye en los relatos de Stevenson la complejidad de las opciones y la ambigüedad de la lección que de ellos se desprende? Listos y despiertos La actitud moral, dice Stevenson, consiste en estar listos (readiness): una disposición amplia y sin ulteriores cualificaciones limitativas. «¿Listos para qué? Para pasar sobre y mirar más allá de los objetos de deseo y de miedo, en busca de algo más.» Listos y despiertos, vivos en la propia conciencia: así nos quiere la verdadera moral y tal es el estimulante propósito de toda educación ética digna de ese nombre. La cual, por cierto, no nos viene primordialmente de los doctores y sus palabras «sino de la afilada férula de la calamidad, bajo la cual Una fiesta en Vaiiima. somos todos alumnos de Dios hasta que morimos». Así coinciden finalmente el narrador y el moralista, en la maravillosa intrincación de cada caso humano y en el vertiginoso y sugestivo caracolear de la acción en la que debe definirse: «La práctica es un asunto más intrincado y desesperado que la más sólida de las teorizaciones, la vida es un asunto de caballería andante, en la que sólo el rápido juicio y la pronta acción son posibles y debidas». Aún podríamos señalar otros aspectos tratados más o menos al desgaire en el fragmento moral de RLS: su proclama de que todo trabajo mal hecho es un robo a la humanidad, su defensa del ser frente al tener o una curiosamente actual crítica del consumismo que, al dar placeres y lujos a quien de veras no los quiere, estropea la posibilidad de que se produzcan y repartan convenientemente los, en realidad, deseados («Quien objeta contra los lujos es un estúpido; pero también es un estúpido el que no protesta contra el desperdicio de lujos en quien no los desea ni puede disfrutarlos»). Pero no trato de convertir al Stevenson narrador en el Stevenson profesor. Por muy sugestivo que sea este esbozo inacabado de teoría moral, el verdadero debate ético de RLS hay que 51 CLU33 buscarlo en sus relatos. Quizás ése sea el modo más adecuado de reflexionar sobre cuestiones morales o, yendo más lejos, el verdadero modo humano de reflexionar. Gregory Bateson cuenta la anécdota en su libro postumo: cierto día un tipo pregunta a su aterradoramente eficiente computadora: «¿Serás alguna vez capaz de pensar como un verdadero ser humano?»; después de oírse muchos crujidos y rechinamientos, salió de la computadora una tira de papel que decía: «Esto me recuerda una historia...». • * Fernando Savater es escritor y profesor de Ética en la Universidad del País Vasco. R.L. STEVENSON Stevenson en el cine por Juan Antonio Pérez Millán* desigual fortuna de las versiones realizadas, Pérez Millán plantea, al hilo de la filmografia stevensoniana, la inevitable cuestión que siempre provoca la relación cine-literatura: ¿ha hecho justicia el cine a la obra literaria? El cine ha bebido abundantemente en las fuentes literarias de Stevenson, La isla del tesoro y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde han sido, de entre sus obras, las más frecuentadas por los cineastas. Sin embargo, y dada la «El arte de la literatura se diferencia de sus hermanas en que el material que utiliza el artista literario es el dialecto de la vida... De ahí una singular limitación: las artes hermanas tienen la ventaja de servirse de un material plástico y dúctil, como la arcilla de modelar; sólo la literatura está condenada a trabajar en mosaico con palabras limitadas y completamente rígidas.» MERVY PEAK. K|~ I ^ W l bert L. Stevenson, I ^ | cuando incluyó esta reflexión en su breve ensayo Sobre algunos elementos técnicos del estilo li- terario,1 que una de esas «artes hermanas» —todavía no nacidas por aquel entonces: el cine— iba a beber tan abundantemente en las fuentes de su propia literatura, extrayendo de 5£ CLIJ33 ellas ideas, situaciones, y hasta «imágenes» —en sentido amplio— para una interminable lista de adaptaciones de sus títulos más conocidos. Y si la validez de su afirmación sobre las desventajas de la literatura frente a otras formas de expresión creativa resulta hoy por lo menos discutible, no lo sería menos la hipotética comparación entre el interés de sus narraciones originales y los resultados de las múltiples versiones cinematográficas a que han sido sometidas, a lo largo de casi un siglo de existencia del nuevo medio. Una vez más, por ejemplo, resulta imposible establecer con precisión si ha sido mayor la ayu- Milland y Francés Farmer en los papeles principales, a partir del relato homónimo escrito por Stevenson con Lloyd Osbourne en 1894 y que ya había sido llevado al cine en 1915 y 1922 y volvería serlo en 1947 con el título, a todas luces oportunista, de The Adventure Maná. O The Battle Imp, inspirada en un cuento de 1892 y dirigida por IVIarshall Neilan ya en Í917. O The White Circle, llevada a la pantalla tres años después por Maurice Tourneur. O The Body Snatchers (no confundir con La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel, 1956), adaptada por Robert Wise en 1945, con Boris Karloff y Bela Lugosi, nada menos, a la cabeza de un reparto situado en los tétricos ambientes suburbiales del Edimburgo de 1831. O The Strange Door, título cinematográfico de The Sire de Maledroit's Door (1882), dirigida en 1951 por Joseph Pevney, con Charles Laugthon, Paul Cavanagh y de nuevo Boris Karloff. O incluso versiones tan poco afortunadas como la de Walter Reuben sobre The Suicide Club (1882) titulada Troublefor Two (1936) y protagonizada por Robert Montgomery y Rosalind Russell, y la de Ted Teztlaff en 1952, sobre The Treasure of Franchard (1887), llamada en cine Treasure of Lost Canyon. Charlton Heston, en el papel de John Silvet; en el film La isla del tesoro, dirigida en Pero han sido sin duda las dos 1990 por Fraser C. Heston. obras «mayores» ya citadas las que da de Stevenson al cine, aportándole dentro del cine de aventuras —el lla- más intensa y asiduamente han atraíargumentos para algunos de los géne- mado «cine de piratas»—, y el relato do la atención de la industria del cine. ros más populares, o la del cine a la más breve El extraño caso del Dr. literatura stevensoniana, acercando a Jekyll y Mr. Hyde, publicado tres En busca de! tesoro públicos masivos y de toda edad y años después y que daría pie a más de condición las peripecias de los perso- treinta adaptaciones cinematográfiDe La isla del tesoro se conocen najes más representativos de aquélla. cas, en sentido más o menos estricto, versiones cortas de los años 1908, 1911 amén de un sinfín de películas inspi- y 1915, antes de llegar a la más destaradas de un modo u otro en el suge- cada de la época muda, firmada por Una fuente inagotable rente tema de la «doble personalidad» Maurice Tourneur en 1920, con Lon Chaney encarnando dos papeles y, cuEn cualquier caso, han sido básica- que le sirve de base argumental. No han sido las únicas, desde lue- riosamente, una actriz —Shirley Mamente dos las obras del escritor que con más frecuencia y mayor difusión go, y basta hojear someramente las són— en el del joven protagonista Jim posterior se han visto trasladadas a las enciclopedias del cine para descubrir Hawkins. Ya en el sonoro, Victor Fleming, pantallas: La isla del tesoro (1883), o recordar títulos como The Ebb Tide convertida en prototipo de todo un (Bajamar), dirigida en 1937 por Ja- antes de adentrarse en la enloquecida subgénero con personalidad propia mes Hogan, con Osear Homolka, Ray aventura del rodaje de Lo que el vien- 53 CLIJ33 R.L. STEVENSON to se llevó, planteo una nueva adaptación que haría fortuna, entre otras cosas, porque la fisonomía prestada por el actor Wallace Beery al personaje del pirata Long John Silver iba a quedar identificada en la imaginación de los espectadores, además de ser, a juicio de muchos, la más fiel a la descripción del pirata cojo realizada por Stevenson en su novela y, en general, al conjunto del texto original, por lo menos desde un punto de vista formal. Junto a Beery aparecían Jackie Cooper como Jim Hawkins y Lionel Barrymore como el «capitán» Billy Jones. Sin embargo, y tras una nueva adaptación, en este caso soviética, dirigida por V. Vaynstock en 1937, la versión más conocida hoy por todos los públicos iba a ser la realizada en 1950 por Byron Haskins, con Robert Newton en el papel de John Silver y Bobby Driscoll en el de Jim. El roda- je se llevó a cabo íntegramente en Inglaterra, aunque para la productora norteamericana de Walt Disney, que con este título abandonaba su dedicación exclusiva a los dibujos animados, significaba el inicio en el campo de la figuración «real». Tan grande fue el éxito de esta adaptación y tan fuerte la identificación del público con el actor Robert Newton en el papel del pirata, que pocos años más tarde, y en Australia, el mismo director volvió a llamarle para interpretarlo de nuevo en otra versión, esta vez titulada ya directamente Long John Silver (1954)... Al mismo tiempo, en Estados Unidos, E.A. Dupont ensayaba, para la productora United Artists, una desalentadora «actualización» de la historia de Stevenson, Return to Treasure Island, en la que Dawn Adams interpretaba a Jamosina Hawkins, una descendiente de Jim que volvía a buscar el tesoro del capitán Flint dos - cientos años más tarde, enfrentándose a dos bandas de buscadores profesionales y enamorándose de un estudiante de arqueología. Todavía habría nuevas y poco significativas versiones en los años 1968, 1970, 1971 y 1972. Esta última, una extraña coproducción entre Gran Bretaña, Francia, España y Alemania, firmada por un Andrew White tan obsesionado con la fidelidad a la letra del texto de Stevenson, que sólo consiguió un producto aburrido y nada cinematográfico, salvo por la curiosidad que supuso ver al legendario Orson Welles en su interpretación del no menos legendario Long John Silver. Un año más tarde, sería Kirk Douglas el encargado de dar vida al mismo personaje, acompañado por el rubicundo IVlark Lester como Jim Hawkins, en una descafeinada «readaptación» titulada Scalawag y ambientada en México hacia 1940. Y todavía en 1987 le correspondería