Selección de cuentos cortos Taller de Redacción -Segundo semestre de 2014- A continuación se presenta la selección de los mejores trabajos de la asignatura Taller de Redacción. Se trata de cuentos cortos escritos por nuestros estudiantes en los que se pusieron en juego sus habilidades descriptivas y narrativas. En ellos encontramos, además, la subjetividad que habita en la narración, porque a través del ejercicio de contar, ellos nos dejaron ver su experiencia: la claridad, la luz, la felicidad, pero también la oscuridad, el miedo y los abismos que bordeamos. A través de estos cuentos cortos vislumbramos también una época: las preocupaciones y los vértigos de una generación. Docentes área de redacción. Tabla de contenido Cuento corto de una virgen etérea por: Juliana Beltrán .................................................................... 1 Revelando una fotografía con su nombre por Sergio Fabián Garzón Clavijo ................................... 9 Conteo regresivo por Daniela Herrera Lozano ................................................................................ 14 Descanso de un mente perturbada por recuerdos por Andrés Felipe Rodríguez Prieto ............... 31 Amor: la fuerza que libera de la esclavitud por Laura Andrea Vargas Ríos....................................... 5 Borrando Memorias por Juanita Vásquez Miranda ........................................................................... 6 Tinta Negra por Laura Vivas ................................................................................................................ 6 Cuento corto de una Virgen etérea Por: Juliana Beltrán Felipe, aún me recuerdo bailando contigo. Esas noches, que compartimos juntos Como segundos previos a un claro de luna. Eres la luz más brillante en la noche más oscura. Esto es para ti. Hoy es un día como cualquiera en mi vida, aunque distinto en algo al anterior. Por lo menos, hoy reuní dinero para desayunar tostadas con mantequilla lo cual es todo un acontecimiento, ante el hecho de que pocas veces suelo desayunar con otra cosa que no sean drogas. Toda mi vida he vivido en el centro de la ciudad, en una casa vieja por El Callejón de las Brujas, próximo a la Candelaria. Como mis padres, nací aquí. Una partera de entre las cuadras me sacó de dentro de mi madre, cubierta de sangre y líquido amniótico y aunque nadie me cree, pese a mi estado de constante locura, recuerdo el momento exacto. Fue tan cruel como taciturno, el estómago de mi madre era la tierna guarida de la consorte salvaje. Hoy, como ayer y como casi todos los días comunes, vine a Chapinero a encerrarme en las cabinas del sexo de Don Aurelio, él ya me conoce y yo le conozco a él. Él sabe bien que no vengo aquí por una perversión oculta o adicción por sicalipsis, de hecho, siempre me oye reír a gran voz. Y es que me gusta observar a la gente en medio del inusitado acto sexual, es un espectáculo nefasto de fluidos y gritos constantes cuyo último fin tiene un orgasmo. Y si lo pensamos bien es insulsa esta finalidad, en cuanto que el placer no se extiende, sino termina y entonces, en el sexo casual, común y frecuente, cada cual vira para un lado, en una derivación caótica, en la cual eres uno con alguien y 1 luego ambos no son nadie, muchas veces ni siquiera conocidos ni camaradas, simplemente un rostro para recordar entre gemidos. Y por eso permanezco aquí, imaginando qué podría ser tras bambalinas. Además es el único lugar en el mundo quizá, en el cual puedo fumar cajetillas tras cajetillas e inundar ceniceros y nadie me dice nada. El lugar es ciertamente inmundo, desde la fachada hasta los patios traseros. Con un hediondo color asalmonado en el buró de la entrada y un aviso pequeño a la entrada con tres equis de color neón y una voluptuosa mujer debajo. Además, el hombre de la puerta tiene una perturbadora expresión que a primera vez parece describirte como crónico. Sin contar además el estrecho e iluminado pasillo, esclarecido por luces blancas cual anfiteatro… ciertamente odio el lugar pero amo la experiencia. Permanezco todo el día como adormilada por el efecto de los somníferos a los que soy adicta, me gusta estar así. Puedo describir mi estado constante a través de una célebre frase de Pablo Neruda: Así cada mañana de mi vida, traigo del sueño, otro sueño Y es que ese es mi ir y venir por la vida, salto de narcosis en narcosis, divagando permanente, siendo incapaz siquiera de sostener una conversación pues me pierdo entre las palabras de mis homónimos, sólo pienso en cómo obtener una entrevista con Julio Verne, a qué emisora podría llamarlo (a pedirle una canción futurista, y entonces me pierdo en las melodías de Daft Punk), o a qué código postal escribirle. Y de hecho he diseñado y escrito varias cartas, para que esté documentado acerca de que me es de gran afán y urgencia construir una máquina del tiempo, pues, por una desconfiguración en el espacio-tiempo, he vivido en el milenio equivocado y preciso (insisto con celeridad) volver al siglo XX, pues he venido de allí y quiero volver, sin aspiraciones de regresar. Una parte de mí que aborrezco, me advierte que esto de ninguna manera podría suceder, pero mi ángel narcótico, repara en instigarme en mi cometido, y dentro de 2 alucinaciones, sueño bailando en Woodstock a los ritmos psicodélicos de Creedence Clearwater Revival, en un jolgorio interminable de personas en estados de inconciencia perenne, un montón de traseros macilentos desnudos, cabellos sin peinar y prendas sin lavar, el mundo perfecto. Y justo en la cúspide de mi concupiscencia, me encuentro de nuevo tirada en el mismo sofá, al que no sé cómo llegué y escucho sin detallar palabras, el discurso de mi vieja madre Irene, la cual pretende un día verme casada con Little Richard, el vecino del frente, pues pronto entrará a trabajar en una reconocida petrolera y entonces él y yo nos podríamos casar, tener una casa con un amplio solar, extensos ventanales, caminos adoquinados entre los jardines, e invitar personas de abolengo para discutir de política y religión, cosas que me importan una mierda. A veces me gustaría ser la hija que ella quiere que sea, pero se me hace casi imposible tener cabida en un mundo tan estrecho y asfixiante como este. Y es que es irónico observar cómo la sociedad contemporánea occidental, critica las retrógradas comunidades orientales y sus radicales imposiciones sobre las mujeres. En realidad, entre una y otra no hay mucha diferencia, vivimos bajo un sistema opresor dictatorial, bajo la implantación de una idea, en la cual nosotras no podemos subsistir sin un hombre a nuestro lado y que nacimos para ser templos dedicados a la vida y nuestra vida está condenada al mantenimiento del hogar como institución. Yo no deseo eso para mí, no contemplo la idea de abandonarme a mí misma, dejarme a la deriva, por ir detrás de un sueño que ni siquiera me pertenece, pues aunque me casara y tuviera un boda costosa y un lindo vestido y tardara media vida en pagarlo, mi esposo claudicará ante nuestro endeble pacto, se acostará con la sirvienta y mis hijos, por quienes abandoné mis propias ilusiones, para construir un castillo en el cual ellos pudiesen realizar sus artificios, me dejarán, vieja, sola, tirada en un asilo donde se ocupen de esta mujer futura senil. Prefiero mi vida, soy mía el 99.9% del tiempo, dedico mis días enteros a mis placeres y no hay nada trazado, todo siempre es nuevo, constantemente todo se transforma, para ponerse en fase, en la misma fase de mi propio paso. 3 Me veo en el espejo, mi cuerpo no es admirable, no es como los que muestran en los noticieros del medio día, en vivo y en directo desde Cartagena de Indias, semidesnudos, con delicados trazos en la cintura, pechos y nalgas perfectamente cortadas y piernas esculturales. No, mi cuerpo está hecho de carne, de cicatrices que deja el paso de los días, ante la delgadez y obesidad que devinieron en la pubertad. La cara, la malicia, la pasión, la violencia. Negra soy, con la mente peor de negra. Por dentro es como una galaxia, vacua pero infinita, pensamientos atroces y carentes de sentido, con ansia de arrancar un significado ante la existencia de sí mismos, de esta manera, coexisten en armonía entre ritmos rotos e imperfectos. La desnudez, que lleva dos cuerpos a la homogeneidad, me obliga a pensar en un hombre. Me avergüenzo de sólo pensar en sus ojos contemplándome, deseando otra mujer que no soy yo, asumiendo el sexo como un acto conformista. Y entonces Hakim Bey aparece tras la puerta y entonces en medio de la alucinación anarquista ontológica, pasa su mano sobre mi curva, como quien toca algodón egipcio y lo palpa delicadamente y me repite vez tras vez: Te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas emociones. Y entre las lágrimas que caen sobre mis pechos, contemplo la verdad más cierta de mi vida, permanezco bajo mi utopía hipnótica, porque simplemente no sé cómo sobrevivir en situaciones adversas a mi propio caos, caos que devino y nunca se irá, caos que me contempla, me observa bajo las luces nocturnas, dando vida al Edipo disfuncional y mis febriles deseos taciturnos. Es el peso de un amor complicado, nunca podría encontrar a alguien que me acompañara a experimentar lo sagrado cotidianamente. Yo siempre he creído que mis superhéroes musicales de los 60s podrían ser mis acompañantes, que el caos nunca murió y que no permanezco por mucho más aquí, sino allá. Pero no es así, me encuentro acá, en mis soledades, escribiendo un discurso que nadie leerá, dedicándome mis propias letras, para no asfixiarme con mi éxtasis. 4 Histéricos famélicos se asoman tras mi ventana. Cierro los ojos y escucho fuerte su paso por la acera, incluso el olor irritante que proviene de sus bocas, una mezcla entre chicha y trago barato que devela su idiosincrasia a flor de piel, negros al amanecer buscando una dosis furiosa. El dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, las prostitutas que atraviesan las calles en sus cortas faldas, dándole un perfil obsceno a los adoquines. Los pobres, andrajosos y de ojos cavernosos acostados contra las paredes, adornan el paisaje y se funden con las protestas de los grafitis dibujados y al fondo, se levantan grandes edificaciones dotadas de duchas frías, flotando a través de las alturas de la ciudad contemplando el jazz. El frío paisaje de la ciudad de Bogotá. El sonido del ruido de la capital. Ahora mismo quiero un poco de Mala Rodríguez y dormir del embeleso. Amanece y hace más frío que de costumbre. Me levanto con el sonido de los acordeones, unos viejos tocan afuera, tras la puerta, como trayendo al amanecer noches de arrabal, historias de desamor para mojar entre el café. Sus voces son como odas a la melancolía, como conversar con Chavela Vargas y luego pintar un cuadro con Frida Kahlo, así tal cual se sentía. Me acuerdo de un viejo amor, no tan viejo siendo consecuente con los años de mi juventud. De esas noches bailando, de cómo se entrelazaban nuestras manos hasta juntar los codos y entre los dedos tomaba su camisa de cuello fina, enlazados así, aferrándome a su cuerpo viril, vislumbrando mi fragilidad. Solos él y yo, en el primer piso de la pensión donde ambos vivíamos, a merced de la luna refugiados en un baile caliente. Y entonces, nos reconocíamos el uno al otro, cuando éramos uno, en medio de nuestros coordinados pasos, sin hablar, cuando nos podíamos callar la maldita boca para escuchar nuestra agitada respiración. Esas eran nuestras noches a los ojos de Yemayá, tan cerca de él, tan cerca de mí. No puedo decir que me enamoré, esa palabra me resulta tan enrevesada. Te conoces con alguien, se ríen, bailan comparten, se besan… luego resulta que se quieren, tiran (si no es que se conocieron tirando, porque ahora la cosa es así) y 5 siguen su camino bajo la misma rutina, las mismas palabras, rosas a la puerta, corbatas, cortos vestidos ataviando la noche de lujuria. Y luego se aman y poco después de eso, discuten, se reprochan, se celan. Lloran, sufren. Y al momento del ocaso, un salto ínfimo, disimulado, como quien sin quererlo va y lo hace, ¡pum! Alguno se enamora de un tercero. Y todo el amor y las promesas se quedan ahí, como flores rotas, en el suelo. ¿Y esa es la condena del amor? ¿Te tomas de las manos de alguien para eso? ¿Y ya? ¿Y las noches caminando por entre callejones? ¿Y la contemplación mutua de la desnudez? ¿Nada importa?… Amar la trama más que desenlace, debería implementarse entonces como filosofía de vida. Recordar el crepúsculo así, hasta el final, cuando nos quedamos solos, contemplando nuestra plenitud, entonces el amor será inolvidable. Un amore disinteressato. Volviendo en mí del delirio existencial estoy perdida. No encuentro qué hacer en la vida, pero tampoco me preocupo por hallar ocupación y de ahí nace la contradicción, me apabulla mi carente interés por mí misma ¡Ni siquiera me intereso por alguien más! Aun no entiendo qué vine a hacer al mundo ¿No les ha pasado? Van besando el barrio al irlo pisando, luego de estudiar y trabajar, en algo que claramente detestamos ¡porque es una condena! Es una gran mentira decir que amamos nuestro trabajo. Todos odiamos las órdenes, la puntualidad, la cortesía con quienes matamos por ser descorteses… cosas por el estilo. Y entonces, como decía, vamos de camino a casa y, mientras llueve, meditamos acerca de nuestro día y nos damos cuenta de que todo carece de sentido y lo único que en realidad deseamos es que lleguen las vacaciones, con el sol y las piernas de una mujer desfilando por entre la arena, contamos los días, las horas, segundos y microsegundos para no despertar al trabajo. 6 ¿Qué irónico no? Pasar nuestras vidas, para pagar nuestras vidas, tomar autobuses con destinos indeseables y con temor a la contemplación de la libertad que, bien o mal, debería ser problema de cada quien, no de la sociedad. Pero bueno, tal como en 1984 nos encontramos permanentemente instados a la nada, a ser una pieza dentro de la maquinaría, sin derecho a nada, con deber a todo. Esta soy yo, me llaman calle melancolía. Pero si me ves cruzar la acera, te boto una sonrisa, porque no tengo ni cinco pesos pa’ darte. 7 Revelando una fotografía con su nombre Por Sergio Fabián Garzón Clavijo El humo azul que aflora desde su tímida nariz se difumina entre sus toscos cabellos, el cigarro le "ayuda" a mantener en sopor la ansiedad que en ocasiones hace de su mano derecha un revoltoso resorte, sin embargo, a pesar de que le tiembla la mano, tiene pulso impecable para captar fotografías con su Pentax (de las primeras que se emplearon para hacer reportajes). Sus ojos se desvían al contraluz, una mujer que camina en contra suyo lo pone nervioso, él piensa que no es lo suficientemente galante para tener una mujer de semejantes magnitudes poéticas para hacerla suya, dicha mujer sostiene su mirada tal cual estuviera frente a frente con un espectro del edén. Antes de que la mujer salga de su vista, el joven libera sus 32 corceles blancos dispuestos para aquella dama, le suplica de manera sutil levantando la palma, que se detenga un momento; ahora los nervios son contrarios, la mujer se ruboriza, mientras el lente de la cámara se mueve al son de la pericia del fotógrafo. Un clic, el obturador suena y la mujer cae muerta mientras su piel se pigmenta de un color oscuro, el joven hace un gesto de repudio y dice “¡mierda! Quedó oscura…”. Mientras termina de sonar “She's a rainbow” de los Rolling Stones, el joven apaga con sus dedos el radio de color rubí, toma su libreta de apuntes, vuelve a leer la escena de la chica que acaba de morir producto de la fotografía, sus labios se dirigen hacia el lado derecho de su cara, mientras sus cejas se acercan de tal manera cosiendo sutilmente una ceja de ciclope, no le agrada nada lo que acaba de escribir. El botón del radio salta y la habitación pequeña en la que aquél joven está sentado comienza a prescindir del color cobre que ameniza la soledad de su vida. Un profundo color purpura se vislumbra en sus pupilas, el juego comienza de nuevo... 