EL RFY DE LOS ANISETES i: LiiiE iDtira

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Alio
o E O y v r s o
^
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correspondencia á la Administración.
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L'v
i^r^r£;>í!S.v
CONDICIONES:
MIÉRCOLES 7 DE DICIEMBRE DE 1892.
El pago seri siempre adelantado y en metálico ó en letras de fácil cobro.—Corresponsales en París,fA. Lorette, ruf Canmartin, 61, y .1. Jones, Paubourg
Montmartre, 31.
EL RFY DE LOS ANISETES
FUEGOYCALOR.
A LOS QUINTOS
Y EL SOMBRERO.
9331
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN, MAYOR 24
bas, conchas y otros excesos de historia natural, ya creemos tener
sombrero: y desde las diez de la
m a ñ a n a habta la una de la misma,
Fabricado por Don Miguel Sola, de SabadelT
hora prudente á que so acaban
CUATRO CLASES
nu3strüs
benditos teatros—danza el
s u . p © r i o r , ©xtrSLt)la-noo, e a c t r a a m a r i l l o y r a n c i o
El expi'esado licor está fabricado con alcohol perfectamente etílico y anís de exce- c a m p a n a r i o cousiibido, fijo en el
lente cualidad; conteniendo además una corta cantidad de azúcar, siendo la propor- moño por la larga aguja, y oscilanción de este tal, que contribuye á darle un precioso bouquet.
do lentamente á cada jnovimiento
Estimula suavemente la m nnbrana mucosa del estómago, activando la secreción de la persona—como ol famoso pede sus glándulas; aumenta el apetito y obra sobre la digestión de un modo notable.
nacho dfe la Condesa en «Las CamObra además como cai'iTiinativo y anodino evitando la formación de gases y cal- p a n a s de Cal rión»
mando los dolores abdom nales de forma neurálgica á que están tan propensas cierPues bien: ol usar sombrero es
tas personas é imprime t no y energía á los grandes nervios que presiden las funciootra
cosa muy diferente. Cada hora
nes de asimilación.
del
día:
cada circunstancia de la
Puede pues, asegurar-f que el licor El Rey dedos Anisetes es altamente higiénico
y de grandes cuolidades no solamente come estomacal, sino como tónico neurosténi- vida; cada edad: cada posición; cada tez y cada rostro tienen su s,ora
C) de todo el organismo.
De venta hoy, casa seriora viuda de Barceló, Puerta de Murcia; D. Tomás García, brero propio, insustituible, caracteCaridad 4; D. José María Ramó% plaza de Roldan 7; D. Juan Ruiz León, Gloria 21, rístico.
y D. José Raíz, Comedias 5.
La mujer que ejercita pai'a vesÚnico representante para la provincia, D. Fernando Giménez do Berenguer, calle tirse la razón y el sentido estético,
de San Fernando, .39, Caí tagena.
no acepta el primer sombrero que
la encasqueta la gárrula modista,
ansiosa de d e s p a c h a r á buen precio
sertación de a r g a m a s a sobre algún
sus tinglados.
«torquis» ó alguna «fíbula», hallazEn París hay reinas de la moda,
go extraído ríe un sepulcro roque en 20 años, apenas modifican
MODISTA DE SOMBREROS
mano.
sensiblemente la hechura de somHa llegado á esta población con un
Arrostrando el desdón de esos
magnífico y variado surtido de sombrebrero que mejor cu=idra á su beros, su representante dolía Pura Díaz, respetables varoi.es que por mirar l eza.
con quien podrán entenderse las sefíoras ati'ás se lian conveitido en estatuas
Ven las e x t r a v a g a n c i a s , y no las
«(de magnesia», diria Miguel de los
que necesiten sus servicios.
s'guen: dejan pasar la budinera, el
Santos Alvarez), voy á discurrir
CALLE MAYOR 3, PRINCIPAL.
plato, el farol, la p a g o d a , la pansobre la mantilla y el sombrero,
talla j a p o n e s a , y sólo con delicado
haciéndome cargo de un bien escri
gusto, a l a r g a n ó acortan u r a s líto articulo de Enrique Sepúlveda.
neas su tocado habitual, que esenEl Sr Sepúlveda es radical. No
cialmente es siempre el mismo.
