aBT ^RfeB •• Octubre H •• MM wm ^^r ^^8k. ^B «B I MW^ Dr. RUPERTO SÁNCHEZ ARCAS CESÁREA POST- MORTEM PUBLICACIONES MEDICAS BIOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA £ HISTORIA | N . ° l ¡ B. 1023-63 | D. L i B. 27541-63 | EDITORIAL ROCAS. - DIRECTOR: DR. MANUEL CARRERAS ROCA. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J. LÓPEZ IBOR-DR. A. MARTIN DE PRADOS-DR. CHRISTIAN DE NOGALES-DR. ESTEBAN PADROS - DR. SILVERIO PALAFOX - PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA-PROF. LUIS S. GRANJEL-PROF. JOSÉ M.' LÓPEZ PIÑERO-DR. JUAN RIERA-PROF. DIEGO FERRER-DR. FELIPE CID-DIRECCIÓN GRÁFICA: PLA-NARBONA De esta edición se han separado cien ejemplares numerados y firmados por el autor. 95 Dr. RUPERTO SÁNCHEZ ARCAS \-7T/ * y [i "--' j ii IHM i, lÉiiiiwiiinimr un inmitJTUjauiMapM^^-T^-nimr-1 nH ii n f-^^^mmrnmttmmrrw^rm^^^^'^^^^Bess^s^m Nacimiento de Julio César, por cesárea. — E. Suétono de 1506. Las disposiciones y ordenanzas más importantes promulgadas en los siglos XVIII y XIX en los países en pro de la cesárea post mortem. Lo infrecuente de la supervivencia fetal fue una de las causas de que se reprobase con horror la práctica de una operación tan aparatosa y sangrienta como la cesárea post mortem. No obstante, FABRICUS HILDANÜS, a principios del siglo xvm, refutaba así la opinión general: «Minime audiendi sunt illi, qui foetum extincta matre e vestigio quoque animam afñare autumant, ac propterea sectionem inutilem, frastraneam et, quod maius, crudelem esse clamitant midicosque simul ac chirurgos, qui aliquando illam administrant, deridere, atque contommere non erubescunt». («Hay que hacer caso omiso de aquellos que dicen que el feto, muerta la madre, expira también inmediatamente, y, en consecuencia, no cesan de clamar contra la sección, que califican de inútil, equivocada, y, lo que es más, de cruel; y no se avergüenzan de mofarse a la vez de los médicos y cirujanos que la practican de vez en cuando, ni de despreciarlos»). El desacierto en el pronóstico de la viabilidad fetal se debía en gran parte —como expuso el famoso profesor de Obstetricia JoSEPH SERVATIUS D'OuTREPONT (1775-1845)— a diferir la operación hasta que el cuerpo de la difunta se hubiese enfriado. Lo cierto es que por el horror a practicar la referida operación post mortem, en los siglos xvm y xix se promulgaron, en algunos países, disposiciones y ordenanzas civiles inspiradas en la antigua «Lex regias ; y en otros países eran severamente castigadas las infracciones. En algunas disposiciones, restringiéndose el carácter general de la «Lex regia», se limitaba la prescripción de ejecutar la cesárea a las difuntas, con embarazo avanzado (desde el 5.° o 6.° mes preñez), con la presunción de estar vivo o ser viable el feto y no ser posible extraerlo de otro modo. La disposición del Magistrado de la ciudad de ULM (1) hacía depender la ejecución de la cesárea de la voluntad del «estupefacto esposo», al que previamente se le advertía de que «si, por su decisión, omitía algún recurso para salvar la vida del hijo» le correspondería la responsabilidad de la muerte de éste, la cual «iría sobre su conciencia» ; pero que no obstante, «el caso se sometía a su arbitrio». Esta ley fue aprobada en 1740. Por el contrario, en otra disposición alemana, la «HILDESHEIMISCHEN MEDICISAL ORDNUNG», se ordenaba: «Si la madre muere en el parto, sin haber parido, se avisará lo antes posible al médico —o cirujano— más próximo, para abrir, con un cuidadoso corte, a la difunta, incluso en contra de los allegados, a fin de intentar salvar al feto, quizás aún con vida. Los sacerdotes mismos tendrán el deber de apoyar con todas sus energías el empleo de este indispensable y necesario recurso de salvación para la Humanidad.» Según las disposiciones del Concilio de Francfort del Main (1786), debía ser abierto el vientre de la embarazada muerta «prescindiendo de la mayor o menor proximidad del parto» y «a juicio del médico». 5 A estt asunto se refirieron también las leyes promulgadas en el Ducado de Kuhressen (1767-1787) ; la ley austríaca de 1757, en que se prescribía que «la operación se llevase a cabo con los mismos cuidados que en la mujer viva» ; la pragmática promulgada por Carlos III, en Ñapóles, y la ley Teresiana ; la ley Leffe Detmold, en 1789 ; la ley acordada en el Gran Ducado de Badén, en 1827 i ^a redactada en Wurtemburg, en 1775 ; la antigua ley Salona ; la establecida en Nassau, en 1818, que ordenaba practicar la operación «si la madre estuviera embarazada, por lo menos de 5 meses» ; la ley Bávara de 1816 y la publicada en Rusia, que sometía a todos los casos al juicio de los médicos. SCHERF, en sus «Archv. der medizinischen Polizei» (Leipzig, 1785, Bd. III, pág. 96) se manifestó asombrado de que en las Ordenanzas médicas denominadas «Churf. Pfálzischen», del año 1773, para los ducados Jülich y Berg, no se haya aludido al deber de abrir la embarazada muerta. El Derecho Común en Prusia (II, Th. XX § 737) determinaba que las embarazadas fallecidas antes del parto, no debían ser enterradas sino después de cumplidas, con el máximo rigor, las disposiciones apropiadas para salvar al niño. Del párrafo 334 resultaba que sólo se admitía la cesárea post mortem cuando se advirtieran síntomas de viabilidad en el feto. En las publicaciones oficiales de la segunda mitad del siglo XVIII se generalizaba la conveniencia de la operación. Sin embargo, en muy pocos casos se ejecutaba ; como se deduce de esta manifestación de HuszTY, en «Discurs über medizinische Polizei, Pressburg und Leipzig 1786, § 422» : «Mientras tanto, esta ley (la "Lex regia") está casi en desuso ; y si se cumple algunas veces es, quizá, por seguir la doctrina de la Iglesia Católica sobre el bautismo del recién nacido». LANDSBERG, HENKES (2) y SCHWARZ, en sus publicaciones, llegaron a la conclusión de que la «Lex regia» había que considerarla «como anticuada» ; y las prescripciones legales sobre la cesárea «como innecesarias por inútiles» . GRENSER, en Alemania, consideraba completamente irracional el querer ordenar, por una ley, la ejecución de la cesárea en todos los casos en que la madre hubiese muerto durante los tres últimos meses de la preñez ; «hay que dejar al médico —decía— el derecho a decidir en cada caso particular si hay lugar a practicar la gastrohysterotomia o a extraer el feto por vías naturales» (3). Al promulgarse el Código Civil para los Estados Prusianos, en 14 de abril de 1851, quedaron derogadas consiguientemente las anteriores disposiciones sobre la cesárea en las embarazadas muertas. En el párrafo primero del citado código se determinaba que la capacidad jurídica del individuo comenzaba en su nacimiento ; es