ARGANDA DEL REV, CUNA DE MIGUEL DE CERVANTES • . , <((»> t I N.M E MO RIAM «OJ) N ESTA IGLESIA PARROQUIAL DJ: SANJ UA NB AUTl STA YACEN LOS RESTOS r\ORTALE SDELOS ABUELOS. BISABUELOS YTATARABUELOS !'\ ATERNOSPEL INHORTAL AU TOR DEL QUIJOTE. DON R'IGU E L DE rE RV~ N~A AV E DRf~. P RiNCIPE D[ LOS I NGENIOS [ SPA NOL ES. DONA[ LV IRA DE C OR TINA S, DON DIEGO SA NCHE Z DE C ORTI NA S Y DON GONZALO DE CORTINAS. NATuRALES YVECINOS ID£A.RGANDA" REQUIESCAtoIT IN PACE.AMtN. J"' i JOSE BARROS CAMPOS JOSE BARROS CAMPOS ARGANDA DEL REV, CUNA DE MIGUEL DE CERVANTES 3 Portada: Recuerdo de Cervantes en la saeristia de la Iglesia de Arganda. Fotografia de J . de la Torre. 4 Dedicado a mis abuelos, a mis padres, Secundino y Ma ria, y a todos mis educadores y profesores. Todos los derechos reservados. No esta permitida la reproducci6n total 0 parcial de este Iibro por cualquier medio que sea, ni la transmisi6n por ninguna forma, incluidos los sistemas electr6nicos de reproducci6n 0 almacenajc, asi como el tratamiento inforrnatico sin el permiso previo y por escrito del titular del copyright. Recomendado su prestamo en bibliotecas publicas, 5 I.S.B.N.: 978-84-613-7663-6 Deposito legal: M-2148 -2010 Impreso en Reprografia Simaneas y Casa nova, S.L. (Resieasa) C/ San Bernardo, 42 - 28015 Madrid Tel. 91 531 4580 - Email : resica sarWtelefonic a.net © Jose Barros Campos. Tel. 619 087 496 6 ÍNDICE 1. Introducción 15 2. Arganda, de aldea a villa 19 2.1. Arganda, aldea de Alcalá 19 2.2. Arganda, villa independiente 26 2.3. Vilches y Valtierra 30 3. Los Cervantes 35 3.1. Los Cervantes cordobeses 36 3.2. Los Cervantes alcalaínos de 1509 38 3.3. Salida de Alcalá: Córdoba, Cuenca y Guadalajara 40 3.4. De nuevo en Alcalá: frivolidad y despreocupación 43 3.5. Leonor de Torreblanca, abandonada en Alcalá 45 4. Los Cortinas 51 4.1. Los Cortinas y el gran cervantista Astrana Marín 51 4.2. Los primeros Cortinas conocidos 57 4.3. Cortinas madrileños descendientes de Diego de Cortinas 60 4.4. Cortinas mayores descendientes de Juan de Cortinas 63 4.4.1. Francisca de Cortinas 64 4.4.1.1. Beatriz de Cortinas y su capellanía 65 4.4.2. Alonso de Cortinas 70 4.4.3. Pedro de Cortinas 74 4.5. Cortinas cervantinos descendientes de Gonzalo de Cortinas 78 4.5.1. Diego Sánchez de Cortinas, “El alcayde Cortinas” 79 4.5.1.1. Gonzalo de Cortinas“El de la Gaytán” 82 4.5.1.1.1. Gonzalo Cortinas “El procurador” 83 4.5.1.1.1.1. Magdalena de Cortinas, “La de Urbina” 84 4.5.1.1.2. Diego de Cortinas 90 4.5.1.1.3. Petronila de Cortinas 91 4.5.1.2. “La Beata de Cortinas” 93 4.5.1.3. Elvira de Cortinas 94 4.5.1.3.1. Leonor de Cortinas y sus primos de Barajas 4.6.- Una rama desgajada de los Cortinas 5. ¿En dónde nació Cervantes? 98 100 107 5.1. En Madrid. Mayáns y Siscar 109 1 5.2. En la Mancha: Argamasilla, Consuegra, Alcázar de San Juan 111 5.3. En Alcalá de Henares. Grandes cervantistas del XVIII 114 5.4. Miguel nace en Arganda hacia el 29 de septiembre de 1547 121 5.4.1. La casa de Leonor de Cortinas en Arganda 123 5.4.2. La casa de Leonor de Torreblanca en Alcalá 126 6. Cervantes fue bautizado en la villa de Alcalá 129 6.1. Bautismos en Santa María La Mayor de Alcalá de Henares 136 6.2. No hay Cortinas en los bautismos de los hijos de Leonor 139 6.3. Bautismos de los hijos de Rodrigo de ¿Cervantes / Carbantes? 143 6.3.1. Bautismo de Andrés, hijo de Rodrigo y de Leonor 146 6.3.2. Bautismo de Andrea, hija de Rodrigo y de Leonor 148 6.3.3. Bautismo de Luisa, hija de Rodrigo y de Leonor 151 6.3.4. Bautismo de Miguel, hijo de Rodrigo y de Leonor 158 6.3.5. Bautismo de Rodrigo, hijo de Rodrigo y de Leonor 161 6.4. Bautismo de Juan, hijo de Juan de Cervantes 164 6.5. Bautismos en Cabra 165 6.5.1. Bautismo de Juan, hijo de Andrés de Cervantes 166 6.5.2. Bautismo de Catalina, hija de Andrés de Cervantes 166 6.5.3. Bautismo de Antonia, hija de Andrés de Cervantes. 167 6.5.4. Bautismo de María, hija de Andrés de Cervantes 169 6.5.5. Bautismo de Rodrigo, hijo de Andrés de Cervantes 170 6.6. Bautismos en Esquivias 171 6.6.1. Miguel y Catalina bautizan en Esquivias 171 6.6.2. Catalina Cervantes, madrina en Esquivias 172 6.6.3. Cata de Bozmediano, madrina de bautismo en Esquivias 173 6.6.4. Cervantes padrino de bautismo en Esquivias 173 6.6.5. Catalina de Salazar, madrina de bautismo en Esquivias 174 6.6.6. Catalina de Palazios, madrina de bautismo en Esquivias 174 7. Viaje de los Cervantes, a Valladolid, en 1551 7.1. Pleito de Gregorio Romano y Pero García contra Rodrigo 175 178 7.1.1. Orden de embargo contra Rodrigo y su hermana María 179 7.1.2. Embargo de los bienes de María de Cervantes 181 7.1.3. Probanza de hidalguía de Rodrigo y de sus antepasados 182 7.1.4. Gregorio Romano se retira del pleito 185 2 7.1.5. Indagación sobre los bienes de Rodrigo de Cervantes 187 7.1.6. Rodrigo prueba su hidalguía en Alcalá de Henares 189 7.1.7. Rodrigo prueba su hidalguía en Madrid 192 7.2. Ni Leonor de Cortinas, ni sus hijos viajaron a Valladolid 8. Viaje de los Cervantes, a Andalucía, en octubre de 1553 193 201 8.1. Muere el licenciado Juan de Cervantes, padre de Rodrigo 207 8.2. Muere Leonor Fernández de Torreblanca, madre de Rodrigo 209 8.3. Ni Leonor, ni sus hijos viajaron a Andalucía 213 9. Los Cervantes Cortinas 217 9.1. Muerte de Elvira de Cortinas, abuela de Miguel de Cervantes 219 9.2. Rodrigo de Cervantes, digno hijo de Leonor de Torreblanca 222 9.3. Infancia de los hijos de Leonor y de Rodrigo en Arganda 227 9.3.1. Miguel de Cervantes, poeta en 1567 231 9.3.2. Cervantes, amigo de Pedro Laynez 236 9.3.3. Cervantes, alumno de López de Hoyos 240 9.3.4. Cervantes, ¿condiscípulo de Mateo Vázquez en Sevilla? 241 9.4. Miguel de Cervantes: padres, hermanos, hija y sobrina 244 9.4.1. Andrea, hermana de Cervantes 246 9.4.2. Magdalena, hija de Rodrigo y Leonor 247 9.4.3. Luisa de Cervantes, monja carmelita descalza 249 9.4.4. Vecino de: Alcalá de Henares / Villa de Alcalá de Henares 252 9.4.5. Juan de Cervantes, hijo de Rodrigo y Leonor 254 9.4.6. Concierto de Rodrigo y Magdalena con Napoleón Lamelín 255 9.4.7. Miguel otorga poder a su mujer y a Magdalena 256 9.4.8. Andrea y Magdalena otorgan poderes en Valladolid 257 9.5. Isabel de Saavedra otorga poderes a su tía Magdalena 258 10. Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas 263 10.1. Doña Leonor otorga poder a su marido 263 10.2. Venta de una viña a Andrés Rendero 266 10.3. Rodrigo otorga poderes para pleitear 267 10.4. Información de limpieza de sangre de Miguel de Cervantes 267 10.5. Obligación firmada por Rodrigo de Cervantes en Madrid 275 10.6. Rodrigo y Leonor, vecinos de Madrid 277 10.7. Muerte y testamento de Rodrigo de Cervantes 277 3 10.8. Leonor arrienda casa en la calle de Leganitos 279 10.9. Partida de defunción de doña Leonor de Cortinas 281 10.10. Traspaso del arrendamiento de la calle de Leganitos 283 11. Batalla de Lepanto y cautiverio de Argel 11.1. Documentos relacionados con el cautiverio 285 291 11.1.1. Obligación y fianza de doña Leonor de Cortinas 293 11.1.2. Rodrigo pide Información del cautiverio de sus hijos 293 11.1.3. Cédula real que concede 60 escudos a Leonor de Cortinas 294 11.1.4. Escudos librados a doña Leonor de Cortinas 296 11.1.5. Relación de cautivos rescatados en Argel en 1577 297 11.1.6. Información pedida por Rodrigo el 17 de marzo de 1578 298 11.1.7. Obligación de los Cervantes con Hernando de Torres 299 11.1.8. Certificación del duque de Sesa 300 11.1.9. Se piden cuentas a Doña Leonor de Cortinas 302 11.1.10. Tres documentos de marzo de 1579 303 11.1.11. Leonor y su hija Andrea entregan 300 ducados 304 11.1.12. Partida de Rescate de Miguel de Cervantes 309 11.1.13. Miguel pide, en Argel, Información de su cautiverio 310 11.1.14. Rodrigo pide Información del cautiverio de Miguel 311 11.1.15. Miguel pide, en Madrid, Información de su cautiverio 312 11.1.16. Memorial de Fr. Gil y Relación de rescatados en 1580 315 11.1.17. Se piden cuentas a doña Leonor de Cortinas 316 11.1.18. Testimonio del rescate de Cervantes y de otros cautivos 317 11.1.19. Poder de Leonor de Cortinas a Juan Fortunyo 317 12. Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes, según Felipe III 319 12.1. Boda de Cervantes con Catalina de Salazar / de Palacios 322 12.2. Miguel y Juana Gaitán, padrinos de velaciones en 1585 326 12.3. Velaciones de Cervantes con Catalina de Salazar 327 12.4. Miguel otorga carta de dote a Catalina 327 12.5. Miguel otorga Poder a Catalina de Salazar 329 12.6. Miguel, comisario al servicio del Consejero Guevara 329 12.7. Poderes otorgados por Miguel en julio de 1590 330 12.8. Miguel sigue de Comisario por Andalucía 331 12.9. Muerte del tío de Catalina, en Esquivias 334 4 12.10. Catalina en Esquivias, en febrero de 1597 335 12.11. Testamento de Fernando de Palacios, cuñado de Miguel 335 12.12. Acuerdo entre Catalina y su hermano Francisco 336 12.13. Miguel y Catalina, padrinos de boda de Isabel de Saavedra 336 12.14. Testamento de Catalina de Salazar Vozmediano en 1610 337 12.15. Catalina traspasa a su hermano el tercio y el quinto 338 12.16. Cervantes, Catalina y Tamayo de Vargas en Esquivias 341 12.17. Cervantes cambia, con frecuencia, su vivienda en Madrid 343 12.18. Cervantes se alistó en Congregaciones religiosas 345 12.19. Magdalena de Cervantes, hermana de la VOT 346 12.20. Catalina y Andrea, hermanas de la V. Orden Tercera 348 12.21. Cervantes, hermano de la V. Orden Tercera 349 12.22. Muerte de Miguel de Cervantes 351 12.23. Muerte de Catalina de Salazar y Palacios 352 12.24. Poder de Francisco de Salazar, cuñado de Cervantes 353 13. Las hermanas y la sobrina de Miguel de Cervantes 13.1. Andrea de Cervantes 355 356 13.1.1. Andrea de Cervantes estuvo en Sevilla 358 13.1.2. Nicolás de Ovando 358 13.1.3. Andrea en Madrid 362 13.1.4. Andrea emancipada: negocios, amores, pleitos 363 13.1.5. Andrea otorgó poderes, el 12 de octubre de 1571 363 13.1.6. Alonso Pacheco Portocarrero le pagará 500 ducados 364 13.1.7. Curaduría de doña Constanza de Figueroa 365 13.1.8. Andrea arrienda casa en la calle de La Reina 367 13.1.9. Andrea entrega 200 ducados para rescatar a Miguel 367 13.1.10. Andrea entrega 50 ducados para rescatar a Miguel 368 13.1.11. Carta de pago de Andrea a Jerónimo de Valladolid 369 13.1.12. Doña Andrea se aparta de Pleito 370 13.1.13. Finiquito de pleito el 28 de septiembre de 1599 371 13.1.14. El marqués de Villafranca, cliente de Andrea 371 13.1.15. Muerte de Andrea de Cervantes 373 13.2. Magdalena de Cervantes Cortinas 13.2.1. Magdalena otorga poderes el 8 de junio de 1574 5 374 375 13.2.2. La Obligación de don Alonso Pacheco en 1575 376 13.2.3. Juan Pérez de Arzega o Alcega 379 13.2.4. Curaduría de Isabel de Saavedra 380 13.2.5. Isabel de Saavedra, al servicio de su tía Magdalena 380 13.2.6. Magdalena en Valladolid, en 1605 381 13.2.7. Testamento de Magdalena de Cervantes 382 13.2.8. Codicilo de Magdalena de Cervantes 385 13.2.9. Muerte de Magdalena de Cervantes 386 13.3. Luisa de Cervantes o Luisa de Belén 387 13.4. Constanza de Figueroa o Constanza de Ovando 387 13.4.1. Pedro de Lanuza y Perellós firma y renueva Obligación 388 13.4.2. Muerte y entierro de Constanza de Ovando 14. Isabel de Cervantes Saavedra, hija de Miguel 389 391 14.1. Juan de Urbina 394 14.2. Luis de Molina 397 14.3. Capitulaciones matrimoniales entre Luis e Isabel Saavedra 402 14.4. Se fragua el desenlace 406 14.5. Cervantes y Urbina no pueden salir del Reino de Castilla 407 14.6. Juan de Urbina otorga poderes a procuradores 411 14.7. Molina e Isabel frente a los testamentarios de Urbina 413 14.8. Consecuencias de esta guerra 418 15. Miguel de Cervantes no nació en la Villa de Alcalá 421 15.1. Don Manuel de Lardizábal 421 15.2. La casa natal de Cervantes 425 15.3. Los Montoya 431 15.4. Juan Méndez de Contreras 435 15.5. Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición 437 15.6. Miguel de Portilla 439 15.7. Leonor Fernández de Torreblanca 443 15.8. La pobreza y miseria de la casa de Alcalá 444 16. Arganda en las obras de Cervantes 445 16.1. Argos 447 16.2. Uriaganda / Urganda 454 16.3. “Vivía a San Juan” 475 6 16.4. Penitencia en la “Peña Pobre” 476 16.5. Contrato de Urbina con un alarife argandeño 477 16.6. Procesión de disciplinantes 478 16.7. “Con la iglesia hemos dado, Sancho” 480 16.8. El Camino real a Cartagena pasa por la mitad de mi pueblo 486 16.9. Don Diego de Miranda 488 16.10. “La Isla” de Arganda, “Ínsula Barataria” 492 16.11. Mi madre se llamaba la “Reina Jaramilla” 500 16.12. Los toros más bravos que cría “Xarama” 504 16.13. Juan López de Vivanco 516 16.14 “Pedro de Urdemalas” 520 16.15. Gansos de Lavajos 529 16.16. El pastor Andrés 530 16.17. Horacio Vivaldo 532 16.18. Motín de Arganda 533 16.19. Fernández de Avellaneda 539 16.20. Dijo Sancho: “Yo soy famoso por sangre” 546 16.21. “Bachiller Carrasco” 547 16.22. Todos volverían a la casa de don Quijote 548 16.23. Cate si hay alguien que vaya a Madrid o a Toledo 550 16.24. Licenciado Pero Pérez 550 16.25. Soy hija de Pedro Pérez Mazorca, arrendador de lanas 551 16.26. El licenciado Pedro García, beneficiado 552 16.27. Pedro Laínez, poeta amigo de Cervantes 554 16.28. Subieron una cuesta […] descubrieron su aldea 557 16.29. Mujeres lavando en el Arroyo 559 16.30. “A la entrada del pueblo está nuestra casa” 560 16.31. “Por aquí pasó una compañía de soldados” 561 16.32. “Un rayo cayó en la picota” 562 16.33. Vargas y Cárdenas, protectores de Miguel de Cervantes 564 17.- Bibliografía 567 7 1.- INTRODUCCIÓN Alrededor de Miguel de Cervantes se fue creando y ampliando, desde los primeros momentos de su existencia hasta nuestro siglo XXI, como una nebulosa de misterio sobre su vida y lugar de nacimiento. Nadie, ni él mismo se preocupó por disiparla. De otros personajes, tenemos información clara y precisa acerca de su nacimiento, bautismo, niñez y juventud. De Miguel, todo es confuso. Se pone en tela de juicio, incluso, su identidad. Hay cervantistas que niegan rotundamente que el llamado Miguel de Cervantes Saavedra sea el que se bautizó en Alcalá como hijo de Rodrigo de Cervantes y su mujer Leonor de Cortinas. Aparece la partida bautismal de un Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares, casi al mismo tiempo del descubrimiento de otras posibles partidas en Consuegra y en Alcázar de San Juan. Los investigadores del XVIII, ya están dispuestos a hacerlo natural de la Mancha, pero Sarmiento, apoyado por Vicente de los Ríos, defiende la naturaleza alcalaína. De los Ríos da el golpe definitivo: convence a sus contemporáneos, con las “Pruebas”, sobre todo las “cronológicas”, de que el Miguel de Cervantes, autor del Quijote, es el niño de la partida bautismal de Alcalá. Recuerda Navarrete que si las escrituras bautismales de la Mancha se hubieran encontrado en el XVII, o a principios del XVIII, todos consideraríamos a Miguel de Cervantes Saavedra como manchego, como natural de Consuegra o Alcázar de San Juan. Y con esta naturaleza, pasaría a la Historia. Muy agradecidos tienen que estar Cervantes y Alcalá, al fraile de la memoria prodigiosa, al benedictino gallego Martín Sarmiento que, en 1752, recuerda lo leído en 1717, nada menos que 35 años antes. Convencidos de que Cervantes es natural de Alcalá, los grandes cervantistas del XVIII, fueron víctimas de un grave error o equivocación, no percibido por ellos: “Tenían un desconocimiento absoluto sobre la Historia del Valle del Henares”. La extensión del territorio jurisdiccional de la “Ciudad de Alcalá de Henares” que ellos conocían en la segunda mitad del “Siglo de las Luces” no pasaba de un simple remedo de la que poseía la “Villa de Alcalá de Henares” de mediados del XVI, cuando seguía siendo la capital o cabeza del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”. Sus escasos conocimientos históricos sobre Alcalá impedían, a estos grandes cervantistas, relacionar la “Ciudad de Alcalá de Henares” de mediados del XVIII, con la 8 “Villa de Alcalá de Henares” de mediados del XVI. Desde 1118, la “Villa de Alcalá de Henares” era la cabeza rectora de un extenso alfoz que se extendía desde sus límites con Talamanca, Guadalajara y Mondéjar hasta Perales de Tajuña y Arganda, posesiones alcalaínas fronterizas con La Mancha, con Segovia y con Madrid. Cuando Carlos II firma en Aranjuez a cinco de mayo de mil y seiscientos y ochenta y siete años la concesión del título de Ciudad a la dicha Villa de Alcalá de Henares, ésta no es sino el esqueleto descarnado de un gigante. La nueva ciudad sólo extiende su poder sobre el terreno circundado y protegido por las murallas y una pequeñísima extensión de su antiguo campo o alfoz. En el Acta de recepción del título de Ciudad por el Concejo de Alcalá de Henares celebrado, jubilosamente, a diez y nueve días del mes de mayo de mil seiscientos y ochenta y siete años, no firman ni están presentes los representantes de las veintitantas aldeas del antiguo Alfoz de la Villa de Alcalá de Henares. ¡Qué lejos quedaba aquel histórico 22 de febrero de 1509! En efecto, unos doscientos años antes, ese 22 de febrero, los representantes del Común de la Villa y Tierra de Alcalá de Henares, los representantes de más de 25 aldeas de Alcalá, habían jurado, ante el Corregidor Pedro de Cervantes, guardar y cumplir el nuevo fuero de Cisneros. Desde su reconquista, en 1118, hasta el XVI Alcalá de Henares estaba constituido por “la Villa”, -rodeada o protegida de murallas-, y “el Alfoz”, -sembrado de más de veinte aldeas-. Los ilustrados del XVIII-XIX sólo reconocían por Alcalá a la villa, entonces ciudad de Alcalá de Henares. Al alfoz de la antigua villa no se lo relacionaba con Alcalá. Había en esta antigua Tierra de Alcalá de Henares más de veinte ayuntamientos totalmente desligados de Alcalá, su antigua cabeza rectora. La historia del “Gran Alcalá”, del “Alcalá renacentista de Cisneros”, -que ellos desconocían-, sí, la conocían, con nostalgia, muchos intelectuales nacidos en la Villa como el historiador Miguel de Portilla y Esquivel. Los cervantistas de mediados del XVIII no habían leído la Historia de Compluto, editada en la ciudad de Alcalá entre 1725 y 1728. Y tenía Alcalá sus ciertos derechos en los lugares de su jurisdicción, a título de su Cabeza […]. Consta ser estas villas y aldeas las siguientes, que pondré por el orden […]. Ajalvir, Camarma de Esteruelas, Daganzo de abaxo […], Torrejón de Ardoz […], Valdemora […], Arganda, Ambite, Anchuelo, Bilches o Bielches […], Campo Real 9 […], Lueches, Olmeda, Orusco, Perales de Tajuña […]. Son treinta lugares y eran villas antiguas los veinte y cinco; y así decimos comúnmente las veinte y cinco villas de nuestra Jurisdicción. (Portilla, Historia de la ciudad de Compluto, 1725, pp.273274). ¡Honor y gloria a los cervantistas del XVIII! No podían leerlo todo. Algunos no eran de Alcalá, ni siquiera de Madrid. Juzgaron y actuaron y escribieron según la realidad presente, la que tenían delante: una ciudad, Alcalá; y muchas villas limítrofes o cercanas a esta ciudad. Si en las escrituras y documentos oficiales se afirmaba y repetía que Cervantes era de Alcalá de Henares, ¿por qué dudarlo? En la Castilla que ellos conocían sólo existía como “Alcalá de Henares” esta ciudad que ellos conocían y pisaban y recorrían y disfrutaban y saboreaban. Los seguidores de Sarmiento, Ríos, Pellicer, Nasarre, Navarrete, etc. tampoco se preocuparon de la historia alcalaína en los tiempos anteriores al “Siglo de la Razón”. Se dejaron arrastrar por la corriente cultural de su época. Cuando encontraron obstáculos como al enterarse de la naturaleza argandeña de la madre de Cervantes, estos discípulos de Pellicer y Ríos acudieron al motivo tan socorrido de la enemistad: “Leonor no tuvo a sus hijos en Arganda, porque estaba enemistada con sus padres, que no querían aceptar su matrimonio”. Siendo hija única y, por tanto, heredera universal de una rica y gran casona de Arganda, se marchó a vivir con su marido a Alcalá y allí, en la pobreza y miseria, nacieron sus hijos. Afirman que si no existiera esta enemistad, Leonor bautizaría a sus hijos en Arganda. Refuerzan la teoría del rompimiento entre Leonor y sus padres, los Cortinas, con la constatación documental de que ningún Cortinas acudió al bautismo de los hijos del matrimonio de Leonor. En las partidas bautismales de los retoños de Leonor de Cortinas, no aparece este apellido Cortinas, según los cervantistas de todos los tiempos, incluso los del siglo XXI; pero sí, el apellido Cervantes. Esto no se corresponde con la realidad: en las actas bautismales de los hijos de Leonor y Rodrigo no aparecen, ni el apellido Cortinas ni el apellido Cervantes, como tendremos ocasión de comprobar. Los apellidos no son confirmatorios de nada en el siglo XVI. Todos, hombres y mujeres, podían cambiar de apellido, según la conveniencia. El cardenal de Toledo Don Bernardo de Sandoval y Rojas firmaba a partir de 1599, alterando el orden de sus 10 apellidos, según la ocasión. Catalina –mujer de Cervantes- aparece con distintos apellidos en los diversos documentos. Lo mismo sucede con Magdalena de Cervantes. Trataremos de desmontar documentalmente las, más que falsas, inciertas afirmaciones con las que, al mismo tiempo que se refuerza la relación entre Cervantes y Alcalá, se afianza la creencia en un rompimiento afectivo y de convivencia entre Leonor y sus padres y parientes, los Cortinas de Arganda, de Barajas, de Morata, de Cuenca o de Madrid. En las citas documentales trataremos de acercar las grafías a la actualidad cuando lo veamos necesario; pero procuraremos conservar las que no perturben la comprensión del texto. Así aparecerá Cervantes / Cerbantes / Zervantes, siguiendo el texto citado. Podrá encontrarse Bozmediano / Bosmediano / Vozmediano; diez / dies; yba / yva / iba; hera / era; doscientos / docientos; Laínez / Laynez; an / han. etc. Se repetirán, en ocasiones, algunos documentos para poder apoyar mejor los distintos matices, aspectos o momentos biográficos de Miguel y de sus familiares. Cualquier documento puede ser estudiado desde distintos puntos de vista, atendiendo ya sea a la o las informaciones que aporta, los personajes que en él se reflejan, las fechas que en él aparecen, las relaciones que implica entre los personajes citados y los que debiendo aparecer en él, están ausentes. Hay unas cuantas ideas, diríamos motrices, que influyen en el trabajo como son: ausencia o presencia de los apellidos Cervantes y Cortinas; valor documental de los apellidos en estos Siglos de Oro y en los tiempos anteriores; y valor documental de las partidas de bautismo, de las partidas de bodas y de las partidas de velaciones, sobre todo, cuando las combinamos con la presencia o ausencia de apellidos. 11 2.- ARGANDA, DE ALDEA A VILLA 2.1.- Arganda, aldea de Alcalá Alcalá, conquistada el 3 de mayo de 1118 1 por las huestes del arzobispo toledano dom Bernardo, pasó a ser territorio de la Corona hasta que, el 10 de febrero de 1129 2 , por documento firmado conjuntamente entre Alfonso VII y su esposa doña Berenguela 3 , el castillo de Alcalá y sus tierras se convirtieron en señorío eclesiástico de carácter territorial y jurisdiccional, perteneciente al arzobispado de Toledo 4 . En esta donación se incluían sus términos antiguos: las tierras, prados, ríos, pesquerías, viñas, huertas, montes, villas y aldeas […]. Ni en la carta de donación regia ni en otro documento contemporáneo se han podido obtener referencias precisas sobre la extensión territorial […]. El documento de 1129 dice que los términos entregados […] a Alcalá son aquéllos que ésta tenía desde los tiempos de Alfonso VI e incluso de la época sarracena […]. Se organizan en comunidades de villa y tierra. Alcalá, la villa más poderosa, extiende su dominio entonces hacia las aldeas vecinas y se erige en su cabeza 5 . Se organiza políticamente todo el territorio alcalaíno como una “Unidad de Villa y Tierra” dependiente jurídica, política, religiosa y administrativamente de una 1 FRANCISCO JAVIER GARCÍA GUTIÉRREZ, “Alcalá islámica: Ocupación musulmana y reconquista”, Alcalá de Henares. Páginas de su Historia. 2003. XII Curso de Historia, Arte y Cultura, Alcalá de Henares: Institución de Estudios Complutenses, 2003, pp. 23-31. - JOSÉ DEMETRIO CALLEJA CARRASCO, Obras Completas. Ed. Facsímil. Alcalá de Henares: Institución de Estudios Complutenses, 2000, p. 87. - MIGVEL DE PORTILLA Y ESQVIVEL, Historia de la civdad de Complvto, vvlgarmente, Alcalá de Santivste, y ahora de Henares. Parte I. Alcalá: Joseph Espartola, 1725, “Prólogo”. 2 JESÚS FERNÁNDEZ MAJOLERO, “Un privilegio del Rey Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295”, Anales Complutenses, XIV. (2002), p. 227. -ANTONIO CASTILLO GÓMEZ, Alcalá de Henares en la Edad Media. Territorio, sociedad y administración, 1118-1515. Alcalá de Henares, 1989, p.115. 3 FRANCISCO VIANA GIL, RAQUEL Mª Y LOURDES, Alcalá de Henares, Historia, tradiciones y leyendas, Alcalá, 1997, p. 45. 4 MARÍA JESÚS VÁZQUEZ MADRUGA, “La donación de Alcalá a los arzobispos de Toledo”, Alcalá de Henares. Páginas de su Historia. 2003. XII Curso de Historia, Arte y Cultura, Alcalá de Henares: Institución de Estudios Complutenses, 2003, pp. 81-99. 5 GARCÍA VALCÁRCEL, ÉCIJA MORENO Y SOLEDAD VALCÁRCEL, Arganda del Rey, Ayuntamiento de Arganda del Rey, 2003, pp. 39-40. 12 autoridad única que gobernará la villa de Alcalá y las veinticinco6 aldeas de su jurisdicción hasta mediados o finales del XVI. El Gobernador será nombrado por el arzobispo de Toledo, Señor y dueño natural del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”: En Alcalá, cabecera de la comunidad de villa y tierra, estaban los centros administrativo, eclesiástico, judicial y comercial; se regían, pues, todos por los mismos fueros y leyes. La organización de la tierra estaba formada por una serie de divisiones menores, normalmente conocidas como sexmos, ochavos o cuartos, con una funcionalidad propiamente administrativo-fiscal, pero que en los primeros tiempos de la repoblación también sirvieron para la organización del espacio y la distribución de la población. La tierra de Alcalá estaba organizada en cuartos, que eran unidades administrativas y fiscales, al frente de las cuales se encontraba un sexmero. La relación de cuartos y aldeas la encontramos en unos documentos, de fines del siglo XV y de comienzos del XVI, de pleitos sobre una serie de diversas cuestiones (pastos, avecinamiento, etc.) 7 . La forma de organización del territorio de Castilla la Nueva o zona de allende los puertos (territorio del Reino de Toledo, y los localizados al sur del río Duero y de la Sierra Central) fue la de los Comunes de Villa y Tierra, forma política y social muy peculiar y de características únicas en la Europa medieval. El origen de esta forma de organización del territorio es, en parte, romano-visigodo, por el predominio de la urbs sobre el territorium. Y su fundamento es la sociedad rural 8 . Refiriéndose a la aldea alcalaína de Ambite, afirma Mayoral Moraga: Fue, como decimos, una de las aldeas del alfoz complutense. Estas poblaciones que compusieron el Común de Villa y Tierra alcalaíno, se extructuraron en la Baja Edad Media en cinco “cuartos” o “sexmos”, uno de los cuales era el llamado de “Las Cámaras”, compuesto por aquellos lugares en los que el arzobispo de Toledo, señor de 6 La relación (legajo núm. 2158) de los fechos de la Secretaría de la Cámara del Estado y Gracia y Justicia de Castilla, de fecha 13 de marzo de 1571, en el apartado “Alcalá de Henares y su Tierra” cita 26 aldeas encabezadas por la Villa de Alcalá de Henares. 7 JESÚS ANTONIO DE LA TORRE BRICEÑO, Historia de la villa de Campo Real, Madrid: Ayuntamiento de Campo Real, 2003, p. 93. 8 ANTONIO HERRERA CASADO, Historia de la villa de Almonacid de Zorita, Guadalajara, 2004, p. 28. 13 esta tierra, tenía casas, palacio o lugar donde establecer su corte. Fueron estas aldeas: Santorcaz 9 , Los Santos de la Humosa, Ajalvir, Daganzuelo y Ambite. No conocemos de todas ellas los edificios de directa posesión arzobispal. En el caso de Santorcaz, es obvio que se trata del castillo. Para Ambite tenemos también referencias muy tempranas que nos hablan de la casa que el Primado de las Españas tenía aquí. Se trata de un documento dado en Toledo, a 10 de julio de 1238, en el que el arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada funda veinte capellanías, catorce de ellas en la nueva catedral, para cuya dotación ofrece, entre otras rentas, las emanadas de “la casa de Embit” 10 . Estos cuartos comprenderían cada uno varias aldeas. El cuarto de Arganda abarcaba las, entonces, aldeas de Arganda, Loeches, Torres y Pozuelo. Afirma Torre Briceño (2003, p. 95) que, en un documento de principios del XVI sobre ordenanzas de la tierra, aparece junto a cada aldea el número de ‘vecinos de procomún’ que son los que asignan en relación a los bienes de cada lugar para la aportación que éste tenía que desembolsar de contribución al común. Según el mismo investigador, Torre Briceño, el cuarto de Arganda se llama, en este documento, cuarto de Lueches y lo integran: Lueches, 15 vecinos y ¼; Arganda, 21 vecinos y ½ de Vilches y Valtierra; Torres, 15 vecinos y ¼ de Baeçuela. El Común era, pues, una organización de los pueblos, de sus Concejos, y de sus habitantes. Tenía una función política y económica. La política, consiste en reunir a los representantes de las aldeas y la villa, y decidir entre todos su futuro. La económica, poseer bienes (fundamentalmente dehesas, pastos, molinos y presas, quizás salinas, también bosques) y administrarlos y aprovecharlos conjuntamente. (Herrera Casado, 2004, p. 31). Esta organización, según Mayoral Moraga, estuvo en vigor desde 1129 hasta el XVI, siglo a lo largo del cual las aldeas consiguieron la carta de villazgo y, en consecuencia, la independencia jurisdiccional, política, fiscal y administrativa. Comenzó Santorcaz, que la consiguió ya en 1486, y fue la última Arganda, que se 9 S. Torcaz en 1530, era una villa independiente, dentro de la “Mesa Arzobispal de Toledo” y tenía 424 pecheros, según el CENSO DE POBLACIÓN DE LAS PROVINCIAS Y PARTIDOS DE LA CORONA DE CASTILLA EN EL SIGLO XVI, Madrid en la Imprenta Real, 1829, p. 73. 10 MIGUEL MAYORAL MORAGA, “La villa de Ambite y su iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Estudio histórico previo para el proyecto de actuación arqueológica”, Anales Complutenses, XIV. (2002), pp. 149-150. 14 independizó en 1580. Perales 11 , ¿en 1517?; Orusco, Pezuela, Tielmes, Torrejón y Villalbilla, en 1554; El Campo, Loeches y Torres, en 1555; Valdilecha, en 1556; Carabaña, en 1557; El Villar, en 1561; La Olmeda y Valverde, en 1564. Ya próxima la independencia de Corpa y Pozuelo de Torres, recurre la Villa de Alcalá: Por parte del concejo, justicia, regidores, cavalleros, escuderos, oficiales e omes buenos de la dicha villa de Alcalá de Henares e nos fue fecha relación diziendo que veinte e quatro lugares que tenía debaxo de su jurisdicción se le avían eximido o libertado los qui[n]ze y que si diésemos lugar a que se eximiesen aora los dichos dos lugares de Corpa y El Pozuelo de Torres, no le quedaban sino quatro, los más pequeños e inútiles de su tierra, que son Arganda, Camarma, Anchuelo y Los Hueros, e que siendo la dicha villa uno de los más antiguos e nobles pueblos del Arzobispado de Toledo e donde estaba una iglesia e Universidad tan principal e señaladas, no hera justo que quedasen sin jurisdicción, lo qual sería causa que, en tiempo de necesidad e carestía, quedasen sin provisiones e mantenimientos [...] 12 . M. Vicente Sánchez Moltó considera, apoyándose en un documento del 6 de septiembre de 1541, que Los Santos, Ambite, Ajalvir y Anchuelo ya poseerían la carta de villazgo en este día 6 de septiembre de 1541. Afirma también que a partir de 1574 las aldeas obtendrán simultáneamente el título de villazgo y la exención. Estos son los casos de Perales ese mismo año, Corpa y Camarma en 1578, Arganda en 1581 o Los Hueros en 1583 13 . Sin embargo, hubo un corto espacio de tiempo en el que algunas de estas aldeas, dependientes de Alcalá, pasaron a depender de Segovia. En efecto, Alfonso VIII, agradecido a Segovia y molesto por la poca colaboración de Alcalá en la batalla de Alarcos, firmó un documento el 11 de febrero de 1188 por el que entregaba a Segovia 19 aldeas que hasta el momento eran de Alcalá. Sabemos, por otro documento firmado 11 En el censo de 1530, se considera a Perales de Tajuña como villa independiente, con 215 pecheros. Estaba dentro de la Jurisdicción de la “Mesa Arzobispal de Toledo”. (Censo de…, 1819, p. 73). En el Censo de 1571, sólo tiene 200 vecinos y se la cita dentro de la Jurisdicción del “Arzobispado de Toledo”, y perteneciendo, lo mismo que Morata al “Común de Villa y Tierra de Brihuega”. (Censo de Población … pp. 73 y 345) 12 MIGUEL MAYORAL MORAGA, “La pugna monárquico-señorial por el control de los grandes concejos al final de la Edad Media: nombramiento de justicias y cartas de villazgo alcalaínas”, Anales Complutenses, XVII. (2005), pp. 279-290. 13 M. VICENTE SÁNCHEZ MOLTÓ, “De la Tierra de Alcalá al Común de las veinticinco Villas”, Alcalá de Henares. Páginas de su Historia. 2003. XII Curso de Historia, Arte y Cultura, Alcalá de Henares: Institución de Estudios Complutenses, 2003, pp. 117-149. 15 en Palencia el 25 de marzo de 1190, que estas 19 aldeas estaban situadas entre el Tajuña y el Henares: Ambid, Arganda, Perales, Lueches, Caravanna, Orusco, El Alameda (Olmeda de las Fuentes), Campo de Almiraeg, Tielmes, El Quexo (Valverde de Alcalá), Pezola, Valdehecha, Valdetures (Torres de la Alameda), Valmores, Valtierra, Vilches, El Villar, etc. Tras la derrota de Alarcos, el nuevo arzobispo toledano, don Rodrigo Jiménez de Rada, predicó en Europa una cruzada española contra el peligro almohade. Consiguió que muchos homes de ultrapuertos, o europeos, engrosaran el gran ejército que formaban las Órdenes militares y los reinos cristianos de Navarra, Aragón y Portugal bajo el mando estratégico del Rey de Castilla. Con este formidable ejército, según la I Crónica General, fueron los moros tan quebrantados que nunca después cabeza alzaron en España. En las Navas de Tolosa se batieron heroicamente todos; pero más, si cabe, “la vanguardia formada por las Órdenes militares, los vizcaínos del Señor de Haro y Vizcaya, y los navarros de Sancho VII”. El Rey don Alonso de Castilla, y el Rey don Pedro de Aragón, con sus gentes, y todas las Órdenes de Caballería [...] passaron adelante, y ganaron los castillos de Alarcos, Caracuel, Benavente, y Almodóvar [...]. Estando los Exércitos en Alarcos llegó el Rey don Sancho de Navarra con sus gentes como estaba concertado [...], y llegados a Salvatierra, hicieron asentar sus reales en un llano cerca del castillo [...]. Ya en esto, don Diego López de Haro, señor de Vizcaya avía embiado a don Lope Díaz su hijo con alguna gente escogida, para que tomasse lo alto del puerto [...]. En la delantera yva don Diego López de Haro, señor de Vizcaya, con los vizcaínos y con los Concejos [...]; tras él, yva el conde don Gonzalo Núñez de Lara, con los Freyles Cavalleros de las quatro Órdenes de Calatrava, Sanctiago, Sant Juan y Templarios. A un lado yva don Ruy Díaz, señor de los Cameros [...]. Al fin yva el Rey don Alonso con el Arzobispo don Rodrigo [...]. También los Reyes de Navarra y Aragón ordenaron sus gentes como convenía [...]. El Rey don Sancho de Navarra […] rompió este cerco de cadenas y, con muchos de sus cavalleros entró en él, donde hizieron grande mortandad en los moros [...] 14 . Agradecido, Alfonso VIII, y con temores de conciencia, devolvió las 19 aldeas a Alcalá, facta carta apud Burgos, rege expediente, die XXI Julii, Era MCCLII, tertio 14 FREY FRANCISCO DE RADES Y ANDRADA, Chrónica de la Orden y Cavallería de Calatrava, Toledo, 1572, folios 28-30. 16 videlicet anno postquam Ego, praedictus Aldefonsus Rex Almiramomenum Regem de Marrocos apud Navas de Tolosa campestri praelio devici [...] 15 . (Archivo Municipal de Arganda del Rey 16 : Libro 97/32). Puede verse un amplio estudio comentado de la entrega a Segovia de estas aldeas y de la posterior devolución a Alcalá en Miguel Mayoral Moraga. (2002, pp. 151-157). Los límites de Alcalá eran por el Norte la Comunidad de Talamanca, por el Oeste la de Madrid, por el Este las de Guadalajara, Zorita y Almoguera, y por el Sur el sexmo segoviano de Valdemoro y Morata de Tajuña. (Sánchez Moltó, 2003, p. 125). Morata y Valdemoro debieron de salir pronto de la jurisdicción de Segovia. La aldea de Morata, que pertenecía en 1530 al “Común de Villa y Tierra de Illescas”, tenía 490 pecheros. (Censo de …, 1829, p. 73). Pero, en 1571 pertenecía al “Común de Villa y Tierra de Brihuega” y tenía sólo 350 vecinos. (Censo de…, 1829, p. 345). Valdemoro, que pertenecía al “Común de Villa y Tierra de Illescas”, tenía, en 1530, 926 vecinos, pero en 1571, sólo eran 750. (Censo de…, 1829, pp.73 y 345). En un apeo del Campillo (Arganda) de 1526, se afirma: Que los cavalleros del Campo dalcalá de cuarenta años a esta parte cada vez que hallavan arado o rrompido hasta el dicho mojón prendavan los bueyes e mulas a los que hallaban arando e las llevavan a Alcalá, e también que los de Chinchón e tierra de Segovia prendaban a los que pacían desde el dicho mojón susodicho, que se renovó hacia el Campillo. Allí junto, fue preguntado si los prendían allí los de Chinchón o de Segovia agora, dijo que de más de diez años a esta parte que el licenciado Avellaneda, vicario de Alcalá, partió los términos entre Morata e Alcalá [...] 17 . La legislación por la que se rige el “Común de Villa y Tierra de Alcalá” es el fuero que en 1135 18 había otorgado el arzobispo don Raimundo al pequeño burgo de San Justo. Es un fuero muy extenso de 304 artículos que abarcan según Torre Briceño: 15 MANUEL RODRÍGUEZ-MARTÍN Y CHACÓN, Arganda Del Rey. Apuntes para su Historia, Arganda, 1980, p. 111. 16 En adelante se le nombrará por las siglas (A.M.A.R.). 17 ARCHIVO MUNICIPAL DE ALCALÁ DE HENARES, leg. 833/1. - JOSE BARROS CAMPOS, “La Ínsula Barataria”, Anales Complutenses, IX. (1997), p. 309. 18 FRANCISCO JAVIER DÍAZ GONZÁLEZ, “La guerra en los fueros medievales de Alcalá de Henares. SS. XII y XIII”, Anales complutenses, XV. (2003), pp. 49-58. 17 [...] un amplio campo, a través de una heterogénea gama de disposiciones que van desde materia civil, penal o procesal hasta la administrativa, política, fiscal y laboral, e incluso moral de la comunidad. Resuelve los casos de deshonra, organiza los gremios, regula los pesos y medidas, tasa el precio de los alimentos y, en especial, el de los pescados, fija el horario de la jornada de trabajo, sentencia pleitos [...]. (Torre Briceño, 2003, p. 95). El cardenal Cisneros refundió el viejo y extenso fuero de 1135 así como las modificaciones de 1223. Otorgó un nuevo y reducido fuero, que igualaba en derechos y obligaciones a todos los alcalaínos, sin distinción de villa o aldea. Constaba de 142 artículos y fue promulgado, en Alcalá, el 6 de febrero de 1509. Pedro de Cervantes, nuevo corregidor y justicia mayor del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”, convocó al Concejo el 22 de este mes de febrero, a campana tañida. Los representantes de las aldeas y villas, presentes ante el corregidor y su teniente-corregidor, Juan de Cervantes (abuelo paterno del “Manco de Lepanto”), juraron guardar y cumplir todo lo contenido en el fuero de Cisneros recién promulgado. 2.2.- Arganda, villa independiente El nuevo código de 142 leyes, recopilado por Cisneros, tuvo vigor en las veinticinco aldeas hasta el día en que cada una consiguió el villazgo y la independencia. Por lo que respecta a Arganda, organizó su vida económica, social, fiscal, familiar y religiosa hasta que esta aldea se convirtió en villa. Arganda fue considerada villa independiente, por Cédula de Felipe II, dada el 25 de noviembre de 1580. En el folio 12 de un tomo de 43,5 x 29 centímetros, con cubierta de pergamino, encontramos la Cédula de S.M., para que se tome posesión de Arganda. Su fecha, 25 de noviembre de 1580. Su tenor el siguiente: […]. A Vos, el Alcalde Mayor e justicia de la villa de Arganda, Concejo, alcaldes, regidores, oficiales y hombres buenos de ella […]. En la villa de Arganda, que hasta ahora ha sido aldea y jurisdicción de la villa de Alcalá de Henares, a nueve días del mes de diciembre de 1580 años, el Muy Magnífico Señor Juan de Salas, Juez de S. M., para 18 la posesión de la dicha villa, habiendo sido entregada la Cédula de S. M. […], dijo e mandó […] se le notifique […] al Alcalde Mayor o Corregidor […] de Alcalá de Henares […] en cuya jurisdicción ha estado Arganda, para que le conste de cómo S.M. la ha desmembrado y apartado […]. De aquí adelante, ni el dicho Corregidor, ni otra ninguna justicia […] se entrometan […] en la dicha villa de Arganda ni en su término. (Archivo Municipal de Arganda, Don Phelippe, Segundo deste Nombre. En RodríguezMartín y Chacón, Arganda del Rey, Apuntes para su Historia, pp. 240-246). A partir de esta fecha, Arganda no será aldea de Alcalá. Será villa independiente. Sus moradores dejarán de ser alcalaínos para llamarse argandeños. Pero, realmente, Arganda no consiguió su independencia sino que fue entregada a Sebastián de Santoyo, Ayuda de nuestra Cámara, a quien vendemos la dicha villa 19 . Este Sebastián Santoyo, que sólo mantendrá el señorío por unos meses, era el hijo primogénito de Francisco de Nevares de Santoyo, Contador de la Santa Cruzada y Contador de Su Majestad, e Isabel de Lerma y Velasco, los cuales habían ido adquiriendo tierras […] en Tielmes, Carabaña, Orusco, Valdilecha, Colmenar de Oreja […]. Su hijo Sebastián Cordero de Santoyo […] adquirió la propiedad de Vilches. (García Valcárcel y otros, Arganda del Rey, 2003, p. 47). El Concejo de Arganda recurrió, ante el Rey, contra esta venta a Santoyo. Como consecuencia, Felipe II firmó, en Lisboa el 12 de Septiembre de 1581, una nueva Cédula de independencia de Arganda. Nombró Juez comisionado, para tal fin, al licenciado Francisco de Morales y le ordenó: meteréis en nuestro nombre, en la posesión de la Jurisdicción [...] a la dicha villa de Arganda, para que esté y permanezca siempre en nuestra Corona y Patrimonio real. (Barros Campos, “Arganda en su esplendor”, 1997, p. 30). De aquí procede la no coincidencia de los historiadores cuando se refieren a la fecha de la independencia de Arganda. Si por independencia entendemos su separación del Concejo de Alcalá y su conversión en Villa, Arganda logró la independencia el 25 de noviembre de 1580. Si por independencia entendemos la libertad de los argandeños 19 JOSÉ BARROS CAMPOS, “Arganda en su esplendor (1561-1613)”, La Casa del Rey. Cuatro siglos de Historia, Madrid: Ayuntamiento de Arganda, 1997, p. 30. 19 para elegir a sus autoridades municipales, Arganda logró su independencia el 12 de septiembre de 1581. Morales llegó a Arganda el día 21 de septiembre y convocó al pueblo a un “concejo abierto”, en la Plaza de la Iglesia, para el domingo 24 tras la Misa mayor. En este concejo, acompañado del general extremeño Alonso de Vargas y del prócer madrileño don Diego de Vargas, recibió las varas de mando y anuló todos los cargos anteriores. A continuación, el Procurador General saliente, Gabriel Crespo, leyó la Cédula de la libertad de Arganda y se comprometió ante Morales, en nombre de todos, a pagar a Grimaldo y a Santoyo lo mismo y en los mismos plazos que ellos debían pagar. Asistió a todo ello como testigo, el vizcaíno, nacido en Vergara, y Canciller Mayor del Reino, Jorge Olalde de Vergara, que era vecino de Arganda. Se procedió luego a la elección de nuevos cargos del Concejo. Morales entregó a cada uno la vara de mando y la posesión del cargo, desde ese día 24 de septiembre de 1581 hasta la Navidad de 1582. Ordenó Morales que, para el día siguiente lunes 25: los pueblos lindantes vengan para amojonar los términos jurisdiccionales de Arganda. Protestaron este amojonamiento las villas de Alcalá y Madrid; pero Morales, haciendo caso omiso de la protesta, presentó al Rey su nuevo deslinde, que coincidía con el amojonamiento hecho el año anterior por el Juez comisionado, Juan de Salas. A partir de ese domingo 24 de Septiembre de 1581, Arganda dejaba de ser tierra e jurisdicción de Alcalá, fórmula que encabezaba los documentos del Concejo desde su creación en 1129 hasta esta fecha. Realmente, ya se había independizado de Alcalá el 25 de noviembre de 1580. Era la última o penúltima de las 25 aldeas que lograban la independencia. Sin embargo, esta modificación no afectaba a las antiguas aldeas, -en estos años despoblados-, Vilches y Valtierra. Seguían bajo la misma jurisdicción administrativa que habían tenido hasta entonces. Los documentos de los escribanos argandeños, anteriores al 25 de noviembre de 1580, repiten frases como las siguientes: Arganda tierra e jurisdicción de la villa de Alcalá de Henares. (A.M.A.R. Libro 1/1, folio 141 r), o Regimiento del lugar de Arganda, tierra y jurisdicción de la villa de Alcalá. (A.M.A.R., Libro 1/1 fol. 196). Esta última fórmula la usó un concejo celebrado el día 20 de enero de 1580. Sin embargo, sea por culpa de los escribanos, o por rutina y despiste de las personas mayores, aún se encuentran, pasado el 24 de septiembre de 1581, fórmulas escritas como: Martín de Ibarra de la villa de Arganda que es tierra de Alcalá. Esto se escribe en marzo de 1583. (Libro 4/1 del A.M.A.R., folio 53). 20 Arganda obtenía la categoría de villa totalmente independiente. Los argandeños dejaban de ser “alcalaínos, vecinos y naturales de Alcalá”, como habían sido considerados hasta ese día, ya que los aldeanos y pueblerinos recibían el gentilicio de la villa a la que pertenecían. Desde septiembre de 1581, ya no eran alcalaínos. Ya no pertenecían a la villa de Alcalá de Henares. Podían proclamar a los cuatro vientos su naturaleza de “argandeños”. Su aldea era, ¡por fin!, ¡VILLA! Tenían una personalidad propia: ¡eran argandeños! ¡Eran vecinos y naturales de Arganda! ¡Dejaban de ser vecinos y naturales de Alcalá de Henares! Hasta ese venturoso domingo 24 de Septiembre de 1581 los vecinos de la aldea de Arganda firmaban sus documentos y solicitudes oficiales como “naturales y vecinos de Alcalá”. Algunas veces apostillaban: “de Alcalá que está en Castilla” o, también, “de Alcalá que es tierra de Castilla”. Esto indica que Alcalá, a secas, no era conocida en toda la España de los siglos XVI y XVII. Si Alcalá no era conocida en todo el Reino porque había otras poblaciones llamadas Alcalá, ¿quién iba a conocer a Arganda, a Valtierra o a Perales fuera de los límites comarcanos más reducidos? ¿Cuántos vecinos de la ciudad-capital, Madrid, pueden situar los actuales pueblos o aldeas: Valtierra, La Poveda o Vilches? Son pueblos de Arganda y distan alrededor de 30 kilómetros de la Capital de España. Un argandeño de mediados del siglo XVI gritaría con orgullo incontenible en Sevilla, en Valencia, o en Valladolid: ¡Soy alcalaíno! ¡Así se consideraba Miguel de Cervantes! Todos lo envidiarían y lo mirarían con respeto y admiración, pensando en la Universidad renacentista de Cisneros. Si gritara: ¡Soy argandeño! ¿Quién sabría, en 1579, de dónde era? Nadie, a menos que viviera en lugares cercanos a Arganda. Esta situación jurídico-administrativa sigue existiendo en muchos municipios de España, la mayoría situados al norte de Madrid, aunque también existen al sur, sobre todo en Extremadura y Andalucía. Cuando un ayuntamiento extiende su jurisdicción sobre varias aldeas, todos los habitantes de estas aldeas se consideran y firman sus documentos oficiales como naturales y vecinos de este ayuntamiento. Lo cual no impide que entre ellos se consideren vecinos distintos y diferenciados, de cada una de estas aldeas, también distintas y diferenciadas. Todos los que tenemos la suerte de haber nacido en España, gallegos, vascos, ceutíes, andaluces, valencianos, canarios o extremeños nos consideramos españoles cuando vagamos por el extranjero, pero aquí, dentro de nuestra nación, somos asturianos, navarros, catalanes, aragoneses, vascos o murcianos y queremos que ganen nuestros equipos, los de nuestras ciudades. Aquí 21 somos canarios, melillenses o riojanos; fuera de nuestras fronteras, sólo somos españoles. En el actual Ayuntamiento de Arganda, los vecinos nacidos en Valtierra, Vilches, Puente Arganda, La Poveda, etc. firman sus documentos oficiales como nacidos o naturales de Arganda. Los mayores de setenta años, -en 2009-, nacieron, casi todos, en sus aldeas respectivas y en la casa de sus abuelas (generalmente maternas), con la ayuda de una matrona. Sin embargo, en el reverso de su D.N.I. consta: Nació en Arganda. ¡Mentira! Nació en Puente Arganda, a dos kilómetros de Arganda. Actualmente nacen en la maternidad respectiva. En el reverso del D.N.I. de los vecinos de Tres Cantos, mayores, –en este enero de 2009- de 18 años, se lee: Nació en Colmenar Viejo. Realmente, muchos nacieron en el antiguo pueblo de Tres Cantos, en la casa de los abuelos y con la ayuda de una comadrona. Hay una gran diferencia en el D.N.I. de los actuales vecinos de Tres Cantos: en el de los jóvenes se lee: Nació en Tres Cantos; en el de los mayores consta: Nació en Colmenar Viejo. ¡Todos, o casi todos, nacieron en Tres Cantos! Pero, hasta hace unos años, Tres Cantos no era ayuntamiento, sino pueblo, aldea grande de Colmenar Viejo. Los vecinos de Vallecas ostentan con orgullo su condición de “vallecanos” cuando hablan o discuten en la Gran Vía o en Legazpi con los demás madrileños; sin embargo, en Barcelona, Sevilla o Salamanca gritan a los cuatro vientos su naturaleza de “madrileños”; animan y aplauden a los equipos madrileños. Miguel de Cervantes, que nació en 1547 y firma, igual que sus padres y hermanos, como natural y vecino de Alcalá, podía haber nacido en cualquiera de las aldeas que entonces conformaban, solidaria y unitariamente, el “Común de Villa y Tierra de Alcalá”. Es tan alcalaíno naciendo en Carabaña como si hubiera nacido en Loeches, en Orusco o en la villa de Alcalá. Estas aldeas pertenecían, en 1547, con los mismos derechos y obligaciones, al Ayuntamiento o Concejo de Alcalá de Henares, cuya capital era la, entonces, Villa de Alcalá, y hoy Ciudad de Alcalá de Henares. Esto no lo tuvieron en cuenta Sarmiento, Ríos o Pellicer, ni los demás cervantistas anteriores al siglo XX. Muchos de ellos, la mayoría, no conocían la historia de las actuales ciudades del Corredor del Henares. No pudieron manejar el corpus documental que nosotros poseemos. El no tener esto en cuenta produjo muchas vacilaciones e inexactitudes en los investigadores que, desde 1752, se acercaron, con rectitud e imparcialidad, a la 22 biografía del niño Miguel, bautizado por el doctor Serrano, en la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, un segundo domingo de octubre de 1547. 2.3.- Vilches y Valtierra En el cuarto de Arganda que a principios del XVI se llama cuarto de Lueches aparece junto a cada aldea el número de vecinos del procomún que son los que asignan, en relación a los bienes de cada lugar, para la aportación […] de contribución al común [...]: Lueches, 15 vecinos y ¼; Arganda 21 vecinos y ½ de Vilches y Valtierra; Torres 15 vecinos y ¼ de Baeçuela. (Torre Briceño, 2003, p., 95). Arganda, según Torre Briceño, tenía que contribuir al “Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares” en la proporción de 21 vecinos y medio. ¿Por qué el medio vecino? Era lo que le correspondía por las dos aldeas que a lo largo de la Edad Media aparecían como bajo su tutela y protección. Estas dos aldeas o casi despoblados eran “La Heredad de Vilches” y “La Villa de Valtierra”. El archivo municipal conserva hoy actas de amojonamiento que datan del siglo XV y nos consta que para el lugar de Arganda se fijaron linderos en tiempos de Cisneros (1509) y de Fonseca (1525), que aclararon litigios con Madrid y San Martín de la Vega. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p.23). Hemos visto cómo a partir de Septiembre de 1581, Arganda dejaba de ser tierra e jurisdicción de Alcalá, para convertirse en una villa independiente. Era la última o penúltima de las 25 aldeas que lograban la libertad al desmembrarse e independizarse de Alcalá. Hay dos fechas importantes en la independencia de Arganda: El 25 de noviembre de 1580, obtiene carta de villazgo pero bajo el dominio de Sebastián de Santoyo; el 24 de septiembre de 1581, la villa de Arganda consigue, realmente, su independencia. Sin embargo, la “Heredad de Vilches” no obtenía la independencia. Seguía bajo la jurisdicción de Alcalá, dentro del arzobispado de Toledo. Arganda hubiera deseado que se la entregaran, integrada en su jurisdicción. Desde su conversión en villa, el 23 Concejo de Arganda pide en muchísimas ocasiones que se le incorporen Vilches y Valtierra. El despoblado -antigua aldea- de Valtierra había conseguido, en fechas muy anteriores a 1580, la independencia y la categoría de villa; se la conocía en los documentos como la Villa de Valtierra. Era villa mucho antes que Arganda, porque en su término había habido un palacio o fortaleza o casa arzobispal. La despoblación de Vilches y Valtierra se produce tras un largo proceso de catástrofes naturales, demográficas y económicas que tienen colofón en la Peste Negra 20 de 1348. Sus habitantes, al huir del foco de infección, se establecen en Arganda por su cercanía y en menor medida en El Campo, repartiéndose el término de Valtierra entre estas dos villas, iniciándose una rivalidad por los territorios de estos despoblados que llegan incluso hasta el siglo XVIII. En abril de 1437, en la iglesia de Valtierra se firma una carta de compromiso entre los vecinos del Campo […] y de Arganda [...], los ganados de ambos concejos podían pastar en el término de Valtierra común a ambos municipios. La falta de cumplimiento de esta concordia hizo que en noviembre el licenciado Pedro Frías, vicario de Alcalá, condenase al concejo de El Campo para que no perturbara al de Arganda y sus vecinos por pacer sus ganados en el término de este despoblado. (Torre Briceño, 2003, p., 101). El Gobierno de la Villa de Arganda, reunido el 5 de abril de 1583, otorgó poderes a Hernando de Olivares, Procurador de Causas, para que solicitase que el despoblado de Vilches, que ahora es de la jurisdicción de Alcalá y Toledo, pasase a la jurisdicción de la Villa de Arganda (Libro 4/1, folio 59). El 22 de abril de 1586 el Ayuntamiento de Arganda otorgó poderes a Alonso de Mejorada para obligar al Concejo de Alcalá a que vengan a renovar los mojones de la “Heredad de Vilches” con las Alamedas del Carrizal (jurisdicción de Arganda). Las relaciones de Arganda con la antigua Villa de Valtierra eran más cordiales. El Concejo de Arganda y Francisco de Madrid, Alcalde mayor de la villa de Valtierra, acordaron, ese mismo 22 de abril de 1586, no renovar sus mojones fronterizos (Libro 5/1, folio 105). El 17 de agosto del año 1586, según el folio 263 del Libro 5/1, consta 20 A finales del siglo XX, unas obras de canalización del agua potable (Canal de Isabel II), puso al descubierto un osario del cementerio de la medieval iglesia de Valtierra. Se podían ver fémures, tibias, peronés y otros muchos huesos deformados, quizá a causa de la mortífera “Peste negra”. Las autoridades de entonces se despreocuparon. ¿Podría estudiarse, a fondo, en qué consistió la famosa “Peste negra”? 24 que el Ilustrísimo Sr. Contador Juan López de Vivanco, es Señor de la villa de Valtierra [...]. El 5 de octubre y el 2 de noviembre de 1588, el madrileño Santiago de Lanchares, Contador de Su Majestad, arrendaba a varios argandeños tierras en la Heredad de Vilches del Cardenal de Toledo. (A.M.A.R Libro 5/2, folios 142-143; y Libro 3/6, folio 12 r). En un documento del 23 de enero de 1592 se afirma que la dehesa de “La Tiessa” está en Vilches, jurisdicción de Alcalá. (Libro 6/1, f.2). El 18 de febrero de 1607, declara Juan de Mejorada, “el Viejo”, en el juzgado de Arganda. Afirma que tiene 68 años y es Corregidor de la Villa de Valtierra. (Libro 3/9, folio 7 v). Vilches seguía perteneciendo a Alcalá, el 29 de junio de 1613, pues, con esta fecha, el primo de la “Marta de Nevares” de Lope, don Francisco de Nevares de Santoyo, estante en Vilches, jurisdicción de la Villa de Alcalá, da poder a su cuñado, don Francisco Bravo de Acuña, Caballero de Santiago, Comendador de La Oliva y Corregidor de la ciudad de Granada, para cobrar 340.000 maravedís de una letra fechada en Sevilla. (Libro 30/2, folio 60). En pleno siglo XVIII, en el célebre Catastro del Marqués de la Ensenada, Arganda responderá: La línea limítrofe (o perímetro) de nuestro término mide dos leguas y media [...]. Valtierra y Vilches tenían término propio. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 21). En 1752 se reúne en Arganda la Junta para la elaboración del Catastro de Ensenada en el término de Valtierra: La forma de una paleta de pintor adopta el trazo rudimentario que del perímetro del término de Valtierra hace la mano del Juez Comisionado D. Benito José de Mendizábal [...]. Cinco son los presentes: Manuel Milano y Benito, Teniente-Corregidor y Administrador del término despoblado de la Villa de Valtierra, con dos vecinos de Arganda [...]. (Rodríguez-Martín, 1980, p. 393-394). ¿Por qué las pretensiones de Arganda por incorporar la “heredad de Vilches” y la “Villa de Valtierra? Los despoblados de Vilches y Valtierra se asentaban en tierras muy feraces regadas por varios arroyos: 25 El arroyo de Valtierra o “Salobre de Valtierra” recorre la dehesa y vega de su nombre. Más o menos ayudado por el arroyo del Pilarejo aumenta su salino caudal, del que afirman las “Relaciones” del siglo XVI que es “del grueso de un cuerpo de hombre” y Benito Alfaro, “que tiene un cauce de un metro de profundidad”. El arroyo de Vilches nace al pie de Valhondo, represa su corriente y riega, a derecha e izquierda, la pintoresca vega vilchense [...]. Los demás arroyos más bien son torronteras o vaguadas. Por citarlos, nombraremos el Valdemembrillo y Valdocarnero y los barrancos de Valdelobos y Renegado, todos valterreños; y el arroyo del Cacerón de Valdezarza, Malacocina y otros que son vilchenses. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p., 30). [...]. Con todo, el mantenimiento hasta el siglo pasado [XIX], de los despoblados de Valtierra y Vilches con sendos términos jurisdiccionales suscitará no pocas alusiones a sus linderos con Arganda. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p.23). En las relaciones de 1571 de: “Arzobispado de Toledo”, “Corregimiento de Toledo” y “Corregimiento de Madrid”, que obran en el legajo núm. 2158 de los fechos de la Secretaría de la Cámara del Estado y Gracia y Justicia de Castilla, no aparecen ni Vilches ni Valtierra. Tampoco aparecen ni Vilches ni Valtierra en el Censo de Población de la Corona de Castilla en el siglo XVI. No aparece en el censo de la “Provincia de Madrid”, en el que se cita a Perales dentro de la “Tierra de Madrid”. No se les encuentra en el censo de la “Provincia de Toledo”, de 1530. Tampoco se encuentran en el censo de la “Mesa Arzobispal de Toledo” de 1530. 3.- LOS CERVANTES 26 La preclara y nobilísiman estirpe de los Cervantes, que desde Galicia se trasladó a Castilla, y extendió por ella sus fecundas ramas […] suena ya en las historias españolas por el espacio de más de cinco siglos con tal decoro y esplendor que […] no tiene que envidiar origen a ninguna de las más esclarecidas de Europa. Hijos fueron de este árbol fructífero y generoso algunos nobles de los que acompañando al Santo Rey d. Fernando en las conquistas de Baeza y de Sevilla, quedaron allí heredados en el repartimiento 21 . Todos nuestros genealogistas desde Juan de Mena, que fue cronista del rey Juan II, contestan que el linaje de Cervantes proviene de los antiguos ricos-hombres de León y de Castilla […], que siendo gallegos de naturaleza […] yacen sepultados en Sahagún y en Celanova […]; entre cuyos sucesores hubo alguno que tornando a Galicia fundó o pobló en tierra de Sanabria la villa que apellidó de Cervantes, así como otro de la rama de Cervatos pobló y llamó con este nombre a un lugar en la provincia de Palencia. […]. Descúbrese claramente en esta genealogía la separación de ambas familias y la causa de haber afirmado algunos escritores que el linaje de Cervantes descendía del de Cervatos y así debe mirarse a Gonzalo de Cervantes como el primero o cabeza de esta nueva rama. Fue caballero de la meznada de San Fernando y le acompañó en la conquista de Andalucía, particularmente de Sevilla, por cuyos servicios fue uno de los doscientos comprendidos en el repartimiento de aquella ciudad año de 1253, y como de él se derivan y provienen las familias que han conservado aquel apellido […] hasta los tiempos de Cervantes. (Fernández de Navarrete, 1819; pp. 233-236). 3.1.- Los Cervantes cordobeses Sus antecesores, por sus oficios y por la falta de datos sobre su madre, tienen que haber formado parte del grupo llamado sin caridad, ‘cristianos nuevos’ […]. Esta gente descendía de judíos españoles, un grupo culto y trabajador, forzosa o sinceramente convertido al catolicismo durante los siglos XIV y XV [...]. Se dedicaban a la medicina, profesión típica de los judíos, y a los oficios despreciados por los 21 MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Vida de Miguel de Cervante Saavedra, Imprenta Real, Madrid, 1819; p. 9. 27 hidalgos: los oficios manuales como la sastrería, zapatería u orfebrería, la administración pública y particular la banca. (Eisenberg, p. 14) 22 . Cristianos viejos de un lado, cristianos nuevos de otro: ¿en cuál de estas dos castas hay que incluir al autor del Quijote? [...]. Aunque resulta imposible arrojar luz plena sobre sus ascendencias, los documentos que poco a poco se han reunido permiten poner fin a las genealogías fantasiosas [...]. Su patronímico, muy difundido por la Península, tal vez sea de origen gallego; pero fue en Andalucía donde se establecieron sus ascendientes directos [...]. Su abuelo Juan de Cervantes [...] se casa hacia la treintena con Leonor de Torreblanca, hija de un médico cordobés que le dará cuatro hijos. Convertido luego en “teniente de corregidor”, durante veinte años será agente del poder central en diversas municipalidades”. (Canavaggio, p. 51) 23 . Estamos totalmente de acuerdo con Eisenberg en cuanto a la rama de la abuela paterna de Cervantes, la rama de Leonor de Torreblanca, cuyo padre era médico, profesión que ejercieron otros parientes. Pero no coincidimos con el profesor neoyorquino en cuanto a la rama de los Cervantes, ni a la de los Cortinas. Estudiaremos más adelante dos procesos de limpieza de sangre en los que salieron airosos respectivamente los Cortinas, -en Barajas-, y los Cervantes, -en Valladolid-. Las dos familias, -los Cortinas y los Cervantes-, fueron declaradas hidalgas. Creemos que el profesor Eisenberg cuando escribe acerca de la falta de datos sobre su madre, está pensando en Leonor de Torreblanca, madre de Rodrigo y abuela de Miguel. Diego Perona Villarreal escribía en 1988, siguiendo a Astrana Marín 24 , que los Cervantes, de origen gallego, acompañan a los reyes en la reconquista de Andalucía y sus apellidos ya aparecen en los repartos de Sevilla 25 . Nombra entre los antepasados de Cervantes al tatarabuelo, Pedro Díaz de Cervantes, nacido hacia 1420; al bisabuelo, el mercader cordobés, Ruy Díaz de Cervantes que, según Canavaggio, nacido hacia 1430, pañero en Córdoba en la época de los Reyes Católicos, vivió con holgura, en compañía de Catalina de Cabrera, esposa suya. (Canavaggio, 2005, pp. 49-53). 22 DANIEL EISENBERG, Cervantes y Don Quijote, Montesinos / Biblioteca de Divulagación Temática, Barcelona, 1993, p. 14. 23 JEAN CANAVAGGIO, Cervantes, Espasa Calpe, S.A. Madrid, 2005, p.51. 24 LUIS ASTRANA MARÍN, Vida Ejemplar y Heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid: Instituto Editorial Reus, 1948-1958. 25 DIEGO PERONA VILLARREAL, Geografía cervantina, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1988, p. 47. 28 Los deste linaje de Cervatos e Cervantes son de alta sangre [...]. Eran gallegos de nación [...]. De Celanova vinieron a Castilla e se hallaron en la conquista de Toledo [...]. Es buena casta, e hubo dellos unos conquistadores de Sevilla e de Baeza. Memorial de Juan de Mena. (Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, núm. 3390. Es el códice 161 que perteneció a la Biblioteca Real). En Sevilla estaba arraigada la familia ilustre de los Cervantes y Saavedras, que como dice Rodrigo Méndez de Silva [...] pasaron a aquella ciudad desde la villa de Cervantes, tierra de Sanabria, solar deste linaje [...]. El mismo autor de don Quixote alaba a Gonzalo de Cervantes de Saavedra, famoso soldado y poeta [en el Canto de Calíope]26 . Astrana Marín, en las páginas 28 y siguientes del primer tomo (1948), al referirse a los antecesores de Miguel, afirma que éste fue cordobés por sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelo paterno. Anota también que el bisabuelo, Ruy Díaz de Cervantes, aparece nombrado por su hijo, Juan de Cervantes, en un documento del 22 de mayo de 1500: Juan de Cervantes [...], fixo de Ruy Días de Cervantes [...]. Su abuela paterna procedía de una familia de médicos cordobeses, que era a menudo una profesión vaga entre el albéitar y el barbero, pasando por el sangrador. El abuelo paterno, llamado Juan de Cervantes, también cordobés, estudió leyes, llegó a teniente de corregidor y desempeñó diversos cargos públicos en diferentes pueblos y ciudades. Alcalá entre otros. […]. Alcalá de Henares le sirvió a don Juan de Cervantes para ponerse a salvo de las habladurías de la gente, durante el proceso que él y su hija María entablaron 27 contra un tal don Martín de Mendoza . Coinciden todos los cervantistas en que los Cervantes de Celanova abandonaron Galicia para ayudar a los reyes de Castilla en la reconquista de Toledo, la Mancha y Andalucía. Coinciden también en que por Miguel corría “sangre de cristianos viejos”, la de los Cervantes y la de los Cortinas. Pero esta “sangre pura” de los Cervantes Cortinas 26 PELLICER, JUAN ANTONIO, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Parte Primera, Tomo I, Madrid, MDCCXXXXVII, p. LXXXII. 27 ANDRÉS TRAPIELLO, Las Vidas de Miguel de Cervantes, Ed. Destino, Barcelona, 2005, p. 27. 29 estaba contaminada, estaba mezclada en pequeña proporción con la “sangre impura de los conversos”, de los Torreblanca, familia de “cristianos nuevos” a la que pertenecía su abuela paterna, Leonor Fernández de Torreblanca. 3.2.- Los Cervantes alcalaínos de 1509 Pedro de Cervantes, nombrado por Cisneros corregidor de Alcalá, eligió como ayudante y teniente corregidor a su sobrino, Juan de Cervantes. El 22 de febrero de 1509, corregidor y sobrino, recibieron el juramento de los representantes de todas y cada una de las aldeas de Alcalá de Henares. La villa de Alcalá y las veinticinco aldeas, –“Común de Villa y Tierra”-, juraron, ante ellos, el Fuero nuevo de Alcalá, promulgado por Cisneros, dieciséis días antes, el 6 de febrero de 1509. Parece ser el primer acto oficial de los Cervantes en su gobierno alcalaíno. El de 1509 a seis de Febrero está Kalendado, y firmado de su mano el nuevo Fuero, que nos dio nuestro Eminentísimo Señor [...], y que estas nuevas se extienden al Común, y tierra de Alcalá, en que entran Santorcaz, Ambite, los Santos, Daganzuelo y Ajalvir, Lugares de su Cámara. Síguense 142 Leyes y dize la 8. Los Alcaldes, e Regidores, e Alguacil, e los otros oficios, que se proveen por Nómina, sean añales de San Martín a San Martín, e repártanse por Colaciones o Parroquias, tantos de una como de otra. E el Alguaciladgo sea dado cada año a su Parroquia [...]. La 11 exime de pechos al Vezino que tuviere armas y cavallo [...]. La 13 pone la pena del Cavallero y del Vezino que tubiere armas y cavallo, si no saliere con ellas, cuando viniere apellido a la Villa (que es decir favor al Rey, o por lo tocante al bien público, según Covarruvias en el Tesoro) [...]. La 27 exime de pechar al que no tubiere catorze años cumplidos de edad [...]. La 114 dize: Las guardas que pusieren los Concejos sean personas que los Regidores e Diputados nombraren. De que se entiende no es lo mismo uno que otro; y en otras Leyes menciona Regidores y Jurados como distintos. Encárgase mucho la guarda del Campo y que los Jornaleros y Collazos (esto es, mozos de la Labranza) ayan de ir a su trabaxo desde hora y media de nacido el Sol, hasta que se ponga, pena de perder el 30 jornal [...]. Luego en 22 de dicho mes, y año se intiman al Ayuntamiento, presente a él Pedro de Cervantes, Corregidor, y Justicia mayor de Alcalá, y su tierra, Comendador de la Orden de Santiago, y el Procurador, y los Sacados y otros homes buenos del Común y tierra: y yendo a la Plaza de la Picota, se publicaron dichas leyes a voz de Pregonero (Miguel de Portilla y Esquivel, 1725, pp. 286-288). Cuando Juan de Cervantes salga hacia Córdoba, llevará consigo a un hijo de Alcalá, Rodrigo de Cervantes, el “zurujano”, padre de nuestro “Manco”. Gracias a Miguel de Portilla (1725, p. 288), sabemos que salieron de Alcalá a finales de 1510: El año siguiente de 1510, a veinte y nueve de Setiembre, se repitió [...], por mandado de Juan de Varrionuevo, Corregidor, e Justicia mayor de Villa y tierra. El año 1512 el Senado y Pueblo Complutense hizo poner una piedra grande en la Plaza, (que ahora llamamos absolutamente y entonces decían de la Picota) con una imagen del Arcángel San Miguel y las Armas del Santo Cardenal [...]. (Portilla, 1725, p. 288). Según Portilla, Pedro de Cervantes ya no era Corregidor y Justicia mayor de Alcalá, el 29 de septiembre de 1510. Por tanto, Pedro de Cervantes y su sobrino Juan, abuelo del “Manco de Lepanto”, sólo estuvieron en Alcalá dos años. En uno de estos dos años vino al mundo Rodrigo, el marido de Leonor de Cortinas. Canavaggio supone que nació en 1509: [Juan de Cervantes], nombrado adjunto de uno de sus tíos en Alcalá, ve nacer en esa población a Rodrigo, su segundo hijo, futuro padre de Miguel, en 1509, el mismo año en que Cisneros funda la Universidad. Tres años más tarde, el ‘virtuoso señor licenciado’ está de nuevo en Córdoba, de donde vuelve a salir para Toledo tras haber liquidado el comercio de su padre. (Canavaggio, 2005, p. 51). 31 Francisco Rodríguez Marín 28 en Nuevos Documentos cervantinos hasta ahora inéditos, transcribe en el documento número III, una Real Cédula para librar, al licenciado Juan de Cervantes, 10.000 maravedís como adelanto de su sueldo en Córdoba. Esta cédula, que se conserva en el Archivo General de Simancas (Mercedes y privilegios, legajo 51, folio 65), fue firmada el 8 de diciembre de 1508. Es la fecha anterior y más cercana a su nombramiento como teniente corregidor de Alcalá. Sabemos por Portilla que, el 22 de febrero de 1509, el Corregidor Pedro de Cervantes reunía a los representantes de las veinticinco aldeas para promulgar el Nuevo Fuero de Alcalá (firmado por Cisneros el 6 de febrero) y recibir la aceptación y sumisión de todas las aldeas. Suponemos que acompañaría al Corregidor su ayudante, el teniente de corregidor, Juan de Cervantes, el futuro abuelo paterno de Miguel. 3.3.- Salida de Alcalá: Córdoba, Cuenca y Guadalajara Según Rodríguez Marín (1914, doc.V), Juan de Cervantes ya está de vuelta en Córdoba el 31 de julio de 1511. En el Archivo de Protocolos de Córdoba (Juan Ruiz Orbaneja, Libro 1º) se refleja su actuación como testigo de la renuncia formulada, en 31 de julio de 1511, por el Regidor de Alcalá La Real, Juan de Jubera. Permaneció en Córdoba hasta fechas anteriores al 18 de enero de 1518. Rodríguez Marín (1914) transcribe, en su documento númeroVIII, un acta capitular del Archivo Municipal de Córdoba: Con esta fecha de 18 de enero de 1518 se nombran nuevos letrados, ya que el licenciado Cervantes no está en Córdoba. Desde la antigua capital del Califato, se trasladó, en enero de 1518, a Toledo, en donde permaneció cinco años desempeñando diversos cargos administrativos. En 1523 fue nombrado teniente corregidor en Cuenca. En el Archivo General de Simancas (Consejo Real, legajo 26, folio 3), se conserva un auto judicial del teniente corregidor de la ciudad de Cuenca, licenciado Juan de Cervantes. Lleva la fecha del 23 de abril de 1523. Desempeñó esta función durante poco tiempo. Por su pésima actuación se le incoaron 21 procesos. 28 FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN, Nuevos documentos cervantinos hasta ahora inéditos, recogidos y anotados por... R.A.E., Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1914. 32 La vida de don Juan de Cervantes parece sacada de una de las novelas del nieto. Se la pasó pleiteando. A veces por los demás, otras por cuenta propia. No parece que fuese un hombre con escrúpulos ni para con él ni para con nadie. En no pocos de los lugares donde ejerció sus cargos fue acusado de diversos delitos y abuso de autoridad, lo cual no le impidió buscar y obtener la protección de personas principales y nobles. (Trapiello, 2005, pp. 27-28). En Nuevos Documentos de Francisco Rodríguez Marín, pueden cotejarse, entre otros, los documentos números: IX, X, XI y XII. - El documento número IX es la primera noticia de su estancia en Cuenca como teniente corregidor: Acto judicial del teniente corregidor de la ciudad de Cuenca, el 23 de abril de 1523. (Archivo General de Simancas. Consejo Real, legajo 26, folio 3). - El documento número X nos informa acerca de su actuación como ayudante de su tío el Corregidor: Acto judicial del licenciado Juan de Cervantes. Cuenca, 7 de enero de 1524. (Archivo General de Simancas. Consejo Real, legajo 33, fol. 11). Pero, los dos documentos siguientes muestran al pueblo de Cuenca denunciando los abusos de autoridad del abuelo de Miguel. Fue denunciado, incluso, por el Obispo. - Documento número XI: Querella contra el licenciado Cervantes por prender y atormentar a Diego Cordido. En Cuenca, desde el 14 de abril al 15 de julio de 1524. (Archivo General de Simancas. Consejo Real, legajo 75, folio 13). - Documento número XII: Querella contra el licenciado Cervantes. En Cuenca desde el 20 de abril al 29 de julio de 1524. (Archivo General de Simancas. Consejo Real, legajo 21, folio 33). En abril de 1524, un demandante declara: [...] vino a mí el dicho licenciado [...] y me dijo bellaco, villano y otras muchas injurias [...] no las quisiera recibir por doscientos ducados de oro en que estimo mi honra [...]. (Astrana Marín, 1948, p.105). El juez de Residencia, en sentencia del 4 de julio de 1524, condena al abuelo de Miguel de Cervantes a pagar seis ducados de oro. Juan de Cervantes al cesar como teniente corregidor de Cuenca, se volvió para Andalucía, tras nombrar como abogado defensor en Cuenca al bachiller Cañizares. 33 Después de ejercer su profesión en Sevilla y en Córdoba fue llamado por el tercer duque del Infantado, don Diego Hurtado de Mendoza, para ocupar un cargo importante en Guadalajara. Se trasladó a esta ciudad con toda su familia. Diego Hurtado de Mendoza, duque del Infantado [...] le nombró miembro de su Consejo, en Guadalajara. Este duque, ya viejo, tuvo la fantasía de casarse con una joven plebeya a la que legó, tras de su muerte, la quinta parte de sus bienes, lo cual enfureció al heredero y a un hermano de éste, llamado Martín de Mendoza, fruto bastardo de unos amores del viejo duque con una gitana. […], María de Cervantes estuvo viviendo amancebada con este don Martín, quien le regaló durante ese tiempo [...], sumas de dinero, como para torcer las voluntades más fuertes. Al morir el viejo duque, lo que el heredero y su hermano hicieron fue despedir al consejero Juan de Cervantes y a su hija [...]. Para muchos don Juan de Cervantes fue un rufián mezquino e interesado [...]. (Trapiello, 2005, p. 28). Efectivamente, como recuerda Trapiello, el abuelo de Miguel, Juan de Cervantes desempeña en Guadalajara diversos cargos de confianza, tratando siempre de complacer al anciano duque, cuyo hijo bastardo, el arcediano don Martín de Mendoza, –“El Gitano”-, se enamoró de María de Cervantes, con la que tuvo a Martina de Mendoza. Murió don Diego Hurtado de Mendoza el 30 de agosto de 1531 y le sucedió, como IV duque del Infantado, su hijo don Íñigo López de Mendoza. Éste despidió a Juan de Cervantes, quien se trasladó a Alcalá con su mujer e hijos a finales de 1531. Recuerda Trapiello la conducta rufianesca del abuelo paterno de Cervantes, pero esa misma conducta fue la que practicó su mujer, Leonor Fernández de Torreblanca, -la abuela, también paterna, de Cervantes-, consentidora del amancebamiento de su hija. 3. 4.- De nuevo en Alcalá: frivolidad y despreocupación Desde la villa de Alcalá, el licenciado Juan de Cervantes defendió los derechos de su hija María, poseedora de una obligación por la que don Martín, “El Gitano”, debía entregarle 600.000 maravedís. El 3 de abril de 1532, doña María de Cervantes 34 presentaba demanda contra don Martín de Mendoza, hermano del IV duque del Infantado, exigiéndole los 600.000 maravedís de esta obligación: Sepan quantos esta carta de obligación vieren cómo yo, don Martín de Mendoza [...] daré e pagaré al dicho licenciado Cervantes, vuestro padre [...], seiscientos mil maravedís [...] por el día de Navidad que será principio del año venidero de mil e quinientos e treinta e un años. (Astrana Marín, 1948, p. 141). Tras un largo proceso desarrollado en Guadalajara y en Valladolid, el 25 de enero de 1533 salió sentencia favorable a María de Cervantes. El dinero recibido le permitió amortizar una hipoteca por la casa número 2, de la calle de la Imagen. Con casa propia, o de la hija, y con grandes ganancias y emolumentos profesionales, Juan de Cervantes y su mujer Leonor Fernández de Torreblanca vivían con todo boato, sin preocuparse de la formación humana, moral, intelectual, social y profesional de sus hijos. Mejor dicho, sin que Leonor se preocupara de esta formación integral. A ella le correspondía este menester, ya que Juan de Cervantes, el padre, pasaba, horas, días e incluso semanas, fuera de casa, obligado por su profesión. Lleva un gran tren de vida: veinte años más tarde se le recordará por sus caballos, sus servidores, sus ricos ropajes, y también porque frecuentaba la mejor sociedad. No por ello deja de continuar en seguida con su existencia itinerante: lo encontramos en Ocaña, en Madrid, en Plasencia. Sus constantes desplazamientos están relacionados probablemente con los cargos que ocupa; pero también dan fe de una creciente desavenencia entre los esposos. (Canavaggio, 2005, p. 52). En la Alcalá renacentista y universitaria, los hijos del licenciado no recibían preparación ninguna para enfrentarse a la vida y a la sociedad; pero eran la admiración de todos cuando, -rodeados de pajes, mozos y esclavos-, paseaban las calles en vistosos y enjaezados corceles. Leamos las declaraciones de los testigos que, -presentados por Rodrigo de Cervantes en el Pleito de Valladolid-, contestan, el 12 de enero de 1553, al Corregidor de Alcalá, licenciado Egas: 1.- Diego de Alcalá afirma que los vido juntarse con caballeros e hijos dalgo ansy en justas como en torneos, como en juegos de cañas e siempre [...] muy bien tratados e aderezados e con muchas sedas e otros ricos atavíos e con buenos caballos, pajes e 35 mozos despuelas e con otros servicios e fantasyas que [...] suelen e acostumbran tener e traer en esta dicha villa de Alcalá [...]. 2.- Fernando de Antequera, Alcalde de la Hermandad e vezino de Alcalá, declara que los vido [...] andando muy ataviados e tynyendo buenos caballos e gastos [...]. 3.- Fernando de Arenas dice que los bido [...] juntarse e acompañarse con gente noble en esta villa asy en juegos de cañas e torneos y en otros ejercicios de hidalgos [...] muy honrradamente tynyendo buenos atavíos e caballos e mozos e grandes fausto e gasto, como gente noble [...]. 4.- El doctor Cristóbal de Vega, Catedrático de medicina, en la Universidad [...] los vido [...] juntarse con caballeros e personas principales asy en juegos de cañas como en otros ejercicios e conversaciones [...] e andaban muy bien ataviados e con muy buenos caballos e pajes e mozos e esclavos [...]. (Rodríguez Marín, 1914, doc. XXXIV). En la casa, gracias al trabajo y preparación jurídica del padre había abundantes medios económicos para gastar y malgastar, pero faltaba el cuidado y la mirada, más que amorosa, previsora, de una madre. El padre, con abultados emolumentos, obtenía un dinero perjudicial a su familia, dada la mala administración familiar; administración que, aquí, correspondía a la madre, a la analfabeta Leonor Fernández de Torreblanca. Esta vida de lujo, despilfarro, frivolidad y despreocupación se prolongará desde 1531 hasta 1538. 3.5.- Leonor de Torreblanca, abandonada en Alcalá Al cabo de unos años y sin que se sepa la razón, don Juan abandonó a su mujer y al resto de la familia, y se llevó consigo al menor de sus hijos, para instalarse [...] en su ciudad natal, Córdoba [...]. Esta huida del jefe del clan y abuelo de Miguel de Cervantes sumió a la familia en una cierta estrechez de medios económicos [...]. (Trapiello, 2005, p. 29). Juan de Cervantes no pudo aguantar más. En 1538, tras una larga crisis familiar, abandonó a su esposa Leonor de Torreblanca que, con los años, acentuaba los resabios de su madre, y se había vuelto agria, voluntariosa, atrabiliaria y rostrituerta [...], falta de escrúpulos y dureza de carácter. (Astrana Marín, 1948, pp.168 y ss.). 36 Pero, de casta le viene al galgo; si la madre de Leonor de Torreblanca tenía esas “excelentes cualidades”, no le iban a la zaga las virtudes de su marido que: Fue hombre ambicioso, trapisondista, y de un carácter violento e irascible [...]; su suegro Diego Martínez, él y un tal Juan de Molina formaron compañía para el arrendamiento de las alcabalas de los paños; pero Torreblanca [...] los burló, pujándoles la renta y quedándose él sólo con el arrendamiento. (Astrana Marín, 1948, pp. 70-71). Leonor de Torreblanca era hija de un médico tramposo y de una madre frívola, analfabeta y despreocupada que, no sabiendo leer ni escribir, tampoco se preocupó de instruir a sus hijos. La analfabeta Leonor Fernández de Torreblanca, que imitó en todo a sus padres, transmitió estas “buenas cualidades” a sus hijos María de Cervantes y Rodrigo de Cervantes. Desde 1538 y hasta 1540, en la casa de María Cervantes vivían, con ella, su madre Leonor Fernández de Torreblanca, sus hermanos Juan y Rodrigo, y su hija, Martina. 29 ¿De qué vivían? Rodrigo no tenía oficio ni beneficio. De Juan, el hijo mayor, no sabemos nada, pero es de suponer que tendría la misma preparación profesional que Rodrigo; es decir, ninguna. De todas formas, Juan, gracias al padre, se va a su nueva casa en 1540. Leonor de Torreblanca, abuela paterna, [...] había sido abandonada por el licenciado Juan desde 1538 e integrada a la estrechez e invalidez de su hijo Rodrigo en contraste con aquellos deslumbradores años de Alcalá y Guadalajara (César Álvarez, 2005, p. 136). En 1538, su separación está consumada; y mientras doña Leonor, que reside en Alcalá con sus dos 30 hijos, debe hacer frente a dificultades materiales cada vez mayores, Juan de Cervantes se vuelve a Córdoba, donde se convierte en abogado de la Inquisición. (Canavaggio, 2005, pp. 52-53). ¿Cuándo se casó Juan de Cervantes, el hijo mayor de Leonor? No lo sabemos, pero es posible que lo hiciera en 1540. Los documentos prueban que estaba casado el 12 29 Doña Martina de Mendoza se casó en Alcalá con el anciano escribano don Diego de Talavera, hacia 1550, y se fue a vivir al nuevo domicilio conyugal, que pronto pobló con cinco hijos. 30 Hasta 1540, conviven con ella tres hijos: Juan, Rodrigo y María. 37 de noviembre de 1540. Su único hijo, Juan, nació antes del 1 de mayo de 1542, fecha de su bautismo. ¿Cuándo se casó Rodrigo de Cervantes, hijo también de Leonor? Cotarelo, siguiendo a Navarrete, opina que se habría casado hacia 1540: En cuanto a Rodrigo, padre de Miguel (Efemérides, Cotarelo), no ha parecido hasta ahora ningún texto que acredite la época de su nacimiento, que sería antes de expirar el segundo decenio del siglo XVI, ni la de su matrimonio con doña Leonor de Cortinas que se supone celebrado hacia 1540, por haber nacido en 1543 su hijo Andrés. (Citado por Luis de Armiñán 31 , 1957, p. 53). Rodrigo de Cervantes, que casó por los años de 1540 con Doña Leonor de Cortinas, señora ilustre, natural, según parece, del lugar de Barajas. Fruto de este matrimonio fueron Doña Andrea y Doña Luisa, Rodrigo y Miguel de Cervantes, que fue el hijo menor 32 de tan honrada como menesterosa familia y nació en Alcalá de Henares. (Fernández Navarrete, 1819, p. 9). Armiñán, que no coincide ni con Cotarelo, ni con Navarrete, opina que Rodrigo no se casó en 1540, sino que debió de hacerlo en 1543: Se casaron en Alcalá, en febrero de 1543 [...]. Ella era de familia de mayor nobleza que la de los Cervantes, aun con ser éstos hidalgos y cristianos rancios, y además, algo más aportó la novia al matrimonio que sus pergaminos, porque llevó también esos bienes raíces situados en Arganda. (Luis de Armiñán, 1957, p. 57). [Rodrigo], sordo desde la infancia, no tenía ni el don de gentes de su hermano mayor, Juan, muerto prematuramente hacia 1540 33 , ni las capacidades del benjamín, Andrés […]. Pero conoció el éxito […], cuando los Cervantes estaban en primera fila en la villa del cardenal Cisneros […]. Hacia 1542, se casa con Leonor de Cortinas, perteneciente a una familia de propietarios rurales originarios de Castilla la Vieja pero asentados en Arganda. (Canavaggio, 2005, p. 53). 31 LUIS DE ARMIÑÁN: Las hermanas de Cervantes, Editor, José Porter, Barcelona, 1957, p. 53. Está equivocado Navarrete. Miguel era el cuarto, de los siete hijos del matrimonio. 33 Juan de Cervantes vivía el primero de mayo de 1542, fecha del bautismo de su hijo, Juan. Creemos que esta fecha de 1540 es error tipográfico, no de autor. 32 38 Nacido en 1509, Rodrigo, el padre de Miguel, no tuvo la misma suerte que su hermano Andrés [...]. Rodrigo no heredó de su padre otra cosa que un destino andariego [...]. Sordo desde la infancia, llevó una existencia bastante gris. Cirujano de oficio, durante los años que ejerció se ocupó de trabajos irrelevantes [...], su matrimonio, en 1542, nunca fue bien visto por la familia de la esposa, Leonor de Cortinas, hija de labradores de Arganda medianamente acomodados [...]. (Blasco Pascual, 2005, p. 22). Jean Babelon 34 afirma que Rodrigo se había casado en Alcalá, en 1532, con Leonor de Cortinas. No podemos coincidir con esta fecha. Es más, creemos que es un error de imprenta. Rodríguez–Martín y Chacón, gran investigador de los Cortinas, coincide con Astrana Marín en que Leonor nacería alrededor del año 1520. Si se casó en 1532 como consta en la obra de Babelon, se matrimoniaría con 12 años de edad. Esta posibilidad es muy improbable. Creemos que Rodrigo debió de casarse hacia 1540, como afirman Cotarelo y Navarrete. Según Maganto Pavón (Anales Complutenses, 2009, p. 42): hacia 1540 Rodrigo había completado sus prácticas de cirugía y obtenido su título de “zurujano” 35 por lo que comienza su ejercicio profesional en Alcalá. En este 1540, quizá se hayan casado los dos hermanos, Juan y Rodrigo. Puede ser que lo hicieran el mismo día. A esta boda asistirían su padre, el licenciado Juan de Cervantes, y su hermano Andrés. Su padre correría con todos los gastos y los recién casados, en agradecimiento, pondrían los nombres Juan y Andrés a sus primeros vástagos. Ya hemos visto cómo el primer nacido, el único hijo de Juan, bautizado el 1 de mayo de 1542, recibe el nombre de Juan, en honor de su abuelo paterno, el licenciado Juan de Cervantes. Pues bien, el primer hijo de Rodrigo, bautizado el 12 de diciembre de 1543, recibe el nombre de Andrés, nombre de su tío de Córdoba. Como el primogénito murió muy pronto, Rodrigo y Leonor impondrán el nombre de Andrea a su segundo vástago, una niña: En veinte y cuatro días del dicho mes y año [noviembre de 1544] fue bautizada una hija de Rodrigo de Çervantes y de Dª Leonor, su muger, que se llamó 34 JEAN BABELON, Cervantes, Madrid. Losada, Grupo Anaya, 1994, p. 19. Afirma Maganto Pavón: “Como ya se dijo, el oficio de sangrador o “zurujano” estaba a caballo entre el de barbero y el de cirujano. Para estos oficios se necesitaba una autorización o un examen ante el Protomedicato. (Anales Complutenses, 2009, p. 43).g 35 39 Andrea. Los primogénitos de los dos hermanos, Juan y Rodrigo, portarán el nombre del abuelo y del tío, paternos, que andan lejos, por tierras andaluzas: Juan y Andrés. Agradecieron al padre y al hermano su asistencia y ayuda en la boda, imponiendo a sus primeros vástagos los nombres de Juan y Andrés. Pero, no sólo les ayudó en la boda. El licenciado Juan de Cervantes le buscó casa a Juan, la de “La Calzonera” de la calle de La Imagen, en Alcalá, como antes se la había conseguido, en esta misma calle, a su hija, María de Cervantes, venciendo en singular batalla jurídica al poderoso e influyente don Iñigo López de Mendoza, cuarto duque del Infantado. A Rodrigo no tuvo que buscarle casa, pues ya la tenía en Arganda: era la casa en donde había nacido su esposa Leonor, hija única de la rica viuda argandeña Elvira de Cortinas. Recuerda Canavaggio que Leonor de Torreblanca se queda abandonada, en Alcalá, con Rodrigo y María. Realmente queda también con Juan. ¿Qué educación les dio? Nadie puede dar lo que no tiene. Trasvasó a sus hijos lo que llevaba, lo que había recibido de sus “ejemplares progenitores”. Sólo podemos experimentar los frutos de su educación en Rodrigo y María, ya que de Juan sabemos muy poco. Pero conocemos las actuaciones de María de Cervantes y de su hermano Rodrigo, cuyas vidas transcurrieron, en gran parte, al lado de Leonor de Torreblanca. Veremos cómo Leonor, en la Valladolid de 1551, incita a sus hijos, Rodrigo y María, a que firmen una falsa venta, una “mohatra”, por valor de 44.472 maravedís. Al no poder pagar esta obligación, Rodrigo, después de ser desposeído de todo lo que tenía en su casa, ingresó en la cárcel vallisoletana. Pero el padre de Cervantes no escarmentó con la prisión de Valladolid. Instigado por su madre, volvió a firmar otra “mohatra” en Cordoba, el 30 de octubre de 1553. Y, años después de la muerte de su madre, en 1565 volvió a ser amenazado con otra incautación de bienes en Sevilla. Rodrigo había aprendido de su madre lo que ésta había heredado de sus padres: el engaño, la astucia, la falsedad, la trampa. En manos de Leonor de Torreblanca, el dinero se evaporaba. Nunca sabremos qué hicieron con los 44.472 maravedís de la mohatra de Valladolid. Rodrigo aprendió también de su madre, el arte de malgastar lo que llegaba a sus manos. Como veremos, Rodrigo de Cervantes consumió en pocos años la inmensa herencia que su mujer recibió de los Cortinas. Esta ansia despilfarradora del dinero se transmitió desde el padre tramposo de Leonor, a ésta, a su hijo Rodrigo de Cervantes y a su nieto, nuestro 40 “Manco”, Miguel de Cervantes. Éste, biznieto del tramposo médico Torreblanca, también consumía alegremente el dinero del Estado que llegaba a sus manos de “comisario”. Por esta “virtud” heredada de los Torreblanca, tuvo que visitar, entre otros lugares, la cárcel de Sevilla. Cervantes, en el fragmento del Coloquio donde tilda a los moriscos de ‘canallas’y asegura que ‘España cría y tiene en su seno tantas víboras como moriscos’, pintaba como defectos de los tales [...] su capacidad de trabajo y ahorro. ‘Todo su intento’, nos dice Cervantes, ‘es acuñar y guardar dinero, y para conseguirlo trabajan y no comen [...], ganando siempre y gastando nunca’. (Trapiello, p. 239). Muerto el Licenciado Juan de Cervantes en marzo de 1556, la anciana Leonor Fernández de Torreblanca, su viuda, que heredó la legítima, se hizo dueña de un esclavo negro color loro, de nombre Luis, de veinte y dos años poco más o menos. No le quedaban dos años de vida. Esta anécdota nos ilumina más, si cabe, su personalidad, carácter y modo de ser y actuar. Es lo único que deja en herencia a su hijo Rodrigo y a su nieto Miguel: despilfarro, despreocupación, egoísmo, trampa y falsedad. Esta es la etopeya de la abuela paterna de Miguel, de la suegra de Leonor de Cortinas. Tras ser abandonada por el marido, vive miserablemente a cuenta de su hijo Rodrigo y de la hija María, la madre de Martina de Mendoza. Pero cuando, al final ya de su vida, recibe un dinerito de la legítima de su difunto marido, lo gasta todo en alquilar una casa en donde vivir a sus anchas y en mantener un esclavo de color loro, de hedad de veinte y dos años, con el que fanfarronear por las calles de Córdoba, recordando las pasadas glorias vividas en el Alcalá de Henares anterior a 1538. ¡Genio y figura hasta la sepultura! En el éxodo de 1538, Andrés, el hijo más joven, tuvo la suerte de acompañar al padre en el abandono de la familia. Andrés, al lado de su padre, consiguió la formación que le permitió llevar una vida desahogada y desempeñar, entre otros cargos, la Alcaldía de Cabra. El licenciado Juan de Cervantes conocía la importancia que tiene la preparación intelectual, cultural, moral y profesional de los hijos. Preparó al hijo Andrés, el único que lo acompañó, para que triunfara en los embates de la vida. Tuvo la satisfacción de verlo ostentando los mejores y más elevados puestos de la villa de Cabra. Pero amó y se preocupó igualmente por los otros. Todos eran sus hijos. Les buscó hogar, casa, para que puedieran casarse. 41 Leonor de Torreblanca se despreocupó totalmente de sus hijos. Así habían actuado con ella sus padres. ¡Hija de un médico, pero analfabeta! Murió en la mayor pobreza y abandono: María, su única hija, no la retuvo en Alcalá. Tampoco su nieta Martina de Mendoza. Dejaron que se marchara a la ventura con el inútil e incapaz Rodrigo hacia tierras andaluzas. Andrés, el hijo menor, que gozaba de una excelente posición social y económica, tampoco la llevó a su casa de Cabra. Sólo Leonor de Cortinas, su nuera, le cedió a Andrea para que la ayudase en su desamparada vejez andaluza. 4.- LOS CORTINAS 4.1.- Los Cortinas y el gran cervantista Astrana Marín No se sabe cómo ni cuándo conociera Rodrigo de Cervantes a la que había de llevar en su seno al inmortal ‘Regocijo de las Musas’, ni tampoco la fecha ni lugar del enlace. Se ha supuesto acaecería en 1540 […]. Llamóse la esposa de Rodrigo doña Leonor de Cortinas […]. No sólo se ignora su naturaleza, sino asimismo su educación y prendas físicas […]. Hija quizá de algún labrador acomodado de Arganda, Barajas u otro pueblo cercano de Alcalá […]. Sus bienes dotales no debieron ser de consideración. (Astrana Marín, 1948, pp. 185-193) En cuanto a los padres de doña Leonor de Cortinas, parece [...] que residían en uno de esos pueblos pequeños donde los más ricos eran pobres [...]. Las relaciones de doña Leonor de Cortinas con sus padres, vivieran a orillas del Henares, del Jarama o del Tajo, desconócense por ahora; pero que así ella como su esposo y sus hijos no perdieron en ningún instante [...] su contacto con Alcalá. (Astrana Marín, 1948, pp. 370-375). Astrana es el máximo investigador y conocedor de los Cervantes. Cuando escribe esto, desconoce casi totalmente a la familia materna de Miguel. Pero con su esfuerzo, tesón y clarividencia desbrozó un camino oscuro e intransitable, y llegó a ser también el mayor investigador y descubridor de toda la familia de los Cortinas. Antes de Astrana Marín, poco o nada se sabía sobre ellos. Navarrete afirma en 1819 que Rodrigo 42 casó por los años de 1540 con Doña Leonor de Cortinas, señora ilustre, natural, según parece, del lugar de Barajas. La temprana muerte impidió a don Luis Astrana, no sólo completar, hasta lo posible, el conocimiento de los Cortinas, sino también releer y corregir su inmensa, colosal y monumental obra, llena toda de aciertos, pero entre los que pudo deslizarse algún despiste. Sus seguidores no siempre supieron ver y soslayar estos minúsculos errores. Esta obra monumental sigue siendo referencia insustituible por la cantidad de informaciones, a veces inéditas, que nos proporciona; sin embargo, ha sido criticada [...]: Astrana Marín […] ha venido a ser una manera de arquetipo del que derivan en su mayoría las Vidas de Cervantes [...]. También se ha convertido en referencia, más o menos explícita, de cuantos han intentado subsanar sus errores o corregir sus extremos. (Jean Canavaggio, “Hacia la nueva biografía de Miguel de Cervantes” [1989], Cervantes, entre vida y creación, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2000, p. 21). 36 En el caso de Cervantes, Astrana Marín ha sido investigador feliz en parajes en que otros investigadores, –no tan curiosos, no tan perseverantes-, han sido infortunados. Caso curioso el de la investigación literaria. [...] Y, sin embargo, en estos mismos sitios ya rebuscados, ya esquilmados, ya improductivos, es donde el investigador realmente genial, un Astrana Marín, por ejemplo, encuentra documentos, no parvos [...], sino a manta y curiosísimos. [...]. La vida de Cervantes va a ser ensanchada, considerablemente ensanchada; la cantidad de documentos encontrados por Astrana Marín es prodigiosa [...]. (Azorín, “Astrana Marín”, en Con permiso de los cervantistas, Madrid: Biblioteca Nueva, 1948, pp. 91-92) 37 . [Astrana Marín] era, –nada más y nada menos-, un escritor, con todo lo que esta profesión exige cuando se practica honestamente, auténticamente, de humildad, de esfuerzo, de silencioso heroísmo, de trabajo agotador. Él no era hombre de capillas y grupos, no se prestaba a la servidumbre de quienes reparten prebendas y facilitan 36 Citado por JOSÉ MONTERO PADILLA y JOSÉ MONTERO REGUERA en Luis Astrana Marín fundador de la Sociedad Cervantina, Cuenca. Diputación Provincial de Cuenca, 2006, pp. 125-126. 37 Ibídem, pp. 119-120. 43 ayudas. Trabajaba y vivía solitariamente, y esta soledad le dañó en cuanto a lo material y utilitario de la vida profesional de las Letras 38 . Entre los libros que me acompañaron en tantas jornadas está en primer lugar la muy admirable Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, del no menos ejemplar y esforzado don Luis Astrana Marín. Los estudios biográficos de Cervantes son de una manera o de otra así se cuenten antes o después de la venida de Astrana [...]. Tal vez el tono extravagante de su biografía, picado de cierta solemnidad y arrogancia, le ha valido a Astrana la enemistad de hispanistas y académicos, a los que a menudo maltrata y moteja en sus páginas. Yo quise enterarme un poco de la vida de Astrana, para rendirle en estas páginas el homenaje que merece su libro [...]. Sobre Astrana ha caído un formidable silencio, sobre su obra […] han extendido un vasto manto de sal, y, con la sóla excepción de Azorín, (‘investigador realmente genial’, dice de él), le han pagado con el olvido [...], cuando la verdad es que todos los estudios serios posteriores a él le deben en lo sustancial biográfico casi todo. (Trapiello, 2005, pp. 19-20). Con este primer conocimiento, a todas luces incompleto, de la familia Cortinas, se escribió sobre el nacimiento e infancia del “Manco de Lepanto”. Nadie se preocupó de completar las investigaciones de don Luis. Como escribe Trapiello, la verdad es que todos los estudios serios posteriores a él le deben en lo sustancial biográfico casi todo, porque, según afirma Azorín, la cantidad de documentos encontrados por Astrana Marín es prodigiosa. En el primer tomo, escrito antes de 1948, don Luis trataba de justificar la emigración emprendida en el otoño de 1553 hacia Andalucía: Vendiendo lo último que le quedase [...], el desgraciado Rodrigo, con su mujer, sus cinco hijos y su madre [...] daba su adiós a Alcalá a principios de octubre […]. Después el éxodo a la dulce Andalucía [...]. Ocho jornadas de camino [...]. Viaje terrible para los ocho alcalaínos que se extrañaban. (Astrana Marín, 1948, pp. 285-286). En el tomo II (1949, p.73), con más información de Arganda y de la familia materna de Miguel, sostiene don Luis que: 38 JOSÉ MONTERO ALONSO, “Ha fallecido el gran escritor e investigador Astrana Marín”, en Diario de Madrid, Madrid, 4 de diciembre de 1959. 44 Los Cortinas […], eran la familia más rica de aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares) [...]. De la importancia de la herencia se colegirá por el hecho de ser aquellos años los más prósperos de los padres de Cervantes, cuyo desahogo económico les permite hacer préstamos hasta de 800 ducados. El jueves día 15 de diciembre de 2005, se presentó en Alcalá el libro: La disputada cuna de Cervantes, del investigador José César Álvarez. Al leerlo, me causó gran sorpresa lo que afirma en la página 138: Los Cortinas eran la familia más rica de este señorío de Toledo que era Alcalá, cuya jurisdicción comprendía la villa de Arganda, de donde eran originarios los Cortinas y tenían casa en Alcalá, puede que la ‘casa madre’ en la que vive doña Leonor. Afirma César Álvarez que los Cortinas eran la familia más rica de Alcalá; del Común de Villa y Tierra del Alcalá de Henares de mediados del XVI. ¿Contestaba al Astrana Marín que, en 1948, veía en ellos pobreza? No, César Álvarez seguía al Astrana Marín de 1949 que en la página 73 del segundo tomo, con mayor investigación sobre los Cortinas, afirmaba: Los Cortinas […] eran la familia más rica de aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares). No es del todo cierto lo que escribe don Luis. Tampoco lo es la afirmación de César Álvarez. Los Cortinas, tanto los de Arganda como los de Barajas, los de Madrid, los de Cuenca o Morata, eran una acaudalada familia, pero no los más ricos del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”, como afirma César Álvarez (2005, p. 138), ni siquiera los más ricos de Arganda, como sostiene Astrana Marín (1949, p. 73). Pero, hay una información importante en Astrana Marín sobre la Arganda de mediados del XVI: aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares). En efecto, Arganda era un lugar, una aldea de Alcalá de Henares. Reconoce don Luis, que Arganda era una “aldea” del Ayuntamiento o Concejo de Alcalá de Henares. ¡Lástima que no sacara la consecuencia lógica de esto! La prisa, con que se veía obligado a investigar y a escribir, le impidió volver sobre lo escrito. En 1547, los habitantes de la aldea de Arganda, además de argandeños, eran alcalaínos; eran naturales del Ayuntamiento o Concejo de Alcalá, al que pertenecían. Los 45 alcalaínos de nuestro siglo XXI, además de alcalaínos son madrileños; y lo son con los mismos derechos que tienen los nacidos en Madrid o en Aranjuez. La forma de organización del territorio de Castilla la Nueva […] fue la de los “Comunes de Villa y Tierra” […]. El origen de esta forma de organización del territorio es, en parte, romano-visigodo, por el predominio de la urbs sobre el territorium […]. Estaba constituido por dos elementos fundamentales: a) de un lado la Villa […] gobernada por un Concejo local, con un código de derecho propio […] establecido en un Fuero […]. La Villa estaba rodeada por muralla, en la que se abrían las puertas o portillos […]. En su interior surgían iglesias y se formaban los barrios o colaciones […]. Desde la Villa, como cabeza, se repoblaba el territorio de una manera coordinada. b) de otro la Tierra, dependiente de la Villa, y poblada de aldeas, repartidas en sexmos o territorios de dimensiones similares […]. Las normas de derecho público de los Comunes estaban recogidas en Fueros. (Herrera Casado, 2004, pp. 28-29). Los que aquí viven [en las villas] se llaman propiamente villanos y como tienen poco trato con la gente de ciudad, son de su condición muy rústicos y desapacibles. El día de oy llamamos villas los lugares de gente más morigerada, y sonles inferiores los aldeanos que habitan en otros lugares pequeños dichos aldeas. (Sebastián de Cobarruvias, Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Madrid, 1611, p. 1008). [“Aldea”], lugar corto, que no tiene jurisdicción sobre sí, ni Privilegio de Villa, según las leyes de Castilla; y sus moradores son vecinos de alguna Villa o Ciudad en cuyo distrito, término y jurisdicción están. (Diccionario de la Lengua Castellana o Diccionario de Autoridades, Tomo Primero, Madrid, 1726, p. 187). Los argandeños desde la reconquista de Alcalá hasta 1580 eran, según el Tesoro de Cobarruvias, “aldeanos”. Según el Tomo primero del Diccionario de Autoridades, año 1726, los aldeanos eran vecinos de la villa a la que pertenecían sus respectivas aldeas. Por tanto, los argandeños, que pertenecían a la “Villa de Alcalá”, eran vecinos de Alcalá. Se llama oy [“villa”], la población, que tiene algunos privilegios […], se distingue de la Aldea, como vecindad y jurisdicción separada de la Ciudad. (Diccionario de la 46 Lengua Castellana o Diccionario de Autoridades, Tomo Quinto, Herederos de Francisco Hierro, Madrid, 1737, p. 487). El ambiente cultural del momento, -recién celebrado el cuarto centenario del nacimiento de Cervantes-, impidió que don Luis llegara a la conclusión de que si Arganda era una “aldea”, -como afirma-, del Ayuntamiento de Alcalá, sus habitantes eran, por argandeños, alcalaínos, “vecinos de Alcalá”. Por esta razón, los padres de Miguel, los hermanos y él mismo, se consideran “vecinos y naturales de Alcalá”. ¡Lo eran! Eran aldeanos que pertenecían al “Concejo de la Villa de Alcalá”. Cuando se le pregunta, en Berlín, a un malagueño de dónde es, contesta ¡de España! ¡Soy español! No contesta ¡soy malagueño! Los Cortinas no eran los más ricos del ayuntamiento de Alcalá, ni siquiera los más acaudalados de la aldea alcalaína de Arganda. En la sociedad argandeña que se extiende desde mediados del XVI a principios del XVII había varias familias cuyo poder económico, político y social era muy superior al que poseía la hacendada familia de los Cortinas argandeños. A finales del Siglo XVI y principios del XVII, en Arganda no sólo vive el Embajador [Imperial], también tienen casa allí [en Arganda], otros altos dignatarios, como el Prócer, héroe de los Tercios de Flandes, don Diego de Vargas; los Secretarios de Su Majestad, Antonio Pérez; y los hermanos Sebastián y Bartolomé Santoyo de Cordero y Nevares; los Contadores de la Real Hacienda, Juan de Sarabia y Juan López Vivanco; el Canciller y Registrador de Su Majestad y Notario Mayor del Reino de Toledo, Jorge Olalde de Vergara; los banqueros Ibarra y Póntica; los Vilches, Notarios y Familiares ‘del Santo Oficio de la Inquisición Vieja de Toledo’; los Capitanes y Comendadores, Fernández de Avellaneda, Pero Ibáñez de Ochandiano y García Bravo de Acuña; o los Arqueros ‘Gaspar Fermans, natural de Amberes en Bravante’ y ‘Leonart Fronville’, de los que hace referencia Enrique Cock en Relación del viaje hecho por Felipe II en 1585, a Zaragoza, Barcelona y Valencia. (Barros Campos, “La Ínsula Barataria”, 1997, p. 319. Barros Campos, “Arganda en su Esplendor”, 1997, 44-55). 4.2.- Los primeros Cortinas conocidos 47 En su árdua y complicada investigación sobre el, -totalmente desconocido-, árbol genealógico de los Cortinas, de una de cuyas ramas pende como fruto maduro el “Príncipe de las Letras Españolas”, Astrana Marín buceó hasta las profundidades del año 1422, en el reinado de Juan II. En el alborear de este año brotó, del centenario árbol de los Cortinas plantado en la alcalaína aldea de Arganda, una ramita, un renuevo: Juan de Cortinas (¿1422-1485?). En la primavera de 1426 salió otro brote: Gonzalo de Cortinas (¿1426-1486?). Aún nacerá otro tercer retoño: Diego de Cortinas (¿14301495?). Así se expresa el más grande de los investigadores de Cervantes: Los primeros Cortinas de que hemos hallado nuevas, se remontan [...] a los tiempos de don Juan II. Era una familia de hidalgos, compuesta de tres hermanos, Juan, Gonzalo y Diego, todos bien acomodados, con posesiones [...], no sólo en Arganda […], sino también en Madrid [...]. Su hacienda extendíase a los pueblos cercanos de Valdelaguna, Morata y Valdilecha, con terrenos de pasto y regadío en las riberas del Jarama y del Tajuña. Esta familia aparece enlazada, desde mediados del siglo XV, por sucesivos matrimonios, con los Luján, Mejía, Díaz Sánchez, Sánchez Maroto y Díaz Delgado. Dos vástagos de ella [...] casan en Barajas, uniendo el apellido Cortinas (que se extingue en Arganda en los varones) con los Gaytán de Tordesillas y los Salcedos y Sánchez de Coca de aquella localidad [...]. (Astrana Marín, 1949, p. 80). El prestigio de los Cortinas se extendía por Arganda y villas o aldeas vecinas: Alcalá, Madrid, Valdelaguna, Morata, Campo, Carabancheles, Getafe, Barajas o Chinchón. En 1575, los ancianos de Valdelaguna contestaron a la pregunta 27 de las Relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España ordenadas por Felipe II, enorgulleciéndose de sus antiguos vecinos: aquí vivían los hijosdalgo Cortinas que están ahora en Barajas. En treynta e un días del mes de marzo, año del nacimiento de nuestro Salvador [...] de mill e quinientos e treynta e quatro años, el clérigo Francisco de Cortinas redactaba su testamento: Sepan quantos esta carta de testamento vieren cómo yo Francisco de Cortinas, clérigo, natural de Arganda [...] demando mi cuerpo sea sepultado dentro del monasterio 48 de Señor San Francisco en el coro del dicho monasterio o en la capilla que dizen de los Cortinas donde mejor disposición hubiere 39 . La existencia de esta capilla en San Francisco el Grande de Madrid y en el año 1534, es buena prueba de la importancia económica, social, política y religiosa que durante los siglos XV y XVI, y quizá en los anteriores, alcanzó la familia Cortinas. Escribe el P. Patrocinio García Barriuso, O.F.M., en su estudio sobre el monasterio de San Francisco de Madrid: En la Iglesia, que en su estructura primitiva se creía fuese levantada por el mismo Seráfico Padre y por sus compañeros e inmediatos seguidores, dicen los cronistas que existían numerosas capillas y en ellas artísticos mausoleos o sepulcros que a porfía habían sido embellecidos [...]. Se veían en su correspondiente capilla las estatuas orantes de don Diego Sánchez de Vargas [...], allí tenía también su flamante sepulcro el Marqués de Villena y la familia Zapata, etc., según se hacen eco los cronistas y quienes de ellos tomaron la noticia al deplorar la devastación que de todo ese tesoro artístico se hizo con la reforma que en la iglesia se realizó por el año 1617 [...]. Por las escrituras de fundaciones [...], el número de Capillas ascendía a veinte y cinco: el de Altares a cuarenta y uno, y sólo juzgo que quatro de estos carecían de Patrono o dueño legítimo [...]. La misma dificultad y por igual motivo, sucede en orden a sepulturas, Bóvedas, Cajas o Sepulcros de piedra, que auía cedidos a favor de varias 40 Familias, para sí y subcesores, en la Iglesia e interior del convento [...] . Resalta el P. García Barriuso, transcribiendo la documentación pertinente, que el sepulcro y capilla del Marqués de Villena, fue construido por orden de Juan II en 1434. Afirma también que los Vargas tenían, desde 1458, capilla propia que llevaba su nombre, en la iglesia de San Francisco. Más tardía es la capilla de los Zapata, pues, según el mismo P. García Barriuso (1975, pp. 27-28), del sepulcro de los Zapata, consigna el mismo cronista [P. Diego Álvarez] que por haber restaurado a sus expensas don Francisco Zapata Cisneros, Presidente del Supremo de Castilla, la capilla mayor de San Francisco en 1560, le fue concedido para él y su 39 ARCHIVO HISTÓRICO DE PROTOCOLOS DE MADRID, nº 55, fol. 1040 r. Se citará por: A.H.P.M. 40 PATROCINIO GARCÍA BARRIUSO, San Francisco el Grande de Madrid. Aportación documental para su historia. Madrid, 1975, pp. 58-59. 49 familia el privilegio de tener sepultura en el enterramiento de la Comunidad franciscana y en la iglesia, al pie de las gradas del altar mayor. No sabemos cuándo fue edificada la capilla que dizen de los Cortinas. Puede ser posterior a la del Marqués de Villena, -tío de Juan II-, del año1434, y a la de los Vargas (1458); pero es muy anterior a la de los Zapata Cisneros: la de los Cortinas fue edificada antes de 1534, la de los Zapata Cisneros se construyó después de 1560. Los Cortinas se codeaban con las más grandes familias del Madrid de Felipe II. Gerónimo de Quintana al hablar del apellido Zapata afirma: Esta casa es antigva y nobilísima, y según Argote de Molina de ricos hombres en el Reino de Aragón [...], su hijo mayor don Francisco Zapata de Cisneros, primer Conde de Barajas, Cavallero y Treze de la Orden de Santiago, Comendador de Gvadalcanal [...], Presidente del Consejo de Órdenes y, después, del Supremo de Castilla, haziéndole también del de Estado y Gverra [...] 41 . (1629, fols.290-293). El prestigio de los Cortinas, anterior al de los Zapata de Cisneros, se extendía por toda la comarca mesopotámica que bañaban los ríos Henares, Manzanares, Jarama, Tajo y Tajuña. En un Pleito de hidalguía incoado en Barajas, en enero de 1540, los testigos recalcan el prestigio y la calidad humana y social de los Cortinas argandeñomadrileños. Se trata de un pleito promovido por la viuda del militar Diego Sánchez de Cortinas, cuñada del clérigo argandeño Francisco de Cortinas, que por su parentesco con Beatriz de Cortinas, –eran primos hermanos-, fue el primer titular de la Capellanía fundada por ella, en la aldea de Arganda. El pleito, iniciado por María de Salcedo, resalta y manifiesta la reputación de los Cortinas argandeños y la de los Salcedo de Barajas. Los dos hermanos, Francisco de Cortinas y Diego Sánchez de Cortinas eran nietos de Juan de Cortinas e hijos de Alonso de Cortinas y de su mujer Mari Mexía. El militar muerto en la batalla de Ravena, Diego Sánchez de Cortinas, era ahijado bautismal del bisabuelo de Cervantes, Diego Sánchez de Cortinas, “Alcayde de Maqueda”. 41 GERÓNIMO DE QUINTANA, A la muy Antigua, Noble y Coronada Villa de Madrid. Historia de sv Antigüedad, Nobleza y Grandeza. Libro Segvundo. Madrid, Imprenta del Reino, 1629, folios 290v-293v. 50 4.3.- Cortinas madrileños descendientes de Diego de Cortinas Tenemos poca información del hijo más joven de Juan de Cortinas, el argandeño Diego de Cortinas (¿1430-1495?), y ésta pertenece a los últimos años de su vida. Aparece su nombre, el 12 de mayo de 1493, en un documento de donación a la iglesia parroquial: En Arganda, dose días de mayo de XCIII años [1493], Alonso Sánchez Vellorito, vecino de Arganda, dixo: que por quanto puede aver quinse años, poco más o menos, quel puso un majuelo en Val de Mingo Velasco, el qual majuelo agora ha por aledaños de la vna parte olyvas de Diego de Cortinas e de la otra parte vyñas de Beatriz de Cortinas, e de la otra parte olyvas de Juan Fernández de Antón Ruis [...]. (Archivo parroquial de Arganda, Libro I de cuentas de Fábrica, folio 72). Vuelve a aparecer en otro documento que lleva fecha del 3 de agosto del mismo año: [...]. Item, otra tierra más arriba, en la dicha Vega, aledaños de parte de arriba, un quadro de Diego de Cortinas. (Archivo parroquial de Arganda, Libro I de Cuentas de Fábrica, folio 149). Moriría poco después y fuera de Arganda. Las Cuentas de Fábrica de la parroquia no registran su sepultura, ni la de su mujer. Quizá murieran en Madrid, centro de sus actividades comerciales, y estén enterrados en el monasterio de San Francisco, en la “Capilla de los Cortinas”. Fue hijo suyo, Manuel de Cortinas (¿1460-1515?) que, imitando a sus padres, desarrolló gran parte de la vida entre Arganda y Madrid. En los inventarios de ornamentos de la iglesia de Arganda aparece dos veces la esposa de Manuel de Cortinas, donando ornamentos litúrgicos. Interesa el inventario efectuado el 21 de marzo de 1498, que anota: [...] una sávana de seda blanca con orillas motadas de oro e seda de amas partes, que dio la de Manuel de Cortinas [...]. (Archivo parroquial de Arganda, Libro I de Cuentas de Fábrica, folio 100. En Astrana Marín, 1949, pp. 95-98). Manuel de Cortinas y su esposa murieron fuera de Arganda, quizá en Madrid, principal escenario de sus actividades. No se registra su sepultura en las Cuentas de Fábrica de la iglesia argandeña. Un nieto del Diego de Cortinas de 1430, -fundador de 51 esta rama familiar-, fue Pedro Manuel de Cortinas 42 , que el 21 de agosto de 1558, como vecino de Madrid, rubrica, ante el notario José de Torralba, el arriendo de varias casas en la parroquia de Santa Cruz. Este Pedro Manuel de Cortinas quizá sea el que, con el nombre de Pedro de Cortinas, pide en 1534, un traslado del testamento de su tío, el clérigo argandeño Francisco de Cortinas, muerto este año de 1534. Otro nieto de Diego de Cortinas, llamado Gonzalo de Cortinas, firma documentos, 43 como encargado del aceite y del trigo en Madrid, entre los años de 1565 y 1570. Astrana Marín (1949, p. 99), que encontró muchos documentos sobre este Cortinas, reproduce los siguientes: Obligación de Gonzalo de Cortinas, vecino de Madrid, de pagar a doña Francisca de Vargas, vecina también de Madrid [...], de cuyo fruto fue arrendador el año 1565. Madrid, 28 de febrero de 1566. (Archivo de Protocolos de Madrid, 161, sin foliar). Obligación de Francisco de Morata, vecino de Chinchón, como principal deudor, y Gregorio del Páramo, vecino de Madrid [...] para traer aceite a la villa de Madrid [...] con el mulo y asnos del dicho Cortinas 44 . Madrid, 9 de febrero de 1569. (Archivo de Protocolos, 519, fol. LXXVI). Concierto entre Gregorio del Páramo, Gonzalo de Cortinas, Andrés de San Juan y Francisco de Puebla, vecinos de Madrid, por haberse rematado en el segundo la obligación del aceite. Madrid, 23 de febrero de 1569. (Archivo de Protocolos de Madrid, 519, fol. LXIX). Escritura de Gonzalo de Cortinas, Pero Núñez de Tapia e Isabel de Orduña, su mujer, vecinos de Madrid. Gonzalo de Cortinas no sabía firmar. Madrid, 18 de enero de 1570. (Archivo de Protocolos de Madrid, 269, fol. CCCXXIII). Creemos que esta rama de Cortinas, cuyas raíces arrancan del Diego de Cortinas contemporáneo de Juan II, debió de abandonar Arganda hacia los años veinte del XVI. ¿Huyeron de Arganda a causa de las revueltas de las Comunidades? El primer documento, el del 28 de febrero de 1566, reproduce una relación comercial y amistosa entre los Varga y los Cortinas: Obligación de Gonzalo de 42 A. H. P. M. José de Torralba, 375, folio CLXXX. A. H. P. M. nº 161, sin foliar; nº 519, folio LXIX; nº 519, folio LXXVI; nº 269, folio CCCXXIII. 44 Por este documento, vemos que Gonzalo de Cortinas era recuero. 43 52 Cortinas, vecino de Madrid, de pagar a doña Francisca de Vargas, vecina también de Madrid. En Madrid [...] el movimiento comunero, encabezado por Zapata, encontró gran obstáculo en la defensa que del Alcázar madrileño hizo su Alcaide, que a la sazón era Francisco de Vargas [...]; los Vargas eran simpatizantes de la causa imperial [...]. 45 Muy cerca de Alcalá, en Madrid, el alcalde del alcázar, Francisco de Vargas, al comprobar la virulencia del levantamiento comunero pronto advirtió que sus fuerzas realistas eran muy escasas para intentar defender la fortaleza del seguro ataque de los sublevados. Y, así, siendo de noche, marchó secretamente hasta Alcalá donde pensaba reclutar gente armada para la causa del emperador [...]. Francisco de Vargas, finalmente, consiguió reunir unos 40 hombres [...]. Pero descubierto el engaño por los comuneros, este grupo hubo de huir a Alcalá donde consiguió refugiarse perseguido por un cabecilla comunero de Madrid que se llamaba Negrete. 46 Estas revueltas hicieron que otro Cortinas, Gonzalo, el hijo del Alcayde de Maqueda, abandonara también Arganda. Sea lo que fuere, siguieron manteniendo lazos e intercambios con los Cortinas, sus parientes de Arganda, de Barajas, de Morata y de Cuenca. A mediados del siglo XVI, sólo quedan en Arganda los descendientes de los otros dos Cortinas contemporáneos de Juan II: Juan de Cortinas y Gonzalo de Cortinas, hermanos, los dos, del Diego de Cortinas anterior, que vino al mundo en Arganda, hacia 1430. Por esta razón, Astrana Marín y Rodríguez-Martín hablan de dos ramas argandeñas de Cortinas: la mayor y la menor. En Arganda desarrollaron su vida estas dos familias de Cortinas. Escribe Rodríguez-Martín y Chacón que la menor desaparece muy pronto y por eso la llama así. Se extingue, según él, con doña Leonor de Cortinas. Más bien, -creo yo-, se extingue, el 19 de septiembre de 1652, con la muerte de Isabel Cervantes de Saavedra, que era hija de Miguel de Cervantes y biznieta de Elvira de Cortinas. La 45 ASUNCIÓN FERNÁNDEZ HOYOS, El Obispo Don Gutierre de Vargas, un madrileño del Renacimiento, Madrid, Caja de Madrid, 1994, p. 56. 46 ANTONIO MARCHAMALO SÁNCHEZ, “Las comunidades de Castilla”en Movimientos políticos y sociales. Conferencias 2006, Institución de Estudios Complutenses, Alcalá de Henares, 2006, p. 58. 53 rama mayor es la más acaudalada y la que perdura por más tiempo en Arganda, aunque abandonando el apellido Cortinas. Las dos manifestarán su riqueza en: la compra de ornamentos litúrgicos para la iglesia argandeña, la elección de los enterramientos más caros de la iglesia y la fundación de sendas capellanías en Arganda. 4.4.- Cortinas mayores descendientes de Juan de Cortinas Francisca de Cortinas Juan de Cortinas ⎫ (¿1445 ?− 1506) (¿1422 ?− ¿1485 ?) ⎪⎪ Alonso de Cortinas ⎬ Francisca de Luxán⎪ (¿1448 ?− ¿1502 ?) (¿1426 ?− 1503) ⎪⎭ Pedro de Cortinas (¿1450 ?− 1499) La rama no cervantina de Cortinas argandeños o rama mayor de los Cortinas arranca en Juan de Cortinas (¿1422?-¿1485?), el mayor de los tres hermanos contemporáneos de Juan II. Este Cortinas era un rico terrateniente con posesiones a orillas de los ríos Jarama, Manzanares, Tajo y Tajuña. Su vida transcurría entre Arganda y sus posesiones, sobre todo las de Madrid. Tuvo tres hijos de su matrimonio con Francisca de Luxán (“La de Cortinas, la Vieja”): Francisca de Cortinas (¿1445?-1506), Alonso de Cortinas (¿1448?-¿1502?) y Pedro de Cortinas (¿1450?-1499). Los tres se casaron en Arganda y sus descendientes fueron los que por más tiempo mantuvieron el apellido Cortinas en la aldea argandeña. 4.4.1.- Francisca de Cortinas 54 Nos interesa la hija mayor de Juan de Cortinas, Francisca de Cortinas (¿1445?1506). En su matrimonio con Díaz Sánchez Maroto (¿1443?-¿1500?), tuvo dos hijos: Díaz Sánchez Maroto (¿1472?-¿1520?) y Beatriz de Cortinas (¿1476?-1506). Francisca de Cortinas ⎫ Díaz Sánchez Maroto (¿1445 ?− 1506) ⎪⎪ (¿1472 ?− ¿1520 ?) ⎬ Díaz Sánchez Maroto ⎪ Beatriz de Cortinas (¿1443 ?− ¿1500 ?) ⎪⎭ (¿1476 ?− 1506) Por sus apellidos, nadie sospecharía que Díaz y Beatriz fueran hermanos de padre y madre: el mayor se apellida Sánchez Maroto, lo normal sería Sánchez Cortinas; la menor lleva el apellido “de Cortinas”; olvida el apellido del padre y adopta el de la madre. Los dos hijos del matrimonio incumplen la norma más frecuente. Ésta sería el adoptar Sánchez Cortinas. En estos siglos, lo repetiremos hasta el infinito porque es importantísimo, cada hijo adoptaba los apellidos que mejor le parecían, aunque no fueran los de sus padres. En los siglos anteriores al XVIII, la presencia o ausencia de apellidos no sirve como prueba documental. Esto no lo tuvieron en cuenta ni los cervantistas del XVIII ni sus seguidores, incluidos los de nuestro siglo XXI. Díaz Sánchez Maroto se casó en Morata con Fulana de Luján. Del matrimonio nacieron dos morateños: Lujanico que murió a los 10 años, y la mayor: Isabel de Luján. Díaz Sánchez Maroto⎫ Isabel de Luxán ⎪ (¿1495 ?− ¿1548 ?) (¿1472 ?− ¿1520 ?) ⎪ ⎬ Fulana de Luxán Lujanico ⎪ ⎪⎭ (¿1498 ?− 1508) (¿1475 ?− ¿1525 ?) Si Díaz Sánchez Maroto despreció el apellido de su madre, pues debería apellidarse Sánchez de Cortinas, su hija Isabel despreció los apellidos del padre y adoptó el de la madre. Firmará como Isabel de Luxán. Fue la segunda patrona de la capellanía fundada en Arganda por su tía Beatriz de Cortinas. En 1544 murió el primer patrón de esta capellanía, Gabriel de Vivero, nombrado personalmente por el marido de la fundadora, Diego Delgado. Debiera sucederle su hijo don Diego de Vargas, curtido luchador en los Tercios de Flandes, pero don Diego, el 55 “Caballero del Verde Gabán”, renunció a su nombramiento, en favor de la morateña Isabel de Luján, sobrina de la fundadora, Beatriz de Cortinas. Su patronazgo duró cuatro años, desde 1544 al año de su muerte, 1548. 4.4.1.1. Beatriz de Cortinas y su Capellanía Beatriz de Cortinas, se había casado con el hijo de un rico terrateniente de Campo Real, Juan Díaz Delgado (¿1472?-1536). Beatriz de Cortinas ⎫ (¿1476 ?− 1506) ⎪⎪ ⎬ Sin sucesión Juan Díaz Delgado ⎪ (¿1472 ?− 1536) ⎪⎭ Beatriz que fundó, por el testamento de su marido, una capellanía en Arganda, se preocupó, en vida, de agrandar la ya enorme riqueza heredada. Además de conservar la herencia recibida de sus padres trató de recuperar toda la hacienda de sus abuelos, Juan de Cortinas y Francisca de Luján. Se hizo dueña casi total, entre otras posesiones, del soto de “Pajares”, comprando la parte de sus primos. A ello le ayudó el suegro, rico terrateniente de Campo Real. Su temprana muerte, en 1506, le impidió adueñarse de todo el soto. Aun cuando había comprado la parte de sus primos, su marido en el testamento sólo dejó a la Capellanía las tierras del soto que Beatriz había heredado. La parte de Pajares que Beatriz había comprado a los primos, Díaz Delgado se la dejó en herencia a sus sobrinos de Alcalá de Henares. Juan Díaz Delgado incumplió la palabra dada a su mujer, en 1506, cuando ésta se la pidió desde el lecho de muerte. Beatriz de Cortinas, según Rodríguez-Martín y Chacón (páginas 288-296), disfrutaba de grandes posesiones en muchas aldeas y en Madrid. Según este autor, Beatriz murió en 1526, después de fundar una capellanía que, a decir del mismo escritor, desarrolla su esposo, Juan Díaz Delgado, por el testamento otorgado en Arganda el 10 de octubre de 1531: 56 La fundación de la capellanía de Beatriz de Cortinas queda reflejada en el Libro I de Memorias donde se copia la cláusula del testamento de su marido, Juan Díaz Delgado, otorgado en Arganda el 10 de octubre de 1531, que dice que su mujer, Beatriz de Cortinas, que haya gloria, mandó que él fuera el usufructuario de las rentas de su propiedad en el soto de Pajares ‘que es ribera de Jarama’ y que ‘renta cada un año 5500 maravedís’. El desprendido viudo los dona a la Iglesia Parroquial ‘do su mujer está enterrada’ y que cada semana, los miércoles, viernes y sábados, se celebren tres misas por las ánimas de ambos cónyuges y de los difuntos de la familia Cortinas. Y nombra como capellán a su primo hermano Francisco de Cortinas Mejía, ‘hijo del difunto Alonso de Cortinas Luján’, y por patrón, o albacea, a Gabriel de Vivero, hijo de Diego de Vargas y de Doña (ilegible) Vivero, ‘vecinos de este lugar’ (Rodríguez-Martín, 1980, p. 293). Cumpliendo la última voluntad de su esposa, el desprendido viudo dona a la Iglesia Parroquial todos los bienes, entre ellos, el soto de “Pajares” que renta cada un año 5.500 maravedís 47 . La Iglesia celebrará cada semana, en tres días determinados, tres misas por las ánimas de ambos cónyuges y de los difuntos de la familia Cortinas. Astrana Marín no coincide en todo con Rodríguez-Martín. Afirma don Luis que Beatriz de Cortinas, la fundadora, no murió en 1526 sino mucho antes, en 1506, y que de desprendido viudo, ¡nada de nada! Falleció pronto Beatriz de Cortinas, muy joven, a los tres o cuatro meses de otorgar su testamento, hacia Marzo de 1506, luego de la muerte de su madre Francisca, y fue enterrada en la capilla mayor de la iglesia parroquial. Pero Juan Díaz Delgado [el desprendido viudo] debía de ser bastante tramposo y poco digno de su mujer, pues comenzó por no pagar su sepultura [...]; al cabo de veinticinco años, en un pomposo testamento, mandó le enterraran junto con su esposa y dejó instituida la capellanía para después que él muriese. (Astrana Marín, 1949, pp. 89-90). Beatriz de Cortinas murió antes del 27 de abril de 1506, pues con esta fecha hay una advertencia del visitador de la iglesia de Arganda que así lo prueba: 47 Hubo un intercambio de terrenos entre Felipe II y esta Capellanía, para sostenimiento económico del Monasterio de El Escorial. El Soto de Pajares pasó a ser propiedad del Rey, a partir de los años setenta del siglo XVI. 57 Item que sy el marido e parientes de Beatriz de Cortinas, que está sepultada en la capilla mayor, quisieren hazer al lado una capilla, que parescan ansimismo, serrando el testamento que la dicha Beatriz de Cortinas hizo, en el qual diz que manda su hazienda para vna capellanía de la dicha yglesia (Archivo parroquial de Arganda, Libro I de Cuentas de Fábrica, folio 131). El esposo de Beatriz, el acaudalado terrateniente Juan Díaz Delgado, no fue el desprendido viudo sino todo lo contrario. A pesar de su gran riqueza (heredada de sus padres y aumentada por él); a pesar de la confianza depositada en él por su mujer, que le entregó totalmente su inmensa hacienda; a pesar de la palabra dada a su mujer que está en el lecho de muerte y a punto de expirar, no cumplió nada de lo prometido hasta que se vio amenazado por la Parca. Lo hizo en su testamento, firmado el 10 de octubre de 1531, cuando sentía inminentes los aldabonazos de llamada de la Muerte a la puerta de su vida. ¡Ni siquiera pagó la sepultura de su mujer! En el folio 31 v, Libro II de Cuentas de Fábrica de la iglesia de Arganda y con fecha del 24 de septiembre de 1518, se constata la siguiente nota: Cárgansele más, de la sepultura de la muger de Juan Díaz Delgado, que abrá diez o doze años que morió e se enterró en la capylla mayor de la yglesia e no pagó la sepultura, tres ducados, que son mill e ciento e veynte e cinco maravedís (Archivo parroquial de Arganda). Ya se dijo que las tres ramas de los Cortinas se distinguían entre otras cosas en elegir para sus enterramientos las mejores y más caras sepulturas. Acabamos de ver que Beatriz de Cortinas fue enterrada en 1506 en una sepultura de tres ducados; así pasó, en 1520, con la tumba del “Alcayde de Maqueda”, el bisabuelo de Cervantes; y así pasará en 1593 con la madre de Cervantes, Leonor, cuyas hijas pagaron la sepultura de tres ducados. Miguel andaba, entonces, por los caminos y veredas andaluces; de Juan, el supuesto y desconocido hermano más joven de Miguel, no se sabe nada. La muerte demoró la visita a Juan Díaz Delgado hasta 1536. Murió antes de 6 de marzo de este año, pues con esta fecha se abrió su testamento: Item, digo: que por quánto Beatriz de Cortinas, mi mujer, que haya gloria, mandó que yo en mi vida gozase de la renta de yerba que ella tenía y me dejó en el Soto 58 de Pajares, que es en la ribera del Jarama [...], yo lo dejase para ella una capellanía, para que dijesen las misas que bastasen [...] para que perpetuamente en la iglesia de señor Sant Joan, donde la dicha mi mujer está enterrada, se digan en cada una semana perpetuamente tres misas, miércoles, viernes y sábado, de lo que la iglesia rezare por su ánima de la dicha mi mujer y de sus padres y difuntos [...]