Louis Stevenson Centenario del hombre puro MARIO PARAJÓN M urió de repente en Samoa el 4 de diciembre de 1894. El 29 de noviembre había celebrado su cuarenta y cuatro aniversario. Se le preparó una fiesta muy a la manera escocesa con el pavo asado y las batatas. El vino fue el predilecto de Stevenson, el Borgoña, y hubo además una botella de Madeira y un inesperado champagne. Brindó con su mujer y dijo que se alegraba de que hubiera un niño en la casa. En los días que siguieron trabajó intensa y alegremente: cinco horas por la mañana, de seis a once, y dos por la tarde, de cuatro a seis. El 4 hizo la misma jornada y al terminarla jugó una partida de cartas con su mujer, le pidió que lo ayudase a preparar una ensalada para la cena y bajó al sótano a buscar una botella de Borgoña. Cuando salió fue con ella al portal, prosiguió la conversación y de pronto dio un grito y se volvió a ella preguntándole: ¿Tengo algo raro? Cayó de rodillas y se quedó muerto. Había sido hijo único enfermizo y mimado. "Guardo tres poderosas impresiones de mi infancia: mis sufrimientes cuando estaba enfermo, las delicias de la convalescencia en la mansión de mi abuelo en Colinton, cerca de Edimburgo, y la actividad antinatural de mi mente después de pasar la noche en cama". Niñera presbiteriana y muy amante de salmos, historias de aparecidos y narraciones bíblicas hechas a su manera. Se dice que tanto quiso al niño que rehusó una proposición de matrimonio para no dejar de estar a su lado. Los biógrafos de Stevenson consideran que su influencia fue decisiva sobre el muchacho, así como la de su padre, un hombre también extremadamente devoto. Louis empezó a temer al infierno y a soñar con él. Los sueños se le presentaban como representaciones dramáticas a las que asistía en la seguridad de estar ante figuras vivas. Le faltaba el aire. De alguna manera había que escaparse de aquellos estados de angustia y Louis descubrió pronto su camino: contarse cuentos a sí mismo. No bien el mecanismo de la narración iba cobrando sus alas, Louis se embriagaba bien como viajar continuamente. A Stevenson le con la historia que le surgía de alguna región inspiraban los caminos, las posadas en las que se del subconsciente: el era el autor y el primero pernocta una noche, la mesa con el mantel recién de los espectadores sorprendidos. A medida puesto y la jarra de vino en el medio, los que la trama se complicaba, que los personajes se desconocidos con los que se hace una amistad, la daban a conocer y que el conflicto parecía ola golpeando la roca del puerto y la ternura de insoluble, Louis se alejaba de las visiones que lo la muchacha que le sonríe al hombre atormentaban y desaparecía el miedo a ser ocurrente. devorado por las llamas. Pero la mala salud no le dejaba en paz. No En el colegio no fue feliz. Las relaciones con los llegó al extremo de Charles Du Bos, que compañeros y los maestros no resultaron acabó por aceptar que el "sufrimiento físico desgraciadas ni felices. Tampoco se distinguió fuera su medio", pero casi se acercó a esta como gran estudiante. Cumplía medianamente experiencia. Supo aprovecharla con su deber, pasaba horas apartado de los literariamente. Y no para describir demás, se distraía y sus esfuerzos por no parecer enfermos saboreando el dolor en la cama, sino brusco lo dieron a conocer entre los mayores. para imaginar la victoria del cuerpo joven sobre Con el padre tuvo varios disgustos. Más tarde la ley de la gravedad sin valerse de ninguna escribiría que los muchachos hijos de esposos fantasía inverosímil. Así lo hace en La Flecha amantes, al cabo son huérfanos. Pero no hay que Negra, quizá la novela más ágil de cuantas se exagerar. Tuvo dinero cuando lo quiso: viajó han escrito desde que el género amaneció. cada vez que los médicos le recomendaron un Hay agilidad en el estilo, en la manera de cambio de aires y disfrutó de interminables aparecer un escenario y después otro y luego veranos en una casa de campo donde le sobró el otro sin que el cambio de cada decoración se tiempo para leer a Alejandro Du-mas y a Walter haga sentir; y hay agilidad en Ricardo Shelton, Scott, así como para contemplar a sus anchas el cuya carrera por la casa de la Mota y más tarde paisaje. Estas dos influencias lo marcan por el bosque difícilmente olvidarán los literariamente, lo cual si fue así se debió a que enamorados de la novela de aventuras. Louis llevaba por dentro lo que Dumas y Scott De todo lo que escribió quizá lo que destaque realizaban. Habría que llamarlo "lo más sea La Isla del Tesoro. Hay una taberna, un novelesco". Dumas y Scott no sólo eran autores viejo misterioso, un augurio, unos mapas y una de novelas: escribían relatos novelescos. Y isla que se describe y se conquista después de Stevenson era un escocés de la misma raza una lucha apasionante. Lang llegó a compadispuesto a convertirse en un escritor de igual rarla con la Odisea. Otros críticos han tradición. coincidido en que uno de Se matriculó en la facultad de sus mayores méritos Ingeniería para ejercer la consiste en que se nos «Dumas y Scott no sólo misma profesión que su persuade de la veracidad de eran autores de novelas: padre y que su abuelo; se lo que vamos leyendo gracias escribían aburrió al cabo de poco a los detalles que Stevenson relatos novelescos. Y tiempo e intentó Derecho. Un Stevenson era un escocés de acumula y a su tremendo buen día amaneció en el sur de poder de convicción; pero al la misma raza dispuesto a Francia rodeado de cuadernos convertirse en un escritor de mismo tiempo se trata de un donde anotaba relato gozosamente igual tradición.» desesperadamente sus fantástico escrito con toda impresiones. A un temperamento la fruición de la que "novelesco" nada le viene tan Stevenson es capaz.