COCINAS FRANCESAS con varios fole hablen á él sino del poético engones, hoi'no para asados y paotae .DeEntendido a**! »' "Aiobrero. aouespósito para agua caliente, forma artísti- rejado ae DIonüa, cuya somora, ne- to á que le a g r a d a hasta ui ar. lyona de misterio y voluptuosidad, pro- pul v e d a .
ca y fundición esmerada.
CHIMENEAS de mármol de Italia y fundiza los ojos, suaviza la tez,
No todos son risibles cubiletes, y
realza la expresión de la fisonomía, yo me he detenido algunas veces
Macael, con puertas de corredera.
ESTUFAS Chauberski, vatios tama- y, ya honesto, ya incitante y pro- en las calles de la. capital de F r a n nos y artístico decorado.
vocador, centuplica los atractivos cia ¿ admirar la gentil silueta de la
Exposición y venta, MUSEO COMERCIAL. femeniles.
parisiense, que envuelta en su abri—Puerta de Murcia.
En su opinión, los sombreros son go de pieles, subido hasta la boca
un ridiculo armatoste, un cucuru- el manguito diminuto, luce, á guisa
cho, un adefesio, los cubiletes de la de diadema—sobre los bien recogi«fashion» cursi y el envilecimiento dos y finos cabellos y el b r e v e mode !a mujer española.
ño que recuerda el de las diosas miRedención del servicio militar activo.
Confesaré
que
en
p
a
r
t
e
tiene
ratológicas—la toquita de p l u m a s ,
Por 750 pesetas se juega la suert redimiendo á los quintos que les toque servir zón el enemigo del sombrero. No con su atrevida ala ó su colibrí de
hace muchos años que yo abogué tornasolado p l n m a g e . La pintura y
en la Península ó en Ultramar.
por la 1 estauración de la mantilla, escultura han perpetuado tan graNada de sustitutos ni prófugc s.
y en especial de la lica, blonda ca- cioso atavio, y la «toca» cuya he
Todas las operaciones á metálico.
Para más informes, pídanse al represen- t a l a n a , tan elegante en su diseño, chura armoniosa se ajusta e x a c t a
tante en esta localidad
tan práctica por su duración, tan mente al molde de la cabeza, es anD O N J O S É CAR.%Ef O .
artística en sus pliegues y ondula- te la estética, no só'o defendible,
ciones y tan irreemplazable en mu- lino loable.
chísimos casos, para completar un
Es además cómoda, fácil de lleLA MANTILLA
trage ó para dar carácter á una fies- v a r , a b r i g a d a en invierno cuando
ta. Sin e m b a r g o , mi panegírico de la hacen blandas y mullidas pieles
la mantilla no e n t r a ñ a b a el sentido de nutria, chinchilla y castor, y la
La insigne escritorji Doña Emilia reaccionario y revolucionario á la refuerza el forro de acolchado raso;
vez ^ue domina en el del Sr. Se
ligera en estío, cuando se compone
P a r d o Bazáii, conaagí i algunae pá
p
ú
h
e
d
a
de un casquetillo de paja y una tira
g i n a s en el último
limero de su
Si se juzgan los sombreros do mu- de seda a r r u g a d a con arte.
«Nuevo Teatro Crític( • á las prenY nombrando el estío, no se me
das de la indumentaria femenil,que jer por desciipción tan cruel y calinombramos en el titulo que ante- ficativos tan duros, no hay más re- queden en el tintero los fresquísim e d i o - e s t á fuera de duda—que mos sombrerones de paja conocidos
cede á estas lineas.
No dudamos que los lectoi-es de 'iroscribirlos p a r a siempre de toda g e n é r i c a m e n t e por «pamelas.»
NI en la playa, donde se estrellan
E L E C O , verán con gusto el extrac- bien ordenada república. Y es fuerza
reconocer
que
la
inmensa
malas
olas; ni en el balneario, donde,
to que á continuación insertamos
yoría
de
los
sombreros
que
vemos
en gruta de peñascos, m a n a la midel trabajo de la Señora^ Pardo
en las calles y teatros de Madrid, lagrosa fuente; ni en la granja,
Bazán.