. Item, conformándome con la voluntad de la dicha mi mujer [...], que habiendo clérigo de su linaje, fuese el capellán de la dicha capellanía [...], por tanto, yo nombro para después de mis días por capellán de la dicha capellanía a Francisco de Cortinas, clerigo, hijo de Alonso de Cortinas, difunto. [...]; nombro por patrón de la dicha capellanía a Gabriel de Vivero, hijo de Diego de Vargas e Doña Constanza de Vivero, difuntos, vecinos de la villa de Madrid [...] para que el dicho patrón nombre capellán para que sirva la dicha capellanía, e habiéndole del linaje de la dicha Beatriz de Cortinas, mi mujer, aquel tal preceda a otros, y en defecto de no haber en su linaje clérigo que lo pueda ser, nombre otro que sea hábil y suficiente [...], tomó posesión de la capellanía en Arganda el clérigo Francisco de Cortinas, primo hermano de Beatriz. (Archivo parroquial de Arganda. Libro I de Memorias, folios 218-229). El cura Francisco de Cortinas (¿1482?-1539) era hermano del militar muerto, en 1512, en la batalla de Ravena, Diego Sánchez de Cortinas. Los dos eran hijos de Alonso de Cortinas y su mujer, Mari Mexía (¿1455?-¿1510?). A la muerte, en 1539, de Francisco de Cortinas, primer capellán, la capellanía pasó en 1540 al clérigo más propincuo de la fundadora, el argandeño Bartolomé Sánchez, hijo de Pascual Sánchez Maroto y nieto, por línea paterna, de Pedro de Cortinas, tío de la fundadora. Cuando en 1544 murió el primer patrón, Gabriel de Vivero, su hijo don Diego de Vargas renunció al patronazgo a favor de la morateña Isabel de Luján (¿1495?1548), sobrina de la fundadora. Tanto ésta, Beatriz de Cortinas, como el primer capellán, Francisco de Cortinas, eran primos-hermanos entre sí, y nietos de Juan de Cortinas. Elvira de Cortinas, la abuela de Cervantes, era prima-segunda de los dos. El primer patrón de la capellanía fue Gabriel de Vivero, hijo de Diego de Vargas y de doña Constanza de Vivero. Había, como demuestra esto, una gran amistad entre los Cortinas, anticomuneros en Arganda, y los Vargas, que defendieron la villa de Madrid para el Emperador: 59 Esta familia [de los Vargas], que incluye Gerónimo de Quintana en el Libro segundo de la Nobleza de Madrid, se había enraizado en la Villa y Corte desde los tiempos de su reconquista por Alfonso VI. En la guerra de las Comunidades, ausente don Francisco de Vargas, Alcalde de los Reales Alcázares, su mujer, doña María de Lago, defendió a favor de Carlos I el Alcázar de Madrid, arengando a los soldados de su marido y desanimando a los comuneros, con la advertencia de “que trabajaban en valde si pensavan que por estar ausente el Alcalde, ella ni los que con ella estavan avían de hacer cosa con que manchassen su lealtad y la de sus passados, ni que fuesse en deservicio del Rey; que estuviessen ciertos que todos estavan determinados de morir, defendiéndose antes que cometer semejante traición; y que donde ella estava no avía de hazer falta el Alcalde su marido” (Barros Campos, “Un madrileño …”, 1996. Gerónimo de Quintana, 1629, fol. 230 v.). Por los mismos años del XVI en que algunos Cortinas abandonaban Arganda, empujados por motivos polìtico-sociales, llegaban a esta aldea alcalaína ciertos miembros de la familia de los Vargas: A consecuencia de las Comunidades, los padres y, un hermano del Alcalde [...] se trasladaron a Arganda, situada a cuatro leguas de Madrid. Desde entonces, vivieron a caballo de sus dos residencias: Madrid y Arganda. En Arganda ocuparon una gran casona en la parte alta del pueblo, entre el Castillo y la Puerta del Campo. Desde ella se contemplaba la panorámica completa de esta localidad. 48 Ya se dijo que a la muerte de Gabriel de Vivero, su hijo, don Diego de Vargas, entregó el patronazgo de la capellanía a una Cortinas de Morata, Isabel de Luján (¿1495?-¿1548?), sobrina de la fundadora, Beatriz de Cortinas, y biznieta de Juan de Cortinas. Su padre Díaz Sánchez se había casado en Morata con Fulana de Luján (¿1475?-¿1525?). Isabel ostentó el patronazgo hasta su muerte en 1548. Con ella será capellán su primo, en segundo grado, el cura argandeño, nieto de Pedro de Cortinas, Bartolomé Sánchez (¿1496?-1554). Ocupará la capellanía hasta la muerte en 1554. Le 48 JOSE BARROS CAMPOS, “Un madrileño, caballero del verde gabán” en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XXXVI, (1996), p. 441. 60 sucederá como capellán su sobrino, otro Cortinas argandeño, el bachiller Pedro Sánchez 49 que, nacido hacia 1525, disfrutará de la capellanía hasta su muerte en 1596. En el Archivo Municipal de Arganda, Libro 1/1, folio 355 v, aparece una “Relación, hecha el 25 de noviembre de 1584, de los bienes de la Capellanía de Beatriz de Cortinas, en Xetafe, Villaverde y Morata”. La había sacado Pedro Sánchez [o mejor, Pedro de Cortinas], capellán de la misma, para arrendar estos bienes. 4.4.2.- Alonso de Cortinas El segundo hijo de Juan de Cortinas, fue Alonso de Cortinas, rico terrateniente con posesiones y casas no sólo en Arganda, sino también en Madrid, Chinchón, Valdelaguna y otros pueblos en donde solía morar, por temporadas. El 15 de marzo de 1485 y llamándose vecino de Valdelaguna, por escritura otorgada en el lugar de Valdilecha, vendía al referido Alonso Díaz Delgado, suegro de su sobrina Beatriz de Cortinas, y para traspasársela, una parte de la dehesa de “Pajares”. (Astrana Marín, 1949, p. 87). Alonso de Cortinas ⎫ Diego Sánchez de Cortinas , militar (¿1448 ?− ¿1502 ?) ⎪⎪ (¿1478 ?− 1512) ⎬ Mari Mexía ⎪ Francisco de Cortinas, primer capellán (¿1455 ?− ¿1510 ?) ⎪⎭ (¿1482 ?− 1539) Alonso de Cortinas fue padre, con su mujer Mari Mexía, del militar Diego Sánchez de Cortinas (¿1478?–1512), el primer Cortinas que se casó en Barajas. Diego, desposado con María de Salcedo, murió heroicamente, sin dejar descendencia, en la batalla de Ravena, en 1512. ¿Por qué tomó, como primer apellido, Sánchez? Tuvo Alonso de Cortinas otro hijo, el cura Francisco de Cortinas, primer capellán de la fundación de su prima Beatriz.de Cortinas. Fue nombrado capellán por el marido de la fundadora, Juan Díaz Delgado, y regentará la Capellanía desde que se 49 Según el A.M.A.R., (Libro 4/1, folio 217 r), el bachiller Pedro Sánchez, cura de Chinchón, era también capellán, en 1583, de la Capellanía que había fundado, en Arganda, Alonso de Córdoba. 61 fundó, en 1536, hasta su muerte en 1539. El primer capellán de la fundación de la argandeña Beatriz de Cortinas, será un Cortinas primo-hermano de la fundadora. Esto prueba la grandísima amistad y fraternidad que existió siempre entre todos los miembros de la familia Cortinas; no sólo entre los que permanecieron en Arganda sino también con los que se trasladaron a Madrid, Barajas, Morata e incluso Cuenca. El primer patrón de la capellanía es un vecino de Arganda y la segunda patrona será Isabel Luján, una Cortinas, nacida y vecina de Morata. Nos interesa recalcar la importancia para nuestro trabajo de estos dos únicos hijos de Alonso de Cortinas. El cura argandeño Francisco de Cortinas, porque al ser elegido por el esposo de Beatriz como primer capellán de la fundación de su mujer, demostraba la gran amistad, confianza e intercomunicación que existía entre todos los Cortinas. Juan Díaz Delgado selecciona para capellán al primo de su mujer, muerta desde hacía 30 años. Cumple, en esto, la voluntad y consejos, que ella le dejó. Es fácil comprobar cómo no coinciden los apellidos de estos dos hermanos: el cura se llama Francisco de Cortinas; el militar, Diego Sánchez de Cortinas. Por sus apellidos los consideraríamos primos. ¿Qué importacia y fiabilidad documental tiene los apellidos en estos Siglos de Oro y en los siglos anteriores? Diego Sánchez de Cortinas ⎫ ⎪ (¿1478 ?− 1512) ⎪ ⎬ Sin hijos María de Salcedo ⎪ ⎪⎭ (¿1482 ?− ¿1550 ?) El militar Diego Sánchez de Cortinas, el otro hijo de Alonso de Cortinas, interesa porque un pleito, iniciado en 1540 por su viuda María de Salcedo, resalta y manifiesta el prestigio de los Cortinas argandeños, al par que el de los Salcedo de Barajas. El militar muerto en la batalla de Ravena, Diego Sánchez de Cortinas, era ahijado bautismal del bisabuelo de Cervantes, Diego Sánchez de Cortinas, “Alcayde de Maqueda”. El militar debería apellidarse “Cortinas Mexía” y no “Sánchez Cortinas”. ¿De dónde sacó el apellido Sánchez? Su madre se llamaba Mari Mexía. ¿Lo tomaría de su padrino de bautismo, Diego Sánchez de Cortinas, el “Alcayde de Maqueda”? 62 Diego Sánchez de Cortinas, nacido hacia 1478, abrazó la carrera de las armas, al tiempo que se casaba en Barajas con María de Salcedo. Murió joven y sin sucesión el 11 de abril de 1512 en la batalla de Ravena de un arcabuzazo. Es el primer Cortinas que se traslada a Barajas y el primero que enlaza las familias Cortinas y Salcedo. Su viuda María de Salcedo, enviudada por segunda vez, incoó, en 1540, un pleito de hidalguía contra el Fiscal de su Majestad, el Concejo de Barajas y los hombres buenos de la villa, que pretendían que pagase “pechos”. Entablaron la demanda, -ella y su hermana Francisca-, el 19 de enero de 1540 ante la Chancillería de Valladolid. Dieron poder para ello a su pariente Gonzalo de Cortinas, -primo de la madre de Cervantes-, y éste lo traspasó a Francisco de Betanzos, procurador en Valladolid. El pleito, –afirma Astrana Marín-, ofrece sumo interés y corrobora cuanto llevamos dicho y diremos sobre el linaje de los Cortinas de Arganda: Véase lo principal del interrogatorio a que se sometió a los testigos y las contestaciones de éstos que más cuadran a nuestro propósito: I).- Primeramente, si conocen a las dichas María de Salzedo e Francisca de Salzedo, hermanas [...] e si conoscieron a Diego Sánchez de Cortinas, marido que fue de la dicha María de Salzedo, e si conoscieron a Alonso de Cortinas, su padre, e a Juan de Cortinas, su agüelo [...]. III).- Item, si saben que el dicho Diego Sánchez de Cortinas [...] fue asimismo hombre hijodalgo notorio de padre e de agüelo e de solar conocido [e] devengar quinientos sueldos [...] e por […] hijodalgo fue y es habido e tenido e comúnmente reputado [...]. VI).- Item, si saben que los dichos [...] padre e agüelo, en los lugares do vivieron e moraron, de uno, diez, [...] cincuenta, cient años e más tiempo, e de tanto tiempo de cuyo principio no hay memoria [...] no pecharon ni contribuyeron en ningunos [...]. Las contestaciones de los testigos examinados concuerdan, con leves diferencias de matiz, en que Diego Sánchez de Cortinas ‘fue a la guerra de Italia’, donde (oyeron decir) ‘le mataron de un tiro de artillería’ [...]. Tres testigos son particularmente interesantes por las noticias que aportan [...]: El alcalde ordinario de Barajas, Juan Díaz de Madrid, dice que ‘el dicho Diego Sánchez de Cortinas [...] estuvo en posesión de hidalgo, sin pechar en pechos de pecheros [...] que su padre e agüelo del dicho Diego Sánchez de Cortinas habían estado en posesión de hidalgos, sin pechar en pechos de pecheros, en Arganda e en Madrid, e que eran buenos hidalgos. [...]. Solicitóse el testimonio de dos testigos de esta villa [Madrid]. 63 El primero, Francisco de Madrid, depuso que Diego Sánchez de Cortinas estuvo en las guerras del Rey Católico e iba e venía a la dicha villa de Barajas; e sabe por notorio que morió en la guerra de Ravena, porque a un compañero suyo [...] le oyó decir que estando en la dicha batalla juntamente con él, le había llevado un tiro el cuerpo, estando encima de un caballo, e que allí había muerto; e esto de esta guerra podía haber veinte e cinco años 50 , poco más o menos [...]; que habían vivido en Arganda [...]. Preguntado este testigo que qué pariente le ha conocido [...], dijo que a un alcayde de Maqueda, que se llamaba Cortinas, que era alcayde por Alonso Carrillo, señor de Pinto [...] pero que no sabe el parentesco que tenían. El otro testigo, don Francisco Zapata, arcediano de Madrid, ‘hijo de Juan Zapata, señor que fue de la dicha villa de Barajas’, dice [...] que su padre e agüelo eran de Arganda e que eran buenos hidalgos, [...]. (Astrana Marín, 1949, pp. 125 y ss.). En este pleito de hidalguía se pone de manifiesto el prestigio, respeto, honor y unión interfamiliar con que transcurría la vida de los Cortinas entre Arganda, su cuna conocida hasta ahora, y Madrid, Maqueda, Barajas, Morata, Cuenca, etc., escenarios en donde desenvolvían su vida social, económica, religiosa y, algunas veces, familiar. La Chancillería de Valladolid, por sentencia del 7 de junio de 1541, les reconoció, a las dos hermanas Salcedo, la hidalguía que pretendían. Esta sentencia dictada por el Tribunal vallisoletano confirma la “pureza” de la sangre que corría por las venas de los Cortinas y de los Salcedo. Los Cortinas y los Salcedo eran “cristianos viejos”. 50 La batalla de Ravena se dio el 11 de abril de 1512. Habían pasado justamente, como afirma Astrana Marín, 28 años. 64 4.4.3.- Pedro de Cortinas Pedro de Cortinas, el tercer hijo de Juan de Cortinas, se casó en Arganda con Fulana Sánchez Maroto, muerta en 1503. Sus dos hijos olvidaron el apellido paterno, “de Cortinas”, adoptando el de la madre, “Sanchez Maroto”, que se repetirá en los documentos argandeños. Desaparece en los documentos el Cortinas Esto creará una duradera confusión en los historiadores de Arganda y en los cervantistas. Hay varios curas apellidados Sánchez que, normalmente, debieran apellidarse Cortinas. Pedro de Cortinas ⎫ Pascual Sánchez Maroto ⎪ (¿1450 ?− 1499) (¿1473 ?− ¿1530 ?) ⎪ ⎬ Fulana Sánchez Maroto ⎪ Pedro Sánchez ⎪⎭ (¿1452 ?− 1503) (¿1480 ?− ¿1545 ?) El hijo menor de Pedro de Cortinas, el Pedro Sánchez (¿1480?-¿1545?) que realmente debiera llamarse Pedro de Cortinas, puede ser la persona que, en 1534, pidió copia testamentaria del cura Francisco de Cortinas, natural de Arganda, muerto en 1534 en la casa de Pedro de Illescas. (Véase apartado 4.6.- Una rama desgajada …). Interesa, también, el hijo mayor del matrimonio, Pascual Sánchez Maroto, que debería llamarse Pascual de Cortinas Sánchez y que tuvo de su matrimonio tres hijos. Hijos de Pascual Sánchez Maroto: Tuvo tres hijos con una esposa desconocida, “La de Pascual Sánchez Maroto”, éste sería uno de los nombres que recibiría. Bartolomé Sánchez, segundo capellán Pascual Sánchez Maroto ⎫ (¿1496 ?− 1554) ⎪ (¿1473 ?− ¿1530 ?) ⎪ Mari Sánchez ⎬ (¿1502 ?− ¿1560 ? ¿ ... ? ⎪ ⎪⎭ Francisco Sánchez Maroto (¿1476 ?− ¿1536 ?) (¿1505 ?− ¿1560 ?) 65 Se apellidan los tres “Sánchez”, pero debieran llevar el patronímico “de Cortinas” que era el de su abuelo paterno, Pedro de Cortinas (¿1450?-1499). 1º.- Bartolomé Sánchez: El mayor, Bartolomé Sánchez o [Bartolomé de Cortinas Sánchez] (¿1496? 1554), fue cura de Arganda, su aldea natal, y fue segundo capellán de la Fundación de su tía-prima Beatriz de Cortinas. Regentó la capellanía desde 1539, año del fallecimiento del primer capellán, su tío-primo Francisco de Cortinas, hasta 1554, año de su muerte. Se le conoce, tanto en el archivo parroquial como en el A.M.A.R, por el venerable Bartolomé Sánchez o el cura Bartolomé Sánchez. En ningún documento, que yo sepa, se le relaciona con el apellido de su abuelo, Pedro de Cortinas, aunque todos sus parroquianos sabían que era un “Cortinas”. Esta libertad para elegir o cambiar apellidos creó insondables problemas y equivocaciones a muchos investigadores. 2º.- Mari Sánchez: El segundo vástago, Mari Sánchez o [Mari de Cortinas] (¿1502?-¿1560?), tendrá en su matrimonio dos hijos: Mari Sánchez ⎫ Pedro Sánchez, tercer capellán (¿1502 ?− ¿1560 ?)⎪⎪ (¿1525 ?− 1596) ⎬ ¿ ... ? Inés García ⎪ ⎪⎭ ¿ ... ? ¿ ... ? El mayor, Pedro Sánchez, el bachiller Pedro Sánchez o [Pedro de Cortinas], cura de Chinchón, pastoreará la fundación de Beatriz de Cortinas, desde 1554, año de la muerte de su tío Bartolomé Sánchez, hasta que muere en 1596. Aunque se sabe que es un Cortinas, en los documentos argandeños siempre aparece con el apellido Sánchez. Ocurre lo mismo en los archivos de Chinchón. Por espacio de cuarenta y un años disfrutó la capellanía el bachiller Pedro Sánchez; y a su fallecimiento, 8 de octubre de 1596, fue nombrado capellán, como consanguíneo de la fundadora, por el patrono García de Salcedo, su sobrino el bachiller 66 Francisco Ortiz, presbítero, vecino de Barajas, hijo, como veremos, de su hermano Alonso de Salcedo y de Cortinas, y nieto de Petronila, la sobrina de la abuela de Cervantes. La collación latina, conferida por el cardenal Archiduque Alberto, va fechada en Toledo a 12 de Septiembre de 1597 (Astrana Marín, 1949, pp. 119-120). 3º.- Francisco Sánchez Maroto: El tercer hijo de Pascual Sánchez Maroto, fue Francisco Sánchez Maroto, que normalmente debería llamarse Francisco de Cortinas Sánchez, tuvo en su matrimonio con La de Sánchez Maroto dos hijos: Francisco Sánchez Maroto⎫ ⎪ Francisco Sánchez (¿1505 ?− ¿1560 ?) ⎪ ⎬ La de Sánchez Maroto ⎪ Úrsula Sánchez ⎪⎭ (¿1510 ?− ¿1570 ?) El mayor, Francisco Sánchez o [Francisco de Cortinas Sánchez], fue cura de Fuente Saz. Su nombre se repite en el A.M.A.R. Aparece como cura en diversos doumentos: En el Libro 1/1, folios 308, 310, 311, 317, consta que entre los días 1 a 7 de junio de 1585, el cura Francisco Sánchez firma, en Arganda, en compañía, entre otros, de los escribanos alcalaínos Jerónimo de Illana y Francisco de Alharilla, varios documentos que se refieren al hospital de Chilueches. La menor, Úrsula Sánchez o mejor Úrsula de Cortinas Sánchez, también se repite en los archivos argandeños. En la Caja 5/1 del A.M.A.R. se constata un trueque entre Lucas Majolero marido de Úrsola Sánchez, de una parte, y Bartolomé Maroto, de la otra. El 23 de enero de 1586, cambian casas en Arganda y tierras en “La Talanquera” que habían sido de Francisco Sánchez Maroto y de Pascual Maroto. Lucas Majolero, el marido de Úrsula Sánchez, pertenecía a la familia argandeña formada por Pascual Majolero y Catalina, que bautizaron a siete hijos. El cuarto hijo, Francisco Majolero fue Notario y Familiar del Santo Oficio y se enterró el 3 de julio de 1615. (Libro 2º de Difuntos de la parroquia de San Juan de Arganda. Años 1603 a 1625). Lucas Majolero firma repetidamente en el A.M.A.R. Libro 4/1, fol. 65, 66,67, 102 y 159 correspondientes a 1583. Libro 5/1, fol. 29, 30, 31 y 107 (1586). Libro 5/2, 67 fols. 33, 41 y 150. En el folio 150 consta una venta de tierra en “Boca de Valdeciervos”, en 1588. Libro 6/1, fols. 260 y 315 (1592). Libro 6/2, fol. 151. (1593). Libro 7, fols. 223 (1594) y 364 (1595). En el Libro 2º de Difuntos de la parroquia de San Juan de Arganda (Años 1603 a 1625), al folio 130 consta la muerte de la de Lucas Majolero […] Úrsula Maroto, el día 19 de octubre de 1611. Llama a las puertas del “Más alla” con un apellido nuevo; ahora se llama Úrsula Maroto. Pasa a la historia argandeña con tres nombres distintos: Úrsula Maroto, Úrsula Sánchez y Úrsula Cortinas. Su hermano, el cura Francisco Sánchez, aparece en algunos documentos como Francisco Maroto, pero sabemos que debiera llamarse Francisco de Cortinas. ¿Cómo identificarlos? Su marido Lucas Majolero ni siquiera la sobrevivió un año: fue enterrado el 24 de septiembre de 1612. (Libro 2º de Difuntos de la parroquia de San Juan de Arganda). Pedro de Cortinas tiene tres nietos sacerdotes, que por alguna razón no ostentan su apellido “de Cortinas”: Un nieto, Bartolomé Sánchez, que algunas veces aparece como Bartolomé Maroto, y que realmente es Bartolomé de Cortinas, cura de Arganda y segundo capellán de la fundación de su prima Beatriz de Cortinas. Un biznieto, Pedro Sánchez, o Pedro de Cortinas o Pedro Maroto, cura de Chinchón, y tercer capellán de Beatriz de Cortinas; y otro biznieto, Francisco Sánchez, o Francisco Maroto, o Francisco de Cortinas, cura de Fuentesaz y testigo en el bautismo de Luisa de Cervantes, hija de Leonor de Cortinas. Los descendientes de Pedro de Cortinas, al despreciar el apellido paterno y apropiarse del materno, confundieron a los cervantistas desde el siglo XVIII al XXI: Parece más probable que los abuelos maternos de Cervantes fueran […] de Arganda o Barajas, y que doña Leonor naciera en la villa de Barajas, pues existen suficientes datos documentales que demuestran que ciertos miembros de la familia Cortinas […], se asentaron en Barajas a principios del siglo XVI […]. La rama familiar de los Cortinas de Arganda se extinguió hacia 1520. El único superviviente del clan, Gonzalo de Cortinas, se trasladó sobre esos años a Barajas […], dando origen a la rama de los Cortinas de Barajas, de la cual era integrante doña Leonor 51 . 51 MAGANTO PAVÓN, Emilio, “Es porque el tiempo es breve y no me atrevo a pagarte lo que te debo” (o la relación entre Miguel de Cervantes y el doctor Francisco Díaz), Anales Complutenses, XXI, (2009), p. 37. 68 4. 5.- Cortinas cervantinos, descendientes de Gonzalo de Cortinas La rama menor o cervantina arranca con Gonzalo de Cortinas (¿1426?-¿1486?). Según Astrana Marín, a quien seguimos, no está clara la fecha de su muerte, por la confusa redacción de los libros parroquiales. Puede oscilar entre 1486 y 1504, pero acercándose a la fecha más antigua. Gonzalo de Cortinas ⎫ ⎪ Diego Sánchez de Cortinas (¿1426 ?− ¿1486 ?) ⎪ ⎬ La de Gonzalo de Cortinas ⎪ (¿1460 ?− 1520) ⎪⎭ (¿1430 ?− 1488) Debió de nacer hacia 1426. La fecha de su muerte, por la mala redacción de un documento, puede confundirse con la de su esposa. En efecto, en la toma de cuentas al mayordomo de la iglesia de Arganda, (9 de Febrero de 1490), de los años 1487 y 1488, en el apartado de ‘Sepolturas’, se lee: ‘La de Gonzalo de Cortinas: CCXXV’ 52 , esto es, 225 maravedís. Ahora, ese “La de”, ¿a qué se refiere? ¿A la sepultura de Gonzalo de Cortinas, o a la sepultura de la mujer de Gonzalo de Cortinas, como parece por otras relaciones semejantes? [...]. (Astrana Marín, 1949, pp. 99-101). En el inventario [...] hecho en 9 de agosto de 1495, se dice: ‘otro vestimento de zarzahán, con su cenefa de oro de bacín, que dio la de Gonzalo de Cortinas’53 . Y más adelante, en la misma fecha: ‘Cinco mantas para los altares, la una toda traída, e dos alfombras que dio Gonzalo de Cortinas’ 54 [...]. En el inventario de 21 de Marzo de 1498 figuran: ‘Dos alfombras que dio la de Gonzalo de Cortinas’ 55 [...]. Y todavía, en el inventario de 2 de Octubre de 1499 se registra: “Una casulla de zarzahán, con su cenefa, que dio Gonzalo de Cortinas” 56 [...]. En la visita de 25 de 52 Archivo parroquial de Arganda, Libro I de Cuentas de Fábrica, fol. 54. Ibídem, fol. 87 v. 54 Ibídem, fol. 89. 55 Ibídem, fol. 100 v. 53 69 Marzo de 1504, entre los bienes de la iglesia [...] surge: ‘Una casulla de zarzahán con su cenefa de oro bacín, que la dieron los Cortinas e su alba e su aparejo’ 57 . Casado el fundador con “¿La de Gonzalo de Cortinas?” (¿1430?-¿1488?), tuvieron un solo hijo, el licenciado Diego Sánchez de Cortinas (¿1460?-1520), bisabuelo de Cervantes y “alcayde” de la fortaleza de Maqueda, por Alonso Carrillo, señor de la villa de Pinto. El único hijo del matrimonio, no adoptó el apellido de su padre, sino el Sánchez. Debería llamarse Diego de Cortinas, pero adoptó el Sánchez, ¿de su madre? 58 Se llamó Diego Sánchez de Cortinas. Fue bisabuelo materno de Miguel de Cervantes Saavedra. 4.5.1. Diego Sánchez de Cortinas, “El Alcayde Cortinas” Una hija desconocida Diego Sánchez de Cortinas ⎫ ⎪ Otra hija desconocida (¿1460 ?− 1520) ⎪ Gonzalo de Cortinas ⎬ La del Alcayde ⎪ La beata de Cortinas ⎪⎭ ¿ ... ? Elvira de Cortinas Ya conocemos a este “Alcayde de Maqueda” por las declaraciones de Francisco de Madrid. Éste, en el pleito de hidalguía promovido por María de Salcedo, en enero de 1540, declara que conoce a un alcayde de Maqueda, que se llamaba Cortinas, que era alcayde por Alonso Carrillo, señor de Pinto [...], pero que no sabe el parentesco que tenían. A pesar de que él se llamaba Diego Sánchez Cortinas, se le conoce por Cortinas, que era el apellido del padre. Los tres hijos que conocemos de este Alcayde, desecharon el apellido Sánchez y adoptaron el Cortinas del abuelo paterno. ¿Cuándo y cómo falleció, el alcayde de Maqueda? ¿Murió en la revuelta de las Comunidades? El alcayde Cortinas era anticomunero en una Arganda comunera, aldea a su vez de una villa comunera: Alcalá de Henares. Suponemos que era anticomunera 56 Ibídem, fol. 99 v. Ibídem, fol. 116 v. 58 Entre los Cortinas del XVI, hay una tendencia a adoptar el apellido de la madre. 57 70 toda la familia Cortinas. Éstos defendían en Arganda los derechos de Carlos I, lo mismo que hacían los Vargas en Madrid. De ahí la amistad entre los Vargas madrileños y los Cortinas de Arganda. En 1524, algunos Vargas se trasladaron a Arganda y mantuvieron una estrecha unión con los Cortinas argandeños. Esta amistad hizo que el primer patrón de la Capellanía fundada en Arganda por Beatriz de Cortinas fuera Gabriel de Vivero, hijo de Diego de Vargas y hermano del defensor de Madrid frente a los comuneros, Francisco de Vargas. Don Carlos, por la gracia de Dios, Emperador semper Augusto, y Doña Juana, su madre [...]. Por cuanto por parte de vos, el Concejo, Alcaldes, Regidores, Cofrades, y hombres buenos del lugar de Arganda, jurisdicción de la villa de Alcalá de Henares, nos fue fecha relación por vía de petición, diciendo que durante el tiempo que la dicha villa de Alcalá y otros lugares de su tierra estuvieron alterados en nuestro deservicio y Vos estuvisteis asimismo alterados [...] y no obedecíais nuestros mandamientos y órdenes [...] y arrojasteis de ese dicho Lugar a nuestros defensores y cometisteis continuos delitos [...], que nos suplicabais y pedíades que [...] vos perdonásemos [...]. Este perdón no se entienda ni extienda a los vecinos y moradores de ese Lugar que fueron en la prisión de los de nuestro Concejo y detenimiento del Rvdmo. Cardenal de Tortosa 59 [...] y que queden reservados los capitanes y personas de ese dicho Lugar que fueron y están presos en la batalla de Villalar, para que asimismo mandemos hacer de ellos lo que nuestra merced fuere [...]. (Archivo General de Simancas. Catálogo Secc. Estado, 552). Afirma Marchamalo Sánchez en “Las Comunidades de Castilla”, Conferencias 2006, pp. 61-62, (Institución de Estudios Complutenses, Alcalá de Henares), que el obispo de Zamora don Antonio Osorio de Acuña: Se dirigió al frente de su ejército hacia Alcalá de Henares donde hizo una entrada triunfal el siete de marzo siendo vitoreado por estudiantes y vecinos. La villa complutense le dedicó un gran recibimiento [...], mientras se le aclamaba como arzobispo de Toledo [...]. Fue entonces cuando se nombró a don Alonso Guzmán Herrera capitán de las fuerzas comuneras de Alcalá. Durante aquellos tres días, Alcalá 59 Se refiere al cardenal arzobispo de Tortosa, Adriano, que había quedado, tras la muerte de Ximénez de Cisneros, como Gobernador de los Reinos de España e Inquisidor General. En 1522 fue elegido papa, con el nombre de Adriano VI, y murió en 1523. 71 fue, sin duda, visceral y mayoritariamente comunera. Fueron expulsados el vicario general y el corregidor [...]. Durante su estancia en la villa, Acuña estrechó sus lazos con los Comuneros [...]. El 11 de marzo Acuña al frente de unos dos mil soldados salió de Alcalá y siguió viaje a Toledo [...] tras incorporar a sus fuerzas seis cañones de hierro que fueron tomados del castillo de Alcalá la Vieja, 200 picas y 30 escopetas. El día 12 estaba en Ocaña y entró silenciosamente en Toledo el 29 de marzo. No sabemos cuándo murió el “Alcayde”, Diego Sánchez Cortinas, pero en las cuentas de fábrica de la parroquia y con fecha de 3 de septiembre de 1521 consta ya su sepultura de 1125 maravedís, la más cara 60 hasta entonces, de todas las sepulturas de la parroquia: Esta misma cantidad, tres ducados, fue lo que se había pagado, aunque tarde, por la sepultura de su prima-sobrina Beatriz de Cortinas enterrada en 1506, y la misma cantidad se pagará por el enterramiento de su nieta Leonor de Cortinas en 1593. Se la cargan de las sepulturas: de la Torera vyeja, dozientos y cuarenta maravedís; y de la de Juan de Locía el vyejo, trezientos maravedís; y de la sepultura de Francisco Belloryto, trezientos y veynte; y de la sepultura de Alonso Aguado, trezientos y sesenta; de la sepultura de Gonzalo de Illescas, cuatrocientos y cuarenta; de la sepultura del alcayde Diego Sánchez de Cortinas, myll i ciento y veynte y cynco; de la sepultura de Christóbal Hernándes [...]. (Archivo parroquial de Arganda, Libro II de Cuentas de Fábrica, fol. 41. En Astrana Marín, 1949, p. 107). Insistimos en esta elección de las más caras sepulturas, porque es algo que, junto con las donaciones de ornamentos litúrgicos a la iglesia, manifiesta que los Cortinas mantenían, entre sí, no sólo una fraternidad cordial sino también una tradición fiel que iba más allá que los tiempos y los matrimonios. Ya se insistió en esta fidelidad genealógica al hablar de la elección de patrones para la fundación de Beatriz de Cortinas. Lo mismo sucede en la elección de capellanes. Los tres primeros capellanes pertenecen a la rama mayor, la fundada por Juan de Cortinas: un nieto, Francisco de Cortinas, fue capellán hasta su muerte en 1539; le sucedió un biznieto, Bartolomé 60 El 1 de agosto de 1610, fue enterrada doña Ana de Vargas, hija de don Diego, en una sepultura de la Iglesia de Arganda, de cuatro ducados. (Barros Campos, “Un madrileño …”, 1996, p. 447). 72 Sánchez, muerto en 1554; el tercer capellán será un tataranieto, Pedro Sánchez, que pastoreará la capellanía desde 1554 hasta su defunción en 1596. El cuarto capellán, Francisco Ortiz de Salcedo, pertenece a la rama menor o cervantina, la fundada por Gonzalo de Cortinas. De la esposa del “Alcayde”, la bisabuela de Cervantes, no sabemos nada. Los libros parroquiales no registran su sepultura. El licenciado Diego Sánchez de Cortinas y el licenciado Juan de Cervantes, eran bisabuelo y abuelo, respectivamente, de Cervantes. Los dos, hombres de leyes, llevaron una vida que podríamos llamar nómada, peregrinando y morando siempre lejos de su terruño. Esta es la herencia que dejaron a sus descendientes, sobre todo a los hermanos cautivos de Argel: Miguel y Rodrigo. En este nomadismo del Alcayde de Maqueda, es posible que su mujer, La del Alcayde, haya muerto en uno de los destinos alejados de Arganda. También es posible que esté enterrada en el monasterio de San Francisco de Madrid, en la capilla que dizen de los Cortinas. El “Alcayde” dejó ampliado con tierras cercanas a Arganda el ya enorme patrimonio familiar. Tuvo con su mujer, según Astrana Marín, cinco hijos, de los que sólo conocemos a tres: Gonzalo, Beatriz y Elvira. 4. 5. 1. 1.- Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán” Gonzalo de Cortinas, nacido en Arganda hacia 1490, marchó alrededor de 1520, con su mujer e hijos, para Barajas cuna de su esposa, Fulana Gaytán de Tordesillas. Gonzalo de Cortinas Gonzalo de Cortinas ⎫ (¿1514 ?− ¿1560 ?) ⎪ (¿1490 ?− ¿1555 ?) ⎪ Diego de Cortinas ⎬ Fulana Gaytán de Tordesillas ⎪ (¿1516 ?− ¿1565 ?) (¿1492 ?− ¿1554 ?) ⎭⎪ Petronila de Cortinas (¿1518 ?− ¿1560 ?) Tuvieron tres hijos: Gonzalo de Cortinas, Diego de Cortinas y Petronila de Cortinas. Estos tres hermanos, nacidos en Arganda, crecieron, se casaron y vivieron en 73 Barajas, a donde habían huido, con sus padres, en la más temprana edad. Es interesante resaltar que todos llevaron, con orgullo, el apellido Cortinas heredado de su padre. La familia de su madre, los Gaytán de Tordesillas pertenecían a una rica estirpe de hidalgos, con posesiones en Barajas y en Madrid. Poseían enterramiento en la Capilla de Nuestra Señora del monasterio de San Felipe de la villa de Madrid. Gonzalo, “el de la Gaytán”, se traslada de Arganda a Barajas en el año de las Comunidades y de la muerte de su padre, el “Alcayde”. Los creemos, pues, a los Cortinas afectos a la causa imperial y por ello encontrados con la mayor parte de la población argandeña de entonces. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 292). Veamos ahora, someramente, la vida de los tres hijos de Gonzalo, “El de la Gaytán”. Sus tres hijos y sus nietos se relacionan amistosamente con la prima hermana de Arganda, Leonor de Cortinas, y con los hijos de ésta. Mantienen orgullosamente el apellido y el parentesco Cortinas: Un biznieto de Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán”, nieto de su vástago mayor, Gonzalo de Cortinas, “El Procurador”, intercambiará poemas con Miguel de Cervantes Cortinas. Otro biznieto de Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán”, nieto de su segundo hijo Diego de Cortinas, será Juan de Cortinas, racionero de la catedral de Cuenca y patrón de la Capellanía argandeña desde 1602 a 1625. Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán”, gracias a su hija Petronila, ayuda a la Capellanía argandeña con otros dos patrones y un capellán. Fueron patrones, su yerno Juan de Salcedo y su nieto García de Salcedo. La pastoreó como capellán, su biznieto, el cura Francisco de Ortiz de Salcedo, escritor y notario apostólico. Esto demuestra que las relaciones entre los Cortinas de Barajas, de Morata, de Madrid o de Cuenca y los Cortinas que permanecieron en Arganda, –contando entre ellos a los Cortinas Cervantes-, eran excelentes. 4.5.1.1.1.- Gonzalo de Cortinas, “El Procurador” El mayor, Gonzalo de Cortinas (¿1514-1560?), debió de ser procurador, pues como a tal, en enero de 1540, le dieron poderes, en Barajas, María de Salcedo y su 74 hermana Francisca. Tuvo de su matrimonio con Olalla Sánchez de Coca (¿1522?¿1572?) dos hijas, María y Magdalena: Gonzalo de Cortinas ⎫ María de Cortinas (¿1514 ?− ¿1560 ? ⎪⎪ (¿1547 ?− 1624) ⎬ Olalla Sánchez de Coca ⎪ Magdalena de Cortinas (¿1522 ?− ¿1572 ?) ⎪⎭ (¿1550 ?− 1612) ⎫ ⎪ (¿1547 ?− 1624) ⎪ ⎬ Juan Gaytán de Tordesillas ⎪ ⎪⎭ (¿1546 ?− ¿1614 ? María de Cortinas Francisca Pedro Gonzalo María Juan a).- María de Cortinas (¿1547?-1624) casada, con dispensa papal, el 22 de septiembre de 1571, con su primo Juan Gaytán de Tordesillas (¿1546?-¿1614?), tuvo cinco hijos. No tienen interés conocido, para nuestro estudio, y no seguimos con ellos. b).- Magdalena de Cortinas (¿1550?-1612) se casó, en el verano de 1578, en Madrid con Diego de Urbina (¿1548?-1623). Éste, hijo del pintor Diego de Urbina, llegó a ser regidor de Madrid y rey de armas de Felipe II 61 . 4.5.1.1.1.1.- Magdalena de Cortinas, “La de Urbina” Nos detenemos en esta rama de los Cortinas de Barajas, porque Magdalena de Cortinas, casada con Diego de Urbina, fue una mujer, aunque analfabeta, muy relacionada con nuestra poesía del del Siglo de Oro. Su importancia se debe a haber sido cuñada o concuñada de Lope de Vega tras la boda que éste realizó por poderes, el 10 de mayo de 1588, con Isabel de Urbina, - Belisa-, que era hija del pintor Diego de Urbina y hermana, por tanto, del marido de Magdalena de Cortinas. 61 ANA GUERRERO MAYLLO, El Gobierno Municipal de Madrid. (1560-1606), Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, (1993), p. 284. 75 ⎧ ⎪ Magdalena de Cortinas ⎪ ⎪ (¿1550 ?− 1612) ⎪ ⎨ Diego de Urbina ⎪ ⎪ (¿1548 ?− 1623) ⎪ ⎪ ⎩ Diego de Urbina Alderete Francisco de Urbina María de Urbina Ana de Urbina Martín de Urbina y de Cortinas Juan de Urbina Magdalena de Cortinas Además de su parentesco político, como cuñada, de Lope de Vega, Magdalena era madre de dos poetas, –Francisco de Urbina y Martín de Urbina y de Cortinas-, y tía del también poeta Fernando de Lodeña. Los tres poetas fueron alabados por su tío, Lope de Vega, en el Laurel de Apolo: En don Francisco y don Martín de Urbina, / de nuestra esfera polos, dignos de ser de este Laurel Apolos, / .................................................... Y para que despoje, / cuando verde laurel al sol desdeña, mira de don Fernando de Ludeña / el cuerdo ingenio y el decir suave [...] 62 . Magdalena de Cortinas era prima segunda de Cervantes, ya que el padre de ella, Gonzalo de Cortinas, y Leonor de Cortinas, madre de Cervantes, eran primos-hermanos (primos en primer grado), y nietos del Alcayde de Maqueda. Aquí se termina el pretendido parentesco entre Cervantes y Lope de Vega. (Astrana Marín, 1949, pp. 138144). Cayetano Alberto de la Barrera opina que Lope se casó en 1584 con Dª Isabel de Ampuero Urbina y Cortinas hija de D. Diego de Ampuero Urbina y Alderete, natural y Regidor de Madrid, y rey de armas, que sirvió a los reyes Felipe II y III, y de Dª Magdalena de Cortinas Salcedo y Sánchez de Coca, oriunda y natural de 63 Barajas . 62 LOPE DE VEGA, “Laurel de Apolo”, Madrid, 1630, silva VIII. CAYETANO ALBERTO DE LA BARRERA, Nueva biografía de Lope de Vega en Biblioteca de Autores Españoles. Tomo ducentesimosexagesimosegundo. Ediciones Atlas. Madrid (1973) pp. 34-35. 63 76 Sustenta esta misma equivocada opinión Pérez Pastor que en la página 320 de su Documentos cervantinos, de 1897, afirma que Isabel de Urbina, casada con Lope de Vega, es hija de Diego Ampuero de Urbina y de Magdalena de Cortinas, natural de Barajas. Siguen, posiblemente, a Pellicer para quien Cervantes tenía, por su línea materna, algún parentesco con doña Isabel de Urbina, primera mujer de Lope de Vega. Fundábase en que doña Magdalena de Cortinas y Salcedo, natural del lugar de Barajas, que murió en Madrid a 8 de octubre de 1612 viviendo en la calle del Príncipe, estuvo casada con el regidor Diego de Urbina, rey de armas de Felipe II, de cuyo matrimonio tuvieron a la expresada doña Isabel y a Francisco de Urbina: El autor de esta décima fue hijo del regidor Diego de Urbina, Rey de armas y suegro de Lope de Vega, y de doña Magdalena de Cortinas, natural de Barajas, la cual murió a 8 de octubre de 1612 en la calle del Príncipe […]. El autor del Quijote tenía algún deudo con los Urbinas y por consiguiente con doña Isabel de Urbina, primera muger de Lope de Vega. (Pellicer, Vida de Miguel de Cervantes, 1827, p. CXCIII). Astrana Marín demuestra que tanto Isabel de Urbina como Ana María de Urbina son cuñadas, -y no hijas-, de Magdalena de Cortinas. (1949, pp.140-149). Lope canta a Isabel de Urbina, Belisa, en varias ocasiones: Recordemos el Romance glosado que aparece en el Romancero General (Madrid, 1604 y 1614): De pechos sobre una torre / que la mar combate y cerca, Mirando las fuertes naves / que se van a Inglaterra, las aguas crece Belisa / llorando lágrimas tiernas, ................................ / ……………………… Así se queja Belisa, / cuando la prisa se llega; ................................. / y todas alzan la vela. Magdalena de Cortinas y su marido establecieron la residencia en Madrid. Cuando Magdalena se sintió próxima a dar a luz a su primer hijo se trasladó a Barajas, en donde nació don Diego de Urbina y Alderete, que fue apadrinado por su tía doña Ana María de Urbina, futura esposa de Fernando de Lodeña: 77 En la villa de Varaxas, quatro días del mes de Junio, año de mill y quinientos y setenta y nuebe años, yo el bachiller Lorenzo Merino, tiniente de cura, batizé a Diego, hijo de Diego de Urbina y de doña Madalena de Cortinas, su muger; fueron sus padrinos el muy Ill. Sr. Juan Ramírez, cura, y doña Ana María, hermana del dicho Dº de Urbina. (Archivo parroquial de Barajas, Libro I de Bautismos, folio 172. En Astrana Marín, 1949, p. 143). El matrimonio de Ana María de Urbina y Fernando de Lodeña, cuñados de Magdalena de Cortinas y de Lope de Vega, y recordados como deudores morosos por Magdalena de Cervantes Cortinas, en su testamento, no tienen ninguna relación de parentesco con los Cervantes Cortinas, pero son los padres del poeta y militar, don Fernando de Lodeña, joven admirador y amigo de Cervantes, y autor del soneto que aparece al principio de las Novelas Ejemplares: Dejad, Nereidas, del albergue umbroso / ........................................................ hoy se hiciera laurel, por ver ceñida / a Miguel de Cervantes la cabeza. Cervantes elogia a Fernando de Lodeña en el Viaje del Parnaso: El joven Don Fernando de Lodeña, / poeta primerizo, insigne empero, en cuyo ingenio Apolo deposita / sus glorias para el tiempo venidero.(cap. IV). Astrana Marín transcribe el testamento que Dª Magdalena de Cortinas, esposa de Diego de Urbina, dictó en la villa de Madrid, el 26 de mayo de 1604, ocho años antes de su muerte: Cómo yo, doña Madalena de Cortinas, muger de Diego de Urbina vº e rregidor de la villa de Madrid [...] dexo y nonbro por mis erederos universales en todos mis bienes [...] a don Diego de Urbina Alderete y don Francisco de Vrbina y doña María de Vrbina y doña Ana de Vrbina y don Martín de Vrbina y de Cortinas, y don Juº de Vrbina y doña Madalena de Cortinas, mis hijos legítimos y del dhº Diego de Vrbina mi marido [...] que fue fecha y otorgada esta carta en la villa de Madrid a veynte y seys días del mes de majo de mill y seyscientos y quatro años (Archivo de Protocolos de Madrid, número 1772, fol. 1076-1078. En Astrana Marín, 1949, pp.144-146). 78 Aparecen los nombres de sus siete hijos. Son todos hermanos de padre y madre, pero algunos no coinciden en los apellidos. Son primos en tercer grado de Miguel de Cervantes y sobrinos de Lope de Vega. Además de invalidar las opiniones de Pellicer, Pérez Pastor y Cayetano Alberto de la Barrera sobre la Belisa de Lope, este testamento nos presenta a un Cortinas, hijo de Magdalena de Cortinas, muy relacionado con Miguel de Cervantes: Francisco de Urbina. Francisco de Urbina llevará el parentesco y la amistad con el autor del Quijote, más allá de la muerte de Cervantes: le dedica el “Epitafio” que aparece en los preliminares del Persiles y que prueba la amistad no sólo con Miguel sino también con su esposa Catalina de Salazar y Palacios. Veamos el epitafio: Caminante; el peregrino / Cervantes aquí se encierra; Su cuerpo cubre la tierra, / . ………………………….. Desde ésta a la eterna vida, / ir la cara descubierta. Doña Magdalena de Cortinas falleció, en la calle del Príncipe de Madrid, el 8 de octubre de 1612: En 8 de Octubre de 1612 años murió doña Magdalena de Cortinas, casada con el Regidor Diego de Urbina, de postema. Calle del Príncipe. Recibió los santos sacramentos de manos del licenciado Mendiola. Testó ante Pedro González de la Vega. Todo lo dejó a disposición de sus testamentarios, que son su marido y don Francisco de Urbina, su hijo. Mandóse llevar a Barajas. (Archivo parroquial de la iglesia de San Sebastián de Madrid, Libro de Difuntos de 1609 a 1620, folio 150. En Astrana Marín, 1949, p. 147). .Lo expuesto anteriormente sobre los Cortinas, los Urbina, y los Lodeña, todos de Barajas o Madrid, pone de manifiesto que entre los Cortinas de Barajas, –Urbina Cortinas-, y la familia Cervantes Cortinas, vecinos, primero de Arganda (Alcalá), y luego de Madrid, se mantuvo siempre, además del parentesco, un lazo de amistad, que ni siquiera la muerte pudo romper. Este lazo es visible cuando, en su juventud, Magdalena de Cervantes, (entre los años 1566 y 1573), presta 300 ducados a Juan de Lodeña (¿su novio?) que, años más 79 tarde, se casará con Ana María de Urbina, la cuñada de su prima Magdalena de Cortinas. ¿Por qué? El 4 de junio de 1579 se bautizó en Barajas Diego de Urbina de Cortinas, hijo de Magdalena de Cortinas; fue su madrina Ana María de Urbina, hermana de su padre. Es posible que fuera al bautizo la prima Magdalena de Cervantes con su novio Fernando de Lodeña. Allí conocería Fernando a su futura mujer, madrina del recién bautizado. Veamos el testamento de Magdalena de Cervantes, dictado el 11 de octubre de 1610: Don Fernando de Ludeña me debe trecientos ducados prestados siendo mozo soltero, y después de casado con Doña Ana María de Hurbina, su muger, yo los fui a pedir delante de la dicha doña Ana [...]. No me los confesó deber. (Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXIV). ¿Cuándo le prestó esos 300 ducados? Dice que fue siendo mozo soltero. Suponemos que sería en 1568, que es el año cénit de las bonanzas de la familia Cervantes. En ese año Rodrigo padre concede un préstamo de ochocientos ducados en reales castellanos al granadino licenciado Pedro Sánchez de Córdova. 64 No los cobró nunca. El 20 de octubre de 1576, Rodrigo de Cervantes da poderes a Lucas y Diego de Soria para cobrar al licenciado Pedro Sánchez de Córdoba, los 800 ducados prestados en 1568. (Protocolo de Rodríguez de Vera, 1576, folio 762. En Pérez Pastor, 1897, doc. 11). No consiguió cobrarlos, y los necesitaba para el rescate de sus hijos, cautivos en Argel. Volvió a otorgar poderes, -ahora a Gaspar de Baeza-, el 25 de febrero de 1577, para cobrar del licenciado Pedro Sánchez de Córdoba, los 800 ducados, pero no consiguió nada. (Protocolo de Rodrigo de Vera, 1577, folio 196. En Pérez Pastor, 1897, doc. 13). El “inválido Rodrigo” no tenía la preparación jurídica de su padre, y no pudo defender sus derechos ni los de sus hijas. Ni él, ni Andrea, ni Magdalena cobraron el dinero que a través de diversas obligaciones se les debía. El trato y la amistad, el parentesco y la confianza mutua entre los Cervantes Cortinas de Arganda y sus primos, los Urbina Cortinas de Barajas, aflora a finales del XVI, cuando: 64 JOSE BARROS CAMPOS, “La cuna de Cervantes”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XLV (2005), p 573. 80 El 23 de octubre de 1595, don Fernando de Lodeña ingresaba en Tesorería general, por poder de Miguel de Cervantes, 37.500 maravedís de lo recaudado por éste en su comisión sobre las rentas reales [...]. (Astrana Marín, 1948, p. 190). En 1595, Cervantes se encontraba en Sevilla. Desde allí le envió 37.500 maravedís a D. Fernando de Lodeña, para que los entregara en la Tesorería General. Confiaba en su probidad. ¿Qué mejor prueba de amistad y parentesco se puede presentar? ¿Cómo se puede sostener el infundio de que los Cervantes Cortinas no se relacionaban con los Cortinas de Barajas, sus primos? Don Fernando de Lodeña era cuñado de Magdalena de Cortinas, la esposa de Diego de Urbina. 4.5.1.1.2.- Diego de Cortinas El segundo hijo de Gonzalo de Cortinas “El de la Gaytán”,- tío de Leonor de Cortinas-, fue Diego de Cortinas (¿1516?-¿1565?), nacido como sus hermanos en Arganda, pero que, en 1520, año de Las Comunidades y de la muerte de su abuelo, fue llevado con toda su familia a Barajas el pueblo natal de su madre, Fulana de Gaytán. En Barajas se casó con Olalla Sánchez, de la que tuvo dos hijos: Diego y María. Los dos adoptaron y llevaron toda su vida, y con orgullo, el apellido Cortinas de su padre Diego de Cortinas ⎫ Diego de Cortinas (¿1516 ?− ¿1565 ?) ⎪⎪ (¿1540 ?− ¿1590 ?) ⎬ Olalla Sánchez ⎪ María de Cortinas (¿1515 ?− ¿1568 ?) ⎪⎭ (¿1544 ?− ¿1602 ?) Matrimonio de los hijos: 81 Diego de Cortinas ⎫ (¿1540 ?− ¿1590 ?) ⎪⎪ Juan de Cortinas , patrón de la capellanía ⎬ Juana Rodríguez ⎪ (¿1565 ?− ¿1625 ?) (¿1540 ?− ¿1610 ?) ⎪⎭ María de Cortinas ⎫ (¿1544 ?− ¿1602 ?) ⎪⎪ María ⎬ Juan de Tordesillas ⎪ (1572 − ¿1620 ?) (¿1540 ?− ¿1610 ?) ⎪⎭ Nos interesa el mayor, Diego de Cortinas, porque, casado con Juana Rodríguez, tuvo un hijo, Juan de Cortinas, que fue racionero de la catedral de Cuenca y, desde 1602 hasta su muerte en 1625, ocupó el cargo de patrón de la capellanía argandeña de Beatriz de Cortinas. En el Archivo Municipal de Arganda (A.M.A.R.), Libro1/2, folio 292 v. se contiene documentación sobre un pleito por la capellanía de Beatriz de Cortinas. Corresponde al día 25 de mayo de 1585, e intervienen entre otros: el bachiller Pedro Sánchez, que regenta la capellanía de Beatriz de Cortinas y es cura de Chinchón; el clérigo de Cuenca, Juan de Cortinas; Diego Ximénez de la Cámara, cura de Arganda; y los parroquianos argandeños Pedro de Vilches, Francisco Alonso y Alonso de Alvarado. Diego de Cortinas, el segundo hijo de Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán”, ayudó a la Capellanía argandeña de Beatriz de Cortinas, por su nieto Juan de Cortinas, racionero de la catedral de Cuenca y patrón de la Capellanía desde 1602 hasta su muerte en 1625. 4.5.1.1.3.- Petronila de Cortinas El tercer vástago de “Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán”, -tío de Leonor de Cortinas-, fue Petronila de Cortinas (¿1518?-¿1560?). A Petronila, argandeña por nacimiento, como sus hermanos, la llevaron, con dos años, para Barajas, pueblo natal de su madre, a finales del horroroso año comunero de 1520. En Barajas se casó con Juan de Salcedo (¿1510?-¿1577?), hijo de una acaudalada familia de hidalgos 82 madrileños propietarios de una capilla de enterramiento en la Yglesia de Santiago de Madrid que llaman la capilla de los Salcedos. Sus hijos adoptaron el apellido Salcedo, que era el del padre. Siguieron la costumbre más común en aquella época. Petronila de Cortinas ⎫ García de Salcedo, patrón − capellanía ⎪ Isabel de Salcedo (¿1518 ?− ¿1560 ?) ⎪ ⎬ Juan de Salcedo, patron − capellanía ⎪ Sancho de Salcedo ⎪⎭ Alonso de Salcedo y de Cortinas (¿1510 ?− ¿1577 ?) Petronila también continuó su amistad y comunicación con los Cortinas de su pueblo natal, Arganda; con su tía Elvira de Cortinas y con su prima Leonor de Cortinas. Su marido, Juan de Salcedo, cumplió con la obligación de los Cortinas. Aunque él no era Cortinas, sí lo era su mujer. Fue el primer patrón, en Barajas, de la Capellanía argandeña. Desempeñó esta sagrada obligación de los Cortinas hasta su muerte hacia 1577. Le sucedió en el cargo su hijo mayor, García de Salcedo, que fue el segundo patrón, en Barajas, de la capellanía argandeña. El hijo menor de Petronila de Cortinas, Alonso Salcedo y de Cortinas, sin despreciar el apellido paterno, adoptó también el materno. Firmaba con los dos apellidos y, diríamos que, en premio, tuvo la suerte de que el fruto de su matrimonio con Fulana Ortiz fuera el cura Francisco Ortiz de Salcedo que apacentará la Capellanía argandeña de los Cortinas, desde 1596 hasta 1635. Será el primer capellán no nacido en Arganda. Alonso de Salcedo de Cortinas ⎫ ⎪ Francisco Ortiz de Salcedo, cuarto capellán (¿1546 ?− ¿1605 ?) ⎪ ⎬ Fulana Ortiz (¿1570 ?− ¿1635 ?) ⎪ ⎪⎭ ¿ ... ? El hijo del matrimonio formado por Alonso de Salcedo y de Cortinas y Fulana Ortiz, el sacerdote y notario apostólico Francisco Ortiz de Salcedo será el cuarto capellán de la fundación hecha por Beatriz de Cortinas. Este cura y escritor, ocupó la 83 Capellanía, tras la muerte, en 1596, del argandeño Pedro Sánchez o Pedro de Cortinas. Desempeñó esta Capellanía hasta su fallecimiento hacia 1635. Petronila de Cortinas, prima de Leonor, la madre de Cervantes, dio a la capellanía de los Cortinas argandeños dos patrones: su marido y su hijo mayor; también le dio un capellán, el hijo único del menor de sus vástagos. ¿Puede sostenerse aún la falsa e indocumentada teoría de que Leonor de Cortinas se llevaba mal con sus padres y demás Cortinas? 4.5.1.2.- La Beata de Cortinas De la “Beata de Cortinas” digamos por lo pronto que desconocemos su nombre, que debió nacer en o alrededor del año feliz de 1492 y muere en Arganda, enterrándose a toda pompa, en 1531. Soltera y piadosa, funda con sus bienes una capellanía, sin que aparezca con más nombre que el de “Beata” que decimos. Sospechamos fuera Beatriz y no lo usara por evitar repetirse con la otra Beatriz de Cortinas, anteriormente fundadora de otra capellanía. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, pág. 292). Astrana Marín demuestra, documentalmente, como él acostumbra, que la “Beata de Cortinas” murió, no en 1531 sino, diez años más tarde, en 1541: Martes, primero día del mes de febrº [1541], se murió la Beata de Cortynas; enterróse dentro de la iglesia de señor San Juan; monta la sepultura cuatrocientos y sesenta maravedís”. (Archivo parroquial de Arganda, Libro I de Bautismos). La defunción o, por mejor decir, la sepultura, consta igualmente en las cuentas tomadas el 5 de julio de 1542 por el visitador, Dr. Cristóbal Pérez, en nombre del arzobispo de Toledo, don Juan Tavera, al mayordomo Miguel Sanz Roldán. En el cargo de los años 1540 y 1541, se lee: ‘Item, ochocientos y ochenta maravedís de dos sepulturas, a ccccxl, que son de la de Juana Majolero y de la beata de Cortinas [...] dccclxxxº’ [880 maravedís]. (Archivo parroquial de Arganda, Libro II de Cuentas de Fábrica, fol. 101. En Astrana Marín, 1949, p. 109). 84 El clérigo argandeño Francisco de Cortinas en su testamento de 1534 parece dar la razón a Astrana, en cuanto a la fecha de la muerte, pero también se la da a RodríguezMartín, en cuanto al nombre de pila de la “Beata de Cortinas”. Item mando que den a mi hermana Beatriz de Cortinas Vecina de Barajas tres mill maravedís [...]. Que fue fecha e otorgada esta carta en la dicha villa de Madrid dentro de las casas del dicho Pedro de Illescas a treynta e un días del mes de marzo, año del nacimiento de Nuestro Salbador Jesucristo de mill e quinientos e trejnta e quatro años [...]. (Archivo de Protocolos de Madrid, num. 55, folios 1040-43). Cuando Francisco de Cortinas dicta su testamento, posiblemente la Beata de Cortinas, –Beatriz de Cortinas-, está pasando una temporada en Barajas en casa de su hermano Gonzalo de Cortinas, “El de la Gaytán” por eso la considera “Vecina de Barajas”. 4.5.1.3.- Elvira de Cortinas De Elvira de Cortinas, abuela materna reiteradamente nombrada del escritor, digamos que nace en Arganda alrededor del año 1495 y que morirá en 1566, teniendo con ignorado consorte, esta única hija: Doña Leonor de Cortinas (¿1520?-1593), casada con Rodrigo de Cervantes. (¿1510?-1585). (Rodríguez-Martín, 1980, p. 292). El ignorado consorte de Elvira quizá cayera, como su suegro, el Alcayde, combatiendo a las Comunidades, la rebelión ‘comunera’ (1519-1521), esa sublevación de las villas castellanas, celosas de sus privilegios, contra los abusos de los consejeros flamencos. (Canavaggio, 2005, p. 46). Los Cortinas fueron anticomuneros. Hay como un halo no de gloria, sino de desaire y menoscabo, que envuelve a estas mujeres Cortinas. A Elvira se le reprocha nuestra ignorancia: el que no sepamos quién fue su marido. Algún autor busca ahí la causa de la huida a Barajas de su hermano Gonzalo y la creación de la Capellanía por parte de la otra hermana. Olvidan que Arganda defendió la causa de las “Comunidades de Castilla” y que hubo 85 resistencia del elemento oficial, el castellano por la justicia arzobispal, que es el antiguo alcaide de Maqueda, Diego Sánchez de Cortinas, muerto en Arganda precisamente en 1520. Que en noviembre de tal año, la Parroquia sita en el castillo es reparada por daños sufridos”. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, págs. 177-183). ¿Murieron en la revuelta, el marido y el padre de Elvira, Diego Sánchez Cortinas? ¿Se hicieron fuertes en el Castillo, casi unido a la mansión de los Vargas? Recordemos que la iglesia del castillo tuvo que ser reparada, tras la guerra. Según Astrana Marín, el Alcayde tuvo cinco hijos: además de Gonzalo, Beatriz y Elvira, dos hijas mayores que casarían y morirían muy jóvenes, dejándole a él, por lo menos, un nieto huérfano a cuyo sepelio tuvo que acudir en 1518. En las “Cuentas de sepulturas” de la Iglesia de Arganda tomadas el 24 de septiembre de 1518, aparece un apartado que dice: De la sepultura de un nieto del Alcayde Cortinas, seyscientos e cinco maravedís, conforme a sus tías, que están enterradas ally, en la sepultura que se enterró él. (Archivo parroquial de Arganda, Libro II de Cuentas de Fábrica, folio 31. En Astrana Marín, 1949, p. 105). Se ha especulado mucho sobre Elvira de Cortinas. ¿Tuvo a Leonor dentro del matrimonio? ¿La tuvo de soltera? Tendiendo, como humanos, a la maledicencia, hemos explicado desde esta última posición todo lo acontecido en 1520: El misterio envuelve la paternidad de la madre, es decir, no aparecen datos del padre de doña Leonor, la cual, -eso sí-, antepone siempre el don, que ni abuelos, ni tíos, ni madre, ni marido (aunque él pruebe hidalguía) ostentan. ¿De dónde venía? ¿Es un Saavedra más o menos ennoblecido, que hace que el nieto no se llame Cervantes de Cortinas sino Cervantes Saavedra? 65 El cura de Alcalá, Bachiller Serrano, al escribir la partida de bautismo de Miguel cela el apellido de la madre 66 , ¿por qué? 65 Cervantes no tomó el apellido Saavedra de un posible abuelo materno. Ya lo había usado su padre. El 11 de Agosto de 1599, Magdalena de Sotomayor se declara hija del licenciado Cervantes de Saavedra, su padre, difunto. Isabel de Saavedra en su testamento de 1652, recuerda al “alférez Rodrigo de Cervantes Saabedra, mi tío […]. El señor Miguel de Cerbantes Saavedra, mi padre”. 66 En el bautismo de Luisa de Cervantes, celebrado por el mismo sacerdote, el 25 de agosto de 1546, consta que se “bautizó una hija de Rodrigo de Cervantes e de Leonor de Cortinas, su mujer”. 86 Si no fuera antipático el refrán “piensa mal y acertarás”, tal vez se atinara en su aplicación al caso de Elvira de Cortinas. Porque la salida de su hermano Gonzalo, el único varón, con su mujer e hijos camino de Barajas en 1520, no sólo coincide con la muerte del padre y alcaide en la revuelta comunera de Arganda, sino también con el nacimiento de Leonor, la sobrina, la niña del hasta hoy desconocido padre […]. ¿Influyó también en la marcha la conducta de Elvira, la hermana pequeña? Además la piadosa vida de la “Beata”, ¿fue contrapunto familiar a la vida de su hermana menor Elvira? […]. A ver si es firme la sospecha de que Cervantes, hijo de pila de Sta María, de Alcalá, nació en Arganda, de cuyo nombre no quiso acordarse por estas y otras ocultas razones. (Rodríguez-Martín, 1980, pp. 292-93). En las revueltas de las “Comunidades”, la aldea de Arganda, siguió a la Villa de Alcalá, capital o cabeza del Concejo o Ayuntamiento. Arganda fue comunera: Dependiendo, pues, Arganda del arzobispado de Toledo, contribuyó con su esfuerzo a la causa de la libertad, adhiriéndose a la idea de las Comunidades, y atraviesa, sin tener lugar en ella ningún acontecimiento notable, el largo periodo de guerras que ocasiona en España el descabellado pensamiento de Monarquía universal, que inicia el primero de nuestros Carlos, quinto de los alemanes. 67 El Alcayde de Maqueda, anticomunero, se puso al frente de los argandeños que defendían al Emperador. En la refriega pudieron caer no sólo él, sino también su yerno, el esposo de Elvira. Esto explicaría la huida, más que marcha, de Gonzalo de Cortinas hacia Barajas. Su situación en la Arganda post-comunera sería muy conflictiva. Las hermanas eran mujeres y las respetarían. Hacia la época de las Comunidades también parece que abandonan Arganda, los descendientes de Diego de Cortinas (¿1430?-1495), tercer hijo del primer Cortinas conocido. Un biznieto de Diego de Cortinas era vecino de Madrid a mediados del Siglo XVI y dueño de varias casas en la parroquia de Santa Cruz el año 1558; otro, Gonzalo de Cortinas, obligado del aceite en Madrid en 1569. (Astrana Marín, 1949, p. 144-145). ¿Dejarían Arganda y huirían a Madrid, acosados por los comuneros? 67 ALFONSO BENITO ALFARO, Arganda del Rey, Ed.facsímil, Ayuntamiento de Arganda del Rey, 2001, pp. 20-21. 87 Justificaríamos, subjetivamente, nuestro total desconocimiento sobre el padre de Leonor de Cortinas, con su posible muerte en las luchas comuneras de Arganda. Pero, hay otra justificación objetiva. En los Libros de Cuentas de Fábrica de la parroquia de Arganda y, de todas las parroquias o casi todas, se anotaba, en el apartado de Sepulturas, el nombre de los varones con algún apellido o apodo: “De la sepultura de Miguel Batanero, dozientos e ochenta maravedís”. Cuando se trataba del enterramiento de mujeres, no aparecían ni el nombre ni los apellidos de la mujer, sino el nombre del marido de la fallecida: “De la sepultura de la de Alonso Majolero, dozientos e cuarenta maravedís” es lo mismo que si escribieran: “De la sepultura de la [mujer] de Alonso Majolero”. “De la sepultura de la de Pedro Vallestero trezientos e veynte maravedís” es lo mismo que si escribieran: “De la sepultura de la [mujer] de Pedro Vallestero”. Para averiguar el nombre del abuelo materno de Cervantes hay que acudir al Libro de cuentas de las sepulturas de la parroquia de Arganda. Al referirse a la sepultura de Elvira de Cortinas, muerta en 1566, no escribirá “La sepultura de Elvira de Cortinas” sino “la sepultura de la de [NOMBRE DEL MARIDO DE ELVIRA]”. Pero, no sabemos cómo se llamaba el marido de Elvira. El 19 de octubre de 1611 se enterraba una Cortinas, Úrsula Sánchez o Úrsula Cortinas, biznieta del Pedro de Cortinas fallecido en 1499. En el Libro 2º de Difuntos de la parroquia de San Juan de Arganda (Años 1603 a 1625), al folio 130 consta la muerte de la de Lucas Majolero […] Úrsula Maroto. ¿Por qué sabemos que la de Lucas Majolero […] Ürsula Maroto es la hija de Francisco Sánchez Maroto, la hermana del cura de Fuentesaz, Francisco Sánchez o Francisco Cortinas; la nieta de Pascual Sánchez Maroto o Pascual Cortinas Sánchez cuyo padre se llamó Pedro de Cortinas? Pues, por haber acoplado las piezas de un puzle creado en la primera mitad del XVI por los “caprichosos hijos” de Pedro de Cortinas. Para mayor dificultad nuestra, ocurre un fenómeno en las Cuentas de Fábrica de la Iglesia de Arganda. Desde 1560 hasta 1572, no se escribe el nombre del difunto enterrado en las sepulturas. Sólo se anota en los Libros de Sepulturas el nombre de la primera persona enterrada ese año y el nombre de la última persona que se enterró ese año. Como Elvira murió en el último tercio del año, nunca sabremos el día: Las cuentas de fábrica del apartado de Sepulturas que se toman a los mayordomos de la iglesia, y se suceden correctas hasta 1560, fallan en adelante, pues sólo se ponen los nombres del primero y último difuntos. En 1566, año de la muerte 88 de Elvira de Cortinas (las partidas de defunción no comienzan hasta 1572), hubo veintiocho sepulturas; pero sólo se consigna el cuerpo de la primera: la madre de Diego Sánchez, clérigo, y el de la última: Cristóbal de Atienza. (Astrana Marín, 1949, p. 147-148). 4.5.1.3.1.- Leonor de Cortinas y sus primos de Barajas Leonor de Cortinas, hija del matrimonio de Elvira, nació en Arganda hacia 1520. También nacieron en Arganda sus tres primos, los hijos de Gonzalo de Cortinas; pero en 1520, sus padres huyeron con ellos hacia Barajas, aldea natal de la madre. Es normal que hubiera una relación familiar y fraterna entre Gonzalo y sus hermanas Elvira y la Beata de Cortinas. La corta distancia entre Barajas y Arganda ayudaba y afianzaba estos lazos familiares, que mantuvieron todos entre sí. Sin embargo, los biógrafos de Cervantes aluden a una supuesta enemistad de Leonor y sus hijos, con los primos de Barajas y de Arganda. Afirman que Leonor de Cortinas rompió con los Cortinas de Arganda y de Barajas. Ratifican esto sin ninguna documentación que los avale. Los documentos corroboran lo contrario. Mantuvieron estos Cortinas de Barajas un extrecho lazo de amistad con los Cortinas de Arganda, como lo demuestra el que ocuparan cargos importantes en la Capellanía argandeña de Beatriz de Cortinas. Este lazo de parentesco cordial se mantuvo no sólo con Elvira de Cortinas y con su hermana, “La Beata de Cortinas”, sino también con Leonor de Cortinas. Existió una gran amistad, documentada, entre los Urbina Cortinas, los Lodeña Urbina y los Cervantes Cortinas. Véanse las relaciones amistosas y de toda índole entre: - Miguel de Cervantes Cortinas con Francisco de Urbina [de Cortinas] y con el poeta Fernando de Ludeña [de Urbina], primo de Francisco. - Magdalena, la hermana de Miguel de Cervantes, con Fernando de Ludeña el padre del poeta Ludeña o Lodeña. En 1586 Magdalena de Cervantes acompaña a Pedro de Ludeña, como padrinos de velaciones de Miguel de Cervantes y Catalina en la Iglesia de San Martín de Madrid. 89 Los hijos de la argandeña Leonor de Cortinas mantienen relaciones cordiales de parentesco y amistad con los hijos de su prima de Barajas, Magdalena de Cortinas, esposa del Regidor Diego de Urbina. Los Cervantes Cortinas de Arganda se relacionan cordialmente con los Urbina Cortinas de Barajas. Esta relación de parentesco trasciende a todos los aspectos de la vida, incluso al amoroso. Se interrelacionan todos los Cortinas para desempeñar fielmente, a despecho del tiempo y de los enlaces matrimoniales, los dos cargos de responsabilidad de la Capellanía de Beatriz de Cortinas: capellán y patrón. Cumplen esta obligación, no sólo los Cortinas de Arganda y Barajas, sino también los Cortinas morateños o los Cortinas conquenses, como Juan de Cortinas, patrón de la Capellanía hasta su muerte en 1625. El sacerdote y notario apostólico Francisco Ortiz de Salcedo, de los Cortinas de Barajas, que será el cuarto capellán de la fundación hecha por Beatriz de Cortinas, ocupó la Capellanía, por muerte del argandeño Pedro Sánchez, desde 1596 hasta su fallecimiento hacia 1635. Algunos de ellos, los hijos de Leonor, la argandeña, y los de Magdalena, la de Barajas, llevarán su parentesco al terreno amoroso: Magdalena Cervantes de Cortinas, la hija de Leonor, perderá a su novio, Fernando de Ludeña que, olvidando y negando los trescientos escudos que había recibido de Magdalena de Cervantes Cortinas, corre hacia Barajas para casarse con la cuñada de Magdalena Cortinas, Ana María de Urbina. También la poesía acudirá para exteriorizar la amistad entre estos Cortinas: Miguel de Cervantes Cortinas alabará en el Viaje del Parnaso, al joven Fernando de Lodeña de Urbina. Éste y su primo, Francisco de Urbina de Cortinas, ensalzarán y alabarán a Miguel Cervantes Cortinas en el Epitafio del Persiles y en el soneto de las Novelas Ejemplares. ¿En qué se apoya esa engañosa e infundada tradición sobre los Cervantes, según la cual Leonor de Cortinas, al casarse, rompió totalmente con Elvira y con todos los Cortinas de Arganda y de Barajas? Esta falsa opinión arranca de los años posteriores a 1752. ¿Por qué? Los investigadores veían que Miguel y sus hermanos habían sido bautizados en Alcalá y no en Arganda. Además leían los documentos oficiales según los cuales, tanto Miguel como sus hermanos y padres afirmaban ser vecinos de Alcalá de Henares. Otros documentos, también oficiales, los consideraban, a casi todos, naturales de Alcalá de Henares. 90 En 1752, la ciudad de Alcalá y la villa de Arganda eran dos ayuntamientos sin ninguna interrelación, si no es la de cercanía. Los cervantistas de mediados del “Siglo de las Luces” ignoraban, o querían ignorar, que en los años y siglos anteriores a 1580, Arganda era una de las veinticinco aldeas de Alcalá de Henares, un lugar de los más pequeños e inútiles de su tierra, según Mayoral Moraga. (2005, pp. 279-290). Si conocieran la historia del Concejo o Ayuntamiento de Alcalá de Henares, desde su reconquista hasta mediados del XVI, se darían cuenta de que los aldeanos de cualquiera de los 25 pueblos que pertenecían al Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares, eran alcalaínos por pertenecer a la jurisdicción de la Villa de Alcalá. Los aldeanos y pueblerinos recibieron a lo largo de los siglos, y reciben ahora, el gentilicio de la villa a la que pertenecían. Como Arganda era una aldea de Alcalá, los pueblerinos de Arganda eran llamados “alcalaínos”; pero, podían llamarse también argandeños. 4.6.- Una rama desgajada de los Cortinas En mis pesquisas por el Archivo de Protocolos de Madrid tropecé, hace ya tiempo, con el “Testamento de Francisco de Cortinas, clérigo” (Protocolo 55, fol. 1040 y ss.) y lo reflejé en un artículo publicado en el Tomo XXXVI de Anales del Instituto de Estudios Madrileños, del año 1996, página 446: El clérigo Francisco de Cortinas, nombrado capellán de la capellanía anterior, fue cura de San Pedro de Carabanchel de Arriba, donde los Vargas poseían extensas propiedades. Al igual que don Diego, en su testamento [...] pide ser enterrado en el Convento de San Francisco de Madrid. Confundí a este Francisco de Cortinas muerto en 1534 con el hijo de Alonso de Cortinas, Francisco de Cortinas (¿1482?-1539), cura de Arganda y primer capellán de la fundación de su prima Beatriz de Cortinas. Son dos Francisco de Cortinas, nacidos, -los dos-, en Arganda y posiblemente en años cercanos, como cercanas son sus muertes. El cura de Arganda, Francisco de Cortinas, fallecido en 1539, pudo ser y fue capellán de la fundación creada en 1536. Pero este otro cura, Francisco de Cortinas, muerto en 1534, dos años antes de fundarse la Capellanía, no pudo ser su capellán: 91 Sepan quántos esta carta de testamento vieren cómo yo, Francisco de Cortinas, clérigo, natural de Arganda e tenjente de Cura de la iglesia de San Pedro del lugar de Caravanchel de arriba, aldea de la Vª de Madrid, estando enfermo en la Cama [...], mi cuerpo sea sepultado dentro del monasterio de Señor San Francisco en el Coro del dicho monasterio o en la Capilla que dizen de los Cortinas, donde mejor disposición oviere e me sepulten en mi ábito [...]. Item, mando a tres fijas de Pedro de Yllescas Vº desta villa de Madrid, que se dizen Ana Baptista e Isabel Xuáres e Ynés de Cortinas a cada una dellas cinco mill maravedís en dinero [...]. Item, mando a Marja hija de Cosme, Vº de Arganda […], tres mill maravedís para ayuda a su casamiento […].Item, mando que den a Marja, hija de Juan de Lucía, Vº de la dicha Arganda, otros tres mill maravedís para ayuda a su casamiento [...]. Item, mando que den a Anita Xuáres muger de Pº de Illescas [...]. Item, mando que den al dicho Pedro de Illescas [...]. Item mando que den a mi hermana Beatriz de Cortinas Vª de Barajas tres mill maravedís [...]. Dexo por mis albaceas […] a Pedro de Illescas Vº desta villa de Madrid e Alonso Montero Vº de Carabanchel de arriba [...]. Fue fecha e otorgada esta carta en la dicha villa de Madrid dentro de las casas del dicho Pedro de Illescas a treynta e un días del mes de marzo, año del nascimiento de Nuestro Salbador Jesucristo de mill e quinientos e trejnta e quatro años [...]. (Archivo de Protocolos de Madrid, núm. 55, fols. 1040-43). ¿Quién era esta mi hermana Beatriz de Cortinas, vecina de Barajas? ¿Quién era este Pedro de Illescas, en cuya casa dicta el testamento, desde el lecho de muerte? ¿Quién era este Pedro de Illescas, padre de Ynés de Cortinas y albacea del cura Cortinas? ¿Quién era Marja, hija de Juan de Lucía, Vº de Arganda? ¿Quién era Marja, hija de Cosme, Vº de Arganda? Nuestro clérigo argandeño debió de morir muy cerca de la fecha del testamento, pues antes del 20 de agosto de ese año de 1534 se le da por difunto: Yo, el bachiller Pero López, teniente de Juez [...] ante mi paresció Pedro de Cortinas, sobrino que él Dixo ser de Francisco de Cortinas, clérigo ya difunto [...]; y que él a menester un traslado del testamento, según e como ante vos pasó, signado en forma [...]; yo vos mando que dentro de otro día queste mi mandamiento os fuere notificado, saquéis un traslado, signado en forma, del dicho testamento [...] y se le deys y entreguéys al dicho Pedro de Cortinas, pagándovos vuestro justo e debido salario [...]. 92 Fecho en Madrid a veynte de agosto de mill e quinjentos e treynta e quatro años. (Archivo de Protocolos de Madrid, núm. 55, folio 1044). ¿Quién era este Pedro de Cortinas, sobrino del clérigo difunto Francisco de Cortinas? Las investigaciones no han encontrado hasta el momento a ningún Pedro de Cortinas que viviera en 1534. Tampoco se conoce al clérigo Francisco de Cortinas que expiró en 1534. ¿Qué decir de la Ynés de Cortinas hija de Pedro de Illescas? Es posible que pertenezcan todos a la familia de Diego de Cortinas (1430?-1495?), cuyos descendientes, como ya se dijo, abandonaron Arganda hacia el año 1520. Los descendientes del Diego de Cortinas (¿1430- 1495?), contemporáneo de Juan II, son los menos estudiados y conocidos por los investigadores. Pedro de Cortinas: El Pedro de Cortinas que, en 1534, pide un traslado del testamento de su tío puede ser Pedro Manuel de Cortinas que, como ya se ha visto, firmó, el 21 de agosto de 1558, ante el notario José de Torralba, un documento de arriendo de varias casas en la parroquia madrileña de Santa Cruz. (Archivo de Protocolos de Madrid, José de Torralba, 375, folio CLXXX). También puede ser algún hijo o nieto del argandeño Pedro de Cortinas 68 , que habiendo nacido hacia 1450, murió en 1499. Tuvo un hijo, Pedro Sánchez (¿1480?¿1545?) y un nieto Pedro Sánchez (¿1525?-1596). Los dos eran Cortinas. El hijo, Pedro Sánchez, debiera llevar el apellido de su padre, pero usó el de la madre. Le fue fácil cambiar de apellido para enterarse del testamento de su pariente cura. Era un Cortinas y se presentó ante el notario con sus apellidos auténticos. Al nieto del Pedro de Cortinas fallecido en 1499 hay que descartarlo; se supone que nació hacia 1525 y tendría alrededor de nueve años en 1534. Los posibles Pedro de Cortinas, que solicitaron la copia del testamento, serían el madrileño Pedro Manuel de Cortinas y el argandeño Pedro Sánchez o Pedro de Cortinas. Los dos eran personas adultas en 1534, fecha del testamento y de la muerte del cura, Francisco de Cortinas. 68 Véase apartado 4.4.3.- Pedro de Cortinas. 93 Francisco de Cortinas, “El testador”: También podría ser que este clérigo Francisco de Cortinas sea un hijo del “Alcayde de Maqueda”. Ya se anotó que mientras Rodríguez-Martín y Chacón afirma que el “Alcayde” sólo tuvo tres hijos, Astrana Marín afirma (1949, p. 105) que nacieron cinco hijos de su matrimonio: Tuvo Diego Sánchez de Cortinas cinco hijos: dos hijas mayores, de nombre ignorado, que se casaron y murieron en plena juventud, la una por el año 1514 y la otra por el de 1516; Gonzalo de Cortinas [...]; y otras dos hijas, una ‘la beata de Cortinas’ [...]; y la menor, Elvira de Cortinas (1495-1566), abuela de Miguel de Cervantes. En el Archivo parroquial de Arganda, Libro II de Cuentas de Fábrica se lee en el folio 31: De la sepultura de un nieto del Alcayde Cortinas, seyscientos e cinco maravedís, conforme a sus tías, que están enterradas allj, en la sepultura que se enterró él. Son las cuentas tomadas el 24 de septiembre de 1518 por Diego de Valladares, visitador en nombre de don Guillermo, cardenal de Croy, arzobispo de Toledo. Según Astrana, que se apoya en estas cuentas, el nieto enterrado era sobrino de las hijas difuntas del Alcayde. Sería hijo de Gonzalo o de Elvira. El Alcayde tiene o podría tener dos yernos viudos, según don Luis. Pero las tías que están enterradas allj pueden ser hermanas de la mujer de Gonzalo de Cortinas, Fulana Gaytán de Tordesillas, o hermanas del marido de Elvira de Cortinas, cuyo nombre ignoramos. Don Luis Astrana afirma que están enterradas, al menos, dos hijas mayores, de nombre ignorado, que casaron y murieron en plena juventud, la una por el año 1514 y la otra por el de 1516. ¿Estaría casada una de ellas con el Pedro de Yllescas en cuya casa de Madrid hace testamento, en 1534, nuestro clérigo, Francisco de Cortinas? Pedro de Yllescas, casado con Anita Xuáres, tiene tres hijas: Ytem mando a tres fijas de Pedro de Yllescas Vº desta villa de Madrid que se dizen Ana Baptista e Isabel Xuáres e Ynés de Cortinas a cada una dellas cinco mill maravedís [...]. Una hija de Pedro de Yllescas se llama Ynés de Cortinas. ¿Por qué? ¿La habría tenido en un matrimonio anterior con una hija del Alcayde? A una de las otras, a “Ana Baptista” ¿la encontraremos en un documento de 1587? 94 En la villa de Madrid a catorze días del mes de agosto de mill e quinientos e ochenta e siete años [...] doña Andrea de Cervantes, vecina de la villa de Madrid, dixo que confesaba e confesó haber recibido [...] quinientos reales [...] para en parte de pago de mayor suma [...] para cobrar de doña Ana de Illescas [...]. (Protocolo de Francisco de la Concha, rotulado, 1600 a 1604. En Pérez Pastor, 1897, doc. 27, pp. 96-97). ¿Quién es esta Ana de Illescas que se relaciona comercialmente con Andrea de Cervantes? ¿Es la “Ana Baptista” hija de Pedro de Illescas y heredera del cura argandeño, Francisco de Cortinas, en el testamento de 1534? Por la edad puede serlo. Pero el tener relaciones con los nietos de Elvira de Cortinas no es razón suficiente para suponerla, a ella y al cura Francisco de Cortinas, pertenecientes a la rama argandeña de los Cortinas menores o cervantinos. Los Cortinas, lo hemos visto y seguiremos viéndolo, mantenían relaciones fraternales, amistosas, comerciales y de toda índole entre sí, a despecho del tiempo y de los enlaces matrimoniales y de la separación y distancia geográfica. Pero, volvamos a los tiempos de “Las Comunidades”, a los años 1519-1521. En las Cuentas de Fábrica de la Iglesia parroquial de Arganda, del 3 de septiembre de 1521, Libro II, fol. 41 se lee –en el apartado Sepulturas-: De la de Juan de Locía el vyejo, trezientos maravedís [...]; de la sepultura de Gonzalo de Yllescas, cuatrocientos y cuarenta; de la sepultura del alcayde Diego Sánchez de Cortinas, mill i ciento y veynte y cynco; [...]. ¿Quién era este Gonzalo de Illescas que fue sepultado por la misma época que el Alcayde Cortinas? ¿Murió también en las peleas de “Las Comunidades” de Arganda? ¿El Gonzalo de Yllescas o Illescas sería padre o hermano del Pedro de Illescas, vecino de Madrid, que aparece en el testamento del clérigo argandeño, Francisco de Cortinas? ¿El Juan de Locía el vyejo sería pariente del Juan de Lucía cuya hija es heredera del clérigo argandeño? En el testamento se lee: Ytem mando que den a María hija de Cosme Vº de Arganda tres mill maravedís [...]. Ytem mando que den a María hija de Juan de Lucía Vº de la dicha Arganda otros tres mill maravedís [...]. Ytem mando que den a mi hermana Beatriz de Cortinas Vª de Baraxas tres mill maravedís [...] 95 Se cita en el testamento a una hija de Juan de Lucía, vecino de Arganda. ¿Será hijo del Juan de Locía el viejo, cuya mujer fue enterrada en época cercana a la del Alcayde? ¿Por qué el clérigo hereda a la hija de Juan de Lucía? ¿Será este Juan de Lucía el otro yerno viudo del Alcayde? ¿Quién es este Cosme, vecino de Arganda, cuya hija recibe tres mil maravedís en herencia? Aparecen en el testamento, entre otros, tres nombres: Pedro de Illescas, Juan de Lucía y Cosme. Los dos últimos, vecinos de Arganda. Pedro de Illescas y Juan de Lucía pueden ser parientes de otros dos: Gonzalo de Illescas y Juan de Locía que aparecen en los enterramientos hacia la misma época del Alcayde Cortinas. Gonzalo de Illescas ¿moriría también en la refriega de las Comunidades de Arganda? ¿Tendrían relación de parentesco con los yernos del Alcayde? ¿Y el Cosme vecino de Arganda? ¿Sería el otro yerno del Alcayde? Encontramos a tres posibles yernos del Alcayde: Pedro de Illescas, Juan de Lucía y Cosme. Pedro de Illescas vive y está casado con Ana Xuárez. No sabemos nada de los otros dos. Uno de ellos puede ser el marido, ya fallecido, de Elvira de Cortinas. Finalmente, ¿quién es esta Beatriz de Cortinas, vecina de Barajas y hermana del clérigo? En 1534, según Astrana Marín y Rodríguez-Martín, máximos investigadores de la familia Cortinas, no existe ninguna Beatriz de Cortinas. En esta fecha, sostiene don Luis, sólo viven tres hijos del Alcayde: Gonzalo de Cortinas, Elvira de Cortinas y “La Beata de Cortinas”. Don Luis ignora, desconoce el nombre de “La Beata de Cortinas”. Pero según Rodríguez-Martín y Chacón (1980, 292): Sin que aparezca con más nombre que el de Beata que decimos, sospechamos fuera Beatriz y no lo usara por evitar repetirse con la obra de Beatriz de Cortinas, anteriormente fundadora de otra capellanía. El testamento del clérigo argandeño Francisco de Cortinas, muerto en 1534, crea muchas incógnitas esperanzadoras, pero por desgracia, hasta el momento actual, no podemos resolver ninguna. Ytem mando que den a María hija de Cosme, Vº de Arganda [...] Ytem mando que den a María hija de Juan de Lucía, Vº de la dicha Arganda [...].Ytem mando que den a mi hermana Beatriz de Cortinas, Vª de Baraxas [...]. 96 La Beatriz de Cortinas, vecina de Barajas, puede ser la “Beata de Cortinas”, que en aquellas fechas vivía con su hermano Gonzalo en Barajas. Se nombra a dos Marías, hijas respectivamente de dos vecinos de Arganda: Cosme y Juan de Lucía. Una de ellas puede ser la hija de Elvira a la que conocemos por Leonor de Cortinas. Puede ser que la hija de Elvira de Cortinas recibiera, en el bautismo, el nombre de María Leonor, costumbre que la Iglesia siguió en ciertas épocas. Puede ser equivocación del anciano testador; Cervantes, en 1610, nombra a su hermana Andrea, como si se llamara María. Cervantes tiene varias equivocaciones en 1610, cuando diríamos goza de plenas facultades y le queda por escribir la mayor y mejor parte de su obra. Este sacerdote debe de estar muy enfermo; dicta el testamento desde la cama el 31 de marzo y muere muy pronto, pues ya está muerto antes del 20 de agosto. Es muy posible, dadas estas circunstancias, que se pudiera equivocar en los nombres de las jovencitas a quienes hereda. Es muy posible que si Beatriz de Cortinas, a la que llama hermana, es la tia de Leonor, la “Beata de Cortinas”, Leonor sea una de las Marías argandeñas a quienes hereda el enfermo sacerdote. Leonor de Cortinas en 1534 tiene alrededor de 14-15 años; puede recibir los tres mil maravedís, como dote de su futuro matrimonio, que contraerá en 1540. 97 5.- ¿EN DÓNDE NACIÓ CERVANTES? Cuando, en Rinconete y Cortadillo, el “señor Monipodio” preguntó a los nuevos postulantes por “¿la patria y padres?”, Rincón respondió por los dos: -El ejercicio ya está dicho, pues venimos ante vuesa merced; la patria no me parece de mucha importancia decilla, ni los padres tampoco, pues no se ha de hacer información para recibir algún hábito honroso [...]. Lo había aleccionado su amigo Cortado, quien preguntado en la venta del Molinillo: -¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para adónde bueno camina? -Mi tierra, señor caballero, –respondió el interpelado-, no la sé, ni para dónde camino, tampoco. -Pues en verdad, –dijo el mayor-, que no parece vuesa merced del cielo, y que éste no es lugar para hacer su asiento en él [...]. En las obras cervantinas, podríamos decir que, afloran algunas ideas que aparecen de vez en cuando, como si lo obsesionaran. Una de ellas es la exaltación de la libertad, a la que considera uno de los mayores privilegios que posee el hombre; otra es la ocultación, el silencio sobre el lugar de nacimiento y el nombre de los padres. Hojeemos El Licenciado Vidriera: Preguntáronle de a dónde era y qué hacía durmiendo en aquella soledad. A lo cual el muchacho respondió que el nombre de su tierra se le había olvidado [...]. –Desa manera, –dijo uno de los caballeros-, no es por falta de memoria habérsete olvidado el nombre de tu patria. -Sea por lo que fuere, –respondió el muchacho-, que ni el della ni el de mis padres sabrá ninguno hasta que yo pueda honrarlos a ellos y a ella. -Pues, ¿de qué suerte los piensas honrar? –Preguntó el otro caballero. -Con mis estudios, –respondió el muchacho-, siendo famoso por ellos; porque yo he oído decir que de los hombres se hacen los obispos [...]. 98 En la “jornada segunda” del Laberinto de Amor se expresa por boca de Porcia: Aun no sé yo / de a do me podré llamar; / que el cielo y tierra, hasta agora, / me tratan como estrangero, / y ni dél ni della espero / ver en mis cuytas mejora. Comencemos a leer El Ingenioso Hidalgo Don Qvixote de la Mancha: En vn lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viuía vn hidalgo [...]. Cervantes que le despreciaron o persiguieron mientras vivió, trataron también con igual injusticia su memoria. Desdeñáronse de publicar la vida de este autor en aquel tiempo […], y esta negligencia […] ha hecho también muy difícil […] el escribir su vida en los tiempos posteriores. (Vicente de los Ríos, Madrid, 1780, tomo I, p. I). Los que conocían a Miguel y se cruzaban con él ignoraban y no les importaba el lugar de su nacimiento. Él no hacía nada para disipar este desconocimiento. Sus contemporáneos le asignaban distintos lugares: Lope de Vega lo veía natural de Madrid; Andrés Claramonte y Corroy, de Toledo; Tomás Tamayo, de Esquivias. No es de extrañar que un escritor doctísimo, don Nicolás Antonio, al tratar de Cervantes, le haga natural u oriundo de Sevilla [...], en Bibliotheca Hispana Nova [...], y otros, como […] Diego Ortiz de Zúñiga, le tenga claramente por sevillano en Anales eclesiásticos [...] ciudad de Sevilla. (Astrana Marín, 1948, pp. 20-21). ¿Por qué esta insistencia de Cervantes en ocultar su lugar de nacimiento? Se han barajado y buscado muchas causas pero, aunque ninguna es convincente, sí lo es la consecuencia de ellas: una “caterva” de libros para asignar el nacimiento del autor del Quijote a una serie de pueblos, villas y ciudades españolas. Pero esta preocupación, por la biografía de Cervantes, se fraguó y comenzó en el extranjero. Fue un inglés quien animó al valenciano Mayáns y Siscar para que escribiera la Vida de Cervantes. 5.1.- En Madrid. Mayáns y Síscar 99 El cervantismo comienza con Mayáns […]. Don Gregorio es el primero que inicia la ingente labor de recuperar el perfil perdido de Cervantes […]. Mientras en España se minimiza, siendo benignos, la obra eximia de Miguel de Cervantes; mientras la cultura oficial del siglo XVIII, impunemente, gasta sus fuerzas en la maledicencia de lo propio […], surge en Londres, en 1738, la primera edición monumental del Quijote […], precedida por separado del pórtico introductor de la Vida de Cervantes, 1737, de Gregorio Mayáns y Siscar. (César Álvarez, 2005, pp. 63-81). Los contemporáneos de Cervantes, que por haber presenciado u oído los sucesos de su vida pudieron escribirlos con exactitud, no sólo se desdeñaron de hacerlo, sino que […] se llegó al extremo de ignorar su verdadera patria […]. D. Gregorio Mayáns, examinando atentamente las obras de aquél autor [Cervantes], sostuvo […] la opinión de Lope de Vega que […] se inclinó, según parece, a que había nacido en Madrid. (Navarrete, 1819, pp. 202- 206). Mayáns comenzó desde la más absoluta y universal ignorancia acerca de nuestro mejor escritor. Tuvo que trazar un camino por donde no había senderos. Se equivocó, ciertamente, como sucede a todos los grandes descubridores, inventores o innovadores. Al principio caminan por meandros y entre dudas. Pero estimulan a los demas, para que acudan a perfeccionar y a corregir o encauzar las ideas que ellos concibieron. Don Gregorio entresacó su Vida de Cervantes de la lectura comprensiva de las obras cervantinas. Su obra de 1737 despertó nuestro deporte nacional: la envidia y la crítica. Pero, -lo que no es frecuente-, se trató de una envidia y una crítica constructivas. Cuando edita Vida de Cervantes, Mayáns cree que la patria de Cervantes fue Madrid: Defiende la parte de Esquivias don Tomás Tamayo de Vargas, varón eruditísimo […]. El grande émulo de Tamayo, don Nicolás Antonio, patrocina la causa de Sevilla […]. En Lucena dicen que hay tradición de haber nacido allí […]. Entretanto, tengo por cierto que la patria de Cervantes fue Madrid, pues él mismo en el Viaje del Parnaso, despidiéndose de esta grande villa, le dice así: Adiós, dije a la humilde choza mía, / Adiós, Madrid, adiós, tu Prado y fuentes. / ………………….. / Hoy de mi “Patria” y de mí mismo salgo. 100 Quede pues, asentado que Madrid fue la patria de Miguel de Cervantes Saavedra y también el lugar de su habitación. El mismo Apolo 69 dio las señas de ésta [...] ‘A Miguel de Cervantes Saavedra, en la calle de las Huertas, frontero de las casas donde solía vivir el Príncipe de Marruecos en Madrid’ 70 . A Mayáns, que otorgó a Madrid el premio de ser patria de Cervantes, le contestaron y se le opusieron la mayoría de los cervantistas contemporáneos: Ríos, Sarmiento, Flores, Pellicer, Nasarre, Navarrete, etc. D. Vicente de los Ríos, en su Vida de Cervantes, publicada por la Real Academia en 1780 escribe: De la misma relación de Cervantes se infiere que cuando hizo esta despedida, estaba ya inmediato a Cartagena para salir de España y esta frase y modo de hablar es muy propio y común en todos los que salen de su reyno para los extraños. Así hacer a Cervantes natural de Madrid carece de pruebas ciertas y positivas […]. En igual caso está la opinión de los que dan a Lucena el honor de ser patria de Cervantes, alegando a su favor una tradición que en el día no subsiste y que está desnuda de verdad, de razones y aún de conjeturas. (Ríos, 1780, p. 166). 5.2.- En la Mancha: Consuegra, Argamasilla, Alcázar de San Juan Estuvo también Cervantes en Toledo, donde fingió haberse encontrado el manuscrito original del árabe Benengeli; e igualmente pasó por Córdoba […]. Una de las más esenciales es la de haber estado de asiento en la Mancha a su vuelta de Sevilla, porque a esta casualidad se debe la ingenua fábula de Don Quijote, que proyectó y escribió en aquella provincia. Había vivido en ella y observado puntualmente sus peculiaridades como las lagunas de Ruidera y Cueva de Montesinos, la situación de los batanes, puerto Lápice y demás parages […]. Le capitularon, maltrataron y pusieron en la cárcel los vecinos del lugar donde estaba comisionado […]. El lugar donde aconteció a Cervantes 69 Viaje del Parnaso, cap. VIII, en la Adjunta. GREGORIO MAYÁNS Y SISCAR, Vida de Cervantes Saavedra, natural de Madrid, Editorial Prometeo, Valencia, pp.11-14. 70 101 este suceso fue la Argamasilla, que por esto fingió haber sido patria de Don Quijote y no quiso nombrar. (Ríos, 1780, p 14-15). Pero como por otra parte se muestra Cervantes tan versado en las cosas de la Mancha y tan informado de la topografía de sus lugares y de los usos costumbres y trages de sus naturales, conviene decir que estubo en ella algún tiempo 71 y este sería al volver de Sevilla y antes de su residencia en Valladolid. (Pellicer, 1797, p. 90). Hasta el proyecto de Navarrete, el biografismo cervantino se había movido por impulsos intermitentes […]. Enredados en una maraña de prioridades y prelaciones, ni Nasarre, ni Ríos, ni Pellicer estuvieron capacitados para emprender una investigación sistemática por archivos y depósitos documentales. Antes de La Vida de Ríos, las pesquisas alentadas por Mayáns […] habían conducido, a lo largo de medio siglo, al hallazgo de sólo cinco documentos, aunque todos ellos de singular importancia: sus partidas de bautismo y de defunción, la partida del rescate de su cautiverio en Argel, la partida matrimonial y una nota referente a la escritura de dote otorgada por Cervantes. […] además, habían sido transcritos “sin rigor paleográfico y parcialmente” 72 . Iriarte desde su atalaya de la Biblioteca nacional tiene informado al P. Sarmiento de las noticias cervantinas […]. Le informa […] de la partida bautismal hallada en Alcázar de San Juan en 1746 […], de la partida de sepelio de Cervantes hallada en la parroquia de San Sebastián de Madrid en 1749, ambas encontradas por Nasarre. (César Álvarez, 2005, p. 93). Se encontró en Alcázar de San Juan […], perteneciente al Gran Priorato […], otra fe [...] que a 9 de noviembre del año de 1558 fue bautizado [...] un hijo de Blas Cervantes Saavedra y de Catalina López al que se puso por nombre Miguel [...]. Estas partidas dejaron la cuestión aún más dudosa que lo estaba antes de hallarlas [...]. En primer lugar el origen del segundo apellido Saavedra que usó casi siempre nuestro autor, está patente en el Cervantes de la Mancha, y no [...] en el de Alcalá. De éste no ha quedado rastro ni memoria en Alcalá [...] y de aquel se conserva la familia, la casa [...] y la tradición [...]. 71 Cervantes realizaba servicios de agente de negocios. Cuando Juan de Urbina fue encarcelado, Cervantes lo reemplazaba, resolviendo asuntos en las aldeas del Gran Priorato de San Juan. Don Antonio de Toledo, Gran Prior de San Juan y nieto del Segundo Duque de Alba, don Fadrique, fue compañero de cautiverio de Cervantes y en sus conversaciones le había informado de asuntos del Gran Priorato. 72 JOSÉ LARA GARRIDO, “Hacia la moderna biografía de Cervantes. Martín Fernández Navarrete y el legado de la Ilustración Española” en Vida de Miguel de Cervantes. Martín Fernández de Navarrete. Facsímil-Universidad. Universidad de Málaga, 2005, p. 56. 102 A esto se agrega una nota [...], al margen de la citada partida bautismal [...], que asegura que el autor del Quijote es el mismo de quien habla dicha partida [...]. Se inclinaron muchos […] a creer que el Alcázar de San Juan fue la patria de Cervantes. (Ríos, 1780, pp. 167-168). Es cierto que si la partida de Alcázar de San Juan se hubiera encontrado en el siglo XVII [...], nadie hubiera dudado en adjudicar a Alcázar aquel apreciable derecho. Lo mismo hubiera sucedido con respecto a Consuegra, donde se ha encontrado en estos últimos tiempos otra partida de bautismo [...] que en 1º de septiembre de 1556 [...] bautizó a Miguel, hijo de Miguel López Cervantes y [...]; hallándose también al margen de esta partida [...], la siguiente nota: ‘El autor de los Quijotes’ [...]. Ambos documentos, muy semejantes entre sí, correspondientes a unos mismos años [...] y a dos pueblos de la Mancha, hubieran triunfado, en aquella época, de las opiniones y autoridades […] y de las pretensiones de los demás pueblos que [...] no presentaban iguales o semejantes documentos. Pero la juiciosa crítica con que Ríos desvaneció las razones [...] de Alcázar de San Juan y […] la pretensión de Consuegra, deja sin recurso alguno adjudicada a Alcalá de Henares la gloria que se la disputaba. (Fernández Navarrete, 1819, pp.210-212). La noticia de los parages y lugares de la Mancha que describe en el Quijote, la adquirió en el tiempo que residió en aquel país. Se sabe que pasó a él con una comisión, de cuyas resultas le arrestaron en la cárcel, donde escribió la primera parte del Quijote, cuyos festivos personajes que finge nacidos en la Mancha, manifiestan bien claro su sentimiento y despique. (Ríos, 1780, p. 172). Estas suposiciones, que don Vicente de los Ríos escribe en 1780, adquieren certeza y verosimilitud, tras las investigaciones, sobre todo, de Pérez Pastor, Rodríguez Marín y Astrana Marín. Por las declaraciones de “Las Cervantes” en Valladolid en 1605, sabemos que Miguel además de comisario, desempeñó a lo largo de su vida funciones de agente particular de negocios. ‘Después tube otras cosas en qué ocuparme, dexé la pluma y las comedias’ […]. Cervantes se despidió del teatro y […] se ausentó de Esquivias o de Madrid. Fuese a Sevilla con ánimo de mejorar su fortuna […]. Las ocupaciones y ministerios en que se exercitaba Cervantes en Sevilla pudieron ser varios; pero de uno nos consta […] y es el de agente de negocios. (Pellicer, 1797, p. 82; 1827, pp. 24-25). 103 Preguntadas entonces si concurrían a su aposento [ de Miguel] D. Hernando de Toledo, señor de Cigales, y Simón Méndez, portugués, y con qué motivo, respondieron que el primero […] por asuntos que tenía con él desde Sevilla; y el segundo por tratar igualmente de los suyos; añadiendo Doña Andrea que algunas personas entraban a visitar a su hermano por ser hombre que […] trataba negocios, y que dicho Méndez le había pedido que fuese al reino de Toledo a hacer ciertas fianzas para las rentas que había tomado […]. Cervantes se empleó en agencias […] en Sevilla y […] en Valladolid. (Navarrete, 1819, pp. 115-116). A partir del 28 de agosto de 1608 73 , Miguel de Cervantes comparte con Juan de Urbina, el padre de su nieta Isabel Sanz del Águila, un proyecto: la defensa común de los dos ante los ataques jurídicos que sufren de Isabel de Cervantes de Saavedra. Ésta, hija de Miguel y amante despechada, por abandono, de Juan de Urbina, los denunciaba con frecuencia y metió en la cárcel a Urbina, que era Secretario del Gran Prior de San Juan y que llevaba y resolvía los asuntos del Gran Priorato. Urbina había comprado propiedades, para sí, en Alcázar de San Juan, en Consuegra, en Tembleque, etc. Es posible que Cervantes ayudara a su amigo, Juan de Urbina, a llevar los asuntos, no sólo del Priorato, sino también de sus propiedades y agencias particulares. Es posible, también, que Cervantes, comisario del Gran Prior, fuera encarcelado, por asuntos del Priorato o, lo más probable, por su actuación como agente de negocios particulares. Cervantes ayudaría a su amigo Juan de Urbina y lo reemplazaría cuando estaba encarcelado. Defendería los intereses y negocios del Gran Priorato de San Juan; de ahí, sus intervenciones en Argamasilla, Alcázar de San Juan, Consuegra y demás poblaciones del Priorato. Como Cervantes se convirtió en un escritor de fama, muy conocido, se fue transmitiendo de padres a hijos la noticia y el conocimiento de las casas, de cada pueblo, en donde había ejercido su comisaría y sus negocios particulares. También se mantendría la noticia de la Cueva de Medrano o prisión en donde fue encarcelado. Como comisario del Gran Priorato y como agente de negocios particulares tenía que recorrer los pueblos de la Mancha. Muchos de Toledo, sobre todo, los de la Orden de Calatrava, y algunos de la de Santiago, los conocía por sus viajes a Andalucía. Los pueblos del Gran Priorato de San Juan los conoció, gracias a la ayuda que prestaba a 73 JOSÉ BARROS CAMPOS, “Guerra entre los Cervantes”. Anales Complutenses, XX: pp. 93-126. 104 Juan de Urbina. Le sería fácil recordarlos y nombrarlos en sus obras, así como llevar a sus obras literarias expresiones, frases, vocablos y refranes manchegos. Tras las Capitulaciones matrimoniales firmadas entre Luis de Molina e Isabel de Saavedra, el 28 de agosto de 1608, Juan de Urbina y Miguel de Cervantes se mantuvieron muy unidos. Tenían que hacer frente a la dote de 2000 ducados. Los dos serían denunciados por Luis de Molina en septiembre de 1611, y en fechas posteriores. 5.3.- En Alcalá de Henares. Grandes cervantistas del XVIII El buen éxito de las diligencias de […] D. Juan de Iriarte […] y el erudito benedictino Fr. Martín Sarmiento, entre quienes debe partirse la gloria de haber sido los descubridores de la verdadera patria de Cervantes. Escribiendo aquel religioso a Iriarte con fecha de 30 de diciembre de 1743, le dice: ‘¿Qué cosa más lastimosa que no saber al presente la patria de Miguel de Cervantes, habiéndose hecho tan famoso por su historia de D. Quijote?’ (Fernández Navarrete, 1819, p. 206-207). La Vida de Mayáns, -ya se dijo-, espoleó a los críticos españoles. Iriarte tenía informado al benedictino de los descubrimientos de Nasarre en la Mancha. Recordó, entonces, Sarmiento lo que había leído sobre Cervantes en su juventud: El año de 1717, estando en este mi Monasterio de San Martín de Madrid, bajaba con frecuencia a la librería, que contiene 9000 tomos [...]. Tropecé con uno en folio, cuyo título era Topographía e Historia General de Argel. Su autor, el Mro. Pe. Fr. Diego de Haedo, benedictino. Leí un poco […]. No volví a ver ese Pe. Haedo hasta el año de 1752. (Nº 39 de Noticia...). (César Álvarez, 2005, pp. 94-95). Ese año de 1752, entre otros libros […], compré el dicho tomo Historia de Argel […]. Abrí en la página 185 del “Diálogo de los Mártires”, en donde está el famoso contexto de que era Miguel de Cervantes un hidalgo principal de Alcalá de Henares. Así que tropecé con la noticia de la verdadera patria de Cervantes la comuniqué y con franqueza al librero Francisco Manuel de Mena que viene a mi celda con frecuencia. (Fernández de Navarrete, 1819, pp. 208-209) 105 Desde 1752, fecha, como ya se informó, del descubrimiento de la “partida bautismal” del “Manco de Lepanto”, casi todos los cervantistas consideraron que era Alcalá de Henares la cuna de don Miguel. A simple vista tenían y tienen razón. En casi todos los documentos se insiste en que el autor del Quijote es natural y vecino de Alcalá. Esto lo afirman, con Miguel, sus padres y sus hermanos. En algún documento, los menos, aparece como vecino de la villa de Alcalá de Henares. Treinta años antes que se publicase [1612] la Historia de Fr. Diego de Haedo, se leía esta noticia en la “Relación” de 185 cautivos, que el año de 1580, rescataron en Argel los PP. [...], la qual impresa en Granada el año siguiente de 1581 [...] existe en la Real Biblioteca y entre las primeras partidas hay esta: Miguel de Cervantes de edad de 30 años, natural de Alcalá de Henares. Leída esta noticia por D. Juan de Iriarte [...] la comunicó con el P. Fr. Martín Sarmiento. (Pellicer, 1797, nota I, pp. 69-70). Los cervantistas estudian e interpretan estos documentos del siglo de Oro, con mentalidad, ciencia y cultura distinta de la que tenían los escribanos, notarios, sacristanes, amanuenses y grafieres que los redactaron, allá por los años de mediados o finales del siglo XVI y primeros del XVII. La situación política, social, religiosa y administrativa de la nación había dado un vuelco durante estos años. No sólo lo habían hecho desde el aspecto social, económico, militar y religioso; también había cambiado desde el punto de vista administrativo, fiscal y judicial. Para conocer e interpretar los documentos cervantinos, o cualquier documento del XVI, debemos olvidar, totalmente, nuestro siglo actual, con su estructuración política, social, religiosa, aministrativa y judicial, para trasladarnos mentalmente al siglo XVI e impregnarnos de sus realidades histórico-geográficas y administrativas. Para que este juicio sea tan recto e imparcial como conviene, es necesario estudiar y conocer antes el estado de ilustración y de cultura del tiempo y de la nación en que floreció el hombre grande cuyos hechos nos proponemos historiar […]. Para conocer bien a Miguel de Cervantes […] es preciso recorrer el estado de la literatura y de las costumbres del memorable siglo XVI y principios del siguiente […]. (Fernández Navarrete, 1819, “Introducción”, pp. 3-7). Los investigadores cervantinos de cada siglo estuvieron inconscientemente subyugados y dirigidos por los conocimientos y 106 la mentalidad social, geográfica, política, histórica, administrativa, judicial y religiosa del siglo y de la época en que les tocó vivir, formar y desarrollar su personalidad. Influyeron en ellos los cervantistas de los años posteriores a 1752. Piensan y razonan bajo el influjo de la cultura y los conocimientos de la época en la que cada uno formó su profesión y personalidad. En 1746 Nasarre descubre la partida de bautismo de un posible Miguel de Cervantes Saavedra en Alcázar de San Juan y le apostilló al margen una nota de su puño y letra. En 1749, el mismo Nasarre descubre la partida de defunción del auténtico Cervantes. En 1752 se descubre la partida de bautismo de Miguel, en Alcalá. Martínez Pingarrón consigue certificado de la misma que le firma el cura párroco el 18 de julio de 1752. Al día siguiente, 19 de julio, Montiano y Luyando consigue, por intermediarios y engañando al cura, otro certificado del bautismo de Cervantes que lleva fecha de un mes antes, del 19 de junio de 1752. Por su parte Pingarrón conseguirá en 1778 certificación de la boda de Miguel y Catalina en Esquivias. Montiano publica en la página 10 del Discurso sobre las Tragedias Españolas y la Tragedia Athaulpha, la partida de bautismo de Cervantes, con la que apoya las sospechas de Sarmiento. Con tan auténtico documento creyó este erudito académico [Montiano y Luyando] dar a la opinión y hallazgo del M. Sarmiento todo el apoyo que podía desearse […]. Pero habiendo parecido poco después en Alcázar de San Juan […] otra fe de bautismo […] a cuyo margen se halla anotado, de distinta letra, “éste fue el autor de la historia de D. Quijote” 74 , quedó la cuestión aún más dudosa y complicada […], inclinándose muchos literatos […], a creer era éste el “autor del Quijote […]. Así parecía a primera vista, pero examinadas y confrontadas ambas partidas en el año 1760 por el M. Sarmiento […] que amplió después D. Vicente de los Ríos […], desvanecieron del todo aquellas sospechas, dejando decidida y terminada la contienda a favor de Alcalá de Henares […]. (Fernández de Navarrete, 1819, pp. 210-212). Las dos partidas de bautismo referidas excluyen el derecho de cualquier otra ciudad o lugar de España que no presente iguales documentos y limitan la disputa al Alcázar de San Juan y a Alcalá de Henares, entre las cuales es forzoso decidir […]. La Cronología es en la Historia lo que el álgebra en la geometría, es la luz que descubre la verdad entre la confusión de los tiempos […]. El verdadero autor del Quijote, el famoso 74 Don Blas Antonio Nasarre y Villellas, comisionado por el Marqués de la Ensenada, para buscar información cervantina en los archivos manchegos, visitó el de Santa María la Mayor de Alcázar de San Juan, en cuyo Libro I de Bautismos dejó sus huellas, y entre ellas esta nota. (César Álvarez, 2005, p. 89). 107 Cervantes, asistió en calidad de soldado raso a la batalla naval que se dio […], día 7 de octubre del año de 1571 […]. Testimonio evidente de que el legítimo Cervantes es el de Alcalá de Henares, el cual en aquella sazón tenía ya veinte y tres años, quando el de la Mancha no había cumplido aún trece […]. En el “Prólogo” de las Novelas en el qual Cervantes asegura […] tenía cumplidos sesenta y quatro años: “Mi edad, dice, no está ya para burlarse con la otra vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano” […]. La edad que tenía entonces el Cervantes de la Mancha eran […] cincuenta y cinco años. El verdadero Cervantes […] afirma y asegura que pasaba ya de esta edad y que la excedía por nueve años más y por la mano […] que contaba justamente sesenta y cuatro años y algunos meses. (Ríos, 1780, pp. 168-169). Miguel de Cervantes Saavedra, hijo de Rodrigo de Cervantes y de Doña Leonor de Cortinas, su muger, nacio en Alcalá de Henares a 9 de octubre del año 1547. (Ríos, 1780, p. 3). Son tan características las señas que da de sí mismo el autor del Quixote, tan conformes con las que se encuentran en sus partidas de rescate, y estas cuadran tanto con la fe de bautismo de Alcalá de Henares, que no se necesita otra prueba para evidenciar su patria y la época de su nacimiento. (Ríos, 1780, p.173). A patir de 1761, todos admitieron que era Alcalá la cuna de Cervantes. Así lo hicieron Sarmiento, Ríos, Iriarte, Pellicer y casi todos los investigadores de Cervantes, hasta nuestros días. No se detuvieron a reflexionar sobre el significado que, en el Siglo XVI, tendría y tenía la frase: natural y vecino de Alcalá, que es en Castilla. Un español del 1547 la entendería como natural y vecino del Común de Villa y Tierra de Alcalá, es decir, del “Ayuntamiento” o “Concejo de Alcalá” que, como hemos visto, comprendía la Villa de Alcalá de Henares y más de 25 aldeas. Todos los lugareños de estas 25 aldeas del “Alfoz de Alcalá de Henares” eran naturales y vecinos de Alcala. Pero, muchos estudiosos del XVIII y muchísimos cervantistas actuales, carecían y aún carecen de los conocimientos geográfico-administrativos y socio-religiosos que poseían los alcalaínos del Renacimiento. ¡Por eso, se han equivocado! Para los habitantes renacentistas del “Valle del Henares”, el Ayuntamiento de Alcalá estaba formado, en 1547, por veintitantas aldeas: Arganda, Daganzo, Campo, Loeches, Orusco, Vilches, etc. que dependían jurídica, religiosa, política y administrativamente de la Villa de Alcalá de Henares. 108 Muchas de estas aldeas alcalaínas de 1547 son, actualmente y desde finales del XVI, villas, ciudades y ayuntamientos con vida propia e independiente de su antigua capital, la Villa y Ciudad de Alcalá. La división política y administrativa y religiosa del siglo XVI es muy distinta de la actual: Chinchón, Navalcarnero, Villaconejos, Ciempozuelos y San Martín de la Vega o Valdemorillo pertenecían en el XVI, según el Censo de 1530 75 , a la Provincia de Segovia; hoy pertenecen a Madrid; sus vecinos eran entonces segovianos; hoy son madrileños. Morata y Perales formaban parte en 1571 del Común de Villa y Tierra de Brihuega, mientras que Valdemoro, en la misma fecha era una aldea de Illescas y su Tierra 76 . Hoy son todas, ciudades madrileñas. Los que conocían a Miguel y se cruzaban con él, ignoraban y no les importaba el lugar de su nacimiento. Él no hacía nada para disipar este desconocimiento. Sus contemporáneos le asignaban distintos lugares: Madrid, Toledo, Esquivias, Sevilla. Tampoco los escritores posteriores coincidían sobre su naturaleza. Mayans cree que la patria de Cervantes fue Madrid cuando, en 1737, edita su Vida de Cervantes. Ríos en 1780 ya reconoce a Alcalá como patria de Cervantes en su Vida de Miguel de Cervantes, confirmando o mejor dicho, reforzando y afianzando la opinión del P. Sarmiento. Pero, tanto Ríos como Sarmiento, Cano o Montiano piensan en la ciudad amurallada de Alcalá de Henares, rodeada, en el XVIII, de un exiguo territorio o campo jurisdiccional. No pueden imaginarse lo que era la Villa de Alcalá hacia 1547: la cabeza rectora o capital del Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares. Ya consta indubitablemente que la patria de Miguel de Cervantes Saavedra fue la ciudad de Alcalá de Henares, donde nació el año de 1547 y se bautizó en 9 de octubre. Fueron sus padres Rodrigo de Cervantes y Dª. Leonor de Cortinas. El país de los Cervantes llamados cervanteños […] está en Galicia, en el obispado de Lugo. (Pellicer, 1797, pp. 55-56). También siguen al benedictino Padre Sarmiento, los parisinos de principios del XIX. En la medalla que, con el busto de Cervantes, se forjó en París en distintos años (1818, 1819 y 1821), aparece la leyenda Michael Cervantes Saavedra Natus Compluti in Hispania. Sin embargo, la medalla que, con el mismo busto, funden los madrileños 75 76 Censo de Población …, 1829, p.63. Censo de Población …, 1829, pp. 344-345. 109 de 1835, ostenta la inscripción: M. de Cervantes Saavedra/ N. en Madrid A. 1543. M. en Madrid. A. 1615. / Gloria de España. Admiración de Europa. Cervantes consiguió ocultar su “lugar de nacimiento” a todos hasta el siglo XXI. ¿Seguirá ocultándolo en los siglos futuros? De nosotros depende. El supuesto nacimiento en Alcalá es una tesis, aunque ahora asentada, relativamente moderna que se origina a mediados del XVIII, casi siglo y medio después de su muerte. Se inicia […] en 1753 y a ella se han adherido si no todos, sí la mayoría de autores posteriores, aunque [...] sin revisar por sí mismos los fundamentos de tal adscripción [...] e imposibilidades que el sostenimiento de esta tesis conlleva. Algunos autores han creído y creen que nació en Córdoba [...]. Otros en Lucena, algunos en Alcázar de San Juan [...]. Otros [...], sigo a Francisco Aguilar Piñal, en Argamasilla. Esquivias, sostenido por Tomás Tamayo de Vargas [...]; Toledo y Consuegra. Madrid es citado por Mayans y Lope de Vega [...]. Sevilla, según Nicolás Antonio [...] y Ortiz de Zúñiga. (Brandáriz, 1999, p. 96). Cree César Álvarez que Leonor de Cortinas permaneció en Alcalá en la casa madre, propiedad de sus padres, mientras su marido permanecía en Andalucía. De aquí, deducimos, como muy probable, que sus hijos nacieran en esta “casa madre”. Pudiendo evitarlo, no compartiría la pobreza que reinaba en la casa de María de Cervantes. Ayudada por la familia de su marido y por sus padres, con los que nunca rompió, tendría a sus hijos en esta “casa madre”. En ella nacerían y crecerían, alejados de la pobreza que reinaba en la casa de su abuela paterna. Veremos más adelante cómo, cuando el marido emigró a Valladolid, ella no lo acompañó; ni tampoco cuando se marcharon, Rodrigo de Cervantes y su madre, a Andalucía. Coincido con César Álvarez en que Leonor permaneció en Alcalá; pero no sólo cuando su marido se fue en 1553 para Andalucía, sino también en 1551, cuando emigró a Valladolid. Leonor de Cortinas se quedó en Alcalá pero no en la casa de su cuñada, Maria de Cervantes, ni en la de su sobrina, Martina de Mendoza. Leonor, mujer de Rodrigo de Cervantes, a quien no acompañó nunca en sus viajes, lo esperaba con sus hijos en la “casa madre de Alcalá”, casa que sus padres poseían, heredada de los antepasados, en la aldea alcalaína de Arganda. Recuerdan muchos cervantistas que Leonor bautizó a sus hijos en Alcalá y que no asistieron al bautismo los Cortinas, pues no aparece este apellido en las partidas 110 bautismales. No asistieron al bautismo, porque, –dicen-, Leonor de Cortinas se enemistó con sus padres, que se oponían a su boda con Rodrigo de Cervantes. En cuanto a la ausencia de determinados apellidos, que se ha venido atribuyendo a posibles enemistades familiares, rechazamos totalmente la supuesta enemistad entre el matrimonio Cervantes-Cortinas y los Cortinas de Arganda o de Barajas. El estudio pormenorizado de diversas partidas de bautismo, tanto de los hijos de Leonor de Cortinas como las conocidas y conservadas de sus sobrinos y algunas otras de Esquivias, relacionadas con Cervantes, permite llegar a la conclusión final, que ya se irá esbozando en cada escritura o documento: En las partidas bautismales de los hijos de Leonor de Cortinas, los padrinos y testigos no son ni Cortinas ni Cervantes. Tampoco aparecen los apellidos paternos entre los padrinos y testigos de las partidas de Esquivias. Esta ausencia de los apellidos paternos no implica enemistad entre el matrimonio que bautiza y los demás parientes paternos y maternos del niño bautizado. Por otra parte, el estudio del Libro I de Bautismos de la Iglesia parroquial de Arganda del Rey, del año de 1525 al 1574, en el cual encontramos partidas bautismales que corresponden a niños cuyos padres no vivían en la parroquia ni en el pueblo de Arganda, nos conduce a otra conclusión: Una partida bautismal, por sí sola, nunca puede tener el valor documental de la “partida civil de nacimiento”. Esto no lo tuvieron en cuenta, ni Sarmiento y seguidores del XVIII, ni los demás cervantistas de siglos posteriores. Estamos seguros de la naturaleza alcalaína de Miguel de Cervantes porque él y sus familiares y conocidos lo afirman en muchísimos documentos oficiales. Sin embargo, negamos que Miguel y sus hermanos nacieran en la calle de La imagen de Alcalá, en la casa de su tía María de Cervantes. Estamos de acuerdo con Ríos en que nacieron en Alcalá, en el Concejo de Alcalá, y en la que César Álvarez llama la casa madre de Alcalá. Esta “casa madre” no estaba en la “Villa de Alcalá”, sino en el “Concejo de Alcalá”. La “casa madre de Alcalá” es la de la calle de San Juan, de Arganda; casa que Elvira de Cortinas heredó de sus padres, abuelos y antepasados, y que dejó, en herencia, a su hija Leonor. En 1547, lo repetimos por enésima vez, Arganda era una pequeña aldea que pertenecía al Ayuntamiento de Alcalá de Henares, conocido entonces como Común de Villa y Tierra de Alcalá. Sus aldeanos poseían dos gentilicios: el que les otorgaba la Villa de Alcalá a la que pertenecían: “alcalaínos”; y el de la aldea en la que habían nacido o vivían: “argandeños”. Estos aldeanos eran “argandeños”, y eran “alcalaínos”. 111 Los nacidos en la Villa de Alcalá sólo eran “alcalaínos”. Si vivían dentro de la Villa de Alcalá eran, además de “alcalaínos”, “vecinos de la villa de Alcalá”. 5.4.- Miguel nace en Arganda, hacia el 29 de septiembre de 1547 Nació Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares, probablemente el día 29 de septiembre de 1547. La falta de registros civiles en aquella época nos ha privado de la exactitud del dato comprobado documentalmente, pero nos acerca a la casi seguridad de la fecha la conservación de la partida de bautismo, por la que sabemos que el 9 de octubre fue bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor de la citada Alcalá. 77 Miguel nacería alrededor del 29 de septiembre, día en que Arganda recibía con fiestas y toros a los jornaleros forasteros que se acercaban para la vendimia. Ésta solía comenzar a primeros de octubre. Se recibía a los vendimiadores con corridas de toros. Se corría el “toro de setiembre”. En el A.M.A.R. se conservan muchos documentos que recuerdan estas fiestas taurinas del “San Miguel de Arganda”. El 11 de septiembre de 1594, Miguel Merino compra cuatro toros, por 40.000 maravedís, a Pedro Sanz Xeta de Madrid. Son pal San Miguel de setiembre. (Libro 7, folio 158). Las fiestas de San Miguel acercaban a Arganda a muchos alcalaínos de la Villa y de las aldeas del Concejo. San Miguel era el plazo en muchos documentos notariales de Arganda y del Concejo de Alcalá. Los sacristanes se comprometían de San Miguel a San Miguel y lo mismo hacían algunos otros profesionales. Vendría “al San Miguel de Arganda” y a la vendimia toda la familia de los Cervantes alcalaínos. Los últimos días de septiembre, aún ahora, resplandecen, en Arganda, por las fiestas y los toros. Entonces dominaba más el ambiente religioso, pero ya tenía gran arraigo la tauromaquia. Al niño, que nació bajo ese ambiente religioso y tauromáquico dedicado a San Miguel, se le puso, por consenso, Miguel, naciera o no el jueves, 29 de septiembre de aquel año de 1547. Se esperaría para bautizarlo hasta el domingo 9 de octubre. Hasta ese día, todos colaboran en la vendimia y cuidan a la parturienta. 77 JORGE CAMPOS, Cervantes y el Quijote, Ediciones “La Ballesta”, Madrid, 1959, p. 24. 112 ¿Por qué lo llevaron a cristianar a Alcalá? La causa sería la misma que les empujó a llevar antes a Andrés, a Andrea y a Luisa, para que los bautizara el cura Serrano. Quizá sea la mucha amistad con el párroco doctor Serrano. Un amigo mío profesor en la aldea de “O Foxo” de la Estrada (Pontevedra), llevó a sus hijos, en distintas fechas, a que se bautizaran en Villagarcía de Arosa, en donde vivían sus familiares y de cuyo párroco era muy amigo. La distancia de las dos ciudades pontevedresas, es algo mayor de la que separa a Arganda de Alcalá. También pudo llevarlos para complacer a los testigos y padrinos, que eran vecinos de la villa de Alcalá. El Maestro Juan Pardo de Contreras, así como los médicos Gil Verte, Francisco Díaz y Pedro Vallexo eran vecinos de la Villa del Henares. Distinguimos “Alcalá”, –Concejo o Ayuntamiento-, y “Villa de Alcalá”, que comprendía sólo la parte del Concejo de Alcalá protegida y defendida por las murallas. La Estrada, nombrada hace un momento, nos puede ayudar a comprender lo que era el Alcalá de Henares de 1547. El Concejo de La Estrada está formado, actualmente, por la Ciudad de La Estrada que tiene dos parroquias y el “alfoz”o campo jurisdiccional, con más de 200 aldeas, repartidas en otras 56 parroquias. El Concejo o Ayuntamiento de La Estrada extiende su jurisdicción sobre la Villa y sobre las 56 parroquias y sus más de 200 aldeas. Todos los habitantes del Ayuntamiento son naturales de La Estrada. Entre los pueblos se cuenta Couso, Vea, o Rubín. Los nacidos en Couso, en Vea, o en “O Foxo”, son tan naturales de La Estrada como los que nacieron dentro de la ciudad. Así era el Concejo o Ayuntamiento de Alcalá a mediados del XVI. Lo formaba la Villa, –hoy ciudad-, de Alcalá de Henares, rodeada de murallas, y unas veinticinco aldeas, que al emanciparse originaron los actuales ayuntamientos de Arganda, Loeches, Torrejón, etc. Los nacidos en la aldea de Torrejón o en la aldea de Loeches eran tan naturales de Alcalá como los nacidos en la “Villa de Alcalá”. Todos eran alcalaínos. 5.4.1.- La casa de Leonor de Cortinas en Arganda Elvira de Cortinas, la madre de Leonor, no era, como opinaba Astrana Marín en 1948, económicamente pobre. Tampoco era, lo que afirma el mismo autor, en 1949: de los más ricos de Arganda. 113 César Álvarez en 2005 (p. 138) afirma que los Cortinas eran la familia más rica de este señorío de Toledo que era Alcalá, cuya jurisdicción comprendía la villa de Arganda. No eran, como afirma César Álvarez, los más ricos del Ayuntamiento de Alcalá; ni siquiera, lo que sostiene Astrana Marín: los más ricos de la aldea de Arganda. Formaban los Cortinas una familia acaudalada y muy unida; respetada dentro de la comarca y por la misma Corona, a la que habían defendido en la Guerra de las Comunidades, y con la que discutieron, de igual a igual, en la década de 1570. En efecto, Felipe II necesitaba tierras jarameño-argandeñas para el sostenimiento de la Comunidad religiosa del Monasterio del Escorial. Tras árduas discusiones entre los representantes del Rey y los de los Cortinas, la Corona se hacía dueña de dehesas argandeñas, como la de “Pajares” y cedía a los Cortinas tierras de Morata, Chinchón, Colmenar de Oreja y San Martín de la Vega, regadas por el Tajo, el Tajuña o el Jarama. La madre de Leonor de Cortinas heredó de sus antepasados una amplia y extensa casona en la calle principal de Arganda, la calle de San Juan. La casa solariega de los Cortinas estaba situada en la esquina de la calle de San Juan con la calle de La Arena y en la margen derecha de esta calle, entrando en la de San Juan. Tenía puerta de salida a las dos calles. Frente a la casa de los Cortinas se levantaba, en la misma calle de San Juan, la casa, hoy palacete, de los Sancho. Por esta calle estrecha de San Juan pasaba hasta mediados del siglo XX el antiguo Camino real de Valencia, la actual Autovía de Valencia. A más o menos 100 metros de las casas de los Cortinas y de los Sancho se levantaba y se levanta la Iglesia Parroquial. Esta Iglesia, en los años juveniles de Cervantes, estrechaba todavía más la calle, ya estrecha, de San Juan, justo en la confluencia con la Plaza mayor o Plaza de la Iglesia, hoy Plaza de la Constitución. La calle de San Juan, al formar parte del Camino real de Madrid a Cuenca, a Levante y a Andalucía oriental era muy transitada y tenía surtidos mesones que atendìan a los muchos forasteros que se dirigían o volvían desde Madrid a Cartagena, a Valencia, a Murcia e incluso a Granada, a Málaga, o a Cuenca. En esta calle, en sus muchos mesones, oyendo a los arrieros, a los soldados o a los cautivos liberados, nacieron las ansias aventureras, en los pechos infantiles, de los hijos de Leonor de Cortinas. En el testamento otorgado por Pascual Milano el 17 de agosto de 1705, entre los bienes que lega al Hospital de Arganda, dicta: Casa-mesón en la calle Real de San 114 Juan, de espaldas de la iglesia, linda con Casas-mesones de Miguel Ruiz de Santayana y Francisco del Olmo y Casa del Vínculo que posee Inés de Asenjo. (Libro 72, f. 467 r). Gran parte de las anécdotas, que aparecen en las obras cervantinas, habrán sido escuchadas de labios de soldados que iban o volvían de las guerras de Europa y del Mediterráneo. El Quijote y demás obras cervantinas quizá estén llenos de recuerdos, de sueños infantiles y de juegos y aventuras entre los Cervantes Cortinas y los hijos de los Sancho que vivían enfrente. En los mesones de su Arganda infantil oiría, de las compañías que pasaban para Italia, lo que el capitán refería al Licenciado Vidriera: Alabó la vida de la soldadesca; pintóle muy al vivo la belleza de la ciudad de Nápoles, las holguras de Palermo, la abundancia de Milán, los festines de Lombardía, las espléndidas comidas de las hosterías; dibujóle dulce y puntualmente el aconcha, patrón; pasa acá, manigordo; venga la macarela, li polastri, e li macarroni. Puso las alabanzas en el cielo de la vida libre del soldado y de la libertad de Italia [...]. En los mesones argandeños oiría Miguel desde pequeño locuciones, expresiones y modismos, no sólo italianos sino también manchegos, levantinos o andaluces. Desde pequeño se fue familiarizando con frases que luego llevó a sus obras. Allí oiría a los conquenses: “a la que” con el valor de “cuando”; “desque” con el de “desde que” y otras muchas más que llevó, sobre todo al Quijote de Avellaneda. Leonor de Cortinas no abandonó a su madre, ni Elvira abandonó a sus nietos. Leonor era su única hija. Los seis nietos eran los pedazos postreros de su anciano corazón argandeño. Astrana Marín y sus seguidores buscan una causa que explique la naturaleza alcalaína de Miguel, el porqué de nacer en Alcalá a pesar de que su madre y familia materna son de Arganda. En sus elucubraciones inventan un motivo: el rompimiento afectivo entre Leonor y su madre Elvira; entre los Cervantes y los Cortinas, porque éstos no aceptaron la boda de Leonor con el inválido Rodrigo. Pero este razonamiento no tiene fundamentación documental ninguna. Según Astrana Marín (III, p. 487), poco o nada llevó al matrimonio Rodrigo; Leonor sí. Rodrigo dicta en su testamento: Digo e declaro que al tiempo e cuando yo casé e velé con doña Leonor de Cortinas mi mujer, la susodicha trujo a mi poder ciertos bienes dotales suyos, que no me acuerdo qué cantidad ni los que fueron. 115 Muy buen dote llevé al poder desta espuerta de huesos que me tiene consumidos los días de la vida [...], porque fui engañada cuando con él me casé; porque él dijo que era médico de pulso, y remaneció cirujano y hombre que hace ligaduras. (El Juez de …). Leonor aportaba al nuevo matrimonio bienes donados o regalados por sus padres. Esto contradice la supuesta oposición paterna, la inventada ruptura de Leonor con sus padres. No hay ningún documento que apoye el rompimiento entre Leonor y sus padres. Las escrituras que poseemos suponen una relación filial y paterna, normal, entonces y hoy-, entre unos padres y sus hijos que se casan. Los investigadores cervantistas trabajan partiendo de una premisa mayor falsa, -que para ellos es dogmática-, y que contamina todas las conclusiones. Cervantes y casi todos sus hermanos nacieron en Alcalá. Conclusión: Leonor se había enemistado con sus padres y demás Cortinas de Arganda y vivía con su marido en la casa de su hermana María. Astrana Marín, el mayor de todos los cervantistas, da a entender que Leonor de Cortinas sólo volvió a Arganda tras la muerte de su madre. Piensa lo mismo Armiñán: De doña Leonor de Cortinas son muchos los datos que de su vida han llegado a nosotros. [...], entre los más documentados aportan noticias sobre su vida. Ninguna consignan en sus libros y artículos, que no sea para demostrar que fue excelente esposa, madre ejemplar y educadora de sus hijos a los que sólo buenos ejemplos dio, aleccionándolos para que arrostraran la vida con entereza y valor [...]. Mujer extraordinaria que llega a cometer falsedades en documentos públicos, mentiras piadosas, llamándose viuda, vistiendo incluso tocas de viuda no siéndolo para mover a compasión a los altos poderes y así arrancar a sus hijos de las mazmorras de Argel. (Luis de Armiñán, 1957, p.55). 5.4.2.- La casa de Leonor de Torreblanca en Alcalá Tras una larga crisis matrimonial, en la que los hijos mayores apoyaron o disculparon la frivolidad, ineptitud, despreocupación y abandono culpable de su madre, Leonor Fernández de Torreblanca, respecto a la educación y formación de estos y a la administración del hogar, el licenciado Juan de Cervantes, en 1538, abandonó Alcalá, acompañado por su hijo menor, Andrés. Dejó en la mayor miseria a su mujer y a sus 116 hijos mayores 78 que disimularon y defendieron la mala conducta de la madre, quizá para disculpar la suya. Tenían alrededor de treinta años y no poseían ninguna preparación intelectual ni profesional. Vivían en la villa renacentista, por antonomasia, y sólo sabían pasear las calles sobre enjaezados corceles, tirados por esclavos. El licenciado Juan de Cervantes, acompañado por su hijo menor, Andrés, se alejó de las orillas del Henares para desempeñar diversas funciones en la Mancha y luego en Andalucía. Queda en Alcalá, desde 1538, su mujer Leonor, con los hijos mayores Juan, Rodrigo y María. A ésta la acompaña una niña, Martina de Mendoza, habida de sus amores con el arcediano Martín de Mendoza, hijo del tercer duque del Infantado. Los hijos varones, por abandono materno de su educación, no tenían, a sus 30 años, ninguna profesión; no estaban preparados para hacer frente a la vida. El licenciado, aunque vencido por su mujer e hijos mayores, no se olvidó de ellos, al despedirse del Henares. Ayudó a Juan y a Rodrigo cuando, hacia 1540, trataron de casarse. También ayudó a Rodrigo cuando llegó a Córdoba en 1553, acompañado por su madre. Desde 1538 y hasta 1540, en la casa de María Cervantes vivieron ésta con su madre Leonor Fernández de Torreblanca, sus hermanos Juan y Rodrigo, y su hija, Martina. 79 ¿De qué? Rodrigo no tenía oficio ni beneficio. De Juan, el hijo mayor, no sabemos nada. Tendría la misma preparación que Rodrigo; es decir, ninguna. Leonor de Torreblanca, abuela paterna, [...] había sido abandonada por el licenciado Juan desde 1538 e integrada a la estrechez e invalidez de su hijo Rodrigo en contraste con aquellos deslumbradores años de Alcalá y Guadalajara. (César Álvarez, 2005, p. 136). En 1538, su separación está consumada; y mientras doña Leonor, que reside en Alcalá con sus dos hijos, debe hacer frente a dificultades materiales cada vez mayores, Juan de Cervantes se vuelve a Córdoba, donde se convierte en abogado de la Inquisición. (Canavaggio, 2005, p. 52). 78 Juan tendría más de 30 años; Rodrigo 29 y María más de 25. Eran, todos, personas adultas. Doña Martina de Mendoza se casó en Alcalá, con el anciano escribano don Diego de Talavera, hacia 1550, y se fue a vivir al nuevo domicilio conyugal. Pronto pobló el hogar con cinco hijos. 79 117 Leonor Fernández de Torreblanca y sus hijos pasaron del boato y esplendor anterior a 1538, a la más absoluta pobreza, miseria y necesidad. Estas tres condiciones de vida los acompañarán en adelante; no los dejarán a partir de este año. Llevaron en adelante una vida de estrechez y miserias. Ella [Leonor de Torreblanca] también, a la muerte del primogénito Juan, se apiña con los dos desventurados, doña María y Rodrigo, y aun con la nieta Martina, y con ellos viven la vida de estrechez y miserias [...]. (Astrana Marín, 1948, p. 180). Juan, el mayor, casado hacia 1540, pudo hacerse, gracias a su padre, con casa propia el 12 de noviembre de este año: Conosco (yo) Juan de Cervantes, hijo del licenciado Cervantes […], mi señor e padre, curador que es de doña María de Córdoba, mi mujer, que recibí de vos, Gaspar de Sotomayor, vecino de la dicha villa de Alcalá, los dieciséis mil e ochocientos e cuarenta e nueve maravedís e medio, más las costas del proceso, los cuales recibí en dineros contados, e porque fuisteis [...] el mayor ponedor de las casas en que vivía La Calzonera e se remataron en vos, [...]