Pro-Póntelos: Objetivo 3 - Educación Sin Fronteras

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PRO
PÓN
TE
LOS
OBJETIVO 3
PROMOVER LA
IGUALDAD DE SEXOS
Y LA AUTONOMÍA
DE LA MUJER
CRÉDITOS
© Educación Sin Fronteras, 2009
Edita y distribuye
Educación Sin Fronteras
Josep Anselm Clavé, 6 1o 1a
08002 Barcelona
93 412 72 17
Dirección técnica
Eulalia Alemany
Autores
José Ángel Medina. IC Iniciativas
Fernando Cembranos. IC Iniciativas
Carolina Cid. IC Iniciativas
Mariana Duffill. IC Iniciativas
Jorge Mora. IC Iniciativas
Blanca Sánchez. IC Iniciativas
Comisión de trabajo
Olga García
Magdalena Chiurazzi
Isabel Magalló
Clara Miranda
María Martí
David Llucián
Cristina Pavón
Guillermo Cuñat
Sonia Aldea
Lucía Forcadell
Paloma Oltra
Diseño y maquetación
Publigat.com
Fotografía de portada
Imagen cedida por Marc Coma y
Anna Pérez Català.
Fotógrafos: Alberto Martinez y Belén
Domínguez
Maquillaje: Fidel Fernandez
Impresión
ARTS GRAFIQUES CEVAGRAF
Depósito Legal
ISBN
2
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
¿Qué les
queda a los
jóvenes?
MARIO BENEDETTI
“¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo graffiti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.”
3
Índice
00
03
06
01
04
07
02
05
08
Introducción
La economía de los cuidados
Mismo trabajo, menos dinero
4
Lo dicen en los anuncios
Yo ayudo a mi madre
El lenguaje
Educación en la igualdad
Violencia contra las mujeres
Necesidades o enriquecimiento
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
00
Introducción
En septiembre de 2000 tuvo lugar
en la ciudad de Nueva York, la Cumbre del Milenio. En ella los representantes de 189 estados recordaban
los compromisos adquiridos en los
noventa y firmaban la Declaración
del Milenio.
En esta Declaración se establecía
un acuerdo en el que la comunidad
internacional se comprometía a “no
escatimar esfuerzos para liberar
a nuestros semejantes, hombres,
mujeres y niños de las condiciones
abyectas y deshumanizadoras de la
pobreza extrema”.
Ese compromiso tomaba forma en la decisión de establecer y
conseguir ocho objetivos antes del
año 2015. Estos objetivos abarcaban
diferentes áreas relacionadas directa
o indirectamente con la pobreza extrema: la erradicación de la pobreza
y del hambre, la educación primaria
universal, la igualdad de sexos y la
autonomía de la mujer, la reducción
de la mortalidad infantil, la mejora
de la salud maternal, el combate
contra el VIH, el paludismo y otras
enfermedades, la sostenibilidad del
planeta y la formulación de una asociación mundial para el desarrollo.
Todos los objetivos tienen como
finalidad primordial la erradicación
de la pobreza extrema y el hambre
pero cada uno de ellos actúa de
forma independiente en un ámbito diferente de la vida humana. El
propósito es establecer acciones y
conseguir logros en cada una de las
áreas para que actúen de forma sinérgica, es decir, para que los logros
en cada una de las áreas apoyen
y faciliten los logros en otras. Así
todos los objetivos tienen una estrecha relación entre sí; algunos se
tocan e incluso a veces se solapan
en sus planteamientos.
Sin duda no se puede entender
la mejora de la salud infantil y la
reducción de la mortalidad de los
niños y niñas sin asegurar que van a
nacer y crecer en un medio ambiente saludable; o la igualdad entre
hombres y mujeres si a ellas les
cuesta la vida dar a luz; o la erradicación de la pobreza si no existe
una forma de comercio mundial
justa y equitativa.
Aunque hayan sido los estados
los que firmaron la Declaración del
Milenio sería injusto afirmar que el
problema de la pobreza extrema y el
hambre es tan sólo de los estados y
no de las personas que habitamos
el planeta y que lo compartimos
como lugar y forma de vida. La
responsabilidad sobre lo que en
el planeta acontece es de todas
las personas que lo habitan y las
diferencias entre el poder de unas
y otras no es una excusa para no
comprometerse en la lucha contra
las situaciones que matan a muchas
personas y degradan a otras.
El problema es de todos y, si
acaso, es más de las personas que
habitan en los países del norte, cuyo
nivel de vida y situación económica
es en gran parte el origen de los
problemas del sur.
En cada sector de población, en
cada institución, en cada barrio,
en cada casa la responsabilidad no
recae por igual, pero es una responsabilidad global. Los Objetivos de
Desarrollo del Milenio son objetivos
de todos y de todas y como tales deben contar con una acción decidida.
La población joven es más o menos
el 50% de la población mundial y
por lo tanto tiene una parte de la
responsabilidad.
5
¿En qué consiste esa responsabilidad? En función de las limitaciones
que el modelo social, económico y
cultural impone al acceso al poder y
a las decisiones al colectivo juvenil
se podría pensar que consiste en
poco. Sin embargo hay dos factores
que son clave para explicar el papel
de los jóvenes en esta “tarea”. En
primer lugar su papel como futuros
hombres y mujeres sobre los que
descansa la esperanza y las posibilidades de construir un mundo
necesariamente diferente. En segundo lugar su capacidad como fuerza
reivindicadora por su atrevimiento,
creatividad y fuerza.
Para poder acometer las responsabilidades que a cada persona le
tocan en esto es necesario actuar
con diligencia, con corrección, con
estrategia. Y esa estrategia comienza por tomar postura: ¿estamos
de acuerdo con los Objetivos del
Milenio?, ¿en qué?, ¿cómo se miden
estos Objetivos?, ¿qué podemos
hacer?, ¿sabemos lo que pasa?,
¿qué significan las palabras que se
usan en los Objetivos?, ¿cuál es la
cuota de responsabilidad? Estas y
otras preguntas son obligatorias. Es
necesario pensar para poder actuar,
es necesario discutir y debatir para
poder compartir, es necesario saber
para poder cambiar.
Este documento que tienes
en las manos intenta facilitar ese
primer paso: la reflexión, el pensamiento, el debate, la toma de
postura ante una situación que no
es posible que pase desapercibida
y que exige que se elabore una posición personal y se construya con
otros una colectiva.
Este cuaderno trata de provocar
esa reflexión, ese intercambio y ese
debate en torno al Objetivo 3 de la
6
Declaración del Milenio: “Promover
la igualdad de sexos y la autonomía
de la mujer”.
Este objetivo pretende entre
otras cosas: Eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos
los niveles de la enseñanza antes de
finales de 2015.
Pero ¿qué es igualdad?, ¿qué significa que las mujeres se dediquen
mayoritariamente a cuidar de las
personas?, ¿qué dice el mercado y la
publicidad sobre los papeles de los
sexos?, ¿quién enseña lo importante
a los niños y las niñas?, ¿y por qué
las mujeres cobran menos?, ¿qué
ocurre con la violencia machista?
Estas y otras preguntas han de ser
contestadas, en los textos de este
cuaderno y en las actividades que
los acompañan pueden encontrarse
algunas respuestas.
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
01
La economía de los cuidados
Según un estudio de la Fundación
FUNCAS publicado en 2008 en el
que se realiza un análisis de las
familias españolas desde perspectivas sociológicas y económicas las
mujeres españolas dedican 4 horas
y 55 minutos a las tareas domésticas
mientras que los hombres españoles dedican 1 hora y 37 minutos. O
sea tres veces menos.
Hacer un recuento del
tiempo dedicado a labores
domésticas entre hombres y
mujeres del grupo
Los datos de este estudio ponen
en evidencia una realidad cada vez
más sangrante. Mientras que las
mujeres se han ido incorporando al
mercado de trabajo, el reparto de
las tareas domésticas sigue teniendo un desequilibrio hacia ellas muy
importante.