decir, inmediatamente después de su total separación del claustro materno y de hacerse la sección del cordón umbilical ; y ello, por considerar al feto como «ser humano» desde el comienzo de los dolores del parto. Una vez comenzado el parto, cualquier negligencia que pudiera afectar al niño era conceptuada como delictiva. Su interpretación era la siguiente : supongamos que una mujer en una época avanzada de la gestación, por ejemplo en el noveno mes, ha sufrido un grave accidente antes de que los dolores de parto hayan empezado ; y que muere en manos del médico que la ha asistido. Supongamos también que el médico no procede a la salvación del feto, a pesar de haber percibido en éste por auscultación, los tonos cardíacos característicos de su viabilidad. En tal caso no se le podía enjuiciar criminalmente, porque, en aquel tiempo, para el Código Penal, el feto en el claustro materno no era todavía ningún «ser humano». En determinadas circunstancias, se podía suscitar, cuando más, la cuestión de una responsabilidad del médico. Las múltiples disposiciones eclesiásticas y civiles referidas, no evitaron que la operación cesárea post mortem fuese rehusada casi absolutamente. Otra de las causas principales fue, sin duda, la inseguridad de poder diferenciar diagnósticamente la muerte real de la aparente ; por lo que se dieron algunos casos de haberse ejecutado la operación en mujeres aparentemente muertas (4). HEYMANN (citado por FASBENDER), que estudió con detenimiento la semejanza de la muerte aparente con la real, insistió especialmente en que, en principio, no era posible hacer un diagnóstico diferencial seguro. En consecuencia, para evitar la ejecución de la cesárea en semejante inseguridad diagnóstica, aconsejaba el parto artificial, practicado prematuramente, si se quería tener la esperanza de conseguir por vías naturales un feto ; y, eventualmente, practicar la abertura y dilatación del cuello uterino con el bisturí; y en caso de estenosis acentuada de la pelvis, consideraba indicada la cesárea. Describió dos casos, en los que pudo ejecutar su proposición sin gran dificultad. Consideraba dudoso que la extracción fetal pudiera servir, para salvar al feto si no era ejecutada de la manera que él propugnaba (5). REINHARD refirió una pequeña casuística de partos resueltos por las vías naturales, en mujeres muertas (un feto fue salvado por la versión : el caso de VERHOFF, 1819). ROEMHILD publicó un caso de esta naturaleza (6). THÉVENOT (7) quiso demostrar, apoyándose en los resultados obtenidos por RIZZOLI y otros médicos italianos, que la operación cesárea post mortem puede y debe ser remplacée para Vextraction manuelle no solamente cuando existan las condiciones indicadas, sino quand le travail est au debut ou nJest pas commencé, antes de la muerte, pendant Vagóme, y en ésta durante los últimos cuatro meses de la preñez. Este accouchement artificiel instantané (Rizzou) requiere poca violencia y no produce ninguna lesión grave. Después de describir la técnica adecuada, refería que de 15 fetos extraídos durante la agonía, 13 nacieron vivos, y de éstos 6 sobrevivieron ; por parte de la madre, los resultados no fueron menos sorprendentes : tres mujeres curaron, y tres mejoraron momentáneamente. Y para terminar, decía : nUopération césarienne post mortem, qui déjá appartient a un autre age, doit dispar aitre de nos moeursy>. 6 fue de los pocos médicos que admitían la cesárea post nwriem. Se fundaba en sus experimentos cu animales, y manifestaba : BRESLAU «El deber de todo médico será siempre, después de haberse comprobado la muerte de la madre, el ejecutar lo antes posible la operación cesárea, para salvar al feto ; esta operación se evitará cuando el feto esté con seguridad muerto antes de la muerte de la madre, o cuando pueda esperarse la extracción más segura y rápidamente por las vías naturales.» En efecto, este autor hizo una vez la operación cesárea menos de un cuarto de hora después de la muerte, bien comprobada, de la madre, y extrajo un feto en estado asfíctico, que pudo ser reanimado ; desgraciadamente este niño, que se encontraba en la 33.* semana de la vida intrauterina, sucumbió a las 6 ó 7 horas de nacer. BRESLAU declaraba que este caso era lo suficientemente demostrativo para los que se esforzaban en considerar que un cadáver se convertía en la tumba de un ser vivo que tenía derecho a la vida (8). HECKER (9) se adhirió también a la recomendación de aquellos que insistían en la necesidad de practicar la operación cesárea cuando la madre ha sucumbido súbitamente o después de una corta agonía. Si bien hubo en las referidas épocas algunos propugnadores de la cesárea, casi generalmente —como hemos referido— se recusaba, y no sin razón. Estadísticas antiguas y modernas Muy curiosas son las estadísticas antiguas acerca de los niños vivos extraídos por cesárea post mortem. Una de ellas, la de CANGIAMILA, por el afán de propaganda que revela, resulta irreal. He aquí sus detalles, recogidos textualmente : «Desde el año 1704, ha habido 60 niños sacados por la operación cesárea en Caltanisecta, de ellos sólo cinco se han encontrado muertos. En Victoria, Ciudad de la Diócesis de Siracusa, en donde se cuentan siete mil habitantes, ha habido veinte partos cesáreos desde 1734 hasta 1752 : todos los niños han nacido vivos y recibido el bautismo. En Sambuca, Ciudad de la Diócesis de Gergento, en donde hay cerca de diez mil habitantes, han muerto veinte y dos mugeres embarazadas en el espacio de nueve años : á todas se les ha hecho la operación cesárea y se han bautizado diez y ocho niños vivos. De los otros quatro, los tres habían muerto antes q\ie sus madres, como se juzga por la putrefacción de los cuerpos, y por el mal olor. Buscóse inútilmente el otro en las entrañas ; encontróse después entre las mantas de la cama, en donde fue sofocado. Es verosímil que había venido al mundo por sí mismo mientras la agonía de la madre. De todos estos exemplares es fácil juzgar que algunos Curas de las ciudades se engañan quando dicen no haber encontrado jamás caso, en que fuese necesaria la operación cesárea.» (CANGIAMILA, págS. 87-88). He aquí otras estadísticas : La de WEIS'SWANGE en la que en 331 cesáreas post mortem ejecutadas secularmente sólo se salvaron 6 niños. La de REINHARDT, que comprende los casos desde la antigüedad hasta 1829 ; y la de HEYMANN, con 1.832 casos del siglo xix merecen escaso crédito por contener referencias increíbles de los tiempos antiguos. La de LANGE, en 1847, cuya casuística asciende a 141 cesáreas : 124 fetos fueron extraídos muertos ; 11 murieron en seguida ; 3 después de algún tiempo de la operación ; y 3 permanecieron vivos. M. ViLLiERS, en su tesis