. Fechado el 12 de noviembre de 1540. (Citado por Narciso Alonso Cortés en “Los Cervantes de Alcalá”, Pleitos y pleitesías, Valladolid, 1927. En César Álvarez, 2005, pp. 135-136). Juan, a partir del 12 de noviembre de 1540, vivió en esta casa de La Calzonera, situada enfrente de la de su hermana María, con la que vivía su madre. Es la actual que hace esquina por la izquierda, entrando desde la calle Mayor a la calle de La Imagen. En esta casa, que tras su temprana muerte pasa a su esposa e hijo, nació el niño Juan, su único descendiente. He aquí la partida de bautismo de este único vástago que dejó Juan de Cervantes, tío de Miguel, tras su temprana muerte: Lunes primero dya de mayo deste presente año de mil qns XLII años Recybyó agua de Espyritu Sancto Juº hijo de Juº de Cervantes y de su muger doña Marya de Córdoba [...]; baptyzóle El s. tte. Cura Garcés. (Astrana Marín, 1948, p. 173). Comparemos la abastecida casa solariega de los ricos Cortinas argandeños con la necesitada y hambrienta casa de los Cervantes que quedaron en Alcalá después de 118 1538. Comparemos a la anciana Elvira, hija del Alcayde Cortinas, preocupada por el bienestar y la formación intelectual de su única hija Leonor de Cortinas, con la frívola anciana Leonor Fernández de Torreblanca, analfabeta, egoísta, altanera y despreocupada del bienestar, y de la formación profesional y humana de sus hijos. La abuela paterna de Miguel había sido abandonada del esposo, porque con los años, acentuaba los resabios de su madre, y se había vuelto agria, voluntariosa, atrabiliaria y rostrituerta. (Astrana Marín, 1948, pág.168). Leonor de Torreblanca era hija de una familia no recomendable y fue insoportable para su esposo y para sus hijos: Andrés la abandona; Juan se casa pronto y, con la ayuda del padre, huye del hogar materno, buscando, no sólo casa propia e intimidad conyugal, sino más bien, y sobre todo, paz y tranquilidad familiar. Tampoco María, -su única hija-, la retiene a su lado en Alcalá; en octubre de 1553, deja que se vaya a la aventura, para Andalucía, con el “inválido Rodrigo”. ¡Era un largo y penoso viaje de ocho días! ¡A la anciana le quedaban cinco escasos años de vida! No podemos comprender por qué su hija María y su nieta Martina de Mendoza, le permitieron emprender ese viaje penosísimo. ¿Tan insoportable se les hacía? A finales de octubre de 1553, llega a Córdoba, acompañada de Rodrigo. Con él vivirá hasta su muerte, en 1557. Viven miserablemente aunque con la ayuda del licenciado Cervantes. Por estas fechas, Andrés de Cervantes disfruta en Cabra con su mujer e hijos y rodeado de un gran prestigio, bienestar y riqueza. Su madre subsiste, en la miseria e indigencia, a expensas de la pobreza del inválido Rodrigo. Andrés no la llevó para su rica y abundante casa. ¡Debía de ser insoportable! 6.- CERVANTES FUE BAUTIZADO EN LA VILLA DE ALCALÁ Gracias al P. Martín Sarmiento y a su prodigiosa memoria, hemos descubierto la partida bautismal del autor del Quijote. Nos relata el benedictino que, en la primavera de 1752, recordó el contenido de un libro leído en su juventud de 1717, treinta y cinco años antes. Era la Topographía e Historia General de Argel, del P. Haedo. (César Álvarez, 2005, pp. 94-95). 119 Ese año de 1752, entre otros libros […], compré el dicho tomo Historia de Argel (habla de la del P. Haedo). A la primera abertura del libro abrí en la página 185 del “Diálogo de los Mártires”, en donde está el famoso contexto de que era Miguel de Cervantes un hidalgo principal de Alcalá de Henares. Así que tropecé con la noticia de la verdadera patria de Cervantes la comuniqué […] para que, si alguno quisiese tratar ese punto, buscase antes en Alcalá la fe de bautismo de Cervantes. (Navarrete, 1819, pp. 208-209). Bajó a la biblioteca, -para él, librería-, de su monasterio de San Martín de Madrid, abrió la Topographía por la página 185, “y dio con el famoso ‘Diálogo de Mártires’, donde se dice que es el cautivo Miguel de Cervantes, hidalgo principal de Alcalá de Henares”. Encargado Mena de extender el hallazgo, Sarmiento se despreocupó de Cervantes y de su patria hasta 1761. Pero, la Topographía y las palabras de Sarmiento lanzaron a una legión de investigadores que ese mismo año de 1752 dieron con la partida de bautismo del “Manco de Lepanto”. Fue descubierta en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá por el párroco de San Justo de esta ciudad: Domingo nueve días del mes de Octubre, año del Señor de mil e quinientos e cuarenta e siete años fue bautizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes, su mujer doña Leonor [...]. (Libro I de Bautismos de Santa María la Mayor de Alcalá, año 1547, folio 192). Los cervantistas, y entre ellos Sarmiento, dudaban entre Alcalá y algunos pueblos como Lucena, Alcázar de San Juan o Consuegra. Pero muy pronto afirman y defienden, -convencidos por Sarmiento y Vicente de los Ríos-, que Miguel de Cervantes Saavedra había nacido en la Villa de Alcalá de Henares. Apoyan la afirmación y defensa de la naturaleza alcalaína de Miguel en la existencia de esta partida bautismal, a la que otorgan valor semejante al de la actual partida civil de nacimiento. Cuando Ríos redactó sus “Pruebas”, en la segunda mitad del XVIII, los escasos conocimientos histórico-geográficos del Valle del Henares y los escasísimos de la biografía de Cervantes, permitían prestarle una fe dogmática. Al comparar al Miguel de Cervantes de Alcalá con los pretendientes de Alcázar de San Juan, de Consuegra, de Lucena y de otras partes, las “Pruebas” o argumentos cronológicos resultaban demoledores para estos y muy favorables para Alcalá. Además, se apoyaba la cronología cervantina en 120 los escritos del P. Haedo y en los pocos documentos biográficos que entonces se acababan de descubrir sobre Cervantes. Todos se orientaban y apuntaban hacia Alcalá. Cuando se descubrió que Arganda era la patria de su madre y abuelos maternos y surgieron dudas sobre Alcalá, acudieron a una supuesta enemistad entre Leonor y sus padres. Según los cervantistas del XVIII, éstos se oponían a la boda de su hija, lo que obligó a Leonor de Cortinas a romper con sus padres (que para ellos eran de Barajas), e irse a vivir con su marido a Alcalá, a la casa de su cuñada y de su suegra. Fundamentan esta ruptura en dos hechos: 1º) Bautizan a los hjos en la Villa de Alcalá y no en su aldea, Arganda. 2º) Entre los padrinos y testigos bautismales, de los hijos de Leonor de Cortinas, no aparece el apellido de la madre: el “Cortinas”. Los investigadores que estudiaron la Topographía e Historia General de Argel, entre ellos el padre fray Martín Sarmiento, dieron por sentado que Cervantes había nacido en Alcalá de Henares. Sarmiento lo consideró nacido en Alcalá desde la relectura de la Topografía en 1752: Señaléle el libro y el folio 185 de Haedo. Encarguéle que esparciese esa noticia de que Alcalá era la patria de Cervantes. Los demás investigadores, que ya creían al benedictino, se autoconvencieron de la naturaleza alcalaína de Miguel, al leer la Vida y, sobre todo, las “Pruebas” de D. Vicente de los Ríos. Así, sin darlo importancia [...], la parte beneficiada por el hallazgo benedictino fue Alcalá de Henares [...] y resultó que allí donde habían estudiado Tirso, Lope, Calderón y Quevedo, entre otros, allí había nacido Miguel de Cervantes [...]. (César Álvarez, 2005, p. 97). Pasarán nueve años desde el hallazgo de la partida bautismal en la Iglesia alcalaína de Santa María la Mayor, hasta que Sarmiento escriba en 1761 su obra: NOTICIA de la verdadera Patria (Alcalá) de El Miguel de Cervantes, estropeado en Lepanto; cautivo en Argel; Y Autor de la Historia de Don QUIXOTE. Y conjetura sobre la Ínsula BARATARIA de SANCHO PANZA. Estuvo ocupado en otras investigaciones, entre ellas la tradición de la peregrinación al santuario gallego de San Andrés de Teixido (La Coruña), “onde van de 121 mortos os que non van de vivos”. Estuvo en Teixido los días 14 y 15 de junio de 1754 80 . Se le ha adelantado entre otros al P. Sarmiento el amanuense de Esquivias que, en el año de 1755, transcribe y, algunas veces, redacta el Índice general de las partidas de Matrimonios que se hallan en los Libros de esta Parrochia desde el año de 1583 hasta el presente año de 1755. Sólo han pasado tres años y el sacristán escribe en este “Indice”: [...], author de la obra de Don Quijote (Miguel de Cervantes, con doña Catalina Palacios) fue natural de Alcalá en la parrochia de Santa María [...]. Los ilustrados del XVIII aceptaron, a pies juntillas, la naturaleza alcalaína de Cervantes y pocos son los que a partir de 1752, se atreven a buscarle otra cuna. El mayor de los cervantistas, don Luis Astrana Marín, descubre y maneja, hacia mediados del siglo XX, un corpus documental enorme. Hasta esos momentos sólo se conoce una gran rama del árbol genealógico de don Miguel. Es la rama que brotó del tronco de los Cervantes, trasplantado desde Galicia en la época de la reconquista de Toledo. Los primeros Cervantes, reconquistadores de Toledo, proceden de una comarca gallega, “Cervantes”, muy relacionada con los Santos Niños, patrones de Alcalá 81 . Sobre la gran figura del escritor alcalaíno, van quedando pocas sombras y dudas que esclarecer. Los españoles que han llevado este apellido (Cervantes) han sido numerosos en varias regiones. Originarios de Galicia, prolifican y se extienden por Castilla y por Andalucía, en familias y personas diversas. (Luis de Armiñán, 1957, pp. 49-50) Los deste linaje de Cervatos e Cervantes [...] eran gallegos de nación [...]. De Celanova vinieron a Castilla e se hallaron en la conquista de Toledo. (Juan de Mena). Empiezan a conocerse las partidas bautismales, no sólo de casi todos los hermanos de Miguel, sino también las de algunos primos. Don Luis, pertrechado con esta amplísima documentación, comienza a desbrozar y a caminar por un intrincado laberinto, el árbol genealógico de los Cortinas: 80 Lo recuerda un monolito que, colocado por la Diputación de la Coruña, se levanta en las inmediaciones del santuario. 81 EDUARDO GIL GARCÍA, “Los Santos Niños y Galicia. Aproximación a diferentes lugares bajo su advocación”. Anales Complutenses, XVIII (2006), pp. 106-107. 122 En cuanto a los padres de doña Leonor de Cortinas, parece [...] que residían en uno de esos pueblos pequeños donde los más ricos eran pobres y, así, tampoco su situación económica tendría mucho de envidiable [...]. No se olvide nunca que las relaciones de doña Leonor de Cortinas con sus padres, vivieran a orillas del Henares, del Jarama o del Tajo, desconócense por ahora; pero que así ella como su esposo y sus hijos no perdieron en ningún instante [...] su contacto con Alcalá [...]. (Astrana Marín, 1948, pp. 370-375). En el tomo II (1949, p.73), con más información de Arganda y de la familia materna de Miguel, sostiene don Luis que: Los Cortinas, y pronto podremos comprobarlo, eran la familia más rica de aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares). Astrana tiene que autoconvencerse de lo que nadie duda: Para todos los cervantistas, Miguel de Cervantes nació en Alcalá. ¿Pero, cómo? ¡Su madre es de Arganda! Sí, pero él afirma que es de Alcalá en multitud de documentos y lo mismo afirman sus padres y hermanos. Había que buscar algo que resolviera esto. Ese algo fue la enemistad inventada que, según muchos cervantistas, había entre Leonor y su familia, los Cortinas, tanto de Arganda como de Madrid o Barajas. Sostenían y sostienen la existencia de esta enemistad apoyándose en un estudio, interesadamente superficial y mutilado, de las partidas bautismales de los hijos de Leonor. Se preguntan por qué los bautizan en Alcalá y no en Arganda. Observan que en ninguna partida bautismal aparecen, como padrinos o testigos, los Cortinas. ¿Por qué? Pues, según ellos, ¡muy sencillo! Porque estaban enemistados con Leonor. ¿Causa? También según ellos, su matrimonio con un Cervantes pobre, aunque hidalgo como ella. A mayor abundamiento, estaba la casa en donde nació nuestro “Manco”, no la de la calle de Cervantes, de Alcalá, cuya falsedad descubrió precisamente Astrana; sino la otra, la de la calle de La Imagen, documentada por este gran cervantista. La Parca, ya se dijo, no permitió que Astrana Marín releyera los documentos y corrigiera sus escritos. Astrana Marín, como Cervantes, tuvo que investigar y escribir de prisa; contra el tiempo y contra la corriente oficial; contra lo culturalmente correcto. 123 Todo lo resolvería “la casa madre” de la que nos habla César Álvarez en La disputada cuna de Cervantes (2005, pp. 138-139): Los Cortinas eran la familia más rica de este señorío de Toledo que era Alcalá, cuya jurisdicción comprendía la villa de Arganda, de donde eran originarios los Cortinas y tenían casa en Alcalá, puede que la “casa madre” en la que vive doña Leonor [...]. De esa ‘casa madre’ de Alcalá, que lo es por ser ‘de la madre’ [...] desgraciadamente no documentada, nos resulta imposible fijar su ubicación. Sin embargo, uno no se resiste a la tentación de citar una vieja tradición que recoge en primer lugar el historiador local Reymundo Tornero como casa ‘de los Cervantes’. Se trata, aparte de la natal, documentada muy posteriormente por Astrana Marín, de una vieja casa que había en la esquina de la plaza de Abajo con la calle de los Carros (hoy plaza de los Santos Niños, esquina a Cisneros), casa que existió aislada en la esquina. Los investigadores tratan de explicar los bautismos en Alcalá y se apoyan en un hecho, real y comprobable: los Cortinas no aparecen como padrinos o testigos en las Partidas bautismales de los hijos de Leonor. Explican esta ausencia por la enemistad que, según ellos, existía entre Leonor y sus padres y familiares. Todos los Cortinas rompieron con ella, cuando se casó con Rodrigo de Cervantes. En cuanto a su matrimonio, ignoramos todo sobre las circunstancias en que se produjo. Con toda probabilidad, los padres de Leonor no apreciaron mucho la elección de su hija [...]. ¿Aspiraban sus padres a otro estado para la hija? Lo cierto es que ninguno de sus nietos verá a sus abuelos asistir a su bautismo. (Canavaggio, 2005, p.54) Sordo desde la infancia, llevó una existencia bastante gris. Cirujano de oficio […], se ocupó de trabajos […], que apenas le permitían malvivir […]. Su matrimonio en 1542, nunca fue bien visto por la familia de la esposa, Leonor de Cortinas, hija de labradores de Arganda medianamente acomodados. (Blasco Pascual, 2005, p. 22). A lo que parece, la familia de doña Leonor, inflautada de la hidalguía, nieta del alcaide Cortinas, de Madrid, no vió con buenos ojos el matrimonio con el sangrador. (César Álvarez, 2005, p. 46). Algo debió ocurrir, al casarse con Rodrigo de Cervantes, que la desconectó de su familia y casa [...]. Llama, por demás la atención que ningún Cortinas aparezca 124 interviniendo en el bautizo de ningún vástago de doña Leonor y Rodrigo de Cervantes […]. No cabe duda: las relaciones entre doña Leonor y su familia debieron de sufrir una crisis a raíz de su matrimonio. (Astrana Marín, 1949, p. 148). Afirman casi todos los cervantistas que no aparece el apellido Cortinas entre los padrinos y testigos de las partidas bautismales de los hijos de Leonor. Esto les afianza en la teoría de la supuesta enemistad de Leonor con su familia, los Cortinas. La no existencia del apellido Cortinas entre los padrinos o testigos de estas partidas bautismales no sirve para deducir nada; tampoco aparece en ellas el apellido Cervantes. Este patronímico, Cervantes, falta entre los padrinos y testigos bautismales, no sólo de los hijos de Leonor, sino también de los hijos de Juan de Cervantes y de Andrés de Cervantes, tíos carnales de nuestro Miguel. Pero es arriesgado el estudio que se apoya en la presencia o ausencia de los apellidos. Recordemos que Magdalena, la hermana de Miguel de Cervantes nacida en Valladolid, firmaba como doña Magdalena Pimentel de Sotomayor; que Constanza, hija de Andrea de Cervantes y sobrina de Magdalena y de Miguel de Cervantes, firmaba como Constanza de Figueroa o como Constanza de Ovando. Las dos, –Magdalena y Constanza-, eran Cervantes, pero preferían otros apellidos, quizá más sonoros para ellas. Catalina de Salazar y Palacios, la esposa de Miguel, aparece en los distintos documentos con diversos apellidos, como tendremos ocasión de comprobar. El cardenal arzobispo de Toledo, don Bernardo de Rojas y Sandoval cambió el orden de sus apellidos en 1599 anteponiendo el de Sandoval 82 . El aposentador mayor de Palacio, Bernardino de Ugarte, tuvo con su esposa Isabel de Sarabia seis hijos: Pedro Laínez, Bernardino de Ugarte, Juan de Sarabia, doña María de Ayala, doña Isabel de Sarabia y doña Antonia de Ugarte. Por los apellidos nadie los consideraría como hermanos. Durante los trece años que duró el matrimonio de Ruy Gómez de Silva con Ana Hurtado de Mendoza tuvieron diez hijos, de los cuales sobrevivieron seis. Los diez hijos fueron: 1. Diego de Silva y Mendoza I. Nacido en 1558 […], murió […] en 1563. 2. Ana de Silva y Mendoza. Nacida el 11 de agosto de 1561 […], murió en 1610. 3. Rodrigo de Silva y Mendoza, nacido en 1562 […], murió en campaña en Flandes en 82 MARÍA ISABEL GEA ORTIGAS, El Plano de Texeira, Ediciones La Librería, Madrid, 1999, p. 33. 125 1596. 4. Pedro de Silva y Mendoza, nacido en 1563 […], muerto de niño. 5. Diego de Silva y Mendoza II. Nació en Madrid en 1565 […], murió en Madrid en 1630. 6. Ruy de Silva y Mendoza. Nacido en 1566 […], murió el año 1626. 7. Fernando de Silva y Mendoza. Nació en Madrid en 1570 […], cambiando su nombre a Fray Pedro González de Mendoza […], murió el año 1639. 8. y 9. María de Mendoza y María de Silva, nacidas en el mismo parto […], murieron muy pequeñas. 10. Ana de Silva y Mendoza, la hija menor, nació en Madrid, el verano de 1573, poco antes de morir su padre en dicha capital 83 . Murió el año 1614. (Celestino Fernández y Andrade, 2008, pp. 308- 311). Si nos fijamos en los nombres de los hijos de la Princesa de Éboli, encontramos dos Diegos de Silva y Mendoza, dos Anas de Silva y Mendoza, dos Rodrigos (Ruy) de Silva y Mendoza, dos Marías nacidas en el mismo parto cuyos apellidos son distintos: una es María de Silva, la otra es María de Mendoza. Por si este laberinto no bastara, el septimo hijo Fernando de Silva y Mendoza cambia el nombre y primer apellido y pasa a la Historia como Fray Pedro González de Mendoza. ¿Alguien quiere más confusión? La presencia o ausencia del apellido Cortinas o del apellido Cervantes no nos sirve de fundamento para explicar nada. Volvemos a insistir: los apellidos no nos sirven, en el XVI, para explicar la presencia o la ausencia de nadie en un acto; ni para afirmar o rechazar el parentesco. En esta época las personas cambiaban de apellidos según sus conveniencias. Había una libertad total en su uso. Recordemos también que, entre los padrinos y testigos de bautismo de los hijos y sobrinos de Leonor de Cortinas, no sólo falta el apellido Cortinas sino que también está ausente el patronímico Cervantes. Recalquémoslo otra vez más: en las partidas bautismales de los nietos del licenciado Juan de Cervantes no aparece nunca, entre los padrinos y testigos, el apellido de los padres. No aparece el apellido “Cervantes” ni el apellido “Cortinas”. Para tratar de esclarecer esto, estudiaremos a continuación las partidas bautismales, no sólo de los hijos de Rodrigo, sino también las de sus sobrinos, hijos de sus hermanos: Juan de Cervantes y Andrés de Cervantes. Podremos constatar la 83 CELESTINO FERNÁNDEZ Y ANDRADE, “Antecesores y sucesores de Ana de Mendoza Princesa de Éboli”, en Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, Guadalajara, 2008, pp. 308-311). 126 ausencia de padrinos y testigos que ostenten el apellido de la madre, Cortinas, pero tampoco aparecerá, entre los padrinos y testigos, el apellido Cervantes, el del padre. 6.1.- Bautismos en Santa María la Mayor de Alcalá de Henares Las “partidas bautismales” de la iglesia de Alcalá también sirven a muchos cervantistas para defender la naturaleza alcalaína de Miguel de Cervantes. Nunca sabremos bajo qué techo vio la luz Cervantes. Pero al menos podremos asignarle, sin réplica, la cuna de Alcalá. (Jean Canavaggio, 2005, pp. 43-44). Los estudiosos de Cervantes afirman que si la mayoría de los hijos de Leonor de Cortinas fueron bautizados en Santa María la Mayor de Alcalá, es porque sus padres vivían en la villa de Alcalá de Henares; eran parroquianos de esta iglesia 84 . Estos investigadores se apoyan en un silogismo falso: premisa mayor, falsa: “En el siglo XVI, los españoles bautizaban a sus hijos en la Iglesia parroquial a la que pertenecían”. Premisa menor verdadera: “Miguel de Cervantes y casi todos sus hermanos fueron bautizados en la Iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares”. Conclusión falsa: “Los padres de Miguel de Cervantes pertenecían a la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares y vivían, por tanto, en esta villa, dentro de los muros que la protegían: eran vecinos de la Villa de Alcalá”. La premisa mayor es falsa ya que, aunque normalmente en el siglo de Oro, en la época actual y a lo largo de los siglos, los niños se bautizaban y bautizan en la parroquia a la que pertenecen sus padres, no siempre sucede así. No es una norma sin exclusión. Había y sigue habiendo excepciones a lo que diríamos norma general. En el Libro I de Bautismos de la Iglesia parroquial de Arganda del Rey. Del año de 1525 a 1574, encontramos varios casos de padres que, viviendo en otra parroquia y en otro concejo o ayuntamiento, traen a sus hijos para ser bautizados en la Iglesia parroquial de San Juan Bautista de Arganda. Por comodidad y espacio, también 84 Véase “Bautismos de los Cervantes Cortinas en Alcalá” en Anales Complutenses, XIX, 2007, pp. 99131. 127 para evitar la tediosa monotonía de una retahíla de fechas, estudiaremos los bautismos administrados entre 1565 y 1574. Sólo se citarán los niños que, nacidos fuera de Arganda o de padres que no viven en Arganda, vienen a bautizarse a la pila de Arganda. Año de 1565: El 12 de febrero, Joan, criado de la de Martinbáñez el Mozo, viene desde Alcalá, a cristianar a su hijo Joan. El 5 de mayo se bautizó a Joan, hijo de Luis Hernández y María, vecinos, también, de Alcalá. ¡Dos familias alcalaínas! Año de 1566: Un criado del madrileño Pedro Clemente llega a Arganda, el 1 de febrero, para que su hijo Joan reciba las aguas bautismales. El 28 de marzo, otro matrimonio madrileño, Pedro de Juan de Felipe con su mujer María, bautiza en Arganda a su hijo Francisco. El ocho de julio, vendrá, desde Alcalá, Diego de Fuentes a cristianar en la pila bautismal argandeña a Ambrosio. ¡Tres niños foráneos en 1566! Años de 1567-1570: Será un madrileño, Melchor de Sotomayor, quien traiga a bautizar a su hija, María, el 15 de marzo de 1567. Otros madrileños, don Diego Ramírez y doña Ana su mujer, bautizan en Arganda a Beatriz, el 1 de agosto de 1568. El 9 de septiembre de 1570, murió, bautizándose en Arganda, la hija de unos vecinos de Vaciamadrid 85 . Cada uno de estos años, ve bautizar en Arganda a un niño no argandeño. Año de 1571: El 7 de febrero, se bautizó aquí, Ana, hija de forasteros. Otros foráneos, los alcaraceños Domingo Ruiz y María Salazar, cristianizan aquí, en Arganda, a Bautista el 17 de julio. En fechas próximas a la victoria de Lepanto, se acercan a la pila bautismal otros dos matrimonios forasteros: el 14 de septiembre, el matrimonio de Gabriel Raposo y María, trae desde Vaciamadrid a Ana; el 20 de octubre, el morateño Pedro Zurdo y María, su mujer, bautizan a María. ¡Cuatro forasteros en 1571! Años 1572 a 1574: El 31 de julio de 1572 llegan, desde Vaciamadrid, Francisco Rallo y su mujer María Raposa para cristianar a María. Otros forasteros, Gabriel Marcos y su mujer María, bautizan aquí a Esteban, el 10 de enero de 1573. El 14 de febrero de este año, se acercan a la pila bautismal de Arganda, los foráneos Francisco Xuárez y María Hernández con su hijo Francisco. Los madrileños, Andrés de Madrid y Quiteria, bautizan aquí a Mencía, el 7 de junio de este 1573. El 10 de marzo del año siguiente, 1574, es un viejo conocido de los argandeños, el terrateniente 85 Vaciamadrid era una aldea que pertenecía en el XVI al Concejo o Ayuntamiento de Madrid. 128 alcalaíno, –con extensas posesiones en Arganda-, Joan Méndez de Contreras quien, acompañado por su mujer doña María, se acerca para bautizar a la hija Isabel. Lo normal era que los recién nacidos fueran bautizados en su parroquia, pero algunas veces, como en los casos citados, por la razón que sea, los matrimonios llevaban a cristianar a sus hijos a otras parroquias y a otros lugares o villas. No tienen esto en cuenta muchos cervantistas que otorgan a las partidas de bautismo el carácter oficial de las partidas civiles: Vino al mundo en Alcalá de Henares, en 1547, tal como nos lo confirma la partida de bautismo que se toma habitualmente como auténtica; el resto son elucubraciones con escasa fiabilidad, y más aún cuando han pasado sobre el autor y su obra dos siglos largos de cervantismo científico, basado en documentos y en concienzudas averiguaciones [...] 86 . Las disputas [sobre el lugar de nacimiento] se zanjan ya en el siglo XVIII, con el hallazgo de una partida de bautismo con el nombre de Miguel de Cervantes [...]. Este documento no confirma la cuna de nuestro autor, pero sí que avala la fecha y el lugar de su bautismo [...]. Para fijar el lugar de nacimiento del autor del Quijote contra la partida de bautismo mencionada no han podido esgrimirse argumentos solventes. (Blasco Pascual, 2005, p. 21). Nunca sabremos bajo qué techo vio la luz Cervantes. Pero, al menos, podemos asignarle sin réplica la cuna de Alcalá [...]. Los progresos de la erudición disiparon esas leyendas desde el momento en que, a mediados del siglo XVIII, se encontró el acta bautismal del joven Miguel. (Canavaggio, 2005, p. 44). 6.2.- No hay Cortinas en los bautismos de los hijos de Leonor En los bautismos y bodas es frecuente y casi obligado que los padrinos y testigos sean familiares cercanos de los que se bautizan o casan. Pero esto, que es norma 86 ANTONIO CRUZ CASADO, “Reflejo de Córdoba en la obra de Cervantes” en Sobre Cervantes, Centro de Estudios Cervantinos, Alcalá de Henares, 2003, p. 137. 129 general, tanto ahora como en tiempos pasados, no siempre se cumplió. Depende de costumbres familiares o de otros imponderables. También parten aquí los cervantistas de una premisa mayor falsa: “Los padrinos y testigos de bautismo deben ser familiares cercanos del bautizado”. Premisa menor verdadera: “En el bautismo de Miguel de Cervantes y en el de sus hermanos no aparecen padrinos ni testigos con el apellido Cortinas”. Conclusión falsa: “Los Cortinas no asistieron al bautismo de los hijos de Leonor de Cortinas”. Una vez instalados en esta conclusión, dedujeron una consecuencia lógica: “Los Cortinas de Arganda y de Barajas no apadrinaron a los hijos de Leonor, porque estaban enemistados con ella y con su marido”. ¿Por qué estaban enemistados? Porque no aprobaron la boda entre su hija Leonor y el pobre Rodrigo de Cervantes. Llama por demás la atención que ningún Cortinas aparezca interviniendo en el bautismo de ningún vástago de doña Leonor y Rodrigo de Cervantes […]. El apartamiento del licenciado Juan de Cervantes y la historia de su hija, doña María, que no dejaría de conocerse en Alcalá, pudieron provocar frialdades en la casa paterna de Arganda y en los parientes de Barajas. (Astrana Marín, 1949, pp. 148-149). En los bautismos no aparecen nunca los Cortinas como testigos, cuando Arganda y Barajas están a un paso de Alcalá. Tampoco se observa ningún nombre de esa ascendencia como ocurre con los Cervantes. (César Álvarez, 2005, pp. 46-47). Lo que conmueve es que ninguno de los Cortinas intervino en el bautizo de ningún hijo de Leonor y Rodrigo. Parece entonces que las relaciones entre Leonor y su familia debieron de sufrir una crisis a raíz de su matrimonio. Es probable que sea por el casamiento y porque en 1566, Leonor reclamó herencias que pudiera tener de sus padres y abuelos 87 . No es exacto lo que afirman, entre otros muchísimos, Astrana Marín, César Álvarez y Sliwa. Esta afirmación es una espada de doble filo. En las partidas bautismales de los hijos de Rodrigo de Cervantes tampoco aparece el apellido paterno “Cervantes” entre los padrinos y testigos. Podríamos afirmar, siguiendo el mismo 87 KRZYSZTOF SLIWA, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, 2006, p. 130. 130 silogismo, que los padres y hermanos del “zurujano” Rodrigo de Cervantes no apadrinaron a sus hijos porque estaban enemistados con él y con su mujer, Leonor. La documentación que poseemos actualmente nos permite afirmar que los padres de Miguel se relacionaban familiarmente no sólo con los Cervantes de Alcalá y de Andalucía, sino también con los Cortinas de Arganda, de Madrid y de Barajas. En su testamento dictado en 1585, Rodrigo de Cervantes afirma que Leonor llevó como dote al matrimonio gran cantidad de bienes; era “regalo o dote de boda” de sus padres, los Cortinas argandeños. Dicta Rodrigo al escribano: Quando yo casé e velé con la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger, la susodicha truxo a mi poder ciertos bienes dotales suyos que no me acuerdo qué cantidad ni los que fueron. Si no aceptaran el matrimonio de su hija, si se opusieran, no les darían tal regalo, tal dote. Los hijos de Leonor se relacionan familiarmente con los hijos de su prima Magdalena de Cortinas, la concuñada de Lope de Vega, que vive entre Madrid y Barajas. Un hijo, -Francisco de Urbina-, y un sobrino de Magdalena de Cortinas, -el militar Fernando de Lodeña-, son amigos de Miguel. Francisco de Urbina, hijo de Magdalena de Cortinas, llevará el parentesco y la amistad con el autor del Quijote más allá de la muerte: le dedica el “Epitafio” que aparece en los preliminares del Persiles: “DE DON FRANCISCO DE URBINA A Miguel de Cervantes, insigne y cristiano ingenio de nuestros tiempos, a quien llevaron los terceros de San Francisco a enterrar con la cara descubierta, como a tercero que era. EPITAFIO Caminante, el peregrino / Cervantes aquí se encierra; su cuerpo cubre la tierra, / no su nombre, que es divino. En fin, hizo su camino; / pero su fama no es muerta, ni sus obras, prenda cierta / de que pudo a la partida, desde ésta a la eterna vida, / ir la cara descubierta. Por este epitafio sabemos y estamos seguros de que Francisco de Urbina asistió al entierro de don Miguel y de que se portaban, él y sus hermanos como parientes. Es posible que ayudara a la viuda Catalina en la impresión del Persiles. 131 Fernando de Lodeña o Ludeña, sobrino de Magdalena de Cortinas, e hijo de un ex-novio de Magdalena de Cervantes, hermana de Miguel, compone uno de los sonetos que Miguel coloca al principio de las Novelas Ejemplares: “DE DON FERNANDO DE LODEÑA 88 A MIGUEL DE CERVANTES Soneto Dejad, nereidas, del albergue umbroso / las piezas de cristales fabricadas, de la espuma ligera mal techadas, / si bien guarnidas de coral precioso. [.................................................... / …………………………………..] que, cuando no lo fuera para Apolo, / hoy se hiciera laurel, por ver ceñida a Miguel de Cervantes la cabeza / [………………………………………] Cervantes recuerda al joven, Fernando de Lodeña, en el Viaje del Parnaso: [……………………….] / […………………..] y era dellos el primero / el joven Don Fernando de Lodeña [.......................................] / sus glorias para el tiempo venidero. Pero la amistad entre los Cervantes Cortinas y los Urbina Cortinas aflora en otros momentos anteriores, como cuando: Pedro de Ludeña, hermano de don Fernando de Lodeña, en 1586, es padrino de las velaciones de Miguel con Catalina de Salazar en la Iglesia de San Martín de Madrid. El 23 de octubre de 1595, don Fernando de Lodeña ingresaba en Tesorería general, por poder de Miguel de Cervantes, 37.500 maravedís de lo recaudado por éste en su comisión sobre las rentas reales. (Astrana Marín, 1948, p. 190). Este Fernando de Lodeña, que era el padre del militar poeta, había sido novio anteriormente de la hermana de Miguel, la vallisoletana Magdalena de Pimentel y Sotomayor. Más tarde la dejó y se casó con doña Ana de Urbina. No devolvió a Magdalena los 300 ducados que le había prestado, cuando eran novios, y, ya casado, le 88 Fernando de Lodeña o Ludeña era sobrino de Lope de Vega, quien lo elogia en Laurel de Apolo, silva III; y le dedica la comedia El primer rey de Castilla 132 había exigido. Pero esto no es óbice para que Miguel confíe en él y le entregue los 37.500 maravedís que don Fernando de Lodeña ingresó en la Tesorería general. Andrea de Cervantes, hija de Leonor, recibe, el 14 de agosto de 1587, la respetable suma de 500 reales. Se los entrega Ana de Illescas, emparentada y heredera del cura argandeño Francisco de Cortinas, fallecido en 1534. Era el pago por un trabajo hecho en su taller de modista de alta costura. Son muchos los documentos que corroboran la amistad entre Leonor de Cortinas y sus parientes, los Cortinas de Arganda, Barajas o Madrid. Trataremos de resaltar, a traves del estudio de las partidas bautismales, la ausencia del apellido Cortinas, pero también, la ausencia del apellido Cervantes, entre los padrinos y testigos de bautismo de los nietos del “Licenciado Juan de Cervantes”. Demostraremos que esta ausencia no supone ningún menoscabo para los familiares, ni indica enemistad con ellos, porque las personas, que los reemplazan, llenan de orgullo a los Cortinas y a los Cervantes, a los abuelos, tíos y parientes del niño bautizado. Reproducimos a continuación la partida de bautismo en Arganda de una nieta del Duque de Lerma, hija de D. Diego Gómez de Sandoval, Conde de Saldaña. No aparecen entre los padrinos, los apellidos paternos, como puede verse: En la villa de Arganda, a diez y siete días del mes de octubre de mil y seiscientos y veinte y seis años, Yo el maestro Acacio González, cura propio de la parrochial […] bauticé Ysabel Gerónima Francisca, hixa de Diego Gómez de Sandoval y Doña Mariana de Córdoba, Condes de Saldaña […]. Fueron sus compadres y que le tuvieron al Sacro Santo, el licenciado Juan de Plasencia, clérigo […], y comadre mayor Doña Polonia de Mata Maldonado, hixa de Antonio de Santiago. (Archivo de la parroquia de San Juan Bautista de Arganda, Libro 3º de Bautismos, fol.102) 89 . 6.3.- Bautismo de los hijos de Rodrigo de ¿Cervantes / Carbantes? 89 TORRE BRICEÑO, Jesús de la: “De la Quinta del Embajador al cercado del Duque” en La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Arganda, 1997, p. 147. 133 Ahora que hemos encontrado la joya de su partida bautismal y que hemos salvado milagrosamente el Libro de Bautismos de Cervantes y sus hermanos [...] se expuso el 9 de Octubre el famoso Libro de Bautismos abierto [...]. “Está clarísimo, –le contestó la hija con un gesto de autosuficiencia-, pone Carbantes con “a”, ese no es, pero ¿es que la gente es boba?” [...] Entre las observaciones que nos depara el tan citado Libro I de Bautismos, “el toro” como coloquialmente le llamó su archivero [...], se comprueba que en las cuatro partidas de los cuatro primeros hermanos, que firma el bachiller Serrano, consta siempre la figuración del valor “CaRVANTES” [...] en tanto en el quinto registro bautismal de Rodrigo, que firma el licenciado Juan García, consta claramente “Cervantes” (César Álvarez, 2005, pp. 172-173). Al llegar a este tema, es preciso efectuar la precisión o puntualización previa, aunque obvia, de que nos vamos a referir a Miguel de Cervantes Saavedra y no a cualquier otro Miguel de Cervantes y no a cualquier posible Miguel de Carbantes. Los argumentos que se han esgrimido y se siguen esgrimiendo, para sostener la tesis de Alcalá de Henares serían una Partida de Bautismo existente en la iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares de un Miguel de Carbantes, que suponen correspondería a Miguel de Cervantes Saavedra. (César Brandariz, 1999, p. 15). En el Libro I de Bautismos de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares se conservan cuatro partidas bautismales [años 1543, 1544, 1546, y 1547] cuyo padre se llama Rº [Rodrigo] de “Carbantes” y su mujer Leonor. Esta Leonor en dos partidas, – 134 años 1543 y 1546-, está acompañada de su primer apellido: “Leonor de Cortynas”. En otras dos partidas, –años 1544 y 1547-, no lleva apellido. En las cuatro primeras, el padre aparece escrito Rº de Carbantes. Las partidas están escritas en letra PROCESAL por la misma persona, ayudante del cura SeRano [Serrano]. Sin embargo, “en el quinto registro bautismal del niño Rodrigo, que firma el licenciado Juan García, consta claramente ‘Cervantes’ en los valores de la escritura actual”. La partida bautismal de Rodrigo está también escrita en letra PROCESAL, pero esta letra del amanuense del cura Juan García es más clara, más cuidada y se ven las grafías de “Cervantes”. Esta última partida bautismal es la de Rodrigo de Cervantes Cortinas, bautizado en 1550, “hijo de Rº de Cervantes e de su muger doña Leonor”. Por muchísimos documentos, algunos de los cuales estudiaremos más adelante, sabemos que este Rodrigo de Cervantes bautizado, en 1550 en Alcalá, es hermano menor 90 de los hijos de “Rodrigo de Carbantes” y de “Leonor de Cortynas”. Por tanto, siguiendo, -no despreciando-, la Paleografía, podemos afirmar, sin temor ninguno, que el padre de Miguel se llamaba Rodrigo de Cervantes, y es el Rodrigo que aparece en estos registros bautismales, de Alcalá, de los años 1543, 1544, 1546, 1547 y 1550. También […], nos saca de apuros don Luis Astrana Marín, para leer un manuscrito del siglo XVI […]. Existen letras […] que pueden fundirse en signos sincréticos cuando van seguidas. Es el caso de la “e” y la “l”, que van fundidas en el final de “Miguel” en la citada partida. Y otro es el caso de la “c” y la “e” en “Cervantes”, que se sincretizan en un solo signo, que puede, en efecto, parecer “a” [...], que es resultante sincrética, paleográficamente equivale a “çe” (César Álvarez, 2005, p. 173). Es la letra CORTESANA característica del siglo XV. La trazada en la Chancillería Regia fue siempre de tendencia caligráfica. En cambio la de los Escribanos fue haciéndose cada vez más tendida e irregular y con arbitraria separación de sílabas, constituyendo la letra PROCESAL de los siglos XVI y XVII, la cual en dicho siglo XVII degeneró en la ENCADENADA, en que cada renglón se hace sin levantar la pluma y resulta difícil identificar las letras, por haber perdido sus contornos característicos 91 . 90 Los grandes cervantistas del XVIII y XIX creían que Miguel era el hermano menor de los hijos de Leonor: “Miguel de Cervantes que fue el hijo menor de tan honrada como menesterosa familia, y nació en Alcalá de Henares”. (Fernández Navarrete, Madrid, 1819, p. 9). 91 ANTONIO MATILLA TASCÓN, Elementos de Paleografía y Diplomática, Zamora, 2000, p. 18. 135 La CORTESANA era apretada y menuda, muy ligada y con pocas abreviaturas, sus trazos son muy redondos y sus rasgos finales solían prolongarse en forma curva encerrando dentro de sí cada palabra. Fue empleada en las cartas y despachos expedidos en las distintas Secretarías de los Monarcas y también por los particulares, abarcando su uso desde la segunda mitad del s. XIV a principios del XVII en que desapareció [...]. La escritura PROCESAL es una degeneración de la cortesana que en manos de notarios y escribanos fue estropeándose de día en día con exageradas ligaduras y dilaciones llenando inútilmente el espacio. Se distingue por su gran tamaño, abundancia de enlaces e irregularidades en la separación de las palabras (Matilla Tascón, 2000, pp. 50-54). Siguiendo las normas paleográficas, leeremos siempre Cervantes y no Carvantes. Ningún paleógrafo dudaría en la transcripción de estos textos. Si nos hemos detenido en esta palabra es simplemente para evitar dudas a personas no especializadas en paleografía. 6.3.1. Bautismo de Andrés, hijo de Rodrigo y de Leonor En doze días del mes de diz[iembre] de MDXLIII [1543] años fue baptyzado Andrés, hijo de Rº Cervantes e su muger Leonor de Cortynas; fueron padrinos Juº de Medina sacrystán; tsº la de BaReda e la del lic. Frías; babtyzóle El señor bller SeRano, Cura, [...]. (Libro 1º de Bautismos de la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor de la villa de Alcalá de Henares, folio 137 r). Aparece como padrino el sacristán Juan de Medina y como testigos la de Barreda e la del licenciado Frías. En los bautismos se repiten con mucha frecuencia ciertas personas, como son los sacristanes. Entre los testigos está la esposa de Barreda y la del licenciado Frías: tsº la de BaReda e la del lic. Frías. 136 Portilla, en “Catedráticos de Medicina, y de otras Facultades; y Escritores, que trae el Dct. Moez” 92 , nombra al Doct. Miguel de Barreda. De notorial calidad. Tres años antes, en el primer tomo, había insertado también una lista de Los veinte y cinco Cavalleros Fundadores: Año de 1561 de La muy noble Cofradía de Nuestros Santos Niños Mártires San Justo y San Pastor. En esta lista aparecen Bernardo de la Barreda, el doctor Miguel de la Barreda, Alonso de Frías, Francisco de Frías y Francisco de Frías Cerón. Portilla resalta la calidad de estos cofrades fundadores: No sólo sus cofrades son cavalleros, sino que casi todos se ejercitan en cosas loables y santas, con singularidad. En la de San Justo y Pastor, se note, era de ella el Excelentísimo Señor Marqués de Mondéjar. (Portilla, 1725, pp. 420-424). No sabemos quiénes de estos Barreda y Frías eran maridos de las testigos del bautismo de Andrés, el primer hijo de Leonor. No lo sabemos pero, siguiendo a Portilla, podemos afirmar que pertenecían a lo más noble, loable y digno de la sociedad alcalaína del momento. La nobleza de las testigos elevaba la pequeñez e insignificancia de los progenitores. Los Cervantes de Alcalá y los Cortinas de Arganda se veían enaltecidos y muy honrados por los que asistían, como testigos, al bautismo de Andrés, el primer hijo de la argandeña Leonor de Cortinas. Es verdad que no se encuentra el apellido “Cortinas”, entre los padrinos y testigos de este bautizo, pero tampoco aparece el “Cervantes” o el de la abuela paterna, Leonor Fernández de Torreblanca. No lo amadrina su tía María de Cervantes ni su prima Martina de Mendoza, –la hija de María-, de doce o trece años. ¿Por qué? Si suponemos que los Cortinas estaban distanciados, hay que pensar lo mismo de los Cervantes, en cuya casa, -sostienen sin fundamento los cervantistas-, nació el niño Andrés de Cervantes, hijo de Leonor de Cortinas. Pero, no todos los investigadores afirman que Cervantes y sus hermanos nacieran en esta casa de la calle de La Imagen: Nunca sabremos bajo qué techo vio la luz Cervantes. (Canavaggio, 2005, p. 44). César Álvarez nos habla de la casa madre de Alcalá, en la cual supone se quedaba doña Leonor de Cortinas mientras algunos de sus hijos acompañaban a 92 MIGVEL DE PORTILLA Y ESQUIVEL, Historia de la ciudad de Compluto, vulgarmente, Alcalá de Santiuste, y aora de Henares. Parte II. Alcalá, Joseph Espartosa, 1728, p. 19. 137 Rodrigo de Cervantes y a la abuela, Leonor de Torreblanca, por tierras de Andalucía. Escribe César Álvarez: de esa ‘casa madre de Alcalá’, que lo es por ser de la madre. Pero, si esa casa en la que vive Leonor es de sus padres, los Cortinas de Arganda, esto indica que no está enemistada con ellos. Sostiene César Álvarez que los Cortinas de Arganda tenían casa en Alcalá, puede que la ‘casa madre’ en la que vive doña Leonor. Si Leonor vive en esta casa de Alcalá, que es de los Cortinas de Arganda, podemos suponer, -es lo lógico-, que en esta “casa madre” nacieron, casi todos, sus hijos. Decimos casi todos, porque Magdalena afirma ser natural de Valladolid; de Juan, hijo de Leonor de Cortinas, no sabemos nada. Está en lo cierto César Álvarez. Los Cortinas argandeños poseían “casa madre” en Alcalá. Era la casona de la calle Real de San Juan, del lugar de Arganda, aldea entonces del Concejo o Ayuntamiento de Alcalá. Arganda, como hemos repetido hasta la saciedad, era una de las veinticinco aldeas que, dependiendo de la villa de Alcalá de Henares, formaban el “Común de Villa y Tierra de Alcalá”. Era una aldea de las más pequeñas e inútiles de Alcalá. Escribe César Álvarez (2005, pp. 46-47), refiriéndose a este bautismo del 12 de diciembre de 1543: La soledad es solemne en el primero de los bautizados del zurujano sordo, porque el padrino es el mismo sacristán de la parroquia, Juan de Medina. Debían estar las cosas como para ir a dar a luz a Arganda, lo que pretende, sin embargo, algún argandeño. Sabemos que Andrés, el primer hijo del matrimonio se malogró. Pero, ¿cuándo murió? Es posible que el recién nacido, -a quién pensaban apadrinar Barreda y el licenciado Frías-, se pusiera tan enfermo que hubo que bautizarlo sin esperar a los padrinos, a los que reemplazó el sacristán de la Iglesia. Podemos suponer que ese 12 de diciembre hubiera tal temporal que impidiera la llegada de los médicos Barreda y Frías. Todo son suposiciones. De todas formas, los dos supuestos ausentes (Barreda y Frías) estuvieron dignamente representados por sus respectivas esposas. ¿Por qué los cervantistas ocultan la asistencia de estas dos señoras al bautismo? Están presentes como testigos. Son dignísima representación de sus maridos. ¿Por qué ponen el nombre “Andrés”, al primer retoño? Suponemos que era un homenaje a su tío Andrés de Cervantes. Como el niño murió pronto, vuelven a homenajear a Andrés de Cervantes, dando su nombre a la nueva hija. 138 6.3.2.- Bautismo de Andrea, hija de Rodrigo y de Leonor En XXIV días del dicho mes [noviembre] año susodicho, [de MDXLIIII] fue bautizada vna hija de Rº de Cerbantes y de doña Leonor su muger, que se llamó Andrea. Y fue compadre mayor Melchior Méndez y Luysa de Contreras, su muger; y bautizóla El señor bachiller SeRano, cura [...]. (Libro 1º de Bautismos de la Iglesia de Santa María la Mayor de la villa de Alcalá de Henares, folio 154 r). Portilla (1725) en el capítulo XXXXIII [43], escribe acerca “De los Vezinos, Cavalleros Hijosdalgo de gran Nobleza, y prerrogativas que ay en Alcalá de Henares este año de 1725”. Se enorgullece de estar emparentado con los Contreras, de los que trata sobre todo en las páginas 460 y 486-487. Los padrinos de Andrea puede que sean los fundadores de la familia Méndez Contreras. Portilla informa sobre doña María Méndez de Contreras, fundadora de un vínculo en Alcalá. Recuerda, también, otro vínculo que los Contreras tienen en Arganda. Los Contreras aparecen con frecuencia como padrinos en el Libro de Bautismos de la Iglesia parroquial de San Juan Bautista de Arganda. El 17 y el 21 de mayo de 1547, el alcalaíno Cristóbal Contreras apadrina, respectivamente en Arganda, a María (hija de Pedro Izquierdo y su esposa María) y a Joan (hijo de Mateo Martínez y su esposa María). El 22 de enero de 1548 lo acompaña su mujer María Herrizuelo; los dos apadrinan a Andrés, hijo del argandeño Joan Milano y de su esposa Ana. Pocos días después, el 9 de febrero, vuelven a Arganda para apadrinar, los dos juntos, a Francisco, hijo de Pedro de Mejorada y de su esposa María. Pasará más de un año, hasta que, el 23 de marzo de 1549, se acerquen, otra vez, los dos a Arganda para ser padrinos de Lucas, hijo de los argandeños Lucas Martín y Juana. Desde esta fecha siguen apadrinando en Arganda, juntos o por separado. Vuelven a apadrinar los dos juntos el 4 de febrero de 1551, será a María, hija del matrimonio argandeño formado por Pedro Martín Serrano y María. En adelante, sólo aparece Cristóbal de Contreras en las partidas bautismales argandeñas. Apadrina en los años 1562, 1564, 1565, 1567, 1568, 1569 y 1570. En este último año, el 19 de marzo, el 30 de mayo, el 28 de agosto y el 9 de octubre. 139 En los folios 61-64 del Libro 3/6 [A.M.A.R.], aparecen las alcalaínas doña Catalina de Contreras y doña Francisca de Contreras que recogen en Arganda, el 17 de mayo de 1588, plata enviada desde Perú por su tío Antonio de Guevara. Suponemos que les llegó la plata a través de los Ibarra de Arganda, algunos de cuyos miembros desempeñaban altos cargos en el Nuevo Mundo: Don Diego de Ybarra, Contador Mayor de S. Majestad en el Nuevo Reino de Toledo que reside con su mujer doña Mariana de Ibarra en el Perú. (Libro 2/1 del A.M.A.R., folio 236). Un pariente de estos Contreras alcalaínos, Antonio de Guevara, será nombrado Proveedor General de las Armadas y Flotas de Indias en 1588: Entrado ya el año de 1588, se trasladó a Sevilla aprovechando la ocasión de haber sido nombrado el Consejero de Hacienda Antonio de Guevara para proveedor general de las armadas y flotas de Indias, con grandes preeminencias y prerrogativas. Entre estas era una la de nombrar por S.M. cuatro comisarios que le ayudasen […]. Uno de los comisarios que con este objeto nombró Guevara, fue Miguel de Cervantes. (Fernández Navarrete, 1819, p. 74). Los padrinos de Andrea, la hija de Rodrigo y Leonor, son el “mayor Melchior Méndez y Luysa de Contreras, su muger”. La apadrinan el 24 de noviembre de 1544. Quizá sea hijo de este matrimonio, un Méndez de Contreras cuya presencia en Arganda se pone de manifiesto en muchos folios del A.M.A.R. Hablamos de Juan Méndez de Contreras y de su esposa María. Se les encuentra por primera vez en el Libro de Bautismos de la Iglesia parroquial de Arganda, el 10 de marzo de 1574. Traen a cristianar, desde Alcalá, a su hija Isabel. Desde entonces, su presencia se comprueba especialmente en el A.M.A.R.: el 29 de junio de 1581 (Libro 2/1, fol.56). El 25 de febrero de 1582 (Libro 2/1, fol. 255). El 7 de enero de 1586 (Libro 5/1, fol. 3). El 18 de diciembre de 1593 (Libro 6/2, fol. 185-186). Portilla resalta a Juan Méndez de Contreras en las páginas 418-419 del primer tomo de su Historia, al tratar de la admisión de “Hermanos de la Cofradía de los Bienaventurados San Pedro y San Pablo” de Alcalá de Henares: en diez y ocho días del mes de diciembre del 1605 [...], los testigos que dixeron, fue entre otros, Juan Méndez de Contreras, de 67 años. Tendría 6 años, en 1544, cuando nació Andrea de Cervantes. 140 Astrana Marín (1948, p. 238) recuerda las declaraciones de los testigos: Juan Méndez de Contreras, familiar del Santo Oficio; Rodrigo del Castillo [...]; el bachiller Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición, [...]. Estos testigos declaran en 1610 en la probanza de nobleza de la nieta de María de Cervantes, doña Isabel de Mendoza y de su marido Lorenzo Hurtado de Santarén. Entre los testigos encontramos a Comisarios de la Inquisición y Familiares del Santo Oficio, sobre los cuales escribe Francisco de Pisa en 1605: los comisarios para hacer informaciones familiares en gran número así en la ciudad como por los pueblos del distrito: todos gente limpia y aprovada 93 . Entre estos testigos de 1610 encontramos a Juan Méndez de Contreras, que ya conocemos por haber sido testigo en 1605, según Portilla. Era un vecino de la villa que tenía, entonces, mucho prestigio por su profesión, familiar del Santo Oficio, y por su edad. Juan Méndez de Contreras puede ser hijo de los padrinos de Andrea; nacería hacia el año 1538. Vive muy relacionado con los Cervantes de Alcalá y de Arganda. Cuando Antonio de Guevara, pariente de Juan Méndez Contreras, es nombrado Consejero de Hacienda y Proveedor general de las armadas y flotas de Indias, una de sus primeras actuaciones fue nombrar Comisario ayudante a Miguel de Cervantes. Tras consultar el A.M.A.R. sabemos que Juan Méndez Contreras era un rico terrateniente con censos y posesiones en Alcalá, Arganda, Camporreal, Morata, Chinchón, etc. Era conocedor, conocido y respetado no sólo en la villa de Alcalá, sino también en esos pueblos cercanos: Arganda, Camporreal, Morata, Chinchón, etc. Los padrinos de Andrea pertenecían a la sociedad más selecta de la villa de Alcalá. Eran conocidos, respetados y escuchados por su profesión, su probidad, su edad y su riqueza como terratenientes y poseedores de censos. El historiador Portilla se siente orgulloso por estar emparentado con los Contreras. Los Cervantes y los Cortinas estaban contentísimos por los padrinos de Andrea que se codeaban con los personajes más influyentes del Reino. Los Méndez Contreras se trataban y relacionaban en Arganda con Jorge Olalde de Vergara, Canciller Mayor del Reino, Notario Mayor del Reino de Toledo, Canciller y Registrador de Su Majestad, y Alcalde Ordinario de la villa de Arganda. 93 FRANCISCO DE PISA, Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, Toledo, 1605, facsímil, Madrid, 1974, p. 41. 141 Tampoco aparece el apellido Cervantes entre los padrinos y testigos del bautismo de Andrea. Si aplicamos la premisa mayor, utilizada por muchos cervantistas respecto de los Cortinas, llegamos a esta falsa y perversa conclusión: los Cervantes de Alcalá se llevaban mal con los padres de Andrea. ¿Por qué? ¡No están en su bautismo! 6.3.3.- Bautismo de Luisa, hija de Rodrigo y de Leonor de Cortinas En veynte y cinco de agosto año de mjll e qsº y quarenta y seis años, este día el señor bachiller Serrano bautizó vna hija de Rodrigo de Cervantes e de Leonor de Cortinas, su muger, la qual se llama Loisa, que fue su padrjno que le tubo en la pila el licdo Xºval Bermúdez; ts Pº Mjnz del Arroyo e Francº Sánchez, clérigo de Huentesaz [...]. (Libro 1º de Bautismos de la Iglesia de Santa María la Mayor de la villa de Alcalá de Henares, folio 177 r). La casa del [...] licenciado Bermúdez, era espaciosa y señorial, con amplia huerta y jardín al fondo, y ese fue el placentero refugio de los niños que encontraban en el pequeño vergel [...]. Luisa que pasó los primeros años de su juventud al lado de su padrino el licenciado Cristóbal Bermúdez, a fuerza de frecuentar, acompañada de éste, [...] se sepultó para siempre en el interior del convento. (Armiñán, 1957, pp. 122-133). El licenciado Cristóbal Bermúdez, padrino de Luisa, ofreció a ésta y a su madre, la casa de Alcalá. Aceptó rápido Rodrigo […], y dividióse la familia en dos; de una parte doña Leonor y Luisa; de otra, don Rodrigo y sus restantes hijos. Los primeros partieron para Alcalá y los últimos para Sevilla 94 . Aunque el licenciado Bermúdez no haya dejado tras sí el rastro de otros alcalaínos, a nadie se le oculta que por su profesión, titulación y cultura podría ser envidiado por los Cortinas y los Cervantes más cercanos a Rodrigo y Leonor. Sólo se le igualaría o excedería, el licenciado Juan de Cervantes. Estarían orgullosos con él. Un testigo del bautismo de Luisa fue Pedro Martínez del Arroyo. Puede ser argandeño, aunque, sólo sabemos que fue sacristán de Santa María la Mayor de Alcalá, 94 VICENTE ESCRIVÁ, Jornadas de Miguel de Cervantes, Editorial Magisterio Español, Madrid, MCMXLVIII, p. 22. 142 por lo menos desde San Miguel de 1545 hasta San Miguel de 1547. La profesión de “Sacristán” se podía ejercer sucesivamente en distintas parroquias y pueblos o villas. Eran contratados de San Miguel a San Miguel por uno o más años. En el A.M.A.R aparece con mucha frecuencia el apellido Martínez. ¿Este Pedro Martínez, pertenece a la influyente familia argandeña de los Martínez? En esta familia argandeña se reitera mucho el nombre Pedro. Un antecesor de estos Martínez puede ser “Martín Martínez, notario” del arzobispado de Toledo que firma una sentencia en djez e seis djas del mes de agosto año del nascimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mill e quatrocientos e quarenta años en la villa de Alcalá de Henares 95 . En los libros 1/1, 1/2, 2/1, 2/2, 3/1 a 3/11, 4/1, 4/2, 5/1, 5/2, etc, se repite el apellido Martínez entre los escribanos de Arganda. El que más aparece es el escribano Lucas Martínez, le siguen Francisco Martínez y Pedro Martínez. Los Martínez formaban en Arganda un verdadero clan. No se limitaban a ocupar las escribanías. Al hojear estos y otros libros del A.M.A.R desfilan ante nuestra vista los miembros de esta influyente familia que extiende los tentáculos de su poder sobre todos los cargos importantes de la aldea, luego villa de Arganda, y sobre otras aldeas o villas cercanas como Morata, Alcalá o Madrid. Para mantener el poder casaban a sus hijos con los de otras familias poderosas e influyentes. Isabel Martínez estaba casada con el argandeño Juan de Vilches, Notario del Santo Oficio de la Inquisición Vieja de Toledo y Escribano en Arganda. A su vez Juan de Vilches, cuyo hermano Gabriel era también escribano de Arganda y Notario del Santo Oficio, casaba a su hija con el escribano Juan Gordo. Otra Isabel Martínez estaba casada con el escribano argandeño Jerónimo de Madrid. Marcos Martínez, ¿autor de la tercera y cuarta parte del Espejo de Caballerías?, estaba casado con María de Vilches. En los cargos municipales anuales siempre había algún Martínez: Andrés Martínez fue Regidor en 1583 (Libro 4/1). Mateo Martínez ejerció el cargo de: Regidor en 1579 (Libro 1/1); Diputado en 1580 (Libro 1/1) y en 1583 (Libro 4/1); Alcalde Ordinario en 1580 (Libro 1/1) y en 1582 (Libro 3/1). El 21 de mayo de 1547 se bautiza Joan hijo de Mateo Martínez y de su esposa María; para apadrinarlo, vienen desde Alcalá sus amigos Cristóbal Contreras y María, su esposa, ya conocidos nuestros. 95 ARCHIVO MUNICIPAL DE ALCALÁ DE HENARES, Legajo 564/1. 143 Pedro Martínez, ocupó la función de Diputado en 1579 (Libro1/1) y Regidor en 1585. Este Pedro Martínez podría ser el que apadrinó a Luisa de Cervantes el 25 de agosto de 1546. En su juventud, pudo ejercer de sacristán en Alcalá. Sin embargo, en el folio 22 del Libro 5/2 del A.M.A.R, aparece un Pedro Martínez de Alcalá que vende en Arganda, todo el vino que hubiere en la cueva del Bachiller Pedro Sánchez [realmente Pedro de Cortinas], clérigo de Arganda, que está en cinco tinajas a cinco y medio reales la arroba. Esta venta se firma el 6 de febrero de 1588. El cura argandeño, Pedro Sánchez o Pedro de Cortinas, era pariente de Cervantes. ¿Sería este Pedro Martínez de Alcalá el testigo en el bautismo de Luisa de Cervantes? Blas Martínez fue Regidor de Arganda en 1581 (Libro 1/1 y Libro 2/1) y Diputado en 1582 (Libro 2/1). Juan Martínez ejerció de Regidor en 1593. (Libro 3/11, Libro 6/1 y Libro 6/2). Andrés Martínez y Juan de Blas Martínez intervienen en la venta de un toro negro pal día de Santiago del año 1585. Cristóbal Martínez, como Procurador, recibe poderes, del Concejo de Arganda, el 10 de mayo de 1586, para redimir un censo de la villa. (Libro 5/1). Marcos Martínez fue elegido Regidor en 1595 (Libro 7). Este regidor Marcos Martínez administraba con su mujer María de Vilches un mesón en la calle de San Juan, o, por lo menos, era su propietario. Lo vendió el 30 de noviembre de 1588. (Libro 3/6, folio 17 v). Quizá lo vendiera para pagar la impresión en Alcalá de la “Tercera parte del Espejo de príncipes y caballeros”: El licenciado Marcos Martínez, de Alcalá de Henares, compuso la “tercera” y “cuarta parte” [del Espejo de caballerías], cada una de las cuales consta asimismo de otros dos libros, de los cuales se hizo una edición en Zaragoza en el año de 1623, dedicada al […] duque de Híjar […]. En 1589 se imprimió en Alcalá y en folio por Marcos Martínez de Alcalá la “Tercera parte del Espejo de príncipes y caballeros: hechos de los hijos y nietos del emperador Trebacio” 96 . Martínez, Marcos: [Tercera parte del Espejo de Príncipes y cavalleros]. Alcalá. Por Juan Iñiguez de Lequerica. 1588. (Julián Martín Abad, La Imprenta en Alcalá de Henares (1502-1600), Volumen III, Madrid, 1991, p.1156. 1012) 96 BASTÚS Y CARRERA, Vicente Joaquín, Nuevas anotaciones al Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, Barcelona, 1834, p. 38. 144 El licenciado Marcos Martínez, natural de Alcalá de Henares, añadió la parte tercera y cuarta, cada una de las cuales consta asimismo de otros dos libros y de ellas hay en la Real Biblioteca una edición hecha también en Zaragoza en el año 1623. (Pellicer, 1797, “Notas”, p 365). Los Martínez argandeños también contribuyeron a la campaña de Portugal. Andrés Martínez y Cebrián Martínez pusieron un carro y un par de mulas cada uno para llevar víveres y armas en 1580 a la campaña de Portugal. Como no habían recibido ninguna indemnización, otorgaron poderes, el 4 de febrero de 1583, al procurador madrileño Francisco de Madrid Granados para cobrar de la Corona lo que se les debía. (Libro 4/1). Algunos miembros de esta poderosa e influyente familia se trasladaban a las villas cercanas: En el Libro 138/6, se copia la carta de finiquito que la villa de Madrid otorga, el 18 de abril de 1608, con la firma de su escribano, Pedro Martínez, a favor de la villa de Arganda. Este escribano de Madrid no se olvidaba de los problemas de su Arganda natal. En el Libro 111 se informa cómo el escribano Pedro Martínez, vino a Arganda en febrero de 1613, para recibir las declaraciones de los argandeños sobre la venta de la villa al Duque de Lerma (folios 252-312). El Duque, dueño ya de Arganda, nombró a Pedro Martínez escribano del ayuntamiento argandeño. El Concejo argandeño, reunido a campana tañida recibió como nuevo escribano a Pedro Martínez que antes lo era de Madrid (fol. 214-216). Cansado de su peregrinaje, ejerciendo su escribanía lejos de Arganda, volvía así al solar de sus antepasados. El testigo bautismal de Luisa, en 1546, se llama Pedro Martínez del Arroyo. Este apellido “del Arroyo” se encontraba no sólo en Arganda sino también en Morata, en Campo Real y en Alcalá. Es un apellido toponímico. A este Pedro Martínez, se le distinguía entre otros Pedro Martínez, por el apodo, o apellido, “del Arroyo”, que hacía alusión al lugar en donde vivía: tenía su casa solariega al lado o cerca del Arroyo que va de la Plaza a los huertos y a Valdearganda. (Libro 6/2 del A.M.A.R.). La aldea de Arganda estaba dividida en dos partes por el Arroyo, llamado también la “Arroyá” o “Arroyada”, recordando los daños que causaba con sus avenidas. El Arroyo, bajaba desde la meseta del Campillo, pasaba por delante de la ermita de San Roque, atravesaba la plaza de la Iglesia y siguiendo la actual calle de Juan de la Cierva, se perdía, regando, –algunas veces destrozando-, los huertos, entre la actual calle de la Misericordia y la Carretera de Loeches. 145 Según el folio 221 del Libro 5/1, el Ilustre Sr. Jorge Olalde de Vergara, Canciller y Registrador Mayor de S. Majestad, compra el tres de junio de 1586, un solar que va desde nuestras casas al Arroyo que viene de la plaza, alinde corrales del Sr. Vergara, y almenas y mirador que sale al dicho Arroyo. Se insiste en el documento que las casas o palacio del Sr. Vergara estaban entre la calle de San Juan y la Arroyada. La toponimia argandeña aún conserva el recuerdo de la Arroyada en la actual calle Puente del Cura, puente para cruzar la antigua Arroyada, hoy calle de Juan de la Cierva, abajo de la Iglesia. Por este puente cruzaba el cura para ir a la Iglesia del Castillo o volver a la actual Iglesia parroquial de San Juan Bautista. En el Libro 3/6 del A.M.A.R. (fol. 61) se describe una huerta, en la Puerta de Madrid, de Arganda; está cercada de árboles y alinda con el Camino real que va a Madrid, y con huerta de Bartolomé del Arroyo. Podemos suponer que este testigo, Pedro Martínez del Arroyo, o es nacido en Arganda o pertenece a la gran familia argandeña de los Martínez. Aparece también como testigo un Francisco Sánchez, clérigo de Fuentesaz: ts. Pº. Mjnz. del Arroyo e Francº. Sánchez, clérigo de Huentesaz [...]. El apellido Sánchez, que ostentan varios clérigos, está muy unido a los Cortinas de Arganda y de Barajas. Por estas fechas ejercen su pastoral los clérigos argandeños Bartolomé Sánchez, -en Arganda-, y su sobrino Pedro Sánchez, -en Chinchón-. Los dos son descendientes de Pedro de Cortinas, por línea directa. El cura de Chinchón Pedro Sánchez tiene un primo, el clérigo Francisco Sánchez, hijo de Francisco Sánchez Maroto y hermano de la argandeña “Úrsola Sánchez”, mujer de Lucas Majolero. Francisco Sánchez era muy conocido en Arganda. En los archivos del A.M.A.R. se le cita, como cura, en diversas ocasiones: En el Libro 1/1, folios 308, 310, 311, 317, consta que entre los días 1 a 7 de junio de 1585, el cura Francisco Sánchez firma en Arganda en compañía, entre otros, de los escribanos alcalaínos, Jerónimo de Illana y Francisco de Alharilla, varios documentos que se refieren al hospital de Chilueches. Aparece también en el Libro 6/1, folios 72, 223 y 351. En el folio 223, se conserva el documento por el cual el argandeño Juan Batanero rubrica, el 14 de noviembre de 1592, que pagará al clérigo Francisco Sánchez, al hospital de Chilueches y al escribano Francisco de Alharilla, una obligación del año 1559. Los documentos citados y muchos más del A.M.A.R. corroboran que este clérigo argandeño, aunque ejercía su pastoral lejos, no se olvidaba de su Arganda natal, en donde tenía bienes raíces y parientes. 146 El cura de Fuentesaz es biznieto de Pedro de Cortinas (¿1450?-1499); y por tanto, pariente en diversos grados, de cuatro Cortinas que fueron curas de Arganda o de pueblos cercanos: Francisco de Cortinas, que muere en 1534, siendo teniente cura de Carabanchel; su primo Francisco de Cortinas (¿1482?-1539), primer capellán de la Capellanía de Beatriz de Cortinas; Bartolomé Sánchez o Bartolomé de Cortinas (¿1496?-1554), segundo capellán; y Pedro Sánchez o Pedro de Cortinas (¿1525?- 1596), cura de Chinchón y tercer capellán de la misma capellanía. El Francisco Sánchez, clérigo de Fuentesaz, era primo del cura de Chinchón, Pedro Sánchez y sobrino del cura argandeño Bartolomé Sánchez. Estos tres curas, realmente no debieran ostentar el apellido Sánchez, sino el Cortinas. Era el que normalmente les correspondía. Si el cura de Fuentesaz firmara con su apellido Cortinas, hubiera evitado muchos problemas a los cervantistas de todos los siglos. Nos encontramos con dos testigos bautismales de Luisa de Cervantes que posiblemente eran argandeños: Francisco Sáchez, o mejor, Francisco Cortinas, cura de Fuentesaz, y Pedro Martínez del Arroyo, pertenecían a dos importantes familias argandeñas: Los Cortinas Sánchez y los Martínez. En este bautismo de 1546, sí hay Cortinas argandeños como testigos: El cura de Fuentesaz, era hijo del argandeño Francisco Sánchez Maroto, nieto de Pascual Sánchez Maroto y biznieto de Pedro de Cortinas. Era sobrino del cura de Arganda Bartolomé Sánchez y primo del cura de Chinchón Pedro Sánchez, todos ellos Cortinas. Descendientes de Pedro de Cortinas: Pedro de Cortinas ⎫ Pascual Sánchez Maroto ⎪ (¿1450 ?− 1499) (¿1473 ?− ¿1530 ?) ⎪ ⎬ Fulana Sánchez Maroto ⎪ Pedro Sánchez ⎪⎭ (¿1452 ?− 1503) (¿1480 ?− ¿1545 ?) Los hijos de Pedro de Cortinas adoptaron el apellido de la madre, Fulana Sánchez Maroto. Al preferir el apellido materno al del padre, que era lo corriente y lo normal, pero, no obligatorio, crearon una confusión a los investigadores cervantinos. 147 Bartolomé Sánchez, segundo capellán Pascual Sánchez Maroto ⎫ (¿1496 ?− 1554) ⎪ (¿1473 ?− ¿1530 ?) ⎪ Mari Sánchez ⎬ (¿1502 ?− ¿1560 ? ¿ ... ? ⎪ ⎪⎭ Francisco Sánchez Maroto (¿1476 ?− ¿1536 ?) (¿1505 ?− ¿1560 ?) Los hijos de Pascual Sánchez Maroto siguieron con los apellidos de su abuela paterna, que había adoptado el padre. El mayor, Bartolomé Sánchez, segundo capellán de la cofradía, debiera llamarse Bartolomé de Cortinas. Por tanto, el cura Bartolomé Sánchez es también Bartolomé de Cortinas. Sucedió en la capellanía argandeña a Francisco de Cortinas. Mari Sánchez ⎫ Pedro Sánchez, tercer capellán (¿1502 ?− ¿1560 ?)⎪⎪ (¿1525 ?− 1596) ⎬ ¿ ... ? Inés García ⎪ ⎪⎭ ¿ ... ? ¿ ... ? Mari Sánchez debiera llamarse Mari de Cortinas, si hubiera adoptado el apellido de su abuelo paterno Pedro de Cortinas. Su hijo Pedro Sánchez, tercer capellán de Beatriz de Cortinas, se llamaría Pedro ¿…? de Cortinas. Francisco Sánchez Maroto⎫ ⎪ Francisco Sánchez (¿1505 ?− ¿1560 ?) ⎪ ⎬ La de Sánchez Maroto ⎪ Úrsula Sánchez ⎪⎭ (¿1510 ?− ¿1570 ?) Francisco Sánchez Maroto, debiera llamarse Francisco de Cortinas, si su padre adoptara el apellido paterno: Cortinas. Su hijo, Francisco Sánchez, se llamaría Francisco de Cortinas. El clérigo de Fuentesaz, Francisco Sánchez, que ejerció de testigo en el bautismo de Luisa de Cervantes, debiera llamarse Francisco de Cortinas. Con Francisco Sánchez, cura de Fuentesaz, y testigo del bautismo de Luisa de Cervantes, encontramos un Cortinas en el bautismo de los hijos de Leonor. Por tanto, hay Cortinas que firman, como testigos, en los bautismos de los hijos de Leonor de Cortinas. 148 6.3.4.- Bautismo de Miguel, hijo de Rodrigo y de Leonor Domingo nueve días del mes de Otubre, año del Señor de mil e quinientos e quarenta e siete años fue baptizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes, su muger doña Leonor: fueron sus compadres Juan Pardo: Baptizóle el Reverendo Sr. Bachiller Serrano, Cura de Nuestra Señora. Testigos Baltasar Vázquez e yo que le baptizé e firmé de mi nombre [...]. (Libro I de Bautismos de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, año 1547, folio 192. En Navarrete, 1819, p. 552). Conocemos al testigo Baltasar Vázquez. Había sido contratado, como sacristán de Santa María la Mayor de Alcalá, desde el día 29 de septiembre de 1547 hasta, por lo menos, el San Miguel de 1548. Pero, ¿quién era este Juan Pardo, que apadrinó al “Manco de Lepanto”? Acudimos otra vez a Portilla, el gran historiador de Alcalá. Dedica varias páginas de su Historia a la familia Pardo. Se remonta al año 1255: Habiendo mirado los archivos desta ciudad y los del Colegio Mayor, por dar, si se pudiesse a la estampa las muchas maravillas y milagros y antigüedad [...], que por la pérdida de España sepultaron a Su Divina Majestad en el mismo sitio que hoy se venera y el año de 1255 fue hallado por el Honrrado Balthasar Pardo el cual dio cuenta a la villa de quien era capitular [...]. (Portilla, 1725, p.484). En la misma página, 484, del primer tomo, se ocupa de Alonso Pardo, fundador en 1557 de una Memoria en la Magistral de San Justo y Pastor desta ciudad de Alcalá [...] para en poder del Señor Don Joseph Francisco Pardo, como Patrón de dicha Memoria y Regidor que es al pressente desta ciudad. Asimismo posee dicho Don Joseph, un Vínculo que fundó el licenciado Gaspar Pardo, Clérigo, el año de 1592 [...]. A este licenciado Gaspar Pardo, lo encontraremos más adelante, al consultar los archivos de Arganda. ¿Qué relación tiene con estos Pardo, el Juan Pardo padrino de Miguel? 149 En las páginas 460-463 del primer tomo de su Historia expone Portilla la relación de parentesco entre las familias Contreras, Pardo, Agramonte y Portilla: El muy Magnífico Señor Diego Contreras, que así le llama una escritura, su fecha en Alcalá de Henares a diez y siete de abril de 1548 [...], se conserva en una pared pintado el Descendimiento [...] y tiene escrito que para el Retablo le hizo componer el año 1583, Ana de Contreras y su hijo el Maestro Juan Pardo de Contreras. Con que vemos emparentadas estas dos familias. Se presenta aquí al Maestro Juan Pardo de Contreras. ¿Es éste el Juan Pardo que apadrinó a Miguel en 1547? En el manuscrito 7.323/74 (fols. 210 r-213 v) de la Biblioteca Nacional aparece, en 1543, un Baltasar Pardo capellán de la Iglesia Magistral de San Justo y San Pastor: Testimonios de Baltasar Pardo capellán de la iglesia Magistral de San Justo y Pastor ante el Capellán mayor de ella, de un mandamiento compulsorio para el proceso del corregidor con Diego Pérez, y dentro dicho movimiento. Alcalá de Henares, 11 de octubre de 1543 97 . Según el A.M.A.R., los alcalaínos doctor-médico Zeledón Pardo y clérigo Gaspar Pardo poseen tierras en Arganda. El cura Gaspar Pardo era hijo del médico Gaspar Díaz de Alcalá. Se repiten los folios que se ocupan de estos médicos alcalaínos, estantes en Arganda, para visitar y curar a enfermos. En los folios 195-196 del Libro 5/2 (A.M.A.R.) aparece la querella del doctor Zeledón Pardo y de su mujer María Santiago contra Francisco Granado. Dicta sentencia, el 1 de octubre de 1588, el alcalde ordinario por los hijosdalgo, don Diego de Vargas. Como testigos firman el capitán Pero Ibáñez de Ochandiano, Pascual Milano y Manuel Comendador. El Juan Pardo, padrino de Miguel, sea el Maestro Juan Pardo hijo de Ana de Contreras, pertenezca a la familia del capellán de la Iglesia Magistral de Alcalá, Baltasar Pardo; o a la de los médicos Pardo, recordados en los archivos del A.M.A.R., 97 PEDRO BALLESTEROS TORRES, “Documentos de interés para Alcalá de Henares”, Anales Complutenses, XVI, (2004), p. 334. 150 es miembro de una de las más distinguidas estirpes alcalaínas. Su presencia en el bautismo de Miguel de Cervantes es un honor muy grande para los Cervantes Cortinas. Juan Pardo cristianó a Miguel. ¿Lo hizo por su amistad con los Cervantes de Alcalá o por la que profesaba a los Cortinas de Arganda? Leonor lleva a sus hijos a bautizar a la Iglesia de Santa María la Mayor de la villa de Alcalá de Henares, villa en donde vive la familia de su marido, y en donde éste ejerce de “zurujano”. En el bautismo de Miguel no aparecen ni el apellido Cortinas ni el Cervantes. Ni los Cortinas ni los Cervantes apadrinan a los hijos de Leonor y Rodrigo, porque ceden este privilegio a los representantes de las familias más antiguas y más linajudas de Alcalá. 6.3.5.- Bautismo de Rodrigo, hijo de Rodrigo y de Leonor En veyt. y tres del dho mes [de junio, año de MDL) bavtizó el suso dho vn hijo de Rº de Cervantes e de su muger doña Leonor al ql puso por nonbre Rº; fue padrino de pjla El doctor Gil Verte e por testigos Frco Díaz e Pedro Vallex[o e firm]ólo de su nonbre [...]. (Libro 1º de Bautismos de la Iglesia de Santa María la Mayor de la villa de Alcalá de Henares, folio 233 r). Es muy importante esta partida bautismal de Rodrigo de Cervantes, el hermano menor de Miguel. En las partidas anteriores de los hijos de Leonor de Cortinas, la caligrafía en letra procesal del amanuense inducía a leer que el padre de los neófitos era Rodrigo de Carvantes y no Rodrigo de Cervantes. Esto produjo suspicacias en algunos lectores. Si contemplamos la biografía posterior de estos hijos de Leonor de Cortinas vemos que Rodrigo y Miguel compartieron fraternal y heroicamente no sólo la lucha de Lepanto y el cautiverio de Argel, sino también el desembarco en la “Isla Tercera”: 151 El galeón San Mateo que era la almiranta y en que iba embarcado don Lope de Figueroa, y verosímilmente Cervantes, fue el que más se distinguió […]. Cervantes asegura haberse hallado en esta expedición con su hermano Rodrigo […]. Ambos sirvieron también en la jornada del año siguiente […]. Entre la mucha y escogida infantería […] fueron veinte banderas del tercio de Figueroa, que se componía de tres mil setecientos soldados veteranos. Salió de Lisboa el marqués [de Santa Cruz] el 23 de junio y ejecutó el desembarco en la Tercera con admirable brío y valentía de sus soldados […]. Distinguióse en esta acción, el alférez Francisco de la Rúa, que […] se echó al agua intrépidamente con su bandera y fue seguido del capitán Rodrigo de Guevara y de Rodrigo de Cervantes, a quien por tan arriesgada hazaña aventajó después el marqués de Santa Cruz. Tan heroico ejemplo alentó a otros muchos soldados, que […] en ellas, enarbolaron el estandarte de Castilla. (Navarrete, 1819, pp. 60-62). Una vez demostrado documentalmente que Miguel y Rodrigo son hermanos e hijos de los mismos padres, -Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas-, sigamos con la partida bautismal de este hijo de Leonor y Rodrigo. La profesión y categoría social del padrino y de los testigos del bautismo del niño Rodrigo llenaría de placentera satisfacción no sólo a sus padres sino también a los abuelos y tíos. Allí estaba presente parte de la flor y nata de la medicina alcalaína. Lo apadrinaba el doctor Gil Verte y estaban presentes como testigos otros dos doctores: Pedro Vallexo y Francisco Díaz 98 . [Francisco Díaz] era alcalaíno. Desde la Universidad Complutense pasó a la Escuela de Valencia donde concluyó y perfeccionó sus estudios. En 1575, al publicar en Madrid su Compendio de Chirurgia, era ya médico y cirujano de Felipe II y doctor y maestro en Filosofía por la Universidad de Alcalá [...]. Francisco Díaz tuvo amistad con Miguel de Cervantes quien le entregó un soneto para su obra Tratado[...]de todas las enfermedades de los riñones, vexiga,... Madrid, 1588. (Astrana Marín, 1948, p. 257). [Cervantes compuso] un soneto para el Tratado de las enfermedades de los riñones del doctor Francisco Díaz: “Tú, que con nuevo y sin igual decoro”, claro que este soneto laudatorio y absolutamente circunstancial (por ejemplo, el primer terceto 98 Véase “Es porque el tiempo es breve y no me atrevo a pagar lo que te debo” (O de la relación entre Miguel de Cervantes y el doctor Francisco Díaz). Anales Complutenses, XXI, 2009, pp. 35-102. 152 dice: “Que por tu industria una deshecha piedra / mil mármoles, mil bronces a tu fama / dará sin invidiosas competencias”), no es tan sorprendente si pensamos que Díaz era cirujano real, que Cervantes lo había elogiado ya en el Canto de Calíope y que el Tratado mereció también otro soneto de Lope de Vega 99 . En el “Canto de Calíope”, Cervantes dirige al doctor Francisco Díaz estos versos: De ti, el doctor Francisco Díaz, puedo / asegurar a estos mis pastores que, con seguro corazón y ledo / [..............................................] es porque el tiempo es breve, y no me atrevo / a poderte pagar lo que te debo. Es verdad que, como certeramente afirma el señor Astrana, no aparece ningún Cortinas en el bautismo de Rodrigo, hijo de Leonor de Cortinas. Pero, tampoco encontramos a ningún Cervantes. Unos y otros, -Cortinas y Cervantes-, cedían su protagonismo aquí, como lo cedieron antes en los bautismos de sus hermanos mayores, porque se sentían muy honrados y muy bien representados por los padrinos y testigos de los bautismos de los hijos de Leonor y Rodrigo. Hasta bien entrado el XIX, se consideró que Rodrigo era el mayor de los hijos de Leonor de Cortinas. Según Navarrete (1819, p. 250): De Rodrigo de Cervantes, hermano mayor de nuestro escritor, nada se sabía hasta que los documentos encontrados en Sevilla y en Simancas, nos han dado algunas noticias sobre sus destinos y ocupaciones. Nació en Alcalá de Henares, en 12 de diciembre de 1543 100 . Tal vez por respeto a su padre y antepasados varió después el nombre; pues siendo mayor que su hermano Miguel […], no debe quedar duda de ser el mismo Rodrigo que sirvió en Levante y Africa. Los Cervantes no aparecen como padrinos ni como testigos en los bautismos de los hijos de Leonor de Cortinas y tampoco aparecen en los bautismos de los otros nietos del licenciado Juan de Cervantes. Estudiaremos en las páginas siguientes las partidas bautismales del único hijo de Juan de Cervantes y de algunos de los hijos de su hermano, Andrés de Cervantes, hijos los dos del viejo licenciado Juan de Cervantes. Se 99 JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ DE LA TORRE, “Cervantes, poeta de festejos y certámenes”, Anales Cervantinos, XXII (1984), p. 10. 100 Los cervantistas del XVIII-XIX confunden a Rodrigo con su hermano mayor, el malogrado Andrés. 153 han encontrado seis partidas: la del único hijo de Juan de Cervantes, y las de cinco hijos del más joven de los hermanos Cervantes, Andrés de Cervantes, “el alcalde de Cabra”. ¡Perdón por la insistencia! Es verdad que los Cortinas no aparecen como padrinos ni testigos en los bautismos de los hijos de Leonor de Cortinas. Esto lo resaltan y repiten todos los cervantistas desde el XVIII hasta este XXI. Pero, también es verdad que no aparece el apellido Cervantes entre los padrinos y testigos de ninguna de las partidas bautismales de los nietos del licenciado Juan de Cervantes. Esto lo ignoran, o tratan de ocultarlo, todos los cervantistas, desde el XVIII hasta el 2009. 6.4.- Bautismo de Juan, hijo de Juan de Cervantes [...] lunes primero dja de mayo deste presente año de mil qns XLII años. Recjbyó agua de Espyrito Sancto Juº hijo de Juº de Cervantes y de su muger doña Marja de Córdoba, fueron sus conpadres el s. Pero Djaz de Olmedilla y la señora doña Ana, su muger, baptyzóle El s. T. Cura Garcés. Min. [Martín]. (Astrana Marín, 1948, p.173). Se trata de la partida de bautismo del único hijo de Juan de Cervantes, el hermano mayor de Rodrigo. Suponemos que se habría casado hacia 1540. En esta partida de bautismo no encontramos ni a ningún “Cervantes”, ni a ningún “Fernández de Torreblanca”. Los padres del niño, en la fecha del bautismo, -1 de mayo de 1542-, llevaban dos años viviendo en la casa de la Calzonera, que hacía esquina entre la calle Mayor y la calle de La Imagen, de Alcalá. Su casa estaba frente por frente de la casa de su hermana María. En esta casa vivían con María de Cervantes, su madre, Leonor Fernández de Torreblanca, y la hija de María, Martina de Mendoza. Rodrigo de Cervantes, casado en Arganda, comería en casa de María ya que trabajaba en el hospital de al lado. También pasaría algunas veces la noche. ¿Estaba enemistado 154 Juan de Cervantes con su familia? ¿Por qué no aparece ningún Cervantes como padrino o madrina o testigo? Vivían enfrente, a menos de veinte metros. Se verían todos los días. La familia Díaz de Olmedilla era, según Portilla, una de las más preclaras e ilustres de la villa de Alcalá. En el primer tomo de su Historia (1725), página 587, transcribe el Epitaphio del Doctor Pero Dyaz de Olmedilla, de su muger y de un hijo de los dos. El “Pero Dyaz de Olmedilla” que apadrinó al hijo de Juan de Cervantes en 1542, es posiblemente nieto o biznieto del “Doctor Pedro Díaz de Olmedilla” cuyo epitafio ofrece Portilla en “EPITAPHIOS INSIGNES LATINOS”. Según el epitafio, don Pedro Díaz de Olmedilla falleció en el año 1466. Su hijo Francisco de Olmedilla murió en 1529. Por tanto, el “Pero Dyaz de Olmedilla”, padrino del niño Juan de Cervantes, puede ser hijo, sobrino o nieto del Francisco de Olmedilla, muerto en 1529. Pero Dyaz de Olmedilla vuelve a apadrinar en 1546: Diego Herrera, esclavo del ‘honrado caballero’ García de Guzmán de Herrera, uno de los miembros más destacados de la nobleza complutense. Hijo de doña María Hurtado de Mendoza y de […] Francisco de Guzmán Herrera, sobrino de doña Isabel de Guzmán, fundadora del Hospital de Antezana […]. Los compadres del bautizo del esclavo fueron también miembros de la aristocracia local, el señor Pedro Díaz de Olmedilla, […]. 101 Los padres y hermanos de Juan de Cervantes se sintieron muy honrados y orgullosos al ver que a su sobrino, Juan, lo apadrinaba uno de los matrimonios más distinguidos y preclaros y honorables de la aristocracia complutense. Para los Cervantes esto no era un desdoro, era un muy grande honor. Esta es la razón por la que no aparecen apadrinando al recién nacido, los Cervantes, sus tíos, que vivían enfrente, que cuidaron al niño y que disfrutaban teniéndolo en brazos. Quizá su primita, Martina de Mendoza, llevara un gran disgusto, al no dejarle que fuera madrina. 6.5.- Bautismos en Cabra 101 M. VICENTE SÁNCHEZ MOLTÓ, “El año en que nació Cervantes, 1547. Bautismos en la parroquia de Santa María La Mayor”, en Libro de Actas del IX Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, Guadalajara, 2008, p. 198. 155 Acabamos de estudiar los bautismos de varios nietos del licenciado Juan de Cervantes, los de sus hijos mayores Juan y Rodrigo, que viven en el Concejo de Alcalá. En ningún bautizo aparecen, como padrinos o testigos, personas que se apelliden Cortinas o Cervantes. Podremos observar esto mismo en las partidas bautismales de los hijos de Andres de Cervantes que, como sabemos, acompañó a su padre Juan, cuando en 1538, se marchó para Andalucía. Andrés se relaciona muchísimo con su padre; suponemos que mucho también con su madre y su hermano Rodrigo, desde que llegaron a Andalucía en 1553. Sin embargo, no aparecen los apellidos de sus padres o cuñada, Cortinas, entre los padrinos y testigos del bautismo de los hijos de Andrés. 6.5.1- Bautismo de Juan, hijo de Andrés de Cervantes En XXVIII deste dicho mes [marzo de 1548] se baptizó Juan, hijo de Andrés de Cervantes y de doña Francisca, su muger. Fueron padrinos Diego de Córdova, Regidor, y Mechior de Córdova; y madrinas Francisca de Aranda y Catalina del Castillo, muger de Mechior de Córdova: fizo el baptizo el padre vicario [...]. (Archivo parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la villa de Cabra, Libro 2º de Bautismos (1545–1569), fol. 59. En Rodríguez Marín, 1914, doc. XXVII. Por estas fechas, el licenciado Juan de Cervantes, desempeñaba sus funciones en el Cabildo de la Villa de Osuna. ¡Claro que asistió al bautismo de su nieto! Pero vería con orgullo que lo apadrinaran, el Regidor de Cabra con su hermano y que fueran madrinas las respectivas esposas. Siguiendo la lógica de los cervantistas del XVIII y de la mayoría de los que los siguieron, tendríamos que sacar una conclusión al leer esta partida: ¡Andrés de Cervantes estaba enemistado con su padre, Juan de Cervantes! ¿Por qué afirmar esto? Porque Juan de Cervantes, el abuelo, no aparece, ni como padrino ni como testigo, en el bautismo de su nieto Juan, el hijo de Andrés de Cervantes. 156 6.5.2.- Bautismo de Catalina, hija de Andrés de Cervantes: Dies Días del mes de Hebrero [1552] se bautizó Catalina, hija de Andrés de Cervantes y su muger Francisca. Padrinos, el licenciado del Pozo y el padre Guillermo de Breba; y madrinas la de Melchior de Córdova y la de Bozmediana. Hizo el padre Cabrillana el bautizo [...]. (Archivo parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Cabra, Libro 2º de Bautismos, 1545–1569, folio 115. En Astrana Marín, 1948, p. 329). No conocemos la condición social del licenciado del Pozo, ni la del padre Guillermo de Breba, pero su estatus académico no desdice, por lo menos, con el del abuelo Juan de Cervantes; los dos eran licenciados. Tampoco aquí, como podemos comprobar, aparece el apellido Cervantes, entre los padrinos y testigos del bautismo de Catalina de Cervantes, la nieta del licenciado Juan de Cervantes. Éste, lejos de sentirse menospreciado por su hijo, estaría satisfecho y orgulloso con los padrinos y madrinas de su nieta, Catalina. No podemos seguir a algunos cervantistas que, lógicamente, tendrían que ver en esta partida bautismal una enemistad manifiesta entre Andrés de Cervantes y su padre, el licenciado Juan de Cervantes. Conocemos ya a una de las madrinas: “Catalina del Castillo, muger de Mechior de Córdova”. Había sido madrina en el bautismo de su hermano Juan. 6.5.3.- Bautismo de Antonia, hija de Andrés de Cervantes En XX días deste dicho mes [Enero de 1559] se baptizó Antonia, hija de Andrés de Cervantes y de doña Francisca, su legítima muger. Fueron compadres Pedro Hernándes de la Torre, beneficiado desta Yglesia de Cabra, y Francisco de Cea, Regidor; y comadres Juana de Galves, muger del bachiller León, y Catalina del Castillo, muger de Melchior de Córdova. Baptizóla el padre Juan Pérez Cabrillana [...] (Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Cabra, Libro 3º de Bautismos, 1553 a 1561, folio 121. En Astrana Marín, 1948, p. 386). 157 Uno de los padrinos era el beneficiado desta Yglesia de Cabra. La función de beneficiado de la iglesia parroquial era un cargo que se le concedía a personas que poseían un gran prestigio moral, social, religioso, intelectual e, incluso, económico. Este prestigio social y económico lo poseía el beneficiado Pedro Hernándes de la Torre, uno de los padrinos. Las rentas eclesiásticas se llaman beneficios, por ser gracias hechas y conferidas por los Romanos Pontífices. Tienen particularmente anexo este nombre los que llaman beneficios curados, beneficios simples y beneficiados a los que los poseen. (Sebastián de Cobarruvias, 1611, p. 206). El otro padrino era Regidor de la villa de Cabra. Pero la categoría social de las madrinas no les iba en zaga: la esposa de un bachiller y la esposa del alcalde. Por estas fechas, Rodrigo de Cervantes, con toda su familia, estaría, -según muchos cervantistas-, como invitado de Andrés, en Cabra: Desde la fecha del testamento de doña Leonor de Torreblanca [10 de marzo de 1557], el rastro [...] del cirujano Rodrigo de Cervantes se nos pierde hasta hallarlo en Sevilla en 1564. ¿Cuándo abandonó Córdoba? ¿Dónde fue a parar? [...] Los bienes de la menor doña María de Alcalá de Henares, enajenada la casa, consistirían en vivir a costa de su hija doña Martina y del escribano Díaz de Talavera. En cuanto a los padres de doña Leonor de Cortinas, parece [...] que residían en uno de esos pueblos pequeños donde los más ricos eran pobres [...]. Sólo quedaba Andrés con excelente posición en Cabra [...]. ¿Adónde se dirigiría Rodrigo de Cervantes para atender al sustento de aquel familión de mujer y seis hijos [...]? ¿A la corte? ¡Hum! […]. ¿Al gran lugarón de Madrid? Ni contaba con dineros para instalarse, ni amigos que le favoreciesen. […]. ¿A la sombra de su hermano en Cabra? No había mejor solución. Acaso, ni otra [...]. (Astrana Marín, 1948, pp. 370-375). Casi todos los cervantistas coinciden con don Luis y sostienen que la familia de Rodrigo y Leonor, al morir los padres de Rodrigo, se marcharon a Cabra a vivir a costa de Andrés, el hermano menor de Rodrigo. No lo aceptan algunos o discrepan parcialmente: 158 Tampoco en Córdoba fue capaz, el bueno de Rodrigo, de encontrar asiento. Tras la muerte de sus padres, nada, tampoco, le ataba a Córdoba. Se iniciaba, así, una larga etapa para la que carecemos de cualquier documentación que nos dé una referencia exacta de la vida de los Cervantes. Es posible que Rodrigo, en 1557, regresase a Alcalá, donde todo hace suponer que seguía el núcleo familiar [...]. En octubre de 1564, el padre de Miguel se hallaba ya a orillas del Guadalquivir, donde, declarándose ‘médico cirujano’ [...], regentaba unas casas de alquiler [...]. Desconocemos, de nuevo, si Rodrigo se llevó consigo a toda la familia [...]. Todo hace suponer, sin embargo, que no es así y que el núcleo familiar de los Cervantes sigue en Alcalá, pues el 30 de octubre de 1564, en Sevilla, Rodrigo otorgaba a su esposa un poder general, lo que lleva a pensar que ésta seguía teniendo su residencia en la villa madrileña [...]. (Blasco Pascual, 2005, pp. 28-30). Creemos que Leonor de Cortinas, después de la triste experiencia de Valladolid y la no menos triste de Córdoba, desiste de compartir el espinoso nomadismo de su marido y se aferra a la “casa madre” de Alcalá, donde los hijos volanderos recalan allí a temporadas [...]. De esa “casa madre” de Alcalá, que lo es por ser “de la madre” y ser sede potencialmente aglutinadora de una familia en desbandada, […], nos resulta imposible fijar su ubicación [...] (César Alvarez, 2005, pp. 137-139). Estamos totalmente de acuerdo con Blasco Pascual y con César Álvarez. Leonor no podía seguir a su marido por tierras andaluzas. Tampoco podía presentarse con sus hijos en la casa de su sobrina. Su cuñada, María de Cervantes, había muerto en 1559. Leonor por estas fechas seguiría viviendo con sus hijos en la “casa madre” de Alcalá, lugar seguro para ella y para ellos. (Barros Campos, 2006, “Viajes de …”, pp. 47-76). Pero, gran parte de los investigadores admiten que Rodrigo, a la muerte de sus padres, se va a vivir a Cabra con su hermano Andrés. Suponen que lo acompañarían algunos hijos, entre ellos Andrea. Si es así, ¿por qué no apadrinan a Antonia algunos de los Cervantes Cortinas? Vivían con ellos en su casa, en Cabra. En esta partida bautismal de Antonia de Cervantes, en enero de 1559, tampoco aparece el apellido “Cervantes”. Si queremos ser coherentes, debemos argumentar respecto a los padrinos de bautismo de los hijos de Juan y de Andrés de Cervantes, con las mismas premisas, argumentos y conclusiones que hemos utilizado al referirnos a las partidas bautismales de los hijos de Rodrigo de Cervantes. ¡Pues, al fin, eran hermanos! 159 Admitamos que Rodrigo de Cervantes y ¿su familia? vivieran en Cabra, en casa de Andrés, desde 1557 hasta 1564. Pues bien el día 20 de enero de1559, se bautizó Antonia, hija de Andrés de Cervantes. ¿Por qué no la apadrinaron Rodrigo y su esposa, o sus hijos? ¿Estaban enemistados con Andrés a cuya costa vivían? 6.5.4.- Bautismo de María, hija de Andrés de Cervantes En este día [8 de enero de 1562] se baptizó María, hija de Andrés de Cervantes y de doña Francisca, su legítima muger. Fueron conpadres Christóval Hernándes Tejero y Diego Hernándes Tejero y comadres María Alonso, muger de Diego Hernándes Tejero y María Gonzáles, muger de Christóval Hernándes Tejero. Baptizóla Juan Pérez Cabrillana, rretor. [...]. (Archivo parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la villa de Cabra, Libro 2º de Bautismos, folio 171. En Astrana Marín, 1948, p. 395). ¿Quiénes eran estos dos hermanos Hernándes Tejero, padrinos de María y cuyas esposas actuaron como madrinas y comadres? No lo sabemos. Pero, encaja aquí, la misma argumentación utilizada al leer, anteriormente, las partidas bautismales de sus hermanos mayores. ¿Por qué no la apadrinó Rodrigo, Leonor o alguno de los hijos? Según muchos cervantistas, vivían en su misma casa y a costa de los padres de ella. No aparece el apellido Cervantes en este bautizo. 6.5.5.- Bautismo de Rodrigo, hijo de Andrés de Cervantes Año de 1564 años. En 12 de septiembre se baptizó Rodrigo, hijo de doña Francisca y de Andrés de Cervantes; conpadre Francisco de Cea y comadre su muger del bachiller León, Juana de Galves; fízolo el bachiller Gutiérrez [...]. (Archivo parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la villa de Cabra, Libro 2º de Bautismos, 1545–1569, salvo 1553-1561, folio 317. En Rodríguez Marín, 1914, doc. LVIII). 160 Tampoco aparece ningún Cervantes en la partida de bautismo de este hijo de Andrés. Se le impone el nombre de su tío, Rodrigo, que por aquellas fechas vivía, según la mayoría de los cervantistas, en casa de su hermano, en Cabra. Sí sabemos que el padre, el cirujano y sacamuelas Rodrigo de Cervantes, está en Córdoba en 1553, y no hay que descartar que la familia, integrada por la madre, Leonor de Cortinas, y los hijos [...] le acompañasen en su peregrinación, en su intento por mejorar la mala situación económica [...]. Si esa estancia cordobesa se llevó a cabo, terminaría para 1564. (Cruz Casado, 2003, p. 145). Hemos visto y estudiado las partidas bautismales de seis primos de Miguel de Cervantes. Las de los demás primos no se han localizado hasta ahora. En ninguna de ellas encontramos como padrinos ni como testigos a los Cervantes ni a los Cortinas. Pero no debe extrañarnos. Después de releer diversas partidas de bautismo en la Arganda del siglo XVI, podría sacarse esta conclusión: muchas veces los padrinos de bautismo no pertenecían a la familia. Eran amigos, eran vecinos distinguidos o eran personas que se ofrecían para ello o que frecuentaban estas ceremonias litúrgicas. 6.6.- Bautismos en Esquivias Pero esto que pasaba en Arganda, en Cabra y en Alcalá, se repetía también en Esquivias. Veremos, a continuación, algunas partidas bautismales de Esquivias, relacionadas con Miguel de Cervantes y con su mujer, Catalina de Salazar. En este apartado no nos interesa la relación matrimonial entre Miguel y Catalina. Atenderemos sólo a la presencia o ausencia de los apellidos paternos y maternos entre los padrinos y testigos que aparecen en las partidas bautismales. Sin embargo, aprovecharemos lo que se ofrezca para recalcar la relación matrimonial entre Miguel y Catalina. Esta relación conyugal nos servirá de prueba, más adelante, para demostrar que el Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor, al que bautizó en Alcalá de Henares el bachiller Serrano, es la misma persona que se casó con Catalina de Salazar en 1584 y que la enviudó en 1616, dejándole como recuerdo El Persiles, para que ella, con la ayuda de los amigos de Miguel, lo imprimiera. 161 6.6.1- Miguel de Cervantes y Catalina bautizan en Esquivias En beynte y cinco días del dicho mes y año [octubre de 1586], babtizó el susodicho a Juan, hijo de Simón Hernández y de su mujer María Romana; fueron sus compadres Miguel de Cerbantes y doña Catalina, su mujer [...]. Testigos, Gonzalo de Salazar y Francisco Marcos, vecinos del dicho lugar. (Archivo parroquial de Esquivias, Libro 3º de Bautismos, folio 49 v. En Rodríguez Marín, 1914, doc. LXVIII. En Astrana Marín, 1952, p. 7). En este bautismo ofician como padrinos Miguel de Cervantes y su esposa, Catalina de Salazar. No aparecen, entre padrinos y testigos, los apellidos del padre ni de la madre del niño bautizado. No por eso sacamos la conclusión de que se llevaran mal con su familia. De todas formas, los apellidos no sirven nunca, pero sobre todo en esta época, para afirmar o negar la presencia o ausencia de parientes en un bautismo o en otro cualquier acto. Puede tratarse de parientes políticos. Pero además, repito, había una gran libertad para elegir o cambiar, caprichosamente, los apellidos. La ausencia de Miguel, andante por caminos, aldeas y villas andaluzas, hará que encontremos partidas de bautismo en Esquivias en las que interviene sólo su mujer, Catalina de Salazar y Palacios. Algunas veces serán las circunstancias o las relaciones sociales las que impongan la presencia en el bautismo de uno u otro de los esposos. Por esta partida comprobamos que el matrimonio de Miguel de Cervantes se mantenía unido a los casi dos años de celebrarse. Algunos cervantistas sacan conclusiones falsas al encontrar, apadrinando, a uno sólo de los miembros de este matrimonio. 6.6.2.- Catalina Cervantes, madrina en Esquivias En el lugar de Esquivias, diez días del mes de febrero de mill y seiscientos y un años, el doctor Alº de la Peña [...] baptizó a Juº, hijo de Juº Martín y de su muger Antª Ramírez, fueron compadres Francº Marcos y doña Catª Cerbantes [...]. Testigos 162 Francisco Urreta Salazar. (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, que empieza en 20 de Julio de 1562 y concluye en 28 de Diciembre de 1647, folio 159). Deducimos de esta partida que Catalina de Salazar ya estaba integrada en la familia Cervantes; mejor dicho, la veían integrada sus vecinos de Esquivias, aunque ella, en su fuero interno, no lo estuviera. El sacristán o cura, que redactó la partida, la nombra como Catalina Cervantes y no Catalina de Salazar. La integración completa la expresaba el pueblo, en aquella época, mediante frases como: “la de Cervantes”. Esta forma, “la de ...”, se repite sobre todo en las partidas de defunción. Por ausencia de Miguel, Catalina, su esposa, que aquí se apellida Cervantes, comparte el padrinazgo con Francisco Marcos. Ninguno de los dos padrinos ostenta el apellido de los padres. No por eso llegamos a la conclusión de que los padres del niño bautizado se llevaran mal con sus respectivas familias. La madrina, Catalina, aparece aquí con el apellido Cervantes. Ya hemos anotado cómo Catalina, la esposa de Cervantes, ostenta distintos patronímicos en los diversos documentos. El amanuense, sacristán o cura, nombra a Catalina Salazar como Catalina Cervantes. Esto echa por tierra la opinión de algunos que afirman y defienden que el matrimonio Cervantes hacía aguas, y que, por esto, Miguel se fue para Andalucía y se olvidó de su mujer. 6.6.3.- Cata de Bozmediano, madrina de bautismo en Esquivias En el lugar de Esquivias, doce días del mes de setiembre, año de mill y seyscientos y un años [...] babtizó a Ana, hija de Lucas Palomo y de su mujer Ana Morales. Fueron compadres Fracº Marcos y dona Cata de Bozmediano Salazar [...] (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, que empieza en 20 de julio de 1562 y concluye en 28 de Diciembre de 1647, folio 166. En Astrana Marín, 1953, p. 451). Tampoco se repiten, aquí, los apellidos paternos en los padrinos y testigos del bautismo. Pero podemos intuir que había una gran amistad entre el matrimonio Cervantes Salazar y Francisco Marcos, ya que es la segunda vez, en el mismo año, que Francisco Marcos sustituye a Miguel de Cervantes en un bautismo. Catalina de Salazar 163 y Palacios recibe el tratamiento vecinal de Cata y el apellido Vozmediano. La mujer de Cervantes es un ejemplo perfecto de la poca fiabilidad de los apellidos, en estos Siglos. 6.6.4.- Cervantes, padrino de bautismo en Esquivias En el lugar de Esquivias a beynte y siete días del mes de enero, año mill y seiscientos y dos años Aloº de la Peña [...] babtizó a Mª, hija de Bartolomé de Uxena y Ana de la Peña, su mujer; fueron compadres Miguel de Cerbantes y doña Juª Gaitán [...] (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, año 1602, folio 2 vº). Volvemos a encontrarnos con unos padrinos que a simple vista no son familiares del niño bautizado. Decimos a simple vista, porque en estos siglos, como ya se dijo, había una gran libertad en el uso de los apellidos, lo que ha provocado muchas confusiones en los investigadores e historiadores. Miguel de Cervantes comparte el padrinazgo con la que había sido mujer de su amigo y maestro, el poeta toledano Pedro Laínez. Ahora era la esposa de Diego Hondaro, amigo del difunto Pedro Laínez y amigo, también, de Cervantes. 6.6.5.- Catalina de Salazar, madrina de bautismo en Esquivias En el lugar de Esquivias, trece días del mes de Setiembre, año mill y seiscientos y dos años, el doctor Alº de la Peña [...] babtizó a Pedro, hijo de Pedro de Salazar Urreta y de doña María de Gaona, su mujer; fueron sus compadres el licenciado Simón Toledano, clérigo presbítero, y doña Catª de Salazar [...] (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, año 1602, folio 10 vº). Catalina de Salazar y Palacios lleva el mismo apellido que el padre del niño, Pedro, por tanto, puede ser familiar. Sin embargo, el licenciado Simón Toledano, clérigo, no parece que sea, por su apellido, familiar de los padres del niño. 164 6.6.6.- Catalina de Palazios, madrina en Esquivias En el lugar de Esquivias, diez y ocho días del mes de enero, año mill y seiscientos y tres años, el licenciado Francº de Palazios babtizó a Mª, hija de Juº Martín, carpintero, y de Antonia Ramírez; fueron compadres Francisco Marcos y doña Catª de Palazios [...]. Testigos Juao Quixada de Salazar y Lope de Vivar. (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, año 1603, folio 19. En Astrana Marín, 1953, p. 497). Tampoco aparecen aquí, entre los padrinos y testigos, los apellidos paternos de la niña bautizada. Entre los testigos aparece Juao Quixada de Salazar. Recordemos que los “Quixada” de Esquivias estaban emparentados con los “Salazar”; eran parientes del suegro de Cervantes, Hernando de Salazar. Según Astrana Marín, es la última fe bautismal en que aparece, como madrina, en aquel pueblo, la esposa de Cervantes. 7.- VIAJE DE LOS CERVANTES, A VALLADOLID, EN 1551 Es posible que Rodrigo, como ya se dijo, se casara hacia 1540, pues su primer vástago, Andrés, nace antes del 12 de diciembre de 1543. También se afirmó que por culpa de su madre no poseía ninguna formación universitaria o profesional que lo habilitara para enfrentarse a los embates de la vida. Quizá con la necesidad aprendiera 165 algo de medicina y trabajara, como “de enfermero”, en el Hospital de la Antezana 102 , que tenía al lado de la casa de su hermana María y, casi al lado, de la de su hermano Juan. Su mujer viviría en la aldea de Arganda, en la casa de los Cortinas, con los niños que iban viniendo, y Rodrigo los acompañaría, si no todos los días, al menos cuando lo dejaban libre en el hospital. Tras la batalla de Mühlberg, el 24 de abril de 1547, Carlos V llamó para Alemania a su hijo Felipe, Gobernador del Reino en su ausencia, a fin de que se iniciara, no sólo en el gobierno de los pueblos sino también en las guerras y batallas que lo esperaban. ¿Qué mejor maestro que el “Gran Duque de Alba”, el vencedor de Mühlberg? En 1548, el príncipe Felipe sale para Alemania, dejando el Gobierno del Reino en manos de su hermana doña María de Austria y de su cuñado Maximiliano 103 . Los nuevos Regentes trasladan y establecen la Corte en Valladolid. Carlos V preparó así, no sólo al que será Felipe II sino también a los futuros emperadores de Alemania, Maximiliano II y su esposa la Emperatriz María, madre a su vez de dos emperadores: Rodolfo y Matías. 104 Como pasaría más tarde con el traslado de la Corte de Felipe III a Valladolid, los nobles se pusieron en camino hacia la ciudad del Pisuerga. Rodrigo, sin porvenir en Alcalá, pensó en buscar trabajo de cirujano en la nueva Capital, repleta de nobles y advenedizos. Se le calculan a ese Valladolid unos cuarenta y cinco mil habitantes y un millar de palacios. (Trapiello, 2005, p. 31). Canavaggio en Cervantes (p.57) le atribuye sólo 35.000 habitantes. El viaje de Alcalá a Valladolid duraba 7 días, pero, las postas eran más rápidas. Casada, pues, su sobrina doña Martina, Rodrigo de Cervantes se vio ante el pavoroso problema de atender a su hermana doña María, a su madre doña Leonor, a su mujer y a sus cuatro hijos (Andrés había muerto), Andrea, Luisa, Miguel y Rodrigo. Todos de acuerdo pensarían en el traslado a Valladolid, donde la Corte abría ancho campo a las esperanzas. Para atender a los gastos del viaje e instalación, doña María que 102 Había sido fundado por por doña Isabel de Guzmán Herrera, relacionada a través de Don Pero Dyaz de Olmedilla con los Cervantes de Alcalá. 103 Véase “Viajes de Rodrigo de Cervantes a Valladolid y a Andalucía, Anales Complutenses, XVIII, 2006, pp. 47-76. 104 MARÍA ISABEL BARBEITO CARNEIRO, Mujeres y Literatura del Siglo de Oro (Espacios profanos y espacios conventuales), Madrid, Mª Isabel Barbeito Carneiro, 2007, p. 416. 166 conservaba algunos bienes de su dote, escribió a Córdoba, a últimos de 1550, una carta al licenciado, su padre, a fin de que le otorgara aprobación y consentimiento (como soltera, sujeta a la potestad paterna) para vender la casa que ya conocemos, de Alcalá. (Astrana Marín, 1948, p. 261). El padre le contestó a vuelta de postas desde Córdoba. La licencia, para vender la casa, se otorgó ante el escribano, Alonso de Toledo, el 10 de enero de 1551: Yo el licenciado Juan de Cervantes, estante al presente en la cibdad de Córdova, conosco e otorgo a vos, doña María de Cervantes, mi hija legítima, vesina de la villa de Alcalá de Henares, questáis absente, e digo [...] doy licencia e facultad complida [...] a vos la dicha mi hija para que podáis vender e vendáis las dichas casas [...]. (Archivo de Protocolos de Córdoba. Oficio 1, tomo 27, folio 40). César Álvarez insinúa como otra posible causa de la emigración a Valladolid, un enfrentamiento con el marqués de Cogolludo, a uno de cuyos hijos, el “zurujano” Rodrigo de Cervantes no acertó a tratar bien en su enfermedad. Sea por lo que sea, una vez vendida la casa, se ponen en camino. Observemos que el padre la llama: vesina de la villa de Alcalá de Henares; restringe la extensión semántica de la frase “vecina de Alcalá”. No la nombra como “vesina de Alcalá de Henares”; ya que ampliaría el significado de la frase. Eran “vecinas de Alcalá” todas las personas que vivían en el Concejo de Alcalá, dentro de cuya jurisdicción estaba la Villa de Alcalá y las veintitantas aldeas de su alfoz. María era Vesina de la villa de Alcalá de Henares, pues vivía dentro de la Villa y no en el campo o “Alfoz de Alcalá de Henares”. Los Cervantes en bloque abandonan Alcalá por Valladolid […]. Cuarenta leguas de malos caminos, que la carreta alquilada […] va a cubrir en más de una semana […]. En los primeros días de abril los encontramos ya a orillas del Pisuerga”. (Canavaggio, 2005, p 56). Acompañan a Rodrigo, según Astrana y Canavaggio, su madre, su hermana María, su esposa Leonor de Cortinas y los cuatro hijos. César Álvarez opina que María, la hermana, se incorporaría más tarde. Según Astrana Marín, 1948, p. 267: 167 Nuestro cirujano que arribaría con pocos maravedís, dejábase en todo guiar por su madre y hermana. Ésta llevaba la voz de la familia. Se infiere ello de que es doña María quien arrienda a Diego de Gormaz, por todo el año de 1552, una casa de dos pisos. En efecto, el 5 de noviembre de 1551, Rodrigo suscribía una carta de obligación, por la cual, bajo la fianza de su hermana y del calcetero Pedro García, se comprometía a pagar a un usurero, Gregorio Romano, para el día de San Juan del año venidero, cuarenta e cuatro mil e cuatrocientos e setenta e dos maravedís. Pasaba por ser el producto de una venta que le quedaba a deber. Era una “mohatra”. Cuando llegaron, en ¿abril de 1551?, alquilarían la casa a Diego de Gormaz. Este acostumbraba a cobrar cada seis meses. Se cumplirían los seis meses en octubre y, al no haberle pagado, Gormaz iría en noviembre a exigirles la deuda. Tienen que acudir los dos hermanos al prestamista Gregorio Romano, para pagar el medio año del alquiler de la casa. Diego de Gormaz declara en Valladolid el 6 de febrero de 1553 que: Hubo dado de arrendamiento a doña María de Cervantes, su hermana, [de Rodrigo de Cervantes] dos casas en esta dicha villa de Valladolid [...] en cuarenta ducados, por el año pasado, e visto que hera pasado del término del arrendamiento la mitad, e que le avía de pagar veynte ducados, pidiéndoselos [...] a la dicha doña María de Cervantes, dixo no tener dineros pero que le daría prendas [...] y cumplida la otra mytad del arrendamiento [...] la pidió dineros, porque dixo que se iba a Madrid, la cual dixo no los tener. (Rodríguez Marín, 1914, pp. 118-119). Continúa declarando Diego de Gormaz y, por lo que dice, se puede sacar la conclusión de que doña María de Cervantes se volvió a Madrid antes que los demás. Por lo cual, él ya se entendió siempre con la madre de Rodrigo y de María, que cree que se llama Leonor, y que sólo le debe ahora 26 reales. Él le fue devolviendo las cosas a doña Leonor a medida que ella le iba pagando. Es más, afirma que doña Leonor vendió a cierto alguacil un tapiz que él le había devuelto. El alguacil le pagó 8 ducados por el tapiz y doña Leonor le entregó a él seis ducados. Por las declaraciones de Diego de Gormaz podemos estar seguros de que doña María acompañó a todos a Valladolid, pero se volvió antes para Alcalá. ¿Por qué volvió antes? ¿Estaría enferma? Astrana Marín afirma (1948, p. 386) que murió en Alcalá en 1559. 168 Lo normal sería que Gormaz se entendiera no sólo con doña María de Cervantes sino también con doña Leonor de Cortinas. Cada una de ellas le alquilaba un piso. Cuando desapareció María de Cervantes, está bien que Gormaz se entendiera con la madre de María, Leonor Fernández; pero sólo con respecto al piso que ocupaban. El otro piso tendrían que pagárselo Leonor de Cortinas y su marido. Pero a Leonor de Cortinas nadie le pregunta, nadie la nombra. 7.1.- Pleito de Gregorio Romano y Pero García contra Rodrigo Estas declaraciones de Diego de Gormaz pertenecen al “Pleito de Gregorio Romano y Pero García, con Rodrigo de Cervantes, por obligación de pago que éste contrajo y por derecho a su excarcelación en razón de ser hidalgo notorio”. Francisco Rodríguez Marín transcribe este “Pleito” en el documento XXXIV de su obra: Nuevos Documentos cervantinos hasta ahora inéditos. Resumiendo lo que Rodríguez Marín compendia en 86 páginas, -reduce muchas actuaciones-, lo expondremos en la forma más reducida y menos monótona posible: El “Pleito” comienza, “in media res”, el día 2 de julio de 1552, con Rodrigo de Cervantes en la cárcel. Se puede suponer que acaba de ingresar. Ese mismo día, el procurador de Rodrigo pide al teniente corregidor de Valladolid, Rodríguez de Cabrera, que suelte a Rodrigo de la prisión en que está, pues es un hidalgo, y los hidalgos no pueden ir a la cárcel por deudas. Gregorio Romano se opone a esta petición: En la muy noble villa de Valladolid, a 2 días del mes de julio de mill e quinientos e cincuenta e dos años, antel muy noble señor doctor Rodríguez de Cabrera [...] e por ante mí Francisco de Rueda, escribano [...] e presentó una obligación signada de escribano público [...] e pidió embargo en la persona e bienes de Rodrigo de Cervantes, preso en la cárcel [...] por quantía de cuarenta e quatro mill e cuatrocientos e setenta e dos maravedís [...] e por el dicho señor teniente [...] mando dar su mandamiento de embargo [...] . Rueda, escribano. (Rodríguez Marín, doc. XXXIV). Ya conocemos la carta de obligación, firmada fraudulentamente por Rodrigo de Cervantes y su hermana, dignos herederos de su madre y de sus tramposos abuelos 169 maternos. La habían firmado el 5 de noviembre de 1551, para poder pagar al casero, Diego de Gormaz. Le debían 20 ducados, pero recibieron 118,59 ducados. Les sobraba mucho dinero. ¿Qué hicieron con él? En el XVI, el escudo valía 350 maravedís, mientras que el ducado variaba entre 350 y 375 maravedís. 7.1.1.- Orden de embargo contra Rodrigo y su hermana María El mismo día 2 de julio de 1552, -las actuaciones se precipitan-, Gregorio Romano consigue la orden de embargo contra Rodrigo y su hermana. La firman el doctor Rodríguez de Cabrera y el escribano Rueda. Esta orden se cumple a los dos días, el domingo 4 de julio de 1552: En la muy noble villa de Valladolid, a quatro días del mes de julio de mill e quinientos e cincuenta e dos años, ante mí Francisco Mateo de Morillas, escrivano [...] y en presencia de testigos [...] García Medina, teniente de merino mayor desta dicha villa de Valladolid [...] fue a casa de Rodrigo de Cervantes [...] y embargó los bienes siguientes. (Rodríguez Marín, doc. XXXIV, p.69). Sigue, en el auto, una larga lista de propiedades incautadas. Pero nos llama la atención una de las relaciones de bienes confiscados: más unos zaragüelles de lienzo viejos. Entre las razones que daba don Emilio Cotarelo Mori, para rechazar la autoría de Cervantes sobre el Quijote de Avellaneda aparece esta palabra “zaragüelles”. Afirmaba el señor Cotarelo que Miguel no conocía esta palabra 105 . Por este embargo sabemos que ¡sí, la conocía! Los veía en casa todos los días, pues eran zaragüelles viejos o muy usados. Los zaragüelles se usaban en Arganda: En el A.M.A.R., Libro 4/2, fol. 15 se relata la Almoneda de los bienes de Juan de Miguel Martín, celebrada, en Arganda, el 19 de marzo de 1584. Entre los bienes vendidos se nombran: unos zaragüelles de buriel, unos zaragüelles de palmilla verde, y 105 EMILIO COTARELO MORI: Sobre el Quijote de Avellaneda y acerca de su autor verdadero. Madrid. Tipografía de Archivos Olózaga, I; 1934, p. 15. JOSÉ BARROS CAMPOS: “¿Quién imprimió ‘El Avellaneda’?” en Anales Complutenses, XVI, (2004), p. 154. 170 otros zaragüelles. Cervantes y los alcalaínos del XVI usaban zaragüelles. Cervantes conocía el vocablo “zaragüelles”, palabra que aparece en La Ilustre Fregona: Vistiéronse a lo payo con […] zahones o zaragüelles; en Rinconete: en las ediciones de 1604 y de 1613; y en La Galatea (Libro tercero): traía camisa alta de cuello […], zaragüelles de delgado lienzo. Termina la relación de bienes embargados con el “Pasó ante mí, Francisco Mateo de Morillas” (p.71). Esta página pertenece al libro Nuevos Documentos cervantinos hasta ahora inéditos de Francisco Rodríguez Marín. En adelante aparecerá sólo la página cuando haya que citar algún texto del Documento XXXIV, en el que se transcribe el “Pleyto”. 7.1.2.- Embargo de los bienes de María de Cervantes Al día siguiente, el lunes 5 de julio, se presentó el merino García de Medina en casa de María de Cervantes y le embargó los bienes. Pero aquí, tropezaron con la astucia de Leonor Fernández de Torreblanca, astucia y falsedad heredada de sus progenitores y que transmitió a dos de sus hijos: Rodrigo y María. La sagacidad y astucia de Leonor queda plasmada por la fecha en la que da poderes a su procurador: el 4 de junio de 1552, un mes antes de que se desencadenara el proceso. ¡Lo tenía todo previsto! ¡Había aprendido mucho de su esposo, el licenciado Juan de Cervantes! El mismo día del embargo a María, Francisco de Pedrosa, procurador de Leonor Fernández de Torreblanca, presentó una carta de poder e petición: Sepan quántos [...] como yo, Leonor de Torreblanca [...] doy e otorgo todo mi poder [...] a vos Juan López e Francisco de Pedrosa, procuradores [...] que fue fecha e otorgada esta carta en la dicha villa de Valladolid a quatro días del mes de junio, año del señor de mill e quinientos e cincuenta e dos años. Roque López, escribano”. 171 Francisco de Pedrosa, el día 5, lunes, pide al corregidor que se devuelvan a Leonor de Torreblanca todos los bienes embargados a María de Cervantes, porque ésta es menor de edad y los bienes son de su madre, Leonor. Presenta testigos: Francisco Toyuela y Cristóbal de Begil. Los dos, como es de suponer, juran lo mismo, aunque con distintas frases: “los bienes embargados en casa de Leonor de Torreblanca son de ella y no de María, que es menor de edad”. No satisfecho, el teniente corregidor pidió fianzas a Leonor y las dio, por ella, el frenero García Alonso. E luego yncontinente, el dicho señor tenyente mandó dar e dio mandamiento para volver los dichos bienes a la dicha doña Leonor de Torreblanca (p.76). Se los habían embargado el lunes 5 de julio y se los devolvieron el siete del mismo mes, ¡a los dos días! La corrupción y la falsedad no radicaban sólo en la familia CervantesTorreblanca. También en los procuradores, testigos y jueces. María de Cervantes tuvo a Martina de Mendoza antes o hacia 1531. En 1552 tendría alrededor de los cuarenta y tres años. Por muy hermosa que hubiera sido, el paso del tiempo tendría, necesariamente, que dejar sus huellas. ¿Con qué cara hablaría el procurador? ¿Cuál sería la del juez, al escucharlo? ¿Y, la de los testigos? Aquí puede estar la causa de la repentina salida de doña María de Cervantes hacia Madrid. La parte contraria podía exigir la presencia de María, para que el juez viera, por sus propios ojos, el engaño. Pero no la pidió. Esto nos indica que los Cervantes eran totalmente desconocidos en Valladolid. No se daban cuenta de que María de Cervantes era, quizá, mayor de cuarenta años. Gregorio Romano y Pero García hicieron con ella un negocio, la vieron cuando firmaba, pero no volvieron a verla, esperando o confiando en que pagaría lo que había firmado. No conocían la astucia de estos dos Cervantes y, sobre todo, la de su madre Leonor, la inductora. Con este éxito, el procurador Pedrosa insiste, ante el corregidor, para que le sean devueltos los bienes a Rodrigo y se lo libere de la cárcel. Repite el mismo argumento: Rodrigo de Cervantes es hidalgo, de padres y abuelos hidalgos. El mismo día, 8 de julio, se informó a la parte contraria, que demoró la respuesta. El 11 de julio, Pedrosa, procurador de Rodrigo, acusa a los contrarios, Gregorio Romano y Pero García, ante el corregidor, por retrasar la contestación y el alegato: e suplico a vuestra merced mande aber e aya el dicho pleyto por concluso e lo mande recevir a prueba. (p.80). El teniente corregidor dixo que abía e obo este pleyto por 172 concluso e rescibía e recibió en él a las partes juntamente a la prueba, con plazo e término de seys días. (p. 80). 7.1.3.- Probanza de hidalguía de Rodrigo y de sus antepasados Ese mismo 11 de julio, Pedrosa, tras la notificación de la sentencia, presentó las preguntas para el interrogatorio de la prueba: 1).- Si conoce a Rodrigo de Cervantes, a su padre Juan y a su abuelo Rodrigo. 2).- Si saben que Rodrigo de Cervantes es hidalgo y de antepasados hidalgos. 3).- Si saben que los Cervantes nunca pagaron pechos, ni impuestos. 4).- Si conocen a los Cervantes anteriores. 5).- Si conocen al licenciado Juan de Cervantes, padre de Rodrigo. Pedrosa presentó los testigos de Rodrigo en dos escritos: el 13 de julio, a Francisco Toyuela de Alcalá, que ya había declarado anteriormente a favor de doña Leonor; a Juan Sánchez de Lugo, vecino de Alcalá, como el anterior; a Diego de Frías, también vecino de Alcalá y a Rodrigo de Vivero, vecino de Salamanca, pero conocedor de Alcalá de Henares. El 14 de julio, amplió la lista de testigos con Juan Oviedo, natural y vecino de Alcalá, y Diego Tarancón, vecino de Salamanca que, como Rodrigo de Vivero, había vivido en Alcalá. El día 16, Pedrosa entregó un escrito pidiendo una prórroga de veinte días más para la probanza. Le fue concedida. A los tres días, el 19, fue Rodrigo quien entregó una petición de salida de la cárcel, por treinta o cuarenta días, para poder probar su hidalguía o conseguir el dinero para poder pagar a los denunciantes. El 27, libre ya Rodrigo, Pedrosa presentó la renuncia de su defendido a hacer la probanza en Córdoba. ¿Por qué no acudió a Córdoba a junto de su padre y de su hermano? Por su parte, Gregorio Romano pidió una prórroga de prueba, el 28 de julio. Se opone Pedrosa, en nombre de Rodrigo, el día 4 de agosto; pero, ante la tardanza de Pedrosa en contestar y la insistencia de Gregorio Romano, el juez, ese mismo 4 de agosto, le concedió 15 días. La decisión del corregidor precipita las cosas: al día siguiente de la sentencia, el 5 de agosto, Pedrosa apela al doctor Belliza contra el escribano Rueda. 173 El doctor Belliza, alcalde de sus Majestades en esta su Corte e Chancillería de Valladolid, modifica la prórroga y, por sentencia del 11 de agosto, sólo concede diez días de probanza a Gregorio Romano. Pero, cuando, el 12, le leyeron la sentencia, Gregorio Romano se apartó del término probatorio, es decir, rechazó la prórroga concedida. Pedrosa, en nombre de Rodrigo, aprovechó el enfado del alcalde Belliza, para pedir, el 13, que se concluyera el pleito y se diera sentencia, pues la intención clara de los denunciantes, según él, era retardar, por todos los medios y subterfugios legales, la sentencia definitiva y retener a Rodrigo en la cárcel. La sentencia fue dictada y firmada ese mismo día 13: Debo de mandar e mando, el dicho Rodrigo de Cervantes ser suelto de la prisión en que esté [...]. En Valladolid [...] a treze días del mes de agosto de mill e quinientos e cincuenta e dos años [...]. (p.108). Rodrigo quedó libre por unos días. Apelaron la sentencia, García el mismo día trece, y Gregorio Romano el 17 de agosto. Los dos por separado. Pero, mejor avenidos, unieron sus fuerzas y, el 18 de agosto, apelaron ante el alcalde de Corte e Chancillería, licenciado Francisco de Castilla. Rodríguez Marín, cuando llegó a esta apelación del 18 de agosto, se cansó, perdido en el intrincado laberinto de peticiones, probanzas, sentencias, alegatos, fallos, apelaciones, etc. y escribe en la página 111, que deja de transcribir los documentos y actuaciones siguientes: a).- Poder de Pero García, otorgado el 17 de agosto de 1552. b).- Escrito de apelación presentado por el procurador de Pero García. c).- Poder de Gregorio Romano otorgado el 17 de agosto de 1552. d).- Petición de Pedrosa, procurador de Leonor y Rodrigo, pero, en nombre de Rodrigo, para que se declare firme la sentencia que otorgó el doctor Rodríguez de Cabrera. e).- Confirmación, por el doctor Belliza, de la sentencia que dictó el doctor Rodríguez de Cabrera, teniente corregidor, el 22 de septiembre de 1552. Esta sentencia fue definitiva para el concierto entre el principal acreedor, Gregorio Romano, y nuestro Rodrigo de Cervantes. Llegaron a un acuerdo: Rodrigo pagaría a Gregorio Romano y éste se apartaría definitivamente del pleito. 174 Rodrigo de Cervantes pagó los “cuarenta e cuatro mil e cuatrocientos e setenta e dos maravedís” y Gregorio Romano cumplió la palabra: se apartó del Pleyto. Pero, tenemos un gran interrogante: ¿Quién proporcionó a Rodrigo esos 44.472 maravedís? El que le prestó el dinero tenía que ser un amigo muy especial, y los pobres no tienen esta clase de amigos. Su padre, Juan de Cervantes, y su hermano Andrés no se los prestaron, pues Rodrigo, cuando quedó libre, el 27 de julio de 1552, para hacer la probanza, renunció a la autorización para ir a Córdoba, a junto de su padre y hermano. Suponemos que tampoco se los dio Martina de Mendoza casada con el escribano Diego Díaz de Talavera. Tuvo que ser, necesariamente, su suegra Elvira de Cortinas. Para Elvira, Rodrigo no era un amigo especial, era el marido de su única hija y el padre de sus únicos nietos. Si Rodrigo de Cervantes no se atrevió a acudir a su padre y a su hermano Andrés, los dos en boyante situación económica, ¿con qué cara acude a su suegra de la que, -afirman algunos-, lo separa una larga enemistad? Rodrigo pagó sus deudas y salió de la cárcel de Valladolid gracias a los Cortinas de Arganda; gracias a la familia de su mujer. 7.1.4.- Gregorio Romano se retira del pleito A partir del 22 de septiembre, sólo queda, frente a Rodrigo, el calcetero Pedro García que defiende, con toda justicia y derecho, los veinte ducados que le debe el padre de Miguel, y que se niega a pagarle. Rodrigo, al quedar libre por sentencia del 13 de agosto de 1552, buscó quien le proporcionara el dinero que debía, a consecuencia de la obligación firmada el 5 de noviembre de 1551. Vuelto a la cárcel, se encontró con un enemigo menos. Solventada su deuda de mayor cuantía, quedaba el más débil de los dos. f).- Apelación de Pero García, -ante la Audiencia-, de la sentencia confirmatoria de la del doctor Rodríguez de Cabrera. Rodrigo pagó su deuda de 44.472 maravedís a Gregorio Romano y éste retiró la querella que había incoado contra él. Estos maravedís venían a ser 118,59 ducados. Era 175 un ‘dineral’. El licenciado Juan de Cervantes ganaba, por esos años, 20 ducados anuales. ¿Quién le prestó tanto dinero a Rodrigo? ¿Qué hizo Rodrigo con el dinero que le entregaron el 5 de noviembre del año anterior? Recibe esa cantidad en noviembre y al pasar ocho meses ya no tiene nada. ¿Quién la gastó y en qué? ¡Habría que preguntárselo a su madre Leonor de Torreblanca! g).- Nuevo poder de Rodrigo de Cervantes otorgado en Valladolid, ante el escribano Gutierre Rodríguez de la Peña, el treinta de septiembre de 1552. h).- Auto, concediendo a Pero García el término de veinte días para practicar pruebas. i).- Escrito de Pero García y Rodrigo Cervantes, preso en la cárcel pública, pidiendo de común acuerdo, que el término de la probanza comience a contarse el día veinte de noviembre de 1552. Este escrito, presentado conjuntamente por los dos, dará lugar a la averiguación, que comenzó el seis de febrero de 1553, sobre los bienes escondidos por los Cervantes en casas de amigos. j).- Testimonio del escribano Diego de M. de Flores y consentimiento de Pero García: Yo Diego de M. de Flores, escribano de su Majestad [...], bi cómo Rodrigo de Cervantes leyó esta petición [...] e leída dixo que, con que le suelten desta cárcel adondestá, consiente que el término probatorio [...] corra desde veinte días deste presente mes de noviembre [...] fecha en Valladolid a siete días del mes de noviembre de mill y quinientos y cincuenta y dos años. (p. 113). Tras la presentación de este testimonio, refrendado por el escribano Diego de M. de Flores, el preso Rodrigo pudo salir de la cárcel por veinte días. k).- Reingreso de Rodrigo de Cervantes en la cárcel, pasado el tiempo por el que se le soltó con fianza. l).- Escrito de Rodrigo de Cervantes sobre su soltura. m).- Escrito del procurador de Pero García, oponiéndose a que Rodrigo salga de la cárcel. n).- Resolución de la Audiencia, declarando, el seis de diciembre de 1552, no haber lugar de la prórroga de soltura pretendida por Rodrigo de Cervantes. 176 Rodrigo, que estaba en libertad desde el siete de noviembre, tuvo que ingresar en la cárcel el 6 de diciembre, pues la Audiencia le denegó la prorroga de libertad. ñ).- Nueva excarcelación de Rodrigo de Cervantes. o).- Comparecencia de los fiadores de Rodrigo de Cervantes, el 17 de diciembre de 1552. Declaran que fiaron a Rodrigo para que, libre de la cárcel, se entendiera y concertara con Pero García, que es el que lo encarceló. Sin embargo, Rodrigo no se concertó, no llegó a acuerdo con Pero García. Ellos lo volvieron a encarcelar, al retirarle la fianza. Los fiadores de Rodrigo habían sido Francisco de Rebolledo y Juan Rodríguez de Soria. p).- Francisco de Gamarra pide, en nombre de Pero García, el 31 de enero de 1553, que se averigüen los bienes que éste [Rodrigo de Cervantes] tiene escondidos en casas de amigos. Son tapices, ropas, vestidos, etc. Con la venta de estos bienes pagará los veinte ducados que debe a Pero García. 7.1.5.- Indagación sobre los bienes de Rodrigo de Cervantes El seis de febrero de 1553, comienzan en Valladolid las averiguaciones acerca de lo que Rodrigo o alguno de sus familiares esconden en casas de amigos. El primero en declarar fue Juan Rodríguez de Soria, que había sido fiador de Rodrigo de Cervantes. Lo hace el mismo día seis. Afirma, bajo juramento, que lo que tiene en casa: tapices verdes, antepuertas, etc. son cosas suyas, pues se las compró a Rodrigo de Cervantes hace ocho o nueve meses. (pp. 116-117). Ese mismo día 6, declara la viuda Beatriz Acebes y dice: Que a ella se le dio por una que llaman doña Leonor, mujer de Rodrigo de Cervantes, un cofre y un arca encorada e unos tapices de lampazos [...] frazadas, almuadas destrado [...] y que cuánto hera todo lo que se le dio [...] que no se acuerda de ello [...] lo cual se le dio [...] antes de San Juan de junio del año de cinquenta e dos que agora pasó [...] los cuales bienes se los tornaron a llevar [...] a poco a poco e puede aver 177 que los acabaron de llevar poco antes de Sant Miguel que agora pasó [...] los cuales le dio a esta que declara, la dicha doña Leonor, mujer del dicho Cervantes, e su madre de la dicha Leonor [...], mujer del dicho Cervantes, e su madre della. (p.119). Esta declarante no tiene trato ninguno con los Cervantes. Ve entrar en casa a una pareja de jóvenes y a una señora mayor, a la que la joven llama “madre”. No sabe que María y Rodrigo son hermanos. Se cree que son un matrimonio, a los que acompaña la madre de ella. Se entera de que una de ellas se llama Leonor, y llama así a María de Cervantes. No conoce el nombre de la madre de María. De admitir su declaración, tenemos que admitir que estuvo también, en Valladolid, Elvira de Cortinas: la dicha Leonor, mujer del dicho Cervantes, e su madre della. ¡Esto sería gravísimo! Toda la supuesta enemistad entre Leonor de Cortinas y su madre Elvira, la de Arganda, rodaría estruendosamente por los cimientos de la biografía cervantina. Beatriz Acebes afirma que le entregaron los bienes para que se los escondiera antes de San Juan de junio del año de cincuenta e dos que agora pasó [...] los cuales le dio a esta que declara, la dicha doña Leonor, mujer del dicho Cervantes e su madre de la dicha Leonor [...]