La sociedad en la que vivimos
está basada en el patriarcado, en el
que las personas del sexo masculino detentan el poder y el bienestar
y desarrollan actitudes educativas,
sociales y económicas orientadas a
que esta situación siga siendo así.
La búsqueda de la igualdad entre
hombres y mujeres no es posible si
no nos atenemos a un reparto equitativo de las tareas domésticas. Cuidar
la vivienda y hacerla habitable, atender a los niños y niñas, cuidar de las
personas mayores y de los enfermos
son un conjunto de tareas que son
necesarias para la supervivencia de
las personas y están realizadas principalmente y, en algunos casos exclusivamente, por mujeres. La igualdad
de hombres y mujeres ha ido dando
pasos en la obtención de derechos
formales, en los que las leyes y las
disposiciones han ido equiparando el
acceso y los derechos de las mujeres.
En ciertas áreas del mercado de
trabajo y el empleo comienzan a establecerse situaciones de igualdad,
aunque hay algunas áreas donde
aún hay pocas mujeres. También
existen trabajos y empleos que
tienen una altísima oferta para mujeres y cuyos puestos son cubiertos
de forma exclusiva por mujeres.
Aún cuando podríamos decir que
en algunos momentos haya una equiparación de situaciones al respecto
del empleo entre hombres y mujeres
(que es un supuesto un poco imprudente), los datos revelan que la
mayoría de las mujeres tienen doble
jornada laboral: la que tienen en su
puesto de trabajo y la que tienen en
casa. Eso por si sólo es un problema
muy importante para avanzar en la
igualdad, pero además hay que tener
en cuenta la falta de remuneración
de cualquier tipo (monetaria, social,
familiar…) que las mujeres obtienen
por hacer esos trabajos.
Uno de los sistemas que el
patriarcado y el sistema de mercado
ha utilizado para mantener la situación de desigualdad entre hombres
y mujeres ha sido la invisibilización
del trabajo doméstico de las mujeres, la invisibilización de la economía de los cuidados.
La economía de los cuidados
consiste en la preparación (aprendizaje) y desarrollo (ejecución) de
toda una serie de tareas que suponen un esfuerzo en energía y tiempo
y que tienen que ver con las viviendas, los hijos e hijas, los enfermos y
las personas mayores.
Además de los datos que se
daban anteriormente hay que añadir
otros. ¿Quién compra la ropa a los niños y niñas? ¿Cómo se reparte la baja
laboral por nacimientos? ¿Cuántas
7
mujeres hay en las sillas que están al
lado de las camas de los hospitales?
¿Cuántas mujeres integran las visitas
de los centros de ancianos?
Responder a la pregunta ¿quién cuida a quién en tu
familia? ¿y en tu barrio?
Las mujeres han desarrollado a
lo largo de la historia casi todas las
funciones que permiten la vida, o
al menos que la permiten en gran
parte. En nuestra sociedad estas
tareas están asociadas al cuidado
(de ahí lo de la economía de los
cuidados), pero en otras culturas
estas tareas alcanzan la obtención
de agua potable, la fabricación de
productos de primera necesidad
(como la vestimenta y el calzado)
o la obtención de combustibles
(madera). De hecho durante cientos
de años fue así. Sólo la sociedad de
mercado basada en el consumo y en
la compra de los productos necesarios ha eliminado una parte en
nuestra sociedad cercana.
La economía convencional es la
que mide en nuestra sociedad qué
tiene valor y qué no lo tiene, qué es
valioso o no valioso. Un trabajo muy
cualificado para el que hace falta
experiencia y estudios académicos
es muy importante, así lo dicen las
leyes, los sueldos y las dificultades
para acceder a un puesto de esa
naturaleza. Las personas que son
responsables de miles de millones
de euros para invertir en infraestructuras educativas están muy “preparadas” y así ha de ser porque el
sistema así lo explica.
Sin embargo esta misma economía es la responsable de la invisibilización del trabajo femenino. Enseñar
a hablar a un niño o a una niña
8
repitiendo sin cesar sílabas durante
días no vale dinero, a excepción de
que ese niño o esa niña no consigan
hablar. En ese caso se contará con
la aportación de profesionales de
la psicología infantil que sí que son
valiosos porque cobran por ello.
¿Qué pasa entonces con las miles de
horas de enseñanza para hablar que
las mujeres han desarrollado durante
cientos de años? Han desaparecido.
Cuando las personas se ponen enfermas y no pueden producir, no pueden ganar dinero, el Estado o algún
sistema privado les paga un dinero
mientras se recuperan, y valiosas y
costosas investigaciones llevadas a
cabo por profesionales han creado
medicamentos para que se restablezcan ¿Qué ocurre con la atención y
el cuidado personal que millones de
mujeres dispensan a esas personas
enfermas y contribuyen de forma definitiva a la recuperación de la salud?
Han desaparecido.
Tras muchos años de trabajar para
obtener dinero, los hombres dejan de
hacerlo y se les da una pensión para
que sigan viviendo con dignidad.
Tras muchos años de trabajar para
que la vida se perpetúe las mujeres siguen haciéndolo, además de
haciendo su trabajo, cuidando de las
personas mayores y de sus parejas
o hermanos, que ya están jubilados
y no trabajan más. ¿Qué ocurre con
la pensión, con la jubilación de los
cuidados? Nunca existió porque los
cuidados se alargan durante toda la
vida de las mujeres.
Hacer una lista de labores de cuidado necesarias en la
vida actual
Los hombres viven en un mundo hecho por ellos y para ellos. En
él las mujeres ocupan un lugar de
servicio (de esclavitud en muchos
casos), y sólo se les ha permitido
acceder al mercado de trabajo cuando es necesario ganar más dinero
para que el sistema de mercado siga
creciendo. Las mujeres son directamente responsables de la vida del
resto de las personas, sin embargo
en una sociedad dominada por
una economía ciega su trabajo no
se tiene en cuenta a pesar de que
es imprescindible para eso, para la
vida.
Los sistemas de invisibilización
son múltiples y variados. Además
del desigual reparto en las tareas de
cuidado, los hombres aluden a un
sinfín de causas y razones por las
que no se dedican a esas tareas que
van desde la vejación a la locura,
pasando simplemente por tener
la cara más dura que el cemento.
Estas razones (no saber, mencionar
que las mujeres lo hacen mejor, no
valer para eso, ¡no tener tiempo!,
etc.) están aprobadas y admitidas
por la sociedad. Incluso algunas
mujeres las admiten. “No valgo
para eso”, ¿realmente alguien puede
pensar que para limpiar la taza de
un baño hay que valer?
Hacer una lista de
tareas domésticas y valorar
cuáles son más difíciles, cuáles
más desagradables, cuáles más
duras, etc.
Algunos otros sistemas más
sutiles denominan a las mujeres
que no tienen un puesto de trabajo
en el mercado pero que pasan todo
el día desarrollando tareas, esfuerzos y trabajo dentro del título de
“población inactiva”. ¿No sería más
adecuado “población no pagada”?
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
La cultura ha desarrollado
modelos de explicación de estos
comportamientos que nos aportan tranquilidad y nos evitan tener
que enfrentarnos a la injusticia y
la desigualdad que suponen. Unos
dicen que las mujeres están genéticamente mejor preparadas para
realizar los cuidados y la atención a
otras personas y que por lo tanto es
mejor que ellas se dediquen a estas
tareas. La obligación social, cultural
y familiar de hacer estas tareas impuesta durante siglos a las mujeres
genera que efectivamente ellas lo
hagan. La conclusión es que lo hacen porque les sale mejor. Es como
si alguien obligara a otra persona a
recibir tortazos en la cara durante
diez años y al cabo de ese tiempo
declarara que parece evidente que
es una persona mejor preparada
para recibir tortazos que otra, y si
no bastaría con mirar los diez años
anteriores.