El paso de la Reina de Portugal justifican la proscripción. A rai en- donde se a p i l a n los haces de trigo y
por Madrid--escribe Doña Emilia— tender, el sombrero, a u n q u e tan el sol tuesta de Heno la cálida tieha agitado, e n t r e otras cuestiones generalizado su uso, no ha penetra, r r a ; ni en el jardín donde, sobre las
mAs ó menos interesantes, la del do todavía en la indumentaria es- e n a r e n a d a s calles del p a r q u e inglés
pañola.
se esparce el ramaje tupido de las
tecado de las señoras.
vellingtonias y las ai-aucarias, con
Apenas sabemos las e s p a ñ o l a s Esta no me p a r e r e t.ui fútil, por
cibo
yo la mantilla; y en cambio,
que el vestir, en la mujer, tiene hablo en plural por no ofender á
veo
destacarse
alegremente la linda
siempre a l c a n c e y sigiiificación Las nadie —cómo'y cuándo se lleva el
«pastora»
de
paja
do Italia, sobre
personas oficia nií'iite serias se mo- sombrePo.
c
u
y
a
copa
una
mano
Inteligente
fan de una investigación r e l a t i v a á
Con un c a m p a n a r i o adquirido á
modas actuales, y h a l l a n n a t u r a l , principio de estación, recargado de prendió como al descuide el grupo
en cambio, que se escriba una di- flores, cintas, plumas, pájaros, hier- de amapolas y acianos, ó la r a m a
i: LiiiE iDtira,
TSúiii
I _ . O O A I ^
de lilas p r i m a v e r a l e s , de ideal ligereza.
Trasladaos con el pensamiento,
desdo la p l a y a ó el p a r q u e , á la a t
mósfera tibia y perfumada de una
aristocrática tertulia vespertina, ó
á las salas de una Exposición, Ved
con c u á n t a donosura luce esa dama
la capotita microscópica, soñada;
el retacillo de tul ó terciopelo que
descubre y realza la importancia
de su frente, el nacimiento de su
c a b e l l e r a , el a r r a n q u e de su gar
g a n t a y la calda de sus hombros.
Tampoco los pintores se han quedado cortos en rendir homenaje á
estas primorosas capotitas^ y á los
airosos chambergos de fieltro y á
las g a l l a r d a s «archiduquesas» y á
los admirables «Rubens.»
Y pregunto yo: ¿hemos de aten
der, en esta cuestión del tocado, á
la estética nada más? La comodidad, propiedad y decencia, ¿no tiene sus derechos? Claro que sí; entre otras razones porque son inflnil a s l a s señoras que ya deben hacer
caso omiso de las pretensiones de
a g i a d a r , y que cuanto más las cultiven, más probabilidades llevan
de conseguir el resultado diametralraente opuesto.
No les recomendéis á éstos la
mantilla, hoy que ha caído en desuso y que p a r a ostentarla se requiere j u v e n t u d , belleza, donaire, dinero —la m a n t i l l a sobre un traje pobr« «^ HA. lAna .ciorfa nn solficisrno.—
Aconsejadlas más bien el toeaao de
las señoras mayores inglesas, tan
limpio, t a n digno, tan liso y llano.
¿Y la comodidad? Contenplád á
esa «miss>, de candida boca, de
mirada serena é inteligente.
Sobro la rubia mata que cae suelta (costumbre muy favorable á la
salud del cabello), lleva u n á g o r r i ta de paño sin ningún adorno, con
visera, una gorra de hombre: lo que
se llamí\ un «oíd England.» ¿Qué
es feo? No; observad cómo agracia
á su carita inocente, á las puras lineas de su rostro. Pero si fuese feo,
¿qué le importarla á la «miss?» Lo
que ella quiere es un sombrero que
nes<i caiga, que e n t r e bien en la
cabeza, que en el tren no estorbe,
ni se a r r u g u e , ni se m a n c h e ; que
quepa en el bolsillo y cueste poco,
por si se pierde. Viajar con mantilla, equivaldrá á bajar al Retiro
con cota de m a l l a .
COLABORACIÓN INÉDITA.
HISTORIA DE UN PERRITO.
(CUENTO DE NIÑOS.)
I.