sobre la cesárea post mortem (publicada en 1839) describió 49 casos, entre ellos, dos gemelares : 7 niños se encontraban ya muertos al ser extraídos ; 7 sobrevivieron y 27 vivieron diversamente de 5 minutos a 34 horas. En el principado de Kurhessen, según SCHWARZ, desde 1836 hasta 1848 ambos inclusive, por lo tanto, en 12 años, en un material clínico de 39.941 partos, fue practicada la cesárea en 107 difuntas y no se consiguió ningún feto vivo. El criterio pesimista de SCHWARZ se apoyó también en el del profesor SCANZONI, según el cual, en el instante de morir la madre muere también el feto. RUDOXF DORHN, refiere que en KURHESSEN, en 90 operaciones cesáreas practicadas de 1852 a 1866, no registró ningún feto vivo. En la «Gazette Hebdomadaire» de noviembre de 1860, fueron mencionados otros 22 casos : nueve de los niños nacieron muertos ; 7 vivieron algunas horas y 6 se salvaron definitivamente. En 54 cesáreas post mortem ejecutadas en el Gran Ducado de Badén (1870-1885) solamente fue salvado un niño (10). En la estadística de PRUNHUBER (1875), los fetos vivos sólo llegan al 5 por 100. HYMAN y LANGE describieron en 1878 la casuística del siglo xix, que ascendió a 331 casos con sólo 19 niños salvados. DuER, en 1879 (11), describió 52 casos de cesárea post mortem. Se extrajeron 54 niños : ocho muertos, once vivieron por muy poco tiempo y los restantes se salvaron. En una sesión de la «Gesellschaft für Geburtshülfe» (1864), el Dr. BOEHR, refiriéndose a las casuísticas publicadas en «CASPAR's WOCHENSCHRIFT», hizo resaltar que, en los 147 casos registrados, sólo se salvaron tres niños. De los datos aportados por HORWITZ y por GAREZKI, ambos de San Petersburgo —los dos citados por FASBENDER, y el último especialmente por HARRIS en 1880 (12)—, resulta que, en 379 casos fueron extraídos muertos 308 ; 37 murieron después de haber manifestado síntomas de vida ; y 34 nacieron vivos. De éstos sólo 5 permanecieron con vida durante largo tiempo, según FEHUNG. 7 PuECH suministra los siguientes datos : en 453 operaciones nacieron 101 con síntomas de vida y de ellos 43 permanecieron vivos. En España, el catedrático de Obstetricia en Valencia, F. de P. CAMPA, en 1885 refiere en su obra (13) que, siendo él profesor clínico de la Facultad de Medicina de Barcelona, practicó 5 veces la cesárea post mortem, siempre dentro de los 20 primeros minutos, y no consiguió extraer ni un solo feto vivo. WINCKEL, en 1892 (14), que revisó la literatura sobre la cesárea en difuntas, desde 1862 a 1892, fijó en 32 los niños vivos ; de ellos 11 vivieron más de 14 días, lo cual atribuyó a haber resistido los peligros ocasionados por la muerte de la madre. En su opinión se manifestó pesimista. NORRIS, en 1895 (15), refiere que en 553 casos, se extrajeron 45 fetos vivos. BAUER, en los 14 casos de la literatura más uno propio, entre los años 1892 y 1902, contó 10 niños vivos. DICKE (Bonn, 1903), en 34 casos de 1875 a 1903, registró 28 de niños vivos, de los cuales 19 conservaron la vida (KXEINHANS). HAIVI,MANN, en 1914 (citado por HARRAR en 1915), refirió 68 casos con un 61 por ciento de fetos vivos. HARRAR, de Nueva York (16), en 1915 refirió que en 1 o operaciones cesáreas practicadas post mortem, en el Ivying - in Hospital, tres fetos ya estaban muertos ; cuatro mostraban todavía débiles latidos cardíacos, pero no pudieron ser salvados ; un niño mostraba escasa respiración y murió poco después del parto ; otro, nació ligeramente asfíctico, y murió de una neumonía a los 6 días ; y sólo uno, ligeramente asfíctico, vivió 6 días ; de éstos, dos fuera de la clínica. PFAFF, en 1916 (17), describió una casuística de 52 casos, con 22 fetos vivos, o sea, el 42,3 por 100 de buenos resultados. LINZENMEIER, en 1920 (18), decía que los fetos pueden ser salvados en un 60 por 100, interviniendo como máximum a los 20 minutos post mortem de la madre. El eminente profesor alemán G. WiNTER, en 1927 (19), refiere que en 8 operaciones en difuntas consiguió extraer 3 niños vivos (36 por 100). En dos de estos niños la extracción se efectuó a los 5 y 8 minutos, respectivamente, del óbito de la madre. WiNTER, modernamente (20), refiere que BÓHMER halló en la literatura 47 casos, de los cuales, en 30 se extrajeron los niños vivos ; que BACKMANN evaluó en 58 por 100 los niños vivos extraídos post óbito de la madre ; que BAUCH en 13 cesáreas post mortem y en una eclámptica agónica extrajo 3 niños vivos ; y, por último, que HARRISON en un caso de embarazo gemelar extrajo los 2 fetos vivos después de muerta la madre. Una estadística muy moderna y, por los brillantes resultados que ofrece, altamente interesante, comprende siete casos de cesárea abdominal y uno de cesárea vaginal post mortem. Su autor, H. HEYSTER (Utrecht) (21), refiere que 5 niños fueron extraídos vivos y permanecieron con vida ; otro nació profundamente asfíctico y murió 25 minutos después ; y los dos restantes se encontraban ya muertos durante el parto. El autor hace notar que esta casuística entraña un estimable aliciente para los quirúrgicos en cuanto a la cesárea post mortem. En suma, estas últimas estadísticas muestran un porcentaje de niños salvados variable desde cero hasta 71,4 por 100. Pero el cómputo no es exacto : es probable que no hayan sido incluidos muchos casos de extracción de fetos muertos. De las estadísticas referidas, algunas han sido totalmente impugnadas como irreales, y otras como dudosas. Entre las recusadas figura la referida por CANGIAMILA, ya rechazada, en 1831, por VELPEAU, y luego desvirtuada por la experiencia. Actualmente sólo puede considerarse como producto del sectarismo de aquel clérigo. Cuanto a las otras estadísticas, la de DuER fue puesta en duda por HARRAR ; y la de GAREZKI fue aceptada como veraz por HARRIS. Lo cierto es que, a consecuencia de los pésimos resultados obtenidos, algunos tocólogos famosos de fines del siglo pasado desaconsejaron la práctica de la cesárea post mortem (SCHWARZ, DORHN y FEHUNG). ASÍ, por ejemplo, en una carta que SCHWARZ escribió a FUI.DE, le decía : «Si un médico tiene la suerte de extraer un niño vivo por cesárea en la difunta, se hallará en el difícil trance de ser tenido por sospechoso de haber operado a una mujer sin conocimiento; y en el caso de extraer el feto muerto, se le culpará de haber esperado demasiado tiempo después del óbito de la madre.» sustentaba el criterio de que sólo muy pocos casos de cesárea post mortem estaban justificados científicamente. FEHXING (22), en vista de los efectos negativos deducidos de la estadística de HORWITZ y GARAZKX (34 niños salvados en 379 casos), consideraba la operación en difuntas como «indudablemente ineficaz, humillante para el médico e inútil