La historia de los pueblos, su
evolución, su supervivencia, su cultura, su aprendizaje, su crecimiento,
su consolidación en los territorios y
su riqueza social se han debido en
una gran parte al trabajo de cuidado
que las mujeres han realizado durante cientos de años. Sin embargo
los libros de historia miden el avance de ésta a través de las personas
que han gobernado o reinado, de
las guerras y los conflictos armados,
del desarrollo económico y productivo, de la conquista, es decir, en los
libros de historia salen los hombres,
aunque una gran parte de ella pertenece a las mujeres.
Hacer un debate sobre
qué cosas habría que incluir
en la Historia y que no se
incluyen habitualmente para
entender la evolución del ser
humano.
Tampoco el autoabastecimiento
que las mujeres han realizado para
la supervivencia familiar ha sido
contabilizado en los grandes números de la economía: el desarrollo de
la cultura alimentaria de un pueblo,
la medicina tradicional, el mantenimiento de la huerta familiar, el cuidado del bosque y del río próximos
a los asentamientos… Todas estas
tareas también estaban realizadas
por mujeres.
Las mujeres se han pasado la
Historia cuidando de la especie
humana, y mientras no haya en
primer lugar un reconocimiento de
ese papel y, en segundo lugar, un reparto equitativo de él, no podremos
hablar en ningún caso de igualdad
entre hombres y mujeres.
9
02
Mismo trabajo,
menos dinero
En los últimos tiempos las mujeres
están consiguiendo que se les trate
con cierto grado de igualdad en el
campo de los derechos formales.
Atrás quedaron los tiempos en
los que las mujeres necesitaban el
permiso o la compañía de los hombres para viajar a cualquier lugar.
Algunos derechos fundamentales
de las mujeres están regulados por
las leyes, aunque no se respetan
de forma clara e inequívoca por las
instituciones y las personas.
Uno de los campos donde la legalidad y la normativa han avanzado
sobre el papel pero donde las cosas
no están exactamente donde deberían estar es el mercado de trabajo.
Aún hoy hay puestos de trabajo o
áreas laborales donde no está prohibido el acceso de la mujer, pero
de hecho existe una prohibición
social. Y hay áreas laborales que se
reservan y se ofertan los puestos de
trabajo sólo a mujeres.
En algunos de los niveles más
altos de las grandes empresas, en
los grupos de personas que dirigen
la empresa es fácil encontrar ahora
una o dos mujeres donde antes
no había ninguna. ¡Una o dos! Es
más, muchas de estas empresas
10
exhiben la presencia femenina entre
sus directivos como una política de
igualdad de oportunidades.
Hacer una investigación
sobre los empleos de las madres y los padres, de las hermanas y los hermanos y sacar
alguna conclusión
Uno de los datos más espectaculares de cómo actúa la discriminación silenciosa es la cantidad
de mujeres que cobran un salario
inferior por hacer el mismo trabajo
que los hombres, exactamente (según datos de la Comisión Europea)
un 15%. Las razones principales se
desconocen, aunque se sabe cuáles
son las causas: no se aplica la legislación vigente.
Aproximadamente un 60% de
las personas con título universitario
son mujeres sin embargo la mayoría
de los puestos de trabajo para los
que se necesita un título universitario son ocupados por hombres. Los
trabajos que están asociados (por
la cultura patriarcal) a las mujeres
suelen estar peor pagados que los
asociados a los hombres: cobra más
alguien que trabaje en la policía que
alguien que haga labores de enfermería, y cobra menos quien atiende
la caja del supermercado que quien
atiende los almacenes.
Es interesante saber en qué se
basan las asociaciones que hacemos entre trabajo de hombres y
trabajo de mujeres. Pongamos por
ejemplo la fuerza. Se suele pensar
que la fuerza está del lado de los
hombres y no de las mujeres. Pero,
¿a qué le llamamos fuerza? Las
personas expertas en educación
física o salud tendrían mucho que
decir en esto, pero parece ser que se
confunde la fuerza con la potencia.
La fuerza o la fortaleza puede estar
relacionada con la capacidad para
cargar peso. Deberíamos preguntarnos entonces cuántos kilogramos
de peso mueve una mujer en un día
teniendo un bebé de un año y una
niña de tres años, que tiene que
hacer la compra y guardarla en la
casa, que tiene que mover muebles
para la limpieza y trasladar a su padre enfermo de la cama al sofá y del
sofá a la cama, todo ello después de
sus ocho horas de trabajo. Probablemente un hombre podría llevar
más bolsas a la vez desde la tienda
a la puerta de casa, pero el número
total de kilos desplazados por metro
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
sería una cosa a tener en cuenta.
Eso sin hablar de la fuerza que hay
que hacer para estar de pie, que es
la postura en la que se hacen casi
todas las tareas domésticas.
Hacer un estudio de las
condiciones físicas que hacen
falta para hacer las tareas
domésticas y el cuidado de las
personas
Hacer un estudio de
las condiciones intelectuales y
emocionales que hacen falta
para hacer las tareas domésticas y el cuidado de las personas
En lo alto de las áreas de trabajo
están las personas que mejor lo
hacen. Se supone, y esto es sólo un
supuesto de partida, que será la elite de un área laboral quien mejor la
ejecute. Podríamos intentar entender por qué habiendo muchas más
alumnas universitarias hay muchos
más decanos, por qué habiendo
muchas más cocineras solemos
conocer el nombre de grandes chefs
masculinos o por qué habiendo una
cantidad importante de mujeres que
ejercen la costura los más famosos
diseñadores son hombres. ¿Será
que quién más arriba está en la pirámide laboral tiene más poder y que
el poder está reservado en nuestra
sociedad a los hombres?
y porque de hecho es así). La edad
fértil de las mujeres coincide con
el periodo de mayor productividad
laboral. Es el momento en que la
edad y la motivación laboral mejor
pueden actuar para conseguir la
experiencia, el contacto y la relación
con la jefatura para el futuro laboral.
Muchas mujeres han tenido que
sacrificar sus oportunidades reproductivas para satisfacer sus necesidades o deseos laborales. Debería
ser una elección triple: reproducción, trabajo o ambas cosas, pero
no sólo reducida a las dos primeras.
Contar alguna situación
en que las mujeres por ser
madres o por querer serlo han
tenido problemas en el trabajo
La situación laboral de las mujeres está legislada a muchos niveles,
simplemente quien emplea a esas
mujeres no cumple con las normas.
Y lo peor es que a casi todo el mundo le parece bien que las mujeres
accedan a todo tipo de trabajos y a
todos los niveles del escalafón laboral, pero nadie hace nada por ello.
Las mujeres embarazadas tienen
muchas dificultades para encontrar
trabajo, las personas que las podrían emplear piensan que durante
los próximos años estarán demasiado pendientes de sus hijos e
hijas (porque dan por hecho que los
cuidados van a depender de ellas
11
03
Lo dicen en los
anuncios
Los anuncios publicitarios venden
productos, esta es una afirmación
evidente. Pero para contarnos lo
que de bueno tiene un producto,
lo barato que es o lo felices que
seremos cuando lo poseamos o lo
consumamos, los anuncios están
insertados en historias, en entornos, en situaciones que nos resultan deseables, o cuando menos
simplemente reconocibles. Un
producto alimenticio es probable
que se anuncie en el comedor de
una casa, en una cocina; un coche
se anuncia casi seguro en la ciudad
o en una carretera; un bolígrafo
en una situación en la que alguien
tiene que escribir.
Hace mucho tiempo se descubrió que se podían insertar imágenes o fotogramas en una filmación
que el ojo no era capaz de distinguir, es decir no se es consciente de
que se está viendo algo. Sin embargo el cerebro sí que tiene alguna
posibilidad, no siempre, de captar
esas imágenes y archivarlas en su
memoria. Simplemente al no haber
conciencia de haber recibido un
mensaje no se establece ninguna relación con él, se archiva y nada más.