el papel estelar a Anthony Quinn en Space Island, producción italiana que pretende situar la acción en el año 2300 y donde la isla de Stevenson es sustituida, en concordancia con el título, por un planeta perdido en la inmensidad del espacio. Todo ello, sin contar la infinita diversidad de series, tanto de imagen real como de dibujos animados, que las televisiones de todo el mundo —incluida naturalmente la japonesa, con su legión de inexpresivos muñecos diseñados por ordenador— han extraído insaciablemente del texto original hasta hacerlo prácticamente irreconocible. Jano, el dios bifronte Jackie Cooper como Jim Hawkins y Wallace Beery como Silver, en La isla del tesoro (1934), del director Victor Fleming. Pero si la «historia» cinematográfica de La isla del tesoro es compleja y difícil de resumir, la de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde resulta prácticamente inabordable, tanto por el número de adaptaciones que ha recibido como por la variedad de tratamientos con que ha sido planteada, muchas veces desde perspectivas abiertamente contrapuestas. Así, hay constancia documental de al menos diez versiones realizadas entre 1908 y 1920, antes de que John S. Robertson dirigiera a John Barrymo re en el doble papel de Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Entre ellas, la de 1913, de autor desconocido, figura como la primera coloreada, mientras que la producida por la Vitagraph en 1917, Miss Jekyll and Mrs. Hyde, cambiaba por vez primera el sexo del protagonista, abriendo un filón que sería explotado con cierta frecuencia más adelante. También en 1920, el alemán F.W. Murnau adaptaba el relato de Stevenson bajo el expresivo título de Der Januskopf, con Conrad Veidt a la cabeza del reparto. Cinco años después, Stan Laurel, todavía no unido a Oliver Hardy en inmortal pareja cómica, parodiaba la historia original en Dr. Pyckle and Mr. Pride, a las órdenes de Monte Brice. Ya en la época sonora, Rouben Mamoulian abría el abanico de las mejores adaptaciones, encomendando a Fredrich March la ardua tarea de transmutarse en la pantalla, desde la inquietante sutileza de Jekyll a la brutal perversidad de Hyde, junto a una Miriam Hopkins particularmente brillante. Con la inestimable ayuda de los técnicos del estudio, el esfuerzo de March se vería recompensado con el Osear de la Academia al mejor actor de aquel año, y la película permanecería en el recuerdo como la más cuidada y para muchos la mejor de las versiones del relato de Stevenson. En 1914, Victor Fleming, maltratado por los avatares de Lo que el viento se llevó, vuelve por sus fueros stevensonianos y se refugia en un nuevo Dr. Jekyll and Mr. Hyde excesivamente académico, pero donde Spencer Tracy sobresale de modo llamativo, mucho más —contra su costumbre— en el papel del malvado que en el del doctor, flanqueado alternativamente por Ingrid Bergman y Lana Turner. A partir de ese momento, proliferan las secuelas, a base sobre todo de extraños «parientes» del personaje central: Seymour Friedman realiza Son ofDr. Jekyll (1915) con Louis Hayward; Boris Karloff interviene en la irrisoria CLIJ33 Abbot and Costeño meet Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1953), de Charles Lamont; y Gloria Talbot da vida a The Daughter of Dr. Jekyll (1957), de Edgar Ulmer, antes de que otro gran actor vinculado al teatro, Jean-Louis Barrault, aborde en serio el torturado papel en la personalísima versión de Jean Renoir. Le testament du docteur Cordelier (1959). Una de las más insólitas «adaptaciones» del texto de Stevenson —y no por ello menos afortunada— sería, curiosamente, la del cómico americano Jerry Lewis, que se dirigió a sí mismo en The nutty Professor (Elprofesor chiflado, 1963), encarnando a un apocado científico con voz de pito y a un gomoso «dandy», en el que más de uno ha visto, al mismo tiempo, una descarada sátira de su viejo compañero de repartos, Dean Martin... Cristopher Lee, otro de los clásicos del cine de terror y similares, que ya había intervenido en The Two Faces of Dr. Jekyll (1960), bajo la dirección de Terence Fisher, volvería sobre el asunto diez años después con I, Monster, de Stephens Weeks; y la productora inglesa Hammer, especializada en la fabricación de pequeñas joyas inquietantes de bajo presupuesto, reincidiría igualmente con Dr. Jekyll and Sister Hyde (El doctor Jekyll y su hermana Hyde, 1971), de Roy Ward Baker, donde el erotismo latente en el texto original, y presente de un modo u otro en la mayoría de sus adaptaciones, estallaba de forma inusitada, bajo la apariencia física de Ralph Bates y Martine Beswick, en un grado que no podría ser superado ni siquiera por la explicitud habitual del polaco Walerian Borowczyk, que en 1981 se acercó igualmente al tema de Stevenson en Le docteur Jekyll et les femmes, con Udo Kier en el papel protagonista. De la palabra a las imágenes Pero esta nutrida, aunque parcial, relación de nombres y títulos no pue- R.L STEVENSON Jerry Lewis en El profesor chiflado (1963). Jerry Lewis en El terror de las chicas (1961). de suplir al planteamiento del interrogante que se abre siempre que se trata de revisar adaptaciones cinematográficas de textos literarios: ¿han hecho justicia las imágenes en movimiento al contenido de las palabras originales? En nuestro caso concreto, ¿qué queda de Robert L. Stevenson tras ese auténtico río de celuloide que ha brotado de sus obras, unas veces por comodidad a la hora de buscar un argumento de impacto, otras por puro sentido comercial al explotar títulos conocidos, y otras, quizá las menos, por afán de apoyarse en sus textos para explorar nuevos campos y encontrar otras posibilidades expresivas? Los estudiosos suelen destacar la existencia de tres adaptaciones «fieles» a El extraño caso del Dr. Jekyll 56 CLIJ33 y Mr. Hyde: las de John S. Robertson, Rouben Mamoulian y Víctor Fleming; dos «re-creaciones» ambiciosas, emprendidas por otros tantos autores de indiscutible personalidad que, partiendo del texto, trataban de ahondar en sus propios universos creativos: Murnau y Renoir; y una parodia brillante y de inusitada inteligencia; la de Jerry Lewis. La selección puede valer al menos como primera aproximación, aunque otros críticos, más maliciosos, insistan en que, salvo muy contadas excepciones, el cine sólo ha visto en los argumentos de Stevenson pretextos privilegiados para destacar el valor de los escenarios —naturales o decorados—, en un esquema de aventuras propicio para el lucimiento de los actores (en el caso de La isla del tesoro) o para poner en juego la maestría de los técnicos de maquillaje y efectos especiales, al servicio también de unos protagonistas proclives al his- Spencer Tracy protagonizó El extraño caso del doctor Jekyll (1941), de Víctor trionismo y a las convulsiones de tipo circense (en el del doctor Jekyll)... No cabe duda, sin embargo, de que, junto al hecho de acuñar visualmente unos personajes-tipo de alcance prácticamente universal (el adolescente de mirada sorprendida que descubre el mundo al compás de una peripecia apasionante, el pirata de aspecto terrorífico que oculta unos sentimientos insospechados, el científico atormentado por el problema del mal, que acaba generando en sí mismo un monstruo que escapa a su control, etc.), el cine ha tendido con frecuencia a la simplificación, reduciendo un Fleming. fascinante «viaje iniciático» a mero didactismo ejemplarizante, o un planteamiento de exquisita e inquietante ambigüedad moral a puro maniqueísmo esquemático y falsamente tranquilizador. Pero en las escasísimas ocasiones en que, más allá del oportunismo comercial más descarnado, se ha entendido que «adaptar» un texto literario no significa «ilustrarlo» con estampitas pretendidamente fieles a su literalidad, sino profundizar en su sentido para «re-crearlo» después con un lenguaje sustancialmente diferente, el de las imágenes en movimiento, algunas 57 CLIJ33 películas —o mejor, algunos momentos privilegiados de ciertas películas— han conseguido trasladar con éxito el espíritu de Stevenson a la pantalla. Y ese hecho resulta especialmente interesante, tratándose de un autor que siempre fue sensible de modo particular al valor expresivo de las imágenes. Un autor que, cuando quería explicar los rasgos más intensos de un personaje, no dudaba en recurrir a frases como ésta: «El rostro de Silver era como una ilustración; sus ojos se salían de las órbitas»... Un autor que dedicó ensayos enteros a analizar el valor de los grabados que acompañaban a determinada edición literaria, incluyendo párrafos como el siguiente: «Esta serie de grabados evidencia un raro poder: el poder de unir una acción o un humor a otro; el poder de rastrear hasta el final los estados de ánimo, incluso los de los tétricos demonios subhumanos engendrados por la fantasía del artista; el poder de ejecución sostenido y continuado que, paso a paso, siguiendo a la naturaleza, narra una historia con sus entradas y salidas, sus pausas y sorpresas, de forma tan completa y figurativa como el arte de las palabras. Una de estas secuencias...»2 En otros términos: ¿qué habría podido hacer Robert L. Stevenson si, en vez de morir prematuramente en 1894, hubiese llegado a conocer el nuevo medio de expresión que, sólo unos meses más tarde, en diciembre de 1895, daban a conocer los hermanos Lumiére con su primera proyección cinematográfica de carácter público?* * Juan Antonio Pérez Millán es crítico de cine y coordinador de la Filmoteca de Castilla y León. Notas 1. En R.L. Stevenson, Ensayos literarios, Hiperión, Madrid, 1983, p. 44. 2. En «El progreso del peregrino» de Bagster, Ibíd., p. 133. Los subrayados son nuestros. R.L. STEVENSON R.L. Stevenson en España TREASURE ISLAND THE MUTINY OF THE HISPANIOLA. BT CAPTAIN GEOEGE NOETH. PROLOGUE.