martirio para los allegados de la parturienta». Por ello, y coincidiendo con HEYMANN, aconsejaba practicar en su lugar el parto artificial, o la cesárea en la agonía, según los casos. Evidentemente, las estadísticas referidas eran imperfectas por haberse omitido en la mayoría de ellas los siguientes datos de gran importancia : a) el tiempo transcurrido desde la muerte materna hasta la práctica de la operación cesárea ; b) el grado de madurez del feto, tan influyente en su resistencia y viabilidad ; y c) la clase de muerte de la madre, así como la enfermedad que la originó, datos que también influyen poderosamente en la viabilidad fetal. Estos factores han sido registrados y tenidos en cuenta modernamente, por su gran interés estadístico para la determinación de la mortalidad de los fetos extraídos por sección del vientre de la madre. DOHRN 8 La viabilidad fetal según el tiempo transcurrido desde el fallecimiento hasta la extracción por cesárea. Tanta es la importancia del factor tiempo, que puede afirmarse que el número de probabilidades de la viabilidad del feto está en razón inversa del tiempo que se tarde en extraerlo, a partir de la muerte de la madre. Actualmente, este dato se toma muy en consideración. El tiempo favorable al buen éxito se evalúa, como máximum —salvo algunas excepciones dignas de crédito y que después veremos— en unos 20 minutos por KXEINHANS (23) y por J. de LEE (24), en 25 por WINTER (25) y en 45 por H. KÜSTNER (26). Antiguamente se han descrito casos de haber sido extraído el feto vivo incluso después de las 48 horas de la muerte materna. Exceptuando el milagroso nacimiento de «SAN RAMÓN NONATO» (¡a los 3 días de morir la madre!), las otras referencias no son admisibles científicamente en la actualidad ; más bien son imputables a la muerte aparente de la madre. A continuación transcribiremos, en primer lugar, una casuística de CANGIAMII,A, en la que se consigna el tiempo transcurrido desde la muerte materna hasta la extracción fetal. El texto de estos casos —de gran irrealidad— ofrece la curiosa frialdad patética y el interesante sabor literario de aquella época. En segundo lugar, reproduciremos otras casuísticas, más o menos reales, y por último, otros casos más modernos y completos. He aquí el texto de CANGIAMILA : «En el mes de junio de 1732, habiendo muerto una conocida mía, dos médicos y dos Comadres que se hallaron en el lance, aseguraron que era inútil hacerla la incisión, porque no advertían ni calor en la región del vientre baxo, ni movimiento alguno por parte del feto, ni señal aparente de vida en el niño. Sobrevino el Cirujano, se lastimó del proceder de los Médicos y de las Comadres, y reprobándolo abiertamente, hizo la incisión cerca de quince horas después de muerta la madre. El niño se sacó vivo, lo bautizaron, y murió cuatro horas después. Agustín Gervasio de Palermo, primer Médico del pueblo, habiendo sabido que la criada de una señora a quien conocía, había muerto embarazada, hizo venir un Cirujano, la mandó abrir, y aunque habían pasado veinte y quatro horas desde que había muerto, sin embargo el niño se encontró vivo, y recibió el bautismo. Éste hecho lo sé boca de este hombre tan hábil. Encontrándose DON MANUEL CARUSO, Predicador, en casa de una muger que había muerto hacía veinte y tres horas, hizo venir un Cirujano, quien hizo la incisión, teniendo á la difunta dicho Predicador ; encontróse un niño vivo, el que recibió el bautismo : contóme el hecho el mismo Caruso. XAVIER ENRIQUE, Cirujano del Hospital de San Bartolomé de Palermo, me dixo haber hecho la operación veinte y quatro horas después de la muerte de la madre, y haber sacado una niña viva, la que fue bautizada. En Ñapóles, una soltera de catorce años, preguntada sobre su preñado, del que había alguna sospecha, respondió que no estaba sino de quarenta y quatro días. Habiendo muerto la tal, fue abierta treinta y nueve horas después. Se vio un feto vivo, cuya figura anunciaba haber pasado quarenta y quatro días desde su concepción. El año 1737, estando en viage una muger de Calatagirona con su marido, en el camino la metió éste un puñal en el pecho y en el vientre, y la mató con la mayor crueldad. La desgraciada estaba embarazada ; fue abierta quarenta y ocho horas después ; hallóse en ella un niño vivo herido en el pie, el que vivió un quarto de hora después de sacado del vientre de la madre. Había sido necesario transportar el cadáver de la muger a la ciudad, y aguardar á que la Justicia lo hubiese reconocido: esta dilación, que había retardado su entierro, fue feliz para el niño, porque halló que la muger estaba embarazada» («Embriología Sagrada», págs. 75-76). 9 Véanse ahora otros casos descritos en la literatura, y transcritos por orden cronológico : J. H. GREEN (1823), en Inglaterra, describió el caso de una mujer que, en la última semana de preñez, fue atropellada por un coche el 15 de abril de 1820. Murió 20 minutos después, y luego de otros treinta minutos le fue extraída, por sección cesárea, un feto asfixiado. Con dificultad se logró hacerle revivir, pero sólo sobrevivió treinta 3^ cuatro horas. Otros tres casos, en Inglaterra, donde, por cierto, en el siglo pasado, pocas veces se practicó la cesárea, fueron : El caso de buen éxito referido por DAWSON en 1837. El caso de G. HARLEY, ocurrido en Edimburgo, cuyos detalles son : La muerte materna sobrevino súbitamente, por edema pulmonar, en la 37 semana de la preñez. La operación fue ejecutada inmediatamente después de la muerte. El niño fue salvado. El caso de buen éxito descrito por SQUIRE, en 1877, en el que la cesárea se practicó a la media hora de morir la preñada, por ruptura de un aneurisma. T. CAMPBELL (27), de París, practicó la cesárea post mortem a una mujer de 23 años, que sucumbió casi instantáneamente quince días antes del término de su tercer embarazo. El feto, casi asfixiado, pudo ser reanimado después de grandes esfuerzos ; este caso se publicó cuando el niño tenía ya dos años y medio. En la autopsia practicada a la madre, se observaron : hipertrofia del ventrículo izquierdo, enorme dilatación de la aurícula derecha, con sangre negra coagulada, y persistencia del agujero de BoTAL. En 1836, el Dr. NEHR ZU REHAN, de Obermaynkreise (Baviera), comunicó un caso de supervivencia fetal de siete horas (28). La parturienta murió por asfixia a mitad del noveno mes de la preñez. REHAN ejecutó la operación cesárea a las 7 horas de la muerte y extrajo un feto vivo, el cual murió en seguida «probablemente por la baja temperatura reinante en la alcoba y porque la comadrona le ligó el cordón umbilical inmediatamente de extraído, debido a su estado asfíctico». En 1861, M. HATIN (29), en París, aunque