La publicidad subliminal (aquella
que está por debajo del límite de
12
lo que se puede percibir con los
sentidos) está prohibida y nadie la
utiliza.
Sin embargo los anuncios publicitarios están llenos de publicidad
subliminal. Aquello que no es un
mensaje publicitario estrictamente
hablando no le hacemos caso, nos
pasa desapercibido como información y lo desechamos (al menos a
priori); sin embargo llega a nuestro cerebro. Cuando estamos ante
un anuncio publicitario nos están
vendiendo el producto, pero están
vendiendo también otras cosas: el
lugar, la vestimenta, los objetos.
Todo lo que está presente es un
mensaje. Si están anunciando un
teléfono móvil pueden hablarnos
de su precio, de su peso, de sus
posibilidades técnicas o de otras
características. Pero la persona que
sujeta el móvil representa un tipo
de persona que es quien usa ese
móvil. El lugar donde se desarrolla
la acción también es representativo
de algo: la juventud, el ocio, el profesional perfecto, etc.
Hacer un listado de
cosas que salen en los anuncios
y que no son el producto, pero
parece que nos quieren decir
algo con ello.
Volvamos a nuestros escenarios
anteriores. En nuestro producto
alimenticio, por ejemplo unos
cereales, aparece una familia desayunando en su casa. ¿Qué toman?
Muchas cosas, muchas más de las
que suele haber en un desayuno
normal de una casa cualquiera, pero
ese es el desayuno perfecto. ¿Qué
actitud tienen? Sonríen y disfrutan
de la vida, pero hay una gran cantidad de gente que a esas horas de la
mañana no sonríe especialmente.
Y, principalmente, ¿qué personas
están sentadas y quién está de pie?
Eso está claro, el hijo, la hija y el
padre desayunan, la madre sirve.
Y en el coche. Dependiendo del
coche nos presentarán como sus
valores principales el poder y el
estatus que da ese coche, o lo juvenil que es, o lo útil y práctico que
es. Da lo mismo el coche, podrían
contarse la cantidad de anuncios
publicitarios en los que conduce un
hombre y en los que conduce una
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
mujer. Incluso habría que contar no
solo las personas que conducen el
coche que se publicita, sino los que
aparecen alrededor.
Y un simple y neutral bolígrafo.
Un bolígrafo puede no tener las asociaciones masculinas o femeninas
que tienen la preparación de la comida o la conducción de los coches.
Pero sería interesante atender qué
hacen las personas que utilizan ese
bolígrafo en el anuncio. Eso no es lo
que nos quieren vender, quieren que
elijamos ese bolígrafo en el futuro,
pero si la persona protagonista
firma un cheque o un crédito hipotecario ¿quien tiene el bolígrafo?.
Y si resulta que quien lo usa está
haciendo las labores de secretaría
de un despacho ¿quién lo usa?
Buscar ejemplos de
publicidad real en los que la
posición de la mujer sea especialmente clara al respecto del
hombre o de otros referentes
de su papel en la sociedad
La publicidad vende productos
sí. Pero al decirnos cómo se usan,
en qué entornos, junto a qué personas, de qué modo están esos productos en nuestra realidad, la publicidad está definiendo esa realidad
y al definirla es curioso ver cómo
utilizan los papeles del hombre y de
la mujer. Los hombres están fuera
de la casa y juegan con sus hijos
a practicar cualquier deporte, las
mujeres y las hijas observan divertidas por la ventana. Están tranquilas
porque su casa es muy calentita.
Podría esgrimirse que la publicidad sólo se encarga de representar
aquello que ya está en la sociedad,
que no inventa nada nuevo y que no
está diciendo a nadie lo que tiene
que hacer con su vida. Sin embargo existe alguna idea que puede
transformar la responsabilidad
publicitaria en la reiteración de la
posición discriminada de la mujer
en la sociedad.
La idea principal es el peso que
tiene la publicidad en la forma de
socialización de las generaciones
del futuro. La cantidad de horas que
los padres y las madres trabajan
para ganar dinero (para comprar
cosas innecesarias que anuncia la
publicidad), la retirada de la calle
como lugar de juegos y algunos
otros factores sociales más, han aumentado de forma considerable el
tiempo de exposición a la televisión
(que actualmente está en torno a
las tres horas de media por persona
y día).
La televisión se nutre de la publicidad, vive de ella y cada periodo
de tiempo que se pasa frente a la
televisión es una exposición brutal
a mensajes publicitarios. Los niños
y las niñas son más sensibles a la
llegada indiscriminada de mensajes
a su cerebro puesto que carecen en
su mayoría de criterios que les permitan discernir un discurso ideológico. Por eso cuando un niño o una
niña ve desfilar ante sí a un montón
de hombres haciendo de hombres y
a un montón de mujeres haciendo
de mujeres va adquiriendo una idea
aproximada de cuál es el papel de
cada una de esas personas en la
sociedad, en la familia, en la calle,
en el trabajo y en la vida.
Incluso muchos de esos niños
y niñas pueden saber ya distinguir
qué es un producto y que no, los
padres y las madres se cuidan de
ello. Pero es la “otra” información
acerca de hombres y mujeres (y
otras muchas cosas más) la que
está llegando a su cerebro y archivándose en él.
Contar una anécdota
de un niño o niña que haya
aprendido algo sobre las mujeres o los hombres en la publicidad y lo haya reproducido en
una reunión familiar o en otro
momento
La publicidad es además una
de las formas de comunicación
más sexista de la que disponemos.
Asocia a los hombres con el poder,
con la calma, con la prudencia,
la inteligencia y el dinero. Y a las
mujeres con las emociones, con los
cuidados, con la practicidad y con
el sexo.
Por supuesto que existen anuncios publicitarios en los que esto no
es así. Y este tipo de discusiones
se suelen alargar innecesariamente
con ejemplos y contraejemplos. Lo
importante es el peso, la cantidad,
el número de anuncios y mensajes
que mantienen un trato desigual hacia la mujer y favorable al hombre.
Es más algunos mensajes publicitarios son especialmente contrarios
a lo esperado y hacen una ostentación evidente de asociar los papeles
de hombres y mujeres de forma
cambiada, pero a menudo sólo es el
resultado de un artificio publicitario
más, cuyo objetivo principal es centrar la atención en el anuncio.
Reunir eslóganes y frases
publicitarias que utilicen a la
mujer (o su papel social) como
excusa, como reclamo o como
justificación para comprar un
producto.
13
04
Yo ayudo a mi madre
El hogar es el lugar donde se aprende una parte importante de cómo es
la vida y cómo hay que vivirla. Las
fuentes de información que tenemos en casa son a menudo poco
fiables o están orientadas a otras
cosas. Por ejemplo la televisión, que
está diseñada para poder vender
productos a través de la publicidad,
pero que, de paso, nos va mostrando cómo son las cosas en general y
en este caso, cuál es el papel de los
hombres y el papel de las mujeres.
Otras fuentes de información
sobre la vida son los vecinos (cada
vez menos en nuestros bloques de
hormigón y nuestros chalets unifamiliares), los familiares lejanos (los
abuelos y abuelas cuando tenemos
la suerte de tenerlos cerca) o los
amigos y amigas.
Este proceso por el que las personas aprendemos los valores de la
vida, la forma de vivirla y las cosas
para nuestra supervivencia cotidiana, tanto física como social se
llama socialización. Mediante este
proceso todas las personas aprendemos en torno a la adolescencia
y la juventud cuáles son las claves
para poder vivir en la sociedad en la
que hemos nacido y nos desarrolla14
mos como seres humanos. Cuáles
son los valores, qué es lo bueno y lo
malo, que se espera de las personas, qué hay que defender o atacar,
qué es el éxito y qué el fracaso, qué
es valioso y qué no tiene valor, etc.
