Huertos urbanos y participación: Joan Vidal

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La participación de los destinatarios
en los programas de las ONG
3 de mayo de 2013 Sevilla
Huertos urbanos y participación: perspectivas desde la salud ambiental
de las ciudades.
Autor: Joan Vidal Tormo.
(Agradecimientos)
Hoy en día se estima que la mitad de la población mundial vive en ciudades. Derivado de los
problemas de habitabilidad y de distribución de recursos que este hacinamiento provoca, la ONU
creo el concepto de ciudad sostenible. Todas las políticas de protección medioambiental
empezaron a tomar relevancia en la cumbre de Rio 92, y hoy son desplegadas por las
administraciones públicas en el marco de la Agenda local 21. Este enfoque político ligado al
concepto de sostenibilidad transformó las políticas estratégicas de las administraciones
incluyendo en sus políticas de desarrollo aspectos sociales y medioambientales.
En el marco de estas nuevas políticas que se vienen desarrollando en todos los países, en
especial en los países occidentales, se ha llevado una serie de medidas para paliar los efectos
devastadores sobre el medio que la actividad humana estaba causando, sobre todo a través de la
industrialización a escala mundial, efecto invernadero y calentamiento global, y la implementación
de una agricultura industrializada.
En el marco de estas nuevas políticas sobre el medio ambiente en pro de la sostenibilidad se
impulso la práctica de la agricultura urbana. Un fenómeno ya habitual en ciudades del tercer
mundo pero abandonado en las ciudades de los países desarrollados.
¿Y en qué consiste esto de la agricultura urbana?
Según los especialistas de la materia como Mougeot la agricultura urbana podría ser definida
como “la producción de plantas y animales que se da en zonas urbanas o periurbanas sean estas
comestibles o no y que se destina a mercado local”.
Dicha actividad se desarrolla, principalmente en espacios abandonados o bajamente explotados y
es una actividad que transforma los recursos y materiales de la zona urbana en recursos para el
consumo de la propia zona urbana. Por tanto su eficiencia metabólica le confiere un alto valor
ecológico y sostenible.
La literatura revisada destaca los múltiples aspectos sobre los que incide la agricultura urbana.
Como fenómeno global se puede diferenciar su uso y función dependiendo de las características
socioeconómicas del contexto en el que se desarrolla. En el norte cumple una función más
ecológica que social. Es un reductor de la destrucción ecológica, sirve como indicador de
sostenibilidad y su aplicación y desarrollo fomenta más que nada un tipo de ocio.
En el Sur cumple una función nutricional fundamental, tiene un sentido más orientado al
desarrollo y es en parte una necesidad de subsistencia.
En nuestras ciudades este fenómeno tiene más bien una función de ocio y de indicador de
sostenibilidad. Podríamos destacar de estos espacios tres características que los convierten en
relevantes:
-Espacios de sostenibilidad creando conciencia ecológica en sus usuarios. La mayoría de los
espacios están orientados a la agricultura ecológica, un tipo de agricultura que reduce la huella
ecológica de los alimentos al no utilizar fertilizantes químicos no renovables, y reduce también la
huella de carbono tanto por no utilizar químicos como por producir alimentos a escala local que
no tienen que ser transportados
-Diseño a escala humana de las ciudades generando espacios a escala local, lugares que
favorecen el encuentro entre vecinos de diferentes realidades sociales y culturales y dando una
respuesta a problemáticas como el cambio climático. Los huertos urbanos al ser espacios
destinados al ocio y al cultivo reúnen características ambientales idóneas como la cubierta
vegetal, la mayor biodiversidad y la humedad por la presencia del agua que aseguran un mayor
grado de confort ambiental.
-En su dimensión social fomentan la participación ciudadana al ser espacios cuya morfología y
características están condicionadas por el lugar en el que se encuentran, las personas que lo
organizan y el tipo de prácticas que se lleva a cabo.
Según la definición de necesidades fundamentales que Neef y Elizalde elaboraron, describiendolas
como pocas y clasificables, estas podrían reducirse a “subsistencia, protección, afecto,
entendimiento, participación , ocio, creación, identidad y libertad”.
Siguiendo estos autores es conveniente también destacar la existencia de los llamados
satisfactores sinérgicos, es decir, aquellos que atienden a varios aspectos a la vez y sirven como
multiplicadores.
Según la teoría economicista más estricta, las necesidades humanas se ven atendidas con el
aumento de bienes y servicios. Neef propone “relacionarlas además con prácticas sociales,
tipos de organización, modelos políticos y valores que repercuten sobre la forma en que se
expresan las necesidades”.
Es decir que las necesidades humanas se valoren no solo respecto a la cantidad de bienes y
servicios sino que también lo hagan a su calidad.