8 La torre de una iglesia se difumina con el atardecer sombrío de ese Agosto que solo supo pintar de mil colores las aceras de una rara versión de "Ciudad inmóvil". El callejón que se dibuja al final de esa calle nos invita a entrar por esa puerta color invierno; un escenario en blanco -bueno, quizá negro, pero está en blanco porque no hay nada- se prepara para recibir una bella sonata psicodélica. Un baile, frenético, plagado de fantasía etérea impulsado por el amor, Anaí, se deja llevar por las guitarras, por la voz que le recorre el cuerpo. Detrás, un torso que la misma Hera envidiaría aparece al final del escenario, entra al ruedo junto con Anaí, el baile se transforma en un jugueteo romántico, que solo las tibias yemas de sus dedos saben dirigir, Anaí cae presa del placer, hasta llegar al éxtasis. -El radio se apaga por un momento, el joven le da un golpe certero, un poco de estática y vuelve a sonar, ahora un fluido rosa nos regala un entumecimiento agradable...Sin embargo, aún no se ha dado cuenta que la mujer que le ha robado mil suspiros, mil ahogos, miles de sensaciones descritas para inmunizar el cuerpo, es la misma que se encuentra en su espejo. ¡Clock¡ ¡Clock¡ ¡Clock¡ el péndulo retumba en estado hipnótico en el que ha caído el joven. Con cada movimiento de las manecillas la mirada se acerca al significado de la hora: 9:40 – ¡MIERDA!- exclama apresurado – La maldita entrevista…- De un salto llega al baño, las paredes adornadas de baldosas celeste con miles de mandalas inscritos allí. Sus dientes relucen finalmente y se asoma a la cruda calle rumbo al centro de la ciudad. Los pasos de esta calle siempre serán apresurados, todo se transforma en un vaivén de personas, todo es diverso, zapatos brillantes, corbatas pulcras, el humo de los buses viejos, la gritería de los vendedores ambulantes, el calor típico de un día apresurado por la rutina. 9 A medida que avanzo por esta calle que se amplía de a poco, mis ojos van ardiendo cada vez más, mi garganta se incinera con un sabor amargo, mi pecho se cierra, es inevitable tengo que parar, miro a los lados, tengo que sentarme y así entro a lo que parece ser una escuela de garaje, entro, al menos hay donde sentarse, mi cuerpo se relaja un poco, sin embargo el dolor y el desespero por no poder respirar me impacienta. A lo lejos puedo escuchar un redoble, no, más bien alguna clase de marcha, es algo sombría, se acomoda al son de unos golpes, aún no sé qué es en realidad, pero se acerca hacia el lugar donde estoy. Del otro lado de la acera, pasan corriendo varias personas, unas agarradas de las manos, como aquella señora que viste una delicada “pashmina” de color ocre, va afanada corriendo de la mano de su hijo pequeño que no suelta ni de fundas su pequeña figura de acción de "Spiderman", el niño llora, al parecer también corre asustado por lo que sucede, el andar de los dos se detiene poco a poco, la mujer no puede seguir, se toma el pecho y luego lleva sus manos a su rostro, el niño llora desconsoladamente, ambos caen al suelo sin poder hacer nada. Entre la multitud que se dirige en busca de un resguardo del miedo, invocado por el clamor de ayuda de esta pareja, corre contra la corriente, podría decir que es un hombre, joven, no puedo ver ni su rostro, a duras penas se puede distinguir que es una persona, o tal vez mi vista falle y sea un espectro, quien lo sabe... De momento se detiene, mira hacia la calle que continua hasta arriba, el redoble se hace cada vez más fuerte, la duda se apodera de él, se devuelve dos pasos, pero vuelve su mirada contra la mujer y el niño, y su fuerza le hace olvidar el sonido que se vuelve aterrorizante, saca del interior de sus harapos una pequeña caja, la rompe con sus dientes apresuradamente, se lava las manos con el líquido que aflora de la caja, luego las frota sobre los rostros del niño, la mujer le grita, trata de detenerlo como puede, pero todo es inútil, la mujer no puede defenderse, ni tampoco a su pequeño acompañante, el niño cesa su sollozo. Al ver al niño más tranquilo, el hombre repite la acción, pero esta vez con la dama, la mujer forcejea, el hombre que oculta su rostro con una capucha improvisada, sin embargo, la mujer queda pasmada, no se mueve, el líquido blanco lava su rostro de a poco, la mujer vuelve a tomar color, el 10 hombre solo levanta a la mujer y al niño, les dice que se vayan de ahí, los dos hacen caso y huyen del lugar como si fuese un campo de guerra. El redoble ya se asoma en la esquina contraria de donde se ubica aquél hombre incognito, los golpes de varios bolillos tronando contra unos escudos que bien deberían decir “REPRESIÓN”, son el alimento de ese redoble sombrío, los gigantescos hombres vestidos de negro, caminan de una manera tan exacta que parecieran máquinas, los bolillos paran de sonar. Del otro lado el hombre se para desafiante ante los títeres de negro. Son 15 contra uno, no es justo, nunca será justo, el joven saca de su maleta una rosa, un libro y un trapo blanco. Lanza la endeble flor, que termina en la suela de uno de los “marranos”. El libro comienza a ser leído, mientras detrás de aquél hombre, vuelan las botellas llenas de alcohol dispuestas a estallar contra los escudos y por qué no, contra uno de los justicieros del país. El redoble vuelve a sonar, y los pasos dan inicio a la contienda, que terminará con la vida de aquél hombre que prefirió morir en pie que vivir de rodillas. - ¿Venía para la entrevista cierto?- - ¿perdón?A mi lado a media voz me endulza el oído con el sabor que siento de cerca de sus labios carmesí. También va formal, solo que ella lleva vestido, corto, pero sus piernas son tan finas que me parecería mejor meterla dentro de una cajita y poner a sonar una bonita canción. - ¿Qué si venía para la entrevista? -ah sí, pero con toda esta revuelta, dudo que me vayan a atender… y ¿cómo sabes que venía para la entrevista? - - ¿No le parece obvio...? - - No, pero…- 11 - Tranquilo, ya estoy acostumbrada a este tipo de situaciones, nadie espera a una mujer que sepa de literaturaNo, no es eso, no se ofenda, disculpe – mientras mis ojos quedan en sopor - para jugar con el suelo que ahora me pone triste – es que pensé que la entrevista era solo para mí.Yo también pesé lo mismo pero mire…- - ¿Acaso lo conozco? Es tan similar que me produce miedo, sin embargo, no puedo dejar de estar a su lado, ¿Qué pasa? Me cosquillean las manos, las piernas me flaquean. No puede ser que a esta hora de la vida me venga a pasar que un tonto como este me sacuda la gravedad… -¿Café?- en tono interesante me pregunta… - Cerveza, pero yo elijo donde...Tenía que llevarlo a un sitio que fuera mío… sin embargo, la última vez que estuve aquí no me fue muy bien, Mike, no supo qué era lo que yo sentía por él. - Solo necesito irme con Diana…- Mike me repetía una y otra vez… - Y ¿yo dónde quedo, Ah? Usted no sabe todo lo que di por usted, y aun así ¿me paga con esto?- - Entiéndame, ya no quiero más…- - ¡ENTIENDAME USTED A MÍ! Dónde voy a dejar mi vida, si yo se la di a usted, se la entregué toda, aun cuando usted me falló tantas veces, cuando usted prefirió estar con ella siempre y yo estuve acompañándolo. - ¡Ya no quiero nada más!- 12 - ¿Y va a volver como siempre? O me va a llamar para pasar un rato y luego me olvida…- - Tal vez… Anaí, vos sabés que yo te amo… – Con ese maldito acento argentino. - Ese tal vez ya no existe…Olvídese de mí, y todo lo que vivimos, lo que perdimos y lo que yo le di y hasta él, que ni siquiera pudo vivir para conocerlo sabe que todo lo que yo le di, se murió, se acabó, ¡USTED LO PERDIÓ! Entramos, a Blosom, ese bar que queda cerca a la séptima, cuando entramos estaba tocando Superlitio, una de las que me gusta, son deprimentes, pero aun así su música es movida. - Quiero una “Club”- Alegó ella sin dejar llegar al mesero. - ¿Tienes una Fernet?- - ¿Sabe dónde estamos?- Me replicó algo extrañada. - No aquí también está- Mientras sacaba la botella de la nevera del bar… Este “man” es raro, no parece ser alguien con quien yo haya podido pasar tiempo, sin embargo aquí estoy, como una tonta con este tonto… Es casi como si la conociera desde el inicio de su cabello hasta la punta más fina de sus dedos, recorriendo todo, su cuello, sus labios, la delicadeza de sus hombros, la textura de sus senos, la eterna caída de su vientre hasta llegar a su lugar de vida. Es como una diosa que no tiene miedo en imponer su ira sobre quien no sea capaz de amarla, aunque ella cree que eso no existe, quizá tal vez porque según lo que me cuenta, nadie podrá llenar el vacío que Mike le dejó. 13 Es curioso cómo vas adquiriendo un tremendo odio por una persona que nunca en tu vida has visto, pero, no es para menos, tener a una mujer como… Como… - Espera y aún no tengo tu nombre- me adentré a preguntarle sin tapujos, algo que para mí es algo totalmente complicado. - Todo a su tiempo, no hay lío, ni afán…- mientras ella me alzaba su ceja con acento misterioso y algo de picardía. No puedo con eso, y ella lo sabe, mientras se moja los labios, y poco a poco se muerde ese manantial de placer. Ella se levanta y me invita a bailar, pero ¡qué mierda! Es la hora en la que no consigo dar dos pasos sin perder el maldito ritmo, sin embargo no tengo nada más qué hacer. Ella me dirige, es rígida, imponente, pero se cansa de bailar. - Nos vamos, ya no quiero más…- Al mismo tiempo que voltea hacia otra mesa; en la que un hombre no deja de mirarla, aun estando acompañado. Esta noche no pinta, no pinta nada normal, es de las pocas en las que salgo acompañado, y aún más de la lujuria hecha mujer. Una mirada más hacia la mesa de atrás por parte de ella y sus labios terminan cosidos a mi vacío rostro. De momento es casi como si el suelo recibiera una fuerza que ni la gravedad pudiese enfrentar, mis pasos se acercaban cada vez más a la maya de estrellas que se posaban en la noche de ese noviembre tan cálido. La puerta se cerró con tal contundencia que su blusa se ondeó rápidamente, alcancé a ver un poco de su piel, y los botones caían, su fuerza era impresionante, hasta tal punto en el que me sometió totalmente, sin embargo, supe contrarrestar su poder con la sencillez de la ceguera, para poder comenzar un recorrido que me llevaría desde una escalera al cielo para conocer al mismísimo Dios. Se puso inquieta, todo su cuerpo se movía de un lado para otro, las sábanas nos quedaron pequeñas, surqué su mapa hecho piel y lo repasé una y mil veces, con el 14 deseo que tuvo Colón de llegar a las Indias… Gemía, respiraba de manera forzosa, y ni siquiera había comenzado... Me excita pensar cómo sus ojos se pierden, al mismo tiempo que sus manos me ayudan a recorrer el cuerpo de esta mujer. El preámbulo se debe acompañar con un coqueteo de mis huellas con sus muslos, su vientre es una deliciosa invitación que la temperatura de su cuerpo confirma. Ella quedó sentada en el suelo de la sala de su apartamento con la primera caricia que llegó hasta allí… El sabor de sus pechos no tardó en entrar por mis papilas y dejarme un espacio bajo sus piernas. Para tener en tus manos a una mujer, es necesario sentirlo, desearlo, glorificarlo, incluso hacerlo una envidia para el mismo Dios que disfruta vernos allá en el cielo. Ya la besé, pero tengo que hacerlo con ella, “besarla de nuevo”, entrar de a pocos, comenzar el juego con mi lengua, una invitación no verbal, más oral y sensorial, pero no hay nada mejor que jugar con las manos, eso se lo puedes preguntar a cualquier niño, o para ser sinceros ¿qué niño cuando juega llega con las manos limpias? Un sonido comenzó a irrumpir fuera del apartamento, no le presté importancia, pues ella nunca dejó que perdiera la atención que tenía sobre ella, su respiración se cortó, su torso se levantaba, como si levitara, sus manos se enterraron en mi piel, no me soltaba, casi hasta rasgó mi piel, un grito que se ahogaba poco a poco me daba a entender que había llegado la hora de comenzar verdaderamente. De repente ese sonido volvió a sacudir nuestro ritual, “no pares…” ella reclamó, ¡clic! No pude ignorarlo, era un obturador, cuando levanté la mirada, me encontré con un lente que apuntaba justo a mi rostro, y lo único que pude hacer fue caer en un fundido a negro… 15 Conteo regresivo Por Daniela Herrera Lozano Para ella el tiempo se había detenido, la distinción de un día y otro no existía en su realidad, los intereses de las chicas en general no le llamaban la atención, a pesar de que estaba consciente de lo que éstos le podrían otorgar. Acostumbraba adornar su lacio y corto cabello con cintas de colores y permanecía con un vestido de seda con puntos llamativos o con su pijama enteriza de osos que le permitía gatear cuando ella lo deseaba. Pasaba el tiempo de manera risueña con sus peluches, ofreciéndoles amablemente tomar el té sobre su suave cobija rosada; de hecho todas sus actividades, dulces e inocentes como sus grandes ojos, incluían aquella cobija. Anet, una niña de 25 años para quien su tiempo se detuvo desde el instante en que su madre murió de cáncer y solo tenía eso para sentirla cerca: una cálida cobija para forjar su recuerdo. Cuando ella quedó huérfana, su custodia pasó a manos de su tío Rodolfo, un hombre alto y delgado que para una niña de 7 era como observar la torre Eiffel inclinándose sobre ella mientras escuchaba una voz baja y vibrante que decía “niños… deberían criarlos como a cerdos, son de la misma especie, repugnantes, estruendosos y horripilantes; mi pobre hermana no murió por otra causa alguna que el tener y soportar un niño. Cuando regrese la cocina deberá estar aseada y los fastidiosos colores vivos desaparecidos”. Cuando él partía, Anet quedaba perturbada, solo recordaba que las dulces manos tibias y las suaves caricias de su madre se habían ido, y que en su lugar solo tenía el ceño fruncido y la mirada escalofriante de su tío. En las noches Anet recordaba los fines de semana que compartía con su madre, ese maravilloso parque al que ella solía ir con gusto todos los fines de semana, 16 emocionada y eufórica de poder sumergirse en la arena, bajar y subir el rodadero y poder deleitar ese rico y dulce helado de fresa que es su favorito. También recordaba a Tomés, su mejor amigo de infancia y las mil flores que murieron a causa de él y su tierno detalle de obsequiárselas. Recordaba sus zapatos de charol y su corbatín perfecto gracias a su madre afanosa de verlo siempre impecable, impregnándolo en aroma de bebé. ¿Qué sería de él? ¿Seguiría tan cuidadoso, limpio y con esa tez perfecta? No lo sabía, la única certeza que tenía era que el tiempo ya había transcurrido y se encontraba sola, no le molestaba. De repente empezó a sentir esa necesidad de buscarlo, pues sus últimos recuerdos cálidos se fueron con él y su madre. Una llamada inesperada Era el día de mi presentación. Había ensayado mucho para esto. No sabía si lo lograría, pero ya estaba allí. En el centro de la tarima y en medio de las luces, no escuchaba nada, solo estaba allí, observando a la multitud. De repente reaccioné, puse mi mentón sobre mi gran amigo, me aferré a él, y confié, de tal manera emergía de mis manos una melodía emocionante, adrenalina pura, como si te lanzaran en el vacío y de pronto quedaras suspendido en él, los espectadores observaban asombrados, lloraban, reían y aplaudían. Yo soy Tomas, músico de profesión y violinista de pasión. Nunca podré olvidar aquel día, ni la sensación de aquel concierto, quedé abrumado, satisfecho o ¿quizá era una tristeza que sale del fondo de tu alegría? No lo sé, quizá eran todas. En las fotografías parecía una copia, con la misma cara de desconcertado, mis ojos grandes no ayudaban mucho o mi estatura, sobresalía más que todos, esa es la desventaja de ser el más alto, pero a pesar de mi gesto , lucia altivo, elegante, pulcro, tal como mi madre me educó, pero nunca fue razón para dejar mi humildad, mi sencillez y sensibilidad, tal como la música me enseñó. 