. Se los entregan antes de San Juan de junio; también, antes de San Juan de junio, la madre de Cervantes da poderes al procurador Pedrosa. Esto supone que actuaban de mala fe, tenían pensado no pagar lo que debían, por eso dan poderes y esconden los bienes. Lo tienen todo bien planeado, son previsoras. Esto lo planificó Leonor de Torreblanca, la madre de Rodrigo de Cervantes. Hay dos fechas en la declaración de Beatriz de Acebes: “San Juan de Junio” y “Sant Miguel”. Son dos fechas importantes para los argandeños: San Juan, el Patrón del pueblo; San Miguel de Septiembre, día en que se celebraban fiestas para recibir a los forasteros que acudían a la vendimia, que comenzaba al día siguiente. Tanto por San Juan como por San Miguel había fiestas y se corrían toros en honor de los forasteros: “los toros de San Juan” y “los toros de San Miguel”. María de Cervantes tiene prisa por volverse a Alcalá. Recoge de la casa de Beatriz todo lo que escondió allí y lo hace antes de San Miguel. El 5 de julio la declararon “menor de edad” y no lo es; puede tener unos cuarenta y tres años, su rostro ajado la traiciona. Si se exigiera su presencia ante el juez, éste, por miope que fuera, descubriría el engaño. Pero, si está ya de vuelta en Alcalá, no podrá presentarse y el juez no cambiará la sentencia dada el 5 de julio pasado. Escondieron las prendas o bienes en la casa de Beatriz antes del 24 de junio (San Juan de junio), y se los retiran, poco a 178 poco, antes del 29 de septiembre (San Miguel). Sólo los tiene tres meses escondidos en la casa de la viuda. ¿Quién tiene prisa en recogerlos? Sólo María de Cervantes. ¿Causa? Tiene que desaparecer de Valladolid cuanto antes. El procurador Pedrosa, defensor de su hermano y de su madre, había alegado el lunes, 5 de julio, que ella era menor de edad. ¡No lo es! De ahí, la prisa. Veremos, a continuación, que con el casero, Diego de Gormaz, no hay tanta urgencia. Confían en él, porque lo tratan con frecuencia. Esto quita toda fiabilidad a la declaración de Beatriz de Acebes, sobre la identidad de las mujeres que le entregaron los bienes: la dicha Leonor, mujer del dicho Cervantes, e su madre della. El mismo día seis de febrero, declara el casero Diego de Gormaz, que es el que mejor conoce a la familia de Rodrigo. Afirma, bajo juramento, que él alquiló a María de Cervantes dos casas por cuarenta ducados al año. Que al pasar medio año y no pagarle, le demandó la deuda, y que ella, María, se la pagó en ropas. Que al pasar el segundo medio año, volvió a pedirle los veinte ducados y que le contestó que no tenía dinero, pero que le dio un tapiz y un manto, prometiéndole que al llegar a Madrid le enviaría dineros. Que, entonces, se los pidió a su madre, que cree que se llama Leonor, y que ésta le ha ido pagando. Ahora, seis de febrero de 1553, sólo le debe 26 reales. Que él fue devolviendo a doña Leonor las cosas recibidas de doña María, a medida que doña Leonor le iba pagando lo que le debían. Que doña Leonor vendió a un alguacil un tapiz que él había tenido en su casa, y que le dieron ocho ducados, de los cuales ella, la madre de María, le entregó a él seis (pp. 120-123). Conoce perfectamente a los Cervantes, incluso la venta del tapiz, el precio y el comprador. No habla para nada de Leonor de Cortinas, la mujer de Rodrigo, ni de los niños. ¿Es que Rodrigo, su madre y María tenían secuestrados a Leonor y a sus hijos? La declaración de Gormaz prueba que doña María de Cervantes llegó con todos a Valladolid a principios de 1551 y prueba también que fue ella la que alquiló las casas. Este testigo es el mejor conocedor de los Cervantes. Sólo habla de María y de su madre Leonor. Al faltarle María, que se había vuelto a Madrid, establece relación con la madre de María y se va entendiendo con ella. Incluso alaba la actuación de los dos, él mismo, y doña Leonor: él, Diego de Gormaz, le devuelve un tapiz que vale ocho ducados, aunque ella sólo le debía seis. Cuando Leonor lo vendió por ocho ducados, le devolvió a Gormaz los seis que le debía. Gormaz sólo habla de Rodrigo, de su madre Leonor y de su hermana. ¿Qué pasaba con la mujer y con los hijos de Rodrigo? 179 7.1.6.- Rodrigo prueba su hidalguía en Alcalá de Henares En el pleyto que estamos comentando y resumiendo, bajo las pautas de Rodríguez Marín, es importante la sentencia dada en Valladolid, el 4 de enero de 1553, por la que se da orden de probanza para que, tanto Rodrigo como la parte contraria, prueben sus pretensiones. Se la leen a Pero García al día siguiente, 5 de enero de 1553 (p.124). Esta sentencia del 4 de enero de 1553 responde al escrito presentado conjuntamente por Pero García y Rodrigo de Cervantes, preso en la cárcel pública. Los dos piden, de común acuerdo, que el término de la probanza comience a contarse el día 20 de noviembre de 1552. Recordemos los documentos que, a partir de la página 111 de sus Nuevos Documentos cervantinos, señala Rodríguez Marín como “i)” y “j)”. Con esta sentencia, Rodrigo, excarcelado y provisto de un traslado de la Real Provisión de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, -dada en Valladolid a quatro días del mes de enero de mill e quynyentos e cincuenta e tres años- (p. 123), se presentó en Alcalá el 12 de enero de 1553, y dio poderes a su procurador ese mismo día: Sepan quantos esta carta de poder vieren cómo yo Rodrigo de Cervantes, vezino de la villa de Alcalá, otorgo e conozco que doy e otorgo todo mi poder [...] a vos Alonso Rodríguez, procurador [...] fecho e otorgado en la dicha villa de Alcalá a doce días del mes de henero, año de mill e quynientos e cincuenta e tres años. Testigos que fueron presentes a lo susodicho, Fernando Díaz, clérigo; e Diego Díaz de Talavera e Alonso Rodríguez Fuente, vezinos de la dicha villa de Alcalá de Henares. (p. 139). Llama la atención que Rodrigo no eligiera como procurador al veterano 106 Diego Díaz de Talavera, casado con su sobrina, Martina de Mendoza. La razón sería, posiblemente, la edad, ya que sus relaciones eran cordiales, como lo atestigua su presencia como segundo testigo del poder otorgado. Quizá fuera Diego Díaz de Talavera quien aconsejó a Rodrigo que eligiera, como procurador en Alcalá, a Alonso Rodríguez. 106 Llevaba al servicio de la Administración, por lo menos, desde 1526. 180 El nuevo procurador, Alonso Rodríguez, entrega la lista de los testigos que presenta su defendido: Diego de Alcalá, Fernando de Antequera, Fernando de Arenas y el doctor Cristóbal de Vega. Diego de Alcalá afirma, entre otras cosas, que él: Los vido juntarse con caballeros e hijos dalgo ansy en justas como en torneos, como en juegos de cañas e siempre [...] muy bien tratados e aderezados e con muchas sedas e otros ricos atavíos e con buenos cavallos, pajes e mozos despuelas e con otros servicios e fantasyas que [...] suelen e acostumbran tener e traer en esta dicha villa de Alcalá. (p. 142). Fernando de Antequera, Alcalde de la Hermandad y “vezino” de Alcalá, declara que los ha visto andando muy ataviados e tynyendo buenos caballos e gastos. (p.142). Fernando de Arenas contesta: Que bido [...] juntarse e acompañarse con gente noble en esta villa asy en juegos de cañas e torneos y en otros ejercicios de hidalgos [...] muy honrradamente, tynyendo buenos atavíos y caballos e mozos e grandes fausto e gasto, como gente noble. (p. 146). El doctor Cristóbal de Vega, Catredático en medicina en la universidad, dice que los ha visto: Juntarse con caballeros e personas principales asy en juegos de cañas como en otros ejercicios e conversaciones [...] e andaban muy bien ataviados e con muy buenos cavallos e pajes e mozos e esclavos [...]. Cristóbal de Vega, catedrático de medicina en la Universidad Complutense e insigne comentador de Hipócrates [...] fue médico de Cámara de Felipe II y uno de los que asistieron al Príncipe don Carlos, después de su peligrosa caída por una escalera. (Astrana Marín, 1948, pp. 166-167). El mismo don Luis en su tomo II, página 282, recuerda algunas de las obras escritas por el doctor Cristóbal de Vega: “De Arte medendi”; “Commentaria in Hipocratis Prognostica”; “In librum Galeni de differentiis febrium”; “In Aphorismos Hipocratis” y “Commentaria de urinis”. Impresos en “León de Francia” en 1576. 181 Portilla nos habla del doctor Cristóbal de Vega en la página 9 de su tomo II: El Doct. Christóbal de Vega, Médico esclarecido, hijo natural de Alcalá, Cathedrático de Prima, Médico de Cámara de Felipe Segundo, quien le ordenó, assistiesse a su hijo el Príncipe D. Carlos, fiando de su singular destreza salud, tan achacosa, y de cura, y de curación tan difícil. Empezó a imprimir sus Obras Médicas el año 1552, con que ilustró mucho su facultad; atareado a su estudio hasta casi el año 1573, que rindió su vida a la muerte, pero no su Ciencia, viva siempre en sus Escritos, cuya última impressión de las referidas por la Biblioteca citada, es la de León de Francia, año 1626, en un tomo de a folio. Martín Abad 107 en el volumen III de La Imprenta en Alcalá de Henares (15021600), p. 1425, consigna las obras impresas en Alcalá: Commentaria in Hippcratis Prognostica additis annotationis in Galeni commentaria, 1553. Commentaria in librum Galeni de differentia febrium, 1553. Commentarius de urinis, 1554. De curatione caruncularum, 1553. Liber de arte medendi, 1580. Barbeito Carneiro en Anales Complutenses XX, (2008) 108 , escribe: Cristóbal de la Vega: Commentaria in librum Galeni de differentia febrium. Compluti, Typ. Ioannis Mey, 1553. - Commentarius de Vrinis. Compluti, Ioannes Mey, 1554. - Liber de arte medendi. 1ª ed. Lugduni, 1564; 2ª: Compluti, Ioannes Iñiguez a Lequerica, 1580. Rodrigo de Cervantes, aconsejado por su sobrino, el escribano Diego Díaz de Talavera, eligió como testigos a las personas más brillantes del Alcalá de 1553. El catedrático Cristóbal de Vega estaba en esos momentos enfrascado en la publicación de sus tan consultadas obras, pero acudió al instante para testificar y defender a su amigo. Terminadas las declaraciones de los testigos, el corregidor, licenciado Egas, entregó un traslado por medio del escribano, a Alonso Rodríguez, procurador de 107 JULIÁN MARTÍN ABAD, La Imprenta en Alcalá de Henares (1502-1600), Vol. 3º, Ed. Arco Libros, Madrid, 1991, p. 1425. 108 MARÍA ISABEL BARBEITO CARNEIRO, “Posible origen del libro para mujeres preñadas que escribió el doctor Juan Alonso y de los Ruyces de Fontecha” en Anales Complutenses (XX), 2008, p. 80. 182 Rodrigo de Cervantes, a veynte e cinco días del dicho mes de henero del dicho año [...] para llevar a Valladolid. Cuando Alonso Rodríguez llegó a Valladolid, ya estaba libre su defendido. El viaje entre Madrid y Valladolid, a caballo, duraba cuatro o cinco días. 7.1.7.- Rodrigo prueba su hidalguía en Madrid Terminada la probanza en Alcalá, Rodrigo se presentó el día 18 de enero en Madrid, ante el corregidor, licenciado Céspedes, y le entregó el traslado de la Real Provisión de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, dada en Valladolid a quatro días del mes de enero de mill e quinientos e cincuenta e tres años. Ese mismo día, le entregó la lista de dos testigos para la probanza de hidalguía: Alonso de Ávila, vecino de Ávila; y el clérigo Juan de Ribera, vecino de Ocaña. Al día siguiente añadió otro testigo, Juan de Sanmartín, vecino de Córdoba. El corregidor de Madrid, licenciado Céspedes ya estaba prevenido. Se realizan las probanzas ese mismo día 18 y el siguiente, con los respectivos testigos, y el mismo 19, el escribano Andrés Hurtado hizo el traslado de la probanza y lo entregó a Rodrigo de Cervantes, en estas nuebe hojas de papel de pliego entero. ¡Qué agilidad, la de Madrid! Llega el día 18 y ya sale el 19 con estas nuebe hojas de papel de pliego entero. El escribano público de Madrid Andrés Hurtado era amigo personal del escribano de Alcalá Diego Díaz de Talavera, sobrino de Rodrigo de Cervantes. Rodrigo cabalgó, rápidamente, a Valladolid y entregó el traslado de la probanza al doctor Belliza. Luego ingresó, al instante, en la cárcel. Si llegó a Valladolid el día 24 y fue internado en la cárcel ese día, dio lugar a que sus fiadores, Francisco de Rebolledo y Juan Rodríguez de Soria, presentaran, el 26 de enero de 1553, una fianza, conjuntamente, para que Rodrigo de Cervantes saliera de la cárcel por todo el mes de febrero. Ese mismo día 26 abandonó la cárcel Rodrigo con libertad hasta el mes de marzo. Suponemos que se entendería con el calcetero Pedro García y, pagándole los veinte ducados que, en justicia, le debía, quedaría libre para volver definitivamente a Alcalá, a junto de los suyos. Digo volver a Alcalá, porque aunque Rodrigo volvió a 183 junto de sus hijos y mujer a Arganda, puesto que Arganda era una aldea de Alcalá, a la jurisdicción de Alcalá, repito, volvió. 7.2.- Ni Leonor de Cortinas, ni sus hijos viajaron a Valladolid En todo el proceso no aparece nunca el nombre de Leonor de Cortinas. La mujer de Rodrigo, si es que se trasladó a Valladolid con los demás, fue la gran ausente, la gran muda, la gran despreciada e ignorada. Nunca se la nombra, ni otorgando poderes, ni alegando, solicitando o pidiendo; ni en ninguna sentencia, cita o resolución. Ya hemos estudiado la declaración que hace Beatriz de Acebes en febrero de 1553, y cómo alude a ella; pero también se dijo que Beatriz declara casi un año después de los hechos; que trató muy poco a los Cervantes y que, podríamos decir, los desconoce totalmente. Diego de Gormaz, que es quien mejor conoce y más trata a todos los Cervantes de Valladolid, nunca nombra a Leonor de Cortinas, ni a sus hijos. Leonor de Cortinas era la más preparada para ayudar y defender a su marido. Cuando sus hijos cayeron cautivos en Argel, era ella la que llevaba la voz cantante y la que más se desveló por liberarlos. Si estuviera en Valladolid, sería ella la más activa y destacada defensora de Rodrigo y no su analfabeta suegra, ni su cuñada María; aunque ésta es posible que, aunque poco, supiera leer y escribir. Cuando se termina la lectura atenta y crítica del Pleyto, transcrito por Rodríguez Marín, se queda uno con la impresión, casi seguridad, de que Leonor de Cortinas no acompañó a su marido en este viaje a Valladolid. No lo acompañó en los primeros meses de 1551, aunque más adelante, preso Rodrigo, hubiera ido a ayudarlo y a consolarlo. Estas dos actuaciones son las más lógicas entre los humanos. Los emigrantes no llegan a España con sus mujeres e hijos. Primero viene un cónyuge y, si le va bien, llama a su pareja, que viene, no sin dejar a sus hijos con los abuelos o familiares de confianza. El pobre e inválido Rodrigo, un ‘emigrante en la Corte de Valladolid’, llegó cargado, no con su mujer e hijos, sino con su madre y hermana. Tampoco aparecen los niños. El matrimonio de Rodrigo tenía cuatro niños y, en Valladolid, nació el quinto. Estos niños, allí donde estuvieran, romperían la tranquilidad de la casa y de las calles. Correrían, gritarían, llorarían o reirían; lo alterarían todo 184 dentro y fuera, molestando a los vecinos, como traviesos que tenían que ser, pues, ¡eran niños! ¡Nada menos que cuatro! ¿Cómo no se acuerda de ellos nadie, en ningún momento del pleyto? Cuando Gormaz abordaba a María o a Leonor de Torreblanca, o cuando llevaban a esconder cosas a casa de sus amigos, ¿por qué no estaba con ellas alguno de los cuatro niños mayores? Nadie se acuerda ni de los niños, ni de su madre. Ni los procuradores, ni los sucesivos jueces, ni siquiera los testigos piensan en los niños. Lo más probable es que Leonor de Cortinas se quedara en Alcalá con los niños. Pero, por el testamento de Magdalena de Sotomayor o Magdalena de Cervantes, firmado en Madrid a 11 de octubre de 1610, sabemos que esta hija de Rodrigo de Cervantes había nacido en Valladolid: [...] yo, doña Magdalena de Sotomayor, natural de la ciudad de Valladolid, [...]. (Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXIV). Si su hija Magdalena nació en la ciudad del Pisuerga, doña Leonor, durante algún período de los años 1551, 1552 y principios del 1553, tuvo que estar en Valladolid. Pero si estuvo, sería por poco tiempo. En Alcalá la esperaban sus hijos, muy pequeños, revoltosos y al cuidado de la abuela, Elvira de Cortinas. Volvemos a insistir: por Alcalá entendemos la aldea de Arganda, aldea que como se ha recordado insistentemente, pertenecía al Ayuntamiento de Alcalá de Henares. “Llegar a Madrid” indica, hoy, no sólo pisar suelo de la Villa y Corte, sino también pisar suelo de cualquier pueblo, lugar o montículo de la provincia o comunidad de Madrid. Leonor de Cortinas no marchó con su marido a Valladolid. Se quedó con los niños en Alcalá. Pero, ¿en dónde? Sería en la misma casa a la que volvió su marido tras las excarcelaciones temporales y la salida definitiva de la cárcel de Valladolid. ¿Qué parientes tenían en Alcalá? Parientes en la Villa de Alcalá de Henares: En la villa de Alcalá estaba la casa de su sobrina Martina de Mendoza, la hija que María de Cervantes tuvo con el arcediano don Martín de Mendoza, “El Gitano”, allá por los años 1530 a 1532. Martina se había casado, hacia 1550, con el escribano don Diego Díaz de Talavera, que le doblaba la edad. Portilla recuerda un documento de venta ante este escribano en 1532, fecha cercana al nacimiento de Martina: Doña Magdalena de Santarén, muger de Don Sebastián de Guzmán [...] que el señor Arzobispo Fonseca vendió a censo al Licenciado Francisco López, Vezino desta 185 Ciudad, por Escritura en ella, ante Diego Díaz de Talavera, año de 1532” (Portilla, 1725, p. 430). En el Archivo Municipal de Alcalá se conserva: Un libro grande encuadernado de pergamino que dize en la cabeza Libro de la Visitación de los términos dalcalá e su tierra del año de quinientos e vejnte e sejs años de letra de Diego Díaz de Talavera, escribano. (Legajo 833/1). De este matrimonio, formado por Diego Díaz de Talavera y Martina de Mendoza, nacieron cinco hijos: Juan, Pedro, Sebastián, doña Martina y doña Isabel de Mendoza. (Astrana Marín, 1948, p. 162 y ss.). Pero entre 1551-1553, posiblemente, Martina sólo tendría uno o dos hijos. Añadiendo a estos dos hijos del matrimonio de Martina, los cinco de Leonor más las personas mayores: madre y abuela de Martina y los tíos Rodrigo y Leonor, se incrementaba la familia en nueve bocas más, que había que alimentar desde febrero de 1553, fecha de la vuelta de Valladolid, hasta mediados de octubre del mismo año, fecha de la salida hacia Andalucía. Si antes convivían en la casa cuatro personas (el matrimonio y dos hijos), después, tras la llegada de Rodrigo con su familia pasaban a vivir en la casa trece personas. De ellas, siete serían niños que, como niños, pasarían el día jugando y peleándose y llorando. La convivencia sería imposible. Por muy grandes emolumentos que obtuviera el escribano Diego Díaz de Talavera, esta avalancha perturbaba, gravemente, no sólo la economía, sino, lo que es más grave, la paz, tranquilidad y normalidad de la familia. Había siete u ocho ‘pequeñajos’ gritando, alborotando, peleándose, enloqueciendo continuamente a los mayores y a la misma casa. ¡No podían quedarse en la casa de Martina de Mendoza! ¡Eran trece o catorce personas a la mesa! ¡Ocho o nueve niños gritando, peleándose y llorando desde la mañana hasta la noche; desde febrero hasta octubre! ¡Imposible! Parientes en la aldea alcalaína de Arganda: En el Concejo o Ayuntamiento de Alcalá, había otra casa en donde podía y pudo quedarse Leonor con los cinco niños, mientras su marido, acompañado por la madre y hermana, estuvo de emigrante en Valladolid. Esta casa era la mansión de los Cortinas de Arganda, la de Elvira de Cortinas, madre de Leonor. Era, entonces, una gran casa que formaba esquina 186 entre la calle de San Juan y la calle del Arenal. Estaba situada en el centro del pueblo, muy cerca de la iglesia parroquial, a media distancia entre la “Plaza de la Iglesia” y la “Plaza de la Puerta de Madrid”, hoy “Plaza de los Bienvenida”. Los argandeños de 1551-1553 también eran naturales de Alcalá de Henares, también eran alcalaínos. La casa de Elvira de Cortinas, abuela de Miguel de Cervantes e hija del “Alcayde Cortinas”, Diego Sánchez de Cortinas, era una casa argandeña, pero, por argandeña, era también alcalaína. Estaba dentro del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”. Tenía, en teoría, la misma consideración, derechos, obligaciones e impuestos que la casa de Martina de Mendoza o la casa que María de Cervantes había vendido en 1551, las dos en el centro de la villa de Alcalá. Los argandeños de 1553, los vecinos de Loeches y los de Campo Real, lo mismo que los de Valdilecha o los de Orusco eran, a mediados del siglo XVI, alcalaínos por los cuatro costados. Pertenecían al “Común de Villa y Tierra de Alcalá”. ¡Esto lo ignoraban los grandes cervantistas del XVIII! ¡Esto lo siguieron ignorando o menospreciando los cervantistas posteriores al siglo XVIII! La situación histórico-geográfica, administrativa, social y religiosa de la España de mediados del XVI era muy distinta de la actual, e incluso de la del XVII y XVIII. Alcalá era más importante y tenía muchos más habitantes que Madrid. Chinchón, Morata o Valdemoro eran villas y aldeas de Segovia. Insisto y repito esta realidad porque es esencial e imprescindible para comprender todo el texto y, por tanto, el título del libro. Los cervantistas del XVIII no tuvieron esto en cuenta. No sabían o no cayeron en la cuenta de esto, de que Arganda en 1547 era una aldea de Alcalá. Astrana Marín escribe hacia 1948, en la página 370 de su primer tomo que, en cuanto a los padres de doña Leonor de Cortinas, parece [...] que residían en uno de esos pueblos pequeños donde los más ricos eran pobres, así, tampoco su situación económica tendría mucho de envidiable [...]. Don Luis fue el más grande de los investigadores que se ocuparon de los Cervantes y también el más grande de los que hasta ahora bucearon en la historia de los Cortinas. Con su intuición, clarividencia, tesón, y esfuerzo desbrozó el oscuro e intransitable sendero que hoy, como ancho camino, nos conduce y lleva tanto a los Cortinas como a los Cervantes. Pero no tuvo tiempo para modificar algunas de sus afirmaciones, incluso para corregir algunos errores que, necesariamente, arrastran 187 consigo las obras grandiosas. La muerte vino muy pronto a llamar a su puerta, y le impidió releer sus muchísimas y monumentales obras. En la página 73 de su segundo tomo, en el año 1949, modificó don Luis su opinión sobre los Cortinas. Escribe que, los Cortinas, y pronto podremos comprobarlo, eran la familia más rica de aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares) [...]. De la importancia de la herencia [de doña Leonor de Cortinas] se colegirá por el hecho de ser aquellos años [posteriores a 1566, año de la muerte de Elvira] los más prósperos de los padres de Cervantes [...]. Tampoco está acertado don Luis en 1949, aunque ya descubrió el pueblo natal de Leonor, Arganda. Los Cortinas eran, podíamos decir, ricos, pero no los más ricos. Elvira, la madre de Leonor, era de los más ricos del pueblo. Tenía una gran casa en la calle de San Juan, en el centro de Arganda, en donde podía albergar, y estamos plenamente seguros que albergó, por el tiempo que le restaba de vida, a la que don Luis llama “familión” de Rodrigo. Creemos que Leonor se quedó en Arganda con los cuatro pequeños, durante el tiempo que su marido estuvo en Valladolid. Pero también suponemos que, al encarcelar a su marido, ella, dejando a los niños bajo el cuidado de su madre, Elvira de Cortinas, se fue a acompañarlo y a ayudarlo en su desventura. Quizá naciera la hija Magdalena durante su estancia en Valladolid, cerca de la cárcel de Rodrigo. Pero, nos desvela una gran incógnita: en 1552, Rodrigo tuvo que pagar los 44.472 maravedís que debía, legalmente, a Gregorio Romano. En 1553 se vio obligado a pagar al calcetero Pero García los veinte ducados que le debía. A lo largo del pleyto tuvo que pagar en Valladolid a procuradores, alguaciles, jueces, etc. Tuvo que “untar con frecuencia el engranaje de la justicia vallisoletana”. También se vio obligado a pagar en Alcalá y en Madrid para probar su hidalguía. Gastó en viajes, ventas y mesones. Él, por lo que sabemos, no tenía trabajo ninguno en Valladolid; por eso firmó las obligaciones que, al no cumplir, lo llevaron a la cárcel. Si encontraba alguna ocupación de cirujano o enfermero, lo que le pagaban no le llegaba para mantener a los suyos. No disponía de dinero ninguno. ¿Quién le proporcionó, no sólo alojamiento y manutención, sino también dinero suficiente para ‘untar’ los engranajes de la Justicia? 188 Otra vez volvemos a los parientes de Alcalá. Por Alcalá, entendemos no sólo los vecinos de la villa, sino también los pobladores de las aldeas, que, en 1553, conformaban el Concejo de Alcalá. Los pobres, como Rodrigo de Cervantes cargado de hijos y deudas, no suelen tener muchos amigos. Tendría que acudir a su sobrina Martina de Mendoza o a su suegra Elvira de Cortinas. Acudiría a la casa en que estaban su mujer e hijos. Leonor vivía con sus hijos en la casa que era suya, pues era de su madre. Allí gozaba de la libertad que tanto alabó y ensalzó su hijo Miguel. En Arganda estaban, no de prestado, sino por derecho propio. Rodrigo, al salir libre, corrió hacia su mujer e hijos. Allí encontró el afecto y cariño de esposa, hijos y suegra. Elvira le proporcionaría los ducados y escudos e “influencias” necesarios para salir de la cárcel vallisoletana. José César Alvarez, en La disputada cuna de Cervantes, p. 137, escribe: Creemos que Leonor de Cortinas, después de la triste experiencia de Valladolid y la no menos triste de Córdoba, desiste de compartir el espinoso nomadismo de su marido y se aferra a la “casa madre” de Alcalá, donde los hijos volanderos recalan allí a temporadas. Los Cortinas, lo hemos repetido, tenían casas y, sobre todo, tierras en Arganda, Morata, Valdilecha, Chinchón, Valdelaguna, Barajas, Valdemoro, Madrid, etc. Pero no consta que tuvieran posesiones en la villa de Alcalá. Sus posesiones eran ribereñas del Jarama, Manzanares, Tajo y Tajuña. No consta que las tuvieran a orillas del Henares. De todas formas, repetimos, Arganda era parte del Concejo de Alcalá, como lo eran, a mediados del XVI, Loeches o Valdilecha. Quizá César Álvarez esté refiriéndose a la ‘casa madre’ de Elvira en Arganda. Un argandeño de 1547 era tan alcalaíno como los nacidos en la calle de La Imagen, de Alcalá. Cuando ese argandeño cubría un impreso que se lo requiriese, firmaba que era ‘natural’ de Alcalá. Por eso Miguel de Cervantes declaró en Argel y en otros lugares que era natural de Alcalá. No sólo declaró, sino que firmó documentos que le atribuían naturaleza alcalaína. Actualmente hay muchos ayuntamientos, -sobre todo en la España húmeda-, constituidos por la capital (ciudad o villa que le da el nombre) y varias aldeas o pueblos menores. En páginas anteriores me he referido a la ciudad de La Estrada, en Pontevedra. Ahora me acuerdo de Cuntis, también de Pontevedra, y a unos 15 kilómetros de La Estrada. Bueno, siempre me acuerdo de Cuntis y sobre todo de Guldrigáns en donde 189 nació mi mejor amigo y pasé muy buenos momentos con él, con sus padres, abuelos y hermanos y amigos. La villa de Cuntis, es la capital del Ayuntamiento de Santa María de los Baños de Cuntis; extiende su jurisdicción sobre un valle de 80 kilómetros cuadrados, atravesado a lo largo por el río Gallo. En esta pequeña extensión hay 7 parroquias además de la de la Villa: Santa María de los Baños de Cuntis. Cada parroquia tiene alrededor de una docena de aldeas. Mi amigo nació en la parroquia de Santa María de Troáns, a la que pertenecen las aldeas de “O Campo”, “A Pena”, Guldrigáns, Sobrada, “A Cova”, Lornés, “Vilavar Dabaixo”, “A Pena de Vilavar”, “O Folgar”, “A Hervés”, “Seilafonso”, “O Siquelo”, Novás, “Carreira Ancha”, etc. Mi amigo nació hace unos 70 años en Guldrigáns, en la casa de su abuela materna; sin embargo, en su D.N.I. consta que nació en Cuntis. En todos los documentos oficiales consta que nació en Cuntis, pero no es así: nació en Guldrigáns una aldea de unos treinta vecinos. Guldrigáns es para mi amigo, lo que Arganda es para Miguel de Cervantes. Esto es lo que pasaba con Alcalá y otras muchas villas desde su reconquista hasta principios o mediados del XVI. Estaba la capital o cabeza (villa de Alcalá) y veintitantos pueblos o aldeas. Los pobladores de Valdilecha, cuando, en el siglo XV, discutían con los de Loeches, proclamaban a los cuatro vientos su naturaleza de vecinos y naturales de Valdilecha. Pero cuando se encontraban en Sevilla o en Valencia gritaban a todos su naturaleza de alcalaínos. Leonor, su marido y sus hijos eran naturales y vecinos de Alcalá, aunque vivieran en la Arganda de mediados del XVI, aunque no vivieran en la Villa de Alcalá de Henares. 190 8.- VIAJE DE LOS CERVANTES, A ANDALUCÍA, EN OCTUBRE DE 1553 Rodrigo de Cervantes, al salir de la cárcel vallisoletana, volvió a Arganda. En este pueblo pasó lo que restaba hasta mediados de octubre de este 1553, ayudando a su suegra Elvira de Cortinas en las faenas agrícolas de la siembra y la siega, así como en la vendimia de sus muchísimos viñedos. Posiblemente, dirigiría y vigilaría los trabajos de los muchos jornaleros que su suegra contrataba. Aprovecharía las ocasiones que se ofrecieran en su profesión de cirujano. Suponemos que su madre, Leonor de Torreblanca, al volver de Valladolid, se iría para la casa de su nieta, en la villa de Alcalá de Henares. Allí estaba María de Cervantes que, como sabemos por Diego de Gormaz, abandonó la villa del Pisuerga antes que los demás. 191 Rodrigo cabalgaría con frecuencia hasta la villa de Alcalá y allí, lo mismo que en Arganda, se quejaría de su ocio y falta de trabajo. Expondría lo que llevaba tiempo rumiando en su holganza involuntaria: viajar a Andalucía, en busca de trabajo como cirujano. Allí estaban su padre y su hermano Andrés. Los dos, con muy buena situación económica y social, le ayudarían, por lo menos, a buscar trabajo. Eso tenemos que admitir en Rodrigo y en sus hijos. Todos, aunque con mala suerte, imitaron al licenciado Juan de Cervantes y al “Alcayde de Cortinas”. Heredaron de ellos el espíritu de sacrificio y el amor al trabajo, y ¿por qué no? Los Cervantes Cortinas heredaron también el ansia de aventura de los dos abuelos. De común acuerdo, Rodrigo y su madre, determinaron marcharse a Andalucía cuando finalizara la vendimia, que comenzaba a finales de septiembre y estaría terminada a mediados de octubre. Hasta mediados de este mes, Rodrigo era muy necesario en Arganda ya que su suegra tenía extensos terrenos y viñedos. Llama la atención, el que la hija, María de Cervantes no se trasladara con ellos a Andalucía. ¿Estaba enferma? ¿Por qué no acompañó a su madre, Leonor de Torreblanca? ¿Por qué María dejó marchar a su anciana madre? ¿Esperaban que Leonor se reconciliase con su marido, Juan de Cervantes? ¿Por qué Martina de Mendoza no retuvo consigo a la anciana abuela? El desgraciado Rodrigo, con su mujer, sus cinco hijos y su madre (doña María debió quedar con doña Martina y Díaz de Talavera) daba su adiós a Alcalá a principios de octubre [...]. Después, el éxodo a la dulce Andalucía [...]; ocho jornadas de camino [...]. Viaje terrible para los ocho alcalaínos que se extrañaban [...]. (Astrana Marín, 1948, pp. 285-286). Ahora bien se ignora cuándo llegaron los ocho alcalaínos a la antigua capital del califato de Occidente pero ya el 30 de Octubre de 1553 Rodrigo de Cervantes se le vio firmando una escritura de obligación [...] de 4660 maravedís [...]. Leonor Fernández de Torreblanca con Rodrigo, su esposa e hijos en la colación de San Nicolás de la Ajerquía. (Sliwa, 2006, pp. 146-147). Supone don Luis que acompañaron a Rodrigo, no sólo su madre, sino también su mujer y los cinco hijos del matrimonio. Sliwa duda del viaje de María de Cervantes a Andalucía: 192 Tampoco está claro si María, tía paterna del autor del Don Quijote, llegó con Rodrigo a Córdoba o se fue a vivir a Madrid 109 con Martina de Mendoza, hija ilegítima de Martín de Mendoza, de apodo ‘El Gitano’. (Sliwa, 2006, p.147). No opinan lo mismo otros investigadores: En octubre de ese mismo año de 1553, su padre Rodrigo ha viajado hasta donde su avaro abuelo de Córdoba. Y parece lo haya hecho solo. Pudiera ser que una vez roto el hielo del hijo con el padre, estabilizada la situación y encontrado trabajo y alojamiento, viajara para Córdoba la familia o parte de ella. Pudiera ser, porque en 1555 nace el último de los hijos del sangrador, de corta vida, y su nombre Juan parece revelar que se han recobrado las relaciones de Rodrigo con su padre. Pero Leonor Fernández de Torreblanca morirá en el domicilio de su hijo en Córdoba en 1557, un año después que su `licenciado’ esposo, con quien no se reconcilió. (César Álvarez, 2005, p. 136). Durante siglos no se ha sabido prácticamente nada de sus años de infancia y adolescencia: su rastro [de Miguel] se perdía hasta 1567 [...]. Debemos a Astrana Marín el descubrimiento de la estancia de Rodrigo en Córdoba, atestiguada por un documento del 30 de octubre de 1553, posterior en unos días a su llegada. Pero, ¿fue el cirujano con su familia? Ningún indicio autoriza semejante afirmación. Escaldado por su malaventura, bien pudo tentar suerte en la sola compañía de su madre, dejando mujer e hijos en Alcalá [...].Tal vez el licenciado ayudó a su hijo a instalarse [...]. Convertido en ‘familiar’, –es decir, confidente-, de la Inquisición, el padre de Miguel habrá ejercido sus talentos en la prisión del Santo Oficio, a las órdenes de un médico amigo; también habría estado ligado al hospital de la Caridad. (Canavaggio, 2005, pp., 62-63). Sin que nos conste que fueran invitados a ello por don Juan de Cervantes, o alguno de los parientes andaluces, la familia dejó Valladolid en 1553, para ganar la ciudad de Córdoba, como quien acaba de atravesar un río proceloso. Hay quienes dudan de que Cervantes hiciera ese viaje a Córdoba, pues en documentos lo que consta es que Rodrigo se instaló en la ciudad andaluza, no así su familia, y que ésta bien pudo 109 Martina de Mendoza, casada con el escribano Diego Díaz de Talavera, vivió tras su matrimonio en la villa de Alcalá de Henares en donde nacieron sus cinco hijos. María se quedó con su hija en Alcalá en donde murió en 1559. 193 quedarse de nuevo en Alcalá de Henares, en compañía de la tía María. (Trapiello, 2005, p., 32). No coinciden estos cervantistas con don Luis en su afirmación de que Rodrigo llevó consigo a toda la familia. Lo más prudente y lógico, sobre todo tras lo de Valladolid, es que viajara Rodrigo solo. Es la opinión de César Álvarez. Pero, pensando en la tozudez de Leonor de Torreblanca, creo que, como opinan Canavaggio y Trapiello, a Rodrigo lo acompañó su madre. Ésta tenía esperanzas en el perdón del marido, y en la vuelta, aunque tardía, a la vida de lujo y fastos y faustos de los años alcalaínos anteriores a 1538. Según los cervantistas, Leonor de Cortinas y sus hijos sólo tenían, en 1551 ó en 1553, dos soluciones: 1ª). Quedarse en la casa de su prima Martina de Mendoza, en la villa de Alcalá. 2ª). Marcharse, sin rumbo fijo, a la ventura, acompañando a Rodrigo de Cervantes por las ventas y caminos que, desde Alcalá, llevaban a los andantes hasta Valladolid o Córdoba. Nadie, ningún estudioso de Cervantes admite la solución lógica, la normal, la que cualquiera tomaría: Leonor y sus hijos quedarían con su abuela materna en Arganda. Estarían en su casa. Elvira, la abuela, disfrutaría cuidando y aguantando a los cinco pequeñajos que, al mismo tiempo que llevarían la guerra y el desorden, inundarían la mansión de alegría y vitalidad juvenil. Sus antecesores, por sus oficios y por la falta de datos sobre su madre, tienen que haber formado parte del grupo llamado, sin caridad, ‘cristianos nuevos’. (Eisenberg, 1993, p., 14) Recuerda Eisenberg la falta de datos sobre su madre. ¡Sí! La familia de los Cortinas fue la gran desconocida hasta 1949. Para el Astrana Marín de 1948 era una familia de labradores pobres de algún lugar cercano a Alcalá de Henares. Comienza a investigarla a partir de este año. Desempolva los archivos parroquiales y municipales sobre todo de Arganda y de Barajas. Va ampliando sus conocimientos en los sucesivos años, pero la Parca le impide llevar a cabo las conclusiones definitivas de sus trabajos; le obliga a dejarlo todo inconcluso. Gracias a sus estudios conocemos hoy a la familia Cortinas con la misma diafanidad con que vemos y contemplamos a los Cervantes. 194 El desconocimiento de los Cortinas no sólo los comprendía a ellos; se extiendía también sobre su aldea, Arganda. Muy pocos investigadores se paran a reflexionar sobre lo que ya conocen: Arganda, hasta 1580, era una pequeña aldea que pertenecía a Alcalá. ¡Esto quizá no lo supieran los grandes investigadores cervantistas del XVIII! La falta de datos sobre su madre, influye en las opiniones de los cervantistas; de estos que hemos recordado y diríamos de todos. Desde siempre se dijo que Leonor estaba enemistada con sus padres. Éste es el primero y más importante dogma cervantino. Si este infundio fuera verdad, sólo habría esas dos soluciones que se nos proponen: 1ª) Leonor y sus hijos se quedarían en la villa de Alcalá, en la casa de su tía, María de Cervantes, o mejor dicho, de Martina de Mendoza y Diego Díaz de Talavera. 2ª) Leonor y sus hijos tendrían que acompañar a Rodrigo de Cervantes por los caminos y ventas de España. Pero ese infundio, lo hemos visto, es la conclusión de unas premisas falsas e interesadas. Cuando se estudiaron las partidas bautismales de los Cervantes Cortinas se comprobó que si bien es verdad que no aparece el apellido Cortinas entre los padrinos y testigos de estos bautismos, es falsa, sin embargo, la afirmación supuesta de que sí, aparece el apellido Cervantes en estas mismas partidas bautismales. Terminada la vendimia, Rodrigo, sin su mujer e hijos, pero con su madre, salió de Arganda, a mediados de octubre de 1553. Llegaron a Córdoba antes del día treinta de este mes: Sepan quantos esta carta vieren, como yo, Rodrigo de Cervantes, hijo del licenciado Cervantes, vecino de Alcalá de Henares, estante al presente en Córdova, conozco e otorgo que devo dar e pagar [a] Alonso Rodríguez, mecader, vecino desta ciudad de Córdova [...] quatro mill e seyscientos e sesenta maravedís [...] Fecha e otorgada esta carta en Córdova a treinta días del mes de octubre del año [...] de mill e quinientos e cincuenta e tres años [...]. Rubricado Rº de Cervantes. Escribano Luis Martines. (Archivo de Protocolos de Córdoba- Oficio 12, protocolo 22, folio 558. En Astrana Marín, 1948, pp. 286-287). Rodrigo no se considera vecino de la villa de Alcalá de Henares, sino del Concejo de Alcalá de Henares. Es natural de la Villa, pues nació en ella; pero, ahora vive en Arganda, es vecino del Concejo de Alcalá pero no de la Villa de Alcalá. 195 Encontramos aquí dos apellidos conocidos: el mercader Alonso Rodríguez y el escribano Luis Martínez. El mercader de Córdoba, Alonso Rodríguez, ostenta el mismo nombre y apellido de dos personas ligadas a Cervantes. El procurador alcalaíno que, por poderes, ayuda a Rodrigo de Cervantes para probar su hidalguía en 1553, se llama Alonso Rodríguez. El tabernero madrileño de la calle Tudescos de Madrid que pasará por padre putativo de Isabel, la hija de Miguel de Cervantes, también se llama Alonso Rodríguez, pero aún es un niño y vive en Asturias por estos años de mediados del XVI. El escribano cordobés que redacta la carta de obligación del treinta de octubre de 1553 posee un apellido argandeño que blasonan muchos escribanos y funcionarios del Concejo de Arganda: el apellido Martínez. Se trata aquí de una simple casualidad o, ¿estos cordobeses eran parientes de los Martínez y Rodríguez de Alcalá? Si se tratara de parientes, Rodrigo y su madre marcharon a Córdoba recomendados por los Rodríguez y los Martínez de Alcalá. Rodrigo firma, al llegar a Córdoba, una “mohatra”. Pide dinero prestado, y rubrica un documento, según el cual quedó a deber ese dinero por una compra que no pagó en el momento. ¿Para qué necesitaba Rodrigo esa cantidad de dinero? ¿Cómo pensaba pagarla? Francisco Rodríguez Marín demuestra que Juan de Cervantes, padre de Rodrigo, nombrado letrado de la ciudad de Córdoba el cuatro de diciembre de 1551 (Documentos XXIX y XXX), recibe como salario anual, por esos años, veinte ducados. (Documentos XXXIII y LVII). Sin embargo, su hijo, que no tiene trabajo, firma una obligación de 12,42 ducados. ¿Cómo pensaba pagarlos? Apenas llegado a la ciudad andaluza, Rodrigo compra a crédito varias varas de tela de lino y de algodón. ¿Sería, como se ha dicho, que ya no tenía camisas? En cualquier caso, hubo de pedir prestada la suma necesaria para esa compra. Que de nuevo se haya encontrado metido en el ciclo infernal de la usura muestra claramente que su padre no le dedicó de entrada el recibimiento que se merecía. (Canavaggio, 2005, p. 62). Canavaggio recuerda que el 30 de octubre de 1553, Rodrigo compra a crédito varias varas de tela de lino y algodón. ¿Para qué? Podría ser para que Andrea, la hija mayor que había aprendido costura en Arganda, siguiera practicando y perfeccionando el oficio al que se dedicó con gran éxito toda su vida. Esta sería una prueba de que 196 acompañó a su padre en el viaje a Andalucía. Este es, también, el parecer de Blasco Pascual. (2005, p. 30). El licenciado Juan de Cervantes no ayudó a su hijo, como tampoco lo ayudó su hermano Andrés, -en muy buena situación económica-, porque, posiblemente, juzgaban excesiva la cantidad que solicitaba. Se repite en Córdoba lo que ya había pasado en Valladolid, el 5 de noviembre de 1551, cuando Rodrigo y su hermana, María, habían pedido un préstamo de cuarenta e cuatro mil e cuatrocientos e setenta e dos maravedís. En las dos operaciones financieras está presente la madre, Leonor Fernández de Torreblanca. Ésta, educada en el engaño, la trampa, la falsedad y el despilfarro, incita a sus hijos a embarcarse en aventuradas deudas financieras. El padre, Juan de Cervantes, y el hermano, Andrés de Cervantes, no le conceden este dinero, porque saben, por amarga experiencia, el despilfarro que harían, él y su madre, de estos ducados. El licenciado ayudó a su hijo a instalarse en el barrio popular de San Nicolás de la Ajerquía, cerca del Guadalquivir. Sin duda, lo recomendó a quien correspondiera si, como es probable, Rodrigo se dedicó a buscar clientela. (Canavaggio, 2005, p.63). 8.1.- Muere el licenciado Juan de Cervantes, padre de Rodrigo Según Rodríguez Marín (1914, doc. LVII), el licenciado Juan de Cervantes murió el 11 de marzo de este 1556, pues, con fecha del 28 de este mes y año, se paga a sus herederos 1.458 maravedís que restan de su sueldo de veinte ducados al año. Quizá fuera su esposa, Leonor, la receptora de estos maravedís. A los dos meses justos del óbito de su marido, el 28 de mayo de 1556, suscribía, en Córdoba, un documento de arriendo de casas: Sepan quantos esta carta vieren, cómo en Córdova, veinte e ocho días del mes de mayo, año [...] de mill e quinientos e cincuenta e seis años otorgo Alonso Ximénes [...] que arriendo [...] un apartado de casas [...], lo cual arriendo desde el día de San Juan de 197 junio primero que verná [...] para que biba e more este dicho año la señora Leonor, mujer del señor licenciado Cervantes, difunto [...]. Francisco Lópes, escribano público. (Archivo de Protocolos de Córdoba.- Oficio 18, tomo 20, folio 360. Astrana Marín, 1948, p. 356). Constata don Luis que la familia de Rodrigo, muerto el licenciado, comenzó, de nuevo, a sufrir escasez. La venta de ‘un esclavo color loro, de nombre Luis, de veinte y dos años poco más o menos’, un tiempo antes de la muerte de Leonor, nos hace pensar, sin embargo, en aprietos económicos o en que las labores de su querida doncella Bitoria y los trece años de Andrea, la nieta a la que ‘mejora’ en el testamento, bastaban para atenderla. (César Álvarez, 2005, pp. 136-137). Alude aquí César Álvarez a la posible presencia de Andrea de Cervantes en Córdoba con su padre y abuela. Veamos el documento de venta del esclavo Luis. Sepan quantos esta carta vieren, cómo yo, doña Leonor de Torreblanca, mujer que fuy de mi señor el licenciado Juan de Cervantes, difunto [...] conosco e otorgo que vendo [...] un esclavo de color loro, por nombre Luis, de hedad de veinte y dos años [...] por prescio y contía de setenta ducados [...], ques fecha esta carta en Córdoba, a veinte y ocho días del mes de hebrero de mill y quinientos y cinqueta y siete años [...]. Juan Damas, escribano público. (Archivo de Protocolos de Córdoba.- Oficio 7, tomo 20, sin foliar. En Astrana Marín, 1948, p. 365). Este documento implica que doña Leonor Fernández de Torreblanca era la poseedora del esclavo. Quizá fuera parte de la herencia que recibió a la muerte del Licenciado. Lo vendió poco antes de su testamento y de su muerte. Canta el refrán castellano: “genio y figura, hasta la sepultura”. Aquel espíritu y ansia de pavoneo y lucimiento y derroche que Juan de Cervantes observó y sufrió en su mujer, Leonor de Torreblanca, hasta 1538, continuaba enseñoreándose de ella, ahora, en 1556. ¡Ni siquiera le quedaba un año de vida! Tiene una doncella en casa y un esclavo joven con los que pasear por las calles de Córdoba. Ella, lo mismo que su hijo, casi nunca tiene dinero, pero cuando se hace con algún maravedí lo gasta al instante en lo que sea. A lo largo de su vida, los dos, -madre 198 e hijo-, Leonor de Torreblanca y Rodrigo de Cervantes, sólo saben hacer una cosa: pavonear, dilapidar, despilfarrar, malgastar. Es la triste herencia que la Torreblanca dejó a su hijo, el “inválido Rodrigo”, y que éste transmitirá al “Manco de Lepanto”. Leonor de Cortinas hereda una de las riquezas mayores de Arganda, la de los Cortinas y, en seis años, su marido, Rodrigo de Cervantes, la hace desaparecer. En 1566 muere Elvira de Cortinas y deja como universal heredera a su única hija, Leonor. En ese mismo año, el 19 de diciembre, comienza la ‘venta al por mayor’ de los bienes de los Cortinas; venta autorizada por la madre de Miguel el 2 de diciembre del año de la muerte de Elvira de Cortinas. El ‘inválido zurujano’ se cree otro ‘licenciado Juan de Cervantes’ y da poderes el 9 de enero de 1567 para que Andrés Ozaeta lo represente en sus pleitos. “Pleitos tengas y que los ganes”, dice un refrán de nuestros mayores. Rodrigo debió de tener muchos pleitos, pero no ganó ninguno. Pronto malgastó la herencia de los Cortinas. El 16 de octubre de 1573, Rodrigo y su mujer Leonor firman, ante el escribano Baltasar de Jos, una obligación de 12 ducados, que pagarán a Hernando de Bárcenas. Por este documento vemos que en 1573, Rodrigo de Cervantes lo ha dilapidado todo. Cuando sus hijos, dos años más tarde, caigan cautivos, no tendrá con qué rescatarlos. Tendrán que hacer trampas. También esto heredó Rodrigo de su madre, Leonor de Torreblanca, hija de un hombre ambicioso, trapisondista, y de un carácter violento e irascible. (Astrana Marín, 1948, p. 70). 8.2.- Muere Leonor Fernández de Torreblanca, madre de Rodrigo A los diez días de la venta del esclavo, doña Leonor de Torreblanca hizo testamento en Córdoba; testamento que firmó el 10 de marzo de 1557, pocos días antes de morir: Sepan quantos esta carta de testamento vieren, cómo yo doña Leonor Fernández de Torreblanca, muger del licenciado Juan de Çervantes, difunto, que Dios [...]. Fecha e otorgada esta carta de testamento en Córdova diez días del mes de março, año [...] de mill e quinientos e cincuenta e siete años. (Archivo de Protocolos de Córdoba. Oficio 27, tomo 21, fol, 193-195). 199 Desde la fecha del testamento de doña Leonor de Torreblanca, el rastro de la […] vida del cirujano, Rodrigo de Cervantes, se nos pierde hasta hallarlo en Sevilla en 1564 [...]. ¿Cuándo abandonó Córdoba? ¿Dónde fue a parar? Muertos sus padres, el adiós a Córdoba se imponía. Allí no le quedaban sino parientes pobres [...]. ¿A dónde se dirigiría Rodrigo de Cervantes, para atender al sustento de aquel familión de mujer y seis hijos? [...] No sabemos cuándo abandonara Córdoba. No tardaría mucho. Quizá en el año entrante de 1558. (Astrana Marín, 1948, pp. 369- 371). Rodrigo pudo volver de nuevo a su Alcalá natal con su familia. Nada se sabe. Hay quien dice que va a Cabra donde su hermano Andrés fue alcalde ordinario hasta su muerte, y donde su padre había sido Alcalde mayor nombrado por el duque de Sesa. Forzosamente, habría de aparecer en Cabra. Su hermano Andrés era el único apoyo que le quedaba. Hasta 1564 no reaparece en Sevilla como administrador de unos inquilinatos de su hermano. Con Sevilla como con Madrid o Toledo, la pluma de Cervantes será más generosa en sus recuerdos que con la Córdoba de sus orígenes familiares, aunque menudean los recuerdos. (César Álvarez, 2005, p. 136-137). Para el cirujano, esa doble separación marca el inicio de nuevas vicisitudes. Durante siete largos años perdemos su rastro. ¿Volvió a partir para Castilla la Nueva? ¿Reencontró a su familia, que tal vez se había quedado a orillas del Henares? ¿Reanudó su vida de antaño? Algunos lo hacen, más bien, descender en dirección a Granada, para reunirse en Cabra con su hermano Andrés. Su presencia en ese feudo del duque de Sessa no está atestiguada hasta 1564. ¿Residió antes allí, durante esos años oscuros de los que ignoramos todo? ¿Llevó consigo a Miguel? Es lo que suponen varios biógrafos, adelantando dos argumentos: la protección que más tarde otorgará al soldado de Lepanto el duque de Sessa, futuro virrey de Sicilia […]; y el repetido interés de que da testimonio la obra de Cervantes por la impresionante sima situada en las cercanías de ese burgo fortificado, colgado en los primeros contrafuertes de Sierra Nevada.. (Canavaggio, 2005, p. 66-67). Coinciden Astrana Marín, César Álvarez y Canavaggio en que Rodrigo, muertos sus padres, se alejó de Córdoba. Pero, ¿qué dirección tomó? ¿Se dirigió a Cabra o se volvió a Alcalá? A Cabra, a casa de su hermano Andrés; a Alcalá, a casa de su prima Martina de Mendoza. Tenía otro primo en Alcalá, Juan de Cervantes, hijo del difunto Juan de Cervantes que al casarse se trasladó a la casa de “La Calzonera”. 200 Andrés de Cervantes tenía, según Rodríguez Marín, tres hijos: Juan de Cervantes (doc., XXVIII), Rodrigo de Cervantes (docs., LVIII, LXXXVII y CXX) y Leonor de Torreblanca (doc., CXX). Por las partidas de bautismo conocemos a otras tres hijas de Andrés: Catalina de Cervantes, Antonia de Cervantes, María de Cervantes. Dada la mortalidad infantil de la época, quizá no se lograran todos. Si Rodrigo se dirigiera a Cabra, a casa de Andrés, éste, su esposa Francisca y los seis hijos, hubieran tenido que compartir la vida, con ocho personas más: Rodrigo con su esposa Leonor y los seis hijos. En total dieciséis personas a la mesa; de ellas, ¡doce niños! Este hospedaje duraría desde la salida de Córdoba a finales de 1557 hasta el mes de octubre de 1564. ¡Siete horribles años! ¡Doce niños gritando, peleándose, jugando o llorando! Rodrigo no podía ir y no fue con su familia a Cabra. Si se dirigiera a Alcalá, a casa de Martina de Mendoza, ésta y su anciano esposo verían cómo su tranquila y pacífica casa, (que ocupaban ellos, sus cinco hijos y María de Cervantes, la abuela), perdería la paz y tranquilidad con la llegada de ocho personas más. Y, ¡esto duraría, también siete horrorosos años, desde 1557 hasta octubre de 1564! En la mesa se sentarían dieciséis comensales. De ellos, cinco serían personas mayores y nada menos que ¡once niños! ¡La paz y la tranquilidad de la casa estaban aseguradas! Rodrigo no podía ir y no fue con su familia a casa de Martina de Mendoza. Rodrigo que, muerta su madre, estaba solo en Córdoba, no se dirigió a Cabra a junto de su hermano. Tomó el camino de Alcalá pero se quedó en la aldea de Arganda, junto a su mujer, a sus hijos y a su suegra. Escogió el mismo refugio que había elegido en 1553, tras su salida de la cárcel vallisoletana. En Arganda encontró la tranquilidad, el consuelo y el cariño que tanto necesitaba tras la muerte de sus padres. No poseemos ningún documento que lo pruebe, pero tampoco hay ninguno que lo contradiga. La falta de documentación, la suple, para apoyarnos, el sentido común. Es lo que haría entonces y lo que hace hoy, cualquier persona normal. Rodrigo volvió a Arganda a la casa de su suegra, en donde lo esperaban su mujer y sus hijos. No hay ninguna escritura que pruebe el menor atisbo de enemistad entre Elvira de Cortinas y la familia formada por su única hija, Leonor. Esta invención de la supuesta enemistad entre Leonor de Cortinas y su madre se apoya en tres columnas de barro: 1º).- Desconocimiento de la historia del “Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares”, desde la reconquista de 1118 hasta mediados del XVI. Los grandes y 201 admirables investigadores cervantinos del XVIII, desconocían totalmente la constitución y formación político-administrativa del Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares, es decir, del “Concejo de Alcalá de Henares” desde su reconquista hasta mediados del XVI. Mayáns, Nasarre, Sarmiento, Ríos, Pellicer, Navarrete, etc desconocían, en el “Siglo de las Luces”, la existencia del “Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares”. Ignoraban que, en el XVI, formaban el Ayuntamiento, Concejo o “Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares”, no sólo la “Villa de Alcalá”, sino también, la “Tierra de Alcalá de Henares”, el antiguo “Alfoz de Alcalá”: veintitantas aldeas que ocupaban parte de los valles del Henares, Tajuña y Jarama. A lo largo del XVI, estas aldeas se fueron independizando de la capital o cabeza (Villa de Alcalá de Henares) y se fueron convirtiendo en villas. En el XVII ya eran villas independientes y sin ninguna relación con su antigua cabeza y capital, la “Villa de Alcalá de Henares”. Los cervantistas del “Siglo de la Razón” vieron el “Corredor del Henares” a mediados del XVIII, como lo vemos nosotros a principios del XXI: Un extenso y fértil, –hoy industrial-, valle ocupado por distintas villas, -hoy ciudades-, entre las cuales sobresale Alcalá. Se destaca entre todas por ser “Ciudad Universitaria” y “Sede de Provincia Eclesiástica”. La lógica más contundente acompaña a Vicente de los Ríos cuando redacta sus “Pruebas”. Si Cervantes se declara vecino de Alcalá de Henares, no hay por qué dudar de su palabra. ¡Hay que creerlo! No hay nada que reprochar, ni a Ríos ni a sus compañeros cervantistas. Hay que agradecerles, a ellos y a los que siguieron sus huellas, un corpus documental que nos acerca a la persona humana del autor del Quijote. Si alguien nos dice, en 2009, que vive en Alcalá, lo creemos. ¡Vive en la ciudad de Alcalá! Para los madrileños del XVI, “vivir en Alcalá” suponía algo semejante a vivir en el actual “Corredor de los ríos Henares, Jarama y Tajuña”. 2º).- Bautismo de los hijos de Leonor en la villa de Alcalá de Henares. Hemos tratado de explicar esto, como algo no frecuente pero que algunas veces sucedía. Los padres llevaban a bautizar a los hijos a la Pila bautismal de su parroquia, esto era la norma; pero, en algunas circunstancias los llevaban a bautizar a otras parroquias. Los grandes cervantistas del XVIII otorgaron a las partidas de bautismo el valor de la actual “Partida civil de nacimiento”. Hoy, los siguen algunos. 3º).- Ausencia del apellido Cortinas entre los padrinos y testigos bautismales de los hijos de Leonor. Esto es una verdad a medias. Es verdad que no 202 aparece el apellido Cortinas. Pero implícitamente se da a entender que sí aparece el apellido Cervantes, lo cual es falso, como hemos tratado de explicar. No aparecen, entre los padrinos y testigos del bautismo, ni el apellido Cortinas, ni el apellido Cervantes. Llama por demás la atención que ningún Cortinas aparezca interviniendo en el bautismo de ningún vástago de doña Leonor y Rodrigo de Cervantes. (Astrana Marín, 1949, p. 148). En los bautismos no aparecen nunca los Cortinas como testigos, cuando Arganda y Barajas están a un paso de Alcalá. Tampoco se observa ningún nombre de esa ascendencia como ocurre con los Cervantes. La soledad es solemne en el primero de los bautizos del zurujano sordo, porque el padrino es el mismo sacristán de la parroquia, Juan de Medina. Debían estar las cosas como para ir a dar la luz a Arganda, lo que pretende, sin embargo, algún argandeño. (César Álvarez, 2005, p. 46). Lo que conmueve es que ninguno de los Cortinas intervino en el bautizo de ningún hijo de Leonor y Rodrigo. Parece entonces que las relaciones entre Leonor y su familia debieron de sufrir una crisis a raíz de su matrimonio. (Krzysztof Sliwa, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, 2006, p. 130). De las afirmaciones de Astrana Marín, César Álvarez, Sliwa y muchos más, se desprende implícitamente que algunos padrinos y testigos, de los bautismos de los hijos de Leonor, ostentaban el apellido Cervantes, llevaban el apellido Cervantes. Y, ¡esto es falso! Ningún Cervantes aparece como padrino o testigo de estos bautismos. Los primeros cervantistas: Sarmiento, Ríos, Navarrete, Cano, Pellicer, etc, buscaron una explicación convincente a las partidas de bautismo encontradas en Alcalá, así como a los documentos en que Cervantes y sus padres y hermanos se declaran vecinos y, algunas veces, naturales de Alcalá. Desconocían la historia de Alcalá anterior al XVII. Desconocían que Torrejón, Loeches, Perales o Arganda habían sido, hasta finales del XVI, aldeas jurisdiccionales del Concejo de Alcalá. Esto ya lo había escrito y explicado Portilla en su “Historia de Compluto”, aparecida en 1725 y 1728. Los cervantistas actuales, que sí conocen, o debieran conocer, la pertenencia de la aldea de Arganda, al Común de Villa y Tierra de Alcalá anterior a 1580, siguen la corriente oficial y defienden, sin reflexionar, la opinión equivocada de los investigadores del XVIII. Es muy difícil luchar, nadar contra corriente: la fuerza del 203 agua te arrastra; la tradición cultural y oficial de tres siglos acalla tus gritos con la fuerza irresistible y demoledora de un gran huracán. 8.3.- Ni Leonor, ni sus hijos viajaron a Andalucía Creemos que Leonor no acompañó a su marido a Andalucía en octubre de 1553. Tampoco lo había acompañado, en 1551, cuando se fue a Valladolid. De todas formas, no hay documento ninguno, que confirme o niegue lo que afirmamos. Así como Leonor de Cortinas nunca apareció en ninguna escritura del “Pleyto de Valladolid” contra Rodrigo de Cervantes, así, tampoco hay ningún documento que confirme o niegue el viaje de Leonor a Andalucía. Tenemos documentación que confirma la estancia de la madre de Rodrigo en Córdoba por estas fechas. También se confirma documentalmente la estancia de Andrea de Cervantes, la hija de Rodrigo. Todo hace suponer, sin embargo, [...] que el núcleo familiar de los Cervantes sigue en Alcalá, pues el 30 de octubre de 1564, en Sevilla, Rodrigo otorgaba a su esposa un poder general, lo que lleva a pensar que ésta seguía teniendo su residencia en la villa madrileña. Sí, acompañó a Rodrigo, durante los años sevillanos, su hija Andrea, quien fruto de una relación con Nicolás de Ovando (hijo de un magistrado del Consejo del Rey y sobrino del Vicario general de Sevilla, a cuyo servicio trabajó como secretario Mateo Vázquez), dará a luz una niña, Constanza. Nicolás de Ovando se negó a reconocer a la criatura, pero compensó económicamente a la madre. (Blasco Pascual, 2005, pp. 29-30). Lo más lógico es que Rodrigo, muertos sus padres, volviera a Alcalá como afirma César Álvarez y supone Blasco Pascual. Pero estos investigadores, y los demás cervantistas, al hablar de Alcalá, se refieren a la Villa y no al Ayuntamiento o Concejo. Por Alcalá, en el XVI, hay que entender no sólo la “Villa” sino, más bien, el Común de Villa y Tierra de Alcalá. Arganda era una de las aldeas del Ayuntamiento de Alcalá, del cual formaba parte. Rodrigo, al morir sus padres, se volvió hacia Arganda. Astrana Marín defiende el viaje de Leonor de Cortinas y sus hijos a Córdoba acompañando a Rodrigo y a su madre, cuando abandonan Alcalá, en octubre de 1553. 204 Pero esta afirmación carece de documentación que la apoye. No coinciden con Astrana la mayoría de los cervantistas actuales. Yo creo, coincidiendo con César Álvarez y con Blasco Pascual, que acompañaron a Rodrigo, su madre y quizá la nieta mayor, Andrea. Tras la muerte de sus padres perdemos las noticias sobre Rodrigo hasta finales de 1564. Es cierto que hasta el 30 de octubre de 1564 ningún documento registra allí su estancia. En esta fecha da carta de pago a un deudor al que ganó un pleito por unas casas que Rodrigo le había subarrendado y él no le pagaba. Fue testigo ante el escribano su hermano […]. Rodrigo llevaba poco tiempo en Sevilla. (Astrana Marín, 1948, p. 399). El 30 de octubre de 1564, en efecto, Rodrigo de Cervantes no sólo firma el documento anterior, sino que da poderes a su mujer Leonor de Cortinas y a su sobrino Juan de Cervantes, hijo de su difunto hermano Juan: Sepan quantos [...] yo Rrodrigo de Cervantes médico zurujano, vezino desta ciudad de Sevilla [...] doy todo mi poder [...] a doña Leonor de Cortinas mi muger e a Juan de Cervantes mi sobrino [...]. Fecha la carta en Sevilla [...], lunes treynta días del mes de otubre de mill e quinientos e sesenta e quatro años. (Oficio 21, Libro 3º de 1564, fol. 296). A la escritura de este poder está presente Andrés de Cervantes que jura conocer a Rodrigo. Pero, no lo firman ni Leonor de Cortinas ni su sobrino, Juan de Cervantes. Les otorga poderes en Sevilla y en otras partes. Este documento no prueba que Leonor esté en Sevilla. Diríamos que prueba lo contrario: que no están presentes, ni Leonor ni su sobrino Juan de Cervantes. Si estuvieran en Sevilla firmarían ese poder. Era lo normal. Los dos apoderados están en Alcalá, Juan en la Villa, y Leonor en Arganda. Razona don Luis que Rodrigo otorgó estos poderes a su mujer y a su sobrino, Juan 110 , porque él tenía que subir a Alcalá para tratar, con las monjas de Santa Teresa, la entrada de Luisa en el convento. Cree que Leonor se quedaría en Sevilla mientras Rodrigo, con Miguel y Diego Díaz de Talavera, hablarían con Luisa sobre su vocación. 110 Este Juan de Cervantes no es el hijo de Andrés, como creen don Luis y seguidores; es el hijo de Juan de Cervantes y Mª de Córdoba, nacido el 1 de mayo de 1542. El otro Juan tenía sólo 16 años. 205 ¿Qué mejor persona para acompañarlo y hablar con las monjas carmelitas que su esposa Leonor? ¿Quién mejor que Leonor de Cortinas para hablar, como mujeres, con Luisa? El 11 de febrero de 1565, Rodrigo y Leonor, -llenos de orgullo y agradecimiento a Dios-, acompañarían a Luisa de Cervantes, cuando ingresa en el Carmen de Alcalá. En un lugar privilegiado, disfrutaría la abuela Elvira de Cortinas. Sabemos que Andrea está en Sevilla en 1565, pues el seis de marzo de 1565 compareció ante el alcalde ordinario, Alonso de Torres, y dijo “que por ser como es menor de la dicha edad de veinte e cinco años, tiene necesidad de ser probeída de un curador ‘ad litem’”. (Barros Campos, “Viajes …, 2006, p. 76). De esta forma, Andrea paraba un embargo que la Justicia sevillana quería realizar sobre los bienes de su padre. Esta presencia de Andrea prueba que Rodrigo, en 1565, no estaba en Sevilla. Pero, enterado, deja Alcalá, y ya está en Cordoba el 10 de abril de 1565, pues con esta fecha firmó una obligación ante el escribano Juan Damas: Sepan quantos [...], cómo en la cibdad de Córdova a diez días del mes de abril, año [...] de mill e quinientos y sesenta e cinco años otorgaron el señor Rodrigo de Cervantes y [...] que deven dar e pagar [...]”. (Archivo Protocolos de Córdoba- Oficio 7, tomo 30). César Álvarez (p.137) y Blasco Pascual (pp. 29-30), creen que Andrea que viajó con su padre y abuela, en 1553, cuidó a su abuela materna en los últimos años de su vida. Es posible que Leonor le dejara acompañarlos. Podía ser una ayuda afectiva, efectiva y muy beneficiosa para la soledad de los dos. 206 9.- LOS CERVANTES CORTINAS César Álvarez, en las páginas 125-131 de La disputada cuna de Cervantes, transcribe una serie de documentos, que al par de patentizar la relación entre el autor del Quijote y el Concejo de Alcalá, nos aseguran que este Miguel de Cervantes es el mismo niño bautizado, en Alcalá de Henares, por el Bachiller Serrano, en octubre de 1547. Desde que, en 1752, se encontró la partida bautismal de Miguel de Cervantes, una legión de investigadores y estudiosos se lanzó a la búsqueda de nuevos datos sobre el autor del Quijote. Gracias a todos ellos, pero sobre todo a Pérez Pastor, a Rodríguez Marín y a Astrana Marín, hoy poseemos una serie de documentos que nos permiten asegurar que el Miguel de Cervantes Saavedra, autor del Quijote, es la misma persona que, a poco de nacer, fue bautizado en Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Gracias a estos cervantistas sabemos que el Rodrigo de Carvantes (en letra descuidada) o el Rodrigo de Cervantes (según la letra caligráfica ¿del cura Juan García?) es el padre de los hijos de Leonor de Cortinas y, por tanto, el padre del inventor del Quijote. Estos y otros investigadores nos permiten recomponer su vida, 207 aunque con largas penumbras. Gracias a ellos conocemos, con bastante aproximación, a todos los miembros de su familia: los contemporáneos hasta un tercer grado de parentesco; los antepasados hasta la época de Juan II de Castilla. En los distintos documentos tropezamos con el nombre de alguno de los miembros. Van desfilando ante nuestra vista, el nombre del padre, Rodrigo de Cervantes, o el de la madre, Leonor, que en el bautismo de Luisa y en otros muchos documentos, será Leonor de Cortinas. Vemos también, para asegurarnos de que se trata del mismo Miguel, los nombres de sus hermanos y hermanas. En cada documento aparece uno o más familiares. Acoplando todos los elementos del puzle conoceremos a la totalidad de los componentes de la familia Cervantes Cortinas. Dentro de este apartado, trataremos de situar al escritor Miguel de Cervantes en su entorno familiar. Partiremos de los progenitores. Queremos relacionar a Miguel con su abuela materna, con sus padres, con sus hermanos, con su hija y con su sobrina. Si conocemos a sus padres, abuela, hermanos, hija, sobrina y parientes políticos podremos descartar sucesivamente a casi todas las poblaciones que pretenden, sin suficiente fundamento documental, ser la cuna o patria del “Manco de Lepanto”. Hemos de prestar una gran atención [...], por la importancia trascendental que tiene para la identidad de Miguel de Cervantes Saavedra, toda vez que muestra fehacientemente la trayectoria de los Cervantes Cortinas y de Miguel de Cervantes Saavedra, al menos en momentos claves tanto para Miguel de Cervantes Saavedra como para los Cervantes Cortinas, no coincide sino que va por derroteros distintos. [...]. ¿Había en realidad un segundo Miguel de Cervantes, pariente de Miguel de Cervantes Saavedra? [...]. De existir este segundo Miguel de Cervantes, ¿ello explicaría y aclararía [...] quién es el Miguel de Carbantes de la partida de bautismo de Alcalá de Henares de imposible atribución por fecha [...] y segundo apellido a Miguel de Cervantes Saavedra? [...]. ¿Tiene Miguel de Cervantes Saavedra relación con esta familia [la Cervantes Cortinas]? [...]. Sin duda no la tiene [...]. (César Brandariz, 1999, pp. 28-31) Hemos aportado esta opinión de César Brandariz para poner de manifiesto cómo no es unánime la opinión más generalizada, “la oficialista”, la que muchos tienen por auténtica. La que informa que: Miguel de Cervantes Saavedra, hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas, nació y fue bautizado en el Alcalá de Henares de 1547, y escribió, entre otras obras, el Quijote. 208 Brandariz y otros cervantistas se apoyan en las posibles deficiencias auditivas o en la descuidada caligrafía del ayudante del cura Serrano que escribió Rodrigo de Carbantes, para buscarle otra patria, al padre del Quijote. Decimos “ayudante del cura Serrano”, porque la escritura de la partida no pertenece al cura Serrano. 9.1.- Muerte de Elvira de Cortinas Sabemos muy poco sobre Elvira, la abuela materna de Miguel, la más joven de los hijos del “Alcayde Diego Sánchez de Cortinas”. Debió de nacer hacia el año 1495. Como sus hermanos, rechazó el “Sánchez”, primer apellido de su padre y adoptó el “Cortinas”, -primer apellido de su abuelo paterno-, postergado por el “Alcayde”. De su matrimonio tuvo a Leonor de Cortinas. No sabemos quién fue el marido. Algunos creen que tuvo a Leonor fuera del matrimonio. En los Siglos de Oro y anteriores, las mujeres casadas perdían muchas veces sus nombres y apellidos para recibir él o los del esposo. En lugar de llamarle “Elvira”, la señalaban por “la de (Nombre del marido)”. La Torera vieja que aparece en los archivos parroquiales, ha perdido su nombre, para ser conocida por el apodo o profesión de su marido. En los documentos del A.M.A.R., o en los del Archivo parroquial, es imposible dar con ella. Si hubiera quedado soltera, sería más fácil encontrarla. Normalmente se llamaría: “La de Cortinas”, “Elvira de Cortinas” o “La hija del Alcayde”. Por esta razón, estamos, completamente, seguros de que Leonor es fruto del matrimonio de Elvira. El primer Libro de bautismos del Archivo parroquial de Arganda, que se conserva, comienza el año de 1525. Si Leonor nació hacia 1520, es imposible encontrar su partida bautismal. Si se conservara estaría escrito: “se bautizó Leonor hija de .............. y su mujer Elvira”. En los diversos documentos del A.M.A.R. constaría “la de ......”; “la viuda de .......”; o, “Elvira, la de ..........”. En los puntos suspensivos constaría el nombre o apodo 209 del marido. Pero, ¡no sabemos cómo se llamaba, el marido de Elvira! De ahí, la imposibilidad de encontrar, en el A.M.A.R., ningún documento relacionado con ella. Somos dueños de una deducción lógica: Leonor de Cortinas es hija de un matrimonio canónico. Si fuera hija de soltera, aparecería el nombre de su madre: “Elvira de Cortinas”, “La hija del Alcayde”, etc. No sabemos nada seguro sobre su nacimiento. Sabemos muy poco sobre el transcurso de su vida, y sólo tenemos dos documentos que nos confirmen su muerte. Un documento del 2 de diciembre de 1566 implica que ya está muerta. Suponemos que murió en 1566; pero, ¿cuándo falleció Elvira? Opinan los cervantistas que debió de ser entre septiembre y noviembre. Veamos los dos documentos: A) Con fecha 2 de diciembre de 1566, un poder de Dª. Leonor de Cortinas a su esposo [...] por la muerte de Elvira de Cortinas [...]. B) Dos semanas y media después, el día 19, una escritura de venta de una viña. En el Archivo parroquial de Arganda se conserva en el Libro de difuntos, el apartado “Cuentas de Fábrica de Sepulturas” del año 1566. Pero tuvo mala suerte Elvira; o mejor, ¡la tuvimos nosotros! El amanuense sólo anotó el nombre y apellidos del primero y del último difuntos que se enterraron en ese año. De todos los demás muertos en 1566, no anotó nada. Como ella no ocupó ninguna de estas dos sepulturas (la primera o la última), no consta su partida de defunción ni la cuenta de la sepultura. Pero su muerte ocurrió, según los cervantistas, en la segunda mitad del 1566. ¿Por qué? Con su muerte cambió totalmente la vida de los Cervantes Cortinas. Rodrigo, Andrea y Constanza que andaban por Andalucía volvieron para el entierro; tras el cual, Leonor, Rodrigo y los hijos continuaron, por algún tiempo, en Arganda. No acudió a los funerales Luisa que había entrado en el Carmelo descalzo de Alcalá. En el otoño de 1566, los Cervantes fijaban su residencia en Madrid [...]. El grupo familiar, ahora, lo formaban, además de Rodrigo y Leonor, Andrea, Miguel, Rodrigo, Magdalena, Juan y la sevillana Constanza Ovando. Ya no está con ellos Luisa. (Blasco Pascual, 2005, pp. 30-31). Elvira, después de educar y formar a sus nietos, como antes lo había hecho con su hija, quiso descansar y olvidarse para siempre de los setenta pesados años que 210 cargaba a las espaldas. Sólo llevaba una preocupación, la completa formación de los más pequeños: Juan y Magdalena que tendrían 13 y 15 años, respectivamente. Podía marcharse orgullosa y satisfecha de su paso por la vida. Contenta de los nietos que dejaba en la aldea de Arganda y en el Carmelo descalzo de Alcalá. Todos habían recibido una formación completa, acorde con sus años. La vida que desarrollaron, lo demuestra convincentemente. Todos sus nietos recibieron una completa educación. Astrana Marín resalta la letra caligráfica de Andrea y la cuidadísima caligrafía de Magdalena. Esta educación, diríamos, social; saber leer y escribir casi caligráficamente, conocer los números y las operaciones mínimas, les permitió crear y mantener negocios como el de la “alta costura”. Los cervantistas recalcan el hecho de que Leonor sabía leer y escribir correctamente, cosa muy poco frecuente en las mujeres de la época. Los nietos de Elvira salieron muy preparados de las escuelas argandeñas. Eran escuelas de pago, cuyos profesores solían ser clérigos o escribanos. Preparaban a los niños argandeños para ingresar dignamente en los colegios de Alcalá o de Madrid. Había, también, escuelas gratuitas pagadas por el Concejo. Luisa de Cervantes cuando ingresa en el Carmen descalzo de Alcalá lleva consigo un gran acervo cultural, religioso, moral e intelectual, que le permite ser elegida por las monjas, sus compañeras, para los más altos y responsables cargos administrativos y religiosos del convento. Rodrigo, al ingresar en los tercios de Flandes, posee una preparación intelectual y moral que pronto lo eleva hasta el grado de alférez. La temprana y heroica muerte le impidió alcanzar otros niveles superiores como el de capitán. Miguel está preparado no sólo para ser el más grande de los escritores, sino para ser propuesto a la responsabilidad de capitán, nada menos que por don Juan de Austria. Andrea y Magdalena no sólo regentan un taller de alta costura, sino que, gracias a su prestancia y saber estar, encandilan a jóvenes de la más selecta y noble sociedad. Recibieron toda esta riqueza cultural, en Arganda, bajo la mirada protectora de Elvira. Si, como pretenden algunos cervantistas, acompañaran a su padre a Valladolid y a Andalucía, sólo aprenderían la picaresca y la calle. A qué escuela podrían asistir, si su padre no ganaba para alimentarlos, ni siquiera para pagar el alquiler del hogar. Se habla de que Miguel asistió en Andalucía al Colegio de los jesuitas; pero, ¿quién se lo pagaba? Su padre, Rodrigo, lo hemos visto, vivía en la miseria, en la trampa, en el embargo o en la cárcel. Los hijos de Leonor recibieron su sólida formación y educación 211 en las escuelas argandeñas. Sin Elvira, formarían en esa legión de huérfanos de guerra, de abandonados y de pícaros que pululaban por los caminos de España. Rodrigo, padre, aventurero por Valladolid o por Andalucía, dejó casi huérfanos a sus hijos hasta la vuelta a Alcalá en 1566. Entonces los hijos tienen alrededor de veinte años. Si vuelve ahora, es para trampearles, para fundirles, para malvenderles, para malgastarles la enorme herencia de Leonor. ¡Rodrigo es un digno sucesor de su madre y de sus abuelos maternos! ¡Sólo pensaba en fanfarronear y en malvender y en gastar! 9.2.- Rodrigo de Cervantes, digno hijo de Leonor de Torreblanca Rodrigo imitará a su madre en la irresponsabilidad, en el despilfarro y en el querer aparentar lo que no era. Su suegra Elvira de Cortinas había muerto, con setenta años, a finales de 1566. Tras la muerte de su madre, Leonor heredó un patrimonio de los mejores, no sólo de Arganda sino también de toda la comarca alcalaína. El “inválido Rodrigo” comenzaba a malvender, pocos días después del entierro, la enorme, riquísima y extensa herencia de su mujer. Con autorización legal de Leonor, ¡culpable del despilfarro!, vendía a Andrés Rendero, el 19 de diciembre de 1566, una viña en el Camino de Morata, junto a la Fuente del Valle, por 250 ducados. (Torre Briceño, Anales Complutenses, IX, (1997), pp. 13-34) Durante el año 1567, Rodrigo se dedicó a dilapidar la herencia de los Cortinas, de su mujer e hijos. ¡Nunca había visto tantos ducados! ¡Y tan fáciles de obtener! ¡Los escudos rodaban por la casa solariega del, -hasta entonces-, hambriento Zurujano! El año 1568 precisamente es el año cénit de las bonanzas de la familia Cervantes. En ese año Rodrigo padre concede un préstamo de ochocientos ducados en reales castellanos al granadino, licenciado Pedro Sánchez de Córdova. (César Álvarez, 2005, p. 141. En Astrana Marín, 1949, p. 190). 212 La mozuela Magdalena de Cervantes, nacida en Valladolid hacia 1552, prestaba a, -¿su novio?-, Fernando de Lodeña, ¡nada menos que trescientos ducados! Don Fernando Ludeña me debe trecientos ducados prestados siendo mozo soltero, y después de casado con Doña Ana María de Hurbina, su muger, yo los fui a pedir [...]. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, folio 263. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXIV). Trescientos ducados era un dinero que pocos poseían. Con estos trescientos ducados se podían comprar muchas casas. ¿Cuántas con los ochocientos ducados que Rodrigo prestó a un desconocido y que nunca cobró? Se los prestó en 1568. ¡El año esplendoroso de las bonanzas de la familia Cervantes Cortinas! Han llegado hasta nosotros documentos que sitúan a Rodrigo, el padre de Miguel, muy lejos de su oficio de cirujano, enredado en operaciones financieras cuya explicación se nos escapa, pero que se hallaban, a todas luces, por encima de las posibilidades económicas de la familia. (Blasco Pascual, 2005, p. 31). Vendida y malgastada la herencia de los Cortinas, se produjo “un hecho económico de gran trascendencia”: La quiebra o crisis económica de 1575 cuando las deudas del Estado a banqueros ascendieron a unas cantidades que no se podían enjugar con el oro de las Indias ni aún embargando todo lo que llegaba destinado a particulares; y añadiendo los impuestos siempre en aumento [...], hasta que […] se suspendieron las concesiones de ingresos reales [...], ni pudo partir la flota de Indias por falta de género, ni pudo celebrarse la Feria de Medina del Campo [...], los sueldos a las tropas que combatían en los Países Bajos se retrasaban cada vez más. (Jorge Campos, 1959, p. 17). La muerte de Felipe II dejaba una España sin blanca, con las arcas vacías, una Inquisición omnipresente y un país que, sin saberlo, había empezado ya a recorrer el camino de su decadencia, dejándole el cetro de las naciones a Inglaterra. (Trapiello, 2005, p. 174). Precios de casas en Arganda (1560-1613): 213 Vamos a recordar, someramente, los precios de venta de algunas casas en Arganda, para poder juzgar mejor el ansia despilfarradora del bueno de Rodrigo, como le llaman algunos escritores. Comprenderemos así, el enorme daño y perjuicio que, con su irresponsable conducta dilapidadora, causó a su mujer y a todos sus hijos. Con fecha 26 de abril de 1560, Miguel Sánchez Majolero, de Arganda, compró a don Diego de Vargas una casa-mesón en Arganda, cerca de la iglesia, en la calle de San Juan, por 188 ducados. (Protocolo 383). Estaba muy cerca de la casa de Elvira de Cortinas y, por el precio, debía de ser un mesón muy grande. Mateo Martínez y Andrés Bellorito vendieron una casa, en la calle de San Juan, que es la principal en el lugar de Arganda. La vendieron el 25 de enero de 1583, por 25.000 maravedís, es decir, por 66,66 ducados. (Libro 4/1, fol., 22). Recordamos que el ducado valía entre 350 y 375 maravedís. El 4 de enero de 1587, Francisco el Fraile vende, por 16.500 maravedís o 44 ducados, casa, con corrales y cueva, al final de la calle Los Silos con la plaza de la Iglesia. (Libro 3/5, folio 4). Estaba en el centro de Arganda. Juan Fernández, compró, el 3 de agosto de 1587, una casa en la calle pública de San Juan, por 9.724 maravedís, o 25,93 ducados. (Libro 3/3, fol. 35). El 30 de noviembre de 1588, Marcos Martínez y su mujer, María de Vilches, venden en Arganda casa-mesón de la calle de San Juan por 13.333 maravedís, es decir, por 35,55 ducados. (Libro 3/6, folio 17 v). María la Roldana vendió, el 1 de diciembre de 1589, una casa al capitán Pedro Ibáñez, en el Camino de Morata, cerca de “Peñal Pobre”. Recibió 60 ducados, es decir, 22.500 maravedís. (Libro 3/7, folio 9). Andrés de la Cruz compra, el 24 de mayo de 1595, una casa en la calle Barranquillo. Pagó 29.000 maravedís, o sea 77,33 ducados. (Libro 7, folio 411). El argandeño Bartolomé Rodríguez vendió una casa en la calle La Puebla de Madrid, el 28 de abril de 1613, por 260 ducados. (Libro 30/2, folio 51). En el mismo Libro 30/2, folio 65, consta que María de Valles, el 9 de julio de 1613: vende una casa, en Arganda, por 143 reales, es decir, por 13 ducados. También en el Libro 30/2 y en el folio 71, se anota que, el 2 de agosto de 1613, el bachiller Pedro Basallo, vende una casa, en Arganda, por 143 reales [13 ducados]. Estas ventas se producen en la época de inflación que sufrió la economía española a finales del XVI y principios del XVII. 214 ¡Cuántas casas y mesones hubieran comprado en Madrid o en Arganda con los 300 ducados prestados por Magdalena! ¡Cuántas casas y mesones hubieran comprado con los 800 ducados prestados, alegremente, por el “inválido Rodrigo de Cervantes”! Por desgracia y culpa de sus padres, ni Miguel, ni sus hermanos, tras la muerte de Elvira de Cortinas, tuvieron casa propia en su vida. Vivieron siempre en casa ajena y saltando de una a otra, con la mirada fija en la más barata. Rectifico, Andrea parece que tuvo una casa que le regaló Locatelo, en 1568. Se deshizo, heroicamente, de ella para poder rescatar a sus hermanos cautivos. Este comportamiento, heroico y fraternal, no lo heredó de su padre, ni de su abuela paterna. Lo aprendió de Elvira de Cortinas. Los préstamos de Rodrigo y de su hija, Magdalena, tuvieron que realizarse antes de 1573. El 16 de septiembre de 1573, Rodrigo y su esposa, Leonor, firman una obligación para dar y pagar a Hernando de Bárcenas doze ducados de plata castellanos. (Protocolo de Baltasar de Jos, 1571-74, folio 399). ¡Ya no queda nada de la inmensa fortuna de los Cortinas! ¡Qué pronto se malvendió la herencia que dejó Elvira de Cortinas! ¡En 1573, a los siete años de la muerte de Elvira, ya están en la miseria! ¿De dónde sacó, Magdalena de Cervantes, los trescientos ducados que le prestó al que suponemos sería su novio? ¿Cuántos años tenía Magdalena en 1573? Su nacimiento no pudo ser anterior a la primavera de 1551. Por estas fechas, su abuelo, el licenciado Cervantes ganaba 20 ducados anuales, como letrado del Concejo Municipal de Córdoba. El día 28 de marzo de 1556, tras el fallecimiento del licenciado Cervantes, el Ayuntamiento de Córdoba tomó la decisión de pagar a los herederos del Licenciado, 1458 maravedís que es lo que le correspondía de su sueldo de 20 ducados al año. Había muerto el día 11 de marzo de ese año. (Archivo Municipal de Córdoba. Actas capitulares). Como su madre, Leonor de Torreblanca, Rodrigo también se despreocupó de sus hijos. Con la misma frivolidad heredada de ella, volvió en los años 1567-1568 a los fastuosos tiempos del Alcalá anterior a 1538. Como su madre, Rodrigo, a cuenta de sus hijos, se jactaba por las calles madrileñas de tener muchos ducados. Los prestaba a desconocidos. ¡Ochocientos ducados a un desconocido! Magdalena imitaba a su padre. Pronto quedaron todos en la miseria. Todos, ¡no! Andrea se apartó de sus padres, vivió con Constaza, su hija, en casa aparte y nunca tuvo escasez, gracias a su trabajo y a la profesión que adquirió en Arganda. ¡Gracias a su abuela argandeña! 215 A los siete años de la muerte de Elvira ya no tenían nada. Andrea, quizá casada, que vive aparte tiene que ganarse la vida como costurera, podríamos decir, por la categoría social de sus clientes, modista o propietaria de un taller de alta costura. (Astrana Marín, 1949, pág. 402): Sepan quántos esta carta de asiento e soldada vieren, cómo yo, María de Alvear […] estante al presente en esta corte, como madre tutriz […] de Isabel de Alvear, mi hija […] que la pongo a soldada con vos la señora doña Andrea de Cervantes, estante en esta corte, por tiempo y espacio de dos años cumplidos […]. La habéis de dar de comer e beber e vestir […]. Y casa y cama en que duerma […]. Que fue fecha y otorgada en la villa de Madrid a primero día del mes de septiembre de mil e quinientos e setenta y tres años. (Archivo de Protocolos de Madrid, núm. 657, Juan López del Castillo, 1573, fol. 650. En Pérez Pastor, 1897, doc. 4.) Cuando los hijos de Leonor de Cortinas necesiten rescate, ésta ya no tienen con qué redimirlos. Rodrigo, “zurujano inválido”, ha malgastado toda la herencia de los Cortinas. Recordemos que Leonor era hija única, y cometió la culpable torpeza de otorgar poderes a su marido ante el escribano Diego de Henao, abuelo de Calderón de la Barca, el 2 de diciembre de 1566: [...] e yo la dicha Leonor de Cortinas acebto e recibo la dicha licencia, e della usando otorgo e conozco por esta presente carta que doy e otorgo todo mi poder cumplido, libre e llenero [...], a vos Rodrigo de Cervantes, mi señor e marido, [...] podáis pedir e demandar, recibir, haber e cobrar todos e cualesquier maravedís e otras cosas que a mí me sean debidas e de derecho pertenezcan ansí por herencia de mis señores padre e madre como de abuelos o de cualquier personas [...], de cualesquier bienes que hayan quedado de Elvira de Cortinas mi señora e madre, que está en gloria, y pedir cuenta de todo ello a los testamentarios e albaceas de la dicha mi madre. (Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, Nº 540, folios 478-479. En Torre Briceño, “Documentos cervantinos de Arganda del Rey”, 1997, pp. 14-16). Miguel en El juez de los divorcios, quizá recuerde palabras de su madre, Leonor de Cortinas, quejándose amargamente del marido: 216 Muy buen dote llevé al poder desta espuerta de huesos que me tiene consumidos los días de la vida [...], porque fui engañada cuando con él me casé; porque él dijo que era médico de pulso, y remaneció cirujano y hombre que hace ligaduras. Leonor de Torreblanca transmitió el ansia derrochadora a su hijo Rodrigo y a su nieto, Miguel. La suegra de éste, conocedora y temerosa del ansia despilfarradora de los Cervantes, aseguró, en su testamento de 1588, la herencia de su hija Catalina de Salazar, exigiendo la autorización del cura, Francisco de Salazar y Palacios, hermano de Catalina y cuñado de Cervantes, para cualquier enajenación de la herencia de su hija, esposa del Príncipe de las letras españolas. Derroche, despilfarro, vagancia, frivolidad, despreocupación, falsedad, trampa. Esto es lo que Leonor Fernández de Torreblanca dejó en herencia a sus sucesores. Por su parte, el abuelo Juan de Cervantes, al par que su disposición aventurera, les legó el espíritu de lucha, sacrificio, abnegación y amor al trabajo: lo buscó Rodrigo, padre, en sus viajes a Valladolid o por Andalucía; lo buscaron los nietos, Miguel y Rodrigo, aventurando su vida y defendiendo el honor de las Españas por los campos y mares de Europa. El escritor Miguel, superviviente de Lepanto y del cautiverio, seguirá el camino de sus mayores ejerciendo de Comisario para la Armada Invencible por los caminos y senderos andaluces. 9.3.- Infancia de los hijos de Leonor y Rodrigo en Arganda Es muy regular que recibiese la educación y los primeros estudios en su patria, al lado de sus padres, principalmente en época tan señalada para Alcalá, donde florecían las ciencias y el buen gusto de las letras humanas, cultivadas por los más eminentes sabios de la nación, pero nada consta ni ha podido averiguarse con certidumbre y sólo sabemos que desde sus tiernos años manifestó Cervantes una vehemente inclinación a la poesía […], que le inducía a leer aún los papeles rotos que hallaba en las calles. (Fernández Navarrete, 1819, p. 126). La opinión más común ha sido que fue en Madrid donde Cervantes asistió a los estudios con el Maestro Juan López; pero constando que hasta el 29 de enero de 1568 no obtuvo éste la cátedra de Gramática y Letras Humanas del Estudio Público de esta Villa, 217 cuando ya Cervantes contaba más de veinte años de edad, es más natural que su enseñanza fuese anterior a este tiempo. (Fernández Navarrete, 1819, p. 12). Cree Luis Astrana que Miguel y sus hermanos acompañaron a sus padres en el viaje que emprendieron a Valladolid a principios del 1551. Esta es la opinión de casi todos los cervantistas. Sin embargo, como traté de demostrar, creo que Leonor de Cortinas y sus hijos no acompañaron a Rodrigo en este viaje a Valladolid. La documentación que poseemos así lo confirma. Leonor se quedó con sus hijos en la casa argandeña de su madre Elvira. Allí vio crecer a los niños, al mismo tiempo que ayudaba a su madre en las labores agrícolas y domésticas. En Arganda sus hijos asistirían a la escuela, y, lentamente, irían formando su personalidad social, humana, moral, intelectual y religiosa. Cuando Rodrigo, mal aconsejado por su madre, cometió una “mohatra” e ingresó en la cárcel de Valladolid, su mujer, dejando a los niños con la abuela, corrió a consolar y a ayudar al padre de sus hijos, en la desgracia. Cerca de la cárcel vallisoletana nacería la hija Magdalena de Sotomayor o Magdalena de Cervantes. En enero de 1553, libre de la cárcel, Rodrigo volvió al lado de los suyos, a Arganda. Pero, su espíritu aventurero lo empujó hacia Andalucía. A mediados de octubre de 1553, Rodrigo y su madre emprendieron el largo viaje hasta Córdoba. Tampoco lo acompañaron ni Leonor ni los hijos. El desgraciado Rodrigo, con su mujer, sus cinco hijos y su madre […] daba su adiós a Alcalá [...]. Después, el éxodo a la dulce Andalucía [...]; ocho jornadas de camino [...]. Viaje terrible para los ocho alcalaínos que se extrañaban [...]. (Astrana Marín, 1948, pp. 285-286). [Rodrigo] bien pudo tentar suerte en la sola compañía de su madre, dejando mujer e hijos en Alcalá, bajo la protección de su sobrina y su hermana. Está comprobado que, durante esos años, Leonor de Cortinas se encontraba, en diversas ocasiones, a orillas del Henares, con algunos de sus hijos. (Canavaggio, 2005, p. 62). El núcleo familiar de los Cervantes sigue en Alcalá, pues el 30 de octubre de 1564, en Sevilla, Rodrigo otorgaba a su esposa un poder general, lo que lleva a pensar que ésta seguía teniendo su residencia en la villa madrileña. [...]. Ningún documento confirma la estancia de Miguel en Sevilla. (Blasco Pascual, 2005, pp. 29-30). 218 Coinciden Blasco Pascual y Canavaggio en afirmar que Leonor y sus hijos se quedaron en Alcalá. ¡Así es! Se quedaron en Arganda que, al ser una aldea del Ayuntamiento de Alcalá, era Alcalá. Sí, los argandeños, –repitámoslo otra y mil veces-, eran alcalaínos hasta 1580-1581. Esto lo ignoraban Sarmiento, Ríos, Pellicer, Pingarrón, Cano, Montiano, Fernández Navarrete y demás grandes y esforzados y admirables cervantistas de las primeras horas. ¡Honor y gloria a estos grandes investigadores cervantinos! “La niñez y mocedad de Cervantes, a partir de los cuatro años [1551] no había tenido asiento en Compluto”. (Astrana Marín, “Proemio General”, 1948, pág. CXXV). Astrana se olvida de esta afirmación, bajo el enorme esfuerzo y trabajo intelectual a que está sometido en los últimos años de su vida, y escribe: “El desgraciado Rodrigo, con su mujer, sus cinco hijos y su madre [...] daba su adiós a Alcalá a principios de octubre de 1553”. (Astrana Marín, 1948, p. 285) Si al volver de Valladolid en febrero de 1553 se va con su familia para Alcalá, y permanece allí hasta octubre de ese año, es claro que la infancia de Miguel tiene su asiento en Alcalá, después de los cuatro años, después de 1551. El 9 de octubre de 1553, el niño Miguel cumplía seis años. El colosal trabajo le impide a don Luis volver sobre lo escrito. Pero esto no es un demérito. Tampoco Cervantes tuvo tiempo de volver sobre sus relatos y, hoy, ¡admiramos sus olvidos y sus equivocaciones! Según los cervantistas, Leonor de Cortinas y sus hijos sólo tenían, en 1551 y en 1553, dos soluciones: 1ª) Quedarse en la Villa de Alcalá, en la casa de su sobrina Martina de Mendoza, casada con Diego Díaz de Talavera. 2ª) Marcharse, sin rumbo fijo, a la ventura, acompañando al inválido Rodrigo de Cervantes y a su madre, Leonor de Torreblanca, por las ventas y caminos de España. ¡Había una tercera solución! Quedarse con su madre en la casa de la abuela materna, Elvira, en Arganda. Era la opción más lógica, la única posible y la más ventajosa para todos. Los hijos de Leonor, si se quedaban en Arganda, podían asistir a la escuela del concejo, podrían jugar con los mismos amigos y podrían leer los libros de las surtidas bibliotecas aldeanas de Arganda, como la de los Vilches. 219 Desarrollarían así y perfeccionarían su personalidad humana, intelectual y social; la religiosa y moral también la conformarían en la aldea y casa de los Cortinas. Si hubieran acompañado a su padre, estarían sujetos no sólo a la escasez y al hambre, sino también al cambio continuo de domicilio, buscando siempre el hogar más barato; tendrían que cambiar continuamente de amigos y de escuela, arrastrados por los cambios domiciliarios de los padres. No podrían perfeccionar sus conocimientos, ni conseguir el dominio caligráfico de la escritura, que sabemos consiguieron. Pero, si acompañaban a su padre, sería difícil que fueran a alguna escuela. Eran, la mayoría, de pago. Rodrigo tenía seis hijos; y no ganaba para pagar la escuela a todos, ni siquiera para alimentarlos. Los documentos que tenemos demuestran que vivía en la miseria, en la pobreza, en la trampa o en la cárcel. El padre de Miguel, don Rodrigo de Cervantes, era hombre con ciertas pretensiones de nobleza y la falta de sentido administrativo que heredará su hijo. Deuda tras deuda le obligaron a él y a su familia a salir de Alcalá y vivir, huyendo de acreedores o buscando familiares que le amparasen [...]. 111 Astrana Marín (1953, pp. 497-8) estudia la caligrafía no sólo de Miguel, sino también de Andrea y de Magdalena en el documento que Andrea firma, en Madrid, el 8 de febrero de 1603, para el señor Diego de Villela de Aldana, fiador del marqués de Villafranca, don Pedro de Toledo 112 . (Fernández Navarrete, 1819, p. 94 y p. 455). Acompañando a su padre, tampoco adquirirían el dominio de la alta costura, dominio que poseían tanto Andrea como su hermana y que luego transmitieron a Constanza de Ovando. Estos conocimientos no se adquieren en las ventas ni en los mesones. En la Arganda del XVI se adquirían no sólo conocimientos intelectuales sino también profesionales y de oficios manuales: El 17 de mayo de 1586, Ana de Simancas, viuda de Juan Hornero, firma un concierto con Gonzalo de Bernabé, cristiano nuevo, para que en seis años que comienzan en San Miguel, le enseñe a su hijo el oficio de zapatero. (Libro 5/1, fol. 217). El 28 de octubre de 1593, Bartolomé Lozano dejó a su hijo en casa del carpintero 111 FERNANDO DÍAZ-PLAJA, Cervantes, Gráficas Guada, Barcelona, 1974, p. 15. Don Pedro de Toledo y Osorio, Marqués de Villafranca y enemigo de Antonio Pérez, fue embajador en Francia entre 1608 y 1609. (MARAÑÓN, Antonio Pérez, Volumen 2, 1963, pp. 669-673). 112 220 Gabriel Cabello para que, en cuatro años, le enseñe su oficio. (Libro 6/2, fol. 148). En Arganda, se celebraban exámenes del concejo o ayuntamiento, que facultaban para poder ejercer las diversas profesiones artesanales de la época. En el Protocolo 1047 de la Biblioteca Nacional, se conservan: cartas de examen de cordonero, fols. 108 y 129 (febrero de 1603); cartas de examen de zapatero, fols. 118, 135, 166, 171, 467 (1603). En el folio 442 se nos informa de la estancia en Madrid, de un gallego de Celanova que está aprendiendo el oficio de sombrerero. Cervantes recuerda estos exámenes en La elección de los alcaldes de Daganzo: Digo que pues se hace examen de barberos, de herradores, de sastres, y se hace de cirujanos y otras zarandajas, también se examinase para alcaldes, y al que se hallase suficiente y hábil para tal menester se le diese carta de examen. 9.3.1.- Cervantes, poeta La inclinación que el mismo Cervantes confiesa haber tenido a la poesía le hizo preferir esta ocupación agradable y estéril a otras en que hubiera logrado mayor comodidad. Lo cierto es que siendo muchacho concurría en Madrid a las representaciones de Lope de Rueda […]. Esta diversión que lisonjeaba el gusto de Cervantes, fue sin duda uno de los mayores estímulos que le indujeron a dedicarse del todo a estos estudios y continuarlos en la escuela del Maestro Juan López […]. Esta inclinación tan temprana y vehemente a la poesía […] fue también el verdadero origen de la estrechez y pobreza en que vivió siempre Cervantes. (Ríos, 1780, pp. 3-4). César Brandariz recuerda la enorme paradoja y sombra que aletea y se cierne sobre Miguel de Cervantes Saavedra; tan grande esta paradoja que [...] continúa siendo hoy día no sólo uno de los personajes menos conocidos sino también uno de los peor conocidos de la historia” 113 . Ya lo advertía Cotarelo y Mori en 1905: quedan 113 CÉSAR BRANDARIZ, Reconstruyendo a Cervantes, Ediciones Nostrum, Madrid, 1999, p. 12. 221 muchas lagunas y muchos puntos obscuros, que, ni con hipótesis han podido aclararse 114 . Respecto a Miguel, no hay otra cosa que conjeturas más o menos verosímiles […]. Ningún documento confirma la estancia de Miguel en Sevilla en estos años [...]. En cualquier caso la estancia de Rodrigo en Sevilla no se prolongó más de dos años [...]. El conflicto con Chaves debió de convencer a Rodrigo de que era hora de regresar a su casa. Tras de sí dejaba, una vez más, tierra quemada. El regreso era, si no una huida, sí la constatación de un fracaso. (Blasco Pascual, 2005, p. 30). Deuda tras deuda le obligaron a él y a su familia a salir de Alcalá y vivir, huyendo de acreedores o buscando familiares que le amparasen, en Valladolid, Córdoba, Cabra y Sevilla. Esto […] perjudicó la educación formal de Miguel (a los 19 años estudiaba en Madrid cursos regularmente pasados a los quince), le dio en cambio, desde niño, una impresionante experiencia vital. La necesidad de la huida, la visión de la estrechez económica se unirá en su recuerdo al nuevo paisaje, al nuevo tipo, visto y oído en los caminos. (Fernando Díaz-Plaja, Cervantes, 1974, pp. 15-16). Las primeras noticias documentales que tienen a Miguel de Cervantes como centro [...] nos ofrecen […] la imagen de alguien que, con veinte años, se afanaba ya en el ejercicio de la poesía. Su nombre aparece al frente de un soneto, escrito en 1567 [...], para celebrar el nacimiento de la infanta Catalina Micaela [...]. Quienes han estudiado este texto descubren en él [...] un homenaje a Pedro Laínez, camarero del Príncipe, ya que sigue el modelo de otro soneto de este autor [...], el soneto cervantino apunta a una relación del joven Miguel con Pedro Laínez. (Blasco Pascual, 2005, p. 32). Honrado desde luego [...] Cervantes también era hablador, buen bebedor, asiduo de tabernas y jugador de naipes [...]. Era la conversación entonces un medio de satisfacer su curiosidad insaciable […]. Era sin duda un hombre de amistades. Entre ellas se cuenta su maestro Pedro Laínez. (Eisenberg 1993, p. 19). En octubre de 1567, el nacimiento de la infanta Catalina Micaela [...] va a celebrarse con todo esplendor. Y el encargado de las fiestas dadas con tal ocasión no es otro que Getino. Sobre los arcos de triunfo levantados [...] figura en buen lugar un soneto de Miguel: 114 EMILIO COTARELO Y MORI, Efemérides cervantinas ó resumen cronológico de la vida de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, 1905, p. 302. 222 Serenísima reina, en quien se halla / lo que Dios pudo dar al ser humano… Ese soneto […] es una pieza de encargo […], inspirada en un poema inédito, dedicado al príncipe heredero, el famoso don Carlos, por Pedro Laínez, su camarero. Este [es un] homenaje de Cervantes a un escritor confirmado, del que se convertirá en amigo íntimo. (Canavaggio, 2005, p. 77). ¿En dónde y con quién se ejercitó Miguel en el arte poético? ¡Claro que no fue acompañando a su padre por los caminos, ventas y mesones de España! Para dominar la poesía y las demás artes intelectuales se necesita la asistencia diaria a un centro en el que se imparta una enseñanza académica, metódica y pedagógica. Sin tener esto en cuenta, algunos investigadores, faltos del apoyo documental necesario, defienden la asistencia de Miguel a los colegios de los jesuitas en Córdoba y en Sevilla. Es muy posible también que Juan […] primo de Miguel, viajase con ellos y cursara con éste [Miguel] estudios en los jesuitas de Sevilla [...], es posible que en ese colegio conociese Cervantes a Mateo Vázquez. (Trapiello, 2005, pp. 39-40). Rodrigo de Cervantes no estaba en condiciones de pagar ni en Sevilla ni en Córdoba, ningunas clases a sus hijos. No los llevó consigo ni en 1553 ni más tarde. Sólo Andrea acompañó a Rodrigo, y a la madre de Rodrigo, en el viaje a Andalucía. La opinión que sentaron […] Nasarre y Ríos de haber sido en Madrid donde Cervantes concurrió a los estudios […], el mismo Pellicer […] creía ya en 1797 que realmente había fundamento para dudar de ella […], concluyendo con que antes debería creerse que Cervantes las estudió (las letras humanas) en la Universidad de Alcalá […]. Esta conjetura […] ha quedado desvanecida […], porque contestándonos el Sr. D. Manuel de Lardizábal […] nos dijo lo siguiente: ‘las matrículas y libros de la Universidad los he visto por mí mismo y se puede asegurar que Miguel de Cervantes no cursó en esta universidad’. (Fernández Navarrete, 1819, p. 265). El Sr. Tomás González, catedrático de retórica en aquella universidad [Salamanca], nos asegura haber visto entre los apuntamientos de sus antiguas matrículas el asiento de Miguel de Cervantes para el curso de filosofía durante dos años consecutivos, con expresión de que vivía en la calle de Moros. (Fernández Navarrete, 1819, p.271). 223 Tampoco Cervantes asistió a la Universidad salmantina. Investigaciones contemporáneas y posteriores al Sr. Tomás González dieron resultado negativo. Cervantes no estudió con los jesuitas ni en Córdoba ni Sevilla, porque no acompañó a su padre en 1553. Tampoco estudió en Alcalá, por lo menos en la Universidad, como demostraron las investigaciones de don Manuel de Lardizábal. La búsqueda en Salamanca demostró también que no cursó en su Universidad. Sin embargo, tanto él como sus hermanos eran poseedores de un aceptable, casi excelente nivel cultural. Por sus obras demuestra poseer un alto grado de conocimientos en casi todas las áreas del saber de la época. Era uno de los hombres de más ancha formación que había en la España de su tiempo según Eisenberg. (1993, p. 21). ¿En dónde adquirió este saber? Ya se dijo que Miguel y sus hermanos asistirían a las clases en Arganda. Su abuela estaba en situación económica de pagar los estudios convenientes a todos sus nietos; incluso los estudios universitarios. Cuando murió Elvira, Miguel tenía alrededor de 19 años. Es posible que tanto él como sus hermanos asistieran a clases de pago en algún colegio de Madrid, en el cual coincidiría con Pedro Laínez. La amistad entre Cervantes y Laínez, es posible que naciera en algún colegio madrileño. Pedro Laínez era vecino de Madrid y aunque unos 14 años mayor que Miguel, podría estar ligado a ese colegio de alguna forma. Pero no era necesario salir de Arganda para recibir una selecta formación. En la Arganda del Siglo de Oro residía un gran número de familias económicamente poderosas, como para que hubiera clases y colegios regentados por muy buenos profesores. Estos podían reclutarse entre los muchos escribanos y clérigos que vivían en Arganda. Recordemos la saga de escribanos Vilches y Martínez. Un Marcos Martínez, casado con una María de Vilches, escribirá a finales del XVI un Libro de Caballerías. En el tiempo libre que le dejaba su oficio ¿de mesonero?, en la calle de San Juan, escribe la tercera y cuarta parte del Espejo de Caballerías. Cervantes recuerda en sus obras cómo se acostumbraba a leer estos Libros de Caballerías en los mesones y ventas. Marcos Martínez, para poder editar su libro, se vio obligado a vender el mesón. En el folio 17 del Libro 3/6 del A.M.A.R se puede leer el documento de venta, firmado el 30 de noviembre de 1588. Le pagaron 35,55 ducados por la casa-mesón. El licenciado Marcos Martínez, de Alcalá de Henares, compuso la “tercera” y “cuarta parte” [del Espejo de caballerías] […], de los cuales se hizo una edición en Zaragoza en el año de 1623 […]. En 1589 se imprimió en Alcalá y en folio por Marcos Martínez de 224 Alcalá la “Tercera parte del Espejo de príncipes y caballeros: hechos de los hijos y nietos del emperador Trebacio”. (Bastús y Carrera, 1834, p.38). Clemencín cree que “la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron” (Quijote 1º, cap. VIII y IX) es imitación de un pasaje del Espejo de Príncipes y Caballeros: Dejó el gran sabio Lirgandeo en el último capítulo de su historia a los dos raros en valor y fortaleza, el gran Siciliano Bravorante y el famoso africano Brufaldoro, dando en el aire la vuelta con sus furiosos caballos, las espadas en alto, con tan fiero denuedo que exagera el sabio que al verlos se encogieran de temor los más animosos griegos. (Parte V, Libro I, Cap. I). Tomando el barbero otro libro dijo: - Este es Espejo de caballerías. –Ya conozco a su merced –dijo el cura-. Ahí anda el señor Reinaldos de Montalbán con sus amigos y compañeros […]. Digo, pues, salvo vuestro buen parecer, señor maese Nicolás, que éste y Amadís de Gaula queden libres del fuego. (Quijote 1º, cap. VI). ¿Qué quiere decir el cura con la frase: “ya conozco a su merced”? ¿Se referirá a su paisano, Marcos Martínez, autor de la “tercera y cuarta parte” del Espejo de Caballerías? Restituido, pues, Cervantes a España en la primavera de 1581, fixó su residencia en Madrid […], y siguiendo su nativa inclinación a las letras, se entregó de nuevo a todo género de libros latinos y españoles y italianos, adquiriendo aquel caudal de doctrina y varia erudición de que es capaz un ingenio vivo y aplicado. (Pellicer, 1797, p. 75). El año de 1595 celebró el convento de Santo Domingo de Zaragoza las fiestas de la canonización de San Jacinto […]. Propusiéronse siete certámenes poéticos […] cuyos carteles se remitieron a diferentes pueblos de España […]. Miguel de Cervantes envió desde Sevilla su Glosa que fue premiada en primer lugar […]. La sentencia de los jueces dice así: ‘De la gran materna Delo /.................../ Miguel Cervantes llegó /................../ y el primer premio llevó’. (Pellicer, 1797, p. 83). 225 Cervantes vivía en Sevilla en julio de 1596, cuando el Conde de Essex tomó la ciudad de Cádiz y, cansado de saquearla, violarla, profanarla y destruirla durante 24 días, levó anclas y tomó la derrota de Londres. Cervantes recuerda, en un soneto, la cobardía de España y la entrada triunfal en Cádiz del Duque de Medinasidonia: Vimos en julio otra semana santa / atestada de ciertas cofradías / Que los soldados llaman compañías, / de quien el vulgo y no el inglés se espanta. ……………………………………………………………………………………. Y, al cabo en Cádiz con mesura harta / ido ya el Conde sin ningún recelo, / triunfando, entró el gran Duque de Medina. Estando en Sevilla, pudo contemplar Cervantes, desde el 24 de noviembre al 31 de diciembre de 1598, el majestuoso túmulo levantado en la catedral, para solemnizar, las reales exequias de Felipe II. Estaba orgulloso del soneto que compuso a este catafalco. Escribe en el capítulo 4º del Viage del Parnaso: Yo el soneto compuse, que así empieza [Por honra principal de mis escritos]: Voto a Dios, que me espanta esta grandeza. 9.3.2.- Cervantes, amigo de Pedro Laínez El tiempo que permaneció en Esquivias y tal vez en Madrid, puede conjeturarse que fue hasta por los años de 1588 o acaso más adelante; pues en él […], celebró con varios sonetos y otros versos el Jardín Espiritual de Fr. Pedro Padilla; el Cancionero de López Maldonado; y la Fílida Cortesana moralizada de Alonso de Barros, sus amigos. (Pellicer, 1797, p. 81). Algunos investigadores, lo hemos visto, recuerdan el magisterio que para Miguel supuso Pedro Laínez. Sitúan esta relación Laínez-Cervantes en Madrid o en Alcalá. Es muy posible que fuera en Madrid, en donde vivía Laínez. Sin embargo, esta relación Cervantes-Laínez se complementó y fortaleció en la entonces aldea alcalaína de Arganda. Cerca de Arganda, a poco más de dos kilómetros, se situaban en el XVI y siguen estando hoy la aldea de Vilches y la antigua villa de Valtierra, casi despoblada 226 entonces y hoy. Entre el palacio de Vilches y la antigua iglesia de Valtierra puede haber tres escasos kilómetros de distancia. En la villa de Valtierra, en su casona-palacio, ¿antigua fortaleza episcopal? (Libro 171, fol. 152-153), descansaba temporalmente su gobernador Ilustrísimo Sr. D. Lope de Vivanco, Contador de S. M., casado con una hermana de Pedro Laínez. Éste, unos años mayor que Cervantes, revestido con la aureola de joven poeta admirado por las mujeres de la Corte, iría con frecuencia a visitar a la familia de su hermana y cuñado Lope de Vivanco, que pasaba temporadas en el antiguo palacio o casona arzobispal de Valtierra. Allí visitaría a sus sobrinos, que todavía eran menores de edad en 1592. Desde allí cabalgaría hasta Arganda, a poco más de dos kilómetros si subía por la Vereda de las Procesiones. Las “Relaciones”, (meses antes que el libro de Morales), explican: ‘Hallóse en un pilar en casa de Pedro Hernández un letrero antiguo que el susodicho dijo haberlo traído del despoblado de Valtierra’. (Rodríguez-Martín, 1580, p. 74). Era un miliario de la Calzada romana que unía Lisboa con Roma. El miliario indicaba la distancia entre Valtierra y Complutum: 14 millas o 19 kilómetros y medio. Dede Valtierra a Titulcia había otras 14 millas. Por Valtierra pasaba la Calzada romana que entraba en Arganda por la calle Calzada real. Por esta Calzada romana se acercaría Laínez desde Valtierra a Arganda. Su juventud, su aureola de poeta cortesano y mujeriego, su familia, su amena conversación y sus visitas y comentarios a los muchos mesones de la aldea argandeña atraerían la atención del joven Miguel. Quizá una parada obligatoria, para los dos, fuera el mesón del escritor Marcos Martínez, en la calle de San Juan, muy cerca de la casa de Miguel. Es quizá el impacto que pudo haber dejado el ciclo de Espejo de príncipes y caballeros, en la obra cumbre de Miguel de Cervantes, lo que la hace una obra de dimensiones universales. Es posible leer en los episodios que narran las aventuras del emperador Trebacio, de El Cavallero del Febo y su hermano Rosicler, de Claridiana, de Claramante y de Sarmacia algunos indicios y ‘técnicas precervantinas’ que ya anuncian ciertos momentos del Quijote. Estos momentos alcanzarán una presencia y fuerza cuyo brillo, 227 indudablemente, ya se había gestado en los altos hechos narrados en el Espejo de príncipes y caballeros, así como en los de sus bizarras y valerosas damas 115 . Nació una gran simpatía entre los dos, y el mayor, Laínez, se convirtió en inseparable mentor y maestro de versificación para el menor, Miguel. Afirma Eisenberg que Cervantes era un hombre de amistades. Entre ellas se cuenta su maestro poético Pedro Laínez. Por el testamento sabemos que Pedro Laínez poseía tierras, huertas y casas en Las Casillas, cerca del Camino de Valencia y por tanto, de Arganda. Laynez también poseía huertas y casas en Mejorada. Desde Mejorada se ponía muy pronto en Valtierra y en Arganda. Laínez, los maestros argandeños, los posibles profesores de Alcalá o Madrid y el autodidactismo innato de Miguel fueron los que lo prepararon intelectualmente. No, los jesuitas andaluces, ni las universidades de Salamanca o Alcalá. Cervantes no pudo ostentar los grados universitarios, por eso el cronista Tamayo de Vargas le llamaba “ingenio lego”. (Navarrete, 1819, p. 32). Miguel no acompañó a su padre, en 1553; no estuvo con él en Córdoba ni en Sevilla. Tampoco asistió a las clases de los jesuitas. Los Cervantes Cortinas se formaron bajo la férula de los maestros argandeños, que solían ser clérigos o escribanos. Quizá, Miguel, al igual que sus hermanos, perfeccionara, en colegios madrileños o alcalaínos, los conocimientos adquiridos en la aldea de Elvira de Cortinas. Pero había en la Arganda de la época, no sólo los curas y escribanos capaces de proporcionar una enseñanza bastante elevada, sino también una juventud numerosa y selecta cuyos padres podían pagar una enseñanza esmerada. La enseñanza que recibió en las escuelas argandeñas de pago, la perfeccionó en sus conversaciones con Laínez y en sus lecturas, en las bibliotecas particulares argandeñas. Bibliotecas que tenían en sus casas los hidalgos importantes. 115 AXAYACATL CAMPOS GARCÍA, “Introducción” en Espejo de príncipes y caballeros (III), de Marcos Martínez, 2006. 228 En el Libro 8/1 del A.M.A.R. aparece la “Partición de la Hacienda de Juan de Vilches, Familiar y Notario del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo, y Escribano Real del Ayuntamiento de Arganda, villa de la que era natural y vecino”. Trasladamos la relación, no paleográfica, de los libros de la biblioteca particular que dejó, al morir, el escribano argandeño Juan de Vilches: Un libro que se llama Plática de Paz. Un libro de las Notas de Diego de Ribera. Tres Cuadernos de Leyes del Reino. Un libro de Grandezas de España. Un libro de La traducción del chino. Otro libro de Inquirión 116 de los tiempos. Un libro de Prática de procuradores. Otro Libro de la muerte temporal y de la eterna. Otro Libro de torneo pa escribanos. Otro Libro del menosprecio de Corte y alabanza de aldea. Un Cuaderno de Premáticas. Un Libro de repertorio pequeño perpetuo. Otro Libro de Monterroso. Otro Libro de la Historia de Florián do Campo. Otro Libro de Institución y Memorial de escribano de Diego de Carabajal. Un Libro de Discursos del Credo. Libro de Discursos de la Sagrada Escritura. Libro de Emblemas de Don Juan de Orozco. Repertorio perpetuo de Diego de Otáñez. Libro en latín de Jerónimo Osorio. Libro de Las obras de Boscán. De institución de Confesores. De Directorium confesorium. De las Epístolas de San Jerónimo. De Arte de Antonio de Lebrija. Libro de las Fábulas de Ysopo. Libro de los hechos de Cristo. Suma de casos de conciencia. Versos espirituales. Enseñanza de Nobles. Comentarios de César. Epístolas de Cicerón. Otro que se llama Quinto Curcio. Horas viejas. Floresta española. Bucólicas de Virgilio. [...]. Obras de San Silvestre. Leyes de S. Majestad. Otro libro llamado Natural y secretos de la naturaleza. Otro Libro que trata de la China. Otro que trata de La muerte del Rey don Felipe. La segunda parte de la vida del Pícaro. Los libros de la madre Teresa de Jesús. [...] Diálogos de la Verdad. [...] Un Libro de leyes de la Mesta. [...]. Un libro que llaman Prácticas de Paz. Libro de las Notas de Diego de Ribera. Cuadernos del Reino y Premáticas. [...]. Grandezas de España 117 . Muerte temporal y eterna. Torneos. [...]. Monterroso. Florián do Campo. Introducción de Diego de Caravajal. Diez cursos del Credo. Diez cursos predicables. Emblemas de Orozco. Práctica de Procuradores. Inquirión de los tiempos. Menosprecio de Corte y alabanza de aldea. [...]. Églogas de Boscán. Directorium curatorium. Fábulas de Hisopo. Summa de casos de conciencia. 116 Suponemos que se refiere al Enchiridion de los tiempos de Fray Alonso Venero, de la Orden de Predicadores. La primera edición fue publicada en Burgos por Juan de Junta, en 1529. La segunda y tercera edición, también de Juan de Junta, aparecieron en Salamanca, en 1543 y 1545. Se repitió con mucha frecuencia: en Sevilla en 1547, en Zaragoza en 1548. 117 Grandezas y cosas memorables de España fue editada en 1548 por Pedro de Medina. Diego Pérez de Mesa la corrigió y amplió en 1595. 229 Semblanza de Nobles. Comentarios de César. Bucólicas de Virgilio. [...]. Libro de las obras de Silvestre. Obras de Teresa de Jesús. Segunda parte del Pícaro. La muerte del Rey don Felipe. Casa de la Puerta del Campo. Libro de Diálogos de la verdad. Libro de Enseñanzas de Nobles [...]. Si tal biblioteca existía en la casa madre de esta familia de escribanos argandeños, ¿qué y cuántos libros no existirían en las bibliotecas de otras casas, más poderosas económicamente, como los palacios o casonas de los Vargas, de Antonio Pérez, del Contable de S. Majestad López Vivanco, la de los Martínez, la de los Cortinas, etc? En ellas saciarían, Miguel y sus hermanos, el ansia adolescente de saber. Cervantes viajó mucho, y conocía Italia, Portugal, el imperio otomano, Barcelona y Andalucía [...]. Si no podía viajar lo reemplazaba con la lectura. Esta tiene que haber sido su diversión favorita durante muchos años, según los muchísimos libros, entre ellos libros de historia, geografía, ciencias y matemáticas, que muestra haber conocido. Era uno de los hombres de más ancha formación que había en la España de su tiempo. En sus propias palabras: ‘quien anda mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho’. (Eisenberg, 1993, p. 21) 9.3.3.- Cervantes, alumno de López de Hoyos El año de 1568, teniendo ya cumplidos nuestro autor los veinte y uno de su edad, permanecía aún en dicha escuela y era estimado sobremanera del Maestro Juan López, como el mejor y más adelantado de sus discípulos […]. En la Relación de las exequias y funeral de la Reyna Doña Isabel de la Paz que imprimió […], en el año de 1569, insertó unas redondillas compuestas a la muerte de esta Princesa por Miguel de Cervantes a quien llama su muy caro y amado discípulo, y una elegía […] dirigida al Cardenal Don Diego de Espinosa. (Vicente de los Ríos, 1780, p. IV). En 29 de enero del año 1568, por la tarde, se hizo en el Ayuntamiento de esta villa de Madrid la oposición a la cátedra de Gramática y Letras Humanas del Estudio público de la villa, y salió electo por voto de todos el mtro. Juan López de Hoyos. (Pellicer, 1797, Tomo I, pp. 57-58). 230 Convocada la oposición que hicieron, el M. Juan López de Hoyos y Hernando de Arce, y después de haber oído a los examinadores, salió electo el primero por unanimidad de votos en 29 de enero de 1568, con el salario acostumbrado de veinte y cinco mil maravedís. (Fernández Navarrete, 1819, p. 64). Se abre una cierta interrogante. Si cuando López de Hoyos comienza a dirigir el Estudio de la Villa es […] en febrero de 1568 y pocos meses más tarde Miguel de Cervantes Saavedra [...] está presente en Flandes en la ejecución de los Condes de Egmont y Horn [...], ¿es posible que López de Hoyos tuviera tiempo para tratar a Miguel de Cervantes Saavedra lo suficiente como para denominarle “nuestro caro y amado discípulo”? (Brandariz (1999, pp. 102-103). López de Hoyos había inaugurado su magisterio en febrero. ¿Cómo había llegado a ser Miguel alumno suyo? […]. Si siguió de manera efectiva los cursos impartidos por él […], su estancia va a durar menos de un año […]. El hecho, asimismo, de que, en su hoja de servicios […], Cervantes declara en dos ocasiones haberse alistado como soldado desde 1568 […]. Los datos de que disponemos son en efecto, contradictorios […]. Las informaciones de limpieza de sangre […] sugieren que el futuro escritor se habría convertido en soldado a partir de 1568. (Canavaggio, 2005, pp. 82-90). Cervantes y sus hermanos quizá asistieran a las clases del López de Hoyos, en otro lugar, antes de que, en enero de 1568, éste consiguiera la cátedra en el Estudio madrileño. Habría que averiguar en qué lugar había ejercido, López de Hoyos, su función sacerdotal. ¿Bajo qué férula había estudiado el inventor de los versos de 1567? Donde estamos seguros de que ni él ni sus hermanos asistieron a estas clases, es en Andalucía o en las ventas de los caminos españoles. Ésta es la mejor prueba de que los hijos de Leonor se quedaron con ella en Arganda. 9.3.4.- Cervantes, ¿condiscípulo de Mateo Vázquez en Sevilla? 231 Hazañas […] supone que Mateo, ‘acaso y muy probablemente, recibiese su educación en el Estudio de la Compañía de Jesús, en Sevilla, donde muy bien pudo ser compañero de Miguel de Cervantes’ [...]. Se ha supuesto que en el Colegio conoció a Cervantes, que, como luego se verá, le alabó copiosamente; pero no está demostrada la vehemente ilusión de los cervantistas de que, en efecto, el gran escritor estudiara allí. Éste hubiera aludido a ello, de ser cierto, en la Epístola a Mateo, en la que puesto que le pedía ayuda, hubiera valorado la circunstancia, siempre eficaz de la común escolaridad 118 . La mayoría de los investigadores actuales opinan que Miguel y sus hermanos no acompañaron a su padre Rodrigo cuando en 1553 emigró a Andalucía. Suponen que se quedaron con su madre, Leonor de Cortinas, en Alcalá. Y, así es; se quedaron al cuidado de Elvira y Leonor en Arganda, aldea de Alcalá. La falta de documentos la suple el sentido común. ¿En dónde se conocieron Miguel y Mateo Vázquez? Otra vez volvemos a Arganda. Con el establecimiento de la Corte en Madrid [1561] algunos nobles y cortesanos construyen fincas de recreo en las tierras próximas […]. En muchos casos, éstas se convierten en moradas ocasionales de los Reyes en sus viajes a los sitios reales […]. Así era habitual que en los desplazamientos hasta el Sitio Real de Aranjuez, los Reyes descansaran alguna jornada en Arganda del Rey. (García Valcárcel y …, 2003, p. 52). Mateo Vázquez había sido secretario de Diego de Espinosa (Presidente de la Casa de Contratación de Sevilla y luego, Cardenal, Presidente de la Suprema de la Inquisición y Presidente de Castilla). Fue introducido en la Corte, gracias a los informes favorables que Bartolomé de Santoyo, vecino de Arganda, proporcionó a Felipe II. Gozó del favor real desde su incorporación a la Corte hasta su muerte acaecida el 5 de mayo de 1591, un año después de la sentencia capital contra su enemigo Antonio Pérez. (Barros Campos, La casa del Rey. Cuatro Siglos de Historia, 1997, p. 26). Al producirse el asesinato del secretario Juan de Escobedo, Mateo Vázquez asumió la defensa del muerto y la acusación del culpable, Antonio Pérez. Lo inculpó ante Felipe II en presencia de Bartolomé de Santoyo 119 “de la Cámara del Rey católico 118 GREGORIO MARAÑÓN, Antonio Pérez, Volumen I, Espasa-Calpe, Madrid, 1969, pp. 377-378. Bartolomé de Santoyo poseía un palacete en Alcalá de Henares, lindando con el actual Convento de Carmelitas descalzas de Alcalá. 119 232 y de los más familiares y cercanos al oído y persona real”. Este avisó por carta en los primeros días de febrero de 1579 a Antonio Pérez [...]. Pérez se la entregó [la carta] a Felipe II. El Rey, que no se inmutó al verla, tampoco disminuyó en nada su aprecio hacia Vázquez, admirado por muchos [...] y sobre todo por Miguel de Cervantes [...]. Sebastián de Santoyo, Canciller de la Cámara Real, hermano del anterior y avecindado también en Arganda, era partidario asimismo de Antonio Pérez, lo que no le impedía mantener igualmente amistad con Mateo Vázquez [...]. Por estas fechas Santoyo compra a Antonio Pérez sus posesiones de Arganda [...]. Antonio Pérez tenía un palacete en Vilches, en cuyo patio se abría una capilla dedicada a San Lorenzo, que según Rodríguez-Martín y Chacón (1980, p. 254) subsistió hasta nuestros días. En la venta realizada en 1579, esta heredad pasó a manos de Sebastián de Santoyo [...]. La confiscación de bienes dictada en 1590 no afectó a la casa-palacio de Vilches, ya que, muertos Sebastián y Bartolomé de Santoyo, continuaban sus hijos gozando del favor real, y además el Rey les era deudor de la casa-palacio de Vaciamadrid. Jorge Olalde de Vergara, otro prócer de Madrid afincado en Arganda, se mantuvo neutral en la pugna [...]. Entre los altos dignatarios madrileños con tierras en Arganda y enemigos de Pérez, conviene citar al Contador Real Juan López Vivanco, señor de Valtierra, cuya mujer [...] declaró el 9 de septiembre de 1589: Que [...] el dicho Antonio Pérez revolvió al señor don Juan de Austria contra su Majestad y al secretario Escobedo, de donde resultó matarle y [...] no se había averiguado ni castigado la muerte de Escobedo. (Barros Campos, 1997, La Casa del Rey. pp. 29-30). Marañón sostiene que Mateo Vázquez debía su Secretaría de Estado a los hermanos Santoyo de Nevares que, satisfechos de su efectividad con el Presidente de la Casa de Contratación, más tarde cardenal Espinosa, lo presentaron a Felipe II: La aplicación y severidad del joven Mateo [Vázquez] en el despacho del Cardenal llegó, por conducto de Santoyo, a oídos de Felipe II, el cual le elevó a una de sus secretarías de Estado, que desempeñó durante dieciocho años [...]. La amistad de los dos hermanos con Vázquez era muy grande. Vivió en casa de ellos hasta que [...] decidió mudarse [...]. Ya en febrero de 1579, el doctor Milio le habla como muy a propósito para él, de la casa del Regente Carvajal y de la de Sebastián de Santoyo, muy linda y muy para codiciar vivir en ella. (Marañón, I, 1969, pp. 378-382). 233 ¿Se conocían Miguel y Mateo Vázquez? Rotundamente, ¡no! Si Cervantes escribe al Secretario de Felipe II, es por las insinuaciones y consejos de sus padres, de sus parientes, los Cortinas y de sus amigos, entre ellos Pedro Laínez. Mateo Vázquez llega a la Corte de Madrid a finales de 1572, cuando Miguel ya lleva tres o cuatro años fuera de España. Pero Mateo, amigo de los hermanos Santoyo y amigo del Contador Juan López de Vivanco y, por tanto, de su cuñado Pedro Laínez, habría visitado Arganda en muchas ocasiones, invitado por ellos. Tampoco dejaría de invitarlo, el Ilmo Sr. Jorge Olalde de Vergara, Canciller y Registrador de S. M., Notario Mayor del Reino de Toledo y Alcalde Ordinario de la aldea, luego villa de Arganda. Pero, ante todo, lo invitaría Don Diego de Vargas: Hay ansimesmo unas casas principales en que vive don Diego de Vargas, vecino de Madrid, en una ventana de las cuales están unas armas en un escudo en que hay un león y cinco bandas a la mano derecha del león 120 . Dicha mansión sirvió de morada al Embajador imperial en Madrid Juan de Agsbourg, Barón de Khevenhüller y Conde de Franckembourg, que en sus viajes a Arganda –antes de 1597- pernoctaba en la casa de don Diego. Así lo afirma en su testamento: En este lugar encontré la casa al otro lado 121 , es decir, la que pertenece a don Diego de Bargas, de Arganda. He vivido alrededor de 30 años. Son muchos los nobles madrileños que se alojaron en la casa de don Diego. Interesa resaltar cómo el 16 de septiembre de 1502, los príncipes Felipe el Hermoso y Juana la Loca partieron a las cinco de la tarde y durmieron en Arganda, villa a dos leguas de Chinchón 122 . Se trata ya de dicha residencia, aun cuando […] no fuera propiedad del personaje que nos ocupa. (Barros Campos, “Un madrileño”, 1996, p. 441). Don Diego de Vargas, caballero de la Orden de Calatrava, Gentilhombre de la boca del Archiduque Alberto, Gobernador de Martos y Almagro, sirvió en las galeras de España en las armadas del Adelantado, y en Flandes en la caballería ligera, como todo consta en papeles. (Gerónimo de Quintana, II, 1629, folio 284). 120 VIÑAS-PAZ, Relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España ordenadas por Felipe II. Madrid, C.S.I.C., 1951-1967, p. 86. 121 Se refiere aquí al “Arroyo”, “Arroyada” o “Arroyá”, que cruzaba la aldea de Arganda. 122 ANTOINE LALAING, Rélation du Premier voyage de Philippe le Beau en Espagne. Bruselas, 1876, pp. 218 y ss. 234 Si don Diego de Vargas hospedó en su casona a sus amigos principales, ¿cómo dejaría de invitar a uno de los Secretarios más poderosos de la Corte? No hace falta acudir al Estudio de los jesuitas de Sevilla y a la supuesta condición de condiscípulos en él, para explicar la razón de la Epístola a Mateo Vázquez. La escribió porque así se lo aconsejaron sus padres y amigos. No poseemos ningún documento que pruebe la amistad y conocimiento personal, antes de 1581, entre Cervantes y Mateo Vázquez. 9.4.- Miguel de Cervantes: padres, hermanos, hija y sobrina Nos proponemos estudiar sucintamente una serie de documentos que sitúan a Miguel, en el seno de la familia Cervantes Cortinas que comenzó a formarse en el año 1540, fecha de la boda entre Rodrigo y Leonor, según Navarrete y Cotarelo: [Juan de Cervantes] tuvo por hijo a Rodrigo de Cervantes, que casó por los años de 1540 con Doña Leonor de Cortinas, señora ilustre. (Fernández Navarrete, 1819, p. 9). Hemos estudiado las partidas de los bautismos de cinco de los hijos del matrimonio. Al comparar la de Miguel con las otras cuatro, encontramos el mismo padre, Rodrigo de Cervantes y la misma madre, e su muger Leonor. En las partidas de los cuatro mayores se lee: Rodrigo de Carbantes en lugar del Rodrigo de Cervantes, que aparece, claramente, en la última. Para un investigador, para un paleógrafo, para un filólogo está escrito, en las cinco, Cervantes. La confusión, ya se explicó se debe a la letra procesal de la época. Las cuatro primeras partidas las escribió un ayudante del cura Serrano. La partida del menor, Rodrigo, la escribió otro sacristán o ayudante del cura Juan García, con letra más legible y cuidada. La madre aparece sin apellido en tres de las cinco partidas: las de Andrea, Miguel y Rodrigo. En las partidas de Andrés y de Luisa lleva el apellido “Cortynas”. No aparecen los apellidos Cortinas y Cervantes entre los padrinos y testigos bautismales de los hijos de Leonor. No debería gastarse tinta por la presencia o ausencia de los patronímicos paternos entre los padrinos y testigos de las bodas y 235 bautismos. Era frecuente en el Siglo de Oro. Se puede comprobar en cualquier Libro de Bautismos de la época. ¿Por qué razón falta el Cortinas en la frase: e su muger Leonor, de las partidas de tres hijos, cuando aparece en las de Andrés y Luisa? En estas escribe e su muger Leonor de Cortynas. Creo que no hay ninguna segunda intención que mueva al bachiller Serrano a ocultar el apellido. Si la hubiera, omitiría el Cortynas en todas las partidas. La explicación es más sencilla: la prisa, el despiste, la rutina, etc. Algunos autores quieren descubrir una oculta razón para esto: el cura de Alcalá, Bachiller Serrano, al escribir la partida de bautismo de Miguel cela el apellido de la madre, ¿por qué? (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 292). No se han encontrado todavía las partidas de bautismo de los dos hijos más jóvenes del matrimonio: Magdalena y Juan. Sabemos de la existencia de Juan por el testamento del padre. Éste, en las últimas voluntades, dictadas el 8 de junio de 1585, nombra, entre sus hijos, a Juan de Cerbantes. Se supone que nació tras el viaje de Rodrigo a Andalucía, en octubre de 1553. Todo se reduce a suposiciones. No conocemos ni la fecha ni el lugar de su nacimiento. ¿Existió realmente? De Magdalena aunque no sepamos nada sobre su bautismo, tenemos muchísimas referencias que nos la sitúan al lado de Miguel. El autor del Quijote ocupa el lugar intermedio, el central, entre todos sus hermanos. Le precedieron en el nacimiento tres hermanos: Andrés, Andrea y Luisa. Nacieron con posterioridad a él otros tres hermanos: Rodrigo, Magdalena y Juan. 9.4.1.- Andrea, hermana de Cervantes El parentesco entre Andrea de Cervantes y el autor del Quijote está patente en muchos documentos, desde la partida bautismal a la de defunción. La abuela paterna, Leonor de Torreblanca, declara en su testamento del 10 de marzo de 1557: E mando a doña Andrea de Cervantes, mi nieta, hija de Rodrigo de Cervantes, mi hijo, el tercio e remanente del quinto de todos mis bienes raíces [...] e la dicha Andrea de Cervantes, mi nieta, llevando como ha de llevar, la mejoría. (Archivo de Protocolos de Córdoba. Oficio 27, tomo 21, folios 193-195. En Astrana Marín, 1948, p. 366). 