Si entendemos los espacios públicos como satisfactores sinérgicos, es decir, aquellos que
atienden a más de un aspecto, encontramos que los espacios verdes dedicados a la agricultura
tienen una función importantísima en la generación de dinámicas sociales enriquecedoras y
plenas, y en convertir los espacios urbanos en lugares por y para los ciudadanos. Se podría
destacar sobre todo su carácter multifuncional lo que convierten los huertos urbanos en espacios
idóneos para el desarrollo de las ciudades del siglo XXI.
Una vez definido a grandes rasgos las funciones que un espacio dedicado a la horticultura urbana
tiene y aporta a las ciudades, vamos a centrar pelota como comúnmente se dice y hablar de este
fenómeno a escala local.
En mi opinión, podemos sentirnos orgullosos de vivir en una ciudad que es un referente a nivel
estatal en este tipo de espacios y prácticas. Como algunos conoceréis existen en esta ciudad
diferentes iniciativas de este tipo. La más famosa y antigua son los huertos de Miraflores del 91
pudiendo destacar también los de San Jerónimo, Parque del Tamarguillo, Torreblanca, Palmete,
el Huerto del Rey Moro o Pino Montano. Cierto es que la importancia que este fenómeno está
tomando y teniendo en cuenta los antecedentes locales el número de iniciativas de este tipo está
en aumento y lo seguirá estando. Prueba de ello son los huertos urbanos que aquí en Polígono
Sur se han creado.
No obstante, el enclave que ocupa esta ciudad con condiciones climáticas muy favorables para
el disfrute y puesta en práctica de esta actividad así como las condiciones del suelo que
presenta, al estar a la orilla de un río, la hacen y han hecho una ciudad ideal. Ya el geógrafo
Estrabón en el siglo II registraba un uso hortícola en la vega del Guadalquivir:
“El río Betis, en sus orillas, se halla muy habitado (...) Y la verdad es que la Campiña que lo
rodea y las pequeñas islas que se encuentran en su curso están cultivadas cuidadosamente.”
Repasando brevemente la historia de esta ciudad vemos que ha estado profundamente ligada a la
agricultura que le ha dado una identidad única.
Al igual que la mayoría de ciudades durante la Edad Media Sevilla estaba rodeada de multitud de
zonas y campos de cultivo que abastecían la mayoría de necesidades de los habitantes de la
ciudad.
La potencialidad productora de la ciudad se centra en un primer momento en la producción
oleica bajo la influencia romana. Durante la Baja Edad Media más concretamente en la época
Almohade se recupera la actividad agrícola al reintroducir las técnicas que traían el agua a la
ciudad . Se reproduce el modelo de ciudad autoabastecida típica de esta época que Mumford se
encarga de popularizar.
A lo largo de la historia de la ciudad hay que tener en cuenta la vinculación con el río
Guadalquivir y sus afluentes el Tamarguillo y el Tagarete que sin duda han marcado el devenir
urbanístico de la ciudad. Con un centro histórico amurallado y bien definido por el río, Sevilla
empieza a cultivarse cada vez más, proliferando tierras que son propiedad de de una clase
vinculada a la nobleza y el poder eclesiástico. Aunque estas tierras se encuentran generalmente
en el aljarafe y la ribera del Guadalquivir también aparecen zonas de cultivo en el exterior
cercano a la muralla, generalmente estas tierras las ocupan campesinos que llegan a la ciudad a
finales de la Edad Media.
Ya a principios del XVI aproximadamente el 10% de los vecinos de San Gil y el 30% de los de San
Julián y Santa Lucía, barrio donde se encuentra el Huerto del Rey Moro, figuraban como
hortelanos junto a expresiones como “lo que gana con una azada” o “que acude a cavar a
jornal”(García Bernal et al. 2005).
Durante la modernidad estas prácticas de habitaje y ocupación del territorio se hacen habituales
por lo que la agricultura todavía aparece como actividad económica fundamental a principios del
siglo XIX. Esta ruralización que sufre la ciudad se debe fundamentalmente a la perdida del
comercio con América y la guerra de la Independencia.
La industrialización y la llegada del ferrocarril reorientan la economía de la ciudad y
consecuentemente del uso del espacio urbano y periurbano provocando la progresiva
desaparición de los campos de cultivo.
Como hemos mostrado anteriormente la vuelta hacia la agricultura urbana se inicia a finales de
los 80 principios de los 90 con una funcionalidad diferente. Principalmente la búsqueda de
servicios por parte de comunidades de vecinos, que poblaron espacios de la ciudad realizados de
manera parcheada y que carecían de servicios mínimos.
La organización vecinal consiguió pues convertir escombreras y espacios en desuso en los
huertos urbanos que hoy conocemos, como es el caso de Miraflores.