17 Llegué a mi casa esa noche y noté que tenía un mensaje de voz, jamás los tenía, ¿quién podría ser?, no lo sé, una dulce voz, una dama o una niña, solo sé, que sabía mi nombre, mi número y estaba pidiendo mi ayuda. Querida Anet… Era un día distinto, el aire no era el mismo, no para ella. Sentía el cansancio habitual de su rutina, asear, cocinar y planchar; se había vuelto la mucama de su tío y no tenía más remedio que acceder a sus órdenes, de no hacerlo ¿A dónde iría? , ¿Qué pasaría con ella?, eso no es realmente de su inquietud, pero por más que Anet deseara irse de esa casa, el pavor y el miedo al mundo exterior, a ese mundo que jamás había conocido, le impedía hacerlo. Era una tarde fría y extrañaba su cobija, la que su tío le arrebato; sentía un silencio diferente, casi murmurante y perturbador. Sonó la puerta estruendosa, relinchó el suelo de madera, el sonido de los pasos se acercaba rápidamente y Anet se sentía como un hámster en una jaula, sin poder hacer nada, impotente ante el peligro. ¡Pooom!, abrió la puerta, entró a su habitación, el olor a alcohol se esparció, se tropezó con un peluche. - Anet, querida Anet…. ¿Cuantos años son los que tienes? Mmm si, 25 exquisitos años, estos peluches no son lo tuyo, ni esos vestidos tan infantiles, yo sé que solo finges, una mujer tan hermosa y limpia no puede ser tan inocente, ¿sabes? Solo necesitas descubrirte… no, no, no, no llores, no estropees tu lindo rostro, sshhh tranquila, yo te voy a ayudar… La preparación A veces me siento solo, pero recuerdo quién soy, recuerdo a mi violín y a la música que siempre me acompaña, no sé cuánto tiempo me parecerá suficiente, jamás ha existido alguien que me tome como prioridad, siempre he sido muy independiente, creo que es mi mayor virtud y mi mayor desgracia. Ahora todo ha cambiado, no lo extraño pero si es confuso, no solo soy su prioridad, soy su única opción. Bueno ya, concéntrate, ¿que falta por empacar? este no soy yo, jamás me he involucrado en 18 problemas, no sé cómo hacer esto, pero no dejaré que nada le suceda… ¡ya Tomás! Las llaves... ¡donde están! ¡Sin ellas es imposible!, uff… están aquí, justo en el bolsillo lateral derecho, a la mano, perfecto. Jum… quién lo pensaría, hace tres meses no tenía preocupación alguna, tampoco mujer alguna; no se quién sea realmente, no sé si sus ojos mienten, pero siempre he odiado la basura, la suciedad. No soportaría volver a verla como la primera vez… Tic- tac…tic-tac... El reloj marca las 10:00. Solo escuchaba una leve respiración, solo se veía un maniquí. No… ya no era ella, solo su cuerpo; el que no reaccionó sino para dejar brotar el miedo de sus ojos, pero luego ya no era miedo, era un vacío, un ente. Sintió que en ese momento algo le fue arrebatado, o por el contrario, le fue concedido; de algún modo, no lo podría hacer sola. Recordó la nota que tenía sobre la mesa de noche: ´Tomas Runkel, cra72b#4b54,705-4216´, pero su cuerpo no le correspondía. Sonó el timbre, su tío le había advertido que la vecina pasaría por sus juguetes para su hija, según él, ahora ya no los necesitaría; le dijo que esperaba un buen comportamiento, el habitual, de no ser así empezaría a dormir en la calle. Allí estaba el timbre de nuevo y Anet no se inmutó, no le importaba; solo siente su húmedo cuerpo lívido junto con la sabana, ¿dolor?, ya no tanto. La vecina nota que la puerta está abierta, seguramente su tío no se percató de ajustarla por el efecto del whiskey. -¿Señor Rodolfo?.... ¿niña Anet?.... ¡la puerta estaba abierta!..¿.hola? … ¿niña Anet? ¡¡¡Niña Anet!!!!! ¡Hay dios mío! ¡Reaccione! ¿Qué hago? ¿Qué hago?… ¿qué es esto? Tomas Run… sí, esto… ¿aló? ¡Necesito ayuda!!! La niña Anet!! ¡Anet… Anet Maleano! ¡Si ella!, ¡no!… ¡no lo sé señor pero por favor venga rápido! 19 La comida Listo, ya estoy aquí, ahora solo queda esperar a que me llame. Las 8:30 pm, solo falta media hora para que llegue. Dios que frio hace. Ja… irónico ¿no? Invoco tu nombre con la noche fría que escogimos Anet y yo para nuestro cometido. Todo se ve tan tranquilo, iluminado y acogido. Nadie le presta importancia a lo que sucede en su alrededor, hay cosas más importantes: dar un beso apasionado, dejar listo el trabajo, pasear al perro mientras piensan en un sin fin de problemas. Perfecto. Ahora recuerdo mi violín, jamás he empuñado otra cosa que no sea mi arco, todo lo hago por ella, por su madre y su libertad, sé que tú lo sabes. ¿Que fue eso? 9:00 pm, justo a tiempo, tal como Anet lo dijo, ahora entrará y ordenara la comida. Ella es brillante, no es la chica indefensa que encontré aquella noche, él no se espera eso, si… estará en la cocina, la jaula perfecta. Jum… bien pensado princesa. Ahí está, la llamada que esperaba… 20 Descanso de una mente Perturbada Por recuerdos Por Andrés Felipe Rodríguez Prieto ¿Que podría perder? Esta tarde me atrevo, no puedo seguir con esta gran curiosidad, siempre he pensado que algo esconde, lo sé y he escuchado varias historias, pero todas inconexas, poco verídicas: que era soldado, panadero, carpintero. Eso después de todo, es lo que más me intriga de ese personaje, la cantidad de ambigüedades que existen en torno a su pasado, pienso que, para que las personas especulen tanto al respecto, han sentido esa misma necesidad que siento yo por descifrar a ese sujeto… Pero ¡yo! , yo seré el primero en saber la verdad y aunque esto no tenga ningún reconocimiento en particular, sé que es una gran historia. Aunque solo se su nombre, me esforzare por acercarme a él y con una actitud amigable, pero interesada, voy a hacerle el interrogatorio más extenso de su vida, después de todo, supongo que a su edad eso de contar historias no será un problema. El encuentro Alejandro Pluskat, es el nombre de aquel individuo metódico que todas las mañanas y tardes, toma un café en la misma silla, ahí, en el parque de enfrente de mi casa. 21 Ahora me dirijo caminando, en un instante corroboro esa idea de que todos de lejos nos vemos mejor, al sentarme en la silla del lado lo observo por primera vez de cerca. Me sorprendió. Su rostro no reflejaba más que un aspecto lánguido, empañado un poco por las quemaduras del sol y una barba prominente. Su vestimenta poco holgada a causa de la carencia de relleno, increíblemente estaba fabricada en telas de una muy buena calidad. Lo sé, pues soy conocedor. Vuelvo entonces a observar y me doy cuenta que más allá de esos detalles superficiales primarios hay algo que le recubre, algo que le empapa, no es precisamente la dicha, también podría casi asegurar que no es tristeza mundana, me parece más bien arrepentimiento, pero uno tan profundo que transforma todo su ser… toda su expresión. Curiosamente cuando le observo por tercera vez, clava su mirada en mí y aunque al principio fue despectiva, luego se tranquilizó. Sé que ese contacto visual es la puerta para entablar una conversación. -Buenas tardes-, le dije. Entonces, Me mira de arriba hacia abajo, se toma las gafas e intenta moverlas para focalizarme, a través de sus lentes gruesos y algo gastados. -Buenas tardes joven, ¿nos conocemos?De inmediato puedo darme cuenta de que su acento es extranjero, posiblemente francés. 22 -¿Puedo acompañarle en la silla?, tengo un trabajo de la universidad y me gustaría hacerle un par de preguntas, solo le robo 10 minutos de su tiempo-. ¿De dónde saqué eso del trabajo? No lo sé, pero fue lo único que se me pasó por la cabeza. En ese momento no podía llegar y simplemente decirle “Buenas tardes, me cuenta todo acerca de su vida por favor”, sé que a las personas de edad no les gusta las intromisiones, ni siquiera las sutiles, porque en todo este tiempo don Alejandro no me ha respondido o expresado alguna señal de aprobación. El silencio se rompe. -¿Sabe usted cuántas personas han venido hasta a mí, intentado averiguar mi vida?-Eeh Señor esa no es mi intención- digo un tanto asustado, pues este señor, desde que me vio sabía a qué venía y yo como un idiota tratando de ocultar lo evidente. - Como le dije tengo un trabajo que consiste en hacer un retrato sobre la vida de alguien, a diario lo veo porque vivo en la torre de apartamentos que está allí, y se me ocurrió que tal vez podría ayudarme-. Me mira y sonríe, yo creo que cada vez estoy más expuesto. - Mire muchacho, sé perfectamente qué quiere, ya han intentado decirme eso y muchas excusas, que en ocasiones hasta me hacen reír, pero ¿a que no adivina?, hoy quiero romper con el silencio, lo único que espero es que no se aburra con mis historias- vuelve a sonreír. - Bueno, ya que somos sinceros tengo que admitir que lo anterior ni yo me lo creí, pero qué se puede hacer, usted causa mucha curiosidad, y ahora que puedo darme cuenta que es extranjero, es aún más – - sonrío y me siento al lado del señor Pluskat. 23 - Jajaja, “estos muchachos de hoy en día ya no saben dirigirse a la gente mayor”- dice con un suspiro atorado en la garganta. – Si quiere le cuento en resumen, los hechos más importantes de mi vida, para que no se desgaste con preguntas. Pero tengo que advertirle que no es una historia, de esas con final feliz… desde que todo terminó no le he contado a nadie sobre mi vida, sinceramente podría decirle que desearía no tener vida para contarla-. Me doy cuenta de inmediato que el señor Pluskat es un hombre al que le rodean varios misterios, que si quiero saber la historia… solo debo estar atento, y ¡no preguntar! Mi nombre es Alejandro Pluskat Como algunos saben ese es mi nombre, provengo de un pueblo pequeño de Francia llamado, o bueno que antes se llamaba Dieppe, allí crecí, tenía una familia poco numerosa, solo tenía un hermano mayor, a mi madre nunca la conocí pues murió en mi parto, creo que será una de las tantas cosas que siempre llevaré en mi mente. Por otra parte mi padre, de él no me gusta hablar mucho, que puedo decir, era un ebrio agresivo, y la última vez que lo vi deseé no verlo jamás en mi vida. Precisamente por el mí vida se vio transformada de una manera significativa. - Señor Pluskat, lamento interrumpirlo,pero veo que tiembla del frío, ¿Quisiera ir a un café u otro lugar diferente?- Otra vez este muchachito con sus preguntas impertinentes, pero a pesar de ser molestas, tengo que aceptar que lo que dice es cierto; además no tarda en comenzar a llover. -Muchacho le soy sincero, no me gustan los cafés ni los sitios públicos, de ser así no me sentaría en este parque solo todas las tardes, si quiere con mucho 24 gusto podemos ir a mi apartamento, allí tengo algo de té. Por si no se ha dado cuenta también vivo en el edificio del lado, más exactamente en el último piso.- No sé por qué pero este muchacho me agrada, después de todo, tengo que contárselo a alguien, es una necesidad difícil de explicar. Tal vez la muerte se acerca a mí. -por mi está bien señor Pluskat, como le dije, mi interés es conocer su historia. El apartamento Entramos a su departamento, tengo que admitir que tengo un poco de ansiedad. Nunca antes había entrado al hogar de alguien que acabo de conocer, es de esas cosas que te enseñan desde pequeño. - Muchacho si quiere siéntese en el sofá, me tomare 10 minutos para preparar un Té.- Tranquilo señor Pluskat. No puedo evitar preguntarme por qué es tan amable conmigo, su fama lo precede y no precisamente es característica de un trato gentil con los demás, pero bueno, acá estoy. Es un lugar acogedor y tiene un olor a vejez, yo sé que todos saben cuál es ese olor. Las paredes del lugar son blancas, al igual que las baldosas que adornan su piso y que brillan como un espejo. Una decoración un tanto moderna, se me hace extraña para una persona de su edad, cuando termino de observar el lugar me doy cuenta que el señor Pluskat tiene una vista fantástica. Mala suerte para los que vivimos con vista hacia el parque, aunque sea muy bonito, preferiría una vista más urbana, más dinámica. Me asomo por su ventana. 25 El viento sopla con fuerza, causa un brusco movimiento en los árboles, hace frío, y la ventisca recorre mi espalda. A lo lejos varias luces adornan el paisaje. Unas que titilan y se mueven me llaman la atención, después de un rato observando me doy cuenta de que es un avión. En el techo de una casa que está cruzando la avenida, puedo ver una señora que cuelga ropa de forma rápida y a su lado un perro que no deja de mover la cola en búsqueda de aprobación. La avenida por estas horas es un caos, es plena hora pico, los carros empiezan a amontonarse al punto de casi no poder moverse, los motociclistas hacen maromas intrépidas zigzagueando por entre los carros para evitar ser atrapados por la congestión. Algunos pasajeros corren para alcanzar un bus, mientras otros con las espaldas encorvadas caminan lento, reflejando el cansancio. El frío se intensifica y la brisa se convierte en un rocío que empujado por el viento toma diferentes direcciones, las personas en la calle empiezan a apresurar su paso y a cubrirse con diferentes objetos, de pronto una lluvia intensa lo empapa todo. - Quisiera tener una vista al parque, todo este caos a veces es agotador. Es muy curioso ver como las personas hoy en día se desenvuelven en el mundo-. Dice con una voz que tiene un toque de humor pero a la vez de disgusto. - De hecho mi apartamento tiene vista al parque, y contrario a lo que usted piensa a mí me encantaría tener su vista. Sonríe y se acerca a paso lento con su taza de Té - Tal vez sea bueno que cambiemos- 26 Y suelta una sutil sonrisa, a pesar de todo el señor Pluskat no es de piedra, por el contrario, podría asegurar que está entablando un vínculo conmigo; el hielo se rompe al igual que los chubascos rompen las calles. ¿Y entonces? ¿En qué íbamos? - Ahh, estábamos hablando de su padre señor Pluskat – Me dice el muchacho éste, intentando no molestarme con el comentario, puedo ver que en un par de horas pude enseñarle como dirigirse respetuosamente a alguien mayor, ¿qué será de sus padres? ¿Ya no enseñan modales?... Mmm… ya pude recordar, le decía que precisamente mi padre era el que había transformado mi vida. Para ese entonces yo tenía 15 años, las cosas en mi casa no estaban muy bien, mi padre a diario nos maltrataba a mí y a mi hermano, Hans. Con el pasar de los años mi hermano y yo sentíamos que nuestro cuerpo ganaba fortaleza y que tarde que temprano tendríamos que hacerle frente, pues ya no éramos unos niños y el miedo desaparecía. Tampoco la situación era buena en Dieppe, el terror de la gente crecía a causa de la invasión alemana, a Francia. Dieppe estaba ubicado en las costas del canal de la mancha. Era un hecho que los alemanes no tardarían en llegar, pues si en algún momento los americanos decidían entrar en la guerra lo más lógico era que el desembarco se produjera a lo largo del canal. Esto en cambio no parecía preocuparle mucho a mi padre, él decía con orgullo “cuando los Alemanes lleguen intentare unirme a ellos por todos los medios”. 27 Él siempre había estado de acuerdo con la ideología nazi, no por nada era admirador de Hitler y toda su labor a lo largo de Europa. Un par de semanas después, los temores se materializaron y los alemanes llegaron a Dieppe, el pueblo estuvo de acuerdo en entregarse y no dar batalla alguna, me sorprendió darme cuenta que los alemanes eran tal cual los describían, tanto física como emocionalmente. Producían temor y si los mirabas a los ojos podías recibir un fuerte castigo. Como era de esperarse los alemanes empezaron a reclutar voluntarios, muchos amigos, familiares y personas que veías a diario se unían a ellos, tal vez buscando beneficios o simplemente por conservar su vida. Entre todos, mi vergüenza decaía a causa de uno, mi padre estaba entre esos hombres. Haciendo el mal, atemorizando, muchas veces golpeando y asesinando a los demás, aunque para serte sincero, no creo que haber tomado esa actitud le haya costado mucho. Eso era lo que más nos incomodaba a mí y a mi hermano, que después de todo, parecía verse feliz y contento trabajando para los alemanes. Así pasaron unos 3 años. Mi familia poco a poco, por los actos atroces de mi padre; empezó a ser rechazada. Los que eran nuestros amigos ahora nos odiaban y todo por culpa de él. Recuerdo que un día al despertar baje y lo vi comiendo su desayuno como un cerdo y todo su ser me incomodó hasta lo más profundo. Creo que ese día aprendí a odiar a mi padre. Pasaron las semanas y yo sentía que cada vez lo odiaba más, cualquier vestigio que hubiera habido de respeto o amor se esfumo, por el contrario solo me invadían ganas de matarlo cuando lo tenía en frente. 28 Mi hermano... mi pobre hermano. A él siempre le fue peor que a mí, era curioso, pues era una persona de pocas palabras, siempre fue reservado y obediente. Ahora pienso y creo, que mi padre lo odiaba más que a mí. Una noche mi padre llego más furioso de lo normal, tenía su uniforme y sus manos cubiertas de sangre, cuando entro, se quitó ese maldito uniforme que yo tanto odiaba, lo tiro a los pies del flaco de mi hermano y le exigió con voz marcada “ Para mañana quiero ese uniforme sin una sola mancha, ¿entendido?”, mi hermano solo asintió con la cabeza y se dispuso a lavarlo, cuando mi padre estaba dormido fui a ver como estaba mi hermano y si había podido deshacerse de las manchas. -Ey flaco, ¿por qué lloras? -.Le dije - ¡Va a matarme! sé que lo va a hacer- ¿por qué dices eso? ¿a quién te refieres?