La mayoría de la información en
el proceso de socialización acerca
de cómo se comportan los hombres
y las mujeres se obtiene de las diferentes fuentes ya mencionadas y,
sobre todo, de una muy importante:
la familia. A pesar de que la configuración de la familia está cambiando
y hay mucho modelos diferentes:
hombre-mujer, hombre, mujer,
hombre-hombre, mujer-mujer, la
familia sigue siendo un lugar donde
“mirar” qué se espera de los hombres y las mujeres. Aunque no sean
ellos o ellas quienes nos trajeron al
mundo, por ejemplo si vivimos con
la abuela.
Además de porque es una injusticia milenaria y un procedimiento
que en ocasiones se parece a la
esclavitud, otra de las razones por
las que es necesario que el reparto de las tareas domésticas y de
cuidado en las casas sea igualitario
es por la función educativa que
hace ese reparto. Porque la forma
de resolverlo en casa está dando
información sobre cómo se resuelve
en la sociedad. De nada sirven los
grandes discursos y las grandes
declaraciones igualitarias si lo que
ocurre en el reparto de las tareas no
se corresponde.
Hablar de lo que nunca
hace papá y de lo que nunca
hace mamá en casa
La frase que titula el texto: “yo
ayudo a mi madre” tiene que ver
con esto. A veces la hemos oído
así, otras veces la escuchamos en
forma de pregunta: “Y tú, ¿ayudas
a tu madre?” Es muy importante
que reconozcamos cuáles son las
dos ideas que se esconden tras esta
pregunta.
La primera de ellas es la concepción de la participación en las
tareas domésticas como una ayuda.
Cuando ayudamos a alguien a hacer
algo, estamos colaborando para que
eso salga bien, es un acto de cooperación. Pero tenemos claro que
no es nuestra tarea, no es nuestro
problema, no es nuestra obligación
o tenemos compromiso alguno. Por
eso le llamamos ayuda, porque la
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tarea no es nuestra pero nos avenimos a echar una mano.
Así aprendemos lo primero: las
tareas domésticas no son nuestras,
no son de los niños y las niñas
son de otras personas. Y cuando
algo no es nuestra tarea perdemos
una cosa al respecto de esa tarea:
la responsabilidad. Como no soy
responsable, si lo hago bien, pero
si no lo hago no pasa nada; alguien
lo hará por mí. Este aprendizaje
acerca de aquellas cosas de la casa
y la vida cotidiana sobre las que los
niños y las niñas son responsables
es desigual. Nuestra sociedad exige
a los hombres y las mujeres desde
que son muy jóvenes un compromiso no equitativo, una responsabilidad desigual. Y esto es clave.
Porque no se trata ya de el esfuerzo
o el tiempo que requiere una tarea,
sino que la responsabilidad sobre
ella es diferente. Así las dudas sobre
si algo está bien o mal hecho, la
prioridad de las tareas sobre otras
actividades más placenteras o las
consecuencias de no hacer una
tarea se reparten de forma desigual.
Es decir, en primer lugar las chicas aprenden que es un poco más
responsabilidad suya que de los chicos. ¿Por qué? Veamos la segunda
parte de la pregunta: “a mi madre”.
esta idea de forma repetitiva. Las
tareas domésticas y de cuidado son
de las mujeres, y lo que podemos
hacer los niños y las niñas buenas
es ayudarlas, y lo que tenemos que
hacer los hombres responsables
es ayudarlas. En este principio hay
una desigualdad implícita en esta
afirmación.
Las niñas cuando sean mayores
y mujeres ya habrán asociado su papel como sexo a las tareas domésticas y preferirán eso sí como pareja,
a un hombre que las ayude. Pero ¿y
si ayudan ellas a ellos?
La correspondencia y la relación
íntima entre las mujeres y las tareas
domésticas y de cuidado de las personas siguen estando en el centro
de la desigualdad. Y si no cambia
este principio y el cuidado de la vida
se resuelve de una forma equitativa
no es posible acceder a la igualdad.
Cualquier argumentación psicológica o de otro tipo que sostenga este
reparto desigual es falsa y determinante del mantenimiento de esa
desigualdad en el tiempo.
Comparar la aportación
de los miembros de cada familia individualmente y por sexos
a las tareas domésticas
Ayudar a una madre a hacer determinadas tareas es afirmar y admitir que es ella la responsable última
de ellas. También hay hombres que
afirman “ayudar en casa” ¿Cómo
que ayudar? Si la casa es de todas
las personas que viven en ella, todas
tienen la misma responsabilidad.
Nuestra historia y nuestra evolución cultural dominada por valores
e ideas próximas al patriarcado (la
concentración de poder en los hombres) han remarcado fuertemente
15
05
El lenguaje
Cuando una sociedad habla, describe, define o cuenta cómo es algo es
muy importante la frase o la palabra
que utiliza. Si elegimos una palabra
u otra para definir algo estamos
haciendo que el significado de ese
algo, su peso, su valor, su presencia
sea diferente. Pongamos por ejemplo una relación. No es lo mismo
mi amiga, que mi colega, que una
conocida. En cada uno de los tres
casos usamos una palabra pero
estamos queriendo decir muchas
más. Cada uno de los términos que
utilizamos para referirnos a la relación con una persona implica algo,
va más allá de la propia palabra.
Los eufemismos son una forma
de cambiar el significado de las cosas. Por eso en algunos medios de
comunicación se utiliza la expresión
guerra para referirse a una situación, y para referirse a la misma,
pero en otra parte del mundo,
utilizan conflicto armado. Es como
si fueran dos cosas diferentes, pero
son la misma. El hecho de que se
utilice una u otra forma está diciéndonos algo de quien se expresa y
también está marcando las conclusiones a las que va a llegar quien
escucha.
16
Poner ejemplos de los
medios de comunicación en
que se utilicen eufemismos o
cambios de palabra para hablar de algo
En el lenguaje que utilizamos
para referirnos a las mujeres y a
los hombres, en las palabras que
usamos para incorporar lo femenino y lo masculino a nuestro
lenguaje existen algunos factores
que es importante observar por la
misma razón. Porque hablar de las
mujeres con uno u otro término o
utilizar unas palabras femeninas
o masculinas para referirse a algo
está hablando de quien habla y está
influyendo en quien escucha.
No hay que olvidar que para que las
personas se relacionen es esencial que
haya comunicación, y que el lenguaje
hablado o escrito es la parte principal
de esa comunicación. Así que lo que
hagamos con él, nos lo hacemos
como personas. Durante los muchos
siglos en los que los hombres han
trabajado y desarrollado sistemas para
seguir concentrando el poder, uno de
los instrumentos que ha sido también
utilizado (y se utiliza aún) es el lenguaje, la forma de expresarse.
En muchos aspectos del lenguaje las palabras que tienen un sesgo
masculino (porque son sustantivos
masculinos o porque significan
algo masculino) han sido utilizados
para dar valor a las cosas, mientras
que lo femenino es un conjunto de
palabras y términos que se utilizan
para restar valor a las cosas. Por
ejemplo en el caso del poder familiar. La forma que el lenguaje tiene
para realzar el poder masculino es
utilizando expresiones como padre
de familia o cabeza de familia. Sin
embargo en el ámbito de lo familiar
sólo se asocia al poder el concepto
de suegra, que está usado siempre
en sentido negativo. Los hombres
utilizan su poder para guiar a la
familia hacia el bienestar, son jefes
de un grupo. Las mujeres utilizan el
suyo para molestar, para dificultar el
acceso a la felicidad.
Buscar ejemplos de la
utilización positiva del masculino y la negativa del femenino
Otra idea a tener en cuenta es
cómo utilizamos expresiones que
tienen que ver con la feminidad,
con la forma de ser de las mujeres
para desvalorizar las actividades,
OBJETIVO 3
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las cosas, los procesos o la realidad.
La emoción, el cuidado, la cooperación, la lentitud son áreas y formas
que son femeninas. El lenguaje
las utiliza para otorgarles un valor
negativo o, cuanto menos, de poca
utilidad.