—THE ADMIRAL BENBOW. CHAPTER I. THE OLD SEA DOG AT THE ADMIRAL BENBOW. Selección bibliográfica La isla del tesoro, Seix & Barral, Barcelona, 1924. La isla del tesoro, Aguilar, Madrid, 1967. La isla del tesoro, Aura, Barcelona, 1972. La isla del tesoro, Vosgos, Barcelona, 1973. El muerto vivo, Barral, Barcelona, 1974. Trad. de José Antonio Lara. La isla del tesoro, R. Sopeña, Barcelona, 1975. La isla del tesoro, Magisterio Español, Madrid, 1975. Colección juvenil: Robert Louis Stevenson, Carroggio, Barcelona, 1976. Trad. de Jorge Beltrán. Virginibuspuerisquey otros escritos, Taurus, Madrid, 1979. Trad. de Mary Sol de Mora. La isla del tesoro, Susaeta, Madrid, 1979. Flecha negra, Ortells, Valencia, 1979. Trad. de José-Félix. Apología de los ociosos y otras ociosidades, Laertes, Barcelona, 1979. Trad. de Alberto Cardín. De vuelta del mar, Peralta, Madrid, 1980. Trad. de Javier Marías. La isla del tesoro, Muralla, Madrid, 1980. La casa ideal, Hiperión, Madrid, 1980. Trad. de Santiago Rodríguez Santerbás. Bajamar, Peralta, Madrid, 1980. Trad. de Ramón García Fernández. La flecha negra, Auriga, Madrid, 1981. La flecha negra, Toray, Barcelona, 1981. Raptado, Paulinas, Madrid, 1981. Trad. de Adoración Pérez. Las peripecias de John Nicholson, Fontamara, Barcelona, 1982. Trad. de R. García Salcedo. El príncipe Otón, Espasa-Calpe, Madrid, 1982. La isla del tesoro, Anaya, Madrid, 1982. Trad. de José M a Álvarez Alonso. El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Anaya, Madrid, 1982. Trad. de Luis Sánchez Bardón. El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, Orbis, Barcelona, 1982. Trad. de Carlos Silvi. El extraño caso del Dr. Jekyll y tnister Hyde, Debate, Madrid, 1982. Trad. de Juan Carlos Silvi. El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, Espasa-Calpe, Madrid, 1983. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Forum, Barcelona, 1983. Trad. de Rufo Salcedo. Secuestrado, Anaya, Madrid, 1983. Trad. de Eugenia Santidrián. Catriona, Anaya, Madrid, 1983. Trad. de Luis Sánchez Bardón. El fantasma de Janet, Olalla y otras narraciones, Fontamara, Barcelona, 1983. Trad. de G. Salcedo Rufo. Stevenson: Ensayos literarios, Hiperión, Madrid, 1983. Trad. de B. Cañáis y B. de la Iglesia. 58 CLIJ33 ¡\¿UIRE T R E L A W NE Y, Dr. Liveaey, and the rest of these gentíomcn having asked me lo write iiü\vu the whole particular» about Treasure Islaud, from the beginning to the end, keeping nothing back but the bearings of the island, and that only because there ia still treasure not yet lifted, I take up ray pen in the year of grace 17—, and go back to the time when my father kcpt the Admiral Benbow Inn, and the brown oíd seaman, with the sabré cut, first took up his lodging undcr onr roof. t it were yesterday, as he carne "oor, hia sea-chest following behind hiin in a hand-harrow; a tall, strong, heavy, nut-browo man; his tarry pig-tail falling over the Bhoulilers of his soilrd bine coat ; his hands ragged and scarred, with blaek, broken nai]s ; and the sabré cut ncross one cbork, a dirty, livid white. I remerabcr hini looking round the cove and whistling to him¡•elf as he dic! so, and then breakir.g out in that oíd sea-song that he sang so often afterwarda : 1 Fifteen men on the dead man'f chest—• Yü-ho-bo, and a bottle of rom, Pagino de la revista Young Folks, en ia que apareció La isla del tesoro, en 1881. La isla del tesoro, Auriga, Madrid, 1984. Trad. de Ramón Conde Obregón. El dinamitero, Altea, Madrid, 1984. Trad. de Andrés Ríos Giménez. La resaca, Batllo, Barcelona, 1984. Trad. de José Tórroba. La resaca, Laertes, Barcelona, 1984. Trad. de José Torroba. La flecha negra, Orbis, Barcelona, 1984. La flecha negra, Espasa-Calpe, Madrid, 1984. La flecha negra, Auriga, Madrid, 1984. Cuentos de los Mares del Sur, EspasaCalpe, Madrid, 1984. Aventuras de un cadáver, Planeta, Barcelona, 1984. A través de las paredes, Espasa-Calpe, Madrid, 1984. Aventuras de David Balfour, EspasaCalpe, Madrid, 1984. Ei extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Interediciones, Madrid, 1984. Trad. de J.L. 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El dinamitero, Alianza Editorial, Madrid, 1987. Trad. de Luis Loayza. La isla de las voces, Granica, Barcelona, 1987. Trad. de Carlos Izquierdo y J.C. Pereira. La isla de las voces, Siruela, Madrid, 1987. Trad. de José Luis López Muñoz. Aprendiz de emigrante, Laia, Barcelona, 1987. Trad. de Eduardo Jordá. La flecha negra, Sape, Madrid, 1987. Les aventures de David Balfour, La Magrana, Barcelona, 1987. (Edición en catalán.) El diable de l'ampolla, Atzar, Barcelona, 1987. Trad. de Marta Milián Gubern. (Edición en catalán.) La isla del tesoro, Toray, Barcelona, 1987. Trad. de Mariano Orta Manzano. La isla del tesoro, Alborada, Madrid, 1987. Trad. de Fernando Santos Fontenla. La isla del tesoro, Sape, Madrid, 1987. Trad. de Federico Zaragoza. La isla del tesoro, Hiares, Barcelona, 1987. La isla del tesoro, Planeta, Barcelona, 1987. Eestrany cas del Di: Jekyll i Mr. Hyde, Glauco, Barcelona, 1988. Trad. de Andrew Langdon-Davies. (Edición en catalán.) 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Trad. de Carmen Criado. Gezi beltza, Kriselu, San Sebastián, 1989. Trad. de Joseba Andoni Berriotxoa. (Edición en vasco.) IM isla del tesoro, Instituto Enciclopédico Español, Barcelona, 1989. La isla del tesoro, Gaviota, Madrid, 1989. La isla'l tesoru, Llibros del peixe, Oviedo, 1989. (Edición en asturiano.) La isla del tesoro, Alianza Editorial, Madrid, 1990. Trad. de Fernando Santos Fontenla. La fletxa negra, La Magrana, Barcelona, 1990. Trad. de Caries Liorach. (Edición en catalán.) 60 CLIJ33 r P R E M io JÓVENES INVESTIGADORES El Premio versará sobre cuatro áreas temáticas: • Ciencias de la salud: Biología, Medicina, Farmacología • Ciencias químicas, físicas y matemáticas • Ciencias de la Tierra y del Espacio: Geología, Oceanografía, Medio Ambiente, Astronomía • Informática y Tecnología. PLAZO DE INSCRIPCIÓN Y SOLICITUD DE LAS BASES Hasta el treinta de setiembre de 1991, Las bases del Premio podrán solicitarse por escrito a Editorial Fontalba, MUNDO CIENTÍFICO, Premio «Jóvenes investigadores», c/Valencia, 359,6° 1 a , 08009 Barcelona o por fax al (93) 258 66 02. RECEPCIÓN DE LOS TRABAJOS En EDITORIAL FONTALBA, El plazo de presentación de los mismos finalizará el día 15 de noviembre de 1991. Podrán participar todos aquellos jóvenes de naícionalidad española o iberoamericana y ciudadanos comunitarios legalmente establecidos en España, entre los diecisiete y veinticuatro años, a título individual o formando equipos de trabajo integrados por un máximo de tres jóvenes. PREMIOS El Primer Premio estará dotado con 100 000 pesetas. Además del premio, también se otorgarán tres accésit de 25 000 pesetas cada uno. B A S ES l - P o d r á n concurrir al mismo todos los autores españoles, iberoamericanos y residentes comunitarios legalmente establecidos en España, entre los diecisiete y los veinticuatro años que lo deseen y que acepten, d e antemano, las bases establecidas, 2. Los trabajos presentados serán originales e inéditos, d e auténtico interés y c a l i d a d científica, escritos en castellano, d e una extensión d e entre 15 y 25 páginas DINA mecanografiadas con claridad, a d o b l e espacio por una sola cara. 3. Se presentará un original en el cual figurará el nombre completo y la dirección del autor o d e los autores. Los trabajos versarán sobre las siguientes áreas d e investigación: * Ciencias d e la Salud: Biología, Medicina, Farmacología * Ciencias químicas, físicas y matemáticas • Ciencias d e la Tierra y del Espacio: Geología, Oceanografía, Medio Ambiente, Astronomía • Informática y Tecnología 4. Los trabajos p o d r á n presentarse a título individual o formando equipos d e trabajo integrados por un máximo d e tres jóvenes. 5. En todos los casos, el trabajo estará tutorado por un investigador, director d e centro o profesor, el cual dirigirá al equipo y hará constar en un informe separado las circunstancias en las que se ha desarrollado éste. 6. El fallo del jurado será inapelable y los premios podrán ser declarados desiertos. El fallo del Premio se anunciará en el número d e enero d e 1992 d e MUNDO CIENTÍFICO: 7'. Los originales no premiados podrán ser devueltos, a petición d e los autores, durante los dos meses siguientes a la fecha d e difusión del fallo de! concurso, Terminado dicho plazo serán áestruidos. La Editorial no se responsabiliza d e algún posible extravío d e originales o d e material enviado. 8. El Jurado estará formado por especialistas d e reconocido prestigio, en. las diferentes áreas del Premio, y una representación d e la Editorial patrocinadora. LIBROS DE 0 A 5 AÑOS El pirata Higini M a Ángels Bogunyá. Ilustraciones de Francesc Rovira. Colección La Sirena, 45. Editorial La Galera. Barcelona, 1991. VAJU/XXX, 'OUA. -^VTXXXAKX -oyiYW- w / j j a j l u x . 350 ptas. Edición en catalán. Existe versión en castellano. Higini desea ser un pirata hecho y derecho, así que comienza por comprarse un barco y adecuar su imagen a la nueva situación, pero a pesar de todo ello, Higini no acaba de causar respeto a nadie, por lo que trata de buscar una solución. Historia divertida y sin complicaciones, especialmente dirigida a los pequeños que comienzan a disfrutar solos de la lectura —el texto se presenta caligrafiado—, y bien arro- La bruixa que anava amb bicicleta Elisabet Abeyá. Ilustraciones de Roser Capdevila. Colección La sirena, 46. Editorial La Galera, Barcelona, 1991. 350 ptas. Edición en catalán. Existe versión en castellano. Lo que más le gusta a la bruja Serafina es andar en bicicleta. Un día de mucho viento sufre un accidente y va a parar contra un enorme muro de piedras. Desde entonces decide ataviarse como Dios manda y no querer presumir por la carretera. Texto breve, asequible y caligrafiado, e ilustraciones frescas y tremendamente expresivas a cargo de Roser Capdevila, conforman este cuento escrito por Elisabet Abeyá y dirigido a los primeros lectores. pada por las ilustraciones de Francesc Rovira. El drac que no estava per princeses Roser Ros. Ilustraciones de Rosa Anna Crespo y Enric Soler. Colección El Tricicle, 4. Editorial Tándem. Valencia, 1991. 