- A mi padre… Entonces me muestra el uniforme y me di cuenta de la causa de su llanto, como las manchas no salían decidido utilizar un cepillo muy grueso, este por la fricción hizo el traje trizas… -Tranquilo, le dije. -Pee-rooo, pe-roo. - Ya te dije que tranquilo, yo no voy a permitir que nada te ocurra, cuando pregunte le diré que yo fui el que lo daño. - Pero Alejandro el castigo será para ti… - y eso que. Puedo con eso, más bien ve a dormir y no se te olvide despertarme, ya sabes como soy, y si quieres que te ayude tendrás que despertarme antes de que él lo haga. 29 El suceso -Don Alejandro y ¿qué paso?, ¿cómo pudieron librarse de esa situación?-. No sabe aún. La peor parte de todas. Al día siguiente, desperté a causa de los gritos de mi padre, no es posible. ¿Por qué no me despertó?, le dije que yo me haría cargo, que lo protegería… Al salir del cuarto, silencio absoluto. Al parecer mi padre ya había salido de la casa, entonces supuse que no había sido tan malo, hasta que descubrí a mi hermano tendido en el piso de la cocina, no reaccionaba. Pude darme cuenta del corte que tenía en su cabeza y por el cual gota a gota se le iba la vida. Descanso total. Nunca pensé que llegaría tan lejos, no hasta el punto de matar a su propio hijo, y menos por algo tan insignificante. A mi único compañero en la vida, no sé cómo describir lo siguiente. Mi mente olvido cualquier tipo de código, valor o racionalidad aprendido. No fui capaz de mover su cuerpo, su expresión era tan tranquila y pasiva que aun después de muerto no quería molestarlo en lo absoluto. Fui a la alcoba de ese bastardo y busque su arma, el maldito revolver no estaba !No estaba¡ siempre había estado allí, es como si presintiera que después de lo que hizo yo buscaría su muerte a como diera lugar. Desesperado pensé en un cuchillo, pero no tenía el valor suficiente para entrar a la cocina, no quería recordar a mi hermano de esa forma, prefería tener intacta la última imagen de el con vida, su voz, su llanto, cualquier tipo de cosa o señal de vida que pudiera acercarme a un recuerdo más digno de él. La venganza, muchas veces, cuestión de justicia divina Salí de mi casa con mis ojos empapados en llanto, uno que nunca había experimentado, incontenible. Así como mi deseo de venganza. Me dirigí a la plaza 30 del pueblo, sabía que allí podría encontrar al que había dejado de ser mi padre. Al llegar me escondí detrás de unos matorrales, quería verlo y abalanzarme sobre él. Cuando por fin le vi sentí un temblor que recorrió todo mi ser. Era la razón, que había vuelto para quedarse, trayendo consigo miedos, dudas y sentido común. Entonces respire y decidí pensar, sabía que intentar hacer algo en ese preciso instante era un suicidio, como también sabía, que él no volvería a casa después de lo que hizo. Tal vez iría a un burdel de quinta como es de costumbre o a embriagarse hasta borrar de su mente que tuvo un hijo que siempre odio, recuerdo que el sol que entraba difuso por los matorrales era fuerte, me hacía perder visibilidad, creí entonces que por más hambre de venganza que tuviera lo más sensato era posponerlo y esperar, después de todo la venganza que yo quería deseaba disfrutarla al máximo. No tuve el valor para regresar a casa, tampoco tenía donde ir, como le mencione antes la gente en el pueblo odiaba a mi familia. Agobiado y agotado mentalmente por el llanto, decidí ir a las inmediaciones de mi casa y hacer un refugio improvisado, así como lo hacíamos con Hans en las tardes de aburrimiento… - Señor Pluskat, creo que esto lo afecta mucho, nunca me habría imaginado que su historia seria así. la verdad me siento conmovido por todo lo que me cuenta.- - Sí, es cierto, para mí es algo muy difícil de contar, pero créame muchacho, llevo reconstruyendo los hechos los últimos 60 años, y para mí ya es normal que estos se condensen en mi cabeza.- Le decía que cuando llegue a las inmediaciones de mi casa levante un refugio improvisado, en el llore y recordé a Hans, también le prometí que no se quedaría así, y que su muerte solo había sido la sentencia del deceso de nuestro padre. Cayó la noche, y como lo sospeche mi padre nunca llego… 31 Al amanecer pude ver que el lechero paso por la casa, al ver que no había nadie decidió entrar para dejarla en la cocina como era de costumbre, al instante vi que salió corriendo hacia la casa de Jean y Marie, nuestros vecinos. Era obvio que había encontrado el cadáver de mi hermano, no me preocupe; pues sabía que Jean y Marie nos tenían un gran aprecio, el cual por obvias razones no compartían con mi padre. Lo importante era que sabía que se encargarían de darle cristiana sepultura. Mientras pensaba esto, recordé que a Jean le gustaba la caza. Antes de que los alemanes llegaran nos invitaba constantemente, entonces esperábamos a que mi padre se fuera e íbamos con él. Es curioso pero ahora que lo pienso, Jean fue lo más parecido que tuvimos a un padre, era una gran persona, siempre nos transmitía enseñanzas y nos daba alientos para soportar la situación con mi padre. Entonces en ese preciso instante se me ocurrió algo, yo sabía exactamente donde escondía sus armas, y por el alboroto causado por la muerte de Hans, me sería muy fácil entrar y hacerme con una de ellas. No puedo negar que me sentí mal, después de todo estaba usando la muerte de mi hermano como una especia de distractor para poder entrar a robar el arma, pero era necesario. Debía hacerlo, pues de lo contrario no tendría ni la más mínima oportunidad con mi padre. Fue relativamente fácil, entre y la tome. No tuve que hacer ningún movimiento extraño ni ocultarme, no sé ni cómo no se me ocurrió antes, tal vez porque la sangre se acumuló en mi cabeza y no pensaba claramente, fue algo muy acertado haber decidido no hacer nada en la plaza, pues ahora tengo un arma y una decisión: acabar con su vida. Me dirigí hacia la cantina que él frecuentaba, entré, y para mi sorpresa no estaba allí. Le pregunté al cantinero sobre su paradero y me dijo “Ahh sí, ahora que lo 32 recuerdo anoche estuvo acá, cuando se embriagó como de costumbre, tuvo una pelea así que lo saqué al callejón… Siempre se levanta a la mañana siguiente y se va antes de que yo vuelva”. Entonces pensé… Lo más obvio era que decidiera ir a casa o por lo menos a un lugar cercano, para ver qué había pasado, y si ya se habían percatado de su crimen. Rápidamente deduje que iría hasta las inmediaciones de la casa, tal vez con algo de suerte lo encontraría y le daría fin a todo esto. Tomé la carretera y cada vez que escuchaba una moto, pensaba que era el, la ansiedad me estaba convirtiendo en alguien paranoico, mi mente ya no descansaría cumplir mi hasta cometido, entonces, como por arte de magia veo su moto a un lado de la carretera, abandonada. Era bastante raro, sabía que él nunca la dejaría abandonada pues le pertenecía al Ejército Alemán, de perderla o dañarla dependía su vida, pues él no era más que un francés, al llegar al lugar inspeccioné la motocicleta, tiene las llaves puestas, y el asiento manchado de algo que perece ser sangre; miro al piso y entre la tierra puedo ver el rastro. Pero ¿porque estaría sangrando? me pregunté en ese momento mientras por inercia seguía el rastro. A lo lejos veo la figura de alguien que cada vez se vuelve más clara. Ahí estaba él, haciendo un gran esfuerzo para caminar y con un par de disparos en su espalda, de repente cae a una orilla, sé que 33 no me había visto; pero al pararme a su lado me reconoce y con un hilo de voz me dijo: “Hijo, ayúdame, lo de Hans fue un error, lo juro, ¡tienes que ayudarme! El maldito de Jean me acaba de disparar”. Lo miré desde arriba y dejé que mi rostro dibujara una sonrisa placentera, empuñe el rifle y lo puse en su frente, era un momento de total éxtasis para mí, le juro que pensé que sería algo mucho más difícil, pero estaba muy mal herido y no daría la pelea, era solo cuestión de jalar el gatillo, sin ensuciarme las manos, sin forcejeos. Recuerdo que después me dijo: “Ahora lo entiendo todo… no pienso suplicarte, Hans y tú siempre fueron un estorbo para mí, al igual que la inútil de tu madre. Por eso decidí matarla, creo que hasta le hice un favor con eso, solo lloraba y lloraba todos los días, no entiendo ni siquiera porque me case con ella, después de todo nunca me dio nada que valiera la pena”. Cuando termino de decir esas palabras mis ojos se nublaron por las lágrimas, toda mi vida había creído que mi madre había muerto por mi culpa. Tengo que reconocer que a pesar de sentir una enorme tristeza por saber la verdad acerca de su muerte, me tranquilizo el hecho de saber que no había sido por culpa mía. La razón desapareció de nuevo, lo golpeé hasta quedarme sin aliento, abrí la cámara de recarga del rifle, puse 5 balas en su interior y me dispuse a disparar, pero en ese preciso instante, aparece Jean. Empapado en 34 sudor y muy agitado, con lo último que tiene de aire en sus pulmones, me dice con una voz Suave “Déjalo. Dime, ¿Si lo mataras en este momento; no serias igual que el?”, las palabras de Jean siempre me habían hecho pensar, y esta vez no fue la excepción, retire el rifle de la cara de mi padre, y Jean fue el que se encargó de terminar con su vida. Tiempo después, Jean fue asesinado por los alemanes, Marie al quedarse sola no tuvo más alternativa que poner un revolver en su cabeza. Antes de morir fue con el notario y me heredó el dinero que ella y Jean siempre habían guardado en caso de que llegara ese hijo soñado. Entonces me dediqué a viajar y a conocer el mundo, quise alejarme, de esa tierra en que todas mis desgracias tuvieron lugar. Al viajar a América del Sur, me enamoré de sus gentes y culturas, por eso hoy estoy acá, y bueno que más puedo decir… Esa es mi historia, o más bien, lo que quise compartir de ella… 35 -Señor Pluskat, quiero decirle que ha sido la mejor historia que he escuchado alguna vez, no por que quiera alimentarme de sus desgracias, más bien porque me muestra otra cara de la vida.- -Espero que le haya servido de algo muchacho, ahora siendo sincero, preferiría descansar.-Claro que sí, si no le incomoda tal vez pueda venir en estos días a charlar un rato.-Muchacho, no le niego que usted me agrada, pero siento que ya no tengo tiempo para eso.La última historia A la mañana siguiente quise ir de nuevo al apartamento de señor Pluskat, pensé en la noche anterior y en lo último que me dijo, me había sonado algo extraño, decidí cuestionarlo e intentar hablar con el de nuevo. No me imaginaba la cantidad de historias nuevas que tendría para contar, no me desagradaba la idea de ser su amigo, era un gran hombre y para mí desde anoche una gran inspiración. Haber pasado por todo eso y seguir en pie es algo que no creo que haga cualquiera. Cuando llegué a su apartamento, vi a unos hombres con chaquetas azules, tomando notas y fotografías, después pude ver que salió un grupo de 4 personas con tapabocas y batas clínicas. Entonces lo deduje. El señor Pluskat había muerto esa misma noche. Tal vez lo presentía y por eso decidido contar su historia, a veces pienso que seguía vivo, solo por el hecho de nunca haber desahogado su alma. Espero que este en paz… y que su mente por fin pueda descansar, de la perturbación que le producían sus recuerdos. FIN 36 Amor: la fuerza que libera de la esclavitud Por Laura Andrea Vargas Ríos CAPITULO I En un lejano valle, existió una colonia en la cual vivían seres maravillosos y mágicos, lo que muchos denominarían el lugar perfecto, con verdes y frondosos pastizales, rico en flores de toda clase y especies únicas. Era todo un paraíso aquel lugar, era, el paraíso de las hadas rubí, donde moraban pequeñas aladas de colores extraordinarios, inundadas con un brillo que podía aclarar cualquier oscuridad. Cada una de ellas poseía un don específico, capaz de sorprender hasta el más sabio conocedor de las fuerzas de la naturaleza. Lastimosamente esta hermosa colonia fue atacada por el dolor, el sufrimiento y la esclavitud. Pues un día de abril, en plena primavera, las bellas hadas fueron agredidas por un imperio de trolls que tras años de estar detrás de aquel lugar, por fin vieron la oportunidad de entrar en su reino y acabar lo que alguna vez fue una ciudad de ensueño. Estas malvadas criaturas hacían parte del ejército de Ronald, un horrible demonio que, junto con sus semejantes, quería apoderase de los dones de las indefensas hadas, utilizando su poder para hacer rituales satánicos, con el fin de acabar con toda la bondad que existe en la humanidad. Durante años los indefensos seres mágicos fueron sometidos a malos tratos, humillaciones, largas noches en vela y expuestos al aire y frío de ese lugar que se había convertido en un desolado terreno, incluso la luz fluorescente que le hacía honor a su nombre, “rubí”, fue apagada para siempre. Así pasaron días, meses y años, muchas de aquellas hadas no lograban recordar si alguna vez fueron felices. Las generaciones futuras tendrían que ver la oscuridad y nacer en un lugar donde ningún ser viviente hubiese querido venir al mundo, pues lo que les esperaba no era fácil y tendrían que someterse a una vida entera de esclavitud, a no ser que llegara el día en que alguien decidiera cambiar las cosas y hacer para sus vidas y sus familias un lugar digno, bello y cálido como lo era su gran colonia. 37 En una de esas generaciones nacería Hana un ser lleno de amor y bondad en medio de tanta maldad. Su belleza y buen corazón hacían a muchos olvidar de alguna forma el terrible infierno en el que vivían. Hana creció siendo una hermosa joven y sus poderes sin ninguna explicación se fueron desarrollando en mayor proporción que los de las demás, cosa que le asustaba, pues la fuerza que alcanzaría podría ser utilizada para los fines diabólicos de Ronald y su ejército. Ronald tenía un hijo llamado Frederick, era tosco, imponente, el interés de él era heredar la colonia de las hadas y tener el dominio del mundo entero. Su única debilidad sería una pequeña hada de 15 años que cambiaría su perspectiva para siempre. En varias ocasiones Frederick se sentaba durante largas horas a mirar a Hana y no se explicaba cómo en un ser tan pequeño podría caber tanta bondad. No sabía cómo explicarlo, pero el comportamiento de aquella tierna criatura lo desconcertaba, sentía que se le revolvía el estómago al verla, varias veces intentó hablarle pero su orgullo no se lo permitía, y repetidas veces se preguntaba: -¿Será amor? ¡Bah! ¿Cómo podría un ser como yo sentir amor? El amor no existe, jamás lo he conocido. Un día se armó de valor y al ver a la pequeña quinceañera se acercó y le dijo: -¿Quién eres tú? -Hana- respondió la pequeña con miedo, pues quién se imaginaria que aquel feo demonio y el hijo del causante de toda su desgracia estaría interesado en hablar con ella. -¿Qué… qué quieres?- tartamudeó la chiquilla. -Conocerte- dijo el demonio. No sé por qué, pero me causas mucha curiosidad, te he estado observando los últimos días y me he dado cuenta de que brillas de noche en la oscuridad ¿por qué? Hana, viéndose descubierta y asustada le respondió: 38 -No, seguro viste mal, en este lugar no existe la luz, mucho menos yo sería capaz de expedir tal cosa- contestó Hana. -No lo creo, sé que me tienes miedo, pero créeme, puedes confiar en mi- añadió Frederick. -¿Cómo puedo confiar en alguien que ha hecho tanto mal? No estoy segura de tus buenas intenciones. -Sé que soy un demonio y que no me es posible tener emociones, pero tú causas algo en mí, algo que jamás he sentido antes, ayúdame a descubrir qué es- le rogó el demonio. -Está bien, pero si prometes no hacerme daño. -¡Es un trato!