Las palabras relacionadas con
la velocidad, la competitividad, la
ciencia y la racionalidad que están
asociadas a lo masculino representan un valor más importante.
Queremos cosas rápidas, competitivas, eficientes, científicas. Las cosas
subjetivas, cooperativas o que se
dedican al cuidado de las cosas y
las personas son subsidiarias, son
menos importantes. Por ejemplo la
asociación, la cooperación, la solución de tareas de forma compartida
es una de las versiones más inteligentes de resolver problemas que
ha utilizado el ser humano desde el
principio de los tiempos. Cuando se
localiza en el ámbito de los hombres la asociación, el trabajo conjunto tiene valor, es un acierto, es una
muestra de inteligencia. Cuando se
localiza en el ámbito de las mujeres
se interpreta como una debilidad,
como un lastre que ellas tienen,
como que el hacer las cosas juntas
fuera una necesidad que ellas tienen
como sexo y que hay que asumir,
aunque no sea útil.
Las palabras que se eligen para
definir una tarea, o que se seleccionan para hablar de un proceso
tienen que ver a menudo con si esas
tareas o procesos están en manos
de una mujer o en manos de un
hombre. Cuando una fábrica emplea
a mujeres en la fabricación de un
artilugio complicado es porque ellas
son más minuciosas y laboriosas,
cuando emplea a hombres lo hacen
porque ellos comprenden mejor la
tecnología. La complejidad de la
tarea es la misma, pero las mujeres
son laboriosas y los hombres tecnológicos.
La tecnología tradicionalmente
usada por mujeres se degrada y se
le arrebata el sentido de tecnología,
cuando la usan los hombres su
carácter tecnológico es ensalzado.
Freír patatas fritas es aplicar fuego
a un alimento, como se quema
demasiado si se hace directamente,
el calor se aplica a un recipiente de
metal que lo trasmite a una grasa
(normalmente aceite) esta grasa se
calienta mucho sin arder y permite
extraer de las patatas toda su agua
y romper algunos enlaces químicos
para que sean más digeribles y agradables al gusto. Esto son principios
químicos, tecnología pura, que nadie identifica como tal. Un martillo
utiliza el principio de la palanca de
manera que la aplicación de una
fuerza a un elemento (el mago) y
su distancia al punto apoyo (la
cabeza) generen una multiplicación
de la fuerza que se ejerce. Esto es
un principio físico, es tecnología,
que suele ser considerada así por
más gente que la que lo haría con la
fritura de las patatas.
Uno de los sistemas que el
lenguaje ha utilizado para ahorrar
esfuerzo y tiempo a la hora de comunicar ideas es el de las palabras
genéricas, que son aquellas que se
refieren a los dos sexos de la especie humana con una sola palabra.
Las hay de dos tipos aquellas que
sirven a para mencionar a los dos
sexos con una palabra que incluye
a ambos sexos pero en las que el
género del vocablo no es importante. Así tenemos personas, que
aunque es una palabra femenina
es una palabra en la que todo el
mundo entiende a ambos sexos. O
seres humanos, que le pasa lo mis-
mo a pesar de que es una palabra
de género masculino. Existen otros
genéricos que se utilizan usando el
término masculino (los niños, los
padres, los trabajadores, los pobres)
para referirse a ambos sexos.
Hacer un listado de
genéricos para referirse a las
personas o a las cosas y que no
sean masculinos
El caso de estos últimos genéricos es especialmente significativo porque para definir un grupo
compuesto por dos tipos excluyen a
uno de ellos. Es como si dijéramos
que en la granja tenemos vacas,
queriendo decir que tenemos vacas
y ovejas. Supongamos que las vacas
y las ovejas tuvieran inteligencia y
pudieran comprender lo que decimos. Nos plantaríamos en las puertas del establo y gritaríamos: “que
salgan las vacas”. ¿Qué ocurriría?
Pues que independientemente de lo
que hagan las vacas (salir o no), lo
que es seguro es que las ovejas se
quedarían donde están, nadie se ha
dirigido a ellas.
A las mujeres les pasa lo mismo,
se sienten invisibilizadas por los
genéricos masculinos. Se sienten
así porque lo están. Eliminar una de
las dos partes de algo significa eludirlo, hacerlo desparecer. A muchas
personas estás implicaciones de los
genéricos y su uso les parece poco
importante, sin embargo las niñas
pequeñas que van a la escuela, a las
que les hablan todo el tiempo de los
niños, los alumnos, los profesores,
los padres, etc. tienden a pensar
que no están o que no deberían
estar. La escuela es muy importante,
quién no lo sabe. Y, sin embargo,
desde muy pequeñas en un lugar
donde se les ha dicho que es muy
17
importante lo que ocurre, ellas no
son aludidas nunca.
Discutir si las mujeres se
sienten invisibilizadas con los
genéricos masculinos y por qué
Las discusiones sobre el uso del
lenguaje en general y de los genéricos en particular con el objetivo
de que no sean sexista y excluyente
suelen aparecer junto a argumentaciones de que lo mejor es hacer
las cosas sencillas, que así es más
rápido y eficiente la comunicación,
que no es para tanto y que por esas
razones no vamos a perder el tiempo. Claro que si tuviéramos el poder
sobre algo y quisiéramos mantenerlo actuaríamos en consecuencia.
Esto no quiere decir que todas las
personas del sexo masculino quieran esclavizar a las mujeres (aunque
habría que hablarlo) sino que un
mundo, una sociedad y un lenguaje
diseñado, construido y, sobre todo,
autorizado por los hombres, es lógico que tenga tendencia a utilizar su
referente como el de valor positivo y
dejar el otro referente para lo negativo, o para invisibilizarlo.
Al igual que ocurre con las tareas
domésticas, con el cuidado de las
personas, con el acceso a las oportunidades o con otras actividades,
la igualdad en el uso del lenguaje y
la responsabilidad de resolver las
injusticias (por muy tradicionales
que sean) es un elemento esencial,
primero, anterior a planteamientos
de igualdad real.
Hacer un listado de
propuestas para quitar el sesgo
masculino al lenguaje
18
Vamos, que este texto les ha podido parecer a las personas que lo
lean un coñazo o por el contrario un
texto cojonudo. No hay nada más
que decir.
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
06
Educación en la igualdad
Si afirmamos en cualquier lugar
de nuestro país que las mujeres y
los hombres deben ser educados
en igualdad no habrá nadie que se
oponga a ello. La educación, en la
medida, en que es una forma de
preparar y facilitar a las personas
su acceso a la calidad de vida, a la
autonomía y al bienestar en el futuro debería ser repartida por igual
sin distinción alguna entre unos
seres humanos y otros. Existen
leyes como la de la escolarización
obligatoria hasta una edad que
buscan precisamente eso, que no
haya nadie sin las bases educativas
esenciales.
Sin embargo no está de más
hacer algunas puntualizaciones
sobre la educación en la igualdad.
Sobre todo dos, la que hace alusión
al acceso a la educación y la que
se refiere a los contenidos de la
educación.
Vayamos con el acceso. El acceso
a la educación por parte de las niñas
y los niños está legislado y asegurado en una parte importante del
mundo, pero no en todo el mundo.
Existen territorios en los que el
acceso a la educación por parte de
los niños y las niñas no es posible
porque la situación económica de
estos países y de sus familias se lo
impide. No pueden ir a la escuela
porque tienen que trabajar para
mantener a sus familias en primer
lugar, y en segundo lugar porque
las instituciones internacionales del
comercio y la economía exigen unas
condiciones a los territorios que ponen a la educación en un segundo
plano al respecto de la producción.
Cuando algunos de estos territorios pueden alcanzar un nivel de
independencia económica mínimo
y pueden escolarizar a una parte
de su infancia eligen a los niños
sobre las niñas. Es una injusticia
que siempre ocurre en la misma
dirección. No existen países que
por cultura, por ley, por tradición o
por cualquier otra razón inventada
hayan impedido el acceso de los
niños priorizando el de las niñas.