475 ptas. Edición en catalán. Con el hambre que tenía, aquel dragón no estaba para demasiadas historias. Ni echaba fuego por la boca, ni asustaba, ni nada de nada. Un día, aquel dragón hambriento se zampará un transistor, gracias a lo cual pasará a ser el dragón más musical de la historia. El cuarto título que aparece en la colección El Tricicle, de Tándem, muestra un excelente trabajo a dos bandas: el texto de Roser Ros, pleno de humor y desenfado, y las ilustraciones, claras y expresivas, del dúo formado por Rosa Anna Crespo y Enric Soler. En definitiva, un buen libro, cuidadosamente editado. DE ó A 8 AÑOS Alex y el silencio Nadine Brun-Cosme - Yan Nascimbene. Traducción de Gerard Jacas. Editorial Milán. Barcelona, 1991. ptas. Al pequeño Alex le aterra el silencio, aunque en realidad tampoco sabe lo que es. Poco a poco irá descubriendo diferentes sonidos y ruidos cada vez más diminutos, y ello le servirá para comprender poco a poco la naturaleza del silencio, o más bien del «sin ruido», como dice el propio Alex. Excelente álbum ilustrado, ameno e instructivo, narrado con un lenguaje entendible y al tiempo poético, que servirá de base para que los Las cosas de tu cuarto &_ D a Alex o y el silencio A 0 ü n JE ^fk ¡\ a A. u_ <i O ^ :| _. K niños que se acerquen a él desvelen los secretos que el silencio encierra en sí mismo. ¡Perdidos! David McPhail. Traducción de Carlos Torres. Colección Austral Infantil, 58. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1991. 550 ptas. María de la Luz Uribe. Ilustraciones de Fernando Krahn. Colección Austral Infantil, 62. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1991. 1.350 ptas. Un niño halla a un oso llorando dentro de un camión y es que el pobre animal se ha perdido en la gran ciudad. El niño lo acompaña hasta el lugar donde vive pero, entonces, será el pequeño el que no sepa regresar a su casa. David McPhail recrea, en este bonito libro, la amistad entre un niño y un oso extraviado. Si bien el contenido redunda en uno de los temas más recurrentes de la literatura infantil: la relación entre niños y animales, éste está abordado con imaginación y gracia, lo que hace que sus páginas sean atractivas para los pequeños lectores. Los cuartos de los pequeños están repletos de objetos, muebles y demás cosas. María de la Luz Uribe los ha juntado todos en este su último libro de poesía y, a partir de aquí, nos cuenta la historia de cada una de ellas. Como en el caso de su entrega anterior, Las cosas del salón, publicado en esta misma colección (Austral Infantil, 53), la autora utiliza como fuente de inspiración distintos objetos inanimados y parte de ellos para crear un encantador y vibrante mundo poético, al que arropan las tiernas y divertidas ilustraciones de Fernando Krahn. 63 CLIJ33 LIBROS/NOVEDADES ¿Quién tiene miedo a la tormenta? Fanny Joly. Ilustraciones de Jean-Nóel Rochut. Traducción de Uriel R Eyheramonno. Colección Fácil de Leer. Editorial Anaya. Madrid, 1991. 700 ptas. Tragonéete, músico Jacqueiine Heid. Ilustraciones de Rosy. Traducción de Jóelle Eyheramonno. Biblioteca de los Renacuajos. Editorial Anaya. Madrid, 1991. 500 ptas. Existe versión en catalán. Los niños que comiencen a adquirir cierta fluidez lectora hallarán en el presente volumen una buena manera de perfeccionar su lenguaje y, además, de perder el miedo a las tormentas. Una niña se ve acosada por el pánico que rayos y truenos le producen y decide marcharse de casa, a otro lugar, en donde las tormentas no existan. Pero pronto se dará cuenta que todo es cuestión de minutos y que las tormentas no son para siempre. Texto correcto y accesible, bien secundado por las vistosas, dinámicas y amables ilustraciones de Jean-Nóel Rochut. Javi Hilda Perera. Ilustraciones de Ana G. Lartitegui. Editorial Everest. León, 1991. 750 ptas. La abuelita Manolita lleva un día al lobo Tragonéete y a María a un concierto musical. Al salir, Tragonéete, emocionado, decide hacerse músico, pero sus cualidades auditivas no son las mejores para seguir tal carrera. Estudia, a duras penas, piano y violín, pero ha de abandonar ambos instrumentos, pues Tragonéete es una nulidad total. Nuevo título de la Biblioteca de los Renacuajos, en el que se presenta a los pequeños lectores una historia divertida y de agradable lectura, en la que el texto, bien estructurado y escrito en rima, les permitirá al mismo tiempo familiarizarse con los usos del lenguaje. Como en el resto de títulos de la colección, la ilustración juega en el presente volumen un papel destacado, gracias a su expresividad y brillantez. Javi es un niño que trae loco a su madre, aunque él no acaba de entender del todo por qué es así. Harto de que en casa le digan que es una tragedia, el pequeño se va encarnando en varios animales hasta encontrar aquel que más le satisfaga, y como en todos ellos halla inconvenientes, decide que lo mejor es volver a ser un niño. El libro, editado en formato álbum, aborda, sin dramatismo y con algunas pinceladas de buen humor, la relación entre padres e hijos. Tras un buen planteamiento y un mejor desarrollo, el libro desemboca en un final feliz que no por esperado deja de satisfacer a todos. 64 CLU33 A galiña azul Carlos Casares. Ilustraciones do Xan López Domínguez. Colección Árbore, 34. Editorial Galaxia. Vigo, 1991. 790 ptas. Edición en gallego. Ramiro Beatriz Ferro. Ilustraciones de Clara Urquijo. Editorial Lumen. Barcelona, 1991. 1.500 ptas. Ramiro es un atribulado ratón que vive'totalmente obsesionado por la idea de que algún gato acabe con él. De ahí que busque un país en el que no existan los gatos, para instalarse en él. El azar querrá que Ramiro se enrole involuntariamente en la carabela de Colón y participe, por ello, en el descubrimiento de América, un lugar en el que, gracias a Dios, no existen los gatos. Lumen y la Sociedad Estatal Quinto Centenario lanzan este volumen, cuidadosamente editado, pero cuyo argumento resulta un tanto forzado. En cualquier caso, la historia narrada resulta agradable de leer. Lo que ciertamente merece ser destacado son las magníficas ilustraciones de Clara Urquijo. Reedición de uno de los libros infantiles en gallego más leído de los últimos veinte años. Aparecido por primera vez en 1968, el tiempo no ha erosionado ni un ápice su lirismo y frescura, máxime cuando en la presente versión remozada, cuenta con un excelente complemento visual, corno son los dibujos de Xan López Domínguez. El libro narra los recuerdos de infancia que el autor cuenta a una niña amiga llamada Ana. Lógicamente entre los pasajes rememorados no falta el de la gallina azul que da título al libro, en el /^J////2f A B O R E 1 : que se narra cómo una gallina diferente al resto salva su pellejo, tras ser amenazada por un tal Manolito Listón que no ve en ella más que un bicho raro. Un robot pequeño Paco Martín. Ilustraciones de Manolo Unía. Colección Merlín. Editorial Xerais. Vigo, 1991. 635 ptas. Edición en gallego. Un robot chiquitito, que tan sólo está programado para comunicarse con los niños, es el protagonista del último libro de Paco Martín. En él, el escritor gallego narra, con la desenvoltura y el tono humorístico propio de su estilo, las fechorías que el artefacto hace y los líos en los que se mete. Libro de lectura fresca y estimulante, bien arropado por las ilustraciones de Manolo Uhía. LIBROS/NOVEDADES Petita Panotxa ELSPKATESDEL VAKELLMALEÍT £ •;. Enigmesi aventures -U'-C •iscp^b que tu pots escollir Káthe Recheis. Ilustraciones de Violeta Monreal Díaz. Traducción de Anna Tortajada i Orriols. Colección El Barco de Vapor, 119. Editorial Gruilla-SM, Barcelona, 1991. 575 ptas. Edición en catalán. De la mano de Petita Panotxa y de su hermano Llagosta Verda, la autora nos traslada al sudoeste de América del Norte, al desierto que sirve hoy de frontera entre México y Arizona. En dicho lugar habitaban los indios Papago, antes de que el hombre blanco colonizara dicho territorio. El libro describe la vida de los Papagos, pueblo amigo de la paz y de Els pirates del vaixell maleit Patrick Burston. Ilustraciones de A. P. Harchy. Traducción de Maria Rabassa. Ediciones B. Barcelona, 1991. 750 ptas. Edición en catalán. El Rubí Real ha sido robado por unos malvados piratas. La misión del lector será abordar el Maleit, el barco de aquellos hombres tan fieros, y recuperar dicha piedra preciosa. Un zorro será la única compañía para tan arriesgada operación. Libro juego editado en formato álbum, en el que aventura y lectura se dan la mano. El propio lector será quien con sus decisiones podrá ir desarrollando una historia que cuenta con las suficientes variaciones como para garantizar momentos agradables a los pequeños a los que va dirigido el volumen. % • * % • * (éW$)?stfEp * % A. % * Els cont.es ríeJVmde Guillat <•'. f., ¿b ' <:b - ELGATAMB BOTES • ¿b % • 1 <> ;'.'. I M ? í „ ¿ ¿ ^ ^ J* %m 'MMJMsm *ÉJ¿a %^ • I C T M I I IP9W* r>|» ¿> sssU & & É^ÉÉÉli^^y %\ÉpáúJrl'S *H * 5* BL,. -tóíWifc»' / i * WmÉ/)li>/)>Ü¡ * % \ % ™»-.. \ * % i editorial cruilla ediciones sin la tierra, hasta su reclusión en las reservas en las que hoy malvive. Libro ameno y sugestivo, al que podríamos ubicar a caballo entre el documento histórico y la ficción, narrado con soltura y unas buenas dosis de pasión —no en balde la autora ha visitado los lugares que describe—, que enriquecen una narración de por sí atractiva. El gat amb botes Charles Perrault. Adaptación de Thema. Colección Els contes de l'oncle Guillat, Editorial Columna. Barcelona, 1991. 900 ptas. Edición en catalán. La colección Els contes de l'oncle Guillat recoge algunos títulos clásicos de la literatura infantil de siempre, aunque pasados antes por el tamiz de Walt Disney. En esta ocasión, el cuento es El gato con botas y los intérpretes son algunos de los personajes inmortalizados por Walt Disney. Así, O'Malley es el Gato con botas, Donald es el hijo del molinero; Dingo, el rey; y Daisy, la princesa. Editado en formato álbum, el volumen presenta como mayor atractivo visual las ilustraciones en las que aparecen los personajes de Disney, fácilmente identificables por el niño. DE 10 A 12 AÑOS La historia del buen Simplón Ma Luise Volter. «El R p b l o > S BJHpCíntCTiarto ¡oe B. Stuart y Alexander Stuart ¿Dónde se ha escondido el mar? ¿Dónde se ha escondido el mar? Ilustraciones de Gennadij Spirin. Traducción de Miguel Presa Pereira. Editorial Everest. León, 1991. 