236 Este testamento apoya la creencia de que Andrea pudo acompañar a su padre y a su abuela paterna en el viaje a Andalucía en octubre de 1553. Leonor de Torreblanca, agradecida a sus cuidados, la nombra y mejora en el testamento. Andrea de Cervantes, en el Proceso de Valladolid, en junio de 1605, nos ofrece un escueto informe biográfico, pero falto de veracidad ¿sólo en cuanto a la edad? Se llama viuda, mujer que fue de Sante Ambrosio, florentín, y que antes fue desposada y concertada con Nicolás de Ovando y es de edad de cincuenta años. Recordará, no con su testamento que no otorgó, sino con su partida de defunción, el parentesco que tiene con el autor del Quijote: En Madrid, en nueve días del mes de octubre de mil seiscientos nueve años, murió de calenturas doña Andrea de Cervantes, […]. Enterróla su hermano Miguel de Cervantes, que ambos vivían en la calle de la Magdalena, [...]. (Libro de difuntos, de la Parroquia de San Sebastián de Madrid, que comienza el año de 1609 y termina en el de 1630. En Luis de Armiñán, 1957, pp. 110-111). La situación económica de Miguel de Cervantes, en octubre de 1609, debía de ser muy precaria. Paga dos ducados por la sepultura de su hermana mayor. No puede enterrarla en una sepultura de tres ducados, como era tradición entre los Cortinas. Esta partida de enterramiento prueba indirectamente que Andrea no pudo profesar en en la V.O.T. de San Francisco, aunque sí pudo ser enterrada con su hábito que había tomado el 8 de junio de 1609. 9.4.2.- Magdalena, hija de Rodrigo y Leonor No podemos ofrecer la escritura de bautismo de Magdalena, ya que no se ha encontrado hasta ahora. Pero por declaraciones suyas y, sobre todo, por su testamento, podemos suponer que fue bautizada en Valladolid: Se le embargaron los bienes y [Rodrigo de Cervantes], el 2 de julio de 1552, ingresó en la misma cárcel que años atrás había alojado a su padre, de modo que [no] 237 pudo asistir al nacimiento de su quinto hijo, una niña llamada Magdalena, que vino al mundo el 22 de julio de 1552. (Blasco Pascual, 2005, p. 26). Abandonando con los suyos ese piso bajo, se instalará en el piso ocupado por María; ahí es donde, el 22 de julio, su nuera dara a luz su quinto hijo, una niña que recibirá el nombre de Magdalena. (Canavaggio, Cervantes, 2005, p. 59). En su testamento, dictado y firmado en Madrid el 11 de octubre de 1610, doña Magdalena de Cervantes evidencia los vínculos que la engarzan en la familia Cervantes Cortinas: recuerda a sus padres, hermanos y sobrina Constanza. La otra sobrina, Isabel, a la que tanto había amado y ayudado, vivía alejada y distanciada de los Cervantes Cortinas. Posiblemente, ni siquiera asistió al entierro y funerales de sus tías y de su padre. Vivía enfrascada y ocupada en un largo y vengativo pleito con su padre y con el padre biológico de su única hija, ya muerta, Isabel Sanz del Águila. Cómo yo Doña Magdalena de Sotomayor, natural de la ciudad de Valladolid, hija de Rodrigo de Cerbantes e Doña Leonor de Cortinas, mis padres difuntos [...] mando a Doña Costança de Figueroa, mi sobrina, hija de Doña Andrea de Cervantes, mi hermana difunta […], Rodrigo de Cerbantes, mi hermano, que le mataron en Flandes, en la jornada de dos de julio del año de seyscientos y uno […] a la dicha Doña Costança de Figueroa y al dicho Miguel de Cerbantes, mi hermano [...] en la villa de Madrid a honze días de Otubre de mil e seyscientos e diez años (Protocolo de Jerónimo López, 1610, folio 263. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXIV). Magdalena en su testamento, y lo mismo le pasa a su hermano, Miguel, ya no recuerda la fecha exacta de la muerte de su hermano, el alférez Rodrigo. Había muerto de un arcabuzazo en la “Batalla de Las Dunas”, cerca de Dunkerque, no el dos de julio del año de seyscientos y uno, sino el 2 de julio de 1600. Tampoco se acuerda de sus otros hermanos: Luisa, monja en clausura, y Juan, que, si existió, quizá hubiera muerto. 238 Reconoce como padres a los del autor del Quijote: Yo, doña Magdalena de Sotomayor […] hija de Rodrigo de Cerbantes y de Leonor de Cortinas. Lo mismo hace, en un posterior codicilo, transcrito por Pérez Pastor 123 : Madrid a catorce días del mes de octubre de mil y seiscientos e diez años […] paresció doña Magdalena de Sotomayor […] dixo que […] su cuerpo sea sepultado […] en la parte que pareciere al dicho Miguel de Cervantes. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, fol. 277. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXVI. En Armiñán, 1957, p. 189). Magdalena de Cervantes no sabe o no recuerda que su familia tenía capilla propia dentro del Monasterio de San Francisco de Madrid: la capilla de los Cortinas. (Archivo de Protocolos de Madrid, 55, folio 1040). En estas escrituras –testamento y codicilo-, nos brinda doña Magdalena los nombres de sus padres (Rodrigo y Leonor), los de sus hermanos (Miguel, Andrea y Rodrigo), pero también nos informa que nombra heredera [a] su sobrina Constanza, de lo que le toque del alférez Rodrigo [de Cervantes] muerto el dos de julio de 1601. Nombra albaceas a su hermano, Miguel de Cervantes, y a su sobrina, Constanza de Figueroa. Sin embargo los cervantistas del XVIII la consideraron hermanastra de madre de Miguel y sus otros hermanos. Dª Magdalena de Sotomayor [que hacía profesión de beata y vestía de xerga], hermana de Miguel de Cervantes, aunque de otro padre, pues se dexa entender que Dª. Leonor de Cortinas su madre que se supone se hallaba viuda el año de 1579, contraería nuevas nupcias con N. Sotomayor. (Pellicer, 1797, p. CXXIV). 9.4.3.- Luisa de Cervantes, monja carmelita descalza 123 CRISTÓBAL PÉREZ PASTOR, Documentos cervantinos hasta ahora inéditos, recogidos y anotados por el presbítero D. Cristóbal Pérez Pastor, Doctor en Ciencias, Establecimiento tipográfico de Fortanet, Madrid, 1902. Doc. LXXXIV, LXXXV y LXXXVI. 239 Astrana Marín, siguiendo a Pellicer, identifica a Luisa de Cervantes, la otra hermana de Miguel, con la postulante Luisa de Belén, vecina de Alcalá, que tomó el descalzo hábito carmelitano el once de febrero de 1565: Hechas por Rodrigo de Cervantes, acompañado de Miguel, las gestiones necesarias, con la colaboración, probablemente de Diego Díaz de Talavera [tomó el hábito de carmelita], ‘Luisa de Cervantes, hija de Rodrigo y de doña Leonor, vecina de Alcalà’ [Libro de Apuntamientos], (Cuaderno en pergamino), que se conservaba en el convento antes de 1936. (Astrana Marín, 1948, p. 451, nota 2). Por el Libro de Apuntamientos nos percatamos de lo mismo que ya sabemos por la partida bautismal: los padres de Luisa son los mismos que los de Miguel y de sus otros hermanos: se llaman Rodrigo y Leonor. Portilla leería, posiblemente, el Libro de Apuntamientos, pero no relacionó a esta Luisa de Cervantes, hija de Rodrigo y de doña Leonor, ni con la monja carmelita Luisa de Belén, ni con Miguel de Cervantes. En su Historia, (“Parte III”, 1728, p. 25) al nombrar a Luisa de Belén no hace referencia ninguna a Cervantes. Faltaban aún 24 años para que se produjera el feliz recuerdo en la memoria del Padre Sarmiento: rememoró en 1752 lo que había leído, 35 años antes, en la Topographía e Historia General de Argel. La libertad en el uso de apellidos pudo despistar a Portilla, si es que manejó este Libro que comentamos. No relacionó el apellido Cervantes de Luisa con el de Miguel. Tampoco relacionó el Cervantes de Miguel con el mismo apellido que había ostentado el 22 de febrero de 1509, el Corregidor y Justicia mayor de Alcalá y su tierra, Pedro de Cervantes, tío del abuelo de Miguel, Juan de Cervantes. (Portilla, 1725, p. 287). Fernández Navarrete tampoco relacionó, en 1819, a Miguel de Cervantes con este Corregidor de Alcalá, Pedro de Cervantes, tío del abuelo paterno de Cervantes: El apellido Cervantes había sido conocido desde muy antiguo en Alcalá, pues en la diligencia original de obedecimiento del fuero o código de leyes establecidas por el cardenal D. Fr. Francisco Jiménez de Cisneros para el gobierno de aquella ciudad (entonces villa), se hace memoria de que en 22 de febrero de 1509 era corregidor y justicia mayor de aquel pueblo, por el expresado cardenal, Pedro de Cervantes, comendador de la orden de Santiago. (Vida de Cervantes, 1819, pp. 213-214). 240 Pero, Fernández de Navarrete, que en 1819, no cita para nada el Libro de Apuntamientos recordado por Astrana Marín, sí identificó a Luisa, la hermana de Cervantes con la monja Luisa de Belén: Infiere el señor Pellicer, con mucha probabilidad, que esta Luisa de Cervantes entró religiosa carmelita descalza en 11 de febrero de 1565, aunque el hábito con bendiciones no se le dieron hasta el 17 del mismo mes. En el año décimo de la fundación de aquel convento, que era el 1572, había quince religiosas, y entre ellas se expresa en el número 10 a Luisa de Belén, de veinte y cinco años de edad, la cual era vecina de Alcalá cuando tomó el hábito. (Fernández de Navarrete, 1819, p. 252). Recuerda Navarrete que Luisa de Cervantes (Luisa de Belén) era vecina de Alcalá cuando tomó el hábito. Así es. Pero, ser vecina de Alcalá en 1565 no supone vivir en la villa de Alcalá de Henares. No era vecina de la villa de Alcalá. En 1565 eran “vecinos de Alcalá” todos los pobladores del “Común de Villa y Tierra de Alcalá”, es decir, todos los que vivían en las muchas aldeas que estaban debajo de la jurisdicción de la Villa de Alcalá de Henares. Los que vivían dentro de la villa de Alcalá se llamaban además de alcalaínos, “vecinos de la Villa de Alcalá”. Había una clara diferencia entre “vecino de Alcalá” y “vecino de la villa de Alcalá”. Sólo eran “vecinos de la villa de Alcalá” los que vivían dentro de la villa. Nuestros cervantistas del XVIII y sus seguidores, que desconocían la historiografía del “Valle del Henares” desde su reconquista hasta finales del XVII, cayeron en este error: confundir dos expresiones casi iguales fonéticamente, pero muy distintas desde el punto de vista semántico y sobre todo desde el aspecto económico. Unos eran los “villanos”, categoría inferior a los “ciudadanos”, pero muy superior a los “aldeanos” o “pueblerinos”. Los “vecinos de la villa de Alcalá”, que vivían en la villa protegida y rodeada por las murallas, eran los llamados “villanos”; muy superiores a los que vivían en los pueblos o aldeas, llamados “pueblerinos” o “aldeanos”. Tanto los villanos como los pueblerinos y aldeanos, que poseían una categoría social inferior a los “ciudadanos”, recibían el nombre gentilicio que les otorgaba la villa o ciudad a la que pertenecían. Estos del “Valle del Henares”, por estar sometidos, jurisdiccionalmente, a la Villa de Alcalá, recibían el nombre gentilicio de “alcalaínos” o “vecinos de Alcalá”. 241 Un “vecino de la villa de Alcalá” era un “villano” y gozaba de ciertos privilegios; un vecino de la aldea de Arganda era un “aldeano” o un “pueblerino” y se le llamaba “vecino de Alcalá”. Su categoría social era inferior a la de los “villanos”. Los que aquí viven [en las villas] se llaman propiamente villanos y como tienen poco trato con la gente de ciudad, son de su condición muy rústicos y desapacibles. El día de oy llamamos villas los lugares de gente más morigerada, y sonles inferiores los aldeanos que habitan en otros lugares pequeños, dichos aldeas. (Sebastián de Cobarruvias, Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Madrid, 1611). Así está definida “aldea” en el Diccionario de Autoridades en 1726: [ALDEA]. Lugar corto, que no tiene jurisdicción sobre sí, ni Privilegio de Villa, según las leyes de Castilla; y sus moradores son vecinos de alguna Villa o Ciudad en cuyo distrito, término y jurisdicción están. (Diccionario de la Lengua Castellana o Diccionario de Autoridades, Madrid, 1726). Es muy claro el Diccionario de Autoridades: sus moradores [los de las aldeas] son vecinos de alguna Villa o Ciudad en cuyo distrito, término y jurisdicción están. La aldea de Arganda estaba sometida, en 1565, a la jurisdicción de la Villa de Alcalá. Por tanto sus moradores son vecinos de Alcalá. Por tanto Luisa de Belén o Luisa de Cervantes era vecina de Alcalá; era “alcalaína”, pues vivía en la aldea de Arganda, que pertenecía al Concejo o Ayuntamiento de Alcalá de Henares. [VILLA]. Se llama oy la población, que tiene algunos privilegios, con que se distingue de la Aldea, como vecindad y jurisdicción separada de la Ciudad. (Diccionario de la Lengua Castellana o Diccionario de Autoridades, Madrid, 1737). Sarmiento, Ríos, Pellicer, Nasarre, Navarrete, Pérez Pastor, Rodríguez Marín, Astrana Marín y un largo etcétera interpretaron mal la frase vecina de Alcalá. Esta expresión “vecina de Alcalá”, ya se dijo, no indica que Luisa viviera dentro de las murallas que defendían y protegían la villa de Compluto. Indica todo lo contrario: Vivía fuera de las murallas de la Villa de Alcalá. La monja carmelita descalza que redactó este texto quería decirnos que Luisa de Cervantes pertenecía al Concejo o Ayuntamiento de Alcalá de Henares, pertenecía al Común de Villa y Tierra de Alcalá. En 1565, Luisa era 242 vecina de la aldea de Arganda y, por tanto, era vecina del ayuntamiento de Alcalá, al que perteneció Arganda hasta 1580-81. En este error habían caído Sarmiento, Ríos, Pellicer y Fernández de Navarrete y toda una legión de cervantistas que, con una fe ciega, los siguieron. En este error caen hoy muchos cervantistas, diríamos casi todos los estudiosos de las obras y de la biografía de don Miguel. 9.4.4.- Vecino de: Alcalá de Henares / Villa de Alcalá de Henares Para clarificar este apartado nos vamos a apoyar, casi diría copiar, uno de los mejores libros, más documentados, más pedagógicos y más convincentes sobre la historia y formación del “Valle del Henares”: Alcalá de Henares en la Edad Media. Territorio, sociedad y administración. 1118-1515, de Antonio Castillo Gómez. No todos los habitantes de Alcalá disfrutaban de la misma categoría jurídica. La diferencia entre moradores y vecinos salta a la vista en algunos artículos del Fuero y más claramente en otros textos posteriores. Las Ordenanzas de 1419 establecen una nítida distinción entre dos tipos de avecindamiento: a) vecinos y moradores de la villa; b) vecinos y moradores en las aldeas y adegañas. Solamente los primeros se pueden considerar propiamente como vecinos y por tanto gozan de una situación privilegiada […]. La protección y derechos reconocidos a los vecinos se encuentra ya reglamentada en el Fuero Viejo, al determinar la obligatoriedad de mantener casa poblada durante un año […]. La vecindad implicaba también otros derechos: disfrutar de bienes del común; ser fiador y testigo; ser juzgado según los fueros […]; exenciones fiscales, económicas y sociales […] 124 . Recuerda Castillo Gómez que los aldeanos podían acudir a pleitos los viernes y sábados, en tanto que los días establecidos para los vecinos de la villa también incluían los martes. (Página 139). Señala entre los derechos de los vecinos de la villa: 124 ANTONIO CASTILLO GÓMEZ, Alcalá de Henares en la Edad Media, Territorio, Sociedad y Administración (1118-1515), Alcalá, 1989, p. 181. 243 a). Podían vender su cosecha de uva, libremente […]. b). Podían vender el vino arrobado a cualquier persona […]. Se prohibía entrar uva o mosto comprado en las aldeas a personas no avecindadas en [la villa de] Alcalá. (Página 149). Pero también recuerda Castillo Gómez las exigencias o condiciones para ser vecino de la Villa de Alcalá: Todo omme d’Alcalá qui fore vezino et toviere casa poblada en castielo con filios et con muger todo el anno et la meior moranza que y la faga, non peche […]; los otros que moraren en la villa pechen media pecha et el mediero quarta; et si nol crediderunt que casa tobo poblada en vila como foro es, iure con dos vezinos de so colación que casa tobo poblada de los que en vila moran. (Fuero Viejo de Alcalá. Citado por Castillo Gómez, 1989, p. 239). Ordenamos que cualquier persona que de la dicha vecindat quisiere goçar que faga su morada continuamente en ella con su casa poblada e su muger e fijos […] salvo las temporadas que son para coger los frutos de pan e de vino que ovieren en las aldeas e adegañas de la dicha so villa […]; e cualquier que la tal vecindat non fiziere que non sea avido della. (Archivo Hist. Munic. Alcalá de Henares, C.2 y Car. 3, 14-XI-1419). Citado por Castillo Gómez, 1989, p 240). Todo omme qui casa toviere poblada in vila e prendárenle in aldea ad él o a sos omes, torne los penos con la calona de V soldos, si la toviere poblada quomo es in foro, con filios e con muger. (Fuero Viejo de Alcalá, 259. Citado por Castillo Gómez, p. 240). Ya en el Fuero Viejo se regula la inscripción de los aldeanos que quisieren morar en la Villa. El vecino se somete, entre otras cosas, a la obligación de mantener residencia y a la de pechar. El tiempo establecido para disfrutar de los derechos y garantías inherentes a la vecindad es de un año, durante el cual se debe mantener casa poblada en la villa con mujer e hijos. Esta condición que aparece regulada en el Fuero [Viejo], se manifiesta también en las Ordenanzas de 1419, en las que además se autoriza a los vecinos a dispensar la residencia […]. Para aquellos que habiendo obtenido la licencia de avecindamiento, no se atuvieran a la obligación de residencia, el Fuero prevé las oportunas sanciones y la pérdida de los privilegios fiscales. (Castillo Gómez, 1989, pp. 179-180). 244 Pero, además, los vecinos de la Villa de Alcalá cuando salían con sus ganados a las aldeas alcalaínas podían apacentarlas en las dehesas de las aldeas, siempre que tuvieran bienes raíces en esas aldeas. Podían crear dehesas propias en esas aldeas y amojonarlas, et ninguno omme non faga defesa si non el que morare en vila todo el anno con fijos et con muger. Todo omme de la vila que aldea oviere et bestia oviere de siela, quando fuere al aldea a osadas den su bestia a pacer en la defesa sin calonna ninguna […]. Todo omme d’Alcalá que en vila morare qui defesa quisiere far, faga en su heredat en aldea […]; en quantas aldeas oviere, en tantas faga si quisiere, et faga en elas moiones […] et ninguno omme faga defesa si non el que morare en vila todo el anno con fijos et con muger. (Fuero Viejo de Alcalá. Citado por Castillo Gómez, 1989, p. 241). Todo omme d’Alcalá que en vila morare. El Fuero Viejo de Alcalá, citado por Castillo Gómez, en la p. 241, distingue entre: Omme d’Alcalá que vive fuera de la Villa, en el Alfoz; y Omme d’Alcalá que en Vila morare. Miguel de Cervantes entre 1547 1568 pertenecía a la clase de Omme d’Alcalá que vive fuera de la Villa. 9.4.5.- Juan de Cervantes, hijo de Rodrigo y de Leonor Por todo lo visto hasta ahora conocemos a los padres de Miguel, así como a casi todos sus hermanos: Andrea, Luisa, Rodrigo y Magdalena. También sabemos el nombre de su sobrina Constanza. Si leemos el testamento dictado y firmado en Madrid por Rodrigo de Cervantes, en junio de 1585, conoceremos a Juan de Cervantes: Dexo e nombro por mis herederos universales de todos mis bienes a Miguel de Zerbantes e a Rodrigo de Cervantes y a Juan de Cervantes y a doña Andrea de Zerbantes e a doña Madalena de Cerbantes, mis hijos e hijos de la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger [...]. (Pérez Pastor, 1897, Doc.23). 245 Este documento fue publicado, en Madrid el año 1897, por Cristóbal Pérez Pastor en Documentos cervantinos hasta ahora inéditos... Llama la atención lo que escribe Sliwa en la página 130 de su Vida de Miguel de Cervantes Saavedra (2006): Por fin algunos biógrafos articularon que ‘ninguno de los tres hijos del cirujano nacidos en esos años recibiera el nombre de Juan. Sin embargo, según mi investigación, Rodrigo mencionó en su testamento a Juan, su hijo, de quien tenemos esta única nueva. De Juan de Cervantes, de su existencia, sólo poseemos este documento: el testamento otorgado por su padre Rodrigo de Cervantes en 1585. Se supone que, si existió debió de morir antes de septiembre de 1593. Sus hermanos no lo citan en ninguna de las escrituras que firmaron. Algunos cervantistas alegan que abrazó el estado sacerdotal, que no se portó bien con los otros hermanos y que por eso lo ignoraron. Todo son elucubraciones tan infundadas como otras que se urdieron sobre los Cervantes Cortinas. Rodrigo de Cervantes se olvida, en su testamento, de una de sus hijas: Luisa de Cervantes, la que, al vestir el hábito descalzo de monja carmelita, había cambiado su patronímico “de Cervantes”, por el “de Belén”. Era frecuente, en los testamentos de la época, olvidar a los hijos ingresados en convento o monasterio. Por sus votos no podían heredar, habían renunciado voluntariamente a ello antes de jurar los votos. Luisa de Cervantes fue olvidada también por sus hermanos. 9.4.6.- Concierto de Rodrigo y Magdalena con Napoleón Lamelín En la villa de Madrid, a diez días del mes de septiembre de mill y quinientos y ochenta y cinco años [...] parescieron presentes Rodrigo de Zervantes y doña Magdalena de Zervantes, hermanos, residentes en esta corte, e dixeron que [...] Miguel de Zervantes, su hermano [...], empeñó al señor Napoleón Lomelín”. (Protocolo de Baltasar de Ugena, 1584 a 1589, folio 127. En Pérez Pastor, 1897, doc. 25). 246 Rodrigo y Magdalena querían rescatar unos paños de tafetán que había empeñado Miguel en las manos de un prestamista genovés, Napoleón Lamelín. Estos paños eran parte del regalo hecho a Andrea por el genovés Locatelo. Este Napoleón Lamelín es pariente de un alto financiero de origen genovés que formará en el antiguo alfoz complutense un magno señorío, D. Esteban Lomelín. (Mayoral Moraga, 2002, p.160). En las Relaciones […] de Felipe II, Ambite declara que es de Esteban Lonellín […], y él pone justicia. (Fernández Majolero, 2002, p. 227). Aquí y en otros documentos, observamos que la Magdalena de Pimentel y Sotomayor, hija de Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas, aparece con el apellido de su padre y hermanos: Magdalena de Zervantes. Parece que a éstos, Rodrigo y Miguel, no les gustaba que utilizara otros patronímicos que no fueran Cervantes. Es el apellido que ellos utilizaron siempre. 9.4.7.- Miguel otorga poder a su mujer y a Magdalena Sepan [...] cómo yo, Miguel de Çervantes Saabedra [...] doy e otorgo todo mi poder [...] a doña Catalina de Salazar e Palacios, mi muger, y a doña Magdalena de Çervantes, mi hermana, vezinas de la villa de Madrid [...]. Fecha la carta en Sevilla a catorce días del mes de julio de mill y quinientos y noventa años”. (Sevilla. Protocolo de Luis de Porras, 2º de 1590, fol. 234. En Pérez Pastor, 1902, doc. LI). Yo Miguel de Cerbantes Sayavedra [...] a doña Catalina de Salazar y de Palacios, mi muger y a Doña Madalena de Cerbantes, mi hermana, vezinas de la villa de Madrid [...]. Fecha la carta en Sevilla […] a treinta y un días del mes de julio de mill y quinientos y noventa años”. (Sevilla. Protocolo de Luis de Porras, 1590, 2º, fol. 505. En Pérez Pastor, 1902, doc. LII). Estas dos escrituras, otorgadas en Sevilla y en julio de 1590, refrendan el parentesco entre Miguel de Cervantes Saavedra y Magdalena de Cervantes, su hermana, nacida en Valladolid, que firma como Magdalena de Pimentel y Sotomayor. Al mismo tiempo, presentan a un nuevo miembro de la familia: la esposa de Miguel, doña Catalina de Salazar e Palacios. Dedicaremos, más adelante, un estudio 247 detenido a doña Catalina de Salazar. Observamos que, muerta, en Esquivias, la madre de Catalina en 1588, la esposa de Miguel acompañaba en Madrid a su suegra Leonor y a su cuñada, Magdalena. Por los dos poderes, deducimos que Miguel tendría que contribuir al sostenimiento de su madre, de su esposa y de Magdalena, su hermana. Suponemos, por los mismos documentos, que Andrea vivía en otra casa. Pero estas dos escrituras echan por tierra las pretensiones de algunos cervantistas que, apoyándose en el apellido “Saavedra”, hablan de la existencia de dos Miguel de Cervantes. Uno sería el hijo de Rodrigo y Leonor, el bautizado en 1547 en Alcalá; otro, sería el Miguel de Cervantes Saavedra, esposo de Catalina Salazar. Aquí, en estos dos documentos, el Miguel de Cervantes, hijo de Rodrigo y de Leonor, es la misma persona que el Miguel de Cerbantes Sayavedra, esposo de Catalina de Salazar y hermano de Magdalena de Cervantes. También contribuyen, estos dos documentos de 1590, a rechazar la hipótesis de algunos cervantistas, según la cual, Miguel se había separado de Catalina y se había marchado para Andalucía. 9.4.8.- Andrea y Magdalena otorgan poderes en Valladolid Cómo nos doña Andrea de Zerbantes y doña Madalena de Sotomayor, hermanas del alférez Rodrigo de Çerbantes y como sus herederas [...] otorgamos todo nuestro poder cumplido [...] ante los juezes y ministros de su Consejo de Guerra [...]. Fue fecha y otorgada esta carta en […] Valladolid, a siete días del mes de noviembre de mill y seiscientos y cinco años. (Protocolo de Pedro de Munguía, 1603 a 1614. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXVI). Como se verá más adelante, las hermanas Cervantes se unieron, en Madrid, a finales de agosto de 1604, a la comitiva, organizada por su hermano Miguel que, desde Toledo se dirigía hacia Valladolid. Permanecerán en la ciudad del Pisuerga, entonces capital del Reino, hasta finales de 1605, como se puede comprobar por este poder. Las dos hermanas reclamaban de la Corona lo que les correspondiera por la heroica muerte de su hermano. Afirma Astrana Marín (1953, pp. 432-435) que Rodrigo 248 había muerto de un arcabuzazo, el 2 de julio de 1600, en la “Batalla de Las Dunas” entre Ostende y Brujas. Se lamenta don Luis de que nunca el Estado satisfizo la deuda que debía a los Cervantes Cortinas; que el último pago que se hizo fue en 1654, año en que se entregan 17.000 maravedís a sus herederos; y que la Corona quedaba adeudando 30.000 maravedís que nunca pagó. La deuda de la Corona era mucho mayor. Doña Isabel de Cervantes Saavedra en el testamento hecho el 19 de septiembre de 1652, el mismo día de su muerte, afirma que Su Majestad le debe “quinientos” escudos por la muerte de su tío Rodrigo de Cervantes Saavedra. (Protocolo de Pedro de Castro, 1652, fol.1022). El escudo que en el XVI valía 350 maravedís, se revalorizó en el XVII hasta 400 maravedís. Por tanto la Corona debía a Isabel de Cervantes Saavedra, en 1652, la cantidad de “500 escudos”; es decir, 200.000 maravedís. 9.5.- Isabel de Saavedra otorga poderes a su tía Magdalena Nos hemos encontrado en los documentos anteriores con los nombres de los padres y de todos los hermanos de nuestro escritor. Los padres se llaman Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Los hermanos son Andrés, Andrea, Luisa, Rodrigo, Magdalena y Juan. Conocemos también a doña Constanza de Figueroa, hija de Andrea de Cervantes y sobrina, por tanto, de Miguel de Cervantes. También hemos conocido a la mujer de Cervantes, Catalina de Salazar y Palacios. Vamos a conocer a otra persona relacionada con nuestro escritor: Isabel de Saavedra. ¿Quién es? La biografía de Miguel de Cervantes va presentando, lentamente, a Isabel de Saavedra, como “por entregas”, a través de los documentos que se van descubriendo. Un documento del 9 de agosto de 1599, encontrado en los protocolos del escribano madrileño Martín de Urraca, nos la ofrece, huérfana de padre y madre. Se llama Isabel de Saavedra y la autoridad, para protegerla y cuidarla, concedió al escribano madrileño, amigo de Cervantes, Bartolomé de Torres, la “curaduría” de Isabel de Saavedra, hija de Alonso Rodríguez y Ana Franca. (Protocolo de Martín de Urraca, 1599. Pérez Pastor, 1897, doc. 36). Ya no nos llama la atención el apellido de la niña, que no coincide con el de los padres, porque llevamos tropezando con muchísimos ejemplos similares, en esta aproximación a Miguel de Cervantes. 249 Por otro documento, del mismo protocolo de Martín de Urraca, la niña Isabel de Saavedra entra al servicio de doña Magdalena de Sotomayor, hija del Licenciado Çervantes de Saavedra, su padre, difunto: En la villa de Madrid a onze días del mes de agosto de mill e quinientos e noventa e nueve años [...] paresció presente Bartolomé de Torres [...] curador ad litem que es de Isabel de Saabedra, hija de Alonso Rodríguez e Ana Franca, su mujer [...] puso a servicio a la dicha Isabel de Saabedra [...] con doña Magdalena de Sotomayor, hija del liçenciado Cervantes de Saavedra, su padre difunto. (Protocolo de Martín de Urraca, 1599. En Pérez Pastor, 1897, doc. 37). Ya conocemos a doña Magdalena de Sotomayor: es hija de Leonor de Cortinas y de Rodrigo de Cervantes; es la hermana más joven. El apellido Sotomayor engañó a los cervantistas del XVIII; la creyeron hermanastra de Miguel. Pero esta escritura nos ofrece una noticia nueva e importante: al padre de los hermanos Cervantes Cortinas, al esposo de Leonor de Cortinas se le llama Liçenciado Cervantes de Saavedra. Blasco Pascual (2005, pp. 28-30) recuerda que en octubre de 1564, el padre de Miguel […], declarándose “médico cirujano”, vecino de esta ciudad de Sevilla en la colación de San Miguel, regentaba unas casas de alquiler [...]. Encontramos, en este documento, el apellido “Saavedra” 125 que ya había usado y seguirá utilizando, en algunas ocasiones, su hijo Miguel. En el Memorial de cautivos rescatados en 1580, impreso en Granada, en 1581, (en el número 29 de la lista de rescatados), se lee: Miguel de Çervantes Saavedra de treinta y un años [...]. Por el documento del notario Martín de Urraca sabemos que el apellido “Saavedra” lo heredó Miguel de su padre (Pérez Pastor, 1897, p. 284), y se lo transmitió a la huérfana Isabel de Saavedra. ¿Por qué? Rodríguez-Martín se pregunta sobre si este apellido Saavedra lo tomaría Miguel de su abuelo argandeño, el desconocido marido de Elvira de Cortinas: El misterio envuelve la paternidad de la madre, es decir, no aparecen datos del padre de Doña Leonor [...]. ¿De dónde venía? ¿Es un Saavedra más o menos ennoblecido, que hace que el nieto [Miguel] no se llame Cervantes de Cortinas, sino Cervantes Saavedra? [...]. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 292). 125 En el A.M.A.R. se repite durante el siglo XVI el apellido “Saavedra”, entre vecinos de Arganda. 250 Llámase a dicho licenciado por sus apellidos Cervantes de Saavedra, y esto, que debió de ser dictado por su hija doña Magdalena, nos da la razón de por qué el autor del Quijote usó este segundo apellido. Miguel de Cervantes tomó los dos apellidos de su padre, con exclusión del de su madre, que tampoco aparece en documento alguno firmado por los demás hijos. (Pérez Pastor, 1897, p. 284). Nosotros en el siglo XXI, gracias a legiones de investigadores que nos legaron, generosamente, sus hallazgos, podemos presumir, sin ningún mérito propio, de poder dar respuesta a muchas incógnitas indescifrables hasta ahora. Gracias al documento de Martín de Urraca, firmado en Madrid el 11 de agosto de 1599 y que transcribe Pérez Pastor en 1897, sabemos que Miguel tomó el apellido Saavedra de su padre. En el proceso de Valladolid, tras la muerte de Ezpeleta, Doña Magdalena de Sotomayor dijo en su segunda declaración: Que posaba con su hermano Miguel de Cervantes e Doña Andrea su hermana, y que allí están las dichas Doña Isabel, que es hija natural del dicho su hermano, y Doña Constanza, hija legítima de dicha Doña Andrea. La misma Doña Isabel en su confesión hecha a 30 de junio de 1605, dijo se llamaba: “Doña Isabel de Saavedra, hija de Miguel de Cervantes, y es doncella y de edad de veinte años”, añadió que “posaba en casa de Miguel de Cervantes su padre, en compañía de Doña Andrea e Doña Magdalena, sus tías e Doña Constanza, su prima”, y finalmente manifestó que no sabía firmar. (Fernández de Navarrete, facsímil, 2005, p. 253) Este documento de Valladolid presenta a todos los descendientes vivos de Doña Leonor de Cortinas; sólo falta Luisa de Cervantes, la monja carmelita. Miguel no ostenta, aquí, el apellido Saavedra, pero sí su hija, y lo mismo hace en el siguiente: En la villa de Madrid, a diez y siete días del mes de noviembre de mil y seiscientos y ocho años […] paresció presente Doña Isabel de Saavedra, mujer de Luis de Molina […] y dio su poder […] a doña Madalena de Sotomayor, beata de la tercera Orden del señor San Francisco, residente en esta corte [...]. (Protocolo de Juan Ortiz de Zárate, 1606 a 1609. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXI). 251 Estas escrituras refuerzan la identidad personal entre la Magdalena de Cervantes, la Magdalena de Pimentel y Sotomayor, y la Magdalena de Sotomayor. Es la misma persona: la hermana de Miguel de Cervantes. En Magdalena de Cervantes tenemos un ejemplo clarísimo de la facilidad con que se cambiaba de apellido en los Siglos de Oro. La misma persona, Magdalena, se nos presenta con cuatro apellidos distintos. ¿Qué fiabilidad ofrecen los apellidos en esta época? La hermana menor de Cervantes aparece como Magdalena de Cervantes, Magdalena de Pimentel y Sotomayor, Magdalena de Sotomayor e, incluso, nos la presentan como Magdalena de Jesús. No debe extrañarnos que los grandes cervantistas del XVIII la consideraran hermanastra de Miguel, con quien comparte la misma madre. Pero en este documento de Juan Ortiz de Zárate se introduce un nuevo personaje: Luis de Molina. Es el marido de Isabel de Saavedra. Tendrá profunda e íntima relación con el autor del Quijote. Volveremos a Luis de Molina en estudios posteriores. ¿Pero, por qué le llamamos Isabel de Saavedra? Lo sabemos por las declaraciones de 1605, en Valladolid. Corroboramos nuestra información con la siguiente escritura: Sepan quantos esta carta de pago de dote vieren cómo yo Luis de Molina [...] con mi esposa doña Isabel de Çerbantes y Saabedra, muger que primero fue de Diego Sanz, hija legítima de Miguel de Çerbantes [...]. En la villa de Madrid a cinco días del mes de diciembre de mill y seyscientos y ocho años. (Protocolo de Domingo Roldán, 1608 a 1617, fol.1. En Pérez Pastor, 1897, doc. 42). Este documento del 5 de diciembre de 1608 insiste en que Isabel Çerbantes y Saabedra [es] hija de Miguel de Çerbantes. Miguel, sin el apellido Saavedra. Pero, ¿quién es este Miguel de Cervantes? Nos lo aclara el Libro 1º de Matrimonios de la Parroquia de San Luis, en cuyo folio 163 aparece la partida de desposorio de Isabel de Cervantes y Luis de Molina celebrado el día uno de marzo de 1609 y cuyos padrinos fueron Miguel de Cervantes y Catalina de Salazar: En el dicho día (primero de marzo de 1609) [...] vellé a Luis de Molina con doña Isabel de Saavedra; padrinos Miguel de Çervantes y doña Catalina Salazar [...]. (Parroquia de San Luis, Libro 1º de matrimonios, fol 163. Pérez Pastor, 1897, doc. 43). 252 Conocemos ya a Miguel de Cervantes. Es el marido de Catalina de Salazar. En todas las escrituras de este apartado aparece Isabel de Saavedra o Isabel Cervantes de Saavedra. Se la relaciona con Magdalena de Cervantes, con Catalina de Salazar, con Miguel de Cervantes, con Diego de Sanz y con Luis Molina. Los lazos que la unen a cada uno de ellos se van haciendo cada vez más patentes. Cada documento va profundizando e iluminando la relación, como con un nuevo foco de luz. Doña Isabel de Cervantes y Saavedra, en el testamento firmado en Madrid, el 4 de junio de 1631, reafirma sus lazos con Luis de Molina y con Miguel de Cervantes: [...] cómo yo, doña Isavel de Çervantes e Sayavedra, muger de Luis de Molina [...] hixa de Miguel de Çerbantes [...]. (Protocolo de Juan de Chaves, 1631, fol. 710). El Protocolo de Pedro de Castro custodia el último testamento dictado por la hija de Miguel, Isabel de Cervantes Saavedra, el 19 de septiembre del año 1652. En él recuerda a su progenitor y al tío muerto heroicamente en la batalla de “Las Dunas”: Yo, doña Isabel de Saavedra, viuda de Luis de Molina y Castilla, vecina desta villa de Madrid, a la calle de la Sartén, parroquia de San Martín [...] mi cuerpo sea enterrado en la dicha iglesia de San Martín [...]. Su Magestad me debe quinientos escudos […] de un sueldo del alférez Rodrigo de Cervantes Saabedra, mi tío […]. El señor Miguel de Cerbantes Saavedra, mi padre […]. En la villa de Madrid, a nueve (sic) días del mes de septiembre de mill y seiscientos y cincuenta y dos años. (Protocolo de Pedro de Castro, 1652, fol. 1022. En Pérez Pastor, 1902, doc. CII). Murió ese mismo día 19 de septiembre de 1652. Ya se ha dicho que los amanuenses constataban, en el Libro de Difuntos, la fecha del entierro: En 20 del dicho mes y año (Septiembre de 1652) murió doña Isavel de Sahabedra, viuda de Luis de Molina, calle de la Sartén [...]. Enterróse en San Martín. (Archivo Parroquial, Libro 5º de Difuntos, fol. 345 vº. En Pérez Pastor, 1902, doc. CIII). El notario Pedro de Castro testimonia, el 7 de octubre de 1652, que ha visto muerta a Doña Isabel. (Protocolo de Juan de Burgos, 1666, 1º, folio 288). 253 10.- RODRIG0 DE CERVANTES Y LEONOR DE CORTINAS Miguel, que unas veces, sólo es Cervantes y otras, Cervantes Saavedra, está perfectamente engarzado dentro de la familia que sus padres crearon en 1540, y que van agrandando con el paso de los años. Utilizando documentos descubiertos por otros, lo hemos vinculado con sus padres, con sus abuelos, con todos sus hermanos, con su hija, con su mujer y con su yerno. No hay nada de nuestra personal cosecha. Hemos jugado con las piezas de un rompecabezas que la Historia va devolviendo a sus buceadores. En este apartado, trataremos de estudiar más las relaciones dentro del matrimonio, no en el sentido de la intimidad conyugal, sino en la externa distribución de quehaceres y funciones, con el fin de descubrir, si cabe, la personalidad de cada uno de los cónyuges. Para ello nos serviremos de algunos de los muchísimos documentos cervantinos en los que los padres sean principales agonistas. Algunas veces estudiaremos documentos ya vistos, pero enfocados ahora desde otra perspectiva. 10.1.- Doña Leonor otorga poder a su marido Sepan quantos esta carta […] cómo yo, doña Leonor de Cortinas, muger de Rodrigo de Zerbantes, mi señor e marido […] que presente estáis […] e yo, el dicho Rodrigo de Zerbantes, que presente estoy […] para que [...] podáis pedir e demandar [...] ansí por herencia de mis señores padre e madre como de abuelos o de cualesquier personas que a mi me deban [...], e pedir den quenta de cualesquier bienes que hayan quedado de Elvira 254 de Cortinas, mi señora y madre [...] e pedir quenta de todo ello a los testamentarios e albaceas de la dicha mi madre [...]. Fecha e otorgada […] en la dicha villa de Madrid, a dos días del mes de diciembre de mill e quinientos e sesenta e seis años [...]. Pasó ante mí, Diego de Henao, escribano público. (Protocolo de Diego de Henao, 1565-1566, folio 478. Pérez Pastor, 1902, doc. I. Torre Briceño, 1997, pp. 13-34). Algunos cervantistas se despistaron en la lectura de este poder otorgado el 2 de diciembre de 1566. Afirman que el marido no estaba presente al otorgamiento: En 1566 la madre del poeta, Leonor de Cortinas, se halla en Madrid sin su desastroso marido. Hace que se redacte un acta notarial que firma su hijo Rodrigo, pero no su hijo mayor, Miguel. (Jean Babelon, 1994, p. 24). En 1566 Leonor de Cortinas firma un acta notarial en Madrid junto con su hijo Rodrigo 126 pero [...], en esa acta notarial no aparece Miguel que teóricamente era mayor que Rodrigo. (César Brandariz, 1997, p., 26). Rodrigo de Cervantes esta presente y firma el poder que le otorgó su esposa Leonor, ante Diego de Henao, el dos de diciembre de 1566. A lo largo del documento se repiten frases como: “a vos el dicho Rodrigo de Zerbantes que presente estáis”; “yo el dicho Rodrigo de Zerbantes que presente estoy”; “a vos, Rodrigo de Zerbantes, mi señor e marido, que presente estáis”. Rodrigo de Cervantes firma, con Leonor, el poder que ésta le otorgó. Afirman Babelon y Brandariz, que el Rodrigo de Cervantes que firma el documento, no es el esposo de Leonor sino su hijo. Éste tenía aún 16 años. No se ha encontrado el testamento ni la partida de defunción de doña Elvira de Cortinas. Debió de morir en el último cuarto o tercio del año de 1566. Ya se dijo que Leonor no acompañó a su marido en el viaje que, a mediados de octubre de 1553, había emprendido a Andalucía. Se quedó con los hijos en Arganda, aldea de Alcalá. Se quedó, por tanto en el Concejo de Alcalá. Es posible que Andrea viajara a Córdoba en 1553. La documentación notarial prueba que Andrea estaba en Sevilla el 6 de marzo de 1565, fecha en la que detuvo la ejecución de un embargo judicial dictado contra su padre ausente. Por estas fechas, Rodrigo estaba en Arganda, porque en febrero de 1565 había asistido a la toma de hábito de su hija Luisa, en las Carmelitas descalzas de Alcalá. 126 Rodrigo Cervantes Cortinas fue bautizado el 23 de junio de 1550. Era menor de edad en 1566. 255 Sabemos que Rodrigo estaba en Sevilla el 30 de octubre de 1564, día en que firma dos documentos. En uno de ellos le otorga poderes a su esposa, pero esta no firma el documento, cuando lo normal era firmarlo. No lo firma porque se encontraba con sus hijos en Arganda, al lado de su madre, Elvira. Posiblemente, muertos sus padres, Rodrigo regresó a Arganda en donde permaneció hasta 1564. Terminada la vendimia, a mediados de octubre de este año saldría para Sevilla, y, al llegar a la ciudad del Betis, otorgó los poderes a su esposa que quedaba en la aldea alcalaína de Arganda. El hijo del licenciado regenta desde hace varios meses unas casas de alquiler […] en una de las parroquias ricas de la ciudad […]. ¿Quién acompaña a Rodrigo en esta ocasión? Sin duda alguna, su hija Andrea […]. Pero, ¿y Leonor? ¿Y los otros cinco hijos? (Canavaggio, 2005, p. 68). Los Cervantes debieron de llegar a Madrid en la primavera de 1566, y hay indicios para pensar que la herencia de la mujer […], Leonor de Cortinas, a la muerte de la madre de ésta, le permitiera a Rodrigo dedicarse a ciertos negocios, puesto que le vemos prestar dinero y embarcarse en discretas operaciones financieras. Nos consta que tuvo trato con comerciantes italianos. (Trapiello, 2005, p. 54). Que su mujer haya liquidado tan rápidamente una parte de su patrimonio nos dice mucho sobre los escasos recursos del cirujano. Poco preocupado, -si no incapaz-, de volver a emprender su oficio de otro tiempo […]. Un préstamo de ochocientos ducados […] nos permite adivinar las biehechoras secuelas de la herencia Cortinas. Otras actas notariales nos lo muestran comprometido en operaciones financieras, en compañía de […] negociantes italianos. (Canavaggio, 2005, p.75). No podemos estar de acuerdo con Canavaggio. El que liquida tan rápidamente una parte de su patrimonio no es Leonor, sino su marido. Ella, quizá a causa de las leyes “machistas” que dominaron en España a través de los siglos, tuvo que asistir y presenciar la desaparición, no de “una parte de su patrimonio” sino de toda su riquísima herencia. Era el nuevo descubrimiento del “inválido zurujano”: conseguir y manejar muchos ducados, malvendiendo las riquezas de los Cortinas, que Elvira había custodiado, tras recibirla de sus padres, pensando que la heredarían sus nietos. 256 10.2.- Venta de una viña a Andrés Rendero Nos, Rodrigo de Zervantes e doña Leonor de Cortinas su muger estantes en esta villa de Madrid [...] vendemos de juro e de heredad para agora e para siempre jamás a vos Andrés Rendero, vecino del lugar de Arganda, que presente estáis, una viña [...] que está a do dizen “Las viñas del Valle”, quinientas zepas, poco o mucho lo que en el dicho pedaço hubiere, que ha por linderos de la una parte viña de Cristóbal de Atienza [...], la qual viña afronta con el camino de Morata, e vos la vendemos por precio e quantía de veynte ducados que suman e montan siete mil e quinientos maravedís [...]. Que fue fecha e otorgada en la villa de Madrid a diez y nueve días del mes de Diciembre de mill e quinientos e sesenta e seis años. (Protocolo de Diego de Enao, 1565-1566, folio 485. En Pérez Pastor, 1902, doc. II. Torre Briceño, 1997, pp. 13-34). Habían pasado pocos días de la muerte de Elvira de Cortinas y ya estaban en almoneda sus bienes. Rodrigo de Cervantes, -incapaz según Astrana Marín, César Álvarez y Jean Babelon-, había descubierto un medio para obtener y manejar ducados: vender la extensísima y valiosísima herencia de su mujer. En diciembre, comienza la malversación del patrimonio de Leonor de Cortinas, pero la venta se hará en Madrid, no ante los escribanos argandeños. No se atreven a dar la cara en Arganda; ¿qué diría la gente? El comprador es el argandeño Andrés Rendero, que paga a la mano, presentes todos, ‘en reales de a dos e de a cuatro e en sencillos’. Algún lector puede imaginar que, vuelto a Arganda el Andrés, comadres hubo que comentarían en aquellas navidades: ‘¡Morirse la Elvira, Dios la haiga perdonao, y vendel su hija la hacienda, todo uno!’ ¡Qué osadía tié la gente hogaño! ¡Dónde vamos a llegal! (Rodríguez-Martín, p. 295). El comprador de la viña fue un importante vecino de la Arganda del siglo XVI; ostentó el cargo de alcalde en varias ocasiones. Fue bautizado el 19 de febrero de 1536 por el venerable Bartolomé Sánchez; era hijo de Alonso Rendero y de su mujer Teresa […]. Se casó con Catalina Sánchez y […] murió el 23 de junio de 1580, según consta en 257 el Libro 1º de testamentos de la parroquia argandeña. (Torre Briceño, Anales Complutenses, 1997, pp. 31-32). 10.3.- Rodrigo otorga poderes para pleitear Cómo yo, Rodrigo de Zerbantes, vezino de la villa de Madrid [...] doy e otorgo todo mi poder cumplido […] a vos Andrés de Ozaeta […] para en todos mis pleytos y causas ceviles e criminales […] En la villa de Madrid, a nueve días del mes de henero de mill e quinientos e sesenta e siete años. (Protocolo de Diego de Henao, 1567, fol. 277. En Pérez Pastor, 1902, doc. III). Rodrigo otorgó este poder el 9 de enero de 1567, un mes después de recibir poderes de Leonor para administrar la herencia de los Cortinas. No han pasado tres meses de la muerte de su suegra. Piensa seguir vendiendo. De ahí, los poderes. Quiere emular a su padre, el licenciado Juan de Cervantes. Si éste triunfaba en los pleitos gracias a sus conocimientos jurídicos, él quiere triunfar gracias al dinero obtenido con la venta de la herencia de su esposa. Se considera ya vezino de Madrid, pero sólo era estante en corte o andante en corte, como él mismo afirma en los dos documentos anteriores de 1566, y en el siguiente. No era vecino de Madrid, sino de Alcalá. Vivía en la casa de Arganda. 10.4.- Información de limpieza de sangre de Miguel Un día de diciembre de 1568. Alrededor del Palacio Real, el Alcázar, se mueve como siempre la turbamulta de pedigüeños […]. De pronto, unos gritos de mujer; la gente se arremolina, corren los guardias de Palacio […]. Un hombre está sangrando en el suelo. […] ¿Y el agresor? Ha huido. ¿Le conoce la víctima? Sí; se llama Miguel de Cervantes, es alcalaíno, estudiante, algo poeta […]. Cervantes se esconde; las noticias que le llegan le confirman en sus temores […]. Cervantes escapará de sus verdugos. Por caminos extraviados, de noche, el mozo alcalaíno huye […]. (Diez meses después, –la justicia 258 del Rey es tardía pero segura-, se le considera incurso en rebeldía con orden para prenderle donde se le encuentre). (Fernando Díaz-Plaja, pp. 18-22). A fines del año 1569 o en la primavera de 1570, nuestro Miguel de veintidós años se halla en Roma [...]. Se ha descubierto una orden policial dada el 15 de septiembre de 1569 contra un Miguel de Cervantes que había sido condenado en rebeldía. (Jean Babelon, 1994, p. 25). Llama la atención la tardanza de esta provisión real de Felipe II. Si los hechos se producen en diciembre de 1568, si se conoce al culpable, ¿cómo reacciona tan tarde la Justicia real? Miguel ya está en Roma. Pero, ¿cuando llegó? Mejor dicho, ¿cuándo y cómo y por dónde salió de España? ¿Quién ayudó a Miguel? ¿Quién ralentizó la acción de la justicia? Los Cervantes Cortinas podrían ser ayudados por varios personajes influyentes en la Corte. ¿A dónde huyó Cervantes? ¿En dónde se escondió? Cervantes enrolado en los Tercios de Flandes: Miguel de Cervantes y sobre todo sus familiares, los Cortinas de Arganda y de Barajas, tenían importantes amigos en la Corte, para protegerlo de la Justicia, ayudarlo a huir a Italia o enrolarlo en las Guerras de Granada. Se enrolaría con otro nombre. ¿Quién de ellos entorpeció el engranaje de la Justicia para que tardase tanto en dictar la provisión del 15 de septiembre de 1569? Otra vez aparece la aldea alcalaína de Arganda, para colmar nuestras dudas y preguntas: El pintor Urbina: Ana Guerrero Mayllo (1993, p 206) al tratar de “Cargos Palatinos” escribe acerca de un “rey de Armas”, Diego de Urbina, al que le correspondía formar los ejércitos y presidir las sesiones en que el monarca “armaba” a algún caballero. La familia Urbina estaba relacionado amistosamente con los Cortinas de Barajas. Un hijo del pintor Urbina, Diego, se convertirá, en 1578, en esposo de una prima de Cervantes, Magdalena de Cortinas. En 1568, aún faltan 10 años para la boda. Pero en 1568 al pintor Urbina le era fácil ayudar a sus amigos, los Cortinas de Barajas. Le sería fácil esconder a Miguel en la compañía del capitán de Guadalajara Diego de Urbina 259 que entonces combatía a los moriscos de Las Alpujarras, bajo las órdenes de Miguel de Moncada. En el tercio de Moncada no le sacaron padrón de nobleza. Con sus veintiún años tuvieron bastante. “Aquí, –dejó dicho el de Alba-, no miramos la sangre, sino el soldado que esté más adelante”. Y le extendieron cédula sin más explicaciones. Fue destinado a la compañía del famoso Diego de Urbina, capitán de fortuna. (Vicente Escrivá, MCMXLVIII, pp. 42-43). El capitán Juan Hernández de Luna: Año 1569. Andaban los negocios de la Guerra del reino de Granada contra los moriscos […]. Como el rey viese que la Guerra iba adelante y que no se rendirían […] acordó que sería bueno, –pues la gente que allá tenía en la guerra, unos eran muertos y otros heridos y otros enfermos […] -, que sería bien echar gente en el Reino de Castilla por fuerza. Y los procuradores del Reino […] ofrecieron que este Reino le serviría a S. Majestad con treinta mil hombres, y estos fuesen a servir a Su Majestad en la dicha guerra por fuerza […]. Hízose el repartimiento de los dichos treinta mil infantes entre todas las ciudades y provincias cabeza de partido […], y a esta villa de Almonascid le cupieron veintidós o veintitrés soldados, los cuales señalaron, los más dellos mancebos […]. Y envía Su Majestad a el capitán Juan Hernández de Luna, natural de Yepes, para que llevase la dicha gente desta provincia a Granada […]. Trujo el dicho capitán de Yepes y Ocaña y Huerta (de Valdecarábanos) al pie de cuarenta soldados, bien aderezados y gente de buena suerte […]. Fueron desta villa [Almonascid], de su voluntad, otros ocho soldados 127 . Matías Escudero, testigo de excepción de los hechos que relata, informa de los que presenció. Por él vemos lo fácil que era enrolarse en las compañías que iban no sólo a la Guerra de Granada, sino también a las de Europa. El capitán de Yepes, Hernández de Luna, pudo enrolar en su compañía a Miguel de Cervantes, cuya familia tenía amigos en Yepes, amigos de los Cervantes y amigos de los Cortinas. 127 MATÍAS ESCUDERO DE COBEÑA, Relación de casos notables ocurridos en la Alcarria y otros lugares en el siglo XVI, reeditado en Almonacid de Zorita, 1982, pp. 185-186. 260 Don Álvaro de Sande: Pudo ayudarlo, también, el Maestre de Campo, D. Álvaro de Sande, cuyas relaciones amistosas con la familia Cervantes Cortinas vienen de lejos: El 19 de enero [1553] el bachiller Juan de Ribera, clérigo, vecino de Ocaña, apareció como testigo de Rodrigo. ‘Puso la mano en el pecho y juró por el hábito de San Pedro y San Pablo [...] que era verdad todo [...]; asimismo declaró que les había visto tratarse y acompañarse con don Álvaro de Sande, Maestre de Campo que estuvo presente en Italia. (Rodríguez Marín, doc. 34, pp. 128-135). Se ha supuesto, por tanto, que Cervantes se había unido antes en Nápoles […] a las órdenes de don Álvaro de Sande; se ha argumentado que este último tal vez había conocido a Rodrigo […] durante los fastos de Alcalá […]. Mandaba una tropa escogida, uno de aquellos famosos tercios, creados en otro tiempo por Gonzalo de Córdoba. (Canavaggio, 2005, pp. 90-91). Alonso Getino: Este Alonso Getino, antiguo miembro de la compañía de Lope de Rueda, había conseguido hacerse un hueco en la maquinaria administrativa de la Corte. Firmaba como alguacil de la villa de Madrid y tenía a su cargo la organización de las fiestas y espectáculos de la capital de la Corte. Su familiaridad con Rodrigo llegaba a tanto que […], compartió el techo familiar de los Cervantes. (Javier Blasco Pascual, 2005, p. 31). Alonso Getino era un personaje importante e influyente en la Corte por estos años. Organizó en 1567 las fiestas que se celebraron en Madrid con ocasión del nacimiento de la infanta Catalina Micaela. También programó las exequias de la reina Isabel de Valois, muerta en octubre de 1568. Para ambos acontecimientos, -alegres o luctuosos-, escribió Cervantes un soneto y unos poemas elegíacos. Gracias a Getino, se publicó el soneto de Miguel en 1567 y, gracias a Getino apareció su elegía, publicada en septiembre de 1569, en la Relación de las exequias de la reina Isabel. Getino con sus amistades e influencias, y las de los Cortinas y de los Cervantes, pudo esconder y hacer posible la huida de Miguel. Primero fuera de Madrid, enrolándolo en las huestes del capitán de Yepes, Hernando de Luna. También pudo 261 enrolarlo en la compañía del capitán de Guadalajara, Diego de Urbina que, entonces luchaba contra los moriscos granadinos; y, también pudo enviarlo a Italia, por Barcelona, para que se enrolase en el Tercio de don Álvaro de Sande. Los Vargas de Arganda: El viejo luchador de la Caballería Ligera de Flandes, don Diego de Vargas, de cuya casa de Arganda disfrutaba muchas veces, desde los años sesenta, el Embajador Imperial, Conde de Franquenburg, era muy amigo de los Cortinas. A los Vargas les era fácil ayudar a Miguel, pues a ellos pertenecía: Don Francisco de Vargas Manrique, caballero de la Orden de Alcántara que anduvo en las galeras de España. Hállase en el socorro de Malta con don Juan de Cardona […]. Fue asimismo Capitán de la gente con que sirvió Madrid a la Magestad de Felipe Segundo en la Guerra de Granada. (De Quintana, fol. 285). Antonio Pérez: El todopoderoso Secretario de Su Majestad, Antonio Pérez, se retiraba con frecuencia a su Palacio de Vilches, muy cerca de Arganda. Era un poderoso y eficaz auxiliador. Se enteraría de los problemas de Miguel de Cervantes por su amigo Juan de Ibarra, emparentado con los Ibarra de Arganda. Uno de los mejores oficiales era Juan de Ibarra, vasco, de los muchos de esta región que alcanzaron puestos importantes […]. Cuando, en 1579, fue detenido Antonio Pérez, continuó funcionando en su casa la Secretaría, dirigida por Ibarra […]. Ibarra debió salir airoso y no perdió el favor del Rey que le nombró Secretario de Bosques, y en 1585, Secretario del Consejo de Indias […] con 3000 ducados de sueldo. (Marañón, Antonio Pérez, 1969, p. 64). Don Francisco de Ibarra: Fernández Navarrete (1819, pp. 296-297), habla de un Comisario y Proveedor general del ejército, emparentado, también, con los Ibarra de Arganda: 262 El comisario y proveedor general Francisco de Ibarra escribió al Rey desde Mesina a 16 de setiembre de 1571, remitiéndole una relación de la gente de guerra española, italiana y alemana […]. El proveedor Ibarra omitió, casualmente o por descuido, el apellido de don Manuel […] Ponce de León […]. [Cervantes] estuvo por aquellas fechas en Italia […]. Hasta abril del 72 fue soldado de la compañía del capitán Diego de Urbina que era del tercio de D. Miguel de Moncada y desde 1572 continuó en la de don Manuel Ponce de León, que correspondía al tercio de D. Lope de Figueroa. Francisco de Ibarra e Ibarra, caballero de la Orden de Santiago, que acompañó al Duque de Alba en la Guerra de Lombardía, fue Comisario general de Infantería y Proveedor general de los ejércitos. Perteneció al Consejo de Guerra, y, como Veedor general de la Armada, acompañó a don Juan de Austria en la Batalla de Lepanto. Nombrado Comendador de Santa Cruz de la Zarza, pasó allí los últimos años, hasta su muerte en Madrid, el 14 de septiembre de 1580. Siguieron sus huellas militares, su hijo Diego de Ibarra y su nieto, Francisco de Ibarra. En el Libro 2/1 del A.M.A.R., el escribano de Arganda, Manuel García, nos ofrece una visión completa de la familia Ibarra, residente en Arganda. Entre los folios 236-256, se presenta a los hijos de don Diego de Ibarra, Contador Mayor de S. Majestad en el Nuevo Reino de Toledo, que reside con su mujer doña Mariana de Ibarra en el Perú. Aparecen las firmas de D. Diego, Dª. Magdalena, Dª. Mariana, D. Juan, D. Miguel de Ibarra y del Excmo. Sr. D. Martín de Ybarra. Don Martín de Ibarra y Póntica, de familia de banqueros emparentados con genoveses era hijo del Contador Mayor de su Majestad en el Reino del Perú. Ocupaba siempre un lugar privilegiado en los Concejos de Arganda. Cervantes tenía, además, otros valedores como era la familia Vivanco a la que pertenecían: el Camarero del príncipe Carlos, poeta Pedro Laínez; y los Contadores y Tesoreros de la Real Hacienda: Juan de Sarabia y Juan López Vivanco, muy relacionados con Arganda. Todos ellos y cada uno, por sí, podían protegerlo y ayudarlo. Pero en Arganda tenían su mansión otros altos dignatarios de la Corte, que pudieron echar una mano al Miguel perseguido por la Justicia castellana: a).- El Notario del Reino de Toledo y Secretario Real, don Jorge Olalde de Vergara, cuyo palacete argandeño se levantaba, casi frente a la casa de los Cortinas. c).- Los Secretarios Reales, Sebastián y su hermano Bartolomé Santoyo Nevares, dueños del Palacio del Bosque de Vaciamadrid, donde descansaba Felipe II. 263 d).- Los Vilches, escribanos de Arganda y Notarios e Inquisidores de Toledo. Cervantes, en Roma: Parece ser que en diciembre de 1569, Cervantes se hallaba ya en Roma. Es un hecho que confirma la siguiente Información de limpieza de sangre: Rodrigo de Çerbantes, andante en corte, digo que Miguel de Cervantes, mi hijo e de doña Leonor de Cortinas, mi legítima muger, estante en corte romana le conviene probar e averiguar como es hijo legítimo mío e de la dicha mi mujer [...]. Madrid a veinte e dos días del mes de diciembre de mil e quinientos e sesenta e nueve años. (Protocolo de Rodrigo de Vera, 1569, fol. 982. En Pérez Pastor, 1902, doc. IV). ¿Qué valor tiene esta Información? Podría ser una argucia para despistar a la Justicia castellana, ya perezosa en buscar a Miguel. Se le insinuaba a esta Justicia del Reino de Castilla, que Miguel de Cervantes se encontraba, a salvo, en Roma. Este informe es una espada de dos filos: por una parte trata de beneficiar a Miguel que está sólo y sin ayuda en Roma; le servirá para encontrar protectores y fiadores; por otra parte, insinúa levemente a las justicias castellanas que se olviden de Miguel de Cervantes, pues está a salvo en los Estados Pontificios. Firman este documento Alonso Getino de Guzmán, Pirro Brocchi y Francesco Mussacchi, [...] Quizás las firmas de los dos italianos […], se hayan buscado en función del destino elegido [...] eran, en cualquier caso, además de negociantes conocidos en Roma, amigos de los Cervantes. (Blasco Pascual (2005, p. 34). En cuanto a los otros dos testigos, Pirro Bocchi y Francesco Musacchi, son los hombres de negocios italianos que ya hemos encontrado en el entorno del cirujano […]. Los Bocchi eran banqueros en Roma: su recomendación podía ser útil a un joven madrileño que llegaba a la Ciudad Eterna. (Canavaggio, 2005, p. 88). Fiabilidad de los Registros de soldada: López de Hoyos había inaugurado su magisterio en febrero. ¿Cómo había llegado a ser Miguel alumno suyo? […]. Si siguió de manera efectiva los cursos impartidos por él 264 […], su estancia va a durar menos de un año […]. El hecho, asimismo, de que, en su hoja de servicios […], Cervantes declare en dos ocasiones haberse alistado como soldado desde 1568 […]. Los datos de que disponemos son en efecto, contradictorios. En los Registros de soldada de los ejércitos de Felipe II, su nombre no aparece antes de 1572. Por el contrario, las informaciones de limpieza de sangre establecidas […] sugieren que el futuro escritor se habría convertido en soldado a partir de 1568. (Canavaggio, 2005, pp. 82-90). Si nos fiamos de los Registros de soldada de los ejércitos de Felipe II, Miguel no tomó parte en la Batalla de Lepanto, lo cual echa por tierra toda la heroica historia de nuestro “Manco”. Si damos fe a las Informaciones de limpieza de sangre, Cervantes habría ingresado en el ejército en 1568. ¿Es posible que Miguel de Cervantes se alistase con otro nombre en la Guerra de Granada? ¡Sí, es posible! ¡Tenía muy buenos protectores! Se necesitaban soldados y a nadie se le preguntaba por sus apellidos sino por su valor: En el tercio de Moncada no le sacaron padrón de nobleza. Con sus veintiún años tuvieron bastante. “Aquí, –dejó dicho el de Alba-, no miramos la sangre, sino el soldado que esté más adelante”. Y le extendieron cédula sin más explicaciones. Empezó a servir Cervantes hacia los años 1568-1570, en la compañía del famoso capitán de Guadalajara Diego de Urbina, que mandaba una de las del Tercio de don Miguel de Moncada […], apenas se encomendó a don Juan de Austria la Capitanía de la Santa Liga contra el Turco, fueron reunidos los Tercios de Figueroa y Moncada. Miguel de Moncada […] había peleado bravamente en Flandes y fue hecho prisionero de los franceses en la batalla de San Quintín (1557) 128 . Firmada la Santa Liga el 20 de mayo de 1571, se nombra a Don Juan de Austria generalísimo de las tropas cristianas. Apenas se hizo saber a Don Juan de Austria su nombramiento [...], partió con suma diligencia de Madrid y reuniendo en Barcelona los famosos tercios de D. Lope de Figueroa y de D. Miguel de Moncada, que acababan de darle insignes pruebas de valor y pericia militar en la Guerra de Granada, dio con ellos la vela [...] para Italia y entró en Génova el 26 de junio con cuarenta y siete galeras. Hallábase en aquellas tropas la 128 LUIS DE ARMIÑÁN, Hoja de servicios del soldado Miguel de Cervantes Saavedra. Espejo doctrinal de Infantes y de Caballeros, Madrid, 1941, pp. 40-54. 265 compañía del famoso capitán Diego de Urbina, natural de Guadalajara, que pertenecía al tercio de D. Miguel de Moncada, y en ella servía de simple soldado Miguel de Cervantes. (Navarrete, 1819, p. 17-18). Martín de Riquer nos informa que Cervantes estuvo en Barcelona, no en 1569, sino en 1610. Es posible que Cervantes, como escriben muchos investigadores, conociera la Barcelona de 1569. Allí en la ciudad Condal, reunió don Juan de Austria las tropas vencedoras de la Guerra de Granada y, mientras se concentraban los distintintos tercios y compañías, les daría tiempo, antes de embarcarse, para que saborearan y conocieran la ciudad catalana. Cervantes, hambriento siempre de noticias y siempre deseoso de información, recorrería la ciudad y preguntaría acerca de la piratería y de las luchas internas, fraticidas y consentidas, entre las familias de la nobleza catalana. 10.5.- Obligación firmada por Rodrigo de Cervantes en Madrid El 16 de septiembre 1573, Rodrigo de Cervantes y su mujer firman, en Madrid, una obligación por la que tendrán que pagar 12 ducados a Hernando de Bárcenas: Rodrigo de Çervantes e doña Leonor de Cortinas, su muger, residentes en esta corte [...] nos obligamos de dar y pagar […] a vos Hernando de las Bárcenas, ropero, vecino de la villa […], doze ducados de plata castellanos […] para el día de Pascua de Navidad primera venidera […]. En la villa de Madrid a diez y seis días del mes de septiembre de mill y quinientos e setenta y tres años. (Protocolo de Baltasar de Jos, 1571-1574, folio 399. En Pérez Pastor, 1902, doc. VI). Acabamos de enterarnos de que Rodrigo, digno heredero de su madre, Leonor Fernández de Torreblanca, ya había dilapidado la grandísima y riquísima herencia de su mujer y, por ende, de sus hijos. Esta fortuna la habían logrado, juntado y acarreado los Cortinas desde los tiempos de Juan II. Ni siquiera habían pasado siete años de la muerte de su suegra y toda la herencia de los Cortinas, que Elvira recibió y acrecentó, había desaparecido; 266 estaba malvendida. ¿Culpable? ¿La argandeña Leonor de Cortinas? Creemos más bien que lo fue la legislación “machista” que dominó en España y que impedía a la mujer disponer de sus bienes sin permiso del marido. Esto ocurrió aquí hasta finales del XX. El padre de Miguel, don Rodrigo de Cervantes, era hombre con ciertas pretensiones de nobleza y la falta de sentido administrativo que heredará su hijo. Deuda tras deuda le obligaron a él y a su familia a salir de Alcalá y vivir, huyendo de acreedores o buscando familiares que le amparasen. (Díaz-Plaja, 1974, p. 15) Por desgracia, el padre de Miguel, Rodrigo, es un incapaz y un declassé [...]. El joven Miguel tiene ocasión de oír recriminaciones de una madre inteligente e instruida, –sabe leer y escribir, lo que no está tan mal para su época-, que ve cómo se funde su patrimonio entre las manos de un imbécil, sordo por añadidura, más hábil para gastar que para ganar escudos. Helas aquí: “Fui engañada cuando con él me casé, –dice una comadre en el entremés titulado El juez de los divorcios-, porque él dijo que era médico de pulso, y remaneció cirujano y hombre que hace ligaduras y cura otras enfermedades, que va decir de esto a médico la mitad del justo precio [...]”. ¿Cómo es educado el joven Miguel, al azar de esta vida penosa, en una familia cuyo jefe es deficiente? (Babelon, 1994, pp. 19-20). Recordando, quizá, las discusiones matrimoniales de sus padres, escribe Miguel: Muy buena dote llevé al poder desta espuerta de huesos que me tiene consumidos los días de mi vida; cuando entré en su poder me relumbraba la cara […], y ahora la tengo con una vara de frisa encima […]. Mire los surcos que tengo por este rostro […], por verme casada con esta anatomía. (El Juez de los divorcios). No podemos compartir opiniones como la de Blasco Pascual y Luis de Armiñán: Los documentos referidos a Rodrigo que han llegado hasta nosotros permiten dibujar el retrato de un hombre honrado y soñador, de una mansedumbre digna de consideración y elogio […]. Por el contrario, Leonor, la madre, fue una mujer de carácter y de iniciativa. Sabía leer y escribir y se movía con soltura, cuando la ocasión así lo requería [...]. Los documentos dejan entrever que, con mayor sentido práctico que Rodrigo, fue ella la que gobernó la casa durante la infancia y la juventud de sus hijos. (Blasco Pascual 2005, p. 22). 267 Es Rodrigo, el padre de Miguel. Toda la vida de este hombre bueno y trabajador es honorable y ejemplar […]. Vivió como pudo, trabajando para sacar adelante a su numerosa prole [...]. La vida de Rodrigo fue dura […], pero en lo que conocemos de ella, no se le vio […] cometer acciones innobles o deshonrosas [...]; siempre se mantuvo digno y honrado y cuando, cautivos sus hijos, tuvo que buscar recursos para libertarlos, supo en medio de su penuria conservar su decoro y su honradez. (Luis de Armiñán, 1957, pp. 53-54) Blasco Pascual y Luis de Armiñán olvidan la conducta de Rodrigo en Valladolid y en Andalucía. Olvidan que esa conducta lo llevó a la cárcel y a la incautación de sus bienes. Olvidan sus préstamos en 1568 y olvidan que en siete años dilapidó la grandísima herencia de su mujer. 10.6.- Rodrigo y Leonor, vecinos de Madrid Los padres de Miguel, en 1566 se llamaban estantes en esta villa de Madrid; en 1567, vezinos de la villa de Madrid; en 1569, andantes en corte; el 16 de septiembre de 1573 se consideran residentes en esta corte. ¿Cuál era su situación verdadera? Quizá la de andantes en corte o, más bien, estantes en esta villa de Madrid. Posiblemente, en 1573 aún no habían vendido la casona heredada en Arganda, en la calle de San Juan. Aún no eran vecinos, en su sentido pleno, por eso, en septiembre de 1573, se llaman residentes en esta corte. 10.7.- Muerte y testamento de Rodrigo de Cervantes En trece de junio de 1585 años, falleció Rodrigo de Cervantes, recibió todos los Santos Sacramentos; testó ante Diego Hernández, escribano, nombró por sus albaceas a Doña Leonor de Cortinas, su muger y a Doña Catalina de Palacios, viuda, muger que fue de 268 Hernando de Salazar, mandó decir las misas que quisiese decirle su muger. Enterróse en La Merced […]. (Navarrete, 1819, p. 565). Sepan quantos [...] cómo yo Rodrigo de Cervantes, vezino desta villa de Madrid, [...] declaro que [...] quando yo casé y velé con la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger, la susodicha truxo a mi poder ciertos bienes dotales suyos que no me acuerdo qué cantidad, ni los que fueron, la declarazión desto dexo en que la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger, lo diga y declare, lo qual sea válido porque no dirá en esto más de la verdad [...]. Dexo e nombro por mis albazeas e testamentarios a la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger, e a Catalina de Palazios, viuda, muger que fue de Hernando de Salazar [...]. Dexo e nombro por mis herederos universales de todos mis bienes a Miguel de Zerbantes e a Rodrigo de Cervantes y a Juan de Cerbantes y a doña Andrea de Zerbantes e a doña Madalena de Cerbantes, mis hijos e hijos de la dicha doña Leonor de Cortinas [...], que fue fecho e otorgado en la villa de Madrid a ocho días del mes de junio de mill e quinientos e ochenta e cinco años. (Protocolo de Diego Hernández, 1572 a 86. En Pérez Pastor, 1897, doc. 23). ¡Gloria y honor al inválido “zurujano”! Esto que dice de Leonor, ¡merece ser esculpido con letras de oro! ¡Tiene fe ciega en su mujer! Este testamento confirma la buena relación matrimonial entre Miguel de Cervantes y su esposa Catalina. Nombra albacea del testamento a la suegra de su hijo Miguel, Catalina de Palazios, viuda, muger que fue de Hernando de Salazar. Por este testamento, firmado en 1585, descubrimos que doña Leonor de Cortinas falta a la verdad en el poder que otorgó ante Pedro Gutiérrez Molina el 25 de agosto de 1582. ¡No es viuda en 1582! Su marido otorgó testamento casi tres años después, en 1585. Si vive su marido en 1585, es falso que Leonor sea viuda en 1576, en 1579 ó en 1582. ¿Por qué mentía doña Leonor, haciéndose pasar por viuda? Este testamento confirma la excelente amistad entre la familia de Miguel y la de Catalina de Salazar. La suegra de Miguel, Catalina de Palazios, fue elegida y ejerció de albacea sobre los escasos o nulos bienes que dejaba el padre de los Cervantes Cortinas. A ella le quedaban tres escasos años de vida, pero sacó una lección de su albaceazgo: ¡Los Cervantes son unos manirrotos, tengo que proteger a mi hija! Como albacea de Rodrigo de Cervantes se enteró, Catalina, del ansia malversadora y dilapidadora de Rodrigo. Cuando Catalina de Palacios dictó su testamento, puso a salvo la herencia de su hija, esposa de un Cervantes. Catalina, su 269 hija, no podría vender nada sin permiso de su hermano Francisco. Así impidió que Miguel le malvendiera la herencia y la dejara en la calle, como había hecho su padre. Cuando Rodrigo dicta su testamento aún no se habían cumplido los seis meses de la boda entre su hijo y Catalina de Salazar, boda que según algunos no fue del agrado de los Cervantes Cortinas, (Brandariz), ni de los Salazar Palacios, según otros (DíazPlaja). Los documentos muestran recelos y precauciones de la familia de Catalina para separar a Cervantes de los bienes raíces de la esposa. El testamento de su suegra de 1588, cuando ya Cervantes había abandonado prácticamente a su mujer, con la que más tarde se reencontrará, toma prevenciones para evitar enajenaciones de sus bienes. (César Brandariz, 1999, p., 88). Afirma aquí Brandariz, sin documentación pertinente, que Cervantes había abandonado prácticamente a su mujer. Otra de las muchas aseveraciones infundadas sobre Miguel de Cervantes. A lo largo del trabajo se irán resaltando aquellos documentos que contradigan este infundio. El testamento de Rodrigo indica todo lo contrario de lo que sugieren Díaz-Plaja y Brandariz. Si Rodrigo de Cervantes no tuviera mucha confianza y amistad, aunque reciente, con su consuegra Catalina, no la hubiera nombrado albacea de su testamento. 10.8.- Leonor arrienda casas en la calle de Leganitos En la villa de Madrid a veynte e un días del mes de Agosto de mill e quinientos e noventa e tres años [...] dio en arrendamiento a Doña Leonor de Cortinas, viuda, vecina desta dicha villa en la calle que llaman de Leganitos [...] por tiempo de un año [...] desde quince días del mes de setiembre primero venidero deste año [...] por prescio e quantía de cinquenta ducados [...] pagados [...] por tercios de quatro en quatro meses [...]. (Protocolo de Santiago Sánchez, 1593. En Pérez Pastor, 1897, doc. 28). El mismo día que entra en la casa alquilada a Diego de Medina, en la calle Leganitos, doña Leonor de Cortinas firma una prórroga por otro año más. Suponemos que vive con su hija Magdalena de Pimentel y Sotomayor, la Magdalena de Cervantes, 270 que nació en Valladolid. Ésta, que trabaja de modista, con su hermana Andrea, será, con Miguel, la que pague no sólo el alquiler sino también todos los gastos de la casa. Madrid, a quince días del mes de Setiembre de mill e quinientos e noventa e tres años [...] dio en arrendamiento a doña Leonor de Cortinas, viuda, vecina desta villa [...] por tiempo de un año [...] e se acabará en [...] quinientos e noventa e cinco [...]. (Protocolo de Santiago Sánchez, 1593. En Pérez Pastor, 1897, doc. 29). Comprobamos por estos dos documentos de 1593 que doña Leonor de Cortinas, nacida en el seno, -y heredera única-, de una de las más ricas familias de Arganda, pasaba los últimos años de su vida y moría sin tener nada, ni siquiera la casa en la que expiraba. Todo gracias al “incapaz zurujano” con el que se había casado en 1540, y al que, quizá obligada por la legislación de la época, tuvo que otorgar los poderes que permitieron a Rodrigo malvender y liquidar, en menos de 7 años, la riquísima herencia que les había dejado, en 1566, Elvira de Cortinas. En estos dos documentos de arrendamiento, firmados por doña Leonor en 1593, se trasluce el amor filial de su hija Magdalena que, entonces, tendría alrededor de 41 años y que era la que, en último extremo, pagaría el arriendo. Ya hemos visto por sendos documentos de julio de 1590, cómo también colaboraba Miguel a los gastos de su madre, mujer y hermana. Tenemos que resaltarlo, Catalina de Salazar, tras la muerte de su madre en 1588, se trasladó a Madrid y, suponemos, ayudó a su suegra, que murió con 73 años. Se equivoca Brandariz cuando escribe: El testamento de su suegra de 1588, cuando ya Cervantes había abandonado prácticamente a su mujer, con la que más tarde se reencontrará, toma prevenciones para evitar enajenaciones de sus bienes. (1999, p., 88). Leonor y su familia, muerto Rodrigo, quizá disfrutaran de cierto desahogo, aunque no de casa propia. Este es el parecer del señor Astrana Marín, quien en 1952 escribe en la página 187 de su tomo IV: No parece que el padre, Rodrigo de Cervantes, dejara hacienda, ni que sus hijos dispusieran de algún caudal [...]. Sin embargo, sea por las labores de doña Andrea, de doña Magdalena y de doña Constanza, por los bienes que a la primera legara Nicolás de Ovando o por su casamiento con el florentino Santes Ambrosio; sea porque todas fuesen 271 hacendosas o sea por lo que fuere, pues a ninguna faltaron prometidos rumbosos, lo cierto y positivo es, acreditado por escrituras de arrendamiento de casas y cartas de pago, que en el hogar de doña Leonor de Cortinas se vivió sin estrecheces y en el de doña Andrea reinó, a menudo, la abundancia. 10.9- Partida de defunción de doña Leonor de Cortinas Doña Leonor disfrutó poco tiempo de la casa de la calle Leganitos. Entró, el 15 de septiembre, llena de alegría y gozo y grandes esperanzas; y la sacaron, a los treinta y cuatro días, el 19 de octubre del mismo año, con luto y lágrimas y gritos desesperados, para sepultarla en la Iglesia de San Martín de Madrid. En el Libro de difuntos de esta parroquia madrileña consta que en 19 [de octubre de 1593] murió doña Leonor de Cortinas no hizo testamtº, dieron de sepultura tres ducados [...] IUCXXII. (Astrana Marín, 1953, p. 93). No hizo testamtº. Aquella única heredera de una de las familias más ricas de Arganda, moría sin ser, ni siquiera, dueña de la cama en que expiraba. Todo esto se lo debía a su marido, Rodrigo de Cervantes, que no se cansó de vender y malgastar, hasta dejarlos a todos en la calle. ¿De qué iba a hacer testamento? Don Luis comenta a continuación, en la misma página 93, que: Sus hijas la mandaron sepultar muy decentemente, puesto que pagaron tres ducados de a once reales o sea 1125 maravedís, cantidad que rebasaban pocas sepulturas. Quizá doña Leonor, en los muchos años de estrechez y miseria que pasó tras su matrimonio, en 1540, recordara nostálgicamente los años de abundancia de su niñez y juventud argandeña y se jactara ante sus hijos de que su abuelo, el alcayde Diego Sánchez Cortinas y, años antes, su prima, Beatriz de Cortinas, habían sido enterrados en las mejores sepulturas de la Iglesia parroquial de Arganda. Los Cortinas eran los feligreses más espléndidos de la parroquia argandeña, no sólo en los regalos de ornamentos litúrgicos a la iglesia: cálices, patenas, cruces o casullas, sino también en la elección de las más costosas sepulturas. En el Archivo parroquial de Arganda, Libro II de Cuentas de Fábrica, al folio 41, se lee, al margen: 272 Sepulturas.- Item, se la cargan de las sepulturas: de la Torera Byeja, dozientos y quarenta maravedís; y de la de Juan de Locía el Vyejo, trezientos maravedís; y de la sepultura de Francisco Belloryto, trezientos y veynte; y de la sepultura de Alonso Aguado, trezientos y sesenta; de la sepultura de Gonzalo de Yllescas, quatrocientos y quarenta; de la sepultura del alcayde DIEGO SÁNCHEZ DE CORTINAS, myll y ciento y veynte y cynco; de la sepultura de CHRISTÓBAL HERNÁNDES, trezientos y quarenta, y de la sepultura de Andrés Belloryto, quatrocientos y veynte: que montan todas, tres myll y quinientos y cuarenta y cynco maravedís [...] IIIUdxlv. El amanuense que anota las Cuentas de fábrica, el dia 3 de septiembre de 1521, se cuadra maravillado ante los tres ducados de 375 maravedís que pagan los herederos del Alcayde Cortinas y escribe su nombre y apellidos con mayúsculas. De esta admiración se beneficia el siguiente sepultado cuyos nombres aparecen también con mayúscula, aunque sólo le atribuye un patronímico. Los hijos de Leonor de Cortinas quieren emular a la abuela Elvira de Cortinas, y entierran a su madre en una de las mejores sepulturas de la Iglesia parroquial de San Martín de Madrid. Sin embargo, tienen un gran respeto y admiración al bisabuelo “Alcayde de Maqueda” y escogen una sepultura que se acerque lo máximo a la del “Alcayde Cortinas”, pero que no la sobrepase. Por la sepultura de Leonor de Cortinas pagaron tres ducados de 375 maravedís. Era una de las más caras de la iglesia parroquial. Los ducados en el XVI oscilaban entre 350 y 375 maravedís. No podían sobrepasar los tres ducados pagados por el más grande de los Cortinas. Esa, quizá fuera una de las últimas peticiones de Leonor a sus hijas. Este supuesto deseo de Leonor, -que no la enterrasen bajo una losa que costase más de tres ducados-, no la pudo oír su nieto político, Luis de Molina. De ahí, que pagase en el enterramiento de su prima Constanza, nieta de Leonor de Cortinas y, tataranieta del “Alcayde Cortinas”, 12 ducados: Doña Constanza de Obando, soltera, murió en la calle del Amor de Dios en veinte y dos de septiembre de 1624 años. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Corbalán. No testó. Enterróla Luis de Molina, Secretario de Carlo Strata. De fábrica doce D[ucados]. (Archivo parroquial de la iglesia de San Sebastián de Madrid, Libro 6º de difuntos, de 1624 a 1628, fol. 4; en Astrana Marín, 1958, p. 517). Si Leonor mantenía intacto el prestigio de su abuelo materno, también sus hijos respetaban el de ella. Su nieta Isabel de Cervantes Saavedra se enterrará, el 20 de 273 septiembre de 1652, en la Iglesia de San Martín, iglesia en donde la estaba esperando su abuela paterna, Leonor de Cortinas. ¿Cuánto se pagó por la sepultura de Elvira de Cortinas? Si se estudian a fondo los Libros de Cuentas de Fábrica de la Iglesia de Arganda, correspondientes al año 1566, quizá podamos acercarnos a la fecha y a la sepultura de la abuela de Cervantes. Tengo por seguro que Leonor de Cortinas pagó por la sepultura de su madre los tres ducados, que ella, Elvira, pagó por su padre “el Alcayde” y que sus nietos pagaron por su hija Leonor. Era una obligación sagrada que ningún Cortinas incumpliría, si no estaba en la miseria. Miguel de Cervantes sólo pagó dos ducados por la sepultura de su hermana Andrea. Por la de Magdalena no pagó nada; la enterraron los hermanos de la Venerable Tercera Orden de San Francisco. Miguel vivía en la absoluta y detestable miseria; su hermana, la “beata Magdalena” lo sabía. 10.10.- Traspaso del arrendamiento de la calle de Leganitos Madrid, a nueve días del mes de noviembre de mil e quinientos e noventa e tres años [...] doña Magdalena de Sotomayor, residente en esta corte, como hija y heredera que es e quedó de doña Leonor de Cortinas, su madre, difunta, [...] quiere dar e traspasar los dichos arrendamientos por el dicho tiempo e prescios [...] sacado del primero año lo que ella y su madre han vivido en la dicha casa desde los dichos quince días del mes de septiembre pasado hasta los dichos trece deste presente mes [...]. (Protocolo de Santiago Sánchez, 1593. En Pérez Pastor, 1897, doc. 30). De este documento deducimos que el hijo de Leonor, Juan de Cervantes, nacido según Jean Canavaggio hacia 1554, no vivía con ellas o había muerto antes del nueve de noviembre de 1593, ya que su hermana Magdalena de Cervantes no alude para nada a él. También confirmamos lo ya conocido: Doña Andrea de Cervantes vivía en casa aparte, con su hija Constanza de Figueroa. Quizá la muerte de Leonor fue, si no repentina, no esperada. Emprendió el último viaje, casi sin despedirse, y con 73 años a las espaldas. 274 Muerta su madre, Magdalena se va a vivir con su hermana Andrea. Desde ahora, vivirán juntas las dos hermanas y con ellas Constanza de Figueroa. Isabel de Cervantes, la hija de Miguel, no se incorporará a la familia hasta 1599. Miguel y su mujer Catalina, antes de agosto de 1604, quizá vivieran a caballo entre Esquivias y Toledo, pero con frecuentes viajes a Madrid, a casa de sus hermanas. En 1604 se trasladaron a Valladolid, Miguel y sus hermanas, con las jóvenes Isabel de Saavedra y Constanza de Figueroa. ¿Los acompañó Catalina a Valladolid? Documentalmente ni se puede afirmar ni negar esto. Pero del proceso de Valladolid de 1605, se puede deducir que no los acompañó. Nadie alude a Catalina en las declaraciones. Si es que los acompañó en 1604, pronto volvió a Esquivias. Cuando sucedió la muerte de Gaspar de Ezpeleta, ella no estaba en Valladolid. Al regresar de Valladolid a finales de 1605 se establecieron todos en la misma casa en Madrid. Catalina volvió con ellos desde Esquivias, aunque Miguel y su mujer seguirán viajando con frecuencia a Esquivias y Toledo. 275 11. BATALLA DE LEPANTO Y CAUTIVERIO EN ARGEL Hemos situado a Miguel, el bautizado en 1547, dentro de su entorno familiar: padres, hermanos, sobrina e hija. También apareció en algunas ocasiones su mujer, Catalina. Esto era importante e imprescindible para poder relacionarlo, a través de su madre, con los Cortinas de Arganda: con Elvira de Cortinas, su abuela. Damos importancia, ahora, a otros documentos que sitúan al joven Miguel en acontecimientos y lugares, en los que sabemos estuvo el autor del Quijote. Él mismo declara en sus obras que se siente orgulloso de haber participado en la “Naval de Lepanto”. También recuerda su captura y su cautiverio en Argel. Estudiaremos esta documentación relativa a “La Batalla naval de Lepanto”, a la “captura” de los hermanos Cervantes Cortinas cerca de Marsella y a su cautiverio en Argel, porque son testimonios y documentos, eminentemente, discriminatorios. Excluyen y eliminan, según Vicente de los Ríos, las pretensiones de los demás aspirantes a ser el “Miguel de Cervantes, autor del Quijote”. Excluyen también a las poblaciones que aspiran o tratan de demostrar que son “cuna del autor del Persiles”. Miguel llevó muchos acontecimientos de su vida a la obra que lo inmortalizó. Estos relatos seudo-autobiográficos los velará cambiando las fechas, las situaciones o los nombres de los protagonistas. Pero a nosotros, con cuatro siglos de distancia, nos servirán para rechazar a aquellos aspirantes a ser Miguel de Cervantes Saavedra, que no puedan certificar su presencia en estos aconteceres, lugares o situaciones, que tan importantes y decisivos fueron para España y para el Mundo Occidental. 276 Al leer el “Prólogo al lector”, del Quijote de 1615, nos enteramos de que don Miguel quedó manco, luchando en la “Naval de Lepanto” y que esta manquedad, lejos de ser un baldón, era para él, una condecoración, un motivo de orgullo y satisfacción. En La Guarda Cuidadosa (1615), declara que tanta honra tiene un soldado roto por causa de la guerra, como tiene un colegial con el manto hecho añicos. Tenemos que agradecer el “Prólogo” del 2º Quijote, al autor, Avellaneda, de 1614: Como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas [….], de los que saben dónde se cobraron [...]; quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa, que sano ahora de mis heridas, sin haberme hallado en ella. Este orgullo que sentía por haber luchado en Lepanto lo acompañó a lo largo de su existencia: En la Epístola a Mateo Vázquez, obra de juventud y esperanza y desengaño, afirma poseído del mayor entusiasmo y agobiado por la esclavitud de Argel: Con alta voz de vencedora muestra, / rompiendo el aire, claro el son mostraba ser vencedora la cristiana muestra. / A esta dulce sazón, yo, triste estaba con una espada en la mano asida / y sangre de la otra derramaba. El pecho mío de profunda herida / sentía llagado y la siniestra mano estaba por mil partes ya rompida […]. En el Capítulo I del Viage del Parnaso, ya en el ocaso de su vida, recuerda con nostálgico orgullo, su contribución a la victoria: Arrojóse mi vista a la campaña / rasa del mar, que trujo a mi memoria del heroico Don Juan la heroica hazaña. / Donde con alta de soldados gloria, y con propio valor y airado pecho / tuve, aunque humilde, parte en la victoria. Allí, con rabia y con mortal despecho, / hollado y reducido a pobre estrecho […]. 277 el otomano orgullo vio su brío Esta información autobiográfica que el autor va esparciendo en sus obras, a lo largo de su vida, la confirman muchos documentos. No sólo reafirman su presencia en estos lugares de heroísmo y cautiverio, sino que, al mismo tiempo, sitúan al autor del Quijote en una familia de heroínas: Leonor de Cortinas y sus hijas, Andrea de Cervantes y Magdalena de Cervantes. Copiemos literalmente de las Efemérides cervantinas, de Cotarelo, la página en la que, al citar la fecha de 1578, 17 de marzo, transcribe parte de la Información […]. Rodrigo de Cervantes, estante en esta Corte, digo, que a Miguel de Cervantes mi hijo, que al presente está en Argel […]. Santisteban fue camarada de Cervantes en Italia, en la compañía de Diego de Urbina, y batalla naval de Lepanto […]. El alférez Castañeda vio a Cervantes luchando en lugar del esquife con doce soldados que le entregó el capitán […]. Supo que, en premio de su conducta, le concedió don Juan de Austria cuatro o seis escudos de ventaja […]. Don Beltrán del Salto dice que ha visto a Cervantes que de la mano izquierda está manco […] (Armiñán, 1941, pp. 52-53). Estas declaraciones de la Información del 17 de marzo de 1578 dan la razón a Canavaggio (2005, p. 90), cuando afirma: Los datos de que disponemos son, en efecto, contradictorios. En los Registros de soldada de los ejércitos de Felipe II, su nombre no aparece antes de 1572. Miguel de Cervantes tuvo un comportamiento heroico que, en el informe que Rodrigo […] de Cervantes, el padre, solicita el 17 de marzo de 1578, dos testigos […] relatan con estas palabras: ‘En la dicha batalla naval [...] estaba el dicho Miguel de Cervantes con calenturas, y unos amigos suyos le dijeron que, pues estaba tan malo, que se metiese debajo de la cubierta de la galera, pues no estaba sano para pelear, y el dicho Miguel de Cervantes respondió que no hacía lo que debía metiéndose so cubierta, sino que mejor era morir como buen soldado, en servicio de Dios y del Rey; y así peleó como valiente soldado en el lugar del esquife como su capitán le mandó. (Blasco Pascual, 2005, p.41) Estas palabras que pronunció, según los testigos, en los momentos iniciales de la batalla de Lepanto, salían de lo más profundo de su intrépido corazón. Gracias a su valor heroico y a ese desprecio de la vida ante valores superiores, podemos creer lo que nos dice en el “Prólogo” del Quijote de 1615: Si ahora me propusieran y facilitaran un 278 imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. El orgullo de Cervantes por haber estado en la “Gloriosa de Lepanto”, orgullo y satisfacción y jactancia que se van mostrando a lo largo de su obra, queda refrendado por los documentos oficiales de la época. ¡Cervantes luchó heroicamente en Lepanto! Pero, este Miguel de Cervantes no es otro, sino el hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas; el hermano de Andrea y Magdalena; el marido de Catalina de Salazar; el padre de Isabel de Cervantes Saavedra, el tío de Constanza de Figueroa, etc. Aún se llama Miguel de Cervantes, pero, al final del cautiverio, ya se insinúa el Miguel de Cervantes Saavedra. Muchos años después –1590-, en el memorial presentado al Rey y que por orden de éste se remitió al presidente del Consejo de Indias para su informe, le dice: ‘Señor: Miguel de Cervantes Saavedra, que ha servido a V.M. muchos años en las jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veintidós años a esta parte, particularmente en la batalla naval, donde le dieron muchas heridas, de las cuales perdió una mano de un arcabuzazo. (Luis de Armiñán, 1941, p. 134). La documentación permite afirmar rotundamente que el Miguel de Cervantes, bautizado en Alcalá por el bachiller Serrano, es el autor de Persiles, de las dos partes del Quijote, de las Novelas Ejemplares, de La Galatea, etc. Por estos documentos y los que siguen nos enteramos también de la captura y cautiverio de los hermanos Miguel y Rodrigo de Cervantes Cortinas: El 20 de septiembre de 1575, en compañía de su hermano Rodrigo, embarcaba en Nápoles, Cervantes con rumbo a España [...]. Era una pequeña expedición en la que volvía Cervantes. Componíase de las galeras Sol, la Mendoza y la Higuera, todas de la escuadra de Sancho de Leiva. Después de unos días de feliz navegación, el 26 de septiembre, costeando la Provenza y casi a la vista de Marsella, avistaron una fuerte armada berberisca, que trabó recio y desigual combate con las galeras cristianas [...]. Pelearon Miguel y Rodrigo de Cervantes valerosamente, pero al fin tuvieron que rendirse [...]. Rodrigo quedó esclavo de Ramadán-Bajá, Rey de Argel, y Miguel sufrió igual suerte bajo el yugo del arraiz Alí-Mamí, llamado el Cojo. (Luis de Armiñán, 1941, pp. 170-171). 279 Se embarcó en Nápoles en la galera [...] Sol en compañía de su hermano Rodrigo [...], de Pero Díez Carrillo de Quesada, gobernador que fue de la Goleta […] y de otros caballeros principales [...] pero [...] el día 26 de septiembre de 1575 [...] fue combatida la galera española [...] quedando cautivos cuantos venían en ella. (Navarrete, 1819, p.33). Miguel clama desde su cautiverio en la Epístola a Mateo Vázquez: En la galera Sol que oscurecía / mi ventura su luz, a pesar mío fue la pérdida de otros y la mía. / Valor mostramos al principio y brío pero después, con la experiencia amarga, / conocimos ser todo desvarío. …………………………………………………………………………. Yo, que el camino más bajo y grosero / he caminado en fría noche oscura he dado en manos del atolladero. / Y en la esquiva prisión, amarga y dura, adonde agora quedo, estoy llorando / mi corta infelicísima ventura. Con quejas tierra y cielo importunando, / con suspiros al aire oscureciendo, con lágrimas al mar acrecentando 129 . / Vida es ésta, señor, do estoy muriendo entre bárbaras gentes descreídas / la mal lograda juventud perdiendo. No puede olvidar la encarnizada lucha de aquel 26 de septiembre de 1575, y vuelve a recordarla, por boca de Timbrio, en el “Quinto libro” de La Galatea: Acabamos de ver que eran quince bajeles gruesos los que cercados nos tenían, y entonces se acabó de confirmar en nuestros pechos el temor de perdernos. Con todo eso, no desmayando el valeroso capitán ni alguno de los que con él estaban, [...]. Con un renegado enviaron a decir a nuestro capitán que se rindiese [...], que eran todos los mejores de Argel, amenazándole por parte de Arnaut Mamí, su general, que, si disparaba alguna pieza el navío, que le había de colgar de una entena [...]. El renegado le persuadía que se rindiese, mas, no queriéndolo hacer el capitán, [...]. Oyó Arnaute esta respuesta y luego, cebando el navío por todas partes, comenzó a jugar desde lejos el artillería con tanta priesa, furia y estruendo que era maravilla [...]. Sólo diré que, después de habernos combatido diez y seis horas y después de haber muerto nuestro capitán y toda la más gente del navío, a cabo de nueve asaltos que nos dieron, al último de ellos, entraron furiosamente en el navío [...]. No podré encarecer el dolor que a mi 129 ¿Se inspiraría aquí Lope para su romance: “De pechos sobre una torre, / que la mar combate y cerca, /…/ las aguas crece Belisa, / llorando lágrimas tiernas”? 280 alma llegó, cuando vi que las amadas prendas mías [...] habían de ser entonces entregadas y venidas a poder de aquellos crueles carniceros 130 . En La española inglesa relata también su captura y prisión: Nos embarcamos, navegando tierra a tierra con intención de no engolfarnos; pero llegando a un paraje que llaman las Tres Marías, que es en la costa de Francia, yendo nuestra primer faluga descubriendo, a deshora salieron de una cala dos galeotas turquescas, y tomándonos la una la mar y la otra la tierra, cuando íbamos a embestir en ellas nos cortaron el camino y nos cautivaron; en entrando en la goleta nos desnudaron hasta dejarnos en carnes; despojaron las falugas de cuanto llevaban, y dejáronlas embestir en tierra sin echallas a fondo, diciendo que aquellas les servirían otra vez de traer otra galima, que con este nombre llaman ellos a los despojos que de los cristianos toman. Esta versión de los hechos […] mezcla detalles puramente novelescos con datos dispares sacados de una lectura apresurada de los documentos […]. La flotilla que había costeado […] las riberas de Italia y de Provenza, fue dispersada por la tempestad a la altura de Port-de-Bouc [...]; que la captura no tuvo lugar en las cercanías de las SaintesMaries, sino más abajo […] no lejos de Cadaqués o de Palamós […] casi al término de su viaje. (Canavaggio, 2005, p. 123). Rememora también el cautiverio de Argel, en el capítulo XLI del primer Quijote, pero, la alegría de la libertad hace que el cautivo recuerde lo más o lo único placentero de aquel cautiverio: Respondíle que era esclavo de Arnaute Mamí (y esto, porque sabía por muy cierto que era un grandísimo amigo suyo) [...]. Preguntóme […], si era hombre de rescate o no, y que cuánto pedía mi amo por mí [...]. Así como ella llegó, le dijo su padre en su lengua cómo yo era cautivo de su amigo Arnaute Mamí y qué venía a buscar [...]. En el Trato de Argel, Cervantes recuerda por boca de Aurelio sus sufrimientos de cautivo: 130 CERVANTES SAAVEDRA, MIGUEL DE: La Galatea, Ed. Francisco López Estrada y Mª Teresa López García-Berdoy, Cátedra, Madrid, (1999), pp. 492-493. 281 Aurelio.- ¡Triste y miserable estado! / ¡Triste esclavitud amarga, donde es la pena tan larga / cuan corto el bien y abreviado! ¡Oh purgatorio en la vida, / Infierno puesto en el mundo, mal que no tiene segundo, / estrecho do no hay salida! Cercano ya el final de su vida, no puede olvidar: el abordaje a la galera Sol, y la prisión y cautiverio: El libre cautivo fue diciendo: Esta, señores, que aquí veis pintada, es la ciudad de Argel [...], amparo y refugio de ladrones [...]. -Decidme, amigo, cúyas eran las galeras que os daban caza, y si conseguistes por ellas la libertad deseada. Las galeras –respondió el cautivo- eran de don Sancho de Leiva; la libertad no la conseguimos [...]. Decidme, amigos –replicó el alcalde-: ¿cautivastes juntos? […]. No cautivamos juntos [...]. (Persiles, Capítulo décimo del “Libro tercero”). 11.1.- Documentos relacionados con el cautiverio El abordaje y la prisión y el cautiverio que sufrieron Miguel y los demás, entre ellos su hermano Rodrigo, no sólo los conocemos por las muchas veces que Cervantes los recuerda en sus obras sino también por cantidad de documentos que han llegado, desafiando el tiempo, hasta nosotros. Una gran parte de estas escrituras, llevan la firma de la madre que, en algunas, llegó a mentir con el fin de obtener medios con qué rescatar a sus hijos. Tanto Leonor de Cortinas como Rodrigo de Cervantes, desde que a finales de 1576 se habían enterado de la situación de sus hijos en Argel, desplegaron una considerable actividad de cara a obtener los recursos que les permitieran proceder a su rescate [...], con un claro reparto de papeles entre ambos. Leonor de Cortinas dará la cara ante el Consejo de la Cruzada, en tanto que Rodrigo, el padre, tomará como destinatario de sus demandas al Consejo Real [...]. 282 Al dolor por la ausencia de sus hijos, en la vida de Leonor de Cortinas, durante los años que duró el cautiverio de los mismos, se le añadieron las urgencias y los plazos de una burocracia que no acababa de saciarse de papeles: Leonor hubo de responder [...] para demostrar que, ya Rodrigo había sido liberado [...]. Hubo de pedir que se le ampliase el plazo de devolución [...]. Hubo de ocuparse, también, en hallar mercaderes que se prestasen [...] a su licencia para trasladar mercancías a Argel. Las fatigas de Rodrigo de Cervantes, el padre de Miguel, no fueron menores. A su cargo [...], corrió el trabajo de documentar [...] los “servicios” prestados por su hijo a la Corona [...], persiguiendo por toda la geografía española a los antiguos compañeros de armas y de cautiverio de Miguel, para que testificasen acerca de su conducta, del valor y de los muchos servicios [...]: la valentía de Miguel en la batalla de Lepanto [...]; la veracidad de su cautiverio [...]; y, finalmente, la dificultad del rescate, por la pobreza familiar. (Blasco Pascual, 2005, pp. 78-81). El reparto de papeles permitió a doña Leonor presentarse como viuda en algunos de sus escritos ante el Consejo de la Cruzada. Vamos a estudiar, someramente, algunos de los documentos presentados por los progenitores de Miguel. Seleccionaremos aquellos que nos parezcan más ilustrativos, para nuestro objetivo, por ser más excluyentes para aquellas localidades que aspiran a ser cunas de Cervantes. Rescatáronse por este tiempo y muy entrado ya el año de 1576, algunos cautivos amigos de Cervantes, y entre ellos el alférez Gabriel de Castañeda con quien escribió a sus padres, pintándoles su deplorable situación y la de su hermano. (Navarrete, 1819, p.35). [Rodrigo], en abril [1576] procede a la venta de bienes de su propiedad […] Algo más tarde dirige al Consejo de Castilla, luego al Consejo Real, una petición de ayuda: en vano. El 9 de noviembre presenta una nueva demanda […] pero la ayuda financiera que solicita le es negada de nuevo. Entonces es cuando Leonor se dirige al Consejo de la Cruzada. Utilizando una mentira piadosa […] se hace pasar por viuda. La maniobra tiene éxito: el 16 de diciembre le conceden […] un préstamo de sesenta ducados. (Canavaggio, 2005, p. 132). 283 11.1.1- Obligación y fianza de doña Leonor de Cortinas El 28 de noviembre de 1576, ella, como “viuda” y “vecina de Madrid”, presentaba ante el “Consejo de Cruzada”, con Alonso Getino como fiador, una carta de “obligación y fianza” a cuenta de la cédula real de sesenta escudos que se le había otorgado para el rescate de sus hijos. (Blasco Pascual, 2005, p., 78). En efecto, Doña Leonor de Cortinas se adelanta a su marido y pide ayuda para el rescate de sus hijos, Miguel y Rodrigo, cautivos en Argel. Miente cuando dice que es viuda y que es vecina de la villa de Madrid. ¿Por qué? No es viuda ya que su marido presentará una petición de información al día siguiente. Tampoco es vecina de Madrid, sino de Alcalá, como afirmará en documentos posteriores. En estas fechas, 1576, aún vivirían en la casona de los Cortinas, en la calle de San Juan de Arganda. Doña Leonor de Cortinas, viuda, vecina desta villa de Madrid [...] y Alonso Getino de Guzmán […] decimos […] que por quanto Su Majestad […] hizo merced de sesenta escudos de a cuatrocientos maravedís cada uno […] a mi la dicha doña Leonor de Cortinas para ayuda al rescate de Miguel y Rodrigo de Cervantes, mis hijos, cautivos en Argel [...] con que yo me obligue […] que dentro de un año cumplido […] presentaré en el dicho Consejo de la Cruzada testimonio en forma de cómo los dichos sesenta escudos […] servieron para ayuda al rescate de los dichos mis hijos, […]. En la villa de Madrid a veinte y ocho días del mes de noviembre de mill e quinientos e setenta y seis años”. (Archivo de Simancas. Contaduría de Cruzada. Legajo 326). 11.1.2- Rodrigo pide Información del cautiverio de sus hijos El 29 de noviembre de 1576, Rodrigo, “el supuesto difunto” del documento del día anterior, presentó un escrito ante el Consejo Supremo de su Majestad, pidiendo ampliación de información y presentando testigos sobre el cautiverio de sus hijos: Rodrigo de Cerbantes digo [...] cómo tengo en Arxel dos hijos cautivos [...] pido y suplico mande se examinen los testigos que presentare [...]. En la villa de Madrid a 284 veintinueve días del mes de noviembre de mill e quinientos e setenta e seis años [...]. Juró [...] Antonio Marco, escribano de Valencia e vezino della, e [...] dixo que conoze a los dichos Miguel e Rodrigo de Çerbantes, cautivos [...]; dixo que a Rodrigo de Çerbantes ha visto estropeada la mano izquierda [...] que fue de un arcabuçaço que le dieron en la ‘batalla naval’ [...]. Que viniendo este testigo de Italia en compañía de Rodrigo de Cervantes, en una fragata, fue este testigo cautivo de los corsarios de Argel, donde cautivaron ansimismo al dicho Rodrigo de Çerbantes e también [...] al dicho Miguel de Çerbantes que iba en la galera del Sol y los llevaron a Argel [...]. Los dichos Rodrigo e Miguel de Çerbantes quedaron cautivos: el Rodrigo en poder de Ramadán Baxá, Rey de Argel, y el Miguel de Çerbantes, en poder de Mamí Arnaut, capitán de los corsarios de Argel [...]. (Protocolo Rodrigo de Vera, 1576, folio 1479. En Pérez Pastor, 1897, doc. 12). Presenta como testigo al escribano valenciano Antonio Marco. Este escribano había caído cautivado, el 26 de septiembre de 1575, luchando heroicamente al lado de los hermanos Cervantes: fue este testigo cautivo de los corsarios de Argel donde cautivaron ansimismo al dicho Rodrigo de Cervantes e también [...] al dicho Miguel de Cervantes. Pero Antonio Marco, ya estaba libre. Se paseaba libremente por España. ¿Por qué? Su familia, suponemos, pagó el rescate y, ¡él quedó libre! ¡Facilísimo! Sí, facilísimo para el que tenía una familia que lo rescatara. La familia Cervantes Cortinas no podía rescatar a sus hijos; ¡no tenía dinero para el rescate! Pero, ¿por qué? ¿Qué pasó con la opulenta herencia que Elvira dejó a su hija, en el otoño de 1566? ¿¡Justo, hace diez años!? La dilapidó, la malgastó, la malvendió, “el bueno de Rodrigo de Cervantes”. 11.1.3- Cédula real que concede 60 escudos a Leonor de Cortinas “EL REY” por una cédula real firmada en El Pardo el 5 de diciembre de 1576 concedió a la “viuda”, Leonor de Cortinas, vecina de Madrid, sesenta escudos, como ayuda, para el rescate de sus dos hijos. Informa, este documento, que los cautivos han servido a Su Majestad Católica en Italia y en Flandes: 285 Sabed que Doña Leonor de Cortinas, vezina desta villa de Madrid, nos hizo relación que ella tiene dos hijos que se llaman Miguel y Rodrigo de Cervantes, los quales nos han servido en Italia y en Flandes y en las galeras [...] y, finalmente se hallaron en la batalla naval donde al uno dellos le cortaron una mano y al otro mancaron y que viniéndose a estos Reinos en la galera Sol [...] los captivaron los moros de Argel, adonde al presente están cautivos y presos [...]. Hemos tenido por bien de les mandar librar en vos para ayuda al dicho su rescate, sesenta escudos de oro […]. Fecha en el Pardo a cinco de diciembre de mill y quinientos y setenta y seis años. Yo el Rey.” (Simancas. Negociado de Cruzada. Legajo 260. En Pérez Pastor, 1902, doc. X). Según este documento, del 5 de diciembre de 1576, Miguel ha servido en Flandes. Él mismo insinúa esto en la novela del Cautivo, incluida en el Quijote: Embárqueme en Alicante, llegué con próspero viaje a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado [...], tuve nuevas que el Gran Duque de Alba pasaba a Flandes. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los Condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina. Cervantes no miente. Era demasiado hábil para hacerlo. Pero su ficción al mezclar lo imaginado con determinadas referencias biográficas, puso en boca de sus inventados personajes datos que podrían conducir al equívoco a quienes leyeran lo narrado en clave histórica [...]. Uno tiene la tentación de pensar que Cervantes pretendió crear una cierta ambigüedad acerca de la fecha de su salida de España [...]. El […] mezclar lo sucedido y lo inventado, lo real y lo literario, alcanza también a otros varios documentos que firmó el Miguel de Cervantes histórico. (Blasco Pascual, 2005, pp. 36-37). Empezó a servir Cervantes hacia los años 1568-1570, en la compañía del famoso capitán de Guadalajara Diego de Urbina, que mandaba una de las del Tercio de don Miguel de Moncada. (Luis de Armiñán, Madrid, 1941, p. 40). Es posible, como afirma don Luis de Armiñán, que Miguel se enrolara en los tercios españoles en 1568, quizá en diciembre, tras el asunto Sigura; pero nunca pudo asistir al proceso y degüello de los Condes de Egmón y Horn, hechos que acontecieron el 5 de junio de 1568: 286 Los condes de Eguemont y de Hornos, y el príncipe de Orange, fueron considerados como los principales motores de las conmociones de Flandes […]. El de Orange pudo escapar […], pero los de Eguemont y de Hornos fueron presos y degollados en Bruselas el día 5 de junio de 1568, siguiente al que fue firmada su sentencia 131 . 11.1.4- Escudos librados a doña Leonor de Cortinas El Comisario general de la Cruzada dictó librar a doña Leonor 60 escudos que valían 24.000 maravedís para ayuda con el rescate de sus hijos. El mismo día, en Madrid, San Juan de Izaguirre libró 60 escudos de oro a Leonor para el rescate de Rodrigo y de Miguel. El 16 de diciembre, San Juan de Izaguirre, receptor de la Cruzada, libró 60 escudos […] cédula de S. M., registrada el 5 de diciembre de 1576, en el Pardo, a Leonor para el rescate de sus hijos cautivos en Argel. (Sliwa, 2006, p.153). Nos encontramos con dos documentos que tratan de cumplir la Cédula real otorgada en El Pardo, el 5 de diciembre de 1576. Uno lleva la fecha del mismo 5 de diciembre de 1576, y el otro lleva la del 16 del mismo mes y año. Las recoge Pérez Pastor en el documento XI del tomo de 1902: A doña Leonor de Cortinas sesenta escudos de oro [...] que S.M. por cédula fecha en el Pardo a cinco de diciembre de mil e quinientos setenta y seis años […] para ayuda al recapte (sic) de Miguel y Rodrigo de Cervantes, sus hijos, catibos en Argel […]. A doña Leonor de Cortinas sesenta escudos de oro […] que por otra cédula de S.M. fechada en el Pardo a cinco de diciembre del dicho año de mil quinientos setenta y seis se le mandaron dar para ayuda al rescate […]. (Archivo de Simancas. Contaduría de Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XI). 131 BASTÚS Y CARRERA, VICENTE JOAQUÍN, Nuevas Anotaciones al Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, Barcelona, 1834, Tomo segundo, Parte Primera, p. 26. 287 11.1.5- Relación de cautivos rescatados en Argel en 1577 Cerrada la puerta a sus esperanzas, Cervantes trató y consiguió más fácilmente redimir con el mismo caudal de su rescate a su hermano Rodrigo por agosto de 1577 […], para que [...] aprestase y enviase desde las costas de Valencia, Mallorca o Ibiza una fragata armada que [...] pudiese libertar y conducir a España al mismo Cervantes con varios cristianos. Para que lo pudiese ejecutar con mayor seguridad y confianza consiguió que D. Antonio de Toledo, de la casa de los duques de Alba y Francisco de Valencia […] caballeros ambos de la Orden de San Juan […] diesen cartas de recomendación para los virreyes de aquella provincia. (Navarrete, 1819, p. 35-36). En Valencia, el día 2 de septiembre de 1577 apareció la Relación de cautivos rescatados en Argel, por la Orden de la Merced el año 1577, uno de los cuales fue Rodrigo de Servantes, de Alcalá de Henares. (Archivo de Simancas. Contaduría de Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XIII) Este documento fue firmado en Valencia el 2 de septiembre de 1577. Si Arganda no se disgregó del Común de Villa y Tierra de Alcalá hasta septiembre de 1581, es evidente que, en 1577, el rescatado Rodrigo de Servantes, nacido en el Ayuntamiento o Concejo de Alcalá, era natural de Alcalá de Henares, pues había nacido en Arganda, una de sus muchas aldeas. Si hubiera nacido en la Villa de Alcalá, debería decir: “natural de la villa de Alcalá”. Sólo afirma que nació en Alcalá de Henares, lo cual es verdad. Nació en el Concejo o Ayuntamiento o Tierra de Alcalá. Rodrigo de Cervantes no tenía la categoría social de villano, sino otra categoría inferior: era aldeano o pueblerino. A todos los alcalaínos de la primera mitad del XVI se les encuadraba en dos estamentos sociales: una clase social, hasta cierto punto, elevada, los “villanos” o nacidos dentro del recinto rodeado por las murallas de la “Villa de Alcalá de Henares”; otra clase social ínfima, los “aldeanos” o “pueblerinos” que eran todos los demás, es decir, todos los nacidos en las 25 aldeas o pueblos de la “Tierra o Alfoz de Alcalá de Henares”. Don Antonio de Toledo y don Francisco de Valencia: 288 Don Antonio de Toledo era hijo del […] tercer conde de Alba de Liste y de doña Leonor Álvarez de Toledo, única hembra de los seis hijos que tuvo don Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba […]. Fue Gran Prior de San Juan, caballerizo mayor de S. Majestad y miembro del Consejo de Estado y de Guerra […]. Don Antonio tuvo un importante papel en la política del llamado Rey prudente […]. Después de su cautiverio en Argel, acompañó al rey Felipe II a la conquista de Portugal, participando en las Cortes de Tomar. No fue don Antonio de Toledo el único caballero de San Juan apresado […]; lo acompañaba, por lo menos, otro hospitalario, don Francisco de Valencia […], sirvió en Italia a las órdenes del duque de Alba y luego Felipe II le encargó fortificar Orán […]. Llegó a ser bailío de Lora y miembro del Consejo de Guerra […]. Pues bien, don Antonio de Toledo y don Francisco de Valencia estuvieron presos en Argel junto a Cervantes y le ayudaron en su segundo intento de fuga 132 . 11.1.6.- Informacón pedida por Rodrigo en marzo de 1578 Por haber consumido en 1577 el poco [caudal] que tenían en redimir al hijo mayor133 […] solicitó Rodrigo de Cervantes ante un alcalde de Corte que se recibiese Información judicial […] de la absoluta pobreza en que se hallaba para poder rescatarle [a Miguel]. A este fin, presentó en 17 de marzo de 1578 un interrogatorio de seis preguntas y […] cuatro testigos que habiendo tratado y conocido a su hijo […] podían contestarlas con toda seguridad. Eran estos los alféreces Mateo de Santisteban […] y Gabriel de Castañeda […], el sargento Antonio Godínez de Monsalve […] y D. Beltrán del Salto y de Castilla. (Navarrete, 1819, p. 48). El 17 de marzo de 1578 Rodrigo entregó un pedimento e interrogatorio de preguntas sobre los servicios de Miguel, su hijo, ante el licenciado Jiménez Ortiz, del Consejo de Su Majestad. Declaró que Miguel estaba cautivo en Argel, que sirvió a S.M. diez años, 132 PILAR SERRANO DE MENCHÉN, “Don Antonio de Toledo, Gran Prior de San Juan, y Don Francisco de Valencia, Caballero de la misma Orden, valedores en la liberación de Cervantes del cautiverio de Argel” en Con los pies en la tierra. Don Quijote en su marco geográfico e histórico, Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, pp. 196-197. 133 Para los cervantistas del XVIII y principios del XIX, el matrimonio de Rodrigo de Cervantes sólo tenía cuatro hijos: Rodrigo, el mayor; Andrea, Luisa y Miguel que, según ellos, era el benjamín. 289 que hace dos años fue cautivo en la galera Sol [...]. El 20 de marzo introdujo por testigo a Mateo de Santisteban [...] quien juró ante el escribano [...] que conocía a Miguel, cautivo en Argel [...]; era soldado de la compañía del capitán de Guadalajara Diego de Urbina [...]. Gabriel de Castañeda, cautivo en la toma de la Goleta [...], juró que conocía a Miguel [...], pues le vio servir en la Batalla Naval y en la Goleta [...], Beltrán del Salto y de Castilla [...] juró conocer a Miguel [...] quien peleó como buen soldado en la Batalla Naval. (Sliwa, 2006, pp. 153-155). El 20 de marzo de 1578, Rodrigo de Cervantes, padre, declaró que Miguel de Cervantes […] sirvió a S.M. diez años. Por tanto se enroló en los tercios en 1568, quizá en la Guerra de Granada, en la compañía del capitán Diego de Urbina. 11.1.7- Obligación de los Cervantes con Hernando de Torres Los Cervantes Cortinas acompañados por su hija, Magdalena, se comprometen a pagar a Hernando de Torres, todo lo que gastare para rescatar a Miguel, sobre la cantidad de 200 ducados que entregó Andrea y los 1077 reales que entregaron ellos. Recuerda Blasco Pascual en la página 80 de su libro citado que el mercader valenciano Hernando de Torres acabó estafando a los Cervantes, quedándose con los ducados que le entregaron. En junio de 1578, la madre, doña Leonor y su hermana Magdalena están en el convento de Madrid ante los religiosos mercedarios. Llevan ahorros contantes que debían pertenecer a la hermana [Andrea]. El padre Villalobos, Comendador de la Merced, les informa de [...] Hernando de Torres, un mercader valenciano, que en principio estuvo de acuerdo, y así entregaron [...] 1077 reales más una obligación de 200 ducados firmada por doña Andrea, la hermana mayor. Además, el 9 de junio de dicho año firmaron un documento por el que se obligaban a pagar todo lo que restara de la suma del rescate. Pero, la operación no se llevó a efecto y el mercader desapareció de escena. (César Álvarez, 2005, p. 123). 290 Andrea debía de estar en mucha mejor situación económica que sus padres. Ella entregó para el rescate 2200 reales, mientras ellos sólo entregaron 1077. Este escrito confirma que Andrea vivía en casa distinta a la de sus padres y hermana. Madrid a nueve días del mes de junio de mill e quinientos e setenta e ocho años [...], parescieron presentes Rodrigo de Cervantes e doña Leonor de Cortinas, su muger, e doña Magdalena de Pimentel de Sotomayor, su hija, estantes en esta corte e dixeron que por quanto Miguel de Cervantes, hijo de los dichos Rodrigo de Cervantes e doña Leonor de Cortinas y hermano de la dicha doña Magdalena, está cabtivo en Argel y [...], doña Andrea de Cervantes, hermana del dicho cabtivo [...]. (Protocolo de Francisco de Yepes, rotulado, 1518-1583. En Pérez Pastor, 1897, doc. 15). Esta escritura, firmada en Madrid el 9 de junio de 1578, nos reafirma en la creencia de que los padres de Miguel, por estas fechas, aún vivían, con Magdalena, en su casa de Arganda. Se declaran estantes en esta corte. Todavía no son vecinos de Madrid; los vecinos de Madrid, “Villa y Corte” gozaban de muchos privilegios. 11.1.8. Certificación del duque de Sesa La madre no se arredró ante el nuevo contratiempo y a mediados de 1578 solicitó al Rey autorización para poder llevar a Argel mercaderías lícitas por valor de 8.000 ducados, cuyos beneficios, libres de impuestos del fisco, sirviesen para el rescate de Miguel de Cervantes [...]. Pero, al final, sólo le dejaron sacar desde Valencia 2.000 ducados de mercaderías, que supusieron el miserable beneficio de 60 ducados y que no logró vender hasta 1584, cuando Miguel llevaba cuatro años libre. (César Álvarez, 2005, p. 123). Residía también a la sazón en Madrid el duque de Sesa, después de haber sido virrey Sicilia; y a nombre y por parte de Cervantes le suplicaron sus parientes les diese un Certificado de los méritos y servicios que había contraído […] respecto a haber perdido, cuando le cautivaron, los despachos que traía para solicitar del Rey alguna gracia. El duque […] expidió desde luego con fecha de 25 de julio […] una Certificación muy expresiva, sellada con sus armas y refrendada por su Secretario, en que […] concluye 291 con que era digno de que S.M. le hiciese toda merced para su rescate. (Fernández Navarrete, 1819, p. 49). El 30 de noviembre [1578], Leonor ostentó una certificación de Gonzalo Fernández de Córdoba [duque de Sesa], íntimo amigo de Don Juan de Austria [...], una información de testigos que sus hijos, Miguel y Rodrigo, fueron cautivos en la galera Sol [...]. Pidió que se le diese una licencia para pasar del reino a Argel, 8.000 ducados de mercaderías […]. Al margen se halló el decreto del Rey, de letra de su Secretario Mateo Vázquez de Lecca (1542-1591) que dice “está bien”. (Sliwa, 2006, p. 155). Por este documento que recoge Sliwa, vemos la intervención de Mateo Vázquez en los asuntos de Cervantes. Refrenda el Certificado del duque de Sesa, cuando afirma que Miguel de Cervantes era digno de que S.M. le hiciese toda merced para su rescate. Ya se recordó cómo Mateo Vázquez a través de sus amigos de Arganda debió de conocer todo lo relacionado con el cautiverio de los hermanos Cervantes Cortinas. Afirma Don Ángel Ligero, de Alcazar de San Juan: En 1579 Leonor de Cortinas consigue la renovación de un permiso del Consejo de Guerra para que por valor de dos mil ducados de mercaderías no prohibidas salieran para Argel desde Valencia y con el beneficio de dicha venta rescatara a su hijo Miguel (Archivo de las Indias). El citado permiso le fue renovado una docena de veces [...]. Todo le fue de mal en peor a doña Leonor [...], siendo la última renovación de la cédula en 1584. Cervantes se encontraba en España desde 1580 desatendido completamente de la familia del de Alcalá. (Citado por Brandariz, 1999, p. 28). Brandariz se apoya en esta renovación, de la “cédula real” en 1584, para demostrar la existencia de dos Miguel de Cervantes: uno, el Miguel de Cervantes Cortinas y otro el Miguel de Cervantes Saavedra, que sería el autor del Quijote. 292 11.1.9- Se piden cuentas a doña Leonor de Cortinas Con fecha 28 de febrero de 1579 el Receptor de la Cruzada exige, a doña Leonor de Cortinas, devolución o explicaciones sobre los sesenta escudos que se le entregaron por Cédula real otorgada, en el Pardo, el 5 de diciembre de 1576. El 28 de febrero de 1579, el licenciado Pedro Velarde, comisario de la Santa Cruzada, encomendó una carta a Leonor, para que devolviera 60 escudos de oro que le había entregado el Consejo, para pagar el rescate de sus hijos, cautivos en Argel, ya que hasta ese momento no se había presentado ningún testimonio de su libertad. (Sliwa, 2006, p. 157). A Doña Leonor de Cortinas, vecina de Madrid [...] sesenta escudos de oro que valen XXIIII mill maravedís para ayuda al rescate de Miguel y Rodrigo de Cerbantes, sus hijos, que en la galera Sol [...] los cautivaron moros de Argel […]. Se obligó y dio fianzas de que dentro de un año […] traería testimonio en forma de que […] estaban libres del dicho cautiverio y que los dichos sesenta escudos sirvieron para ello, donde no […], los volverá ella o su fiador al dicho depósito. (Archivo de Simancas. Contaduría de la Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XIV). Leonor será la que tendrá que responder, el 29 de febrero de 1579, ante el Consejo de Cruzada de los sesenta ducados concedidos para el rescate de sus dos hijos, y la que tendrá que presentar los papeles acreditativos de la liberación de Rodrigo, el hijo menor, exculpando de toda responsabilidad a Alonso Getino. (Blasco Pascual, 2005, p. 79). El Receptor de Cruzada, está cumpliendo su cometido al exigir cuentas a doña Leonor de estos sesenta escudos de oro que había recibido. La considera vecina de Madrid. Esto se debe a que ella se había considerado así cuando, en 1576, hizo la solicitud de ayuda, ante el Consejo de la Cruzada: vezina desta villa de Madrid. Veremos cómo en tres documentos posteriores, del mes de marzo de 1579, doña Leonor se declara vecina de Alcalá de Henares; y creemos que dice la verdad; posiblemente, aún vivían en Arganda, en su casa de la calle de San Juan. 293 11.1.10- Tres documentos de marzo de 1579 Leonor aún no había devuelto, en esta fecha, el adelanto de sesenta ducados que el Consejo de la Cruzada le había concedido el año anterior. El Consejo le reclama esa suma desde el vencimiento del plazo fijado. En marzo de 1579 seguirá sin pagar la deuda y se verá amenazada con el embargo de sus bienes, así como su fiador, Getino de Guzmán. Tendrá que realizar los mayores esfuerzos para obtener una prórroga. (Canavaggio, 2005, p., 139). Ella será también, la que, con fecha de 16 de marzo del mismo año, solicitará un nuevo plazo de cuatro meses, para la devolución de los treinta ducados correspondientes al rescate de Miguel. (Blasco Pascual, 2005, p., 79): Doña Leonor de Cortinas, vezina de Alcalá de Henares digo que a mí se me dieron veinte e quatro mill maravedís por el rescate de Miguel y Rodrigo de Çerbantes, mis hijos cautibos en Argel, y el dicho Rodrigo de Cervantes está rescatado y está en esta corte […]; pido y suplico […] se me dé un término competente […] para que el dicho mi hijo [Miguel] sea rescatado. En Madrid a 19 de marzo de 1579. DECRETO: Lo que toca a los 30 ducados no se execute, y lo demás se execute. (Archivo de Simancas. Contaduría de la Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XV). Ocho días más tarde, el 24 de marzo de 1579 y, también, en Madrid: Doña Leonor de Cortinas suplica [...] para ayuda al rescate de Miguel de Cervantes, mi hijo captivo en Argel […] pido y suplico […] no se me niegue el término de ocho meses para que […] se pueda rescatar […] el dicho mi hijo [que] ha servido a Su Majestad diez años, y en su servicio está manco de una mano, y la perdió en la batalla naval. En Madrid a 24 de marzo de 1579. DECRETO: Que se le aguarde por quatro meses y por ellos se suspenda la ejecución. (Archivo de Simancas. Contaduría de la Cruzada, Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XVI). Insiste Leonor que, en el mes de marzo de 1579, mi hijo [Miguel] ha servido a Su Majestad diez años. Si es así, se alistó en el tercio de Moncada y en la compañía del capitán Urbina a finales de 1568 o principios del año siguiente, en las Alpujarras. 294 Por tercera vez, a los cuatro días, el 28 de marzo de 1579, vuelve a presentar en Madrid otro escrito, insistiendo en la petición de prórroga y en cómo gastó 30 ducados en el rescate de Rodrigo, su hijo: Doña Leonor de Cortinas digo que [...] la cédula de los sesenta ducados […] para el rescate del dicho Rodrigo de Cervantes y para el rescate del dicho Miguel de Cervantes, mis hijos [...], se me hizo merced […] y para cobrar los dichos treinta escudos es necesario se me vuelva la dicha cédula y carta de pago. Madrid a 28 de marzo de 1579. DECRETO: Que se le buelba originalmente. (Archivo de Simancas. Contaduría de Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XVII). En estos documentos presentados en marzo de 1579, doña Leonor afirma ser vezina de Alcalá de Henares. Dice la verdad. Como vecina de Arganda, es vecina, también, de Alcalá, ayuntamiento al que pertenecía la aldea de Arganda. Sin embargo, cuatro meses más tarde, –el 31 de julio del mismo año-, doña Leonor se declara vecina de la villa de Alcalá de Henares. Lo mismo hace su hija Andrea. No hay ningún documento que confirme su vecindad en la villa de Alcalá. No consta por ninguna escritura que los Cortinas tuvieran posesiones o casas, o las hubieran alquilado, en la villa de Alcalá de Henares. 11.1.11- Leonor y su hija Andrea entregan 300 ducados Doña Leonor de Cortinas, viuda ya, y madre de nuestro Cervantes, contribuyó para su rescate con 250 ducados y doña Andrea de Cervantes su hermana, con 50 [...]. Residían en Madrid, cuando entregaron este dinero al P. Gil a 31 de julio de 1579, añadiendo que el cautivo era asimismo vecino de Alcalá [...], que era de 33 años [...]. Se efectuó el rescate de Miguel de Cervantes Saavedra a 19 de septiembre del año de 1580 [...]. Las señas que, en Argel, dio de sí Cervantes fueron que era natural de Alcalá de Henares, de edad de 31 años [...]. En señalar la edad discrepan el hijo y la madre: aquél se quita un año, ésta se le añade; todo procedido acaso por falta de memoria o de contar por cumplido el año empezado o al contrario. (Pellicer, 1797, p. 75; 1827, pp. 19-20). 295 Este empeño con que había procurado Cervantes alcanzar su libertad en Argel, no le estorbó que solicitase al mismo tiempo su rescate en España […]. A este fin, pasaron desde Alcalá a Madrid, por julio de 1579, Doña Leonor de Cortinas, su madre, ya viuda, y Doña Andrea de Cervantes, su hermana, y entregaron 300 ducados de vellón a los padres […] Trinitarios destinados a la Redención de Argel. Estos PP. llegaron a Argel en mayo de 1580 y hallaron ser muy difícil el rescate de Cervantes porque el Rey pedía por él mil escudos. (Vicente de los Ríos, 1780, p. 11). Discrepan entre sí estos dos grandes cervantistas del XVIII. Según Ríos, vivían en Alcalá de Henares en 1579; según Pellicer, ya vivían en Madrid. Los dos tienen razón, pero sólo a medias. Ríos afirma que vivían en Alcalá de Henares, y esto se cumple para Leonor, que vivía en Arganda, aldea de Alcalá. Pellicer afirma que vivían en Madrid y así es, tratándose de Andrea, que tenía casa alquilada en Madrid. Sin embargo, los dos, Ríos y Pellicer, consideraron viuda en esta fecha a doña Leonor, y en esto se equivocaron. Tampoco acertaron al considerar que Rodrigo de Cervantes era mayor que Miguel, o que Magdalena de Cervantes era hermanastra de los hijos de Leonor de Cortinas, porque su madre Dª. Leonor de Cortinas, viuda de Rodrigo de Cervantes, había contraído segundas nupcias con N. Sotomayor. (Pellicer, Madrid, 1797, p. 80; Nueva York, 1827, p. LXXX). A Leonor de Cortinas nos la volvemos a encontrar varias veces, vendiendo y empeñando bienes propios [...], hasta conseguir reunir la cantidad de trescientos ducados, que el treinta y uno de julio de 1579 entrega a fray Juan Gil para la liberación de Miguel. (Blasco Pascual, 2005, p., 79). Llegaron a nuestra época tres documentos firmados con esta fecha de 31 de julio de 1579: una Obligación de la Orden de la Sma Trinidad, una Carta de pago a favor de doña Leonor y otra Carta de pago a favor de Andrea de Cervantes: 1º).- Obligación de la Orden de la Sma Trinidad: En la dicha villa de Madrid a treynta e un días del mes de julio de mill e quinientos e setenta e nueve años [...], parecieron presentes los muy reverendos padres Fray Juan Gil […] y el padre Fray Antón de la Bella […] e dixeron que recibían […] de la señora Doña Leonor de Cortinas, biuda […] vezina de la villa de Alcalá de Henares, estante 296 al presente en esta corte, doscientos e cincuenta ducados [...] para ayuda al rescate de Miguel de Cerbantes, hijo de los dichos Rodrigo de Cerbantes y de la dicha Leonor de Cortinas [...] más otros cinquenta ducados, que les ha de dar para ayuda al dicho rescate, doña Andrea de Cerbantes, hermana del dicho Miguel de Cervantes [...]”. (Archivo Histórico Nacional. Libro de la Redempçión de la Orden de la Santísima Trinidad, año 1579, fol. 17. Protocolo de Pedro de Anaya, 1567 a 1587). 2º).- Carta de pago a favor de doña Leonor: En la villa de Madrid a treynta e uno del mes de julio de mill e quinientos setenta y nueve, ante mi [...] parecieron presentes los muy reverendos padres [...] de la Orden de la Santísima Trinidad [...] e dixeron que recibían e recibieron [...] de la señora Dña. Leonor de Cortinas, “biuda” […], vezina de la villa de Alcalá de Henares, estante al presente en esta corte, doscientos e cincuenta ducados. (Archivo Histórico Nacional. Libro de la Redempçión de la Orden de la Santísima Trinidad, año 1579). 3º).