Si uno de los dos grupos no va a la
escuela, serán las niñas.
No vamos a discutir cuál es el
peso de las tradiciones, y cuál es la
verdadera razón de que una cultura genere rechazo a que las niñas
sean educadas. Pero no deja de ser
sospechoso. Cuando hay un acuerdo general en torno a que la educa-
ción es un sistema de acceder a la
libertad (esto lo decía José Martí),
impedir que un grupo humano tan
numeroso no acceda a ella es una
forma de controlar también su acceso a la libertad, la autonomía y la
independencia personal. Lo dicho,
suena muy sospechoso.
Existe un problema con el acceso
de las niñas y mujeres a la educación. Y este no es tan típico de
países y territorios con dificultades
económicas, es más bien propio de
otros más aparentemente desarrollados. El acceso de las niñas y
mujeres a determinado tipo de estudios, certificaciones y aprendizajes
está vedado por una cultura que
reserva a los hombres los saberes
más directamente relacionados con
el poder, la productividad y el bienestar propio y reserva a las mujeres
los aprendizajes más relacionados
con la supervivencia de la especie,
pero alejados del poder y el control
social. ¿Cuántas matemáticas o
físicas recuerdas?
Hablar de qué estudios
se les dan mejor a los niños y
qué estudios a las niñas, ¿por
qué es así? ¿es algo natural?
19
Los contenidos de la educación,
también nos hablan de la educación
en igualdad. La educación de los niños y de las niñas está fundamentalmente en el conocimiento científico.
La educación ya no es un conjunto
de saberes sino que se ha ido orientando cada vez de forma más clara y
específica hacia lo académico, hacia
la ciencia. Cada vez más padres y
madres exigen y solicitan de la escuela que prepare a sus hijos e hijas
para el futuro, y esto se refiere a que
tengan la cultura y el aprendizaje
necesario para poder participar en
la sociedad de mercado a través del
empleo.
Los conocimientos que transmite la escuela son sólo aquellos que
se consideran científicos y aquellos
saberes que no cuentan con la
legitimidad de la ciencia y el saber
organizado son excluidos. Enseñar
a hablar a un niño es conocimiento
cuando se convierte en psicología
científica, hacer una mayonesa es
saber cuando se convierte en una
reacción química, cuidar de una persona se convierte en saber cuando
se transforma en un servicio social.
Si algo no cabe en la ciencia, no
suele caber en la educación.
Las habilidades que se aprenden
en la escuela para el futuro también
son parte de su contenido. Las
competencias y destrezas que se
transmiten en ella son acordes con
el mundo en el que los niños y las
niñas van a vivir, un mundo creado
y desarrollado desde el patriarcado.
Así son más recompensados y enseñados aquellos hábitos y aquellas
capacidades que encajen en él. La
sencillez, la rapidez, la competición,
la fuerza, la individualidad, el volumen de voz alto, la productividad,
la cuantitatividad son habilidades y
formas de actuar y medir el mundo
20
que se corresponden con la forma
de mirar la realidad de los hombres. Y casi parece razonable si la
sociedad en la que vivimos sigue su
curso.
Los contenidos de las mujeres
son complementarios, son añadidos. Serían una experiencia educativa perfectamente compatible con
la actual. Tan compatible que sería
un acierto que los niños y las niñas
incorporaran en su aprendizaje
igualitario la lentitud, la cooperación, la paciencia, la subjetividad, la
complejidad, la suavidad, la intuición… Las mujeres no son mejores
ni peores que los hombres en los
contenidos que se transmiten (habitualmente de unas a otras, puesto
que en la escuela no están), pero
una persona que reciba formación y
educación en ambos sentidos sería
sin duda más completa. Mientras
los saberes de las mujeres (sobre
el cuidado, sobre la vida) no estén
incorporados al currículo educativo,
a las políticas educativas y a la metodología educativa del profesorado
la educación no será en igualdad.
Inventar asignaturas
relacionadas con los saberes
femeninos
La educación en igualdad requiere el acceso igualitario de las
mujeres a formas, espacios, ideas
y aprendizajes que se les niegan y
también requiere la presencia de los
saberes y contenidos femeninos en
la educación.
Mención aparte requieren los
juegos. Un juego infantil es, en
esencia, una forma divertida y lúdica de incorporar aprendizajes a los
cerebros en evolución de las personas que los juegan. En este sentido
el disimulo, el papel que hay que
cumplir, saltar, contar y multiplicar,
tener equilibrio, apoyarse, trabajar
en equipo, dudar, esconderse y
otras muchas cosas se aprenden
en el juego. Los juegos sirven para
ensayar y entrenar algunas habilidades que serán útiles para la vida y
también para comprender la vida.
Cuando los niños y las niñas
juegan a los disparates aprenden
a usar el lenguaje, a conocer los
significados, a arriesgar, a combinar
palabras, a anticipar resultados.
Cuando juegan a ser una familia
imitan a la vida y, al hacerlo, la comprenden, la interiorizan.
¿Existen los juegos de niños y los
juegos de niñas? Si la respuesta es
sí estamos asumiendo que la forma
en la que los niños y las niñas van a
ejercitarse para la vida es diferente;
y también estamos favoreciendo
que las niñas se entrenen y ensayen
unas habilidades y competencias,
mientras que los niños ensayan
otras. O sea que se demostrará que
los niños y niñas son diferentes.
La respuesta está más cerca del no
que del sí. Jugar a cosas de niñas o
jugar a cosas de niños es comprometer seriamente la educación en la
igualdad.
Discutir la pregunta
con la que empieza el último
párrafo
OBJETIVO 3
PROMOVER LA IGUALDAD DE SEXOS Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJER
07
Violencia contra las mujeres
La violencia contra las mujeres es
un problema antiguo y grave. Gran
parte del discurso social que ha
sido generado por los hombres
para justificar, para razonar y para
argumentar su posición de dominio
y explotación de las mujeres se ha
topado a menudo con respuestas
que evidencian la falta de justicia y
equidad de todos esos argumentos.
Demasiadas veces la respuesta contraria de las mujeres a ese discurso
social y familiar o el simple ejercicio
de su libertad ha supuesto actos de
violencia.
No se trata de hacer un análisis
profundo de lo que significa que 84
mujeres hayan sido asesinadas en
el año 2008 por sus parejas sólo en
España. O de realizar una investigación de cómo esos números se
multiplican y no dejan de crecer si
contabilizamos el acoso que sufren
las mujeres por hombres que no
son sus parejas o de qué ocurre si
ampliamos el territorio a otras partes del mundo. Es complicado y no
tenemos tiempo. Pero sí que está
bien poner sobre las mesas algunas
ideas en torno a la violencia machista que deben ser visibilizadas para
que no sean olvidadas y para que
formen parte de la reflexión.
En primer lugar habría que
puntualizar qué significan los asesinatos en el mapa de la violencia.
El asesinato de cualquier persona
es una desgracia humana, pero es
conveniente saber que, en el caso
de las mujeres, los asesinatos son
la punta del iceberg. Hay incluso
gente a la que las cifras de muertas
no le parece una exageración. Son la
punta del iceberg porque, efectivamente, no en muchos casos se llega
a cometer un asesinato. Pero ¿qué
hace falta para que ocurra?
que las amenazas se den en este
número tan grande, hay previamente que asumir una cantidad
muchísimo mayor de coerciones,
impedimentos, prohibiciones y
atentados contra la libertad de las
mujeres. Para que sea posible este
grado de restricciones y limitaciones
a la libertad de un grupo es necesario dar por hecho la existencia de
una cantidad ingente de aspectos y
factores que legitimen, es decir, que
den por bueno, que no castiguen,
que permitan, que esto ocurra.
Podríamos decir que los asesinatos de mujeres se encuentran en la
cúspide de una pirámide de violencia
contra ellas y que lo que es verdaderamente importante de trabajar, de
detener y de resolver es la base.