750 ptas. A pesar de que George Sand es nombre de varón, tras él se encierra la personalidad de una dama parisina, baronesa de Dudevant (1804-1876), que escandalizó a la sociedad de su época por sus maneras —acostumbraba a vestirse de hombre y fumar puros— un tanto excéntricas. Como escritora, George Sand escribió varios títulos en los que reflexionó sobre la condición humana. Uno de ellos, correspondiente a su Enrique es el mejor amigo del mar. Habla con él, lo entiende y sabe dónde se oculta, porque el mar ha desaparecido y tan sólo Enrique sabe dónde hallarlo. La gente está inquieta y preocupada, sobre todo los amantes de la playa, pero Enrique no está dispuesto a desvelar su secreto. Al parecer, este divertido relato, le fue sugerido a Alexander Stuart por su hijo de cinco años Joe Buffalo. A partir de la idea del pequeño, Stuart tejió la presente historia de corte ecologista, amena, fresca y que se lee de un tirón, cosa que es de agradecer. Cuentos con deseo ZULEMA MORET Joe B. Stuart-ASexander Stuart. Ilustraciones de Teri Gower. Traducción de José Luis Haering. Colección El Roble Centenario, 40. Ediciones Rialp. Madrid, 1991. 625 ptas. Zulema Moret. Ilustraciones de José Ma Lavarello. Colección La hora del cuento. Editorial Juventud. Barcelona, 1991. 1.500 ptas. '"-•«V :• - | ) • xtM '¥: .t 4 . s~-? ?fir%'- V 4 / • • • • % . . \¡ ' J-^\ -. _..:. .-,... -.-...._...._ EDITORIAl JUVENTUD 67 CL1J33 última época, es el que ahora recupera Everest en una estupenda y cuidada edición que reproduce las excelentes ilustraciones de Gennadij Spirin. La historia del buen Simplón narra las aventuras de un dócil adolescente nacido en el seno de una malvada familia. El niño traba amistad con un extravagante y mágico señor Abejorro, con él inicia una curiosa relación. El buen Simplón pretende que el Abejorro cambie la personalidad de sus padres. Siete son los cuentos que integran este bonito libro de Zulema Moret. Siete cuentos breves, tiernos, amables, optimistas y, antes que nada, correctamente escritos, cuyos protagonistas son animales humanizados, flores, títeres y niños. El estilo de la autora, conciso, directo y sin excesivos alardes retóricos, permite una lectura cómoda y fresca. Las ilustraciones de José M a Lavarello, por su parte, han sabido pulsar el tono general de los relatos, por lo que enriquecen el volumen y son algo más que unas pinceladas decorativas. LIBROS/NOVEDADES Othmar Franz Lang Angelo, un convidat molt especial Langostino. La sombra asombrosa Rodolfo S. Pastor. Ilustraciones de Petra Steinmeyer. Colección Alba y Mayo. Serie Color, 1. Ediciones de la Torre-RTVE. Madrid, 1991. 975 ptas. Angelo, un convidat molt especial Othmar Franz Lang. Ilustraciones de Arnal Ballesíer. Traducción de Meritxell Sales i Tomás. Colección El Vaixell de Vapor, 109. Editorial Cru'ílla-SM. Barcelona, 1991. 625 ptas. Edición en catalán. Angelo aparece por casa de la familia Geiger, pero la verdad es que nadie sabe ni quién es, ni de dónde viene, ni qué desea. Clemens, Ulrike, sus padres, todos están confundidos. A Angelo, personaje misterioso donde los haya, todo parece darle igual, va a lo suyo y no pierde el tiempo en vanas explicaciones. Si bien el presente relato del austríaco Othmar Franz Lang se lee sin dificultad alguna, queda al cerrar el libro un regusto confuso. Confusión dada por las mismas características con las que ha sido cincelado Angelo, el protagonista de la narración. Es cierto que se trata de un ser enigmático, pero distinto es que a veces suscite equívocos. Ello no quita para que ciertos pasajes del volumen sean divertidos y hagan gala de un buen sentido del humor. Langostino, el personaje televisivo creado por Rodolfo S. Pastor y Petra Steinmeyer, aparece ahora en formato libro, gracias a esta bonita edición conjunta de Radiotelevisión española y Ediciones de la Torre. El mejor amigo de Langostino era un árbol, pero un día se lo arrebatan y éste se pone triste y colérico. Sin embargo, para su sorpresa, advierte que el árbol le ha dejado su sombra, con la que vivirá un montón de divertidas peripecias en diferentes lugares del país. Libro de lectura fácil y agradable, repleto de situaciones novedosas y divertidas, que hacen de él un volumen recomendable. Trastadas a mogollón CC\ \A TRASTADAS A MOGOLLÓN JOSÉ MANUEL SOUZA, y y PLAZA JOVEN José Manuel Souza. Ilustraciones de Raúl Suerio. Colección Colegas. Cristina, 3.3. Editorial Plaza Joven. Barcelona, 1991. 595 ptas. Aprovechando sus especiales dotes comerciales, Cristina se lanza a la puesta en marcha de cuantos negocios se le pasan por la cabeza. Todo vale si se trata de divertirse y no caer en la rutina. Tercera entrega de la serie dedicada a la joven Cristina. Quizá sea el presente, el volumen más acabado de los aparecidos hasta la fecha. El personaje está más cuajado y definido, lo que permite al lector una fácil y rápida identificación con él, y las distintas situaciones planteadas poseen más gancho, tal vez, por carecer de elementos superfluos que desvíen la atención. DE 12 A 14 AÑOS El Peculiar Rally París-Pekín El PlX'l PARÍS I.IAkR.il.¡A I'I.KÍX Francis Meléndez. Editorial Aura-Comunicación. Barcelona, 1991. 1.475 ptas. Tom Sawyer, detectiu Mark Twain Tom Sawyer, detectiu Mark Twain. Ilustraciones de Paco Hernández. Traducción de Doménec Ardit y Rosa Úbeda. Colección A la lluna de Valencia, 19. Ediciones Bramera. Alzira (Valencia), 1991. 690 ptas. Edición en catalán. Huckleberry Finn, inseparable compañero de correrías de Tom Sawyer, relata la intrigante aventura que el destino quiso que su amigo y él vivieran. Aventura no exenta de desapariciones, robos y asesinatos misteriosos, que constituye una de las obras más acabadas del escritor norteamericano Mark Twain (1835-1910). A través de sus páginas, impregnadas de un fino sentido del humor, Twain nos ayuda a conocer el carácter y las costumbres americanas, todo ello unido a dos de los rasgos que caracterizan su prosa: la aventura y la emoción extraída de la propia vida real y de la biografía del autor. En el año siete del presente siglo, tuvo lugar, efectivamente, un rally entre las ciudades de París y Pekín. En aquel episodio deportivo se ha basado el ilustrador Francis Meléndez para recrear con total libertad —el propio autor lo advierte en la primera página del volumen—, «su» peculiar interpretación de dicho evento. Personajes disparatados, entre románticos y decadentes, y aventuras inverosímiles y disparatadas, pue- LOS CUENTOS^-* DETOSIMEJORES BALLETS blan las cuidadas páginas de un álbum que marca un paso más en la evolución artística de uno de los ilustradores más originales del panorama español. Los cuentos de los mejores ballets Autores Varios. Traducción de Catalina Martínez Muñoz. Ediciones Susaeta. Madrid, 1991. 995 ptas. Coppelia, La bella durmiente, Cascanueces, El lago de los cisnes, El pájaro de fuego, Petrushka y Cenicienta son los siete cuentos recogidos en esta elegante y atractiva antología de relatos de los mejores ballets. El volumen, bien presentado y con unas ilustraciones muy adecuadas, incluye, a su vez, una introducción de Pierre-André Touttain sobre el ballet en la historia. Por otro lado, cada uno de los cuentos contiene un breve texto previo en el que se describe los pormenores —históricos, técnicos...— del ballet correspondiente a dicho relato. LIBROS/NOVEDADES A teima d e Xan A teima de Xan Antonio García Teijeiro. Ilustraciones de Pepe Carreiro. Colección Serie O ordenador, 6. Editorial Sotelo Blanco. Santiago de Compostela, 1991. 750 ptas. Edición en gallego. El imitador de pájaros Mirjam Pressier. Ilustraciones de Detlef Kersten. Traducción de María M. Arellano. Colección Juvenil, 418. Editorial Alfaguara. Madrid, 1991. 650 ptas. El pequeño Nickel posee la habilidad de imitar a los animales: gruñe como los cerdos, maulla como los gatos y silba como los pájaros. Por ello es el hazmereír de la escuela. Pero a su profesora es a la que menos gracia le hace todo esto. La ilusión de Nickel es tener una bicicleta, es lo que más desea, pero lo tiene difícil. Suerte de Diango, su hermano mayor, que le ayuda en todo cuanto puede. La autora germana Mirjam Pressler posee la capacidad de penetrar, con enorme sensibilidad, en la mente de los adolescentes que sitúa en sus libros. Ello le permite conectar a la perfección con dicho público. El presente libro describe a un niño inquieto, de ánimo movedizo, que se enfrenta a las realidades propias de su edad: la amistad entre chicos y chicas, la relación con su hermano mayor, el choque con el mundo adulto. Todo ello abordado con sencillez y naturalidad. Tras la muerte de su tío Peixoto, Xan descubre el diario en el que aquél fue tejiendo, a lo largo de los años, recuerdos, vivencias, pensamientos y anécdotas. Dicho hallazgo casual supondrá, para Xan, adentrarse en las interioridades de quien más le había llegado a influir en su desarrollo como persona. Entrañable relato en el que de nuevo sale a relucir la importancia que para los adolescentes juegan ciertos personajes mayores, que no siempre Antonio García Teijeiro Ilustración^ de Pepe Carreiro se corresponden con los padres. En este caso, dicho papel lo asume un tío del protagonista. Narrado a caballo entre dos registros temporales, el pasado y el presente, y estructurado en breves y amenos capítulos, el libro destila lirismo, evocación y poesía, cosa no extraña si tenemos en cuenta que su autor es un notable cultivador del género. Flor de miel Aüce Vieira. Ilustraciones de Federico Delicado. Traducción de Eduardo Naval. Colección Las Tres Edades, 9. Editorial Siruela. Madrid, 1991. 