acerca de este asunto no describió ningún caso en que apoyar su criterio, decía : «Se conocen casos de niños extraídos de la madre muerta que han vivido horas e incluso días». tnvo BORDENHAVE, en 1885, describió el caso en que en el 1874, ocasión de practicar la cesárea post mortem. Su vientre fue abierto seis horas después y el niño extraído manifestaba signos de vida. El latido cardíaco se notaba por palpación ; la respiración mejoró después de un corto tiempo, y el niño vivió dos horas. Otro caso interesante es el descrito por P. A. VEROUNDEN (1876). Su paciente, multípara y de treinta y cinco años, murió repentinamente de hemoptisis por tuberculosis, en el sexto mes de la preñez. «Llegué —refería VEROUDEN— a las dos horas de morir la madre y oí con claridad los tonos cardíacos del feto. Inmediatamente practiqué la operación cesárea, y tuve la satisfacción de extraer un feto vivo, que aún no era de 6 meses. Fue llevado con precaución a una iglesia para ser bautizado, y aún vivió algunas horas después de la ceremonia». HUBERT (30) refiere un curioso caso : a una mujer le fue practicada la cesárea, a las dos horas de haber muerto en un accidente ferroviario. El feto se extrajo vivo. O'Hara (31), en 1874, describió un caso semejante en cuanto al tiempo : la madre murió de hemoptisis por tuberculosis pulmonar, y el niño fue extraído vivo por vía abdominal una hora y media o dos después. De los 14 casos con extracción de fetos vivos que M. VILLENEUVE describió en 1862 en su monografía (32), dos veces se practicó a las dos horas y media : una vez, después de tres horas ; y otra, a las 4 horas y media. A continuación, dos casos de cesárea a la hora de morir las madres : El primero, descrito en 1875 por J. H. BLATNER (33), en una multípara de 26 años, que murió de repente. El niño, en estado asfíctico, y reanimado con «extraordinary efforts» vivió 10 minutos. El segundo, fue referido por J. L. CLEVELAND (1878) (34). La madre murió de resultas de las convulsiones que había sufrido dos semanas antes. Por determinadas circunstancias, se le practicó la cesárea una hora después de haber muerto. El niño nació asfíctico, pero su corazón latía. Respiraba con dificultad, pero a la hora revivió ; los otros datos sobre el estado del niño lo expresan las siguientes palabras de CLEVELAND : «It was small, near full term, and is still alive and in good health». En los últimos casos se hizo la operación a la hora. En esto contrasta con los de HORWITZ y GARAZKY, que la hicieron al minuto, por lo cual pudieran parecer dudosos. Son muy raros, pero demuestran que el tiempo de supervivencia intrauterina puede ser mayor de los 25 minutos aceptados como máximum de supervivencia por WlNTER. Por haberse efectuado la extracción fetal con menor posterioridad al fallecimiento materno, es más admisible como veraz la siguiente casuística : BRESLAU (35) extrajo por cesárea el feto vivo a una mujer con anasarca, a los 15 minutos de morir súbitamente y en la 33 semana de la gestación. PiNGLER (36) publicó dos casos parecidos : uno, por muerte súbita consecutiva a tumor cerebral, y por apoplejía, el otro. En el primero, la operación fue ejecutada a los 15 minutos. El feto, que nació vivo, pesó 4 libras y murió después de transcurridos 30 minutos. En el otro caso, según el «cálculo» de PINGLER, transcurrieron unos 23 minutos : «cierto es que el tiempo transcurrido se calculó entre los 20 y los 30 minutos, si bien son muy posibles las confusiones». El niño sobrevivió y el 24 de marzo de 1869 cumplió los 10 meses de edad. En el caso de BRODHERSTON (37), se operó a los 23 minutos de haber muerto la madre y se consiguió vivificar al niño, profundamente asfístico, BUCKELL (38) extrajo por operación cesárea, ejecutada entre los 20 y 30 minutos post mortem, un feto asfíctico que revivió y permaneció con vida. Algunos casos, en los que transcurrió menos tiempo desde la muerte de la madre hasta que la cesárea se practi- 10 có, fueron publicados también en el siglo xix y principios del xx. Entre los más interesantes, merecen ser citados : El de HECKNER (39), en que la operación cesárea se ejecutó 5 minutos post mortem ; el niño, asfíctico, vivió 34 horas. El de WINCKEL (40) : La operación se practicó a los 8 minutos de morir la madre ; el niño nació asfíctico en seguida y murió a las 27 horas de nacer. El publicado por KNAUER (1886), en el que la madre murió de tumor cerebral. El feto, extraído por cesárea, a los 10 minutos, pesó 3.200 grs., revivió tras hora y media de esfuerzos por salvarle, y permaneció con vida. El de HOFFMANN (41) : A los 10 minutos de morir la madre fue efectuada la operación ; el niño, de 8 meses, murió a las 25 horas. El de ERDHEIM (42) : La madre, muerta por rotura de la «vena anónima» (estruma), fue operada inmediatamente después de exhalar el último suspiro ; el feto, de 1.400 grs., nació en estado asfíctico, respiró bien después de hacerle las maniobras de SCHULZE, ingirió perfectamente la alimentación que se le administró, pero murió unas 13 horas y media post natalicio. El de STERN (43) : El 15 de agosto de 1896, este autor hizo la cesárea 5 minutos post mortem y extrajo un feto vivo. El de GEUER (44) : La operación se llevó a cabo inmediatamente de haber cesado de latir el corazón materno ; el niño, de 1750 grs., nació asfíctico, pero revivió, y el 5.0 día murió. El de HOSCHEK (citado por FASBENDER) : El autor ejecutó la cesárea cuando la mujer en su presencia exhaló su último suspiro y ya no eran perceptibles por auscultación ni respiración ni latidos cardíacos. El niño, aparentemente muerto, fue revivificado, se desarrolló excelentemente y murió de viruela unos 4 meses después Los mencionados por OTTO KÜSTNER (45), con fetos vivos, que son : El de GREEN-ARMYTAGE, quien efectuó la operación en mujer muerta por eclampsia, a los 2 minutos de dejarse de oír los latidos del corazón materno y a los 9 de cesar la respiración. El de KALMYKOW, a los 5 minutos ; el de KiECK, a los 7 minutos ; el de BALIKA, a los 3 ó 4 minutos ; el de CHATUNZEW, a los 7 u 8 minutos ; el de HóEG, a los 3 minutos ; el de CATHALA, a los 10 minutos ; el de FEHLING, a los 15 minutos ; el de JUNGEBOLDT, a los 17 minutos ; el de WgiSSWANGE, a los 19 minutos. WINTER (46) refiere el caso de BUKALL, en el que el feto fue extraído vivo entre los 20 y los 30 minutos post mortem. W. H. P. SMIT (47) extrajo un feto vivo a los 20 minutos postóbito de la madre. WINTER (48) refiere además : un caso de FALLÓN, a los 23 minutos ; y otros dos de H. HÜSTNER, en que las madres murieron de toxicosis gravídica a los 25 y 45 minutos, respectivamente. La casuística actual, además de reseñar más datos clínicos, ofrece resultados