Si atendemos al tema que hoy nos concierne, el de la participación, los huertos urbanos son un
gran ejemplo de esta práctica social cada vez mas necesaria que es a su vez un síntoma de salud
democrática. Como veréis, el título de esta charla tiene como sobrenombre repercusiones sobre
la salud ambiental de las ciudades. Para entender esto es preciso aclarar una cosa: una ciudad no
es solo un espacio destinado a la vida de seres humanos plagado de edificios y carreteras, sino
que es un espacio complejo lleno de interacciones entre seres humanos otras especies animales y
vegetales en continua interacción. Así, atendiendo a la definición de ecosistema, podríamos
definir una ciudad como un socio-ecosistema donde entran en juego las relaciones humanas y las
relaciones con los recursos, donde la cantidad de materia y energía se hace tan importante como
la calidad de las relaciones entre las personas que habitan dicho espacio. Claro esta, si
entendemos una necesidad el bienestar humano.
Desde ese aspecto nos podemos acercar más al concepto de salud ambiental que si bien se
refieren básicamente a aspectos físicos también contempla aspectos sociales y claro está, la
interacción entre éstos.
Según la OMS:
“La salud ambiental comprende aquellos aspectos de la salud humana, incluida la calidad de vida,
que son determinados por factores ambientales físicos, químicos, biológicos, sociales
psicosociales.”.
Entre los múltiples aspectos a tener en cuenta para una evaluación de la salud ambiental de una
ciudad o territorio, he destacado algunos de ellos que sin duda son satisfechos con la
horticultura urbana:
•
Prevención de prácticas sociales de riesgo de exclusión
Son espacios educativos que ofrecen formas de ocio diferentes en contacto con la
naturaleza
y que se alejan del ocio hiperconsumista que es frecuente en las ciudades.
Son lugares para el reencuentro entre diferentes tipos de culturas que pueblan nuestras
las
ciudades y sirve como puente entre diferentes generaciones. Este último aspecto es
importante no sólo porque refuerza los lazos de las comunidades, sino porque garantiza
una vía directa y eficaz en la transmisión del conocimiento, tan valioso y profundo que poseen
los mayores o las personas de otras culturas y que en el caso de la agricultura es todavía
mayor debido al origen rural de muchos de nuestros antepasados.
•
•
Seguridad alimentaria, a través de la agricultura ecológica se recuperan técnicas de
cultivo respetuosas con el medio, previniendo contaminación de acuíferos y de suelos. Se
recuperan variedades locales dotando de identidad propia a las comunidades participantes
y vinculando la alimentación al espacio que se ocupa reduciendo la huella ecológica de
nuestra alimentación.
Fortalecimiento de de la política local a través de la herramienta de la participación
ciudadana. Al ser espacios destinados a la vecindad la participación es una herramienta
fundamental. Las personas participantes se hacen cargo no solo de la gestión de su
parcela sino que cuidan el entorno más inmediato, el parque. Y eso tiene repercusiones a
nivel de barrio. El ejercicio de toma de decisiones cotidianas sobre aspectos relevantes
de nuestro entorno aumenta el grado de responsabilidad y es un aliciente para reforzar la
autoestima y la cooperación.
A través de los huertos urbanos una persona no sólo cambia su ocio sino que transforma las
relaciones con el entorno y las personas que lo habitan volviéndose más consciente del medio e
integrándolo en su cotidiano.
Un ejemplo claro puede ser las iniciativas que desde estos espacios se han llevado a cabo:
itinerarios por los parques, cursos de agricultura ecológica, manejo de variedades locales,
programas de aprovechamiento de residuos orgánicos (como el de tu basura vale un huevo en
San Jerónimo) o los huertos escolares, práctica común en todos los espacios citados y que
colaboran al fomento de la consciencia ambiental de los escolares no solo teniendo en cuenta los
múltiples aspectos que trata la agricultura urbana sino que fomentando la generación ciudadanos
autónomos y conscientes.
Entre los aspectos más vinculados con la participación cabe destacar el carácter horizontal o
coparticipativo que tienen estos espacios generando espacios ideales para la reeducación de los
valores políticos, económicos, sociales y ambientales de los usuarios y participantes.
Sin más dilación doy paso a una compañera que os contará algunas prácticas concretas que en
los huertos de San Jerónimo se llevan a cabo.
Por ultimo hacer un llamamiento a los responsables políticos de esta ciudad para que los huertos
urbanos estén en el centro de las políticas urbanas tanto de planificación como de servicios. Que
se reconozca la labor de las asociaciones y personas que en ellas trabajan porqué aportan, en mi
opinión y espero la de ustedes, muchos beneficios a la ciudadanía y ningún inconveniente.
"Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz un día, mata al cerdo.
Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda la vida, ten un huerto"
Proverbio chino
Muchas gracias.
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