1.900 ptas. Melinda, a la que todos, pequeños y mayores, conocen como Flor de miel, vive a cargo de Mamá Juana, ya que su verdadera madre ha sido secuestrada por unos piratas. A pesar de ello, Melinda no se encuentra sola, pues tiene estupendos amigos, entre ellos uno muy especial, Andrés Pequeño. Sin embargo, ella añora a su madre y espera poder rescatarla algún día. Flor de miel es uno de los libros más mágicos de la conocida escritora portuguesa Alice Vieira. En él, fantasía y realidad se diluyen y el lector entra en un mundo irreal en el que 70 CLIJ33 \IX i YYTTTTTTTYTTYTT casi todo es posible y en el que la imaginación manda. La autora de Rosa, mi hermana Rosa efectúa en este libro un riguroso ejercicio literario no exento de ternura y múltiples sorpresas. MÁS DE 14 AÑOS Una isla entre las ruinas Uri Orlev. Traducción de Pablo Valero Buenechea. Colección Juvenil, 407. Editorial Alfaguara. Madrid, 1991. 1.000 ptas. Contes d'África Joaquim Buxó. Colección Jove, 20. Editorial Columna. Barcelona, 1991. 1.175 ptas. Edición en catalán. Joaquim Buxó, autor de esta cuidada selección de cuentos africanos, se autodefine como un europeo enamorado de África y tan sólo desde esta condición de atracción afectiva puede surgir un libro como el presente, en el cual se narran un total de quince historias basadas en acontecimientos reales, aunque de carácter insólito, que tienen al continente africano como espacio geográfico en el que se desarrollan, y que nos acercan a una cultura —o mejor dicho, culturas— harto diferente a la nuestra. Constituyen estos cuentos, así pues, una lectura gratificante, por supuesto, pero también una buena forma de introducirnos en los usos y costumbres de algunos pueblos africanos. Polonia cae en manos del poderoso ejército alemán y los nazis comienzan su campaña antisemita. El joven Alex, de origen judío, debe afrontar en soledad el crudo invierno que se avecina, pues su madre ha desaparecido en extrañas circunstancias y su padre ha sido deportado a un lugar desconocido. Excelente relato, estructurado en veinte breves capítulos, con un buen planteamiento inicial y un desarro- lio interesante y creíble, en el que el autor echa mano de su propia biografía personal, para construir una historia descarnada y conmovedora. El cas de Charles Dexter Ward H. P. Lovecraft. Traducción de Alfred Bosch. Colección Jove, 21. Editorial Columna. Barcelona, 1991. 950 ptas. Edición en catalán. El joven Charles Dexter Ward es internado en un sanatorio mental a causa de los desequilibrios fisiológicos y psíquicos que una oscura manía le provoca. Un día, el joven Dexter Ward se fuga del centro en el que se hallaba internado, lo que destapa la extraña naturaleza, inquietante y misteriosa, de este ser humano poseído por las más terroríficas fuerzas de la locura. Inquietante y sorpresivo relato del autor de Los mitos de Cthulhu. H. P. 71 CLIJ33 Lovecraft explora las profundidades de la mente, donde los límites entre la normalidad y la locura se diluyen, y describe con pasión conmovedora la fragilidad del ser humano que se ve arrastrado por lo oculto. LIBROS/NOVEDADES ANGELSGARDELLA UNA CASA ALAVORA , DEL'ESTACIO EMPIKIKS l.'ODISSKA Narra'!1'..! per a \<u>-\ Colmillo Blanco La llamada de la selva • ' ' , Una casa a la vora de Testado Angels Gardeila. Colección L'Odissea, 56. Editorial Empúries. Barcelona, 1991. 600 ptas. Edición en catalán. En Tieres, una pequeña ciudad del norte de Cataluña, el anuncio de la llegada de Estanislau Popov, «el gran genio de la pintura del siglo xx» e hijo predilecto de la villa, causa una auténtica conmoción. Paralelamente, y sin darle demasiada importancia al acontecimiento, Honorato Vidal, hijo de hoteleros, mal estudiante, imaginativo inventor y rendido enamorado de la hija del alcalde, prepara un proyecto insólito para declararse a su amada. Una novela acida y divertida, en la que, contrariamente a lo que pudiera parecer, el protagonismo de los adolescentes no es más que el sano contrapunto que alivia este despiadado retrato (imposible no pensar en Figueres y en Dalí), escrito con ironía demoledora, de una sociedad pequeña y cerrada, provinciana y mezquina, en la que todo funciona por intereses más o menos inconfesables. Una historia actual y próxima, jugosa y nada complaciente, que la excelente narradora que es Angels Gardeila ha tenido el acierto de contar con limpio y gratificante desenfado. Jack London. Ilustraciones de G & LGE. Colección Jóvenes Gaviota, 8. Ediciones Gaviota. León, 1991. 950 ptas. Colmillo blanco y La llamada de la selva son dos clásicos de la literatura juvenil y, junto a Relatos de los mares del Sur, las obras más reputadas del escritor norteamericano Jack London (1876-1916). Los dos relatos recogidos en este volumen, presentados ambos en versión íntegra no adaptada ni abreviada, cosa que es de agradecer, reflejan los rasgos singulares del mundo literario construido por London a lo largo de su azarosa vida. Colmillo Blanco narra la historia de un lobo que se transforma en un dócil perro con el objeto de ayudar a un hombre distinto a los demás, llamado Scott. La llamada de la selva ofrece la cara opuesta de la moneda. El perro, figura metafórica habitual en London, escapa en esta ocasión a la selva recuperando todos sus instintos más fieros. Es, pues, la llamada de la libertad. Assassinat a Le Touquet J.B. Livingstone. Traducción de Carme Parra. Colección Gran Angular, 35. Editorial Cruílla/SM. Barcelona, 1991. 725 ptas. Edición en catalán. En Le Touquet, un tranquilo pueblo francés de veraneo, aparece el cadáver de una mujer, y con él una nota que acusa del crimen al famoso —y ya retirado— inspector Higgins, de Scotland Yard. Higgins se traslada a Le Touquet y pone en marcha una azarosa investigación que pronto se complica con nuevos crímenes. Apasionante novela policiaca, en el mejor estilo de Agatha Christie, llena de personajes sospechosos y pistas falsas que mantienen en vilo al lector hasta las últimas páginas. Aderezada con humor muy inglés, destacan en ella la convincente caracterización de 72 CL1J33 personajes y la eficacia narrativa del autor, que utiliza, con gran oficio y soltura, todos los trucos del género, para desarrollar una trama engañosa y compleja, que se lee con creciente interés. LIBROS/COMIC Robín Hood John F. Hooker. Ilustraciones de J. Nabau. Traducción de Vicente García Oliva. Colección Ciernen Books. Editorial Nabau. Barcelona, 1991. 750 pías. Edición en lengua asturiana. Barcelona. U aventura d'una ciutat Adaptación para cómic, y en clave de humor, de las aventuras de Robin Hood. Con unos dibujos mediocres y anticuados, y un guión esquemático y de lenguaje vulgar, es éste un producto de fácil consumo y, a juzgar por el éxito de ventas de la colección (Alí Baba y Las aventuras de Tom Sawyer son los títulos anteriores), atractivo para los lectores. Lo que cabría preguntarse es hasta qué punto merece la pena apoyar el aprendizaje de una lengua como el asturiano, por cuyo reconocimiento oficial y dignidad todavía se está luchando, con materiales tan vulgares y desfasados como los que propone esta colección. D A partir de 8 años. fhimbleTheater ?„.,„„„,,, Gregori Luri. Ilustraciones de Jaume Marzal. Editorial Júnior/Ayuntamiento de Barcelona. Barcelona, 1991. 1.950 pías. Edición en catalán. Publicación promovida por el Ayuntamiento de Barcelona para divulgar la historia de la ciudad. Editada en formato álbum, es un cómic con un buen guión del historiador Gregori Luri, que ha tenido el acierto de reunir los grandes nombres y acontecimientos con la historia pequeña, la de los anónimos ciudadanos y sus avatares cotidianos, igualando en importancia el papel de unos y otros en la construcción de la gran ciudad que es Barcelona. Un breve y apretado resumen de casi dos mil años, resuelto por Jaume Marzal, el ilustrador, con atractivas y certeras imágenes y un ameno sentido de la composición. D A partir de 10 años. Popeye en el oeste Elzie Crisler Segar. Traducción de César Morales. Colección Popeye, 2. Editorial Eseuve. Madrid, 1991. 1.300 ptas. Elzie Crisler Segar (1894-1938) ha pasado a formar parte de la historia del cómic, de la mano de su héroe más 73 CLIJ33 famoso, Popeye el marino, aparecido por primera vez en 1929. Las tiras diarias, que se incluyen en este álbum, son las comprendidas entre el 5 de diciembre de 1931 al 12 de julio de 1932, y en ellas puede observarse el genio creativo que Segar insufla a su personaje, el cual se nos muestra en su plena madurez como un ser mal hablado, dato éste que le caracteriza y singulariza respecto a otros héroes de la época como Tarzán o Buck Rogéis. ü A partir de 12 años. LIBROS/DE AULA LITERATURA Francisco de Q anciscodeQueve' para niños L * a forre Francisco de Quevedo para niños Llibre deis fets Jaume I. Versión de Josep M. Pujol. Colección Tria de Clássics. Editorial Teide. Barcelona, 1991. 1.035 ptas. Edición en catalán. Versión moderna del célebre Llibre deis fets de Jaime I el Conquistador, uno de los textos inaugurales de la literatura en lengua catalana. Jaime I narra en él algunos de los episodios, no todos, sólo los más sobresalientes, de su agitada vida. Por ello no cabe considerar al Llibre deis Fets como una crónica histórica más del periodo medieval, sino como un texto autobiográfico y, por lo tanto, sometido al criterio del autor y no al de la fidelidad histórica. La presente edición, en catalán mo- derno y con interesantes notas acerca de los hechos narrados, ha corrido a cargo de Josep M. Pujol. • A partir de 14 años. wsmurtfftWKrunMTfiTiftwKmatrtmmmtrvfftTTtí*~™~x™!TWMwmrwTMMmmtfmtfrn Quinze son quinze Edición de Manuel Lacarta. Ilustraciones de Jesús Aroca. Colección Alba y Mayo Poesía, 20. Ediciones de la Torre. Madrid, 1991. 700 ptas. Emili Teixidor. Colección Tria Personal, 1. Editorial Cruílla. Barcelona, 1991. 