variables, pero mejores, por cuanto sólo se practica la operación cesárea post mortem cuando se dan las mayores garantías de buen éxito ; es decir, teniendo en cuenta el mes de la preñez, siendo viable o estando vivo el feto, muy breve el tiempo transcurrido tras la muerte materna, y, sobre todo, atendiendo al nonato con todas las maniobras y recursos encaminados a hacerle revivir (respiración artificial, balneoterapia, oxigenoterapia) y el empleo de todos aquellos medicamentos de que actualmente se dispone en el arsenal farmacéutico de toda clínica moderna adecuadamente organizada (Lobelina, Cardiazol, etc.). Un caso interesante es el descrito por P. TYTLER en Inglaterra, en 1906. La madre murió de meningitis en el octavo mes del embarazo. Las maniobras para extraer el feto por vagina fueron inútiles, por no haberse dilatado todavía las partes blandas. En vista del fracaso, se practicó la cesárea y se extrajo un feto vivo. SEBOLD (49), en 1916, logró extraer vivo un feto de término a los 8 minutos de morir la madre. Otro caso de cesárea post mortem, del año 1919, es el de BRUNO RHOMBERC, en Klagenfurt (50). La mujer murió marcadamente cianótica y con respiración disneica en el segundo período del parto. En la autopsia, se demostró que la muerte había ocurrido por el denominado Status-thimo-lymphaticus. La causa decisiva fue un edema general de laringe; se encontraron estreptococos en el líquido seroso que embebía los tejidos y numerosos focos de pus en la tensila izquierda. Se explicó la muerte por el efecto de Shock, como por un cuerpo extraño en la laringe. No se encontraron otras causas de muerte, como embolia, eclampsia, necrosis de páncreas, etc. En 1925 fue publicado por L. GRACA (Pressburgo) un caso de cesárea post mortem con extracción de feto vivo (51). Tratábase de una primípara de 30 años, que sufrió una grave eclampsia y que, después de ingresar en la clínica, murió tras dos ataques. La muerte fue comprobada por 6 médicos. Se practicó la operación en la misma cama, sin asepsia. El feto fue extraído, aparentemente muerto, pero empezó a respirar y a llorar a la media hora de respiración artificial. Cuatro horas después de nacer sufrió un ataque convulsivo, que desapareció después de un baño caliente y no volvió a repetirse. Este niño pesó 6.600 gramos a los 5 meses de nacer. El brasileño CLOVIS CORREA DA COSTA (52) ejecutó en 1925 una cesárea, a los cuatro minutos de haber muerto la parturienta de edema agudo de pulmón, en el hospital «PRO MATRE» de Río de Janeiro. En Inglaterra, en 1925, G. W. YULE describió el siguiente caso (53) : La paciente, una primípara de 25 años, ingresó en el hospital afectada de toxemia gravídica y murió cuando se pretendía extraer el feto mediante un «fórceps bajo». Abierto el abdomen, se extrajo un feto ; pero los esfuerzos prodigados para hacerle revivir resultaron inútiles. Se descubrió en el útero un segundo feto, que fue extraído y revivificado después de 30 minutos de tratamiento. Transcurrieron 10 minutos desde la muerte de la madre hasta que se extrajo el segundo feto. El interesante caso de ERNST NOLTMAN (clínica del prof. STICKEL, Berlín), publicado en 1926 (54) : Tratábase de un tercípara, de 28 años, que se encontraba en el décimo mes lunar del embarazo, y que 8 días antes de morir W. FABRICIUS H1LDANAIS (1560-1634). Admitió la necesidad de practicar la cesárea post-mortem. JOSEPH SERVANTIUS D'OU TREPONT (1775-1845) se contagió de gonorrea. Presentaba grandes varices en las piernas, especialmente en la del lado derecho. Tres días antes del parto, al subirse a la mesa de reconocimiento, murió en pocos minutos. Trasladada al departamento de partos, se comprobó en seguida que los latidos fetales eran muy lentos (unos 30 al minuto) e irregulares. A los 7 minutos de morir, se seccionaron, de un corte, las paredes el abdomen, y de otro, el útero ; este último corte fue en el sitio de inserción de la placenta. Extracción de la placenta. Se extrajo un feto de 54 cm. de longitud, y 3.830 gr. de peso, el cual, a los 25 minutos de enérgico tratamiento para hacerle revivir, respiró y gritó enérgicamente. No se suturó el útero, sino sólo la pared abdominal en un solo plano. En la autopsia se observó que la muerte de la madre sobrevino por haberse desprendido un émbolo de 22 cm. de longitud que obturaba las dos ramas principales de la arteria pulmonar (trombosis de la vena safena magna). Hay que consignar, por ser de interés, que NOLTMANN oyó, con sorprendente claridad, los tonos cardíacos del feto, según él a causa de la gran resonancia de las asas intestinales debida a la muerte, hecho que ya se ha citado también en otras publicaciones modernas. En 1927, ROSIN, en Bury (Inglaterra), describió este caso (55) : La paciente, casi al final del embarazo, sufrió un colapso y murió a los pocos minutos de su ingreso en el hospital. Se perdieron 15 minutos en hacerla revivir ; pero todo fue inútil. Practicada la cesárea, se extrajo un feto asfixiado que revivió. Otro caso registrado en la literatura actual es el que M. E. BRAVASKI (de Belgrado) comunicó en la sesión del 5 de mayo de 1930 de la «Sociéte d'Obstétrique et de Gynécologie» de París (56). Tratábase de una mujer sana, de 28 años, que murió de eclampsia en el parto, a los pocos minutos de romperse espontáneamente la bolsa. Al comprobar BRAVASKI la muerte de la madre, ordenó su inmediato traslado al quirófano, por no ejecutar la cesárea en la sala donde había otras embarazadas. En todo ello, desde la muerte materna hasta la extracción del feto, se perdieron 15 minutos. El feto pesó 3.600 gramos, y no gritaba aunque su corazón latía. Los latidos cardíacos cesaron a los 30 minutos de ser extraído, no obstante haberle practicado las maniobras de SCHUI/TZE, baños fríos y calientes, y haberle inyectado Cardiazol, Lobelina, etc. La autopsia en la madre reveló degeneración del miocardio, edema pulmonar, esplenomegalia y nefritis aguda. H. RoEMER, de la clínica de Jaschke, publicó en 1938 (.57) dos casos interesantes. En el primero se evidencia el influjo favorable que sobre la viabilidad fetal tienen la buena conservación de la respiración y la circulación en la madre hasta el momento de la muerte. Los pormenores clínicos del primer caso fueron los siguientes : Una paciente, de 25 años, sufrió al final del embarazo ataques convulsivos, asociados con opistótono y nistagmo. Se demostró, por punción lumbar, la existencia de una tuberculosis meníngea, de pronóstico infausto. El estado de la embarazada se agravó en los días siguientes. En la noche del 25 al 26 de enero de 1936 fue avisado ROEMER para que, por lo menos, intentara salvar al feto por cesárea. La embarazada mostraba entonces