- Carta de pago a favor de doña Andrea de Cervantes: En la villa de Madrid, a treynta e un del mes julio de mill e quinientos e setenta y nueve años, ante mí [...] dixeron que rescibían [...] de la señora Doña Andrea de Cervantes, hija de la señora Doña Leonor de Cortinas, viuda, […] vezina de la villa de Alcalá de Henares, estante al presente en esta corte, cincuenta ducados en reales, que suman dieciocho mil e setecientos maravedíes, los quales son para ayuda del rescate de Miguel de Cervantes, su hermano. (Archivo Histórico Nacional, Libro de la Redempçión de la Orden de la Santísima Trinidad, Año 1579. Protocolo de Pedro de Anaya, 1567- 1587. En Pérez Pastor, 1902, doc. XIX. En César Álvarez, 2005, p. 126) Por estos tres documentos, vemos que, a finales de julio de 1579, los Cortinas Cervantes no eran vecinos de Madrid, pues se llaman estantes en esta corte. ¿En dónde residían? En las tres escrituras está claro el lugar de residencia: vezina de la villa de Alcalá de Henares. Pero aquí, como en otro documento del 28 de noviembre de 1576, doña Leonor engaña al escribano: viuda, muger que fue de Rodrigo de Cervantes, difunto que sea en gloria. Esto lo firma en 1576 y en el 1579. Su marido hizo el testamento en junio de 1585. Si engañó en lo más (la falsa muerte del marido), pudo engañar en lo menos (el lugar de residencia). Quizá le interesara no sólo ser viuda sino también ser vecina de la villa de Alcalá. El 16 de marzo de 1579 dice que es vezina de 297 Alcalá de Henares, y dice verdad. Es “vezina” del Concejo de Alcalá. El 31 de julio del mismo año, declara que es vezina de la villa de Alcalá de Henares, y declara falsedad. Ser vezina de Alcalá de Henares es lo mismo que vivir en la Villa o en las tierras que comprendía el ayuntamiento, mientras que ser vezina de la villa de Alcalá de Henares significaba vivir dentro de la villa de Alcalá de Henares. Los vecinos de la villa de Alcalá de Henares pertenecían a los llamados villanos. Tenían una consideración social muy superior a la de los aldeanos o pueblerinos. A los “villanos” sólo les sobrepasaban los “ciudadanos”, que vivían en una ciudad y los “cortesanos” que vivían en la Corte. Los que sólo eran “vecinos de Alcalá” pertenecían a la clase social más ínfima, la de los “aldeanos” o “pueblerinos”. Las condiciones sociales de los “aldeanos” eran de las más deleznables de la época. Sabemos documentalmente que doña Andrea de Cervantes miente al declararse: vezina de la villa de Alcalá de Henares, estante al presente en esta corte. Pero, ¿por qué miente Andrea de Cervantes? Su situación social era distinta y muy superior a la de su madre, Leonor de Cortinas. Andrea era “villana” y además era “cortesana”, pues vivía en la Villa y Corte de Madrid. Como villana y cortesana tenía todos los privilegios. La documentación prueba que Andrea vive en Madrid desde mediados de 1568: En el Protocolo de Francisco de Ortiz (1568, folio 523), se constata la donación que el genovés Francisco Locatelo le otorgó, a Andrea, el 9 de junio de este año de 1568. La donación de Locatelo, según Luis de Armiñán (1957, p., 80), no sólo fue mucha ropa de lujo y ricas mantelerías y sábanas de fina holanda [...], sino que además, según canta la escritura, le dejó puesta su casa en la Villa y Corte. Por una escritura firmada, en Madrid, el día 1 de septiembre de 1573, ante el escribano Juan López del Castillo, sabemos que Andrea vive en Madrid, por lo menos, desde esta fecha. (Barros Campos, “La cuna de Cervantes”, 2005, p. 573). En efecto, el 1 de septiembre de ese año, 1573, recibe en su casa de Madrid a la joven Isabel de Alvear con la obligación de: Dar de comer e beber e vestir e calzar […] y casa y cama en que duerma y laballe su ropa y curalla sus enfermedades y […] que valga veinte ducados […]. Fecha e otorgada en la villa de Madrid a primero día del mes de septiembre de mill e quinientos e setenta y tres años. (Protocolo de Juan López del Castillo, 1573, fol. 650.). 298 Andrea sigue viviendo en Madrid, en 1577, pues el 23 de julio de este año alquila una casa en la calle de La Reina por la que paga 140 ducados al año: Yo, Catalina de Móstoles […] arriendo y doy en renta […] a vos, doña Andrea de Cervantes, […] unas mis casas que yo tengo en esta villa de Madrid, en la calle de La Reina […] por precio y quantía de ciento y cuarenta ducados […]. Fecha y otorgada fue esta carta en la villa de Madrid en 23 de julio de mil e quinientos e setenta y siete años. (Protocolo de Gascón de Galvez, 1577. En Pérez Pastor, 1902, doc. XII). Leonor de Cortinas y sus hijas engañan al “Consejo de la Cruzada” declarando muerto al “zurujano”, Rodrigo de Cervantes. Podemos suponer la finalidad: mover al Consejo a compadecerse de ellas. Pero, ¿por qué el engaño de su vecindad? ¿Qué les reportaba el declararse vecinas de la villa de Alcalá de Henares? Los “villanos” en el XVI tenían ciertos privilegios de que carecían los “aldeanos”; pero, Andrea en 1579 era “Villana” y, además, “Cortesana”, ya que vivía en la “Villa y Corte de Madrid”. Leonor, en 1579, todavía disfrutaban de casa propia en Arganda, la de los Cortinas en la calle de San Juan; ella, su marido e hijos, posiblemente aún eran aldeanos. Estas tres escrituras y otras en las que se declaran Vecinos de la Villa de Alcalá, y no Vecinos de Alcalá son la prueba más evidente de lo que venimos afirmando a lo largo de este estudio: eran Vecinos de Alcalá pues vivían en Arganda, una aldea del ayuntamiento de Alcalá de Henares. Para ser Vecinos de la Villa de Alcalá, había que vivir todo el año dentro de la villa, que rodean y protegen las murallas. Esto era evidente para las Cervantes Cortinas, de ahí que cometan este engaño o esta falsedad documental. Les interesaba declararse “Vecinas de la villa de Alcalá”, como también les interesaba declararse “viuda” y “huérfana de padre”, respectivamente. Si fueran “Vecinas de la Villa de Madrid” sería fácil indagar sobre su situación, sobre la muerte de Rodrigo de Cervantes, padre. Si son “Vecinas de la Villa de Alcalá de Henares”, ya es mucho más difícil. Que engañaron al Consejo de la Cruzada, en 1579, lo sabemos por las escrituras. Pero, también, engañaron a los cervantistas del XVIII y principios del XIX: Asegura el Sr. Pellicer (1797, pp.124 y siguientes) que doña Leonor de Cortinas casó en segundas nupcias con D. N. Sotomayor, a lo cual le indujo el ver en la causa formada en Valladolid en 1605 […] que doña Magdalena de Sotomayor, beata, se llama 299 hermana de Miguel de Cervantes y vivía con él y su familia en la misma casa; pero si […] tenía de edad más de cuarenta años […], nació al menos en 1565, es decir, trece o catorce años antes que enviudase doña Leonor. (Fernández Navarrete, 1819, p. 249). 11.1.12.- Partida de Rescate de Miguel de Cervantes En la ciudad de Argel a 19 del mes de septiembre de 1580, en presencia de mi el dicho notario, el M. R. P. Fray Juan Gil, redentor susodicho, rescató a Miguel de Cervantes Saavedra, natural de Alcalá de Henares, de treinta y un años de edad, hijo de Rodrigo de Cervantes y de doña Leonor de Cortinas, vecinos de la villa de Madrid [...]; perdióse a 26 de septiembre de 1575 [...] y costó su rescate quinientos escudos de oro en oro de España, porque si no, le llevaban a Constantinopla [...]; fue ayudado con la limosna de Francisco de Caramanchel, que es patrón el M. I. Sr. Domingo Cárdenas Zapata, del Consejo de S.M. [...]. Pasó ante mí Pedro de Rivera, Notario Apostólico. (Archivo Histórico Nacional, Crónicas de Redenciones de la Orden de la Santísima Trinidad. En César Álvarez, 2005, pp. 126-127). Las señas que en Argel dio de si Cervantes fueron que era natural de Alcalá de Henares, de edad de 31 años […]. En señalar la edad discrepan el hijo y la madre; aquél se quita un año, ésta se le añade. (Pellicer, 1797, p.75; 1827, p.20). Cervantes se equivoca en otras ocasiones sobre su edad: “Tomóse declaración a Miguel de Cervantes, la qual dice así: ‘En la ciudad de Valladolid en 27 del mes de junio de 1605 […] se recibió juramento […] de Miguel de Cervantes de edad de más de cincuenta años. [Tenía ya 57]”. (Pellicer, 1827, pp. 121-122). En 1580, los padres de Miguel son ya vecinos de la villa de Madrid. Él se considera natural de Alcalá de Henares y, en efecto, lo era. Arganda, por estas fechas, aún era una aldea del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Si hubiera nacido en la villa de Alcalá de Henares, hubiera afirmado “ser natural de la villa de Alcalá”, pues gozaría de una situación y consideración social mejor ante los demás. 300 11.1.13.- Miguel pide, en Argel, Información de su cautiverio En la ciudad de Argel ques tierra de moros en la Berbería a diez días del mes de octubre, año mill e quinientos y ochenta años [...] paresció presente Miguel de Cerbantes, esclavo que ha sido [...], y presentó el escripto de pedimento [...] que sigue: [...] Miguel de Cerbantes, natural de la villa de Alcalá de Henares en Castilla, y al presente estante en este Argel [...] desea y le importa hacer una información con testigos [...] para presentarla si fuere menester. (Astrana Marín, 1951, pp. 96-97) Cervantes presentó tantos testigos que el desarrollo de la Información duró 12 días. Entre los testigos, cautivos o recién liberados, desfilaron: Diego Benavides de Baeza; Alonso Aragonés de Córdoba; Diego Castellanos, alférez; Hurtado de Vega de Cádiz; Fernando de Vega; Juan de Valcázar; Rodrigo de Chaves, de Badajoz; el capitán Lopino; el carmelita fray Feliciano Enríquez, de Yepes; el doctor Antonio de Sosa, cura; [...]. Terminó el Informe con la declaración del Ilustre y M.R. Sr. Fr. Juan Gil, Redentor de España de la corona de Castilla por S. M. Todos ellos recalcaron la actitud valerosa, heroica y caritativa de Miguel, que antes nos da envidia de su hidalgo proceder, cristiano y honesto y virtuoso. El cura, o mejor, fraile benedictino, Antonio de Sosa declara que conversaba a menudo con él a pesar de que es de mi condición y trato no conversar sino con hombres y personas de virtud y bondad. Todos los testigos rechazan las mentiras y calumnias que Blanco de Paz propagaba por toda la ciudad de Argel, acusando a Miguel de cosas viciosas y feas. Presenta la petición del Informe como Miguel de Cervantes, natural de la villa de Alcalá de Henares en Castilla; pero, veintiún días antes, el 19 de septiembre anterior, decía ser Miguel de Cervantes Saavedra, natural de Alcalá de Henares. Unas veces, –la gran mayoría-, se declara como natural del Concejo de Alcalá, y otras, – muy pocas-, como natural de la Villa de Alcalá. Unas veces usa el apellido Saavedra y otras no. ¿Se trata de dos Miguel de Cervantes? César Brandariz afirma que sí. La documentación existente y casi todos los cervantistas sostienen que es la misma persona: el hijo de Leonor de Cortinas, el bautizado en 1547. Se trata de la misma persona, que unas veces se apellida Cervantes y otras Cervantes Saavedra. En efecto, así es tratado también, en los distintos documentos. 301 Es “natural de Alcalá de Henares”, no de la “Villa de Alcalá”. ¿Por qué miente, Miguel? Ser natural de la Villa implica unas connotaciones positivas, que lo valoran ante los testigos, encauzando y sugiriendo así sus declaraciones, y sobre todo lo valoran ante las autoridades que revisen la Información. Él trata de defenderse de las calumnias de Blanco de Paz; pero también piensa en solicitar algún puesto importante en el funcionariado de la Corte. El ser “villano” o “ciudadano” suponía ciertas connotaciones positivas, que favorecían la solicitud. El ser “aldeano” o “pueblerino” estaba cargado, entonces, de connotaciones negativas, que perjudicarían esta solicitud. Cervantes solicita en Argel, en octubre de 1580, la petición de información, pensando en defenderse de las acusaciones de Blanco de Paz y en forjarse un buen porvenir al llegar a la Corte de Madrid. 11.1.14.- Rodrigo, padre, pide Información del cautiverio de Miguel Rodrigo de Cerbantes, vezino desta villa digo: que a mi me conviene averiguar cómo Miguel de Cerbantes, mi hijo […] le cautivaron y estuvo cautivo en la ciudad de Argel [...]; el qual es de edad de hasta treinta y dos años [...]. En la villa de Madrid, a primero día del mes de diciembre de mill e quinientos e ochenta años, presentó por testigo a Juan Estéfano, arragucés [...] dixo que [...] conoce al dicho Miguel de Cerbantes [...] que ha estado cautivo en la cibdad de Argel y este testigo le conoció en el dicho cautiverio [...] y sabe tiene manco el brazo [...]. El dicho Rodrigo de Cerbantes presentó por testigo a Mateo Pascual, corso, [...] dixo [...] que pasó muchas veces a la ciudad de Argel en la cual vio al dicho Miguel de Cerbantes [...] con una cadena al pie [...]. Francisco de Aguilar, portugués, [...] dixo que conoce al dicho Miguel de Cervantes [...] que estuvo cautivo en la ciudad de Argel en poder de los infieles y este testigo le vido en la dicha ciudad, como cautivo, con su argolla al pie [...]. (Protocolo de Rodrigo de Vera, 1580, folio 1380). Miguel de Cervantes tenía ya cumplidos, el 1 de diciembre de 1580, no sólo treinta y dos, sino treinta y tres años. No debe extrañarnos esta equivocación del padre, Rodrigo, ya que su hijo, Miguel, bautizado el 9 de octubre de 1547 afirmó, el 19 de septiembre de 1580, que tenía 31 años, cuando en realidad se acercaba a los 33. 302 Por este documento se constata que Rodrigo de Cervantes, al que su mujer llama “difunto” en documentos del 28 de noviembre de 1576 y del 31 de julio de 1579, no estaba muerto, pues el 1 de diciembre de 1580 pide información sobre su hijo. 11.1.15.- Miguel pide, en Madrid, Información de su cautiverio Su rescate […] se efectuó a 19 de Setiembre del referido año de 1580. El mismo día se hizo a la vela el rey Azán para Constantinopla, y Cervantes se desembarcó y quedó en libertad para restituirse a España, como lo executó entrado ya el siguiente año de 1581. (Ríos, 1780, p. 11). Se equivoca don Vicente de los Ríos. Cervantes está ya en Madrid el 18 de diciembre 1580. Leamos el documento siguiente de Rodrigo Vera: Miguel de Cerbantes, natural de Alcalá de Henares, residente en esta corte [...]. En la villa de Madrid, a diez y ocho días del mes de diciembre de mil e quinientos y ochenta años [...]. Juró sobre lo susodicho [...] Rodrigo de Chaves [...] que viene de cautiverio de la ciudad de Argel [...] dixo que sabe que el dicho Miguel de Cervantes ha estado cautivo en poder de enemigos en la cibdad de Argel [...]. Juró sobre lo susodicho [...], Francisco de Aguilar, portugués, [...] dixo que sabe que el dicho Miguel de Cervantes estuvo cautivo en la cibdad de Argel en poder de enemigos cinco años [...]. (Protocolo de Rodrigo de Vera, 1580, f. 1399. En Pérez Pastor, 1897, doc. 19). Ya se ha informado en páginas anteriores del significado de “natural de Alcalá de Henares”. Comprende a todos los nacidos en la villa de Alcalá o en cualquiera de las aldeas que formaban el Ayuntamiento o Concejo de Alcalá de Henares, llamado entonces “Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares”. Insistimos mucho en este concepto que, por otra parte, es clarísimo y evidentísimo, pero olvidado por todos. No tienen la misma significación, las frases: “ser natural de Alcalá” y “ser natural de la Villa de Alcalá”. Solo podían jactarse de ser “naturales de la Villa de Alcalá”, los nacidos dentro del terreno protegido por las murallas de la villa, los entonces llamados “villanos”. Miguel no poseía la categoría social de “villano”; era un “despreciable 303 aldeano” y de una de las aldeas más pequeñas e inútiles de Alcalá. ¿Por qué en este documento, del 18 de diciembre de 1580, no se declara “vecino de la Villa de Alcalá” como lo hizo en el que presentó en Argel el 10 de octubre del mismo año? Porque aquí en Madrid era conocido de muchos y se darían cuenta del engaño y de la falsedad, y podrían denunciar la falsedad de esta Información. A pesar de que […] el autor del Quijote señala a la ciudad de Alcalá de Henares como lugar de su nacimiento […] varias ciudades (Madrid, Toledo, Sevilla, Esquivias, Consuegra, Lucena, Alcázar de San Juan, Madridejos, Herencia) se disputaron el honor de haber sido la patria chica de Cervantes. Las disputas se zanjan ya en el siglo XVIII, con el hallazgo de una partida de bautismo con el nombre de Miguel de Cervantes [...]. Para fijar el lugar de nacimiento del autor del Quijote, contra la partida de bautismo mencionada no han podido esgrimirse argumentos solventes. (Blasco Pascual, 2005, p. 21) Nació Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares, probablemente el día 29 de septiembre de 1547. La falta de registros civiles en aquella época nos ha privado de la exactitud del dato comprobado documentalmente, pero nos acerca a la casi seguridad de la fecha, la conservación de la partida de bautismo, por la que sabemos que el 9 de octubre fue bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor de la citada Alcalá de Henares. (Jorge Campos, 1959, p. 25). Los investigadores que, en el siglo XVIII, escribieron u opinaron sobre la patria de Cervantes, a pesar de sus errores, merecen todo nuestro respeto y admiración. Admiración y respeto para Mayáns que escribe en su Vida de Cervantes: “tengo por cierto que la patria de Cervantes fue Madrid”. Y además de respeto y admiración, agradecimiento para el P. Sarmiento que, tras la lectura del “Diálogo de los Mártires” en la Topografía de Argel del P. Haedo, donde se dice que es el cautivo Miguel de Cervantes hidalgo principal de Alcalá de Henares, escribe la Noticia de la verdadera Patria (Alcalá) de Él Miguel de Cervantes [...], y antes nos informa: “Así que tropecé con la noticia de la verdadera patria de Cervantes, la comuniqué, y con franqueza al librero Francisco Manuel de Mena […]. Encarguéle que esparciese esa noticia de que Alcalá era la patria de Cervantes”. Martín Fernández de Navarrete, escribe hacia 1819: 304 Rodrigo de Cervantes, que casó por los años 1540 con doña Leonor de Cortinas, señora ilustre […]. Fruto de este matrimonio fueron Doña Andrea […] y Miguel de Cervantes […] y nació en Alcalá de Henares, en cuya parroquial de Santa María la Mayor fue bautizado a 9 de octubre de 1547, verdad que, […] deja […] sin valor alguno las pretensiones de Madrid, Sevilla, Lucena, Toledo, Esquivias, Alcázar de San Juan y Consuegra. (Fernández Navarrete, 1819, pp. 9-10). Los investigadores, Mayáns, Sarmiento, Ríos, Pellicer, Fernández Navarrete, etc. exprimieron hasta el infinito los conocimientos de la época o mejor los suyos. Podríamos decir lo mismo de cervantistas tan eminentes como Rodríguez Marín, Pérez Pastor o Astrana Marín. Estos pesquisidores de Cervantes y todos los anteriores a nuestro siglo XXI no dispusieron, no tropezaron o no se fijaron en ese corpus informativo que desde la segunda mitad del siglo XX nos ofrece una legión de investigadores, la mayoría del Valle del Henares o, si se quiere, del Corredor del Jarama. Estos estudiosos, la mayoría de Alcalá de Henare y muchos forjados en su restituida Universidad, nos van entregando, lenta y paulatinamente, sus descubrimientos e investigaciones a través de las documentadísimas obras promovidas o auspiciadas por la “Institución de Estudios Complutenses” de la Universidad Alcalaína. Véanse entre otras: Anales Complutenses, como también, Alcalá de Henares. Páginas de su Historia; o Actas Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Es la abuela Compluto, la cisneriana y cervantina Villa de Alcalá de Henares, que vela por sus hijos más preclaros, nacidos no sólo dentro del perímetro de sus murallas, sino también en las veintitantas aldeas del amplio Valle o Corredor de Henares-Jarama-Tajuña y padre Tajo, que ella, la vieja Compluto, cuidó y protegió y defendió bajo su “halda” a lo largo de nuestra Historia, anterior a los finales del XVI. ¡Todos, nacieran en la Villa o en el Alfoz, todos son hijos de Alcalá de Henares! Alcalá anima a una de sus hijas emancipadas, Arganda del Rey, a enaltecer y a honrar al más grande argandeño que, por argandeño, era entonces, y sigue siendo hoy, y será siendo siempre el orgullo de su abuela Compluto, el más grande complutense y el más grande español. El español más conocido y leído e imitado en el mundo. Miguel es portador de sangre y de cultura renacentista; sangre y cultura no sólo argandeña sino también cisneriana. En Alcalá nació su padre y en Alcalá gobernaba 305 Pedro de Cervantes, tío bisabuelo ayudado por su abuelo paterno, cuando comenzaba a organizarse la Universidad de Cisneros. Cervantes dio más gloria y fama universal a la ciudad de Alcalá que todos los que, a lo largo de la Historia, nacieron y pudieron jactarse de haber tenido la suerte de nacer dentro del solar cerrado y protegido por sus antiguas murallas. ¡Cervantes era y es y será “El Alcalaíno por antonomasia”! Cervantes se enorgulleció, jactó y fanfarroneó siempre de alcalaíno. Cuando huyó, tras herir a Sigura en los finales de 1568, todos los testigos lo acusaban como ¡alcalaíno! ¡Lo era!: ¡Un alcalaíno de Arganda! Una abuela se enorgullece de sus nietos y muchísimas veces los quiere más que la propia madre. Alcalá, abuela de Cervantes, se preocupó, cuidó y ensalzó, desde el XVIII, al nieto, Miguel, abandonado por su madre “Urganda la Desconocida”. 11.1.16.- Memorial de Fr. Juan Gil y Relación de rescatados en 1580 Relación de cautivos que presentó al rey Felipe II en 1581 el Redentor de Cautivos de la Orden de la Santísima Trinidad Fray Juan Gil, donde consta un listado de los rescatados en 1580. A dicha relación fray Juan Gil adjunta una Memoria, pidiendo alguna cantidad [...] para bienes inciertos de difuntos de las Indias. [...]. La relación de cautivos está numerada y en ese año de 1580 llegan hasta 185 [...]. En el número 29 dice: “Miguel de Cervantes Saavedra, de treinta y un años, natural de Alcalá de Henares, captivo en la galera Sol, viniendo de Nápoles a España en el año 1575” […]. Cervantes, por fin, es de Alcalá de Henares. Incógnita despejada y confirmada, misterio resuelto. (César Alvarez, 2005, p. 115-118). Fray Jhoan Gil, procurador general de la orden de la Santísima Trinidad y redemptor de cautivos, dize que el año pasado por orden de los del Consejo […] fue a Argel a hacer una redempción de cautivos […]. Me manda agora de nuevo […] buelba a Argel a hacer otra redempción […]. La dicha Orden por haberse hecho el año pasado la redempción […] no tiene con qué ayudar por ahora […]. Suplica a V. Majestad haga merced a su Orden […] de los maravedís que hay retenidos en la Casa de la Contratación de Sevilla de bienes inciertos de difuntos […] de Indias […] y los tristes y miserables cautivos, vasallos y criados de V. M. recibirán gran bien y merced. Los cautivos rescatados por la Orden […] el año pasado de 80 […] son los siguientes: 306 ……………………………………………………………………………………………. Miguel de Cervantes, de edad de 31 años, natural de Alcalá de Henares, captivo en la galera del Sol, viniendo de Nápoles a España, año 75. (Copia fotográfica que mandó hacer el Sr. D. Francisco de Zabálburu. En Pérez Pastor, 1902, doc. XXIV). 11.1.17.- Se piden cuentas a doña Leonor de Cortinas En la villa de Madrid, el 9 de febrero de 1581: Hácese cargo a Doña Leonor de Cortinas, vezina de la villa de Madrid [...] los dichos sesenta escudos para ayuda al rescate de Miguel y Rodrigo de Cerbantes [...]. Se traerá testimonio en forma de que los dichos cautivos están libres y sueltos de la prisión […]; donde no […], volverán los dichos sesenta escudos al dicho depósito […], como se contiene en la dicha obligación […]. Ojo. En Madrid a IX de hebrero de MDLXXXJ años, la dicha doña Leonor de Cortinas […] presentó un testimonio por donde consta estar rescatado el dicho Miguel de Cervantes para quien se habían dado los doce mill maravedís […]. Doña Leonor de Cortinas presentó recabdo bastante en Consejo de Cruzada de haber rescatado a Miguel de Cervantes. (Simancas. Contaduría de Cruzada. Legajo 326. En Pérez Pastor, 1902, doc. XXII). Doña Leonor en este documento de febrero de 1581 es vezina de la villa de Madrid: Alonso Getino de Guzmán, alguacil de la villa de Madrid, fiador de Doña Leonor de Cortinas, vezina della. Miguel al llegar a Madrid se entera de cómo su padre ha malgastado la herencia de la abuela, Elvira de Cortinas, y de cómo, por ello, viven en la miseria, y no pudieron ser rescatados antes. El Rey y la Corte amenazan a su madre, para que devuelva los míseros 60 escudos que le adelantaron. La sangre y heroísmo, derramados por sus hijos, no tienen ningún valor ante la miope y egoísta monarquía española, que los envía a morir para defender sus caprichos. Así paga la Corona a sus servidores. Así agradecen, Felipe II y sus cortesanos, el heroísmo, la sangre derramada y el cautiverio de los dos hermanos Cervantes Cortinas. Así paga España a los que, a lo largo de los siglos, la defendieron. 307 11.1.18.- Testimonio del rescate de Cervantes y de otros cautivos Este es el traslado bien e fielmente sacado del testimonio que se truxo de Argel [...]. En la ciudad de Argel a cinco días del mes de março de este presente año de mil y quinientos y ochenta e uno, Pedro de Rivera, escribano de la Redención [...] e ansí, rescató a Myguel de Zerbantes, natural de Alcalá de Henares, por quinientos escudos en oro, e si no los diera en oro no se le dieran, e de ello el dicho padre buscó entre moros a trueco de doblas e sus yntereses [...]. En testimonio de lo cual lo firmé aquí de mi sólito e apostólico señal en este mismo día, mes e año susodicho. Pedro de Rivera, notario apostólico. (Archivo Histórico Nacional, Libro de Redenciones, 1579 a 81, folio 183. En Pérez Pastor, 1897, doc. 21. En César Álvarez, pp. 130 -131). El notario Pedro de Rivera narra aquí la manera cómo encontró en Argel a varios cautivos principales bajo el poder de Azán Bajá, acompañando “una y mil veces” a Fray Juan Gil para hablar con él e intentar rescatarlos, pero Azán no se avino a ello, pues decía que no tenía christyano que no fuese caballero y que a ninguno de ellos daría menos de quinientos escudos de España en oro [...]. (César Álvarez, 2005, p. 130). Según este documento de 1581, es Miguel de Cervantes natural de Alcalá de Henares. Esta es la realidad verdadera. Habiendo nacido en la Arganda de 1547, pertenece al Concejo e jurisdicción de Alcalá. Es, por tanto, natural de Alcalá de Henares. Son muy pocos los documentos en que Miguel o sus padres y hermanos se declaren “vecinos de la villa de Alcalá de Henares”. 11.1.19.- Poder de Leonor de Cortinas a Juan Fortunyo Sepan quantos esta carta de poder vieren cómo yo, doña Leonor de Cortinas, viuda, madre legítima que soy de Miguel de Cervantes, mi hijo [...] sirva para el rescate del dicho mi hijo, Miguel de Cervantes [...]. Otorgo y conozco que doy mi poder cumplido […] a Juan Fortunyo, mercader, vecino de Valencia […]. Que fue fecha y otorgada en la villa de Madrid, a veinte y cinco días del mes de agosto de mill e quinientos y 308 ochenta y dos años [...]. (Protocolo de Pedro Gutiérrez de Molina, 1575 a 1582. En Pérez Pastor, 1897, doc. 22). Este Fortuny era un comerciante valenciano al que la madre de Cervantes había traspasado la licencia para comerciar con mercancías por valor de dos mil ducados. Fortuny, por su parte, cuando recalaba en Argel, en sus viajes de negocios, socorrió de vestido y de cuanto tenían menester, a los dos Cervantes, de manera que desde entonces le unían a la familia lazos de amistad, y a los Cervantes con él, de reconocimiento. (Trapiello, 2005, p. 161). Habían pasado dos años de la liberación de Miguel, y su madre seguía enviando mercancías a Argel para poder amortizar la deuda contraída por el rescate de sus hijos. Nos encontramos ahora con un mercader leal, con un amigo que ha ayudado, desinteresadamente, a los dos hermanos en las muchas necesidades de su cautiverio. Ya se ha dicho que Leonor siguió renovando la autorización para comerciar con Argel, hasta 1584. También siguió fingiendo su condición de “viuda”. Cervantes, agradecido, pudo pagar a Fortuny, de alguna manera, los favores recibidos durante el cautiverio. Se los pagó en Sevilla en 1592: tenemos constancia también de que [Cervantes] salió fiador [...] en unos pleitos en los que un viejo amigo suyo, Juan Fortuny, andaba metido en Sevilla. (Trapiello, 2005, p.161). Todos estos documentos, y otros muchos más, referentes a la batalla de Lepanto, a la captura de los hermanos Cervantes Cortinas, a su cautiverio en Argel y a su rescate, fundamentan exhaustivamente un hecho, una realidad incuestionable: el Miguel de Cervantes, autor, entre otras obras, del Quijote, es la misma persona que fue bautizada en Alcalá, con el nombre de Miguel, y que era hijo de Rodrigo de Cervantes y de su mujer Leonor. Los documentos presentados demuestran que este Miguel de Cervantes –ahora treintañero- tiene los mismos padres y hermanos que tenía el niño cristianado en Alcalá, con el nombre de Miguel. Las escrituras analizadas demuestran que el Miguel cautivo en Argel, es el autor del Persiles y es uno de los hijos de Leonor de Cortinas y de su marido, el “sordo zurujano”. Aunque él firma como Miguel de Cervantes Saavedra, debiera firmar: Miguel de Cervantes Cortinas. 309 12.- CATALINA DE SALAZAR, VIUDA DE MIGUEL DE CERVANTES Por lo estudiado hasta aquí, sabemos que Miguel de Cervantes Cortinas, hijo de Rodrigo y Leonor, participó heroicamente, a los 24 años, en la batalla de Lepanto, en donde fue herido en la mano izquierda. Nos hemos enterado también de cómo fue apresado por los piratas argelinos el 26 de septiembre de 1575 y llevado cautivo a Argel, en donde fue rescatado, casi a los cinco años, el 19 de septiembre de 1580. Hemos encontrado, sin buscarlos, algunos documentos en que intervienen junto a Miguel, Catalina de Salazar y algún familiar de Miguel como sus padres, la hija Isabel o sus hermanas Andrea y Magdalena. Pero no pudimos detenernos en relacionar a Miguel con su mujer Catalina de Salazar Vozmediano. Ahora, tras el conocimiento bastante completo de su familia, nos detendremos más con Catalina. ¿Por qué? Por documento real, sabemos que esta Catalina fue la esposa del autor de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Historia setentrional. En la “Licencia del Rey” para la impresión del Persiles, fechada, “en San Lorenzo, a veinticuatro días del mes setiembre de mil y seiscientos y diez y seis años”, se afirma: Por cuanto por parte de vos doña Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra, nos fue fecha relación que el dicho Miguel de Cervantes había dejado compuesto un libro intitulado Los trabajos de Persiles, en que había puesto mucho estudio y trabajo, y nos suplicastes os mandásemos dar licencia para le poder imprimir [...] os damos licencia y facultad, para que [...] podáis imprimir y vender el dicho libro que de suso se hace mención [...]. Fecha en San Lorenzo, a veinticuatro días del mes de 310 setiembre de mil y seiscientos y dieciséis años. YO EL REY. Por mandato del Rey, nuestro señor, Pedro de Contreras. Esta licencia de impresión que firmó Felipe III y aparece en todas las ediciones del Persiles, tiene una gran importancia. Se informa que: Doña Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra [...]; que el dicho Miguel de Cervantes había dejado compuesto un libro intitulado Los trabajos de Persiles. Esta “Licencia” será el hilo conductor que nos lleve, no sólo a descubrir al autor del Persiles, del Quijote, de las Novelas Ejemplares, etc, sino también a rechazar las infundadas pretensiones de los falsos aspirantes a autores del Quijote y a desechar, también, las localidades que intentan ser cunas de Cervantes. Nos asegura, además, que el Miguel de Cervantes Saavedra y el Miguel de Cervantes son la misma persona. Esto echa por tierra las teorías que, entre otros, expone César Brandariz en Reconstruyendo a Cervantes. Por la “Tasa” del Persiles que firma Jerónimo Núñez de León y por la “Aprobación” firmada por “El Maestro José de Valdivieso” sabemos que el autor del Persiles fue Miguel de Cervantes Saavedra. Por la dedicatoria “A Don Pedro Fernández de Castro” que firma el Criado de vuesa Excelencia, Miguel de Cervantes” y por el “Prólogo” que sigue, sabemos que el autor del Persiles, es Miguel de Cervantes. ¿Con cuántos Miguel de Cervantes nos las habemos? Según César Brandariz (1999, pp. 32-34), con dos, aunque parientes entre sí. Uno se llamaría Miguel de Cervantes; el otro sería Miguel de Cervantes Saavedra: Entre las dos ramas, la Cervantes-Saavedra y la que vamos a denominar CervantesCortinas aparecen importantes elementos comunes [...]. La petición en 1584 por Leonor de Cortinas [...] al rescate de Miguel de Cervantes, cuando ya Miguel de Cervantes Saavedra llevaba rescatado cuatro años [...] prueba que hemos de enfrentarnos a alguna de estas alternativas: o que había otro Miguel de Cervantes que rescatar, o que Leonor de Cortinas mentía intensamente, o que los derroteros de Miguel de Cervantes Saavedra iban por caminos separados a los de los Cervantes Cortinas. Sin embargo, para Felipe III es la misma persona: Por cuanto por parte de vos, doña Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra, nos fue fecha relación que el dicho Miguel de Cervantes había dejado compuesto un libro intitulado Los 311 trabajos de Persiles. Primero le llama Miguel de Cervantes Saavedra. Luego a la distancia de medio renglón, o de siete palabras, le llama Miguel de Cervantes, sin el Saavedra. César Alvarez nos relata en La disputada cuna de Cervantes cómo aparecen las partidas de bautismo de varios posibles Miguel de Cervantes. Entre otros lugares o villas, posibles cunas de Cervantes, cita las de: Alcázar de San Juan, en Ciudad Real; Consuegra, Madridejos y Herencia, en Toledo. También recuerda la reivindicación que hacen, entre otras poblaciones: Lucena, de Córdoba; Cervantes de Sanabria, en Zamora; Cervantes, de Lugo; Esquivias, de Toledo, y las ciudades de Córdoba, Sevilla, Madrid y Toledo. Finalmente, se suma a las posibles cunas de Cervantes, Arganda del Rey. Blasco Pascual, (2005, p. 21), señala a varias ciudades, pero no a Arganda del Rey: Durante mucho tiempo, varias ciudades (Madrid, Toledo, Sevilla, Esquivias, Consuegra, Lucena, Alcázar de San Juan, Madridejos, Herencia) se disputaron el honor de haber sido la patria chica de Cervantes. Las disputas se zanjan ya en el siglo XVIII, con el hallazgo de una partida de bautismo con el nombre de Miguel de Cervantes. Olvidándonos de todo lo escrito en los apartados anteriores, trataremos de demostrar que el Miguel de Cervantes Saavedra, nombrado por Felipe III, por Jerónimo Núñez de León y por Valdivieso [Valdivielso], coincide con el Miguel de Cervantes que aparece en la “Dedicatoria” y en el “Prólogo” del Persiles y con el Miguel de Cervantes bautizado en Alcalá. Demostraremos que el Miguel de Cervantes, hijo de Leonor y Rodrigo, bautizado en Alcalá, héroe en Lepanto, cautivo en Argel y rescatado como Miguel de Cervantes Saavedra, coincide con el Miguel que: tuvo tres hermanas (Andrea, Luisa y Magdalena); ¿dos hermanos, Rodrigo y Juan?; una hija, Isabel y una sobrina, Constanza. Para todo ello, nos apoyaremos en la “doña Catalina de Salazar” recordada en la “Licencia para imprimir” que otorgó Felipe III. Catalina de Salazar será, al mismo tiempo, elemento aglutinador y elemento discriminador. Veamos cuál de los posibles Miguel de Cervantes se casó con una “Catalina de Salazar”. Ese Miguel de Cervantes que se hubiere casado con la tal Catalina de Salazar y la hubiere dejado viuda antes del 24 de septiembre de 1616, no hay duda de que es y será, según Felipe III, el autor del Persiles. 312 En la partida de defunción de Miguel de Cervantes Saavedra o mejor Miguel de Cervantes Cortinas se alude a una Catalina de Salazar: En 23 de abril de 1616 asimismo murió Miguel de Zerbantes Sahavedra, casado con dª Catª de Salazar; calle del León […]. Mandóse enterrar en las monjas trinitarias. (Parroquia de San Sebastián, Libro de difuntos de 1616, fol. 270). Doña Catalina de Salazar y Palacios dictó su último testamento el 20 de octubre de 1626. Falleció el día 30, y la enterraron el 31 en las trinitarias, junto a su marido, Miguel de Cervantes. (Astrana Marín, 1958, p. 521). 12.1.- Boda de Cervantes con Catalina de Salazar / de Palacios Sea como fuere […], acabada de estampar la Galatea, se desposó Miguel de Cervantes en Esquivias a 12 de diciembre de […] 1584 con Doña Catalina Palacios de Salazar. Esta señora era de una de las más ilustres familias de aquella villa; se había criado en casa de su tío don Francisco de Salazar 134 , que la dexó un legado en su testamento, y por esta razón se llamó comúnmente Doña Catalina de Salazar. (Ríos, 1780, p.12). En el Libro de Difuntos (y de Matrimonios) de la iglesia parroquial de Esquivias, al fol. 95 v., se lee: En 12 de Diciembre, el reverendo señor Palacios, digo Juan de Palacios, teniente, desposó a los señores Miguel de Cervantes, vezino de Madrid, y doña Catalina Palacios, vezina Desquivias. Testigos: Rodrigo Mexía, Diego del Mozo y Francisco Maras. El doctor Escribano. Se repite, en la boda de Miguel en Esquivias, lo mismo que había acontecido con su bautismo y el de sus hermanos en Alcalá. Esta escritura de bodas fue estudiada por algunos cervantistas con ojos miopes; con las mismas lentes 134 utilizadas para Se equivocó Ríos y los que lo siguen. Francisco de Salazar era hermano menor y no tío de Catalina. 313 escudriñar las partidas bautismales de Alcalá. Para unos, no asistió a la boda, la familia Cervantes Cortinas; para otros, los que faltaron fueron los familiares de Catalina. En relación con la boda de Miguel de Cervantes se da un hecho que puede carecer de relevancia o no, pero que en todo caso también se debe señalar y es que nadie de la supuesta familia directa, padres o hermanos, asiste a la boda de Miguel de Cervantes Saavedra en Esquivias, localidad no muy alejada de Madrid. (Brandariz, 1999, p. 30) Afirma Brandariz que nadie de la supuesta familia directa [los Cervantes Cortinas], padres o hermanos asiste a la boda de Miguel. ¿En qué se fudamenta para esta rotunda afirmación? Se apoya en la ausencia de los apellidos Cervantes Cortinas entre los testigos de la boda. Pero, no nos extrañemos por lo que sostiene Brandariz en 1999. Ya en 1974, escribía Fernando Díaz-Plaja (Cervantes, p. 70): La muchacha provinciana evidentemente se prendó de ese hombre que tanto había combatido y sufrido; se unirá con él contra la voluntad de los familiares [de ella] que ni siquiera acuden a la boda, con la excepción del tío cura que les casa el 12 de diciembre de 1584. En los bautismos, de los hijos de Leonor, administrados en Alcalá de Henares, se intentaba fundamentar la supuesta enemistad existente entre los Cortinas de Arganda y su hija Leonor. Ello facilitaba el que Leonor tuviera a sus hijos en Alcalá; era la explicación más convincente. Traté de demostrar, en su lugar, que no existía esa inventada animadversión, esa inventada enemistad entre Leonor y sus padres. La falsedad y falacia, sobre la asistencia o no a la boda de Esquivias, la descubre y rechaza el testamento de Rodrigo de Cervantes. Éste, -padre de Miguel-, nombra albacea del testamento, antes de cumplirse los seis meses de la boda, a su consuegra Catalina de Palacios, la madre de su nuera Catalina, y la suegra de su hijo Miguel. Esto indica que había una gran confianza y amistad entre las dos familias, aunque, como se comprende, fuera una amistad y confianza reciente. Si fuera verdad lo que Brandariz y Díaz-Plaja afirman, sin fundamento documental ninguno, Rodrigo de Cervantes no hubiera nombrado albacea suyo a la consuegra Catalina de Palacios. 314 Pero según la partida de boda de Miguel, éste se casó con Catalina de Palacios, no con Catalina de Salazar. Catalina, la desposada, era sobrina del clérigo oficiante, Juan de Palacios. Al citarla, en el libro parroquial, su tío no le otorga el apellido paterno, -Salazar-, sino el de la madre, hermana del cura oficiante, Palacios. Dada la gran libertad de elección de apellidos, el cura escoge para la sobrina el apellido suyo: “Palacios”; y no el de su cuñado: “Salazar”. Don Luis Astrana (1953, p., 177) transcribe parte del testamento de este mismo cura de Esquivias, Juan de Palacios, muerto el 5 de mayo de 1595. En el testamento cerrado, del 18 de marzo de 1595, dice: Item, mando a doña Catalina de Palacios Vozmediano, mi sobrina, mujer de Miguel de Cervantes [...], alinda con majuelo de Alonso Quijada. (Archivo de Protocolos de Toledo, Libro 12 de los de Esquivias. Jerónimo de Escuriedo, 1595, fol. 49 vº). En esta escritura, como en la de las bodas, aparece una Catalina de Palacios Vozmediano, mi sobrina, mujer de Miguel de Cervantes. ¿Es la dª Catª de Salazar de la partida de defunción de Miguel de Cervantes? ¿Es la Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra, autorizada por Felipe III para imprimir el Persiles? Otra vez recordamos la libertad en el uso de los apellidos. Catalina de Palacios Vozmediano, Catalina de Palacios, Catalina de Salazar, y Catalina de Cervantes son la misma persona, la mujer de Cervantes: “Catalina de Salazar y Palacios”. Fuese o no Doña Catalina de Salazar la Galatea de la novela pastoril, consta que Cervantes contrajo con ella matrimonio en 12 de diciembre de 1584. Era hija de los señores Fernando de Salazar y Vozmediano y de Catalina Palacios; y aunque la hija se llama unas veces Doña Catalina de Palacios, otras Doña Catalina de Palacios y Salazar y otras Doña Catalina de Salazar Vozmediano, sin embargo de esta variedad, que hasta ahora había ocasionado algunas dudas sobre la identidad de la persona, consta ya por instrumentos auténticos que es una misma. (Pellicer, Madrid, 1797, pp. 23 y 79). En otro libro de la Iglesia de Esquivias, Índice general de las partidas de Matrimonios que se hallan en los Libros de esta Parrochia desde el año de 1583 hasta el presente año de 1755, está escrito: Author de la obra de Don Quijote (Miguel de Cervantes, con doña Catalina Palacios) fue natural de Alcalá en la parrochia de Santa María [...]. Esta información apoya más la relación matrimonial entre nuestro Miguel 315 de Cervantes Cortinas y Catalina Palacios o Catalina de Salazar. Nos confirma que el marido de Catalina es el Author de la obra de Don Quijote. Este “Indice” es un traslado de otras partidas auténticas pero, es un traslado contaminado. Fue redactado en el año 1755, tres años más tarde del descubrimiento, en Alcalá, de la partida de bautismo de Miguel. A partir de 1752, se le empezaba a considerar nacido y, por tanto, natural de la villa de Alcalá de Henares. La aparición de la partida de bautismo es posible que influyera en la frase del “Indice” de Esquivias: Author de la obra de Don Quijote (Miguel de Cervantes, con doña Catalina Palacios) fue natural de Alcalá en la parrochia de Santa María. Fernández Navarrete informa en su Vida de Miguel de Cervantes que a la muerte de D. Manuel Martínez Pingarrón, se encontraron cartas suyas intercambiadas con los párrocos de Esquivias y Alcalá: Practicó para ello Mayáns muchas diligencias, valiéndose del erudito D. Manuel Martínez Pingarrón, íntimo amigo suyo, entre cuyos papeles se hallaron después de su muerte varias cartas del doctor Don Santiago Gómez Falcón, abad de la Magistral de San Justo y Pastor de Alcalá, escritas entre los años de 1752 y 53 sobre la fe de bautismo de Cervantes, de que remitía una copia autorizada; y otra de Don Antonio Remírez, beneficiado de Esquivias, su fecha 9 de junio de 1755, incluyendo una esquela del cura párroco de aquella villa [Esquivias] sobre la partida del matrimonio de Cervantes que existe allí. (Navarrete, 1819, p. 206). Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor, bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalà, se casó, en 1584, en Esquivias, con una Catalina de Salazar y Palacios. ¿Será éste, el Miguel de Cervantes que buscamos? ¿Será el Miguel de Cervantes Saavedra, al que alude Felipe III? En el “Prólogo” del Persiles, se nombra a Miguel de Cervantes relacionado con “el lugar de Esquivias” como “manco sano”, “escritor alegre” y “regocijo de las musas”: Sucedió, pues, lector amantísimo, que viniendo otros dos amigos y yo del famoso lugar de Esquivias, por mil causas, famoso, una por sus ilustres linajes y otra por sus ilustrísimos vinos, [...]. Respondió uno de mis compañeros: El rocín del señor Miguel de Cervantes tiene la culpa desto, porque es algo de pasilargo. [...] ¡Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre, y finalmente el regocijo de las musas! Yo, señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las musas. 316 Muchos textos y documentos confirman que el Miguel de Cervantes casado con Catalina Palacios o Catalina Salazar es el autor del Quijote y vienen a confirmar lo consignado y firmado por Felipe III en el Escorial, el 24 de septiembre de 1616: Doña Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra. Los documentos prueban, fehacientemente y sin lugar a dudas, que el bautizado como Miguel por el doctor Serrano aquel dichoso domingo, 9 de octubre de 1547, no es otro sino el que será llamado “Manco de Lepanto”. Hemos aportado, en capítulos anteriores, algunas de las muchísimas escrituras que lo relacionan con sus padres, con sus hermanos y con acontecimientos autobiográficos. Pueden localizarse más en Pérez Pastor, Rodríguez Marín, Astrana Marín, y un largo etcétera. Veamos ahora, cómo reforzar, documentalmente, la relación entre Catalina de Salazar y el Miguel de Cervantes Saavedra que, no sólo es su marido que la dejó viuda, sino también es el autor del Persiles. Estudiaremos, también, las relaciones de Catalina de Salazar con los familiares de Miguel. 12.2.- Miguel y Juana Gaitán, padrinos de Velaciones en 1585 En veynte y tres de enero del año 85, fray Benito de Entrambasaguas velé y di las bendiciones nupciales en tiempo debido […] a Pedro de Ondaro y Ana de Santillana, fueron padrinos Miguel de Cervantes y doña Juana Gaitán, testigos Diego de Aguilera, Sebastián de Torralba, Agustina de Santillana y Francisco de Castro. (San Martín de Madrid, Libro I de Matrimonios, fol. 144. En Maganto Pavón, 2009, p. 69). Miguel y la esposa de su amigo Ondaro, Juana Gaitán son padrinos de las velaciones de unos cuñados de Juana Gaitán y amigos del matrimonio de Miguel. Cervantes es padrino con Juana Gaitán, amiga de su esposa Catalina. Las velaciones se celebran en San Martín de Madrid a poco más de un mes de los desposorios de Miguel y Catalina, en Esquivias. 317 12.3.- Velaciones de Cervantes con Catalina de Salazar En diez y seis días del mes de enero de 86, yo el Licdo. Gabriel Álvarez, teniente cura de San Martín velé a Miguel de Cervantes y a doña Catalina de Salazar, fueron padrinos don Pedro de Ludeña y doña Magdalena de Cervantes, testigos Joan Delgado, Rodrigo de Cervantes, Pedro de Montesdeoca, Franco de Laguna y Cristóbal de Pena. (San Martín de Madrid, Libro I de matrimonios, fol. 159. Maganto Pavón, 2009, p. 69). Estas velaciones realizadas en San Martín, mucho tiempo después de lo que era preceptivo, y descubierto por Maganto Pavón en 1992, tienen una importancia trascendental: Demuestran que Leonor de Cortinas tras su boda con Rodrigo de Cervantes, mantuvo cordiales relaciones con los Cortinas. Son padrinos de velaciones Magdalena de Cervantes (hermana de Miguel) y Pedro de Ludeña, hermano de Fernando de Ludeña, cuñado de Magdalena de Cortinas y de su marido Diego de Urbina. Entre los testigos está Rodrigo de Cervantes. Este documento echa por tierra, no sólo la supuesta e inventada enemistad entre Leonor y los demás Cortinas de Arganda y Barajas, sino también la supuesta enemistad entre los Salazar Palacios de Esquivias y los Cervantes Cortinas de Madrid. Enemistad que defienden algunos cervantistas. 12.4. Miguel otorga Carta de dote a Catalina Sepan cuántos esta carta de dote e arras vieren, cómo yo, Miguel de Cervantes Saavedra, vecino del lugar de Esquivias [...] que por cuanto [...] yo estoy desposado e casado [...] con doña Catalina de Palacios e Salazar, hija ligítima de los señores Fernando de Salazar Bosmediano y Catalina de Palacios [...] e yo, el dicho Miguel de Cervantes Saavedra mando a la dicha doña Catalina de Palacios e Salazar, mi mujer, [...] Que fue fecha e otorgada en el mismo lugar de Esquivias a nueve días del mes de agosto de mil e quinientos y ochenta e seis años [...] Alonso de Anguilera, escribano. (Astrana Marín, 1958, pp. 686-691. En Pellicer: 1797, pp. 205-212; 1827, pp. 97-103). 318 Se introduce aquí un eslabón importante en la cadena que sujeta e injerta a Catalina de Salazar en el vetusto tronco de los Cervantes-Cortinas: “Esquivias”, lugar que aparece en varios documentos de: desposorio, poderes, testamentos y bautizos. También podemos constatar que el marido de Catalina añade a su apellido Cervantes, el Saavedra. Catalina se presenta aquí con los apellidos cambiados. Primero el materno, en atención a su madre y al tío cura; luego, el paterno. Lo normal es que Cervantes haga prevalecer el apellido paterno de su mujer. Este documento prueba que el 9 de agosto de 1586, se mantenía intacto y sin ninguna fisura el matrimonio de Miguel y Catalina, que según algunos cervantistas hacía aguas La novia […] debía su educación a su tío Francisco de Salazar, que la dejó un legado en su testamento […]. Habiéndola prometido la madre al tiempo de tratarse el casamiento un razonable dote […] cumplió su promesa dos años después, otorgando Cervantes escritura […] dotando él mismo a su mujer con cien ducados […]. Así consta en la carta dotal otorgada por ambos esposos a 9 de agosto de 1586 ante Alonso de Aguilera, escribano de número de Esquivias. (Fernández Navarrete, 1819, p. 68). Navarrete confunde al cura Juan de Palacios con su sobrino, el cura Francisco de Salazar: La novia […] debía su educación a su tío Francisco de Salazar, que la dejó un legado en su testamento […]. El cura de Esquivias, Francisco de Palacios o Francisco de Salazar era hermano menor y no tío de Catalina: Cómo yo, el licenciado Francisco de Salazar e Palacios, Comisario del Santo Oficio, vecino deste lugar desquivias […] como heredero que soy de doña Catalina de Salazar Vozmediano, mi hermana, viuda de Miguel de Cervantes […]. (Archivo de Protocolos de Toledo, núm. 1418, de los procedentes de Esquivias, Pedro Palomo, fol. 278). Se equivocan Ríos, Pellicer, Navarrete y otros: Francisco de Salazar era hermano menor y no tío de Catalina. Pero, ¡bendita equivocación! Gracias a Pellicer, Sarmiento, Ríos y demás compañeros cervantistas del XVIII, conocemos actualmente muchísimas anécdotas biográficas de don Miguel. 319 12.5.- Miguel otorga Poder a Catalina de Salazar Sepan quántos [...], cómo yo Miguel de Cervantes Saabedra, vecino del lugar desquivias [...], otorgo e conozco que doy e otorgo mi poder cumplido [...] a vos doña Catalina de Salazar y de Palacios, mi muger [...] fue fecha e otorgada en la dicha ciudad de Toledo, veinte y ocho días del mes de abril de mill e quinientos e ochenta y siete años [...]”. (Archivo de Protocolos de Toledo, Ambrosio Mexía, año 1587; folios CCCCXXXIJ y CCCCXXXIIJ. En Astrana Marín, 1952, pp. 66-67). En este poder, encontramos a la “Catalina de Salazar” autorizada por el Rey para imprimir el Persiles. Miguel nombra a su esposa con los patronímicos paternos. Esta escritura otorgada en 1587, la anterior, firmada en 1586, una partida de bautismo, con la fecha de 25 de octubre de 1586, en la que los dos apadrinan en Esquivias; unas “velaciones” en San Martín de Madrid, del 1586; otras velaciones en San Martín de Madrid en 1585; otro bautismo en Esquivias con Cervantes como padrino el 27 de enero de 1602, así como el testamento de Rodrigo de Cervantes, dictado en 1585, anulan y rechazan totalmente las infundadas afirmaciones de algunos cervantistas que sostienen una posible separación matrimonial entre nuestro Miguel y su esposa Catalina. Veremos otros documentos que tambien niegan esta separación conyugal. 12.6. Miguel, comisario al servicio del Consejero Guevara Ya había yo de haber procurado algún favor de palillos de aquí o de allí, y procurar verme […] con una vara en las manos, y sobre una mula de alquiler, pequeña, seca y maliciosa, sin mozo de mulas que le acompañe […]. Sus alforjas en las ancas, en la una un cuello y una camisa, y en la otra su medio queso y su pan y su bota […]. Y, con una comisión […], sale por esa Puerta Toledana […], y a cabo de pocos días envía a su casa algún pernil de tocino y algunas varas de lienzo crudo. En fin, de aquellas cosas que valen baratas en los lugares del distrito de su comisión, y con esto sustenta su casa, como el pecador mejor puede. (El Juez de los divorcios). 320 ‘Después tube otras cosas en qué ocuparme, dexé la pluma y las comedias’ […]. Cervantes se despidió del teatro y […] se ausentó de Esquivias o de Madrid. Fuese a Sevilla con ánimo de mejorar su fortuna […]. (Pellicer, 1797, p. 82; 1827, pp. 24-25). Por cuya causa, abandonó Cervantes el teatro. Es natural que consistiese en algún empleo, o comisión proporcionada para mantenerse con más comodidad que la que podía esperar de sus escritos; e igualmente es verosímil que hubiese de ejercer este empleo fuera de la Corte, puesto que le fue preciso dexar las comedias, a que estaba dedicado en ella […]. Efectivamente […] vivió algunos años en Sevilla, donde estaba a fines del de 1598, en que sucedió la muerte de Felipe II. (Ríos, 1780, p. 13). Entrado ya el año de 1588, se trasladó a Sevilla aprovechando la ocasión de haber sido nombrado el Consejero de Hacienda Antonio de Guevara para Proveedor general de las armadas y flotas de Indias […]. Uno de los comisarios que con este objeto nombró Guevara fue Miguel de Cervantes, quien […] permaneció en ella hasta el 2 de abril de 1589 […]. Tal fue la causa de la traslación de Cervantes a Andalucía. (Fernández Navarrete, 1819, pp. 74-75). El Consejero de Hacienda, Antonio de Guevara, emparentado con los Contreras de Alcalá, y relacionado amistosamente con los Ibarra y con los Cortinas de Arganda ofreció el puesto de Comisario a Miguel de Cervantes Cortinas. Un pariente del nuevo Consejero de Hacienda, que reside en el Perú y que se llama también Antonio de Guevara, según el Libro 3/6 del A.M.A.R. (fol. 61-64) envió plata desde el Perú a sus sobrinas las alcalaínas Catalina y Francisca de Contreras muy relacionadas con Arganda. Estas la recogieron en Arganda el 17 de mayo de 1588. Les llegaría a través de los Ibarra de Arganda, cuyo padre Don Diego de Ybarra, Contador Mayor de S. Majestad en el Nuevo Reino de Toledo reside […] en el Perú. (Libro 2/1). 12.7. Poderes otorgados por Miguel en julio de 1590 Sepan [...] cómo yo, Miguel de Cervantes Saabedra [...] doy e otorgo todo mi poder cumplido [...] a doña Catalina de Salazar e Palacios, mi muger, y a doña Magdalena de 321 Cervantes, mi hermana, vezinas de la villa de Madrid [...]. Fecha la carta en Sevilla a catorce días del mes de julio de mill y quinientos y noventa años. (Sevilla. Protocolo de Luis de Porras, 2º de 1590, fol. 234. En Pérez Pastor, 1902, doc. LI). Cómo yo Miguel de Cerbantes Sayavedra doy e otorgo todo mi poder cumplido [...] a doña Catalina de Salazar y de Palacios, mi muger y a doña Madalena de Cerbantes, mi hermana, vezinas de la villa de Madrid [...]. Fecha la carta en Sevilla […] a treinta y un días del mes de julio de mil y quinientos y noventa años. (Sevilla. Protocolo de Luis de Porras, 2º de 1590, fol. 505. En Pérez Pastor, 1902, doc. LII). Estos dos poderes, otorgados en Sevilla el 14 y el 31 de julio, refrendan el parentesco entre Miguel de Cervantes Saavedra y su hermana, la vallisoletana Magdalena de Cervantes o Magdalena de Pimentel y Sotomayor. Al mismo tiempo, presenta a doña Catalina de Salazar e Palacios como engastada dentro de la familia Cervantes Cortinas. Vive en Madrid, con su suegra, Leonor de Cortinas. Es la mujer de Miguel y la cuñada de Magdalena. Nos informan, también, que tras la muerte de Catalina de Palacios en Esquivias, en 1588, su hija, Catalina de Salazar y Palacios, debió de trasladarse a Madrid, a la casa de su suegra, Leonor de Cortinas. ¿Cómo se puede defender, documentalmente, la separación matrimonial entre Miguel y su mujer? 12. 8.- Miguel sigue de Comisario por Andalucía El Consejero de Hacienda y Proveedor General de la Armada y Flotas de Indias, Antonio de Guevara, y los Ibarra de Arganda, quizá animaran a Miguel, para que en mayo de 1590, presentara un Memorial al Rey solicitando un puesto en la Administración de Indias. Se le contestó el 6 de junio que buscase por acá en qué se le hiciese merced. La esperanza de mejorar […] le obligó a continuar de comisario de Pedro de Isunza en los años de 1591 y 1592, desempeñando como tal varios encargos para las provisiones de las galeras de España […]. Visitó la mayor parte de los pueblos de 322 Andalucía cuyos caminos, costumbres y las más menudas circunstancias suele describir como testigo ocular. (Fernández Navarrete, 1819, pp. 76-77). Don Felipe por la Gracia de Dios etc.: A vos Miguel de Cervantes, sabed […] que se me deben en el Reino de Granada […] de mis alcabalas, tercias y otras rentas […] de mi hacienda conviene que se cobren […]. Confiando de vos que lo haréis con el cuidado y diligencia que se requiere, fue acordado de vos lo acometer y yo lo he tenido por bien; y os mando que luego vais con vara de alta justicia a las dichas ciudades y villas […] y requiráis a los dichos mis tesoreros y receptores […] y cobrado que hayáis los dichos maravedís los traeréis a las dichas mis arcas de tres llaves donde se han de entregar a D. Pedro Mesía de Tovar, que hace el oficio de mi tesorero general […] En lo cual os habéis de ocupar cincuenta días, o los que menos fuere menester, con más la ida y vuelta a esta mi Corte, contando a razón de ocho leguas por día; y en cada uno de ellos habéis de llevar 550 mrs. de salario […]. Para todo lo susodicho y lo de ello dependiente os doy poder y comisión en forma, cual bastante de derecho en tal caso se requiere […]. Dada en Madrid a 13 de agosto de 1594. (Fernández Navarrete, 1819, pp. 425-427). En este documento real, aparece Miguel con sólo su primer apellido. Se alude en él al Tesorero real, D. Pedro Mesía de Tovar muy relacionado con Arganda: El 18 de abril de 1608 […] Arganda entregó La Isla [Ínsula Barataria] por catorce años al madrileño don Pedro Mesía de Tovar [...]. Le alquilan, por tanto, La Isla en catorce años por 4.400 ducados, es decir, por 314,14 ducados al año. (Barros Campos, “La Ínsula Barataria”, 1997, p. 313). Para preparar esta comisión que le otorgó el Rey el 13 de agosto, Cervantes había presentado como fiador, el 1 de julio de 1594, a Suárez Gascó, vecino de Tarancón, que respondería “hasta en cantidad de 4.000 ducados”. Suárez Gascó había otorgado la fianza el 1 de agosto. En todas estas escrituras y en la siguiente alternan el Miguel de Cervantes y el Miguel de Cervantes Saavedra. Para los escribanos y testigos, que las firman, Miguel es la misma persona. El 21 de agosto del mismo 1594 Miguel y su mujer Catalina obligan sus personas y bienes para responder de las fianzas: 323 En la villa de Madrid a 21 días del mes de agosto de 1594 años, ante mi el escribano público y testigos [...] parecieron presentes Miguel de Cervantes Saavedra y doña Catalina de Salazar y Palacios, su mujer, vecinos de la villa desquivias, residentes en esta corte [...] que antes y primero la dicha doña Catalina de Salazar pidió y demandó al dicho Miguel de Cervantes, su marido [...]. (Archivo de Simancas. Contadurías Generales. Legajo 1745, hoja 2. En Fernández Navarrete, 1819, pp. 422-425. En Astrana Marín, 1953, pp. 110-111). En este documento del 21 de agosto de 1594, Catalina sale fiadora de su marido. Responde por él con su persona y bienes. ¿Quién puede sustentar y defender el rompimiento del matrimonio de Miguel con Catalina? Se identifican aquí, como en muchos otros documentos, el Miguel de Cervantes y el Miguel de Cervantes Saavedra. Son la misma persona: el hijo de Leonor de Cortinas, el esposo de Catalina de Salazar, el padre de Isabel de Cervantes Saavedra y el inventor del Quijote. Aparece primero como Miguel de Cervantes Saavedra y más adelante como Miguel de Cervantes, su marido. Estos documentos de agosto de 1594, al igual que los dos de julio de 1590 y que otros muchos anulan las pretensiones de César Brandariz que en su libro, citado varias veces, afirma y defiende la existencia de dos Miguel de Cervantes: uno sería Cervantes Cortinas y el otro, -el autor del Quijote-, sería Cervantes Saavedra. Al mismo tiempo desbarata las pretensiones “del pueblecito de Cervantes en Sanabria”, que según Leandro Rodríguez y Hermenegildo Fuentes, -citados por Brandariz en la página 47 de su libro-, sería la cuna de don Miguel. Miguel de Cervantes, nombrado Comisario por Felipe II, tiene una profesión muy bien remunerada. Cobrará cada día 550 maravedís. Se tiene en cuenta también el viaje de ida y vuelta desde la Corte. Cobrará otros 550 maravedís por cada ocho leguas de viaje. Un ducado valía en el XVI, 350-375 maravedís. Un escudo equivalía a 350 maravedís. Cobraba cada día más de escudo y medio. Casi ducado y medio. 324 12.9.- Muerte del tío de Catalina, en Esquivias En cinco días del mes de maio de 1595 años falleció Juº de Palacios, clérigo presbítero, vzº deste lugar de Esquivias [...] hizo su testamento ante Jerónimo de Escurieda, escribano público de este lugar [...] Item, mando a doña Catalina de Palacios Bosmediano, mi sobrina, mujer de Migel de Zerbantes, vecina de este lugar de Esquivias [...]. (Archivo de Protocolos de Illescas, Libro 12 del de Esquivias. Jerónimo de Escurieda, 1595, fol. 49 vº. En Archivo parroquial de Esquivias, Libro de Difuntos de 1578 a 1607, fol. 45 vº. En Astrana Marín, 1953, pp. 169-177. En Rodríguez Marín, 1914, doc. CXV). Los cervantistas del XVIII-XIX, se equivocaron, también, con este cura. Le llamaron Francisco de Salazar, considerando que era tío paterno de Catalina: Esta señora era de una de las más ilustres familias de aquella villa; se había criado en casa de su tío don Francisco de Salazar, que la dexó un legado en su testamento, y por esta razón se llamó comúnmente Doña Catalina de Salazar. (Ríos, 1780, p.12). La novia [Catalina] debía su educación a su tío Francisco de Salazar, que la dejó un legado en su testamento. (Fernández Navarrete, 1819, p.68). El tío cura de Catalina, que la casó en 1584, se llamaba Juan de Palacios y era hermano de la madre de Catalina. Ésta lleva, en el testamento, los apellidos de su madre, como ya había sucedido en la partida de matrimonio, en 1584. El testador, Juan de Palacios, otorga a su sobrina los apellidos maternos que, al fin y al cabo, son los suyos. El marido de Catalina sólo aparece con su primer apellido, Migel de Zerbantes pero por otros documentos consta que se llama Cervantes Saavedra. Este testamento informa también que no existe separación matrimonial entre Miguel y Catalina. Escribe el cura Palacios: Doña Catalina […] mi sobrina, mujer de Migel de Zerbantes. 325 12.10.- Catalina en Esquivias, en febrero de 1597 Doña Catalina de Vozmediano, muger de Migel de Zervantes, vezina de este lugar de Esquivias [...]”. (Archivo Protocolos de Illescas, Libro 14 del de Esquivias, Pedro Palomo, fol. 14. En Rodríguez Marín, 1914, doc. CXVII). Nos encontramos, otra vez, con el Miguel de Cervantes. Falta el segundo apellido, Saavedra, que suele usar. Catalina tampoco ostenta los apellidos Salazar y Palacios. En aquella época, los apellidos no tenían la importancia de hoy. Catalina ostenta aquí el segundo apellido de su padre: Fernando de Salazar Bosmediano. Este documento de 1597 contradice la separación matrimonial, que defienden algunos cervantistas: Doña Catalina […], muger de Migel de Zervantes. 12.11.- Testamento de Fernando de Palacios, cuñado de Miguel Item mando que no se pida cuenta a doña Catalina de Salazar y Miguel de Cervantes, su marido, de la administración que han tenido de los bienes de mis legítimas materna y paterna [...]; y para cumplir y pagar y ejecutar este mi testamento y lo en él contenido, dejo y nombro por mis albaceas y testamentarios y ejecutores del, a los dichos Miguel de Zerbantes y Francisco de Palazios [...]. Que fue fecha y otorgada en la ciudad de Toledo a diez y nueve días del mes de agosto de mil e seiscientos años. (Archivo de Protocolos de Toledo, Fernando Ruíz, 1600, fol.50. En Astrana Marín, 1953, pp. 421426). El hermano menor de Catalina, Fernando de Palacios, novicio en el monasterio franciscano de San Juan de los Reyes de Toledo, otorga su testamento el 19 de agosto de 1600, antes de su Profesión religiosa que jurará, en el mismo monasterio, el 17 de septiembre de este año, día de las Llagas de San Francisco. El franciscano Fernando de Palacios otorga a su hermana el apellido paterno. Volvemos a encontrar a la “Catalina de Salazar” de Felipe III. A su cuñado Miguel, sólo le adjudica el primer apellido, Cervantes. Es la misma persona, el autor del Quijote. 326 La Catalina de Salazar de este documento es hermana de Fernando de Palacios y de Francisco de Palacios. Por los apellidos nadie lo sostendría. Con su testamento Fernando de Palacios desmiente esa separación matrimonial de la que, sin documentación ninguna, nos hablan algunos cervantistas. 12.12.- Acuerdo entre Catalina y su hermano Francisco Francisco de Palacios, clérigo, capellán en este lugar de Esquivias, y doña Catalina de Palacios Vosmediano, muger de Migel de Zerbantes, ausente, vezinos de dicho lugar de Esquivias [...] que fue fecha en el dicho lugar de Esquivias a quinze días de el mes de enero de mill seiscientos e dos años. (Archivo Protocolos de Toledo, Libro 18 de los procedentes de Esquivias, Pedro Palomo, 1409, folios 5 a 8. En Rodríguez Marín, 1914, doc. CXIX. En Astrana Marín, 1953, pp. 459-460). Catalina de Palacios Vosmediano es la hermana de Francisco de Palacios y la mujer de Miguel de Cervantes. Se desmiente la separación: Catalina […], muger de Migel de Zerbantes, ausente. La ausencia dura poco, pues doce días más tarde, el 27 de enero, Miguel es padrino en un bautismo celebrado en Esquivias: En el lugar de Esquivias a beynte y siete días del mes de enero, año mill y seiscientos y dos años Aloº de la Peña [...] babtizó a Mª […] compadres Miguel de Cerbantes [...] (Archivo parroquial de Esquivias. Libro 3º de Bautismos, año 1602, folio 2 vº). 12.13.- Miguel y Catalina padrinos de boda de Isabel de Saavedra En […], (primero de Marzo de 1609) [...], vellé a Luis de Molina con doña Isabel de Saavedra; padrinos Miguel de Cerbantes y doña Catalina de Salazar. (Parroquia de San Luis. Libro 1º de Matrimonios, fol. 163. En Pérez Pastor, 1897, doc. 43). Los padrinos de esta velación, Miguel de Cervantes y doña Catalina de Salazar, son los mismos que aparecen en la Licencia para le poder imprimir que otorgó el Rey 327 Felipe III en San Lorenzo a veinte y cuatro días del mes de setiembre de mil y seiscientos y diez y seis años. Sigue unido el matrimonio en marzo de 1609. Esta Isabel de Saavedra que se veló con Luis de Molina el 1 de marzo de 1609, había otorgado el año anterior de 1608 un poder a Magdalena de Cervantes Cortinas, a la que llama tía. Es la hija de Miguel de Cervantes, como ella misma afirma en su testamento del 4 de junio de 1631: [...] cómo yo, doña Isavel de Cerbantes e Sayavedra [...] hixa de Miguel de Cerbantes [...]. Vuelve a recordar a su padre en el testamento otorgado el mismo día de su muerte, 19 de septiembre de 1652: [...] el señor Miguel de Cerbantes Saavedra, mi padre [...]. Su padre, en 1609 y en 1631, es Miguel de Cerbantes. Pero, en 1652, es Miguel de Cerbantes Saavedra. ¿Es que ha cambiado de padre? 12.14.- Testamento de Catalina de Salazar Vozmediano en 1610 Sepan quántos esta carta de testamento vieren, cómo yo, doña Catalina de Salazar Bosmediano, muger de Miguel de Zerbantes Saabedra, estante e residente en esta villa de Madrid [...] mando al dicho Miguel de Zerbantes Saabedra, mi marido, el majuelo de camino de Seseña, su vedueño jaén, que cabe quatro aranzadas y después de sus días le goze por dos años, los primeros, doña Costanza de Obando, sobrina del dicho mi marido [...]. Mando al dicho Miguel de Zerbantes, mi marido, la cama en que yo muriese [...] por el mucho amor y buena compañía que ambos hemos tenido [...]. Dejo e nombro por mis albazeas e testamentarios a los dichos Miguel de Zerbantes, mi marido [...], que fue fecho e por mi otorgado en la dicha villa de Madrid en diez y seis días del mes de junio de mill y seys cientos e diez años. (Protocolo de Baltasar de Ugena, 1610 a 1613, fol. 36. En Pérez Pastor, 1897, doc. 44). Es interesante, para conocer su perfil moral, lo que ordena en este testamento, dictado 11 días antes de su Profesión en la V.O.T. Que [...] me entierren en la sepultura de Fernando de Salazar Bosmediano mi padre [...] se digan por mi alma y las almas de mis padres y de mi tío, Juan de Palacios, clérigo, cien misas [...]. Pero lo más hiriente es el sarcasmo de la cláusula: Mando al dicho Miguel de Zerbantes, mi marido, la cama en que muriese [...] por el mucho amor y buena compañía que ambos hemos tenido. Lo más evidente en este matrimonio es la soledad en que vivió Miguel por los caminos 328 andaluces y, a partir de la vuelta definitiva a Castilla hacia 1600, el ansia con que buscaba el cariño y amor fraterno de sus hermanas. Esto, sí existió; falta de amor y cariño conyugal en Catalina. Pero, no tanta que forzara la separación matrimonial. Miguel suplió este desamor conyugal con los trabajos y andanzas andaluzas, con el cariño fraternal de sus hermanas y, sobre todo, con la construcción de unas obras que lo hicieron inmortal y eterno. Aparece en el testamento otro dato discriminatorio para los “Miguel de Cervantes” de las poblaciones que aspiran a ser su cuna: después de sus días le goze por dos años, los primeros, doña Costanza de Obando, sobrina del dicho mi marido. El aspirante a Manco de Lepanto de esas poblaciones tiene que tener una sobrina que se llame Costanza de Obando. Catalina, que adopta aquí los dos apellidos de su padre, nombra a su marido, unas veces, con un solo apellido: “Cervantes”; otras, con dos apellidos: “Cervantes Saavedra”. Siempre es la misma persona, el inventor del Quijote. 12.15.- Catalina traspasa a su hermano el tercio y el quinto Cómo yo, doña Catalina de Palacios y Salazar, muger que soy de Miguel de Zervantes, vecinos del lugar de Esquibias [...] del dicho Miguel de Zervantes, mi marido [...]; yo, el dicho Miguel de Zervantes, que estoy presente [...]. Hago dexación, renunciación e traspaso en el dicho Francisco de Palacios, mi hermano [...] de todos los dichos bienes [...] obligo e hipoteco [...] un majuelo que yo tengo al camino de Seseña de quatro aranzadas [...] que fue fecha e otorgada en la villa de Madrid a treinta e un días del mes de Enero de mill e seiscientos e doze años [...]. (Protocolo de Juan de Chaves, 1611 y 1612. En Pérez Pastor, 1897, doc. 46). Catalina de Salazar, la Catalina de Felipe III, pide ante todo licencia a su marido, Miguel de Cervantes, que firma al final, como testigo. Es interesante este documento porque nos informa sobre la opinión que tenía la madre de Catalina sobre la familia de los Cervantes. En efecto, Catalina Salazar declara que su madre [...] prohíbe la enajenación y venta dellos [los bienes de la herencia que le deja a su hija], pero esto 329 fue por dos respetos: el uno para que no se pudiese valer de ellos el dicho mi marido [Miguel de Cervantes] y el otro en caso que no tuviese hijos. La suegra de Cervantes, Catalina de Palacios, viuda de Hernando de Salazar, había firmado el testamento el 17 de noviembre de 1587 y murió, en Esquivias en 1588. (Astrana Marín, 1952, p. 201-202). Rodrigo de Cervantes, “El Zurujano sordo”, en su testamento, dictado el día ocho de junio de 1585, declara: dexo e nombro por mis albazeas e testamentarios a la dicha doña Leonor de Cortinas, mi muger, e a Catalina de Palacios, viuda, muger que fue de Hernando de Salazar. (Pérez Pastor, 1897, doc. 23). Como albacea de Rodrigo de Cervantes, la suegra de Miguel conoció, en 1585, el ansia derrochadora y de despilfarro de Leonor Fernández de Torreblanca y de Rodrigo de Cervantes, abuela paterna y padre de nuestro Miguel. Esto la alertó. Cuando dictó su testamento, dos años más tarde, tenía miedo al desgobierno, despilfarro y derroche de los Cervantes; tenía miedo de que Miguel malgastara la herencia de su hija, Catalina, como Rodrigo derrochó la de su mujer, Leonor. Por este miedo, exigió la autorización de su hijo, el cura Francisco de Palacios, hermano de Catalina, para que ésta pudiera vender algo de su herencia materna. Estos documentos en los que aparece Catalina de Palacios, llamada también Catalina de Salazar, Catalina de Salazar y Palacios, Catalina de Salazar Bosmediano e, incluso, Catalina de Cervantes, unida en matrimonio a Miguel de Cervantes, excluyen totalmente a los demás pretendientes a ser los autores de las obras cervantinas. El Cervantes que entrelaza y encadena a su mujer “Catalina de Salazar” con su hermana “Magdalena de Cervantes”, “vezinas de la villa de Madrid” en julio de 1590, descarta totalmente a los demás “Miguel de Cervantes” que fueron apareciendo en distintas poblaciones de España. Esta documentación sobre Catalina de Salazar echa por tierra las pretensiones de Toledo, Madrid, Sevilla, Consuegra, Esquivias, Lucena, Alcázar de San Juan, Herencia, Madridejos, etc. La documentación estudiada hasta estas páginas es discriminatoria para todas las poblaciones que, con excepción de Alcalá de Henares y Arganda, pretenden ser la patria chica del autor del Quijote. Pero habiendo parecido poco después en Alcázar de San Juan, lugar de la Mancha, perteneciente al gran priorato de Castilla, otra fe de bautismo, por la cual consta que a 9 de noviembre del año de 1558 fue bautizado por el licenciado Alonso Díaz Pajares un 330 hijo de Blas Cervantes Saavedra y de Catalina López, al cual se puso por nombre Miguel y a cuyo margen se halla anotado, de distinta letra, “este fue el autor de la historia de D. Quijote”. (Fernández Navarrete, 2005, p. 210, y pp. 555-556). Con respecto a Consuegra, donde se ha encontrado en estos últimos tiempos otra partida de bautismo, de cuyo tenor se deduce que en 1º de setiembre de 1556, Diego Abad de Árabe, clérigo, bautizó a Miguel, hijo de Miguel López de Cervantes y de su mujer María de Figueroa, hallándose, también, al margen de esta partida, aunque de letra menos antigua, la siguiente nota: “el autor de los Quijotes”. (Fernández Navarrete, 2005, p. 211). Los dos posibles Miguel de Cervantes, que postulan Alcázar de San Juan y Consuegra, quedan descartados por su edad. Estarían luchando en Lepanto con 13 y 15 años respectivamente. Quedan, también, anuladas las pretensiones de Cervantes de Sanabria (Zamora) y Cervantes (Lugo): ninguno de sus aspirantes se casó con una Catalina Salazar y tuvo una hermana Magdalena de Cervantes, hija de Leonor de Cortinas y de Rodrigo de Cervantes. Ninguno de ellos luchó en Lepanto ni estuvo en el cautiverio argelino. Ninguno de ellos tuvo una hija llamada Isabel Cervantes de Saavedra; ni una sobrina llamada “Costanza de Obando”. Estos documentos, transcritos por Pérez Pastor o por Rodríguez Marín y estudiados, algunos de ellos, por Astrana Marín en su monumental obra, nos aseguran, sin lugar a dudas, que la Catalina de Salazar, viuda de Miguel de Cervantes Saavedra, que recibe autorización real para poder imprimir El Persiles, no es otra sino la nacida en Esquivias, hija de Fernando de Salazar Vozmediano y de su mujer Catalina de Palacios; hermana de Francisco Salazar Palacios y de Fernando Salazar, y sobrina del clérigo Juan de Palacios. Catalina de Salazar, casada con Miguel de Cervantes Saavedra, hijo de Rodrigo de Cervantes y de su mujer Leonor de Cortinas, está profundamente injertada, mal que le pese, dentro de la familia Cervantes Cortinas. 331 12.16.- Cervantes, Catalina y Tamayo de Vargas en Esquivias Pero, no queremos ni podemos cerrar este apartado sin recordar a don Tomás Tamayo de Vargas, para quien Cervantes es un talento lego, pero el más alegre de España. El joven Tamayo tenía parientes en Esquivias, a los que visitaba con cierta frecuencia. Se cruzaría, por las calles del pequeño pueblo, con el enfermo, viejo, lento y encorvado Cervantes; de ahí que lo considerase nacido en Esquivias. Esta creencia de Tamayo, contemporáneo de Cervantes, es prueba evidente de que coinciden el niño Miguel bautizado en Alcalá y el anciano Miguel, conocido del joven Tamayo en este pueblo de La Sagra toledana. Tamayo de Vargas refuerza la relación de Cervantes y Catalina con el pueblo de Esquivias, en donde se casaron y de donde ella era natural y los dos fueron vecinos. Por los documentos estudiados, vemos que Miguel de Cervantes, hijo de Rodrigo de Cervantes y doña Leonor de Cortinas, bautizado en Santa María de Alcalá de Henares, el 9 de octubre de 1547, se casó en Esquivias, el 12 de diciembre de 1584, con Catalina de Salazar y Palacios Vozmediano. También nos informan, estas escrituras que, salvo las largas estancias en Andalucía y los viajes a Madrid, vivió y fue considerado vecino de Esquivias, por lo menos hasta 1604. No se olvida del pueblo de su mujer, lo va nombrando o recordando a lo largo de sus obras: En La cueva de Salamanca (1615), casi al final de su vida, hace decir al Estudiante: Yo haré la salva y comenzaré por el vino. (Bebe). Bueno es: ¿es de Esquivias, señor sacridiablo? Responde el “Sacristán: De Esquivias es, juro a ...”. En La elección de los alcaldes de Daganzo, exclama el Escribano: ¡ Oh, rara habilidad! ¡Oh raro ingenio! Bien puede gobernar el que tal sabe, a Alanis y a Cazalla, y aun a Esquivias. Por Tamayo sabemos que el anciano autor del Quijote y su esposa Catalina de Salazar y Palacios pasaban temporadas en su casa de Esquivias, casa de los Palacios Vozmediano, o Salazar y Palacios, herencia de su mujer. . Gracias a Felipe III, nos enteramos de que Catalina de Salazar, “a veinticuatro días del mes de setiembre de mil y seiscientos y diez y seis años” era “viuda de Miguel de Cervantes Saavedra” el cual “había dejado compuesto un libro intitulado Los trabajos de Persiles”. 332 Si hojeamos la Segvnda Parte del ingenioso cavallero don Qvixote de la Mancha: por la “Tasa” de Hernando de Vallejo; por la “Fe de erratas” del licenciado Francisco Murcia de la Llana; por la “Aprobación” del Maestro Josef de Valdivielso; por la “Aprobación” del licenciado Márquez Torres135 ; por el “Privilegio” que, por mandato del Rey nuestro Señor, firma Pedro de Contreras; por el “Prólogo al lector” 136 y, sobre todo, por la “Dedicatoria al Conde de Lemos” 137 firmada por Miguel de Cervantes Saavedra, podemos colegir que tanto El Persiles, como La Galatea, como las dos Partes del Quijote fueron escritas por la misma persona, que no es otra que Miguel de Cervantes Saavedra, el hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas, casado con Catalina de Salazar. En la “Dedicatoria al Conde de Lemos”, nos informa que está finalizando los Trabajos de Persiles y Sigismunda. La autoría de las demás obras también está comprobada por la documentación oficial necesaria para su publicación. Con respecto a las Novelas Ejemplares, escribe en Madrid a siete de agosto de 1613, el licenciado Murcia de la Llana: Vi las doce Novelas, compuestas por Miguel de Cervantes. Hernando Vallejo, cinco días más tarde, cuando fija la “Tasa” en Madrid, las intitula Novelas ejemplares. Pero esta denominación ya aparece en la “Aprobación” que autorizan en el verano anterior los cuatro censores comisionados: fray Juan Bautista, el doctor Gutierre de Cetina, fray Diego de Hortigosa y Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo. También aparece el título y la atribución a Miguel de Cervantes Saavedra en los dos “Privilegios” o licencias de impresión, uno para Castilla y el otro para Aragón. Pero, ¿qué Miguel de Cervantes es éste cuyo nombre se repite en casi toda la documentación anterior al “Prólogo al lector”, en los “Preliminares” de la publicación en 1613 de las Novelas ejemplares? No lo sabremos, si no leemos el “Prólogo al lector”. Tras la autoprosopografía, el autor de las Novelas ejemplares, afirma de sí mismo: 135 “[...] apenas oyeron el nombre de Miguel de Cervantes, cuando se comenzaron a hacer lenguas, encareciendo la estimación en que así en Francia como en los reinos sus confinantes se tenían sus obras: La Galatea, que alguno de ellos tiene casi de memoria, la primera parte de ésta [ Primera parte del Quijote], y las Novelas [Ejemplares]”. 136 “[...]. Olvidábaseme de decirte que esperes el Persiles, que ya estoy acabando, y la segunda parte de Galatea”. 137 “[...]. Con esto le despedí y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia Los trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien daré fin dentro de cuatro meses [...]. Venga Vuestra Excelencia con la salud que es deseado, que ya estará Persiles para besarle las manos, y yo los pies, como criado que soy de Vuestra Excelencia. De Madrid, último de octubre de mil seiscientos y quince. [...]”. 333 Éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso [...]; mi ingenio las engendró y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la estampa. Tras ellas, si la vida no me deja, te ofrezco los Trabajos de Persiles. ¡Ya no tenemos dudas! El Miguel de Cervantes Saavedra que compuso las Novelas ejemplares es la misma persona que, según el Rey, compuso Los Trabajos de Persiles. Este Miguel de Cervantes estuvo casado, según Felipe III, con Catalina de Salazar. La documentación plasmada en sus obras, por él y por sus contemporáneos, certifica, como se ha demostrado, que también es autor de los dos Don Quijote, de La Galatea, del Viaje del Parnaso, etc. 12.-17.- Cervantes cambia, con frecuencia, su vivienda en Madrid Cervantes, como antes sus padres, no lograba vivir mucho tiempo en una misma casa. Estaba siempre a merced de los precios de alquiler. Sabemos por las partidas de la toma de hábito de su mujer y de su hermana Andrea, que desde junio de 1609 viven en un continuo trasiego de casas. Creemos que los últimos años de su vida vivió gratuitamente en casa de un sacerdote, hermano de la Venerable Orden Tercera de San Francisco. Este sacerdote, no argandeño, pero de familia enraizada en Arganda, acogió en su casa de la calle León a Miguel, a Catalina y a las hermanas de Miguel. Tanto Cervantes como su mujer y hermanas ingresaron en la V. Orden Tercera de San Francisco, a la que pertenecía el propietario de la casa don Francisco Martínez. Miguel de Cervantes, como su madre y hermanos, había nacido en una casa propia, la de su abuela Elvira de Cortinas. En esta casa se había desarrollado, sin sobresaltos, la niñez y juventud de los hermanos Cervantes Cortinas hasta los años inmediatos y posteriores a 1566. En el último tercio de 1566 murió Elvira de Cortinas y la heredó su única hija Leonor, casada con un hombre imbécil, sordo por añadidura, más hábil para gastar que para ganar escudos 138 . El padre de los Cervantes Cortinas 138 JEAN BABELON, Cervantes, Madrid, 1994, p. 19). 334 despilfarró la enorme riqueza de los Cortinas que había heredado su mujer. Por culpa del padre, Rodrigo de Cervantes, ni Leonor ni sus hijos expiraron en casa propia. Veamos las casas de los últimos años de Miguel: En junio de 1609 viven en la calle Magdalena. Lo sabemos por las partidas de toma de hábito de su mujer y de Andrea; pero es curioso observar que en estas partidas no coinciden en la misma casa aunque sí en la calle: “En 8 de junio de mil seiscientos y nueve, recibió el hábito doña Andrea de Cervantes […], vive en la calle Magdalena, a las espaldas de la duquesa de Pastrana” 139 ; a continuación está la de la mujer que es como sigue: “Doña Catalina de Salazar Vozmediano, mujer de Miguel de Cervantes Saavedra, vive en la misma casa de la de arriba, ya vive a las espaldas de Elorito”. Con que el año de 1609, vivía Cervantes en la calle de la Magdalena, aunque de allí se mudó pronto a otra, que estaba detrás del Colegio de Nuestra Señora de Loreto. (Pellicer, 1827, p. 98). En Madrid, en nueve días del mes de octubre de mil seiscientos nueve años, murió de calenturas doña Andrea de Cervantes […]. Enterróla su hermano Miguel de Cervantes, que ambos vivían en la calle de la Magdalena, frontero de Francisco Daza, maestro de hacer coches. (Parroquia de San Sebastián, Libro de Difuntos de 1609 a 1630. En Pellicer, 1797, p. 215). Por este Libro de Difuntos, nos enteramos de que Cervantes vive con su familia en la misma calle de la Magdalena, pero frontero de Francisco Daza, maestro de hacer coches. Entre el 8 de junio y el 9 de octubre de 1609, Miguel se traslada tres veces con su familia a cuestas; siempre buscando el alquiler más barato. Pero, de esta casa […], se mudó a otra de allí a un año, como se infiere de la partida de su muger […]: “En 27 de junio de 1610, profesó doña Catalina de Salazar Vozmediano, vive en la calle de León, frontero de Castillo, panadero de la Corte” […]; síguese que Cervantes su marido vivía con ella en la calle de León hacia la otra esquina de la referida de Francos. (Pellicer, 1827, p. 103). 139 Se refiere a Leonor de Guzmán, hija del Duque de Medinasidonia, y esposa del Tercer Duque de Pastrana y Marqués de Elisenda, Ruy de Silva y Mendoza. (Véase Libro de Actas del XI Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, Guadalajara, 2008, p. 311). 335 En junio de 1610, lo encontramos en la calle que presenciará su muerte. Vive en la calle León pero en la esquina contraria a la calle de Francos. Si mereciere algún asenso el Dios Apolo, parece que Cervantes vivía el año 1614 en la calle de las Huertas, porque […] una carta firmada en el Parnaso a 22 de julio del referido año, mandó poner en el sobrescrito las señas siguientes: “A Miguel de Cervantes, calle de las Huertas, frontero de donde solía vivir el Principe de Marruecos”. (Cervantes, “Adjunta al Parnaso”). (Pellicer, 1827, p. 94). Si el año 1614 vivía Cervantes en la calle de las Huertas, consta innegablemente que se mudó a la de León, a la casa núm. 20 de la esquina de la de Francos, donde murió; y si cuando volvió del Viage del Parnaso, o cuando compuso aquel poema, vivía en ella, parece que el cuarto de su habitación era bajo […], pues lo concluye así: Fuime con esto, y lleno de despecho / busqué mi antigua y lóbrega posada, / Y arrojéme molido sobre el lecho; / que cansa cuando es larga una jornada. (Pellicer, 1827, p. 94-95) Conocemos la morada de Cervantes y su familia el dos de abril de 1616, por la partida de profesión, de don Miguel, como hermano de la V. Orden Tercera: Consta por ella que ‘en dos de abril de mil seiscientos diez y seis profesó en su casa por estar enfermo, el hermano Miguel de Cervantes, en la calle de León, en casa de D. Francisco Martínez, clérigo, hermano de la Orden. La casa de D. Francisco Martínez estaba […] en la calle de León a la esquina de la de Francos como se manifiesta por las partidas de su toma de hábito y […] por la de profesión donde se dice que vivía ‘en la calle de León, en la esquina de la calle de Francos, casas propias, parroquia de San Sebastián. (Pellicer, 1827, p. 91). 12.-18.- Cervantes se alistó en Congregaciones religiosas Las congregaciones que ahora existen en Madrid, en el Oratorio del Caballero de Gracia y en el de la calle del Olivar o de Cañizares […] en contraposición de 336 la impiedad y soberbia de los hereges, se apellidaron: “Indignos esclavos del Santísimo Sacramento” […]. Fundóse la primera en la iglesia de monjas franciscanas […] por el venerable sacerdote Jacobo de Gracia […]. Se alistaron por congregantes […] muchas personas […]. Entre ellas se contó Lope de Vega como […] consta por los libros de la Congregación; siendo de presumir que también lo fuese Cervantes, aunque no haya documentos que lo aseguren. (Navarrete, 1819, pp. 476-477). La fundación […] del oratorio de la calle del Olivar se firmó en 28 de noviembre de 1608 […]. Las primeras constituciones se aprobaron por el arzobispo en 23 de marzo de 1610 […]. De las personas que se alistaron en ella, según consta en el Libro primero o más antiguo […], citaremos tan sólo aquellas que por su mérito […] son dignas de particular memoria. La partida de Cervantes que es la segunda al fol. 12 v. dice así: Recibióse en esta santa hermandad por esclavo del Santísimo Sacramento a Miguel de Cervantes, y dijo que guardaría sus santas constituciones y lo firmó en Madrid a 17 de abril de 1609: Esclavo del Santísimo Sacramento: Miguel de Cervantes. (Fernández de Navarrete, 1819, pp. 477-479. 12.-19.- Magdalena de Cervantes, hermana de la V. Orden Tercera La VOT es una Orden religiosa en el sentido más amplio de la palabra, pues contiene los elementos constitutivos de las órdenes religiosas: Regla aprobada por la Santa Sede; hábito propio; año de noviciado y profesión [...]. Cuidar la recepción de los novicios, sus condiciones, procurando un postulantado en el que los nuevos miembros de la Orden puedan demostrar sus condiciones morales 140 . Villacreces tiene un programa muy bien definido que va poniendo en práctica en los años 1396-1422 [...]. Los rasgos de los oratorios villacrecianos son en parte específicos de las reformas de su tiempo, en parte originales […]. Las pruebas con las 140 MARTÍNEZ VEGA, Elisa; “Los Congresos de la VOT en Madrid (1609-1927)” en El Franciscanismo en la Península Ibérica, Barcelona, 2005, pp. 152-161. 337 que se verifica la vocación y capacidad de los candidatos son singulares y extremosas, como en todos los grupos religiosos del periodo 141 . Desde la fundación por San Francisco de la Venerable Orden Tercera (VOT), se cuidaba y vigilaba mucho el ingreso y la formación de los postulantes. Había una rigurosa selección entre los aspirantes; los seleccionados recibían el hábito y durante un año de noviciado se formaban bajo la dirección de un Maestro de novicios /Maestra de novicias. Al año de la toma de hábito, transcurrido un normal año de noviciado, se celebraba la profesión religiosa de los novicios elegidos. Sólo por causas excepcionales se permitía hacer la profesión antes de cumplir el año de noviciado, o se ampliaba más de un año, la duración del noviciado. Veremos cómo Catalina de Salazar, que tomó el hábito el 8 de junio de 1609, hace la profesión el 27 de junio de 1610. No se encontraron las partidas de toma de hábito y de profesión de doña Magdalena de Cervantes. Tomó el hábito mucho antes que Andrea, Catalina y Miguel; pero, como no firmaba con el apellido Cervantes, los investigadores del XVIII no pudieron dar con las partidas. Además no la consideraban hermana sino hermanastra de los Cervantes Cortinas. Si su madre, viuda de Rodrigo de Cervantes, se volvió a casar, lo haría después de 1579. Ya no era hermana sino hermanastra de los Cervantes Cortinas y demasiado joven; no tenía para ellos mucha importancia. Al no aparecer con el apellido Cervantes, sino como Sotomayor o como Pimentel de Sotomayor tampoco podían encontrarla nuestros grandes investigadores del Siglo de las Luces. Sabemos, al menos, por dos documentos, que fue hermana de la Venerable Tercera Orden: El primero corresponde a un poder que le otorga el 17 de noviembre de 1608, su sobrina Isabel de Saavedra, hija de Miguel de Cervantes: En la villa de Madrid, a diez y siete días del mes de noviembre de mil y seiscientos y ocho años […] paresció presente Doña Isabel de Saavedra, mujer de Luis de Molina […] y dio su poder […] a doña Madalena de Sotomayor, beata de la tercera Orden del señor San Francisco, residente en esta corte [...]. (Protocolo de Juan Ortiz de Zárate, 1606 a 1609. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXI). El segundo corresponde a su partida de enterramiento, el 28 de enero de 1611: 141 GARCÍA ORO, José; “Reforma y Reformas en la Familia Franciscana del Renacimiento” en El Franciscanismo en la Península Ibérica, Barcelona, 2005, p. 241. 338 En 28 de henero de 1611 años murió doña Magdalena de Jesús, hermana de Cervantes. […]. Era pobre […], la hicieron enterrar los hermanos tercerones de San Francisco en 12 reales. (Archivo de la Iglesia parroquial de San Sebastián. Libro de Difuntos de 1609, fol. 99). Según el poder otorgado por Isabel de Saavedra, Magdalena de Cervantes Cortinas es hermana de la VOT, por lo menos, desde noviembre de 1608. Puede ser hermana novicia o ya hermana profesa. Según el Libro de Difuntos de La Iglesia parroquial de San Sebastián de Madrid, a doña Magdalena de Pimentel y Sotomayor, llamada también Magdalena de Cervantes, Magdalena de Sotomayor, o Magdalena de Jesús que era pobre […], la hicieron enterrar los hermanos tercerones de San Francisco. Esto prueba que la hermana menor de Miguel pertenecía a la Venerable Orden Tercera de San Francisco, aunque se desconozcan sus partidas de toma de hábito y de profesión. De este desconocimiento tiene la culpa ella y su madre. Leonor en varios documentos declaró y firmó que era viuda, no siéndolo: podemos disculparla, -aunque el fin no justifica los medios-, lo hacía para conseguir la liberación de sus hijos. Los cervantistas anteriores al XIX, consideraron a Magdalena de Cervantes como hermanastra de Miguel, y puesto que ella, Magdalena, utiliza varios apellidos, es difícil encontrar sus partidas. Pero, a falta de estas partidas, sabemos, sin lugar a dudas, que Magdalena de Cervantes Cortinas es hermana de la VOT desde noviembre de 1608. Ella debió de ser la que, por su vida ejemplar y sus consejos, animó a sus hermanos y cuñada a ingresar en la VOT. 12.-20.- Catalina y Andrea, hermanas de la V. Orden Tercera Doña Catalina, su mujer, y doña Andrea de Cervantes, su hermana, eran también de la misma Orden Tercera; las cuales tomaron el hábito en un mismo día y vivían en la misma casa. La partida de la hermana dice así: “En 8 de junio de mil seiscientos y nueve, recibió el hábito doña Andrea de Cervantes […], vive en la calle Magdalena, a las espaldas de la duquesa de Pastrana”; a continuación está la de la mujer que es como sigue: “Doña Catalina de Salazar Vozmediano, mujer de Miguel de Cervantes Saavedra, 339 vive en la misma casa de la de arriba, ya vive a las espaldas de Elorito. (Pellicer, 1827, pp. 92). No dimos, tampoco, con la partida de profesión de Andrea de Cervantes; es posible que hiciera la profesión, como más tarde Miguel, en el lecho de muerte; con la dispensa o autorización de su Maestra de novicias. Sí, poseemos la partida de profesión de Catalina de Salazar y Palacios. Hizo la Profesión al terminarse el año de noviciado. En aquella época y aún hoy, se celebraba una fiesta (misa y austero banquete) entre todos los que tomaban el hábito y entre todos los que profesaban. Luego, en las casas de cada uno, se volvía a celebrar la fiesta con los amigos y parientes. Esto sigue celebrándose hoy. Las Cervantes y su cuñada asistían a la fiesta de la VOT femenina. En 27 de junio de 1610, profesó doña Catalina de Salazar Vozmediano, vive en la calle de León, frontero de Castillo, panadero de la Corte […]. Cervantes su marido vivía con ella en la calle de León hacia la otra esquina de la referida de Francos. (Pellicer, 1780, pp. 92-93. Pellicer, 1797, pp. 197-198 y 213. Pellicer, 1827, p. 93). 12.-21.- Cervantes, hermano de la V. Orden Tercera Era Cervantes no sólo filósofo verdaderamente cristiano, sino hombre devoto y timorato, cuyo carácter se acredita con la profesión que hizo de hermano de la Venerable Orden Tercera de S. Francisco (Pellicer, Madrid, 1797, p. 91). Ya se tenía noticia de que Miguel de Cervantes había sido hermano de ella por el epitafio que le dedicó un poeta y se imprimió en el Persiles. El autor de esta décima fue hijo del Regidor Diego de Urbina 142 , rey de armas y suegro de Lope de Vega [...] (Pellicer, “Vida de Cervantes” en Persiles, Nueva York, 1827, p. 90). Consta pues que Miguel de Cervantes era hermano de la V. Orden Tercera, por […] los libros originales que existen en el archivo de la referida V. Orden Tercera, cuya custodia está encargada al celo de su laborioso archivero el señor D. Pedro López Adan, 142 El Regidor Diego de Urbina, primo político de los Cervantes Cortinas, era cuñado de Lope de Vega. 340 presbítero, cuya es la Certificación, que se pondrá al fin de esta Vida 143 […]. Consta por ella que ‘en dos de abril de mil seiscientos diez y seis profesó en su casa por estar enfermo, el hermano Miguel de Cervantes, en la calle de León, en casa de D. Francisco Martínez, clérigo, hermano de la Orden’. (Pellicer, 1797, pp. 193-195 y pp. 213-214. Véase Pellicer, 1827, pp. 90- 91). El sacerdote D. Francisco Martínez, dueño de la casa, dejó por heredero en su testamento del 30 de septiembre de 1654 a su hermano, el cura de Majadahonda, Luis Antonio Martínez. Éste por testamento de 24 de mayo de 1659 dejó por única heredera a su hermana doña Juana Martínez. (Véase Pellicer, 1827, p. 91). Fernández de Navarrete informa que Cervantes tomó el hábito en Alcalá el 2 de julio de 1613, pero no aporta documento ninguno que lo corrobore. En 2 de julio de 1613 entró también Cervantes en la orden tercera de San Francisco, estando en Alcalá, y profesó en Madrid a 2 de abril de 1616. (Navarrete, 1819, p.480). Consta por un apunte que existía en el archivo de la orden tercera de Madrid; cuya noticia no se ha podido comprobar en Alcalá por haberse extraviado todos los papeles de la Orden anteriores al año 1670. La partida de la Profesión de Cervantes la publicó Pellicer. (Navarrete, 1819, p. 579). Esta fecha de toma de hábito, confrontada con la de Profesión, se opone radicalmente a la Regla de la VOT, que precisamente era muy estricta desde 1583. Si tomó el hábito en julio de 1613 y hace la Profesión en abril de 1616, tuvo casi tres años de noviciado. El noviciado era de un año que sólo podría modificarse por causas muy extraordinarias, como sería el peligro de muerte. En tal caso se acortaría el año. Esto es posible que pasara con Andrea de Cervantes, que murió a los cuatro meses de noviciado. Pero en Miguel se prolongaría el noviciado sin causa justificable. No está en peligro de muerte; desde 1613 escribe y publica la mayoría de sus grandes obras. En 2 de julio de 1613 entró también Cervantes en la orden tercera de San Francisco, estando en Alcalá, y profesó en Madrid a 2 de abril de 1616. (Navarrete, 1819, p. 480). Es 143 En nota a pie de página consta : “Se ha omitido”. Véase Pellicer, 1827, p. 90) 341 posible que haya una confusión de imprenta, de amanuense, de paleógrafo o simplemente de grafía. Se escribió mal el 5 de 1615 y resultó 1613. Es posible que Cervantes tomara el hábito el 2 de julio de 1615 y se le admitió a la Profesión antes del año, por hallarse en peligro de muerte. Creo que esto es lo que sucedió. 12.-22- Muerte de Miguel de Cervantes Esta obra [El Persiles] la tenía concluida, según su promesa, para la primavera de 1616, cuando ya la gravedad de sus males interrumpió sus tareas, y no le permitió componer la dedicatoria ni el prólogo. Tal era su situación el sábado santo, 2 de abril, que por no poder salir de su casa hubieron de darle en ella la profesión de la Venerable Orden de San Francisco […]; pero como […] su dilatada enfermedad le dejaba algunos intervalos de alivio, creyó conseguirle más […] con la variación de aires y alimentos y resolvió pasar […] al lugar de Esquivias […]. Desengañado después de algunos días […] y deseoso de morir en su casa […], regresó a Madrid con dos amigos que pudiesen cuidarle y servirle por el camino […]. Agravándose considerablemente y no quedando esperanza de remedio, se administró a Cervantes la extrema-unción el lunes 18 de aquel mes […]. (Navarrete, 1819, pp. 191-194). El buen estudiante me desahució al momento diciendo: esta enfermedad es de hidropesía, que no la sanará toda el agua del Océano que dulcemente se bebiese. Vuesa merced, señor Cervantes, ponga tasa al beber, no olvidándose de comer, que con esto sanará sin otra medicina alguna. Eso me han dicho muchos, respondí yo; pero así puedo dexar de beber a todo mi beneplácito, como si sólo para eso hubiera nacido. Mi vida se va acabando […] que a más tardar acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida […].Otorgó su testamento dexando por albaceas a su muger Doña Catalina de Salazar y al licenciado Francisco Núñez 144 , que vivía en la misma casa: mandó que le sepultasen en las Monjas Trinitarias y murió a 23 del expresado mes de abril de edad de 68 años, 6 meses y 14 días. Su funeral fue tan obscuro y pobre como lo había sido su persona […]. En su entierro no quedó lápida, inscripción ni memoria alguna que le distinguiese […] para impedir que le honrasen sus amigos y protectores. (Ríos, 1780, pp. 39- 40). 144 Debiera decir: “Don Francisco Martínez”. 342 Después de una enfermedad de siete meses murió finalmente Miguel de Cervantes Saavedra a 23 del referido mes y año de 1616, a los sesenta y nueve de su edad […]. Mandóse enterrar Cervantes en el convento de las Trinitarias, que está cerca de la calle de León donde vivía. (Pellicer, 1827, p.89). En 23 de abril de 1616 asimismo murió Miguel de Zerbantes Sahavedra, casado con dª Catª de Salazar; calle del León. Recibió los Stos. Sacramentos de mano del licenciado Francisco López, mandóse enterrar en las monjas trinitarias, mandó dos misas del alma y lo demás a voluntad de su mujer, que es testamentaria, y al licenciado Francisco Martínez, que vive allí. (Parroquia de San Sebastián, Libro de difuntos de 1616, fol. 270). Ya se ha recordado que los sacristanes o amanuenses que cubrían los Libros de Difuntos, en lugar de escribir: “hoy se enterró”, copiaban: “hoy murió”. Si Cervantes se enterró el 23 de abril, es claro que murió el 22, el día anterior. Como testamentarios deja, además de su mujer, al cura Francisco Martínez que, aunque no es argandeño por nacimiento lo es por pertenecer a una vieja y distinguida estirpe de Arganda: los Martínez, que ocuparon cargos y funciones municipales en Arganda, sobre todo, en la segunda mitad del XVI. 12.-23.- Muerte de Catalina de Salazar y Palacios Doña Catalina, viuda, murió en la calle de los Desamparados en 31 de octubre de 1626 años. Recibió los Santos Sacramentos de mano de Carlos Manrique. Testó ante Alonso de Valencia, escribano, fecha en 20 de este presente mes y año. Enterróla en el convento de las Trinitarias […]. Albaceas Luis de Molina, escribano, y Francisco de Palacios que vive en la misma casa. (Archivo parroquial de la iglesia de San Sebastián de Madrid, Libro 6º de difuntos de 1624 a 1628, fol 213; en Astrana Marín, 1958, p. 522). En su partida de enterramiento, vuelve a recordar doña Catalina su matrimonio con el autor del Quijote. Quiere ser enterrada con él en las Trinitarias, y deja de 343 albaceas al yerno de Cervantes, Luis de Molina, escribano y a su hermano, el cura Francisco de Palacios, que en realidad era Francisco de Salazar y Palacios. ¿Con qué documentación defienden algunos cervantistas la separación entre Cervantes y su esposa Catalina? 12.-24.- Poder de Francisco de Salazar, cuñado de Cervantes Cómo yo, el licenciado Francisco de Salazar e Palacios, Comisario del Santo Oficio, vecino deste lugar desquivias […] como heredero que soy de doña Catalina de Salazar Vozmediano, mi hermana, viuda de Miguel de Cervantes […] doy mi poder cumplido […] a Luis de Molina, […] para […] cobrar en juicio e fuera del de […] Villarroel, librero, vecino de Madrid […] quatro cientos reales […] por […] unos libros que le vendió el dicho Miguel de Cervantes, marido de […] mi hermana […]. Tres de noviembre de mill e seiscientos veinte seis años. (Archivo de Protocolos de Toledo, núm. 1418, de los procedentes de Esquivias, Pedro Palomo, fol. 278). Francisco de Salazar y Palacios, hermano y heredero de la mujer de Cervantes, recuerda en este poder al “Manco de Lepanto”. Confirma que Cervantes se casó en Esquivias con su hermana, Catalina de Salazar. Que como heredero de ella exige a Villarroel, librero, vecino de Madrid […] cuatro cientos reales […] por […] unos libros que le vendió el dicho Miguel de Cervantes. Otorga el poder al yerno de Cervantes, Luis de Molina, albacea de Catalina. Cervantes quiso publicar sus Comedias y entremeses. Acudió para ello a Villarroel. Por este documento, vemos que Villarroel no había pagado a Cervantes lo estipulado: Cervantes no podía costear la impresión [de Comedias y entremeses] por sí y le era forzoso valerse de otras personas. Acudió para esto al librero Juan de Villarroel, quien le desengañó desde luego, asegurándole “que de su prosa podía esperarse mucho, pero de sus versos nada”. Esta respuesta le dio tal pesadumbre que vendió las expresadas comedias al mismo Villarroel, quien las hizo imprimir por su cuenta. (Vicente de los Ríos, “Vida de Cervantes”en El Ingenioso Hidalgo, Madrid, 1780, pp. 27-28). 344 Pensó pues en darlas a la estampa […], pero imposibilitado de costear por sí la impresión, se las vendió a Juan de Villarroel, un librero que tenía su tienda en la plazuela del Ángel, que se las compró finalmente, dándole antes una pesadumbre […], que de su prosa se podía esperar mucho, pero que de su verso nada.. (Pellicer, 1827, p 80). Este poder del cuñado de Cervantes, Francisco de Salazar y Palacios, echa por tierra las afirmaciones de algunos cervantistas según los cuales Miguel se separó de su mujer, Catalaina de Salazar. Aunque no se encontró, hasta ahora, su testamento, se puede afirmar que dejó a su mujer, Catalina, como heredera universal de sus bienes. El cuñado de Miguel, heredero único de su hermana Catalina de Salazar, da poderes a Luis de Molina que está casado con Isabel de Cervantes Saavedra, la hija, pero no heredera, de Miguel de Cervantes Saavedra. 345 13.- LAS HERMANAS Y LA SOBRINA DE MIGUEL DE CERVANTES Hemos mencionado en muchas ocasiones a las hermanas del escritor, pero siempre en relación con él o con los padres. Tratábamos de situar perfectamente a Miguel dentro de la familia y ellas eran una parte importante de la misma. El Manco debe muchísimo a sus hermanas y no nos referimos precisamente a su rescate, en el que ellas colaboraron heroicamente. Así lo reconoce el mismo Cervantes cuando se dirige al Rey. Ahora nos ocuparemos de Andrea y de Magdalena, recordando someramente algunos momentos de su paso por la vida. De Luisa poco más podemos decir de lo que ya se ha escrito en el apartado: (9.4.3.- Luisa de Cervantes, monja carmelita descalza). Astrana Marín, el gran conocedor de la familia Cervantes, nos habla de un continuo peregrinar o emigrar de Rodrigo con su madre, mujer e hijos: en 1551, –según Astrana-, se van a Valladolid; allí en penosas condiciones nace Magdalena. A principios de 1553 vuelven a Alcalá. En el otoño de este mismo año emprenden viaje para Andalucía. Recorrerán, según Astrana Marín, sin estancia fija y duradera, distintos lugares, villas y ciudades andaluzas hasta que, muerta Leonor de Torreblanca y en peligro de embargo los bienes de Rodrigo, éste, trayéndolos a todos, regresa en 1566. ¿A dónde, a Madrid o a Arganda? En esta aldea acababa de morir, o estaba a punto de hacerlo, su suegra Elvira. Arrastrados por el peregrinar continuo de su padre, conocen muchas tierras y aldeas y villas, pero en ninguna echan raíces duraderas. Siempre andan huyendo de 346 acreedores o de jueces. Rodrigo no conoce lo que es la permanencia fija por tres o cuatro años en un lugar. Según Astrana Marín lo acompañan siempre su esposa e hijos. Canavaggio, César Álvarez y Blasco Pascual creen que el viaje de 1553 a Andalucía, lo hizo sólo Rodrigo, acompañado de su madre. Creen que los demás, su mujer e hijos, se quedaron en Alcalá. ¿Quién está en lo cierto? A las “Cervantes”, como a las “Cortinas” se las acusa sin fundamento ninguno. A Andrea se la acusa, no por mala conducta, sino por ignorancia nuestra: no conocemos quién fue el florentino Sante Ambrosio, ni el padre de su hija. Los documentos notariales por los que Andrea, Magdalena y Constanza liberan a sus novios, sirven a algunos, para vituperarlas. Incluso se las acusa por los sucesos de Ezpeleta en Valladolid entre el 27 y 29 de junio de 1605, sucesos que hacen brillar con luz propia la abnegación caritativa de Magdalena. Se las acusa sin fundamento documentado. También se informa, sin documentos, de una enemistad irreconciliable entre la argandeña Leonor de Cortinas y sus argandeños padres. No cubramos con velos y cendales las aventuras y amoríos de Andrea, ni los trapicheos de Magdalena, que luego repitieron Constanza de Ovando e Isabel de Saavedra, la propia hija de Cervantes, pero consignemos la habilidad para sortear escollos. Eran pobres mujeres que esgrimieron las armas que tenían para abrirse camino en la lucha. ¿Qué otra cosa pudieron hacer que aquello que hicieron? ¿Acaso, una mujer bella e inteligente, puede prodigar sus encantos, sin guardar todos los recatos y valerse de sus recursos, para no dejarse atropellar por los hombres? ¿Es crimen o falsía criticable, valerse de todos los recursos para huir de la perfidia y liviandad masculina? Ellas procedieron como mejor les convino y los resultados no fueron ni faltos de pudor ni indecorosos. Salvaron su deshonor y guardaron las apariencias. (Luis de Armiñán, Las hermanas de Cervantes, 1957, p. 64). 13.1.- Andrea de Cervantes Preguntada, [en 1605], cómo se llama y qué estado y edad tiene, dijo que se llama doña Andrea de Cervantes, viuda, muger que fue de Sancte Ambrosio, florentín, y que antes 347 fue desposada y concertada con Nicolás de Ovando, y es de edad de 50 años. (Navarrete, 1819, p. 566). Habiendo nacido hacia el 24 de noviembre de 1544, es difícil, pero posible que acompañara a su padre y abuela en el viaje que hicieron a mediados de octubre de 1553 a Andalucía. Es difícil que los acompañara porque apenas tenía nueve años. En octubre de 1564, el padre de Miguel se hallaba ya a orillas del Guadalquivir, donde, declarándose “médico cirujano”, vecino de esta ciudad de Sevilla en la colación de San Miguel, regentaba unas casas de alquiler [...]. El núcleo familiar de los Cervantes sigue en Alcalá, pues el 30 de octubre, de 1564, en Sevilla, Rodrigo otorgaba a su esposa un poder general [...]. Acompañó a Rodrigo, durante los años sevillanos, su hija Andrea, quien, fruto de una relación con Nicolás de Ovando (hijo de un magistrado del Consejo del Rey y sobrino del vicario general de Sevilla, a cuyo servicio trabajó como secretario Mateo Vázquez), dará a luz una niña, Constanza [...]. (Blasco Pascual, 2005, pp. 28-30). Blasco Pascual y César Álvarez creen “que el núcleo familiar de los Cervantes sigue en Alcalá” desde 1553. Leonor de Cortinas se quedó con cuatro hijos en Alcalá, desde 1553 hasta 1566. A mediados de octubre de 1553 salieron hacia Andalucía Rodrigo, su madre y quizá Andrea. Es posible que Rodrigo y Andrea volvieran, en varias ocasiones, a Alcalá, a junto de los suyos. Pero, ¿a qué casa de Alcalá volvían? Tenían dos posibles casas: A). - La casa de Martina de Mendoza. En ella vivían además de Martina y su marido, el escribano don Diego Díaz de Talavera, María de Cervantes, la madre de Martina, y los cinco hijos del matrimonio: Juan, Pedro, Sebastián, Isabel y Martina. En total, ocho personas. Si se quedó con ellos Leonor y sus cuatro hijos, eran trece personas a la mesa. Cuando volvían Rodrigo y Andrea sumaban 15 personas en la misma casa. Durante la mayor parte del tiempo había alrededor de 9 niños gritando y peleándose y llorando, por toda la casa y aún por las calles, molestando al vecindario. B). – La casa de Elvira de Cortinas. Se quedarían, con Elvira, Leonor y los cuatro niños. Cuando volvían Rodrigo y Andrea, serían ocho personas. Aquí estarían en su casa, no en la casa de otros. Creemos que a esta casa argandeña de los Cortinas se refiere César Álvarez cuando afirma: [...]. La ‘casa madre’ tiene una connotación plena con respecto a doña Leonor, y no sólo 348 porque desde ella renuncia a la insegura itinerancia de su marido [...]. (2005, p.138). Esta ‘casa madre’ de los Cortinas era la casona de Elvira en Arganda, en la calle de San Juan. Como ya se afirmó, esta casa argandeña era también una casa alcalaína, ya que Arganda fue, a lo largo de los siglos y años anteriores a 1581, una aldea de Alcalá. 13.1.1.- Andrea de Cervantes estuvo en Sevilla Se trasladara a la Bética en octubre de 1553 o en otras ocasiones, tenemos prueba documental de la estancia de Andrea en Sevilla, pues en marzo de 1565, paró, momentáneamente, un embargo que iban a ejecutar contra su padre, estante quizá en Alcalá, en donde Luisa de Cervantes acababa de meterse monja. En efecto, Andrea compareció, el 6 de marzo, ante el alcalde ordinario, Alonso de Torres, y dijo que por ser como es, menor de la dicha edad de veinte e cinco años, tiene necesidad de ser probeída de un curador ‘ad litem’. (Astrana Marín, 1948, p. 465. En Barros Campos, “Viajes de Rodrigo de Cervantes a Valladolid y a Andalucía”, 2006, p.76). ¿Cuándo y en dónde nació Constanza? Blasco Pascual cree que nació en Sevilla, entre 1564 y 1566. Supone don Javier que Andrea acompañó a su padre cuando éste se volvió a Alcalá en 1566, tras el embargo de sus bienes en Sevilla y el fallecimiento de su suegra. Lo mismo opina Canavaggio: Llamado a Alcalá por la muerte súbita de su suegra, doña Elvira de Cortinas, vuelve a partir pocos meses más tarde con los suyos para una morada que espera más acogedora. Su elección se ha fijado en la joven capital de Felipe II: en el otoño de 1566, se halla instalado en Madrid. (Canavaggio, Cervantes, pp. 73-74). 13.1.2. Nicolás de Ovando ¿Quién era Nicolás de Ovando, padre de Constanza? Astrana Marín (1949, p.65) afirma que, nacido en Mérida, era primogénito de un Alcalde de Casa y Corte, amigo en Sevilla de Mateo Vázquez y camarero del cardenal Espinosa. 349 Acompañó a Rodrigo, durante los años sevillanos, su hija Andrea, quién, fruto de una relación con Nicolás de Ovando (hijo de un magistrado del Consejo del Rey y sobrino del vicario general de Sevilla, a cuyo servicio trabajó como secretario Mateo Vázquez), dará a luz una niña, Constanza. Nicolás de Ovando, se negó a reconocer a la criatura, pero compensó económicamente a la madre. (Blasco Pascual, 2005, p. 30). Un gentilhombre llamado Nicolás de Ovando, hijo de un magistrado del Consejo del Rey, y sobrino del vicario general de Sevilla [...], según las escrituras notariales que nos han llegado, le habría prometido, incluso, el matrimonio. Promesa no cumplida, como era lo habitual en un galanteador de tan buena familia. [...]. Lo seguro es que, al menos al principio, Andrea obtuvo la reparación financiera que, según uso de la época, podía legalmente reclamar. [...]. (Canavaggio, 2005, p. 72). Pudiera este Nicolás de Ovando, ser hijo o hermano de un famoso capitán llamado Francisco de Ovando, muerto por tierras californianas, allá por 1542. Debió ser de la escuela de Hernán Cortés, y de los que utilizó el virrey Antonio de Mendoza para explorar y extender por el Oeste los inmensos territorios y dominios de España. O quizá fuera hijo o nieto del Gobernador de la Isla Española (Santo Domingo), Nicolás de Ovando, que pasó a la isla el año 1502, con treinta navíos y mucha gente. López de Gomara en su Historia de las Indias, le dedica calurosos elogios, por su honradez e integridad. Ya para venirse acá buscó dineros prestados, aunque tenía más de 8.000 ducados de renta y salario; que fue argumento de limpieza. Fue Comendador de Lárez y volvió Comendador mayor de Alcántara. (Armiñán, Las hermanas de Cervantes, p. 97). En 1478, a la edad de 17 años es nombrado Comendador de Lares, cuyo castillo se encuentra en el entorno y a pocos kilómetros […]. La reconocida fe del monje-militar le obliga a tener como punto esencial de su devoción mariana a esa Altagracia tan venerada en todo su territorio […]. Con él la devoción a la Virgen de la Altagracia se va a trasladar de España a La Española. En 1501 los Reyes Católicos le nombran Gobernador de La Española y llega a la isla el 15 de abril de 1502 con 30 barcos y 1200 hombres, la mayoría extremeños. Estos eran conocidos por “los Garrovillas”, pues 77 de ellos provenían de esa población 145 . 145 DANIEL GUERRA SANCHO, La Virgen de la Altagracia. Devoción e Historia, [Madrid, 2009], pp. 3-4). 350 Creo que el Nicolás de Ovando, de Andrea, padre de su hija, tiene parentesco directo con el Comendador Nicolás de Ovando. La Carta de pago otorgada, en Madrid el 14 de enero de 1614, por doña Constanza de Ovando a favor de don Juan de Avendaño, nos puede orientar algo. En efecto, el 14 de enero de 1614, Constanza de Figueroa recoge mil reales que le envió desde la ciudad de Trujillo del Perú, don Juan de Avendaño. Se los trajo don Gregorio de Ibarra, pasaxero que vino del Pirú: “[...] Gregorio de Ibarra [...] pasaxero que vino del Pirú en estos galeones” entrega mil reales a Constanza. Se los dio para ella “don Juan de Avendaño 146 , vezino de la ciudad de Trujillo del Pirú [...]”. (Protocolo de Juan de Chaves, 1614, folio 36. En Pérez Pastor, 1897, doc. 50). Encontramos en este documento a dos personajes que conviene estudiar: Don Juan de Avendaño y don Gregorio de Ibarra. Don Juan de Avendaño: Por el documento, sabemos que era “vezino de la ciudad de Trujillo del Pirú”. Pero, ¿qué relación tiene con Constanza de Ovando, por otro nombre Constanza de Figueroa? Entre los personajes de “La Ilustre Fregona” aparecen dos nobles ancianos: don Juan de Avendaño que ayuda a su amigo don Diego de Carriazo en la búsqueda de una hija, fruto de la violación de una muy principal y noble viuda burgalesa. Finalmente yo la gocé contra su voluntad y a pura fuerza mía: ella cansada, rendida, y turbada, o no pudo o no quiso hablarme palabra, y yo, dejándola como atontada y suspensa, me volví a salir […]. Esta señora se mudó de aquel lugar a otro. (La Ilustre Fregona). Esta hija de don Diego de Carriazo es la Ilustre Fregona, de la Posada del Sevillano. Se llama Constanza, como la hija de Andrea de Cervantes: La moza se llama Costanza; ni es parienta del huésped ni de la huéspeda, ni sé lo que es; […]. No entra huésped que no pregunte luego quién es la hermosa, y que no diga: 146 En Burgos […] vivían dos caballeros principales y ricos: el uno se llamaba don Diego de Carriazo y el otro don Juan de Avendaño. (La Ilustre Fregona). 351 “Bonita es; bien parece […]. Si ella se dejara mirar siquiera, manara en oro […]. Es una tragaavemarías, labrando está todo el día y rezando. (La Ilustre Fregona). Quizá, esta Novela Ejemplar de Cervantes sea producto de la admiración y cariño de don Miguel hacia la buena de Constanza, su sobrina. Quizá el don Juan de Avendaño vezino de la ciudad de Trujillo sea una persona conocida de los Cervantes Cortinas que ayuda al verdadero padre de Constanza de Figueroa y le aconseja que envíe esos mil reales a su hija. Quizá esta novela, además de ejemplar sea biográfica; más que obra de ficción literaria sea un reflejo empañado de una realidad futura. Decimos futura porque La Ilustre Fregona está publicada en 1613, y el dinero le llega a Constanza en enero de 1614. Don Gregorio de Ibarra: Este Gregorio Ibarra que viene del Perú pertenece a los Ibarra o Ybarra; familia vasca asentada en Arganda. Don Martín de Ibarra y Póntica, de familia de banqueros emparentados con genoveses era hijo del Contador Mayor de su Majestad en el Reino del Perú. Ocupaba siempre un lugar privilegiado en los Concejos de Arganda. (Barros Campos, La casa del Rey, 1997, p. 49). En el Libro 1/2, folio 137, (A.M.A.R.), se constata cómo a través de esta familia se habían recibido, el 29 de enero de 1585, ducados enviados desde el Perú. Según el Libro 4/1, folio 53 v, (A.M.A.R.), entre los Ibarras aparecen los nombres de Martín, Diego, Miguel y Magdalena de Ibarra. En el Libro 2/1 del A.M.A.R., el escribano de Arganda, Manuel García, nos ofrece una visión completa de la familia Ibarra y Póntica. En el folio 236 v, del 28 de febrero de 1581, aparece la petición de los hijos de don Diego de Ybarra, Contador Mayor de S. Majestad en el Nuevo Reino de Toledo, que reside con su mujer doña Mariana de Ibarra en el Perú. Piden la tutela y curaduría por ser mayores de 14 años y menores de 25. Suplican al Ilmo. Sr. Alcalde Mayor, Juan Pérez de Santillana, que les nombre como tutor a su hermano don Martín de Ibarra. Firman la súplica los hermanos Diego, Magdalena, Mariana, Juan y Miguel de Ybarra y Póntica. En el folio 240 r, aparece la concesión con la firma, entre otras, del fiador de don Martín de Ibarra, don Iñigo de Ayala y Figueroa. En el folio 256 r, correspondiente al 25 de febrero de 1582 aparece la firma del Excmo. Sr. D. Martín de Ybarra y, también, la de su hermano Juan. En los folios 187-189 del Libro 1/1 del A.M.A.R., se relata la estancia pasajera en Arganda, desde el 18 de abril al 3 de mayo de 1583, de Juan de León, veedor del 352 Ilmo Sr. Francisco Sarmiento de Mendoza, Obispo de Jaén, del Consejo de Su Majestad. Los acompañan, entre otros, su hermano don Luis Sarmiento de Mendoza y el virrey del Perú, don Francisco de Toledo. En el folio 79 r del Libro 3/2 del A.M.A.R., (24 de octubre de 1582) se nos informa sobre: “[...] la casa de don Martín de Ibarra que está en el Cerro [...]”. Vuelven a aparecer los Ybarras en el Libro 3/3: Alejo de Ybarra en el año 1586, y don Martín de Ibarra, en 1587. A través de la Carta de pago firmada por Constanza, se constata que, en 1614, aún no se habían roto los lazos que unían a los Cervantes con Arganda. Es un Ibarra, Gregorio de Ibarra, pasaxero que vino del Pirú, quien le trae a Constanza los mil reales. Los Cervantes Cortinas de 1614 aún no habían roto amarras con Arganda. 13.1.3.- Andrea en Madrid Lo unico cierto es que Nicolás de Ovando ha desaparecido de la vida de Andrea. Asentado, también en Madrid, ha sufrido reveses de fortuna: su padre ha muerto de forma repentina y su familia ha sufrido una bancarrota. Pocos años más tarde se convertirá en camarero del cardenal Espinosa, gran inquisidor y presidente del Consejo de Castilla. (Canavaggio, 2005, p.76). La documentación prueba que Andrea está en Madrid a mediados de 1568. En efecto, Juan Francisco Locatelo, gentilhombre genovés, rubrica, en Madrid, el 9 de junio de 1568 un documento en el que afirma: Yo tengo mucha obligación e soy en mucho cargo a la señora doña Andrea de Cervantes, hija de Rodrigo de Cervantes, residente en esta dicha Villa y Corte [...] sin que para ello otra alguna persona, ni sus padres, [...] contra la voluntad de la dicha doña Andrea. [...]. (Protocolo de Francisco Ortiz, 1568, folio 523. En Pérez Pastor, 1897, doc. 3). Alude Locatelo al cuidado recibido, de Andrea y de su padre, durante su enfermedad. Es tanto el agradecimiento que, según Luis de Armiñán: 353 No sólo fue mucha ropa de lujo y ricas mantelerías y sábanas de fina holanda, las que regaló Locatelo a Andrea, sino que además, según canta la escritura, le dejó puesta su casa en la Villa y Corte [...]. Dos escritorios, de Flandes el uno y el otro de taracea, diez lienzos de Flandes. Ocho colchones de Roven [...], seis sábanas de Roven, y las dos labradas de punto real, y otras seis almohadas de Holanda y Roven [...]. Una escribanía de asiento y tres cajas para tocados; son de taracea las cajas. Tres bufetes de nogal y una mesa de nogal [...]. Batería de 24 platos de estaño, grandes y pequeños. Una fuente, un jarro y un salero. Seis tablas de manteles alemaniscos [...]. Una vihuela [...]. Dos braseros de casa. Cuatro candeleros de azófar y [...] 300 escudos de oro [...]. ¡En oro! ¡Una verdadera fortuna! Un pequeño tesoro. (Armiñán, 1957, pp. 80-81). 13.1.4.- Andrea emancipada: negocios, amores y pleitos A partir de 1568, vive en Madrid con su hija y se esmera en obtener una estabilidad económica y emocional. Se comprobará, por los siguientes documentos, que había recibido una formación moral, profesional y humana muy completas. Elvira y Leonor se preocuparon en preparar a los hijos de ésta para los embates de la vida. Esta preparación que las capacitó a ella y a sus hermanas en el desempeño de la profesión de modista de “alta costura”, no se adquiría viajando de un lugar a otro, detrás de su padre. No se adquiría en los mesones y ventas. Veremos, a través de las siguientes escrituras, que doña Andrea de Cervantes Cortinas supo cumplir con sus obligaciones sociales y humanas, pero también, supo exigir sus derechos, aun cuando la veamos, muchas veces, renunciar a algunos, ante las promesas de matrimonio y sobre todo, renunciar a su comodidad, vendiendo su casa, para lograr la libertad de sus dos hermanos cautivos. 13.1.5.- Andrea otorgó poderes, el 12 de octubre de 1571 Por los mismos días en que sus hermanos Miguel y Rodrigo convalecían en el hospital de Mesina de las graves heridas recibidas, aquel glorioso 7 de octubre, en Lepanto, Andrea daba poderes a tres procuradores para en un pleito que conmigo trata 354 don Pedro Puertocarrero sobre ciertos maravedís e joyas [...]. (Protocolo de Juan García, 1567 a 1572, folio 471. En Pérez Pastor, 1902, doc. V). Doña Andrea vivía en casa aparte, en casa distinta de la de sus padres, quizá, desde junio de 1568. De ahí, el ajuar que le regaló Locatelo. Realmente, si no le hubiera regalado una casa en Madrid, ¿en dónde metería todo el ajuar que le entregó el genovés Locatelo? Para guardar todo lo regalado, quizá no llegara la casona de Arganda. Apoyándonos en el documento de donación del 9 de junio de 1568, podemos afirmar que Andrea vive o, por lo menos, posee una casa en Madrid desde esta fecha. Por otro documento, sabemos que está emancipada, por lo menos, desde el 1 de septiembre de 1573. Con esta fecha recibe en su casa a la joven Isabel de Alvear: La pongo a soldada con vos la señora doña Andrea de Cervantes, estante en esta corte, por tiempo y espacio de dos años [...] dar de comer, e beber e vestir e calzar [...] casa e cama en que duerma, laballa su ropa y curalla [...]; enseñada a labrar y coser y hacer cadenetas y un vestido [...], y pago de los dichos seis mil maravedís. (Protocolo Juan López del Castillo, 1573, folio 650. Pérez Pastor, 1897, doc. 4). El dominio de la profesión de costurera o modista le permite, a doña Andrea, no sólo tener una selecta clientela sino también crear escuela, tener en casa aprendices del oficio. Es ya una maestra en “corte y confección”. No sólo sabe tocar la vihuela y enseñar a Locatelo, sino que también sabe manejar las tijeras y las agujas, y enseñar a labrar y coser y hacer cadenetas, a las jóvenes madrileñas. 13.1.6.- Alonso Pacheco Portocarrero le pagará 500 ducados En efecto, el 1 de agosto de 1575, don Alonso Pacheco reconoce y firma una obligación, hecha e otorgada en esta Villa de Madrid a 27 días del mes de agosto pasado de 1571 años. Por ante Miguel de Terreros, escribano de Su Majestad, yo debo a vos doña 355 Andrea de Cervantes, estante en esta Corte, 500 ducados, que valen 187.500 147 maravedíes [...] lo qual yo no os he pagado. (Protocolo de Juan López del Castillo, 1575, f. 480. En Pérez Pastor, 1902, doc., VIII). Recordemos que Andrea, el 12 de octubre de 1571, había otorgado poderes a tres procuradores para demandar a don Pedro Pacheco Portocarrero los 500 ducados. Don Alonso se compromete a pagar la deuda de su hermano Pedro, por las joyas compradas a doña Andrea. ¿Estas joyas pertenecerían a los regalos de Locatelo o a los del padre de Constanza, Nicolás de Ovando? ¿Serían otros servicios? Yo, Don Alonso Pacheco Puertocarrero [...] debo a vos Doña Andrea de Çervantes [...] quinientos ducados [...] de precio de un collar de oro grande con sus perlas e piedras finas de rubíes y esmeraldas e diamantes e una cadena de oro grande e un “agnus dei” de oro [...]. (Protocolo de Juan López del Castillo, 1575, fol., 480. En Pérez Pastor, 1902, doc., VIII). Pero, ¿quiénes eran los Pacheco Portocarrero? Son los hijos del valeroso capitán extremeño D. Pedro Portocarrero que, tras luchar heroicamente en Lepanto y Túnez, tuvo el honor de mandar y morir con los últimos héroes que defendieron el fuerte y castillo de la Goleta, abandonado a su suerte por el Rey de España, Felipe II. El llamado Rey Prudente estaba entonces ocupado en combatir a los seguidores de Lutero. Los hijos del general Portocarrero se enamoraron de las Cervantes, encandilados por su hermosura, cultura, dulzura y educación. Las relaciones de los Portocarrero con las hermanas Cervantes eran simples juegos o compromisos amorosos que no podían saldarse de otro modo. No consta que les hayan pagado la deuda. 13.1.7.- Curaduría de doña Constanza de Figueroa El 12 de octubre de 1576, Andrea de Cervantes aceptó y juró el cargo y las obligaciones de tutora y curadora de su hija Constanza de Figueroa. Con esta misma 147 Ya se informó que en el XVI, mientras el escudo valía 350 maravedís, el ducado fluctuaba entre 350 y 375 maravedís. Por el documento, sabemos que en agosto de 1571 valía 375 maravedís. 356 fecha el juez discernió la curaduría de doña Constanza de Figueroa a favor de su madre, doña Andrea. No aparece el nombre del padre y se dice que doña Costanza de Figueroa [...] es menor de doze años y mayor de seis. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1576, folio 1268. En Pérez Pastor, 1897, doc. 10). Según la carta de curaduría, doña Constanza nació entre los años 1564 y 1570. Recordemos que, en 1565, doña Andrea de Cervantes se quedó en Sevilla, en donde, con fecha de 6 de marzo, había solicitado ser probeída de un curador. ¿Fue el embarazo o el nacimiento de su hija lo que le impidió asistir a la toma de hábito de su hermana? La niña de escasos ocho años o aún menos, nació en Madrid, en plena juventud de Andrea, y como tenía pleitos para recobrar su hacienda y defender sus bienes, le es necesario ser probeída como tutora [...]. Este documento trascendental y revelador parece demostrar que el idilio de aquellos amores con Nicolás de Ovando había terminado. Quedando Andrea como valedera del fruto del amor, que aun cuando Andrea declaró que había realizado su matrimonio, esto no aparece declarado. No dice el documento de quién es hija la menor, y la nombra con el apellido Figueroa [...]. Cotarelo en sus Efemérides cervantinas pone su certero juicio en aclaración del caso, haciendo resaltar la propia declaración de Andrea en esa causa en la que se declara viuda de Sante Ambrosio, florentín, y que antes, –dice-, fue desposada y concertada con Nicolás de Ovando, distinción que demuestra no fue nunca su mujer legítima. (Luis de Armiñán, 1957, p. 104). Sin embargo, por documentos posteriores a 1576, sabemos que doña Constanza era hija de Nicolás de Ovando: Sepan quántos [...] cómo yo, don Pedro de Lanuza y de Perellós [...] otorgo e conozco a doña Constanza de Figueroa, hija de Nycolás de Ovando, difunto […] en esta dicha villa de Madrid [...] a tres días del mes de diciembre de mill e quinientos e noventa e seys años [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, rotulado, 1601). En la villa de Madrid, a ocho días del mes de Diciembre de mill e quinientos e noventa y seys años [...] doña Costanza de Figueroa, vecina desta villa, hija de Nicolás de Ovando, difunto [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, rotulado, 1601). 357 13.1.8.- Andrea arrienda casa en la calle de La Reina El 23 de julio de 1577, Andrea de Cervantes firma un contrato por el que alquila una casa en la calle de La Reina. ¡Pagará 140 ducados al año! Los pagará por cuatrimestres. (Protocolo de Gastón de Gálvez, 1577. En Pérez Pastor, 1902, doc. XII). El precio del alquiler y la calle indican una situación económica boyante. Pero, ¿qué pasó con la casa que Locatelo le había regalado en 1568? No sólo fue mucha ropa de lujo y ricas mantelerías y sábanas de fina holanda, las que regaló Locatelo a Andrea, sino que además, según canta la escritura, le dejó puesta su casa en la Villa y Corte. ¡Así como suena! (Luis de Armiñán, 1957, p. 80). 13.1.9.