Por supuesto que los legitimadores culturales y sociales de la
dominación masculina no aseguran
la restricción, ni esta las amenazas,
ni estas las agresiones, ni estas las
palizas, ni estas los asesinatos. Sólo
basta con decir que mientras haya
mujeres que mueran a manos de la
violencia machista, existe un número infinitamente superior que está
en niveles más bajos de la pirámide
sufriendo la devastación de una
situación social inadmisible.
Para que haya casi cien asesinatos de mujeres, tienen que haber un
número mucho mayor de agresiones físicas graves: palizas, heridas y
lesiones. Para que este número de
palizas se produzca tiene que haber
un número bastante amplio de
agresiones físicas como empujones,
golpes y puñetazos. Para que estas
agresiones existan, hay que dar por
hecho un número muy grande de
amenazas físicas y verbales. Para
Contar anécdotas o historias en las que alguien se haya
sentido agredido o amenazado
y hablar de lo que se siente
21
En segundo lugar habría que
preguntarse cuál es la razón de que
los hombres acudan a la agresión y a
la muerte como forma de solventar
un conflicto. Si acudimos a la historia
comprobamos que el devenir de los
pueblos y los territorios desde que el
hombre es “dueño” del mundo (desde que el patriarcado está impuesto
en casi todas las culturas), es una
historia de violencia. Las guerras, los
conflictos humanos a gran escala,
los conflictos a pequeña escala, la
resolución de estos conflictos por
medio de la imposición, la fuerza,
la competición o el enfrentamiento
violento son patrimonio casi exclusivo de la forma de actuar masculina.
Es bastante lógico que su forma de
resolver problemas sea esta.
Discutir si los hombres
son violentos por naturaleza
Muchos juegos infantiles, el trato
que se les da a los niños sobre las niñas, la adecuación de cada niño a su
papel en la sociedad, el aprendizaje
que se recibe de familias y entornos
educativos y no educativos tienen un
amplio elenco de explicaciones sobre
por qué los hombres adultos han
aprendido que gritar, pegar, amenazar o empujar son formas razonables y adaptadas de resolver cosas.
Algunas personas aluden a referencias de otras especies en la que los
machos compiten por el favor de las
hembras para justificar la violencia (o
la agresividad como se suele decir en
estos discursos). Casi nunca hablan
de que los animales no suelen poner
en peligro su supervivencia, ni la de
los demás miembros de su manada,
ni la de sus congéneres por ello. Saldrían perdiendo y lo saben. Nosotros
parece que no. La pregunta que cabe
hacerse si esto de la violencia es tan
natural es ¿por qué los delitos sexis22
tas y las agresiones sexuales siempre
van en la misma dirección?
Una tercera idea que conviene
aclarar y que está en sintonía con la
anterior es lo referente a la provocación. Algunas agresiones físicas,
agresiones sexuales, maltratos y
asesinatos se fundamentan o se
justifican en la provocación. Es decir
alguien (ella) hizo, dijo, vistió o
pensó algo que justifica que alguien
(él) pueda agredirla por ello. Esto,
además de ser un atentado grave
contra la libertad de las personas,
es una prueba más de que la violencia como herramienta para resolver
conflictos no sólo puede estar argumentada por cuestiones “naturales”
sino que además, socialmente hablando, la provocación es una causa
suficiente para cometer cualquier
tipo de tropelías o delitos.
Los hombres aprenden desde su
más tierna infancia que la sociedad
y el mundo giran sobre ellos, son los
que producen, los que mandan, los
que hacen, los que deciden. Y parece
como si fuera justificable que, cuando una mujer hace lo que realmente
le da la gana como decir una frase,
salir a un sitio o vestir de una forma
determinada, se pueda pensar que
lo hace precisamente para provocar,
enfadar o rebelarse contra un hombre o su posición. ¿No parece más
probable pensar que la gente hace lo
que quiere porque lo desea?
Hacer un ejercicio creativo sobre qué causas estaría
dispuesta cada persona a
defender “hasta sus últimas
consecuencias”
Las mujeres tienen tantos derechos
como los hombres a tomar sus decisiones y a hacer lo que crean oportuno.
No tienen licencia para nada, pero
tampoco la tienen los hombres. Cada
persona ejerce su libertad como quiere
y la relación de pareja y mucho menos
pertenecer a un sexo o a otro no otorga
derechos de control, ni mucho menos
de uso. Un ejemplo eficaz, y sangrante,
de esto son los derechos sexuales. Las
mujeres son las dueñas de su cuerpo y de su mente, elementos ambos
imprescindibles para vivir una sexualidad plena y satisfactoria. Las únicas
personas responsables de la satisfacción sexual somos nosotros mismos.
No podemos cargar a alguien con la
obligación de satisfacernos sexualmente según nuestros propios apetitos y
momentos. El caso más extremo es
la violación, pero cada día, las parejas
discuten y se enfrentan porque alguno
de los dos no satisface las expectativas
y los deseos sexuales de la otra persona
“a pesar de ser mi pareja”.
La obligación moral y social de
satisfacer la sexualidad de la pareja
está tan profundamente instalada en
el cerebro de las personas que en este
asunto hay plena coincidencia entre
los hombres y algunas mujeres. Las
hay que se sienten culpables por no
hacerlo y las hay que viven una vida
sexual controvertida, triste u odiosa
sólo porque se obligan a hacer frente
a ese “pacto”: si me quieres es que
tienes que tener sexo conmigo. Cuando alguna de las personas de una
pareja sacrifica sus deseos, su ritmo,
su actividad o su planteamiento en
el área sexual, las probabilidades de
que sea una mujer son muy altas. Los
hombres no están acostumbrados
a ello y, a menudo, reaccionan con
frustración, furia y rabia.
Debatir sobre las obligaciones sexuales que tiene cada
persona de la pareja con la
otra
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08
Necesidades o enriquecimiento
Desde el punto de vista del planeta
es muy curioso observar cómo gran
parte de las tareas, los cometidos,
las responsabilidades y las acciones de las mujeres a lo largo de la
historia han estado orientadas a las
necesidades humanas, a la vida,
al mantenimiento del equilibrio
(social y ecológico), al bienestar real
(al que producen las relaciones).
Mientras, las tareas, los cometidos,
las responsabilidades y las acciones
de los hombres han estado orientadas al poder (a su conquista o a su
mantenimiento) y al enriquecimiento (personal, grupal o empresarial).
Es una buena decisión: vida o
dinero, necesidades o enriquecimiento.
Hoy en día, cuando la revolución
de las mujeres sigue su camino y
cada vez son más claras, diáfanas y
potentes sus voces, ya no hay tantas
mujeres que soliciten la igualdad
formal de derechos. Una de las razones por las que ya no lo hacen es
porque la legislación ya está orientada hacia ello. Aunque luego haya
una forma de incumplimiento continuado de esas leyes. Las mujeres
no desean tanto tener, ni disfrutar
lo que tienen los hombres. Quieren
que no se las invisibilice, que se
reconozca lo que son y se deje de
publicitar lo que no son, quieren su
libertad, su autonomía y su espacio
propio, para hacer con todo ello lo
que estimen adecuado, divertido,
útil, apacible, interesante o productivo. Pero con su propio criterio.
Quieren hacer sus cosas a su
manera sin que ningún hombre les
ponga trabas ni claras, ni difusas,
sin que haya prohibiciones explícitas o implícitas. Están cada vez más
contentas de cómo son y de cómo
hacen las cosas y no permiten que
nadie las desprestigie o las desprecie por nada.
Y los hombres habrán de acostumbrarse. Porque es justo y es natural. Y porque mientras esto ocurre
las mujeres siguen siendo las máximas responsables de la vida en la
Tierra. Y los hombres los máximos
responsables de su destrucción.
Discutir en qué medida son iguales los hombres y
las mujeres y en qué medida
diferentes
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