el pulso 3^ la respiración más frecuentes. Se pronosticó el próximo fin de la paciente. Los latidos fetales eran regulares y con una frecuencia de 140 a 150. Por exploración rectal, se observó que el parto no había empezado y que la cabeza fetal se encontraba movible en el estrecho superior. Por no ser conveniente ninguna narcosis en período agónico, se decidió esperar, cuanto fuese posible, observando los tonos cardíacos del feto y el pulso de la madre. Al mo 12 rir ésta, fue practicada la cesárea post mortem. Se extrajo un feto femenino, de 3.150 gr. y 51 cm. de largo, que nació asfíctico. Se le hizo revivir tras la aspiración de las secreciones mediante un catéter traqueal, Coramina y demás medidas adecuadas. A los 75 días había engordado hasta 4.850 gramos. La autopsia reveló un gran conglomerado de tubérculos en la protuberancia, una propagada leptomeningitis tuberculosa y una siembra tuberculosa miliar en pulmones y ríñones. En el segundo caso, tratábase de una paciente, de 29 años, al término de su primer embarazo. Presentaba, a la sazón, edema en extremidades, tos martirizante con abundante espectoración, disnea y cianosis marcada. Al ingresar en la clínica, se comprobó que padecía un edema pulmonar de alto grado, pulso frecuente e hipotenso. Se demostró que sufría una insuficiencia aguda y dilatación en corazón izquierdo. Se consideró indicada la operación cesárea, como última probabilidad de descargar la circulación. Se llevó a cabo la operación con anestesia lumbar. Los tonos cardíacos del feto no se oían al comienzo del acto quirúrgico. La muerte materna sobrevino durante la operación. El feto, maduro, se extrajo muerto. La muerte de la madre, como se demostró en la autopsia, sobrevino por edema de pulmón, dependiente de dilatación cardíaca, a causa de una endocarditis verrucosa en la mitral. En un caso publicado en 1938, en U.S.A., por HARRISON (58), la madre murió de repente, de un ataque cardíaco. La operación se llevó a cabo dentro de los 7 minutos siguientes y los dos gemelos fueron salvados. El caso siguiente fue publicado, en Inglaterra, por MORGAN (59) : La madre murió de eclampsia y la cesárea post mortem se practicó dentro de los 5 minutos posteriores, con buen éxito para el feto. Otro caso, más reciente, es el de JOHNSON, FRANK y MURRAY, en Salt Lake City, Utah (Norteamérica) (60). Tratábase de una tercípara, de 34 años de edad, embarazada de ocho meses y medio. El 28-IV-I94Ó, a las 3,50 de la madrugada empezó a sentir los primeros dolores del parto. Trasladada al Holy Cross Hospital, sufrió un desmayo cuando se la trasladaba en una silla de ruedas a la sala de partos ; se le administraron tónicos cardíacos, pero expiró en seguida. No dio tiempo a auscultar los latidos cardíacos del feto. Se ejecutó la cesárea post mortem a los 8 minutos justos de haber ingresado en el hospital. Fue extraída una niña de 6 libras y 7 onzas. Se la estimuló moderadamente y se le practicó respiración artificial. En la autopsia de la madre, se encontraron 500 centímetros cúbicos de sangre y coágulos al abrir el pericardio ; la aorta, en las proximidades de la coronaria derecha, presentaba un desgarro penetrante hasta la íntima, en forma de V, una de cuyas ramas era de 1,25 centímetros, y la otra, de 1,50. En resumen : se trataba de «moderado ateroma, con progresiva e incompleta ruptura, en el que se originó un aneurisma que se extendió y terminó constituyendo un hemocardias y consiguientemente, sobrevino la paralización del corazón». En 1949 fueron publicados dos casos de cesárea post mortem, por JACK M. SIMMONS y HEKBERT B. E I , U S (61). En el primero de ellos, tratábase de una mujer de 31 años, que había parido 7 veces. Fue admitida en el «General Hospital» de Colorado el 8 de agosto de 1946 (nueve días antes y en la misma clínica, había muerto su sexto hijo a consecuencia de poliomielitis anterior aguda). La paciente entraba en la 36 semana de la preñez cuando ingresó, sin parir, y contagiada de poliomielitis, como se demostró por minucioso estudio clínico y citológico, primero, y por autopsia, después. Murió a las seis horas y media de su ingreso en el hospital. Inmediatamente fue practicada una cesárea clásica post mortem. Se extrajeron dos fetos : uno, 45 segundos post óbito de la madre, y el otro, dos segundos después. El primero, de 1.800 gramos de peso, aunque revivió, murió a los 13 días del nacimiento. Al segundo, de 1.500 gramos, no se logró hacerle revivir, a pesar de haberle extraído gran cantidad de líquido amniótico deglutido. En la autopsia de la madre se hallaron los procesos patológicos de una poliomielitis bulboespinal aguda, hemorragias en el miocardio y edema pulmonar. En el segundo caso descrito por los referidos autores, tratábase de una mujer, de 23 años, secundípara, admitida el 21 de agosto de 1946 en el «General Hospital» de Colorado. Estando preñada de término, murió al séptimo día de ingresar en la clínica. Inmediatamente después de morir se practicó la cesárea clásica. Se extrajo un feto femenino viable, de 2.800 gramos de peso, a los 30 segundos de la muerte. Aunque nació cianótico, tras una suave estimulación empezó a llorar. Salió de la clínica a los 25 días de nacer y ya más desarrollado. En la minuciosa autopsia practicada a la madre, se comprobó que la muerte había sido por poliomielitis anterior aguda (tipo bulboespinal). Por último, transcribimos dos casos del año 1949. El primero, tomado de una revista de propaganda médica (62). El segundo, de un diario de Madrid (63) : Primer caso. — De Virginia transmiten esta sensacional noticia : «La señora Elmer Widner, hospitalizada con motivo de una afección circulatoria, agravada por embarazo, sufrió un colapso que le produjo la muerte. El doctor comprobó que el corazón del niño, dentro del vientre de su madre, latía. Ordenó a las enfermeras que trajeran el instrumental para la cesárea. Pero como tardaban en cumplir su orden y notaba que el corazón de la criatura se debilitaba, para ganar tiempo, abrió el vientre de la madre con un cortaplumas que tenía a mano y extrajo la criatura, que sólo así pudo ser salvada». Segundo caso. — Con el título «NACE MEDIA HORA DESPUÉS DE MORIR SU MADRE», y cifrado el 30 de julio de 1949, en Kansas (Estados Unidos), leemos el siguiente telegrama : «Un niño ha nacido a los 30 minutos de haber muerto la madre, de parálisis infantil. El alumbramiento fue posible mediante intervención quirúrgica, y no debía haberse producido hasta mediados de agosto. El niño se encuentra perfectamente bien». — EFE. El aspecto médico-legal de este asunto ha sido descrito en detalle por PETER y H. O. NEUMANN (64) y por CAMPBELL y MILLER (65). Durante los 50 últimos años, se han registrado unos 60 casos en todo el mundo. De esto se infiere que muy pocas veces se dan las circunstancias favorables para practicar la cesárea post mortem. De aquí, la brevedad con que se trata este asunto en las modernas obras de Obstetricia. 