Tal vez los espiritas serios, los hombres graves las personas de una insoportable formalidad, manejadores de libros
viejos, sujetos que piensan hondo y hablan pulido, tengan, unos por asunto impropio para sar narrado con pretensiones históricas, la vida de un perro, y
otros—de los tales sesudos hombres—
consideren que no siendo nuevo esto de
escribir perradas, para nada importa la
prosa ó romance que al único tipo de la
fidelidad en la tierra se le dedique, bien
sea en buenas ó en malas páginas; pero
no por semejantes respetos y miramientos ha de quedar ignorada la historia del
honrado Peluca,
Difícil rae ha sido fijar la verdadera
fecha del nacimiento de nuestro personaje. No menos dificultoso hallar cuales
fueron verdaderamente sus padres y con
segui'idad que por tales embrollo» y obscuridades pasan todos los biógrafos aun
los de los más notables individuos de la
especie animal humana. Consta que nació en Madrid por Diciembre de 1884:
que sus padres debieron ser una perrita canela, de un brigadier retirado que
vivía eu la calle de la Luna, y un Terranova propiedad de la viuda de un jefe
superior de administración civil. Progenie casi aristocrAtica.
—¡Que no se muera en casa! Yo quiero
verle lanzar el último ladrido—dijo el
ama de Peluca—cnsindo el pobre perrito
enfermo, del moquillo se vio, á los dos
meses de su nacimiento il las puertas de
la muerte.
Como enfermo sin esperanza de remedio dejóle la asturiana criada de la casa,
mujer de robustos pectorales, una noche
en mitad de la calle; y allá, el animalito,
respirando afanoso y queiándose doliente, pasó hasta la madrugada, momentot
antes de que las trotadoras burras de leche y los pesados trenes de los barrenderos apareciesen en la escena urbana.
Un enorme perro de presa olfateó al
mísero gozquecillo y entre lametazos y
amenazadores gruñidos le puso en pie y
le hizo huir hasta que sin fuerzas para
andar, vino á caer frente á la puerta de
la buñolería de la Rosa, cuando Frasquete el rata picabolsillos salía de allí lleno
de aguardiente y animado para emprender sus proyectos de ratero con honores
de hombre doctorado en el sublime arte
canallesco.
—¡Un perrillo!—se dyo el ladronzuelo y movido por un sentimiento de aleo
pa se lo llevó A su casa.
Dióle allí unas fuertes fricGÍones de
aguardiente en el espinazo; hízole tragar media jicara de aceite y abrigándole
con la burda tela de un saco, le dejó
echado sobre unas rotas esteras al dulce
calor del sol que penetraba por el ventanillo de la bohardilla.
No tuvo el rata ningún otro deber ea
la vida ni se sugetó á otra devoción, que
el compromiso y cuidado de alimentar y
atender al perrito.
Cierto día, después de rociarle la cabeza con las escurriduras de una botella de
manzanilla, le bautizó poniéndole Pelvr
ca por nombre, debido sin duda, & las
espesas lanas que por la cabeza y el cuello le caían como á un león su melena.
Peluca tería largo el hocico, cortas y
puntiagudas las orejas, muy retoreido y
rizado el rabo^'gordas y duras las patas,
ancha la barriga y el color del pelo entre castalio y negro. Ladraba con voz
chillona, era muy saltarín, muy listejo y
alegre: sol)re todo gozaba la fama de ser
un perro diestro para toda habilidad
propia de perro de saltimbanqui y aun
quien sabe si con más esmerada educación hubiera llegado á convertirse en un
verdadero perro sabio; pero para esto son
necesarias muy celosas y singulares enseñanzas que el amo de Peluca ni entendía, ni hubiera podido facilitarle.
Aunque la vida del ratero era una sucesión de continuos sobresaltos, y aunque pocas, muy pocas veces apareció por
su bohardilla, no le faltaba á Pduca sin
embargo su diaria ración de mendrugos,
pues por encargo de BU amo se la dejaba
todas las mañanas un trapero que vivía
en la misma casa, ni le faltaban de tiempo en tiempo, algunas piltrafas de carne
y huesecillos que el amo mismo solía llevarle en algunas ocasiolies.
Sin duda el pequeño animal cuando
llegó á la edad eu que los perros van ya
teniendo los colmillos y g02;in del plejio
uso de su instinto debió de hacerse muy
extensos y profundos razonamientos instintivos—digámoslo así—y calculó que
siendo infinito el número de perros, de
galgos, de gatos y de hombres, de seré»
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