- Andrea entrega 200 ducados para rescatar a Miguel En la villa de Madrid a nueve días del mes de junio de mill e quinientos e setenta e ocho años [...] parescieron presentes Rodrigo de Cervantes e doña Leonor de Cortinas, su muger, e doña Magdalena de Pimentel de Sotomayor, su hija, estantes en esta corte [...] y se obligaron a pagar a Hernando de Torres todo lo que costare el rescate de Miguel sobre los 200 ducados que había entregado doña Andrea de Cervantes y los 1077 reales que habían dado ellos. (Protocolo de Francisco de Yepes, rotulado, 15181583. En Pérez Pastor, 1897, doc. 15). Ya sabemos lo que hizo Andrea con la casa que, en 1568, le había regalado Locatelo. En un acto heroico de amor fraternal, Andrea se quedó con su hija en la calle para rescatar a su hermano Miguel. Esto no lo aprendió nunca en el comportamiento egoísta de su abuela paterna ni en el, también egoísta, de su padre Rodrigo de Cervantes. De todas formas, Andrea confiaba en su preparación profesional como modista de alta costura, en su capacidad de trabajo y en su clientela; por eso había alquilado, en 1577, un año antes de esta fecha el piso de la calle de la Reina por 140 ducados al año. Su negocio era boyante y necesitaba un piso quizá amplio y bien situado para establecer en él su taller de modista. 358 ¿En dónde había aprendido este oficio? No, ciertamente, viajando con su padre y su abuela paterna. Adquirió esa capacidad profesional en Arganda bajo la tutela no sólo de su madre sino también de su abuela Elvira. El 9 de junio de 1578, tanto Rodrigo como su mujer y su hija Magdalena afirman que son estantes en la corte. No se declaran vecinos. Sí, sabemos documentalmente que Andrea es vecina de Madrid. Quizá lo sea desde el regalo de Locatelo en 1568. Los padres y hermana de Andrea vivirían quizá en Arganda, por lo que se declaran estantes en esta Corte. 13.1.10.- Andrea entrega 50 ducados para rescatar a Miguel Hernando de Torres a quien los Cervantes Cortinas entregaron el dinero era un estafador y desapareció con los ducados recibidos en junio de 1578. En julio del año siguiente, 1579, los Cervantes Cortinas entregan dinero a los padres Trinitarios: En la villa de Madrid, a treynta e un del mes julio de mill e quinientos e setenta y nueve años, ante mí [...] dixeron que rescibían y recibieron [...] de la señora Doña Andrea de Cervantes […], vezina de la villa de Alcalá de Henares […] cincuenta ducados en reales […] para ayuda del rescate de Miguel de Cervantes, su hermano. (Archivo Histórico Nacional, Libro de la Redempçión de la Orden de la Santísima Trinidad, Año 1579. Protocolo de Pedro de Anaya, 1567- 1587. En Pérez Pastor, 1902, doc. XIX. En César Álvarez, 2005, p. 126) Firma como vecina de la villa de Alcalá de Henares, estante en Corte. Este documento se contradice parcialmente con una escritura firmada por ella ante el escribano Gastón de Galvez. En efecto, el 23 de julio de 1577 firmó, como inquilina, un escrito de arrendamiento en la calle de La Reina de Madrid. Si lleva viviendo dos años en esta “calle de La Reina” de Madrid, no es vecina de la villa de Alcalá. Ya hemos explicado el porqué de estas falsedades. Ese mismo día y ante el mismo notario, su madre también declaró ser vecina de la villa de Alcalá de Henares. 359 Pero, Andrea desciende en categoría social cuando se declara vecina de la villa de Alcalá. Desciende a la categoría de “villana”. Ella pertenece a un rango muy superior: es “ciudadana”, por vivir en una ciudad; y es “cortesana” por vivir en la Corte. En este documento, como en otros muchos, se resalta la diferencia entre “vezina de Alcalá”, y “vecina de la villa de Alcalá”. Las dos, madre e hija, mienten. En esta fecha de 1579, doña Leonor y su marido quizá vivieran aún en la casona de la calle de San Juan de Arganda. Era, por tanto, “vecina de Alcalá”; pero no “vecina de la villa de Alcalá”. 13.1.11.- Carta de pago de Andrea a Jerónimo de Valladolid En la villa de Madrid a catorze días del mes de agosto de mill e quinientos e ochenta e siete años [...], paresció presente doña Andrea de Zerbantes, vecina de la villa de Madrid e dixo que confesaba e confesó haber recibido [...] quinientos reales [...] en parte de pago de mayor suma [...] para cobrar de doña Ana de Illescas, vecina de Sevilla [...]. (Protocolo de Francisco de la Concha, rotulado, 1600 a 1604. En Pérez Pastor, 1897, doc. 27). Estos quinientos reales son parte de un pago mayor que le hizo Ana de Illescas, vecina de Sevilla. ¿Quién era esta sevillana, Ana de Illescas, que se relacionaba comercialmente con la modista madrileña Andrea de Cervantes? Recordemos que en 1534 el cura argandeño Francisco de Cortinas deja entre otras mandas tres mil maravedís para Ana, hija de Pedro de Illescas, en cuya casa de Carabanchel testa y muere. Es simple conjetura. Los apellidos tienen muy poco valor en los Siglos de Oro. Los Cervantes Cortinas, nietos de Elvira de Cortinas, según este documento, siguen en contacto con los Illescas Cortinas de Carabanchel, a despecho de la geografía y del tiempo. Suponemos que la Ana de Illescas, vecina de Sevilla, sería hija o nieta de la Ana Baptista de Illescas de Carabanchel, que era una joven en 1534. Pero este documento, si es como supongo, no sólo refrenda los posibles contactos de los Cervantes Cortinas con los demás Cortinas, sino que, sobre todo, es testimonio y prueba del gran prestigio de las Cervantes como modistas. 360 Doña Leonor procuró para sus hijos una formación profesional que les permitiera vivir con desahogo. Esta formación no se podía adquirir con la vida nómada e itinerante del padre, Rodrigo de Cervantes. Al taller de modista de Andrea acudían, no sólo clientes de Sevilla, sino también miembros de la nobleza, como veremos más adelante. 13.1.12.- Doña Andrea se aparta de pleito Con fecha 28 de septiembre de 1599, doña Andrea se aparta de un pleito sobre el arriendo de unas casas, por mutuo acuerdo. Pagaba 50 ducados al año por estas casas, pero se tasaron en 40, y la dueña está de acuerdo con este alquiler. (Protocolo de Alonso Carmona, 1599, folio 302. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXIII). Consta en el documento: [...] Andrea de Zervantes, muger soltera, residente [...]. Lo subrayado está tachado, pero legible, en el original. Por la renta que firma pagará 50 ducados anuales; a simple vista, su negocio no debía ir muy bien. Recordemos que veintidos años antes, en 1577, vivía en una gran casona de la calle de La Reina cuya renta era de 140 ducados al año. Pero, tenemos que resaltar la crisis económica que se produjo en España tras la derrota de 1588 y que oscureció los últimos años de Felipe II: La Armada Invencible y su destrucción costaron decenas de millones de ducados, e hicieron necesaria una nueva contribución sobre los artículos de primera necesidad y peticiones de empréstitos a las casas de Banca extranjeras […]. Felipe II que ya había heredado de su padre una deuda exterior de unos veinte millones de ducados, dejaba otra de cien a su sucesor. (Jorge Campos, Cervantes y el Quijote, 1959, p. 17-18). 361 13.1.13.- Finiquito de pleito, el 28 de septiembre de 1599 Con la fecha del documento anterior y ante el mismo notario (folio 301), aparece firmado por la dueña de la casa el “finiquito de pleito”. Doña Andrea no debe pagar nada, pues ya lo había pagado todo, ya que hasta esta fecha había dado 50 ducados en lugar de los 40 en que se tasó. (Protocolo de Alonso Carmona, 1599, fol. 301. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXIV). Por estos documentos vemos que Andrea de Cervantes recibió una formación acorde con las circunstancias y las necesidades de una joven del Siglo XVI. Ella supo moverse entre lo más selecto de la juventud madrileña o sevillana. Su prometido, el emeritense Nicolás de Ovando, primogénito de un alcalde de Casa y Corte, llegó a ser camarero del cardenal Espinosa, y amigo del futuro Secretario Mateo Vázquez. [Locatelo] era uno de aquellos caballeros genoveses, mezcla de banqueros y mercaderes, que enviaba la sobervia Génova [...] a recoger en España la herencia del almirante Colón [...], el tesoro del azteca Moctezuma, o del Inca Atahualpa. (Luis de Armiñán, 1957, p. 79). La formación que, en Arganda, recibió Andrea no sólo fue cultural, humana y moral sino también, profesional. Ésta le permitió mantenerse a flote, con una clientela envidiable. Tiene clientes en Sevilla como su pariente Ana de Illescas, pero también en la Corte y entre la clase noble. 13.1.14.- El marqués de Villafranca, cliente de Andrea 1º.- Digo yo doña Andrea de Cervantes que recibí del señor Diego de Villela de Aldana, setecientos y ochenta y ocho reales por razón de veinte y cuatro camisas que hize para el señor Don Pedro de Toledo [...], que es fecha a 8 de febrero de 1603 años [...]. 362 2º.- Cuenta de las camisas nuevas a veinte y seis reales cada una [...], son 788 148 reales. 3º.- Memoria de los lienzos y holanda y cambray que se han tomado para el señor don Pedro de Toledo [...]. Importa esta cuenta, reales 2521 [...]. (Astrana Marín, V, pp. 497-498). Hay tres apartados en este “documento-factura” o albarán: según Astrana, el primero es de doña Andrea que lo escribe y firma; el segundo es puño y letra de Miguel, va sin firma 149 ; el tercero, que también firma Andrea, es de letra más cuidada, y podría ser de Magdalena. Estas camisas son para el marqués de Villafranca, don Pedro de Toledo, estante en Madrid, y las paga su fiador el señor don Diego de Villela de Aldana. Ya se dijo que las hermanas de Cervantes tenían entre sus clientes a personajes importantes de la Corte. El Excmo. Sr. D. Pedro de Toledo Osorio, quinto marqués de Villafranca acababa de regresar de la expedición a Argel, como general de la escuadra de Nápoles. Era enemigo de Antonio Pérez y fue embajador en Francia entre 1608 y 1609. Las hermanas Cervantes Cortinas no sólo son excelentes modistas, sino que también saben leer y sobre todo escribir correcta y caligráficamente. Esto indica que recibieron una educación muy esmerada. Esto no se adquiere viajando. Tampoco podía enseñárselo su abuela paterna que, aunque hija y nieta de médicos, era analfabeta. Esta capacidad de lectura comprensiva, y escritura correcta y caligráfica, la aprendieron al lado de su madre y de su abuela materna en Arganda. En esta aldea alcalaína, en Arganda, había aprendido y se había formado también Leonor de Cortinas, su madre. Leonor, la madre, fue una mujer de carácter y de iniciativa. Sabía leer y escribir y se movía con soltura, cuando la ocasión así lo requería (por ejemplo, con motivo del cautiverio de sus hijos), entre los recovecos de la burocracia de la corte. (Blasco Pascual, 2005, p. 22) 148 Por cierto, Miguel echó mal las cuentas. En efecto, 24 camisas, a 26 reales cada una, suponen 624 reales y no 788 reales. 149 Andrea que firma las facturas 1ª y 3ª, no firma la 2ª. Se dio cuenta de la equivocación de su hermano y la pasó por alto. Atendería al pagador, y se disculparía, cuando protestara. También esto lo aprendió de su abuela materna, no de la paterna. De otra forma, humillaría a su hermano Miguel, a quien quería y amaba. 363 Leonor, cosa rara para la época, había aprendido a leer y a escribir, y, sin duda, desde muy temprano afirmó la fuerza de carácter de que debía dar muestras en la adversidad. (Canavaggio, 2005, p. 54). Muerta en 1593 doña Leonor de Cortinas, Magdalena se traslada a la casa de su hermana Andrea, que regenta lo que hoy llamaríamos una boutique. Allí recala Miguel, en busca del afecto que no encuentra junto a Catalina, y contribuye al negocio de sus hermanas, como administrativo. Si Locatelo con sus regalos puso a Andrea en condiciones de presumir, está probado que ella sabía ganarse la vida ejercitando el oficio de costurera o modista. No cabe duda que era mujer de gusto, ducha en galas y hábil para los perifollos y los trapos”. (Armiñán, 1957, p. 86). 13.1.15.- Muerte de Andrea de Cervantes En Madrid, en nueve días del mes de octubre de mil seiscientos nueve años, murió de calenturas doña Andrea de Cervantes, viuda de Sante Ambrosio, florentino, de edad de sesenta y cinco años. Dejó una hija y no testó. Recibió los Santos Sacramentos de mano del Licenciado Francisco López, teniente cura de dicha Iglesia. Enterróla su hermano Miguel de Cervantes, que ambos vivían en la calle de la Magdalena, frontero de Francisco Daza, maestro de hacer coches. Enterróse en San Sebastián en orden de dos ducados. (Parroquia de San Sebastián, Libro de Difuntos de 1609 a 1630. En Pellicer, Madrid, 1797, p. 215). Andrea de Cervantes debió de morir casi repentinamente. Por eso, no testó. Se le administraron los Santos Sacramentos de la Extremaunción. Pero, quizá no pudiera profesar en la V.O.T. de San Francisco, como años más tarde, lo hizo su hermano Miguel. Llevaba cuatro meses como novicia de la V.O.T., pero había que atender, antes que a la profesión en esa Orden, a que recibiera el Santo Viático. 364 Andrea de Cervantes es caso típico de la mujer que arrostra de frente las luchas de la vida, procurando defender la debilidad de su sexo con las armas de la inteligencia y de la belleza. (Luis de Armiñán, 1957, p. 108). 13.2.- Magdalena de Cervantes Cortinas Dicho Sr. Alcalde mandó parecer ante sí a doña Magdalena de Sotomayor, beata, hermana de Miguel de Cervantes y, contestando ella a una de las preguntas, dijo que esta testigo posa con su hermano Miguel de Cervantes e doña Andrea de Cervantes. (Navarrete, 1819, p. 565). Nacida en Valladolid hacia el 22 de julio de 1552, estuvo siempre cerca de su madre, Leonor, y de su abuela materna, Elvira. Cuando, en 1553, Andrea se marchó, para Andalucía, acompañando a su padre y a su abuela paterna, quedaron en Arganda Elvira, Leonor y los restantes hijos. Magdalena con tan sólo un año, concentró las caricias y cuidados de todos. Cuando Luisa con 18 años ingresó en el convento, fue Magdalena, con tan sólo 12 años, el mayor consuelo de Leonor y de la abuela, Elvira de Cortinas. Los niños, Miguel y Rodrigo, ya mayores correteaban con sus amigos y llevaban con ellos al menor, Juan, de diez años. Sólo Magdalena acompañaba y ayudaba, como siempre, en las labores hogareñas a su madre y, ante todo, cuidaba cariñosamente a su anciana abuela. Reemplazaba, en todo, a su buena hermana Luisa. Quizá este enmadramiento le impidió emanciparse. La encontramos siempre al lado de los padres. Pero Magdalena tuvo también una vida ajetreada desde el punto de vista amoroso. Su educación, cultura, prestancia y forma de vestir y hablar encandiló a algunos nobles. Ya se ha resaltado que dominaba el oficio de modista y que tenía una hermosa letra caligráfica, cuando la mayoría de sus contemporáneas eran analfabetas. Pero este dominio de la lectura comprensiva y de la escritura caligráfica en una época de ignorantes, sobre todo entre las mujeres, supone un dominio de otras áreas del saber de entonces. Veamos su preparación humana a través de la documentación: 365 13.2.1.- Magdalena otorga poderes el 8 de junio de 1574 Yo doña Magdalena Pimentel de Sotomayor [...] doy e otorgo todo mi poder [...] a vos Hernando Díaz de Aguilear [...] para que [...] podáis recibir, haber e cobrar [...] del muy ilustre señor don Alonso Pacheco Portocarrero [...], quinientos ducados, que valen ciento e ochenta e siete mill y quinientos maravedís [...]. A ocho días del mes de junio de mill y quinientos e setenta e quatro años. (Protocolo de Juan Pérez de Yerroa, 897, sin foliar, pero hojas 130-131. En Astrana Marín, 1958, pp. 698-699). Ya conocemos a los hermanos extremeños Alonso y Pedro Pacheco Portocarrero. El doce de octubre de 1571, doña Andrea de Cervantes había otorgado poderes a tres procuradores para en un pleito que conmigo trata don Pedro Puertocarrero sobre ciertos maravedís e joyas [...]. Parece que Andrea había vendido ciertas joyas a este noble, estante en Corte. ¿Para quién se compraron estas joyas? Don Alonso se compromete a pagar la deuda, de su hermano Pedro, por las joyas compradas a doña Andrea. ¿Estas joyas pertenecerían a los regalos de Locatelo o a los del padre de Constanza, Nicolás de Ovando? El 8 de junio de 1574 aún no se había cumplido la obligación de los 500 ducados, por lo que doña Magdalena da poderes a Hernando de Aguilear, para recibir, haber e cobrar [...] del muy ilustre señor don Alonso Pacheco Portocarrero [...] quinientos ducados, que valen ciento e ochenta e siete mill y quinientos maravedís. Aquí encontramos un embrollo de poderes y obligaciones. Andrea le vendió joyas a Pedro Portocarrero; admitamos que el hermano mayor, Alonso Pacheco Portocarrero se obligue a pagárselas a Andrea. Pero, ¿qué pinta Magdalena en este negocio? El 12 de junio de 1574, a los cuatro días del poder anterior, vuelve a otorgar el mismo poder, acompañada por su padre: Nos, Rodrigo de Cervantes [...], y doña Magdalena Pimentel de Sotomayor, mi hija [...] damos todo nuestro poder [...] a Hernando Díaz de Aguilear [...] podáis recibir, haber e cobrar [...] del muy ilustre señor don Alonso Pacheco Portocarrero [...], quinientos ducados que valen ciento e ochenta e siete mill e quinientos maravedís. (Protocolo de Juan Pérez de Yerroa, 897, sin foliar, pero hojas 34 y ss. En Astrana Marín, 1958, pp., 700-701). 366 ¿Por qué? ¿Qué pasó para que Magdalena vuelva a otorgar poderes, a los cuatro días del poder anterior, para lo mismo y ante el mismo notario? Este lío de préstamos entre ‘las Cervantas’ y los Portocarreros, tiene aspectos de habilidad y travesura que acreditan malicia suficiente para sortear los difíciles tiempos que vivían. Así deducimos que las alhajas que Andrea entregaba valorándolas en 500 ducados, el que las recibía, como en depósito, era el que acordaba y reconocía la segura paga en los consabidos ducados. “Por la mucha obligación e cargos en que os soy”. Todos se manifiestan agradecidos. D. Alonso, el Mayorazgo, pues el otro hermano, el segundón D. Pedro, también en octubre de 1571, ante el escribano Juan García suscribió nuevos compromisos en dineros. Todo ello nos viene a demostrar como estas dos hermanas Andrea y Magdalena supieron vivir entre necios amadores, utilizando sus favores en términos que no dejan lugar a dudas o vacilaciones. Las cosas están aclaradas por escrituras fehacientes. El juego y rejuego entre mujeres y hombres entonces como ahora, siempre es el mismo. (Luis de Armiñán, 1957, p. 93). El juego y los escarceos judiciales y amorosos entre los Portocarreros y las Cervantes Cortinas viene ya del año 1571. En 1575, Alonso Portocarrero reconoce que el 27 de agosto de 1571 había firmado en Madrid una obligación de 500 ducados que valen 187.500 maravedís a favor de Andrea de Cervantes. Al no cumplirla, Andrea con fecha 12 de octubre de 1571, otorgó poderes a tres procuradores para en un pleito que conmigo trata don Pedro Puertocarrero sobre ciertos maravedís e joyas. 13.2.2.- La Obligación de Don Alonso Pacheco en 1575 Encontramos una serie de documentos pertenecientes al año 1575 en los que se suceden como un juego de reconocimiento, prórroga, anulación, petición de ejecución y otra vez anulación, de la Obligación que tiene don Alonso Pacheco Portocarrero: En Madrid, el 7 de mayo de 1575, Alonso Pacheco reconoce que tiene esta Obligación por una donación que le hizo y no cumplió: 367 Don Alonso Pacheco, vecino de la ciudad de Xerez cerca de Badajoz, estante al presente en esta corte, otorgo y conozco por esta presente carta, que me obligo a dar a vos la señora doña Magdalena Pimentel de Sotomayor, estante en esta corte [...] 500 ducados que valen 167.500 maravedíes, los cuales vos debo e son por razón de que yo os era deudor dellos por una donación que en vuestro favor hice e otorgué, por la cual os doné e mandé la cantidad por las razones e obligaciones que para ello tuve [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1575, folio 576. En Pérez Pastor, 1897, doc. 5. En Luis de Armiñán, 1957, pp. 168-169). El mismo día, 7 de mayo de 1575, doña Magdalena anula, ante el mismo notario, la obligación firmada por Alonso Pacheco: Doña Magdalena Pimentel de Sotomayor, hija legítima de Rodrigo de Cervantes y de doña Leonor de Cortinas, sus padres estantes en esta corte [...] dijo que [...] don Alonso Pacheco le hizo una donación de pagar 500 ducados para cuando heredase, por las razones contenidas en la escritura [...], a Felipe López, florentín, [retira] poder en causa propia para que los cobrase del dicho señor don Alonso [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1575, folio 477. En Pérez Pastor, 1897, doc. 6. En Luis Armiñán, 1957. pp. 170). El 1 de agosto de 1575, Magdalena le amplía el plazo a Alonso Pacheco hasta Navidad de 1580: En la villa de Madrid, a primero día del mes de agosto de mill e quinientos e setenta e cinco años […] paresció presente doña Magdalena […] sus padres estantes en esta corte […] e prorrogó el plazo contenido en la dicha obligación por de aquí a el día de navidad fin del año que verná de ochenta. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1575, fol. 245. En Pérez Pastor, 1897, doc. 7). Parece que don Alonso Portocarrero juega al escondite con las Cervantes Cortinas y con sus padres: ese mismo día 1 de agosto de 1575 en que doña Magdalena prorroga el plazo de la obligación a don Alonso, éste consigue que doña Andrea le prorrogue el plazo de otra obligación que tiene con ella. Pero lo consigue ante otro notario: 368 Yo, Don Alonso Pacheco Puertocarrero [...] debo a vos Doña Andrea de Çervantes [...] quinientos ducados [...] de precio de un collar de oro grande con sus perlas e piedras finas de rubíes y esmeraldas e diamantes e una cadena de oro grande e un “agnus dei” de oro [...]. (Protocolo de Juan López del Castillo, 1575, fol., 480. Pérez Pastor, 1902, doc., VIII). Se ve claro el juego del mayorazgo de los Portocarreros. Con Magdalena y sus padres se reúne en la notaría de Pedro de Salazar y consigue alargar el plazo de la obligación hasta la Navidad de 1580. A la otra hermana, Andrea, la cita en la notaría de Juan López del Castillo y aplazan la obligación hasta las navidades de 1577 y 1578. Hay una gran diferencia entre las dos Obligaciones que debe don Alonso Pacheco. La Obligación con doña Andrea es por joyas que le compró. La Obligación con doña Magdalena es por una promesa de donación. En la de doña Andrea vemos motivos económico-mercantiles. En la Obligación con doña Magdalena se traslucen motivos amorosos. Si profundizamos un poco en estos dos documentos del 1 de agosto de 1575, vemos en ellos un claro indicio de la inexistencia de comunicación, si no es enemistad, entre Andrea que vive en Madrid y Magdalena que vive en Arganda con sus padres. Son hermanas pero el deudor se reúne con ellas por separado y ante notarios distintos. El 28 de septiembre de 1575, Magdalena retira los cargos contra Alonso Pacheco: En la villa de Madrid a veinte e ocho días del mes de septiembre de mill e quinientos e setenta e cinco años […] pareció presente Rodrigo de Cervantes y doña Madalena Pimentel de Sotomayor, su hija, estantes en esta villa de Madrid […]. Él y la dicha doña Magdalena Pimentel pidieron execución ante Francisco de Yepes […] contra don Alonso Pacheco por contía de quinientos ducados […] y ahora se han concertado con el dicho don Alonso Pacheco de que les haga nueva obligación para les pagar los dichos quinientos ducados […]. Quedaron de apartarse de la dicha execución y darla por ninguna para no la proseguir y de pagar ellos de su parte la décima y costas […]. Fecha e otorgada esta carta en la dicha villa de Madrid a treinta días del mes de septiembre de mill e quinientos e setenta e cinco años. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1575, fol. 610. En Pérez Pastor, 1897, doc. 8). Alonso Pacheco juega con Magdalena y con su padre. Se ve claro que no piensa pagarle, pero Magdalena con la esperanza de que se case con ella, le concede cada vez 369 nuevas prórrogas. (Véase Pérez Pastor, I, 8). ¡Qué distancia humana entre Rodrigo de Cervantes Saavedra y su padre, el licenciado Juan de Cervantes! Éste, con un documento semejante, una obligación, venció, tras dura y tenaz lucha jurídica, a los duques del Infantado. El inválido zurujano fue incapaz de defender los derechos de su hija. Tampoco supo defender los suyos. El 30 de septiembre de 1575, Alonso Pacheco reconoce la Obligación: Cómo yo, don Aloso Pacheco, vecino de la ciudad de Xerez […] digo que me obligo de dar e pagar a la dicha señora doña Magdalena Pimentel […] los dichos quinientos ducados desde hoy día de la fecha desta carta en dos años primeros siguientes […] que fue fecha e otorgada en la villa de Madrid a treinta días del mes de setiembre de mill e quinientos y setenta y cinco años. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1575, fol. 621. En Perez Pastor, 1897, doc. 9). En todos los documentos se anota y resalta que tanto Magdalena como sus padres son estantes en esta villa de Madrid. ¿Vivían aún en Arganda? Don Alonso Pacheco cuando se enamoró de Magdalena estaba ya casado con doña Ángela de Arellano, hija del segundo Conde de Castellar, y a pesar de que quedó viudo en 10 de enero de 1576, no fue con doña Magdalena con quien contrajo nuevas nupcias, sino al año siguiente, en 1577, con cierta doña Mariana de Céspedes. (Emilio Cotarelo, Efemérides cervantinas. Citado por Luis de Armiñán en Las hermanas de Cervantes, 1957, p. 90). 13.2.3.- Juan Pérez de Arzega o Alcega Magdalena gozó todavía de una efímera y vana esperanza amorosa, esperanza que se trocó en amargo desengaño en el verano de 1581. En efecto, el 22 de agosto de este año firmaba un acuerdo con Juan Pérez de Arzega o Alcega, grafier o secretario de la reina difunta, Ana de Austria. Por cuanto yo, Juan Pérez de Arzega [...] os había dado palabra de casamiento [...] agora yo estoy convenido y concertado con vos, la dicha doña Magdalena de que me 370 habéis de dar por libre de la dicha vuestra pretensión [...] vos haya de dar e dé trezientos ducados pagados los ciento al contado y los doscientos en término de un año [...]. (Protocolo de Baltasar de Jos, 1581, folio 415). (Pérez Pastor, 1902, doc. XXIII). 13.2.4.- Curaduría de Isabel de Saavedra Se ha visto anteriormente el heroísmo fraternal de Andrea que vende la casa que le regaló Locatelo para poder rescatar a sus hermanos. No pudo hacer lo mismo Magdalena, era pobre, pero hizo todo lo que pudo: El 9 de agosto de 1599, Bartolomé Torres obtiene la Curaduría de Isabel de Saavedra, hija de Alonso Rodríguez y Ana Franca. (Protocolo de Martín de Urraca, 1599. En Pérez Pastor, 1897, doc. 36). Bartolomé Torres está haciendo un favor a Cervantes cuya mujer, Catalina, no le permite ser curador de su hija, Isabel. Sus hermanas, –soltera una, y viuda la otra-, tampoco pueden ser curadoras. Pero, hay un subterfugio: Bartolomé, nombrado legalmente curador, pondrá a Isabel de Saavedra, su protegida, al servicio de Magdalena, la hermana de Miguel. 13.2.5.- Isabel de Saavedra al servicio de su tía Magdalena En la villa de Madrid a onze días del mes de agosto de mill e quinientos e noventa e nueve años [....] paresció presente Bartolomé de Torres [...] dixo que ponía e puso a servicio a la dicha Isabel de Saavedra [...] con doña Magdalena de Sotomayor, hija del licenciado Cervantes de Saavedra, su padre, difunto [...]; doña Magdalena le ha de enseñar a hazer labor y a coser e darla de comer e beber e cama e camisa labada e hazella buen tratamiento [...]. (Protocolo de Martín de Urraca, 1599. En Pérez Pastor, 1897, doc. 37). ¡Qué buen programa educativo y formativo! ¡Qué lástima que no lo utilizara con sus hijos la esposa del licenciado Juan de Cervantes, Leonor Fernández de Torreblanca! Ésta trató a sus hijos con la despreocupación que sus padres habían tenido hacia ella. 371 Así consiguió unos hijos tramposos y perdedores: tramposos porque la imitaron a ella y a los padres de ella; perdedores porque no les había dado la preparación jurídica y profesional que tenía su esposo, triunfador sobre el IV duque del Infantado y sobre toda la familia de los Mendoza. Rodrigo perdió en todas las trampas que hizo: en Valladolid, 1552; en Sevilla, 1565. En todas fue perdedor y, en consecuencia, embargado. En este documento se despeja una incógnita: ¿de dónde tomó Cervantes el apellido Saavedra? Lo había utilizado su padre. En el documento, Martín de Urraca llama al padre de Magdalena: licenciado Cervantes de Saavedra. 13.2.6.- Magdalena en Valladolid, en 1605 Sucedió pues el día 27 de junio del año de 1605, habiendo cenado D. Gaspar con el Marqués de Falces, se vistió de ronda […]. Salió de casa del marqués a eso de las diez […]. Le salió un hombre armado […]. Se dieron de cuchilladas. Viéndose éste herido de muerte empezó a dar vozes pidiendo favor y ayuda: Pasaba esto inmediato a las casas nuevas de junto al Rastro, en una de las cuales vivían Miguel de Cervantes y Dª Luisa de Montoya, viuda de Don Esteban de Garibay y Zamalloa, cronista y aposentador de S.M. […]. Llamó a su vecino Miguel de Cervantes. Ayudaron al vecino a subir al quarto de Dª Luisa […]. Llamaron a un cirujano para que le tomase la sangre y le curase […]. Empeorósele la herida y el día de S. Pedro, 29 de junio, espiró a eso de las seis de la mañana […]. La casa donde vivía Miguel de Cervantes […], constaba de cinco habitaciones, quartos o aposentos, como se decía entonces, además de una taberna. (Pellicer, 1797, pp. 118-124). Ya estaban acostados los Cervantes, en la casa alquilada, de Juan de las Navas, a orillas del Esgueva, en Valladolid. En la noche del 27 de junio de 1605, a las 23 horas, acuchillaron mortalmente, en la calle, a don Gaspar de Ezpeleta. Lo subieron a casa de doña Luisa de Garibay en donde murió a las pocas horas. En el testamento dejaba un vestido de seda para doña Magdalena, porque Magdalena de Cervantes se constituyó en enfermera del herido no separándose de su lado en el día y medio que aún vivió, hasta las seis de la mañana del 29 [...]. La 372 dádiva sólo tenía por causa el agradecimiento del herido a la buena mujer que lo había atendido [...]. (Armiñán, 1957, p. 184. En Blasco Pascual, 2005, pp. 139-143) La actuación de Andrea con Locatelo en 1568 se repite en la que tuvo su hermana Magdalena con don Gaspar de Ezpeleta. Las dos reaccionan de la misma forma ante el sufrimiento y la desgracia de los demás, porque las dos y todos sus hermanos fueron educados para ello por sus madre y abuelos maternos. Ésta fue la actitud de Miguel en los baños de Argel, según declaraciones de los testigos. Esta forma de tratar a los desvalidos honra a Leonor de Cortinas y a Elvira, que así los educaron. 13.2.7.- Testamento de Magdalena de Cervantes In Dey nomine amen. Sepan quántos […] cómo yo, doña Madalena de Sotomayor, natural de la ciudad de Valladolid, hija de Rodrigo de Cervantes e de Doña Leonor de Cortinas, mis padres difuntos, residente en esta corte [...]. Item declaro que don Fernando de Ludeña me debe trecientos ducados prestados siendo mozo soltero, y después de casado con doña Ana María de Hurbina, su muger [...] mando a doña Costanza de Figueroa, mi sobrina, hija de Doña Andrea de Cervantes, mi hermana difunta, la parte de hacienda de tres herederos que somos a la hacienda de Rodrigo de Cervantes, mi hermano, que le mataron en Flandes, en la jornada de dos de jullio del año de seyscientos y uno [...] dejo por mis testamentarios a la dicha Doña Costanza de Figueroa y al dicho Miguel de Cervantes, mi hermano [...] otorgado en la villa de Madrid a honze días del mes de Otubre de mil e seyscientos e diez años [...]. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, folio 263. En Pérez Pastor, 1902, LXXXIV). La parte de hacienda de tres herederos que somos a la hacienda de Rodrigo de Cervantes, mi hermano, que le mataron en Flandes, en la jornada de dos de jullio del año de seyscientos y uno. Sabemos que a 11 de octubre de 1610, viven tres hermanos del alférez Rodrigo de Cervantes. Son Miguel, Magdalena y Luisa. Magdalena no se olvida, como en 1585 su padre, de que tiene otra hermana, Luisa de Cervantes o Luisa de Belén, que había ingresado en el Carmen descalzo de Alcalá de Henares. ¿Qué pasó con su hermano Juan de Cervantes, nombrado en el testamento de su padre? ¿Se olvidó 373 de él? Tampoco recordaba la fecha exacta de la muerte de su hermano Rodrigo. Había muerto en la batalla de las Dunas, el dos de julio, no de 1601, sino de 1600. Por el testamento nos enteramos, también, de sus amoríos juveniles con Fernando de Lodeña, al que había prestado trescientos ducados nunca recuperados. ¿Cuándo se los prestó? Magdalena tiene otra sobrina. ¿Por qué no dejó, como coheredera suya, a la hija de Miguel, Isabel de Saavedra? En 1610, las relaciones de Miguel y su hermana Magdalena con Isabel de Saavedra estaban totalmente rotas. En los primeros meses de 1610 había muerto Isabel Sanz la hija de Isabel de Saavedra y Juan de Urbina. Tanto Isabel como su marido, Luis de Molina, entablaron sendos pleitos con Juan de Urbina. En medio de esos pleitos estaba el ya anciano Miguel de Cervantes, que vio cómo perseguían a su amigo Juan de Urbina. Esta puede ser la causa por la que Miguel cede a Constanza de Figueroa todos los derechos que le correspondan por la muerte de su hermano Rodrigo. Esta cesión la hace el mismo día y con los mismos testigos y notario que firmaron el testamento de Magdalena. Por Pérez Pastor (1902, doc. LXXXV) sabemos que el alférez (sic) Miguel de Cerbantes, hijo de Rodrigo de Cervantes y de doña Leonor de Cortinas, el mismo día 11 de octubre de 1610, ante el mismo escribano, Jerónimo López, y con los mismos testigos que tuvo su hermana, doña Magdalena, cede a Doña Costança de Figueroa, mi sobrina, hija de doña María (sic) de Çervantes, mi hermana todo lo que le tocare de su hermano Rodrigo. Le mataron en servicio de Su Majestad en la jornada de “Las Dunas” en el año pasado de Seyscientos y uno en los Estados de Flandes [...]. Que fue fecha e otorgada en la villa de Madrid a honze días del mes de Otubre de mill y seyscientos y diez años. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, fol. 270). El estado emocional de Miguel quizá sea la causa de sus equivocaciones: confunde la fecha de la muerte de su hermano Rodrigo y se olvida del nombre de su hermana Andrea. Estaba perturbado por la emoción. Se ve abandonado y desconsolado. Se queda solo y desamparado frente al odio de su hija y a la indiferencia de su mujer. No puede entregarse y abandonarse en el amor fraternal de sus hermanas; ¡ya no las tiene junto a sí! Es verdad que le queda su amiga de infancia, su hermana Luisa de Cervantes, pero está lejos. ¡En Alcalá y en clausura! Sólo puede contar con Constanza, su sobrina. En su hija, Isabel, y en su mujer, Catalina, nunca encontró cariño, ni amor, ni refugio, ni consuelo. En Isabel, odio; en Catalina, indiferencia. ¡Cuántas equivocaciones hay en esta pequeña parte del documento! Veámoslas: 374 1ª. Afirma: el alférez Miguel de Cervantes. Sólo fue soldado aventajado. 2ª. Costanza de Figueroa, mi sobrina, hija de Doña María de Cervantes, mi hermana. La madre de Constanza, y hermana de Miguel, se llamaba Andrea, no María. 3ª. Le mataron [...] en la jornada de las Dunas en el año pasado de Seyscientos y uno. El alférez Rodrigo de Cervantes murió el 2 de julio de 1600. Miguel de Cervantes Saavedra en octubre de 1610, cuando está en plenitud de facultades y le falta por editar la mayor y mejor parte de sus obras, se equivoca en muy poco tiempo y en tres afirmaciones. ¡Está sometido a una insoportable tensión sicológica! Esto nos permite dudar de algunas afirmaciones de Miguel y de sus familiares que contradicen la realidad que se refleja en la mayoría de los documentos. La vida del mismo Cervantes nos ofrece repetidos ejemplos […]. Cuando en 31 de julio de 1579 entregaron su madre y hermana los 300 ducados […] dijeron que tenía 33 años […], no había cumplido aún 32. En la partida de rescate […] a 19 de setiembre de 1580 […] que era de 31 años, estando próximo a cumplir los 33. En el Memorial […] en mayo de 1590, dijo él que servía a S.M. 22 años hacía, y consta que en octubre de 1568 todavía estaba sin acomodo en Madrid […]. En la causa de Valladolid, declaró en 27 de junio de 1605, que era de más de 50 años de edad, cuando ya tenía 57 y ½ cumplidos. (Navarrete, 1819, p. 575). Lo primero básico y determinante que ya hay que manifestar con toda firmeza, es que esa partida de bautismo de Miguel de Carbantes, pertenece al año 1547 y por tanto es del todo incompatible con las afirmaciones existentes sobre la edad de Miguel de Cervantes Saavedra que llevan al 1549 y no al 1547. Varias de esas afirmaciones son del propio protagonista Miguel de Cervantes Saavedra, otra de su supuesto padre y otras dos de sus “alter ego” literarios [...]. “Mi edad no está ya para burlarse de la otra vida que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano”. Su edad máxima en ese momento sería 64 años y por tanto habría nacido en el 1549. Documentos de Rescate de Argel de 1580. Declara ante Notario y ante su redentor Fray Juan Gil tener 31 años (Nacimiento asimismo en el 1549). Declaración efectuada en 1580 para evitar una Condena de prisión [...]. En ella, el supuesto padre de Miguel, declara que Miguel tenía 31 años (ello lleva al año 1549) y el propio Miguel declara 32 años (lo que lleva al 1548 o al 1549 dependiendo del mes en que hubiera nacido). (César Brandariz, 1999, pp. 18-19). 375 Si Cervantes se equivocó en 1610 sobre su graduación militar, si se equivocó en el nombre de su hermana mayor, si se equivocó en la fecha de la muerte heroica de su “hermano del alma”, Rodrigo, no podemos darle tanta importancia a lo que declara en 1580 en los “Documentos de Rescate de Argel”. También pudo equivocarse; estaba sometido a una fuerte emoción, causada por la alegría de la libertad. Pero, Brandariz, da un paso más. Admite que la mentira no estaba ausente ni en Leonor ni en Miguel: Sabemos que tanto Leonor de Cortinas, en varias ocasiones, como Miguel de Cervantes Saavedra, al menos en una, mienten en algún momento sobre sus circunstancias familiares. También sabemos que Isabel de Saavedra miente también en 28 de agosto de 1608 al declararse hija legítima de Miguel de Cervantes Saavedra. (Brandariz, 1999, p. 34). 13.2.8.- Codicilo de Magdalena de Cervantes Preocupada Magdalena por los gastos que ocasionaría a su hermano y a su sobrina Constanza, único consuelo y apoyo para ella y para Miguel, llamó al notario para dictarle un codicilo: En la villa de Madrid a catorce días del mes de Otubre de mil y seyscientos e diez años [...] paresció Doña Madalena de Sotomayor [...] dixo [...] que su cuerpo sea sepultado en el monasterio de Señor Sant Francisco desta villa en la parte que pareciere al dicho Miguel de Cervantes [...]. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, folio 277. En Pérez Pastor, 1902, doc., LXXXVI). Magdalena firma sus dos documentos. Miguel firma el suyo. Vemos aquí la pulcritud de trato, respeto, deferencia y confianza con que se desarrolló la vida de los hijos de Leonor de Cortinas. Esto no lo aprendieron ni de su padre, ni de su abuela paterna. Esto lo mamaron en Arganda, al lado de la abuela Elvira y de la madre Leonor. Magdalena, hermana de la V.O.T., pide ser enterrada en San Francisco. Podemos suponer que no conocía la existencia de la Capilla de los Cortinas en el monasterio de San Francisco de Madrid; en donde descansaba Francisco de Cortinas, muerto en 1534: 376 Francisco de Cortinas, clérigo, natural de Arganda […], estando enfermo en la Cama [...], mi cuerpo sea sepultado dentro del monasterio de Señor San Francisco en el Coro del dicho monasterio o en la Capilla que dizen de los Cortinas. (Archivo de Protocolos de Madrid, núm. 55, folios 1040-43). 13.2.9.- Muerte de Magdalena de Cervantes En 28 de henero de 1611 años murió doña Magdalena de Jesús, hermana de Cervantes. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Francisco López. No testó. Era natural de aquí. Era pobre […], la hicieron enterrar los hermanos tercerones de San Francisco en 12 reales. (Archivo de la Iglesia parroquial de San Sebastián. Libro de Difuntos de 1609, fol. 99). Esta partida de defunción de Magdalena de Cervantes nos regala varias informaciones: 1).- Miguel de Cervantes Saavedra era un personaje muy conocido en la villa y Corte. Se le conoce, en enero de 1611, por “Cervantes”, a secas, en todos los círculos sociales de la Corte. Que lo era en los literarios, ya lo sabíamos desde 1587: Este romance es del estilo de cuatro o cinco que solos lo podrán hacer: que podrá ser de Liñán, y no está aquí; y de Cervantes, y no está aquí; pues mío no es, puede ser de Vivar o de Lope de Vega [...]. (Astrana, 1952, p. 189). 2).- Magdalena de Cervantes no sólo mantiene el “Magdalena de Pimentel y Sotomayor”, sino que, aparece ahora como “Magdalena de Jesús”. 3).- A Magdalena de Cervantes, o Magdalena de Jesús, la consideran, sus parientes, como natural de aquí, de la villa de Madrid. Pero ella en su testamento ante Jerónimo López el 11 de octubre de 1610, se reconoce natural de Valladolid: Yo, doña Madalena de Sotomayor, natural de la ciudad de Valladolid [...] hija de Rodrigo de Cervantes e de Doña Leonor de Cortinas, mis padres. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, fol. 263). 377 4).- Que era pobre lo confiesa ella misma en el testamento del 11 de octubre y en el codicilo que dictó a los tres días, el 14 de octubre de 1610: Declaro no dexo bienes para me poder enterrar […]. E no dexo herederos de mi hacienda […] por no tener bienes ningunos ni quedar de mi cosa que valga nada. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, fol. 263. En Pérez Pastor, 1902, doc. LXXXIV). 13.3.- Luisa de Cervantes o Luisa de Belén Luisa Cervantes, quizá animada por Elvira, ingresa en las carmelitas descalzas de Alcalá el 11 de febrero de 1565. Como Magdalena, su hermana menor, cambió su apellido. En adelante se llamará Luisa de Belén. Como sus hermanas, también ella obnubiló a un Novio, más que Noble, Divino. Este Novio no le compró la palabra de matrimonio, ni la engañó con falsas promesas y obligaciones. La llevó al altar para serle eternamente fiel. Sabemos muy poco sobre su vida, y lo que sabemos ya quedó comentado en páginas anteriores. Después de desposarse con ella y destinarla, en repetidas ocasiones, según Portilla, a cargos de máxima responsabilidad, la llevó consigo para siempre, hacia el año 1620. 13.4.- Constanza de Figueroa o Constanza de Ovando La formación y prestancia y saber estar que, como se dijo, habían recibido las hermanas Cervantes Cortinas se la transmitieron a la hija de Andrea, Constanza de Figueroa o Constanza de Ovando. Gracias a esta formación humana y profesional que doña Constanza adquirió con su abuela Leonor y con las hijas de ésta, Andrea y Magdalena, trabajaría, como aprendiz, en el taller de alta costura de su madre y de su tía, para luego heredarlas. ¿Qué hubiera sido de ellas si les faltara el calor de Arganda? ¿Qué podían aprender de 378 Leonor Fernández de Torreblanca, maestra de la trampa y el derroche? Don Quijote invoca a “Urganda, la Desconocida” [¿Arganda?] en sus momentos difíciles. Constanza, como su madre y tía, también supo enamorar a otro noble que, igualmente, le compró, pero no le pagó, la palabra de matrimonio. Veamos alguno de los documentos que, desafiando el tiempo, llegaron hasta nosotros, para informarnos de la belleza, hermosura, prestancia, prudencia y demás cualidades que hacen atractiva a una joven, pobre en bienes materiales, pero desbordante de cualidades morales. 13.4.1.- Pedro de Lanuza y Perellós firma y renueva obligación El 5 de julio de 1595, don Pedro de Lanuza y Perellós se compromete a pagar 1400 ducados en 7 años a doña Constanza de Figueroa. Don Pedro era hermano del Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza, ajusticiado en 1592. A principios de 1595, comienza a recuperar su hacienda y no puede seguir en sus relaciones amorosas con Constanza. Le compra la palabra de matrimonio que le había dado. 150 [...] cómo yo, don Pedro de Lanuza y Perellós [...] otorgo e conozco a doña Costanza de Figueroa, hija de Nyculás de Ovando, difunto [...], para que por mí [...] pueda demandar, recibir e cobrar [...] mill e cuatrocientos ducados [...] e los ha de haber e cobrar en siete años [...] que fue otorgada esta carta en esta dicha villa de Madrid [...] a tres días del mes de diciembre de mill e quinientos e noventa e seys años [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, rotulado, 1601. En Pérez Pastor, 1897, doc., 31). En la villa de Madrid, a ocho días del mes de diciembre de mill y quinientos e noventa y seis años [...] doña Constanza de Figueroa […], hija de Nicolàs de Ovando, difunto, y de doña Andrea de Cerbantes [...] dio por libre al dicho señor don Pedro de Lanuza de todo y cualquier derecho que contra él tenga aunque fuese y ser pueda pretensión de casamiento. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1601. En Pérez Pastor, 1897, doc., 32). 150 ARCHIVO PROTOCOLOS DE MADRID, nº. 934, Escribano Pedro de Salazar. 379 Para ganar tiempo y sin intención alguna de cumplirlo, D. Pedro otorgó, este mismo 8 de diciembre de 1596, un poder para que si él falleciera, doña Constanza pudiera cobrar, de una sola vez, los 1400 ducados: En la villa de Madrid, a ocho días del mes de diciembre de mill e quinientos e noventa e seys años [...] don Pedro de Lanuza, comendador de Mora [...] dixo que [...] doña Costanza de Figueroa [...] pueda [...] cobrar los dichos mill e cuatrocientos ducados [...]. (Protocolo de Pedro de Salazar, 1601. En Pérez Pastor, 1897, doc. 33). D. Pedro de Lanuza, recobró su hacienda, confiscada desde 1592. En 1600 se casó con doña Luisa de Silva y Portocarrero, dama de la Reina doña Margarita y parienta del duque de Híjar. En 1611 fue nombrado Conde de Plasencia. (Astrana Marín, 1953, pp. 158-161). La educación, la imagen personal, el saber estar en cada momento, la atracción noble, dulce y culta que irradiaba de la nieta de Leonor, la había adquirido, Constanza de Ovando, mirándose en su abuela, en su madre Andrea y en su tía Magdalena. Como su madre y su tía venció la pobreza de su situación social con la riqueza de su educación y formación; pero, también como ellas, voló muy alto en las pretensiones amorosas, obnubiló a un personaje importante de la sociedad de la época, confió en su palabra y fue traicionada, como lo habían sido antes su madre y su tía. Era hermosa, encantadora y atractiva, como “Constancica”, La Ilustre Fregona, pero tenía un defecto: era pobre, por culpa de un despilfarrador, deficiente, inepto y engreído. Por culpa de su abuelo materno, el zurujano Rodrigo de Cervantes Saavedra, no quedaba nada de la inmensa fortuna acarreada y lograda por los Cortinas de Arganda desde la Edad Media. También tuvo mucha culpa su abuela, la argandeña Leonor de Cortinas, quizá aturdida y abrumada por las leyes machistas del Siglo de Oro. 13.4.2.- Muerte y entierro de Constanza de Ovando Su bondadosa sobrina doña Constanza de Ovando, que vivía últimamente en la calle del Amor de Dios, bajaba a la tumba, sin darle tiempo para testar [...], el 22 de septiembre de 1624. (Astrana Marín, 1958, p. 517). 380 En efecto, el 22 de septiembre de 1624 es Constanza de Ovando, la buena, la silenciosa, quien se despide, en la calle del Amor de Dios. Cuando se aproxima la hora fatal, allí, al pie de su cama, está Luis de Molina, el marido de su prima Isabel. Constanza debió de morir, casi de muerte repentina. Como le sucedió a su madre, Andrea de Cervantes, no tuvo tiempo ni de testar. El escribano Luis de Molina, su primo, no puede escribir su testamento, tal era la gravedad de su estado de inconsciencia. Sólo puede acompañarla, ayudarla, cuidarla y recibir sus últimos suspiros. Asiste a Constanza, a escondidas de Isabel de Cervantes. Ésta se olvida de visitar a su prima hermana, pero no de heredarla. Molina, primo político, se encarga generosamente del entierro. Constanza recibe en sus funerales el cariño y el aprecio que casi nunca recibió en la vida. Luis de Molina la enterró en una de las mejores sepulturas de la Iglesia. Doña Constanza de Obando, soltera, murió en la calle del Amor de Dios en veinte y dos de septiembre de 1624 años. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Corbalán. No testó. Enterróla Luis de Molina, Secretario de Carlo Strata. De fábrica doce D[ucados]. (Archivo parroquial de la iglesia de San Sebastián de Madrid, Libro 6º de difuntos, de 1624 a 1628, fol. 4. En Astrana Marín, 1958, p. 517. En Pellicer, 1797, p. 215). Nadie en la familia Cervantes Cortinas había sido enterrado en una sepultura de doce ducados. El paradigma eran tres ducados: así fue enterrada Beatriz de Cortinas en 1506, en la iglesia de San Juan de Arganda; así enterraron al “Alcayde de Maqueda”, bisabuelo de Cervantes, en 1520, también en la iglesia de Arganda; así se enterró Leonor de Cortinas, la madre de Cervantes, en San Martín de Madrid, en 1593. Y, así, estoy seguro, enterró Leonor a su madre, Elvira de Cortinas, en 1566, en la Iglesia de San Juan de Arganda. Para buscar la fecha del entierro de Elvira de Cortinas, hay que buscar no el nombre del difunto, sino el día de 1566 en que alguien se enterró en una sepultura de tres ducados. Si en todo el año de 1566, aparece una sepultura de tres ducados, esa es la sepultura de Elvira de Cortinas, la abuela de de Cervantes. 381 14. ISABEL DE CERVANTES SAAVEDRA, HIJA DE MIGUEL La primera noticia que se tuvo pocos años ha de la existencia de doña Isabel de Saavedra, hija natural de Cervantes, resultó de la causa formada en Valladolid. En ella doña Magdalena de Sotomayor dijo en segunda declaración: que posaba con Miguel de Cervantes e doña Andrea su hermana, y que allí están las dichas doña Isabel, que es hija natural del dicho su hermano, y doña Constanza. La misma doña Isabel en su confesión hecha a 30 de junio de 1605, dijo que se llamaba doña Isabel de Saavedra, hija de Miguel de Cervantes, y es doncella, y de edad de veinte años. (Fernández Navarrete, 1819, p 253). Cree Astrana Marín, fundándose en esta declaración de Isabel, que debió de nacer en 1584, hacia el 19 de noviembre festividad de Santa Isabel de Hungría. Cervantes durante su residencia en Portugal se apasionó y fue correspondido de alguna dama portuguesa, de cuyo trato resultó esta hija, llamándola Isabel […], a causa de contar a Santa Isabel en el catálogo de sus reinas […]. Esto parece más verosímil que haber sido fruto de otros amores con alguna mora en Argel, como se ha sospechado por los [amores] que [Cervantes] refiere del Cautivo con Zoraida […], o de Zara con don Lope. (Fernández Navarrete, 1819, p. 253) No. Estos amores cervantinos que supone Navarrete en Portugal y que otros cervantistas sitúan en Argel, son demasiado románticos. Cervantes engendró a Isabel en la hija analfabeta de un honrado barquillero, también analfabeto, pero trabajador. 382 El 9 de agosto de 1599, ante el alcalde de Madrid, don Francisco Arias, […] paresció Isabel de Saavedra por sí y Ana Franca, su hermana, hijos que quedaron de Alonso Rodríguez e Ana Franca, su mujer, difuntos, e dixo que, por cuanto ella y la dicha su hermana son mayores de doçe años e menores de veinte y cinco, tienen necesidad de que se les cobre sus bienes e hacienda […] 151 . Observemos que son hermanas, y una se apellida Saavedra y la otra Franca. ¿Qué valor documental tienen los apellidos en esta época? Ana de Villafranca, la madre de Isabel era hija de Juan de Villafranca y de Luisa de Roxas, que tenían otros dos hijos. Ana había entrado al servicio de una parienta, Damiana de Alfaro, casada con el alguacil de casa y corte Martín de Múxica, quien entrará, por derecho propio, en la Historia de España: Múxica vigilaba como alguacil al secretario de Felipe II, Antonio Pérez, y no impidió que huyera de la cárcel, el miércoles santo, 19 de abril de 1590. Damiana de Alfaro y su marido tenían a Ana, más como familiar que como criada. Damiana le dejó en su testamento 100 ducados, para dote de matrimonio, prohibiendo que siguiera como criada de su marido. Los padres de Ana, enterados de los cien ducados de la dote, acordaron casarla con un tratante asturiano, analfabeto pero honrado, Alonso Rodríguez. Éste no era del gusto de Ana, pero agradaba a sus padres. El 3 de agosto de 1580, Alonso Rodríguez otorgaba carta de dote de los cien ducados a su mujer Ana de Villafranca. Se acababa de formar la nueva familia en la que nacería, cuatro años más tarde, la hija de Miguel de Cervantes. El padre putativo de Isabel, Alonso Rodríguez, emigrante asturiano, es honrado, trabajador y experto tratante en mercados, ferias, lanas, vinos y tabernas. Hacia 1585, Alonso Rodríguez abrió una taberna en la calle de “Tudescos”, en el centro de Madrid. Un documento otorgado ante Diego de Henao, abuelo de Calderón de la Barca, el 7 de enero de 1586, los llama taberneros de Corte y declaran, en él, no saber leer ni firmar 152 . En esa taberna de Tudescos pasaría las horas muertas don Miguel, cuando visitaba a su madre, Leonor de Cortinas, y a sus hermanas. En la taberna, a escondidas del marido, enamoró a Ana Villafranca y vió crecer, desde 1584, a 151 CRISTÓBAL PÉREZ PASTOR: Documentos cervantinos hasta ahora inéditos, Establecimientos tipográficos de Fortanet, Madrid, 1897, doc. 36. 152 ARCHIVO DE PROTOCOLOS DE MADRID, Diego de Henao, núm. 584, año 1586, fol. 702. 383 su secreta hija, Isabel. Alonso Rodríguez, padre putativo de Isabel de Saavedra, murió en 1587. (Barros Campos, “Guerra entre los Cervantes”, 2008, pp. 93-126). Este día [23 de octubre de 1587] senterró Alonso Rodríguez. Pagaron de la sepultura treinta y tres reales. Recibió los Santos Sacramentos. No hiço testamento. (Libro de sepelios, parroquia de San Martín de Madrid, años 1586 a 1596, fol. 11). Diez años más tarde, Ana de Villafranca salía, impaciente, en su búsqueda: Martes 12 de dicho [mes de mayo de 1598] murió Ana de Villafranca, muger de Alonso Rodríguez, difunto. UCCCCLXX. (Libro de los derechos de sacristía de la parroquia de San Martín de Madrid, años de 1598 a 31 de diciembre de 1602, fol. 18). Dejaban dos niñas huérfanas, Isabel y Ana. Cuidó de ellas la abuela materna, Luisa de Roxas. Un tío de Isabel, hijo de Luisa de Roxas, Juan de Villafranca había pedido, el 28 de junio de 1591, información al alcalde de casa y corte para ingresar en los Mercedarios. Alegaba que era hijo de Juan de Villafranca y de Luisa de Roxas, su muger y que era de edad de diez y seis años. Fue compañero de Tirso de Molina en el convento de Santa Catalina de Toledo. Mantuvo relaciones amistosas con su sobrina Isabel de Saavedra y con su marido. Debió de morir antes de septiembre de 1652. Muertos sus padres, Isabel pidió, el 9 de agosto de 1599, al alcalde Francisco Arias Maldonado que les nombrara como curador para ella y para su hermana a Bartolomé de Torres. Éste aceptó la curaduría. Las niñas querían que su curador exigiese cuentas al albacea de sus padres. (Astrana Marín, 1953, pp. 350-351). A los dos días, Isabel de Saavedra pasaba al servicio de Magdalena Cervantes: En la villa de Madrid a onze días del mes de agosto de mill e quinientos e noventa y nueve años […], Bartolomé de Torres […] dixo que ponía e puso a servicio a la dicha Isabel de Saavedra […] con doña Magdalena de Sotomayor, hija del licenciado Cervantes de Saavedra […]. (Protocolo de Martín de Urraca, 1599). Miguel de Cervantes, gracias a Bartolomé de Torres, confiaba la educación de Isabel a su hermana o, mejor dicho, a sus hermanas, ya que vivían en la misma casa. Pero, ¡ya era tarde! Isabel ya tenía 15 años. ¡Era difícil su reeducación! ¡Hay que poner rodrigones a los arbolitos desde que empiezan a crecer! ¡Así pasa con los humanos! 384 Isabel de Saavedra aprenderá el oficio de las “Cervantes”. Será, así lo desean, modista de alta costura como su prima Constanza y sus tías Andrea y Magdalena. Las educadoras de Constanza de Ovando tratarán de formar y enseñar a Isabel de Saavedra. ¡Qué distintas salieron! Isabel se dedicó a otra profesión más lucrativa que la de modista, y, en verdad, que tuvo suerte. ¡Mucha suerte! Doña Isabel de Saavedra que vive aparte con sus tías y prima doña Constanza de Ovando, se halla en relaciones amorosas, seguidas pronto de casamiento, probablemente a finales del año [1606] con un Diego o don Diego Sanz del Águila […]. Lo positivo es que a fines de 1606 don Diego […] y doña Isabel de Saavedra moran en Madrid. (Astrana Marín, 1956, pp. 187-188). No tenemos documentación de la existencia y realización de este matrimonio, ni siquiera de si existió este Diego Sanz del Águila. ¿Es una invención de Isabel? Lo más probable. No se conservan ni partida de matrimonio ni de defunción. El real o supuesto matrimonio con Diego le sirve a Isabel para justificar el nacimiento de una niña, fruto de sus amores adúlteros con un hombre casado, pero adinerado: Juan de Urbina. 14.1.- Juan de Urbina Algunos lo confunden con Juan de Urbina y de Cortinas, nieto del pintor Diego de Urbina y hermano de Francisco de Urbina, autor del “Epitafio” que aparece en los preliminares del Persiles: “Caminante; el peregrino / Cervantes aquí se encierra; / Su cuerpo cubre la tierra / […]”. El Juan de Urbina, amante de Isabel de Saavedra, no tiene ninguna relación con la familia de Diego de Urbina y Magdalena de Cortinas, prima de Leonor de Cortinas. Nuestro Juan de Urbina nació en Miranda de Ebro, hacia 1561, dentro del matrimonio de Alonso Martínez de Soto e Isabel de Urbina. Pasó gran parte de su juventud en Nápoles y en Milán, en donde fue secretario de diversos personajes. Finalmente consiguió la secretaría, primero del duque de Saboya, Carlos Emmanuel; y luego de sus hijos, sobre todo del príncipe Filiberto, gran Prior de la Orden de San Juan. Se casó en Italia con Margarita Mérula, de la que tuvo una hija, 385 Constanza de Urbina. Algún documento le llama secretario del rey. Su hija Constanza se casó dos veces y le dio ocho nietos, sus únicos herederos. Urbina, en 1602, tiene que abandonar Italia para acompañar a los tres príncipes de Saboya que vienen a España. Antes de salir dejó su testamento cerrado y sellado, en Novara, el 22 de octubre de 1602. No volverá a pisar suelo italiano. El domingo, 17 de agosto de 1603, entraba, con los príncipes en Valladolid. Éstos traían en su séquito a muchos criados que no agradaron al duque de Lerma, por lo que se ordenó que volvieran a Italia. Mandaba el duque de Lerma, no el rey Felipe III. En 1605 se extiende por Valladolid una epidemia que llevó al sepulcro, el 9 de febrero, al príncipe Felipe Manuel de Saboya. La Corte decide volver a Madrid. Pero el embarazo de la Reina y el nacimiento del príncipe, futuro Felipe IV, el viernes santo, 8 de abril, obligan a postergar el regreso a Madrid para 1606. El martes, 25 de marzo de 1606, salen de Valladolid hacia Madrid los príncipes de Saboya. Los acompaña Juan de Urbina con su mujer Margarita Mérula y los seis nietos que su hija tuvo del primer matrimonio. La presencia de los hijos del duque de Saboya desagradaba al de Lerma; el rey ordena su vuelta a Turín. Sólo se quedará en España, el secretario de los príncipes, para atender a sus negocios, sobre todo a los asuntos del príncipe Filiberto, Gran Prior de la Orden de San Juan. Juan de Urbina se quedó como único secretario de los príncipes. Tienen que salir, incluso su mujer Margarita y sus seis nietos. El seis de julio de este 1606, escribe desolado Juan de Urbina: Vanse estos ánxeles y déxanme solísimo, sin haber aprovechado con el Duque, mi señor, las lágrimas de mi mujer y seis nietos. (Pérez Pastor, 1902, p. 433. En Astrana Marín, 1956, p. 194). Urbina de 45 años, solo en Madrid, sin mujer y nietos, y sin los príncipes de Saboya, se dedicó a sus negocios y a los asuntos del Priorato de San Juan. El tiempo libre lo dedicó a sus negocios de compra de censos, tierras, casas y molinos en el Priorato de San Juan. Desde la céntrica calle madrileña de las Tres Cruces compraba, por medio de sus testaferros, tierras, casas y molinos en los pueblos y villas del Priorato. Es posible que le ayudara en estas compras, Miguel de Cervantes; pues sabemos, por el proceso de Ezpeleta en Valladolid, que Cervantes desempeñaba las funciones de una agencia de negocios. ¿Cuándo y en dónde tropezó, Urbina, con Isabel de Saavedra? Isabel llegaría, a Valladolid, a finales de agosto o principios de septiembre de 1603. Urbina, el 17 de agosto del mismo año. ¿Se conocieron ya en Valladolid antes de 1606? Es muy posible. 386 Isabel sale de Valladolid hacia Madrid a finales de 1605. Urbina abandona Valladolid y llega a Madrid en marzo de 1606. Pero a finales de este año, según se desprende de algunas afirmaciones, Isabel se casa o por lo menos vive con su marido Diego Sanz en Madrid. Todo es confuso en torno a Isabel durante estos años de 1605 a 1607. Recordemos el proceso de Ezpeleta, incoado en Valladolid a finales de junio de 1605. Lo único claro es que, sin que el marido, el padre y las tías sepan nada, Isabel aparece embarazada hacia marzo de 1607. En diciembre de este año, nace la niña Isabel. Su padre putativo sería el marido de Isabel, Diego Sanz del Águila. Este marido desconocido baja al sepulcro, si es que existió, a primeros de junio de 1608, sin que se conserve ninguna partida de defunción o, por lo menos, no se haya descubierto. Pocos días después de la supuesta muerte del supuesto marido, Isabel se trasladó con su hija a la Red de San Luis, cerca de la casa de Urbina. ¡Esto levantó la liebre! Está en unas casas que compró Juan de Urbina. Pero, ¡es casualidad! El 22 de diciembre de 1606, Urbina, criado de su Majestad, que vive en la calle de Las Tres Cruces, había pujado estas dos casas por medio de un testaferro, el capitán conquense Sebastián Granero. El 10 de octubre de 1607, Sebastián Granero las compraba a su nombre, pero en un documento firmado ante el escribano Luis de Izcaray declaraba que tales casas son de Juan de Urbina y se compraron con su dinero. (Pérez Pastor, 1902, pp. 121-123, notas. En Astrana Marín, 1956, p. 265). Estos hechos podrían probar que las relaciones entre Isabel y Urbina quizá comenzaran en Valladolid y se continuaran tras la llegada de Urbina a Madrid. Éste, secretario del Gran Prior de la Orden de San Juan, tenía que ocultar sus amoríos adúlteros. ¿Engañó a Isabel, ocultándole su matrimonio? Es muy probable. Pero, Isabel, amante de Urbina, ¿por qué se casó a finales de 1606, con Diego Sanz del Águila? “El corazón tiene razones que la razón no comprende”. Nos lo podría explicar el padre de Isabel. En efecto, Miguel de Cervantes, amante de Ana Villafranca con la que tiene una hija, ¿por qué se casó con Catalina de Salazar? Isabel, como sus padres, es adúltera dentro y fuera del matrimonio. ¡De tal palo, tal astilla! Urbina, por medio del capitán Granero, simuló que éste alquilaba la casa a Isabel por dos años y 53 ducados. Pero el padre de Isabel, Miguel de Cervantes era maestro en la picaresca y no se le engañaba tan fácilmente. Tenía mucha paciencia y mucho dominio de sí mismo, dos virtudes acrisoladas en “los baños de Argel”. Recordó sus amores adúlteros con la madre de su hija y trató de resolver el problema de la mejor forma posible, para todos y sobre todo para su nieta, hija de Juan 387 de Urbina. Habló y convenció a Urbina para que abandonara y olvidara a Isabel. Buscaron entre los dos lo mejor para la niña, la llamada Isabel Sanz del Águila. Por ella corría la sangre de Urbina, y también la sangre de Miguel. Había que casar a Isabel de Saavedra cuanto antes, aunque fuera contra su voluntad. Había que darle un marido que la guardara y vigilara, y al mismo tiempo cuidara y educara a la niña. Esto era lo más importante y acuciante para los dos, y pronto se pusieron de acuerdo para encontrarle un nuevo marido a Isabel. Será Luis de Molina. Isabel se indignó y saltó como una fiera acorralada, contra su padre y sobre todo contra Juan de Urbina, que la había abandonado. Isabel de Saavedra comenzó contra ellos una guerra sin cuartel. Que fuera le vea yo desta vida a él y a quien con él me casó […]. ¿Yo le tomé, sobrina? A la fe diómele quien pudo; y yo […] fui más presta al obedecer que al contradecir. (El viejo celoso). 14.2.- Luis de Molina Éste es el último agonista en acercarse a la larga y trágica guerra que está a punto de estallar entre Miguel y su hija. Va a ser una contienda en la que se luchará hasta la muerte. Molina, totalmente inocente, será el estratega que diseñará, en el bando de Isabel, las líneas de ataque. Con Cervantes luchará, pero en el bando perdedor, Juan de Urbina; y con ellos, estarán y sufrirán y perderán, Catalina de Salazar y las hermanas y sobrina de Miguel. Con Isabel sólo estarán su odio, su avaricia, su ambición, su despecho y su ansia de venganza. Busca venganza de su padre y venganza de Urbina, de quien se siente abandonada. Molina es el defensor y consejero fiel de Isabel, pero sólo por deber profesional, y por ser su marido. No lo mueve el odio, ni la venganza. Busca la justicia. Ella, Isabel, pagará a Molina esta noble defensa con el mayor desprecio. Luis, nacido en Cuenca hacia 1570 e hijo de Pedro de Molina y María de Valenzuela, fue bautizado en la parroquia de San Miguel de la ciudad de Cuenca, que pastoreaba su tío, el licenciado cura Luis de Molina. Éste, había regentado la parroquia de Villaconejos de Trabaque (villa del partido de Priego) en la misma provincia de Cuenca; y poseía, a medias con su hermano Francisco del Castillo, una herrería, en el 388 pueblo conquense de Cañizares. Esta herrería, con el tiempo, pasará a poder de Urbina y será una de las razones jurídicas que den la victoria final al bando de Isabel. Cautivo en Argel, desde su juventud, Molina templó y forjó su carácter, -como antes Cervantes-, en los “baños de Argel”. Allí aprendió a tener paciencia y templanza de ánimo en las adversidades. Allí forjó, como Cervantes, su moral. De estas mazmorras argelinas, fue rescatado por la Orden de la Merced. Los días 2 y 3 de abril de 1598, el convento de la Merced de Madrid firma, respectivamente, la recepción del dinero y la obligación del rescate de Luis de Molina: Otorgamos e confesamos haber recibido […] quatro mill e ciento e setenta reales para que se conviertan […] los mill e doscientos reales restantes, en el rescate de Luis de Molina, vecino de la dicha ciudad [Cuenca], hijo de Pedro de Molina. (Archivo de Protocolos de Madrid, Gonzalo Fernández, año 1598, abril, fol. 168-169; en Pérez Pastor, 1897, doc. 34 y 35; en Astrana Marín, 1956, p. 269). Molina fue rescatado durante ese año 1598; según consta en la Crónica sacri et militaris ordinis B. Mariae de Mercede redemptionis captivorum. Auctore Fratre Bernardo de Vargas, Panormi, 1619-1622. El padre Bernardo de Vargas al relatar la redención de cautivos llevada a cabo en Argel a lo largo del año 1598, señala como rescatado con el número 174 a Ludovicus de Molina, urbis de Cuenca. Tras su rescate no hay noticias de él hasta que, el 26 de junio de 1606, firma, en Valladolid, una carta de pago, por un poder que Carlos Strata otorgó, en Madrid, el 21 de octubre de 1604. (Archivo de Protocolos de Madrid, Pedro de Prado, núm. 1368, junio 1606; en Pérez Pastor, 1902, doc. LXXVIII; en Astrana Marín, 1956, p. 270). Pérez Pastor (1902, p. 418) comenta tres documentos, descubiertos por él, que confirman que, en noviembre de 1606, Molina seguía como secretario de los banqueros genoveses Carlos y Antonio Maria Strata, estantes ya en Madrid. En uno de ellos, Molina firma en Madrid, el 10 de noviembre de 1606, una obligación de 200 ducados a favor de Nicolás Spínola. (Archivo de Protocolos de Pedro de Prado, núm. 1368). Por estos documentos, comprobamos que las estancias de Luis de Molina, en Valladolid y en Madrid, casi coinciden con las de Juan de Urbina en las respectivas ciudades. ¿Se conocían? Es posible, ya que los dos eran de edad aproximada y tenían la misma profesión, secretarios de italianos influyentes en Corte. 389 Creemos que quien buscó a Molina y le propuso el casamiento con Isabel de Saavedra no fueron ni Cervantes ni Juan de Urbina. Es posible que fuera el capitán Sebastián Granero, testaferro de Urbina, quizá, no muy contento con la actuación del secretario de los Saboya. Al fin y al cabo, era un soldado, un hombre de honor y le molestaría la conducta de Juan de Urbina con su mujer, Margarita Mérula, y con la hija de Cervantes. Además, estaba al tanto de los negocios y corruptelas de Urbina. Sorprende que Molina, recién incorporado al problema de Urbina, Cervantes e Isabel, conozca las posesiones que Juan de Urbina tenía lejos de Madrid. No sólo está informado del terreno a orillas del arroyo Abroñigal en donde tiene un estanque y está construyendo una casa, sino que también sabe de unas casas en la calle del Prado y de unos molinos en Tembleque. El capitán Sebastián Granero, de edad cercana a la de Molina, era natural también de la ciudad de Cuenca. Los dos serían conocidos en esta ciudad, uno por su profesión militar; el otro por su desgraciado cautiverio en Argel. Granero al ver a Urbina buscando un marido para Isabel, puso al tanto de todo a Molina y quizá le pidió la defensa de la engañada hija del pobre y anciano escritor, Miguel. El capitán Granero se apartó muy pronto de los asuntos de Urbina. En 1626, siendo alcayde del castillo o fortaleza de Belén (Lisboa), ascendía a Teniente General por cédula del 27 de mayo, y un mes más tarde, el 30 de junio, presentó testigos de prueba para ingreso y obtención del hábito de Santiago, cuya cruz ostentó, con dignidad y orgullo, el resto de su vida. (Archivo Histórico Nacional, legajo 3616; en Astrana Marín, 1956, p. 266). Molina no fue, como opina Jean Babelon, un hombre, sin principios y sin escrúpulos, a quien engañaron e hicieron cargar con una mujer indeseable: Molina es una especie de estafador. Después de su muerte se descubre su diario en el que se ponen de manifiesto malversaciones de todas clases. No se ha casado con Isabel sino para sustraerle un dinero […]. Jugador sin vergüenza, gasta sin miramientos, sobre todo el dinero de la pobre gente a la que ha sabido engañar. (1994, p. 155). Molina, en contra de lo que afirman algunos entre ellos Babelon, tenía una formación moral y patriótica que quizá fuera lo que le hizo simpático y atrayente para dos hombres de honor como Cervantes y el alcayde de Belén, Sebastián Granero. Esta formación la había adquirido en el cautiverio argelino. Por eso lo admiraba Cervantes y 390 por eso él admiraba a su suegro. Lo veremos más adelante, sólo tuvo un objetivo: defender a ultranza, pero dentro de la justicia, los derechos de Isabel de Cervantes y de la niña Isabel Sanz. También tuvo un límite, su admiración por el constructor del Quijote. Los dos acrisolaron y forjaron el carácter en los “baños argelinos”. Como buen estratega, como buen abogado, exigió una redacción de las capitulaciones matrimoniales en las que quedara a salvo la persona de su anciano y achacoso suegro, ¡culpable, pero intocable! Miguel y las “Cervantas” estaban a salvo de cualquier contratiempo. Muerto Cervantes, Molina lo reemplazó; actuó siempre como pararrayos de la familia. Visitaba con frecuencia a su viuda, a su cuñado, cura de Esquivias y, sobre todo, a la silenciosa y humilde Constanza de Ovando que vivía en la calle Amor de Dios. Que Miguel se relacionó amistosa y cordialmente con su yerno Luis de Molina, nos lo confirma el que Cervantes llevara expresiones propias del habla de Cuenca y de la Mancha a su Quijote apócrifo, que adjudicó a su amigo el capitán argandeño Fernández de Avellaneda. A Cervantes le causaba gracia la forma de expresarse que tenía Molina. Cuando escribió el Quijote de Avellaneda se sirvió de algunas muletillas conquenses. (Barros Campos, “¿Quién…”, 2004, pp. 151-168). Como Cervantes no podía salir del Reino de Castilla, a partir de 1609, es posible que fuera Luis de Molina quien se ocupara de la impresión, en Segorbe 153 , del Quijote de Avellaneda. Isabel se portó muy mal con su marido que, gracias a sus conocimientos jurídicos, le consiguió una boyante situación económica y sació su sed de venganza. Lo comprobaremos más adelante, al estudiar el primer testamento de Isabel, firmado el 4 de junio de 1631, cuando estaba amenazada por la Parca con una grave enfermedad. Es un testamento que rezuma odio y desprecio hacia Molina, su abogado y marido y defensor jurídico. Mantiene su rencor, incluso, en unos momentos tan críticos. Luis de Molina atrajo, incluso, las simpatías de Francisco de Salazar, cuñado de Miguel: Cómo yo, el licenciado Francisco de Salazar e Palacios, Comisario del Santo Oficio, vecino deste lugar desquivias […] como heredero que soy de doña Catalina de Salazar Vozmediano, mi hermana, viuda de Miguel de Cervantes […] doy mi poder cumplido […] a Luis de Molina. (Archivo de Protocolos de Toledo, núm. 1418, de los procedentes de Esquivias, Pedro Palomo, fol. 278). 153 BARROS CAMPOS, “¿Quién imprimió el Avellaneda?”, Anales Complutenses, 2004, p. 163 391 Todos confiaron en Molina, porque era una persona íntegra, justa y recta, forjada en las mazmorras argelinas. En Isabel nadie pudo confiar, porque quizá heredara lo peor, no sólo de su madre, sino también de la abuela paterna de su padre, doña Leonor Fernández de Torreblanca. Por su sangre corrían los peores genes de los Villafranca Roxas, herencia de su madre; y los pésimos genes de la bisabuela y de los tatarabuelos paternos. De su bisabuela paterna, Leonor Fernández de Torreblanca, afirma Astrana Marín (1948, pp. 166 y ss.): con los años, acentuaba los resabios de su madre, y se había vuelto agria, voluntariosa, atrabiliaria y rostrituerta [...], falta de escrúpulos y dureza de carácter. Del tatarabuelo paterno, Juan Díaz de Torreblanca, afirma que fue hombre ambicioso, trapisondista, y de un carácter violento e irascible. (Astrana Marín, 1948, pp. 70-71). En el Archivo Histórico Nacional (Inquisición de Toledo. Legajo 102), se conserva la declaración de doña Isabel de Saavedra en el proceso contra la analfabeta e ignorante, pero sencilla, humilde y buena, María Bautista. Isabel declara en los días 30 de marzo y 21 de septiembre de 1639: Doña Isabel de Saavedra y Cervantes, viuda de Luis de Molina, que vive en la calle de Barrionuevo […] de edad que dixo ser de cuarenta años […]. Sus dos declaraciones están llenas de calumnias si se confrontan con las de los demás testigos, pero también de falsedades si nos fijamos en la edad que dice tener: quarenta años. Si nació en 1584, tiene en 1639 alrededor de 55 años. En sus declaraciones sobre María Bautista, Isabel de Cervantes vierte hiel y veneno. Aleccionado por su paisano, el capitán conquense Sebastián Granero, Luis de Molina, experimentado y eficaz secretario de los banqueros Strata, va perfilando las cláusulas de las capitulaciones de su matrimonio con Isabel Saavedra. Conoce al pormenor las riquezas de Juan de Urbina y la pobreza y miseria del que será su suegro. Conoce también la vida escandalosa de Isabel, su futura esposa, y las prisas con que Cervantes y Urbina desean casarla, para que tenga un esposo que la guarde, la sujete y la vigile. Conoce además las intenciones secretas de Juan de Urbina. Esta era la esperanza de Urbina: poder seguir sus tratos o relaciones amorosas con Isabel, tras el matrimonio, dado que el marido buscado para ella, Luis de Molina, era un apocado. Aceptado el matrimonio que le habían propuesto, se consensuó la firma de unas capitulaciones matrimoniales que deberían firmarse cuanto antes. Cervantes y Urbina conocían la fiereza indomable de la novia, pero veían en el novio a una persona de carácter débil y, además, pobre. ¡Se dejaría deslumbrar por el dinero! Lo necesitaban 392 porque había que amarrar a Isabel, cuanto antes. Se fijó la fecha para la firma de las capitulaciones. Será el 28 de agosto de 1608. Estaban seguros de convencer fácilmente a Molina, que aún no era, como algunos afirman, escribano. Pero, ¡una piensa el amo y otra el bayo! Mientras ellos planeaban su estrategia, Luis de Molina maquinaba la suya. El 2 de julio, pedía un préstamo a Antonio Rodríguez Lamelo. Recibió 450 ducados y como pago le dio carta de poder para cobrarlos de Juan Nicolás Spínola, que le debía 650 ducados, según carta del 7 de septiembre de 1607. (Archivo de Protocolos de Madrid, Antonio de León, núm.1919, fol. 739; en Pérez Pastor, 1902, doc. LXXIX; en Astrana Marín, 1956, p.271). El Rodríguez Lamelo quedó contento, ¡había encontrado a un imbécil! ¡Por 450 ducados cobrará 650! ¿Luis de Molina preparaba a Cervantes y a Urbina para las Capitulaciones de agosto? Madrid era aún una villa pequeña. Se enterarían fácilmente y se convencerían de que él, Luis de Molina, el prometido de Isabel de Saavedra, era algo tonto y apocado. Esto animaría a Juan de Urbina a acelerar la boda. ¡Era el marido deseable para su antigua y reciente amante! 14.3.- Capitulaciones matrimoniales entre Luis e Isabel Saavedra El 28 de agosto de 1608, se otorgan las Capitulaciones matrimoniales de Isabel de Cervantes Saavedra con Luis de Molina, ante el escribano público del Rey, Luis de Velasco. Las cláusulas fueron ampliamente discutidas y estudiadas, por los tres protagonistas varones, en días anteriores. Isabel no tenía ni voz, ni voto; tendría que obedecer porque buscaban su bien. ¡Así era la ley! Veamos algunas cláusulas: - “Luis de Molina se obliga que dentro de un mes […] se casará y velará con la dicha señora Dª. Isabel de Cervantes […]; donde no […], pagará de pena mil ducados”. - “Los dichos señores Juan de Urbina y Miguel de Cervantes prometen en dote y casamiento al dicho Luis de Molina con la dicha doña Isabel, los dichos dos mil ducados 154 ”. 154 No son diez mil ducados como afirman algunos cervantistas. 393 - “Que los darán y pagarán al dicho Luis de Molina […] dentro de tres años primeros siguientes […] desde hoy día de la fecha desta carta […]. Se acabarán en veinte y nueve de agosto del año que viene de mill e seiscientos y once”. - “Para seguridad […] Juan de Urbina obliga e hipoteca […] unas casas que tiene suyas propias en la calle del Prado […], una heredad que compró […] en el arroyo de Brañigal en la cual está labrando una casa y güerta y tiene labrado un estanque”. - “Asimismo obligó e hipotecó dos molinos que tiene en la villa de Tembleque”. - “La dicha señora doña Isabel […] tiene una niña, que se llama doña Isabel Sanz de edad de ocho meses, poco más o menos, la cual tiene una casa […] en la Red de San Luis […] la dicha casa la haya de vivir la dicha señora doña Isabel, su madre y el dicho Luis de Molina todo el tiempo que la dicha niña no tuviere estado […]. Si la niña faltare […], la hayan de goçar todo el tiempo que la dicha doña Isabel, su madre, viviere y si la dicha señora doña Isabel faltare, aunque deje hijos deste matrimonio, ha de goçar las dichas casas, el dicho Miguel de Cervantes, su agüelo”. - “Los dichos señores Juan de Urbina y Miguel de Cervantes, juntos de mancomún […] se obligan de pagar el dicho censo y el perpetuo que tienen”. - “Doña Isabel se obligó de casarse y velarse […] donde no […], pagará al dicho Luis de Molina los dichos mil ducados”. (Archivo de Protocolos, nº 5.290, Nicolás Martínez, años 1630-1633, folios 215-219; en Astrana Marín, 1956, pp. 271-275). Con estas capitulaciones, Cervantes y Urbina tratan de defender y amparar a la niña de ocho meses, Isabel Sanz. Para ello, obligan a los novios a casarse antes de un mes. Si alguno se negare pagará, al otro, mil ducados. Esta cláusula la impuso Cervantes porque no se fiaba de su hija; así, la obligaba a casarse con Molina. De éste están seguros los dos, ya que lo consideran un simplón, obsesionado por los ducados. Molina, por su parte, conocedor de la pobreza de Miguel y de la culpabilidad y posesiones de Urbina, en el que entrevé sus perversas intenciones de seguir gozando de Isabel a sus espaldas y a las de Miguel, impone las cláusulas que hemos subrayado. Molina con estas cláusulas hipoteca los bienes de Urbina; impide que ninguno de los dos pueda salir del Reino de Castilla, pues aunque hayan pagado la dote, tendrán que seguir pagando todos los años el dicho censo y el perpetuo que tienen, las casas de la Red de San Luis. Asegura también que Isabel, madre, podrá disfrutar de estas casas mientras viva. No pide nada para él ni para sus posibles hijos, si muere Isabel. El único que firma con la intención voluntaria de casarse y cumplir lo pactado, es Molina. Todavía no es escribano, pero es un experto jurista, como lo demuestran las 394 condiciones que impone: Son las que hemos subrayado. Serán las que conduzcan a la victoria final. Serán las razones jurídicas que mantienen victoriosa a Isabel en muchas sentencias y que, tras un costoso pleito de 58 años, darán la victoria final y definitiva, en 1666, a su sobrina y heredera, Benita Roxas. Se equivocaron Miguel y Urbina. Los novios no esperaron al mes para casarse; tenían prisa y lo hicieron, cerca de la casa de Isabel, en la iglesia de San Luis, el 8 de septiembre. Pero no vivieron bajo el mismo techo, hasta marzo del año siguiente. En ocho de septiembre del dicho año [1608], yo, el licenciado Francisco Ramos, desposé in facie eclesiae a Luis de Molina, por mandamiento, con doña Isabel de Saavedra. Testigos […] y Miguel de Cervantes. El licenciado Ramos. (Archivo parroquial de San Luis, Libro 1º de matrimonios, fol. 166; en Pérez Pastor, 1897, doc. 41; en Astrana Marín, 1956, p. 279). Urbina, enterado de las intenciones de los jóvenes, se les adelantó. El día 3 de septiembre de 1608, firmó una obligación de pagar 1.800 reales por diversas telas, joyas y ajuar destinado a ser su regalo a la novia, Isabel de Saavedra. (Archivo de Protocolos, Antonio de Lacalle, núm. 1.335; en Pérez Pastor, 1902, pp. 434-435; en Astrana Marín, 1956, pp. 279-280). La cantidad y calidad de los regalos de Urbina recuerda la donación que el genovés Francisco Locatelo había otorgado, a Andrea de Cervantes, el 9 de junio de 1568. El 5 de diciembre de 1608, Luis de Molina otorgaba a su mujer, Isabel, carta de pago y recibo, no de parte de la dote, sino de regalo de desposorio: Cómo yo, Luis de Molina […] soy desposado por palabras de presente […] con mi esposa Isabel de Cervantes y Saavedra […], hija legítima de Miguel de Cervantes […] la cual ha traydo a mi poder […] catorce mill y setecientos y cincuenta y tres reales en bienes y joyas y vestidos y ajuar de casa […] y es declaración que los bienes que agora rescibo son demás y aliende de los dos mill ducados que Juan de Urbina y Miguel de Cervantes me están obligados a pagar por cuenta de la dote de la dicha mi esposa a ciertos plazos por escritura otorgada ante Luis de Velasco […] en veinte y ocho de agosto de este año, la cual ha de quedar y queda en su fuerza y vigor […] en la villa de Madrid a cinco días del mes de diciembre de mill y seiscientos y ocho años. (Protocolo de Domingo Roldán, 1608 a 1617, fol. 1; en Pérez Pastor, 1897, doc. 42). 395 El regalo de desposorios que Urbina otorga a Isabel el 8 de septiembre de 1608 y que ésta entrega a su marido en diciembre, no pertenecen a la dote que Miguel y Urbina tendrán que pagar a Isabel, antes de finales de agosto de 1611. Esto es lo que Molina quiere resaltar en este documento. Son un regalo de 14.753 reales, pero son demás y aliende de los dos mill ducados que Juan de Urbina y Miguel de Cervantes tendrán que pagar. Al Luis de Molina, que creían apocado y débil, no se le engaña fácilmente. Se equivocó Cervantes y sobre todo Urbina. Molina les recuerda la escritura otorgada ante Luis de Velasco. Esta escritura es una tupida e irrompible red con la que el apocado Molina sujeta para toda su vida al desaprensivo amante de Isabel, Juan de Urbina, y al aventurero Miguel de Cervantes. No podrán abandonar el Reino de Castilla. Cervantes no podrá ir a Nápoles en 1610. Tendrán que pagar el dicho censo y el perpetuo que tienen las casas en las que vive Isabel. Lo pagarán todos los años, mientras viva Isabel de Saavedra. Molina, aunque se había desposado con Isabel el 8 de septiembre de 1608, y le otorgó carta de pago de regalo de desposorio, el 5 de diciembre de 1608, no se trasladó a la casa de la Red de San Luis, hasta el 1 de marzo de 1609, tras celebrar las velaciones: En el dicho día [1º de marzo de 1609] […], vellé a Luis de Molina con doña Isabel de Saavedra; padrinos, Miguel de Cervantes y doña Catalina de Salaçar. (Parroquia de San Luis. Libro 1º de matrimonios, fol. 163; en Pérez Pastor, 1897, doc. 43). Pérez Pastor, que descubrió este documento, alaba a Catalina de Salazar por el más reverente homenaje que una mujer puede rendir al esposo. Catalina de Salazar y su hermano tuvieron siempre en un gran aprecio a Luis de Molina, esposo de Isabel y secretario de los Strata. 396 14.4.- Se fragua el desenlace A finales de febrero o primeros de marzo de 1610, moría la niña Isabel Sanz del Águila, que era el único eslabón que mantenía vinculados a Isabel, a Urbina y a Cervantes. Tras su muerte, Urbina se consideraba liberado de todos sus compromisos con Isabel y Molina. No tenía por qué pagar la dote de Isabel de Saavedra. Todo lo había firmado por el bien de su hija y ésta ya no existía. Quería desentenderse de todo lo firmado en las capitulaciones matrimoniales. Quería recuperar la casa de la calle Montera, y lo apoyaba Miguel de Cervantes, desconsolado por la muerte de su nieta. Se estaban perfilando, aunque soterradamente, los dos bandos de intereses contrapuestos. Isabel y Molina querían que todo siguiera igual, como si la niña viviera. Se habían casado por la fuerza, en el caso de Isabel; y por la dote y casa y defensa del débil, quizá fuera el de Molina. Lucharían para no perder ni la casa ni la dote. Defenderían el cumplimiento de las capitulaciones que, tan alegre e inconscientemente, habían firmado Juan de Urbina y Miguel de Cervantes. Urbina, a quien asistía la razón moral pero no la jurídica, haría todo lo posible por atraer a su bando a Luis de Molina. Éste se dejaba mimar por Urbina, pero sin descubrir su juego. Esperaba, pacientemente agazapado, la llegada de los plazos de la dote, la llegada del 29 de agosto de 1611. Urbina, para atraerlo, decidió asociarlo a sus negocios. El 26 de febrero de 1611, daba amplios poderes a Molina para administrar la herrería de Cañizares: podía nombrar mayordomos y administradores; podía alquilarla a nombre de Urbina, quien correría con todos los gastos. ¡Otra enorme equivocación! Este documento se convertirá, en 1666, en una de las razones jurídicas del triunfo de Isabel de Saavedra. Yo, Jhoan de Urbina, secretario de los serenísimos Príncipes de Saboya, residente en esta villa de Madrid […] otorgo y conozco por ésta […] doy mi poder cumplido […] a Luis de Molina, vecino desta villa de Madrid. (Luis de Izcaray, 1611, 1º, fol. 188; en Pérez Pastor, 1902, doc LXXXVII); en Astrana Marín, 1956, p. 467-468). Urbina se comprometía por una escritura a pagar todos los gastos de la herrería de Cañizares. Iniciado el pleito, Molina le exigió 18.000 reales. Urbina nunca se los pagó, y esto inclinó la balanza, en 1666, a favor de la sobrina de Isabel de Saavedra, doña Benita Roxas, llamada también Ángela Benita Gasi. 397 Se acercaba el plazo de los tres años para el cumplimiento de lo estipulado en las capitulaciones. Lo temían Cervantes y sobre todo Urbina. Lo deseaban Molina y sobre todo Isabel. Estos últimos dejaron sobrepasar, aunque por pocos días, la fecha del 29 de agosto de 1611, en la que terminaba el plazo del pago de la dote de Isabel. 14.5-. Cervantes y Urbina no pueden salir del Reino de Castilla Ya entrado septiembre de 1611, Luis de Molina se presentó ante el alcalde de casa y corte, don Fernando Ramírez Fariña y pidió la ejecución de la dote de su mujer, fijada en las Capitulaciones del 28 de agosto de 1608. Son 2.000 ducados que, aunque en la escritura se decía que Cervantes era el pagador principal, también se afirmaba que era Urbina quien fiaba a Cervantes y pagaría la dote por algunas causas que a ello le mueven. Es más, Urbina en las capitulaciones hipotecó determinados bienes. El alcalde, vista la insolvencia de Cervantes resaltada por Molina, firmó una orden de ejecución contra Juan de Urbina. Éste acudió a Molina pidiendo la suspensión de la ejecución por 24 horas. Se encontraba en Madrid el príncipe Filiberto de Saboya y podía enterarse de los asuntos escabrosos de su secretario. ¡Molina había elegido el momento oportuno para asestar el golpe definitivo! Accedió Molina a la suspensión del pago, y al día siguiente le entregó Urbina 19.000 reales, prometiendo pagarle los 3.000 restantes dentro de tres meses. Molina, demostrando comprensión y generosidad, le concedió esa prórroga; y, sin esperar a recibir los 3.000 reales, otorgó carta de pago y recibo de dote a favor de su mujer, ante el escribano Juan Gómez, el 29 de noviembre de 1611: Cómo yo, Luis de Molina […] pedí execución contra las personas y bienes de los dichos Miguel de Cervantes prencipal y secretario Joan de Urbina su fiador […], el cual […] me dio e pagó diez y nueve mill reales […] por los tres mill restantes yo suspendí la dicha execución […] otorgo e conozco […] que he recibido por bienes dotales de la dicha doña Isabel de Saavedra, mi muger, los dichos treinta y seis mill setecientos y cincuenta y tres reales […] en la villa de Madrid, a veinte y nueve días del mes de noviembre de mill e seiscientos e once años. (Protocolos de Juan Gómez, 1611, fol. 1092; en Pérez Pastor, 1897, doc. 45; en Astrana Marín, 1956, pp. 544-545) 398 Es de admirar la rectitud y nobleza con que actúa Molina. Defiende los justos intereses suyos y de su mujer, pero al mismo tiempo concede prórroga a Urbina, con lo que le protege ante el Príncipe Filiberto que, de enterarse, podría despedirlo. Resalta, en la denuncia que, el que debe pagarle no es el achacoso y viejo Miguel sino Juan de Urbina. De hecho, Cervantes se desconectó del pleito con su hija a partir de septiembre de 1611. Se marchó para Esquivias y no quiso saber nada de su hija. Había recogido, en su pecho, una víbora. Eso fue Isabel para Miguel de Cervantes y para su familia. A primeros de Marzo de 1612, pagó Urbina los 3.000 reales que debía a Molina y se creyó a salvo. Pero, ¡no era así! Molina, -el que creían tonto y apocado-, había tejido alrededor de los dos, -Urbina y Cervantes-, una tela de araña, de la que era imposible liberarse. Desde las “Capitulaciones matrimoniales” del 28 de agosto de 1608, Miguel de Cervantes y Juan de Urbina no podrán abandonar el Reino de Castilla hasta pagar la dote de los dos mil ducados. Pero una vez pagada la dote, tampoco podrán salir del Reino. Tendrán que pagar cada año lo que llamaríamos hipoteca de la casa y la comunidad de vecinos. Don Pedro Fernández de Castro y Andrade, conde de Lemos, sobrino del duque de Lerma, con cuya hija además se había casado […], convertido en Presidente del Consejo de Indias; en la primavera de 1610, a la edad de 34 años, era virrey de Nápoles […]. Movido por el deseo de hacerse una corte literaria, ordena, entonces, a su secretario Lupercio Leonardo de Argensola, que designe a los que le acompañarán a Italia. Góngora aspira a ser de la partida; también Cervantes, para volver a contemplar los lugares de su juventud, para alejarse de las trapacerías de Isabel. (Canavaggio, 2005, p. 334-335). Creen algunos cervantistas que Miguel no pudo ir a Nápoles por culpa de los envidiosos Argensola, pero la realidad es otra. Desde el 28 de agosto de 1608, desde la firma de las “Capitulaciones matrimoniales”, Cervantes tenía una deuda con su hija y con su yerno: pagarles la dote de 2.000 ducados y la hipoteca y comunidad de la casa, todos los años. No podía salir fuera del Reino de Castilla hasta saldar o pagar los dos mil ducados de dote. Cervantes quedaba encerrado para siempre, en el Reino de Castilla, mientras viviera su hija. No podía salir del Reino: no podía salir a Portugal, ni 399 a Valencia, ni a Italia, ni a América, ni tampoco a Cataluña. Si intentara salir del Reino de Castilla, su hija lo trataría como trató a Juan de Urbina en 1612, y en 1615. A primeros del año 1612, Filiberto de Saboya fue nombrado “General de la mar”, con sueldo de 24.000 ducados anuales y residencia en Denia, en el “Reino de Valencia”. Pensaba salir de Madrid, a principios del verano, acompañado de sus criados, entre ellos el secretario Urbina. Éste, que había pagado los dos mil ducados de la dote, pensaba que ya podía viajar por todas partes. ¡No era así! Molina, enterado de su próxima salida de la Corte, acompañando al príncipe Filiberto, presentó el 22 de mayo de 1612, una nueva denuncia contra Urbina: Declaró el dicho Urbina que eran de doña Isabel Sáez de Saavedra […] unas casas que están en esta villa en la Red de San Luis […] se le dio la dicha habitación por todos los días de la vida a la dicha doña Isabel, su madre, sin que por ello hubiere de pagar cosa alguna, ni tampoco los réditos de un censo de 500 ducados de principal que sobre las dichas casas están impuestos […] y es ansí que, aunque conforme a la dicha capitulación matrimonial mi parte no había de pagar los réditos ni repartimiento […], los han pedido y los ha pagado y lastado […]. (Astrana Marín, 1958, pp. 47-48). En resumen, lo que denuncia Molina es que Juan de Urbina no pagó los réditos del censo de la casa de la Montera (Red de San Luis) ni tampoco los gastos de la “Comunidad de vecinos”. Exige lo que Isabel pagó de la casa por estos conceptos. Denuncia también a Urbina por haber vendido bienes que tenía hipotecados con Isabel de Cervantes y con el mismo denunciante. Lo denuncia por tratar de abandonar el Reino de Castilla, sin pagar todo lo que les debe. No denunció a Cervantes, porque no iba a salir fuera de Castilla. ¡Se había refugiado en Esquivias! Molina presentó testigos que declararon que Urbina arreglaba sus asuntos para abandonar la Corte y acompañar al Príncipe de Saboya. Otros declararon que había vendido una casa que poseía en la calle del Prado y un terreno que tenía en el Abroñigal con casa, estanque y “güerta”. Nos enteramos, por este juicio, de que tiene posesiones no sólo en Tembleque, sino también en Consuegra y en Argamasilla. Entre los testigos que declararon el día 24 de mayo de 1612, están un criado y una tía de Molina: Luisa de Roxas. Luisa vivía en la Corredera baja de San Pablo y era tía de Isabel de Cervantes y, por tanto, tía política de Molina. Declara a favor de su sobrino y contra Urbina. 400 Luisa de Roxas, que había acudido en ayuda de su sobrina, Isabel de Saavedra, en la declaración del 24 de mayo de 1612 contra Urbina, cobró pronto el favor. El 22 de noviembre de 1613, las hermanas Jerónima y María de Roxas Prado, hijas de Francisco Sánchez y de Luisa de Roxas, difuntos, pedían ante el alcalde de casa y corte les fuera nombrado, como curador, Luis de Molina. Éste aceptó y presentó como fiadora a su mujer, Isabel, prima de las huérfanas. (Protocolo de Juan del Campillo, 1609 a 1615, fol.116; en Pérez Pastor, 1897, doc. 49). Las huérfanas se acogían a la curaduría de Molina, porque querían cobrar la herencia de su padre muerto en América. Gracias a Molina cobraron, el 25 de agosto de 1617, la cantidad de 4.879 reales. Pero, no eran huérfanas de madre, mintieron. Luisa de Roxas, la madre difunta de las huérfanas, vivía el 7 de enero de 1619. Este día recibió en su casa, como aprendiz de modista, a una joven de 14 años. (Archivo de Protocolos, Hernando de Recas, núm. 3173, sin foliar; en Astrana Marín, 1958, p. 87). El 28 de mayo de 1612, se dictó sentencia: Juan de Urbina fue condenado a pagar, bajo pena de prisión, 1250 ducados a Luis de Molina. Como ya no tenía dinero, buscó y encontró un fiador que lo libró de la cárcel. (Astrana Marín, 1958, pp. 47-51). Juan de Urbina quedó libre para salir de la Corte, no del Reino, tras la fianza de los 1250 ducados que, por sentencia del 28 de mayo de 1612, debía pagar a Molina. Acompañó al príncipe de Saboya y a su hermano, el príncipe de Piamonte, en el viaje de 1612, a Denia, en el Reino de Valencia. Salió del Reino de Castilla y no podía salir. Durante los años 1613 y 1614 los acompañó, despreocupado, a otras partes de España, extrañas al Reino de Castilla. Creyéndose totalmente inocente, en enero de 1615 vino a Madrid y fue apresado y condenado a cárcel. Se le condonó el castigo por prisión domiciliaria, de 226 días, en casa de un alguacil de Casa y Corte. Ingresó en este arresto domiciliario el 12 de enero de 1615. Al salir libre, tiene que pagar de manutención al alguacil 5.876 reales, que no posee. Volvió a hipotecar, el 26 de agosto de 1615, la huerta del Abroñigal con su casa y estanque. 401 14.6- Juan de Urbina otorga poderes a procuradores Desde 1611, año en que Cervantes se quiso olvidar totalmente del pleito con su hija Isabel y se fue para Esquivias, era Urbina el que, en solitario, mascaba sus derrotas. Estaba ya cansado de sus casi 59 años, pero, sobre todo, de los problemas que le causaba el odio, cada vez mayor, que contra él desplegaba su vengativa amante. Cinco años más tarde, en 1616, quedaba solo. Su compañero, amigo y confidente del comienzo de la guerra, Miguel de Cervantes, vencido por el odio de su hija, había emprendido, el 22 de abril, el viaje al país de los muertos. Urbina resistió el fragor de la lucha tres años más, pero ¡no podía aguantar! Se veía derrotado por Isabel. El 3 de junio de 1619, otorgó poderes para que dos procuradores defendieran su pleito por las casas de la Red de San Luis. Él ya no se sentía con fuerzas para dirigir y resistir la feroz y vengativa guerra que contra él sostenía su antigua amante despechada. Cómo yo, Joan de Hurbina, Secretario del Serenísimo Príncipe […] otorgo que doy todo mi poder cumplido […] a Pedro de la Plaza e Baltasar de Montoya, procuradores del número de esta corte […], para que por mi […] puedan comenzar, proseguir, fenecer y acabar el pleito […] que se ha puesto a Luis de Molina como marido […] de doña Isabel de Saavedra […]. En la dicha villa de Madrid, a tres días del mes de junio del año de mil y seiscientos y diez y nueve. (Pérez Pastor, 1902, doc. XCI). Luis de Molina, que nunca se enemistó con Cervantes porque sabía que era totalmente inocente, mantuvo, a despecho de su mujer, un respetuoso trato familiar con su suegro. Tenía que nombrarlo en las denuncias judiciales, mas siempre lo dejó a salvo. Miguel y su familia lo sabían. Lo único que le impedía a Miguel de Cervantes, era salir del “Reino de Castilla”, pero podía viajar a Esquivias, a Toledo, a Alcalá o por la Mancha. El origen de la guerra estaba en el despecho y venganza de Isabel. Luis de Molina era un juguete en manos de su esposa. Miguel y los suyos se llevaron bien con Molina, que fue el paño de lágrimas no sólo para Miguel, sino también para Catalina de Salazar y sobre todo para la buena de Constanza de Figueroa. Es posible que Molina ayudara económicamente a Miguel de Cervantes, aunque, eso sí, a espaldas de Isabel de Saavedra. 402 Tras la retirada de Juan de Urbina, Molina e Isabel preparan y afianzan la defensa de la casa de la Montera, llamada también casa de la Red de San Luis. Realizan obras de mejora y guardan las cartas de pago, como la del 21 de junio de 1620: En la villa de Madrid a veinte y un días del mes de junio de mil seiscientos y veinte años […] paresció presente Andrés Díaz, maestro de hacer cuevas […] y dixo que se daba e dio por bien contento y pagado […] del señor Luis de Molina […] de cien ducados que le ha pagado por […] una cueva en las casas que […] tiene en esta dicha villa a la Red de San Luis. (Pérez Pastor, 1902, doc. XCIV). El 22 de junio de 1622, Molina e Isabel reconocen un censo perpetuo de la casa de la Red de San Luis a favor del “Cabildo de la clerecía de Madrid”: Sepan quántos esta carta de reconocimiento de censo perpetuo […] vieren, como nos, Luis de Molina […] y doña Isabel de Saavedra […] habemos e tenemos unas casas en esta dicha villa en la parroquia de San Luis, a la Red della que […] otorgamos e reconocemos por esta presente carta […] por señores del directo dominio de las dichas casas al dicho Abad e Cabildo de la dicha Clerecía mayor desta dicha villa. (Pérez Pastor, 1902, doc. XCV). Urbina va quedando sólo. El 22 de septiembre de 1624 era Constanza de Ovando, la buena, la silenciosa, quien se despide, en la calle del Amor de Dios. Cuando se aproxima la hora fatal, allí, al pie de su cama, está Luis de Molina, su primo político. Pasan dos años y emprende viaje, al encuentro de Miguel de Cervantes, Doña Catalina de Salazar, que testa el 20 de octubre de 1626, muere el 30 y la entierran el 31. Doña Catalina, viuda, murió en la calle de los Desamparados en 31 de octubre de 1626 años. Testó ante Alonso de Valencia, escribano, fecha en 20 de este presente mes y año. Enterróla en el convento de las Trinitarias […]. Albaceas Luis de Molina, escribano, y Francisco de Palacios que vive en la misma casa. (Parroquia de San Sebastián de Madrid, Libro 6º de difuntos de 1624 a 1628, fol. 213; en Astrana Marín, 1958, p. 522). Doña Catalina sabe por su marido, que Luis de Molina es una víctima en manos de Isabel. Por eso confía en Molina y lo deja como albacea; lo nombra antes que a su propio hermano. Le llama escribano real; lo era desde 1616. 403 Pasaron tres años y la Muerte llamó a la puerta de Juan de Urbina; tenía prisa, por lo que éste también se la dio: testó el 26 de agosto de 1629, murió el 27 y lo enterraron el 28. ¡Justo el día en que se cumplían 21 años de las Capitulaciones matrimoniales entre Molina e Isabel! Llevaba 21 años sufriendo y resistiendo los despechados embates de su abandonada amante. Cuando la tuvo que dejar, por imposición de Cervantes, era un hombre respetable, rico, poderoso e influyente en la Corte. A lo largo de estos años fue perdiéndolo todo: moría en Madrid, sin parientes, sin amigos, sin bienes y sin familia que lo amortajara. Secretario Juan de Urbina, frontero San Basilio, casas de Juan de la Gándara. Recibió los Santos Sacramentos. Testó ante Felipe [de Liévana]. Testamentario contador Miguel García, calle Fuencarral. (Archivo de la Iglesia parroquial de San Martín, Libro 3º de entierros, fol. 189; en Astrana Marín, 1958, p. 527). Se enterró en San Basilio, donde se enterrará su noble contrincante, Luis de Molina. San Basilio era, según Molina, la iglesia preferida por Isabel de Saavedra, su enemiga. ¡Sí! Isabel odiaba a Urbina y a su padre, Miguel; intentó hacerles todo el daño posible, por medio de Molina que fue simplemente un jurista recto, honesto y fiel. El 11 de septiembre, se comienza el inventario de los bienes del secretario Juan de Urbina 155 . Terminado, los testamentarios, Mateo Carranza y Juan García Girón, acordaron seguir el pleito contra Isabel y Molina. (Astrana Marín, 1958, pp. 527-528). 14.7.- Molina e Isabel frente a los testamentarios de Urbina Muertos Cervantes y Urbina, eran los testamentarios de Urbina, sobre todo Carranza, quienes luchaban contra Molina e Isabel. Luis de Molina, forjado en los “baños de Argel”, por exceso de confianza en los demás y quizá por bondad, salía fiador de los desventurados y perdía, a sabiendas, dinero. Su mujer, que no comprendía la generosidad y bondad del corazón de su marido, lamentaba estas pérdidas. El 21 de 155 ARCHIVO DE PROTOCOLOS DE MADRID, Diego de Ledesma, año 1641, núm. 5.983, fol. 634. 404 julio de 1630, salió fiador de un criado infiel y ladrón a quien perseguían. Molina, sin conocerlo y para salvarlo, se ofreció como fiador. Esto le costó 598 reales y que se agriaran aún más sus relaciones matrimoniales 156 . (Pérez Pastor, 1902, doc. 96; en Astrana Marín, 1958, p. 543). El 4 de junio de 1631, Isabel, gravemente enferma, dicta un testamento que rezuma odio y desprecio contra su marido, cuando debía ser todo lo contrario: Cómo yo, doña Isabel de Cervantes e Sayavedra, muger de Luis de Molina, escribano de su Majestad, hixa de Miguel de Cervantes y Ana de Roxas, mis padres difuntos […] quando vine al matrimonio con el dicho Luis de Molina, mi marido, truxe a su poder […] treynta y seys mill setecientos y quarenta y tres reales […] de la dicha dote. Hoy en día está menoscabada la mitad y más […]. Al dicho Luis de Molina […] se le den ducientos ducados […] y asimismo le doy […] las casas que al presente vivo. (Protocolo de Juan de Chaves, 1631, fol. 710; en Pérez Pastor, 1897, doc. 54). Las casas que al presente vivo no puede dejárselas, pues no son de ella; se las está defendiendo su marido. Los ducientos ducados que le deja son una miseria al lado de lo que deja a otros y, sobre todo, al lado de lo que su marido le consiguió. En las cláusulas se acuerda de su tío mercedario Fray Juan de Villafranca y le deja bienes. Le deja muy poco a su necesitada hermana, su compañera de orfandad en 1599, Ana de Roxas. No elige como albacea a su marido, Molina. Lo amenaza con desheredarlo si va contra el testamento. Esta “amenaza” demuestra que ella misma, en momento tan trascendental, sabe que es injusta con su marido, que siempre la defendió. El mismo 4 de junio dicta un codicilo, ante el mismo escribano, en el que favorece a su tío Fray Juan, deja un censo de tres mil reales a su hermana y compañera de orfandad, Ana de Roxas, y vuelve a amenazar al marido con quitarle las mandas si va contra el codicilo. (Protocolo de Juan de Chaves, 1631, fol. 718; en Pérez Pastor, 1897, doc. 55). Confrontemos estas dos escrituras, firmadas por Isabel, con la que otorgó su marido, Luis de Molina, el 25 de diciembre de 1631, un mes escaso antes de su muerte: 156 ARCHIVO DE PROTOCOLOS DE MADRID, Santiago Fernández, núm. 2.049, fol. 16. 405 Cómo yo, Luis de Molina, escribano del Rey nuestro señor […] declaro que cuando me casé […] mi mujer trujo a mi poder […] treinta y seis mil setecientos y cincuenta y tres reales […] que el acompañamiento, misas y demás cosas sean a voluntad de su mujer […], que doña Isabel de Saavedra sea su heredera universal. (Protocolo de Tomás Ramírez, 1631; en Pérez Pastor, 1897, doc. 56). En otras cláusulas pide: que se cobre a Juan de Urbina 18.000 reales que le debe de la herrería de Cañizares; y que se cobren de su tío Luis de Molina, cura de Cuenca, cien ducados en plata que le debe. Nombra albaceas a su mujer Isabel de Saavedra, al tío de su mujer, Fray Juan de Villafranca, y al licenciado Francisco Martínez, capellán de las monjas Trinitarias descalzas de esta villa. Este testamento será decisivo, en 1666, para el destino final de la casa de la calle de La Montera, en la Red de San Luis. Declara que todo lo que deja es de su mujer, porque le ha gastado gran parte de su dote. Cuando él dicta el testamento, Isabel de Saavedra había triplicado la dote que recibieron al casarse. Esta gran riqueza con que la dejó, al morir, se la había logrado él, Luis de Molina, su marido. La nombra heredera universal. ¡Qué gran marido y qué ruin esposa! Es de lamentar que la piedad y el perdón de la esposa para con el esposo falten en momentos tan críticos, de modo que toda persona de sentimientos delicados acaba la lectura de ambos documentos con el ánimo apenado […]. No dejan de formar contraste las disposiciones testamentarias de Luis de Molina con las de su mujer, pues el primero manda que se le entierre en San Basilio, iglesia predilecta de su mujer […] que el acompañamiento, misas y demás cosas sean a voluntad de su mujer, de quien confío lo hará como tan gran cristiana […] que doña Isabel de Saavedra sea su heredera universal, además de nombrarla albacea. (Pérez Pastor, 1897, pp. 321-322). En Isabel nadie pudo confiar. Isabel quizá heredara lo peor, no sólo de su madre, Ana de Villafranca, sino, lo que es peor, de la abuela paterna de su padre, doña Leonor Fernández de Torreblanca: Como hija bastarda, fue descastada, sin ningún amor a su padre, ni a doña Magdalena de Cervantes, que la recogiera y diera educación, ni a la […] mujer de su padre, que interviniera como madrina en las velaciones. (Astrana Marín, 1958, p. 559). 406 Luis de Molina, marido de doña Isabel de Saavedra murió oy biernes, 23 de henero de 1632 años en la calle de San Luis enfrente de los jardines, en sus casas. Recibió los Santos Sacramentos […]. Testó ante Thomás Ramírez escribano real. Nombró por sus albaceas a la dicha su mujer y al Padre presentado Frai Joao de Billafranca […] y al licenciado Francisco Martínez, capellán de las monjas Trinitarias descalzas. Mandó por su alma cinco misas del alma y lo demás que su mujer dispusiere, mandóse enterrar en San Basilio. (Archivo parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y de San Luis de Madrid, Libro I de difuntos, fol.171). Tras la muerte del gran estratega Molina, la viuda Isabel se puso al frente de sus mesnadas y siguió realizando pingües operaciones financieras que engrosaban su gran patrimonio. Cobró lo que se le debía de los herederos y testamentarios de su antiguo amante, Juan de Urbina, y abandonó la casa de San Luis, por otras sucesivas. En 1652, la Muerte la encontró en la calle de La Sartén. (Astrana Marín, 1958, pp. 558-561). Sintiéndose cercana al “último viaje”, dictó su postrero y definitivo testamento, el 19 de septiembre de 1652, el mismo día de su muerte: Cómo yo, doña Isabel de Saavedra, viuda de Luis de Molina y Castilla […] a la calle de La Sartén […]. Declaro que Su Majestad me debe quinientos escudos […]. Declaro que he poseído una casa en la Red de San Luis […], en la cual dicha casa he gastado desde que la he tenido más de seiscientos ducados, en cosas precisas para poder vivir […]. Estoy convenida con Mateo de Carranza, como testamentario del dicho secretario Juan de Urbina, en pagándoseme los dichos seiscientos ducados que […] se queda la dicha casa para las disposiciones que della tomaron los dichos Miguel de Cervantes, mi padre y el secretario, Juan de Urbina […]. Se den a doña Ángela Benita, hixa de doña Ana de Roxas […], doscientos ducados […]. En la villa de Madrid a diez y nueve días del mes de septiembre de mill y seiscientos y cincuenta y dos años. (Protocolo de Pedro de Castro, 1652, fol. 1022; en Pérez Pastor, 1902, doc. CII). Isabel de Cervantes era la última superviviente de aquella lucha de titanes comenzada el 28 de agosto de 1608. Era también la última representante, aunque indigna, de los Cervantes Cortinas, aquella ilustre familia en la que nació su padre, don Miguel, honra y gloria de la Lengua castellana y de la Nación española. En 20 del dicho mes y año [septiembre de 1652] murió doña Isabel de Saavedra, viuda de Luis de Molina, calle de La Sartén […]. Recibió los Santos Sacramentos. Testó 407 ante Pedro de Castro; testamentarios el muy Reverendo Padre Fray Anselmo de la Cuesta, abad de San Martín […]. Enterróse en San Martín. (Archivo parroquial de San Martín, Libro 5º de Difuntos, fol. 345; en Pérez Pastor, 1902, doc. CIII). Mateo de Carranza, informado de la muerte de Isabel, envió al escribano Pedro de Castro para que le expidiera fe de dicha muerte: Yo, Pedro de Castro, escribano […] doy fee que el día diez y nueve de setiembre pasado deste presente año de mil y seiscientos y cincuenta y dos años vi muerta […] a doña Isabel de Saavedra […]. De pedimento del señor secretario Mateo de Carranza di el presente […], a siete de octubre de mil y seiscientos cincuenta y dos. (Protocolo de Juan de Burgos, 1666, Iº, fol. 288; en Pérez Pastor, 1902, doc. CIV). Al día siguiente, 8 de octubre, Mateo Carranza pedía la posesión de la casa de la Red de San Luis. Por auto del 9 se le concedía, y el 14 tomaba posesión de ella, sin perjuicio de tercero: -Mateo de Carranza, secretario de S.M. […], pido y suplico a v.m. mande que se me dé posesión de la dicha casa en virtud de dicho poder […] de los dichos herederos […] del dicho Juan de Urbina. […]. -Auto para que se dé posesión de dicha casa al Secretario Mateo de Carranza. Madrid, 9 de octubre de 1652. -Mandamiento a los alguaciles de casa y corte para que den esta posesión. Madrid 11 de octubre de 1652. -Posesión de esta casa dada, sin perjuicio de tercero […] al secretario Mateo de Carranza. Madrid, 14 de octubre de 1652. (Protocolo de Juan de Burgos, 1666, Iº, fol. 285; en Pérez Pastor, 1902, doc. CV). Durante esta larga y enconada guerra jurídica, desaparecerán del país de la vida todos los contendientes que la comenzaron. Cervantes, en 1616; Urbina, en 1629; Molina, en 1632; Isabel, en 1652. Pero como en las guerras de las naciones, mueren los reyes y otros los reemplazan. Se pueden perder batallas, pero lo que interesa es la batalla definitiva. Isabel Cervantes de Saavedra murió, con el agrio sabor de la derrota, tras ser vencida en la última batalla de su vida, la batalla de 1652. 408 Parece que han triunfado los seguidores de Urbina, pero, ¡no! Poco después de la toma de posesión, murió Mateo de Carranza y lo reemplazó su viuda, María de Bilbao. La guerra, el pleito, continuó. Las huestes de Luis de Molina e Isabel de Saavedra las capitanea, en 1666, doña Ángela Benita Gasi, hija de Ana de Roxas, y sobrina de Isabel de Cervantes. El ejército de Urbina lo dirige otra mujer, la viuda de Mateo de Carranza, doña María de Bilbao, vencedora en las batallas de 1652 y 1658. Todo parecía perdido para los que defendían, tras su muerte, las razones de Molina e Isabel de Saavedra. Cuando sus abogados revisaron el último testamento de Isabel de Saavedra y sobre todo el único de Luis de Molina, descubrieron que no podía ejecutarse la sentencia de 1658. Había que cumplir antes los testamentos de Molina e Isabel y pagar a sus herederos lo que Urbina les había quedado a deber. En 1666 se dio sentencia que ordenaba realizar la venta judicial de la casa de la Red de San Luis, para pagar, con el dinero obtenido, las deudas de Urbina y cumplir los testamentos anteriores. Como las deudas de Urbina con Isabel y Molina eran superiores al valor de la Casa de San Luis, muy deteriorada, nadie la pujó, y quedó como dueña definitiva de esta casa de La Montera, doña Ángela Benita Gasi, sobrina de Molina e Isabel. En 1666 venció Isabel, gracias al testamento de Molina, y fueron derrotados, definitivamente, Miguel de Cervantes y Juan de Urbina. Como otrora el Cid Campeador, el estratega Luis de Molina triunfaba 34 años después de su muerte. 14.8.- Consecuencias de esta guerra Esta sentencia judicial de 1666 ponía fin a un rencoroso proceso judicial que Isabel de Saavedra había comenzado en 1608 para satisfacer su sed de venganza. Fue un pleito familiar que duró 58 años e impidió la reconciliación entre Isabel, la culpable, y toda la familia de su padre, Cervantes. Nadie de los Cervantes volvió a comunicarse con Isabel. La relación fría desde 1608, se congeló después de agosto de 1611. Magdalena de Cervantes, cuando firma sus últimas voluntades el 11 y el 14 de octubre de 1610, no se acuerda para nada de su sobrina Isabel de Saavedra. La ignora totalmente, pero sí hereda a la otra sobrina, Constanza de Ovando. 409 Miguel de Cervantes, el 11 de octubre de 1610, cede sus derechos a la herencia de su hermano Rodrigo, no a favor de su hija Isabel, sino a favor de su sobrina Constanza de Ovando. También Miguel ignora totalmente a su única hija. Catalina de Salazar, al dictar su testamento del 16 de junio de 1610, se olvida de Isabel de Saavedra, hija de su marido; pero se acuerda de Constanza de Ovando de Figueroa, sobrina de Miguel de Cervantes. Por su parte, Isabel de Saavedra no volvió a tener ninguna relación con su familia paterna. Ni siquiera consta que asistiera a los funerales de su padre, tías o prima: En Madrid, en nueve días del mes de octubre de mil seiscientos nueve años, murió de calenturas doña Andrea de Cervantes, viuda de Sante Ambrosio […]. Enterróla su hermano Miguel de Cervantes, que ambos vivían en la calle de la Magdalena [...]. Enterróse en San Sebastián en orden de dos ducados. (Libro de difuntos, de la Parroquia de San Sebastián de Madrid). La situación económica de Miguel de Cervantes, en octubre de 1609, debía de ser muy precaria. Paga dos ducados por la sepultura de su hermana mayor. No puede enterrarla en una sepultura de tres ducados, como era tradición entre los Cortinas. Su hija, Isabel, había recibido el año anterior, como parte de dote, catorce mill y setecientos y cincuenta y tres reales. No ayuda al entierro de su tía ni ayuda a su padre que vive en mísera pobreza. ¡No consta siquiera que asistiera a los funerales! Faltó también a los funerales de Magdalena, su otra tía, que la había recibido en su casa y tratado como a una hija, desde 1599 hasta que se marchó, enrolada en amores, con el supuesto Diego Sanz del Águila o con Juan de Urbina, o con Luis de Molina. Los dos últimos coincidieron con ella en Valladolid y en Madrid. Magdalena hizo testamento el 11 de octubre de 1610 y le añadió un codicilo el 14 del mismo mes y año. Murió a los tres meses, el 28 de enero de 1611: En la villa de Madrid a catorce días del mes de Otubre de mil y seyscientos e diez años [...] paresció Doña Madalena de Sotomayor [...] dixo [...] que su cuerpo sea sepultado en el monasterio de Señor Sant Francisco desta villa en la parte que pareciere al dicho Miguel de Cervantes [...]. Declaro no dexo bienes para me poder enterrar [...] no tener bienes nengunos ni quedar de mi cosa que valga nada […]. (Protocolo de Jerónimo López, 1610, folio 277; en Pérez Pastor, 1902, doc., LXXXVI). 410 En 28 de henero de 1611 años murió doña Magdalena de Jesús, hermana de Cervantes. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Francisco López. No testó. Era natural de aquí. Era pobre. (Archivo de la Iglesia parroquial de San Sebastián. Libro de Difuntos de 1609, fol. 99). Posiblemente, tampoco asistió a estos funerales Luis de Molina. Cuando murieron las tías de su mujer, llevaba poco tiempo de casado y no tendría valor, como tuvo después, a enfrentarse con Isabel. A los funerales de Constanza de Figueroa y de Catalina de Salazar, ¡sí asistió y rezó y lloró, el bueno de Molina! Doña Constanza de Obando, soltera, murió en la calle del Amor de Dios en veinte y dos de septiembre de 1624 años. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Corbalán. No testó. Enterróla Luis de Molina, Secretario de Carlo Strata. De fábrica doce D[ucados]. (Archivo parroquial de la iglesia de San Sebastián de Madrid, Libro 6º de difuntos, de 1624 a 1628, fol. 4. En Astrana Marín, 1958, p. 517. En Pellicer, 1797, p. 215). 411 15.- CERVANTES NO NACIÓ EN LA VILLA DE ALCALÁ Desde que se descubrió en 1752 la Partida bautismal de Miguel, una pléyade de críticos comenzó a buscar razones para asignar a Alcalá el lugar de nacimiento del escritor, quizás porque, –como hemos dicho-, leían e interpretaban los distintos documentos, con la mentalidad del siglo en que vivían, con la mentalidad y los conocimientos histórico-geográficos y administrativo-judiciales de mediados del XVIII. Confunden, estos sabios del “Siglo de las Luces”, dos conceptos distintos: Villa de Alcalá de Henares y Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares. De esta mentalidad equivocada participa el P. Sarmiento cuando publica Noticia de la verdadera Patria (Alcalá) de Él Miguél de Cervantes, Estropeado en Lepanto; Cautivo en Argel; y Autor de la Historia de Don Quixóte. Y Conjetura Sobre la Ínsula Barataria de Sancho Panza. (César Álvarez, 2005, p., 98). No hay ningún documento que afirme y asegure que Miguel nació en la villa, hoy ciudad de Alcalá. Ni siquiera que hubiera vivido temporalmente. Más bien, los que tenemos rechazan que hubiera nacido o vivido en esta ciudad. Veámoslos: 15.1.- Don Manuel de Lardizábal En 1752, gracias, entre otros, al bibliotecario Juan de Iriarte y al P. Sarmiento, se descubre la partida bautismal de Miguel de Cervantes. Como consecuencia lógica, 412 casi todos los investigadores están de acuerdo en que Cervantes es natural de Alcalá. Pero, ¿en qué calle y casa nació? El Secretario de la Real Academia Española, don Manuel de Lardizábal, que residía en Alcalá, quiso profundizar y asegurar más la naturaleza alcalaína de Miguel. El 22 de noviembre de 1804 escribió a Fernández Navarrete: La única memoria, que yo sepa que hay en el día, es la casa en que dicen que vivió, que hoy está incorporada en la huerta de los capuchinos; no habiendo quedado de ella más que la pared y la puerta de la calle tapiada, la cual está manifestando bastantemente que era casa de un hombre pobre [...]. (Astrana Marín, 1948, pp. XXVII- XXVIII). El gran historiador de Alcalá, Portilla, casi contemporáneo de Cervantes, no sabe nada, de esta infundada, inventada y falsa tradición, cuando escribe su Historia antes de 1725, año de la edición del Primer tomo. Portilla sí nació en la villa que defienden las murallas de Alcalá. Realizó todos sus estudios de “Doctorado en Teología” en la villa de Alcalá, en donde transcurrió su vida desde el nacimiento hasta la muerte. En esta villa ejerció su profesión pastoral de sacerdote, que le permitió conocer hasta los más recónditos, escondidos y ocultos rincones de la tradición y de las consejas populares. Sin embargo, no conoce esta tradición, esta única memoria que nos recuerda, con la mejor intención, el Secretario de la R.A.E. El Catedrático de Prima en la Complutense Universidad, Jacinto Ximénez de Mejorada, Regente de los Estudios del Colegio de Santo Tomás, escribe en la Aprobación de esta Historia de Alcalá, escrita por el Doctor don Miguel de Portilla, que el autor: Demuestra en su Obra, aquel grande, natural amor, que a su Patria Alcalá tiene y professa [...]. En ella, con penoso desvelo, trabajo y estudio manifiesta sus muchas grandezas que en el olvido yacían sepultadas, y pone a la vista de todos, qual presentes, aquella antigüedad, gloria y blasones que a este antiguo Compluto ennoblecieron [...]. Gracias a su Autor, en recompensa de su grande trabajo y del amor nativo [...]. En este Colegio de Santo Tomás de Alcalá, en 30 de Noviembre, de 1724. (Portilla, 1725). No tiene fundamentación documental ninguna la afirmación del Secretario de la Real Academia de la Lengua, D. Manuel de Lardizábal. Rebatió esta inventada y falsa tradición, Astrana Marín, quien sostiene que Rodrigo de Cervantes, a su casamiento, 413 siguió morando en el hogar de su madre y hermana; y así, en este número 2 actual de la calle de la Imagen, nació el Príncipe de nuestros escritores (1948, pág. 179). El señor Astrana tampoco fundamenta, ni documentalmente ni en la tradición, esta afirmación. Se la dicta, más que su propia convicción, el ambiente cultural del momento. Miguel se bautizó en Alcalá y toda la documentación que ha llegado hasta nosotros confirma, a simple vista, que tanto él como sus hermanos son naturales de Alcalá. Normalmente los recién nacidos se bautizaban en la parroquia a la que pertenecían sus padres. ¡Si lo bautizaron en Alcalá, es porque vivían en Alcalá! Él y algunos de sus hermanos se consideran naturales y vecinos de Alcalá. Sus padres afirman también que Miguel es natural de Alcalá. Por tanto, ¡es claro que nació en Alcalá! ¿Qué interés pueden tener, Miguel o sus padres y hermanos, para engañarnos? Recordemos la afirmación del P. Sarmiento, citado por César Alvarez en la página 99: Así que tropecé con la noticia de la verdadera patria de Cervantes, la comuniqué, y con franqueza, al librero Francisco Manuel de MENA […]. Señaléle el libro y el folio 185 de Haedo. Encarguéle que esparciese esa noticia de que Alcalá era la patria de Cervantes [...] para que [...] buscase antes en Alcalá la fee de bautismo de Cervantes. En 1752, el P. Sarmiento pensaba y razonaba lo mismo que Astrana en 1948. Pero Sarmiento ignoraba, posiblemente, lo que sabemos que conocía Astrana: que el Alcalá de 1547 lo formaban la Villa y más de veinte aldeas; que Arganda a mediados del XVI era una aldea alcalaína. Si los documentos del siglo XVI afirmaban y afirman que Cervantes era natural de Alcalá, y en esta villa encontramos la partida de bautismo, podemos concluir que, realmente, Cervantes y algunos de sus hermanos nacieron en Alcalá. Esto es lo que cree y afirma César Álvarez, quien, en 2005, escribe en la página 99 de su citado libro: El benedictino dejó para otros el remate de la faena, que consistía en hallar la partida de bautismo. Eso es lo que tenemos: la escritura del bautismo recibido en Alcalá. Pero, ¡no sólo esto! También poseemos abundante documentación que prueba que era natural de Alcalá. Todos aceptamos que había nacido en Alcalá de Henares. Pero no basta. Tenemos que dilucidar sobre ¿qué es lo que entendemos por “natural de Alcalá” o “nacido en Alcalá”, en un documento de mediados del XVI? 414 Los documentos de los escribanos argandeños anteriores a 1581 repiten frases como las siguientes: Arganda tierra e jurisdicción de la villa de Alcalá de Henares. (A.M.A.R. Libro 1/1, folio 141, 31 de agosto de 1579), o Regimiento del lugar de Arganda, tierra y jurisdicción de la villa de Alcalá. (A.M.A.R., Libro 1/1 folio 196, 20 de enero de 1580). Podíamos recordar innumerables citas. Arganda era parte de Alcalá, como Sevilla es parte de Andalucía. Los sevillanos son andaluces, nadie lo duda. Los argandeños anteriores a 1580 eran alcalaínos, nadie debe dudarlo. ¡Así nos lo confirma la Historia de Alcalá! ¡Así nos lo asegura Portilla en su obra! Ya hemos visto, hasta la saciedad, que un niño venido al mundo en 1547 era tan alcalaíno naciendo en Loeches, como en Valdilecha, como en Alcalá o en Arganda. Bueno, no es exactamente igual: el nacido en la Villa de Alcalá era social y jurídicamente superior al nacido en la aldea de Loeches. Todos los pueblos del antiguo alfoz de Alcalá constituían en 1547 el Concejo o Ayuntamiento de Alcalá de Henares, formaban parte del Común de Villa y Tierra de Alcalá de Henares. Esto lo sabían algunos, pero pocos, en el XVIII, y lo sabemos muchos ahora, gracias a los innumerables trabajos de una legión de historiadores, la mayoría nacidos o estantes en los valles del Henares, del Jarama, del Tajuña e incluso del Tajo y del Manzanares. Trabajos de investigación publicados alrededor de la Universidad de Alcalá o de la Institución de Estudios Alcalaínos, perteneciente a la misma Universidad. ¿Lo sabían los historiadores de los siglos anteriores al Siglo XX? Creemos y afirmamos que sí, pero eran historiadores, no se paraban a pensar sobre asuntos de literatura, sobre el gran escritor Miguel de Cervantes. Para eso, ya estaban los filólogos, lingüistas, gramáticos y críticos literarios. Que Arganda era una aldea de Alcalá en el XVI, lo archisabía don Luis Astrana Marín y, de hecho, lo afirma: Los Cortinas, y pronto podremos comprobarlo, eran la familia más rica de aquel lugar (entonces aldea de Alcalá de Henares). (1949, p. 73). Que Arganda pertenecía a Alcalá era evidente para los alcalaínos de XVI, por eso la carmelita, cronista conventual del Carmen descalzo de Alcalá, escribe en 1565: El año sesenta y cinco [1565] es de notar por las primeras quentas [...]. Pero antes se le dio el Santo Hábito con bendiciones a Isabel de la Concepción, vecina de 415 Lueches [...]. Aquel mismo día onze entró Monja Luisa de Belén, vecina de Alcalá. (Portilla, III, 1728, p. 25). Loeches se había independizado de Alcalá y era villa desde 1555, de ahí, que la cronista de 1565 escriba: Isabel de la Concepción, vecina de Lueches. Arganda no obtendrá la independencia y la categoría de villa hasta el 24 de septiembre de 1581, por eso anota la cronista carmelita: entró Monja Luisa de Belén, vecina de Alcalá. En 1565, Arganda era una aldea del Ayuntamiento de Alcalá. Faltaban aún 16 años para que alcanzara la categoría de villa y, consecuentemente, la independencia. Luisa de Belén que había nacido y vivía en Arganda, era natural y vecina de Alcalá, del Concejo o Ayuntamiento de la Villa de Alcalá de Henares. Astrana Marín rebatió la falsa e inventada tradición a la que alude, engañado, el Secretario de la R.A.E. Gracias a don Luis, nadie se acuerda hoy de la casa de Cervantes que se levantaba en la Huerta de los Capuchinos. Sin embargo, la calle que cerraba esta huerta de los capuchinos se llama aún calle de Cervantes. 15.2.- La casa natal de Cervantes Astrana identificó la, oficialmente, casa natal de Cervantes, dentro de la Villa de Alcalá de Henares, gracias a: Las declaraciones de los testigos: Juan Méndez de Contreras, familiar del Santo Oficio; Rodrigo del Castillo; don Alonso Ramírez de Arellano, caballero de la Orden de Alcántara; el genealogista don Alonso López de Haro; el bachiller Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición [...]. (Astrana Marín, 1948, p. 238). Se trata de un documento, de 1610, de probanza testifical de nobleza a favor de Lorenzo Hurtado de Santarén y de su mujer doña Isabel de Mendoza, nieta de doña María de Cervantes, la tía de Miguel. Estos testigos declaran que el licenciado Juan de Cervantes, su hija doña María y el resto de la familia vivían en la calle de la Imagen, a espaldas del Hospital. 416 La probanza testifical confirma que el licenciado Juan de Cervantes, su hija doña María y el resto de la familia vivían en la calle de la Imagen, a espaldas del hospital. Pero, ¿quiénes forman el resto de la familia? Entendemos que la esposa del licenciado y los hijos. Estos, al casarse, abandonarían la casa, no paterna sino de la hermana, y fundarían con sus respectivas esposas otros nuevos hogares. Por el resto de la familia no podemos entender a todos los nietos del licenciado. Estos nietos nacerían cada uno en el hogar fundado por sus padres respectivos. Esta supuesta casa natal de Cervantes ni siquiera es la casa natal de Marina de Mendoza, la hija de María de Cervantes y el arcediano don Martín de Mendoza, “El Gitano”. En efecto, Juan de Cervantes vivió, en esta casa, con su esposa, Leonor de Torreblanca, y sus hijos, hasta 1538. A partir de 1538, tras el éxodo del licenciado y de su hijo Andrés, sólo viven en ella Leonor y los restantes hijos del matrimonio deshecho. Hacia 1540 abandonaron la casa Juan y Rodrigo, al casarse. Juan se trasladó a la casa de enfrente, dentro de la misma calle, la casa de “La Calzonera”. Rodrigo se marchó para Arganda, aldea de Alcalá, a la casa de su mujer, en la calle de San Juan. Siguen viviendo en la casa de la calle de La Imagen, a partir de 1540, Leonor de Torreblanca, su hija María y su nieta Martina de Mendoza. Ya se ha dicho que María vendió esta casa en enero de 1551. Entendemos, por el contexto, que en 1610 ya no viven Diego Díaz de Talavera ni su esposa Martina de Mendoza, cuya madre, María de Cervantes, había muerto en 1559. De los Cervantes, que hasta 1551 hubieran podido vivir en esa casa, quedaban en 1610 sólo dos: Miguel y su hermana Luisa de Belén. Magdalena de Cervantes, que tambien vivía en 1610, no había conocido la casa personalmente, pero sí por referencias de sus padres y hermanos. Estos tres Cervantes serían los mejores testigos. Dos, Miguel y Luisa, habrían nacido y vivido, según muchos cervantistas, en esta casa de la calle de La Imagen. La tercera, Magdalena, habría oído hablar mucho de esa casa a sus padres y hermanos. ¿Por qué no los llamaron a declarar? Eran primos-hermanos de su madre Martina de Mendoza. ¿Es que no los conocían? ¡Imposible! Cervantes era un personaje importante en la vida social y literaria del Madrid de finales del XVI y primeros del XVII: En cualquiera de los casos, a su regreso a España, la literatura era [...] uno de los escasos territorios donde la movilidad social todavía era posible y, sin duda, Cervantes 417 creyó ver en él un modo de hacerse camino en el laberinto de la Corte [...]