14 BIBLIOGRAFÍA (1) ULM : Centro de Alemania, en el Este de Wurterberg, situado a orillas del Danubio. (2) Zeitschr. f. die Staatsarzneikunde, continuada por SiEBERT, Erlangen, 1846, 4. Vierteljahr, p. 367 ; 1848, 3. Vierteljalir, p. 1 ; 1852, 2. Viertlejahr, p. 480. (3) Citado en el «Traite practique de l'art des accouchements», de NAEGEI.E., pág\ 389 (París, 1880). (Biblioteca de la Real Academia de Medicina.) (4) Véanse PEU : «Practique, etc., p. 334», observó un caso. BODIN : «Essai sur les accouchements, París, V., p. 135». (5) Comp. sur la versión: SEULEN, N. Zeitschr. f. Geburtsh., Band II, 1835, p. 11. DEVIIAIERS : «Union Medicale», Nr. 74, 1862. DUPARCQUE : «Gaz. hebdoinad. de méd.», Nr. 42, París, 1862. (6) ROEMHILD : «Glückliche durch die Wend. bewirkte Geb. eines leb. Kindes nach dem Tode der Mutter» (Preuss. Vereinszeit, 1836, ág. 137). (7) THÉVENOI JAIH : «De l'accouchement artificiel par les voies naturelles substitué á l'opération césarienne post mortem (Annales de gynécologiei, t. X, 1878, pág. 257). (8) BRESLAU : «Kaiserschnitt nach dem Tode; lebendes Kind» (Monatschrift ftir Gebirtskunde, Band XX, 1862, págs. 62). (9) HECKER : «Zur Lehre von der Wechselwirkung zwischen Krankheit u.d. Fortpflanzungsvorgangen (Monatschrift fur Geburtshulfe, Band XXVII, 1866, pág. 174). (10) FEIILING, H. :. en WINCKEL «Handbuch der Geburtshülfe», III Bd. S. 211 (Biblioteca del autor). (11) DUER, ±5. L. (1879) : «Amer. Journ. Obstet., 12, 1. (12) HARRIS, R. P. : «Amer. Journ. Obstetr.», 13, 141 (1880). (13) CAMPA, F. de P. : «Tratado de Obstetricia», tomo II, pág. 464 (1885) (Biblioteca del autor). (14) WINCKEI, : «Der Kaiserschnitt an der Toten und an der Sterbenden», en Aertliche Rundschau, 1892, Jahrg. II. Nr. 5. (15) NORRIS, R. C. (1895) : lAm. Textbook of Obstetrics», 4 th. Edit. London. (16) HARRAR, J. A. (1916) : «Am. Journ. Obstetr., 73, 1046; también se encuentra referido en «Zent. f. Gynák. 1917. S. 341). (17) PFAFF, O. G . : Tr. Am. A. Obst. & Gynec. 29. : 42 (1916). (18) I/INZENMEIER, G. :. tKaiserschnitt an der Toten und Sterbenden», Med. Kl. 1920, Nr. 17, S. 439 (Citado también en «Zentbl. f. Gynak», Nr, 37, r a g . 1032). (19) WINTER, G. : en tBiologie und Pathologie des Weibes», VIII. Bd. II Teil. Seite 350-351 (1927). (20) WINTER : en «Biologie und Pathologie des Weibes», 2 auflage, X Bd. S. 279 (año 1943). (21) HEYSTER, H. : «Zentr. f. Gynac», Nr. 19, Seite 816 (1940). (22) FEHUNG, H. : «Handbuch der Geburtshülfe», de P. Miiller. III. Bd. S. 310-211 (Biblioteca del autor). (23) KXEINHANS, F. : «Handbuch der Geburtshülfe», Bd. II, I Teil, Seite 844-845. (24) D E LEE : «Principies and Practice of Obstetrics», 5 th. Edit. London. (25) WINTER : «Las indicaciones de la cesárea abdominal», pág. 187 y siguientes (1940). (26) Citado en «Biologie und Pathologie des Weibes», LUDWIG SEITZ-AMREICH, 2 Autlage, Bd. X. Seite 279-280. (27) CAMPBEIX, J. : «Thése», París, 1849, p. 12 y siguientes (Bib. Real Academia de Medicina de Madrid). (28) «Bemerkungen zu dem Aufsatz : Beobachtungen über fortgesetztes siebenstündiges Leben der Placenta und des Foetus nach dem Tode der Mutter» NEUE ZEITSCHRIFT FÜR GEBTJRTS-KUN E, BD. IV. Berlín 1836, AUGUST RÜCKER» J. SERVATIUS VON D'OUTREPONT, G- BURCKHARD, págs. 121-122, Gustav FiscHER-Jena-1913. (29) (30) (31) (32) (Tomado en HATIN, M. : «Lancet», I, 313 (1816). GODLD, G. M., and PYI,E, W. M. : «Anomalies and Curiosities of Medicine» (1897). O'HARA, M. : «Philadelphia Med. Times», 5, pág. 301 (1874). Citado en la obra de CAZEUX «Traite Théorique et Practique de l'art des Accouchements», 1070-1071 (Existen dos edi- 15 ciones en el Colegio de médicos de Madrid : la 5, del año 1856, y la del año 1870, y en la Biblioteca de la Real Academia de Medicina). (33) BI,ATNER, J. L. : «Am. Journ. Obst.», 8, 102 (875). (34) CLEVELAND, J. L. : «Am. Journ. Obst.», 9, 626 (1878). (35) BRESLAU : «Monatsclirift für Geburshülfe und Frauenneilkunde», Bd. XX, pág. 62. (36) PINGLER : «Monatschrift für GeburtsMlfe und Frauenheilkunde», Bd. XXXIV, pág. 241 y siguientes. (37) BRODHERSTON : «Kdimb. med. Journ.», abril 1868. (38) BUCKEIX : «Lond. Obst. Trans.», XIX, pág. 179. (39) HECKNER : «Archv. f. Gyn.», Bd X. p. 540. (40) WiNCKEiv: Ber. u. Studien, II, 876, pág. 8b. (41) HOFFMANN : (Cf. Gyn.», 1895, P^g- 1319(42) ERDHEIM : «Cf. Gyn.», 1896, pág. 377. (43) STERN : «Medie. Record», 1896. (44) GEUER : «Cf. Gynák», 1894, p. 1050. (45) KÜSTNER, O. : «Der abdominale Kaiserschnitt», S. 156 (1915). (46) WINTER : en la obra de HALBAN UND SEITZ «Biologie und Pathologie des Weibes», Bd. VIH, II, S. 351 (1927). (47) W. H. P. SMIT : «Sectio caesarea post mortem in agone» (Referata en Gynécologie et obstétrique», tome XIV, página 263 (1926). (48) WINTER : en la obra de SEITZ UND AMBERICH «Biologie und Pathologie des Weibes», Bd. X, S. 279-280 (Zweite Auílage), 1943(49) SEBOLD : «Uber die Sectio caesarea in mortua». Inaug. Diss., Heildelberg, 1916 (citado en Zentb. f. Gyn. Nr. 4-1920. (50) RHOMBERC, B. : «Plótzlicher Tod wáhrend der Geburt bei Status-thymo-lyphaticus. Sectio caesarea post mortem (Mün chener med. Wochenscrift. 1919, Nr. 10. (51) Bratislavaske lekarske listy V. Nr. 1925 (citado en Zent. f. Gyn. 1927, Nr. 5, pág. 308. (52) Zent. f. Gynk., Nr. 7. S. 40 (1926). (53) YULE, G. W. : «Trans. Edin. Obstet. S., 85, 49 (1925). (54) NOI/TMAN, ERNST : «Zent. f. Gynk.», Nr. 7, págs. 408-411 (1926). (55) ROSIN, I. R. : «Lancet», 1, 820 (1927). (56) «Bulletin de la Societé d'obstetrique et de Gynécologie», Nr. 5. Mai 1930, pág. 328. (57) ROEMER, HANS : Beitrang zur Indikationstellung bei der Scrmittentbindung and der sterbenden Frau», Zbl. f. Gynák, Nr. 6 (1930). (58) HARRISON, D. A. : «Journ. Am. Med. Association», 110, 2066. (59) MORGAN, J. : «Iyancet», 2, 132 (1940). (60) «Amer. Journ. of Obstet. and Gyn.» Volume 53, Nr. 2, págs. 343-344, año 1947. (61) JACK M. SIMMONS, HERBERT B. E U J S , Den ver (Colorado) : «Postmortem Cesarean Section after Death from Bulbar poliomielitis», Amer. J. Obst. & Gynec», págs. 603-605, marzo (1949). (62) No conservamos el nombre de la revista, sino sólo la referencia. (63) Diario Madrileño A.B.C., del 31 de julio de 1949 (Edición de la mañana, página 25.) (64) NEUMAN, H. O. : «Sectio caesarea in mortua et in moribunda», Zeitsclir. Geburtsn, Bd. 94, Seite 749-764 (1929). (65) CAMPBEIX, A. M., and Miu<ER, J. : J. Michigan Med, Soc. 30 1923, 1931. Itnp. Socltra - Barcelona