LA POESÍA DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL Dos poetas de la Generación del 27, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, tras la Guerra Civil sirven de puente entre varias generaciones de poetas. Están presentes en la lírica de la posguerra, haciendo voz propia las inquietudes de un mundo marcado por las angustiosas huellas que una guerra civil y una guerra mundial habían dejado en las conciencias. Vicente Aleixandre. Entre 1939 y 1943 escribe su obra cumbre, Sombra del paraíso que se publica en 1944. se trata de la “visión del cosmos en su gloria, antes de la aparición del hombre y, con él, del dolor y la limitación”. Es decir, el poeta recuerda o imagina un prodigioso edén, libre de sufrimiento y de muerte. A partir de aquí, sobre todo entre 1945 y 1953, la obra poética de Aleixandre es una mirada hacia el hombre como alguien desvalido que sufre; el poeta admira “su quehacer valiente y doloroso”. Dámaso Alonso. Publica en 1944 una obra estremecedora, Los hijos de la ira. Obra fundamental de la posguerra que se sitúa en el centro de lo que su mismo autor ha llamado “poesía desarraigada”. Es decir la que componen aquellos para quienes el mundo es “un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla”. Se trata, por tanto, de una poesía existencialista. Este libro, Hijos de la ira, es por una parte, un inmenso grito de protesta contra la crueldad, el odio, la injusticia. Por otra parte en el poema hay una serie de angustiadas preguntas a Dios sobre el sentido de la vida y sobre la mísera condición del hombre. (…) El lenguaje es desgarrado, alucinante, brutal, alejado de la poesía pura y del surrealismo. Criaturas en la sombra Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia. Entre las flores silvestres recogisteis cada mañana el último, el pálido eco de la postrer estrella. Bebisteis ese cristalino fulgor, que con una mano purísima dice adiós a los hombres detrás de la fantástica presencia montañosa. Bajo el azul naciente, entre las luces nuevas, entre los puros céfiros primeros, que vencían a fuerza de -candor a la noche, (…) Vicente Aleixandre. Primer poema de Sombra en el Paraíso Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso varias horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches? Hijos de la ira. Dámaso Alonso Literatura española. Fernando Lázaro Carreter. Vicente Tusón. Anaya. 1983