850 ptas. Edición en catalán. Nueva antología poética, en esta ocasión dirigida al público infantil, de Francisco de Quevedo, una de las figuras señeras de la poesía castellana. La edición, preparada por Manuel Lacarta, incluye, primeramente, una introducción en la que se sitúa al lector en la época en la que vivió el poeta y en la que alumbró su obra. En segundo lugar, se recoge una selección de las diferentes facetas de la poesía quevediana, desde la poesía amorosa a la reflexiva, pasando por la popular. Las ilustraciones que acompañan al texto corresponden a Jesús Aroca. D A partir de 12 años. La colección Tria Personal inicia su andadura con el presente volumen, en el que el escritor Emili Teixidor presenta al lector joven una selección de textos breves de quince destacados autores de la literatura catalana contemporánea. Folch i Camarasa, Espriu, Pía i Calders, son algunos de los escritores incluidos en este volumen, que aparte de constituir un buen material de apoyo en las aulas, puede por sí mismo, ser interesante para el público en general que desee adentrarse en la narrativa contemporánea escrita en catalán. D A partir de 14 años. Niebla SOCIALES Miguel de Unamuno. Edición de Milagros Rodríguez Cáceres. Colección Anaquel, 2. Editorial Bruño. Madrid, 1991. 530 ptas. Título de la nueva colección de textos literarios comentados, Anaquel. Pensada para alumnos de BUP, como complemento y apoyo de la asignatura de Lengua y Literatura, la colección ofrece un conjunto de obras clásicas y cotetmporáneas —Matute, Gala, García Lorca, Cervantes, Quevedo, Zorrilla—, de diversos géneros y épocas. Huyendo de la excesiva erudición, pero intentando aportar algo más que la simple edición de un texto, cada volumen se abre con una amplia introducción, que sitúa obra y autor, y se cierra con una serie de actividades y propuestas de trabajo que contribu- CONTES EN ÓRBITA Josep Vallverdú 4 cura ds Josep M. AJoy (.'ESPARVER LIEGIR Eací«rt PE I A MAGRÍJW La Guerra de la Independencia Isabel López y Xavier Hernández. Ilustraciones de Nivio López Vigil. Colección Pueblos y Gentes, 15. Editorial Bruño. Madrid, 1990. 775 ptas. yen a su aprovechamiento didáctico. Este volumen, dedicado a la novela Niebla, de Unamuno, ha sido preparada por la catedrática de Lengua y Literatra españolas Milagros Rodríguez Cáceres. Contes en órbita Josep Vallverdú. Edición a cargo de Josep M. Aloy. Colección L'Esparver Llegir, 32. Ediciones de La Magrana. Barcelona, 1991. 700 ptas. Edición en catalán. Josep Vallverdú es uno de los escritores de literatura infantil y juvenil más prolíficos del momento. El crítico Isidor Cónsul, prologuista del volumen, le define como un escritor «todo terreno», capaz de abordar géneros y temáticas dispares, pero siempre con unas grandes dotes de fabulador. El volumen incluye un total de 23 cuentos del escritor catalán, así como un estudio previo de su obra narrativa, a cargo de Josep M. Aloy. D A partir de 12 años. 75 CLIJ33 La invasión de España por las tropas napoleónicas y subsiguiente Guerra de la Independencia (1808-1814) figura entre los hechos más trascendentales que han marcado la historia moderna de nuestro país. El presente volumen de la colección Pueblos y Gentes ofrece al lector una visión panorámica de los hechos históricos que rodearon ambos conflictos, que huye de la frialdad que a menudo imponen los libros de texto. Además de la parte histórica, el libro contiene un cuento ambientado en la época tratada, así como un interesante conjunto de actividades complementarias. D A partir de 12 años. LIBROS/DE AULA VARIOS SOCIALES Cristovo Colón e a descuberta dim novo mundo Fiona McDonald y Jan Friel. Ilustraciones de Mark Bergin, Traducción de Ma Dolores Cabrera y Víctor F. Freixanes. Colección A Máquina do Tempo. Editorial Xerais. Vigo, 1990. 725 ptas. Existen versiones en castellano y vasco (Anaya) y catalán (Barcanova), Con una buena documentación, sin excluir las dudas y puntos oscuros que rodean la figura y la vida de Cristóbal Colón, este libro traslada a los lec- tores a la época del descubrimiento del Nuevo Mundo, dándoles una visión global de la organización social, la importancia del mercado marítimo, las formas de vida y costumbres del siglo xv y la repercusión de los descubrimientos de nuevas tierras. Con un planteamiento visual muy atractivo, y textos breves y claros —características que se repiten en todos los títulos de la colección: Cara a América eos viquingos, As Cruzadas con Ricardo Corazón de León—, resulta un libro muy ameno y recomendable para abordar el 92 con entretenida y fiable información. D A partir de 10 años. Colores La Renaixenca Isidro Sánchez. Ilustraciones de Horacio Helena. Colección Mis primeros... Editorial Parramón. Barcelona, 1991. 595 ptas. Existe edición en catalán. Andreu Várela Puig y Joan R. Várela Puig. Colección Biblioteca de la Classe, 53. Editorial Grao. Barcelona, 1991. 750 ptas. Edición en catalán. Se conoce con el término Renaixenca al periodo histórico comprendido aproximadamente entre los años 30 y 80 del siglo pasado, en el que tiene lugar un auge del sentimiento nacionalista catalán. Los autores del presente volumen utilizan el perfil biográfico de Valentí Almirall, uno de los inspiradores del movimiento, para describir los rasgos que caracterizaron a esta importante etapa de la historia de la Cataluña moderna. El volumen incluye, como el resto de la colección, un dossier con propuestas de ejercicios y actividades para realizar en las aulas. • A partir de 12 años. 76 CLIJ33 Título de esta nueva serie de Parramón, pensada para enseñar, a los niños pequeños, conceptos básicos como los números, las formas y los colores. Con un planteamiento activo y lúdico, en cada volumen se proponen diversos juegos, ejercicios y actividades que, a través de la participación, permiten fijar conocimientos de manera agradable y amena. La idea es sencilla, pero eficaz, y las ilustraciones, claras y limpias, muy atractivas. D A partir de 4 años. Diez niños se cambian de casa Mitsumasa Anno. Traducción de Chinatsu Sato. Editorial Juventud. Barcelona, 1991. 1.680 ptas. Con unas indicaciones preliminares para los niños que van a utilizar el libro, y con una advertencia final para adultos sobre la importancia no sólo de saber los números, sino de entenderlos, Anno plantea, en un espléndido (como todos los suyos) libro de imágenes, un apasionante y divertido juego matemático. Dos casas: una, llena de niños, que se va vaciando, y otra, vacía, que se va llenando de niños; y en ambas unas ventanas estratégicamente troqueladas, son los elementos de un juego de sumas y restas, de observación y lógica, que permite a los niños pequeños un primer y lúdico acercamiento al universo de los números. Un libro inteligente y hermosamen- \ 3.4 iy - DIEZ NIÑOS SE CAMBIAN DE CASA Mitsumasa Anno i®} i R n i m si el s¡ § t i : : M :::[-'•£' BünIHiBffim íííOíOtslMOít ' Xt C*i«iM "&£? « M m¿m^ te resuelto, que auna entretenimiento e intriga, con grandes posibilidades de explotación didáctica. • A partir de 4 años. Construye el oso que no es perezoso Carmen Kiffer. Ilustraciones de Benedetta Bini. Editorial Gaviota. Madrid, 1990. 900 ptas. Siguiendo las instrucciones que facilita este cuadernillo, el niño tendrá la posibilidad de recortar y dar vida a un simpático oso, con el que podrá crear e inventar cuantas historias desee. Lectura y diversión se dan la mano en esta iniciativa de Gaviota. • A partir de 5 años. ¿De qué me disfrazo? Colección Líbropuzzle Disney. Editorial Gaviota. Madrid, 1991. 475 ptas. Título de una nueva colección de libros-juego, protagonizados por los personajes de la factoría Disney, y que pretenden desarrollar la lógica y la capacidad de observación, a través de un juego de asociación de imágenes como el que plantean las barajas de familias. Cada volumen (además del que encabeza esta reseña: ¿Qué hago en casa?, ¿Cuál es mi trabajo?, ¿Qué deporte prefiero?, ¿Sabes dónde vivo? y ¿Quién está en la granja?) consta de ocho láminas, cortadas en tres fragmentos y encuadernadas, en desorden, con un espiral que permite manipular los distintos fragmentos independientemente. Los lectores-jugadores, relacionando detalles y similitudes, han de conseguir recomponer las láminas completas. Un juego entretenido. D A partir de 3 años. v L?BROPUZZU^>>ísA>E^ LIBROS/ENSAYO CARMINE DE LUCA Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Gianni Rodari La guia setenta della fantasía \i: i Gianni Rodari. La gaia scienza della fantasia A LA VENTA LAS TAPAS Deseo que me envíen: • las TAPAS 800 pts.s Efectuaré el pago mediante: D contrarrembolso más 100 pts. gastos de envío. Con sistema especial de varillas metálicas que le permite encuadernar usted mismo. Mantenga en orden y debidamente protegida su revista de cada mes. Cada ejemplar puede extraerse del volumen cuando le convenga, sin sufrir deterioro. Copie o recorte este cupón y envíelo a: Editorial Fontalba, Valencia 359, 6o. 08009 Barcelona (España). Nombre Profesión Tel. . Domicilio Población C.P. Provincia Firma * Precio válido sólo para España. Carmine De Luca. Colección Saggi, 5. Editorial Abramo. Catanzaro, 1991. 