- dijeron los jóvenes y sellaron su pacto con un apretón de mano y garra. Desde aquel día nació entre ellos una amistad que tuvo que permanecer en secreto, pues tanto la familia de Hana como la de Frederick se opondrían rotundamente al trato entre ellos. Desde aquel día la sensación que tenía Frederick en el estómago se intensificó y empezó a tener en su corazón un sentimiento parecido a la bondad, que lo atormentaba y lo cuestionaba continuamente. CAPITULO II Una noche Ronald tuvo una pesadilla que habría acabado con su tranquilidad, soñó con un montón de hadas revoloteando en un espacio de verdes y hermosas praderas, se veían felices y rozagantes, cantaban y danzaban sin parar, pero lo que más le sorprendió fue ver cómo la luz brillante de lucero que expedían aquellos seres irritaba sus ojos, quemaba sus garras y la melodía de su voz era como un fuerte olor de alegría para sus oídos. No lo soportaba, no aguantaba más, este horrendo demonio era consumido por una fuerza poderosa llamada amor, que sabía que existía pero jamás experimentaría. Despertó, frotó sus ojos y fue a dar un paseo 39 a mitad de la noche, pues le pareció extraña tanta felicidad y ver cómo su cuerpo se consumía poco a poco producto de ese sentimiento. La preocupación lo fue dominando y, a pesar de ser tan poderoso, sintió miedo de perder todo lo que él había construido a costa de las pobres hadas. En repetidas ocasiones se cuestionaba: “¿Qué habrá causado aquel sueño?, ¿Por qué tengo miedo?, si yo soy poderoso, temido por todos, esas torpes hadas no podrán contra mí, este mundo será mío y ninguna tonta fuerza hará que mis planes se derrumben”. Lo que él no sabía es que esa amistad que estaba surgiendo entre su hijo y Hana desencadenaría la derrota de su malvado imperio y todos sus planes se irían al suelo. El padre de Hana, Eliot, fue un ser muy respetado en la aldea, puesto que era sabio en sus decisiones, siempre buscaba el bien de todos y velar por la seguridad de su gran familia. Él fue el primero en presentir que algo estaba pasando entre su hija y ese malévolo demonio Frederick, que últimamente había tomado una actitud distinta, casi le parecía pensar que sonreía. Inquieto por semejante atrocidad decidió hablar con su pequeña y preguntarle por qué permanecían tanto tiempo juntos, ella y Frederick, a lo que Hana respondió: -Padre no es nada, solo somos amigos, además creo que él tiene un buen corazón. -¿Un buen corazón? ¡Por favor Hana, es un demonio, los demonios no tienen corazón! -Pero él es diferente, además es mi amigo. Yo haré que se arrepienta y nos ayude a salir de aquí- dijo la pequeña. -Mi vida, no seas ingenua, esa amistad no te traerá nada bueno, créeme hija… -Confía en mi papá, ya verás. Inmediatamente Hana fue a la búsqueda de su amigo, necesitaba hablar con él para decirle lo que había hablado con su padre. Al encontrarlo, lo vio sentado en una roca grande y filuda, cabizbajo y triste. Se sentía mal porque su padre lo había 40 alertado acerca de su relación con las hadas y le había prohibido rotundamente que tuviera cualquier tipo de contacto con ellas, por lo tanto no podría hablar con Hana nunca más y decidió compartirle su preocupación. Ella se acercó y con sus tersas manos le frotó la espalda, susurrándole al oído con una suave voz, le dijo: “No te preocupes, lo haremos a escondidas”. Frederick levantó la cabeza y unas pequeñas lágrimas brotaron de sus ojos. No sabía si era felicidad o tristeza lo que había en su corazón, estaba confundido, pero además, se sentía enamorado, la ternura y caridad de Hana habían tocado las duras fibras de su alma. Lo malo que había en su ser se había tornado en un sentimiento de amor, capaz de pasar por encima de cualquier obstáculo, con tal de estar al lado de esa preciosa niña que había cambiado su mundo, que había transformado esa amargura que siempre había llevado con él en felicidad, en ganas de vivir. Ese día Frederick se dio cuenta de que no era más un demonio, era un ser sensible atrapado en una armadura de maldad de la que no era responsable. Estaba eternamente agradecido con Hana y decidió ayudarla y hacerla feliz al precio que fuera, incluso estaría dispuesto a traicionar a su propio padre con tal de sacarla de ese horrible lugar y librarla a ella y a su familia de los malos tratos que recibían. Quería que ella fuera feliz a su lado, que sintiera lo mismo que él y estuvieran juntos por siempre. Tendría que pagar un precio muy alto puesto que el apoyo a Hana implicaría darle la espalda a los suyos y por otra parte no era muy bien recibido en la familia de las hadas, ya que su padre les había hecho bastante daño y eso sería algo que difícilmente perdonarían. CAPITULO III Mientras tanto el amor entre Hana y Frederick fue creciendo, lo que comenzó como una increíble amistad, se fue transformando en un amor fuerte y valiente que sería capaz de pasar por encima de cualquier obstáculo. Decidieron hacer una vida juntos y planes a futuro, estaban convencidos de que ese amor los cambiaría para siempre y así fue. 41 Las facciones de Frederick se empezaron a transformar con el tiempo, el feo y aterrador demonio fue mudando su forma física. Sus garras se fueron desdibujando, las facciones duras y crueles de su rostro, desaparecieron por completo, los filudos cachos de su cabeza se partieron en pedazos como si un vaso de vidrio cayera al piso dejando a su paso miles de restos que jamás volverían a ser como antes, incluso, las alas negras que lo caracterizaban, perdieron su color, se tornaron transparentes. Todo el aspecto malvado que algún día pudo haber en él, se extinguió y fue producto de tanto amor y de la bondad que Hana con el tiempo le había enseñado. Pero no solo su forma física cambió, también su corazón conoció sentimientos que era casi imposible que un demonio experimentara, pues los demonios son seres incapaces de tener pensamientos buenos, ayudar al prójimo y mucho menos sentir amor por alguien o algo. Afortunadamente este acontecimiento fue para Frederick, una oportunidad de ser diferente, de elegir ser alguien distinto a quien estaría destinado. Él mismo sería el autor de su propia vida y estaba convencido de que su futuro estaría al lado de Hana. Finalmente, Frederick tomó la decisión de ayudar a todas las hadas a escapar y para esto ideó un plan con Hana para que fueran liberadas. Inicialmente, quiso hablar con su padre Ronald y explicarle sobre su relación con la pequeña hada, pues no quería traicionarlo como tal e irse a la fuerza, sino tratar de llegar a un acuerdo. Sin embargo, fue tiempo perdido, pues el corazón de su padre seguía intacto y en él no había lugar para ayudar a alguien y mucho menos si esto le costaría dejar sus planes atrás. Se negó rotundamente a dejar a las hadas escapar y no contento con eso, le declaró la guerra a su propio hijo e intensificó las horas laborales de sus esclavas, disminuyó su ración de comida y los castigos eran cada día más duros. Oficialmente la batalla iniciaría. A partir de ese momento las hadas empezaron a revelarse, se rehusaban a hacer lo que los demonios les pedían y a seguir prestando sus dones para malos fines, estaban convencidas de que aquel suplicio pronto llegaría a su final. Los demonios al ver esto se llenaron de ira y se reunieron para dar un golpe que a sus ojos no podría fallar. Tenían el plan macabro de encerrar a todas las hadas en 42 un enorme envase que extrajera el poder de ellas, esto haría que su salud se fuera debilitando hasta finalmente causarles la muerte y de esta forma se aseguraría que la fuerza de sus dones estuviera concentrada para siempre y así disponer de ella ilimitadamente, sin preocuparse por tener que cuidar esas “horrendas” hadas que tanto detestaban. Por otra parte, la familia de las hadas también estaba ideando su plan de escape pero tenían muy claro que esto no sería posible sin necesidad de usar la fuerza, tendrían que poseer un as bajo la manga y estar preparadas para cualquier ataque de improviso. El día de la fuga, las hadas estaban preparadas. Juntas habían logrado recuperar una parte de su fuerza y ponerse de acuerdo para utilizar sus dones en contra de los terribles demonios, harían una gran bomba de fuerza sobrenatural que les impediría a los seres del mal y a los trolls acercárseles y así aconteció. No obstante, los demonios no se quedarían con los brazos cruzados, también atacarían a las hadas con su malévolo plan de encerrarlas en el enorme envase de vidrio y así tenerlas cautivas para siempre. Estando frente a frente y dispuestas a darlo todo por la libertad, las hadas formaron un enorme círculo y con las pocas fuerzas que aún les quedaban comenzaron a pedirle a la madre naturaleza fortaleza, paz, amor, poder, tolerancia y perseverancia, porque de no resultar el plan, sería su fin. Los malvados por su lado se armaron de fuego, lanzas y cadenas. Poco a poco fueron aproximándose hacia las hadas. Ellas temerosas por su destino pero confiadas en que su fe las salvaría hicieron una fuerte cortina de seguridad que las mantuvo alerta y a salvo durante el ataque. Por más que les fueron lanzadas bolas de fuego, espadas y cadenas, lograron salir ilesas. Finalmente cuando los demonios estaban agotados por su ataque en vano, salieron Hana y Frederick, la luz de Hana encegueció a los rufianes y se desprendió de ella un destello que apagó toda la oscuridad de aquel lugar. Los demonios se retorcían, pues sentían como si un fuego 43 los carcomiera lentamente, así como Ronald algún día lo soñó, tal vez sería una advertencia a su fatal destino. Todos se volvieron cenizas, todos menos Frederick, porque su corazón era bueno y tenía intenciones nobles y transparentes. Luego del ataque se sintió triste, había traicionado a su padre y no lo vería nunca más, todos a los que conocía habían muerto, para nunca más volver. Había perdido a su familia, quedaba solo en el mundo, pues, ¿quién podría amar a un demonio? La respuesta era Hana, quien lo amaba como nunca nadie lo había amado y veía en su corazón un sentimiento sincero y puro. Ella ahora es su única familia y compañía. CAPITULO IV Luego de la dura batalla en la que las hadas salieron triunfantes, Hana corrió a celebrar con su familia. Por fin, después de tantos años de esclavitud, podían gozar de la libertad, pero ahora tendrían que iniciar de cero su hogar. Inaugurarían una ciudad nueva, sembrarían flores de hermosos colores, volverían a construir sus casas, darían vida a las praderas y los animalitos silvestres que acostumbraban a visitarlas vendrían de nuevo. Frederick sentía un hondo vacío en su estómago y corazón, la traición hacia su padre lo atormentaba y no lo dejaba dormir, amaba en lo que se había convertido pero el fuerte dolor de la culpa hacía que pasara largas noches en vela. Sin embargo, ahí estaba Hana, para borrar y llenar aquel vacío. La relación entre los dos seres se había intensificado, ahora el dilema estaba en que la familia de las hadas lo recibiera, lo cual tenía profundamente preocupada a Hana, pues, él lo había dado todo por ella y era su responsabilidad poderle brindar un hogar, un refugio, una familia. A pesar de todo, la familia de Hana estaba conformada por seres de muy buenos sentimientos, cálidos y compasivos, además valoraban el enorme esfuerzo que había hecho Frederick para sacarlos del dominio de aquellos demonios que los tuvieron por décadas en un encierro del cual jamás pensaron que podrían salir. 44 Los seres mágicos le ofrecieron a Frederick lo que sería su nueva casa y le brindaron todo su apoyo. Posteriormente iniciaron la renovación del lugar. Escogieron una pradera enorme, llena de verdes pastos frondosos, las flores que sembraron comenzaron a germinar y poco a poco todas las cosas que una vez tuvieron, regresaron, solo que mil veces más hermosas. Era un paisaje inimaginable. Las hadas bailaban por todas partes, el bello ambiente de felicidad se respiraba a kilómetros de distancia, era el lugar ideal para vivir, muy diferente al que estaban acostumbradas, muchas de ellas no lo creían, incluso Frederick, quien estaba asombrado de ver tanta paz. Comenzaron pronto un ritual de iniciación en el que iban a darle la bienvenida a Frederick como el nuevo integrante de la familia. El padre de Hana le hizo entrega de un don, el de la perseverancia, para que este largo caminar que apenas comenzaba, lo llevara a feliz término, sin dejarse vencer por los obstáculos del mundo y los dolorosos recuerdos de su padre. En ese mismo momento y frente a su nueva familia, Frederick decidió pedir la mano de Hana, que los llevaría a ser felices para siempre, tener descendencia y crear un vínculo de amor capaz de superar todas las adversidades. Ese día todo fue fiesta y alegría, las hadas revoloteaban, los grandes arreglos de flores blancas hacían ver el escenario como si estuviesen en el mismo cielo. La música era melodiosa y los acompañaba una comparsa de animalitos silvestres que se sentían felices de volver a ver a sus amigas las hadas. Frederick y Hana finalmente se casaron y bajo la bendición de la madre naturaleza estaban preparados para formar una hermosa familia, llena de dones y cualidades que serían ejemplo para todos. Todo estaba rodeado de tanto gozo y alegría, que las hadas se unieron en un enorme círculo y comenzaron a danzar entre los árboles, las flores cambiaban de color constantemente y el atardecer era un inmenso y bello espectáculo en donde todos interactuaban entre sí. En plena puesta de sol, la bella estrella del día 45 comenzó a danzar junto a las hadas, formando un baile armonioso, agradeciendo a la madre naturaleza todos los favores recibidos y la posibilidad de poder disfrutar de la libertad un día más. Fue así como dos mundos totalmente opuestos se unieron, rompiendo las barreras del bien y del mal. Dos almas gemelas inducidas por el amor fueron capaces de pasar por lo que fuera necesario para estar juntos y así hacer justicia, obsequiándoles la libertad a seres indefensos víctimas de una fuerza maligna sobrenatural. En este, como en muchos otros cuentos, el bien venció al mal y dejó verdaderos frutos. FIN 46 Borrando Memorias Por Juanita Vásquez Miranda Era bastante bueno el panorama, el sol brillaba, los niños corrían alegres por el patio y sus risas sonaban armónicas junto con el rebotar de los balones. Allí estaba Gerek, podría llamarse como el profesor favorito de los niños. Estaba observando y respirando encantado la alegría que estos niños transmitían y a su manera le enseñaban. Era una época bastante complicada, la guerra acechaba, el maltrato y la invasión se acercaban, se sentía en el ambiente una inmensa tensión, pero nadie se atrevía a mencionarlo. Pensaban que estarían bien mientras Dios y la vida así lo quisieran. Casi nadie entendía por qué el no encomendaba su alma a Dios y pedía por la salvación de su pueblo; él era un hombre de letras, con demasiados conocimientos y bastante racional. Para él no había un límite celestial, o un dios al cual pedir piedad, siempre mantenía su lema que al actuar y entregarse de la manera más noble y buena a la vida ella se lo recompensaría, era muy consciente de que con plegarias su alma ni su pueblo serían salvados. Gerek después de sus horas de trabajo en el colegio pasaba mucho tiempo solo con su mascota Agnes, su vida había sido difícil y no mucha gente la conocía. Vivió toda su vida en Poznan, una de las ciudades más bellas de Polonia. Anqué Gerek se acostara con su peculiar sonrisa después de un día de enseñanza, alegría y lectura no alcanza a imaginarse la historia que empezara la mañana siguiente llena de incertidumbre, angustia y preguntas. Viernes 4 de agosto de 1939 Gerek, se levantó como de costumbre a darle su paseo a Agnes por el parque cercano a su casa, la cual le habían dejado sus padres desde muy pequeño en su testamento antes de que trágicamente murieran en un accidente automovilístico, mientras iban camino a casa en el centro de la ciudad. 