. Por testimonios indirectos, sabemos que, en poco tiempo, el nombre de Cervantes logró hacerse un cierto espacio en los mentideros literarios de la Corte y, gracias a la aceptación y aplauso que recibieron sus poemas ocasionales, cobró cierto renombre, al menos como poeta [...]. Sabemos que él estaba en todas las bocas de sus contemporáneos, cuando se especulaba sobre la autoría de ciertos textos de especial éxito entre el público. (Blasco Pascual, 2005, pp. 96-97). Astrana Marín (1952, p. 189) resalta la importancia social y literaria de Miguel, en los finales del siglo XVI: La ausencia de Cervantes en Madrid conocíase de sus amigos. En 29 de diciembre de igual año [1587], Lope de Vega era preso por un libelo contra Elena Osorio. Al leer el libelo diez días antes, había dicho don Luis de Vargas: este romance es del estilo de cuatro o cinco que solos lo podrán hacer: que podrá ser de Liñán, y no está aquí; y de Cervantes, y no está aquí; pues mío no es, puede ser de Vivar o de Lope de Vega [...]. Se probó que era de Lope de Vega y fue condenado el 7 de febrero de 1588 a destierro de la Corte por ocho años y a dos del Reino de Castilla. Si Cervantes era conocidísimo en el Madrid de 1587, lo era también en Alcalá, centro intelectual cercano y muy comunicado con la Villa y Corte. Si así se conocían las ausencias de don Miguel, cuando sólo había publicado La Galatea y algunas poesías, ¿qué pasaría veintitantos años más tarde, publicado el primer Quijote y sus muchas reimpresiones? Pero, lo que también atestigua, y que no plantea duda alguna, es el vivo éxito que ha encontrado de entrada la Primera parte. Como le declara Sansón, ‘los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran’; y por lo que se refiere a la difusión universal [...]. La edición princeps, puesta a la venta en enero de 1605, se agotó rápidamente, ya que, en el mes de marzo, Juan de la Cuesta ponía en el telar una segunda, que ve la luz antes del verano [...]; dos ediciones piratas acababan de aparecer en Lisboa, en espera de las que, pocos meses después, se publicarán clandestinamente en Valencia y en Milán [...]. Sin más dilación, el superventas franquea los mares. En febrero [de 1605], un primer lote de ejemplares de la edición princeps es 418 registrado en Sevilla y mandado al Perú. En abril, se envía un segundo cargamento al otro lado del Atlántico [...]. 157 En 1610, Miguel de Cervantes era un escritor conocido, admirado, envidiado y saqueado con fraudulentas reimpresiones. Mientras tanto, el libro [Quijote] sigue vendiéndose prodigiosamente. Una segunda edición en Valencia, legítima. Otra, pirata, en la misma ciudad. En 1607 aparece la traducción al inglés, habiéndose editado antes en Bruselas en español (como en Milán, países sometidos a España, se publicaba en la lengua castellana). El dinero va entrando, aunque no en la cantidad que debería esperarse, dadas las ediciones piratas y las dificultades de cobro; incluso puede, en 1608, pagar los últimos dos mil cuatrocientos reales que todavía le reclamaban de sus tiempos de comisario de Granada. Parece que está liquidando, con la deuda última, un pasado desgraciado; que desde ahora en adelante todo será felicidad. (Díaz Plaja, 1974, pp. 99-100) 1610. El número de ediciones del Quijote alcanza ya a diez con la que se publica en Milán en español (3 en Madrid, 3 en Lisboa, 2 en Valencia, una en Bruselas), pero él sigue sin dinero (los derechos de ejemplares se pagan tarde y mal). (Díaz Plaja, 1974, p., 109). Ahora, en 1610, era el autor del Quijote, cuya primera parte había sido objeto de nueve ediciones (tres en Madrid, dos en Lisboa, dos en Valencia, otra en Bruselas y otra en Milán) y era celebrada por todo el mundo, incluso en mascaradas callejeras y estudiantinas. En Cataluña su gran novela era perfectamente conocida […]. En el verano de 1610 158 Cervantes conoció a fondo Barcelona, admiró sus bellezas urbanas [...] y participó en sus festejos, como los del día de San Juan. Y fue tan bien acogido en la ciudad que, desde ahora, en sus libros la colmará de elogios que no dedicó a ninguna otra: ‘honra de España, amparo de los estrangeros, escuela de caballería, archivo de la cortesía’ 159 . 157 JEAN CANAVAGGIO, Don Quijote, del libro al mito, traducción de Mauro Armiño, Espasa, 2006, pp. 54-55. 158 Desde las Capitulaciones matrimoniales del 28 de agosto de 1608, Cervantes tenía una deuda con su hija y con su yerno: pagarles la dote de 2.000 ducados. No podía salir fuera del Reino de Castilla hasta saldar o pagar los dos mil ducados de dote. 159 MARTÍN DE RIQUER, Cervantes en Barcelona. Cuadernos del Acantilado. Barcelona (2005), p. 118-119. 419 Don Quijote y Sancho eran celebrados y parodiados en todas partes de España, de Europa y de América. Felipe IV, nacido el 8 de abril de 1605, fue bautizado en su Valladolid natal el 31 de mayo del mismo año. Tras el bautismo se llenaron las calles de alegría y fiestas; entre ellas una parodia de Sancho y don Quijote. (Canavaggio, 2006, pp., 55-59). El éxito fue fulminante por lo que se refiere a la difusión y en ese mismo año se hicieron varias reimpresiones sobre los 1800 ejemplares que se habían tirado en esa primera edición. Varios de los primeros lotes reimpresos emprendieron el camino de las Indias. Rodríguez Marín [...] probó ya hace años que gran parte de los ejemplares de la primera edición se destinaron a América, especialmente a Méjico y a Perú, llegando, ya en 1605, 41 ejemplares a Lima, [...] en la librería de Miguel Méndez de la C/ Mantas de la capital [...]; poco después subirían varios cargamentos de quijotes a Cuzco, donde se celebraría una fiesta cortesana en la que ya aparecería el ingenioso hidalgo. Poco más tarde se repite el episodio en Heidelberg y en París 160 . El alcalaíno Francisco de Robles envió en el galeón Espíritu Santo 262 ejemplares de la edición primera de 1605: llegaron a Méjico, con desembarco en San Juan de Ulúa. Otro impresor alcalaíno Juan de Sarriá en marzo de 1605, mandó a Sevilla a lomo de burros, sesenta y un bultos de mercancía entre los que iban 40 ejemplares del Quijote. La carga iba al virreinato del Perú para Miguel Méndez, otro alcalaíno, que tenía su librería en la calle Mantas de la capital 161 . Vemos por estos investigadores que El Quijote fue enviado inmediatamente a América, ya desde el mes de su aparición, y a lo largo de 1605. Que durante ese año y en años posteriores se hicieron varias reimpresiones en España y Europa, unas legítimas y otras clandestinas. Que entre los libreros que enviaron remesas de quijotes a América aparecen alcalaínos y que, según García Gutiérrez, las recibieron, en América, otros alcalaínos. Por tanto, en el ambiente socio-cultural y económico y comercial de Alcalá 160 MIGUEL ÁNGEL VEGA CERNUDA, “La traducción del Quijote o ¿qué Quijote leen los europeos?”, en ¿Qué Quijote leen los europeos? Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traductores. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, (2005), p. 1. 161 FRANCISCO JAVIER GARCÍA GUTIÉRREZ, “Alcalá y el Quijote”, España y Alcalá en la época de Cervantes. Conferencias 2005 en el IV Centenario de “El Quijote”. Institución de Estudios Complutenses, (2005), p. 150. 420 se respiraban aires cervantinos, cuyos aromas tuvieron que aspirar, necesariamente, los nietos de María de Cervantes y los descendientes de los padrinos de bautismo de Miguel y de sus hermanos. El Quijote era muy conocido en Alcalá; su autor, también. Si Cervantes hubiera nacido allí, en la villa de Alcalá, lo sabría su prima Martina de Mendoza, joven cuando Miguel nació, y que, necesariamente, lo había tenido en su regazo pues, según muchos cervantistas, vivían en la misma casa. Martina nació antes de 1532 y Miguel nació en 1547. Martina, que tendría unos quince años cuando nació Cervantes, se casó en 1550. Si el niño Miguel vivía en su casa, convivió con él tres años: lo vería y lo aguantaría y disfrutaría con él todos los días. Se lo diría con orgullo a sus hijos y nietos. Les contó lo del licenciado Juan de Cervantes, bisabuelo de ellos, que dejó la casa en 1538, cuando ella tendría seis años, y ¿no les contó el nacimiento y crianza de Miguel? Era un escritor famoso, conocido, admirado y envidiado en Madrid y en Alcalá y en toda España. En 1610, ya tenía escritos el Quijote, La Galatea, algunas Novelas Ejemplares, y varios poemas. Martina no les dijo nada, porque Miguel no había nacido ni en esa casa, ni en la villa de Alcalá. Esta es la razón de que no lo llamaran, como testigo, para la probanza de nobleza de 1610. Estaban orgullosos de su pariente Miguel por su obra literaria, no porque hubiera nacido en esa casa ni en otra cualquiera de la Villa. Lorenzo Hurtado de Santarén, marido de doña Isabel de Mendoza, se movía en un ambiente social más bien culto y refinado: en 1618 (según Portilla, 1725, p. 420), llegó a ser alcalde ordinario de Alcalá. Tenía que conocer, necesariamente, la obra y la fama de Cervantes, primo de su mujer. No se puede objetar que estaban muy distanciados los nietos de María de Cervantes (muerta en 1559) y los hijos de su hermano Rodrigo (muerto en 1585). Las relaciones eran cordiales como lo demuestra la información que ofrece Astrana Marín en la páginas 537-550 de su tomo V, de 1953. En este tomo V, nos habla de los Montoya amigos de Cervantes y primos de los nietos de su tía María de Cervantes. Lorenzo Hurtado de Santarén y su mujer doña Isabel de Mendoza, los demandantes de esta prueba de nobleza, de 1610, eran primos de Miguel de Cervantes y de los amigos de Miguel, la familia de los Montoya. La amistad de Cervantes y Garibay, padre de los Montoya, quizá proceda del parentesco de estos Montoya con los nietos de su tía María de Cervantes. 421 15.3.- Los Montoya Afirma Astrana (1953, pp.537-550) que en Toledo, cerca de la casa de Cervantes, vivía con sus dos hijos y una hija, doña Luisa de Montoya, viuda del famoso cronista Esteban Garibay, en unas casas a la Cruz de San Lorente. Era muy grande la amistad entre Cervantes y la familia de Garibay. A finales de agosto de 1604 salieron de Toledo, en la misma comitiva, hacia Valladolid: Cervantes con su mujer, Catalina; Juana Gaitán con su esposo, Diego de Hondaro; y Luisa de Montoya con sus tres hijos. Por cierto, la casa que Luisa de Montoya deja libre en Toledo, fue alquilada por Lope de Vega para Micaela Luxán. En esta casa, que deja libre Luisa de Montoya en 1604, nacerá, antes, y hacia el 8 de mayo de 1605, Marcela de San Félix, la hija de Lope de Vega. (Barbeito Carneiro, 2007, p. 393). En Madrid se unieron a la comitiva de Cervantes sus hermanas Andrea y Magdalena de Cervantes con las jóvenes Constanza e Isabel. Tardarían cuatro o cinco días en recorrer las 33 leguas que separan a Valladolid de Madrid. Entre la gente afectada por el traslado de la Corte, se encontraban las hermanas, la sobrina y la hija de Cervantes, que en 1603 se establecieron en Valladolid, donde sus labores de costura habrían de tener más y mejor clientela. Sin embargo, no tenemos confirmación de la llegada de Cervantes a la ciudad del Pisuerga hasta el comienzo del verano de 1604. (Blasco Pascual, 2005, p.139). Al llegar a Valladolid, en septiembre de 1604, alquilan una casa en la que viven todos: en el primer piso, izquierda, Cervantes con todos los suyos; en el primero derecha, Luisa de Montoya con sus hijos; en el segundo derecha, Diego de Hondaro con su mujer Juana Gaitán; el segundo izquierda estaba ya ocupado por doña Mariana Ramírez con sus hijos y su madre, a los que visitaba con frecuencia Diego de Miranda. Conocemos al matrimonio de Esquivias formado por el Pagador de Hacienda, Diego de Hondaro, y Juana Gaitán; pero, ¿quiénes eran doña Luisa de Montoya y sus hijos? Tienen que ser muy amigos de los Cervantes y del matrimonio Hondaro Gaitán pues caminan, en compañía, hacia Valladolid y se establecen todos en la misma casa. 422 Otra vez acudimos al gran cervantista, Astrana Marín. En el tomo I (1948, pp., 161-164) y en el tomo V (1953, p., 538) nos informa de un pleito comenzado en Alcalá de Henares el 15 de enero de 1600 entre don Lorenzo Hurtado de Santarén, como marido de doña Isabel de Mendoza y el licenciado Vesga y Luna, como procurador de doña Mariana de Vesga. Según Vesga y Luna, doña Luisa de Montoya era sobrina del escribano Diego Díaz de Talavera y de su mujer Martina de Mendoza, la prima de Miguel de Cervantes. Por tanto, Luisa de Montoya era prima de los primos que Miguel de Cervantes tenía en Alcalá. De ahí, la amistad de Cervantes con los Montoya. ¿Quiénes eran estos primos comunes de Cervantes y de Luisa de Montoya? Es otra vez don Luis quien nos informa (1948) en las páginas 161-164. Según Astrana, del matrimonio formado por el escribano Diego Díaz de Talavera y doña Martina de Mendoza, –hija de María de Cervantes-, nacieron cinco hijos: Juan, Pedro, Sebastián, doña Martina y doña Isabel de Mendoza. Nos interesa esta última. ⎧ Juan ⎪ Pedro Martina de Mendoza ⎪⎪ ⎨ Sebastián Diego Díaz de Talavera ⎪ Martina ⎪ ⎪⎩ Isabel Doña Isabel de Mendoza ⎧ Fernando Hurtado ⎨ Lorenzo Hurtado de Santarén ⎩ Andrés Hurtado de Santarén Doña Isabel de Mendoza se casó con Lorenzo Hurtado de Santarén y tuvieron a Fernando Hurtado y a Andrés Hurtado de Santarén. El primero era alcalde ordinario de Alcalá, en 1618; el segundo, regidor de Alcalá en 1659. Doña Isabel y su marido, el alcalde ordinario de Alcalá Lorenzo Hurtado de Santarén, poseían varios mayorazgos: uno, fundado por doña Catalina Hurtado; otro que fundó Gonzalo Hurtado; otro, que era el mayorazgo de la Olmeda, en Uceda; y otro, perteneciente antes a los Mendoza. El pleito, comenzado en Alcalá el 15 de enero de 1600, terminó con la sentencia dictada, en el mismo 1600, por don García Girón. En ella consta: 423 Los hijos y herederos del dicho Diego Díaz de Talavera avían presentado un conocimiento, escrito de mano de Juan de Mendoza, hijo de Diego Díaz de Talavera e firmado del dicho Diego Díaz de Talavera, comprobado con trece testigos fidedignos que eran frai Juan de la Madre de Dios, […] del Monasterio de San Francisco, e prior del monasterio del Ángel de la Guarda de la dicha villa, e doña Mariana e doña Luisa, e doña Teresa de Montoya, sobrinas del dicho Diego Díaz de Talavera, e primas hermanas de las dichas doña Martina e doña Isabel de Mendoza. Nos hemos detenido en Luisa de Montoya y en el pleito del 15 de enero de 1600, porque son pruebas evidentes y claras de que los Cervantes-Cortinas mantenían lazos cordiales y amistosos con sus primos de Alcalá, los nietos de su tía María de Cervantes. Por este parentesco y amistad, conocen a los primos de Martina de Mendoza, los Montoya, que viven en Toledo, –Luisa y sus tres hijos-, y salen con ellos hacia Valladolid, para buscar vivienda en la misma casa. Martina y su esposo Diego Díaz de Talavera conocían las obras y fama de Miguel. También las conocían sus hijos e incluso sus sobrinos, los Montoya. Los nietos de María de Cervantes eran primos y admiradores de uno de los más importantes cronistas de finales del XVI, Esteban de Garibay, el esposo de su prima Luisa de Montoya. Miguel de Cervantes era lector y amigo y admirador de este historiador subvencionado y protegido y ensalzado por Felipe II. Los hijos de Martina y Diego Díaz de Talavera eran primos de Garibay y de Luisa de Montoya. Pero a su vez estos hijos de Martina de Mendoza y de Diego Díaz de Talavera eran primos de los Cervantes Cortinas. Si doña Isabel de Mendoza y su marido Lorenzo Hurtado de Santarén no acudieron a Miguel de Cervantes Cortinas y a sus hermanas, -Luisa y Magdalena-, para que testificaran en la probanza de 1610 es porque los Cervantes Cortinas sólo conocerían la casa de la calle de La Imagen por las informaciones de sus padres. Tenían tres y cuatro años cuando se vendió esta casa. No habían nacido en ella ni Luisa ni Miguel. Tampoco habían vivido mucho tiempo en ella, si es que vivieron alguno. Magdalena, nacida en Valladolid hacia 1552, nunca vivió en esa casa, vendida en 1551. El día ocho de Diciembre de 1618, pedía un largo elogio y ponerse aquí un Catálogo de aquellos Regidores; pero vaste decir, que un Alcalde Ordinario (y en todo 424 gran Cavallero, y no hombre ordinario) fue Pedro de Salcedo y Guzmán, con su igual compañero Lorenzo Hurtado de Santarén. (Portilla, 1725, p. 420). Lorenzo Hurtado de Santarén aparece citado en los Libros de acuerdos del Concejo de Alcalá de Henares, de principios del XVII. Vicente Sánchez Moltó recuerda su protagonismo en las fiestas con que se celebró, en esta Villa, la llegada de las reliquias de San Félix de Alcalá 162 . Se lee su nombre en el legajo del A.M.A.H. 1053/1, fol. 31; y dentro del legajo 11.002/1 del A.M.A.H. en las sesiones del 9 de diciembre de 1606 y del 13 de enero de 1607. Lorenzo Hurtado de Santarén era el marido de doña Isabel de Mendoza, la prima de Cervantes. Los dos, Lorenzo Hurtado y su esposa, incoaron la prueba testifical de nobleza de 1610. ¿Qué relación hay entre el esposo de Isabel de Mendoza, Lorenzo Hurtado de Santarén, y Fernando de Santarén, teniente Corregidor de Alcalá? Éste en 1581-1582 interviene en el cumplimiento de una hipoteca contra un grupo de argandeños y a favor de la alcalaína Catalina de la Paz. (A.M.A.R. Libro 2/1, folio 102). Cervantes se relacionaba con sus primos los descendientes de María de Cervantes y de su hija Martina de Mendoza. Éstos, Martina y sus hijos, visitarían con frecuencia a su prima Luisa de Cervantes Cortinas, monja en el Convento carmelita de la Imagen. Si la monja Luisa de Cervantes Cortinas (Luisa de Belén en religión) y su hermano Miguel hubieran nacido en esa casa, ¡qué mayor orgullo para Isabel de Mendoza y su marido Lorenzo Hurtado de Santarén! ¡Qué mejores testigos! Luisa había sido elegida Subpriora en 1593 y en 1596. Priora el 18 de febrero de 1602 y por segunda vez, el 12 de agosto de 1620. Cuando Lorenzo Hurtado de Santarén desempeñó el cargo de alcalde ordinario de Alcalá, su prima, Luisa de Cervantes Cortinas, era una carmelita descalza respetada, estimada, admirada y reconocida en el Convento del Carmen descalzo y en la villa de Alcalá. Ni Luisa de Cervantes ni su hermano Miguel son llamados como testigos porque no habían nacido ni en esa casa ni en la villa de Alcalá. Entre los testigos de esta probanza de 1610, está el genealogista Alonso López de Haro. Este intelectual e investigador tendría que saber, necesariamente, –si fuera verdad-, que Cervantes, escritor admirado por unos y envidiado por otros, había nacido 162 SANCHEZ MOLTÓ, M. VICENTE: “Fiestas de recibimiento de las reliquias de San Félix de Alcalá (1607) en Anales Complutenses, XIX, (2007), pp. 159-197. 425 en esa casa, ¡era su oficio! Pero no dice nada. Vivía aún Cervantes y dos de sus hermanas; una de ellas, Luisa, era una monja carmelita, que había desempeñado cargos importantes en el Carmen Descalzo de Alcalá y, por tanto, conocida en la sociedad alcalaína y entre sus familiares. El Quijote era conocido, vendido y leído en Alcalá. El genealogista Alonso López de Haro tenía que conocer a su autor, y haber leído por lo menos El Quijote. ¡Era un intelectual! Si Cervantes hubiera nacido en Alcalá, en esa casa, él lo sabría y lo hubiera declarado. 15.4.- Juan Méndez de Contreras Otro testigo de la probanza de 1610, Juan Méndez de Contreras, pertenecía a la familia de los que, en 1544, fueron padrinos de bautismo de Andrea: [...] y fue compadre mayor Melchior Méndez y Luysa de Contreras, su mujer; [...]. La familia alcalaína Méndez de Contreras está muy relacionada con Arganda, Chinchón y Morata, en donde tienen tierras, vínculos, obligaciones y censos. En el Libro I de Bautismos de Arganda, desde 1547 hasta 1574, aparece frecuentemente como padrino, Cristóbal de Contreras de Alcalá. Algunas veces lo acompaña María de Herrezuelo, su mujer. Los alcalaínos Joan Méndez de Contreras y doña María, que el 10 de marzo de 1574 bautizan en Arganda a su hija Isabel, aparecen citados, en el Archivo Municipal de Arganda, en varias ocasiones. Libro 2/1, (folio 56 r) en un contrato (29 de junio de 1581) que firman también el Canciller y Registrador de su Majestad, y Notario Mayor del Reino de Toledo, Jorge Olalde de Vergara y el músico de S. Majestad, Mateo Troylla. El 25 de febrero de 1582 (Libro 2/1, folio 255 r), Juan Méndez Contreras firma como testigo de la venta de un majuelo de 250 cepas a Andrés Rendero163 en el pago de San Sebastián. En el folio 3 v del Libro 5/1 se transcribe un reconocimiento de censo para Juan Méndez de Contreras, el 7 de enero de 1586. Se recuerda un censo en Arganda a favor de las Monjas de Santa Clara de Alcalá. Firma, como testigo suyo, Jorge Olalde de 163 Andrés Rendero había comprado a los padres de Cervantes, el 19 de diciembre de 1566, una viña en el Camino de Morata por 250 ducados. 426 Vergara, Canciller Mayor del Reino, Contable y Registrador de Su Majestad, Alcalde Ordinario de la Villa de Arganda y Notario Mayor del Reino de Toledo. Vuelve a aparecer, en el mismo Libro 5/1, folio 27, un Juan Méndez de Alcala, que interviene en una venta de casas realizada el 21 de enero de 1586. Se le nombra también en los folios (185 v - 186 v), del Libro 6/2 del Archivo Municipal de Arganda. Es un Reconocimiento de Censo de Juan Méndez de Contreras de Alcalá por 12.000 maravedís; y una Obligación para Juan Méndez de Contreras por valor de 16 ducados que equivalen a 6000 maravedís. Se firman los dos el 18 de diciembre de 1593. ¿Será éste, Joan Méndez de Contreras, el testigo de 1610? Es posible. Portilla en el primer tomo de su Historia (páginas 418-419), al relatar la admisión de hermanos de la Cofradía de los Bienaventurados San Pedro y San Pablo de Alcalá de Henares, en diez y ocho días del mes de Diciembre de 1605, escribe: Los testigos que dixeron, fue entre otros Juan Méndez de Contreras, de 67 años de edad. Este Juan Méndez de Contreras tendría 72 años, al declarar en 1610, edad que lo convertía en testigo irrefutable. ¿Qué relación existiría entre este “Joan Méndez de Contreras y doña María” que butiza a su hija en Arganda, en 1574, y testifica en Alcalá en 1605 y en 1610, y el “mayor Melchior Méndez y Luisa de Contreras su mujer”, que apadrinan a Andrea de Cervantes en Alcalá, en 1544? Éste último, mayor Melchior Méndez quizá sea padre, con Luisa de Contreras su mujer, del Juan Méndez de Contreras que bautiza, testifica y tiene censos y obligaciones en Arganda y en Alcalá. De aquí, sacamos una conclusión: Los Méndez Contreras de Alcalá y los Cervantes Cortinas de Arganda se conocían y eran familias muy relacionadas. ¿Desde cuándo se conocen los Méndez-Contreras y los Cervantes-Cortinas? Por lo menos desde el bautismo de Andrea en 1544. Los Méndez Contreras, por sus negocios y posesiones en Arganda, Morata y Chinchón, conocían el prestigio y la riqueza de los Cortinas. En 1541 había sido enterrada en loor de multitudes la “Beata de Cortinas”, tía de Leonor y fundadora de una capellanía. Cinco años antes, en 1536, se enterraba con toda pompa el esposo de la difunta Beatriz de Cortinas, Juan Díaz Delgado, riquísimo terrateniente en Madrid, Alcalá, Campo Real y Arganda; y cofundador de una capellanía en Arganda. Posiblemente los Méndez Contreras de Alcalá asistieron a estos dos funerales. 427 Si los padres de Juan Méndez Contreras eran amigos de Rodrigo y Leonor y apadrinaron a su hija Andrea en 1544, éste, –Juan Méndez Contreras que tendría seis años entonces-, tenía que saber en dónde habían nacido los Cervantes Cortinas. Era mayor que ellos y los conocería, por la amistad de los padres. Concretamente, debería saber en dónde había nacido Miguel de Cervantes. No declara que el creador del Quijote hubiera nacido y vivido en esa casa. No declaran esto, ¿por qué? Si Miguel hubiera nacido en esa casa de la calle de La Imagen, lo sabrían por sus padres y abuelos y lo declararían. ¡No dicen nada! Callan esto, como el genealogista y como la prima Isabel de Mendoza. Nadie les dijo nada; porque Miguel y sus hermanos no habían nacido en esa casa. No tenían ninguna relación con esa casa. 15.5.- Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición En este estudio alrededor de Cervantes, hemos tropezado varias veces con un tal Francisco López. No se trata de la misma persona pero sí puede ser que sean miembros de la misma familia. Uno de ellos es el licenciado Francisco López, vecino de Alcalá, que compra un censo al arzobispo Fonseca en 1532, ante el escribano Díaz de Talavera: Doña Magdalena de Santarén, muger de Don Sebastián de Guzmán [...] que el señor Arzobispo Fonseca vendió a censo al Licenciado Francisco López, Vezino desta Ciudad, por Escritura en ella, ante Diego Díaz de Talavera, año de 1532” (Portilla, 1725, p. 430). En 1609, es el licenciado Francisco López, teniente cura de la parroquia de San Sebastián de la villa de Madrid, quien administra los Santos Sacramentos a Andrea de Cervantes, hermana de nuestro escritor y madre de Constanza de Figueroa. En Madrid, en nueve días del mes de octubre de mil seiscientos nueve años, murió de calenturas doña Andrea de Cervantes, viuda de Sante Ambrosio, florentino, de edad de sesenta y cinco años. Dejó una hija y no testó. Recibió los Santos Sacramentos 428 de mano del Licenciado Francisco López, teniente cura de dicha Iglesia. (Parroquia de San Sebastián, Libro de Difuntos de 1609 a 1630). Al año siguiente, en 1610, aparece como testigo, en una probanza testifical de nobleza, el bachiller Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición: Las declaraciones de los testigos: Juan Méndez de Contreras, familiar del Santo Oficio; Rodrigo del Castillo; don Alonso Ramírez de Arellano, caballero de la Orden de Alcántara; el genealogista don Alonso López de Haro; el bachiller Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición [...]. (Astrana Marín, 1948, p. 238). Otra vez, nos encontramos con un licenciado Francisco López que, en 1611, administra los Santos Sacramentos a doña Magdalena de Jesús, hermana de Cervantes: En 28 de henero de 1611 años murió doña Magdalena de Jesús, hermana de Cervantes. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Francisco López […]. La hicieron enterrar los hermanos tercerones de San Francisco en 12 reales. (Archivo de la Iglesia parroquial de San Sebastián. Libro de Difuntos de 1609, fol. 99). El apellido López vuelve a aparecer en los testamentos o codicilos que otorgan Magdalena y Miguel de Cervantes, en octubre de 1610. Ahora no es el cura Francisco López, sino el escribano Jerónimo López quien escucha y prepara a bien morir jurídicamente a los que meses más tarde otorgará el cura Francisco López los pasaportes para traspasar la frontera de esta vida. ¿Eran parientes estos portadores del patronímico López? Es posible que sí lo fueran. Tanto Alcalá como Madrid hacia esta época aún eran villas pequeñas, en donde todos se conocían, y en donde casi todos eran parientes. Sean o no parientes, estos Francisco López conocían a Cervantes. En 1610 era conocido en Alcalá tanto como en Madrid. Si el Francisco López de Camarma, Comisario de la Inquisición, no declara nada sobre el nacimiento de Miguel de Cervantes en la casa de la calle de La Imagen, es porque realmente no nació allí. 429 15.6.- Miguel de Portilla Este gran conocedor e investigador de Alcalá, en su Historia de la ciudad de Compluto, vulgarmente de Santiuste y ahora de Henares, impresa en Alcalá en tres partes, -la primera, en 1725, y la segunda y tercera en 1728-, nos entrega y ofrece un estudio completo y pormenorizado, de la vida social, religiosa, política, administrativa, académica, etc, de la villa de Alcalá de Henares hasta bien entrado el XVIII. Afirma Francisco Viana Gil que gracias a este trabajo la historia de la ciudad puede ser examinada por completo y sin ninguna sombra. En 1725 (página 287), informa Portilla sobre Pedro de Cervantes, Corregidor, y Justicia mayor de Alcalá, y su tierra, Comendador de la Orden de Santiago. No relaciona al corregidor Pedro de Cervantes con Miguel de Cervantes, autor del Persiles. Habla también (1725, pp.460-464) de la familia Contreras emparentada con la suya, Portilla-Esquivel: El muy Magnífico Señor Diego de Contreras, que así le llama una Escritura, su fecha en Alcalá de Henares, a diez y siete de Abril de 1548 [...]. Ana de Contreras y su hijo el Maestro Juan Pardo de Contreras [...] muy emparentados entre sí, por su Abuela Elena de Esquivel (y por consiguiente con los Contreras, Agramontes, expresamente llamados, Pardos y Portillas) y más desto por casamientos hechos. El mismo Portilla (1725, p. 487), se refiere a la familia Méndez-Contreras que tuvo un vínculo en la villa de Arganda, en cuyos Libros de Bautismos y en el A.M.A.R., se repite el apellido Contreras. El Señor Don Nicolás de Contreras Manuel, Presbítero de la Villa de Chinchón, hijo legítimo de Don Gregorio de Contreras Manuel, natural de Alcalá [...], gozó un Vínculo en ella, que le fundó Doña María Méndez de Contreras. Y asimismo, gozó otro Vínculo en la Villa de Arganda, que le fundó Doña Catalina [...]. (Portilla, 1725, p. 486) Ni cuando habla de Pedro de Cervantes, ni al referirse a los Méndez de Contreras o a los Pardo Contreras se acuerda de Miguel de Cervantes, apadrinado en el bautismo por Juan Pardo. ¿Por qué? 430 Portilla dedica las páginas 327-357 del primer tomo de su obra a: Personas insignes nacidas en esta ciudad; y de algunas, sólo connaturalizadas. No aparece Cervantes en ninguno de los dos apartados: ni como nacido en Alcalá, ni como connaturalizado en Alcalá. Si hubiera vivido algún tiempo en la casa de su tía, en la calle de La Imagen, lo hubiera averiguado. ¡Era un dato muy importante! Los contemporáneos de Portilla discutían acaloradamente sobre la obra y sobre la patria de Cervantes. Portilla tampoco se ocupa de Cervantes en las Partes II y III, editadas en Alcalá en 1728 por el impresor de la Primera. En la página 25 de la Parte III consta que: El año de sesenta y cinco [1565], es de notar por las primeras quentas, que se tomaron en el Convento, y fueron a la V.M. María, Priora. Pero antes se le dio el Santo Hábito con bendiciones a Isabel de la Concepción, vecina de Lueches, en onze de Febrero […]. Aquel mismo día onze entró Monja Luisa de Belén, vecina de Alcalá; pero el Hábito con bendiciones no se le dieron hasta el diez y siete del mismo mes. Ya se anotó que, según Astrana Marín, se conservaba en el Convento del Carmen de la calle de La Imagen un cuaderno en pergamino, titulado Libro de Apuntamientos, en el que estaba escrito: Luisa de Cervantes, hija de Rodrigo y de doña Leonor, vecina de Alcalá. Este Libro de Apuntamientos que desapareció en 1936, quizá no fuera manejado por Portilla. No lo nombra en ninguna de las partes de su Historia. Hemos explicado ya, el porqué de vecina de Lueches para quien vive en la villa de Loeches en 1565; y vecina de Alcalá para quien, en 1565, vive en la aldea alcalaína de Arganda. En 1565, Loeches era una villa y concejo independiente; pero Arganda, en este año de 1565, sólo era un lugar de “los más pequeños e inútiles de su tierra”, perteneciente al Concejo de Alcalá de Henares. En las páginas 46-47 (Parte III, 1728), consta: El año de setenta y dos hasta el de 1602 se contienen en el segundo Libro de visitas, y la del año 72 empezó a 22 de Enero, que hizo el Doct. Gencor, requiriendo las quentas a la V. M. Presidenta, desde seis de Junio de el año 71. Pónese en ellas una lista de todas las Religiosas, y de la edad, que tenían el año 72, décimo de la fundación, y es la siguiente: 1. María de Jesús, de edad cincuenta años. [................................................................] 431 9. Isabel de la Concepción, veinte y seis. 10. Luisa de Belén, veinte y cinco. [................................................................] Que son 15 Religiosas profesas, y guardan la Orden de los Carmelitas de la primera institución sin mitigación, dize el Visitador. Pero, ¿quién es la monja que en el número 10 se llama Luisa de Belén, y tiene 25 años? Es Luisa de Cervantes, la bautizada el 25 de agosto de 1546, que era hija de Rodrigo de Cervantes e de Leonor Cortinas, su mujer. En efecto, habiendo nacido en fecha anterior y próxima al 25 de agosto de 1546, tiene cumplidos 25 años cuando se entrega la lista de religiosas al visitador, es decir, el 22 de enero de 1572. La que aparece con el número 9 en la lista es Isabel de la Concepción, vecina de Lueches [...], cuya entrada en el Monasterio pusimos a siete de Diciembre de sesenta y quatro. (Portilla, 1728, Parte III, p., 25). Es la monja de Loeches que tomó el hábito el “onze de Febrero”, el mismo día en que ingresaba en el convento la hermana de Miguel, Luisa de Cervantes o Luisa de Belén. Isabel de la Concepción tiene 26 años, uno más que Luisa. El año noventa y tres, a 29 de Enero, visitó la Casa el Lic. Francisco Vázquez, [...]. Salió Priora Petronila de el Espíritu Santo, y Supriora Luisa de Belén [...]. En Madrid, pues, a 31 de Enero de el año noventa y seis, libró comisión [...] para la visita de esta Casa, [...] y empezó la visita a ponerse en execución desde seis de Febrero [...]. Eligióse Priora la M. Ana de la Encarnación, y Supriora la M. Luisa de Belén [...]. (Portilla, 1728, Parte III, páginas 86-87). No se llegaba el plazo de otra visita hasta entrar el año de seiscientos y dos [...] para que asistiesse a la elección de oficios, a que dio principio el 18 de Febrero, saliendo Priora la M. Luisa de Belén, y Supriora la M. Petronila de la Asunción”. (Pág. 90). La última vez que Portilla se refiere a Luisa de Cervantes es en la página 94 con motivo de su elección, por segunda vez, como Priora: El de seiscientos y veinte fue Visitador el Lic. Pedro de Cabezón [...]. Priora la M. Luisa de Belén, a 12 de Agosto. Ya no se nombrará más a Luisa de Belén, a quien Portilla no relacionó con el autor del Quijote. No encontró, ni por tradición, ni por investigación, ninguna 432 relación entre Alcalá y Miguel de Cervantes. No manejó, por lo que se ve, el Libro de Apuntamientos del Convento Carmelita de la Imagen; y si dio con él, no le otorgó ningún interés, porque sabía que Cervantes no era alcalaíno. Tampoco se acuerda de los hermanos Cervantes, –hijos de Rodrigo y Leonor-, al informarnos del “Bachiller Serrano” que los había bautizado: En tres días del mes de agosto de mil y quinientos y sesenta y tres años, el muy magnífico y muy Rdo. Señor Doct. Serrano, Canónigo de Santiuste y Pastor [...]. (Portilla, parte III, p.18). [...], a otro día 27 de el mismo mes de julio [...] fue Preste para la Missa mayor el cura Serrano [...]. (Portilla, Parte III, pág. 26). Afirma Francisco Viana Gil (1997, p. 117), que la Historia de Portilla es el libro de consulta de cualquier historiador que quiera documentarse sobre los aspectos de Alcalá de Henares [...]. Pues Miguel de Portilla, conocedor de la intrahistoria del Alcalá de Henares de los siglos anteriores al XVIII, no dedica ni siquiera un renglón a Miguel de Cervantes. Esto es prueba de que “El Manco de Lepanto” no nació en la villa de Alcalá. También es prueba de que en el siglo XVII y primer cuarto del siguiente, no había ninguna tradición que relacionara a Cervantes con Alcalá de Henares. Si la hubiera, se enteraría el Miguel de Portilla, niño, de boca de sus abuelos, padres y vecinos. Se enteraría el Miguel de Portilla, estudiante-profesor, de sus compañeros y profesores. Y, finalmente, se enteraría el Miguel de Portilla, párroco-confesor, a quien no se podía ocultar ninguna comidilla, comadreo, chisme o pendencia de Alcalá. Luisa de Cervantes ingresa en las carmelitas de Santa Teresa con el nombre de Luisa de Belén. Afirma César Álvarez en la página 137 de su libro ya citado: ¿Cómo se explica que Luisa, la hermana de Cervantes, figure documentalmente como vecina de Alcalá de Henares cuando su padre está en Sevilla? Le contestamos que Luisa figura como vecina de Alcalá de Henares, porque su padre, que emigró a Andalucía, dejó a su mujer e hijos en Arganda, aldea de Alcalá. Hemos explicado hasta la saciedad el significado de esta expresión “vecina de Alcalá” en 1565, cuando Arganda era una aldea alcalaína. Para comprender el opuesto significado de las expresiones “Vecino de Alcalá” y “Vecino de la villa de Alcalá”, debemos fijarnos no sólo en el contexto que las rodea y encierra, sino también en la situación histórica, cultural y geográfica dentro de la cual se pronuncian. Portilla conoce, hasta los pormenores, la vida de los alcalaínos, nacidos o vecinos de la villa de Alcalá. Incluso, nos habla de Quevedo: 433 Nos traxeron a ella por su parentesco al blasón de la Agudeza española, y honor de la Montaña, don Francisco de Quevedo y Villegas, Cavallero del Orden de Santiago, Señor de la Torre de Juan Abad, en la Andalucía. (Portilla, 1725, p. 466). Conoce y certifica la estancia pasajera de Quevedo, pero no informa nada sobre don Miguel de Cervantes que, según muchos cervantistas, había nacido en Alcalá. Esto debería ser prueba evidente de que ni nació ni vivió, por mucho tiempo, en la villa de Alcalá, aunque sí, en el Concejo de Alcalá, en el Común de Villa y Tierra de Alcalá, en una de sus muchas aldeas, en Arganda. 15.7.- Leonor Fernández de Torreblanca El carácter agrio, frívolo y altanero de Leonor Fernández de Torreblanca, que ahuyentó del hogar a su marido e hijo menor, en 1538, no era la mejor compañía para Leonor de Cortinas, educada con todo esmero, cariño y cuidado. Eran totalmente incompatibles: Leonor de Cortinas, hija de labradores, pero que sabía leer y escribir perfectamente, y que se preocupó por la formación total de sus hijos; Leonor de Torreblanca, hija y nieta de médicos, pero analfabeta total, que ni siquiera sabía firmar y que se despreocupó totalmente de la educación de sus hijos. No sólo la abandona el marido y el hijo menor, Andrés. Su única hija, María, deja que la anciana Leonor se vaya para Andalucía y no la retiene con ella. Diego de Talavera y su mujer, Martina de Mendoza, la nieta de la anciana Leonor, no la retienen junto a ellos en Alcalá. Dejan, en octubre de 1553, que aquella anciana, a la que ni siquiera le quedan cuatro años de vida, se aleje, desamparada y al cuidado del inválido Rodrigo de Cervantes. Cuando llegó a Andalucía, a finales de octubre de 1553, la protegía el “inválido zurujano”, pero tenía allí, además del marido, a un hijo muy bien situado económica y socialmente, Andrés de Cervantes. Lo normal sería que éste la llevara, acogiera y cuidara en su casa, pero no lo hizo. ¿Por qué? Por la misma razón que impidió que su única hija María y su nieta Martina la retuvieran en Alcalá. Nadie aguantaba su mal carácter y su mala educación. 434 Miguel quizá pensara en su abuela paterna, en Leonor Fernández de Torreblanca, cuando escribe en El juez de los divorcios: ¿Por qué [...] andáis siempre rostrituerta, enojada, celosa, pensativa, manirrota, dormilona, perezosa, pendenciera, gruñidora, con otras insolencias deste jaez, que bastan a consumir las vidas de doscientos maridos? Frente a esta altanería y soberbia de la suegra alcalaína, el cariño y la bondad y los buenos modos de su madre Elvira empujaban a Leonor de Cortinas a proteger y criar a sus pequeñuelos en Arganda. Desde el día de su boda en 1540 fue Arganda el lugar de la residencia del matrimonio de Rodrigo y Leonor. 15.8.- La pobreza y miseria de la casa de Alcalá Desde 1538, año de la deserción del licenciado Juan de Cervantes y del hijo menor Andrés, en la casa de Alcalá convivían, con los que quedaron, dos huéspedes insoportables: la pobreza y su hermana, la miseria. Por culpa de la madre, ninguno de los dos hijos varones (Juan y Rodrigo) había adquirido una profesión o un oficio que les permitiese buscar el sustento de la familia. ¿De qué vivían? Según César Álvarez, tras el abandono del licenciado, toda la familia de Alcalá se vio integrada a la estrechez e invalidez de su hijo Rodrigo en contraste con aquellos deslumbradores años de Alcalá. Esta pobreza y miseria con que se vivía en la casa de Alcalá no podían atraer a Leonor de Cortinas. Como buena madre, buscaría lo mejor para sus cinco pequeños. Lo mejor para ella y para los suyos estaba, no en la pobreza y miseria de Alcalá sino en la amplia, tranquila y abastecida casa de Arganda. Los dos varones que quedaron con Leonor Fernández de Torreblanca huyeron de esta miseria. Juan, gracias a su padre, se trasladó a la casa de La Calzonera. Rodrigo se marchó a la casa de su mujer, en Arganda. 435 16.- ARGANDA EN CERVANTES Cervantes recuerda y nombra con frecuencia dos villas muy queridas: Alcalá de Henares (patria de su padre) y Esquivias (cuna de su esposa). En su extensa producción, no se acuerda nunca de nombrar a Arganda, la cuna de su madre, la de sus antepasados maternos y, el lugar en donde él nació a la vida y en donde transcurrió gran parte de su juventud. ¿Era esto la manifestación externa de un rechazo hacia el solar de los Cortinas, la familia de su madre? Miguel de Cervantes, que nunca nombra a la aldea de su madre, que también era suya, la lleva en lo más profundo de su corazón y la recuerda en casi todas sus obras. Alude a ella, no sólo en su juventud, sino también en la edad más cercana a la muerte. Se acuerda de Arganda en todas sus obras. La primera alusión a Arganda en su Quijote aparece en el poema, en décimas de cabo roto, que Vrganda la desconocida dedica al libro de Don Quijote. ¿Por qué Urganda? Ésta es una maga buena, amiga y protectora de Amadís de Gaula y de su hermano Galaor. Cervantes podía elegir a otra maga cualquiera de las muchas que pululan por los Libros de caballerías; ¿por qué eligió a Urganda? Los argandeños del Siglo de Oro observaban que tanto Toledo, como Madrid, Alcalá, Yepes y otras ciudades de la Carpetania, ennoblecían sus orígenes con fundadores griegos, romanos o judíos. Son las tres culturas que se abrazan y entremezclan en la obra cervantina. El doctor Arias Montano y otros investigadores como Garibay creen que los judíos, que llegaron a España en tiempos de Nabucodonosor, fundaron Toledo, La Guardia, Tembleque, Yepes, Maqueda y otras ciudades de la Carpetania 164 . Pedro Alcocer en la Historia que escribió de la Descripción de la ciudad de Toledo, dize, que en estos tiempos un varón de nación Griego, llamado Ferecio [...] fundó la ciudad de Toledo mil y doscientos y sesenta años antes de la Natividad de Christo […]. Estas gentes pasaron hasta la provincia Carpetania, en la cual fundaron en la ribera del Tajo, en un cerro alto bien fuerte a natura, una población que en su lengua Hebrea llamaron Toledoth, que significa generaciones [...], por haver concurrido a su población 164 FRANCISCO DE PISA, Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, y Historia antigüedades y grandeza, Toledo, 1605, fols. 11v-16v. 436 de sus y fundación de todas las generaciones de las diez tribus de Israel [...]. Erigieron otras poblaciones con nombres de sus propias patrias y naturaleza, siendo una dellas la villa de Escalona, a ocho leguas [...]. Fundaron […] Maqueda, con nombre de su región [...], a Nones dándole el nombre de None [...]; otro pueblo llamado Yope, de donde vino después a derivarse el nombre de […] Yepes. Y esta mesma consideración tuvieron en Aceca, y en otros muchos 165 . Fue fundada nuestra Mantua Carpetana, [...], por el Príncipe Ocno Bianor, por los años de la Creación del mundo de quatro mil trecientos y veinte; y a dos mil y setenta y ocho después del Diluuio vniuersal; y ciento antes de la primera Olimpiada y antes del Nacimiento de Christo Señor nuestro [...]. (De Quintana, 1629, fol. 8 v). Todos los autores que tratan de la fundación de Madrid ponen por sus fundadores a los Griegos, y aún su Príncipe o Capitán, Ocno-Bianor, hijo de Tiberio o Tiberino, Rey de la Toscana y de los Latinos; que éste la puso por nombre Mantua, en memoria de su madre Mantu, y por el sitio se llamó Mantua Carpetana 166 . Fueron los últimos griegos, que poblaron en España al año 333 antes de Christo, bastantes a salvar la opinión referida por autor antiguo, que los Griegos fundaron a Compluto; [...] que los Cartagineses y Romanos la hallaron fundada en su venida a nuestro país. (Portilla, 1725, p. 17). Estos autores interpretan los falsos cronicones, inventados, en mal hora, para su propósito por el P. Román de la Higuera 167 , de quien afirma Portilla en su Historia: [...], mas en sustancia no discrepo en este punto, antes le reconozco Autor (después de el Padre Doctor Gerónymo Román de la Higuera, de la Compañía, insigne Descubridor, no Forxador de noticias) de una observación [...], tanto hablando de Compluto, como de otras muchas Ciudades [...]. (Portilla, 1725, pág. 85). 165 ESTEVAN DE GARIBAY ZAMALLOA, Los Qvarenta Libros del Compendio Historial de las Chrónicas y Universal Historia de los Reynos de España, Amberes, 1571, pp. 96-110. 166 JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ Y BAENA, Compendio Histórico de las Grandezas de la Coronada Villa de Madrid, Corte de la Monarquía de España, Edicc. facsímil, Madrid, 1786, p. 10. 167 JOSÉ DEMETRIO CALLEJA CARRASCO, Obras completas, ed. facsímil, Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 2000, p. 47. 437 Los intelectuales argandeños de la época de Cervantes leían y devoraban con ansiedad, y don Miguel también, “los chronicones” de Lucio Dextro, Marco Máximo, Luitprando o Luiprando, Julián Pérez, Román de la Higuera, Garibay y otros. El doctor Tamayo de Vargas seguía y defendía sobre todo el “chronicón” de Lucio Flavio Dextro, “hijo de San Panciano” y que después de haber sido “Governador o Cónsul de Toledo [...], llegó a ser Obispo de Barcelona”. (Portilla, 1725, p. 58). Esteban de Garibay, admirado y subvencionado por Felipe II publica: Los XL libros del Compendio historial de las Crónicas y Vniversal Historia de todos los reynos de España. (Anveres, 1571, 4 vols. en folio). Miguel de Cervantes era íntimo amigo, lector y admirador de don Esteban de Garibay, emparentado con sus primos de Alcalá, tras el casamiento con Luisa de Montoya. 16.1.- Argos Los jóvenes universitarios argandeños, anteriores y contemporáneos de Cervantes, consideraron, leyendo los “Cronicones”, que su aldea alcalaína, Arganda, había sido fundada por Argos, dios griego que tenía cien ojos, la mitad siempre abiertos. También participa de esta opinión Sebastián de Cobarruvias asiduo lector de cronicones. Cobarruvias escribe en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española: Arganda. Pueblo conocido, quatro leguas de Madrid; pudo ser población de griegos y ponerle el nombre de Argos 168 , claríssima ciudad de Grecia. Abrahán Ortelio alega a Coquio, que dize era de los pueblos varcilienses. Bernardo de Alderete debió de ser otro lector crédulo de cronicones a los que sigue en su Del origen y principio de la lengua castellana o romance que hoy se usa en España, publicada en Roma en 1606. En el tercer libro, ofrece información sobre la fundación de algunas ciudades, y sobre la etimología de sus nombres. 168 En el “Censo de Población de 1571”, correspondiente al “Corregimiento de Toledo. Lugares que hay en la jurisdicción de Toledo…”, y en el apartado “Lugares del Partido” aparece ARGOS, con 50 vecinos. (Censo de Población, 1829, p. 346). 438 Los argandeños […] sobre todo los estudiantes y universitarios de Alcalá y el grupo salmantino del XVIII […], aprovechando corrientes de inquietud histórica, elaboraron la tesis de que, si Alcalá, la antigua Complutum o Koméplutos y la misma Carpetania eran fundación y recibían nombres griegos, Arganda vendría de Argos, clarísima ciudad dórica, centro de la civilización micénica. El bello mito de Argos, el gigante poseedor de cien ojos, era aplicado al argandeño y vigilante obispo de Salamanca, Sancho Granado, del que se decía que de su diócesis “todo lo veía y sabía” […]. (RodríguezMartín y Chacón, 1980, p. 53). En las “Cédulas de los pueblos del reino de Toledo [...] para las averiguaciones de la única contribución” 169 , se anota que Arganda era pueblo fundado por los griegos, de quienes recibió el nombre. Dentro de este ambiente cultural, los Anales Complutenses aseguran que Alcalá, Yepes y las demás ciudades carpetanas, entre ellas Arganda, fueron fundadas y denominadas por los griegos troyanos y focenses. En la Biblioteca Nacional, sección de manuscritos, hemos leído el de los “Anales Complutenses”. Data de 1652 y es decidido partidario de la fundación griega de Alcalá por isleños de Zacynto, troyanos y focenses. Y que las ciudades carpetanas ellos las formaron y dieron nombre y añade haberlo leído en Beroso. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 55). Si Cobarruvias, Alderete, Tamayo y Vargas, Gerónimo de Quintana, Portilla, Garibay y los toledanos de 1770 siguen y creen lo escrito en los chronicones, no debe extrañarnos que también los siga y utilice Cervantes. Don Miguel, ansioso siempre de información y noticias, utiliza los “chronicones”, -crea o no en ellos-, como material de construcción para la elaboración de sus obras. Según el profesor Martínez Díez 170 hay un triple componente clásico (griego, latino, y bíblico) en la obra cervantina. En efecto, Cervantes no se olvida de Arganda y la reproduce, con frecuencia, por el vocablo Argos, que se repite en muchas de sus obras. Parece que le complacía este supuesto origen griego de Arganda. Esto no presupone que don Miguel estuviera de acuerdo con estos imaginarios orígenes mitológicos de la aldea en donde él y sus 169 REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, Mss. sign. 9/6340, año 1770. ALFONSO MARTÍNEZ DÍEZ, “El mundo clásico griego en el Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha” en Estudios Clásicos, Madrid, 2005, p. 128. 170 439 antepasados maternos habían nacido; pero la creencia de sus vecinos y las opiniones de los falsos cronicones le suministraban abundantes elementos informativos para la elaboración de su extensa obra, y para la exaltación de su aldea natal. De la mitología argiva extraerá Cervantes la idea para crear el personaje más importante de la literatura universal. ¡Don Quijote fue arrancado del Peloponeso! El género de locura que padecía don Quijote era parecido al de aquel otro hidalgo de Argos en el Peloponeso cuya parcial demencia consistía en saber que oía sumamente complacido representar admirables tragedias en un teatro donde no había otro espectador, ni otro que aplaudiese a los actores que él sólo. En todo lo demás era cuerdo, buen vecino, buen marido, huésped amable. Compadecidos sus parientes intentaron curarle y con efecto lo consiguieron […]. Vuelto a su juicio, el loco: “Dios os lo perdone, –dijo-, amigos, que me habéis muerto, no sanado, arrancándome el deleite que sentía, y privándome con violencia de mi locura gustosísima”. (Bastús y Carrera, Barcelona, 1834, Tomo 4º, p. 82). En todo lo demás era cuerdo, buen vecino, buen marido, huésped amable. Esto que se se decía del “Hidalgo de Argos” se repetía con don Quijote de la Mancha: ¿Quién diremos, señor, que es este caballero que vuesa merced nos ha traído a casa? Que […], a mí y a mi madre nos tiene suspensos. -No sé lo que te diga, hijo […], sólo te sabré decir que le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo y decir razones tan discretas, que borran y deshacen sus hechos […], aunque para decir verdad, antes le tengo por loco que por cuerdo […]. -Hasta ahora, dijo entre sí don Lorenzo, no os podré yo juzgar por loco. Vamos adelante […]. Preguntó don Diego a su hijo qué había sacado en limpio del ingenio del huésped. A lo que él respondió: No le sacarán del borrador de su locura cuantos médicos y buenos escribanos tiene el mundo: él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos. (Quijote 2º, cap. XVIII). Dios os lo perdone, –dijo-, amigos, que me habéis muerto, no sanado. Ésta sería la queja de don Quijote contra Carrasco, -según Pellicer-, por haberle privado, al vencerlo, del contento, pundonor y satisfacción con que vivía, imaginándose un caballero andante como los de los Libros de caballerías. Pero, Cervantes le dio, en el capítulo LXXIV del Quijote 2º, un final más acorde con sus creencias religiosas. No los 440 increpa como el hidalgo griego: Me habéis muerto, no sanado. Se congratula con ellos: Dadme albricias, buenos señores, de que ya no soy don Quijote de la Mancha: La de don Quijote […] llegó a su fin y acabamiento, cuando él menos lo pensaba, porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya, por la disposición del cielo que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que lo tuvo seis días en la cama […]. Llamaron sus amigos al médico, tomóle el pulso, y no le contentó mucho […]. Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimientos le acababan […]. Llámame, amiga, a mis buenos amigos […]. Dadme albricias, buenos señores, de que ya no soy don Quijote de la Mancha […]. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas […], las abomino. (Quijote 2º, cap. LXXIV). La queja del hidalgo del Peloponeso, no acorde con la moral de don Quijote, la asumirá, casi con sus mismas palabras, Don Antonio Moreno en el capítulo LXV de este Quijote de 1615. Cuando Sansón Carrasco, disfrazado como “Caballero de la Blanca Luna”, se dispone a vencer a don Quijote, le contesta Don Antonio Moreno: Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él: Suplícoos no me descubráis ni le digáis a don Quijote quién soy porque tengan efecto los buenos pensamientos míos y vuelva a cobrar su juicio un hombre que le tiene bonísimo, como le dejen las sandeces de la caballería […]. Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él. (Quijote 2º, cap. LXV). En sus obras, Cervantes va esparciendo palabras, anécdotas o episodios que recuerden a los héroes fantásticos relacionados con Argos, el fundador de Arganda. Acabamos de citar a don Antonio Moreno, barcelonés, que casi calca las quejas del “Hidalgo de Argos en el Peloponeso”. Con estas alusiones, Cervantes quiere honrar el solar, la pequeña aldea alcalaína en donde nacieron él, su madre y sus antepasados. Por razón de espacio sólo recordaremos aquí algunas de las menciones, relacionadas con Argos, que deja en el Quijote. Conviene recordar antes la leyenda mitológica de Dánae, hija de los “Reyes de Argos”, Acrisio y Eurídice: 441 Dánae, personaje mitológico, era hija de Eurídice y de Acrisio, rey de Argos. Acrisio consultó al oráculo y éste le profetizó que tendría un nieto que lo mataría y le arrebataría la corona. El Rey de Argos, decidió encerrar a su hija Dánae, en una torre de bronce para que no pudiera ser madre. Pero, Júpiter, enamorado de la hermosura de la hija de Eurídice, se introdujo en la torre bajo la forma de una lluvia de oro, cuyas gotas fertilizaron a Dánae. Así nació Perseo, hijo de Júpiter y Dánae. Algunos creen que quien fertilizó a Dánae fue su tío Preto, hermano de Acrisio. Enterado el rey del nacimiento de su nieto, Perseo, ordenó construir una urna en forma de barca, en la cual encerró a Perseo y a su madre. Encerrados ya los dos, entregó la barca a merced de las olas de alta mar. Neptuno, compadecido, condujo la barca a las playas de la isla Seriphe. Encontrada la barca-urna por unos pescadores y enterado el rey Polidecto del suceso, ordenó que se los llevaran a su palacio en donde los acogió y se ocupó de la formación del niño Perseo, a quien trató como a hijo. Perseo, ya mayor, llevó a su madre, Dánae, a Argos, para que pudiese morir y descansar en la tierra suya y de sus antepasados. Virgilio afirma que Dánae pasó a Italia en donde fundó Árdea, con otros fugitivos de Argos. Según la fábula, Medusa, una de las tres gorgonas, seducida por Neptuno, profanó el templo de Minerva. Esta diosa, irritada, convirtió sus cabellos en serpientes, pero concedió a su cabeza el poder de transformar en piedra a quien la mirase. Perseo, nieto de Acrisio, rey de Argos, puestos los talares de Mercurio y usando a modo de espejo el bruñido escudo de Palas, le cortó la cabeza, sin mirarla. De la sangre de la Medusa degollada, por Perseo, nació una figura monstruosa de caballo alado, “Pegaso”. Perseo se trasladó a Egipto, a lomos de este caballo alado, llamado Pegaso, para liberar a Andrómeda del monstruo que intentaba devorarla. Cervantes, conocedor de la leyenda de Perseo y de la opinión de los argandeños según la cual esta aldea alcalaína había sido fundada por los griegos de Argos o, mejor dicho, por el dios Argos, utilizará con profusión no sólo el vocablo Argos sino que recordará, también, episodios y personajes de la leyenda de Perseo y Dánae. El recuerdo de estos personajes y situaciones relacionadas con Argos, será como un homenaje a Arganda y a su fundador. Veamos algunos textos en que recuerda la leyenda argiva: 1).- Para recordar la fertilización de Dánae por Júpiter y el nacimiento de Perseo: 442 Aconsejaba un prudente viejo a otro, padre de una doncella, que la recogiese, guardase y encerrase, y entre otras razones le dijo estas: Es de vidrio la mujer, / pero no se ha de probar […] / Que si hay Dánaes en el mundo / hay pluvias de oro también. (Quijote 1º, cap. XXXIII). 2).- Para recordar el degüello de la Medusa por Perseo, que obedece a la diosa Minerva: Os juro por aquella ausente enemiga dulce mía de dárosla incontinente, si bien me pidiésedes una guedeja de la Medusa, que eran todos culebras. (Quijote 1º, cap. XLIII). 3).- Para recordar al monstruoso y alado Pegaso nacido de la sangre de la Medusa: Eso no consentiré yo en ningún modo –dijo el cura-: estése la vuestra grandeza a caballo, pues estando a caballo acaba las mayores fazañas y aventuras que en nuestra edad se han visto […], y aún haré cuenta que voy sobre el caballo Pegaso o sobre la cebra o alfana en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que […] yace encantado en la gran cuesta Zulema […] de la gran Compluto. (Quijote 1º, cap. XXIX). Querría yo saber, señora Dolorida –dijo Sancho-, qué nombre tiene ese caballo. El nombre –respondió la Dolorida- no es como el caballo de Belorofonte que se llamaba Pegaso. (Quijote 2º, cap. XL). Hemos escogido algunos de los recuerdos que aparecen en el Quijote. Pero, no terminan aquí las alusiones a su aldea natal. A Cervantes debía complacerle este origen mitológico de Arganda. Va, como sembrando sus obras, con el vocablo Argos: En La Galatea, su primera gran obra, escribe don Miguel: “Argos que nunca puede estar dormido”. En Rinconete y Cortadillo: “Aunque le estén guardando con los ojos de Argos [...] hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos”. En La Gitanilla: “Nunca se apartaba de ella la gitana, hecha su Argos”. En El celoso extremeño: “Él era la ronda y centinela de su casa y el Argos de lo que bien quería”. En La señora Cornelia: “Alfonso del Este con ojos de lince venció a los de Argos”. 443 En el Viaje del Parnaso: Cap. Primero: “no fue del vellocino a la jornada / Argos tan bien compuesta”. Cap. Séptimo: “Todo lo mira, todo lo dispone con ojos de Argos”. En El gallardo español: “Los Argos, centinelas veladoras”. (Verso 116). En El viejo celoso: “Si bien tuviese el viejo más ojos que Argos”. En La Entretenida: (Jornada segunda, verso 1561): “un lince habré de ser con ojos de Argos”. En el Quijote de 1615, capítulo LXV: “hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos”. En el Persiles: Cap. XXI del Libro primero: “Servíales de Argos el mozo Antonio”. Cap. V del Libro segundo: “este Argos de esta ternera de Auristela”. Nunca, a lo largo de su vida, pudo olvidar Miguel de Cervantes la feliz juventud que disfrutó con sus hermanos en Arganda, vigilado y protegido por su madre y por su abuela Elvira de Cortinas. Las dos, abuela y madre, eran el Argos protector de él y de sus hermanos. 16.2.- Uriaganda / Urganda No satisfechos con atribuir la fundación de Arganda al dios Argos, algunos cronicones afirmaban, según Abrahán Hortelio u Ortelius, que Arganda había sido fundada por los celtíberos con el nombre Uriaganda o Uriganda, “país o terreno de aguas” en la mesopotamia formada por los ríos Henares, Jarama, Manzanares, Tajuña y Tajo. Con Ortelius, aparecen relacionados Beroso, Lucio Flavio Dextro, Garibay y el jesuita toledano o argandeño del XVI, Jerónimo Román de la Higuera, admirado y seguido por Portilla, pero desenmascarado por el obispo de Segorbe don Juan Bautista Pérez. 444 Uriganda, Uriaganda o tierra de las aguas, citada en viejísimo texto de Diodoro Sículo, pudo dar su nombre a Arganda. ¿Tantas aguas tenía? […]. El vocablo vasco “uri” es igual a “población” y “uria” es en céltico igual a “agua” […]. Plinio (3, 7) observaba que los celtíberos, que trabajaban en el lavado de minerales junto al Tajo y ríos afluentes, llamaban a la tierra mojada y fangosa “urium”. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 26). Por si estos supuestos y gloriosos antepasados eran poco, se aludía a que Abrahán Ortelio identificaba Arganda con la celtibérica Uriaganda (país o terreno de las aguas), sin más cita a fuentes históricas […]. Muchas hemos removido en la búsqueda de Uriganda o Uriaganda, pero [...] se enturbian éstas, al aparecer nombres [...] como Beroso y Lucio Flavio Dextro. El último fue un engendro de Jerónimo Román de la Higuera, jesuita toledano del siglo XVI tal vez relacionado con Arganda. (RodríguezMartín y Chacón, 1980, pp. 53-55). Esta tradición perdura en el subconsciente cultural de las generaciones intelectuales argandeñas a despecho del tiempo. No sólo acuden a la “Uriaganda” celtibérica en el siglo XVI, sino también en épocas posteriores. El ilustrado navarro Irigoyen, párroco argandeño de finales del XVIII, en su “Resumen correspondiente a Arganda del Rey”, enviado en 1785 al cardenal Lorenzana para su Gran Geografía General, rebate la relación entre Arganda y la Uriaganda celtibérica: “no se sabe la fundación de Arganda, ni por qué se llama así”. Dice intencionadamente: “sobre los pueblos se escriben relaciones sin compulsar su verdad, sino imbuidas de […] prejuicios”, y así salen ellas, viene a decir. Y añade: “Buscan y alaban otros toda antigüedad, como si no hubiera antigüedades perjudiciales al pueblo”. Y, aunque habla bellamente de fuentes y aguas, desdeña las presunciones de haber sido Arganda Uriganda y ni cita las de los fundadores argivos del Peloponeso. (Rodríguez-Martín, 1980, p. 55). Este rechazo del ilustrado Irigoyen, a finales del XVIII, en 1785, implica que en esta época seguía defendiéndose entre los leídos argandeños la relación Arganda / Uriaganda. 445 Cien años más tarde, en 1890, otro intelectual argandeño, Alfonso Benito Alfaro, retomó y defendió la vieja teoría que explica el origen de Arganda en la “Uriaganda” de los celtíberos: Los que pretenden explicar el origen del objeto por el nombre con que se le distingue, creen que Arganda existía en la Celtiberia, mucho antes de recibirse en España la visita de los romanos, con el nombre de Uriaganda (país o terreno de las aguas) [...]. Acaso no vayan del todo descaminados los que tal opinión sustentan, porque conocida es la costumbre que tenían los celtíberos de dar a los ríos, términos y pueblos, nombres adecuados a sus cualidades más notables [...]. Siendo el terreno de Arganda abundante y rico en aguas, se robustece esta opinión, que a pesar de todo no pasa de problemática, por apoyarse en tan débiles fundamentos. (Benito Alfaro, 2001, pp. 10-11). Y a fe que los hechos parece que demuestran lo adecuado del nombre Uriaganda (país de las aguas), del cual creen se ha formado, por corrupción, la palabra Arganda, porque pocos pueblos tendrán la abundancia que ella de tan importante líquido. (Benito Alfaro, 2001, p. 39). Pero, pasemos al siglo XX para comprobar cómo persiste, en el subconsciente cultural argandeño, la creencia en la antigua teoría de los denostados chronicones: el origen de Arganda está en la celtibérica Uriaganda. El investigador Julio Cerdá Díaz, Director del Archivo Municipal de la ciudad de Arganda, es autor, -entre otras muchas obras-, de un Cuaderno del Maestro, que contiene ejercicios de alumnos de la “Escuela de niños Nº 2” de Arganda del Rey que, en los años 1922-1932, estaba dirigida por el Maestro argandeño D. Román Aparicio Pérez. En este Cuaderno de Rotación, encontramos artículos manuscritos de los escolares que, alternándose, reproducían a diario en él la explicación del Maestro, Don Román Aparicio, sobre las áreas de enseñanza de esa jornada escolar. En la sección “Geografía”, el alumno Ricardo Santolaya Sánchez escribía: Historia de Arganda: Arganda es un pueblo antiguo. Se llamó primero Uriaganda, después Alternia, y Varcila con los romanos; Ar-Khanda por los árabes y de aquí viene el de Arganda que tiene hoy. Otro alumno, Cándido Ahijón, redacta, por las mismas fechas: 446 Historia de Arganda: Se cree que existía antes de venir los romanos a España y se llamaba Uriaganda (país de agua). Alternia se llamó por los romanos y estaba en la calzada que desde Mérida iba a Zaragoza pasando por Toledo (Toletum) y Titulcia, antes; y por Alcalá (Complutum) y Guadalajara (Arriaca) para llegar hasta Roma. Después se llamó Varcila hasta que los árabes [...]. En el reinado de Felipe II, este Rey le da un privilegio especial al juntar el pueblo a la Corona y le añadió “del Rey”, según puede verse en un documento que el Ayuntamiento guarda, (año 1583, el 23 de abril) 171 . Esta relación entre la ciudad de Arganda y la “Uriaganda” carpetana que el Maestro D. Román Aparicio Pérez explicaba a sus alumnos en la primera mitad del siglo XX, la había oído Cervantes a mediados del XVI, de boca de su madre, abuelos, vecinos y maestros. Don Miguel conocía y participaba, -con convicción o sin ella-, en estas opiniones, algunas de las cuales seguían y siguen en plena vigencia cuatro siglos después de su muerte. Cervantes no era ni un historiador ni un lingüista, pero tenía una profunda predilección por la aldea que le vio nacer, la de sus antepasados, la aldea de su madre y de sus abuelos. Era un escritor y llevaba estas controversias a sus obras. Además le gustaban mucho, las opiniones sobre el origen de Arganda, que propugnaban los universitarios argandeños, ya sea la de la fundación del dios griego Argos o la de los carpetanos, con el nombre de Uriaganda. Las opiniones de Arias Montano y de su pariente y amigo Garibay no le convencían del todo. Defendían un origen judío para Toledo, Yepes y otras aldeas de la Carpetania, entre ellas Arganda. El origen hebreo, en los Siglos de Oro, tenía connotaciones negativas. Cervantes no podía admitir un origen judío para el pueblo suyo y de sus antepasados. Sólo admite origen carpetano u origen argivo-griego. Si para el origen argivo se apoyaba en los clásicos, -en la mitología griega-, es normal que para el origen celtibérico o carpetano se apoye en otros clásicos, como eran, en el XVI, los héroes de los libros de caballerías. De esta manera, enlazaba los orígenes de Arganda con uno de los personajes más simpáticos, bienhechores y queridos, de entre los que transitaban por los Libros de caballerías: la maga Urganda. Encontramos alusiones a la Arganda fundada por los carpetanos como Uriaganda, sobre todo, en el Quijote de 1605. Cervantes se apoya no en el étimo del 171 JULIO CERDÁ DÍAZ, Cuaderno del Maestro .Selección de ejercicios del Cuaderno de Rotación. Ayuntamiento de Arganda del Rey. Madrid, 2005, pp. 27-29. 447 vocablo, sino en el libro del Amadis de Gaula, uno de cuyos protagonistas es la maga “Urganda la Desconocida”. ¿Por qué desconocida? Responde “El licenciado Vidriera”: ni el [nombre] de ella, ni el de mis padres sabrá ninguno hasta que yo pueda honrarlos”. Pero, Arganda también era desconocida para el valenciano Villuga, que en 1546, publicó el Repertorio, o “Guía de caminos reales”. En el viaje número 55: “De Valencia a Alcalá (55 leguas)”, aparece Arganda bajo el nombre Arguanda. ¿Se burlará aquí de Villuga? Si consideramos que don Quijote representa a Esquivias, la patria de “Alonso Quijano el Bueno” y ahora vemos que Urganda representa a Arganda, podemos interpretar el poema en décimas de cabo roto, como el saludo que Arganda/Urganda (aldea en donde Miguel nació a la vida) dedica a Esquivias (pueblo quijotesco en donde nació al amor): “Al Libro DON QUIJOTE DE LA MANCHA, URGANDA LA DESCONOCIDA” (Preliminares del Quijote 1º). Ténganse todos; que vengo malherido, por la culpa de mi caballo. Llévenme a mi lecho y llámese, si fuere posible, a la sabia Urganda que cure y cate de mis feridas […]. Suba vuestra merced, en buen hora, que sin que venga esa Hurgada, le sabremos aquí curar. (Quijote 1º, cap. V). Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: […], como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos sin excusa alguna condenar al fuego. No señor, -dijo el barbero-, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros […]. Así es verdad, -dijo el cura-, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. (Quijote 1º, cap. VI). Allí llamó a los sabios Lirgandeo y Alquife, que le ayudasen; allí invocó a su buena amiga Urganda, que le socorriese (Quijote, 1º, XLIII). Cervantes, en su extensa obra, recuerda o alude a Arganda no sólo cuando cita frases en que se nombre a la maga Urganda, sino que, pensando en esta maga, cita a distintos personajes del Amadís de Gaula que tienen estrecha relación con ella. Lo 448 mismo sucede, lo hemos visto, cuando quiere recordar al dios Argos; alude a él nombrando a personajes argivos como Perseo, Dánae, Acrisio e incluso, no argivos, como Júpiter, la Medusa o el alado y monstruoso caballo Pegaso. Estos tres últimos, aunque no son de Argos, tienen relación con naturales de Argos, con Perseo; evocan, mitológicamente, a esta ciudad del Peloponeso. Para Cervantes estos vocablos relacionados con Argos o Urganda son como símbolos que representan a Arganda, y le traen placenteros y nostálgicos recuerdos infantiles y maternales. Los cervantistas del XVIII y XIX, resaltan cómo Cervantes rinde tributo al Amadís, haciendo que Don Quijote intente imitarlo y emularlo: En el cap. L, folio 30 […]. La Primera [edición, de 1604]: Sólo me guío por el ejemplo que me da el grande Amadís de Gaula, que hizo a su escudero Conde de la Insula Firme. (Pellicer, 1797, p. 3-4). Don Quijote de la Mancha es un verdadero Amadís de Gaula, pintado a lo burlesco, o lo que es lo mismo, una parodia o imitación ridícula de una obra seria […]. Se propuso imitar principalmente a Amadís de Gaula en sus aventuras y andanzas caballerescas. Esta emulación […] entre otras imitaciones principales de Don Quixote se observa que le prefirió para hacer penitencia en el corazón de Sierra Morena […] porque Amadís la hizo en la Peña Pobre. (Pellicer, 1797, pp. 32-40). Don Quijote se propuso imitar principalmente a Amadís de Gaula en sus aventuras y andanzas caballerescas. (Bastús y Carrera, 1834, p. 23). Relataremos sucintamente la historia de la maga Urganda, dentro del Amadís de Gaula para evidenciar, confrontando los episodios, actuaciones y situaciones, la profunda influencia del Amadís de Gaula, protegido por “Urganda la desconocida”, en la obra de don Miguel: El rey Perión de Gaula engendró, de sus amores juveniles con la hija del conde de Calandria, un niño, llamado Florestano. Luego Perión pasó a la corte del rey de la Pequeña Bretaña o Armórica y tuvo, secretamente, otro hijo con la princesa Elisenda. Elisenda, abandonada, colocó al recién nacido en una cuna a modo de barca. En la cunita-barca además del niño, depositó una espada y un anillo que Perión le había dejado al despedirse. Así, Elisenda le entregaba al niño los únicos recuerdos que poseía 449 de su padre, el rey Perión. Colocó también en la barca-cuna una bola de cera, dentro de la que iba un papel informando que el niño era hijo de un Rey, pero sin nombrarlo. Esta barca-cuna, con el niño, y los recuerdos dentro, fue confiada a las olas del mar. El caballero escocés, Gandales, encontró en la playa la cuna con el niño. Llevó al niño a su casa y le dio el nombre de “Doncel del Mar”, por habérselo entregado el mar. Lo educó junto a su auténtico hijo, que se llamaba Gandalín. Los dos se creían hermanos e hijos de Gandales. Ya mayor, “El Doncel del Mar”, enviado por Gandales, se puso, como era costumbre, al servicio de la Corte de Escocia, para ser entrenado, preparado y educado como futuro caballero. Lisuarte, elegido rey de Gran Bretaña, dejó a su hija Oriana al cuidado de su tía, la reina de Escocia. Ésta encargó al “Doncel del Mar” que protegiera a Oriana. Los dos, jóvenes y de la misma edad, se enamoraron. Un día, el Doncel salvó a Oriana de un león, al que mató. Otro día, un gigante descomunal seguido de cuatro malandrines se abalanzó sobre la Reina de Escocia, sobre Oriana y sobre el séquito real. El Doncel los defendió a todos, y mató al gigante y a los cuatro follones. Ya libres de peligros, volvían al palacio a altas horas de la noche, cuando vieron más de cien antorchas que se les acercaban. Salió de entre estas antorchas, una joven que invitó a la Reina de Escocia y a su séquito para que la siguieran hasta el palacio de Urganda, donde, protegidos, pasarían la noche. La siguieron y en el camino se encontraron con el Rey Perion, Señor de las Gaulas, que los acompañó hasta el palacio de la maga Urganda. Ésta los recibió en su palacio, a donde llegó también el rey de Escocia. Fueron relatadas, ensalzadas y aplaudidas, por todos, las proezas del “Doncel del Mar”. Oriana, hija del rey Lisuarte y enamorada del Doncel, pidió al rey Perión de Gaula que armara caballero al “Doncel del Mar”. Perión había ido a Escocia a pedir ayuda a su cuñado contra el rey Abies de Irlanda que atacaba su reino. Partieron los dos reyes y los acompañó el “Doncel del Mar”. Éste llevaba la espada y ‘un anillo muy rico’ que le había entregado Gandales, señor escocés que, como padre, lo había criado. Eran la espada y el anillo que Perión le había dejado a Elisenda, cuando se despidió. El noble escocés Gandales le había entregado al “Doncel del Mar”, (su hijo adoptivo), lo que éste llevaba consigo cuando lo rescató de las olas. Antes de salir de Escocia, el Doncel le dejó a Oriana, como recuerdo, la “bola de cera”, en donde Elisenda había escrito que era hijo de un Rey. Como caballero 450 que era, el Doncel tomó por escudero a “su hermano Gandalín”, hijo de Gandales y educado con él, como si fueran hermanos. Avanzando con Perión de Gaula y el rey de Escocia, el Doncel fue interceptado por una dama y una doncella. La dama que era Urganda, aunque irreconocible entonces, le regaló una lanza, asegurándole que con ella vencería siempre. Luego desapareció pero lo acompañó la “Doncella Dinamarca” para ver cómo hacía uso de aquella lanza, para aconsejarlo y para informar de todo a Oriana. En el viaje, unos malandrines atacaron al rey Perión, pero el Doncel los traspasó con la lanza y los despedazó con la espada. Libre Perión, se fue a su reino, muy contento y muy seguro, pues lo acompañaba el Doncel. Pero, antes de llegar al reino de Gaula, el “Doncel del Mar” quiso tomar y tomó otro camino. La “Doncella Dinamarca”, que los acompañaba, se volvió a la Corte de Escocia, para contar a Oriana las proezas del Doncel. Pasado cierto tiempo, Oriana tuvo que volver a la corte de su padre, el rey Lisuarte; pero, antes de partir, Oriana le entregó a la “Doncella Dinamarca” el papel encontrado en la “bola de cera”, que le había entregado el Doncel. En el papel constaba el nombre del Doncel y que era hijo de un rey, pero sin nombrar a este rey. Cuando Oriana estaba a punto de regresar a la Gran Bretaña, apareció Urganda para transportarla en una magnífica nave. Durante la travesía, Urganda reveló a Oriana el nacimiento del Doncel y que era hijo del rey Perión de Gaula. El Doncel se unió a las tropas de Agrages, Príncipe de Escocia, que marchaba en ayuda de Perión. Lucharon contra Abies, rey de los irlandeses. Libertaron a Perión, que había sido vencido y encarcelado. Pero, contentos y descuidados, por esta liberación, cayeron todos, Perión, Agrages y el Doncel en una celada. El “Doncel del Mar” desafió al rey Abies y lo mató, en lucha noble. Todos quedaron libres. Agradecieron, al “Doncel del Mar”, su libertad y la del reino de Gaula. Cuando celebraban sus hazañas, llegó la “Doncella Dinamarca”, amiga de Oriana, e informó a todos de que el “Doncel del Mar” era hijo de un rey. Perión y Elisenda se fijaron en el anillo del Doncel y lo reconocieron. A altas horas de la noche, cuando dormía profundamente, fueron a observar la espada. También la reconocieron. Eran el anillo y la espada que Perión le había regalado a Elisenda, cuando tuvo que abandonarla. Por la espada y el anillo, comprobaron que el Doncel era hijo suyo. 451 Lo despertaron, alborozados, y supieron de sus labios que, también él, en los sueños de esa noche había descubierto que era hijo de un rey y no de Gandales. Perión y Elisenda lo reconocieron por su hijo y desde aquel día le cambiaron el nombre. En adelante no se llamará “Doncel del Mar” sino “Amadís de Gaula”. Pero tuvo otros nombres: También se llamó, sobre todo en Alemania, “El Caballero de la Verde Espada”. Le dieron este nombre porque la vaina de su espada estaba hecha del hueso verde de un pescado raro. Nadie podía sacar la espada de esta vaina; sólo Amadís lo podía hacer, como lo demostró en una competición en honor de Oriana. Se le asignaron los apelativos de “Caballero de los Leones” y “Caballero del Enano”. Pensando en Oriana, Amadís pidió permiso a su padre Perión para emprender aventuras. Le ocultó su intención de encontrarse con Oriana. Luego que llegó a Gran Bretaña, las aventuras se sucedieron ininterrumpidamente. Perión y Elisenda, ya casados, tuvieron otro hijo, Galaor, que fue raptado por un gigante y entregado a Urganda. Ésta quería educarlo y protegerlo como hizo con Amadís. Una vez preparado y entrenado como caballero, Urganda lo condujo al encuentro de Amadís para que éste le otorgara la Orden de caballerías. Amadís protegió y ayudó siempre a su hermano Galaor. Esto ponía en peligro el amor de Oriana que recelaba de Amadís, al observar la conducta de Galaor. Amadís sólo amaba a Oriana; su hermano Galaor amaba a todas las mujeres que veía. Los dos eran iguales en el valor, pero no en los sentimientos e ideales. Amadís tenía un objetivo: defender a las mujeres, rescatarlas de los gigantes […], ayudar a los huérfanos, a las viudas […]; cumplir con los deberes de la estrecha “Orden de Caballerías”. Todo lo hacía pensando en Oriana. Galaor disfrutaba de todos los placeres que sus buenas acciones le ofrecían y caía, incauto, en las celadas que le tendían. De todos los peligros, en que caía, lo libraba siempre su hermano Amadís. El rey Lisuarte, engañado por envidiosos, se portó mal con Amadís y éste, abandonando el Castillo y Corte de Miraflores, pasó a Oriente en busca de nuevas aventuras. Llegó vencedor a Constantinopla. En Micenas, la princesa Grasinda le pidió que la llevara a Londres y exigiese en la Corte que todos aceptasen que ella, la Princesa Grasinda, era la más hermosa de todas las doncellas. Aceptó Amadís. Llegaron a Londres, en donde Amadís, bajo el nombre de “Caballero Griego”, cumplió su palabra y venció en torneo cortesano a cuantos se le opusieron; Grasinda fue coronada “la más hermosa doncella”. Amadís pudo defender a Grasinda porque su amada Oriana ya no era doncella, pues había dado a luz, secretamente, a un niño llamado Esplandián. 452 El Emperador de Roma pidió a Lisuarte la mano de su hija Oriana. Lisuarte, ignorante de los amores entre su hija y Amadís y del nacimiento de Esplandián, se la concedió. Preparó el Emperador una escuadra que fuese, a Londres, a buscar a Oriana y la llevase a Roma. Amadís preparó otra escuadra y raptó o, más bien, liberó a Oriana, que iba en los barcos del emperador romano. La llevó a la Ínsula Firme. Lisuarte le declaró la guerra a Amadís, y éste volvió a salvar la vida de Lisuarte, en quien veía siempre al padre de su amada Oriana. Un ermitaño, educador de Esplandián, convenció a Lisuarte para que hiciera la paz con Amadís, descubriéndole los amores entre Amadís y su hija Oriana y el nacimiento de Esplandián. Amadís aún sacó a Lisuarte de otros peligros. Un día, los follones del encantador Archeloro, enemigo de Lisuarte y de su hija Oriana, raptaron a ésta. Amadís los siguió y venció en un bosque; liberó a su amada Oriana y la llevó al palacio real de sus padres, al Castillo de Miraflores. Urganda protegía a los dos y urdía los amores entre Amadís y Oriana. Al final, como Lisuarte no tenía hijos, dejó el reino de Londres a Amadís y se celebraron las bodas de Amadís y Oriana en la Ínsula Firme, que desencantada por la maga [Urganda], pasó a ser, desde entonces, la morada feliz de Amadís de Gaula y de su sin par Oriana. Allí se encontró con Briolanja que le pedía ayuda y venganza contra un usurpador que, tras matar a su padre, se había apoderado del reino. Amadís, respondiendo a sus deberes de caballero, la ayudó y esto llenó de celos a Oriana, que le escribió una carta, prohibiéndole presentarse jamás en su presencia y recordándole: “Yo soy la doncella ferida de punta de espada por el corazón, y vos sois el que me feristes”. Cuando en la Corte de Sobradisa se celebraba la reconquista del reino, se coronaba a su reina Briolanja y se ensalzaba al más valiente y leal caballero, Amadís, llegó el doncel Burín y entregó a Amadís una carta de su amada Oriana. Tras leer la carta, Amadís se retiró a la Peña Pobre. Resumida a grandes rasgos la historia de Amadís y Galaor, protegidos los dos por la maga “Urganda, la Desconocida”, veamos algunos de los textos en que Cervantes recuerda, sobre todo, en el Quijote, a su aldea natal que también lo es de su madre y abuelos. Son muchos los textos de Cervantes que aluden a hechos o situaciones del Amadís. Sólo estudiaremos algunos del Quijote y recordaremos sus antecedentes del Amadís con textos de los grandes cervantistas de los siglos XVIII y XIX. Numeraremos los textos del Quijote como ya hicimos en el apartado anterior. 453 1).- Si de llegarte a los bue-, / libro fueres con lectu-, /no te dirá el boquirru- / que no pones bien los de-. (Quijote 1º, Preliminares). Estos versos, en que por boca de Urganda habla Cervantes con su libro, son imitación de la Carta 20, lib. I de Horacio en que hablando igualmente con el suyo le anuncia la varia fortuna que había de correr con sus lectores y la diversidad de juicios que harían de él y de su autor […]. De estos versos cortados por los finales es el inventor Cervantes, que imitó después el autor de la Pícara Justina […]. Esta Urganda es una especie de maga […], encantadora […] que se introduce en la Historia del Amadís de Gaula […] especialmente en el cap. 126 […]; aparécese en varias formas, ya de moza, ya de vieja, y desaparece de repente, y por eso se llamaba la desconocida. (Pellicer, 1832, p. 350. 2).- Tú, que imitaste la llorosa vida / que tuve, ausente y desdeñado, sobre / el gran ribazo de la Peña Pobre / de alegre a penitencia reducida. (Quijote1º, Preliminares). Y es tan verdad esto, que ha habido caballero que se ha estado sobre una peña, al sol y a la sombra y a las inclemencias del cielo […]. Y uno de estos fue Amadís, cuando, llamándose Beltenebros, se alojó en la Peña Pobre, ni sé si ocho años u ocho meses, que no estoy muy bien en la cuenta: basta que él estuvo allí haciendo penitencia, por no sé qué sin sabor que le hizo la señora Oriana. (Quijote 1º, cap. XV). Si, como tardó tres días, tardara tres semanas, el Caballero de la Triste Figura quedara tan desfigurado, que no le conociera la madre que lo parió. (Quijote 1º, cap. XXVI). Don Quixote de la Mancha […], entre otras imitaciones principales […] se observa que le prefirió para hacer penitencia en el corazón de Sierra Morena, por un desdén imaginado de su sin par Dulcinea, porque Amadís la hizo en la Peña Pobre, por un desdén verdadero de su sin par Oriana. (Pellicer, 1797, pp. 39-40). Amadís leyó la carta y desesperado, con grandes gritos y copiosas lágrimas, se despidió de su escudero Gandalín, al que nombró Gobernador de la Ínsula Firme, y se internó, desarmado, en una selva, a modo de cabo que se metía siete leguas mar a 454 dentro. Allí bajo la dirección del ermitaño Andalod, que vivía en una roca alta y estrecha, llamada “La Peña Pobre”, comenzó a hacer ascéticas penitencias. Cambió de nombre y el ermitaño le puso “Beltenebros”, o bello tenebroso. Oía misa, se confesaba, rezaba y sobre todo, gemía, suspiraba y se anegaba en lágrimas vivas. Entre los sollozos y lágrimas gritaba canciones a Oriana. (Bastús y Carrera, 1834, p.33). 3).- ¡Oh, quien tuviera, hermosa Dulcinea, / por más comodidad y más reposo, / a Miraflores puesto en el Toboso, / y trocara sus Londres con tu aldea! (Quijote 1º, Preliminares) A dos leguas de Londres (según se dice en el cap. 54 de Amadís) estaba el castillo de Miraflores y era pequeño, mas la más sabrosa morada que en toda aquella tierra había. Allí vivía Oriana y allí la visitó muchas veces Amadís, lo que nunca hizo don Quijote con Dulcinea, y como de la frecuencia de estas visitas resultó el deshonor de Oriana (cap. 64), de aquí la envidia de ésta a aquella. (Pellicer, 1832, pp. 351-352). Oriana, compadecida y desengañada, le envió a la “Doncella Dinamarca” que lo sacó de la ermita de la “Peña Pobre” y lo llevó al castillo de Miraflores, cerca de Londres. (Bastús y Carrera, 1834, p. 33) 4).- Salve, varón famoso, a quien Fortuna, / cuando en el trato escuderil te puso, Tan blanda y cuerdamente lo dispuso / que lo pasaste sin desgracia alguna. (Quijote 1º, Preliminares, “Soneto de Gandalín a Sancho”). Quiere decir Gandalín a Sancho, que él solo es el escudero, a quien se pinta ridículamente por ser un pobre hombre, porque a los demás guardan su decoro los autores por ser nobles y principales […]. El mismo Gandalín era hijo de Gandales, que crió a Amadís y se llamaban hermanos de leche. (Pellicer, 1797, pp. 237-238). 5).- ¡Oh, princesa Dulcinea, señora deste cautivo carazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. (Quijote 1º, cap. II). Alusión al paso en que Amadís se vio desdeñado de Oriana, que le mandó no se pusiese jamás delante de ella. [Lib. II, cap 44). (Pellicer, 1797, p. 14). 455 El sobrescrito de la carta en que la señora Oriana mandaba a Amadís […] no presentarse ya más en su presencia, decía así: ‘Yo soy la doncella ferida de punta de espada por el corazón, y vos sois el que me feristes’. (Bastús y Carrera, 1834, p. 14) 6).- No había andado mucho cuando le pareció que a su diestra mano, de la espesura de un bosque que allí estaba, salían unas voces delicadas, como de persona que se quejaba […]. A pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba […], que era el que las voces daba […], porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle […]. Y, viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo: Descortés caballero […] por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza. Pagadle luego sin más réplica; si no, por el Dios que nos rige […]. Desatadlo luego […]. Andrés se partió algo mohino, jurando de ir a buscar al valeroso don Quijote de la Mancha y contalle punto por punto lo que había pasado. (Don Quijote 1º, cap. IV). Yendo nuestro buen hidalgo caminando con toda su compañía y platicando […] oyeron en un pinar […] una voz como de mujer afligida […] que decía: - ¡Ay de mí, la más desdichada mujer de cuantas hasta agora han nacido! […]. Volviendo en esto turbado la cabeza, Sancho vio una mujer en camisa, atada de pies y manos a un pino […]. Don Quijote y los demás, que vieron aquella mujer atada de pies y manos al pino, llorosa y desnuda, tuvieron gran compasión de ella. (Avellaneda, cap. XXII). Tiene con esta aventura, alguna semejanza la que se cuenta en el cap. 72 del Amadís de Gaula, sobre que pasando cerca de otro bosque Daraido y Galtaziro oyeron voces lastimeras de persona que se quejaba, y internándose en él, vieron que dos damas estaban azotando con varas verdes a un caballero desnudo y atado a un tronco de encina. (Pellicer, 1797, p. 34; Pellicer, 1832, p. 360). Cervantes se propuso […] imitar, ridiculizándola al mismo tiempo, la que se lee en el Capítulo 72 de aquella historia. En ella se dice que pasando un bosque […] y oyendo voces lastimeras se internaron en él y vieron cómo dos damas estaban azotando a un caballero que tenían desnudo y atado a un tronco. (Bastús y Carrera, 1834, p. 17). 7).- Se afirmó bien en los estribos, apretó la lanza, llegó la adarga al pecho, y, puesto en la mitad del camino […], cuando llegaron a trecho que se pudieron ver y oír, levantó 456 don Quijote la voz y con ademán arrogante dijo: Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay, en el mundo todo, doncella más hermosa que la Emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso. (Quijote 1º, cap. IV). Así, Amadís se combatió con Angriotte […] y su hermano que guardaban un paso en que defendían que la señora de Angriotte era la más hermosa de todas [cap 18]. (Pellicer, 1797, p. 39). Adoptó, sin duda don Quijote este dictado [la sin par Dulcinea], de Amadis de Gaula, que se le dio a su dama la señora Oriana (cap. 4) y […] Amadis es […] a quien más imitó don Quijote. (Pellicer, 1797, p 39; Pellicer, 1832, p. 360 ). 8).- La sobrina decía lo mismo y aún decía más: Sepa señor maese Nicolás, –que éste era el nombre del barbero-, que […] andaba a cuchilladas con las paredes […], el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre que sudaba de las heridas que había recibido en la batalla, y bebíase luego un gran jarro de agua fría y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído el sabio Esquife, un grande encantador y amigo suyo. (Quijote 1º, cap. V). Yo soy el sabio Alquife, el grande amigo de Urganda la Desconocida. (Quijote 2º, cap. XXXIV). Su verdadero nombre es Alquife, que fue el sabio que escribió la Crónica de Amadís de Grecia. Acaso la sobrina de don Quijote estropeó el nombre de este encantador. (Pellicer, 1797, p. 48). Debe decir Alquife, nombre que tal vez estropeó la sobrina, y fue el sabio historiador que escribió la Crónica del muy valiente Amadís de Grecia, llamado “El Caballero de la ardiente espada” de la que tenemos una edición hecha en Sevilla en 1542. (Bastús y Carrera, 1834, p. 23). 9).- Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue los quatro de Amadís de Gaula. Y dixo el cura […]: según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España […]; le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego. No señor, dixo el barbero, que también he oído decir que es el mejor de todos. (Quijote 1º, cap VI). 457 Entre los libros de caballerías nadie disputará seguramente su primacía al Amadís de Gaula. El mismo Cervantes en el escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de Don Quijote, dijo que los cuatro libros de Amadís de Gaula fue el primero de caballerías que se imprimió en España […]. Resolvieron otorgarle la vida […] ‘por ser el mejor de todos los libros que de este género se habían compuesto y único en su género’. Don Quijote se propuso imitar principalmente a Amadís de Gaula en sus aventuras y andanzas caballerescas. (Bastús y Carrera, 1834, p. 23). 10).- De don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, se murmura que fue más que demasiado rijoso; y de su hermano, que fue llorón. Así que ¡oh Sancho!, entre tantas calumnias de buenos bien pueden pasar las mías. (Quijote 2º, cap. II). La reina Elisenda y el rey Perión […] tuvieron otro hijo llamado Galaor que fue robado por un gigante […] para ponerlo en poder de “Urganda la desconocida”, que velaba sobre la suerte de los dos hermanos. (Bastús y Carrera, 1834, p. 32). Que fue más que demasiado rijoso. Rijoso es lo mismo que pendenciero, quimerista, o amigo de disputas, lo que, a la verdad no nos parece bien aplicado a don Galaor. (Bastús y Carrera, 1834, p. 227). 11).- Me parece, si mal no me acuerdo, haber leído que don Galaor, hermano del valeroso Amadís de Gaula, nunca tuvo dama señalada a quien pudiese encomendarse; y, con todo esto, no fue tenido en menos, y fue muy valiente y famoso caballero. (Quijote 1º, cap XIII). Según Pellicer, Galaor tuvo como dama señalada a Briolanja, reina de Sobradisa. Según Bastús y Carrera, fue su dama preferida, Aldeba, hermana de Grindalaya. 12).- Se entraron a donde él estaba durmiendo […] y, asiéndole fuertemente, le ataron muy bien las manos y los pies, de modo que cuando él despertó […] no pudo menearse […] se creyó que todas aquellas figuras eran fantasmas de aquel encantado castillo […]. Trayendo allí la jaula lo encerraron dentro […]. Se oyó una voz temerosa […]: no te dé afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto […]; y, porque no me es lícito decir otra cosa, a Díos quedad, que yo me vuelvo a donde yo me sé. (Quijote 1º, cap. XLVI). 458 Muchas de las observaciones que se han hecho sobre los episodios y personajes del Quijote manifiestan que aún aquellos acontecimientos y episodios que parecen opuestos o indiferentes a la acción están ordenados de suerte que influyen en su continuación. Los medios de que se valió el Cura para reducir a Don Quijote fueron los que contribuyeron más oportunamente al aumento de su locura por el mismo término con que intentaba remediarla. (Vicente de los Ríos, 1780, p. LXXVIII). Sale este caballero de la “Ínsula de la Torre Bermeja” en busca de la aventura de la “Peña de la Doncella Encantadora” [cap. 130] y al subir de la Peña por un peligroso camino abierto en ella misma, encuentra a la mitad de él una como ermita, donde había una imagen […] que tenía en el pecho una inscripción en griego, pero su interpretación era fácil para el sabio Amadís […]. Supo, pues, por la inscripción que la aventura no estaba guardada para él, sino para Esplandián, hijo suyo y de la hermosa Oriana, al cual crió una leona. Esta aventura consistía en sacar un tesoro encantado […] puesto en la cumbre de la Peña […] cerrado con dos ajustadísimas puertas, por cuya juntura sin embargo estaba metida una espada ‘fasta la empuñadura’ […]; el que sacase esta espada […] se hacía dueño del tesoro. (Bastús y Carrera, 1834, p.184). 13).- Sólo me guío por el ejemplo que me da el grande Amadís de Gaula, que hizo a su escudero conde de la Ínsula Firme, y, así puedo yo, sin escrúpulo de conciencia hacer conde a Sancho Panza. (Quijote 1º, cap. L). Pero, ¿para qué gasto tiempo en esto, ofreciéndome un tan insigne ejemplo el grande y nunca bien alabado Amadís de Gaula, que hizo a su escudero Conde de la Ínsula Firme. (Pellicer, 1797, p. 4) La Historia del Amadís de Gaula no dice que este caballero hubiera nombrado Conde a su escudero, sino “Señor de la Ínsula Firme”. (Bastús y Carrera, 1834, p.203). Amadís leyó la carta y desesperado, con grandes gritos y copiosas lágrimas, se despidió de su escudero Gandalín, al que nombró Gobernador de la Ínsula Firme, y se internó, desarmado, en una selva […] que se metía siete leguas mar a dentro. Allí bajo la dirección del ermitaño Andalod, que vivía en una roca alta y estrecha, llamada “La Peña Pobre”, comenzó a hacer ascéticas penitencias. (Bastús y Carrera, 1834, p. 33). 459 14).- Ahora lo veredes, -dijo Agrajes–, respondió don Quijote. Y, arrojando la lanza en el suelo, sacó su espada y embrazó su rodela, y arremetió al vizcaíno con determinación de quitarle la vida. (Quijote 1º, cap. VIII.) Era éste [Agrajes] un príncipe de Escocia, hijo del rey Languines, y muy amigo de Amadís de Gaula […]. Solía usar con frecuencia la expresión “ahora lo veredes”, y don Quijote por imitarle la expresó igualmente. (Bastús y Carrera, 1834, p.62) 15).- Con esta imaginación no se desesperó de hallar el fin de esta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se contará en la segunda parte. (Quijote 1º, cap. VIII). En fin, su segunda parte, siguiendo la traducción, comenzaba de esta manera: “Puestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos y enojados combatientes, no parecía sino, que estaban amenazando al cielo, a la tierra y al abismo”. (Quijote 1º, cap. IX). El cual determinó de ir a buscar a la pastora Marcela y ofrecerle todo lo que él podía en su servicio; mas no le avino como él pensaba, según se cuenta en el discurso de esta verdadera historia, dando aquí fin a esta segunda parte. (Quijote 1º, cap. XIV). La historia de Amadis de Gaula se divide […] en quatro libros pero sin interrumpir el número de los capítulos y en esto se conformó también Cervantes con la división de esta Historia, repartiendo la de su Ingenioso Hidalgo, si no en quatro libros, en quatro partes, pero sin interrumpir tampoco el orden numeral de los capítulos. Quando […] publicó el segundo tomo [Quijote de 1615], alteró esta división, intitulándole Segunda Parte, sin más distinción que la de los capítulos, que conservó seguidos y continuados igualmente. (Pellicer, 1797, pp. 50-51). Conformándose Cervantes con la división observada en el libro de Amadís de Gaula, cuyas aventuras se propuso particularmente imitar, dividió la Historia de su Don Quijote en cuatro partes, así como aquella lo está en cuatro libros, sin interrumpir el orden numeral de los capítulos. Entonces la segunda parte comenzaba en el cap. IX. Cuando algunos años después publicó nuestro autor el 2º tomo [Quijote de 1615], alteró esta división, titulándola segunda parte, sin más distinción que la de los capítulos que comienzan de nuevo; y como al parecer, la intención de Cervantes fue dividir su historia en dos partes, suprimiendo la primera división de las cuatro en que repartió el 460 tomo primero, de aquí es que se adoptó la división en dos partes, y cada una de éstas en tomos, capítulos, etc. (Bastús y Carrera, 1834, p. 64-65). Cervantes, en el Quijote de 1615, se olvidó de la división, en cuatro partes, del Amadís. Imitó al Amadís en el Quijote de 1605, y lo divide en cuatro partes, cada una de las cuales se subdivide en capítulos. Cuando escribe el Quijote de 1615, se olvida del Amadís de Gaula desde el primer capítulo, disminuye las referencias a Amadís y, sobre todo a la maga “Urganda la Desconocida” y a Argos. Cervantes, en su Quijote de 1615, se olvida totalmente y conscientemente y desde el primer capítulo, de la estructuración externa de todas sus grandes obras: La Galatea de 1585 está estructurada en seis libros; el Quijote de 1605 está dividido en cuatro partes; el Viage del Parnaso, dedicado en 1613, está dividido en ocho partes; Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, que publicará su viuda Catalina de Salazar, se lo deja estructurado en cuatro libros. ¿Por qué cambia Cervantes, en 1615, su norma estilística de estructurar externamente sus obras literarias? Esta estructuración no lo convence, ya que en su última novela el Persiles, vuelve a su estilo de siempre: dividir la obra literaria en un número reducido de partes, de extensión desigual. En 1614 apareció el Quijote de Avellaneda. Cervantes quiere alejarse estilísticamente del Avellaneda, de ahí este nuevo e inusual recurso formal que adopta para esta única obra. En el Avellaneda sigue el autor, es decir, Cervantes, su estilo estructural, pero quiere ocultar que es él el autor. Por eso trata de alejar el Quijote de 1615 de todas sus grandes obras. En el Quijote de Avellaneda aparece con profusión Urganda, pero no aparecerá en el Quijote de 1615. Tratará de dejar en ridículo al autor que se llama a sí mismo Avellaneda. Distanciará, alejará lo más posible a su Quijote del apócrifo. Puesto que éste está estructurado en tres partes, que a su vez se dividen en capítulos, don Miguel sólo la dividirá en capítulos, pero el número de estos no será reducido […]. Esta nueva estructuración aparecerá ya desde los primeros capítulos, escritos años antes de 1614, fecha de la impresión del apócrifo. No podía adivinar, ni la futura aparición del falso Avellaneda, ni su estructuración externa. (Barros Campos, “El Quijote de 1615…” 2005, pp. 101-102). 16).- Ya te he dicho, Sancho, que no te dé eso cuidado alguno, que cuando faltare ínsula, ahí está el reino de Dinamarca o el de Sobradisa. (Quijote 1º, cap. X). 461 La confidente íntima de Oriana, la que le informaba de los hechos del “Doncel del Mar”, fue la “Doncella Dinamarca”. Cuando en la Corte de Sobradisa se celebraba la reconquista del reino, se coronaba a su reina Briolanja y se ensalzaba al más valiente y leal caballero, -Amadís de Gaula-, éste recibió la carta de su amada Oriana y, en un profundo estrés y abatimiento se retiró a la Peña Pobre. Don Quijote tranquiliza a Sancho asegurándole que, si no puede entregarle una “Insula”, sí le puede entregar el “Reino de Dinamarca” o sino el “Reino de Sobradisa”, casándose con la “Doncella de Dinamarca” o con Briolanja, la “Reina de Sobradisa” 17).- Podría ser que me deparase la ventura aquella de Amadís, cuando se llamaba el Caballero de la Ardiente Espada, que fue una de las mejores espadas que tuvo caballero en el mundo, porque […], cortaba como una navaja y no había armadura […] que se le parase delante. (Quijote 1º, cap. XVIII). Confundió Cervantes al Amadís de Gaula con el Amadís de Grecia. Éste, Amadís de Grecia, fue el que se llamó “el caballero de la ardiente espada”, por tener señalada en el pecho, una “tan bermeja como una brasa”.En su historia se lee que “el caballero de la ardiente espada se mudó el nombre, y se llamó Amadís de Grecia”. El de Gaula llamado Amadís por excelencia nunca fue conocido por “el caballero de la ardiente espada”, sino “de la verde espada”, por haber usado una cuya vaina era de unos huesos verdes de cierto reptil tan diáfanos, que se traslucía la hoja y, sin embargo, no podía sacarse de ella por razón de estar encantada, hasta que Amadís pudo desenvainarla en una aventura de leales amadores por la señora Oriana […]. Llamóse de la ardiente espada, porque nació con una figura de espada en el cuerpo de color bermeja como una brasa, cuya punta iba a terminar en su corazón. Esta espada pintada no le serviría de nada. Cervantes hablaba de la “verde espada” de Amadís de Gaula, pues el de Grecia con su ardiente espada no “cortaba como una navaja y no había armadura por fuerte y encantada que fuese que se le parase delante”. (Bastús y Carreras, 1834, p. 85-86). 18).- Sancho, has de saber que yo nací por querer del cielo en esta nuestra edad de hierro […]; yo soy aquel 172 para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos […], haciendo en éste en que me hallo tales grandezas […]. Así que aprieta un poco las cinchas a Rocinante, y quédate a Dios, y espérame 172 Rubén Darío en Cantos de Vida y Esperanza, dedicó un poema “A José Enrique Rodó” que quizá se inspirara en este pasaje del Quijote. El cantante Rafael, en una de sus famosas interpretaciones quizá siga a Rubén Darío. 462 aquí hasta tres días, no más […]. Si no volviere, puedes tú volverte a la aldea, y desde allí […], irás al Toboso donde dirás a la […] señora mía Dulcinea que su cautivo caballero murió por […] poder llamarse suyo. Cuando Sancho oyó las palabras de su amo, comenzó a llorar con la mayor ternura del mundo y a decille: Señor, yo no sé por qué quiere vuestra merced acometer esta tan temerosa aventura. Ahora es de noche. (Quijote 1º, cap. XX). ¡Ay, señor! -Respondió Sancho-, no vaya allá, por las llagas de Jesús Nazareno, […]; porque le asiguro, he visto […] una ánima del purgatorio vestida de blancco […]. -¡Ah, señor don Quijote!, mire por amor de Dios lo que hace, no tengamos que llorar para toda nuestra vida. (Avellaneda, cap. XXII). En este pasage parece tuvo presente aquella en que disponiéndose Amadís para la empresa de la altísima “Peña de la Doncella Encantada”, dijo a Graznido: ‘mi buen señor, yo quiero subir a esta roca […] e mucho vos ruego […], que me aguardéis aquí hasta mañana en la noche […], y si […] al tercero día no tornare, podréis creer que mi hacienda no va bien e tomaréis el acuerdo que vos mas agradare’ […]. Ruégote mucho que si aquí muriere procures de llevar, a mi señora Oriana, mi corazón e dile que se lo envío por no dar cuenta a Dios de cómo lo ageno llevaba conmigo. Cuando Gandalín esto oyó […] no sólo dio voces, mas mesando sus cabellos, llorando, dio grandes gritos, deseando su muerte antes que ver la de aquel su señor, que tanto amaba’. (Bastús y Carrera, 1834, p. 91-92). 19).- A cuyo mandamiento saldrán todos, y él llegará hasta la mitad de la escalera, y le abrazará estrechísimamente, y le dará paz, besándolo en el rostro. (Quijote 1º, cap. XXI). En el Amadís se relata cómo el rey Lisuarte hizo lo mismo con su nieto, el doncel Esplandián a quien “tomó por la cabeza y llególe a sí y besóle en la faz”. Era una costumbre de griegos y romanos: “dar paz en el rostro” a sus hijos y guerreros. Buenas señoras, estando yo con Amadís en la cámara del Rey, vi llegar a Esplandián a le besar las manos por las mercedes que le prometía, e vi cómo el Rey le tomó con sus manos por la cabeza y le besó los ojos. (IV, 36). (Citado por Félix G. Olmedo) 173 . 173 FELIX G. OLMEDO, El Amadís y el Quijote, Editora Nacional, MCMXLVII, Madrid, p. 53. 463 20).- Y aquella noche se despedirá de su señora la infanta por las rejas de un jardín, que cae en el aposento donde ella duerme, por las cuales ya otras muchas veces la había fablado, siendo medianera y sabidora de todo una doncella de quien la infanta mucho se fiaba. (Quijote 1º, cap. XXI). Amadís “hablaba a su sin par Oriana, por medio de […] la ‘doncella Mabilia’ y por una finiestra pequeña que tenía su redecilla de hierro”. 21).- Y llamando a todos los galeotes, que andaban alborotados [….] les dijo: De gente bien nacida es agradecer los beneficios […]. Querría y es mi voluntad que, cargados de esa cadena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso y […] le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar. (Quijote, 1º, cap. XXI) Amadís de Gaula, habiendo vencido al gigante Madarque, le hizo merced de la vida con la condición de que había de hacerse cristiano […], había de fundar, en sus estados, iglesias y monasterios […] y que, a más, había de poner en libertad a todos los presos […]. A todo convino el pagano; y cuando los presos agradecidos llegaron a besar la mano a su libertador […], les dijo que fuesen a presentarse a la reina Brisena, y […] le besasen las manos. (Bastús y Carreras, 1834, p. 101). Urganda en el Avellaneda: Ya se dijo que Cervantes trata de alejar su Quijote de 1615, de toda relación con el Avellaneda. Esto lo hace desde el primer capítulo, mucho antes de la aparición impresa del Quijote de 1614. Así alejaba toda sospecha sobre su autoría. En el Avellaneda parece que Cervantes dio rienda suelta a algunos de sus deseos reprimidos: Como nadie podía suponer que fuera obra suya retomó un viejo tema: el desprecio hacia los gallegos, que ya había aflorado en el primer Rinconete, y que tuvo que desechar ante la protección que liberalmente le otorgó el Séptimo Conde de Lemos, el gallego don Pedro Fernández de Castro. En el Rinconete de 1604, “el niño ladrón era gallego”, pero lo hace asturiano en el Rinconete de 1613. Sin embargo, en otras obras se olvidó de eliminar referencias ofensivas a los gallegos, así sucede en La Ilustre Fregona 464 en donde aparecen frases como: “con otras dos mocetonas […] que eran gallegas”; “Déjese de […] señora gallega […] que la moleré a palos”. En el Avellaneda la “moza prostituta” es gallega: “El otro día a una moza gallega de una venta, hecha una picarona, que se brindaba por cuatro cuartos. (Cap. VII). La sabia Urganda, que Cervantes, pensando en Arganda, había tomado del Amadís, para el Quijote de 1605, fue eliminada en él de 1615. Pero se repite, con una gran frecuencia, en el Quijote de Avellaneda, editado en 1614: “La sabia Urganda la desconocida”. (Cap.VII). “¡Oh mi Urganda astuta”. (Cap. VIII). “Sapientísima Urganda la desconocida […], ¿qué ha de ser quien como mi señor dice se llama Urganda?” (Cap. XI). “Que sería bien tomase de la sabia Urganda”. (Cap. XII). “Mi íntima amiga, la sabia Urganda […] a ver si es la que ahí dentro se queja la sabia Urganda”. (Cap. XXII). “Agora echo de ver, amigo Sancho, las grandísimas mercedes que cada día recibo de la sabia Urganda […], y a la sabia Urganda la desconocida”. (Cap. XXVI). Pero, Cervantes no sólo recuerda a Arganda por las menciones a Argos y a Urganda. Da la impresión de que está pensando o recordando su aldea de nacimiento cuando, en sus obras, narra acontecimientos o describe paisajes y situaciones. Recordaremos alguno de estos episodios, lugares, situaciones o frases. 16.3.- “Vivía a San Juan” Aquel grande amigo de Anselmo el rico, que vivía a San Juan, se llevó esta noche a Camila [...]. (Quijote, 1º, XXXV). La expresión del Siglo de Oro, “vivía a San Juan” equivale a la actual “vivía en San Juan”. La familia de los Cortinas cervantinos vivía en la calle argandeña de San Juan, calle que conservó su topónimo hasta nuestro siglo XXI. En la Calle real de San Juan se levantaba la casa de Elvira de Cortinas, casa en la que nacieron Leonor y la mayoría de sus hijos, entre ellos Miguel. 465 Esta calle formaba parte del Camino real que, según Villuga, llevaba desde Madrid a Cuenca, a Levante y a Andalucía oriental. Cuando la Corte se trasladaba o volvía de Valencia u otra villa levantina pasaba por esta calle que, atravesada la plaza de la Iglesia, continuaba por la Calzada real. Los soldados que iban o venían de Cartagena o Valencia atravesaban Arganda por la calle de San Juan. También pasaban por ella los cautivos liberados que, desde Denia, Valencia u otros puertos levantinos, se dirigían hacia la Corte. En esta misma calle y casi enfrente de la casona de los Cortinas se levantaba la casa, hoy palacete, de los Sancho. También, muy cerca de ellos, pero de la parte de los Sancho, se erguía, con miradores y almenas hacia el Arroyo o Arroyada, el palacio o casa señorial del Ilustrísimo Sr. Jorge Olalde de Vergara. Por formar parte del “Camino real de Valencia”, esta calle de San Juan recibía también el nombre de “Calle real” que comprendía la Calle de San Juan y la Calzada real. Era una calle muy transitada y llena de mesones que con frecuencia abarrotaban los soldados y arrieros que iban o venían de la Corte a Levante. Cervantes, cuando escribió este texto del primer Quijote, ¿pensaría en su calle de San Juan, de Arganda? 16.4.- Penitencia en la Peña Pobre Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, [...] fue cuando se retiró, [...] a hacer penitencia en la Peña Pobre, [...]. Y desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en pañales, [...] descubriendo cosas que, por no verlas otra vez, volvió Sancho la rienda a Rocinante. (Quijote 1º, XXV). La “Peña el Pobre” o mejor, con pronunciación argandeña, “Peña´l Pobre”, es el topónimo de unas eras rocosas que había en las afueras de Arganda, cercanas al Camino de Morata. La “Peña´l Pobre”, existió y conservó este nombre hasta los años sesenta del siglo XX, en que desapareció bajo la implacable e insaciable destrucción inmobiliaria. Los ancianos argandeños de los siglos pasados disfrutaban, cada día, hasta los últimos rayos del sol, al mismo tiempo que cuidaban de sus nietecitos. Mientras los ancianos jugaban a los bolos, barajaban o charlaban, los pequeños, alejados de los 466 peligros del tráfico de la ‘Calle real’, disfrutaban con plena libertad. Esta libertad infantil, algunas veces descontrolada, parece ser lo que quiere recordar don Miguel, en esta escena de la Peña Pobre. Aparecen referencias a la “Peña de el pobre”, o “Peña´l pobre”, en el Catastro de Ensenada, pero también en el Archivo Municipal de Arganda: la peña´l Pobre alinde camino de Morata [...]. Tierra ‘pical’ entre los caminos de Peñal Pobre y de Morata. (Caja, 72, f. 453). La “Peña´l Pobre” venía a ser el “Egido de Arganda” hacia Morata, contrapuesto al “Egido de Vilches”, o salida hacia Alcalá de Henares. En la lectura del Amadís, pudo recibir Cervantes la idea de llevar a su Quijote el topónimo de estas sus tierras argandeñas que lindaban con el camino de Morata: Recibió Amadís la carta de Oriana, la leyó y comenzó a desesperarse, prorrumpiendo en fuertes gritos […]. Llegó la noche, abandonó sus aventuras, despidióse de su escudero Gandalín […], y se retiró a hacer penitencia […] sobre una peña alta y estrecha, llamada la “Peña Pobre”. (Bastús y Carrera, 1834, pp.30-34). El sobrescrito de la carta decía así: ‘Yo soy la doncella herida […] y vos sois el que me feristes’ […]. Recíbela Amadís, léela y desespérase; deja sus aventuras y se retira a una selva a hacer penitencia […] bajo la dirección de un ermitaño llamado Andalod, que vivía en una ermita […], sobre una peña alta y estrecha llamada la “Peña Pobre”. (Pellicer, 1832, pp. 397-398). 16.5.- Contrato de Urbina con un alarife argandeño Escritura, condiciones y precios con que Francisco Peinado, albañil y maestro de obras de Arganda, ha de labrar la casa que piensa hacer el secretario Juan de Urbina en el camino de Vicálvaro. Madrid, 28 julio 1609. (Luis de Izcaray, 1609, 2º, fol. 1006. En Pérez Pastor, 1902, p. 435). Juan de Urbina firmó, el 28 de julio de 1609, un contrato sobre condiciones y precios para la construcción de obras que incluían: cerrado de muro, estanque y casa en el 467 Camino de Vicálvaro, pasado el Puente de Vallecas, sobre el arroyo Abroñigal. Lo firmó con el maestro de obras argandeño Francisco Peinado. Rodríguez-Martín escribe en varias páginas de su libro Arganda del Rey sobre miembros de esta familia de alarifes argandeños: Del siglo XVII encontramos dos proyectos sobre el Jarama: uno de 1631 en que […] se presentan unos planos del alarife Francisco Peinado y los contratos de los promotores […] para levantar una presa de 340 pies de largo en el río. (Rodrigue-Martín, Arganda del Rey, 1980, p. 26). La ermita [de la Soledad] quedó pronto cubierta y en ella actúa como maestro de obra el alarife argandeño Juan Peinado […]. (Ibidem, p. 337). La promoción cultural del siglo tuvo […] un brillante filósofo […] nacido el 18 de mayo de 1633 de los humildes Francisco Peinado y Francisca García, matrimonio con muchos hijos, al que creemos residente en el Arrabal. (Ibídem, p. 360). Por Rodríguez-Martín y Chacón sabemos que esta familia de canteros o alarifes argandeños vivía en el barrio del Arrabal y por tanto, muy cerca de la calle de San Juan, en donde se levantaban las casas de los Cortinas y de los Sancho. El alarife Francisco Peinado es hijo de otro alarife Peinado amigo de infancia de Miguel y de sus hermanos. Es posible que fuera Cervantes quien puso en contacto al constructor argandeño con su amigo Juan de Urbina. A partir del 28 de agosto de 1608, Miguel de Cervantes comparte con Juan de Urbina, el padre de su nieta Isabel Sanz del Águila, un proyecto: la defensa común de los dos ante los ataques jurídicos y de toda índole que sufren de Isabel de Cervantes de Saavedra. Ésta, hija de Miguel y amante despechada por abandono de Juan de Urbina, los denunciaba con frecuencia y metió en la cárcel a Urbina. Además, tras las Capitulaciones matrimoniales firmadas entre Luis de Molina e Isabel de Saavedra, el 28 de agosto de 1608, Juan de Urbina y Miguel de Cervantes se mantuvieron muy unidos. Tenían que hacer frente a la dote de 2000 ducados. Los dos serían denunciados por Luis de Molina en septiembre de 1611, y en fechas posteriores. Es normal que los dos se contaran mutuamente sus problemas y sus proyectos. Cuando Urbina le contó a Cervantes su intención de construir una casa con estanque en 468 el camino de Vicálvaro pasado Puente Vallecas, Miguel le hablaría de estos albañiles de Arganda. Sabemos que un año antes de este contrato entre Urbina y el argandeño Peinado, ya trataba Juan de Urbina de construir esta casa, pues en las “Capitulaciones matrimoniales entre Luis de Molina e Isabel Saavedra” (28 de agosto de 1608), el secretario Juan de Urbina hipotecó una heredad que compró […] en el arroyo de Brañigal en la cual está labrando una casa y güerta y tiene labrado un estanque. Es posible que el argandeño Francisco Peinado, al no ver claros los asuntos de Urbina, hubiera exigido la firma de este documento del 28 de julio de 1609. De todas formas, todo lo especificado en este documento estaba terminado en 1612. El 24 de mayo de 1612, Molina exige responsabilidades a Juan de Urbina por un terreno que tenía en el Abroñigal con casa, estanque y güerta. Por este documento sabemos que Francisco Peinado le había terminado las obras antes de esta fecha, 24 de mayo de 1612. 16.6.- Procesión de disciplinantes La gente de una aldea que allí junto estaba venía en procesión a una devota ermita que en un recuesto de aquel valle había. Don Quijote, que vio los extraños trajes de los disciplinantes, sin pasarle por la memoria las muchas veces que los había de haber visto, se imaginó que era cosa de aventura, y que a él sólo tocaba, como a caballero andante, el acometerla [...], se fue a encontrar con los disciplinantes [...]. (Quijote 1º, LII). Relata aquí unas tradicionales procesiones argandeñas, a las que el niño Miguel asistiría, ávido de curiosidad e inquietud, al ver a aquellos hombres, sus conocidos y vecinos, que flagelaban su torso desnudo y chorreante de sangre. De ahí, la frase “sin pasarle por la memoria las muchas veces que los había de haber visto”. Era la Procesión de los disciplinantes que narran los archivos argandeños y prohiben las autoridades eclesiásticas toledanas posteriores a Trento. (Barros Campos, “Un madrileño, caballero del Verde Gabán”, 1996, pp. 441-451). Estos cofrades, los más, descubierto el torso, se disciplinaban y herían con flagelos, salpicando de sangre los muros del templo, según se advierte en las cuentas de 469 gastos ‘por enjabelgar las paredes para borrar la sangre de los disciplinantes’. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 336). Pero no sólo manchaban de sangre las paredes de la ermita-humilladero, llamado de la Veracruz, que estaba en el camino de Madrid, extramuros de la aldea, y a unos 200 metros de la argandeña “Puerta de Madrid”, hoy “Plaza de los Bienvenida”. El jueves Santo salía una procesión penitencial nocturna que desde el Humilladero o ermita de la Veracruz avanzaba, subiendo lentamente, por la calle real de San Juan, hasta la iglesia parroquial. Porque aquellos disciplinantes, que en anteriores años flagelaban sus espaldas en la procesión penitencial nocturna [...] son conminados por la jerarquía para que, habida cuenta de las muchas salpicaduras de sangre que manchar podían los muros del templo nuevo, tomen la disciplina solamente en la iglesia del Castillo. (Libro de Fábrica 16821727, fols. 161-186. En Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 375). A la Cofradía de disciplinantes, pertenecía la familia madrileña de los Vargas desde que llegaron a la aldea argandeña allá por los años de las Comunidades de Castilla, años veinte, del siglo XVI. Don Diego de Vargas Vivero dispone en el testamento: Que lo entierren en la capilla de los Vargas, en San Francisco de Madrid, en donde reposan sus antepasados. Pide se siga haciendo y pagando la Procesión de los Disciplinantes: ‘de muchos años acá la procesión que hace esta Cofradía el domingo de Lázaro, desde la Iglesia al Humilladero ha sido para mí, que he pagado la limosna de ella; pido a la caridad de mis albaceas se siga haciendo y pagando, dándole renta situada donde pagarse pueda. (Archivo Parroquial de Arganda, Libro I de Memorias. En Barros Campos, “Un madrileño, …”, 1996, p. 444). 16.7.- “Con la iglesia hemos dado, Sancho” 470 Guió don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo: - Con la iglesia hemos dado, Sancho. - Ya lo veo –respondió Sancho-. (Quijote, 2º, IX). Creemos que Cervantes está pensando en el espectáculo que ofrecía la Iglesia parroquial de Arganda, los días de mucha circulación y tránsito por la calle de San Juan. Durante su niñez veía, quizá disfrutando, cómo la sacristía de la Iglesia parroquial de su aldea natal interceptaba el paso de los carruajes y caballerías que, cada día en mayor número, a partir de 1561, avanzaban por la calle de San Juan, en la que él había nacido y vivía. Quizá disfrutara de este espectáculo de su infancia en compañía de sus hermanos y amigos, entre ellos los Sancho, que vivían en la casa de enfrente. Como, desde 1561, los transeúntes aumentaban, el Concejo de Arganda, presidido por los Excelentísimos Señores don Diego de Vargas y don Martín de Ibarra, acordó, a 28 de julio de 1587, colocar un reloj en la torre de las campanas por los muchos pasajeros que por ella [la villa de Arganda del Rey] pasan y por tener quinientos vecinos y más [...]. El presupuesto fue de 25.000 maravedís. También se acordó construir una nueva casa de ayuntamiento y un archivo de escrituras en la plaza de la Iglesia. De este afán renovador se benefició también el médico del Concejo que vio elevado su salario a 300 ducados anuales. (A.M.A.R. Libro 3/3, folio 32 r). Entre los pasajeros que, ese martes 28 de julio de 1587 pernoctaron en Arganda, hay que citar al Obispo de Granada, don Sebastián Pérez, al que acompañaba el licenciado Diego Lucio Lucero, Alcalde de los Hijosdalgo de la Real Chancillería de Granada. (A.M.A.R. Libro 3/3, folio 34). Veamos, siguiendo al gran historiador argandeño, Rodríguez-Martín y Chacón, a quien seguimos y copiamos, el plano y la situación de la Iglesia Parroquial de Arganda en la calle San Juan: 471 IGLESIA PARROQUIAL DE ARGANDA HASTA 1588 Esta es la Iglesia parroquial que contemplaron Cervantes y Sancho desde su infancia hasta 1588. Nos interesa resaltar cómo la calle real de San Juan, la más importante de Arganda, estaba interceptada por la sacristía (número 1 en el plano). Por esta calle se trasladaban, entrando o saliendo de la Corte madrileña, muchos soldados, caballeros, arrieros y carruajes procedentes o destinados a Flandes, Italia, el Mediterráneo, Levante y Andalucía Oriental; además de los de la Mancha y Mancha de Aragón. Habían aumentado los transeúntes tras el traslado de la Corte a Madrid en 1561. Conviene no olvidar que la mayoría de los soldados que luchaban en Italia y en el Mediterráneo embarcaban en Cartagena y en otros puertos de Levante. Los cautivos redimidos, procedentes de Argel, solían arribar al puerto de Denia, para desde allí dirigirse a la Corte, no sin pasar antes por Valencia para darle las gracias, a su Redentora, la Santísima Virgen María, “Lela Marien”. En la calle argandeña de San Juan y a unos 100-200 metros [doscientos pasos] de las casas, enfrentadas, de Miguel y de Sancho, se levantaba y se levanta la Iglesia parroquial de San Juan Bautista. Cervantes y Sancho vieron cómo la Iglesia de su niñez obstruía la calle Real o de San Juan, que formaba parte del Camino real a Valencia, por lo que en ocasiones de mucho tránsito creaba un embudo y los caballos, caballeros, 472 arrieros y carruajes, que discurrían por ella, chocaban y tropezaban entre sí o con la Sacristía de la iglesia, lo que provocaba disputas y peleas. De ahí la frase: Con la iglesia hemos dado, Sancho. Esta sacristía obstaculizó el paso de transeúntes hasta su derribo en 1588. A partir de este año, la calle quedó completamente libre. El día de Navidad de 1591 moría, en Arganda, su cura párroco, bachiller en Teología. El cura gallego Diego Jiménez de la Cámara había pastoreado, durante veinte años, esta aldea alcalaína, a la que vio transformarse desde lo que era, -“aldea de Alcalá”-, a lo que es ahora en 1591, -“Villa de Arganda del Rey”-, “Ayuntamiento independiente”. Moría, este pastor de feligreses, tras conseguir una serie de mejoras para la nueva Villa de Arganda del Rey: Hizo nueva sacristía en la parte más cómoda y menos inconveniente para el templo; y para ello diruyó y derribó la sacristía que hasta el año 588 [1588] existió, contando que el Concejo de la Villa pagara la mitad de lo que se gastare, pues el derribar la dicha sacristía es por contemplación del dicho Concejo y por la comodidad de las calles y no por otra causa alguna. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 213). En efecto, Jiménez de la Cámara derribó la sacristía en 1588, pensando, como es lógico, que el Concejo, que ya se lo había pedido en años anteriores, contribuiría a los gastos. Se evitaba el citado embudo que creaba la sacristía en el centro de la Villa, justo a la entrada o salida de la plaza de la Iglesia o plaza Mayor, por la que inevitablemente había que pasar, para ir o volver de Levante a la Corte. Puede verse en la siguiente ilustración el plano de la nueva Iglesia parroquial que conocieron, Miguel de Cervantes y su amigo Sancho, tras la modificación efectuada en 1588, con la supresión de la sacristía. La iglesia de 1588 seguirá mirando a Oriente, a Jerusalén. No así, la actual. 473 IGLESIA PARROQUIAL DE ARGANDA ENTRE 1588 Y 1690 En ninguno de los 3 planos de la Iglesia se puede ver la dimensión de la plaza. Ésta se ampliaba por la parte de arriba del plano, continuando la dirección de la calle de San Juan, hasta la conexión con la antigua Calzada real. En siglos posteriores se le comieron a la plaza en la parte Sur, las edificaciones que se levantan entre la plaza y la calle de las Tiendas. Tanto las casas como la calle de Las Tiendas, formaban parte de la Plaza de la Iglesia, en tiempos de Cervantes y Sancho. La plaza, para los conocedores de Arganda, no coincidía exactamente con la actual, pues las manzanas de casas que cierran ahora la calle de Las Tiendas no existían. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, p. 260). La calle de San Juan era no sólo la calle en la que vivían Miguel y Sancho, sino también, la obstruida por la sacristía que derribó, en 1588, el cura gallego Jiménez de la Cámara. Era una calle en la que abundaban los mesones, lo mismo que en su continuación, la calle de la Calzada real. Cuando la Corte estaba en Madrid, estos mesones desbordaban de gente que acudía desde Levante o Andalucía oriental a Madrid, y viceversa. Esta avalancha de gente que atravesaba la villa argandeña fue aumentando en años posteriores. 474 El 16 de enero de 1588, el Concejo de Arganda, presidido por el capitán Pero Ibáñez de Ochandiano, regidor del estado de los hijosdalgo, dio poder a Alonso de Mejorada para levantar la torre de la iglesia y poner la campana. De nuevo, el Concejo argandeño otorgó poder, el 25 de enero de 1588, a Alonso de Mejorada para tratar con el relojero Felipe Arnaldo del Casar. Éste cobrará 50.000 maravedís y 6 hanegas de cebada por un reloj que colocará en la torre antes de mayo de este año. Calculan que necesitará 5 quintales de hierro lacrado y limado. (Libro 5/2). La iglesia, que actualmente podemos contemplar, no es la modificada por el gallego Jiménez de la Cámara, sino la construida entre 1690 (fecha en que se cierra al culto la anterior) y 1717 (fecha en que se bendice y se consagra, al culto, la actual). Las obras que comenzaron en 1690, además de la construcción de la Iglesia actual, protegieron el cementerio con muros que aún se conservan. Anota el Visitador de 1682: Que se continúe y acabe el pretil que cerca el cementerio hasta que llegue a juntar con la casa que llaman del matadero, dejando la puerta que pareciere conveniente a la parte del cementerio que afronta a la Plaza, y se abra otra puerta a la parte del Puente del Cura […] por ser muchos los arrieros que llegan a las posadas que hay en la calle Real 174 , junto a la Iglesia, y ser inevitable que las caballerías pisen el lugar sagrado. (Rodríguez-Martín y Chacón, 1980, pp. 372-373). Esta iglesia del XVIII respetará la libre circulación por la calle de San Juan, pero ya no mirará hacia Oriente, tendrá su altar mayor situado hacia el Sur, hacia la calle de San Juan. La anterior iglesia se convertirá en sacristía, que aún sigue. Será la actual sacristía, en la cual se colocó la placa que, gracias a la fotografía de Jesús de la Torre Briceño, adorna la portada de este libro. La iglesia ocupará todo el terreno disponible entre la calle de San Juan por el Sur, El Arroyo por el Norte, la Plaza de la Iglesia por el Este y la calle Puente del Cura por el Oeste. 174 El Visitador llama calle Real a la de San Juan, porque formaba parte del Camino Real que llevaba desde la Corte a Levante. 475 IGLESIA PARROQUIAL DE ARGANDA DESDE 1717 HASTA HOY Podemos contemplar en este plano de Rodríguez-Martín y Chacón la calle de San Juan totalmente despejada desde 1588. También se puede contemplar la Arroyada que está salvada por el Puente del Cura. Era un puente por el que los curas argandeños cruzaban La Arroyada o El Arroyo para subir a decir misa la iglesia del Castillo. Hemos afirmado que la distancia entre las casas de los Cortinas y la iglesia parroquial es aproximadamente de 100-200 metros. No la hemos medido. Según Cervantes habiendo andado como doscientos pasos, dieron o tropezaron con la iglesia. ¿Recordaba, Cervantes, con esta frase la distancia aproximada que había entre la casa de los Cortinas y la Iglesia de Arganda? Vemos también, a la izquierda del plano, la ‘Plaza de la Iglesia”, hoy ‘Plaza de la Constitución’. Los transeúntes entre Levante y la Corte de Madrid tenían que atravesar esta ‘Plaza de la Iglesia’ en la cual se levantaba una fuente de varios caños cuyas aguas llenaban un gran abrevadero de animales y un gran lavadero. A cabo de seis días llegaron a la aldea de don Quijote, adonde entraron en la mitad del día, que acertó a ser domingo, y la gente estaba toda en la plaza, por mitad de la cual atravesó el carro de don Quijote. (Quijote, 1º, LII). 476 16.8.- El Camino real a Cartagena pasa por mitad de mi pueblo Sí así es, –dijo el cura-, por la mitad de mi pueblo hemos de pasar, y de allí tomará vuestra merced la derrota de Cartagena, donde se podrá embarcar con la buena ventura. (Quijote, 1º, XXIX). El boyero unció sus bueyes y acomodó a don Quijote sobre un haz de heno, y con su acostumbrada flema siguió el camino que el cura quiso, y a cabo de seis días llegaron a la aldea de don Quijote, adonde entraron en la mitad del día, que acertó a ser domingo, y la gente estaba toda en la plaza, por mitad de la cual atravesó el carro de don Quijote. (Quijote, 1º, LII).