20.000 liras. Edición en italiano. Cumplidos doce años de su desaparición, el autor de la Gramática de la fantasía continúa siendo un punto de encuentro obligado para todos aquellos investigadores preocupados por la literatura y el m u n d o infantil. U n a prueba de ello es el presente volumen de la profesora, periodista y miembro del comité científico del Centro Studi Gianni Rodari de Orvieto, Carmine De Luca. El libro está dividido en dos grandes partes. La primera bucea en la obra de Gianni Rodari, en tanto que periodista y narrador. La segunda entra de lleno en aspectos pormenorizados de la Fantástica. Finalmente, se incluye un apéndice y u n a bibliografía sobre el autor. ISBN : LIBROS ESPAÑOLES EN VENTA SOPORTE CD-ROM *"* . <s La Base de Datos del ISBN en CD-ROM reúne en un solo DISCO COMPACTO más de 500.000 publicaciones actualmente a la venta en España, conteniendo datos acerca del AUTOR, EDITORIAL, MATERIA, TIPO DE ENCUADERNACION, PRECIO, etc. Con este programa podrá acceder de forma sencilla a toda la información contenida en la base de datos consultando por cualquiera de los conceptos señalados anteriormente (Autor, Editorial...), obteniendo las publicaciones buscadas de forma instantánea. Junto con la base de datos se entrega el software de recuperación de información más potente, fácil de usar y difundido en España: CD-KNOSYS. Usted puede disponer de la base de datos mediante suscripción, recibiendo 3 actualizaciones al año. Así, el contenido de su disco CD-ROM estará siempre al día. MINISTERIO DE CULTURA MICRONET Centro del Libro y de la Lectura LIBROS/RECIBIDOS ATRIL Madrid, 1991 Viviendo con Cáncer Dr. Simón Smail II. Ian Moores M a Leonor González II. M a de los Ángeles Maldonado Grecia i les Olimpiades Miguel Ángel Elvira y Carmen Blázquez II. Alicia Cañas Mare Lluna Susamme Kilian II. Valentina Cruz Un fantasma anomenat... Maria Lluisa Sola i Llopis II. Jordi Saladrigas DESTINO COLUMNA BRUNO Barcelona, 1991 Barcelona, 1991 Barcelona, 1991 El cisne negro Fernando Almena 11. Alicia Cañas Cortázar El árbol de oro y otros relatos Ana María Matute Jocs de lectura basáis en el ¡libre Superfaníasmas en un Supermercat Ramón Farrés II. Enrique Nieto & Asociados Juegos y deportes Els contes de l'oncle Guillat (Hansel i Gretel) Walt Disney El flautista de Hamelin Walt Disney JESS1E WILLCOX SMITH. Loranga, Manzarino y D'Artagnan Barbro Lindgren Hablemos de que Marcos ya tiene casa Maria Martínez i Vendrell II. Roser Capdevila CRUiLLA Margaret J. Anderson II. Petra A. Steinmeyer Els Reis de la Muntanya Clare Cooper II. Marta Cano El cacador Douglas Hill D'oflci, perdiguer Montserrat Beltran En el Cercle del Tenips Barcelona, 1991 Escrit a l'ordinador Francesc Sales EMPURIES Barcelona, 1991 La punta del diamant Josep Lorman ESEUVE LOS MÁS LEÍDOS Madrid, 1991 Al igual que sucediera en la lista del mes pasado, se repite en ésta la pobre presencia de autores españoles. Por otro lado, se mantienen algunas tendencias ya apuntadas con anterioridad, como la presencia de Asterix y de autores como London o Conan Doyle, tenidos por clásicos de la narrativa juvenil. Esta lista se confecciona con los datos facilitados por las bibliotecas municipales de San Sebastián, Jerez de la Frontera (Cádiz), Salamanca, Biblioteca Club-33 de Santiago de Compostela (La Coruña) y Biblioteca Pública Infantil Folch i Torres de Barcelona. Título Autor Editorial Colmillo Blanco Jack London Anaya Com es fa un llibre B. Aliki Juventud El hijo de Asterix R. Goscinny Grijalbo El misterio de los asaltos terroríficos M.V. Cadey Molino Estudio en escarlata A. Conan Doyle Anaya Asterix e os normandos R. Goscinny Mas-Ivars A fuvida dos nenos M. Meirás Sotelo-Blanco La mansión infernal S. Jackson Altea Me puse bizca y papá se picó Úrsula Hautke Alfaguara Tu i jo de qué ens coneixem? A. Vallbé La Galera Rip Kirby Alex Raymond Steve Canyon Milton Caniff Julieta Jones Stan Drake GALAXIA Vigo, 1991 Aventuras de Sol Alberto Avendaño II. M a Fe Quesada GRAO Barcelona, 1991 44 exercicis per a un curs d'expressió escrita Daniel Cassany/Marta Luna/ Gloria Sanz MENSAJERO Bilbao, 1991 Juegos Literarios Reunidos Nemesio Martín Santamaría MOLINO Barcelona, 1991 Mis primeras palabras en inglés Mireille Connen fisuscz/Bere ? \ PU60ES QU6DÁZ Lj ENCANTADO Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Boletín de suscripción CLIJ Copie o recorte este cupón y envíelo a: EDITORIAL FONTALBA, S.A. Valencia 359, 6o Ia 08009 Barcelona (España) Señores: deseo suscribirme a la revista CLIJ, de periodicidad mensual, al precio de oferta de 6.200 ptas., incluido IVA (6.875 ptas. precio venta quiosco), por el precio de un año (11 números) y renovaciones hasta nuevo aviso, cuyo pago efectuaré mediante: D Domiciliación bancaria. CU Envío cheque bancario por 6.200 ptas. D Contrarrembolso. A partir del n? Nombre Apellidos.. Profesión. Domicilio Población Provincia País Código Postal Teléfono Fecha Para Canarias, Ceuta y Melilla 5.849 ptas. (exento IVA). Canarias envío aéreo: 6.707 ptas. Para el extranjero, enviar adjunto un cheque en dólares. Europa América ordinario 70$ 70$ avión 85$ 105$ (Se recomienda para Canarias y América el envío aéreo) •5*§ Domiciliación bancaria Lugar y fecha Código Postal (Banco o Caja de Ahorros) (Domicilio completo de la entidad bancaria) (N? de la agencia) (N? c/c o libreta de ahorro) Muy señores míos: Ruego a ustedes que, hasta nuevo aviso, abonen a EDITORIAL FONTALBA, S.A., Valencia 359, 6 o I a . 08009 Barcelona (España), con cargo a mi c/c o libreta de ahorros mencionada, los recibos correspondientes a la suscripción o renovación a la revista CLIJ. Atentamente le saluda: Firma. Titular Domicilio Población •;>§ Números atrasados de CLIJ Sírvase enviarme los siguientes números: Forma de pago: D contrarrembolso (625 ptas. ejemplar, más 125 ptas. por gastos de envío expedición). Nombre Población Código postal Domicilio Provincia EL ENANO SALTARÍN u II Libros para atravesar el umbral I! ay días en los que este I bosque se convierte en I I un circo. Con el sol llegan bandadas de niños de excursión, alegres, ruidosos y fugaces; al atardecer se van dejando un rastro de latas, papeles y un súbito silencio de cristal. En alguna ocasión charlo con ellos para tratar de saber cómo son. Lo que más me sorprende es esa mezcla de desdén impenetrable que aparentan por los mayores, junto a un ansia por saber y descifrar los secretos del vivir adulto. Aunque no lo expresan, buscan modelos de vida, relatos reales que les ejemplifiquen cómo se puede llegar a ser un adulto. Creo que intuyen que la infancia se les acaba y que se va con ella un tiempo compacto y autorreferente: deben cruzar un umbral misterioso, y ese paso les da miedo puesto que no saben qué les espera. Por eso indagan en los adultos en busca de un ejemplo que imitar o los observan aparentando esa indiferencia coriácea. Quizá sea éste un desasosiego común a todas las generaciones, un impulso contradictorio que empuja a entrar en el mundo adulto y, a la vez, a aferrarse a la niñez. Para muchos ha sido la literatura, o los libros en general, una inagotable fuente en la que se ha buscado esa afirmación de identidad a través de narraciones que excitan la imaginación de otras muchas identidades posibles, el presentimiento de lo que la vida puede llegar a ser. En los libros se sabía que podíamos hallar una mano para sentirnos acompañados en ese tránsito quebradizo hacia otra edad. Pues la verdad es que, por lo que estos niños y niñas me cuentan, más parece que prefieren buscar esos modelos a través de otros medios menos fatigosos, como la televisión. A muchos leer les supone un esfuerzo excesivo, al que no sigue la imprescindible recompensa inmediata; creen algunos que leer es perder el i tiempo cuando éste es libre, de ellos, no organizado por los adultos. ¿Cómo hacerles descubrir delicada y oportunamente que en algunos libros también hay modelos de vida; respuestas a esas preguntas que no se atreven a hacer y para las que no se encuentran interlocutores disponibles; auténticos relatos iniciáticos para su mutación inevitable en adultos? ¿Cómo lograr que su experiencia lectora, personal y social, no sea banal, pragmática y frustrante? No conozco las respuestas, pero tengo para mí que probablemente sea necesario saber algo acerca de la literatura infantil. Pero también supongo que mucho más imprescindible es el llegar a saber lo más posible acerca de ese niño concreto, singular e irrepetible, que está cambiando la piel y que pronto dejará de serlo. El Enano Saltarín. OLGA PÉREZ, LA TIENDA MÁGICA, SM, MADRID. 1991. CLIJ33 REVISTA MENSUAL DE EDUCACIÓN LA REFORMA PASO A PASO SECCIONES FIJAS Cada mes ofrecemos amplia información sobre la aplicación de la Reforma Educativa y el mundo de la enseñanza. El profesor encontrará, además, elementos de reflexión teórica e instrumentos prácticos para el trabajo en el aula. • Tema monográfico del mes. • Información y debate sobre la Reforma. • Experiencias y recursos prácticos en los distintos niveles de la enseñanza. • Libros y noticias de actualidad. - » & BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN A partir del n° Enviar a E D I T O R I A L FONTALBA, S.A. Valencia 359, 6o. 08009 Barcelona (España) Señores: Deseo suscribirme a la revista CUADERNOS DE PEDAGOGÍA, de periodicidad mensual, al precio de oferta de 4.800 ptas. Incluido IVA (5.225 ptas. precio venta quiosco), por el período de un año (11 números) renovaciones hasta nuevo aviso, cuyo pago efectuaré mediante: • Domiclliaclón bancaria • Contrarrembolso DOMICILIACION BANCARIA Lugar y fecha (Banco o Caja de Ahorros) D Envío cheque bancario por 4.800 ptas. Nombre Código Postal (Domicilio completo de la entidad bancaria) (N° de la agencia) Apellidos Profesión N° c/c o libreta de ahorros) Tel Domicilio Población C.P. Provincia País Fecha Firma Muy Sres. míos: Ruego a Uds. que hasta nuevo aviso, abonen a EDITORIAL FONTALBA, S.A., Valencia 359, 6o. 08009 Barcelona (España), con cargo a mi c/c o libreta de ahorros mencionada, los recibos correspondientes a la suscripción o renovación a la revista CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Atentamente le saluda. Nombre Apellidos Para Canarias, Ceuta y Melilla 4.528 Ptas. (exento IVA). Canarias, envío aéreo: 5.386 Ptas. Para el extranjero, enviar adjunto un cheque en dólares: Europa América Ordinario 58$ 58$ Avión 72$ 92$ (Se recomienda para Canarias y América el envío aéreo) Domicilio Población C.P. Firma El Gran Encuentro PUBLICACIONES SM VAS A SABER LO QUE ES B U E N Para que tengas siempre respuesta a todas tus preguntas, llegan las Ecolección: Tierra Viva Colecciones SM SABER. .-<'' Libros de consulta, de fácil lectura y comprensión con todos los temas que de verdad interesan. Llenos de fantásticas Mundo Maravilloso fotografías e ilustraciones. Unos imprescindibles que te ayudarán a resolver dudas y que ampliarán Biografías compañeros tus conocimientos. Un Mundo Maravilloso, el Autobús Mágico, la Historia de la Vida sobre la Tierra, el Universo de Asimov, de Nuestras Civilizaciones... lista de materias de interés el Origen y una extensa general componen las Colecciones de SM SABER. Si quieres saber más, ya sabes lo que es bueno. Historia del Hombre sm El Arte Románico Joaquín Turina, 39. 28044 Madrid El Patrimonio de la Humanidad Comercializa CESMA, S. A. Aguacate, 25. 28044 Madrid