47 Su casa era amplia y llena de luz, la mantenía ordenada y aseada y tenía un jardín en el cual Agnes permanecía mientras el terminaba su turno en el colegio. Ese día algo cambio en el camino a su trabajo. Como era de costumbre pasaba cerca de una vieja tienda de radios, donde trabajaba su viejo amigo Radoslaw, crecieron juntos y sus padres también habían fallecido cuando él era muy joven y se quedó con la tienda de radios que era de su padre. Radoslaw, tenía una cara preocupante y llena de angustia, Gerek se detuvo a preguntarle y el respondió que Hitler el jefe de la Alemania Nazi, estaba empecinado en recuperar sus tierras y había empezado a desterrar y tomar cada una de ellas, infundiendo terror y autoridad. Así que Polonia, no estaba muy lejos de ese fin, ya que la ciudad de Danzig era tierra natal de muchos alemanes y habían sido desterrados tras la pérdida de Alemania en la primera guerra mundial. Gerek, sabía que este hombre era peligroso y podía generar mucho daño. Pero no concebía la idea de que atacara de manera violenta y bélica sobre su país sin antes hablar con su dirigente y llegar a un acuerdo o negociación. Gerek intentó calmar a su viejo amigo y siguió su camino sin más preámbulos a su trabajo. Su día transcurrió con normalidad, dio su clase de Geografía y literatura, intercambio tiempo con sus colegas y de regreso a casa, en su caminata se dedicó a pensar y recordar. Él era un hombre demasiado solitario, la compañía en su vida siempre había sido por periodos muy cortos, ya que no entendía por qué, pero siempre algo le arrebataba lo que más quería o atesoraba. Lo único que aún mantenía a su lado era a Agnes, un bello sabueso polaco, que recogió de las calles cuando tan solo era un cachorro. En la noche antes de ir a la cama, escribió un poco de poesía, tomó un jugo frio para pasar el calor de los últimos días de verano, le conto su día a Agnes y ambos cayeron rendidos uno al lado del otro, en la cama doble, que un día compartió Gerek con la mujer que amó. Miércoles 9 al lunes 14 de agosto de 1939 Ya los días no son tan normales, Agnes ladra mucho. En las noches se escuchan mujeres llorando y abrazando a sus hijos, pero nadie entiende realmente que es lo que sucede. Se ha sabido que el gobierno ha pedido a todos los jóvenes alinearse militarmente en la 48 frontera para evitar o contra atacar cualquier ataque alemán. Una atmosfera de tensión se apodera de Polonia, y cabe aclarar que es un territorio demasiado amplio. Gerek, guarda la calma y piensa que es algo pasajero y que de ser algo grave el gobernador se dirigiría al pueblo por onda radial, aunque esos días la señal había estado un poco variante e inestable. Por otro lado, en Alemania Hitler se reunia con los dirigentes Polacos para llegar a acuerdos, ya que Polonia no estaba dispuesta a hacer entrega de sus tierras al poder alemán nazi, cosa que indigno profundamente a Hitler y con sus habilidades de timador, iba a tomar cartas en el asunto unas semanas más tarde. El colegio se veía un poco más vacío, los grupos de último años habían reducido a la mitad, los varones cada vez eran menos y los padres no daban razón de sus ausencias. Era demasiada la incertidumbre que allí se vivía, pero aun así Gerek no le puso mayor importancia. Volvió a su casa y esa noche recibió la respuesta a una carta que le había escrito a un gran amigo suyo en Rusia, en ella, él era muy cortante y menospreciaba un poco su cultura y origen, en un tono burlón pero no muy serio. Gerek se sintió y asombró con la respuesta, ya que siempre habían sido compañeros de letras y experiencias y su actitud era muy desconcertante. Gerek, había perdido muchos amigos en su vida, por mentiras, falso apoyo o interés, así que para él fue muy duro que su gran amigo, hubiera tomado esa actitud y su respuesta haya causado en el tanta decepción. Opto por tomar su jugo e ir a dormir con Agnes. Hasta que un fuerte estruendo a lo lejos, lo saco de su sueño profundo donde veía a Helena, esa mujer que tanto amó, su compañera, confidente, amante. Ella le dio todo el sentido a su vida y lo llevo por el camino de la felicidad y la magia, hasta que una terrible Neumonía se la llevo dos años atrás. Y lo dejo solo y lleno de tristeza, en soledad en su casa, su vida y su mente. Despertó muy asustado y Agnes fue a dar bajo la cama, encendió la radio y lo único que decían era que cerca de la frontera habían estallado dos trasformadores que le daban electricidad a esa zona y el estruendo fue demasiado fuerte, pero que no pasaba amayores; Gerek, no quedo muy convencido con la información pero volvió a la cama a calmar un poco Agnes quien quedo muy afectado por el fuerte sonido. 49 Lunes 15 de Agosto de 1939 A la mañana siguiente no hubo otro tema en el colegio que el de los estruendos, los niños y profesores hablaban de eso con gran angustia, ya que el gobernador se había ido a Alemania a conciliar con Hitler sobre las tierras y la soberanía de los Polacos sobre ellas, estipulado en los tratados firmados tras la finalización de la primera guerra mundial. Polonia no cedió a las peticiones de Hitler, cosa que lo enfureció profundamente y empezó a lanzar falsos testimonios, haciendo un plan sucio y despiadado. Consiguió uniformes del ejército Polaco, e hizo fingir un ataque a Alemania por parte de los Polacos, para así tener un argumento frente al pueblo, poder jugar con sus mentes y al fin poder destruir y matar uno a uno de los pertenecientes a esta comunidad que tanto aborrecía y odiaba. Lunes 20 a viernes 25 de agosto de 1939 En la ciudad de Gerek aún no entendían muy bien qué era lo que pasaba, los bombardeos a lo lejos y la palabra judío resonando con tanta intensidad en los radios de las casas. En una de sus caminatas con Agnes por el parque, en una de las pocas horas que eran seguras, encontró una chica leyendo en una banca muy concentrada y encantada de su lectura. Él se vio interesado en el nombre del libro ya que era demasiado grande y su aspecto era viejo, pero al parecer contenía una gran historia en sus hojas. Gerek se acercó con cautela para que su interrupción no fuera tan brusca, pero Agnes emocionado se acercó a ella y empezó a olerle sus pies; ella soltó una ligera risa y acarició con cariño al perro, era una amante de los animales. Gerek se presentó y le preguntó su nombre a lo que ella respondió que era Juanita. Él muy intrigado por su libro le pidió el favor si podría decirle el título y de que se trataba ya que se sentía muy interesado por él. Ella amablemente le respondió que era una novela de guerra pero que era su libro secreto ya que ahí tenía todos los recortes de los periódicos que le mandaba su abuelo desde Alemania. 50 Ella era un poco temerosa y desconfiada, pero Gerek con su gran amabilidad logró entablar una larga conversación con la joven sobre libros, historia, viajes, cine y música. El sentía como hablar con una hija, algo que él nunca tuvo. Al pasar las horas, ella decidió mostrarle sus recortes y muy asustada empezó a contarle que desde Alemania preparaban una invasión para eliminar por completo a la “raza” judía, lavándole la cabeza a la gente de que eran impuros e indignos de vivir y poblar. El temor que sintió Gerek, fue similar al de estar en la punta más alta de la rueda de la fortuna y de repente empezar a caer porque algún tornillo que sostenía el cubículo se soltó. Se puso pálido y empezó a enlazar todos los acontecimientos, sus charlas con sus amigos de países cercanos que cada vez se alejaban más de él, la censura que empezó a invadir los medios, el temor, los rumores, las bombas. ¡Todo al fin tuvo sentido para él! Pero nadie les creería, nadie creería que alguien podría estar tan loco como para querer desaparecerlos. Así que ella, Juanita, sería la encargada de empezar un largo trayecto a su lado. En el que inevitablemente la tristeza y el desespero serian “el pan de cada día” porque era inevitable la barbarie que venía pero era necesario prevenir a los ciudadanos, costara lo que costara. Martes 29 al jueves 31 de Agosto de 1939 Al llegar el gobernador al despacho de Hitler, la secretaria le dijo que esperara por favor, ya que el Führer se encontraba al teléfono; lo que no sabía el gobernador es que esa llamada era la sentencia de muerte; Hitler dio la orden de que las tropas siguieran su camino para atacar la frontera con Polonia y se siguiera el “ataque relámpago” como se había propuesto. Su odio era muy grande por cualquier ser humano que hablara o viviera como polaco y su plan era exterminarlos. Viernes 1 de Septiembre de 1939 A las 8:00am las alarmas se activaron en todo el país, el terror se apodero de todos, la gente corría y gritaba. Gerek iba saliendo de su casa al trabajo, pero se devolvió al escuchar a Agnes llorar por el desespero del sonido y los gritos. El día anterior había repartido miles de panfletos con Juanita, informando sobre las decisiones y ataques que pensaba hacer Hitler contra Polonia. Les decían a todos que se 51 prepararan y compraran provisiones, fueron muy pocos los que atendieron a estas advertencias. Por la radio, solo se oía que debían encerrarse y esconderse, los alemanes habían llegado arrasando con todas las estaciones de comunicación para evitar que los militares Polacos se comunicaran y coordinaran entre ellos, las torres de comando caían por culpa de los misiles y bombas que dejaba el ejército alemán. Todo estaba planeado, cuadrado y estratégicamente organizado para destruir de raíz el ejército Polaco, que fueron los primeros en enfrentarse al ejercito de Hitler y desencadenar la segunda Guerra Mundial. Guerek estaba aterrado al escuchar la radio, tenía muchas provisiones y un sótano donde escondió todo lo suficiente para vivir, era realmente escondido, las escaleras estaban debajo de dos tablas que tocaba levantar, era casi invisible. Por primera vez se llevó a Agnes al colegio, no quería dejarlo solo en casa y que algo le sucediera, pensaba que si algo pasaba debía pasarles juntos. Los maestros estaba aterrados, habían niños que alcanzaron a llegar antes de la activación de las alarmas y lloraban tratando de encontrar a sus padres, pero las telecomunicaciones habían caído. Alemania cada vez se acercaba más al centro y colapsar desde Varsovia. El ataque fue por el sur de la frontera y el oeste. Sábado 2 de Septiembre de 1939 La alarma de la ciudad suena a las 3:00 am, dando la espeluznante noticia de que los alemanes, acababan de entrar a la ciudad. Gerek llama a Agnes y corren a esconderse en el sótano que él tenía listo para ese aterrador momento. Levantó las dos tablas y se refugiaron allí. Pasaron alrededor de cinco horas, las peores de sus vidas, solo se oían balazos y gritos en un idioma poco entendible y que solo quedaba la esperanza de que no estuvieran gritando que se acercaba su muerte. Los bombazos eran tan fuertes que ensordecían y Agnes solo temblaba y se acurrucaba junto a su amo, buscando protección. A las 8:00am se sintió como 3 o 4 soldados (lo que Gerek dedujo por los diferentes tonos de voz) entraron, y empezaron a destruir su casa, se escuchaban los pasos fuertes y firmes de botas militares que cargaban con el peso de todo un armamento y un despreciable ser humano. 52 Gerek, trato de no respirar siquiera y puso su mano alrededor del hocico de Agnes, dándole la orden que guardara absoluto silencio. Tomo un cuchillo en su mano y alisto algunas provisiones en un morral que alguna vez compró en Italia, cuando viajaba con su viejo amigo Ruso. Fueron 2 minutos de silencio absoluto y solo se sentían los pasos en el tercer piso de un militar. De nuevo un silencio aterrador, de no saber en qué parte estaba o si se podía salir de aquel refugio. De un momento a otro un fuete pisón sonó sobre las dos tablas que resguardaban la pequeña puerta que daba al sótano. Un gruñido se escuchó y con una fuerza brutal este militar arranca las tablas y ve a Gerek, sumido en el temor y la desesperación reflejada en su mirada con Agnes firme a su lado. El hombre pega un salto, saca su arma y se la pone en la frente a Gerek, lo escupe y le dice miles de palabras que él no lograba entender, mientras tanto Gerek baja su mirada al uniforme y ve su placa con el nombre de Roderick, aquél era su verdugo. El militar pone su dedo en el gatillo y como un salva vidas salta Agnes sobre él, lo ataca con todas sus fuerzas y el militar lo manda a volar de una patada. Cuando Roderick se disponía a matar al perro, Gerek que nunca pensó en atentar contra la vida de otra persona, saca el cuchillo que había escondido en sus pantalones y sin piedad lo clava en el cuello del soldado haciendo que se desangre hasta la muerte. Salieron “ilesos” y a buscar un refugio. Gerek corrió por la avenida principal mientras la angustia se apoderaba de todos los ciudadanos de Poznan, los militares alemanes empezaban a tirar granadas a los establecimientos y Gerek al ver esto corrió junto con Agnes a la tienda de su amigo Radoslaw, en el transcurso, logro escapar de varios ataques contra su vida por parte de los militares alemanes. Al entrar a la tienda de radios de su amigo lo hallo muerto sobre el mostrador, había recibido dos tiros en la cabeza y tenía un corte en la garganta por el cual se desangró hasta morir. Gerek quedo totalmente petrificado frente a la horrible imagen de su “hermano” muerto, se arrepentía mucho de no haber corrido a auxiliarlo más temprano, logro salir de la tienda aun impactado y se escondió en un callejón cercano, logro salir antes de que cuatro militares alemanes lanzaran tres granadas a la tienda de su amigo, destruyéndola por completo. 53 Se escondió con Agnes en un bote de basura muy grande que en el callejón se encontraba, allí transcurrieron alrededor de 6 horas, solo se escuchaban bombardeos, gritos y disparos y Agnes no emitió un solo sonido como si supiera que era lo que estaba pasando. Logran salir a las 10:00 pm del basurero y se refugian en las ruinas que quedan del hospital bombardeado cruzando la calle. Domingo 3 a lunes 4 de Septiembre de 1939 Gerek, le da algo de comer a Agnes en la mañana, y se hace un pequeño sándwich con lo que lleva en su morral. De repente un suave sollozo sale de un gabinete gigante que aún quedaba en pié en la sala del hospital. La paranoia y el temor estaba al cien por ciento, el corazón de Gerek empezó a latir con rapidez y pensó que podría ser una trampa de algún militar para terminar dándole un balazo en la cabeza a Agnes y a él. Pero aun así, un sentido humanista que lo movía, lo impulso a acercase a esa puerta y pensándolo cien veces, tomo la manija y la deslizó lentamente, para ver quién estaría allí dentro. Al abrir la puerta completamente, se llevó la triste pero grata sorpresa de que era Juanita la que estaba allí escondida, sumida en el llanto y la desesperación, llena de tierra y su ropa rota como si hubiera pasado por miles de alambres de púas que rasgaron la tela y maltrataron su piel. Ella no podía creer que fuera Gerek, quien la encontró, lo abrazo fuertemente y Agnes se le acerco lamiéndole las manos y recostándose sobre ella. Por fin, por un segundo se respiró algo de tranquilidad. Gerek, le dio agua y algo de comer, le preguntó que cómo había llegado allí y ella con lágrimas en los ojos le dijo que los alemanes habían entrado a su casa, habían degollado a su padre y abusado de su madre frente a ella para finalmente matarla con un tiro en la cabeza. Logro soltarse de los militares y esquivar las balas que disparaban arbitrariamente, logró meterse dentro de una tienda abandonada y rogar porque allí no callera ninguna granada, y en la noche escabullirse hasta llegar al callejón donde se refugió Guerek horas antes y cruzó la calle en la madrugada al hospital. 54 En la madrugada siguiente, después de charlar un rato en aquella sala del hospital, se escucharon voces de militares alemanes que no contentos con las ruinas que habían dejado de aquella edificación, querían volverla polvo. Juanita sabía un poco de alemán gracias a su abuelo, así que logro entender que traerían bombas y un carro tanque para terminar de derribar el hospital. Gerek tomo sus pocas cosas y le puso la correa a Agnes y empezaron a correr por lo que eran pasillos y salir por la parte trasera del hospital. A unos veinte pasos de allí se oyó el estruendo final, ahora si aquel hospital era polvo. Martes 5 al domingo 10 de septiembre de 1939 Pasaron de refugio en refugio, de angustia en angustia, corrían de un lado al otro con la cautela y el silencio de una hormiga, Agnes era tan cuidadoso al caminar que ni se sentía, varias noches los persiguieron, pero por suerte de alguna manera, se escondían en algún diminuto espacio como lo hace un ratón. La noche del sábado nueve de septiembre, estaban cambiando de refugio cuando un – Psssst! –Pssst! Sonó en la oscuridad, efectivamente alguien trataba de llamarlos. La desconfianza y el temor se apodero de ellos, juanita tomo fuertemente la mano de Gerek y el tomo con fuerza la correa de Agnes, si era la hora, les llegaría a los tres juntos. De repente, salió la figura de una mujer que se confundía en la oscuridad, llevaba una falda larga, muy bien planchada, los zapatos negros de charol en la mano y un saco un poco abierto en la parte superior con un hermoso collar de oro. Su cara era bella, su nariz respingada, unos ojos grandes azules y unos labios rojos muy finos, de unos 30 años, era realmente hermosa. Gerek, quedó anonadado frente aquella mujer, Juanita le pregunto qué a que se debía su llamado y la mujer les explicó que ya los había visto antes merodeando por las calles cuando era muy peligroso y altamente probable de que los mataran. Muy amablemente les pidió que la acompañaran a su refugio, allí solo estaba ella y era muy seguro, ya había sido bombardeado dos veces y los alemanes se habían retirado de esa zona, ya que polonia era demasiado amplia y lo que buscaban era erradicarlos. Gerek, no dijo una palabra, la contemplaba y la analizaba como a un buen verso de poesía, Juanita apretaba su mano esperando que diera su última palabra sobre dirigirse a ese refugio o seguir de uno en otro, corriendo más riesgo. 55 Cuando por fin logro Gerek reaccionar de la perplejidad en la que se encontraba, le agradeció con su corazón latiendo a una velocidad impresionante, pero le dijo que era muy difícil confiar en tiempos de guerra y engaño. Fue como un puñal que el mismo se clavó, probablemente no volvería a ver a la mujer de la que fugazmente se enamoró sin siquiera saber su nombre. Juanita y Agnes lo miraron con asombro, pero se atuvieron a su decisión. Siguieron su camino y ella les dijo que si llegaban a cambiar de opinión se encontraba en la vieja biblioteca Polska en el centro de la ciudad. Se despidió y con una mirada profunda a Gerek, también le declaró su amor. Lunes 11 a sábado 16 de Septiembre de 1939 Gerek, no podía sacar de su cabeza a aquella mujer, se quedaba mirando al infinito en medio de las charlas nocturnas con Juanita y la compañía de Agnes. Agradecía profundamente haber sacado tantas provisiones ya que podía haber terror y angustia, pero de hambre no morían. Juanita le preguntó que por qué no se iban a aquel refugio que la señorita les había ofrecido, e incluso él trataba de explicarse a sí mismo por qué no lo había aceptado, pero se refugiaba en la idea de que no se debía confiar en cualquiera. Así pasaron dos días en una vieja tienda de juguetes, se entretenían a ratos y Gerek seguía dándole clases a Juanita, para que no perdiera su rutina de estudio. Tarde o temprano esa guerra iba a parar pero mientras tanto había que mantener la calma y la mente ocupada. La noche del sábado 15, tres militares los embistieron, los golpearon fuertemente. A Gerek le abrieron una ceja y lo llenaron de moretones a Juanita le dejaron los ojos morados y la boca reventada y Agnes fue el más perjudicado, en su intento de defender recibió un balazo en una pata. Empezó a desangrarse y Gerek logro zafarse de ellos gracias a su cuchillo nuevamente. Y corrieron adoloridos y ensangrentados por las calles de poznan sin saber cómo ni cuándo serian asesinados, con Agnes en brazos y su pata vendada con la camisa de Gerek que estaba cubierto en lágrimas y temor por perder a su mejor amigo. Su única opción era aquella mujer y su efugio en la biblioteca. 56 De donde se encontraban a la biblioteca eran alrededor de 30 minutos a pie, pero con la cautela que debían andar, revisando en cada esquina que la zona estuviera libre o esperar que pasaran los retenes, podrían durar una hora o más y no se sabía si Agnes aguantaría tanto. Después de dos horas, lograron llegar a la biblioteca. Allí estaba ella, sentada frente a una chimenea en un viejo sillón al final de un largo pasillo, oscuro y desolado. Llego Gerek desesperado pidiendo ayuda, suplicándole que salvara a su perro. Y ella amablemente seco sus lágrimas, y le dijo que era enfermera y entre sus provisiones tenía un botiquín y medicamentos. Agnes chillaba y miraba a Gerek con desesperación. Ella limpio su herida y retiro la bala. Lo vendo y le dio un analgésico esperando que a la mañana siguiente despertara mejor. Domingo 17 a viernes 22 de septiembre de 1939 Agnes se levanta con mucho mejor semblante, mueve la cola al ver a Gerek y le lame las manos como de costumbre a Juanita. Pero es claro que en un buen tiempo no podrá caminar. Ellos miran alrededor y no ven por ningún lado a la señorita y se asustan un poco. Ella llega 10 minutos más tarde, cargada de bolsas y Gerek asombrado le pregunta que dónde ha estado, ella le responde que iba por comida para varios días, ya que serían más bocas por alimentar. Totalmente desconcertados asienten con la cabeza y le dicen que ellos colaboran con lo poco que les queda para compartir de sus reservas. Se sirve el desayuno y Gerek muy tímido le agradece por la ayuda a Agnes, la comida y con sus mejillas un poco sonrojadas le pregunta su nombre excusándose por no haber preguntado eso antes.Ella suelta una risa nerviosa y le dice que su nombre es Ewa a lo que él responde que el suyo es Gerek y la joven se presenta igualmente con el suyo, Juanita. Todos se sienten más tranquilos y acompañados. Juanita ya con la luz del día se va a conocer un poco el lugar junto con Gerek, y solo se ven restos humanos cubiertos de polvo. Miles de hojas de libros convertidas en cenizas o tiradas en el piso medio quemadas. Los estantes destruidos y muy pocos libros completos. Gerek le pide el favor, que se quede viendo si algún libro le interesa mientras el habla un poco con Ewa, sobre la comida y la estadía en ese lujar, ella asiente con la cabeza y se retira. 57 Ewa, estaba en la “cocina” improvisada, donde guardaba con cautela los alimentos, él le pregunta intrigado sobre donde los consiguió. Ella le dice que logro saquear muchos súper mercados antes de que las cosas se pusieran tan graves y los guardo en un lugar secreto por donde se los cruzo esa noche y ahí va en las noches o las madrugadas cuando la guardia debe cambiar. El asombrado por su astucia, le dice que de ahora en adelante el la acompañará para que nada malo le pase y así poder ayudarla con las bolsas y empiezan a hacerlo desde la noche siguiente. Sábado 23 al viernes 29 de septiembre de 1939 Las noches que siempre eran solitarias para Gerek y Agnes, se volvieron el mejor momento del día. Gerek caminaba con Ewa por las noches entre los escombros, hablando sobre sus vidas, sobre lo que solían hacer y lo que anhelaban con el alma continuar haciendo si algún día esa terrible guerra terminaba. Se compartieron sus sueños, sus dolores, sus metas, sus amores, sus pérdidas. Ambos eran muy solitarios, Ewa, lastimosamente había perdido a su perro Lorenzo, los militares se lo mataron, era su única compañía y por eso se conmovió tanto al ver a Gerek destruido por Agnes. Compartían muchos gustos, la música, el arte, la poesía; duraban horas sentados frente a la fogata después de llegar por las provisiones declamando versos y bailando canciones que solo estaban en sus cabezas. Gerek, no podía creer que nuevamente alguien entrara a su corazón, lo llenaba de temor e incertidumbre, temía que la vida nuevamente le arrebatara lo que amaba y quedara solo y adolorido como siempre sucedía. Pero, aun así decidió seguir adelante y cultivar aquel amor. Abrió su corazón y su vida a Ewa, le conto sobre su dolorosa perdida del amor de su vida, de sus padres, su casa y sus grandes amigos, ella le narro su historia de cómo perdió a sus padres a manos de los alemanes. Se contaron sus vidas y decidieron que de ahí en adelante iban a borrar de sus memorias todo doloroso evento pasado y de ahora en adelante solo se llenarían de alegría y esperanza de una nueva vida. 58 Gerek también le dijo que anhelaba hacerse cargo de Juanita y ser su “padre” a lo que ella respondió que sería inmensamente feliz de poder entrar a su vida como una “madre”. Viernes 29 de septiembre de 1939 Al llegar de recoger las provisiones de esa noche, Juanita estaba muy decaída, estaba sentada en el sillón frente a la fogata con Agnes acostado sobre el piso, mirándola fijamente. Ella tiritaba y sentía una presión muy fuerte en el pecho. Gerek, se asustó, un nudo enorme le dio en la garganta y corrió a su lado la tomo de la mano y parecía un tempano de hielo. Ewa soltó las bolsas e inmediatamente la arropo con algunas cobijas y acercaron más el sillón a la chimenea para que entrara en calor. Pero todo esto fue en vano. Horas más tarde, Juanita cayó en un estado de inconciencia, estaba totalmente debilitada y su pulso cardiaco era bajo. Ewa uso sus medicamentos para regular sus defensas y atacar el virus que en ella crecía. Aplicó los antibióticos y lo único era esperar a que presentara mejoría. Gerek, se sumió en la más profunda depresión, no podría soportar la pérdida de su mayor compañía y de quien tenía su cariño más puro y constante. El solo pensaba en que llenaría de la mejor energía a su pequeña y Ewa estaría ahí para ayudarlo. Sábado 30 de Septiembre de 1939 Ewa, encendió la radio, decía que los alemanes estaban próximos a retirar sus tropas de Polonia, después de haber asesinado a más de 50.000 polacos y tener a 700.000 prisioneros, cuando Alemania en esa guerra solo perdió 10.000 hombres. Las cifras eran alarmantes y desconcertantes, todo estaba en ruinas, totalmente destrozado y aún faltaban 5 agobiantes días para que se retiraran. Miércoles 3 de Octubre de 1939 Juanita, presentó una leve mejoría, bajo considerablemente de peso y estaba totalmente deshidratada, los medicamentos empezaban a surtir efecto, pero aun estaba lejos de la mejoría y con alto riesgo de morir aunque Ewa pusiera todas sus energías para estabilizarla. Gerek, sentía demasiada impotencia pero a la vez algo de alivio de saber que pronto acabaría esa pesadilla y podría volver a reconstruir su vida de una manera diferente. 59 No imaginaban que esa tarde se iba a poner peor. A las 4:00 pm estaban reunidos frente a la chimenea leyendo un poco juntos, Agnes ya podía ponerse de pie, pero no podía caminar mucho así que se mantenía la mayor parte del tiempo cerca de Juanita, tratando de darle calor. Se sintió un estruendo, con un eco resonante en toda la biblioteca, eran los alemanes entrando a ver si aún tenían algo que matar antes de su partida. Llenos de odio y maldad pateaban cada estante que quedara en pie, quebraban cada tabla que vieran entera, destruían todo a su paso y mandaban tiros a retratos de escritores polacos que aun estuvieran sobre las paredes. Fue un momento terrorífico. Ewa, sabía muchos caminos dentro de la biblioteca así que los condujo tal vez al peor cuarto, pero el único que salvaría sus vidas, Gerek levanto a Juanita y Ewa a Agnes, corrieron haciendo el menor ruido posible y llegaron al parecer al que era un salón de convenciones que el día del primer bombardeo estaba lleno de personas. Así que el panorama solo eran partes de cuerpos putrefactos y cuerpos calcinados. Era un olor penetrante y desgastante para respirar. Tuvieron que meterse bajo los escombros boca abajo, esconder a Agnes bajo unas mesas, y junto a cientos de cadáveres hacerse los muertos. Aguantar la respiración y mantenerse ahí inmóviles el tiempo que fuese necesario. Juanita, tenía una tos incontrolable que podía delatarlos, que junto con la ceniza podría volverse más aguda, pero intentó hacer todos los ejercicios de respiración que Ewa le había enseñado en esos días. Era la muerte tocando la puerta de sus vidas. Pasados 45 minutos, la puerta se rompe de una patada, unos 5 militares entran al salón y salen ahuyentados por el olor a podrido y muerto que allí vive. Dicen lo asqueroso que huelen los judíos y los insultan cada segundo más, mientras escupen sobre las ruinas y cuerpos calcinados de cientos de polacos. Todo este panorama para ellos es una burla mientras sostienen su muñeca sobre su nariz para evitar inhalar el asqueroso olor al que ellos se referían. Duraron allí unos minutos y decidieron retirarse, pero no sin antes ir hacia la salida hablando de lo magnifico que iba a ser ver volar lo que quedaba de esa edificación y la porquería de cuerpos que allí estaban. 60 Al sentir que habían salido, Juanita salió de entre los escombros y muertos y les dijo que debían salir de ahí de inmediato. Gerek, salió totalmente petrificado del terror y Ewa apenas podía hablar, tomaron a Agnes y volvieron por unas provisione, mientras veían como su sillón lo despedazaron y lo rompieron completamente y llenaron la chimenea de estiércol gritando que los ¡Putos judíos habían estado allí!. Salieron por la parte de atrás y les toco permanecer varias horas en un caño a unos metros, metidos en los tubos gigantes por donde sale el agua, aprovechando la sequía, allí no podrían encontrarlos. Tan solo faltaban tres días de terror. Jueves 4 de Octubre de 1939 Amanecieron todos muy juntos tratando de darse calor. Al parecer no habían explotado la biblioteca, así que decidieron volver por las cobijas y las demás provisiones de alimento y medicina, el frío empeoraba la tos de Juanita. Gerek y Ewa entraron a la biblioteca y Agnes se quedó con Juanita en el tubo. Podría ser el momento menos propicio pero, Gerek sintió en lo más profundo de su corazón que allí debía preguntarle lo que tanto anhelaba. Frente a la chimenea y el sillón hecho pedazos. Gerek se arrodillo, tomo la mano de Ewa y le pidió fervientemente que fuera su esposa y compañera para toda la vida. La maravilla de tenerte Ewa y de encontrarte es lo que me hace querer ser mejor por ti, por mí y por los dos. Eres y siempre serás la luz de mi camino, la guía de mis días, mi compañera y confidente. Eres con quien quiero compartir el resto de mi vida. Ewa, dio un brinco hacia el cuello de Gerek, y con lágrimas en los ojos dijo: Si Gerek, ¡SI! … Tú eres lo que siempre esperé y tengo la fortuna de tenerte frente a mí y conservarte por el resto de mi vida. Si quiero ser tu esposa. Sellaron el momento con un beso tan apasionado, como después de estar casi toda una vida separados y por fin encontrarse, no quisieran despegarse nunca, soltarse nunca. Fue alentador, revitalizador sencillamente maravilloso. 61 Volvieron al caño y regresaron por Juanita y Agnes, les dieron la gran noticia y decidieron que pasarían la noche en la biblioteca y el sábado 6 de octubre en la madrugada la dejarían. Sábado 6 de Octubre de 1939 Al fin llego el día, después de tanto padecer, de tanto que sanar, de tanto que huir y correr, de tanto que sentir y olvidar, salir de aquella oscuridad y penumbra en la que permanecieron tanto tiempo, fue enceguecedor, la luz del sol, no era luz y el viento era más bien un golpe de cenizas y silencio. Gerek, solo pensaba en qué sería ahora de sus vidas, cargar con tanto dolor y horror, eso no sería fácil de borrar de sus memorias, como lo fue que borraran a tantos Polacos de la faz de la tierra. El comienzo sería extenso y lleno de incertidumbre, sin un norte, ni un proyecto. Pero pensaba, junto a las dos mujeres que amaba y su adorado Agnes, que todo ahora sería como debió ser y que realmente no todo comienzo tiene que traer lo peor. 62 Tinta Negra Por Laura Vivas Al mejor amigo que podría desear… Capítulo 1: Tinta Negra Una luz ámbar encendía tenuemente la habitación. Le encantaba escribir al fulgor de las velas, adoraba verlas danzar a la velocidad de su imaginación, ardían con el mismo fervor de su soledad. Amaranta, siempre tan melancólica como ninguna otra, solía regodearse en el dolor; era su terapia personal, su ritual nocturno. No escribía de los pesares de su día a día, eso le parecía demasiado cliché, tras de adolescente escribir un diario; ¡jamás! Más bien adolecía cada parte de su ser, de su alma en transformación constante, paría ideas complejas, ideas que se habían tejido en el transcurso del día, semana o mes. Sintió un mágico impulso que controlaba la movilidad de sus manos, cada articulación parecía atada a un hilo, un hilo manejado por un titiritero dócil, enamorado del arte. Con espesa tinta se dibujó una silueta negra de lo que pareciese un hombrecillo. Amaranta maravillada de aquel milagro de la creación, estiró sus brazos y dejó que su mente se llenará con la grandiosa sensación de somnolencia. Sopló las velas que estaban a medio quemar y se recostó en la oscuridad, la tiniebla la abrazaba y ella recibía el abrazo frío como si fuera el de sus ausentes padres, que apenas se fijaban en ella. No me malinterpreten, a ella le importaba tres cominos y medios su relación con ellos, antes agradecía que no se esforzaran con falsos cariños y amores insoportables porque los tres sabían que por cosas del destino estaban amarrados a algo que la gente común llama familia, pero hacían sus existencias más tranquilas para no halar de aquellos hilos, para no convertirlos en sogas sofocantes. 63 En ese estado donde ya no es posible diferenciar la delgada línea que separa la realidad de lo onírico, Amaranta sintió cuatro golpes cerca de su cama, tal vez en el escritorio en donde reposaba el cuaderno donde yacía el garabato de tinta negra. Fueron golpecitos apenas perceptibles, no les prestó atención y cayó en sueño profundo, pero estos eran tal vez el inicio del fin de la vida tal y como la conocía. -Despierta Amaranta, un día de decepciones te espera- Soltó una carcajada, al escucharse a sí misma diciendo eso. Lo sabía, estaba en esas ineludibles épocas del mes en que no era ella completamente o era demasiado ella, que no sabía dónde ponerse o dónde esconderse, no se hallaba en el mundo real, así que necesitaba la compañía de un ser que no parecía de este mundo, y de ningún otro similar, su mejor amigo, su companion en aventuras extra siderales y bueno de otras no tan extraordinarias. Le decía Abuelo, la diferencia de edad no era mucha, en realidad de cinco años, pero para él era tiempo suficiente para tener la razón en cualquier discusión con la pobre Amaranta, que siempre colérica en cualquier conversación le daba un codazo de frustración. Amaranta, nunca se aprendió el nombre del Abuelo, el apodo surgió como una promesa, una promesa que no debía ser sustituida por un nombre que surgía de la indecisión de dos padres inexpertos. El Abuelo, le prometió a su pequeña Heidi que estaría para ella todo el tiempo que la vida se lo permitiera, por otro lado le hizo prometer que sí la sabia parca quisiera arrebatarle su último suspiro, ella lo inmortalizará en su memoria. Él al ver sus gigantescos ojos de venado le dijo: -Te lo pido porque, mi pequeña Heidi, nosotros morimos cuando la última persona que recuerda nuestro nombre lo olvida, y yo no quiero que sufras cuando yo me vaya, quiero vivir en tus recuerdos por siempre. Lo sé soy un caprichoso pero por eso soy el Abuelo ¿no? Testarudo sin razón. 64 Al pensar en el Abuelo se dibujó en su rostro una sonrisa de nostalgia, esa sonrisa triste que le arrancaba siempre su estancia en su mind palace, recordó que tenía una cita con él, la que siempre concordaba con el tiempo más álgido de su vida, la salida que resultaba ser una excursión para las profundidades del ser, impactante, pero liberadora. Capítulo 2: Entre esquinas Una tarde de lluvia inclemente, frío abrasador, nubes grises, aire con olor a suciedad, a pobreza, a desidia; esas tardes que el Abuelo disfrutaba con una gentil sonrisa y Amaranta, por su cuenta, lo veía con cierta curiosidad. Caminaban por el centro capitalino, lleno de casas coloniales anacrónicas, con sus techos de madera gastada, paredes de colores vivos opacados por los grafitis de ociosos mensajes de amor o arte callejero. 65 Bogotá DC, barrio la Candelaria. Caminaban como dos almas perdidas, empapados por las violentas gotas que caían de un cielo sin Dios. -¿Por qué siempre que salimos tiene que llover? – dijo Amaranta mientras se armaban pucheros en sus mejillas. -Porque los días memorables siempre lloverá, no te has preguntado por qué llueve en las bodas, los conciertos, picnic´s y demás, hoy Amaranta es importante, como todos los momentos que estamos juntos. Ella esperaba que corrigiera sus palabras, que se explicara aún mejor, para no caer en un malentendido de confesión escondida entre palabras amigables. Pero no, hubo silencio, el Abuelo no mostraba señales de arrepentimiento. Amaranta no dejó que sus pensamientos se enredaran con tontos pensamientos de amor, él la quería por encima del bien y del mal, le había enseñado el verdadero sendero de la amistad y ella jamás remplazaría por un amorío de verano otoño u invierno. Navegaban por los mares turbulentos del alma de Amaranta, él trataba de rescatarla de esa agua que inundaba su joven corazón, mientras ella deseaba ahogarse de una vez por todas en su dolor. Amaranta se puso pálida como un papel y quedó inmóvil por un instante. El Abuelo no se percató hasta que sintió que su monólogo no era interrumpido por nadie, se paró al frente de Amaranta, la detalló inconscientemente sin querer, su cabello castaño claro, ojos gigantes de venado, vidriosos aún por la sorpresa, nariz redonda, labios carnosos ligeramente entre abiertos. Sacudió su cabeza rápidamente para despertar de la hipnosis y tomó a Amaranta suavemente por los hombros. -¿Amaranta? ¿Me escuchas? – repitió unas cuantas veces, hasta que ella giró sus ojos ante él, ojos de espanto que rogaban una explicación ante los misterios de la vida. -No me has contado todo ¿cierto? -No, pero no pensé que fuera algo importante. 66 -Pues ahora lo es. Amaranta le contó sobre la noche anterior, la maravillosa experiencia creadora, ese momento en que se había sentido un ser supremo con la capacidad de moldear individuos a su gusto. Ahora esa misma figura que se había dibujado en las hojas amarillentas de su cuaderno estaba ahí, en la pared de la calle, en forma de grafiti. Ella sabía que no debía sorprenderse de tal forma, esa figurilla se le pudo ocurrir a cualquier otro, significar millones de cosas en todas las culturas, pero ver eso con la memoria tan fresca la estremeció, acompañado de un aroma de ultratumba, que le removió sus más básicos miedos humanos. El Abuelo la escuchó con la mayor seriedad posible, en otras circunstancias, se hubiese burlado un poco, le hubiese dicho que todos tienen ideas similares por todas partes del mundo, que los artistas repiten temáticas, porque al fin y al cabo, los humanos tenemos esas mismas preguntas existenciales y tratamos de dar solución por medio del arte, la literatura o la filosofía. Pero esta vez se quedó callado, Amaranta en verdad lucía afectada. Así que le dijo: - Mi querida Heidi, el mundo alberga muchos misterios, aquello que nos arrebata el aliento, y nos deja la mente en blanco al tratar de darle respuesta, es posiblemente el mejor secreto del universo, la pregunta que se esconde a simple vista, esa pregunta que evadimos. Aquello que no sabemos nos crea inquietud y vivir con desasosiego es algo que el ser humano no soporta…Perdona que mis palabras no sean de ayuda. -Es todo lo que necesitaba escuchar. No se disculpe ¿Por qué pedir disculpas? Si es usted el mejor amigo que podría desear. Por ahora… ¿Qué tal un helado? Amaranta odiaba cruzar la calle, solo lo hacía cuando no divisaba un carro en kilómetros así tuviese que esperar veinte minutos, no interesaba, su vida era muy larga como para preocuparse por veinte minutos de más. 67 Con una sonrisa lastimera en sus bocas, se encontraban a punto de cruzar la esquina, un carro que parecía lejano iba por la vía, el Abuelo se aventuró a cruzar, Amaranta no alcanzó a jalarle del brazo, y un sórdido frenon se escuchó en eco en la cabeza de nuestra Heidi, un sonido que anticipó la horrible escena. Capítulo 3: Si estás sola es tu maldita decisión. Una multitud rodeaba la lápida, los padres lloraban desconsolados mientras el sepulturero daba vuelta a la polea que hundiría en sueño profundo a su mejor amigo. Amaranta estaba a varios metros de donde enterraban al Abuelo, sus lágrimas parecieran ensuciar el vestido blanco que llevaba puesto a regaña dientes. Entre lo onírico o la realidad, él le había dicho que se vistiera de blanco para su funeral. Su cordura se había tergiversando en mil formas, en centenares de monstruos, en millones de ensoñaciones que ya no distinguía cuál era la verdad y peor aún… ya no le importaba. Abrió los ojos, la imagen del funeral había sido un sueño o un recuerdo muy vívido, que seguía quemando su interior aún después de varias semanas. Veía el olor de su amigo por lo alcoba, sentía su presencia cerca, negaba con la cabeza, deseaba que él dolor la abandonara, solo los buenos recuerdos deberían estar en su mente, tal y como lo quería el Abuelo. Un café o dos, tres pedacitos de chocolatina, esa misma rutina que repetía cada vez que sentía que el cielo se le juntaba o cuando no podía ver a su companion, tal como le sucedía ahora. Una tarde fría, helada como le gustaba al Abuelo, se sentía más melancólica que nunca. Se sirvió el café y cuando se disponía a subir a su cuarto, vio una figura negra bajando las escaleras que en un parpadear de ojo desapareció, pero fue el tiempo suficiente para crear una imagen muy real en su mente de una silueta que intentaba tomarle de la mano. Amaranta palideció, se derrumbó en el suelo, en un llanto que no cesaba lleno de miedo y de rabia, quería tener una vida tranquila de una vez por todas, deseaba desde lo más profundo ser 68 un planta y solo dedicarse a hacer fotosíntesis, pero el timbre sonó, interrumpiendo la patética escena. Abrió de mala gana y escuchó: -Te traje chocolates…Sé que te gustan– balbuceó tímidamente una figura de estatura baja que apenas se atrevía a mirarla a los ojos. -Me encantaría que desaparecieras, pero sigue, supongo que necesito a alguien a mi lado- pronunció con desdén. Sabía que el pobre diablo que estaba al otro lado del portal gustaba de ella. -¿Te pasó algo? -¿Es tan evidente? Supongo que ya ni puedo esconder lo que siento. Sí, vi algo en la escalera, un algo que pareciera que me persigue. ¿Algo para decir al respecto? -Pues, qué tal que sea un encuentro con lo paranormal uuuuh- dijo en tonó de broma. -Listo, la puerta está abierta, ya terminaste lo que tenías que hacer en esta casa. -No, no espera, era broma, hace mucho tiempo que no sonríes, desde lo de… -No te atrevas a mencionarlo. -Sí hay algo que te atormenta, tal vez sea un fantasma, vives cerca un cementerio ¿No lo habías pensado? -¿Y? Nunca me había pasado nada ¿por qué ahora? -Porque te volviste más sensible, desde la muerte de él. -¡Todo comenzó antes de que él se fuera! Me persigue una figura negra, dibujada en mi cuaderno, pintada en la pared y ahora en una forma física. 69 -Pero tú sabes que los fantasmas no persiguen a la gente ¿cierto? -Y qué propones Sherlock, no vayas a sacar tu esoterismo ahora. -No es esoterismo, tal vez, un ser demoniaco quiere algo de ti. - ¿Algo de mí? ¿Qué mierda quiere de mí? Si yo no creo en Dios, a mí no se me tiene que venir apareciendo. - Escúchate por una vez en la vida, solo dices incoherencias. - Y si sabes que soy así ¿a qué vienes? - Para recordarte que hay gente que te quiere más allá del Abuelo, que yo te quiero y no tienes por qué estar sola, pero si lo estás es tú maldita decisión. Capítulo 4: El jardín de las delicias Subió a su alcoba, llena de rabia, de furia, de dolor; Amaranta parecía a veces un cascaron muy fuerte, capaz de retener todas esas emociones en un solo cuerpo, pero en el fondo sabía que esa crisálida estaba a punto de romperse para dejar salir a la mariposa de la locura. Nuestra melancólica protagonista cerró los ojos, esperando encontrar un poco de paz. En la comisura de sus labios se dibujó una sonrisa al sentir cuatro palmaditas en la espalda, esas que le daba el Abuelo antes de partir en llanto, la tranquilidad no se prolongó por mucho, esos cuatro golpes ya los había sentido antes; despertó del ensueño porque sintió el deseo de rectificar el garabato de tinta negra que había hecho hace ya varias noches atrás, sus ojos recorrieron las páginas del cuaderno amarillento con una inquietud apenas soportable para su pobre corazón maltrecho. No estaba, y de pronto como por obra de magia la luz ámbar que iluminaba su alcoba en aquella tarde que se desteñía en la oscuridad, se proyectó una sombra en la pared. Amaranta la reconocía: describía la misma forma de aquella silueta que 70 venía apareciéndosele por semanas. La estupefacción como siempre no le permitió actuar; la silueta negra cobró aún más vida. Una mano tomó forma en tres dimensiones, comprendió que era la misma sombra que en la escalera se había manifestado, pero ahora era muy débil: al parecer necesitaba mucha energía para cobrar aquella forma física. Amaranta comprendió tal esfuerzo y tomó la mano sin cavilar por un segundo. Cerró los ojos porque siempre que siente un miedo incomprensible, frunce el ceño tratando de tranquilizar la mente; al abrirlos se halló en el Jardín de la delicias del Bosco en donde convergían todos los seres imaginarios de la humanidad: las maquinas voladoras de Da Vinci que atravesaban las esponjosas nubes, los girasoles amarillos de Van Gogh, los relojes derretidos de Dalí, por mencionar algunos. Un lugar repleto de personajes literarios, recostado sobre un árbol se encontraba un apuesto muchacho sobre la hierba: Dorian Gray, un hombre desesperado daba vueltas sin cesar: Raskolnikov lleno de culpa, un alma sin luz ni norte sin su amor verdadero: Florentino Ariza, y así podríamos nombrar infinidad de otros tantos; de pronto lo vio a él y sus ojos se llenaron de lágrimas, de las única lagrimas que debió haber derramado en toda la vida: lágrimas de felicidad. 71 72 Fragmento del Jardín de las delicias de Hieronymus Bosch (El Bosco) Oleo creado entre 1500-1505 -Le dije que me recordara... Pero no precisamente llorando a cántaros cada vez que mi pobre recuerdo cruzara su mente... Lo abrazó sin decir ni una sola palabra, nada podía compararse con tenerlo de nuevo frente a ella. Sus ojitos lo detallaban reclamando explicaciones desesperadamente. -Le dije que su recuerdo me mantendría vivo, al igual que todas estas obras que los seres humanos siguen recordando sin importar el paso del tiempo. Aquí vivimos todas las obras de arte, libros y pinturas, con sus respectivos paisajes, personajes y sentimientos, incluso los escritores y pintores... Si es que quieren quedarse en este plano físico. - Pero ¿Y usted?... ¿Cómo llegó aquí? -Gracias, yo sé que no represento nada para la humanidad, pero no tenía que ser tan directa... Cómo ha cambiado. -¡No, no es eso! – frunció el ceño. - Repito mí querida Heidi: su recuerdo me ha salvado, ese extrañarme y ese quererme ha sido lo que me ha mantenido con vida. - Pero ¿Es usted la sombra que me ha perseguido todo este tiempo? - Perseguir suena muy feo... Digamos que era mi forma de darle las gracias, en primera instancia; pero cuando la vi así de devastada, me sentí culpable, estaban literalmente viviendo a cuestas suya y, aún peor, a cuestas de su dolor, y no podía permitirlo. Así que trate de contactarla; lo complicado es que estamos en otro plano dimensional... Sí tratamos de comunicarnos con su mundo, nos dibujamos en dos dimensiones. -Pero esta figura se presentó antes de que usted muriera... -Usted sabe qué hace tiempo quería rescatarla... Además, aquí el tiempo transcurre distinto; por otro lado, nunca he pertenecido a ese mundo, mi mente ha estado en este plano desde hace tiempo. -¿Y ahora qué debo hacer? Ya que lo encontré aquí ¿Me puedo quedar? -No creo que sea lo correcto, usted sabe que tiene mucha vida por delante. -Al igual que usted la tenía. -No, yo siempre he sido el Abuelo, ya había creado mi vida a mi modo. - Al igual que yo. -Pero en el fondo usted tiene sus metas y me las ha dicho, quédese en su mundo; por eso, porque debe tener el valor de defender lo que quiere. Amaranta vio, por un segundo, una versión más adulta de sí misma, una que miraba por la ventana de un apartamento que parecía alzarse varios metros de alto, el 73 paisaje lleno de luces , de edificios, de letras en japonés que decoraban las vallas publicitarias, la luz naranja de la torre de Tokyo. Aunque Amaranta siempre ha sido tan melancólica, es porque siempre ha sido muy psicorígida con su vida: siempre tratando de dar lo mejor de sí, pero ese esfuerzo le cuesta su vida emocional, creando conflictos internos, aquellos que le hacen cuestionarse sobre la vida y si de verdad hacía lo correcto, o si tal vez y solo tal vez, tenía que dejarse ir, porque a veces las cargas se hacían demasiado pesadas; sin embargo, el Abuelo le había revelado en ese instante que era hora de asumir las cargas para defender lo que en verdad deseaba. Con un silente abrazo se despidieron, en donde se fundieron las respiraciones tranquilas y las emociones desbordadas, sabía que su vida continuaría pero que él jamás le abandonaría, en tanto lo guardara en sus recuerdos para mantenerlo con vida en su futuro. Abrió los ojos de nuevo en su habitación color ámbar, con la cálida sensación de una despedida que describía el inicio de una bella amistad. 74